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El Autentico Norte
El Autentico Norte
Book Description
El auténtico norte, de Bill George y Peter Sims, «es esa brújula interna que te
guía con
éxito por la vida y representa quién eres como ser humano en el nivel más profundo.
Es tu punto de orientación o punto fijo en un mundo que gira y te ayuda a
mantenerte
encaminado como líder. Tu norte verdadero se basa en lo que es más importante para
ti, tus valores más queridos, tus pasiones y motivaciones, las fuentes de
satisfacción en
tu vida».
Bill George, uno de los líderes corporativos más respetados de Estados Unidos, y
Peter
Sims, su joven colaborador, demuestran que el liderazgo con fundamento ético no
sólo es posible sino que, a menudo, es el más eficaz de todos.
La obra ofrece un programa en cinco partes para desarrollar lo mejor de uno mismo y
demuestra cómo la autenticidad y la integridad conforman un gran liderazgo. Tal y
como los autores expresan: «El objetivo de El auténtico norte es que puedas
descubrir
tu liderazgo auténtico para dar un paso al frente y liderar mientras permaneces
fiel a
quien eres».
Table of Contents
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2. Por qué es tan importante conocerse
3. Adquirir conciencia propia
4. Aceptarse a uno mismo
5 Practica tus valores y principios
1. Valores, principios de liderazgo y límites éticos
2. Establecer los límites éticos
3. Liderar en valores
6 ¿Qué te motiva a ser líder?
1. Motivaciones intrínsecas y extrínsecas
2. Descubre tus motivaciones intrínsecas
3. Evitar las trampas
4. Equilibra tus motivaciones
5. Descubre tus capacidades motivadas
7 Formación de un equipo personal de apoyo
1. La persona más importante de tu liderazgo
2. La familia
3. Los tutores
4. Amigos íntimos: plantando secuoyas
5. Tu grupo de apoyo personal
8 Permanecer con los pies en la tierra: conseguir el equilibrio en la vida
1. Decisiones y concesiones
2. Los cubos de la vida
3. Permanecer en tierra compaginando la vida
4. Vivir en equilibrio
3
Prólogo
Habiendo crecido a la sombra de una gran universidad, siempre creí que la persona
más inteligente era el mejor líder, algo natural en una familia académica, en la
que mi
padre era profesor de matemáticas y dos de mis hermanos mayores se hicieron
profesores de medicina y psicología. Nuestra familia y amigos otorgaban mucho valor
a los logros intelectuales y, por eso, asumí que la gente inteligente era mejor en
todo,
incluido el liderazgo. Está claro que tenía mucho que aprender.
Poco antes de cumplir los treinta me trasladé a Washington y empecé en serio mi
educación en el mundo real. Durante unas tres décadas, tuve el privilegio de
asesorar
a cuatro presidentes en la Casa Blanca y trabajar mano a mano con líderes del
gobierno, la prensa, la empresa y otros campos, muchos de los cuales eran
individuos
excepcionales y cuya amistad apreciaré para siempre. También me enseñaron mucho
sobre liderazgo y, aunque es cierto que nada puede compararse a la capacidad (para
liderar a los demás tienes que saber lo que haces, tener mucha curiosidad y
desarrollar
un criterio agudo) y la competencia importa, lo que distingue en último término al
líder excepcional del mediocre son sus cualidades personales e internas, esas que
son
difíciles de definir pero fundamentales para el éxito, que cada uno debemos
desarrollar por nosotros mismos y que se analizan en estas páginas con gran
claridad
y profundidad por uno de los líderes más auténticos de América, Bill George. Este
libro es una joya que te guiará en tu propio recorrido.
Para ilustrar la importancia de que adoptes tu propio norte verdadero, permíteme
que
te cuente lo que he descubierto con el tiempo. A principios de los setenta, recién
salido de la facultad de Derecho y, después, de la marina, trabajé para Richard
Nixon y
permanecí en la Casa Blanca durante tres años y medio, dirigiendo su equipo de
redacción de ponencias e investigación. Mi mentor, Ray Price, me ayudó a
comprender que Nixon ha sido uno de los hombres más complejos que ha llegado a la
presidencia y tenía un lado brillante y luminoso que, hasta el día de hoy, me ha
convencido de que fue uno de los grandes estrategas que este país ha elegido nunca.
Nixon era capaz de subir a la cumbre de una montaña en sentido figurado y ver
veinte
o treinta años hacia el futuro para, a continuación, decidir cómo dar un codazo a
las
fuerzas de la historia a favor de la seguridad nacional de Estados Unidos. De ahí
su
viaje a China y muchas otras iniciativas. Si aquello hubiera sido todo, Nixon se
habría
convertido en uno de los mejores presidentes del país.
Trágicamente, sin embargo, Nixon tenía otro lado oscuro, amargo y retorcido y,
cuanto más trabajabas con él, más patente era que poseía unos demonios internos que
no había sido capaz de conquistar ni, tal vez, comprender, y los resentimientos y
la
furia que manaban provocaron un sinfín de perjuicios. Estableció equipos dentro de
la
Casa Blanca para perseguir a sus enemigos en seguridad nacional, reales y
percibidos,
que finalmente centraron sus esfuerzos en la política electoral y los delitos
cometidos
en su nombre se filtraron inevitablemente a la arena pública hasta que, finalmente,
la
empresa entera se hundió. Se convirtió en el arquitecto de su propia desaparición,
un
ejemplo perfecto del hombre que tenía todos los ingredientes para ser presidente
pero
fracasó por no haber desarrollado los elementos necesarios en su interior.
En los años siguientes, trabajé para Jerry Ford y después Ronald Reagan en la Casa
Blanca. Ninguno de ellos aspiraba a ser tan inteligente como Nixon, aunque
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resultaron ser mejores líderes, especialmente Reagan. Ford sabía exactamente quién
era, comprendía sus debilidades tanto como sus fortalezas y (gracias a que estaba
tan
bien asentado) no le incomodaba nombrar a personas en su gabinete que creía ser
más listas que él. En consecuencia, en su breve mandato reunió uno de los mejores
consejos de ministros de toda la historia y, aunque tropezó en más de una ocasión,
su
aspecto se ve cada vez mejor en el retrovisor: un hombre íntegro que trajo el honor
a
la Casa Blanca y la buena salud al país.
Reagan, al igual que Ford, había descubierto quién era y se gustaba, aunque no sólo
estaba cómodo en su propia piel, sino que se sentía sereno. Reagan no sólo tenía
una
brújula en la vida sino también para sus creencias políticas y comunicaba ambas
cosas
con un optimismo contagioso que conmocionaba a personas de todo el país.
Estuviéramos o no de acuerdo con sus políticas, está bastante claro que fue el
mejor
líder de la Casa Blanca desde Franklin Roosevelt. Reagan no pretendía ser el
presidente más listo, aunque no le faltaba inteligencia y, en última instancia, una
de
las claves de su éxito fue su extrema similitud con la descripción que Oliver
Wendell
Holmes Jr. dedicó en una ocasión a Franklin Roosevelt, «una mente de segunda con
temperamento de primera».
Saltemos por un momento a Bill Clinton, el cuarto presidente para el que he tenido
el
privilegio de trabajar. La mayoría de los estadounidenses reconocen ahora que
Clinton
tiene mucho talento y unas capacidades mentales y verbales que superan, con creces,
a las de casi cualquier otra persona en el escenario público actualmente. Más de
una
vez, tuve la misma experiencia que otros con él en el salón ovalado, cuando,
durante
una conversación intensa con tres o cuatro personas, podía responder
simultáneamente mientras rellenaba en silencio un crucigrama de The New York
Times. Más impresionante aún era su búsqueda de información y opiniones a lo largo
del espectro, no sólo entre sus partidarios sino de muchas otras personas,
especialmente quienes solían carecer de representación en las mesas del poder, como
los negros, los hispanos y las mujeres. Tenía lo que yo llamo liderazgo de 360º,
una
cualidad cada vez más importante para cualquier líder en el complejo mundo actual,
y
que mejoraba tremendamente su criterio. Al final, tomó algunas decisiones
excelentes
en política.
Sin embargo, y como el país conoce con insoportable detallismo, Clinton también
tenía fisuras en su carácter que le rondaban y, por lo que pude ver, se esforzó sin
éxito
por reparar aquellas grietas. Siempre pensé que, si hubiera llegado a la
presidencia un
par de años después, habría sido una persona más equilibrada y entera, con un
entendimiento superior. En Eyewitness to power, que publiqué en el año 2000 (y en
términos que demuestran hasta qué punto mis opiniones sobre liderazgo coinciden
con las de Bill George), escribí lo siguiente en solidaridad con Clinton:
«En lugar de una lucha entre la luz y las tinieblas [como la de Nixon], opino que
el
problema central de Clinton ha sido la falta de una brújula interior. Él posee
visión de
360º pero no un norte verdadero ni arraigo interior. No está del todo seguro de
quién
es e intenta definirse a partir de cuánto agrada a los demás, lo que le lleva a
todo tipo
de contradicciones y a dar una imagen de mezcla constante de fortalezas y
debilidades».
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Evidentemente, sus críticos le dedican opiniones mucho más crudas pero éste no es
lugar para esa clase de debate. Lo que está claro para todos es que Clinton
transmitía
una gran promesa y que, principalmente por aquellas grietas, su presidencia fue
mucho más breve de lo que podría haber sido. Aun así, sigo creyendo que fue mejor
presidente de lo que sus críticos admitirán jamás y señalemos que, en los años
posteriores a abandonar la Casa Blanca, también ha llegado a ser más auténtico en
el
sentido que menciona Bill George en este libro y, como resultado, está realizando
acciones magníficas para la humanidad.
¿Qué sentido tiene todo esto? En términos sencillos, la capacidad es importante
para
un presidente pero las cualidades interiores lo son todavía más. Como el
historiador
David McCullough escribía en su valoración del liderazgo de Harry Truman, «el
carácter es el activo individual más importante de un presidente», y yo añadiría
que el
carácter sin capacidad suele implicar debilidad en un líder, mientras que la
capacidad
sin carácter significa peligro.
Bill George y su talentoso joven colaborador en este libro, Peter Sims, establecen
el
convincente argumento de que el viaje hacia el auténtico liderazgo (ese buscar y
perseguir tu propio norte verdadero) es la clave del liderazgo en cualquier campo,
ya
sea en los negocios, en el gobierno o en el sector sin ánimo de lucro, y estoy de
acuerdo. A lo largo de las últimas décadas, he tenido la oportunidad de observar y,
en
ocasiones, asesorar a líderes de todas las condiciones, algunos jóvenes y otros
viejos,
mujeres y hombres y, para todos ellos, la autenticidad de la que hablan Bill y
Peter es
fundamental para su éxito como líderes.
Y, como es obvio, nadie lo sabe mejor que Bill, cuya propia historia es un modelo
para
los demás y que, en la actualidad, dedica gran parte de su energía a enseñar y
ayudar a
levantar líderes jóvenes, y a quien he observado con admiración hablar a alumnos de
Harvard sobre el liderazgo auténtico e iluminarles la mirada.
Lo que dice aquí, extraído de las experiencias vitales de los 125 líderes
entrevistados,
es precisamente la clase de reflexión práctica y profunda que todo aspirante a
líder
necesita. No sólo han escrito una importante secuela del aclamado libro previo de
Bill,
Authentic leadership, sino que, también, han elaborado una valiosa guía del auto-
descubrimiento que será útil para las generaciones venideras. Te deseo una feliz
lectura… y buen viaje.
David
Gergen
Profesor de la Escuela de Gobierno J. F.
Kennedy
y director del Centro de Liderazgo Público de
Harvard
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Nota de la edición en inglés
A medida que el mundo se vuelve un lugar cada vez más peligroso y nuestros
problemas más complejos y extremos, anhelamos líderes realmente distinguidos,
hombres y mujeres merecedores de nuestro respeto y fidelidad. Sin embargo, en los
últimos años hemos sufrido un exceso de liderazgo nefasto mientras la prensa
económica sacaba a la luz un escándalo detrás de otro –consejeros delegados de
avaricia delincuente, juntas directivas que se limitan a respaldar maquinalmente
los
caprichos del consejero, empresas dispuestas a anteponer los beneficios a las vidas
de
los clientes y líderes políticos corruptos y partidistas–. Demasiados de nuestros
presuntos líderes han ejercido, más bien, de personajes de la clase de sátira
perfeccionada en la televisión por Jon Stewart y Stephen Colbert.
Pero El auténtico norte de Bill George y Peter Sims trata de una clase diferente de
líder, aquel a quien podemos seguir con orgullo. En este libro, ambicioso e
importante, uno de los líderes corporativos más respetados de Estados Unidos y su
talentoso joven colaborador demuestran que el liderazgo con fundamento ético no
sólo es posible sino que, a menudo, es el más eficaz de todos. Un mensaje optimista
que cae en oídos agradecidos.
Para escribir su guía del liderazgo auténtico, George y Sims entrevistaron a 125
líderes
de muchos campos, seleccionando a hombres y mujeres cuyo liderazgo pareciera estar
fundamentado en su carácter. Los entrevistados varían en edades desde los 23 a los
93
años, y han destacado en el mundo corporativo como emprendedores e innovadores
sociales, en la vida política y en el estudio del liderazgo en sí. Algunos, como el
estadista y ex director de Bechtel George Shultz, han contribuido en muchos campos.
Unos, como el fundador de Starbucks, Howard Schultz, o el educador y habitual
comentarista político David Gergen, son de sobra conocidos, mientras que otros lo
son menos aunque hayan contribuido de forma importante pero silenciosa a nuestras
vidas, como la joven Wendy Kopp, fundadora de Teach for America. El emprendedor
financiero Charles Schwab, la consejera delegada de Avon Andrea Jung, el director
de
Amgen Kevin Sharer, el filósofo del diseño David Kelley, Judy Vredenburgh de Big
Brothers Big Sisters y, en definitiva, todos los líderes que aparecen en El
auténtico
norte ofrecen información de primera mano sobre la naturaleza del liderazgo
auténtico y cómo desarrollarlo.
Una de las revelaciones de El auténtico norte es la importancia de las historias
personales de estos líderes en la conformación de su liderazgo. Una y otra vez, los
entrevistados describen un punto de inflexión en sus vidas (yo lo llamo un crisol)
que
los transformó en los líderes que son. Las historias de cómo lo consiguieron
desvelan
sus valores más arraigados y creencias más apasionadas. Howard Schultz, por
ejemplo, recuerda que, a los siete años, su vida cambió para siempre al enterarse
de
que su padre, un repartidor, había resbalado sobre una placa de hielo rompiéndose
un
tobillo en un accidente que le costó el trabajo a su progenitor y la cobertura
médica y
seguridad económica a su familia. Aquella experiencia impulsó a Schultz a crear una
empresa global, no basada en cafés con leche y capuchinos con helado, sino en la
convicción de que todo trabajador merece respeto y atención sanitaria.
«Aquellos primeros recuerdos siguen conmigo en todo momento –asegura Schultz a
los autores–. Quería levantar el tipo de empresa en la que mi padre nunca tuvo la
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oportunidad de trabajar, donde te valoren y respeten independientemente de tu lugar
de origen, el color de tu piel o tu nivel de educación. El recuerdo de la falta de
asistencia sanitaria de mi padre convirtió a Starbucks en la primera empresa
estadounidense en ofrecer cobertura médica incluso a empleados con contrato de
media jornada».
Los relatos autobiográficos como éste continúan inspirando a los líderes que los
protagonizaron y mantienen su brújula moral apuntando al verdadero norte, además
de inspirar también a los lectores y ser una agradable lectura. Por ejemplo, la
historia
del presidente y consejero delegado de Novartis, Daniel Vasella, es una saga de
proporciones dickensianas que comienza en la infancia desesperadamente solitaria de
un niño nacido en Suiza, repleta de dolor físico y pérdidas emocionales. A los ocho
años, enfermó de tuberculosis y meningitis y fue enviado a recuperarse durante un
año en el que sus padres no lo visitaron. De adolescente, se unió a una banda
pendenciera de motoristas alcoholizados y peleones. Sin embargo, ni a Vasella ni a
los
demás líderes de El auténtico norte les vencieron sus problemas y reveses sino que,
al
contrario, aprendieron y encontraron su futuro en ellos.
Dentro de la banda, Vasella encontró su ambición y empezó a labrarse una carrera en
la que tuviera más control, entró en la facultad de medicina y, posteriormente,
subió a
la cima de una de las principales compañías sanitarias del mundo. Hoy, su liderazgo
se fundamenta en su experiencia personal de la pobreza y la enfermedad. Vasella
explica a los autores que «como consejero delegado, tengo la oportunidad de afectar
a
las vidas de mucha más gente. Puedo hacer lo que creo correcto según mi brújula
moral. Al fin y al cabo, lo único que importa es lo que hacemos o dejamos de hacer
por los demás».
Este libro importante y fascinante contiene más de cien historias así, algunas
divertidas, otras aleccionadoras, todas ellas apasionantes. Cuando un amigo mío
leyó
El auténtico norte antes de publicarse, se fijó en que era diferente de la mayoría
de los
libros de empresa porque, en lugar de explicar a los lectores cómo salir adelante,
ofrece un programa práctico en cinco partes para desarrollar lo mejor de uno mismo
y
demuestra cómo la autenticidad y la integridad conforman un gran liderazgo. Le
gustaría que sus hijos leyeran el libro.
Como consejero delegado del gigante de instrumentos médicos Medtronic, Bill
George fue conocido tanto por su integridad como por sus éxitos empresariales y,
actualmente, desde el claustro de la Escuela de Negocios de Harvard, ha escrito
(junto
a su coautor, Peter Sims) una secuela digna de su éxito de ventas Authentic
leadership.
A partir de los planteamientos de aquel libro, El auténtico norte va aún más allá y
revela el inmenso poder del liderazgo auténtico y, lo mejor de todo, cómo
conseguirlo.
Warren
Bennis
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Agradecimientos
El auténtico norte es el resultado de la colaboración con mi coautor, Peter Sims, y
mis
colegas de la Escuela de Negocios de Harvard Diana Mayer y Andrew McLean, que se
han dedicado sin descanso a analizar conmigo el desarrollo de los líderes
auténticos,
entrevistar a esos líderes y evaluar sus comentarios. Peter, en particular, ha
demostrado ser un verdadero colaborador, ofreciendo unos conocimientos
excepcionales de la próxima generación de líderes auténticos y el significado e
impacto del liderazgo auténtico. Diana realizó un trabajo fantástico entrevistando
a
líderes a lo ancho de Estados Unidos y agudizando nuestros conocimientos mientras
Andrew dirigía la metodología de investigación, manteniendo al equipo por el buen
camino con los protocolos correctos e información de otros estudios de
investigación.
También contamos con la valiosa opinión y asesoramiento a lo largo de todo el
proceso de Warren Bennis, nuestro editor ejecutivo, y Susan Williams y Byron
Schneider, de Jossey-Bass.
Agradecemos especialmente a los 125 líderes que ofrecieron sus historias personales
y
perspectivas sobre el liderazgo durante las entrevistas, siempre dispuestos a
compartir
con las generaciones actuales y futuras de líderes auténticos, y con todos aquellos
que
quieren entender el liderazgo desde el punto de vista interno del líder. Sin su
franqueza, este libro no habría sido posible.
Durante el proceso de edición, John S. Rosenberg, Jean Martin, Jeff George, Penny
George, Grace Kahng, David Gergen, Carolina Helmick, Doug Baker, Chi Nguyen y
Matt Breitfelder contribuyeron con su perspicacia a perfeccionar el texto y la
redacción. Richard Sheppard hizo un trabajo magnífico con el diseño gráfico.
También apreciamos la colaboración de Bill Buzenberg, Charlie Dimmler, Paula
Goldman, Daisy Wademan, Ryan Frederick, Ron Sonntag, Michal Petrzela, Matt Cain,
Bryan Droznes, Kathleen Kelly, Jeannette Lager, Renée Will George, Jon George,
Christopher Gergen, Daniel Salvadori, Julian Flannery, Scott Starr, Fawzi Jumean,
Ori
Brafman y Gigi Sims. Mi especial agradecimiento a Carol Mierau, mi asistente en
Medtronic, y Kathy Farren, mi asistente en Harvard, por todo su trabajo con el
libro y
el proyecto de investigación. Mis colegas de Harvard Nitin Nohria, Jay Lorsch,
David
Gergen, Joe Badaracco, Lynn Paine, Srikant Datar, Ronnie Heifitz, Rosabeth Moss
Kanter, Howard Stevenson, Joe Bower, Scott Snook, los miembros del grupo de
formación de liderazgo y responsabilidad corporativa y mis alumnos de MBA de
Harvard me han sido de gran utilidad en mi comprensión del liderazgo y su apoyo a
mis esfuerzos, tanto como los colegas de Peter en Stanford, Charles O’Reilly, Joel
Peterson y Beth Benjamin.
Nada de esto habría sido posible sin el apoyo inquebrantable, el aliento, la
opinión y
la paciencia de mi mujer Penny, de la que he aprendido mucho sobre las personas y
cómo liderarlas.
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Introducción. El auténtico norte
¿Cuál es tu norte verdadero? ¿Sabes en qué consiste tu vida y tu liderazgo, o
cuándo
estás siendo fiel a ti mismo? El verdadero norte es esa brújula interna que te guía
con
éxito por la vida y representa quién eres como ser humano en el nivel más profundo.
Es tu punto de orientación o punto fijo en un mundo que gira y te ayuda a
mantenerte
encaminado como líder. Tu norte verdadero se basa en lo que es más importante para
ti, tus valores más queridos, tus pasiones y motivaciones, las fuentes de
satisfacción en
tu vida.
Al igual que una brújula apunta a un polo magnético, tu norte verdadero te orienta
hacia el propósito de tu liderazgo. Por eso, cuando sigas esa brújula interna, tu
liderazgo será auténtico y la gente querrá naturalmente asociarse contigo. Aunque
otras personas puedan guiarte o influir en ti, tu verdad se deriva de tu historia
vital y
sólo tú puedes decidirla.
Descubrir el norte verdadero requiere de toda una vida de compromiso y aprendizaje.
Cada día, el mundo te pone a prueba y ansías mirarte en el espejo y respetar a la
persona que ves reflejada y la vida que has escogido seguir. Algunos días serán
mejores que otros pero, mientras que seas fiel a quien eres, podrás enfrentarte a
las
circunstancias más difíciles que te presente la vida.
Puede que el mundo tenga expectativas muy diferentes para ti y tu liderazgo de las
que has planeado y, tanto si lideras un pequeño equipo como si te encuentras en lo
más alto de una poderosa organización, sentirás la presión de las fuerzas externas
para responder a sus necesidades y dejarte seducir por las recompensas que las
acompañan. Estas presiones y seducciones tal vez te desvíen de tu verdadero norte
pero, cuando te alejes demasiado del camino, tu brújula interna te dirá que algo va
mal y que necesitas reorientarte.
Hace falta valentía y resolución para resistirse a las presiones constantes y
expectativas que tienes delante y tomar medidas correctivas cuando haga falta.
La consejera delegada de Sara Lee, Brenda Barnes, dice que «lo más importante del
liderazgo es tu carácter y los valores que te guían en la vida» y añade:
«Si te guías por una brújula interna que representa tu carácter y los valores que
rigen
tus decisiones, todo irá bien. Deja que tus valores dirijan tus acciones y no
pierdas de
vista en ningún momento tu brújula interna porque las cosas no son blancas o
negras,
sino que hay muchos tonos grises en los negocios».
Cuando te encuentres en armonía con la persona que eres, descubrirás la coherencia
entre tu historia vital y tu liderazgo. Como el psicólogo William James escribió
hace
un siglo, «a menudo he pensado que la mejor manera de definir el carácter de un
hombre es buscar la actitud mental o moral en la que […] se haya sentido más
profunda e intensamente activo y vivo. En esos momentos, hay una voz interior que
habla y dice que éste soy yo de verdad».
¿Recuerdas algún momento en el que te sintieras más intensamente vivo y pudieras
decir con seguridad que ése es tu verdadero yo? Cuando lo hagas, habrás alcanzado
la
armonía con tu verdadero norte y estarás preparado para liderar a otras personas
con
autenticidad.
En lo profesional, experimenté esa sensación la primera vez que entré en Medtronic
en 1989 y me incorporé a un grupo de gente de talento, dedicada a la misión de
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«aliviar el dolor, restaurar la salud y alargar la vida». Sentí que podía ser yo
mismo y
apreciado por quién era y lo que podía aportar porque percibí de inmediato que los
valores de la organización guardaban coherencia con los míos propios.
1. La crisis de liderazgo
En palabras de Ann Fudge, consejera delegada de Young & Rubicam, «todos llevamos
dentro la chispa del liderazgo, ya sea en los negocios, el gobierno o como
voluntarios
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de una ONG. El reto es conocernos lo suficiente como para descubrir dónde podemos
utilizar nuestros dones de liderazgo para servir a los demás. Estamos aquí para
algo.
La vida es para dar y vivir intensamente».
Entonces, ¿a qué esperar? ¿Por qué no liderar ya? Cuando reflexiones sobre si
deberías
dar el paso y liderar con autenticidad, pregúntate lo siguiente: si no eres tú,
¿quién lo
hará? Y, si no es ahora, ¿cuándo?
Wendy Kopp: lanzarse a los 21. Muchos creen que, para liderar, necesitan el poder
que acompaña a la autoridad pero a Wendy Kopp, de 21 años, sólo le hizo falta
descubrir su pasión. En su último año de carrera en la Universidad de Princeton,
Kopp
no tenía claro qué hacer después de licenciarse porque ardía en deseos de cambiar
el
mundo y no quería seguir el típico camino de formación corporativa que tenían
planeado sus compañeros. Para satisfacer su interés por la reforma educativa y la
supresión de las desigualdades, organizó un congreso de estudiantes y líderes
empresariales para analizar las posibilidades de mejorar el sistema de la enseñanza
obligatoria en Estados Unidos.
Durante el congreso se le ocurrió una idea. ¿Por qué no había en el país un cuerpo
de
profesores formado por nuevos licenciados universitarios que se comprometieran
durante dos años a enseñar en colegios públicos? Esta cuestión retórica la inspiró
a
fundar Teach for America, el programa de educación secundaria de mayor éxito en los
últimos 25 años.
Kopp creció en una familia de clase media de una zona acaudalada de Dallas y,
haciendo memoria, recuerda que su comunidad estaba «extraordinariamente aislada
de la realidad y de la desigualdad de oportunidades educativas». En Princeton se
implicó profundamente en liderar la Fundación de Comunicaciones de Estudiantes
pero, insegura en cuanto a qué hacer después de graduarse, pasó un último año de
carrera «muerta de miedo». Sin embargo, mientras valoraba la posibilidad de enseñar
en un centro público, se dio cuenta de que había muchas personas que, como ella,
creían que privar a los niños de una educación excelente era una tragedia nacional.
Viendo la necesidad de maestros más comprometidos en la enseñanza pública por
todo Estados Unidos, Kopp creó Teach for America para contratar a miles de recién
licenciados para dar clases en colegios nacionales. Además de apasionarse con el
proyecto, comprendió los desafíos a los que se enfrentaban sus profesores a la hora
de
llenar el vacío del éxito.
«Los miembros de los claustros se preocupan profundamente por sus alumnos –
explica–. Nuestro mayor reto es descubrir cómo pueden mantenerse centrados,
fuertes y saludables, y recuperar energías para nuestra misión cuando se ven
presionados por tantos otros desafíos».
No fue fácil. Carente de experiencia gestora y de una base de financiación
permanente, Teach for America se tambaleó de una crisis a otra y la organización
andaba constantemente escasa de efectivo. Una y otra vez, Kopp se lanzó a la
recaudación de fondos mientras reestructuraba los presupuestos y la financiación
para
cubrir el déficit, pero su pasión por el proyecto la mantuvo en marcha e inspiró a
otras
personas a permanecer en la organización durante las malas épocas.
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Quince años después de fundar Teach for America, el esfuerzo incansable de Wendy
Kopp y su liderazgo apasionado están dando resultados. Hoy, el programa cuenta con
10.000 licenciados, el 60% de los cuales ha continuado en la docencia y la
organización de Kopp sigue atrayendo a universitarios excepcionales hacia sus
cuerpos de maestros y ha establecido una base de financiación sostenible con la que
mantener sus programas. En 2006, Kopp fue nombrada una de las mejores líderes de
América por US News & World Report. Su experiencia a una edad tan temprana recoge
la esencia del liderazgo auténtico: encontrar algo por lo que puedas apasionarte
para,
después, inspirar a otras personas a unirse a tu causa.
3. El líder auténtico
Hoy en día está teniendo lugar un cambio drástico en el calibre y el carácter de
los
nuevos líderes. Encabezados por Jeff Immelt de General Electric, Sam Palmisano de
IBM, Anne Mulcahy de Xerox y A. G. Lafley de Procter & Gamble, estos líderes
reconocen que el liderazgo no tiene que ver con sus éxitos ni con captar a fieles
subordinados para que los sigan, sino que el secreto de una empresa de éxito es
disponer de líderes capacitados en todos los niveles, incluidos los que no tienen
ninguna persona directamente a su cargo.
Los líderes auténticos no sólo inspiran a quienes los rodean, sino que, además, los
capacitan para dar un paso al frente y liderar. Por esa razón, ofrecemos la nueva
definición de liderazgo: el líder auténtico reúne a las personas alrededor de un
propósito común y las capacita para salir adelante y liderar con autenticidad, con
el
fin de crear valor para todos los agentes implicados.
En Authentic leadership describía a los líderes auténticos como personas genuinas
que
son fieles a sí mismas y a sus creencias, que generan confianza y desarrollan
relaciones
sinceras con los demás. Dado que los demás confían en ellos, son capaces de
motivarlos hasta alcanzar altos niveles de rendimiento y, en lugar de dejarse guiar
por
las expectativas de terceros, están preparados para ser su propia persona y seguir
su
camino y, a medida que se desarrollan en líderes auténticos, les preocupa más
servir a
otras personas que su propio éxito o reconocimiento. Eso no quiere decir que los
líderes auténticos sean perfectos ni mucho menos, y lo cierto es que todo líder
tiene
sus debilidades y todos están expuestos a la flaqueza y el error humano. Sin
embargo,
al reconocer sus carencias y admitir sus equivocaciones, conectan con las personas
y
las capacitan.
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3.1. Perseguir un propósito con pasión
A la mayoría de la gente le cuesta comprender el propósito de su liderazgo y, para
encontrarlo, el líder auténtico debe, en primer lugar, entenderse a sí mismo y sus
pasiones. A su vez, sus pasiones le enseñarán el camino hacia el propósito de su
liderazgo. Sin un sentido real de ese propósito, los líderes estarán a merced de
sus
egos y vulnerabilidades narcisistas.
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complicadas (el valor es una cualidad importante para el líder, que, por
definición, se
mueve por terrenos impredecibles).
La segunda parte también incluye cinco grandes áreas de tu desarrollo como líder:
la
autoconcienciación, en el centro de tu brújula y, en cada uno de los cuatro puntos
cardinales, tus valores y principios, motivaciones, equipo de apoyo y equilibrio
vital.
La tercera parte describe cómo puedes seguir tus pasiones y descubrir el propósito
de
tu liderazgo e ilustra la manera de capacitar a otras personas para liderar,
inspirándolas alrededor de un propósito común y aborda cómo puedes lograr
resultados superiores en toda tu organización, optimizando tu eficacia de
liderazgo.
Por último, en el epílogo comparto mis opiniones sobre la satisfacción del
liderazgo.
Si te entregas a tu desarrollo, descubrirás tu liderazgo auténtico.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 1, puede ser interesante realizar
el
ejercicio de la introducción que se encuentra en el apéndice C.
