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Posteriormente, una beca Fullbright me permitió pasar una temporada en Harvard como
"visiting scholar" y dividí mi trabajo allí entre el Centro para Estudios de la
Personalidad (que estaba entonces bajo la dirección de David McClelland) y Emerson
Hall, donde participé en el Seminario de Psicología Social de Gordon Allport y fui
un estudiante de Tillich. Después de terminar la temporada académica, pasé un
tiempo con Raymond Cattell de la Universidad de Illinois, quien me invitó a
asociarme con él en su empresa privada (IPAT), el Instituto de Pruebas de
Personalidad.
Más tarde, por una invitación de Frank Barron a participar en las actividades del
Centro para la Investigación y Evaluación de la Personalidad de la Universidad de
California (también un enclave de la cultura de Henry Murray) fui a Berkeley, donde
tuve la ocasión de zambullirme en la atmósfera de la contracultura.
Durante esta época tuve la oportunidad de trabar una estrecha amistad con Carlos
Castaneda, volverme aprendiz de Fritz Perls y formar parte de la temprana comunidad
de Esalen, asistir a talleres de conciencia sensorial con Charlotte Selver y
asistir a las reuniones del grupo pionero de Leo Zeff de terapia psicodélica, al
que posteriormente contribuiría al intoducir el uso de la harmalina, el MDA y la
ibogaína.
Tras estos aprendizajes, cuando regresé a Chile en 1967, el apoyo del Senado de la
República y el permiso de mi jefe me permitieron llevar a cabo un programa de
desarrollo personal (mencionado por aquel entonces en el Catálogo de Esalen como
"Programa Esalen-en-Chile") donde un grupo estable de estudiantes recibió una
formación más sistemática e integrada que la de Esalen en Gestalt: ejercicios
psicológicos, esgrima, movimiento espontáneo y expresión corporal.
El tiempo de mi vuelta a Chile fue también el de los comienzos de mis
investigaciones en psicofarmacología: primero, a través de un estudio de los
efectos de la harmalina, luego (como asociado de Shulgin y Sargent), en el estudio
de las fenil-isopropil aminas y también en la exploración de la terapia psicodélica
individual y de grupo.
Poco después viajé brevemente a los Estados Unidos para asistir a dos congresos
novedosos en la Universidad de California: la primera Conferencia sobre el LSD de
1967 (donde presenté mi investigación en la psicoterapia asistida por la ibogaína)
y otra patrocinada por el Instituto Karolinska de Suecia y el Ministerio de Salud
de los Estados Unidos bajo el título "Búsqueda Etnofarmacológica de Medicamentos
Psicoactivos".
También acepté la invitación del Dr. Robert Ornstein como coautor de un libro de
meditación, y otra de la Dra. Ravenna Helson para analizar las diferencias
cualitativas entre libros para niños calificados como "matriarcales" y
"patriarcales", respectivamente, en una investigación suya sobre las formas
alternativas de creatividad que ya había comprobado anteriormente en una
investigación acerca de matemáticos. Ello llevó a la redacción de mi libro El niño
divino y el héroe, que sería publicado mucho más tarde.
Tras abandonar Arica a fines de 1970 --después de seis meses-, comencé a dirigir
las actividades de un grupo que incluía a mi madre, antiguos aprendices de gestalt
y amigos; en el contacto con este grupo de chilenos adquirí la experiencia y
confianza necesarias para iniciar mi trabajo posterior en Berkeley en septiembre de
1971. Este trabajo comenzó como una improvisación y acabó por convertirse en un
programa en torno al cual se estableció una asociación sin fines de lucro llamada
"Instituto SAT". Después de un tiempo, mi función en éste fue la de un diseñador de
procesos y supervisor de un conjunto de actividades puestas en práctica por mis
estudiantes y por una serie de profesores invitados: Zalman Schachter, Dhiravamsa,
Ch'u Fang Chu, Sri Harish Johari y Bob Hoffman.
En 1976 fui durante dos semestres profesor invitado en el Campus de Santa Cruz de
la Universidad de California, y posteriormente (de manera intermitente) en el
Instituto de Estudios Asiáticos de California (ahora CIIS). Luego comencé a ofrecer
talleres en Europa, refinando de esta manera aspectos del mosaico de actividades en
el programa SAT: la terapia Gestalt y su supervisión, las aplicaciones del
Eneagrama a la personalidad, la meditación interpersonal, la música como un recurso
terapéutico y como extensión de la meditación, procesos de comunicación y
autoconocimiento en pequeños grupos, hasta que volví a juntar las partes en un todo
otra vez (y en la compañía de nuevos colaboradores) cuando en 1987 el programa SAT
renació en España bajo el nombre de "SAT-en-Babia, un programa para el desarrollo
personal y profesional". Desde entonces, este programa se ha extendido por
Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Rusia, Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
México, Estados Unidos y Corea con gran éxito, de modo que mi agenda se repartió
durante muchos años entre estas actividades y el trabajo en mis libros durante el
tiempo que transcurría en mi casa de Berkeley.
A finales de los años ochenta había revisado por completo mi primer libro sobre la
terapia Gestalt y publicado también dos nuevos volúmenes sobre el tema. También
publiqué tres libros sobre el Eneagrama, un libro titulado La agonía del
patriarcado, y un nuevo libro sobre meditación The Way of Silence and the Talking
Cure, así como Cantos del despertar -una interpretación de los grandes libros de
Occidente como expresiones "del viaje interior" y variaciones sobre "el mito del
héroe".
Desde finales de los años noventa he asistido a muchas conferencias sobre educación
y he procurado influir en la transformación del sistema educativo en varios países
desde la convicción que nada es más esperanzador respecto a la evolución social que
el fomento colectivo de la sabiduría individual, la compasión y la libertad. Mi
libro Cambiar la educación para cambiar el mundo, publicado en español en el año
2004, fue concebido inicialmente como un estímulo para los profesores formados en
el Programa SAT que comenzaban a implicarse en un "proyecto de SAT-Educación" que
el programa SAT ofrecía a los educadores y maestros como "un plan de estudios
suplementario" de autoconocimiento, reparación de las relaciones y cultura
espiritual.
Más o menos por aquel entonces, además, el rabino Yollis me invistió con la
dignidad de un rabino a pesar de mi conocimiento solo rudimentario del hebreo; y
poco después mi maestro desde los años setenta -Tarthang Tulku Rinpoche- me informó
que había llegado a la etapa de fruición de mi desarrollo espiritual y me hizo
entrega del manto blanco de un Nakpo o yogui.
Pienso que algún día reuniré una serie de artículos inéditos respecto al valor
terapéutico de los psicodélicos.
Claudio Naranjo
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