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Antonio A.

Gómez Yebra (editor)


Antonio A. Gómez Yebra, extremeño de nacimiento, lleva cincuenta
años vinculado a Málaga, en cuya Universidad es Catedrático de Li- Patrimonio literario andaluz (V)
teratura Española, y dirige desde 1987 el Curso de Literatura Infantil y
Juvenil que entonces creó.
Es el investigador principal del Grupo de Excelencia 0159 HUM, de la
Junta de Andalucía, “Recuperación del Patrimonio Literario Andaluz”,
que se preocupa por sacar a la luz y analizar la creación literaria de
los escritores nacidos o afincados en Andalucía desde la Edad Media
hasta nuestros días.
Se trata de un reconocido autor de obras destinadas a niños y jóvenes,
en todos sus géneros (poesía, narrativa y teatro), habiendo editado,
hasta el momento, 84 libros. Sus poemas suelen aparecer con fre-
cuencia en libros de texto de Primaria, Secundaria, Bachillerato, y de
español como segunda lengua, sí como en antologías y revistas de LIJ.
Ha publicado asimismo poemarios y relatos para el público adulto, y
efectuado encuentros y recitales en numerosos centros de estudios, y
en universidades españolas y extranjeras. También lo ha hecho en los
Institutos Cervantes de París, Londres, Tánger, Nueva York, Lyon, etc.
Asiduo en Congresos y Jornadas literarias a lo largo de toda España,
ha participado también en Encuentros Internacionales y en Conferen-
cias en París, Londres, Basilea, Zúrich, Ostrava, Catania, Ginebra, etc.
Así como en las Universidades de Riverside, Duke, Screeps College,
Greensboro, etc.
Como investigador, ha prestado especial interés a la obra de los poe-

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Patrimonio literario andaluz (V)
tas del 27, especialmente Jorge Guillén, a quien trató entre 1977 y
1984, y sobre cuyo último libro escribió su tesis doctoral. También ha
estudiado la obra de autores como Fernán Caballero, Salvador Rueda,
Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, E. Jardiel Poncela,
Miguel Hernández, Ramón J. Sender, Miguel Delibes, Juan García Hor-
telano, Gloria Fuertes, Camilo José Cela, José Antonio Muñoz Rojas,
Alfonso Canales, María Victoria Atencia, etc.
Ha escrito también textos para catálogos de pintores, escultores y
fotógrafos, y ha sido comisario en varias exposiciones, habiendo pu-
blicado un libro sobre el desnudo en la pintura. Fue el Pregonero de
la Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del San-
to Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros, y María Santísima de la
Amargura Coronada (Zamarrilla), de Málaga, en 2008.
Coordina la actividad “Versos en Unicaja”, en la que participan cientos
de jóvenes estudiantes en centros de Secundaria y Bachiller de Mála-
ga. En ella se estudia y lee la obra de los poetas más importantes de
la poesía hispánica.
Es, además, el coordinador del Premio de Narrativa Infantil “Ciudad de
Málaga” desde su creación en 2010. Y ha dirigido tres colecciones de
poesía infantil.
Ha sido “Escritor del año en Málaga”, 2008, y “Estrella Feniké” en
2014.
PATRIMONIO LITERARIO
ANDALUZ (V)
Antonio A. Gómez Yebra (editor)
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de esta obra, ni de las opiniones expresadas en la misma.
La enfermedad de la rabia en el
cancionero de Santa María de El Puerto
de Alfonso X El Sabio
(CSM 372 y 393)1
Antonia Víñez Sánchez
Juan Sáez Durán
Universidad de Cádiz

1
El conjunto de Cantigas de Santa María conocido como Cancionero
de Santa María de El Puerto de Alfonso X el Sabio ha sido intermiten-
temente protagonista de la atención de algunos investigadores como
foco de interés, sobre todo, para la documentación histórica de la zona
del Guadalete ya desde los tiempos en que Alfonso era infante hasta el
momento de su muerte. La misma delimitación del corpus es un asun-
to, todavía, sin resolver, pues si se admiten generalmente veinticuatro
composiciones del ciclo portuense2, Jesús Montoya –su editor y estudio-
so más persistente- añade una más3 y Joseph T. Snow reclama veinti-
siete: veintitrés milagros narrativos más las cuatro cantigas de loor de
la secuencia4. Debemos al primero la transcripción y estudio de la edi-

1  Este trabajo forma parte del Grupo de Investigación HUM725 de la Junta de


Andalucía y del Proyecto de investigación “Pragmàtica de la literatura medieval”
(ref. 2014SGR51) de la Generalitat de Catalunya.
2  Para W. Mettmann son veintitrés. Cf. el vol. I de su edición Alfonso X el Sabio.
Cantigas de Santa María, vol. I, 1986, Madrid, Castalia, p. 11.
3  Si bien en un trabajo anterior había considerado solo las veinticuatro tradicio-
nalmente aceptadas. Cf. Montoya Martínez, J.: “Datos para la historia del Puerto
de Santa María”, Cuaderno de Estudios Medievales, VI-VII, 1981, p. 141 [1].
4  Snow, J. T.: “Alfonso X, cronista lírico de El Puerto de Santa María”, Alcanate.
Revista de Estudios Alfonsíes, vol I, 1998-1999, pp. 31, 36 y ss. Se trata de una am-
pliación de su ya clásico artículo “A Chapter in Alfonso X’s Personal Narrative:
The Puerto de Santa María Poems in the Cantigas de Santa María, La corónica,
VIII, 1979-1980, pp. 10-21. Excluye la c. 328, que es el prólogo –“introducción” dice
el autor- del “Cancionero del Puerto”, p. 32 y [10].

17
Patrimonio Literario Andaluz (V)

ción facsímil del Cancionero publicada en 2006, si bien había editado el


conjunto en 1998/995 incluyendo las cantigas, según la enumeración de
Walter Metmann6, 328, 356, 357, 358, 359, 364, 366, 367, 368, 371, 372,
375, 376, 377, 378, 379, 381, 382, 385, 389, 391, 392, 393, 398/99, añadien-
do la nº 124 aunque ni en su epígrafe ni en el texto hace referencia a la
advocación de Santa María de El Puerto, rasgo que caracteriza a todas
las demás7.
De los cuatro manuscritos en los que se conservan las composiciones
marianas8, es en el último centenar de composiciones del códice I.b.2 de
El Escorial (E), también denominado “Códice de los músicos”9, donde
aparece este conjunto, localizado entre los números 328 al 39810. Se trata
de un códice extenso de 416 composiciones con anotaciones musicales,
rematado con cierta celeridad, por el hecho de que repite siete milagros
(números 373, 387, 388, 394, 395, 396 y 397)11, al tratar de concluir un

