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RESUMEN DE DERECHO AGRARIO

INTRODUCCIÓN AL DERECHO AGRARIO. PANORAMA GENERAL:


Más allá de las diversas corrientes conceptuales y teorías que tratan de precisar las
razones de su especialidad, el Derecho Agrario es (de manera sintética) la disciplina jurídica
regulatoria de la actividad agraria. Asimismo, la actividad agraria es una modalidad de
actividad técnico-económica de vasta trascendencia universal y que tiene su propio
contenido y sus propias reglas operativas que la diferencian claramente de otras; tiene una
vinculación directa con los derechos sobre la tierra (propiedad y formas de tenencia), con
el uso y tutela del territorio rural, el cuidado del ambiente, etc.
El Derecho Agrario integra el grupo de las denominadas “ramas sociales” (art. 350.3 del
CGP), y muchas de las cuestiones que regula involucran derechos de tercera generación. En
este sentido, puede decirse que en la actualidad el Derecho Agrario es custodio de derechos
colectivos, que son de interés directo de la comunidad nacional e internacional.
A pesar de que su estudio comprende hasta 3 Códigos (Rural, de Aguas y Minería), en
verdad es de naturaleza descodificada pues no hay núcleo legislativo que concentre toda o
mayoritariamente su regulación. Esto no obsta a afirmar que el Derecho Agrario sea una
materia ordenada, un verdadero sistema de normas; la doctrina en general ha hecho
notables esfuerzos por ordenar la misma a través de diversos institutos que concentran
grupos de normas específicas.
Importancia del Derecho Agrario:
Su importancia se justifica por la relevancia de las relaciones económicas que regula, así
como también del trascendente peso social de su materia jurídica. Esta importancia se nota
con mayor claridad en aquellos países como el nuestro, en donde la actividad agraria es una
de las bases de su economía y un gran sector de la población se consustancia con ella;
nuestro territorio en su máxima extensión se encuentra destinado a las explotaciones
rurales, las producciones agropecuarias han constituido lo más relevante de nuestras
exportaciones y consumo interno. Por ello, el volumen económico y financiero total que
alcanzan las transacciones agropecuarias en nuestro país es uno de los más relevantes de la
economía nacional.
Por su parte, en el plano social no puede ignorarse que esta actividad es también
forjadora de lo más autóctono de cada país; la actividad agraria se presenta como un medio
de vida que implica también una manera de vida. La vida fuera de la Capital gira y tiene
sustento económico y social casi exclusivamente en torno a las actividades de las
explotaciones agropecuarias e involucra hasta una porción importante de la vida comercial
de los centros urbanos y pueblos del interior.
A estos aspectos, también se le suma el impacto ecológico, lo cual termina de concederle
un perfil particular de suma importancia al Derecho Agrario. El sistema productivo de la
actividad agraria se encuentra directamente ligado a los recursos naturales y más
específicamente a la naturaleza, por lo que el Derecho Agrario se presenta como una de las
disciplinas más desarrolladas en materia de conservación del ambiente.

La cuestión etimológica:
Es conveniente realizar ciertas precisiones en materia etimológica para evitar
confusiones semánticas.

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El adjetivo “agrario” con que viene calificada la disciplina, proviene del latín “ager” y
significa campo o tierra de cultivo, y en consecuencia designa en forma preliminar todo
aquello que es propio y originario del campo.

El término “rural” también proviene del latín, y significa “ruris”. Es un sinónimo de


agrario y nada impide ni obstaculiza su uso. Pero, en realidad, debemos precisar el concepto
puesto que el término “rural” tiene un mayor contenido sociológico (comparado al termino
agrario), en tanto refiere al campo más bien como zona o espacio territorial; en cambio, el
término “agrario” tiene un significado más técnico, alusivo a la tierra o suelo naturalmente
apto para desarrollar una determinada actividad. Es por esta sutil diferencia entre ambos
términos que se prefiere en nuestra legislación hablar de “Derecho Agrario” y no de
“Derecho Rural”.
Por su parte, la expresión “agricultura” alude a las tareas de labranza de la tierra en su
sentido más estricto y tradicional, y así lo dispone nuestra legislación en alguna oportunidad
(por ejemplo, art. 77 del Código Rural). Al ser utilizado en sentido estricto, es un término
sinónimo de “agrícola” según el alcance que le otorga a este último el art. 286 del Código
Rural (es decir, referido a la tarea del cultivo del fundo).
Ahora bien, la Constitución en su artículo 36 refiere genéricamente a la actividad agraria
como “cultivo” a los efectos de diferenciarlas de otras actividades como la industria o el
comercio. De aquí surge que nada impide el uso del término “agricultura” en el mismo
sentido amplio del término “cultivo” que emplea la Constitución.
El término “agropecuaria” es de origen latín, una mezcla del término “ager” y “pecus”
(ganado). En efecto, aludiría preferentemente a la cría de ganado a campo; aunque sin
embargo, es utilizada habitualmente en nuestro Derecho abarcando simultáneamente a la
agricultura en sentido estricto y a la ganadería.

En cuanto al concepto de “explotación rural”, cabe mencionar que el Derecho no lo define,


aunque sabemos que toma los conceptos franceses y desde dicho punto de vista la
explotación rural: es una unidad económica resultante de la afectación de bienes y servicios
a un determinado predio de forma organizada, en forma programada. Vemos que para que
haya explotación rural necesariamente debo existir organización, afectación de bienes o
servicios. Por otra parte, los italianos no consideran que la noción de Derecho Agrario esté
basada en la explotación rural, sino en una hacienda.
Dificultades del estudio del Derecho Agrario:
El estudio de esta rama jurídica presenta una serie de dificultades que es conveniente
hacer referencia. En esencia, las razones de estos obstáculos provienen de tres factores:

• Dificultades para la exacta individualización de sus límites con otras disciplinas


jurídicas es una de las dificultades (entre otros problemas) que se ha provocado por
el origen confuso con que aparece el Derecho Agrario como cuestión científica.

• Necesidad de profundizar y mantener actualizadas las fuentes materiales que


explican el contenido de las normas, y un exceso de la vía reglamentaria (Decretos
y Resoluciones del Poder Ejecutivo) en relación a la ley, son algunos de los
problemas que integran la segunda serie de complejidades. Esta última se origina
en la marcada incidencia de las políticas en los asuntos de la agricultura.

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• Carácter disperso de la legislación agraria y su variada naturaleza jurídica (mixta),
fenómenos que ocasiona ciertos problemas en la correcta determinación de sus
fuentes formales.
Puede decirse que estas dificultades son comunes a casi todos los ordenamientos
positivos y poseen gran incidencia en la comprensión del Derecho Agrario. Por este motivo
analizaremos estas dificultades con mayor profundidad.
a. Complejidades para demostrar su modernidad:

El Derecho Agrario nace en la gran mayoría de los ordenamientos jurídicos, sin encontrar
un elemento definidor tan claro ni rotundo como supo ser el comercio para el Derecho
Mercantil, o el trabajo para el Derecho Laboral.
Si bien es la producción agropecuaria el fenómeno en torno al cual se origina, en las
primeras etapas de su formación al Derecho Agrario se lo vinculó a fenómenos de alto
contenido sociológico, gobernados en base a criterios económicos y políticos, variables de
país en país y de escasa precisión jurídica. Las razones de este fenómeno son sencillas:
- La agricultura era conocida por el humano desde siempre (nunca fue un fenómeno
nuevo).

- El Derecho nunca la había ignorado (especialmente a través del Derecho Civil y


después del Derecho Administrativo).
- Los cambios y las transformaciones en la agricultura operaron sigilosamente a nivel
jurídico y por etapas, sin desprendimiento expreso una de otra, por lo que los
cambios lucen más lentos y tardíos que en otros sectores del Derecho.
Por ello, si bien se sabe que el Derecho Agrario ha interrumpido universalmente como
un Derecho nuevo; el alcance, significado y perspectiva de su novedad no han sido claras ni
suficientemente uniformes a nivel del Derecho Positivo nacional y comparado. De esta
manera, y por razones históricas, las posibilidades de concretar de manera definida el
contenido y límites de esta disciplina se han visto retardados mucho más de la cuenta.
b. La incidencia de los fenómenos políticos, sociológicos y económicos, etc.:

Esta dificultad, en otras palabras, es la marcada incidencia de los fenómenos


extrajurídicos en las normas que regulan a la agricultura. En efecto, el conjunto de factores
sociales y técnicos que se ciernen sobre el sector agropecuario atraen al legislador para
aplicar políticas de promoción, anteponiéndolos a los requerimientos estrictamente
jurídicos que meritan. De allí la particular importancia que tienen las fuentes materiales en
el Derecho Agrario.
El problema para el jurista, es que no puede ser ajeno al conjunto de fenómenos técnicos,
sociológicos, económicos, políticos y hasta geográficos, que fundamentan las leyes agrarias.
Mientras el objeto de la agricultura es la producción y comercialización, el objeto de las leyes
que la regulan es mucho más amplio, ya que comprende también la valoración de los
factores extrajurídicos que determinan el contenido de dichas normas. ACÁ PODRÍAMOS
MENCIONAR LAS POLÍTICAS AGRARIAS.
Ante esta realidad, la doctrina debe limitarse a conocer y a interpretar el diseño político
pero no hacer de ese suceso una valoración propia de la dogmática jurídica.

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c. Problemas por la dispersión y dinamismo del Derecho Positivo aplicable:

Esta disciplina jurídica carece hasta el momento de un cuerpo normativo central y


uniforme que regule su materia. Más allá de ciertas concentraciones legislativas destacadas
(como la ley de colonización o la ley de asociaciones y sociedades agrarias, etc.) las fuentes
formales del Derecho Agrario se encuentran normalmente dispersas por todo el
ordenamiento positivo. Mucho menos podrán encontrarse normas que regulen el contenido
y objeto de la disciplina desde un punto de vista dogmático positivo; esto es tarea de la
doctrina, que debe extraerlos de las normas en las cuales se encuentran inmersos.

Esta dispersión legislativa inclina a tener una visión reducida del conjunto de normas
que comprende el Derecho Agrario, es decir, conduce a tener una idea equivocada acerca de
la verdadera dimensión del sistema de fuentes de esta materia.
Cabe destacar nuevamente que no debemos confundir la desorganización de la
legislación con la de la disciplina contenida en ella.
Una vez visto más profundamente las principales dificultades, es pertinente hablar en
torno a las consecuencias de las mismas en su conjunto. Lo que debe comprenderse es
que la legislación agraria (salvo raras excepciones) es consecuencia de la experiencia y de
la lógica propia de los hechos agrícolas; fruto de la historia y del fenómeno político-social.
NATURALEZA JURÍDICA DEL DERECHO AGRARIO:
Por lo general, las normas del Derecho Agrario son de orden público o tienen tal origen;
o bien, son imperativas tanto como prohibitivas, lo que posee incidencia directa en las
relaciones patrimoniales privadas. Sin perjuicio de ello, hay ciertas normas que son de
naturaleza privada, manteniéndose casi exclusivamente en dicha órbita.
Para ciertos autores, el hecho de que la mayoría de las normas de esta rama sean de
orden público implica que el Derecho Agrario forme parte del Derecho Público. En cambio,
para otros autores como De Semo por ejemplo, se basa en el origen histórico del Derecho
Agrario para afirmar que forma parte del Derecho Privado. También hay autores como
Arcangeli, Carrara y Vivanco entienden que el Derecho Agrario se divide por un lado en
derecho agrario público, y por otro en derecho agrario privado.

Actualmente, puede decirse que existe un mayor consenso universal en cuanto a que el
Derecho Agrario en su naturaleza, es un “derecho mixto, o sea, público y privado a la vez”.
Esto se debe a que no se puede precisar los límites entre los cuales se dirime la cuestión de
la naturaleza de sus normas (en algunas ocasiones hay un mayor énfasis de lo público y en
otras de lo privado). Por ello, el intento de separar o distinguir entre lo público y lo privado
en materia agraria es tan inconveniente como inconducente, ya que de esa manera se
desnaturaliza su alcance y dimensión de los intereses regulados por su materia.

Como ha dicho Pérez Llana, no puede hablarse de un derecho agrario público y un


derecho agrario privado, sino que todo él en su conjunto tiene características de ambas
ramas, lo que hace que deba considerársele en esa tercera categoría de ramas jurídicas.
EVOLUCION HISTORICA DEL DERECHO AGRARIO
El derecho agrario aparece recientemente en la vida de las ciencias jurídicas. Tiene
origen en la combinación de una serie de factores sociales y tecnológicos que determinaron
el pasaje de una agricultura doméstica y de subsistencia a una agricultura de carácter
industrial destinada a la producción masiva de bienes agropecuarios, especialmente de
índole alimenticia

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Ello significó no sólo un hecho nuevo para las sociedades y sus economías, sino también
para el derecho, que al influjo de importantes transformaciones jurídicas debió adaptar y
ajustar los conceptos rectores en la materia, originarios en su materia del derecho civil.

Pero el tránsito regulatorio de una agricultura a otra no fue sencillo. Dependiendo de los
problemas sociales y la disponibilidad de recursos -tanto naturales como económicos- cada
país empleó sus propios criterios y sus propias políticas para lograrlo. Así mientras algunos
apuntaron a modificar el concepto del derecho de propiedad de la tierra consagrando su
función social (como es el caso de diversos países americanos y europeos), otros lo
intentaron a través de la tutela directa del trabajo y mecanismos tributarios (como en
nuestro país), otros a través de las subvenciones (los países de la Unión Europea) e, incluso
-y lo más común- mediante una combinación variada de esos y otros instrumentos, etc. Esto
provocó disparidades importantes en la legislación y en la doctrina, que hicieron que el
derecho agrario no se desarrollara de manera uniforme a nivel del derecho comparado. Sólo
recientemente puede decirse que se ha logrado una mayor aquiescencia doctrinaria en
torno al fenómeno de la actividad agraria.
El estudio formativo del derecho agrario es conveniente pues, desarrollarlo en dos
planos que reflejen estos aspectos: uno relativo a las razones o causas de carácter general,
que determinaron la transformación del derecho de la agricultura (el porqué del cambio
jurídico) y, otro en que se examina la manera particular en que se hizo (el cómo se fue
cambiando jurídicamente) hasta llegar a nuestros días; aspecto que en gran medida varía
según la orientación seguida por cada ordena miento.
La formación del derecho agrario es el resultado de un proceso evolutivo de múltiplos
aspectos que es imprescindible examinar para comprender adecuadamente las razones de
su aparición.
Aspectos generales de la formación del derecho agrario: la agricultura en el
derecho romano.

La propia antigüedad e importancia que tuvo la agricultura en la vida de los pueblos, hace
sencillo encontrar antecedentes de su regulación en civilizaciones remotas. Algunos autores
ven en ello, los orígenes del derecho agrario. Así Mario -que dedicó importantes estudios
tratando de demostrar la antigüedad del derecho agrario señaló que aun antes del apogeo
romano (en Licuria y Sikuris), era ya posible encontrar normas de naturaleza agraria.
Aunque fue luego el derecho romano, que llegó a desarrollar institutos típicos del derecho
de la agricultura. El derecho agrario tiene sus primeras fuentes-señala Bolla-en las leyes de
las XII Tablas, en el Edicto del Pretor, en las Constituciones del periodo entro Teodosio y
Justiniano, etc

Así por ejemplo -y como se verá más adelante- la mayoría de la doctrina ve en el “fundus
instructor" del derecho romano, el antecedente de lo que modernamente se conoce como la
"explotación o hacienda rural. Pero hasta el propio concepto de "bonus pater familiae
representa el modelo del antiguo jefe de la hacienda agrícola romana que era "pudeus",
"diligeus", "atentus", "atudues": atributos representativos del tipo de diligencia media, que
fuera recibido luego como modelo de conducta por todo el derecho. El buen padre de
familia, no era sino el agricultor jefe de la familia romana.
En definitiva, la tierra y la agricultura acompañaron al ser humano desde miles de años
y es lógico que estuvieran presentes en sus costumbres y formas de vida, en sus
manifestaciones culturales y religiosas y, que formara el centro de sus relaciones y
elementos patrimoniales, dejando por ello sus huellas en el derecho. Piénsese que la

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sociedad y la familia romana, no eran sino -precisamente- rurales. Pero por ello mismo,
dichos aspectos nunca adquirieron especialidad alguna. Con el correr del tiempo, las
relaciones jurídicas originadas en la agricultura quedaron integradas a lo que luego fue el
derecho civil
Pero el punto radica en que los antecedentes del derecho romano, no oficiaron de
inspiración científica al derecho agrario, tal como lo hizo en cambio, respecto a la
codificación civil del Siglo XIX. No se trata más del primitivo derecho fundario que tenía por
base a una propiedad destinada a satisfacer necesidades individuales, sino de un sistema de
normas disciplinarnos de la producción agraria. No obstante, para algunos autores más
ecléticos, estos antecedentes indican que el derecho agrario actual, no implica sino un
renacer después de estar oculto durante años en el derecho civil.
Los fundamentos de la codificación civil y su influencia en el derecho de la agricultura. La
etapa de la propiedad de la tierra:
La Revolución francesa fue punto de partida de muchos de los fenómenos que
desencadenaron abruptamente una nueva vida. Puso fin al sometimiento feudal
suprimiendo rangos y discriminaciones, proclamando la libertad e igualdad de las personas
sobre todas las cosas. Esto tuvo consecuencias muy importantes. En la agricultura, tuvo un
efecto radical sobre la propiedad de la tierra, convirtiendo a los que la ocupaban, en
propietarios particulares. Pero al mismo tiempo, fue conservadora, pues reforzó las
tradiciones del campesinado.
La Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano constituyó el emblema de un
nuevo orden social. Libertad, Igualdad y Propiedad fueron tres pilares que aseguraban un
orden natural de la vida del hombre en sociedad. Esta nueva concepción de vida quedó
plasmada en la codificación del ochocientos.

La codificación napoleónica (1804) fue la obra jurídica que recogió la impronta del nuevo
orden social, configurando un modelo de referencia a todo un movimiento codificador que
le sucedió en gran parte de Europa y América. El derecho de propiedad y la autonomía de la
voluntad eran consecuencia directa e inmediata del nuevo orden y el eje de la concepción
codificadora.
Este cuerpo de normas es esencialmente privado en tanto se encuentra al servicio de la
libre determinación del ser humano y, por ende, es impermeable a cualquier intromisión
estatal; que es inconcebible en la medida que el rol del Estado se limita al de Juez y
Gendarme y a las relaciones internacionales.
En este orden temporal y conceptual -representativo de una conciencia social, no había
espacio para una concepción jurídica especial para la agricultura. Por tanto, la agricultura
pertenece al derecho de cosas inmuebles, que corresponde remitir al derecho civil. El
máximo derecho sobre los bienes es la propiedad, tutelada por el Código; en especial, la
propiedad de la tierra. Como señala la doctrina, la gran masa de fortunas francesas era en
esos tiempos, precisamente rural y por algo al Código Civil se le conoció como el código de
la burguesía rural. La agricultura se explicaba pues, por este derecho de las personas sobre
las cosas.
Esta concepción tenía asidero además, en el escaso desarrollo tecnológico y económico
de la agricultura. No existía un fenómeno productivo, tal como se le conoció tiempo después.
Por estas razones, la agricultura no se concebía como una actividad económica. En la lógica
de la codificación, no solo los frutos acceden al dominio y son su consecuencia (Art. 733 y

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734 del C. Civil), sino que las plantaciones y construcciones son inmuebles por adhesión
(art. 463 y 464 del C. Civil) y cualquier intento de organización en torno a la tierra, se
explicaba en los inmuebles par destino (art. 467del C. Civil). Por tanto la agricultura se
reducen jurídicamente al derecho de goce de un inmueble.
Los cambios sociales y el fenómeno de la producción:

• Las industrias de fábrica del código de comercio y las industrias rurales del código
rural:

La segunda revolución industrial cambió los mecanismos de producción y los


universalizó, y el desarrollo del capitalismo modificó las tradicionales modalidades de
riqueza y, ambos, provocaron una transformación aguda en las estructuras económicas. Por
su parte la explosión demográfica hizo de las ciudades los grandes protagonistas de la vida
social y económica y, el fenómeno del urbanismo aparejo nuevos complejos problemas
antes desconocidos y, ambos, provocaron una transformación aguda en las estructuras
sociales.
Entre otros asuntos, estas transformaciones hicieron de la producción un fenómeno
económico y social imprescindible y de primera magnitud, cuyo desarrollo impuso nuevas
formas de relaciones económicas. Se formaron así dos mundos, el de la ciudad y el del
campo, el de la fábrica y el de la tierra.
En este contexto es que tomó auge en algunos países, la legislación rural, un conjunto de
normas que concentra reglas de diversa naturaleza jurídica (civil, administrativa, penal,
etc.) dispuestas a propósito de las particularidades de la vida e intereses típicamente
campestres.

• La pérdida de uniformidad del derecho (privado). La etapa del intervencionismo estatal


y la aparición de los derechos sociales
Dos fenómenos concretos contribuyeron decididamente a esta transformación del
derecho: la intervención del Estado en lo social y en lo económico y la aparición de los
derechos sociales, dos nuevos factores que provocaron la pérdida definitiva de la unidad del
derecho, que hasta entonces era eminentemente privado. En efecto, la magnitud de los
cambios condujo a que los Estados tuvieran que abandonar su tradicional pasividad para
intervenir en las relaciones económicas con el fin de evitar las injusticias sociales y
promover la producción de bienes y servicios para satisfacer necesidades y generar
riquezas. Ello provocó un enriquecimiento mayúsculo de normas de derecho público
regulando el sector agropecuario.

Por su parte, los grandes cambios provocaron también, que el derecho comenzara a
concebir una nueva categoría de derechos, los derechos sociales, que tienen en cuenta al
individuo como integrante de un colectivo vulnerable y con problemas de postergación que
lo hacen objeto de reconocimiento y especial protección juridica, algo ignorado en las
épocas de la codificación. Estos dos factores incidieron en todos los órdenes de la vida social
y, repercutieron también en el derecho de la agricultura. Le hicieron perder su tradicional
enfoque privatista que caracterizaba su regulación. De esta manera, se empezó a construir
un nuevo ordenamiento más cercano, acorde a la realidad de la agricultura, muchas veces
como consecuencia de las reformas constitucionales.

• El desplazamiento de la concepción basada en la propiedad. La revalorización social


de la agricultura:

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La nueva agricultura de producción o industria, desde la perspectiva de este nuevo
derecho (económico-social), implicó un cambio importante en los postulados jurídicos con
los que se le regulaba.

El "fenómeno productivo" (antes desconocido) pasó a imputarse jurídicamente al trabajo


del ser humano y no meramente a los derechos centrados en la propiedad de la tierra. Por
ello el Estado intervino mediante leyes que tutelan al trabajador de la tierra y fomentan su
producción, como fenómeno de interés general. De esta manera, la concepción clásica de la
agricultura proveniente del derecho civil, comenzó a sustituirse por otra, en la cual:

a) La producción (agraria) y sus formas de organización (empresa, hacienda,


explotación) provocaron la aparición de nuevos institutos que adquirieron
individualidad ante la propiedad rural.
b) Pero también ante otras formas de actividad económica (como el comercio o la
financiera).
c) El trabajo y las formas asociativas de interés común, prevalecieron ante el goce de
los bienes, o al menos, a modificar los criterios que lo justificaban.
La consecuencia dogmática más importante de estos cambios, fue que trans portaron la
disciplina jurídica de la agricultura, desde la sede de los bienes o cosas regulada por el
derecho privado (derecho civil), al de una actividad (derecho agra rio), regulada por una
materia social de carácter público-privada.
En general, se trató de una revalorización social de la agricultura, que en buena medida
provocaron las primeras inquietudes y los primeros estudio del derecho agrario

→ El Derecho Agrario Clásico


Los cambios señalados hicieron que la nueva legislación de la agricultura, se colocara en
un intersticio no comprendido por ninguna otra materia en particular. Se sancionaron
normas por necesidades sociales y económica que indicaban la presencia de un nuevo
objeto e interés legislativo, el que empero, no era regulado con la visión unitaria que el
mismo requería.

Ello atrajo la atención de algunos juristas, que comenzaron a ver la aparición de una
nueva disciplina en la legislación destinada a regular los problemas productivos y sociales
que presentaba la nueva agricultura, y que no estaba comprendida en la misma línea del
derecho civil o la clásica legislación rural de ciertos países.
Se trataba de imponer una visión unitaria de In legislación reguladora de la producción
agraria, a partir de elementos comunes, como la tierra, el capital y el trabajo, y la
organización que se daba en torno a ellos para producir.

Bolla (autor italiano) fue generando toda una corriente que hoy podríamos denominar
de corte tradicional o clásico, destinada a resaltar las particularidades de la tierra y las
relaciones especiales de índole públicas y privadas que se generaban en torno a ella, en su
condición de cosa naturalmente productiva. Sin embargo, en nuestro país, el derecho
agrario no se construyó en base al concepto de la función social de la propiedad de la tierra;
sino en torno al valor que debe asignársele al trabajo de la tierra, como fuerza laboral que
merece reconocimiento social y debe tutelarse por el derecho.
Muchos de los fundamentos que sostuvieron al derecho agrario clásico, están ya fuera de
tiempo o han sido superados por la ciencia jurídica. El derecho agrario tiene actualmente
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otros componentes que se han ido integrando por nuevas transformaciones de las
sociedades más modernas y que le vienen confiriendo más uniformidad a su contenido.

De esta manera, la construcción científica del derecho agrario aparece paulatinamente


en diversos países con diversos argumentos, pero acompasando una legislación que
conciben a la agricultura integrada a un sistema de producción, dotado de una organización
patrimonial especial y bajo reglas operativas propias distinta de la industria de fábrica y con
trascendente carga social, económica y política.

Aspectos particulares de la formación del derecho agrario en el Uruguay: la


legislación rural y su importancia.
Nuestro país no fue ajeno a los sucesos reseñados. Sin embargo, el origen y formación
del derecho agrario uruguayo -al igual que en Argentina- tuvieron sus particularidades.
Mientras el derecho agrario aparecía desarrollado en ciertos países, como fruto del
dirigismo económico, el intervencionismo estatal y nuevas concepciones sociales de la
propiedad de la tierra, en el Uruguay, puede decirse que comenzó a concebírsele más
tempranamente a nivel de la legislación rural, desarrollada con prescindencia de tales
presupuestos.
Las remotas leyes rurales patrias, fueron centro de tutela especial de la propiedad rústica
y de la vida de la campaña, ante las necesidades de imponer el orden y la seguridad en el
medio rural, que era el ámbito particular de las industrias rurales. En este sentido, el
denominado derecho rural uruguayo, es anterior al derecho agrario propiamente dicho: que
entre otras cuestiones, no lo vino a sustituir sino a absorber.
En los primeros estudios realizados por nuestra doctrina destinados a precisar la noción
del derecho rural, llegó a concluirse incluso, que era el derecho de lo "típicamente extra
urbano" (Pla Rodriguez) y más próximo, el “derecho de las explotaciones agropecuarias en
el medio rural" (Gelsi Bidart).
Ello responde a la lógica legislativa de la época, ante las necesidades de ordenar ciertos
aspectos del territorio rural y regular sus relaciones típicas para ponerlo apto y al servicio
de las industrias agropecuarias. Por ello el criterio espacial o territorial es uno de los
que emplea nuestro derecho positivo y que permiten individualizar la materia
agraria. Cuando el nuevo derecho de la nueva agricultura, se integra al derecho positivo
patrio, debe hacerlo en el cuadro de la legislación rural existente y por tanto la absorbió y
la hizo formar parte del mismo.

→ Las etapas conceptuales a través de los períodos de la legislación rural uruguaya:

Puede observarse que el derecho agrario en nuestro país, se fue formando a través de
cuatro etapas conceptuales distintas, que abarcaron en total hasta siete periodos
legislativos (incluido el actual).
1. La etapa de la propiedad, una de las más extensas y que comprende hasta cuatro
periodos legislativos;
2. la etapa laboral que comprende un período legislativo;
3. la etapa de la producción, que comprende otro periodo legislativo;
4. la etapa del desarrollo sostenible, que corresponde al período legislativo actual.

Lo particular es que, en términos generales, estas etapas a nivel legislativo, no han sido
necesariamente excluyentes, por lo que han convivido y conviven todavía con diversos
grados de simultaneidad legislativa.

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 La etapa de la producción en el periodo legislativo comprendido entre 1968 y
1992:
Los magros resultados obtenidos por el énfasis puesto en el trabajo como factor de la
producción agraria, pusieron al descubierto la necesidad de apuntar directamente a la
regulación del fenómeno que estaba en la raíz del problema social: la producción agraria y
la necesidad universal de aumentar sus rendimientos Los adelantos tecnológicos habían
comenzado a dar resultados promisorios, debían incentivarse los mecanismos legislativos
que impulsaran su desarrollo. De esta manera, comenzaban a plasmarse las ideas que la
tierra y sus productos eran fuente de una riqueza creciente y necesaria para el desarrollo
nacional, fenómeno al que, no obstante-se le adjudicaba problemas de naturaleza
estructural. Se trataba en todo caso de crear un marco de equidad social que tuviera en
cuenta una adecuada distribución de la tierra.
En nuestro país, fueron importantes las recomendaciones emanadas de los estudios del
CIDE Agropecuario de las cuales resultó la sanción de un grupo de leves a través de las
cuales se hizo evidente el cambio de rumbo. Se abrió así una tercera etapa en el derecho de
la agricultura: la de la producción y; un nuevo periodo legislativo comenzó a desarrollarse
en tal dirección, según el camino que diez años antes Gelsi Bidart indicaba como factor en el
que debía hacerse hincapié por ser el distintivo de esta modalidad de actividad.
En efecto, ya en el año 1959, se había creado el Plan Agropecuario como instituto de
apoyo técnico a las explotaciones rurales, o sea teniendo en cuenta no silo la tierra, sino el
conjunto de bienes empleados con el propósito de aumentar la producción. Pero fue a partir
del año 1968 que se sancionaron diversas leyes que marcaron claramente el inicio de una
nueva etapa legislativa y un nuevo fundamento para agricultura.
Se sancionó la primera ley de Conservación de Suelos y Aguas, se dictaron las leyes de
Semillas, de Fertilizantes, Forestal, de actualización de la vitivinicultura, de control de la
ganadería, de tutela de los insumos agropecuarios, de Plan Granjero, de Plan Citrícola, se
aprobó un nuevo C. de Aguas, etc. En el año 1974, se derogó la ley N 12.100 en materia de
arrendamientos rurales y se le sustituyó por el D. Ley N 14.384 que, si bien seguía los pasos
de su antecesora, abrió mucho más el camino a la autonomía de la voluntad y se actualizó
en torno al fenómeno del aumento de la producción.
Uno de los aspectos característicos de este periodo legislativo, tiene sus antecedentes en
las criticas contenidas en el informe del CIDE-Agropecuario, al régimen impositivo que
existía en aquel momento. Se juzgaba que no tenía estímulos a la producción, al mismo
tiempo que se observaba una importante concentración de la tierra. Precisamente, entre las
propuestas para mejorar dicha situación, se encontraba la creación de impuestos que
gravaran la baja productividad y la acumulación de tierras.
En este orden de ideas, la ley Nº 13.637 de 21 de diciembre de 1967, creó el Impuesto a
la Productividad Mínima Exigible (IMPROME), separando las rentas agrarias de la renta
global, según una distinción que estaba comprendida ya en la ley Nº 12.804. Seguidamente,
la ley Nº 13.695 de 2 de octubre de 1968 le dio nueva estructura al tributo.

El IMPROME, fue un impuesto que trató de incentivar la producción, gravando la renta


ficta bruta que un propietario debería obtener de la tierra de acuerdo a su calidad y
capacidad productiva natural, sin importar la renta que efectivamente lograra. De esta
manera, la carga tributaria se volvía más alta para quien produce por debajo de la media
estimada y más baja si aumenta la producción por encima de esa media potencial (ACÁ

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TENEMOS UN EJEMPLO DE POLITICAS AGRARIAS EN DONDE SE INCENTIVA A LA
PRODUCCION).

En la etapa de producción es en donde nos importa producir, ¿producir cómo? Producir


en masa. Se sancionan leyes que intentan aumentar la producción del Uruguay. La
primera fue la 12.323 de arrendamientos rurales en donde se liberan los plazos de
arrendamientos. Otra ley esta etapa de producción es la ley de semillas y fertilizantes, la de
conservación de suelos, la de control de ganado, etc. Estos planes pretenden fomentar y
producir la actividad, quieren que el Uruguay produzca (esto se relaciona con la producción
de leyes e impuestos que mencionábamos anteriormente, las cuales fomentaban la
producción).

En definitiva, fue una manera indirecta de consagrar una función social a la propiedad de
la tierra, sin modificar el concepto del dominio contenido en el Código Civil.
Significado de este periodo legislativo: Sobre la marcha de esta legislación, se fue creando
un marco normativo de fomento de la producción agraria, lo que con el tiempo permitió ir
consolidando la agropecuaria como una modalidad de actividad técnico – económica, que
se fue independizando cada vez más, de la cuestión de la propiedad y tenencia de la tierra y
de la tutela del trabajo.
El punto culminante de esta etapa, puede ubicase con la sanción de la ley Nº 16.223 en
materia de arrendamientos rurales, que derogó expresamente los artículos del D. Ley Nº
14.384 que todavía tutelan al arrendatario como trabajador de la tierra. En la base de esta
legislación se le pasó a considerar como un empresario rural que negocia un contrato bajo
las reglas de la autonomía de la voluntad.
El impacto cada vez mayor de la tecnología en la agricultura, la incidencia gravitante de
la economía y comercialización de los productos en mercados de exportación y la calidad
del producto agrario, la prestación de servicios agrícolas, etc. profundizaron los diversos
aspectos relativos a esta modalidad de actividad. Aparecen nuevos institutos como el
crédito agrario, el seguro agrario, el desarrollo y expansión de los contratos y negocios, los
nuevos tipos de sociedades agrarias, etc. En breves términos, es la producción y la
organización de su sistema productivo, que ocupan la atención del régimen normativo en
este periodo legislativo. Y es a partir de este momento que comienza a recibir identidad
jurídica como modalidad de actividad económica.
El punto queda particularmente destacado, desde que el Estado comienza a retirarse de
la regulación de las relaciones agrícolas y se sancionan leyes cuyo presupuesto en la lógica
del mercado, vale decir, oferta y demanda como ámbito de desenvolvimiento económico de
la agricultura moderna cuyo desarrollo depende en buena medida de la relación de precios.
Este fenómeno vino consolidar definitiva mente, intereses patrimoniales que responden a
una realidad económica y social bien diferenciada del comercio y la industria de fábrica.
E definitiva, en la etapa de producción es en donde nos importa producir, pero producir
en masa. Se sancionan leyes que intentan aumentar la producción del Uruguay. La primera
fue la 12.323 de arrendamientos rurales en donde se liberan los plazos de arrendamientos.
Otra ley esta etapa de producción es la ley de semillas y fertilizantes, la de conservación de
suelos, la de control de ganado, etc. Estos planes pretenden fomentar y producir la actividad,
quieren que el Uruguay produzca (esto se relaciona con la producción de leyes e impuestos
que mencionábamos anteriormente, las cuales fomentaban la producción).

 La etapa del desarrollo sostenible. El período legislativo actual.

11
El periodo de aumento masivo de la producción agrícola se conoció en el mundo como el
de la “revolución verde” y fue anterior a los cambios hacia una economía de mercado en el
mundo de la agricultura. Más específicamente se originó en un modelo tecnológico
ensayado después de la Segunda Guerra y hasta la década de los años 70 del pasado Siglo.
La producción agrícola en diversos países se multiplicó varias veces sin un aumento
importante de las superficies empleadas, a través de una intensificación de insumos
tecnológicos (mejoramiento genético de semillas, uso de pesticidas y herbicidas,
aprovechamiento del agua y de nuevas maquinarias agrícolas.
Pero estos métodos de producción, comenzaron a tener impactos negativos a nivel de los
recursos naturales, como ser erosión de los suelos, contaminación de las aguas y otros
problemas de naturaleza ambiental, etc. Ello fue despertando una nueva conciencia social,
acerca de la necesidad de proteger los recursos de la naturaleza. Con ello apareció un nuevo
paradigma: la tutela ambiental en la agricultura. Se trata de un fenómeno universal que
no incumbe sólo al mundo agrario y que provocó nuevas inquietudes sociales acerca de la
necesidad de que el crecimiento económico resulte compatible con el aprovechamiento de
los recursos naturales (que son finitos) y la calidad de vida, no sólo de la población actual,
sino respecto de las generaciones futuras.
Se trata de nuevos paradigmas adoptados por las sociedades contemporáneas, en el que
el modelo exclusivo de la producción, ya no es satisfactorio y plantea la necesidad de un
nuevo equilibrio social. Con estos fundamentos aparece el nuevo rostro del derecho agrario
contemporáneo, los que ya era posible advertirlos desde hace más de veinte años atrás.
La necesidad de conservar el ambiente y los elementos naturales nace como una
preocupación de la comunidad internacional y fue recogida como asunto de interés general
en el art. 47 de nuestra Constitución.
Este fenómeno vino a determinar la formación de una nueva etapa legislativa de fuerte
impacto en el derecho de la agricultura, caracterizada por someter a la producción agraria
a los límites que imponen la conservación del ambiente y los recursos naturales.
Esta nueva etapa de la evolución legislativa agraria, puede decirse que tuvo origen en el
texto del Convenio de la Cumbre de Río de 1992 (ratificada por nuestro país por ley N
16.408), que incorporó a nivel jurídico el concepto de “desarrollo sostenible" planteado
como nuevo desafío universal en el denominado Informe Bruntland de 1987 (elaborado por
la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas).

Sin perjuicio que más adelante se habrán de examinar en detalle los aspectos legislativos
vinculados a este fenómeno corresponde indicar que nuestro país interno este concepto
como política ambiental por la ley N 17.283 de Protección del Ambiente y adoptó la misma
definición del Tratado. Es desarrollo sostenible", reza el literal g) del art. 1º de dicha ley,
"..aquél desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades..".
Posteriormente, la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible Nº 18,604,
se encargó de regular diversos aspectos atinentes al mismo. Pero es de subrayar que
concomitante con esta política ambiental, se fueron sancionando diversas leyes que
permiten ir marcando el alcance regulatorio de este fenómeno.
Así por ejemplo, se aprobaron textos legales que instrumentan los Convenios emanados
de la Comisión para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Agenda XXI) a saber:
el de Biodiversidad, el de Cambio Climático y la Declaración de Principios sobre los Bosques

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que contienen recomendaciones y reglas a ser incorporadas por los Estados. Se sancionaron
leyes de alcance general como la ley de Impacto Ambiental (N° 16.466), de Protección del
Ambiente (N° 17283), de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible (N° 18.604), de
Política Nacional de Aguas (N° 18.610) y normas de alcance más particular, como la ley N°
17.234 de Áreas Naturales Protegidas, la ley N° 16.858 de riego agrario e incluso se modificó
y enfatizó el rigor de la ley de Conservación de Suelos y Aguas, etc.
La etapa legislativa actual ha provocado un giro muy importante en la regulación de la
actividad agraria y el territorio rural. Ya no privilegia el aumento de la producción agraria
como tal, sino una mejor producción, tanto en calidad del producto alimenticio que se
obtiene, como en la eficiencia en la conservación de los recursos naturales, como los suelos,
las aguas, la biodiversidad, etc. El slogan Uruguay Natural dispuesto en el texto de la ley N°
17.283 es una clara muestra del designio político trazado desde la legislación ambiental.
El derecho agrario actual, se presenta entonces como bien diferenciado al de sus
orígenes. Sus fuentes materiales se fueron diversificando y enriqueciendo el contenido de
la materia en base a la consideración de asuntos tales como los derechos humanos y la tutela
de intereses colectivos que hacen que ya no se presente sólo como un derecho sectorial. El
estudio de la legislación actual es el que corresponde a esta obra y se habrá de ir
desarrollando especialmente a través del régimen de sus diversos institutos.
En conclusión: en esta etapa queremos que los agricultores produzcan, pero cuidando el
medio ambiente (no como la primer etapa que simplemente premiaba la producción). Esta
etapa tiene límites, y acá veremos los recursos naturales renovables. Ese concepto de
propiedad que teníamos en el código civil en 1888 cambio, y cambió en el art. 35 de la ley
de ordenamiento territorial; fue recogido en el ordenamiento jurídico en el 2008 en la ley
de ordenamiento territorial. Esta ley es un antes y un después en el derecho uruguayo.
Es necesario conocer de estas etapas porque cuando yo tengo una ley vigente tengo que
ver cuál fue la intención del legislador cuando creó esa ley, si parto de la base de que estoy
en la etapa laboral voy a interpretar bien la ley, pero si me equivoco en la etapa histórica
de la ley entonces ya parto de algo falso que me va a hacer malinterpretar la ley.

Si bien solo haremos una extensa referencia a estas dos etapas (son las que estaban en el
libro), debemos tener en cuenta también las demás que mencionamos anteriormente (de
apuntes).
La etapa de propiedad va hasta el 48, el fundamento esencial de esa etapa es el trabajo.
Allí para sancionar la ley de prenda agraria lo único que se tomó en cuenta fue el trabajo de
productor rural. Entonces, a pesar que hubo leyes que protegieron el trabajo en esa zona o
este período de etapa en donde estamos subsumidos en el derecho agrario y donde lo más
importante era regulado dentro del derecho civil porque los frutos siempre accedían de la
cosa, pasamos a la ETAPA LABORAL.
Esta etapa en el 48 nos dice que corre el eje de la especificidad, entonces lo que nos dice
es que el CC. es importante pero no valoró el trabajo. Acá debemos hacer una breve mención
a lo siguiente: si hablo de actividad agraria ¿de qué estoy hablando? Actividad es un
hacer humano, los animales no tienen actividad, somos nosotros los seres humanos los que
hacemos determinadas actividades. Cuando pienso en actividad estoy pensando en un
quehacer del hombre, luego veremos cuándo es rural, agrario, etc. pero lo principal es eso,
un acto de un ser humano, una persona que hace algo. Cuando se empezó a valorar la
actividad comenzaron a surgir leyes que valoraban el trabajo que van del 46 al 68. En esta
etapa en donde priorizan las concepciones sociales (es decir, qué es lo que necesita la

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sociedad civil), se toma algo que necesite la sociedad y lo legisla. Esto pasó, por ejemplo, con
la ley de colonización en donde se vio la necesidad de regular dos cuestiones: habían
trabajadores rurales que querían acceso a la tierra y no podían, eso tomó la ley de la
sociedad y dijo debemos resolver ese problema social, y el otro punto o acento importante
del momento fue que había excesivos minifundios y excesivos latifundios. Esto se dio por
políticas agrarias, y acá llegamos a una característica del derecho agrario: el fomento de la
forestación.
En función de ello, ley de colonización quiso fomentar a las personas que no tenían tierra,
pero pretendían tenerla, y por otro lado acortar los excesos minifundios y latifundios.

Otra ley fundamental de esta etapa laboral que fomenta el trabajo es la ley de
arrendamiento rural 12.100. Es la primera ley que declara la protección del trabajo a la
tierra y pone el acento en el arrendatario, ya que se entiende que en este momento no se
está valorizando o protegiendo el trabajo frente al propietario poseedor de uso y goce. Pone
prioridad al trabajo de la tierra, pone el acento en eso.
Lo primero que tengo que hacer cuando veo una ley es ubicarla en el contexto histórico,
en la etapa en donde se ubica porque si sé eso entonces ya voy a poder interpretarla bien,
teniendo en cuenta su contexto histórico, por qué el legislador la sancionó, cuál era su
intención.
Cada etapa tiene una política agraria diferente en donde se pretende poner el foco en
diferentes cuestiones. Todo depende la razón histórica agraria que hay detrás de cada ley.
Sí tengo que entender cuál es la razón de sanción de la ley, cuál fue la política.
A la profesora no le gusta la ley de forestación porque cuando quisimos fomentar la
actividad y fomentamos que la gente plantara porque en Uruguay no había forestación, nos
equivocamos de árbol, plantamos el más ordinario del mundo que es el eucaliptus,
fomentamos plantar eucaliptus en lugar de pinos, si hubiéramos plantado pinos tendríamos
fábrica de muebles, sin embargo fomentamos una especie el eucaliptus que es ordinario y
consume mucha agua y lo único que sirve es para tener papeleras.
En su momento se sabía que Uruguay tenía que tener papeleras, las cuales generan un
exceso de contaminación. En Uruguay tenemos papeleras porque tenemos miles de
hectáreas de eucaliptus. Si Uruguay en su momento hubiera plantado pinos hoy en día no
tendríamos papeleras, sino empresas de muebles o similares.
LAS DIFERENTES CONCEPCIONES DEL DERECHO AGRARIO

→ La cuestión de la definición del derecho agrario

No existe una definición universalmente aceptada o pacífica para el derecho agrario. Por
su parte, el recurso de la definición, constituye una técnica que el derecho moderno parece
ir dejando de lado cada vez más, dado lo inoperante que puede resultar tratar de atar en
pocas palabras, toda una concepción jurídica. Por ello, existen autores que han abandonado
el intento de reducir la noción jurídica a una definición; a menos claro está, que sólo se
pretenda repetir la contenida en la norma técnica legislativa sin duda peligrosa y por tal casi
en desuso. Sin embargo, algunos autores, han recurrido a una recopilación de definiciones,
de manera de brindar un panorama introductorio que adelante las diversas vertientes de
opinión que existen al respecto.
Esta es la utilidad del trabajo llevado a cabo por Venturini, por ejemplo, quien ha
recopilado casi sesenta definiciones. Así Venturini, agrupa las definiciones según ocho

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criterios, que constituye uno de sus tantos aportes metodológicos en sus esfuerzos para la
sistematización de esta asignatura:

1) las basadas en el factor espacial: el campo que hacen del mundo rural el elemento
central de la disciplina
2) las basadas en la preeminencia del factor productivo: agricultura, actividad agraria,
actividad agropecuaria, producción rural etc.
3) las basadas en el factor profesional, que para este autor se reducen a aquellas cuyo
punto de partida e incidencia es el sujeto protagonista: agricultor, campesino,
productor rural, etc.
4) las basadas en la empresa agraria, que ha agrupado a una mayoría importante de
autores modernos y de notable difusión en la literatura jurídica contemporánea;
5) las basadas en el factor fundiario y la propiedad territorial de relevancia conceptual
para diversos sistemas normativos especialmente latinoamericanos;
6) del mismo modo, las definiciones basadas en la reforma agraria, que, en cierta
medida, ha sido un fenómeno de corte fundacional de esta materia en algunos países;
7) las definiciones basadas en la justicia social, en las cuales los diversos autores ponen
énfasis más que nada, en las metas primordiales que han destacado a las normas
agrarias dado la indiferencia de la codificación civil en este sentido;
8) y finalmente aquellas bastante próximas a éstas, pero basadas particularmente en la
función social de la propiedad rústica.

