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ISBN: 978-958-8350-67-7
Agradezco a todas aquellas personas que con sus enseñanzas,
diálogos e indicaciones han hecho posible el desarrollo de este
trabajo, y han enriquecido sus contenidos.
De entre ellos se destaca la siempre generosa colaboración
de la Dra. Liliana Irizar, mi mentora.
Prólogo.............................................................................................................................9
Introducción...................................................................................................................19
PARTE PRIMERA..............................................................................................23
CAPÍTULO I
El humanismo en las instituciones
(El marco conceptual del humanismo cívico)......................................................25
La propuesta del humanismo cívico...............................................................................27
La visión dominante de las instituciones........................................................................30
Las alternativas...............................................................................................................37
Aplicabilidad y necesidad del humanismo en las instituciones......................................39
CAPÍTULO II
Análisis del término institución (Etimología y semántica)................................49
Adopción de una semántica para institución..................................................................50
CAPÍTULO III
Recorrido y crítica por distintas concepciones filosóficas de institución.........55
Filosofía política (teoría política y epistemología de las ciencias políticas)..................55
Filosofía social y sociológica.........................................................................................59
Antropología..................................................................................................................63
Enfoques filosóficos.......................................................................................................67
La intuición de Buber.....................................................................................................86
Recapitulación................................................................................................................89
Crítica a los distintos conceptos previos de institución..................................................91
El nuevo concepto humanista de institución..................................................................99
Sugerencias para enriquecer el concepto......................................................................101
PARTE SEGUNDA............................................................................................103
CAPÍTULO I
Causas y determinación de la institución.........................................................105
Etiología.......................................................................................................................105
Causa material: relaciones humanas del tipo perdurable..............................................106
Causa eficiente: la persona en cuanto logos.................................................................109
Causa formal: inclusión de terceros por medio de la relación
extendida bidimensionalmente.....................................................................................111
Causa final: teleología del valor y la función...............................................................115
Causa ejemplar: la personeidad humana.......................................................................118
Causa instrumental: el lenguaje preformativo sintético................................................120
Causa propia, causa impropia: determinantes y condicionantes antropológicos..........123
CAPÍTULO II
Contractualismo, origen y sentido de la institución (Ensayos).......................129
La metonimia del contrato: la institución sub Estatus forma.......................................129
7
8 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
PARTE TERCERA....................................................................................................191
CAPÍTULO I
Presupuestos gnoseológicos.......................................................................................193
Principios y salvedades gnoseológicas.........................................................................193
Las dos dimensiones gnoseológicas propias del estudio institucional.........................198
CAPÍTULO II
Ontología de la institución (Estatus metafísico)......................................................201
Entidad.........................................................................................................................201
Substancialidad y accidentalidad..................................................................................202
Ente de razón y unidad de orden...................................................................................211
Ens per accidens............................................................................................................217
Unidad de orden moral.................................................................................................221
CAPÍTULO III
Las instituciones como sujeto ordinario de la historia
Una salida frente a los mitos de la revolución y el progreso..................................229
Introducción.................................................................................................................229
Problematización..........................................................................................................233
Algunas conclusiones de diverso orden........................................................................242
Epílogo.........................................................................................................................245
Bibliografía..................................................................................................................247
PRÓLOGO
Por otro lado, y a pesar de que a algunos les pareciera una pretensión
excesiva y quizá arrogante, el autor no se queda solamente en señalar
algunos puntos interesantes en torno a lo que son las instituciones
y deslindar problemáticas que exigen solución, sino que se adentra,
con un término que quizá despierte recelos, en los presupuestos
gnoseológicos de la teoría de las instituciones y en el carácter
ontológico de las mismas.
3
Cfr. Reale, G., - Antiseri, D., Historia del pensamiento filosófico y
científico, Herder, Barcelona, 1995, 140).
14 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
A este respecto, vale la pena recordar unas palabras del filósofo es-
pañol, Leonardo Polo. Dice que “el hombre es un ser manifestativo;
16 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
4
Ética: hacia una versión moderna de los temas clásicos, Universidad
Panamericana, Publicaciones Cruz O., México D. F. (México), 1993. En este libro
Polo no se dedica a resolver problemas éticos de fondo, sino que intenta mostrar
las dimensiones centrales de la ciencia moral y destacar su unidad sistémica. Ver
principalmente los tres primeros capítulos.
5
Ibídem.
Prólogo 17
El autor.
“las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es
ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente
responsabilidades por parte de todos”
Joseph Ratzinger
PARTE PRIMERA
La presente obra abarca desde la filosofía, un objeto específico
de la sociología y de las ciencias sociales: las instituciones. No de
manera fortuita, ni casual: “No ha sido puesto suficientemente de
relieve que nuestra respuesta a la cuestión de la legitimación moral
y política de las instituciones (…) viene a ser la respuesta a un tema
de la filosofía de las ciencias sociales” (MacIntyre, 1987, p. 115).
En el plano filosófico, el análisis de las instituciones se ubica en la
filosofía social y política, y más profundamente, en la filosofía de la
acción humana (filosofía moral) y por supuesto, en la antropología.
En el plano sociológico, una institución no es más que un fenómeno
dado del que se estudia objetivamente su forma de ser en un contexto
específico. Sin embargo, a toda visión sociológica subyace una toma
de postura explícita o implícita respecto de lo que son en sí mismas
las instituciones, de su papel en la sociedad, de su importancia, de su
valor, de su justificación. Es decir, la sociología parte de una teoría-
supuesto no comprobable empíricamente que corresponde al ser de
las instituciones en sí mismas, una ontología de las instituciones que
necesariamente se apoya en una antropología filosófica implícita o
explícita.
25
26 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
5
Sin negrilla en el original.
6
Por su conocida crítica a los ‘ídolos’, como sofismas de autoridad.
34 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
p. 70). Pero la más sutil, reciente y en boga teoría que sostiene estas
dificultades es la teoría de sistemas como teoría omnicomprensiva
del fenómeno social, teoría propuesta por el alemán Niklas Luhmann
(1983), quien, según Llano (1988, p. 289) “Tras des-ontologizar por
completo al sistema, Luhmann lo des-antropologiza hasta el punto
de que considera completamente agotada la tradición humanista del
hombre como ser social y propone invertir el punto de partida”. Sobre
la teoría de sistemas de Luhmann, algo más se dirá líneas adelante.
