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Las ideologías políticas en el umbral de siglo XXI: de la tesis del fin de la historia a los problemas de la
globalización
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Unidad temática 4: EL DEBATE IDEOLÓGICO HOY
Con la caída del muro de Berlín (1989) hubo lecturas de autores que defendieron que la
confrontación "ideológica" en el mundo había desaparecido.
Según estos análisis, los conflictos ya no serían entre grandes "modelos" ideólogos
omnicomprensivos, que explicaban todos los aspectos de la vida humana, y que se
enfrentaban entre sí.
Pero los conflictos políticos no han desaparecido y el pensamiento político que trata de contar y
reflexionar sobre las nuevas realidades tampoco lo ha hecho.
Debates
GLOBALIZACIÓN
AÑOS 1990-2010 ¿Se puede gobernar a de la globalización?
AÑOS 2010-2020: ¿Existe una globalización o varias?
AÑOS 2020: ¿final de la globalización? Conflictos entre las grandes potencias: el enfrentamiento
creciente entre China y EEUU
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MIRADAS SOBRE EL FUTURO
Buena parte de los debates han dado lugar a tesis o teorías circunstancialmente presentes en los
medios de comunicación y la academia y después caídas en desuso. Otros no han tenido todavía
una fuerte elaboración teórica.
La caída del socialismo real, llevó a un analista que trabajaba en servicios de análisis de segundo
nivel en Washington, Francis Fukuyama, al éxito, al escribir un ensayo en el que afirmaba que la
caída de la URSS significaba el triunfo definitivo de la democracia liberal bajo la hegemonía de
EEUU. Y, además, la caída del muro de Berlín había acabado con un mundo dividido por la lucha
entre «modelos» sociales y políticos enfrentados. Y, por tanto, era el fin de la historia, en el
sentido de que ya no había (y difícilmente habría en el futuro) ninguna forma política superior al
liberalismo.
había llegado a su fin. El liberalismo era un modelo superior, aunque no estaba cerrando ni
terminado.
La tesis de Fukuyama tuvo un gran impacto y fue ampliamente incorporada en el debate público
occidental.
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Políticamente, las tesis de la victoria de la democracia y el fin de la historia fueron utilizadas
políticamente para impulsar la globalización neoliberal y estadounidense. Y también para
promover la idea y los documentos PNAC (Project New American Century) que pretendía
garantizar la hegemonía global económica y militar de EEUU, expandiendo la OTAN en torno a
Rusia, dificultando la consolidación política y militar (y financiera) de la UE y reforzando los
sistemas de «bloqueo marítimo» de China.
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4.1.2. La tesis del conflicto de civilizaciones
Contrariamente a Fukuyama, Huntington teorizó que el fin del muro de Berlín y del
socialismo real ponía fin a los conflictos entre «modelos» políticos que se enfrentaban al
dilema libertadvsigualdad, pero abrían una nueva etapa de potenciales enfrentamientos
entre civilizaciones o áreas culturales:
Occidente, América Latina, países ortodoxos, países de tradición budista (sureste de Asia), ámbito
sinítico o de influencia confuciana, mundo hindú, Japón, mundo islámico, área subsahariana e Israel.
Un sistema de conflictos más complejo y difícil.
El análisis de Huntington tiene aspectos interesantes (las líneas de división cultural existen y
pueden generar conflictos), pero es criticable por los fuertes componentes reduccionistas,
ya que veía a los blogs culturales como realidades muy uniformes y estables (casi
inmodificables) y que no podían dialogar y colaborar. Los bloques civilizatorios eran
concebidos como realidades que tendían a ser conflictivas sin posibles consensos.
Para muchos de sus críticos, su obra tenía mucha carga islamofobica, y, además, sus tesis
servían para justificar la desestabilización de EEUU en Oriente Medio tratando de derrotar a
Irán, después de la revolución islámica (1979) y de borrar toda la influencia de Rusia: guerra
de Afganistán (1978-1992) guerras Irán-Iraq (1980- 1988), I guerra del Golfo (1990-1991),
invasión de Afganistán (2001-2021), II guerra del Golf (2003-2011), Primavera árabe
(2010-2012), guerra de Siria (2011-2020), guerra de Yemen (2011-2021).