→ Los diversos criterios de ordenación de las concepciones del derecho agrario


Por la diferente realidad social y económica que la agricultura presenta de país en país
y, como efecto de las distancias que se aprecian aún entre su derecho positivo y su joven
ciencia, el derecho agrario ha sido objeto de profundas discrepancias a la hora de precisar
su noción. Las diversas definiciones son, en definitiva, el resultado de las distintas
concepciones que la doctrina ha madurado como efecto de los variados fenómenos
concentrados en torno a la agricultura.
Así, por ejemplo, la teoría que conceptúa al derecho agrario como el derecho de la
propiedad de la tierra y aquella que, en cambio, lo concibe como el derecho de la empresa
agraria, admiten su ordenación común bajo un mismo criterio (de tipo) institucional. Sin
embargo, la teoría de la empresa es una concepción de carácter funcional, en tanto que la de
la propiedad de la tierra es una concepción de naturaleza fundiaria; posiciones que han
generado discusiones en la doctrina, a tal punto que en algún caso se han tildado de
antagónicas. Razón por lo cual, el criterio si bien es pertinente jurídicamente, no revela
claramente las distancias que median de modo profundo entre una y otra desde un punto
de vista conceptual. Por otra parte, existen concepciones que admiten más de una
identificación como lo es la teoría de la relación jurídica agraria, que en su inspiración
primitiva propia del derecho español, es reconducible al tema de la tenencia y propiedad de
la tierra (De Castro), pero que en la concepción argentina es reportable a una de índole
funcional, la actividad agraria (Vivanco).

Pero además, posee gran incidencia en el estudio del tema, el aspecto metodológico. En
efecto, si nos detenemos un instante en el método que emplea cada postura doctrinaria,
veremos que existen concepciones que responden al objeto del derecho agrario (por ej.
actividad agraria); en tanto que otras, son atendiendo el contenido normativo
exclusivamente (por ej. explotación rural). Sin embargo y entre diversas cuestiones, ello nos
conduciría a colocar bajo una misma línea (la sociológica) a las teorías de la explotación

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rural y la de la reforma agraria, por ejemplo, las que desde el punto de vista de la concepción
del derecho agrario no constituyen posturas doctrinarias que resulten asimilables.

A modo de conclusión, podemos decir que las concepciones que analizaremos a


continuación lo que intentan es acercarnos a la noción de derecho agrario, a traes de
diferentes enfoques.

➢ Las concepciones basadas en la importancia de la tierra


La tierra ha constituido tradicionalmente la espina dorsal que hizo de contenido y
acreditación a la agricultura y, por ende, la médula explicativa de muchos de los asuntos que
ocupan su disciplina. Por tanto, no son pocos los autores que ven en ella la nota de
especificidad del derecho agrario.
Ante todo, la tierra es elemento que viene a justificar los más diversos aspectos que
configuran su materia; pues por fuera de ella y de lo que ella importa socialmente y como
realidad operativa, difícil resultaría comprender actualmente a la agricultura en su
protagonismo social, político y jurídico. Sin la tierra, es como si la agricultura perdiera
buena parte de su presencia y significado en la vida del hombre.
Por un lado, ella actúa -dijera Gelsi- como factor de producción natural. A la tierra cabe
remitir una de las notas más distintivas de la producción agropecuaria, por más que sea
cierto que la tecnología permita hoy día una agricultura sin ella. Por otro lado, es en torno a
la tierra que se ponen en juego ciertos valores fundamentales del ser humano, que es
necesario tutelar. De allí que su regulación tenga un significado de alcance material, pero al
mismo tiempo un componente de repercusión social.
La tierra entonces, ha tenido y tiene por ello, un lugar destacado en la justificación de la
materia, al punto que se ha convertido en uno de los fenómenos inspiradores de mayor
relieve o atención para la búsqueda de su noción en el cuerpo general de su doctrina.
Las dos corrientes conceptuales que comprende el criterio basado en la tierra: La tierra
como criterio de especificidad del derecho agrario, comprende a su vez un número muy
variado de corrientes, que no pueden ser ubicadas por igual y bajo un mismo alcance. El más
importante de los grados a distinguir, es el de las concepciones "fundiarias" y el de las
"territoriales".
A) Las concepciones fundiarias:
Las concepciones más tradicionales basadas en la importancia de la tierra, son aquellas
que se apoyan en la naturaleza del fundo, o sea una parcela o superficie de ella, que, con
otros bienes afines, opera principalmente como unidad de producción. Bajo esta línea
conceptual es que se basan las opiniones que ven el derecho agrario como el de la propiedad
de la tierra, o las corrientes patrimoniales clásicas originales de la explotación rural (propia
de la doctrina francesa y española) o la de in "hacienda" (propias de la doctrina italiana
clásica), etc.
El derecho agrario como el derecho de la propiedad de la tierra: Esta concepción del
derecho agrario, tiene su primera expresión en la etapa de la legislación rural, para la cual
las industrias rurales eran las que provenían de la propiedad rural (art. 5 del C. Rural de
1875). Así decía Gómez Haedo que "bajo el nombre de legislación rural (para la época, el
propio derecho rural) se comprende el conjunto de disposiciones legales que rigen las
personas, cosas y obligaciones que afectan a la propiedad rural directa o indirectamente",
criterio derivado del propio Código Rural de 1875.

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La propiedad referida, comprendía no sólo a la tierra sino también al conjunto de bienes
muebles que se emplean en las industrias del campo; alcance que diera mérito más tarde, a
la noción de explotación agraria. No obstante, era evidente que dichos bienes, así como la
misma "persona rural" (art. 2) se calificaban en esas épocas por su vinculación a un
establecimiento de campo con lo cual el fundo estaba siempre presente en la concepción de
esta legislación.
Pero en sustancia, esta propiedad, no era distinta a la concebida por el Código Civil: sólo
que era necesario protegerla y darle seguridad dado su ubicación en un medio alejado de
los centros de control y vigilancia y por la importancia económica de su función productiva
"tan hondamente vinculada al progreso común de nuestro país", así como los diversos
problemas sociales que involucra. Por tanto, el derecho rural conforme a esta legislación era
un apéndice del derecho civil mezclado con otras materias concurrentes de carácter
administrativo, penal, etc., que, en todo caso, carecía de una sustancia y especialidad propia.

Las corrientes conceptuales basadas en la función social de la propiedad de la


tierra:
En definitiva, la justificación de esta corriente conceptual, se encuentra en que la función
social de la propiedad de la tierra, constituye el fundamento jurídico de la agricultura como
actividad agraria y, por ello, el centro de especificidad de la materia. En torno a esta
concepción, se han acumulado numerosos autores especialmente latinoamericanos,
influenciados por ciertas reformas constitucionales (la más importante en este sentido fue
la Querétaro -México-de 1917) y en particular por las leyes de reformas agrarias que se
sucedieron en diversos países de América Latina (con excepción de Argentina y Uruguay)
para la década de los años 60 del Siglo pasado.
Para estas concepciones, la propiedad del suelo rústico se vincula con el trabajo, que pasa
a constituir uno de los elementos de la posesión agraria. Es la consagración de que el
derecho de propiedad de la tierra, se legitima y fundamenta en su trabajo y adquiere de él,
su verdadera y definitiva justificación. Esto ha conducido a sostener que la tierra -en
definitiva- debe trabajarse e impone por ello, la actividad. De allí que para esta corriente
conceptual, el derecho agrario tiene en una función social de la propiedad de la tierra.

Evaluación crítica:
La dirección conceptual que estudiamos, ha sido objeto de diversas críticas. En su
formulación más primitiva, el derecho agrario no deja de ser un derecho civil fundiario,
perspectiva ésta que no alcanza a perderse por el sólo hecho de imponer la función social
de la propiedad de la tierra. Precisamente, esta concepción del derecho agrario le ha costado
al mismo una importante critica, señalada en su momento por Hernández Gil, quien
afirmaba “No hay que dejar de lado que el derecho civil también evoluciona y que un derecho
civil moderno, no es ajeno ni divorciado de una concepción funcional en el derecho de los
bienes”.

La cuestión pues, no viene en este sentido con un planteo muy distanciado de aquel del
derecho clásico, pues si para éste, la agricultura era una forma de ejercicio de la propiedad
de la tierra, ahora a través de una concepción dinámica de la propiedad, lo es más que nunca.
Lo que ha variado es tan solo el modo de ser de la propiedad, pero no de la agricultura como
concepción jurídica.

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Entre otros objetos de críticas, es posible indicar que además, la tierra, no solamente es
de aprovechamiento o utilidad agraria. Las industrias extractivas o mineras, constituyen un
ejemplo, que como dice Gelsi, quedan al margen del derecho agrario, según consenso
general de los autores. Es así que cierto sector doctrinario, entendió conveniente distinguir
entre el elemento fundiario, de aquél propiamente agrario.
El derecho agrario como el derecho de las explotaciones rurales:

Así, por ejemplo, en el ámbito de la doctrina francesa, se da por lo general una noción
bastante extendida de esta rama del derecho, considerándola como un "conjunto de reglas
aplicables a las explotaciones agrícolas" o "el derecho de la explotación rural que tienen
base en la explotación de los fundos, fenómeno al que se le atribuye el núcleo de la materia.
Es analizado en sus distintas relaciones con cada uno de los sistemas a los cuales aparece
vinculado la explotación de los fundos: el sistema profesional, el administrativo, el
económico, y el geográfica.
Cabe consignar la afinidad de estas concepciones con las de nuestro contenido normativo
y también el argentino clásico e incluso el derecho español (especialmente luego de la ley
de Modernización de las Explotaciones Agrícolas), dadas las continuas y múltiples
referencias a la explotación rural contenidas no sólo en su legislación, sino en todo tipo de
actos jurídicos, tales como contratos.
En nuestro derecho, no es muy complejo concederle a la explotación rural la base que
permitiría conformar la noción del derecho agrario, visto el protagonismo que nuestro
sistema jurídico le concede a esta figura. Desde el punto de vista del contenido normativo
por ejemplo, no sería equivoco sostener entonces, que el derecho agrario en nuestro país,
es el de las explotaciones agrarias, pues es con este perfil que se encaran muchos de los
aspectos de regulación de la actividad agraria.

Evaluación critica
Sin embargo, debe aclararse que la referencia a este fenómeno explotación rural,
presenta ambigüedades y confusiones. En efecto, el derecho positivo uruguayo, por ejemplo,
no define ni da una noción precisa de lo que es o se entiende por explotación rural; razón
por la cual, siendo una noción empírica, la doctrina es la que tiene por tarea de descifrarla y
componer su noción. Est tampoco ha podido realizarse por parte de la doctrina francesa.
Algunos autores han sostenido que el concepto es anfibológico, en cuanto sirve tanto
para distinguir la cosa o conjunto de cosas organizadas en vistas de hacerles participar a un
mismo fin; así como sirve o ha sido utilizado también, para denotar la función o actividad
en si misma, tal cual es fácil comprobarlo en ambas acepciones en nuestro derecho positivo
(sin perjuicio de su uso indistinto). Pero más allá de las confusiones generadas en torno a
esta noción, lo cierto es que la explotación agraria se desarrolla originariamente a partir de
la organización de bienes que giran en torno a un fundo. Por tal razón, la doctrina clásica no
dudaba en considerarla como una cosa singular material de naturaleza inmueble. Pero hoy
en día esta noción restringida, se encuentra superada desde que la noción de actividad
agraria se desprendió de su necesaria vinculación con la tierra. Hoy se reconocen
explotaciones agrarias sin fundo (como el caso de las avícolas, por ejemplo), por lo que, en
definitiva, es el concepto de actividad agraria el que marca el derrotero de las
explotaciones rurales y no a la inversa.
En definitiva, las explotaciones agrarias son instrumentos de la actividad y dependen de
ésta en su caracterización, por lo que hay un elemento mayor en las que quedan

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comprendidas. Es necesario recordar que en nuestro Derecho no está definido lo que es una
explotación rural, pero si tomamos el concepto francés que los define como una unidad
económica resultante de la afectación de bienes y servicios a un determinado predio en
forma organizada, en forma programada. Eso es una explotación rural, yo necesito de una
determinada organización para tener una explotación rural, necesito bienes y actividades.
B) Las concepciones territoriales:

Bajo esta línea conceptual se ubican todas aquellas posturas que tienen su punto de
partida en la importancia que asume la tierra, pero no como pura y simple unidad
productiva, sino comprendiendo las diversas extensiones y ampliaciones de su
configuración; o sea integrada en un contexto más amplio comprensivo del territorio como
elemento de valoración de la materia y especificidad del fenómeno agrario. Quedan
integradas a este perfil, opiniones en las que se concibe el derecho agrario como del derecho
del campo o, de los recursos naturales renovables, etc.
El derecho del campo y el espacio rural:
Entre los fenómenos típicos que era posible apreciar en ese intersticio conceptual que se
formaba entre el derecho civil y el comercial respecto a la agricultura, se encontraba que la
tierra, por encontrarse en un medio especial o particular, constituye el elemento que origina
también, relaciones jurídicas dotadas de dicha especialidad y particularismos. De allí que
como una variante de esta posición, se encuentran aquellas opiniones que consideran al
derecho agrario como el derecho del campo, esto es como el derecho relativo a un medio
particular. Los Códigos Rurales son un buen ejemplo.
Si bien en ciertos instantes de la evolución del derecho agrario, esta concepción se
encontró superada, nunca lo fue de manera absoluta y, en ordenamientos positivos como
los rioplatenses, puede decirse que nunca fueron dejados de lado por la legislación positiva,
como lo demuestra la vigencia de los señalados Códigos Rurales uruguayos y argentinos y
francés (Código Rural). Es importante este señalamiento, pues la preocupación ecológica
del mundo actual, le ha comenzado a devolver a este criterio la relevancia que había
perdido; aunque claro está con otro alcance de importancia mayor. Se trata de la
especificidad que el derecho agrario adquiere como derecho del espacio rural, ámbito
territorial o geográfico que es objeto de tutela y disciplina jurídica por sí mismo. En nuestro
derecho positivo, la sanción de la ley Nº 18.308 de Ordenamiento Territorial y Desarrollo
Sostenible, ha marcado con indudable peso, la importancia del elemento territorial en
materia agraria. Incluso en cuanto vino a imponer la hegemonía del territorio sobre la pro
piedad del suelo y a distinguirla de la propiedad urbana. La ocupación de los suelos rurales
se encuentra ahora específicamente delimitada en un ámbito territorial reservado para las
industrias agrarias y mineras y ambientalmente tutelado

Evaluación critica:
Tratar de precisar la especialidad del derecho agrario a partir de la novedosa disciplina
del territorio rural, es a claras vistas, absolutamente insuficiente. El derecho de la
agricultura, no se explica meramente porque ella se desarrolle habitualmente en un lugar
predeterminado del territorio, por más que el emplazamiento de las explotaciones agrarias
y de los establecimientos rurales se verifique en dicho espacio y genere regulaciones
jurídicas. Por otro lado, existen aspectos territoriales que escapan claramente a esta
disciplina, como es por ejemplo la minería.
La teoría de los recursos naturales renovables:

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Originada en esta concepción clásica, que vincula la agricultura con la tierra y, más
específicamente, con el derecho de propiedad de la misma (aunque la rebasa ampliamente),
se extiende toda una corriente doctrinaria que hace de los recursos naturales renovables el
contenido típico de la disciplina agraria. Los suelos, las aguas, los bosques y en general toda
la flora y la fauna, no son elementos separados o divorciados entre si sino que son
interdependientes, y constituyen una unidad natural que determina la unidad de la
legislación. Hay ciclos biológicos en la base del derecho agrario, dice Casanova; pero ciclos
alimentados por los recursos naturales renovables.
La noción del derecho agrario bajo este perfil de extracción latinoamericana responde a
la consideración que lo agrario - como expresión jurídica- es el soporte disciplinario, no sólo
de la agricultura productiva, sino ante todo, de los bienes de la Naturaleza (que están en el
medio rural), cuya integridad y equilibrio deben respetarse y salvaguardarlos de los
peligros de destrucción, empobrecimiento y contaminación, por los daños que el ser
humano le infringe.

De esta manera, el derecho agrario no es sólo de extracción productiva, sino más


genéricamente, de tutela o custodio de los ecosistemas de los bienes que lo componen; del
medio ambiente, en fin, un derecho de la Naturaleza. Y en ello reposaría su especialidad
jurídica. Para este criterio pues, lo agrario se identifica modernamente con la tenencia, uso,
aprovechamiento y conservación de los recursos que se encuentran en la Naturaleza.
Los recursos naturales "son aquellos bienes o medios de subsistencia que nos proporciona
la naturaleza" (el término se refiere también a las fuentes que suministran estos bienes).
Como dice Prigretti, son los bienes de la naturaleza en cuanto no han sido transformados
por el ser humano y pueden resultar útiles. Este cuadro, es compartido por las dos formas
de recursos naturales, que la doctrina distingue como renovables y como no renovables. Los
primeros son aquellos que pueden recomponerse naturalmente, o bien su uso y
aprovechamiento puede ser renovado, en la medida que su empleo sea el adecuado a las
técnicas agronómicas requeridas.
Respecto de los segundos, su racional aprovechamiento, alude esquemáticamente, al
descubrimiento y mantenimiento de su reserva, en términos del mayor equilibrio de
consumo posible (yacimientos minerales, hidrocarburos, etc.); pues en lo fundamental, su
disponibilidad se pierde con su uso.
Evaluación crítica: Una valoración excesiva acerca de la importancia de los componentes
naturales del territorio en el ámbito del derecho agrario, puede alejarlo sensiblemente de la
especificidad jurídica que le reporta a la agricultura. Coloca a la disciplina en una dimensión
distinta y alejada de la particularidad propia de sus intereses. Los recursos naturales, tienen
importancia - hoy día - en un ámbito que supera al de la agricultura; por lo que acoger este
criterio como factor exclusivo de calificación, es dar valor sólo a un aspecto de un todo más
vasto que en su especificidad rebasa la importancia agrícola. El ordenamiento territorial,
por ejemplo, puede constituir el elemento mayor dentro del cual quede englobada la
cuestión del derecho agrario así planteado modernamente: o viceversa, todo lo cual
implicaron entre otras cosas, una naturaleza casi exclusivamente pública de su contenido
normativo y una dispersión respecto de asuntos sin interés directo para la agricultura.

→ Las concepciones sociológicas

Para un cúmulo importante de autores, la noción de derecho agrario viene dada en torno
a los problemas sociales y estructurales de la agricultura, por lo que se constituye en
especial, por ser la rama del derecho que, de manera particular y específica, procura una

20
más justa y equitativa distribución de la tierra y un mayor bienestar social para todo un
vasto sector postergado de la Sociedad, conteniendo una disciplina destinada a resolver el
específico "problema del agro". Se trata de concepciones verdaderamente amplias del
derecho agrario, a través de las que se considera a la agricultura de manera integral,
comprensiva de todos aquellos fenómenos que sobre ella inciden.
Esta es una corriente doctrinaria que hace extremo caudal del plano valorativo que las
normas agrarias encarnan y, sobre todo, de la finalidad última que persiguen las mismas en
el plano social.

La necesidad de imponer sin mayores dilaciones la justicia social en el agro, es lo que


explicaría al derecho agrario moderno para estas concepciones. Su finalidad obedece a la
búsqueda de un orden jurídico más equitativo y humanista relativo a los campesinos y
agricultores y, a un sistema legal de acceso y tenencia de la tierra que se erige ante la
ignorancia e imperfecciones del derecho civil en materia de bienes. El aumento de la
producción y el deseo de progreso económico social de los hombres de campo, constituyen
el discurso generoso que respalda estas concepciones en el plano jurídico.
Del derecho de la reforma agraria al derecho del desarrollo rural:
Pertenecen a esta dirección conceptual, los autores que ven el derecho agrario, como el
derecho de la reforma agraria, que constituye una de las corrientes sociológicas más
destacadas en cierta época del desarrollo del derecho agrario, especialmente
latinoamericano. En efecto, las leyes de reformas agrarias que se sucedieron en América
Latina (con diferente grado de éxito y alcance) vinieron a construir un "corpus" normativo,
por primera vez suficientemente coherente, completo y por tanto escindido, relativo a las
cuestiones específicas de la agricultura, viéndose consagrado por ello, soluciones jurídicas
claramente apartadas e inexplicables para la sede civil, sobre todo en materia de
obligaciones y derechos reales.
Estas leyes, se caracterizan porque se encuentran plenas de una carga social y política
importante, que tratan de aportar una verdadera respuesta a los problemas más acuciantes
del agro, al tiempo que son portadoras de una lógica jurídica propia y de institutos
novedosos en el campo del derecho (como la posesión agraria, por ej.).
Un ejemplo de esta normativa en nuestro país, se encuentra en la ley N°11.029 de
Colonización (1948) definida en el art. 1, como "el conjunto de medidas a adoptarse de
acuerdo con ella para promover una racional subdivisión de la tierra y su adecuada
explotación, procurando el aumento y la mejora de la producción agropecuaria y la
radicación y bienestar del trabajador rural. Aunque como veremos, no es esta una verdadera
ley de reforma agraria.
Pero actualmente en América Latina ya no se habla más de reformas agrarias. En su lugar
ha tomado protagonismo otro suceso, conocido como "Desarrollo Rural”, que es un proceso
de cambio social de carácter integral y no tan radical, que trata desde el ángulo de los
derechos humanos, proporcionar soluciones que brinden un nivel de vida adecuado y
sostenible a los pequeños productores y sus familias. En nuestro derecho, es una política
que viene siendo impulsada desde el año 2005, en el literal B) del art. 161 de la ley N° 17.930
que creó la dirección de Desarrollo Rural en el ámbito del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca. Como puede apreciarse, este problema y los intentos de superarlo no
cesan.
En palabras de la profesora:

21
Fuimos evolucionando y surge la concepción sociológica, que corresponde a aquellos
autores que dicen que la tierra no es lo más importante, sino la sociedad civil, lo que pasa
en la sociedad, lo que tomamos de ella que le da contenido a nuestro derecho agrario, todo
aquello que surge en esa sociedad distinta que es la rural, es totalmente distinta a la urbana
con otros principios y valores totalmente diferentes. ¿Por qué un productor rural es
productor rural? Hay determinados etnias que jamás podrían ser productores rurales
porque hay que tener determinada característica para tener la idiosincrasia del productor
rural. Decimos esto porque el productor rural es un millonario que vive como pobre; este
concepto no es tan fácil de entender. Yo tengo millones de dólares volcados en un campo
que no me producen, que me producen el 1% del valor, en cambio si yo la mando al exterior
me va a generar un fondo de inversión. Hay personas que no pueden ser productores rurales
porque no pueden esperar a que deje de llover, a que el ganado engorde, a que crezca la
cosecha, etc.; esta es la idiosincrasia del productor rural.
Evaluación crítica

Que las normas agrarias y que el derecho agrario en general, tengan contenido social
como lo tienen constituye tan sólo una característica de la norma del derecho de la
agricultura que la colocan como una de las ramas sociales de derecho. Pero ello no habilita
a comprender esta circunstancia, como aquella determinante y decisiva de su especificidad
científico-jurídica.
No puede quitarse a otras ramas del derecho, el ser también portadoras de una justicia
social con actuación incluso en el ámbito agrario, como es por ejemplo el derecho laboral;
ni tampoco negarse tal cualidad a un derecho civil evolucionado, como lo es por ejemplo, en
relación a la propiedad y su función social.
Tampoco parece de recibo, circunscribir la noción del derecho agrario, al tema de la
reforma agraria, porque ésta a lo sumo, puede constituir una de las cuestiones que tiene a
su cargo la disciplina agrarista, pero no la principal, ni la única o exclusiva. Por otro lado, un
derecho agrario limitado a cuestiones supuestamente transitorias, como lo es la etapa de la
reforma agraria, conduce, como bien lo ha señalado Gelsi, a la desaparición del mismo, una
vez que quede agotada por su virtual cumplimiento, o por su derogación normativa, como
ha sido el caso del Perú.
En nuestro país, ello es muy claro, pues implicaría sostener que el derecho agrario
uruguayo queda limitado a la ley N° 11.029 de Colonización, lo que, a la luz de nuestra
realidad, tanto fáctica como jurídica, no es sostenible.

De todos modos, debe tenerse presente, que las corrientes sociológicas en el derecho
agrario, han sido y son muy trascendentes en su vida jurídica y no se restringen a las
concepciones reformistas. Existe un número destacado de juristas que se apoyan de manera
fundamental en los fenómenos sociológicos y en la idea básica de la justicia social en la
agricultura, para darle al derecho agrario uno de sus matices de especificidad jurídica.
Por otro lado, existe también un número importante de ellos, que consideran que la
reforma agraria es una parte sustancial, pero no la única, como Duque Corredor: Venturini
o mismo Casanova en Venezuela, que vinculan ahora la idea de la justicia social a los
recursos naturales renovables. En este sentido, las variantes entre los autores son apenas
de matices que resultan muy difíciles de precisar u ordenar bajo criterios absolutos o de
rigor.

22
Así, la gran mayoría de los autores que ven el derecho agrario como el derecho de
propiedad de la tierra no escapan a las corrientes que analizamos. Es que no puede
comprenderse adecuadamente el derecho agrario, si no se comprenden al mismo tiempo,
los fenómenos sociales que operan sobre la agricultura y la incidencia que ellos poseen en
el origen y fundamento de muchas de sus soluciones positivas (ej. la posesión agraria en
Brasil).
Por estas razones, el fenómeno social constituye una de las características más saliente
del derecho agrario y uno de sus factores de calificación, tal cual ten daremos oportunidad
de analizar más adelante, aunque indudablemente parece in suficiente para comprender la
especificidad de toda la materia.

→ Las concepciones subjetivas

Para otro sector de la doctrina, el derecho agrario es conceptuado bajo el perfil de los
sujetos. El derecho agrario sería así, el derecho de los agricultores, de los productores
rurales, de los empresarios agrarios, etc., con lo cual se viene a hacer énfasis en el carácter
profesional que asume la agricultura moderna.
Para algunos autores, como Josserand por ejemplo, ello se disciplina en su sentido clásico
y tradicional (proveniente del derecho mercantil), que vinculaba lo profesional a ciertos
sujetos que ejerciendo una actividad económica, se encuentran dotados de un estatuto
propio, esto es un verdadero derecho de clase.
De esta manera, para algunos autores se crea una suerte de paralelismo con el derecho
mercantil, el cual reconoce sus orígenes históricos en los mercaderes y comerciantes, bien
en sentido de un derecho especial dirigido a éstos, bien en el sentido de un derecho
elaborado por ellos mismos en las corporaciones medievales En cierta medida -como ha
señalado Sánchez Román- el derecho comercial no ha dejado de ser una categoría sugestiva
para enfrentar la construcción del derecho agrario, pues aparece también como un derecho
profesional. Sin embargo, debe subrayarse que esta concepción no es única, pues para otros
autores, esta característica, no supone para el derecho agrario un derecho de clase como lo
era el derecho mercantil.
Pero más allá de estos detalles, para cierto sector de la doctrina los conceptos de
agricultor, empresario agrícola, o campesino, se constituyen en conceptos centrales en la
calificación del derecho agrario. En definitiva, "en este concepto subjetivista de actividad
especifica profesional de explotación de un bien productivo privado de interés social", es que
para autores como Luna Serrano, se aprecia la base y la esencia del derecho agrario y lo que
justifica su independencia como rama del ordenamiento.

Nuestro derecho positivo, tampoco es ajeno a este perfil subjetivista, ya que no son pocas
las ocasiones en que la norma recurre a este criterio a los efectos de la calificación agraria
de un fenómeno o, hace depender de la presencia del sujeto la disciplina agraria
Asi por ejemplo, la calificación de una cooperativa como agraria, no se efectúa en razón
de la naturaleza de su objeto social, sino en razón del ejercicio de la actividad agraria por
sus miembros sea en forma individual o en común; en otra palabras, por la calidad de
productores rurales de sus socios (art. 108 y especial mente art. 110 de la Ley N° 18. 407).
La disciplina particular a que quedan sometidos ciertos negocios, como la compraventa de
lana y otros productos, proviene de la especial calificación que realiza la ley respecto al
sujeto.

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Así “la existencia del título ejecutivo para la compraventa de estos productos, existirá en la
medida que se realizada directamente por el productor" (art. 69 de la ley N° 13.695, venta
"de primera mano"). Las ventas que del mismo producto haga un comerciante (por ej. un
barraquero) no quedan amparadas en estas reglas. También las referencias al "Pequeño
Agricultor" en materia de semillas (art. 72 de ley N" 16.811 y mod. N 18.467) cuyo concepto
es contenido en los decretos 385/009 y 453/009 o, el "productor familiar". El ejemplo más
importante en nuestro derecho positivo de este carácter subjetivista de la materia agraria,
es sin duda el de la ley N 17.777, que impone como requisito de legitimación constitutiva de
las asociaciones y sociedades agrarias, la existencia de por lo menos un "productor rural" al
que define como "los que ejercen la actividad agraria a nombre propio y también aquellos a
cuyo nombre se ejerce.
En definitiva, esta concepción se asemeja a la del derecho comercial, que centra su eje de
estudio en la figura del comerciante.

Evaluación critica:
Pero si bien es cierto que el derecho agrario uruguayo contiene normas referidas a los
productores rurales y ellos se encuentran en el centro de las relaciones jurídicas agrarias,
las normas lo refieren explícitamente sólo en ciertas ocasiones. En su mayoría, se trata tan
sólo de situaciones normativas implícitas; por lo que no puede decirse válidamente que sea
el derecho de ellos o, de los empresarios agropecuarios.
Tal manera de presentar y concebir a esta rama del derecho, corre el riesgo de alejarla
considerablemente de su verdad histórica ya que el derecho de la agricultura, no aparece al
igual que el derecho mercantil, como un ordenamiento jurídico relativo a ciertos sujetos,
sea o no como un derecho de clase. No puede decirse que sea dicho perfil subjetivo el que
emplean generalmente los distintos derechos positivos (el nuestro incluido) para encarar
su regulación jurídica, En este sentido, Carrozza señalaba que "diversamente del derecho
comercial, el derecho agrario no ha sido nunca el derecho de los agricultores: no la ha sido
en el sentido de un derecho puesto por el Estado para la tutela exclusiva de los intereses de
grupo de agricultores y mucho menos en el sentido de un derecho creado y elaborado
corporativamente dentro de esos grupos". Por lo que si bien existen referencias normativas
a los sujetos, no hay en derecho agrario un estatuto especifico relativo a los productores
rurales. En el único aspecto que adquiere connotación la teoría de los sujetos, en el ámbito
asociativo, lo que impide considerar que ese constituya todo el ámbito del derecho agrario
uruguayo" No obstante, el criterio no puede dejarse de lado de manera absoluta, pues como
dice Gelsi, todo sistema jurídico se encuentra referido a unos sujetos, que son los
destinatarios de la aplicación normativa, que de ordinario en esta disciplina, lo constituye
el productor rural. Y es probable que visto los últimos cambios en la agricultura, su
protagonismo en el contenido de la disciplina se vea notablemente acrecido. Así, la ley N"
19.355 de 19.12.2015, cometió por primera vez al P. Ejecutivo (MGAP), la creación de un
Registro General de Productores Rurales.

→ Las concepciones funcionales o económica - funcional


Existen concepciones del derecho agrario que se destacan, pues basan la especificidad
de la materia en uno de los aspectos más salientes de la agricultura: su función productiva.
Para esta línea de comprensión, el elemento territorial es instrumental, ya que lo primordial
de la agricultura se aprecia el ámbito de su función como categoría de actividad técnico-
económica. Es esta una de las corrientes de mayor trascendencia para la disciplina, por la
importancia y características de la producción agropecuaria a nivel universal. Son propias

24
de este género, las que conciben el derecho agrario como el derecho de la empresa agraria
por ejemplo, o aquella otra que lo considera como el de la actividad agraria, etc.

El derecho agrario como el derecho de la empresa agraria:


La doctrina que hace de la empresa agraria el centro de especificidad del derecho agrario,
es tal vez una de las más difundidas en los últimos tiempos, particular mente en cuanto a
literatura jurídica se refiere. Ha tenido fuerte recepción en el derecho italiano, en razón del
reconocimiento que el C. Civil de 1942 realiza a la empresa (art. 2082) y en especial a la
figura del empresario agrícola (art. 2135).
La empresa agraria, ha jugado un rol significativo en la explicación jurídica de la
agricultura moderna en cuanto desplazó a la propiedad como eje o centro que le servía de
fundamento en las épocas clásicas. La sustitución de la empresa por la propiedad, provocó
un sobresaliente desarrollo normativo y doctrinal, en los cuales la materia toma un fundado
giro hacia las cuestiones dinámicas de la producción masiva de bienes agropecuarios. Dado
el rol estático que tenía la disciplina de la agricultura en manos de la propiedad tradicional,
la empresa le confirió otra dimensión y atributos jurídicos que antes eran desconocidos. De
esta manera, para muchos autores, es en el ámbito de la empresa agraria donde viene a
resolverse el problema de la tipicidad jurídica de la agricultura moderna.
En este sentido, no puede negarse la trascendencia que para el derecho en general ha
tenido el fenómeno empresarial, que sin dudas ha penetrado con singular éxito y con
diferenciado alcance en diversas ramas jurídicas, especialmente en las más modernas, como
el derecho laboral o el derecho tributario e incluso, hasta en el mismo derecho
administrativo, todas las cuales encuentran en la empresa la realidad económica y social de
más inmediata y sencilla referencia disciplinaria, por encima de las cuestiones tradicionales
de los sujetos y los bienes.

En palabras de Puppo:
Esta noción hace referencia a la actividad que realiza el derecho agrario, es decir, pone
acento a la actividad agraria para darle la especificidad al derecho agrario. Vamos a
descubrir cómo funciona esta actividad agraria con los sujetos, con la producción, qué
limitaciones tiene.
Esta concepción lo que dicen es la especificidad del derecho agrario está sin duda en la
función económica que es la actividad agraria. Entonces lo primordial para esta noción es la
agricultura, no vista desde el cultivo sino vista desde el concepto amplio de agricultura como
toda actividad agraria que incluye todas: la forestal, apicultura, toda actividad. Lo que le da
la especificidad al derecho agrario es esta categoría de actividad. ¿Qué es la empresa
agraria? Es el fenómeno organizativo de bienes y personas con un objetivo económico;
porque acá tenemos que diferenciar la actividad en sí de la empresa agraria.
La empresa agraria no es un concepto legal o jurídico, sino que es económico. Cuando
hablamos de empresa agraria estamos tomando un concepto contable, económico: cuando
organizamos esta actividad agraria con sujetos y bienes. El derecho agrario estudia la
empresa agraria desde este punto de vista.

Evaluación critica. El fenómeno jurídico del empresario y no de la empresa


Pero no cabe duda tampoco, que la figura de la empresa se presenta todavía bajo
contornos poco precisos para el derecho. Con la misma facilidad que aparece bajo el perfil
objetivo de la actividad organizada, aparece también bajo la figura subjetiva de su titular, o

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sea del sujeto empresario, que es quien lleva adelante y tiene a su cargo dicha organización;
o bien, el conjunto de bienes y otros elementos. Con todo esto, la empresa se presenta por
igual como la actividad, como sujeto u objeto y con ello, en términos de ambivalencia y
fragilidad jurídica.
Se trata de un fenómeno originado en el campo económico y la razón por la cual se le ha
dado cabida en el ámbito de los fenómenos jurídicos, fue por la responsabilidad del sujeto
empresario, pero no porque sea en sí misma una verdadera categoría jurídica. La
organización de los bienes y personas con un objetivo económico, generó nuevas
modalidades de relaciones jurídicas y con ello nuevas modalidades también de
responsabilidad, como las laborales, tributarias, de calidad industrial, etc. Pero esto no quita
las dificultades que el derecho ha tenido para categorizar a la empresa fuera de la trilogía
de Gaio (sujetos, objetos y actos).
La empresa aparece en el mundo del derecho desprovista de una calificación jurídico -
conceptual. Y en cierta manera, la empresa para el derecho, es como el agua que se escapa
entre las manos al momento que se pretenda su aprehensión como fenómeno jurídico.
Desde un punto de vista material, la empresa aparece como un intermediario
institucional o formal, entre el derecho y la realidad, que compromete y dificulta la
percepción directa del fenómeno regulado. En efecto, para construir la noción de esta rama
del derecho a través de esta postura, no alcanza la simple referencia a la empresa, sino que
se hace imprescin dible bajar el escalón relativo a la modalidad empresarial para lo cual es
necesario recurrir a la noción, no de empresa sino de su actividad, sobre todo para
distinguir. la de otras modalidades empresariales como la mercantil. Entonces, el elemento
que la califica jurídicamente, termina siendo la actividad, pero no la empresa, con lo cual la
referencia a esta última, entonces, va de sobra.
La empresa (agraria), es una categoría económica pero no jurídica; que aún en tal sentido
y por otra parte, no ha sido demostrada su absoluta confiabilidad de ser depositario de toda
la especialidad que es propia de esta disciplina jurídica.
Finalmente cabe agregar, que pese a su abundante desarrollo literario en la doctrina
comparada, la teoría de la empresa agraria como elemento que permita individualizar la
especialidad del derecho agrario, no sería de recibo en nuestro ordenamiento positivo, en
la medida que falta una consagración y disciplina de dicho instituto. Aparece
esporádicamente en la legislación como simple marco de referencia de variado e impreciso
alcance; unas veces respecto a los sujetos, otras como objeto, etc. Pero en todo caso, fuera
del ámbito jurídico-agrario. Es que fundar la especificidad del derecho agrario en el
fenómeno empresarial, no le confiere tipicidad. También hay empresas en la actividad
mercantil y de las más variadas. No obstante, debe señalarse que la calificación empresarial
es útil para demostrar el desprendimiento del derecho agrario en su explicación histórica
respecto a la propiedad. Pero resulta insuficiente como tal, para despojarla de toda
confusión con el derecho comercial o industrial, debido a que requiere especificidad de la
actividad que desarrolla.

→ Otras teorías

i. El derecho agrario como derecho agroalimentario:

La corriente que conceptúa al derecho agrario como derecho agroalimentario, es de más


reciente data y actualmente puede decirse que no es de inspiración uniforme. En su origen,
se fundamenta en el proceso evolutivo de la agricultura y su disciplina jurídica. Considera

26
que, tal cual se perfila el derecho agrario, desemboca y descubre su especialidad en la
importancia que asume la cuestión alimentaria "como problema nacional e internacional".

El denominado derecho agroalimentario ha tenido un importante impulso y desarrollo


práctico en los últimos años de mano del arduo problema de la segur. dad alimentaria en el
sentido de constituirse en un instrumento eficaz y justiciable para combatir el hambre en
diversas regiones de Africa y América Latina. Pasó a formar parte integrante del primer
eslabón del derecho alimentario en general.

Crítica: Puede decirse que la agricultura no sólo produce alimentos, sino también y de
manera relevante otros productos y materias primas, que no hacen a la problemática de la
alimentación del ser humano, como lo es la lana o la madera.
ii. La teoría de la relación jurídico-agraria
La teoría según la cual el derecho agrario es aquél que regula las relaciones jurídico-
agrarias, ha tenido variada o diversa manifestación doctrinaria en cuanto a su sentido y
alcance. El carácter de la relación jurídica agraria, deriva del principio o idea central que
inspiraría a todo el derecho agrario: la del destino de la finca rústica al cultivo agrícola que
daría origen a una modalidad de relación real que daría la especialidad a la materia. En esta
misma línea y resaltando la importancia de la relación juridico-agraria, se encuentra en
cierta forma Sanz Jarque, influenciado por la importancia de la función social de la
propiedad de la tierra.
Con un sentido distinto y de alcance mucho más vasto, esto es, no limitado a las
cuestiones del fundo, podemos ubicar al argentino Vivanco, para quien el derecho agrario
es el orden jurídico que rige las relaciones entre los sujetos intervinientes en la actividad
agraria con referencia a objetos agrarios. Para este autor, la actividad agraria genera
relaciones diversas entre los sujetos, con relación a las cosas o los sujetos entre sí y el
conjunto de normas que regulan estas relaciones, constituyen el derecho agrario.
Critica: El problema de esta concepción, es que en sustancia, toda rama del derecho
regula relaciones jurídicas, sean individuales o colectivas. El derecho agrario no genera
como tal un tipo o naturaleza especial de relación jurídica, como lo hace por ejemplo el
derecho laboral. La particularidad no proviene de la relación misma, sino antes bien, de la
propia actividad y la realidad técnica que las origina, respecto a las que dichas relaciones
son su consecuencia, pero no la causa explicativa. En otras palabras, la especificidad
proviene de la actividad y no de la relación jurídica, de la que no se acredita particularidad
alguna.
iii. La concepción técnico-jurídica: el derecho de la actividad agraria
La concepción que denominamos técnico-jurídica en razón de su simetría con la
corriente metodológica que estudia e investiga el derecho agrario teniendo en cuenta la
realidad técnico-económica subyacente en el complejo normativo, es la que define el
derecho agrario como el derecho de la actividad agraria, fenómeno que explicita y da
especialidad a la agricultura moderna. En efecto, la agricultura al igual que la industria y
comercio, recibe regulación desde diferentes disciplinas tales como del derecho
administrativo o del derecho tributario, pero sólo el derecho agrario tiene por disciplina la
actividad misma y en lo que esta tiene de propio.
Para esta corriente lo especifico de la agricultura se encuentra en la caracterización y
particularidades de su sistema productivo ya que se presenta en sustancia como una
"industria genética” que actúa en y con la Naturaleza y por ende apoyada en una realidad

27
operativa, técnica y económicamente diferenciada, lo que da especialidad a la materia
jurídica.

La corriente que ve en el derecho agrario el derecho de la actividad agraria fue


cuestionada, pero adquirió desarrollo en base al acento científico-jurídico puesto respecto
a los asuntos técnicos y económicos de la agricultura.

Critica: Esta concepción, que a nuestro juicio es una de las más adecuadas en cuanto pone
de manifiesto la esencia misma regulada por la materia cualquiera fuere el pais o el
ordenamiento, ha generado diferentes oposiciones, basadas en que esta noción del derecho
agrario, es de extracción y utilidad meramente productiva y eco nómica y, deja de lado la
fuerza del componente social y ecológico que constituye una base cultural y axiológica
demasiado relevante en la especialidad de esta materia.
Sin embargo, no puede decirse que la regulación de la actividad agraria oculta la
consideración de fenómenos sociales, pues ésta corriente de opinión no apunta a
desconocer los diferentes fenómenos de la realidad social en la cual se inserta su ejercicio.
Antes bien, gran parte de la caracterización de la disciplina responde a ellos, tal como se
podrá apreciar más adelante.
CONCLUSIONES:
Como hemos señalado al principio, no existe una definición que resulte acepta da de
manera universal para esta disciplina. Pero del estudio efectuado, puede decirse que ello no
sólo es consecuencia de la técnica empleada, sino que siendo el derecho agrario una
categoría histórica, sucede con él, lo mismo que con otras disciplinas que tienen ésta
característica por igual, como el derecho comercial, por ejemplo. O sea, las dificultades para
concluir en una noción del derecho agrario, que resulte absolutamente precisa y al mismo
tiempo válida cualquiera fuere el país o la época.
La generalidad de la "actividad agraria" moderna (que no es la antigua agricultura), sea
tal vez la cuestión innegable. Más allá de ello, es necesario admitir que la concepción y
contenido de su disciplina sufran las variaciones que son propias a las circunstancias que la
agricultura refleje al Derecho según se presente en el tiempo y en el espacio. No por ello el
derecho agrario es menos ciencia, sino en cambio, una más exigida, dado el variado
protagonismo que le ha tocado cumplir en la historia de la humanidad.
Por encima de todas las posibles críticas que admite cada postura en particular, el
derecho agrario comprende a todas y cada una de ellas según resulte a cada ordenamiento.
Y ello no constituye un fenómeno al cual al jurista le sea posible abstenerse, so pena que su
ciencia, tome demasiada distancia con su derecho positivo, con lo cual transformaría la
realidad jurídica en un mero deber ser para la regulación de la agricultura. No puede
dudarse, por ejemplo, que el derecho agrario es un derecho fundiario, como lo demuestra
nuestro ordenamiento a través del instituto del establecimiento rural; como es también un
derecho de la explotación agraria y de los recursos naturales y así con las restantes
concepciones vistas. Del mismo modo que es un derecho social y un derecho patrimonial a
la vez. Pero el problema es que estas concepciones constituyen enfoques parciales de la
disciplina y no son suficientes para explicar el entero derecho agrario actualmente.
Lo que es posible apreciar, sin embargo, es cómo el derecho agrario cobra vida
conceptual entre dos grandes corrientes, cada una de las cuales fuerzan la disciplina en un
sentido y en otro. Las que siguen el derrotero de naturaleza espacial o territorial y las que
lo hacen de manera técnica y funcional, ambos impactados por In fuerza social de los hechos.

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Es que ambos aspectos se encontraron históricamente mancomunados, y que lo propio de
la agricultura ha sido siempre la producción de o con la tierra. Sin embargo, el mundo
moderno les posibilita (valorativamente) una vida por separado, lo que agudiza aún más el
diverso alcance de sus confines.
La "ratio" de esta disciplina aparece cada din más amplia y evidente, ubicándola como la
rama del derecho (propiamente dicho) de mayor peso y desarrollo en la regulación de la
vida del hombre en su contacto productivo con el sistema viviente de la Naturaleza, dotada
por ello de una base axiológica muy destacada.

CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO AGRARIO URUGUAYO:


Las características del Derecho Agrario varían según el ordenamiento positivo del que
estemos hablando. Esto no significa que exista más de un Derecho Agrario, sino que se
explica por la fuerte relación que tienen los ordenamientos con respecto a las realidades
sociales y económicas que les corresponde regular a cada país. Nosotros estudiaremos las
características que posee el Derecho Agrario nacional, pero con actualidad de aquellas
comparadas que hacen al carácter universal de dicha materia.
a. Es un derecho nuevo y en formación:
Claramente se trata de un Derecho de reciente aparición que se encuentra todavía en
proceso formativo; se basa en un hecho de vasta importancia social que no era conocido
como tal en las épocas de la codificación.
Además de su novedad (contrastante en todo caso con la antigüedad de las disciplinas
tradicionales), su materia se encuentra en permanente evolución y es extremadamente
dinámica. Uno de los aspectos que denotan esta movilidad puede apreciarse en que en sus
pocos años “de vida”, el Derecho Agrario ya ha transitado por diversas etapas y ha
evolucionado desde un Derecho doméstico a un Derecho abierto a su internacionalización.
Al mismo tiempo, su disciplina se ha ido expandiendo rápidamente, formando a su
entorno nuevas sub materias que se desgajan de ella (como por ejemplo el Derecho
Agroalimentario, el Derecho Agroambiental, etc.).
Esta característica determina o implica que el Derecho Agrario no sea todavía completo
y presente imperfecciones y lagunas.
b. El Derecho Agrario es un derecho social.
Entre las ramas del Derecho, al Derecho Agrario debemos ubicarlo dentro del grupo de
las denominadas “ramas sociales”. Las materias sociales no existían en la época de la
codificación y son producto de la evolución de la dogmática jurídica a raíz de los fenómenos
de cambio.

Cabe destacar que no es considerado un derecho social por proceder de la sociedad y


tender a servirla (puesto que absolutamente todas las ramas del Derecho tienen esta
característica), sino que más bien se debe a que opera efectivamente sobre la realidad social,
promoviéndola para que se concrete de modo efectivo aquellas valoraciones que se inspiran
en ideales de justicia de índole colectiva y no sólo individual. Trata sobre situaciones
jurídicas en que se comprometen valores en los que es necesario un equilibrio entre el
interés individual y aquel directo de la Sociedad o ciertos sectores de ella.

29
Nuestro CGP en el art. 350 reconoce esta cualidad de la materia agraria y la coloca en
igual plano que la materia laboral y la materia de familia.

Las razones por las cuales el Derecho Agrario posee esta característica social, son varias
y han evolucionado notablemente. Básicamente, y para nuestro país, pueden sintetizarse en
3: i) porque sus normas aplican sobre un sector de brechas y postergaciones sociales; ii)
porque su derecho positivo califica de manera expresa de “interés general” las diferentes
producciones agrarias y su sistema productivo; c) porque es custodio de derechos
colectivos que son de interés directo de la comunidad nacional e internacional (como los
relativos al acceso al agua, a la alimentación, al manejo racional y conservacionistas de los
recursos naturales y el desarrollo sostenible, etc.).

