Está en la página 1de 5

LA HISTORIA DE LOS PORTAVOCES.

El unicornio arcoíris se posó sobre un fango duro en medio de lo que parecía el cauce seco de
un ancho río. Lo primero que notaron esta vez Rem, Framado, Tremen y Lobo fue la baja
temperatura que hacía en ese lugar. El frío había sido capaz de congelar la poca agua que
debería estar pasando por el río sobre el que se encontraban, dejando un barro firme pero
resbaladizo que les congelaba los dedos de los pies.

Fueron andando hasta una zona un poco más rocosa a unos metros de donde se encontraban.
Al llegar miraron su alrededor para intentar ubicarse. Lo que más destacaba del paisaje era lo
desierto que estaba, con pocos obstáculos para la vista, aparte de los altibajos del terreno.

Esto les permitió divisar a unos 200 metros a un grupo de personas que cargaban con mochilas
grandes. También llevaban ropa de abrigo, así que decidieron acercarse a ellos. Contaron 5
figuras mientras se aproximaban, dos de ellas iban un poco atrasadas y llevaban a la espalda
dos bidones blancos. Uno de los que iban delante se percató de la presencia del grupo y se
paró en seco. Unos segundos después, alcanzó a sus compañeros y le dio a uno en el brazo
mientras con el otro levantaba el dedo señalando.

El desconocido se acercó deprisa a jugadores levantando los brazos como si estuviera diciendo
que se esperasen. Cuando estuvo cerca de ellos, se paró y dejó caer los brazos. Miró para atrás
lentamente como si algo no fuese bien y dio un paso hacia Tremen. Nervioso, se quitó el
pasamontaña que llevaba puesto y se retiró la capucha. Su cara tenía las mismas facciones que
Tremen. Quizás tuviera la piel roja por el frío, pero no cabía duda de que se trataba de la
misma persona. Con el ceño fruncido de confusión, intentó abrir la boca, pero antes de que
pudiera omitir ningún sonido, sus ojos se abrieron de golpe y su mandíbula pareció torcérsele
de una forma antinatural.

Sus compañeros llevaron a tiempo para ver cómo su ropa y su mochila cayeron al suelo
inertes. Uno de ellos se arrodilló palpó las prendas que había en el suelo, para después mirar a
los tres protagonistas atónitos. Detrás suya, uno de los que llevaban uno de los bidones sufrió
el mismo destino. El portador del segundo bidón corrió para intentar frenar la caída de éste,
mientras la otra persona que quedaba le ayudaba. La figura que estaba de cuchillas sobre los
restos de “Tremen” se levantó de golpe y sacó un cuchillo con el que apuntó a los cuatro
jugadores. Cuando se quitó el pasamontañas, éstos pudieron ver que se trataba de una mujer.

- ¿Qué le habéis hecho a Tremen? – Preguntó la mujer


- ¿A quién? – dijo el “verdadero” Tremen
- ¿Qué le habéis hecho a Tremen? – Volvió a preguntar - ¿Quiénes sois? – Exclamó
mirando a los demás, sin dejar que respondieran la pregunta anterior
- Me llamo Framado. Ellos son Lobo y Rem, y él es Tremen – dijo señalando a los demás,
tiritando. Su voz temblada y había pronunciado “Fra-framado”.
- No. No, no puede ser – Dijo la mujer. Se la notaba más tensa, aunque su tono de voz
estaba calmado pero firme – Tu no puedes ser Tremen. Él es Tremen. ¿Qué le habéis
hecho?
- Nada

La mujer echó un vistazo a sus compañeros. Se volvió y esta vez se dirigió a Rem

- ¿Rem?
Una pausa siguió a la pregunta. Finalmente, otro miembro de la expedición miró a los
jugadores. Se acercó a los restos de Tremen y desenganchó la chaqueta de la mochila.

- Poneos esto. ¿Cuánto lleváis sin abrigaros?