5 En Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, Montoya Martínez, J.: “Cancionero de


Santa María de El Puerto. Edición, Traducción y Notas”, vol. I, 1998/99, pp. 117-
275, que citaremos en adelante como ”Cancionero”. Montoya Martínez, J. (ed.):
Cancionero de Santa María de El Puerto (o Nuestra señora de los Milagros) mandado
componer por Alfonso X El Sabio (1260-1283), Estudio, transcripción y traducción
de-, El Puerto de Santa María, Excmo. Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.
Concejalía de Cultura, 2006. Lo citaremos por CSMP.
6  Seguimos para todas las referencias a los textos la edición de W. Mettmann:
Alfonso X el Sabio. Cantigas de Santa María, 3 vols., Madrid, Castalia, 1986-9, que
citaremos como CSM.
7  El autor justifica su inclusión “porque el lugar donde ocurre está descrito como
luego se hará en la núm. 328”, “Cancionero”, p. 117 [1] y 272 [110]. Remite a “El
decapitado parlante: CSM 124 (“El ‘mandado’ para ir a tierra de moros”), Homenaje
a Tomás Quesada Quesada, Granada, Universidad de Granada, 1998, pp. 457-464.
8  Para un acercamiento a la descripción de los mismos, puede verse Bertolucci-
Pizzorusso, V.: “Cantigas de Santa María”, en Tavani, G.-Lanciani, G. (eds.): Dicio-
nário da literatura medieval galega e portuguesa, Lisboa, Caminho, 1993, pp. 142-7.
9  Así llamado por las viñetas con representaciones de distintos personajes, in-
térpretes acompañados de instrumentos musicales en la primera cantiga y las 40
de loor.
10  Se conservan bastante bien ya que solo la 364 tiene una laguna de seis versos
y a la 398 le falta el epígrafe, y todas se presentan con su melodía.
11  Probablemente, como afirma Snow, (“Alfonso X, cronista”, p. 32 y [9]) porque
el scriptorium atendía con más detalle la elaboración del códice rico, cuya segunda
parte, hoy códice de Florencia, queda incompleta. Véase la nota siguiente.

18
Varios Autores

proyecto que abarcaba 400 cantigas (más la 401 de petiçon) y en el que


debían de faltar algunas12.
El número de cantigas del ciclo supera a las composiciones dedica-
das a otros santuarios, como los de Monserrat, Vila Sirga, Salas, Tudía
o Terena (en Portugal), llamados “santuarios mayores” por Anthony J.
Lappin13, siendo el propio rey protagonista de una decena de ellas, lo
que confiere a este cancionero un sello particular en relación al víncu-
lo que mantiene con este enclave geográfico y que empieza por la fun-
dación de la villa Santa María do Porto, antigua Alcanate (Al-Qan ir)14,
cuya iglesia fortificada se conoce, desde finales del siglo XIV, por Castillo
de San Marcos15, edificándose sobre una antigua mezquita del siglo XI y
concluyéndose en 127016. A partir de 1272, coloca el rey para su defensa

12  Tanto T (Manuscrito de la Real Biblioteca de san Lorenzo de El Escorial T.I.1)


como F (Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia B.R.20) quedaron in-
acabados.
13 En The rôle of visions in the cult of saints of medieval Spain, Tesis Doctoral, Uni-
versidad de Oxford, 1996, citado por Parkinson, S.: “Santuarios portugueses en
las Cantigas de Santa María”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, vol. I, 1998-99,
p. 44. Distingue, además, 27 santuarios menores. Una relación completa que in-
cluye Rocamador, Chartres o Soissons, entre otros, en el Estudio histórico, crítico y
filológico sobre las Cantigas de Santa María del Rey don Alfonso el Sabio, del Marqués
de Valmar, Madrid, 1897, Real Academia española, 2ª ed., pp. 145-157.
14  “Aldea de los arcos o de los puentes”, según L. Torres Balbás, quizá por un
antiguo acueducto romano, “La mezquita de Al-Qan ir y el santuario de Alfonso
X el Sabio en el Puerto de Santa María”, en Al-Andalus, VII, 1942, pp. 151-2 y [1].
Sin embargo, M. Asín Palacios cree que ‘Alcanate’ se refiere al plural de Alcaná,
es decir, los canales, por la abundancia de canales de agua salada en las salinas de
esta comarca. Cf. Contribución a la toponimia árabe en España, Madrid-Granada,
CSIC, 1944, s. v. ‘Alcanate’.
15  Torres Balbás, “La mezquita de Al-Qan ir”, p. 417.
16  Según R. Gómez Ramos, las obras comenzarían hacia 1265, reforzando el
carácter defensivo del Puerto de Santa María con una “inmejorable situación geo-
gráfica, próxima al Guadalquivir y, al propio tiempo, tan cercana al Océano como
al Mediterráneo”, en Las empresas artísticas de Alfonso X El Sabio, Sevilla, Excma.
Diputación Provincial de Sevilla, 1979, p. 159.

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Patrimonio Literario Andaluz (V)

al frente del castillo-fortaleza a la recién creada Orden de Santa María de


España17.
Hay acuerdo en considerar el destacado lugar que ocupa este cancio-
nero en el conjunto de la producción mariana del rey y el particular inte-
rés del mismo por su valor documental de la historia de la zona del Puer-
to de Santa María, ya que las composiciones, como recuerda Vicenç Bel-
trán, “abundan en información sobre el repoblamiento y, en especial, la
construcción de la iglesia; y nos cuentan precisamente aquellas anécdo-
tas que los cronistas desestimaban”18, lo que derivaría en el problema de
su datación19, constituyendo este grupo un auténtico imán para un buen
número de historiadores que, desde hace décadas, argumentan con sus
versos como testimonios de peso20, debido, quizá, a la naturaleza hagio-
gráfica del género frente a otras manifestaciones líricas, como las canti-
gas de escarnio y maldecir, valoradas en mucha menor consideración o
más difíciles de entender.
La Primera Crónica General de España narra la conquista del territo-
rio por pactos o pleitesía, incluyendo entre los enclaves de Jerez, Medi-
na, Alcalá, Vejer, Cádiz, Sanlúcar, Arcos, Lebrija, Rota, Trebujena et
Sancta Maria del Puerto, que ya desde finales de 1248 o principios de

17  También llamada ‘de la Estrella’. El 16 de noviembre de 1272 se nombra al


infante don Sancho en una carta a la Catedral de Santiago “alférez de Santa Maria
et almirant della su cofradía de Espanna”, en Torres Fontes, J.: “La Orden de Santa
María de España y el Monasterio de Santa María la Real, de Murcia”, Alcanate.
Revista de Estudios Alfonsíes, vol. II, 2002-2001, p. 86. El texto de esta ponencia se
basa en la publicación del mismo autor: “La Orden de Santa María de España”,
Anuario de Estudios Medievales, 11, 1981, pp. 795-821. El futuro de la Orden, pese
a su constitución ad modum Calatravae y su adscripción a la Orden del Císter no
parece que satisfizo las exigencias del papa Nicolás III (p. 91).
18  V. Beltrán en “Tipos y temas trovadorescos V. Para la datación de las Cantigas
Alfonsíes: El ciclo del Puerto de Santa María”, en Revista de Literatura Medieval,
nº 2, 1990, p. 166.
19  Añade Beltrán: “la relación de las Cantigas de Santa María y los hechos his-
tóricos es susceptible del tratamiento opuesto: la datación del magno cancionero
alfonsí, de la que estamos, aún, escasamente informados”, Ibídem.
20  Es obligado recordar los trabajos de Hipólito Sancho de Sopranis: “La incor-
poración de Cádiz a la Corona de Castilla bajo Alfonso X”, Hispania, IX, 1949, pp.
355-386 y “la repoblación y el repartimiento de Cádiz por Alfonso X”, Hispania,
XV, nº 61, 1955, pp. 483-539, verdadero referente del tema.