Por ahora, es conveniente resaltar que lo que esta teoría representa
en el nivel macro y funcional de la sociedad, está respaldado por la
pericia gerencial en el nivel de la micropolítica, donde la valoración
se la pericia se instituye en la forma más común y deseable de actuar
público, forma esencialmente desantropologizada, al igual que su
resultado macrosocial, el sistema. Dice MacIntyre que, del análisis
de la sociedad
(…) la pericia gerencial tendría que ser el mismo tema central, y tal pericia,
como ya hemos visto, tiene dos caras: la aspiración a la neutralidad valorativa
y la invocación al poder manipulador. Podemos darnos cuenta de que ambas
derivan de la historia de cómo los filósofos de los siglos XVII y XVIII separaron
el dominio del hecho y el dominio del valor. (MacIntyre, 1987, p.115)
Las alternativas
Por otro lado los críticos a la visión dominante, escasos y poco
sistemáticos, no han faltado: una pléyade de literatos del siglo XX,
entre los que cabe resaltar a Franz Kafka (1995) en la famosa obra
literaria El proceso, más algunos filósofos del giro republicano. No
hay que creer, por lo dicho, que la visión tecnocrática de la sociedad
es la única. Ni que a las críticas no han seguido algunas propuestas.
CAPÍTULO II
49
50 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
(…)
[Concluyendo más adelante]
Por eso el fin de la política (…) es la felicidad de los hombres, que consiste
en obrar virtuosamente. (p. 81)
Las relaciones sociales son hechos reales pero no son “cosas” (…) sin tener
que ser “reificadas” como si debieran imitar la forma de ser del mundo
natural. (…) fenómenos relacionales (…) que emergen a partir de un tipo
específico de interacción –mediado por ciertos valores, normas, metas y
recursos- que tiene lugar en un determinado contexto social simbólico y
estructural. (García P, 2006, p. 23 – 24).
Antropología
Las instituciones son un producto principalmente erigido por
humanos para humanos, por ello, el análisis de la creatividad
humana y la donación humanas de la tradición antropológica de
corte metafísico realista, resumidos por Stork (1996, pp. 62 - 63)
son el sustento antropológico social que explica profundamente el
origen creativo y comunitario de toda institución: “La persona posee
una segunda y sorprendente capacidad: sacar de sí lo que hay en su
intimidad”, pero “Alguien tiene que quedarse con lo que damos. Si
no, no hay dar; sólo dejar”.
Enfoques filosóficos
Se señaló la primacía del enfoque positivista o empírico en la
espistemología de las ciencias sociales. Pues bien, dicho enfoque
tiene un fondo filosófico, y por lo tanto, una concepción esencial
de lo que son las instituciones. Harmut Kliemt en su libro
Moralische Institutionen –Empiristische Theorien ihrer Evolution,
editado en 1985, traducido al español como Las instituciones
morales. Las teorías empiristas y su evolución (1986); analiza
pormenorizadamente el concepto y la concepción que desde el
empirismo, sustrato filosófico profundo del positivismo, se tiene de
la institución.
3
En el sentido de Rawls.
70 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
8
Une volonté ou un but collectif ne son pas par cela même nécessairement bons.
Il ne faut doner ni exalter sans limites la volonté collective (en laquelle se résume
en somme l’institution, puisqu’elle consiste en une œuvre entreprise à plusieurs),
ni, en présence d’une volonté collective de ce genre, dénier tout rôle à la volonté
individuelle.
9
Cfr. con la crítica de Arendt al concepto rousseauniano de voluntad colectiva.
10
Ainsi la métaphysique et la technique se trouvent liées dans toute théorie
objectiviste de l’institution.
Parte Primera. Recorrido y crítica por distintas concepciones filosóficas de institución 77
Paul Ricoeur (…) apoyándose en los tres pilares (…) del pensamiento
contemporáneo; la fenomenología (…) la hermenéutica dialógica y el
personalismo de raíz kantiana (…) emprende un detallado recorrido de
aquellos lugares donde la persona se reconoce: la palabra hablada (…), la
acción y las instituciones. La identidad del sujeto –que es plural y abierto-
asume en su seno la diferencia. Sólo se encuentra a sí mismo en sus acciones
y relaciones endeudado mutuamente con los otros. El sujeto no se afirma
de modo inmediato en sí mismo, sino por mediación de la alteridad, en
una relación dialéctica entre sí mismo y el otro. Sólo así puede dar cuenta
cabal de sí mismo como sujeto moral y responsable (…) Ricoeur funda
80 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
esta [la ética] en el deseo de una vida feliz, con y para otros, que da origen
a instituciones justas que son expresión del ‘sí mismo como otro” (Ferrer
Arellano 1998, p. 40, n. al p.).
por supuesto, del logos, “la conjunción de logos y eros en este tipo de
acciones vitales y de actividades sociales es lo que da lugar al ethos en
general y a lo que cabe denominar más en concreto el ethos social”12
(Choza, 1988, p. 454). Para Choza, institución puede definirse como
“una reflexión de la costumbre sobre sí misma” (Choza, 1988, p. 456),
concepción por demás más profunda que la de simple objetivación.
Esta reflexión sobre sí marca el momento de diferenciación de los
ámbitos privado y público, ya que dicha reflexión es equivalente a la
reflexión de una voluntad autoconsciente, generando un nuevo grado
de voluntad, la voluntad pública.
