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vida y muerte de María Fernanda

monseñor geradi Martínez García

Profesor: Otto Materia:


Sicán Orientación
Cristiana
INTRODUCCIÓN
Monseñor Juan José Gerardi fue un obispo que destaco en el país de
Guatemala al ser defensor de los indígenas, su trabajo quedo grabado en la
historia por su investigación realizada en sus últimos días la cual estaba
centrada hacia la violencia que había traído la guerra en la nación. Este
hombre impulso el proyecto de recuperación de la memoria histórica
(REMHI). Este trabajo recopilo sus datos de las violaciones de los derechos
humanos que se dieron durante 36 años. Hasta el fatídico momento de su
asesinato por el capitán Byron Lima Oliva
Monseñor Juan José
Geradi
Nació en Ciudad de Guatemala el 27 de diciembre
de 1922. Sus padres fueron Don Manuel Benito
Gerardi y Doña Laura Conedera Polanco de
Gerardi. Tuvo tres hermanos: Francisco, María
Teresa y María del Carmen.

Ya al tener cierta edad este inicio sus estudios en el


centro educativo del Asilo Santa María de la ciudad
de Guatemala con las Hijas de la Caridad de San
Vicente de Paúl. Con el paso de los años Juan
Gerardi entro en el seminario Conciliar en la cual
realizo los estudios de las humanidades y la
filosofía. Con el tiempo se fue a New Orleáns, en el
Notre Dame Seminary, Luisiana, USA, donde
completó sus estudios de Teología.

Ministerio Pastoral
Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre
de 1946, en la Catedral Metropolitana de la
ciudad de Guatemala. Pasó como
coadjutor por las parroquias de El
Sagrario, luego Párroco de
Mataquescuintla (1948-1951), Tecpán (1951-
1955), Patzicía, Chimaltenango (1954-1955),
San Pedro Sacatepéquez (1955-1956),
Palencia (1956- 1959). En la Curia hasta
1967, desempeñó funciones de Capellán de
Santa Clara, Párroco de El Sagrario,
Consiliario de Cursillos de Cristiandad, y
Párroco de Candelaria, de 1966-1967.
Situación de Guatemala en
tiempos de Monseñor
Una vez nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala, se comprometió
de diversas maneras en la animación pastoral de la misma; participó en el Sínodo
Arquidiocesano, pero sobre todo llevó adelante la creación y coordinación de la
Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (1989), que durante varios años ha
venido trabajando en beneficio de las víctimas de la violencia en Guatemala, y en la
promoción y defensa de los Derechos Humanos. Como integrante de esta Oficina viajó
durante varios años consecutivos a Ginebra, Suiza, con el fin de denunciar
internacionalmente las violaciones a los Derechos Humanos en Guatemala, en las
Asambleas anuales de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Esta
actitud siempre le acarreaba críticas de algunos sectores guatemaltecos un tanto
reacios. Sabemos que su preocupación fundamental era la protección del derecho a la
vida, como supremo don de Dios, y junto a él todos los derechos sociales, económicos
y culturales, que hacen del ser humano un sujeto libre por naturaleza allí donde Dios lo
plantó.

Participó igualmente en algunos momentos del proceso de paz que se inició a raíz de la
firma de los Acuerdos de Esquipulas II (agosto 1987) y la conformación de la Comisión
Nacional de Reconciliación, presidida por Monseñor Rodolfo Quezada, a quien
acompañaba Monseñor Juan Gerardi. . Fue gestor activo de muchos de los
documentos más significativos de la CEG, a favor de la justicia, los derechos humanos,
y la construcción de la paz en Guatemala. Aquellos que siempre se opusieron a la
presencia de la Iglesia en el campo social, acusaban a Monseñor Gerardi de eclesiástico
político, o cosas parecidas. En más de una ocasión, aparecieron “pintas” en las paredes
de algunas de las calles del centro de la ciudad, contra Monseñor Gerardi. Este gran
Obispo defensor de los Derechos Humanos, nunca se prestó a las ambigüedades de la
política, ni transigía con la corrupción de poderes partidarios. Hombre de iglesia, en
nombre de Dios, -sin decirlo ciertamentereclamaba para los débiles, para las víctimas
de la violencia, para los necesitados, los derechos que les eran propios.
Causas de su asesinato
La noche del 26 de abril, Mons. Juan Gerardi fue brutalmente asesinado en el garaje de
su casa. El asesinato no es producto de una locura o barbarie momentánea, sino es la
culminación de una larga persecución y de la conjura de las fuerzas más oscuras de la
sociedad. En efecto, Monseñor Gerardi –junto con todo su clero– tuvo que abandonar
la diócesis del Quiché en 1980, cuando sus sacerdotes iban siendo inmisericordemente
asesinados. Después, ya en el extranjero, fue impedido por el gobierno de regresar al
país y estuvo exilado durante algún tiempo. En los últimos años sufrió dos atentados
de muerte. No fue, pues, locura de un demente, sino el final de largos años de
persecución. Lo que sí llama la atención en este caso es la increíble crueldad de su
asesinato. Y lo más preocupante es que ha ocurrido después de firmada la paz en
Guatemala. Y un dato más para no olvidar: sus asesinos no perdonaron su edad
venerable: 75 años.

las investigaciones no han avanzado lo suficiente como para poder imputar la


responsabilidad del crimen a los militares, todo permite suponer que su muerte es una
advertencia pública a todo aquel que indague en los crímenes cometidos por el ejército
durante los 36 años de la guerra guatemalteca. El hecho de que Gerardi, tan sólo dos
días antes de su deceso, hubiera presentado un informe en el que responsabilizaba a
las fuerzas castrenses y a los grupos paramilitares de más del 80% de los casos de
violaciones a los derechos humanos da fuerza a tal suposición.

las investigaciones sobre los casos de violaciones a los derechos humanos en los que
se vieron implicados militares, háyase o no decretado una ley de amnistía general, son
poco o nada fructíferas. Las pocas excepciones en las que se han reabierto los casos o
se ha logrado una resolución condenatoria contra un militar, se deben más a que en el
proceso se ha visto perjudicado un extranjero.

Con su asesinato el miedo y la inseguridad política se han apoderado del país, donde
los crímenes políticos han quedado en la impunidad durante décadas. El ex presidente
de Guatemala Ramiro de León Carpio (1993–1996), dijo que el crimen del obispo
representa un gran retroceso en la historia del país. "Hay miedo en el ambiente y hay
más inseguridad de tipo político", dijo después de recordar que en Guatemala estos
crímenes nunca se han podido esclarecer.
La religión es algo verdadero para
pobres, falso para sabios, y útil para
dirigentes. (Seneca)
El amor es como un reloj de arena;
mientras más llene el corazón, el
cerebro se vacia.
Nunca más indiferentes ante la
injusticia y la violencia.
No puede haber paz sin una nueva
justicia
Siembra verdad y justicia y
cosecharas reconciliación.
Comentario
Lo reconocían como “pastor bueno y fiel”, asumió en su vida la
causa de Jesús y como Iglesia, trabajó siempre para superar
divisiones y enfrentamientos; quería para Guatemala una gran
comunidad de pueblos reconciliados
Y él nos dejó un consejo de No me consideren juez o enemigo. Soy
simplemente el pastor, el amigo de este pueblo", dijo el 6 de enero
de 1980, consciente ya de que el mensaje que predicaba le estaba
generando muchos (y poderosos) enemigos. Romero defendía
que su
papel como líder cristiano y espiritual era denunciar las
injusticias.

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