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Presenta fuertes modificaciones respecto de la fuente original.


Fuente: Román Hernández, Carlos Eduardo. “Globalización: quimera y religión”, en Theologica Xaveriana 185 (2018), 1-29. En:
https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/teoxaveriana/article/view/21324

Aires de la globalización:
su habitar y sus trasfondos religiosos
Carlos Eduardo Román Hernández
Breve panorama de la lectura:
Esta lectura procura considerar la globalización: aquella forma económica, política e ideológica que
asume nuestra sociedad contemporánea. Los primeros tres párrafos recogen la intención global del
escrito: en particular, el tercer párrafo expone el plan de desarrollo de la lectura.
Cuestiones para digerir la lectura:
Para efectos de nuestra clase, podemos comprender estas cuestiones en tres partes: la primera,
referida a elementos teóricos que nos acompañan en nuestra clase; la segunda, a cuestiones
descriptivas sobre la globalización; la tercera, referida a cuestiones de interpretación sobre la
presencia de lo religioso en la globalización. Los asuntos (a manera de preguntas) que indicamos son
claves para una buena lectura del texto.
A. Elementos teóricos básicos. El texto se desarrolla desde algunos presupuestos teóricos. Es
importante no perder de vista estos asuntos:
1. Los asuntos que articulan el habitar humano (economía, política, cultura, etc), no son asuntos
dados o naturales, sino que en general corresponden a procesos, proyectos y constructos. ¿Qué se
quiere indicar con estas tres palabras?
2. Procesos, proyectos y constructos, hacen la economía. Pero al hablar de economía, podemos
distinguir entre un sentido substancial y uno formal. ¿En qué consiste el sentido substancial? ¿Y el
sentido formal?
3. Si bien el sentido formal es apenas a una pequeña parte de la economía, en nuestra sociedad de
mercado dicho sentido se ha totalizado. ¿En qué consiste la totalización del sentido formal de la
economía? ¿Por qué esta totalización es suicida?
4. El sentido formal de la economía remite a un principio de integración por intercambio. Pero
existen otros principios de integración que han articulado, de hecho, las sociedades a lo largo de la
historia: la reciprocidad, la redistribución, el hogar (oikos). Explica con brevedad estos tres.
5. Dicho sentido formal remite también, en nuestras actuales sociedades de mercado, a un modo de
producción capitalista. ¿Qué es modo de producción? ¿Qué es lo característico de un modo de
producción capitalista? ¿Por qué este modo de producción capitalista es expansivo?
B. Elementos descriptivos en torno de la Globalización. Sobre los anteriores presupuestos,
se comprenden algunos asuntos propios, como son:
6. La globalización se puede definir a partir de tres núcleos o dimensiones: económico, político,
ideológico. Defina cada uno de estos tres núcleos.
7. El núcleo económico remite a la idea de que todo se puede convertir en mercancía, incluso la tierra
y el ser humano. ¿Cuáles son las consecuencias negativas de este fenómeno?
8. Al constituirse nuestra aldea global como mercado-mundo, se han generado amenazas globales y
crisis sistémicas. ¿En qué consisten estas amenazas y crisis?
9. En torno del núcleo político, se puede indicar que el proyecto globalizador ha sido impuesto y
naturalizado. ¿Cuáles -y en qué consisten- los dos grandes aspectos mediante los cuales se impone la
globalización?
10. La naturalización pertenece propiamente a la dimensión ideológica. ¿En qué consiste la
naturalización? ¿Cuáles son sus mecanismos? ¿En qué consiste las invisibilizaciones que esto
provoca?
C. Sobre el trasfondo religioso de la Globalización. A pesar de las crisis que provoca de la
globalización, esta se sostiene con fuerza debido a su trasfondo religioso. Al respecto:
11. ¿En qué consiste la noción de religión, desde la cual se leerá el fenómeno de globalización?
12. ¿En qué consiste la operación dogmática de las formulaciones económicas neoliberales? ¿En qué
consiste la realidad última (padre creador) que refiere la globalización?
13. ¿Cuál es el horizonte ético de la globalización? ¿En qué consiste el aspecto o lógica sacrificial de la
globalización?
14. ¿En qué consiste la cultura de la insensibilidad y de la irresponsabilidad, que genera la
globalización? ¿Por qué se genera?
______________________________________________________

AIRES DE LA GLOBALIZACIÓN
Su habitar y sus trasfondos religiosos
Parece un hecho obvio decir que vivimos en un mundo globalizado, pero al mirarlo con
atención, es posible darse cuenta que no se trata de un fenómeno natural (es historia), ni
es el único modo de estar-en-el-mundo (aunque sea el modo rector y hegemónico hoy
día), ni es algo ajeno al mundo religioso que, en el fondo, le sustenta.
Buscando hilar algunos elementos analíticos que nos permitan comprender la
globalización y las crisis por ella provocadas, destacaré tres dimensiones de ella,
fundamentales y entrelazadas. La globalización se percibe y desarrolla desde una
dimensión económica en sentido formal,1 es decir, como procesos de producción y
reproducción de Capital, integrados y trasnacionales. Esta dimensión se apoya y se hace
operativa desde una dimensión política, que refiere el proyecto de ordenamiento de los
diversos niveles de la comunidad humana (desde lo personal, vivencial y local, hasta los
ordenamientos institucionales nacionales e internacionales y sus diversas normas) en
torno de una servidumbre hacia la generación de Capital. Lo anterior es posible si se
forja una entrega tácita y/o abierta de la subjetividad humana a tales dimensiones: se
trata de la dimensión ideológica, que refiere la formulación, asimilación e
internalización de un constructo cultural que nos dice que la vida humana sólo es posible
al interior de las pautas de crecimiento del Capital.2
En el primer apartado, expongo su desarrollo histórico y las amenazas para la vida que
de ella va emergiendo en su desarrollo efectivo a lo largo del siglo XX. Esta es la base del
segundo apartado, que explora su definición conceptual y enfatiza su dimensión
económico-formal, y su crítica. El tercer apartado precisa la dimensión política de la