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Primera parte. El viaje del liderazgo
Un líder no se hace de repente sino que, en tu recorrido hacia el liderazgo
auténtico,
atravesarás muchos altibajos según vayas tropezando con las pruebas, recompensas y
seducciones del mundo. Llegar a ser un auténtico líder exige dedicación al
desarrollo
y crecimiento porque serán muchas las tentaciones que querrán desviarte de la
trayectoria hacia tu auténtico norte, aunque mantener la autenticidad por el camino
tal vez sea el mayor reto al que te enfrentes.
En las entrevistas con líderes auténticos acerca de sus recorridos y desarrollo
personal,
llama la atención la pasión que sienten hacia la historia de sus vidas y la
motivación
que ésta les ha otorgado para convertirse en líderes. Empieza por preguntarte cuál
es
la historia de tu vida porque, si consigues entenderla y encuadrarla, descubrirás
la
verdadera vocación del liderazgo auténtico y permanecerás fiel a tu auténtico
norte.
Schultz se prometió que él haría las cosas de otra manera en cuanto tuviera la
oportunidad y soñaba con levantar una empresa que tratara bien a sus empleados y
ofreciera cobertura sanitaria. No se imaginaba que, un día, tendría a su cargo a
140.000 empleados trabajando en 11.000 locales de todo el mundo. Sus experiencias
vitales le impulsaron a fundar Starbucks y convertirlo en el líder mundial de las
cafeterías y, ahora, después de trece años como consejero delegado, ha soltado las
riendas a sus sucesores pero conserva el cargo de presidente.
19
El recuerdo de la falta de asistencia sanitaria de su padre le llevó a convertir
Starbucks
en la primera empresa estadounidense en ofrecer cobertura médica incluso a
empleados cualificados que sólo trabajan veinte horas a la semana.
«Mi inspiración fue ver a mi padre deshecho por los treinta horribles empleos
manuales que había tenido en la vida, cuando las personas sin formación no tenían
ninguna oportunidad –explica–. Aquel suceso está relacionado directamente con la
cultura y los valores de Starbucks. Quise levantar el tipo de empresa en la que mi
padre nunca tuvo la oportunidad de trabajar, donde te valoren y respeten
independientemente de tu lugar de origen, el color de tu piel o tu nivel de
educación.
Ofrecer cobertura médica supuso una transformación para el patrimonio de la marca
Starbucks porque provocó un nivel increíble de confianza en nuestra gente.
Queríamos levantar una empresa que uniera el valor del accionista con los valores
culturales que creáramos en nuestra gente».
Al contrario que otras personas que han logrado abandonar unos orígenes humildes
para acabar amasando una gran riqueza personal, Schultz no se avergüenza de sus
raíces. Él atribuye a su recorrido vital la motivación para crear uno de los
mayores
éxitos empresariales de los últimos 25 años, aunque comprender el significado de su
historia le obligó a reflexionar seriamente porque, como casi todos, tuvo que
enfrentarse a los miedos y fantasmas de su pasado.
Schultz lleva Brooklyn grabado en la piel. Cuando llevó a su hija a las viviendas
de
protección oficial donde creció, ella inspeccionó la barriada y le dijo,
sorprendida:
«No me explico cómo has podido salir normal» y, sin embargo, haber crecido en
Brooklyn es precisamente lo que permite a Schultz ser tan normal que es capaz de
conectar con cualquiera. Habla con un ligero acento de Brooklyn, disfruta con la
cocina italiana de un pequeño restaurante, viste cómodos vaqueros y respeta a toda
clase de personas. No olvida de dónde viene ni permite que la fortuna se le suba a
la
cabeza. «Estuve rodeado de gente que trabajaba precariamente para poder pagar las
facturas, que se sentía desesperanzada y no tenía ninguna oportunidad. Algo así
nunca te abandona», asegura.
Su madre le dijo que, en América, podría hacer lo que quisiese. «Desde que tengo
memoria, recuerdo que me lo decía una y otra vez, era su latiguillo». Su padre
ejerció
en él el efecto opuesto en el sentido de que, como conductor de camiones, taxista y
obrero de fábrica, a menudo compaginaba dos o tres empleos para llegar a fin de mes
pero nunca consiguió ganar más de 20.000 dólares al año. Schultz veía a su padre
desmoronarse mientras se quejaba amargamente de la ausencia de oportunidades y
respeto de los demás.
20
constantes ha sido el miedo al fracaso porque conozco demasiado bien el rostro de
la
propia derrota», asegura.
«No podía conformarme con menos. Hay que tener el valor de emprender un camino
no convencional. La experiencia vital no puede valorarse ni medirse en el instante
porque nunca sabes dónde vas a encontrar la verdadera trayectoria que te permita
encontrar tu propia voz. El poso de mis experiencias me moldeó como persona y
como líder».
Después, Schultz empezó a vender filtros de café y entró en contacto con Starbucks
Coffee durante una visita a un cliente en el mercado de Pike Place (Seattle), donde
sintió «como si acabara de descubrir un nuevo continente». Hizo campaña para
incorporarse a la empresa y se convirtió en director de operaciones y marketing.
Schultz mantuvo una acalorada reunión con el inversor, que le dijo: «si no aceptas
mi
trato, no volverás a trabajar en esta ciudad, nunca más conseguirás recaudar un
dólar
y serás carne para los perros». Mientras se marchaba, se le saltaron las lágrimas
y,
durante dos semanas frenéticas, diseñó un plan alternativo que cumplía su objetivo
financiero de 3,8 millones de dólares y le salvó del inversor alternativo.
21
«Si hubiera aceptado los términos que exigía el inversor, se habría llevado mi
sueño.
Podría haberme despedido a su capricho y dictado la atmósfera y los valores de
Starbucks. La pasión, el compromiso y la dedicación habrían desaparecido».
El día más triste de su vida fue el de la muerte de su padre. Hablando con un amigo
sobre la conflictiva relación que había mantenido con él, su amigo le explicó que
«si él
hubiera tenido éxito, no tendrías el dinamismo que tienes ahora». Tras la muerte de
su padre, Schultz reencuadró la imagen que tenía de él y admitió sus puntos
fuertes,
como la honestidad, la ética laboral y el compromiso con la familia. En lugar de
considerarlo un fracasado, llegó a pensar que el sistema lo había pisoteado.
«Cuando
murió, me di cuenta de que había sido injusto juzgándole porque nunca tuvo la
oportunidad de encontrar la satisfacción y dignidad de un trabajo con sentido».
Uno de los grandes talentos de Schultz es su capacidad para conectar con personas
de
diferentes procedencias. En ocasiones especiales, cuenta su historia y la de
Starbucks,
y visita dos docenas de cafeterías a la semana. Se levanta todos los días a las
5.30 para
hablar por teléfono con el personal de todo el mundo y asegura que Starbucks le ha
proporcionado «un lienzo en blanco».
Si se les pregunta por su motivación para liderar, los líderes auténticos responden
una
y otra vez que la encuentran comprendiendo sus propias historias, que les permiten
saber quiénes son y centrarse en su auténtico norte.
22
Las historias de líderes auténticos abarcan todo el espectro de las experiencias
vitales
e incluyen el efecto de sus padres, profesores, entrenadores y mentores que
reconocieron su potencial, de sus comunidades y de su liderazgo en los deportes de
equipo, Boy Scouts, asociaciones estudiantiles y primeros puestos de trabajo.
Muchos
líderes encuentran su motivación en alguna experiencia difícil que han vivido, como
una enfermedad suya o de algún familiar, la muerte de un padre o hermano, o el
sentimiento de exclusión, discriminación o rechazo de sus iguales.
De estas historias salta a la vista que casi todos los líderes entrevistados
encontraron
su pasión por el liderazgo en la singularidad de sus experiencias vitales. No en
haber
nacido líderes, ni en creer que poseían las características, los rasgos o el estilo
de un
líder, ni en emular a los grandes líderes. Algunos líderes excepcionales, como el
antiguo consejero delegado de Merck, Roy Vagelos, reconocen no haberse visto en
ningún momento como líderes sino como personas que querían marcar la diferencia e
inspirar a otros a unirse en la persecución de unos objetivos comunes. Si eso no es
liderazgo, ¿qué es?
Centrémonos en las experiencias de tres líderes más y, mientras lees sus historias,
piensa en cómo tu historia vital te inspira y define tu liderazgo.
Dick Kovacevich: de deportista a gran banquero. Durante los veinte últimos años,
Dick Kovacevich, presidente y consejero delegado de Wells Fargo Bank en San
Francisco, ha reunido uno de los historiales más satisfactorios de cualquier
banquero
comercial. En su entrevista, no se centró en su éxito profesional sino que habló de
cómo su experiencia de crecer en una ciudad pequeña del oeste de Washington
moldeó su filosofía de liderazgo.
Desde los once años hasta el final del instituto, Kovacevich trabajó en una tienda
local
de comestibles y aquel empleo estimuló su interés por los negocios. Iba a clase,
practicaba deporte de 3 a 5.30, volvía corriendo a casa para comer y trabajaba de 6
a 9.
Con el tiempo, acabó encargándose de la verdulería en verano, cuando el jefe de la
sección se iba de vacaciones. Aquellas experiencias le enseñaron algunas
disciplinas
que han permanecido con él para siempre. «Desarrollé la intuición y las técnicas de
liderazgo necesarias en los negocios, mucho mejor que en la escuela de negocios,
donde no había ningún curso de liderazgo».
Los deportes influyeron mucho en el desarrollo de Kovacevich como líder. Desde los
cuatro años, practicó algún deporte colectivo varias veces al día y se convirtió en
el
líder del equipo, como capitán de béisbol o goleador en fútbol. «En el terreno de
juego
23
aprendí que un grupo de personas puede rendir mucho mejor como un equipo que
como la suma de sus talentos individuales. Durante mis primeras experiencias de
liderazgo aprendí, a base de errores, unas técnicas aplicables en los negocios».
Breyer no sabía que el gobierno federal estaba tomando nota de sus actividades ni
que
la considerase subversiva hasta que, un día, le notificaron que sus préstamos
federales
de estudiante habían sido cancelados. «El gobierno estaba haciendo fotos en las
manifestaciones, leía las peticiones e identificaba a los estudiantes. Fui una de
las
24
cuatro personas de mi clase que se quedó sin préstamo de estudiante por ello»,
explica.
«Esta experiencia me ha reconectado con mis pasiones. Estoy muy comprometida con
ayudar a las personas a recuperarse de la adicción al alcohol o las drogas porque
mi
padre murió de alcoholismo. Existe un vínculo directo entre lo que hice antes de
los
treinta y lo que estoy haciendo ahora, en términos de conectar la vida laboral con
las
pasiones y la creencia de que puedes cambiar radicalmente las cosas».
Reatha Clark King: de los campos de algodón a la sala de juntas. Las raíces de
Reatha Clark King se remontan a una comunidad rural, en la que muchos la animaron
a convertirse en líder. King reconoce que no ha llegado hasta aquí sola: «Estoy
subida
a los hombros de los gigantes de mi vida, que me ayudaron a lanzarme, y a todos los
que me han tendido una mano por el camino».
25
King creció en Georgia en los años cuarenta, en una familia de trabajadores del
campo. Su padre se marchó de casa cuando ella todavía era pequeña y su madre se
puso a trabajar de criada para mantener a sus tres hijos. Su familia era tan pobre
que a
menudo tenía que perderse las clases para trabajar en los campos de algodón por
tres
dólares al día para que su madre pudiera pagar las facturas. Recuerda que «aquellos
fueron unos momentos amargos de mi experiencia porque los niños blancos no tenían
que faltar a clase. El contraste era evidente e injusto».
Mientras estudiaba en Clark, King tuvo como mentor al director del departamento de
química, quien estimuló su interés por convertirse en química investigadora. Más
tarde, se matriculó en el programa de doctorado de la Universidad de Chicago, lo
que
fue un paso audaz para una joven de Georgia. Tras obtener el doctorado en química
física, trabajó en la Oficina Nacional de Estándares y, después, enseñó en el York
College de Nueva York, pero ni siquiera allí lo tuvo fácil. «Un profesor negro me
llamó
Tío Tom por intentar solucionar los problemas –recuerda–. Aquél fue uno de los
momentos más dolorosos de mi vida».
«Los demás me consideraban una líder pero yo me veía como alguien que hacía lo que
había que hacer. Mis razones para liderar no tenían que ver con mis necesidades
sino
con las de mi gente, las mujeres y mi comunidad. Veía retos apasionantes que había
que encarar y, si nadie más estaba dispuesto o era capaz de liderar, era mi
obligación
aceptar el desafío».
Para King, su sexo representaba otra barrera contra las oportunidades. «Había que
llegar muy adentro para reforzar el coraje y superar tanto la raza como el sexo.
Para
encontrar la inspiración, recordaba a las hermanas y los profesores que había
tenido y
que supusieron tanta influencia en mi vida».
26
programas de ayuda a jóvenes negros. Desde su jubilación de General Mills, King ha
dedicado toda su energía a servir en juntas corporativas, aunque su reputación
aumentó al ser elegida para la junta directiva de ExxonMobil y Wells Fargo Bank,
así
como en Minnesotta Mutual, Department 56 y H. B. Fuller. En 2004, la Asociación
Nacional estadounidense de directivos corporativos la nombró directiva del año.
«Disfruto de la oportunidad de servir en juntas corporativas porque debe existir
diversidad. A todo el mundo no le gusta encontrarse solo en una situación así, pero
yo
me siento cómoda», asegura.
Con frecuencia, King recuerda lo que conseguían sus padres con lo que tenían y se
pregunta si está haciendo lo suficiente. «La pregunta es: ¿hacia dónde lidera la
gente?
Yo lidero hacia una causa, para dar más oportunidades a los demás. Llevo en la
sangre
eliminar las barreras injustas y ayudar a las personas a apreciarse y ser ellas
mismas».
¿Qué se puede aprender de las vidas de Howard Schultz, Dick Kovacevich, Ellen
Breyer y Reatha Clark King? Todos ellos, como el resto de los líderes
entrevistados,
toman su pasión e inspiración de liderazgo de sus historias vitales, ya que, al
comprender las experiencias formativas de sus primeras etapas, han sido capaces de
reencuadrar su experiencia y liderazgo para satisfacer sus pasiones y dirigirse
hacia su
auténtico norte.
A estas alturas, te estarás preguntando si no todo el mundo tiene una historia tras
de
sí, o en qué se diferencian las historias de líderes de las de cualquier otra
persona.
La diferencia respecto a los líderes auténticos tiene que ver con la manera en que
reencuadran sus historias. Sus experiencias les ofrecen el contexto de su vida y, a
través de ellas, encuentran la pasión e inspiración para causar un efecto en el
mundo.
El novelista John Barth dijo una vez que «la historia de tu vida no es tu vida, es
tu
historia». En otras palabras, lo que importa es tu historia, no los datos de tu
vida.
Nuestras historias son como discos que suenan permanentemente en la cabeza y, una
y otra vez, reproducimos los sucesos e interacciones con personas que son
27
importantes en nuestra vida, tratando de extraer el sentido y aplicarlo a la
búsqueda
de nuestro lugar en el mundo.
Como autor de tu historia, ¿podrás unir los puntos entre tu pasado y tu futuro para
encontrar inspiración de liderazgo auténtico? ¿Qué personas o experiencias te han
moldeado? ¿Cuáles han sido los momentos decisivos en tu vida? ¿Dónde encuentras la
pasión para liderar en la historia de tu vida?
Ahora que sabes que la historia de tu vida es la base del liderazgo, estás
preparado
para embarcarte en el viaje hacia el liderazgo auténtico.
Jack Brennan es un consejero delegado vanguardista para quien lo peor que se puede
hacer es gestionar la trayectoria profesional siguiendo un plan concreto. «Las
personas más insatisfechas que he conocido y aquellas que han experimentado
problemas éticos o jurídicos tenían, todas ellas, un plan concreto de progresión
profesional». Brennan, por el contrario, recomienda ser flexible, audaz y abrazar
las
oportunidades imprevistas. «Si lo único que te interesa es progresar en tu carrera,
al
final estarás insatisfecho».
Hace medio siglo, los líderes empresariales elegían sus carreras nada más cumplir
los
veinte, se incorporaban a una empresa después de la universidad o el servicio
militar,
trabajaban allí diligentemente durante cuarenta años de su vida, se jubilaban en
algún
clima templado y, por lo general, morían antes de los setenta. En las entrevistas a
líderes en todas las fases de sus trayectorias de liderazgo, quedó patente que está
surgiendo una ruta de desarrollo de liderazgo completamente nueva, según se ilustra
en el 1.1.
28
Como indica la línea vital, tu desarrollo como líder no es una línea recta hacia
arriba
(línea discontinua), sino una trayectoria repleta de altibajos a medida que avanzas
hacia la cima del liderazgo y continúas liderando hasta la fase final (línea
continua).
Actualmente, la trayectoria es más probable que siga un curso tortuoso más que una
carrera en vertical. Como dice John Donahoe, de eBay, «en la vida, todo son
ciclos».
«Cuando estás arriba, lo único seguro es que más adelante estarás abajo, mientras
que, cuando sigues la pendiente hacia abajo, puedes tener la certeza de que las
cosas
se enderezarán. La pendiente en alza no se reconoce porque los puntos bajos son más
elevados de lo que solían ser los altos. Así es la vida como un proceso, una
oportunidad de aprender y crecer. Haz de tu vida una película y no una serie de
instantáneas por el camino».
Dado que, actualmente, muchas personas viven hasta muy entrados los noventa, la
trayectoria del líder se adapta a la nueva esperanza de vida y se subdivide en tres
períodos, cada uno de treinta años aproximadamente y con un sinfín de
oportunidades. En la primera treintena, los líderes se desarrollan mediante la
educación y el estudio, así como con las actividades extracurriculares y primeras
experiencias laborales. Por eso la fase 1 se titula «Preparación para el
liderazgo». La
segunda fase, de los treinta a los sesenta, es la fase líder (valga la redundancia)
en la
que se asumen sucesivas funciones hasta llegar a la cima de la experiencia del
liderazgo.
29
puestos de liderazgo profesional y se extiende durante el resto de sus vidas. En
ella,
los líderes auténticos buscan oportunidades para difundir sus conocimientos y
sabiduría entre muchas personas y empresas, incluso mientras continúan con su
propio proceso de aprendizaje activo.
Los primeros treinta años son el momento de prepararse para el liderazgo, cuando se
forma el carácter y las personas contribuyen en solitario o lideran equipos por
primera
vez. En palabras de Randy Komisar, ex consejero delegado de LucasArts, «es una
oportunidad para pulirse por el contacto con el mundo».
En la actualidad, son muy pocos los líderes que asumen compromisos profesionales
en su veintena, sino que aprovechan la época postuniversitaria para adquirir una
experiencia laboral de valor. Por lo general, cambian de trabajo cada 18 a 24 meses
para diversificar su experiencia y muchos líderes jóvenes aspiran a ser admitidos
en
estudios de posgrado de Empresariales, Derecho o Políticas. Incluso los que ya han
obtenido un máster prefieren los puestos de colaborador individual en asesoría o
finanzas antes de comprometerse con una empresa o un sector concretos.
El ensimismamiento es una fase natural del desarrollo, puesto que la medida del
éxito
en la adolescencia y la veintena se basa principalmente en los logros individuales.
Tu
rendimiento determina en qué universidad te van a admitir y cómo te irá en tus
primeros trabajos. Randy Komisar describe así el siguiente paso:
30
«Dejadme que plante esta semilla. Mantenedla con vida y volved a ella dentro de
diez
años pero no la desenterréis. No os estoy pidiendo que sigáis mi camino, sino que
os
reto a plantearos de vez en cuando lo que queréis de la vida. En algún momento, la
pregunta tendrá sentido y quiero capacitaros para entonces».
Jonathan Doochin: pasar el relevo. A sus 23 años, Jonathan Doochin es el líder más
joven que entrevistamos. En su último año de carrera fundó el Instituto de
Liderazgo
de Harvard como entidad que aglutina a las más de doscientas organizaciones
estudiantiles del campus y, en calidad de fundador, creó programas para facilitar
el
desarrollo de los líderes jóvenes.
Doochin remonta su pasión por ayudar a los demás a una experiencia que vivió en
tercero de primaria, cuando no fue capaz de deletrear «sorpresa» en un concurso de
ortografía. «Los niños se rieron de mí y yo me sentí un completo fracasado».
Después,
le diagnosticaron dislexia y sus padres dedicaron entre tres y cinco horas al día a
ayudarle con los deberes, mientras que su profesora de quinto ejercía de mentora
diariamente: «El interés de la señorita Jackson me hizo creer que podía hacer
cualquier cosa. Sin su fe y la dedicación de mis padres, nunca habría llegado a
Harvard», recuerda.
Ian Chan: una revolución científica. Ian Chan es otro joven líder que descubrió su
pasión por liderar a una edad muy temprana. Poco antes de licenciarse en la
universidad, buscaba «una oportunidad que me diera la ilusión necesaria para saltar
de la cama todas las mañanas e ir a trabajar». Después de alguna que otra
experiencia
poco estimulante con la banca de inversiones y el capital privado, se ilusionó
junto
con su hermano menor con la revolución del genoma humano.
Los hermanos Chan fundaron una empresa de tecnología punta que acabaría
revolucionando la medicina, bajo el nombre de U.S. Genomics, con el propósito de
ofrecer genomas personalizados a gran escala. Para asesorarles, consiguieron atraer
a
científicos del renombre de Craig Venter, que trazó originalmente el genoma
humano, o Bob Langer, un célebre tecnólogo. Partiendo de un préstamo de la tarjeta
de crédito de 100.000 dólares, posteriormente recaudaron 52 millones de dólares de
socios capitalistas, varios de los cuales se incorporaron al consejo de
administración
cuando los hermanos Chan renunciaron a más de la mitad de su titularidad.
31
Durante los cinco años siguientes, el trabajo de la empresa atrajo la atención de
la
comunidad científica y el mundo del capital, y se convirtieron en pioneros en su
campo. Los fundadores presentaron el excepcional rendimiento de la compañía en
diciembre de 2001 y el consejo se puso en pie para aplaudirlos pero, cuatro meses
más
tarde, los hermanos Chan se llevaron un duro golpe cuando el consejo les anunció
que
iban a ser reemplazados por un nuevo consejero delegado. «Hasta el día de hoy, sigo
sin explicarme por qué sucedió justo cuando las cosas iban tan bien», confiesa.
«Te dedicas a ello con toda el alma y el corazón durante muchos años y después, de
repente, todo se esfuma. A uno se le retuerce el estómago cuando ve que le quitan
algo que ha creado, en lo que ha creído profundamente y para lo que ha realizado
sacrificios increíbles. Conservas algunas acciones pero dejas de formar parte de la
empresa en cuya misión crees. Al principio no quise admitirlo y quería seguir
luchando la batalla, pero me sentía indefenso.
En retrospectiva, fue una experiencia muy edificante durante cinco años y puedo
construir sobre ella el siguiente viaje. Llevaba un horario de locos y estaba
agotado, no
tenía vida privada y necesitaba un planteamiento más equilibrado. Para
reorganizarme, dediqué dos años a obtener un MBA y aquello me dio tiempo para
reflexionar y oportunidades para interactuar con algunos de los grandes líderes
empresariales del mundo. Me di cuenta de que seguía siendo afortunado porque tenía
salud, familia y el privilegio de vivir en un país libre. Eso hay que saber
valorarlo
siempre.
Ian Chain parece haber sido víctima de su propio éxito. A medida que el potencial
de
U.S. Genomics fue haciéndose patente para los socios capitalistas que financiaron
la
compañía, decidieron que necesitaban a un directivo al frente con más experiencia.
A
pesar de tantos dolores de cabeza y sufrimiento, Chan vivió una experiencia de
incalculable valor, que le formará en su trayectoria de liderazgo. Lamentablemente,
el
miedo al fracaso impide a muchos jóvenes líderes saltar hacia las oportunidades
como
lo hizo Chan. La consejera delegada de Young & Rubicam, Ann Fudge, nos presentó
otro punto de vista al comentar que «los problemas y las malas experiencias acaban
moldeándote».
«No te preocupes por los problemas; abrázalos y pasa por ellos aunque duela.
Convéncete de que se puede aprender algo de cualquier experiencia y que, aunque
ahora no lo comprendas del todo, lo entenderás más adelante. Todo forma parte de la
vida y la vida es un proceso de aprendizaje. Cada experiencia problemática
desarrolla
tu núcleo de fortaleza interior, que es precisamente lo que te saca de los
temporales.
En la vida, nada de lo que vale la pena va a ser fácil».
32
2.2. Fase 2: liderazgo
«Las primeras experiencias son necesarias para aprender unas lecciones que te
ayudarán a prepararte para los desafíos que surgirán más adelante en tu carrera.
Quienes suben la escalera demasiado rápido se encuentran en una posición precaria;
se creen héroes pero cuando aparecen los verdaderos retos y la realidad del
fracaso,
carecen de la preparación suficiente para hacerles frente».
33
Cuando la dirección consolidó la aventura comercial de Aronson con un negocio
existente, se convirtió en directora general del negocio y, a medida que éste
prosperaba, sus perspectivas profesionales también mejoraron. Un día, mientras
estaba en casa sola con sus dos hijos, sonó el teléfono y, al otro lado de la
línea, el
director de recursos humanos de Medtronic le preguntó qué le parecería un puesto
internacional. Aronson recuerda haberse sentido arrinconada y vacilar, y contestó
que
no era el mejor momento para pensar en mudarse.
Jeff Immelt: rozar la pared. Muchos líderes atraviesan una fase de crisol cuando
viven una experiencia laboral que pone a prueba drásticamente su sentido de sí
mismos, de sus valores o asunciones sobre su futuro o su carrera. A esto lo llamo
rozar
la pared porque la experiencia recuerda a un coche de carreras que roza la pared
del
circuito, algo que la mayoría de los líderes en auge experimentan al menos una vez
a
lo largo de sus trayectorias.
Aquello no hizo más que intensificar la presión que sentía Immelt para obtener
resultados y obligó a Welch a resolver la situación hablando con el consejero
delegado
de General Motors, Roger Smith. Welch no dudó en llamar a Immelt para acribillarle
a preguntas y él recuerda que aquel año fue sumamente difícil hasta que, junto con
su
equipo, logró dar la vuelta al negocio.
«Nadie quiere acercarse a las personas que están atravesando un período bajo. En
momentos así, tienes que ser capaz de sacar fuerzas de dentro. El liderazgo es un
gran
viaje hacia el alma».
Hace 2.000 años, el estadista romano Marco Tulio Cicerón declaró que hay que
resistirse a envejecer y, hoy, no cabe duda de que los últimos treinta años de la
trayectoria del líder pueden ser los más productivos y gratificantes de todos.
Muchos
líderes aprovechan la jubilación para compartir sus experiencias con múltiples
organizaciones, sirviendo en juntas de organizaciones lucrativas y sin ánimo de
lucro,
ejerciendo de mentores de líderes jóvenes, dando clases o formando a nuevos
consejeros delegados.
Lord John Browne, que ha dirigido British Petroleum hasta alcanzar nuevas cotas en
sus once años al timón, está de acuerdo. Cuando anunció que renunciaba a su cargo
de consejero delegado a los sesenta años, explicó que no creía en la jubilación y
que la
mera idea le parecía algo anticuada, por lo que buscaría un nuevo puesto
interesante
con un propósito, ya que estaba «enganchado a los negocios».
Zyg Nagorski, a sus 93 años, es el líder más anciano que entrevistamos para nuestro
estudio. Después de dirigir durante una década los programas para directivos de
Aspen Institute, Nagorski dimitió a los 75 y, a continuación, fundó con su mujer el
Centro de Liderazgo Internacional con el fin de organizar seminarios de ética y
valores para directivos. Su estilo penetrante provocó que muchos líderes se
replantearan sus valores y reacciones en situaciones complejas y, ocho años
después,
no ha perdido ni un ápice de entusiasmo.
35
3. El liderazgo post consejero delegado: mi historia personal
Junto con Warren Bennis, Nagorski es uno de mis modelos a imitar en la fase tres.
Al
principio de mi vida adopté la filosofía de que, puesto que sólo se vive una vez,
conviene tener tantas experiencias significativas como sea posible. He visto cómo
muchos consejeros delegados se aferraban a sus puestos, no preparaban a un sucesor
y se jubilaban sin nada que hacer. Mi objetivo, por el contrario, era liderar una
organización haciendo algo importante, pasar el testigo a mi sucesor y, después,
seguir hacia delante.
36
A estas alturas de mi trayectoria, me considero afortunado por tener estas
oportunidades de crecimiento continuo e interacción con líderes excepcionales en
todas las fases de su carrera y, además, he descubierto un nuevo propósito para mi
liderazgo: contribuir al desarrollo de la próxima generación de líderes auténticos.
Estés donde estés en tu trayectoria (en lo más alto de tu organización, dando tus
primeros pasos o buscando un nuevo reto), cada experiencia de liderazgo que tengas
te permitirá crecer y descubrir tu liderazgo auténtico. Cuando concluyas una parte
de
tu viaje, aparecerá otra oportunidad donde podrás echar mano a lo que has aprendido
en experiencias anteriores y aplicarlo a la nueva situación. Si aceptas tu
historia, tu
trayectoria de liderazgo no terminará nunca, aunque muchos líderes tropiezan y se
desvían por el camino, un riesgo al que se enfrenta cualquier líder. Antes de
analizar
cómo puedes convertirte en un líder auténtico, examinemos por qué algunos líderes
pierden el rumbo.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 2, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 1 que se encuentra en el apéndice C.
4° Conoce tu yo auténtico
«Conócete a ti mismo».
Inscripción del templo de Apolo,
en Delfos, Grecia (siglo VI a.C.)
El consejo de conocerse a uno mismo tiene miles de años de antigüedad y, aun así,
conocerse profundamente no es fácil porque los seres humanos somos complejos y
nuestro carácter tiene muchos matices. Evolucionamos constantemente a medida que
37
nos ponemos a prueba en el mundo, nos dejamos influir por él y nos adaptamos al
entorno, todo ello en un intento por encontrar nuestro lugar.
En las entrevistas, los líderes afirmaron que adquirir conocimiento de uno mismo
fue
fundamental para convertirse en líderes auténticos y, por esa razón, aparece en el
centro de la brújula. Y es que, cuando te conoces, puedes encontrar la pasión que
te
motiva y el propósito de tu liderazgo. Nancy Barry, consejera delegada de Women’s
World Banking y una de las mejores líderes de Estados Unidos, aconseja al líder
joven:
«Tómate el tiempo de conocerte y descubrir tu pasión; mira en el interior y busca
tu
poder y propósito. Si lo encuentras y lo sigues, marcarás una diferencia en nuestro
mundo y, además, disfrutarás en el trayecto».
Lynn Forester de Rothschild, consejera delegada de FirstMark, anima a los líderes a
recordar la advertencia de Shakespeare de ser fiel a uno mismo.
«Ser fiel a uno mismo es lo más importante. Está bien ser ambicioso, aunque también
no serlo. Lo importante es ser fiel a lo que quieres. No todo el mundo puede ser el
primero de la clase y, aunque lo intente, puede que no lo consiga o, si lo logra,
tal vez
no le haga feliz. Ten claro quién eres y podrás lograr cualquier cosa en la vida,
superar
cualquier obstáculo (siempre y cuando el obstáculo no seas tú)».
La tarea de descubrir quién eres en realidad se complica cuando te enfrentas al
sinfín
de opciones del mundo, oportunidades que pueden ofrecerte nuevas aperturas para
desarrollarte o seducciones que te alejan de tu verdadero yo.
Además, coincidirás con personas que serán una amenaza, no les caerás bien o te
rechazarán. Para protegerte, puede que desarrolles una falsa personalidad,
levantando
capas protectoras y, al hacerlo, pierdas autenticidad.