De la mano de las tesis del conflicto entre civilizaciones, se incrementa la atención a los
fundamentalismos o integrismos religiosos.
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Los integrismos religiosos son visiones de la política y de la sociedad con el prisma de una
concepción religiosa integral (de toda acción humana) y desconfían de cualquier otra concepción
del mundo fuera del integrista. A menudo, estas visiones son reduccionistas y con tendencias
totalitarias y excluyentes: militantemente contrarias a concepciones distintas de las propias
visiones del mundo, de la sociedad y de la misma religión.
Sin embargo, el fundamentalismo religioso (imposición rigurosa y totalitaria de los preceptos que un
grupo considera propios de una religión en toda la sociedad) no se da en todas las religiones ni en
todos los momentos de su historia.
Donde más fuerza tienen, en términos generales, es en las religiones monoteístas de origen
semítico (judaísmo, cristianismo e islamismo). En ese momento, el fundamentalismo más
militante y activo es el islamista,que reinterpreta a su modo, política y antioccidental algunas
concepciones wahadistas;pero también cabe destacar algunos cristianismos en África, EE.UU.
(vinculado al supremacismo blanco) y Rusia (vinculada al hipernacionalismo ruso ya los
movimientos euroasiáticos)y también algunos judaísmos en Israel. Históricamente, el
cristianismo ha tenido etapas con fuerte influencia fundamentalista.
La norma religiosa, interpretada de manera ultraconservadora, debe estar siempre por encima
de cualquier norma humana, lo que les lleva a atacar generalmente la laicidad, el racionalismo,
el pluralismo ideológico y religioso, la igualdad de la mujer, la homosexualidad y la
transexualidad, el conocimiento científico, el poder del estado y la independencia del individuo
respecto a la comunidad religiosa.
En contra de lo que afirman algunas visiones reduccionistas occidentales, lo primero que hay que decir es
obvio: el pensamiento islámico no es uniforme.
Islam chií (el minoritario, también con varias escuelas: imamismo, ismailismo, zaidismo, etc.)
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Islam kharigita (muy minoritario, también con diversas ramas) Grupos heterodoxos
(drusos, mahdavismo, etc.)
Creencia en un Dios único, en los ángeles y profetas de Dios, en el destino divino, en el día del juicio
final y en el libro sagrado.
Pilares de la fe: afirmar que Dios es el único dios y Muhammad su profeta, oración ritual 5
vueltas al día, limosna a la comunidad, ayuno diurno en el ramadán y peregrinaje a La Meca.
El Islam nació en 610. Entre los siglos IX y XIV, el mundo intelectual islámico es muy importante
(en muchos aspectos el más importante del mundo euromediterráneo occidental). Hasta el siglo
XVII, existen importantes potencias militares en el mundo islámico: la última es Turquía.
Durante el siglo XIX, la mayoría de los países musulmanes fueron colonizados o controlados
por potencias extranjeras "liberales" (que no actuaban de forma liberal cuando ejercían su
condición de potencia colonial) y, tras la revolución rusa, sentirán la influencia "comunista ".
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Este choque político y cultural llevará a los intelectuales musulmanes a preguntarse sobre la
causa de la decadencia de su mundo, dándole cuatro respuestas:
1.Laicismo. El problema del mundo islámico no es la religión, sino que es no haber sido
capaces de incorporar la “modernidad” (rotura con la interpretación tradicional y
religiosa del mundo), el progreso y los principios liberales. La combinación del Islam y
Occidente es la solución: el Islam es religión, Occidente la forma de conquistar el poder
(ciencia y organización). Intentos de modernizar las sociedades adoptando las
costumbres occidentales y marginando la religión en el espacio privado. La sociedad laica
resultante no es necesariamente democrática.
2.Relectura liberal del Islam. Hay también un Islam liberal que toma preceptos
religiosos (ijtihado esfuerzo personal para entender las escrituras) como principio
para la autoafirmación personal y la extensión de los principios liberales (pluralismo,
individualismo, igualdad, etc.) entre la comunidad musulmana. Puede confundir con
la concepción anterior (laicismo), el matiz que lo diferencia es el valor del Islam y la
consideración de que el propio Islam puede ser interpretado de forma más abierta y
liberal, y desde la relectura del Islam llegar a la ciencia, el progreso y la democracia.
