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TAREA CIENCIAS SOCIALES

DE TUPAC AMARU II
EL DESARROLLO:
La rebelión estalló el 4 de noviembre de 1780 en el pueblo de
Tinta (50 leguas al sur del Cusco) y puso en movimiento a todo
el sur del Virreinato del Perú, hasta la región de Charcas.
Repercutió, además, en el resto de los dominios españoles de
Sudamérica. 

El primer episodio de la revolución fue el apresamiento del


odiado corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, quien fue
ejecutado públicamente. Acto seguido, Túpac Amaru se puso en
marcha hacia el norte contando con la simpatía y adhesión de
los pobladores que, en su mayoría, estaban armados de picos,
palos, hachas y sólo algunas armas de fuego. En estas
condiciones, ganó la batalla de Sangarará, librada el 18 de
noviembre de 1780. Pero no quiso todavía dirigirse al Cusco y
prefirió retirarse a Tinta, donde el día 27, lanzó un manifiesto
explicando las causas que le habían llevado a la sublevación.
Poco después, a inicios de diciembre se dirigió al sur, atravesó
la cadena del Vilcanota, pasó por Lampa, Pucará y penetró en
Azángaro, extenso recorrido con el que pretendía ganar adeptos
a su causa.

OBETIVOS:

Al inicio, Túpac Amaru II afirmó que su intención no era ir en


contra del rey sino en contra del mal gobierno de los
corregidores. Más tarde, la rebelión se radicalizó y se convirtió
en un movimiento independentista. Su esposa Micaela Bastidas
fue la estratega fundamental y, junto con los familiares de
ambos, tuvo una importante participación en el reclutamiento,
abastecimiento y hasta en la toma de decisiones.

Con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos, la


rebelión se extendió y llegó a tener tropas de decenas de miles
de combatientes. Entre sus ofrecimientos se hallaban la
abolición tanto del reparto como de la alcabala, la aduana y la
mita de Potosí.

Túpac Amaru II fue ejecutado el 18 de mayo de 1781 en la


plaza de Armas de Cusco, luego de seis meses de iniciado su
levantamiento. Presenció la tortura y muerte de sus familiares y
aliados, entre ellos Micaela Bastidas, y, tras un intento fallido
por descuartizarlo vivo, fue decapitado. Su muerte no puso fin a
la rebelión, pues esta se extendió a una segunda etapa
desarrollada principalmente en la región altiplánica.

Las consecuencias:
El saldo de la gran rebelión fue el más impactante de la historia
colonial de levantamientos, más de cien mil muertos de una
población de 1.2 millones de personas, lo cual provocó de
inmediato un colapso demográfico en el sur andino. Hay que
dejar en claro que gran parte de las bajas no se produjeron
durante las batallas, sino en la rebelión española posterior que
duró varios años.

Las medidas de la Corona para evitar que una rebelión de la


envergadura de la de Túpac Amaru se repitiera fueron
inmediatas. El ministro de Indias, José de Gálvez, organizó una
gran represión en contra de cualquier aliado de la rebelión,
además de los parientes de los dirigentes, inclusive se aplicó el
quintado que consistió en ejecutar a cada quinto hombre en las
aldeas donde se apoyó a Túpac Amaru II. Las penas contra los
criollos fueron más leves, en un afán por reconciliar a la corona
con dicho grupo que ya estaba enemistado desde las reformas
borbónicas.

 Las fases:
 primera fase o fase tupacamarista, donde destaca la
hegemonía de José Gabriel Túpac Amaru, su esposa Micaela y
capitanes.
 La segunda fase o fase tupacatarista, continuación de la
rebelión a cargo de Diego Cristóbal Túpac Amaru, primo de
José Gabriel, y donde destacan el protagonismo de Julián
Apaza Túpac Katari.
JUAN SANTOS ATAHUALPA
BIOGRAFIA:

Lo poco que se sabe de la vida de este caudillo antes


del año 1742 nos lo han transmitido los religiosos que
se entrevistaron con él y que recogieron algunos datos
de su boca, por lo demás dudosos. Juan Santos
afirmaba ser un descendiente de los incas nacido en
el Cusco y criado por los jesuitas. Demostraba tener
una gran cultura, pues dominaba el castellano y latín,
además del quechua y otros idiomas nativos. También
afirmaba que uno de sus maestros jesuitas, al
comprobar sus aptitudes intelectuales, lo llevó consigo
a Europa (España y Portugal) y África (San Pablo de
Luanda, en Angola).
Regresó al Perú, que recorrió del Cuzco a Cajamarca.
Hacia 1740 se ofreció como ayudante de los
misioneros franciscanos de la región de Chanchamayo,
en la selva central. Estas misiones habían facilitado la
llegada de los españoles interesados en explotar la sal
proveniente de un cerro aledaño (Cerro de la Sal),
quienes empezaron a usar como mano de obra a los
nativos asháninkas, lo que conllevó a una serie de
abusos. La idea de la rebelión surgió entonces en Juan
Santos, al comprobar la desalmada dominación
española que ejercían con total impunidad. Se propuso
restaurar el trono de sus antepasados y dar la libertad
a los indios.
Al momento de estallar la rebelión, Juan Santos
contaba de 30 a 40 años de edad. Vestía
una cushma o camisón típico de los indios selváticos y
llevaba siempre colgada en el pecho una cruz de
madera de chonta con cantoneras de plata. Mascaba
abundante hoja de coca, a la que denominaba «hierba
de Dios». Uno de los frailes franciscanos que lo visitó
lo describió como de estatura alta y de piel tostada,
añadiendo: «tiene algún vello en los brazos, tiene muy
poco bozo, luce bien rapado… es de buena cara; color
pálido amestizado; pelo cortado por la frente hasta las
cejas, y lo demás desde la quijada alrededor
coleteado», es decir, recogido en una coleta, según la
moda occidental del siglo xviii.

