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ESCUELA PREPARATORIA NÚMERO CUATRO, JOJUTLA

“2019, a 100 años del asesinato del General Emiliano Zapata Salazar

EDUCACION FISCA II
Mtra. Brenda Acevedo Acosta
1°UNIDAD
FISIOLOGIA HUMANA APLICADA A LA ACTIVIDAD FISICA
Nuestro organismo está formado por un conjunto de palancas óseas capaces de moverse gracias
a la acción de unos motores que recibe el nombre de músculos. El ordenador que guía los actos
que propone nuestra voluntad es el cerebro, que ha sido programado por nuestra experiencia
vital y la herencia genética de nuestros padres.
Pero, ¿Dónde encontramos la energía que permite que el movimiento se pueda llevar a cabo?,
¿Qué sucede en nuestro interior que nos permite hacer un esfuerzo físico?
Básicamente conseguimos obtener energía mediante la ingesta de alimentos y de la respiración.

LA ENERGIA Y LOS ALIMENTOS


Los alimentos, que entran el aparato digestivo por la boca, son sumamente variados, y pueden
ser divididos e diversos grupos:
-Estructurales
-Energéticos
-De soporte
Los estructurales son los que posibilitan que nuestro cuerpo adopte una forma y un volumen,
formado por tejidos, hueso, etc., son equivalentes a los ladrillos, baldosas y materiales que
forman una construcción. En este grupo se encuentran las sustancias minerales que forman los
huesos, las proteínas que forman la masa muscular, la piel… y las grasas, que se acumulan en
las diversas partes del cuerpo.
Los energéticos son básicamente los alimentos que se transforman y se ‘’gastaran’’ para producir
la energía que nos permite vivir (actividad basal), llevar una vida sometida a esfuerzos normales
e, incluso, desarrollar esfuerzos importantes. Estos productos se pueden dividir en dos grupos
básicos: los hidratos de carbono y las grasas o lípidos. Las proteínas apenas poseen función
energética.
Los alimentos de soporte son sustancias que, en pequeñas cantidades, forman parte de los
tejidos, órganos, células específicas, o se encuentran en los líquidos del interior del organismo
sin pertenecer a ningún órgano concreto: actúan como biocatalizadores, acelerando las
reacciones del organismo.

EL OXIGENO: NUESTRO COMBUSTIBLE


De la misma manera que los coches, que para poder funcionar necesitan quemar combustible
por la acción del oxígeno que entra por el carburador, el cuerpo humano introduce oxígeno en el
organismo a través de las vías respiratorias.
LOS RESIDUOS No todo lo que se come y se respira es transformado en energía: todos los
productos restantes van a parar al exterior por las vías excretoras. Estas son tres: la del aparato
digestivo, la de la orina y el sudor y la respiratoria.
El aparato digestivo expulsa por el ano los restos de alimentos no útiles y que no han sido
filtrados de los intestinos a la sangre. La orina expulsa los productos resultantes del filtrado de
la sangre en el riñón. Finalmente, mediante la espiración expulsamos el anhídrido carbónico
(CO2), resultado de la combustión celular.
TRANSFORMACIONES DIGESTIVAS A partir de los elementos ingeridos y de la obtención de
oxígeno, nuestro organismo dispone del aparato digestivo que, junto con el hígado, se dedica a
refinar los diferentes elementos para que puedan transformarse en nuevas estructuras (los
aminoácidos, que servirán para construir nuevas proteínas y estas, a su vez, para formar
nuevos tejidos).
Av. Universidad 102 Col. Centro, Jojutla Morelos, México, 62900, Mèxico,
Tel. (734) 34 20520, 777 329 70, 00, Ext. 3391 / prepa.jojutla@uaem.mx
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Los diferentes elementos de la ingesta se transforman, en el aparato digestivo, en


nuevo combustible que, una vez distribuido por el organismo para facilitar la producción de
energía.
La red de distribución es la sangre a la que se llega por la vía del filtrado que llevan a cabo los
intestinos. Antes de ser distribuida pasa por el riñón que actúa como filtro de las sustancias
duales tóxicas.

LA RESPIRACION
El oxígeno (O2) que tomamos por la boca o por la nariz circula por una serie de conductos hasta
llegar a los pulmones. Allí ocupa el lugar que deja el CO2 residual en la sangre. Estos
“camiones” de O2 son los glóbulos rojos, que lo transportan a rodas las células del organismo
por la “autopista” de las arterias y por las “vías secundarias” capilares.
Cuando el oxígeno se ha quemado en la célula, el glóbulo rojo recoge los productos residuales
(CO2) y los transporta hasta los pulmones, donde cambia por O2 y repite el proceso. El CO2 es
expulsado por la boca o por la nariz, siguiendo la misma vía que el O2, pero a la inversa.