En este sentido, el medio rural presenta brechas sociales y situaciones de fragilidad


estructural, difíciles de componer desde una perspectiva individual de los derechos
subjetivos clásicos. De allí que muchas veces existe la necesidad de brindar soluciones
legales especiales que contemplen estos problemas. En general, no puede negarse que el
Derecho debe tener en cuenta de manera preponderante el conocimiento de la realidad
social en la cual se apoya el sistema económico de la agricultura y, dada su conformación,
operar sobre ella.
Varias de las normas existentes en nuestro ordenamiento jurídico califican de “interés
general” a cuestiones relativa al Derecho Agrario, lo cual tiene explicación en la importancia
económica y social que tiene la actividad agropecuaria en nuestro país. Es este interés
general de las explotaciones agrarias el que ha determinado la intensa gestión estatal en su
fomento e incluso su control, así como también en la consagración de un amplio régimen
punitivo dentro de un marco legal específico del agro.
Más allá de estas razones, existe un factor más reciente que ha acrecentado notablemente
la afirmación del Derecho Agrario como materia social: el cuidado del medio ambiente. El
manejo adecuado de los recursos naturales y la calidad de las producciones agrarias son
motivo (hoy en día) de interés colectivo y no meramente del sector rural.
En efecto, el Derecho Agrario es repercutido actualmente por tres categorías
fundamentales de derechos que son ampliamente reconocidos y tutelados: i) los derechos
relacionados con el cuidado del ambiente y el territorio rural; ii) los vinculados a los
derechos a la alimentación y el acceso al agua potable; iii) la defensa de valores culturales
depositados en el sector rural (tal como la tutela del paisaje rural que es actualmente un
derecho subjetivamente indeterminado).

Hoy en día el Derecho Agrario es una materia social, por ser también custodio de
derechos colectivos, de la comunidad nacional e internacional. Esto significa que está
asumiendo un rol de responsabilidad general directa, el cual antes no poseía.
Este significado social del Derecho Agrario es utilizado por algunos autores para señalar
una de las importantes distancias que lo separan del Derecho Mercantil.
c. Es un Derecho formalista:

Megret señala que el Derecho Agrario es de tendencia formalista. Esto lo vemos


claramente en nuestro ordenamiento, ya que el mismo dispone por doquier el cumplimiento
de formalidades de la más variada naturaleza y con el más diverso alcance (en el ámbito
puramente contractual, y también otras formalidades como inscripciones registrales,
declaraciones juradas, llenado de guías de propiedad y tránsito, etc.). Puede decirse que

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prácticamente todo el Derecho de las explotaciones agrarias se encuentra sometido al rigor
de formalidades administrativas.

Estas formalidades se utilizan en el Derecho Agrario como medio o instrumento de


conocer y llegar a la realidad en la cual se desarrolla la actividad agraria. El conocimiento
de la realidad (y por ende el cumplimiento de las formas) se justifica y adquiere
trascendencia por dos razones: i) como medio o instrumento de información; ii) como
medio de tutela de ciertos derechos. Veámoslo con más detalle:

Por un lado, la forma como medio o instrumento de información. Esta última tiene una
doble justificación en materia rural. En primer lugar, se pretende evitar la promiscuidad y
permitir que la actividad agraria se desarrolle en base a reglas de certeza, orden y control
(o sea, seguridad jurídica). En segundo lugar, como fuente de datos imprescindibles a los
efectos de la adopción de medidas de política agraria (como sucede respecto a la relevancia
que posee conocer la cantidad de cabezas de ganado existentes en el país, o mismo los
cultivos efectuados, etc.).
Por otro lado, la forma como medio de tutela facilita y permite el ejercicio de
determinados derechos (como sucede respecto de todos los derechos personales de acceso
a la tierra, o para facilitar el cobro de créditos de los productores rurales).
En este sentido, la forma se encuentra al servicio de la política agraria y la tutela de
derechos. Por esta razón, cobra trascendencia la exigencia de su cumplimiento, y si bien la
omisión de la forma apareja habitualmente una sanción más allá de ello, el incumplimiento
no apareja la ignorancia de la realidad, sino en todo caso su conocimiento aun por otros
medios.
d. Es un Derecho de protección y fomento:
Como es propio de los derechos sociales, el Derecho Agrario es un derecho de protección
y fomento; al menos es el fenómeno en el cual se inspira, y que con mayor o menor alcance
es posible descubrir en la gran mayoría de las leyes agrarias.
Ahora bien, protección y fomento no aparecen como sinónimos en nuestra normativa, y
no pretenden significar la misma cosa. De esta manera, por un lado, el Derecho Agrario
uruguayo es un derecho de tutela en lo que vincula o relaciona a los recursos naturales; por
otro lado, es un derecho de promoción en lo que es y en lo que representa la actividad en sí
misma en el contexto general de la sociedad.
Uno de los cambios más trascendentes experimentados por el Derecho Agrario nacional
en los últimos años, se produjo en su sentido y alcance tuitivo: de la protección del
productor rural, se pasó a la tutela de los recursos naturales. Antes, esta rama jurídica se
volcaba a la protección del arrendatario y sus condiciones de trabajo ante el arrendador,
pero luego más adelante, ese carácter tuitivo se manifestó respecto de la conveniente
protección de los intereses agrarios ante otros sectores operativos de la económica. PERO,
actualmente el énfasis tuitivo se ha acentuado de manera manifiesta en torno a los recursos
naturales (suelos, aguas, bosques, etc.) y el ambiente en general, aspectos que predominan
incluso sobre los intereses productivos agrícolas. Esto significa que los productores rurales
están comenzando a ser desplazados como centro de tutela jurídica, ante otro fenómeno
social primordial: el cuidado del ambiente.
e. El Derecho Agrario como un Derecho de promoción:

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La “promoción” es una modalidad de tutela que hace referencia a la situación o posición
genérica de la agricultura como actividad económica en el concierto de las actividades en
nuestro país, en el claro sentido jurídico de promocionarlas. La promoción implica fomento,
es decir, fomentar (lo cual se diferencia de la tutela directa).
Mientras la tutela propiamente dicha tiene relevancia en el ámbito específico de un
conflicto de intereses determinado, la promoción jurídica tiene que ver con la inserción
genérica de la agricultura en el contexto general de la sociedad; por lo tanto, no hace
referencia a su tutela específica ante otras, o ante una situación relativa a otra determinada,
sino que es la actividad por sí misma y la situación del productor en tanto tal que es valorada
jurídicamente.

Uno de los ámbitos donde se aprecia el fenómeno promocional se da en materia de


exoneración de ciertos tributos, como sucedió en materia forestal o de cooperativas
agrarias.
Este carácter de tutela y fomento que posee el Derecho Agrario uruguayo puede servir,
como ha señalado Gelsi, como un principio de interpretación y aún de integración del
Derecho en los casos dudosos.
f. El Derecho Agrario es un Derecho ecológico:
La ecología es un suceso universal de naturaleza cultural, que en los últimos tiempos ha
ido adquiriendo una importancia gravitante en todos los órdenes de los comportamientos
humanos.
Esta característica tiene su origen en que el sistema productivo de la agricultura emplea
los recursos naturales como factores de producción lo que crea además una dependencia
directa y su íntimo contacto con la Naturaleza.
Afirmar que el Derecho Agrario es un Derecho ecológico significa que es una de las
disciplinas de mayor vanguardia en el tema. Todo su sistema legislativo se apoya en este
espíritu ambiental de sus normas.

g. Es un Derecho humanista:
El Derecho Agrario tiene una profunda vocación humanista que inspira a todo el Derecho
Agrario como sistema normativo, más allá de la cuestión puramente económico-productiva.
No puede encararse el estudio del Derecho Agrario, dice Gelsi, “sin poner ante todo, el
acento en los derechos humanos, por saberse que aquí suele estar más comprometida su
efectiva vigencia…”.
El Derecho Agrario de hoy, ha dicho Gros Espiell, “en sistemas políticos de Estados
democráticos, existe para el hombre, para que la actividad agraria esté a su servicio, es decir,
para la realización de todos los derechos que le son inherentes y que resultan de su dignidad
como persona”. En otras palabras, el Derecho Agrario no puede ser comprendido en su
verdadera dimensión científico-jurídica, si no se le vincula (entre otras) a los aspectos
humanísticos que compromete el mundo rural, en el cual los derechos del ser y los derechos
del tener, aparecen mancomunados y seriamente comprometidos.
h. Es un Derecho patrimonial, económico y profesional:
Si bien existen elementos de contenido no patrimonial en la normativa agraria, esta rama
jurídica como Derecho de actividad económica, es un derecho patrimonial de sentido

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productivista, y un Derecho económico. Así, sus institutos básicos como ser la explotación
rural o el establecimiento rural y mismo la empresa agraria o los contratos agrarios, o las
formas asociativas, tienen una sustancia jurídico-patrimonial de clara finalidad
productivista.
El Derecho Agrario es también parte del llamado Derecho Económico, y de allí lo
cambiante y variable que resulta ser.

Estas características que estamos viendo, que presentan al Derecho Agrario como un
derecho social y humanista por un lado, pero al mismo tiempo como un derecho patrimonial
y económico del otro, tienen su explicación en los dos aspectos esenciales de la agricultura
moderna: el económico (producción agraria) y el social (medio rural),que constituyen los
dos pilares sobre los cuales se asienta toda disciplina.
Finalmente, debe afirmarse que el Derecho Agrario moderno se presenta cada vez más
como un derecho profesional, aunque tal no sea su verdad histórica como sucedió en cambio
con el comercio. No cabe duda que cada día la gestión de organización empresarial y de las
explotaciones agrarias se hace más destacada para ejercer la actividad.
SISTEMA POSITIVO Y CIENCIA JURÍDICA: EL DERECHO AGRARIO COMO NORMA Y
COMO CIENCIA
En cualquiera de los dos aspectos que corresponden a una disciplina jurídica o de aquél
en el que se le ubica como rama del derecho positivo y el otro, por el cual también ciencia,
el derecho agrario ha experimentado el peso de sus dificultades.
En el primer sentido, se puede observar en los últimos años un crecimiento abultado y
desordenado de la legislación aplicable, lo que exige una tarea de sistematización por parte
de la doctrina. Como fuera señalado, el derecho positivo agrario se encuentra disperso en
todo el ordenamiento jurídico y es algo natural la necesidad de individualizar los criterios
que sirven de conexión entre en las normas que integran la materia.
En el segundo sentido y tal cual es posible apreciar a través de las distintas concepciones
del derecho agrario existentes, es evidente la falta de una adecuada armonía de su ciencia a
nivel comparado. Ello es efecto de la diferente realidad económica y social que exhibe la
agricultura de país en país y, de la distinta intensidad y perfil de los problemas que presenta
y de las políticas adoptadas en un lado y en otro. En los estudios doctrinales de los últimos
tiempos, es elocuente y aparece como legitima, la inquietud por trazar la unidad a partir de
la cual es posible estructurar su conocimiento jurídico cualquiera fuera el ordenamiento
positivo
De todos modos, un contacto íntimo de la norma y la ciencia, tal cual se puede apreciar
fácilmente en otras disciplinas tradicionales -como derecho penal o derecho procesal por
ejemplo- se presenta como un camino que avanza pero es recién comenzado. Y es
imprescindible, pues cada din es necesario brindar una respuesta jurídica más metódica y
precisa a los complejos intereses de la agricultura moderna y a sus problemas sociales.

Por ello, la distinción del derecho agrario como norma y como ciencia, no resulta una
cuestión jurídicamente indiferente en el estado actual de esta disciplina.
a) El derecho positivo es siempre producto de la experiencia, es un fenómeno empírico
y en el caso particular de nuestra materia, se presenta como respuesta más que nada
espontánea a los requerimientos del mundo rural, la producción agropecuaria y su realidad
operativa. Pero sin mayor elaboración científico-jurídica y, sin la historia de un verdadero

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pensamiento jurídico que le sirva de respaldo La historia y los hechos demuestran que al
lado del legislador ha estado más cercana la presión y las necesidades de los productores y
la contribución de los agrónomos, que el conocimiento que el jurista pudiera aportar a la
inteligencia normativa del fenómeno agropecuario. Recién en los últimos años se ha estado
revirtiendo este fenómeno, en la medida que se están cubriendo cada vez más áreas
necesitadas de regulación, con un contenido mucho más técnico que antes; como el caso de
la ley N" 17.777 de asociaciones y sociedades agrarias, donde se define la actividad agraria
y se precisa qué es un productor rural, etc.
b) La ciencia del derecho es, en cambio, el resultado del conocimiento jurídico elaborado
por el propio jurista con la coherencia de su razón y con la fuerza de los hechos. Es el
concepto extraído y forjado en base a logros de lo razonable; o sea, no sólo en base a la
norma, sino teniendo en cuenta también, los valores y la realidad que se esconde tras ella
en tanto se regulan conductas humanas.

Las proximidades que están comenzando a aparecer entre la legislación agraria y su


ciencia si bien son recientes, son de extrema importancia, pues como ha señalado Gelsi -y
así lo ha compartido la doctrina- es en el plano de la ciencia que ha de librarse la batalla
decisiva, en el sentido que si no existe individualidad cien tífica y si no la admitimos, no se
ve el motivo de reclamar la especificidad de aquello que entonces, será un conjunto de leyes
a incorporar en uno u otro sector del derecho.
Las distancias y proximidades del derecho agrario como norma y como ciencia,
repercuten en toda la disciplina, pero en especial, cuando se trata de concretar y delimitar
su materia.
El doble ámbito de estudio de la materia agraria:
Para incursionar en estos aspectos que permiten individualizar la materia agraria en el
estado actual de su desarrollo legislativo y científico, se requiere un doble ámbito de
estudio: uno relativo a determinar las categorías empleadas por el derecho positivo
uruguayo (así como el de cada país) para calificar lo agrario y, cuál es el grado de su tipicidad
jurídica. No se trata de una tarea meramente descriptiva relativa a la nómina de asuntos o
temas que quedan comprendidos en sus normas (ya que ello requeriría la previa
dilucidación del objeto), sino una labor de valoración del derecho positivo destinada a
precisar los criterios en base a los cuales se desarrolla el contenido normativo y que
corresponde a un país determinado en un momento histórico determinado. Al jurista no le
está vedado conocer que es lo agrario desde el punto de vista de la ciencia agronómica o
económica, etc. Pero el paso introductorio a la materia, recae en conocer cuál es la
calificación que de lo agrario efectúa el derecho positivo.

El otro plano es el de la individualización del objeto, que no es exactamente lo mismo que


lo anterior, en tanto esto último es una creación del jurista, que supone una posición
estimativa y de método relativa a demostrar la tipicidad jurídica del fenómeno regulado por
aquellas normas, sea como elemento definitorio de su contenido normativo o, a la inversa,
como consecuencia determinada por éste.
De todas maneras, en sede didáctica, no existe o no debiera existir en torno a estos
últimos aspectos un rigor absoluto, en la medida que se trata de planteos más o menos
sistemáticos y de método, a través de los cuales se puede abordar el estudio conceptual de
los ordenamientos positivos. La finalidad es simplemente tratar de ubicar al intérprete en
una línea de indagación conforme el grado de avance y actualización de dichos sistemas en
sede agraria.

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Lo trascendente, en definitiva, es precisar que la materia agraria en su aspecto jurídico,
tiene contenido sustantivo propio y sumamente extenso y tiene universal aceptación en
nuestro tiempo en todos los países y cada vez con más intensidad y por ello requiere un
denodado esfuerzo de orden científico para definir, precisar y sistematizar la materia
agraria en su aspecto jurídico y reivindicarla de otras disciplinas en las que se hace un
tratamiento parcial de la misma
EL OBJETO DEL DERECHO AGRARIO

Abordar el estudio del objeto de la disciplina supone haber escogido una de las dos
direcciones metodológicas asumidas por la doctrina agrarista moderna.
En efecto, individualizar el objeto del derecho agrario adquiere destacado valor en esta
rama del derecho si se adhiere al camino por el cual es éste al que se le asigna el rol
determinante de precisar el auténtico alcance de su contenido normativo y, por ende, el
elemento que califica su disciplina.
Pero obviamente este sentido disminuye sensiblemente, si se considera como hacen
diversos autores, que el objeto por el contrario, es tan sólo un mero resultado del derecho
positivo. Ello es secuela de que -como ya se indicara, no todas las concepciones doctrinarias
del derecho agrario se fundan en el objeto, sino algunas lo hacen en razón del contenido
directo de la legislación. Y para éstas entonces, el tema del objeto es secundario ya que desde
dicho punto de vista no se aportan mayores calificaciones al sistema de normas. No debe
pues confundirse el estudio del objeto con las concepciones del derecho agrario. El
problema tal vez no revista significación en aquellas ramas del derecho en las cuales las
normas y la ciencia jurídica se encuentran en contacto íntimo, pues en tal caso unas y otra
son coincidentes y se determinan en el mismo sentido. Pero sin duda adquiere mayor
relevancia en disciplinas como la nuestra, en las cuales aquella conexión es relativamente
incipiente.
Por ende, cuando el jurista enfrenta una disciplina novel cuyo derecho positivo se
presenta todavía en formación, el camino a seguir no debe ser de naturaleza contemplativa,
sino que debe encontrarse dirigido, ante todo, a la búsqueda de un método que permita
comprobar la unicidad del fenómeno regulado, vía que proporciona una ubicación y una
integración de mayor sentido al cuerpo normas.

El objeto y los componentes del contenido legislativo


La actividad agraria es pues, el suceso principal y que se encuentra antes que todo lo
demás en la tipicidad de la materia. La propiedad de la tierra, la explotación rural, el
territorio rural, etc., no son en sí mismos objeto, sino componentes del contenido legislativo
con la finalidad de regular diversos aspectos comprometidos con dicho objeto. Véase que de
no existir la actividad agraria, no existirían ni tendrían razón de ser tales fenómenos ni
articulaciones legales con el contenido que tienen.

Así, por ejemplo, cuando se reclama a la propiedad rural como eje o centro de la materia,
no se hace otra cosa que dirigirse al más inmediato factor que se estima de necesaria
regulación para el desarrollo de la agricultura, aunque no se le regule a esta directamente.
En este sentido se ha hablado incluso de una porción sumergida del objeto, es decir, una
parte no regulada explícitamente aún.

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El objeto del derecho agrario no es sólo la actividad agraria, sino que comprende
también las vicisitudes que le circundan.

Otro asunto distinto es tratar de precisar qué es la actividad agraria y atribuirle su noción
la razón y la individualización misma del objeto. Antes bien, ello sería un paso en falso para
intentar luego una conexión adecuada del objeto con el contenido normativo. Nuestro
derecho positivo, a diferencia de muchos otros resuelve satisfactoria mente que se entiende
por actividad agraria. Pero no por ello estaríamos individualizando toda la disciplina
comprendida en la materia.

Un primer intento para revelar las distancias que median entre una y otra cuestión y, que
además es útil para aproximar el objeto científico de la disciplina con el contenido variable
y disperso de su ordenamiento positivo, es precisamente evitar una confusión de objetos. O
sea el objeto de la actividad agraria es la producción y el manejo productivo de los recursos
naturales, pero el objeto de la disciplina que la regula no se limita sólo esto, sino que
comprende además, el conjunto de factores sociales, económicos, políticos, técnicos, etc.,
que inciden y operan sobre dicha actividad.
Por lo que objeto del derecho agrario es en verdad la realidad operativa de la actividad
agraria. Piénsese tan sólo que la mayoría de los problemas que presenta la agricultura son
sociales además de agronómicos, ambientales y productivos y, que estos últimos, resultan
muchas veces condicionados por aquellos. El objeto así delimitado marca el radio de acción
de la materia. De ahí, por ejemplo, que un elemento como el territorio forme una parte
importante del contenido positivo de la materia, aunque no sea objeto del derecho agrario
su disciplina.
Son precisamente todos estos aspectos los que provocan y explican la variedad de
orientaciones legislativas y doctrinarias, pero que además justifican el contenido diverso
del derecho agrario. Ellos constituyen vicisitudes de la realidad de la agricultura moderna,
a tal punto que llenan el contenido mismo de sus normas y hacen que en alguna medida esta
materia tenga contenido interdisciplinario.
Todo esto forma parte de la realidad y de los intereses de la agricultura de estos tiempos
y el derecho como ciencia jurídica no puede ni debe ignorarlo.
La naturaleza multifacética del objeto:
Como si fuera poco, el objeto del derecho agrario presenta aspectos polifacéticos que
hacen proclive su división y la formación de "sub especies iuris". El derecho de aguas, el
derecho agroalimentario, el derecho agroambiental, etc. constituyen ejemplos elocuentes
de este fenómeno.
Es esta una característica intrínseca del objeto típico del derecho agrario, que actúan
como un factor de disgregación para la materia y le introduce de continuo variantes y
propuestas de nuevos rumbos. Tal vez no exista otra disciplina jurídica que haya tenido que
exhibir tantas facetas distintas ni que se la haya exigido a su ciencia ser el centro de
inquietudes y referencias tan diversas como el derecho agrario; así como tampoco, ninguna
otra haya sido el cuerpo central y de motivo de tantas submaterias.

Si los límites o fronteras de toda disciplina se tornan en ocasiones bastantes complejos


de delimitar, se podrá comprender cómo los relativos al derecho agrario se presentan
siempre vivientes y cambiantes hacia confines cada vez más prolonga: dos que hacen de su
materia jurídica una de las de mayor futuro e importancia de los ordenamientos

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Por ello, es de vasta relevancia las investigaciones científicas relativas al objeto del
derecho agrario, tema que no en vano ha venido prácticamente desplazando y suplantando
al de la autonomía. Individualizar un objeto claro y preciso es de primer orden para la
ciencia de nuestra disciplina y los esfuerzos deben ser encamina dos a mantener su unidad,
remitiendo a ese centro cada día más crecido, los asuntos que novedosamente plantea.
EL CONTENIDO DEL DERECHO AGRARIO

Los dos factores que califican el contenido de la materia agraria


En sus primeros estudios destinados a precisar la noción del derecho agrario, Gelsi
constata la existencia de dos factores centrales que delimitan el contenido de la materia
agraria en nuestro derecho positivo:
a. uno de carácter técnico o industrial por el cual es rural una actividad de producción
de bienes y servicios cuyos criterios conceptuales emanan ahora del art. 2" de la Ley
N° 17.777 como actividad agraria.

b. otro de carácter territorial o espacial, de modo que también es rural o agrario para
nuestra legislación, una porción del territorio y todo lo que es típico o propio del
mismo. Este factor ha evolucionado últimamente, repercutiendo de modo
significativo en los confines de la materia.
Es menester por tanto, precisar el alcance de estos dos elementos y la manera en que se
relacionan proyectándose sobre el contenido de esta rama del derecho.
ACTIVIDAD AGRARIA

El concepto sin duda es la actividad, pero ¿qué es la actividad?


Requiere de una serie de actos que llevan a una finalidad, y que esos actos deben estar
unidos concomitantemente unidos, secuencialmente unidos para lograr una finalidad. No
son actos dispersos, son actos diversos, válidos, eficaces por sí mismos, pero que integran
una cadena y son ordenados esos actos, unidos entre sí, para lograr un determinado fin. No
estamos hablando de derecho agrario, sino solo del concepto de actividad, se aplica a
actividad industrial, agraria, etc.
Acá hay una persona detrás de una actividad, siempre que pienso en una actividad pienso
en una persona haciendo algo, ese algo pueden ser actos concretos en los hechos o actos
jurídicos, pero en fin son actos, y evidentemente para que lleguen a ser una actividad tienen
que tener una relación entre sí para lograr un fin determinado. Para dilucidar después si
hay actividad agraria es importante saber si estoy haciendo un acto aislado o una serie de
actos relacionados entre sí para lograr una determinada finalidad.
Cuando queremos definir lo que es la actividad agraria, la agricultura primero que nada
tenemos criterios doctrinarios. La primera noción de agricultura o actividad agraria surgió
de los hechos, de la realidad de la agricultura, entonces la primera noción es la empírica.
Aquellos autores que comparten esta posición tratan de definir la actividad agraria a partir
de un concepto que está consolidado en la conciencia humana nuestra.

Las dificultades para precisar el concepto y naturaleza de la actividad agraria. La


influencia negativa de las concepciones mercantiles
La agricultura constituye una modalidad de actividad técnico-económica que tiene sus
propias características y sus propias reglas operativas sujetas a una regulación jurídica

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especial. Múltiples son las leyes vigentes en las que esta concepción subyace como
fundamento de dichas reglas, incluso hasta en la propia Constitución onde se le refiere como
"cultivo" y se le distingue de otras industrias y del comercio (art. 36). Es definida
precisamente en esta misma dirección en el art. 3° de la Ley N°17.777. Sin embargo el
derecho demoró muchos años en reconocerlo así y, muchas han sido las dificultades que tal
retardo provocó en el desarrollo de la materia Agraria.
Este problema tiene origen en las influencias de la doctrina mercantil, que fue la primera
que trató de explicar jurídicamente la agricultura con el propósito de precisar los límites de
la actividad comercial, al grado de afirmarse, "que el comercio comienza donde la agricultura
termina". En este sentido, la agricultura – a diferencia del comercio – nunca tuvo
oportunidad jurídica de formar su propio concepto, sino que recibió aquél que el derecho
comercial se formó de ella, conforme las reglas del ordenamiento civil y los intereses
mercantiles, para los que la presencia del fundo era factor decisivo. Ello porque la actividad
comercial – en su más simple explicación jurídica – consiste en el fenómeno de la
interposición económica en relación a bienes muebles, con un propósito de intermediación
lucrativa, suceso ante lo cual, la presencia del inmueble tiene carácter excluyente.

En efecto, a los ojos del comercio lo que producía la agricultura se justificaba por la tierra
(inmueble por excelencia) y no por el tráfico en los bienes. Por tal razón, su legislación se
encargó de señalar expresamente, que ni siquiera "las ventas que hacen los labradores y
hacendados de los frutos de sus cosechas y ganados”, se consideran mercantiles (art. 516
num. 3 del C. de C.). Se debe a que son accesorios a la tierra y por tanto, no provienen de
mediación alguna, sino que son primarios. "Son frutos naturales – dispone el art. 503 del C.
Civil – las producciones espontáneas de la tierra, las crías y demás productos" y "son frutos
industriales, lo que producen las heredades o fincas de cualquier clase a beneficio del cultivo y
del trabajo”.
Por este motivo y como señala Carrozza, se llegó a resaltar si faltaba dicho medio de
producción (la tierra), faltaba uno de los presupuestos jurídicos de su existencia; vale decir,
que si no había tierra, no había actividad agraria.
De manera que la agricultura no era mercantil, no porque no produjera ni vendiera en el
mercado (este fenómeno por otra parte, no tenía peso alguno); sino porque el origen
inmobiliario de sus productos lo descartaba. Y en este sentido, la importancia del fundo era
tal, que absorbía casi por completo la individualidad (incipiente) de las industrias agrarias.
Esta es – de modo sintético – la concepción del C. de Comercio (art. 516, N°3 y N° 1) y de
su doctrina, que se correspondía armónicamente con la del C. Civil. Pues este también
atribuía al fenómeno de la accesión y adhesión inmobiliaria, el origen de los productos
agrícolas (incs. 1 y 2 del art. 503 del C. Civil).

De esta concepción proviene la naturaleza civil que tradicionalmente se le asignara a la


agricultura. La propia legislación rural se encargó de atribuir a la propiedad el origen de su
producción (ej. art. 4 del Código Rural de 1875). De esta manera la agricultura fue integrante
inconsciente de un ordenamiento jurídico que si bien no la ignoró, tampoco supo
reconocerle identidad alguna entre los fenómenos a regular.
Las demoras provocadas por el influjo del trabajo
Debe recordarse que la concepción laboral de la agricultura, si bien le otorgó una visión
dinámica ante la propiedad e, incluso una explicación más actualizada, tampoco le
proporcionó elementos que le dieran caracterización propia a la producción agrícola.

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La valoración jurídica del trabajo fue el suceso más importante para independizar la
agricultura del derecho de propiedad de la tierra y, por tanto, para abrir una disciplina
incipiente más allá del derecho de cosas y de los contratos civiles. Pero no suficiente para
justificarla como actividad económica dotada de normas propias. Porque en definitiva, por
el camino del trabajo, la propiedad y la producción, no se llega a distinguir una actividad
económica de otra. Todos los sectores de la economía, se valen – en definitiva – del trabajo,
de la propiedad y de lo que producen (sean bienes o servicios).
De todos modos, fundar directamente un sistema de producción de bienes muebles como
verdadera actividad económica generadora de riqueza (y también pobreza), por fuera de la
concepción del derecho comercial – tal cual lo sugería la legislación agraria y lo propugnaba
la doctrina agrarista – implica una verdadera revuelta jurídica. Mucho más cuando comenzó
a evidenciarse que los factores que se atribuían a la producción agrícola – como la tierra o
el trabajo del agricultor –, no eran en verdad, elementos suficientes para explicar la realidad
operativa de sus intereses, en particular ante nuevas modalidades productivas
(consecuente con las marchas y evolución de las economías y tecnologías).
La impotencia de las posturas civiles, comerciales y laborales para abarcar
conceptualmente la legislación agraria más moderna, provocó los primeros intentos de
concebir y definir la agricultura a partir de las características propias de su producción y no
por la tierra ni el trabajo.
El problema de la definición jurídica de la agricultura. los primeros intentos de la
doctrina agrarista para precisar la agricultura como una categoría singular de
actividad productiva
La ausencia de una definición legal de agricultura que además la concibiera en base a la
producción, era un vacío que la dogmática y la jurisprudencia comenzaron a percibir como
una carencia importante a la hora de precisar el contenido y límites de la nueva legislación
agraria y su materia.

Así, el francés Megret, se planteaba que – conforme la doctrina clásica civil – debía ser
considerado "agricultor", el que practica la cultura de la tierra en vista de obtener una
producción vegetal o animal; pero al mismo tiempo, consideró que la producción agrícola
se realiza, gracias al libre juego de las leyes biológicas, en la que el rol del hombre, consiste
en favorecerlo. Incluso desde un punto de vista pragmático, la jurisprudencia francesa se
vio en la necesidad de admitir que la industria de hongos sin uso del suelo (empleando por
ejemplo, galerías subterráneas), es de naturaleza agraria y no mercantil.

"El carácter residual de la noción de actividad agrícola en el sistema del código de


comercio – sostenía también Romagnoli en la doctrina italiana – dejó abierto un espacio a
la jurisprudencia para individualizar casos concretos de actividad agraria y criterios de
identificación del género de actividad y estimuló a la doctrina más interesada en los
problemas del derecho agrario, a afrontar incluso, la definición de la actividad". La que
– según indica este autor – puso en evidencia que el concepto de agricultura ya "superaba
el restringido ámbito del cultivo de los campos, para abarcar una más amplia prospectiva,
incluso respecto a la crianza de animales".
Pero en esta nueva etapa, en la que la doctrina se plantea la conveniencia de definir la
agricultura, los autores tomaron rumbos diversos. Algunos procuraron descubrirla,
recurriendo a su naturaleza empírica (Alvarenga), o bien, explorando la noción subyacente
en los nuevos textos legales, intentando extraerla de ellos (Gelsi Bidart). En otros casos, no
se dudó en recurrir a conceptos extra – normativos, ya sea desde un punto de vista teórico

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(ej. Vivanco) como desde un punto de vista ontológico (Carrozza, Massart, etc). Incluso en
su origen, los planteos, no fueron explícitos, sino simplemente afirmados, como es el caso
de Carrara en Italia, de los primeros en referirse a la agricultura mediante los vocablos
"actividad agraria".
La noción empírica de la agricultura y su importancia en la comprensión de la
legislación agraria

Una de las razones que explican la diversidad de opiniones jurídicas que vinieron a
sucederse en torno a la definición de la agricultura, proviene de su carácter empírico, que
ya señalaba Gelsi Bidart como algo a superar. Algunos autores, sin decirlo expresamente, no
han dudado en la utilidad de este criterio, empleándolo como referencia en la solución del
asunto.
Así Ivo Alvarenga, se preguntaba "¿cómo describimos la presencia de una actividad
esencialmente agraria?; ¿por qué decimos de un sujeto, que es agricultor y de otro, que no?
Echamos manos a un procedimiento que ha sido empleado en arduas investigaciones
filosóficas y, no vemos por qué, no puede sernos igualmente útil. Se trata de recurrir a la
noción de lo que en otros tiempos y países se ha entendido por agricultura y agricultor; a lo
que comúnmente, en el lenguaje ordinario de la vida cotidiana, llamamos agricultura y
agricultor. En otros términos, hacemos referencia al concepto que se ha sólida y
permanentemente afincado en la conciencia humana de lo que es la agricultura y de lo que
es el agricultor. Si el sentido común, o quizás mejor, si el consenso común, no lo acepta así,
si rechazamos para un sujeto el calificativo de agricultor en función de la actividad a que se
dedica, no se diría de él que ejerce una actividad esencialmente agraria".
A nuestro juicio, esta cualidad empírica es innegable, pues la actividad agraria, ha
acompañado la vida del hombre, sin que éste se planteara la necesidad conceptuarla. Y falta
de definición jurídica no ha sido un obstáculo o una carencia en los diversos escenarios de
su importancia histórica. Es sobre estas bases supuestamente conocidas de lo que es la
agricultura que se ha asentado y crecido toda la legislación agraria.
Señala acertadamente Casadei, que el primer dato que recorre la mente al hablar de
agricultura, es el cultivo, al grado que se ponen como sinónimos. Por lo que habrá de
comprender en sí, toda actividad destinada a la integral y racional utilización de la tierra.
Pero tampoco puede dudarse que, de la misma manera, existen naturalmente vinculadas al
“ager", diversas modalidades de producción, que no implican el cultivo, ni reclaman
necesariamente de la tierra como suelo fructífero. En la cría de ciertas especies animales,
como los cerdos por ejemplo, no es elemento imprescindible. Pero de hecho, nadie duda en
vincularlo como una modalidad tradicional de actividad agraria. Lo mismo sucede con la
avicultura, la apicultura y así, otras muchas más modernas.

Por tanto, habrá de resultar arduo, traducir a términos sencillos y absolutos, aquello que
tradicionalmente se comprende como "habitual" o "normal" o "común” en esta materia
(esencia del criterio empírico).
Y a poco que se comience a entender que aquél dato primario que recibimos cuando se
habla de agricultura, es incompleto para comprender todas las variedades y modalidades
de agricultura, se habrá de apreciar también, que el criterio es absolutamente impreciso
para el Derecho.
Desde el punto de vista práctico, la dilucidación de este tema, no es menor. El derecho
reclama de respuestas lo más concretas posibles y no soluciones libradas al empirismo

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histórico, que pueden terminar en cualquier sitio, que no es el propio del correcto criterio
jurídico.

Los avances de la doctrina argentina. La actividad agraria y la denominada "teoria


agrobiológica" de carrera
En términos generales, debe reconocerse que ha sido la doctrina argentina la precursora
en tratar de romper con las concepciones clásicas e intentar una definición de la agricultura
desde un punto de vista agrarista.
Así por ejemplo, Vivanco centro toda su obra en el concepto de actividad agraria y,
comenzaba la misma, afirmando que "la actividad agraria constituye una forma de la
actividad humana tendiente a hacer producir a la naturaleza orgánica, cierto tipo de
vegetales y de animales con el fin de lograr el aprovechamiento de sus frutos y productos".
Y, si bien afirmaba que implica el trabajo de la tierra (lato sensu), lo que la explicaba, era en
sustancia, que la actividad agraria es productiva por excelencia, tomando este fenómeno
como clave para establecer los límites y diferencias con la actividad comercial y su industria.
Ahora bien, es imprescindible consignar que esta postura, tiene orígenes más remotos.
En particular, en la denominada teoria agrobiológica lanzada ya en el año 1948, por el
argentino R. Carrera (inspirado en los trabajos del Ing. Agr. Ringuelet), en el prólogo del
libro de Bernardino Horne (Temas de Derecho Agrario), circunstancia en la que hizo el
primer planteo, originado en lo que denominaba como la esencia de la agricultura.
Este autor, señalaba que "los primeros pasos hacia la autonomía de esta rama del
derecho, los fue dando la propia legislación, que hubo de apartarse de los moldes clásicos
del derecho civil o comercial, para dar cabida a las exigencias de una actividad que no había
sido contemplada como tal, en aquellas codificaciones". Y si bien no negaba que la actividad
agraria existe cuando el hombre con su trabajo, explota la tierra, ello es para hacerla
producir, a través de un proceso agrobiológico, que configura la nota esencial de la misma
y, que implica la realización de ciertos actos.
Esta postura, desarrollada luego más ampliamente por este doctrino, parte de la base de
que la actividad agraria es una industria o una actividad genética de producción,
esencialmente biológica, que crea, con un germen o embrión. Por tanto es diferente, a las
otras industrias de extracción o de transformación.
Naturaleza y vida – agregaba Carrera – que se expresan por medio de un proceso
agrobiológico. Y esto es, lo que a su criterio, viene a explicar la especificidad juridica de la
agricultura.

Parte de la base desarrollada en sus orígenes por economistas mexicanos que el factor
genético, como elemento típico en el derecho, tiene sus propias leyes económicas. Para esta
teoría, decía Carrera, la "agricultura es una función biológica". Y desde este punto de partida,
desarrolla todas las características de esa especialidad, que permiten distinguirla
claramente de otras modalidades de producción.
La FAO, asumió la postura de esta teoría como suya, en la VI Conferencia Regional para
América Latina (México 1960) y, la consagró en su Recomendación, lamentando que no se
hubiere todavía concretado en las correspondientes legislaciones nacionales y señalando
que tal retraso legislativo, fuera un verdadero obstáculo para el desarrollo.

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Por vez primera, se comenzó a reconocer la importancia de factores propiamente
funcionales y, no sólo estructurales, como elementos legislativos gravitantes para la
regulación de la disciplina agrícola.

Apuntes:
El Código Comercial dice directamente que la comercialización agraria realizada por el
productor no es comercio, es comercio en el sentido común de la palabra pero no está sujeto
a la legislación comercial.
Comercio es porque es un trueque de cosas, pero es comercio en ese sentido, es decir,
solo en el sentido común de la palabra, en el sentido empírico del comercio.

Diferente es la frontera que tenemos del derecho civil, estamos más cercanos al derecho
civil.
Entonces este criterio agrobiológico: la actividad agraria implica al hombre producir la
tierra a través de un recurso agrobiológico.
Esto viene a explicar nuestra especificidad jurídica: ¿por qué nace el derecho agrario?
Porque según este criterio (según Carrera, que es uno de los que toma este criterio) un
hombre se pone a producir, naturaleza y vida juntas, el hombre interviniendo en este
proceso agrobiológico, y esto es lo que le da la especialidad al derecho; hay una persona
atrás de la producción. Bibanco avanza un poquito más en esto y dice es cierto, la actividad
agraria es una actividad humana que tiende a hacer producir la naturaleza, ciertos animales
y vegetales, para aprovecharse de sus frutos.
El criterio de la "agrariedad" de Carrozza
Quien llevó esta línea de fundamentos a sus extremos, fue sin duda, Antonio Carrozza.
Propuso una nueva noción, bajo el criterio que denominó "agrariedad”, que a su juicio,
califica y define a la agricultura de modo mucho más preciso.
Para este autor, las concepciones clásicas de la actividad agraria, están generalmente
viciadas de preconceptos, que dificultan la correcta noción de lo que es la agricultura para
el derecho moderno y, alerta especialmente, acerca de la necesidad de distinguir entre el
elemento fundiario de aquél propiamente agrario.
Y en verdad que las referencias genéricas a la tierra y al suelo cultivable o, a las faenas
del campo, tan propias y típicas del fenómeno agrario, nunca fueron suficientemente
precisas para dar identidad jurídica a la materia. Sobre todo por que conducen – como
señala Carrozza –, a sobrevalorar la importancia del fundo respecto a la actividad, con una
doble consecuencia de efecto negativo:
a. en primer lugar, porque el fundo actúa desde este doble ángulo (cosa productiva –
lugar o espacio), como un fuero de atracción de diversas materias jurídicas, con lo
cual el criterio, es por si solo insuficiente para distinguirlas;
b. en segundo lugar, porque tampoco permite diferenciar la diversa índole de las
tareas que se dan respecto a un fundo (laborales, mineras, profesionales, etc.).
En términos generales sostiene Carrozza, los datos normativos, o bien son insuficientes
para brindar una noción jurídicamente relevante o bien reflejan una agricultura que
claramente pertenece al pasado, resultando así por ambos lados, inadecuados. Por lo que a

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su juicio, el intérprete no tiene otro remedio que recurrir a una noción extrajurídica del
fenómeno agrario. Vale decir, fundarse directamente en la realidad, de modo de poner en
evidencia, tanto el “… contenido típico de la actividad definible como ejercicio de la
agricultura” como “… el objeto de la actividad misma, es decir el bien implicado en la
actividad”.
Lo que Carrozza trató de demostrar, es que la legislación que estaba gobernando la
disciplina de la agricultura como fenómeno productivo, no era lo suficientemente clara ni
precisa para revelar el alcance conceptual de su objeto.

Con este perfil, sostuvo que – desde un punto de vista “ontológico” – “… la actividad
productiva agrícola, consiste en el desarrollo de un ciclo biológico, concerniente a la crianza
de animales o de vegetales, que aparece ligado directa o indirectamente al disfrute de las
fuerzas y de los recursos naturales y que se resuelve económicamente en la obtención de
frutos (vegetales o animales), que pueden destinarse al consumo directo, bien tales cuales
o, bien (mediante), una o múltiples transformaciones previas”.
Para el autor, este criterio, se encuentra destinado a clarificar el propium de la actividad
agrícola, de forma tal, que la presencia de un ciclo biológico de producción vegetal o animal,
permite identificar las situaciones típicamente agrarias.
Para explicar la agricultura pues, no es necesario recurrir, ni estar en presencia de la
tierra, pues
esta actividad puede perfectamente verificarse sin ella.
Por esta vía, el autor deja en evidencia que la tierra no es, ni el único medio que permite
la agricultura, ni es tampoco, la cosa o hecho que explique lo que se produce. Porque en
definitiva, agrega Massart en su apoyo, "lo que se cultiva son las plantas y no la tierra”.
De este modo, no solo deben reputarse agrarios los cultivos hidropónicos y de
invernaderos que, por razones técnicas, pueden prescindir totalmente del factor tierra; sino
que también permite considerar como tales, otras actividades similares como son los casos
de la avicultura, la porcicultura, la cunicultura, etc., para cuales el suelo, nunca ha sido factor
productivo necesario, sino tan sólo un asiento físico.

En las concepciones clásicas, estas actividades no lograban incluirse cómodamente como


agrarias. Así por ejemplo y, desde un punto de vista empírico, una empresa avícola o un
vivero en sede urbana, difícilmente escapara a su calificación mercantil.
Hoy en día, no hay ya mayores méritos para considerar que la cría de cerdos a campo es
actividad agraria, pero que deja de serlo, si la alimentación la suministra el hombre en base
a raciones o piensos; o que son actividades esencialmente diversas a la cría de lanares o
vacunos, sin comprender que simplemente, son modalidades diversas de una misma
actividad.
Lo que es común a todas ellas y, por tanto comprendidas por igual como una misma
actividad económica, no es sólo que se producen bienes animales o vegetales, sino que el
proceso de obtención productiva consiste en lo mismo: desarrollo de un ciclo biológico
controlado por el hombre, vale decir, un ciclo productivo natural.
De manera que el producto no es exclusivo resultado del artificio u obrar humano (como
en la fábrica mercantil), sino que es obra principal de la naturaleza, que el hombre sabe
aprovechar e impulsar, para obtener un bien animal, vegetal o los frutos de ellos. No importa
si son aves o vacunos; verduras o soja. La realidad operativa que se esconde tras ella, es

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singular y muy diferente a la mercantil, sea en el aspecto puramente patrimonial, como en
el social.

Para Carroza, lo que verdaderamente cuenta, no es tanto la especie de bien, sino el


procedimiento utilizado para obtenerlo. "En último análisis – sostiene – incluso la tecnología
más avanzada resulta potente frente al decurso de la naturaleza y, sólo entre ciertos límites es
capaz de desviarlo hacia objetivos preestablecidos. Quien organiza y guía el proceso de
producción – agrega – no puede prescindir de las características bioquímicas y de los
mecanismos genéticos de una materia dotada de vida propia; no puede anular los tiempos de
espera y violar los ritmos de los acontecimientos naturales; no puede estar seguro de saber o
poder prevenir o reprimir los ataques de las enfermedades que comprometen en cualquier
momento el crecimiento”. Y esto es de grado tal, que en definitiva, coloca a la agricultura
fuera del ámbito de la mera intermediación de bienes.
Estas consideraciones, le permiten concluir que "no parece cierto que las actividades
agrícolas se diferencien de las mercantiles (o de las civiles) por la presencia de ese especifico
factor que es la tierra; más en general, que las actividades agrícolas se distingan por la
naturaleza especifica del medio productivo empleado". Por lo que en definitiva, este autor
viene a controvertir el criterio mercantil de la agricultura, en el sentido que si bien esta no
es comercio, ello no se debe a la necesaria presencia del factor inmobiliario sino a razones
biológicas.
Advierte que los actos “agrícolas” y, por tanto, las actividades resultantes de ellos, son
siempre actos de crianza, que como señala Cigarini, consisten en el conjunto de cuidados
necesarios para hacer crecer y eventualmente reproducir los animales y especies vegetales.
Lo que es elocuente a nuestro juicio, en la medida que estos actos, no son de intermediación
lucrativa y por tanto, no son de comercio.
Apuntes:
Este criterio lo toma Antonio Carroza, y es el que toma nuestra legislación en el art. 03
que vamos a estudiar.
Hay una diferencia entre Carrera y Carroza. Este último dice que la actividad agraria es
una actividad productiva como decía Carrera, pero consisten en que el hombre interviene
en el desarrollo de un ciclo biológico que implica criar animales o vegetales utilizando los
recursos de la naturaleza para obtener frutos vegetales o animales, y que pueden destinarse
para el consumo humano directo o bien mediante transformaciones industrializarlo y
comercializarlo.
Pero acá Carroza está corriendo el eje de la especificidad del derecho agrario a otro lado:
a la presencia de un ciclo biológico, y a la intervención del hombre en un ciclo biológico. Si
la nutria se cría en un arroyo (ciclo biológico de la nutria) y yo cazo esa nutria, ¿tengo
actividad agraria de acuerdo a lo que dice Carroza? Cuando intervenimos en un ciclo
biológico quiere decir que aportas algo a ese nacimiento, crianza, comida, desarrollo,
parición, reproducción, hasta la muerte, es decir que aportaste algo en ese ciclo de vida del
animal. Entonces, cuando cazo la nutria no hay intervención del hombre en el ciclo biológico
y por ende no hay actividad agraria según este autor; no hay intervención porque la nutria
vivió, comió, se reprodujo y bueno hizo lo que pudo hasta que la cazaron, pero no hay un
aporte a su vida natural, a su ciclo biológico. La minería entonces quedaría por fuera de la
actividad agraria según este criterio; la minería extractiva de los recursos naturales no
renovables en la cual yo saco el granito y lo comercializo, sería una actividad no agraria,
sería comercial.

