Está en la página 1de 3

La ahogada

Desde que en mi cuerpo existe el esternón


algo se ha rajado entre la carne y el hueso.
Y he descubierto
que tengo dos pájaros en el rostro
que quieren volar
que comienzan a salir del cofre donde estaban
y se muestran como son.
Presiono sus lagrimales-pico
y agito mis dedos
para que canten y se humedezcan,
porque ahora sí
ahora existe un motivo para cantar.
Y en el fondo del iris verdemar me sumerjo
y encuentro peces rosados que me dicen:
“Eres la ahogada”
y me llenan el cuerpo de escamas
para que me camufle mejor entre las algas.
Y salgo de mi ojo empapada,
como salgo últimamente de entre mis sábanas,
pensando,
que no debería soñar más, sino mejor.
Por eso, he decidido convertir mis pestañas en alas de pájaro
para bostezar y rozar las nubes con los párpados
y que el viento
y la falta de oxígeno llene mis cuencas
y bailemos
hasta que nuestros pies quieran ser árboles de miel, corteza y delirio.
Y cada noche,
el pájaro pregunta:
¿Quién me riza las pestañas antes de dormir?
Canto I

Anoche soñé contigo


-huías-
mis manos se llenaban de miel
nuestras lenguas se enredaban.
Tarde
cavé un hoyo en la tierra,
unté mis ojos de polvo
y ciega exclamé:
¡Vuelve a caminar por mi esófago
mientras pronuncio ese leve canto que tanto te gusta!
¡Vuelve a lamer mis tobillos mientras tejo un hilo entre los poros de mi piel!
Vuelve y bebe de este cáliz
¡seremos pez, seremos pájaro!
Tigres alados
He escrito tu nombre
Confusión
he escrito la noche con el intestino retorcido
la noche en vela
en esta habitación donde los mosquitos mueren de súbito
y todo lo que queda de mí es una piel rasgada
y mucha sangre acumulada en la cabeza.
He escrito: Confusión
Con - fu - sión
y un mosquito ha caído muerto en mi costado.
¿Dónde están ahora?
¿Dónde están ahora los tigres alados de mi pelo?
¿Quién sueña y dice Confusión, dónde?
Dónde
ahora
y no sabe
no sabe
no sabe nada de los tigres alados de mi pelo
del fuego que sube a la garganta de las malaventuradas
que escriben Confusión
Con - fu - sión
nadie dicta tu nombre en los diarios
y sin embargo has robado todos los tigres alados de entre mi pelo.
¡Qué maldita lucidez confiar y creer que mi cara no quedaría roja al pronunciar tu nombre!
Y que la infancia es un columpio mecido a gas
y cuando los pies salen de la cuna hay que llevar zapatos de suela dura
y dejar el patuco para pisar la tierra
y juntar los huesos que has dejado por el camino.
Los huesos
los huesos
y conocer las astillas de los huesos.
Reconstruir hueso y confusión para mirarte a los ojos
y dictar un jaque
un jaque mate
que acabe con los insectos del cuarto
y haga volver de una vez a los tigres alados de entre mi pelo.

También podría gustarte