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De Viracocha a la Virgen de Copacabana

Representación de lo sagrado en el lago Titicaca

Verónica Salles-Reese

DOI: 10.4000/books.ifea.6034
Editor: Institut français d’études andines, Plural editores
Lugar de edición: La Paz
Año de edición: 2008
Publicación en OpenEdition Books: 4 junio 2015
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821845763

http://books.openedition.org

Edición impresa
ISBN: 9789995411442
Número de páginas: 185

Referencia electrónica
SALLES-REESE, Verónica. De Viracocha a la Virgen de Copacabana: Representación de lo sagrado en el
lago Titicaca. Nueva edición [en línea]. La Paz: Institut français d’études andines, 2008 (generado el 19
juillet 2019). Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/6034>. ISBN: 9782821845763.
DOI: 10.4000/books.ifea.6034.

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1

"Este libro responde a la clave de la cultura de América Latina: el mestizaje o fusión de diferentes discursos
culturales... Está muy bien escrito y es un placer el leerlo."
Mercedes López-Baralt, profesora de estudios hispánicos, Universidad de Puerto Rico.
Rodeadas por los picos de la cordillera de los Andes, las aguas intensamente azules del lago
Titicaca han sido proveedoras de vida a los pueblos que se asentaron a sus orillas. Desde tiempos
prehistóricos, los pueblos andinos han tenido al Titicaca como lugar sagrado, fuente de donde
todo se originó y el sitio donde lo divino manifiesta su presencia. Este estudio interdisciplinario
explora cómo los mitos de origen andinos, cósmicos y étnicos, centrados en el lago Titicaca, se
desarrollaron desde tiempos pre-incaicos hasta la entronización de la Virgen de Copacabana en
1583. Comienza con la descripción de los mitos de los pueblos Kolla y muestra cómo sus
conquistadores inca intentaron establecer su legitimidad reconciliando sus propios mitos de
origen cósmico y étnico con aquellos de los kolla. Demuestra a su vez cómo se desarrolló un
patrón similar en el momento de la conquista española.
Esta investigación explica por qué el lago Titicaca continúa ocupando una posición central en el
pensamiento andino a pesar de las muchas e importantes disrupciones culturales que han
caracterizado a la historia de la región. Este libro marca un hito en el campo de la literatura
colonial y es una obra de referencia importante para la historia religiosa e intelectual de la región
andina.

VERÓNICA SALLES-REESE
Verónica Salles-Reese, Ph.D. es catedrática de Literatura Colonial en la Universidad de
Georgetown, donde dirige el programa de postgrados de Literatura y Cultura Hispanas. Es
directora del Certificado en Estudios Latinoamericanos y ha fundado la Organización
Internacional Interdisciplinaria de Estudios Coloniales (CASO), institución que preside
desde el año 2003.
2

ÍNDICE

Agradecimientos

Introducción

Capítulo I. La dimensión sagrada del lago Titicaca


Lugares significativos
Espacio sagrado y espacio profano
Sacralización del espacio: hierofanías
Símbolos y construcciones del espacio sagrado
Permanencia de lo sagrado
La Virgen de Copacabana: de talla a hierofanía
Copacabana y los Agustinos

Capítulo II. El ciclo narrativo Kolla

Capítulo III. Ciclo narrativo inca


La expansión inca a tierras del Kollao
El lago Titicaca: ciclo narrativo inca
Relato de referencia: el sol y el origen de los incas
El lago Titicaca: lugar de origen de los incas y aparición de una nueva hierofanía
El salvajismo de los pueblos y la misión civilizadora de los incas
El lago Titicaca - Pacaritambo - el Cuzco
Los hermanos Ayar y el Inca Manco Capac
La agricultura, la industria y la guerra
Del mito a la historia: de dioses y héroes culturales
Del caos político al orden civil

Capítulo IV. Ciclo narrativo cristiano: un apóstol de Cristo y la Virgen de Copacabana

Conclusión

Apéndice I

Obras citadas

Índice temático
3

Agradecimientos

1 Este libro no podría haber salido sin la ayuda de mis estudiantes a quienes estoy
profundamente agradecida: A Isabel Estrada por ayudarme a revisar el manuscrito, a José
Lara por todas las horas puestas revisando las notas y a Missy Baralt por su entusiasmo y
colaboración en cotejar las citas. Sin el apoyo de mi colega y amigo Alfonso Morales-Font,
director del departamento de Español y Portugués de la Universidad de Georgetown, este
proyecto no se habría realizado. Mi gratitud a Marisabel Álvarez Plata por impulsar la
publicación de este libro en español. A Ximena Medinaceli por estar en constante diálogo
intelectual en éste y todos mis proyectos relacionados con el área andina. Agradezco
también a Teresa Mesa y al Museo Casa Moneda en Potosí por permitirme reproducir las
ilustraciones del libro. Al Instituto Francés de Estudios Andinos por patrocinar la
traducción del libro y a Plural Editores por la realización del mismo. A José Antonio
Quiroga le agradezco toda su colaboración y paciencia en hacer una realidad la
publicación de este libro.
4

Introducción

En los principios del mundo os veo, oh dioses de


los páramos y de las cordilleras.
Dioses que alimentaron el pavor y las vigilias de
mis antepasados, reinando desde la hosca montaña
si auroras, el ceño cruzando de centellas, la mano
sobre el trueno.
OSCAR CERRUTO
1 El lago Titicaca ha cumplido una función sagrada para todas las culturas que han florecido
en sus márgenes. En todos los tiempos, cada cultura se ha servido de múltiples modos de
representación para expresar la dimensión sacra del lago: su producción material, sus
constructos intelectuales y sus narrativas.
2 El propósito de este estudio es construir una historia de la representación discursiva de lo
sagrado en el área del lago Titicaca a partir de relatos que relacionan este espacio
geográfico con un orden divino o trascendente. También intentaré elucidar el contexto
cultural que informa estas representaciones discursivas e interpretar su relevancia a lo
largo del tiempo, desde las épocas prehispánicas hasta la entronización en 1583 de la
Virgen de Copacabana como último avatar de sacralidad en el Titicaca.
3 Las fuentes primarias para este estudio son diversas crónicas publicadas en los siglos XVI y
XVII que recogen relatos y testimonios de las épocas prehispánica y colonial. En particular
trataré sobre la Historia del Celebre Santuario de Nuestra Señora de Copacabana del fraile
agustino Alonso Ramos Gavilán (1621). Aunque estas crónicas han sido utilizadas y en
muchas ocasiones desacreditadas por diversos estudiosos como fuentes de datos
históricos, mi propósito es estudiar su dimensión discursiva y no solamente su validez
como referentes históricos. Propondré, entre otras cosas, que la Historia de Ramos
Gavilán, como tantas otras crónicas del período colonial, es un intento formidable por
comprender y reorganizar la experiencia religiosa del mundo andino anterior a la
conquista dentro de categorías aceptables al orden hegemónico que se iba estableciendo
en los Andes durante la Colonia. En este sentido, el texto de Ramos Gavilán, más que
cualquier otra crónica de la época, constituye una fuente de valor inapreciable para
quienes tratan de entender la historia intelectual y cultural de la región. Demostraré que
la originalidad del texto de Ramos Gavilán radica en una postura paradójica con respecto
al problema de la evangelización. Si bien este agustino afirma constantemente la
5

necesidad de extirpar las idolatrías, con lo cual parece suscribirse a la política oficial de
extirpación vigente desde mediados del siglo dieciséis, su texto delata un plan de
evangelización que se acerca a los preceptos pacíficos del padre Bartolomé de las Casas.
Este plan reconcilia el pasado andino con el advenimiento del cristianismo en la región.
4 Propongo que esta historia puede dividirse en tres ciclos narrativos: el ciclo kolla, el
incaico y el cristiano. Aunque estas narrativas pueden asociarse con tres épocas culturales
distintas y cronológicamente secuenciales -la era preincaica, la incaica y la cristiana-, a
menudo se fusionan anacrónicamente en un texto. Para la reconfiguración de cada uno de
estos ciclos narrativos, no sólo analizo y comparo los relatos escritos existentes, sino
también las tradiciones oral e iconográfica. Presto particular atención a la manera en que
cada ciclo narrativo se apropia y recontextualiza en material de otros ciclos narrativos,
creando así eslabones de continuidad en la representación de lo sagrado en el lago
Titicaca. La historia de la representación de lo sagrado en el Titicaca demuestra que el
discurso sacro de las diversas culturas que han habitado el área es un discurso de
apropiación y recontextualización que corresponde a cambios en las estructuras
culturalmente hegemónicas a lo largo del tiempo.
5 En el primer capítulo, donde discuto cómo y por qué el lago Titicaca debe considerarse
como un espacio sagrado, utilizo las categorías propuestas por estudiosos de la
fenomenología de la religión para examinar cómo los elementos constituyentes de los
espacios sagrados se manifiestan a través de la historia en el lago Titicaca. En el segundo
capítulo, enfocado en el ciclo narrativo kolla, a través de las categorías que antropólogos
e historiadores han distinguido como exclusivamente andinas, esbozo la historia de las
distintas culturas lacustres anteriores a la conquista inca del área (ca. 1400 d.C). Examino
diversas versiones del mito de creación andino recogidas por los cronistas, intentando
disociar de ellas elementos que parecen pertenecer al pensamiento occidental. En la
búsqueda de posibles explicaciones para las múltiples versiones, sigo la pista de los
puntos de coincidencia entre ellas en un esfuerzo por sacar a la luz los mitos aún no
contaminados que los indígenas buscaban comunicar a los españoles.
6 El tercer capítulo se abre con una descripción de las circunstancias históricas en que los
incas entraron en el área del Kollao. Analizo las versiones del mito de origen de los incas
que los vinculan con el lago Titicaca. El análisis de estos mitos me permite proponer dos
subciclos narrativos paralelos que se asocian con dos unidades sociales distintas: la etnia
inca y la panaca real. En este capítulo discuto la relación que existe entre este ciclo
narrativo y el ciclo narrativo kolla.
7 El cuarto capítulo delinea los sucesos históricos que conducen a la cristianización de la
región del lago Titicaca, con especial atención al contexto político-religioso dentro del
cual se plantea el problema de la evangelización y se polemiza la política oficial de
extirpación de idolatrías. En este momento aparecen dos subciclos de narrativa cristiana:
el primero relata una evangelización prehispánica que intenta enlazar el pasado andino
con los presentes intentos de cristianización del área. El segundo ciclo narrativo se centra
en los milagros de la Virgen de Copacabana. También examino el proyecto evangélico y
cultural de Fray Alonso Ramos Gavilán, el cual, al igual que el ciclo narrativo inca, intenta
enlazar el presente hegemónico con el pasado étnico histórico de la región para así dar
continuidad y coherencia a un mundo estremecido por conflictos y escisiones que la
conquista trajo consigo.
8 Mi investigación se ha beneficiado de metodologías recientes que han contribuido a una
más profunda comprensión de la cultura andina. He hecho específico uso de estudios
6

históricos, etnológicos, antropológicos y teológicos publicados en años recientes por


estudiosos como Mircea Eliade en su trabajo sobre mitos y religiones, Roger Caillois en sus
estudios sobre lo sagrado, Sabine MacCormack en su contribución sobre religión andina,
Thérése Bouysse Cassagne en su investigación sobre el lago Titicaca y el pensamiento
aymara y Teresa Gisbert en su trabajo sobre arte prehispánico y colonial en el Virreinato
de Perú.
7

Capítulo I. La dimensión sagrada del


lago Titicaca

Lugares significativos
1 Hay lugares en nuestro mundo que, por razones evidentes u obscuras, han sido
singularizados por los individuos que los habitan permanentemente o por aquellos que
simplemente los visitan. Individuos y culturas asignan significado especial a lugares
naturales o construcciones humanas por su belleza o fealdad, por su riqueza o por su
posición estratégica relativa. El que se los haya singularizado y asignado una función
especial dentro de una cultura puede depender de una variedad de factores; por ejemplo,
la confluencia de dos o más ríos por la fertilidad de los terrenos circundantes ha sido
siempre el sitio ideal para el asentamiento de poblaciones inicialmente agrícolas. No es
extraño entonces que ciudades modernas estén en el sitio que ocuparon antiguas
comarcas. La riqueza de ese suelo capaz de sustentar a sus habitantes hizo posible el
desarrollo y crecimiento de poblaciones. Si unos lugares han sido privilegiados por su
importancia económica, otros lo han sido por su importancia estratégica, militar o
política.
2 La importancia que se le asigne a un lugar puede ser pasajera, como en el caso de Potosí
durante el siglo XVII, cuya importancia disminuyó en la medida en que se agotó su
riqueza. La distinción de otros sitios puede durar siglos o milenios simplemente por su
ubicación geográfica y estratégica, como en el caso del Peñón de Gibraltar, un fuerte que
aún ocupa un lugar muy privilegiado en la imaginación política de Europa occidental. Son
espacios que pueden suscitar en los hombres que entran o viven allí, una variedad de
emociones y conductas que varían desde la simple contemplación hasta su explotación
activa, dependiendo de la función y valoración que se les haya asignado.
3 Además hay sitios que, aparte de la relevancia política o económica que pudieran tener,
tienen sobre todo una importancia religiosa para una cultura o para los miembros de una
fe. Percibidos como lugares sagrados, estos sitios están imbuidos imaginariamente con
una esencia numinosa. El lago Titicaca es uno de estos lugares.
8

4 Para un historiador la información pertinente puede llevar a la comprensión y la


evaluación de la importancia económica o política de un lugar. La económica puede ser
determinada por sus recursos naturales (por ejemplo, las regiones petrolíferas del
mundo) o su magnitud política puede ser sopesada por ser una sede gubernamental. Sin
embargo, determinar cómo y por qué un lugar es considerado sagrado requiere mucho
más que el acceso a información historiográfica.
5 Los estudiosos del fenómeno religioso coinciden en que los espacios sagrados se
distinguen de todos los otros lugares por la asociación directa que tiene con una o varias
divinidades1. Es donde se rinde culto a las divinidades que allí han manifestado su poder
sobrenatural. Es el lugar de contacto con ellas y donde los fieles regresan continuamente
para participar del poder divino. La definición de un espacio sagrado depende de los
modos de representación que constituyen y son practicados en una cultura. Esto no niega
que una persona pueda tener una experiencia individual de lo divino, es decir una
revelación, pero para que esta experiencia sea compartida o comprendida por otros tiene
que poder transmitirse; y el vehículo primordial de esa transmisión es el lenguaje. El que
una montaña sea considerada un dios por alguien sólo podemos saberlo porque ese
alguien así lo distingue en el lenguaje y nos lo comunica. Claro está que luego puede haber
otros modos de representación que transmitan el significado de una cosa, por ejemplo un
icono o un símbolo; pero aún en éstos lo que media es el lenguaje para su inteligibilidad.
En la tradición iconográfica occidental, por ejemplo, una imagen de una mujer puede
representar a la madre de dios sólo una vez que se establece la conexión lingüística entre
el significante iconográfico y su referente históricamente construido. Por lo tanto, sólo a
través del lenguaje –el medio indispensable de representación– pueden quienes no han
experimentado personalmente la revelación religiosa en un lugar sagrado, acceder a la
sacralidad de ese sitio.
6 Entre los modos de representación que encontramos en una cultura están las narraciones
asociadas al lugar sin las cuales el espacio sagrado no tendría una función cultural.
Independientemente de cómo se haya originado la sacralidad de un lugar, éste sólo
conserva dicha sacralidad a través de la conmemoración en las narrativas existentes. Más
aún, pienso que esos modos de representación son siempre reducibles a una narración;
aún un ritual o un símbolo arcano puede remitirnos a alguna narración, por más simple
que ésta sea. El hecho de que existan narraciones sobre el lago Titicaca hace posible
estudiarlo en su dimensión de lugar sagrado. Sin embargo, mi propósito aquí no es
establecer la sacralidad del lago Titicaca basada en las narrativas de lo supernatural que
lo envuelven, o definir la percepción de esencias inmanentemente divinas que motivan la
producción de esas narrativas, sino examinar la constitución de esas narrativas sagradas
y la forma en que representan al lago como sacro.

Espacio sagrado y espacio profano


[S]acred and profane are two modes of being in the world, two existential situations
assumed by man in the course of his history. (Eliade 1959, 14)
[Lo sagrado y lo profano son dos modos de existir en el mundo, dos situaciones
existenciales asumidas por el hombre en el curso de su historia.] 2
7 Toda definición o explicación de lo sagrado empieza por la oposición entre lo sagrado y lo
profano. Son dos modos existenciales que pueden ser aprehendidos únicamente en su
relación mutua y contradictoria. Para el hombre religioso y en las sociedades
9

tradicionales, hay dos mundos paralelos y complementarios: el mundo profano, vacío de


contenidos sobrenaturales, donde el hombre desarrolla sus actividades sin sentimientos
de dependencia de un ser absoluto, y el mundo sagrado, determinado por la experiencia
religiosa de sobrecogimiento ante una fuerza sobrenatural (Caillois 19-20), por aquello
que Rudolf Otto denomina lo “numinoso”, desligándolo de los contenidos morales
usualmente asociados con la idea de dios como absoluta perfección (6). Otto designa esa
fuerza como lo numinoso, término que acuña del latín numen que representa el qadosh
hebreo, y cuyo significado no lo transmite totalmente la palabra “sagrado” (6).
[The “Numinous” is] a category of value and of a definite “numinous” state of mind,
which is always found wherever the category is applied. This state is perfectly sui
generis and irreducible to any other; and therefore, like every absolutely primary
and elementary datum, while it admits of being discussed, it cannot be strictly
defined. (7)
[Lo Numinoso] es una categoría de valor y de un estado mental “numinoso” el cual
se encuentra siempre dondequiera que se aplique esta categoría. Este estado es
perfectamente sui generis e irreducible a ningún otro; por lo tanto, como cualquier
dato absolutamente primario y elemental, aunque se puede discutirlo no se lo
puede definir estrictamente.
8 La idea de lo numinoso, según Otto, implica tanto atributos no-racionales o supra-
racionales como racionales. Añade que estos últimos son los que más se subrayan al
hablar de los atributos de Dios, porque el lenguaje, al ser también un sistema racional,
tiende a poner énfasis en ellos (2). Evidentemente lo inefable, por definición, no puede ser
explicado mediante palabras. Lo que a mí me ocupa no es determinar si y cómo lo
numinoso se ha manifestado verdaderamente en determinados templos, imágenes o
lugares aledaños al Titicaca, sino que éstos son representados en las narrativas como
deidades o como imágenes con poderes sobrenaturales y por lo tanto, asociadas a esta
idea de lo numinoso.
9 En los estudios de Eliade (1959, 1963) se postulan dos modos de percibir el mundo, el
sagrado y el profano; ambos se pueden aplicar a toda la realidad y, por lo tanto, cualquier
objeto en ella puede ser enfocado desde una de las dos modalidades o desde ambas. Puesto
que los trabajos de Eliade tienen el propósito de investigar la esencia del fenómeno
religioso y la construcción de una historia de las religiones, su punto de partida es la
dicotomía entre lo sagrado y lo profano; no se detiene en consideraciones que pudieran
subyacer o ser anteriores a esa oposición, aunque en el prefacio de su libro Patterns in
Comparative Religion reconoce que no existe un fenómeno religioso puro, “porque la
religión es humana tiene que ser por esa misma razón algo social, algo lingüístico, algo
económico – no se puede pensar al hombre fuera del lenguaje y la sociedad.” [“because
religión is human it must for that very reason be something social, something linguistic,
something economic –you cannot think of man apart from language and society”] (xiii).
Como el propósito de este trabajo no es discutir la fenomenología del espacio sagrado en
el área del Titicaca, sino los modos de representación de ese espacio sagrado, es esencial
considerar el aspecto lingüístico de la dicotomía entre lo sagrado y lo profano.
10 Dos niveles o estadios de percepción están íntimamente ligados al lenguaje. Un primer
estadio, anterior y subyacente a un modo profano o sagrado de conceptualizar las cosas,
es un universo lingüístico en el que, en primera instancia, las cosas, al nombrarlas, se
deslindan una de otra o del contexto en que se presentan. En el primer estadio se puede
citar el clásico ejemplo de la gran cantidad de palabras referentes a la nieve usadas por los
esquimales o la no distinción entre los colores verde y azul en algunas lenguas africanas.
10

La oposición sagrado-profano sería entonces un segundo estadio suscitado por un


discurso en particular. Incuestionablemente ambos estadios están culturalmente
determinados.
11 Al poder nombrar diferentes partes de un espacio, el lenguaje impone demarcaciones que
lo segmentan. Nombrar es segmentar. Estas fronteras pueden marcarse en la naturaleza
de acuerdo a criterios relevantes a una determinada cultura, como lo es para nosotros una
costa que separa la tierra de las aguas; o bien pueden marcarse en objetos creados por el
hombre, como la diferenciación entre una calzada y una vereda. La totalidad del espacio
puede ser divida en partes que, aunque cada una de ellas tenga una función diferente,
pertenecen a la misma realidad cotidiana. En este sentido, Eliade y Van der Leeuw se
refieren a un espacio homogéneo en el universo de lo profano donde hay diferencias
funcionales o físicas, pero no cualitativas. En términos de lo profano, el lago Titicaca
puede ser descrito como una parte de la geografía de nuestro mundo.
12 El Titicaca se encuentra casi en el centro de la Cordillera de los Andes, entre los paralelos
15 a 17 de latitud sur y los meridianos 68 a 79. Está a una altura de 3.83 5 metros sobre el
nivel del mar. Es el lago más grande del continente con una extensión de 8.200 Km2. El
estrecho de Tiquina divide al lago en dos partes: el lago Mayor o Chucuito, y el lago Menor
o Wiñaymarka (ver Figura 1). Alrededor del lago hay varios pueblos de pescadores y
agricultores, en su mayoría aymaras3. Sin embargo, toda esta información superficial no
aporta nada sobre el significado trascendental que los habitantes del lago han atribuido a
éste a lo largo del tiempo.

Figura 1: Mapa del área


11

Sacralización del espacio: hierofanías


13 Cuando el hombre religioso tiene una experiencia trascendental del espacio, ésta sin
negar ni alterar las divisiones físicas o funcionales del territorio que lo rodea, lo divide en
partes que son cualitativamente diferentes y por ello la totalidad del espacio no es
homogénea (Eliade 1959, 24-25; Van der Leeuw 1938, 33). La manifestación de lo numinoso
demarca la sacralidad de un lugar; rompe la homogeneidad del espacio y revela un punto
central significativo (Eliade 1959, 36 y siguientes), una parte del espacio deja de ser parte
y se convierte en una “posición” que orienta la vida del hombre (Van der Leeuw 1938,
393-398).
14 Lo numinoso puede manifestarse a través de cualquier hierofanía (Eliade 1963), es decir
en cualquier objeto, puede ser en una piedra como la Kaaba del Islam, en un árbol como el
arbusto de Moisés, en una montaña como el monte Sinaí, en una imagen como el Cristo de
Burgos, o en una persona como Jesucristo mismo. Una hierofanía puede ser una teofanía,
es decir revelar la presencia de una divinidad; o también puede ser una kratofanía y
revelar sólo la presencia del poder divino. En ambos casos, toda hierofanía transforma el
lugar en el que aparece, sacralizándolo, convirtiéndolo en numinoso y reverencial (Eliade
1963, 367).
15 El Lago Titicaca es casi paradigmático en su cualidad de lugar sagrado. Casi todas las
instancias identificadas por los historiadores de la religión como hierofanías que
sacralizan un lugar parecen haberse manifestado en él o en el área que lo rodea, en algún
momento a lo largo del tiempo. En los mitos recogidos por los cronistas del siglo XVII, el
Titicaca aparece representado una y otra vez como el escenario de una teofanía. Bernabé
Cobo confirma este hecho y dice:
Unos... dicen que hubo un Hacedor del universo que crió el cielo y la tierra con las
diversas naciones de hombres que la habitan; que pasó esto en Tiaguanaco, ...y los
otros en la isla de Titicaca, que está en la gran laguna de Chucuito. (Cobo [1653]
1964, 150)
16 En esta narrativa, recogida por Cobo, es la presencia misma de la divinidad la que
sacraliza el lugar; lo señala como un punto fijo en el territorio y lo separa
cualitativamente de su contexto geográfico. Este espacio existe simultáneamente dentro
de un universo religioso y en el mundo físico. El lago Titicaca deja de ser homogéneo en
este universo religioso puesto que en su nuevo contexto teofánico adquiere una
importancia trascendental. Según Eliade, la homogeneidad del espacio puede tomarse
como equivalente a un caos primario en cuanto no hay diferenciación posible (Eliade
1959, 29). Este caos, que desde mi punto de vista es pre-lingüístico, provee el argumento
para el establecimiento de un punto central resulta ser un principio ordenador, el inicio o
la fundación del mundo; es decir, el lugar donde aparece el lenguaje. Pero esto no se
limita al universo religioso sino que puede aplicarse también al universo profano, y lo que
atribuyen Eliade o Van der Leeuw a un mundo sagrado es sólo una instancia reconocible a
través de un discurso específico. La manifestación de lo sagrado, por lo tanto, funda
ontológicamente el mundo (Eliade 1959, 39) en el universo religioso y una de sus
representaciones discursivas la hallamos en el mito cosmogónico recogido por Cobo, en el
cual es en el lago Titicaca donde “el mundo” tiene su origen.
17 En otros ejemplos de lugares sagrados la divinidad está ausente pero manifiesta su poder
y es esa kratofanía la que sacraliza el lugar. En algunos mitos del Titicaca encontramos
12

también la representación de una kratofanía. Un ejemplo perfecto es la relación del Inca


Garcilaso donde la divinidad misma no se hace presente en el lugar, pero tiene unos
emisarios que son los portadores de su poder.
Nuestro Padre el Sol, ...envió del cielo a la tierra un hijo y una hija de los suyos para
que los doctrinase en el conocimiento de Nuestro Padre el Sol, para que lo adorasen
y tuviesen por su Dios... Con esta orden y mandato puso Nuestro Padre el Sol estos
dos hijos suyos en la laguna Titicaca... (Garcilaso 37-38)
18 Este mito difiere del citado anteriormente no sólo por la presencia o ausencia de la
divinidad en el Titicaca sino en cuanto a que no se refiere a la creación de un mundo,
aunque se trata también de un acto inaugural: el establecimiento de un credo.
19 Aunque en la tradición andina hay muchos más ejemplos de la sacralidad del Titicaca, los
dos aducidos deben bastar como indicación de ésta. Tal vez esa sacralidad no sea evidente
para el viajero que simplemente pase por allí y que desconoce estos mitos, para quien
puede ser simplemente un sitio de impresionante belleza, por el intenso azul de sus aguas
que contrasta con la tierra árida del altiplano que atravesó para llegar a sus orillas; o tal
vez porque a su margen oriental se yerguen los picos más altos de esa región de los Andes.
Desde algunos ángulos, especialmente al cruzar el estrecho de Tiquina, el Illimani 4 parece
flotar sobre las aguas del Titicaca. Esta montaña, al igual que muchas otras, era uno de los
dioses tutelares de los antiguos habitantes de la región. Aun hoy en día, estos nevados
continúan siendo llamados Achachilas (abuelos) por los indios aymarás de la región y son
considerados los protectores de sus hogares (Bandelier 8).

Símbolos y construcciones del espacio sagrado


20 El hombre religioso, reconociendo la manifestación de lo sagrado, consagra simbólica o
ritualmente el lugar (Eliade 1959, Cap. 1). Este reconocimiento de la manifestación divina
puede entenderse como el resultado de una experiencia religiosa individual, por ejemplo
la revelación de Yahvé a Moisés en el Sinaí (Éxodo 19.3-7), o colectiva como en el caso del
maná enviado por la providencia a los israelitas en el desierto de Sin (Éxodo 16, 13-16). El
hecho de la manifestación divina en sí mismo podría suscitar una respuesta emocional
por parte de los sujetos de la revelación, pero para transmitirla se tiene que poder
representarla, y esta representación es un acto cultural. Las narraciones son un modo de
transmitir esa experiencia religiosa y pasan a ser parte de un patrimonio cultural. Otra
manera de representar ese reconocimiento es la construcción de templos dedicados a sus
dioses, donde se ponen usualmente ídolos e imágenes que encarnan al poder divino. El
Templo del Sol en Titicaca es un buen ejemplo de consagración a través de la edificación.
Volviendo a la laguna de Chucuito de que voy tratando, hay muchas islas, es entre
todas señalada la de Titicaca de donde la laguna tomó nombre y de quien hay
después mucho que decir, pues en ella estuvo aquel famoso adoratorio y Templo del
Sol, cuya memoria durará cuanto durare la que estos Naturales tienen de su
principio. (Ramos Gavilán 12)
21 El espacio sagrado hace parte de una especie de mapa mental dentro del pensamiento
religioso y, al igual que el mundo físico, admite divisiones y puntos salientes. De manera
que, aunque todo el mundo creado por la divinidad haya sido consagrado por el hecho de
provenir de ella, hay un punto central que se percibe como particularmente imbuido de
poder divino (Van der Leeuw 396-402).
13

22 Las narraciones citadas anteriormente claramente muestran a la Isla Titicaca como el


escenario de una hierofanía, y la marcan como un punto axial dentro de ese mundo
religioso. De ahí que Ramos Gavilán caracterice a la isla Titicaca como la “más señalada”
entre muchas otras. Si su importancia está representada en el discurso a través de los
mitos como el lugar inicial del mundo o de un credo, esta importancia se traduce en el
mundo físico en la construcción de un suntuoso templo cuya conexión con las narraciones
tiene su razón cultural. Una de las contribuciones más importantes de Ramos Gavilán es
que intuye que la importancia de ese espacio sagrado “durará cuanto durare la que estos
Naturales tienen de su principio”, (12) es decir mientras que la asociación de estos mitos
con el lugar continúen teniendo vigencia en la cultura. Consciente de que la destrucción
del templo o de los ídolos no será suficiente para erradicar las antiguas creencias de los
indios, Ramos Gavilán propone un programa de evangelización no violento que debe ser
puesto en práctica en etapas bien definidas5.
23 El Templo del Sol, en la isla Titicaca, de acuerdo a lo recogido por varios cronistas e
historiadores coloniales fue antes de la llegada de los españoles el lugar sagrado por
excelencia, el sanctum sanctorum,, el “centro del mundo” (Cobo [1653] 1964, 194). Que así
era considerado se infiere por un lugar al sureste del Titicaca llamado Taypikala, que
significa literalmente “centro del mundo” en la lengua aymará (Imbelloni 48). En este
umbilicus mundi, como en el centro de todo lugar sagrado, el poder es más eficaz, de allí
emana y desde allí irradia a todo lo demás, sacralizándolo. En tiempos prehispánicos, los
indios consideraban la Isla de Titicaca como el centro de la creación, donde un templo
conmemoraba su divinidad suprema; y ubicaron a los dioses menores, los guardianes
responsables de preservar la creación, en la periferia del lago. (Ver Figura 2)
Entre los ídolos que se hallaron en este asiento, el principal y más célebre entre los
Yunguyos, fue el ídolo Copacabana. ...Este ídolo Copacabana estaba en el mismo
pueblo, como vamos a Tiquina, era de piedra azul vistosa y no tenía mas de la figura
de un rostro humano, destroncado de pies y manos, que como a otra figura de
Dagon, la verdadera arca..., quiso tenerle humillado. Miraba aqueste Ídolo hacia el
Templo del Sol, como dando a entender que de allí le venía el bien. (Ramos Gavilán
101)
24 Ramos Gavilán asocia al ídolo Copacabana, parte hombre y parte pez, con el dios filistino
Dagon, dios de la agricultura y de la fertilidad. Este ídolo, como tantas otras deidades
similares de la mitología universal, está asociado con el agua y simboliza el poder
sustentador de la vida. Eliade escribe:
Son emblemas del agua los dragones, serpientes, moluscos, delfines, peces etc.;
ocultos en las profundidades del océano, están imbuidos por el poder del abismo;
acostados silenciosamente en los lagos o nadando por los ríos, traen la lluvia, la
humedad, y las inundaciones, de esta manera gobiernan la fertilidad del mundo.
[Dragons, snakes, shell-fish, dolphins, fish and so on are the emblems of water;
hidden in the depths of the ocean, they are infused with the sacred power of the
abyss; lying quietly in lakes or swimming across rivers, they bring rain, moisture,
and floods, thus governing the fertility of the world.] (1963, 207)
25 No lejos del lugar donde se encontraba el ídolo Copacabana, estaba el ídolo Copacati que
“era de piedra con una figura malísima y todo ensortijado de culebras” (Ramos Gavilán
103). Era también un dios de la fertilidad y le rendían culto especialmente en tiempo de
sequía. En la margen occidental del lago Mayor, a dos leguas del pueblo de Ilavi, estaba el
ídolo del mismo nombre, “en un cerro el más alto, que ay en toda esta comarca en un
repecho que mira hazia donde naze el Sol (Arriaga 87).” Sus atributos también están
14

conectados con la sustentación de la vida pues era un dios de las comidas (Ramos Gavilán
104).
[Era] una estatua de piedra labrada con dos figuras monstruosas, la una de varón,
que mirava al nacimiento del Sol, y la otra con otro rostro de muger a las espaldas,
que mirava al Poniente con figura de muger en la misma piedra. Las quales figuras
tienen unas culebras gruesas, que suben del pie a la cabeça a la mano derecha, y
izquierda, y assí mismo tienen otras figuras como de sapos. (Arriaga 88)
26 Aunque Ramos Gavilán le atribuye al Ídolo Ilavi una función específica, el
hermafroditismo del ídolo y las culebras que lo rodean pueden ser interpretados como
emblemas de la fertilidad. Por su conexión al ciclo de salida y puesta del sol, esta deidad
sacraliza la constante renovación de la vida. En el universo religioso, a nivel conceptual,
este ídolo y los otros con sus respectivos atributos marcan ciertas actividades de la vida
como sagradas. En el plano físico y concreto, la presencia de los ídolos señala la sacralidad
del territorio donde se encuentran.
27 Los lugares sagrados también poseen un valor cosmogónico (Eliade 1959, 45; 1963, 375). La
división entre lo profano y lo sagrado separa en términos espaciales y temporales lo
informe y caótico de lo estructurado y ordenado (Eliade 1959, 29-32). Por un lado hay un
cosmos que está en el universo de lo sagrado y, por el otro, caos y desorden dentro del
universo profano. Esta dicotomía puede interpretarse en el discurso simbolizada a través
de la oposición de luz y oscuridad. La información recogida por Bernabé Cobo sobre el
origen del templo del Sol en el Titicaca apunta a este aspecto de la sacralidad del espacio.
El adoratorio del sol que estaba en la isla de Titicaca, era una grande y firme peña,
cuya veneración y motivo ...es que los antiguos afirman que habiendo carecido de
luz celestial muchos de en esta provincia, y estando los moradores della admirados,
confusos y amedrentados de tan oscuras y largas tinieblas, los que habitaban la isla
sobredicha de Titicaca vieron salir al sol de aquella peña con extraordinario resplandor,
por lo cual creyeron ser aquel peñasco la casa y morada verdadera del sol ...y así lo
dedicaron y edificaron allí un templo suntuoso para en aquellos tiempos... (Cobo
190, 91-92; énfasis mío)
28 Si el Sol estaba en el centro de su universo religioso, también los otros cuerpos y
fenómenos celestes eran motivo de culto.
Así mirando aquestos Indios al Sol, Luna, estrellas, al mar, a la tierra, truenos y
relámpagos como a supremos señores los veneraban y adoraban con sacrificios.
(Ramos Cavilán 49)
29 La ubicación de los templos correspondía a la posición de los astros en el firmamento.
Durante el imperio incaico, tenían en el Templo de Titicaca ídolos de estas deidades y les
construyeron casas dedicadas a cada una de ellas, siendo la principal la del Sol, orientada
hacia el mediodía (Ramos Gavilán 48). Al poniente y frente a la Isla de Titicaca está la isla
de Coati, donde se hallaba el templo dedicado a la luna. A través de estas construcciones,
territorios enteros fueron consagrados, constituyendo simbólicamente un microcosmos
en la medida en que representaban el orden perfecto del cosmos.
30 La división entre el espacio sagrado y el espacio profano, con sus respectivos modos de
existencia, está frecuentemente señalada por un umbral que los separa y al mismo tiempo
los comunica. Al atravesar este umbral, el creyente ingresa en el recinto de la divinidad y
entra en contacto con ella (Eliade 1959, 25). En casi todas las religiones este contacto es
posible después de una previa purificación ritual (Eliade 1963, 188-189). El umbral que
separa el espacio sagrado del profano puede ser físico y concreto, como los portales
esculpidos de una iglesia gótica. En muchos otros templos y lugares consagrados este
15

umbral tiene sus guardianes (Eliade 1959, 25); por ejemplo, dentro de esta concepción no
es infrecuente ver a la entrada de una iglesia católica la imagen o los símbolos de San
Pedro, depositario de las llaves del cielo.
31 En su descripción del Templo de Titicaca Ramos Gavilán subraya los umbrales, espacios
terminales, y guardianes.
Antes de llegar a este adoratorio, se había de pasar por tres puertas, que distaban
las unas de las otras poco más de veinte pasos; la primera se llamaba Pumapunco,
que suena lo mismo que puerta del León porque había allí un León de piedra, que
decían guardaba la entrada, y en ésta antes de pasar, se hacía una expiación de
pecados, confesándolos al Sacerdote que allí residía.
La segunda puerta tenía por nombre Kentipunco, por estar matizada toda de
plumas de tominejos, a quien ellos llaman Kenti, aquí volvían de nuevo a confesarse
con otro Sacerdote que guardaba aquella puerta, este aconsejaba a los peregrinos
fuesen con devoción si querían ser favorecidos del Sol a quien iban a adorar. De la
tercera puerta era el nombre, Pillcopuncu, que fuera puerta de esperanza, estaba
adornada con plumas verdes de un pájaro muy estimado que se trae de los
Chunchos, llamado Pilleo, que hace muchos visos, en esta puerta que era la última,
el Sacerdote que custodiaba ella, persuadía con gran eficacia al peregrino, hiciese
muy riguroso examen de conciencia, porque no había de pasar teniéndola agrabada,
y sí hacía otra reconciliación con el Sacerdote para esto dedicado. (Ramos Gavilán,
48-49).
Los rituales citados por Ramos Gavilán son los últimos de una serie de
purificaciones por las que pasaban los peregrinos a medida que se iban acercando al
sanctum sanctorum. Mucho antes de ir a la isla Titicaca, los peregrinos pasaban
primero por el pueblo de Yunguyo, donde además de confesar sus culpas a un
penitenciario, hacían abstinencia preparándose para presentarse ante sus dioses en
el santuario (Ramos Gavilán 12).
32 De la discusión que sigue uno pude ver fácilmente cómo las historias inspiradas por el
lago Titicaca llaman la atención no sólo al carácter sagrado del lago en general, sino
también al del Templo del Sol en particular, mucho antes de la llegada de los españoles y
de las imposiciones culturales de la Conquista.

Permanencia de lo sagrado
33 Van der Leeuw afirma que
[la]conciencia del carácter sagrado de un lugar que ha sido elegido...permanece
siempre.
[The consciousness of the sacred character of the locality that has once been chosen
is...always retained.] (Van der Leeuw 393)
34 De hecho, la experiencia nos muestra que cuando un lugar ha sido consagrado, sea
ritualmente o por revelación divina, su carácter sagrado se mantiene a lo largo del
tiempo, aún cuando debido a conquistas bélicas o espirituales los habitantes del lugar
cambien de credo. Los pueblos dominadores impusieron nuevos cultos a los pueblos
dominados y establecieron sus centros de veneración en lugares anteriormente
seleccionados para esos fines, y como consecuencia de ello éstos mantuvieron su carácter
sagrado. Los ejemplos abundan en todo el mundo a lo largo de la historia: templos
paganos convertidos en basílicas, templos hindúes en mezquitas, mezquitas en iglesias
cristianas como la mezquita de Córdoba, iglesias en mezquitas.
35 Es un hecho que los habitantes de la región del Titicaca antes de la conquista española
consideraban el lago un lugar sagrado. Los esfuerzos de evangelización quizá suprimieron
16

el culto abierto a sus dioses ancestrales. Las campañas de cristianización de los indios y de
extirpación de idolatrías destruyeron sus templos, destrozaron a sus ídolos, eliminaron a
sus sacerdotes y prohibieron cualquier manifestación de sus antiguos cultos6. Hoy en día
el famoso adoratorio del Sol no es más que ruinas arqueológicas y ha sido sustituido por la
Basílica a Nuestra Señora de Copacabana7. Sin embargo, ambos dan testimonio de la
perdurable sacralidad del Titicaca.

La Virgen de Copacabana: de talla a hierofanía


36 En Chucuito, en la península de Copacabana, se encuentra hoy el Santuario de Nuestra
Señora de Copacabana7, patrona de Bolivia. Acuden a este santuario miles de peregrinos
devotos de la imagen de la Virgen de la Candelaria que allí se venera. Llegan durante todo
el año pero en especial en dos fechas: el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria y el 6 de
Agosto, día de la Independencia boliviana.
37 Los romeros vienen de toda la región andina boliviana; esto es evidente en los trajes
típicos y los grupos folklóricos que bailan durante la procesión que tiene lugar ese día.
Vienen también desde el Perú, especialmente de Arequipa. Tanto las cofradías bolivianas
como las peruanas se disputan el honor de llevar las andas de la imagen en la procesión.
Los romeros vienen de áreas rurales y urbanas; por ejemplo, durante los meses de
noviembre y diciembre llegan las romerías de los departamentos de Cochabamba, de
Oruro y de las poblaciones mineras. En estas manifestaciones de fervor religioso se ven
representados los distintos estratos económicos y sociales del mundo andino. Al pie de la
imagen de la “Mamita de Copacabana,” como la llama el pueblo boliviano, los une una
común devoción que se manifiesta de modos distintos. Por ejemplo, los romeros del valle
de Cochabamba y de los centros mineros siguen la procesión con cantos quechuas; en las
fiestas de agosto los campesinos del Altiplano entonan cantos aymaras acompañados de
sus flautas, quenas y tambores8, mientras que la población urbana y de ascendencia
europea expresa su devoción cantando en español.
38 Copacabana y el Lago Titicaca son indudablemente el centro espiritual y devocional de
esta región de los Andes para los católicos de hoy, devotos de la Virgen de Copacabana,
como en tiempos precolombinos lo fueron para aquellos que le rendían culto al Padre Sol,
a la diosa Luna, al Ídolo Copacabana o a cualquiera de las otras divinidades que allí
adoraban.
39 La Virgen de Copacabana, quien ha parcialmente sustituido al culto a las antiguas
deidades, puede ser vista como una nueva hierofanía en el espacio sagrado de la región
del lago Titicaca. Pero a diferencia del ídolo Copacabana –del cual tenemos pocos
detalles– la Virgen de Copacabana tiene una larga historia. Es posible trazar en el texto de
Fr. Alonso Ramos Gavilán no sólo su origen como objeto físico (escultura), sino la gradual
aprehensión de ese objeto como hierofanía y el proceso de inserción dentro de la cultura
del lugar.
40 La imagen que se venera en el Santuario de Copacabana es una talla de la Virgen de la
Candelaria hecha hacia 1582 por Francisco Tito Yupanqui, un indio del asiento de
Copacabana (Véase Figura 3). Esta talla que más adelante sería la famosa Virgen de
Copacabana no tuvo inmediata aceptación como objeto sagrado y su tallador tuvo que
luchar con varios inconvenientes antes de verla en un altar. En el segundo libro de su
Historia del célebre Santuario de Nuestra Señora de Copacabana, Ramos Gavilán recopila e
17

interpreta una serie de 132 milagros atribuidos a la Virgen de Copacabana. En esta parte
de su texto, el autor también cuenta el origen de la imagen y las circunstancias que
hicieron posible el entronizarla en la iglesia construida en el sitio donde la idolatría tenía
uno de sus principales bastiones, en “un lugar tan abominable por sus maldades y vicios
como era Copacabana” (Ramos Gavilán 110).

Figura 2: Estela de un Ídolo que puede asociarse con el de Copacabana.

41 Según narra Ramos Gavilán, alrededor de 1580 la región venía sufriendo una terrible
sequía y los moradores del lugar “determinaron pues poner sus suertes en las manos de
Dios, y en la de su madre sus peticiones” (115). Por este motivo las dos comunidades
rivales de los urinsaya y los anansaya9 decidieron elegir un santo patrón y fundar una
cofradía para que intercediera por ellos y los librase de la hambruna que los amenazaba.
Los urinsaya querían que San Sebastián fuese el patrono, y los anansaya insistían en la
Virgen de la Candelaria.10 Estando en estas disputas, don Alonso Viracocha Inca,
gobernador de los anansaya, hizo un viaje a Potosí donde encontró a su pariente don
Francisco Tito Yupanqui, quien había ya comenzado una talla de la Virgen.
42 Ramos Gavilán comenta que Francisco Tito Yupanqui “pretendía hacer [la imagen],
porque de más de la inclinación natural que le llevaba a aquel arte, tenía hecha cierta
promesa de dar a su pueblo una Imagen de la Virgen que fuese de su mano; aunque en la
demanda gastase, y padeciese mucho.” (116) Aunque Ramos Gavilán le atribuye a Tito
Yupanqui el deseo y la determinación de hacer una imagen con sus propias manos para su
pueblo, inmediatamente mueve el foco de atención al carácter piadoso del proyecto. El
agustino representa la promesa de Tito Yupanqui como expresión de genuina devoción
por la Virgen, y para confirmarlo añade que el propio tallador confesó que, para poder
llevarlo a cabo, oraba a la Virgen constantemente y hacía ayunos. La actitud positiva de
Ramos Gavilán hacia esta expresión de religiosidad cristiana en un indio se contrapone a
la de algunos de sus contemporáneos. Por ejemplo, José de Arriaga, S.J. en su libro La
18

Extirpación de la Idolatría en el Perú, publicado en Lima en 1621, el mismo año que la obra de
Ramos Gavilán, previene a las autoridades civiles y eclesiásticas sobre las manifestaciones
de religiosidad cristiana de los indios. Según él,
...a llegado a tanto esta disimulación; o atrevimiento de los Indios, que a acontecido
en la fiesta del Corpus, poner una Huaca pequeña en las mismas andas al pie de la
Custodia del Santísimo Sacramento, muy disimuladamente. Y un Cura me dixo que
avía hallado las Huacas en el hueco de las Peanas de los Santos del Altar, y otras
debaxo del Altar, que las avia puesto el Sacristán, y yó e visto detrás de la misma
Iglesia, (lomo también se averiguó Huarochirí por el doctor Francisco de Avila, que
para adorar un ídolo en figura de muger, llamado Chupixamor, y Mamayoc, hazían
fiesta a una imagen de nuestra Señora de la Asunción, y para adorar un ídolo varón
llamado Huayhuay, hazían fiesta a un Eccehomo. (Arriaga 76)
43 En el texto de Ramos Gavilán no se encuentra ni la más leve alusión a que la talla de Tito
Yupanqui pudiera ser una estratagema idolátrica y por lo tanto, digna de censura. Por el
contrario, pone énfasis en el aspecto loable y verdaderamente cristiano del proyecto de
Tito Yupanqui. Para mostrar el espíritu devoto que movió al escultor, transcribe una
relación hecha por el propio tallador, que según Ramos Gavilán recibió de los parientes de
Tito Yupanqui después de la muerte de éste.11
44 En la relación de Tito Yupanqui hay ciertos indicios de que los sacerdotes encargados de
la iglesia no veían sus primeras tallas con la misma benevolencia que Ramos Gavilán, pero
tampoco con la severidad de Arriaga. Según su relación, la talla que fue entronizada y
posteriormente conocida como la Virgen de Copacabana no fue su primera obra. El
tallador cuenta las vicisitudes por las que pasó hasta lograr hacer una imagen que pudiera
ser aceptada por las autoridades eclesiásticas. Antes de realizar la imagen que más tarde
sería tenida por milagrosa, Tito Yupanqui ya había puesto otra imagen suya en un altar de
la iglesia de su pueblo. Tito Yupanqui nos dice:
El primer vez que lo impesabamos, don Felipe de Lion mi hermano con mego, on
echora del Vergen di barro, di on vara di grande, in tiempo di on patre quelrrigo,
llamado Antonio di Almeda, que mi lo dexo poneldo in altar, in donde lo estava mas
que su año con medio, y despues lo vino otro patre llamado bachiller Montoro, que
lo vendo esto me hichora que no ista mejor di bueno, que me lo saque mala para
voz, y me lo sacaron in el sacristía... (Ramos Gavilán 124)
45 Evidentemente el clérigo Antonio de Almeda no tuvo inconveniente en que Tito Yupanqui
pusiera su imagen en el altar; y si bien el padre Montoro tuvo objeciones, no fueron éstas
por cuestiones doctrinales sino más bien por consideraciones estéticas. Más aun, la
relación del indio que Ramos Gavilán transcribe “para que se conozca su llaneza, bondad
y santa simplicidad”, nos muestra más su deseo y el proceso de hacerse escultor donde el
aspecto estético tiene tanta o mayor preponderancia que el piadoso.
46 Tito Yupanqui escribe que, descorazonado porque el padre Montoro había rechazado su
imagen, decidió encontrar a alguien que le enseñara a tallar. Para ello se hizo aprendiz de
un maestro llamado Diego de Ortiz. Fue durante su aprendizaje con este maestro que talló
la imagen que más tarde le traería reconocimiento y fama.
47 Aunque Ramos Gavilán atribuye la hechura de la imagen sólo a Tito Yupanqui, la relación
del tallador nos da la idea de que se trataba más bien de un proyecto comunitario; en el
que toda la comunidad local participó, especialmente en decidir las dimensiones de la
imagen, su vestido y el sitio donde se la pondría:
todos los Natorales a ver los hechoras del Vergen, para sacallo di alli pareciendo
buena y lo anduv[ieron] merandolo los Eclesias ono para ono, y dispues acirta[ron]
en la Eclesia dil Santo Domenco, y con hechora dista vergen dil propio sorte dil
19

ropage, e dil neño, e dilo grandura con so candela y di la mesma manera le traemos,
dispoes disto nos poncamos a hazer el molde di barro todos tres...
(Ramos Gavilán 125)

48 Es significativo que no fuera sólo un individuo el que quisiese poner en el altar una
imagen hecha por sus manos, sino que este sentimiento fuera compartido por otros
miembros de su comunidad, sobre todo si consideramos que entre los tres que Tito
Yupanqui menciona estaba don Alonso Viracocha Inca, gobernador de los Anansaya. Si la
relación que copia Ramos Gavilán y sus propios comentarios al respecto son fieles a lo
sucedido, se podría ver el origen colectivo de la imagen como un deseo, o quizá una
necesidad, por parte de los indios de dar su propia interpretación y aporte a la religión
recientemente impuesta. En otras palabras, de hacer suya de alguna manera esa religión
que en dogma, culto e imágenes les era ajena, pero que paradójicamente se la imponían.
Es evidente que estos indios ya habían sido cristianizados y que el deseo de dar a su
pueblo una imagen puede representar simplemente una muestra de su devoción. Sin
embargo, la insistencia en que esa imagen tenía que ser hecha por ellos mismos puede
también entenderse como una apropiación de la Virgen, a la cual le quieren dar su propia
expresión cultural. Esto resultaba ser un gran desafío ya que para que esa imagen fuera
aceptada por las autoridades eclesiásticas tenía que conformarse a ciertos patrones
estéticos europeos que no eran iguales a los suyos.
49 Lo que Tito Yupanqui y sus compañeros trataban de encontrar no es sólo una imagen de
la Candelaria que le pudiese servir de modelo, sino comprender el marco de referencia
estético del cual partían aquellos que habían criticado sus primeras tallas.
50 Tito Yupanqui cuenta que al terminar su obra la llevó a su maestro Diego de Ortiz para
que opinara sobre ella y que a éste le parecía que había aprendido muy bien el oficio; sin
embargo, no satisfecho con esa opinión dice que fue a mostrársela a unos pintores para
ver cómo la calificaban. Según el tallador, las opiniones diferían, puesto que le dijeron
20

que era mal hecha y otros lo dexeron que era bien hecho, esto [se] lo dexeron los
pentores, e me lo queseron engañar, porque estava el Imagen acabado, e
blanqueado que no lo faltava sino ponerlo con oro...
(Ramos Gavilán 125)
51 A pesar de lo oído de sus críticos, para Tito Yupanqui la imagen estaba acabada y bien
hecha. Hay, por lo visto, una discrepancia entre lo que estos pintores, practicantes de un
modo de representación europeo, consideraban estéticamente aceptable y la visión
artística indígena de Tito Yupanqui. Aún más tarde cuando el tallador ya había aprendido
las técnicas de tallar de maestros europeos y su imagen fue finalmente aceptada, ésta no
cabe totalmente dentro del marco de referencia estético occidental, sino en una situación
intermedia o de compromiso donde lo indígena y lo español están presentes. Como dice la
historiadora de arte Virreinal, Teresa Gisbert:
Aunque Yupanqui se inspiró en una imagen española, hay que advertir que existe
una gran distancia entre la Virgen de Santo Domingo que le sirvió de modelo y la de
Copacabana. Esta distancia se plasma en el arcaísmo de la imagen nativa y su
calidad de Icono, en ella se advierte que el artista lejos de expresar el humanismo
de su tiempo manifiesta una peculiar manera de arraigo indígena. La Virgen está
concebida con esa distancia con que debieron ver los indígenas las cosas divinas y
que proviene de los tiempos anteriores a la conquista. (Gisbert 1980, 100)
52 Más aún, cuando Tito Yupanqui decidió ir a pedir licencia al obispo para ser pintor y
escultor de imágenes, dice haber pintado una imagen en la tabla que llevó como muestra
de su arte. Obviamente, que si pensaba que al mostrarla obtendría la licencia que deseaba,
Tito Yupanqui tuvo que considerar la imagen estéticamente aceptable dentro de los
cánones europeos. Pero los juicios sobre esta obra fueron otra vez poco alentadores,
escribe Tito Yupanqui:
me lo dexeron que no estaba bien el Imagen, e que lo parece como hombre y lo esta
con sus barbas que lo parece barbas, e lo hecharon mocha falta que no es boena, e
me lo dexeron que no lo haga no lo haga, e dispoes di quanto lo avia visto el Imagen
la Señoria, lo rieron mocho todos e los dimas echando el falta al pentor, e lo
meravan quanto lo tenían con sus manos, e me lo tomava cada un Español, e lo reya
di merarlo, e lo dexeron que los Natorales no se poeden hazer el Imagenes del
Vergen, ne voltos y luego estove medio desmayado, e lo fue espantado amohenado
porque lo troxe el Imagen ante el Obespo para que lo riera... (Ramos Gavilán 125)
53 Los españoles, como lo muestra el pasaje, objetaban la imagen por razones estéticas,
pasando por alto cualquier mérito técnico que pudiese tener. La obra que Tito Yupanqui
suponía le conseguiría la licencia por sus cualidades estéticas y que, sin duda pensaba que
produciría admiración, más bien mueve a la risa a aquellos que la ven. Añade que al
negarle la licencia para que pintase imágenes le dicen que se dedicara a pintar “monas
con so mico”. En suma, las autoridades no consideraban el arte de Tito Yupanqui capaz de
tratar temas de arte serios, es decir españoles. El desconcierto de Tito Yupanqui es
completo, como lo evidencia su comentario de que quedó medio desmayado, espantado y
amohinado pues no era esa la reacción que se esperaba. Por otro lado, recordemos que los
cronistas europeos o de ascendencia europea, describen a los ídolos que encontraron
como “figuras malísimas y monstruosas” (Ramos Gavilán 15), figuras que seguramente los
naturales que las hicieron y aquellos que les rendían culto no las habrían calificado de esa
manera.
54 En la relación de Tito Yupanqui lo que prepondera es su continua preocupación por saber
si las imágenes que pinta o que talla entran dentro de ese marco de referencia estético de
los españoles que él no parece comprender muy bien. Aún aquellos pasajes en los que
21

