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LOS DELITOS DE OPINIÓN

Derecho de la Comunicación. Segundo curso de


Grado en Periodismo Semipresencial. Universidad
Rey Juan Carlos. Curso 2020-2021.

Laura Amores Jismeros


Jesús Diéguez Ruano
Mónica González López
Xueqi Lin
Rebeca Martínez López
Javier Moreno García
Sara Orriols Varela
Daniel Sánchez Fenollar
Gabriela Sosa Saldaña
Índice

Introducción ...................................................................................................... 2
1. Apología de delitos graves ............................................................................. 3
2. Incitación a la discriminación, odio y violencia ............................................... 6
Delito de odio tras la COVID-19 ...................................................................... 8
3. Apología del genocidio ................................................................................... 9
Negación del holocausto............................................................................... 10
4. Delitos contra el honor: calumnia e injuria .................................................. 12
5. Los ultrajes a España y a sus Comunidades Autónomas ............................... 15
6. Delitos contra la libertad de conciencia ....................................................... 17
7. Delito especialísimo contra la Corona .......................................................... 20
A veces, los delitos de opinión y su pertinente penalización pueden entrar en
conflicto con la libertad de expresión y el derecho a la información ............ 24
8. Conflicto con el derecho a la información .................................................... 25
9. Conflicto con la libertad de expresión .......................................................... 27
Bibliografía....................................................................................................... 30

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Introducción
En la actualidad, y tras conocerse casos polémicos que han dividido a la sociedad española
entre los que justifican la opinión pública libre y los que defienden que no todo vale, muchos
apoyan la creencia de que las circunstancias atenuantes y el contexto en el que se comente un
“exceso”, (ya sea humorístico, sarcástico, acalorado con motivo de un enfrentamiento político
o de denuncia de irregularidades o injusticias sociales, políticas, etc.), debería tenerse en
cuenta a la hora de dictar una sentencia y dirimir si esas declaraciones tuvieron lugar dentro
del ejercicio de la libertad de expresión y, por tanto, comprenderse dentro del contexto en que
se produjeron o si, por el contrario, son ataques injustificados hacia una persona, institución,
etc., y, por ello, innecesarios y punibles. Una dualidad a veces difícil de gestionar.

Lo que sí debería quedar claro es que el derecho a la libertad de expresión no justifica el


empleo de insultos, humillaciones o vejaciones que exceden el derecho de crítica porque
pueden atentar contra los derechos de los que también dispone aquella persona foco de las
críticas. El Tribunal Supremo recordó en una ocasión que “la Constitución no reconoce el
derecho al insulto”.

Sin duda, un Estado democrático no puede concebirse sin una opinión pública libre y, si bien
hay casos en los que los excesos cometidos pueden ser perfectamente protegidos por el
derecho a la libertad de expresión (y exentos, por tanto, de responsabilidad criminal), existen
otros casos en los que se rebasan los límites que impone dicho derecho y que incluso su
condena es compatible con las exigencias del Estado democrático de derecho, siendo
responsables del delito tanto los autores como los cómplices.

Se trataría, entre otros, de delitos cometidos por motivos racistas o de discriminación


referente a la ideología, religión, etnia, orientación o identidad sexual, de enaltecimiento del
terrorismo, delitos de odio, injurias y calumnias, y los delitos contra los sentimientos
religiosos, incluyendo la apología, la provocación o inducción directa a la perpetración del
delito.

Según publica el BOE con respecto al Código Penal y su aprobación, “el Código Penal
define los delitos y faltas que constituyen los presupuestos de la aplicación de la forma
suprema que puede revestir el poder coactivo del Estado: la pena criminal”.

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La considerada como “la Constitución negativa”, ha de tutelar “los valores y principios
básicos de la convivencia social.” Por tanto, defiende “la importancia del Código Penal en
cualquier sociedad civilizada”.

A continuación, trataremos de aportar un poco de luz a un tema cuanto menos polémico y, en


muchas ocasiones, difícil de interpretar por estar en juego distintos derechos fundamentales
que pueden entrar en conflicto: los delitos cometidos cuando se abusa de la libertad de
expresión, es decir, los delitos de opinión.

Por Mónica González López

1. Apología de delitos graves


La apología de delitos graves aparece en el artículo 18 del Código Penal y lo define como la
apología ante un grupo de personas o ante medios que transmiten el mensaje que se basan en
ensalzar un crimen en concreto o al autor de dicho crimen. La apología solo será considerada
como delito en el caso de que se incite directamente a cometer el delito. En el Código Penal se
penaliza la apología de los siguientes delitos:

· Homicidio y asesinato.

· Detenciones ilegales y secuestros.

· Robos y estafas.

· Delitos contra la corona.

· Rebelión militar.

· Terrorismo.

· Genocidio.

· Violencia de género.

Estos son algunos de los delitos en los que se penaliza la apología en España. Dentro del
artículo 18 del Código Penal se diferencia entre provocación y apología. Según el Código
Penal, “la provocación existe cuando directamente se incita por medio de la imprenta, la

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radiodifusión o cualquier otro medio de eficacia semejante, que facilite la publicidad, o ante
una concurrencia de personas, a la perpetración de un delito”.

Mientras que de la apología dice: “Es apología, a los efectos de este Código, la exposición,
ante una concurrencia de personas o por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas
que ensalcen el crimen o enaltezcan a su autor. La apología sólo será delictiva como forma de
provocación y si por su naturaleza y circunstancias constituye una incitación directa a cometer
un delito”.

Las penas de cárcel en casos como la apología del terrorismo pueden variar entre los 12-18
meses de multa y de 1 a 3 años de cárcel. En 2014 fue incluido en España el delito de apología
de la violencia de género, donde las penas van de 1 a 4 años, o más años en el caso de que se
incite a dicho maltrato en redes sociales.

● En 2018, el Tribunal Supremo dictaminó la condena de dos años y medio de cárcel y


una multa de 10.800 euros por la apología de la violencia machista para un tuitero.
Dicho tuitero fue absuelto por enaltecimiento del terrorismo. En el apartado de la
apología a la violencia machista, escribió mensajes como “53 asesinadas por violencia
de género machista en lo que va de año, pocas me parecen con la de putas que hay
sueltas”.

En el juicio se explicó que "el discurso del odio es claro en su afirmación antijurídica y típica,
en la medida en que el autor vierte las expresiones contra las mujeres, y particularmente,
respecto de las que han sido objeto de una vejación y un maltrato físico". En un primer
momento se le condenó con un año de cárcel, pero la pena aumentó debido al agravante del
delito de incitación del odio.

En otro tipo de apología, sigue adelante la inclusión en nuestro país la apología de la dictadura
franquista.

Esta ley se ha utilizado en mayor medida para casos denominados como “enaltecimiento del
terrorismo”. El Código Penal lo define así: “El enaltecimiento o la justificación públicos de los
delitos comprendidos en los artículos 572 a 577 o de quienes hayan participado en su
ejecución, o la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las
víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares, se castigará con la pena de prisión de
uno a tres años y multa de doce a dieciocho meses. El juez también podrá acordar en la

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sentencia, durante el período de tiempo que él mismo señale, alguna o algunas de las
prohibiciones previstas en el artículo 57”. En el caso de la apología se recoge lo ya mencionado
anteriormente en el artículo 18.1 del Código Penal.