La intuición de Buber
Martín Buber, en el apéndice final de su pequeña obra ¿Qué es el
hombre? (1949), titulado “Perspectivas”, se adelanta aproximadamente
quince años a Arendt en la identificación fundamental del ‘espacio-
entre-hombres’. Buber parte de la premisa kantiana de la determinación
de lo humano con base en la “totalidad de las relaciones esenciales
con el ente” (Buber, 1949, p. 141), para enfrentar los reduccionismos
socialistas e individualistas que sacudían drásticamente a Europa y el
mundo. Dos premisas sienta que le llevarán a rechazar radicalmente
socialismo e individualismo. Frente al socialismo, Buber afirma que “el
hombre en colectividad no es el hombre con el hombre” (Buber, 1949,
p. 144). Es decir, las relaciones esenciales humanas no se encuentran
en la abstracción del ente colectivo. Y frente al individualismo, Buber
recrimina que “Únicamente cuando el individuo reconozca al otro en
toda su alteridad como se reconoce a sí mismo, como hombre, y marche
desde este reconocimiento a penetrar en el otro, habrá quebrantado
su soledad en un encuentro riguroso y transformador” (Buber, 1949,
p. 145). De esta manera Buber se adelanta también a Paul Ricoeur,
encontrando la trascendencia existencial de la identificación de sí
Parte Primera. Recorrido y crítica por distintas concepciones filosóficas de institución 87
mismo en el rostro del otro (Buber, 1949, p. 145 y ss), y así es que
llega a determinar la naturaleza del espacio ‘entre’, cuando finalmente
dice “Más allá de lo subjetivo, más acá de lo objetivo, en el ‘filo
agudo’ en el que el ‘yo’ y el ‘tú’ se encuentran se halla el ámbito del
‘entre’” (Buber, 1949, p. 149). Esta determinación del espacio ‘entre’
es especialmente valiosa por su implícito rechazo de la tendencia a
confundirlo gnoseológicamente con la intersubjetividad en boga.
Esta esfera, que ya está plantada con la existencia del hombre como hombre
pero que todavía no ha sido conceptualmente dibujada, la denomino la esfera
del ‘entre’. Constituye una protocategoría de la realidad humana, aunque es
verdad que se realiza en grados muy diferentes. (Buber, 1949, p. 147).
el él. De allí mismo Derrida realiza sus propios análisis que también
desembocarán en una concepción de las instituciones. El concepto
de Derrida al respecto tiene un dejo de resignación y pesimismo
que podría interpretarse como radicalmente contrario al anhelo
esperanzador de Ricoeur.
Recapitulación
La revisión de la bibliografía identificada ha permitido encontrar cuatro
perspectivas distintas respecto el ser de las instituciones: la empírica-
positivista-funcionalista, la crítica-dialéctico-marxista, la hermenéutico-
existencialista, y la metafísico-realista. Dichas perspectivas son incom-
patibles e irreducibles cabalmente por una especie de síntesis que las
asimilase a todas ellas.
13
Respecto las ideas de Derrida, Castoriadis y Habermas, pueden consultarse
las próximas a publicarse virtualmente memorias de las III Jornadas de Filosofía
Política, realizadas en Junio de 2010, en Mar del Plata, Argentina; organizadas por
el Centro de Estudios Filosóficos y Sociales. Cfr. las exposiciones de Sebastián
Chun, Emiliano Adelgani y Aldo Avellaneda, respectivamente.
90 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
(…) sino con las de los procesos libres (… [jurídicas] …) según el sistema de la
libertad. (…) el momento previo de todo pacto (…) es el reconocimiento recíproco
como personas (…) ambas partes se reconocen como capaces de cumplirlo”
(Choza, 1988, p. 522).
96 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
15
Según el consabido concepto de Derrida.
Parte Primera. Recorrido y crítica por distintas concepciones filosóficas de institución 97
Para saber qué son las instituciones más allá de su uso metacategorial
para otras ciencias, es necesario hacer un estudio ontológico en donde,
en vez de lo objetivo y lo subjetivo, nos preguntemos por lo real y
lo ideal. Esto, por sí mismo, daría muchas luces en el estudio de lo
objetivo y lo subjetivo. A Hauriou podría objetársele, además, que
98 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
sólo considera a las normas macro, esto es, las del derecho estatal e
interestatal, pero no está considerando las normatividades al interior
de las instituciones, donde lo que es subjetivo a nivel social16, es
objetivo a nivel institucional. Esto lo han descubierto y estudiado
los neoinstitucionalistas en política, economía y derecho. Lo que
demuestra, una vez más, que aunque Hauriou tenga el mérito de haber
descubierto a la institución en general como un concepto genérico
común al Estado, la familia, la empresa, la Iglesia, etc., que se venían,
hasta entonces, pensando por separado, él mismo no teoriza sobre el
ser propio de las instituciones como una realidad per se.
PARTE SEGUNDA
La segunda parte de esta obra tiene por fin captar el sentido verdadero
del concepto institución, esto es, la esencia y el origen de esa realidad.
Depurar plenamente el concepto institución significa, en ciencias
positivas, establecer una función determinada en unos referentes
empíricos. Aquí en cambio significa determinar su ontología, analizar
su forma esencial o los rasgos distintivos de su naturaleza.
103
CAPÍTULO I
CAUSAS Y DETERMINACIÓN
DE LA INSTITUCIÓN
Etiología
Sostiene Amalia Quevedo que existe una primigenia “trilogía
etiológica: naturaleza, arte, azar” (1989, p. 218). A la causalidad
natural corresponden propiamente las cuatro conocidas causas
aristotélicas, en la causalidad artesanal, posible gracias al poder de
la libertad humana, hay que considerar siempre, además, las causas
instrumental y ejemplar. Si bien esto es tal, “La naturaleza es una
causa que actúa siempre del mismo modo, en virtud de su carácter
formal y teleológico. Ahora bien, no siempre la naturaleza produce
los mismos efectos, sino tan sólo generalmente. Y esto último se
debe a que la naturaleza es, en cierto sentido, además de forma y fin,
materia, y puede ser interferida por agentes extrínsecos” (Quevedo
1989, p. 223), dado que su actuación es lineal. Considerando que
la ‘unidad de orden moral’ se reduce esencialmente a relaciones
humanas o humanizadas, es importante insistir en que “La relación
de dependencia del efecto (en este caso la taleidad de la acción) a su
causa, recuérdese, es real, trascendental” (Ferrer Arellano 1998, p.
