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Cuadernillo de

Historia
3° Año
Profesor Gabriel
Magni

ECONOMÍA
1
El nacimiento de las sociedades industriales
María Inés Barbero

Desde mediados del s. XVIII se inició en Europa O una etapa de


profundas transformaciones que dieron nacimiento a las sociedades
industriales. La “revolución industrial” comenzó en Gran Bretaña y desde allí
se difundió primero hacia Europa continental y Estados Unidos, y más tarde
hacia otros países y regiones.
Sociedad industrial:
• El
peso de la agricultura y el sector primario de la economía fue
reduciéndose al tiempo que se incrementó el de la industria y los servicios.
• Alto grado de urbanización e incremento significativo de las grandes
ciudades.
•Aceleración notable del ritmo de la innovación tecnológica desde el s.
XVIII. La velocidad del cambio permitió incrementar la producción y la
productividad, aumentando la oferta de energía y de bienes y servicios. En el
sector manufacturero estos incrementos fueron mucho mayores que en la
agricultura.
• Aumento notable de la población. Se redujo la mortalidad infantil y
creció la esperanza de vida.
A la par de los cambios económicos y demográficos, tuvieron lugar
profundas transformaciones sociales, políticas y culturales. Con la sociedad
industrial nacieron nuevas formas de organización del trabajo, nuevas clases
sociales, nuevas formas de organización de la familia, nuevas formas de
actividad política. Gracias al desarrolló de los transportes y las
comunicaciones creció el contacto entre las diversas regiones del planeta, la
actividad comercial y el movimiento de las personas.
La contraposición entre sociedad preindustrial y sociedad industrial es
muy clara en la medida en que comparemos el mundo resultante tras dos
siglos de industrialización con el mundo anterior al del s. XVIii. Desde este
punto de vista es evidente que existió una ruptura, que comenzó a ser visible
para los contemporáneos desde principios del s. XIX.

El significado de la revolución industrial.


Combinando los aportes de Landes, Mathias y Wrigley, se puede
definir a la revolución industrial como un proceso de cambio estructural en
el que se combinan:
• La aceleración del crecimiento económico.
• La innovación tecnológica y organizativa.
• Profundas transformaciones en la economía y en la sociedad.
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Desde el punto de vista de la innovación, puede hablarse de
revoluciones tecnológicas (Schumpeter): transformaciones profundas en el
aparato productivo originadas en innovaciones radicales cuya difusión
termina por englobar la casi totalidad de la economía, el modo de vivir, la
geografía económica mundial, etc.
Así, se puede hablar de 3 revoluciones industriales, cada una
identificada por un paradigma técnico-económico que implica un cierto tipo
de organización productiva y un tipo determinado de innovación tecnológica:
Fines s. Fines s. XIX Desde 1970
XVIII- mediados s. 1º GM
XIX

Nacimiento Nuevas Posfordismo,


de la fábrica, formas de automatización,
mecanización. organización del especialización
trabajo: fordismo, flexible.
taylorismo, prod.
en serie.

Energía: Energía: Energía: nuclear


vapor e electricidad, motor y alternativas.
hidráulica a explosión, etc.

Insumo Insumo Factor clave:


clave: carbón. clave: acero. microelectrónica.

Sectores Sectores Sectores más


más dinámicos: más dinámicos: dinámicos:
industria textil y siderurgia, informática,
metalúrgica. química, bienes de comunicaciones,
capital, biotecnología, nuevos
maquinaria. materiales.

Más allá del concepto de revolución tecnológica, lo que le da un sesgo


particular a la Primera Revolución Industrial es que se pasó de las
sociedades agrícolas a las industriales y que por primera vez se difundió el
uso de la energía inanimada y la mecanización del trabajo, mientras que la
segunda y la tercera constituyen momentos de aceleración de la innovación
dentro de la economía industrial.
Este proceso no fue abrupto, fue complejo, gradual y con fuerte
diferencias regionales.
La “primera Revolución Industrial”: el nacimiento de la industria moderna
Las formas tradicionales de producción industrial
Desde fines de la Edad Media se expandió en Europa la industria
artesanal urbana. Paralelamente, a partir del s. XVI se fue desarrollando una
nueva forma de organización, la “industria a domicilio”. Era un sistema
descentralizado de producción en que los campesinos realizaban las tareas
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en sus hogares, con herramientas de su pertenencia y en los tiempos
muertos que dejaban las tareas agrícolas. Trabajaban para un comerciante
empresario que les encargaba los trabajos, les suministraba la materia prima
y retiraba las piezas terminadas, que eran vendidas en mercados no locales.
Se trataba de un sistema muy flexible, donde no existían vínculos
permanentes, y que fundamentalmente se extendió en la industria textil.
Además de la pequeña industria artesanal urbana y de la industria a
domicilio, existió en Europa también la “protofábrica”, donde las actividades
estaban centralizadas y en unidades mayores, por razones económicas o
técnicas o por la existencia de algún monopolio o iniciativa estatal.

La industria fabril
Con la RI nació el sistema de fábrica: la centralización y mecanización
de la producción, el uso de energía inanimada y la presencia de trabajadores
asalariados sometidos a una estricta disciplina.
El rasgo dominante de la industria fue la difusión de las máquinas
accionadas por energía inanimada (primero hidráulica y luego del vapor) que
obligaron a sustituir las formas tradicionales de organización del trabajo y
dieron nacimiento al sistema de fábrica, ya que el tamaño y el costo de las
maquinarias hacían imposible que fueran propiedad de los trabajadores y
utilizadas en sus hogares.
Una de las innovaciones principales de la RI fue el acceso a nuevas
fuentes inorgánicas de energía calórica y mecánica, gracias a la paulatina
difusión de la máquina de vapor y el uso del carbón mineral como
combustible. La máquina de vapor de Watt (1769) fue perfeccionada en el s.
XIX, permitiendo su utilización en los medio de transporte. A partir de 1820
se construyeron los primeros ferrocarriles y barcos de vapor, que
revolucionaron las comunicaciones.
Con la fábrica se produjo en primer lugar una intensificación de la
actividad laboral, exigiendo a los trabajadores un horario estricto, una
actividad constante y un ritmo adecuado al de las máquinas. La nueva
disciplina no era fácilmente aceptada por los adultos, lo que en parte explica
que la RI haya recurrido tanto a mujeres y niños. La jornada laboral era
intensa y también muy extensa. A principios del s. XIX en el promedio de los
establecimientos sobrepasaba las 14 hs.
Una segunda característica de las fábricas fue la intensificación de la
división del trabajo. Se trata de una innovación organizativa, que no
necesariamente estuvo vinculada a la difusión de las máquinas, pero que
permitió grandes aumentos de la productividad mediante la reorganización
de la actividad laboral.

Los primeros procesos históricos de industrialización


La Revolución Industrial en Gran Bretaña
La economía británica durante el siglo XVIII
Varios de los factores que explicarían las ventajas británicas eran
comunes a varios países. A pesar de ello, ciertas condiciones específicas y la
combinación de todas ellas dieron como resultado que la Revolución
Industrial se llevara a cabo en Gran Bretaña.
Desde fines del s. XVII la población británica comenzó a aumentar a
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un ritmo acelerado, muy superior al de Europa occidental. Este crecimiento
se debió al descenso de la mortalidad y, en mayor medida, al aumento de la
fecundidad debida al aumento de la nupcialidad y de la reducción de la edad
del matrimonio, favorecidos por la expansión económica.
Las previsiones sobre el desequilibrio que a la larga se produciría por
el aumento poblacional (Malthus, Smith) no se cumplieron ya que estaba
desapareciendo la correlación directa entre tasa de crecimiento de la
población y tasa de variación de precios de los alimentos, debido al
incremento de la producción y de la productividad en la agricultura. Este
incremento permitió también que aumentara la población que pudiera
trabajar en labores no agrícolas, aumentando la oferta de mano de obra para
la industria y los servicios.
La nueva agricultura consistió en la combinación de 3 elementos de
refuerzo recíproco: la introducción de nuevos cultivos, la alimentación del
ganado en establos y la eliminación del barbecho.
En el caso inglés, las innovaciones agrícolas fueron acompañadas por
modificaciones en el sistema de propiedad de la tierra. La desaparición de los
campos abierto fue consecuencia de las leyes de cercamiento (Enclosure
Acts), que se multiplicaron en la segunda mitad del s. XVIII. Establecían la
obligatoriedad de cercar tierras. Las antiguas parcelas alargadas,
distribuidas entre las tierras de cultivo, eran reemplazadas por nuevas
parcelas en las que los propietarios tenían concentrada la superficie de tierra
que antes tenían repartida. Como resultado, la mayoría de los pequeños
propietarios se vio obligada a vender sus tierras a grandes propietarios. Los
campesinos expulsados de las tierras comunitarias se transformaron en
jornaleros o arrendatarios con contratos de corto plazo.
Con los cercamientos se incrementó la cantidad de tierras cultivadas y
la producción agraria, pero la concentración generó una mayor desigualdad
social.
A lo largo del s. XVIII la conformación de un mercado interno se vio
favorecida por el crecimiento de la población, por la ausencia de fronteras
aduaneras internas y de cargas feudales, y por las dimensiones y topografía
de su territorio. Estas condiciones se complementaron con el sistema de
transportes y comunicaciones. Desde mediados del s. XVII se habían
destinado fuertes inversiones públicas y privadas a la construcción de
canales y de nuevos puentes y carreteras. Este proceso se aceleró en el siglo
siguiente, lo que contribuyó a que los transportes fueran relativamente
fáciles y baratos.
La población rural en Gran Bretaña estaba más integrada al mercado
que la del continente y gastaba más en productos manufacturados. Pero el
incremento de la demanda interna se debió sobre todo a las necesidades y
pautas de consumo de sectores urbanos, estimuladas por el desarrollo del
comercio internacional.
Además del mercado interno, Gran Bretaña contaba con la ventaja de
poder acceder a un amplio y preferencial mercado externo. Había llegado a
ser la principal potencia marítima en el s. XVIII. Comerciaba con sus colonias
americanas y con las de España y Portugal.
En cuanto a lo social, en general las barreras a la movilidad eran
menos rígidas que en el continente, y la distribución de la renta, más
equitativa, circunstancia que influía en las pautas de consumo y creaba
condiciones favorables para la producción de bienes de consumo masivo.
También
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favorecía la versatilidad y el movimiento de las personas hacia nuevas
ocupaciones.

El proceso de cambio tecnológico


En la RI se combinaron 2 factores: los inventos y la iniciativa de los
empresarios de adoptarlos. En la Gran Bretaña del s. XVIII la invención se
desarrolló mucho más que en cualquier otro país.
Los sectores que experimentaron los primeros cambios fueron la
industria del hierro y la del algodón, que pasó en pocas décadas de un lugar
insignificante a ser la principal actividad manufacturera y la primera que
utilizó maquinarias en gran escala.
El invento de mayor impacto en la industria algodonera fue la hiladora
hidráulica (Arkwight, 1769), desde un principio destinada a las fábricas. En
1785 se la usó por primera vez con máquina de vapor. Las constantes
mejoras en la mecanización de la producción de hilados llevaron a que las
exportaciones se multiplicaran por 8 entre 1780 y 1800. La mecanización del
tejido a gran escala no se generalizó hasta 1820.
Al principio de la RI, el sector metalúrgico tuvo un crecimiento mucho
menor que el algodonero, pero su peso fue decisivo porque la creciente oferta
de metal barato facilitó la mecanización de las otras industrias, la difusión
de la máquina a vapor y la transformación de los medios de transporte.
El reemplazo de la madera y el carbón vegetal por el coque como
combustible fue fundamental para el desarrollo de esta industria. Otras
innovaciones muy importantes de fines del s. XVIII fueron el pudelado y el
laminado.
El carbón tuvo una importancia decisiva en la RI ya que se lo utilizó
como combustible de las máquinas de vapor y como fuente de calor en la
industria del hierro. La dotación de recursos naturales cumplió un papel
relevante en los primeros tiempos de la industrialización, pues GB contaba
con abundantes yacimientos de hierro y carbón que le dieron fuertes
ventajas comparativas.
Al ser el carbón un producto con altos costos de transporte, se generó
una fuerte presión para el mejoramiento de las comunicaciones. La demanda
de carbón fue la base de la extensión de los canales desde 1760.
Además de estas innovaciones, el proceso de industrialización requería
de empresarios dispuestos a adoptarlas y a introducir nuevas formas de
organización del trabajo. Los empresarios industriales debían hacer frente a
problemas estratégicos y al mismo tiempo resolver problemas concretos de
gerenciamiento que en muchos casos no tenían antecedentes.
Entre los factores que favorecieron la innovación se destaca el bajo
costo de las inversiones necesarias en los primeros tiempos de la RI, debido
a que las máquinas eran en general sencillas y poco costosas. Probablemente
más difícil que reunir el capital necesario era el reclutamiento, organización
y control de los trabajadores.
Con la expansión del sistema fabril fue surgiendo un nuevo tipo de
empresario, el capitalista industrial. La mayoría provenían de sectores
mercantiles. A mediad que la industria fue transformándose en la actividad
dominante, la burguesía industrial pasó a ocupar un lugar destacado junto
a la burguesía comercial y financiera.
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El impacto de la industrialización
La RI británica no fue un proceso unitario e ininterrumpido, y afectó
en forma desigual a las diversas ramas de la industria y a las distintas
regiones. Además de los recursos naturales, otro factor de focalización de las
industrias fue la oferta de mano de obra, sobre todo de trabajadores
calificados.
Una vez comenzada la RI la diferenciación regional se mantuvo,
aunque no necesariamente en las mismas áreas. Ello explica por qué el
cambio fue tan significativo, a pesar de que las cifras a nivel nacional
indiquen un crecimiento lento de la industrialización y la economía.
La industrialización fue modificando muy paulatina pero
profundamente la sociedad británica a lo largo de un proceso largo y
complejo, cuyos efectos se hicieron visibles sobre todo desde mediados del s.
XIX. Las consecuencias no fueron uniformes en todos los sectores sociales.
Respecto de las condiciones laborales, el sistema de fábrica implicó
una nueva disciplina y largas jornadas con bajos salarios y alta
inestabilidad. Conllevó también grandes cambios en el trabajo femenino e
infantil, con altísimos costos sociales y el empeoramiento de las condiciones
de vida de los sectores más vulnerables.
Con el desarrollo urbano y la expansión de los servicios públicos y
privados fue creciendo también la clase media urbana, otro de los sectores
característicos de los nuevos tiempos. La difusión del vapor posibilitó la
localización en ciudades de las industrias y la consiguiente concentración de
la población.
La proporción de población empleada en la agricultura fue
descendiendo desde principios del s. XIX. La población rural excedente
emigró hacia las ciudades o al exterior. Hacia 1851, la población urbana
superó a la rural, y a finales del siglo casi el 80% de la población vivía en
áreas urbanas.
Junto con las fábricas nació también el obrero industrial, que se
caracteriza por no ser propietario de los medios de producción y por vender
su fuerza de trabajo en el mercado a cambio de un salario. También la
formación de la nueva clase obrera fue gradual. Durante la primera mitad
del s. XIX los empleos tradicionales se vieron amenazados por la
mecanización y la competencia del trabajo no calificado, lo que llevó a la
radicalización política de artesanos y trabajadores a domicilio.

La industrialización en la Europa continental


A comienzos del s. XIX Europa no era un continente estancado o inerte
sino un área conformada por muchas economías diversificadas y
contrastantes entre sí, que se encontraba en un proceso de desarrollo y de
cambio, del que la Revolución francesa fue sólo uno de los ejemplos más
sobresalientes.

La economía europea en vísperas de la industrialización


La Europa noroccidental, la primera en industrializarse, era aquella
que más se asemejaba a GB, e incluía a las actuales Holanda, Francia,
Bélgica y el oeste de Alemania. Los territorios que se encontraban hacia el E,
el N y S formaban círculos concéntricos cuyo grado de atraso económico era
mayor cuanto más se alejaran del centro. Dentro de cada país existían,
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además, diversidades regionales.
En estas zonas se había difundido las innovaciones y la economía de
mercado. La producción industrial se llevaba a cabo según los métodos
tradicionales. La demanda interior fue el sector más significativo del mercado
para los productos manufacturados. El intercambio extraeuropeo creció
rápidamente a partir del s. XVII, proveyendo materias primas y en mucha
menor medida mercados de consumo.
Por su parte, la Revolución francesa y las campañas napoleónicas
contribuyeron a crear condiciones institucionales favorables a la
industrialización. Abolieron los últimos vestigios del orden feudal e
impusieron un sistema jurídico que garantizó las libertades individuales y la
propiedad privada. Fueron suprimidas las corporaciones e instituida la
libertad económica, y la nueva legislación fue recopilada en los códigos civil
y de comercio, que fueron adoptados por la mayoría de los Estados europeos.
Los procesos de industrialización
GB se constituyó en el ejemplo que los nuevos países industriales
debieron reproducir. Su industria era mucho más competitiva que la
continental. Las nuevas sociedades industriales absorbieron e imitaron
directa o indirectamente la tecnología británica. Al mismo tiempo, cada
proceso tuvo rasgos propios. El proceso iniciado en GB cambió la situación
de los países continentales, que debieron competir con productos ingleses
mucho más baratos dentro y fuera de sus fronteras.
En la industrialización del continente el Estado cumplió un papel
mucho más activo que en GB. Las medidas de intervención incluyeron las
barreras arancelarias y la estimulación del crecimiento industrial, creando
un ámbito favorable a la empresa privada, suprimiendo el poder de las
instituciones feudales, aboliendo aranceles internos y ordenando los
sistemas legales. También tomaron medidas directas: subsidios a las
empresas privadas, tasas a la importación, garantías a las inversiones y
concesión de préstamos favorables. Por último, como en el caso de los
ferrocarriles, el Estado podía asumir directamente el papel de inversor y
empresario.
Uno de los requisitos de los procesos de industrialización es la
disponibilidad de capitales para la inversión. Pueden proceder de distintas
fuentes: de actividades no industriales, de la reinversión de utilidades, o del
sistema financiero. Hasta las primeras décadas del s. XIX el crédito en el
continente era poco adecuado a las necesidades de la industria.
Con el tiempo, surgieron nuevas formas de crédito. Una de las
novedades más importantes del XIX fue el nacimiento de los bancos
especializados en la inversión industrial. La financiación también se llevó a
cabo mediante la inversión extranjera. Los primeros capitales provinieron de
GB y se destinaron a la construcción de ferrocarriles en Bélgica y Francia.
Más tarde, estos y otros países se transformaron a su vez en exportadores de
capitales.

Los primeros países industriales. El caso francés


Bélgica y Francia fueron los primeros países del continente en
industrializarse. Comenzaron el proceso a fines del s. XVIII y puede decirse
que constituyeron dos modelos alternativos durante el siglo siguiente. Bé
siguió un camino similar al británico, mientras que F poseyó rasgos más
diferenciados.
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El caso francés fue una industrialización “sin revolución industrial”,
sin una etapa de despegue claramente identificable. Fue un proceso gradual
y sin un ritmo uniforme y en el que se alternaron períodos de aceleración y
desaceleración.
Una primera etapa de expansión económica se ubica en 1815-60, con
una aceleración en 1840-60. El desarrollo de la industria tuvo lugar dentro
de las formas de producción tradicionales y con una mecanización reducida.
Una segunda etapa es 1885-1914, acompañada por una segunda
industrialización más intensiva y una amplia difusión de las innovaciones. A
lo largo de todo el siglo la expansión francesa fue lenta y la agricultura siguió
representando una alta proporción del producto total. Durante mucho
tiempo coexistieron distintas formas de producción y la urbanización no fue
mayoritaria hasta bien entrado el s. XX.

La industrialización en la segunda mitad del siglo XIX


No resultaría posible explicar el proceso de industrialización en la
segunda mitad del s. XIX sin destacar el papel decisivo desempeñado por el
transporte, tanto en la integración de los mercados como en el incremento de
la demanda de bienes industriales generada por su construcción.
La revolución de los transportes y las comunicaciones
Esta expresión se utiliza para nombrar al conjunto de innovaciones
que tuvieron lugar a partir de 1830, momento en el que comenzó a usarse el
vapor para accionar medios de transporte por tierra y por agua.
El descenso de los costos de transporte se tradujo en un incremento
sostenido de la actividad comercial. Con el ferrocarril por primera vez los
costos de transporte por tierra pudieron ser más baratos que por agua. A
medida que se fueron construyendo las redes ferroviarias pudieron
incorporarse nuevas regiones a los circuitos comerciales, integrándose
mercados regionales y nacionales. Desde el punto de vista de la organización
empresarial, los ferrocarriles pueden considerarse las primeras empresas
modernas.
La repercusión del ferrocarril fue más allá de las comunicaciones, fue
también un gran impulsor del desarrollo industrial. En Europa y Estados
Unidos el ferrocarril fue un generador de eslabonamientos hacia atrás.
Influyó en diversas ramas de la industria proveedoras de bienes, en especial
en la minería del carbón, la producción de hierro y acero y la industria
mecánica.
Mientras que en GB la RI precedió al ferrocarril, en los países
noroccidentales y en EU el ferrocarril llegó junto con la industrialización. En
el resto de Europa los ferrocarriles llegaron antes de que el proceso se
hubiera iniciado. Estas diferencias influyeron en el impacto de los
ferrocarriles sobre el desarrollo industrial, ya que mientras en los primeros
países se generaron rápidamente eslabonamientos hacia atrás, en los
tardíos el efecto fue menos significativo, sobre todo porque las redes
ferroviarias fueron financiadas por capitales extranjeros y porque la
importación de materiales a bajos costos obstaculizó el desarrollo industrial
local.
Hacia 1880 prácticamente todas las vías férreas europeas estaban
unidas entre sí y la estructura apenas sufriría modificaciones posteriores. Es
indudable que las grandes construcciones ferroviarias fueron el principal
impulso a la expansión industrial hasta 1870.
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El ferrocarril fue el primer y más dinámico medio de transporte que
dio impulso a la RI. Las transformaciones en el transporte marítimo, que
habían
comenzado antes que la locomotora, fueron las que permitieron la
conformación de un mercado mundial.
Desde 1840 hubo importantes innovaciones en la navegación a vapor:
la hélice, los cascos de acero (aumento de velocidad y tonelaje) y la turbina
de vapor. A ello se sumó el abaratamiento de la producción del carbón y del
acero. Estos cambios implicaron una sustancial reducción en los costos de
los fletes y el consiguiente aumento de los volúmenes transportados.
Otro elemento central fue el telégrafo, utilizado por primera vez en
1839 y de rápida difusión masiva. Su uso fue muy importante en el campo
militar y político y en la coordinación de los mercados. Por primera vez la
información pudo viajar más rápido que las personas.

La “segunda revolución industrial”


Esta expresión engloba el conjunto de innovaciones técnico
industriales fundadas en el acero barato, la química, la electricidad, el
petróleo, los motores de combustión, la nueva empresa moderna y las
nuevas formas de gestión del trabajo y organización industrial, que emergen
en el último tercio del s. XIX. Es fundamentalmente una revolución
tecnológica, que transforma el sistema en su conjunto y que influye en la
dinámica del crecimiento económico, en las formas socioinstitucionales y en
el régimen de acumulación del capital.