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Carrera habla del hombre atrás de la producción, pero Carroza hace énfasis en el hombre
interviniendo en la producción. En la primera la especificidad jurídica está en la producción,
en la segunda la especificidad está en la intervención del hombre en el ciclo biológico animal
o vegetal para obtener un fruto.
Para el autor Carroza se prescinde del factor tierra. Él habla del ciclo biológico. Hay que
entender el criterio de Carroza. El hombre interviene en el ciclo biológico y ¿lo hace para
investigar o para obtener frutos para la venta, comercialización o industrialización? La
intervención en el ciclo biológico es el mismo pero el fin no, si mi destino para intervenir en
un ciclo biológico animal o vegetal es la investigación entonces no es actividad agraria para
este criterio, ya que el fin de la intervención en el ciclo biológico tiene que ser obtener fruto
primario de origen animal o vegetal. Y para Carroza ese fruto puede ser para consumo
propio o para comercialización o industrialización.
¿El autoconsumo es o no actividad agraria según Carroza? La profesora dice que sí.
Parece ser que para Carroza la tierra no es un factor preponderante, nunca habla del suelo
o de la tierra, sino de la intervención del hombre en el ciclo biológico, prescinde la tierra. El
autor dice que no es la única forma de producir utilizar la tierra. “Lo que se cultiva no es la
tierra, son las plantas”. Entonces, la tierra si bien es un elemento para producir, no es el
único. Y acá ya cambiamos el concepto que brindamos al comienzo de la clase el cual hacía
referencia al suelo, a la tierra como elemento esencial de la actividad agraria.
Parecería ser que para Carroza el espacio no es importante porque si me define la
actividad como la intervención de un ciclo biológico, yo puedo intervenir en mi patio de 3
metros.
Crítica que le hace Casanova a Carroza, es una crítica de esto de que el humano
interviene en ciclo biológico; dice que los suelos necesitan de las aguas para producir, los
bosques se nutren del suelo y del agua, y la fauna se alimenta de los productos del suelo…
(está en el resumen del libro más abajo). Casanova lo que quería decir es que parecería que
siempre se requieren los recursos naturales renovables para producir. Porque si bien
parecería que se puede producir sin tierra, pero no se puede producir sin agua; no se
conocen cultivos sin agua.

Entonces, Casanova nos dice bárbaro el ciclo biológico de Carroza, pero yo agrego un
elemento más, para producir necesito de alguno de los recursos naturales renovables. Ósea
que los recursos naturales renovables son un elemento importante para la producción.

Consecuencias doctrinales directas del criterio biológico de la "agrariedad"


Si bien este criterio ganó rápidamente sus adeptos, no todos los agraristas lo
compartieron.
La crítica más extendida a la teoría de Carrozza, provino de su falta de constatación en
los derechos positivos. Así señala Costato, el criterio de la agrariedad, individualiza una
agricultura "alargada", que prima facie, no es coincidente con los datos normativos y, que la
característica fuertemente política del derecho agrario hace difícil la limitación de sus
fronteras a través de un criterio, que “… no apunta a definir el campo de aplicación de un
derecho en particular, sino de una actividad, la agraria”. Otros autores – ateniéndose a un
criterio exclusivamente positivista – reaccionaron, radicalizando incluso, las posturas
tradicionales.
Un ejemplo de esto último se puede apreciar en la doctrina española. Ballarín Marcial
por ejemplo, - uno de los más abiertos opositores – luego de sostener que el criterio

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biológico es metajurídico y por consiguiente, no admite su transferencia inmediata al plano
jurídico propiamente tal por lo que resulta inaplicable a la realidad normativa del
ordenamiento español. Dijo en su obra que “quede pues, bien sentado que para hablar de
actividad agraria, es precisa la conexión de la producción vegetal o animal con una finca
determinada en cuanto punto de apoyo o sostén”. “No cabe, en nuestro Derecho, por lo tanto,
considerar agrarias a los cultivos sin tierra o artificiales, a diferencia de lo que ocurre en
Italia, que bien por el “criterio biológico” o, bien por la inevitabilidad del doble riesgo,
agronómico y económico, reciben este carácter, incluso por la doctrina mercantilista”. “Por
en primera referencia al suelo, en el sentido de tierra cultivable, insisto de nuevo excluir de
la actividad agraria, como concepto jurídico, toda producción vegetal o animal que no se
funde en y base en cierta extensión de terreno”. Este rechazo extendió en buena parte de la
doctrina española, que la juzgó insostenible para el ordenamiento jurídico de su país,
aunque – claro está – sin lograr una postura unánime.
Sin embargo y como veremos más adelante, algunos países comenzaron a reconocer y
consagrar legislativamente la teoría de la "agrariedad", como el caso de Francia, Uruguay y
más recientemente Panamá, como criterio que permite completar el cuadro de todas las
modalidades posibles de actividad agraria.
Consecuencias indirectas de la teoría de la agrariedad
Los fundamentos provenientes de la índole natural de los medios o factores con
los que produce la actividad agraria. La teoría del aprovechamiento de los recursos
naturales. Las contribuciones de Casanova y Pigretti
Pero la teoría de la agrariedad, provocó también una variante indirecta de carácter más
sustantiva en la concepción de esta materia, que para algunos autores terminó por dividir a
la doctrina.

En efecto, las concepciones de la agricultura basadas en el fenómeno productivo, tienen


un claro fundamento técnico – económico, que el criterio de la agrariedad, permite delimitar
en toda su extensión. Pero engloba otro problema: si la esencia de la agricultura consiste en
producir en base al desarrollo de ciclos biológicos y, si la función de esta disciplina es su
regulación, pues entonces su contenido y objeto serán mucho mayores. Habrán de implicar
más ampliamente, toda la disciplina que atañe al manejo y empleo de los recursos naturales
renovables, cuya existencia y comportamiento, se explica también por el mismo fenómeno.
Fue Casanova uno de los primeros en resaltar este criterio, que pone en evidencia que
los ciclos biológicos que señalaba Carrozza, no sólo se encuentran presentes en el hecho de
la producción, pues "los ciclos de la materia pertenecen a las condiciones básicas de la vida".
"Los suelos necesitan de las aguas para producir; los bosques se nutren de los suelos y las
aguas y la fauna se alimenta de los productos de los suelos y las aguas y se guarece en los
bosques y las aguas”.
En definitiva, no puede negarse que hay ciclos biológicos en toda la unidad e
interdependencia de los recursos naturales renovables y, su aprovechamiento para
producir animales y vegetales (que es la agricultura), es consecuencia – para este autor – de
una visión económica y empresarial. Sin duda que se pretende señalar con ello, que en los
hechos, la agricultura es sólo un aspecto parcial del verdadero fenómeno a regular
jurídicamente, que son los recursos naturales, que constituyen un fenómeno unitario
imprescindible de preservar. Se desemboca así en la idea de que la actividad agraria no es
un fenómeno absolutamente autónomo, sino una modalidad de explotación de los recursos
naturales y, por tanto, responde a la unidad de su disciplina. Es en este sentido que para

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Casanova "la agricultura comprende el empleo de los recursos naturales renovables con
fines productivos", lo que lo conduce a sostener que el derecho agrario es el derecho de
estos elementos.

Alcance de la teoría de los recursos naturales renovables en la explicación de la


agricultura

Compartiendo estos fundamentos, diversos autores entienden que la noción de


agricultura corresponde plantearla actualmente desde la perspectiva del aprovechamiento
de los recursos naturales (con fines productivos). Desde este punto de vista, no importa
mayormente el problema de si existe agricultura con tierra o sin ella, pues el asunto tiene
otras dimensiones sociales. La actividad agraria constituye hoy en día, uno de los factores
de mayor incidencia sobre los elementos naturales. Por otro lado, es innegable que la
producción agrícola los requiere para satisfacer la demanda mundial de alimentos y otras
necesidades no menos importantes. Por ello, para un sector de la doctrina este es el marco
en el cual debe concebirse la agricultura moderna. Así, no han sido pocos los autores que
guiados por esta línea de razonamiento, incursionaron directamente en argumentos
ecológicos para explicar la materia agraria más moderna. Pigretti, tal vez uno de los
precursores más relevantes de este planteo, lo coloca como asunto primordial del nuevo
derecho agrario, el que hasta debe cambiar su nombre a favor del derecho de los recursos
naturales.
Esta concepción tiene el gran inconveniente que ensancha la materia más allá de la
agricultura pero tiene la ventaja práctica que permite precisar la naturaleza jurídica de
ciertos fenómenos, delimitando áreas novedosas de actividades como por ejemplo, la
prestación de servicios propiamente agrarios (infra n° 21 y sigts.), desconocidas hasta hace
poco tiempo atrás (como es el riego o los servicios de siembra y cosecha, etc.). Ello autoriza
sostener – por ejemplo – que tan explotación agraria es la que obtiene el producto agrícola,
como la que le maneja los recursos (el agua o los suelos, etc.) para que lo obtenga (empresas
contratistas).
La actividad agraria: ¿por lo que produce o, por los medios naturales con los que
produce? Bases para la comprensión de la legislación agraria moderna

Pero más allá de estos cambios de fronteras propuestos para nuestra materia, lo cierto
es que los debates suscitados con motivo de la definición de la agricultura, reinstalaron
sobre otras bases distintas y más actuales el problema de si el derecho de la agricultura se
justifica y distingue jurídicamente por lo que ella produce o, en cambio, por los medios con
los que produce.
Esto último no significa una vuelta al pasado. Constituye una nueva visión que si bien en
apariencia se apoya en el hecho tradicional de que la agricultura se explica porque emplea
ciertos bienes; ello no es porque sean cosa inmueble (concepción de la doctrina mercantil),
sino porque implican una actividad técnica de manejo de elementos naturales que
constituyen bienes de características especiales, que son tutelados por el derecho moderno
bajo un régimen jurídico distinto al común.
Estos elementos – tales como los suelos, las aguas, la flora, la biodiversidad, etc. – no los
elabora el hombre, sino que pertenecen al mundo de la Naturaleza, cuya preservación se
presenta hoy en día no como un asunto sectorial, sino como una necesidad impostergable
que preocupa a toda la sociedad y que demandan una regulación jurídica específica,
totalmente desconocida en la época de la codificación y, ajena absolutamente al contenido
del derecho comercial.

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La doctrina de la agrariedad, es inobjetable a la hora de precisar el alcance y extensión
de la actividad agraria y todas las modalidades que le comprenden (porque en ello se centra
su interés primordial), pero no puede descartarse que sus factores de producción – vale
decir los medios que de ordinario emplea la agricultura para producir – son hoy en día, tan
importantes como la producción misma, al grado que la condicionan y explican
directamente su desempeño actual y futuro. La preocupación por el desarrollo sostenible
(Ley N 18.308), es un buen ejemplo de este fenómeno en el plano jurídico.
Precisiones respecto al alcance de las teorías precedentes. La visión ecléctica

Pero en este punto, es necesario efectuar ciertas precisiones. Las teorías precedentes que
tratan de explicar el fenómeno agrario para el derecho, no son incompatibles ni se excluyen
una a la otra, tal como pretenden algunos autores.
En verdad, se trata de una falsa oposición, pues si bien puede entenderse que una cosa
es el concepto técnico de agricultura que es primordial para definirla (teoría de la
agrariedad) y otra distinta, las particularidades de los bienes que emplea normalmente para
satisfacer la demanda de sus productos (recursos naturales), hay un espacio en que ambos
aspectos responden al mismo interés, que es la producción agraria de animales y vegetales.
Por esta razón, desde el punto de vista jurídico, la agricultura se caracteriza tanto por lo que
produce (animales y vegetales), como por los bienes con que lo hace (recursos naturales).
Lo que sucede es que estos últimos han visto crecida su importancia social como efecto del
aumento de la producción y el cuidado ambiental.
Pero bien entendido, la materia agraria se ocupa de la preservación de los recursos
naturales por razones productivas. Así por ejemplo, la primera ley de conservación de
suelos y aguas en nuestro país (Ley N° 13.667 de 1968), fue dictada para proteger un bien
que se estaba desgastando por su mal uso, pero en todo caso, mucho antes que se tuviera
conciencia ecológica y la necesidad de leyes especiales de tutela del ambiente propiamente
dicho. En este sentido, las técnicas agrícolas se dirigen a conservar los recursos porque se
desgastan y no tienen reposición natural, lo que impide la continuidad de su explotación,
que es lo que mueve el interés de la agricultura.

Lo que sucede es que con el tiempo, la conciencia ecológica y el paradigma ambiental,


vinieron a cubrir todo el andamiaje legislativo agrario con un marcado interés por el
cuidado del ambiente, que ha conducido a ciertos autores a tratar de ubicar la disciplina de
los recursos naturales en un sitial de interferencia con los intereses agrícolas, cuando no es
realmente así.

El sistema productivo agrario como fenómeno que reporta identidad jurídica


actual la agricultura
De las posturas doctrinarias expuestas, queda en evidencia que lo que despierta el actual
interés de la materia agraria, es que la agricultura hoy en día constituye – desde un punto
de vista económico y social – un sistema de producción. Su tipicidad no sólo proviene por lo
que produce sino también por los bienes que emplea para ello
La importancia de este sistema de producción trasciende en cuanto requiere de la
combinación funcional y equilibrada de recursos naturales y ciclos biológicos manejados
técnicamente por el hombre, para la obtención rentable de frutos destinados a su
comercialización o industria, que es el fenómeno necesario de regular especialmente, por la
variedad de asuntos que involucra su realidad operativa (infra n17).

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No puede simplemente decirse entonces, que antes era el inmueble y hoy los recursos
naturales, pues el rol de éstos es muy diferente e implican una actividad técnica con
propósitos definidos e intensamente regulados, en los que hasta el derecho de propiedad
pierde trascendencia y cede su importancia a otro que es el derecho de uso o
aprovechamiento. Tampoco los bienes que produce (animales y vegetales) son iguales a
otros y son resultado de ciclos productivos, como bien explica la teoría de la agrariedad. Es
así pues, que la materia agraria se delimita desde este punto de vista, por una actividad que
constituye un sistema de producir que tiene sus propios caracteres que no llevan en cuenta
las normas civiles ni comerciales.
Y son precisamente estos aspectos dinámicos, los que le otorgan actualmente a la
agricultura su identidad y, una (otra) nueva trascendencia jurídica que antes simplemente
se le atribuía al origen inmobiliario de su producción (visión estática).
CRITERIOS QUE ASUME NUESTRO DERECHO POSITIVO. LA DEFINICIÓN DE
ACTIVIDAD AGRARIA DEL ART, 3 DE LA LEY N°17.777. LA POSTURA ECLÉCTICA DE
NUESTRO DERECHO POSITIVO
Los criterios que emplea nuestro derecho positivo en este asunto, emanan claramente
del art. 3 de la Ley N°17.777 en oportunidad de disponer el objeto de las asociaciones y
sociedades agrarias. Allí la ley define la actividad agraria en un texto que incluso, ya se ha
extendido a otras leyes que la incorporan (ej. leyes N 18.092, N 18.461, N 18.638). Reza
dicho texto en su primer inciso, que “… se reputan agrarias las actividades destinadas a
la producción animal o vegetal y sus frutos, con fines de su comercialización o industria,
así como también las de manejo y uso con fines productivos de los recursos naturales
renovables”.
Esta definición que tuvimos el honor de redactar a solicitud parlamentaria tiene por
fuente (parcial) a la ley francesa (art. 2 de Ley N 88-1202 de 30,12.1988) aunque con un
contenido ampliado, ya que incorpora a la noción, el manejo de los recursos naturales
renovables con fines de producción.
Esta definición recoge las dos corrientes arriba mencionadas, que trataron de explicar la
caracterización de la agricultura desde dos puntos de vista. En síntesis, la que define la
agricultura por lo que produce (animales y vegetales y sus frutos) y aquella otra que lo hace
en razón de los bienes con que produce (recursos naturales). Ambos criterios concurren
– sea de manera individual o conjunta – para definir esta actividad, porque ambos integran
el mismo ciclo de interés económico y social regulado. Estos criterios ni son incompatibles
ni es necesario que existan ambos al mismo tiempo.
En efecto, el criterio de la "agrariedad" contenido al principio de la frase, disipa toda duda
en cuanto son agrarias todas las modalidades de producción animal y vegetal aunque no
requieran del uso de la tierra, como el caso de la avicultura (cría de aves) o porcicultura
(cría de cerdos) y, todas las nuevas producciones como las de yacaré, lombrices, etc. Ello
permite delimitar la agricultura y el ámbito del derecho que le es aplicable en toda su
extensión comprobable.
Pero seguidamente esta ley comprende también como actividad agraria, las de manejo y
uso con fines productivos de los recursos naturales renovables. El fin productivo señalado
no es otro que el indicado al principio de la frase donde se recoge el doble sentido (técnico
y económico) de la agrariedad. De manera que el uso y manejo de los recursos debe
responder al mismo propósito de obtener productos animales o vegetales.

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Podría entonces decirse que esta categorización va de sobra, pues se empleen o no los
recursos naturales, siempre habrá actividad agraria si la finalidad productiva es la misma y
se encuentra dirigida a la obtención de bienes animales o vegetales y sus frutos para su
comercio o industria. Tal el caso de la piscicultura o la crianza en semi – cautiverio de
especies salvajes como la nutria, etc.
Pero el propósito fundamental de admitir esta categorización en la definición es receptar
las actividades agrarias de servicios que de otro modo podrían verse privadas de su
verdadera naturaleza (agraria) y, excluidas de la esfera del derecho aplicable a esta
modalidad productiva.

En efecto, criar ganado ajeno a pastoreo; suministrar riego o agua para riego a un
agricultor; cultivar o cosechar con maquinaria propia para otro productor y muchas otras
formas de usar los recursos naturales, son también modalidades de actividad agraria (retro
n° 13) en la que el arrendador del servicio no tiene el propósito de lograr un beneficio
económico con la producción agraria obtenida (para otro), sino con el precio del servicio
prestado. Y tan productor rural es quien lucra con el engorde y precio del ganado o de las
cosechas, como quien le maneja los recursos naturales que posibilitan la producción. Ambos
se mantienen en el mismo ámbito y circuito de los intereses que definen económicamente
la actividad agraria moderna.
El beneficio económico
Pero la producción y el manejo agrícola de los recursos naturales, deben tener por
finalidad la obtención de un beneficio económico. Este elemento permite distinguirla de
aquellas tareas de recreación o estudio que carecen del sentido que es propio de una
actividad que responde a intereses económicos. Así por ejemplo, es actividad agraria la
floricultura pero no la jardinería; como es también agraria la cría de perros de raza para su
venta, pero no lo es el simple adiestramiento de animales domésticos.
Este aspecto es cubierto en la definición legal al requerir que la producción tenga por
finalidad la comercialización o industria. La noción por tanto, no sólo incluye los aspectos
descriptivos típicos de la explotación agraria (actividad en sentido estricto), sino que
comprende también el designio económico a través del destino de la producción.
Conclusión
Por tanto cabe concluir que nuestro derecho positivo emplea un criterio ecléctico, en
cuanto individualiza a la actividad agraria no sólo por lo que produce (bienes animales y
vegetales y sus frutos), sino también por las características especiales de los bienes con los
que se les produce (recursos naturales de uso renovable). En cualquiera de dichas hipótesis
(sea de manera conjunta o singular) se estará en presencia de esta actividad económica,
que es regulada por la legislación agraria.
Apuntes:
De estos dos conceptos vamos a leer el art. 3 inc. 1 de la ley N°17.777. Esta ley es una ley
“nueva”, de nueva no tiene un pomo porque es del año 2004, pero es una ley que se creó
muy poco utilizada por el operador jurídico producto de la ignorancia. Si los operadores
supieran aplicar esta ley no utilizarían otras sociedades que las sociedades agrarias. Es una
ley que se creó para hacer nacer las sociedades agrarias y las asociaciones agrarias.
Entramos a uno de los criterios legales:

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¿Por qué la caza es una actividad agraria según este artículo? No es. Cuando hablamos la
utilización de los recursos naturales renovables con fines productivos, venderlo no es
productivo, ósea yo gano dinero pero la ley no refiere a que ganes dinero sino de fines
productivos.
Este criterio legal excluye el autoconsumo porque dice el art.: “para comercializar el
producto…”. Para la teoría de carroza parecería ser que el autoconsumo no sería actividad
agraria. Siempre el autoconsumo produce un beneficio económico para el que auto
consume, por ejemplo planto los tomates en mi patio y los consumo, siempre implica un
beneficio económico.

Esto es una definición legal: “a los efectos de esta ley…”. Esta definición legal no es para
todo el derecho uruguayo, sino solamente para la ley de sociedades y asociaciones agrarias.
Esta es una discusión que la profe pondría arriba de la mesa llegando el momento a tener
que defender mi posición del autoconsumo. Aunque en realidad esta definición ha tomado
un carácter genérico porque la jurisprudencia y dogmática la han tomado, pero no debemos
dejar de lado de que esta definición al fin y al cabo está establecida para esta ley en
particular (y la definición excluye al autoconsumo). Por más de que ha sido tomada de
manera genérica por la jurisprudencia, cuando alego puedo decir que la ley es clara al
acotarla a esa ley y nada más ósea la definición es únicamente para la ley (este es un buen
argumento para cerrarle la boca al que diga que el autoconsumo no es actividad agraria).
Se ve que el legislador acá en el art. 3 toma un criterio netamente técnico,
independizándose del factor tierra y del lugar en el que se ubica. De acuerdo a esta
definición yo puedo tener actividad agraria en el balcón de mi casa. Si planto en el balcón
marihuana para destino medicinal y se lo vendo al edificio (a los vecinos) para consumo
medicinal, ¿es actividad agraria? Podemos decir que es un delito, y sí lo es pero dejemos de
lado la parte penal y enfoquémonos en el punto de vista agrario. Cuando venga el caso al
escritorio tengo primero que analizar quehacer humano, intervenciones en el ciclo
biológico, destino de ese fruto primario de origen animal o vegetal; o utilización de algún
recurso con destino productivo.
Caza y pesca es capturar un animal para obtener un beneficio económico pero eso no es
actividad agraria. No es lo mismo la jardinería que la floricultura, sin embargo en los hechos
la actividad agrónoma es la misma pero la jardinería lo hago para un fruto personal de ver
las flores en mi jardín, y para la floricultura hago eso para comercializar las flores. En la
jardinería nos falta la comercialización o industrialización del producto, ósea hay
intervención del ciclo biológico de un vegetal y consigo un fruto pero no con fines
productivos.
La realidad operativa de la actividad agraria como sistema de producción

Es siempre un factor de hecho del que nace el derecho y su aplicación (ex facto oritur
ius). En ramas del derecho que regulan actividades económicas y técnicas, el conocimiento
operativo es relevante pues permite apreciar la conexión entre normas dispersas y el
fundamento de su contenido, sin perjuicio que determina la medida en que debe aplicarse.
En este sentido es oportuno efectuar ciertas precisiones indicativas que permiten
comprender jurídicamente la realidad operativa de la agricultura como verdadero sistema
productivo muy diferente al que se basa la industria mercantil.
Desde un punto de vista típico, la mayoría de estas actividades implican una combinación
del desarrollo de un ciclo biológico con el manejo adecuado de los recursos naturales, De

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manera más exponencial, se trata del desarrollo de un ciclo productivo de carácter funcional
que conforma un sistema de producir que depende de la Naturaleza.

Como sostiene Massart, el ciclo productivo es aquella porción del ciclo biológico que es
útil para el hombre y sobre el que existe verdadero interés económico en obtener. Así por
ejemplo, la ganadería de cría centra su interés en la obtención de terneros, que una vez
separados y prontos se venden, para que a su vez, otros ganaderos lo engorden, etc. Para
cada uno de ellos el ciclo productivo es diferente y determinan vicisitudes operativas
también diferentes e, implican negocios lucrativos distintos.

Sobre el ciclo productivo agrario operan además diversos factores que permiten su
desenvolvimiento, pero también que pueden serle proclives y obstar los resultados
esperados. Tal vez el más importante de ellos es la disponibilidad de los recursos naturales
adecuados en cantidad y calidad, como la tierra fértil, el agua disponible, la biodiversidad
existente, etc. Los suelos de buena o mala calidad inciden significativamente en los
rendimientos de las cosechas y las pasturas y, deben a su vez manejarse adecuadamente
para su conservación y el logro de resultados rentables presentes y futuros. Los recursos
naturales de uso renovable se desgastan y no son de reposición inmediata y además se
contaminan, por lo que es necesario su manejo sostenible. De allí que los ciclos productivos
se encuentran ligados funcionalmente con la potencialidad de los recursos naturales
disponibles e imponen un equilibrio entre su conservación y la producción. Esto constituye
uno de los aspectos claves de su sistema de producción, pues de la marcha de esta relación
funcional depende la continuidad de las explotaciones agrarias.
Pero además, los ciclos productivos agrarios se encuentran ligados a factores climáticos,
como el calor, el frío, la lluvia, etc. Quien procura la lana de sus ovejas, no puede considerar
su ciclo productivo en función de observar sólo cuando el vellón es más grande, sino
también la época del año que puede esquilar (la primavera), etc. No en cualquier época se
cultiva el trigo (que es de invierno) o la soja (que es de verano). Además como los ciclos
productivos agrarios son ciclos de vida, tienen un límite natural a los que la producción
queda sometida. Si la viña dio su fruto, la uva debe cortarse pues de lo contrario se pierde
y, si el ganado está pronto debe comercializarse, pues engorda en grasa y no en carne, etc.
Más allá de ello, la producción entra en otra fase que si bien en ciertas circunstancias se
considera conexa (y como tal, agraria), no lo es en su esencia. Ello determina cierta rigidez
de los ciclos productivos, que no dependen sólo de la voluntad humana, sino de fuerzas
extrañas que de ordinario no puede alterar. Estas características de los ciclos productivos
agrarios predeterminan el funcionamiento operativo de las explotaciones rurales e inciden
en sus negocios.
Los riesgos agrarios
Habitualmente el tema de los riesgos en el derecho se asume en el campo de la
responsabilidad por daños. En materia agraria se asume de ordinario como eventual
causante de daños originados en vicisitudes propias de la agricultura, lo que tiene
importancia como daño propio (y no en patrimonio ajeno), en sede de las eximentes de
responsabilidad.

Carrozza señala que en el ejercicio de la actividad agraria el tema del riesgo asume
aspectos particulares, en cuanto a su variedad, su intensidad y modalidades de prevención
y control. Debido a que el ciclo productivo en la agricultura es de esencia biológica, se
encuentra sometido a un tiempo de vida natural, pero también a un riesgo de vida que es

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propio del mismo. Aunque puede asumir mayor entidad en unas más que en otras, se trata
de un riesgo latente en todas las modalidades de actividad agraria.

En este sentido, es común que se distinga entre riesgos bióticos y riesgos abióticos. Los
primeros son los provenientes de agentes vivientes, como virus, bacterias e insectos, y
provocan enfermedades y patologías que afectan directamente la producción; mientras que
los segundos son provocados tanto por agentes físicos (vientos, inundaciones, sequías,
incendios, etc.), como por agentes químicos (ejemplo, contaminaciones) y que pueden
determinar pérdidas importantes.

En el plano jurídico estos riesgos tienen relación con las habituales eximentes de caso
fortuito y fuerza mayor. En muchas ocasiones las posibilidades de su invocación se podrán
encontrar limitadas, debido a que quien realiza la actividad asume de antemano y sobre sí,
determinados riesgos que se encuentran latentes y son propios de la actividad (art. 1343
inc. 1 del CCU) por lo que se invierte el principio general y provoca dificultades para
invocársele como eximente de responsabilidad. La recepción de este fenómeno en nuestro
derecho positivo se puede observar por ejemplo, en el art. 1817 del CCU, cuando impide al
arrendatario solicitar rebaja en el precio de la renta del predio rústico “alegando casos
fortuitos extraordinarios que han deteriorado o destruido la cosecha”.
Concepto y naturaleza jurídica de los servicios agrarios
Es de precisar que en nuestro derecho, los servicios no tienen asignada una naturaleza
jurídica específica, ni única. Por tanto, ellos pueden asumir carácter civil (agrónomos,
veterinarios y demás profesionales universitarios), carácter mercantil (rematadores y
consignatarios de ganado, etc.), o agrario (pastoreos, maquinistas, suministradores de agua
y riego, etc.), que como vimos son admitidos como tales por nuestro derecho positivo (art.
3 de la ley N°17.777).

De hecho, la agricultura demanda servicios de cualquier naturaleza. Pero sólo cabe


considerar como agrarios, aquellos que tienen una relación o vínculo funcional con la
obtención del producto primario y que se prestan al productor en cualquiera de las etapas
o fases del ciclo productivo, permitiendo su desarrollo (criterio objetivo). No obstante, hay
ocasiones en que la actividad agraria presta servicios a terceros que no integran el sector;
aunque esta especie califica de agraria sólo por conexión. Es el caso del agroturismo, por
ejemplo.
Algunos autores, refieren a la primera de las modalidades como “actividad auxiliar”, en
un paralelismo con lo que sucede en derecho mercantil con los denominados “auxiliares de
comercio”. Sin embargo, la agricultura de servicios propiamente tal, supone que un tercero
asume y cumple con algunos (o todos) las fases o los actos de crianza y cultivo, que de
ordinario serían propios del productor y, por tanto, no quedan comprendidos sólo los actos
de auxilio, sino también los principales. Porque el hecho de que la agricultura se realice a
título de servicio, no cambia la naturaleza de las actividades, tan sólo el sentido económico
con el que se asume. Esta es la única diferencia.
La actividad agraria de servicios, se lleva adelante a través de los denominados
legalmente como “empresarios contratistas”. Se trata de una categoría excluida del régimen
laboral y de la seguridad social que se puede prestar de manera organizada con personal
subordinado, como también individualmente. El régimen jurídico difiere en un caso y otro.
LA ACTIVIDAD CONEXA

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Es frecuente en ciertas modalidades de agricultura, que los productores extiendan o
prolonguen su actividad hacia otras que no son típicamente agrarias, lo que le permite
agregar valor a su producción o bien que facilitan su mejor colocación en el mercado. En
general es pacíficamente considerado, que un tambero que elabora queso con su leche o, un
viticultor que elabora vino con su uva o, un granjero que conserva en frío, etc., no sale de la
esfera de la economía agraria y por tanto no cabe considerarlo como comerciante.
El aspecto que abre tal consideración, es que no se verifica una verdadera
intermediación, que es propia del comercio, sino que hay simplemente una conexión
patrimonial de actividades para un mismo sujeto. En nuestro derecho se recoge el fenómeno
de la conexión en diversos textos legales, pero con propósitos puntuales, como el caso de
las contribuciones a la seguridad social o a los efectos impositivos. El ejemplo más genérico
y explícito se encuentra contemplado en el objeto de las asociaciones y sociedades agrarias
(inciso 2 del art. 3 de la ley N°17.777). Allí se dispone expresamente que “se consideran”
agrarias, las conexas y las accesorias.

En general cabe reputar de conexas, todas aquellas actividades que si bien no son
esencialmente agrícolas (no son agrarias per se), tienen un vínculo económico y material
con la actividad agraria de modo tal, que en tanto son realizadas por el mismo productor
(elementos subjetivo), vienen a unificarse o complementarse y resultar en verdad, toda una
integrada, en cuanto no implica una verdadera intermediación entre una y otra fase del
proceso productivo, sino una simple prolongación de las mismas. Por ello, el texto del inc. 2
del art. 3 de la mencionada ley, dispone que estas actividades “se consideran” agrarias,
aunque no les sean por naturaleza.
Ahora bien, la doctrina en este sentido ha ensayado diversos criterios para precisar
cuándo debe considerarse que una actividad es conexa a la agraria, como el criterio de la
“normalidad”, de la “simplicidad”, de la “necesidad”, de la “accesoriedad”, etc. En el caso del
objeto de las asociaciones y sociedades agrarias nuestra legislación distingue entre
actividades conexas y actividades accesorias. No obstante, el criterio que permite
considerarlas tales, es el mismo para unas que para otras, dado que en ambos casos se deben
cumplir con los mismos presupuestos.
Los presupuestos de la conexión y la accesoriedad
Aunque para algunos autores la conexión se determina por la accesoriedad, en cuanto lo
accesorio sigue la suerte de lo principal, es posible distinguirlas, en la medida que pueden
existir actividades accesorias que no son conexas. Tal el caso del flete que eventualmente
pueda prestar una empresa agraria a otra.
En este sentido, para precisar el criterio que permite considerar que una actividad no
agraria queda comprendida jurídicamente como si lo fuere, hay que cumplir con dos
presupuestos básicos: uno subjetivo y otro objetivo.
En efecto, los requisitos de la conexión o la accesoriedad, son que se verifiquen en el
ámbito patrimonial de un mismo sujeto y en razón del cumplimiento de un mismo objeto
agrario. De lo contrario no hay elementos que permitan la vinculación económica o la
complementariedad industrial, que son los criterios que permite el tratamiento unitario del
fenómeno a nivel jurídico.
Habitualmente la conexión se admite como un suceso dentro del patrimonio de un
mismo sujeto y no de sujetos distintos. No obstante, cierta flexibilidad se ha admitido en
casos que el nexo entre los sujetos no suponga intermediación, como es el caso de las

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cooperativas agrarias para las cuales la jurisprudencia italiana por ejemplo, expresó que la
personería jurídica no es un obstáculo para la conexión en relación a sus socios. Algo similar
podría entenderse en el ámbito de las sociedades y asociaciones agrarias en nuestro
derecho, cuando la ley N°17.777 tiene en cuenta la vinculación de los productores rurales
entre sí.
Por su parte, aun cuando se trate de una misma persona, no hay conexión si no hay
unidad o vinculación funcional entre una actividad y la otra. Una persona física puede ser
productor rural y al mismo tiempo ser un comerciante, pero en la medida que no hay ningún
vínculo entre una y otra actividad, no es posible otorgar un trato unitario a las dos
actividades. El problema en verdad aquí, es identificar el criterio que debe emplearse
cuando realmente se da dicho vínculo.
Así, un viticultor que elabora vino con su producción y desarrolla una planta industrial
bodeguera. Aquí es innegable la conexión entre una fase y otra de la actividad, pero la duda
gira en torno a la pluralidad de criterios de existen para determinar tal conexión.
Un primer aspecto a precisar es que la conexión es de la industria mercantil con la
agraria, en el sentido que esta última absorbe a la primera y no al revés. Si la actividad
agraria es conexa a la industrial no se da el fenómeno jurídico que se examina, es decir la
actividad agraria no entra en fase de considerarse mercantil. No sólo las opiniones
doctrinales son uniformes en este sentido, sino que no hay texto legal que pueda conducir a
tal criterio.
El segundo aspecto es precisar el elemento que debe considerarse aplicable para precisar
si existe conexión. Aquí es donde operan las opiniones recogidas por la doctrina que en
algunos ejemplos recurren a la “simplicidad” de las técnicas, o a la “normalidad” de las
operaciones, que es un criterio empírico empleado por el Código Civil italiano, o la
accesoriedad económica, etc. En este último sentido, también pueden generarse dudas. Asi
por ejemplo, se puede tener en cuenta la facturación y entender que hay conexión en caso
que la fase agraria facture mayor volumen que la mercantil (que en los hechos es difícil que
suceda), o el mayor número de dependientes, etc.

La legislación desarrollada en nuestro país en la década de los años 60 en materia de


sociedades anónimas agropecuarias, tuvo que enfrentar este problema y empleó el criterio
del “mayor volumen de inversiones”; por lo que las sociedades con objeto mixto debían
tener su capital accionario nominativo (y titulares personas físicas) en caso que el monto de
las inversiones en el rubro agrario superara al industrial. Este mismo criterio es empleado
actualmente por el Decreto 403/04 (art. 20) reglamentario de la ley de sociedades y
asociaciones agrarias. Criterio que en definitiva parece prevalecer en nuestro derecho
positivo. Conforme al art. 20 del decreto mencionado, para que una actividad no agraria se
considere conexa o accesoria, el volumen de inversiones en ellas, debe ser menor que el
afectado por los productores a la actividad agraria.

Apuntes:
Actividad conexa y accesoria: incisos 2 y 3 de este artículo. Estas actividades, concepto
de actividad conexa o accesoria son actividades que no son agrícolas, sin embargo tienen un
vínculo económico o material con la actividad agraria.
De gran notar esto que son realizadas por los mismos productores rurales y se unifican
con la actividad principal, con la intervención en el ciclo biológico. Es una prolongación de
ese ciclo, por ejemplo crio la vaca, saco la leche de la vaca, vendo a conaprole y además me

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reservo parte de la producción para consumir queso. El productor cría la vaca, produce
leche (intervención del ciclo biológico animal para obtener un fruto primario de origen
animal: la leche); esta es la actividad agraria per se, inciso 1.

Además, la comercializa conaprole por ejemplo, pero se reserva una parte de esa leche
para industrializarla y hacer manteca, queso, y comercializa eso, es una prolongación de la
actividad agraria, es una actividad comercial considerada agraria. Este es un ejemplo típico.
El vino, la uva, etc también es un ejemplo típico.

La actividad accesoria es diferente porque las actividades accesorias no tienen un vínculo


necesario con la actividad agraria, pero quedan igualmente comprendidas en ellas ya que
no tendrían ocasión de verificarse si no existiera la actividad agraria. Acá tenemos muchos
ejemplos: la hotelería en el agroturismo, el servicio de hotelería es un servicio accesorio no
tiene nada que ver con la crianza de las vacas, no está conectado como el queso, el dulce de
leche, el vino, el aceite de cannabis, pero se desarrolla por el mismo productor en el mismo
lugar, y tenemos que ver cuál es el límite que nos impone la ley: ¿cuáles son los requisitos
comunes que tienen estas actividades accesorias? Un mismo productor realizando las
actividades, esto quiere decir que si yo tengo la genial idea de cosechar los tomates como
empresa unipersonal pero para la elaboración de las conservas creo una sociedad, ¿esto es
actividad agraria o no? No porque no interviene el mismo productor. Hay autores que
sostienen que este concepto restrictivo no es el mejor, sino que toman un concepto amplio
que dicen que pueden haber varios sujetos que realicen varias actividades y un único sujeto
el que realiza la actividad principal; la profe dice que es hilar muy fino y que este concepto
amplio puede llegar a generar confusiones en la práctica. Yo cuando interpreto, interpreto
restrictivamente (esto dijo la profesora) porque luego en la práctica es más fácil de aplicar;
entonces si la norma dice que tiene que ser el mismo sujeto, el mismo productor, hay que
quedarnos con esto aunque hay autores que sostienen ese concepto amplio.
Este es el criterio legal que establece esta ley en particular. Tenemos la actividad agraria
per se, la actividad conexa, y la actividad accesoria. Todo en el art. 3.
Este es el criterio legal del art. 3, pero tenemos otro criterio en materia de seguridad
social tenemos la ley 15854 de 1986 que nos dice que son empresas rurales las personas
físicas o jurídicas, sociedades, etc., que desarrollen explotaciones agropecuarias cualquiera
sea la vinculación jurídica con los inmuebles que le sirven de asiento. Es un criterio diferente
al art. 3 de la 17777. Habla de que tiene que existir para la seguridad social una vinculación
jurídica con un inmueble que sirve de asiento. Acá parece ser que el factor tierra es
importante para entender el concepto de explotación rural, no habla de actividad rural pero
sí de explotación. Luego un decreto explica qué es la explotación rural: es la destinada a la
obtención de un resultado económico producto de un proceso biológico con directa relación
a un asentamiento rural; otra vez la tierra. Este es el criterio que utiliza para definir la
explotación rural la materia social.
Y si vamos a la materia tributaria tenemos un impuesto al IRAE, art 2 de esa ley: entre
las rentas comprendidas están las rentas empresariales, y el art. 3 nos dice que las rentas
empresariales son entre otras las actividades agropecuarias a obtener productos primarios
vegetales o animales. Y el decreto 150 dice que se entiende por explotación agropecuaria la
destinada a obtener productos primarios vegetales o animales (parece estar dentro del
criterio de Carrozza; parece ser que la tierra no es un elemento principal para la materia
tributaria); parece excluir todas aquellas actividades que impliquen una manifestación o
transformación, no habla de la industrialización. Esto es el IRAE, parecería ser que el

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elemento tierra no es tomado en cuenta, pero tampoco la industrialización o la
manipulación de ese producto primario.

El impuesto a la enajenación de los bienes agropecuarios: se les aplica a los pequeños


productores. Nos dice que se grava la enajenación de los siguientes bienes, y en esta noción
dice lana, cueros, leche, productos de la no se qué. Parecería que tampoco está el factor
tierra para definir la tributación de este impuesto, en principio la vinculación de la tierra no
es importante para la materia tributaria, pero sí para la seguridad social que requiere de un
asentamiento físico, es más que sin el asentamiento físico ni siquiera nos inscribe.

El productor rural cuando realiza la producción agraria siempre tiene presente los tres
elementos: si yo solo produzco no tengo actividad agraria porque a la larga no puedo
conservar y termino el recurso, si conservo y produzco tampoco hay actividad agraria, en
toda actividad agraria estos elementos están relacionados entre sí.
DIFERENTES CONCEPTOS QUE TENEMOS DE ACTIVIDAD AGRARIA: vimos los
conceptos doctrinarios, algunos legales (los artículos que vimos no son el único criterio
legal que existe para definir la actividad agraria).
¿Qué es una explotación agropecuaria? Es un concepto que viene del concepto francés.
Hay una teoría que habla de la explotación rural y que trata de explicarnos qué es; parecería
ser que la explotación rural es un instituto diferente. Nosotros estuvimos viendo el instituto
de la actividad agraria, la explotación rural es otro instituto. La explotación es un paso más
que la actividad agraria porque para tener una explotación rural necesariamente tengo que
tener una actividad agraria pero no necesariamente toda actividad agraria es una
explotación rural, ya que esta última implica un plus: implica tener una organización,
organizar bienes y servicios para el desarrollo de una determinada actividad. Entonces, para
tener explotación rural tengo que tener peones, herramientas, capaz que algún tractor, un
suelo o un vivero. Necesito organizar todos esos bienes con un determinado criterio
profesional a fin de lograr producir; yo puedo perfectamente tener actividad agraria sin
tener una explotación rural.
Algunas leyes lo llaman rural y otras agrarias, depende de los términos de cada ley.
El legislador pudo haber tomado varios criterios, podría haber dicho la facturación, la
cantidad de trabajadores que utiliza, sin embargo, el decreto reglamentario que regula la
17777 puso el límite del volumen de la inversión. Podemos estar de acuerdo o no pero es lo
que dice la ley. Entonces, para determinar si esa actividad conexa o accesoria se subsume a
esa actividad agraria, el límite es el volumen de la inversión. Entonces tenemos que analizar
dónde está el volumen de la inversión, si este último está en el frigorífico por la obra, la
cantidad de empleados, etc. entonces no es actividad agraria, tomaré al campo
En el ejemplo de los quesos: yo tengo mi actividad lechera pero ordeño 10 vacas y
compro leche a mis vecinos, entonces ¿esa actividad quesera se subsume como conexa a esa
actividad agraria? Tengo que analizar el volumen de inversión. Cuando la norma social habla
de la actividad conexa o accesoria toma otro criterio: no necesariamente eso que dice la
norma social (el proceso de industrialización) coincide con el volumen de la inversión. Otro
criterio legal entonces es el de la norma social que toma en cuenta el proceso de
industrialización.
Otro ejemplo: la estancia de San Pedro Estimote. Es un hotel de campo. Era la antigua
estancia de gallinal, este último es el que creó el movimiento medir que hoy ha sufrido una
serie de transformaciones. Este movimiento pretendió que a través del trabajo y la ayuda

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mutua se construía y se erradicaba la vivienda insalubre rural. El terreno en un principio
era más grande, se fue dividiendo 6 veces y en una de ellas Gallinal se queda con el
establecimiento de la estancia, este último es un establecimiento de gran valor pero que
tiene un terrenito que lo rodean (una o dos hectáreas); es una gran casa con una capilla.
Lo que tiene este campo es que tiene una granja ecológica, etc. ¿Es un establecimiento
rural? ¿Realiza actividad agraria? Tenemos que valorar dónde está la inversión, si en la
granja/en lo que plantan, o en la casa maravillosa que tienen que tiene muchísimas
habitaciones (básicamente es un hotel y eso sería actividad comercial, aún estando en
espacio rural). Es importante saber si es una actividad agraria o no, imagínense que desde
un principio debemos definir esto para saber en qué régimen van a trabajar los trabajadores
del lugar, si como alguien que trabaja en un hotel o como alguien que trabaja en otro lugar
en donde se realiza actividad agraria.
Entonces, esta norma del 2006 (la ley del irae) posterior a la definición legal (que fue en
el 2004 la ley 17777): “las actividades agropecuarias destinadas a producir…”. Acá tenemos
algo más similar a la definición del art. 3.
Si vamos al decreto 150 del 2007 nos dice: “se entiende por explotación agropecuaria la
destinada a obtener productos primarios vegetales o animales, tales como…En
consecuencia, se excluyen las actividades de manipulación o transformación que importen
un…leer”. Esta es otra definición de actividad agraria en donde parecería ser que la
vinculación con el suelo no es importante, pero excluye las actividades de transformación
excepto si…leer la ley. Esto plantea un problema
Tres patas de la función de la actividad agraria: conservación, producción y beneficio
económico. ¿Cómo funcionan estas tres patas dentro del desarrollo de la actividad? Porque
en el proceso dinámico de la realización de la actividad agraria, estas tres funciones se
interrelacionan entre sí. Entonces, el productor rural produce para obtener un beneficio
económico, y su límite es la conservación del recurso (este es el límite que tiene el
productor: tiene que conservar y producir). Si produce y no conserva parecería que no es
una actividad agraria, sino una actividad restrictiva o algo así.

¿Por qué el Uruguay planta soja? Por uno de los componentes de la agricultura moderna:
por la internalización. Porque el mundo demanda que nosotros plantemos soja. ¿Quién
demanda esto? China. China dejó de plantar soja porque su tierra se volvió infértil, no puede
plantar porque su tierra no tiene nutrientes después de miles de años plantando soja y por
eso todo el mundo se puso a plantar soja, porque China demandaba eso. Esa pata de la
conservación es un límite para el productor, y acá lo vemos con China, tanto plantó soja que
dejó su tierra infértil, sin nutrientes.

En esa trilogía de conservación, producción y beneficio económico, no siempre se logra


el beneficio económico porque capaz conservé y produje soja por ejemplo pero pasó algo
con el clima que hizo que no llegara a tener beneficio económico. Estas tres patas de la
actividad agraria tienen que darse todas concomitantemente.
SENTENCIA PASTOREO:
Productor rural: argumentos. Sostienen que su régimen de seguridad social es el de las
empresas agropecuarias (ley 15.852). Participan en el ciclo biológico: por el engorde.
Realizan actividad agropecuaria.

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Administración (BPS): argumentos. Vínculo directo con la tierra es el criterio que usan.
Se está ante una actividad de tipo comercial e industrial. El régimen de seguridad social es
el de la industria y comercio.

TALLER:
Hay todo un experimento de implantaciones de molinos de agua para riego y también
para energía eléctrica y tenemos que asesorar si son actividades agrarias o no, y cómo tienen
que armar esa actividad para gozar de los beneficios que tiene la actividad agraria.
Cumple con las tres funciones: producir, conservar y generar un beneficio económico.
Desde el punto de vista del artículo 3 capaz las implantaciones de molinos de energía
eléctrica. El art. 3 toma el criterio de Carroza, el cual dice que la actividad agraria es una
actividad productiva que consisten en que el hombre interviene en el desarrollo de un ciclo
biológico que consiste en criar animales o vegetales utilizando los recursos de la naturaleza
para obtener frutos vegetales o animales, y que pueden destinarse para el consumo humano
directo o bien mediante transformaciones industrializarlo y comercializarlo.