EL CORAZON
El corazón actúa como una bomba que tiene la función de proporcionar la presión necesaria al
sistema de “tuberías” (arterias y venas) que conduce el oxígeno, el agua, las hormonas, las
proteínas, las vitaminas, los elementos energéticos, las defensas, etc., a aquellas partes del
cuerpo que lo necesitan.
A El recorrido de la sangre
La sangre circula por todo el cuerpo por el interior de unos tubos denominados venas (si son
duros) o arterias (si son elásticos). El circuito que completa es el siguiente: en el punto de
partida, los pulmones, la sangre que ya ha dejado el CO2 toma el O2 mediante la molécula de
hemoglobina de los glóbulos rojos. La sangre desciende por las venas pulmonares hasta el
corazón, que la bombea por la arteria aorta hacia todo el cuerpo. Al pasar por los intestinos se
llenará de sustancias de la digestión y, después de dejar en el hígado los hidratos de carbono y
de re sintetizar las proteínas, será filtrada por el riñón. Mientras, ira suministrando el O2 a los
músculos y recogiendo el CO2resultado del ciclo aeróbico. La sangre venosa vuelve al corazón y
es bombeada de nuevo hacia los pulmones para dejar el CO2 y recontar el O2.
B Partes del corazón
El corazón se compone de dos partes fundamentales: la derecha, que moviliza la sangre venosa,
cargada de CO2, y la izquierda, que se encarga de propulsar la sangre arterial.
La sangre que, procedente de todo el cuerpo, viene cargada con Co2, entra a la aurícula derecha
través de las venas cavas. De la aurícula derecha, la sangre pasa al ventrículo derecho. Cuando
se cierra la válvula que comunica la aurícula con el ventrículo, se abre otra, que comunica ese
último con las arterias pulmonares, por donde la sangre se dirigirá a los pulmones para ser
oxigenada. La sangre cargada con O2 accede por las venas pulmonares a la aurícula izquierda y
de aquí pasa al ventrículo izquierdo. Cerrada la válvula que comunica ambas cavidades, la
sangre pasa a la arteria aorta para ser distribuida por todo el cuerpo.
El bombeo de la sangre se produce por una serie de contracciones y relajaciones de las
cavidades cardiacas. La contracción que propulsa la sangre hacia fuera de la cavidad se
denomina sístole, y la relajación diástole.
C El corazón y el esfuerzo
El volumen del corazón humano es variable. El niño tiene el corazón más pequeño que el adulto.
El individuo entrenado lo tiene más grande que el sedentario.

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Hasta hace pocos años, se hablaba del “corazón de atleta” como de una alteración,
porque la hipertrofia era significativa; en la actualidad está demostrado que este aumento del
volumen originado por un entrenamiento constante únicamente provoca una mayor eficiencia
cardiaca.
Éste es uno de los motivos por el que, al iniciar los periodos de entrenamiento, se conceda
mayor importancia a la carrera lenta Para aumentar el volumen de la cavidad antes del aumento
del grosor de la pared.
La incidencia del esfuerzo sobre el volumen del corazón no es la misma. Los esfuerzos de
carácter aeróbico aumentan mas el grosor de la parte izquierda del corazón; los esfuerzos
aerobios, en cambio aumentan más el volumen de la cavidad.
Este es uno de los motivos por el que, al iniciar los periodos de entrenamiento se conceda mayor
importancia a la carrera lenta, para aumentar así el volumen de la cavidad.
d. El ritmo cardiaco
No todo el mundo tiene las mismas pulsaciones. La frecuencia cardiaca varía sustancialmente
según el individuo y la actividad que lleve a cabo. En el esquema podemos observar la frecuencia
cardiaca en reposo y en diferentes edades:
Recién nacido: 135(p/m)
1 Un año: 120 p/m
Seis años: 85 p/m
Catorce años: 75 p/m
Adultos 70 p/

La frecuencia cardiaca en reposo es mucho más baja en deportistas que en personas