La innovación tecnológica
El predominio del carbón como recurso energético perduró hasta la
1ºGM. En Europa fue desplazado recién a mediados del s. XX por el petróleo;
en Estados Unidos, antes de la 2ºGM.
El acero se convirtió también en una de las principales industrias a
partir de 1860 con la aplicación del proceso Bessemer, los hornos de solera
abierta y otras innovaciones que permitieron elaborarlo en gran escala y
reducir su precio. Los niveles de inversión requeridos por este sector
condujeron hacia un fuerte proceso de concentración.
A pesar de que la máquina de vapor siguió siendo la principal
generadora de fuerza motriz, durante la 2ªRI se desarrolló un nuevo núcleo
tecnológico en el predominaron el petróleo, el motor de combustión interna,
la electricidad y la química.
El petróleo tiene mayor poder calórico que el carbón, es de más fácil
transporte y tiene usos mucho más amplios y diversificados. En 1859
empezó su explotación comercial en EU. Durante mucho tiempo el petróleo,
el gas y la electricidad se usaron fundamentalmente para la iluminación.
La paulatina difusión del motor de combustión interna y de los
automóviles transformó al petróleo en la principal fuente de energía para el
transporte. La industria automotriz se convirtió en el paradigma industrial
del s. XX.
La electricidad, gracias a la investigación científica e importantes
innovaciones desde 1860, se transformó con el tiempo en una de las fuentes
de energía más versátiles. Se la utilizó para la iluminación, para accionar
motores, para generar calor, y fue fundamental en los nuevos medios de
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comunicación.
La industria química adquirió también una proyección económica
inmensa. La innovación de mayor fuerza hacia mediados de siglo fue la de
los colorantes sintéticos. De esta industria se desprendieron nuevos
sectores como la industria farmacéutica, los explosivos, las fibras, el caucho
y las telas sintéticas, etc. Otra característica sobresaliente del sector
químico es el efecto multiplicador que sus innovaciones implicaron en otros
sectores.
El nacimiento de la empresa moderna
La segunda mitad del s. XIX vio el nacimiento de la empresa moderna:
la gran empresa con una organización burocrática, administrada por
gerentes asalariados, cuya forma jurídica más característica es la sociedad
anónima.
Las empresas modernas se distinguen de las tradicionales
fundamentalmente por sus dimensiones y las actividades que desarrollan, se
trata de grandes empresas que han integrado distintas funciones,
combinando la producción y la distribución en gran escala. Con la 2ªRI, las
nuevas industrias de punta exigieron mayor escala y dimensión a las
empresas.
Otro factor que contribuyó al desarrollo de la gran empresa fue la
ampliación de los mercados y por ende del volumen de producción
demandado. El tamaño también se amplió como consecuencia de las
estrategias de integración horizontal (generando empresas de mayores
dimensiones) y vertical (hacia atrás y adelante). Por último, la dinámica de la
expansión llevó a las empresas a diversificar su producción.
El segundo grupo de elementos que caracterizan a la empresa
moderna son las necesidades de una estructura burocrática, de una
administración crecientemente descentralizada y la dirección de gerentes
asalariados. El proceso de separación entre propiedad y gestión estuvo
estrechamente vinculado al incremento de los volúmenes de capital que las
grandes empresas requerían. Debieron recurrir crecientemente al crédito
bancario y al mercado de capitales mediante la emisión de acciones y
obligaciones.

Las nuevas formas de organización del trabajo: Taylorismo y Fordismo


Con la 2ªRI se produjeron cambios profundos en el trabajo, cuyas
expresiones más sobresalientes fueron el taylorismo y el fordismo. Ambos se
originaron en EU entre los dos siglos y tienen en común la propuesta de la
organización más racional del trabajo con el fin de aumentar su
productividad.
En 1880-90 F. Taylor logró reducir los tiempos muertos mediante la
racionalización del trabajo y el cronometraje de las tareas. La “organización
científica del trabajo” se basa en la sistematización del pensamiento de
Taylor y de otros especialistas, orientada a lograr una mayor economía del
tiempo para aumentar la producción y reducir los costos y precios. Sus
principios son:
• Planificaciónde la producción. Estudio de los tiempos y movimientos
para eliminar los inútiles.
• División absoluta entre la concepción y la ejecución del trabajo.

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• Estandarización de las tareas.

• Individualización del trabajo.


• Sistema de remuneración proporcional al rendimiento personal.

• Supervisión estrecha y constante.


En el s. XX se implantó paralelamente otra forma de organización del
trabajo, el fordismo, que se utilizó selectivamente en las empresas que
fabricaban grandes series de bienes de consumo durables de naturaleza
homogénea, orientadas a satisfacer un mercado creciente. El fordismo es el
núcleo vital de la producción en masa y consiste fundamentalmente en la
fabricación en serie de bienes estandarizados. Se apoya en la cadena de
montaje sobre la cinta transportadora.
El fordismo se diferencia del taylorismo en que no ve como un peligro
el incremento de los salarios. Los trabajadores pasaron a ser considerados
también como consumidores potenciales. El aumento de salarios de Ford le
permitió a la empresa asegurar el aprovisionamiento de la fuerza de trabajo
y romper con la insubordinación vinculada con el sindicalismo y el
radicalismo político. Por último, al asegurar una mejora sustancial del
salario y de su poder de compra, se abría el camino de la sociedad de
consumo.
Los nuevos países líderes: Alemania y Estado Unidos
ALEMANIA comenzó su revolución industrial hacia 1840. Fue el país más
rezagado en la primera oleada, pero en vísperas de la 1ºGM había superado a
GB y se había transformado en la principal potencia industrial europea.
A principios del s. XIX los mayores obstáculos a la industrialización
alemana eran institucionales: la fragmentación política, las barreras
aduaneras, la subsistencia de rasgos feudales, etc. Como contrapartida,
Alemania tenía las ventajas de contar con hierro y carbón, tener una fuerte
tradición en la industria doméstica y un sistema educativo avanzado.
Al igual que en otros países, en Al fueron muy marcadas las
diferencias regionales. Globalmente, la región occidental fue la más
industrializada, en especial Sajonia y Renania. Con el avance de la
industrialización, ambas zonas tendieron a complementarse: la oriental
proveía de materias primas, alimentos y mano de obra, y la occidental le
venía productos manufacturados.
Durante la primera mitad del s. XIX Al pudo aprovechar las ventajas del
atraso imitando a otros países, recibiendo capitales extranjeros e
importando insumos industriales y bienes de capital. Más tarde, la industria
local sustituyó las importaciones y la inversión fue financiada internamente.
Hay que destacar el papel del Estado. Fue decisiva la liberalización de
la estructura económica y social. Desde 1870 el Estado adquirió los
ferrocarriles y los gestionó para favorecer el intercambio entre las diversas
regiones, la actividad industrial y las exportaciones.
Al fue el país europeo en el que existió la relación más estrecha entre
crédito bancario y desarrollo industrial, sobre todo en las últimas décadas
del siglo. Otro rasgo importante es el papel que desempeñaron las grandes
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empresas, que dominaron la actividad industrial.
Entre 1780, momento de finalización de la guerra de independencia, y
1914, ESTADOS UNIDOS pasó de ser un país con una población reducida y
dispersa en un extenso territorio a ser la nación industrial líder, superando
a GB desde fines del s. XIX.
La industrialización se vio favorecida por la disponibilidad de un
inmenso mercado interno y por el extraordinario crecimiento demográfico
(inmigración, altas tasas de crecimiento) que se combinó con una constante
innovación tecnológica y organizativa.
El desarrollo de la industria manufacturera se aceleró en 1820-60, con
el liderazgo de la industria textil y fue estimulado por la construcción de los
ferrocarriles, iniciada en 1830.
En 1860-1914 la nueva sociedad industrial se afianzó. La industria
incrementó su participación en el producto total a expensas de la agricultura
y la urbanización se aceleró. El liderazgo en la estructura industrial pasó de
los bienes de consumo a los bienes de capital.
A diferencia de los países europeos, la industrialización
estadounidense se basó exclusivamente en el mercado interno. Su fuerza no
radicaba sólo en el número de habitantes sino también en su capacidad de
demanda y en la integración de la población en la economía de mercado. El
proceso de urbanización, la política de distribución de tierras y la política
proteccionista crearon una fuerte demanda que pudo ser cubierta a medida
que las redes de transporte fueron unificando el territorio.
La competitividad de la industria estadounidense no fue producto sólo
de la innovación tecnológica sino también de la organizativa, que a partir de
nuevos métodos de gestión de las empresas y de organización del trabajo
contribuyó a una mayor eficacia y a menores costos de producción.
El proceso en EU no puede comprenderse sin tener en cuenta las
regiones que integraban el territorio y la complementación económica que se
dio entre ellas:
• Nordeste: mantuvo la primacía industrial durante todo el siglo. Desde
1860 el foco se trasladó de Nueva Inglaterra a los Grandes Lagos, donde se
desarrollaron las nuevas actividades industriales, fundamentalmente la
siderurgia y la automotriz.
• Sur y Oeste: fueron esencialmente productoras agrícolas y mercados
de consumo.

Los países de industrialización tardía


En la 2ºm.s.XIX la industrialización se fue difundiendo hacia las
regiones “periféricas de Europa”, el E, el S y los países escandinavos.
Existían en algunos países regiones con un cierto desarrollo industrial, no
comparable al proceso de industrialización de la Europa occidental.
En general los países periféricos poseían una economía arcaica y que
al industrializarse más tarde lo hicieron en otro contexto internacional. Por
un lado, tenían la ventaja de que disponían de modelos externos y de que
podían disponer de tecnología y capitales del exterior. Por otro, tenían la
fuerte desventaja de tener que competir con países de los que estaban cada
vez más separados.
13
En los países de industrialización tardía el papel del Estado fue mayor,
contribuyendo a crear condiciones favorables para compensar la debilidad de
los mecanismos de mercado y de cerrar la brecha con los países ya
industrializados.

El crecimiento de la economía mundial hasta 1914


En términos globales y en relación con la etapa preindustrial, el ritmo
de crecimiento de la economía en los países industrializados a lo largo del s.
XIX fue muy rápido. A diferencia del período anterior, con la industrialización
se atenuaron las fluctuaciones de los rendimientos agrícolas, desaparecieron
las hambrunas periódicas y aparecieron nuevos tipos de ciclos económicos.

El ritmo de crecimiento y los ciclos económicos


La tasa de crecimiento varió entre los países, no dependiendo
necesariamente del momento de la industrialización. En general se puede
hablar de países de crecimiento rápido (Estados Unidos, Alemania, Bélgica,
Francia, etc.), mediano (Gran Bretaña, Austria-Hungría, Rusia, etc.) y lento
(Europa del sur y Balcanes).
Muchos investigadores aceptan la existencia de ciclos característicos
de las economías industriales:
• Variaciones estacionales.
• Ciclos menores o de Kitchin: de 3.5 años.
• Ciclos cortos o de Juglar: 7-10 años.
• Ciclos intermedios: 18-22 años.
• Cicloslargos o de Kondratieff: alrededor de 50 años.
o 1789-1849
o 1849-96
La primera gran oleada de industrialización generó un rápido
crecimiento de la economía mundial en 1850-73. El pequeño grupo de países
de industrialización temprana favoreció el desarrollo industrial
prácticamente sin riesgos, con poca competencia y con mercados casi
ilimitados. Esto elevó el volumen del comercio exterior, favorecido también
por un importante aumento de la tasa monetaria y la vigencia del
librecambio.
En 1860-75 surgió un sistema mundial extensivo de flujos de capital,
trabajo y mercancías, prácticamente sin restricciones en Europa. Estados
Unidos se mantuvo proteccionista. Al mismo tiempo, la adopción general del
patrón oro simplificó las operaciones en un solo sistema mundial de
comercio libre.
Desde 1873 el sentido del ciclo económico se invirtió. No fue una crisis
económica, sino una etapa de cambios estructurales económicos y sociales y
de cierto desaceleramiento de la expansión económica.
En 1870-90 la industrialización se extendió a Holanda, Italia, Rusia y
14
otros países; mientras que regiones de otros continentes se integraban al
comercio mundial.
La crisis de 1873 puso fin a la época del librecambio, renaciendo el
proteccionismo.
Las innovaciones características de la 2ªRI fueron decisivas para que en
1896 se iniciara una segunda etapa ascendente, hasta 1913. La
extraordinaria amplitud de la expansión, que incorporó a países
extraeuropeos proveedores de materias primas, favoreció una economía
mundial cada vez más articulada, según la división internacional del trabajo.

El crecimiento demográfico y la urbanización


La transición demográfica (proceso por el cual se pasa de un régimen
de alta natalidad y mortalidad a uno de baja) del s. XIX se debió
principalmente a 3 causas:
• Aumento de los recursos alimenticios.
• Progresos de la medicina.
• Difusión de la educación formal.
A medida que crecían los sectores secundario y terciario de la
economía, la población se fue nucleando en las áreas urbanas. El campo no
podía absorber el exceso de población, lo que generó un éxodo rural hacia el
extranjero y hacia las ciudades. Los ferrocarriles tuvieron una gran
importancia en la urbanización, abasteciendo a las ciudades de alimentos,
combustibles y materias primas.
Pese a las grandes diferencias regionales, hubo una cierta tendencia a
la segmentación y diferenciación entre los espacios ocupados por los
distintos sectores sociales. A partir de 1850 la situación de los barrios
obreros fue mejorando, aunque las tasas de mortalidad siguieron siendo
muy altas hasta el s. XX. Los servicios públicos comenzaron a modernizarse
a finales de siglo: sistemas de transporte, redes de desagüe, etc.

La emigración transoceánica
Las migraciones internacionales fueron un fenómeno característico
entre 1815-1914, en el que aprox 50M de personas, en su mayoría
procedentes de áreas rurales, viajaron hacia América y otros destinos.
Muchos más se desplazaron dentro de Europa y dentro de cada país hacia
los nuevos núcleos industriales.
En conjunto, el movimiento migratorio transoceánico se desplaza de
oeste a este hasta afectar a todo el continente, aunque con fuertes
diferencias regionales. El retorno también fue muy elevado y desigual.
Estados Unidos fue el destino americano que recibió más inmigrantes
(32.6M), seguido por Argentina (6.4), Canadá (4.7) y Brasil (4.3).
Los movimientos migratorios no responden a una única motivación
económica sino a una compleja serie de causas:
1. Factores de expulsión de los países de origen (enfoque pesimista).
15
2. Factores de atracción de los países de destino (enfoque optimista).
3. Cadenas migratorias.
4. Transformaciones demográficas. Duplicación de la población
europea. Etc.
5. Lecturas actuales: énfasis en la idea de emigración como estrategia
familiar para encontrar nuevas posibilidades en las economías de ultramar.
Estudiamos tres tipos de ciclos:
1- Ciclo Corto o Ciclo Juglar (toma el nombre del economista francés que los
determino): Duran de 7 a 10 años ó 12 años. Son aceptados por todos los
economistas.
2- Hay otros ciclos mas cortos que duran unos 40 meses (ciclo de Kitchin) que
estudia la relación entre la producción, las ventas y las existencias (Stock).
3- Ciclos de Kondratieff (K) o ciclo largo: son más discutidos porque duran entre
50 ó 60 años. Se utilizan como hipótesis interesante más que como concepto
aceptado por todos. Los utiliza sobre todo Schumpeter.
¿Por qué se producen estas oscilaciones?
• En el ciclo corto o Juglar se produce por el desajuste inevitable y periódico
entre oferta, producción, demanda e inversión. Se da en las economías
libres de mercado, pues la ecuación o relación entre las variables no esta
asegurada. ¿Cuánto hay que producir? Esa es la gran pregunta porque hay
desajustes y no se tiene un mercado asegurado o talvez el precio no es
adecuado, etc. Hay imponderables del consumo.
• Pero hay quienes hacen hincapié en variedad de causas, como ser:
- Decisiones políticas: es decir perturbaciones generadas fuera del ámbito de la
economía de mercado. Por ejemplo: la política monetaria, impositiva o fiscal,
de tasas o arancelamientos.
- Variaciones en el precio de la energía u otras materias primas.
Son fundamentales pero la misma Economía de Mercado las difunde. Es decir,
todo incide ene. Nivel de producción y precios, que repercute en la demanda.
En el ciclo largo: las causas son distintas, la baja del ciclo tienen que ver con el
agotamiento de un tipo de industria y de una tecnología.
En la primera etapa de la revolución Industrial Inglesa la encontramos hacia 1780
(Expansión) con las innovaciones en la industria del algodón.
La segunda etapa (recesión) la encontramos hacia 1815- 1825, donde nadie quiere
invertir.
En la tercer etapa la depresión (punto más bajo de la actividad económica) lo
encontramos hacia 1825, aunque dura hacia 1836.
Hacia 1840 todas las innovaciones en la industria del algodón ya se habían hecho,
ya se habían expandido por la mayoría de los mercados y los precios habían
bajado. Se invierte menos, hasta que la masa de capital se apuesta a nuevos
inventos con lo que se inicia una nueva etapa;
La cuarta etapa (recuperación o nueva expansión) la encontramos desencadenada
por una nueva fase económica de nueva expansión asociada al ferrocarril, al vapor
y la inversión de capital en el descubrimiento de nuevos inventos aplicados al
sistema productivo.
16
En la fase 1 (expansión) y la 4 (Recuperación): ¿Qué nos dicen los indicadores
económicos?
Los precios, salarios, producción, ganancias, inversión, etc. Son positivos y están
en alza, en expansión. El empleo aumenta.
En la fase 2 (recesión) y 3 (depresión) sucede todo lo contrario, todo disminuye,
exceptuando el desempleo.
Características de los ciclos económicos:
- Periódicos, regulares.
- Vuelve a repetirse el ciclo (expansión, recesión, depresión y reexpansión o
recuperación) en las siguientes etapas, que se manifiestan en los ciclos.
- Desajuste entre lo que se consume, se invierte y produce.
- Pero el ciclo corto muchas veces esta relacionado con decisiones no económicas
sino políticas (precios de la energía, tasa, políticas monetarias y políticas fiscal).
Aún cuando las causas de un juglar no sean estrictamente vaivenes u
oscilaciones en una economía de mercado, siendo decisiones y causas que
exceden lo económico y se trasladan al subsistema económico.
- Los ciclos largos no son por todos aceptados.
- Los ciclos largos se asocian con innovaciones tecnológicas:
1º Kondratieff: Industria textil algodonera (se aplican nuevas técnicas y hay un
cambio en el sistema productivo). No fue un régimen parejo, se dio en algunas
regiones de las Islas Británicas y en otras no. Además en la mitad del siglo XVIII
encontramos la convivencia del sistema a domicilio e industrial fabril. Recién a
principios del siglo XIX encontramos la aplicación total.
¿Por qué se da esto?
_ Porque las máquinas van variando, pero no todas se adaptan al vapor
(pues primero eran hidráulicas).
_ Después se dan cambios en la metalurgia y energía.
En la época Contemporánea:
SISTEMA DE CAPITALISMO INDUSTRIAL ( s. XVIII- XXI) C-1) Capitalismo
Industrial Clásico o Liberal (dd 1760/1780. Auge: 1840- 1873) C-2)
Capitalismo Industrial Organizado o Reglamentado (fines de XIX al XXI) C-2-1:
C.I.O. Oligopólico (1890- 1918)
Se planifica y reglamenta la producción y distribución de Bienes y
servicios entre grandes compañías y el Estado. Surgen los Trust que son
una combinación de bancos con acciones o intereses en las actividades
industriales y los Holding que son la asociación de varias empresas.
C-2-2: C.I.O. de Bienestar (dd 1919-39. Auge: 1945-73. Continúa). C-2-3:
C.I.O. Transnacional (dd 1950/60. Continúa)
D- SISTEMA SOCIALISTA
D-1) Socialismo Burocrático o Estatista (dd. 1920…- 1987) Ej. URSS
D-2) Socialismo Autogestionado (dd mitad de los ’40- 1989/91) Ej.
Yugoslavia
17
D-3) Socialismo de Mercado (dd fines de los ’70. Continúa) Ej. China

Las transformaciones desde 1914


El crecimiento demográfico
El comienzo del “s. XX corto” es la continuación de un proceso de
revolución demográfica iniciado hacia 1870, caracterizado por un descenso
importante de la mortalidad y un lento descenso de la natalidad. Mientras
Europa crece más despacio, los otros continentes multiplican su población.
La tecnificación agrícola parece romper el desfasaje entre crecimiento de la
población y de los recursos, pero las guerras, las enfermedades y el hambre
siguen haciendo estragos.
Los años de la “2ª guerra de los 30 años” fueron de crisis poblacional
para Europa y de crecimiento para el resto del mundo, en especial América
Latina, que en 1920-40 creció a una tasa del 1.73% anual frente al 0.75% de
promedio mundial. En 1950-60 la población creció 32% en EU y Canadá,
14% en Europa, 65% en África y 30% en AL.
La explosión demográfica del Tercer Mundo es el proceso demográfico
más importante del siglo. Asia y África mantienen altas tasas de natalidad
mientras van controlando algunas pandemias, si bien el hambre sigue siendo
un problema generalizado.
Los problemas que surgen de estas realidades opuestas son muy
diferentes:
•El bajo crecimiento demográfico afecta a gran parte del mundo
desarrollado. La inserción de la mujer en la vida económica, la difusión de
técnicas anticonceptivas y la elevación de la edad de matrimonio han
conducido a que la fecundidad casi no supere el hijo por mujer. El relevo
generacional y la proporción entre población activa e inactiva no están
garantizados.
•Para el resto del mundo, el crecimiento demográfico es un problema
que exige implementar políticas a largo plazo. Por ej., los gobiernos de China,
India, Pakistán e Indonesia han tomado conciencia del problema y aplican
planes de premios y castigos para las parejas.
De todas formas, la cuestión demográfica se relaciona estrechamente
con la distribución de la riqueza. Las relaciones de mercado tienden a
reproducir y acentuar las condiciones de partida (círculo vicioso de la
pobreza). La inversión exterior en los países periféricos se guía
exclusivamente por los criterios de rentabilidad y seguridad para el capital,
haciendo aprovechamientos puntuales y depredadores de circunstancias
favorables, con una limitada repercusión sobre el aparato productivo local.