1. Tu inteligencia emocional
Conocerse es el primer elemento de la inteligencia emocional, o EQ, que el
psicólogo
Daniel Goleman, autor de Inteligencia emocional, emplea para describir el papel del
líder. Aunque la inteligencia intelectual, o IQ, se ha creído desde siempre una
característica fundamental de los directivos, la inteligencia emocional podría ser
más
importante para los líderes auténticos. Demasiados líderes creen que, por ser los
más
listos del lugar, pueden utilizar su intelecto para triunfar y, como resultado, se
anteponen a otras voces menos potentes pero con las ideas vitales, opiniones y
respuestas que necesitan para el éxito.
Como líder, desde luego, no estoy inmune a esta crítica. Recuerdo el consejo del
asesor general de Medtronic de no ser tan contundente en las reuniones porque
estaba haciendo callar a gente que tenía cosas que aportar y, además, me impedía
ganar su apoyo para la conclusión final.
Dick Kovacevich, de Wells Fargo, defiende que un IQ elevado puede ser, en realidad,
un impedimento para el liderazgo y asegura que «por encima del percentil 99 de
inteligencia, existe una relación inversa entre liderazgo e inteligencia».
Los líderes con un IQ excepcionalmente alto se implican demasiado intelectualmente
y les cuesta ser tolerantes. Está claro que, para estar en lo más alto, hace falta
cierto
grado de inteligencia, tal vez en el percentil 90 o 95, pero no en el 99. Por
encima de
ese nivel, hacen falta más técnicas de liderazgo, interpersonales y trabajo en
equipo
que los puntos extras de cociente intelectual. Dirk Jager, ex consejero delegado de
38
Procter & Gamble, es un ejemplo del líder que no supo imponer su intelecto sobre
los
demás. Jager era un genial estratega, con ideas excelentes sobre los cambios
estratégicos y culturales que hacían falta en P&G, pero su estilo era tan abrasivo
que
amenazaba la esencia misma de la cultura de P&G. Como resultado, su equipo de
dirección se rebeló y la junta le pidió que abandonara en menos de dos años,
momento en que A.G. Lafley, un veterano directivo de P&G, ocupó su lugar. Mediante
una combinación de sabiduría, humildad e implicación personal con los empleados,
Lafley está transformando P&G en uno de los mayores triunfos del siglo XXI. Siendo
uno de los líderes empresariales de más éxito de nuestra era, en 2006 fue nombrado
consejero delegado del año por la revista Chief Executive y uno de los mejores
líderes
de América por US News & World Report.
Ser coherente. Al ser conscientes de sus acciones e intenciones, los líderes actúan
con coherencia en diferentes situaciones y se ganan la confianza de los demás. El
ex
consejero delegado de American Airlines, Don Carty, argumenta que «no puedes
39
motivar a la gente si no haces lo que dices. ¿Cómo puedes esperar que un empleado
sea amable con un cliente si tú no lo eres con el empleado?».
Conectar con los demás. La mayoría de los líderes ven el proceso de adquirir
conocimiento de sí mismos como algo crucial para su capacidad de forjar relaciones
sólidas. Debra Dunn, ex vicepresidente senior de HP, recalca que «si una persona se
conoce, se puede tener una interacción más auténtica con ella». Las personas que se
sienten cómodas en su piel tienden a ser más abiertas y transparentes, incluso
respecto a sus vulnerabilidades.
Destrezas complementarias. Los líderes que conocen sus puntos fuertes y débiles
son capaces de compensar sus vacíos técnicos con colegas que los complementan.
Ned Barnholt, ex consejero delegado de Agilent, dice «Conoces tus puntos fuertes y
fallos, y tratas de organizar un equipo sólido a tu alrededor. Yo no me desarrollé
como
contable y, por eso, me rodeo de financieros excelentes. Es mucho mejor que tratar
de
ser alguien que no eres».
40
jugar de defensa en la Universidad de Pensilvania. «Intenté inspirar al equipo para
ponerse a la altura de las circunstancias y jugar el mejor partido posible. Acabé
siendo
nombrado el jugador más valioso del equipo de la universidad», recuerda.
Decepcionado por no haber sido seleccionado para el fútbol profesional, realizó un
MBA en Wharton y después se incorporó a Citigroup, antes de acabar en Charles
Schwab como director de marketing, trasladándose de Nueva York a San Francisco.
Era muy trabajador y no entendía por qué a sus nuevos compañeros les molestaban
sus largas jornadas y agresividad para forzar los resultados.
«Pensé que mis logros hablarían por sí mismos. Jamás se me ocurrió pensar que mi
nivel de energía pudiera intimidar y ofender a otras personas, porque yo estaba
convencido de intentar ayudar a la empresa. A mis colegas les molestaba el hecho de
que trabajara catorce horas al día, cuando ellos sólo querían trabajar nueve, pero
Chuck Schwab apreciaba mi grado de intensidad».
Uno de los pasos más complicados para tener conciencia de uno mismo es verse como
nos ven los demás y, por mucho que les cueste escucharlo, los líderes necesitan
críticas precisas para identificar sus puntos ciegos. Pottruck se sorprendió cuando
su
jefe le dio una mala puntuación en fiabilidad y le dijo: «Dave, tus colegas no
confían
en ti». Todavía recuerda que «aquel comentario fue como una puñalada en el
corazón».
«No quería admitirlo porque no me veía como me veían los demás. Me convertí en un
pararrayos de las fricciones pero no tenía ni idea de lo egoísta que aparentaba ser
ante
los demás. Sin embargo, en algún lugar de mi interior, las críticas tenían razón.
Al
principio, pensé en buscar otro empleo pero Chuck Schwab oyó rumores de que
estaba buscando trabajo y me pidió que me quedara y solucionara mis diferencias con
el resto de su equipo. Finalmente, me enfrenté al hecho de que no podría triunfar
de
aquella manera y tenía que cambiar».
Pottruck descubrió que cambiar era un proceso arduo:
«Cuanto más estrés tienes, más regresas a tus patrones antiguos –explica–. Como en
Alcohólicos Anónimos, volví a mis colegas y les dije: “Me llamo Dave Pottruck y
tengo
fallos en mis técnicas de liderazgo. Voy a intentar ser una persona distinta pero
necesito vuestra ayuda y os pido que seáis abiertos en cuanto a la posibilidad de
que
pueda cambiar”».
Pottruck trabajó con un entrenador personal y formó un equipo de asesores a quienes
recurrir para sondear su opinión. Su entrenador le enseñó la autenticidad y el
poder
de contar historias y, en sus discursos, Dave comenzó a contar historias que
hablaban
de su vida, sus miedos, sus ambiciones y sus fracasos, y descubrió que los demás se
sentían inspirados.
Tras su segundo divorcio, Pottruck se dio cuenta de que seguía teniendo puntos
ciegos. «Cuando terminó mi primer matrimonio, estaba convencido de que todo
había sido culpa suya. Cuando mi segundo matrimonio se vino abajo, pensé que tenía
un problema de elección de mujeres». Después, trabajó con un consejero que le dijo:
«Tengo buenas y malas noticias. La buena noticia es que no tienes un problema de
elección de mujeres, la mala es que tienes un problema de conducta como marido».
Tras otro largo período de negación, Pottruck se decidió a cambiar:
41
«Era como el tipo que ha tenido tres infartos y, finalmente, se da cuenta de que
tiene
que dejar de fumar y perder peso. La negación es el mayor reto al que nos
enfrentamos y la única forma de superarlo es ser honesto con uno mismo y no
inventarse excusas. A mí me ha ayudado a aceptar las críticas, escucharlas y
tomármelas en serio, por muy dolorosas que sean».
Actualmente, Pottruck está felizmente casado y escucha con atención cuando su
mujer Emily le comenta críticas constructivas. Reconoce que, en ocasiones, vuelve a
sus hábitos antiguos, sobre todo en momentos de mucho estrés, pero ha desarrollado
formas de solucionarlo. «Los consejos de mi mujer me hacen mejor persona y
marido», asegura.
«Todos queremos que nos mimen, nos admiren y nos halaguen, pero también
debemos estar dispuestos a escuchar las críticas que no queremos oír. Para eso hace
falta un fuerte sentido de uno mismo y una base sólida. He tenido suficientes
éxitos
en la vida como para contar con una base de respeto personal y poder aceptar las
críticas en lugar de rechazarlas. Finalmente, he aprendido a tolerar mis fallos y
decepciones, y a no martirizarme por ello».
Es necesario salir del ego y escuchar las críticas que no queremos oír. Los
jóvenes, con
frecuencia, no han desarrollado aún la autoestima necesaria para ver sus errores y
asumir responsabilidades. Cuando eres capaz de hacerlo y estás abierto a nuevas
maneras de hacer las cosas, el cambio que puedes lograr es casi ilimitado. El
proceso
de descubrimiento nunca se acaba.
El duro trabajo de Pottruck para adquirir autoconciencia compensó al final, puesto
que se ganó el apoyo de sus colegas y su liderazgo dinámico produjo resultados
sobresalientes para la empresa. En consecuencia, Schwab lo ascendió a presidente en
1992 y, seis años después, fue nombrado co-consejero delegado junto a Schwab.
Durante sus catorce años al mando, o casi, de Schwab, Pottruck amplió
considerablemente la base comercial de la compañía, que se convirtió en una de las
empresas más admiradas de Estados Unidos y pasó a formar parte de la lista de las
cien mejores empresas para trabajar de la revista Fortune.
En 2003, Pottruck fue nombrado consejero delegado en solitario, mientras Schwab
pasaba a ocupar una silla del consejo. Fueron épocas difíciles para la empresa
porque
el negocio del corretaje se vino abajo tras el declive bursátil de 2001 y 2002 pero
Pottruck y sus colegas, aún con la mentalidad de crecimiento, no comprendieron la
profundidad del cambio permanente que estaba teniendo lugar en sus mercados y
pensaban que el negocio no estaba más que en un ciclo a la baja. «No vi el cambio
radical», reconoce.
«Detestaba echar a gente, por lo que despedí al mínimo posible para arreglar la
empresa. Estaba tan conectado con la gente que no tenía la resolución de
endurecerme emocionalmente para deshacerme de personas por las que sentía afecto.
Ahora me doy cuenta de que hay que recortar constantemente».
Sólo catorce meses después de su nombramiento como único consejero delegado, el
consejo le obligó a renunciar para que Schwab regresase a su puesto. Su primera
reacción fue de sorpresa e incredulidad. El día después del anuncio público,
Pottruck
asistió a una reunión del consejo de Intel, donde Andy Grove, el veterano líder de
Intel, le llamó en privado para darle un sabio consejo: «Cuando te ascendieron a
42
consejero delegado, ¿te hizo eso un hombre mejor? Entonces, ¿crees que por dejar de
ser consejero delegado de Schwab no eres un hombre mejor? Ve con la cabeza bien
alta porque eres igual de bueno que la semana pasada».
Junto al oportuno comentario de Grove, empezaron a llegar cartas y correos
electrónicos de gratitud por su liderazgo y amistad. Aquellos mensajes ayudaron a
Pottruck a sacudirse la depresión, mientras su mujer lo ayudaba a enfrentarse a su
nueva realidad. Hoy, Pottruck dedica el tiempo a ayudar a otras personas a
desarrollar
su liderazgo y autoconciencia en sus clases en la escuela Wharton. Recientemente
pasó a ser consejero delegado de la nueva Eos Airlines cuando el ex consejero
delegado renunció.
Pottruck concluye que «todos tenemos la capacidad innata de mejorar».
«Puedo ayudar a la gente a creer en que puede mejorar, puedo motivarlos a lanzarse
al viaje del descubrimiento, la evaluación sincera y el trabajo duro hacia el
cambio
fundamental. Nadie nace siendo perfecto, sino que todos hacemos cosas mal y se
interponen en nuestro camino. Tienes la posibilidad de permitir que siga siendo así
para siempre o solucionarlo. ¿Por qué no ibas a querer hacerlo? Para mí, sería
ilógico».
Dave Pottruck admite de buena gana sus imperfecciones y sigue esforzándose por
mejorar sus capacidades de liderazgo. La perfección no es el objetivo del liderazgo
auténtico, sino ser fiel a quien eres mientras evolucionas en un líder más eficaz.
Pero
para eso hace falta el tipo de introspección profunda, críticas y apoyo que ilustra
la
historia de Pottruck.
44
3.3. Reflexión e introspección
El paso siguiente en el proceso de la autoconcienciación consiste en dedicar un
tiempo a la reflexión personal, o introspección, porque reflexionar sobre tu
historia
vital y experiencias puede ayudarte a entenderlas con más profundidad. Te permite
reencuadrar tu trayectoria con más coherencia, puesto que tu dirección futura
coincide con el conocimiento de quién eres y la clase de persona que quieres llegar
a
ser.
Randy Komisar, ex consejero delegado de LucasArts, pasó por un período de intensa
reflexión para decidir lo que quería en la vida. Dado que en LucasArts chocaba
frecuentemente con su fundador, George Lucas, y frustrado por su falta de
independencia, se convirtió en consejero delegado de un competidor, Crystal
Dynamics, y resultó ser la peor decisión que había tomado nunca.
Komisar enseguida se dio cuenta de que la empresa no levantaba sus pasiones. «No
encontraba ningún motivo para estar allí. La empresa se debatió pero al final
triunfó,
y yo fracasé. En primer lugar, tuve que admitir mis errores y, después, enfrentarme
a
cuestiones tan complicadas como qué iba a hacer con mi vida. Podría haber hecho
funcionar Crystal, pero ¿a qué precio? Ésa era una pregunta que no me había
planteado antes».
Al cabo de un año, dimitió y se apuntó a unas clases de meditación para ganar
claridad con un monje budista de profesor. «Fue un momento de mi vida en el que
nada más tenía que ser. La práctica budista pasó a ser una parte formativa de la
siguiente fase de mi vida».
Después de reflexionar, Komisar cayó en la cuenta de que había una guerra en su
interior que se remontaba a las dos personas más influyentes de su vida: su padre y
su
abuela. Su padre había sido vendedor autónomo para innumerables empresas,
tremendamente independiente, con ansias de éxito material y que arriesgaba
continuamente. «Cuando perdió dinero, nos preocupaba no poder pagar la
universidad. Me daba miedo no poder licenciarme». Pero su padre le animaba a
perseguir el éxito económico porque «La inseguridad del dinero la llevo en los
huesos
desde niño».
Komisar se llevaba muy bien con su abuela, que falleció cuando él tenía diez años.
«Establecimos un vínculo que no he vuelto a tener con nadie más. Su muerte me
destrozó porque ella ejercía una influencia increíble en mi vida. Era generosa, le
interesaba la gente y tenía un gran carácter. Amaba a las personas y ellas le
correspondían».
Komisar reconoció la necesidad de liberarse de su imagen del éxito y abrazar sus
propias cualidades.
«Iba por la vía rápida, pero no era la mía. Dentro de mí había una lucha entre la
necesidad de sentirme realizado y el deseo de triunfar a ojos de mi padre y de la
sociedad. Era el momento de desechar el concepto de subir por la escalera del éxito
y
aceptar que estaba recorriendo un camino largo y tortuoso».
Cuando el líder acepta quién es y se libera de la necesidad de situarse en la vía
rápida
de otra persona, puede sentirse cómodo en su propia piel. «La capacidad de encarar
la
realidad y admitir que no se es infalible y, aun así, sentirse bien con uno mismo,
es un
punto de inflexión decisivo en tu autoconciencia», asegura Komisar.
45
Se incorporó a la empresa de capital riesgo de Kleiner Perkins para ayudar a los
líderes
de la cartera de empresas de la compañía a desarrollarse personalmente, sus
estrategias y su autoconciencia. «He conseguido pasar todo el tiempo haciendo la
parte del trabajo del consejero delegado que me da más energía: la estrategia, el
establecimiento de relaciones, la firma de acuerdos y el tutelaje de equipos»,
concluye.
Tad Piper: ser vulnerable bajo presión. Un temor que todos debemos superar es la
duda de si los demás nos aceptarán si dejamos ver nuestra vulnerabilidad o nos
rechazarán si admitimos nuestros errores. ¿Se aprovecharán los demás de nuestras
debilidades? ¿Empeorará su opinión de nosotros? Por mucho que lo neguemos, estas
preguntas nos machacan constantemente cuanto más vulnerables nos sentimos.
Tad Piper, ex presidente y consejero delegado de Piper Jaffray, pasó por una
experiencia terrible cuando su empresa se topó con una crisis económica y jurídica
derivada de las acciones de un agente de bonos que perdió dinero para algunos de
los
mayores clientes de la empresa. Cuando el fondo de bonos incrementó un 90%
acumulativo en cinco años, el gestor de fondos asumió riesgos cada vez mayores, con
instrumentos derivativos nuevos y complejos para sostener unos rendimientos
inusualmente altos. Pero, cuando los tipos de interés bajaron en 1994, el fondo
cayó
un 25%.
Los inversores sospecharon del caso y sus abogados fueron al ataque, entablando una
demanda tras otra en las que acusaban a Piper Jaffray de no haber informado a los
clientes de los riesgos del fondo y descrito erróneamente el fondo como
conservador.
Piper trató de trabajar con los clientes para resolver los problemas pero, cada
vez, era
más complicado. Señala que, «cuando te metes en problemas, enseguida descubres la
solidez de tus relaciones, qué personas son auténticas y cuáles no, y quién
abandona
una relación por dinero. Muchas personas muy sofisticadas se volvieron estúpidas e
ingenuas enseguida, pero, aun así, nosotros éramos los responsables del problema».
Hacia la primavera de 1994, Piper era consciente de que tenía entre manos un
problema transcendental.
«El futuro de toda nuestra empresa estaba en juego. Tuvimos que afrontarlo de la
mejor manera posible». Ante la pregunta de si pensó en un rescate, Piper responde
con franqueza: «Por supuesto. Los problemas eran abrumadores y la tentación de
abandonar era acuciante, pero sabía que no podía hacerlo. Resolverlo era mi
problema, con la ayuda de Dios. En último término, podríamos habernos arruinado
pero yo iba a poner toda la carne en el asador».
Piper sintió que su liderazgo en la empresa durante ese período no pudo haber sido
mayor. La experiencia lo ayudó a resolver los problemas empresariales desarrollando
una fuerza interior y admitió abiertamente sus inseguridades, incluso en su punto
más álgido, y estaba dispuesto a ser vulnerable.
«Una de las cosas más importantes que hicimos fue reunir a nuestros líderes y a sus
cónyuges de las sucursales de todo el país. Mi mujer y yo decidimos ser totalmente
honestos y vulnerables con ellos. Les dejamos ver que éramos gente de verdad, con
sentimientos, y reconocimos delante de ellos que teníamos miedo. También les hablé
de mi dependencia química y mi fe. Al final, fue la medida más poderosa que hemos
46
tomado nunca. La gente no olvidó aquel día porque les demostramos nuestra
vulnerabilidad. De repente, todo el mundo en el equipo confiaba en nosotros, hasta
los escépticos».
Piper asegura que no se habría abierto de ese modo si no se hubiera encontrado en
el
medio de una crisis. «Como resultado, he aprendido el poder de ser vulnerable. Casi
todos los líderes temen ser vulnerables porque piensan que, supuestamente, deben
ser
fuertes y tener todas las respuestas».
Con el tiempo, Piper admitió que tenía que llegar a un acuerdo respecto a las
demandas para resolver el problema y, con la cuestión a sus espaldas, él y sus
colegas
fueron capaces de centrar toda su energía en volver a levantar el negocio.
Lo excepcional de la historia de Piper es su apertura en la lucha por resolver los
problemas y su disponibilidad a compartir su vulnerabilidad con sus compañeros de
equipo. Muchos líderes agacharían la cabeza y tratarían de solucionar las cosas sin
pedir ayuda. El planteamiento de Piper exige ser valiente pero, a la larga, es
mucho
más satisfactorio porque capacita tremendamente a los integrantes del equipo que
quieren de verdad ayudar a que la organización triunfe. Por encima de todo, el
liderazgo es una tarea humana y, cuando los líderes desvelan sus vulnerabilidades,
desarrollan vínculos humanos de confianza con los demás, que motivan y capacitan a
aquellos a quienes implican.
4. Aceptarse a uno mismo
Sin embargo, la autoconciencia no es más que la mitad del desafío, puesto que
todavía
falta aceptarse a uno mismo, aunque es cierto que lo primero facilita enormemente
lo
segundo. Cuando somos conscientes de nosotros mismos, nos vemos con claridad y
precisión, y sabemos en qué creemos realmente.
La clave de la autoaceptación es quererse incondicionalmente. Enamorarnos de
nuestros puntos fuertes y disfrutar de los logros es fácil, el propio Narciso lo
hacía,
pero para amarse sin condiciones debemos aprender a aceptarnos tal y como somos,
con todas nuestras imperfecciones y fallos, en lugar de desear ser diferentes.
Reatha
Clark King se refiere a esto cuando dice «Me siento bien en mi piel. Me llevo bien
conmigo misma y he aprendido a aceptarme, con mi raza y con mi género».
Para quererte incondicionalmente necesitas autocompasión. En The poetry of self-
compassion, el poeta David Whyte habla de abordar las debilidades y las sombras
para
poder aceptar las cosas que menos te gustan de ti. Eso requiere excavar en las
experiencias que llevas años ocultando y descubrir al niño inocente dentro de ti,
que
está esperando salir a flote. Whyte también menciona ese desafío en su poema «El
pozo de las penas».
47
las pequeñas monedas
que arrojaron quienes desearon algo distinto».
David Whyte, Where many rivers meet, Many Rivers Press, 1990.
Whyte explica que no podemos levantar un muro entre nosotros y el dolor de las
experiencias pasadas, sino que, como David Pottruck y Tad Piper, hace falta
encararlas directamente, aceptarse incondicionalmente y aprender a amar nuestras
debilidades tanto como disfrutamos con nuestros puntos fuertes. Ese grado de
autocompasión te permite llegar a la fuente de tu auténtico norte y aceptarte tal y
como eres.
Una vez que dispongas de un alto grado de autoconciencia y autoaceptación, te será
mucho más fácil regularte personalmente y tus sentimientos. Los arrebatos de ira y
emociones suelen detonarse cuando alguien penetra en el corazón de lo que no nos
gusta de nosotros o no hemos aceptado aún pero, si te aceptas como eres, ya no
serás
vulnerable a ese dolor y estarás preparado para interactuar auténticamente con las
personas que entren en tu vida (familiares, amigos, compañeros del trabajo e
incluso
completos desconocidos).
Liberado de tener que fingir ser alguien que no eres, te puedes por fin centrar en
perseguir tus pasiones y alcanzar tus sueños.
Con el centro de tu brújula sólidamente basado en el autoconocimiento y apoyado por
la autoaceptación, estás listo para centrarte en tus valores y principios.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 5, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 4 que se encuentra en el apéndice C.
48
Mientras adquieres conciencia de quién eres, debes conocer cuáles son los valores y
principios que guían tu liderazgo. De hecho, varios líderes se refieren a sus
valores
como su brújula moral y Dan Vasella, de Novartis, comenta que «la mayor parte de la
gente tiene algún tipo de brújula moral que les dice en qué dirección ir». Por otro
lado, Jim Burke, ex presidente y consejero delegado de Johnson & Johnson, que tomó
la valiente decisión de retirar Tylenol en 1982, asegura que «sin un centro moral,
nadarás en el caos».
Sin embargo, permanecer centrado en los valores no es sencillo, sino que es fácil
dejarse llevar por las tentaciones y presiones del mundo externo, que te desvían de
tu
centro moral. Pero, si estás centrado gracias a un alto grado de autoconciencia, tu
brújula te ayudará a retomar el camino.
David Gergen: descubrir el auténtico norte. David Gergen quería llevar una vida
coherente con los valores que aprendió de su familia y de la comunidad de Durham,
donde creció. Llegó a ser la primera persona en trabajar de asesor en la Casa
Blanca
para cuatro presidentes: Richard Nixon, Gerald Ford, Ronald Reagan y Bill Clinton.
Gergen trabajó con Nixon en la Casa Blanca en la época posterior al allanamiento,
en
1972, de la sede central de Watergate de la Comisión Demócrata Nacional y aquella
experiencia lo convenció de seguir un sencillo principio de liderazgo –actuar con
transparencia–, que lo ha ayudado a permanecer fiel a sus valores.
Gergen tenía 28 años cuando lo contrataron como escritor de discursos de la Casa
Blanca durante el primer mandato de Nixon y ocupó una butaca de primera fila en el
escenario de la historia. «Cuando llegué, se me subió a la cabeza el poder, el
glamour y
el prestigio», reconoce, aunque después se dio cuenta de lo ingenuo y desprevenido
que estaba para los acontecimientos de los años siguientes.
Su ambición lo ayudó a convertirse en una figura emergente del gobierno de Nixon y
recuerda que «aspiraba al círculo de los jefazos y era tan ambicioso como el que
más».
Tras la reelección de Nixon en 1972, Gergen fue nombrado jefe de redacción de
discursos del presidente y del equipo de investigación, con responsabilidad de
supervisar a cincuenta personas. «Era tentador caer en la trampa de creerme
importante, en lugar de reconocer que la gente piensa que eres importante sólo por
tu
posición. Tenía parte de la arrogancia de otras personas en aquel gobierno»,
confiesa.
Cuando empezó a salir a la luz el encubrimiento del Watergate, a principios de
1973,
Gergen no creía que aquellas afirmaciones fueran ciertas. «Nos aseguraron
constantemente que ni Nixon ni nadie en un puesto de mando de la Casa Blanca
había hecho nada mal –recuerda–. Nixon nos lo explicó directamente, y Haldeman y
otros lo confirmaron en los términos más rotundos». Mientras aumentaba el interés
público por el caso Watergate durante 1973 y 1974, un número cada vez mayor de
miembros de la plantilla dimitió, incluidos algunos de su propio equipo, pero
Gergen
no creía poder marcharse. «Mi dimisión habría sido una declaración pública de mi
desconfianza en la integridad del presidente Nixon. Por eso me quedé, esperando en
vano que fuera inocente».
Gergen supo de la culpabilidad de Nixon apenas dos días antes de que saltara la
noticia en agosto de 1974 e, incluso entonces, no le pareció que debía marcharse,
por
miedo a que le tacharan de abandonar el barco a pique, especialmente cuando el
50
presidente Nixon le había pedido que escribiera su carta de dimisión. Mientras
observaba a Nixon abandonar la Casa Blanca por última vez en su helicóptero, Gergen
pensó que su carrera en la vida pública estaba acabada, recordando el infame equipo
internacional de los Chicago Black Sox en 1919, cuyos jugadores fueron acusados de
hacer trampas y se les prohibió jugar al béisbol para siempre. «Pensé que no
volvería a
jugar», reconoce.
«Watergate fue una epifanía para mí. Hizo añicos la idea de que, por estar en una
posición de poder y glamour, puedes sobreponerte a los que te cuestionan, porque no
es así».
Casi inmediatamente, el teléfono de Gergen dejó de sonar. «De repente, ya no eres
tan
glamuroso como antes y te das cuenta de lo rápido que va y viene todo». Durante los
días solitarios y depresivos que siguieron, a Gergen le impresionaron sobre todo
las
personas que permanecieron a su lado, principalmente sus viejos amigos de Durham y
los compañeros de la universidad.
«Cuando estás en un lío y te despojan de todas las defensas, te das cuenta de lo
que
importa y lo que no. Entonces es cuando debes volver a tus raíces y a tus valores.
Los que eran inocentes se han recuperado hasta alcanzar carreras sobresalientes,
como Jon Huntsman, fundador y presidente de Huntsman Corporation. Hank Paulson
es otra persona que salió y tuvo una carrera extraordinaria como consejero delegado
de Goldman Sachs y actualmente Secretario del Tesoro.
Desde aquella aguda experiencia de Watergate, he favorecido siempre la
transparencia.
Muchas veces, he diferido de las personas para las que trabajaba porque las
lecciones
de Watergate estaban muy vivas en la mente. Te recuerdan que debes permanecer fiel
a tus valores. Nixon no tenía brújula moral y todo se descarriló».
La experiencia de David Gergen con el caso Watergate fue instructiva en su
desarrollo
como líder auténtico, al admitir que se había dejado seducir por el glamour y el
prestigio de estar en el centro del poder mundial, por lo que necesitaba regresar a
sus
verdaderas raíces y a las personas que estuvieron allí cuando su mundo se vino
abajo.
Aquella temprana experiencia mejoró su capacidad de asesorar a los presidentes
Ford,
Reagan y Clinton, y convertirse en un sabio profesor de líderes futuros desde su
puesto de director del Centro de Liderazgo Público de Harvard.
Keith Krach: cuando los valores entran en conflicto. Tal vez no sepas a ciencia
cierta cuáles son tus valores hasta que te encuentres bajo la presión de un
conflicto de
valores, o descubras que los valores de las personas para quienes trabajas difieren
de
los tuyos.
Ésa fue, precisamente, la situación en la que se encontró el ex consejero delegado
de
Ariba, Keith Krach, a los treinta y pocos y después de una experiencia
satisfactoria en
General Motors, de la que fue el vicepresidente más joven de su historia. Krach
dejó
General Motors para convertirse en director de operaciones de una empresa nueva de
Silicon Valley llamada Qronos Technology, con la promesa de llegar a ser consejero
delegado al cabo de un año.
«Mi carrera fue como correr los cien metros y darme de bruces contra un tablón. La
empresa no compartía mis valores. El consejero delegado solía decir: “Ocultemos
esto
51
al consejo” y, pasados unos meses, estaba claro que me había equivocado porque, con
aquellos valores, la empresa no podría sobrevivir. Aunque no había dimitido nunca
de
nada, me di cuenta de que, si me quedaba allí por más tiempo, no sería capaz de
mirarme en el espejo».
Krach se enorgullecía de ser fiel y tener integridad, dos valores básicos que
chocaban
en su interior. Aunque la situación era complicada, no quería renunciar pero no le
parecía que estuviera siendo fiel a sí mismo, hasta que su mejor amigo le dijo: «No
tienes buen aspecto. Con actitud y entusiasmo, eres de matrícula, pero lo has
perdido.
Estás en el suspenso. Para ti no hay término medio; deberías dimitir».
El momento de la verdad se produjo mientras su mujer daba luz a su primer hijo.
Krach estaba a su lado en el parto pero el consejero delegado no dejaba de llamarlo
para que acudiese a la oficina. «Tenemos una reunión importante de colaboración con
IBM», le explicó, y Krach respondió «Es anatómicamente imposible. Voy a ver nacer a
mi hijo». Al cabo de varios minutos, los valores de Krach parecieron encajar y
alcanzó
la claridad mental. Llamó a su jefe y le dijo, sin más, «Dimito».
«Fue un momento muy importante en mi vida. Sentí un alivio inmediato. Aprendí
más en Qronos que en cualquier otro año de mi vida sobre lo que importa en
términos de valores, confianza e integridad. Fue como un proceso de templar acero
que me hizo estar mucho más decidido sobre mis valores».
Jon Huntsman: poner a prueba los valores bajo presión. En preparación para el
día en que tus valores contradigan a los de tu empresa o estén reñidos entre sí,
debes
decidir lo que defiendes en la vida. ¿Qué dirá tu esquela? ¿Cómo quieres que te
recuerden en tu funeral?
La vida de Jon Huntsman, fundador y presidente de Huntsman Corporation, una
empresa química valorada en 13.000 millones de dólares, ofrece un ejemplo
interesante de la forma en que una persona respondió a esas preguntas. Para el
observador externo, Huntsman parece llevar una vida idílica, marcada por la
integridad, la claridad de valores, una familia grande y triunfadora y el éxito
material,
y, sin embargo, ha sufrido graves momentos de tensión en al menos tres ocasiones.
Una y otra vez, no tuvo más remedio que mirar en su ser más profundo y decidir lo
que estaba dispuesto a tolerar.
