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“DECENIO DE LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES PARA MUJERES Y HOMBRES”

“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO"

Liceo Naval “Almirante Guise” ÁREA DE EDUCACIÓN


RELIGIOSA 1º
Nivel Secundaria 2023

“SIGUIENDO LA ESTELA DE GRAU Y GUISE”

LECTURA FORMATIVA N° 04
EL CUIDADO DE LA CREACIÓN: ECOLOGÍA INTEGRAL
I BIM-EDUCACIÓN RELIGIOSA-Prof. L.M.S

Estudiante: __________________________________________Sección: “____” Fecha: ___/___/___

«Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san


Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra
casa común es también como una hermana, con la cual
compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge
entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra
madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos
frutos con coloridas flores y hierba».

Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y
dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por
el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo,
en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y
maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm
8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está
constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos
vivifica y restaura.

Los seres humanos tenemos un lugar de responsabilidad en la creación de Dios: somos


cuidadoras y cuidadores de todas las criaturas. Según Gn 2,15, somos llamados a labrar y cuidar
del jardín del mundo. ¿Qué significa eso? “Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar,
«cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de
reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza” (LS 67).
Nuestra realización como personas, como católicos, cristianas y cristianos, depende de la
relación de cuidado que establecemos con el mundo.
Así, el compromiso con la Casa Común no es opcional. Todas y todos estamos llamados por Dios
a ser cuidadores de la creación. “Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es
parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto
secundario de la experiencia cristiana” (LS 217).
Jesús vivió con una mirada capaz de reconocer la paternidad y ternura de Dios con todas las
creaturas. Vivió atento a la belleza del mundo. Miraba a la naturaleza con cariño. Su mirada era
capaz de descubrir el mensaje divino de las cosas. Todo eso lo llevó a vivir en armonía con la
creación. Como artesano, estuvo en contacto directo con la materia creada por Dios,
santificando el trabajo (cfr. LS nn. 96-100).
Además, por su resurrección, “las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una
realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a
un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con
sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa” (LS 100).
Siguiendo los pasos de Jesús, muchas otras personas pasaron por la historia profundamente
convencidos de que, para vivir como hijas e hijos del Padre creador, es fundamental sentirnos y

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hacernos parte de una hermandad universal de ternura y cuidado con la tierra y todas las
creaturas.
Los eremitas que vivieron lejos de los centros urbanos desde el siglo IV mantuvieron una relación
íntima y armoniosa con el ambiente natural y los animales, que quedó documentada en cientos
de historias que fueron contadas durante el cristianismo medieval, y expresan el aprecio de la
belleza y el amor a la creación de Dios.
Algunos son recordados por el amor a los animales y una relación armoniosa con ellos, de
cuidado, protección y amistad.
En los santos, un ejemplo imborrable es el de San Francisco de Asís. Para él, el mundo es una
comunidad de criaturas de Dios, mutuamente interdependientes, que existen para la alabanza
del Creador.
Todos los seres de la creación somos hermanas y hermanos, por eso necesitamos aprender a
convivir con respeto y cuidado mutuo.
Tanto seres humanos como animales son criaturas de Dios, dependen de Él y, como criaturas, lo
alaban.

ECOLOGÍA INTEGRAL “Todo está conectado. Por eso se requiere


una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia
los seres humanos y a un constante compromiso ante los
problemas de la sociedad” (no. 91). “Un verdadero planteo
ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe
integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para
escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los
pobres” (no. 49). “No hay dos crisis separadas, una ambiental y
otra social, sino una sola y compleja crisis socio ambiental. Las
líneas para la solución requieren una aproximación integral para
combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y
simultáneamente para cuidar la naturaleza” (no. 139).

1. La ecología integral vincula el cuidado de las personas y el cuidado de la creación de Dios.


¿Cómo se conecta nuestra preocupación por nuestros semejantes con nuestra
preocupación por el medio ambiente?
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2. ¿Cómo podemos trabajar para proteger a todas las criaturas de Dios, incluidas las que viven
en la pobreza?
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3. ¿Cómo estás llamado individualmente a participar en el cuidado de la creación de Dios?


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4. Elabora un organizador visual del cuidado de nuestro planeta.

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