Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de
ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus
propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”, Filipenses 2:3-4.
Dios nos llama a una vida de servicio, y un siervo no mira por sus intereses en primer lugar,
sino por las necesidades de los que le rodean. Por eso no hay un lugar específico de
servicio, porque toda nuestra vida tiene que ser de servicio a Dios. No tenemos un traje de
siervo para ciertas horas del día, o para ciertos días de la semana. El siervo cristiano lo es
las 24 horas del día y los siete días de la semana.
A veces creemos que la iglesia es el lugar para el servicio cristiano, cuando tenemos un
ministerio o responsabilidad de servir a los demás. Esto es verdad en un sentido. En la
iglesia debe haber un orden y no todos pueden o deben predicar desde un púlpito, no todos
pueden o deben ser maestros de jóvenes o niños, no todos son evangelistas, etc. Para que
una iglesia funcione, todos los miembros han de poner al servicio del Señor los dones que
recibieron de parte de Él. Dios nos da dones para servir a los demás, no para nuestro propio
beneficio o disfrute, sino para la edificación de su pueblo. El apóstol Pedro lo deja claro:
“Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como
buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme
a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en
todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por
los siglos de los siglos. Amén”, 1 Pedro 4:10-11.
Por lo tanto:
Todos tenemos uno o varios dones que hemos recibido de Dios. No pongas excusa
de que no sabes hacer nada; tienes algo que ofrecer sirviendo a la iglesia. Si no estás
seguro, pregunta a tu pastor o a alguien que te conozca bien.
Los dones que recibiste no son para lucirte y que otros digan qué bien sirves o haces
cualquier trabajo. Son para ministrar a los demás, para edificación de la iglesia.
Debemos servir y ministrar a otros como buenos administradores, con un espíritu
humilde. No te alabes por lo que haces. ¡Qué triste es ver a algunos recitando y
pavoneándose de todo lo que hacen por el Señor! ¡Cuidado con el orgullo!
Los dones que Dios nos da son regalos de su gracia, no los merecemos.
Si tienes ciertos dones, no pienses que se debe a que eres muy inteligente o sabes
ministrar bien. El poder para servir viene de Dios. Por nuestras propias fuerzas,
sería imposible. Se trata del poder de Dios obrando y capacitándonos para servir.
Todo lo que hagamos para servir a Dios y los demás es para la gloria de Dios como
fin último. No para tu propia gloria o para que te den aplausos.
Al mismo tiempo, necesitamos entender que servir es un estilo de vida. No solo servimos
en la iglesia, sino que en todas las esferas de nuestra vida debemos tener un espíritu de
servicio.
Así que cuando estás cambiando el pañal de tu bebé, estás sirviendo; cuando estás cuidando
y siendo ayuda idónea para tu esposo, estás sirviendo; cuando cuidas los niños de un
matrimonio para que puedan salir a pasear o cenar solos, estás sirviendo; cuando estás en tu
trabajo y tienes que hacer tareas desagradables, estás sirviendo al Señor. Debemos
remangar nuestras mangas y hacer el trabajo sucio, o el trabajo que nadie quiere hacer.
Tenemos que estar dispuestos a servir a los que no pueden recompensarnos.
Servir a Dios es completamente diferente a servir a cualquier otra persona que hayas
servido jamás. Dios se asegura en Su palabra de que podamos entender esto y de paso que
disfrutemos el servicio que le brindamos de acuerdo con Su llamado y propósito (Sal.100:2,
Isa 61:10, 1Cor.15:58).
Las escrituras nos aseguran que hay grandes beneficios o más bien, bendiciones al servir a
Dios:
2. El servicio o servir a Dios, nos ayuda a vencer el egocentrismo y a ser más como Jesús.
En Mateo 25:40 en el marco de su mensaje sobre el juicio final y Su segunda venida a la
tierra, Jesús dijo lo siguiente: “Yo, el Rey, les diré: <<Lo que ustedes hicieron para ayudar
a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como
hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí >>”. El problema con el egocentrismo es
que lleva a la persona a la auto-exaltación, mientras que el servicio a Dios cambia el
enfoque y nos permite ver a los demás como Jesús los ve.
3. El servicio o servir a Dios, es fuente de plenitud de vida. Para nadie es un secreto que
cuando servimos a Dios a través de algún voluntariado, bien sea en la Iglesia o fundación
de ayuda social, nos sentimos ocupados y útiles al usar los talentos que Dios nos ha dado; el
servir a los demás, sin duda, también puede ser la mejor distracción de nuestras propias
preocupaciones.
Pero lo que es realmente motivador y esperanzador es que nuestro buen Dios no llama a los
equipados, Él equipa a los llamados. Dios usó a hombres y mujeres con dudas similares
para cambiar el curso de la historia y sin duda alguna también puede usarte a ti.
Queremos darte las gracias, querido lector, por completar este plan devocional. Oramos por
ti y nuestro deseo de corazón, es que haya sido de bendición para tu vida.