Huntsman tiene una opinión rotunda de sus valores y de su importancia en la vida de
los demás y, cuando asegura que «no existe el agnosticismo moral», su claridad te
obliga a reflexionar sobre sus propios valores.
«Todos tenemos un GPS moral, una brújula o conciencia programada por nuestros
padres, profesores, abuelos, iglesia, amigos e iguales. La brújula es una parte
íntegra
de nuestro ser y no deja de distinguir entre la conducta correcta e incorrecta
hasta el
día que morimos».
Huntsman, nacido en una humilde familia del Idaho rural, defiende que sus valores y
liderazgo están inextricablemente vinculados a sus raíces familiares. Pese a su
cercanía con su madre, en ningún momento desarrolló una relación próxima con su
padre, que imponía una férrea disciplina.
«Mi madre era una persona dulce y cariñosa que nunca decía nada negativo de nadie.
Gracias a ella tengo el corazón blando […]. Me enseñó a jugar según las reglas, a
ser
52
duro y competitivo pero limpiamente. Los principios que aprendimos de niños eran
simples y justos. Con las brújulas morales programadas en los cajones de arena de
antaño, podemos navegar por nuestras carreras con unos valores que garantizan vidas
de éxito, un camino apto para el bienestar moral y mental, y la oportunidad del
éxito
material a largo plazo».
Las capacidades de liderazgo de Huntsman se hicieron palpables a muy corta edad.
Obtuvo su primera oportunidad de liderazgo al ser elegido delegado de su clase de
sexto de primaria y en primero de secundaria, segundo y tercero. Más tarde, pasó al
instituto de Palo Alto y también fue elegido delegado de la clase de primero de
bachillerato.
En la universidad de Pensilvania, Huntsman fue elegido presidente del último curso
y
de su fraternidad, y nombrado universitario excepcional por la organización
internacional de su fraternidad. Tenía una misión en cada una de sus funciones de
liderazgo y trabajó para que todas las personas se le unieran y asumieran su
misión.
Nada más salir de la universidad, su madre desarrolló cáncer de mama y murió a los
cincuenta y tantos. «Sufrió tanto que me partió el corazón», reconoce. Pero aquella
no
fue la única experiencia de su familia con el cáncer, puesto que su padre falleció
de
cáncer de próstata y su madrastra, de cáncer de ovarios. Como un nubarrón colgando
sobre la familia, el cáncer le acechó personalmente en dos ocasiones pero logró
superarlo.
Pese a todo, levantó cabeza de la tristeza que le supuso la lucha y muerte de su
madre,
y se propuso que, un día, crearía un instituto de investigación contra el cáncer,
un
sueño que se hizo realidad décadas después, cuando él y su mujer Karen fundaron el
Huntsman Cancer Institute en 1995. En 2007, los Huntsman habían donado y
recaudado más de 350 millones de dólares hasta convertirlo en uno de los institutos
contra el cáncer más respetados de todo el mundo. Su experiencia personal con el
cáncer le convenció de que la mejor terapia era saber cuánto se preocupaban los
demás por él y, por ello, detrás de su escritorio hay un cartel que dice: «El mayor
ejercicio para el corazón humano es agacharse y levantarse de nuevo». «En eso,
precisamente, consiste la vida», asegura.
Al igual que David Gergen, la brújula moral de Jon Huntsman fue puesta a prueba
cuando empezó a trabajar para el gobierno de Nixon en 1972, poco antes del caso
Watergate. Después de fundar su propia empresa, el secretario de sanidad, educación
y bienestar (HEW), Elliot Richardson, lo contrató como socio administrador de
servicios sociales. Su éxito en la instauración de un programa de gestión por
objetivos,
que supuso un ahorro de cien millones de dólares en los seis primeros meses, lo
puso
en conocimiento de la Casa Blanca y, poco después, el poderoso jefe de personal de
Nixon, Bob Haldeman, le ofreció un empelo. Para Huntsman, la experiencia de recibir
órdenes de Haldeman fue «muy confusa».
«Había sido consejero delegado de una empresa y, por aquel entonces, dirigía una
gran división en HEW. No estaba mentalizado para acatar órdenes,
independientemente de que fueran ética o moralmente correctas. Tuvimos algunos
roces porque muchas de las cosas que quería hacer Haldeman eran cuestionables. La
Casa Blanca se impregnó de una atmósfera amoral».
53
Un buen día, Haldeman le pidió ayuda para entrampar a un congresista californiano
que se había opuesto a una iniciativa de la Casa Blanca y que era propietario
parcial de
una fábrica que, supuestamente, contrataba a trabajadores indocumentados.
Haldeman quería recabar información que pudiera ser utilizada para escarnio suyo y
la tarea de Huntsman era colocar a unos empleados latinoamericanos de sus
instalaciones dentro de una operación secreta. Explica que se sintió «forzado por
Haldeman para llamar a mi director de planta».
«En ocasiones, reaccionamos demasiado deprisa y no nos damos cuenta de inmediato
de lo que está bien y mal. Aquél fue uno de esos momentos en los que no me paré a
pensar, sabía instintivamente que era incorrecto pero tuvieron que pasar varios
minutos para que la idea se filtrara. Pasados quince minutos, mi brújula moral
interior
salió a la superficie y me permitió reconocer que no era lo adecuado; los valores
que
me habían acompañado desde la niñez hicieron su aparición. En medio de la
conversación con nuestro director de planta, le dije: «No lo hagamos. No quiero
seguir este juego. Olvida que te he llamado».
Informé a Haldeman de que no pondría a espiar a mis empleados, plantándome ante
la segunda persona más poderosa del país. Él no apreciaba respuestas de ese tipo
porque lo consideraba un signo de deslealtad. Podría haber dimitido directamente.
¿Qué más da? Me fui a los seis meses».
Como puede verse en la foto de sus 73 familiares que adorna su tarjeta de
felicitación
navideña, Huntsman está enormemente orgulloso de su gran familia. Apenas un año
tras dimitir de la Casa Blanca, Karen y él se enfrentaron a la mayor prueba cuando
su
hijo pequeño, Mark, nació con graves limitaciones mentales. El médico les dijo que
Mark no sería capaz de leer, escribir o ir al colegio, puesto que su capacidad
intelectual nunca sobrepasaría la de un niño de cuatro años, y les recomendó
internarlo en una institución. Para los Huntsman, la sugerencia del médico de
internar a su hijo representaba un conflicto de valores imposible porque la familia
lo
era todo para ellos y Mark era tan miembro como el resto de sus hijos. Tomaron la
decisión de que, costara lo que costara, Mark viviría en su casa.
Cuando Penny y yo visitamos a los Huntsman en su instituto oncológico y hospital en
2002, Jon me presentó con orgullo a Mark, quien nos saludó con una amable sonrisa y
un fuerte abrazo.
«Mark no entiende a qué se dedica la gente y no distingue a un celador de un
consejero delegado. Él juzga a las personas sólo por la bondad de su corazón. Se
forma
un juicio enseguida de las personas y descubre a los farsantes de inmediato. Si su
corazón es bueno, les da un fuerte abrazo. Observándole, aprendo algo todos los
días.
Él ha sido un modelo y yunque para nuestra familia».
En 2001, Huntsman se enfrentó al mayor reto de toda su carrera, cuando su empresa
se vio al borde de la quiebra. La desesperada situación de la compañía no era tanto
resultado de sus propios pasos en falso como de la profunda recesión de los
mercados
químicos y de embalaje. Los precios y márgenes de beneficios caían estrepitosamente
mientras que la competencia seguía produciendo mucho más de lo que la menguante
demanda necesitaba. Para colmo de males, los costes de la energía y los precios de
las
materias primas subían en espiral, descontrolados. Como consecuencia, los bonos de
alto rendimiento de Huntsman se vendían a 25 centavos de dólar.
54
Pese a haber nombrado consejero delegado a su hijo Peter, Huntsman seguía
presidiendo el consejo de administración además de ser el fundador y principal
accionista de la empresa. Un día aciago, los expertos financieros, abogados,
representantes de sus 87 entidades de crédito y expertos en bancarrota de Nueva
York
y Los Ángeles se dieron cita en Salt Lake City para hacerle partícipe de su opinión
unánime. Huntsman sólo tenía una opción: presentar la suspensión de pagos
supervisada por un tribunal conforme al capítulo 11 de la Ley de Quiebras o
sentarse
de brazos cruzados mientras los acreedores le cerraban la empresa por negarse a
enviarles las materias primas fundamentales.
Después de escuchar pacientemente sus análisis y súplicas, pensó para sus adentros:
«No iba a dejar que la empresa fuera tomada por abogados corporativos, banqueros y
asesores muy bien pagados porque ninguno de ellos puede entender mi noción del
carácter y la integridad». Así, Huntsman contestó con un monosílabo: «No». Para él,
la quiebra no era una opción; su nombre colgaba sobre la puerta y en la deuda, y le
parecía que su integridad estaba en juego.
«Hay momentos en que los asesores, abogados y consejeros externos quieren decirnos
cómo debemos manejar la vida. ¿Somos hombres y mujeres de carácter, integridad,
bondad y caridad, o vamos a dejarnos motivar por lo que digan otros? Al final de
nuestra vida, tendremos que decidir qué queremos que digan de nosotros en nuestro
funeral».
Huntsman convocó a su equipo un día tras otro en las horas más sombrías y les
animaba, diciéndoles:
«Lo vamos a conseguir. Nuestro nombre está colgado en la puerta. Iremos a cada
banquero, a los 87, y negociaremos un acuerdo que nos parezca aceptable. Traeremos
nuestros bonos y los amortizaremos por capital».
La empresa atravesó tres años de confusión debido a que Huntsman se negó a
renunciar, aunque la única persona que se mantuvo a su lado durante toda la crisis
fue su mujer.
«Karen fue una excelente fuente de ánimo y apoyo Necesitas alguien junto a ti que
sea
tremendamente comprensivo. Mis banqueros y socios cercanos me habían
abandonado por lo que, durante años, Karen fue la única persona que permaneció
junto a mí. Y lo hizo porque me conocía mejor que nadie y sabía lo importante que
era para mí conservar la integridad. Si una persona perdía un centavo, yo habría
perdido mi carácter como hombre».
En el proceso, Huntsman sufrió un infarto y contrajo la enfermedad de Addison por
el
desgaste de su sistema inmunitario. Aun así, añade con orgullo que saldó «hasta la
última deuda».
«A día de hoy, los obligacionistas han recibido cien centavos por dólar. Los
acreedores
de Huntsman han cobrado completamente y nos han ampliado el crédito. Las
acciones de Huntsman cotizan en la bolsa de Nueva York y les va bien. Y nuestros
ingresos son los más altos de la historia».
Recordando su roce con la bancarrota, Huntsman recuerda:
«Al fin y al cabo, los acreedores fueron nuestra salvación. Levantar un buen
nombre,
ser honesto, amable y pagar las deudas a lo largo la vida te recompensa en los
peores
momentos. En algún momento de la vida tenemos que preguntarnos si vamos a
55
permitir la erosión o afrontarla y arremeter contra ella. Tu vida habla por sí
sola. Si yo
hubiera intentado engañar a alguien o no hubiera jugado según las reglas, ellos
habrían ejercido sus derechos naturales cuando me vi en apuros. El corazón y el
alma
humana tienen una inmensa capacidad de cambiar de rumbo en sentido positivo, si
simplemente evitamos que los demás influyan en lo que hacemos».
Una y otra vez, el auténtico norte de Huntsman fue puesto a prueba de la manera más
traumática, pero él permaneció fiel a sus valores, sin desviarse de ellos. Es muy
improbable que pudiera haberlo hecho sin un alto grado de autoconciencia y claridad
en sus creencias.
¿Sabes cómo responderías tú en una situación similar? ¿Qué estás dispuesto a
tolerar
en la vida? Cuando lo sepas, es fundamental que seas fiel a aquello en lo que crees
porque la única forma de prepararte ante una crisis como ésta es conocer tus
valores
y, a partir de ahí, determinar tus principios de liderazgo.
Recuerda que los principios son valores traducidos a la acción y contar con una
base
sólida de valores y ponerlos a prueba en momentos de tensión te permite desarrollar
los principios que usarás en el liderazgo. Por ejemplo, un valor como la
preocupación
por los demás podría traducirse en el principio de liderazgo de crear un entorno
laboral donde se respete a las personas por su contribución, se garantice la
seguridad
laboral y se les permita alcanzar su potencial.
Todos los líderes funcionan con principios, aunque lo hagan subconscientemente.
Piensa en una pregunta tan sencilla como qué motiva a la gente. Algunos líderes
piensan que a la gente le motiva trabajar lo menos posible y lideran basándose en
un
principio que establece reglas estrictas de conducta y comportamiento, y las
refuerzan
con rigidez para obligar a las personas a trabajar. Otros líderes responden a la
misma
pregunta que las personas quieren sinceramente trabajar bien y ser importantes
mediante su trabajo. Estos líderes funcionan a partir de un principio de
capacitación
que da libertad a los demás para realizar su trabajo, los anima a sobresalir y
delegan
en ellos su propio seguimiento.
56
Mientras tanto, Murthy se empapó de una atmósfera de acción e interrogantes que
dio lugar a cuatro principios rectores. Primero, la única forma de eliminar la
pobreza
es creando puestos de empleo y más riqueza. Segundo, sólo hay unas cuantas
personas capaces de liderar la creación de esas empresas y crear empleo y riqueza.
Tercero, esas personas necesitan incentivos para crear riqueza de forma justa. Y,
por
último, no es responsabilidad del gobierno crear trabajo ni riqueza, sino que su
papel
es implantar un entorno con un sistema de incentivos justos que fomente la creación
de puestos de trabajo y riqueza. Murthy lo explica de la siguiente manera.
«Cuando pienso en el idealismo de mi juventud, me doy cuenta de que las personas
necesitan oportunidades, incentivos y competitividad para mejorar. Ésa es la
esencia
del capitalismo. Si combinas el espíritu del capitalismo con la justicia, la
decencia, la
transparencia y la honestidad, el resultado es el capitalismo solidario».
De regreso a la India, Murthy y un grupo de jóvenes colegas fundaron Infosys
Technologies en 1982 y la convirtieron en la empresa de externalización informática
líder en todo el país. Infosys le otorgó la plataforma para traducir sus valores en
principios empresariales y tener claros los límites éticos. «Nuestro sueño era
demostrar que se podía dirigir un negocio en la India sin corrupción y crear
riqueza,
legal y éticamente», asegura.
Desde el principio, Murthy y sus colegas querían crear la empresa más respetada de
la
India y, pese a las dificultades de abrir un negocio, se adhirieron a un enfoque de
principios. «Fue toda una crisis –recuerda–. Nos vimos obligados a financiar el
crecimiento con nuestros ingresos, aunque aquello nos inculcó disciplina».
Al negarse a pagar sobornos, Infosys tuvo que esperar un año para la instalación de
una línea de teléfono.
«Lo que te absorbe la energía o el entusiasmo no es el problema fiscal, sino
infringir
tu sistema de valores. Los líderes con principios tienen menos probabilidades de
ser
intimidados o mandoneados porque son capaces de dibujar las líneas claramente
sobre la arena. Siempre hemos creído que la almohada más blanda es una conciencia
limpia y me siento afortunado por no haber pasado nunca por una situación de
insomnio por haber obrado mal».
Con el tiempo, la solicitud de sobornos cesó:
«Si no das tu brazo a torcer en las primeras operaciones, se irán a molestar a otra
parte. Atenerse al sistema de valores genera un ambiente que permite a las personas
tener aspiraciones elevadas, autoestima, confianza en el futuro y entusiasmo para
asumir tareas muy complicadas. Los líderes tienen que practicar lo que predican y
demostrar su compromiso con el sistema de valores. Existe una correlación directa
entre el sistema de valores de nuestra empresa y el éxito que hemos tenido en los
últimos 24 años. Espero que eso justifique a nuestra gente la necesidad de aceptar
nuestros valores y funcionar a partir de ellos».
Conozco a pocos líderes empresariales tan seguros de conocer sus valores y
establecer
sus principios de liderazgo como Narayana Murthy. Su experiencia en Francia ejerció
una influencia formativa en su manera de pensar sobre los principios y conllevó el
crecimiento y el éxito de Infosys. Murthy ha tenido la valentía de aferrarse a sus
valores, moviéndose a contracorriente de tantas normas culturales en la India y se
ha
adherido a sus principios a lo largo de toda su carrera.
57
Judy Haberkorn: admitir los errores. Judy Haberkorn, de Verizon, mantenía un
principio firme en la relación con los clientes, «ser siempre abiertos y
transparentes»,
que fue puesto a prueba cuando un miembro de su equipo cometió un error
considerable, por el que pensó que la despedirían. Con la intención de ahorrar
dinero,
aquel empleado decidió enviar a los clientes sus números PIN en sobres sin cerrar y
acabaron en los vestíbulos de bloques de pisos, sobre los buzones, donde cualquiera
podía leer el nombre, el número de teléfono y el PIN. Cuando Haberkorn trasladó la
cuestión y sus preocupaciones a su jefe, le dijeron que no se preocupara porque
«las
cosas se calmarían», a lo que ella, frustrada, respondió que era «una prueba sobre
cómo gestionar bien o mal un desastre, bastante similar al caso Tylenol de Johnson
&
Johnson».
«Si no lo quieres solucionar a lo Tylenol, despídeme ahora mismo y pon a otra
persona en el puesto. Mientras esté yo al mando, seguiremos la ruta Tylenol. Voy a
enviar un telegrama a cada cliente explicándoles lo que ha sucedido y abonaremos
cualquier llamada inapropiada que sea resultado de este desastre, e inmediatamente
proporcionaremos a los clientes un nuevo número de tarjeta y PIN. Saldré en las
noticias locales esta noche para explicar lo ocurrido y las medidas que va a tomar
Verizon».
Como resultado, el problema se disipó y Haberkorn concluye lo siguiente de aquella
experiencia.
«Nos costó dinero pero a nadie le cabía ninguna duda de que estábamos haciendo lo
correcto. Hubo un error y lo pagamos caro pero dejar a los clientes pensando que no
nos importaba su seguridad y descuidábamos su privacidad habría sido una catástrofe
mucho mayor».
No es fácil enfrentarse al jefe y, de hecho, muchos se sentirían protegidos si su
superior les hubiera dicho que no hicieran nada. Sin embargo, para Haberkorn sus
principios sobre cómo tratar a los clientes justificaban desafiar a su jefe y tomar
las
medidas correctivas de todos modos. Sus actos requerían de mucho valor, la marca
del líder auténtico.
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Una forma de entender los límites éticos para un líder consiste en hacer la prueba
de
The New York Times. Antes de realizar cualquier acción, pregúntate cómo te
sentirías
si la situación al completo, incluidas las transcripciones de todas las
conversaciones,
se publicara en primera plana en el New York Times. Si la respuesta es negativa, es
el
momento de reconsiderar tus acciones y, si es positiva, puedes sentirte cómodo
aunque los demás te critiquen después.
3. Liderar en valores
Últimamente, muchas empresas están pasando de la gestión por objetivos al liderazgo
en valores. El consejero delegado de IBM, Sam Palmisano, utiliza este enfoque para
unir a sus empleados en una potente fuerza global en sistemas de información.
Cuando sustituyó a Lou Gerstner, su icónico predecesor, Palmisano no creó valores
nuevos ni se dedicó a reiterar los valores que profesaba el fundador, Thomas
Watson,
sino que aplicó un proceso en línea por toda la empresa en el que los empleados de
todo el mundo tuvieron la oportunidad de participar durante tres días definiendo
cuáles debían ser los valores de IBM. Palmisano utiliza los valores que surgieron
de
aquel proceso para integrar a los 350.000 empleados de IBM en una red global
integrada.
El fundador de Medtronic, Earl Bakken, me expuso por primera vez al liderazgo por
valores cuando me incorporé a la empresa en 1989. Durante los trece años
siguientes,
nos basamos en los valores corporativos para unir a los empleados alrededor de un
propósito común y una filosofía de hacer negocios. Al principio, había algunos
empleados concentrados en la división internacional que no nos tomaban en serio y
seguían funcionando según sus prácticas locales. De hecho, los informes de la
auditoría interna nos descubrieron infracciones repetidas de las pautas
corporativas
en esos países.
Decidí que no teníamos más elección que realizar algunos cambios importantes en la
dirección y, en lugar de centrarnos en los empleados de rango inferior, empezamos a
sustituir a los directores de internacional, Europa, Asia y América Latina por
líderes
comprometidos con el liderazgo por valores. Cuando saltaron a la luz las
infracciones,
comunicamos en público lo que había ocurrido y las acciones que la empresa iba a
tomar, si bien los nuevos líderes internacionales nos dieron confianza en cuanto a
que
podíamos expandir el negocio deprisa sin preocuparnos constantemente sobre las
infracciones éticas. Cuando la empresa atravesó una fase de rápido crecimiento en
la
última mitad de los noventa, la filosofía del liderazgo en valores se convirtió en
una
herramienta muy valiosa para introducir rápidamente a los nuevos empleados en la
cultura corporativa.
En nuestra búsqueda del auténtico norte, es importante ser conscientes de lo fácil
que
es desviarse del camino. La presión del rendimiento, el miedo arraigado al fracaso
y
las recompensas del éxito nos pueden apartar de nuestros valores pero, si conocemos
nuestros límites éticos y ponemos a prueba los valores en momentos de presión,
seremos capaces de volver a encarrilar.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 6, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 5 que se encuentra en el apéndice C.
59
6° ¿Qué te motiva a ser líder?
Charles «Chuck» Schwab pasó por una época nefasta a los treinta y tantos cuando,
recién divorciado, experimentó un período de profunda incertidumbre profesional. Se
matriculó en la facultad de Derecho por las tardes en un intento por seguir los
pasos
de su padre y su abuelo pero, después de sólo tres semanas, se dio cuenta de que
carecía de las técnicas de lectura y escritura necesarias, y lo dejó.
Schwab había tenido problemas desde siempre para leer, aunque no descubrió que era
disléxico hasta poco después de cumplir los cuarenta. Sin embargo, y a pesar de que
la
dislexia le había causado problemas en el colegio, siempre supo que se le daban
bien
las matemáticas, así que empezó a trabajar a media jornada para una empresa de
inversiones, donde descubrió su interés por la inversión y su habilidad para la
investigación inversionista.
Como tantos otros líderes, Schwab necesitó tiempo y experiencia para averiguar su
motivación y, al final, tradujo su pasión por la inversión en una empresa que
acabaría
democratizando el sector del corretaje al completo. A los 37 años, sus motivaciones
y
capacidades tomaron forma y fundó Charles Schwab & Company.
Schwab atribuye su motivación a su niñez en la era posdepresión, unos tiempos
difíciles para la pequeña comunidad agraria de Woodland (California) donde creció
en los años cuarenta. Durante la segunda guerra mundial, su familia utilizaba las
cartillas de racionamiento para comprar comida e intercambiar objetos, pero a sus
60
padres les costó toda una vida llegar a ser económicamente independientes.
«Seguíamos sufriendo los vestigios de los años de la depresión», recuerda.
Schwab inició sus actividades empresariales de niño y, con diez años, contrató a un
amigo para que lo ayudara a recoger cascos de Coca-Cola después de los partidos de
fútbol americano del instituto de Woodland, a cambio de cinco centavos cada uno.
Durante el calor del verano, vendía helados y criaba gallinas, e incluso fue uno de
los
primeros niños de Avon que entregaban pedidos de cosméticos en bicicleta por
Woodland. «Mi padre me enseñó la importancia de ser independiente –explica–.
Estaba motivado para el éxito económico porque no quería llevar una vida limitada
por mis recursos».
Cuando el SEC desreguló los servicios de corretaje a principios de los setenta,
Schwab
vio su oportunidad para abrir una empresa. Antes, las operaciones bursátiles
pasaban
por grandes firmas de corretaje que cobraban comisiones fijas y, sin unas tarifas
competitivas, muchos estadounidenses no podían permitirse participar en la Bolsa.
Por ello, Charles Schwab & Company apareció en el mercado en 1974 con una
reducción del 75% de las comisiones de corretaje y, no mucho tiempo después, las
cuentas personales tipo plan de pensiones 401(k) e IRA se volvieron normales y
corrientes. «Si sabías lo que querías comprar o vender, nosotros lo podíamos hacer
con mucha eficacia. Finalizábamos la operación por una pequeña comisión sin la
interferencia de ningún agente de postín».
En la entrevista, Schwab recordó con tranquilidad sus primeros años pero cuando
empezó a contar cómo los agentes de Wall Street hicieron caso omiso del inversor
medio americano, se le encendió la cara y los gestos de las manos. Inclinándose
hacia
delante, exclamó: «Déjame que te diga que aquello era una cueva de ladrones. Los
agentes conseguían lo que querían».
La injusticia de las prácticas del sector del corretaje previa a la desregulación
le ponía
de los nervios:
«Siempre he colocado al cliente sobre un taburete cuyas cuatro esquinas son el
valor,
el servicio al cliente, la tecnología y el mejor precio. Wall Street daba la vuelta
al
taburete y se sentaba encima, con el cliente debajo. En una sociedad capitalista,
la
independencia económica es fundamental. En Estados Unidos disfrutamos de una
tremenda libertad económica y de elección, pero yo quería convertir Schwab en un
lugar totalmente democrático, donde la gente pudiera venir a nosotros, contarnos lo
que querían y recibir el mejor paquete disponible al mínimo coste, y todo ello sin
los
conflictos de interés tan imperantes en el sector del corretaje. Wall Street
debería ser
como un médico, centrado en tu interés, no en el suyo».
Cuando fundó Charles Schwab, sus puntos fuertes, talentos y motivaciones se dieron
cita, y pudo combinar sus técnicas de investigación de inversiones con la
persistencia
y el aguante que había adquirido después de tantos años padeciendo dislexia. Su
educación le infundió un enorme respeto hacia las personas que buscan la
independencia económica y, al levantar una empresa con una causa en la que creía
apasionadamente, ha ayudado a millones de personas a ser más independientes, a la
vez que él mismo lograba la independencia financiera. Su empresa es un icono
americano, con 14.000 empleados y una capitalización de mercado de 20.000 millones
de dólares.
61
El caso de Schwab demuestra la importancia de descubrir tus motivaciones: debes
averiguar lo que te motiva y llegar a tener un conocimiento realista de tus puntos
fuertes y débiles, para que puedas poner a trabajar tus capacidades más sólidas
porque, cuando lo hagas, descubrirás el punto óptimo de tus capacidades motivadas.
62
mientras que a John Thain, consejero delegado de la Bolsa de Nueva York, le motiva
hacer un trabajo excelente en lo que haga, aunque prefiere multiplicar su impacto
en
la sociedad a través de un grupo de personas.
Ann Moore, actual consejera delegada de Time, Inc., reconoce que le «encantan las
revistas y el mundo editorial. Llegué aquí hace 25 años únicamente porque me
gustaba leer revistas». A los veinte años, su favorita era Sports Illustrated, la
publicación de Time, Inc. en la que trabajó durante diez años. «Si eres aficionado
al
deporte, imagínate poder trabajar en Sports Illustrated. Las recompensas psíquicas
son reales». Últimamente, Moore se enorgullece de la publicación más novedosa de su
empresa, Real Simple, porque «ayuda a las mujeres a organizarse la vida y aliviar
el
estrés. Se ha convertido en la revista más de moda en Estados Unidos. Hoy en día,
las
mujeres se relajan leyendo, en muchos casos una revista de Time, Inc. Siento un
temor reverencial hacia la importancia de lo que hacemos».
César Conde es el vicepresidente de Univision, la cadena de televisión en español
más
importante de Estados Unidos. Tras la revolución castrista, sus abuelos ayudaron a
su
madre a escapar de Cuba hacia Estados Unidos porque querían que tuviera mejores
oportunidades. En Univision, que da empleo a muchos hispanoamericanos de primera
y segunda generación, Conde pretende crear oportunidades similares para sus
trabajadores.
Un día, su jefe lo llevó al aparcamiento de la empresa y le dijo «Hace quince años,
este
aparcamiento estaba lleno de coches viejos y desvencijados de nuestros empleados.
Gracias al éxito de la empresa, ahora los coches son nuevos y los empleados pueden
permitirse enviar a los niños a buenos colegios». Conde asegura que se identifica
con
ese orgullo. «Es motivador darse cuenta de que tienes la oportunidad de hacer algo
fantástico para otra gente».
Donna Dubinsky, consejera delegada de Palm y cofundadora de Handspring, ve la
tecnología como una forma fundamental de cambiar el mundo y recuerda el día en
que la enseñaron por primera vez VisiCalc, el primer programa de hojas de cálculo
para ordenador personal. «Aquel momento cambió mi vida –asegura–. Era bancaria y
hacía hojas de cálculo a mano, por lo que me di cuenta de que aquello sería enorme.
En toda mi carrera he estado motivada para conseguir que las herramientas
informáticas sean más accesibles a las personas». La pasión de Dubinsky por la
tecnología la hizo merecedora de un lugar en el pasillo de la fama de los
innovadores
de Fortune.
El descubrimiento de tus motivaciones intrínsecas puede surgir de fuentes
inesperadas, como es el caso de Bob Fisher, actual presidente de Gap, que a los
veintitantos empezaba a sentirse cada vez más estresado en el trabajo y necesitaba
centrarse. «Remontar el negocio de jerséis de punto para hombre me proporcionaba
un placer inmediato pero es muy efímero. Al final, vender una camisa más ya no me
emocionaba». Su compañero de habitación y otros amigos le convencieron de que los
acompañara en un fin de semana de pesca con mosca y Fisher se enamoró de
inmediato de aquel deporte. «La pesca con mosca me capturó. Después de muchos
fines de semana en los ríos del norte de California, descubrí mi pasión por el aire
libre».
63
Un día, mientras pescaba en la bifurcación norte del río Feather, Fisher descubrió
los
restos de unos equipos oxidados de minas de oro, un descubrimiento que cambiaría
su vida por completo. Muy al contrario que los tranquilos entornos fluviales a los
que
estaba acostumbrado, allí había equipos de minería por todas partes. «Aquellos
equipos llevaban allí desde principios del siglo XX y habían creado un completo
desorden. Esa fue mi introducción a los problemas medioambientales». Poco después,
Fisher se incorporó a la junta del Consejo para la Defensa de los Recursos
Naturales y,
durante los ocho años siguientes, aprendió sobre cuestiones del medio ambiente. En
Gap, Fisher encargó a varios empleados que investigaran lo que la empresa podía
hacer para reciclar y, bajo su liderato, el esfuerzo de las bases llegó a
convertirse en la
admiradísima iniciativa de responsabilidad social corporativa de Gap.
64
compensación cuando logran hacer lo que les gusta. Ann Moore recibió decenas de
ofertas de trabajo cuando se graduó de la escuela de negocios y, sin embargo,
aceptó
el empleo que le pagaba menos, en Time Inc.
«Tenía préstamos de estudiante pendientes pero acepté el trabajo porque me
encantaban las revistas. En aquel momento, ninguno de mis compañeros entendía por
qué había tomado esa decisión pero en nuestra reunión del 25 aniversario lo
comprendieron perfectamente».
Donna Dubinksy empezó a trabajar en Apple Computer por la mitad de lo que podría
haber ganado en una empresa de servicios profesionales. Ann Fudge, consejera
delegada de Young & Rubicam, también aceptó la oferta peor pagada que recibió nada
más salir de la escuela de negocios porque «no puedes tomar decisiones
profesionales
basadas en el dinero. Yo esperaba que el dinero llegaría, y así fue, pero si
hubiera
tomado la decisión de mi carrera basándome en el dinero, me encontraría en una
trayectoria profesional completamente distinta».
A los veinte años, Howard Schultz temía decirle a su madre que iba a abandonar un
puesto de vendedor muy bien remunerado en Xerox para llevar a cabo la aventura que
llegaría a ser Starbucks. «Seguí pagando préstamos de la universidad hasta Dios
sabe
cuándo, pero sabía que si me quedaba en Xerox dos años más, estaría atrapado. Era
como una relación que es segura pero en la que no estás enamorado».
