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Tupac%20Katari%20y%20Juan%20Santos%20Atahualpa/EL%20VIRREINATO%20D
EL%20PERÚ_%20CAUSAS%20DE
JUAN SANTOS ATAHUALPA: Biografía
Pintura de Gabriel Sala, que representa a Juan Santos Atahualpa en Quimiri, encarando
a un grupo de misioneros franciscanos. Estos, considerados cómplices del abuso y
explotación de los nativos, fueron expulsados. Biblioteca del Convento de Ocopa.
El primer objetivo de los rebeldes fue la reducción de Eneno, para luego seguir con
Matranza, Quispango, Pichana y Nijandaris. Destruyeron en total 27 misiones y
amenazaron con atacar la sierra.
El virrey marqués de Villagarcía ordenó a los gobernadores de la frontera de Jauja y
Tarma, Benito Troncoso y Pedro de Milla Campo que se internaran en la región
convulsionada, para cercar al rebelde. Así se hizo y Troncoso llegó hasta Quisopango,
en donde encontró alguna resistencia, pero logró ahuyentar a los indios. Juan Santos,
que rehuyó al encuentro, se dirigió hacia el pueblo de Huancabamba. Desde Tarma
salieron fuerzas coloniales para ir en su búsqueda, pero el caudillo mestizo logró
ponerse a salvo.
Al año siguiente, los españoles organizaron una expedición a Quimiri (hoy La Merced),
en el valle de Chanchamayo. Iban bajo el mando del corregidor de Tarma, Alfonso
Santa y Ortega, acompañado por el gobernador de la Frontera, Benito Troncoso. El 27
de octubre de 1743 llegaron a Quimiri, donde levantaron un fuerte, que concluyeron
en el mes de noviembre. Fue dotado de cuatro cañones y cuatro pedreros, con su
correspondiente provisión de municiones. El día 11 de noviembre, el corregidor Santa
partió hacia el interior, quedando en el fuerte de Quimiri el capitán Fabricio Bertholi
con 60 soldados. Juan Santos, que estaba al tanto de todos los movimientos del
adversario, planeó atacar a la pequeña guarnición. Previamente, se apoderó de una
remesa de víveres que marchaba con destino al fuerte, iniciando luego el sitio del
mismo. Muchos de los soldados españoles perecieron entonces a raíz de una epidemia
y en los demás cundió la desmoralización, al extremo que presionados por el hambre
algunos desertaron. Entonces, Juan Santos exigió a Bertholi la rendición, mas éste se
negó confiando en que le llegarían pronto los refuerzos que había solicitado por
intermedio de un religioso que pudo eludir a los insurrectos. Finalmente, Juan Santos
decidió atacar el fuerte y todos los españoles fueron muertos. Eran los días finales del
año 1743.
Mientras tanto, asumió el poder un nuevo virrey, José Antonio Manso de Velasco,
futuro conde de Superunda, un militar con mucha experiencia. Juan Santos continuó
sus ataques. Tomó el pueblo de Monobamba, el 24 de junio de 1746, extendiendo el
radio de acción de su movimiento. Incluso se habló de manifestaciones a su favor en la
lejanaprovincia de Canta.
El virrey Manso de Velasco nombró jefe de una tercera expedición a Joseph de Llamas,
marqués de Menahermosa. Pero el rebelde tomó la iniciativa tomando Sonomoro en
1751 y Andamarca el 4 de agosto de 1752. Esto último significaba ya una seria
amenaza, porque Andamarca era ya la cordillera y estaba cerca de Tarma, Jauja y
Ocopa. La rebelión amenazaba extenderse a la sierra, poblada por una nutrida
población indígena, cuyo alzamiento habría dado un giro formidable y decisivo a la
misma.
El marqués de Mena hermosa maniobró para dar alcance a Juan Santos pero éste logró
eludirlo. El virrey enfureció con los resultados, pues no se había librado una batalla
decisiva y el rebelde seguía controlando una gran zona en la selva. Corrieron rumores
de que Juan Santos atacaría Paucartambo, que caería sobre Tarma, que asolaría Jauja,
pero nada de esto ocurrió. Misteriosamente, el líder mestizo no volvió a realizar sus
osados ataques y la región volvió a gozar de paz.
Desaparición de Juan Santos
Desde el año 1756 no se supo pues nada de Juan Santos. El mismo virrey Manso de
Velasco, en su memoria fechada en 1761, escribió al respecto: «desde el año 1756… no
se ha dejado sentir el indio rebelde y se ignora su situación y aún su existencia». Una
versión dice que hubo una sublevación entre los rebeldes y que Juan Santos tuvo que
ordenar la muerte de Antonio Gatica, su lugarteniente y otros hombres por posible
traición.
Sobre el final de Juan Santos corrieron las más variadas versiones. Una de ellas afirma
que murió en Metraro, víctima de una pedrada disparada con una honda en un festejo
público; otras afirman que fue envenenado. Otra posibilidad es que haya muerto de
vejez. Se dice incluso que habría contado con una especie de mausoleo en Metraro,
adonde descansaban sus restos humanos y eran objeto de veneración.
Su desaparición y probable muerte tuvo visos legendarios y maravillosos, en el
recuerdo de los montañeses. Para unos no había fallecido, creyendo que era inmortal.
Para otros habría subido al cielo rodeado de nubes, y volvería en un futuro a la tierra.
Fray José Miguel Salcedo aseveró que cuando llegó a San Miguel del Cunivo fue
recibido por catorce canoas con unos ochenta hombres con extrañas demostraciones
de regocijo, entre ellos dos capitanes del rebelde, quienes le aseguraron que Juan
Santos «… murió en Metraro, y preguntándoles a donde había ido me respondieron
que al infierno, y que delante de ellos desapareció su cuerpo, echando humo…».
El coronel Roberto López, del ejército peruano, afirmó en una carta que muchos indios
de las márgenes de los ríos Huallaga, Ucayali y sus afluentes, no creían que había
muerto, pues «… un día, en presencia de varias tribus reunidas en el pueblo de
Metraro, rodeado de nubes se remontó a los cielos».
Para Ossio, Juan Santos Atahualpa asumió atributos para destacar su condición
de mesías restaurador del orden. Fue el líder en el cual por primera vez se
materializaba la idea del retorno del Inca. Frente al desorden reinante por la
corrupción y los abusos de los corregidores, proclamó la abolición del dominio español
y la recuperación del reino incaico, en su calidad de descendiente legítimo del último
Inca, pero además proclamándose enviado de Cristo y poseído por el Espíritu Santo
cristiano. Era la primera expresión del mito de Inkarrí llevada a la acción.
De allí que se impuso entre los pueblos selváticos una explicación sobrenatural que
afirmaba que el caudillo «se elevó a los cielos en medio de mucho humo» y se corrió la
voz de que había prometido regresar. El mesianismo tuvo efecto, pues hasta el día
presente muchos todavía aguardan su retorno.
Sea como fuera, lo cierto es que el accionar de Juan Santos tuvo un dilatado efecto en
la región, pues colonos y misioneros no volverían a ingresar a la selva central peruana
hasta ya conformada la República del Perú (Santamaria, 2007)
Bibliografía
Fisher, J. (2006). Etnicidad, Insurgencia y sociedad en los Andes: El caso curioso del Peru. Lima:
Revista Andina.