El aumento de la productividad
Las transformaciones técnicas
18
La importancia de la innovación tecnológica durante el s. XX es
decisiva. Hasta los años ’70 el desarrollo económico estuvo impulsado por el
conjunto de transformaciones técnicas que constituyen el núcleo de la 2ªRI,
acompañadas por las nuevas formas de organizar el trabajo y por las
modificaciones en el sector empresarial. La economía se orientó hacia los
cambios técnicos de forma sistemática, incrementando significativamente la
inversión tanto estatal como privada en ese ámbito.
El dominio tecnológico de EU se manifestó de manera rotunda desde
1918 hasta el fin de la reconstrucción de Europa, disminuyendo
relativamente después por el desarrollo de los países avanzados de Europa y
de Japón.
Simultáneamente a la crisis comenzada en los ’70, el terreno técnico se
fue reestructurando hacia la electrónica, la biotecnología y, sobre todo, las
tecnologías de la comunicación, generando las condiciones para hablar de
una “3ª revolución industrial”. Sin embargo, este ciclo de innovación fue
acompañado por tasas de desocupación inéditas para el mundo desarrollado.

El mejoramiento de las habilidades humanas


El elemento más utilizado para verificar el mejoramiento del “capital
humano” es el incremento del nivel de educación de la población (medido en
años y en eficiencia de los sistemas educativos en relación con las
necesidades de la economía), en tanto se parte de la idea que cuanto mayor
sea este nivel más fácil le resulta al trabajador aplicar los avances técnicos.

Las modificaciones en el comercio internacional


Desde D. Ricardo los economistas han insistido en las ventajas que
implica la especialización en la producción más eficiente en relación al
incremento del comercio con el exterior. El comercio también ha sido
importante para la difusión de nuevas tecnologías, mercaderías, etc.
La importancia del comercio exterior depende del tamaño de una
economía, por lo que los países de menor tamaño pueden obtener
proporcionalmente mayores beneficios de una mayor integración en los
mercados internacionales. En el mediano plazo, la apertura económica se
vincula con un acelerado crecimiento económico.

El papel del Estado


La economía del período está fuertemente afectada por el creciente
papel desempeñado por el Estado. En este sentido, el surgimiento del
llamado Estado de bienestar es decisivo. La 1ª GM y la crisis de los ’30
obligaron a rotundas modificaciones en la gestión gubernamental de la
economía. En el primer caso, se trató de enfrentar una situación bélica
inédita por la dimensión de la movilización de recursos que demandaba. Fue
la crisis iniciada en 1929 el momento en el que fue aceptada la intervención
estatal como imprescindible, sin mediar una coyuntura excepcional como la
de una guerra prolongada.

La “segunda guerra de los treinta años” (1914-45)


En el ámbito económico, la importancia de estos años está marcada
por las transformaciones producidas por la 1ª GM; la estabilización del
modelo
3
soviético de control estatal de los medios de producción; y la profunda crisis
del capitalismo occidental durante los años ’30.

Aspectos económicos de la 1ª GM
La guerra interrumpió la fase de crecimiento iniciada en la década de
1890 y algunos elementos que habían caracterizado la economía del período
anterior nunca se restablecieron completamente, como los intercambios
multilaterales y el patrón oro. El estallido de la guerra dislocó las redes de
comercio internacional y ambos bandos establecieron una verdadera “guerra
de bloqueos”.
Las necesidades del conflicto obligaron a un esfuerzo importador, en
beneficio de los países neutrales, que además de proveer a los beligerantes,
pudieron sustituir importaciones e incluso abastecer mercados periféricos
con producción propia. Imaginada como breve, esta guerra fue la primera
que exigió de los Estados la intervención en aspectos vitales de la economía
como la disponibilidad de los factores de producción y la necesidad de
distribuirlos con los condicionamientos de deudas crecientes y restricciones
de importancia.
Los problemas de la distribución de materias primas y alimentos
exigieron de los gobiernos un accionar cada vez más amplio, tanto para los
soldados como para la población civil. Al, dada su situación de aislamiento,
debió recurrir a los controles de precios y al racionamiento; la situación
estuvo cerca de llegar a esos extremos en algunos países de la Entente.
Frente a las dificultades que planteó el comercio exterior, las autoridades
definieron las prioridades y fijando cupos de importación.
Para los Estados involucrados la guerra implicó un enorme aumento
del gasto público, por lo que se vieron obligados a diversificar y modernizar
la obtención de recursos. En teoría, las posibilidades eran 3: emisión de
moneda, aumento de la presión impositiva, y endeudamiento interno. Sólo la
Entente tuvo opción a una cuarta posibilidad: el endeudamiento exterior. En
cuanto a este último, In fue el primer banquero de sus aliados. Cuando las
dificultades se hicieron mayores, EU comenzó a prestar el dinero. Al finalizar
el conflicto, las deudas interaliadas alcanzaban los U$S 26.500M,
convirtiéndose en un serio problema en los años siguientes ya que EU insistió
en el pago de los U$S 12.000M de los que era acreedor.
El nuevo escenario internacional favoreció a EU. Al ser el único país
industrializado fuera de Europa, cubrió la demanda de los beligerantes y de
quienes antes compraban a ellos. La retirada de capitales británico, en AL
por ej., permitió consolidar la presencia de capitales privados
estadounidenses.

Las contradicciones de los años 20


El período comprendido entre 1918 y el estallido de la crisis en 1929
está marcado por la contradicción entre la realidad de los cambios profundos
en la economía y la insistencia de los gobiernos por retornar al mundo
destruido por la Gran Guerra. Esta contradicción, a la que se sumaron la
manera de resolver la guerra, la irrupción de EU como nueva potencia
hegemónica y los temores emergentes del triunfo bolchevique, condujo a una
estabilización económica profundamente “inestable”.

4
Las consecuencias económicas de la guerra
El alivio que significó para todo el mundo el fin de la guerra fue
acompañado en Europa por la conciencia de los niveles de declinación
demográfica y de destrucción material. Exceptuando R, murió el 7% de la
población, equivalente al total del incremento natural en 1914-19. F y
Bélgica fueron los países con mayor destrucción material.
La situación relativa de Europa en el terreno económico sufrió un
sensible retroceso: su participación en la producción mundial pasó del 43 al
34% y en el comercio, del 59 a 50% (1913-23).
Tan o más significativo que este declive fue la irrupción de EU como
principal potencia financiera: poseía las mayores reservas de oro y era el
principal acreedor internacional.
Los gobernantes de las potencias vencedoras concretaron en los
tratados de paz la mayor remodelación que experimentó Europa. Algunos
objetivos fueron: la seguridad para evitar un nuevo conflicto, severas
sanciones para Al y sus aliados, y el respeto a las nacionalidades, postura
defendida por EU.
Los cambios más significativos ocurrieron en Europa C y E, dada la
desaparición de los 3 grandes imperios (Au-Hu, R y Turquía) y la pérdida de
territorios de Al. Surgieron 9 Estados nuevos:
32

• Austria

• Hungría

• Polonia

• Finlandia

• Estonia

• Lituania

• Letonia

• Checoslovaquia

• Yugoslavia

La organización de estos Estados dio lugar a problemas de todo tipo, desde


litigios fronterizos hasta cuestiones étnicas. La idea del presidente
estadounidense Woodrow Wilson de establecer fronteras que respetaran las
nacionalidades resultó inviable, y se produjeron situaciones conflictivas por
el carácter heterogéneo de las sociedades de cada país. El Imperio Austro
Húngaro fue reemplazado por Estados que, salvo Checoslovaquia, eran
inviables económicamente al corto plazo. Además, las fronteras se trazaron
sin tener en cuenta los factores económicos, por lo cual se desarticuló el
anterior mercado común imperial.
La financiación inflacionaria, la devaluación y el control del comercio exterior
5
fueron los recursos utilizados para controlar la situación. En algunos países
el descontrol financiero condujo a la hiperinflación. El esfuerzo
industrializador no alcanzó y todavía en 1925, salvo en Checoslovaquia, no
se alcanzaban los niveles de preguerra.
Los líderes reunidos en Versalles coincidían en que había que castigar
a Alemania, “culpable” de la guerra. Las medidas incluyeron:
• Pérdidas territoriales
• Entrega de activos
• Establecimientode un sistema de seguridad (desmilitarización y
ocupación de zonas clave)
• Exigencia de reparaciones
Este último punto fue una de las cuestiones cruciales de los años ’20.
El principal interesado, Francia, logró que, recién en 1921, se le exigiera un
pago a Al de U$S 33.000, de acuerdo con un plan muy estricto. Junto con el
resto de las sanciones, las reparaciones contribuyeron al nacimiento de un
gran resentimiento contra los vencedores, componente relevante del futuro
clima político.

La reconstrucción de la posguerra (1919-24)


Los meses que siguieron al fin de las hostilidades estuvieron
caracterizados por 3 procesos estrechamente vinculados:
Roberto Lucas Gabriel Magni Galdeano
33

• Expansión económica espectacular.


• Aceleración de la inflación.
• Derrumbe de la mayoría de las monedas europeas.
La demanda retenida durante el conflicto se liberó presionando sobre
una estructura productiva poco adecuada a los nuevos tiempos. Esto se vio
agravado por las políticas gubernamentales que desmontaron de golpe las
restricciones, implementaron medidas expansivas y en algunos casos
intentaron financiar la reconstrucción con emisión. El resultado fue una
subida de precios que en EU alcanzó el 10%, en F e In 40%, y en Al 250%.
A fines de 1920, la expansión se frenó bruscamente; la producción, los
precios y el empleo experimentaron una caída importante en la mayoría de
los países. El retorno de la desocupación actualizó los temores sobre la
aparición de tensiones sociales incontrolables. Estos eran exagerados para
Europa O, pero tenían un sólido fundamento en los nuevos países de Europa
C y en Al. Por ello se implementaron medidas destinadas a estabilizar las
monedas, intentando a la vez encontrar una salida al problema de las
reparaciones.
6
En Alemania, los gobernantes del período no captaron la real
dimensión de los problemas. Supusieron que era posible encarar la
reconstrucción sin realizar ajustes de fondo. El mantenimiento del mismo
sistema impositivo y el aumento del gasto público (deuda bélica interna,
pensiones, reconstrucción) dieron lugar a un fuerte déficit presupuestario,
que se convirtió en un relevante factor inflacionario. Al mismo tiempo, el
deterioro de la balanza de pagos (necesidad de importaciones y reparaciones)
depreció toda la situación con un impacto inmediato sobre el costo de vida.
El resultado fue un alza acelerada de los precios, acompañada hasta
’22 de un fuerte incremento de la producción que permitió responder a las
demandas salariales. La situación se agravó a fines de ese año cuando F
declaró que Al no había cumplido con los compromisos de la reparación y
arrastró a los aliados a la ocupación de la cuenca minera del Ruhr. La
reacción del gobierno consistió en financiar la no cooperación de los
habitantes de la región. Este gasto adicional, sumado a que ya no se
disponía de la principal fuente de materias primas, condujo al estallido
hiperinflacionario, llegando los precios a multiplicarse por 244 en octubre de
’23.
La estabilización fue posible en parte por la creación de una nueva
moneda, que fue aceptada por la población. Acompañando esta operación, se
retiraron las fuerzas de ocupación, se renegociaron las negociaciones, y
comenzó la llegada de capitales estadounidenses.
Las repercusiones sociales de la hiper fueron profundas: en la mente
de muchos alemanes se comenzó a asociar democracia con crisis económica
y caos, convirtiendo en preferible cualquier opción si con ella se retornaba al
antiguo orden.

Normalización y crecimiento (1925-29)


Hacia 1924-25 quedaron superados los problemas de la guerra, al
menos superficialmente. Concluida la reconstrucción, afianzada la
supremacía de EU, parecían estar dadas las condiciones para retornar al
escenario económico de preguerra, simbolizado en gran parte por el patrón
oro y las medidas implementadas para su retorno.
Uno de los procesos irreversibles fue el de las transformaciones en la
estructura industrial, resultado de la aplicación cada vez más generalizada
de las innovaciones de la 2ª RI. Hubo una sensible disminución de los costos
como resultado del desarrollo de nuevos métodos de producción que
incorporaron ideas como las de productividad y racionalización. Un aspecto
negativo de la nueva realidad fue la instalación de la desocupación como
elemento estructural del sistema.
La repercusión de estos cambios sobre la sociedad fue enorme, comenzando
por la masificación del consumo de bienes industriales. Los
electrodomésticos y los automóviles pasaron a estar al alcance, en EU de
modo generalizado, de amplios sectores medios e incluso de algunos de las
bajas.
En Francia se inició una modernización significativa, cuyas
actividades impulsoras fueron los automóviles, el petróleo, las centrales
eléctricas y la industria química.
En Alemania la economía recuperó en ’25 el crecimiento anterior a la
guerra. Hubo una continuidad en la concentración industrial y en la
aplicación de la racionalización. Las novedades fueron los altos niveles de
7
desempleo y el papel interventor del Estado, beneficiando a los trabajadores.
Esta situación se revirtió de modo definitivo recién con Hitler.
Italia, atrasada en su modernización económica y política y afectada
por profundas desigualdades regionales, experimentó una crisis generalizada
en la inmediata posguerra. Las clases propietarias y los poderes
tradicionales (monarquía e Iglesia) superaron la situación dando el poder en
1922 a B. Mussolini, líder del Partido Nacional Fascista. Con importante
apoyo de las clases medias, liquidó el socialismo y la democracia en nombre
de una concepción ideológica que ponía los intereses colectivos por encima
de las clases sociales, encarnados en un Estado autoritario.
La visión fascista de la economía puede sintetizarse en la combinación
de un Estado intervencionista, que actúa respondiendo a los “intereses
supremos de la nación”, respetando la propiedad privada y los valores de la
economía de mercado.
Inglaterra vio afectada la competitividad de sus industrias y la política
gubernamental consistió en estabilizar el presupuesto (políticas
deflacionistas) y en recuperar el liderazgo financiero. Por ejemplo,
restaurando el patrón oro en ’25 al mismo tipo de cambio de preguerra,
afectando esta sobrevaluación las exportaciones. Su crecimiento fue
sensiblemente inferior al de los otros países en el período.
En el resto del mundo, uno de los rasgos significativos de la década
fue la expansión de las exportaciones. Se debió fundamentalmente a 3
factores:

• La
expansión de la colonización en África, con el consiguiente
aumento de la oferta de productos exportables.
• Aumento de la demanda de los países desarrollados, en especial de
productos tropicales (café, cacao, maní, caucho, etc.) que con el tiempo se
convirtieron en productos de consumo masivo.
• Crecimiento de la exportación de nuevas materias primas, como el
petróleo.

Los problemas de la prosperidad


El primer problema a destacar es que el crecimiento del comercio fue
detrás del crecimiento de la producción, lo que se explica por:
• Participacióncreciente de EU, economía autosuficiente; ausencia de
la Unión Soviética desde 1917.
• Proteccionismo creciente, que afectó sobre todo a los productos
manufacturados.
Otro de los problemas fue el del precio de los productos primarios. Ya
sea por una oferta global excesiva, por la retracción de la demanda o por la
baja de costos producto de las mejoras técnicas, se produjo un sensible
deterioro en el intercambio de los bienes primarios respecto de los
manufacturados.
8
También influyó la declinación de las industrias tradicionales (carbón,
hierro, textiles) respecto de las nuevas (petróleo, aluminio, fibras sintéticas).
Al ser justamente las actividades tradicionales las que se impulsaron en los
países de reciente industrialización, se generó una situación de
superproducción relativa que condujo a la caída de los precios.

La evolución económica de la Unión Soviética


El factor fundamental desencadenante de la revolución de febrero
octubre de 1917 fue la participación rusa en la 1ª GM. Un esfuerzo bélico
imposible de soportar por un Estado atrasado y en situación de inferioridad
militar terminó siendo inaceptable para la mayoría de la población. Los
sucesos de febrero condujeron al derrocamiento del zar y parecieron
encarrilar la situación hacia una institucionalización de tipo occidental, pero
la dinámica de la crisis condujo a la toma de poder por parte de los
bolcheviques.
Enfrentados a una paz excesivamente costosa con Alemania y a una guerra
civil, los bolcheviques propusieron un tránsito acelerado hacia el socialismo,
a partir de medidas como el control obrero de las empresas, efectivizado a
través de los soviets, la creación del Consejo Superior de la Economía
Nacional, la nacionalización del sistema bancario y de las principales
industrias, y el reparto entre los campesinos de la tierra expropiada a los
grandes propietarios. A medida que la situación se fue agravando, creció el
papel del Estado en la producción (mediante la supresión del control
ejercido por los trabajadores) y distribución de bienes. El problema principal
fue el abastecimiento de las ciudades y del frente militar, Roberto Lucas Gabriel
Magni Galdeano
36

dado que las expropiaciones de las cosechas fueron resistidas por los
campesinos.
Asegurado el triunfo en la guerra civil, hacia fines de 1920 Lenin
propuso un cambio destinado a superar la caída vertical de los niveles de
producción. La estrategia se conoce como “Nueva Política Económica”, NEP, y
se sustentaba básicamente en:
• Resistir el aislamiento internacional.
• Restablecer la colaboración entre el Estado y los campesinos. •
Concretar la recuperación a partir del desarrollo de la agricultura.
La decisión crucial era estimular la producción agraria gracias a la
libre comercialización de las cosechas, el traspaso sin restricciones de la
tierra y la utilización de mano de obra asalariada. Se impulsaba un retorno
a las actividades propias del capitalismo. La industria podría incrementar
su producción gracias a la demanda de los campesinos. La idea era
disponer a mediano plazo de excedentes para montar una industria pesada.
Pasados 3 años, el éxito de la NEP se manifestó en un aumento
significativo de la producción agrícola y de la industrial, pero se ahondaron
las diferencias sociales entre los campesinos. Además, la recuperación de la
agricultura no se asentó en la mecanización.
Para los dirigentes bolcheviques, la NEP fue objeto de un profundo
9
debate. Un sector la defendió: el apoyo a los campesinos significaría más
producción, más alimentos para las ciudades, más materias primas para la
industria, más exportaciones, mayor demanda de productos industriales. La
oposición, por su parte, sostenía que había que subordinar el desarrollo
agrario a las necesidades del crecimiento industrial. El triunfo de la corriente
liderada por J. Stalin marcó el rumbo a seguir: se aplicó la variante
propuesta por la oposición, en una variante extrema que implicaba el fin de
la propiedad privada y de la agricultura mercantil, reemplazadas por un
rápido proceso de colectivización y por el control estatal de los procesos de
comercialización. Esta drástica reorientación, componente crucial del
llamado “estalinismo”, dejó una profunda marca en el desarrollo económico
soviético.

La crisis de los años 30


El crac de la Bolsa de Nueva York de octubre de 1929 fue el punto de
arranque de una depresión que se extendió al conjunto del mundo
capitalista. Se caracterizó por una profundidad y extensión inéditas, puesto
que la actividad económica no se recuperó hasta ’37.
Frente a estos problemas se verificó un avance importante de la
intervención del Estado, desde el New Deal de F. Roosevelt hasta la economía
nazi, justificado luego por el inglés J.M. Keynes (Teoría general de la
ocupación, el interés y el dinero, 1936) que cuestionaba las bases de la
economía liberal. La crisis puso en primer plano la inestabilidad del
capitalismo, y para algunos incluso su viabilidad.

El crack de la Bolsa de Nueva York


La situación general hacia fines de los ’20 hacía prever la llegada de
una recesión más o menos significativa. La depresión mundial tuvo su origen
en EU, en particular por la política respecto de los tipos de interés y las
repercusiones del freno de su actividad económica.
El primer tema se relaciona directamente con el constante aumento
del precio de las acciones desde ’27, que facilitó la especulación en base a
créditos baratos y a la confianza en el sistema. El marco general era el de la
coexistencia de 3 centros financieros mundiales: Londres y, luego de la
guerra, París y Nueva York. Esta nueva realidad hacía más complejas las
transacciones y permitía que los fondos se trasladaran de una plaza a otra
(según los tipos de interés, según los problemas de cada moneda o según la
confianza), creando una situación de potencial inestabilidad inédita.
En estas condiciones, la medida de la Reserva Federal para frenar la
especulación fue elevar el tipo de descuento [¿interés?], decisión que
trascendió las fronteras al atraer el dinero de las otras plazas. El flujo de
capitales hacia el exterior se redujo a la mitad en 1927-29.
La interrupción de los préstamos afectó seriamente a los países de
Europa C y AL, que se habían endeudado y dependían del capital importado
para mantener su equilibrio exterior. Estos países debieron adoptar duras
medidas: ajustes internos destinados a obtener recursos para enfrentar las
obligaciones exteriores y restricción de las importaciones. Todo esto
repercutió en la actividad interior y en el comercio internacional.
Cuando empezaban a sentirse los efectos de la disminución del
crédito, se produjo la circunstancia más grave que contribuyó a
desencadenar la crisis: el retroceso de la actividad en EU. Haya sido por
causas reales o
10
monetarias, las repercusiones sobre la economía mundial fueron muy
negativas: se produjo una nueva reducción en el crédito y se redujeron las
importaciones norteamericanas. La importancia de estas para el comercio de
las materias primas activó un derrumbe de los precios internacionales, que
ya estaban disminuyendo.
En medio de este proceso se produjo el hundimiento de la bolsa. Se
paralizó la ola especulativa y en un par de días las acciones cayeron
verticalmente y no se repusieron. No hay duda de que el crac no fue la causa
de la depresión, sin embargo desencadenó una tremenda crisis de confianza
en el conjunto del sistema: los inversores huyeron de la bolsa, el dinero fue
retirado de los bancos, y la reducción de gastos se extendió a todos los
niveles y afectó los niveles de producción, de operaciones bancarias y de
precios, con el inmediato correlato sobre el nivel de ocupación.
Existe un gran consenso sobre que los problemas del sistema bancario
fueron el factor individual de mayor influencia sobre la depresión.

La difusión de la crisis hacia Europa


El derrumbe en Europa comenzó con la quiebra del banco más
prestigioso de Au en V/’31, punto de partida para una fuga de capitales en
Al, In y EU, que terminó con el patrón oro y el sistema financiero montado a
su alrededor. Al e In adoptaron salidas divergentes. En Al descartaron la
devaluación del marco por temor a la inflación, optando por subir los tipos
de interés: cayó la actividad y se incrementó el desempleo. En In, frente a la
inestabilidad financiera, por primera vez dejaron libre la libra esterlina. La
decisión fue acompañada por el abandono del patrón oro por más de la
mitad de los países del mundo, que no querían verse descolocados en su
posición comercial.

La depresión en el resto del mundo


Con la importante excepción de la US, la crisis se extendió por todo el
mundo y se manifestó sobre todo en el comercio exterior. El deterioro de los
términos de intercambio fue significativo pero variable.
La mayor parte de los países periféricos adoptó medidas activas:
abandono del patrón oro, control de las importaciones, impulso a la
industrialización sustitutiva, etc. La evaluación es en general positiva, pues
la mayoría de los países avanzaron hacia un nuevo patrón de acumulación
en el que la industria ganó importancia. De cualquier manera, los resultados
globales fueron modestos: el crecimiento de los ingresos por habitante fue
menor a las décadas anterior y posterior.