Sobre una visita reciente a los alumnos de una escuela de negocios, Dave Cox, ex
consejero delegado de Cowles Media, recuerda que uno de los estudiantes comentó
que tal vez, obtendría su satisfacción de otro sitio y se metería en los negocios
sólo
para ganar dinero. Sorprendido por el comentario, Cox arqueó las cejas con gesto
inquisitivo y le preguntó: «¿Por qué querrías dedicar el tiempo a algo con lo que
no
disfrutas? Éstos deberían ser los mejores años de tu vida. Hay mucha energía en
sentirse valorado y conectar con tu entusiasmo. Entonces es cuando aportas el
máximo valor».
Muchos líderes jóvenes se sienten tentados por los salarios altos para devolver un
préstamo o acumular ahorros, aunque no tengan ningún interés por el trabajo ni
intención de seguir en él. Creen que, después de diez años, podrán trabajar en lo
que
les gusta y, sin embargo, muchos se vuelven tan dependientes de determinado estilo
de vida que se dejan atrapar por un puesto de trabajo en el que se sienten
desmotivados e infelices. Encerrados en la vida de altos ingresos y altos gastos,
no
pueden permitirse trabajar en lo que les gusta. Irónicamente, ninguno de los
líderes
entrevistados aceptó un puesto de trabajo con el fin de acumular riqueza desde muy
pronto para, después, perseguir un trabajo que le hiciera disfrutar.
Jean-Pierre Rosso, ex consejero delegado de Case-New Holland y actual presidente
del
Foro Económico Mundial de Estados Unidos, recuerda: «Desde el principio me centré
en ser feliz con lo que hacía. Si estaba motivado y hacía bien el trabajo, sabía
que el
dinero vendría después». Per Lofberg, ex consejero delegado de Medco, reta a los
jóvenes líderes empresariales a pensar con atención en el estilo de vida que eligen
porque «es peligroso comprometerse demasiado con un estilo de vida de altos vuelos
a una edad temprana».
Muchos cambiarían de buen grado un puesto cómodo corporativo por una
oportunidad empresarial de alto riesgo pero tienen miedo porque les parece
65
demasiado arriesgado y se han comprometido con una enorme hipoteca o demasiados
coches. Estas son las cosas que impiden que muchas personas persigan lo que les
motiva y satisface.
66
Reflexionando sobre lo que había aprendido en su experiencia laboral como
consultora estrella en McKinsey, Alice Woodwark resalta su tendencia a centrarse en
las críticas negativas, un ciclo que continuó hasta que se dio cuenta de que
dedicaba
tanto tiempo a responder a los negativos que no celebraba ni se aprovechaba de sus
puntos positivos. «Nadie consigue nada brillante mitigando sus puntos débiles»,
concluye.
El esplendor es el resultado de explotar tus puntos fuertes y, de hecho, muchas de
las
figuras más extraordinarias de la historia tenían grandes defectos, como Margaret
Thatcher, Gandhi o Napoleón. Aun así, una parte de ellos era poseedora de un
talento
casi desproporcionado, que les permitió lograr cosas impresionantes en su
liderazgo.
Después de mucha reflexión, Donna Dubinsky llegó a una conclusión similar a los
treinta y tantos, después de diez años trabajando ochenta horas a la semana en
Apple
Computer y Claris Software. Se sentía quemada y decidió tomarse un año sabático en
París, donde encontró un apartamento, aprendió a pintar, estudió francés y pensó en
lo que haría a continuación. «Reflexioné sobre lo que se me da bien, lo que no y
qué
valor puedo aportar. Me di cuenta de que no soy una pensadora innovadora y que
tampoco lograré jamás la inteligencia de producto de Steve Jobs. Llevaba diez años
en
el sector tecnológico y no se me había ocurrido ni una gran idea nueva».
Profundizando más sobre sus capacidades, descubrió que sabía reconocer las buenas
ideas de los demás, formar un equipo sólido y diseñar procesos importantes de
negocio.
«Lo tenía todo salvo la capacidad de prever el siguiente gran producto. Cuando
regresé a Silicon Valley, tenía la mente clara y sabía que necesitaba encontrar a
una
gran persona de producto para trabajar conmigo. No tenía que ver tanto con el
producto en sí, sino con encontrar un socio con las destrezas que a mí me
faltaban».
Donna encontró a Jeff Hawkins, el talentoso desarrollador de producto que creó la
Palm Pilot, y ella pasó a ser consejera delegada de Palm en 1992. Los dos poseen
destrezas tan complementarias que se consideran socios comerciales inseparables en
Silicon Valley y actualmente están trabajando en su tercera aventura, Numenta.
Warren Bennis comprendió sus capacidades motivadas en los setenta, mientras
ocupaba el puesto de rector de la Universidad de Cincinnati. «Algunos descubren sus
talentos antes que yo. Aprendí a la fuerza que ser rector de universidad no era lo
mío». Un año después de aceptar el puesto, Bennis estaba atascado con el papeleo
una
noche cuando miró el reloj y vio que eran las cuatro de la mañana. «Fue un golpe de
realidad. O yo no podía gestionar la tarea o era ingestionable».
67
De aquella experiencia, Bennis se dio cuenta de que extraía su mayor motivación de
interactuar con la gente, especialmente con los alumnos. No disfrutaba con los
aspectos operativos de la oficina del rector, como escribir 150 cartas al día
dirigidas a
estudiantes, pero explica: «Conocí mi verdad personal, que nunca sería feliz con el
poder posicional. Lo que realmente quería era poder personal, tener influencia con
mi
voz».
De regreso a la enseñanza y la escritura en la Universidad del sur de California,
Bennis
encontró su punto óptimo y, desde entonces, ha influido profundamente en toda una
generación de estudiantes, además de escribir una veintena de libros sobre
liderazgo.
Añade que su don verdadero es lo que consigue en clase o como mentor.
Cuando los líderes abandonan el terreno cómodo y asumen nuevos retos, a menudo
descubren capacidades desconocidas. Cuando el difunto John Gardner se incorporó a
la infantería de la marina estadounidense durante la segunda guerra mundial,
descubrió que disfrutaba con la acción tanto como con la reflexión, lo que le llevó
a
convertirse en presidente de Carnegie Corporation y Secretario de Sanidad,
Educación
y Bienestar del gobierno de Johnson. Después, Gardner fundó White House Fellows
Program, Common Cause, Independent Sector, Urban Coalition y American
Leadership Forum, mientras animaba a la siguiente generación de líderes a
comprometerse con el servicio público. Gardner dijo en una ocasión «Había algunas
cualidades que la vida estaba esperando sacar de mí». Cuando te desafíes a ti mismo
asumiendo riesgos, tal vez te sorprenda descubrir capacidades de liderazgo que
desconocías.
Serás más eficaz como líder cuando encuentres oportunidades que te motiven
enormemente y utilicen tus mejores capacidades porque una cosa sin la otra no
basta.
Para ello, deberás conocer tus motivaciones más profundas y ser honesto contigo
mismo en cuanto a tus capacidades, puesto que sentirte motivado por algo que no se
te da bien no te va a permitir triunfar como líder, como tampoco lo hará perseguir
puestos de liderazgo que no te motivan. Cuando encuentres un puesto que engrane
tus motivaciones con tus capacidades, descubrirás ese punto óptimo que maximiza tu
eficacia como líder.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 7, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 6 que se encuentra en el apéndice C.
68
Tu equipo de apoyo, que se sitúa en la base de tu brújula, es el cuarto elemento en
tu
plan de desarrollo. Los miembros de tu equipo te ayudan a mantenerte centrado en tu
auténtico norte, con los pies en la realidad y te ofrecen el apoyo que necesitas
mientras te lanzas a tu viaje de liderazgo.
Los líderes no triunfan en solitario y, aunque la soledad del líder está muy
documentada, los remedios no tanto. Todos tenemos inseguridades, con la única
diferencia de que algunos son más abiertos al respecto que otros, pero lo cierto es
que
hasta los directivos aparentemente más seguros necesitan apoyo y apreciación. Los
líderes auténticos forman equipos de apoyo que los aconsejan en momentos de
incertidumbre, siguen a su lado en épocas difíciles y celebran con ellos los
momentos
de éxito.
Un buen equipo de apoyo ofrece afirmación, asesoramiento, perspectiva, advertencias
de cambios de rumbo cuando hace falta y, por encima de todo, afecto. Después de las
épocas duras, los líderes se sienten reconfortados en contacto con personas en las
que
pueden confiar mostrándose abiertos y vulnerables. Durante los puntos bajos,
agradecen a los amigos que los aprecian por quiénes son, no por lo que son.
Es fácil dejarse tentar o seducir por los intereses y expectativas de terceros,
aunque los
líderes auténticos se rodean de personas que fundamentan sus valores y les permiten
seguir encarrilados, especialmente cuando las fuerzas externas les presionan para
cambiar de rumbo. Y es que, a falta de unas relaciones sólidas que ofrezcan
perspectiva, lo más fácil es perderse en el camino.
¿Cómo puede uno formarse un equipo de apoyo? Los líderes más auténticos cuentan
con una estructura de apoyo multifacético que incluye a su cónyuge o pareja,
familiares, mentores, amigos íntimos y grupos de apoyo personales y profesionales.
69
Muchos líderes con experiencia se han formado una red de apoyo con el tiempo y esas
experiencias, historias compartidas y disposición a ser vulnerables con las
personas
más cercanas les dan la confianza y la seguridad que necesitan en los momentos de
pruebas e incertidumbre. Sin embargo, el líder debe aportar a sus relaciones tanto
como lo que recibe de ellas, para que puedan desarrollarse unas relaciones
mutuamente beneficiosas.
70
conocer sus intereses respectivos y aprender a comunicarse mejor. También buscaron
parejas mayores de las que pudieran aprender. «Cuando conocemos a una pareja
mayor a la que respetamos, nos resulta muy útil aprender de ellos porque nos ayuda
a
crecer intelectual, espiritualmente y en nuestra relación», asegura Frederick.
Muchas relaciones evolucionan con el tiempo gracias a una expresión de valores
compartidos que llevan a un fin común. Para Randy Komisar, su matrimonio con
Debra Dunn ha sido un éxito duradero porque se arraiga en valores similares.
«Las parejas con experiencias, valores, principios y necesidades muy diversas
pueden
acabar divergiendo. Debra y yo somos muy independientes pero sumamente
armoniosos en términos de nuestras aspiraciones personales, valores y principios.
Tenemos una sólida resonancia en cuestiones como el legado personal que queremos
dejar al mundo. No empezamos así, sino que ha aumentado con el tiempo. Es
importante sincronizar en lo que hacemos con nuestras vidas».
Aunque su trayectoria profesional como empresario ha sido muy diferente de la
función de Dunn como alta directiva de HP, ambos han tenido muy claro desde el
principio que querían causar un efecto social positivo mediante los negocios. «Los
dos
tenemos una idea muy clara de nuestra identidad, aunque también una superposición
positiva».
2. La familia
La mayoría de los líderes encuentran consuelo rodeándose de sus familias. Los más
jóvenes se mantienen muy unidos a sus familias de origen y buscan oportunidades de
compartir tiempo de calidad con sus hermanos, padres y abuelos, y al conocer a sus
padres más profundamente y aprender sobre su pasado, acaban entendiéndose mejor.
A los 29, Julian Flannery ha trabajado en la Casa Blanca como ayudante del jefe de
personal del presidente y en estos momentos trabaja para John Mack, el consejero
delegado de Morgan Stanley. Al ser hijo único, está muy unido a su madre desde los
tres años, cuando su padre los abandonó. En la universidad, Flannery apoyó a su
madre durante la larga enfermedad de su padrastro y todavía consulta a su madre
como a una buena amiga.
El aumento de las horas laborales limita bruscamente la vida social de algunos
líderes.
Aun así, el presidente de eBay, John Donahoe, y su mujer se impusieron una
moratoria en los acontecimientos sociales para poder pasar tiempo de calidad con
sus
cuatro hijos. Cuando George Schultz era Secretario de Estado de Estados Unidos, su
mujer y él no acudieron a ningún acto social de Washington salvo que el presidente
o
el vicepresidente insistieran en su asistencia.
Marianne Toldalagi, anteriormente en American Express, recalca la importancia de
desarrollar relaciones de confianza con sus hijos gemelos.
«Como madre, quiero que mis hijos se sientan cómodos en su piel. Estoy
desarrollando una relación de confianza con ellos para que podamos hablar de
cualquier cosa cuando lleguen a la adolescencia. Con los empleados o con tus hijos,
no puedes dar por supuesta la confianza, porque desarrollarla requiere tiempo y hay
que ganársela. La clave es asegurarte de que los demás se sientan respetados, no
juzgados. Yo intento ayudar a mis hijos a saber quiénes son y a sentirse bien
consigo.
71
¿Hay algo mejor que un ambiente de confianza en el que la gente se sienta fuerte,
sepa quién es y cómo puede contribuir?».
3. Los tutores
Muchos líderes auténticos han tenido un mentor que ha cambiado sus vidas,
ayudándolos a desarrollar las destrezas necesarias para convertirse en mejores
líderes
y la confianza para liderar con autenticidad, aunque lo que algunos pasan por alto,
especialmente los aspirantes a líder, es la importancia de una relación de doble
sentido con el mentor. Las relaciones duraderas deben fluir en ambos sentidos. De
hecho, las mejores interacciones con mentores provocan el aprendizaje mutuo, la
exploración de valores similares y un disfrute en común, pero cuando sólo se busca
ayuda del mentor, en lugar de interesarse también por su vida personal, la relación
no
dura demasiado. La naturaleza bidireccional de la relación es la que la sostiene.
72
a entender un balance de pérdidas y ganancias, cómo funcionaba la manufactura y
cómo embalar los productos. «Me dio mi MBA particular», asegura. Mientras daba
forma a un equipo diverso, Campbell se apoyó en Komisar, de formación en Derecho,
para supervisar los detalles contractuales, mientras Dubinsky encabezaba la cadena
de
suministros y Chizen motivaba a la fuerza de ventas.
Campbell también los ayudó a descubrir su auténtico liderazgo, moldeándolo para
ellos y empujándolos a ir más allá de ellos mismos. Dubinsky recuerda, en
particular,
el respeto que demostraba hacia los demás. «Bill llegaba y se pasaba varios minutos
todos los días hablando con la recepcionista. Conocía sus problemas personales y se
identificaba con los progresos de sus hijos». Campbell también sabía dar mano dura
y
retaba a su equipo a pensar más allá de sus estrechos intereses y centrarse en la
empresa global. Dubinsky subraya «Me forzó mucho. Me vio como un paladín para mi
gente pero insistía en que también me preocupara por los intereses de la empresa».
Sobre todo, Campbell capacitó a los tres líderes pidiéndoles periódicamente consejo
y
revelando sus propias vulnerabilidades. Komisar recuerda que:
«Una de las cosas que hacía Bill era exponerse como ser humano. Solía pronunciar
discursos ante toda la compañía, implorándonos que íbamos a hacerlo para, después,
reunirnos en su despacho, cerrar la puerta y decirme: “Estoy preocupado. ¿Crees que
el equipo lo puede conseguir?”. Pude ver a un hombre vulnerable y apoyarle cuando
estaba bajo de moral. No era una caricatura».
Con su vulnerabilidad y convirtiendo a sus subordinados en asesores, Campbell dio a
Komisar, Dubinsky y Chizen la confianza y autoridad necesarias para ser auténticos
por derecho propio. Komisar reconoce que aprendió a sentirse cómodo consigo
mismo gracias al tutelaje de Campbell.
«Bill pone sobre la mesa unos conocimientos y una experiencia tremenda. No te da el
pescado, sino que te enseña a pescar. Con él, sientes que cree profundamente en ti
y
se preocupa por lo que te suceda, y ésa es la máxima expresión del amor».
Los mejores mentores colocan los intereses de sus tutelados por delante de los
suyos
propios. De esa forma, la relación crece hasta convertirse en una sólida amistad
personal, especialmente cuando los integrantes ya no se encuentran en el mismo
contexto profesional. Después, el ciclo continúa cuando los que se han beneficiado
de
un mentor fuerte se convierten en mentores de otros.
73
Schultz escuchó una ponencia de Bennis sobre liderazgo y se dijo a sí mismo: «Ésta
es
una persona de la que puedo aprender».
«¿Con quién hablas cuando tienes miedo de mostrar tu vulnerabilidad e inseguridad
ante los demás? Puedes hablar con tu mujer o tus mejores amigos, pero también
necesitas los consejos de alguien que ha pasado por esto antes. Pedí ayuda a Warren
y
lo llamaba una o dos veces al mes. Él me enseñó que la vulnerabilidad es una fuerza
y
una característica valorada por la gente porque dejar ver tus valores, emociones y
sensibilidades capacita a los demás, ya que nadie es inmune a las dudas».
74
Contar con una red de amigos íntimos a los que poder acudir cuando surgen dudas o
hace falta ayuda ha resultado ser de suma importancia para muchos líderes
auténticos. Las amistades íntimas se labran a partir de años de experiencias
comunes
en las que ambas personas se aprecian mutuamente de verdad. Lo más habitual es
contar con un puñado de amigos íntimos con quienes se mantiene un contacto
periódico. Kent Thiry, consejero delegado de DaVita, utiliza las secuoyas como
metáfora del desarrollo de relaciones íntimas: «Las secuoyas son los árboles más
altos,
fuertes y longevos del bosque. ¿Cómo se consigue una secuoya alta, fuerte y
longeva?
Es cuestión de tiempo».
Al terminar la universidad, Thiry se esforzó para mantener el contacto con un
puñado
de amigos, desplazándose ex profeso para verlos y organizando encuentros durante
todo el año. Es muy sistemático en la conservación de sus amigos y utiliza una hoja
de
cálculo para seguir el número de interacciones de alta calidad que ha mantenido con
cada amigo a lo largo del año, además de decirle a cada uno lo que su amistad
significa para él. «Puedes plantar otro árbol pero te va a costar otros diez años o
más.
¿No sería un crimen talar un árbol porque te has cansado de él?»
Los amigos íntimos ofrecen refuerzo cuando el líder se siente desanimado y necesita
un empujón pero le sacuden el exceso de confianza cuando se vuelve arrogante. A
menudo, compartiendo vulnerabilidades profundizan las relaciones puesto que, al
igual que con los mentores, la amistad es una calle de dos sentidos, donde ambas
partes se benefician de la relación. Si acaba convirtiéndose en una situación en la
que
una persona siempre da y la otra siempre recibe, la amistad no durará mucho.
Cuando las personas crecen juntas a través de las diferentes etapas de la vida,
desarrollan una profunda comprensión mutua y, al haber pasado por tantas
situaciones en común, los amigos íntimos se dan cuenta de las pequeñas cosas, como
cuando el otro necesita un empujón aunque nadie más lo haya percibido. Los amigos
saben cuándo te estás desviando y no les da miedo decírtelo.
Las tradiciones ayudan a crear amistades duraderas. Chris O’Connell, presidente de
Medtronic Emergency Response Systems, ha formado un grupo de siete compañeros
de la escuela de negocios que son algunos de sus mejores amigos. «Una vez al año,
nos juntamos durante cuatro días en algún lugar de vacaciones y, en los doce años
que
han pasado desde que nos licenciamos, nadie ha faltado una sola vez. Probablemente,
dedicamos más tiempo a planificarlo y a ilusionarnos con el próximo viaje que en el
viaje en sí, pero nos iremos a la tumba haciendo esto todos los años».
Muchos líderes prefieren fomentar sus relaciones fuera de la empresa y los círculos
empresariales, como Jack Brennan, consejero delegado de Vanguard, cuyos mejores
amigos son médicos y abogados sin ningún interés en los negocios y para quien
«resulta alentador tener amigos íntimos fuera de mi círculo profesional».
En los momentos más turbulentos de la vida, el líder descubre quiénes son sus
amigos
de verdad. Donna Dubinsky lo explica así: «Yo era una multimillonaria de papel
antes
de que estallara la burbuja en 2001 y la gente empezó a correr hacia mí como loca
para
ser mi amiga. Cuando desapareció gran parte de esa fortuna de papel, aquella gente
se
desvaneció pero mis amigos de verdad permanecieron».
Cuando Richard Tait alcanzó su punto más bajo, necesitó un buen amigo
desesperadamente. Antes de fundar la empresa de juegos de mesa Cranium, Tait
75
había sido una de las estrellas de Microsoft y fue nombrado el empleado del año en
1994 pero, tras diez años trabajando semanas de ochenta horas, se sentía quemado y
decidió marcharse, a los treinta y pocos. «Llegué a un punto en el que me
encontraba
perdido y sabía que era mejor dejarlo», recuerda.
Durante varios meses, Tait deambuló por su casa, intentando concebir alguna idea
empresarial. «Fue un período muy oscuro; estaba tan deprimido que me pasaba el día
en el sótano con el pijama puesto. Sólo me vestía para saludar a mi mujer cuando
volvía del trabajo».
Durante aquella etapa, un amigo de Tait, Bruno, al que había conocido cuando
trabajaban juntos en Microsoft, iba a su casa para mantener largas conversaciones.
«Es uno de mis amigos más de confianza, mi gladiador en tres épocas de mi vida –
asegura–. Con él, puedo ser totalmente vulnerable. Bruno me dio confianza y me
permitió ser sincero conmigo mismo. Siempre me decía que ya se me ocurriría algo y,
después de seis meses, por fin tuve la idea del juego Cranium».
76
Todos consideramos que el grupo ha sido uno de los aspectos más importantes de
nuestra vida, al permitirnos aclarar nuestras creencias, valores y comprensión de
las
cuestiones vitales, además de proporcionarnos una fuente de críticas honestas
cuando
más lo necesitábamos.
Tad Piper, de Piper Jaffray, es miembro de tres grupos que han sido fundamentales
en
los momentos difíciles de su vida.
«Si me hubieran dicho hace veinte años que formaría parte de tres grupos que se
reúnen periódicamente y donde se habla de cosas como los sentimientos o Dios,
habría respondido “Gracias, pero no me van los grupos”. Ahora, son una parte
increíblemente importante de mi vida. Espero las reuniones con ilusión porque me
ayudan a realizarme como persona».
Hace quince años, Piper siguió un tratamiento contra la dependencia química y,
después, se unió a un grupo de Alcohólicos Anónimos, del que explica que «no son
exactamente consejeros delegados».
«Son un grupo de gente honesta y trabajadora, que intenta mantenerse sobria, llevar
una buena vida y colaborar para ser abiertos, sinceros y vulnerables. Reforzamos la
conducta de los demás hablando de nuestra dependencia química de una forma
disciplinada, a medida que repasamos los doce puntos. Me siento bendecido por estar
rodeado de personas que piensan sobre ese tipo de cuestiones y no se limitan a
hablar,
sino que también actúan».
Pocos de nosotros tenemos la fortuna de Piper de disponer de tres grupos periódicos
en nuestra vida, aunque, ¿no sería estupendo contar, al menos, con uno? Tener un
grupo reducido de personas con las que compartes confidencialmente de manera
periódica es una forma inestimable de permanecer con los pies en la tierra y
recibir
asesoramiento y apoyo cuando más lo necesitas.
77
5.2. Tu consejo de administración particular
Los consejeros delegados recurren a los miembros de sus consejos para solicitar
asesoramiento en momentos decisivos, así que, ¿por qué no puedes tener tu propio
consejo de administración? En él podrías incluir a varios asesores de confianza
personales y profesionales, personas a quienes respetes por su experiencia
profesional,
conocimientos, sabiduría y compromiso hacia tu bienestar personal. Tu equipo
también puede incluir amigos íntimos, mentores, tu abogado, tu planificador
financiero o tu entrenador personal, y puedes reunirte con ellos para solicitar su
asesoramiento y consejo con cierta periodicidad o cuando te enfrentes a alguna
decisión particularmente difícil.
Tu viaje hacia el liderazgo dará, seguramente, muchos giros inesperados porque la
vida está repleta de situaciones desafiantes, incluidos los dilemas éticos, los
cambios
de carrera a medio camino, la sensación de quemazón, los retos interpersonales
aparentemente insuperables con compañeros, el matrimonio y los problemas
familiares, el fracaso y la soledad. En ocasiones, tal vez sientas que has perdido
la
dirección o te has desviado de tu auténtico norte.
Pero volver a encarrilarse en solitario es muy difícil y, en esos momentos, es
cuando
más necesitas a tu equipo de apoyo. Es importante que formes el equipo mucho antes
de que sobrevenga una crisis en tu vida, para asegurarte de que esas personas
estarán
disponibles para ayudarte cuando sea necesario.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 8, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 7 que se encuentra en el apéndice C.
78
En una noche tranquila de Boston en el otoño de 1983, un entonces energético John
Donahoe (eBay), de 23 años, disfrutaba de una cena relajada con su prometida
Eileen.
Donahoe se acababa de licenciar un año antes pero ya se había labrado una excelente
reputación como analista de consultoría en Bain y la mirada se le encendía de sólo
pensar en sus perspectivas profesionales.
A medida que transcurría la cena, Eileen empezó a preocuparse más y más sobre el
precio que la carrera de John le podía imponer sobre su vida y le expresó su
preocupación sobre hasta qué punto las largas jornadas laborales, los viajes
constantes
y el estrés acabarían limitando su capacidad para entablar relaciones de
proximidad. A
continuación, le preguntó sin rodeos si era eso, realmente, lo que quería en la
vida, y
John contestó con un rotundo no. Acto seguido, buscó un papel en su cartera y
escribió, en el reverso de un recibo de Shawmut Bank: «No llevaré la vida de un
consultor de gestión» y lo firmó. John recuerda que su novia le desafío a ser él
mismo.
Mientras Donahoe ascendía peldaños hasta convertirse en director gerente
internacional de Bain, trabajaba con ahínco para llevar una vida auténtica, puesto
que
su «objetivo último era causar efecto y ser un empresario auténtico, además de la
clase de padre, marido, amigo y ser humano que quería ser. El lado humano es el
mayor objetivo y el desafío último».
Para los líderes auténticos, ser fieles a ellos mismos, demostrando ser la misma
persona en la oficina y en casa, supone un examen constante, aunque la realización
personal es su gran recompensa. Según Donahoe, «llevar una vida satisfactoria es
una
pelea que merece la pena lidiar» y está convencido de que equilibrar su vida le ha
permitido llegar a ser un líder más eficaz porque «no existe el nirvana».
«La lucha es constante y las compensaciones y decisiones no se vuelven más fáciles
con el tiempo. Mi vida personal y profesional no es una compensación de suma cero
y,
hoy por hoy, no me cabe ninguna duda de que mis hijos me han hecho ser un líder
mucho más efectivo en el trabajo. Tener una vida personal sólida ha marcado toda la
diferencia».
Sin duda, el equilibrio personal es uno de los mayores desafíos al que se enfrentan
los
líderes puesto que, para llevar una vida equilibrada, es necesario reunir los
elementos
más importantes de la vida personal y profesional, incluido el trabajo, la familia,
la
comunidad y los amigos, de manera que podamos ser la misma persona en todos los
contextos. «El desafío de mantener la autenticidad, tener una idea de quién eres,
aprender y crecer no varían, estés donde estés».
Los líderes auténticos nunca dejan de ser conscientes de la importancia de
permanecer con los pies en la tierra y, al hacerlo, evitan dejarse llevar por el
engreimiento en los puntos álgidos y olvidarse de quiénes son en los bajos. Dedicar
tiempo a la familia y los amigos, realizar ejercicio físico, practicar una
religión, prestar
servicio a la comunidad o regresar al lugar donde nacieron son formas de permanecer
centrado, algo esencial para la eficacia del líder porque le ayuda a conservar la
autenticidad.
«El mundo te moldeará si tú se lo permites. Para tener la sensación de ser tú mismo
en la vida, debes tomar decisiones conscientemente –aconseja Donahoe–. A veces, las
decisiones son complejas y cometes muchos errores». Una de sus primeras grandes
decisiones llegó durante su primer año en la escuela de negocios, en el primer
79
trimestre, la experiencia académica más intensa de toda su vida. En vísperas de los
exámenes finales, Eileen se puso de parto de su primer hijo y, cuando Donahoe se
planteó qué era más importante, el nacimiento de su primogénito o sus notas, la
respuesta era obvia.
Después de haber triunfado en todas las etapas académicas por las que había pasado,
tuvo que renunciar a su deseo de obtener las mejores notas pero «por alguna extraña
razón, tenía una excusa para no rendir bien. Tuve que aceptar el hecho de que no
iba
a sacar todo sobresalientes». Con los finales a la vuelta de la esquina, Donahoe
pasaba
cada vez más tiempo con Eileen y, mientras que sus compañeros acusaban un estrés
en aumento, él se sentía extrañamente relajado.
Después, para su gran sorpresa, obtuvo las notas más altas posibles en aquel
trimestre.
«Fue porque tenía perspectiva. Sin duda, no era el más listo del lugar –reconoce–,
pero recuerdo la ineficiencia que hacía acto de presencia cuando la gente se
estresaba». Aquella experiencia le enseñó que la vida podía estar de su parte.
Varios años después, Donahoe se enfrentó a otra serie de decisiones difíciles que
confirmaron su creencia de ser capaz de equilibrar la vida de una manera auténtica.
Tras licenciarse en Derecho, Eileen recibió una oferta de trabajo de un juez
federal
pero el empleo la exigía llegar a la oficina a las 7.30 de la mañana y el trabajo
de John
le obligaba a viajar frecuentemente. A John no le quedaba otra alternativa que
llevar a
sus dos hijos al colegio todos los días.
Donahoe acudió a Tom Tierney, director gerente de la oficina de Bain en San
Francisco, para explicarle que no tenía más remedio que dimitir, de lo que Tierney
se
rió, diciéndole: «John, seguro que encontramos la manera de solucionarlo», para
después asignarle un cliente local, lo que le permitía llevar a los niños a sus
clases
antes de llegar a las instalaciones del cliente.
A Donahoe le sorprendió que sus clientes apreciaran las opciones que estaba tomando
y, en una ocasión, les confesó:
«Para mí es importante hacer esto. No es que no esté comprometido con trabajar
mucho pero no puedo llegar antes de las diez. El cliente respondió positivamente
porque apreciaba mi compromiso y mi colaboración todavía más. No estoy seguro de
haber tenido la valentía de pensar así antes. En los negocios hay una tendencia a
ponerse una careta de duro y dar la impresión de que lo tienes todo bajo control.
Aquel año fue definitorio para mí».
Donahoe también aprendió que, cuanto más equilibraba la vida y aceptaba su
humanidad, más eficaz se volvía como líder. «Fue mi mejor año en el trabajo con
clientes. Nuestro cliente era comprensivo y yo estuve más relajado», recuerda. Al
mostrar sus vulnerabilidades a su equipo y sus clientes, descubrió que los equipos
rendían más y que la relación con su cliente se fortalecía.
Un año después, fue nombrado director de la oficina de Bain en San Francisco y,
después de seis años en ese puesto, se sintió quemado por el ritmo de vida
trepidante
y quiso dedicar más tiempo a sus dos hijos mayores antes de que llegaran a la
adolescencia. Por esa razón delegó el trabajo a sus compañeros y se tomó tres meses
de excedencia. «Era la época ideal para retomar la situación y una oportunidad para
unir más a mi familia». En primer lugar, se fueron todos a Europa y, a
continuación,
80
Donahoe se llevó a su mujer y a cada uno de sus cuatro hijos por separado durante
una semana de viaje.
Volvió a Bain con nuevas fuerzas y, un año más tarde, fue nombrado director gerente
internacional en sustitución de Tierney. La noticia se produjo justo cuando la
economía caía en picado y, en ese mismo momento, surgió un problema de salud con
uno de sus hijos que le supuso la mayor prueba de su vida.
