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DIÓCESIS DE SAN ISIDRO, COSTA RICA

DELEGACIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS Y FORMACIÓN


PROYECTO FORMACIÓN DE FORMADORES PARROQUIALES
CATEQUESIS Y FORM. TRONCO COMÚN

I. SITUACIÓN PREVIA O DIAGNÓSTICO.


En la Diócesis de San Isidro contamos con la Delegación Episcopal de Catequesis y Formación, con
Comisiones diocesanas en Catequesis y Formación Tronco común, con un equipo de apoyo, que
también, es el equipo diocesano de formación de formadores y formadoras parroquiales, con
Comisiones parroquiales de Catequesis y Formación Tronco Común en las 26 parroquias y,
aproximadamente con 405 formadores y formadoras para la formación tronco común y la formación
específica de catequesis.
Se aplicó una encuesta de forma virtual a los formadores y formadoras, tanto del tronco común como
de catequesis. De los 405 formadores, contestaron la encuentra 139 formadores. Con esta cantidad de
datos, la confiabilidad de la encuesta es de un 95%, con un margen de error del 7%. Esto nos permite
utilizar los datos de la encuesta como parte del diagnóstico.
En primer lugar, los datos muestran que en todas las Vicarías hubo participación de formadores y
formadoras que contestaron la encuesta, así lo confirma el siguiente cuadro.
VICARÍA N° FORMADORES CONTESTARON % a 139
Los Santos 55 13 (24%) 9%
San Pío 100 42 (42%) 30%
Ntra Sra Lourdes 60 20 (33%) 14%
San Juan Diego 55 20 (36%) 15%
San Pablo VI 55 19 (35%) 14%
San Francisco 80 25 (31%) 18%
TOTAL 405 139 (34%)

En segundo lugar, los datos manifiestan que la mayor cantidad de formadores y formadoras ya son
personas adultas (un 61% que están entre los 40 y 60 años y un 18% con más de 60 años, para un
total de 79% de personas adultas). Si a esto le sumamos las personas adultas jóvenes (17% entre 25
y 40 años), obtenemos un total de 96% de formadores y formadoras que son personas adultas. Como
consecuencia la formación de formadores y formadoras demanda que el método formativo sea apto
para la enseñanza y aprendizaje de personas adultas.
En tercer lugar, el grado académico de nuestros formadores y formadoras, se vuelve un reto, ya que
es un porcentaje mínimo (19%) que cuenta con estudios superiores, el resto (81%) de secundaria para
abajo, esto hace necesario adaptar la formación para una mejor comprensión.
En cuarto lugar, un porcentaje bastante grande (34%) de nuestros formadores y formadoras tienen
menos de cinco años de servir en este ministerio. Eso significa que no han recibido de parte de la
Diócesis ninguna formación específica para el servicio que da. El resto del porcentaje (66%) de
formadores y formadoras si recibieron la formación específica que antes se brindó, por tanto, con estos
formadores y formadoras no deberíamos de partir de cero, sino más bien, acompañarlos en una
formación que los lleve a actualizar y renovar su vocación y misión.
En quinto lugar, la muestra de la encuesta nos revela una gran luz, ya que el 100% de nuestros
formadores se sienten miembros activos de la comunidad parroquial, esto significa que hay una gran
identidad y pertenencia a la parroquia. Por tanto, el servicio que da lo hace desde la Iglesia, en la Iglesia
y el mundo.
En sexto lugar, nuestros formadores y formadoras son conscientes de que la vida cristiana es un
proceso permanente de conversión, lo cual implica la necesidad de formación y capacitación, para
cumplir fielmente la vocación y misión que se nos ha encomendado, como testigos y testigas de
Jesucristo, viviendo una vida de santidad.
En séptimo lugar, descubrimos que en cuanto a la celebración de la fe la mayoría de nuestros
formadores y formadoras a través de la participación de los Sacramentos, del rezo de la liturgia de las
horas y otras celebraciones como Hora Santa, oraciones, etc. Sin embargo, no podemos dejar de lado
que hay un porcentaje de formadores y formadores que no son asiduos en la celebración de la fe. Por
tanto, hay que poner mucha atención, ya que esto es una debilidad en cuanto a la vocación.
Por último, la gran mayoría de nuestros formadores y formadoras conocen sobre la Lectio Divina, sobre
la Liturgia de las Horas y sobre la Palabra de Dios. Aunque esto no significa que sea parte de su
proyecto de vida. Por lo cual, es otra de las debilidades a las cuales hay que ponerle mucha atención.

II. JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO.

1. IDENTIDAD DEL FORMADOR (SER, SABER Y SABER HACER)


La identidad del formador o formadora es muy valiosa, si no sabe quién es, entonces no sabrá a dónde
va. Como cristianos nacidos de nuevo por la fe en Jesucristo, tenemos una nueva identidad, un
propósito, un destino.
Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. Así instituyó a los Doce (a
los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar,
dándoles poder para echar demonios (Mc. 3,13-15).
La identidad de formador o formadora es lo que hace que el mensaje hablado y corporal tenga
autoridad: “Pero ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un
pueblo que Dios hizo suyo para proclamar sus maravillas; pues él los ha llamado de las tinieblas a su
luz admirable” (1 Pedro 2,9).
El Señor mismo a través de su Palabra le dice al formador y a la formadora quién es: “Te he puesto
como luz de las naciones, y llevarás mi salvación hasta los confines de la tierra” (Hechos 13,47).
¿Cómo consolidar la identidad (vocación y misión)?
A través de una formación integral, gradual, sistemática y permanente: “Por lo tanto, hermanos,
esfuércense por confirmar el llamado de Dios que los ha elegido. Si obran así, no decaerán, y se le
facilitará generosamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador, Cristo Jesús”
(2Pe 1,10-11). San Pablo que tiene clara su identidad afirma: “Pero por la gracia de Dios soy lo que
soy, y su gracia para conmigo no resultó vana” (1 Co 15:10).
2. IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DE FORMADORES Y FORMADORAS
Para que los formadores y formadoras puedan cumplir con fidelidad y cabalmente la misión
encomendada por Dios a través del bautismo, en la Iglesia y desde la Iglesia en el mundo es necesaria
una formación que les señale el camino a la santidad, es decir, “para que tengan vida y la tengan en
plenitud” (Jn 10,10), pero además, los debe capacitar para hacer presente en el mundo, la Iglesia
sinodal que a imagen del Buen Pastor (PDE 29) se pone en camino (en salida) a las periferias (EG 20),
en busca de las ovejas descarriadas, alejadas, indiferentes, descartadas… (Lc 15,1ss) e instaurar el
Reino de Dios en las realidades temporales.
Los laicos que por vocación ejerzan un ministerio o servicio eclesial en las parroquias de la Diócesis de
San Isidro, tienen el derecho y el deber de formarse según el itinerario formativo propuesto por la
misma, para que vivan según la doctrina cristiana, proclamarla y defenderla cuando sea necesario
(Cf. CIC 228 § 1,2 - 229 § 1.22).
Por tanto, es necesario que los formadores y formadoras sean acompañados en una formación:
(CF.L.58.60)
± que los integre como miembros de la Iglesia Pueblo de Dios y de la sociedad humana,
± que además de “saber...” lleve al “hacer...” y a “ser capaz...” y hacerse cada vez más capaz,
± por la Iglesia y en la Iglesia sinodal en una recíproca comunión y colaboración de todos sus
miembros: sacerdotes, vida consagrada y fieles laicos.
± que asuma la autoformación como proceso de crecimiento,
± que parta de las necesidades y aspiración de los interlocutores,
± que asegure que los conocimientos que se comparten, se articulen con su experiencia,
± que tenga metas claras, concretas y realistas,
± que mantenga un nivel alto de motivación para asegurar la permanencia y el apoyo necesario para
lograr cambios,
± que conforme grupos de “estudio” con personas de características similares y complementarias,
± que fomente un ambiente cálido y acogedor, que los hagan sentirse apreciado y valorado,
± que respete el ritmo de cada persona, sus habilidades y limitaciones,
± que lleve a los formadores y formadoras a un compromiso no sólo en la vida de la Iglesia, sino en
lo social, político, cultural, etc.,
± que se entienda como tarea colectiva y de acuerdo con la realidad;
± en donde los formadores y formadoras tomen conciencia de que no son “ayudantes del clero”, sino
corresponsables en la misión de la Iglesia, lo cual implica que tengan “una profunda experiencia de
Dios”.
III. OBJETIVO GENERAL.
“Que los formadores y formadoras redescubran cada vez más claro la propia vocación y la
disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (Cf. Ch. L. 58)