20
Varios Autores

1249 pagan parias y tributos al rey Fernando III21. A su muerte, parece


que regresa la inestabilidad a la zona, lo que explica la campaña del rey
Alfonso X en la primavera de 1253, cuyo objetivo era el sometimiento de
los musulmanes, sobre todo, de Jerez, entonces en régimen de protecto-
rado. La presencia castellana en Jerez y en la zona del Guadalete se pro-
duce, pues, desde esos años, con la permanencia de la población mudé-
jar, aunque es con la expedición a Salé, en el verano de 126022, cuando
se lleva a cabo un esfuerzo encaminado a la repoblación del Puerto y
Cádiz: “Detrás de estas operaciones por el control castellano sobre Jerez,
la Bahía y la isla de Cádiz –afirma Manuel González Jiménez- había una
intención de más largo alcance. Se pretendía, claro está el dominio de
un territorio de alto valor económico y estratégico. Con ello se garanti-
zaban ingresos fiscales más que sustanciosos y la seguridad del flanco
sur de Sevilla”, si bien el verdadero objetivo estaba al otro lado del Estre-
cho: la cruzada del norte de África o fecho de allende23. De este modo,
toda la zona del Guadalete se constituye como nueva delimitación de
una segunda línea fronteriza24. La documentación revela el énfasis del
rey castellano en fortalecer la defensa de la comarca del Guadalete en
los años siguientes al saqueo de la plaza magrebí por lo que puede afir-
marse que “la ocupación castellana de la zona comprendida entre Jerez

21  Seguimos los estudios del mayor especialista en la reconquista y repoblación


de esta zona, Manuel González Jiménez. Y de entre sus diversas publicaciones,
sobre todo: “El Puerto de Santa María en tiempos de Alfonso X (1264-1284)”,
Gades, nº 9, 1982, pp. 209-242; “La obra repobladora de «Alfonso X» en las tierras
de Cádiz”, en VV.AA.: Cádiz en el siglo XIII. Actas de las Jornadas Conmemorativas
del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio, Cádiz, 1983, pp. 7-20 y “Una
«noble çibdat e bona»: fundación y poblamiento de El Gran Puerto de Santa María
por Alfonso X El Sabio”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, vol. I, 1998-99, pp.
19-28.
22  Es frecuente encontrar la confusión entre este evento y la propia conquista de
la ciudad; así en Sancho de Sopranis, “La incorporación”, pp. 356-7. También A.
Ballesteros Beretta apunta a esa fecha en “La toma de Salé en tiempos de Alfonso
X el Sabio”, Al-Andalus, vol. VIII, 1943, pp. 89-196.
23  González Jiménez, M.: “Cádiz frente al mar: de los proyectos alfonsíes al pri-
vilegio de 1493”, en Estudios de Historia y Arqueología Medievales, X, 1994, pp. 85-6.
24  Montoya Martínez, J.: “El fecho de allent la mar y la nueva delimitación de
la frontera”, V Estudios de Frontera. Funciones de la red castral fronteriza, Alcalá la
Real, 2002, pp. 519-528.

21
Patrimonio Literario Andaluz (V)

y Cádiz no comenzó a hacerse efectiva hasta 1262”25, frustrando su obje-


tivo la revuelta mudéjar de 1264 cuyo resultado, no obstante, fue la defi-
nitiva incorporación de Jerez a la corona en octubre de ese mismo año. A
partir de ese momento, y tras una serie de campañas que someten Arcos,
Lebrija, Medina Sidonia, Sanlúcar de Barrameda, Alcalá de los Gazules,
Rota y Vejer, se pone en marcha una segunda fase se repoblación con el
reparto de las viñas del Puerto y con la concesión a trescientos pobla-
dores de Cádiz de nuevas alquerías, en 1266. La lenta repoblación, de
la que da buena cuenta el repartimiento de la villa26, se ve nuevamente
amenazada en 1275, al producirse la primera incursión de los benimeri-
nes27 que afectaron, sobre todo, las inmediaciones de Jerez, capital de la
zona del Guadalete, pero años más tarde, en 1278, también a las locali-
dades de Sanlúcar, Rota y el Puerto de Santa María, convirtiendo la zona
en “poco atractiva para los potenciales repobladores”, por lo que debe-
mos suponer “que muchos de los que se habían inicialmente instalado
en ella se replegaron hacia localidades más seguras. Hablar, por tanto,
de crisis de repoblación por lo menos a partir de 1275 –fecha de las pri-
meras incursiones meriníes- no es en modo alguno una exageración”,
afirma Manuel González Jiménez28.
Con la concesión del rey Alfonso X el 16 de diciembre de 1281 del
privilegio rodado denominado “Carta-Puebla” al Puerto de Santa María,

25  González Jiménez, “El Puerto de Santa María en tiempos”, p. 212. En esa
fecha el rey establece en Cádiz una guarnición de cien hombres al mando de Gui-
llén de Berja, cf. el documento del 30 de marzo de 1266 editado en González Jimé-
nez, M. (ed.): Diplomatario andaluz de Alfonso X, Sevilla, 1991, n. 310, pp. 332-333.
26  Se trata de un manuscrito conservado en el Archivo Municipal de El Puerto de
Santa María (Curiosidades, 1), copia parcial del repartimiento gaditano, editado en
1841 por Pedro José de Castro con el título: Padrón de Heredamientos, o sea el reparto
de casas y tierras de la Ciudad entre sus primeros moradores á la expulsión de los Moros
de ella, que dio principio en el año 1264, era de 1302, Imprenta de Río, El Puerto de
Santa María. Contamos con la excelente edición de González Jiménez, M. (ed.):
Repartimiento de El Puerto de Santa María, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2002.
Un esquema y estudio de las particiones podemos verlo en González Jiménez, “El
Puerto de Santa María en tiempos”, pp. 211 y ss.
27  González Jiménez, “Una noble çibdat”, p. 25.
28  González Jiménez, “La obra repobladora”, pp. 18-19.

22
Varios Autores

verdadera “carta fundacional”29, la antigua Alcanatif se convierte “en el


más importante núcleo de población de la bahía de Cádiz” a partir de
127530, y ahora más, con su paso a la corona tras la desaparición de la
Orden Militar de Santa María, absorbida por la de Santiago en 1280. Su
texto nos habla del ambicioso proyecto del rey sabio en convertir la villa
en el “Grand Puerto de Santa María”, tras concederle una norma foral, el
Fuero de Sevilla, además de un buen número de privilegios a sus pobla-
dores31, diseñados para atraer al mayor número posible de ellos, ya que
en “la intención del rey estaba hacer del Puerto de Santa María un gran
centro comercial, al que acudiesen comerciantes de todas partes”32.
Si como supone Vicenç Beltrán, el cancionero del Puerto pretende
“una acción de tipo publicitario” en el contexto desolador del fracaso de
la repoblación de la comarca del Guadalete en la década de los setenta,
sobre todo a raíz de las incursiones en 1278 de Abu Yusuf Yaqub, hijo
del sultán meriní, en el Puerto de Santa María, no es de extrañar la pro-
liferación de detalles que nos acercan a la realidad cotidiana en su can-
cionero, ya desde la cantiga que inaugura el ciclo -auténtico prólogo
del mismo-, la número 328, donde se deja constancia de la campaña de
Salé33, puesto que los milagros son la mejor campaña previsible, ade-
más de los incentivos económicos, para atraer a una población cuyo
objetivo es instalarse en la comarca. De ahí que el rey, como “arquitec-

29  González Jiménez, “Una noble çibdat”, p. 26. La carta-puebla ha sido editada
por él mismo en “El Puerto de Santa María en tiempos”, pp. 235-9.
30  González Jiménez, “El Puerto de Santa María en tiempos”, p. 224.
31  V. Beltrán ha estudiado la relación entre el texto de la carta-puebla y la c. 379,
“Para la datación”, pp. 165-174: “El paralelismo –afirma- es bastante cercano como
para suponer que ambos textos nacieron de un mismo proyecto regio, y deben
datar de la misma época si no salieron a la vez de la cancillería o de la mano del
rey”, p. 171.
32  González Jiménez, “El Puerto de Santa María en tiempos”, p. 226. Además
de la carta-puebla, el rey concede otros privilegios tributarios entre 1282 y el año
de su muerte, 1284, Idem, pp. 229-232.
33  Beltrán, “Para la datación”, pp. 166 y 169.