«El problema de salud sobrevino poco después de convertirme en director gerente y
justo cuando el sector de la asesoría se enfrentaba a su peor recesión en treinta
años.
Fue el momento más duro que he tenido que lidiar en toda mi vida, aunque mi
familia, amigos, entrenadores y compañeros se mostraron increíblemente atentos. La
realidad me obligó a traer una noción de autenticidad y vulnerabilidad al trabajo,
porque la vida te da lecciones de humildad».
El hecho de compartir abiertamente su situación personal le ayudó a conectar con
sus
socios de manera que ellos pudieran llevar las riendas durante la crisis y, gracias
a que
aceptó sus vulnerabilidades, Donahoe fue capaz de mantener la estabilidad. «Tenía
fe
en nuestra gente. Podíamos hablar de adónde íbamos y cómo íbamos a hacerlo
realidad». En su opinión, fue eficaz precisamente por ser capaz de equilibrar su
vida
personal y profesional durante aquellas circunstancias tan estresantes. «Dado que
gran parte de mi energía emocional iba dirigida a mi familia, no me tomé la
recesión
como algo personal y, por eso, fui más eficaz como líder. Mi legado a los socios de
Bain probablemente será la manera en que lideré durante la crisis».
Aunque han pasado veinte años desde aquella velada en Boston, Eileen Donahoe no
olvida el extracto firmado del Shawmut Bank. «Todavía lo llevo en el bolso –
asegura–.
Y lo he sacado muchas veces a lo largo de los años». Los Donahoe han campeado con
éxito las fases más complicadas de su vida y continúan luchando por una vida
auténtica juntos. Su relación es un ejemplo excelente no sólo de cómo actuar
intencionadamente en la construcción de una existencia con sentido sino, también,
de
lo gratificante que puede llegar a ser.
1. Decisiones y concesiones
A Warren Bennis no le gusta el término «equilibrar» porque «es una expresión de
ingeniería que significa colocar pesas a cada lado de la balanza y, si eres una
persona
realmente buena, conseguirás el equilibrio. Hay que aceptar que oscilamos
continuamente y lo que se producen son decisiones, no el equilibrio».
Sin darnos cuenta, cada día tomamos cientos de decisiones, muchas de ellas
subconscientes o intuitivas, y tratamos de aprender de las que resultan ser
erróneas.
En último término, nuestras historias vitales se convierten en una expresión de las
decisiones que tomamos. Ann Fudge, de Young & Rubicam, recalca la importancia de
tomar decisiones basadas en lo que valoramos y lo que nos resulta importante.
«Lo más importante es dejar a un lado el efecto inmediato de las decisiones y
preguntarse: “¿qué voy a aportar? ¿Qué puedo aprender?”. Yo no sé cuánto tiempo me
queda, sólo espero irme a la tumba sin remordimientos».
Al hablar de sus crisoles, los líderes aseguran que esas experiencias les obligaron
a
plantearse lo que era importante en la vida, una interrogación que permite,
precisamente, tomar decisiones conscientes. Anne Mulcahy, de Xerox, reconoce:
81
«Me gusta trabajar mucho y tener una carrera seria pero lo más importante para mí
en
la vida es mi familia. Amo a Xerox y mataría por ella pero no se acerca ni de lejos
a lo
que siento hacia mi familia. Como familia, hemos tomado muchas decisiones. Se trata
de hacer concesiones constantemente».
Ella y su marido, con 36 años de antigüedad en Xerox y que ha viajado mucho
también, decidieron que al menos uno de ellos dormiría en casa con los niños todas
las noches y que nunca se mudarían, lo que les obligó a desplazarse grandes
distancias
para acudir al trabajo.
«Ser consejera delegada de Xerox y no haberse mudado nunca es bastante
extraordinario, pero factible. En Xerox, damos por supuesto que la familia va
primero
y cualquier concesión inaceptable no debe formar parte del entorno laboral».
David Darst es, a sus 23 años, uno de los líderes más jóvenes a quienes
entrevistamos
y ha trabajado lo indecible para fundar, a la vez, una empresa lucrativa y otra sin
ánimo de lucro. Él se esfuerza conscientemente por aportar diversión al trabajo,
reserva tiempo para el ejercicio, escucha música para aliviar el estrés y mantiene
el
contacto con sus mejores amigos, pero no es fácil. «Sólo sacrificaría todas esas
cosas
por una oportunidad por la que sintiera verdadera pasión», admite.
A Dermot Dunphy, consejero jubilado de Sealed Air, le solía preocupar el efecto de
sus problemas personales y familiares sobre la capacidad para liderar en el trabajo
y,
aunque la mayor parte de la gente intenta separar estas dos áreas, es inevitable
que los
problemas de una acaben repercutiendo en el rendimiento en la otra. A Dunphy no le
«cabe ninguna duda de que una vida privada feliz facilita enormemente un liderazgo
equilibrado».
82
trasladara a la sede de Connecticut. Por ahora, el cambio de residencia ha
funcionado
bien y, aunque las exigencias de viajes no han desaparecido, al menos se han
reducido
en duración.
83
cuestión no es si se puede eliminar el estrés, sino cómo puedes controlarlo para
mantener tu propia noción del equilibrio. Como solía decir un ex compañero mío, «el
estado de cero estrés es la muerte».
Cuando Chris O’Connell, de Medtronic, se estresa, se siente sumido en un estado de
ánimo negativo. «Cuando estoy en mi mejor momento, soy muy positivo y siento que
puedo hacer cualquier cosa, en casa y en el trabajo». Pero cuando se vuelve
negativo,
pierde «efectividad como líder y en casa. Las emociones positivas y negativas pasan
del trabajo a casa y viceversa».
En plena confusión, lo importante es mantener la perspectiva y, para ello, Mark
Reynoso, de Belkin Corporation, se imagina una analogía muy sencilla. «Si tengo
cien
pelotas que vienen hacia mí y sólo puedo agarrar dos, puedo estresarme por tener
que
renunciar a las otras 98 o aceptar la realidad de que sólo puedo coger dos y
asegurarme de que sean importantes».
3.1. Tu familia
Andrea Jung, consejera delegada de Avon Products, recuerda la mañana en que se
sentía angustiada de ir al trabajo porque la iban a nombrar jefa del año. Cuando le
pidió a su hijo que se diera prisa, él la miró y le dijo: «Tú no eres mi jefe».
«Tenía que
hablar ante 3.000 personas que pensaban que era su jefa pero tuve que admitir que
no
tenía ningún control sobre mi propio hijo», recuerda.
La familia te devuelve a la realidad, seas quien seas. Alan Horn, de Warner
Brothers,
tiene que tomar la última decisión sobre cuál de 25 películas va a producir su
compañía cada año, un trabajo que le hace merecedor de estar en la lista del poder
ejecutivo de Entertainment Weekly y en vacaciones siempre recibe tarjetas y regalos
de las grandes estrellas. Sin embargo, y al contrario que la mayoría de los
productores
de Hollywood, que suelen exhibir fotos con Tom Cruise, Julia Roberts o Brad Pitt,
Horn tiene pocos rastros de Hollywood en su despacho, donde abundan los retratos
de familiares.
Señalando la silla de su despacho, Horn explica «En cuanto otra persona se siente
en
esa silla, todo el glamour se habrá esfumado. Esta gente pasa a otra persona pero
mis
hijos no». Después de una pausa y visiblemente emocionado, añade «Mi padre era un
simple camarero pero sigue siendo la persona más importante para mí».
Fadi Ghandour, fundador y consejero delegado de Aramex International, es un
empresario de Oriente Medio muy respetado, que todos los años lleva a sus hijos de
vacaciones para practicar submarinismo, una tradición que empezó porque, cuando él
era niño, no veía a su padre lo suficiente. «Fue un esfuerzo consciente por mi
parte –
reconoce–. Es una forma estupenda de conectar con mis hijos y un momento de lo
más relajante y divertido para mí».
Kris Johnson: no se puede hacer todo. Con el aumento de los matrimonios entre
profesionales, los líderes jóvenes forcejean con las decisiones y el equilibrio
mucho
más que las generaciones anteriores. Nunca hay tiempo suficiente para dos carreras
a
jornada completa y criar hijos pequeños, además del tiempo personal y la
participación en la comunidad.
Kris Johnson fue una figura emergente en Medtronic, que llevó las relaciones
exteriores de la empresa y la estrategia empresarial a nuevos niveles de
sofisticación
84
en los años ochenta. Después, en los noventa convirtió los desfibriladores
implantables de la compañía en un negocio de 3.000 millones de dólares. Compartió
con su marido Rob (un alto directivo de Cargill) el cuidado de las dos hijas de la
pareja, aunque Kris soportaba la mayor parte emocional, asistiendo fielmente a los
actos deportivos de sus hijas y llevándoselas con frecuencia en los viajes a
reuniones
de la empresa fuera de la ciudad.
Aun así, no les dio miedo pedir ayuda externa para aliviar sus ajetreadas agendas y
ella
recuerda el consejo de un mentor, que le dijo «Deberías pagar a alguien para que
haga
cualquier cosa que tú no quieras hacer. Tienes dinero suficiente. Úsalo para
comprar
tiempo». A Johnson le avergonzaba reconocer ante su madre que necesitaba ayuda
pero enseguida descubrió que hacía falta un cambio y, a la larga, se acostumbró a
la
idea de no ser capaz de hacerlo todo.
Después de ser ascendida para dirigir el negocio vascular internacional de
Medtronic,
Johnson descubrió que pasaba demasiado tiempo lejos de su familia en agotadores
viajes internacionales y, en un principio, trató de recuperar la vida más estable
del
personal corporativo de Medtronic, aunque finalmente cayó en la cuenta de que
necesitaba un cambio drástico para tener más control sobre su agenda y más tiempo
con sus hijas adolescentes.
En ese momento, abandonó Medtronic para convertirse en socia de una mediana
empresa de capital centrada en la salud, un puesto que le otorgaba la libertad
necesaria para encontrar el equilibrio correcto entre el trabajo y su familia.
Pocos años
más tarde, una crisis de salud inesperada la convenció de que había tomado la
decisión acertada. «Las oportunidades de estar con tus hijas en los acontecimientos
más importantes o visitarlas en la universidad no vuelven si las dejas pasar»,
asegura.
La historia de Kris Johnson ilustra que se puede tenerlo todo, pero no a la vez.
Kris y
Rob, dos directivos en activo, tomaron decisiones conscientes sobre su familia y
sus
carreras para asegurarse de estar ahí para sus hijas durante los años críticos de
su
crecimiento, mientras seguían adelante con puestos de liderazgo activos y de éxito
en
los negocios y organizaciones sin ánimo de lucro.
85
3.3. Encontrar tiempo para ti
Para gestionar el estrés derivado de nuestros puestos de liderazgo, necesitamos un
tiempo privado para expulsar la tensión. Algunas personas practican la meditación o
el yoga para centrarse en ellos mismos y eliminar la ansiedad, mientras que otras
encuentran consuelo en la oración o descubren que pueden liberar tensiones saliendo
a correr al final de una larga jornada de trabajo. También hay quienes encuentran
alivio en las risas con los amigos, escuchando música, viendo la televisión,
asistiendo a
actos deportivos, con la lectura o yendo al cine.
Da igual lo que hagas, siempre que establezcas una rutina que te permita gestionar
el
estrés y te dé tiempo para pensar con claridad sobre la vida, el trabajo y tus
asuntos
personales. Es fundamental no abandonar estas rutinas, fundamentalmente cuando
atravieses un período especialmente ajetreado o difícil, porque ésos son,
precisamente, los momentos en que más necesitas que funcionen tus técnicas de
reducción de estrés.
Buzz McCoy, que lideró la división inmobiliaria de Morgan Stanley, abordó el estrés
laboral saliendo a correr casi todos los días. «Encontré la relajación en la
actividad
física para quemar los restos. Sabía que tenía que estar en forma física porque
volaba
por la noche».
Alan Horn, de Warner Brothers, se levanta a las seis de la mañana para hacer
ejercicio
y, si se pierde un día, al siguiente dedica dos horas. Y, cuando John Morgridge era
consejero delegado de Cisco, también se iba a correr a las seis de la mañana
porque,
según dice, «en el sector tecnológico hay que empezar temprano. Solía meter las
zapatillas de correr en la maleta siempre que iba de viaje».
87
me dio perspectiva sobre lo afortunada que soy. Me ayudó a llegar al fondo de lo
que
significa ser humano».
4. Vivir en equilibrio
¿Qué significa vivir en equilibrio? El equilibrio verdadero es el resultado de
nivelar
todos los aspectos de tu vida, de manera que puedas ser fiel a ti mismo en
cualquier
contexto. Piensa en tu vida como en una casa, con un dormitorio para tu vida
personal, un despacho para tu vida profesional, un comedor para tu familia y un
salón
para compartir con tus amigos. ¿Puedes derribar los muros entre estas habitaciones
y
ser la misma persona en todas ellas?
Cuando puedas actuar del mismo modo en cualquier contexto, estarás encaminado a
vivir una vida con verdadero equilibrio y, viviendo así, serás un líder auténtico
con
una vida plena.
Nota para el lector: antes de pasar a la tercera parte y el capítulo 9, puede ser
interesante realizar el ejercicio del capítulo 8 que se encuentra en el apéndice C.
88
Mediante el refuerzo de la efectividad del liderazgo auténtico, el círculo virtuoso
se
completa y los demás se sienten motivados a convertirse en líderes auténticos y
abrazar el propósito común.
La efectividad del líder auténtico
89
En 1998, Andrea Jung se enfrentaba a la decisión más difícil de su larga y exitosa
carrera cuando, cuatro años después de incorporarse a Avon Products, la pasaron por
alto para el ascenso a consejera delegada a favor de uno de los consejeros externos
de
la compañía.
«Tenía una oferta para convertirme en consejera delegada en otra empresa pero Ann
Moore, la consejera delegada de Time, Inc. y miembro del consejo de Avon, me
aconsejó que me quedara. Me dijo que siguiera mi brújula, no mi reloj. Me había
enamorado del trabajo de Avon y me di cuenta de que prefería ser la número dos en
una empresa con esta repercusión en la sociedad que la número uno en otra que no la
tuviera. Si no te apasiona el trabajo, el sacrificio es demasiado alto».
Jung decidió quedarse, asumiendo el cargo de presidenta de Avon y consejera, una
decisión que cambió su vida porque, sólo veinte meses más tarde, el nuevo consejero
delegado se jubiló y Jung fue nombrada su sucesora en noviembre de 1999,
convirtiéndose en la primera mujer consejera delegada de Avon. Reflexionando sobre
su decisión, añade «Si los demás no ven que adoro esta empresa, será difícil ser
una
líder duradera».
«La pasión es una cualidad importantísima y tu liderazgo infeccioso debe ser
palpable
para los demás o, de lo contrario, no podrás seguir hacia delante porque, cuando
algo
no te apasiona, no se puede disimular».
Jung es una líder que ha encontrado su pasión y la ha alimentado a lo largo de la
empresa que dirige. Desde el momento en que se incorporó, vio Avon no sólo como
una empresa de cosméticos sino una organización que mejoraba la vida de las
mujeres, tanto dentro de la compañía como en todo el mundo. Poco después de
convertirse en consejera delegada, Avon adoptó una nueva declaración de
intenciones: la empresa para las mujeres. Esta misión se adaptaba al modelo de
negocio de Avon y ofrecía claridad de dirección por toda la compañía. Jung lo
explica
como sigue.
«Buscábamos un catalizador para una comprensión rápida, clara y universal de esta
misión. Lo que hacemos es elevar a las mujeres en la comunidad. Es un trabajo con
propósito. Creamos un comercio capaz de mejorar las vidas de sus familias, sobre
todo
en los mercados emergentes».
¿Cuál es el propósito de tu liderazgo? ¿Estás siguiendo el auténtico norte de tu
brújula
o el tictac de tu propio reloj? ¿Entiendes tu pasión por el liderazgo, como Andrea
Jung? Son preguntas complicadas y, evidentemente, a muchos nos ha costado años
descubrir el propósito de nuestro liderazgo y el lugar correcto para dedicarnos a
nuestra pasión.
Si vuelves a examinar tu auténtico norte, descubrirás que apunta hacia el propósito
de
tu liderazgo, o la diferencia que marcarás en el mundo y el legado que dejarás
detrás.
Cuando comprendas tu propósito, estarás preparado para buscar –o crear– una
organización donde puedas llevarlo a cabo.
Ni siquiera a una líder de talento y pasión como Andrea Jung le fue fácil encontrar
su
propósito. Jung nació en Toronto en una familia de inmigrantes chinos que valoraban
la educación, la perseverancia, el esfuerzo y la humildad por encima de todo. Su
padre
era arquitecto y su madre fue la primera licenciada en ingeniería química de la
90
Universidad de Toronto. Sus padres le infundieron la idea de que podría conseguir
cualquier cosa.
Jung se enorgullece de la influencia de la ética laboral de sus padres, cuyos
«principios
eran intentar devolver algo, superarse, enseñar y mejorar las cosas», explica.
«No te des nunca por vencido. Recuerdo que, después de 52 minutos al piano, mis
padres me decían: “Son sesenta minutos, no te levantes todavía”. Y es que los ocho
minutos restantes eran importantes. El logro no tenía tanto que ver con conseguirlo
todo sino con intentarlo».
Con una licenciatura de tres años en Princeton, Jung se incorporó al programa de
formación de gestión de Bloomingdale, donde enseguida acabó frustrada,
desempeñando tareas menores. «Pensaba que estaba desperdiciando mi educación en
un almacén trasero, cambiando la ropa de las perchas del distribuidor a las de la
tienda», recuerda. Después de varios meses en el trabajo, decidió marcharse, como
hicieron tres cuartas partes de los aprendices que la acompañaban, pero sus padres
le
dijeron: «Tú no te vas».
«Si te estuvieran tratando mal, sería distinto, pero te vas porque no tienes
perseverancia. No quieres ensuciarte las manos. En esta familia no abandonamos;
perseveramos».
Jung permaneció en el programa hasta convertirse en una de las vicepresidentas más
jóvenes de Bloomingdale, dirigiendo un departamento de personas con una media de
edad veinte años inferior a la suya. «Sólo tenía 23 y fue mi primera experiencia
dura».
No se ajustaba al molde del directivo agresivo de consumo porque le habían enseñado
a ser respetuosa y educada con las personas mayores y en posición de autoridad.
«Tuve que volverme más enérgica. Ya no era una colaboradora individual; ahora tenía
que ser una líder. Lo que hacía era irrelevante porque lo único que importaba era
la
gente que tenía debajo. Había que acometer cambios de personal y diseñar una nueva
estrategia, y seguí los principios de la compasión y el respeto a las personas, y
la
comprensión y el valor del espíritu humano además del trabajo».
Después de seis años en Bloomingdale, Jung siguió a su mentor hasta San Francisco
como vicepresidente senior de I. Magnin y, posteriormente, se trasladó a Dallas
para
ocupar el cargo de vicepresidenta ejecutiva de Neiman Marcus. Para una mujer
asiática, madre soltera de una niña de dos años, la vida en Dallas resultaba muy
complicada.
«Fue brutal. Me encantaba el trabajo pero había muchos viajes y era difícil con una
niña pequeña. También era complicado ser parte de una minoría en Dallas. Mi niñera
inglesa llevaba siempre al colegio a mi hija, que es medio asiática. La primera vez
que
fui al colegio, me dijeron que llevaban tiempo esperando a conocer a la niñera de
Lauren y tuve que responderles que no, que yo era su madre».
En Dallas, Jung empezó a sentir que centrar su carrera en los grandes almacenes de
gama alta que vendían al mercado de lujo no era estar en el mundo real y, aunque
había ascendido con mucha rapidez, no era capaz de encontrar su pasión y su trabajo
no guardaba relación con los valores familiares con los que se había criado. Al
final,
dimitió de Neiman Marcus sin tener otra oferta entre manos. Poco después,
contactaron con ella desde Avon para que analizara las posibilidades de la firma de
incorporarse a la distribución de consumo y, tras seis semanas de estudio, les
91
recomendó no hacerlo. Cuando presentó sus ideas de marketing al consejero delegado
de Avon, James Preston, éste se quedó tan impresionado que le ofreció un trabajo en
el acto. Jung supo que Preston estaba comprometido con el progreso de la mujer en
Avon porque observó «una imagen colgada detrás de su escritorio».
«Tenía cuatro pisadas que representaban la evolución del liderazgo. Primero, la
pisada
de un simio, seguida por la de un hombre, después un zapato de hombre con puntera
y, por último, la marca de un zapato de tacón. Eso fue a principio de los noventa,
cuando ninguna mujer dirigía empresas de Fortune 500. Le pregunté si creía en eso y
él me respondió: “Creo que Avon será una de las primeras empresas en tener mujeres
en lo más alto”».
En Avon, Jung descubrió el verdadero propósito del liderazgo: capacitar a las
mujeres.
A lo largo de su historia, Avon había sido líder en ofrecer a las mujeres una
oportunidad salarial como vendedoras autónomas y, en 1994, su base había crecido
hasta llegar al millón y medio de personas, de las cuales el 95% eran mujeres. Y a
Jung
le emocionaba contar con una plataforma internacional para poder ayudar también a
las mujeres de países en desarrollo. Durante sus doce años en Avon, Jung ha
aumentado el número de vendedoras a cinco millones y, en 2006, las mujeres
representaban tres de los nueve directivos externos de Avon, siete de sus 17 altos
directores y tres cuartas partes de sus 1.400 directores de venta de distrito en
Estados
Unidos. «Nuestro negocio se basa en la creencia de que los sueños se vuelven
realidad, las mujeres pueden hacer cualquier cosa y pueden ser autosuficientes y
capaces –explica Jung–. Y tener a una consejera delegada en la empresa es el máximo
reflejo de esa opinión».
Pese a su pasión por Avon, no le fue fácil permanecer centrada en su misión frente
a
las presiones para cumplir con las expectativas a corto plazo de Wall Street y,
tras
cinco años de rápido auge, el crecimiento de la compañía se ralentizó en 2005 al
5%,
las ventas estaban inmóviles y las acciones cayeron un 30%. Jung respondió
enseguida
recortando los niveles de dirección de quince a ocho, eliminando el 25% de los
puestos directivos y reduciendo la fuerza de ventas un 6%.
Optó por reinvertir una parte considerable de los ahorros anuales de 300 millones
de
dólares en reavivar el crecimiento de la empresa y suspendió las previsiones de
ganancias para que los accionistas se centraran en los pronósticos a largo plazo.
Al ser
fiel a sus principios, Jung se granjeó el apoyo incondicional de sus empleados
respecto
a los cambios.
«Poder reinventarte personalmente como líder es tan importante como reinventar la
empresa y su estrategia. Tienes que mantenerte fresco y consecuente. La
solidaridad,
comprensión e igualdad son importantes. Siento la responsabilidad de no defraudar a
la gente de la empresa y, con ello, vienen muchas presiones pero cuando te lo tomas
a
pecho, se convierte en tu vida y deja de ser un mero trabajo».
Andrea Jung representa la nueva generación de líderes auténticos que se han hecho
con el mando de grandes empresas desde el año 2000. Está ilusionada con el
propósito de su organización y trabaja sin descanso para propagar la misión de la
empresa entre los empleados. Como todos los líderes, ha tenido que hacer
concesiones difíciles entre cumplir los objetivos a corto plazo y realizar la
misión,
aunque su liderazgo irradiaba cada vez que se topaba con un bache en el camino. Al
92
final, ha tomado medidas decisivas sin sacrificar los valores de la empresa ni sus
objetivos a largo plazo, demostrando su adaptabilidad para guiar la empresa a
través
de tiempos difíciles.
Steve Rothschild describe el proceso por el que pasó en General Mills de la manera
siguiente.
«Cuando llevas tanto tiempo centrado profesionalmente en algo, te da miedo
soltarlo.
Es como estar dentro de un aro gigante: cuando lo sueltas un poco, lo haces con un
brazo porque temes que, si sueltas los dos brazos, te caerás completamente del aro
y
podrías darte de bruces. En mi caso, tuve que soltar el aro por completo».
Un año después de dejar General Mills, Rothschild era uno de los finalistas para un
importante puesto de consejero delegado.
«Me llamaron diciéndome que habían escogido al otro candidato pero, en lugar de
decepcionarme, me sentí aliviado. Me di cuenta de que no estaba interesado en el
trabajo porque no tenía ganas de volver al mundo de los negocios. Mi decisión de
empezar Twin Cities RISE! evolucionó a partir del reconocimiento de que me gusta
resolver problemas importantes y significativos, y allí había uno que no se estaba
abordando correctamente. La naturaleza del problema pasó de levantar un negocio a
levantar vidas».
Una vez tomada la decisión de salir del atolladero de General Mills, Rothschild
decidió no empeorar más las cosas, sino tomarse el tiempo y la libertad de conocer
sus
verdaderas pasiones y admitir que quería trabajar en algo con significado real para
él.
El ex consejero delegado de LucasArts, Randy Komisar, hizo justo lo contrario.
Frustrado por la implicación del fundador George Lucas, abandonó su puesto en
LucasArts para incorporarse a un competidor de menor tamaño, Crystal Dynamics.
Komisar confesa: «Mi intención al marcharse a Crystal era muy poco convincente:
93
quería recrear Lucas. Una vez allí, no pude encontrar mi musa, mi razón para estar
allí. Al dejar Crystal, decidí que no quería volver a vivir sin propósito nunca
más. Me
había dado cuenta de que, sin un propósito, todo lo demás no importa».
Cuando se conoce a Komisar, uno se queda sorprendido por su apertura, su voluntad
de ser vulnerable y su conocimiento de sí mismo y de los demás. Es poco probable
que
hubiera llegado tan lejos sin enfrentarse a lo que es importante en su vida.
Pero determinar las pasiones en abstracto es difícil, puesto que hace falta una
combinación de introspección y experiencias reales para poder establecer a qué
quieres destinar tus energías. Sin esa comprensión, eres vulnerable a saltar de un
puesto de alto nivel a otro sin encontrar jamás la satisfacción.
Joel Peterson, ex consejero delegado de Trammel Crow, cree que muchos se dejan
llevar por la causa y no empiezan pensando en ser líderes. «Sienten tal pasión por
la
causa que llegan a ser líderes con naturalidad y, cuando se sienten atraídos por
algo
que importa mucho, el liderazgo sigue a su pasión». Penny George representa,
precisamente, la clase de persona que describe Peterson.
Penny George: nunca es demasiado tarde para convertirse en líder. Penny, mi
mujer, nunca pensó en sí misma como líder ni tampoco tuvo el estímulo de sus padres
para llegar a serlo, sino todo lo contrario, puesto que sus padres la desanimaron a
asumir la clase de riesgos que acompañan al liderazgo. Se convirtió en una experta
psicóloga organizativa, valorada por sus clientes porque ayudaba a individuos de
talento a realizar su potencial, pero evitó cualquier puesto de liderazgo
organizativo,
incluso en juntas sin ánimo de lucro. En 1995, alcanzó la cima de sus logros
académicos al doctorarse en psicología.
Pero, seis meses después, ocurrió un desastre mientras su socio y ella estaban
lanzando una nueva empresa de asesoría en psicología. «Un día después de una
mamografía rutinaria, volví a casa del trabajo y encontré un mensaje en el
contestador
que me decía que, por lo visto, tenía cáncer de mama y debía pedir una cita con el
especialista», recuerda.
Aunque su oncólogo le dijo que «el objetivo es la curación», atravesó un período de
altibajos emocionales, convencida de que se iba a morir. Optó por una mastectomía
radical modificada, seguida de siete meses de quimioterapia y cinco años de terapia
hormonal, pero no le abandonó el temor continuo de que el cáncer regresara. No
dispuesta a dejarse llevar por la pasividad, experimentó con muchas terapias
complementarias y adoptó cambios drásticos en su estilo de vida, con nuevas dietas,
ejercicio, reducción del estrés y terapias de medicación de hierbas, además de
someterse a psicoterapia para reencuadrar las dificultades de sus años
adolescentes.
Descubrió que asumir la responsabilidad de su recuperación ejercía un profundo
efecto curativo y recuperó, de ese modo, su sensación de control.
Dentro de su recuperación, pasó once días en un viaje de iniciación en la árida
región
de Four Corners de Colorado, con cuatro días de ayuno en solitario y, a su regreso,
decidió abandonar el ejercicio de la psicología para concentrar sus energías en el
progreso de la medicina integradora. Su visión de la nueva medicina combinaba lo
mejor de la medicina occidental tradicional con las terapias complementarias para
el
tratamiento de la persona íntegra, justo lo que estaba haciendo consigo misma.
94
Un día, mientras conducíamos hacia Colorado, me dijo muy resuelta que íbamos a
«cambiar la forma en que se enseña y ejerce la medicina». Por mi trabajo en
Medtronic, sabía lo reacio que era el mundo médico a los cambios profundos, así que
le pregunté si se daba cuenta de la magnitud de lo que estaba asumiendo y ella me
contestó, con lágrimas en los ojos: «¿No crees en mí?». Me sentí avergonzado y
respondí: «Por supuesto que creo en ti y haré cualquier cosa para apoyarte».
Penny se ofreció a dirigir la fundación familiar que habíamos creado en 1994 y, con
la
ayuda de un excepcional director fundacional, gestionó la mitad de nuestras
donaciones a la medicina integradora. Juntos, concibieron una idea innovadora para
reunir a los líderes médicos de la medicina integradora con filántropos que
ofrecían
financiación en ese campo, lo que conllevó la creación de Bravewell Collaborative,
un
grupo de treinta fundaciones que acordaron poner en común sus fondos para apoyar
la transformación de la medicina.
Aunque su liderazgo en la cooperativa recibía los elogios de sus miembros, ella
insistía
en que no era una líder. ¿Por qué esa dicotomía? En lugar de ser la poderosa líder
extrovertida, ella lideraba silenciosamente desde un segundo plano, animando a cada
miembro de la red de iguales a dar un paso al frente y liderar. Fueron su pasión y
su
visión, junto con los valores de la cooperativa, lo que inspiraba a los miembros
del
grupo. Su historia ilustra el modo en que descubrir tu pasión puede capacitarte
para
salir adelante y liderar, incluso si no te consideras un líder.
97
producto; sólo les importa cómo el producto les beneficia al final. Como líder,
tienes
que tener los ojos siempre abiertos en el objetivo final. Puede que no vendamos
desfibriladores para salvar vidas, pero la gente se siente bien cuando ofrecen un
producto o servicio que los demás quieren de verdad».
El motivo del éxito de Medtronic es el respaldo de sus empleados a la misión de la
empresa de devolver una vida plena a las personas, patente en el momento cumbre
del año en Medtronic, que no es la junta anual de accionistas sino la fiesta de
todos
los años. En ella, los empleados con base en Mineápolis se reúnen en el inmenso
auditorio de la empresa, con otros miles observando vía Internet, para escuchar a
seis
pacientes que han recibido los productos de la empresa. Esos seis pacientes
representan a los 7.000.000 de personas que han recuperado la salud en el último
año
gracias a los productos de la compañía.
Mientras los pacientes relatan su historia personal de cómo los productos de
Medtronic les han cambiado la vida, la sala se llena de emoción y, gracias a esas
sensaciones, los empleados de Medtronic redescubren el propósito de su trabajo: no
sólo ganar dinero para ellos o para la empresa, sino marcar una diferencia en las
vidas
de los demás. Viendo el efecto provocado en esos pacientes, comprenden el sentido
de su trabajo.
99
• Conocía su oficio con asombroso detalle.
• Era enormemente auténtico y humilde pero confiado a la vez.
• Sabía cómo obtener el máximo rendimiento de sus músicos, dándoles autoridad.
• Por último, era desafiante, inspirador, respetuoso y dispuesto a compartir los
méritos.