Las reacciones frente a la crisis


La depresión produjo una fuerte conmoción en el escenario financiero
(ej. impedimento de la repatriación de capitales) y en el comercio
internacional. Las modificaciones en los tipos de cambio dificultaron los
movimientos de capitales. El comercio se vio afectado también por las
restricciones a las importaciones en tanto cada gobierno perseguía ante todo
la recuperación interna.
Los controles fueron de 2 tipos:
11
• Control de los pagos de importaciones y exportaciones, con
regulación estatal.
• Políticas
arancelarias, que se aplicaron en todos los países para
proteger las manufacturas propias y, en mayor medida, los productos
agrícolas de la competencia exterior.
El colapso de la economía condujo a pensar que era necesaria la
colaboración internacional para combatir la crisis y para iniciar el proceso de
recuperación. La crisis también afectó significativamente el terreno de la
teoría económica. Frente a la insistencia de los neoclásicos, surgieron cada
vez más los heterodoxos que recomendaban una política activa. La
manifestación más elaborada e influyente fue la de Keynes.

Las políticas nacionales


En Estados Unidos, el demócrata Roosevelt (1932) implementó lo que
se conocería como “New Deal”, basado en el intervencionismo: asistencia a
los desocupados, precios regulados para agricultores, grandes planes de
obra
pública, garantías para los depósitos bancarios, remodelación del
sistema financiero. La consecuencia de esta política fue un incremento
discreto del déficit presupuestario. Los logros fueron limitados: la
desocupación se mantuvo elevada y la inversión privada no se recuperó
hasta que empezó el rearme. Sin embargo, sin su implementación la crisis
hubiera sido peor.
La política económica en Inglaterra estuvo condicionada por el
abandono del patrón oro en IX/’31. Por una parte, hubo una recuperación
más pronunciada y sostenida que en los otros países industriales. Por otra,
el desempleo no descendió mucho y la orientación económica hacia el
interior condujo a una pérdida de competitividad y a una fuerte
concentración empresarial. La política de preferencias imperiales potenció
esta situación.
En Alemania, el incremento de la tensión social y de la radicalización
política producto de la crisis fueron algunos de los factores que permitieron
el ascenso de A. Hitler. La política económica de los nazis se caracterizó por
un alto grado de intervención del Estado (creación de empleos, economía de
rearme, etc.), en consonancia con el objetivo del control totalitario del
Estado. La evolución económica fue muy positiva hasta 1939. Esta política,
sin embargo, se inscribía en los objetivos políticos del nazismo, que
consistían
en la represión de los trabajadores, una estrategia de dominación europea y
una programa racial.
Francia decidió permanecer dentro del patrón oro, obligándose a
aplicar políticas de deflación. Los precios cayeron y aparecieron las tensiones
sociales y la retracción de las inversiones. Los resultados del triunfo de la
izquierda en ’36 y de la aplicación de medidas influenciadas por el New Deal
fueron nulos: cuando el aumento de la producción todavía no se había
estabilizado, el traslado de los incrementos salariales a los precios disparó la
inflación, reapareciendo la agitación. La situación no se estabilizó un poco
hasta ’39, junto con el aumento del gasto público de guerra.

Colectivización y planificación en la Unión Soviética


El modelo de acumulación que se implantó en la US a partir de ’29
12
priorizó el desarrollo industrial a expensas de una agricultura colectivizada
que aportaba los recursos para financiar el crecimiento por medio del
manejo del Estado.
La transformación del campo hizo desaparecer la propiedad privada de
la tierra, reemplazada por las cooperativas (koljoses) y las granjas estatales
(sovjoses), con resultados muy modestos. Hasta ’41 se impulsó un desarrollo
industrial acelerado con primacía de la industria pesada.
El crecimiento, concretado a expensas del consumo privado, fue
mucho más “extensivo” que “intensivo”, basándose en la abundancia de
materias primas, mano de obra y financiación, pero sin mejorar su
eficiencia. Los recursos fueron obtenidos por medio de la presión fiscal y de
la política de precios (intercambio desigual para la producción agrícola), la
gestión estatal los canalizó hacia las empresas industriales por medio de un
aparato burocrático-administrativo que era el responsable de dirigir y
organizar el funcionamiento económico y social, sometido a la decisión del
Estado, confundido con “todo el pueblo”.

La Segunda Guerra Mundial


Además de la profunda crisis económica, en los años ’30 se activó un
agudo conflicto ideológico que culminó en una guerra general. A diferencia
de 1914, el enfrentamiento se extendió a escenarios no europeos e incluyó
como rasgo distintivo un componente racista que condujo a una matanza en
los territorios conquistados por los nazis, situación que no encajaba en la
“lógica” de la guerra.
Por otro lado, la invasión alemana de la US y la japonesa de EU trajeron
como consecuencia una alianza (EU, In y US) con enormes consecuencias
para el futuro. En efecto, la debacle nazi fue el punto de partida para el
avance del Ejército Rojo sobre Europa E y la posterior conformación de un
bloque socialista controlado por la US. A su vez, EU tuvo una intervención
mucho más activa y prolongada que en la 1ª GM, situación que se prolongó
durante la posguerra para no cometer los mismos errores que no
permitieron la estabilización en ’19. Justamente, el no retorno
estadounidense a su aislamiento tradicional llevó rápidamente a un choque
con la US, en lo que casi de inmediato se denominó “guerra fría”.

La importancia económica de la guerra


La preparación alemana para la guerra estuvo pautada por la
Blitzkrieg (“guerra relámpago”) que económicamente implicaba que no se le
exigiera al sistema mucho más que en tiempos de paz. A partir de ’39 no se
produjo una reorientación estructural de la economía, sino recién desde
principios de ’42 con el freno del avance en R.

La economía de los países combatientes


Durante la guerra la producción mundial creció 15-20%, pero con
grandes diferencias entre los países.
Ninguna nación involucrada creció tanto como Estados Unidos, que
llegó a doblar el crecimiento de la 1ª GM. Esto se debió a una desviación de
recursos hacia la industria. Todas las ramas se beneficiaron, pero en mayor
medida las vinculadas a la guerra.
13
Inglaterra sustentó su economía en la idea de “guerra total”, por lo que
se desviaron recursos hacia fines militares. La intervención estatal se
profundizó: racionamientos, control sobre la población civil, distribución de
las materias primas, reorientación de la mano de obra. Si bien se desarrolló
la industria bélica, se produjo una notable reducción en el consumo civil. La
capacidad exportadora se vio perjudicada, por lo que fue necesario negociar
con EU para obtener materias primas, alimentos y armas gratuitamente
durante la guerra.
El abandono de la guerra relámpago llevó a intensificar la producción
bélica alemana. En el último año de la guerra se observó el mayor
crecimiento de la capacidad de fabricación, volcado hacia una producción
masiva, dado que el reclutamiento de la mano de obra calificada obligó a
reemplazar cantidad por calidad. De los países ocupados se extrajeron gran
cantidad de recursos.
La Unión Soviética se vio involucrada en la guerra cuando todavía no
había terminado su industrialización acelerada. Ocupadas en poco tiempo
las regiones de mayor dinamismo industrial, el país se vio sometido a un
enorme esfuerzo, costeado por la población: las pérdidas humanas se han
calculado en 25M de personas. Mientras la industria de armamentos creció
un 150% en 1940-44, la producción agraria y de bienes de consumo y los
salarios se redujeron a la mitad.

La guerra y el mundo
El impacto producido por la guerra fue mucho mayor que el de la
primera, en tanto que el conflicto se extendió a casi todo el planeta. Hubo 2
consecuencias principales sobre el comercio internacional:
• Inversión en los términos de intercambio, en perjuicio de las
economías europeas desarrolladas, importadoras en gran escala.
• Disminución de los “ingresos invisibles” de los países europeos al
trasladarse el control de los mares a EU.
Como en la 1ª GM, se aceleró el desarrollo industrial en los países
importadores de manufacturas, pero el impacto fue más complejo ya que
también escasearon las maquinarias e insumos industriales. La
industrialización sustitutiva, salvo en Australia y Canadá, debió limitarse a
la implementación de desarrollo tecnológicos sencillos, sólo factible en la
actividad alimentaria, textil, etc.

La preparación del futuro


Hacia el fin de la guerra, la futura situación mundial era casi
impredecible. Ningún enfrentamiento había sido tan destructivo ni había
sido precedido por una crisis como la de los ’30. Por lo tanto, era una
demanda generalizada la creación de un nuevo orden económico
internacional. Sin embargo, no estaban claras cuáles debían ser sus
características.
El resultado se concretó en la conferencia de Bretton Woods (44
países) de 1944. Allí se firmaron los acuerdos de creación del FMI y del
Banco Mundial. El consenso alcanzado se basaba en el establecimiento de
mecanismos que aseguraran la libre circulación de bienes y servicios y en la
creación de un sistema monetario a mitad de camino entre los tipos de
14
cambio fijos y los flexibles. Las dificultades de los primeros años de la
posguerra impidieron que los acuerdos de Bretton Woods se pusieran en
práctica, pero resultaron fundamentales en la etapa de “prosperidad” de los
’50 y ’60.

POLÍTICO - IDEOLÓGICO
Restauración, liberalismo y nacionalismo (1815-70)
El eje que atraviesa este período es, en el plano político, el
antagonismo de 2 fuerzas:
• Una identificada con la idea de legitimidad, de poder teocrático,
sostenida por una burocracia, una nobleza cortesana y una iglesia, en la que
se manifiesta un extremo temor al desorden social.
• Otra identificada con la idea de libertad, de poder político limitado, de
garantías personales inviolables, y sostenida por elites más modernas cuya
legitimidad es la de la soberanía popular, y con una creciente aceptación del
conflicto normado.

La reacción: el Congreso de Viena


El principio que guía a los vencedores en 1814 es la Restauración,
verdadera contrarrevolución con la intención de un retorno integral al
Antiguo Régimen, presa de una actitud completamente antihistórica. La
reorganización europea se basa en la legitimación pero también en el interés,
surgiendo una Europa pacificada más propensa al conflicto por el deseo de
libertad política e independencia nacional.
• Bélgica unida compulsivamente a Holanda. Alemania e Italia
divididas. Prusia engrandecida. Inglaterra dueña del mar. Francia respetada
en su territorio.
Sin embargo, la influencia de la revolución de ninguna forma podía
permitir este retorno. Además, a la política se había sumado la revolución
económica, la impronta de la doble revolución fue irreversible:
• La política por ser una revolución social y burguesa y haber
establecido una práctica política basada en el constitucionalismo, las
libertades individuales y la igualdad jurídica.
• La industrial por imprimir a la economía y a la sociedad un
dinamismo que al afianzar también el poder burgués y generar nuevas
fuerzas sociales hizo más difícil al poder del Antiguo Régimen controlar el
poder público.

Hacia el modelo político liberal (1815-30)


La revolución francesa y la industrial condicionan la política y la
15
economía en este período, pero de modo distinto en F y GB.
En Francia el restaurado Luis XVIII establece una transacción entre el
AR y los logros revolucionarios. La Carta Otorgada de 1814 establece algunas
garantías individuales, entre las que se destacan la libertad de reunión y
prensa, y un gobierno de dos cámaras.
En Inglaterra es más notoria la influencia de una RI que comienza a
competir con las estructuras rurales, a lo que se suman los problemas
causados por las guerras napoleónicas. A diferencia de F, el sistema político
mantiene el predominio de la aristocracia rural, impidiendo la dinámica de
los partidos y una verdadera representatividad.
Las contradicciones propias de la transición hacia el capitalismo
agudizan las tensiones políticas y la percepción de la exclusión. Así resurgió
un partido radical democrático compuesto por clases medias, bajas y
obreros. En 1819 se sofoca un levantamiento casi revolucionario que
termina en la supresión de las garantías individuales. Luego de una pausa
el radicalismo termina optando por la vía política y reformista, sobre todo
cuando las reivindicaciones obreras se canalicen a través del sindicalismo.
En los dos países la década del ’20 es conservadora, pero mientras que
en Francia se desata una reacción más fuerte, en Inglaterra, y a pesar del
dominio tory, un ala reformista comienza a considerar hacer concesiones
parciales para evitar una revolución abierta.
La característica común de los movimientos de los años ’20 es que son
movimientos de elites y heterogéneos, ya que agrupan a profesionales,
estudiantes, ex bonapartistas, la oficialidad joven del ejército, y tanto a
liberales como a republicanos. El objetivo común es la constitución. Al ser
inconexos y espontáneos, resultan fácilmente reprimidos por las fuerzas
internacionales de la Restauración.
El sistema Metternich y su brazo armado, la Santa Alianza, se
encargan de sofocar los movimientos en Europa del E y del S, excepto en
Rusia, donde la autocracia se ocupa de la represión ella misma, y en Grecia,
donde el juego de intereses internacionales contra el Imperio Turco plantea
objetivos diferentes que permiten una mayor libertad política.
En Europa C y E una minoría intelectual surgida de las universidades
se manifiesta a través de reivindicaciones y símbolos (banderas nacionales)
que dan cuenta del “despertar político” de Alemania y Polonia. A las
aspiraciones liberales se les suman las de un nacionalismo surgido de las
luchas napoleónicas y de la recuperación de un pasado basado en la lengua,
la historia y la literatura, que busca construir la identidad de una nación.
Ambos movimientos serán duramente reprimidos, por Metternich en Al y por
R en Polonia.
En el caso de Rusia, el atraso económico la convirtió en un país
periférico y la condujo hacia una evolución social y política contraria a la de
Europa O. R permaneció ajena a los cambios revolucionarios o reformistas
de los otros países, impidió el surgimiento y consolidación de una burguesía
liberal, mantuvo a las masas analfabetas en una situación de aislamiento
político y como elementos de una nacionalismo reaccionario. En este
contexto, se explica el fracaso del movimiento (en realidad, complot)
decembrista de 1825 y su brutal represión
La ola revolucionaria que también sacude a la Europa S comparte
algunos rasgos generales. Lo particular en estos casos es la movilidad
sociopolítica que internacionaliza estos movimientos e impulsa a
16
carbonarios, masones y liberales radicales a actuar en la Península Ibérica,
Italia y Grecia.
En España, sobre un AR prácticamente ileso, se levantan fuerzas
ideológicas y políticas nuevas. Pero frente al retorno de Fernando VII en
1814 y al terror antiliberal, sólo queda la posibilidad de las logias
masónicas, los carbonarios, las sociedades secretas y los
pronunciamientos.
El pronunciamiento del coronel Rafael del Riego inicia el Trienio
Liberal o constitucional (1820-23) que pone en práctica las reformas y la
Constitución de 1812 mientras aparecen las limitaciones de la revolución
liberal española. El intento reformista y constitucional fracaso por la
permanencia de las viejas estructuras: la monarquía y la intervención
internacional.
En Italia, los movimientos de Nápoles y del Piamonte persiguen el
mismo objetivo del constitucionalismo con métodos similares tomados de su
historia insurreccional frente a la dominación napoleónica. Con Austria tan
próxima, los movimientos serán rápidamente reprimidos.
Grecia constituye un caso excepcional, al ser el único movimiento que
triunfa en los ’20 pretendiendo objetivos constitucionales y nacionales. La
revolución tuvo éxito debido a que desencadenó una verdadera insurrección
popular y a que se vio favorecida por el contexto internacional.
En América la revolución también se hizo sentir y tuvo éxito. A ello
contribuyó el interés económico británico y la advertencia de no intervención
realizada por el presidente norteamericano J. Monroe en 1823.

Del liberalismo a la democracia social frustrada (1830-48)


1830 marca para los países de Europa O la resolución del conflicto
entre liberalismo y Restauración. Los movimientos de esta época pueden
calificarse de revolucionarios pues en ellos aparecen claramente las fuerzas
populares. Los regímenes políticos triunfantes serán los propios de las
sociedades modernas: sistemas constitucionales oligárquicos, división de
poderes, voto censitario. El espíritu burgués se traslada de a poco a toda la
sociedad. La aceptación de los cambios frente a la presión popular favorece
la vía reformista en In y Bélgica, mientras que en F un anacrónico temor al
desorden genera la revolución.

Los movimientos de 1830


El éxito del sistema liberal simultáneo en F e In sigue caminos
distintos: en F el liberalismo se ensimisma tornándose conservador; en In el
reformismo impregna la vida política de las décadas siguientes. De todas
formas, el proletariado y los demócratas radicales, decepcionados, se
manifestarán por la vía revolucionaria en el primer caso, y por la sindical y
parlamentaria en el segundo.
En Francia la pretensión de Carlos X de reinstaurar el AR en un
ambiente de cierta madurez política por la existencia de cámaras y el
desarrollo de una opinión política mediante la prensa, conduce a la
revolución. Su abdicación fue obra del accionar conjunto de republicanos,
obreros, estudiantes e intelectuales; el advenimiento de Luis Felipe de
Orléans, de los liberales. Basada en la legitimidad nacional y popular, la
Carta Otorgada asume la forma de un contrato emanado de esa soberanía;
implica la sustitución de una sociedad aristocrática por una burguesa, y el
17
advenimiento al poder de una oligarquía de industriales, etc. que se viene
gestando desde la época napoleónica y que se consolida con el desarrollo
económico, vinculado al tendido del ferrocarril.
El poder económico está entrelazado con el político: funcionarios y
ministros se benefician con las empresas y el capital, lo cual torna más
irritante la exclusión política de las clases medias y la exclusión social de las
bajas; situación que, sumada a la represión, agudiza las tensiones sociales.
En Inglaterra, nuevamente frente a una revolución francesa se genera
un conflicto político y social, acompañado ahora de una estrategia política
que une a los radicales (partidarios del sufragio universal) con los whig
(representantes de una burguesía industrial que desea llegar al Parlamento).
Al igual que en F, la reforma de 1832 perjudica a la democracia en pos del
liberalismo.
El liberalismo inglés, flexible y adaptable, evita la revolución optando
por la reforma, “cediendo para conservar”. Paradójicamente, la reforma
inglesa termina siendo más revolucionaria que el proceso francés, ya que el
sistema se hace más representativo al aumentar el electorado (813m),
mientras que el sindicalismo madura, se democratizan los municipios y la
iglesia anglicana pierde poder. “Los conservadores están dispuestos a ceder
y a revisar el sufragio porque mantienen su posición en la vida pública; los
radicales, que empleaban la violencia y supieron amedrentar los intereses
establecidos, no se encontraban ante una defensa cerrada; una vez abierta la
brecha algún día lograrían la aplicación de su programa político, económico
y social mediante una ordenada legislación.” (Palmer y Colton)
La década del ’38-48 está dominada por la lucha por el librecambio
(supresión de las Leyes de Granos), cuyo triunfo influirá en la vida económica
y política inglesa, y por el accionar del cartismo, movimiento esporádico y
heterogéneo cuya unidad está dada por el objetivo del sufragio universal.
En Bélgica, al carácter liberal de la revolución se le unió el nacional. El
triunfo compensó las heridas del Congreso de Viena, estableció un sistema
parlamentario más avanzado que el francés y recuperó las fronteras
geográficas y culturales.
En Europa C y en Italia, donde las represiones sólo habían logrado
acentuar el espíritu de libertad, los movimientos del ’30 demostraron que tal
libertad no se lograría sin un movimiento de unificación previo.
Rusia sigue siendo el bastión del AR. La censura y la represión abaten
la vida intelectual y política; no obstante, aparecen las 2 corrientes que
tendrán consecuencias en el futuro: eslavófilos (conservadores y volcados a
la cuestión social de la tierra) y occidentalistas (que pretenden la
europeización de Rusia). El punto en común y prioritario es la abolición de la
servidumbre.
En España, con la muerte de Fernando VII en el ’33 comienza el camino
hacia una monarquía constitucional con sufragio censitario que reemplazará
a la desgastada monarquía absoluta. Bajo la regencia de María Cristina
comienza la lucha entre las 2 tendencias: los liberales moderados que
reconocen que el poder recae en último término en el rey, y los liberales
progresistas que sólo reconocen la soberanía nacional de las Cámaras y
defienden las libertades civiles.
Aliados los primeros con la regencia, se instala en el ’34 un sistema
liberal-conservador que deja en pie casi entera la estructura social del AR. La
contradicción parece resolverse con la Constitución progresista de 1837,
18
aunque la inestabilidad política y los permanentes pronunciamientos
conducen a la Constitución conservadora del ’45.

Los movimientos de 1848


La dialéctica dominante en 1815-30 entre reacción y liberalismo se
traslada ahora a la lucha entre el liberalismo y las fuerzas democráticas y
socialistas. El viejo temor a la democracia, siempre presenten en el modelo
de los notables y oculto transitoriamente por una estrategia política frente al
absolutismo, reaparece entonces como una pesadilla recurrente, rápida y
violenta, cuestionando ya no los pilares políticos sino sociales del
liberalismo.
En Francia, el modelo liberal paradigma de la revolución del ’30
rápidamente fue perdiendo su contenido, aislando cada vez más a la elite
política de la población. Las profundas fuerzas sociales generadas por las
transformaciones económicas agudizan el desarrollo del republicanismo y del
socialismo. La vida de los sectores subalternos muestra que frente a los
ideales del liberalismo han triunfado los intereses de una clase.
Dentro del sector excluido también se encuentra un amplio sector de
la clase media que, incluso compartiendo los ideales liberales y
monárquicos, aspira a una mayor representatividad a través de la
ampliación del voto. La oposición ciega de Luis Felipe no deja otra
posibilidad que la revolución.
Conceptualmente, la República de 1848 sustituye un poder
monárquico por uno auténticamente popular, despersonalizado y
desacralizado. No es una repetición de 1830, sus objetivos son otros: más
democráticos, patrióticos y sociales. Además del sistema político, lo que se
pretende es una sociedad más humana. Para ello debe reelaborar en las
representaciones colectivas una nueva imagen de la república despojándola
del pasado vergonzante del terror. El ’48 representa la búsqueda de la
realización del contenido inconcluso de las revoluciones pasadas.
El malestar social iba acompañado de un clima intelectual de mayor
participación de las masas en la cultura y de la convergencia de diferentes
corrientes políticas y espirituales que compartían 2 ideas básicas:
• Reemplazar la ineficacia y el conservadurismo del régimen vigente.
• Democratizar el sistema político.
Frente a la oposición insalvable de L. Felipe y su ministro Guizot, el
partido republicano, heterogéneo y confuso, desarmado por la represión,
buscó su organización a través de la Cámara, la prensa y la sociabilidad
política. La revolución saldría de los banquetes que unieron a toda la
oposición: reformistas parlamentarios, opositores dinásticos y republicanos.
Prohibido el banquete del 22 de febrero, estudiantes y obreros deciden
seguir adelante, logrando la adhesión de las masas populares en una gran
convocatoria a las armas que decidirá el conflicto. El 24 el rey abdica a favor
de su nieto pero desde la comuna los revolucionarios ya proclaman la
república y establecen el gobierno provisorio. El peso cualitativo de los
republicanos sociales en él logró los grandes objetivos: sufragio universal,
educación pública, gratuita y laica, y disminución de la jornada laboral a 10
hs.
La inflexión que se produce en la Asamblea Constituyente suprime las
19
dos ramas del partido republicano. Las sangrientas jornadas de junio, a
cargo de Cavaignac, luego de un levantamiento popular armado, provocaron
la eliminación física de los revolucionarios (10m muertos y 11m
prisioneros), con lo cual se descabezó y neutralizó el movimiento
republicano por varios años.
La constitución que surgió creó un poder ejecutivo fuerte en manos de
un presidente elegido por voto universal masculino. En diciembre de 1848
llegó al poder Luis Napoleón. La revolución, como régimen igualitario,
anticlerical de tendencia socialista y antiburguesa, había muerto en junio,
arrastrando consigo el liberalismo y el constitucionalismo.
En Europa C el eje político predominante hasta los ’70 es el del
nacionalismo, liberal y progresista, que se enfrenta a las fuerzas de la
reacción todavía dominantes con centro en Viena. El despertar y fracaso de
las minorías nacionales se explica en parte por la debilidad y heterogeneidad
de las elites intelectuales dirigentes. De esta forma, resultó sencillo reprimir
movimientos como los de Lajos Kossuth en Hungría y Frantisek Palacky es
Checoslovaquia.
Simultáneamente, It y Al se preparan para su unificación, mientras
programas liberales y sociales se imponían en todas partes para luego sufrir
también un retroceso desde el ’49. En Alemania lo más significativo es el
Parlamento de Francfort, reunido para concretar la unificación. Pronto se
verían las debilidades del proyecto de unificación liberal, siendo el principal
obstáculo la indefinición acerca de si la organización se realizaría alrededor
de Austria o de Prusia. En el momento en que por fin se ofrece la corona al
rey de Prusia y éste la rechaza por su carácter popular y por no enfrentarse
a Austria, el futuro de la unificación queda signado. No se realizaría en base
a la ideología liberal, y la forma de su nacionalismo asumirá un contenido
agresivo de graves consecuencias futuras. La existencia del sufragio
universal en Prusia no sería el rasgo de un Estado democrático sino el
instrumento ilusorio de un sistema autoritario y estamental.
En Italia, a pesar de que nuevamente la represión tendría como
instrumento el ejército austríaco, Cerdeña se acerca a un régimen
constitucional con una promesa cierta de unificación. Pero en última
instancia es la inserción de Italia y Alemania en la política internacional la
que permitirá la unidad.
Lo más característico de los movimientos de 1848 es la participación
popular, lo que los distingue de las revoluciones conspirativas y de elites del
período anterior. Su fracaso se debió a 2 factores fundamentales:
• Elavance del movimiento radical y socialista provoca la fractura
lógica con el movimiento liberal, temeroso del ataque a la propiedad.
• Lasfuerzas de la represión, encarnadas en el ejército, la Iglesia y el
nuevo sistema de represión Bach, conservaban un enorme poder.
Los ideales de la “primavera de los pueblos” fracasaron en toda
Europa, excepto en Cerdeña, Suiza, Holanda, Bélgica y Dinamarca. Nuevos
sistemas autoritarios se impondrían y tanto los sectores populares como los
gobernantes optarían por un análisis y unos métodos más realistas.