23
Patrimonio Literario Andaluz (V)

to mayor”34 del proyecto de un Cancionero de Santa María de El Puerto,


no escatime en proyectar una selección de hechos recientes y, sobre
todo, verosímiles, que pudieran servir de referente cercano a las gen-
tes, preocupadas por la inestabilidad del territorio, como se deduce
de las sucesivas fases de repartimientos en la zona del Guadalete. De
este modo, como señala Walter Metmann, las cantigas del ciclo por-
tuense “son de especial interés al permitirnos seguir en sus detalles el
proceso de formación de las leyendas, que coincidió más o menos con
la elaboración de las cantigas correspondientes”35. Jesús Montoya, por
otro lado, destaca que estos milagros “no son ni tan fantásticos, ni tan
fuera de sentido como los que forman la primera parte del Cancionero
Marial”36 y en ellos podemos encontrar referencias directas o indirec-
tas al tramo final de la vida del rey, desde, al menos, 1260 a 128137.
No es nuestra pretensión exponer una relación de todas las refe-
rencias históricas contenidas en el cancionero del Puerto de Santa

34  Tampoco es éste el lugar para plantear el problema pendiente de resolver


de la autoría de las Cantigas de Santa María. La expresión la debemos a J. Snow,
“Alfonso X, cronista lírico”, p. 31. Desarrolla, no obstante, el autor estas cuestiones
en “El yo anónimo y las Cantigas de Santa Maria de Alfonso X”, Alcanate. Revista de
Estudios Alfonsíes, vol. VI, 2008-09, pp. 309-322, donde afirma: “ha ido quedando
claro (…) que en el scriptorium alfonsí se trabajaba en equipo”, p. 309.
35  CSM, vol. I, p. 11.
36  Introducción a la Edición Facsímil del CSMP, p. 19. De hecho, podría consi-
derarse que el más insólito es el que narra la c. 398, en el que un rebaño de treinta
corderos tienen como guardianes a unos lobos, también la c. 381, donde resucita
a un niño, si bien este hecho podría considerarse culturalmente extendido por el
relato bíblico de Lázaro: “gritó con voz muy alta: Lázaro, sal afuera. Y al instante,
el que había muerto salió fuera, ligado de pies y manos con fajas, y tapado el rostro
con un sudario. Díjoles Jesús: Desatadle y dejadle andar”, Juan, 11, 43-44 (Sagrada
Biblia, Barcelona, Herder, 1972).
37  Cf. Montoya, “Cancionero”, p. 119.

24
Varios Autores

María38, ni analizar la vinculación “sentimental” del rey con la zona39. No


entramos a valorar, siquiera a debatir, para cuestionarla o reafirmarla, la
devoción del rey Alfonso X a la Virgen María, y en concreto, a la imagen
hallada en el Puerto. Lo cierto es que la imagen misma no está exenta de
polémica. J. Montoya, citando a L. Suárez Ávila, recuerda el hallazgo de
una imagen de María en un lugar llamado Pozo Santo40, conocida desde
el siglo XV como “Virgen de los Milagros”, y otra imagen, Santa María de
Sidueña, que fue trasladada al Castillo de San Marcos41. Sea como fuere,
el rey deja testimonio a través de su cancionero de cómo la Virgen elige
para sí este enclave (c. 328), suministra los materiales (c. 356 y 358), pro-
tege a los trabajadores de su nueva iglesia (c. 364) así como a sus repo-
bladores (c. 379). Se ocupa también de otros menesteres y personajes

38  Son imprescindibles, sobre todo, los trabajos de Jesús Montoya Martínez a
este respecto, además de sus introducciones a las ediciones ya citadas: “Datos
para la historia del Puerto de Santa María”, Cuaderno de Estudios Medievales, VI-
VII, 1981, pp. 141-153; “El Puerto de Santa María, exvoto de Alfonso X a María”,
Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, vol. I, 1998-99, pp. 99-114; “Historicidad del
Cancionero Marial de Alfonso X”, Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española
de Estudios Medievales, nº 11, 2001, p. 59-76; “De Santa María del Puerto a El Gran
Puerto de Santa María”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, vol. VI, 2008-09,
pp. 349-367.
39  Estamos completamente de acuerdo con la afirmación de C. L. Scarborough:
“La introducción de la Virgen y sus deseos en la toma de Alcanate nos indican
varias cosas en cuanto a la perspectiva del Rey respeto a lo milagroso y la utilidad
de tal milagro para proyectar la imagen que de sí mismo quería propagar”, en
“Las Cantigas de Santa María, poesía de santuarios: el caso de El Puerto de Santa
María”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, vol. I, 1998-1999, p. 1.
40  El Pozo Santo aparece como enclave en la octava partición en el repartimiento
de la tierra calva del Puerto de Santa María, cf. González Jiménez, Repartimiento
de El Puerto, p. CXVI.
41  Montoya Martínez, “De Santa María del Puerto”, pp. 356 [1] y 364. La primera,
también conocida como Virgen negra, Patrona de la ciudad, se halla expuesta en la
Iglesia Prioral del Puerto de Santa María donde todavía se conserva el “pozo santo”
en su empedrado exterior. Sobre este tema, puede verse la reseña histórica de Luis
Suárez Ávila enviada a la Santa Sede, al concederle ésta el título de Basílica el 25 de
enero de 2015, publicada en el periódico digital “Gente del Puerto” el 8 de enero de
2015, con el título “Breve reseña histórica de la Santa y Consagrada Iglesia Mayor
Prioral de Nuestra señora de los Milagros Coronada, Santuario mariano diocesano
en El Puerto de Santa María”.

25
Patrimonio Literario Andaluz (V)

como el infante don Manuel, un rico hombre (c. 382) o un criado del rey
(c. 377)42. Sin embargo, no perdona algunas acciones, como el falso jura-
mento en su nombre, por lo que el ladrón de la c. 392 muere ahorcado,
si bien esta narración, más que milagro en sí mismo, puede interpretarse
como la garantía de seguridad ciudadana que representa la Virgen del
Puerto para sus pobladores.
Un grupo nutrido lo constituyen las diez cantigas del ciclo que narran
la curación de enfermedades, sobre todo a mujeres (357, 368, 372, 391) y
niños (378, 389, 393, así como la 38143), como grupos considerados más
desprotegidos, y sin olvidar la dimensión de madre que representa la
Virgen. Así, la Carta-Puebla distingue entre los mercaderes que tienen
en el Puerto “casas mayores pobladas con sus mujeres e hijos” de los que
solo vienen a comerciar, eximiendo a los primeros de diezmos y por-
tazgos44, liberando así de impuestos a los repobladores para incentivar
su asentamiento. La c. 359 sirve de ejemplo arquetípico de los intereses
repobladores del rey, mostrando a una Virgen protectora de la familia,
que rescata a uno de los hijos de una familia asentada en la colación de
San Salvador de Jerez, al que los moros habían raptado. Ha de proteger
asimismo a los que, a su vez, garantizan la defensa de los pobladores; de
este modo, el rey mismo es protagonista de uno de los milagros (c. 367),
al ser sanado por ella de un enema en las piernas45.
Dos de los milagros de este cancionero del Puerto están unidos por la
enfermedad que relatan, la rabia. Se trata de las cantigas 372 y 393. Fren-
te a la imprecisión de otros conjuntos, que recogen historias “del acervo
común europeo, de ahí que no se concreten ni personas ni cronologías”,
como señala J. Montoya46, hay otros grupos, como el de los milagros de