Ramos Gavilán alude a la devoción del tallador están intrínsecamente conectados con el
deseo de Tito Yupanqui de aprender a hacer imágenes que sean aceptables a los ojos de
los españoles. Ramos Gavilán anota repetidas veces cómo Tito Yupanqui imploraba ayuda
divina, mandando a decir una misa “para que se saliesse bueno esta hechora”, o que se
“fue a la Ecclesia para pedir la meserecordea di nostro Siñior para acertar el pintadura de
la Emagen di nostra Señiora y lo dimas, pedendo en me oración licencia para alcanzar este
obra, e me lo disse mano para hazer voltos e para ser buen pentor” (Ramos Gavilán 125).
55 Según Ramos Gavilán una vez que encontró el modelo aceptable que iba a imitar empezó
su obra el 4 de junio de 1582. Mientras el tallador emprendía su obra, sus compañeros
iniciaban ante el Obispo las gestiones para fundar la cofradía para honrar a la Virgen,
tarea que tampoco les sería fácil. Un criado del obispo trató de disuadirlos diciendo que
“su señor, no daba tales licencias, ni la concedería sino con mucha dificultad y que no
llevasen adelante aquel propósito, sino tenían renta para la cofradía” (Ramos Gavilán
116). Fue entonces que Tito Yupanqui trató de obtener la licencia que el obispo le había
negado antes de que empezara su aprendizaje en La Paz. A pesar de este principio fallido,
la historia que cuenta Tito Yupanqui tiene un final feliz.
56 Tres meses más tarde la imagen estaba acabada y mereció la aprobación del obispo don
Alonso Granero, quien al mismo tiempo aprobó la cofradía y autorizó el reembolso del
costo del oro usado para dorar la imagen. Con este reconocimiento, el bulto de Tito
Yupanqui pasó a la categoría de obra de arte, pero todavía tuvo dificultades para verla en
un altar.
57 Ya que los anansayas habían conseguido la aprobación para la cofradía de la Virgen de la
Candelaria, los urinsayas no tuvieron más remedio que aceptarla. Sin embargo, la batalla
no había sido del todo ganada, según Ramos Gavilán, puesto que se negaban a que se
llevase la imagen tallada por Tito Yupanqui a Copacabana e insistían en mandar a buscar
una imagen de España o de Lima. Frustrado por esta situación, el gobernador de los
anansayas, Don Alfonso Viracocha llegó a una solución al conflicto que era totalmente
inaceptable: le sugería la venta de la imagen que había costado a Tito Yupanqui tanto
esfuerzo y labor piadosa.
58 Es en estas circunstancias, narra Ramos Gavilán que a Fr. Francisco Navarrete, en cuya
celda había dejado la imagen Tito Yupanqui, “le deslumhraban unos rayos, que salían de
la Santa Imagen” (Ramos Gavilán 120) y le atribuye al fraile el haber comentado al
tallador y a sus compañeros lo siguiente: “No se hijos qué es esto que veo en vuestra
Imagen, que me parece echa rayos de fuego” (Ramos Gavilán 120). Esta representación de
la imagen es el primer detalle en la transformación de simple talla en hierofanía.
59 Por cierto, las palabras de Francisco Navarrete son la representación en el lenguaje de ese
sentimiento de lo numinoso esencial a las nociones de lo sagrado. Su valoración como
señal divina, es decir como hierofanía, está determinada por el marco ideológico y
cultural que así la interpreta. La representación de la imagen hecha por el fraile es para
Ramos Gavilán una señal divina que interpreta según la doctrina católica. Para él resulta
ser el cumplimiento de lo que San Cirilo dice sobre la Virgen en su homilía contra
Nestorium:
Es la Virgen una lámpara que jamás muere, sino que en continuo ser comunica
encendidos rayos de luz; es corona de las Vírgenes por quien se alegra el cielo, se
gozan los Angeles, los demonios huyen, las gentes y los infieles se reducen a
penitencia. Pues los de Copacabana, antes que la Virgen descubriese milagros en su
pueblo, se estaban en su Gentilidad, porque como había sido cabeza de Idolatría
22

duraba todavía en ella. Mas a la voz desta Señora, y Santa Imagen : “Adpoenitentiam
reduccuntur”. Es ya su trato dellos el de la penitencia, y dolor de sus culpas, dando
del en continuas confesiones. (Ramos Gavilán 120)
60 Se puede cuestionar el origen de la imagen de la virgen de Copacabana, pero no la
ideología específica que informa su historia. Todos los detalles de la narración que Ramos
Gavilán construye sobre el origen de la imagen están basados en la tradición y en valores
netamente cristianos. La fe necesaria para la salvación en el esquema cristiano está
representada por la devoción de Tito Yupanqui en la cual Ramos Gavilán pone tanto
énfasis. El trabajo arduo que el hombre tiene que padecer por sus pecados lo encontramos
en todas las dificultades que el tallador encuentra a su paso antes de poder realizar su
imagen milagrosa. Aún las humillaciones que por amor a Cristo debe sufrir el creyente
están presentes en la narración de Tito Yupanqui cuando cuenta cómo todos se burlan de
su imagen.
61 La imagen misma, rodeada por rayos de luz, se ajusta a la iconografía tradicional de la
Virgen en el catolicismo occidental.
62 Desde la edad media temprana la Virgen fue identificada con la mujer descrita en el
Apocalipsis de San Juan:
Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna
debajo de sus pies y sobre la cabeza una corona de doce estrellas, (12:1)
63 Como resultado de la visión apocalíptica de Juan, de la Virgen coronada de estrellas,
María se representó iconográficamente con rayos de luz irradiando de su cuerpo (Warner
93). La descripción que el franciscano hace de la imagen, y que Ramos Gavilán cita en su
texto, entra dentro de esa larga tradición cristiana iconográfica y exegética, lo cual
permite incluir a la imagen como una nueva hierofanía cristiana. Pero hay más. No puede
desestimarse en este contexto culturalmente híbrido una hierofanía de la mitología
antigua andina que Ramos Gavilán describe al principio de su Historia sin detectar su
notable parecido a la representación cristiana de la Virgen.
64 Al contar el mito de origen de los incas dice que un cacique del Cuzco tuvo en su vejez un
hijo que le salió “rubio y blanco”, y que conjuntamente con un hechicero decidieron
armar un plan para que cuando el niño creciese llegara a ser un señor poderoso. Ramos
Gavilán describe al niño y futuro Inca en el siguiente pasaje:
Llegado el tiempo, congregada la gente... y venido el día al punto que el Sol rayaba
el collado y echa la seña apareció sobre todos en pie el dispuesto mozo así vestido y
tocado en que el Sol daba de lleno resplandeció de modo que se arrebató los ojos de
todos con admiración extraña, y después que los hizo atentos con su vista los
admiró más con su habla, porque en voz alta la que bastó para ser oído sin
descomponerla les dijo sereno y grave estas palabras: sabed que yo soy el que por
vuestro Dios adoráis, sin engañaros en esto he querido mostrarme a vosotros
bajando del cielo por hallarme obligado de vuestros sacrificios y doliéndome
vuestra ignorancia en gobernaros por tantas cabezas, yo soy solo en el Cielo y así
quiero que en la tierra haya y no sólo a todos gobierne, siendo respetado como Dios.
(Ramos Gavilán 15)
65 Es difícil no notar la representación del origen de la dinastía Inca como kratofanía v
cuánto tiene en común con la de la nueva hierofanía en la imagen de la Virgen de
Copacabana tallada por Tito Yupanqui. En ambos casos tenemos una transformación de
un objeto perteneciente al universo de lo pagano en un objeto sagrado: de simple ser
humano a enviado divino en un caso, y en el otro de escultura a imagen milagrosa. La
admiración que producen ambos es igual en los dos casos, como lo es la finalidad de
23

mostrar una nueva forma de vida. La similitud de estos dos sucesos, los cuales en
términos de los fenomenólogos de la religión corresponderían a revelaciones, es evidente.
A fin de hacer explícita la diferencia entre ambas, Ramos Gavilán –como vocero de la
ortodoxia cristiana– atribuye al demonio la maquinación de lo que los incas tuvieron por
hierofanía y a Dios la manifestación divina en la imagen de la Virgen de Copacabana.
Dentro de esta construcción de Ramos Gavilán, la hierofanía inca no puede sino ser falsa y
la cristiana, “verdadera” hierofanía de la Virgen sustituye y corrige a la anterior.
66 La política oficial, como parte de un programa para suplantar las creencias idólatras de
los indios con la fe cristiana, dictaba el establecimiento de iglesias católicas en los lugares
que habían sido anteriormente considerados sagrados por los incas. El Primer Concilio
Limense de 1552 declara lo siguiente:
Constitución 3a – Que las guacas sean derribadas, y en el mismo lugar, si fuere
decente, se hagan iglesias.
Item porque no solamente se a de procurar hacer casas e iglesias donde nuestro
Señor sea honrado, pero deshacer las que están hechas en honra y culto del
demonio, pues allende de ser contra ley natural, es gran perjuicio e incentivo para
volverse los ya cristianos a los ritos antiguos, por estar juntos los cristianos con
padres y hermanos infieles, y a los mismos infieles es grande estorbo para tornarse
cristianos: (f 27) Por tanto, S.S. ap. mandamos que todos los ídolos y adoratorios que
hobiere en pueblos donde hay indios cristianos sean quemados y derrocados; y si
fuere lugar decente para ello se edifique allí iglesia...
(Concilios Limenses 8)
67 El objetivo de los misioneros no era sólo apropiarse de los lugares sagrados sino también
de imponer a los infieles al Dios cristiano y a toda la jerarquía celestial en la cual la
imagen de la Virgen jugaba un papel prominente. Los misioneros creían que un cambio
“físico”, corporizado por la colocación de las deidades cristianas en los sitios antes
ocupados por las deidades indias, ayudaría a realizar una conversión “espiritual”. Si las
conversiones ocurrieron, y en gran número, la coincidencia en los dos modos de
representación de la divinidad a través de los haces de luz y la irradiación, que en ambas
culturas eran consideradas señales de poder sobrenatural, pavimentaron el camino hacia
el sincretismo. De hecho, en varias iconografías de la Virgen, especialmente del siglo XVII,
la Pachamama, diosa andina de la tierra, y la Virgen comparten el mismo espacio artístico
en una manera sincrética. (Véase Figura 4). Teresa Gisbert señala que
[v]arios estudios antropológicos hacen hincapié en esta identificación, escasa en
representaciones plásticas que la materialicen; sólo en tiempos virreinales fue
representada la Virgen María como Madre Tierra en forma explícita. El ejemplo más
importante es el cuadro existente en el Museo de la Moneda (Potosí) donde Maria y
el Cerro de Potosí son un todo. En el lienzo se muestra la montaña con rostro
femenino y un par de manos con las palmas abiertas. Es la imagen de María inserta
en el Cerro y coronada por la Trinidad. (Gisbert 1980, 17)
68 Según Teresa Gisbert, “la identificación de María con un monte... es simultánea a su
identificación con la Madre Tierra” (Gisbert 1980, 29). La lógica que Gisbert sigue es que la
Virgen sustituye a los dioses tutelares representados por las montañas, y como éstas
están hechas de tierra, es con esa tierra que se identifica a la Virgen. (Gisbert 1980, 21)
Añade además que ya que en Copacabana el culto a la Pachamama estaba bien establecido,
como el propio Ramos Gavilán dice, esta identificación fue fácil. Es posible que en algún
momento haya existido una tendencia hacia un sincretismo de este tipo; sin embargo, lo
que ocurrió en Copacabana, como veremos, se trata de un fenómeno mucho más
complejo.
24

69 Pues si se entiende por sincretismo la reconciliación y unión de diferentes doctrinas, no


creo que fuera lo que ocurrió en el caso de la Virgen de Copacabana ni la intención de
Ramos Gavilán. Teresa Gisbert dice que “los agustinos, para desterrar el culto gentílico
que allí se practicaba” entronizaron tanto a la Virgen de Copacabana como a la de
Pucarani y que
Si en un principio María es síntesis que engloba el culto de muchos sitios y dioses
prehispanos, una vez entronizada recomienza el proceso de disociación, pues es ya
Copacabana, Pucarani, Reina, Purificada, Candelaria y Virgen de la Gracia. (Gisbert
1980, 22)
70 Aunque se puede afirmar que los agustinos trataron de suprimir los cultos idolátricos
sustituyendo a los antiguos dioses por las divinidades cristianas. Sin embargo, creo que es
difícil hablar de un proceso de disociación o de una previa asociación sin explicar si esto
era posible, o no lo era, tanto desde el punto de vista de la religión indígena como del
cristianismo. Una sustitución implica reemplazo de una cosa por otra, y
consiguientemente la ausencia de lo que fue sustituido.
71 La Virgen de Copacabana, o cualquiera de las otras advocaciones entronizadas en el área,
no eliminaron el culto a la Pachamama. La prueba de ello es el hecho que aún hoy en día,
conjuntamente con los ritos cristianos se celebran ritos a la Pachamama en el altiplano
boliviano. La challa es un ritual que se celebra periódicamente en honor a la Pachamama,
en gratitud por lo que se ha recibido o para pedirle mercedes (Paredes 127). También
ocurre algo similar en el Perú; José María Arguedas escribe al respecto que:

Figura 4: Representación sincrética de la Virgen.

[e]n el departamento de Cuzco, como en casi todos los de la sierra del Perú, los
indios todavía siembran y cosechan entre fiestas y ceremonias. Los ritos antiguos
principales no han desaparecido, ni aun en regiones donde el ferrocarril ha
transformado los pueblos y ha multiplicado el comercio. (Arguedas 85)
25

72 La continuación de estos cultos separados e independientes es evidencia de que tampoco


pudo darse un sincretismo de ambas deidades que pudiera sostenerse a lo largo del
tiempo.
73 Es necesario considerar a estas divinidades como partes de un sistema más amplio de
creencias que nos permita ver si esa síntesis hubiera sido aún teóricamente posible. Una
de las diferencias esenciales entre las religiones andinas y el cristianismo es que éste no
tiene espacio para ninguna otra deidad. Acosta señala:
El] oficio del predicador cristiano es enseñar la fe e instruir en las costumbres. Es
necesario comenzar por la fe sin la cual es imposible agradar a Dios, de la cual es
autor y consumador Jesucristo. El primer y principal cuidado del ministro
evangélico ha de ser, pues, anunciar a Cristo a las gentes, no habiendo otro nombre
que haya sido dado a los hombres para conseguir la salvación. Y nadie puede poner
otro fundamento, ni hay otra puerta y otro camino para la vida eterna... (Acosta
[1590] 1952, 422)
74 Acosta, al igual que otros teólogos del siglo XVI, tenía muchos argumentos contra la
idolatría, uno de los cuales es el siguiente:
[L]os ídolos de los gentiles son de madera, piedra o metal, a los que dió forma el arte
por industria de hombres y favorecida por la codicia de los sacerdotes o el imperio
de los reyes. Y los hombres no pueden hacer a los dioses, siendo ellos de mejor
especie que las cosas que fabrican. Si la idolatría es sobre cosas celestes o cuerpos
de la naturaleza, se puede fácilmente demostrar por la sustancia de que constan y
los movimientos a que están sujetos que son muy ajenos a la naturaleza de Dios.
(Acosta [1590] 1952, 466)
75 Desde este punto de vista cualquier deidad no cristiana quedaba fuera del panteón
cristiano y era considerada como manifestación demoníaca. Por lo tanto la Pachamama o
cualquier otra representación religiosa indígena no tendría que ser asimilada sino
eliminada, o si se quiere sustituida. El credo andino, a diferencia del dogma cristiano, sí
permitía la adopción de nuevas deidades.
Sabemos que los Inkas iban encontrando nuevos y numerosos dioses en cada pueblo
recién ocupado. Pero empleaban con ellos un comportamiento peculiar, en nada
parecido al que se observa en la historia del Viejo Mundo. No arrasaban los
adoratorios, ni destruían las efigies de las deidades lugareñas, ni prohibían los ritos
ni imponían a la fuerza las creencias del Cuzco. No echaban mano de la hoguera ni
de ningún género de tormento para que se obligase a la gente a creer en el Sol o en
Tijsi Wiraqocha. Al contrario, con la sola condición, de reconocimiento a la
divinidad del Sol, otorgaban una entera libertad de cultos. ...Aún mas. El dios
principal era llevado al Cuzco, donde, en unión de otros iguales, era colocado y
honrado en un templo construido con ese objeto. (Lara 46-47)
76 En este universo religioso andino, con su tendencia natural a adoptar nuevas deidades, la
sustitución o el sincretismo hubieran sido innecesarios. La adopción de las deidades
cristianas habría sido un impulso automático, culturalmente innato. El programa de
cristianización al que los indios fueron sometidos proscribía, aunque no erradicaba, esa
práctica religiosa. La flexibilidad del sistema religioso andino permitió que en la práctica
religiosa de los indios los sistemas pudieran co-existir. Como observa Pedro Borges en sus
Métodos misionales de la cristianización de América, Siglo XVI(1960):12
[Había] una coexistencia de dos religiones yuxtapuestas, por medio de las cuales los
indios intentaban compaginar el cristianismo con el paganismo, practicando en
ocasiones el uno sin dificultad para practicar en otras ocasiones el otro. Los indios
quisieron cumplir al mismo tiempo con dos religiones opuestas: ser cristianos pero
sin dejar por ello de ser paganos. (Borges 521-522)
26

77 Las premisas básicas del cristianismo inhibían la posibilidad del sincretismo religioso.
Pero debido a la represión española, los indios posiblemente encontraron en una suerte
de sincretismo la única forma de preservar ciertos aspectos de sus antiguas creencias y
divinidades. Quizá ése sea el significado de esas pocas muestras iconográficas que pueden
calificarse de sincréticas. Sin embargo, algunas de las características de cada una de esas
divinidades eran tan opuestas que uniéndolas se entraba en contradicciones internas tan
profundas e insostenibles que acababan por separarlas, lo cual daría cuenta de ese
proceso que Gisbert llama de disociación. Yo postulo que esas dos prácticas –sincretismo y
disociación- no describen con exactitud el proceso de mestizaje o hibridización, sea en el
terreno de lo religioso en particular o de la cultura en general.
78 En la mente de algunos evangelizadores, entre ellos Ramos Gavilán y Arriaga, la
Pachamama y su culto estaban asociados con la agricultura y con la fertilidad; además
tenían que ver con la mujer andina, y ésta a su vez era percibida como esencialmente
lasciva. Esta asociación de la mujer andina y la lascivia es la misma que la de Eva en el
marco cristiano tradicional. En lo que sigue, discutiremos algunas representaciones de la
Pachamama, las mujeres andinas y los ritos de fertilidad en textos coloniales claves.
79 En el capítulo II de Extirpación de Idolatrías del Perú (1621) de José de Arriaga titulado “Que
cosas adoran oy en dia los Indios, y en que consiste su idolatría”, el jesuita observa lo
siguiente:
A Mamapacha, que es la tierra también reverencian especialmente las mugeres, al
tiempo que an de sembrar, y hablan con ella diziendo que les dé buena cosecha, y
derraman para esto chicha, y mayz molido, o por su mano, o por medio de los
hechiceros.
(Arriaga 1621, 20)13
80 Otro rito, mencionado por Ramos Gavilán, era el juego del Panuco, que durante el mes de
febrero los Incas del Cuzco como los de Copacabana celebraban. Hacían unas bolas de
esparto muy grandes que las hacían rodar fuera del pueblo para echar de sus recintos a
las enfermedades. Por cierto, dice el agustino, era una fiesta de mucho regocijo en la cual
también se bañaban entonces para limpiarse de todas las enfermedades, pues “aquellas
aguas dejaban salvoconducto, contra todas las enfermedades, quedando libres y limpios
de ellas” (Ramos Gavilán 71). Pero añade que la fiesta seguía durante la noche y entonces
“eran grandes las ofensas que contra Dios se cometían, porque la misma noche, les daba
licencia para las maldades que en juegos nocturnos suelen suceder” (Ramos Gavilán 71).
81 Para Ramos Gavilán el peor pecado de los indios era la concupiscencia. Era obra del
demonio en complicidad con la mujer desde la caída en el Paraíso. El sistema de
asociaciones que opera es el siguiente: la idolatría era obra del demonio que engañaba a
los indios, la mujer por una lascivia intrínseca que Ramos Gavilán le atribuye, era
cómplice del demonio y por lo tanto cooperadora en la idolatría. De esta manera el
complejo de asociaciones queda establecido: la lascivia es una característica de la mujer
que lleva a la idolatría; y en cada uno de estos elementos de la cadena de asociación está
presente el demonio. Por ello, Ramos Gavilán y otros como él tienen que considerar todos
los rituales en los que entra la mujer como asociados con la concupiscencia.
82 Bernabé Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo (1653), discute el percibido papel de la mujer
en la propagación de la concupiscencia:
Nunca conocieron el resplandor y hermosura de la castidad, para hacer estima
della; antes les era muy ofensiva la virginidad en sus mujeres, porque decían que las
que estaban doncellas no habían sido de nadie queridas; si bien pienso eran raras
27

las que conservaban su integridad hasta tomar estado, lo uno por criarse desde
niñas con toda libertad, sin que los padres cuidasen de su recogimiento, recato y
honestidad, ni les prohibiesen el salir de casa cada y cuando querían e irse solas
adonde se les antojaba, ...y lo otro porque por librarse de la infamia en que las
castas solían incurrir sólo porque lo eran, ellas mismas fácilmente se dejaban
desflorar. Tan lejos estaba de tenerse por delito ni aun para reprehenderse ningún
exceso que en esto hubiese. (Cobo [1653] 1965, 22)
83 La actitud de Ramos Gavilán es similar a la de Cobo, aunque en el caso del agustino es tal
vez parte de una misoginia más generalizada. Comentando sobre una indiscreción de una
de las concubinas de Topa Inca que no supo guardar un secreto que el Inca le había
confiado, Ramos Gavilán dice:
No puedo aunque sea de paso, y a costa de alguna digresión, dejar de decir, como
muchas y aún las más veces son las mujeres la causa de las mayores ruinas, porque
no solo pretendo mover los corazones de los que este libro leyeren, a la devoción de
Copacabana, sino también advertirles de lo que convenga a la honra de Dios y
provecho del alma.
(Ramos Gavilán 20)
84 Mientras los indios denigraban la virginidad, los cristianos exaltaban la abstinencia y el
estado de pureza sexual, reverenciando la virginidad en la figura de María. Ramos
Gavilán, como otros misioneros, expresaron admiración y respeto por todas las mujeres,
incluidas las indias, que eran virtuosas, puras, castas y modestas, virtudes personificadas
en la Madre de Cristo, quien era el modelo ideal de perfección femenina. Un caso típico
encontramos en su capítulo dedicado a las Vírgenes consagradas al Sol; dice que hacia el
año de 1611 en el pueblo de Viacha vivía una vieja de 120 años a quien ningún hombre se
había atrevido a acercársele porque en su juventud había sido una de las Vírgenes del Sol.
Un doctrinero que quería confesarla antes de morir se enteró por ella misma que nunca
había sido bautizada. Al saberlo el doctrinero la bautizó. Ramos Gavilán interpreta este
suceso, diciendo que
[Dios] quiso honrar a esta pobre India, por la limpieza que conservó en vida,
guardando perpetua virginidad, que hasta en los gentiles la respeta Dios, que
mandó a Josué pasase a cuchillo todos los culpados y a vueltas todo el pueblo,
solamente le exceptuó las vírgenes.” (Ramos Gavilán 65)
85 Ramos Gavilán insistía que la Virgen de Copacabana no sólo sustituyó a los antiguos
dioses, sino que emulando las virtudes que ella representa hizo posible un cambio en el
comportamiento sexual de los indios.
Ya gracias sean dadas al omnipotente Dios, y a la esclarecida reina de los Angeles, la
Virgen de Copacabana, que en este asiento de donde ella es Patrona, no hay rastro
de ídolos ni de apachetas, ni de cosa que huela a idolatría, porque como los
Naturales de aqueste lugar y de casi toda su comarca han visto tantas maravillas y
milagros que la Virgen ha obrado en favor suyo, olvidados de sus locas ceremonias y
ritos supersticiosos acuden a ella, que como verdadera Madre y Señora jamás se
cansa de favorecerlos, con larga mano. (Ramos Gavilán 70)
86 De la información recogida por Arriaga (loc.cit.) sabemos que en los ritos dedicados a la
Pachamama eran las mujeres las encargadas de celebrarlos. También sabemos que se
trataba de un rito agrícola. Podemos inferir entonces que en la mente de muchos
religiosos, como Ramos Gavilán, la Pachamama y su culto invitaba a la lascivia. Ahora
bien; la asociación Pachamama-concupiscencia hace imposible su asimilación o su síntesis
con la Virgen Alaría, pues los atributos de virginidad, castidad y pureza de la Virgen se
oponen completamente a aquéllos de la Pachamama. La unión de estas dos deidades
femeninas produciría contradicciones internas imposibles de reconciliar. Aunque una
28

larga tradición hermenéutica cristiana ha permitido la invocación de un tipo por la


presencia de un anti-tipo, la oposición de la Virgen María y la Pachamama no puede
reducirse a estos términos. Para los cristianos el culto a la Pachamama debería –por su
supuesta naturaleza demónica– negarse y eliminarse. Para los andinos la Pachamama
permanece siendo un figura axial que los une no solo a su experiencia inmediata sino a su
pasado ancestral y mítico.
87 Sin embargo, sí fue posible la asimilación cristiana de otras divinidades indígenas. Por
ejemplo, la creencia en un Dios creador de todo el universo, que a veces se lo llama Tijsi
Viracocha, podía muy bien asimilarse a la idea del Dios Padre de la doctrina cristiana. Ya
que se creía que sólo el nombre que se le daban era un error, no el concepto; bastaba
reformularlo dentro de un marco de referencia cristiano y su yuxtaposición o sustitución
resultaba posible sin entrar en mayores incoherencias. Pero el caso de la Pachamama y la
Virgen era distinto: no era suficiente que ambas fueran deidades femeninas, ni que por
ello pudiesen representar la idea de madre y de sustento. La asociación Pachamama =
lascivia hacía necesario que los misioneros hicieran un esfuerzo por eliminarla,
sustituirla, y en todo caso evitar cualquier posibilidad de asimilación que, debido a la
contradicción de base, habría llevado a la herejía.
88 Lo que a veces puede dar una impresión de sincretismo puede en realidad atribuirse a la
presencia de modos de representación universales que son comunes a la experiencia
religiosa en sí misma. Hay ciertos elementos formales y simbólicos comunes al fenómeno
religioso, como por ejemplo el lugar y el tiempo sagrado o el agua como elemento de
purificación espiritual, que tienen un contenido cultural y/o ideológico en cada una de las
diversas religiones donde se manifiestan. En el programa de evangelización de los indios
en general, y en la visión de Ramos Gavilán en particular, de lo que se trata es de vaciar
los contenidos religiosos pre-cristianos de esas formas y símbolos para sustituirlos por
otros estrictamente cristianos. No sorprende entonces que Ramos Gavilán tuviera una alta
opinión del respeto y de la reverencia que mostraban los indios en su comportamiento
religioso en sus templos; y es algo que él opina deberían emular aquellos cristianos menos
devotos, puesto que es un rasgo altamente estimado por ambas religiones:
Después de haber puesto los ídolos en sus lugares iban descalzos y sin mantas, y
postrábanse ante ellos, adorándolos. Daba principio a esta adoración el más
principal que se hallaba en la fiesta. Instrucción harto necesaria para que el
cristianismo reconozca la humildad con que debe celebrar el sacrosanto misterio
del altar, y que el más autorizado piense que postrarse ante el Santísimo
Sacramento es lo que le autoriza más... (Ramos Gavilán 93)
89 La piedad de los indios, merecedora de la emulación hasta de los cristianos, facilitaría la
conversión de los nativos al Cristianismo, como también lo haría la recontextualización
de algunos de sus símbolos religiosos. Los rayos de luz para representar la divinidad, por
ejemplo, que en el sistema andino pre-cristiano eran identificados con el Padre Sol,
comienzan a asociarse con el dios cristiano.
90 A muchas de las prácticas religiosas de los indios, como el ayuno y la confesión, también
se les atribuye una nueva importancia en el contexto de la evangelización. Sus
peregrinaciones, por ejemplo, sufrieron una transformación. En tiempos de dificultades,
como en sequías, los antiguos habitantes de la región del Titicaca iban en peregrinaje a
rendir culto a los adoratorios dedicados al ídolo Copacabana o al Copacati, sus dioses de la
fertilidad, para buscar intervención divina. A este ritual esencialmente agrícola, la
doctrina cristiana añadió el concepto de la vida ultraterrena donde uno lograría la
29

bendición eterna o la condenación. Según la doctrina católica, los pecados cometidos en la


vida tienen que ser expiados después de la muerte, pero el castigo merecido puede ser
disminuido o cancelado mediante indulgencias que el Papa, como vicario de Cristo, tiene
el poder de conceder.
91 Este sistema de indulgencias funcionaba desde la edad media en la cristiandad, y fue el
Papa Urbano II, quien en 1095 ofreció indulgencias plenarias a aquellos que fueran a la
Primera Cruzada. Unos treinta años antes, hacia 1063, el papa Alejandro II, ya había
concedido las mismas indulgencias a los españoles y otros cristianos que luchaban contra
los moros. A partir del siglo XI el sistema de indulgencias floreció y se propagó
rápidamente en todo el occidente cristiano. Era de rutina conceder indulgencias a los
peregrinos que visitaban lugares sagrados o a aquéllos que colaboraban en las
construcciones de iglesias o a quienes estaban dispuestos a pagar por ellas con donaciones
(Walker 347). El Papa Clemente VII también concedió a la cofradía de la Virgen de
Copacabana indulgencias plenarias mediante la bula del 14 de Agosto de 1604 (Calancha).
Este privilegio que el Papa concedió a los cofrades devotos de la Virgen de Copacabana
representa, por un lado, el reconocimiento por parte de la Iglesia del carácter
hierofántico de la imagen y por ende, de la sacralidad del lugar. Por el otro, este gesto
legitimador garantizaba el poder de la imagen de la Virgen de Copacabana para aquéllos
que invocaran su ayuda. Al haber añadido el contenido de la purificación del alma antes
de entrar al paraíso, estos poderes de la imagen eran los únicos eficaces, especialmente en
aquellas áreas donde los antiguos dioses no tenían ninguna atribución como ser en el
purgatorio. Si las atribuciones de la Virgen fueran las mismas de los viejos dioses, la
nueva hierofanía hubiera resultado superflua. Sin embargo, a pesar de sus diferencias,
ambas divinidades comparten algunas atribuciones. En algunos milagros de Ramos
Gavilán la Virgen de Copacabana, por ejemplo, es la que produce la lluvia en tiempos de
sequía como lo habían hecho los antiguos dioses de la fertilidad (Ramos Gavilán 129-131).
92 Cuando el agustino Ramos Gavilán llegó a Copacabana en 1617, hacía ya tiempo que la
imagen había sido puesta en el altar como objeto sagrado. Fueron los milagros atribuidos
a la imagen los que hicieron finalmente posible la transformación del objeto artístico
religioso en hierofanía; a los ojos de los creyentes los milagros eran una manifestación de
un poder sobrenatural.
93 En la compilación de Ramos Gavilán, la larga serie de narraciones de milagros de la
Virgen de Copacabana empieza con un incidente que fue interpretado como señal de la
divina voluntad de hacer de Copacabana el lugar elegido para el establecimiento de su
santuario. Según la historia, una vez que el conflicto entre urinsayas y anansayas se había
resuelto por mediación del corregidor de Omasuyos y pueblo de Copacabana, don
Gerónimo Marañón, decidieron trasladar la imagen de la Virgen de La Paz a Copacabana.
El día en que llevaban a la Imagen en andas a su nuevo lugar, una pesada cruz de bronce le
cayó sobre la cabeza al corregidor que precedía la procesión que entraba al pueblo. Ramos
Gavilán describe el incidente de la siguiente manera: “con ser pesada la cruz no le hizo
daño alguno, cosa que admiró a todos y se tuvo por milagro, y fue razón que la Virgen lo
hiciese, con quien libró de olvido su retrato” (Ramos Gavilán 124). Fue debido a este
milagro, añade Ramos Gavilán, que “empezaron los fieles a venerar la Santa Imagen”
(Ramos Gavilán 124).
94 La representación de este incidente como un hecho taumatúrgico, junto a los relatos
subsecuentes de otros milagros, crearon una desbordante devoción por la Virgen de
Copacabana quien gradualmente se convirtió en parte de la cultura local.14
30

95 A la luz del análisis que sigue, puede decirse que la identificación de un objeto como una
hierofanía depende tanto de la manera en que se le representa como del significado que
una cultura o ideología le asigna a esta representación. Ambas, la representación verbal y
su interpretación están implicadas aquí en una relación dialéctica: en la ausencia de
mediación por cada una, el objeto (sea el Inca Manco Capac o la estatua de la Virgen de
Copacabana) existiría solamente en lo que Mircea Eliade llama el mundo profano.

Copacabana y los Agustinos


96 De la misma manera en que los templos de las divinidades nativas, Copacabana también
tenía su grupo sacerdotal para que se encargaran del culto y convirtieran a los habitantes
de la región al cristianismo. Aunque esto fue parte del programa de evangelización de la
Corona española desde el principio de la conquista de América, el caso de Copacabana es
interesante porque fueron los agustinos los que se hicieron cargo del santuario casi
inmediatamente después del traslado de la imagen a Copacabana. Como se verá después,
la ideología agustina fue la que proporcionó el enfoque para que hombres como Ramos
Gavilán o Antonio de la Calancha interpretasen la realidad religiosa y política de la región
andina e intentasen llevar a cabo un proyecto de evangelización particular y distinto al
propuesto por otros, como por ejemplo los dominicos o los jesuitas.
97 Cuenta Ramos Gavilán que la fama que adquirió la imagen atrajo a gran cantidad de
devotos a lo que entonces no era más que una pequeña iglesia atendida por un solo cura,
el padre Montoro. Por la creciente fama de la Virgen las autoridades eclesiásticas
destituyeron a Montoro e invitaron a las órdenes religiosas para que se hicieran cargo de
esa parroquia. Y añade que aunque los agustinos fueron los últimos en recibir la
invitación, fueron ellos los primeros en aceptarla porque
[ajgradecida la Emperatriz del cielo de la humildad con que los Religiosos Agustinos
reciben estos continuos favores, se sirvió de que en este nuevo mundo no perdiesen
el oficio, para que ella tan de atrás los había escogido, y así viendo que este
Copacabana, no subía tan aprisa como era justo el culto que se le debía, y que su
amor podía ser se resfriase, por esto habiéndose esta Santa Imagen servido primero
de las vistosas flores de Clérigo, quiso que no se quedase sola en flor su devoción, y
así por orden que ya el cielo tenía dado, trajo a su casa las Africanas manzanas, digo
los frayles Agustinos, con cuyo buen olor, ejemplo y continua doctrina, creciese
aquella tierna devoción, que todavía había menester arrimos para no desmayar.
(Ramos Gavilán 143).
98 Es claro que el debate del medioevo tardío entre agustinos, dominicanos y franciscanos
sobre la Inmaculada Concepción resuena en este pasaje. Comprensiblemente, dado su
interés en la Virgen, los agustinos no perderían la oportunidad de jugar un papel esencial
en la evolución del nuevo culto a la madre de Cristo.
99 También son los agustinos, según Ramos Gavilán, los que desde mucho tiempo atrás
habían sido elegidos para diseminar y alimentar el naciente cristianismo. Por eso no son
ellos “flores” como el clérigo Montoro, sino “frutos” de la Iglesia que al mismo tiempo
proveen semilla y alimentan a los fieles. Más aun, la metáfora de manzanas africanas para
representar a los agustinos, además de evocar la idea de alimento, invita a otras
asociaciones coherentes con esa visión providencialista de ser los elegidos para
cristianizar a los indios. El calificativo de africanas viene obviamente del lugar de origen
de San Agustín y el hecho de que son manzanas nos recuerda aquel árbol del bien y del
mal que Yahvé plantó en el jardín del Edén y cuyo fruto les prohibió a Adán y Eva. Según
31

los padres de la Iglesia, Eva era la responsable de la caída del hombre al ofrecerle la
manzana y al haberse hecho cómplice del demonio. La segunda Eva –la Virgen María– le
pisaría la cabeza a la serpiente y destruiría la maldición del Génesis y prefigura el
nacimiento del Redentor15. Escribe San Justino:
Cristo nació de la Virgen para que de la misma manera en la que la desobediencia
causada por la serpiente tuvo su principio; de la misma manera será su destrucción.
Siendo Eva virgen incorrupta, concibió la palabra pronunciada por la serpiente, y
trajo así desobediencia y muerte. Pero Maria, la Virgen, recibiendo fe y gracia...[le
dio a luz] ...por quien Dios destruye a la serpiente y aquellos ángeles y hombres que
se volvieron como ella...
(citado por Warner 100)
[Christ was born of the Virgin] in order that by the same way in which the
disobedience caused by the serpent took its beginning; by this way should it also
take its destruction. For Eve, being a virgin and uncorrupt, conceived the word
spoken of the serpent, and brought forth disobedience and death. But Mary the
Virgin, receiving faith and grace... [gave birth to him] ...by whom God destroys both
the serpent and those angels and men that became like it...
100 Ramos Gavilán representa a los agustinos, y a sí mismo, como estas nuevas manzanas de
salvación que la segunda Eva, en su advocación de la Virgen de Copacabana ofrece a los
indios para rescatarlos del demonio, que es lo que representa la idolatría. Al presentar de
esta manera a su orden da una razón providencial de la presencia agustina en
Copacabana.
101 Esto que Ramos Gavilán representa como favor y plan divino, vino acompañado de una
cédula real de 7 de enero de 1588 firmada por Felipe II “en que mandaba dar y que se
diese la doctrina, y beneficio de Copacabana a la Orden de San Agustín, y que se le
entregase la Santa Imagen, con todo lo perteneciente a ella, conforme al Patronazgo Real”
(Ramos Gavilán 144). La interpretación providencial de Ramos Gavilán no parece haber
sido compartida por las autoridades del Virreinato, ya que él mismo cita la opinión del
Virrey, Conde del Villar: “que se le hacía agravio al Padre Antonio de Montoro quitarle
aquella doctrina, e Imagen, que tanto trabajo le había costado” (Ramos Gavilán 144). Esta
evidente tensión entre las autoridades virreinales, esencialmente peninsulares, y muchos
agustinos, sobre todo los criollos, puede explicar la motivación en lo que afirma el Virrey
16
.
102 Los agustinos tomaron posesión de la doctrina de Copacabana el 16 de enero de 1589
(Calancha 283) y estuvieron a cargo de ella hasta el 16 de mayo de 1826, fecha en que
fueron expulsados por las autoridades civiles del recientemente liberado Alto Perú (ahora
Bolivia). Durante casi dos siglos y medio los agustinos estuvieron encargados de la
parroquia y fueron ellos los que construyeron la basílica y entronizaron la imagen tallada
por Tito Yupanqui en el altar mayor el 6 de abril de 1614 (Villarejo 353).
103 La enorme basílica que es hoy el sitio predominante en el pueblo de Copacabana empezó a
construirse en 1631. Veinte años más tarde la nave mayor fue concluida juntamente con
el retablo del altar mayor tallado por don Carlos Acostopa Inca. El famoso adoratorio del
Sol quedó eclipsado por la Basílica de Nuestra Señora de Copacabana, pero la sacralidad
del lugar se ha mantenido a pesar de los cambios ideológicos que se sucedieron a lo largo
de los siglos.
104 La continuidad de lo sagrado en el lago Titicaca está representada por el culto que las
diversas culturas que han habitado la región han rendido a sus divinidades. Cada una de
esas culturas ha tenido específicos modos de representación de sus creencias: ídolos,
32

imágenes, ritos, construcciones y narraciones. Cada una de ellas representa un avatar de


lo sagrado: desde Viracocha hasta la Virgen de Copacabana. Algunas veces las
manifestaciones de lo sagrado fueron asimiladas por nuevas culturas que llegaron al área;
otras veces fueron sustituidas. En el próximo capítulo examinaremos cómo se representó
la sacralidad del lago en los distintos ciclos narrativos pertenecientes a diferentes
culturas.

NOTAS
1. El presente trabajo toma como marco de referencia las contribuciones de Mircea Elíade y de
Gerardus Van der Leeuw sobre espacio sagrado.
2. Todas las traducciones son de la autora a no ser que se indique otra traducción específica.
3. Para información geológica, arqueológica y etnohistórica del lago Titicaca ver Thérèse
Bouysse-Cassagne, Lluvias y Cenizas: dos Pachacuti en la Historia, (La Paz: Hisbol, 1988). El libro de
Adolph F. Bandelier, The Islands of Titicaca and Koati (New York, 1910), a pesar de haberse
publicado en la segunda década del siglo XX es todavía una excelente fuente de datos geográficos
y arqueológicos sobre el lago Titicaca. Sus interpretaciones sobre los habitantes del lugar y sus
creencias resultan demasiado sesgadas. Algunos de sus comentarios son francamente
peyorativos.
4. El Illimani es una cumbre de los Andes bolivianos con una altura de 6.710 metros, a cuyos pies
se extiende la ciudad de La Paz.
5. Analizo en más detalles el programa de evangelización de Ramos Gavilán en el capítulo 4.
6. Para un estudio completo de la extirpación de idolatrías, véase Duviols 1977.
7. La información sobre el culto que se le rinde a la Virgen de Copacabana proviene del libro de
Fr. Julio María Elías y de datos recogidos por mí in sita en julio de 1989.
8. Esta práctica indígena de celebrar una fiesta religiosa con los instrumentos y bailes típicos fue
prohibida durante la Colonia por interpretarse como una continuación de ritos idolátricos.
9. Para las implicaciones políticas e históricas de la división anansaya-urinsaya véase María
Rostworowski de Diez Canseco, Historia del Tahuantinsuyo, (Lima: IEP, 1988). El artículo de Sabine
MacCormack, “From the Sun of the Incas to the Virgin of Copacabana”, Representattons 8, FAI
1984, trata explícitamente del tema.
10. En el capítulo 4 discuto con mayor detalle la disputa entre los urinsaya y los anansaya.
11. Véase la relación completa de Tito Yupanqui en el Apéndice.
12. La gran cantidad de investigación en torno a este sistema religioso dual confirma la
continuidad de este fenómeno hasta hoy en día. Hans Van den Berg en La tierra no da así nomás
examina exhaustivamente los rituales agrícolas pre-hispánicos en las actuales comunidades
agrícolas aymaras. Postula que la antigua religión y el catolicismo coexisten en un sistema
religioso integrado. En su capítulo “Religión avmara” Van der Berg discute la religiosidad
autóctona subyacente al presente tanto en católicos como en protestantes. Denise Y. Arnold,
Domingo Jiménez y Juan de Dios Yapita en su Hacia un orden andino de las cosas, han investigado
el orden cósmico andino en canciones, leyendas y textiles. Gabriel Martínez en Una mesa ritual en
Sucre provee un análisis semiótico de rituales híbridos y es una fuente excelente para el estudio
del entretejido de las tradiciones religiosas cristianas y andinas. Eduardo López Rivas, en Cultura
y religión en el Altiplano andino, traza los sacrificios de llamas y alpacas que se realizan hoy en día a
33

sacrificios de animales realizados en tiempos pre-hispánicos. Juan Kessel en Cuando arde el tiempo
sagrado discute la continuidad cultural de la visión religiosa avmara en la región de Tarapacá. El
yatiri en la comunidad aymara de Tomás Huanca es una fuente valiosa sobre los oficiantes del ritual
aymara: el yatiri que media entre las deidades aymaras y la comunidad, y el riwutu que inedia
entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Manuel M Marzal, Xavier Albó, y Bartolomé
Meliá, demuestran que las religiones quechua, aymara y guaraní están muy presentes en el
catolicismo traído por los españoles hace cinco siglos.
13. Mamapacha es otro nombre para referirse a la Pachamama.
14. Para otros estudios de fenómenos similares en España, véase Christian.
15. Sobre el culto de la Virgen María, véase Warner.
16. Discuto esta tensión en más detalle en el capítulo 4.
34

Capítulo II. El ciclo narrativo Kolla

Hacia una historia sagrada del lago Titicaca


1 Los pueblos que han habitado el área del Lago Titicaca han representado el carácter
sagrado del lugar a través de múltiples modos de representación, tales como sus ídolos,
sus templos, sus rituales y sus mitos. Existe un buen número de documentos escritos
durante los siglos XVI y XVII que recogen relatos sobre el lago Titicaca que atestiguan la
importancia religiosa continua que ha tenido para las distintas culturas que han florecido
en sus márgenes.
2 Estos relatos señalan la permanencia del carácter sagrado del Titicaca y constituyen un
esfuerzo por representar un lugar en el continuo orden cósmico para la región, a pesar de
las discontinuidades causadas por las invasiones periódicas perpetradas por otras
culturas. Tres ciclos narrativos marcan la sacralidad del lago y corresponderían, en
términos amplios, a tres períodos claramente identificables en la historia de la región: el
período anterior a la conquista incaica, el período incaico y el período cristiano,
consecuencia de la conquista española del Perú en 1532.
3 Un examen detallado de estas historias revela el entrelazamiento de nuevos elementos
narrativos con historias que pertenecen a ciclos anteriores. En su apropiación y
recontextualización de los elementos de historias antiguas en sus propias narrativas, el
grupo que detenta el poder en un momento dado garantiza la continuidad con la cultura
que quiere dominar.
4 En la región del lago Titicaca, cada cultura, ha marcado y manifestado un
comportamiento ritual propio en respuesta a su percepción de lo sagrado. Como un acto
cultural particular, la sacralidad de una cultura puede entonces estudiarse en los relatos
sobre el tema escritos por autores individuales o reunidos colectivamente en su tradición
oral.1 Como esa tradición oral nos llega únicamente por los documentos de los autores
coloniales que recopilaron los mitos, los relatos pasaron por el filtro ideológico y cultural
de los cronistas. Por tanto, lo que tenemos son versiones “contaminadas” que no
representan fielmente el pensamiento andino. Lo que Henrique Urbano comenta acerca
de los mitos del origen del hombre andino se aplica también a las narraciones sagradas
del lago Titicaca:
35

Todos o casi todos han sido recogidos en base a preocupaciones políticas y


religiosas muy distintas de las nuestras. Esas preocupaciones formaban parte del
arsenal político y religioso de la península ibérica, y habían sido aplicadas
anteriormente en otros territorios conquistados. Quizás por eso, fue con algún
escepticismo que los primeros recopiladores escucharon las explicaciones de los
informantes y guiaron sus dilatadas encuestas. De igual manera, borraron de sus
escritos muchos materiales que hoy día nos privan de conocimientos indispensables
para una visión cabal del problema mítico andino. (Urbano 1981, xvi)
5 Conscientes de que las únicas fuentes textuales disponibles son colecciones de relatos
indígenas que han sido contaminadas por elementos europeos, sólo puedo ofrecer
lecturas y conclusiones especulativas. No obstante, el ejercicio puede resultar no sólo
interesante sino muy útil a la hora de entender la religiosidad andina.
6 En los relatos podemos ver que al reconocer una hierofanía en el ámbito que los rodea, los
miembros de una cultura establecen una relación entre el orden natural y el orden divino 2
; por ejemplo, la observación del cosmos y la atribución de su creación a uno o varios
dioses. Individuos o grupos pueden, de igual forma, establecer un nexo entre el orden
social y el divino, y no necesariamente por razones religiosas. Pueden hacerlo por mera
supervivencia o para garantizar la dominación tanto de grupos dentro de la misma
sociedad como de grupos externos. En la historia de los Andes éste es el caso: los Incas,
casta privilegiada, usaron la religión y las narrativas religiosas para imponer su
supremacía en otros grupos étnicos andinos, del mismo modo en que lo harán los
españoles en esa misma región años más tarde. Cuando una cultura o algunos miembros
de ella se representan a sí mismos conectados con el orden divino, toda esa cultura -o los
integrantes del grupo en quien reside el poder político- justifica la imposición de un
orden político social establecido por ella y resguarda su hegemonía.
7 Los elementos que integran los órdenes divino, natural y social son cultu-ralmente
específicos; por ejemplo, lo que en una cultura podría ser parte integrante de un orden
natural en otra podría pertenecer al orden divino. También las relaciones entre los
órdenes son una creación cultural, determinadas por percepciones y necesidades
específicas. Las culturas teístas establecen una íntima relación entre el orden divino y el
social. Cambios sociales y políticos pueden devenir de la redefinición de esa relación.
8 La relación entre los órdenes natural, divino y social está constituida y representada en
todos los relatos. Veremos en este y los siguientes capítulos cómo las culturas
conquistadoras añaden o sustituyen contenidos en el orden divino y como consecuencia
justifican la alteración de las relaciones de poder anteriores y la imposición de un nuevo
orden social. En los relatos que estudiamos, es el Lago Titicaca, espacio sagrado, la
constante en torno a la cual se formulan los contenidos de los distintos órdenes.
9 En cada uno de los tres ciclos de relatos sagrados vinculados con el Lago Titicaca hay
referencias, explícitas o implícitas, a algún tipo de caos inicial que una intervención
divina intenta ordenar. En el primer ciclo narrativo se habla de un tiempo en el que el
caos cósmico reinaba en la región y por intervención de Tici Viracocha se estableció el
orden en la naturaleza y en el género humano. El caos está representado en este ciclo
narrativo principalmente por las tinieblas que envolvían la tierra; y el orden, a su vez, por
la creación y localización del sol, la luna y los astros. Los hombres se establecen en un
lugar determinado, empiezan a usar vestimentas y tienen una religión. Luego de haberse
establecido un orden natural, aparece en el segundo ciclo narrativo un caos político.
Manco Cápac, por mandato divino, aparece para imponer un orden civilizador. Este orden
civilizador está simbolizado por los utensilios, armas, semillas y ropas que llevan consigo
36

los enviados de Inti. El mundo andino está entonces política y socialmente bien
estructurado pero, según la visión cristiana que aparece en el tercer ciclo, la intervención
del demonio conduce a una decadencia en las costumbres, produciendo un caos moral que
el apóstol Santo Tomás, emisario de Cristo, trata de corregir en vano. El orden moral se
alcanzará únicamente cuando la misión evangelizadora haya podido alcanzar sus metas.
Con los milagros de la Virgen de Copacabana, último avatar de lo sagrado en el Titicaca, se
establece el orden moral del tercer siglo.
10 El “significado” atribuido a los relatos de cada ciclo cambia dependiendo de quién los
interpreta y en qué circunstancias. Los relatos del ciclo kolla hablan de un caos cósmico al
que su dios impone un orden natural; en esta situación de orden irrumpe la expansión
inca. Desde un marco de referencia kolla, los relatos del primer ciclo nos hablarían de una
edad dorada anterior a los incas. El discurso de y generado por estos relatos durante la
hegemonía inca sería al mismo tiempo de añoranza y de resistencia. Los relatos incas
interpretan la etapa kolla como caótica, justifican la subyugación de los pueblos del
Kollao, y se transforman en un discurso de dominación. Pero a su vez, los relatos incas,
frente a la etapa siguiente -la conquista española- se convertirán en un discurso de
añoranza del incario y de resistencia frente al presente o al futuro.
11 Ocurre algo similar en los relatos cristianos con respecto a las etapas anteriores: al
interpretar éstas como sumidas en el caos moral, los relatos cristianos justifican la
imposición de un nuevo orden cuya razón enlaza con los anteriores ciclos narrativos, pero
que en relación a ellos se convierte en un discurso de dominación. Pero con respecto al
futuro, y dentro de la doctrina cristiana, estos relatos trazan una escatología que, al
prometer la salvación eterna, generan el discurso de la esperanza.
12 La ambivalencia y la polisemia de estos relatos son los rasgos característicos de la historia
sagrada de los Andes, y quizá se extiendan a todos los aspectos de su producción cultural.
Ramos Gavilán, entre otros agustinos, reconoció la importancia de establecer una
continuidad entre el presente cristiano y el pasado andino para lograr las metas de la
evangelización en el Nuevo Mundo. Su Historia constituye, en el espacio de la escritura, un
proyecto cultural que se contrapone a la política oficial de extirpación de idolatrías que
dominó las últimas décadas del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII en los Andes.
13 Aunque sitúo cada ciclo narrativo dentro de una época histórica específica del lago
Titicaca, la historia hierofántica que propongo no se articula cronológicamente. Los
períodos hierofánticos, desde mi punto de vista, son momentos históricos discernibles en
los que los discursos de dominación y subyugación se entrelazan. Cada nueva conquista
implica una ruptura no sólo política sino social y religiosa también. Esas rupturas, sin
embargo, tienden a minimizarse a través de la recontextualización de “antiguos” relatos.
Los nuevos relatos representan un esfuerzo por establecer una continuidad de carácter
teleológico por parte de los diferentes grupos culturales que conquistaron la región.