En los años 60, después de la descolonización, muchos de los movimientos políticos del mundo
islámico eran "anticoloniales", "nacionalistas" o "pannacionalistas" y "modernizadores".
A menudo tenían como ejemplo el proyecto de Ataturk y la joven Turquía laica, occidentalizada e
hipernacionalista, que nació con la "revolución de los jóvenes turcos" cuando el Imperio
Otomano es derrotado en la IGM. Sin embargo, nunca llegaron tan lejos en su laicismo y
occidentalización como ya Joven Turquía.
En los años 70, estos movimientos pierden fuerza, dan lugar a dictaduras personales y se
alinean en los bloques comunista y occidental, sin ser capaces de superar las dinámicas
neocoloniales ni las formas de gobierno tiránico y sátrapa de muchos países del mundo
islámico.
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Sin embargo, desde la “imprevista” revolución khomenista antioccidental en Irán de 1979, el
islamismo político no han dejado de desarrollarse diferentes maneras y en distintos
movimientos.
La cuarta teoría política de Aleksandr Dugin trata de responder y contrarrestar "El fin de la
historia" de Francis Fukuyama.
La tesis presta especial atención al poder estatal como un factor central de la acción política
y reflexiona, en términos geopolíticos, sobre el hecho Europa y Asia son un continente único
que debe colaborar entre sí y configurar, alrededor de Rusia , una unión continental y de
intereses compartidos, que se enfrente al imperialismo de Estados Unidos y al
multiculturalismo identitario de las sociedades occidental.
Su trabajo sustentaría la política de reconstrucción del poder ruso contra EEUU, la voluntad
de aliarse con las potencias asiáticas (y europeas) y el apoyo a los movimientos (de extrema
derecha) europeos contrarios a la UE ya EEUU.
Desde las tesis de la III Ola Democrática de Huntington (1991), que explicaba que la
primera ola democrática de finales del XIX fue seguida de un retroceso (período de
entreguerras
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el estado y la gestión pública en una época de avance del neoliberalismo y la pérdida de poder
político y capacidad de acción de los estados en la economía cada vez más globalizada de la
década de 1990 y 2000.
En buena medida, son miradas muy influidas por el neoliberalismo y la voluntad neoliberal de
despejar la autonomía del poder político democrático y de garantizar la participación de actores
singulares en el proceso de toma de decisiones. En el fondo, la codecisión recoge elementos del
corporativismo y asienta el creciente poder de las grandes corporaciones y de los grupos de interés
(incluidos movimientos sociales) y se fragmenta la idea de un interés común o general.
Desde que existe la especie humana hemos seguido una lógica globalizadora o de colonización e
creciente interrelación de todos los espacios de la Tierra.
Estos procesos únicamente han sido frenados históricamente por las guerras.
Ahora bien, la globalización, entendida como competición y dominio desigual y jerarquizado del
planeta, es un hecho asociado al poder imperial, la colonización, la imposición y, directa o
indirectamente, la guerra o la intimidación militar.
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Posteriormente, el siglo XIX sería el siglo del colonialismo y, con la segunda revolución
industrial de la primeraera de la globalización llega hasta 1914 (IGM).
La segunda globalización (después de 1945 y, sobre todo, cuando terminan los procesos de
descolonización y una vez cae el muro de Berlín) está vinculada al poder económico, a las
redes de comunicación y la digitalización, ya la (neo)colonización, sin olvidar la capacidad de
hegemonía cultura e intimidatoria militar de Estados Unidos.
Algunos autores señalan que, desde 1989, se están produciendo dos modelos de
globalización: modelo chino y modelo estadounidense, que están condenados al conflicto.
Una cuestión actual es que la fase actual de la globalización, al menos hasta la crisis del
coronavirus, está produciendo seis fenómenos contradictorios:
La reducción de la pobreza en el mundo (y la pérdida de miedo a tres de los cuatrojinetes del apocalipsis
: el hambre, la guerra y las enfermedades tradicionales).