La actividad agraria es una actividad productiva como decía carrera, pero consisten en
que el hombre interviene en el desarrollo de un ciclo biológico que consiste en criar
animales o vegetales utilizando los recursos de la naturaleza para obtener frutos vegetales
o animales, y que pueden destinarse para el consumo humano directo o bien mediante
transformaciones industrializarlo y comercializarlo.
AMBOS PUEDEN SER ACTIVIDAD AGRARIA PORQUE LOS DOS MOLINOS SON DE AGUA
(SE ESTÁ UTILIZANDO UN RECURSO NATURAL RENOVABLE), MÁS ALLÁ DE QUE LA
ENERGÍA ELÉCTRICA NO ES UN RECURSO NATURAL RENOVABLE EN VERDAD EL MOLINO
EN SÍ FUNCIONA A TRAVÉS DE LA UTILIZACIÓN DEL AGUA.
Ahora bien, ¿hay una actividad del hombre en el fondo de esto?

Es una actividad destinada al manejo y uso con fines productivos de los recursos
naturales renovables.
FUENTES DEL DERECHO AGRARIO:
En los estudios del Derecho Agrario el tema de las fuentes ha tenido una importancia
destacada, puesto que la determinación de un sistema propio de fuentes es una cuestión
necesaria para su autonomía científica. En otras palabras, la importancia de desarrollar la
investigación de las fuentes del Derecho Agrario constituye uno de los pasos fundamentales
a los efectos de demostrar que cuando el Derecho se refiere a la agricultura no lo hace (sólo)
desde el Derecho general o común, sino que el fenómeno agrario es más bien una
manifestación diferenciada de la vida social, lo cual genera en lo formal y sustancial su
propio sistema de normas.
Dicho motivo no es la única razón por la cual es importante el estudio de este tema.
Además, se debe tener presente que las fronteras internas entre las diferentes ramas del
Derecho son cada vez más flexibles e interdisciplinarias, tornando indispensable un estudio
permanente y actualizado de las fuentes para mantener la unidad e identidad de las
materias.

Como ya sabemos, existen fuentes formales y materiales.

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Guerra entiende que la fuente en sentido formal es el diferente origen y jerarquía
estructural de las reglas jurídicas que rigen la materia agraria y que configuran su
ordenamiento jurídico; en otros términos, es la fuente de donde proviene su validez y tienen
fuerza coercitiva. Por otro lado, el mismo autor sostiene que la fuente en sentido material
hace referencia a los fenómenos de la realidad fáctica en que las fuentes formales se apoyan
o tienen en cuenta y, en las cuales se inspiran, o bien constituyen su presupuesto lógico
(aunque no por ello se les reconoce necesariamente su fuerza coercitiva); en otras palabras,
las fuentes materiales son las que explican el contenido y lo que hace que una norma sea
agraria.
FUENTES FORMALES:

a. CONSTITUCIÓN:
Empecemos por la Constitución.
En el Derecho Agrario, la Constitución constituye un punto de partida de suma
trascendencia para comprender y evaluar cualquier intento relativo a su uniformidad
científica, ya que las bases constitucionales en las cuales viene inspirada y desarrollada esta
rama han sido y son diversas. En efecto, la Constitución ha ido dando diferente alcance e
importancia a la agricultura y sus institutos.
Ahora bien, en el Derecho comparado encontramos diferentes tipos de Constituciones.
En primer lugar, procede distinguir aquellas que contienen una enunciación explícita a
ciertos principios que pueden resultar interés antes para el Derecho de la agricultura, de
aquellas que no. Dentro de las que sí contienen encontramos a la de Brasil de 1988 y la de
Portugal de 1976, por ejemplo; dentro de las que no contienen principios especiales
dictados para la agricultura encontramos a la argentina de 1967, la española de 1978, la
uruguaya de 1967.
En este sentido, la Constitución de nuestro país no contiene una línea de principios
específicos para la agricultura, pero tampoco la desconoce (es más, en diferentes
oportunidades se refiere a ella de manera expresa). Además, ncabe duda que la agricultura
queda comprendida en las referencias indirectas que provienen de las demás disposiciones
consagradas casi unánimemente en la normativa constitucional de los países democráticos
modernos; tales como en lo que hace a los derechos, deberes y garantías de los habitantes y
ciudadanos (como ser las relativas a la propiedad, libertad, igualdad, asociación, etc.). En
sede de agricultura estos valores y derechos esenciales se encuentran especialmente
comprometidos.
Una de las principales características de nuestra Carta Magna respecto a la agricultura,
es que la coloca como una categoría de actividad económica a la par de la industria y el
comercio. Esto tiene una particularidad, y es el hecho de que la concepción que brinda la
Carta de la agricultura no lleva a vincular a esta última con la tierra, sino con el cultivo, lo
cual no es lo mismo; art. 36 de la Constitución: “…toda persona puede dedicarse al trabajo,
cultivo, industria, comercio, profesión o cualquier otra actividad lícita, salvo las limitaciones
de interés general que establezcan las leyes.”. Aquí podemos observar que la califica como
una actividad de cultivo.
Vinculado a la disposición recién citada, nuestra Constitución adhiere al principio de
libertad en materia de actividad económica, reconociendo sólo a la ley la posibilidad de su
limitación. Por lo cual, el ejercicio de la agricultura debe tener como fuente primigenia de
su regulación a dicha norma (la ley), y no al reglamento. Esto también lo vemos reflejado en

60
el art. 10 de la Carta: “…que ningún habitante de la República será obligado a hacer lo que
no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.”.

Como tercera característica de la Constitución, debe señalarse la diferenciación que ella


efectúa entre propiedad inmueble rural y la urbana como fuente de recursos fiscales, con lo
que se confirma constitucionalmente la relevancia del uso normativo del criterio territorial
en nuestro Derecho.

En cuarto lugar, encontramos el art. 85 inciso 3, el cual dispone que a la Asamblea


General le compete “expedir leyes relativas a …fomento de la… agricultura, industria
comercio interior y exterior.”. Aquí vemos la naturaleza de protección y fomento que le da
la Constitución a la materia agraria (lo cual es una de las características más salientes del
sistema legislativo de la actividad agraria en nuestro país).
En quinto lugar, cabe destacar que la Constitución jerarquiza a la enseñanza agraria
como una alternativa válida dentro de aquellas que se disponen como obligatorias (art. 70).
Esto señala la naturaleza técnico-profesional de la actividad económica, y la importancia
que ello asume para la República.
Finalmente, es pertinente resaltar la trascendencia que la Carta le confiere a la
protección del ambiente en el art. 47, el cual ha sido objeto de una importante reforma en
el año 2004.

Es de destacar la excesiva importancia que la doctrina agrarista comparada le ha


concedido a las Constituciones como fuente de esta materia, en detrimento o menoscabo de
las otras fuentes de valor inferior, lo cual no contribuyó a la formación de un sistema de
derecho agrario. Es por ello que más recientemente se aprecia la inquietud doctrinaria por
evitar las exageraciones en torno a la denominada “constitucionalidad del derecho agrario”,
recomendándose en cambio una mayor concentración respecto a las fuentes intermedias.
2. LA LEY:
Según los arts. 36 y 10 de la Constitución, la ley viene a constituirse en la fuente de mayor
importancia dentro de la regulación de la actividad agraria. A la ley se le ha conferido la
regulación de los más variados temas y asuntos relativos a la materia agraria. En este
sentido, es de destacar la importancia adquirida por los Códigos Rurales. Sin embargo, tanto
en nuestro país como en otros de América y Europa, no puede decirse que al día de hoy el
Derecho Agrario sea realmente una disciplina codificada.
El Código Rural vigente fue sancionado por el 14 de junio de 1941, y ha recibido
importantes modificaciones; las de mayor trascendencia tal vez sean las que le introdujeron
el Decreto-Ley N°10.386 del 13 de febrero de 1943. Ahora bien, debido a la falta de
disposiciones genéricas de orden conceptual (salvo ciertas excepciones) y a las limitadas
normas de naturaleza procesal que contiene, el llamado Código Rural en nuestro país ha
pasado a ser no más que una ley destinada a resolver ciertos conflictos propios de la vida
del campo y de la vecindad; es, según Guerra, un intento didáctico de sistematización. Más
aún, podemos afirmar que el Código Rural vigente no gobierna actualmente los conceptos
fundamentales que hacen y ordenan a esta disciplina modernamente.

Otro Código que encontramos al día de hoy es el Código de Aguas de 1979. El Código
Rural de 1875 contenía un Título destinado al “Dominio y Aprovechamiento de las Aguas”,
el cual fue una de las pocas disposiciones que quedaron vigentes a la hora de derogar el
Código Rural del 1875 (porque se sancionó el del 1941). De esta manera, el Código de Aguas
actual tuvo como antecedentes y fuentes a dichas disposiciones, y principalmente al Ante-

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proyecto de Código de Aguas. En la Exposición de Motivos y Comentarios del Código de
Aguas, aparece fundamentada su sanción bajo la necesidad de revisar la estructura y
organización jurídica del régimen de aguas, para que el Estado pueda tener una mayor
seguridad en cuanto a la correcta utilización del recurso, y se evite el dispendio de un
elemento normalmente abundante pero ocasionalmente limitado y escaso. Y también, lo
que puede ser aún más grave, que se ponga freno a su lenta contaminación, que representa
un peligro potencial o actual para la salud humana, y que puede provocar daños
irreparables.
No obstante, el Código de Aguas no constituye un cuerpo legislativo completo de toda la
regulación de las aguas. De esta manera, el Código de Aguas se vio complementado con la
Ley de Riego N°16.858 y N°17.296 que efectúa precisiones en materia de tipología de las
aguas. Sin perjuicio de ello, la reforma más importante la introdujo la Ley N°18.610 de
Política Nacional de Aguas reglamentaria del art. 47 de la Constitución que cambió el
régimen de la propiedad de las aguas.

3. LOS TRATADOS:
En general, el Derecho Agrario ha sido concebido como una disciplina de carácter
doméstico por los países, los que (salvo en raras excepciones) no han querido someter su
agricultura a las reglas del Derecho Internacional. Sin embargo, mediaron dos factores que
comenzaron a marcar diferencia en este sentido: una ha sido el comercio de productos
agrícolas, y el otro es la tutela del ambiente y los recursos naturales de uso renovable. A
estos aspectos se les unió los acuerdos de integración económica como el caso del Mercosur.
En estos sentidos, nuestro país ha suscrito diversos tratados que han tenido influencia en el
régimen de la agricultura, desde el Tratado de la Cumbre de Río 92, hasta las Convenciones
de Cambio Climático.
4. LA (PROPUESTA) DE LEY ORGÁNICA O LEY DE ORDENAMIENTO GENERAL DE LA
AGRICULTURA:

El desorden legislativo que caracteriza al Derecho positivo referente a la agricultura y las


complejidades que provocan las carencias científicas y la falta de armonía de sus normas y
sus textos, constituye campo fértil para establecer como fuente legislativa de indudable
importancia la propuesta de una ley orgánica de la agricultura.
Una ley orgánica es sin dudas una obra mucho menor que un Código y es una
consecuencia casi natural de la intención de imponer cierto orden en el crecimiento
desarticulado del proceso de decodificación agraria. En este sentido, esta ley orgánica es
una consecuencia del intento por atenuar el vicio de la legislación agraria (su falta de
coordinación entre una norma y otra). Además, se debe señalar la superior función de
racionalizar el complejo normativo y hacer de ello un sistema, haciendo más clara y
homogénea la disciplina.
5. EL TEXTO ÚNICO:
El texto único es una norma que recopila y concentra ordenadamente en un solo texto,
toda la legislación referente a la materia. Su función principal como ley, es la de facilitar el
conocimiento de las normas evitando la inoperancia del sistema positivo (por ejemplo,
dando fuerza normativa respecto a la vigencia de ciertas normas, derogación total o parcial
de las leyes, dar unidad a la superposición de redacciones, etc.).

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El texto único contribuye a la seguridad del ordenamiento positivo. Como norma jurídica
es esencialmente temporal y requiere de su continua actualización, pues sólo así es
susceptible de cumplir su finalidad.

En nuestro país existe en materia tributaria, pero todavía no ha sido consagrada en


materia agraria. Demás está decir la enorme contribución que provocaría al Derecho
Agrario como sistema positivo, una fuente de esta naturaleza.

6. LOS REGLAMENTOS:
Los reglamentos constituyen los actos unilaterales de la administración que crean
normas jurídicas generales. En nuestro Derecho positivo agrario cabe conducir este
fenómeno (de manera casi exclusiva) a los decretos del Poder Ejecutivo.
De acuerdo a la Constitución uruguaya, la materia agraria es una de aquellas cuya
regulación se encuentra reservada a la ley (arts. 36, 7, 10, 32, etc.). Esto significa que no
existe, en principio, potestad normativa de la Administración en esta materia. Conforme al
inciso 4 del art. 168 de la Constitución, la facultad del Poder Ejecutivo en este sentido queda
limitada a los reglamentos especiales que sean necesarios para la ejecución de las leyes. Por
lo tanto, en nuestro país el reglamento como fuente de Derecho Agrario queda enmarcado
en el limitado cerco que impone y tolera la ley, lo que significa respetarla no sólo en su letra,
sino también en su espíritu.

Sin perjuicio de ello, en materia agraria la práctica normativa uruguaya presenta una
realidad legal y reglamentaria que con frecuencia se aparta de sus bases constitucionales,
en cuanto cada día se acentúa el vicio de confiar o despachar por la vía reglamentaria
(dictada no sólo por necesidad) aspectos regulatorios que no le corresponderían sino a la
ley. En este sentido, es habitual el dictado de decretos que van más allá de la ley.
Esta cuestión práctica puede explicarse (aunque no justificarse, según Guerra) por la
dinámica de la realidad operativa de la agricultura moderna y su íntimo contacto con
aspectos de naturaleza técnica. De cualquier modo, en los casos confusos, deberá tenerse
presente la excepcionalidad de la vía reglamentaria como fuente de Derecho en materia
agraria en nuestro país, y la consagración de la ley como fuente originaria.
7. LOS CONVENIOS COLECTIVOS Y LOS ACUERDOS INTERNACIONALES.
Las características del sistema productivo agrario (homogeneidad, individualismo y
dependencia) en relación a otros sectores de la economía, han generado ciertas figuras
convencionales de carácter colectivo y alcance interprofesional. Estos acuerdos actúan
como verdaderas fuentes de Derecho Agrario en cuanto crean normas generales y
abstractas. Esto se encuentra regulado en nuestro Derecho Positivo a través del art. 22 de
la Ley N°17.777 que contiene reglas específicas al respecto.

Vemos entonces que los Convenios Colectivos no son propios exclusivamente del
Derecho del Trabajo, sino que también se manifiesta en otras ramas del Derecho, entre ellas
el Derecho Agrario, como una manifestación de la importancia y aplicación del principio
asociativo. Uno de los ejemplos más importantes se encuentra en el ámbito de las
explotaciones avícolas para las que la Ley N°18.615 creó la Mesa Avícola integrada con
representantes de todos los sectores involucrados en la crianza y comercialización de los
productos avícolas.
Puede decirse que los convenios colectivos agrarios son aquellos celebrados por
entidades suficiente y auténticamente representativas de intereses agropecuarios por un

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lado, e industriales o comerciales o financieros, etc. por otro, admitiéndose incluso que
tienen por principal finalidad y efecto la creación de normas generales y abstractas relativas
a la industrialización o simple comercialización de productos agropecuarios, aplicables a
ulteriores actos individuales de quienes están comprendidos en los aludidos sectores.
Una de las funciones que cumplen estos acuerdos colectivos o interprofesionales es que
permiten reemplazar el mercado tradicional e individual, donde cada productor interviene
aisladamente, por un mercado organizado en base a acuerdos concluidos entre las partes
interesadas en él. Del mismo modo, es que de estos acuerdos, o de la base que permiten
estos acuerdos, pueden nacer entidades interprofesionales que sean o no reconocidas a
posterior, de valiosa utilidad e importancia.

En efecto, los contratos colectivos agrarios y los acuerdos interprofesionales contienen


dos tipos de cláusulas: las típicamente obligacionales (tal cual existen en cualquier
contrato), y las cláusulas reglamentarias o normativas, de naturaleza general y abstracta,
aplicables para todos aquellos cuya situación quede comprendida en la normativa.
Una de las cuestiones más trascendentes que plantean estos convenios
interprofesionales es el relativo a su fuerza obligatoria, ya que no requieren ley o
reglamento especial.
FUENTES INDIRECTAS (siguen siendo fuentes formales): al lado de las fuentes
formales que acabamos de estudiar, existen otras fuentes formales que resultan únicamente
por remisión de la ley. Son los usos y costumbres y los reglamentos profesionales.

1. USOS Y COSTUMBRES:
La doctrina agrarista suele hacer un gran énfasis en el valor de los usos y costumbres en
materia agraria, tanto por la importancia que asumen los comportamientos tanto en la vida
rural y sus personas, como por las características operativas de la actividad agraria. En este
sentido, G. Bolla sostiene que las costumbres rurales representan una fuente importante y
en algunos casos principal en materia de agricultura. De allí, que se afirma que no puede ser
ignorada como fuente de Derecho Agrario la norma según la cual los agricultores se
comportan efectivamente.
Esta postura no es de sencillo recibo, puesto que el Derecho Agrario como rama del
Derecho Positivo forma parte de un sistema jurídico, de manera tal que sus fuentes (como
las de cualquier otra rama del Derecho) quedan adscriptas a las características propias del
sistema jurídico al cual pertenece y sólo ha de variar con este. Conforme a nuestro sistema
jurídico, el Derecho Positivo nacional dispone que la costumbre no constituye Derecho, sino
en los casos que la ley se remite a ella (art. 9 inciso 2 del Código Civil), y esto obviamente no
cambia en el Derecho Agrario por más importancia que pueda suponer el fenómeno en esta
rama.
Ahora bien, lo que sí puede consignarse es el diferente rol y jerarquía que la ley puede
hacer cumplir a los usos y costumbres en sede agraria. En nuestro Derecho corresponde
poner especial énfasis en los usos y costumbres en materia de ciertos contratos de
naturaleza agraria, donde este fenómeno juega un papel destacado en lo que constituye el
cumplimiento y ejecución de los mismos.
2. LOS REGLAMENTOS PROFESIONALES:
Lo mismo sucede con los reglamentos profesionales que dictan ciertas entidades, y que
proceden de manera general y abstracta respecto a cualquier individuo que se encuentre en

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la situación comprendida en la regla, integre o no dicha entidad. Por ejemplo, la facultad que
tiene la Asociación Rural de dictar reglamentos en materia de Registro Genealógicos de
Animales de Raza. PERO, aún en estos casos, en nuestro Derecho la fuente obligatoria sigue
siendo la ley (art. 163 del Código Rural) y no del reglamento como tal, por lo que no
constituye sino una fuente indirecta. Si esta ley no existiera, los reglamentos dictados en tal
sentido carecerían de fuerza obligatoria.
FUENTES MATERIALES:

Hasta el momento estudiamos las diferentes fuentes creadoras de las normas agrarias,
en su sentido formal. Es necesario abordar ahora el estudio de las fuentes creadores de
dicho contenido normativo, ósea el referido a la norma agraria como tal; es lo que crea su
sustancia de manera independiente a la fuente formal que la produce. En otras palabras,
intentaremos precisar aquellos elementos a partir de los cuales se origina el contenido de
una norma de naturaleza agraria.
Las fuentes materiales son aquellos hechos en que las normas se apoyan y que tienen
relevancia para ella; los fenómenos de la realidad que tienen en cuenta para su regulación.
Constituyen no solo la fuente de inspiración normativa, sino los presupuestos lógicos de su
existencia. No tienen fuerza coercitiva por sí, pero constituye el presupuesto necesario para
el correcto entendimiento de la norma agraria. Son las que le confieren identidad, la que
proveen de contenido y hacen que una norma sea agraria.
1. LOS FACTORES DE ESPECIFICACIÓN DE LAS NORMAS AGRARIAS:

En el estudio y conocimiento de la norma agraria el fenómeno de los “factores de


especificación del Derecho Agrario” desempeñan un rol preponderante, según Guerra; este
término, según Carrozza, quiere aludir a aquellas “fuerzas fundantes” de las cuales emergen
las características peculiares de las normas (y de los institutos) agrarias. Estos factores
serían dos: el factor o hecho técnico, y el factor o hecho político, descartando de manera
expresa el factor o hecho social o sociológico.
Cabe destacar que no todos los autores siguen una misma terminología para estos
factores, esas que mencionamos recién son el brindado por Carrozza.
Estos factores poseen una gran importancia en el entendimiento de esta disciplina.
¿Qué es el factor o “hecho técnico”? uno de los sucesos que dan razón a la especialidad del
Derecho Agrario tiene su origen en la naturaleza técnica sobre la que versa su contenido
normativo. Según Carrozza, el “hecho técnico” no es un fragmento de una especie técnica o
arte aplicada a la agricultura o a los vínculos agrarios, de forma que deban identificarse
siguiendo las enseñanzas de la biología, genética, economía o agricultura, sino en todo caso
el hecho técnico debe ser observado como necesario antecedente lógico de las
proposiciones legales y soporte de las reglas jurídicas.

Conforme a este autor, el “hecho” técnico no representa la simple síntesis de los


fenómenos físicos y sociales de la actividad agraria, sino que se presenta como un “quid”
que hace de puente o vínculo entre algunos aspectos esenciales de tales fenómenos y la
traducción de ellos en términos jurídicamente relevantes.
Guerra apoya esta postura, sosteniendo que la agricultura no permanece en un ámbito
de reglas exclusivamente técnico-económicas, o técnico-agronómicas, sino también en un
ámbito de reglas de naturaleza jurídico-cultural, de forma tal que el Derecho Agrario no es
un mero dar valor normativo a ciertos fenómenos técnicos, sino que estos son simples

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antecedentes necesarios que actúan como presupuestos de especialidad jurídico-
conceptual. Entonces, del mismo modo que tales fenómenos no atan ni ligan al intérprete
jurídico en términos exclusivamente técnicos, tampoco a la de la letra textual de la ley, sino
en todo caso, a la de su valoración en el ámbito científico-jurídico.
¿Cuál es la conexión entre el hecho técnico y la especialidad jurídica? Debe indicarse que
es posible advertir que en el contenido de las normas agrarias, el rol y el valor del “hecho”
técnico admite distintas proporciones o dimensiones, apreciándose diferentes grados de
compromiso y distintos grados de generalidad. De esta manera, un hecho de la vida técnica
tiene relevancia y calificación jurídica propia.

En efecto, buen aparte de la especificidad jurídica se conecta con el conocimiento mismo


de la realidad técnica, a través de la cual se delinea el contenido de la norma agraria. No
obstante, para medir adecuadamente la trascendencia del hecho en el ámbito de los
fenómenos jurídicos se deberá tener en cuenta que las reglas técnicas no son propiamente
reglas jurídicas, por más de que las mismas integren el contenido empírico de una norma y,
por lo tanto, el cumplimiento de la regla técnica deberá ser observado en el ámbito de la
interpretación y aplicación de las leyes.
Pero más genéricamente, debe indicarse que la tutela de producción como fenómeno
tomado en cuenta por la legislación agraria y la especial naturaleza de la organización y la
gestión del proceso productivo, determinan la aparición de institutos propios, o de especial
disciplina jurídica. Así, por ejemplo, el régimen de las mejoras de cultivo se funda en la
realidad técnica y su valoración en el ámbito de dichas relaciones contractuales.
No debemos dejar de lado que el progreso científico y tecnológico concerniente a la
agricultura, así como la fuerte incidencia de los fenómenos de naturaleza económica y
financiera, han sido (junto con el hecho social) factores casi determinantes al despertar y
desarrollo del Derecho Agrario.
¿Qué es el factor o “hecho” político? Según Guerra, es obvio que todo Derecho Positivo es
el resultado y la expresión de una determinada política, aunque la norma agraria lo es por
excelencia. Esto se debe a que no sólo es el resultado de una definición política, sino que
como señala Carrozza, es su vía para imponerla o consagrarla efectivamente. Es así que el
contenido de las normas agrarias se encuentra habitualmente comprendido con la adopción
de medidas que se juzgan más necesarias o convenientes para alcanzar determinadas metas
o fines que se estiman deseables para lograr el bienestar y desarrollo sostenido de la
actividad agropecuaria.

El Derecho Agrario tiene una íntima interdependencia con la política agraria y la


economía agraria, de ahí que el Derecho Agrario tiene una base coyuntural y cambiante a la
que hay que prestar la máxima atención.
Si bien debe tenerse presente que el Derecho no queda subordinado a la política agraria,
ni tampoco el Derecho Agrario es pura política hecha norma, no puede ocultarse que los
principales lineamientos de las políticas agrarias adoptadas por nuestro país explican buena
parte de la evolución de su legislación.
Los profundos cambios que vienen acaeciendo en los últimos años en el mundo entero
provocan especialmente en países como el nuestro, la lenta desaparición del “hecho
político” como factor de especificación del Derecho Agrario nacional. Cada día es más
comprobable el retiro del Estado de las relaciones de naturaleza agraria, dejando paso a que

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sean las libres fuerzas del mercado las que determinen el comportamiento de tales
relaciones.

A la lenta desaparición de este factor en nuestro país, le sucede no obstante, otro, como
es la necesidad que la agricultura moderna se encuentre dotada de un marco regulatorio
que oficie de garantía para que sus intereses operen libremente, con lo cual comienza la
aparición de una legislación de mayor contenido científico jurídico (como lo es por ejemplo,
la ley de asociaciones y sociedades agrarias).

¿Qué es el factor o “hecho” social? El hecho social o factor sociológico es un fenómeno de


extrema importancia en aquello que constituyen los factores de especificación del Derecho
Agrario. No puede dejarse de lado que toda la política de subvención a la agricultura tiene
su origen en un problema social y político. En este sentido, la agricultura en la gran mayoría
de los países sigue siendo un problema social, y no cabe duda que este fenómeno es el que
inspira y caracteriza lo más destacado de su legislación.
TUTELA AMBIENTAL DE LA AGRICULTURA
Cuando pensamos en el ambiente, lo debemos referenciar respecto de la ganadería y la
agricultura y relacionada siempre la actividad a un sistema productivo
Todo quehacer humano contamina, por lo que reduciendo la contaminación respecto de
la ganadería y de la agricultura se reduce en gran amplitud la contaminación a nivel mundial
si por ejemplo pensamos que los agricultores utilizan el 70% del agua dulce del mundo.
Normativa referente a la Ganadería:

• Ley 3606 del 13 de abril de 1910 . Referente a la creación de la Oficina Sanitaria de


los Animales - es la ley que crea la policía sanitaria. Esta ley habla del daño causado
por las enfermedades, y si vemos enumera una serie de enfermedades y de especies
animales que dan lugar a toda esta legislación. Nos dice que los dueños del
establecimiento de campo, etc. estarán obligados a brindar alojamiento gratuito a
toda la policía sanitaria. Esto también tiene impacto en la comunidad internacional,
en la cual juegan varios principios: el principio de armonización de las leyes, el
principio de transparencia, el principio de equivalencia en cuanto a la legislación, etc.
De esto trata esta ley que es la base de política sanitaria en materia de ganado.
Ejemplo de la aftosa.
• Ley 16.088. Referente a animales feroces, del 9 noviembre del 89. Esta ley habla de
los animales feroces y quiénes pueden tenerlos. Y esto regula también el impacto
ambiental en el cuidado y alimentación de estos animales, y limita el hecho de llevar
un animal feroz a plazas, etc. También habla de la responsabilidad del tenedor del
animal feroz, y también regula el manejo de estos animales en función de la sanidad
y el desarrollo sostenible.
• Ley 18.471. Tenencia responsable de animales. No tenemos concretamente un
régimen especial pero sí tenemos un régimen general que regula el bienestar animal
y que se aplica también para el vacuno y bovino. Si leemos la ley, su finalidad es la
protección del animal, aplicable a animales domésticos y extensible a todo tipo de
animal. Siempre que hablemos de cuidado animal pensemos en cadenas de
producción. Esta ley también aplica (hasta que no haya una ley específica) a los
animales de ganadería.
• Ley 18.242. Lácteos. Normas relativas a la producción, fomento, desarrollo y
regulación

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Normativa referente al Régimen de la agricultura:

• Ley 16.466. Ley de Medio ambiente. Esta ley lo que hace es declarar de interés
general y nacional la protección del medio ambiente. Da las pautas de qué es el
impacto ambiental.
• Ley 17.283. Declarase de interés general, de conformidad con lo establecido en el
articulo 47 de la Constitución que refiere a la protección del medio ambiente. Esta
ley declara de interés general lo que dice el art. 47 de la constitución que habla de la
protección del ambiente, de la calidad del aire, del agua, del suelo y del paisaje. Ley
de orden público que busca la conservación de la biodiversidad biológica y la
reducción y el adecuado manejo de las sustancias tóxicas o peligrosas y los desechos
de estas sustancias (y acá hablamos de los agroquímicos; revolución verde
modificación genética y utilización de los agroquímicos pero ahora estamos en la
etapa de reducción de agroquímicos, nos fuimos de la revolución verde de los 70 y a
partir del 90 comienza la preocupación del medio ambiente, la utilización sostenible
de los recursos). Esta ley habla de derechos y deberes.
• Ley 18.308. Ordenamiento territorial y Desarrollo sostenible. Con la promulgación
de esta ley, el Estado intenta regular y ordenar el territorio nacional,
compatibilizándolo con un desarrollo sostenible. Acá es cuando empieza a dividir los
suelos (suelos urbanos, suburbanos, rural, rural productivo, etc.). Define cuáles son
las competencias de participación en el territorio, etc. Es una Ley que cambió el
concepto de propiedad del código civil uruguayo. Vamos a una propiedad social:
arriba del propietario se encuentra un derecho de tercera generación en la cual debe
cuidar para la sociedad ese recurso que tiene; es una propiedad con límites, cuidados.
Tiene que usar los recursos como la ley le dice. Esto es algo que al productor
uruguayo le cuesta cumplir. A partir del 2008 se fue eso de la propiedad exclusiva,
ahora es una propiedad social, pero esta ley no ha sido implementada del todo.
Apuntes:
Video: cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria.
Vamos a pensar al medioambiente desde las dos actividades casi más importantes
porque con el auge de la deforestación nos viene corriendo atrás. Hablemos de la ganadería
y de la agricultura.
Debemos hacer referencia a la revolución verde en USA: aquel auge de la reproducción a
través de la genética de la semilla mediante la tecnología que hizo que aumente
impresionantemente la producción, donde el eje central de la agricultura era buscar formas
de producir más con nuevas herramientas tecnológicas, con más superficie implantada, etc.
Estos fueron los 60, 70 casi hasta los 80, etapa en la cual lo importante era aumentar la
producción.
Este aumento de la producción masiva trajo otros problemas. Cuando hablamos del
impacto ambiental de la agricultura es esto.

Cuando pensamos en el impacto ambiental juntamos dos principios: producir mucho y


producir bien (este principio se sumó a partir de los 90: además de producir debemos cuidar
el medio ambiente). El desafío a partir de los 90 fue cómo producir mucho sin dañar al
medio ambiente.
Lo que tenemos que empezar a hablar cuando hablemos de medio ambiente es sistemas
de producción. Cuando pensemos en el medio ambiente, impacto ambiental, etc. debemos

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pensar automáticamente en sistemas de producción. Cuando hablamos de la agricultura en
sentido amplio (agro + ager + pecus), lo primero que se nos plantea es el sistema productivo;
dependiendo de este último podemos ver la cantidad de contaminación que realiza ese
productor o cómo contamina. Toda actividad humana contamina. El quehacer humano es
contaminante desde el momento que funcionamos en el mundo y nos agrupamos en
sociedades empezamos a contaminar, no existe la no contaminación en el mundo. Entonces,
lo que me parece que tenemos que empezar a hacer es a reducir el grado de contaminación,
es un tema de REDUCCIÓN, cero no existe.
Toda actividad agrícola o agrícola ganadera o agrícola forestal contamina, partamos de
esta base, ya que inevitablemente la actividad de la agricultura es contaminante; nadie
puede discutir esto. Lo que sí podemos discutir es qué sistema de producción tiene el
productor uruguayo y en que grado este último contamina al medio ambiente.
Si hablamos de ganadería, lo primero que debemos hacer es pensar ¿los países ricos
cómo producen? ¿y cuáles son los sistemas productivos en los países ricos y cuáles son en
los países pobres? Entonces, si pienso en Unión Europea y USA (por decir países ricos)
pienso en un sistema de producción de Feedlot (engorde a corral).
La primera pregunta que debemos hacernos cuando hablamos del impacto ambiental es:
¿cómo produce ese productor? Porque contaminar contamina siempre, pero lo importante
es saber cómo produce para saber qué tanto contamina.
El Uruguay al ser tercermundista no ha avanzado como otros países. Entonces, hoy
tenemos un valor en Uruguay no explotado que es la cantidad de carbón que se genera por
tener ganadería.
SUJETOS AGRARIOS:
Este tema trata acerca de los sujetos que realizan la actividad agraria.
Según Vivanco, sujeto “es aquel que ejerce o participa en el desarrollo de una actividad
agraria en forma habitual y permanente, y posee derechos y obligaciones”. En este sentido,
el sujeto agrario es aquel que o bien ejerce la actividad agraria, o bien controla y fomenta la
misma. Los sujetos pueden ser sujetos privados, sujetos públicos estatales o sujetos
públicos no estatales.
Lo primero que debemos analizar es quiénes son los sujetos: tenemos por un lado los
sujetos privados, y por otro los sujetos públicos. Son sujetos privados todos aquellos que
ejercen la actividad agraria; sin perjuicio de ello, existen ciertas excepciones, dado que
podemos encontrar algún que otro sujeto privado que no ejerce la actividad agraria, pero sí
realiza un control sobre la misma. Del mismo modo, los sujetos públicos son los que ejercen
el control de la actividad agraria, lo cual generalmente lo realiza el Estado (este último no
realiza actividad agraria, no la ejerce, pero sí realiza un control y un fomento de la misma);
de todas formas cabe aclarar que si bien por lo general lo realiza el Estado, pueden haber
sujetos públicos no estatales.

Un ejemplo de sujeto privado que no ejerza actividad agraria, sino que realiza un control
sobre la misma: Asociación Rural del Uruguay. Es una reunión de productores que
pretenden mejorar ciertas cuestiones, entre ellas las razas. En otras palabras, es la
agrupación e las diferentes razas del Uruguay en defensa y promoción de sus intereses, y la
exposición rural es el momento en el año en que muestran su producción para el
mejoramiento de la raza (porque exponen los mejores productos de cada raza). Las
resoluciones que toma esa Asociación Rural del Uruguay son fuente formal específica del

69
Derecho Agrario, en tanto las mismas tienen carácter general y son obligatorias para el
sector. En suma, este es un sujeto netamente privado que tiene control sobre las diferentes
razas de la ganadería.

Ahora bien, dentro de lo que son los sujetos privados, encontramos personas físicas y
jurídicas. Si pensamos en lo sujetos privados personas físicas encontramos los siguientes en
materia rural:

- Productor rural. Aquí corresponde estudiar la Ley N°17.777 de Sociedades y


Asociaciones Agrarias, la cual en su artículo 1 ya nos define lo que es un productor
rural: “…Se entiende por productores rurales los que ejercen la actividad agraria a
nombre propio y también aquellos en cuyo nombre se ejerce.” Esta definición es un
tanto extraña, puesto que está dada por un concepto de profesionalismo, es decir,
define al productor rural desde la actividad agraria (por lo que es importante tener
una definición de dicha actividad).
El productor rural puede ejercer la actividad agraria por sí (o sea él mismo ejercer la
actividad agraria) o puede ejercerla a nombre propio (no es el que realiza efectivamente la
actividad agraria pero tiene a alguien que la realiza a su nombre). Lo qué si debe hacer es
ejercer la actividad en forma habitual y permanente para ser considerado productor rural.
La definición del art. citado está dada por el ejercicio de actos materiales, tengo que realizar
en forma continua actos materiales, en forma permanente y habitual, no puede ser un acto
aislado.
- Mujer rural. Muchas normas de seguridad social protegen a la mujer rural como
cooperadora del trabajador rural.
- Familia rural; cabe destacar que el concepto de familia no cambia, la familia es una
sola sea rural, urbana, suburbana o lo que fuese. Pero entonces, ¿por qué la tratamos
a la familia rural como separada? Porque hay normas que protegen específicamente
a esta familia, la ven como una entidad separada al trabajador rural (lo mismo
sucede con la mujer rural). Arts. 254 y 255 del Código Rural, art. 281 del CGP. En
sede de colonización también encontramos normas que protegen a la familia rural:
art. 60 y 61. El estatuto del trabajador rural también tiene muchísimas referencias
al trabajador rural en sí mismo y a la familia que vive con él. Son todo normas que
hablan de la familia rural y que protegen u obligan a la misma.
Por su parte, si pensamos en los sujetos privados personas jurídicas, la utilización de
modalidades asociativas en el medio rural es muy fuerte puesto que rige el principio del
asociacionismo. En el agro existen varios riesgos de producción, costos, etc. y asociarse es
una manera de afrontar dichos riesgos de la mano de varios productores; en este sentido,
en el ámbito rural se asocian para apaciguar los riesgos propios del mismo. Es más, muchas
veces para asociarse pesa la cercanía en el desarrollo de la explotación, o sea esa vecindad.
En Uruguay existe la Asociación Rural del Uruguay que debe ser la primera asociación rural
creada en el país, y luego tenemos las primeras leyes sobre este tema que traen a las
cooperativas arriba de la mesa.
La necesidad de asociarse, por los motivos que fueran, trae aparejada la necesidad de
crear modalidades que se ajusten más al sector, que pensaran en la especificidad de la
actividad rural.
Si estudiamos el organigrama institucional, vemos que quien comanda la actividad
agraria es el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (es la máxima autoridad). Luego,

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encontramos diferentes Direcciones dentro de dicho Ministerio. Si hablamos de ganadería,
tenemos un órgano muy importante llamado VICOSE, el cual su control pasó a las manos de
la Dirección General de Ganaderos. Y así de a poco vamos armando el organigrama que
controla y fomenta la actividad agraria.
Entonces, para concluir cuáles son los sujetos agrarios hagamos un esquema a modo de
resumen:

1. Sujetos públicos:
- estatales: Poder Ejecutivo (Ministerio de Economía y Finanzas, Ministerio de
Ganadería, etc.), MGAP, MVOTMA, MTOP, Ministerio del Interior, y los Gobiernos
Departamentales.
- no estatales: INIA, INAVI, INAC, INASE, IPA, LATU, MEVIR, ARU, etc.
2. Sujetos privados: tenemos por un lado las personas físicas (productor rural,
trabajador rural, mujer rural, familia rural), y por otro lado personas jurídicas
(Asociaciones y Sociedades, Sociedad Anónima, Sociedad en Comandita por
Acciones, Sociedades Agrarias de Riego, Cooperativas Agrarias, Cooperativas
Agroindustriales, Sociedades de fomento rural).
Sujetos agrarios PRIVADOS:
Como ya dijimos, existen 2 tipos de sujetos privados: las personas físicas y las personas
jurídicas.
Comencemos por las personas físicas:
a. PRODUCTOR RURAL:
El primer aspecto importante es el hecho de que el productor rural es el protagonista, es
decir, el sujeto más importante en el Derecho Agrario, así como lo es el comerciante en el
Derecho Comercia.

Desde el año 2004 contamos con una definición de productor rural de carácter general
dispuesta en la Ley N°17.777 en su artículo 1 (el cual ya citamos). La ley allí nos da una
primera referencia acerca de quién es el productor rural. Reconoce en primer lugar, que
para ser productor rural hay que ejercer la actividad agraria; entonces, para definir y
entender quién es el productor rural, es necesario definir la actividad agraria. Asimismo,
este artículo dispone que los productores rurales podrán asociarse entre sí o con otras
personas físicas o jurídicas a los efectos de ejercer la actividad agraria en sus diferentes
modalidades y en cualquiera de las etapas del ciclo productivo animal.

Debido a que la ley no hace referencia a la necesariedad del productor rural como
persona física, lo cual nos lleva a tener que clasificar al productor rural: es tan productor
rural el que realiza la actividad como aquel que no la realiza directamente, sino a través de
un tercero (en este último caso el verdadero productor rural es a nombre de quién se realiza
la actividad agraria, no la persona que la realiza efectivamente).
En suma, el productor rural es toda persona física que por cuenta propia o a nombre
propio, habitualmente y en forma individual (no a través de un régimen de subordinación o
bajo alguna forma asociativa) desarrolla el ejercicio de la actividad agraria. Entonces, a
partir de esta definición, los caracteres del productor rural son los siguientes:
- Debe ejercer una actividad agraria.

71
- Debe ser una persona física para diferenciarlos de otras personas físicas que
desarrollan la actividad bajo alguna forma asociativa.

- Debe desarrollar la actividad por cuenta propia, lo que significa que el productor
rural asume todos los riesgos de la explotación, lo que es una diferencia con los
sujetos que ejercen la actividad agraria bajo un régimen de subordinación.

- La actividad no debe ser ocasional, si no habitual, cotidiana; y debe ser una actividad
profesional, es decir, ser la actividad económica principal.
La regulación legal del productor está en el art. 1.2 de la Ley N°17.777, como ya hemos
dicho anteriormente, el cual defina al productor rural como: “los que ejercen la actividad
agraria a nombre propio y también aquellos en cuyo nombre se ejerce”.
En cuanto a la capacidad del productor, debemos saber que rige la capacidad jurídica del
Código Civil (al menos tener 18 años de edad). Si analizamos qué capacidades se exigen para
ser productor rural, vemos con claridad que se requiere la capacidad de ejercicio, el ser
mayor de edad, etc.; cualquier persona mayor de edad puede ejercer la actividad agraria,
hasta incluso un menor de edad con capacidad de goce lo puede hacer (porque puede ser
un titular de derechos y obligaciones; lo que no va a poder realizar por sí mismo es la
actividad agraria pero sí puede ser productor agrario al tener a alguien que desarrolle la
actividad agraria a su nombre).

¿Existen casos en donde a los productores rurales se les limite la posibilidad de actuar?
Tenemos el art. 264 del Código Rural, el cual establece que son incapaces para realizar
ciertas actividades agrarias las personas que cometieron abigeato. De todas maneras son
muy pocas las limitaciones.
En cuanto al domicilio del productor rural, encontramos el art. 285 del Código Rural, el
cual establece: “El propietario se entenderá representado por la persona que se encuentra al
frente del establecimiento. Ninguna disposición de este Código dejará de cumplirse por no
hallarse el propietario en su establecimiento rural.”.
Cuando el artículo habla de propietario, no habla de la propiedad física de la parcela, sino
de la propiedad del establecimiento, el titular de la actividad agraria que se realiza en dicho
establecimiento.
Esto implica que cuando queramos por ejemplo demandar a un propietario rural, nos
conviene enviar la notificación al domicilio del establecimiento suyo (el cual puede o no
coincidir con su domicilio civil, pero no importa porque esté o no el propietario rural en el
establecimiento se entiende notificado; esto se debe a lo que establece este artículo 285, es
decir, se entiende que aun no estando el propietario en el establecimiento, es representado
por quien se encuentre en el mismo en el momento en que llega la notificación). Este artículo
considera al establecimiento como una suerte de domicilio legal.

El art. 285 dispone claramente que no puede dejarse de aplicar ninguna disposición de
este Código por no encontrarse el productor rural en el establecimiento, y se entiende como
personal la notificación, y también como válida aun siendo realizada a cualquier persona
que se encuentre en el establecimiento (como al capataz, peón, esposa, etc.; quien sea que
esté en el establecimiento se entiende que lo representa y se entiende como notificada
personalmente).
Ahora bien, ¿cómo se prueba la calidad de productor rural? El Decreto Reglamentario
403/2004 refiere en su art. 4 a este tema: “En caso de personas físicas, la calidad de productor

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rural se deberá acreditar por cualquier medio documental de donde surja su inscripción como
tal y si no existiere, mediante su declaración jurada. En todo caso deberá expresarse la
modalidad de actividad agraria que se realiza (ganadero, granjero, etc.)…”.

En primer lugar, debe haber una habitualidad. Por ende, si yo soy abogado y compro
ganado (por ejemplo) porque quiero invertir ya que está barato, ya los diez días lo vendo y
recién a los 5 años vuelvo a repetir la operación, no hay habitualidad. En este sentido, debe
haber una repetición de actos continuos, encadenados a un fin concreto que es la realización
de esa actividad, con una habitualidad. El ejercicio de la actividad agraria es un hecho
material y no formal, por lo que no hay posibilidad de ejercer la actividad agraria
formalmente, sino que implica la realización de una serie de actos materiales.

Esto lleva a que el productor, para poder comenzar a realizar su actividad agraria
(cualquiera sea), deba inscribirse en los organismos de recaudación fiscal (DGI, BPS). Si, por
ejemplo, la actividad agraria que pretende realizar es la actividad ganadera, además de abrir
una empresa en DGI y BPS, deberá tener que ir al DICOSE e inscribirse en dicho organismo
especializado para poder operar con ganado; el DICOSE es un registro donde uno se inscribe
y a partir de esa inscripción ya estás habilitado a operar, comprar y vender ganado.
b. PEQUEÑO PRODUCTOR RURAL Y EL PRODUCTOR/EMPRESA FAMILIAR:
Por más pequeño que sea, es igualmente un productor rural. También se habla de
productor familiar o empresa familiar, lo cual no es lo mismo, aunque muchas veces se lo
confunde (esta empresa familiar no tiene por qué ser pequeña, sino que apunta más bien a
que la actividad sea desarrollada en el ámbito familiar). La empresa familiar o productor
familiar es cuando la actividad agraria es realizada por una comunidad familiar, más allá de
estar a nombre de una persona (como si fuera un productor), la fuerza de trabajo es
aportada por personas que se unen por lazos de afinidad o consanguinidad; no están
amparadas por el Derecho Laboral, en verdad casi no hay legislación para la empresa
familiar agraria pero en materia de seguridad están reconocidas como categoría de
colaboradores.
La Ley N°19.292 de Productor Familiar declara de interés general la producción familiar
agropecuaria. Mediante esta ley es posible hacer una interpretación y entender que ante
cualquier situación de duda es interés nacional que la producción en el agro se realice por
la familia. En este sentido, si tengo una situación de conflicto en la cual debo optar, el
productor familiar debería tener preferencia frente a cualquier otro. Lo mismo en el caso de
que el Estado tenga que optar entre comprarle a un productor rural tal cual lo definimos
antes o a un productor familiar, debe optar por comprarle a este último.
Por su parte, el art. 311 de la Ley N°19.355 crea el Registro de Productores Familiares.
La inscripción en el registro es de carácter voluntario, puedo tener todas las condiciones
para ser productor rural familiar y no querer inscribirme en el Registro recién mencionado,
pero en dicho caso no gozaré de ninguno de los beneficios y derechos que reconoce la
legislación.
Las condiciones o requisitos para ser productor familiar son las siguientes (las dispone
la Resolución N°527/006 del MGAP):
- Máximo hasta 2 empleados.
- Requisito de superficie: tengan 500 hectáreas de tope máximo.
- Requisito de desplazamiento: residir a menos de 50 kilómetros del establecimiento.

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- Requisito de ingresos del núcleo familiar: los ingresos familiares que sean extra
prediales no pueden exceder las 14 BPC.

Hay excepciones para ciertas modalidades de producción que son especiales y que no se
pueden aplicar estos criterios; como por ejemplo a los productores de la apicultura es
imposible aplicarle el criterio de la superficie (la ley fija otros tipos de criterios para ese tipo
de actividad).

