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EL VERTIMIENTO DE LAS AGUAS RESIDUALES

Es importante señalar que toda comunidad genera residuos, tanto sólidos como líquidos. Para
Metcalf & Eddy (1995), el agua residual se define como “la combinación de los residuos
líquidos, o aguas portadoras de residuos, procedentes tanto de residencias como de
instituciones públicas y establecimientos industriales y comerciales, a los que pueden
agregarse, eventualmente, aguas subterráneas, superficiales y pluviales”.
Una vez tratadas las aguas residuales se pueden reutilizar, o reintroducir en el ciclo
hidrológico por evacuación al medio ambiente, este sería el primer paso de un proceso de
reutilización indirecto a largo plazo. Los métodos de evacuación más comunes son: vertido y
dilución en aguas del medio ambiente.
En el Perú, el vertimiento de las aguas residuales tratadas se entiende como la descarga de
un efluente residual tratado sobre un cuerpo natural de agua continental (río, quebradas,
lagos, lagunas) o marítima (mar); de acuerdo al Reglamento de la Ley de Recursos Hídricos
se excluye como agua residual a las provenientes de las naves y artefactos navales.
De otro lado, un concepto sencillo del agua residual la describe como aquellas aguas cuyas
características originales han sido modificadas por actividades antropogénicas que tienen que
ser vertidas a un cuerpo natural de agua o reusadas; y que, por sus características de calidad,
requieren de un tratamiento previo. Todo vertimiento de agua residual en una fuente natural
de agua requiere de autorización de vertimiento de parte de la ANA.
Como se precisa de la Tabla 5.1, y conforme a los registros de autorizaciones de vertimiento
otorgados por la Autoridad Nacional del Agua18, anualmente, se vierte sobre los cuerpos de
agua 433.68 hm3 /año en promedio. Siendo los sectores minería, saneamiento y energía, los
que emiten mayor descarga de agua residual tratada, con 55%, 34.86% y 6.97%,
respectivamente.

El tránsito del agua en las actividades económicas se inicia desde su captación en la fuente
natural, superficial o subterránea (también denominados como agua fresca); para su empleo
es necesario contar con un derecho de uso de agua. En determinadas industrias se realiza un
tratamiento y/o potabilización previa a su empleo. Luego, el agua camina hacia su uso
poblacional o actividad industrial, saneamiento, minero o energético; según sea el caso.

ANA.Calidad del agua en el Perú: retos y aportes para una gestión sostenible en aguas residuales (pág. 61, 62)
Extraído de : http://repositorio.ana.gob.pe/handle/20.500.12543/2806
Análisis del texto

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¿De qué trata el texto? (una palabra
o una frase breve)
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párrafo ¿De qué trata el párrafo? ¿Qué es lo más importante que el autor me está diciendo
(una palabra o una frase sobre el subtema? (oración)
breve)
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Identidad y cultura nacional
Jaime O. Salomón

Exviceministro de Desarrollo e Infraestructura Agraria y Riego del Minagri

Los intereses del Estado se relacionan con la identidad nacional y ellos están sostenidos por
la suma de las culturas de nuestro país, que a su vez amalgama la diversidad de identidades
culturales que definen quiénes somos.

El término cultura (del latín cultus) hace referencia al cultivo del espíritu humano y a las
facultades intelectuales del ser, cual tejido social que abarca las distintas formas y
expresiones de una misma sociedad.

El Perú tiene muchas culturas, cada una mantiene parámetros en común relacionados al
quién soy: idioma, ideas, costumbres, tradiciones, códigos, hábitos, valores, patrones,
conocimientos, normas, gastronomía, danzas, arte, identidad y hasta refranes.

Los poderes del Estado participan activamente en el respeto de la diversidad con principios
de igualdad, fortaleciendo la democracia participativa y, sobre todo, conservando las
características de cada una de las culturas de nuestro país. Se debería considerar también la
participación de todos los actores de nuestras diferentes realidades sociales; ello a partir de la
creación de una instancia pública que permita escuchar a las diferentes culturas, a fin de
lograr políticas de Estado incluyentes. La base del desarrollo está en generar mayor confianza
y unión entre todos los peruanos, y se logrará si alineamos los intereses de las diversas
culturas al bienestar nacional.

Por ello, los gobiernos regionales y locales deben establecer las políticas apropiadas para su
propia realidad, es decir, para la suma de culturas en su contexto geográfico, con el uso
eficiente de los recursos y equipo de colaboradores con competencias personales. Y con ello,
participar con los poderes del Estado para alcanzar políticas perdurables que generen
desarrollo individual, empresarial, social y del país.

Al ser todos parte de una misma nación, el verdadero desarrollo llegará cuando respetemos
nuestras diferencias y asumamos el rol que cada peruano tiene sobre nuestro gran país,
incluyendo la clase política.

Luego del proceso disruptivo de la pandemia, nuestro país será diferente; por lo que junto con
arreglar el tema económico será época de buscar la integración cultural, que permita
implementar una sola identidad y un solo interés nacional. Desenmascarando el problema
lograremos encontrar la solución, permitiendo la generación de una verdadera reconstrucción
social, con reconocimiento de derechos; es decir, con un contrato social con legitimidad y
estabilidad.