1 Con Polanyi (La gran transformación, 91-104; El sustento del hombre, 75-95), podemos hablar de un doble
significado de la economía. En sentido substancial, se consideran los muy diversos tipos de intercambio entre los
seres humanos, y entre estos y su entorno, en dirección a sostener las posibilidades de existencia del ser humano
y su entorno. En sentido formal, se considera sólo los intercambios de tipo mercantil y de lucro, por lo normal
expresados en términos monetarios, cuyo fin último es acrecentar una ganancia de Capital.
2 Con las palabras procesos y proyecto, no refiero una intencionalidad explícita, sino una serie de orientaciones
generales por parte de los actores de mayor peso de un todo social; el constructo se refiere a una construcción
social de la realidad que ha sido naturalizada. Las tres dimensiones indicadas son mi lectura de los
planteamientos de Dietschy, “La globalización: ¿hecho, destino o quimera?” (sobre las que hice una exposición
previa en Román y Castrillón, Hacia un mundo redondo, 51, que aquí retomo y amplío).
globalización: muestra que no se trata de una evolución de la sociedad humana, sino de
una imposición sobre la diversidad de las sociedades humanas. Lo anterior se sostiene -
explica el cuarto apartado- desde un aparato ideológico que la inculca como el mejor de
los mundos posibles, como sociedad sin alternativas. Con ello es posible percibir las
apuestas teológicas al interior de la globalización, como expone el quinto apartado: la
globalización propugna una sociedad de mercado totalizada a todas las dimensiones de
la existencia, a la manera de un Dios que le da sentido al existir humano; pero se trata de
un Dios inhumano, sacrificial y suicida.
Globalización: de una época de cambios a un cambio de época.
El sentido común nos dice que la globalización es la conciencia de un mundo que se ha
hecho como una especie de aldea global. Esta noción la acuñó Marshall McLuhan, quien
sugirió que, gracias al formidable desarrollo tecnológico de los medios de comunicación
del siglo XX, el mundo entero se convirtió en una aldea planetaria. En la antigua y
pequeña aldea, su habitante salía a la calle y enseguida se enteraba de sus cercanos
vecinos y de los acontecimientos ocurridos; de manera similar, en esta gran aldea que
somos hoy, vemos y oímos de personas y hechos casi que de manera inmediata y
cotidiana, aunque estén distantes en el espacio y tiempo.3
La noción de aldea global se puede comprender de muy diversas maneras. La habitual y
hegemónica reduce la aldea a un componente económico-formal, y la entiende como un
mercado-mundo. Así piensa el periodista económico Thomas Friedman, quien observa
que, en la segunda parte del siglo XX, poco a poco se fortaleció la capacidad de los
estados, de las empresas y los individuos, para “colaborar y competir a escala global”,
derrumbando “muros por todo el mundo”, y aplanando “el terreno de juego”: los muros
que se derriban son aquellos que impiden el libre flujo de los mercados de Capital. Esta
colaboración-competencia y este derribar-muros-y-aplanar-mundo, es indicio de un
“suficiente movimiento de bienes e información entre los continentes” que construye un
mercado globalizado.4
La comprensión de la aldea global como mercado-mundo, con el trascurso de las
décadas, generó una especie de sombra no reconocida, que hoy se puede reconocer como
raíz de las actuales crisis globales. A medida que los mercados expandieron su influencia
en todas las áreas de la vida en los últimos ochenta años, emergieron diversas amenazas
globales. La primera alerta fue, quizás, el lanzamiento de la primera bomba atómica en
Hiroshima (1945), un arma de tal potencia devastadora, que su uso no solo elimina a su
enemigo, sino que amenaza la propia existencia de quien la creó. Posteriormente, el uso
de la energía nuclear se pensó instrumento controlable por medios externos,
pensamiento que resultó fallido, como muestran las crisis de las centrales nucleares de
Chernobyl y Fukushima: esta última es, hoy día, la mayor amenaza de contaminación
radioactiva sobre los océanos del mundo.
La acción humana cotidiana que se conduce bajo las pautas del Capital (es decir, el
cálculo individualista de utilidad y obtención de ganancias) se trasmuta en amenaza
global. El informe al club de Roma sobre los límites del crecimiento (publicado en 1972) 5
advirtió de la gran catástrofe ambiental que esperaba a la humanidad de continuar

3 McLuhan, The Gutenberg Galaxy y Understanding Media.


4 Friedman, La tierra es plana, 18, 20.
5 Meadows, Los Límites del crecimiento.
habitando el planeta como si fuera un eterno lugar para su explotación. Esta catástrofe
es palpable hoy día con los irreversibles fenómenos de calentamiento global, el cambio
climático, la degradación ecológica, y la agresividad de agentes patógenos desatados en
contra del ser humano (como el Covid 19), por efecto de la acción humana bajo pautas de
rentabilidad. A partir de los años 80 del siglo pasado, el desarrollo de tecnologías que
manipulan lo genético, la naturaleza, el clima, siguen la misma norma: se manipula la
vida y su entorno de tal manera que el conocimiento se desarrolla a medida de su
aplicación, supeditada a la obtención de réditos mercantiles y con consecuencias siempre
imprevisibles. Lo anterior desemboca en una crisis general de las posibilidades de la
convivencia humana. La exclusión creciente lleva al comportamiento inhumano en el
polo de los excluidos del sistema, y el comportamiento inhumano hacia los excluidos de
parte de los incluidos, incluso entre ellos mismos. El mercado-mundo conduce al
suicidio colectivo, al ecocidio, y a una sociedad sin esperanza.
Estas amenazas globales hoy son palpables que nunca, y comprometen a mediano plazo
la existencia humana sobre el planeta. Conforman crisis sistémicas, nudos indesatables
generados por la acción económico-formal sobre la existencia toda. Tres son sus grandes
nudos. El del agotamiento de los recursos naturales, resultado de una sobreexplotación
depredadora y destructora de aquello que nos sustenta en la existencia, y basado en una
cosmovisión que comprende la tierra como depósito muerto e inerte, disponible para ser
explotado. El de la no-sustentabilidad del planeta: este ya perdió capacidad de
recuperación y regulación de su biomasa, desestructurando su capacidad de sostener la
vida humana; el fenómeno es responsabilidad de una forma social orientada por el lucro
y pautas de extracción depredadora e hiperconsumo. Aquí se hacen presentes modos de
vida donde unos pocos sustentan sus privilegios en el uso y abuso de los muchos y de la
naturaleza, generando un cataclismo social de indiferencia ante el dolor y guerras
crecientes: se trata del nudo de la injusticia social mundial o crisis de la convivencia
humana, que provoca el desmoronamiento de las posibilidades de la convivencia
humana e incapacita para hacer frente a tales nudos. 6
En suma: existió un proceso histórico (me refiero a éste en el apartado siguiente) que
llevó a la configuración, en el siglo XX, de una aldea global. Este proceso implicó
entender la aldea global en términos de un mercado-mundo, de una orientación y
canalización de la acción humana por el cálculo de utilidad y por la obtención de
mayores tasas de crecimiento mediante el desarrollo del Capital. Pero este mercado-
mundo, a medida que fue arraigándose sobre la faz del planeta, se acompañó del
surgimiento cada vez más creciente de una serie de amenazas globales, que, hoy día y
por su presencia permanente, se configuran como una crisis sistémica que pone en
entredicho la misma existencia humana.
Todo esto expresa que la globalización corresponde a un cambio de época. En ningún
momento anterior de la historia de la humanidad existió una aldea global, y tampoco, en
ningún momento de la historia de la humanidad, existió una sociedad que amenazara los
fundamentos materiales de su existencia con tal fuerza como la nuestra. ¿Cuáles son los
hilos conductores de este proceso histórico que nos ha traído a este punto amenazante?
Globalización: estrategia de acumulación de Capital.