188). De esta manera, la etiología tanto por definición (causa) como
por este caso específico (la unidad de orden moral) se reduce a la
determinación de lo relativo. Lo relativo no puede ser propiamente
definido, pues, “no nos es posible definir la relación con el rigor de
las definiciones esenciales. Tratase de un concepto primario, de un
género supremo” (González Álvarez, 1987, 342). Sólo es posible dar
sinónimos. Sin embargo, por lo mismo que es un género supremo y
resulta evidente, no será problemático carecer de definición.
105
106 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
1
No necesariamente es, como sucede con lo efímero de las relaciones entre las
partículas subatómicas, que son las más fuertes del mundo material, pero sorprenden
por su increíble fugacidad.
108 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
3
El poder surge en toda institución, donde las relaciones accidentales-funcionales,
dadas entre las personas, se ordenan bajo la forma de las relaciones de poder. De
ello son conscientes Deleuze y Guattari. Pero, a diferencia de ellos, obsesionados
con el poder como lo están todos los pensadores de la izquierda, Paul Ricoeur, a
semejanza y siguiendo a Arendt, considera el poder como algo benéfico.
Parte Segunda. Causas y determinación de la institución 115
valor. Pero en la institución, por ser más praxis que poiesis, o mejor,
al ser poiesis en y por la praxis, “‘la relación y la proporción al fin,
si es interna a un acto, no es en éste una denominación extrínseca’”
(Joannes a Sancto Thoma, In I-II q.21, disp 8 a 1, tomo V, n. 24, p.
625 en Cruz 2006, p. 127). La tendencia al valor es interna al acto
relacional mismo, por vía de la intencionalidad. Es la causación final
la que mueve a las demás causas, pues es la tendencia al valor la
que estimula tanto el efectuar las relaciones morales perdurables,
como la que estimula el espacio para que la posibilidad de dichas
relaciones se extienda a terceros, como la que mantiene efectivas las
susodichas relaciones “la causa final tiene primacía sobre las demás
causas predicamentales” (Ferrer Arellano 1998, p. 187).
De esta forma, es que
Mas cuando se trata de la verdad práctica –la del intelecto que produce las
cosas mismas, como el artífice las cosas artificiales-, la relación es distinta:
en cuanto productor, el intelecto es la medida de tales cosas, y éstas son lo
medido por él; por ello, no tiene propiamente una relación real a las cosas,
sino una relación irreal, porque la medida no hace realmente referencia a lo
medido, sino a lo contrario. La verdad práctica no se comporta a modo de
relación real en el intelecto (Cruz 2006, 293).
6
Por esto los excesos y utopías siempre vienen, proporcionalmente, de quienes
desconocen el desorden inherente incluso a la substancialidad humana.
Parte Segunda. Causas y determinación de la institución 121
8
Dice Amalia Quevedo que “La accidentalidad en el esse y la accidentalidad en el
fieri corresponden a los modi dicendi per accidens y designan lo accidental en cuanto
que es extrínseco a la esencia y en cuanto que es marginal al fin, respectivamente”
(Quevedo 1989, p. 91).
124 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
9
Paráfrasis de la ‘Teoría del campo unificado’, donde se explicarían el microcosmos
y el macrocosmos. Aquí se unificaría la ‘micropolítica’ según el concepto de
Deleuze y Guattari, y la ‘macropolítica’. Pues todo lo político surge explícitamente
en el ámbito institucional, como se dijo.
CAPÍTULO II
Así, sería por lo general una refutación bastante de una filosofía moral
el demostrar que la acción moral, al dar cuenta de una cuestión,
no podría ser nunca socialmente encarnada.
MacIntyre
Ahora bien, hay que aclarar que la relación que constituye el quid de
la efectuación determinante de las instituciones no es directamente
la amistad personal, que es una relación que en sí misma no sale de
las dos primeras personas, sino la relación de la amistad social, que
por supuesto comprende, a su nivel, los mismos actos propios de
Parte Segunda. Contractualismo, origen y sentido de la institución 143
1
Pierpaolo Donati es el sociólogo que ha denunciado el reduccionismo de la
concepción de sociedad a la que se ven abocados paradigmas epistemológicos que
reducen las relaciones sociales a una sola forma predeterminada de relación.
2
Vale la pena profundizar en esta discusión con Heidegger, pues se juega la
sensibilidad misma de los valores sociales.
144 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
147
148 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Categorías formales
Las categorías que se puedan establecer como fundamentales y
específicas de la institución deben ser útiles para la observación
y descripción de las distintas instituciones, de tal manera que su
empleo en una metodología analítica de las instituciones sociales,
fructifique en unas consideraciones de fácil comprensión y de
profundo alcance, que enriquezcan epistemológicamente a las
ciencias sociales.
Nivel de jerarquización
Autoritaria, cooperativa
Nivel de presividad
Exopresiva, endopresiva
Nivel de adecuación
Coherencia y congruencia
Elementos constitutivos
Soporte físico
El soporte físico de las instituciones resulta puramente medial pues
para la institución, al ser una unidad de orden moral, la referencia
a lo material es accidental, cuando mucho, instrumental. Con todo,
ello no significa que pueda dejarse de lado sin más pues la mediación
material, aunque sea mínima, siempre está presente. Por otro lado,
la disponibilidad del mundo material es en sí misma acrecentada
por la presencia de lo institucional, como lo reconoció Gehlen. Lo
institucional amplía las relaciones a los objetos y las relaciones
entre los objetos. La mayoría de objetos que usamos, naturales y
artesanales, han sido objeto de uso gracias a alguna o algunas
institucionalidades que los han reclamado y / o resignificado. Una vez
las institución resignifican los objetos, los objetos, así revalorados
pueden constituirse, además, en una fuente de presividad. Si bien la
disponibilidad del mundo es primaria a la apertura de la persona, por
medio de lo institucional esta apertura se expande indefinidamente:
dominio que asume a las cosas del mundo, y las transforma. “Son las
relaciones de dominio por las que transforma el mundo en lugar de
abrigo, de seguridad y de alimentación, que exigen una reciprocidad
de servicios” (Ferrer Arellano 1998k, p. 31, n. al p.).
