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de pareja
Se describen creencias erróneas comunes que pueden dificultar el buen
funcionamiento de la pareja
Está basado en el libro del profesor Arnold Lazarus: Mitos maritales, editorial,
La amistad pone el énfasis en las necesidades e intereses de dos personas independientes, mientras que
el matrimonio lo pone en la familia (en general).
La amistad supone un clima en el cual todos los sentimientos y emociones se pueden expresar con total
libertad, no afecta a la vida del otro lo que uno opine o sienta sobre temas importantes. En el matrimonio la
proximidad física constante y las responsabilidades compartidas dictan la necesidad de algún grado de
reserva emocional.
Si la amistad es una relación en la cual lo que se puede comunicar va de “A a Z”, en el matrimonio sería
más conveniente que fuera de “A a W”.
Por ejemplo, comentar fantasías sexuales con amigos íntimos de ambos puede perjudicar la relación.
Comentarlas con otros amigos no tendría impacto en la relación en la relación de amistad. El mismo
comentario con un amigo no tendría repercusión en la relación.
Que uno de los miembros tenga una aventura no es algo que sólo ocurre cuando
hay problemas en la pareja. Hay muchas razones y sólo algunas son reflejo de
conflicto o fallos en la pareja. Puede que haya falta de afectividad o deficiencias en
las relaciones sexuales que hagan más probable la infidelidad; pero hay otras como
la curiosidad, o simplemente que se dé la oportunidad y no se dice que no, que no
tienen que ver con fallos en la pareja.
Otras veces son causas individuales las que llevan a uno de los miembros de la
pareja a engañar al otro. Por ejemplo querer demostrarse a uno mismo que se sigue
siendo atractivo y deseable.
La “sinceridad total” en una pareja puede ser mortal a veces. Por ejemplo, aunque
hay una gran variedad en la forma en como se relacionan las parejas, no suele
aceptarse con serenidad el hecho de que la pareja informe de una infidelidad.
Confesar puede ayudar al infiel a encontrarse mejor y a poder perdonarse a sí
mismo, y suele sorprenderse mucho de que su pareja no valore su “sinceridad y
honestidad” y le eche en cara el engaño, reaccionando con mucha emotividad.
Tampoco es tan raro que ocurra lo que recoge el tópico de que “el interesado/a” es
el último en enterarse. Si la persona confía realmente en su pareja y piensa que
él/ella no le engañaría es frecuente que no se dé cuenta de lo que ocurre, aunque
todos los que les rodean estén enterados.
Decir todo lo que le pasa a uno por la cabeza tampoco tiene mucho sentido. Por
ejemplo, si se ve a una mujer muy atractiva y el marido le dice a la esposa que
piensa que le apetecería acostarse con ella, posiblemente reciba un buen
rapapolvo, por un pensamiento que en ningún momento ha creído que tuviera
trascendencia.
Este mito surge de la falacia romántica que supone que la pareja ideal consiste en
una fusión total, dos convertidos en uno solo, todo lo hacen juntos y van juntos a
todas partes.
Insistir en hacer todo juntos supone una presión perjudicial sobre ambos
componentes de la pareja y sobre la relación. No tener actividades compartidas es
negativo para la cohesión.
Debe resultar gratificante el hacer cosas por la otra persona, si no apetece nunca
compartir su tiempo y sus intereses, y si nada de lo que el otro haga por uno se
aprecia o resulta placentero. por mucho esfuerzo que se ponga al final se pasará
factura por el trabajo realizado, y será la relación la que salga perjudicada.
Estar absolutamente seguro de la devoción de la pareja puede llevar a una sutil falta
de respeto, si se piensa que no es necesario hacer nada para seguir conquistando
al otro. Si se considerase que el cónyuge puede atraer a otras personas
seguramente se aumentarán las muestras de interés y afecto para que eso no
suceda. Una ligera “inseguridad” ayuda a mantenerse más cuidadoso del aspecto
físico, más atento y respetuoso con el otro.
Suponer que el hogar es lugar idóneo para liberar las emociones contenidas es un
grave error. Según algunas personas sólo están siendo “ellos mismos” o
“desahogándose”, cuando en realidad están maltratando de palabra (y a veces de
obra) a su pareja y/o su familia.
Hay graves consecuencias por este comportamiento (aparte de las legales), tales
como revanchas por parte del otro cónyuge e incluso el divorcio.
Unido a este está el mito de “un buen matrimonio se basa en el amor incondicional”,
da igual cómo uno se comporte el otro debe amarle por “sí mismo”. Pero las
relaciones de pareja, como cualquier otra, requieren educación y respeto.
MITO 10. “Los buenos maridos arreglan enchufes, las buenas esposas ponen
la lavadora”
Como siempre el problema no es saber hacer o no, sino estar o no de acuerdo con
lo que se hace. Por eso, es conveniente hablar de qué sabe hacer cada uno y lo que
está dispuesto a aprender y si es necesario qué se puede encargar a personas de
fuera para no enredarse en discusiones absurdas sobre lo que uno tiene o no tiene
que hacer según su sexo.