Vemos entonces que para ser declarada agricultura familiar no se exige en sí una
integración familiar (no tiene por qué ser una pareja y sus hijos), sino que puede ser un
productor con su señora, o un productor con sus hijos, o un productor con sus padres, etc.
Al no exigirse esta integración mínima no se ve mucha diferencia entre productor familiar
y pequeño productor, es más, puedo yo sola integrar una agricultura familiar; es por este
motivo que suelen confundirse los conceptos de pequeño productor y productor familiar,
pero sepamos que son diferentes. También puedo ser pequeño productor y a la vez
productor familiar.
¿Por qué el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca tiene tanto interés en crear
conceptos como el de “productor familiar” o “pequeño productor”? Porque cada vez la gente
trabaja menos en el campo, cada vez le interesa menos, y nosotros los uruguayos comemos
básicamente lo que produce el campo, por este motivo es que se fomenta la creación de este
tipo de conceptos que benefician y promueven el desarrollo del ejercicio de la actividad
agraria.
c. TRABAJADOR RURAL:
Los trabajadores rurales son aquellas personas físicas que en una relación de
dependencia realizan en forma habitual y onerosa los trabajos necesarios que conforman la
actividad agraria.
Aquí estamos entrando en el terreno del mundo del trabajo. Las últimas reformas
legislativas incluso les han reconocido a los trabajadores rurales la limitación de la jornada
que era una cosa que no tenían, y también el derecho a los descansos. Por este motivo, la
conclusión a la que podemos arribar es que el trabajador rural es un trabajador
propiamente dicho (se le aplican todas las normas de Derecho Laboral y se rige por este
último con algunas particularidades propias en atención a las características del tipo de
actividad que realiza y del lugar en donde las realiza).
Hasta aquí los sujetos privados personas físicas. Ahora veremos las personas jurídicas.
Es típico de la materia agraria que los productores para realizar su actividad se organicen
bajo la forma de una asociación o una sociedad conformando una persona jurídica (los
socios realizan sus aportes y luego se reparten los beneficios). Las primeras asociaciones se
dan con las sociedades de fomento rural y las cooperativas. También existen las sociedades
civiles con objeto agrario, y también sociedades producto de la comercialidad formal de la
Ley N°16.060, que permite utilizar cualquiera de las formas societarias que regula la ley
para constituir una sociedad que desarrolle una actividad agraria (son sociedades
comerciales cuyo objeto es la actividad agraria pero que adopta la forma societaria prevista
en la ley de sociedades N°16.060).
Sujetos agrarios PÚBLICOS:

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Tenemos todo un conjunto de normas que van desde los sujetos de Derecho Público, a
los sujetos de Derecho Privado con interés. Dentro de los sujetos de Derecho Público
tenemos diferentes escalones como ya vimos; el Poder Ejecutivo es uno de ellos.

Los diferentes actores del Poder Ejecutivo tienen muchas incidencia y fuerza en todo lo
que tiene que ver con la regulación de la materia agraria. En primer lugar, el Poder Ejecutivo
es el que tiene competencia exclusiva en diseñar las políticas que tienen que ver con el
desarrollo de la agropecuaria.

Aquí entra a jugar muy fuerte el Ministerio de Economía, el cual es quien diseña y traza
el presupuesto y va a fijar las líneas generales en este sentido (aunque también esto lo hará
el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca). Este último, es el gran actor en este tema
del régimen institucional porque es el que mayores competencias tiene en cuanto a su
regulación y desarrollo; por ejemplo, cuando dan planes para el pequeño productor o para
el productor familiar, o a la mujer rural, ni que hablar en materia de conservación de suelos.
El Ministerio de Ganadería sabe exactamente la cantidad de animales que tiene cada
productor, la cantidad de hectáreas que cultiva, etc.
No obstante, no solo el Ministerio de Ganadería tiene competencias muy fuertes en esta
disciplina, sino que también entra en juego el Ministerio de Ambiente (este tiene mucha
fuerza, sobre todo en los últimos años).
Entonces, vemos que esto es transversal a todo el Poder Ejecutivo: el Ministerio de
Economía que traza la política en materia económica, Ministerio de Ganadería que tiene
influencia en otros aspectos, el Ministerio de Ambiente, y podemos seguir con órganos
también pertenecientes al Poder Ejecutivo que tienen de alguna forma competencia en
materia agraria.
Ahora bien, ¿cuáles son las competencias de las Intendencias en materia agraria? Las
competencias de las Intendencias históricamente han sido limitadas en materia
agropecuaria. Cada Intendencia tiene su departamento agropecuario o de desarrollo rural,
el cual es para ayudar a los productores del departamento.
Hasta aquí los sujetos agrarios públicos estatales, pero como ya hemos mencionado
también existen sujetos agrarios públicos no estatales. Estos últimos, tienen mucha fuerza
en materia agraria y han cumplido en la misma un rol protagónico y preponderante. Por
ejemplo, INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) y el Plan Agropecuario.
A su vez, hay personas de Derecho Privado con interés público como puede ser el SUL
(Secretariado Uruguayo de la Lana, la cual tiene una fuerte incidencia en materia ovina).
En efecto, las personas públicas no estatales son creadas por ley, se les aplica el régimen
de Derecho Privado, pero cumplen funciones públicas. Estas personas se financias por tasas
e impuestos, también pueden realizarle servicios a terceros.

EL FENÓMENO ASOCIATIVO EN MATERIA AGRARIA:


Si bien el productor rural como figura individual tiene una esporádica aparición en el
ordenamiento jurídico (es decir, no existe un régimen estatutario de los productores
rurales), en el plano de los sujetos colectivos y su organización pues fácilmente puede
percibirse que se trata de un sector en el que encontramos gran desarrollo legislativo. En
este sentido, la preeminencia que han asumido las formas asociativas en el agro constituye
una de las características más significativas del Derecho Agrario contemporáneo, cuya
tendencia a premiar el “asociativismo” es una de sus señales.

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La mayoría de la doctrina es conteste que el desarrollo actual de la asociación en la
agricultura es un suceso relativamente moderno y en expansión, o al menos “un fenómeno
con actualidad renovada”. Aparece en diferentes países a raíz de los cambios sociales y
económicos experimentados por la agricultura, y a impulsos de sus políticas que propenden
el llamado desarrollo rural.
Sanz Jarque afirma que la causa o razón de ser del nacimiento y desarrollo de la
agricultura asociativa está, en parte, en una clara exigencia de la sociedad de nuestro
tiempo, por lo que ha nacido espontáneamente (sin artificios y por sí sola), y también está
en la promoción legislativa de la misma, la cual se ha hecho subsiguientemente al ritmo del
anterior.

Según Guerra, la Ley N°17.777 pretende simplificar las dificultades que se presentan a
nivel mundial para la regulación de las asociaciones y sociedades agrarias, a través de una
regulación específica y adecuada a los requerimientos actuales del sector rural.
Asociaciones y sociedades agrarias en sentido estricto y en sentido amplio:
Suele referirse a los vocablos asociaciones y sociedades agrarias en sentido estricto para
aludir a dos figuras concretas previstas en la Ley N°17.777 (se trata de tipos asociativos a
los que esta norma les otorga una disciplina específica, que les identifica y distingue de otros
ya regulados). En cambio, en sentido amplio comprende no sólo a ellas, sino a todas las
modalidades asociativas (cualquiera fuere su naturaleza) que son típicas de la agricultura,
comenzando con las más simples (que no alcanzan a ser sociedad) denominadas “contratos
asociativos agrarios”, continuando con las sociedades de fomento rural o las sociedades de
riesgo, etc.
En ambos alcances se trata de un fenómeno que responde a la evolución de la agricultura
y el mundo rural, desde el siglo pasado, especialmente marcada por sus diversas etapas de
transformación y actualización.
El fenómeno asociativo en general, derivado del sistema romano, y del cual la agricultura
forma parte original, se ejerce a través de dos figuras centrales que acaparan su disciplina:
la asociación y la sociedad. Estas fueron moldeadas o ajustadas conceptualmente después
de la codificación napoleónica. En este sentido, es importante despejar el confuso panorama
en que se ha visto inmersa la agricultura en este tema de las expresiones del fenómeno
asociativo en general, es decir, en la delimitación conceptual de los términos “asociación” y
“sociedad”. Se requieren ciertas precisiones de base.
En general, la doctrina es conteste en cuanto a que el término “asociación” en su sentido
más amplio y simple refiere a todo grupo de personas que se vinculan de manera más o
menos establece, en procura de un fin común; por lo que como tal, comprende a todas las
variedades y formas en que es posible de manifestarse. La asociación, es entonces (en
sentido amplio), un fenómeno inherente a uno de los derechos de la persona (el derecho de
asociarse en sentido lícito) que recibe tutela constitucional; cabe destacar que este derecho
no es materia privativa de ninguna disciplina en particular (no es única del Derecho
Agrario). Pero como si fuera poco, al término “asociación” el Derecho le ha asignado un
significado también más estricto y complejo que alude a ciertas características jurídicas del
vínculo grupal, que de configurarse da lugar a una modalidad específica, que se denomina
asimismo “asociación” (cuestión que en ocasiones provoca cierta confusión).
Entonces, en sentido amplio la asociación comprende a todas las modalidades
asociativas. Pero también en sentido estricto, la asociación se ha distinguido históricamente

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de la “sociedad”, la cual constituye otra modalidad de asociarse, diferenciada desde siempre
por el derecho. La doctrina se ha volcado a distinguir una de otra, pero no puede decirse que
se ha logrado respuestas pacíficas o inequívocas.

La asociación y en particular, la sociedad, son institutos históricos de naturaleza


evolutiva y por ello conceptualmente variables. El propio derecho romano fue protagonista
de ello.

La “sociedad” que conoce nuestro sistema civil tiene inspiración y origen histórico en la
“societas” romana; se trata de una modalidad que todavía permanece confusa en diversos
aspectos. La “societas” era una figura contractual, esencialmente personal (“intuitu
personae”), nacida sin especialidad de fines; tuvo origen en la complejidad de varios
institutos que le precedieron. Es el principio de la sociedad universal. Teniendo en cuenta
estos antecedentes, se explica que la “societas” en su verdadero origen no fuera una
categoría restringida, sino como cita Paez “la asociación formada entre dos o más personas
limitativamente determinadas, en vista de no importa qué fin”. Con el tiempo se conocieron
diversas modalidades de “societas”.
La “asociación” propiamente dicha, tiene en cambio referencias históricas en otro
fenómeno distinto, como lo es la “universitas personarum” y la idea de las corporaciones,
que en el uso clásico significaba la colectividad de los “cives” o “munícipes”. Se trata de una
noción diferente a la de societas y vinculada más bien a lo que hoy es incumbencia del
Derecho Público. Responde a la manera cómo el derecho debía considerar jurídicamente a
las colectividades de sujetos en un ámbito de índole territorial, de especial importancia para
la consideración de los pueblos conquistados. La asociación se relaciona con el concepto de
personas jurídicas; y de ahí que nuestro sistema de Derecho Civil de inspiración romana
asumiera el estudio de las asociaciones dentro de su Parte General y como asunto de las
personas.
La sociedad es una relación jurídica, mientras que la asociación es un sujeto jurídico. La
sociedad no es otra cosa que un vínculo contractual entre los socios; pero los socios son
siempre sujetos, adquieren derechos, se obligan, responden personalmente con su
patrimonio; la sociedad no existe al exterior, es decir con respecto a terceros. En la
corporación, por el contrario, los asociados aparecen absorbidos en una unidad ideal que se
presenta en comercio, como una nueva magnitud: ella es titular de derechos y obligaciones,
la que hace los contratos, la que comparece un juicio (no los miembros, que respecto a ella
son extraños). En la sociedad el patrimonio es común entre los socios y ninguno puede
enajenar su cuota o pedir la división; en la asociación el patrimonio pertenece al ente y los
miembros no tienen derecho a él. La asociación o corporación se rige por la decisión de la
mayoría, mientras que la sociedad se rige por la voluntad individual de los asociados.
PERO, este esquema conceptual que dibuja la diferencia entre una y otra especie por
razones de estructura, más que de función, no ha sido sin embargo un criterio asumido de
manera estática ni pacífica por la historia ni por la doctrina. La cuestión es que en el correr
de los tiempos, a estos esquemas asociativos originales se le fueron adicionando en sentido
técnico otros elementos y caracteres de identidad y diferenciación, que introdujeron luces
y sombras en el terreno dogmático. Especialmente, que la sociedad por razones de índole
mercantil fue adquiriendo algunas características de la asociación, como el de persona
jurídica, o el del valor jurídico de la voluntad colectiva (mayoría).
Precisamente, la delimitación de una sociedad como comercial, no existía en el derecho
romano; esta se formó lentamente y a través del tiempo, particularmente comenzó a

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forjarse durante la Edad Media. Pero a pesar de ello, tampoco puede decirse que tal
delimitación existió en la mente de la codificación napoleónica, para la cual el concepto de
sociedad es único.

Así, el Derecho Francés post napoleónico tiene gran influencia en la delimitación el


sistema asociativo. La doctrina francesa resaltó que las definiciones de sociedad y
asociación se corresponden y complementan de manera simétrica y opuesta. Se dispuso que
la asociación era: “la convención por la cual dos o más personas ponen en común de una
manera permanente sus conocimientos o su actividad con un fin distinto que el reparto de
beneficios”. Así, la asociación pasó de estructura histórica a tipo asociativo. El Derecho
Francés vino a incorporar también en sede propiamente civil, la conexión de la forma con el
objeto y fin, dando lugar a un tipo asociativo definido: la Asociación Civil, que carece de todo
sentido empresarial vinculado a un capital.
Estos sucesos colocaron con facilidad a la sociedad civil en un rol casi protagónico y
exclusivo del fenómeno asociativo del agro en nuestro país; no sólo porque la agricultura no
es comercio, sino porque era precisamente civil por naturaleza. Abundantes son todavía los
ejemplos de sociedades civiles existentes en el agro uruguayo.
La conjunción plural de estos aspectos hizo que sucesos como el cooperativismo y en
general las figuras basadas en la ayuda mutua comenzaran a desempeñar un rol destacado
en la economía agrícola de muchos países. Así es que en nuestro país las cooperativas
agropecuarias se conocieron aún antes que en otros sectores y en general, los movimientos
asociativos basados en la solidaridad que dieron lugar a figuras como las sociedades de
fomento rural.
Se trata de un suceso generalizado pero también dispar, ya que no se reproduce en un
ordenamiento y en otro de manera idéntica. En este sentido, la variedad asociativa en la
agricultura es muy amplia e imposible de resumir aquí.
El pasaje de una agricultura fundada en el trabajo a otra fundada en la producción,
provocó rápidamente el auge y desarrollo de las figuras mercantiles en el sector
agropecuario y con ello un cambio de importantes repercusiones en el tema. Ya para
principios de los años sesenta en Uruguay, las sociedades de capital (anónimas y comandita
por acciones) habían comenzado a incrementar su presencia en las explotaciones rurales de
manera muy importante. Lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones se adopta en
nuestro agro la figura de una sociedad anónima para una explotación individual de base
familiar, simplemente por las ventajas que otorga un patrimonio autónomo representado
en títulos; por lo que desde este punto, las sociedades mercantiles en el agro uruguayo no
son ejemplos auténticos de asociación agrícola, sino un instrumento que facilita el
funcionamiento de una empresa agraria.

La Ley N°17.777 y sus principales funciones:


En fecha 21 de mayo de 2004 fue promulgada la Ley N°17.777 que dispone el régimen
de las Asociaciones y Sociedades Agrarias y los Contratos Colectivos y de Integración en
materia agropecuaria. Se trata de una norma de iniciativa parlamentaria, que recibió
aprobación unánime en ambas Cámaras y que fuera promulgada expresamente y sin
observaciones por el Poder Ejecutivo. En este sentido, esta ley es la expresión de una
decidida política nacional en materia agraria, que promociona el fenómeno asociativo en un
camino sentido, y facilita la integración vertical y horizontal en el sector rural.

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En términos generales, puede decirse que esta ley cumple tres funciones básicas en
nuestro ordenamiento:

1. En primer término, viene a regular el espacio no cubierto por la legislación civil y


mercantil, en cuanto estas figuras pueden acumular fines múltiples basadas en
estructuras confiadas a la autonomía de la voluntad.

2. En segundo lugar, ordena y sistematiza el fenómeno de la asociación (tan diverso y


confuso como hemos visto) en el sector rural; en una concepción actualizada a la
agricultura más moderna.
3. En tercer lugar, consolida el proceso de identidad jurídica de la agricultura en
nuestro ordenamiento. Se dispone pro primera vez una definición legal de actividad
agraria (art. 3), precisando su verdadero alcance moderno.
La ley reconoce dos figuras sociales nuevas, que son principales en la norma: la
asociación agraria (art. 4 a 8) y la sociedad agraria (art. 9).

Cabe destacar que la regulación asociativa en esta ley reposa sobre otros criterios
(distintos) a los contenidos en la legislación civil y comercial. Esto plantea una primera
cuestión relativa a la delimitación del fenómeno asociativo contenido en la ley. No posee un
alcance excluyente, es decir, no pretende pronunciarse ni modificar el régimen asociativo
contenido en otras disciplinas aunque operen en el agro. Asimismo, las modalidades que
introduce la ley no son más de lo mismo que ya está en materia civil y comercial.
El sentido de la tipología no es igual en esta ley que en la legislación civil y comercial (art.
1), porque estas modalidades agrarias son dos marcos estructurales de pluralidad funcional,
que les permiten albergar todas (y no sólo algunas) de las manifestaciones posibles de los
vínculos asociativos dentro de un mismo objeto típico y exclusivo, relativo al sector rural.
Se trata de dos figuras que no se distinguen entre sí por los fines (que son múltiples), ni por
su objeto (que se encuentra acotado); y que no resultan determinantes o ligados a una
estructura interna dispuesta de manera inflexible por la ley, más allá de ciertos límites de
base.
De esta manera, la ley sólo proporciona los elementos indispensables dentro de un
diseño estructural, y con ellos, los sujetos construyen el vínculo según su voluntad e interés,
dentro de los márgenes legales. El régimen así resulta más libre y flexible y se apoya mucho
más en la autonomía de la voluntad.
Ahora bien, ¿qué sentido y alcance le brinda la ley a los términos “asociación” y
“sociedad”? Ya hemos visto que ambos términos han recibido en nuestro ordenamiento
jurídico (y en muchos otros) una fuerte influencia dogmática que tiene origen en el Derecho
francés, pero que en todo caso, responde a un sistema moldeado por razones históricas y
que lo condujeron a una modalidad particular de concebir a estas dos figuras. Esta ley no se
adscribe a dichas concepciones. Por lo tanto, no debe entenderse que las asociaciones y
sociedades agrarias son un simple apéndice de las civiles y comerciales, sino de las
asociaciones y sociedades en general.

Naturaleza jurídica de las asociaciones agrarias y sociedades agrarias:


La Ley se enfatiza en un aspecto diferente al que lo hace la materia civil y comercial para
distinguir la asociación de la sociedad: recurre habitualmente a la diferencia de fin. Por un
lado, el art. 4 dispone que “las asociaciones agrarias son aquellas en que la voluntad
asociativa se forma por acto constitutivo previsto en documento público o privado suscrito

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por los fundadores, con el objeto previsto en esta ley”. Por otro lado, el art. 9 establece que
“las sociedades agrarias son aquellas constituidas por contrato escrito público o privado,
otorgado por las partes, con la finalidad de cumplir el objeto previsto en esta ley”.

Esta postura legislativa responde al criterio por el cual cada negocio constituye el
soporte de una estructura asociativa distinta: la asociación, dispuesta en base a la
universalidad, y la sociedad prevista en base a la individualidad. La primera permite una
vinculación de índole impersonal y abierta, y la segunda otra de índole personal y cerrada.

De todas maneras, para lograr una noción plena de estas figuras, se requiere desarrollar
y complementar otros elementos conceptuales contenidos en esta y demás disposiciones
que forman el marco regulatorio.
Naturaleza del negocio jurídico de la asociación agraria:
Como ya vimos, el art. 4 de la ley recoge la postura de que la asociación se forma por un
“acto constitutivo”. Para Messineo, es “el acto específico en virtud del cual se constituye una
asociación”; que en su naturaleza no es un contrato, sino un acto colectivo. En este sentido,
el inciso 2 del art. 1 del Decreto 403/04 dispone: “Las asociaciones agrarias se constituyen
por acto colectivo en el cual dos o más personas con intereses comunes, unen sus voluntades
y aportes, bajo las reglas que estipulen estatutariamente, para lograr el objeto y fin social
expresado en dicho acto y comprendido en la ley”.

Al respecto, dice Messineo “el acto constitutivo se caracteriza porque las declaraciones
de voluntad, de dos o más sujetos, son del mismo contenido y están dispuestas
paralelamente, se unen entre sí (pero permanecen distintas entre sí) y tienden a un fin
común y a un común efecto jurídico, en el que participa cada uno de los declarantes.
Por lo tanto, el acto constitutivo es un acto unilateral, porque hay pluralidad de sujetos
(que concurren individualmente al acto), pero no de partes y admite entonces un número
indefinido de voluntades, que se suman bajo un mismo interés grupal. En este negocio existe
un solo centro de interés, que es el interés del grupo. En efecto, los intereses individuales de
cada sujeto no se proyectan ni tienen eficacia alguna en el acto de constitución. En cuanto a
intereses opuestos, se entiende que desde el instante que deciden su participación es
porque su interés es común (no hay intereses opuestos entre los sujetos), y es el de todos
ya que en este negocio no hay lugar para intereses diferentes.
Los derechos y obligaciones se rigen por el Estatuto que constituye la norma interna y
contiene reglas generales y abstractas aplicables a todos y que se aprueba en el acto de
constitución (art. 4).
El acto colectivo tiene una función constitutiva y un importante efecto jurídico: la
personería. Es decir, nace un nuevo sujeto del derecho, el cual se obtiene desde la
constitución misma según el art. 10, y allí nacen también las reglas (estatutos) que habrán
de regularla. En efecto, los estatutos se aprueban en el acto colectivo y forman parte del
mismo (literal E del art. 4).

El acto colectivo, por su propia naturaleza unilateral, se agota con la constitución de la


persona jurídica.
Cabe destacar que no existen asociaciones personales y cerradas, dado que no está en su
esencia; es decir, la estructura de la asociación es abierta de índole impersonal. Esto no
significa que en los hechos puedan “cerrarse” y “personalizarse”, ya que es algo diferente a
lo que acabamos de afirmar (puesto que no responde a la estructura del negocio ni de la

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persona cerrada, sino a la mera voluntad de los sujetos); un ejemplo de esto es cuando dos
productores constituyen una asociación agraria, en la cual integraron todo el capital, y no
incorporan nuevos asociados.

El carácter impersonal y abierto significa que su estructura se compone de “elementos


móviles” y “variables”, de manera que su alteración no requiere modificación del negocio
original. En definitiva, lo que cuenta en la asociación es la continuidad y la fungibilidad de
los miembros. Por ejemplo, la exclusión o inclusión de un asociado no afecta el negocio
constitutivo, pues la voluntad puede separarse del resto del grupo o incorporarse, sin
necesidad de recurrir a su modificación.

La asociación agraria es una modalidad estructural que permite formar vínculos que,
más allá de la cuestión personal, tienen posibilidades de concretarse en base a
circunstancias de vecindad territorial, muy frecuentes en el agro.
La naturaleza del negocio jurídico que da lugar a la sociedad agraria:
Tratándose de una sociedad, la Ley N°17.777 en su art. 9 recurre a la figura del contrato
como negocio jurídico de base (ya aquí es diferente a la asociación). La sociedad agraria se
justifica como negocio que obedece a la necesidad de reconocer en el agro los vínculos
basados en la persona; y para ello se recurre al contrato y no al acto colectivo, pues el
negocio permite una figura cerrada (al contrario de la asociación que es abierta).

Es así que el art. 2 del Decreto 403/04 reglamentando el art. 9 de la ley, dispone: “las
sociedades agrarias se constituyen por contrato, en el cual dos o más partes, estipulan poner
algo en común para alcanzar el objeto y fin convenido y comprendido en la ley que se
reglamenta”. Por ende, es un contrato plurilateral.
Ahora bien, para el art. 1247 del Código Civil, el contrato admite sólo dos partes y genera
obligaciones recíprocas; las partes persiguen fines contrapuestos y la prestación de cada
una se dirige directamente a la otra, de modo que una es a cambio de otra, lo que las hace
interdependientes.
En los vínculos asociativos, como ya dijimos, los intereses no son opuestos sino
convergentes y existe una comunidad de fin; la prestación de cada parte no está dirigida a
satisfacer directamente el interés de la otra, sino que se encuentra al servicio de un fin
ulterior que le es común a todos y que no se produce por simple cumplimiento de las
obligaciones (aportar), por lo que asume características posteriores y eventuales al negocio
en sí.
Por lo que si bien en el régimen de nuestro Código Civil la sociedad se concibe como un
contrato, ello no concuerda con el concepto de contrato brindado por el art. 1247 del Código
Civil. A la luz de estas consideraciones es que hace ya años que la doctrina ha abierto paso a
una postura que acepta una nueva función y un concepto más amplio para la figura del
contrato: el denominado “contrato plurilateral” (el cual también es recogido en materia de
sociedades comerciales a través de la Ley N°16.060). La cuestión es un tanto paradójica, ya
que en verdad no es plurilateral en razón de la cantidad de partes, sino porque emite
obligaciones convergentes y no recíprocas, lo que potencialmente le permite albergar más
de dos partes, lo que no es lo mismo (nada impide por ejemplo, que exista una sociedad de
dos partes, e igualmente el contrato sería plurilateral).
En conclusión, el contrato a que refiere la Ley N°17.777 no es el mismo contrato que
define el art. 1247 del Código Civil.

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La ley alberga al contrato plurilateral como figura cerrada y personal y no abierta e
impersonal, por lo que a pesar de su individualidad mantiene en su disciplina importantes
afinidades con la del contrato previsto en el art. 1247 del CC. En este sentido, la disciplina
de la sociedad agraria en esta ley da lugar a un vínculo asociativo cerrado en base a las
personas.
De esta manera, el art. 20 de la ley dice: “en todo lo no previsto en la presente ley, regirá
para las asociaciones y sociedades agrarias el régimen dispuesto para las sociedades civiles
en el Código Civil, en cuanto no resulte incompatible a la naturaleza y estructura de dichos
tipos sociales”. Y además, debe tenerse en cuenta lo que dice el inciso final del art. 9, el cual
prescribe expresamente las vigencias de las normas y principios generales en materia de
contratos.
Según Guerra, no hay nada en la naturaleza y estructura de la sociedad agraria conforme
se la define en el art. 9 que la haga incompatible al régimen de la sociedad civil (en particular
de la sociedad civil de objeto agrario exclusivo, prevista en el art. 21 de la ley), pues es
también una figura plurilateral de índole personal.
El hecho de que la sociedad sea cerrada significa que su estructura se compone de
elementos fijos y no mutables, en el sentido que cualquier modificación requiere a su vez la
modificación del negocio original y el consentimiento unánime de todos los socios (art. 1891
del Código Civil). Así, los socios no pueden irse, ni pueden incorporarse otros nuevos sin
modificar el contrato, lo que sucede también con el capital, el que no puede aumentarse ni
disminuirse sin dicha reforma contractual.
Por ello, a diferencia del acto colectivo, la función del contrato de sociedad agraria no es
meramente constitutivo, sino que mantiene una función que sirve de base a toda la relación,
más allá de la persona jurídica, pues es el negocio jurídico (contrato plurilateral) que genera
los derechos y obligaciones.
Además, la sociedad agraria es también una estructura de índole personal. Según
Gamarra, esto implica que en la sociedad agraria rige el principio personalista de acuerdo
al cual se considera a la individualidad de cada socio como un elemento esencial del vínculo.
No obstante, debe subrayarse que el carácter personal en la sociedad agraria se encuentra
atenuado en ciertos aspectos (art. 17), de modo de hacerla un instrumento útil y dinámico
en base al principio de la autonomía de la voluntad. Así por ejemplo, no se disuelven por la
muerte, incapacidad o insolvencia (aunque se admite el pacto en contrario según el art. 17).

Objeto y fin de las asociaciones y sociedades agrarias:


Para completar la noción de estas dos figuras, hay que recurrir a otros dos elementos
sociales: al objeto y al fin. Pues bien, no hay diferencias de objeto y fin entre estas dos figuras
asociativas. Esto ya marca la adopción de un criterio distinto al de la legislación comercial y
civil, puesto que estas últimas dos recurren a los elementos del objeto y del fin para
diferenciar entre asociación y sociedad.
Ambas figuras agrarias tienen pluralidad de fines pero unicidad de objeto (objeto
limitado), precisamente en un sentido inverso al de las sociedades mercantiles que admiten
pluralidad de objetos pero tan sólo un único fin (el reparto de una ganancia proveniente de
la actividad social).
La expresión “objeto” en materia asociativa tiene más de un alcance y es importante
referirlos, ya que en la ley este elemento asume características que como indicamos son
típicas y excluyentes. En efecto, de acuerdo al art. 1.3 de la ley, la asociación como la

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sociedad agraria no pueden unir a su objeto otro u otros que no se encuentren
comprendidos en las actividades referidas en el art. 1.1 y 1.2. Asimismo, quedan excluidas
de la ley aquellas formas asociativas que no se constituyan bajo alguno de los tipos previstos
en la misma, para lo cual es decisivo el límite legal del objeto.
Como primer paso en la individualización del objeto asociativo, corresponde distinguir
entre el objeto del negocio y el objeto de la persona jurídica (a este último se lo refiere como
el “objeto social”). El objeto social refiere al sujeto colectivo (persona jurídica). En términos
generales, puede decirse respecto a esta ley que el objeto es el elemento que determina el
ámbito material limitado donde puede legalmente concretarse la comunidad de fin. Lo
configuran la actividad agraria (según se le define en el art. 3) y otras operaciones concretas
no agrícolas per se, así como actuaciones sociales propias del medio rural previstas en el
art. 1.
Del art. 1 de la ley surge en primer lugar, que puede ser objeto la actividad agraria, la cual
es definida a su vez por el art. 3: “a los efectos de esta ley se reputan agrarias, las actividades
destinadas a la producción animal o vegetal y sus frutos, con fines de su comercialización o
industria, así como también las de manejo y uso con fines productivos de los recursos naturales
renovables
Se consideran comprendidas en ellas las actividades realizadas por los productores rurales
de manera directamente conexa o accesoria sea para sostén de su explotación, o como
complemento o prolongación de sus actos de producción o servicio”.
Vemos que en el inciso primero se define la actividad agraria per se, mientras que en el
segundo inciso se define aquello que si bien no es actividad agraria per se, la ley considera
como si lo fuera, y que da lugar al fenómeno de la conexión y al de la actividad accesoria.
Corresponde señalar que en el inciso primero, la ley recoge las dos corrientes
conceptuales más importantes para identificar jurídicamente el elemento técnico o
industrial del fenómeno agrario en el mundo moderno; es decir, aquella corriente que funda
la individualidad de la agricultura en la naturaleza de lo que se produce (productos de
origen animal y vegetal y sus frutos), y la otra corriente que lo hace a partir de la identidad
e importancia social de los bienes con que se produce (recursos naturales renovables).
Ahora bien, estos criterios no son en verdad incompatibles o antagónicos, ya que ambos
concurren por igual para identificar a la actividad agraria; lo que la realidad indica es que
no es necesario que ambos criterios deban existir siempre de manera conjunta, y por ello
nuestra ley adopta ambos criterios.

En este sentido, para nuestra ley es agraria tanto la actividad de la avicultura, la


suinicultura, o la cunicultura y otras modalidades más actuales como la cría de yacaré, de
lombrices, caracoles, ñandú (aún cuando no requieren tierra ni del medio rural como factor
de producción); así como también las actividades que no implican sólo el manejo de los
recursos naturales renovables, con fines productivos, como por ejemplo la piscicultura en
ríos o cursos naturales, o la cría de la nutria salvaje, y mismo el suministro de agua para
riego, o las tareas de recuperación agrícola de los suelos, e incluso hasta la propia pesca.
Ahora bien, para que exista agricultura nuestra ley exige por un lado que la actividad
tenga por finalidad la comercialización o industrialización de la producción animal o
vegetal y sus frutos. Así es como se considera actividad agraria la floricultura, pero no la
jardinería (una tiene una finalidad económica, y otra no). Lo mismo sucede con la cría de
perros de raza para su venta (que sí es considerada actividad agraria), pero no el simple
cuidado o adiestramiento de animales domésticos.

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Por su parte, en lo que refiere a la actividad agraria como manejo y uso de los
recursos naturales renovables, la ley exige que se realice con fines productivos. De
esta manera, es considerada actividad agraria el manejo y suministro de agua para riego,
pero no para producir energía eléctrica, o procurar aguas termales para un servicio
medicinal o de recreo.
Finalmente, nada impide que las actividades referidas puedan llevarse a cabo a título de
servicio, como emana del art. 3 in fine.

Son llamadas actividades “conexas” aquellas actividades que si bien no son


esencialmente agrícolas (no son agrarias per se) tienen un vínculo económico y material
con la actividad agraria, en tanto son realizadas por los mismos “productores rurales”.
Vienen a unificarse o complementarse y ser en verdad toda una (junto a la actividad agraria
per se), en cuanto no implican una verdadera intermediación entre una y otra fase del
proceso productivo, sino una simple prolongación de aquella; es por ello que la ley dispone
que “…se consideran comprendidas en ella…”. En suma, se trata de actividades en las cuales
el productor rural además de su actividad propiamente agraria, realiza otras que o bien le
facilitan, o bien le incorporan valor en el mercado a lo que produce en su fase agraria (si la
realizara de manera autónoma y no conexa a la actividad agraria per se, sería un objeto de
una empresa comercial, y no formaría parte de la materia agraria).
La actividad conexa entonces es una actividad que en teoría y aisladamente no es
considerada propiamente agraria, pero la ley la considera como si realmente lo fuere y por
tanto el productor rural (la asociación o sociedad agraria en este caso) no se transforma en
comerciante, pues esa actividad se le considera comprendida dentro de su giro agrario y por
tanto de su objeto social.
Por su parte, la actividad accesoria no es lo mismo que la conexa. Las actividades
accesorias no tienen un vínculo necesario con la actividad agraria, pero quedan igualmente
comprendidas en ella pues se llevan a cabo, o mejor dicho, no tendrían ocasión de verificarse
concretamente si no fuera porque aquella existe. Puede existir actividad conexa sin que sea
accesoria; es el caso en el que el productor final tiene más de valor agregado que de
producto de base (por ejemplo, del vino y la uva, del queso o la manteca y la lecha, o el aceite
y la aceituna). Así como también pueden existir actividades accesorias sin conexión (como
el flete que una explotación forestal realiza con sus camiones cuando están
circunstancialmente ociosos, o el agro turismo).
Según Guerra, la letra “o” entre los términos “conexa” y “accesoria” tiene alcance
disyuntivo, de modo que para la ley se admiten en el objeto social tanto las actividades
conexas como accesorias, y no sólo las conexas en cuanto sean accesorias.

Para que una actividad se considere conexa o accesoria debe reunir dos requisitos: uno
subjetivo y otro de alcance objetivo. En este sentido, la ley dispone que en primer lugar debe
tratarse de actividades “…realizadas por los productores rurales”; admite una solución
amplia, puesto que la conexión de las actividades viene referida a los productores (en
plural), lo que significa que cuenta como hipótesis legal de conexión no sólo al productor
individualmente considerado, sino a los productores entre sí. Por ejemplo, una asociación
agraria que tenga por objeto la explotación de viñedos, podrá elaborar vino de su uva; pero
nada impide que adquiera uva de otros productores si le fuere necesario para su producción
de vino (con las limitaciones que veremos luego).
Este último sería el requisito subjetivo.

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Lo que parece adquirir más importancia al menos en nuestra legislación, es el requisito
de carácter objetivo que indica la ley: las actividades conexas y accesorias se admiten como
tales en la medida que se realicen de manera “directa” “…y como sostén de su explotación o
como prolongación o complemento de sus actos de producción o servicios”. El problema aquí
es precisar el criterio que habrá de emplearse para acreditar estos extremos legales. El tema
queda resuelto a través del art. 20 del Decreto 403/04, el cual dispone que para que una
actividad se considere conexa o accesoria el volumen de inversiones en ellas debe ser
menor que el afectado por los productores a la actividad agraria. Así se esfuma el
problema y este recibe una solución concreta.
En conclusión, una asociación o sociedad agraria que tenga simplemente por objeto la
actividad agraria, podrá realizar operaciones conexas a su producción, sin por ello
desnaturalizar al tipo social (como envasar su tomate, dar frío y conservar sus frutos,
deshidratar hortalizas, acopiar y empacar para su producción para venta directa, hacer vino
con su uva y aceite con sus olivos, o queso y manteca con su leche, etc.). Del mismo modo
que podrá realizar actividades accesorias, como ser alojamiento y servicios afines con el
turismo rural. PERO, para ello el mayor volumen de inversiones debe encontrarse afectado
a la actividad agraria (inciso 1 del art. 3), aunque el valor del incorporado a sus productos
de base o la facturación del turismo rural sea mayor. ¿?
Debe aclararse que la conexión no existe entre modalidades diferentes de una misma
actividad de naturaleza agraria, ni tampoco existe conexión entre fases operativas distintas
de una misma actividad. De esta manera, cuando un productor presta un servicio de cosecha
a otros, con su maquinaria, después de uso propio, no hay conexión, sino actividad agraria
de servicios. Tampoco hay conexión entre una actividad de riego y otra de cultivo de arroz,
pues ambas actividades están comprendidas en el inciso primero del art. 3.
AHORA BIEN, además de la actividad agraria, la ley en el art. 1.2 agrega: “que los
productores rurales podrán crear los tipos sociales previstos en la ley con la finalidad además,
de realizar cualquiera de los siguientes objetos sociales.”. Esto significa que hay otros objetos
comprendidos en la ley, que no son la actividad agraria.
Cabe destacar que las operaciones indicadas en el art. 1.2 no son excluyentes, es decir,
no están reservadas a las asociaciones o sociedades integradas exclusivamente por
productores rurales. Nada impide que otros sujetos no productores rurales también la
integren, conforme se dispone en el art. 1.1, donde se prevé que la posibilidad de asociarse
es de los productores entre sí o con terceros que no lo son, o que los productores transfieran
su participación a quienes no lo son. Lo que sí sucede es que estas operaciones como objeto
social tienen mayor significado y utilidad en la medida que existan productores rurales
como socios, pues a ellos es que se encuentran referidas a modo principal. En este sentido,
el límite no es formal, sino que habrá de surgir en cada caso, según las circunstancias del
emprendimiento.
Estas otras actividades que pueden ser el objeto social son:

- La prestación de servicios y el uso de los bienes sociales. Esta prestación de


servicios a las que refiere el literal A del art. 1.2 es de naturaleza agraria y de
contenido económico. Como en nuestro Derecho la prestación de servicios no tiene
una naturaleza jurídica determinada asignada por la ley, pueden asumir naturaleza
civil o mercantil o agraria. Por esta naturaleza es que la norma habilita como objeto
a los servicios agrarios, no sólo a los socios, sino a terceros de modo indiferente.

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- La comercialización, industrialización y otras actividades de valor agregado.
Son ciertas operaciones concretas de índole no agrícola. Se les admite en el objeto a
favor de terceros sólo de manera accesoria. El sujeto colectivo con este objeto puede
comercializar o industrializar bienes provenientes de sus miembros, y sólo
accesoriamente respecto a terceros.
- Conservación y aprovechamiento de recursos y tareas de promoción social del
agro. Se trata de diversos objetos que hacen referencia a otras funciones del
fenómeno rural que no son directamente de producción, ni están revestidas
necesariamente de contenido económico. Apuntan a otros asuntos del desarrollo
rural (la función ecológica y la función social).

La pluralidad de fines en la asociación y en la sociedad agraria:


Si el objeto es el elemento que determina el ámbito material limitado donde operan las
figuras asociativas (la actividad agraria y otras operaciones conexas y accesorias concretas
y actuaciones sociales propias del medio rural previstas en el art.1), el fin es el interés de la
comunidad (reparto de ganancias o reparto de otros beneficios; o prestar servicio al socio,
u obtención de otros beneficios directos, o bien ayuda social en el medio rural previstos
también en dicho art. 1) en el ámbito de tal objeto.
Aquí no nos referimos al fin del negocio, sino al fin social que es el que corresponde a la
sociedad o asociación agraria como sujeto de derecho.
En este sentido, corresponde distinguir el fin social que proviene del régimen subsidiario
(que es el de las sociedades civiles, art. 20) y los fines específicos de la Ley N°17.777 (art.
1.2). De acuerdo al art. 20 de la ley y al art. 1875 del Código Civil, el fin de estas asociaciones
y sociedades agrarias puede consistir en el reparto de los beneficios que provengan de los
aportes; así por ejemplo, el objeto es la actividad agraria y el fin consiste en el reparto entre
los socios de las ganancias que de ella provienen.
PERO, la expresión “beneficios” incluida en la definición legal de la sociedad civil, es un
término amplio que incluye todo tipo de ventajas con tal que tengan contenido económico
y no sólo las que tengan carácter lucrativo; además, estos beneficios deben provenir de los
aportes (y no necesariamente de una actividad, como sucede en las sociedades comerciales).
Por ejemplo, puede repartirse la renta que provenga de un arrendamiento rural, donde no
hay propiamente actividad, pero es un beneficio que se genera dentro del ámbito material
del objeto social.
Lo importante es que estos beneficios deben siempre ser objeto de un reparto, es decir,
deben ser generados en cabeza de la sociedad o asociación. El art. 1888 del CC dispone
expresamente que a falta de estipulación expresa las ganancias y las pérdidas se dividen
entre los socios a prorrata de sus respectivos capitales, y el art. 1890 establece que la
distribución de beneficios y pérdidas no podrá hacerse en consideración a la gestión de cada
socio.
El art. 1 de la ley, el cual ya lo estudiamos en sede de objeto, no sólo refieren al objeto
social, sino que también incluyen aspectos jurídicos relativos a los fines asociativos que
resultan específicos de esta ley:
1. Que un productor rural se asocie a una asociación agraria para recibir servicios,
como el de siembra o de cosecha, con la finalidad de lograr una “economía de escala”
(literal A), o aprovechar de manera individual bienes de la entidad colectiva, son
fines específicos previstos en esta ley, pues el beneficio no proviene de un reparto,

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sino que el socio lo percibe de manera directa: la economía de escala es para la
explotación agropecuaria del socio, no para la sociedad.

2. Igualmente la asociación puede tener por objeto industrializar productos de sus


asociados (literal B) con el fin de que estos luego vendan por su cuenta; o bien
comercializar los productos directamente con o sin industrialización, obteniendo
mejor precio en el mercado como efecto de la venta colectiva, beneficio que lo
percibe cada socio directamente en el precio que cobra. En este sentido, uno de los
fines posibles de estas figuras es eliminar intermediarios.

3. Por su parte, el literal C responde a la posibilidad de cumplir entre otros, fines


puramente sociales o de ayuda social para el medio rural. Ej sociedad de fomento
rural.
En síntesis, se pueden repartir beneficios (y no sólo ganancias en dinero), prestar
servicios a sus socios o asociados de muy diversos contenidos; se puede también prestar
ayuda social al medio rural y particularmente en la zona donde se asienta.
Las diferencias de naturaleza con otras figuras asociativas y sociales:
La disciplina que esta ley les confiere a las figuras asociativas agrarias les proporciona
una identidad que fácilmente las distingue de las civiles y comerciales, como tipos sociales
de otra naturaleza.
a. Las diferencias entre la asociación agraria y la civil:
No existe en nuestro Derecho una definición de Asociación Civil, sino que es un tipo
asociativo que se maneja bajo conceptos doctrinarios firmes inspirados básicamente en la
ley francesa de 1901. Esta última la define por oposición a la sociedad, como “la convención
por la cual dos o más personas ponen en común de una manera permanente sus conocimientos
o su actividad con un fin distinto que el reparto de beneficios”. Por tanto, ambas asociaciones
(la civil y la agraria) comparten una misma estructura abierta; pero, la asociación civil no es
reconocida con la finalidad de repartir beneficios, y la asociación agraria sí puede tener
dicha finalidad.
Las asociaciones civiles para constituirse requieren ser reconocidas y aprobadas por la
Secretaría de Estado. Luego de pasar dicho examen, recién pueden inscribirse en la Sección
Asociaciones Civiles y Fundaciones, Registro de Personas Jurídicas (y al inscribirse
adquieren personería jurídica). En dicho momento, su funcionamiento y el cumplimiento de
sus fines y objeto pasan a encontrarse sometidas al control administrativo del Poder
Ejecutivo (Ministerio de Educación y Cultura), que incluso las puede sancionar y hasta
intervenir, lo que no sucede con las Asociaciones Agrarias.

Sin perjuicio de estas diferencias, ambas asociaciones comparten además de su


estructura abierta, el hecho de que las Asociaciones Agrarias pueden acumular sus fines
lucrativos, de índole social, relativos al medio rural. Aquí queda claro que una asociación
agraria no es una modalidad de asociación civil, sino que es un tipo asociativo más.
b. Las diferencias entre las asociaciones y sociedades agrarias y las sociedades
comerciales:
En primer término, las asociaciones y sociedades agrarias son figuras que tienen
pluralidad de fines, y un objeto limitado, típico y excluyente (art. 1 de la Ley N°17.777). En
cambio, las sociedades comerciales o mercantiles son inversas a estas características, pues
tienen objeto abierto o múltiple (art. 4 de la Ley N°16.060), pero el fin es único y siempre el

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mismo en todos sus tipos sociales (participar en las ganancias y soportar las pérdidas que
produzca el ejercicio de una actividad comercial organizada; art. 1 de la Ley N°16.060).

Más allá de estos aspectos, las sociedades comerciales conectan su único fin a tipos fijos
o preordenados en sus estructuras, mientras que las figuras agrarias son dos géneros o
marcos estructurales dentro de los cuales opera la autonomía de la voluntad, de manera que
los asociados y socios puedan construirlas a su medida, según su voluntad e interés y de
acuerdo a los diversos fines que se propongan lograr.

Asimismo, estas últimas son más sencillas de constituir y su funcionamiento no tiene otro
control que el de los propios interesados; salvo en lo que refiere al registro de sus estados
contables.
Constitución y tipo social de las asociaciones y sociedades agrarias:
Para crear una Asociación o Sociedad Agraria, se requiere primero un acto de
constitución (arts. 4 y 9) y luego, un acto de inscripción del negocio en la Sección Sociedades
Agrarias del Registro de Personas Jurídicas de la Dirección General de Registros Públicos.
No se exigen publicaciones en ninguno de los casos.
1. ASOCACIÓN AGRARIA Y SU CONSTITUCIÓN:
Como ya vimos, el acto constitutivo de una asociación agraria se compone de un acto
colectivo y de los estatutos que en él se aprueban; en cambio, el acto constitutivo de una
sociedad agraria se compone de un contrato plurilateral. Ambas figuras quedan constituidas
a partir de el perfeccionamiento del negocio jurídico respectivo, y desde esa constitución
gozan de personería jurídica (art. 10).
La nota a destacar de manera general es la gran sencillez con que se crean estas figuras,
en cuanto la norma no dispone exigencias mínimas ni máximas de capital, ni número
especial de socios (alcanzan 2) ni existencia de órganos preceptivos, ni formalismos para el
valor de los aportes ni la exigencia de las publicaciones.
El acto constitutivo por el cual se constituye una asociación agraria debe contar en
primer término con los requisitos esenciales que son comunes a todos los negocios jurídicos
(debe estar exenta de vicios, y expresada por personas con capacidad de obrar); la ausencia
de estos presupuestos o requisitos provocan nulidad, pero que sólo afectan al nexo
individual y no se propaga al negocio asociativo. Esto significa que si 10 personas resuelven
constituir una asociación agraria y uno de ellos prestó su voluntad viciada por error, el
problema no afecta al negocio en general, ya que las voluntades son independientes y no se
apoyan las unas en las otras; por lo que la voluntad de los restantes es suficiente para
perfeccionarlo. La excepción a esto es cuando los fundadores de la asociación son
únicamente 2 y uno de ellos sea incapaz, en este caso sí se afecta el negocio jurídico
completo.