Desde luego, los medios son importantes. En primer lugar, porque sin los
medios no se llega al fin. En segundo lugar, porque si los medios no son
bienes, no pueden ser queridos por actos voluntarios. Estos actos, según
Tomás de Aquino, son en consenso, la elección y el uso. Los medios son
bienes en sí mismos y por el respecto que guardan al fin. Ese respecto al fin
ha de ser conocido por la razón práctica para no interrumpir el querer-más.
A la vez, por ser los medios intrínsecamente buenos, como suele decirse, el
fino no los justifica. (Polo 1999 II., p. 151).
Ahora que la importancia de los medios está más que dicha, cabe
detallar un poco la particularidad de la relación de señorío sobre el
cosmos irracional. “Esta ‘posición dominadora’ la debe realizar el
hombre de una doble manera: en cuanto penetra el mundo con su
espíritu –ciencia- y en cuanto lo configura con su dominio –política,
economía y técnica en sentido amplio-” (Ferrer Arellano 1998, p. 27).
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 161
acciones y sintomatología de la institución
Nivel abstracto
En este nivel, se debe “tomar necesariamente como punto de partida
la consideración del fin (bien común), pues es precisamente el
ideal del conseguirlo el que la configura en una unidad operativa
en el acuerdo de voluntades (causa formal de la sociedad)” (Ferrer
Arellano 1998, p. 184). Pese a que su tratamiento específico no se
hará aquí, por ahora, el bien común será puesto en evidencia como el
ordenante de los elementos de que consta una institución en el nivel
abstracto, y por lo tanto, el principal de ellos.
Tomás de Aquino dice que la unidad del fin requiere tres elementos. En
primer lugar, la distinción con conveniencia –la homogeneidad no es propia
de la práctica humana-. La desaparición de la conveniencia reside en el
aislamiento de los medios o en la relación conflictiva entre ellos. En segundo
lugar, para la unidad del fin, hace falta la cooperación. En tercer lugar, como
es obvio, se precisa que el fin sea de suyo uno (Polo 1999 II, p. 156).
Así es que el fin regula todas la demás cosas, desde las materiales
hasta las más espirituales y abstractas, forjando la unidad de orden
moral. Dice Juan Cruz que “si las cosas que confluyen en el polo
del objeto, y que son requeridas para la bondad moral, se consideran
en su aspecto óntico y físico, muestran tan sólo la unidad accidental
de un mero agregado. Pero si son consideradas axiológicamente
en su condición de ‘regulables’ y de objeto formal del acto interno
en la línea moral, entonces muestran unidad ‘de modo moral’”
(Cruz 2006, p. 313). La multiplicidad de las realidades materiales
reguladas es directamente proporcional a la pluralidad de realidades
humanas ordenadas, porque “la pluralidad de medios requiere la de
las acciones, y su conveniencia la actuación conjunta” (Polo 1999
II, p. 156).
1) Un bien común, que son los fines y valores perseguidos, y los medios
o capacidades de que se disponen (…)
2) Una ley común (…)
3) Una tarea común (…)
3
La definición general de Stork, y su análisis descriptivo de lo institucional, no es
del todo apropiada pues, entre otras cosas, el plexo de útiles también ha de entrar
en lo comunitario.
164 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Acciones Institucionales
La institución, en tanto no es una substancia, no es principio intrínseco
de operaciones. En tanto no es un artefacto físico, no es principio
mecánico extrínseco de operaciones. Sin embargo, por analogía, hay
acciones institucionales que ejerce la institución en tanto agente.
Estas acciones en realidad las ejecutan unas u otras personas de la
institución o fuera de ella en tanto usan a la institución. Usualmente,
son las directivas de la institución, pero no necesariamente. Pero
son acciones de la institución en el sentido en el que, fuera del poder
que ella otorga, dichas personas no podrían ejecutarlas. No existe
algo así como un tipo de acciones específicamente institucionales
(en tanto la institución es agente), sino que dichas acciones,
pertenecientes a cualquier tipo natural de acciones humanas pueden
adoptar infinitas formas, conforme la institución misma las inventa:
p.e. emitir acciones, declarar la ruptura de relaciones comerciales
entre dos estados, cobrar impuestos, producir en masa, realizar un
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 165
acciones y sintomatología de la institución
Clasificación
Toda división conceptual de clasificación, al consistir en un ejercicio
de diferenciación de género y especie, consiste en un trabajo puro
de la razón que depende del criterio mismo de la división o su
fundamento, tras el cual debe seguirse el principio de la división
más clara, notoria y general. Pese a ello, no puede hablarse, con
propiedad, de una división que sea la correcta, y que invalide las
demás posibilidades de división. La división de clasificación, si bien
busca corresponderse con las diferencias en los rasgos distintivos
más radicales, puede variar según múltiples consideraciones, y más
en algo tan extenso y de tan poca solidez ontológica como lo son las
instituciones. Es por ello que aquí se proponen y analizan diferentes
clasificaciones según diferentes fundamentos de división.
4
“Se necesitan también instituciones que cuiden al hombre débil y miserable (…)
Son las instituciones asistenciales (…) velan por los seres humanos que no se valen
por sí mismos” (Stork y Aranguren, 2003, p.255).
5
“Educar es entonces cumplir la función perfectiva de la autoridad: comunicar la
excelencia” (Stork y Aranguren, 2003, p.156).
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 169
acciones y sintomatología de la institución
sido un continuo en occidente tras la caída del imperio romano, y en el mundo tras
el descubrimiento de América por Colón.
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 173
acciones y sintomatología de la institución
8
Esto resulta casi que biológicamente evidente, aun al margen del debate en torno
a la legalidad y moralidad de estructuras familiares diversas tales como las
monosexuales, plurisexuales, poligámicas, etc.
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 175
acciones y sintomatología de la institución
9
Esto también, al margen del debate en torno a la bondad, utilidad, posibilidad
y deseabilidad de implementar la democracia, de una u otra forma, directa o
representativa, en uno u otro lugar y momento.
176 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Modos de estar
El modo de estar de la institución es una consideración relativa a
la verdad práctica, la cual “‘mide’ el objeto del acto humano y, en
consecuencia, la conformidad o disconformidad de dicho acto con
el objeto ‘medido’” (Cruz 2006, p. 293). Aunque, por supuesto, la
verdad práctica está en plena relación con la verdad teórica “La
autenticidad o coherencia es la armonía entre la verdad teórica que
uno tiene por cierta y la verdad práctica que se refleja en la propia
conducta. Si la verdad teórica y la práctica no tienen nada que ver,
ambas se vuelven triviales y no hay modo de lograr una inspiración
seria” (Stork y Aranguren, 2003, p.112).