6 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 405-406. Los planteamientos de los nudos, los tomo
de Boff, “El pecado capital del ecocidio y del biocidio”, 219
La globalización se inserta en un contexto más amplio: es parte de lo que se llama una
economía de mercado, esto es, un tipo de economía que pretende garantizar el orden y
la continuidad de la producción y distribución mediante principios de intercambio de
mercado.7 Así, y en general, la globalización se refiere, como todas economías de
mercado, a un principio de intercambio de mercado: todos los bienes y servicios,
incluyendo su producción, distribución, consumo y descarte, pueden ser adquiridos en
un mercado y reciben, por tanto, un precio. Pero en sí misma, la globalización es una
fase muy diferente de las desarrolladas previamente por la economía de mercado.
Un análisis estricto del proceso de emergencia y consolidación de la economía de
mercado, lo ofrece Giovanni Arrighi en El largo siglo XX. Se trata de sucesivos ciclos
sistémicos de acumulación de Capital, que inicia en las ciudades-estado del norte de
Italia hacia los siglos XII-XIII, donde surgen élites financieras orientadas a la ganancia;
aparece con ello una estructura de acumulación de Capital, que guía la expansión
mercantil del siglo XV hasta el siglo XVIII, la expansión propiamente capitalista de los
siglos XIX y XX, y la consolidación del huracán neoliberal (globalización) en los últimos
30 años del Siglo XX y principios del siglo XXI. Un análisis menos estricto y ausente de
espíritu crítico, aunque ilustrativo, es el de Thomas Friedman en La tierra es plana.
Considera tres grandes momentos. La Globalización 1.0 (entre 1492 y 1800) encoge la
tierra de una talla grande a una mediana, guiada por agentes (países y gobiernos)
motivados por la pregunta de cómo encaja su país en las oportunidades globales y cómo
colaboran ellos en tales oportunidades. La Globalización 2.0 (entre 1800 y 2000) encoge
la tierra de talla mediana a pequeña, y su protagonista, la empresa multinacional, se
motiva por la pregunta de cómo encaja su empresa en las oportunidades globales y cómo
ella colabora con tales oportunidades. La Globalización 3.0 (desde el 2000 hasta hoy)
encoge el mundo a una talla diminuta, y lo aplana; su protagonista y motivaciones
siguen el mismo esquema: “el individuo debe y puede preguntar, ¿dónde encajo yo en las
competencias y oportunidades de mi tiempo? ¿Y cómo puedo yo solito colaborar con
otros individuos a escala global?”8
Tanto Friedmann como Arrighi son conscientes de la existencia de un principio de

7 Hay que advertir que este no es el único principio posible. La economía también se integra desde principios de
redistribución y/o de reciprocidad y/o de hogar. Estos principios son formas de integración, es decir, “pautas de
los movimientos de bienes y personas en la economía, tanto si estos movimientos consisten en cambios de
localización, de apropiación o de ambos” (Polanyi, El sustento del hombre, 98). El principio de hogar se refiere
a la producción y almacenamiento para satisfacer las necesidades de un grupo cerrado y autosuficiente (el
Oikos). El principio de reciprocidad refiere el desarrollo de prestaciones hacia otros sujetos, como una especie
de ética popular de “así como yo a ti, tú a mi”, e implica el desarrollo de diversas simetrías entre los diversos
grupos de una sociedad. El principio de redistribución, que implica el desarrollo de una centralización,
referencia una autoridad central que recoge los recursos y los reparte según sus costumbres, leyes o decisiones.
El principio de intercambio -que implica mercados, en mayor o menor desarrollo y complementario a aquellos
dos principios de reciprocidad y redistribución- se refiere a “un movimiento bidireccional de bienes entre
personas para que ambas partes obtengan el máximo beneficio” (ibíd., 106). De hecho, “Muchas sociedades
tempranas se administraban sin ningún tipo de mercado. Cuando un mercado local surgía, se lo asignaba a la
economía de las unidades familiares, y se lo ajustaba a las relaciones sociales. Cuando surgía un lugar de
mercado para el comercio de larga distancia, no era esencialmente para proveer a las necesidades básicas de la
población, sino que se concentraba en bienes de lujo y en los artículos de primera necesidad para emprender
guerras. Este mercado se localizaba fuera de las relaciones sociales normales. Hasta la Edad Media (y más
tarde), las economías locales se protegían expresamente del comercio exterior” (Duchrow, Alternativas al
capitalismo global, 20)
8 Arrighi, El largo siglo XX, 107-287. Friedmann, La tierra es plana, p.19-20.
intercambio de mercado que no sólo integra la economía, sino que absorbe, e incluso
desconoce, los otros principios integradores de la economía (reciprocidad,
redistribución, hogar). Más allá de esta coincidencia, el punto de vista de Friedmann es
ingenuo al suponer el papel entusiasta de los individuos en el logro del bien común a
través de su afán de lucro. En realidad, este punto es, precisamente, el problema.
En lo fundamental, y dentro del principio de intercambio de mercado aludido, la
globalización es una estrategia mundial de acumulación de capital, que aprovecha los
diferentes factores que la han hecho posible para lograr su hegemonía. 9 Son tres los
factores que coadyuvan a que la economía de mercado adquiera la forma de
globalización. El primero, la informatización, el desarrollo global de las comunicaciones
que permite un constante y presente flujo de información para la toma de decisiones de
los agentes económicos, lo que significa que los factores de producción son comprados
allí donde son más baratos (cualidad que designa mano de obra y condiciones
ambientales degradadas). El segundo, la liberalización o desregulación del comercio y
las finanzas, política que conduce al desmontaje de la intervención estatal y social a favor
del bien común, lo que afecta negativamente poblaciones enteras, relativizadas por
sostener los flujos de capital. El tercer factor es la financiación o desacoplamiento entre
flujos de mercancías y flujos financieros; esto alude al fenómeno (aupado por la
liberalización y desregulación) de un capital que invierte cada vez más en la esfera
improductiva o especulativa de la economía, y cada vez menos en su esfera real. 10
La consecuencia de esto es clara. El capital existe en la medida en que la actividad
humana se convierte a una esfera de inversión de capital. Para vivir, esto es, tener acceso
a la subsistencia, la protección y el afecto, el entendimiento y la participación, el ocio y
la creación, la identidad y la libertad, y aún la espiritualidad, es necesario pagar por ello:
alguien (una persona natural, o persona jurídica) ofrece ese servicio, y nosotros pagamos
por ello.11
Con este contexto y a la luz de lo precedente, es posible captar el núcleo económico-
formal de la globalización. Se trata, como quedó indicado arriba, de procesos de
producción de capital, integrados y transnacionales. Es un núcleo formal, desarrollo del
principio de intercambio de mercado, que poco a poco empieza a concebirse como
mercado autoregulado, y a difuminarse por todas las dimensiones de la existencia. De
entre los muchos tipos de relaciones posibles y necesarias para el habitar humano, las
relaciones mercantiles abarcan y subsumen todas las relaciones posibles, y convierten
todos los aspectos del ser humano y de la naturaleza en mercancía. Esta reducción
mutila la diversidad de saberes y sabores humanos, de sombras y luces de la naturaleza. 12