Ciclos narrativos y épocas históricas


14 Es posible proponer en la narrativa sagrada del lago Titicaca por lo menos tres ciclos que
podrían interpretarse como oscilantes entre lo mítico y lo histórico. Llamaré ciclo kolla al
primero, ya que es en el cuarto sur del imperio inca, el Kollasuyo, donde estos relatos se
desarrollan y puesto que su importancia antedata la expansión inca en la región. El
segundo ciclo, que denomino incaico, contiene relatos que de una manera u otra asocian a
37

los Incas con el Titicaca. Finalmente, propongo un tercer ciclo de relatos cristianos,
constituido por relatos de carácter religioso.
15 Aunque cada uno de estos ciclos podría corresponder a un período cronológico discreto, a
menudo su cronología puede confundirse. A veces los límites temporales de la historia de
una cultura se expanden por los relatos; otras se yuxtaponen e incluso se da el caso en
que un ciclo pretende alcanzar unidad a pesar de la brecha temporal entre dos momentos
cronológicos separados pero percibidos como integrantes de un mismo proceso.
16 En la historia sagrada del lago Titicaca que construyo atribuyo ciertos relatos al ciclo
kolla, únicamente aquellos relatos asociados con el lago que no mencionan a los incas. Se
trata de mitos de creación donde Viracocha es el héroe central. Como dice Henrique
Urbano al analizar el ciclo de Viracocha, bien pudo ser que estos mitos y los asociados con
los incas hubiesen sido contemporáneos. Pero como la presencia inca en el Titicaca es más
bien tardía, consideraré los mitos de Vracocha como anteriores a aquéllos asociados con
los incas3.

Los kollas
17 El lago Titicaca se encuentra en lo que fue el cuarto sur del Imperio incaico: el Kollasuyo.
Los nombres que los incas dieron a cada una de las cuatro partes del imperio
correspondían al grupo cultural más importante que habitaba en cada una de ellas. En
esta región el nombre se debe al antiguo señorío Kolla cuya capital era Hatuncolla y que
ocupaba el territorio noroeste del Titicaca4.
18 Aunque no todos los pueblos aledaños al Titicaca, y quienes principalmente hablaban la
lengua aymara, pertenecían a esta etnia, se ha usado frecuentemente el término kolla
para designar a todos aquellos que habitaban en el Kollasuyo. Por ejemplo, en las riberas
del lago habitaban también los lupacas, omasuyos y pacajes, y todos ellos cabrían dentro
de esta categoría amplía de “kollas”. Usamos el término “kolla” en este sentido y no nos
referimos específicamente al gran señorío pre-incaico del mismo nombre5.
19 Este primer período pre-inca podría subdividirse, considerando la ocupación de las
distintas culturas lacustres a lo largo de la historia. Bouysse-Cassagne, basándose en
evidencia geológica y arqueológica, construye una cronología del lago Titicaca señalando
el clima; los niveles del lago y las culturas que habitaron en la región. El Cuadro 1 es una
versión abreviada de una de sus tablas.
38

Cuadro 1. Cronología de las culturas en la región del lago Titicaca

20 La ubicación geográfica del lago es una de las razones de su importancia cultural:


Situado sobre el eje mediano del altiplano, el lago constituye, con Tiwanacu, un
lugar de mediación (taypi en aymara) entre las dos orillas: al este entre el lago y la
Cordillera Real cercana, el Umansuyu; al oeste, solidaria y a la vez contradictoria, la
orilla opuesta del Urcosuyo. En tiempo despejado, desde la isla del Sol (Titicaca) y
de la Luna (Coati), es el arco nevado de la Cordillera Real el que parece constituir la
frontera entre el lago y el cielo de tan cerca que parecen. Hacia el sur, la península
de Copacabana se aproxima a la de Huata, estando ésta separada por el estrecho de
Tiquina. La masa de las aguas está, de este modo, dividida en dos por ese brazo de
tierra: al norte, el lago de Chucuito o lago de Pukina (según la antigua
terminología); y al Sur, el lago de Wiñaymarca (el país de la Eternidad en Puquina y
Aymara); de suerte que el estrecho de Tiquina es esa puerta estrecha que comunica
entre sí a dos universos acuáticos, e individualiza dos cuencas. Es el paso obligado
porque es el más estrecho de una orilla a la otra. Para la gente del Urcosuyo, el
control del estrecho, vale decir de la península de Copacabana y de las islas de la
península de Huata, marcan el acceso a las tierras templadas de los valles y a las
planicies amazónicas; y para los de la orilla del Omasuyo, el dominio de las riquezas
de las costas del Pacífico. ...para los habitantes de Tiwanacu, al sud, el estrecho
significa también el paso hacia la gran cuenca lacustre y a las tierras más al norte.
...pero por las mismas razones, los habitantes de las orillas septentrionales tenían
interés en controlar la península. (Bouysse-Cassagne 1988, 31)
21 La posición del lago y su importancia en la vida diaria de los pueblos circunvecinos, en
términos de agricultura, pesca, política, etcétera, hizo que fuera siempre un lugar
singular, codiciado por aquellos que ambicionaron ejercer su poder en la región. Por ello,
“quien controle ese centro neurálgico, controlará potencialmente, a la vez, las riquezas y
los dioses, y juntará las dos mitades antagónicas del Universo (derecha/izquierda, alto/
bajo, hombre/mujer), (Bouysse-Cassagne 1988, 32).
22 En el primer capítulo dijimos que los fenomenólogos de la religión describen todo espacio
sagrado como un lugar de mediación entre lo divino y lo humano; esta noción de taypi
aymara asignada al Lago Titicaca sería la representación cultural de ese fenómeno. Las
distintas culturas dejaron evidencia de que el lugar tenía significación religiosa para ellos;
por ejemplo,
hacia el año 1000-1200 d.d.c. aparecieron unas construcciones funerarias,
generalmente en formas de iglú, las chullpas, que se superpusieron a los templos y a
los lugares de culto. Este notable cambio estilístico al final del Tiwanacu expansivo,
interpretado como el reflejo de un cambio en las prácticas religiosas, como
39

consecuencia de diferencias étnicas, nos incita hoy a considerar, que el estudio de


los fenómenos religiosos debe estar ligado a las diversas olas de ocupación del
altiplano. (Bouysse Cassagne 1988, 44-45)
23 Los descubrimientos arqueológicos indican que el área del Titicaca tuvo carácter sagrado
para todos sus habitantes, comenzando por los pucara, quienes fueron seguidos
sucesivamente por los chiripas, tiwanakus, chullpas, kollas, aymaras y lupacas 6.
Diferentes lenguas corresponden a las diferentes épocas históricas. En un principio fue el
pukina, lengua que aún se hablaba durante la época colonial. Luego la aymarización de la
región se debería a la migración de los Lupacas, que atraídos por la fama de la isla
Titicaca, donde el culto solar parece haber tenido ya una larga historia, vinieron de la
región de Coquimbo (Chile) (Bouysse Cassagne, 1988; Hyslop (1976) y Gisbert, Arze y Cajías
(1987)). Todas estas culturas dejaron a su paso sus mitos y leyendas, y marcaron el lugar
con sus ídolos y construcciones religiosas, de manera que a través de ellos se lee como en
un libro eterno no sólo la suprema importancia de la región, sino las sucesivas etapas de
su historia sagrada. Para Bouysse-Cassagne la prueba está en la
obsesión, tan particular al hombre de esta región, de privilegiar ciertos lugares, de
sacralizarlos de modo que la escritura del mito reenvía muy directamente...a la
arquitectura de una cierta geografía religiosa donde cada una de las sucesivas
invasiones tuvieron que inscribirse. Los mitos tratan de dos lugares esencialmente:
Tiwanacu y una isla del lago Titicaca... Y es allí donde los primeros ocupantes del
lago... (luego) los Aymaras y después los Incas, inscribieron como en un palimpsesto
una parte importante de su historia (1988, 27).
24 Quizá sería posible atribuir ciertos elementos de los mitos de origen que nos han llegado a
través de los textos de los siglos XVI y XVII a una u otra cultura específica. Por ejemplo,
Bouysse-Cassagne correlaciona la mención del “diluvio” con la subida de las aguas del
Titicaca durante el período Pucara. Los estudios geológicos y los restos arqueológicos
demuestran un suceso tal durante dicho período, y la experiencia del mismo se tradujo y
conservó en los mitos y leyendas (Bouysse Cassagne 1988, 43). Usando este abordaje, se
podría establecer una especie de cronología de los distintos elementos que conforman el
mito. Y si uno descubriera que acontecimientos análogos ocurrieron en períodos
posteriores (por ejemplo, el inca y el cristiano), entonces sería posible rastrear en los
mitos indígenas un patrón de superposiciones, apropiaciones y recontextualizaciones de
elementos de una cultura a otra, estableciendo así cierta continuidad al unir elementos de
la cultura dominada con aquellos de la cultura dominante. A pesar de que es posible
distinguir sucesivas ocupaciones a través de datos arqueológicos e históricos, para
nuestros propósitos, consideraremos toda la etapa pre-inca dentro de un solo ciclo
narrativo.
25 Para la reconstrucción de este ciclo narrativo he considerado 16 versiones distintas del
mito de origen recopiladas entre 1550 y 16537. Todos estos relatos mencionan el lago
Titicaca como el lugar primigenio, principio de todas las cosas. Un análisis estructural de
cada una de estas versiones me ha permitido construir un relato de referencia con
elementos presentes en la mayoría de ellas.
26 El propósito de este relato de referencia es tratar de destilar aquellos elementos que
pudieron haber sido el producto de las interpretaciones de los recopiladores de los
relatos, cuya ideología o intereses se filtrarían, consciente o inconscientemente, al
transcribir los mitos. El relato de referencia nos servirá además para estudiar las
variantes.
40

Relato de referencia: Viracocha y la creación


27 Viracocha apareció en las inmediaciones del Titicaca. Las sombras cubrían toda la tierra,
pues ni el sol ni la luna habían sido creados aún. Pasó por Tiwanacu. Creó entonces a los
gigantes y a los hombres; hizo también los animales y todas las cosas. Viracocha dió a sus
criaturas unas normas de vida que debían seguir. La desobediencia de los hombres
ocasionó que Viracocha produjese un diluvio que acabó con todo lo existente, salvo unos
cuantos privilegiados que sobrevivieron al castigo. Cuando cesó el diluvio, Viracocha se
dirigió al Titicaca y creó el sol, la luna y las estrellas. Formó los distintos linajes con el
barro de Tiwanacu y dio a cada grupo su vestimenta, su lengua, sus cantares, sus modos
de cultivo y la religión que habían de profesar. Viracocha mandó a algunas de las
criaturas que acaba de formar a las cimas de unos cerros; a otras las mandó a los ríos y
manantiales; otras acabaron en cuevas, y de este modo se iniciaron los distintos linajes.
Terminada su labor creadora y habiendo poblado la tierra, Viracocha comenzó a recorrer
las distintas regiones de los Andes. Iba de una región a otra revelándose como hacedor del
mundo. Sin embargo, no todos lo reconocían: en Cacha urdieron su muerte y Viracocha
los castigó con una lluvia de fuego que él mismo extinguió con su bastón en respuesta a
las súplicas de los agresores arrepentidos. Cuando hubo terminado su misión en la tierra,
Viracocha se metió en el mar y allí desapareció.

Viracocha apareció en las inmediaciones del Titicaca


28 Aunque todos los cronistas mencionan a un creador, el nombre “Viracocha” aparece sólo
en 13 de las 16 variantes. En algunas aparece simplemente como Viracocha (Sarmiento de
Gamboa II, Pedro Gutiérres de Santa Clara, Cobo III, Calancha, José de Acosta 8), en otras
conjuntamente con otros cuatro apelativos: Con Ticsi (Las Casas, Betanzos, Cieza,
Cristóbal de Molina); Pachayachachic (Sarmiento de Gamboa I, Cristóbal de Molina, José
de Acosta II); y en Santa Cruz
29 Pachacuti Yamqui aparece como Tonapa o Taracapa Viracochanpachayachican O Pacchan
y Bicchhaycamayoc Cunacuycamayoc.
30 El estudio de Henrique Urbano sobre Viracocha (Wiracocha y Ayar, 1981) recoge los
distintos contenidos semánticos que los cronistas y gramáticos de la colonia atribuyeron a
la palabra Viracocha. En el cuadro 2 tenemos algunos de los sentidos dados a la palabra.
41

Cuadro 2. Viracocha: Sus varios significados en los siglos xvi y xvii

31 Domingo de Santo Tomás y Holguín no son los únicos en traducir el vocablo como
“cristiano” o relacionarlo con los españoles. Otros autores también mencionan que los
indígenas llamaban Viracocha a los españoles9. Las razones por las cuales los indígenas
llamaban Viracocha a los españoles son diversas10 y no nos detendremos en ellas. Todos
los otros significados tienen la connotación de un ser extraordinario que los cronistas
transcriben o representan a través de las palabras dios, hacedor del mundo o creador.
32 Urbano señala que los relatos recogidos por los cronistas estaban teñidos por sus
preocupaciones políticas y religiosas; entre ellas “la búsqueda afanosa de una creencia en
un dios “único y creador” que de alguna manera mostrara los rasgos del Dios de la
tradición judeocristiana” (Urbano 1981, XVI). Por ello, dice Urbano que los comentarios
de los cronistas acerca de Viracocha tienden a reducir a un solo personaje con la función
capital de “criador y hacedor de todas las cosas”.
33 Bertonio atribuye la palabra a los incas, es decir que sería una palabra quechua. En su
Vocabulario de la Lengua Aymara el término sólo aparece en la primera parte, castellano-
aymara, y lo usa para traducir la palabra “español”. Pero para la palabra “dios” Bertonio
anota diez diferentes expresiones, cada una de ellas con un contenido específico: Dios
eterno, Dios sin principio y sin fin, Dios todo poderoso, Dios del universo, Dios a quien
todo obedece, Dios que da ser a todos los hombres, Dios criador de todas las cosas, Dios de
infinita gloria, Dios de infinita magestad, Dios justísimo juez, Dios de infinita
misericordia. Evidentemente lo que Bertonio trata de hacer es buscar vocablos y frases
que puedan representar la idea del dios cristiano en la lengua aymara. Pero además de
éstos Bertonio (1612) tiene otra entrada para la palabra “Dios”:
Dios fue tenido destos indios uno a quien llamauan Tunuupa, de quien cuentan
infinitas cosas. Dellas muy indignas no solo de Dios, sino de qualquiera hombre de
razon, otras que tiran a los misterios de nuestra santa fe. Mucho haria al caso
declarar a los indios los enbustes de Tunuupa para que todo lo que del cuentan se
vea claramente ser fabula y se desengañen. En otras tierras o prouincias del Peru le
llamaman Ecaco... (Bertonio 192)
34 Según Bertonio, el nombre que los kollas daban a su dios es Tunupa. El mito de Tunupa,
del cual hablaremos con mayor detalle al considerar las narraciones cristianas, se asemeja
mucho al de Viracocha. Ramos Gavilán y Antonio de la Calancha recontextualizan el mito
42

de Tunupa dentro de un marco de referencia cristiano y representan a este héroe como


uno de los apóstoles de Jesucristo.
35 En las 16 variantes estudiadas, la única que menciona el nombre de Tunupa es Santa Cruz
Pachacuti Yamqui, y lo hace conjuntamente con otros apelativos: “le llamaban Tonapa o
Tarapaca, Viracochapachayachicachan o Pacchan y Bicchaycomayoc Cunacuycamayoc”.
Santa Cruz Pachacuti da todos estos nombres como diferentes alternativas para llamar a
un mismo héroe. A manera de hipótesis supongamos que el nombre de Tunupa era el
nombre del héroe en el mito kolla.
36 En la versión de Santa Cruz Pachacuti este personaje aparece también en la región del
Titicaca, en el Kollao. Ramos Gavilán escribe un relato similar pero claramente
recontextualizado dentro del cristianismo. Ramos Gavilán cuenta que los habitantes de la
sierra del Perú tenían por inmemorial tradición que un personaje extraordinario que ellos
llamaban Tarapaca, que según él fue uno de los discípulos de Cristo, había visitado el área
del Titicaca. Por otro lado, afirma también que la venida de los incas fue relativamente
tardía; Topa Inca fue el primero en visitar el lago, según él. Por lo tanto, la presencia del
héroe Tunupa o Tarapaca resultaría anterior a la expansión inca; sobre todo porque al
identificarlo con uno de los apóstoles de Cristo data el suceso indirectamente, y tendría
que ubicarlo a principios de la era cristiana.
37 Gisbert anota lo siguiente en relación a la identidad cultural de Tunupa:
Tunupa es un dios aimara, celeste y purificador, relacionado con el fuego y con el
rayo. Con posterioridad la imagen de Viracocha, Dios creador, se le superpone
heredando todas sus cualidades positivas, y dejando para Illapa los poderes
negativos como agente destructor y activo que domina el fuego del cielo. (Gisbert
1980, 35)
38 Según Gisbert y Ponce Sanjinés, Tunupa fue desplazado por Viracocha. Por lo tanto, en
algún momento Tunupa y Viracocha tuvieron que ser dos dioses separados. Gisbert
parece asignar a Viracocha sólo cualidades positivas, es decir de creación. Como veremos
más adelante esta separación de cualidades positivas y negativas no es sustentable según
las distintas versiones del mito que nos han llegado. Además, una separación maniquea
entre creador y destructor parece ser una imposición occidental en la visión cósmica
andina, donde existe un equilibrio fundamental entre las fuerzas positivas y negativas.
Los contrarios no necesariamente se excluyen sino que son complementarios (Van den
Berg y Schiffers 301). Illapa era asociado con la lluvia y por tanto con la fertilidad y la
vida, al mismo tiempo que con la muerte; los cuerpos momificados eran llamados yllapas,
según Albornoz11. Tampoco creo que se justifique hablar de un desplazamiento, ya que
versiones contemporáneas del mito (Santa Cruz Pachacuti y Ramos Gavilán) recogidas en
el Kollao se refieren a este dios como Tunupa. Parece más bien que se trata de una
diferencia lingüística en el nombre de una divinidad pan andina, la cual como el dios
hindú Brahma, tiene los atributos de creador y destructor simultáneamente. 12
39 Si para los pueblos de lengua aymara Tunupa era el nombre de uno de sus dioses, como
dice Bertonio, y los informantes aymaras de Ramos Gavilán le contaron una historia sobre
este personaje, que en líneas generales es la misma del mito de Viracocha, podríamos
decir que para los kollas este era uno de sus mitos de origen. Ya que la palabra
“Viracocha” es quechua quizás se podría tratar de una sustitución de nombres posterior o
una amalgamación de mitos similares que tendría que haber ocurrido después de que los
incas conquistaron la región. Pero aún si esto no fuera cierto, el mito nos reenvía
43

claramente a un tiempo primigenio cuando todo se origina. Lo más importante para


nosotros es que ese momento inicial se asocia con el lago Titicaca.
40 El análisis que Urbano realiza distingue cuatro personajes “Viracocha” (Pachayachachi o
Yachachi13, Imaymana14, Tocapo15 y Taguapaca o Taguapica 16); cada uno de ellos
desempeña distintas funciones. Urbano muestra también que en las diferentes versiones
estos personajes aparecen en una relación jerárquica encabezada por Viracocha
Pachayachachi como el personaje principal y los otros como sus hijos (Las Casas, Cristóbal
de Molina) o como sus ayudantes o servidores (Sarmiento de Gamboa). Además de estos
nombres existen otros que forman parte del nombre de Viracocha: Tecsi, Ticci, Tici,
Contici, Tonapa o Tunupa.
41 Según el análisis de Henrique Urbano las funciones de los cuatro personajes principales
son las siguientes:
Pachayachachi o Tecsi Viracocha representa la sabiduría o la capacidad de
ordenamiento del mundo y de las cosas, de las cuales participan también los dos
hijos héroes, Imaymana y Tocapo. (Urbano 1981, xxxii)
42 Las funciones de Imaymana son significativas: poderes mágico-curativos y, quizá
agrícolas. Imaymana es aquél “en cuyo poder y mano están todas las cosas”. (Urbano
1981, xxxii)
[Tocapo]: Las funciones del tercer héroe ... tienen algo que ver con la producción de
tejidos finos, empleados sobretodo en las prácticas rituales, ya sea por los oficiantes
encargados de ejecutar los ritos, ya sea en las ofrendas entregadas a las diferentes
wakas. (Urbano 1981, xxxii)
43 Además de asignar una función específica para cada héroe, el modelo estructural de
Urbano descubre una ruta específica que cada uno de ellos recorre en los Andes. En todas
las rutas el punto inicial es el lago Titicaca o Tiwanaku.
44 Queda por aclarar cómo entra Tunupa en este esquema. Recordemos que, por lo que de
este personaje dice Bertonio, inferimos que se trataba de una deidad o de un héroe kolla.
Urbano dice que:
el personaje Tunupa recorre un espacio en el que a veces se confunde con
Taguapaca y a veces con Pachayachachi, hecho éste que sugiere que, en realidad se
trata del mismo héroe con funciones semejantes a las dos caras del Viracocha
principal y de Taguapaca. (Urbano 1981, xxxii)
45 Evidentemente, Cieza de León (1553) dice que la gente del Kollao llamaba Tuapaca a
Ticciviracocha. Ramos Gavilán (1621) dice que Tunupa fue llamado también Taapac, que
traduce como “hijo del Criador” y a pesar de que lo representa en un contexto cristiano,
como veremos más adelante, las características que le asigna son todas positivas,
convirtiéndolo en un santo. Sin embargo, el mismo personaje, con los nombres de
Taguapica o Taguapaca, se convierte en las versiones de Las Casas (1550) y de Sarmiento
de Gamboa (1572) en alguien con características negativas de desobediencia. Urbano
explica esta disonancia de la siguiente manera:
No hay, por cierto, ninguna razón filológica para decir que Taguapaca y Tunupa o
Tonapa son dos nombres de un mismo héroe. Pero algunos relatos y textos antiguos
sugieren que se trata de un solo personaje, pese al hecho de que en algunos de ellos
recibe tratamiento contradictorio: rebelde y castigado por su desobediencia, y
bondadoso, muerto por la maldad de las gentes a quienes predicaba. Es esta doble
tradición o lectura recogida por los cronistas que Bertonio ejemplifica cuando
define lo que era “dios” para los indios. (Urbano 1981, xxix)
44

46 Urbano se refiere aquí a la definición que Bertonio da para “dios” en la lengua aymara; es
decir para los habitantes del Kollao. Esta diferenciación no parece ser muy importante
para Urbano ya que toma la definición de Bertonio como si éste la hubiese aplicado a
todos los indios sin distinción de etnias y tradiciones. Sin embargo, por lo dicho sobre
Tunupa, esta distinción es muy importante porque justifica la separación de mitos pre-
incas e incas y apoya los tres distintos ciclos narrativos.
47 La doble lectura a la que Urbano se refiere viene de las versiones disonantes que
mencionamos y que, según él, estarían ejemplificadas en la parte de la definición de Dios
de Bertonio que era “muy indignas no solo de Dios”, “sino de qualquiera hombre de
razón”. Esas cosas “indignas” de Dios o de cualquiera a las que Bertonio se refiere tienen
que ver con dos mujeres-peces llamadas Quesintu y Umantuu con quienes pecó Tunupa,
según el mismo autor. Este episodio en el relato de Tunupa está completamente
transformado en la versión cristianizada de Ramos Gavilán. Estos seres femeninos
acuáticos se transforman en “una señora muy hermosa, que puesta sobre la balsa, libró al
santo y le acompañó navegando con él”. Esta transformación tiene una doble función en
el relato de Ramos Gavilán: Por un lado, borra toda connotación negativa o pecaminosa
para poder representar a Tunupa como apóstol cristiano y, por otro, sirve como una
prefiguración de la Virgen de Copacabana que más tarde reinará en la región.
48 La mitología clásica, el folklore europeo y los bestiarios medievales habían representado a
la mujer-pez, a la sirena, como una figura simbólica de belleza y de atracción que
conducía a la destrucción del hombre (Cirlot 1982, 415). Siguiendo esta tradición
iconográfica, no es extraño que Bertonio o los otros cronistas atribuyeran rasgos
pecaminosos o negativos a Tunupa o Taguapaca cuando se les narraba cualquier episodio
que se aproximara al de Quesintu y Umantuu.
49 Sin embargo, visto desde un marco de referencia indígena, el episodio representa otra
cosa. Quesintu y Umantuu, que son los nombres aymaras de dos tipos de peces comunes
en el lago Titicaca, constituían parte esencial de la dieta de quienes vivían en las orillas
del lago. El ligar el origen de éstos con uno de sus dioses no es otra cosa que sacralizar la
vida cotidiana. Este sería un fenómeno similar al de sacralizar aquellos productos
agrícolas que de alguna manera se salían de la norma. Anota Arriaga que
Las Conopas, q’ en el Cuzco, y por allá arriva llaman Chancas; son propiamente sus
dioses Lares y Penates... estas son de diversas materias y figuras, aunque de notable,
o en la color, o en la figura...
Ay también Conopas más particulares, unas para el maíz, que llaman Zarap-
conopa...
Zaramamas, son de tres maneras, y son las que se quentan entre las cosas halladas
en los pueblos. La primera es una como muñeca hecha de cañas de maiz... Otras son
de piedra labradas como choclos, o mazorcas de maiz... Otras son algunas cañas
fértiles de maïz, que con la fertilidad de la tierra dieron muchas maçorcas, y
grandes, o quando salen dos macorcas juntas, y estas son las principales,
Zaramamas, y assí las reverencian como a madres del maiz... A este tercer género
no le dan la adoración, que a Huaca, ni Conopa, sino que le tienen
supersticiosamente como una cosa sagrada.
(Arriaga 26-29)
50 Esas zaramamas, como la historia de Quesintu y Umantuu, son un modo de
representación de lo sagrado: la transformación de elementos comunes de la cultura
andina en algo santo. Por tanto, la interpretación de la historia de Quesintu y Umantuu
como una instancia de inmoralidad viene de una imposición de una perspectiva foránea.
45

Los andinos no habrían interpretado el incidente como inmoral porque su visión sobre la
sexualidad difieren grandemente de la visión católica17.
51 En el capítulo 1 discutimos la actitud de Ramos Gavilán hacia el comportamiento sexual y
su asociación con la caída y el pecado. Algo similar ocurre en estas versiones de los
cronistas que purgaron de los mitos episodios como el citado, sobre todo en vista de ese
afán por encontrar en los dioses andinos a ese “dios único y creador” o a uno de los
apóstoles de Cristo. Pero si se interpreta el mismo episodio como representación del
sustento de lo creado, y si recordamos que Viracocha está representado en la versión de
José de Acosta como salido del agua y que “la mar lo engendró” y cuyo nombre significa
“espuma de mar”, según Pedro Gutiérrez de Santa Clara, vemos que los mitos asociados
con el lago Titicaca y su simbolismo acuático forman parte de un sentir común a todas las
religiones:
Principio de lo indiferencial y de lo virtual, fundamento de toda manifestación
cósmica, receptáculo de todos los gérmenes, las aguas simbolizan la sustancia
primordial de la que nacen todas las formas y a las que vuelven, por regresión o por
cataclismo. Fueron al comienzo, retornan al final de todo ciclo cósmico, existirán
siempre -aunque nunca solas- porque las aguas son siempre germinativas,
encerrando en su unidad no fragmentada las virtualidades de todas las formas. En la
cosmogonía, en el mito, en el ritual, en la iconografía, las aguas llenan la misma
función, cualquiera que sea la estructura de los conjuntos culturales en los que se
encuentran: preceden a toda forma y sostienen toda creación. (Elíade 1963, 188)
52 Todas las versiones del mito cosmogónico consideradas nos llevan a concluir que el lago
Titicaca es el lugar de origen. Coinciden también en presentar a un personaje
extraordinario con una función organizadora o creadora que parece desdoblarse en otros
personajes con funciones similares pero limitadas. Este ser extraordinario era llamado
Viracocha en la lengua quechua y parece haber sido el dios Tunupa de los aymaras que
habitaron la región cientos de años antes de la venida de los incas.

El reino de las tinieblas


53 Cinco de las versiones del mito (Betanzos, Cieza, Sarmiento de Gamboa, José de Acosta II,
y Cobo III) explícitamente hablan de un tiempo en el cual todo era tinieblas puesto que ni
el sol ni los otros astros habían sido creados aún. La representación de un tiempo sumido
en la oscuridad suscita una cadena de asociaciones que están conectadas con la idea de lo
oscuro.
54 El diccionario más sencillo de la lengua española18 recoge entre los sinónimos de oscuro
las siguientes palabras: abstracto, caliginoso, confuso, enrevesado, fuliginoso, inconexo,
inextricable, misterioso, vago, ambiguo e incomprensible. La palabra tinieblas y la
oscuridad que evoca conjuntamente con todas las ideas afines hacen que sea una de las
formas más comunes de representar lo informe o lo caótico; y en el caso del mito la
referencia resulta muy gráfica para referirse a lo que antecede a la creación de un mundo
visible en el que las cosas se distinguen una de otra. Y lo que hace a ese mundo visible es
precisamente la ausencia de la oscuridad. La imagen de las tinieblas tiene la función, en
esas versiones, de distinguir dos instancias: el tiempo anterior a la creación del mundo
como se lo conoce del que lo sucede, el caos del orden, la nada del ser.
55 En el mito cosmogónico es la intervención de Viracocha la que hace posible el paso de una
instancia a la otra, y como hacedor o creador de las cosas, las separa. Por ello, al
46

mencionar a Viracocha como hacedor o creador, aún las versiones que no mencionan las
tinieblas, indirectamente implican una no-existencia anterior a su presencia. En todas las
versiones restantes, excepto en Santa Cruz Pachacuti y Pedro Gutiérrez de Santa Clara, se
menciona a Viracocha como creador (Betanzos, Cristóbal de Molina, José de Acosta, Cobo
I-IV) o hacedor de todas las cosas (Las Casas, Cieza, Sarmiento de Gamboa I y II). La
imagen de las tinieblas presente en las cinco versiones no contradice al resto sino que
simplemente hace explícito lo que en las otras es tácito.
56 La versión de Gutiérres de Santa Clara es muy sumaria y parece ser un relato recogido en
la costa norte del Perú. En esta versión Viracocha es un ser extraordinario, salido del mar
que enseñó a los indios a navegar y que también pasó mucho tiempo con los antepasados
de esos indios “enseñándoles buena doctrina y pulida”. Este Viracocha no muestra una
función creadora, ni se menciona un tiempo anterior a la creación porque hay una
tendencia de recontextualizar a este héroe como discípulo de Cristo, ya que dice
Tiénese entendido por los españoles que debió ser algún discípulo de los discípulos
del Señor, que pasó por aquí predicándoles. (Gutiérres de Santa Clara 245)
57 Todas las versiones como la de Gutiérres de Santa Clara que tratan de asimilar a un héroe
andino dentro de la tradición cristiana, necesariamente tienen que rechazar cualquier
alusión a una función creadora del personaje para poder mantener coherente su relato.
Ese también es el caso de Santa Cruz Pachacuti y Ramos Gavilán que consciente o
inconscientemente purgan sus textos de cualquier detalle que pudiera endiosar al héroe 19.
Exceptuando estos casos todas las otras versiones del mito de manera implícita o explícita
aluden a dos instancias: el caos y el orden que están representados por la oposición no
existencia-existencia, que a su vez se representan como tinieblas la primera y creación la
segunda.

Viracocha creó a los hombres, los animales y todas


las cosas
58 En algunas versiones del mito sólo podemos inferir un acto de creación por los epítetos
asignados a Viracocha. La versión que recoge José de Acosta (1590) II y la de Calancha
(1637) mencionan a Viracocha Pachayachachic como “criador del cielo y tierra” el
primero, y “maestro i criador del mundo” el segundo. Ninguna de estas versiones nos dice
qué cosas ni cuándo fueron creadas. Pero cada una de ellas presenta aspectos
interesantes, si bien no del mito, de la manera en que fue recibido y trascrito por estos
cronistas.
59 El hecho de que la versión presentada por Acosta sea tan escueta no responde a una
variante del mito que se le dio a conocer, sino más bien a la actitud del cronista y el
propósito de su trascripción. Para José de Acosta los mitos en sí mismos carecían de
interés:
Saber lo que los mismos indios suelen contar de sus principios y origen, no es cosa
que importa mucho, pues más parecen sueños los que refieren, que historias.
(Acosta 63)
60 El que los indios tuvieran un dios llamado Viracocha a quien le atribuían la creación del
cielo y de la tierra es para Acosta parte de un fenómeno universal y común a los pueblos
gentiles:
Pues como sea verdad tan conforme a toda buena razón, haber un soberano señor y
rey del cielo, lo cual los gentiles, con todas sus idolatrías e infidelidad, no negaron,
47

como parece así en la filosofía del Timeo de Platón y de la Metafísica de Aristóteles


y Asclepio de Trismegisto, como también en las poesías de Homero y de Virgilio.
(220)
61 Aunque los bárbaros estuvieran sumidos en la ignorancia del dios verdadero, el cristiano,
Acosta creía que había un haz de luz que se había filtrado en su entendimiento. Por ello
opina que al igual que San Pablo se había servido del dios ignoto de los griegos para
asimilarlo al dios de los cristianos y convertir a los gentiles, al utilizar aspectos de
Viracocha se podría persuadir a los indios de la existencia de un supremo Dios.
62 La versión de Acosta resulta ejemplar en el sentido de que nos muestra claramente que
los motivos o los elementos del mito que se conservaron fueron únicamente aquéllos que
de alguna manera respondían a configuraciones europeas existentes. Solamente aquellos
elementos que entraban dentro de ese marco de referencia, por similitud o contraste,
pudieron llegar a formar parte de las distintas versiones. Por otra parte, esos elementos
resultaban instrumentales bien sea para asimilarlas en el proceso de conversión o para
atacarlas como indignas o diabólicas en las campañas de extirpación. Por esa razón, todas
las versiones del mito de origen siempre serán una visión especular, donde la imagen que
se proyecta no sólo depende del objeto que refleja sino de la magnitud y calidad del
espejo. Todo aquello que esté fuera del campo de reflejo no podrá ser nunca parte de la
imagen reflejada. Por ello, los mitos con los que trabajamos son siempre visiones parciales
del mundo mítico andino. Sin embargo, las variantes, al ser contrastadas unas con otras,
nos ayudan a enfocar detalles que están ausentes o no son claros en algunas de ellas.
63 La variante presentada por Las Casas dice muy sumariamente que Condici Viracocha
“había hecho el Cielo y la Tierra, y al Sol, y luna, y estrellas, y a todo el mundo” y que por
ello le rendían culto. Añade además que Viracocha tenía un hijo muy malo, llamado
Taguapica Viracocha que hacía todo lo contrario de su padre. Si el padre hacía buenos a
los hombres, él los hacía malos; las montañas hechas por el padre, el hijo las cambiaba en
llanos y viceversa. Incapaz de ver el aspecto de Jano en la deidad andina, Las Casas
transforma el mito en una fábula, donde Taguapa Vracocha es representado según un
código ético cristiano: es un hijo malo que contradice al padre. Estas características
dicotómicas son para Las Casas mutuamente excluyentes y no pueden coexistir en un solo
ser, menos aún en un dios que se asemeja en muchas cosas al dios cristiano.
64 La versión de Pedro Cieza de León recoge detalles similares a los de Las Casas pero, al no
intervenir ese código moral en la representación, permiten una lectura distinta.
...queste varón [Viracocha] que así vieron tenía tan gran poder que de los cerros
hacía llanuras y de las llanuras hacía cerros grandes, haciendo fuentes en piedras
vivas; y como tal poder reconociesen llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas,
Principio dellas... (8)
65 En esta versión Vracocha cumple funciones que podrían considerarse antagónicas: de
creación y de destrucción. En él se unen los opuestos; Vracocha sería entonces, como el
lago Titicaca, el núcleo de encuentro de los contrarios que corresponde a la concepción
aymara del taypi. Pero esta representación de Viracocha no sólo es coherente con este
aspecto de la mentalidad aymara, sino que también coincide con lo que Mircea Eliade
denomina “coincidentia oppositorum” en el modelo mítico:
Todos estos mitos nos ofrecen una doble revelación: 1] manifiestan, por una parte,
la polaridad de dos personalidades divinas, nacidas de un único y mismo principio y
destinadas en varias versiones a reconciliarse en un illud tempus escatológico; 2] por
otra parte, la coincidentia oppositorum en la estructura profunda de la divinidad, la
cual se muestra alternativamente o simultáneamente benevolente y terrible,
48

creadora y destructora, solar y ofidia, etc. En este sentido, es justo decir que el mito
revela, más profundamente de lo que podría revelarlo la propia experiencia
racionalista, la estructura misma de la divinidad, que se sitúa por encima de los
atributos y reúne todos los contrarios. (Eliade 1963, 419)
66 Si suspendemos en la versión de Las Casas aquellas partes que claramente reflejan un
código moral cristiano, eliminando las palabras que connotan maldad y rebeldía, su
versión y la de Cieza coinciden casi perfectamente con la excepción de la presencia de dos
personajes en lugar de uno sólo y la relación de parentesco entre ellos. Aún este detalle
podría interpretarse como un desdoblamiento necesario en el relato, debido al código
moral que lo informa. Por otro lado, el comentario de Urbano sobre Tunupa que “a veces
se confunde con Taguapaca y a veces con Pachayachi, hecho éste que sugiere que, en
realidad se trata del mismo héroe, con funciones semejantes a las dos caras del Viracocha
principal y de Taguapaca” (Urbano 1981, xxxii) podría resolverse sin la necesidad de una
proliferación de personajes. Viracocha o Tunupa serían la deificación de la concepción
aymara donde los opuestos se unen; los distintos relatos serían una manera de
representar a través de diferentes personajes algunos de los aspectos manifiestos de la
divinidad. En este sentido, hay que pensar que la representación de la creación en las
distintas versiones varía en detalle pero no en su esencia.
67 Algunas versiones no sólo mencionan la creación de manera sucinta como la que
acabamos de ver, sino que especifican qué creó Viracocha y cómo y cuándo lo creó. En las
versiones de Betanzos (1551), Cieza (1553) y Sarmiento de Gamboa (1572) I y II se pueden
inferir dos creaciones del género humano. Una primera durante el tiempo de las tinieblas
que acaba por perecer, y una segunda que sobrevive.
68 Según una de las versiones, Con Ticsi Vracocha había creado durante “el tiempo de la
escuridad” un género de hombres a quienes convirtió posteriormente en piedras por el
“deservicio” que le hicieron (Betanzos 1551). La existencia de hombres durante las
tinieblas también se puede inferir de la versión de Cieza de León (1553), pero no se
menciona ninguna falta que hubiesen cometido. Más bien sufrían viviendo en la oscuridad
y por ello hacían “votos e plegarias” a sus dioses para que les dieran la luz que les hacía
falta. Esta versión tampoco hace referencia a un castigo o una destrucción de los hombres
creados. Las dos versiones recogidas por Sarmiento de Gamboa sí hablan de una doble
creación y de la consiguiente destrucción en el tiempo de la oscuridad, pero en términos
distintos a los presentados por Betanzos. En ambas versiones, Sarmiento de Gamboa dice
que el “Criador” primero hizo unos gigantes, y luego hombres de estatura normal. En la
primera versión representa la primera creación de estos gigantes como un modelo previo
para luego crear según éste al género humano; viendo que el modelo no era apropiado, lo
destruyó y creó hombres de estatura normal:
Y después de criado el mundo formó un género de gigantes disformes en grandeza,
pintados o exculpidos, para ver si serta bueno hacer los hombres de aquel tamaño. Y
como le pareciesen de muy mayor proporción que la suya, dijo: “No es bien que las
gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño”. Y así crió, lo hombres
a su semejanza como los que agora son. Y vivían en oscuridad.(102)
69 En su segunda versión estos gigantes no constituyen un modelo: son creados primero, y
luego destruidos en vista de su descomunal tamaño. En ninguna de estas dos versiones la
destrucción de las primeras criaturas es consecuencia de su comportamiento,
representado como “deservicio” por Betanzos; su hacedor las destruye por no estar
conforme con su hechura. El “deservicio” de las criaturas y el castigo impuesto por su
hacedor responden a un código ético que en Sarmiento de Gamboa y en Cieza no parece
49

haber funcionado como filtro interpretativo de lo que escuchaban de sus informantes. Las
peticiones de los hombres para que se les diese luz, mencionadas en Cieza, podrían
interpretarse como el reconocimiento de las criaturas del inmenso poder de su creador.
Ese poder es tanto creador como destructor en las versiones de Sarmiento de Gamboa, lo
cual es coherente con la doble función de Viracocha a la que ya nos referimos.

Conversión en piedra: transgresión y castigo o


principio de los linajes
70 Muchos de los relatos coinciden en narrar ciertas normas o preceptos que Viracocha dio a
sus criaturas; éstas no cumplieron lo ordenado y fueron castigadas por la divinidad. La
versión de Betanzos no explica cuál fue el acto trasgresor que provocó que Viracocha
transformara a la primera generación de hombres en piedra. También Cristóbal de Molina
(1575) narra la transformación de los primeros hombres en piedra como castigo por su
trasgresión. Este autor dice que después de la creación, Tecsi Viracocha fue a distintos
pueblos de la sierra y
que algunas naciones que halló rebeldes y que no habían cumplido su mandato,
gran parte de ellos convirtió en piedras, en figuras de hombres y mujeres con el
mismo traje que traían.
Fue la conversión en piedras en los lugares siguientes: en Tiahuanacu, en Pucara y
Jauja, donde dicen convirtió la huaca llamada Huarivilca en piedra, y en
Pachacamac, en Cajamarca y en otras partes. (Molina 53)
Fuentes coloniales indican que los lugares que marcan la conversión en piedra de
los hombres resultan ser los principales lugares de culto de los indios. Por ejemplo,
Bernabé Cobo llama “santuario universal” tanto a Tiwanaku como a Pachacamac; y
Cristóbal de Albornoz describe a Huarivilca como “Guaca muy prencipal de los
dichos ananguancas, es una piedra como indio” y dice que en Cajamarca estaba
“Yanic Zuya [?], guaca de las más prencipales del reino de los yndios caxamalcas”
(Albornoz 186).
71 La representación de la conversión en piedra como castigo en estas versiones implica
necesariamente una trasgresión dentro de un código ético. La conversión en piedra de los
hombres constituiría dentro del marco de referencia cristiano un castigo; sin duda les
recordaba al castigo de la mujer de Lot, consecuencia de la trasgresión de un mandato
divino (Génesis 19,15-26). Sin embargo esta noción no es necesariamente igual para la
cultura andina. Esos primeros hombres convertidos en piedras u otras cosas, pudieron
haber sido considerados por los indios como el origen de los distintos linajes y más
adelante llegaron a ser las huacas veneradas por los distintos grupos:
Cuentan más, que aquellos primeros hombres en aquellos mismos lugares, después
de haber dejado sucesión se convirtieron, unos en piedras, otros en halcones,
cóndores y otras aves y animales; y así son de diferentes figuras las guacas e ídolos
que adoraban. (Cobo [1653] 1964, 151)
72 Los estudios existentes del mito no reparan en que el castigo es una infiltración del
concepto cristiano del término. Con esto no quiero decir que en estas culturas no pudiera
haber existido una noción de castigo, pero en el contexto del mito me parece una
superimposición. Puesto que suspendiendo las connotaciones de trasgresión y castigo en
la conversión de los hombres en piedras o animales, y sabiendo que estas piedras y
animales representaban sus orígenes y que eran tenidos por sagrados, tendríamos que
concluir que lo que esta conversión representa es más bien la conexión entre el dios de
50

estos hombres, la naturaleza y el género humano. Sobre todo en culturas donde el culto a
los ancestros era de capital importancia.

El diluvio: castigo o uno pachacuti


73 En algunas versiones del mito de Viracocha se alude a un diluvio en términos similares a
la conversión en piedra, es decir como consecuencia de una trasgresión. La primera
versión de Sarmiento de Gamboa (1572) sitúa el diluvio entre la primera y la segunda
creación de los hombres. Según Bernabé Cobo (1653) I, después de la creación hubo un
diluvio donde casi todo el género humano pereció, excepto unos pocos que luego se
multiplicaron. La tercera versión de este mismo autor recoge una pequeña variante: sólo
se salvaron un hombre y una mujer que metidos en una caja de tambor navegaron sobre
el agua hasta que cesó el diluvio. Calancha también menciona un diluvio antes de que la
tierra se poblara. En las otras variantes ni siquiera aparece.
74 Según Bandelier las versiones que incluyen el diluvio presentan una especie de
sincretismo. Los informantes de los cronistas ya habían sido expuestos a la religión
cristiana por un buen número de años y lo que originalmente pudo haber sido una simple
inundación se asimila a la historia del diluvio bíblico predicado por los evangelizadores.
En términos similares, Bouysse Cassagne indica que la mención del diluvio es una
recontextualización en términos cristianos de un fenómeno vivido en el área del Titicaca.
Los diferentes niveles del agua, formación de la isla de Titicaca, salinidad, etc., habrían
afectado la vida de las distintas culturas en diferentes épocas. Por lo tanto, la mención de
un fenómeno de subida de aguas impactaría a un cierto grupo en cuyas memorias
quedaría el hecho como legendario. Lo que Bouysse Cassagne puede probar a través de
datos geológicos ya lo había sido intuido Joseph de Acosta ([1590] 1985):
Hay entre ellos comúnmente gran noticia y mucha plática del diluvio; pero no se
puede bien determinar si el diluvio que éstos refieren es el universal que cuenta la
divina Escritura, o si fue algún otro diluvio o inundación particular de las regiones
en que ellos moran, mas de que en aquestas tierras hombres expertos dicen que se
ven señales claras de haber habido alguna grande inundación. Yo más me llego al
parecer de los que sienten, que los rastros y señales que hay de diluvio no son del de
Noé, sino de algún otro particular, como el que cuenta Platón, o el que los poetas
cantan de Deucalión. (63)
75 La representación de un diluvio en el mito puede deberse a que los informantes trataban
de comunicar sus historias dentro de un marco de referencia que fuera inteligible a los
españoles, como también puede ser que los españoles interpretasen lo que oían dentro del
contexto que les era conocido.
76 Sarmiento de Gamboa nos informa que ese diluvio general era llamado por los indios uno
pachacuti que, según él, quiere decir “agua que trastornó la tierra”. Según Imbelloni lo que
Sarmiento de Gamboa registra es uno de los tipos de pachacuti: exterminio por
inundación.
La frase pacha kútin o pachán kútin vale: “vuélvese o trastórnase la tierra”,
“vuélvese o trastórnase el tiempo”. El verbo infinirivo pachakútin significa
“revolucionarse” o “convulsionarse”. El sustantivo (realmente verbo sustantivado)
pachakútiy equivale a “el fin del mundo”, significado (único) registrado por Torres
Rubio. (Imbelloni 99)
77 El diluvio es entonces una manera de representar el uno pachacuti que se refiere a un
fenómeno cósmico, una destrucción del mundo realizada por ese Viracocha cuyos
51

atributos son tanto de destrucción como de creación. A esa destrucción le sigue una nueva
creación, representada por la creación de otros hombres. El diluvio representado como
castigo parecería ser una asimilación al diluvio universal bíblico donde la decadencia
moral es lo que motiva la catástrofe; mientras que fuera de ese esquema ético el pachacuti
no se puede atribuir a fallas humanas. Tanto el diluvio bíblico como el uno pachacuti se
refieren a una gran inundación; debido a esta coincidencia se pueden representar uno en
términos del otro.
78 La aplicación del marco interpretativo cristiano impone categorías de una cultura que no
son aplicables en la cultura indígena. Lo que ocurre con la representación de los cronistas
del pachacuti es que está informada por un código moral aplicable sólo a la conducta
humana y por ello esta parte del mito, por lo menos, sufre una occidentalización que
opaca otros posibles significados. Esta occidentalización puede verse no sólo desde esta
perspectiva; Bouysse Cassagne enfoca el mismo problema desde el punto de vista de
categorías temporales:
Como demostraron los estudios de Imbelloni y más recientemente los de Harris,
“pachacuti” no se puede traducir en términos humanos: y se refiere más bien a un
acontecimiento cosmológico o, como sugiere Cobo al hablar del Inca Pachacuti, “le
dieron el nombre de Pachacuti, porque por su gobierno tan acertado se mejoraron
las cosas de tal manera que parecía haberse trocado los tiempos y dado la vuelta al
mundo” (Cobo cap. XII, XII). He aquí, expresado en términos claros, el punto en que
la historiografía occidental y la andina discrepan, y probablemente, el tope en el
que la asociación por similitud (que no pudo realizarse) y la dimensión metafórica
(siendo de hecho intraducibie), de las dos culturas, pudiera combinarse la una con
la otra. Efectivamente, en la concepción del tiempo aquí evocada, el instante
fundador corresponde al momento en el que “se trocan los tiempos” o, expresado
en términos espaciales, cuando se da “la vuelta el mundo”; mientras que la
categoría de acontecimiento, que define la periodización, no corresponde
obligatoriamente, en la historiografía occidental, a un acontecimiento cataclísmico,
y cuando éste existe, no se lo vive obligatoriamente en términos de inversión, aún si
a veces se lo identifica con “el castigo”. (Bouysse Cassagne 1988, 13-14)
79 La yuxtaposición de categorías es evidente no sólo en lo que se refiere al diluvio, sino
como ya vimos, en cuanto a la divinidad misma. En esta yuxtaposición una de las
constantes parece ser un código ético cristiano que constantemente filtra la información,
además de un afán consciente o subconsciente de encontrar al dios cristiano en las
deidades andinas. En los cronistas españoles se podría decir que representan “al otro” en
términos de sí mismos; pero en Guarnan Poma o Santa Cruz Pachacuti no es únicamente
que los autores representen a lo andino en términos de lo europeo. Por supuesto hay algo
de eso: tratan de usar las categorías europeas para representar el mundo andino. Pero
también usan las propias categorías y el resultado es una mezcla de ambas.
80 El texto de Guarnan Poma, El primer Nueva Coránica y Buen Gobierno (1613), referente al
Pachacuti es muy revelador porque él mezcla en torno al mismo término la noción de
castigo con la de milagro. Dentro del marco de referencia occidental todo castigo tiene un
signo negativo, mientras que el milagro, debido a la admiración y beneficio que puede
producir tiene más bien uno positivo. Guarnan Poma mezcla hechos positivos con
negativos en los ejemplos que saca de la tradición cristiana, y los iguala a los pachacuti,
precisamente porque el pachacuti -como el taypi y Viracocha mismo- reúne elementos
que pueden ser positivos y negativos, que pueden “dar la vuelta al mundo” y cambiarle de
signo. En la representación del uno pachacuti la destrucción de los hombres tiene un signo
negativo pero da lugar a esa nueva creación que puede considerarse como positiva.
52

con sus seguases tan prencipal y tan hermoso, la cayda de todo el género humano
por culpa de uno, el castigo de todo el mundo con las aguas del diluuio. Gran juycio
fue la eleción de Jacop y la rreprouación de Saú y el desanparo de Judas Escariote y
la bocación de San Pablo, la rreporbación del pueblo de los judíos, la elición de los
gentiles y como otros milagros y castigos que pasan en los hijos de los hombres del
mundo.
Y ancí auido otros muchos milagros y castigos en el tienpo del Ynga. No se escrive
cino son los testigos la cayda de los serros y peñas derrunbadas. Y ací se escrive
toda la suma; por eso el castigo de Dios le llaman pachacuti, pacha ticra. (Guamán
Poma 94)
81 El diluvio o el uno pachacuti fuera de un marco de referencia cristiano marca un punto
temporal20: separa dos ciclos o edades en las cuales Viracocha interviene con su poder a la
vez creador y destructor. En la segunda edad o momento del mito, Viracocha nuevamente
manifiesta su poder creador en el área del Titicaca.