La causa del negocio jurídico que da lugar a la asociación, ósea la finalidad del mismo,
radica en la constitución de la persona jurídica. El acto constitutivo como negocio unilateral
sólo concentra un interés común típico a todas las voluntades (sumadas), que consiste en la
creación y disciplina de la persona jurídica prevista legalmente.
En razón de dicha naturaleza, en el caso de la asociación agraria las relaciones de los
asociados entre sí y con la asociación pasan a un plano orgánico e institucional, que se
gobierna por normas generales y abstractas contenidas en los estatutos, que se aprueban
en el mismo acto de constitución.

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Conviene no confundir este elemento del negocio (la causa, finalidad del mismo) con el
fin social, anteriormente referido, y que corresponde al sujeto colectivo que es creado. El fin
del negocio (acto colectivo) para el caso concreto de este tipo asociativo es la creación de la
persona jurídica aunque el fin de esta pueda ser múltiple (reparto de beneficios, prestación
de servicios a los asociados, etc.).
Respecto al objeto del acto colectivo, debe recordarse que como negocio unilateral no
genera obligaciones. La obligación a aportar emana de la ley que así lo impone para el acto
(art. 4). El aporte se debe al sujeto colectivo y no a los otros asociados, y la entidad no forma
parte del negocio mismo.

Como ya dijimos, desde el punto de vista subjetivo, la ley no dispone la necesidad de un


número mínimo de sujetos para constituir una asociación agraria. Sin embargo, puede
inferirse que al menos son dos los necesarios. Coherente con ello, no podría admitirse
tampoco que una vez obtenido el tipo asociativo, la entidad opere con un solo asociado
(aunque el régimen no prevé sanción alguna para el caso que lo haga).
Si bien la norma no impone una cantidad mínima, exige en cambio un requisito de
legitimación muy importante: por lo menos uno de los otorgantes debe ser un productor
rural, cualidad que tiene que acreditarse dejándose constancia en el mismo acto constitutivo
(arts. 1 y 4 del Decreto 403/04). Este decreto reglamentario exige en su art. 4 que la calidad
de productor se acredite por cualquier medio documental de donde surja su inscripción y si
no existiere, mediante declaración del propio sujeto; debiéndose en todo caso expresar la
modalidad de actividad agraria que realiza. De ello se debe dejar constancia expresa en el
acto constitutivo. Y en el caso de que el productor rural sea una persona jurídica, se deberá
además estar al objeto social, lo que es un control coherente por el principio de especialidad
(la persona debe tener por objeto la actividad agraria). Es difícil que un productor rural no
se encuentre inscripto en ningún organismo o entidad del cual surja su calidad de tal, pero
en si no existiere por alguna razón, entonces se podrá estar a la declaración del sujeto, que
deberá recabarse en el propio documento.
Para la constitución de una asociación agraria, se exige además una forma y un contenido
específico. Igualmente se exige un contenido más detallado para la inscripción en el
Registro. Esta doble exigencia lleva a que en la práctica ambos aspectos (constitutivos y
registrales) resulten acumulados y presentes en el acto colectivo.
La forma para la constitución está impuesta en el art. 4 de la Ley N°17.777, que dispone
que el acto constitutivo (colectivo) del que nace una asociación agraria debe instrumentarse
en documento público o privado. Esta forma no es un requisito de solemnidad, sino un
requisito de exigencia de la figura social; es decir, legalmente es necesaria para la
constitución de la personería jurídica y más ampliamente, presupuesto para la
configuración del tipo social (art. 10 de la ley, y 7 del Decreto 403/04).
Para obtener el tipo social (constitución e inscripción), el acta debe reunir los elementos
necesarios para su constitución y los elementos necesarios para su inscripción. Sin perjuicio
de ello, como la ley faculta a los otorgantes incluir aspectos que dependen de la autonomía
de la voluntad, existe la posibilidad de que a los elementos necesarios (constitutivos y
registrales) del acto colectivo, se le incorporen otras estipulaciones facultativas o
accesorias, las que se encontrarán especialmente a nivel de los estatutos (art. 8 del decreto).
El acta debe contener los siguientes elementos preceptivos:

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- Fecha del acto constitutivo, y aunque no se mencione expresamente es natural que
se indique el lugar. Numeral 2 del art. 7 del decreto.

- Expresión de la voluntad asociativa de crear una asociación agraria, conforme las


normas de la ley y su reglamento (art. 4 de la ley e inciso 2 del art. 1 del decreto).
- El objeto social. Art. 1 de la ley. Recordemos que puede acumular los diversos
objetos previstos en la ley a texto expreso y que sirve también para marcar el
alcance del fin asociativo.
- Identificación de los fundadores.
- Aportes de cada uno de los fundadores.

- Razón social.
- Domicilio de la asociación.
- Valor del capital expresado en moneda nacional, su carácter de limitado o ilimitado
y el valor de las partes sociales, con indicación de si son escriturales o títulos
indivisibles, nominativas o al portador.

- Aprobación de los estatutos sociales y su contenido.


La omisión total o parcial de los elementos constitutivos preceptivos en el acta
respectiva, da lugar a la forma incompleta, que según Guerra equivale a ausencia de
forma, pues el negocio no está perfeccionado en su calificación legal, y por tanto no
se puede lograr el efecto previsto en la ley.
Ahora bien, los estatutos son las reglas generales y abstractas que se aplican a los
asociados y gobiernan a la asociación. La ley en el literal E de su art. 4 exige que los
fundadores los aprueben en el acto de constitución, por lo que forman parte de este. Nacen
del acto colectivo que los aprueba, pero luego tienen su propia vida.
Los estatutos también deben contener elementos preceptivos y se les puede agregar a
estos últimos otros elementos voluntarios o accesorios. El contenido preceptivo de los
mismos resulta del literal E del art. 4 de la ley, reglamentada por el art. 7 numeral 9 del
Decreto 403/04. En este sentido, los estatutos deben contener:
- Las mismas estipulaciones previstas en el acta de constitución, con excepción del
nombre de los fundadores y su aporte.
- Los elementos preceptivos especiales de los estatutos.
Por su parte, los elementos voluntarios resultan del art. 8 del Decreto, que efectúa una
relación de síntesis de aquellos que la ley admite a texto expreso.

Señalamos recién que los estatutos deben contener los mismos elementos del acto
colectivo, con excepción del nombre y aporte de sus fundadores. PERO, los estatutos
también deben contener además otros elementos que también son preceptivos, que no
están dispuesto en el contenido del acto colectivo, y que por tanto son especiales a estas
reglas. Ellos son tres:
a) Los que refieren a los derechos y obligaciones de los asociados.
b) Los que refieren a la forma de administración.

c) La determinación de la fecha del ejercicio económico.


90
Si bien estos aspectos son preceptivos, se regulan por el principio de la autonomía de la
voluntad, lo cual significa que no pueden omitirse ni prescindirse de ellos en los estatutos,
pero pueden disponerse conforme el interés y voluntad de los fundadores. Esto siempre y
cuando ello no implique una desnaturalización de los vínculos asociativos, o una
desnaturalización del tipo social que constituyen.
Por su parte, el art. 8 del Decreto prevé un listado de los elementos accesorios o que
voluntariamente los fundadores entiendan del caso incluir en los estatutos:

a. La existencia de limitaciones al ingreso o egreso de los asociados y de pactos


mínimos de permanencia conforme el art. 7 de la ley.
b. El plazo de duración.
c. La existencia de limitaciones en la transmisión de las partes sociales.
d. Las causales de disolución que no estén previstas en el art. 16 de la ley.
Esta nómina de aspectos que pueden voluntariamente introducirse en los estatutos de
acuerdo al art. 8 del Decreto, son aquellos que resultan del texto expreso de la ley.
2. SOCIEDAD AGRARIA Y SU CONSTITUCIÓN:

El art. 9 in fine dispone que en materia de sociedades agrarias “…regirán las normas y
principios generales en materia de contratos”. Por lo tanto, el régimen de la capacidad y el
consentimiento de los socios en el contrato plurilateral siguen reglas generales que rigen la
materia. No obstante, las consecuencias en caso de no reunir estos requisitos no son las
mismas, puesto que se trata de un negocio plurilateral.
Supongamos que el consentimiento de un socio se encuentra viciado por error y es nulo
(art. 1269 del Código Civil), si fuera una sociedad mercantil y el objeto igualmente puede
cumplirse sin dicho socio el contrato no se ve afectado por nulidad (esto se debe a que en la
materia comercial hay una norma especial que dispone que sólo opera respecto del vínculo
del individuo a quien afecta el vicio y no respecto al negocio completo; art. 24 de la Ley
N°16.060). Lo mismo sucede en el acto colectivo, aunque por otras razones derivadas de
que a diferencia de los contratos, las voluntades sólo se suman y son independientes las
unas de las otras. No cabe duda tampoco que en materia de sociedades civiles y agrarias
puede cualquier socio dar por disuelta la sociedad, pero en base a que la relación es “intuitu
personae” (art. 1926 del Código Civil); este problema no atañe a la esfera de voluntad de los
demás socios y la rescisión, sino a la existencia o no de una nulidad que afecta al negocio
como tal, por falta de uno de sus requisitos, aún teniendo la voluntad de los restantes. No
hay textos positivos que dispongan una solución especial fundada en el carácter plurilateral
y que permitan apartarse de la regla general de los contratos.
Su objeto no es otro que la regulación normativa y no escapa a toda la problemática que
rodea a este elemento en materia contractual. No debe confundirse el objeto del acto
colectivo con el objeto social, el cual es el de la persona jurídica.
La doctrina mayorista es coincidente en que la causa del contrato de sociedad, como la
de todo negocio asociativo es la comunidad de fin específico. El negocio no sólo tiene un
alcance de carácter constitutivo (como el acto colectivo), sino también otro propiamente
funcional, de carácter organizativo, que atañe a la vida misma de la sociedad y las relaciones
de los socios. El contrato no desaparece por la creación del sujeto jurídico, porque como
negocio es el soporte de todas las reglas que gobiernan los derechos y obligaciones de los
socios y la vida de la sociedad y sus demás aspectos internos o externos. Si cambia un socio

91
o cualquier otro elemento contenido en el acto de constitución, debe modificarse el contrato
social.

Por su parte, para la constitución de una sociedad agraria también se exige una forma y
un contenido específico.
La forma en el negocio de sociedad refiere a que debe documentarse por escrito público
o privado (art. 9). Se trata de un contrato en el que “…dos o más partes estipulan poner algo
en común…” (art. 1 del Decreto 403/04). Al igual que en materia de asociaciones agrarias,
no es un requisito de solemnidad ni de prueba, sino de existencia de la figura social.
La forma comprende un contenido preceptivo y un contenido voluntario. El alcance
preceptivo es el mismo que el ya visto para las asociaciones agrarias, sólo que deben
incorporarse los aspectos estatutarios indicados en el cuerpo mismo del contrato y con
ciertas especificaciones que son propias de la figura (como el tipo de responsabilidad de los
socios -que en la asociación es siempre limitada pero en las sociedades puede ser limitada,
ilimitada o mixta-, los pactos de disolución por la muerte de los socios, etc.). En cuanto al
contenido voluntario, el art. 11 del decreto dispone una descripción de las cláusulas
facultativas que puede contener el contrato de sociedad.
Es también aplicable a las sociedades agrarias los límites a la autonomía de la voluntad
indicados para las asociaciones. Vale decir que no es admisible que se pacten estipulaciones
que desnaturalicen los vínculos asociativos que son propios del tipo social.
Estipulaciones prohibidas:
Para ambas figuras agrarias (tanto las sociedades como las asociaciones agrarias), rigen
las prohibiciones del art. 1892 del Código Civil. De esta manera, se prohíbe la estipulación
por la cual ninguno de los socios pueda renunciar aunque haya causa justa, o que cualquiera
de lo socios pueda retirar lo que tuviere en sociedad cuando quisiera, tampoco se admite la
estipulación por la cual al socio capitalista se le ha de restituir sus partes con un premio o
con sus frutos o con una cantidad adicional haya o no ganancia, etc.
Las cláusulas en tal sentido deben reputarse nulas por violación a una norma prohibitiva
(art. 8 del Código Civil), y por lo tanto se tendrán por no dispuestas (art. 12 del decreto).

Reglamentos internos:
El art. 4 in fine de la ley prevé la posibilidad de que se dicten reglamentos internos. Al
igual que los estatutos, se trata de normas generales y abstractas que determinan derechos
y obligaciones para los asociados. No obstante, no son lo mismo los reglamentos internos y
los estatutos.
Los reglamentos internos son normas que no tienen una proyección acerca del
funcionamiento externo de la asociación. Por tal razón, a diferencia de los estatutos, no son
actos inscribibles en el Registro. Por lo tanto, su existencia no es obligatoria para la ley. Dado
su existencia, obedece a razones operativas dentro de la sociedad, se trata de reglamentos
de un rango menor a los estatutos; aunque no por ello los asociados y socios pueden ser
violatorios de los mismos.
Sin embargo, dado la importancia de cada socio, la ley impone que sus reformas
requieren de las mismas mayorías que la reforma de estatutos (art. 4).
Las asociaciones y sociedades agrarias en etapa de formación:

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Una vez constituidas las asociaciones y sociedades agrarias, ingresan en un estado o
situación que el art. 12 de la ley denomina “en formación”; evidentemente lo que está en
formación es el tipo social y no la persona jurídica, pues esta ya existe. Esta situación jurídica
dura hasta que se produce su inscripción registral (art. 12.1). A diferencia de lo que sucede
con las sociedades comerciales (art. 7 de la Ley N°16.060) no hay término o plazo para dicha
inscripción, por lo que el estado “en formación” puede durar todo el tiempo que los
fundadores estimen, sin por ello convertirse en irregulares, como sucede con las figuras
mercantiles/comerciales.
Cuando las sociedades o asociaciones están en estado de formación, ya son personas
jurídicas (art. 10). PERO, según el art. 12.2, los fundadores, administradores y los
representantes son solidariamente responsables por los actos y contratos celebrados a
nombre de la sociedad o asociación sin poder invocar las limitaciones que se fundan en el
acto constitutivo (acto colectivo o contrato social). En este sentido, los terceros podrán
reclamar directamente contra todos los responsables, sin necesidad de dirigirse primero
contra la persona de la sociedad.
Una vez registradas obtienen el tipo social, y por ende los actos y contratos celebrados a
nombre de la sociedad o asociación se reputan hechas por estas, con el alcance que
corresponde a cada tipo social adoptado, y cesa la responsabilidad de los sujetos indicados
en el párrafo anterior. Para que opere esta liberación de responsabilidad, es fundamental
que al momento de la actuación se haya dejado constancia expresa de su estado “en
formación”; si esta constancia se omitiere, la responsabilidad de los sujetos por los hechos
y contratos celebrados en dicha situación se mantiene y perdura aún después de obtenido
el tipo social.
Primero dice que esos sujetos serán responsables solidariamente de los actos y contratos
realizados por la sociedad o asociación durante su situación de “en formación”, después dice
que una vez inscriptas ya pasan a tener el tipo social y por ende esos sujetos son liberados
de esa responsabilidad solidaria (porque deja de estar esa situación jurídica de “en
formación” supuestamente, ¿o no?). Pero en el último párrafo dice que para que
efectivamente sean liberados de esa responsabilidad solidaria se debe dejar constancia en
el acto o contrato que la sociedad o asociación en dicho momento se encontraba en estado
de formación, me mareó. Si lo entendes avísame.
¿Cuál es la naturaleza de la inscripción registral? En su naturaleza, la inscripción registral
es una carga de los interesados, que consiste en lograr que se produzcan los efectos
registrales. No es pues una obligación, ya que como sostiene Saltó la omisión no implica la
violación de una norma, sino que impide que se satisfaga un interés propio.
¿Cuáles son los actos inscribibles? Para la inscripción de cualquiera de las figuras que
estamos analizando, se requiere en primer lugar constancia de la previa inscripción en el
Registro Único de Contribuyentes (RUC).

Respecto a la asociación agraria, se inscriben “las actas de constitución del acto colectivo
y los estatutos” y “los actos modificativos y extintivos y las cancelaciones de los actos
inscriptos” (art. 6 del Decreto 403/04). Como el acto colectivo no admite modificación,
porque como ya hemos visto se agota con su perfeccionamiento, la inscripción de los actos
“modificativos” sólo es susceptible de aplicarse a los estatutos sociales (art. 11 de la ley). No
corresponde plantear la inscripción de las transferencias de las partes sociales, porque estas
surgen del propio acto constitutivo, negocio que se agota y no admite modificación; o de las

93
emisiones que realice luego la asociación a través de resoluciones sociales, las cuales
tampoco se inscriben en el registro.

Respecto de las sociedades agrarias, el art. 9 del citado Decreto dispone que se inscriben:
los contratos sociales, las transmisiones a cualquier título y modo de las participaciones
sociales, y los actos modificativos, extintivos y las cancelaciones de los actos inscriptos.

Debe tenerse presente que el sistema registral conduce a que las estipulaciones
accesorias que pudieran disponerse tanto para las asociaciones (art. 8 del decreto), como
para las sociedades (art. 11 del decreto) ameritan un asiento especial en la ficha registral.
Modificaciones y reformas de los actos:
El art. 11 de la ley prevé el hecho de que se modifique el estatuto o el contrato social,
según sea asociación o sociedad agraria. En ambos casos se debe proceder bajo las mismas
formas y por tanto, se deben cumplir con los mismos requisitos y exigencias dispuestas para
la constitución; pero también de formación del tipo social que corresponda.

En el caso de la sociedad agraria, corresponde modificar el contrato (en documento


público o privado). Pero si se trata de una asociación agraria, corresponde la modificación
del estatuto, que configuró en su momento un elemento del acto constitutivo (reforma que
también debe documentarse por escrito público o privado).
El incumplimiento de estos requisitos hace ineficaces las modificaciones “…ante la
asociación o sociedad y a los terceros, no pudiendo tampoco, cero opuestas por éstos a la
entidad, ni a los socios o asociados, aún alegando su conocimiento” (art. 11).
El problema se presenta cuando habiéndose cumplido con los requisitos, no se inscribió
la modificación. El literal B del art. 6 del Decreto 403/04, prevé la inscripción de los actos
modificativos de los negocios inscriptos. Por lo tanto, la omisión de la inscripción habrá de
provocar para el caso las consecuencias generales que derivan de la existencia de un negocio
no inscripto (art. 54 de la Ley N°16.871). Ello supone que las modificaciones del estatuto o
del contrato de sociedad, una vez documentadas, son eficaces entre los otorgantes, y por tal
razón también respecto de la propia entidad, pues se trata de una voluntad social y no una
formada por los socios o asociados al externo, o a espaldas de la misma. No ocurre lo mismo
respecto de los terceros, para los cuales, la falta de inscripción supone la falta de publicidad
del acto y por tanto su inoponibilidad.
En cuanto a la reforma de los estatutos en particular: por su estructura abierta, la ley
dispone que la reforma de estatutos (así como de los reglamentos internos) requiere de
“…mayoría de capital social integrado que representa a su vez, a la mayoría de sus asociados”.
Se trata pues, de una doble mayoría especial. Es importante comprender que esto regirá
siempre y cuando no haya otra u otras estipulaciones distintas que los asociados hayan
acordado expresamente; esto obedece a que la ley no es de orden público, y no hay nada que
lo impida. Esta solución de la doble mayoría sólo se justifica en caso que las partes sociales
sean nominativas o escriturales; es prácticamente imposible de aplicar en caso de partes
sociales emitidas al portador (art. 6).

Transformación:
La transformación es una operación ampliamente aceptada y reconocida en materia
asociativa, especialmente en el ámbito de las sociedades mercantiles. Consiste en un acto (o
en un conjunto sucesivo de ellos) por el cual una sociedad cambia su tipo social por otro, sin
disolverse, continuando por ello la misma persona jurídica y por tanto, el mismo

94
patrimonio. Naturalmente que tratándose de un cambio de la forma, es necesario que
primero la obtenga, por lo que es un mecanismo que operará respecto a las figuras que
hayan obtenido el tipo social mediante su inscripción registral.

La ley en estudio no contiene normas expresas en materia de transformación. Este


silencio lleva a que este fenómeno opere casi exclusivamente en el ámbito de la autonomía
de la voluntad.

En efecto, la transformación es un instituto especial del Derecho societario que no cabe


considerarlo como una simple modificación de estatutos o del contrato social, aunque ello
se imponga naturalmente.
La transformación entre las figuras agrarias de la Ley N°17.777:
Aquí hacemos referencia a la transformación de una asociación agraria en una sociedad
agraria, o viceversa.

Cabe destacar que una sociedad agraria puede variar la modalidad de responsabilidad
de sus socios sin que ello suponga una transformación del tipo social; un cambio de esta
naturaleza sería una simple modificación y no una verdadera transformación del tipo social.
Esto se debe a que se requiere de una particularidad para que opere la transformación.
El requisito que se impone es el de cumplir con las mismas formalidades y exigencias
previstas para su constitución. Por lo tanto, si se trata de transformar una asociación agraria
en sociedad agraria, la resolución social que adopta la decisión deberá llevarse a través de
un contrato plurilateral, que asuma la transformación y absorba sus estatutos en términos
contractuales y la continuidad de la persona, inscribiéndose como negocio modificativo. Y
viceversa: la transformación de una sociedad agraria a una asociación implicará que la
resolución social que modifica el contrato se recoja en un acto colectivo en el cual se deja
constancia de la resolución de transformación y la voluntad de los socios de continuar la
persona jurídica bajo las reglas de las asociaciones agrarias, llevando estatuto, etc.
El acto que recoge la reforma del negocio y de la figura social se inscribirá como
modificativo del ya inscripto, adquiriendo entonces la transformación de su tipo social.
La transformación de otros tipos en asociaciones y sociedades agrarias:
Aquí nos referimos a una hipótesis diferente a la de la anterior, porque ya no es una
transformación entre asociaciones y sociedades agrarias (la cual es la hipótesis más fácil
puesto que tienen el mismo objeto y fin, y se inscriben en el mismo registro). En cambio, en
este caso se plantea la posibilidad de que otras figuras agrarias puedan o no transformarse
en asociaciones o sociedades agrarias. Claro que el planteo sólo corresponde para aquellas
figuras que tienen personería jurídica, por lo que no corresponde considerar el caso de los
contratos agrarios asociativos, ya que no son un tipo social, sino que permanecen en un
grado simple de vínculo asociativo, sin vida externa.
Parecería que no habría mayores dificultades en que las sociedades civiles con contrato
escrito que tengan objeto agrario exclusivo (que son personas jurídicas por el art. 2) puedan
transformarse en alguna de estas dos. La sociedad civil, está en la base misma que estas dos
sociedades (art. 20) por lo que existe una misma sustancia o naturaleza de régimen. Se trata
de un típico caso de cambio de forma, que se posibilita desde la propia ley, al reconocérsele
personería jurídica de pleno derecho. No obstante, debe destacarse que esta transformación
implica un cambio en la modalidad de responsabilidad de los socios ante terceros. Aún
cuando se pase a sociedad agraria de responsabilidad ilimitada existe un patrimonio social,

95
ya que pueden dirigir la acción directamente contra los socios (en partes iguales y
solidarias) y la sociedad (art. 1921 del Código Civil). En cambio, en la sociedad agraria la
responsabilidad de los socios es subsidiaria, por lo que debe agotarse primero el patrimonio
social y recién luego puede accionarse contra los socios (art. 15 inciso 3). No obstante, es
natural que en una transformación que es un acto de voluntad de los socios, no pueda afectar
a terceros; ello no impide que la transformación se produzca, pero es inoponible para actos
anteriores a la transformación.
En cambio, la posibilidad de transformar una sociedad agraria de riego en cualquiera de
estas dos figuras es algo mucho más complicado de admitir. El problema se origina en el
fuerte carácter institucional que estas sociedades poseen en materia de aguas, y el rol que
están llamadas a desempeñar como instrumentos de descentralización en la política de
aguas. Por ejemplo, tienen entre sus objetos la posibilidad de adjudicar derechos directos
de uso sobre el agua, lo que no se les reconoce a ningún otro formato social. Por lo tanto, y
en la medida en que hayan actuado o actúen dentro de ese objeto, difícilmente podría
aceptarse su transformación en otros tipos sociales, ya que están alejados y no se les
reconoce la posibilidad de cumplir con tal objeto. Sin embargo, no se debe descartar la
posibilidad de considerar la hipótesis en donde se transforme una sociedad de riego, que
sólo haya operado como simples y exclusivos prestadores de servicios de riego a sus socios
o terceros, en una sociedad o asociación agraria. En caso de que así fuere, y si la inscripción
registral por la autoridad de aguas no contuviere elementos condicionantes o de calificación
que la vinculen a su condición de sociedad agraria de riego, no se avizoran problemas para
que opere la transformación.
Ahora bien, el caso que más problemas provoca en la práctica es la posibilidad de
transformar sociedades comerciales en cualquiera de estas dos figuras agrarias. Es cierto
que el régimen de las sociedades comerciales contenido en la Ley N°16.060 prevé de manera
expresa en el art. 104 la posibilidad de transformación, pero no con respecto a otras figuras
que se encuentren fuera de su disciplina (sino entre los tipos sociales existentes en materia
comercial). Pero, la vigencia de la Ley N°17.777 abre posibilidades a ambos tipos de figuras
sociales (mercantiles y agrarias). Lo cierto es que en ninguna norma se encuentra prevista
tal transformación a texto expreso, por lo cual el problema radica en precisar si tal silencio
es un impedimento para ello. El 16 de agosto de 2007 la Dirección General de Registros dictó
la Resolución N°317/07 por la cual establece que no es posible admitir la transformación
de una sociedad anónima o una comandita por acciones en una sociedad agraria regulada
por la Ley N°17.777. Aunque no lo dice de manera expresa, se entiende que este criterio es
aplicable no sólo en relación a una sociedad anónima o en comandita, sino cualquier otro
tipo mercantil.

El gran inconveniente radica en que los fundamentos que utiliza esa resolución para
expresar ese criterio, conspiran contra los fundamentos de la transformación. Según la Ley
N°16.060 la transformación es un instituto que se funda en “…el principio de conservación
de la propia empresa de que está informada toda la ley”. Y claro que no importa para el caso
si esta empresa es comercial o agraria, pues el principio de tipicidad formal y la amplitud de
su objeto (art 4) permite que sociedades comerciales sirvan de formato a empresas
agropecuarias (ejemplo: sociedad anónima con objeto agropecuario).
Entonces, si bien es razonable que la hipótesis de transformación dada por la Ley
N°16.060 es únicamente para los tipos sociales comerciales, no limita expresamente el
instituto a dichos tipos y mucho menos prohíbe que lo haga a otros. Observemos el art. 3 de
la ley recién mencionada: el sentido de dicha disposición es que no pueden admitirse
sociedades con objeto comercial o que realicen el comercio, sin adoptar el tipo comercial,

96
pues si lo hacen son irregulares (como una sociedad civil que cuyo objeto sea el comercio).
Pero fuera de eso no hay otras limitaciones en la ley. De manera que el texto no impide que
la transformación regulada en la norma pueda realizarse para pasar a tipos no comerciales
cuando su objeto no es mercantil, ni obliga a que necesariamente sea entre tipos
comerciales.
Fusión:

La fusión es un negocio entre dos o más figuras sociales por la cual una es absorbida o
incorporada por la otra, o bien ambas, por conmixtión, crean una nueva. Se distingue de la
transformación porque esta última es unilateral y no implica un acto de enajenación. En
cambio, el negocio de fusión requiere por lo menos la intervención de dos figuras sociales y
un acuerdo que implica enajenación a título universal.
En la fusión por absorción, la figura incorporada se disuelve y su patrimonio pasa a título
universal a la figura absorbente. En la función por creación, ambas figuras se disuelven y
sus respectivos patrimonios pasan a título universal a la nueva entidad que se crea.
A diferencia de lo que sucede con la transformación, que es ignorado por la norma
agraria, el instituto de la fusión se encuentra previsto por la Ley N°17.777 en el literal D del
art. 16, como una posible disolución. El art. 19 del Decreto 403/04 se encarga de señalar
que en tal caso las entidades no se liquidan, sino que se produce la transferencia patrimonial
a título universal. Por su parte, en la Ley N°16.060 este negocio recibe regulación en los arts.
115 y siguientes.

Los mismos fundamentos que nos lleva a aceptar el negocio de la transformación nos
permite concluir que nada impide que una asociación o sociedad agraria y una sociedad
comercial puedan celebrar una fusión que en definitiva es un negocio jurídico como
cualquier otro. Sea que el mismo determine la creación o la continuidad de un tipo
comercial, o de un tipo agrario. Para ello, se deberán seguir los pasos y procedimientos
especialmente previstos en la Ley N°16.060 y las exigencias de la Ley N°17.777 (art. 11).
EL PATRIMONIO SOCIAL
Noción y características generales

El negocio de constitución de una asociación o sociedad agraria, no sólo crea una persona
jurídica, sino también un patrimonio. Toda asociación y sociedad agraria, nace dotada de él,
debido a que la ley exige un aporte a sus fundadores (arts. 4 y 9), lo que da lugar a un fondo
común. Es de esencia de toda sociedad -dice el art. 1877 del C. Civil- que cada socio ponga
en ella alguna parte de capital, ya consista en dinero, créditos o efectos, ya en una industria,
servicio o trabajo apreciable en dinero, norma aplicable en la especie por obra del art. 20 de
la ley N° 17.777.

Pero el patrimonio es un concepto que jurídicamente se configura por el conjunto no sólo


de derechos, sino también de obligaciones de la entidad. Por ello, si bien a su constitución -
al menos- es de valor positivo, nada impide que seguidamente pase a negativo, toda vez que
la entidad contrajere deuda u obligaciones de mayor valor al de sus derechos
La personería jurídica que la ley reconoce a estas entidades desde el instante de su
constitución (art. 10), le confiere a su patrimonio social, las características que
habitualmente señala la doctrina, en cuanto a ser autónomo y especial.
La autonomía, impide confusión con el patrimonio de los asociados o socios. Aún en la
hipótesis de la sociedad agraria con responsabilidad ilimitada de sus socios, se mantiene la

97
individualidad de patrimonios entre la sociedad y sus miembros, en la medida que dicha
responsabilidad, ".. La subsidiaria de la sociedad, y sólo es exigible una vez agotados los bienes
de ésta." (art. 15). La posibilidad inmediata de interferencia de patrimonios, existe no
obstante, para el caso de los actos y contratos celebrados a nombre de la entidad en etapa
de formación (art. 12.2 y 12.3), aspecto ya estudiado.
Por otra parte, la autonomía patrimonial de la entidad, limita (aunque no impide) la
existencia de relaciones patrimoniales de los socios y asociados entre sí, ya que
mayormente, se habrán de verificar entre la asociación y el asociado o la sociedad y el socio,
sea por cuestiones atinentes a la condición de miembro (por ejemplo, desaparece la acción
pro – socio), como la relativa a asuntos extraños a ella (por ejemplo, la compraventa de un
bien). Vale decir, si un socio no cumple con su aporte, no será el otro socio, sino la sociedad
(como sujeto de derecho) que exigirá el cumplimiento; o si el socio enajena al fondo común,
no entra en relación patrimonial con los otros socios, sino con la persona jurídica de la
sociedad o asociación Además de autónomo, el patrimonio social es especial.

En primer lugar, porque es de afectación exclusiva, en el sentido que sólo puede estar
asignado a asuntos que conciernen al fin y objeto social. Esto se debe a que legalmente, sólo
a dichos efectos (y no a otros) es que estas entidades están dotadas de facultades de derecho
(art. 1.4). Es diferente pues, al patrimonio de la persona física, que no tiene limitación
operativa. Vinculado a estas circunstancias, cabe subrayar que tampoco al patrimonio
social, le caben las cuestiones limitantes de la capacidad, ya que, por la sola razón de ser
persona jurídica, tiene capacidad plena, al menos en esta ley (art. 13). En su lugar, adquiere
importancia en cambio, otra noción: la de poder normativo negocial (art. 1.4), que es la
facultad legal de crear normas que la obliguen o le confieran derechos de acuerdo a sus
límites.
En segundo término, es también especial, porque admite liquidación y extinción (arts. 16
y 18) lo que no sucede con el patrimonio común de la persona física. Además, y en tercer
orden, en su naturaleza y durante su vida autónoma, cabe considerarlo como una
universitas juris (¿una universalidad?) y por tanto nada impide calificarlo como objeto de
derecho.
El patrimonio de la persona física no admite esta calificación, salvo después de la muerte
(sucesión mortis causa). En principio no habría impedimento conceptual para admitir
entonces, la transmisión total o parcial, o la constitución de derechos sobre el patrimonio
social como objeto, por parte de su dueño, o sea la sociedad o asociación. No obstante, en
nuestro derecho, la posibilidad que una entidad agraria disponga total o parcialmente de su
patrimonio a favor de otro sujeto, se encuentra limitada, y sólo operaria en caso de fusión,
la que implica su disolución por absorción o creación (art. 16, lit. D de ley N° 17.777).
Así el art. 19 del Decreto 403/04, dispone que "cuando las sociedades o asociaciones
agrarias se disuelvan por fusión, no se liquidarán, sino que se considerará que opera la
transmisión a título universal, sea favor de la nueva sociedad que se crea, sea a favor de aquella
que la absorbe".
Fuera de estas hipótesis, es necesario reconocer que la falta de previsiones legales en
materia registral, respecto a esta universalidad, impiden tanto su identificación como
objeto, como la oposición ante terceros, de los negocios que se otorguen a su respecto, por
lo que estas entidades no podrán enajenar (o gravar) su patrimonio total o parcialmente
como una universalidad, salvo la hipótesis de fusión
1. El aporte

98
El patrimonio social se configura, en primer lugar, con las prestaciones de los socios o
asociados. El art. 1877 del C. Civil, dispone que es de esencia de toda sociedad que cada socio
ponga en ella parte de capital. Pero ¿qué es lo que se "pone y que significado o alcance
jurídico tiene este "poner"? En este sentido conviene distinguir la obligación de aportar, del
cumplimiento del aporte, perspectiva que nos permite interpretar adecuadamente dicho
texto. En realidad, lo esencial, es la obligación de aportar y no el cumplimiento del aporte
(art. 1905).
"Cada socio" dispone el art. 1905 del CC. "es deudor de la sociedad de lo que ha pro metido
aportar a ella". La prestación nace en el instante de la constitución o de la incorporación
(posterior) del socio o asociado (art. 4 y 9 de la ley N 17.777). Lo que es de "esencia" de la
sociedad o asociación, o sea lo que se "pone" (art. 1877 del C. Civil) es pues, la obligación de
aportar, y no que se efectúe el aporte, pues podrá éste realizarse o no, lo que no afecta el
negocio, sino su cumplimiento. Esto delimita el concepto de aporte (propiamente dicho),
como el contenido de la obligación de aportar; en otras palabras, lo que cada individuo da o
hace en beneficio del fondo común.
Respecto a la génesis de la obligación de aportar, conviene también efectuar una
precisión. En la sociedad agraria, cabe considerar que la prestación, nace de la fuerza
vinculante del contrato (plurilateral) de sociedad. De manera que emana de la naturaleza
misma del negocio celebrado. En la asociación agraria en cambio, el acto colectivo - por su
índole - no genera por sí obligación, dado que es un negocio unilateral. Por lo que cabe
considerar que la obligación de aportar en esta figura, emana de la ley misma (retro N" 18),
que la impone a todo sujeto que exprese su voluntad de constituir una asociación agraria
(art. 4 de la ley y art. 1877 del C. Civil).
Por lo que el rol genético de este negocio, debe pues complementarse con el imperativo
legal. Cabe agregar otro matiz. El aporte de los asociados sucesivos (incorpora dos luego de
perfeccionado el negocio y configurada la personería), cabe imputarlos a la misma fuente,
vale decir a la ley, y a los estatutos que forman parte de la voluntad constitutiva, cuando en
ellos se disponga.
Contenido, naturaleza y cumplimiento del aporte, aspectos peculiares del incumplimiento:

La ley N° 17.777, no dispone de normas expresas que regulen el aporte, por lo que dicha
obligación en estas entidades, se regula enteramente por las disposiciones de la sociedad
civil, previstas en Código Civil (arts.1875 y sigts.), como régimen subsidiario (art. 20). La
obligación de aportar, presenta una serie de peculiaridades, que le dan cierta individualidad
en el ámbito del derecho de las obligaciones y, en este sentido resulta conveniente
estudiarla en cuatro aspectos: el de su contenido, el de su naturaleza, el de su cumplimiento
y el de su incumplimiento.

El contenido:
De conformidad con los artículos que regulan la sociedad civil, aporte puede consistir en
dar o hacer, no previéndose a texto expreso, la posibilidad de no hacer.
En efecto, en el art. 1877, el Código Civil dispone como de "esencia de toda sociedad que
cada socio ponga en ella parte de capital, ya consista en dinero, créditos o efectos, ya en una
industria, servicio o trabajo apreciable en dinero". Y luego: al regular las obligaciones de los
socios entre sí, refiere a diversas vicisitudes de los aportes, como el de dinero (art. 1906),
de otros efectos (art. 1907). de créditos (art. 1909) y de industria (art. 1913).

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De la lectura del art. 1877 del C. Civil, resulta que el aporte puede recaer sobre bienes
materiales como inmateriales, muebles como inmuebles, etc.

Respecto a su naturaleza, la obligación de aportar implica una transferencia de derechos


en sentido amplio, sin una categorización previa. Así, puede implicar la transferencia de un
derecho real, como la propiedad (art. 1908, 1927, etc.) o la constitución de uno, como el
usufructo o la servidumbre; o bien el traspaso de un derecho meramente personal, como el
uso y goce (art1908). Precisamente una de las peculiaridades de esta obligación, lo
configura su carácter abstracto, en el sentido que habrá que estar a cada caso en concreto
para precisar su alcance.

Pueden existir sin embargo, algunas hipótesis de duda, como el aporte de una cesión de
contrato de arrendamiento rural, hecha por el arrendatario debidamente autorizado para
ello. La cuestión aquí, es que la cesión de este contrato, implica también la de sus
obligaciones, por lo que el aporte no consiste sólo en derechos. Entendemos que es de
recibo, en la medida que los asociados o socios son los que habrán de evaluar la utilidad del
aporte y por ende su rechazo o aceptación, por más que implique asumir obligaciones. Por
ejemplo, nada impediría la cesión consenti da por el arrendador, de un arrendamiento con
plazo útil, relativo a un campo de buena calidad y bajo precio.
El cumplimiento y sus variedades:
Ahora bien, como surge del diverso contenido del aporte previsto en el art. 1877, esta
prestación -al igual que cualquier otra puede ser de cumplimiento instantáneo, diferido o
continuado.

→ El aporte de cumplimiento instantáneo: Es de cumplimiento instantáneo,


cuando el aporte se satisface totalmente en el mismo acto en que contrae la
obligación, (por ej. pago contado en dinero que no aporta en la misma
constitución). Cuando se trata de aportes que no son en dinero, el cumplimiento
instantáneo de la obligación puede influir en la forma del acto. Así por ejemplo,
el traspaso de la propiedad de un bien inmueble en el mismo acto constitutivo, lo
convierte en título hábil para transferir el dominio y determina la solemnidad del
mismo, y su inscripción en el registro de la propiedad inmueble. Ello,
evidentemente, puedo provocar ciertas dificultades operativas, pues el título, no
es compraventa ni permuta, sino aporte a una asociación o sociedad que en ese
instante todavía no ha nacido (pues es necesario que se complete el acto, que
entre otros, contiene el propio aporte), lo que puede conducir al registro de la
propiedad inmobiliaria, a controlar el acto de constitución. En otros casos,
pueden presentarse obstáculos casi insalvables, como es el aporte de ganado,
cuya tradición exige la expedición de una guía de propiedad y tránsito, para la
cual se requiere que la entidad se encuentre inscripta ante el SNIG, lo que no
puede hacerse, en tanto no existe al instante del aporte.
→ El aporte diferido: El aporte es diferido, cuando no se cumple en el acto de
constitución, sino en otro momento distinto y posterior, como cuando se contrae
a plazo, total o parcialmente. Más allá que se pueda diferir las integraciones de
cualquier contenido y naturaleza, esta modalidad es la más habitual cuando se
trata de otros aportes que no consisten en dinero y particularmente cuando se
aporta el derecho de propiedad. En este caso, pueden distinguirse por lo menos,
dos maneras de instrumentar dichos aportes. Así una situación de aporte
diferido, es aquella en la que el acto de constitución oficia al mismo tiempo, como
título hábil para transferir el dominio y se difiere solamente la tradición. En el

100
caso de aporte de ganado por ejemplo, puede fácilmente diferirse tan sólo la
entrega, pues haciendo valer el acto constitutivo como titulo, (que para el caso
no requiere forma alguna) y, estando ya constituida la entidad, podrá obtener la
inscripción respectiva en el SNIG, lo que habilita que luego se expida en su favor,
la guía de propiedad y tránsito correspondiente, en señal de tradición. Pero
tratándose de inmuebles, no tiene mucha diferencia con la hipótesis anterior, en
razón que igualmente requiere la solemnidad del acto constitutivo como titulo.
Otra situación distinta, en cambio, es aquella en la que el aporte, consiste sólo en
la obligación de transferir la propiedad, de manera que el aporte lo constituye
una obligación de hacer, a diferencia del caso anterior en que el aporte, es una
obligación de dar. Lo que se difiere es todo el acto de enajenación (titulo y modo),
por lo que el acto de constitución, no opera como titulo hábil para transferir el
dominio, sino que lo hace como negocio preliminar. En este caso, y tratándose de
un inmueble, podrá inmediatamente de concluido el acto de constitución, y
separada mente, otorgarse una escritura pública en la cual comparece ya la
propia sociedad o asociación (en formación y se acuerda el traspaso de la
propiedad en cumplimiento del aporte. De este modo, se obtiene un título de
aporte, formalmente autónomo, aunque causalmente conexo o ligado a la
constitución, que más la tradición, transfiere la propiedad, inscribiéndose en el
registro de la propiedad inmueble, un título de aporte individual, y no un negocio
colectivo o plural. Se evita además, la solemnidad del acto de constitución y su
examen por el registro inmobiliario.
→ El aporte de cumplimiento continuado: Problemas del aporte industrial. El
aporte puede ser también, de cumplimiento continuado, o sen de tracto sucesivo.
El caso típico lo constituye el aporte de trabajo o servicio, etc. Es esta, la
modalidad-tal vez-más compleja. El aporte industrial como lo denomina el C.
Civil, está previsto en diversos artículos de este cuerpo (como el
1877,1888,1913,1926, etc.), y presenta ciertas particularidades, comparado con
otros aportes. Así por ejemplo, el socio industrial no tiene la misma posición de
socio que los restantes, pues no responde por las pérdidas, salvo pacto expreso
(art. 1888), tiene sólo un voto (art. 1891), y si no se hubiere estipulado la parte
que le toca en las ganancias, le corresponde sólo una, igual al del socio que
introdujo menos capital (art. 1888). Tampoco se le impone exclusividad. pero
está obligado a verter a la sociedad todas las ganancias que haya obtenido en el
ramo de la industria que sirve de objeto a la sociedad (art. 1913) etc. Como
agregado, surge la duda de si en caso de rescisión parcial o disolución, le
corresponda efectivamente una parte del patrimonio social como a los otros
socios, etc. Todo esto concluye, en una suerte de disvalor legal de este aporte, en
materia de sociedades civiles. Pero tal vez, el problema más arduo, es el de
precisar si el aporte de trabajo, se imputa al capital social. Es este un asunto que
no se presenta en la sociedad civil, en razón que no tienen capital, pero sí en estas
figuras agrarias. El punto no es igual tampoco entre ellas, pues el capital social en
la asociación agraria, es de diferente estructura que en la sociedad. Debe pues,
procurarse una solución armó nica entre el régimen de la ley N° 17.777 y su
subsidiario del C. Civil, en el sentido de agotar todas las posibilidades de
interpretación, antes de considerarlo incompatible en estas modalidades. (art.
20de la ley N° 17.777).
Un primer aspecto a considerar, es que la ley N 17.777, no dispone que el oral en
las asociaciones agrarias -a pesar de su posible representación en títulos deba
integrarse exclusivamente en dinero o bienes de capital. Además, debe

101
considerarse de principio, que el aporte industrial (trabajo o servicios), es
susceptible de avaluación en dinero (art. 1877). Por tanto y sobre estas bases,
nada impide dos miembros de estas figuras agrarias, consideren que este aporte
equivale al de una o cinco (o lo que fuere) partes sociales del capital en una
asociación, o que significa un porcentaje (determinado) del capital de la sociedad
agraria que se constituye. De esta manera, no habría obstáculos o dificultades
para aceptar el aporte industrial, sea en una asociación agraria como en una
sociedad agraria. Otro problema distinto, lo constituye, sin embargo, las
posibilidades de incumplimiento. Precisamente esta dificultad, proviene de su
naturaleza de aporte continuado. La posibilidad de estimar el valor del trabajo,
se determina entre otras cosas, por su duración. Si se estipula que el aporte
industrial equivale a tantas partes sociales del capital y después no se cumple, se
verifica una hipótesis por la que el socio, puede ser excluido de la entidad. En
efecto, este caso es igual al de cualquier otro incumplimiento de aportar, sólo que
no existe posibilidad de ejecución forzada, por lo que provoca la responsabilidad
por daños y perjuicios (art. 1907, 1912 y 19139) sin perjuicio de la disolución
(art. 1926). El alcance de sus derechos, se verá en cada caso, según las
circunstancias, sin dejar de lado, que durante el tiempo que duró el aporte,
generó beneficios.
Es importante tener presente, la importante distinción jurídica entre el trabajo
del asociado, y la participación en los beneficios en favor de ciertos dependientes.
Dejando de lado, claro está, las diversas hipótesis fácticas, el aporte de trabajo,
no implica relación de dependencia, ya que no se encuentra subordinado a los
otros socios, y supone siempre la asunción de un riesgo en los negocios, por lo
que están fuera de la materia laboral. En cambio, los beneficios de participación
que percibe el dependiente, podrán ser fluctuantes (según las ganancias), pero
tienen carácter retributivo e integran los rubros laborales. Lo que percibe pues,
no es por efecto de un reparto, sino porque su carácter de acreedor, proviene de
la prestación cumplida.
Pero para una correcta apreciación de la pertinencia del aporte industrial en
estas figuras, téngase en cuenta, que --como habremos de indicar adelante- en
estas entidades, el capital no cumple una función de garantía a los acreedores,
Por su parte, no configura una hipótesis de aporte continuado, el que tiene por
contenido, el uso y goce (art. 1908 inc.2, 1927 inc.2) de un bien, como es el
ejemplo previsto en el art. 3° lit. E) del D. Ley N° 14.384, relativo a un inmueble
rural. El aporte no es continuado, lo que si lo es, en cambio, es el disfrute de la
cosa por la sociedad o asociación (inc.2 del art. 1927), Lo que sucede es que este
aporte no implica una transferencia definitiva, sino transitoria, pero eso no
significa que como aporte, no sea de ejecución instantánea. Los casos de aportes
diferidos y continuados pueden generar hipótesis de in cumplimiento, cuya
reparación no sigue los caminos de las reglas generales.
El incumplimiento
En este aspecto, debería distinguirse según el contenido del aporte. La obligación de
aportar una suma de dinero, por ejemplo, presenta dos aspectos peculiares en caso de
incumplimiento. Primero, que no es necesario interpelación judicial (art. 1906), lo que
indica que la mora se produce de pleno derecho por disposición legal, y no derivada del
pacto. Y segundo, que genera no sólo interés sino además daños y perjuicios (art. 1906). Un
efecto acumulativo que implica apartamiento a las reglas generales del art. 1348 del propio
Código En caso de retardo de aportes de otra naturaleza que no consistan en dinero. se

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genera igualmente daños y perjuicios (1907), aunque a falta disposiciones en la ley o en el
negocio constitutivo, la mora requerirá interpelación.