9 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 409.


10 Lo anterior, es un breve resumen de lo presentado por Dietschy, “La globalización: ¿hecho, destino o quimera?”,
13-18. Para mantener altas tasas de rentabilidad, el capital ya no sólo se conforma con la esfera real de la
economía, sino que juega cada vez más en la esfera virtual. La inversión y su retorno en la esfera real de la
economía implica un mediano o largo plazo, con movimiento de trabajadores, personal, proveedores, material,
seres vivientes habitando e interactuando en un entorno que se modifica y los modifica. Pero en la esfera virtual
los resultados de retorno se obtienen en muy corto plazo sin tocar el mundo real, e incluso afectándolo
negativamente: en la esfera virtual interesa la acción de una empresa minera sin importar si la actividad de dicha
empresa destruye el entorno humano y medioambiental; interesa el precio de la acción petrolera, no si ese precio
se sostiene desde una guerra que destruye una sociedad entera.
11 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 410.
12 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 411. Lo más elemental de la relación humana con el
Dadas las consecuencias negativas y amenazantes sobre la existencia que tienen estos
procesos de producción de capital, ¿cómo se sostienen, a pesar de su tragedia? Pienso
que la posibilidad de su imposición y aceptación, proviene de su núcleo político e
ideológico. De esto tratan los apartados que siguen.
Globalización: el shock de la mano invisible del Mercado y el puño visible
del Estado.
Para exponer el núcleo político de la globalización, conviene indicar que ésta se puede
comprender, de manera específica y en tanto doctrina económica, como neoliberalismo.
En términos generales, el pensamiento liberal entiende el principio de intercambio de
mercado como el centro articulador de la sociedad, necesitado de constantes
correcciones que lo contengan dentro de ciertos límites (un ejemplo clásico, el
Keynesianismo). El pensamiento neoliberal, sin embargo, totaliza el mercado y lo
concibe como sociedad perfecta, y reduce la política a la aplicación de técnicas de
mercado que renuncian al contrapeso institucional y el compromiso social. Se sostiene,
dogmáticamente y sin prueba empírica alguna, que privatizar, desregular, competir,
mejora la eficiencia y productividad, acrecienta la calidad de la mercancía y reduce su
costo, y beneficia al conjunto de la sociedad. 13
El ideario neoliberal implica, así, una orientación o núcleo político, referido a un
proyecto, liderado por el capital financiero y de la empresa trasnacional, de
ordenamiento de la comunidad humana para que ésta se acondicione en torno del
crecimiento del capital, proyecto que, por demás, ha sido impuesto y naturalizado.
Examinemos estos elementos con algún detalle.
Como proyecto, la globalización refiere un proceso liderado por entidades locales (cierto
tipo de instituciones gestionadas desde el espacio cultural estadounidense y europeo)
que extendieron su alcance e influencia al globo entero. Esto fue posible porque el
capitalismo contiene un particular modo de producción 14 intrínsecamente expansivo e
invasivo de procesos y experiencias culturales diferentes, y de sus territorios y recursos.
Este modo de producción, ligado a las sucesivas crisis de acumulación de capital, 15