42  El infante don Manuel protagoniza dos cantigas de este ciclo relacionadas
con pérdidas: de un azor (c. 366) y de un anillo (c. 376), lo que llama la atención.
43  En la c. 381 llega a resucitar a un niño que había muerto, tras enfermar de
una fiebre mortal, por los ruegos de su madre que estaba a punto de enloquecer.
La cantiga informa de que vivían en la colación de San Marcos de Jerez. Cf. [36]
de este trabajo.
44  González Jiménez, “El Puerto de Santa María en tiempos”, pp. 226-7.
45  Montoya Martínez analiza el historial médico del rey como referencia a la
datación de los textos, en “Cancionero”, pp. 120-1.
46  Montoya Martínez, J.: Composición, estructura y contenido del Cancionero Ma-
rial de Alfonso X, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1999, p. 230.

26
Varios Autores

Nuestra Señora de Soissons donde la Virgen cura la enfermedad especí-


fica del llamado “Fuego de San Antón” o “Fuego de San Marcial”, del que
se había localizado un brote terrible en 1128 en las ciudades de Chartres,
París, Arras y la misma Soissons47.
La rabia es una enfermedad conocida y comentada desde la antigüe-
dad. “Quizá sea la rabia–afirma Miguel F. Muñoz Navarro-, la zoono-
sis que, pese a tener una incidencia relativamente baja comparada con
otros procesos infecciosos, ha causado más temor al género humano
a través de los tiempos”; añadiendo que existen “pocas infecciones en
las que la superstición, brujería y sortilegios hayan jugado un papel
tan preponderante, ni que, con los enfermos se hayan cometido más
barbaries”48. Era conocida tres mil años antes de Cristo en Mesopotamia,
también entre los egipcios, en China y en el primer texto médico hindú,
del siglo I49. Es posible que la primera referencia que tengamos –describe
Wu Yuhong- sea la que refiere una tablilla de arcilla en la que un babilo-
nio cuenta cómo un perro le muerde en un viaje entre Nippur e Isin, en
cuyo templo un sacerdote le cura por medio de un encantamiento50.
Entre los griegos, donde la estrella Sirio, el perro de Orión, se creía
que favorecía en verano la locura de los perros, eran la diosa Artemisa y
Aristeo, hijo e Apolo, sus sanadores; la hallamos presente en la Ilíada de
Homero, donde se llama a Héctor ‘perro rabioso’51. Hipócrates descri-
be su sintomatología y recomienda la infusión de madera de boj para su
curación, aunque la primera explicación de la enfermedad es llevada a

47  Idem, pp. 200-202.


48  Muñoz Navarro, M. F.: “La rabia: una zoonosis de interés en Andalucía”,
Anales de la real Academia de Ciencias Veterinarias de Andalucía Oriental, vol. 2, nº
1, octubre de 1990, pp. 5 y 7.
49  Para estos datos, puede verse Theorodides, J.: Histoire de la rage: “cave canem”,
Paris, Masson, 1986. También resulta útil Steele, J. H.: “History of Rabies”, en
Baer, George M. (ed.): The Natural History of Rabies, vol. I, New York, Academic
Press, 1975, pp. 1-8. Los egipcios la mencionan en el código de Eshnunna, en el
2300 a. de C., cf. Laval, E. R.- Lepe, P. I.: “Una visión histórica de la rabia en Chile”,
Revista Chilena de Infectología, 25, 2008, p. 2.
50  Wu, Yuhong: “Rabies and Rabid Dogs in Sumerian and Akkadian Literature”,
Journal of the American Oriental Society, 121, nº 1, 2001, p. 33.
51  Seguimos a M. C. Schneider y C. Santos-Burgoa: “Tratamiento contra la rabia
humana: un poco de su historia”, Saúde Pública, 28 (6), 1994, pp. 454-463.

27
Patrimonio Literario Andaluz (V)

cabo por Demócrito en el 500 a. C., que la atribuye a una enfermedad del
sistema nervioso52. Posteriormente Aristóteles en su Historia de los ani-
males, considera esta enfermedad en perros, mientras que el hombre
sería inmune a la misma53. Epicarmos y Demócrito la denominaron “lys-
sa”, por la creencia de que se originaba en un gusano existente bajo la
lengua54. Para los romanos, en cuyo imperio parece que fue un problema
extendido, se sabía que se propagaba a través de la saliva de los perros,
denominando “virus” a este material infeccioso. Aulo Cornelio Celso
(25-50 d. C.) es el primer autor en señalar la hidrofobia como síntoma
de la enfermedad. El tratamiento más extendido era la cauterización de
la herida, como recomendaba, manteniéndose como práctica principal
hasta el descubrimiento de la vacuna por Louis Pasteur en 1885.
En el periodo medieval, el crecimiento de las ciudades trae como
consecuencia las primeras epizootias conocidas de rabia, y también
epidemias de lepra, tuberculosis, sarampión o varicela, entre otras. Este
vertiginoso recorrido histórico es solo una muestra de la preocupación
del hombre ante una enfermedad que, ya en el Medievo, se considera-
ba incurable cuando sus síntomas se habían manifestado, como seña-
la Maimónides en 1198. Por ese carácter fatal, se propagan remedios
“milagrosos” como la “llave de San Huberto”, hierro candente que se
aplicaba a las heridas de los mordiscos55, ya que “la terapéutica, dada la
concepción de la enfermedad y la interconexión entre los problemas de
salud y el pecado, se fundamenta, junto a la cauterización y aplicación
de cataplasmas vegetales, en fórmulas cabalísticas, oraciones, peniten-
cias y peregrinaciones a San Humberto de Ardennes”56, proceso que
describen los médicos árabes Rhazes (s. IX) y Avicena (s. XI), que había

52  Baer, G. M.: The natural history of rabies, New York, Academic Press, 1975,
pp. 1-29.
53  Editado en Madrid, Ediciones Akal, 1990, p. 461.
54  Dicha creencia persistió hasta el siglo XIX. Véase Toro, G.-Raad, J.: “Rabia”,
Biomédica, 17, 1997, p. 18. También Ovidio y Plinio el Viejo consideraron la causa
el frenillo de la lengua, cf. Muñoz Navarro, p. 6.
55  La costumbre es antiquísima, según explica el Doctor Fernán Pérez en “San
Huberto y la rabia”, en la Revista Blanco y Negro, Madrid, 16/04/1933, p. 115.
56  Sevillano Fernández, O.: Rabia: actualización de conocimientos y gestión de las
actividades sanitarias, Madrid, Editorial Complutense, 2010, pp. 18-19.