El incremento creciente de las desigualdades entre países y dentro de los países, con un nivel
de base de riqueza y bienestar superior.
Por último, hay reflexiones que apuntan a que los estados-nación tradicionales estarían
perdiendo poder para actuar o lo que es igual y, por tanto, la soberanía real y práctica ante
las grandes corporaciones, los poderes políticos supranacionales y, al mismo tiempo, las
estructuras centrales de los estados-nación son a menudo vistas como unas instituciones
muy alejadas de realidades concretas e inmediatas y, potencialmente, enfrentadas a los
intereses de la ciudadanía.
Todo esto, en unos estados-nación, donde habría un conflicto latente entre zonas económicas (y de
influencia política): espacios geográficos o áreas metropolitanas con clusters económicos
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muy fuertes (y cada vez más situados por encima del poder del estado): las ciudades
metropolitanas también fragmentarían el poder del estado-nación.
Esta reflexión ha llevado en las últimas décadas (especialmente antes de la Gran Recesión de
2008) a fomentar formas de descentralización política bajo el principio de subsidiariedad
(UE), devolución de la toma de decisiones (Reino Unido) o autogobierno de nacionalidades y
regiones ( España), organización federal del estado o descentralización de la gestión
administrativa.
Se argumenta que el estado-nación es demasiado pequeño para ciertas cosas y demasiado grande para
otras.
Todos los intentos de gobernar el mundo multilateralmente han estallado con la crisis de 2007:
ni la ONU, ni el G7, ni el G8, ni el G20, ni el G20+ han funcionado. Han dejado de ser
instrumentos de gobernación del mundo.
Además, todos los sistemas de integración regional (UE, MercoSud, Acuerdo de Libre Comercio
México-EE.UU.-Canadá) entran en crisis y se han visto frenados.
Hay autores que señalan que la globalización dominante que hemos conocido está vinculada al
neocolonialismo, comportando la subordinación de la UE a los intereses norteamericanos con
instrumentos de dominación internacional como el Banco Mundial y el FMI.
Esto revive el interés por la geoestrategia y los análisis de una posible confrontación entre EEUU
y el mundo eurasiático, y la marginación política (y científica y tecnológica) de la UE. Y explicaría
la guerra comercial EE.UU.-China, o que con la crisis de la COVID-19 hablará de un fin a la
globalización conocida hasta ahora.
Además, hay reflexiones que indican que el futuro es decreciente y que, por tanto, la
globalización se comprimirá y proponen la desglobalización de los sectores productivos
estratégicos tras la actual crisis sanitaria y de materiales.
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En la periferia de los análisis dominantes de principios del siglo XXI, se producen discusiones y
propuestas y análisis sobre los avances de los sistemas tiránicos y autoritarios, sobre la crisis de
las democracias y la necesidad de un nuevo radicalismo democrático, la revisión del valor y el
significado del populismo: criticándolo como un ataque a la democracia o reivindicándolo como
una forma de revitalización de la democracia, a la vez que aumenta la reflexión sobre la
necesidad de restringir la democracia o la consideración de que las democracias liberales se
están convirtiendo en post-democracias y corren el riesgo de convertirse en democracias
iliberales o autoritarias (tiranías con elecciones).
Las propuestas sobre la necesidad de la radicalidad democrática para evitar el colapso de las
democracias liberales o su conversión en instrumentos formalmente "democráticos" pero sin
espíritu y cultura democrática real, tienen dos vías de discusión y propuesta muy diferentes (y de
algunos autores opuestos):
Lademocracia deliberativade Habermas.La inclusión del otro (1999), Más allá del
estado nación (2006)
La esencia de la democracia no es ni la forma, ni la regla, ni las elecciones. Todo esto es
importante, pero lo importante es el debate permanente para encontrar acuerdos
(consensos) provisionales, y gestionar, así, los problemas y los conflictos; es decir, la
existencia de una comunidad política no escindida y en la que los contrarios se reconocen
como adversarios con los que se pueden llegar a acuerdos y no como enemigos a los que
marginar, dominar o ignorar.