Viracocha crea los astros y forma los distintos linajes


82 Según las distintas versiones del mito, la isla Titicaca y Tiwanaku son los dos escenarios
donde Viracocha crea el sol, la luna y las estrellas y forma a los hombres. La primacía de
un lugar sobre el otro seguramente depende de donde recogieron los cronistas la versión
que transcribieron. Al respecto Cobo escribe lo siguiente:
sobre qué lugar haya sido éste hay tantas opiniones cuantas son las provincias y
naciones deste reino, queriendo cada nación que haya sido en su tierra. Los
moradores del Collao están divididos en dos pareceres: los unos afirman haber sido
hecha la creación en Tiaguanaco, y los otros en la isla de Titicaca... (Cobo
[1653]1964,150)
83 En casi todas las narrativas, tanto el lago Titicaca o la isla Titicaca como Tiwanaku están
vinculados con la creación de los astros y de los hombres. El acto de creación -en una o
dos creaciones, antediluviano o post-diluviano, según la versión- representa siempre
algún tipo de transformación que implica un cambio del caos al orden. Y en este cambio
hay un agente organizador que es Viracocha y un punto de orientación que es el Titicaca.
84 Según Betanzos Con Tici Viracocha salió del lago Titicaca y de ahí se fue a Tiwanaku
donde creó el sol, la luna y las estrellas. Antes de que esto sucediera, “esta tierra era toda
noche”. Con la creación del sol, creó también el día. La indiferenciación y la oscuridad
representan el caos, mientras que la segmentación y la luz representan el orden. Esto nos
lleva nuevamente a lo que decíamos en el primer capítulo, nombrar es segmentar, así es
que esta creación representa también el ingreso al lenguaje. En esta versión, Viracocha
después de crear el sol y los astros crea por segunda vez a los hombres. La primera
creación es distinta de la segunda precisamente en términos de diferenciación y orden.
85 Mientras que “en el tiempo de la escuridad” Viracocha “hizo aquella gente” que luego
convirtió en piedra, cuyas implicaciones ya las discutimos, en el tiempo de la luz su
creación es mucho más precisa:
Que hizo de piedra cierto número de gentes y un principal que la gobernaba y
señoreaba y muchas mujeres preñadas y otras paridas y que los niños tenían en
cunas, según su uso, todo lo cual ansí hecho de piedra, que lo apartaba a cierta
parte...(Betanzos 9)
86 En este nuevo orden la gente se distingue por sexo, por edad y por jerarquía dentro del
grupo: pero además Viracocha los organiza en el espacio, pues manda a esa gente a los
53

distintos lugares de donde debían salir, habitar y reproducirse, dándoles también a cada
uno sus respectivos nombres. Hay que anotar que en este relato Viracocha “habla” por
primera vez. De las gentes que crea se reserva a dos a quienes les ordena llevar a los
demás a sus respectivos lugares de origen,
señalándoles y diciéndoles: “estos se llamarán los tales y saldrán de tal fuente en tal
provincia, y poblarán ella, y allí serán aumentados; y éstos saldrán de tal cueva, y se
nombrarán los fulanos, y poblarán tal parte... (Betanzos 9)
87 El primer relato de la creación recogido por Sarmiento de Gamboa es muy similar a la
versión de Betanzos, excepto que la segunda creación ocurre después del diluvio. El caos
en el relato de Sarmiento de Gamboa está representado tanto por la oscuridad como por
el cataclismo:
Pasando el diluvio y seca la tierra, determinó el Viracocha de poblarla segunda vez,
y para hacerlo con más perfección determinó criar luminarias que diesen claridad. Y para
lo hacer, fuése con sus criados a una gran laguna, que está en Collao, y en la laguna
está una isla llamada Titicaca. (105, énfasis mío)
88 El orden que Viracocha va a poner en su creación está representado aquí en términos de
perfección. La creación de los hombres y el principio de los linajes es bastante similar,
aunque no tiene la riqueza de la versión de Betanzos. Uno de los detalles diferentes en
esta versión es que los criados de Viracocha provienen de la primera creación pues él los
guardó consigo y se salvaron del diluvio.
89 La segunda versión recogida por Sarmiento de Gamboa difiere en dos cosas. La primera es
que la creación se hizo en Tiwanaku. La segunda es que antes de mandarlos a sus distintos
lugares de origen todos hablaban la misma lengua y una vez puestos en los distintos
lugares cada grupo hablaba la suya
...en partiéndose variaron las lenguas, notándolos frases de fieras, tanto, que
tornándose a topar después, no se entendían los que antes eran parientes y vecinos.
(107-108)
90 Es interesante notar que en esta versión la segmentación y diferenciación de las lenguas
está representada como elemento discordante. Es posible que en este segmento del relato
haya una infiltración del pasaje bíblico de la Torre de Babel.
91 Sin embargo, las razones por las cuales esta versión se desvía de las otras pueden
encontrarse en la situación política y social en la que se encontraban las diversas etnias
que habitan el área del lago Titicaca al tiempo de la conquista y durante la colonia. Las
distintas lenguas habladas en el área del Kollao hacia el siglo XVI constituían una manera
de jerarquizar a los distintos grupos e individuos. Por ejemplo, en los niveles más altos de
la sociedad, los kollas que tenían poder durante la dominación inca hablaban quechua
además del aymara. En los niveles más bajos entre los urus, grupo marginado, sólo
hablaban el uruquilla, mientras que los que estaban un poco más arriba dentro del mismo
grupo, hablaban pukina o aymara. Es posible que esta visión discordante del mito en
términos de la lengua esté reflejando un problema político-social acaecido con la
dominación quechua en territorio netamente aymara21.
92 Cristóbal de Molina, “El Cusqueño”, sigue más o menos las mismas líneas generales que
Betanzos y Sarmiento de Gamboa, pero añade preciosos detalles. La creación también se
realiza desde Tiwanaku y los dos hombres que aparecen como servidores de Viracocha en
las otras versiones aparecen aquí como sus hijos: Imaymana Viracocha y Tocapo
Viracocha. Viracocha había creado las distintas naciones y les encomendó a sus hijos ir a
54

cada uno por una ruta diferente y ponerles nombres a las cosas. Imaymana Viracocha
debía ir por la ruta de los Andes y Tocapo Viracocha por los llanos.
[Mandó a Imaymana] que fuese por el camino de los Andes y montañas de toda la
tierra; y que fuese dando y poniendo nombres a todos los árboles grandes y pequeños, y
a las flores y frutas que habían de tener, mostrando a las gentes las que eran para
comer y las que no, y las que eran buenas para medicinas; y así mismo puso
nombres a todas las yerbas y flores, y el tiempo en que habían de producir sus
frutos y flores, y que éste mostró a las gentes las yerbas que tenían virtud para
curar, y las que podían matar. Y al otro hijo llamado Tocapo Viracocha que ...fuese
por el camino de los llanos, visitando las gentes, y poniendo nombres a los ríos y árboles
que en ellos hubiese, y dándoles sus frutos y flores por la dicha orden... (Molina 54, énfasis
mío)
93 En esta versión el lenguaje y la creación son inseparables, las cosas empiezan a existir
porque los Viracochas les van dando nombres. Después de haber sido nombradas las
plantas van apareciendo las funciones, las estaciones y las propiedades de cada una de
ellas. El orden se establece a través del lenguaje.
94 Mi análisis difiere del de Henrique Urbano, quien asigna diferentes “funciones” a los tres
personajes que se representan en este relato. Lo que tenemos es un desdoblamiento del
mismo Viracocha para representar la creación sincrónica en ambas direcciones, ya que en
la misma versión se los representa como esencialmente iguales:
Tenían también estos indios, por muy cierto y averiguado que el Hacedor ni sus
hijos no fueron nacidos de mujer y que eran inconmutables y que tampoco habían
de tener fin. (Molina 55)
95 La versión de Cieza sobre la creación del sol es mucho menos interesante que las otras,
pero también ocurre en la isla del Titicaca. En esta versión el cambio de caos a orden
también se puede inferir puesto que los hombres que vivían en las tinieblas padecían
“gran trabajo” y el advenimiento de la luz les trajo “el sol muy resplandeciente, con que
todos se alegraron”.
96 Bernabé Cobo recoge varias versiones del mito de creación, y como no todas coinciden en
los detalles opina que al respecto los indios “hablan muy confusamente, no distinguiendo
la creación del mundo de su reparación después de pasado el diluvio”. La primera versión
que Cobo transcribe no añade nada que no esté en las otras, quizá lo único que merezca la
pena mencionar es que la imposición de un orden está representada precisamente por la
palabra “orden”.
[H]ubo un Hacedor del universo que crió el cielo y la tierra con las diversas naciones
de hombres que la habitan; que pasó esto en Tiaguanaco, y que habiendo puesto en
orden y concierto todas las cosas por él criadas, dando a cada una el lugar que le
tocaba, se subió desde allí al cielo. (Cobo [1653] 1964,150; énfasis mío)
97 La segunda versión de Cobo que distingue Urbano nada tiene que ver con el área del
Titicaca y por lo tanto queda fuera de nuestro análisis. En la tercera dice que el origen de
los hombres fue anterior al diluvio, pero que perecieron todos con la excepción de un
hombre y de una mujer que metidos en un tambor navegaron mientras duró el diluvio.
Esta versión narra que el tiempo del diluvio fue también un tiempo de oscuridad puesto
que el sol estaba escondido en la isla de Titicaca y esta isla fue la primera en aparecer
cuando las aguas bajaron. El tambor con el hombre y la mujer que restaurarían al género
humano fue a dar a Tiwanaku.
98 Según el estudio de Bouysse Cassagne la aparición de la isla después del “diluvio”
correspondería geológicamente a la fase final de la subida de las aguas del lago. Y para
55

ella, el mito marca un punto de separación entre una edad pre solar y una solar, además
de cambios en la esfera religiosa:
[L]a aparición del sol (o su corolario el fin del diluvio) señala el momento
constitutivo de una nueva temporalidad y quizás podemos arriesgarnos a decir de
una nueva divinidad ligada a la isla de Titicaca. (Bouysse Cassagne 1988, 109)
99 Es posible que Bouysse Cassagne tenga razón. Sin embargo nada en el mito que
analizamos nos permite inferir una divinidad solar. En el segundo ciclo narrativo, como
veremos en el capítulo 3, una divinidad solar es el punto de partida para el ciclo narrativo
inca.
100 La cuarta versión de Bernabé Cobo es quizá la más interesante de todas las que recoge. En
ésta el Criador, después del diluvio, formó todas las naciones con el barro de Tiwanaku. A
cada una de estas naciones le dio su propia lengua, su traje, su comida, sus canciones y,
sumiéndolos por debajo de la tierra, los hizo salir luego por los distintos lugares que más
adelante marcarían con sus huacas principales “por haber salido y empezado de allí su
estirpe y linaje”. En esta versión están representados los aspectos más importantes y
diferenciadores del mundo andino. Según Bouysse Cassagne lo que está representando el
mito son las señas de identidad cultural.
Lo que enumera entonces el mito son los atributos simbólicos -vestido, lengua,
canto, planta ceremonial, huaca- que constituyen los signos visibles de la identidad
de cada grupo. Para aludir tan solo a la música, sabemos que aun en la época Inca,
cuando en el centro ceremonial de la Isla del Sol se celebraba el Inti Raymi, cada
grupo bailaba a su usanza. (Bouysse Cassagne, 1987, 175)
101 Habría que añadir que lo que Bouysse Cassagne denomina “atributos simbólicos” son
modos de representación de distintas culturas y de un orden político y social que el mito
le atribuye al creador. Debemos notar que en esta versión del mito como en todas las
otras, el establecimiento de orden en el universo se representa por el mandato que
Viracocha le da al sol de subir al cielo. No se singulariza ni a un astro en especial ni a un
grupo cultural específico. Viracocha crea al mismo tiempo al sol, la luna y las estrellas y
hace todos los linajes; por lo tanto, todo aquello que puede pertenecer al orden natural o
al orden social está al mismo nivel en su relación con el orden divino. Veremos en el
capítulo 3 donde exploro el ciclo narrativo inca, cómo esta relación se altera al
singularizar a uno de los grupos culturales -estableciendo así una jerarquía social- y al
asociarlos directamente con el orden divino.

La ruta de Viracocha: de la sierra a la costa


102 Cinco de las versiones del mito (Betanzos, Cieza, Sarmiento de Gamboa, Cristóbal de
Molina y Santa Cruz Pachacuti) narran la peregrinación de Viracocha por los Andes. El
punto de partida, no sólo en estas versiones sino en todas, es el lago Titicaca o Tiwanaku,
que por su cercanía puede considerarse en la misma área. El punto final de su
peregrinación es el mar donde desaparece. Entre estos dos puntos hay algunos otros
lugares que visita; dos son los que más se mencionan: Cacha y Urcos (o Tambo Urcos). La
ruta que sigue es de sur a norte, descendiendo de las alturas (el Lago Titicaca está a 3.815
metros de altura) hasta llegar al nivel del mar.
103 Consideremos primero el periplo de Viracocha según Betanzos para luego contrastarlo
con las otras versiones. Según esta versión, Viracocha después de haber mandado a sus
dos servidores al este y al oeste para que fueran poblando la tierra emprende su viaje sur-
56

norte en dirección al Cuzco. Desde el centro, el lago Titicaca, el acto de creación y


diferenciación irradia simultáneamente en todas las direcciones. Viracocha viaja desde el
Titicaca hacia el norte. Uno de los ayudantes o hijos va hacia el naciente y el otro hacia el
poniente, Viracocha baja de las montañas a la costa, y las personas son sumergidas bajo
tierra para emerger después en la superficie en sus respectivas pacarinas (su lugar de
origen). La presencia de los dos ayudantes es un recurso narrativo para poder representar
al mismo tiempo la pluridireccionalidad y la sincronía de la creación.
104 Estando en ruta hacia el Cuzco, Viracocha llegó a Cacha, lugar que de acuerdo a la
información que nos proporciona Betanzos está a diez y ocho leguas del Cuzco y era el
lugar donde habitaban los indios Canas. Al ver llegar a Viracocha los indios canas salieron
armados con la intención de matarlo, pero cuando Viracocha se dio cuenta de su
intención, de “improviso hizo que cayese fuego del cielo y que veniese quemando una
cordillera de un cerro hacia do los indios estaban” (Betanzos 10). Los agresores
aterrorizados echaron sus armas al suelo y se postraron ante Viracocha, quien con la vara
que llevaba apagó el fuego con “dos o tres varazos”. Viracocha luego se revela a los indios
como su hacedor. En memoria del suceso de la lluvia de fuego y en honor a Viracocha
hicieron allí una “suntuosa guaca”.
105 Betanzos afirma haber visto el cerro quemado y la piedra. Intrigado por éstos dice haber
preguntado a los más ancianos del pueblo, quienes le dieron la información que
transcribe. Aunque Betanzos categoriza el suceso de la lluvia de fuego como “milagro”, no
parece partir de un marco de referencia cristiano, como aparentemente lo había hecho al
hablar de la conversión en piedra de los primeros hombres. La lluvia de fuego no está
representada como un castigo sino como una manifestación de sus poderes22.
106 Siguiendo su ruta hacia el norte, cuenta Betanzos, Viracocha llegó al Tambo de Urcos,
lugar aún más cercano al Cuzco. Allí en unas peñas muy altas hizo un nuevo linaje. Y este
nuevo pueblo hizo una “muy rica y suntuosa guaca” en la peña donde Viracocha se había
sentado. Según este relato fue Vracocha quien nombró “Cuzco” al lugar donde hizo un
hombre a quien llamó Alcaviza. A este hombre Viracocha le ordenó que una vez que él se
fuera produjese a los orejones.
107 En la versión de Betanzos se nombran tres lugares específicos en la ruta de Viracocha
hacia la costa: Cacha, Urcos y el Cuzco. En cada uno de ellos la divinidad se revela a los
hombres directamente y su presencia sacraliza esos espacios, como lo hace toda teofanía.
La erección de huacas en honor a Viracocha en Cacha y Urcos es una manera de
representar esa sacralización. Sin embargo, ¿por qué se singularizan estos tres lugares
habiendo muchos otros entre el Titicaca y el Cuzco? Vimos en la distribución de los
distintos linajes y en la población de todos los lugares que el mito tendía hacia la
universalización. ¿Qué significado tiene esta focalización en el viaje de Viracocha?
108 Podría pensarse que en dichos lugares estaban los templos más importantes dedicados a
Viracocha. Esto es cierto por lo menos en el caso del Cuzco:
Había en la ciudad del Cuzco un templo llamado Quishuarcancha, dedicado al dios
Viracocha, el cual le edificó Pachacutic, y por su mandado se puso en él una imagen
de bulto deste dios, la cual era de figura humana, del tamaño de un muchacho de
diez años, toda maciza de muy fino oro. Fuera désta había otra estatua del
Viracocha en el templo de Coricancha (Cobo [1653] 1964, 156)
109 Había un templo similar cerca de Cacha o Urcos. Sus ruinas están cerca del actual pueblo
de San Pedro de Cacha (Gisbert 1980, 38). En esta conexión, merece la pena indagar por
57

qué otras huacas de la región, mencionadas por otros cronistas, no entran en la versión
del mito de Betanzos.23
110 La versión de Betanzos también singulariza dos etnias o grupos culturales: los canas y los
orejones, es decir los incas. Los canas son representados con connotaciones negativas ya
que se arman y no reconocen a Viracocha, y los orejones son mencionados más bien con
connotaciones positivas puesto que les deja un señor Alcaviza que les daría origen al
partir Viracocha. El mito claramente indica que Viracocha les dio origen a todos los
linajes pero esta mención explícita de los orejones me parece significativa. La mención
tanto de los canas como de los orejones apunta a una versión localizada de lo que de otro
modo sería un mito pan andino.
111 Juan de Betanzos estaba casado con la princesa inca Auximay Occllo, bautizada Doña
Angelina Yupanqui, quien había sido la pirviguarmi (mujer principal) de Atahuallpa y
luego la concubina de Francisco Pizarro (Porras Barrenechea 309; Hemming 319;
Villanueva Arteaga). Es razonable pensar que la información que nos proporciona fue
recogida de informantes de la región del Cuzco y de los incas mismos, lo que explicaría
que el linaje inca sea singularizado en su versión. Por otro lado, la mención de los canas
podría también reflejar circunstancias históricas relacionadas con los incas y los canas.
112 Guamán Poma menciona a los canas entre los pueblos del Kollao, conjuntamente con los
kollas, charcas y canchis (Guamán Poma 31,172,183). En la expansión inca hacia el Kollao
durante el reinado del Inca Vracocha, los canas y los canchis se resistieron: finalmente los
incas derrocaron a los canchis e hicieron pacto con los canas (Millones 96). Ese
enarbolamiento de armas por parte de los canas seguido de su deposición representado
en el mito puede muy bien estar representando el hecho histórico.
113 Por otro lado, el hecho de que la divinidad y el inca tuvieran el mismo nombre pudo haber
sido la razón para que se confundieran personajes y sucesos en el mito. Por otro lado,
Guamán Poma dice que los capitanes de los canas lucharon durante el reinado de Guayna
Capac (ca. 1493-1528) en la conquista de Tumi (Guamán Poma 172). La postración de los
canas ante el dios Vracocha correspondería entonces a la alianza que éstos realizaron con
el Inca Viracocha.
114 La fábula del viaje de Vracocha en la versión de Cieza de León se asemeja mucho a la de
Betanzos, pero hay suficientes diferencias que merecen especial consideración. La
diferencia principal es que, según el relato de Cieza, el actante en los sucesos de Cacha no
es el mismo que Ticciviracocha, éste desaparece antes y nadie supo más de él:
... pasados algunos tiempos volvieron a ver otro hombre semejable del questá dicho,
el nombre del cual no cuentan ... (19)
115 Este personaje innombrado, como Viracocha, a quien él sustituye, realiza grandes
milagros: si Viracocha hacía llanos de montañas; éste sanaba ciegos y enfermos con sólo
su palabra. El relato de Cieza cuenta que al llegar a Cacha, los naturales del lugar
quisieron apedrearlo y el hombre se arrodilló levantando las manos al cielo, “como que
invocaba el favor divino para se librar del aprieto en que se veía”. Entonces se vio un
fuego en el cielo que atemorizó a los agresores que reconocieron “el pecado que habían
cometido en lo así querer apedrear” y le suplicaron al hombre los librase del incendio.
Este apagó el fuego; y como testigos de lo sucedido quedaron las piedras abrasadas y muy
livianas (Cieza de León 20).
116 Este personaje, a diferencia del Viracocha de Betanzos, no tiene el poder de producir la
lluvia de fuego. Son las fuerzas sobrenaturales, o el dios, que él invoca, las que mandan
58

ese fuego. Además ese fuego se produce para protegerlo del ataque y no como
demostración de superioridad como lo era en la otra versión. En esta versión el personaje
está representado como un santo cristiano milagroso, mientras que en Betanzos es más
bien un ser sobrenatural. La caracterización del personaje conjuntamente con el código
ético cristiano que informa al relato, como parecen evidenciar las referencias a “pecado”
y “castigo”, sugieren que se trata de la recontextualización de una fábula indígena cuyos
elementos tienen que moldearse para que quepan dentro del patrón establecido por la
tradición hagiográfica a través de la cual Cieza parecería estar filtrando la información
que recibió.
117 Si las versiones locales del mito nos muestran una tendencia a ensalzar a los héroes
culturales insertándolos en el mito, como lo que sucede en la versión de Betanzos, la
recontextualización de mitos indígenas en términos cristianos responde al afán o al deseo
de encontrar vestigios cristianos en el Nuevo Mundo. Nuestro estudio del tercer ciclo
narrativo discutirá ampliamente el fenómeno de cristianización, pero en el tema que nos
ocupa, podemos decir que a Cieza, al narrar esta parte del mito como fábula cristiana, le
es imposible representar al personaje como dios pagano; tampoco podría representar al
Inca Viracocha como santo cristiano. Sólo despojándolo de una identidad fija y
separándolo del Viracocha de la primera parte del relato puede sugerir su posible
conexión cristiana. Cieza afirma haber visto al ídolo que luego fue erigido en memoria del
suceso y dice que “los españoles publican y afirman que podría ser algún apóstol”. Sin
embargo expresa sus dudas sobre la veracidad de esas afirmaciones y sugiere que pudo
haber sido obra del demonio. En todo caso, poco importa cuál era su interpretación
personal pues el hecho es que, consciente o inconscientemente, Cieza narra una fábula
cristiana.
118 Hablando sobre la percepción española de la religión inca, MacCormack explica:
Inicialmente, los españoles tenían dificultad con la idea de que los andinos no
supieran nada de cristianismo, que el mensaje que debía ser proclamado “hasta los
confines de la tierra” y que constituía uno de los criterios de la unidad de la
humanidad, de algún modo no había sido escuchado en los Andes. De modo que
parecía natural que los rituales religiosos y las creencias andinas debían manifestar
algún residuo de ese mensaje. Sin embargo, esas piadosas esperanzas estaban
destinadas a la desilusión. Los objetos..., mitos que aparentemente guardaban
reminiscencia con el diluvio de Noé y la predicación de los apóstoles, en una
inspección más detenida resultaron meras ilusiones. Lo que había parecido
similitud o reminiscencia, aunque distante, entre la religión andina y el
cristianismo se convirtió a su debido tiempo, en simplemente indicadores de los
errores andinos. Porque, razonaban ellos, si los andinos habían de hecho conocido
la verdadera religión en el pasado, era obvio que la habían olvidado o representado
erróneamente porque el diablo había llenado su raciocinio con imágenes ilusorias
como las que habían probado ser un medio poderoso de engaño demoníaco en
Europa. (1991, 52)
119 Cieza de León ejemplifica simultáneamente las dos reacciones que exhibieron los
españoles hacia la religión indígena.
120 La versión de Sarmiento de Gamboa presenta rasgos tanto de la versión de Betanzos como
de la Cieza: Viracocha, creador del universo, llega a Cacha. Allí también tratan de matarlo,
como en las otras dos, y él se arrodilla pidiendo protección del cielo (lo mismo que en
Cieza). Llueve fuego, quema el lugar, y los hombres le piden perdón por su pecado.
Viracocha apaga el fuego con su bordón. A diferencia de las otras versiones, ésta no
menciona a los canas. Luego de pasar por Cacha, llega a Urcos, donde los naturales le
59

hacen una huaca a la cual “en los tiempos futuros los ingas ofrecieron muchas cosas ricas
de oro y otros metales, ... [que] cuando los españoles entraron en el Cuzco, hallaron y
partieron entre sí, que valió diez y siete mil pesos; tomólo para sí por joya del general el
marqués don Francisco Pizarro” (109).
121 La suntuosa huaca a la que hacía referencia Betanzos queda tasada en esta versión de
Sarmiento de Gamboa; al representarla en estos términos la desprovee de su significado
religioso. Notemos que también menciona a los incas, pero no en el mismo sentido que
Betanzos, puesto que no los asocia inmediatamente con el hecho: la importancia religiosa
de esta huaca para los incas vendrá en un momento futuro con relación a la erección de la
huaca. Ni Sarmiento de Gamboa ni Cieza mencionan el Cuzco como uno de los lugares
visitados por Viracocha.
122 Cristóbal de Molina no narra en su relato un itinerario como vimos en las otras versiones.
Al narrar la creación dice que Tecsi Viracocha “vino por el camino de la sierra visitando y
viendo a todas las naciones”. (53, énfasis mío) Es en esta versión donde encontramos el
desdoblamiento de Viracocha, representado por sus hijos que van uno por la sierra y otro
por los llanos siguiendo la misión creadora. La lluvia de fuego no ocurre en Cacha sino en
Pucara y no como resultado de la intervención clara de Viracocha. Algunas personas que
no habían respetado los mandatos de Viracocha fueron convertidos en piedra. Molina
nota que en muchos lugares, entre ellos Tiwanacu y Pachacamac, había enormes estatuas
que se tomaron por aquellas de las personas convertidas en piedra por la deidad24.
123 La versión más detallada y compleja del viaje de Viracocha es la del kollavino Santa Cruz
Pachacuti. Si en Betanzos, Cieza o Sarmiento de Gamboa vimos una superimposición de
marcos de referencia que filtraban la información y la representaban dentro de categorías
europeas o cristianas. En Santa Cruz Pachacuti no se trata de una superimposición sino de
una mezcla de códigos y referencias que a veces es difícil de desenredar. Para comenzar,
hemos visto que este autor asigna una variedad de nombres al personaje: Tonapa o
Tarapaca Viracochanpa-chayachicachan o Pacchacan y Bicchhaycamayoc
Cunacuycamayoc. Aunque al principio le asigne tal gama de nombres, él usa en su texto el
nombre de Tuna-pa (con distintas grafías). Santa Cruz Pachacuti representa la visión
kollavina, como dice Bouysse Cassagne, y esto confirmaría que Viracocha y Tunupa son
una misma deidad. El nombre de Tunupa sería entonces la versión kollavina o aymara del
quechua Viracocha. Para añadir complicación al asunto del nombre y la identidad del
personaje, Santa Cruz Pachacuti finalmente se pregunta si “no será este hombre el
glorioso apostol Sancto Thomas?”. Como lo veremos, este autor trata de reconciliar la
tradición cristiana con la tradición andina y, mientras las categorías no sean mutuamente
excluyentes, trata de combinarlas.
124 Santa Cruz Pachacuti se presenta a sí mismo como un buen cristiano pero al mismo
tiempo es indio:
Yo Don Joan de Santacruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, cristiano por la gracia de
Dios Nuestro Señor, natural de los pueblos de Sanctiago de Hananaguaygua de
Orcusuyo, entre Canas y Canchis de Collasuyo, hijo legítimo de... todos caciques
principales que fueron en la dicha prouinçia y cristianos profesos en las cosas de
nuestra santa fe católica. (281; énfasis mío)
125 El querer aparecer como cristiano ortodoxo tal vez explique por qué él no menciona que
Tunupa (o Viracocha en la mayoría de las otras versiones) era adorado como dios por los
indios. Al no representarlo como dios, Santacruz Pachacuti rompe la asociación de
Viracocha con la creación del universo.
60

126 Del mismo modo que Viracocha recorre las distintas regiones de los Andes, Tunupa
también visita muchos pueblos, de los cuales Santa Cruz Pachacuti menciona muchos más
que Cacha, Urcos y Cuzco: Apotambo, Yamquesupa, Cachapucara, Quinamares, Caravaya,
Carabuco, Tiquina, Tiwanaku y Chacamarca, además de mencionar que recorrió por
“todas aquellas provincias de los Collasuyos”. Por lo menos tres de estos lugares
(Carabuco, Tiquina y Tiwanaku) están en la zona lacustre del Titicaca. Podría ser que aquí
suceda lo mismo que en la versión de Betanzos con respecto al Cuzco, es decir que
tengamos una versión localizada del mito, una versión aymara.
127 La representación de Santacruz Pachacuti de Tunupa está continuamente informada
tanto por categorías y marcos de referencia cristianos como por categorías andinas.
Veamos primero los elementos cristianos en el mito: Tunupa era “parlero”, iba de lugar
en lugar “predicando”, “les enseñaba a los naturales con gran amor” y hacía milagros:
“solamente con tocar a los enfermos los sanaba”. (283) Lo que les predicaba “caçi caçi era
lo mandamiento de Dios”, (283) excepto que les faltaba el nombre de Nuestro Señor. En
Carabuco, a orillas del lago, donde predicaba “dizen que fueron echados en la cabeza con
agua”. Por lo que predicaba, Tunupa fue apresado. Allí también se encontraba un hombre
preso al cual le dijo: “no tengas pena, que ya vengo a llamaros en nombre de la matrona
que os está aguardando solo, el qual está para irse al lugar de hulguras”. (284) Tunupa
estaba condenado a muerte, pero antes que amaneciera con sólo tocar las cuerdas del
compañero de prisión lo desató y con él se fue por el Titicaca. En el momento de su
partida, un fuerte viento derribó a los ídolos.
128 Es difícil no reconocer a la figura cristológica en este relato: la predicación, los milagros,
la curación por la imposición de las manos, el bautizo o las palabras al otro prisionero que
son eco del “hoy estarás conmigo en el Paraíso” pronunciado por Cristo en el Gólgota.
Parecería que lo que ocurre en esta versión es el fenómeno inverso de lo que pasaba en las
anteriores. Betanzos o Cieza recontextualizan a Viracocha dentro de un marco cristiano,
mientras que Santa Cruz Pachacuti recontextualiza a Cristo dentro de un marco de
referencia local. Al parecer las historias de Viracocha narradas por los cronistas hispanos
fuerzan los acontecimientos de los mitos indígenas dentro del molde cristiano del relato,
mientras Santacruz Pachacuti acomoda la historia cristiana al mito indígena.
129 Veamos ahora los elementos andinos en el mito. Tunupa, que en Apotampo reprendía las
faltas de los hombres “con amor afable, cuando llegó a Yamqusupa los maldijo e hizo
desaparecer el pueblo bajo las aguas porque lo habían afrentado: “La laguna, que los
yndios deste tiempo casi todos los saben que como antiguamente hera pueblo principal y
agora es laguna”. En Cacha había un ídolo en figura de mujer que Tunapa odiaba por ello
le echó fuego “y se abrasó el dicho cerro con el dicho ydolo, rrebentandoles y
derretiendoles como une cera el dicho cerro” (283-284). Y en un banquete de Bodas en
Quinamares como no le ponían atención a lo que predicaba “así fueron maldecidos,
convirtiéndolos en piedra que hasta el día de oy se echa de ver; y lo mismo sucedió quél,
en Pucara y otras partes”. Luego lo tomaron preso y escapó. Estos “castigos” que Tunupa
les da a los hombres nos traen a la memoria el diluvio que Viracocha manda sobre la
tierra, la conversión en piedra de la primera creación o las huacas que marcaban el origen
de los linajes y la lluvia de fuego en Cacha. La versión que escribe Santa Cruz Pachacuti
tiene un significado cristiano pero al mismo tiempo tiene un significado andino y ambos
se unen en una misma fábula. Es una versión mestiza, como lo serán, en esta región de los
Andes por lo menos, todas las manifestaciones culturales a partir de la colonia, donde las
dos venas culturales se manifiestan sincrónicamente sin que ninguna oblitere a la otra.
61

130 La parte final de este segmento del mito no presenta gran variación en ninguna de las
versiones. Viracocha o Tunupa llega a la costa y entra en el mar; navegando sobre su
manto, o caminando sobre las olas, desaparece.
131 Si se eliminaran de las distintas versiones del mito aquellos elementos ajenos, tanto
locales como no andinos nos quedaríamos con el siguiente croquis de este segemento del
mito: El poder del hacedor, Viracocha o Tunupa, estuvo presente en todos los confines de
los Andes, de norte a sur y de este a oeste, desde los picos más altos de las montañas hasta
llegar al mar. Sus atributos de creación y destrucción se podían manifestar también a
través del fuego o el agua.

El ciclo narrativo kolla: del caos cósmico al orden


natural
132 La historia sagrada del Lago Titicaca se puede construir a través de los relatos que
vinculan el lugar con alguna manifestación divina. En el primer ciclo, el kolla, los antiguos
mitos andinos recogidos por los cronistas de los siglos XVI y XVII que hacen referencia a
un momento primordial cuando los hombres y las cosas tienen su origen. Comparando las
distintas versiones y tratando de destilar todo aquello que pudiera provenir de visiones
particulares podríamos decir que probablemente lo que nos queda son los reflejos de un
mito, o versiones locales de éste, que se refería a un momento inicial del mundo. En esta
primera edad del mundo, que según la cronología de Guamán Poma se llamaba wari wira
qucha runa y Santa Cruz Pachacuti la llama en aymara purunpacha (tiempo/espacio
desértico) aparece en el lago Titicaca un ser supremo que pudo haberse llamado
Viracocha en quechua o Tunupa en aymara; e impone orden en el caos. El tiempo del caos
25
es un tiempo de tinieblas cuando todo coexiste sin distinción posible y está
representado en el mito por la ausencia de todos los astros. Thérése Bouysse Cassagne y
Olivia Harris se refieren a este tiempo/espacio con el concepto y la palabra aymara taypi,
que indica un tiempo/lugar intermedio donde pueden estar presentes los elementos más
antagónicos, que para la cultura aymara son los awqa (el agua y el fuego, por ejemplo).
Para estas autoras esta primera edad es la del taypi, un microcosmos potencial donde
están todos los awqa. Y es a partir de este tiempo/espacio taypi que los distintos grupos
étnicos se fueron difundiendo.
133 Viracocha (o Tunupa) es una deidad creadora y destructora a la vez, lo que corresponde
también al concepto de awqa. Su aspecto creador es representado en el mito de la
creación de los astros, las plantas y los hombres, y su poder destructor en la conversión
de los hombres en piedra, en el diluvio que anega toda la tierra, en la lluvia de fuego que
abrasa la montaña. Es también un dios ordenador que asigna a cada linaje un lugar de
origen, un lenguaje propio, una vestimenta distinta y el alimento que los sustenta. Al
ordenar el caos, da un nombre a los linajes, a las plantas, a los animales y a las cosas, así
las separa, y segmenta el universo. Su creación supone el nacimiento del lenguaje porque
mediante él, el caos va transformándose en orden. Es un dios pan andino porque crea a
todas las naciones de los Andes por igual y su misión ordenadora cubre todas las
direcciones horizontales: sus viajes se extienden por los cuatro puntos cardinales, y
también cubre verticalmente todo el territorio: de las cumbres más altas a la costa del
mar.
62

134 Según el mito Viracocha sale del lago Titicaca, y es a partir de este lugar que organiza el
universo: desde allí manda al sol, la luna y las estrellas a ubicarse en el cielo, y que las
noches sucedan a los días. El lago Titicaca también es el punto de partida de su travesía
por los Andes. La presencia de este dios en el lago sacraliza el lugar como lo hace
cualquier teofanía al revelarse en un determinado lugar.
135 Las versiones del mito recogidas por los cronistas de los siglos XVI y XVII que hablan del
origen divino del mundo en el lago Titicaca forman parte del primer ciclo de relatos
sacros del Titicaca. Existen hoy en día relatos de esta misma categoría que se han
conservado en la tradición oral del lugar y que cabrían también dentro de este primer
ciclo narrativo, sin embargo el trabajo de campo necesario para poder incluirlos aquí está
más allá de los alcances de este trabajo.

NOTAS
1. Todas las narraciones que analizo en este trabajo tienen que ver de una manera u otra con la
representación de lo sagrado; para evitar repeticiones innecesarias me referiré a ellas de ahora
en adelante simplemente como narraciones.
2. Esta afirmación es únicamente válida para los pueblos religiosos. Sin embargo, en aquéllos
donde la religión carece de importancia se trata más bien de un orden ideológico.
3. Algunos textos coloniales, como veremos a su debido tiempo, respaldan mi punto de vista.
4. Para la arqueología y la historia de la región del Titicaca y su conexión con el imperio Inca,
véase Julien. El libro de Thérése Bouysse Cassagne, Lluvias y cenizas: dos Pachacuti en la Historia, es
un estudio más amplio de la región.
5. Bouysse Cassagne (Lluvias) explica que durante la Colonia el término se podía referir a los
habitantes del Kollasuyo sin ninguna distinción de etnias como también a un Señorío preincaico,
cuya capital Hatuncolla estaba a orillas del lago Titicaca. (1988, 54-69).
6. Bouysse Cassagne estudia detalladamente las distintas culturas que ocuparon el área del lago
Titicaca. Los datos que esta autora emplea para demostrar la importancia religiosa y política de la
región provienen de la arqueología y la geología, toma también en cuenta Factores lingüísticos y
étnicos que corrobora con datos históricos.
7. Las distintas versiones del relato sobre Viracocha que considero son de los siguientes autores:
1. Bartolomé de Las Casas (1550)
2. Juan de Betanzos (1551)
3. Pedro de Cieza de León (1553)
4. Pedro Sarmiento de Gamboa (1572). Dos versiones:
5. Versión I: 40-44
Versión II: 44
5. Cristóbal de Molina, el cuzqueño, (1575)
6. Pedro Gutiérrez de Santa Clara (fines del siglo XVI)
7. José de Acosta (1590) Dos versiones:
Versión I: 63-64
Versión II: 219-220
8. Juan Santa Cruz Pachacuti Yanqui (1613)
63

9. Antonio de la Calancha (1637)


10. Bernabé Cobo (1653) Cinco versiones: Versión I: 149-150
Versión II: 150
Versión III: 151
Versión IV: 151
Versión V: 151
8. José de Acosta se refiere a “un Viracocha” como si el nombre fuese más bien genérico de héroe
o de deidad.
9. Con el tiempo el vocablo llegó a significar simplemente “señor”, que es como actualmente lo
usan los campesinos del Altiplano boliviano.
10. Véase Urbano, 1981, XXXIII-XXXIV.
11. Fernando Cervantes analiza este mismo patrón en la religión mesoamericana, donde “las
fuerzas negativas y destructivas no eran los enemigos de las positivas y constructivas. Ambas
eran componentes esenciales del cosmos. La vida venía de la muerte, la creación de la
destrucción”. (41)
12. Véase Pease 182.
13. Así lo denominan Betanzos (1551), Cristóbal de Molina (1575), José de Acosta II (1590), y es
también uno de los nombres que Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1613) le da al héroe.
14. Según Cristóbal de Molina, el cuzqueño (1575) éste es el nombre de uno de los hijos de
Pachayachachi o Tecsi Viracocha.
15. En Cristóbal de Molina, el cuzqueño, éste es el hijo menor de Pachayachachic.
16. En Las Casas (1550) Taguapica Viracocha aparece como el hijo malo de Codici Viracocha.
Cieza, por otro lado, dice que Tuapaca era el nombre que se le daba a Ticiviracocha en el Kollao.
Sarmiento de Gamboa (1572) asigna este nombre a uno de los tres hombres que Viracocha
Pachayachachi salvó del diluvio y que más tarde blasfemó contra Viracocha. Uno de los múltiples
nombres que Santa Cruz Pachacuti Yamqui da al héroe es Tarapaca, que puede ser el mismo que
Taguapaca ya que las grafías varían mucho en los diferentes textos.
17. Sobre las prácticas sexuales andinas, véase Cáceres quien analiza la sexualidad desde tiempos
prehispánicos hasta el presente. Véase también Millones y Pratt.
18. Por ejemplo, el Pequeño Larousse Ilustrado de Ramón García Pelayo, 1989.
19. Veremos este proceso de “cristianización” durante el tercer ciclo narrativo, en mi análisis de
las historias cristianas asociadas con el lago Titicaca.
20. Véase Imbelloni, op. cit., quien ha estudiado los diferentes pachacuti mencionados por los
cronistas y los interpreta como las diferentes edades o soles de la cultura andina. Esta marca
temporal también podría enfocarse según la periodización del mundo andino propuesta por
Guamán Poma.
21. Para una visión más amplia de las distintas lenguas como elementos jerarquizantes, véase
Bouysse Cassagne (1987).
22. Discutiremos con mayor detalle esta asociación de Viracocha con el fuego más adelante al
estudiar las versiones de Santa Cruz Pachacuti y de Sarmiento de Gamboa.
23. Por ejemplo, Cobo, al narrar sobre los distintos lugares de culto del Tawantinsuyo, dice que
en el camino del Antisayo, en el primer ceque había una guaca llamada Turuca dedicada a
Ticciviracocha y otra en el camino del Kollasuyo, en el tercer ceque, en la cima del cerro
Llulpacturo, había otra. (Cobo [1653] 1964, 174-176).
24. Es de sumo interés que Molina reconozca las estatuas como artificiales y atribuya los mitos
sobre estas largas estatuas monolíticas a falta de memoria y carencia de escritura en la cultura.
25. Utilizo el término caos no en un sentido peyorativo sino de ausencia de estructuración.
64

Capítulo III. Ciclo narrativo inca

La expansión inca a tierras del Kollao


1 Según Maria Rostworowski en su Historia del Tahuantinsuyu, la evidencia arqueológica
demuestra que la expansión inca había ocurrido unos cien años antes de la llegada de los
españoles. Uno de los territorios hacia los cuales se expandieron desde el Cuzco es la
región sur de los Andes centrales. Este territorio anexado, llamado por ellos el Kollasuyo,
pasó a formar parte del Tahuantinsuyu1. El Kollasuyo albergaba varias etnias o naciones,
entre las cuales se destacaban los lupacas, los kollas, los pacajes y los uru (Julián 9-62).
Estos grupos habitaban a las orillas del Lago Titicaca y compartían la misma lengua: el
aymara2. Según parece se daban conflictos interétnicos por alcanzar el control del poder
en el área. Según Julien (1983), existe suficiente información histórica para afirmar que
los kollas estaban embarcados en un intento expansionista más o menos contemporáneo a
la expansión incaica. Por ejemplo, en el siglo XV, los kollas, comandados por Zapana,
entraron en conflictos bélicos con los lupacas a raíz de un presunto intento de conquista
lupaca en unas islas del Lago Titicaca (Meiklejohn 24; Cieza de León 148).
2 Aunque los orígenes de los lupacas no se conocen, hacia el siglo XII ya habitaban el
territorio lacustre (Meilkeljohn 23). Alrededor del siglo XV eran gobernados por Cari,
quien dirigió las incursiones en el lago Titicaca que resultaron en un enfrentamiento con
los kollas. Es en estas circunstancias de inestabilidad que los incas entraron al lago
Titicaca.
3 Cieza de León nos provee un relato sobre los deseos expansionistas tanto de los incas
como de los kollas:
Estando Ynga Yupangue en el Cuzco procurando de lo ennobleçer, determinó de yr a
Collasuyo, que son las provincias que caen a la parte del Austro de la çibdad, porque
tuvo aviso que los defendientes de Capana que señoreavan la parte de hatuncolla,
eran ya muy poderosos y estavan tan sobervios que hazían junta de gente para venir
sobre el Cuzco, y así mandó apercivir sus gentes. (Cieza de León 135, énfasis mío)
4 Las intenciones de Inca Yupanqui no se llegaron a realizar porque los incas fueron
invadidos por los chancas, quienes le dieron muerte al Inca. Su hijo, Viracocha, fue
nombrado su sucesor (Cieza de León 138-141). Durante el reinado de Viracocha, Zapana -
el jefe kolla- envió una embajada al Cuzco acusando más bien a los lupacas de afanes
65

expansionistas (Cieza de León 148-151). Viracocha partió hacia el Kollao y en el camino


conquistó a los Canas y a los Canchis. Mientras tanto, lupacas y kollas tuvieron una batalla
en la que el jefe Cari salió vencedor (Cieza de León 152-155). Como el inca llegó al Kollao
cuando el conflicto entre lupacas y kollas estaba ya resuelto, no pudo hacerse señor del
Kollao (Cieza de León 156-158). De todos modos, Viracocha y Cari, el señor Lupaca,
celebraron un pacto de alianza3, que marcó el principio de la presencia inca en el lago
Titicaca. Las luchas internas en el Kollao facilitaron la conquista inca de la región
(Rostworowski, 100; Millones 96).
5 Según Sarmiento de Gamboa (188), el sucesor de Viracocha, Pachacuti Ynca Yupanqui, fue
quien verdaderamente conquistó el Kollao4. A partir de él, el dominio inca parece ser
estable en la zona. Cieza de León escribe:
Pasando adelante Ynga Yupangue, quentan que visitó los más pueblos que confinan
con la gran laguna de Titicaca y que con su buena maña los atraxo todos a su
serviçio, poniéndose en cada pueblo del traje que usavan los naturales, cosa de gran
plazer para ellos y con que más se holgava[n]. Entró en la gran laguna de Titicaca y
miró las yslas que en ella se hazen, mandando hazer en la mayor dellas tenplo del
Sol y palaçios para él y sus deçendientes. (Cieza de León 1553, 186).
6 La construcción del templo del Sol en la isla Titicaca y de los palacios para el Inca indica la
importancia que el lugar cobraría para los sucesores de Pachacuti.
7 La importancia religiosa de la isla Titicaca antecede la expansión inca (Ramos Gavilán 20).
Durante la expansión inca los habitantes de la región temían que Titicaca perdiera esa
importancia; por ello un sacerdote kolla del famoso santuario de Titicaca fue al Cuzco a
pedir la protección del Inca para este lugar sagrado. Para conseguirla, dice Ramos
Gavilán, exageró las maravillas del santuario y los oráculos que allí tenían. Le contó
también que habían visto salir al Sol de esa peña, y por ello ningún ave osaba asentarse en
ella. Luego de haberle “ponderado las muchas y nunca vistas maravillas”, le invitó a que
tomara posesión del santuario. Cuenta Ramos Gavilán que el viejo sacerdote kolla logró
convencer al Inca, y fue éste el primero de su dinastía en visitar el lugar:
Cuando llegó a vista de la deseada peña no hizo menos que mocharla (que es lo que
nosotros decimos adorarla). Como si viera a Dios en zarza, se descalzó, miró con
atención y no viendo en la peña señal alguna, que mostrase haber asentado pájaro
allí, la tuvo por tan misteriosa como le habían significado, y de tal suerte acreditó
aquella romería, que cobró opinión de la más célebre de todo el reino que de la
misma manera que en tiempos pasados acudían los Atenienses, y otras naciones al
Templo de Apolo en Delfos, ... así acá en el Perú venían desde Quito, Pasto y Chile a
esta isla Titicaca, a encomendarse al Sol...
(Ramos Cavilán 21)
8 Tupac Yupanqui halló que el santuario era el sitio ideal para promover el culto al Sol
entre sus súbditos. Ordenó que se construyesen edificios y templos para realzar el
santuario; estableció un acllawasi (monasterio de las Vírgenes del Sol); construyó un tambo
(hostal) para peregrinos, y finalmente, para asentar su poder en la región, desarraigó a la
mayoría de los habitantes del lugar. Tupac Yupanqui repobló el área con gente de 42
naciones llevadas de distintos lugares de su imperio. Ala cabeza del gobierno regional
puso a los incas (Ramos Gavilán 43-45).
9 Recordemos que el lago Titicaca era un punto clave para el control de la región. La
dominación inca en la región modificó la anterior estructura de poder. Los kollas llevaron
la peor parte, puesto que resistieron en combate armado a los incas, mientras que los
lupacas, debido a su alianza, aunque sujetos al poder inca, lograron conservar mejor su
66

organización interna, su lengua y sus costumbres. En todo caso, los habitantes del Kollao
perdieron supremacía en la región y se vieron marginalizados. Desde su marginalidad,
algunos parecen haberse adaptado al nuevo sistema; por ejemplo, los señores principales
adoptaron la lengua quechua y contingentes kollas lucharon en los ejércitos incas en las
campañas del norte (Guamán Poma 168).
10 Los incas respetaban los cultos locales en los territorios que conquistaban y, de hecho,
adoptaban algunos de los rituales e ídolos locales con la única condición de que el Sol
fuera reconocido como la deidad suprema (MacCormack 1991, 148; Espinosa Soriano 446;
Lara 46). Sin embargo, en la esfera religiosa, los kollas también se encontraron en una
posición desigual. La prueba está en que la gente del Kollao quedaba prohibida de
participar en las ceremonias religiosas más importantes, como la del Inti Raymi o la del
Capac Raymi, fiestas solemnes en honor al dios Sol. Ramos Gavilán explica que
a esta gente Colla como a gente maldita y más desordenada en todos los vicios de la
sensualidad, los tenía por particular decreto excluidos de aquellas sus mayores
festividades. (93)
11 Para los kollas esta sujeción tuvo que significar una ruptura y un desorden: como
naciones anexadas perdían su total autonomía; su lengua -el aymara- pasó a ser de
segunda clase frente al quechua; su participación religiosa fue restringida. La presencia
inca debió significar un caos para esas culturas. Sin embargo, la presencia inca en los
Andes fue representada de manera muy distinta en los mitos de los incas; en éstos los
incas resultan ser el elemento ordenador del caos. Como trataré de probar más adelante,
los mitos del origen de su etnia representan el área del Titicaca como su lugar de origen;
justifican la expansión y el dominio como el retorno a lo propio, al origen. El discurso
establece una continuidad que intenta eliminar las brechas culturales y psicológicas que
su irrupción en territorio kolla pudo haber significado.

El lago Titicaca: ciclo narrativo inca


12 En el segundo ciclo narrativo de la historia hierofántica del lago Titicaca he considerado
16 distintas versiones del mito de origen de la dinastía inca recopiladas entre 1552 y 1653,
que no constituyen la totalidad de las versiones del mito recopiladas en los siglos XVI y
XVII5. Aunque Henrique Urbano ha compilado 41 distintas versiones sobre el mito de
origen de los incas; yo he limitado el corpus a 16, siguiendo dos criterios: primero incluyo
toda versión que explícitamente menciona el lago Titicaca o Tiwanaku como lugar de
origen de los incas; y segundo, las versiones que conectan el origen de la dinastía inca a
un orden divino.
13 Siguiendo la misma metodología utilizada para el primer ciclo, he construido un relato de
referencia cuyos elementos son comunes a la mayoría de las versiones. Como en mi
anterior análisis del mito de creación, este relato de referencia nos servirá para
interpretar las variantes del mito de origen inca.

Relato de referencia: el sol y el origen de los incas


14 En la isla de Titicaca, el Sol, en figura de hombre resplandeciente, llamó a los incas y los
adoptó por hijos. Los pueblos se hallaban entonces en estado de salvajismo; por ello el Sol
les dio a los incas la misión de sacarlos de ese estado. Partieron en dirección al norte, y
67

salieron por la cueva de Pacaritambo, a poca distancia del Cuzco. Estos primeros incas
eran cuatro parejas de hermanos. Llevaban ropa ricamente labrada en oro; traían semillas
de maíz; los varones tenían hondas y las mujeres traían brillantes utensilios. El mayor de
los hermanos, Manco Capac, portaba también una vara de oro que, según el Sol les había
indicado, se hundiría en el lugar preciso donde debían establecerse. La vara se hundió tal
vez en Pacaritambo o tal vez en el Cuzco. De los cuatro hermanos, tres se convirtieron en
huacas. Manco Capac tuvo un hijo con una de sus hermanas y fue el iniciador de la
dinastía de los incas.

