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Para mis estudiantes:

Hace 2 años y 2 meses desperté con la noticia de que Susi no volvería a un salón de
clases.
Susi era maestra, igual que yo.
Susi tenía treinta años, igual que yo.
La pregunta que me carcomía entonces sigue rodando por mi cabeza: ¿cómo les dijeron a
sus estudiantes que Susi no volvería al salón? ¿Cómo explicar que esa persona que
pasaba lista, que resolvía sus dudas y que veían a diario no volvería a aparecer? ¿Cómo
poner en palabras que Susi no regresará, que a Susi la mataron?
Susi tenía dos hijos, igual que mis amigas.
Susi era profesora del Inhumyc, igual que mi mamá.
A Susi la mató su marido. Sus hijos quedaron sin papás. Sus alumnos se quedaron sin
profesora. Sus hermanas se quedaron sin hermana. Sus padres perdieron a su hija. Mis
amigas, que también fueron sus amigas, la extrañan. Susi nos hace falta.
Susi fue asesinada, igual que más de tres mil mujeres al año en México.
La historia de Susi se repite.
La escritora mexicana Cristina Rivera Garza podría decir que Susi es parte de una lista de
"mujeres que han crecido en una ciudad y un país que las acosa paso a paso y no las deja
en paz. Mujeres siempre a punto de morir. Mujeres muriendo y, sin embargo, vivas."
Escribo de Susi en pasado.
Escribo de la violencia de género en presente.
Al perder a Susi, sus alumnas y exalumnas, sus amigas, mis amigas y otras mujeres de su
comunidad gritaron mucho. Organizaron rifas y colectas para apoyar a los hijos de Susi,
hicieron marchas y se levantaron para que el feminicida no quedara impune, logrando su
cometido un año después. Hoy, siguen gritando y recordando, alzando la voz por ella.
Susi ya no está.
Hoy tampoco estoy yo.

Hoy me uno al PARO activo que se organiza aquí en la escuela. Elegí ausentarme del salón
de clases y de las actividades “normales” y así exigir las condiciones necesarias para que al
pasar lista mañana y los días por venir, estemos todas presentes; pero también para que
recordemos que los feminicidios como el de Susi no son hechos aislados, sino que son
parte de un sistema que nos ha enseñado -y que ahora podemos cuestionar y desaprender-
que las mujeres valemos menos, que estamos aquí para ser bonitas y ser vistas, que nos
debemos de vestir y de comportar de cierta forma, que somos frágiles y que nos tienen que
cuidar, que somos locas e histéricas.

Sueño que estamos todas.


Lucho para que estemos todas.

Hoy decidí presentarme en la escuela y unirme al paro ACTIVO porque creo firmemente
que la educación es una forma de resistencia, de memoria y representa un espacio para la
construcción de un futuro digno, donde nos cuidemos, donde nos escuchemos y donde sí
estemos todas. Por eso, hoy estaré con sus compañeras platicando y acompañándolas.

Mi labor no termina hoy, pues así como les corrijo la ortografÍa y la acentuaciÓn, también
me comprometo con ustedes a que mi salón de clases sea siempre un espacio de escucha
y de acompañamiento.

Por ello, les invito a responder mi carta, con nombre o de forma anónima, pues me gustaría
conocer las emociones, pensamientos o preguntas que les generó este texto. En mi
experiencia, cuando compartimos, los problemas duelen un poquito menos y podemos
pensar e imaginar juntos un futuro mejor.

Con cariño

Su profesora

Karen Arnal Vidrio

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