Sin embargo, a diferencia de Habermas, la gestión de los conflictos no debe ser a través de la
deliberación y el consenso provisional, sino a través de la expresión (y manifestación) del
conflicto y el antagonismo como fuente inagotable de revitalización democrática y de superación
de las desigualdades sociales. Es decir, las decisiones pueden ser disruptivas y dar fuerza a las
mayorías sobre las minorías.
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La tesis básica de Laclau es una crítica a la tradición marxista occidental y latinoamericana, una
profundización de la tesis de la democracia agónica y una propuesta para reagrupar la
dispersión y fragmentación de los sujetos políticos a través de imaginarios bipolares de
confrontación (por ejemplo, pueblo -élites), siguiendola lógica nosotros-ellos.En esta lucha, es
central la batalla cultural por los imaginarios, dando significado o redefiniendo los "vacíos
significativos" (los conceptos se utilizan como forma de enganchar y movilizar: por ejemplo).
gente, patria, pueblo...).
Sus críticos insistirán en que los populismos que alimentan sus tesis tienden a
convertirse en sistemas dictatoriales y antidemocráticos, o al menos autoritarios y
clientelistas.
También ahora se abren paso debates sobre la pérdida de calidad de las democracias, la pérdida
de valor de la representación política, el patrón de poderes autodefinidos como "técnicos" o
"judiciales" que limitan la voluntad democrática, la difícil convivencia entre neoliberalismo y
democracia y también la deriva de las democracias hacia sistemas con elecciones, pero no
liberal-democráticos: post-democracia, democracias iliberales, democracias reducidas,
democracias irrepresentativas.
Pero son sistemas que se legitiman regularmente por elecciones formalmente libre y
competitivas, aunque tienden, progresivamente, a introducir restricciones selectivas y
dificultades en la oposición.
Crouch ha centrado gran parte de sus estudios en cómo el neoliberalismo ha ayudado a debilitar el
estado de bienestar igualador y la democracia.
Su tesis central gira en torno al cuál es el marco de toma de decisiones cuando los
gobiernos están cada vez más limitados en una economía capitalista sin restricciones.
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No estaría claro quién decide a medida que la política se desarrolla fuera del espacio público a
través de la interacción entre gobiernos electos y élites económicas (grupos de presión, grupos
de opinión, etc.).
La agenda está definida por las élites políticas y económicas. Los ciudadanos son
participantes ocasionales, manipulados y pasivos.
Tampoco quedaría claro qué es lo que se decide ya favor de quien se decide, puesto que la
retórica oficial dirá que se defiende el interés general, pero en general son los intereses
empresariales y de los sectores dominantes los que imponen condiciones y determinan las
decisiones.
Baja participación ciudadana en las elecciones y, sobre todo, en la vida social. La mayoría de los
ciudadanos juegan un papel pasivo y apático. Incapacidad de los ciudadanos para definir y
delimitar cuáles son sus intereses y qué alianzas deben realizar. Los partidos políticos tienen
presiones de grupos económicamente potentes y gran libertad de acción por la falta de
vigilancia de los grupos ciudadanos. La caída de la afiliación da poder a los pequeños e
irrepresentables grupos del electorado. El debate electoral se limita a un espectáculo,
fuertemente controlado y gestionado por equipos rivales de profesionales expertos en técnicas
de persuasión. El sistema político manipula a través de campañas publicitarias.
Consecuencias
Sistema tributario menos redistributivo o regresivo. El Estado externaliza o privatiza los servicios
públicos: los intereses públicos pierden valor. La identificación entre ciudadanos y servicios
públicos pierde intensidad.
El Estado tiende a adoptar el diseño institucional de las empresas ya ver a los ciudadanos como
clientes.
Aumento de la desigualdad.
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Visión trivial e infantil del conflicto, de los problemas públicos y de la democracia. Corrupción
Del mismo modo, en otro ángulo del debate, las tesis colapsistas (colapso no es sinónimo de
fin de la vida humana, sino de fin de la actual civilización humana) ponen el acento en la
disminución de los recursos físicos del planeta (y de manera especial los combustibles
fósiles) y el calentamiento global nos conduce al colapso de la civilización ya una
simplificación general de las formas de vida actual de forma progresiva (o brusca)
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y esto tendrá consecuencias en la fragmentación del mundo político, disminución de la población,
carencia de recursos, reruralización, etc.
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