El lago Titicaca: lugar de origen de los incas y


aparición de una nueva hierofanía
15 Los mitos de origen de los incas señalan el lago Titicaca una vez más como lugar sagrado.
Después del diluvio aparece en estos mitos una nueva hierofanía: el dios Sol. El dios
creador andino, como ha llamado Franklin Pease a Viracocha (Pease 1973), desaparece
para dar paso a una nueva manifestación de lo sacro. Desde una perspectiva más universal
en la historia de las religiones, esta nueva hierofanía corresponde a una solarización de
los seres supremos. Según Mircea Elíade, una vez terminada la labor creadora, los seres
supremos tienden a dar paso a nuevas hierofanías o a nuevas formas religiosas que tienen
mayor relevancia en la vida diaria de las sociedades. El estudio sobre hierofanías solares
de Elíade demuestra que en todos los cultos solares se da una
solarización de los seres supremos, relaciones del sol con la soberanía, la iniciación,
las élites, su ambivalencia, sus relaciones con los muertos, la fecundidad, etc. Pero
valdría la pena subrayar la afinidad de la teología solar con las élites, ya se trate de
soberanos, de iniciados, de héroes o de filósofos. A diferencia de las otras
hierofanías cósmicas, las hierofanías solares tienen tendencia a convertirse en
privilegio de círculos cerrados, de una minoría de “elegidos”. (Elíade 1963, 150)
16 Esta tendencia es evidente en el mito inca en el cual estos indígenas, representados como
hijos del Sol, son deificados y, como resultado, su casta es colocada en lugar prominente.
Estudios comparativos de religión han determinado que, una vez que un dios celestial
termina sus labores creativas, se vuelve un Deus otiosus y juega un papel mínimo, o
desaparece completamente, de los rituales religiosos de una cultura. El dios celestial
tradicionalmente cede su sitio a otra deidad cuyas funciones son más inmediatamente
relevantes en la vida del pueblo (Elíade 1963). Para algunos estudiosos el mito de la
creación y la ausencia de rituales específicos, como en el caso del Sol o de Pachacama,
representan una deidad ociosa. Demarest (1981) afirma que Viracocha y el Sol comparten
una identidad por las varias funciones, formas de referencia, rituales y oraciones que
comparten. Por estas razones Demarest propone que Viracocha es una de las facetas de
un complejo dios andino (21). Su interpretación no contradice la noción de un creador
panandino derivada del primer ciclo narrativo, donde todos los poderes creativos y
destructivos coexisten, pero creo que el sol es un aspecto o una representación del
concepto andino de lo sobrenatural. Aunque hay atributos compartidos, también están
subsumidos los ciclos narrativos que yo propongo. En los relatos analizados aquí hay un
momento de oscuridad antes de la creación del sol, y es Viracocha quien envía al Sol a
Titicaca. Si Viracocha y el Sol fueran realmente idénticos, la implicación sería que el Sol
envía al Sol, algo imposible como señala Guardia Mayorga (145). Demarest soluciona el
problema al apuntar que “es coherente con la posibilidad alternativa que el Sol sea una
68

parte separable de sí mismo” (21). Sin embargo, desde mi punto de vista, Viracocha y el
Sol están representados como personajes separados en las representaciones discursivas,
cada uno de ellos como una hierofanía en sí misma y, por tanto, comparten múltiples
características y funciones. De todos modos, cada uno es representado también con
diferentes niveles de especificidad, como trataré de demostrar a continuación.
17 En la mayoría de los relatos de origen inca el Sol es la nueva hierofanía en el Titicaca.
Waldemar Espinoza Soriano explica:
El dios privativo de la etnia Inca era el Sol, del que se creían descender. Conforme
avanzaban sus conquistas, en cada llacta o centro administrativo que fundaban
hacíanle levantar un templo, pero sin tratar de imponerlo a la fuerza en los pueblos
anexados, a cuyos dioses locales respetaban. (446)
18 Sin duda alguna la religión estatal del Tahuantinsuyu se centraba en el culto solar. Sin
embargo, pese a la afirmación de Espinoza Soriano, el Sol no era “el dios privativo” de los
Incas. Si bien es cierto que los incas se presentaban a sí mismos en sus mitos en conexión
directa con el orden divino y de esa manera justificaban su dominio sobre las otras etnias,
había un culto solar en la región antes de los incas (Bouysse-Cassagne 1988, 70) 6. El relato
recogido por Ramos Gavilán acerca del sacerdote kolla que pide la protección del Inca
para el santuario del Sol en la isla del Titicaca sugiere que la divinidad solar era ya de
gran importancia para los habitantes del Kollao antes de la expansión inca. Betanzos
anota que el apelativo del jefe kolla era “Capac Capaapoyndichori, lo que quiere decir rey
y solo señor hijo del sol”, lo cual sugiere que los kollas rendían culto al Sol y también
presumían de su divina herencia. El himno de alianza entre kollas e incas, transcrito por
Santa Cruz Pachacuti7, apoya esta hipótesis:
Tú el poderoso del Cuzco
yo el poderoso del Collao:
bebamos,
comamos
[y] convengamos
que ninguno [de nos] padezca
Yo aferrado a la plata
tú aferrado al oro
tú -adorador- de Huiracocha
él conservador del mundo,
yo
el adorador del Sol.
19 En todo caso para los incas tuvo gran sentido práctico aducir origen divino de una
divinidad ya reconocida por las otras etnias para poder ejercer control sobre ellas. Quizá
fueron más bien los incas los que se apropiaron de cultos ajenos. Bouysse Cassagne
sugiere esta posibilidad, estableciendo la relación entre el culto solar y la utilización del
oro para representarlo y el descubrimiento de los ricos yacimientos auríferos en Perú es
signo de cómo los incas se arrogaron las conmemoraciones religiosas de otros grupos
étnicos8:
A este propósito, es importante notar que es precisamente después de la conquista
de las dos más importantes provincias áureas del Perú, que los Incas emprendieron
la construcción de su mayor templo y que se constituyó la religión del Estado.... De
este modo, las dos grandes provincias auríferas del Perú asequibles a la tecnología
minera prehispánica, correspondieron al dominio de la influencia mochica y chimu,
al norte, y colla, al sur; y es sólo por su integración al sistema religioso inca que
éste, y el culto solar, cobraron la importancia que es conocida.(1988, 68-69)
69

20 La importancia del oro como símbolo del imperio incaico puede verse también en otra
versión del mito de origen que no asocia a los incas con el sol pero sí con el oro. Pedro
Pizarro (1571) relata lo siguiente:
En esta laguna ay una ysla que se dize Titicaca, donde tenían por ydolo una muger,
de la çinta arriua de oro y de la çinta auaxo de plata, de la estatura de una muger
mediana. Esta uide yo que la truxeron dallí, de quien dizen los yndios auían salido
el primer señor deste rreyno. (46)
21 La importancia tanto del oro como de la plata es obvia en este relato. Pero el oro, que
aparece en la parte superior de la estatua, era tenido en más estima. Por ejemplo, los
símbolos del poder incaico (i.e. la mascaipacha9) y de la casta (i.e. orejeras de oro) se
llevaban en la cabeza. En el ídolo descrito por Pedro Pizarro, hay una subordinación de la
plata frente al oro. Este ídolo parece reproducir simbólicamente el himno del rey kolla
antes citado: el rey kolla “aferrado a la plata”, el rey inca “aferrado al oro”; los incas a la
cabeza del poder político y los kollas por debajo, sujetos a ellos.
22 El dominio político inca en la región del Titicaca y/o el usufructo de las riquezas pueden
ser las metas concretas que el mito de origen inca trata de justificar. Sin embargo, cuáles
son las modificaciones discursivas que permitirán el logro de estos objetivos? Si pensamos
en el mito como manifestación del pensamiento colectivo de culturas donde los órdenes
divino, social y natural se construyen en su especificidad, podemos ver a lo largo del
tiempo cómo las metas y objetivos de los conquistadores inca dictaban transformaciones
acordes con su mito etiológico.
23 Con respecto a estos tres órdenes, podemos ver que entre los mitos andinos de creación y
los de origen de los incas se da una modificación que tiene implicaciones a muchos
niveles. En el mito de creación se establece una interrelación entre lo divino, lo social y lo
natural. Viracocha representa el orden divino de quien parten los otros dos. El orden
natural está representado por los cerros, los astros, las plantas, los animales y los
hombres que crea; el orden social, en los diferentes linajes y costumbres que da a cada
uno de ellos. Como vimos en el anterior capítulo, dentro de cada orden la relación entre
los elementos integrantes es horizontal, es decir no se jerarquizan ni los linajes, ni los
astros, ni las plantas. El mito de origen de los incas trae una modificación que conduce a
la jerarquización dentro de cada uno de los órdenes. El sol que en el mito de creación
podía haberse considerado como un elemento perteneciente al orden natural, pasa a ser
una nueva hierofanía en el mito de origen de los incas, de manera que modifica tanto el
orden divino como el natural. Se establece una jerarquía de los cuerpos celestes a cuya
cabeza está el Sol. Los otros astros y fenómenos naturales también se divinizan y entran
en este orden jerárquico10. Esta jerarquía en el orden divino se reproduce en el orden
social. Al asociar a los incas con el dios Sol, el mito transfiere la jerarquización divina al
orden social, y coloca a los incas a la cabeza de este último. Representado de esta manera,
el dominio inca sobre otros pueblos no sólo se justifica sino que resulta ser casi
axiomático.
24 Los incas aparecen como “hijos del Sol” en seis de las dieciséis versiones del corpus de
este análisis y en dieciséis de las 41 recopiladas por Henrique Urbano. Por lo menos ocho
versiones más señalan a un origen sobrenatural, pero no todas las versiones sobre sus
orígenes están mencionadas en un contexto religioso (ver, por ejemplo, los informes del
Virrey Toledo, 132-143). Regresaré a esta omisión en el análisis de la extensión
cronológica de la dinastía inca.11 La mención del parentesco de los incas con el dios Sol
generalmente viene acompañada de ciertos comentarios autoriales peyorativos de los
70

cronistas al respecto: “empezaron a jactarse y llamarse Hijos del Sol” (Molina 50); Salinas
y Córdova dice que Manco Capac se presenta como “hijo natural del Sol” por “traça y arte
del Demonio” (14)12; Por su parte, Vázquez de Espinosa observa que “Manco Capac... salió
de la Laguna de Titicaca... por mandado del Sol su padre (según la patraña que ellos
cuentan)” (378). Bernabé Cobo presenta las distintas versiones del mito como “variedad
de desatinos”, “otra fábula no menos ridícula”, “otro desvarío”, o “ficción”. Estos
comentarios autoriales se deben naturalmente a que los relatos se cuentan desde y para
un marco de referencia cristiano. De todos modos, aunque traten de desvirtuarla, nos
proveen información que permite intuir lo que pudo significar el mito para la cultura
andina.
25 Las únicas versiones que no contienen estos comentarios peyorativos sobre el posible
origen sobrenatural de los incas son las del Inca Garcilaso de la Vega.
26 Sin embargo, en su primera versión, el que narra el mito es uno de sus difuntos tíos
maternos, según el propio autor para “que se sepa por las propias palabras que los Incas
lo cuentan, que no por las de otros autores extraños” (41). Al final de las otras versiones
que menciona dice “otros pasos de la una fábula y de la otra quieren semejar a los de la
santa historia, que les parece que se semejan. Yo no me entremeto en cosas tan hondas;
digo llanamente las fábulas historiales que en mis niñeces oí a los míos; tómelas cada uno
como quisiese, y déles el alegoría que más le cuadrase”(49). En todos los casos el Inca no
se compromete e impone distancia con respecto a lo que cuenta al mismo tiempo que la
elimina al representar su relato como contado desde el interior de la cultura misma. El
emplear una prosopopeya le permite al inca narrar tanto desde un marco de referencia
cristiano como desde un marco de referencia andino, para una audiencia europea y para
una audiencia andina.
27 La justificación del dominio inca en el Kollao no sólo se basa en la supremacía de su linaje
con relación a una divinidad común a ambos pueblos. El mito reclama el lugar sagrado, el
lago Titicaca, como propio desde tiempos remotos.
28 Aunque el Cuzco fue históricamente el centro del Tahuantinsuyu, estas versiones del mito
de origen de los incas señalan el lago Titicaca como el lugar primordial de la dinastía.
Como señala MacCormack, las versiones existentes de los mitos incas son narradas junto
con el mito de la creación (1991,100). En los relatos de Molina, de Murúa, de Garcilaso II y
de Cobo II los incas hacen su aparición después del diluvio. A diferencia del mito de
creación, donde Viracocha forma todos los linajes sin nombrar uno en particular, estas
versiones hacen mención específica de los incas13.
29 Podría pensarse que esta alusión es una forma de distinguir a los incas como pueblo
elegido, de la manera en que la Biblia menciona a Noé y su descendencia como señalados
para perpetuar la raza humana después del diluvio bíblico. Sin embargo, si los mitos se
ven como entidades separadas, por ciclos o por temas, como lo propone MacCormack, en
la historia de la creación los incas son sólo uno entre muchos grupos étnicos. Aquellas
versiones que combinan ciclos o temas funcionan principalmente como marcadores
temporales ya que representan el origen de los incas como antiquísimo. La primera
versión de Garcilaso de la Vega, que según él sería la más autorizada por provenir
directamente de los incas, sin mención alguna del diluvio también remonta ese origen a
tiempos lejanos: “en los siglos antiguos...”.
30 Esta representación del origen de los incas en tiempos muy distantes es crucial, y tiene
implicaciones que van más allá de la necesidad de ubicar un relato en el tiempo. Por un
71

lado, expanden los límites temporales de la historia de los incas en el lago Titicaca. La
imposición de su dominio a los pueblos del Kollao, como ya vimos, data, en el mejor de los
casos, del tiempo del Inca Pachacuti, el noveno inca. El mito, al expandir los límites
temporales de la historia incaica y al ubicar su lugar de origen en el Titicaca, hace de la
conquista, no una irrupción en territorios ajenos, sino un retorno al propio patrimonio.
Este aspecto del mito tiene una doble función: con respecto a los territorios kollas
conquistados justifica su sujeción antes de la conquista española; y durante la colonia, que
es cuando se escriben estas versiones, intentan representar la legitimidad de su señorío.
31 Si consideramos el momento histórico en que se transcriben estos relatos, vemos que
éstos se producen en un momento en que se trata de desvirtuar la legitimidad del señorío
incaico. Se trata del gobierno del Virrey Toledo, en cuyas informaciones [1572-1575] los
incas son representados como advenedizos, arbitrarios y crueles. Uno de los cometidos de
la política toledana (1569-1581) fue precisamente probar la ilegitimidad y tiranía de los
Incas no sólo para justificar la conquista española sino para convertir esas tierras en
“tierra de nadie”, en contra del lascasianismo que también intenta desautorizar, y así
imponer estructuras políticas, sociales y económicas al servicio de la Corona española. 14
32 Desde la perspectiva andina, la justificación del dominio inca en el Kollao no se puede
basar simplemente en la antigüedad de su historia, puesto que el mito pan andino de
creación representa sincrónicamente el origen de todos los linajes. La conexión divina de
los incas y la jerarquización del mundo que el mito de origen de los incas sugiere es vital
para esta justificación. Para los españoles es el aspecto temporal del mito de origen de los
incas el que prima en la legitimación de su señorío, legitimación que les permite a los
incas ingresar en el nuevo orden social en una situación relativamente más ventajosa que
las otras etnias.

El salvajismo de los pueblos y la misión civilizadora de


los incas
33 La jerarquía que el mito establece privilegiando a los incas con respecto a las otras etnias
se apoya no sólo en su posición de elegidos, de enviados divinos ab initio. Según la mayoría
de las versiones, en la región reinaba el caos social y político antes de la llegada de la
dinastía inca. Los otros grupos étnicos están representados como sumidos en un estado de
salvajismo, de caos político, de guerras interétnicas continuas que los incas, por mandato
divino y por sus dotes administrativas, tenían que resolver.15
34 En la concepción occidental, estos pueblos que los incas dominaron se clasificaban de
behetrías, un término legal que se refiere a un grupo de personas que, al no tener un
señor natural, elijen como su líder a alguien que no es de progenie noble. La versión de
Pedro Pizarro dice que antes de que los incas impusieran su dominio
hera todo behetrías, aunque auía algunos señores que tenían subjetos algunos
pueblos pequeños cercanos a ellos, y éstos heran pocos; y así en la behetrías trayan
guerras unos con otros. (45)
35 La idea de caos que sin duda los informantes de los cronistas trataban de transmitir se
transforma en estas versiones en el concepto de behetría que, al igual que en el mito de
creación al imponer el juicio moral a la conversión en piedra, impone categorías que no
necesariamente reflejan el pensamiento andino.
72

36 El Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias (1611) discute


ampliamente el término. Las siguientes partes son especialmente relevantes para el tema
que nos ocupa:
[E]n la behetría como no tienen cabeça a quien respetar, todos hablan a bulto. Y por
esso donde quiera que dan vozes confusamente, dezimos ser behetría. ...Behetrías
es nombre corrompido de benefactrías en lugares adonde teniendo el rey algún
dominio y ciertos derechos y tributos tomavan el señor que les parecía y lo dexavan
cuando querían; porque la preeminencia de la behetría era mudar señor por sola su
voluntad. [discutiendo el caso de España en el siglo XI]: Otras behetrías se dezían de
entre parientes, por no poder tomar para señor suyo a quien quisiessen, sino que
eran forçados a tomar señor de ciertos linages, que para cada lugar estavan ya
conocidos y determinados. ...Estando pues esto assí, la larga esperiencia mostró
cómo esta libertad de mudar señores traía gran confusión y desconcierto en el
govierno, tanto que dio lugar al proverbio castellano, el qual a una cosa muy sin
orden y desbaratada, la llama cosa de behetría. También se entendió cómo esta
preeminencia de las behetrías perjudicaba mucho con la confusión de las rentas del
rey y a los derechos dellas. ...Agora llaman behetrías, largo modo, a las villas
eximidas de ciudades, que no están sujetas a ningún corregimiento por apelación ni
por residencia, sino al Consejo y Chancillerías.
37 Este concepto de behetría es parte de un discurso legal que supone un orden político
encabezado incuestionablemente por un gobernante a quien se le deben obediencia y
tributos. Estos tributos son los derechos del rey y, como tales, benefician sus intereses. El
concepto de behetría corresponde al caos en un orden establecido con base en ciertos
valores: la nobleza, como categoría superior dentro del orden social; la riqueza, en el
orden económico, es el soporte de esa nobleza, y el poder que deviene de la conjunción de
nobleza y de riqueza.
38 Desde este marco de referencia, se dan en la representación del dominio inca dos
tendencias: una que legitimiza su poder y la otra que trata de desvirtuarlo; pero ambas
tendencias parten de las mismas categorías. La primera los distingue de todos los otros
grupos calificados de behetrías, y, por lo tanto, son los representantes del orden y los
señores legítimos. Partiendo de estos valores, se representa a los incas, como “los
hombres más nobles, ricos y poderosos de todas las tierras” (Gómara 1552). La versión de
Vázquez de Espinoza también favorece a los incas:
Mango Capac primero rey de los incas salió de la Laguna de Titicaca con su mujer y
hermana la reina... predicando a aquellas bárbaras naciones la Ley natural,
enseñadoles político modo de vivir como gentes, sacándolos del barbarismo en que
como brutos irracionales vivían, ...fundó la imperial ciudad, madre y patria de
tantos reyes y emperadores de aquellas regiones, ...sujetó a su obediencia con sus
armas, y con sus leyes las mantuvo y sustentó por espacio de 500 años en paz y buen
gobierno. (379)
39 Bernabé Cobo en sus distintas versiones presenta a los incas como “hombres de prudencia
y valor” (Cobo I), a quienes su dios Sol envió a que “enseñasen a vivir como hombres de
razón en policía y orden, estableciéndoles leyes con que fuesen mantenidos en paz y
justicia” (Cobo [IV]).
40 La segunda tendencia es a considerar a los incas como una más de las behetrías. Su
gobierno era ilegítimo y había sido impuesto por la fuerza y la violencia. Agustín de
Zárate es uno de los cronistas tempranos que asume esta posición:
Estos ingas comenzaron a poblar la ciudad del Cuzco, y desde allí fueron sojuzgando
toda la tierra y la hicieron tributaria; y de ahí adelante iba sucediendo en este
73

señorío el que más poder y fuerza tenía sin guardar orden legítima de sucesión, sino
por vía de tiranía y violencia; de manera que su derecho estaba en las armas.(471)
41 Sarmiento de Gamboa (1572), historiador oficial del Virrey Toledo, dice que “Mango
Capac y los demás hermanos [fueron] a buscar tierras y tiranizar a los que mal no les
hacían, ni les daban ocasión de guerra, no otro derecho ni título más del dicho”. (120) Las
informaciones al Virrey Toledo [1572-1575] recogen similares acusaciones.
42 Para algunos, la imposición del poder inca en el área del lago Titicaca sería legítima; para
otros resultaría cuestionable. En ambos casos se trata de una visión a posteriori, que en el
mejor de los casos interpreta la información dentro de esquemas ajenos a la cultura
incaica cuando no intenta servir los intereses de la Corona, como en el caso de las
versiones informadas por la ideología toledana. Pero aun si dejamos al margen las
cuestiones sobre la legitimidad o ilegitimidad del dominio inca, que evidentemente son
superimposiciones europeas, se decantan las nociones de caos y orden.
43 La definición de behetría de Covarrubias tiene que ver con el concepto de discurso:
“donde quiera que dan vozes confusamente, dezimos ser behetría”. Muchas de las
versiones que analizamos apuntan a un caos discursivo porque, según los cronistas, los
distintos relatos no coinciden. Por ejemplo, Murúa apunta lo siguiente:
Varias y diuersas cosas y graciosas fábulas quentan los yndios del aparecimiento de
los primeros Ingas y de la manera con que entraron en la ciudad del Cuzco y la
conquistaron y poblaron, sin que en este casso pueda hauer cossa cierta ni
determinada. (21)
44 Garcilaso hace una distinción entre la versión “contada” por su tío y aquéllas otras
versiones que escribe, donde “no se entiende la razón y orden” del discurso. De esta
manera Garcilaso privilegia el discurso inca frente a los otros discursos de otras etnias,
como al de los indios del Kollasuyo, a quienes atribuye la segunda versión que él recoge o
su tercera, atribuida a los indios del norte.
45 La primera versión del Inca Garcilaso, pone en boca de su tío materno la descripción de
una situación de caos que los incas enviados por el dios Sol iban a corregir:
Sabrás que en los siglos antiguos toda esta región de tierra que ves, eran unos
grandes montes y breñales, y las gentes en aquellos tiempos vivían como fieras y
animales brutos sin religión ni policía, sin pueblo ni casa, sin cultivar ni sembrar la
tierra, sin vestir ni cubrir sus carnes, porque no sabían labrar algodón ni lana para
hacer de vestir. Vivían de dos en dos, y de tres en tres, como acertaban a juntarse
en las cuevas y resquicios de peñas y cavernas de la tierra. Comían como bestias
yerbas del campo y raíces de árboles, y la fruta inculta que ellos daban de suyo, y
carne humana. Cubrían sus carnes con hojas y cortezas de árboles, y pieles de
animales; otros andaban en cueros. (Garcilaso [1609] 1976, 37)
46 Estos tiempos “antiguos” y “salvajes” se caracterizan porque en ellos no hay agricultura:
son esencialmente recolectores. No hay ningún tipo de industria: el hilado no se conoce ni
tampoco se construyen casas; la organización social es inexistente puesto que tampoco se
han establecido comarcas. Lo que el Inca Garcilaso describe es lo que los antropólogos han
llamado el período formativo en culturas primitivas. Corresponde también a lo que
Guamán Poma y Santacruz Pachacuti dicen de los tiempos preincaicos. Sin embargo, los
cronistas indios introducen variantes considerables que merecen cuidadosa
consideración.
47 Siguiendo de cerca la tradición judeocristiana, Guamán Poma representa las edades del
mundo, empezando con la creación -según el Génesis- y el final con la llegada de los
españoles en el Tahuantinsuyo. El ofrece una historia paralela de los pueblos andinos.
74

Según él, hubo cuatro generaciones de indígenas.16 La primera generación, llamada Uari
Uiracocharuna, vivía en cuevas y en rocas y carecía de capacidad para la manufactura.
Pese a su estado “incivilizado”, poseían cierto conocimiento de su creador y no eran
idólatras. En la segunda edad, Uariruna, no sabían hacer casas, “cino edeficaron unas
cacitas que parece horno que ellos les llaman pucullo y no savian hazer rropa cino que se
bestian de cueros de animales” (54). Como en la primera edad, los habitantes de la
segunda tenían el conocimiento y veneraban a un solo dios. La civilización parece avanzar
muy rápidamente en la época de Purunruna, la tercera edad. Las personas ya no se
vestían con pieles de animales ya que tejían telas de awasca y cumbi y tenían ropas
elegantes con plumas. La arquitectura y la política también se desarrollaron: sus casas
eran construidas de piedra con techos de paja y elegían a sus gobernantes legítimos a
quienes llamaban capac apo. Estos gobernantes desarrollaron un sistema justo de leyes y
daban buen ejemplo a sus subditos. Ellos también parecen haber sido monoteístas.
Durante la cuarta edad, Aucaruna, se da un nuevo desarrollo que trae consigo el desorden
y la guerra. Ocurrieron muchos conflictos sangrientos y hubo muchos muertos; se
robaban a las esposas y a los hijos y el pillaje y la crueldad prevalecían.
48 El linaje del primer y “verdadero” Inca Capac Ynga Tocay Capac Pinau Capac surge
durante el Aucaruna. Pero esta casta se acabó y comenzó a reinar Manco Capac, que “no
tubo pueblo ni tierra ni chacara ni fortalesa ni casta ni parientes antigualla pacarimoc”. Y
fue en su tiempo y por obra de su madre Mama Uaco, “gran fingedora y ydulatra
hechicera”, que en el Perú entró la idolatría (Guamán Poma 49-64).
49 La visión de Guamán Poma de las edades del mundo andino, como las de Hesíodo del
mundo clásico, es una de decadencia espiritual progresiva. Guamán Poma no atribuye
progreso tecnológico y material a los incas. Sin embargo, ello es evidente en la
arquitectura, los canales de irrigación, los textiles y la construcción de caminos. No sólo
Guamán Poma niega a los incas un rol civilizador, sino que además representa al enviado
divino del Sol, Manco Capac, como un descastado: Manco Capac es el hijo de una unión
demoníaca y es el instigador de la idolatría en la tierra. Según este cronista indio, antes de
la llegada de los incas, los andinos no sólo estaban pavimentando el camino para el
advenimiento del cristianismo (rol también atribuido a los incas por Garcilaso), sino de
hecho pueden haber sido considerados cristianos verdaderos y piadosos si sólo hubieran
conocido el nombre de Cristo. Guamán Poma, mientras evoca las sensibilidades devotas
del antiguo mundo andino, incluso exhorta a los cristianos europeos a seguir su ejemplo.
50 Por su parte, Santa Cruz Pachacuti también narra sobre unos tiempos remotos en el que
reinaba el desconcierto:
Dicen que en tiempo de purunpacha todas las naciones de Tauantinsuyo beneiron
de hacia arriba de Potossí, tres o cuatro exercitos en forma de guerra, y así los
benieron poblando, tomando los lugares, quedandose cada uno de los compañías en
los lugares baldíos; a este tiempo se llaman ccallacpacha o tutayachacha
....Passaron muchisimos años y al cabo, despues de aber estado ya poblados, abia
gran falta de tieras y lugares, y como no abian tierras cada dia abian guerras y
discordias, que todos en general se ocupauan en hacer fortalezas, y así cada dia en
abido encuentros y batallas, sin haber la paz en este tiempo de tantos combates y
guerras.... en tiempos de purupacha, dizen que los hapiñuños 17 andauan
bissiblemente en toda esta tierra, que no abian seguridad de andar en
anocheziendo, porque a los hombres y mugeres y criaturas los llebauan
arrebatandoles, como tiranos infernales y enemigos capitales del género humano.
(282)
75

51 En esta situación de caos aparecen los incas que, por encargo divino de Tunupa, reciben el
bordón de mando, y más adelante el inca Apomancocapac “començó poner leyes morales
para el buen gouierno de su gente, conquistandole a los ynobedientes muchas prouincias
y naciones de los Tauantinsuyu” (Santacruz Pachacuti 286).
52 Garcilaso y Santacruz Pachacuti representan la intervención inca como un principio
ordenador en una situación social caótica, mientras que Guamán Poma la juzga como una
fuente de caos social. Los tres ven la misión de los incas como una respuesta a un mandato
sobrenatural que puede ser divino (Garcilaso, Santacruz Pachacuti) o diabólico (Guamán
Poma). La intervención sobrenatural que impone orden en el caos es análoga a aquélla en
el mito de Viracocha. El caos es cósmico en el mito de la creación y social en el mito de
origen. La fuerza ordenadora surge en ambos casos del lago Titicaca: Viracocha y los
Incas. En el mito de creación hay ciclos de creación y destrucción, representados por una
primera creación destruida por el diluvio, seguida de una nueva creación donde los
iniciadores de los linajes petrificados dan lugar a nuevos linajes. Estos ciclos se repiten en
Guamán Poma, ya no en términos cósmicos sino sociales: en su primera edad los hombres
se hallan en un estado de salvajismo, exactamente igual al representado en la versión de
Garcilaso de la Vega. La segunda edad parece avanzar hacia un estado de civilización que
llega a perfeccionarse en la tercera; pero que en la cuarta revierte a un nuevo estado de
caos, representado por las guerras y la caída en la idolatría. En el mito de origen de los
incas podría interpretarse como una sucesión de cambios sociales lo que en el mito de
creación son pachakuti cósmicos.
53 Otro paralelo interesante es la unión de los contrarios que corresponde al concepto del
taypi. En el mito de creación, este concepto se representa en la existencia de contrarios en
la figura de Viracocha: el fuego y el agua, la destrucción y la creación, o
pluridireccionalidad. Y a partir del acto de creación estos contrarios se van separando y
ordenando. Este concepto se repite en la versión del mito de origen de los incas de
Santacruz Pachacuti: los hapiñuños, que eran “fantasmas o duendes que solían aparecerse
con dos tetas largas que podían asir dellas” (Holguín). Estos fantasmas que pertenecen al
mundo de los muertos conviven con los hombres en la edad del purunpacha. Purunpacha
está relacionado al término Puruma, es el tiempo de la oscuridad, Bertonio anota el
siguiente significado:
Puruma, ver Cchamaca pacha: Tiempo antiquissimo, quanto no auia sol, segun
imaginauan los indios, ni muchas cosas de las que ay agora. (178)
54 El purunpacha corresponde en el orden social al tiempo de las tiniebla en el orden cósmico
del mito de Viracocha. En ambos también el sol simboliza la introducción de un orden.
Viracocha crea el sol, y con la luz, se da una nueva creación; el dios Sol envía a sus hijos, y
bajo el símbolo de su luz, los incas parten del lago Titicaca en su misión civilizadora. El
mito de origen de los incas reproduce en el tiempo del hombre los sucesos, representados
en el mito de creación, del tiempo cósmico.18

El lago Titicaca - Pacaritambo - el Cuzco


55 Una vez recibido el mandato del dios Sol, los incas parten del lago Titicaca hacia el norte
en misión civilizadora, del mismo modo que el dios Viracocha había partido en misión
creadora. En las dieciséis versiones del mito de origen el punto de partida y el punto final
son los mismos: Del lago Titicaca al Cuzco. Ambos espacios marcan un eje en el territorio
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de sur a norte que lo divide en dos partes: urcosuyu y umasuyu19. La importancia de estos
dos puntos sur y norte, o Titicaca y Cuzco, es clara en los dos ciclos narrativos. Sin
embargo, en el primer ciclo hay una preponderancia del primero, puesto que es de donde
se irradia toda la creación. En el segundo es el Cuzco el centro desde donde se irradia la
civilización. Esta inversión podría interpretarse en términos andinos como un pachakuti,
un cambio espacio-temporal, “se da la vuelta el mundo”, “se trastocan los tiempos”, la
importancia del sur pasa al norte, el tiempo de la vida salvaje cambia al de la vida
civilizada.
56 El viaje de los incas de Titicaca al Cuzco se representa en las distintas versiones del mito
de dos maneras: en una de ellas, van por debajo de la tierra y luego surgen al exterior por
la cueva de Pacaritambo; en la otra atraviesan el territorio por la superficie hasta llegar a
su destino. El viaje del Titicaca al Cuzco tiene en todas las versiones por lo menos dos
etapas: Titicaca-Pacaritambo y Pacaritam-bo-Cuzco20. La primera etapa establece una
fuerte conexión entre el Titicaca y los incas. El sentido de esta conexión podría ser
ciertamente la justificación de su dominio en el Kollasuyo pero además podría responder
a la necesidad de guardar un paralelo con el mito de creación.
57 Tres versiones aluden al viaje subterráneo de los incas (Molina y Cobo [I y II]). En éstas el
Hacedor confiere su mandato divino a los incas, quienes, habiendo sido salvados del
diluvio, emergen de Pacaritambo en el momento en que el Hacedor separa el día de la
noche. La continuidad que esta parte del mito establece con el mito de creación es
explícita. Cristóbal de Molina añade que los Incas “vinieron a salir a la cueva de
Pacaritambo, de donde se jactaban proceder, aunque de la dicha cueva dicen salieron
otras naciones” (52).
58 El acto de emerger de la cueva nos recuerda a la noción de pachakuti, porque lo que
estaba abajo ahora está arriba. De las oscuras profundidades de la tierra, los incas
emergieron a la superficie “al punto que el Sol” (Molina 52). Este pachakuti en el mito
representa el comienzo de una nueva era, la era inca.
59 En los relatos en que los incas viajan de Titicaca a Cuzco por tierra, la nueva era está
representada por cambios introducidos por los emisarios divinos. Como veremos pronto,
estos cambios tienen que ver esencialmente con la agricultura, la industria y la guerra,
todo ello dentro de un ámbito religioso-ritual con repercusiones en el orden social.
60 Antes de que Manco Capac saliera de Titicaca, el dios Sol le entregó una vara de oro que
tiene que llevar consigo en su viaje. Según las indicaciones de la divinidad, toda vez que
ellos paren a descansar deben intentar hincar la vara en la tierra, y si ésta se hunde es
señal de que ese será su destino final. La vara se hunde cuando finalmente llegan al valle
de Cuzco (Garcilaso [I] y Cobo [IV]).
61 La vara de oro tiene una doble función. La primera es simbolizar la misión divina de los
incas, puesto que fue el propio dios Sol quien se las entregó. La barra tiene poderes
mágico-religiosos puesto que señala una tierra elegida por la divinidad. El hundimiento
de la barra en el valle del Cuzco es el cumplimiento de la profecía hecha por el dios Sol. La
segunda función es más bien pragmática y técnica. Los distintos intentos de hincar la
barra en la tierra a lo largo del viaje pueden interpretarse como pruebas de suelos para
determinar si son aptos para la agricultura. Es comprensible que la barra no se hubiese
hundido en la zona árida del altiplano que se extiende entre el lago y el Cuzco. La
búsqueda de terrenos buenos para asentarse se representa independientemente de sus
connotaciones religiosas en otras versiones. Por ejemplo, Murúa dice que “[los incas]
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salieron... por hallar buena tierra” (21). Vázquez de Espinosa anota que salieron del
Titicaca y llegaron a tierras donde enseñaron “a cultivar la tierra y sembrarla” (379). Las
dos funciones, mágico-religiosa y agrícola, son inseparables en la cultura incaica.
Waldemar Espinoza Soriano explica:
Las ideas mágico-religiosas tenían mucho vigor y tales creencias intervenían en
todo. Para ellos, la religión ofrecía incluso la justificación del origen de la etnia Inca,
del sapainca, del Estado y de la organización general; Pero donde se dejaba
exteriorizar con más frecuencia es en las prácticas agropecuarias; y aun en este
campo las más notorias constituían las concernientes al maíz y las papas, como
también los atinentes a la salud y fecundidad del ganado, para lo cual ofrendaban e
invocaban al Sol... (436)
62 El aspecto religioso y el agrícola, fundamentales en la cultura inca, constituyen el
entramado donde se teje la representación en todas las versiones del viaje de los incas del
Titicaca al Cuzco y su asentamiento en esa región. Aunque en algunas versiones se trate
de desvirtuar el aspecto religioso del origen de los incas, inclusive éstas se mantienen
dentro del código de lo religioso o lo sobrenatural.
63 Según Guamán Poma, el primero de la segunda edad inca, Manco Capac, no tenía padre,
pero su madre fue Mama Huaco, aquélla que “fue gran finge-dora y yudlatra hechisera el
qual hablaua con los demonios del ynfierno y hazia serimonias y hecheserias” (81). Lo que
Guamán Poma sugiere es que el primer inca fue hijo del demonio y esta mujer. Mama
Huaco21, en concierto con el demonio, armó una tramoya, anunciándole a la gente que por
la cueva de Pa-caritambo saldría el hijo del Sol, y cuando ella lo sacó por dicha cueva, la
gente lo tuvo por divino. En esta versión de Guamán Poma así empieza la dinastía de los
incas, y al mismo tiempo la idolatría. A pesar de que el cronista afirma que a Manco Capac
“no le uenia por derecho de dios ni de la justicia el ser rrey el rrreyno... Y demonio no le
biene el derecho de ser señor y rrey como lo escriuen” (82). El establece una conexión
entre el Inca Manco Capac con lo sobrenatural -aunque con signo negativo.
64 La versión de Salinas y Córdova hace eco a la de Guamán Poma. El también representa el
origen de los incas en términos muy similares a los de Guamán Poma. Según él, en las
primeras edades del Perú los indios adoraban a un solo Dios, pero el demonio introdujo el
linaje de los incas “para reynar mas facilmente en cada uno dellos, y plantar la Idolatría
en tan inmensa multitud de infieles” (14). Para ello eligió a la mujer más hermosa, que no
es otra que Mama Huaco. Según este autor, Mama Huaco era “deshonestissima, y lasciua
con estremo hizose preñada con ayuda del Demonio, y auiendola industriado en lo que
auia de hazer, el hijo que parió” fue Manco Capac (Salinas y Córdova 14). Esta
representación de lo sobrenatural como demoníaco y su asociación con la lascivia es un
punto de vista cristiano que filtra la información, la interpreta y transforma el relato.
65 Al ser una parada importante en el peregrinaje inca entre Titicaca y Cuzco, Pacaritambo
puede ser considerado un taypi, un punto que une los opuestos, funciona como signo
espacio-temporal que marca la división de dos épocas: la del salvajismo y la de la
civilización; la oscuridad de las profundidades de la tierra y la luz del sol de la superficie;
lo divino y lo humano. Al salir de allí los enviados de la divinidad solar, al manifestarse el
poder divino en el lugar, éste queda sacralizado: Pacaritambo pasa de ser una simple
cueva a ser una de las principales huacas de los incas.
66 Los paralelos entre el mito de creación y el mito de origen de los incas siguen
acumulándose. Si el lago Titicaca era el taypi cósmico general pan anadino, Pacaritambo
es el taypi social y particular de los incas. Tanto Viracocha como los incas siguen la ruta
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sur-norte; el punto de partida es el mismo. El punto final de la misión creadora de


Viracocha es el mar, al norte en Puerto Viejo; a ese punto también llegarán los incas
después de su conquista. Los lugares intermedios en el viaje de Viracocha, como Cacha o
Urcos, se convierten en huacas. Del mismo modo Pacaritambo y Huanacauri se
transformaron en huacas incas. Viracocha llevaba un bastón como símbolo de su poder,
con el que apaga el fuego en Cacha; Manco Capac llevaba consigo la vara de oro. Más aún,
en la versión de Santa Cruz Pachacuti es el bastón de Tunupa el que llega a manos de
Manco Capac, puesto que Tunupa se lo había dejado a Apotambo, progenitor del inca en
esta versión.
67 Aunque las correspondencias y paralelos entre el mito de creación y el mito de origen
abundan, cada ciclo posee un foco distinto. Mientras la creación en uno parece vista a
través de un lente amplio, los orígenes de los incas en el otro son vistos a través de una
perspectiva mucho más estrecha. La diferencia también puede entenderse como un
movimiento de lo general (cósmico o pan andino) a lo específico (singular o individual),
un fenómeno que puede ser llamado individuación. En el mito de la creación todos los
linajes se originan en las montañas, cuevas y ríos sin la mención de nombres o lugares
específicos. En el mito de origen, sin embargo, una cueva específica, Pacaritambo, es
señalada entre todas las cuevas posibles. Los incas, del mismo modo, se distinguen entre
todos los linajes que emergieron de las cuevas en la montaña; y, dentro de cierta casta de
ese grupo étnico, sobresale un individuo: Manco Capac.

Los hermanos Ayar y el Inca Manco Capac


68 Quiénes y cuántos fueron los incas que partieron de Pacaritambo para fundar finalmente
el Cuzco? Los cronistas nos presentan básicamente tres distintas alternativas que
permiten agrupar los relatos en tres series: La primera incluye aquellas versiones que
nombran a un solo héroe, generalmente Manco Capac, quien llegó al Cuzco a la cabeza de
la etnia (Gómara, Zárate, Pizarro, Molina, Cobo [I y III]). La segunda está conformada por
versiones que representan a una pareja, generalmente Manco Capac y Mama Ocllo, como
los iniciadores de la dinastía y principio de la dominación inca (Garcilaso de la Vega [I],
Salinas y Córdova, Vázquez de Espinoza y Cobo [IV]). Y la tercera menciona a cuatro
hermanos y cuatro hermanas (Murúa, Garcilaso [III], Santacruz Pachacuti, Guamán Poma,
Cobo [II]). El nivel de complejidad de las versiones aumenta según el número de
personajes que se nombran.
69 Francisco López de Gómara y Agustín de Zárate dicen que el principal inca que sacó del
Titicaca a los incas fue Zapalla, a quien otros llamaban también Viracocha, y que fue
quien puso en el Cuzco “la silla y corte de su imperio” (Gómara 22) y de allí “fueron
sojuzgando toda la tierra” (Zárate 470). Los cronistas tempranos combinaban el mito de la
creación con el mito inca del origen. El relato de Pedro Pizarro menciona un héroe,
aunque su versión revela más sobre las obsesiones del conquistador (principalmente la de
encontrar metales preciosos) que información sobre el mito. Pizarro no le da un nombre
al primer inca pero da una descripción específica del ídolo de oro y plata con forma de
mujer, que, según la leyenda, parió al héroe.
70 Las versiones de Molina y Cobo (III) mencionan a un solo individuo, Manco Capac. El
hecho de que el último combine acontecimientos pertenecientes a lo que parece ser dos
ciclos narrativos distingue los relatos de Molina y Cobo de los otros en este grupo. En
estas versiones, en el momento en que el Creador manda al Sol a la isla de Titicaca, la
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divinidad solar se personifica y da su mandato a los incas de ir a “sujetar muchas


naciones”. El protagonista del ciclo de la creación es el Creador y concluye con la
colocación del sol, la luna y las estrellas en el cielo. Con la personificación del Creador, la
divinidad solar se convierte en el protagonista del próximo ciclo. Por tanto, el detalle más
importante de estas narrativas es la aparición de una nueva hierofanía, el Sol, y con ésta
el origen de su culto, que permite la definición de dos ciclos narrativos separados. Como
ya vimos, la alteración en el orden divino, en este caso la introducción del dios Sol, tiene
profundas implicaciones en los órdenes social y natural.
71 La primera versión recogida por Cobo (I) cuenta cómo los incas, “hombres de prudencia y
valor” fueron del Titicaca hasta Pacaritambo, comandados por Manco Capac. Según esta
versión de Cobo, el proceso de individuación tiene dos niveles. Lo que los distinguía es
que llevaban vestidos muy distintos a los de las otras etnias y que llevaban pedazos de oro
en las orejas. Manco Capac se vistió con unas planchas de plata que le cubrían el pecho y
la espalda, -una táctica, según Cobo (I), designada para presentarlo como un emisario
divino ante los pobladores del Cuzco. Los moradores salieron a verlo cuando Manco Capac
se presentó en la cima de un cerro, resplandeciente porque los rayos del sol reverberaban
en su vestimenta. Esto fue suficiente para que creyesen en su divinidad. Al parecer en esta
narrativa, como en muchas otras, hay un esfuerzo constante de los cronistas para contar
los acontecimientos en el ámbito de lo profano o historizar el mito mientras lo vacían de
su importancia sagrada o religiosa. Como resultado, la mayoría de las versiones de los
mitos andinos que nos han llegado a menudo revelan más de la visión del mundo
occidental que las informa que del mundo andino que pretenden describir. 22 Tal vez por
esa razón, estas seis versiones del mito representan a los incas en general, y a Manco
Capac en particular, como conquistadores o sojuzgadores. En el mejor de los casos
resultan ser héroes culturales de su etnia, sin conexiones con el orden divino, con algunas
muy débiles o directamente inventadas por los incas, como lo recalcan los mismos
cronistas, para lograr hegemonía.
72 El siguiente grupo de relatos se caracteriza por presentar una pareja fundadora del linaje
inca. Según la primera versión de Garcilaso y en términos muy similares la cuarta que
recoge Bernabé Cobo, el dios Sol mandó a dos hijos suyos, Manco Capac y Mama Ocllo
Huaco para enseñar a los pueblos la doctrina del sol, la manera de cultivar la tierra y el
pastoreo de los ganados. Su misión debía imitar en la sociedad lo que el Sol hacía en el
cosmos: dar luz, claridad y calor; criar y fructificar plantas y animales y marcar el tiempo.
Estas funciones pueden traducirse en el ámbito social en términos de conocimiento,
protección, sustento y organización.
73 La función del conocimiento se basa sobre todo en el aspecto religioso. Según Garcilaso, el
Sol envió a los pueblos a esos sus dos hijos para “que los doctrinasen en el conocimiento
de nuestro padre el sol, para que lo adorasen y tuviesen por su dios” (42). En la primera
parada que hicieron en su viaje desde el Titicaca, en el cerro de Huanacauri, convocaron a
la gente, les transmitieron la doctrina del sol y construyeron un templo en su honor.
Todos los otros aspectos de la misión de los enviados divinos están subordinados a lo
religioso, y por ello, cada faceta de la cultura se ritualiza y tiene un significado mágico-
religioso.
74 La pareja fundadora recibió la orden de proteger a sus seguidores contra las inclemencias
del clima como contra los enemigos. Cuenta Garcilaso que “porque la hambre no los
volviese a derramar por los montes; [Manco Capac] mandó.. .hacer chozas y casas” (44). La
reina “industriaba a las indias ...a hilar y tejer algodón y lana, y hacer de vestir (45).” Así
80

juntaron en pocos años mucha gente y el Inca “tenía gente de guerra, armada e
industriada para se defender de quien quisiese ofenderle” (46).
75 Todo lo que los incas hicieron, incluyendo la construcción de casas y la enseñanza del
tejido, se realizaba dentro de un contexto religioso. Ramos Gavilán, en su capítulo sobre
“ritos y abusos que los indios tenían al tiempo de techar sus casas y levantar edificios”,
nos provee una ilustración -aunque parcial- de lo que acabamos de decir23:
Es costumbre muy connaturalizada entre los Indios, al cubrir y techar sus casas,
hacer junta de hechiceros para que levanten figura y pronostiquen el bien o mal
que les aguarda en aquella casa. Invocan los demonios en su favor, con cantares
tristes, al son de tamboriles destemplados (para ellos suavísimos). (84)
76 Obviamente la censura de Ramos Gavilán de estas prácticas como demoníacas es una
imposición cristiana, ya que para los creyentes que participaban de los rituales sus actos
eran considerados simples formas de piedad religiosa.
77 Gracilaso nos dice que Mama Ocllo, “industriaba a las indias... a hilar y tejer algodón y
lana, y hacer de vestir.” (45). Tejer, como todas las otras actividades cotidianas, también
posee una importancia religiosa. Henrique Urbano, al discutir la función de uno de los
héroes del ciclo de Viracocha, Tocapo, apunta lo siguiente:
Las funciones del tercer héroe, ...tienen algo que ver con la producción de tejidos
finos, empleados sobre todo en las prácticas rituales, ya sea por los oficiantes
encargados de ejecutar los ritos, ya sea en las ofrendas entregadas a las diferentes
wakas. ...De una manera o de otra, lo cierto es que el tejido tenía un significado
ritual profundo y todas las ceremonias litúrgicas lo utilizaban en grandes
cantidades. (1981, XXXIII)
78 El tejido de Tocapo en el mito de la creación encuentra su paralelo en lo que Mama Ocllo
hace en el mito de orígenes. En el imperio inca esta función era realizada por las Vírgenes
del Sol, mujeres escogidas para servicio estatal y religioso que vivían en el acllawasi, donde
aprendían muy temprano a tejer las más finas telas ceremoniales para ser usadas en los
rituales (cumbi) para vestir a sus ídolos así como al Inca reinante (Ramos Gavilán 84). A
través de sus diseños y combinaciones de colores, el tejido se constituye en otro vehículo
de representación simbólica. Tejer se convierte en un tema permanente en ambos ciclos
míticos y comprende un elemento esencial en ceremonias religiosas. La calidad y el
diseño de las telas se usaban para distinguir a las personas, establecer jerarquías y dividir
lo sagrado de lo profano. El Hacedor dio a cada grupo étnico sus vestidos distintivos, más
adelante, durante el imperio, los incas harán que cada grupo mantenga sus ropas
originales (Guamán Poma, Garcilaso, Cobo y otros). Sólo los incas y sus ídolos podían usar
las ropas más preciosas, cumbi. Los diseños también representaban, como el mito, los
símbolos y conceptos del mundo andino. Gisbert, Arze y Cajías anotan que
el tejido andino refleja de alguna manera no sólo el mundo religioso, sino el entorno
espacial y ecológico. ...todas las piezas, y todos los grupos, distinguen la “pampa” del
“pallai”. La “pampa” tiene casi la misma acepción que en su contexto geográfico,
significa el mundo salvaje -no cultural- semidesértico. ...La “pampa” en el tejido es
el sector uniforme, carente de decoración, en contraposición del “pallai” que es la
parte decorada... El “pallai” representa el mundo cultual con significado. Allí
estaban la representación de los dioses y linajes y allí también está el mundo
circundante. (16)24
79 La función de sustento se representa en el aprovechamiento de la agricultura en beneficio
de todos. A fin de evitar el hambre que sugiere Garcilaso sufrían cuando la gente se
hallaba dispersa antes de la llegada de los incas, Manco Capac enseñó “los oficios
pertenecientes a varón, como romper y cultivar la tierra y sembrar las mieses, semillas y
81

legumbres que les mostró que eran de comer y provechosas”([1609] 1976, 40). En el
mundo andino la relación entre la agricultura y la religión es muy estrecha, como se
evidencia en los ídolos de la fertilidad que son parte de los cultos agrícolas andinos, en el
calendario ritual, en las ceremonias de siembra y cosecha y en los productos agrícolas
que, debido a su inusual apariencia, se interpretan como manifestaciones divinas. 25
80 “Ninguna cosa de las que pertenecen a la vida humana dejaron nuestros príncipes de
enseñar a sus primeros vasallos” Garcilaso [1609] 1976, 40), así, según Garcilaso, su tío
narró los orígenes del linaje. La función organizadora de los incas abarca toda la cultura.
De la misma manera en que el Sol señala la división de día y noche, y que su posición
marca las estaciones del año, el Inca preside o inicia todos los aspectos de la vida social.
Manco Capac es el que introduce la agricultura, según el mito, y sus sucesores repetían
cada año ritualmente ese momento primordial. Guamán Poma describe la participación
del Inca en los rituales agrícolas del mes de romper la tierra: Chacra Yapuy Quilla
(agosto), y en uno de sus grabados dibuja al inca roturando la tierra (Guamán Poma,
250-251). (Véase Figura 5)
81 En la versión del mito narrada por Garcilaso, el tejido y la agricultura están organizados
según el género y la agricultura se convierte en el principio organizador de la división y
conceptualización del espacio y el territorio. Cuando Manco Capac y Mama Huaco toman
posesión del Cuzco dividieron el territorio en dos mitades iguales y complementarias.
De esta manera se principió a poblar nuestra imperial ciudad, dividida en dos
medios que llamaron Hanan Cozco, ...quiere decir Cozco el alto, y Hurin Cozco que
es Cozco el bajo. Los que atrajo el rey quiso que poblasen a Hanan Cozco,... y los que
convocó la reina que poblasen a Hurin Cozco. ...Esta división de ciudad no fué para
que los de la una mitad se aventajasen a los de la otra mitad en exenciones y
preeminencias, sino que todos fuesen iguales. (Garcilaso [1609] 1976, 40)

Figura 5: El Inca participa en la labranza.


82

82 Esta armoniosa división del Cuzco corresponde al concepto andino de yanantin (o yanani
en aymara):26 dos elementos iguales pero complementarios que van siempre juntos.
Bouysse Cassagne y Harris discuten el concepto en relación al matrimonio, donde la unión
de un hombre y una mujer puede ser vista como un intento de alcanzar la armonía ideal
del yanantin: el logro de la igualdad y complemento, que reflejan un bilateralismo
orgánico como dos ojos, dos manos; en otras palabras, la unión de “dos partes en un solo
cuerpo”. El yanantin vence sobre el auca, donde la armonía no es alcanzada nunca, porque
en la anterior los elementos nunca encajan y están en constante estado de discordia
(Bouvsse Cassagne y Harris 3-31).
83 La misión organizadora de los incas busca en esta división del Cuzco llegar a esa armonía
del yanantin, donde las dos partes funcionan conjuntamente para el beneficio y
prosperidad del todo, en este caso del imperio incaico. Esa división del territorio asocia a
cada mitad con uno de los dos sexos, hanan y hurin, lo masculino y lo femenino
respectivamente.27 Si en el ciclo mítico Viracocha estableció una distinción entre los seres
al crear al hombre y a la mujer, en el mito inca ocurre algo análogo, aunque en términos
sociales: cada género se convierte en algo asociado con una sección del territorio y con
una función claramente establecida en la sociedad.
84 La versión de Salinas y Córdova también menciona a una pareja. Recordemos que este
autor representa el origen de Manco Capac como algo demónico, y a su madre, Mama
Huaco, como embustera. Del mismo modo, el vestido es extremadamente importante en
este relato. Como Guamán Poma, Salinas y Córdova narran el origen de la dinastía de los
incas y la muestran como una farsa maquinada por la madre de Manco Capac y Pilcosisa,
la hermana de Mama Huaco quien era una bruja reconocida. Ambas mujeres trajeron al
heredero a la cima de la montaña “engalanando al Infante con ojotas de oro, y algodón...
orejeras de oro, manta encarnada, y camiseta azul; y por corona una borla verde de
algodón, que le cercaua las sienes, con otros dijes de oro, y plata”. Cuando el sol salió y se
reflejó en los alfileres, brillaron y esto fue suficiente para hacer creer al pueblo que este
hombre era hijo del sol. Aunque es casi idéntica a la narración de Guamán Poma, esta
merece mención especial por la forma en que Manco Capac está vestido. Los vestidos y
accesorios corresponden a lo que la mayoría de los cronistas de la conquista describen
como las vestiduras y símbolos reales de los incas (Guamán Poma 87; Cobo 237-240;
Anónima 162).
85 El tercer grupo de relatos comprende seis versiones que representan el origen de los incas
comenzando con cuatro parejas de hermanos conocidos como los hermanos Ayar (Martín
de Murúa, Garcilaso [III], Santacruz Pachacuti, Guamán Poma [II] y Cobo [II]). Aunque
ellos cumplen las mismas funciones, en mayor o menor grado, que Manco Capac y Mama
Ocllo en las otras narrativas, los personajes son representados con mayor especificidad y
disfrutan una individuación más pronunciada. Estas narrativas comparten una
importante característica con las versiones de la historia que combinan los mitos de la
creación y el origen: estas narrativas parecen confluir el más general mito de los orígenes
de la etnia inca con el más particular mito de los hermanos Ayar. Por esta razón, este
grupo de relatos podrían concebirse como parte de un sub-ciclo de narrativa inca.
86 En el mito de creación, el dios Viracocha está representado como una divinidad pan
andina de donde provienen todos los linajes de los Andes. Huacas que conmemoran su
viaje al norte se encuentran a lo largo del camino de Tiwanaku a Cuzco. El segundo ciclo
narrativo representa el origen de los incas en términos de ser los hijos o emisarios del
83

dios Sol. Las nuevas hierofantas sacralizan los lugares donde ellos aparecen y templos,
como el Templo del Sol en Titicaca y Coricancha en Cuzco, son construidos en honor a la
divinidad solar. En el mito de los hermanos Ayar, las nuevas huacas están directamente
ligadas a la familia de Manco Capac. Lo que hacen estos relatos es contar el origen de los
penates o dioses familiares de la panaca real (los descendientes de un inca reinante).
87 Los ocho hermanos, cuatro varones: Manco Capac, Ayar Cache, Ayar Auca y Ayar Uchu y
cuatro mujeres: Mama Huaco, Mama Ocllo, Mama Cora y Mama Ragua, salieron por una
ventana de Pacaritambo.28 Esta ventana, explica Cobo (II), era “la boca o respiradero de la
dicha cueva”. (62) Según Garcilaso (III) había tres ventanas, todas forradas de oro, y los
hermanos salieron por la del centro, que además tenía incrustaciones de piedras
preciosas. Desde este nuevo punto de partida, los hermanos comienzan una travesía en
dirección norte hacia el Cuzco. Garcilaso (I) nos dice que Pacarec Tampu estaba “siete o
ocho leguas al mediodía” del Cuzco29 La ruta sur-norte es una constante en el peregrinaje
de los personajes en todos los ciclos. En el peregrinaje de los hermanos Ayar hacen
algunas paradas en ciertos lugares que luego cobran una significación religiosa. Durante
el viaje, Ayar Auca,30 se mostró muy atrevido y por ello lo mandaron de regreso a
Pacaritambo con el pretexto de que habían olvidado unos vasos de oro y unas semillas de
maíz en ella. Aunque la versión de Murúa no dice por qué califica de “atrevido” a Ayar
Auca, hay otras versiones, Cieza de León por ejemplo, que aluden a la fuerza que tenía con
su honda que derribaba montañas. Cuando Ayar Auca entró en la cueva, tapiaron la
entrada y éste se quedó dentro de ella. El lugar pasó a tener importancia religiosa no sólo
por haber sido por donde salieron los hermanos, sino también porque uno de ellos se
quedó dentro y pasó a ser una de las principales huacas de los Incas. En Pacaritambo,
Cobo nos dice, los incas fundaron un pueblo en el cual construyeron un palacio y un
templo suntuoso. También labraron una ventana en piedra en la entrada de la cueva en
memoria de los héroes que habían emergido de ella (Cobo 64).
88 Los tres hermanos que quedaban siguieron su viaje; en el cerro de Huanacau-ri vieron un
arco iris que tomaron como buen agüero: el mundo no volvería a acabarse por
inundación. El arco iris en esta versión representa simbólicamente el uno pachakuti de la
versión del mito de creación.31 Cuando se dirigían al cerro, vieron una huaca
antropomorfa en su base en el pueblo de Sano (Sañuc, según Guarnan Poma). Ayar Cache
se sentó sobre ella y ésta lo apresó, convirtiéndolo en piedra32 Antes de convertirse en
piedra, Ayar Cache les dijo a sus hermanos que allí se quedaría y que en memoria suya se
hicieran sacrificios, y se celebrara el huarincho. La metamorfosis de Ayar Cache llevó a un
período de luto, donde lloraron mucho por la desaparición de sus hermanos. Huanacauri
pasó también a ser uno de los principales adoratorios de los incas. En el sexto ceque 33 del
Kollasuyo, la séptima huaca era Huanacauri,
la cual era de los más principales adoratorios de todo el reino, el más antiguo que
tenían los Incas después de la ventana de Pacaritampo y donde más sacrificios se
hicieron. Esta es un cerro que dista del Cuzco como dos leguas y media por este
camino en que vamos de Collasuyo, en el cual dicen que uno de los hermanos del
primer Inca se volvió piedra. ...haciánle muchas fiestas. (Cobo [1653] 1964, 181)
89 Notemos que los hermanos se quedan petrificados sobre una huaca pre-exis-tente. El mito
dramatiza la apropiación de antiguos cultos y la instauración de nuevos, ligados por línea
de parentesco a la dinastía de los Incas. El paralelo con el mito de creación es bastante
claro: los primeros hombres que Viracocha crea se petrifican también y quedan como
huacas, dioses tutelares, de los linajes que la divinidad separa. Huanacauri es también el
lugar donde se hundió la barra de Manco Capac, según Garcilaso (I). Se identifica a
84

Pacaritambo como el lugar al cual el dios Sol guía a los incas. Se representa a Huanacauri
como el sitio fundacional, señalado divinamente por la profecía del dios Sol, y de esta
manera se forma una conexión particular entre la panaca real y sus dioses tutelares.
90 Con respecto al culto de estos dioses tutelares es importante señalar el significado de sus
nombres para ver cómo su ausencia, causada por su petrificación, se repetía ritualmente
en las ceremonias de los incas. Garcilaso es quizá la mejor fuente para esta información:
La dicción ayar no tiene significación en la lengua general del Perú, en la particular
de los Incas la debía de tener; las otras dicciones son de la lengua general: cachi
quiere decir sal, la que comemos, y uchu es el condimento que echan en sus
guisados, que los españoles le llaman pimiento, no tuvieron los indios del Perú otras
especias. La otra dicción sauca quiere decir regocijo, contento y alegría
...alegorizan la fábula diciendo que por la sal, que es uno de los nombres, entienden
la enseñaza que el Inca les hizo de la vida natural, y por el pimiento, el gusto que de
ella recibieron; y por el nombre regocijo entienden el contento y alegría con que
después vivieron... lo dicen tan sin orden y concierto, que más se saca por
conjeturas de lo que querrán decir, que por el discurso y orden de sus palabras.
([1609] 1976,43)
91 Ayar Cachi, si aceptamos la etimología de Garcilaso, representaría el conocimiento
impartido por el inca sobre la “vida natural”. Sin embargo, la conexión entre la sal y el
tipo de conocimiento involucrado en la interpretación de Garcilaso permanece oscura. La
sal en el relato puede no obstante implicar asociaciones específicas al conocimiento
sexual del mundo andino. La sal en la región del Kollasuyo viene de los grandes salares de
Uyuni o Coipasa, en la parte alta de la cordillera. Y aquí vale recordar que todo el
territorio de Tahuantinsuyo estaba dividido en dos partes complementarias: Hanan y
Hurin (urco y uma en el Kollasuyo) las que están respectivamente alineadas con lo
masculino y lo femenino. Las montañas que pertenecen al Urcosuyo se consideran
masculinas. Por tanto, la sal puede haber sido también asociada simbólicamente con la
masculinidad.
92 Garcilaso al hablar de enseñanza se refiere al conocimiento de la ley natural y no a
conocimiento de género. Como en sus Comentarios de los Incas, Garcilaso intenta aquí
ennoblecer las enseñanzas de los incas mientras evita el cuestionamiento de su
moralidad. Para esto desexualiza el significado del conocimiento y apunta más bien a la
misión civilizadora de los incas. El nombre Ayar Uchu se refiere al condimento esencial en
la comida andina, ají, que puede estar ligado a lo femenino porque crece en los valles.
Para Garcilaso, uchu significa metafóricamente el placer que ellos reciben de ese
conocimiento, y sauca, la alegría que les daba. Siguiendo la interpretación de los otros
términos, esta alegría podría asociarse simbólicamente con el placer sexual. La
confirmación parcial de esta conclusión puede derivarse del análisis de cómo el mito se
actualiza ritualmente.
93 Guamán Poma describe en detalles el Capac Raimi, el festival más importante del
calendario inca. Se celebraba durante todo el mes de enero con el ofrecimiento de muchos
sacrificios a las huacas de Huanacauri y Pacaritambo. Los nativos lloraban en los templos,
ayunaban y se abstenían de relaciones sexuales. Su ayuno consistía en rehusar la sal, el ají
y el sexo (Ramos Gavilán 64). La celebración de Capac Raimi por tanto actualiza
ritualmente el mito de los hermanos Ayar. Durante el viaje civilizador de Manco, Ayar
Cachi, Ayar Uchu y Ayar Sauca dejaron su compañía cuando son convertidos en piedra. En
el período ritual, se les suspende a los nativos la Cachi (sal), el Uchu (ají) y la Sauca
(alegría). En el mito ellos pasan de un sitio a otro y durante el Capac Raimi los peregrinos
85

repiten el viaje al visitar las huacas erectas en esos lugares. Y allí todos lloran como
Manco lloró a sus hermanos. Los dibujos de Guamán Poma confirmarían este
planteamiento, puesto que en las varias láminas donde aparecen Pacaritambo,
Huanacauri, el ídolo, está siempre representado encima de la montaña y Pacaritambo en
las partes bajas (véase Figura 6). Por otro lado, el rito del huarincho era un rito de
iniciación de los varones: en el mito ése se realiza por primera vez con Cinchi Roca, hijo
de Manco Capac y Mama Ocllo o Mama Huaco, precisamente después de la conversión en
piedra de Ayar Auca. Esta ceremonia que se celebraba en el Capac Raimi la describe
Ramos Gavilán en los siguientes términos:

Figura 6: Huanacauri y Pacaritambo.