● En 2014 se llevó adelante la detención de 19 personas por realizar comentarios en la


redes sociales que hacían apología del terrorismo. En la llamada “Operación Araña” se
detuvo a dichas personas por publicar insultos contra un concejal del Partido Popular
asesinado por ETA y por publicar mensajes en los que se pedía poner bombas lapa a
varios políticos. Entre las 19 personas se encontraban tres menores de edad, y dos de
ellos fueron imputados.
● En 2014 también se realizó la detención de otras 21 personas por enaltecimiento del
terrorismo de ETA, pero en esta noticia se sumaba el enaltecimiento al terrorismo
yihadista. Las detenciones se realizaron en seis comunidades diferentes.

No solo existen apologías de estos delitos en las redes sociales, también fuera de ellas.

● Un ejemplo lo encontramos en Almería donde, en 2016, un profesor de Almería fue


expulsado por hacer apología de la violencia machista delante de sus alumnos menores
de edad. Se le atribuyen frases como “por cada mujer asesinada habría que poner una
foto y tirarle piedras”, dichas delante de los alumnos en el Día Internacional contra la
Violencia Machista.

Entre los casos más conocidos y recientes relacionados con este tema encontramos las
detenciones de diversos cantantes por hacer apología del terrorismo o injurias a la corona.

● El más conocido es el caso del rapero Pablo Hasél, pero también nos encontramos con
el del líder de la banda de música Def con Dos, conocido como César Strawberry, que
fue absuelto tras ser acusado de apología del terrorismo. En el auto se consideró que no
presentaba una "conducta habitual o reiterada" de hacer apología del terrorismo.
● El otro caso conocido de un rapero con pena de cárcel es el de José Miguel Arenas,
conocido como Valtonyc. Se le impuso la pena de tres años de cárcel en 2018 por
enaltecimiento del terrorismo, injurias a la corona y amenazas. Actualmente este
cantante reside en Bélgica en busca de apoyo legal desde los tribunales europeos.

Recientemente, Valtonyc ofreció una entrevista al periódico Público en la que fue preguntado,
entre otras cosas, por su situación judicial en Bélgica, a lo que el cantante respondió: “Pues he

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ganado dos juicios en Bélgica y en los dos se dijo lo mismo que se hubiese dicho en cualquier
Estado democrático en Europa: por una canción no se puede ir a la cárcel y por una canción
no puedes ser un terrorista. Bélgica ha dicho claramente que mis canciones se enmarcan en
la libertad de expresión y que, por lo tanto, no me extraditan al Estado español. Sin embargo,
el Estado español ha recurrido cada decisión que ha tomado la justicia de Bélgica. Ahora ya
no le quedan más instancias para recurrir y tendrá que ser el Tribunal Constitucional de
Bélgica el que decida si lo mío es libertad de expresión o no.”

Por Javier Moreno García

2. Incitación a la discriminación, odio y violencia


Lo primero que debemos saber es que la incitación a la discriminación, odio y violencia es un
delito que viene regulado en el artículo 510 y 510 bis del Código Penal.

El delito de incitación al odio consiste en perseguir una conducta de alguna persona que
promueva, tanto de manera directa como de manera indirecta, el odio, la discriminación, la
violencia o la hostilidad contra una o un grupo de personas, por parte de una o de un grupo de
personas.

Es importante que, para que se considere delito, debe darse una situación de violencia,
discriminación u hostilidad.

Entre las razones o tipos de delito de incitación al odio, encontramos:

- Racismo

- Ideología

- De género

- Religioso

- Por enfermedad o discapacidad

- Antisemitas

- Identidad u orientación sexual

Las penas que derivan de este delito son prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce
meses:

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a) A quienes fomenten, promuevan o inciten de manera directa o indirecta, el odio, la
discriminación, la violencia y la hostilidad contra un grupo o parte de un grupo, o contra
una determinada persona por motivos racistas, ideológicos, orientación sexual,
antisemitas, religiosos, por padecer alguna enfermedad o por discapacidad, por su
origen, por pertenecer a una etnia, raza o nación, su origen, su sexo.
b) Quienes produzcan, o elaboren escritos, o cualquier clase de material con soportes que
por su contenido sean capaces de fomentar, promover a la incitación del odio,
discriminación u hostilidad, con la finalidad de distribuir a terceras personas ese
material.
c) A quienes públicamente nieguen, enaltezcan los delitos de genocidio, de lesa
humanidad a personas y bienes protegidos de conflicto armado, cuando se trate de un
grupo o parte del mismo, contra una persona determinada.

Según el Código Penal, “serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su
falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre
grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus
miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o
minusvalía.”

Ahora bien, hay que tener en cuenta algunos matices, ya que no todos estos comportamientos
constituyen necesariamente un delito. Para que exista un delito, debe haber como objetivo
“discriminar a un colectivo o a uno de los miembros del colectivo”. El artículo 510 recoge
estos delitos con el fin de proteger a colectivos minoritarios que históricamente han sido
discriminados porque lo que está en juego es el principio de igualdad.

Se dice que el delito de incitación al odio “ha ido evolucionando” pues, en un principio sí
nacieron con voluntad de proteger a las minorías, pero actualmente algunos expertos comentan
que no se puede proteger a ciertas ideologías o religiones ya que se estaría poniendo en una
base comparadora en la cual se determinan unas buenas y otras malas, o unas mejores que otras.

A pesar de que hay pocas sentencias sobre casos de delitos de incitación al odio, se ha generado
en los últimos años una alarma social debido a que, en muchas ocasiones, se detienen a personas
por este tipo de delitos de manera, en principio, injustificada y con supuestos totalmente
inverosímiles.

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Con respecto a la actualidad, con la creciente popularidad de las redes sociales, se han visto
mayores casos de delitos de incitación al odio, o puede que simplemente se le ha dado más
visibilidad que antes. Lo que sí es cierto es que, actualmente, existen muchas más denuncias
de este tipo. Las personas se encuentran mucho más expuestas, al igual que sus conductas y
pensamientos por el uso de las redes sociales. Ante estas situaciones muchos optan por la
protección legal.

Delito de odio tras la COVID-19

La pandemia provocada por la COVID-19 ha fomentado nuevos casos de delitos de odio y


discriminación hacia determinados colectivos, entre los que se encuentran los enfermos,
personal sanitario e incluso personas procedentes de China, el país donde se inició la pandemia.

Ante esta situación intolerable, es importante que las personas afectadas tomen medidas legales
contra las personas, colectivos, entidades, etc. que fomenten delitos de odio y discriminación
por causas derivadas de la COVID-19.

Y como antes hemos mencionado, pueden derivar en una pena de prisión entre 1 y 4 años,
además de una multa. Y en el caso de las empresas, por las personas que las representan, puede
derivar en una multa de hasta 9 millones de euros, además de una o varias de las penas previstas
para las personas jurídicas en el artículo 33.7 del Código Penal.

Un ejemplo lo encontramos en el caso que se abrió contra el partido VOX por escribir un tuit
desde su cuenta de Twitter, @voxnoticias_es.

● El País, en su cuenta de la misma red social, informaba sobre la noticia de la agresión


sexual que sufrió una mujer en una playa de Valencia. Los detenidos eran todos
españoles, pero el partido político Vox quiso subrayar que eran magrebíes, citando
textualmente en respuesta al tuit de una noticia publicada por El País: "El País, se os
ha olvidado un detalle, son cinco magrebíes. Imprescindible puntualizar el origen
extranjero de la mayoría de los violadores para que los españoles tomen conciencia
del tipo de delincuentes a los que estáis abriendo las puertas y subsidiando con el
dinero de todos".