28
Varios Autores

referido entre los síntomas en humanos el ladrar como perros57. Así lo


representa la c. 372, a ella volveremos enseguida.
Existe una sinuosa línea entre la fe en la eficacia de los remedios
sobrenaturales –“principal esperanza de curación”, en palabras de Emi-
lio Mitre Fernández- y lo que la iglesia define como superstición. La aso-
ciación, por otra parte, de la enfermedad como “la manifestación del
mal en el mundo” deriva en el hecho de que “las curaciones –especial-
mente las milagrosas- tuvieran el sentido de la salvación y se conside-
raran expresión del reino de Dios que vence definitivamente al mal”58.
De ahí la frecuente asociación entre la rabia y el mismo diablo59, como
sucede en la c. 393:

Ca segund’enfermidade/ rravia de melanconia


ven que é negra e forte/ e dura e de perfia.
Tod’aquesto á no demo, e poren Santa Maria,
que éste delle contralla, a tolle e dá conorte.
(vv. 5-8)60

Pero parece que existe una extraña y arbitraria compatibilidad entre


prácticas religiosas61 y aquellas mágico-supersticiosas, y entre éstas últi-
mas y las prácticas médicas, a veces herederas de costumbres ancestra-

57  Muñoz Navarro, p. 7.


58  Mitre Fernández, E.: Fantasmas de la sociedad medieval: Enfermedad. Peste.
Muerte, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2004, pp. 169 y 11.
59  Wasik, Bill-Murphy, Monica: Rabid: A Cultural History of the World’s Most
Diabolical Virus, New York, Viking Press, 2012.
60 Citamos CSM. Traducción de J. Montoya, “Cancionero”, p. 270: “Pues según
(dicen) esta enfermedad de la rabia procede de la melancolía, / que es negra, fuerte
y dura, y de la perfidia./ Todo lo cual lo tiene el demonio, y por esto Santa María,
que siempre fue contraria de él la quita y concede su alivio.”
61  “La posición del cristianismo, cuya fe en lo sobrenatural era manifiesta, no
resultaba fácil”, afirma Mitre, p. 35.

29
Patrimonio Literario Andaluz (V)

les62, si bien la iglesia no deja de condenar la extendida “brujería” a lo largo


de toda la Edad Media. Por otra parte, la propia debilidad del cuerpo entra
en relación directa con el fortalecimiento del espíritu, lo que deriva en la
instrumentalización moral de la enfermedad, como demuestra la propia
formulación del canon 22 del Concilio de Letrán, en 1215, que recuerda a
los enfermos que deben atender a su alma antes que al cuerpo63. Por esta
razón, el milagro es la simbiosis perfecta del ideario religioso, ya que la
Virgen premia, por encima de todo, a quien le profesa fe ciega.
El mismo Alfonso X cabalga en la fina línea fronteriza entre ortodo-
xia y heterodoxia en su versión del Lapidario, como una de esas formu-
laciones “pre-técnicas”64 o mágicas en su propio concepto de remedio
curativo. En el mismo, se detiene a explicar fórmulas contra la rabia de
aplicación directa a los perros, lo que es indicio de la preocupación del
rey por esta enfermedad:
“Del XXIX grado del signo de Capricornio es la piedra aque dizen
sayastuz. (…)Et si la muelen et la amanssan con çumo de culantro uerde,
suelues, et torna se en sustancia del; et si con aquel a||gua untaren mor-
dedura de uibora, o de can rabioso, sana luego”.
Pero la enfermedad pueden transmitirla otros animales, por lo que
añade: “Del XXIV grado del signo de Acuario es la piedra aque dizen
secutaz. (…) De natura es calient et humida, pero es mas en ella la calen-
tura que la humidat. Et a tal uertud, que, el que la trae consigo, encas-
tonada en plata, nol auiene en suennos polución, et si la a por alguna

62  Un símbolo de ello es el médico catalán al servicio de Pedro III, segura-


mente nacido en Valencia hacia 1238/40, Arnau de Vilanova: “el más notable de
los médicos del Occidente Medieval”, según afirma Juan A. Paniagua, en Studia
Arnaldiana. Trabajos en torno a la obra médica de Arnau de Vilanova, c. 1240-1311,
Barcelona, Fundación Uriach 1838, 1994, p. 143. Su formación escolástica fusiona
con la tradición galenística y están presentes las traducciones de obras médicas
árabes que él mismo llevaba a cabo, diferenciando entre las vertientes religiosa
y médica, aunque sin renunciar al coqueteo con ideas astrológicas y del universo
mágico, a pesar del empeño de Paniagua en considerar esa parte de su legado
como “obras menores”, p. 247.
63  Redunda en la idea de la enfermedad como síntoma de pecado, cf. Mitre, p.
141.
64  Debemos el concepto a Pedro Laín Entralgo en Historia de la medicina, Bar-
celona, Salvat, 1978.

30
Varios Autores

enfermedat, trayendo la, sana. Et esso mismo faz, si fazen della emplas-
tro, el ponen sobre mordedura de can rabioso o de otra bestia pozona”.65
En la c. 372 leemos la asociación de la enfermedad al perro:

Hũa moller de Nevla/ foron trager ali,


que ben avia çinque/ días, com’aprendi,
que raviava tan forte,/ segundo que oý,
que mordía as gentes/ e come can ladrar
(vv. 10-13)66

También se describe la típica sintomatología de la hidrofobia en


ambas cantigas:

demais eran pasados/ çinque días que non


comera nen bevera/ nen podía folgar.
(372, versos 17-18)67
Desta guisa quatro días/ passara que non bevera
cousa que de beber fosse, / e tan gran coita soffera,

65  Rodríguez M. Montalvo, S. (ed.): Alfonso X. Lapidario (Según el Manuscrito Es-


curialense H.I.15), Madrid, Gredos, 1981, pp. 42, 163 y 174. Su traducción, tomada
de la edición modernizada del Lapidario, manuscrito h.I.15 de la Biblioteca del Es-
corial, basado en la edición de Sagrario Rodríguez M. Montalvo arriba citada, en la
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, es como sigue: “Del XXIX grado del signo
de Capricornio es la piedra a que dicen sayastuz. (…)Y si la muelen, y la amansan
con humo de culantro verde, suélvese, y tórnase en sustancia de él; y si con aquella
agua untaren mordedura de víbora, o de can rabioso, sana luego”. Y: “Del XXIV
grado del signo de Acuario es la piedra a que dicen secutaz. (…) De natura es ca-
liente y húmeda, pero es más en ella la calentura que la humedad. Y ha tal virtud,
que, el que la trae consigo, encartonada en plata, no le aviene en sueños polución,
y si la ha por alguna enfermedad, trayéndola, sana. Y eso mismo hace, si hacen de
ella emplasto, y ponen sobre mordedura de can rabioso o de otra bestia ponzoña”.
66  Texto en CSM. Traducción de J. Montoya: “Una mujer de Niebla la fueron a
llevar allí/ pues ya hacía cinco días, según comprendí, que padecía una “rabia”/ tan
fuerte, según oí mordía a la gente / y se ponía como un can a ladrar enseguida”,
“Cancionero”, p. 251. Recuérdese que Avicena mencionaba este síntoma, cf. [57] y
su texto correspondiente de este mismo trabajo.
67  “Así como también durante cinco días ni pudo comer ni beber agua, ni aun
siquiera descansar”, ”Cancionero”, p. 251.