- Desde que hemos llegado aquí – Dijo Framado
- ¿Él quien era? – Preguntó Tremen, señalando al otro montón de abrigos
- Un fumigador. Se llama Rem - dijo la mujer mientras el hombre recogía la ropa del
suelo
- ¿Otro Rem? –

El hombre se giró hacia el Rem que acababa de preguntar, percatándose de su presencia.

- Parece que si… ¿De dónde venís? Exactamente


- No creo que os lo podamos decir. Pero yo soy el auténtico Rem. Y ellos el auténtico
Framado, el auténtico Tremen y el auténtico Lobo
- A lo mejor no pueden existir dos a la vez y por eso han desaparecido – Dijo Lobo – No
somos ni el Rem, ni el Tremen, ni el Framado, ni el Lobo que tu conoces. De donde
nosotros venimos, somos los únicos que hay, pero somos nosotros. Parece que aquí
había otros y han desaparecido porque hemos llegado nosotros.

De la boca del hombre salía vaho. Respiraba fatigado, como si el ejercicio mental le hubiera
dejado cansado

- ¿Pero de dónde venís? ¿Qué ha pasado con éstos?


- De otra realidad. No sé qué ha pasado con los otros. A lo mejor ahora mismo están
donde estábamos nosotros antes – La respuesta de Lobo dejó pensando al hombre. –
Creo que ya nos ha pasado antes. Es como algo cósmico.

La mujer, todavía frunciendo el ceño, avanzó hacia Rem y le cogió del brazo. Le acercó a la
ropa que había al lado del bidón, del cual desprendía un olor fuerte

- Abrígate y ponte las botas. ¿Puedes cargar peso?


- Si, claro
- Vale. Casvy, haz el favor de ayudarle a vestirse – El chico del bidón en la espalda tardó
un tiempo en procesar lo que le acababan de decir. Cuando asimiló la orden que había
recibido, dejó el depósito en el suelo y ayudó a Rem a colocarse los gruesos pantalones
que había en el suelo.

La mujer volvió a donde había dejado al hombre.

- Venga, vamos a seguir. Los guías nos sacan mucho y no podemos dejarlos sin refugio.

El hombre se quitó su mochila y la abrió. Sacó un saco y una manta. También abrió la mochila
de la mujer y sacó lo mismo

- Ayuda a ese a vestirse – Dijo a la mujer, refiriéndose a Tremen – A ver si puedo hacerle
algo a estos para que no se congelen. ¿Tu cómo te llamas?
- Yo soy Framado
- Perfecto. Quítate los zapatos y métete aquí – Le dijo tendiéndole un saco de dormir.
Éste obedeció y se subió el saco hasta las axilas.
El hombre sacó un cuchillo, se arrodilló y empezó a cortar la tela que había entre sus piernas.
Después hizo lo mismo con la parte de atrás. Cuando terminó, volvió hacia la mochila y sacó un
rollo de cinta, con el que empezó a rodear la pierna derecha del pantalón improvisado.

- Menos mal que ya quedan pocos kilómetros para andar hoy. Cuando montemos el
refugio intentaré hacerte algo más bonito.

Lobo levantó la cabeza confuso. En la distancia, una silueta recortaba el horizonte, pero no
pareció importarle. Por otro lado, la mujer terminó de vestir a Tremen y le ayudó a colocarse la
mochila. Introdujo la mano en el bolsillo de la chaqueta que le acababa de colocar y sacó una
libreta.

- Tu tarea es coger las banderillas que nos vayamos encontrando – Abrió la libreta y
señaló una columna de números – Aquí debes poner el número de pasos que hay
entre banderas y aquí debes poner el color. ¿Te sabes el código de colores?
- ¿Un código de colores?
- Mierda. Bueno, nos la tendremos que jugar. Igualmente apunta el color de las
banderas y los pasos que hay entre medias. Parece que hoy están siendo colocadas
entre 350 y 400 pasos. Si el número varía, me lo dices. ¿Lo has entendido?
- Creo que si
- Perfecto. No pierdas la cuenta de los pasos, por favor. Cuando cojas una bandera,
guárdatela en este bolsillo – le dijo señalando un bolsillo que tenía en el pecho.