Perjudicada
En este sentido, una institución puede estar perjudicada cuando hay
valor en el discurso y en la práctica en general, pero hay un número
significativo de vinculados que no están interesados en la búsqueda
de los valores y funciones de la institución, y no repetan el sentido
de las normas y prácticas institucionales. La institución sigue siendo
y pareciendo, pero empieza a oscurecerse su razón de ser.
Corrupta
En este caso el valor sólo está en el discurso y no en la práctica. Es
cuando inicia el proceso de desertificación de las instituciones y la
fuerza enajenadora arremete contra los vinculados10. En este caso,
10
Inicia el fenómeno sistémico de ‘objetivos en descenso’ (O’Connor & McDermott,
1998), al que, por lo demás, una ética de mínimos llevada a su dimensión social (a la
que inevitablemente apunta toda ética, también una minimalista e intimista), esto
es, a un ethos institucional; aboca irrefrenablemente.
Parte Segunda. Naturaleza, tipificación,clasificación, 177
acciones y sintomatología de la institución
Desconfigurada
Cuando la institución está desconfigurada, el valor de fundación está
totalmente perdido. La institución deja de ser y deja de parecer. En
términos de correcta politología, es cuando la institución pierde su
credibilidad. “Una institución en que se finge dar y exigir lo que
no se puede exigir ni dar es una institución falsa y desmoralizada”
(Ortega, 1982 p. 43).
Armónica
La armonía plena entre los valores y las prácticas de las instituciones
resulta ser, estrictamente hablando, una utopía. Su realización más
aproximada usualmente es en el periodo de fundación, por eso el
continuo fundacional debe buscarse constantemente. Una descripción
realista de la situación más armónica posible de una institución, es
detallada por Ortega “un síntoma claro en que se conoce cuándo los
usos constitutivos de una institución son acertados, es que aguanta
sin notable quebranto una buena dosis de abusos” (1982, p.26).
CAPÍTULO IV
Obertura
El reconocimiento de la persona en el otro, del perfeccionamiento de
ésta gracias al coexistir, se establece en el momento en que las personas
fundan una relación con miras a la perpetuidad. Estas relaciones,
con propósitos de permanencia, propenden por especializarse, de
acuerdo a las afinidades y las metas que consideren los partícipes.
La ayuda mutua de los seres humanos les permite no sólo a ellos la
perfección como personas, sino como conjunto: dándole sentido a la
comunidad y su respectiva identidad colectiva.
179
180 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
2
“Despite the incredible growth in institutional studies in recent decades we lack
a single definition of an institution on which students of politics can find wide
agreement”.
3
“A more prevalent view of institutions as rules -derived from economic models
of cooperation- suggests that the institutions may be the product of agreements that
are Pareto Optimal- that is, one party is made better off, but no one is made worse
off” (Ibid. p. XIV).
182 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
7
En italiano en el original. (Cfr. Machiavelli)
8
Aunque equiparable a los otros, Maquiavelo da a entender que la “fortuna fortes
iuvat” (la fortuna favorece al fuerte) y que sin ella, es imposible que la prudencia
o la virtù se ejerzan. “[…] Y si nos detenemos a estudiar su vida y sus obras,
descubriremos que no deben a la fortuna sino el haberles propiciado la ocasión
propicia, que fue el material al que ellos dieron la forma conveniente” (ídem).
9
Gobierno se entiende aquí en el sentido amplio del término, de guiar y conducir,
sea la actividad pública o privada.
10
Las teorías de los contractualistas son claras tanto en este aspecto como en
la atribución de poder que posee la persona. Cfr. Hobbes, Thomas. El leviatán.
Rousseau, Jean Jacques, El contrato Social. Locke, John. Tratado sobre el gobierno
civil. Rawls, John. Teoría de la justicia.
Parte Segunda. Lo político en las instituciones 187
11
Si bien se entiende la imposibilidad que tiene el hijo de comprender la relación de
autoridad en sus primeros años, posteriormente, si ella es genuina, la reconocerá y
la reforzará en el momento en que el hijo se la manifiesta directamente a su padre.
12
Crf. WEBER, Max. Óp. Cit. § 1.
188 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Este caso es, tal vez, una de las más conocidas en Sicilia, Italia.
Familias comenzaron a unirse en bandas para dar protección a otras
personas. Pero, con el tiempo, fue corrompida por los intereses
personales de algún miembro.
13
Para la época, Sicilia era un reino independiente, aunque había disputas entre
las influencias de los reinos de España (Borbón), de Austria (Hasburgo) y de
Piedemonte. Las disputas entre dichas Casas y la falta de gobierno real, generaron
el ambiente de revueltas, como se muestra en el levantamiento de 1848 en Palermo.
190 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
14
Respecto a la visión del poder, como ya lo hace el autor de este libro, cabe añadir las
motivaciones maquiavélicas que traducen en los modelos competitivos de la teoría de
juegos en el marco de la teoría de Acción Racional. En los diversos juegos, se pone
al individuo a lograr un objetivo en condiciones muy adversas, haciendo la injusta
equiparación de dichas acciones con las de supervivencia. Muchas instituciones en
sus ámbitos económicos, laborales y legales han ido aplicando estas teorías. Esta
selección natural busca que los mejores se relacionen en la institución, pero no saben
que conllevan a la corrupción y deslegitimación de la misma.
PARTE TERCERA
Esta parte es la parte más propiamente ontológica del estudio
institucional. Aquí, precedido por unas aclaraciones gnoseológicas,
se emprende en el capítulo II, el estudio específico que pretende
responder por el ser propio de las instituciones. Además, el posterior
capítulo de filosofía de la historia, hace parte del análisis ontológico
de la institución, aunque en su contenido no resulte tan evidente,
pues la institución es esencialmente una realidad temporal, es
también, sin duda, un ser-en-el-tiempo, en el sentido más profundo
y vinculante concebible.