El Inca o sus Gobernadores armaban caballeros a los mozos que en los juegos
olímpicos se habían señalado y a todos los hijos de los nobles del Reyno, les daba
insignias de nobleza vistiéndolos de camisetas y mantas curiosas de cumpi y en la
cabeza les ponían una manera de borla y El Inca.... les hacía una plática
animándoles a que fuesen briosos, y se señalasen en las guerras, pues la nobleza los
diferenciaba de los plebeyos. Poníanle entonces unos pañetes (que se llaman
guaras) como si dijéramos calzones y a esta ceremonia llamaban Guarincho. (79)
94 En los “juegos olímpicos” a los que Ramos Gavilán se refiere, los muchachos púberes
participaban en ciertas competencias que probaban su valor, por ejemplo en carreras a lo
alto de un cerro. Les azotaban en los pies, brazos y manos hasta que derramaban sangre.
Los vencedores de la carrera eran honrados “enviándolos a las guerras para que allí más
descubriesen su valor; y a los que habían sido flojos, los ocupaban en cosas humildes”.
Toda la ceremonia marcaba que “habia llegado el tiempo que como varones se habían de
ocupar en cosas tocantes al servicio de su comunidad” (Ramos Gavilán 76). En estos ritos
participaban sólo los de la nobleza inca; los otros quedaban excluidos. Nuevamente la
ceremonia repite la misión civilizadora del inca representada en el mito: los muchachos
entran a participar de la organización del estado. Pasan de un estado de despreocupación
86

adolescente a uno de responsabilidad comunitaria, similar al cambio de la etapa del


puruma, del estado salvaje de los pueblos a la organización que los incas impusieron.
Pienso que se podría decir que pasan por un cambio personal, que sería paralelo al
pachakuti cósmico. En la ceremonia se utilizaban los objetos que simbolizaban ese ingreso
en la civilización, siendo la señal más evidente la ropa de cumbi que recibían. Estaban
también listos para la guerra; recordemos que, en algunas versiones, uno de los aspectos
de la misión de Manco Capac era la defensa y la conquista de otros pueblos.
95 Los sacrificios de la capac cocha también estaban asociados con Huanacauri. 34 Estos
sacrificios, junto a los ritos de iniciación, enfatizan la importancia de la reproducción
biológica en la perpetuación de la civilización. Según Sarmiento de Gamboa, “[se]
instituyó el sacrificio llamado capa cocha, que es sacrificar dos niños, macho y hembra, al
ídolo Guanacauri, para cuando los ingas se fuesen armar caballeros”(129).
96 Las connotaciones sexuales de este rito son evidentes. La unión sexual en el mito de
origen de los incas está representada por la unión de Manco Capac con una de sus
hermanas, y el huarincho celebra precisamente el fruto de esa unión.
97 Al final del mito de origen de Ayar, Manco Capac, el único hermano varón restante,
continúa el viaje con sus hermanas hasta llegar al Cuzco, donde empieza la misión
civilizadora.35

La agricultura, la industria y la guerra


98 Las diferentes versiones del mito de origen de los incas concuerdan en que la misión que
el dios Sol encomienda a los incas cubre fundamentalmente tres aspectos de la cultura: la
agricultura, la industria y la guerra. Y como se cumplen por mandato divino, estos
aspectos tienen también una significación religiosa que a su vez se refleja en la vida ritual
de la sociedad y tiene directa relación con el poder político.
99 El orden civilizador que imponen los incas en la agricultura está representado
primeramente por la búsqueda de terrenos fértiles que los lleva desde el área del lago
Titicaca hasta los valles del Cuzco. Las referencias a las semillas de maíz que llevan
consigo simbolizan la importancia de la agricultura en el esquema civiliza-torio 36 Los
logros alcanzados por los incas en el campo de la agricultura son bien conocidos: cultivo
en terrazas, grandes sistemas de irrigación, aprovechamiento de los diferentes pisos
ecológicos, etc. Uno de los aspectos importantes de la agricultura en la organización de
los incas es la distribución de los terrenos. La tierra, uno de los bienes más estimados en
el Tahuantinsuyu, según la mayoría de los cronistas, estaba dividida en tres tipos: 1) las
tierras del Inca, 2) las del Sol y 3) las de la gente común. Esta división es una sobre-
simplificación de un fenómeno infinitamente más complejo.37
100 El aspecto religioso de la agricultura es evidente en el gran número de ritos asociados con
la agricultura, y de dioses e ídolos de la fertilidad, como, por ejemplo, la Pachamama.
Rostworowski explica que “en el ámbito andino cada huaca por pequeña que fuese
[tenía]... tierra, cuyo usufructo [servía] para las ofrendas, y sobre todo para la preparación
de bebidas para los asistentes a las celebraciones” (145). La bebida ritual de los incas, la
chicha, se hace del maíz, el cual puede considerarse como símbolo vital de toda la
agricultura. La coca se usaba también en las ceremonias religiosas, pues “era de las más
estimadas ofrendas que ellos tenían” (Cobo 191).
87

101 La industria por su lado está representada por los vasos de oro y los vestidos que los incas
llevan al Cuzco, también en la referencia que el mito hace a la construcción de casas. Lo
que alcanzaron en términos de su industria es evidente en sus construcciones de palacios
y templos, caminos, puentes, alfarería, orfebrería, y demás. Para todo ello, los incas
estructuraron la sociedad jerárquicamente de tal manera que a cada grupo le eran
propios ciertos oficios y obligaciones (Rostworowski, 181-233). El lazo entre la industria y
el ámbito religioso es también estrecho, como se evidencia en los ya mencionados ritos
que se realizaban en la construcción de templos o casas, y el significado religioso de los
tejidos. Los vasos de oro estaban reservados para prácticas rituales. El uso del oro como
ofrenda era usual en el culto a las huacas más importantes.
102 El mito de origen de los incas se refiere a la sujeción de los pueblos como uno de los
importantes componentes del mandato divino que los incas reciben. La honda, que era
una de las principales armas de guerra de los incas, está presente en varios relatos. Las
conquistas incas se realizaba de dos maneras: la conquista pacífica que se daba por
relaciones de reciprocidad, y la conquista a través de la guerra.38 Algunas versiones del
mito, como la de Garcilaso por ejemplo, representan únicamente la conquista pacífica,
invocando la divina paternidad de los incas. Sin embargo, en aquellas que tratan de
desvirtuar esa conexión divina, como la de Guamán Poma o la de Zárate, se menciona el
uso de la fuerza que emplearon en sus conquistas. Lo religioso entra en la guerra a través
de la conquista como misión divina, y en aquellas prácticas rituales que tienen algo que
ver con la guerra, como es el caso del huarincho.39

Del mito a la historia: de dioses y héroes culturales


103 Los paralelos entre el mito andino de creación y el mito de origen de los incas y de la
panaca real muestran que existe una estructura común a todos los relatos. En todos ellos
están representados los órdenes divino, natural y social. Cada ciclo narrativo (el de
creación, el del origen de los incas y el de la panaca real) redefine o modifica de alguna
manera el orden divino y al hacerlo altera también los otros órdenes. Esto no quiere decir,
sin embargo, que un ciclo narrativo se separe de aquél cuyo orden divino modifica, sino
que se da dentro de él. Hay un desplazamiento de lo general o lo cósmico a lo particular o
individual. Se puede visualizar este fenómeno como una mise-en-abíme, en la cual los
relatos interiores dan cada vez más particularidad a los elementos del mito de creación; el
mito de creación sirve de contexto para los otros ciclos narrativos, con lo cual éstos
pueden representar una continuidad. La figura 7 ilustra esta relación entre los distintos
ciclos narrativos.
104 En este desplazamiento hacia la especificidad, los personajes centrales de los relatos más
generales dan lugar a personajes que a su vez pasarán a una posición axial en los otros
ciclos narrativos. En el ciclo mítico de la creación, Viracocha crea el sol, la luna, las
estrellas, las plantas, los animales y los hombres; distribuye cada cosa hacia su lugar
natural; regula las fuerzas cósmicas; separa a la especie humana en los dos sexos.
105 En el ciclo mítico del origen de los incas, el Sol toma el lugar principal que tenía
Viracocha en los relatos del primer ciclo. Su importancia aumenta pero sus funciones son
más restringidas con respecto a las de Viracocha. El protege la vida; marca el tiempo;
elige una etnia, la de los incas, y entre ellos, a unos individuos, Manco Capac y Mama
Ocllo. Dentro de este ciclo, los sexos se especifican con nombres y con la función que cada
88

uno cumple en la cultura (Manco Capac en la agricultura, Mama Ocllo en el tejido), del
mismo modo que cada de uno de ellos se asocia con una parte específica de la ciudad o del
territorio.
106 La divinización del sol de ninguna manera excluye la existencia de Viracocha 40 Los
individuos que el dios Sol elige pasan a ser los protagonistas del sub-ciclo de los hermanos
Ayar. La divinidad Solar está presente también en la alusión a los incas como “hijos del
Sol”, pero el foco central de los personajes está en los hermanos Ayar. Como en los
anteriores ciclos la importancia de los personajes aumenta pero sus funciones se
restringen aún más en el mito de los Ayar: su poder y su influencia está únicamente en el
campo familiar. Los hermanos que se convierten en piedra se convierten en los dioses
tutelares de la familia del Inca y su simbolismo sexual tiene que ver con la formación de la
pareja, la unidad básica de la familia (uchu-ají-femenino; cachi-sal-masculino; sauca-
regocijo-unión sexual).
107 En el mito de los hermanos Ayar, tres de ellos se divinizan al convertirse en piedra y
llegan a ser las principales huacas de la dinastía, dejando a Manco Capac y a las hermanas
seguir su peregrinaje. Siguiendo la misma lógica de los anteriores ciclos narrativos,
Manco Capac tendría que ser el personaje principal de un siguiente ciclo de relatos. Y esto
es en efecto lo que sucede; su importancia aumenta, pero sus funciones se restringen aún
más en los relatos de la historia de los incas. A diferencia de sus hermanos él ya no es una
huaca; su aspecto divino proviene de su conexión con el Sol. Manco Capac es un héroe
cultural, el principio de una dinastía. Los hechos de este héroe y de sus descendientes son
sucesos particulares: conquistas, construcciones, leyes, realizados a lo largo de poco más
de un siglo de dominio en los Andes y narrados en las muchas versiones de la historia de
los incas.

Figura 7: Ciclos narrativos andinos.


89

108 El origen divino de Manco Capac, se transmite a su prole, pero ya dentro de la historia del
incario. En las distintas versiones del mito de origen de los incas, Manco Capac es figura
mítica y héroe histórico al mismo tiempo41 Es en la figura de Manco Capac que se conecta
la historia con el mito, del mismo modo en que en el ciclo narrativo del origen de los incas
el Sol es el punto de conexión entre éste y el ciclo narrativo del mito de creación.

Del caos político al orden civil


109 Los relatos sobre el origen de los incas en el área del Titicaca deben entenderse no sólo
como un esfuerzo de aquéllos por legitimar su gobierno en la región kolla. Pueden
interpretarse también como una manera de injertar el pasado de los incas en el pasado,
aún más antiguo, del lugar, expandiendo así los límites temporales del incario. En la
continuidad que estos relatos establecen con el mito de creación pan andino,
manteniendo el lugar sagrado común a ambos ciclos, la región kolla se asimila a la
historia incaica, y a su vez, la historia incaica expande sus límites temporales a un pasado
más remoto. La sacralidad del lago Titicaca se mantiene en este ciclo narrativo, pero
dentro de nuevos contextos culturales con significados, metas y propósitos propios. Los
nuevos relatos modifican los contenidos del orden divino del primer ciclo narrativo,
estudiado en el anterior capítulo, para establecer una relación directa entre dicho orden y
la nueva dinastía. Al hacerlo proveen la razón de la hegemonía inca, razón a partir de la
cual modificarán y sostendrán las relaciones de poder en la región.
110 Hay que recalcar que uno de los problemas que tuvieron los españoles y que han tenido
muchos estudiosos al intentar relacionar la figura de Viracocha con la figura del Sol y de
los incas o de los hermanos Ayar es la imposición de una relación lineal cronológica entre
ellos, o en el caso de algunos cristianos del siglo XVI, la imposición de una relación
triangular regida por la idea de la Santísima Trinidad42 Al examinarlos con detenimiento,
es claro que estos ciclos narrativos son simultáneos y cada uno de ellos se refiere a
distintas instancias de la realidad compartida: cósmica, social y familiar (véase Figura 8).
111 Manco Capac es un héroe mixto: mítico e histórico. El héroe mítico, enviado divino, hijo
del Sol, es el héroe histórico, inicio de una dinastía, y por lo tanto el punto de unión entre
aquellos tiempos primigenios, ahistóricos, a los que aluden los relatos del ciclo kolla, y el
tiempo histórico anterior a la conquista de América. Además de servir de eslabón entre
estos dos tiempos cualitativamente diferentes, Manco Capac tiene una función
civilizadora. Su misión y la de sus descendientes es de imponer orden en el caos, pero no
en el caos cósmico de los tiempos de Viracocha, sino en el que las versiones representan
como caos político-social anterior a la venida de los incas. Si la expansión de los incas a
los otros pueblos debió significar para aquéllos una disyunción, una ruptura, los relatos
de este ciclo nos hablan de la instauración de un orden y señalan una continuidad cultural
a lo largo del tiempo. Frente a los pueblos conquistados por los incas el mito de origen de
los incas es un discurso de dominación. Y en la época en que fueron recogidos estos
relatos, el mito de origen de los incas, se puede entender como un discurso de resistencia
al discurso desligitimador de la política toledana.
90

Figura 8: Estructura de los ciclos narrativos andinos.

NOTAS
1. Párssinen ofrece la explicación más completa de la expansión de los incas en el Kollasuyo, si se
toma en consideración las perspectivas histórica y antropológica.
2. Los urus, cuya lengua era el uriquilla, formaban un grupo marginado cultural y
lingüísticamente.
3. Las resonancias de este pacto, según Millones están recogidas en un himno compilado por
Santa Cruz Pachacuti. Aunque tiene sentido que Millones cite este himno como ilustración del
pacto entre Cari, jefe lupaca, y Viracocha Inca, Santa Cruz Pachacuti lo transcribe en otro
contexto: Estas palabras son pronunciadas por el jefe de Hatuncolla en ocasión de una visita al
Cuzco. (Santa Cruz Pachacuti 295-296).
4. Según Rowe, el Inca Pachacuti pudo conquistar solo una pequeña parte del Kollasuyu. Pero
Párssinen, al conciliar los datos de una impresionante cantidad de fuentes, prueba
convincentemente que Pachacuti pudo conquistar territorios que se extendían mucho más al sur
del lago Titicaca. (120 y siguientes).
5. Utilizo las siguientes versiones:
1. Francisco López de Gómara (1552)
2. Agustín de Zárate (1555)
3. Pedro Pizarro (1571)
4. Cristóbal de Molina, “El Cusqueño” (1575)
5. Martín de Murúa (1590)
91

6. Garcilaso de la Vega (1609). Tres diferentes versiones: Garcilaso I: 36-42; Garcilaso II: 42-43;
Garcilaso III: 43-44
7. Juan de Santacruz Pachacuti Yamqui (1613)
8. Felipe Guamán Poma de Ayala (1613)
9. Buenaventura de Salinas y Córdova (1630)
10. Antonio Vázquez de Espinoza (1630)
11. Bernabé Cobo (1653). Cuatro diferentes versiones: Cobo I: 61-62; Cobo II: 62; Cobo III: 62-63;
Cobo IV: 63.
6. El culto solar inca puede ser rastreado hasta el antiguo dios celestial Tiwanaku (Kolata 1993;
Bouysse Cassagne 1988; Conrad y Demarest 1984). Mientras en la cultura Tiwanaku temprana el
Sol puede haber sido uno de los elementos de una deidad más generalizada, los incas dieron al
dios Sol un lugar prominente y singular en su religión (Conrad y Demarest 1984; Demarest 1981).
7. Cito la versión de Teodoro Meneses que Luís Millones considera la mejor traducción del
quechua.
8. Para un excelente recuento de la relación entre algunos de los cultos étnicos locales y la
religión estatal inca, véase MacCormack (1991, 149-159).
9. La mascaipacha era una borla que llevaba el Inca reinante a manera de corona.
10. En los templos incas, el sanctum sanctorum estaba dedicado al sol; sitios de culto más pequeños
estaban dedicados a otras divinidades menores.
11. Las siguientes versiones se refieren a los incas como hijos del sol: Cristóbal Vaca de Castro,
Juan de Betanzos, Cieza de León, Hernando de Santillán, Cristóbal de Molina, la versión de los
señores indios que servían a Tupac Yupanqui, Cavello de Balboa, Garcilaso de la Vega I, Guamán
Poma, Ramos Gavilán II, Salinas de Córdoba, Antonio Vázquez de Espinoza y las cuatro versiones
de Bernabé Cobo. Quienes sugieren un origen supernatural Inca sin referirse al dios sol son Pedro
Pizarro, Polo de Ondegardo, José de Acosta, Garcilaso de la Vega II, Santa Cruz Pachacuti y dos
versiones de Bernabé Cobo.
12. Guamán Poma escribe en la misma vena.
13. MacCormack interpreta la creación del mundo y el origen de los incas como dos temas que
fueron vistos por los andinos como inseparables (1991,100). Aunque fue ciertamente así para la
etnia inca, creo que suscribir esta visión a todos los andinos puede ser problemático, quizás
porque el poder hegemónico que precedió a los españoles fue inca y porque la religión estatal fue
omnipresente en el Tawantinsuyo que la mayoría de las versiones compiladas representan el
mito de la creación junto al del origen de los inca. Pero hay evidencia de que, como analizaré más
adelante, otros mitos étnicos también narran sus orígenes en conjunto con el mito de la creación.
14. Sobre la política toledana, la deslegitimación de los incas y las perspectivas lascasianas y anti-
lascasianas, véase Arthur Franklin Zimmerman, Marcel Batallion, Isacio Pérez Fernández y
Gustavo Gutiérrez.
15. En las 16 versiones los incas imponen orden sobre otros grupos étnicos, pero este orden no
está siempre considerado justo o legítimo.
16. Puede interpretarse la periodización de la historia de los indígenas hecha por Guamán Poma
como una superimposición del modelo judeocristiano. Véase la introducción de Pease a su
edición del texto de Guamán Poma donde analiza cómo los períodos de Guamán Poma tienen
correlación con la clásica división de la historia mundial.
17. Según Santacruz Pachacuti, hapiñuñus eran “los enemigos antiguos del género humano, que
son los demonios y diablos”.
18. Bouysse Cassagne llega a la misma conclusión en su análisis de los elementos que definen la
identidad aymara. Ella descubre una serie de relaciones entre los mitos y las divisiones étnicas y
espaciales en el mundo aymara. “Estas representaciones en las que el mundo cósmico y el mundo
de los humanos viven en estrecha dependencia constituyen probablemente uno de los
fundamentos del pensamiento aymara. Esta correspondencia aclara muchos aspectos de la lógica
92

del tiempo mítico y de la vida social” (1987, 183). Los capítulos titulados “La palabra de los
ancestros” y “Del espacio del grupo al espacio individual” en La identidad Aymara son
particularmente interesantes.
19. Bouysse Cassagne explica: “El concepto de suyu, que es parte del término... Suele hacer
referencia a una fracción sin tener en cuenta tamaño alguno: designa tanto la parte que le
corresponde a un individuo en un trabajo colectivo como la porción de tierra en un reparto, o
una de las cuatro divisiones del Imperio... Luis Capoche [ha recalcado] la presencia de dos suyus
en el Collao: “Y la parte del Collasuyu, ...se dividía en dos bandos, que llamaron Urcosuyu y
Umasuyu, que quiere decir (lo primero) gente que habita en los altos de los cerros, que tienen
este nombre urco, y los umasuyu en lo bajo y llano, riberas de las aguas que en esta lengua llaman
uma, otros dicen que significan los urcosuyus gente varonil y esforzada, porque por este nombre
de urcu se entiende lo masculino, y los umasuyus (lo) femenino' (Luis Capoche, Relación general
de la villa imperial de Potosí.)” (1987, 208).
20. Esta segunda etapa del viaje ocurre en casi todas las variaciones del mito inca de origen,
incluso en aquellas no consideradas en este estudio.
21. Zuidema (1993) analiza la figura de Mama Huaco como una diosa del maíz a quien se le
dedicaban muchos festivales agrícolas. Estas ceremonias sobrevivieron en una forma sincrética
durante el periodo colonial.
22. Urton va más allá. Debido a la carencia de escritura en el imperio inca, la preservación de
“sus” historias se dejó a los extranjeros, y, por tanto, “una de las consecuencias más generales es
que no tenemos, de hecho, verdaderos mitos “Inka”. Todos los mitos e historias que pretenden
ser incaicas fueron recogidas por soldados, cronistas y burócratas europeos (o de educación
europea) luego de la entrada de los españoles al Perú a principios de la década de 1530” (5).
23. Esta costumbre continúa hoy como parte de la ceremonia de la ch'alla, a la cual me referí
antes.
24. Este excelente trabajo estudia los diferentes estilos, simbolismo y producción de los textiles
pre y postcoloniales en la región andina. Para la estética y representación de conceptos andinos
en los tejidos, véase también Cereceda.
25. Cristóbal de Molina y Cristóbal Albornoz compilaron una enorme cantidad de información
sobre los mitos y rituales de los indígenas, donde el papel de la agricultura es evidente. Una
reciente edición preparada por Enrique Urbano y publicada por Historia 16 en Madrid pone este
material a la disposición del lector por primera vez. Para los aspectos religiosos en la agricultura
o las comunidades rurales agrícolas de hoy, véase van den Berg.
26. Véase Platt 1976.
27. Esta división quechua de hanan y hurin corresponde al aymara uma y urco.
28. Los nombres de estos personajes no siempre coinciden en las diversas versiones. Algunas
veces son simplemente diferencias de escritura, pero en otros casos los nombres son
completamente diferentes. Por ejemplo, Guamán Poma da los siguientes nombres para los
varones: Huana Cauri Ynga, Cuzco Uanca Ynga, Apomancocapac y Tupa Ayarcochi Ynga. Cuando
me refiero a la historia de los hermanos Ayar, sigo a Murúa y al Inca Garcilaso, quienes parecen
usar los nombres más estándares.
29. Aunque mediodía en el hemisferio sur se refiere al norte, Garcilaso dice que Pacaritambo está
a ocho leguas al mediodía desde Cuzco. Garcilaso, quien está usando incorrectamente el término
mediodía, está obviamente refiriéndose al sur, usando el hemisferio norte como punto de
referencia.
30. Las distintas versiones no atribuyen consistentemente al mismo héroe lo que le ocurre. Cieza
de León cuenta de Ayar Cachi lo mismo que Murúa de Ayar Auca. Bernabé Cobo en su segunda
versión sale del problema diciendo que uno de los hermanos sin especificar a quien. Para evitar
confusiones seguiré la versión de Murúa.
93

31. MacCormack (1988) discute la simbología del arco iris tanto para la cultura andina como para
la cultura europea en la iconografía del Perú colonial.
32. Según Guamán Poma, dos hermanos fueron capturados por la huaca y convertidos en piedra.
33. Un ceque era una línea sagrada que radiaba desde el centro del Cuzco. Para un análisis
completo del sistema de ceque, véase Zuidema (1964).
34. Para un análisis y descripción del capac cocha, véase Sallnow (39 y siguientes.) y MacCormack
1991.
35. Es interesante notar que la poligamia comenzó para los incas en el mito de origen. Sólo el inca
y quienes lo representaban podían participar en la poligamia.
36. Murra analiza el rol del maíz como medio de diferenciación social.
37. Ver Rostworowski (238-251), para los temas relacionados con la tierra entre los incas.
38. Para un excelente análisis de los medios por los cuales los incas llevaban a cabo sus
conquistas, véase Rostworowski.
39. Estas prácticas rituales han sobrevivido en el actual ritual del sur andino llamado tinku: una
batalla riuial entre ayllus rivales para suavizar las tensiones interétnicas. Para un análisis
detallado de este ritual y sus raíces pre-coloniales y coloniales, véase Platt (1987, 61-122).
40. Hay mucha información en las crónicas sobre los templos y huacas dedicadas a Viracocha.
Illapa, el dios del trueno, está estrechamente ligado a Viracocha y al Sol, y su culto fue extendido
en la toda la región andina. En el presente estudio no se analiza a Illapa ya que no está
mencionado específicamente en los mitos. Con respecto a la relación de Illapa con Viracocha,
véase Conrad y Demarest (1984), Bouysse-Cassagne (1993, 163-180) y Gisbert (1993, 181-202).
41. Urton analiza el mito de Pacaritambo desde una perspectiva mítico histórica (1-40). El
también prueba convincentemente cómo cada ayllu trata de construir su versión propia de un
mito de origen para representar continuidad con un pasado remoto y ganar estatus especial con
el orden colonial.
42. Por ejemplo, Antonio de la Calancha en su Crónica Moralizada, dice: “De más de las estatuas de
piedra i oro que digimos, en que se davan a entender tenían noticia del misterio inefable de la
santísima Trinidad...” 769. Otros autores como Pedro Mártir, Fernández de Oviedo, Gómara, Cieza
de León, Zárate, dicen que esta similitud de ciertas creencias andinas con la Trinidad eran
producto del demonio.
94

Capítulo IV. Ciclo narrativo


cristiano: un apóstol de Cristo y la
Virgen de Copacabana

Entrada de los españoles en el lago Titicaca


1 Poco después de la derrota de los incas en Cajamarca en 1532, Francisco Pizarro envió a
dos de sus soldados al Cuzco en misión de reconocimiento y en busca de oro. Esos fueron
los dos primeros cristianos en llegar al lago Titicaca (Meiklejohn 25). Más tarde, en 1535,
Diego de Almagro atravesó el Altiplano en ruta hacia Chile. Almagro había pedido la
protección del Inca Manco y éste hizo que su hermano Paullu y el sumo sacerdote Villac
Umu acompañaran a Almagro (Hemming 177). A su paso iba causando estragos en las
distintas poblaciones apropiándose de ropa, de alimentos, de animales y obligando a los
indios a servirle de cargadores. Aterrorizábalos si no le obedecían. Hasta llegó a quemar a
algunos indios principales que se resistieron (Hemming, 178-79; Meiklejohn 25).
2 Tres años después, en 1538, Hernando Pizarro, después de la ejecución de Diego de
Almagro en la guerra de las Salinas, salió en una expedición hacia el Kollao acompañado
de su hermano Gonzalo. Los hermanos Pizarro llevaban consigo al Inca Paullu que iba con
las tropas indígenas (Bouysse-Cassagne 1987, 28). Quizás al recordar su experiencia con
Almagro (Meiklejohn 25) el liderazgo del Inca Manco II (Murúa 215) hizo que cuando los
Pizarro entraron en tierras lupacas éstos les hicieran resistencia armada y trataran de
impedir que los españoles cruzaran el río Desaguadero; pero los españoles lograron
cruzarlo improvisando unas balsas (Hemming 243). Hernando Pizarro regresó al Cuzco y
su hermano Gonzalo con el Inca Paullu continuaron la expedición en dirección a
Cochabamba, donde los indios de este valle les dieron una larga guerra (Bouysse-Cassagne
1987, 29)1. Gonzalo Pizarro mandó pedir refuerzos al Cuzco, y seis meses más tarde
llegaban nuevas tropas españolas. Una a una las diferentes etnias se fueron rindiendo y
los españoles empezaron la repartición de los territorios conquistados2. Después de esta
pacificación del Kollao, Francisco Pizarro visitó estos sus nuevos dominios y “determinó
que la provincia de Chucuito quedase reservada para el mismo Rey” (Meiklejohn 26). El
hecho de no tener otro encomendero que el rey, no resultó en ninguna ventaja ni para los
95

indios ni para el monarca: igual fueron explotados ellos, y los administradores del
territorio defraudaron al fisco real (Meiklejohn 27).
3 Los sueños de los kollas, de los lupacas o de los incas de dominar la región lacustre
quedaron para siempre truncados. A partir de entonces los habitantes de la zona del lago
Titicaca estuvieron sujetos al gobierno español, entregando su tributo a los
encomenderos o a los representantes de la Corona. Después del descubrimiento de las
minas de Potosí en 1545, los indios de esta región del Kollao trabajaban también en la
mita. Las demandas de mano de obra que les imponían los españoles eran enormes, sobre
todo después de las ordenanzas del Virrey Toledo3.

La religión cristiana en el lago Titicaca


4 Durante los primeros diez años después de que el territorio del Kollao fue conquistado, no
hubo una campaña de cristianización en la región del Titicaca. La guerra civil entre las
facciones de Almagro y Pizarro (1544-1548) y la sublevación del Inca Manco II (1538)
desestabilizó las provincias de tal modo que hizo casi imposible cualquier campaña
evangelizadora.
5 Pizarro nombró al clérigo Francisco Ruiz para que llevara la doctrina a esta región. Al
parecer, Francisco Ruiz pasó en Chucuito entre los años de 1542 y 1544 (Meiklejohn 43).
Recién en 1547, la orden religiosa de los dominicos fue la primera en esta área en erigir
iglesias en los pueblos más grandes como Copacabana (Elías 62). Los dominicos
gobernaron el área con mano suelta, ya que no tenían que competir con encomenderos4 y
el gobierno civil no interfería en sus asuntos. Parece que ellos no sólo se encargaron de la
vida espiritual de las personas bajo su cuidado, sino también impusieron su voluntad en
los mercaderes, caciques e incluso autoridades reales. Cuando fueron acusados de
corrupción, su misión evangelizadora finalmente fue escudriñada por las autoridades
virreinales. (Meiklejohn 28-62).
6 Ejemplos de esta redoblada vigilancia incluyen una carta escrita por el factor Bernardino
Romani al Consejo de Indias en la que acusaba al virrey Cañete de innumerables abusos.
Hacia 1567 la Corona pidió a la Audiencia de Lima que organizara una visita a la provincia
de Chucuito para comprobar si efectivamente los lupacas estaban en condiciones de pagar
tributos más altos, como había informado el factor Romani. El licenciado Castro,
presidente de la Audiencia, nombró visitador a Garci Diez, corregidor de la provincia
entre 1555 y 1557. Garci Diez pasó todo el año de 1567 investigando muchos de los
aspectos de la vida en esta provincia. El informe de esta visita dio la información
necesaria sobre los recursos de los lupacas y su posibilidad de aguantar aún mayores
cargas impositivas, pero también mostró todas las irregularidades referentes a la
cristianización de los indios y a la labor de los dominicos. Más adelante, basándose en los
informes de Garci Diez, el Virrey Toledo mandó en 1573 a Gutiérrez Flores, su secretario
privado, a una nueva visita de la provincia de Chucuito, cuyos informes resultaron en la
elevación de tasas tributarias a los lupacas y en la expulsión de los dominicos (Meiklejohn
28). Los informes de ambas visitas coinciden en que los dominicos
[e]ran tan poderosos en la provincia que ningún indígena se atrevía a oponérseles.
... el temor era del todo auténtico ya que los frailes ejercían el poder total.
Inflingían severos castigos a voluntad, incluso por ofensas que no tenían nada que
ver con la doctrina, ante la aparente indiferencia, o al menos timidez, de los
funcionarios civiles. También tenían costumbre de imponer multas en dinero, lana
96

o llamas, las cuales... alcanzaban la cantidad de miles de pesos en toda la provincia.


...aparte del gran número de indígenas empleados por los frailes como fiscales y
alguaciles, sirvientes y cantores, los que por este motivo estaban exentos de
impuestos y de mita, había también varios nativos, cuya mita consistía en servir a
los frailes ...obligaban con frecuencia a los nativos a abandonar su trabajo y familia
para llevar mensajes y diversos productos al Cuzco, Arequipa y La Paz. Todos éstos
eran trabajos que los indígenas realizaban sin percibir remuneración de ninguna
clase. (Meiklejohn 51)
7 Siguiendo la orden de expulsión del virrey Toledo, los dominicos se retiraron a Pomata, el
único convento que permaneció bajo su control.
8 Fue el clero secular el que se hizo cargo de las varias doctrinas de Chucuito después de la
expulsión de los dominicos. La doctrina de Copacabana no fue una excepción. Se tiene
noticia de dos doctrinantes que se hicieron cargo consecutivamente de la iglesia: D.
Antonio de Almeida y el bachiller Montoro5 (Ramos Gavilán 143). Es en este período de la
doctrina de Copacabana, a cargo del clero secular, que la milagrosa imagen de la Virgen
de Copacabana llega a ser la nueva hierofanía del lago Titicaca.
9 El Padre Montoro “hombre solo y de edad mayor, no podía acudir a sus obligaciones de
cura, y a la ocupación en que los peregrinos le ponían” (Ramos Gavilán 143), porque cada
día más y más parroquianos llegaban a la iglesia como resultado de la entronización de la
Virgen de Copacabana (Ramos Gavilán 143). Por ello, en 1589 entraron los agustinos a
Copacabana para hacerse cargo de la doctrina de la sobrecargada y lucrativa iglesia.

Clima religioso en el Virreinato del Perú


10 Es bien sabido que la conquista del Nuevo Mundo se realizó con la cruz y la espada. La
conversión de los indios al cristianismo fue, desde el principio, una de las metas de la
Corona y de sus representantes civiles y eclesiásticos en América. Como ya he dicho, en el
Perú desde 1532 y prácticamente hasta el fin de las guerras civiles entre españoles (1548),
la labor evangelizadora se realizó muy superficialmente. Se había mandado predicadores
por las diferentes zonas, y clérigos y frailes habían bautizado a miles de indios. Sin
embargo, estas prácticas no habían dado los resultados que las autoridades eclesiásticas y
políticas habrían deseado. La Iglesia virreinal suponía que, con las constituciones
adoptadas en los Concilios de Lima, el proceso de cristianización de los indios y la
destrucción de la idolatría iban por buen camino.6 Sin embargo, en 1609, Francisco de
Ávila, S.J., escribió al rector de la Compañía que, a pesar de todos los esfuerzos de la
Iglesia, el cristianismo de los indios era una fachada que cubría la persistencia de sus
antiguas creencias7. Más tarde decidió elevar sus acusaciones ante el Arzobispo Lobo
Guerrero; Ávila acusaba a los indios de ser verdaderos apóstatas, puesto que habían
construido un sistema clandestino para continuar con sus cultos y ritos. Las pruebas que
presentó convencieron a Lobo Guerrero. Por ello, buscaron nuevos medios para alcanzar
su propósito evangelizador8.
11 Las autoridades eclesiásticas designaron a Francisco de Ávila y a los jesuitas para que
iniciasen una nueva campaña de extirpación, en la que se establecieron las Visitas de
Idolatría. (Duviols 1977, 182-190). Ávila fue nombrado Visitador General de las idolatrías e
inició su campaña contra las religiones andinas: se visitaron todas las provincias, se
interrogó a mucha gente, se acusó y castigó a otros muchos. También se destruyeron
97

huacas y se quemaron malquis9. Esta campaña fue apoyada plenamente por el gobierno
civil del Perú y por la Corona y abarcó todo el virreinato.
12 Lobo Guerrero, arzobispo de Lima, llamó a un sínodo en 1613 para discutir los problemas
de la idolatría. En las Constituciones adoptadas por este sínodo, se detallan los distintos
aspectos de lo que debían ser las visitas de idolatrías. Y como para atenuar su carácter
represivo, el arzobispo ordenó que cada visita debía empezar con la proclamación del
“Edicto de Gracia”, que le daba a los indios unos días de plazo para que confesasen sus
ritos y entregaran sus ídolos. Si obedecían lo que se les mandaba, eran absueltos, pero si
no lo hacían, se tomaban medidas represivas. El Virrey, don Francisco de Borja, príncipe
de Esquilache, apoyaba plenamente la campaña. De esta manera la extirpación de
idolatrías se institucionalizó (Duviols 1977, 185-188).
13 Cinco años más tarde, hacia 1618, el problema de la idolatría no se había resuelto.
Francisco de Ávila, a pedido del Virrey, redactó un informe10 en 1616 donde declaraba que
la idolatría era general en todas las provincias que había visitado. Propuso medidas para
hacer más eficaz la extirpación de la idolatría. Esta propuesta llamaba a un énfasis en la
predicación, más trabajo en la batalla contra la ebriedad, supresión de las aldeas que no
habían sido subyugadas aún, exilio de los “maestros” de la idolatría, el aprendizaje de los
idiomas (obligatorio para los sacerdotes en las parroquias indígenas), la fundación de las
escuelas para niños de los líderes indígenas y, por último, castigos específicos para los
idólatras recalcitrantes (Duviols 1977, 191).
14 Las autoridades eclesiásticas y civiles redactaron documentos basados en el “Parecer” de
Ávila. Como primera medida, estaba la Carta de Edicto del 30 de agosto de 1617 del
Arzobispo Lobo Guerrero dirigida a todas las autoridades en las zonas rurales. Esta carta
describía todos los castigos a los que estaban sujetos los idólatras, como también una serie
de incentivos para aquéllos que proveyeran información sobre los ritos y prácticas
prohibidas. Se debía convocar a los indios mensualmente frente a la iglesia y leer esta
carta. Como segunda medida, el Virrey envió la “Ordenanza” de 2 de septiembre de 1617 a
los corregidores de los pueblos. Esta Ordenanza compelía a las autoridades a hacer
cumplir lo que la Carta de Edicto mandaba. El virrey también ordenó la demolición de
pueblos viejos y prohibió la venta de vino a los indios.
15 La campaña fue extremadamente activa durante los años que siguieron a estos
documentos. Hacia 1619, se habían examinado 25.000 casos de idolatría. Se habían
destruido miles de huacas, malquis, e ídolos. Se había castigado a los indios hallados
culpables, se los había encarcelado, y, a algunos, se les confiscaron sus bienes y se les
quemaron sus casas. Las Visitas de idolatrías continuaron hasta bastante entrado el siglo
XIX, y su severidad aminoró solamente durante períodos breves11.

16 Muchos religiosos y civiles aplaudían la supresión de la idolatría y las Visitas, pero


también había un buen número de opositores a la política de extirpación. Varios curas de
indios habían establecido un modus vivendi con los indios de sus parroquias y pasaban por
alto incidentes que la política oficial habría tenido por idolátricos. Algunos acusaban a
Ávila y las Visitas de exagerar el problema para que su labor cobrara mayor importancia.
17 Cuando el Arzobispo Lobo Guerrero y el Príncipe de Esquilache regresaron a España, las
críticas a la extirpación de idolatrías aumentaron y empezaron a ventilarse. Los agustinos
y los dominicos escribieron al rey, afirmando que en sus pueblos y reducciones no existía
ya la idolatría12.
98

Ciclo narrativo cristiano


18 Con la conquista española y la evangelización se dio un nuevo avatar de la sacralidad en el
lago Titicaca. Con esta nueva hierofanía así como una apropiación de las historias
indígenas emergió un ciclo narrativo cristiano que puede ser dividido en dos sub-ciclos: el
primero está constituido por relatos que se refieren a una supuesta evangelización muy
anterior a la llegada de los españoles al Nuevo Mundo; y el segundo por la serie de relatos
que narran los milagros de la Virgen de Copacabana.
19 Aunque muchos de los cronistas ya habían aludido a posibles significados cristianos en los
ritos y en los relatos de los andinos, ninguno afirma la existencia de un intento
evangelizador anterior a la conquista tan explícitamente como Ramos Gavilán y Antonio
de la Calancha. Ambos autores eran agustinos y criollos13. Sus textos aparecen en un
momento muy importante en la historia de la evangelización del Perú. Es en ese clima de
preocupación política y religiosa por las idolatrías que Ramos Gavilán y Antonio de la
Calancha publican sus textos. Y es dentro de este contexto que se pueden entender sus
textos como subversivos, puesto que lo que proponen es una alternativa a la política
oficial de extirpación representada por los jesuitas y por los peninsulares. En este ciclo
narrativo sólo sus versiones serán consideradas como ejemplos representativos de esa
posición en particular.

Relato de referencia: un apóstol de cristo en el lago


Titicaca
20 Contaban los indios que mucho tiempo atrás un hombre alto, rubio, blanco y de barba,
acompañado de un discípulo, iba por pueblos y montañas predicando el culto a un solo
Dios universal y verdadero. La idolatría de los indios, sus terribles borracheras y su
comportamiento lascivo e incestuoso eran los principales blancos de ataque en su
predicación. Para atraer a los indios realizaba milagros y prodigios. A su paso este hombre
iba dejando sus huellas marcadas en piedras. Su presencia en estos lugares hizo
enmudecer a los oráculos, y las huacas dejaron de comunicarse con los indios. El demonio
los embaucaba diciéndoles que la culpa del silencio de sus dioses la tenía este
extraordinario hombre. Por ello, en muchos lugares por los que pasó quisieron matarlo,
pero siempre se salvaba por intervención divina. En Cacha no aceptaron su mensaje y,
disgustados por sus reproches, empezaron a apedrearlo. La providencia quiso vengar tan
sacrílego intento y envió una lluvia de fuego sobre el pueblo.
21 De Cacha, el hombre fue a la isla de Titicaca. Pasó un tiempo con la gente del lugar, quiso
corregir sus desmanes y enseñarles su doctrina, pero ni su predicación ni sus prodigios
lograron convencer a los indios. En Carabuco, plantó el hombre una cruz prodigiosa que,
a pesar de que los indios intentaron múltiples veces destruirla, quemarla o hundirla en el
lago se conservó intacta y se convirtió en reliquia del paso del insigne varón.
22 Allí mataron al discípulo, traspasándole una estaca por el cuerpo. Lo pusieron sobre una
balsa y lo echaron al lago. La providencia mandó un viento que impulsó la balsa a gran
velocidad e hizo que se abriera una senda en el totoral; quizá fue así como se originó el
curso del río Desaguadero. Llegó la balsa hasta Aullagas y allí encontró su destino final el
cuerpo del discípulo. A partir de entonces, cada año y siempre durante la misma época,
99

crece allí una palma verde en memoria del protomártir. El Apóstol fue llevado en una
balsa por una hermosa mujer y más tarde echó su manto en el mar y desapareció.

Larga tradición cristiana en los Andes: Santo Tomás y su discípulo

23 Según Ramos Gavilán, los indígenas del Perú, y en especial los de la sierra tenían “por casi
inmemorial tradición” que un hombre caucásico había pasado por esas tierra; habría
ocurrido esto unos mil quinientos años antes de que el agustino escribiera su texto,
puesto que él dice que no pone en duda que el hombre fuera uno de los discípulos de
Cristo (Ramos Gavilán 27).
24 Esta tradición andina a la que se refiere Ramos Gavilán, la extiende Antonio de la
Calancha a muchos lugares de América. La evidencia, según Calancha, está en las
innumerables cruces que los religiosos de diversas órdenes habían encontrado desde
México hasta el Brasil, en el conocimiento que tenían de un dios “infinito, invisible i todo
poderoso” que tenía madre y era intercesora entre Dios y los hombres (Islas de
Varlovento), en la Biblia “de solas figuras” que se halló en la provincia de Zapoteca, en el
conocimiento de la Santísima Trinidad que algunos indios tenían (Calancha 714-717).
Calancha autoriza estos testimonios citando la información de cronistas canónicos tales
como Pedro Mártir, Gómara, y Bartolomé de Las Casas, entre otros. José de Acosta
encuentra también semejanzas en ciertas creencias y ritos, pero se las atribuye a obra del
demonio, cuyo continuo afán es imitar a Dios ([1590] 1985, 265-267). 14 Lo interesante es
que Calancha lo cita como fuente para demostrar el conocimiento que los indios tenían de
la Trinidad, y aún acepta la interferencia demoníaca a la que Acosta hace referencia, pero
a diferencia del jesuita, afirma que la obra del demonio es posterior a la venida del
predicador de Cristo. Sin embargo, Acosta explícitamente había negado esa
interpretación
Pues lo que creen algunos que en tiempos lejanos sonó en estas regiones la
trompeta del evangelio, aduciendo el testimonio del profeta, que trae San Pablo:
“Por toda la tierra se extendió el sonido de ellos, y hasta los confines del orbe sus
palabras”, no me parece convincente, puesto que San Agustín afirma de su tiempo
que en algunas partes de Africa era desconocido el nombre de Cristo, y ni siquiera la
fama del imperio romano había llegado a ellas. ([1590] 1952, 56)
25 Para Calancha y para Ramos Gavilán no cabe la menor duda de que se hubiese pregonado
el evangelio en tierras americanas antes de la venida de los españoles. Calancha, por lo
menos, cree saber exactamente quién fue el que predicó por esas tierras, y cuál fue su
ruta. Ambos agustinos narran una serie de detalles de su predicación, e inclusive aluden a
reliquias que se conservaban de tan insigne visitante. En los relatos de Ramos Gavilán y de
Calancha, el apóstol no predicaba sólo, sino que venía acompañándolo un discípulo que
fue martirizado por los indios. Calancha describe a estos predicadores como
de alta disposición, uno mayor que el otro, blancos, barbados, el uno de ojos çarcos,
anbos con túnicas blancas asta las espinillas (728).
26 La descripción que Antonio de la Calancha y Ramos Gavilán hacen del supuesto apóstol y
de su acompañante coincide con las descripciones que muchos de los cronistas hacen de
Viracocha en el mito de creación. Coincide también con la descripción que Ramos Gavilán
hace del primer Inca –Manco Capac– “cuyo color tan blanco y rubio”, según él, sirvió de
anzuelo para que los indios lo creyeran hijo del Sol.
100

27 Las características físicas que los agustinos atribuyen al apóstol lo diferencian claramente
del fenotipo andino, pues es rubio y no moreno, alto y no de mediana estatura, tiene
barba y no es lampiño; tiene un tipo europeo que corresponde a las representaciones
iconográficas europeas de los apóstoles, las cuales evidentemente pasan por alto el hecho
que los apóstoles eran semitas y seguramente no eran rubios ni tenían ojos azules. Por
otra parte, el episodio de la cruz que el hombre planta en Carabuco facilita la
recontextualización de los relatos andinos dentro de un marco de referencia cristiano.
Calancha y Ramos Gavilán, sirviéndose de la tradicional exégesis bíblica, intentan
cristianizar las tradiciones locales. El punto de partida de su interpretación es el último
capítulo del evangelio de San Mateo, cuando Cristo envía a sus apóstoles a llevar su
doctrina a todas las naciones:
Y cuando vieron a Jesús lo adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a
ellos y les dijo: –Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan,
pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos, bautícenlas en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que
les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días hasta el
fin del mundo. (Mateo, 28: 17-20)
28 Siguiendo la práctica exegética, es evidente, tanto para Calancha como para Ramos
Gavilán, que al enviar a los apóstoles a predicar, Jesús se refería a todos los lugares de la
tierra, aún a aquellos de los cuales el Viejo Mundo no tenía conocimiento. Calancha va
inclusive más lejos; interpreta una serie de alusiones a los puntos cardinales que aparecen
en la Biblia donde el suroeste, según su interpretación, tiene gran significación y de esta
manera prefigura la importancia que las tierras del Nuevo Mundo tenían para Dios desde
el principio. Después de citar diversas partes del Antiguo Testamento en relación al
suroeste, Calancha llega a la siguiente conclusión
Pecó Adán, encendiose Dios de furor, llenose de indignación, aguardó a que corriese
el Sur para tratar del castigo, dando a entender que ya venía tenplado, más frío i
menos riguroso. ¿Porqué de todo esto no aré yo consequencia? que pues para
mostrar piedad se vino por el Paraíso paseando, i ven mirando azia estas tierras, i
porque le dava el ayre Sur, dio a entender que llegava tenplado, i sin el devido rigor;
diré yo que desde el principio del mundo se estremó Dios en mirar piadoso a este
Perú donde está ese viento Sur, i nace desta parte Meridional, mitigando su enojo
con que destos Reynos le adorarían a millones y se salvarían a millares. (703)
29 Un detalle menor, pero revelador de la visión americana, o desde dentro, de Calancha es
su mención del viento sur que enfrió la ira de Dios. El viento sur es frío en la América del
Sur por las corrientes australes; en el hemisferio norte el viento frío es el mistral que
viene del norte y los vientos del sur que vienen del desierto son más bien calientes, por
tanto, siguiendo la lógica de Calancha, estos vientos habrían aumentado la ira de dios.
30 La interpretación de autores españoles como Acosta, Arriaga, Sahagún y Albornoz, difiere
grandemente de la de estos agustinos criollos en que, para los primeros, en estas tierras
imperaba el demonio desde siempre, y la redención de estos pueblos se hizo posible sólo
con la venida de los españoles. Esta propuesta fue esencialmente en contra de la posición
de Las Casas, según la cual los habitantes del Nuevo Mundo tenían al menos un
conocimiento primario de las verdades en que se basaba el cristianismo. El mismo Acosta,
usa autoridades patrísticas para defender la posición según la cual no se dió una
evangelización pre-hispánica (Las Casas [1550] 1909, passim).
31 Si los autores españoles niegan que un cristiano hubiera estado en el Nuevo Mundo antes
del descubrimiento de Colón, Calancha afirma que fue Santo Tomás el que hizo misión
101

apostólica en los Andes. Calancha llega a esta conclusión basándose también en


autoridades patrísticas. Según él, como San Crisóstomo escribe en su homilía 61 que el
apóstol que más mundo recorrió fue Santo Tomás, debió haber sido éste, quien,
transportado por ángeles o por el poder divino, llegó a los Andes a diseminar la doctrina
de Cristo (Calancha 718; Ramos Gavilán 27).
32 Otro detalle que le ayuda a llegar al nombre de Tomás, es que en los lugares por donde el
personaje pasa en su peregrinación su nombre va variando, pero siempre encuentra el
agustino la manera de interpretarlo como una variación de “Tomás”. Calancha atribuye
estas variaciones a distintos factores. A veces sugiere que por la peculiar pronunciación
de los habitantes de una región el nombre original de Tomás queda deformado; otras
veces, la transformación se debería a un designio divino, que al alterar el orden de las
letras, suprimiendo o añadiendo alguna, da al nombre una nueva y profunda significación
15.