La fiscal Susana Gisbert abrió un expediente hacia el partido Vox por este tuit que se entiende
como xenofobia. Finalmente, el juez archivó la causa.

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Por otro parte, la Audiencia Provincial asegura que, a pesar de referirse a este grupo de personas
catalogando a estos de violadores por su procedencia africana, solo estaba haciendo uso de la
libertad de expresión y argumentan además que se está hablando de temas que todos los
partidos políticos tratan en sus programas electorales, como son las políticas de inmigración y
la libertad sexual.

Susana Gisbert aseguró que este tuit reunía todos los requisitos para ser considerado delito de
odio, puesto que se refiere a su origen extranjero, concretamente magrebíes, dando a entender
que se trata de un grupo de personas violadoras y que la finalidad del tuit era generar odio hacia
ellos y discriminar a las poblaciones de origen africano.

En esta sentencia cabe destacar dos cosas: la primera, que se trata de una “fake news” ya que
las personas que agredieron a la mujer no eran de origen magrebí; por tanto, como hemos dicho,
se trata de una noticia falsa.

La segunda es examinar la intencionalidad con la que fue escrito ese tuit, ya que puede haber
un amparo por la ley de libertad de expresión.

El caso fue archivado, pero la fiscal Gisbert pidió que se reabriera para poder investigarlo.

Por Gabriela Sosa Saldaña

3. Apología del genocidio


Se considera genocidio al exterminio o aniquilación sistemático y deliberado de un grupo social
por motivos raciales, políticos o religiosos.

El Código Penal, en su artículo 137, expone que “la apología de los delitos tipificados se
castigará con la pena inferior en dos grados a las respectivamente establecidas en el mismo”.

Y añade que “la apología existe cuando, ante una concurrencia de personas o por cualquier
medio de difusión, se expongan ideas o doctrinas que ensalcen el crimen, enaltezcan a su autor,
nieguen o justifiquen esos hechos, o pretendan la rehabilitación de instituciones que amparen
prácticas generadoras del delito de genocidio, siempre que tales conductas por su naturaleza
puedan constituir una incitación directa a cometer el delito”. (Ley Orgánica, 4/1995, de 11
de mayo, de modificación del Código Penal. Boletín Oficial del Estado, núm. 113, de 12 de
mayo de 1995, páginas 13800 a 13801. 137 bis b)

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● El juzgado de lo penal número 23 de Barcelona condenó a dos años de cárcel y a una
multa de 1200 euros al joven de 23 años, Aitor R.E., nombre con el que se hacía llamar
en las redes sociales, por un delito contra los derechos fundamentales y apología del
genocidio.

En abril de 2007, los Mossos de Esquadra entraron en el domicilio del joven derribando la
puerta. En ella encontraron diverso material de ideología nazi, panfletos e información de la
biblioteca de la que había colgado enlaces en las redes y documentos de incitación a pertenecer
a organizaciones de extrema derecha.

Aunque ya había habido otras condenas parecidas con anterioridad, esta fue la primera
sentencia en España por un delito de odio a través de internet. La fiscalía inicialmente pedía
una condena de cuatro años y ocho meses, pero esta fue rebajada tras llegar a un acuerdo con
la defensa. Pese a todo, el acusado no entró en prisión al ser una condena menor y no tener
antecedentes penales.

● Sólo siete meses de cárcel por hacer apología del genocidio porque la condena se rebajó
por la tardanza del Tribunal Constitucional. En 1998, Pedro Varela, dueño de la Librería
Europa y ex presidente del disuelto grupo neonazi Cedade, fue denunciado por cometer
un delito por la difusión de libros y cintas de video con doctrinas antisemitas.

El abogado de la defensa alegó que su cliente era un “simple librero” y que “no difundía ideas
antisemitas”. Las acusaciones recordaron que Varela no había interrumpido su actividad,
acogiendo el 24 de noviembre de 2007 una conferencia del ex líder del Ku Klux Klan, David
Duke, y el 15 de diciembre otra de David Irving, historiador revisionista del holocausto.

Negación del holocausto


El holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y
ayudados por el Estado alemán, de seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus
colaboradores.

Los nazis ascendieron al poder en Alemania en 1933, promocionando que los alemanes eran
una “raza superior” y los judíos eran una “raza inferior” que representaba una amenaza para la
comunidad racial alemana.

Pero no fueron los únicos; las autoridades alemanas también persiguieron a otros grupos de
personas por considerarlos inferiores como gitanos, personas discapacitadas, polacos, rusos,

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etc., es decir, todo aquel que no cumpliera con los cánones establecidos como alemán de “pura
raza”, ya que esta podía devaluarse al mezclarse con otras razas inferiores.

El holocausto comenzó en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo citado
anteriormente, -la conservación de la raza alemana por considerarse como “raza superior”-. La
Alemania Nazi conquistó una gran multitud de territorios de Europa: Polonia, Dinamarca,
Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia.

Finalmente, el holocausto finalizó el 8 de mayo de 1945 con un gran saldo de víctimas,


principalmente de la población judía, de los cuales fueron asesinados dos de cada tres judíos
europeos, sumados al asesinato de 200.000 personas de etnia gitana y 250.000 personas con
discapacidades físicas y mentales, mayoritariamente alemanes.

La principal forma con la que perpetraron los asesinatos era trasladando a las víctimas a campos
de concentración donde les obligaban a realizar trabajos forzosos en condiciones infrahumanas
para, posteriormente, introducirlas en cámaras de gas donde morían asfixiadas.

Algunos de los campos de concentración de mayor relevancia fueron Auschwitz, Treblinka,


Dachau, Jasenovac o Ravensbrück.

Tras el holocausto, muchos de los supervivientes encontraron refugio en los campos para
personas desplazadas administrados por las fuerzas aliadas. Entre 1948 y 1951, casi 700.000
judíos emigraron a Israel, incluidos 136.000 judíos desplazados de Europa. Otros judíos se
desplazaron a los Estados Unidos.

Los delitos cometidos durante el holocausto nazi sirvieron para modificar las leyes y endurecer
las condenas con el fin de evitar que una barbarie así pueda volver a cometerse.

El Código Penal, en su artículo 510 expone que “serán castigados con una pena de prisión de
uno a cuatro años y multa de seis a doce meses quienes públicamente nieguen, trivialicen
gravemente o enaltezcan los delitos de genocidio contra la humanidad o contra las personas
y bienes protegidos, en caso de conflicto armado o enaltezcan a sus autores, cuando se
hubieran cometido contra un grupo o una parte del mismo. Por motivos racistas, antisemitas
u otros referentes a ideologías o religiones, raza, nación. Cuando de este modo favorezca un
clima de violencia, odio o discriminación contra los mismos”. (Ley Orgánica 10/1995, de 23
de noviembre, del Código Penal. Boletín oficial del Estado, núm.281, Art.510.c).

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Pero, a pesar de todo, hay quienes todavía niegan lo sucedido:

● Úrsula Haverbeck fue condenada a dos años de cárcel por negar el Holocausto. Esta
mujer de 89 años fue condenada a prisión en Alemania por reincidir en la negación del
Holocausto. Durante los últimos años, la conocida como la “abuela nazi”, se ha
convertido en un icono para la ultraderecha con declaraciones como que “el Holocausto
es la mayor mentira de la historia”. Úrsula Haverbeck negó en reiteradas ocasiones las
atrocidades del Holocausto argumentando que el campo de concentración de Auschwitz
no fue un campo de concentración, sino de trabajo.