La mujer guio a Tremen hacia donde estaban Rem y Casvy, el chico del bidón, pasando al lado
del otro hombre. Le hizo un gesto con la mano al hombre y al rato éste apareció guiando a
Framado y a Lobo, que ahora estaban envueltos en un saco de dormir roto atado con cinta
aislante.

- Vamos a seguir ya. Ahora sois portavoces, igual que nosotros. Tenemos que seguir las
banderas hasta encontrarnos con los guías. Pasaremos la noche y cuando amanezca
seguiremos caminando. Habéis tenido suerte, ya mañana llegaremos a Agartha donde
podremos terminar nuestra misión. Por favor, cualquier duda que tengáis, hacédmela
a mí o Euken – dijo señalando al hombre – Pero vamos a seguir andando. Si tenéis
preguntas, hacedlas por el camino.

Una hora después, el grupo siguió andando. Le explicaron que en algún momento hace 23
años, el planeta decidió ponerse en guerra consigo misma. El conflicto inicial, una guerra fría
que se basaba en amenazas, se fue calentando poco a poco hasta que llegaron a las armas
nucleares. Fue entonces todo se enfrió. Según los expertos que sobrevivieron, dentro de poco
las nubes de polvo caerían y arrastrarían consigo parte de la atmósfera, lo que provocaría que
el sol calentase el planeta hasta un nivel nunca visto. Por suerte, los supervivientes ya se
estaban preparando para esta situación construyendo ciudades subterráneas.

El trabajo de un portavoz
Ciudades a 8 días de distancia entre ellas. Las bestias les siguen el rastro.

No hay una ruta determinada entre las dos ciudades ni un camino más corto, ya que las bestias
se aprenden los caminos y los sitios donde suelen parar a descansar

En el grupo hay 5 personas en la retaguardia y dos delante. Van separados porque

Los dos de delante son los que saben dónde tienen que ir. Son los guías, los que más cobran en
este trabajo y también el trabajo más peligroso. Siempre llevan un par de horas de ventaja y
van dejando conos en el suelo con un patrón de colores. Además, llevan un interruptor cada
uno, que pulsan en caso de que haya problemas y hace que una luz que llevan el grupo de
detrás se encienda. Van dos porque de día es raro que las bestias ataquen si ven a dos
personas juntas. Los guías se encargan de abrirse paso. Lo logran tirando una tuerca atada a un
pañuelo, que lanzan hacia delante para asegurarse que el sitio donde pisan es seguro. Su
trabajo es también encontrar un lugar seguro para pasar la noche

En el grupo de atrás van los portavoces y dos fumigadores. Los portavoces siguen los conos y
los van recogiendo sobre la marcha. Los fumigadores van desprendiendo un líquido que hace
que las bestias no les puedan seguir el rastro. Ese mismo líquido es también el que utilizan
para prender fuego y estar calientes dentro de la tienda

Los guías de delante van cambiando

Se encuentran con el grupo A cuando éstos llevan ya 6 días de camino, les queda pasar una
noche y seguir andando un día más. Si el grupo b está formado por Edu, Jesús y Fran, cuando
ven al grupo A e intentan interaccionar con ellos, ven que desaparecen dos personas. Esto es
porque esas dos personas estaban en el grupo de atrás, mientras que la otra estaba en el
grupo de delante

Las bestias los llevan hasta un sitio donde aparentemente no hay peligro. Lo que ocurre es que
no encuentran a los guías. Igualmente, como la luz no se ha encendido, ponen el campamento
de todas formas.

Deben llevarle el mensaje al gobernador

Casvy: fumigador

Dalmacia: Portavoz

Euken: portavoz

También podría gustarte