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La revolución copernicana www.librosmaravillosos.com Thomas S.

Kuhn

Capítulo 7
El nuevo universo

Contenido:
1. La nueva perspectiva científica
2. Hacia un universo infinito
3. El universo corpuscular
4. El sistema solar mecánico
5. Gravedad y universo corpuscular
6. El pensamiento nuevo

1. La nueva perspectiva científica


Kepler y Galileo acumularon pruebas impresionantes sobre el nuevo estatuto de la
tierra como planeta en movimiento. El concepto de órbita elíptica y los nuevos datos
reunidos gracias al telescopio sólo eran pruebas astronómicas en favor de una tierra
planetaria. En modo alguno respondían a las objeciones extra-astronómicas que se
les planteaban. Mientras quedaban sin respuesta, cada uno de estos argumentos,
físicos, cosmológicos o religiosos, daban testimonio de la inmensa diferencia
existente entre los conceptos de la astronomía técnica y los empleados en otras
ciencias y en filosofía. A medida que se iba haciendo más difícil dudar de la
innovación introducida en astronomía, más urgente se hizo la necesidad de efectuar
ciertos ajustes en otros dominios del pensamiento. La revolución astronómica se
mantuvo incompleta hasta que no se llevaron a cabo los ajustes indicados.
La mayor parte de las grandes conmociones en el pensamiento científico producen
disparidades conceptuales del tipo indicado. Por ejemplo, en la actualidad estamos
viviendo las últimas etapas de una revolución científica iniciada por Planck, Einstein
y Bohr. Los nuevos conceptos que ellos y otros han introducido, y sobre los que
reposa la revolución científica contemporánea, muestran estrechos paralelismos
históricos con el concepto copernicano de una tierra planetaria. El átomo de Bohr o
el espacio finito, pero ilimitado, de Einstein fueron introducidos para resolver
acuciantes problemas planteados en el seno de una especialidad científica concreta.
Quienes los aceptaron, lo hicieron, en un primer momento, en razón de la inmensa

Colaboración de Sergio Barros 299 Preparado por Patricio Barros


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necesidad sentida en sus dominios de investigación y aún a costa de su evidente


oposición al sentido común, a la intuición física y a los conceptos fundamentales de
otros campos científicos. Durante cierto tiempo, los especialistas utilizaron nuevas
ideas como las indicadas a pesar de que parecieran increíbles dentro de un contexto
científico más amplio.
No obstante, el empleo continuo de incluso el más extraño de los conceptos lo hace
aceptable y, una vez convertido en aceptable, adquiere una función científica más
amplia. Para utilizar el vocabulario del capítulo 1, deja de ser un simple instrumento
paradójico y ad hoc para describir de forma más económica lo ya conocido, y se
convierte en un instrumento básico para explicar y explorar la naturaleza. Una vez
alcanzado este estadio, es imposible restringir el nuevo concepto al dominio de una
única especialidad científica. La naturaleza no puede revelar propiedades
incompatibles en campos diferentes. Si el electrón del físico puede saltar de una
órbita a otra sin atravesar el espacio que las separa, el electrón del químico debe
hacer otro tanto, mientras que los conceptos de materia y espacio del filósofo
exigen una revisión. Toda innovación fundamental dentro de una especialidad
científica transforma inevitablemente las ciencias colindantes y, de forma algo más
lenta, los mundos del filósofo y del hombre cultivado.
La innovación introducida por Copérnico no es una excepción. En las primeras
décadas del siglo XVII era a lo sumo una innovación astronómica. Fuera de los
límites de la astronomía planteaba una multitud de embarazosos problemas mucho
más evidentes que las cuestiones de detalle numérico que había resuelto. ¿Por qué
los cuerpos pesados siempre caen sobre la superficie de la tierra si ésta se mueve
alrededor del sol? ¿A qué distancia están situadas las estrellas y cuál es su función
en la estructura del universo? ¿Qué mueve a los planetas? ¿De qué modo, si no
existen esferas, se mantienen en sus órbitas? La astronomía copernicana aniquilaba
las respuestas tradicionales a tales cuestiones, pero no ofrecía nada nuevo para
sustituirlas. Eran necesarias una nueva física y una nueva cosmología antes de que
la astronomía pudiera participar nuevamente de forma plausible en la confección de
un marco de pensamiento unificado.
Esta nueva ciencia y esta nueva cosmología fueron creadas antes de finalizar el
siglo XVII, y todos sus progenitores pertenecían a la minoría copernicana. Su

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adhesión al copernicanismo dio un nuevo enfoque y dirección a gran parte de sus


investigaciones, dando nacimiento a un nuevo conjunto de problemas, uno de los
cuales — ¿cuál es la causa del movimiento terrestre?— ya ha aparecido de forma
breve en nuestro estudio del anima motrix de Kepler. Por otro lado, el
copernicanismo aportaba una multitud de indicaciones sobre los conceptos y
técnicas que exigían la solución de estos nuevos problemas. Por ejemplo, al sugerir
la unificación de las leyes terrestres y celestes, hacía del proyectil una legítima
fuente de información sobre el problema de los movimientos planetarios.
Finalmente, el copernicanismo dio un nuevo significado y un nuevo valor a
determinadas doctrinas cosmológicas que, si bien fueron corrientemente admitidas
por una minoría durante la antigüedad y la Edad Media, habían sido desdeñadas
hasta aquel preciso momento por la mayor parte de los científicos. Durante el siglo
XVII varias de tales teorías nuevamente popularizadas, en particular el atomismo,
se convirtieron en una fuente constante de significativas sugerencias para la ciencia.
Estos nuevos problemas, nuevas técnicas y nuevas evaluaciones constituyen la
nueva perspectiva que la ciencia del siglo XVII heredo del copernicanismo. El
capítulo precedente ha mostrado los efectos de este renovado punto de vista sobre
la astronomía. En las páginas que siguen expondremos su papel en el desarrollo de
otros campos de la ciencia y de la cosmología, pues el universo newtoniano nació en
un clima intelectual que el copernicanismo había ayudado a fertilizar. No obstante, a
diferencia de las leyes de Kepler, que en el campo de la astronomía constituyen la
culminación de la revolución copernicana, el universo newtoniano es un producto de
algo más que la innovación introducida por Copérnico. Para estudiar su evolución y
descubrir en qué modo el concepto de una tierra planetaria tomó por fin un sentido
coherente, deberemos introducir a menudo conceptos y técnicas hasta aquí
menospreciadas a causa de su escasa relación con el desarrollo de la astronomía o
la cosmología anteriores a la muerte de Copérnico. Así pues, el problema que nos
proponemos examinar ahora va más allá de los límites de la revolución copernicana
propiamente dicha.

2. Hacia un universo infinito

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