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AMBICIÓN DE PODER

La ambición de poder es un mal que existe en muchas iglesias cristianas. Pareciera

que tener un puesto más alto es el objetivo de muchos para ejercer poder. Estos cristianos

no han entendido lo que es servir a Dios, esto va más allá de tener una ambición de poder

sobre cierto privilegio. De hecho tener un privilegio más alto debería colocar al cristiano en

una posición más baja en el sentido de ser servidor de todos y no que todos le sirvan.

Es sorprendente ver la trasformación de un líder cuando se le otorga poder, inicia

con humildad y el poder los vuelve dictador que dice y no hace, Juez que juzga y nadie lo

juzga, jefe del reino de los cielos y no servidor. Es increíble cómo puede cambiar una

persona con tan poco poder, padeciera que muchos en cargos mayores se han jubilado del

servicio y ahora solo señalan con el dedo lo que se tiene que hacer; a muchos el poder los

enferma, no nacieron para tenerlo ni para ejercerlo. Los verdaderos líderes van siempre a la

par de sus ovejas, dicen y hacen, son humildes y sinceros, ayudan y levantan, no

obstaculizan ni pisotean a los demás siempre están al cuidado del rebaño.

Servir a Dios es un privilegio, un privilegio que no hace a una persona mayor o

menor que otra. Un líder puede ser el mejor predicador, pero ante Dios su servicio sigue

siendo igual que el de la persona que con esmero y un corazón servicial limpia las sillas de

la iglesia donde se encuentra el mejor predicador. “Entonces Jesús, llamándolos, dijo:

Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes

ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse

grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros

será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y

para dar su vida en rescate por muchos.” (Mt 20:25-28).


A todo servidor no le debería de mover el hecho de obtener un mejor puesto o

privilegio, tampoco debería de buscar recompensas en la tierra porque estaría

conduciéndose por un rumbo equivocado. Cuando se sirve independientemente del puesto

en que se haga, debe hacerse desinteresadamente con un corazón humilde y sincero

pensando en lo mejor para los demás. Otro claro ejemplo lo expresa Jesús cuando dice: “El

que es mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el

que se humilla será enaltecido.” (Mt 23:11-12). Jesús muestra el verdadero sentido de servir

expresado en la humildad.

No se debe permitir que la ambición de un falso poder arruine el espíritu de

servicio. El servicio debe hacerse siempre de una forma entregada y humilde, dando lo

mejor para los demás; sirviendo como si fuera el último día de servicio entonces se

disfrutará de lo que es el verdadero servicio a Dios. La ambición de poder corrompe y

destruye, el poder no está en el servicio, es el servicio el que está en el poder y querer hacer

las cosas como Jesús lo ha enseñado. Es Dios el primero que observa el servicio, es Él

quien da los privilegios para servir y no para obtener poder. Él conoce las intenciones con

las que se sirve, por tal razón el servicio se debe hacer lo mejor que se pueda sin ejercer un

poder equivocado que puede llevar a ejercer un mal servicio. No se debe dejar que la

ambición del poder cambie el objetivo de servir, al contrario del poder se debe servir

manteniendo un corazón humilde y sincero delante de Dios. Es importante recordar que

para derrotar la ambición del poder, la clave la humildad en el servicio a Dios.

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