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La llegada de un niño o niña es un acontecimiento familiar feliz y placentero, las

expectativas son numerosas ya que todo padre desea que su bebé sea perfecto.
Es una gran decepción el enterarse que tienen un hijo con discapacidad,
independientemente del tipo de esta, ejemplo de ello es el Síndrome de Down y
Parálisis Cerebral evidentes en el momento del nacimiento (Guevara, Ortega y
Plancarte, 2001).

La respuesta de los padres al tener niños con capacidades diferentes está


determinada por la manera en cómo fueron criados, su habilidad y experiencias
para enfrentarse a los problemas, el tamaño de la familia, el lugar que ocupa el
niño, el sexo, su nivel socioeconómico, nivel de estudios y la estabilidad de las
relaciones familiares (Ortega, 2002).

Con estos pequeños pero fuertes textos se dará a conocer la importancia de que
cualquier discapacidad no es impedimento para poder ayudar a una sociedad
financieramente, y se expone principalmente del caso especial que se ha visto
comúnmente, “el síndrome de Down” o trisomía 21.

Y desde un punto de vista critico se expone que la educación es el arma principal


para hacer entender a la sociedad que cualquier sujeto con síndrome de Down (no
importa la gravedad de su caso) puede fácil y sencillamente obtener un empleo y/o
comenzar a emprender uno siempre y cuando este esté rodeado y apoyado de las
personas correctas, se espeta que por medio de la educación financiera y los
valores que nos implementan desde pequeños podremos centrar a la sociedad
que desde temprana edad podemos convivir con este tipo de personas con
discapacidad y pueden tener las mismas oportunidades laborales

La discapacidad no es una lucha valiente o coraje en frente de la adversidad. La


discapacidad es un arte. Es una forma ingeniosa de vivir y saber aprovecharlo”
(Neil Marcus).

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