33 Si bien Calancha identifica a ese personaje como Santo Tomás, Santa Cruz Pachacuti, en
su versión sobre Viracocha se había preguntado, refiriéndose a Tonapa
Viracochapacachan, si “no será este hombre el glorioso apostol sancto Thomas” (283).
Guamán Poma lo había asociado con San Bartolomé, y Ramos Gavilán, aunque dice
explícitamente que no encuentra motivos para dudar de que se trataba de uno de los
apóstoles de Cristo, no se aventura a darle ningún nombre específico y se refiere a él con
el apelativo con que los lugareños lo conocían: Tunupa. Las polémicas en torno a la
existencia de una evangelización pre hispana no eran un fenómeno nuevo del siglo XVII.
Ya en 1508 había aparecido una publicación neerlandesa que hablaba de una presencia
cristiana en el Nuevo Mundo antes de la llegada de los españoles16. Autores como Oviedo,
Las Casas, Cieza y Betanzos, entre otros, también hacen alusiones a una posible presencia
cristiana pre hispana (Duviols 1977, 55-63). Dice Duviols al respecto:
La cuestión de la evangelización prehispánica del Continente Americano –y muy
especialmente del Perú–, estará vinculada, por una parte a la más general de las
relaciones históricas y bíblicas entre Nuevo y el Viejo mundo, y por la otra,
determinará el criterio que la Iglesia debe adoptar frente a la idolatría de los
indígenas. (1977, 55)
34 Según la posición que se tomase, los indios resultarían ser apóstatas si verdaderamente
habían tenido noticia de Cristo antes de la llegada de los españoles, o simplemente
ignorantes del cristianismo. La discusión evidentemente no sólo ponía en tela de juicio
consideraciones teológicas, sino que podía tener otras repercusiones. Por un lado, según
algunos teólogos, si los indios habían sido apóstatas y habían renegado de la fe, esto
constituía un justo título de conquista y, de ser esto cierto, quedaban bajo la jurisdicción
de la Inquisición.17 Pienso que esto último podía haber creado graves problemas
económicos y políticos en la colonia. Sobre todo si recordamos que en un momento dado
se habían hecho 25.000 acusaciones y que, según Ávila, la idolatría en el Perú era un
fenómeno general. Si la Inquisición los hubiera encontrado culpables y hubiera actuado
con el rigor que mostró con algunos cristianos que fueron acusados de apóstatas 18, la
población que había quedado ya diezmada por las enfermedades y las guerras, habría
dejado la tierra casi desierta sin brazos que la trabajasen.
35 En todo caso, el Primer Concilio de Lima (1551) rechazó la leyenda, y declaró a los indios
neófitos en la fe. También la Corona, en una carta de Carlos V, negó oficialmente la
validez de la leyenda, naturalmente partiendo de razones teológicas (Duviols 1977, 68).
102

36 Según Duviols, durante las dos décadas que siguieron al Primer Concilio hubo silencio
absoluto sobre esa posible evangelización, y es después de la llegada de Toledo que se
vuelve a retomar el asunto:
No fue casualidad que en 1572, después de un largo silencio resurgiera el mito del
apóstol, bajo la pluma de un turiferario de Toledo quien, como se sabe, reclamó la
Inquisición para los indios con una constancia e insistencia excepcionales. No fue
tampoco por azar que los grandes extirpadores y predicadores del siglo XVII,
Hernando de Avedaño y Francisco de Avila, por un lado afirmaran el mito y lo
utilizaran en sus sermones, para inculcar a los indígenas un profundo sentimiento
de culpabilidad, y por otro, amenazaran a esos mismos indígenas, no obstante la
legislación en vigor, con las hogueras de la Inquisición. (Duviols 1977, 69)
37 A Toledo, en su política de deslegitimación, le convenía acusar a los indios de apóstatas.
Como intentaré demostrar, las versiones que yo analizo no participan de ese afán
acusatorio, antes van en contra de esta política. La evaluación que Duviols hace de los
textos de Ramos Gavilán y de la Calancha es un tanto apresurada y no llega a los
significados que un análisis detenido puede revelar. La lectura de Duviols les niega a estos
textos la importancia que éstos pudieran haber tenido. Dice Duviols:
A comienzos del siglo XVII, un grupo de monjes eruditos, a los que se conoce como
“cronistas de convento”, se apoderan de la leyenda del apóstol con espíritu
apologético. La beatería edificante excluye desde entonces todo espíritu crítico. Un
agustino, fray Alonso Ramos Gavilán se ocupa del apóstol en varios capítulos de su
Historia de Nuestra Señora de Copacabana ...sigue luego otro agustino, fray Antonio de
la Calancha sobre el tema mucho más que sus predecesores.
Lo primero que se observa es la definida tendencia a una erudición seudo científica,
y la renovada importancia que se concede a las reliquias, que un poco por todas
partes, van descubriéndose en esos momentos, y a las que los autores confieren
valor de prueba científica al mismo tiempo que las milagrosas virtudes de las santas
reliquias (1977, 63-64).
38 Duviols encuentra en estas versiones que reclaman reliquias cristianas en el Perú y que
construyen relatos sobre el paso de un apóstol de Cristo por esas tierras un “desaforado
regionalismo”. Su análisis desafortunadamente se atiene a la referencialidad histórica de
estas versiones, dejando de lado la intencionalidad ejemplar y pragmática que informa su
construcción.

El peregrinaje del apóstol por los Andes

39 Según la versión de Ramos Gavilán, el apóstol iba predicando por los Andes. La ruta que
sigue en su peregrinaje parecería ser primero de norte a sur y luego nuevamente hacia el
norte. Ramos Gavilán empieza a narrar los acontecimientos de este su peregrinaje a partir
de la visita a Cacha, a pocas leguas del Cuzco, y luego se refiere a su visita al Kollao hasta
llegar al lago Titicaca. De allí parte nuevamente hacia la costa.
40 La versión de Calancha que es siempre más ambiciosa que la de Ramos Gavilán, y más rica
en detalles, narra un recorrido mucho mayor, minuciosamente descrito. Calancha
construye, o como él dice “reconstruye” la ruta seguida por el apóstol a partir de las
“huellas” que dejó en su peregrinaje. Estas huellas son para este agustino evidencia del
paso del apóstol. El viaje descrito por Calancha abarca más de mil quinientas leguas y
termina en Pachacamac, donde el hombre tiende su manto en el mar y sobre él navega
hasta perderse en la lejanía. El largo viaje, de 1.500 leguas, empieza en el Brasil, pasa por
el Paraguay, y abarca todo el territorio de los Andes centrales hasta llegar a la costa del
103

Pacífico, donde el hombre extiende su manto en el mar y flota hacia el horizonte. Según
ambas versiones, durante la travesía de los Andes, el apóstol visita diferentes pueblos. En
estos pueblos suceden hechos extraordinarios que revelan los poderes sobrenaturales del
personaje, que según los agustinos, son pruebas de que se trata de un enviado de Cristo a
quien se le ha concedido la capacidad de hacer milagros.
41 Evidentemente hay una intención más que apologética en estas versiones. Estas tierras no
son tierras malditas, imperio del demonio, sino tierras vistas con benevolencia por Dios
mismo: Cristo mandó a uno de sus apóstoles a predicar y éste lo hizo con amor y
mansedumbre. Este era el modelo de evangelización que debía seguirse, y no el modelo de
violencia que la extirpación de idolatrías había traído. Esta es exactamente la misma
postura de Bartolomé de las Casas en su libro Del único modo de atraer a todos los pueblos a la
verdadera religión:19
Vemos ...la forma que Cristo prescribió a sus apóstoles y a los que habían de
sucederles en su misión, para invitar a los hombres a la religión verdadera. Cuán
benigna fue, cuán suave, cuán pacífica y razonable; cuán inculpable, ejemplar y
amable, cuán llena de mansedumbre y de paciencia; de clemencia, ... Se refiere lo
dicho a la forma que Cristo instituyó en la primera misión cuando envió a los santos
apóstoles y a los discípulos a doctrinar... (1975, 200)
42 No se escapa a la vista que la ruta seguida por el apóstol es la misma seguida por
Viracocha en el mito de la creación y por Manco Capac en el mito de origen inca. Las
similitudes entre el mito pan andino de la creación y la historia del apóstol son evidentes;
sin embargo, Calancha dice que son dos historias independientes. Para respaldar su
posición, Calancha imputa a Fr. Gregorio García por adscribir erróneamente el nombre de
Viracocha al apóstol, porque ese nombre correspondía a un hombre quien, después del
gran diluvio, vino a habitar la región; y eso, por supuesto, era otra historia. A pesar de las
aseveraciones de Calancha, es obvio que los mitos antiguos han sido apropiados,
interpretados y luego recontextualizados dentro de un marco de referencia cristiano.

La misión del Apóstol: enseñar la fe y corregir la moral

43 El Apóstol predicaba “la creencia y el culto debido a un solo Dios universal” y al mismo
tiempo los reprendía “ásperamente su mal modo de vivir” (Ramos Gavilán 30). Como ya
vimos en otras ocasiones, cuando Ramos Gavilán habla del “mal vivir” se refiere
esencialmente a la conducta sexual de los indios:
[El Apóstol] los exhortaba a que no tuviesen concubinas, mas de una sola mujer;
afeándoles el vicio de la embriaguez y sensualidad. (40)
44 Si la misión de Viracocha había sido la de imponer orden en el caos cósmico y la de Manco
Capac al social, la misión del Apóstol es imponer un orden moral basado en los principios
cristianos.
45 Pero estas fallas morales no se representan como característica general de los andinos.
Ciertamente puede hallarse virtud entre los indígenas. Ya nos referimos al elogio que
hace Ramos Gavilán de las Vírgenes del Sol. El agustino no cesa de elogiar a los indios por
su buen gobierno, por algunas de sus costumbres dentro del matrimonio; pero también
menciona aquellos aspectos de su cultura que considera censurables, como la poligamia o
el incesto de los Incas y los sacrificios humanos. Sin embargo, hace exactamente lo mismo
con respecto a los españoles: condena su falta de religiosidad, y explícitamente los acusa
de codiciosos y faltos de caridad:
104

No dejaré de condenar toda mi vida la crueldad con que tratan a estos miserable
Indios, casi a una mano todos los ministros, y sobreestantes de los ingenios..., la que
los españoles tienen en el tratamiento de estos pobres Naturales, haciéndoles
trabajar de día, y de noche, doblándoles molestísimas tareas, que cuando la codicia
hace oficio de obrero, no hay peón tan alentado que no parezca lerdo, ni dilegencia
que no parezca sorna. (Ramos Gavilán 198)
46 Al parecer, para Ramos Gavilán, los errores de los hombres son parte de su condición
humana y consecuencia de la caída del Paraíso. De allí que cuando no aceptan “la
verdadera fe” que el Apóstol trata de inculcarles, es porque el demonio los embauca, o
cuando los indios tratan de hacerle daño es a instancias del demonio, pero siempre como
entidad externa a ellos.
47 Calancha, por su parte, tiene una postura similar. Sabine MacCormack, al demostrar la
postura que informa la Crónica de Calancha en relación a la inferioridad natural de los
indios propuesta por algunos tratadistas del siglo XVI y XVII, dice, que para el agustino:
[c]ualquier tipo de gobierno y toda clase de características de comportamiento
individual son...manifestaciones de la condición humana que no merecen por sí
mismas alabanza o reprobación; no pueden ofrecer ningún fundamento para la
clasificación de las personas como mejor o peor capacitadas para ejercer el dominio
y la autoridad. (MacCormack 1982, 75)
48 Cuando Ramos Gavilán informa sobre las costumbres deleznables de los indios siempre
encuentra un caso similar en el Viejo Mundo. Por ejemplo, al hablar de los sacrificios
humanos, él invoca la siguiente analogía a la antigüedad clásica y la Biblia:
En los sacrificios de Saturno, se hacía muchos de hombres hechos pedazos.
Abominado el Santo Profeta David, sacrificios tan crueles y espantosos, dice de
ellos: Ofrecieron en sacrificio sus hijos y hijas a los demonios, derramando la
inocente sangre. El Profeta Isaias, tambien hace mención de estos sacrificios:
“Inmolantes párvulos in torrentibus subter eminentes petras”. (Ramos Gavilán 25)
49 En ese contexto cualquiera de las impugnaciones contra los indios son contra hechos y
circunstancias históricas por las que han pasado todos los pueblos: son denuncias de las
faltas de la humanidad y caen dentro de la visión de la historia definida por la tradición
judeo-cristiana. En este sentido la visión de Calancha y de Ramos Gavilán es mucho más
amplia que la visión de “desaforado regionalismo” que observa en ellos Duviols.

Los milagros y maravillas del Apóstol

50 El apóstol “comprobaba su doctrina con milagros y maravillas grandes.” (Ramos Gavilán


39) En una ocasión hubo una terrible tormenta que atemorizó mucho a los indios, el
hombre se puso de rodillas e hizo una oración levantando las manos al cielo;
inmediatamente “serenó los aires; porque nunca Dios es sordo a los ruegos de sus justos”
(Ramos Gavilán 39-40). Del mismo modo cuando llegó a Cacha, los indios quisieron
matarlo, pero el cielo mandó una lluvia de fuego con la que “quiso vengar tan atrevida
desvergüenza y tamaña demasía” (29).
51 Como vemos, los lugares de peregrinación de Viracocha y del apóstol son los mismos;
coinciden también las ofensas que sufren en Cacha y el consiguiente castigo. La diferencia
es que en el caso de Viracocha es él mismo quien controla los fenómenos cósmicos, y en el
del predicador, no es su poder sino el de Dios. Esta recontextualización del mito de
creación podría entenderse de varios modos. Uno de ellos es como la “beatería edificante”
a la que se refiere Duviols. Y otro como la construcción de un preámbulo a la misión
105

evangelizadora, con intenciones pragmáticas, por un lado, y por el otro con miras a una
concepción nueva de la posición del Nuevo Mundo en la historia universal.
52 Numerosos autores coloniales, entre ellos Ramos Gavilán, Garcilaso de la Vega, Guamán
Poma y Calancha, ven en la cultura andina ciertas creencias y ritos que podríamos llamar
proto-cristianos y que habrían facilitado la conversión al cristianismo. De todos estos
cronistas, Calancha es generalmente el que más explícitamente encontró resonancias
cristianas en las prácticas religiosas indígenas:
De más de las estatuas de piedra i oro que digimos, en que davan a entender tenían
noticia del misterio inefable de la santísima Trinidad, les quedó noticia del
santísimo Sacramento del Altar, de la adoración de la Cruz, de la confesión de
pecador al oído del Sacerdote, del agua bendita y las ceremonias del bautismo.
Creían en la inmortalidad del ánima, i que avía premios i castigos para los malos i
buenos después desta vida, i diferentes sillas i lugares para las ánimas en el otro
siglo. Observaban el orar por los muertos, i tenían por virtud el ofrendar por los
difuntos. Ayunavan. (769)
53 Según otros autores, Acosta incluso, los indios, a pesar de lo abyecto de su religión habían
intuido algo de la verdadera religión aunque no habían sido evangelizados antes del
descubrimiento. En el Perú, estaba la creencia en Viracocha como ser supremo, creador
del cielo y de la tierra. Debido a estos conocimientos era fácil para los evangelizadores
“persuadirles [a los indios] que hay un supremo Dios y Señor de todo” (Acosta [1590] 1985,
219).
54 Garcilaso divide la idolatría del Perú en dos edades: la primera, anterior a los incas, que
corresponde a la etapa salvaje. Los dioses en esta época eran “conforme a las demás
simplicidades y bajezas de las cosas que adoraban.... no había animal tan vil ni sucio que
no lo tuviesen por dios...” ([1609] 1976, 29). La segunda edad de la idolatría empieza con
Manco Capac. La religión, según Garcilaso, tenía un sólo dios visible y uno invisible: el Sol
y Pachacamac. Eran como el cuerpo y el alma de una unidad sagrada. Según él, “tuvieron
al Pachacamac en mayor veneración que al Sol”. Garcilaso niega que Pachacamac hubiera
sido el demonio para los indios, como Fray Jerónimo Román había escrito; para él,
Pachacamac más bien se acerca mucho al dios cristiano. Confirmando lo que Cieza escribe
sobre Pachacamac dice:
El cual, en decir que el Dios de los cristianos y el Pachacamac era todo uno, dijo
verdad, porque la intención de aquellos indios fue dar este nombre al sumo Dios,
que da vida y ser al universo. ([1609] 1976, 63)
55 Era esta creencia, junto a muchas otras de las virtudes incas, que, según Garcilaso,
prepararon el camino para la conversión al cristianismo.
56 Esas creencias y ritos, ya sean interpretados como vestigios de un temprano esfuerzo de
cristianización o como imitación del diablo, tienen que ser sustituidos o canalizados a
través de la fe católica. Por ejemplo, debía reemplazarse la confesión que ellos conocían
antes por la católica, y transferir a la religión cristiana el recogimiento y reverencia que
mostraban a sus antiguas deidades. En este proceso de sustitución olvidarían sus antiguas
costumbres. Del mismo modo ocurriría con sus mitos y leyendas; Ramos Gavilán,
consciente o inconscientemente, se informaba de la noción que, sustituyendo los
contenidos antiguos por los cristianos, estos relatos pasarían a formar parte de una
tradición cristiana y servirían de soporte a los nuevos esfuerzos evangelizadores. No sólo
el contenido y la significación debían moldearse para encajar en esa tradición, sino que a
través de esfuerzos como el suyo, la moralidad efímera y maleable podría adquirir
permanencia con la escritura.20
106

57 Uno de los temas recurrentes en Ramos Gavilán es la falta de escritura en la cultura


indígena, por ello se perdieron muchos detalles de su historia que habrían maravillado al
mundo; por ello tampoco se saben mayores detalles sobre la venida del Apóstol y existen
divergencias entre lo que unos y otros dicen sobre él. La escritura es una manera de
asegurar permanencia y de reemplazar la memoria. Al hablar del famoso adoratorio de
Titicaca, Ramos Gavilán alude a la importancia y significado que éste tenía para los indios
y dice del Templo del Sol que su “memoria durará cuanto durare la que estos Naturales
tienen de su principio” (12). Por lo tanto, inscribiendo el relato de Viracocha en términos
del Apóstol, Ramos Gavilán intentó fijar un relato cristiano que acabaría por vencer al
antiguo relato que se conservaba en la memoria de los indígenas. La escritura forma parte
de un intento pragmático concreto de evangelización y de dominación. Esta es otra razón
por la cual el estudio de textos como los de Ramos Gavilán y de Calancha no puede juzgar
su valor cultural limitándose a una consideración de su referencialidad histórica. Es cierto
que al transcribir las diferentes versiones de los distintos mitos los españoles también
garantizaban su conservación. Pero es importante subrayar que, aún las versiones
“andinas” que parecen tener menos interferencias de un marco de referencia europeo son
desautorizadas al ser evaluadas como fábulas imaginadas, mentirosas, ridículas o
incoherentes. En contraste con Ramos Gavilán y Calancha, quienes se esfuerzan por
inscribir el pasado andino en la historia de la cristiandad con cierta igualdad, los cronistas
españoles, al referirse a ellos peyorativamente, los desprecian y revelan su propia actitud
paternalista hacia todo lo andino. Esta actitud es una constante en el discurso
colonizador.

Las reliquias del Apóstol y el martirio del discípulo21

58 Según Ramos Gavilán y Antonio de la Calancha, el apóstol, en su peregrinaje, va dejando


marcas. En el itinerario que Calancha construye están marcadas en piedras las huellas del
apóstol en nueve distintos lugares: el Brasil, Paraguay, Chile, Santa Cruz de la Sierra,
Tarija, Chunchos, Cachapotas, Frías, y Calando. En casi todos estos lugares, las huellas
consisten de dos concavidades que los dos agustinos atribuyen a las marcas dejadas por
las rodillas del Apóstol mientras oraba; en algunas mencionan una tercera que no dudan
sería la de su báculo. La última huella que deja antes de partir el apóstol, según Calancha,
es en la localidad de Calando a pocas leguas de la ciudad de Lima. A diferencia de las otras
“reliquias,” ésta tiene algunas extrañas peculiaridades (ver Figura 9):
Está dos varas i cuarta más levantada por la una cabeça, seis varas i media tiene de
largo, i de ancho Quatre i media; está figurada e impresa una planta de un pie
izquierdo de más de doce puntos, i por encima unas señales o letras a XX, como
pondré en la figura; más abajo están unos círculos, i otras como llaves ...Las dos
llaves una mayor que otra, no las conocieron, ni usaron los Indios en sus casas, ni
asta que vinieron Españoles vieron anclas, ni supieron caracteres ni letras; el
áncora fue en las naciones Hebreas i Latinas símbolo de la esperanza, como la llamó
San Pablo... Si acaso quiso significar, que en los venideros tiempos entrarían las
llaves de la Iglesia de san Pedro en estas tierras, donde él dejó sus pisadas, i no pudo
introducirse su Fe. (Calancha 741-743)
59 Calancha cuenta también que los indios conocían esta piedra con el nombre de Coyllor
Sayana, que quiere decir “donde se paraba la estrella.” Dice que los indios la llamaban así
porque “aviéndose subido sobre la piedra un Indio i una India al acto venéreo, i estando
mirando al cielo, cayó una estrella i los confundió entranbos”. (Calancha 741-742) Según
Calancha este fue un castigo divino por la profanación de las huellas del Apóstol. Esta
107

piedra al parecer fue destruida por orden del visitador Duarte Fernández porque supo que
los indios la adoraban; Calancha se lamenta de la destrucción de ésta que él llama reliquia
(743). Es que Calancha no reconocía las huacas, que su afán por probar el paso del apóstol
lo hacía interpretar los signos de manera tan opuesta a la de los extirpadores? Creo que
no fue así: basándome en la perspectiva histórica de Calancha a la que se refiere
MacCormack, más bien parece que de lo que él se lamentaba es de que los españoles
estuvieran destruyendo las marcas de la historia de esos pueblos, de una historia que él
liga a la historia del cristianismo.22

Figura 9: Las huellas del apóstol.

60 Las piedras-reliquia de las huellas del apóstol corresponden a las piedras-huacas en el


mito de creación y en el mito de origen de los incas. Se trata aquí de una nueva
recontextualización de los hitos de las antiguas culturas, tal vez de una apropiación para
que, universalizándolos dentro del cristianismo, sean la base cultural compartida por
todos los americanos: indios, criollos y mestizos. Quizás sea un intento de Calancha por
salvar reliquias culturales del irreprimible celo extirpador, vistiéndolas de reliquias
cristianas.
61 En el mito de creación, Viracocha se desdobla en tres caracteres. Lo mismo ocurre en la
narrativa sobre el apóstol, donde aparecen varios caracteres para particulares propósitos
representativos.23 La versión de Ramos Gavilán sigue una trama muy tortuosa llena de
digresiones que llevan al lector a diferentes marcos temporales, por ejemplo, cuando el
autor se desvía para narrar el descubrimiento contemporáneo de unas reliquias o narra
acontecimientos paralelos que están a un milenio y medio de distancia. En su historia
Tunupa y Taapac se fusionan y se separan, dando a veces la impresión de ser un solo
personaje y otras de ser dos. Calancha, aunque basa su narrativa mayormente en la de
Ramos Gavilán, resuelve el problema con una distinción clara entre los dos personajes: el
apóstol Tomás y un discípulo conocido para los nativos como Tunupa y Taapac,
108

respectivamente. Ambos comparten características con Cristo y con los apóstoles. El


apóstol sigue muy de cerca la misión apostólica tradicional: predicar la divinidad de
Cristo y enseñar sobre su muerte, llevar a ellos la luz del evangelio y construir iglesias
(Calancha 745). Después de algún tiempo en la tierra, el apóstol se marcha a la India,
donde muerte. El discípulo, quien inicialmente acompaña al apóstol, se queda para
continuar la misión evangelizadora. Como el apóstol, el discípulo trata de enseñar a los
indígenas la verdadera religión, recrimina sus faltas y construye iglesias. Pero también
hace muchos milagros, cura a los enfermos, calma tormentas y exorciza demonios. En el
lago Titicaca (Calancha), o más precisamente en Carabuco (Ramos Gavilán), el discípulo
planta una cruz y continúa su trabajo para convertir a los indígenas a la fe verdadera y
tratar de corregir su abominable comportamiento. Los indígenas, enfurecidos no porque
él vituperaba a sus dioses, sino porque criticaba sus costumbres, lo insultan, lo abofetean
y golpean y finalmente lo matan al atravesarlo con un palo de palma. Los indígenas
colocan su cuerpo en una balsa que es llevada a través del lago hasta su lugar de descanso
final, donde desde entonces crece una palma en Pascua. Las similitudes con Cristo no sólo
son obvias sino que son subrayadas por Calancha al establecer paralelos entre la vida del
discípulo y la de Cristo. Por ejemplo, al referirse a la reacción de los indígenas luego de
ser regañados por el discípulo, Calancha dice que “ellos se parecían a los judíos y los
fariseos, quienes, con rencor contra Jesús porque Él criticó sus costumbres, proclamaron
su furia no porque él condenó sus vidas sino porque Él no observó el sabat” (764).
62 Al desdoblar al personaje, la narrativa cumple varios propósitos. La presencia de Santo
Tomás se convierte en un testimonio de la benevolencia de dios al Nuevo Mundo e
inscribe estas tierras como parte de la historia cristiana desde el comienzo. La forma
amable y cariñosa en que ellos solían enseñar su doctrina a los indígenas se convierte en
el modelo para la misión evangelizadora futura.
63 Quizás el paralelo se hace implícito, paralelo con las manzanas africanas escogidas para
cuidar del culto de la Virgen de Copacabana: los agustinos habían sido los seleccionados
para dirigir la nueva misión. Del mismo modo en que una manzana fue esencial para la
caída y las manzanas africanas lo fueron para la redención, el primer intento de
cristianizar a los indígenas no logró echar raíces perdurables, pero los esfuerzos de los
agustinos sin dudas dieron muchos frutos. La crónica de Calancha narra la historia
completa de los agustinos en el virreinato de Perú y está llena de ejemplos de su inmenso
éxito en la conversión de los indígenas. Además, la inmolación del discípulo en Carabuco
no sólo recuerda la tentación de Cristo, porque –como Él– el discípulo rehúsa todas las
riquezas y poder que le ofrecen los indígenas si es capaz de aceptar sus ídolos como
dioses; también se convierte en una historia ejemplar de lo que debe significar la misión
cristiana así como una velada crítica a los curas y órdenes que fueron acusados de
enriquecerse con su labor evangelizadora. Además de todo esto, el discípulo resulta ser un
protomártir americano de cuyas reliquias –como sus sandalias y la indestructible cruz
preservada por siglos en Carabuco– se dice que han hecho innumerables milagros.
64 Duviols comenta sobre el apóstol:
Así pues, Tunapa–Santo Tomás, queda consagrado en su triple papel de fundador de
la Iglesia peruana, protomártir del Perú y campeón de la lucha contra la idolatría.
(1977, 65)
65 Duviols dice esto con sorna, porque para él las pruebas que aducen estos agustinos son
pseudo científicas, carecen de verdad empírica y son mayormente pruebas de su
fanatismo religioso. Aparentemente para responder a las exigencias de un imperativo
109

histórico anacrónico, Duviols exige que Ramos Gavilán y Calancha se atengan a su


concepción de la historia. La verdad histórica que los hechos narrados por estos agustinos
pueda tener es relativamente irrelevante: lo importante es la verdad moral dentro de la
cual intentan revestir la historia andina. Lo esencial es cómo quieren que funcione esta
verdad dentro de la cultura: como modelo de predicación para los evangelizadores, y
como prueba de que Dios había visto benévolamente a los indios desde el principio de los
tiempos.

San Bartolomé en el Perú: versión de Guamán Poma


66 En la versión de Guamán Poma (94), el apóstol que mandó Dios a esos reinos fue San
Bartolomé. Al igual que en las versiones de Ramos Gavilán y de Calancha, el personaje de
Guamán Poma estuvo en Cacha, hizo llover fuego, los indios intentaron matarle, fue a
Carabuco y plantó una cruz. Pero Guamán Poma añade unos detalles interesantes:
Calancha y Ramos Gavilán dicen que los oráculos enmudecieron; Guamán Poma dice que
hacía frío y que el apóstol entró en una cueva donde estaba un hechicero hablando con su
ídolo, pero con la presencia de Bartolomé el ídolo calló. Lo cual también puede entenderse
como una representación del dominio del cristianismo sobre los ritos locales, un
enmudecimiento que ocurre con la escritura misma del texto. Averiguó el indio por boca
del propio ídolo que ese hombre podía más que el demonio. Por ello decidió seguir a
Bartolomé y convertirse. El indígena fue bautizado y recibió el nuevo nombre de Anti Vira
Cocha.24 Fue para conmemorar este acontecimiento que se levantó la cruz en Carabuco.
67 El enmudecimiento está también representado en Ramos Gavilán y Calancha en el relato
del Apóstol, y en otras circunstancias como lo veremos más adelante. Aunque en estos
autores es una manera de representar el triunfo del cristianismo, desde el punto de vista
de las religiones andinas significa la imposibilidad de un discurso propio. Por ello,
Guarmán Poma, Santa Cruz Pachacuti y Garcilaso buscaron la manera de acomodar lo
referente a las religiones andinas al discurso europeo cristiano, puesto que lo otro ya no
tenía voz. Y por ello también, los andinos buscarían las maneras de representar sus
creencias a través de otros modos de representación en la danza, en la arquitectura, en la
pintura.25
68 La versión de Guamán Poma es también una recontextualización del mito de Viracocha en
términos de San Bartolomé. La leyenda de San Bartolomé se acomodaba mucho más
fácilmente a una reinterpretación cristiana de Viracocha que la leyenda de Santo Tomás.
69 Según la leyenda áurea recogida por Jacobo de Vorágine26, San Bartolomé fue a la India.
Allí entró en un templo donde estaba el ídolo Astaroth, el cual enmudeció en presencia
del Apóstol. La gente, al enterarse de la razón de su mutismo, fue en busca de este hombre
que el ídolo describe como blanco, de ojos grandes, de nariz recta, barbado, de mediana
estatura, vestido en una túnica blanca. Esta descripción coincide con la de Viracocha en
casi todas las versiones y Guamán Poma, aunque no escribe sobre su apariencia, lo
representa así en su dibujo (Figura 10). Más adelante convierte a algunos, y vence a los
ídolos. Bartolomé también muere martirizado, como el discípulo Taapac en el Titicaca.
110

Figura 10. San Bartolomé según Guamán Poma.

70 La adaptación de la leyenda de San Bartolomé hecha por Guamán Poma era mucho más
directa y no necesitaba largas explicaciones exegéticas como la de Calancha para llegar a
la historia de Santo Tomás. Además, la versión de Guamán Poma se centra en la
destrucción de la idolatría solamente, mientras que en las de Calancha y Ramos Gavilán
no sólo la idolatría sino también la moral es blanco de la misión apostólica. Guamán
Poma, diametralmente opuesto a Garcilaso, culpa a los incas por la introducción de la
idolatría y las prácticas diabólicas. Según él, antes del establecimiento de su poder, todos
los indígenas eran monoteístas y tenían altos valores morales. De hecho, en su texto él
insistentemente trata de demostrar que los andinos eran casi cristianos avant la lettre o al
menos seguían valores cristianos desde el principio de los tiempos (50-82).

El cristianismo prehispánico en la historia universal


71 Con la recontextualización del mito de creación y su conversión en un relato cristiano, la
historia sacra del área del Titicaca se injerta dentro de la historia del cristianismo desde
sus orígenes, historia reservada aún en el siglo XVI sólo al Viejo Mundo. Esto es
significativo, especialmente si vemos en estas historias la producción de un discurso
emitido desde la América y por americanos, diferente de aquellos discursos producidos
por la mayoría de los autores españoles, donde los relatos encontrados en América eran
evaluados como behetrías, y constituían un mundo aparte, totalmente ajeno al europeo.
72 Más aún, la defensa de estos relatos por autores criollos, y su rechazo por parte de
muchos españoles (Acosta, por ejemplo), devela un afán de participación en la historia
universal, afán que también podría interpretarse como una negación del privilegio del
que se preciaban los españoles de haber sido los primeros en llevar a Cristo a los indios.
De este modo España y América estarían en una posición equivalente con respecto al
111

cristianismo: En el caso de España y en el de América habrían existido apóstoles que


llevaron la doctrina cristiana; si bien en España encontraron Santiago o Pablo un terreno
más fértil, en América algunas de las enseñanzas de Tomás, como la existencia de un sólo
dios invisible y creador, quedaron arraigadas en las creencias de los pueblos. Según
Calancha, durante la primera predicación, el Apóstol convirtió a algunos indios (743-775),
y no fueron muchos más en España: afirma, apoyándose en autoridades patrísticas, que
Santiago sólo convirtió a siete.
73 La lógica de esta inserción histórica realizada por autores americanos se extiende más
allá. Con la invasión de los musulmanes, el cristianismo en España pierde su hegemonía
por largo tiempo; del mismo modo, después del martirio del apóstol en el Titicaca el
demonio ofusca a los indios y es él quien pasa a regir la religiosidad andina. El año que
marca el punto final de la reconquista española, marca también el comienzo de una
reconquista de América en materia religiosa. Por otra parte, la evangelización post-
colombina se conecta a esa primera misión evangelizadora y, al cumplirse la promesa del
retorno, resulta ser su continuación.
74 La presencia del apóstol en el Titicaca y su condición de enviado del propio Cristo marca
al lugar como una hierofanía cristiana ab initio del cristianismo mismo. En ese contexto, el
pasado del lugar se convierte, por lo menos en el texto de Ramos Gavilán, en el prefacio
de la misión evangelizadora que retomarán más adelante los agustinos. Al interpretar la
leyenda bajo ese prisma, Ramos Gavilán y Calancha no sólo unieron los dos momentos del
pasado del lugar, sino que injertaron ese pasado en la historia del cristianismo desde sus
orígenes. Estos agustinos intentaron historizar lo que posiblemente no era historizable, y
de esta manera borraron la ruptura que la conquista española significó para el mundo de
los indígenas. El período intermedio, esencialmente idólatra, que se interpuso entre estos
dos puntos, se convierte, a través de un discurso recontextualizador, simplemente en el
resultado de una intervención demoníaca. Es así como Ramos Gavilán y Calancha tratan
de reivindicar la posición de América en los anales del mundo cristiano. Los discursos de
Ramos Gavilán y de Calancha son en efecto reconciliatorios: eran discursos que proponían
llenar las escisiones históricas que tuvo que significar para los andinos la venida de los
españoles y contrarrestar la violencia que trajo consigo la vigilancia extirpadora de
idolatrías.

Del caos moral al orden cristiano


75 La misión de esos emisarios divinos en las versiones de Ramos Gavilán y de Calancha es,
como la de Viracocha y Manco Capac, imponer orden en el caos, un caos que ya no es ni
cósmico ni político, sino moral. El Apóstol ha perdido todo vestigio mítico; cumple su
labor dentro de un período histórico bien delimitado. Calancha y Ramos Gavilán
comentan que la naturaleza extraordinaria de los hechos hicieron posible que el relato se
conservase por más de mil quinientos años. Con el retorno de la misión evangelizadora,
tanto los sucesos de la primera evangelización precolombina como los relacionados con la
evangelización a partir de la conquista se convierten en material histórico.
76 En la visión de estos dos agustinos, las semillas que los primeros evangelizadores
diseminaron por los Andes no enraizaron, y el caos moral y la idolatría continuarían por
siglos. Las Visitas de idolatría intentaban corregir esa situación con las normas de
catequización que establecieron, con la destrucción de ídolos y con las medidas punitivas.
Ramos Gavilán y Calancha estaban de acuerdo en que era necesario suprimir la idolatría
112

pero buscaron formas de establecer una continuidad en el mundo andino y con el resto
del mundo.
77 El orden moral y la verdadera conversión se establecerían en una república cristiana que
imitara la Ciudad de Dios de San Agustín. Es con el relato de los milagros de la Virgen de
Copacabana que Ramos Gavilán trazará el advenimiento de este nuevo orden.

La devoción a la Virgen en la tradición cristiana


78 Hacia mediados del siglo XIII, el culto mariano creció mucho en toda Europa. Hasta
entonces había prevalecido en Europa el culto a un dios distante y justiciero que inspiraba
temor. La devoción a María dulcificaba esta práctica y atraía más a los feligreses pues
representaba una deidad menos amenazadora. Por ello, la figura de María llegó a ser
central en el culto cristiano27.
79 Esta devoción a la Virgen se diseminó por toda Europa, y con ella el advenimiento del
patronato feudal para la construcción de iglesias, ermitas y monasterios en honor de
María. Los cultos de las deidades paganas femeninas se transfirieron en parte al culto de
la Virgen28. Así se le dieron los atributos de Isis, Diana, Ares y Rhea. La Iglesia multiplicó
las fiestas en honor a la Virgen para conmemorar los distintos sucesos de su vida. Se
atribuyeron muchos milagros a la Virgen o a una imagen de ella, y circulaban relatos de
ellos. Estos relatos tenían como fin humanizar un credo que la teología formal había
deshumanizado (Bland, 1928).
80 Pronto se publicaron colecciones de milagros en latín y colecciones vernáculas de sus
milagros en el siglo XIII. Estas antologías acabaron siendo un género en sí mismas ya que
anteriormente los milagros aparecían sólo ocasionalmente como parte de hagiografías
(Bland, Warner). Los milagros de los santos que hacían parte de estas hagiografías
diferían de los de la Virgen en que los primeros estaban orientados hacia la imitatio, es
decir estaban orientados a servir como modelos de conducta. Los milagros de la Virgen
estaban orientados hacia la laudatio, para evocar sentimientos de admiración en los
oyentes y de ese modo “[recuperar] desde ese momento al oyente o lector para el servicio
de Maria” (Montoya Martínez 52).
81 Más tarde aparecieron colecciones de milagros en vernáculo. Los estudios sobre
colecciones de milagros en vernáculo demuestran que estos textos tienen su fuente
temática en las colecciones latinas y que comparten con ellas un propósito y una
estructura comunes. El propósito laudatorio en estos textos es evidente, pero también
había un propósito práctico. Al igual que las colecciones de exempla, se usaban en los
sermones. Su objetivo era cristianizar a los gentiles o aumentar la fe de los creyentes.
82 Montoya Martínez, en su estudio sobre “el milagro literario”, analiza tres de las primeras
colecciones de milagros en vernáculo: la de Berceo, la de Coinci y la de Alfonso X. Este
estudio demuestra que todos los milagros narrados por los tres autores pueden reducirse
a una estructura básica que parece haberse mantenido estable durante el Renacimiento y
el Barroco29.

La colección de milagros de la Virgen de Copacabana

83 Los relatos de los milagros de la Virgen de Copacabana30 sin duda tienen sus raíces en las
colecciones de milagros europeas y, por lo tanto, pertenecen a una tradición bien
113

establecida. Sin embargo, trazar los orígenes y encontrar los modelos en que se inspiró su
autor revela poco de la singularidad de este texto.
84 Estos relatos presentan unas características complejas y exigen una perspectiva de
análisis distinta para poder develar el mundo que los motivó. A pesar de que los relatos de
estos milagros siguen el modelo europeo, la información dada en ellos es mucho más
abundante y explícita, y tiene relevancia para la comprensión del mundo andino y el
papel que la religión jugó en esa cultura.
85 La representación de los milagros de Ramos Gavilán comparte un aspecto laudatorio y
una función didáctica con los modelos tradicionales. Una de las peculiaridades de la serie
de milagros de la Virgen de Copacabana es que el texto está enmarcado por la crónica del
mundo andino precolombino. La interpretación de estos relatos se enriquece cuando se
los pone en relación dialógica con la crónica que los enmarca. Aunque era parte de una
bien establecida tradición europea, la relación de Ramos Gavilán se desvía lo suficiente de
ella para concluir que, junto con la introducción de un ejemplo de literatura piadosa en
América, su texto constituye, como mostraré más adelante, un segmento importante de
un proyecto cultural mayor.

Los milagros de la Virgen de Copacabana

86 La Virgen de Copacabana es en la historia sacra del lago Titicaca la hierofanía más


reciente. Como vimos en el primer capítulo, el origen de la imagen y de su culto se
remontan a 1583. Según la Historia de Ramos Gavilán, desde el momento en que la imagen
entró al pueblo de Copacabana, realizó milagros que maravillaron a todos y encendieron
la devoción tanto de los antiguos cristianos como de los recién bautizados indios.
87 Ramos Gavilán recopila en su texto 132 milagros atribuidos a la imagen. Según él, la
colección representa sólo una selección, porque él decidió narrar sólo aquellos milagros
que él consideraba los más conmovedores y los más propensos a despertar devoción a la
Virgen (127). La colección de milagros de la Virgen de Copacabana de Ramos Gavilán
conjuntamente con su versión del Apóstol puede entenderse como parte complementaria
del mismo plan de evangelización que subyace a su texto. Si el relato del Apóstol propone
un modelo de evangelización pacífico, la serie de milagros que él recopila y ordena tiene
también un propósito pragmático: el uso de estos relatos ejemplares en los sermones y en
la instrucción del cristianismo a los indios. Pero más allá de esto, la presencia de la Virgen
de Copacabana y la difusión de los relatos de los milagros en la cultura del área sirvieron
como eslabones de continuidad que funcionaban a distintos niveles: significaban la
continuidad del pasado andino con la misión evangelizadora y redentora en el área; la
continuidad de determinadas estructuras políticas; y la continuidad de lo sacro y de sus
funciones en el Titicaca.

Los métodos misionales para convertir a los indígenas y los


milagros de la Virgen de Copacabana

88 El primer documento que se refiere a la cristianización de los indígenas data del primer
viaje de Colón. El 12 de octubre de 1492, el primer día en que el Admirante ve a las
personas en Guanahani, él asegura a los monarcas que pronto se convertirían en buenos
cristianos (Colón 31). Las optimistas predicciones de Colón no se cumplieron y durante las
próximas dos centurias la evangelización de los indígenas chocó contra muchos
114

obstáculos. La Corona, la Iglesia y las órdenes religiosas estaban todas comprometidas con
la misión evangélica y todas estuvieron involucradas en varios momentos en serias
discusiones sobre cómo poner en acción su ideal apostólico. Desde muy temprano se
hicieron esfuerzos centralizados para recoger información sobre la naturaleza de los
indígenas y sus creencias, reconociendo que el conocimiento era esencial para llevar
adelante sus propósitos misioneros (Borges 27-52). Hasta el final del siglo XVI los métodos
usados en la evangelización fueron constantemente revisados, basados en el grado de
éxito o fracaso de los empleados anteriormente y en la evaluación que hacían sobre los
indígenas (Borges passim).31 Durante ese período se compusieron un gran número de
documentos que abordaban la cristianización de los nativos. Muchos autores también
escribieron sobre las prácticas religiosas de los indígenas y ofrecieron sus perspectivas
sobre cómo tener éxito en la misión evangelizadora.
89 En el Virreinato de Perú las Constituciones de los Concilios de Lima y textos tales como De
Procuranda Indorum Salute de Joseph de Acosta daban instrucciones precisas sobre cómo
había que evangelizar a los indios. Entre estas instrucciones estaban los medios de
persuasión que debían utilizarse para cristianizar a los indios. Uno de los resultados del
Tercer Concilio de Lima (1582-1583) fue preparar literatura pedagógica trilingüe (en
español, en quechua y en aymara) para la instrucción de los indios: un catecismo, un
manual de confesores y un sermonario (Duviols 1977, 173). El Sínodo de 1613 iba más
lejos, requería que la evangelización de los indios se hiciera en sus propias lenguas y
ponía como requisito que los doctrinantes tomaran un examen de las lenguas nativas
antes de que se les concediera una iglesia o una parroquia (Duviols 1977, 339-340). El
catecismo estaba destinado a enseñarles los dogmas de la fe; el manual de confesores era
para uso de los sacerdotes y los sermonarios contenían sermones cuya temática estaba
centrada en demostrar, a través de varios ejemplos, la falsedad de las creencias de las
religiones andinas (Duviols 1977, 341-369). En todos estos modos de persuasión, los indios
eran receptores de preceptos, entes pasivos a quienes se debía convencer de la
superioridad de la religión cristiana.
90 Ramos Gavilán quería contribuir también a esos modos de persuasión y para ello recopiló
los milagros de la Virgen de Copacabana. Sin duda éstos se diseminaban a través de
sermones y en sesiones de instrucción a las que los indios asistían. Muchos autores, como
Ávila y Molina, habían compilado mitos indígenas e investigado sus creencias para usarlas
como parte de los sermones para el propósito de reprobarlas y demonizarlas. En contraste
con los medios de persuasión citados, en la colección de milagros de Ramos Gavilán, los
indios están representados no sólo como receptores de la enseñanza que estos relatos
pudieran darles sino como los protagonistas de ellos. Más de la mitad de los milagros
narrados por Ramos Gavilán tienen por protagonistas a indios. La mayoría de estos
protagonistas vivía en el área del Titicaca. Los milagros narran sucesos que podían ser
parte de la experiencia inmediata de los habitantes de la región.
91 La representación del mundo andino que logran estos relatos tuvo que haber sido mucho
más reconocible para los indios que dogmas y preceptos ajenos cuya imposición
proponían las constituciones eclesiásticas y los textos a los que he aludido. La
representación de los indios como protagonistas del milagro les permitía ser parte activa
de la religión victoriosa. Además en los milagros su situación frente a la religión era
distinta: los indios siempre resultaban beneficiados por la Virgen que los sanaba, los
resucitaba, los libraba o les permitía hacer la vida más llevadera. En los milagros de
Ramos Gavilán el énfasis no está en el cuestionamiento de la fe de los indios ni en el juicio
115

de su conducta; lo que se subraya es la misericordia divina y la protección que la Virgen


de Copacabana les ofrecía. No en vano, ya a principios del siglo XVII los indios llamaban a
la Virgen de Copacabana, Mamanchic, madre de todos, y en el XX, la siguen llamando la
Mamita de Copacabana (ver Figura 11).
92 El siguiente milagro ilustra cuán relevantes debieron haber sido estos relatos para los
indios. Ramos Gavilán nos cuenta que una pareja iba de Copacabana a las minas en Potosí.
En el camino, una de sus llamas murió. Afligidos por esa pérdida decidieron poner la
medida32 de la Virgen de Copacabana al cuello del animal; inmediatamente la llama
resucitó en presencia de mucha gente.
93 Este relato de aparente superficialidad tuvo que haber tenido fuertes resonancias entre la
población indígena. Las demandas impuestas por las reformas de Toledo se hacían cada
vez más pesadas.33 Las imposiciones que el estado les hacía los dejaban en una situación
de desamparo total. Además, sus dioses ya ni se comunicaban con ellos. La muerte de la
llama cobra una enorme importancia en el contexto de la mita o el tributo de trabajo
forzado impuesto por el estado.
94 Las implicaciones de la muerte de la llama en la cultura andina van más allá de la mera
pérdida de bienes materiales y tácitamente señalaba la presencia del estado y las
tensiones entre éste y la población indígena. La pareja viajaba a Potosí para cumplir una
obligación impuesta por el estado. Si no la cumplían, las repercusiones habrían sido
severas, no sólo para ellos sino para toda su provincia. Tenían que atravesar el Altiplano a
pie, cerca de 800 km desde Copacabana a Potosí. Las llamas llevaban su alimento, su ropa
y sus pocas pertenencias. Sin el animal, el viaje resultaba imposible y su pérdida habría
significado una verdadera situación de vida o muerte.
95 La función didáctica de los relatos de los milagros es complementaria a la función de los
relatos que presentan al Apóstol como modelo de predicador; la de éstos es señalar un
acercamiento a los indios marcadamente distinto de la política de extirpación; y la de los
relatos de los milagros es lograr que los indios, a través del reconocimiento, se acercasen
y se sintiesen partícipes de esa doctrina que aprendían.

El mutismo frente a la posibilidad de discurso


96 En la leyenda del Apóstol, sea Tomás o Bartolomé, los ídolos enmudecen en presencia de
este vicario de Cristo. Este mutismo señala la victoria del cristianismo sobre las religiones
andinas. Y simboliza también en el discurso andino de la posconquista el caos y la
confusión que tuvo que haber significado para los andinos la imposición de las
estructuras coloniales, culturales e ideológicas. En uno de los milagros de Ramos Gavilán
un indio ha perdido el habla como consecuencia de la intervención demoníaca, pero a
través del milagro de la Virgen de Copacabana el indio la recupera, Como veremos
enseguida, este milagro claramente apunta a la posibilidad de los indios de recuperar la
voz, de participar en un discurso cristiano, y de convertirse en voceros de la fe. Aunque
en este milagro de Ramos Gavilán se da un rechazo de las religiones andinas, la solución
se presenta como un acontecimiento feliz y ejemplar que difiere grandemente de las
soluciones propuestas por la política oficial extirpatoria.
116

Figura 11: La Virgen de Copacabana en el altar mayor de la basílica.

97 Un suceso ocurrido en 1609 ilustra la diferencia entre el método de evangelización


propuesto por Ramos Gavilán y la lección ejemplar dada a los indígenas por las campañas
contra la idolatría. El 20 de diciembre de 1609 se realizó un “Auto de Fe” en la Plaza
Mayor de Lima. Ya que los indios no estaban bajo la jurisdicción de la Inquisición, puesto
que Lobo Guerrero los había declarado ignorantes y no herejes, y no se los podía quemar
en la pira, se quemaron sus malquis y sus ídolos. Se acusó de hechicero a Hernán Paucar,
uno de los indios de la parroquia de Ávila en Huarochirí. Se obligó a Paucar a confesar
públicamente, se le dieron 200 azotes y se lo rapó, una de las señales de ignominia más
graves en la cultura andina. Según Duviols este suceso
señalaría, tanto en la pompa excepcional en que estuvo rodeado, como por su
contenido, la voluntad, existente ya en las esferas civiles y religiosas, de poner en
práctica una nueva política, de inspiración draconiana, contra la idolatría. (1977,
184)
98 Se podría pensar que el hecho de quemar a las momias o a los ídolos de los indios era
mejor que se los quemase a ellos mismos. En cierto sentido eso es cierto. Pero recordemos
que los malquis, y las huacas, como traté de demostrar al estudiar tanto el mito de creación
como el mito de origen de los incas, representaban para los indios la conexión con sus
dioses, con el universo, con la naturaleza, con el pasado. El “Auto de fe” de 1609 debió
representar para los indios un cercenamiento cultural enorme que, como en la
representación de Incarrí, los dejaba sin cuerpo34, sin identidad, sin historia. Este
desarraigo probablemente fue igual o peor al martirio que pudieron haber sufrido en la
pira. Pienso que Calancha, al intentar salvar las “reliquias del Apóstol”, intentaba también
evitar esa mutilación cultural.
99 El milagro que narra Ramos Gavilán presenta un cuadro totalmente distinto. Ramos
Gavilán cuenta que Domingo Calisaya, joven de 23 años, fue a los Yungas de Larecaja,
117

donde los indios cultivaban coca, ají, frutas y algodón. Estando allí, un viejo hechicero le
dijo que los ídolos le habían revelado que Domingo había sido elegido para sucederle en el
servicio de las huacas. Este maestro “satánico” le instruyó en los ritos y ceremonias de las
huacas, lo ordenó de ministro, y le mostró los lugares donde se encontraban los
adoratorios. El demonio tomó posesión del muchacho y, “en gratitud”, comenta Ramos
Gavilán, lo tulló y enmudeció.
100 La madre de Domingo se enteró del estado de su hijo y mandó que lo llevaran a
Copacabana. Cuando el padre Montoro se dió cuenta de que el muchacho no estaba
enfermo sino que lo habitaba el demonio, sugirió que se celebrara una misa en el altar de
la Virgen de Copacabana para que ella intercediera por el joven. Llevaron a Domingo en
una manta a la iglesia. La primera misa no tuvo ningún efecto, así es que pidieron una
segunda. Durante la segunda misa, le dieron a Domingo una candela, y al cogerla, dio
señales de verdadero sufrimiento. Al terminar la misa, lo sacaron al atrio de la iglesia y lo
pusieron en el piso para asir mejor la manta. Inmediatamente empezó a caminar y les dijo
lo que le había ocurrido en los Yungas. Según Ramos Gavilán, este milagro sucedió a la
vista de una enorme concurrencia que se llenó de admiración y devoción por la Virgen de
Copacabana.
101 El milagro de Ramos Gavilán invierte los papeles del incidente de Hernán Paucar. El que
castiga corporalmente es el demonio y el vicario de la Iglesia es el instrumento que hace
posible la recuperación de la salud porque es quien lo hace llevar ante la Virgen para que
ella realice su milagro. El relato de este milagro simboliza, entre otras cosas, la
imposibilidad para el mundo andino de tener un discurso propio a partir de las religiones
anteriores al cristianismo, así la imposibilidad de continuar funcionando en la vida
cotidiana, representada en la parálisis de Domingo. El milagro de la Virgen le da una voz a
Domingo, voz que indudablemente corresponde a un discurso cristiano pero que en el
relato está representada como discurso propio del indio: es Domingo quien cuenta lo que
le había sucedido.
102 En repetidas ocasiones, el texto de Ramos Gavilán subraya el hecho de que los indios no
sólo son los protagonistas de los milagros, sino también sus primeros narradores: se
convierten en los voceros de la nueva religión y de las formas de piedad que ella
promueve. Por ejemplo, en otro relato de un indio tullido que sana debido a un milagro de
la Virgen de Copacabana, éste no podía parar de hablar de las maravillas de la Virgen,
exhortando a todos a servirla, porque ella los consolaba en sus trabajos y vendría a
ayudar a los que la llamaban. (Ramos Gavilán 192).
103 Ramos Gavilán representa a los indios como emisores de un relato que, aunque
originalmente pertenecía sólo a una tradición europea, va paulatinamente enraizándose
dentro de la cultura andina y acaba siendo una de sus posibilidades discursivas. Ramos
Gavilán nos muestra haber sido muy consciente de que la apropiación del discurso
cristiano por parte de los indios era la condición de posibilidad para recuperar la
coherencia y el orden perdidos durante la Conquista.