El nacionalismo y los avatares de la democracia (1851-70)


20
Un ejemplo de la nueva visión de la política y del autoritarismo
imperante es el de Luis Napoleón en F. Con la legitimidad que le da la
elección, el 2/XII/1851 da un golpe de Estado acompañado de una represión
violenta y de la disolución de la Asamblea, con lo que se prepara para
proclamarse emperador al año siguiente. El sistema político así instaurado
se caracteriza por una fuerte concentración, aunque manteniendo la
apariencia formal de la división de poderes. Su legitimidad se basa en el
campesinado y en los grupos de notables que prefieren renunciar a ciertas
libertades políticas (prensa y reunión) en aras del desarrollo económico.
A pesar de este oportunismo para aprovechar el “bienestar social”, la
política internacional va a producir la caída de Luis Napoleón. La guerra con
Prusia condujo a F a una derrota y a una fuerte conmoción interna en 1870.
Reorganizados los grupos revolucionarios (ausentes hasta ese entonces en
gran parte debido al exterminio de 1848) y la oposición bajo el impulso
mítico del 10/X/1792, se establece la comuna revolucionaria en París
integrada por socialistas, anarquistas y republicanos. A pesar de que la
represión dirigida por Thiers sería más violenta que la del ’48, surgiría así la
3º República, basada en el sufragio universal masculino. F se embarca en
un proceso de democratización ligado al imperialismo y al nacionalismo, que
culminó con el caso Dreyfus.
En In hasta 1880 no hay grandes conmociones del sistema político,
dominado por el liberalismo al igual que la economía. El oportunismo y
flexibilidad de los conservadores imponen una importante reforma electoral
en 1867: duplicación del padrón, acceso de la pequeña burguesía y de una
elite obrera. El período, dentro de la época victoriana, es dominado por la
“burguesía manchesteriana”, de modo que el sistema político queda en
manos de una elite en que el linaje hizo lugar al dinero.
En Al Otto von Bismarck, primer ministro de Pr, va a concretar la
unidad por 3 medios:
• Industrialización acelerada de Pr.
• Política internacional agresiva para eliminar a Au del escenario
alemán.
• Establecimiento de un sistema político autoritario.
La caracterización de ese sistema es similar a la de Luis Napoleón.
Bajo la forma de un sistema democrático y constitucional el poder está
fuertemente concentrado en Bismarck. Si bien existe una cámara de
diputados nacional, de hecho había logrado la hegemonía prusiana. Incluso
el Reichstag, originado en el sufragio universal, no podía votar el
presupuesto. En definitiva, se trata de un régimen sostenido por una elite
surgida de la burocracia y en una legitimidad basada todavía en la herencia
dinástica pero asentada ya en nuevos mitos políticos e históricos, los de una
nación germánica destinada a ser hegemónica en Europa.
En It la figura clave fue Camilo Benso, conde de Cavour, primer
ministro del reino de Piamonte-Cerdeña desde 1852. Había comprendido que
para neutralizar a Austria debía insertar la cuestión nacional italiana en el
contexto internacional, lo que logra tras la guerra de Crimea. Su realismo
político se manifiesta en el acercamiento al movimiento del Risorgimento, de
carácter radical y social, siendo él un liberal conservador. También se
21
manifiesta en el manejo de la situación respecto a G. Garibaldi,
revolucionario radical que había liberado el S de It y que terminó aceptando
la autoridad real.
El paso decisivo en la política internacional fue la intervención de L.
Napoleón y la recuperación de todo el N de It en 1860. Lograda la
unificación completa, favorecida por la retirada de las tropas napoleónicas
por la guerra franco-prusiana, Cavour y Víctor Manuel II, rey desde 1861,
se avocan a la organización política de It. El régimen institucional establece
el voto censitario, concedido a sólo el 2% de la población.
Muy diferente del proceso alemán, una It que hasta el momento sólo
era una expresión geográfica, carecía de un proyecto claro de nación. Las
profundas desigualdades entre un S subdesarrollado y un N que iniciaba su
industrialización generarían tensiones políticas que persistirían hasta el s.
XX.
Mientras tanto R mantiene intacta su estructura social y política
autocrática. En una sociedad en la que la miseria y el hambre eran
estructurales, lo peor de todo era la servidumbre (40M de personas, 2/3 de
la población total) y resultaba una exigencia eliminarla, como habían
planteado los decembristas.
Las reformas en este sentido de Alejandro II desde 1860 no
cuestionaron las bases del sistema ni liberaron al pueblo ruso, ya que la
emancipación y el acceso a la propiedad de la tierra resultaron muy difíciles.
En Es, desde 1845 y acentuado por el golpe de L. Napoleón, un fuerte
conservadurismo marca la vida política hasta la revolución del ’68, última
ocasión en que la burguesía protagoniza un movimiento revolucionario para
establecer un sistema liberal democrático. Esta revolución es un ejemplo más
de la dialéctica entre una burguesía que sólo aspira a un cambio de régimen
y un movimiento democrático y social con principios republicanos. Las
reformas políticas liberales conseguidas, aunque dejan de lado las reformas
sociales, resultan en definitiva un avance hacia un régimen democrático, a
pesar del mantenimiento de la monarquía.

Las transformaciones políticas (1870-1914)


La historia política del s. XIX es relatada muchas veces como un largo
camino hacia la democracia. Así, con mirada optimista, se estudia la
evolución hasta la consecución de una supuesta democracia verdadera,
enfrentándose elementos “progresistas” y “tradicionales”. En una visión más
crítica, como la de Hobsbawm, se presta atención a las hipocresías
impuestas por una elite política que intenta a toda la cosa la participación
política de los sectores subalternos.

La democratización de la política
Posibles sentidos de democracia en el período 1789-1914:
• Entre las transformaciones del período la que resulta más
significativa para los contemporáneos es que a lo largo del s. XIX la política
dejó de ser el horizonte de grupos más o menos limitados, para
transformarse en una práctica y un conjunto de ideas que, en forma
creciente, se involucró en la vida cotidiana [conciente y explícita] de amplios
sectores de la sociedad.
22
En zonas alejadas a los centros urbanos (así como en Europa C y E) la
incipiente sociabilidad política de las comunidades campesinas se asocia
también con la llegada del ferrocarril. En muchos casos, fueron los mismos
partidos políticos los que, para recolectar más votos, introdujeron a
fracciones de la población en la experiencia electoral. El proceso se ve
particularmente acelerado desde fines de los ’70, cuando se produce una
masificación general de la política. Así entendida, la democracia no se limita
a la cuestión del sufragio sino que incorpora muchas otras prácticas, como
la participación en sindicatos y el surgimiento de la opinión pública.
• La comunidad política y la autoridad derivan su existencia y
legitimidad de una instancia contractual que involucra a todos los individuos
que la componen en tanto lo hacen en defensa de los propios derechos
individuales.
Los sectores conservadores reaccionaron con desconfianza, si bien de
modo dispar, no sólo por la participación en sí sino también por los riesgos
de una creciente autonomía política de sectores tradicionalmente
subordinados. A los liberales se les planteó la contradicción entre “razón” y
“número”. A parir de los ’70 el liberalismo quedó atrapado entre 2 extremos:
la defensa del principio de la soberanía popular, y el temor a la participación
de quienes no daban muestras de “racionalidad”. Los más temerosos se
acercaron al conservadurismo (que estaba experimentando una importante
evolución), mientras que otros dieron al liberalismo el tinte radical que lo
caracteriza durante los 30 años anteriores a 1914.

La crisis del liberalismo


Desde los ’50 el liberalismo venía ejerciendo una hegemonía política y
cultural. La filosofía liberal se había impuesto como un modelo integral que
abarcaba todos los aspectos de las relaciones sociales. Su prestigio explica
su difusión en países aparentemente poco propicios, como E y Al. En cuanto
a la economía, el librecambio, basado en el éxito inglés, se consagró como el
único camino posible para el desarrollo económico.
El liberalismo también impuso sus ideales respecto a la centralidad del
individuo, la inviolabilidad de la propiedad convertida en derecho natural y
la visión secular de las instituciones y las relaciones humanas.
La crisis económica de 1873 significó un duro golpe para esta
hegemonía liberal, afectando sus pretensiones de programa universal de
progreso. La magnitud del impacto de la crisis en la política fue proporcional
a la duración de una duración que se prolongó hasta los ’90. La crisis
provocó también problemas y deserciones en los partidos liberales. Desde
comienzos de la década de 1880 gran parte de los gobiernos que surgían de
elecciones pasaron a manos de los conservadores, como sucedió en F, In e
It. En R Alejandro III puso fin a las tímidas políticas de reformas de su
padre. En Al, Bismarck abandonó la alianza con los liberales y se acercó al
conservadurismo desde 1878. En EU, como lo señalaron los críticos
reformistas que proliferaron hacia 1890, la política quedó al servicio de los
grandes intereses industriales.
La crisis económica y los cambios sociales provocaron otras
consecuencias que cuestionaron el liberalismo. Para restaurar sus
economías, los países aumentaron los roles y actividades del Estado, dando
paso a una burocracia cada vez mayor. Sobre el final del siglo, se
implementaron las primeras medidas de planificación y de desarrollo de una
23
verdadera cultura tecnocrática. En Al, desde los ’80, se produjeron los
primeros ensayos de seguridad social, para evitar el avance del socialismo.
De todas formas, los mayores gastos se produjeron en el área militar, a
medida que la “grandeza nacional” comenzó a ser asociada con la posesión
de colonias y la vigilancia contra la amenaza de potencias vecinas.
Una de las formas de sostener los espectaculares aumentos de los
gastos fiscales fue la imposición de aranceles al comercio exterior, que
rápidamente se convirtió en motivo de enfrentamiento entre las potencias.
Resulta evidente que todos estos cambios iban en contra de los principios
liberales clásicos que defendían un Estado centralizado pero prescindente,
un gasto público reducido y el librecambio. Las divisiones en el seno de los
liberales proliferaron.

El sufragio y los partidos


A pesar de su crisis, el liberalismo dejó importantes legados entre los
que se destacan los parlamentos y los sistemas representativos por sufragio.
El parlamento había sido la institución clave en la lucha contra el AR,
ya que reunía al mismo tiempo un límite para la acción del gobierno y un
mecanismo de representación de la sociedad. En cambio, sólo en EU el
ejecutivo era elegido mediante sufragio indirecto. En F e In los ejecutivos
emanaban del parlamento, aunque en el caso inglés el rey seguía cumpliendo
un rol importante. En el otro extremo, en Al y Au-Hu los monarcas habían
logrado mantener su autoridad y elegían a sus ministros.
La coexistencia de los parlamentos con la ampliación de la
participación política puso de relieve la importancia de la cuestión del
sufragio. La forma institucional en que se hacía evidente esta creciente
participación era la ampliación del voto y el paulatino alcance del sufragio
universal masculino, multiplicándose hacia fin de siglo los reclamos por el
femenino.
Desaparecidos los pilares culturales que sostenían la legitimidad de
las monarquías y de la sociedad naturalmente jerárquica, el sufragio se
convirtió en una de las prácticas que delinearon nuevas imágenes de la
sociedad, nuevos criterios de legitimidad y nuevos actores colectivos. “Las
leyes electorales no se proponen de hecho reflejar la realidad social,
reproduciendo su división interna, sino que por el contrario tienen la
finalidad de negar esa división dando vida a algo completamente diverso y
nuevo, que precisamente es lo que llamamos ‘representación política’. La
construcción de la representación política es un instrumento para la
construcción de la ciudadanía, que sirve para introducir al individuo y a la
nación como valores fundamentales”.
Sin embargo, la sociedad está lejos de corresponder a los principios
individuo-nación: su estructura es corporativa, desigual y jerárquica. Las
discusiones sobre los mecanismos electorales oscilaban entre la concepción
radical de la ciudadanía igualitaria (F) hasta la preocupación por vincular los
parlamentos con intereses sociales concretos que, de esa manera, eran
considerados como legítimos aspirantes a la representación política (In).

La nueva derecha y el nacionalismo


Los cambios experimentados en la derecha fueron tan importantes
como la crisis del liberalismo. Hasta los ’70 los conservadores se definían por
24
su pertenencia a la aristocracia, a la clase terrateniente y a la alta burguesía;
ideológicamente los aglutinaba el rechazo a las novedades de las
revoluciones. Los principios más reaccionarios eran respaldados por las
iglesias oficiales, especialmente en los países católicos.
Insertos en el medio democrático, se vieron obligados a organizarse en
partidos, siendo los más exitosos los de tintes confesionales. Otra señal de
cambio fue la nueva composición social de sus bases electorales, ya que
lograron la simpatía de la clase media de cuello blanco, atraída en particular
por el nacionalismo y el antisemitismo. Estas posturas también lograron
atraer a importantes grupos de campesinos, especialmente en Europa C y E.
Junto con el confesionalismo y el racismo antisemita, el nacionalismo
fue el argumento central de la nueva derecha, que tuvo su origen a fines del
s. XIX. Hasta la primera oleada imperialista, la nación se vinculaba con el
nuevo principio de legitimidad liberal-democrático. Pero la difusión del
principio de nacionalidad como sostenedor de la legitimidad estatal provocó
un cambio drástico de ese sentido. La nación comenzó a asociarse a
comunidades que supuestamente compartían ciertos elementos culturales,
en especial la lengua, y que tenían el derecho legítimo a convertirse en un
Estado. Del mismo modo, los únicos Estados legítimos serían aquellos que
abarquen una única nación. Los Estados se esforzaron por construir esa
uniformidad cultural supuestamente existente.
A través del nacionalismo, los Estados consiguieron un considerable
principio de legitimidad laico pero fuertemente irracional. En plena
expansión imperialista, el irracionalismo se vinculó con ideas mesiánicas (el
“destino manifiesto” de T. Roosevelt) y de superioridad racial.
En general, gracias al nacionalismo la derecha había conseguido su
mejor argumento para conquistar un respaldo popular y masivo.

La impugnación revolucionaria
La década de 1890 también fue el marco de la consolidación y difusión
de la idea de revolución. Heredera en muchos sentidos de la tradición
revolucionaria francesa, durante la 2ºm.s. XIX comenzó a asociarse con la
clase obrera y el socialismo. La combinación de socialismo y reclamos
sociales fue suficiente para que muchos contemporáneos creyeran que la
lucha de clases era la cuestión fundamental de la política. Así se transformó
en uno de los argumentos para justificar la expansión imperialista.
El elemento común de quienes hacían política en nombre de la
revolución era el repudio por la sociedad burguesa y la creencia en un futuro
de redención social. En algunos casos, el protagonista de ésta se asociaba
con la clase obrera (partidos socialistas y sindicalismo), en otros con el
conjunto de los trabajadores o el pueblo (anarquismo), e incluso con las
viejas tradiciones comunales campesinas (narodniki y socialistas
revolucionarios rusos).
En cuanto a los partidos socialistas, el Partido Socialdemócrata
Alemán fue el que más éxitos consiguió, llegando a transformarse en la
corriente electoral más importante del Reich. Su dirigencia estaba compuesta
por intelectuales y trabajadores ilustrados que legitimaban su puesto por su
capacidad de manejar los más complicados debates. El reverso a la rigidez
ideológica del partido, era su misma tendencia a adaptarse a las reglas del
juego político electoral y parlamentario. El PSA, al tiempo que era modelo de
organización partidaria, generó fuertes críticas por su tendencia al
25
“reformismo” y al abandono de toda práctica revolucionaria, como
denunciara R. Luxemburg.
En un contexto todavía más autoritario que el alemán, el Partido
Obrero Socialdemócrata Ruso fue fundado en Minsk en 1898 y al poco
tiempo tuvo que seguir sus actividades en el exilio. En el segundo congreso,
en 1903, el partido se dividió en “mencheviques”, seguidores de I. Mártov, y
“bolcheviques”, seguidores de Lenin. La revolución de 1905 no hizo más que
acentuar la división al aceptar los mencheviques participar del juego
electoral.
En la clandestinidad y el exilio, los bolcheviques fueron consolidando
un partido basado en la idea leninista de estructura pequeña de cuadros
activos, contrastando con la estrategia socialdemócrata de conformar un
partido electoral de masas.
En 1914 la postura revolucionaria parecía debilitada por las visiones
reformistas y por el avance imparable del nacionalismo. La guerra volvería a
darle un poderoso espaldarazo.
El giro de 1905 y la marcha hacia la guerra
A pesar de la creencia de algunos contemporáneos, el ascenso de la
derecha, la fiebre imperialista y la recuperación de la economía no sólo no
acabaron con las convulsiones sociales sino que provocaron a partir de 1905
un período de crisis y conflictividad crecientes.
En general, la nueva ola de protestas sociales acentuó la tendencia
hacia la polarización de las ideologías, que de hecho se encontraba presente
desde las crisis del liberalismo de los ’70. La causa general que impulsó esta
polarización fueron las distintas estrategias adoptadas para terminar con la
creciente conflictividad. Los más radicales ensayaron nuevas políticas de
seguridad social a escala mucho mayores.
La suma del temor por los conflictos sociales y la preocupación por el
avance de la actividad estatal de tinte radical contribuyeron a dar una nueva
unidad a la derecha. Por más que los objetivos de los conflictos sociales
fueran limitados, la sola movilización bastó para desatar la reacción
temerosa de las clases medias y altas, adquiriendo la forma de un
nacionalismo extremo. La política internacional dominada por la inminencia
de una guerra comenzó a determinar los movimientos internos. El
nacionalismo se acentuó y, donde fue posible (R, Al, Au-Hu), también el
autoritarismo. Los socialdemócratas no dudaron en aprobaron nuevos
aumentos en los gastos militares, que crecieron exponencialmente.
Frente a un panorama donde el irracionalismo parecía imponerse,
muchos comenzaron a ver en la guerra la posibilidad de una restauración de
la razón y la civilización asociadas a la propia grandeza nacional.
La forja de las ideologías de la modernidad
El mundo contemporáneo es deudor de cuantas ideologías y
movimientos políticos se gestaron en el s. XIX, ya como despliegue de la razón
humana o como ataque a esa misma razón desde posiciones de añoranza del
pasado o con propuestas de un futuro más completo. Es significativo que la
proclama universal de la razón dejara afuera a la mitad de las personas, las
mujeres, que, salvo excepciones, siguió estando fuera y se mantuvo como
parte de esa naturaleza que se subyuga con el conocimiento científico.