31
Patrimonio Literario Andaluz (V)

que tod’ome que o visse/ terria que ja morrera;


(393, vv. 25-27)68

Las cantigas son protagonizadas por una mujer (372) y un niño (393),
dentro de los parámetros de la consolidación de una Virgen protecto-
ra de los más débiles socialmente. No parece baladí el hecho de que el
rey escoja, entre las múltiples enfermedades presentes en el Cancio-
nero mariano, la rabia en dos de los textos portuenses. Quizá la enfer-
medad suponía una barrera para sus repobladores, por el crecimiento
demográfico y el consiguiente aumento de la actividad ganadera. De
hecho, un documento de 1279 hace mención de la donación del rey a la
Orden de Santa María de España de la alcaria llamada Farraya (“campo
de los pastores”), pasando a denominarse Alcalá-Sidonia (actual Medi-
na Sidonia)69, dentro de la comarca. Poco más nos informan los distin-
tos libros de repartimiento de la zona, si bien en el Repartimiento del
Puerto, a pesar de haber disponibilidad de tierras, no llegan a repartir-
se, reservándose al uso comunal “tal vez para potenciar el desarrollo
ganadero de la comarca”70. El ganado, no lo olvidemos, es imán para los
lobos, peligrosos portadores de la enfermedad71. Sabemos de un brote
virulento de rabia en 1271 en Francia por la invasión de lobos que ata-
caban los rebaños, llegando a morir más de treinta personas a causa de

68  “De este modo habían pasado ya cuatro días/ que no había bebido líquido
alguno, y había sufrido tan gran crisis, que no había quien lo viese que no temiera
por su muerte”, “Cancionero”, p. 270.
69  Torres Balbás, p. 421 [2].
70  González Jiménez, “El Puerto de Santa María en tiempos”, p. 218.
71  Aunque sea de paso, debemos incidir en la c. 398 del ciclo del Puerto, prota-
gonizada por uno de los primeros pobladores (“un poblador y morava/ que v era
dos primeiros”, v. 23), un pastor llamado Domingo cuyo rebaño de ovejas, perdido,
es recuperado tras ser vigilado por mansos lobos, hecho extraordinario en el que
radica el milagro de la Virgen. Esta temática ganadera podría estar en estrecha
relación con las cantigas de la rabia, cf. [36] de este trabajo.

32
Varios Autores

los mordiscos, si bien en España los primeros registros de brotes de gran


alcance no figuran hasta 150072.
En la cantiga 372, la mujer protagonista procede de Niebla. No cree-
mos que el lugar haya sido elegido al azar. Prueba de su importancia es
que el capítulo VI de la Crónica está dedicado a la conquista de este rei-
no, llevada a cabo a finales de febrero de 1262, si bien su sometimiento
vasallático se produce en 1253. Su conquista es, junto a la de Jerez, una
pieza clave para el refuerzo de la frontera del reino de Sevilla al ser dos
poderosos enclaves del poder musulmán y, por otro lado, representa un
mayor dominio de la franja marítima atlántica, que permitiría al rey cas-
tellano su ambicioso proyecto “allent mar”73. Es, en consecuencia, otra
zona a promocionar y en vínculo directo con el Gran Puerto de Santa
María.
Arcos (actual Arcos de la Frontera) es el enclave elegido para la
segunda de las cantigas, la 393. El niño, llamado Alfonso, es llevado por
su abuelo ante la Virgen de los Milagros, tras cuatro días con síntomas
graves de hibrofobia rábica, y es sanado “macar é door a rravia/ maravi-
llosa e forte…/agynna a toll’a Madre/ do que ena cruz pres morte”74.
En cuanto a su datación, el texto indica con detalle, una fecha espe-
cífica: “e chegaron ao Porto/ mercores, primer[i]ro dia/ d’abril…” (vv.
17-18). Señala J. Montoya tres posibles años de composición partiendo
de la base de la coincidencia entre día y número en el calendario julia-
no dentro de ese arco temporal: 1271, 1276 y 1282, siendo ésta última su
apuesta definitiva, ya que –según el autor- el rey “puso muchos de sus
recuerdos” en este cancionero del Puerto y las cantigas “podrían haber

72  Steele, ob. cit. y Schneider- Santos-Burgos, p. 456. Muy anterior, no obstante,
es la primera mención de rabia en Gran Bretaña, en concreto en Gales, donde las
leyes de Howel el Bueno relatan un brote que hizo enloquecer a los perros, en
Muñoz Navarro, p. 7. Para España, también hemos de tener presente las referen-
cias a la enfermedad en el Libro de la Montería de Alfonso XI (1311-50). Editado por
Dennis P. Seniff: Libro de la Montería. Based on Escorial MS Y.II.19, Madison, 1983.
73  García Sanjuán, Alejandro: “La conquista de Niebla por Alfonso X”, Historia.
Instituciones. Documentos, vol. 27, 2000, pp. 104 y ss.
74  Es el íncipit-refram del texto: “A pesar de que la enfermedad de la rabia es
extraordinaria y fuerte, la hace desaparecer con rapidez la Madre de aquél que en
la cruz sufrió muerte”.

33
Patrimonio Literario Andaluz (V)

sido recogidas desde 1268”75. Es muy posible que debamos considerar la


exactitud del dato76, ya que la propia fisonomía del Cancionero del Puer-
to se distingue precisamente por la acumulación de referencias pragmá-
ticas cuya intención es dotar de cotidianidad lo maravilloso. Sin embar-
go, es arriesgado optar por alguna de las tres opciones de forma tajante
exclusivamente por este argumento, ya que si la finalidad del cancionero
es incentivar la repoblación y el comercio en la comarca del Guadalete,
como hemos defendido, el mismo esquema de las fases de repoblación
de los Libros de Repartimiento de Cádiz y de Jerez podrían argumentar
cualquiera de las otras dos opciones77, sin olvidarnos de fechas anterio-
res, también posibles, como son los años 1254 y, sobre todo, 1265, tras
la revuelta mudéjar. En esa línea, también las propuestas de V. Beltrán
para la datación de algunas cantigas del ciclo oscilan entre los años de la
primera repoblación del Puerto hasta los años finales de la vida del rey,
aunque “cabe dudar, sin embargo, de que sean muchas las composicio-
nes de este ciclo adscribibles a una época tan temprana: la cancillería
demuestra –dice el autor- que la atención real para con el Puerto es par-
ticularmente intensa después de la carta puebla”78.
Finalmente, no hemos de olvidar la naturaleza de “poesía de san-
tuario” que sirve como sustrato estructural al cancionero mariano en
su conjunto. El cancionero del Puerto se vincula estéticamente a otro
de los más importantes, siendo el principal santuario portugués de las
cantigas de Santa María, el de Terena, con Nossa Senhora da Boa Nova,
como Virgen benefactora: “Los milagros de Santa María de Terena –dice
Stephen Parkinson- se sitúan claramente en el contexto de una tierra
reconquistada”79. Su temática dominante es la curación de enfermos,

75  Montoya Martínez, Composición, pp. 32 y 190. También en “Historicidad”,


p. 60 [4].
76  También, curiosamente, cura en el mes de abril el protagonista de la c. 5, v.
153. Cf. Morente Parra, M.: “La imagen de la lepra en las Cantigas de Santa María
de Alfonso X El Sabio”, Anales de Historia del Arte, 17, 2007, p. 36 y [33] que explica
su posible valor simbólico en este texto en concreto.
77  Observemos, por ejemplo, que en el cuadro general de pobladores de Jerez en
1264 la segunda collación en importancia es la de San Marcos, justamente mencio-
nada en la c. 381, cf. [43] de este mismo trabajo y Repartimiento de Jerez, p. XLIV.
78  Beltrán, p. 172.
79  Parkinson, p. 44.