La negación del holocausto está castigada en Alemania con penas de hasta cinco años de prisión
ya que, para muchos alemanes, se trata de un episodio oscuro dentro de la historia de su país.

Para evitar que estas atrocidades vuelvan a repetirse, el código penal alemán establece penas
para aquellos que aún practiquen o muestren públicamente conductas nazis.

Se extrae del código penal alemán que “quien públicamente o en una reunión niegue, apruebe
o minimice un acto cometido durante el régimen nacionalsocialista (…) será castigado con
una pena privativa de libertad de hasta cinco años”.

Por Jesús Diéguez Ruano

4. Delitos contra el honor: calumnia e injuria


La primera Constitución española que consagró el derecho al honor como derecho fundamental
fue la de 1978, en su artículo 18.1 junto a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.

Cabe mencionar que nos encontramos frente a un bien jurídico de naturaleza


predominantemente subjetiva, íntimamente conectado con la personalidad de cada cual, e
influenciado por los criterios valorativos culturales y sociales imperantes según el momento
histórico, por lo que resulta bastante difícil definir un concepto del mismo que abarque
plenamente las diversas expectativas existentes al respecto.

Su carácter cambiante, relativo y circunstancial dificulta la descripción legal de su contenido.


Así mismo, el debate sobre la elaboración de un concepto de honor gira en torno a dos
concepciones tradicionales: las fácticas y las normativas.

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Las concepciones fácticas se desglosan en dos vertientes: una objetiva, según la cual la tutela
jurídico-penal no procede cuando el sujeto carezca de fama o reputación social por no existir
estimación pública de sus valores; y otra subjetiva, conectada preferentemente con la
estimación que el propio sujeto tenga sobre sí mismo, sin necesidad de otras exigencias
añadidas.

Es importante señalar que ninguna de estas dos vertientes, por sí sola de forma individualizada,
resulta válida a efectos de fundamentar ese concepto. Es la combinación de ambas la que hace
posible el mismo.

Por otro lado, las concepciones normativas conciben el honor como valor interno de la persona,
basado en su dignidad como ser humano, y en el derecho de ser respetado por los demás
impidiendo su escarnecimiento y humillación.

El concepto jurídico-penal de honor hace referencia a la idea de dignidad de toda persona como
sujeto de derecho, puesto que constituye el núcleo determinante de su contenido, aunque
desglosado en dos elementos fácticos, que son la fama y la autoestima, como sus
manifestaciones primordiales.

Los delitos contra el honor son la injuria y la calumnia, que son expresiones u opiniones
emitidas con el fin de desacreditar la honorabilidad de una persona. Estos delitos están
regulados en el Título XI del Libro II del Código Penal, abarcando del artículo 205 al 216.

Estos dos delitos tienen varios elementos comunes: son perseguibles a instancia de parte, es
decir, sólo pueden perseguirse judicialmente si el agraviado presenta una querella criminal
contra quien lo haya cometido. Así, los delitos contra el honor son una excepción a la regla
general de que los delitos son perseguibles de oficio por la autoridad sin necesidad de previa
denuncia de la víctima (art. 215.1 Código Penal).

Otro elemento común que comparten la injuria y calumnia es que no pueden instar el
procedimiento ni el Ministerio Fiscal ni los parientes del ofendido. Ha de ser el mismo ofendido
quien decida interponer la querella, bien personalmente o a través de su representante legal (si
fuere menor o incapacitado). Solo se procederá de oficio cuando la ofensa se dirija contra
funcionario público, autoridad o agente de la misma sobre hechos concernientes al ejercicio de
sus cargos.

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Sin embargo, existen diferencias entre ambos delitos: la calumnia es la imputación de un delito
hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, blasfemando de
una persona sobre un hecho punible, es decir, acusando a alguien de un acto delictivo falso,
como acusar a alguien de un robo sabiendo que es mentira, por ejemplo.

Mientras que, la injuria es la acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona,
menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. Un ejemplo serían los insultos.

Por ello, de la lectura de ambas definiciones se entiende que la diferencia entre injuria y
calumnia es la imputación de un delito, pues si el hecho que se imputa tiene carácter delictivo,
nos encontraremos ante una calumnia y, de no tenerlo, nos enfrentaremos a una injuria.

En cuanto a la pena tipificada, en el caso del delito de calumnias, la normativa española recoge
que serán castigadas con penas de prisión de entre 6 meses a 2 años, o una multa de 12 a 24
meses si se propagan con publicidad, y de 6 a 12 meses si no fuera divulgada con publicidad.

La pena para el delito de injurias graves hechas con publicidad será de una multa de 6 a 14
meses y, sin publicidad, de 3 a 7 meses.

Decimos que, una injuria o calumnia ha sido hecha con publicidad cuando “se propaguen por
medio de la imprenta, la radiodifusión o por cualquier otro medio de eficacia semejante”. Este
término es definido en el artículo 211 del Código Penal.

En este sentido, en los delitos contra el honor de calumnia o injuria se considera que la
reparación del daño comprende también la publicación o divulgación de la sentencia
condenatoria, a costa del condenado por tales delitos, en el tiempo y forma que el juez o
Tribunal consideren más adecuado a tal fin, oídas las dos partes.

En los delitos contra el honor, el perdón del ofendido o de su representante legal, en su caso,
extingue la acción penal sin perjuicio.

Así mismo, podría darse una excepción a la imputación del acusado por un delito de injuria o
calumnia y quedaría eximido de responsabilidad penal demostrando la verdad de las
imputaciones realizadas por las que se le inculpa del delito.

Por Laura Amores Jismeros

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5. Los ultrajes a España y a sus Comunidades Autónomas
El artículo 143 del Código Penal de 1995 reza lo siguiente: “las ofensas o ultrajes de palabra,
por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas,
efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce meses”.

Para alcanzar una mayor comprensión del artículo, en primer lugar, sería importante establecer
las sucintas diferencias entre los términos ofender y ultrajar.

La Real Academia de la Lengua Española define ofender como “humillar o herir el amor
propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos (RAE,
2014)”.

El ultraje, por su parte, no es sino cualquier tipo de acción que menoscaba, desprecia, injuria y
ofende a alguna persona u cosa.

Ambos conceptos siempre traen consigo la obligación de acción para poder ser castigados. En
ningún caso, una conducta podría ser punible en caso de omisión. Se deben cometer de forma
intencional, es decir, ha de existir animus iniuriandi, que ha de quedar claramente acreditado.

Las acciones que se realicen habrían de ser típicas, es decir, ultrajar u ofender de forma oral
(utilizando gritos en un tumulto en público o en una manifestación o vertiendo opiniones
ofensivas en televisión), escrita (a través, por ejemplo, de artículos de opinión de carácter
periodístico) o utilizando hechos (vejando o quemando la bandera de nuestro país o de una
Comunidad Autónoma en público).

Asimismo, deben ser realizadas de forma pública. No podrían ser castigadas si sucedieran en
la esfera privada o, especialmente, en la intimidad. Para ello, ha de haber dolo y ser, además,
publicidad directa.

Por supuesto, para ser considerado como ultraje a España o a las Comunidades Autónomas, las
ofensas irán dirigidas a estos dos entes o bien a himnos, escudos, banderas, etcétera.

Es importante recalcar que este delito tiene cierto carácter de tipo subjetivo. La persona o grupo
de personas que ejecuten la acción han de tener dolo de ultrajar u ofender a España o a las
Comunidades Autónomas. Por consiguiente, la crítica en sí misma no es considerada delictiva.
Sin embargo, insultos con ánimo de injuriar u ofender sí.