26
El liberalismo: entre el individualismo y la justicia social
El liberalismo defiende la razón del individuo como fundamento para
organizar las relaciones entre los hombres y entre ellos y el mercado. En
política esto significa el contractualismo o constitucionalismo, con los
principios de representación ciudadana y separación y limitación de poderes;
en economía se traduce en la razón del libre intercambio y producción. En
ambos casos la clave es el derecho de propiedad, fruto del valor producido
por el trabajo. Por eso la propiedad es tan sagrada como la vida, es la razón
de ser del Estado y el elemento que confiere autonomía real a cada individuo.
En definitiva, el liberalismo era el sistema y la ideología que
garantizaba la libertad en todas sus dimensiones, e hizo del individuo el
centro de la sociedad, lo que se tradujo en las de declaraciones de derechos
y en el referente para la legitimidad del Estado y de la economía.
Con la difusión de la doble revolución se hizo necesario precisar las
posiciones del liberalismo. Ante todo, se pasó del cosmopolitismo de las
minorías ilustradas al nacionalismo de cada burguesía. La libertad en manos
de los radicales podía derivar en excesos. Por eso se repudia la democracia
como nueva tiranía. Siguiendo a B. Cosntant (1819), la libertad termina
significando disponer de la propiedad personal y ajustarse a leyes aprobadas
por representación de esos propietarios.
Frente a las desigualdades derivadas de la RI y de la economía de
mercado se plantearon nuevas soluciones. La de David Ricardo se
distanciaba necesariamente del optimismo liberal de A. Smith. En Principios
de economía política y tributación (1817) planteó la oposición entre los
intereses de las respectivas clases como parte de la lucha por la existencia,
partiendo de que la división del trabajo era la fuente del crecimiento y de que
la sociedad se regulaba a sí misma sin necesidad del Estado.
La tesis central era que el valor de las mercancías se establecía en un
mercado libre según la cantidad de trabajo incluido en su producción, y por
eso un intercambio libre de una cantidad de trabajo por otra equivalente
llevaba automáticamente a una distribución justa. Sin necesidad de
intervenciones (asistencia a los pobres por ejemplo) que sólo hubiesen sido
obstrucciones al libre juego de intereses individuales que siempre, a pesar de
su antagonismo, revertía en un mayor bien para la sociedad en su conjunto.
Desde el mismo principio de que la competitividad era lo fundamental
para la mejora social, J. Bentham atribuyó un papel decisivo al Estado para
que se cumpliera esa filosofía comercial de la utilidad. Su postura asocia la
felicidad del individuo con la del grupo, lo que justificaba la intervención del
Estado, quien, desde el principio de la utilidad, puede establecer la armonía
política según cálculos científicos para garantizar el máximo de libertad.
Su seguidor James Mill da un paso más y define como tarea de un
gobierno liberal la realización de los intereses comunes, propugna una
reforma educativa universalista y defiende el sufragio universal como
garantía para que coincidan los intereses generales con los de los
gobernantes. Sin embargo, este liberalismo no consideraba las desigualdades
surgidas del principio absoluto de la propiedad personal, de modo que su
hijo John Stuart Mill reformula el principio de justicia liberal, en la tradición
utilitarista, que ya no radicaría en la libertad de usar y abusar de la
propiedad sino en la división equitativa del trabajo.
Para J.S. Mill la libertad era un bien social y el estado debía establecer
las condiciones objetivas para lograrla. Sus obras Sobre la libertad (1859) y
27
Consideraciones sobre el gobierno representativo (‘60) sentaron las bases de
una serie de reformas sociales catalogadas como “liberalismo radical o
humanitario”, con amplia influencia a fines de siglo, cuando resultaron útiles
al capitalismo frente al impulso revolucionario de los sectores relegados
organizados en partidos y sindicatos.
En el liberalismo clásico, de Locke a Tocqueville, se sacralizaba la
propiedad de tal forma que el sistema de libertades y de representación
política se organizaba desde los intereses de los propietarios, frente a la
aristocracia hereditaria y contra la democracia de las masas. Se prolongó en
lo que se ha llamado “liberalismo conservador” que, con E. Burke a la
cabeza, defendía la primacía del individuo sobre la masa, y valoraba la
experiencia histórica para definir las jerarquías sociales y la autoridad. El
liberalismo conservador le asigna al Estado un simple papel arbitral entre
individuos, siempre para garantizar el orden, nunca para instrumentar
mejoras sociales.
Frente a ello el liberalismo radical plantea la universalización de la
individualidad, entendida como el libre y pleno desarrollo de las
potencialidades de cada persona, para alcanzar esa justicia social que es la
tarea del Estado. No plantea al individuo como preexistente a la sociedad
sino como el ideal a desarrollar por esa sociedad. Esto fue planteado
temprana e influyentemente por T. Paine en EU, se prolongó con J.S. Mill y
se reformuló con el pragmatismo de J. Dewey, quien hizo de la educación el
requisito para crear individuos libres para la democracia. Este liberalismo
convergería con la socialdemocracia en las primeras décadas del s. XX para
sentar los principios del Estado de bienestar.

El socialismo: el reto de la igualdad y la ética de la fraternidad


Si el liberalismo defendía la libertad, el socialismo subrayó la igualdad
y la fraternidad como requisitos de tal libertad, y, frente al individualismo, se
definía por la dimensión social y colectiva de cualquier recurso para la
libertad. La propiedad privada se convierte así en la línea divisoria para unos
y otros, ya que si para los liberales es la garantía de la libertad, para los
socialistas (libertarios, autoritarios, utópicos o científicos) constituye el
origen de las desigualdades y el obstáculo para una libertad efectiva.
En el concepto de socialismo se incluyen las teorías que propugnan la
igualdad como requisito para el libre desarrollo del individuo, y por eso
defienden el principio de la fraternidad o asociación humana para el
beneficio colectivo, frente a la libre economía y libre ganancia.
Las antiguas respuestas para alcanzar la justicia social, elaboradas
sobre todo desde el cristianismo, no resultaban eficaces para el contexto de
la época. En los años ’30 del s. XIX surgió en Europa un poderoso movimiento
intelectual que, aunque no procedía de las clases explotadas, dio coherencia
doctrinal y cohesión organizativa a las expectativas y exigencias de igualdad.
Se atribuye al empresario inglés R. Owen, filantrópico defensor de la
razón, la primera formulación del socialismo. Owen diseñó un plan de
cooperativas autosuficientes como parte de una sociedad construida sobre el
asociacionismo y no sobre el beneficio. Su teoría de la sociedad daba un
papel decisivo a la educación y a la moral.
Se lo considera el punto de partida del “socialismo utópico”, propio de
la primera mitad del siglo, que pretendía resolver los problemas de la
sociedad industrial con propuestas distintas, aunque convergentes en su
posición contra el Estado liberal, destinado a disolverse cuando los
28
trabajadores tomaran las riendas de la sociedad.
Saint-Simon llevó la fe en la ciencia social más allá que Owen,
considerando que se podía manipular la sociedad con leyes universales, al
igual que los científicos de la naturaleza (Comte fue su secretario). Su
distinción entre libertades reales y formales y su reducción de la propiedad a
una función social marcaron a pensadores posteriores, porque su fe en el
progreso se hizo religión, dando en definitiva un marco ideológico a la
expansión del capitalismo francés.
Por su parte, C. Fourier diseñó una utopía rural con los falansterios,
basada en un principio de asociación integral, incluyendo la igualdad
absoluta y el amor libre. Una nueva moral contra la que reaccionó Pierre
Joseph Proudhon, quien se propuso restaurar la dignidad del trabajo
industrial y transformar la sociedad mediante el desarrollo de una ética
basada en el conocimiento científico de la sociedad para alcanzar la
igualdad. El mutualismo y el federalismo fueron notablemente propagados
por Proudhon.
En la 1ªm.s. XIX aunque los teóricos del socialismo repudiaron los
métodos violentos, hubo luchadores por el socialismo como L.A. Blanqui
cuyo pensamiento se centró en organizar la revolución con una vanguardia
de cuadros preparados secretamente para el golpe, y desde él sacar a las
masas proletarias de la alienación. La contrapartida a este tipo de militancia
procedió de otro francés, Louis Blanc, a quien ya Proudhon ya había
calificado de representante de un “socialismo gubernamental”. Blanc
defendió la planificación estatal para organizar las asociaciones industriales,
autosuficientes y autónomas, donde trabajadores y directivos jugasen el
mismo papel. Con su participación el gobierno republicano del ’48 esta idea
se plasmó en los talleres nacionales, cuya disolución no restó validez al
experimento como intervención del Estado. Fue el precedente de la Comuna
de Paris del ’71, un experimento socialista de mayor envergadura y cuya
organización y fracaso afectó a todos los pensadores y políticos de la época.
Llegado el punto de inflexión del ’48 corresponde analizar la doctrina
socialista de la 2ªm.s. XIX, cuyo más potente catalizador fue Karl Marx, que
imprimió a las múltiples herencias recibidas un giro con repercusiones
prácticas y teóricas de larga vigencia. La tensión que estableció entre
naturaleza e historia, determinismo y libertad, individuo y totalidad,
relaciones de producción e ideología, era intrínseca a la dialéctica con la que
analizó el “laberinto interminable de relaciones e interacciones” que definen
la condición humana y los antagonismos del devenir histórico. Semejante
dialéctica se tradujo en una teoría política sobre el poder y en la
transformación del mismo con la perspectiva de un progreso inevitable que
lleva a la sociedad sin clases.
Desde la perspectiva política, se destaca el aporte de Marx a la teoría y
al problema del Estado, desde la crítica de la filosofía del derecho de Hegel,
el desentrañamiento del contenido de clase del Estado burgués, con su
paradigmático estudio de la economía política del capital; hasta elaborar una
propuesta para que el Estado fuera el instrumento de la transición al
socialismo y llegar a la disolución de las clases sociales.
Antes, se confería al Estado un poder arbitral de garante del orden
(Locke) o de expresión de la voluntad general (Rousseau). Con Hegel se lo
eleva a categoría fundante de la sociedad civil, como idea abstracta de una
totalidad superior. Para la tradición de la modernidad el Estado era la
superación del estadio de guerra o naturaleza (Hobbes y Locke), el medio
para
29
realizar la coexistencia de libertades (Kant) o la voluntad racional superior
(Hegel). Marx quebró la filosofía política que ponía al Estado como expresión
del progreso hacia una sociedad mejor organizada, considerándolo la
superestructura efímera del reino todavía de la fuerza y la coerción. El
Estado no es la superación del estadio de naturaleza, sino una fase más de
la violencia organizada.
El Estado está destinado a desaparecer ya que sólo expresa las fuerzas
antagónicas y la cohesión de su organización corresponde a la exclusiva
racionalidad de las clases dominantes que lo controlan. Marx subordina el
Estado al modo de producción y a los procesos y relaciones sociales
subsiguientes.
El Estado no es en ningún caso neutral y no basta con controlarlo
para transformar la realidad social ya que es una estructura que cada clase
ajusta según sus exigencias. Por eso la dictadura revolucionaria del
proletariado era la sustitución de las instituciones propias del Estado
burgués por otras que permitiesen encauzar el proceso político, económico y
cultural hacia la sociedad sin clases. Esta es la propuesta de futuro más
novedosa para la época: a diferencia de los anteriores Estados, el Estado
provisional del proletariado ya no debía ser represivo sino que es el último
de la historia, el que establece las condiciones para su propia extinción.
El Estado y el camino hacia la sociedad sin clases también
constituyeron las cuestiones en disputa con el anarquismo y la
socialdemocracia desde que iniciaron su acción las Internacionales obreras.
Del anarquismo se destaca la influencia como movimiento de acción
directa para destruir el Estado, fórmula de entrada en la nueva sociedad e
inicio de la construcción del hombre nuevo. Es difícil encontrar coherencia
doctrinal dentro del anarquismo. Mijaíl Bakunin añoraba, frente a los
avances industriales, la Arcadia feliz. Piotr Kropotkin formuló un
individualismo tan exaltado que llegó a justificar el posible perjuicio a otros.
En todo caso, la teoría era “sencilla”: la aspiración a una sociedad libre de
cualquier tipo de poder político, religioso, social o económico. Como ideología
tuvo amplios apoyos sociales y de larga duración en países como R, It, E, Mx,
Chi, AR y Br. Expresaba de manera explosiva la rabia contra la explotación y
también la urgente esperanza de resolver de inmediato el presente. Es
significativo que hacia 1900 los mayores centros de difusión del anarquismo
fueran Barcelona y Bs. As.
En el otro lado de las propuestas emancipatorias del obrero se
situaron distintas versiones de lo que genéricamente se denomina
reformismo o socialdemocracia. Esta surgió como consecuencia de las
tensiones que se produjeron en la II Internacional, vinculadas con la
polémica sobre la crisis final del capitalismo, que no aparecía en el
horizonte. Surgió así un revisionismo que, fundamentado por E. Bernstein,
dejaba de lado el concepto marxista de revolución y abría para la clase
trabajadora una perspectiva de participación dentro de los marcos de la
democracia capitalista.
Sólo una minoría, entre la que destacaban Lenin y R. Luxemburg
[¿también Gramsci?] seguía manteniendo la idea de la revolución. En las
últimas décadas del s. XIX la mayoría del movimiento obrero se decantó por la
opción reformista, que no sólo acepta sino que impulsa la democracia liberal.
El proceso tuvo una trayectoria particular en In, donde cabe destacar
la importancia del fabianismo y de las trade unions como sustratos del
laborismo, versión inglesa del reformismo socialista. Los intelectuales
30
fundadores de la Sociedad Fabiana (1884), enraizados en el utilitarismo de
Bentham y en la práctica sindical inglesa, propugnaron un reparto socialista
a partir de las instituciones democráticas estatales, con el objetivo de
alcanzar la igualdad en educación, salud, etc. Rechazaban del marxismo la
lucha de clases, pero defendían el control y la nacionalización de los medios
de producción. La solución debía ser gradualista en política social y
económica y radical en el fomento de la educación.
En síntesis, entre la experiencia laborista y la evolución de la
socialdemocracia alemana, la teoría política había adquirido hacia el cambio
de siglo un rumbo distinto al socialismo preconizado por el Manifiesto del
Partido Comunista.
Los nacionalismos: de impulso revolucionario a coartada reaccionaria
El nacionalismo es una realidad histórica de contenidos políticos e
ideológicos de contornos teóricos de casi imposibles de precisar porque cada
autor los aborda de modo distinto y cada pueblo los ha acoplado a
coyunturas dispares. La nación es un instrumento de la conciencia histórica
y de la conciencia política, y el nacionalismo es su forma ideológica, aunque
diversa, contradictoria y ambivalente. Por eso resulta más útil ajustarse a la
explicación de su devenir histórico para comprender sus contenidos y
vinculación con el Estado. En efecto, la nación históricamente surge como
concepto inseparable del Estado liberal. Contra las relaciones políticas
“feudales” y contra la fragmentación jurídica del territorio, el binomio Estado
nación dio cabida a la racionalidad del capitalismo emergente y precisó el
espacio para el pacto social y político.
El absolutismo de la Edad Moderna concentraba poder sobre un
territorio, pero su legitimación seguía siendo personal y religiosa. El nuevo
ordenamiento estatal llegó con la síntesis de lo natural o nacional con lo
político o estatal, al hacerse coincidir el populus con la natio y nacer así la
teoría del Estado nacional soberano. Esta es la doctrina que dio soporte al
Estado liberal que, al ser indefectiblemente nacional, expandía su carácter
revolucionario a todos los ámbitos de la sociedad. Los nuevos Estados,
aunque estuvieran controlados por los propietarios, proclamaban un
bienestar y un progreso colectivos que influyeron en amplios sectores de la
población.
Llegada la 2ºm.s. XVIII, aparecen las 2 grandes elaboraciones del
concepto de nación: la romántico-esencialista y la liberal-contractual. Desde
esta última perspectiva, la nación era la unión de voluntades en una
asociación libre, fundada en la identidad de derechos, en la adhesión al
contrato social y en la democracia.
Este proceso comenzó en Holanda e In, pero recibió su impulso
decisivo al surgir por primera vez una nación como expresión de la libertad,
atributo racional y universal que establecía para las colonias no un destino
“inglés” sino humano. El nacionalismo estadounidense no miraba al pasado,
tenía la conciencia de poseer un presente y un futro común. Este
nacionalismo del contrato social se consolidó y expandió con la Rev.
Francesa.
Casi simultáneamente se fraguaba el concepto de nación romántica o
nación-genio que expresa la forma de ser intemporal de un pueblo. Se
oponía al cosmopolitismo abstracto de la otra concepción y fueron sobre
todo los románticos alemanes, con Johann von Herder a la cabeza, quienes
subrayaron la singularidad de cada cultura como algo que permanece y
define a cada pueblo. No son antiliberales sino que ajustan el liberalismo a
31
la variedad de las culturas nacionales.
Johann Fichte le dio forma política, al identificar patria con pueblo y
exaltar el sentimiento de pertenencia, además de asignarle al Estado la
misión de preservar y expandir ese sentimiento nacional. Sobre todo a través
de la educación, vehículo de transmisión de la cultura de cada pueblo. La
nación se plantea como totalidad inclusiva, no se adquiría voluntariamente
sino que se nacía en ella.
En ambas versiones de la nación, el nacionalismo resultó inseparable
de la idea de soberanía popular. Por eso en la 1ªm.s. XIX resultó una ideología
revolucionaria que, como parte del liberalismo, secularizó la sociedad y llamó
la atención hacia la vida, el idioma y las artes de un pueblo porque no sólo
pretendía representar a la clase burguesa, como de hecho ocurría, sino a
todo el pueblo. Se pasó al orgullo de la lengua, a su estudio y hasta su
invención. El impacto en las estructuras políticas de este fenómeno se
manifiesta sobre todo en los republicanos de Giuseppe Manzini que desde
1831 divulgaron por toda Europa la idea de soberanía popular y
democracia.
Se llegó así a la oleada de ’48, cuando por primera vez convergieron
nacionalismo y democracia. Cuando se habla de la “primavera de los
pueblos” se hace referencia tanto al protagonismo de los sectores
subalternos en la política de sus países como a la aparición visible de
pueblos aparentemente carentes hasta entonces de una voz unificada de
carácter nacional.
Avanzada la 2ªm.s. XIX, se unieron los dos conceptos de nación y el
nacionalismo se apartó de sus contenidos liberales para convertir la
etnicidad y la lengua en criterios casi exclusivos para ser nación y reclamar
un Estado propio. Este viraje fue resignificado por las derechas políticas
europeas. Ante todo, se inventó el término “nacionalismo” contra el
internacionalismo proletario, contra el antiimperialismo y como freno a las
demandas democratizadoras. También aportó argumentos sobre la
superioridad de un pueblo o raza, como justificación del imperialismo de sus
respectivos Estados. Los teorizadores de este viraje exaltaban un nosotros
siempre tautológico y dramatizado, definido como oposición y frente a la
amenaza de otros. Semejante evolución del nacionalismo en Europa O fue el
caldo de cultivo de las ideologías prefascistas.
La nación se convirtió en el fin supremo, al que debía subordinarse e
incluso sacrificarse el individuo, desapareciendo por supuesto los intereses
de clase. Esta ideología alcanzó a los manuales de educación primaria.
Potencias como EU, In, F o Al e It se imbuyeron de un destino universal y
desplegaron un “imperialismo nacionalista” para legitimar sus dominios. El
racismo y las argumentaciones sobre la superioridad se revistieron de
evidencias científicas con la sociología y la antropología, se apoyaron en el
extendido y admitido darwinismo social y no hay escrito de las décadas del
cambio de siglo que no contenga cierta dosis de estas ideologías. Se creyó
firmemente en la inferioridad de los pueblos sometidos, como también se
justificó dentro de cada país la inferioridad de las “clases peligrosas”.
El nacionalismo se revitalizó como vía para reforzar lazos de
legitimidad y obediencia interclasista, al identificar nación con Estado y
sociedad. El nacionalismo se hizo ideología oficial para la lealtad y la
cooperación en empresas exteriores e interiores, con independencia de la
clase social. Significativamente, fueron simultáneos los procesos de lucha
por el sufragio universal con las decisiones estatales de implantar los
símbolos del himno, la bandera y los monumentos nacionales. Era el
preludio de los conflictos que estallarían en la Gran Guerra.
32
Sobre los conflictos ideológicos de la modernidad
La trilogía revolucionaria de libertad, igualdad y fraternidad, así como
la declaración de la universalidad de los derechos del hombre, dieron desde
su origen soporte a la diversidad doctrinal de la modernidad e incluso a la
reacción contra ella. Según se hiciera hincapié en uno u otro elemento, se
conjugaron las filosofías individualistas, socialistas, anarquistas o
reaccionarias, con desplazamientos de contenidos y solapamientos a lo largo
de un devenir histórico vinculado al presente.
La fuerza ideológica del conservadurismo
La modernidad también alberga en su seno una fuerza que se aferra al
pasado y niega los conceptos liberales de libertad e igualdad sobre los que se
asientan los Estados modernos desde las revoluciones inglesa y
norteamericana, pero sobre todo contra la radicalidad de la francesa.
Defienden la desigualdad como consustancial a la naturaleza humana, pero
también como cualidad útil para estructurar la sociedad, por que sólo si está
en manos de la minoría sobresaliente, el rumbo de la historia será el
correcto.

GEOPOLÍTICA
La Europa restaurada (1815-51)
En esta etapa no hubo guerra general entre las potencias europeas
pero se acentuaron los trastornos revolucionarios que, salvo contadas
excepciones, fueron sofocados. El último acto contrarrevolucionario culminó
con el golpe de Estado de Luis Napoleón en 1851.

El congreso de Viena o el ajuste de Europa


La tarea principal de las potencias victoriosas en el Congreso de Viena
era rediseñar el mapa político de Europa, trastornado por las conquistas
napoleónicas. El reajuste territorial se hizo siguiendo 2 principios:
• El equilibrio europeo. Para que fuera efectivo debía cumplir con 2
condiciones:
o Asegurar la contención de una eventual expansión francesa, para lo
que se crearon “Estados amortiguadores” (los nuevos Países Bajos, una Pr
expandida que servía también para frenar a R, y un agrandado reino de
Piamonte).
o Recompensar los esfuerzos bélicos de los miembros de la alianza
antifrancesa.
A pesar de estas compensaciones, la preeminencia del poder inglés no
pudo ser contrapesada. In era la nación más rica, la única que había iniciado
la industrialización, y además controlaba las rutas marítimas y los mercados
ultramarinos. Después de la derrota francesa no había ningún otro país en
condición de disputar su hegemonía en el plano económico y naval.
• La legitimidad dinástica. Las nuevas asignaciones territoriales sólo se
33
afianzarían con la restauración de las monarquías de derecho divino, la que
muchos consideraban la garantía esencial del orden. El “derecho histórico”
(K. Metternich) fue una herramienta de legitimación interna y de
reconocimiento internacional.
No obstante, se desconocieron los derechos de más de 300 príncipes
destronados por Napoleón cuando se formó la Confederación Alemana. En F
y en algunos Estados alemanes S se hicieron concesiones constitucionales,
admitiendo tácitamente el poder de las nuevas ideas. Así, se afirma que la
premisa legitimista y restauradora estuvo subordinada al concepto
preponderante de equilibrio. Esto explica también la desatención ostensible
que se hizo a las aspiraciones nacionales y liberales en todo el continente.

El Concierto de Europa
Los acuerdos firmados resultarían insuficientes si no se ideaba un
mecanismo que lo sostuviera. La primera propuesta fue la del zar Alejandro I
para conformar la Santa Alianza. Esta logró la adhesión de la mayoría de los
Estados, excepto In, los Estados papales y Turquía. Sin ninguna obligación
internacional expresa, fue relegada por la iniciativa británica.
Se propuso el pacto conocido como Cuádruple Alianza para mantener
la paz en Europa. Se establecía así el Concierto de Europa o Sistema de
Congreso, que tampoco establecía compromisos formales aunque ligaba a los
firmantes por 20 años. In se opuso a la utilización de esta alianza para
intervenir en los asuntos internos de los Estados. Su objetivo había sido la
concertación para bloquear posibles revoluciones con poder militar y
bloquear cualquier acción unilateral, de R o F, que quebrara los términos
territoriales del CdV. Sin embargo, en el CdTroppau de 1820 Metternich
logró la aprobación del principio de intervención en los países
convulsionados por la revolución. El rechazo inglés marcó la primera fisura
del Concierto.