Aunque los hijos suelen suponer una fuente de gran satisfacción para un matrimonio
bien avenido; las responsabilidades de educar y criar un hijo aumentan la presión
sobre la pareja. Si la pareja tiene problemas, la falta de sueño y de tiempo para el
trabajo o el ocio sólo empeorarán una relación ya debilitada.
Suponer que la pareja puede sentirse más unida por tener un hijo es un gran error.
El mismo sueldo por el mismo trabajo, las mismas oportunidades para todos, son
ideas democráticas muy razonables; pero intentar llevar a la pareja (o familia) a un
reparto totalmente equitativo de tareas y responsabilidades es un error.
Este mito está relacionado con el mito del amor romántico, pero además le añade la
“necesidad” del otro, si no se vive en pareja no valen de nada el resto de los éxitos
profesionales y personales, u otras relaciones importantes.
Un buen matrimonio es muy deseable y ayuda a tener una vida plena, pero no es
imprescindible. La idea de que el matrimonio lo es “todo” genera mucho sufrimiento
innecesario.
MITO 14. “Los que aman de verdad adivinan lo que el otro piensa y siente”
Nuevamente este mito se relaciona con el del “amor romántico”. Da por hecho que
la compatibilidad supone “compartir una sola mente”, “estar en la misma onda”.
Hay algo de verdad en que las personas que comparten algún tipo de intimidad
(pareja, amigos, colegas) a veces se entienden sin palabras y perciben los
pensamientos y sentimientos del otro, la palabra clave es “a veces”.
Un matrimonio infeliz es una dura prueba que a veces se mantiene por razones que
nada tienen que ver con el amor y el cuidado que se encuentran en una buena
pareja. Hay muchos motivos de tipo económico, social, religioso, o por miedo a la
soledad, por los hijos, etc. por los que puede merecer la pena mantener un pareja
relativamente infeliz. Para ello, rebajar expectativas y exigencias exageradas sobre
la pareja puede ayudar a reparar una relación deteriorada, pero hay que considerar
que, a veces, es mejor una buena separación que una mala vida en común.
Considerar la felicidad personal por encima de otros aspectos y separarse
solamente porque “no se siente lo mismo” puede ser un error; pero seguir en una
relación de sufrimiento o pelea constante, es también un error.
Lo que hace más desgraciados a los hijos no es el hecho de que sus padres estén
juntos o no, sino las peleas y discusiones que tienen. Cuando se piensa en el
divorcio, hay que tener en cuenta que, a veces, las peleas se prolongan más allá de
la separación y se pueden hacer más duras, con lo que el perjuicio a los hijos
continúa y se puede incrementar.
MITO 16. “Las aspiraciones laborales del marido están por encima de las de la
mujer”
Es asunto de cada pareja valorar qué prioridad se le asignan a las exigencias del
trabajo de cada uno de ellos, no se trata de imponer sino de negociar teniendo en
cuenta las necesidades individuales y las de la familia.
Si uno de los miembros de la pareja quiere dejarlo pero se queda por temor, lástima,
dinero o culpa ¿qué clase de relación queda?
La resistencia a dejar que la pareja se vaya puede impedir que lo haga pero es una
victoria envenenada. Aunque es valiente luchar por la pareja esto sólo compensa
cuando hay dos para hacerlo. No es conveniente permanecer en un lugar donde
uno solamente es tolerado o soportado.
Si hay competencia, cada uno trata de demostrar al otro que es mejor en el trabajo,
con los amigos, e incluso que le supera en el cariño de los hijos. La pelea es
continua y cada uno insiste en sus derechos, con lo cual no hay coalición ni se
buscan soluciones cooperativas cuando surgen desacuerdos, cada uno intenta
ganar en todas las situaciones.
Los polos opuestos se atraen porque las diferencias les parecen divertidas e
interesantes, sobre todo durante la primera etapa del romance, a largo plazo lo que
antes agradaba puede resultar incompatible con las preferencias propias. Por
ejemplo, una persona muy formal puede verse atraída por otra menos convencional,
pero después de los años esa diferencia puede dar lugar a graves discusiones.
Surgen problemas serios cuando los valores no son compartidos, pero también
pueden surgir si las preferencias sobre el ocio y el tiempo libre son siempre
incompatibles.
La idea de que lo que sucede en la pareja no debe comentarse con nadie porque es
una traición a la relación puede impedir que una pareja con dificultades encuentre
solución a sus problemas, e incluso que los relativice y aprenda a tolerar las
dificultades de toda vida en común.
Consultar con un profesional puede salvar una buena relación si ambos están
interesados en ello.
Consultar todas las decisiones de la pareja con la familia de origen puede impedir
que la pareja se constituya como ente independiente.
Pensar que todas las relaciones sexuales de la pareja deben ser siempre una unión
especial y maravillosa, símbolo del amor que se profesan es absurdo. Sería como
comer siempre en un restaurante de cinco tenedores. A veces un bocadillo es tan
satisfactorio y nos ayuda a estar alimentados y felices. Con el sexo es igual, un
encuentro sexual rápido y agradable no necesita velas, flores y poesía, a veces es
más satisfactorio.
Las parejas que aprenden a disfrutar de una variedad de actividad sexual del tipo:
sexo amoroso, sexo erótico, sexo lujurioso, sexo juguetón, etc… suelen tener
menos conflictos y estar más unidos.
1. un poco (5)