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Recordemos a los contemporáneos de Francisco Rabelais; consideramos sus

violencias y sus caprichos, su insignificante defensa contra la simpresiones exteriores, la


extraordinaria inquietud y variabilidad de su temperamento, auqella sorprendente
prontitud para irritarse, para injuriarse, para sacar la espada y…para, sin casi transición,
abrazarse y halagarse mutuamente; es decir, todo eso que nos explica tnatas disputas y
resquemores sin nigún motivo, tanto cúmulo de acusaciones de robo y de plagio, tantas
invocaciones y apelaciones a la justicia de Dios y de los hombres, a los que, sin intervalo,
sucedían desorbitados incensamientos y las más insensatas comparaciones con Homero,
Píndaro, Virgilio y Horacio. Todo ello era la obligada consecuencia y los frutos de una vida
llena de contrastes, y mucha más intensa de lo que podemos imaginarla. Contrastes entre
el día y la noche, que nosotros ya no conocemos en nuestras casas actuales, con
interruptores eléctricos a nuestro alcance; (p 51)

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