Los desafíos revolucionarios


Frente al sólido predominio absolutista, en todas partes los defensores
del cambio optaron por la revolución, apoyando un programa liberal. La otra
idea fuerza en todas las movilizaciones futuras fue el nacionalismo. Durante
las revoluciones de 1820-24 los reclamos nacionales fueron determinantes
en Grecia y América, las únicas que culminaron con éxito.
Las pretensiones de los revolucionaros se acentuaron durante 1830.
La Revolución reaparecía en F, el país más temido como fuente de la
subversión internacional. El derrocamiento de la monarquía en F exacerbó la
agitación en It, Al y Po. Rápidamente el nuevo gobierno de L. Felipe
tranquilizó a los demás países antes de que actuaran para restituir a los
Borbones, reprimiendo las protestas obreras, contribuyendo también los
disturbios internos en los otros países.
En agosto de 1830 Au, R y Pr acordaron no intervenir en los
problemas franceses siempre que su revolución no se expandiera. Esta
declaración equivalía a un reconocimiento de la disgregación del Concierto y
de la consolidación en Europa E de un bloque conservador, influido por la
concepción de Metternich, cuya principal obsesión eran las demandas
liberales y nacionales.
Frente a este bastión legitimista, después del ’30 se formó en Europa
NO un grupo de Estados monárquicos constitucionales (In, F, Bé y Ho), que
34
contemplaban derechos civiles y políticos restringidos. No es casual que en
esta parte del continente la transformación económica ya se hubiera iniciado
y las repercusiones sociales de tales cambios productivos, aunque todavía
débiles, se trasladaban la plano político con más rapidez en el E. El contraste
entre estas dos Europas no es solamente analítico, también era percibido por
los mismo protagonistas.
La última y más profunda oleada revolucionara afectó en 1848 a toda
Europa, excepto In y R. En el caso de ésta, el férreo control zarista impidió la
propagación de la disconformidad. En In en 1846 se derogaron las leyes de
granos lo que permitió abaratarlos y contribuyó a descomprimir las quejas
populares.
Las revoluciones del ’48 fueron precedidas por una aguda crisis
económica de origen agrario iniciada 2 años antes y agravada por una
depresión industrial. El estallido inicial se produjo en Suiza por el
enfrentamiento entre católicos y radicales a fines del ’47, seguido por una de
las recurrentes rebeliones autonomistas en Sicilia. Se difundió con un
alcance inusitado después de la caída de L. Felipe. Luego de un rápido
triunfo revolucionario, sobrevino el fuerte contraataque: todos los
movimientos fueron vencidos, excepto en F, donde se estableció una
república con sufragio universal.
Los cambios logrados aparentemente modestos tendrían una gran
influencia a corto plazo: la supresión de los restos señoriales en Au y Pr y la
liberalización de las constituciones en varios Estados alemanes, el Piamonte
y Pr, reforzando sus respectivas posiciones como núcleos de unificación.
Aunque a largo plazo el arreglo posnapoleónico parece exitoso, la
negativa conservadora a ceder algunas reformas alentó medio siglo de
trastornos y rebeliones internas, precisamente lo que pretendía evitar.

Un balance de la época [enfoque analítico-comparativo]


La diversidad de las fuentes de “perturbación” del sistema Metternich
• La preocupación central fue controlar a Francia, con un potencial
militar e irradiación ideológica peligrosos.
• Rusia,
dotada de una gran capacidad bélica, ejerciendo su peso
sobre el Danubio y los Balcanes.
• Inglaterra,
considerada por muchos conservadores del continente
poco menos inquietante que F por su monarquía parlamentaria.
• Los efectos expansivos de la industrialización inglesa, que
desestabilizaban las bases económicas y sociales del AR.
• Comienzo de la declinación austríaca, a pesar de la aparente solidez
del Imperio.

El nacionalismo como nuevo proyecto de legitimación de los Estados


Entre los años ’20 y 40 el nacionalismo, unido al constitucionalismo
liberal, incrementó sus adherentes, especialmente en la juventud estudiantil
35
y en las ciudades. Los avances de la educación popular, la difusión del
periodismo y el acortamiento de las distancias gracias al ferrocarril
contribuyeron a la apertura de nuevos públicos permeables al mensaje
nacionalista.
Con el tiempo si hicieron visibles las tendencias al separación entre
nacionalismo y liberalismo. La crisis de 1848-49 mostró que muchos
nacionalistas levantados preferían conservar parte del pasado imperial a
costa de otros pueblos, como por ejemplo el nacionalismo húngaro que se
manifestaba emancipatorio respecto de Au, pero oprimía a croatas y
eslovenos.
La Europa reestructurada (1815-51)
Las GP no se involucraron en un enfrentamiento armado hasta 1854- 56, en
la guerra de Crimea, a la que siguieron 12 años de continuas hostilidades
en las que participaron las principales potencias excepto R e In. De modo
inverso al anterior, fue un período de tranquilidad social, sin sobresaltos
revolucionarios generalizados, de reformas liberales y de crecimiento
económico. Las 4 guerras que se desencadenaron, rápidas y localizadas,
estuvieron relacionadas con las transformaciones en It y Al.

Unificación Italiana y Alemana


Los condicionamientos externos
Los dos proyectos de unificación fueron el resultado de un plan
deliberado y hábilmente dirigido para transformar reinos menores en
estructuras más grandes que les dieran una mayor capacidad para competir
en la escena internacional. 3 factores facilitaron estos procesos:
• La desintegración del acuerdo posnapoleónico tras la guerra de
Crimea. Au y R se distanciaron.
•In se avocó más a sus asuntos internos y a los coloniales que a los
europeos, donde se preocupó más por una posible hegemonía rusa o
francesa.
• El clima general en Europa se mostraba más favorable que antes a
las reivindicaciones nacionales. Cuanto más al O estaban ubicados estos
pueblos mejor disposición hubo a otorgarles el gobierno propio.
Respecto a la economía, la expansión acelerada del capitalismo desde
los ’60 demostraría la relación directa entre progreso tecnológico, capacidad
militar y capacidad de injerencia internacional. El tendido de ferrocarriles, el
telégrafo, los buques a vapor provocaron una revolución en los transportes y
en las comunicaciones y transformaron, junto a las nuevas armas y los
buques acorazados, las características de la guerra.
Los condicionamientos externos
Pese a las diferencias notorias en ambos procesos, tuvieron
semejanzas en cuanto a los actores fundamentales (Cavour y Bismarck), sus
estrategias, sus objetivos (fortalecer sus respectivos reinos y hacer de ellos
la fuerza aglutinante de la unión) e incluso el mismo enemigo (el predominio
austríaco en N y C de It y en la Confederación Alemana). Además hubo un
tercer actor muy importante: Napoleón III, que zanjó el caminó a los
piamonteses y
36
prusianos en 1859 y 66 y le brindó a Pr en 1870-71 la oportunidad para
culminar con éxito su fusión nacional.

La unificación italiana
La península era desde 1815 un conglomerado Estados en donde sólo
el 2,5% de la población hablaba italiano.
• El reino de Piamonte, gobernado por la casa de Saboya (N).

• La Lombardía, bajo control austríaco (N).


• El Véneto y otros ducados.
• La franja central, bajo el control del papa.
• El reino de Nápoles, gobernado por los Borbones (S).
Aunque la capacidad económica de estos Estados era limitada, superaba a
Au y R. Las limitaciones militares explican la futura alianza de Cavour con
F, ya que esta casi duplicaba la cantidad de efectivos austríacos.
Los intereses económicos promovieron las primeras medidas de unión
aduanera. Sin embargo serían el reino de Piamonte-Cerdeña y su ministro,
Camilo Benso, conde de Cavour, los que dirigirían el programa de
unificación. Este territorio era el más avanzado política y económicamente y
el único donde se mantenía un régimen constitucional que amparaba
derechos
individuales básicos y la libertad económica. Cavour era un liberal
nacionalista y convencido antidemócrata. Recurrió con habilidad tanto a la
diplomacia como a la fuerza, manipulando también los principios
democráticos. Su contribución en la guerra de Crimea le permitió negociar la
paz al lado de las potencias victoriosas.
Conciente de la desintegración de la Europa de la Restauración, buscó
el apoyo de una gran potencia para suprimir la autoridad de los Habsburgo
austríacos. Aprovechando el respaldo de N III a los reclamos nacionales
italianos, en 1858 concertó una alianza secreta con el emperador. La guerra
contra Au al año siguiente fue breve, pero F se debió retirar rápidamente
temiendo por el despliegue de tropas prusianas en el Rin. En It el activismo
fue retomado por los nacionalistas que se levantaron en los ducados
centrales contra las autoridades constituidas sin la intervención del
Piamonte. Allí Cavour se apresuró a arbitrar plebiscitos favorables a la
dinastía saboyana.
Con la retirada francesa, Cavour perdió la iniciativa nacional, siendo
suplantado por Garibaldi y los “camisas rojas”, dispuestos a derribar a los
Borbones de Nápoles y al papa. Cavour recuperó la dirección enviando tropas
y, en aras de la causa común, Garibaldi le allanó el camino. El 26/X/1860
respaldó la consagración de Víctor Manuel II como rey de It. Así, el riesgo de
una mayor participación democrática se había reducido pese a que la
presencia popular no implicara una adhesión mayoritaria a la causa
nacional.
Los intentos de Garibaldi de ocupar Roma, punto central del discurso
nacionalista, fracasaron por la negativa del gobierno central y la oposición
37
francesa a evacuarla. En 1866 la alianza militar con Pr contra Au y la
Confederación Alemana permitió la cesión de Venecia a It. Finalmente, en
septiembre de1870 la guerra entre F y Pr dio la ocasión de ocupar una Roma
desguarnecida, culminando la construcción de It.

La unificación alemana
Desde 1815 Au y Pr compartían su prestigio y poder sobre el conjunto
de reinos, ducados, principados y ciudades libres que integraban la
Confederación Alemana. En este mosaico de 39 Estados el Imperio
austríacos ejercía la preminencia como titular de la Confederación. En el
CdV además había sido recompensado con el control de It N. Sin embargo,
sufría grandes debilidades. Estaba rodeada de pequeños pero pretenciosos
vecinos, y tenía un ejército grande pero heterogéneo. Su vulnerabilidad no
era menor en el plano económico y, consecuentemente, en el militar.
Prusia era la menor de las GP europeas. Había sido beneficiada por el
CdV, incluso con territorios en la Renania. Desde el punto de vista
geográfico, estaba rodeada por vecinos más poderosos militarmente, y desde
el político, la supremacía austríaca era indiscutible. Sus ventajas procedían
del plano económico. En 1818 ya había suprimido las aduanas internas y
desde ’34 amplió la zona de libre comercio a los Estados del N (Zollverein).
Los intereses económicos, favorecidos por un rápido crecimiento, y la
actividad nacionalista configuraron el prestigio y la adhesión a Pr. También
en el ámbito educativo la superioridad prusiana era evidente, encabezando
en 1870 la lista de los países europeos en cuanto a cantidad de estduiantes
y establecimientos primarios y universitarios. Este desarrollo en la
educación fue, junto con la urbanización y la extensión del servicio militar,
un potente forjador del sentimiento nacional.
Hasta el nombramiento de Bismarck como presidente del consejo de
ministros de Pr la causa nacionalista fue parte del programa liberal. Cercano
primero a Viena, terminó convenciéndose de la inevitabilidad del
enfrentamiento con Au, llegando a hacer suya la causa de sus opositores.
Mejorada la preparación del ejército, estuvo en condiciones de usar la fuerza
después de asegurar acuerdos diplomáticos en el terreno internacional.
Sus primeras medidas fueron el aumento presupuestario para
reformar las fuerzas militares. Así consiguió un ejército numeroso luego de 3
años de preparación regular, cambios posibles por una educación primaria
que hacía más susceptible a la población para recibir una formación
acelerada. Un Estado Mayor preparado y eficiente supo incorporar los
adelantos tecnológicos en transporte, comunicaciones y armamento a las
necesidades de la guerra.
El plan del canciller para consumar la unificación consistió de alguna
forma en prepararse militarmente para enfrentar a Au en cualquier ocasión
favorable. La primera batalla fue diplomática (1864-66) y consistió en
desestabilizar la posición de Au en la Confederación, acudiendo incluso a
proponer la elección de la Dieta Federal mediante sufragio universal,
atrayendo así a la oposición liberal.
Paralelamente buscó asegurarse en Europa el aislamiento de Au.
Contó con la neutralidad rusa después de respaldar la represión en Polonia.
In se abstuvo de intervenir. El crucial, aunque precario, acuerdo de 1865
con N III consistió en la aceptación del dominio prusiano de la Alemania N a
cambio de una posterior compensación territorial. Al año siguiente Pr firmó
una
38
alianza con It, su aliada natural contra Au.
La guerra estalló en 1866. Las consecuencias internas y externas
fueron enormes. El conservadurismo alemán más acentuado (los
Hohenzollern, el ejército y Bismarck) se apropiaron completamente de las
banderas del nacionalismo. Las implicancias futuras de la primacía
conservadora, junto con el debilitamiento del liberalismo, tuvieron un
impacto pernicioso en la cultura política alemana.
Por su parte, los Estados del S, aunque fuera de la nueva
Confederación, adhirieron al Zollverein y firmaron una alianza militar con Pr.
Con argumentos nacionalistas, Bismarck terminó rechazando las exigencias
francesas de la compensación territorial.
Una nueva coyuntura favorable en 1870 precipitó la unificación. Al
estallar el conflicto franco-prusiano, los cuerpos legislativos franceses se
apresuraron por votar la guerra, en medio de una creciente atmósfera
nacionalista. En Al, el agravamiento de las tensiones y la reacción de F
activaron también el sentimiento nacional, facilitaron la movilización popular
y la participación del S, hasta entonces renuente a incorporarse a una Al
unida. Las ventajas francesas no pudieron superar la rapidez, el
equipamiento más modernos, el mejor aprovechamiento de la red ferroviaria
y la pericia del Estado Mayor del ejército prusiano, que puso tras de sí a
todos los Estados alemanes, incluidos los del S. En pocas semanas, la
guerra daba fin a un imperio, nacía otro y se completaba la unificación
italiana.

Los cambios en el escenario internacional


Los desafíos piamonteses y prusianos alteraron el sistema
internacional modificando significativamente las estipulaciones del CdV. It
protagonizó el mayor salto: de ser una potencia mediana pasó a ocupar el
último lugar de las 6 GP. Al pasó del último lugar al tercero. Ambas pusieron
en evidencia las pautas que caracterizaban las relaciones internacionales en
el sistema de equilibrio de las GP. Al mismo tiempo, anticiparon novedosas
fórmulas que replantearon las reglas más antiguas:
•Se perfila una nueva regla en el sistema internacional: por encima
del principio de injerencia de las GP se consolidaba el derecho de
autodeterminación de los Estados nacionales.
• Las pretensiones de los Estados menores sólo podían ser posibles
con el respaldo de una GP.
• Elsentido de la oportunidad se generaliza, percibiendo y utilizando
cada ocasión propicia.
• Los vínculos ideológicos entre los Estados, especialmente los
conservadores, pierden vigencia gradualmente frente a las ambiciones
nacionales y a los nuevos desafíos.
• La brecha en el desarrollo económico devaluó el poder de los Estados
que postergaron su modernización (el retraso económico de R y Au hipotecó
su futuro a largo plazo pero siguieron disfrutando del prestigio y capacidad
de acción como GP).
39
Una relativa estabilidad: la era bismarckiana (1871-90)
La coherencia del período puede observarse en que los principales
actores internacionales siguieron atacando los principios del “equilibrio de
potencias”, mientras que no hubo grandes cambios territoriales como en la
etapa anterior.
Lo fundamental para caracterizar la época como “bismarckiana” es la
posición de poder prácticamente inamovible que el ministro gozó hasta 1888
y el ascendiente personal sobre Guillermo I.

Estadistas, conflictos y alianzas


Frente a las preocupaciones por una posible política exterior
anexionista alemana, Bismarck repitió que Alemania era un Estado
saturado, sin ambiciones territoriales. Las recurrentes tensiones entre Au
Hu y R por la cuestión balcánica ponían a Al en el difícil rol de mediador. Al
pasar los años, la evaluación del canciller se hizo más preocupada,
especialmente por el crecimiento de las tendencias paneslavistas de R, a la
que empezó a considerar como una posible amenaza para Europa. La
marcha de los acontecimientos en Europa SE transformó a In en una pieza
cada vez más importante en los cálculos de Bismarck.
Al renunciar en 1890 dejaba como legado el complejo “3º sistema” de
1887:
• La “Doble Liga” (Al y Au-Hu, 1879), ampliada desde ’82 a It.
• El tratado de reaseguro (Al y R, ‘87).

• Acuerdos del Mediterráneo (In, A-H, It y E, ‘87)


Existía una ambigüedad notoria, pues el tratado de reaseguro
contrastaba con la clara orientación antirrusa del primero y el tercero. Este
no era el esquema ideal para Bismarck, que llegó a considerar la posibilidad
de acercarse a R, pero terminó por reconocer que Au-Hu, In e It eran más
“populares” en Al y más convenientes para mantener el equilibrio
internacional. El canciller se sentía más cómodo con la idea de la tríada
imperial (Al, A-H y R), al tiempo que el pragmatismo lo inclinaba hacia
occidente. Esto no impidió una creciente tendencia de las GP hacia la
formación de 2 agrupamientos, ya que en ’90 aparecía cierta la posibilidad
de un acercamiento franco-ruso.

Los condicionamientos de la época


LA PERSPECTIVA “REALISTA” DEL EQUILIBRIO EUROPEO
Detrás de las alianzas de la época bismarckiana seguían en vigencia
algunas normas implícitas pero ampliamente reconocidas por los estadistas.
• La guerra es el último recurso para reajustar el equilibrio entre las
GP. El sentido de la intervención es debilitar la potencia que hubiera
pretendido buscar la hegemonía.
• El árbitro informal. El supuesto básico era que los Estados
40
perseguían sus intereses particulares y al mismo tiempo la conservación del
equilibrio general.
Los “objetos compensatorios”. Las GP que se reconocían como tales

entre sí consideraban a otras regiones y pueblos como de categoría inferior,
susceptibles de ser convertidos en colonias o de ser incluidos en esferas de
influencia, como forma de compensar los desajustes en el equilibrio.
La “inseguridad central”. Ningún Estado tenía tantas fronteras

terrestres con otras GP como Alemania, lo que favorecía cierta tendencia
“paranoica”, reconocida como normal por In, que terminó aceptando el gran
ejército alemán como el equivalente continental de su poderosa marina.

El cálculo de los potenciales


Las grandes potencias se reconocían entre sí como pares, siempre se
supo que esto era una convención diplomática y no un dato de la realidad. El
condicionamiento material de las relaciones internacionales exigía un cálculo
de fuerzas que tradicionalmente se reducía al territorio y los ejércitos, pero
que cada vez más debió tener en cuenta factores relacionados con la
economía política. Aplicando el “índice compuesto de capacidad estatal”
(ICCE), surgido de la combinación de datos sobre tropas activas, gastos
militares, consumo de energía (carbón), producción de hierro y acero,
población urbana y población total; el orden de las 5 GP sería:
• Inglaterra: 32%
• Alemania: 19%
• Rusia: 17%
• Francia: 15%
• Austria-Hungría: 12%
Incipientes tensiones ideológicas
Ningún equilibrio duradero puede descansar en el simple cálculo de
las fuerzas y repetidamente los estadistas europeos habían destacado la
necesidad de contar con un consenso ideológico mínimo que por los menos
diese pautas para juzgar cuándo un gobierno debía ser considerado legítimo.
Sobre esta base había operado Metternich, tratando de revertir la oleada de
reivindicaciones nacionales.
Bismarck y los 3 emperadores creyeron que la oleada occidental podía
ser detenida en el Vístula y en el Danubio. En 1868, sin embargo,
denunciaba indignado el CdV, que se había repartido países y pueblos a su
parecer. Pero para otros casos no dudaba en recurrir al tradicionalismo: en
Europa E sólo reconoció a los “Estados históricos” conducidos por
alemanes, húngaros y rusos, siendo las demás naciones “pequeños pueblos
eslavos”. Esta era una formulación imprecisa que en definitiva pretendía
enmascarar una Polonia dominada y repartida.
Un peligro prontamente advertido fue el hecho de que en las fuerzas
armadas crecía la idea de guerra preventiva, un proceso que amenazaba la
41
primacía de la conducción política frente a los criterios castrenses. Bismarck
retuvo el control de la situación, pero expresó su preocupación al gobierno
austro-húngaro en relación con militares que querían convertir en ofensiva
una alianza que era defensiva. Las obsesiones catastróficas todavía no
habían ganado protagonismo, pero todas las guerras imaginadas (y a veces
solicitadas) daban testimonio de la fragilidad del equilibrio de la “era
bismarckiana”.

Hacia la peligrosa bipolaridad (1890-1914)


Crisis recurrentes y nuevas alianzas
A partir de 1890 el cambio más notorio se da en la dirigencia alemana,
incrementando la agresividad y las apuestas de alto riesgo. Ni Guillermo II ni
los sucesivos cancilleres impusieron una idea directriz clara en cuanto a la
política exterior. Tentativamente en ’90, y cada vez más aceleradamente
desde 1905, Europa entró en la peligrosa vía de la bipolarización que habría
de desembocar en la Gran Guerra.
Hay una serie recurrente de conflictos y temores entre las GP, cada uno
con un peso distinto. Las negociaciones que desactivaron situaciones críticas
o establecieron alianzas fueron las que cumplieron 2 requisitos:
• Que se tratase de conflictos que las elites políticas y económicas no
considerasen “vitales”.
• Que los diplomáticos fuesen capaces de concentrarse en objetivos
concretos, sacrificando otros intereses considerados secundarios o
inalcanzables.

En 1904-07 F, In y R terminaron por considerar que sus rivalidades


coloniales eran relativamente secundarias, logrando constituir la Triple
Entente. Alemania terminó por superar tensiones similares con F e In.
Pero incapaces de aplicar el segundo requisito, Guillermo II, Bülow y
Bethmann-Hollweg se obstinaron en considerar el resto de los intereses en
conflictos como irrenunciables y alcanzables. Además durante años tuvieron
por irresoluble el antagonismo entre F e In y entre R e In. Para muchos
contemporáneos resultó evidente que la peligrosa bipolarización sólo hubiera
sido posible si Al renunciaba a la escalada de la carrera naval con In.
Algunas interpretaciones le han dado un lugar muy destacado a la
conflictividad anglo-alemana en el plano económico y comercial. Sin
embargo, lejos de cerrarse, los dos países realizaban excelentes negocios. Las
respectivas elites económicas no empujaron a sus gobiernos a la guerra.
A partir de ’05 las tendencias a las confrontaciones “irresolubles”
(carrera naval, cuestión balcánica, convergencia franco-rusa, etc.) no fueron
contrarrestadas eficazmente e incluso fueron impulsadas por los gobiernos
de Al, Au-Hu y R. En esas condiciones, creció desmesuradamente la
capacidad de Estados chicos como Serbia para manipular a sus grandes
protectores (que ponían en juego su “prestigio”) dándole a la región balcánica
una notoriedad totalmente desproporcionada con su peso real en el equilibrio
europeo.
Hacia 1912-13 los dirigentes alemanes (resentidos por el
fortalecimiento de la Entente), austro-húngaros (alarmados por los éxitos
42
rusos y serbios) y rusos (deseosos de borrar el recuerdo de la derrota frente
a Japón) terminaron por creer que no debían aceptar ya ninguna mengua a
su “honor” en la región.

