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MamboCAF.

Crónica de un maratón de
encuentros. CAF2023.

Desde hace cinco años reviso cada mañana, sin falta, las historias de Román,
mi hijo, en Instagram.
Por fortuna no dejó de hacerlo porque el pasado febrero publicó: ¡Inscrito en
el Maratón CAF! junto con una inmensa bandera venezolana.
Todo se nublo, me lancé de la cama, literalmente, hacia el cuarto de mi hija
mayor. La desperté efusivamente para que ella confirmara la historia que
acababa de ver. No sabía qué decir, qué pensar, sí sabía que mi vida feliz
estaba desbordada. No me imaginé que venía toda la familia: mi nuera y mis
tres nietos. Pensé que vendría solo porque la logística de viajar de cuatro era
mucho.
Mi hijo Román vive fuera de Venezuela desde hace 5 años.
Entonces, lo llamé. Me comentó que regresaba a su país para correr los 42K;
además, mi nuera Meli corría los 21K. Por si no fuera poco la sorpresa, traía
de invitados a dos corredores dominicanos: Rafa y Yeiri. Recordé con humor
el mantra de mi hijo al entrenar y correr: ¡Vamos al Mambo! Y le dije: ¡Esta
familia se va al Mambo!
Durante días solo imaginaba el reencuentro y la logística para verlo correr. En
cada pensamiento bendecía al MARATÓN CAF porque gracias a este, el
reencuentro familiar tenía fecha y lugar. Mi hija conocería a su sobrino Simón
y yo acompañaría a Román a la carrera.
Llegó el día 0, 17 de marzo, sin palabras los recibí en el aeropuerto. Mi
emoción de madre y de abuela no se opuso a que ese mismo día, los cuatro
corredores, recorrieron la ruta del Maratón CAF en carro para un
reconocimiento previo. A ellos todo les parecía bonito y, la ruta, muy fácil.
Al día siguiente, me preguntaron si podría quedarme con los niños para
descansar, dormir y levantarse temprano para la carrera. Dije que sí. Así que
busqué a mis nietos en casa de la otra Abu, Reyna, puesto que allí se
albergaron los corredores. Me traje a mis nietos a casa con una mezcla de
sentimientos. Por un lado, alegría de estar con ellos después de dos años y,
por otro lado, triste porque yo quería ver a mi hijo y nuera correr como lo
había hecho en el pasado cada vez que él participaba. Les cuento lo que hacía
en cada maratón CAF: me montaba en el metro, me detenía en estaciones
cercanas y salía a la calle a darle apoyo. Yo hacía la media maratón, pero, en
el metro de Caracas. Con mis nietos en casa esta vez no podría hacerlo.
Pero, siempre mi imaginación vuela rápidamente, entonces, les propuse
hacer unas pancartas para darle apoyo a papi y mami. Emocionados,
buscamos papel, marcadores y lo que hiciera falta y, manos a la obra.
Tomando en cuenta las edades de mis nietos de 2, 5 y 6 años, las pancartas
quedaron espectaculares. Era tal mi deseo que les hice una segunda
pregunta: ¿quieren ver a papi y mami correr mañana? Y la respuesta fue:
¡Síííííííííííííí! Abu. Nosotros nos levantamos temprano para verlos.
Ahí tenía que resolver algunas dificultades técnicas: ¿a cuál de los dos
seguimos en la ruta?; ¿Los vemos a los dos en Parque Carabobo?; ¿Voy a la
meta?
Me levanté a las 4:30 am ese domingo 19 de marzo para preparar “las
lechitas”, la forma graciosa como llaman mis nietos a sus teteros y, preparar el
desayuno que me llevaría para todos. A las 6:00 am los desperté. Les dije con
entusiasmo de AbuCAF: ¡Vamos a ver a papi correr! Y sin protestar los tres se
levantaron. Mi nieto de dos años no entendía mucho lo de la carrera, solo
repetía: ¡vamos a ver a papi!. Se vistieron y, como si se tratara de una carrera
de fórmula 1, salimos rápidamente.
Entre cuidar a mis nietos en una ciudad que no les era familiar y la emoción
de volver a ver a mi hijo correr en la CAF, no pensé en avisarle que allí
estaríamos.
Primer paso: subir a mi nieto más chiquito al coche. Segundo paso: caminar
por la Av. Francisco de Miranda desde mi casa, en Chacao, hasta un punto
intermedio con mis tres nietos. Pensé que estaría perfecto a la altura de la
plaza El Indio, un lugar seguro y tranquilo. Mientras caminaba hablaba con
ellos: vamos a disfrutar el maratón, será un día espléndido, es un evento muy
importante.
Mi nieta con su pancarta esperaba a su papi. Esperamos con mucha alegría,
rodeados de gente que hablaba de sus corredores, de la carrera, de la
organización. Un rato muy divertido y para nada aburrido. Conocimos
muchísima gente, que al igual que nosotros, estaban felices de ver a los
corredores de la CAF de nuevo en Caracas. Cuando el primer corredor pasó,
quien resultó el ganador, había pasado un buen rato, pero mi nieta lo
aplaudió con alegría.
Ya eran cerca de las 8:30 a.m. cuando vi que el corredor que venía era mi hijo.
El grupo que los esperaba ya había crecido: amigos y conocidos en el lugar
comenzamos a gritar junto con mis nietos: ¡papi! ¡papi! Mi hijo estaba tan
concentrado en su carrera que al escuchar las porras se paralizó. No imagino,
porque no le dije, que estaríamos ahí apoyándolo. Se detuvo sin importar el
tiempo de carrera y nos abrazó. Y como quedó registrado para la historia en
videos, fue el momento clímax, como de película. Lo mejor fue que mi nieto
Federico se fue corriendo detrás de su papá y yo, pues, corrí detrás de mi
nieto para alcanzarlo. Un momento mágico e irrepetible.
A veces escuchamos de manera incrédula que el deporte une, pero, es la pura
realidad. El Maratón CAF permitió el reencuentro de mi hijo con su ciudad,
con su maratón favorito, el reencuentro de nosotros como familia y la alegría
de vivir un día maravilloso que quedó grabado en “los anaqueles de la
historia”. Si me preguntan qué era más importante para mi hijo, les puedo
confirmar que terminar la carrera. Ahora, sí me pregunta a mí que era más
importante: ver a mi hijo y nietos felices corriendo la CAF en Caracas. Sí,
porque mi nieto Federico también corrió la carrera detrás de su padre, quizás,
un 50% de Chacao. Pido porque tengamos muchos más momentos felices con
la carrera CAF. Y, si a esta fiesta, se unen más corredores internacionales
como Rafa y Yeiris, este par de excelentes corredores dominicanos, qué siga el
Mambo.
Esta crónica termina aquí sin muchos detalles del AfterMambo. Un domingo
de una gran y sólida organización, sonrisas en cada paso dado, abrazos de
triunfos y una fiesta de reencuentros. Un país al que queremos ver siempre.
¡Gracias CAF!

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