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1. La Escritura nos dice que la disciplina del Señor probará que somos hijos de Dios (v.
7), pues, DIOS NO DISCIPLINA A LOS QUE NO SON SUS HIJOS, «si soportáis
la disciplina, Dios os trata como a hijos».
2. La Biblia afirma que «viviremos» (v. 9), es decir disfrutaremos la vida cristiana
espiritual, porque la disciplina del Señor no tiene resultados negativos.
3. El Señor afirma que recibiremos provecho (v. 10), ya que la disciplina del Señor es
«para lo que nos es provechoso».
4. En el v. 10 del mismo pasaje, el Señor expone otro resultado de la disciplina del
Señor, afirmando que la disciplina ayuda «para que participemos de su santidad»;
esto es pureza moral, y más consagración a su causa.
5. Además, la disciplina del Señor produce fruto apacible de justicia (v. 11), rectitud y
corrección de conducta moral y espiritual.
LA DISCIPLINA DE LA IGLESIA
En el libro de Mateo, nuestro Señor mencionó dos asuntos importantes sobre la
Iglesia:
El Señor también tiene algo que decir con respecto a aquel que cause divisiones
entre los hermanos. En Tito 3:10-11 se nos dice que tal persona debe ser
desechada, pero no sin antes hacer dos amonestaciones previas tratando de
persuadirlo de su error.
LA DISCIPLINA PERSONAL
El Señor se dirige específicamente al siervo del Señor: (I Cor. 3:10b) «cada uno
mire cómo sobreedifica» tenga cuidado de lo que hace para la edificación de la
iglesia.
Más adelante, el Señor agrega en II Timoteo 2:15, «Procura con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse,
que usa bien la palabra de verdad». No sólo hay disciplina para aquel que enseña
doctrina equivocada, sino también para aquel que no enseña toda la verdad.
El apóstol Pablo también afirma en I Cor. 9:27 – «golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre», ser muy vigilante de su conducta personal ante Dios y ante los
hombres.
En el Antiguo Testamento sabemos de un joven llamado Daniel (Daniel 1:8),
«Daniel propuso en su corazón no contaminarse».
Otro ejemplo es José, léalo en Génesis 39:8-9. Dios quiere que asumamos
responsabilidad en nuestro ministerio y en nuestra vida personal como creyentes
en Cristo.
Así mismo, se enfatiza el deber de los padres para con los hijos. Las referencias
de Deuteronomio 4:9-10: 6:7-9; Efesios 6:4 y otras más, en cuanto a la disciplina
a los hijos, se podrían resumir de la siguiente manera: