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Literatura

PROFESORES/AS: Jorge Ojeda


CONTACTO: 2616 54-2756

Leer el siguiente material bibliográfico que nos dará un pantallazo sobre: Literatura,
Narración, Cuentos y sus características más importantes…

Seguramente a lo largo de nuestras vidas hemos leído, escuchado o contado cuentos…


este es el momento de reencontrarnos con esas narraciones...

LA NARRACIÓN
Dentro del género narrativo, tenemos al cuento...Los cuentos-de los que nos ocuparemos
en primer lugar- son textos de trama narrativa, porque presentan una serie de hechos o
acciones que se relacionan en el tiempo (pues unos suceden después de otros, excepto la
primera que es el punto de partida) y a partir de una relación de causa y efecto, toda acción
es producida por una acción anterior y a su vez, es causa de una acción posterior. Por lo
tanto, las acciones de una narración se suceden una tras otra, en un orden determinado,
encadenadas entre sí. En síntesis, la trama tiene que ver con el orden en el que se
presentan los distintos episodios en una narración.
Al narrar un hecho o varios que han sucedido el narrador cuenta, relata, refiere una historia
(un hecho real o imaginario en el que se suceden determinadas acciones) que le sucede a
alguien (personajes humanos o no, reales o ficticios, individuales o colectivos) y se
desarrolla en un determinado lugar y tiempo. Es frecuente que la narración se interrumpa
por la presencia de descripciones, aunque es posible que una narración por sí sola llegue a
constituir un texto propiamente dicho.
La estructura básica de una unidad narrativa es la siguiente:
a) Situación inicial: se presenta a los personajes ¿quién o quiénes? y se los sitúa en un
lugar (¿dónde?) y en un tiempo (¿cuándo?) en el que se desenvolverán los hechos.
Personajes, espacio, y tiempo constituyen el marco que puede variar a medida que
transcurre el relato.
b) Conflicto o complicación es un hecho o varios que altera la situación inicial y que
desarrolla la complicación o problemática (también conocido como nudo). Responde a la
pregunta: ¿qué ocurre que cambia la situación?: ocurre un hecho (o varios) que produce
algún cambio en la situación inicial.
c) Resolución: es el final de la historia. Responde a la pregunta ¿Cómo se soluciona la
complicación? La resolución no siempre está explicitada, y a veces el narrador debe
inferirlas. En algunos casos es favorable y en otros, desfavorable.
d) Situación Final: es el desenlace de la historia donde se presentan los cambios que se
han producido respecto de la situación inicial. Por ello, toda narración es la historia de una
transformación.
e) Evaluación: en algunos relatos el narrador expresa opiniones o comentarios sobre lo que
está contando.
EL PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR
Las obras literarias que cuentan una historia imaginada por su autor y protagonizada por
unos personajes, pertenecen al género narrativo.
Las narraciones literarias se componen tanto en verso como en prosa y se caracterizan por
la presencia de un narrador. Recordar siempre que el narrador no es el autor, sino una
invención de éste.
Existen tres tipos de narradores:
Narrador protagonista: relata los hechos en primera persona (yo/nosotros)
"Al llegar al extremo de la escalera apoyé el recipiente en el techo del baño, pasó y
lentamente fui vertiendo el agua dentro del tanque.”
(Ricardo Mariño. “Huérfano”. En: Cuentos argentinos, Bs. As., Alfaguara, 1994).
Narrador omnisciente: relata los hechos en tercera persona (él /ellos) y está fuera del relato,
no es uno de los personajes. Sabe lo que piensan y sienten todos los personajes. Por
ejemplo:
“Ahora, cuando golpeaba la puerta por tercera vez, miraba por el ojo de la cerradura sin
alcanzar a ver, o paseaba enfurruñada por la azotea, Julia se daba cuenta de que debía
haber actuado días atrás, desde el mismo momento en que descubrió que su hermano le
ocultaba un secreto, antes de que la familia tomara cartas en el asunto…”
(Cristina Fernández Cubas. “El ángulo del horror”. En: Los mejores relatos fantásticos de
habla hispana, Madrid, Alfaguara, 1999).
Narrador testigo: relata los hechos en primera y tercera persona y es un personaje
secundario en el relato. Narra sólo lo que ve u oye. Por ejemplo:
“El muchacho no hizo comentarios. Dio otro golpe en la caja y un momento después el
trabajo estaba concluido. En el interior de su lúgubre tienda de armarios desocupados, el
señor Benjamín se puso el saco. Luego se puso un sombrero de paja tejida, atravesó la
calle protegiéndose de la llovizna con un paraguas y llamó a la ventana de la casa de
enfrente”
(Gabriel García Márquez. La mala hora Bs. As., Sudamericana, 1970).
Tipos de narraciones
Según sus características y las relaciones entre los hechos narrados y el mundo real, las
narraciones se clasifican en cuentos, novelas, leyendas, mitos, fábulas, parábola, etc.
...les recuerdo que ustedes estudiarán las características del cuento.
¿QUÉ ES UN CUENTO?
El cuento es una narración literaria escrita que se caracteriza por su brevedad. Esto permite
que el lector lo lea de una sola vez., a diferencia de la novela que por ser una narración
extensa requiere varias sesiones de lectura.
Al tratarse de un texto breve, el cuento tiene por lo general pocos personajes que
desarrollan ciertas acciones en un lapso limitado de tiempo. Se cuenta un único suceso que
resulta interesante y con el que se intenta causar cierto efecto en el lector.

EL CUENTO POLICIAL
Se denomina cuento policial, o cuento policíaco, a la narración que gira en torno a un delito
y a la búsqueda de sus responsables. En estos cuentos suele haber uno o más crímenes,
investigados por un personaje que aspira a esclarecer los hechos y a encontrar al culpable
para que se haga justicia.
En los cuentos policiales clásicos, un detective astuto y prudente es el encargado de
resolver el misterio de un crimen, el cual suele parecer imposible de resolver en un primer
momento. La investigación policial que lleva a cabo el protagonista se apoya en el
pensamiento racional, de manera que las incógnitas se van resolviendo una a una a medida
que las piezas encajan.
Por otro lado se encuentran los cuentos policiales negros, los cuales, a diferencia de los
clásicos, van más allá de la resolución del crimen y sus personajes son más complejos, sin
tanta distinción entre villanos y héroes. En cualquier caso, los elementos o rasgos
fundamentales de este tipo de historias son el crimen, el misterio y la persecución.
El cuento policial se divide en varias partes que son especialmente fáciles de reconocer y
distinguir en las historias clásicas. Todo comienza con el enigma que se plantea para ser
resuelto, que parte de un dilema y lleva al desarrollo de toda la trama. Allí comienza el
proceso de investigación, que narra los pasos y las decisiones que toma el detective para
intentar esclarecer el enigma antes mencionado.
A grandes rasgos, podemos decir que todo conduce a la resolución del enigma, la cual
puede tener lugar como resultado de dos tipos de investigación: una que se basa en la
observación y el análisis de los hechos y las evidencias, a partir de las cuales se obtienen
diversas conclusiones; una que se apoya en el planteo de varias hipótesis, a veces sin
necesidad de examinar el escenario del crimen.
Los personajes de un cuento policial se presentan de manera que unos complementan a los
otros, como si fueran elementos opuestos, que en este caso se pueden dividir en dos
grupos: los buenos y los malos. Entre las clases más comunes están los detectives, los
policías, los inspectores, los espías y los asesinos. Si bien existen historias con personajes
principales femeninos, es más normal que todos sean hombres, y que no presenten una
evolución de sus caracteres a lo largo de la historia.
Con respecto a la estructura del cuento policial, por lo general se trata de un relato que se
realiza en sentido contrario al de la narrativa tradicional: comienza presentando el enigma
(que surge del pasado) y lo resuelve al final (en el futuro), y el avance de la historia desvela
cada vez más elementos del pasado. Esto no significa que a la hora de escribirlo, el autor
vea los elementos en este mismo orden; cada persona concibe sus creaciones literarias de
manera diferente, y puede darse que le surjan en orden cronológico y luego las presente
invertidas, o bien que le vayan llegando los sucesos tal y como los plasma en el libro.
Entre los cuentos policiales más famosos aparecen aquellos protagonizados por Sherlock
Holmes, un detective creado por Arthur Conan Doyle. Holmes, con la ayuda del Dr. John
Watson, apela al razonamiento deductivo para la resolución de los enigmas. Uno de los
cuentos policiales más populares de Sherlock Holmes es “La liga de los pelirrojos”, en el
cual el detective descubre un engaño montado para el robo de un banco.

El Crimen casi perfecto

Roberto Arlt

La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El
mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora
Stevens se suicidó entre las siet e y las diez de la noche) dete nido en una comisaría por su
participación imprudente en una accidente de tránsito. El segundo he rmano, Esteban, se
encontraba en el pueblo de Lister desde las se is de la tarde de aquel día hasta las nueve
del
siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del
laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de
dosificación de mantecas en las cremas.

Lo más curioso del caso es que aquel día los tr es hermanos almorzaron con la suicida para
festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ni ngún momento dejó de traslucir su intención
funesta. Comieron todos alegrement e; luego, a las dos de la tarde, los hombres se
retiraron.

Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la anti gua doméstica que servía hacía
muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las
siete de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue
que
le enviara por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el
portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta
siguió
antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las
libretas donde llevaba anotadas las entradas y sa lidas de su contabilidad doméstica,
porque
las libretas se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día
subrayados;
luego se sirvió un vaso de agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente
medio
gramo de cianuro de potasio. A continuación se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al
sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó so bre la alfombra. El periódico fue hallado
entre
sus dedos tremendamente contraídos.

Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas
pacíficamente
en el interior del departamento pero, como se puede apreciar, este proceso de suicidio está
cargado de absurdos psicológic os. Ninguno de los funcionarios que intervinimos en la
investigación podíamos aceptar congruentemente que la señora Stevens se hubiese
suicidado.
Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky
no
contenía veneno. El agua que se agregó al wh isky también era pura. Podía presumirse que
el
veneno había sido depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado
por
la suicida había sido retirado de un anaquel do nde se hallaba una docena de vasos del
mismo
estilo; de manera que el presunto asesino no podía saber si la Stevens iba a utilizar éste o
aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de los vasos contenía veneno
adherido a sus paredes.

El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos
inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la
evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte
transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.

Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para
continuar
ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no cabían
dudas.
Únicamente en el vaso, donde la señora Stevens había bebido, se encont raba veneno. El
agua
y el whisky de las botellas eran completamente in ofensivos. Por otra parte, la declaración
del
portero era terminante; nadie habí a visitado a la señora Stevens después que él le alcanzó
el
periódico; de manera que si yo, después de algunas investigaciones superficiales, hubiera
cerrado el sumario informando de un suicidio comprobado, mis superiores no hubiesen
podido
objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar el sumario significaba confesarme fracasado.
La
señora Stevens había sido asesinada, y había un indicio que lo comprobaba: ¿dónde se
hallaba el envase que contenía el veneno ante s de que ella lo arrojara en su bebida?

Por más que nosotros revisáramos el departamen to, no nos fue posible descubrir la caja, el
sobre o el frasco que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraord inariamente
sugestivo.
Además había otro: los hermanos de la muerta eran tres bribones.

Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes que heredaron de sus
padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.

Juan trabajaba como ayudante de un procurador especializado en divorcios. Su conducta


resultó más de una vez sospechosa y lindante con la presunción de un chantaje. Esteban
era
corredor de seguros y había asegurado a su hermana en una gruesa suma a su favor; en
cuanto a Pablo, trabajaba de veterinario, pero estaba descalificado por la Justicia e
inhabilitado para ejercer su profesión, convicto de haber dopado caballos. Para no morirse
de
hambre ingresó en la industria lechera, se ocupaba de los análisis.

Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres
veces.
El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada,
gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una
cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los placeres de
la
mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que sin
aquel
“accidente” la viuda hubiera vivido cien años . Suponer que una mujer de ese carácter era
capaz de suicidarse, es desconocer la naturale za humana. Su muerte beneficiaba a cada
uno
de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.

La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores
groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un
procedimiento judicial.

El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en
que
ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con
cadenas
de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana, como creo
haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del laboratorio de
análisis,
a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde quedaba deteni da la sirvienta, con
una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había entrado en el departamento de la
viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno en el
vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía veri ficar la hipótesis.

Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la


masilla
solidificada no revelaba mudanza alguna.

Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una
enormidad) no policialmente, sino deportivamente. Yo estaba en presencia de un asesino
sagacísimo, posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso simple y
complicado, pero imposible de presumir en la nitidez de aquel vacío.

Absorbido en mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis conjeturas,
que yo, que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un whisky. ¿Cuánto
tiempo permaneció el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé; pero de pronto mis ojos
vieron el vaso de whisky, la garrafa de agua y un plato con trozos de hielo. Atónito quedé
mirando el conjunto aquel. De pronto una idea alumbró mi curiosidad, llamé al camarero, le
pagué la bebida que no había tomado, subí ap resuradamente a un automóvil y me dirigí a
la
casa de la sirvienta. Una hipótesis daba grandes saltos en mi ce rebro. Entré en la
habitación
donde estaba detenida, me senté frente a ella y le dije:

- Míreme bien y fíjese en lo que me va a contestar: la señora Stevens, ¿tomaba el whisky


con
hielo o sin hielo?
-Con hielo, señor.
-¿Dónde compraba el hielo?
- No lo compraba, señor. En casa había una hela dera pequeña que lo fabr icaba en
pancitos. –
Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.- Ahora que me acuerdo, la
heladera, hasta ayer, que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de
arreglarla en un momento.

Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida con el químico de


nuestra oficina de análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito
congelador de la heladera y varios pancitos de hielo. El químico inició la operación
destinada a
revelar la presencia del tóxico, y a los pocos minutos pudo manifestarnos: - El agua está
envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua envenenada.

Nos miramos jubilosamente. El misterio estaba desentrañado. Ahora era un juego


reconstruir
el crimen. El doctor Pablo, al reparar el fusible de la heladera (defecto que localizó el
técnico)
arrojó en el depósito congelador una cantidad de cianuro disuelto. Después, ignorante de lo
que aguardaba, la señora Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo
(lo cual explicaba que el plato con hielo disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al
desleírse en el alcohol, lo envenenó podero samente debido a su al ta concentración. Sin
imaginarse que la muerte la ag uardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a leer el
periódico, hasta que juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los
efectos
no se hicieron esperar.

No quedaba sino ir en busca del veterinario. Inútilmente lo aguardamos en su casa.


Ignoraban
dónde se encontraba. Del laboratorio donde trabajaba nos informaron que llegaría a las diez
de la noche.

A las once, yo, mi superior y el juez nos presen tamos en el laboratorio de la Erpa. El doctor
Pablo, en cuanto nos vio comparecer en grupo, levantó el brazo como si quisiera
anatemizar
nuestras investigaciones, abrió la boca y se desplomó inerte junto a la mesa de mármol.
Había muerto de un síncope. En su armario se encontraba un frasco de veneno. Fue el
asesino
más ingenioso que conocí.

Actividades. Leer el material de teoría y responder:

Dar 4 palabras fundamentales para definir al cuento policial. (4p)


¿Cuál es la diferencia entre cuento policial clásico y el policial negro? (10p)
En cuanto a la estructura del cuento policial, ¿Qué diferencia se ve con otros tipos de
cuentos? (5p)

Leer el cuento y responder: (18p)

Explicar el título en relación con los hechos narrados.


¿Quién es la víctima?
¿Por qué el detective no se conforma con la idea de un suicidio?
¿Quiénes son los sospechosos? ¿Qué coartada presenta cada uno?
¿Qué pistas conducen al detective a resolver el caso?
¿Quién es el asesino?
¿Cuál es el móvil del asesinato?
¿Qué tipo de narrador relata los hechos? ¿Quién es?
¿A cuál de los subgéneros del policial pertenece este cuento? Justificar.

Investigar y responder: (3p)

Dar al menos tres escritores de cuentos policiales y sus obras.

LOS CUENTOS FANTÁSTICOS


Los cuentos fantásticos presentan hechos "anormales", extraordinarios, pero que suceden
en un contexto aparentemente "normal". En estos cuentos, el mundo verosímil en que
parece transcurrir la historia es interrumpido y modificado por algo sobrenatural o extraño,
que no tiene explicación racional. Por eso, a diferencia de la literatura realista, en los
cuentos fantásticos los sucesos no se pueden explicar según la lógica del mundo en que
vivimos.
En la literatura fantástica, las certezas desaparecen y el lector se ve obligado a plantearse
preguntas cuyas respuestas oscilan entre lo posible y lo imposible.
Por ejemplo, si aquello que se ve por la noche son sombras o fantasmas, si el mundo se
detiene mientras uno duerme, si el personaje estaba loco o se trataba de que un demonio
habitaba su casa, si el personaje "verdadero" es el que se mira al espejo o el que "está" en
el espejo... La lógica racional y las explicaciones científicas del mundo tambalean; la duda
reina. En los cuentos fantásticos, lo racional y lo mágico conviven y se enfrentan; los límites
entre lo natural y lo sobrenatural, entre la fantasía y la realidad se esfuman.
Una de las características más interesantes de estos cuentos es que provocan que el lector
realice más de una interpretación del texto, porque las cosas, en el mundo fantástico, nunca
son de una sola manera.
ACTIVIDADES DE COMPROBACIÓN
2. Leer el siguiente cuento.

LA MUERTE
La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos, pero con la cara tan
pálida, que a pesar del mediodía parecía que en su tez se hubiese detenido un relámpago),
la automovilista vio en el camino a una muchacha que hacía señas para que parara. Paró.
—¿Me llevas? Hasta el pueblo no más —dijo la muchacha.
—Sube —dijo la automovilista. Y el auto arrancó a toda velocidad por el camino que
bordeaba la montaña.
— Muchas gracias — dijo la muchacha con un gracioso mohín— ,
pero ¿no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas?
Podrían hacerte daño. ¡Esto está tan desierto!
—No, no tengo miedo.
—¿Y si levantaras a alguien que te atraca?
—No tengo miedo.
—¿Y si te matan?
—No tengo miedo.
—¿No? Permíteme presentarme —dijo entonces la muchacha, que tenía los ojos grandes,
límpidos, imaginativos y enseguida, conteniendo la risa, fingió una voz cavernosa—. Soy la
Muerte, la M-u-e-r-t-e.
La automovilista sonrió misteriosamente. En la próxima curva el auto se desbarrancó. La
muchacha quedó muerta entre las piedras. La automovilista siguió a pie y al llegar a un
cactus desapareció.
Enrique Anderson Imbert
a) En el primer párrafo, hay un par de palabras sinónimas. Transcríbanlas.

b) Revise las preguntas que la muchacha le hace a la automovilista y expliquen qué parece
preocuparle de la situación.
c) ¿Qué responde la automovilista a esas preguntas? Describan su actitud.
d) ¿Por qué les parece que la automovilista no manifiesta estar preocupada?
e) ¿Cómo se caracteriza a la automovilista? ¿Cómo se describe el camino?
2) Justifique por qué “La muerte” es un cuento fantástico.
3) Expliquen qué clase de narrador relata la historia. ¿En qué persona gramatical cuenta los
hechos?
4) Revise en el cuento qué indicios aparecen para crear un clima extraño.
5) Escriba una anécdota breve que relate un episodio que tuvo lugar en una ruta, en un
camino durante un viaje o en otra situación.
6) Justifiquen por qué se trata de una anécdota. ¿Qué aspectos de su relato pueden
considerarse “curiosos” o “extraordinarios”?

LOS CUENTOS DE CIENCIA FICCIÓN

Los relatos de ciencia ficción son textos literarios narrativos protagonizados por seres
humanos, robots, alienígenas, entre otros, que presentan conflictos situados, en general, en
un futuro más o menos lejano en el que los avances científicos, hacen posible una realidad
hoy imposible.