sedentarias. La cantidad de sangre bombeada cada minuto por el corazón dependerá
fundamentalmente del ritmo cardiaco, de la cantidad de ella que entre en el ventrículo izquierdo
mediante el movimiento de diástole y de la fuerza de la contracción sistólica.
Del corazón de un individuo normal en estado de reposo que presente 75 p/m, (y que en cada
una de las contracciones expulse por la arteria aorta (0.08 litros) saldrán seis listos de sangre
arterial.
Es evidente que, si se inicia un esfuerzo, aumentaran las necesidades de O2 y de las sustancias
energéticas que necesita el organismo. Por eso, en el sistema circulatorio se producen
inmediatamente unas alteraciones significativas:
-Incremento de ritmo cardiaco
-Distensión de las fibras musculares del corazón
-Aumento de la capacidad de contracción de las fibras del corazón
-Mejora el retorno venoso (el musculo favorece, con constantes contracciones- relajaciones, el
bombeo de la sangre venoso hacia el corazón).
Es necesario prestar atención al segundo y tercer punto. Si el incremento de litros de sangre que
el ventrículo izquierdo envía al sistema arterial no es proporcional al aumento del ritmo
cardiaco, ya que provoca un aumento de volumen de las cavidades del corazón (cabra más
sangre) y se provoca una contracción más intensa (dejara menos sangre residual). Por eso, un
latido del corazón durante un esfuerzo no bombea la misma cantidad de sangre.
Pul/min Vol. I/pul Vol.I/min
Reposo 75 0.08 6
Esfuerzo 150 0.20 30
c. El corazón entrenado y el corazón sedentario
Ya se ha iniciado que el corazón del deportista es más grande que el corazón del individuo
entrenado. Por consiguiente, si en estado de reposo se necesitan seis litros de sangre por
minuto, al individuo entrenado le bastaran 40 latidos para conseguirlos. Mientras que el
sedentario necesitara 75 latidos. El sujeto entrenado bombea 0.15 litros cada vez; en cambio, el
sedentario bombea tan solo 0.08.
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Tipo de L./min L./latido Latido/min


esfuerzo necesarios
Individuo Mirar la T.V 6 0.15 40
entrenando
Individuo no Mirar la T.V 6 0.08 75
entrenando

Si estos dos sujetos realizan un esfuerzo, la frecuencia cardiaca les ascenderá a ambos hasta las
200 pulsaciones. El individuo entrenado conseguirá 0.35 litros encada latido (recordemos que el
bombeo durante un esfuerzo mueve más sangre que en reposo) y el sedentario únicamente 0.20
litros. En consecuencia, en un minuto el primero moverá 70 litros de sangre, mientras que el
segundo tan solo 40.
Si el entrenado y el sedentario se ponen a correr juntos al mismo ritmo, y realizan un trabajo
que requiere 30 litros de sangre por minuto, la frecuencia cardiaca del primero deberá aumentar
hasta 85 pulsaciones, y la del segundo hasta 150.

COMO GENERAMOS A.T.P.


Cuando practicamos cualquier ejercicio, hemos de provocar un movimiento de nuestras
palancas óseas. El movimiento es producido por el acortamiento de las fibras musculares que
forman el músculo, lo que comporta una aproximación o una separación de las palancas.
El acortamiento de la fibra muscular es provocada por la actividad de unas sustancias
(proteínas) musculares denominadas actina y miosisna al recibir el ipulso nervioso y utilizar la
energía que nos proporciona la ruptura de la molécula ATP en ADP+P (adenosín trifosfato en
adenosín difosfato).
Después de esta visión general de los procesos, es necesario conocer la relación entre el
adenosín trifosfato (ATP), que es el compuesto que posibilita la contracción muscular, y los
carbohidratos, grasas y el O2.
Cuando la fibra muscular se contrae, deshace una molécula de ATP y la transforma en una de
adenosíndifosfato (ADP), que carece de la capacidad para provocar una nueva contracción.
La misisón de la glucosa, lípidos (grasas) y del O2 es la de conseguir, mediante reacciones
químicas, que el ADP sea capáz de volver a absorber el fósforo (P) perdido, de forma que se
pueda provocar una nueva contracción del músculo. Es un proceso de transformación de
energía química en energía mecánica.
Nos encontramos en el punto donde es necesario convertir el ADP (molécula inactiva) en ATP
activo. Para ello se cuenta con tres tipos de sustancias energéticas: los carbohidratos, las grasas
y pequeñas cantidades de fosfato de creatina.
Al comenzar el esfuerzo, la rápida necesidad de ATP se resuelve por el fosfato de creatina que el
músculo contiene en reserva. Si la actividad muscular continua, este compuesto se agota y ha
de ser conseguido por otros medios.

Mientras el fosfato de creatina inicia la acción, la glucosa se comienza a romper y forma dos
moléculas de tres carbonos (ácido pirúvico), y libera la energía química suficiente para
resintetizar dos ATP nuevos; inmediatamente este compuesto de tres carbonos (ácido pirúvico)
entrará en la mitocondria celular (“Carburador”), donde se llevará a cabo la “mezcla” con el O2.

La intervención del O2 (glucólisis oxidativa) hará posible la resintetzación de 36 nuevas


molecular de ATP, que permitirán continuar nuevas contracciones musculares.

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