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Se trata de uno de los más polémicos y controvertidos presentes en nuestro Código Penal, pues
choca frontalmente con las libertades de expresión e ideológica. Esta última, tal y como se cita
también en otros apartados de este mismo trabajo, tiene origen en el artículo 19 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y, en nuestro país, en la Constitución
Española queda claramente reflejado en el artículo 20. En este artículo se recoge el derecho a
“expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el
escrito o cualquier otro medio de reproducción” y también explica claramente, en el artículo
20.2., que “el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de
censura previa”.

La punición de los ultrajes, sin embargo, no es algo de reciente aparición en nuestro Código
Penal. Ya en la Ley del 23 de marzo de 1906 se reprimen los delitos contra la Patria y el
Ejército, cosa que no agradó a los pueblos catalán y vasco. Tan solo desapareció unos años,
durante la vigencia del Código Penal republicano (año 1932) hasta que reapareció en 1941, con
la redacción de la Ley de Seguridad del Estado. Desde entonces ha estado presente en nuestra
legislación, pero con diferentes matices.

De hecho, el Código Penal de 1995 es el menos punitivo en lo relacionado con estos hechos.
En primer lugar, desaparece la pena de prisión que tenía vigencia en el de 1973 y es sustituida
por una pena de multa. Asimismo, se exige para poder ser castigado que este sea ejecutado con
publicidad, tratando así de evitar el conflicto con la libertad de expresión previamente expuesto
en este capítulo. Además, ya no se considerará un delito de traición. Por último, se incluye a
las Comunidades Autónomas al mismo nivel de protección que al Estado español.

Aún y con sus restricciones, algunos autores (Santana, 2009 y Chaparro, 2011) defienden que
sería necesaria la derogación de este artículo e incluso su declaración como inconstitucional.

Ha habido diferentes casos castigados por la justicia española en lo relativo a este artículo.
Algunos de ellos han sido la quema de una bandera española y, posteriormente, colgarla en una
señal de STOP (RJ, 1997), quitar a los seguidores de un equipo futbolístico la bandera de
España y, ulteriormente, quemarla (ARP, 1999), provocar el desgarro de una bandera española
en el balcón de un ayuntamiento (ARP, 2005) o quemar una bandera de España durante el
transcurso de un concierto (ARP, 2006).

La justicia española ha considerado también que había animus iniuriandi en algunas


circunstancias tales como la quema de banderas o el aviso a los medios de comunicación para

16
dar más publicidad a dicha ofensa (ARP, 2002). Por el contrario, fue absuelto de todo delito un
manifestante antifascista quien, mientras leía un discurso, pisaba un trozo de bandera de España
previamente quemado (JUR, 2003).

En lo respectivo a la publicidad, la jurisprudencia deja claro que solamente se castigarán casos


en los cuales se hagan ante un grupo numeroso de personas, como en los casos previamente
citados en un concierto o en un encuentro de fútbol. No obstante, la línea de aplicación es muy
fina, pues, por ejemplo, en la SAN 14/2018 de 4 de mayo, se absuelve a quien fue el encargado
de promover una pitada al himno nacional y realizó, además, desprecios a Felipe VI durante la
celebración de la final de la Copa del Rey en mayo de 2015. Considera el tribunal que, a quien
se le acusaba, lo había promovido en redes sociales y se amparaba en el derecho a crítica.

Sin embargo, sí fue castigado en la SAP A Coruña 77/2018, de 8 de febrero, el hecho de


manifestarse con el uso de un megáfono por parte de un acusado en el transcurso de la izada
de bandera nacional.

En consiguiente, se trata de un artículo muy polémico, con amplia interpretación subjetiva y


sin consenso en nuestro país. La difícil aplicación del Código Penal a este respecto hace que,
en los últimos años, haya menos sentencias a favor de este delito.

Por Daniel Sánchez Fenollar

6. Delitos contra la libertad de conciencia


La libertad de conciencia puede definirse como la libertad de una persona de tener, de acuerdo
con sus propios principios, sus propias ideas.

Podríamos aludir a varias fases al referirnos a este concepto. La primera sería el libre
pensamiento, una creencia propia que previamente se ha gestado en base a nuestros propios
pensamientos. Una segunda fase en la que las creencias se expresan o manifiestan haciendo
partícipes a terceras personas. El tercer nivel sería la libertad para proceder de acuerdo con esos
convencimientos y, en consecuencia, no ser obligado a actuar en contra de estos.

Tanto en el plano ideológico como de pensamiento se incluyen las siguientes libertades:


libertad de creencias (religiosas y no religiosas), libertad de ideas, libertad interior de expresión
y adecuación del proceder personal a esas ideas.

17
Podemos considerar dicha libertad de conciencia como un principio informador básico que trae
consigo un doble contenido: positivo y negativo. Por una parte, estaría el contenido positivo
con el que la CE delega a los poderes públicos la función de remover los obstáculos y
promocionar la libertad de conciencia. Por otra, el contenido negativo, pues el Estado no puede
coaccionar a la ciudadanía a tener determinadas ideas (Mures Lande, 2016).

Tal y como apunta Contreras el objetivo es conseguir la “máxima libertad posible, mínima
restricción necesaria” (Contreras Mazarío, 2007).

Los delitos contra la libertad de conciencia están integrados dentro del capítulo que el Código
Penal dedica a los delitos relativos al ejercicio de los Derecho Fundamentales y las Libertades
Públicas. Siendo más concretos, sanciona cinco conductas distintas: las conductas contra la
libertad de conciencia reguladas en los artículos 522 y 523, las conductas contra los
sentimientos religiosos en los artículos 524 y 525, y aquellas contra el respeto debido a los
difuntos en artículo 526.

A continuación, nos vamos a centrar en los delitos contra la libertad de conciencia y, por tanto,
prestaremos especial atención a dos artículos del Código Penal. El primero de ellos:

“Incurrirán en la pena de multa de cuatro a diez meses:

1.º Los que, por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier otro apremio
ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa practicar
los actos propios de las creencias que profesen, o asistir a los mismos.

2.º Los que por iguales medios fuercen a otro u otros a practicar o concurrir a
actos de culto o ritos, o a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una
religión, o a mudar la que profesen”. (Art. 522 cp).

El segundo a considerar antes de seguir adelante:

“El que, con violencia, amenaza, tumulto o vías de hecho, impidiere,


interrumpiere o perturbare los actos, funciones, ceremonias o manifestaciones de
las confesiones religiosas inscritas en el correspondiente registro público del
Ministerio de Justicia e Interior, será castigado con la pena de prisión de seis
meses a seis años, si el hecho se ha cometido en lugar destinado al culto, y con la

18
de multa de cuatro a diez meses si se realiza en cualquier otro lugar”. (Art. 523,
cp).

En cuanto a los delitos contra los sentimientos religiosos, el bien jurídico protegido en
ellos es la libertad ideológica en su vertiente religiosa y de culto que garantiza el artículo
16 de la Constitución Española. Ampara los íntimos sentimientos que a la libertad
religiosa se asocian. El Código Penal protege este derecho respecto a todas las religiones
conforme a la Ley Orgánica 7/1980.

Hay que tener en cuenta que se trata de un bien jurídico colectivo, por lo que la acusación
popular es suficiente para concertar el comienzo de enjuiciamiento.

El artículo 524 hace mención a la profanación en templos o ceremonias religiosas, es


decir, tratar un objeto religioso o lugar sin respeto u ofendiendo los sentimientos
religiosos. Aquellos que hagan públicamente escarnio y burla de sus dogmas pueden
enfrentarse a una pena de multa de ocho a doce meses (Art. 25, cp).