Anne Mulcahy: capacitar a las personas en una crisis. Anne Mulcahy, consejera
delegada de Xerox, es una líder excepcional que ha demostrado la extraordinaria
capacidad de dar autoridad en una empresa grande y diversa alrededor de una misión
común. Allá por el año 2000, convertirse en consejera delegada de Xerox era el
cenit
de sus aspiraciones cuando, un buen día, mientras se preparaba para un viaje de
negocios a Japón, el presidente, Paul Allaire, entró en su despacho y le anunció
que
tenía pensado recomendar a la junta de Xerox que despidiese al consejero delegado
de
entonces y la ascendiera a ella primero a directora de operaciones y, después, a
consejera delegada. La noticia le sorprendió tanto que pidió la tarde libre para
hablarlo con su familia y el día siguiente aceptó la propuesta.
La decisión de la junta sorprendió a Mulcahy tanto como a los demás puesto que,
desde su incorporación a Xerox 25 años antes, había trabajado en ventas de campo y
personal corporativo, pero nunca en finanzas, I+D o fabricación. En aquel momento
se encontraba disfrutando de su primera asignación de dirección general, dirigiendo
un negocio relativamente pequeño ajeno a la corriente principal de Xerox.
«Fue como ir a la guerra –recuerda–, sabiendo que era lo correcto para la empresa y
que había mucho en juego. Fue un puesto que me cambió radicalmente la vida y me
exigió cada centímetro de energía. Nunca esperé llegar a ser consejera delegada ni
estaba preparada para ello».
Lo que nadie entendió fue que Xerox se enfrentaba a una tremenda crisis de liquidez
y
estaba al borde la quiebra. Los ingresos disminuían, su red de ventas se enmarañaba
y
las nuevas líneas de producto se agotaban. La empresa tenía deudas por valor de
18.000 millones de dólares, todas las líneas de crédito estaban agotadas y, con el
precio de las acciones en caída libre, la moral estaba llegando a sus mínimos.
Xerox
disponía únicamente de una semana de efectivo a mano y los principales asesores
recomendaron entrar en concurso de acreedores. Para empeorar más las cosas, el
director financiero estaba ocupado con una investigación del SEC sobre las
prácticas
de reconocimiento de ingresos de la compañía.
Mientras la situación iba de mal en peor, Mulcahy reconoció la gravedad de los
riesgos de la bancarrota.
«Mi mayor miedo era que estaba sentada en la cubierta del Titanic y me tocaba
sumergirlo en el fondo del océano, no exactamente una etapa digna de recordar.
Nada me asustaba más que despertar de madrugada pensando en los 96.000
empleados y jubilados, y qué sucedería si las cosas iban mal».
¿Cómo pudo afrontar aquella crisis sin experiencia financiera? Contribuyó al puesto
de consejera delegada con las relaciones que había forjado en 25 años y un
entendimiento impecable de la organización. Sufría con Xerox y todo el mundo lo
sabía. Para mejorar las lagunas en su experiencia, contó con la tutela en finanzas
de la
oficina del tesorero y se rodeó de un elenco diverso de líderes.
100
A medida que Mulcahy iba comprendiendo la gravedad de los problemas de su
empresa, su propósito se volvió claro como el agua: salvar a la compañía de la
bancarrota y devolver a Xerox su antigua grandeza. Su reto era unir una
organización
desanimada y conseguir que los líderes de toda la empresa dieran un paso al frente
y
se pusieran a la altura de las circunstancias.
«Logro lo que me propongo identificándome con la gente de mi empresa y confiando
en ellos –asegura–. Lo que más me importa es formar un buen equipo para liderar la
empresa». Se reunió personalmente con los cien altos directivos para preguntarles
si
pensaban quedarse en la empresa pese a los retos que tenían delante porque sabía
que
había gente que no la apoyaba.
«Me dirigí a algunos de ellos diciéndoles: “Oye, sin juegos. Hablemos. No hay
motivos
para estar contento. Si decides quedarte, o estamos completamente en sincronización
o, cuando te marches, no va a ser agradable porque no tengo ganas de dirigir en
este
momento. Se trata de la empresa”».
Las dos primeras personas con las que habló, ambas a cargo de grandes unidades
operativas, decidieron abandonar, pero las 98 restantes se comprometieron a seguir
y
lo hicieron porque Mulcahy apeló a su carácter y al objetivo de salvar la empresa
que
tanto querían. Una de ellas, Ursula Burns, cuenta «Llevo una vida estupenda y tengo
buenos amigos gracias a mi relación con esta empresa. ¿Qué dices cuando las cosas
van mal? ¿“Gracias, pero adiós”? Eso no es lo que me enseñó mi madre».
Pese a las presiones e interminables reuniones en la sede central, Mulcahy decidió
entrar en las oficinas de sus clientes y acompañar a los vendedores de campo para
averiguar si podía detener el curso de las deserciones de clientes y dimisiones de
vendedores. A los integrantes del equipo de ventas les explicó que iría «a
cualquier
lugar y en cualquier momento para salvar a un cliente de Xerox». Su implicación con
los clientes contrastaba rotundamente con la de su predecesor, que raras veces
había
abandonado el edificio central, y transmitía un mensaje importante que reafirmó la
organización de Xerox sobre el terreno y restauró la confianza de los clientes.
Sin embargo, Mulcahy se mostró, a la vez, desafiante y exigente porque pedía
responsabilidades públicamente a las personas por sus resultados y, a pesar de la
tremenda tensión bajo la que se encontraba la empresa, definió unas expectativas
realistas. «No se llega al buen rendimiento con sólo desearlo –explica–. Si colocas
la
barrera en algún lugar que te compre noventa días de estima en la Bolsa, estás
muerto. Es así de feo».
Alentó a los altos directivos a involucrarse entre ellos directamente. «Lo hablamos
todo –asegura Burns–. Anne tiene las cosas muy claras: asegúrate de conseguirlo».
Pero Mulcahy no tomaba la iniciativa en todas las conversaciones, sino que
interpretó
un papel que Burns describe como de orquestación. «Sabe muy bien calar a la gente –
explica Burns– y conseguir que trabajemos juntos».
La cuestión de la quiebra alcanzó un punto crítico en la tercera semana de octubre
de
2001. Ese mismo mes, Mulcahy había explicado con franqueza a los accionistas de la
empresa que el modelo empresarial de Xerox no era sostenible y, el día siguiente,
las
acciones cayeron un 26%. «Aquél fue mi bautismo de fuego», recuerda Mulcahy.
Hasta entonces, Mulcahy había obtenido el apoyo interactuando con sus compañeros
pero, en su nuevo papel, tenía que ofrecer al equipo la confianza en que la empresa
101
podría sobrevivir pese a cualquier duda personal que pudiera albergar. «Soy una
persona de gente, bastante sobona, y lo más difícil de mi nuevo puesto era que
exigía
cierto distanciamiento para el que no estaba preparada».
Sin embargo, Mulcahy no era inmune a la incertidumbre y el estrés.
«Un día, volví a la oficina desde Japón y me enteré de que había sido un día
deprimente –recuerda–. Alrededor de las 8.30 de la tarde, de camino a casa, paré el
coche en la Alameda de Merritt y me dije: “No sé adónde ir. No quiero ir a casa. No
tengo ningún sitio donde ir”».
¿Te has sentido así alguna vez? En mi experiencia, los sentimientos de desesperanza
en el líder son bastante comunes aunque la mayoría no tenga el valor de
reconocerlo.
En momentos como éste, necesitas el apoyo de tus compañeros. «Escuché el
contestador y oí un mensaje del director de estrategia, Jim Firestone, que decía
que,
aunque pareciese el peor día de todos, él confiaba en mí y la empresa tenía un gran
futuro», relata Mulcahy. Aquello fue todo lo que Mulcahy necesitaba para culminar
el
recorrido hasta su casa y levantarse el día siguiente. «El equipo me dio una fuerza
de
respaldo increíble. Nos peleamos y discutimos pero, al final, han sido
tremendamente
leales y de apoyo».
Cuando los asesores externos recomendaron que Xerox se preparara para presentar un
concurso de acreedores y liberarse de la carga de 18.000 millones de dólares en
deudas, Mulcahy explotó.
«Les dije que no entendían lo que significa ser un empleado de la empresa, luchar y
ganar. La bancarrota nunca es una victoria y no llegaré a ella hasta que no quede
otra
decisión que tomar. Todavía quedan muchas cartas por jugar. Me enfadé mucho
porque no comprendían la ilusión y el impulso que hace falta para tener éxito y los
efectos de la bancarrota en los empleados de la empresa. Nuestra gente creía que
estábamos en una guerra que podíamos ganar».
Y, al final, Anne Mulcahy ganó. Evitó la quiebra recortando miles de millones en
gastos operativos sin tocar I+D ni las ventas de campo y reduciendo la deuda un
60%.
Además, gracias al lanzamiento de sesenta nuevos productos con una nueva
tecnología de color y digital, recuperó los ingresos y el crecimiento de los
beneficios.
Lo que distinguió su liderazgo durante la crisis fue su habilidad para capacitar a
los
demás a ponerse a la altura de las circunstancias y mantenerlos centrados en la
misión
compartida de salvar y restaurar Xerox.
1. El respeto mutuo: la base de la capacitación
Para obtener lo mejor de sus compañeros de equipo, los líderes auténticos deben
desarrollar relaciones de confianza basadas en el respeto mutuo porque no hay otro
modo de conseguirlo. Al igual que la fidelidad, el respeto sienta las bases de la
capacitación, aunque hace falta ganárselo mediante acciones como las siguientes:
102
Las personas respetamos a quienes nos tratan de igual a igual, especialmente si se
trata de inversores de éxito como Warren Buffet. Buffet come el mismo bocadillo con
Cherry Coke con un grupo de estudiantes de ojos abiertos como platos que con su
amigo íntimo Bill Gates, y no se escuda en su imagen para hacerse creer importante
o
poderoso. Por el contrario, respeta sinceramente a los demás y ellos le respetan
tanto
por esas cualidades como por sus habilidades inversoras. Aunque Anne Mulcahy
nunca había coincidido con Buffet, no dudó en volar hasta Omaha para pedirle
consejo en su tradicional cena de asado. Y es que, gracias a su autenticidad en las
relaciones, Buffet capacita a los demás para liderar a su propia manera.
103
Si el respeto mutuo sienta las bases necesarias para obtener lo mejor de los demás,
¿cuáles son los pasos necesarios para la capacitación? Las técnicas de capacitación
toman muchas formas, desde sólo estar ahí hasta involucrar a la gente, ayudar,
retar,
forzar sus límites y obtener su apoyo para la misión. Los líderes efectivos emplean
todos estos enfoques en momentos diferentes, según las capacidades de las personas
implicadas y la situación a la que se enfrentan.
• Estar ahí.
• Involucrar a los demás.
• Ayudar a los miembros del equipo.
• Retar a los líderes.
• Forzar sus límites.
• Obtener el apoyo de todos para la misión.
104
Uno de mis alumnos de MBA compartió una historia sobre su trabajo en Procter &
Gamble en Chile.
«Recibimos la primera visita del consejero delegado, A. G. Lafley. Nos había pedido
de
antemano visitar casas de gente pobre el día antes de la reunión, lo cual nos
sorprendió porque no tenemos la costumbre de ir a casas de gente pobre. La mañana
siguiente, ya estaba en mi escritorio a las 7.30 de la mañana cuando Lafley llegó
caminando por el pasillo, se paró delante de mí y me extendió la mano. “Me llamo
A.G. Por favor, háblame de tu trabajo”. Cuando le expliqué, nervioso, cómo
estábamos
expandiendo el mercado de los productos de P&G en Chile, volvió a estrecharme la
mano y me dijo: “Gracias, tu trabajo es vital para el futuro de P&G y para nuestra
capacidad de crecimiento en países como Chile. He venido para ver de primera mano
cómo podemos expandir nuestro negocio en mercados en desarrollo y llegar a un
espectro mucho más amplio de consumidores”».
Eso es capacitación. Tu primera reacción podría ser pensar que Lafley se dirigió
únicamente a uno de los cientos de miles de empleados de P&G, pero lo cierto es que
mi alumno y sus compañeros contaron aquella historia a centenares de personas
dentro y fuera de la empresa para ilustrar las cualidades personales de su líder.
105
negocio. No dudaba en coger el teléfono y desafiar a los directores situados varios
niveles por debajo de él.
106
pensando en las 5.000 personas que viven hoy gracias a las válvulas cardiacas que
yo
fabrico».
¿Alguien duda de que se trata de una líder entre sus compañeros? Siente una pasión
por su trabajo que está vinculada directamente con la misión de la empresa, se
impone estándares muy elevados y marca el ejemplo para todos los demás.
Marilyn Carlson Nelson: forjar una cultura de capacitación. Marilyn Carlson
Nelson, consejera delegada del conglomerado de ocio y viajes Carlson Companies, ha
transformado radicalmente la empresa que fundó su padre, Curtis Carlson,
consumado vendedor y jefe duro y exigente que, una vez, vio a un empleado
marcharse de la oficina a las 7.30 de la tarde y le preguntó si es que había
perdido el
entusiasmo por el negocio. «Hay que igualar a la competencia de lunes a viernes. El
sábado es cuando la adelantas», solía decir.
El viejo Carlson enseñó a su hija el negocio pero nunca la animó a unirse a su
empresa, por estar convencido de que las mujeres no estaban hechas para trabajar.
Sin
embargo, cuando dio a luz a su primer hijo, Nelson empezó a trabajar desde casa
como editora del periódico para empleados de Carlson y, después de producir un
catálogo de productos de la empresa, la ascendieron a directora de departamento.
Cuando le dio la noticia a su padre, él no se anduvo con rodeos: «Te estás
involucrando demasiado con el negocio; deberías quedarte en casa con tus hijos».
«Mi
padre me despidió en el acto. Salí del edificio con lágrimas en la cara», recuerda
Nelson.
Mientras criaba a su familia, Nelson se implicó mucho en la comunidad de
Mineápolis, presidió la Asociación Orquestal de Minesota, fundó Scandinavia Today y
trajo la Super Bowl de 1992 a la ciudad el fin de semana más gélido del año.
También
se convirtió en la primera mujer en pertenecer a las juntas de grandes
corporaciones
locales y fue copropietaria de un banco rural. Su perfil empresarial seguía
subiendo
pero su padre rechazaba una y otra vez su interés en la empresa paterna.
Nelson se incorporó a la empresa a los 48 años, cuando su hijo pequeño entró en la
universidad. El primer mes, acompañó a su padre a la presentación de unos
estudiantes de MBA en la Carlson School de Minesota sobre un estudio de la cultura
corporativa de Carlson Companies. Nelson recuerda que les pidió su opinión de
Carlson y nadie se atrevió a contestar hasta que, finalmente, un estudiante
respondió:
«Carlson se considera una empresa que explota a sus empleados y no se preocupa por
la gente. Nuestros profesores no nos recomiendan que trabajemos ahí». Nelson se
quedó petrificada. «Aquella reunión encendió una mecha», reconoce, y se dio cuenta
de la necesidad de cambiar el estilo autocrático y vertical de la cultura
corporativa de
su padre.
Cuando su cuñado abandonó, de repente, el puesto de consejero delegado dos años
después, su padre, ya con 82 años, volvió a la dirección activa y Nelson fue
asignada
para puestos más prominentes pero sin ser nombrada sucesora. Mientras, la crisis de
directivos continuaba y los principales ejecutivos se marchaban de la empresa,
frustrados por el estilo de gestión de ordeno y mando de Carlson. Al final, Nelson
asumió la responsabilidad de las principales divisiones de Carlson y empezó a
remodelar el liderazgo y la estrategia de la empresa. En el festejo dedicado a su
padre
por el 60º aniversario de la empresa fue nombrada, por fin, consejera delegada.
107
Inmutable, Carlson aconsejó a su hija que nunca dependiera de los demás. «Ten
mucho cuidado –le dijo–. No puedes fiarte de nadie más que de ti misma». Pero
Nelson era de la opinión contraria y pensaba que la confianza funcionaría en un
contexto de afecto. «Si creas un entorno de apoyo, puedes atraer a gente de fiar,
siempre y cuando confíes en ellos y tú también seas digno de confianza», explica.
Frente a la cultura empresarial basada en su fundador, Nelson se centró en los
empleados y los clientes.
«En el contexto de ordeno y mando, mi padre se negó la oportunidad de escuchar las
opiniones contrarias. La opinión contraria te obliga a comprender o cambiar tu
posición. Yo pasé a un modo de gestión cooperativa y ahora confiamos en todo el
mundo para que aporten su sabiduría y experiencia en las decisiones. Creo que la
sabiduría colectiva tiene muchísimo valor cuando procede de una reflexión
concienzuda. En último término, el líder sigue siendo quien toma la decisión
final».
Nelson decidió reinventar Carlson y transformarla en una compañía preocupada por
sus clientes, creando el ambiente más afectuoso posible para sus empleados.
Trasladó
el énfasis de la administración del capital financiero a la adquisición y el
cultivo de
capital humano con experiencia, sabiduría y técnicas de pensamiento colectivo. En
sus empleados buscaba tres características: carácter, competencia y afecto.
«La necesidad del carácter como fiabilidad absoluta y la competencia en forma de
experiencia global, conocimientos y criterio no sorprenden –explica Nelson–, pero
la
característica del afecto no era evidente. Busqué a personas que tuvieran corazón
de
servicio porque el liderazgo servicial es un motor importante de la cultura que
queríamos crear, ya que un empleado satisfecho conlleva un cliente satisfecho. En
el
negocio de los servicios, los clientes captan enseguida si te preocupas
legítimamente
por servirles».
Sabedora de que esos valores debían ser aceptados en las sucursales de Carlson de
todo el mundo si quería convertirlos en conductas principales para todo empleado de
la empresa, Nelson viajó incansablemente para reunirse con empleados y clientes de
todas partes.
«Sólo podemos forjar relaciones si un empleado se siente afirmado y capacitado,
posee claridad de dirección y entiende la visión y la misión de la empresa. No
podemos limitarnos a enseñar a los empleados de restaurantes a poner la comida en
la
mesa porque en un restaurante puedes personalizar la experiencia si sabes cuándo
los
clientes buscan privacidad y cuándo entretenimiento».
Meditando sobre los cambios que había traído en el curso de sus nueve años, Nelson
explica que, a día de hoy, ningún estudio de seguimiento de estudiantes de MBA
podría concluir que a Carlson no le importa la gente. «No se puede cambiar una
cultura en seis meses –reconoce–. Si varías el modelo de negocio e integras la
transparencia y el debate cooperativo en la cultura, a la larga se arraigará, pero
hace
falta tiempo».
Habiendo pasado por la experiencia de ver morir a su propia hija hace veinte años,
Nelson nunca perdió de vista su misión personal de «utilizar todas las herramientas
a
mano como una oportunidad para devolver a la sociedad o mejorar la vida de la
gente». Su transformación de Carlson en una cultura de cooperación es un ejemplo
108
sobresaliente de cómo un líder puede inspirar a sus empleados alrededor de una
visión común y capacitarlos para liderar.
Los líderes como Mulcahy y Nelson han descubierto que los resultados derivados de
capacitar a las personas de sus organizaciones con pasión y propósito son muy
superiores a lo que pueden lograr convirtiéndolos en seguidores fieles. Al dar
libertad
a los demás para liderar dentro del propósito general de la organización, son
capaces
de delegar más responsabilidades de liderazgo y, aun así, ampliar el ámbito y el
alcance de su liderazgo a más personas.
Nota para el lector: antes de pasar al capítulo 11, puede ser interesante realizar
el
ejercicio del capítulo 10 que se encuentra en el apéndice C.
En la introducción, decíamos que los líderes entrevistados creían ser más eficaces
y
obtener mejores resultados cuando eran auténticos y, en este último capítulo,
analizaremos cómo puedes optimizar la efectividad de tu liderazgo. En cuanto
capacites a la gente para que lidere alrededor de un propósito común, estarás en
posición de lograr resultados superiores en toda tu empresa.
El paso final para maximizar la efectividad como líder auténtico pasa por
perfeccionar
tu estilo de liderazgo y usar de verdad tu potencial.
Producir resultados superiores en tu liderazgo generará una mayor influencia para
ti y
tus compañeros de equipo, y te supondrá oportunidades para asumir más
responsabilidades. El proceso crea un círculo virtuoso que animará a otros a unirse
a
ti y sostendrá tu efectividad de forma continua. Este ciclo de refuerzo es,
precisamente, lo que líderes como Dick Kovacevich, Dan Vasella, Andrea Jung,
Howard Schultz y Marilyn Carlson Nelson han empleado a lo largo de sus carreras
para obtener los máximos resultados.
109
alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, actuó con decisión para conseguir unos
recursos tan urgentemente necesarios, puesto que no disponía de tiempo para llegar
a
un consenso. En situaciones así, la gente necesita líderes decididos que les guíen
con
eficacia y serenidad hacia las soluciones. Por el contrario, cuando de lo que se
trata es
de crear una visión de futuro para la empresa, los líderes deben optar por un
estilo
más participativo que englobe a un gran espectro de personas y las implique e
involucre en esa visión.
También deberás adaptar tu estilo de liderazgo a las habilidades de los miembros de
tu equipo y su disposición a asumir más poder y responsabilidades. Por ejemplo, si
necesitan una dirección clara, puede que no estén preparados para responder a un
estilo de consenso, mientras que los pensadores creativos o independientes no
reaccionan positivamente a un estilo directivo. Cuando pienses en tu estilo y tu
poder
de liderazgo, pregúntate lo siguiente:
111
socios. Se jubiló de Goldman en 1984 tras una carrera sobresaliente de 37 años pero
su
legado continúa vivo en nuestros días. Los intereses de nuestros clientes son
prioridad
siempre y trabajamos en equipo en todo lo que hacemos son algunos de los principios
que siguen formando parte del ideario de la empresa.
Para Whitehead, el calificativo de jubilado es impropio porque, una y otra vez,
ocupó
importantes puestos de liderazgo como subsecretario de Estado, presidente de la
Reserva Federal de Nueva York y presidente del patronato de más de una docena de
entidades sin ánimo de lucro, su alma máter incluida. Cabe destacar especialmente
que, en todas esas situaciones, siguió haciendo gala de su estilo consensuado y
empleando su poder con modestia.
Aun así, Whitehead no dudó en ningún momento en ejercer influencia sobre las
decisiones mediante sus técnicas de persuasión y tenacidad para convencer a los
demás de su punto de vista. Cuando los socios de Goldman estaban decidiendo si
salir
a Bolsa en 1999, Whitehead se implicó en el debate para asegurarse de que la
empresa
conservara su singular cultura de asociación y principios empresariales. Como
antiguo
cliente y miembro actual de la junta de Goldman, he tenido la oportunidad de
presenciar de primera mano el gran alcance con el que se practican esos principios.
El estilo consensuado de Whitehead se enfrentó a su mayor reto después del 11 de
septiembre, cuando el gobernador de Nueva York, George Pataki, lo contrató para
presidir la sociedad para el desarrollo del Bajo Manhattan (LMDC) con el fin de
reconstruir el World Trade Center. La politizada atmósfera con la que funcionaba
LMDC era un contexto nuevo para Whitehead y, cuando renunció a su cargo formal
de presidente cuatro años más tarde, en mayo de 2006, admitió que el trabajo seguía
sin estar hecho.
«Llegar a una decisión en un ambiente intensamente político es el encargo más duro
que he tenido jamás. Tanto el gobernador como el alcalde estaban en plena campaña
y les preocupaba la opinión pública, y existe un enorme interés público en cuanto a
qué se reconstruye en el Bajo Manhattan. En Nueva York viven ocho millones de
personas con ocho millones de ideas diferentes sobre lo que debería reconstruirse
en
la Zona Cero».
En toda esta sucesión de contextos de liderazgo con ánimo de lucro, gubernamental y
sin ánimo de lucro, John Whitehead ha demostrado su capacidad para dominar la
situación y hacer un uso óptimo de su estilo consensuado de liderazgo sin desviarse
de sus principios. Su historia demuestra que se puede ser un líder eficaz en
situaciones muy diferentes si se escucha a la gente alrededor, se trabaja mucho
para
entender los desafíos y se aplica un estilo de liderazgo habilitante que optimice
el uso
del poder.
112
formación que tratan de encauzar sus estilos personales. Lo peligroso es si
acabarás
teniendo que renunciar a quién eres para triunfar en la empresa porque, si es así,
te
sentirás como un impostor, pretendiendo ser quien no eres.
Muchos de los mejores líderes se han enfrentado a este tipo de dilemas al principio
de
sus carreras. Consejeros delegados tan icónicos como Jim Burke, de Johnson &
Johnson, o Jack Welch, de General Electric, dimitieron en su primer año porque se
negaron a conformarse con las normas corporativas, aunque sus poderosos mentores
lograron atraerlos de nuevo.
Si te limitas a adoptar el estilo normativo de una empresa o intentas emular el
carácter de otra persona, tu falta de autenticidad saltará a la vista. En
situaciones de
presión y estrés, los líderes tienden a revertir a sus estilos menos atractivos (de
ser
muy directivos o pasivos agresivos a completamente retraídos). Por esa razón debes
encontrar un estilo de liderazgo que te resulte auténtico y seguir
perfeccionándolo.
Ellen Marram, de Tropicana, lo aprendió muy pronto en su carrera. Uno de los
primeros directores de división para quien trabajó solía levantarse cuando quería
sonar convincente (medía 30 centímetros más que Marram). «Parece una bobada,
pero mi estatura fue un recordatorio claro de que no podía limitarme a emular a
aquel
hombre. De una manera simbólica, me recordaba que tenía que encontrar mi propia
manera de ser eficaz y no intentar imitar a otra persona».
Piensa en tu liderazgo y pregúntate si encajas en alguna de las seis categorías de
estilo
de liderazgo del cuadro 11.1.
El estilo directivo de liderazgo era común antiguamente, sobre todo en las
operaciones militares y de manufactura, y sigue siendo necesario en situaciones
críticas como el 11 de septiembre, cuando lo fundamental es el tiempo. Sin embargo,
dado que cada vez más empresas se apoyan en trabajadores con conocimientos, ha
demostrado ser ineficaz a la hora de motivar a la gente a tomar la iniciativa o ser
creativos.
El estilo más común que ha surgido en los últimos años es el del compromiso. Los
líderes comprometidos, como Anne Mulcahy, se involucran activamente con el
personal de todos los niveles de la organización –los cuestionan, los escuchan, los
motivan y los animan a rendir al máximo–, pero siempre dentro del propósito y los
valores comunes de la empresa.
Los líderes formadores, como John Donahoe, extraen lo mejor de las personas y las
desarrollan para futuros puestos de liderazgo. Por lo general, les preocupa más el
113
progreso de las personas para alcanzar resultados a largo plazo que los objetivos
inmediatos.
Los líderes de consenso, como John Whitehead, tratan a todos los miembros del
equipo como a iguales y trabajan hacia el consenso, incitando a la participación en
la
toma de decisiones y dispuestos a tomarse el tiempo necesario para llegar a una
conclusión, incluso hasta el punto de posponer una decisión hasta que se alcance el
consenso. Gran parte de las organizaciones sin ánimo de lucro necesitan líderes de
consenso para motivar a los diferentes sectores implicados.
Los líderes afiliativos forjan vínculos de confianza con la gente y, para ellos,
preservar
la armonía entre los miembros del equipo y sus líderes suele tomar prioridad
respecto
a los resultados a corto plazo. Estos líderes suelen ser más eficaces extrayendo lo
mejor de sus compañeros porque dan la impresión de no estar liderando en absoluto,
sino que su liderazgo es sutil y reservado.
Los líderes expertos, como Craig Venter, el secuenciador del genoma humano,
dependen tremendamente de sus conocimientos y experiencia, y suelen formar parte
de empresas científicas, servicios de asesoramiento y financieros, donde las
estrellas
individuales suben hasta alcanzar posiciones de liderazgo. Suelen escuchar, sobre
todo, a otros expertos, aunque exigen de sus compañeros unos niveles intelectuales
y
rendimiento personal igualmente elevados.
Por último, los líderes auténticos recurren al estilo directivo o experto cuando
necesitan rematar una tarea, pero sus principales estilos de liderazgo son el
comprometido, formativo, de consenso y afiliativo.
114
gente en las decisiones y persuadiéndolos, mientras que los líderes formadores lo
consiguen mediante su capacidad para asesorar a la gente y ayudarlos a reflexionar
y
mejorar la forma en que actúan.
Aunque hay quien opina que los líderes de consenso y afiliativos son menos
poderosos
relativamente, lo cierto es exactamente lo contrario, puesto que la capacidad para
obtener el respaldo a sus puntos de vista otorga una gran influencia a los líderes
de
consenso, mientras que los líderes afiliativos emplean la empatía y el interés
hacia los
demás para lograr apoyo y vinculación emocional. Por ello, cuando piden ayuda los
demás están más que dispuestos a ofrecérsela.
El poder del líder experto es completamente diferente del de los demás tipos de
liderazgo, dado que es su intelecto y la profundidad de su conocimiento lo que
generan respeto e influencia sobre los demás. Las formas más sutiles de poder e
influencia (persuasión, asesoramiento, obtención de apoyo, empatía y conocimiento)
son, por lo general, mucho más eficaces que el uso del poder posicional y el
dominio
para aumentar tu impacto como líder.
Irónicamente, cuando más poder acumula uno, menos debe usarlo. Visto de otro
modo, cuando ejerces poder, estás restando poder a los demás y los líderes
auténticos
reconocen que necesitan el poder para llevar a cabo las tareas pero aprenden a
emplearlo con sutileza y prefieren persuadir a los demás para que adopten su punto
de vista o llegar a un consenso en lugar de obligar a sus subordinados a estar de
acuerdo con ellos. De esta manera logran la confianza, la fidelidad y el apoyo de
sus
compañeros de equipo, lo que, a su vez, conlleva mejores decisiones y un grado más
elevado de compromiso hacia los objetivos comunes.
Los líderes formadores forjan relaciones interdependientes como hizo Bill Campbell
con Randy Komisar, Donna Dubinsky y Bruce Chizen. Los tres necesitaban la ayuda
de Campbell para desarrollarse como líderes y él los necesitaba para levantar una
gran
empresa. Los líderes formadores creen que las personas deben aprender de sus
115
propias experiencias, sobre todo cuando fracasan, y no se abalanzan a corregir a un
empleado para evitar un resultado negativo. Son eficaces principalmente con
compañeros receptivos al tutelaje y dispuestos sinceramente a crecer.
Los líderes de consenso emplean el poder sutilmente para llegar a un acuerdo sin
herir los sentimientos ni aislar a las personas con un punto de vista diferente.
Son
maestros en el trabajo entre bastidores para desarrollar relaciones
interdependientes a
largo plazo que unen a la gente alrededor de un objetivo común, aunque la técnica
del
consenso funciona peor cuando el tiempo es escaso.
Los líderes afiliativos consiguen el apoyo de los demás gracias a sus relaciones de
enorme empatía y su poder se deriva de la fortaleza de las relaciones que forman,
que
dan pie a la fidelidad y la confianza mutua. Estos líderes son eficaces,
principalmente,
con personas comprometidas a formar parte de un equipo y que valoran las relaciones
de interdependencia.
Los líderes expertos, por su parte, creen que el conocimiento es poder y que tener
razón y ser eficiente es más importante que la relación en sí. Ofrecen poca empatía
o
apoyo emocional y son más eficientes en entornos con personas autónomas. Los
resultados dependen del conocimiento y el criterio experto.
117
2. Optimizar la eficacia para lograr resultados superiores
Lo fundamental para cualquier líder es optimizar su eficacia para lograr resultados
superiores a largo plazo, un punto en el que sobresalen los líderes auténticos
gracias a
que tienen una idea clara de su brújula moral y están comprometidos explícitamente
con fortalecer sus empresas con el tiempo. Desarrollando un estilo de liderazgo
auténtico, extraen lo mejor de sus equipos y sus empresas.