entorno es el intercambio natural por medio de la respiración: para vivir hay que respirar buen aire. Bajo la
lógica reseñada, hay que pagar tributo por vivir, pagar por el aire que se respira. La venta de “aire enlatado” es
un excelente negocio en las grandes ciudades hipercontaminadas. Quien no tiene cómo pagar, muere a mediano
o largo plazo por respirar. Una de las tantas noticias sobre este asunto, del portal de la BBC, tituló: “El extraño
negocio de vender aire en Pekín”.
13 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 270. Harvey, Breve historia del neoliberalismo, 74
14 En términos generales, el modo de producción se refiere a la “forma como los hombres producen sus medios de
subsistencia” (Izquieta, Materialismo, culturas y modo de producción, 13), y son tan diversos como diversas las
culturas, aunque susceptibles de generalizaciones (p.ej., asiático, esclavismo, feudalismo, capitalismo,
socialismo, etc.). El modo de producción capitalista (al interior del cual aparece la globalización) se caracteriza
por la presencia de tres instituciones: por un lado, “casi todos los medios de producción son de propiedad
privada, bien directamente, bien a través de sociedades”; por otro, “la mayor parte de la actividad económica se
dirige a la producción de bienes y servicios para su venta en un mercado libre” (donde mercado libre significa
que los precios se pretenden determinados por la oferta y la demanda, sin interferencia externa); por último, el
trabajo asalariado, esto es, que “la fuerza de trabajo es una mercancía”, en tanto el trabajador “vende su
capacidad de trabajo a quienes puedan proporcionarles herramientas, materias primas y un lugar donde trabajar”
(Schweickart, Más allá del capitalismo, 41).
15 Se habla de carácter expansivo, en la medida de una tendencia intrínseca de este modo de producción a la
“generalización de la producción mercantil”, abarcando y subsumiendo, así, “las mismas condiciones generales
de la producción y la reproducción social” (Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 411). Su
aparece forjado desde el poder hegemónico de los mercados financieros y un nuevo
orden de poder que dispone y acomoda regiones y naciones de acuerdo a las necesidades
del capital.
Este proyecto se manifiesta en la construcción de un estado neoliberal, cuyos postulados
centrales suelen ser conocidos: desregulación del comercio y las finanzas, tanto a nivel
nacional como internacional; abandono del compromiso de los estados por regular las
condiciones macroeconómicas, en especial en lo referente al empleo; brusca reducción
en el gasto social y privatización del servicio público; reducción de impuestos aplicados a
las empresas y ampliación tributaria a sectores de bajos ingresos; ataques desde el
gobierno y las empresas a los sindicatos, desplazando el poder a favor del capital y
debilitando la capacidad de negociación de los trabajadores; proliferación de los trabajos
temporales sobre los trabajos fijos; competencia desenfrenada entre grandes empresas;
introducción de principios de mercado en todas las instituciones de la vida social. 16
En este proyecto, es clara la intención de reducir las diversas y plurales facetas de la vida
humana y medioambiental a un carácter de mercancía. Esto exige la reducción de la
tierra y el ser humano a ser factores de capital: cualquier derecho humano y cualquier
exigencia de respeto y mantenimiento del entorno que lo sostiene se anula por ser
distorsión del mercado o traba para su desarrollo. Al tiempo, la producción capitalista
insiste en el crecimiento del capital desde la hipercirculación de mercancías, con la
consecuente sobre-explotación de la tierra y del ser humano, que los agota en un proceso
de continua destrucción.17
A pesar de estos elementos críticos y contradicciones, el proyecto globalizador ha sido y
es hegemónico, no por sus propias y autoproclamadas virtudes -todas ellas discutibles-, 18
sino por las diversas formas de asegurar su dominio. Se trata de un proyecto impuesto:
si bien el ejercicio teórico del capitalismo y la globalización ha insistido en la mágica y
atractiva autoregulación de los mercados, en la práctica esto ha sido producto de un
ejercicio de chantaje económico y militar.
Una breve referencia sobre estos aspectos: Las medidas de ajuste estructural o paquetes
económicos, se suelen imponer como la única salida posible para una situación
económica creada por la mala gestión de los mismos agentes económicos que las
imponen, creando así el estado neoliberal arriba aludido, que se traduce en nueva
rentabilidad de capital, basada en la regresión económica y social. Muchas veces esta
situación ha sido creada artificialmente, desde situaciones de shock inducido a partir de

carácter expansivo ya había sido entrevisto por Rosa Luxemburgo: “un modo que tiende a envolver al globo
entero y acabar con todas las otras economías, sin tolerar rival alguno que se encuentre a su lado” (citada en:
Albo, “Rosa Luxemburgo y el capitalismo contemporáneo”, 110). Esta tendencia se apoya en las crisis de
acumulación de capital: “como consecuencia de la sobreacumulación de capital se paraliza y disloca el proceso
de acumulación y el curso de la economía se precipita hacia la crisis” (Moral y Raimond, La acumulación de
capital y sus crisis, 9, nota 7)
16 Kotz, “The Financial and Economic Crisis of 2008: A Systemic Crisis of Neoliberal Capitalism”. Ibánez, De la
integración a la exclusión, 54-61.
17 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 411-412. Añaden: “En este sentido, la tasa de
ganancia orienta hacia la destrucción, con el agravante de que la participación en esta destrucción asegura y
aumenta las ganancias” (ibíd., 419-420).
18 Eficiencia, crecimiento, libertad, igualdad, democracia, autonomía, progreso, suelen ser los mantras sobre los
cuales gira tanto la literatura especializada como no especializada. Una discusión a fondo de estos aspectos, en
Schweickart, Más allá del capitalismo.
guerras o desastres naturales, lo que permite justificar, además, la limitación de
derechos civiles, el desconocimiento o la demonización de la protesta social y sus
liderazgos políticos, la violación de derechos humanos y la democracia, justa y
paradójicamente, en nombre de la defensa de los derechos humanos y la democracia.
Una gran parte de los planteamientos neoliberales lograron su inserción en la sociedad
de esta manera. Se trata de un capitalismo basado en el desastre, una doctrina del shock:
“ataques organizados contra las instituciones y bienes públicos, siempre después de
acontecimientos de carácter catastrófico, declarándolos al mismo tiempo atractivas
oportunidades de mercado”.19
Acompañando y complementando estos aspectos, existe otro de suma importancia. El
capitalismo bajo su modo neoliberal, capta y configura la mentalidad de personas y
sociedades a manera de la única sociedad posible, del único modo válido y natural de
existencia. Se trata de una trama ideológica con características religiosas.
Globalización: el constructo de una sociedad sin alternativas
Tanto la dimensión económica como política de la globalización es posible en la medida
en que se forje una entrega tácita y/o abierta de la subjetividad humana. Es su
dimensión ideológica: la formulación, asimilación e internalización de un constructo
cultural que indica que la vida humana sólo es posible al interior de las pautas de
crecimiento del Capital.
La globalización comprende un conjunto de prácticas locales que extienden su alcance al
globo entero, subsumiendo y desconociendo otros tipos de prácticas. Desde estas
prácticas elabora discursos que empiezan a recorrer el cuerpo social en su conjunto, que
son los que le permiten ser aceptados y aparecer como plausibles, e incluso inevitables.
Parte de estos discursos aparecen desde la fabricación de un consenso -desde
propagandas cotidianas hasta las elaboraciones teóricas- en torno a un deseo perseguido
por toda la humanidad. Muchos analistas elevan una simple opinión a dogma universal,
indicando que la gente siempre ha imaginado la conversión del mundo entero a un
mercado global que anule las diferencias culturales.20 Esta universalización de lo que
supuestamente “la gente imagina” es, en realidad, un producto del mercadeo de la
empresa trasnacional, donde todo es competencia, donde el bien común se materializa y
expresa en dinero, y donde la realización humana se produce al interior de las relaciones
mercantiles.
En este marco, el consenso se elabora desde la cotidianidad inculcada de la competencia.
Aparece esta como imperativo de todas las dimensiones de la vida, como si de un reality
show se tratara. Debes competir para cantar, para cocinar, para adelgazar, para
conseguir pareja, para jugar, para ser alguien, exhibiendo tu sangre, sudor y lágrimas
frente a un público que te aplaudirá o te dará likes, y frente a un jurado que te premiará
si muestras ser el mejor. El premio se puede materializar en expresión monetaria, como
todo en la vida: la fianza que paga el criminal, el pago del seguro de vida, el pago de la
educación o de la salud, el pago de tu plan celular prepago o pospago, el pago del
trasporte, el pago del agua o del aire que respiras. El criterio que todo lo ordena es la
mercancía. Puedes pagar porque alguien o algo cuide a tus hijos o a tus mascotas, a tu

