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Pensar nuestro bicentenario

Carlos Alberto Rosales Purizaca


Periodista
Esta semana nuestro país cumplió 199 años desde la declaración de su
independencia y a partir de ahora hasta el año que viene se abren múltiples ángulos
de discusión, debate y reflexión en torno a temas trascendentes para nuestro
bicentenario.
En ese sentido, no solo basta con hurgar en nuestra esencia como nación para pensar
quiénes somos como peruanos, cuáles son nuestras fortalezas, sino también soldar
nuestras hondas fracturas sociales que a estas alturas de la historia aún no hemos
podido superar.
De hecho, esta cuarentena causada por el C-19 a nivel global desnudó las carencias
que durante tantas décadas han afectado a los más pobres y a la población
vulnerable.
Eso no es noticia nueva, se ha venido repitiendo hace muchos años. Pero aún no
hemos sido capaces como país de lograr un punto de quiebre favorable que permita
vislumbrar una luz al final de ese largo túnel que nos ha costado atravesar como país.
Aún persisten muchas taras y aristas que impiden que nuestra nación tome el rumbo
que hace tiempo esperamos. Pero tampoco se trata de contemplar pasivamente como
meros espectadores ver cómo transita la historia ante nuestros ojos.
Visto desde una perspectiva optimista, toda crisis siempre es factible de convertirse en
una oportunidad de cambio y crecimiento, siempre y cuando sepamos cuál es nuestro
papel desde el lugar que desempeñamos como sociedad y de qué forma podemos
contribuir a mejorar esta tierra que nos vio nacer.
¿Qué país queremos dejar a las próximas generaciones?, ¿qué nos une?, ¿cuáles son
nuestras diferencias?, ¿qué es lo que más nos hizo daño como nación?, ¿de qué
forma podemos reinventarnos y volver a crecer como peruanos? Son algunas de las
preguntas por responder en este largo camino que nos falta para consolidarnos como
una verdadera nación que sepa hacia dónde se dirige.

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