A través de múltiples experiencias, los líderes auténticos aprenden a utilizar su
poder
y estilo de una manera matizada y flexible para adaptarse a la situación que tienen
delante y conseguir que las personas se solidaricen con la causa. Gracias a ello,
mejoran, a la vez, su eficacia y los resultados que generan sus empresas.
Los líderes que producen resultados superiores –ya estén liderando un equipo por
primera vez o se encuentren en lo más alto de sus organizaciones– adquieren
credibilidad e influencia en sus empresas y en el mundo que los rodea puesto que,
sin
resultados, la credibilidad sufre y la influencia se pierde.
Por otro lado, quienes adquieren credibilidad e influencia también ganan
responsabilidades en las empresas y los recursos que las suelen acompañar.
La responsabilidad añadida y los recursos los colocan en posición de asumir
desafíos
aún mayores y les otorgan la posibilidad de obtener resultados superiores. Y eso es
tan
cierto para un joven líder de proyecto de ingeniería en una empresa informática
como
para el consejero delegado de IBM, Sam Palmisano.
Todo líder tiene que pasar por la prueba del mínimo aceptable. Cuando lo hagas con
autenticidad, te encontrarás sumido en un círculo virtuoso en el que tus resultados
refuerzan la eficacia de tu liderazgo.
Tu éxito atrae a gente de talento tanto dentro como fuera de la compañía, que se
unirán a tu equipo y se comprometerán con el propósito común, sosteniendo, así, el
ciclo de éxitos.
Los resultados superiores y constantes son la marca definitiva del líder auténtico.
Al
fin y al cabo, se puede decir que has seguido tu auténtico norte y marcado una
diferencia en el mundo mediante tu liderazgo.
El cuadro 11.3 ilustra la relación entre tu historia vital, tu desarrollo de las
cinco
dimensiones del líder auténtico y la transformación que te permite capacitar a
otros
líderes. En último término, este enfoque para descubrir tu liderazgo auténtico te
permite causar efecto y obtener resultados.
Nota para el lector: antes de pasar al epílogo, puede ser interesante realizar el
ejercicio
del capítulo 11 que se encuentra en el apéndice C. Cuando hayas leído el epílogo,
estarás preparado para elaborar tu plan de desarrollo personal de liderazgo,
también
en el apéndice C, que podrás actualizar periódicamente para incorporar tus
experiencias.
118
Epílogo. La satisfacción del liderazgo
Imagínate en el final de tu vida por un momento. Estás en tu dormitorio y todos tus
hijos, nietos y bisnietos se han reunido a tu alrededor para despedirse de ti. Tu
encantadora bisnieta te mira con sus grandes ojos marrones y te dice: «por favor,
dinos qué has hecho en la vida para marcar la diferencia en este mundo».
Con los ojos empañados y un nudo en la garganta, ves pasar ante ti a las personas y
sucesos más importantes de tu vida, rememoras los emotivos discursos de tu noventa
cumpleaños y caes en la cuenta de que nunca has tenido la oportunidad de explicar
en
qué ha consistido tu vida y tu liderazgo hasta ahora. ¿Qué vas a decir en presencia
de
toda tu familia? ¿Cuál va a ser tu legado?
¿Por qué no aprovechas la oportunidad para pensar en esto ahora, mientras estás
escribiendo la historia de tu vida? Si nunca es tarde para liderar, tampoco lo es
para
marcar la diferencia en el mundo y dejar un legado para los que vengan después de
ti,
aunque sólo tú puedes responder a esa pregunta. Cuando sepas la respuesta, sabrás
por qué el liderazgo es tan gratificante.
Un buen amigo mío se dedica a trabajar con empresarios de cincuenta y sesenta años
que han alcanzado un gran éxito económico pero piensan que sus vidas son huecas y
carentes de satisfacción. Nunca es tarde (ni pronto) para asumir el liderazgo.
Después de analizar numerosos casos de ejecutivos fracasados en mi clase de MBA,
una alumna quiso si saber si dirigir una empresa merecía el riesgo de fracasar, ser
criticado, demandado o incluso deshonrado, y tenía razón al suponer que ser un
líder
auténtico implica asumir todos esos riesgos.
En mi charla final en aquella clase, cité el famoso discurso de Theodore Roosevelt
en
1910 en la Sorbona, «El hombre en el ruedo».
«El que cuenta no es el crítico ni el que señala al hombre fuerte tropezándose o
comenta cómo el hacedor de acciones podría haberlas hecho mejor. El crédito es del
hombre que está, realmente, en el ruedo, con el rostro manchado de polvo, sudor y
sangre, que lucha con valentía, que conoce grandes entusiasmos, grandes devociones,
119
que se dedica a una noble causa, que, en el mejor de los casos, acaba conociendo el
triunfo del gran logro y, en el peor, si fracasa, al menos lo hace arriesgándose
enormemente, de manera que su lugar nunca estará con las almas frías y tímidas que
no conocen ni la victoria ni el fracaso».
¿Estás preparado para saltar al ruedo, arriesgarte enormemente, conocer grandes
entusiasmos y grandes devociones y dedicarte a una noble causa? Si lo estás, al
final
conocerás el triunfo del gran logro. Ésa es la satisfacción del liderazgo.
No se puede sentir esa satisfacción observando a los líderes desde la barrera ni
siendo
un observador genial desde la tribuna de prensa, en lo alto del ruedo. La única
opción
es bajar y ensuciarse la cara de polvo, sudor y sangre.
De eso trata la vida y el liderazgo. Tu gratificación no procede del dinero, los
títulos,
los premios o el reconocimiento, símbolos momentáneos que se esfuman como el
viento. Lo que quedan son los recuerdos.
• Trabajar en común en pos de objetivos compartidos con un grupo de personas que
te importan.
• Sentir pasión por ayudar a los demás o reparar injusticias sociales.
• Afanarse durante horas para hacerlo bien.
• Debatir y discutir para comprender los puntos de vista de cada uno.
• Fracasar y reorganizarse para aprender de los errores.
• Crecer juntos como líderes.
• Marcar la diferencia en el mundo mediante el esfuerzo combinado.
Cuando logres tu objetivo en común, detente a celebrar el éxito antes de pasar al
siguiente reto. Después, delégalo a los que vienen detrás de ti. Ésa es la
satisfacción
del liderazgo, saber quién eres y seguir el curso hacia tu auténtico norte. Y
recordar
que, cuando descarrilaste, pudiste enmendar la dirección y regresar al camino.
Ninguna satisfacción en tu vida profesional es comparable a esta sensación tan
gratificante y ningún logro individual puede igualar al placer de liderar a un
grupo de
personas para alcanzar un objetivo digno. Cuando crucéis la meta juntos, todo el
dolor y el sufrimiento que pudierais haber sufrido se desvanecerá enseguida y será
sustituido por la profunda satisfacción interior de saber que has marcado la
diferencia
en el mundo.
Infinidad de personas, algunas aún por nacer, se beneficiarán de tu esfuerzo y
pasarán
tu legado a los que vengan después porque, al fin y al cabo, lo único que te llevas
contigo es lo que dejas atrás.
¿Es eso lo que le dirás a tu bisnieta? Si es así, ella podrá subirse a tus hombros
y tener
una vista mejor del futuro en su viaje hacia el liderazgo auténtico. Tu legado,
entonces, estará completo: has seguido tu auténtico norte, has descubierto tu
liderazgo auténtico y el mundo es un lugar mejor gracias a ti. Ésa es la
satisfacción del
liderazgo.
El descubrimiento de tu liderazgo auténtico estará muy avanzado cuando te
conviertas en un líder con auténtico norte. ¡Buena suerte en tu viaje y ve con
Dios!
120
Apéndice A. Estudio de investigación sobre el desarrollo de líderes auténticos
Entrevistas in situ
La investigación se basó en entrevistas in situ con líderes considerados, a la vez,
auténticos y triunfadores. Las entrevistas se desarrollaron en persona excepto en
casos
contados, cuando no fue posible coordinar la logística necesaria para una reunión
cara
a cara, y duraron una media de 75 minutos. Todas las entrevistas se grabaron en
audio
con autorización del entrevistado para mantener la exactitud de las declaraciones y
citas. A continuación, se transcribieron profesionalmente para contar con un
documento escrito.
Todas las entrevistas fueron llevadas a cabo por Bill George, Diana Mayer o Peter
Sims
entre abril y noviembre de 2005, salvo una entrevista preliminar, mantenida en
octubre de 2004. En algunos casos participaron dos entrevistadores y, en otros, se
incorporó también Andrew McLean.
Los entrevistadores emplearon una serie común de preguntas, aunque se permitió a
los entrevistados dirigir el curso de la conversación hacia los asuntos de máxima
importancia para ellos a la hora de responder a las preguntas. En algunos casos, el
tiempo no permitió plantear la serie completa de preguntas. No se estableció ningún
registro estadístico de los entrevistados, puesto que no era ésa la intención del
proyecto de investigación.
121
1. Primeras influencias y desarrollo (15 minutos).
• Impacto de personas clave y experiencias.
2. Descubrimiento del liderazgo auténtico (30 minutos).
• Motivaciones.
• Experiencias determinantes de crecimiento.
• Principales puntos de inflexión.
• Lecciones de los fallos.
• Experiencias relevantes de la vida personal.
3. Planteamientos de desarrollo de liderazgo (20 minutos).
• Prácticas o recursos más importantes.
• Mantenimiento de la autenticidad bajo presión.
• Principales retos personales.
4. Propósito de liderazgo y legado (10 minutos).
• Propósito de liderazgo.
• Legado esperado.
Entrevistados
Se seleccionó a un total de 125 líderes para el estudio a partir de su reputación
de
autenticidad y éxito, intentando incluir a un grupo diverso de personas en las
entrevistas. Como resultado, el 28% de los entrevistados fueron mujeres, el 8%
pertenecientes a minorías raciales y el 12% nacidos fuera de Estados Unidos. No se
intentó determinar explícitamente la filiación religiosa u orientación sexual,
aunque
los comentarios informales sugieren diversidad también en este sentido.
Buscamos un mínimo de quince entrevistados en cada franja de edad, con la
excepción de los mayores de setenta años. Al final, la distribución de edades en el
momento de las entrevistas fue la siguiente:
70-93 14 (11,2%)
60-69 18 (14,4%.
50-59 38 (30,4%)
40-49 22 (17,6%)
30-39 18 (14,4%)
23-29 15 (12,0%)
Criterios de selección
Se seleccionó a los entrevistados a partir de su autenticidad percibida y éxito
establecido en papeles de liderazgo. En algunos casos, los entrevistados fueron
recomendados por otros participantes, académicos relacionados con el liderazgo o
compañeros de los entrevistados.
Una vez finalizadas las entrevistas, se valoró la autenticidad de los entrevistados
a
partir de la definición del líder auténtico que figura aquí y contenida en
Authentic
leadership. El éxito en puestos de liderazgo se determinó mediante el criterio
cualitativo del equipo investigador y no a través de mediciones cuantitativas.
Valoración de las transcripciones
122
Los miembros del equipo investigador leyeron en múltiples ocasiones las
transcripciones de los entrevistados y se elaboraron resúmenes individuales de cada
una de ellas. A continuación, las respuestas de los entrevistados se categorizaron
según los grandes temas abordados en cada entrevista. Tras los debates en
frecuentes
reuniones del equipo entre mayo de 2005 y marzo de 2006, se extrajeron las
conclusiones generalizadas que se presentan ahora en este libro.
Líderes de 60 años
123
17. BILL CAMPBELL: presidente y consejero delegado de Intuit (1994-1998).
18. MARILYN CARLSON NELSON: presidenta y consejera delegada de Carlson
Companies.
19. REATHA CLARK KING: presidenta de General Mills Foundation (1988-2002).
20.DAVID COX: presidente y consejero delegado de Cowles Media (1981-1998).
21. IAN CUMMING: presidente de Leucadia National Corporation.
22.ROBERT DAY: presidente y consejero delegado de The TCW Group, Inc.
23.BRAD FREEMAN: fundador y socio de Freeman Spogli & Co.
24.DAVID GERGEN: director de Center for Public Leadership (Kennedy School of
Government), Universidad de Harvard, asesor de la Casa Blanca de los
presidentes Nixon, Ford, Reagan y Clinton.
25.ALAN HORN: presidente y director de operaciones de Warner Bros.
26.JON HUNTSMAN: presidente de Huntsman Corporation.
27.DICK KOVACEVICH: presidente y consejero delegado de Wells Fargo.
28.BOWEN «BUZZ» MCCOY: profesor adjunto, USC, ex socio de Morgan Stanley.
29. JEAN-PIERRE ROSSO: presidente de Foro Económico Mundial de Estados
Unidos, presidente y consejero delegado de Case-New Holland (1996-2004).
30.ROBERT RYAN: vicepresidente senior y director financiero de Medtronic (1993-
2005).
31. CHARLES SCHWAB: presidente y consejero delegado de The Charles Schwab
Corporation.
32.MANNY VILLAFANA: fundador de Cardiac Pacemakers Inc. (ahora Guidant
Corporation), St. Jude Medical y ATS Medical.
33. SAM A. WILLIAMS: presidente de Metro Atlanta Chamber of Comerse.
Líderes de 50 años
124
46. MICHELLE HOOPER: socia directora de The Directors’ Council, antigua
consejera delegada de Voyager Expanded Learning, vicepresidenta de Baxter
Healthcare.
47.KRIS JOHNSON: socia directora de Affinity Capital, ex vicepresidenta senior de
Medtronic.
48. LOIS JULIBER: directora de operaciones de Colgate-Palmolive (2000-
2004).
49. DAVID KELLEY: cofundador y presidente de IDEO, profesor de la división
de diseño, departamento de ingeniería mecánica de la Universidad de Stanford.
50.RANDY KOMISAR: socio de Kleiner Perkins Caufield & Byers, consejero
delegado de LucasArts (1994-1995).
51. PER LOFBERG: consejero delegado de Merck Capital Ventures, LLC, presidente
de Medco Health (1993-2000).
52.ELLEN MARRAM: asesora operativa de North Castle Partners, presidenta y
consejera delegada de Tropicana (1993-1998).
53. GAIL MCGOVERN: profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, presidenta
de Fidelity Personal Investments (1998-2002), vicepresidenta ejecutiva de la
división de mercados de consumo de AT&T (1996-1998).
54.ANN MOORE: presidenta y consejera delegada de Time, Inc.
55.ANNE MULCAHY: presidenta y consejera delegada de Xerox.
56.N. R. NARAYANA MURTHY: cofundador y mentor principal de Infosys,
presidente y consejero delegado de Infosys (1981-2002).
57.STEPHANIE ODEGARD: presidenta de Odegard, Inc.
58.JOEL PETERSON: ponente de la Escuela de Negocios de Stanford, socio director
de Trammell Crow Company (1988-1991).
59.ADDISON «TAD» PIPER: vicepresidente de Piper Jaffray companies, consejero
delegado de Piper Jaffray (1983-2000).
60. DAVID POTTRUCK: presidente y consejero delegado de Eos Airlines, co
consejero delegado y posteriormente consejero delegado de Charles Schwab
Corporation (1998-2004).
61. JOE ROGERS JR.: presidente y consejero delegado de Waffle House.
62.STEVE ROTHSCHILD: fundador y presidente de Twin Cities RISE!, ex
vicepresidente ejecutivo de General Mills.
63.JON ROUNDS: director de operaciones de Risc Ventures, LLC.
64. LEWIS SANDERS: presidente y consejero delegado de AllianceBernstein,
LP.
65.HOWARD SCHULTZ: presidente de Starbucks, consejero delegado de
Starbucks (1987-2000).
66. KEVIN SHARER: presidente y consejero delegado de Amgen.
67.JOHN THAIN: consejero delegado de la Bolsa de Nueva York.
68. JIM THOMPSON: fundador y director ejecutivo de Positive Coaching
Alliance.
69. MARIANNE TOLDALAGI: presidenta de MCT Associates, vicepresidenta
senior y directora general de la división de viajes de consumo de American
Express (1995-2000).
125
70.DR. DANIEL VASELLA: presidente y consejero delegado de Novartis AG.
71. JUDY VREDENBURGH: consejera delegada de Big Brothers Big Sisters of
America.
Líderes de 40 años
Líderes de 30 años
Líderes de 20 años
127
129. Hathaway. JAMES BURKE: presidente y consejero delegado de Johnson &
Johnson (1976-1989).
130. JEFFREY IMMELT: presidente y consejero delegado de General Electric.
131. ALAN «A. G.» LAflEY: presidente y consejero delegado de Procter &
Gamble.
132. SAMUEL PALMISANO: presidente y consejero delegado de IBM.
133. HENRY PAULSON: secretario del Tesoro estadounidense, presidente y
consejero delegado de Goldman Sachs (1999-2006).
134. OPRAH WINFREY: presidenta de Harpo.
128
Después de leer el capítulo 1, conviene que analices la historia de tu vida y las
oportunidades de liderazgo hasta este momento, haciendo hincapié en tus primeros
años y ejemplos de liderazgo.
1. ¿Has visto descarrilar a algún líder o trabajado con alguien que se adapte
particularmente bien a alguno de los arquetipos?
2. ¿Qué conductas y señales de aviso has observado en otras personas en peligro de
descarrilar?
El descarrilamiento
Volviendo a los cinco arquetipos que conducen al descarrilamiento:
129
1. ¿Ves alguna cualidad del impostor en ti?
2. ¿Ves alguna cualidad del racionalizador en ti?
3. ¿Ves alguna cualidad del buscador de gloria en ti?
4. ¿Ves alguna cualidad del solitario en ti?
5. ¿Ves alguna cualidad de la estrella fugaz en ti?
Perder el rumbo
1. ¿Te imaginas alguna situación en la que podrías perder el rumbo?
2. ¿Hasta qué punto estás preparado para seguir tu camino y ser honesto contigo
mismo pese a las presiones externas?
3. ¿Temes el fracaso? ¿En qué sentido? ¿Tienes miedo de lo que podrían pensar de ti
los demás? ¿Es cuestión de orgullo personal?
4. ¿Cómo afecta tu miedo al fracaso a tus decisiones de liderazgo y tu carrera?
¿Evitas
consciente o inconscientemente las situaciones en las que existe el riesgo de
fracasar?
5. ¿Cómo podría ayudarte el fracaso a conseguir tus objetivos últimos?
6. ¿De qué manera ansías el éxito?
7. ¿Cómo afecta tu ansia de éxito a tus decisiones de liderazgo y tu carrera?
¿Eliges
consciente o inconscientemente situaciones en las que existe una alta probabilidad
de
éxito?
Prevención
1. ¿Qué medidas puedes tomar para evitar descarrilar en tu trayectoria?
130
• Si todavía no has hecho la transformación, ¿qué tiene que pasar en tu vida y
liderazgo para que se produzca una transformación como ésa?
Una vez que has revisado los comentarios, ¿hasta qué punto te ves como te ven los
demás? ¿Cuál es la solidez de tu autoconciencia en este momento?
Puntos fuertes y áreas de desarrollo
131
1. ¿Cuáles son tus capacidades más sólidas o talentos?
2. ¿Cuáles son tus características más fuertes como líder?
3. ¿Cuáles son tus grandes necesidades de desarrollo como líder?
Necesidades
1. ¿Necesitas estructura en el trabajo? ¿En qué medida te sientes cómodo con la
ambigüedad y el cambio?
2. ¿Qué nivel de seguridad económica te permite sentirte cómodo? ¿Hasta qué punto
necesitas liderar a un equipo?
3. ¿Cuánto tiempo necesitas con tu familia o seres queridos a la semana?
4. ¿Cuánto tiempo personal necesitas a la semana para recargar las pilas?
Tu yo auténtico
1. ¿Cuáles son tus vulnerabilidades, puntos ciegos y zonas de sombra?
2. ¿Hasta qué punto utilizas una armadura defensiva como escudo para protegerte de
exponer tus vulnerabilidades a los demás?
3. ¿Cómo podrías sentirte más a gusto compartiendo tus vulnerabilidades con los
demás?
4. ¿En qué medida estás a gusto con quien eres ahora mismo?
Valores
1. Enumera los valores que son importantes en tu vida y tu liderazgo. A
continuación,
valóralos en orden de importancia.
• ¿Qué valores son imprescindibles?
• ¿Cuáles son deseables pero no obligatorios?
• ¿Dependen algunos valores de la situación en la que te encuentres?
2. Recuerda una situación personal en la que tus valores hayan entrado en
conflicto.
• ¿Cómo lo resolviste?
• ¿Estuviste satisfecho con el resultado?
3. Recuerda una situación en la que tus valores se pusieran a prueba bajo presión.
• ¿Hasta qué punto te desviaste de tus valores bajo presión?
• ¿A qué recursos apelaste durante la presión?
• ¿Qué harías diferente si pudieras?
Principios y límites
1. Enumera los principios de liderazgo que utilizas o deseas utilizar para liderar
a los
demás. A continuación, valóralos en orden de importancia.
132
2. Enumera los límites éticos que no estás dispuesto a traspasar. Después,
valóralos en
orden de importancia.
3. Recuerda una situación en la que te hayas desviado de tu auténtico norte y tus
valores para conseguir tus objetivos.
• ¿Cómo te enfrentarás a esa situación si vuelve a surgir en el futuro?
• ¿Cómo puedes percibir el terreno resbaladizo de las desviaciones menores que
acaban conduciendo a otras mayores con el tiempo?
• Cuando te sientes apartado de tu auténtico norte, ¿cómo te vuelves a situar?
4. ¿Qué trampas tienden tus motivaciones extrínsecas en las que puedas anticipar
caer? ¿Qué estás haciendo para evitarlo?
5. ¿Cuáles son tus motivaciones intrínsecas? Marca las que correspondan de la
siguiente lista. Cuando termines, colócalas en orden de importancia (del 1 al 5).
133
8. Marcar la diferencia en el mundo.
9. Ejercer influencia sobre los demás.
10. Otro:
134
• ¿De qué manera te han ayudado tus amigos a convertirte en un líder mejor?
• ¿Con qué amigos podrías contar si las cosas no te fueran bien?
• ¿Tienes amigos con los que puedes compartir abiertamente los desafíos que se te
plantean? ¿Podéis compartir críticas sinceras?
• Describe una relación que te haya resultado mutuamente beneficiosa durante un
período largo de tiempo. ¿Qué cualidades aportas a la relación que la hayan dotado
de
sentido y permanencia?
• Describe una relación que no te haya funcionado y sobre la que sientas cierto
grado
de responsabilidad. ¿Qué harías distinto si tuvieras la oportunidad de empezar
desde
cero?
6. Grupo personal de apoyo.
• ¿Tienes un grupo personal de apoyo? Si es así, ¿cuál es su valor y significado
para ti
y tu liderazgo?
• Si nunca has tenido un grupo de estas características, ¿te gustaría formar uno?
¿Qué
clase de personas te gustaría tener en tu grupo?
7. Red profesional de apoyo.
• ¿Tienes una red profesional de apoyo o te gustaría crear una?
• ¿Qué características tendría esa red?
• ¿Qué personas te gustaría incluir en tu red?
Consejo de administración particular.
• ¿Te gustaría formar un consejo de administración particular? En ese caso, ¿qué
clase de personas te gustaría incluir en él?
• ¿Con quién concretamente te gustaría contar en tu consejo?
• ¿Cómo utilizarías tu propio consejo? ¿Qué aportarías a los miembros de tu
consejo?
Vida personal
1. ¿Qué es más importante para ti en tu vida personal?
2. ¿De qué manera apartas tiempo para ti mismo y para tu desarrollo personal?
3. ¿De qué forma alimentas tu vida interior?
4. Opcional: ¿practicas alguna actividad religiosa o espiritual? ¿De qué manera
contribuye a lograr una vida equilibrada?
Vida familiar
1. ¿Cuáles son los aspectos más importantes de tu vida familiar?
2. ¿Cómo cambiará tu vida y tu agenda cuando asumas compromisos familiares
adicionales?
3. ¿Cómo gestionas las exigencias y conflictos de tiempo?
Amigos y comunidad
135
1. ¿En qué sentido las amistades te permiten llevar una vida más equilibrada?
¿Cuánto
tiempo dedicas a desarrollar y alimentar tus amistades?
2. ¿Es tu comunidad una parte de tu vida?
3. ¿De qué maneras prestas servicio a tu comunidad?
4. ¿Cómo puede tu servicio a la comunidad ayudarte a ser un mejor líder?
5. ¿En qué formas te gustaría prestar servicio a tu comunidad en el futuro?
Vida profesional
1. ¿Qué haces para garantizar que sigues centrado profesionalmente?
2. ¿En qué sentido tu vida familiar, personal, amistades y comunidad contribuyen o
perjudican tu vida profesional?
3. ¿Cómo abordas las seducciones y presiones de la vida profesional y, aun así,
sigues
centrado en tu auténtico norte?
Decisiones y concesiones
1. ¿Cuál es la decisión o concesión más difícil entre los diferentes aspectos de tu
vida
que has tenido que tomar en el pasado? ¿Qué harías distinto en el futuro?
2. ¿Cuál es la concesión o decisión más difícil a la que te enfrentas en este
momento?
3. ¿Cómo vas a equilibrar las exigencias de tiempo de cada parte de tu vida?
Medir el éxito
1. ¿Cómo mides el éxito en tu vida ahora mismo? ¿Cuál es tu tabla de medidas
personal?
2. ¿Qué logros a largo plazo te gustaría alcanzar en la vida?
3. ¿Qué te traería la mayor felicidad en la vida?
4. ¿Qué efecto positivo te gustaría dejar en los demás?
Equilibrar la vida
1. Piensa en tu vida como en una casa, con un dormitorio para tu vida personal, un
despacho para tu vida profesional, un comedor para tu familia y un salón para
compartir con tus amigos.
2. ¿Puedes derribar los muros que separan las habitaciones y ser la misma persona
en
todas ellas?
3. ¿Eres capaz de ser la misma persona auténtica en cualquier contexto o te
comportas
de un modo diferente en el trabajo y en casa, con tus amigos o en la comunidad?
136
El propósito de tu liderazgo
Escribe una redacción sobre ti, describiendo el propósito a largo plazo de tu
liderazgo.
1. A corto plazo, ¿cuál es el propósito de tu liderazgo?
2. ¿De qué maneras el propósito de tu liderazgo está relacionado con el resto de tu
vida? ¿Está integrado o separado de ella?
137
3. Subordinados: ¿qué tipo de relación tienes con tus subordinados? ¿Cómo podrían
mejorar?
4. Redes organizativas: ¿eres eficaz creando una red de relaciones en tu empresa?
¿Qué puedes hacer para mejorar tu creación de redes de contacto?
Capacitar a otros líderes
1. Describe un ejemplo de tu pasado en el que hayas tenido éxito inspirando a otros
líderes alrededor de un propósito y valores comunes.
2. ¿Eres efectivo hoy en día capacitando a otras personas para que asuman el
liderazgo? ¿Qué medidas tomas? ¿Qué vas a hacer para mejorar tu efectividad?
3. Recuerda alguna situación en la que te enfrentaras a un conflicto entre
capacitar a
otras personas y alcanzar tus objetivos de rendimiento.
• ¿Cómo resolviste el conflicto?
• ¿Otorgaste preferencia a alcanzar tus objetivos o a tus relaciones?
• ¿Actuarías de otro modo en el futuro si te enfrentaras a un conflicto entre las
relaciones y el rendimiento?
2. Estilo de refuerzo.
Tu estilo de refuerzo es al que reviertes bajo presión o si observas que tu estilo
favorito no funciona.
• ¿Cuál es tu estilo de liderazgo de refuerzo?
• ¿En qué situaciones reviertes a tu estilo de refuerzo?
• ¿Cuál de tus destrezas emplea tu estilo de refuerzo?
• Si lo comparas con tu estilo principal, ¿cuáles son las consecuencias negativas
de tu
estilo de refuerzo? ¿Y las positivas?
138
• ¿Cómo adaptas tu estilo de liderazgo a la disposición de tu equipo a aceptar un
mayor liderazgo?
• ¿Cómo puedes emplear estilos flexibles y, aun así, seguir siendo auténtico?
4. Uso de poder.
• ¿Cuál es el papel del poder en tu liderazgo?
• ¿Cómo adquieres poder o influencia en tu grupo?
• ¿Cómo utilizas el poder eficazmente para liderar a otros?
• Piensa en un ejemplo en el que hayas utilizado tu poder sobre los demás que haya
tenido consecuencias negativas. ¿Cómo reaccionaron los demás?
• ¿Qué falló? ¿Qué harías diferente si tuvieras que hacerlo todo otra vez?
• ¿Cómo reaccionas ante las personas poderosas que ejercen su poder sobre ti? ¿Cuál
es la manera más adecuada de tratar a la gente muy poderosa?
• ¿Qué puedes hacer para evitar sentirte dominado?
• ¿Cómo puedes evitar renunciar a tu poder personal ante la gente poderosa?
5. Eficacia de liderazgo
• Describe formas en las que piensas cambiar tu liderazgo para mejorar tu eficacia
como líder.
1. Tu auténtico norte.
• Escribe un texto personal respondiendo a la pregunta de cuál es tu verdadero
norte
y cómo sabes que lo estás siguiendo.
2. Desarrollo intelectual.
• ¿Cómo vas a esforzarte para agudizar tu intelecto?
• ¿De qué manera ampliarás tu intelecto?
• ¿Qué campos te gustaría leer y estudiar?
• ¿En qué lugares te gustaría vivir o visitar dentro de tu desarrollo?
139
Correr o caminar.
Hacer ejercicio, gimnasia o deportes de competición.
Practicar yoga o similar.
Orar o reflexionar.
Hablar con tu cónyuge, amigo o mentor.
Escuchar música.
Ver la televisión o ir al cine.
Otro.
6. Reflexión personal.
• ¿Qué haces para ser reflexivo o introspectivo?
• ¿Cuáles son tus prácticas espirituales o religiosas?
• Si no crees en ese tipo de prácticas, ¿cómo abordas las cuestiones existenciales
de la
vida?
• ¿Qué piensas hacer para reforzar tus prácticas?
7. Desarrollo de relaciones.
• ¿Quiénes son las personas más importantes de tu vida?
• ¿Con quién sientes que puedes abrirte completamente?
• Cuando te sientes afligido, ¿a quién acudes?
• ¿Quiénes son tus mentores?
• ¿A cuál de tus amigos personales recurres para asesoramiento?
• ¿A quién acudes en busca de asesoramiento profesional?
• ¿De qué manera estableces contactos con compañeros de profesión y tus colegas?
• ¿Te gustaría formar un grupo de apoyo? ¿Cómo lo harás?
8. Estilo de liderazgo.
• ¿Cuál es tu estilo de liderazgo favorito?
• ¿A qué estilo de liderazgo reviertes bajo presión? ¿Qué haces para evitar
revertir a
ese estilo?
140
• ¿De qué manera desarrollas tu capacidad para emplear estilos flexibles?
• ¿Cómo estás desarrollando tu capacidad para adaptar tu estilo a la situación que
tienes delante y las capacidades de tus compañeros de equipo?
• ¿De qué forma estás desarrollando tu capacidad de usar el poder con más eficacia?
9. Desarrollo de liderazgo.
• ¿Qué experiencias necesitas para desarrollar tu liderazgo?
10. Equilibrio.
• ¿Cómo piensas equilibrar tu vida personal, familiar, amistades y comunidad con tu
vida profesional para convertirte en un líder mejor?
• ¿Qué sacrificios y renuncias estás dispuesto a hacer para lograr tus objetivos
profesionales y personales?
12. Escribe una redacción sobre lo que te gustaría poder decir de tu historia vital
y
liderazgo al final de tu vida y dónde esperas encontrar la satisfacción de ser un
auténtico líder.
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Epílogo
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Apéndices
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144