19 Klein, La doctrina del shock, 26.


20 Por ejemplo, Friedman, en: La tierra es plana, 216-217.
casa o a tu alma, que los entretenga mientras trabajas para ganar el dinero necesario
para pagarlos. Se trata de un proceso de mercantilización: “el proceso de transformar en
cosas o servicios comprables -es decir, en mercancías- lo que antes eran
entretenimientos públicos, actividades vecinales o el rol de los amigos”. 21
El consenso de estos discursos se elabora también desde niveles teóricos. En las fuentes
del neoliberalismo se encuentra el pensador austriaco Friedrich von Hayek, para quien
los fines buscados por la humanidad se logran, no por la iniciativa ética personal, sino
gracias al orden espontáneo del mercado y las relaciones (de tipo mercantil) que lo
posibilitan. Aparece el orden del mercado como un orden moral superior: siendo lo suyo
la objetividad del precio desde el equilibrio de oferta y demanda, sin buscarlo genera el
bien social. Así -se llega a formular-, oponerse al orden del mercado es oponerse a la
humanidad.22 Las formulaciones teóricas neoliberales se presentan como racionales y
objetivas, ocultando su base pasional e interesada, imponiendo sus presupuestos como
un código de censura frente a posturas alternativas, y justificando el sacrificio vital y
medioambiental desde el supuesto progreso de la humanidad.23
El consenso fabricado establece un perfil normativo de la globalización. Se presenta, por
un lado, como necesidad imperiosa, indiscutible y evidente por sí misma: es la única
forma de vida posible y racional (el que no se adapta se hunde; sólo sobreviven los
fuertes; muestras tu valor si consumes, compites, o exhibes, etc.). Aparece, segundo,
como la única interpretación válida de la realidad, que los actores globales imponen y
los espectadores-sufrientes locales y regionales perciben como absolutos que deben ser
observados para evitar la ruina. Este perfil se enlaza con promesas de bien común o
público, a las cuales se accederá en un futuro no muy lejano.
Todo esto son sólo estrategias discursivas, pensamientos producidos para aparecer
como objetivos e ineludibles, evitando su discusión. En tal sentido, posibilitan la
sujeción de las conciencias, y buscan (y logran) que la sociedad articule sus relaciones
entre sus miembros y entre estos y su entorno desde el valor de la mercancía y la
ganancia, haciendo de este valor la forma expresiva más alta de humanidad. El
constructo así logrado -un pensamiento categórico e imperioso que se impone como si
fuera naturaleza- genera diversas invisibilizaciones y cegueras.
La visión neoliberal sostiene la libertad humana en la medida en que logra la libertad de
circulación de mercancías y de competencia entre precios. Esto no permite ver
(invisibiliza) los limites no-económicos del sistema: el hecho de que aquello que lo
sostiene es el ser humano y la naturaleza, que es justo lo que destruye con su frenética
actividad. Invisibiliza también la gente y la naturaleza que vive al interior del sistema:
sólo deja aparecer, o los más productivos, o un reality maquillado de felicidad.
Invisibiliza su aspecto ideológico manipulado, presentándose como si fuera la verdadera
naturaleza humana.
Se deriva lo anterior la imposibilidad o profunda dificultad para percibir (ceguera) que
el capitalismo en general, y su forma neoliberal en particular, se desarrolla sobre la
muerte silenciosa y silenciada del entorno planetario y humano. Esta ceguera histórica
se acompaña de una ceguera vital, en tanto que al abandonar lo que no sea rentable o

21 Leonard, La historia de las cosas, 209-210.


22 Múnera, En las fuentes del neoliberalismo, 83. Gutiérrez, Ética y economía, 157-191.
23 Assmann, La idolatría del mercado, 77-185.
productivo en términos de capital o reconvertirlo hacia algo rentable, genera la
compulsión de cada ser humano y sus instituciones, por una competitividad y eficiencia
que se sostiene destruyendo su base de vida misma. Esto se acompaña de una ceguera
antropológica: la mística del pensamiento neoliberal sólo reconoce al humano al interior
de las relaciones mercantiles, y por esto, también produce las invisibilizaciones referidas.
Se incapacita al ser humano para la esperanza, la crítica y la convivencia, y lo conduce al
suicidio colectivo.24
El constructo de la globalización emerge con las características de un numen
tremendum, o poder que sobrecoge, con todas sus ambivalencias: junto al progreso
ofrecido por la economía global, lo significativo de la ciencia global, y lo democrático de
la información global, aparece la alta ineficiencia e inequidad de la integración del
mercado mundial y la distribución de riqueza generada, los peligros en el ámbito bursátil
especulativo que arruina a países enteros, y el derrumbe de las condiciones
medioambientales que sostienen la vida humana, elementos estos suscitados por la
ignorancia arrogante de empresarios, economistas y políticos frente a las exigencias de
mantenimiento de las bases de la existencia.25
Globalización: hierofanía y salvación.
El párrafo anterior nos sitúa en un aspecto central de la dimensión ideológica de la
globalización: el aspecto de lo Santo o Sagrado, su trasfondo religioso. Aquí podemos
comprender la religión como un imaginario religioso que otorga carácter último y
definitivo al ejercicio del poder. Este poder en parte proviene de un ejercicio discursivo
que legitima cierto modo cultural como el único posible, y se conforma como dato
cultural, precisamente, desde la legitimación que provee la religión. 26
Dos autores nos ilustran la presencia de lo religioso en la teoría económica. La economía
ortodoxa que se desarrollaba bajo vertientes neoliberales desde finales de los años 60,
fue calificada por Robinson como una rama de la teología: “Se juzga los argumentos por
sus conclusiones, no por su coherencia. Se emplean términos no definidos, de modo que
las conclusiones basadas en los mismos se reducen a meros sortilegios”. 27 Esto es justo lo

