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LAGUNA DEL TESORO

La leyenda se remonta a épocas en que llegó la noticia de la captura de


Atahualpa por parte de los españoles, y el pedido de Pizarro que prometió vida
y libertad al Sapa Inca si le llenaba una vez de oro y dos veces de plata el
aposento de siete metros por cinco que le servía de prisión, hasta una línea
blanca trazada en el muro "a la altura de un hombre con el brazo levantado".
Aunque se cumplía con lo solicitado Atahualpa fue ejecutado el 26 de julio de
1533.
Los habitantes establecidos en el Pucará de Aconquija, hicieron una magnífica
cadena de oro de varios metros de largo, cada eslabón del tamaño del puño de
un hombre, pero al enterarse de la muerte de su líder, los tesoros se ocultaron,
una de esas cargas fue a parar a una laguna, donde en el fondo, se encuentra
un gigantesco toro de fuego de astas doradas (algunas versiones representan
al toro color negro) que hace enloquecer las aguas y sale al encuentro de todo
aquel que intente recuperar el oro allí ocultado.
Otra versión cuenta que Ciudacita estaba rodeada, en todo su perímetro, por
esa cadena de oro, la cual fue escondida en la Laguna del Tesoro para que no
caiga en poder de los españoles.
Desde ese momento quedó el nombre de “Laguna del Tesoro”, situada al pie
del nevado de Aconquija en el límite de Catamarca y Tucumán.
Octavio Cejas en su "Tukma Mágico" (2.001) describe una anécdota recopilada
en Alpachiri, Tucumán, a Delicia de Cabrera:
"Una vez mandaron a un hombre algo inocentón a campear unos bueyes que
se habían refugiado entre las malezas del bosque, en las lomas y cerrilladas de
más arriba de Arcadia. A los días volvió con el cuento de que había dado con
una laguna de gran tamaño rodeada de alisos y nogales, saúcos y totoras; que
él, oculto entre unos helechos gigantescos, vio en el agua, sentada en una
piedra que sobresalía, a una mujer muy bella que se hacía pasar un peine de
oro por sus cabellos que rebrillaban con luces de ese metal. Dijo el hombre que
las aguas se habían agitado bravamente cuando comenzó a emerger un toro
de astas doradas que llegó hasta la orilla arrastrando una pesada cadena de
oro. El caso se difundió rápidamente. Los hombres más corajudos y codiciosos
se fueron en expedición. Llevaban oculta intención de enlazar a la bella y al
toro a quien consideraban su guardián. Se cansaron de deambular entre
montes y cerros y no hallaron ni rastros de la laguna y sus moradores".

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