PRESUPUESTOS GNOSEOLÓGICOS
193
194 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
sobre los medios que se han de hacer de acuerdo con una conexión
temporal, es decir, no terminada, sino de continuo abierta” (Polo
1999 II, p. 251); como por la forma de responder “Si la verdad
práctica establece y determina qué ha de hacerse y cómo, la verdad
especulativa sólo asevera –por afirmación o negación- que nuestro
pensamiento es adecuado a lo que la cosa es” (Cruz 2006, p. 293).
El primer problema es específicamente ontológico, el segundo
problema, el moral, que admite varios niveles de estudio (político,
económico, sociológico, histórico), es, en su nivel más profundo,
fundamentalmente ético. En cuanto cuestión ética, las instituciones
han de ser estudiadas y reflexionadas en su teleologicidad y
axiologicidad, así como en su papel en la configuración de los
diferentes ethos públicos y privados. En el plano ontológico, una
ontología de lo humano es condición determinante de la ontología
de lo institucional. De tal manera que una revisión de los supuestos
antropológicos, tanto como de las categorías metafísicas del orden,
la substancia, la relación, entre otras, son los puntos de partida del
análisis ontológico de la institución social. De cualquier manera,
el problema ético quedó inconcluso en su aspecto deontológico e
imperativo, pues por ahora sólo se señalaron los valores básicos de
las instituciones y su capacidad para configurar costumbres, y lo
restante, queda como promesa de futuras investigaciones.
ONTOLOGÍA DE LA INSTITUCIÓN
(Estatus metafísico)
Entidad
Pese a la aparente gratuidad de una divagación de tipo metafísico
respecto a la entidad de la institución, es de suprema importancia
aclarar el estatus metafísico de la misma, según lo ha demostrado
la historia, dadas las teorías que han justificado los distintos
totalitarismos, desde la antigüedad, pasando por el inmanentismo
que justificó los totalitarismos más escalofriantes del siglo XX,
hasta los que se perfilan en el horizonte: los totalitarismos abstractos
de la burocracia sistematizada.
201
202 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Para acortar camino, conviene fijar de una vez los derroteros por
los cuales se podrá abrir una identificación verdadera del ser de
la institución. Por un lado, la fuerte condición azarosa en la cual
surge la institución y en la cual se mantiene, hace necesario ver la
institución desde la perspectiva de la accidentalidad o eventualidad.
Por otro lado, la condición de creación y artificio humano obliga a
ubicarla en el terreno de las creaciones y como ente de unidad de
orden. Pero su carácter contractual y abstracto también la conduce
al ámbito de los entes de razón. Por todo ello, hay que considerarla
detenidamente bajo estas distintas formas de ser del ente.
Substancialidad y accidentalidad
El carácter substancial de la institución, alma de las concepciones
inmanentistas de la sociedad y de los estatismos, queda falseado
ante la afirmación de la libertad. La unidad de una substancia, y
de cualquier ente, está dada especialmente por la unidad de su
forma, unidad de forma que es constituida principalmente por la
unidad etiológica culminada por la causa final, etiología que, en
la substancia, la constituye, por vía específica de su causa formal,
como ser en sí y no en otro. Esta unidad de la forma en los entes
compuestos se manifiesta como orden. Dicho orden se percibe en el
universo, o más claramente, en los órganos de un ser vivo, donde,
ad intra, son diversos entes que por sus operaciones constituyen una
relación de orden, lo cual conlleva ad extra, al surgimiento de una
auténtica sustancia. A este respecto, Zubiri cree que
sub-stantes cada una de ellas de las mismas propiedades que tendrían fuera
del organismo. Pero de tal manera acopladas que estarían mutuamente
codeterminadas formando estructura sistemática: las propiedades de
cada una afectarían al sistema entero, que posee de hecho, un modo de
funcionamiento unitario, una especie de ‘combinación funcional’. (Sobre
la esencia, Madrid, 1963, p 188 ss. En Ferrer Arellano 1998, p. 15, n. al p.)
Frente a ello,
1
Lawrence Dewan, en defensa de la metafísica, y por lo tanto, de la substancia,
enseña cómo el sentido de toda la metafísica realista depende de comprender con
claridad y precisión el concepto de forma, según el hilemorfismo aristotélico, y de
cara a la Doctrina del esse. (Dewan L. , 2009).
206 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
3
Pese a los indudables progresos que se deben al activismo político que surge
del renacimiento, triunfa en la modernidad, y es promocionado por las ideologías,
el peligroso priorizar axiológicamente la acción sobre la contemplación. Es un
problema que suele pasar inadvertido por los teóricos más lúcidos, quienes, por
el contrario, defienden dicha inversión (así Hannah Arendt, o Kant). Habría que
discernir en esta investigación, cómo re-priorizar la contemplación sobre la acción
208 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
en el seno de las instituciones, sin que degenere en una peligroso mutismo político,
o en un diletantismo, en una renuncia a la acción a la que, sin embargo estamos
indefectiblemente abocados en este mundo.
4
El funcionalismo consiste, en el fondo, en reducir el ser humano a ser ‘parte’ de
la institución. En despojar a la persona de su substancialidad para otorgársela a la
institución. En este sentido, el Estatismo, o el aveniente corporativismo, no son más
que formas particulares de funcionalismo.
Parte Tercera. Ontología de la institución 209
(…) de tres maneras puede una esencia tener ser en la razón. Primera, de
modo subjetivo: y así se encuentra todo lo que está radicado en la razón
como accidente suyo, por ejemplo, los hábitos, o los conceptos como
accidentes de cualidad: este modo subjetivo es analizado por la ontología.
Segunda, de modo efectivo: y así tiene ser en la razón todo lo producido
por ella, por ejemplo, el mismo acto de entender: este modo efectivo es el
que estudia la psicología. Tercero, de modo objetivo: y así tiene ser en la
razón todo lo que es aprehendido por ella; no existe, pues, meramente de
modo efectivo o subjetivo, y por eso no es un ente real, sino ente ideal, es
decir, término del acto intelectual: este modo objetivo es estudiado por la
gnoseología. (p. 58).