“Del sol de los incas a la Virgen de Copacabana”35:


continuidad política
104 En el tercer capítulo vimos cómo la conquista de los incas cambió la estructura de poder
preexistente en el Kollao. La religión estatal inca modificó la estructura social y política
118

del área del Titicaca. Los pobladores originales de la isla de Titicaca fueron desplazados y
reemplazados por los encargados del culto al Sol. Copacabana había sido siempre uno de
los hitos importantes de la peregrinación que continuamente se realizaba al Santuario de
Titicaca. Los peregrinos tenían que pasar por allí y realizar ritos de purificación que les
permitían luego ingresar al Sanctum Santorum de la Isla Titicaca.
105 Copacabana había sido repoblado por 42 distintas naciones de mitimaes 36, entre ellos incas
que representaban el poder imperial. La presencia de estos mitimaes resultó en la
reestructuración del orden social precedente, que invertía patrones bien establecidos.
Sabine MacCormack explica que
in Copacabana and Carabuco, on the east shore of the lake, it was the newcomers
who were classified as Ananasaya (Upper), making the indigenous people Urinsaya
(Lower), whereas according to the traditional Andean pattern –observable both
among the Incas and elsewhere– the indigenous people constituted Anansaya, and
the newcomers, the less privileged, were Urinsaya. This reversal of Andean social
organization, which was caused by Inca patronage of the cult of the Sun on the
island, matched the social organization of Cuzco, where also de newcomers, that is,
the Incas, had become Anansaya, thus displacing the indigenous people, who
became Urinsaya. (1984, 45)
[en Copacabana y Carabuco, en la margen occidental del lago, eran los recién
llegados los que se clasificaban como anansaya (superior), convirtiendo a los
pueblos autóctonos del lugar en urinsaya (inferior), mientras que según el patrón
andino tradicional –observable tanto entre los incas como entre otros– los pueblos
autóctonos conformaban el anansaya, y los recién llegados, menos privilegiados,
eran urinsaya. Esta inversión de la organización social andina, que fue causada por
el patrocinio inca del culto solar en la isla, semejaba la organización social del
Cuzco, donde los recién llegados, es decir, los incas, devinieron anansaya,
desplazando así a los pueblos autóctonos del lugar que resultaron ser urinsaya]
106 La elección de la Virgen de la Candelaria como patrona de Copacabana está
estrechamente ligada con esa estructura de poder que los incas habían establecido en el
área, que los Anansaya de Copacabana intentaban conservar durante la colonia, y que los
Urinsaya intentaban recuperar.
107 Según la versión de Ramos Gavilán, en 1582 hubo una helada que amenazaba con destruir
las cosechas. Los indios decidieron poner su causa en manos de un santo patrón. Los
Anansayas insistían en que fuese la Virgen de la Candelaria, ya que –como vimos
anteriormente– Tito Yupanqui tenía un bulto de una imagen de esa Virgen; y por su
parte, los Urinsayas querían que fuese San Bartolomé. La preferencia de la parcialidad
Anansaya se impuso con la entronización de la Virgen de Copacabana y con la fundación
de una cofradía. Recordemos que las negociaciones ante el Arzobispo fueron hechas por
Don Alonso Viracocha Inca y que éste estuvo presente en todo el proceso de la talla de la
imagen de la Virgen. Don Alonso Viracocha era nieto de Paullu, quien acompañó a
Almagro en la conquista del Kollao.
108 Por otro lado, como MacCormack señala, la Virgen era la patrona de los Conquistadores
españoles que en distintas ocasiones los había favorecido, como en el cerco del Cuzco en
1536. Por lo tanto,
[t]he Virgin as patron of Copacabana could be connected with the Virgin who had
miraculously intervened at the siege of Cuzco on behalf of the Spaniard and their
allies, among whom could be counted the Incas of Copacabana. The Virgin whom
Anansaya wanted for Copacabana, then was the Virgin who had brought the
Spaniards victory, just as the Sun had brought victory to the Incas. In this way, one
may view the Incas of Copacabana integrating themselves into the new ruling class.
119

They did this by using a time-honored Inca method: seeing that the Sun could no
longer be an imperial deity, the victorious Virgin of Cuzco succeeded the Sun in this
role, and in this way became the Sun’s successor at Copacabana. (1984, 49)
[la virgen como patrona de Copacabana podía conectarse con la Virgen que
milagrosamente había intervenido en el cerco del Cuzco a favor de los españoles y
de sus aliados, entre los cuales se podría contar a los incas de Copacabana. La
Virgen, a quien querían los anansaya para Copacabana, era quien les había traído la
victoria a los españoles, como el Sol les trajera la victoria a los incas. De esta
manera, se puede ver a los incas de Copacabana integrándose a la nueva clase
dominante. Lo hicieron usando un antiguo método inca. Viendo que el Sol ya no
podía ser una deidad imperial, la victoriosa Virgen de Copacabana le sucedió al Sol
en ese papel, y así resultó ser la sucesora del Sol en Copacabana].
109 Por lo tanto, en términos de la política local, la Virgen de Copacabana era el eslabón que
unía la estructura de poder de la pre-conquista con el nuevo orden social.

La Historia de Ramos Gavilán: historia idealizada de la


evangelización en el área del lago Titicaca
110 Los milagros narrados por Ramos Gavilán pueden considerarse como relatos individuales
que podían usarse en la práctica para ilustrar algún punto doctrinal que trataba de
enseñarse. Sin embargo, cuando se analiza la serie completa de los 132 milagros que
Ramos Gavilán recopiló, se ve que hay una progresión y una diferencia cualitativa entre
los primeros milagros y los últimos.
111 Los milagros cubren un período de algo más de tres décadas, los primeros milagros
ocurren hacia 1585 y los últimos son de 1618. El primer hecho milagroso que Ramos
Gavilán atribuye a la Imagen sucede el día en que, ya aceptada como objeto sacro por el
Obispo Granero, entra en el pueblo de Copacabana el 2 de febrero de 1583, fiesta de la
Candelaria. Cuenta Ramos Gavilán que el pueblo entero iba en procesión llevando en
andas la Imagen hasta la iglesia. La procesión estaba encabezada por el corregidor
Marañón, quien había colaborado con las gestiones para que la imagen fuera trasladada a
Copacabana. El guía de la procesión llevaba una cruz de bronce que cayó sobre la cabeza
del corregidor y que, a pesar del enorme peso que tenía, no le hizo ningún daño, suceso
que según Ramos Gavilán fue tenido por milagroso.37 Ramos Gavilán sugiere que aún el
hecho de que la cruz se cayera ocultaba un designio divino: empezar a realizar milagros y
con ellos encender a los indios en su devoción; aunque Ramos Gavilán no descuenta la
posibilidad de que la cruz hubiera estado mal puesta y la caída fuera accidental (Ramos
Gavilán 124). El hecho de que la imagen dejara ileso al corregidor era una señal de
agradecimiento por parte de la Virgen para “con quien libró de olvido su retrato.”
Confirmaba además que le placía el lugar que le habían elegido para entronizarla 38. Es así
que la nueva hierofanía se apropia del antiguo lugar sagrado.
112 El segundo milagro que la imagen realiza es en sí misma. Cuenta Ramos Gavilán que
aunque todos se admiraban de la belleza de su rostro, el padre Montoro encontraba que la
imagen tenía un defecto:
El niño estaba tan levantado sobre el pecho de la Madre, que poniéndole la corona
cubría gran parte del rostro de la Virgen, de manera que impedía su vista, y no
podían verla. Daba esto una cuidadosa pena, y cuidado muy penoso al P. Montoro, el
cual llamando al Escultor con alguna aspereza, le mandó, enmendar aquella falta.
Afligiole mucho el pecho aquel apretado precepto, no hallando orden para reparar
la falta. (129)
120

113 Según Ramos Gavilán, Tito Yupanqui suplicó a la Virgen lo ayudara en esta su nueva cuita.
Recordemos que Montoro fue quien mandó retirar del altar la primera talla que Tito
Yupanqui había tallado por encontrarla fea. Al día siguiente el P. Montoro encontró al
Niño más reclinado y la cara de la Virgen completamente visible. Este milagro convenció
a Montoro, y constituía una nueva señal de la determinación de la imagen en quedarse en
este lugar que elegía para reinar39.
114 El siguiente milagro ocurre en 1583. El área atravesaba por un período de sequía que
amenazaba a los indios, cuando en un cielo completamente despejado se formó una nube
y empezó a llover en las sementeras de los Anansaya. Como en el caso del milagro de la
cruz en la cabeza del gobernador, la Imagen parecería estar agradeciendo a aquéllos que
la tallaron y llevaron al altar. Este milagro funcionó como un excelente medio de
persuasión, según la versión de Ramos Gavilán, porque los Urinsaya, al ver los favores que
sus rivales alcanzaban, decidieron pedir una misa en el altar de la Virgen. Después de la
misa cayó una lluvia que regó las sementeras de ambas parcialidades.
115 El mensaje de este milagro parecería decir que la Virgen de Copacabana amparaba a todos
sin distinción. Mientras que la divinidad solar ponía a los Anansaya en lugar privilegiado
dentro de este nuevo discurso, esas escisiones habrían de borrarse. El logro de una
sociedad más igualitaria parece haber sido uno de los objetivos del proyecto de Ramos
Gavilán y esta meta sin dudas jugó un papel importante en la selección de los milagros y
la construcción de este texto.
116 La serie de milagros de Ramos Gavilán nos da una lista de individuos que forman un
mosaico representativo de la sociedad andina del siglo XVII. Esto puede verse en la
especificidad con la que cada protagonista está representado. Cada relato especifica el
nombre y apellidos del protagonista, la edad, raza, lugar de origen así como, a veces, su
ocupación y estatus social. Además, se notan la fecha y lugar exactos del milagro. Estos
son los individuos que la Virgen de Copacabana salva, protege, disculpa o sana; del mismo
modo que debía hacerlo la Iglesia.
117 Los personajes que aparecen en los distintos milagros como representantes de toda la
sociedad cumplen distintas funciones en cada milagro. En algunos milagros los españoles
son, de alguna manera, instrumentos para que el milagro suceda. Por ejemplo, son ellos
los que llevan al necesitado a la iglesia, los que le ponen la medida de la Virgen a un
enfermo o a un herido, o los que elevan una plegaria a la Virgen de Copacabana, y
entonces se realiza el milagro. Los protagonistas, un número equitativo de españoles e
indígenas, siempre se benefician del milagro.
118 En la serie hay también una progresión en la fe de los indios. En los milagros tempranos,
la Virgen parece realizar sus milagros motu propio sin necesidad de que se la invoque o se
le pida sus favores. Estos milagros se propagan por el territorio y entonces en los milagros
intermedios, los indios empiezan a ir a la iglesia, ofrecen novenas, e invocan a la Virgen
en sus casos de necesidad. En los milagros tardíos se representa a los indios como
verdaderos devotos: en una situación de necesidad lo primero que hacen es
encomendarse a la Virgen y hacen romerías al santuario. Poco a poco los indios se
apropian de la religión y, al final, reclaman plena participación.
119 En los milagros tempranos los indios no invocan a la Virgen; a veces los protagonistas ni
siquiera saben de quién se trata, pero se les aparece y libra del apuro en que se
encontraban. Cuenta Ramos Gavilán que en el pueblo de Copacabana, un forastero
llamado Baltasar quería verse libre de su mujer, y sin más motivos, la ahorca. Llevó el
121

cuerpo de su víctima a un cerro para que allí los cóndores se encargaran de devorar sus
restos y de borrar sus huellas. Pero luego temió que descubrieran su crimen y regresó al
lugar para enterrar a la mujer. Al llegar, la encontró sentada con los ojos elevados al cielo.
La mujer le contó que se le había aparecido una mujer que le decía que era “la Madre de
Dios de su Iglesia” (Ramos Gavilán 137) y le desató las sogas que tenía al cuello.
120 En los milagros tempranos, los indios, al saber de otros milagros, se encomiendan a la
Virgen, pero en los intermedios se los representa no sólo como creyentes sino como
católicos practicantes. Según Ramos Gavilán, en 1605, Juan Aullo, un indio ciego de
Cayara, hizo una romería a Copacabana, pero antes de ofrecer una novena de petición
para que la Virgen le devolviera la vista, “trató de ponerse bien con Dios por medio de la
confesión, juzgando ser el camino cierto por donde se entra a negociar con la divina
Majestad” (Ramos Gavilán 203). Este milagro representa una fe totalmente internalizada;
nadie impone ni exhorta al indio a confesarse ni a hacer sus novenas. Recordemos que en
el milagro del indio endemoniado Domingo la misa de salud que se ofrece por él es a
instancias del Padre Montoro.
121 En el último milagro que recopila Ramos Gavilán cuenta que para la fiesta de Corpus
Christi de 1618, los indios principales de Copacabana fueron a pedir a los religiosos del
convento que en la procesión se les permitiese salir en cuerpo, imitando a los españoles,
“alumbrando al Señor con sus hachas”. Según se infiere del texto los indios no recibieron
una respuesta inmediata, pero al día siguiente amanecieron encendidas las lámparas del
Santísimo Sacramento “como aprobando el Señor con este milagro lo que los Indios
trataban”. Y así en la procesión del Octavario, salen españoles e indios en un solo cuerpo y
compartiendo una misma fe.
122 Tendríamos que concluir que lo que Ramos Gavilán parece proponer con esta serie de
milagros, donde la fe es un lento proceso de internalización y de apropiación, por parte
de los indios, es que si la misión evangelizadora ha de tener éxito en cristianizar el
mundo, en la manera que San Agustín lo había presentado en su Ciudad de Dios, la
cooperación y la participación tanto de indios como de españoles es esencial.
123 La serie de milagros presenta al mismo tiempo un modelo de evangelización alternativo al
de la política oficial de extirpación y una historia idealizada del proceso de cristianización
en el área del Titicaca. Claramente Ramos Gavilán se daba cuenta de que la destrucción
violenta de los ídolos y las medidas punitivas, que en algún momento él también había
practicado, no eran la manera óptima de atraer a los indios; que la verdadera fe en ellos
sólo era posible si al apropiarse de un discurso cristiano que enlazara con el pasado
andino, en vez de negarlo, la hacían suya. En vez de rechazar la piedad cristiana, ellos la
harían suya una vez que pudieran percibir que ésta era una evolución de sus antiguas
creencias.

La continuidad de lo sacro en el lago Titicaca: de


Viracocha a la Virgen de Copacabana
124 En el ciclo narrativo cristiano el relato del Apóstol se apropia del mito de Viracocha y lo
convierte en un relato cristiano. Sin embargo, el Apóstol no sustituye las funciones que
las versiones del mito de Viracocha le atribuían a esta deidad. Viracocha o Tunupa, en
estas versiones, se presenta como una divinidad organizadora o creadora a nivel cósmico,
atribuciones que el Apóstol no tiene. Esas funciones corresponden al Dios creador
122

cristiano. El Apóstol tampoco sustituye las funciones protectoras y de sustento que tenía
la divinidad solar; estas funciones a nivel espiritual las representaba Cristo.
125 Las funciones del Apóstol en cierto modo se aproximan a las funciones que se les atribuye
a los Incas en algunas versiones: su labor estaba destinada al orden social. Pero a
diferencia de los Incas, el Apóstol es sólo un vicario y no tiene la divinidad que se
atribuían los Incas al llamarse hijos del Sol. Hay por lo tanto una especie de desfase entre
las funciones de los héroes y los personajes que intenta reemplazar. Al no coincidir
completamente con ellas, la yuxtaposición es sólo parcial, y quizás esta sea la razón por la
cual se han conservado en la tradición oral de los Andes una serie de relatos en los que
Tunupa es un personaje similar pero distinto al del ciclo mítico kolla. 40 Un estudio de
estas nuevas versiones sería necesario para avanzar este estudio de los ciclos de la
narrativa sacra del lago Titicaca, pero es algo que está más allá de las ambiciones del
presente trabajo.
126 El caso de la Virgen de Copacabana es análogo al del Apóstol en ciertos aspectos y distinto
en otros. Como explicamos en el primer capítulo, la Virgen de Copacabana tenía una
parcial yuxtaposición con la Pachamama, pero las oposiciones entre estas dos hierofanías
hacían imposible que la Virgen asimilara todas las funciones de diosa tierra. Por ello, la
Pachamama ha conservado un lugar en el culto andino que la Virgen de Copacabana no
podía reemplazar.
127 Sin embargo, la Virgen sí reemplazó a otras deidades lacustres cuyas funciones fue
tomando poco a poco. Los primeros milagros de la Virgen de Copacabana cuentan su
poder para producir lluvia y regar las sementeras. Según el texto de Ramos Gavilán ésta
era la función principal que tenía el ídolo de Copacati y a él acudían los indios en tiempo
de sequía (Ramos Gavilán 103). A medida que los relatos de los milagros de la Virgen de
Copacabana enraizaban en la cultura, los relatos y las funciones de esos ídolos fueron
perdiendo vigencia: estas huacas habían enmudecido para siempre. El testimonio que
quedó de ellas estaba labrado en las piedras que los arqueólogos descubrirían siglos
después. Mientras el discurso fuera capaz de mantener su hegemonía como reflejo del
nuevo orden social, también se afirmaba en el orden divino de la nueva hierofanía: la
Virgen de Copacabana.

NOTAS
1. Estos guerreros indígenas que hacían resistencia a los españoles pertenecían a siete diferentes
etnias aymarás: Charcas, Quillacas, Carangas, Caracaras, Soras, Chichas, Chuis y Yamparaes.
Bouysse Cassagne (1987).
2. Bouysse-Cassagne en La identidad... estudia detalladamente la división en encomiendas que
siguió a la conquista del Kollao.
3. Por ejemplo, los lupacas debían enviar 2.200 hombres anualmente a las minas de Potosí. Esta
cifra es muy alta sobre todo si consideramos que hacia 1550 la población total de Chucuito era de
14.176. (Según la “Relación de algunos repartimientos de los Reinos del Perú de la cantidad de
123

indios que tienen y tributos que han sacado de la visita y tasas primeras que se hizo por mandato
del presidente La Gasca”, citado en Bouysse Cassagne, La identidad, 94).
4. Un encomendero era la persona que recibía una asignación real por su servicio a la Corona.
Consistía del privilegio de disfrutar algunos de los tributos de los indígenas, a cambio de
protegerlos e instruirlos en la fe católica. Para una discusión de las implicaciones e importancia
de la encomienda, ver Lockhart.
5. Mencioné a estos dos clérigos en el primer capítulo al hablar del origen de la imagen de la
Virgen de Copacabana.
6. El primer Concilio de Lima se realizó en 1551, intentaba sobre todo unificar los métodos de
evangelización; ordenaba la construcción de iglesias, la celebración del culto y la administración
de los sacramentos; además de la destrucción de la idolatría: destrucción de templos, ídolos,
castigos a los indios que la practicasen, etc. (Duviols 1977, 97-100). El segundo Concilio de Lima
tuvo lugar en 1567. Para entonces la Iglesia había ya obtenido mucha información sobre las
prácticas religiosas de los indios y los informes que recibieron indicaban que los indios
continuaban sus antiguos ritos a veces clandestinamente y otras enmascarados en ritos
cristianos. Las instrucciones de este segundo Concilio continúan apoyando la destrucción de
templos e ídolos, pero modifica la posición en cuanto al tratamiento que debe darse a los indios,
“se preconiza un método suave”. (Duviols 1977, 131-132). El tercer Concilio de Lima (1582-1583),
ratifica las constituciones del segundo Concilio y se enfoca en materiales didácticos multi-lingües
para la enseñaza de la doctrina (catecismos, sermonarios, manuales de confesores).
7. Las circunstancias del descubrimiento de Avila en Huarochirí que desencadenaron en las
furiosas campañas y visitas de idolatrías, son un tanto dudosas. Los indios de su parroquia lo
acusaban de grandes abusos y le habían iniciado un proceso legal. Véase Duviols 1977, 177-187.
8. Véase Pierre Duviols, La destrucción de las religiones andinas (Conquista y Colonia). México: UNAM,
1977. Este es el estudio más completo sobre las campañas de evangelización y sobre la extirpación
de idolatrías en el virreinato del Perú. En adelante lo citaré como Duviols 1977.
9. Cuerpos momificados de los ancestros de los indios.
10. Este informe es el “Parecer y Arbitrio” de Francisco de Avila (1616). (Duviols 1977, 190).
11. Por ejemplo, durante el arzobispado de Hernando Arias Ugarte (1630-38). Pues este prelado
creía que las “idolatrías” eran más imaginarias que reales, y consideró algunas de las acusaciones,
como el uso del alcohol, como problemas sociales y no como manifestaciones de idolatría.
12. Los definidores de los agustinos escribieron que “deja[ban] constancia que los pueblos que se
encontraban] a su cargo esta[ban] exentos de sus vicios, a tal punto que no es posible notar el
menor trazo de ellos, a pesar de que las encuestas han sido minuciosamente realizadas” (Duviols
1977, 206).
13. Criollo aquí se refiere a los europeos nacidos en el Nuevo Mundo.
14. Satán como imitador de dios es uno de los pilares más comunes de la demonología medieval y
renacentista. Ver Ciruelo (1530), Sprenger y Kramer (1486), Michelet (1939) y Caro Baroja (1985).
Para una excelente explicación de la demonología de Acosta, ver Cervantes (25-33).
15. Según Calancha, el caso más claro de cambio de pronunciación es en el Paraguay, donde Tomé
se transforma en Zumé. En cuanto al cambio de significado de nombre, Calancha sigue el ejemplo
bíblico de cambio de nombres y su significación, como en el caso de Abraham, de Sara o de Pedro.
De esta manera los nombres con los cuales el apóstol y el discípulo son conocidos en el área del
Titicaca son Tunupa y Taapac, que significan “Maestro Sabio” el primero, e “hijo del Criador” el
segundo.
16. Newen Zeytung anss Breisillg Landt, 1508, citado por Pierre Duviols 1977, 56.
17. Solórzano escribe que “todos los indígenas descubiertos hasta el momento en el Nuevo
Mundo eran infieles e idólatras... no conocían al verdadero dios y creador y mucho menos a su
precioso hijo, nuestro salvador y redentor Jesús Cristo, no la ley evangélica ni la gracia, quien
vino a predicar al mundo, y esta es una causa suficiente, incluso si no hubiera ninguna otra, para
124

declararles la guerra y quitarles sus tiaras y propiedades, tomados bajo el dominio y superior gobierno del
príncipe católico (91, énfasis mío). Sepúlveda fue también uno de los más importantes defensores
del cristianismo como la justificación para declararle la guerra a los indígenas (Hernández 47).
Vitoria, aunque él defendió a los nativos y no encontraba casi ninguna justificación para el uso de
la violencia para cristianizarlos, declara que la antropofagia y los sacrificios humanos son
razones que justificarían una guerra contra quienes perpetraban esos crímenes contra personas
inocentes (Vitoria 110).
18. Por ejemplo, el fraile dominico Francisco de la Cruz, acusado de herejía, fue enviado a la
hoguera en 1578 (Duviols 1977, 270).
19. Bartolomé de Las Casas, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión [escrito
en 1617, pero no fue publicado antes de 1975]. México: FCE, 1975
20. Esta es una instancia similar a la desplegada por el Inca Garcilaso o Guamán Poma, quienes
tratan de arreglar o llenar el vacío de escritura histórica a través de sus propios textos. Véase
Zamora sobre el papel de escriba y traductor de la versión indígena de la historia que Garcilaso se
autoasignó. Para más detalles sobre el intento de Guamán Poma de reconstruir la historia pre-
conquista andina, ver Adorno (1986).
21. Partes de esta sección aparecieron en mi artículo de 1992 “Las huellas del apóstol en el Perú
antiguo: Apropiación cristiana de los mitos andinos”, Journal of Hispanic Philology, 16:2.
22. Para un análisis sobre la perspectiva histórica de Calancha, ver MacCormack (1982).
23. Ver capítulo 2.
24. Es interesante que Guamán Poma de el nombre de Anti Vira Cocha al primer cristiano porque,
como la mayoría de las manifestaciones culturales mestizas en los Andes, el nombre tenía dos
posibles lecturas: en Quechua significaría “Señor de los Andes”, pero en español, “contra
Viracocha”. En el contexto del trabajo de Guamán Poma, ambas son posible. A través de su texto
él exige autonomía y quizás esto pudo indicar lo mismo en el ámbito de lo religioso. Pero él
también condena la idolatría, y si Viracocha es tomado para representar una de las divinidades
del panteón andino, su nuevo nombre en español significará la caída de este dios.
25. Ver “Icons in Space: The Silent Orador” de Adorno, para el mejor análisis de los dibujos de
Guamáan Poma (80-119). López-Baralt explica cómo Guamán Poma manipula los topoi
tradicionales europeos, especialmente en sus dibujos, para “crear la primera tipología cultural
puramente americana”(1983); ella también demuestra cómo Guamán Poma usa el “silencio
estridente” en sus dibujos para subrayar lo que las palabras a veces no pueden expresar (1989).
26. Jacobus de Voragine (1228-1298), The Golden Legend, tr. Granger Ryan and Helmut Ripperger.
Salem, New Hampshire: Longmans, Green and Co., 1987, 479-485. La Legenda Sanctorum, era la
principal fuente hagiográfica en Europa desde la Edad Media.
27. Swinton Bland en su introducción a la edición inglesa de J. Herolt traza una breve historia de
la tradición de milagros de la Virgen a partir del siglo XI.
28. Para una historia completa del culto de la virgen María, ver Warner.
29. Esta afirmación está basada en las colecciones de milagros de la Virgen de Guadalupe
publicada en la misma época que la de Ramos Gavilán; como también en aquellos milagros citados
en los análisis de Alban Forcione y William Christian.
30. Durante el siglo XVII al menos cuatro autores publicaron colecciones de milagros de la Virgen
de Copacabana: Ramos Gavilán, Calancha (quien narra los milagros como parte de su crónica
Agustina), Gabriel de León y Andrés de San Nicolás.
31. Borges sigue el trabajo de cristianización desde sus inicios. Él examina las diferentes etapas
del proceso de evangelización y analiza los métodos misionales empleados en la cristianización
de América.
32. La medida de la Virgen es una cinta del mismo largo que la imagen y que se supone tiene los
mismos poderes milagrosos que la imagen misma.
125

33. Desde 1570, el virrey Francisco de Toledo hizo importantes reformas políticas que tuvieron
un enorme impacto en las vidas de muchos indígenas. Él ordenó una Visita General de todo el
territorio para hacer un censo del territorio que había sido el Tahuantinsuyo. Todos los varones
de 18 a 50 años, con la excepción de los caciques y nobles, fueron sujetos a impuestos.
La cantidad dependía de la capacidad productiva de la región. La mita también era parte de sus
reformas. Las minas del Potosí habían sido descubiertas en 1545, pero después de 1570, con la
introducción del mercurio para la extracción de la plata, las demandas de trabajo se
incrementaron tremendamente. Todos los varones susceptibles a tributos en las regiones
cercanas, incluida el área del lago Titicaca, estaban obligados a servir periódicamente en las
minas (en promedio una vez cada siete años). Por ejemplo, Chuchito (la provincia del lago) tenía
que proveer el 16 por ciento de la fuerza laboral (López Beltrán 191-225).
34. El mito de Incarrí podría verse como una representación de este sentimiento de despojo que
debieron haber sentido los indios. El mito de Incarrí cuenta que “la conquista habría cercenado la
cabeza del Inca que desde entonces estaría separada de su cuerpo; cuando ambos se encuentren,
terminará ese período de desorden, confusión y oscuridad que iniciaron los europeos y los
hombres andinos (los runas) recuperarán su historia” (Alberto Flore Galindo, Buscando un Inca:
Identidad y Utopía en los Andes. La Habana: Casa de las Américas, 1985, 18). Cf. Franklin Pease, El
dios creador andino, Lima: Mosca Azul, 1973. Pease apunta que el mito de Incarrí circulaba en los
primeros años del siglo XVII.
35. Sabine MacCormack, “From the Sun of the Incas to the Virgin of Copacabana”, Representations
8, Fall 1984. He tomado el título de esta sección de este iluminador ensayo de MacCormak en
reconocimiento a su gran contribución a los estudios andinos. Lo uso como tributo a ella.
36. Los mitimaes eran colonizadores estatales enviados por los incas a los territorios
conquistados.
37. He explicado y resumido este milagro en el capítulo 1.
38. Hasta poco antes de que llevaran la imagen al pueblo la oposición Urinsaya pugnaba por
evitar su traslado y fue Gregorio Marañón quien arbitró la disputa y logró que éstos finalmente
aceptaran la Imagen para su pueblo.
39. Si se comparan las Imágenes en las ilustraciones del capítulo 1, llama la atención que en una
la Virgen está sin el Niño y en la otra con Él. Parecería que la Imagen esta constituida por dos
partes separadas: el bulto de la Virgen y el bulto del Niño. La corrección de la falla que Montoro
encontraba no parecería entonces muy difícil de corregir; sin embargo, Ramos Gavilán
representa el arreglo como hecho milagroso.
40. La figura de Tunupa también inspiraría una hermosísima expresión poética por Fernando
Diez de Medina, quien como fundador de un movimiento de “Indigenismo estético” eleva los
temas y tradiciones indígenas a nuevas alturas filosóficas y artísticas.
126

Conclusión

1 La historia sagrada del Lago Titicaca incorpora mitos y relatos de las muchas culturas que
han florecido en sus orillas desde tiempos preincaicos hasta la entronización de la Virgen
de Copacabana a fines del siglo XVI. Las diferentes versiones de los mitos andinos
compilados por los cronistas durante los siglos XVI y XVII pueden ser percibidas como un
coro polifónico que aparentemente carece de armonía. En ellas, diferentes voces se
confunden y entrelazan. He tratado de confrontar la evidencia textual y separar las
diferentes voces para ofrecer una explicación para esta confusión.
2 Una vez que la historia se transmite, es difícil detenerla. Un análisis de las diferentes
versiones del mito de la creación demuestra que cada una ofrece una interpretación única
de los mitos narrados a los cronistas por sus informantes. Estas interpretaciones están
moldeadas por las diferentes perspectivas así como por intenciones específicas. En ciertos
casos los cronistas imponen marcos de referencia europeos; tratan de adaptar las
narrativas que ellos escucharon de fuentes indígenas a una perspectiva cristiana o, al
menos, europea en un esfuerzo para hacerlas comprensibles. En otros casos, ciertas
versiones locales del mito ponen de realce pueblos y regiones especificas como sitios
fundamentales dentro de la narrativa para aumentar la notoriedad de sus habitantes,
para respaldar demandas de estatus especial o incluso para denigrar a un grupo étnico o
político en un lugar dado. En mi análisis, he tratado de identificar todas estas
interpretaciones. Al hacerlo, he demostrado que un concepto de orden divino, mucho más
abstracto de lo que los cronistas querían admitir, existe bajo la superficie del mito
panandino de la creación. Conceptos e ideas que pertenecen a la cultura andina son
transformados en personajes y acciones que imitan la vida cotidiana porque la narrativa
lo exige. El mito panandino de la creación manifiesta una perspectiva cósmica. La
humanidad es una parte integral de esta vasta imagen y emerge sin etnia específica. El
sitio primordial para la creación entera en el mito pan-andino de la creación es el lago
Titicaca. La presencia del creador en el lago le confiere a éste un carácter sagrado que, a
través del tiempo, se mantiene, se revitaliza y cobra nueva significación por los
contenidos particulares de cada uno de los diferentes credos y creencias traídos a la
región.
3 En contraste con el mito de la creación panandino, el mito inca de origen asocia a un
grupo étnico específico con el lago Titicaca. Como ocurre con el mito de la creación, las
127

diferentes versiones del mito inca de origen son narradas desde un marco referencial
europeo que es ajeno a la cultura de donde proviene. También hay un intento de autorizar
algunas versiones y deslegitimar otras. El mito inca del origen se enfoca en un grupo
étnico particular al cual conecta con el orden sagrado. El enlace entre los incas y el orden
divino permitió a los incas justificar discursivamente la imposición de su hegemonía a
través de toda el área que había sido influenciada por el mito de la creación. La
particularización del mito de origen con respecto al mito de la creación ocurre a otro
nivel -dentro del grupo étnico inca mismo-. La familia privilegiada desciende de los
hermanos Ayar, quienes originaron la panaca real. Ellos son llamados a gobernar a los
otros miembros del grupo étnico inca y a otros grupos étnicos también.
4 Cada uno de estos ciclos nos remite a un nivel de realidad diferente. Sin embargo, esos
ciclos no son consecutivos, sino más bien simultáneos, mostrando varios niveles de
especificidad. El ciclo mítico de la creación se refiere a la totalidad del cosmos. Dentro de
ese cosmos el ciclo narrativo inca distingue y eleva al grupo étnico inca en la escala social.
Este grupo, a su vez, privilegia la panaca real de los hermanos Ayar a nivel político.
5 Con el advenimiento del cristianismo, aparecen nuevas historias que asocian al lago
Titicaca con el cristianismo. Este ciclo narrativo presenta una apropiación y una
recontextualización de discursos e intenta la sustitución y reemplazo de los contenidos
andinos por los cristianos.
6 Todos los ciclos narrativos aluden a algún tipo de caos que es ordenado por alguna
divinidad o representante de la divinidad. Viracocha o Tunupa impone orden en un caos
cósmico, los incas logran el orden civilizador, los hermanos Ayar instalan el orden
político y el Apóstol y la Virgen de Copacabana buscan imponer un orden moral cristiano.
7 A través de apropiaciones y recontextualizaciones, el discurso de cada una de estas
narrativas no es sólo polifónico y de voces múltiples; también devela una ambigüedad que
permite interpretaciones desde perspectivas múltiples o desde puntos de vista opuestos,
los cuales pueden a menudo producir resultados antitéticos. Las narrativas en el ciclo
kolla hablan de un caos cósmico sobre el cual su dios, Viracocha o Tunupa, impone un
orden natural; la expansión inca interrumpe este estado de orden. Desde la perspectiva
kolla, las narrativas en el primer ciclo hablarían de una edad de oro antes de los incas. El
discurso generado por esas mismas narrativas durante la hegemonía inca serán discursos
a un tiempo de añoranza y resistencia. Las narrativas incas interpretan el período kolla
como caótico; justifican la sumisión del pueblo kolla y crean un discurso de dominación.
Al mismo tiempo, cuando las narrativas inca y kolla confrontan la conquista española y la
ocupación colonial, estos se tornan discursos de resistencia y de añoranza por el imperio
inca.
8 Las narrativas cristianas experimentan un fenómeno similar con respecto a períodos
históricos anteriores. Al interpretar esas culturas como moralmente caóticas, la narrativa
cristiana justifica la imposición de un orden nuevo. La lógica detrás de la justificación es
similar a la de los anteriores ciclos narrativos. Sin embargo, desde la perspectiva de la
doctrina cristiana, el futuro implicado dentro de estas narrativas presenta una
escatología que genera un discurso de esperanza desde la promesa de salvación eterna.
9 Al recontextualizar los ciclos narrativos anteriores, cada ciclo trata de borrar las
discontinuidades y los abismos históricos que una nueva era cultural puede producir. Las
nuevas historias justifican la llegada de un nuevo orden social al enlazarlo directamente a
un orden divino. Esto es posible porque cada ciclo narrativo preserva la relación entre los
128

órdenes natural, social y divino, una relación cuyo centro fundamental e inamovible es el
lago Titicaca.
10 La ambivalencia y polisemia de estas historias son las características que distinguen la
representación de lo sagrado en los Andes, lo cual tal vez pueda extenderse a todos los
aspectos de la producción cultural. Ramos Gavilán fue uno de los pocos que reconoció la
importancia de establecer una continuidad entre el presente cristiano y el pasado andino
para lograr las metas de la evangelización en el Nuevo Mundo. Su Historia constituye un
proyecto cultural escrito que se opuso a la política oficial de extirpación de la idolatría
que dominaba las décadas finales de siglo XVI y las iniciales del XVII en los Andes e intentó
construir sobre el pasado, en vez de destruirlo.
129

Apéndice I

1 La carta de Tito Yupanqui está escrita en un español que probablemente mantiene un


sustrato sintáctico quechua. Es decir, el texto en español está compuesto dentro de una
estructura sintáctica quechua. Incluso resulta difícil de comprender para muchas
personas cuya primera lengua es el español. Aquí, el texto original en español se ha
respetado con todos los errores del manuscrito, sin ninguna enmienda además de la
puntuación.

Texto
2 El primer vez que lo impesabamos, don Felipe de Lion mi hermano con mego, on echora
del vergen di barro, di on vara di grande, in timpo di on patre quelrrigo, llamado Antonio
di Almeda, que mi lo dexo peneldo in altar, in dondi lo estaba mas que su año con medio,
y después lo vino otro patre llamado bachiller Montoro, que lo vendo esto me hichora que
no ista mejor di bueno, que me lo saque mala para voz, y me lo sacaron in el sacristia y
dispues disto nos afligivamos y lo hablavamos y yo con mi hirmano, Don Alonso di
Viracocha Inca, in il oficio di entallado para que lo aprendiremos mucho ben, y dispoes di
cuando que nos fuemos incontramos a don Alonso Viracocha Inca mi hirmano, se olgo di
merarmi vendome, yo lo dije como lo fue di aque moynado del sorte que echava me obra
el patre, y le conte el enojamento lo dixera me lo posiera al oficial di entallado mas que
bueno milo inseñara para la intalladura, y me lo dixo que mucho in hora di bueno, y nos
fuemos andando y melo llevo in la casa di on mastro que lo llamavan dego di ortez, y me
lo dicaron para que lo aprindera de aprindes, dispoes di quando lo sabibamos on poco di
algo di intalladura, me lo fui a onda istava con el mi hirmano don Alonso Viracocha Inca,
y dispoes disto lo dixe que lo es oficio facil, que yo lo entiendo que lo impesaria on
hechora del Vergen, y lo dixo me hirmano que mucho in ora di bueno y que fueramos
todos los Naturales a ver los hechoras del Vergen, para sacallo di alli pareciendo buena y
lo anduvimos meramdolo los Eclesias ono para ono, y dispues acirtabamos en la Eclesia dil
Santo Domenco, y con on hechora dista vergen dil propio sorte dil ropage, e dil neño, e
dilo grandura con so candela y di la mesma manera le traemos, y dispoes disto nos
poncamos a hazer el molde di barro todos tres, e don Felepe, e don Alonso nos ponemos a
hacer il molde, si lo acabamos como oy y a por il mañana estava quebrado, e dispues lo
tornamos a hacer otra vez y se tornava a quebrar, e otra vez lo hazeamos, e assi se haze a
130

mas de tres, o quatro vezes y assi nos pessava mucho yo lo rogava a Dios, con el Vergen, y
nos encomenavamos para que este hechora se saliesse bueno, lo mande dezir un missa di
Santessema Trinidad, para que se saliesse bueno este hechora, e dispoes disto lo
trabajamos con lienzo y dispoes lo sacamos y lleve al maestro Dego di Ortiz para que lo
mirara si lo iba bueno o malo, paraque me lo dexera si lo tenea falta, o mal hechora y me
lo dezo bendo el vulto que lo era bueno y me lo dexo que lo aprendia mocho di bien, no
me lo dexo mas, e yo lo lleve en casa de los pentores, para saber que me lo dizen los
pentores y loego me lo dexeron los pentores que esta mexorada, e que era mal hecha y
otros lo dexeron que era bien hecho, esto me lo dexeron los pentores, e me lo queseron
engañar, por que estava el Imagen acabado, e blanqueado que no lo faltava sino ponerlo
con oro, logo fui a Choquisaca a pedir el licencia de il Señor Obespo para cofradía di
nuestra Señora, e ser pentor e hazaer boltos, e lo leve un Imagen del Vergen pentada en
tabla para presentarla a la Señora que lo presente, con un petición que lo dezia que quiero
ser pentor, e hazer los hechotes dil Vergen, e melo respondio que no lo quiero dar la
licencia para que lo seays pentor, ne que lo hayays las hechoras del Vergen, ni vultos, y si
lo quereys ser pentor pin-taldo la mona con so mico, que no os lo quiero dar el licencia
para pentor e si vol lo pintays, y lo hazeys vultos di la Vergen que yo os lo castigare muy
bien, e lo sali dezendo JESÚS Santa MARÍA valame Dios con el Vergen so matre, que me lo
dexeron no estaba bien el imagen, e que lo parece como hombre y lo esta con sus barbas
quelo parece barbas, e lo hecharon mocha falta que no es boena, e me lo dexeron que no
lo haga no lo haga e dispoes di quando lo avia visto el Imagen la Señoria, lo rieron mocho
todos e los dimas echando el falta al pentor, e lo meravan quando lo tenían con sus
manos, e me lo tomava cada un Español, o lo reya di merarlo, e me lo dexeron que los
Naturales no se poeden hazer el Imagenes del Vergen, ne voltos y luego estove medio
desmayado, e lo fue espantado amohenado porque lo toxe el Imagen ante el Obespo para
que lo riera, e luego lo fue a la Ecclesia para pedir la meserecordea di nostro Siñior para
acertar el pintadura de la Emagen di nostra Señiora y lo dimas, pedendo en me oracion
licencia para alcanzar este obra, e me lo disse mano para hazer voltos, e para ser buen
pentor, e dispoes nos lo venimos todos a Chuquiabo e traemos el Vergen con dos
Naturales, e passamos en todos los tambos e llegamos en el pueblo di hayoyaho al cabeldo
de las casas, y lo queremos dormir in ellas, e vono el Corregidor, e me lo querian echar
aporreado, para que lo traeys a esta esta casa este defundo, e dispoes que lo dexera, que
era un echora del Vergen me lo dexaron dormir essa noche allí, por la mañana nos vamos
yendo a Chuquiabo, e llegamos a nostracasa, e de ella vamos a boscar on mastro para que
lo acabemos, e lo hagamos mas mejor di bueno el hechora dil Vergen y dispoes que
fuemos al San Francesco lo topamos con on mastro que lo dezian Vargas, que me lo dexo,
que lo ayude el retablo y me lo ayudara mucho di buena gana hazer el Vergen y todo lo
demas si me lo comprays el oro para el Emagen, de alli lo llevamos al celda del padre
predecador, llamado fray de Navarrete, y por el mandato del Corregidor llevamos a
Copacabana la Vergen, aunque los Natorales no lo querian receber el Santa Vergen, e lo
dexeron que lo avian di traer otro Emagen bueno di Lima o Castilla, o estuvo en Tiquina el
Emagen en el capilla de San Petro un poco di tempos, e despues que llegado el Corregidor
don Geronimo del Marañon lo queria entrar en la capilla y se lo alzaron sus cabellos, fue a
Copacabana y lo dexo al Cazique que troxese diez hermagos para que lo trogessen al
Vergen y los embio antes de oracion y lo llegaron antes di horas di dormer y lo
aderezaron sos andas y salieron en cantando los gallos e tomaron a costas el Vergen y lo
llegaron a este pueblo assi como el sol queria yr saliendo, todos los gentes salemos a ver
como venea el Vergen lo posimos el Vergen al pie dil cerro como lo baxabamos il baxada,
131

lo acodian todos los gentes, y sos trompetas y traemos in la porcesion, y el patre lo istava
aguardando foyra diste pueblo, visitado para dicir la misa, y con el josticia el corrigedor
que lo llevo el pindon de la Vergen y ansi lo intro in la Eclesia, y lo poso a onde istaba il
Vergen, y ay lo poso en so dia, y lo dexo so mesa.
132

Obras citadas

ACOSTA, José de
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De Procurarnda Indorum Salute [1590]. ed. Francisco Mateos. Madrid: I.G. Magerit, S.A., 1952.
ADORNO, Rolena
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Índice temático

A
Achachilas, 21
Acllawasi, 89, 110
Acosta, José de, 39, n56, 57-8, n61, 64-6, 71, n95, 132, 134, 140, 148, 152
Agricultura, industria guerra, 105, 111, 119
Agustinos, 37, 46-52, 128, 130-34, 136-39, 142, 144-45, 148-49
Alcaviza, 79
Almagro, Diego de, 125-26, 159
Anansaya, 29, 31, 34, 45, 158-59, 161
Apacheta, 43
Arriaga, José de, 23-24, 29-30, 41, 43, 63, 134
Atahuallpa, Inca, 80
Auca véase awqa, 85, 113-14, 117, 124
Aucaruna. Ver Edades del mundo andino, 101
Auto de Fe, 155-56 Auximay Occllo, 80
Ávila, Francisco de, 29, 128, nl29, 130, 136
“Parecer”, 130
Awqa, 85, 113-14, 117, 124
Ayar, hermanos, 107, 113-14, 116, 121, 123-24, 166
Aymaras, 19, 21, 27, n40, 54-5, 60, 63-4, nl25

B
Barbarie, 99
y misión civilizadora inca, 97, 103, 116, 118, 123
Behetrías, 98-100, 148
141

Betanzos, Juan de, n56, 57, n61, 64-5, 68-9, 74-5, 78-84, 93, n95, 135

C
Cacha, 57, 78-80, 82-4, 106-7, 124, 131, 137, 139-40, 145
Calancha, Antonio de la, 45, 56-7, 59, 66, 70, nl23, 131, 145-50, 156
Caos, 20, 24, 51, 65, 73-4, 76, 85-6, 90, 97-100, 102-03, 122-23, 138, 149, 155, 166
Caos primario, 20
Capac cocha, 118
Capac Raimi, 116-17
Carabuco, 83-4, 131, 133, 144-46, 158
Cari, 87-8
Ccallacpacha o tutayachacha. Ver Edades del mundo andino, 101-02
Ceque, n79, 115
Chancas, 63, 88
Chucuito, 19-20, 22, 26, 54, 126-27
Chullpas, 54-5
Ciclo narrativo inca, 13, 77, 87-124, 166
Ciclo narrativo kolla, 12, 49-86
Ciclos narrativos cristianos, 125-64
Cieza de León, Pedro, n56, 62, 67-9, 76-88, 87-8, n95, 114, 123
Clima religioso en el Virreinato del Perú, 128-30
Cobo, Bernabé, 20-1, 23-4, 42, n56, 57-8, 64-5, 69-70, 72-3, 76-7, 79, n90, 95-6, 99, 104-5,
107-10, 113-15, 119
Colección de milagros, 151
Colón, Cristóbal, 134, 152
Conducta sexual, 42, 63-4, 64, 116, 138
Conopas, 63
Consagración del espacio, 21
Continuidad de lo sagrado en el Titicaca, 48
Copacabana y los Agustinos, 46-8
Coricancha, 79, 114
Coyllor sayana, 142
Cristianismo pre hispano, 148-49
Cruz de Carabuco, 131. 133, 144, 145, 179

D
De procuranda indorum salute, 152
Demonio, 35-6, 41-2, 47, 51, 81, 95, 102, 105-6, 109, nl23, 131-32, 134, 137, 139-40, 144-45,
148, 156-57
142

Dominicos, 46, 126-27, 130, n136

E
Edades del mundo, 101
Edicto de gracia, 129
Ekeko/Ecaco, 59
Elíade, Mircea, n16, 18, 20-5, 67, 91-2
Espacio sagrado 12, 16-18, 21-22, 25, 27, 51, 55
Símbolos y construcciones, 21-25
umbral, 25
Estética, 30, 32-33, n110
Occidental vs andina, 33
Evangelización temprana, 11-12, 22, 26, 41, 44, 46, 51-2, 70, 126-31, 134-37, 140-41, 144-45,
148-49, 151-52, 155, 159, 162, 167
Expansión inca al Kollao, 51, 52, 60, 80, 87, 123, 166
Extirpación de idolatría, 12, 26, 29, 41, 52, 66, 129, 130, 131, 136, 137, 143, 149, 155, 162, 167

G
Garcilaso de la Vega, Inca, 21, 90. 95, 96, 100, 101, 102, 105, 107, 109, 110, 111, 114, 115, 116,
120, 140, 141, 146-8
Género hanan, 111, 113, 116, 124
Gomara, Francisco de, 90, 99, 107, 123, 132, 176
Guamán Poma de Ayala, Felipe, 8, 72, 73, 80, 85, 89, 90, 95, 100, 101, 102, 105, 106, 107, 111,
113, 114, 115, 116, 117, 120, 135, 140, 141, 145, 146, 148, 173, 176, 177
Gutiérrez de Santa Clara, 56, 64

H
Hapiñuños, 102, 103
Hatuncolla, 53, 88
Hierofanía, 7, 20, 22, 26, 27, 34, 35, 36, 45, 91, 92, 95, 108, 128, 148, 151, 160, 164
Hijos del Sol, 92, 95, 121, 163
Huacas, 70, 77, 79.84, 130, 131 143, 143, 163
clandestinas, 29
de los incas, 95, 106, 107, 1 14, 115, 116, 117, 120121, 129, 156
Huanacauri, 107, 109, 115, 116, 117, 118, 122, 124
Huarincho, 115, 117, 118, 120
Huarivilca, 69
Huarochirí, 29, 129, 155
Hurin, 111, 113, 116, 124
143

I
Ídolo Copacabana, 23, 27, 28, 44,
Íídolo Copacati, 23, 44, 163
Ídolo Ilavi, 24
Illapa, 60, 121
Illimani, 21
Imagen de la Virgen de Copacabana, talla (o talla debajo), 26, 29, 30, 32, 33, 34, 35, 36, 158,
160
Imaymana, 61, 75
Inca Manco II, 125, 126
Incarrí, 156
Inca Yupanqui, 88
Individuación, 107-8, 113
Indulgencias, 44, 45
Inquisición, 135, 136, 155
Intervención demónica, 43, 51, 149, 155
Isla Coati, 24, 54
Isla Titicaca, 22, 23, 25, 55, 73, 89, 158
sanctum santorum, 23, 95, 158
umbilicus mundi, 23

K
Kentipunco, 25
Kollas, 7, 53, 54, 55, 59, 60, 75, 80, 87, 88, 89, 90, 93, 94, 97, 126,
Kollasuyo, 52, 53, 79, 87, 100, 104, 115, 116
Kratofanía, 20, 21

L
Lago Titicaca diferentes culturas, 11, 12, 48, 49, 53, 54, 55, 77, 125, 126, 165
Geografía, 18-19.
Las Casas, Bartolomé de, 12, 56, 57, 58, 61, 62, 65, 67.68132, 134, 135, 137
Llacta, 92
Lobo Guerrero, Arzobispo, 129, 130, 155
Lugar sagrado, 11, 16, 20, 23, 26, 89, 96, 123, 160
Lugar de origen inca, 21, 24, 35, 36, 90, 91, 97
Lupacas, 53, 54, 55, 87, 88, 89, 125, 126, 127
144

M
Malquis, 129, 130, 156
Mama Huaco, 101, 105, 106, 111, 113, 114, 180
Mama Ocllo, 107, 109, 110, 113, 114, 121, 124
Manco Capac, 8, 46, 51, 91, 95, 101, 105, 106, 107, 108, 109, 111, 113, 114, 1 15, 117, 118, 121,
122, 123, 124, 133, 138, 140, 149
Mascaipacha, 94
Medida de la Virgen, 154, 161
Métodos misionales, 40, 128, 152
Milagros colección de, 27, 150, 151, 153
de Indios, 153 , 155, 156, 157, 160-1, 162, 163,
de la Virgen de Copacabana, 43, 45, 51, 149, 150, 151, 153, 155, 157, 159, 160, 161, 162, 163
función didáctica, 151, 155 Mita, 153-4
Molina, Cristóbal de, 56, 57, 58, 61, 65, 75, 76, 78, 82, 90, 95, 96, 104, 107, 108, 111, 153
Montoro, Francisco, 30, 46, 47, 48, 128, 156, 160, 162, 169
Múrua, Martín de, 90, 96, 100, 105, 107, 113, 114. 125.

N
Numinoso, 17, 18, 20, 34

O
Orejones, 79, 80

P
Pacajes, 53, 87
Pacarinas, 78
Pacaritambo, 8, 91, 103, 104, 106, 107, 108, 114, 115, 116, 117, 124
Pachacamac, 69, 82, 137, 140, 141
Pachacuti Inca, 88
Pachacuti/pachakuti, 7, 19, 53, 70, 71, 72, 73
Pachayachachic, 57, 58, 59, 61, 62, 66
Panaca real, 12, 114, 115, 120, 166
Panuco, 41
“Parecer” ver Ávila, 129, 130,
Paullu Inca, 125, 159
Peregrinaciones a Copacabana, 157
Permanencia de lo sagrado, 26, 49,
145

Pilcosisa, 113
Pillcopuncu, 25
Pizarro, Francisco, 80, 82, 125, 126
Pizarra, Pedro, 90, 94, 95, 98, 107
Política, 95, 97, 99, 100, 123, 127, 136
Posesión demónica, 156
Primer Concilio Límense, 36, 128, 136
Proto-cristiano, 135, 144,
Pucara, 54, 55, 56, 69, 82, 84
Pukina, 54, 55, 75
Pumapuncu, 25
Puruma, ver Edades del mundo Andino, 103, 118

Q
Quesintu, 62, 63

R
Reformas de, 126, 153
Ritos agrícolas, 40n, 106n, 111

S
San Bartolomé, 135, 145, 146, 147, 154, 158
Santo Tomás, 51, 132, 134, 135, 144, 145, 146, 147, 148, 154
Salinas y Cordova, Buenaventura, 90, 95, 106, 107, 113,
Santacruz Pachacuti, 83, 84, 90, 100, 102, 103, 107, 113,
Sarmiento de Gamboa, Pedro, 56, 57, 58, 61, 62, 64, 65, 68, 69, 70, 71, 74, 75, 78, 79, 82, 83,
88, 99, 118
Segundo Concilio Limense, 128
Simbolismo sexual, 116, 118, 121
Sincretismo, 36, 37, 39, 40, 44, 70
Sínodo, 129
Sol, dios exclusivo inca, 21, 89, 90, 91, 9293, 94, 95, 99, 100, 103, 105, 108, 109, 11, 113, 114,
115, 119, 121, 122, 123, 140

T
Tahuantinsuyo, 29, 101, 116, 154
Tambo, 78, 79, 89, 170
146

Tarapacá, 40
Taypi, 54, 55, 67, 72, 85, 103, 106,
Taypikala, 23
Templo de la luna, 24-5
Templo del Sol en Titicaca, 22, 23, 24, 89, 109, 114, 141
Tejido ritual, 61, 109, 110, 111, 119, 121
Teofanía, 20, 79, 86
Tercer Concilio Limense, 128, 152
Ticciviracocha, ver también Viracocha, 61, 62, 79, 80
Tiquina, 19, 21, 23, 54, 83
Tito Yupanqui, 27, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 48, 158, 160, 169
Tocapo, 61, 75, 76, 110, 124
Toledo, Francisco de Tunupa dios aymara, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 68, 83, 84, 85, 102, 107,
163-66

U
Umantu, 62, 63
Uno pachacuti, 70, 71, 72, 73
Urcos, 78, 79, 82, 83, 106, 124
Urinsaya, 29, 34, 45, 158, 160, 161
Urus, 54, 75, 87

V
Vázquez de Espinosa, Antonio, 90, 95, 99 105, 107
Viracocha creación de linajes, 68, 74, 79, 80, 84, 114, 115,
función creadora, 43, 51, 53, 57, 58, 59, 60, 65, 66, 67, 68, 73, 76, 77, 80, 85, 91, 103, 106
Hacedor, 58, 59, 65, 82, 83, 85
Sol, dios, 92, 123
transgresión y castigo, 57, 71, 72, 78
Viracocha, Inca, 80, 81, 88,
Virgen María
devoción a la Virgen, 45, 149, 150
iconografía, 35
sincretismo, 36, 37, 38, 43, 163
Virgen de Copacabana
escultura a hierofanía, 26, 29, 30, 36, 128,
milagros de, 27, 131, 149, 150. 151, 153, 156, 157, 157. 160, 163
Vírgenes del Sol, 42, 89, 110, 138
Visita a Chucuito, 127
Visitas de Idolatría, 129, 130, 149
147

W
Wiñaymarka, 19, 54

Y
Yanani, 112
Yanantin, 112, 113
Yllapas, 60

Z
Zapalla, 107
Zapana, 87, 88
Zaramamas, 63
Zarate, Agustín de, 90, 99, 107, 120, 123

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