34
Varios Autores

que aparece en ocho de los doce milagros que componen el ciclo, sanan-
do la Virgen la rabia en tres de ellos80. La naturaleza de poesía de frontera
de este conjunto de cantigas puede comprobarse en la número 275, en la
que dos frailes de la Orden del Hospital son curados de la “ravia mortal”,
y para ello debían atravesar el río Guadiana, accidente natural que sirvió
de argumento en muchas de las discusiones sobre la frontera luso-caste-
llana. El texto dice así: “pasaron con eles un rio muy gran/ d’Aguadiana,
entrant’a Portogal” (vv. 27-28).
Es este precisamente un rasgo que caracteriza al conjunto: “Una
proporción significativa de los enfermos que aparecen en este santua-
rio portugués tiene que atravesar la frontera entre Portugal y Castilla”81,
oscilantes hasta el tratado de Badajoz en 1267. Por otro lado, y como
paralelismo con el Cancionero del Puerto, el de Terena también apare-
ce en el último centenar de cantigas, al final de la colección82. Quizá la
vinculación entre ambos cancioneros, materializada en la presencia de
la enfermedad de la rabia, inexistente en el resto del cancionero maria-
no alfonsí, se deba a objetivos comunes para ambos enclaves fronteri-
zos. Hay una línea trazada entre El Puerto de Santa María y Santa María
de Terena que pasa por Niebla, llamada “cabeza” de todo el Algarbe en
la Crónica de Alfonso X83. Probablemente, la política de reconciliación
entre los reinos de Portugal, con Alfonso III al frente, y Castilla, en la
complicada y difícil negociación sobre el Algarbe, puedan acercarnos
a una explicación de la “coincidencia” en estos dos conjuntos de tex-
tos tan específicos. Es cierto que la frontera luso-castellana del Algarbe
servía de escenario para las negociaciones entre ambos monarcas, pero
no lo es menos que ambos tenían un enemigo común al que, antes de
aclarar y delimitar espacios concretos, debían eliminar de ese escena-
rio geográfico. En la revuelta mudéjar de 1264, el rey portugués presta
su ayuda al castellano y como consecuencia el 20 de septiembre de ese

80  Consideramos que está suficientemente indicado en tres de las cantigas que
la enfermedad es la rabia, perfectamente diferenciada de la locura. Las cantigas
serían la 223, 275 y 319.
81  Parkinson, p. 50.
82  Parkinson, p. 56.
83  González Jiménez, Manuel: “Alfonso X y Portugal”, Alcanate. Revista de Estu-
dios Alfonsíes, vol. IV, 2004-5, p. 24.

35
Patrimonio Literario Andaluz (V)

mismo año Alfonso X renuncia a sus derechos soberanos sobre la zona.


Parte del contingente regresa a Castilla y es compensado con lotes en el
reparto de Jerez. Los años siguientes, la relación entre los monarcas es
excelente, así en la entrevista que se produce en Badajoz el 16 de febrero
de 1267 donde se reconoce, al fin, la línea del Guadiana como frontera
entre ambos reinos84. Recordemos la alusión a la misma en la c. 375.
De todo ello, podemos concluir que el grupo de cantigas de la rabia
del Puerto y Terena poseen un vínculo particular y único por la presen-
cia de esta enfermedad como elemento vertebrador. Ambos conjun-
tos constituyen un ejemplo de “poesía de frontera”85 y ambos enclaves
logran una promoción indiscutible como centros de romería: sus pobla-
dores están a salvo de uno de los males más incontrolables y mortíferos
gracias a la acción protectora de la Virgen, sea ésta portuguesa o caste-
llana. Todo ello se concibe en la línea de la campaña de colaboración
entre los vecinos reinos de Portugal y Castilla, sobre todo en los años que
suceden a la revuelta mudéjar de 1264 y que acaban en el pacto de 1267,
probablemente la franja cronológica en que los textos se componen86.

84  González Jiménez, Idem, p. 30.


85  X. R. Pena denomina al cancionero portuense “textos de frontera”, señalando
que estamos “diante dun instruento de aberto carácter propagandístico”, en “De
Alcanate a Santa María do Porto: algunas reflexións acerca da Fronteira nas Can-
tigas de Santa María”, López Castro A.-Cuesta Torre, M. L. (eds.): Actas del XI
Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, León, Uni-
versidad de León, 2007, vol. II, pp. 945-6.
86  Desarrollamos aspectos concretos de la datación del ciclo de cantigas de Te-
rena en un artículo en prensa.

36
Varios Autores

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
Antonio A. Gómez Yebra 5

LA ENFERMEDAD DE LA RABIA EN EL CANCIONERO DE SANTA


MARÍA DE EL PUERTO DE ALFONSO X EL SABIO (CSM 372 Y 393)
Antonia Víñez Sánchez, Juan Sáez Durán 15

ALGO MÁS SOBRE GÓNGORA, PEDRO DE VALENCIA, EL


MANUSCRITO CHACÓN Y LOS MANUSCRITOS APÓCRIFOS DE LA
PRIMERA SOLEDAD
Alfredo Rodríguez López-Vázquez 37

EL (H)AMETE DE TOLEDO EN EL CONTEXTO DE LAS


EXPULSIONES: ECOS A AMBOS LADOS DEL ATLÁNTICO
Mina García 53

«MODOS DE VARIAR Y CARACTERIZAR EL VERSO»:


UNA APROXIMACIÓN A LA TEORÍA MÉTRICA DE
JUAN MARÍA MAURY
J. Alejandro Rodríguez Ayllón 65

LA GENERACIÓN ESPAÑOLA DE 1914 Y JOSÉ MORENO VILLA


Francisco Abad Nebot 79

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Y LA «JOVEN LITERATURA»


Francisco Javier Díez de Revenga 97

POÉTICA DE “ZAGUÁN” DE RAFAEL DE LEÓN


Sonia Hurtado Balbuena 121

TRAGEDIA Y POESÍA:
LA RAZÓN EN LA SOMBRA
Carmen Velasco Rengel 135

393
Patrimonio Literario Andaluz (V)

DIOS, AUSENTE Y PRESENTE EN UN POEMA DE


JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS: VISIÓN HERMENÉUTICA
Basant Mohamed Gheth 153

LAS COSAS DEL CAMPO Y LAS COSAS DEL JARDÍN:


JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS Y
BERNABÉ FERNÁNDEZ-CANIVELL
M.ª José Jiménez Tomé 181

FELIPE ORLANDO, JOSÉ LEZAMA Y LA INTERTEXTUALIDAD


Francisco José Ramos Molina 223

RECREATIO ES CREACIÓN EN ALFONSO CANALES


Antonio Garrido 237

LA POESÍA DE VICENTE NÚÑEZ EN LA REVISTA CARACOLA:


UN MISTICISMO IRREVERENTE
Marina Bianchi 247

CATÁLOGO DE LOS MANUSCRITOS DEL LEGADO


RAFAEL PÉREZ ESTRADA. UNA PROPUESTA NECESARIA
Elena Garcés Molina 279

CONCHA LÓPEZ NARVÁEZ,


UNA ESCRITORA AFORTUNADA
José Román Cortés Criado 301

LOS DIETARIOS Y NOVELAS DE JOSÉ INFANTE


Francisco Ruiz Noguera 323

JUAN CEYLES: POETA PROMISCUO


Antonio Aguilar 341

VIDA-AMOR-MUERTE EN ANTONIO MUÑOZ MOLINA


Francisco Morales Lomas 353

394
Varios Autores

DE LA REALIDAD HISTÓRICA A LA FICCIÓN:


LOS TILOS HERRENHAUSEN
DE ALFONSO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ
Miguel Soler Gallo 375

395

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