Debemos considerar que no tiene trascendencia penal una ofensa privada. En este
contexto entra en juego un importante elemento subjetivo: el dolo. Nos referimos al
propósito intencionado de herir los sentimientos religiosos. Así pues, no se castigan los
ejercicios de crítica histórica, literaria o política. Esto último se debe al vasto alcance
que poseen los derechos de la libertad de expresión e información.

En muchos casos se archiva la denuncia por entender que no ha habido burla, sino un
ejercicio de crítica. Por otro lado, con frecuencia los tribunales han absuelto del delito
por entender que no existía el propósito de lesionar sentimientos religiosos ajenos. Por
último, se ha dado la situación y relevancia también al hecho de que el acusado haya
mostrado arrepentimiento e incluso pedido disculpas.

● Es el caso de Willy Toledo, quien vivió en primera persona cómo se abría un


procedimiento en su contra tras publicar en 2015 comentarios en un red social
mediante los cuales se “cagaba en la Virgen del Pilar y en todo lo que se menea”.

En noviembre de 2021, la Audiencia Provincial de Madrid ratificaba la absolución de


dicho personaje público acusado de ofender a los sentimientos religiosos. Es la
Asociación de Abogados Cristianos quien decide emprender acciones legales y

19
demandar a Guillermo Toledo Monsalve. El abogado de la defensa, Endika Zulueta,
apuntó que en esa ocasión había ganado el respeto al derecho fundamental a la libertad
de expresión. El actor expuso que su intención no era ofender al colectivo católico, sino
hacer crítica política. Ambas partes acudieron a juicio en tres ocasiones.

El último artículo que nos gustaría referenciar es el 526 del Código Penal, y dice así:

“El que, faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los
sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje,
destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos
será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10
meses”.

Por Sara Orriols Varela.

7. Delito especialísimo contra la Corona


Podemos encontrar en el BOE que los delitos contra la corona se encuentran en el Título XXI.,
Delitos contra la Constitución, Capítulo II. Delitos contra la Corona, y abarca desde el artículo
485 hasta el artículo 491, pero nosotros nos vamos a centrar en los dos últimos pues son los
que hablan de los delitos de opinión contra la Corona.

En el artículo 490, en el tercer punto, dice lo siguiente: “3. El que calumniare o injuriare al
Rey, a la Reina o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes, a la Reina consorte o al
consorte de la Reina, al Regente o a algún miembro de la Regencia, o al Príncipe o a la
Princesa de Asturias, en el ejercicio de sus funciones o con motivo u ocasión de éstas, será
castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran
graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son.” (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado, núm. 281, de 24 de noviembre de
1995, páginas 33987 a 34058. Art. 490).

Y el artículo 491. Con sus dos puntos que también habla de las calumnias e injurias contra la
corona: “1. Las calumnias e injurias contra cualquiera de las personas mencionadas en el
artículo anterior, y fuera de los supuestos previstos en el mismo, serán castigadas con la pena
de multa de cuatro a veinte meses.

20
2. Se impondrá la pena de multa de seis a veinticuatro meses al que utilizare la imagen del Rey
o de la Reina o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de la Reina consorte o
del consorte de la Reina, o del Regente o de algún miembro de la Regencia, o del Príncipe o
de la Princesa de Asturias, de cualquier forma, que pueda dañar el prestigio de la Corona.”
(Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Boletín Oficial del Estado,
núm. 281, de 24 de noviembre de 1995, páginas 33987 a 34058. Art. 491).

En el artículo 490. Que dice que será castigado por injurias o calumnias a algún miembro de la
corona, entre seis a veinticuatro meses de cárcel si son graves o con multa de seis a doce si no
lo son, siempre que quien injurie o calumnie lo haga en su puesto de trabajo.

En el artículo 491. El punto uno nos viene a decir lo mismo que el artículo 490, con la diferencia
añadida de

En el punto dos no habla tanto de difamar sobre miembros de la Casa Real, como de mostrar
imágenes que dañen su honor, con multa de entre seis a veinticuatro meses.

● Nos encontramos que actualmente esto lo tenemos más reciente que nunca por el
polémico caso del rapero Hasél, ya que una de las varias condenas que tiene que cumplir
es una multa de 27 meses por injurias a la Corona y a las instituciones del Estado en las
letras de sus canciones. En marzo de 2018 fue condenado por acusar a la Corona de
varios delitos, entre ellos homicidio y malversación a dos años y un día de cárcel y al
pago de 24.300 euros de multa, condena que la Sala de Apelación rebajó a nueve meses
y un día, ya que consideraron que sus mensajes no tenían un “riesgo real” para las
personas. Esta decisión fue confirmada por el Tribunal Supremo en mayo de 2020.
● Aunque no fue el único rapero, Valtonyc, que vive exiliado en Bélgica desde 2018,
también le condenaron a un año de prisión por la letra de 16 de sus canciones las cuales
contenían injurias a la Corona.

Pero estos son de los casos más recientes que tenemos, pero a lo largo de los últimos años,
podemos encontrarnos que se ha repetido en varias ocasiones.

● Ya en 1981, a los pocos años de que el rey Juan Carlos I subiese al trono, Xabier
Sánchez Erauskin, director del semanario Punto y Hora, fue condenado a un año de
cárcel por injuriar contra el rey en un artículo llamado “El paseíllo y la ‘espantá’”,
convirtiéndole en el primer periodista que cumplía condena por este motivo.

21
● En 2003, Arnaldo Otegi, cuando era portavoz de Batasuna, fue condenado por el
Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional a un año de cárcel por llamar al rey Juan
Carlos I “rey de los torturadores”. En 2011 el Tribunal de Derechos Humanos de
Estrasburgo, calificó de excesiva la condena, y el Gobierno de España tuvo que
indemnizar a Otegi con 20.000 euros.
● El 2 de noviembre de 2006, en el periódico Gara y Deia apareció una ilustración del
rey Juan Carlos I con un oso, cazado por él en Rusia en una montería según la ilustración
amañada ya que tanto el rey como el oso estaban borrachos, esto salió en la prensa rusa
y después en la española, se pidió una multa de 10.800 euros para los tres acusados,
aunque finalmente fueron absueltos.
● La portada de El Jueves del 20 de julio de 2007 donde aparecía una ilustración del
entonces príncipe Felipe y Letizia practicando sexo, con unos bocadillos, donde decían
que si tenían un niño eso era lo más parecido a trabajar que hubiesen hecho en su vida,
debido a los 2.500 euros del cheque-bebe de Zapatero. Sus autores fueron condenados
a pagar 3.000 euros de multa.
● En 2007 Rivas Leyva, el cantante del grupo Poetas de la Calle, fue condenado a pagar
1.440 euros por llamar parásito al rey y decir que debería estar enterrado, durante un
concierto.
● En septiembre de ese mismo año Enric Stern y Jaume Roura, dos activistas de carácter
independentista, quemaron una imagen de Juan Carlos I y Sofía, bajo el lema “Els
catalans no tenen rei”, y fueron condenados a 15 meses de cárcel o multa de 2.700
euros. Esto fue respondido con la quema de más imágenes, aunque estas acabaron en
24 absoluciones. A excepción de una que fue quemaron un muñeco a tamaño real con
el pago de 2.700 y 1.800 euros de multa, aunque fueron indemnizados diez años
después, con 9.000 euros pues el Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró
que habían violado su derecho sobre la libertad de expresión.
● En 2009, José Antonio Barroso, alcalde de Puerto Real fue condenado por llamar
deleznable y corrupto a Juan Carlos I y a su padre a pagar una multa de 6.480 euros
● En 2012, el grupo Ardor de Estómago, fueron condenados a pagar una multa de 900
euros por la letra de una de sus canciones.
● También está el caso del militar Amadeo Martínez Inglés condenado a pagar una multa
de más de 6.480 euros por injurias graves contra la Corona publicar un artículo, ¿Por
qué te callas ahora?, en Canarias Digital en 2011 en el que llamaba a Juan Carlos I