24 Caricaturiza Galeano: “Crímenes contra la gente, crímenes contra la naturaleza: la impunidad de los señores de
la guerra es hermana gemela de la impunidad de los señores que en la tierra comen naturaleza y en el cielo
engullen la capa de ozono. Las empresas que más éxito tienen en el mundo son las que más asesinan al mundo; y
los países que deciden el destino del planeta son los que más mérito hacen para aniquilarlo” (Patas arriba, 221)
25 Kung, Una ética mundial para la economía y la política, 171-194.
26 Castillo, “El poder como imaginario religioso”, 100. La religión aparece como una proyección y justificación de
las relaciones alienadas entre los seres humanos; en este espacio, la “salvación” se convierte en regla jurídica, y
genera “un dios que aplaza su sed de justicia objetiva o de venganza, de honor o de consuelo” (Varone, El dios
sádico, 29)
27 Robinson, “La economía, hoy”, 23. Sus palabras, que corresponden a una conferencia en la Universidad de
Basilea, en 1969, aún siguen vigentes: “los problemas internos de las economías boyantes comienzan a resultar
inquietantes. Los economistas han vuelto a caer en los eslóganes del laisser faire: lo que es rentable contribuye al
crecimiento; lo más rentable es lo óptimo. Pero la gente ha comenzado a advertir que el crecimiento del PNB
estadístico no equivale a mayor bienestar. La existencia de una negra miseria en las naciones más ricas que
jamás han existido en el mundo constituye una verdadera desgracia. Los costes del llamado crecimiento en
términos de polución y de destrucción está alcanzando un nivel crítico. Y lo más grave es que la política
keynesiana de mantener la prosperidad a base de inversiones públicas se ha concretado en la carrera de
armamentos y en guerras frías y calientes”. Frente a este panorama de su momento, Robinson apela por una
nueva generación de economistas que afronte interdisciplinariamente tan delicadas cuestiones: “Los estudiantes
no pueden desperdiciar unos años preciosos aprendiendo sólo a recitar conjuros” (ibíd., 28); para ella, es “claro
que hace uno de los teóricos neoliberales más importantes, Hayek, quien postula su
mantra del mercado como un trascendental que ha de ser aceptado con humildad: el
mercado es el “mecanismo para el procesamiento de información dispersa más eficiente
que cualquier otro mecanismo diseñado deliberadamente por el hombre”, por lo que la
pretensión de controlarlo o limitarlo impide el orden espontáneo de la sociedad y su
beneficio.28
Baste estas dos citas y el desarrollo del apartado anterior, para indicar que, tras las
formulaciones económicas neoliberales con toda su pretensión de objetividad científica y
neutralidad valorativa, se esconde una inmensa operación dogmática, que hace de la
globalización una gran hábitat religioso. Este asunto ha sido expuesto en diversos
lugares, dando cuenta de cómo las formulaciones neoliberales fungen a manera de un
sagrado (hieron-) que se manifiesta (-fanía) como el realizador de la humanidad
(salutis).29
La formulación de este sagrado tiene unas notas que lo identifican con un esquema
religioso muy básico, pero efectivo. Se figura, en primer lugar, un padre creador, el
mercado, que no sólo aparece como un orden natural de la sociedad sino como aquel que
proporciona vida a la humanidad en pleno sentido y ordena la comunidad humana (así,
por ejemplo, Hayek). Como cualquier dios religioso, la divinidad exige un horizonte
ético a sus fieles: en el pensamiento neoliberal, el valor que realiza al ser humano es la
libertad, la cual se realiza en la medida en que el mercado y los precios del mercado son
libres. Este horizonte ético se traduce en una serie de mandamientos o deberes
incondicionales, que se naturalizan después de décadas de propaganda: 30
1. Amarás al Señor tu Dios, el Mercado. No puedes intervenir en su funcionamiento
libre y natural, pues Él es quien, con sus propias leyes, regula precios, estimula la
producción, castiga al incompetente y premia al emprendedor virtuoso. Ríndele culto a
través del uso del dinero y del crédito para la compra permanente de mercancías. Ni se te
ocurra pensar en elementos de justicia redistributiva: eso es puro comunismo, en la
versión local que corresponda.31