(…) los opuestos se dan juntos, y ninguno impide que el otro exista
también; no hay alteración de uno por el otro. La oposición relativa es
la única que no supone negación de perfección, y por tanto, de suyo no
incluye imperfección, como la incluye la contradicción, la privación
y la contrariedad. Con la oposición relativa los seres no se presentan en
hostilidad y lucha, sino en armonía. (Cruz 2006, 33).
cosas, o a las cosas entre sí, las relaciones las relaciones que les son
auténticamente propias son únicamente las relaciones accidentales,
pues las cosas, estén haciendo de fundamento o término de la
relación, o las dos, no se ordenan intrínsecamente a la referencia
de la ordenación institucional, es decir, al valor, pues carecen de
capacidad axiológica. Además personas y cosas de hecho incluidas
en las instituciones, no siempre están dispuestas de tal forma que
la relación ordenante sea posible, o suponible. Esto se debe, sin
duda, a una fortísima presencia de lo per accidens en la realidad
institucional, no sólo en su forma positiva de azar y fortuna, sino
también en su forma negativa, dado el mal moral (imperfección en la
libertad) presente en las personas que la constituyen, así como el mal
cósico (vulnerabilidad, superficialidad) de las cosas que hacen parte
de las instituciones, sean estas naturales, o más aún, artificiales. De
suerte que, además de la libertad en su forma positiva, la cual no
“se escapa al orden” sino que lo cambia, lo define, lo redetermina,
de una manera totalmente per se, está la presencia constante de
la falibilidad que se manifiesta como dinámica y presencia per
accidens en las instituciones, cohibiendo a éstas de ser una auténtica
unidad de orden, pues no todas las relaciones que la constituyen
están garantizada y efectivamente garantizadas.
Hay que decir entonces unas cuantas cosas del ente per accidens,
para lo cual se cede la voz a la filósofa colombiana Amalia Quevedo,
quien afirma, ante todo, que “la presencia de lo accidental no es
en sí misma accidental: es necesario que haya entes per accidens.
Y si no se reconoce el per accidens, la misma compresión del per
se -al menos para estos hombres en este mundo- se torna inviable”
(Quevedo 1989, p 2). Constata así la inevitabilidad de lo per
accidens, y aún más, su necesidad deseable, salvando un paso de
cara a los peligros del tecnosistema en clave sistémica autopoiética.
Pero ¿qué es un ente per accidens?
(…) son entes por accidente cada uno de los sentidos propios (per se) del
ser, cuando son considerados, no en sí mismos y según lo que propiamente
son, sino según lo que casualmente (per accidens) acontece que son. De
tal suerte, tanto la sustancia como los accidentes, el ser verdadero o la
Parte Tercera. Ontología de la institución 219
potencia, que en sí mismos son per se, son per accidens en cuanto que no
se los considera según lo que de suyo son, sino según otra cosa”. (Quevedo
1989, p. 17).
8
Dice la filósofa Amalia Quevedo “Los movimientos circulares, anteriores y más
perfectos, son la causa de los lineales. Entre los movimientos lineales se conforman
series independientes, que no guardan entre sí relaciones causales ni de mutua
ordenación, sino tan sólo con respecto a los movimientos circulares de los cuales
proceden. El azar aparece cuando dos series se cruzan, pues ninguna de ellas es
teleológica respecto a la otra” (1989, p. 308).
Parte Tercera. Ontología de la institución 221
9
No hace falta estar de acuerdo con la radical escisión que Leonardo Polo hiciese
entre acto de ser y esencia en el ser humano, para afirmar lo dicho, aunque, por
supuesto, las afirmaciones polianas son perfectamente tendientes a esas mismas
conclusiones, no excluyen que, igualmente, una posición como la de Lawrence
Dewan, a favor de no escindir distantemente al acto de ser y a la forma, sino a
mantener su intimísima correlatividad, afirme la misma irreductibilidad de la
esencia del ser personal a la especie conocida a que pertenece. Pues, salvo en el
esencialismo y el nominalismo, la forma no se agota necesariamente en la esencia
común predicable, tal cual está dicho por González Álvarez.
224 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
11
La ‘voluntad general’ es una ficción altamente peligrosa por totalitarista, como
veían con claridad Arendt y Buber.
CAPÍTULO III
Introducción
Preguntarse por el sujeto de la historia es preguntarse por el agente
que genera los movimientos históricos. Esto es, el ente que actúa
de manera tal que es causa directa del continuo y de las rupturas
que conocemos como historia. Sería entonces el continuo y las
rupturas que marcan tendencias y cambios en la sociedad, o más
concretamente, en los comportamientos sociales, en la forma común
de interactuar unos individuos humanos con otros. Lo que termina
siendo, según Collingwood (1965), ideas.
1
El contenido de este texto fue leído en las III Congreso Iberoamericano de
Estudiantes de Filosofía, realizado en la Universidad Nacional y la Pontificia
Universidad Javeriana, en Octubre de 2009.
229
230 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
Ninguna cosa singular, o sea, ninguna cosa que es infinita y tiene una
existencia determinada, puede existir, ni ser determinada a obrar, si no es
determinada a existir y obrar por otra causa, que es también finita y tiene
una existencia determinada; y, a su vez, dicha causa no puede tampoco
existir, ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y obrar por
otra, que también es finita y tiene una existencia determinada, y así hasta
el infinito (p. 50).
Problematización
Hechas ya las salvedades del caso, es posible comenzar a analizar las
soluciones hasta ahora propuestas respecto de quién es el agente de la
historia. Si bien cada uno de los tres tipos generales de determinación
del agente humano de la historia, considerados en sí mismos, son
bastante convincentes, satisfactorios y verdaderos; enfrentados unos
con otros resultan contradictorios y generan grandes dudas respecto
al alcance que tendría cada una de estas soluciones, de ser soluciones
parciales; o respecto a cuál es la solución verdaderamente general y
que engloba a las otras, o aquella que falsea al resto.
relacionó con nada. No fue público. Para que algo tenga relevancia
histórica ha de ser público y, tal como se dijo, la institución es la
creadora del espacio público.
245
246 Hacia una comprensión humanista de las instituciones
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