Ficción, un término desarrollado por la literatura, es una "cosa fingida", es decir, una
invención; la ciencia, en cambio, hace su aporte desde la tecnología y los descubrimientos
más avanzados que los actuales.
En general, las acciones planteadas suceden en un futuro, en el que los personajes viven
diferentes tipos de experiencias: conocen seres de otros planetas; viajan en naves a través
del tiempo y del espacio.
Por su parte, hay una serie de temas que son característicos de este tipo de relatos:
- Los viajes en el tiempo y el espacio exterior.
- Los adelantos científicos y tecnológicos.
- La relación entre los seres humanos y los de otros planetas.

🖉 ACTIVIDADES DE COMPROBACIÓN
Lea el siguiente cuento y resuelva las consignas:
ROBOT-MASA
Somos unos pocos los que conservamos nuestro aspecto humano. Los que son de carne y
hueso. Todos los demás se plegaron a la moda, todos son de metal. Todos son
robots-humanos.
Desde que el Rectorado aprobó la robotización, hace ya trescientos años, todos se fueron
operando y adoptaron el cuerpo de metal. De humanos sólo conservan el cerebro y el
corazón, que ahora bombea un líquido neutro.
Es fácil, es una operación de rutina, no duele nada, me dicen los robots.
—Tenés que probarlo. Unite al mundo.
Desde que la robotización apareció, se modificó el mundo. Todo se rige por ella. Nadie
puede ser dirigente si no es un robot. Los líderes, los artistas... todos son robots.
Somos unos pocos los que no nos robotizamos. Nos miran raro, nos ridiculizan.
Hace tres días que no veo a Urla. La extraño. Es la primera vez que desaparece.
Cuando salgo a la calle, siento que se clavan en mí las miradas de las viejas robots. Viejas
conventilleras que no perdieron su “capacidad de chisme y odio”, a pesar de su operación.
No entiendo cómo se enamoran, si no se distinguen los hombres de las mujeres. Cómo
pueden obtener satisfacción de sus cuerpos de metal.
La presión de los medios, de la sociedad, del Rectorado del planeta, para que nos
roboticemos es terrible. No nos dejan en paz. Nos apedrean en la calle. Nos arrestan por
subversivos. Nos condenan por el solo hecho de no querer cambiar. Con Urla, mi novia,
juramos que no cambiaríamos, que seríamos humanos, de carne y hueso, hasta la muerte.
Hace tres meses que no veo a Urla, ya comienzo a olvidarla. La ciudad sigue igual. Todos
son robots. Hace mucho que no veo a un humano.
Tal vez sea el último de los de carne y hueso.
Tengo que vivir escondido, sólo salgo de noche. Recorro los bares humanos, donde
solíamos reunirnos los últimos y no encuentro a nadie.
Todos han desaparecido.
Alguien golpea la puerta de mi casa. Alguien entra. Viene hacia mí.
—Hola —me dice—. Soy yo, Urla. ¿Te acordás de mí?
No le contesto, la miro. No puedo creer que sea un robot. Ella se ha operado, es una
máquina más.
Hace horas que corro. Trato de alejarme de la ciudad, de esa horrible imagen de Urla. Ella
me traicionó. No la odio. No le guardo rencor. Pobre, la presión era muy fuerte. No la pudo
soportar. Me detengo y giro. Vuelvo a la ciudad.
Estoy acostado en la camilla. Dos robots me conducen al quirófano.
“¡¡¡Extra, extra!!!, el último de los humanos ya es robot” —pregonan los robots canillitas en
toda la ciudad.

Sebastián Szabó, en Veinte jóvenes cuentistas argentinos II,


Buenos Aires, Colihue (1989).

1) ¿Qué datos permiten decir que este cuento es de ciencia ficción? Transcriba frases o
palabras del texto que justifiquen su respuesta.

2) a) ¿Qué ocurre en el mundo presentado por el narrador? ¿Cómo se siente el narrador


protagonista frente a este mundo?
b) ¿Cómo viven los que piensan como el protagonista?
c) ¿Quién es Urla?
d) ¿Qué pacto mantienen Urla y el narrador?
e) ¿Qué ocurre finalmente con el personaje protagonista?
f) ¿Por qué piensa que cede?

3) ¿Por qué cree que el cuento se llama “Robot-Masa”

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