Objetivos complementarios.
a) Formar para el testimonio y la profecía, siempre apoyados en la oración, la fidelidad y la esperanza,
para que cada formador y formadora sea ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida
del Señor Jesús y una señal del Dios vivo...” (Cf. LG. 38).
b) Formar para una presencia misionera en el mundo de hoy, para que viva simultáneamente su
crecimiento en Cristo, su comunión eclesial y su inserción en el mundo.
c) Formar para una Nueva Evangelización, que sea fiel a la Buena Noticia de Jesús y atenta a los
dramáticos desafíos de la historia, para interiorizar contemplativamente a la persona de Cristo, de
leer en el mundo “los signos de los tiempos” y el paso del Señor de la historia y, anunciar con coraje
la justicia del Reino y llamar a las personas a la conversión.

IV. META GENERAL.


“Que, al finalizar el proyecto de formación, los formadores y formadoras hayan redescubierto su propia
vocación y así se dispongan a vivirla en el cumplimiento de su misión en la Iglesia y el mundo”.

Metas específicas.
1. Observaremos que en los formadores y formadoras se ha despertado una sed de santidad, un
deseo de unión con el Padre por medio de Cristo en el Espíritu, un crecimiento cotidiano en el amor
a Dios y al prójimo en la vida y en el ministerio, y la práctica de la oración y de la espiritualidad que
promueven estas actitudes y disposiciones.
2. Notaremos que en los formadores y formadoras se han desarrollado las cualidades humanas y el
carácter del ministro eclesial laico, mostrando una personalidad sana y equilibrada en el ejercicio
de su presencia misionera en el mundo.
3. Percibiremos en los formadores y formadoras la capacidad de guiar a los agentes de evangelización
y a otras personas, a través de las ciencias sagradas y humanas, en el camino hacia Cristo.

V. METODOLOGÍA
En la formación de formadores y formadoras utilizaremos dos diferentes métodos formativos:
1. Mediante talleres con los siguientes momentos: acogida-acercamiento-profundización-
personalización y conclusión. Cada uno de estos momentos tienen sus propias actividades.
2. Retiros espirituales, al menos uno al año.
VI. CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES
ACTIVIDAD CONTENIDO MÉTODO DESTINATARIO RESPONSABLE FECHA/HORA
Formadores/as
I ENCUENTRO Identidad de la CLAVE DE parroquiales EQUIPO 4 febrero, 2023
Motivación y formación TALLER Catequesis y For. DIOCESANO
animación Proyecto de Tronco Común DE 8:00 am.
formación de Vicarías: San Pío, FORMACIÓN a
formadores Ntra. Sra. de 2:00 pm.
Lourdes y San Juan
Diego
Formadores/as
I ENCUENTRO Identidad de la CLAVE DE parroquiales EQUIPO 6 mayo, 2023
Motivación y formación TALLER Catequesis y For. DIOCESANO
animación Proyecto de Tronco Común DE 8:00 am.
formación de Vicarías: FORMACIÓN a
formadores Los Santos, San 2:00 pm.
Pablo VI y San
Francisco
Formadores/as
II parroquiales EQUIPO 3 junio, 2023
ENCUENTRO TALLER Catequesis y For. DIOCESANO
Tronco Común DE 8:00 am.
Vicarías: San Pío, FORMACIÓN a
Ntra. Sra. de 3:00 pm.
Lourdes y San Juan
Diego
Formadores/as
II parroquiales EQUIPO 5 agosto, 2023
ENCUENTRO TALLER Catequesis y For. DIOCESANO
Tronco Común DE 8:00 am.
Vicarías: Vicarías: FORMACIÓN a
Los Santos, San 3:00 pm.
Pablo VI y San
Francisco
Formadores/as
III RETIRO parroquiales EQUIPO 7 octubre, 2023
ENCUENTRO ESPIRITUAL Catequesis y For. DIOCESANO
Tronco Común DE 8:00 am.
Vicarías: San Pío, FORMACIÓN a
Ntra. Sra. de 3:00 pm.
Lourdes y San Juan
Diego
Formadores/as
III RETIRO parroquiales EQUIPO 2 diciembre,
ENCUENTRO ESPIRITUAL Catequesis y For. DIOCESANO 2023
Tronco Común DE
Vicarías: Vicarías: FORMACIÓN 8:00 am.
Los Santos, San a
Pablo VI y San 3:00 pm.
Francisco

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