Salomón, Jaime O. (2020) APROXIMACIONES: Identidad y cultura nacional


Extraído de : https://elperuano.pe/noticia-identidad-y-cultura-nacional-96892.aspx
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diciendo sobre el subtema? (oración)
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El cambio climático en los bosques del Perú

El informe especial del IPCC (1997) reporta que el Perú es uno de los países de América Latina que se
verá mayormente afectado por las consecuencias de la variabilidad del clima a escala estacional e
interanual, y particularmente por eventos El Niño (ENSO), ya que la mayoría de su producción depende
de los extensos ecosistemas naturales con que cuenta. Según MINAM (2009), en el Perú los impactos
del cambio climático, son observados principalmente en los patrones de lluvia, elevación del nivel del
mar, reducción de los glaciares, presencia de olas de calor y aumento en las temperaturas, lo que
intensificaría la expansión de plagas e incendios forestales; se modificaría la frecuencia e intensidad del
fenómeno El Niño y ocurrirían una posible sabanización de los bosques amazónicos (con lo cual se
podrían emitir millones de toneladas de CO2 a la atmósfera), la reducción de la biodiversidad y un
mayor riesgo de extinción de numerosas especies de flora y fauna.
Algunos de los impactos o cambios identificados ya se vienen observando, por ejemplo, en relación al
régimen de precipitación se han registrado aumentos y disminuciones bruscas en las regiones de
Loreto, Huánuco, Ucayali, San Martín, Madre de Dios, Apurímac y Cusco, expresadas en las sequías
extremas del 2005 y del 2010 en Loreto y en la Amazonia brasileña, seguidas de inundaciones nunca
antes vistas.. Este cambio en el régimen de lluvias pone en grave riesgo la economía del país, basada
en actividades que dependen directamente del clima, como la agricultura y la pesca, y la funcionalidad
de los ecosistemas que sustenta la sostenibilidad de estas actividades productivas.

El aumento del nivel del mar, si bien es cierto puede afectar la disponibilidad de agua potable y dañar
la infraestructura a causa de las inundaciones, presentaría también un impacto directo sobre los
ecosistemas de manglares en la costa norte del Perú, como los que se reportaron durante los eventos
extraordinarios El Niño (1982-83 y 1997-98), donde el río Tumbes presentó un caudal medio anual de
500 y 300% más de lo normal, respectivamente, transportando sedimentos que colmataron los esteros
(Huerta, 1997 & INRENA, 2007) y redujeron el hábitat de sus poblaciones de crustáceos y moluscos,
produciendo además la muerte de los mangles por el bloqueo e inundación producto de las mareas
(Malca, 2005). El IGP (2013), basado en varios estudios, manifiesta que si bien los ecosistemas de
manglares son por naturaleza resilientes ante variaciones ambientales, se estima a grandes rasgos que
el cambio climático global, principalmente a través del aumento del nivel del mar, podría producir una
pérdida de área de entre 10 y 15% hacia el año 2100.

Por otra parte, el aumento de las temperaturas y la disminución del agua del suelo pueden empeorar la
sequedad del ambiente en épocas de ausencia de lluvias lo cual crearía condiciones para incendios
forestales e intensificaría los brotes de plagas y enfermedades. El descenso en la disponibilidad de
agua del suelo y la destrucción irracional de la Amazonía, para obtener madera o ampliar tierras
agrícolas y ganaderas, podría convertirla, en unos 20 años o más en una gran sabana tropical (MINAM,
2012).

Al respecto, es importante destacar que estudios científicos coinciden en que los procesos de
deforestación acompañados de la implementación de algunos monocultivos y la pérdida del potencial
de las fuentes de agua (p. ej. cabeceras de cuenca que vienen siendo degradadas), pueden llevar a la
Amazonía a un proceso de sabanización. Esta información se torna más relevante si tenemos en
cuenta que, según los modelos climáticos tradicionales, los bosques amazónicos son responsables del
reciclaje de más del 50% de la precipitación de su cuenca por el proceso de evapotranspiración, y la
pérdida de su masa boscosa resultaría en una reducción de la cuenca entre 15 y 20% (Bunyard y
Herrera, 2012). Esto a su vez conduciría inevitablemente a la desertificación o sabanización de la
región occidental de la cuenca, con catastróficas consecuencias ambientales, políticas y sociales para
los países que la comparten.

Según cifras del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), si la tendencia de incremento de la


temperatura se mantiene, en el año 2030 un 60% de la selva amazónica podría estar en peligro de
desaparecer. Eso significaría perder más de la mitad del bosque tropical más grande del mundo, el
mayor sumidero de carbono y la más importante fuente de bienes y servicios ambientales del planeta.
Con su deforestación se podrían liberar entre 55 500 y 96 900 millones de toneladas de dióxido de
carbono, lo que equivale a la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten a nivel mundial en
dos años.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura Roma (2016) Los bosques y el cambio
climático en el Perú. Pag. 17. Extraído de: http://www.fao.org/3/a-i5184s.pdf

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