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INCREMENTO EN EL CI

El Coeficiente Intelectual (CI) es una puntuación global que resulta de la realización de una
evaluación estandarizada que permite medir las habilidades cognitivas de una persona en relación
con su grupo de edad. El CI medio es de 100.  Algunos autores consideran que el cerebro humano
es lo suficientemente complejo como para no poder medir la inteligencia con un único factor, pero
otros consideran que tiene gran valor predictivo en términos de rendimiento académico o
laboral. El efecto Flynn es el incremento que a lo largo del siglo XX experimentó el CI al pasar de
una generación a otra. 

En la década de los ochenta James R. Flynn examinó los tests de inteligencia de más de 24 países
(países para los cuales existían datos) y descubrió que las puntuaciones se incrementaban a razón de
0’3 puntos por decenio. Este interesante fenómeno ha sido confirmado tras casi 30 años de
seguimiento en numerosos países.

Existen dos grandes hipótesis rivales para explicar el efecto. La de la estimulación cognitiva que
predice una mejora entre los más y menos inteligentes, mientras que la hipótesis nutricional predice
una mejora en los segundos pero no en los primeros.

El científico catalán Josep María Lluís i Font, que en 1970 obtuvo las puntuaciones de un grupo de
niños en un test de inteligencia aplicado en Barcelona, administró 30 años después el mismo test a
un grupo equivalente de niños, observando una ganancia de inteligencia equivalente a tres puntos de
CI por década, precisamente el incremento promedio observado internacionalmente. Los datos de
Lluís i Font apoyaron la perspectiva nutricional.

Según Mike Mingroni, la causa no puede estar en el ambiente postnatal -nutrición, educación,
cuidados médicos, práctica, actitud hacia los tests o el tamaño de la familia, ya que los estudios
sobre gemelos idénticos criados por separado y los estudios de adopción no revelan una influencia
del ambiente familiar. Además, los estudios sobre el nulo efecto del orden de nacimiento descartan
un efecto del ambiente extra familiar.

Richard Lynn, publicó que James Flynn se limitó a re-descubrir en 1984 hechos conocidos mucho
antes, respecto al incremento del CI. Lynn señala, entre otros, los trabajos
de Runquist (1936), Roesell (1937), Johnson (1937), Wheeler (1942) y Smith (1942). Por tanto, casi
cincuenta años antes de captar la atención de Flynn, el fenómeno de las ganancias generacionales de
inteligencia era conocido por la comunidad científica. Lynn revisó estudios publicados entre 1938 y
1973 en los que el incremento oscila entre 1.4 y 4.4 puntos de CI por década, excepto para niños, en
los que el aumento es bastante mayor (alrededor de 7 puntos de CI por década, es decir,  las
ganancias son mayores cuanto menor es la edad de los individuos comparados, por lo que los
resultados rechazan la mayor parte de las explicaciones ‘culturales’ sobre el aumento generacional
de inteligencia (mejoras educativas, mayor complejidad del ambiente, mejoras en las prácticas de
crianza, mayor pensamiento científico en la sociedad, etc.) puesto que su impacto en niños debería
ser mínimo y aumentar con la edad.

Teniendo en cuenta que una gran parte de científicos cree que el cambio en la dieta de los
homínidos es la causa del origen de la inteligencia humana y basándome en los datos arriba
indicados me inclino a pensar que las ganancias en las mediciones del CI, se deben a las mejoras
nutricionales.

No obstante creo que la inteligencia es un concepto muy amplio, y que el cociente intelectual es una
medida fragmentaria de la inteligencia centrada en el lenguaje o el razonamiento espacial, mientras
que deja de lado otras capacidades también relevantes para la vida cotidiana, como las relaciones
interpersonales, la motricidad, la creatividad o el conocimiento de uno mismo, capacidades que
precisamente una estimulación temprana puede mejorar.

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