22
“borracho, putero, idiota, descerebrado, cabrón, ninfómana ¿….? sic, vago y
maleante”.
● Fue en el 2017 cuando también aplicaron como delito de injurias a la Corona las pitadas
al himno de España en la final de la Copa del Rey, ya que fueron convocadas por
Santiago Espot, presidente de Catalunya Acció, en su Facebook en 2012, lo que le
supuso una multa de 7.200 euros

Estas son algunas de las condenas que existen en España por injurias a las Coronas, y vamos a
compararlas brevemente con cómo se regulan las injurias en el resto de las monarquías
europeas.

Suecia, cuenta en su Código Penal con el siguiente artículo “quien cometa un delito
mencionado en los capítulos 3-5 que implique una ofensa contra el Rey u otro miembro de la
Casa Real, o de una persona desempeñando las funciones del Jefe de Estado como regente,
puede ser condenado a prisión” (capítulo 18, sección 2, del Código Penal de Suecia), con una
pena de hasta seis años para quien injurie contra la Corona, convirtiéndose en el país con la
condena más dura.

Bélgica, mantiene la ley desde 1847, que dice lo siguiente, “cualquiera, ya sea en lugares
públicos o reuniones, por discursos, gritos o amenazas, o por escritos, impresos, imágenes o
emblemas de cualquier tipo, que hayan sido exhibidos, distribuidos o vendidos, puestos a la
venta o expuestos del público, será culpable de un delito contra la persona del Rey, será
reprimido con prisión de seis meses a tres años y multa de 300 a 3.000 francos”. (Ley de 1847).

Dinamarca, con una pena máxima de hasta cuatro años de prisión, establece, que si cualquiera
de los delitos de ofensas contra las personas, la libertad personal, la privacidad o la difamación
se comete contra el soberano o el regente, “las penas establecidas se duplican”, (Código Penal
de Dinamarca, artículo 115).

Mónaco, contempla que “el delito contra la persona del Príncipe, si se comete públicamente,
se sanciona con la pena privativa de libertad de seis meses a cinco años”, (Código Penal del
Principado de Mónaco, Art. 58).

Países Bajos, cambió sus penas para los delitos de lesa majestad el 1 de enero de este mismo
año, rebajándolo a la misma pena que existe de insultos a cualquier otro funcionario público.
Hasta entonces, el Código Penal de Países Bajos, recogía en su artículo 111 que “el insulto

23
doloso al Rey se castiga con pena de prisión no mayor de cinco años o con multa de cuarta
categoría”.

Por Rebeca Martínez López

A veces, los delitos de opinión y su pertinente penalización pueden entrar en conflicto


con la libertad de expresión y el derecho a la información

La libertad de acceso a la información y a la comunicación trajo luz a España después de


muchos años de tinieblas. Y es por ello por lo que la Constitución Española de 1978 lo regula
con especial consideración e importancia, por la situación de ausencia de libertades que
todavía vivía la sociedad española en el momento en que fue aprobada.

Sin duda, era necesaria la reafirmación de los derechos derivados de la libertad de expresión e
información tras un pasado en el que la censura y el miedo a las repercusiones impedía
cualquier manifestación espontánea de pensamiento u opinión.

La libertad de expresión y la libertad de información son dos derechos fundamentales que


constituyen, por su naturaleza, una sociedad democrática y libre. Estos derechos, reconocidos
en el artículo 20 de nuestra Constitución, se han vinculado en nuestro ordenamiento
constitucional al concepto de Estado Social y Democrático de Derecho.

No es en vano que el artículo 1 de la Constitución reconozca como un valor superior del


ordenamiento, -junto con la igualdad, la justicia y el pluralismo político-, a la libertad, en
cualquiera de sus formas.

Porque no puede ser una sociedad plural sin la libertad de una opinión pública libre.

Quizá por el devenir histórico (y puede que también para tratar de compensar los errores
pasados), los derechos de libertad de expresión e información se han sobredimensionado con
respecto a los derechos individuales, llegando a la errónea convicción de que cualquier
regulación supondrá un intento de limitación de esos derechos totalmente injustificado,
pudiendo incluso malinterpretar esos límites con posiciones simpatizantes del régimen
totalitario anterior. Porque la protección del derecho no es la protección del exceso de
derecho y el ordenamiento jurídico puede delimitar estos derechos como lo hace con los
demás derechos fundamentales.

24
En estos dos últimos puntos queremos mostrar la problemática que surge cuando los derechos
derivados de la libertad de información y expresión entran en conflicto con otros derechos
fundamentales u otros derechos también protegidos jurídicamente.

8. Conflicto con el derecho a la información


El derecho a la información comprende tanto el derecho a la emisión (informar) como el de
recepción (estar informado). Es decir, es un derecho fundamental a comunicar y recibir
información veraz sobre hechos noticiables de trascendencia pública, relacionado con el
principio de pluralismo político y que pertenece al individuo como tal y como miembro de
una determinada comunidad política.

La Constitución Española en su artículo 20 establece, entre otros aspectos, que “se reconocen
y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones
mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”, al igual que
también se reconoce y protege el derecho “a comunicar o recibir libremente información
veraz por cualquier medio de difusión.”

Pero no todo vale, y la autorregulación y la necesidad de control de los medios de


comunicación -independiente de los gobiernos y administraciones públicas- se ve en las
regulaciones ya existentes con potestad sancionadora en caso de ser necesario.

Derechos tales como el derecho a la intimidad o al honor actúan como límites al derecho a la
información o a la libertad de expresión, aun en aquellas circunstancias en las que la
información sea veraz y con interés público, pues no todas las informaciones pueden ser
emitidas si, por ejemplo, entran en conflicto con el derecho a la intimidad de las personas,
recogido en el artículo 18 de la Constitución.

“Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en
los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la
intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.”

En caso de conflicto entre el derecho a la información y/o la libertad de expresión, y


cualquier otro derecho, se deberán analizar los hechos y las circunstancias concurrentes con
un examen pormenorizado, sin que puedan aplicarse reglas generales automáticamente.

25
Existe una serie de pautas a tener en cuenta cuando los derechos de los artículos 18 y 20
entran en conflicto:

-No serán admisibles los insultos y difamaciones.

-Se tendrá en cuenta el cargo u ocupación de la persona afectada, ya que, según su profesión
o su grado de popularidad, podría verse obligado a soportar un mayor grado de crítica o de
intromisión a su identidad que personas que no cuenten con esa exposición pública.

-No deberán desvelarse aspectos innecesarios de la vida privada o de la intimidad que no


resulten relevantes para la información.

Podemos encontrar numerosos ejemplos donde, en tertulias de programas del corazón, se


sobrepasan invadiendo la privacidad de algún personaje famoso escudándose en el supuesto
interés que pueda despertar en la audiencia.