Alemania como factor de riesgo bélico “mundial”


Desde fines del s. XVI las relaciones internacionales europeas habían
visto el ascenso y descenso de 2 clases de Estados de posición excepcional en
el equilibrio de las GP:
• Los líderes económicos marítimos, que concentraban las principales
innovaciones científicas y tecnológicas y los negocios más prósperos, sobre
la base de un poderío comercial y bélico de tipo naval.
• Los perturbadores militares continentales, que se mostraban capaces
de convertirse en hegemónicos, acumulando ejércitos y territorios mayores
que los de sus vecinos.
En cada época, las guerras generales implicaban 2 bandos conducidos
por cada una de estas potencias, triunfando por lo general la primera.
A fines del s. XIX el panorama se hizo más complejo. In dudó hasta ’05
sobre si considerar más amenazante a R o a Al, quedando claro que ésta
tenía la novedosa capacidad de poder perturbar los 2 ámbitos al mismo
tiempo. Su desarrollo tecnológico y económico ya estaba superando al inglés
y su flota crecía sin cesar, mientras que su ejército parecía capaz de
derrotar a R, menos impresionante desde la guerra con Japón y la
revolución de 1905.
Tomando como criterio el ICCE, la Triple Entente todavía parecía capaz
de disuadir cualquier aspiración a la hegemonía, aunque la disparidad no
era tan aplastante como en la etapa anterior. En una guerra larga la
población y la superficie territorial sin duda favorecerían a la TE, pero en un
choque breve otras variables podían mejorar las posibilidades de las
potencias centrales. La producción de acero de estas superaba a la de la TE.
La marina alemana era la segunda numéricamente, pero igualaba a la
inglesa y superaba a la francesa y a la rusa en construcción, armamento y
dirección de fuego. En cuanto a los ejércitos terrestres, los mandos
alemanes daban por segura una gran vulnerabilidad rusa.
Si este cálculo “racional” de las fuerzas permitía ciertas dudas sobre la
capacidad de disuasión de la TE, el clima ideológico en las elites decisivas
también se orientaba hacia un mayor riesgo bélico:
• Se desdibujó el concepto normativo de “equilibrio europeo”.
• Surgieronideas que consideraban a la guerra como solución de las
tensiones existentes.
La pérdida del consenso legitimador basado en la idea de equilibrio
A medida que se endurecían las alianzas, las ideas pangermanistas,
paneslavistas y “panserbias” o “yugoslavas” iban logrando más adeptos
influyentes en Al, Au-Hu, R y Serbia. Mientras los pangermanistas difundían
la vaga imagen de una Alemania dominando también Europa E, a costa de
R, los paneslavistas seguían convencidos de la “misión” de liderar a los
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“hermanitos” balcánicos y controlar los accesos al Mar Negro. En Serbia
creció la fuerza de quienes reclamaban para su país el rol que había jugado
el Piamonte, lo que implicaba quitarle a Au-Hu los territorios habitados por
serbios.
A partir de ’09 las propias declaraciones de los gobernantes
comenzaron a reflejar este clima. En este ambiente, quedaron cada vez más
excluidas las viejas reglas del equilibrio.

Una guerra imaginada como solución aceptable


En función del “fatalismo”, militares e ideólogos alemanes y austro
húngaros diseñaron una guerra que creían capaz de superar los fracasos
diplomáticos. Como base filosófica estaba la oferta del “real-idealismo” de la
derecha hegeliana, y la del reciente darwinismo social. Pero lo más atractivo
para muchos resultó ser la posibilidad de un enfrentamiento corto,
preventivo y conservador.
Desde 1905 los mariscales alemanes diseñaron la fórmula de victoria
en el caso de una guerra corta contra R y F, siendo el principal punto débil
la ausencia de alternativas frente a una intervención inglesa.

También cobró fuerza la idea de que era necesaria una guerra


preventiva: con los años R se recuperaría de la guerra con Japón y, dado el
avance de la agitación serbia en Bosnia, se supuso preferible desencadenar
el conflicto cuanto antes.
Una síntesis de los diversos aspectos materiales e ideológicos de la
evolución internacional en 1908-14 permite llegar a las siguientes
conclusiones:
• Los Balcanes se convirtieron en la zona más crítica para las
relaciones entre las GP.
• En Al, Au-Hu, R y Serbia se produjeron las desviaciones más
marcadas de la idea de equilibrio, aumentando la influencia de quienes
aceptaban o deseaban una salida bélica. La responsabilidad de las elites
políticas de estos países fue muy superior a la de In y F, ocupando Al el rol
clave.
• La guerra no era inevitable, pero en vísperas del atentado de Sarajevo
la probabilidad de la guerra era mayor que en las crisis anteriores. En el
plano de la estructura de la política internacional, los Estados no dieron el
salto desde la competencia bélica hacia un nuevo sistema basado en normas
más clara y mecanismos más efectivos para preservar la paz.

Geopolítica: La expansión de los europeos en el mundo


E. Hernández Sandioca

La expansión europea del s. XIX es bien distinta de la anterior


expansión colonial, pese a las frecuentes continuidades. La nueva ola
expansiva que acompañó la expansión económica y cultural se destaca por
su masividad y
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el gran avance tecnológico.
No obstante, la nueva expansión se asienta sobre los espacios y
mecanismos de la vieja colonización comercial capitalista, para ampliarlos y
hacerlos lo más rentables posibles. Llegan así al extremo los territorios
ocupados, y se hacen más complejas y potentes las estructuras de la
explotación, la intervención social y el control militar de las colonias. El
dominio político sobre territorio no europeo alcanzaba en 1800
aproximadamente el 35% del planeta; en 1878, un 67%; en 1914, el 85%
A los viejos imperios coloniales del s. XVI (E y Portugal) y del s. XVII (In,
H y F), se añadieron rápidamente otros (Bé, Al e It), y algunos no europeos
(EU y J).
Desde el punto de vista de los medios tecnológicos empleados, fueron
cruciales en esta nueva fase los barcos de vapor y la quinina para garantizar
la entrada. Llegada la conquista, el papel principal correspondió a las
perfeccionadas y mortíferas armas de fuego (rifles de repetición y
ametralladoras). A causa de ello, los dominios coloniales quedaron más
seguros y más vinculados que nunca con las metrópolis. Fueron muy
importantes las líneas nacionales de navegación regular, el telégrafo
submarino y el ferrocarril, elemento crucial de cohesión política y de
transformación material, que cumplió una importante tarea de extracción
mineral y de materias primas en economías de exportación primaria. En
efecto, juega un papel decisivo la comunicación, y sin duda fueron los
ingleses los que más cuidaron este factor.
La confusión e identificación entre dominio técnico (tecnología
destinada a la guerra, superioridad económica y ampliación territorial) y
superioridad cultural (vigente hasta hoy) se produce históricamente en esta
etapa de inmensa expansión del europeo sobre el mundo.

Características generales de la expansión europea en el s. XIX


En el juego constante de las interacciones entre nuevas o renovadas
metrópolis y sus colonias se proyecta la imagen que se hacen de sí mismo
los europeos al verse reflejados en una realidad exterior.
Al mismo tiempo, con la expansión se multiplica la posibilidad de que
los pueblos sometidos experimenten expectativas de transformación de su
identidad y restituciones nacionalistas. Sin embargo, junto con la
colaboración los europeos, la otra fórmula clásica de actuación entre las
poblaciones indígenas, no son estas las únicas dos formas posibles de la
relación entre colonizador y colonizado. Los intercambios mutuos (bajo la
limitación estructural de servidumbre y dependencia) nunca se limitaron a
esta dual y esquemática forma de relación.
No hay ninguna gran ruptura en el continuo proceso colonial iniciado
hacia 1815. Puede hablarse de dos tramos (1815-73, depresión; y 1878,
CdBerlín – 1904 o ‘12) de un mismo proceso de mundialización de las
economías industriales y sus respaldos financieros, con la correspondiente
difusión de su cultura propia. Lo que hace que los procesos de expansión
económica lleven aparejados distintos mecanismos políticos y den lugar a
respuestas concretas de índole ideológica.
No hay en todo el período una uniformidad política ni administrativa
en la gestión de las colonias. Ni siquiera dentro de un mismo imperio, por lo
general constituido sobre la marcha, puede hallarse una relativa
homogeneidad administrativa. La complejidad de los mecanismos coloniales
45
se vio reforzada por la concurrencia entre imperios y por la capacidad de
resistencia interior, de manera que estos principios combinados deciden los
diferentes patrones a seguir. En función de un único objetivo: no perder la
colonia por:
o Su potencial económico
o Su potencial estratégico
o En la mayoría de los casos, por los dos.
F terminaría optando por propiciar la asimilación para establecer su
propia estrategia administrativa. In se inclinó por la diversidad, arbitrando
maneras específicas de control político para cada colonia, donde siempre
contó con la ventaja de un muy extendido sentimiento de superioridad.
Frecuentemente, cuando los territorios tenían poca importancia estratégica,
la presencia numérica europea era muy reducida, limitándose a mantener el
control militar o asegurar el hinterland de las factorías comerciales, la
exacción tributaria y el orden simbólico y social.
Una característica de gran importancia de la nueva expansión fue que
sus fundamentos teóricos y prácticos no descansan en la esclavitud como eje
del hecho colonial. La abolición legal, no siempre inmediata a la prohibición
de la trata de negros, acontece en el s. XIX, ya sea por razones filantrópicas y
liberales o por razones derivadas de la estricta lógica de la producción. La
otra clave fundamental de la expansión es el libre cambio (free-trade),
doctrina impuesta por In, a quien favorece especialmente.
La abolición, meta ya planteada en el s. XVIII, no fue un proceso fácil.
Poderosos sectores de los negocios coloniales, de las oligarquías locales y de
los gobiernos metropolitanos siguieron durante mucho tiempo aferrados a la
idea imperial mercantilista. Sin embargo, con profundas diferencias entre los
imperios viejos y recientes, la tendencia hacia el doble triunfo del librecambio
y la abolición se impondría claramente tras 1815, siendo una época de
descomposición del régimen esclavista y de colapso de sus circuitos africanos
de caza de personas. No obstante, fue justamente el momento en el que se
hicieron los mayores negocios con la trata de negros.

La hegemonía británica y las nuevas estrategias de colonización


La expansión inglesa en ultramar superó a todas las demás. Las
guerras de finales del s. XVIII introdujeron cambios en la estructura
geopolítica que resultaron muy favorables en su consolidación como
potencia colonial, permitiéndole además conseguir su imperio a un costo
menor al de las otras potencias. La coyuntura de expansión mundial que
impulsa y domina In se vio posibilitada por una inmensa producción en
busca de mercados, una tecnología superior y la creciente demanda de
productos de consumo diario, además del poder naval aplastante, sin rival
hasta el s. XX. Toda la coyuntura está inmersa en un amplio debate político e
ideológico sobre la mano de obra [¿?] que remite en último término a la
abolición.
La 1ªm.s. XIX estuvo dominada claramente por In y por la difusión de
su modelo de expansión y crecimiento. Su única preocupación fue ocupar
cuando le fue posible los espacios dejados por los imperios en decadencia.
Hacia final del siglo, con la tremenda oleada imperialista de los últimos 20
años, el equilibrio de potencias cambió. Otros imperios sólidos (F y sobre
todo Al) rivalizaron con el británico, aunque este consiguió preservar la
supremacía diplomática y geopolítica, complementarias ambas y conseguidas
46
por la doble vía de la superioridad industrial y la difusión y/o imposición de
las nuevas teorías económicas.
La resistencia de otros imperios a esta hegemonía fue bien visible en lo
relacionado con la abolición. A través del Atlántico proliferaron los barcos
negreros clandestinos, amortizados en un solo viaje y destruidos al llegar a
destino. Pero In había impuesto su criterio en el CdV de modo que su flota se
expandió por los mares durante todo el siglo tratando de poner fin a la trata.
Gran parte de las relaciones diplomáticas con E y Portugal, y luego Brasil,
estuvo marcada por el empeño de las potencias de segundo orden por
mantener la esclavitud en las Antillas y en las inmensas plantaciones
brasileras.
Lograda la independencia de la mayoría de los territorios bajo control
español (culminada en 1824) y de Br (‘22), In logró inundar los mercados
latinoamericanos con sus productos (sobre todo tejidos y artículos
domésticos), que se pagaban con trigo, carnes, cueros, cobre, guano, azúcar,
tabaco, café, etc. Junto con las mercancías se instalaron complejos sistemas
de crédito, y en torno del comercio fue creciendo entre los proveedores el
interés por la deuda pública de los nuevos países.
A cambio de su “ayuda” exterior y además de las materias primas que
conseguían, los ingleses cobraron un inmenso prestigio entre los que salían
de la colonización ibérica, despertando veneración por sus formas políticas y
comerciales. En general, el cono sur entero quedó sujeto en un plazo muy
breve a las nuevas condiciones de intercambio, de modo que el comercio libre
parecía imponerse por sí solo y sin competencia visible.

La abolición de la trata y de la esclavitud


Las últimas sociedades en suprimir la esclavitud fueron Cuba, en ’86,
y Brasil, en ’88. En el mantenimiento de la esclavitud habían convergido (ej.
Cuba) los intereses metropolitanos y el miedo racial, sentimiento compartido
por la elite criolla.
No siempre fueron los países donde surgieron las ideas abolicionistas
los que pusieron más énfasis en aplicarlas. Resultó más fácil en un principio
aceptar la supresión del tráfico de esclavos (trata) que poner fin de hecho a
la estructura productiva de la plantación (esclavitud). F se resistió durante
mucho tiempo a abolir la esclavitud luego de haber terminado con la trata
durante la Revolución.
Hasta hacerse visible el declive de la trata desde mediados de siglo, la
razón alegada para avalarla había sido económica: lograr bajos costos en
medios de consumo y en el abastecimiento de materias primas que sólo
podrían conseguirse manteniendo constantemente la llegada de mano de
obra lo más barata posible. Con el tiempo, los argumentos se trasladaron al
miedo a las insurrecciones o revoluciones (siendo paradigmática la de Haití
en 1791) y a la amenaza de un predominio demográfico negro que se
trasladase al político. Inclusive Ho e In mantuvieron en África la mano de
obra esclava y en Asia se implantó de nuevo.
El ritmo y la frecuencia de la abolición se dieron en paralelo a la
imposición de otras formas de trabajo presentes en África, Asia y la América
tropical, donde las condiciones reales de trabajo, severamente coercitivas
pese a su carácter contractual, no se diferenciaron en la práctica del trabajo
esclavo.
47
La definición de los imperios coloniales en el s. XIX
En torno de la plantación azucarera o ingenio y de un comercio con
grandes beneficios volvieron a estructurarse y renovarse en el s. XIX los
antiguos imperios, como lo que quedaba del español en las Antillas. A pesar
de su frecuente resistencia a los modos de gestión inglesas no vieron
reducida la rentabilidad de sus colonias. Sólo en muy pocas ocasiones las
colonias perdieron interés para las metrópolis, exceptuándose aquellas
zonas en las que el suelo se agotó por la explotación destructiva.
El viejo pacto colonial entre las elites nativas o criollas y los
metropolitanos fue debilitándose progresivamente frente a las nuevas formas
de colonización, forzándose en ocasiones al máximo los mecanismos de
control y coerción. Sin embargo, entre la “vieja” y la “nueva” colonización se
establece un continuo ininterrumpido. A través de él se hacen visibles los
nuevos mecanismos de dominio económico, acordes con el grado de
crecimiento industrial y financiero de cada metrópoli y con las prácticas
comerciales propias que rigen el comercio exterior en las colonias.
El ideario completo del librecambio se mostraba como algo más que
una regla de intercambio económico. Era una ideología de fuerza
estructurante que sin embargo no tuvo problemas a adaptarse con el tiempo
a la nueva realidad del proteccionismo sobre las economías nacionales.
En definitiva, parte del “anti-colonialismo” del s. XIX en realidad era
muestra del “anti-mercantilismo”, una condena de las antiguas reglas de la
vida colonial (exclusivistas, monetaristas y esclavistas). La atractiva idea de
un imperio informal (“comercio sin colonias”) y de la posibilidad de hacer un
buen negocio (con implicancias nacionalistas) explican paradójicamente que
luego de medio siglo de éxito relativo del libre comercio se impusiera una
segunda oleada de expansión imperial.
Una nueva forma de pensar las colonias, sin graves ataduras, facilitó
la transición entre una etapa y otra. También se difundió la idea de la “carga
del hombre blanco” de llevar a todas partes los adelantos de la civilización.
Asia y África fueron añadidas en el marco de esta nueva concepción. El
transporte, el armamento, la tecnología y el libre comercio cumplieron esta
tarea en muy poco tiempo.
Cuando fue preciso también se introdujo el mecanismo de la
protección, porque a este no se lo entendía como un mero remedo del
mercantilismo sino como una regulación circunstancial del libre cambio
según las variaciones de la economía industrial.
Fue responsabilidad europea también la introducción en muchas
zonas del concepto de propiedad privada de la tierra, generalmente junto con
la moneda para facilitar la tributación y agilizar los intercambios.
Hubo sociedades metropolitanas en las que la posesión de colonias se
hizo ampliamente legítima. El caso paradigmático es el inglés, con el apogeo
en 1877 con la incorporación formal al imperio de la India. El “culto
imperial” comenzó a revestirse de costumbres y rituales de neta
significación nacionalista, ligada fuertemente al papel del ejército. A ello se
sumó el darwinismo social que, inventando un pasado medieval de
superioridad sajona, sirvió de justificación científica de la guerra y la
conquista colonial.
Mantener las ventajas adquiridas llevó a las GP tanto a constantes
conflictos como a prolijos repartos de las esferas de influencia. Una compleja
red de trazos inestables dividía el mundo en áreas de explotación primaria y
en circuitos de redistribución de mercancías, en redes de captación de la
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demanda y en líneas de mantenimiento de las redes financieras, etc. Con un
ritmo acelerado las potencias coloniales se obligaron a sí mismas a
incrementar la violencia empleada para mantener la “paz” en las colonias. La
militarización de la vida social se convirtió de a poco en una constante
sistemática en los escenarios coloniales.

Espacios y escenarios de la expansión colonial de fines de siglo


Principales espacios afectados por la expansión europea:
En Asia, el Imperio Otomano, extendido por casi todo el N de África,
comenzó su lento derrumbamiento durante el s. XVIII, afectado por la
incapacidad para modernizar la estructura estatal y militar. El resultado fue
la pérdida de territorios y la intervención cada vez mayor de las potencias
europeas.
La India se vio afectada desde el s. XVIII por la presencia británica y en
menor medida de Ho, Por y F; pero los mongoles y la Confederación
Mahratta siguieron controlando amplios territorios. El dominio inglés se
materializó a partir de la represión de la revuelta de los cipayos en 1857.
El Imperio Chino vivió un período de estabilidad durante el s. XVIII,
perturbado por los europeos al comenzar el siglo siguiente, interesados en el
comercio del opio y del té.
En Japón, el control del shogunato por la dinastía Tokugawa desde
1603, a expensas del poder del emperador, apuntaló una sociedad feudal
prácticamente sin contactos con el exterior. Los europeos llegaron en la
2ªm.s. XVIII y lograron la apertura comercial en 1853.
África estaba subdivida en numerosas entidades políticas, afectadas
algunas por el comercio esclavista. En el C y O se constituyeron los llamados
“Estados sudaneses”, entre los que se destacaban el imperio Songay, la
Confederación Ashanti y el reino de Dahomey. En África E se encontraban el
reino de Abisinia, el sultanato de Zanzíbar y el reino de Monomotapa.
En el S fue donde más se manifestó la presencia europea, sobre todo a
partir de conflicto entre boers e ingleses. También se dio allí el reino zulú
creado por Chaka a principios del s. XIX, capaz de poner en jaque a los
ingleses.

Asia y América
En 1757 la East India Company conquista Bengala y en 1784 se le dio
a ésta estatuto colonial. En 1857 sucede el Gran Motín de los cipayos,
finalizando al año siguiente el gobierno de la compañía. En 1877 la reina
Victoria es proclamada emperatriz de la India.
En China, F e In se habían hecho presentes en sus puertos sin dejar
de presionar en el S y R en el N, mientras Al esperaba la ocasión. De la
derrota china en la guerra con Japón en 1894-95 surgió un reparto en
zonas de influencia que quedó reducido a una política de puertas abiertas y
de concurrencia en la penetración comercial. La rebelión de los boxers en
1900 mostró a su vez los límites internos de esa invasión pacífica que
resultaba en extremo ofensiva para los chinos.
En América, EU también se dejó llevar por la nueva corriente
imperialista, ya en los años ’90, si bien en la construcción de su territorio ya
había hecho uso de un “imperialismo interno” contra los pueblos originarios
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y contra México. Ahora mostraba interés por China, sin perder de vista para
ello a Filipinas, y por el control del Caribe, en parte por los intereses
radicados allí y en parte en relación con el canal de Panamá. El primer
afectado por esta estrategia fue el viejo imperio colonial español. Tras la
guerra de 1898, España perdía el control sobre Cuba, Puerto Rico y
Filipinas.
También es la época de la expansión rusa en Asia, llegando a
Samarcanda en ’65 y a Bujara en ’68.

La partición de África
En el s. XIX la ocupación del continente comenzó a ser un interés de las
GP, primero a través de mecanismos de penetración más informales, y luego
con plena incidencia de la ocupación política y administrativa. Esto se dio de
lleno en los años ’80, quedando en dos décadas los 30M km2 del continente
africano prácticamente repartidos entre las potencias.
F fue la pionera en el N de África ocupando Argelia en 1830 para
restaurar la visión exterior del país y alegando una razón trivial. En 1881 el
establecimiento del protectorado francés sobre Túnez simboliza el arranque
de la nueva explosión imperialista siguiendo pautas del CdBerlín ’78.
En ’82 In ocupó Egipto, dando lugar a un proceso de concurrencia y
simetría en el reparto, sólo perturbado por las ingerencias de terceros,
también legitimadas en el CdBerlín de ’85, y que concluiría con el
sometimiento de Marruecos en 1912.
Para Bélgica, combatir la trata, el paganismo y el canibalismo que
practicaban los nativos fue la justificación para adelantarse a franceses y
portugueses en el control del África C. En Berlín en ’85 se le reconocían los
derechos sobre el Congo. Para entonces ya no quedaban prácticamente
regiones costeras por colonizar.
En África E, la costa se había hallado expuesta a invasiones árabes y
portuguesas primero, y luego a las inglesas y alemanas. En este último caso,
las sociedades de colonización y los capitales de Hamburgo hicieron de
Zanzíbar una gran plataforma de exploración. El reparto de zonas de
influencia con In se hizo en ’86.

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