DESARROLLO:

El primer objetivo de los rebeldes fue la reducción de


Eneno, para luego seguir con Matranza, Quispango,
Pichana y Nijandaris. Destruyeron en total 27 misiones
y amenazaron con atacar la sierra.
El virrey marqués de Villagarcía ordenó a los
gobernadores de la frontera de Jauja y Tarma, Benito
Troncoso y Pedro de Milla Campo que se internaran en
la región convulsionada, para cercar al rebelde. Así se
hizo y Troncoso llegó hasta Quisopango, en donde
encontró alguna resistencia, pero logró ahuyentar a los
indios. Juan Santos, que rehuyó al encuentro, se
dirigió hacia el pueblo de Huancabamba. Desde Tarma
salieron fuerzas coloniales para ir en su búsqueda,
pero el caudillo mestizo logró ponerse a salvo.
Al año siguiente, los españoles organizaron una
expedición a Quimiri (hoy La Merced), en el valle de
Chanchamayo. Iban bajo el mando del corregidor de
Tarma, Alfonso Santa y Ortega, acompañado por el
gobernador de la Frontera, Benito Troncoso. El 27 de
octubre de 1743 llegaron a Quimiri, donde levantaron
un fuerte, que concluyeron en el mes de noviembre.
Fue dotado de cuatro cañones y cuatro pedreros, con
su correspondiente provisión de municiones. El día 11
de noviembre, el corregidor Santa partió hacia el
interior, quedando en el fuerte de Quimiri el capitán
Fabricio Bertholi con 60 soldados. Juan Santos, que
estaba al tanto de todos los movimientos del
adversario, planeó atacar a la pequeña guarnición.
Previamente, se apoderó de una remesa de víveres
que marchaba con destino al fuerte, iniciando luego el
sitio del mismo. Muchos de los soldados españoles
perecieron entonces a raíz de una epidemia y en los
demás cundió la desmoralización, al extremo que
presionados por el hambre algunos desertaron.
Entonces, Juan Santos exigió a Bertholi la rendición,
mas éste se negó confiando en que le llegarían pronto
los refuerzos que había solicitado por intermedio de un
religioso que pudo eludir a los insurrectos. Finalmente,
Juan Santos decidió atacar el fuerte y todos los
españoles fueron muertos. Eran los días finales del
año 1743.
Mientras tanto, asumió el poder un nuevo virrey, José
Antonio Manso de Velasco, futuro conde de Superunda,
un militar con mucha experiencia. Juan Santos
continuó sus ataques. Tomó el pueblo de Monobamba,
el 24 de junio de 1746, extendiendo el radio de acción
de su movimiento. Incluso se habló de manifestaciones
a su favor en la lejana provincia de Canta.
El virrey Manso de Velasco nombró jefe de una tercera
expedición a Joseph de Llamas, marqués de
Menahermosa. Pero Juan Santos tomó la iniciativa
tomando Sonomoro en 1751 y Andamarca el 4 de
agosto de 1752. Esto último significaba ya una seria
amenaza, porque Andamarca era ya la cordillera y
estaba cerca de Tarma, Jauja y Ocopa. La rebelión
amenazaba extenderse a la sierra, poblada por una
nutrida población indígena, cuyo alzamiento habría
dado un giro formidable y decisivo a la misma.
El marqués de Menahermosa maniobró para dar
alcance a Juan Santos pero este logró eludirlo. El
virrey enfureció con los resultados, pues no se había
librado una batalla decisiva y el rebelde seguía
controlando una gran zona en la selva. Corrieron
rumores de que Juan Santos atacaría Paucartambo,
que caería sobre Tarma, que asolaría Jauja, pero nada
de esto ocurrió. Misteriosamente, el líder mestizo no
volvió a realizar sus osados ataques y la región volvió
a gozar de paz.

OBJETIVO:

Juan Santos Atahualpa fue el dirigente quechua de una


importante rebelión indígena que estalló en 1742. El
propósito principal era restaurar el imperio de los incas
y expulsar a los españoles de manera definitiva

CONSECUENCIA
Las repercusiones del movimiento fueron mucho más
amplias que sus victorias militares. Es evidente que un
movimiento que mantuvo una amplia zona fuera del
control virreinal y que arrebató ciudades y produjo
numerosas bajas en las tropas españolas, tuvo que
alarmar a la administración virreinal

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