que la teoría económica no enseña doctrinas y no puede establecer leyes universalmente válidas. Es un método
para organizar ideas y formularse preguntas” (en “La enseñanza de la economía”, 121).
28 Hayek, “La pretensión del conocimiento”, 257.
29 Algunos significativos, en el espacio de la reflexión teológica latinoamericana: Assmann, La idolatría del
mercado; Hinkelammert, Las armas ideológicas de la muerte; Houtart, Mercado y religión; Santa Ana, La
práctica económica como religión; Mo Sung, Neoliberalismo y pobreza.
30 Aguiló, “Los diez mandamientos de la teología neoliberal”. A continuación, parafraseo muy de cerca el texto de
Aguiló, quien apunta sobre ellos: “consagran la glorificación de la sociedad y la ideología de consumo;
respaldan la presión de los mercados financieros y las agencias de calificación de riesgo sobre la economía de un
país; utilizan la retórica de la moderación, el ajuste y la austeridad presupuestaria para recortar, deteriorar o
privatizar servicios sociales públicos (sanidad, educación, transportes, etc.); transforman el Estado de Bienestar
para la ciudadanía en un Estado de Bienestar para las empresas privadas; generan desigualdades estructurales de
poder y riqueza y, por tanto, legitiman la exclusión social; amparan el secuestro de la democracia por parte de
poderosos actores privados que convierten al Mercado en la instancia que toma decisiones políticas, sociales y
económicas que afectan al común de la sociedad; promueven un modelo de desarrollo que propicia la
insostenibilidad ecológica, la homogeneización cultural y la generación de formas de sociabilidad empobrecidas
(darwinismo social del sálvese quien pueda, egoísmo insolidario y destrucción de los vínculos comunitarios)”.
31 Uso la palabra comunismo para referirme al calificativo impreciso y despectivo con que la cultura dominante de
nuestro espacio occidental califica a lo alternativo, a lo otro, a lo diferente, y lo culpa de todos los males: es la
cabeza de turco o chivo expiatorio de un capitalismo que se excusa atribuyendo sus errores a otros. Funciona con
base en la creación del miedo, y actualiza su nombre según geografías y circunstancias: en la latinoamericana
2. No opondrás resistencia a la globalización de mercados, finanzas y
capitales. Más bien adáptate a este proceso imparable e irreversible que sigue adelante
contra viento y marea. Si piensas que es posible pensar en controlar la fluidez del capital,
¡cuidado!, eso es puro comunismo.
3. Liberalizarás los mercados. El mundo todo debe ser un gran mercado global,
donde circulen libremente las mercancías. Cualquier forma de proteccionismo es
totalmente incompatible con la fe en el Mercado. Quien piensa en el productor nacional,
¡seguramente es comunista!
4. Privatizarás todo lo privatizable. Reduce el Estado al mínimo: desmantela su
aspecto social, y deja el gobierno en manos de poderes globales privados. Que sea el
Estado sólo un garante de los derechos de la propiedad privada, y el árbitro de los
conflictos jurídicos entre los individuos. Si piensas que el Estado debe tener una
dimensión social, o arbitrar los conflictos en dirección al bien común, ¡cuidado!, eso es
puro comunismo.
5. No te opondrás al sacrificio de vidas humanas y no humanas. La vida
humana y la de la naturaleza son sólo un medio más para mantener y asegurar la
continuidad del sistema vigente. Cualquier defensa de derechos humanos o ambientales
frente al capital, ¡cuidado!, eso es puro comunismo.
6. Codiciarás los bienes ajenos. Siempre, siempre hay algo más que tener, algo
mejor para tener, para ser superior al vecino. Siempre, siempre hay un territorio nuevo
que explorar, para explotar sus riquezas. Cualquier respecto a la autonomía ajena, ¡es
comunismo!
7. No te resistirás a la innovación tecnológica, ni al consumo desaforado.
Cambiar, cambiar, cambiar: comprar, usar, tirar. Esa es la vida, y tienes que adaptarte a
ella. La palabra reciclaje, o la intención de reparar o volver a usar las cosas, ¡atenta contra
la libertad del mercado y la sociedad humana, y va en contra del comercio!
8. Practicarás el evangelio de la competitividad. Lucharás a sangre y fuego contra
el prójimo hasta llegar a ser el vencedor, el mejor y más exitoso líder del mercado. De no
hacerlo, tus posibilidades de supervivencia en el Paraíso son nulas, pues serás liquidado
por otros más competitivos que tú y, por tanto, expulsado.
9. Alabarás la libertad individual, libertad para comprar y vender, siempre más
importante que la exigencia de la justicia social. Si esta te interesa, puedes practicar la
caridad, la compasión y la buena voluntad.
10. Defenderás la utopía conservadora del Mercado. Abandona sin
contemplaciones el sueño y la esperanza vana de un mundo mejor, más justo, igualitario
y democrático, porque ya estás en el mejor de los mundos posibles. Si piensas en un
mundo mejor: ¡eso es comunismo!
Algunos aspectos se destacan en esta hierofanía económica. Uno de ellos es que genera
una cultura sacrificial. Nuestro mundo actual se orienta desde -y hacia- los valores de
lucro de la empresa como si de un orden natural se tratara. En este mundo, la naturaleza
no es la vida concreta y medioambiental, sino valores mercantiles, y los que se oponen a
dichos valores mercantiles (defendiendo derechos humanos y medioambientales) son
vistos como enemigos, y condenados en consecuencia. Se trata de una lógica sacrificial
perfectamente enraizada y justificada al interior de los postulados neoliberales, cuyo
carácter no es coyuntural, sino estructural: es necesario en sacrificio del bienestar

actual, se traduce como castrochavismo.


humano y medioambiental para que la máquina del capital siga su curso, y el sacrificio
de esos inmolados salva a los que se aprovechan de ese proceso. 32
Con esta estructura se genera, también, una cultura de la insensibilidad. En muchos
sectores de la sociedad se figura la desigualdad y la exclusión como inevitable, o
producto merecido por no haber sido suficientemente eficientes o competitivos. Esto se
acompaña con la idea de una exclusión benéfica, porque motiva a la superación
permanente por medio de la competencia.33
La pauta cultural en torno de lo sacrificial e insensible, trasmuta al ser humano en un
engranaje o factor de producción, cuya máxima aspiración es formarse como excelente
capital humano (y así se le entrena, muchas veces, en las formaciones universitarias o de
coach). Se constituye, con ello, una cultura de la irresponsabilidad. Reducido el ser
humano y su entorno biótico a factor de capital y/o de producción, queda mutilado y
tergiversado el sentido mismo de la vida y las relaciones humanas fundamentales
(afectividad, dignidad, sociabilidad, solidaridad), y quedamos lanzados a la esquizofrenia
colectiva y suicida, donde “sólo es posible vivir participando en el proceso de destrucción
de toda la vida en el planeta”, y quebrantando, por lo mismo, la misma posibilidad del
vivir.34
En conclusión: la globalización aparece como una hierofanía, como la revelación
trascendente del mejor orden social y económico para la realización de la humanidad.
Pero se trata de una salvación invertida: tras sus promesas, se oculta un suicidio
colectivo celebrado como salvación.

Bibliografía aquí citada:


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septiembre de 2011, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=135719 (consultado el 26 de marzo
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32 Santa Ana, La práctica económica como religión, 45. A esta visión de mundo, Hinkelammert la llama metafísica
empresarial (en: Las armas ideológicas de la muerte, 144-158).
33 Sobre esto, véase Mo Sung, Deseo, mercado y religión, 99-104. Lo anterior tiene una versión teológica: la
teología de la retribución o de la prosperidad, que considera “el éxito en los negocios y la bonanza económica”
como “dones otorgados por Dios” (Brown, ¿Cristianismo posmoderno?, 42). Se trata de una versión religiosa de
la autoayuda, que elabora rosarios de frases como: “Yo soy una persona exitosa; yo puedo lograr todo lo que me
proponga; yo soy una persona llena de abundancia y prosperidad; yo tengo grandes sueños de éxito y los
cumplo; yo estoy convencido que Dios está de mi parte; yo tengo mis finanzas restauradas; yo creo en las
riquezas que Dios tiene para mí; yo tengo claro que para él que cree, todo es posible” (he tomado estas frases de
un blog llamado “Técnicas de superación y autoayuda”, en una entrada publicada en 2012:
https://tecnicasdesuperacionyautoayuda.wordpress.com)
34 Hinkelammert y Mora, Hacia una economía para la vida, 414, 415, 420.
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