No siempre resulta fácil diferenciar la libertad de información de la libertad de expresión, ya


que es complicado separar la expresión de pensamientos, ideas y opiniones de la estricta
comunicación informativa que comprende, a menudo, elementos subjetivos o valorativos de
cualquier índole. Mientras que la libertad de expresión incluye creencias propias y juicios de
valor, la libertad de información conlleva un significado que debería ser objetivo.

El propio Tribunal Constitucional señaló en una ocasión que “las libertades de expresión y
de información son libertades distintas, aunque en íntima conexión, y que requieren un
tratamiento jurídico separado”.

Desde hace varios años, parece que los magistrados del Alto Tribunal no están muy de
acuerdo con la deriva que está siguiendo la popularmente conocida como “prensa rosa” y en
sus sentencias se ve una clara tendencia de protección al derecho a la intimidad de los
famosos frente al derecho a la información de los medios de comunicación y prima la
intimidad de las personas por encima de su profesión.

Incluso el Tribunal Constitucional, que falló a favor de un popular demandante dando un giro
de 180 grados al caso, llegó a amonestar a las instancias inferiores en la que los medios de
comunicación salían victoriosos, por “no respetar la doctrina de la Constitución”.

26
“El derecho no es una ciencia exacta y, según la lectura que se haga, se puede resolver en
una dirección o en otra, pero creo que el Supremo no ha respetado la doctrina del
Constitucional, que entiende que los famosos pueden despertar cierto interés público, pero
eso no justifica que se vulneren sus derechos fundamentales”, afirmó el conocido abogado de
famosos, Manuel matamoros, que defendió a la actriz Mónica Estarreado en febrero de 2006
tras denunciar a la revista Qué me dices por publicar unas imágenes de la actriz con su novio
en actitud cariñosa.

En su momento, el Tribunal Supremo consideró que en su caso prevalecía el derecho a la


información sobre el de la intimidad de la intérprete por su grado de popularidad (tenía un
papel importante en la serie de televisión Yo soy Bea, líder de audiencia en aquel momento).

Lo llamativo del caso fue que el Tribunal Constitucional contradijera lo dictado por el
Tribunal Supremo en favor del demandante y en perjuicio de la revista, -especialmente
porque esas imágenes fueron captadas en una calle de Madrid, a la vista de cualquiera-,
alegando que el beso entre la actriz y su novio anónimo (considerado por el Supremo como
“accesorio” a pesar de su carencia de notoriedad pública) “no es de interés público ni
relevante para la comunidad” y que esa acción pertenece al ámbito privado de la pareja,
aunque tuviera lugar en un espacio público.

Esta nueva tendencia de amparo no ha supuesto el fin de este tipo de periodismo


sensacionalista, pero sí han tenido que adecuar la práctica profesional a la legalidad.

Un debate entre el derecho a la intimidad y la libertad de prensa que viene de lejos.

Por Mónica González López

9. Conflicto con la libertad de expresión


Según el artículo 19 de la DUDH (Declaración Universal de los Derechos Humanos) desde
1948 se aprueba el derecho de la libertad de expresión y de opinión, destacando lo siguiente:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la
libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e
ideas a través de cualquier medio de comunicación e independientemente de las fronteras; ya
sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o por cualquier otro medio de su
elección”.

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Por regla general, este derecho permite que toda persona pueda dar su opinión y no ser juzgada
ya que se encuentra en libertad de realizarlo, además de expandir su opinión a partir de
cualquier medio.

Sin duda, este derecho es uno de los más imprescindibles de un periodista porque le permite
investigar sin ningún tipo de limitación, ya que el artículo 19 protege la libertad de prensa, de
opinión y de información, recurriendo a las injusticias y las desigualdades entre la población y
el gobierno.

Pero este derecho de libertad de expresión no es absoluto; se encuentra limitado por otros
derechos como, por ejemplo, el derecho al honor, que se encuentra en el Capítulo Segundo
(Derechos y libertades), Sección 1ª (De los derechos fundamentales y de las libertades
públicas), artículo 18.1 de la Constitución Española, o bien a la incitación a la violencia y al
odio. A continuación, presentamos una serie de ejemplos que sucedieron en España y que hacen
cuestionar el derecho de la libertad de expresión.

● Cassandra Vera, entre el 2013-2016 publicó en Twitter trece comentarios irónicos


contra Luis Carrero Blanco, que fue presidente de España en la época franquista en la
cual fue asesinado por la ETA en 1973. Uno de los chistes fue "Kissinger le regaló a
Carrero Blanco un trozo de la luna, ETA le pagó el viaje a ella" (5 de abril de 2014).

En el año 2017 fue denunciada y la Audiencia Nacional le condeno a un año y siete meses de
inhabilitación de ningún cargo público por realizar chistes de "desprecio, deshonra, descrédito,
burla”, según palabras de los jueces, hacia una persona que “han sufrido el zarpazo del
terrorismo”.
Pero en el año 2018, los abogados de Vera consiguieron que le absolvieran de los cargos por
considerarlo una condena desproporcionada, aunque sus comentarios sean reprochables.

● Con motivo del referéndum de autodeterminación celebrado en Cataluña el 1 de octubre


del 2017, en el que el Estado envió a miles de agentes de policías y antidisturbios para
evitar la votación y desalojar los colegios electorales a la fuerza, la revista satírica El
Jueves hizo gala del humor y el sarcasmo que le caracterizan con este titular: “La
continua presencia de antidisturbios acaba con las reservas de cocaína en Cataluña”.
Tras la publicación, el sindicato de la Policía Nacional denunció al director y al subdirector de
la revista, y los jueces de Barcelona consideraron que el texto y la ilustración eran “una ofensa
y una falta de respeto” hacía la policía.

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Pero en 2019, el juez del caso consideró que la ilustración era una caricatura y defendió el
derecho a la libertad de expresión de la revista.

Con esto podemos ver que España tiene ciertas limitaciones con este derecho, pero en el año
2015 se produjo un grave retroceso cuando el Partido Popular aprobó LOSC (Ley Orgánica de
Protección de la Seguridad Ciudadana) conocida también como Ley Mordaza: esta regla
favorece la discrecionalidad de la policía, la desmovilización ciudadana y la limitación
informativa.

Durante la pandemia provocada por la COVID-19, se documentó un total de 61 casos de


violencia y abusos en las siguientes situaciones: obstruir el trabajo periodístico, el uso de fuerza
innecesaria por parte de la policía hacia personas extranjeras, revisión de domicilios sin orden
judicial, arbitrariedad policial, etc. Amnistía Internacional se ha personado como acusación
particular para que modifiquen la Ley Mordaza.

Esta ley se ha utilizado contra la libertad de expresión y movimientos sociales, generando


numerosas sanciones a la población. Desde el 14 de marzo al 23 de marzo, el Estado reconoció
que se habían producido 1.044.717 denuncias, en su mayoría en aplicación del artículo 36.6 de
la Ley Mordaza.

Queda demostrado que el derecho a la libertad de expresión no puede ser del todo absoluto.

Por Xueqi Lin

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Bibliografía
Abogados, D. (2021, 17 febrero). El delito de incitación al odio. Recuperado de:
https://www.dexiaabogados.com/blog/delito-incitacion-odio/

Álvarez, A. (18 de febrero de 2021). Las 128 condenas a cárcel por delitos de expresión que
nos podríamos haber ahorrado. El salto. Recuperado de:
https://www.elsaltodiario.com/libertad-expresion/128-condenas-carcel-delitos-expresion

Balaguer Callejón, María Luisa (2016). Derecho de la Información y de la Comunicación,


segunda edición, páginas 17-20.

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