Pero estos efectos peculiares, parecen indicar que, ante el incumplimiento de un aporte,
la directiva legal no sigue la mecánica normal de cualquier incumplimiento. Pues a
diferencia de lo dispuesto en el inc. 2 del art. 1341 del C. Civil, la asociación o sociedad
agraria (pero igual que la sociedad civil), tiene la posibilidad de exigir tanto la rescisión
parcial del sujeto que no cumple (o que cumple de modo defectuoso), con daños y perjuicios;
como la ejecución forzada de la obligación (que en el caso de dinero implica los intereses)
pero además los daños y perjuicios. En caso de aporte industrial en una sociedad agraria,
esto último no será posible, lo que conduce necesariamente a la rescisión, más daños y
perjuicios.
Los efectos del incumplimiento en el caso de la sociedad agraria. Trascendencia
del carácter personal del vínculo social: Como el régimen en subsidio es el de las
sociedades civiles, debe tenerse presente que la hipótesis de incumplimiento de un socio,
pueden generar la rescisión total del contrato de sociedad agraria aunque el objeto social
igualmente pueda cumplirse., Ello obedece a que es un vínculo basado en las personas y por
tanto, conforme el art. 1926 del C. Civil, el incumplimiento de un socio habilita a cualquiera
de los restantes a dar por rescindido todo el contrato y no tan sólo la rescisión parcial del
incumplidor. Recuérdese, que esta disposición, nada tiene que ver con una posible
interdependencia de las obligaciones, sino con el carácter intuito personae de este vínculo
asociativo. De manera que el contrato se rescinde, no porque el otro no cumple, sino porque
no participa la persona que iba a participar, lo que es de esencia de esta sociedad. A nuestro
juicio, este aspecto del incumplimiento, no es aplicable en cambio, en la asociación agraria,
que responde por naturaleza, a un vínculo de naturaleza impersonal.
La estimación del aporte: Todo aporte, cualquiera fuere su contenido o naturaleza,
debe ser susceptible de estimarse en dinero (art. 1877). La estimación del aporte, queda
librada a la voluntad de los asociados o socios, que de mutuo acuerdo, podrán fijar su valor
(art, 1908), por si o por medio de tasación de un tercero, en cuyo caso, se estará al valor del
momento del aporte. En caso de cesión de un crédito, se estimará por su valor nominal,
siempre y cuando no hubiese convención expresa de que la cobranza fuere por el cedente,
pues en tal caso, el aporte será por el valor que efectivamente reciba In entidad (art. 1909),
La exigencia de aumento del aporte. El retiro forzado: Más allá del aporte voluntario,
puede suceder que al asociado o al socio, se le exija un aumento del mismo. Esto sólo puede
ocurrir excepcionalmente en el caso que "..por un cambio de circunstancias no pudiere
obtenerse el objeto de la sociedad, sin aumentar los aportes” (art. 1910 del C. Civil). Vamos a
suponer que funcionando la entidad, aparece aftosa y se pierde el valor de los ganados, sin
amparo en los beneficios del rifle sanitario (sacrificio de animales a cargo de la autoridad
sanitaria, que paga el precio de cada animal). Ante ello, puede la sociedad disolverse por
imposibilidad de cumplir su objeto (art. 16 de la ley N° 17.777). Pero según las
circunstancias, puede decidirse la continuidad de la actividad, mediante un aumento del
aporte social, para comprar nuevo ganado (caso por ejemplo, en que la sociedad o
asociación es propietaria de un establecimiento o mantiene obligaciones como arrendataria
de un campo). Una resolución social fundada en estas razones, puede exigir válidamente de
cada socio un aporte suplementario.
Ahora bien, ante esta hipótesis, puede el miembro retirarse de la entidad (art. 1910), sin
que para ello cuente, ni el plazo de permanencia mínima pactado en una asociación, ni el

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plazo acordado para la duración de una sociedad. Y puede incluso hasta exigírsele que se
retire, en caso que no cumpla con el aumento (art. 1910).

El retiro forzado a nuestro juicio, es exigible desde el momento que el asociado o socio
no suscribe el aporte de acuerdo a los términos dispuestos en la decisión social de
aumentarlo. Pero aquí, no juega la mora automática legal (art. 1906), desde que el
incumplimiento referido, es respecto a una resolución social y no de un aporte prometido.
Precisamente, tiene origen en la no asunción de la prestación y no en su falta de
cumplimiento. En todo caso, y una vez constatada la mora (sea automática según decisión
social o por interpelación), parece que la exclusión debe operar desde el momento de la
resolución social, y no de un instante posterior (como por ejemplo una rescisión judicial,
que de ser necesaria, tendría efecto retroactivo a la fecha del incumplimiento) pues de lo
contrario, al incumplidor se le permiten gozar del status de socio, cuando su aporte es
insuficiente y no le justifica beneficios.

La evicción en el aporte: En caso que el socio haya aportado cosas ciertas y


determinadas, es obligado al pleno saneamiento de los daños y perjuicios en caso de
evicción (art. 1905), aspecto que-a falta de disposiciones expresas- se regula por las reglas
generales contenidas en la compraventa. (art. 1696) Asimismo, el régimen prevé ciertas
particularidades, que pueden hasta provocar la disolución de la sociedad (art. 1927) en caso
que se produzca la pérdida. En casos de pérdida no por evicción, aunque sin culpa de la
sociedad, la cosa perece para el socio, salvo que se trate de aquellas se deterioran con el uso,
fueran tasadas o pertenecieran al giro de la sociedad (art. 1908).
Caracteristicas del negocio constitutivo como origen de la obligación de aportar
Todos estos aspectos en su conjunto, permiten considerar que el acto de fundación, en
su naturaleza (tanto de una sociedad como de una asociación agraria), más allá de su función
constitutiva, configura un negocio jurídico dispositivo en sentido amplio, pues crea una
situación patrimonial antes inexistente. Como hemos indicado, existen normas varias, que
permiten afirmar que la obligación de aportar, es efecto de un negocio de índole traslativo
(en sentido amplio) que-teniendo los títulos ya examinados-es, entre otros, hábil para
transferir el dominio. Así por ejemplo, cuando el C. Civil prevé en su art.1908 el aporte en
propiedad, significa que el contenido de la obligación de aportar, puede consistir en la
transferencia de tal derecho sin otra exigencia que la originada en el contrato de sociedad.
Por tanto, un productor rural puede aportar ganado en propiedad en el propio acto o
contrato de sociedad; que entonces le servirá de título hábil para transferir el dominio sobre
los animales, sin ser compraventa o permuta, etc. Del mismo modo que puede constituir una
servidumbre de paso o de embalse (negocio constitutivo en sentido estricto). La tradición
es otra cuestión.
Estructura de la obligación de aportar: El negocio constitutivo que sirve de título,
indica que el aporte es una obligación que se contrae por imperio legal en la asociación
agraria, o por resultas de la convergencia de las obligaciones entre los socios en la sociedad
agraria. No es, pues, una obligación que se asume ante la persona jurídica, pues ésta no
existe sino después que nace la obligación. Pero que en todo caso, no existe al momento
mismo en que ella se contrae. Entre otros múltiples aspectos, la entidad nace también como
efecto del aporte, por lo que la obligación de aportar no nace ante ella, sino para ella.

LAS PRESTACIONES ACCESORIAS


La ley N 17.777, no dispone reglas especiales en materia de prestaciones accesorias. Nos
referimos, particularmente, a las efectuadas por los socios, y que no se imputan al capital.

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Parece claro entonces, que estas prestaciones, quedan sometidas a los reglamentos
internos, como normas que regulan los "derechos y obligaciones" de los asociados (art. 4)

Estas prestaciones, pueden tener vasta trascendencia en la vida de las figuras que
estudiamos. Ello obedece a dos razones primordiales: la primera, porque entre sus fines y
las modalidades de su objeto, se encuentra previsto la realización de operaciones
concernientes a la producción de sus asociados (art. 1.2 B) como conservación,
comercialización e industrialización, etc.); la segunda, porque no existe en el régimen de
estas figuras, una vinculación necesaria entre el capital y el patrimonio.

Así por ejemplo, se crea una asociación de viticultores que tiene por fin y objeto, elaborar
vino con la producción de sus asociados. Para ello, es de primer orden. estipular las
obligaciones de los asociados en relación al envío preceptivo de su producción de uva
(calidad, cantidad, fecha de remisión, etc.) de manera de asegurar el funcionamiento
empresarial y del mismo modo, los derechos que los asocia dos adquieren y que pueden
resultar independientes, de las ganancias sociales a repartir (reglamento interno). Sin
perjuicio de ello, estas prestaciones pueden asumir otro contenido, como ayuda técnica o
profesional de alguno de los socios: el compromiso de esfuerzo personal y colaboración en
los negocios sociales, etc.
Las prestaciones accesorias, tienen causa en el negocio social, al igual que los aportes,
por lo que no tendrían razón de generar contraprestaciones por fuera del mismo (como
sucedería, si se instrumentara como compraventa, por ejemplo"). Así, puede estipularse que
la uva remitida, será abonada por la asociación, con un plus sobre el precio del mercado, (lo
que disminuye la rentabilidad en cabeza de la entidad, pero permite la agregación de valor
a la producción de cada socio), con derechos de remisión, calificados en base a los aportes
individuales al capital. Naturalmente que la producción enviada como prestación accesoria,
queda sometida a los riesgos societarios, de manera que cada socio, no tiene un precio a
cobrar (como si fuere la contraprestación de una compraventa), sino derechos sociales a un
beneficio, (explicable por el fin de servicio de la asociación), que consiste en percibir por su
i, tun valor (eventualmente) mayor al del mercado, sin perjuicio -claro está, de asegurarse
la colocación de su producción.
Lo importante a retener, es la gran libertad que ofrece la ley para este tipo de
operaciones, ya que, a diferencia de las sociedades comerciales, no se prohíben las
prestaciones accesorias en dinero. Así, se constituye una asociación agraria, con la finalidad
de ayuda social en el medio rural, y nada impide que se disponga el pago de una cuota social
(a fondo perdido) a cargo de los asociados, lo que es propio de uno de los fines que se les
reconoce a estas figuras agrarias (art. 1.2 lit. C)
2. El capital social

El capital como elemento del patrimonio social y sus funciones: La ley prevé, que tanto la
asociación como la sociedad agraria, tienen capital (arts.5 y 6 y art. 9), el que debe
expresarse necesariamente, en moneda nacional (art 4 lit.D).
Vale recordar, que a las sociedades civiles no se les impone legalmente la necesidad de
individualizar este elemento dentro del patrimonio social. No obstante, es habitual que aún
en ellas, el negocio constitutivo lo contenga, lo que configura una cuestión que debe
remitirse a la autonomía de la voluntad y para utilidad entre socios, sin efecto ante terceros.
Esto se debe a la facilidad que brinda en un vínculo asociativo que crea un fondo común. Así,
por ejemplo, es inútil en la aparcería.

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El capital social representa simplemente, la suma del valor de los aportes, que los
asociados y socios efectúan al fondo común, al momento de la constitución de la entidad;
pero que eventualmente, luego, puede aumentar o disminuir sen con el número de sujetos
asociados de manera diversa según sea asociación o sociedad), 0 con otros factores ajenos,
como un mayor aporte de los asociados.
Pero ante todo, no cabe considerarlo jurídicamente, como una cosa o un bien. que puede
ser susceptible de derechos, sino como un elemento meramente funcional al interno y
externo de la entidad.

El capital social, al menos en esta ley, no pretende otra cosa que una cifrad a través de la
cual es posible precisar el grado de participación social de los miembros.
El concepto de capital como elemento de necesaria individualización patrimonial en
materia asociativa, es mérito del derecho mercantil que lo introdujo en el ámbito de las
relaciones asociativas (especialmente en el campo do las sociedad des anónimas) como
portador de funciones múltiples. La primera y originaria, es la de garantía a los acreedores,
motivada por el carácter limitado de la responsabilidad de los socios, en ciertas figuras
comerciales (como la sociedad anónima o la S.R.L.). En este sentido, el capital social-que
responde de manera primaria a la suma de los aportes- pretende constituirse en un símbolo
patrimonial de la entidad, particularmente importante de ostentar ante terceros. Es esta
una cuestión de base en los negocios de naturaleza jurídica – mercantil; pues son de
intermediación, y por tanto, adquieren importancia institutos jurídicos que se apoyan en la
confianza, como el crédito (comercial o financiero). Claro que la verdadera garantía de los
acreedores se encuentra en el valor del patrimonio, lo que sin duda provoca un disvalor del
capital por si solo respecto de esta función en el terreno práctico.
Se han subrayado en el derecho mercantil, otras dos funciones: una función de
productividad y otra de organización. De modo genérico, la primera (función de
productividad) refiere a la exigencia legal de ciertos mínimos y máximos de capital, para
poder adoptar los tipos asociativos. Es lo que sucedía en nuestro derecho, con los requisitos
en materia de capital mínimo y máximo en la sociedad de responsabilidad limitada y con el
mínimo de las sociedades anónimas.

Por su parte, la función de organización, refiere a la utilidad del capital como elemento
idóneo para regular los derechos de participación social y, en general, de la vida jurídica de
la entidad. Es un instrumento a través del cual, se puede calificar la calidad de socio y el
alcance de sus respectivos derechos y otros aspectos de la estructura social.

Pues bien, en las sociedades y asociaciones agrarias, no caben dudas que el capital sólo
pretende cumplir esta última función, o sea, organizativa. Esta ley, no contiene previsiones
que permitan sostener que al capital solo asigna una función de garantía. A pesar de la tutela
que muchos ordenamientos le dispensan", se trata en verdad, de un aspecto de escaso valor
práctico y por tanto un concepto que viene siendo superado hasta en la propia doctrina
mercantil.com cuanto el verdadero respaldo de los acreedores, se encuentra en el valor del
patrimonio. Si acaso puede decirse que la única referencia que trata de vincular el capital
con la protección del derecho de los acreedores, se encuentra en el arts. 7 y 8, que, en
situaciones de retiro voluntario y receso en una asociación agraria, dispone que la
devolución de la participación se efectuará una vez abonadas las deudas sociales a las que
el aporte se encuentre afectado". Aunque esto se explica por otra razón; y es que el valor de
devolución o reintegro del aporte, se estima por el estado de situación patrimonial de la
asociación agraria, lo que en todo caso viene a confirmar que en relación a terceros, la ley

106
se centra en el valor del patrimonio y no el del capital social, o al menos a éste como
representativo de aquél y no como suma aritmética de los aportes, que pueda justificar ante
terceros, la limitación de la responsabilidad de los socios.

Debe subrayarse, que la ley N° 17.777, no prevé la necesidad una vinculación jurídica
entre el capital y el patrimonio. Puede este último ser mucho mayor que el capital, o puede
ser mucho menor, sin que deba legalmente ajustarse el capital a la suba o a la baja. Así podrá
ser, que una asociación o sociedad agraria, tengan un capital de $100.000 pesos, pero un
patrimonio compuesto por un estable cimiento rural de 1000 hás, poblado de ganado, sin
necesidad de tener que aumentar su capital; o si fuere en caso inverso, que deban hacerse
nuevos aportes para mantenerlo, o en su defecto bajar el capital social.

Tampoco esta norma contiene disposiciones que establezcan mínimos o máximos de


capital, por lo que cabe descartar que se le asigne una función de productividad en relación
al objeto. El capital social, en esta ley, se dispone pues, en primer término, como instrumento
que permite organizar la participación social. Pero debe considerarse también, que el
capital puede cumplir una función lucrativa, en la medida que entre los fines sociales, se
halle el reparto de beneficios en consideración a la participación en el capital; beneficios
obtenidos en el ejercicio de la actividad contenida en el objeto social.
Pero como vimos, ello no es forzoso, pues estas modalidades sociativas pueden tener
pluralidad de fines, entre los cuales la distribución de ganancias en función de los aportes,
puede ser tan sólo uno de ellos y no necesariamente. Tal es el caso de las asociaciones y
sociedades en las cuales la comunidad de fin, lo configura un servicio que la asociación
brinda a cada asociado y no un lucro a repartir. En estos casos, el capital podrá cumplir
también, una función de servicio al asociado o socio según su aporte Y en esta norma, nada
impide que cumpla estas dos últimas funciones lucrativas y de servicio según se disponga.
Pero claro que en todo caso, deberá distinguirse entre asociación y sociedad agraria, ya
que en la primera, el capital juega un rol de mucha más influencia respecto a la fisonomía
que puede asumir su estructura, conforme la autonomía de la voluntad.
Características del capital en la asociación agraria y su importancia en la estructura
el rol de la autonomía de la voluntad:
1. La naturaleza variable del capital y su significado
La primera característica del capital de una asociación agraria, es que esta varía en razón
del número de asociados (art. 5). Esta es una consecuencia lógica de su naturaleza abierta y
del correspondiente derecho de egreso, que conlleva la facultad de exigir la devolución del
aporte (art. 7). por lo que opera con las altas y bajas de los miembros.
Aunque debe consignarse, que nada impide que la variabilidad pueda operar también
como efecto del aumento de aportes de los asociados que ya están. Esta posibilidad, surge
implícita del art. 5, en cuanto permite el aumento de capital limitado con reforma de
estatutos, recién cuando el mismo se encuentre totalmente integrado, por lo que no sería
razonable -ni es obligatorio- impedir nuevos aportes que pueden ser necesarios, supeditado
únicamente al ingreso de nuevos miembros, Por otra parte, no debe dejarse de lado, que el
ingreso de nuevos asociados, no es de imposición legal, ni mucho menos, Como no lo son,
tampoco, las integraciones de capital. Dependerá de las previsiones estatutarias y en su
defecto, de las resoluciones sociales, que pueden denegarlo o aceptarlo.
En sustancia, esto significa, que no estando previsto especialmente en la reglas de la
entidad, no puede un asociado por si, otorgarse derecho o exigir el aumento de los aportes,

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invocando la naturaleza variable del capital. Se requerirá en todo caso que las mayorías lo
resuelvan de acuerdo a lo previsiones estatutarias. De otro modo, pueden afectarse los
derechos de participación de los asociados en el gobierno de la asociación, aspecto que la
ley trata de preservar aun ante su variabilidad ilimitada, tal cual surge de la penúltima frase
del art. 5 al disponer que "en todos los casos, los asociados tendrán derechos de preferencia a
realizar nuevas suscripciones e integraciones".
Esta cualidad implica una importante diferencia con las sociedades mercantiles en las
cuales el capital es siempre fijo, lo que facilita el dominio de la entidad en base al capital. La
variabilidad en razón del número de asociados, introduce, en cambio, un elemento que
contribuye a democratizar la estructura de la asociación en caso que así se pretenda. Véase
por ejemplo, que en principio, y salvo estipulación distinta de los Estatutos de acuerdo al
art. 4 de la ley, no alcanza para reformarlos, la mayoría de capital, sino que se exige además,
mayorías de personas (asociados).

2. El carácter limitado o ilimitado del capital y su trascendencia


Sin embargo en una clara señal de la versatilidad estructural de estas figuras, la ley
dispone que el capital además de variable, puede ser limitado o ilimitado, según lo estipulen
los asociados en los estatutos. Esta segunda cualidad, que lo diferencia claramente del
carácter variable del capital de las cooperativas agrarias (que es siempre ilimitado por ley),
facilita enormemente a que los asociados puedan ajustar la estructura social bajo el
principio de la autonomía de la voluntad, sin que por ello, se altere el contenido causal.
La variabilidad de un capital ilimitado, permite, por ejemplo, una estructura que podrá
eventualmente configurarse como auténticamente democrática; o al menos que se ordene
para ello, según los matices que se entiendan convenientes. Tal el caso de los productores
que se asocian con la finalidad de comercializar su producción individual de manera que la
comunidad de fin, se resuma en un servicio y no en el reparto de un lucro. Un ejemplo del
caso, es el propósito de configurar una firma consignataria de ganado para los asociados.
Cuantos más asociados existan y operen, mejor la incidencia en el mercado.
Pero en cambio, la variabilidad de un capital limitado, permite a los asociados configurar
una estructura social, que se cierra una vez alcanzados los objetivos comunitarios; lo que
puede lograrse desde el inicio o con el correr del tiempo y los negocios, en base al capital.
Supongamos en una hipótesis sencilla, que un productor rural y un inversor constituyen
una asociación agraria con la finalidad de ejercer la ganadería y repartir los beneficios que
de ella provengan. Acuerdan que el capital será limitado hasta el monto de $100.000 pesos,
y lo integran totalmente en la constitución de la mis ma. Esto supone que la variabilidad
queda prácticamente inoperante, pues para aumentarlo, la ley exige en el caso una reforma
de los estatutos (art. 5.), tal como si fuere capital fijo.
Veamos el mismo caso, pero que, al constituirse, se integra sólo hasta $75.000 pesos.
Habrá margen para que ingrese un nuevo asociado con un aporte de $25.000 pesos por
ejemplo, (o los que fueren dentro de la indivisibilidad de cada parte socia), sin necesidad de
reformar el estatuto de los existentes (art.5). Sin perjuicio claro es, del derecho de
preferencia. De esta manera, Ias asociaciones agrarias pueden presentarse también, como
análogas a las sociedades mercantiles en lo que respecta a la porción no suscripta del capital
autorizado.

108
El carácter fraccionado del capital. Las partes sociales. Concepto y modalidades:
De acuerdo al art. 6, el capital social de una asociación agraria, será fraccionado en partes
sociales.

Se trata de una división en alícuotas aritméticas, que es obligatoria de acuerdo al texto


legal, y por ello, característica del tipo. Corresponde por tanto y en primer término, que-del
mismo modo que capital del que forman parte se expresen en moneda nacional. Estas
fracciones a las que la norma denomina partes sociales, pueden representarse en títulos
(art. 6). Ello implica que la asociación emita un documento, con los elementos que
identifican el derecho en él contenido, conforme al régimen juridico de los llamados títulos
de participación y que examinaremos más adelante. Pero en nuestra opinión, cabe admitir
también, su existencia como escriturales, que implica que las partes sociales resultan solo
de las anotaciones en los registros que debe llevar la asociación agraria. Si bien la ley no
menciona de manera expresa esta modalidad, no cabe duda que ella pueda existir, desde el
momento que el fraccionamiento del capital es obligatorio, pero la representación en títulos
es facultativa. Esto implica que, si no es voluntad que se representen en títulos, el fracciona
miento obligatorio en partes sociales ordenado por la ley, sólo podrá darse efectuarse, bajo
modalidad escritural. La modalidad (en títulos o escriturales) corresponde disponerla en
los estatutos y no debe entenderse como asunto de exigencia individual, ni como cuestión
de resolución social.
Ahora bien, el estudio de este punto, se vincula de manera indudable, con el status de
asocia ale decir con el conjunto de derechos, deberes y poderes, que comportan la situación
corporativa del miembro.
El vínculo entre las partes sociales y los derechos de los asociados en esta ley, tiene base
legal subsidiaria (art. 21), en dos preceptos del C. Civil: el art. 1890, que no autoriza "la
distribución de beneficios y pérdidas en consideración a la gestión de cada socio ni de cada
negocio en particular" y el art, 1891, por el cual todos las operaciones que no impliquen una
modificación de las convenciones sociales (o que se presenta como equivalente a los
estatutos en estas asociaciones), "se deciden por voto de la mayoría, que se computa en
proporción de los capitales" (aportes). De manera entonces, que las partes sociales, en tanto
fracciones del capital, son adjudicadas a los asociados por sus aportes al capital,
determinando asi, el grado de su participo en la entidad (art. 1891 del C. Civil).
Las partes sociales, vienen a representar y exteriorizar, no sólo los grados de
participación en el capital y por ello en el patrimonio, sino los restantes grados de
participación social de cada asociado, en la corporación. Aunque corresponde pensar que el
alcance de dicha participación, en puridad, no se agota simplemente través de ellas. Esto se
debe, a que existen aspectos de los derechos de participación social, para los que no son
suficientes las partes sociales, como es en materia de reformas de estatutos. En estos casos,
la ley, exige mayorías especiales, no sólo de partes sociales, sino también de personas (art.
4); aunque como ya indicáramos puede admitirse otras estipulaciones estatutarias.
Las características de las partes sociales y su importancia en la comprensión de
los derechos que otorga el tipo asociativo.

Alcance de la igualdad e indivisibilidad: Nótese que la ley en su art. 6, no dispone que


las partes sociales son de igual valor, sino que son iguales y del mismo valor". Se consagra
así y con giro sencillo. el principio de igualdad de los derechos de participación social.
Dada la manera escueta y sin excepcionalidad prevista, debe entenderse, que para esta
ley, no pueden admitirse entonces, la existencia de partes sociales que otorguen

109
preferencias o privilegios, sean de índole política, como los relativos a la votación, la
participación en el directorio, etc; o de índole patrimonial, como los que conceden mayor
pago de dividendos, o derechos de preferencia en la liquidación o en el egreso, etc.
Comprende sin dudas, la imposibilidad que se emitan por debajo de la par, o emisión con
prima y otros derechos similares que quiebran el principio. De manera que a la misma
estimación del aporte, le habrá de corresponder igual cantidad de partes sociales, y por ello,
igual calidad de derechos.
Por otra parte, la norma reclama que sean del mismo valor Naturalmente que se trata del
valor nominal, ya que los otros posibles (real, contable, etc.) son variables, lo que les priva
de utilidad estampada en un título llamado a perdurar. Debe tenerse presente, que esta
cualidad, no impide que puedan emitirse títulos representativos de varias o cantidades de
partes sociales, en tanto se mantengan en ellos sus cualidades; pues ello suma, pero no
interrumpe ni divide la parte social. Por lo que la igualdad de valor, no implica
necesariamente, igualdad material de los títulos que los representan.

Que sean del mismo valor, se congenia con otra nota, que prevé expresamente la norma:
su indivisibilidad. De esta forma, las partes sociales, resultan también, unidades de cuenta
de los aportes, y en particular, unidades mínimas. Aunque la indivisibilidad en este sentido,
cumple también otras funciones útiles, pues es expresión de la unilateralidad de los
derechos que confiere, Facilita por tanto, la administración patrimonial de la asociación
agraria (de. Sencillez, por uniformidad de derechos patrimoniales, que se expresa en el pago
de beneficios, en los derechos de egreso, o en In liquidación, etc.); impide el fraccionamiento
de la voluntad en los derechos políticos. Se trata pues, de un requisito, que es tanto de
interés de la asociación, como de los asociados.
Naturaleza jurídica: Como hemos indicado, la naturaleza jurídica de las partes sociales,
no es uniforme, sino que depende de sus modalidades. Esto lleva a que deban estudiarse,
por un lado, las partes sociales representadas en títulos, y por otro, las partes sociales
escriturales.
LAS PARTES SOCIALES COMO TÍTULOS DE PARTICIPACIÓN SOCIAL:

El art. 6 de la ley dispone que las partes sociales pueden ser "representadas" en forma de
títulos, lo que implica que los derechos de los asociados, están "incorporados y
materializados" en un documento. Constituyen así, uno de los llamados títulos de
participación que -según lo reconoce mayoritariamente la doctrina- son una modalidad
particular dentro de los títulos valores. Son documentos que si bien no tienen un contenido
negocial, se les reconocen los atributos de necesarios y suficientes para ejercer el derecho
mencionado en ellos, no obstante las restricciones que suelen admitirse.

La naturaleza de título valor-asignada por esta ley a las partes sociales-no puede
dudarse, pues el art. 6 mencionado, se encarga de expresar además, que tales títulos pueden
ser "nominativos o al portador", y que "su transmisión será libre, pero sujeta a las
formalidades que corresponda a la naturaleza de su emisión".
Que la norma aluda a su cualidad de emisión y transmisión, implica que son documentos
unilaterales y negociables, en los que se inserta un derecho que resulta del mismo, (con las
reservas que se dirán), que se transmite entonces, con el propio documenta, en la modalidad
de su emisión"(nominativa o al portador). Precisamente, una de los objetivos que parecen
quedar claros en esta norma es que procura que los derechos patrimoniales adquiridos bajo
esta forma asociativa puedan ser objeto de tráfico jurídico y circulación mercantil, en el más
amplio alcance (enajenación, crédito y garantía prendaria, usufructo, y facilidad en general,

110
etc.), según el sentido mismo de un título valor. Hasta el momento puta posibilidad estaba
reservada patrimonialmente, a las sociedades anónimas y a la parte accionaria de las
comanditas, sin ser éstas las auténticas depositarias de todas las conveniencias asociativas
en el medio rural.
La distinción con las partes sociales de las cooperativas agrarias: Las denominadas
partes sociales en esta ley, tienen sinonimia con las de las Cooperativas, de las que empero,
son claramente distinguibles a pesar de su igual nombre. En efecto, las partes sociales de las
cooperativas, refieren a un capital necesariamente ilimitado, que corresponde a una entidad
en las que vinculo, es esencial mente personal e intransferible, sin un género lucrativo, para
las que además, no se encuentra dispuesto tampoco, su representación en títulos.

La distinción con las partes de interés y cuotas de capital: La doctrina mercantil,


suele denominar como partes de interés, la manera como se expresa la participación social,
en las sociedades personales (pues es en interés de las personas que se forma y regula el
vínculo), y como acciones, las de las sociedades de capital (porque es a través de sus
alícuotas que se representa).
Se han señalado diversos criterios, que por lo general, son más o menos útiles según el
caso, para distinguir unas de otras. A nuestro modo de ver, uno de los más elocuentes, es el
que refiere a su transmisión, dado que las partes de interés", son intransferibles sin
modificar el negocio social; en tanto que las acciones (sin perjuicio de las restricciones o
condiciones que puedan preverse) son transmisibles sin afectarlo.
No obstante, existe además, una categoría intermedia, configurada por la sociedad de
responsabilidad limitada, en las que la participación social, se identifica -aunque no
totalmente- a través de lo que se denominan cuotas de capital. Si bien se transmiten con
modificación del contrato social, permiten la división de la participación social en alícuotas
del capital, lo que las convierten en un bien de naturaleza mueble e incorporal", y no en
simples porcentajes de participación. Por ello y en primer término, véase que la
denominación de partes sociales contenidos en esta ley, si bien exteriorizan los derechos de
participación social (al igual que corresponde a las diversas entidades de comunidad de fin),
no equivale a ésta: pero tampoco a una parte de interés, ni en la cuota de capital. Las partes
sociales de una asociación agraria, no son partes de interés ni cuotas, porque estas no
pueden expresarse en títulos y su transmisión, demanda modificación del negocio
constitutivo.
La distinción con las acciones de las sociedades anónimas: Las partes sociales, en
tanto títulos de participación, pertenecen-al igual que las acciones a la especie de los títulos
valores. Pero no por ello, deben confundirse con las acciones, respecto de las cuales tienen
diferencias.

En primer lugar, porque las acciones dan derecho a un dividendo (pues el capi tal de una
sociedad anónima, tiene un fin lucrativo), en tanto que las partes socia les, pueden otorgar
sólo derecho a un servicio, a ser brindado por la entidad, al asociado.
En segundo lugar, las acciones representan de principio, la entera participación social
del socio en la sociedad. Las partes sociales en cambio, no tienen necesariamente tales
posibilidades, pues como hemos señalado, las reformas de estatutos requieren -salvo
disposición estatutaria en contrario, no sólo mayoría de partes sociales, sino también,
mayoría de personas, En la base legal de toda asociación, hay la posibilidad de una
integración más democrática que en la sociedad anónima.

111
LAS PARTES SOCIALES COMO TÍTULOS CAUSALES Y COMPLETOS:

Los títulos de participación social, son títulos causales. Aún cuando esta cualidad ha sido
puesto en duda por algunos autores, entendemos que son causales, en el sentido que el
derecho contenido en el mismo, no es independiente ni otro distinto, que el derecho original
que se regula en los estatutos y que el documento recoge, pero que no crea. Vale decir, que
la parte social, al igual que una acción, no crea un vínculo nuevo, ni modifica el preexistente,
sino que lo documenta, de modo que carece de función constitutiva. Incluso puede verse
fácilmente, como el derecho de asociado, existe igualmente non antes que se emitan las
partes, y no varía, ni independiente, después de emitida.

Pero no por esto, se pienso que el título de participación social, cumple una función
meramente probatoria o declarativa, ni que la entidad puede oponerle al nuevo asociado,
excepciones subjetivas que le hubiese podido oponer al anterior D. mayor grado, y en tanto
título valor, cumple una función legitimante y una función traslativa.
La primera, porque en tanto título valor, al poseedor del documento no se puede privar
ni limitar de modo alguno, el ejercicio del derecho contenido en (según se le regula en los
estatutos) porque no es un sucesor del asociado anterior (salvo la hipótesis de "no
endosable").
La segunda, porque ese derecho se transfiere con el propio documento (sin perjuicio de
las restricciones que pudieran haberse dispuesto). Para algunos autores, los títulos de
participación, son además incompletos porque no contienen todos los elementos relativos
al derecho documentado en ellos sino que hay que completarlos con el régimen dispuesto
en los estatutos! Sin embargo, por un lado, estos documentos deben contener todos los
datos necesarios en sentido formal, (no tienen espacios en blanco que deben llenarse para
ejercer el derecho que atribuyen).

Y por otro lado, no dejan de ser completos, porque no con tengan todos los derechos que
confiere a su tenedor, pues esa enumeración -como advierte Pérez Fontana-" es innecesaria,
desde que el título atribuye al poseedor, su calidad de asociado, de la cual derivan todos los
derechos corporativos previstos en los estatutos. El sentido de titulo completo, debe
asumirse pues, desde la óptica que se trata de una modalidad especial de documento
jurídico.
LA EMISIÓN DE LAS PARTES SOCIALES EN TÍTULOS
Para que las partes sociales puedan ser representadas por títulos, es necesario, su
creación y su emisión. En el art. 6, la ley N° 17.777, sólo refiere a la emisión de las partes
sociales.
Como es sabido, en materia de títulos valores, esta voz posee un doble alcance como acto
de entrega o puesta en circulación del título (algo distinto a la creación): o como pluralidad
de títulos o títulos en masa, que responden por igual, a una misma relación de base, cuya
disciplina les comprende a todos ellos. Este último es -sin duda- el sentido con que lo emplea
aquí la ley.

Pero cualquiera sea su entendido, es obvio que no pueden emitirse sin previa mente
crearse. La creación de una parte social, es un acto jurídico unilateral y obligatorio de la
asociación, toda vez que se opte por su representación en títulos.
Es unilateral, porque no tiene fuente contractual, sino que jurídicamente, es creado por
voluntad individual de la entidad, Ya que -en ciertas opiniones- si es completa en su forma,

112
ya es bastante para darle validez y eficacia (teoría de la creación). Y, como acto, es
obligatorio para la asociación, toda vez que no opte por esta modalidad: porque entonces,
es derecho (estatutario) del asociado, que su aporte se represente en el título, el que por su
valor patrimonial y su poder circulatorio, interesa además, al patrimonio del asociado.
EL CONTENIDO DE LAS PARTES SOCIALES COMO DOCUMENTO

La ley, no dispone acerca del contenido de los títulos representativos de Ias partes
sociales, más que de manera sintética, al indicar que deben expresar su valor y su carácter
de nominativos o al portador. Pero no demanda demasiado esfuerzo, reconocer que deben
estar dotadas de las demás exigencias que son comunes a su naturaleza de título de
participación, y que permiten su individualización como tal, conforme se dispone de manera
general en el art. 3 del D. Ley N* 14.701. Como todo titulo negociable, es de exigir pues, que
además de las constancias referidas en la ley N° 17.777 (portador o nominativa y su valor),
figure su calificación de parte social, de modo que se identifique su régimen. Debe contener
además la fecha de su emisión y la identificación del creador (y emisor) del mismo, es decir
el nombre de la asociación y el nombre y la firma de sus representantes. La individualización
de la asociación debe ser completa, en el sentido que debe indicarse su fecha de constitución
y los datos de su inscripción en el Registro, pues ello permite constatar la conformación del
tipo social. Si es nominativa, deberá además, aparecer el nombre de la persona en cuyo favor
se emite, que será asociado y los restantes requisitos dispuestos en los arts. 3 y 32 de la ley
N° 14.701.
La parte social, representa una fracción del capital, por lo que debe expresarse las
características del mismo, vale decir si es limitado o ilimitado, y en el primer caso, la
indicación de su monto y en el segundo caso, su monto inicial, El valor de la parte social,
debe entenderse el nominal, (indicado en moneda nacional), dejando se constancia de la
fecha de la emisión. Es imprescindible en este sentido, que se les individualice, mediante
números correlativos, que le permita a cada una su identidad respecto de las restantes
DIVERSAS MODALIDADES DE PARTES SOCIALES EN RELACIÓN A LOS SUJETOS:
NOMINATIVAS Y AL PORTADOR. RESTRICCIONES O LIMITACIONES VOLUNTARIAS

Esta ley, alude a dos modalidades de emisión de las partes sociales nominativas o al
portador De ello depende su régimen de circulación (o bien al revés), que según lo dispone
el art. 6 de la ley, "será libre". Esto implica que su transferencia, no puede prohibir si. Pero
no se impide que pueda restringirse o someterse a requisitos especiales, pues la propia
norma se encarga de prever la posibilidad que los estatutos impongan limitaciones. Así por
ejemplo, puedo disponerse que sólo puedan ser titulares de partes sociales los productores
rurales, o cierta modalidad de ellos (ej, viticultores, tamberos, etc.), o de cierta localidad;
bien que en igualdad de condiciones ciados tengan derechos de preferencia o tanteo en caso
de venta a terceros, etc.
Partes sociales nominativas. Concepto. Circulación y registro
Partes sociales nominativas, son aquellas emitidas (en serie) por la asociación y que han
sido expedidas a nombre de una persona (o varias), que es su título.
Esta forma de emisión, tiene trascendencia jurídica, en tanto implica el régimen de su
tráfico jurídico, que por su naturaleza, corresponde remitirlo pues, al De conformidad con
ello, las partes sociales nominativas de una asociación agraria, se transmiten mediante el
"transfert" mercantil. Este supone precisar si la emisión (nominativa) es simple, o en cambio
bajo el rótulo de "no endosable" art. 32 y sigts. del D. Ley N° 14.701.

113
Si fuere simple, se presume a la orden (arts.35 y 36 del D. Ley N° 14.701). Por lo tanto,
para su transmisión, se requiere:

a) un negocio especifico (causa especifica, ej: compraventa, donación, etc) que legitime la
operación (aunque no declarable ante terceros).
b) la anotación en el mismo titulo, del hecho de la transmisión: con firma del cedente y
nombre del cesionario (ej. "En fecha...se transfiere a..."
c) la tradición, o sea la entrega del documento al cesionario del derecho con tenido en el
mismo, y que transfiera la propiedad.
d) la anotación en el registro social por parte del emisor. Si la parte social, fuere emitida
como "no endosable", se transmite en cambio, como cesión de crédito no endosable y
requiere por ende, además de los requisitos referidos, la notificación al emisor. Siendo
títulos valores, va de suyo que su transferencia, no se inscribe en el Registro de
Sociedades Agrarias.

LA NOTIFICACIÓN DE LA TRANSFERENCIA AL EMISOR EN LA LEY N° 17.777: El régimen


de la ley N° 17.777, sólo contiene una particularidad respecto al D. Ley N° 14.701; y es que
la transmisión de estos títulos nominativos-al igual que en el caso de las acciones de una
sociedad anónima-requiere notificación a la asociación (sean endosables o no endosables),
lo que no está dispuesto como tal, en la ley de títulos valores.
En efecto, que el art. 32 del D. Ley N 14.701, no dispusiera el hecho de la notificación, fue
entendido por destacada doctrina, como un requisito inexistente en la transmisión de este
derecho negociable, lo que vino a marcar buena distancia con el instituto de la cesión de
créditos, previsto en el art. 1757 y sigts, del C. Civil. La diferencia se encuentra en el D. Ley
N° 14.701, prevé simplemente el hecho del registro por el emisor, circunstancia que, a
diferencia de la cesión de créditos en materia civil, no es de naturaleza negocial, sino
simplemente de deber unilateral y de administración asociativa.
En puridad, es esto último lo verdaderamente sustantivo, pues jurídicamente. es obvio
que el emisor sólo puede registrar si hubo notificación, que en materia de obligaciones, es
expresión que significa conocimiento válido por Derecho. Un conocimiento clandestino o
sin posibilidad de verificación jurídica, no puede admitirse como legitimo, respecto al hecho
del registro; por lo que éste, sólo puede proceder conforme a derecho, mediante una
notificación. Desde este punto vista, no hay pues, diferencias sustantivas entre notificación
y registro (es decir entre el D. Ley N° 14.701 y la ley N° 17.777), salvo en cuanto al ámbito
de las responsabilidades en caso de omisión. Pues la primera (notificación) actúa en la zona
de poderes y facultades del cedente (art. 13 del decreto 403/04), en tanto que el segundo
(registro). actúa en el ámbito de los deberes del emisor (art. 32 del D. Ley N 14.701).
Lo que distancia el título endosable del crédito no endosable en este punto, no radica -
entonces-en si hubo o no notificación, pues ésta siempre debe existir para In legitimidad del
registro; sino en el alcance jurídico que debe asignarse a la notificación.

Tratándose de cesión de créditos no endosables, la notificación al deudor, forma parte


del negocio, en tanto el cesionario, es sucesor del acreedor, lo que demanda el
consentimiento del cedido (art. 1758 del C. Civil). En cambio, en materia de partes sociales
simples o endosables, titulos valoresel cesionario en nuestro concepto, no es verdadero
sucesor del cedente y por tanto la participación del cedido tiene otro alcance, en el sentido
que sólo se requiere del conocimiento, pero no del consentimiento de la cesión o
transferencia (art. 32 y 33 del D. Ley N° 14.7019).

114
Está dispuesto en nuestro derecho (art. 33 del D. Ley N° 14.701) que el emisor, no puede
oponerse ni negar la anotación registral de la transmisión del título nominativo, salvo justa
causa. En materia civil (cesión de créditos no endosables) el cedido, puede oponerse, con el
alcance de oponerle al cesionario, las excepciones que tiene respecto al cedente (en.
compensación).
Por tanto si bien en la ley N° 17.777, se dispone la obligatoriedad de la notificación de la
transmisión del título, en todo caso, su función es distinta según se trate de partes sociales
transmisibles por endoso o no endosable. En este último caso es doble, dado que además de
cumplir una función de conocimiento, cumple una negocial relativa al consentimiento. Si la
asociación se opone a la cesión de la parte social endosable, puede excepcionarse como lo
podría hacer contra el cedente.
La falta de notificación de la transmisión, provoca que ésta no le sen oponible al emisor
(art. 32 de la ley N 14.701) y por tanto el cesionario, no podrá ejercer lo derechos que
provienen del titulo, en tanto "sólo será reconocido como tenedor legitimo quien figure a la
vez en el documento y en el registro" (art. 32 de la ley Ne
Por su parte, la notificación válida pero no registrada por el emisor, puede generar
responsabilidad solidaria de los administradores y representantes por de nos y perjuicios
(inc.2 del art. 13 de ley N° 17.777 y art. 13 del D.403/04).
LA OBLIGACIÓN DE NOTIFICAR Y EL REGISTRO DE LA TRANSFERENCIA POR LA
ASOCIACIÓN. EL CONTROL DEL TRACTO SUCESIVO:

Según lo dispone el art. 13 del Decreto (403/04) reglamentario de la ley la notificación


en ambos casos debe ser realizada por el cedente y no por el cesionario, salvo la hipótesis
de sucesión mortis causa, que se estará a la legitimación sucesoria (art. 13). Esto introduce
una diferencia con el régimen normal de los títulos valores nominativos, en el cual, es el
endosatario o cesionario, quien puede solicitar el registro de la transferencia (art 34 de la
ley N° 14.701). Se obstaculiza de esta manera, (la práctica) del endoso en blanco y la
circulación anónima del documento nominativo.
La notificación de la transmisión, que debe realizarse por escrito, oficia pues, de solicitud
de registro, y obliga al emisor (la asociación) a registrar la transferencia. Para ello, la ley
prevé en su art. 14, que las asociaciones agrarias, deben llevar un libro (rubricado) donde
se asienta el nombre de cada asociado y el número y valor de sus partes sociales.
La norma reglamentaria, introduce además, otra peculiaridad y es que existe un tiempo
útil para practicar dicha notificación. En efecto, de acuerdo al art. 13 del Decreto aludido, la
notificación por escrito, debe practicarse con una anticipación de por lo menos tres días
hábiles, a la fecha en que los cesionarios pretendan ejercer sus derechos sociales, cualquiera
fueren ellos, Nada impide a nuestro juicio, que los estatutos dispongan que tal notificación,
deba practicarse con mayor anticipación, pues el art. 6 de la ley, prevé la posibilidad de
estipulaciones restrictivas, respecto a la circulación de las partes sociales, y en el art. 13 del
reglamento, se prevé que dicho plazo es por lo menos de tres días. Esto significa, que vale
estipular (la exigencia de) un plazo mayor par notificar
Entendemos sin embargo, que no sería posible la hipótesis contraria, o sen disminuirlo
a dos o n un día, pues los tres días se consagran como mínimo, en norma imperativa. En todo
caso, este plazo, debe entenderse entonces, en beneficio de la asociación y su orden interno,
evitando que se distorsione por razones intempestivas, el normal funcionamiento de la
asociación y sus órganos, asi como el ejercicio de los derechos de los restantes asociados.

115
El reglamento ordena controlar la legitimidad del tracto sucesivo art. 13. por lo que la
inscripción sólo se admitirá, cuando el cedente figure como asociado en el libro respectivo.
El control del tracto sucesivo, no sólo se impone por razones de orden en un tráfico jurídico
de naturaleza nominativo, sino de modo coadyuvante contra la práctica del endoso en
blanco y cualquier situación que pretenda legitimarse a partir del mismo.
El incumplimiento de tal control, o el registro incorrecto por el emisor (que es lo mismo),
provoca, según la norma ya vista (art. 13 del Decreto 103/04), la responsabilidad por daños
y perjuicios prevista en el inciso 2 del art. 13 de la ley, que recae en la asociación y la de sus
administradores y representantes.

PARTES SOCIALES AL PORTADOR. EL RÉGIMEN DE LA LEY N° 17.777 Y LAS


RESTRICCIONES FORZOSAS DE LA LEY N° 18.092
Como ya se indicara la ley N 17.777, faculta la emisión de partes sociales al portador. Las
partes sociales al portador, son-por su naturaleza-aquellas que no se expiden a favor de
persona determinada. Su característica mayor, es que su transmisión se produce por simple
tradición del título (art. 52 de la ley N° 14.701) sin ningún otro requisito No obstante, la ley
N" 18.092 (en la redacción dada por el art. 347 de la ley N 18.172) dispuso expresamente
que las asociaciones agrarias que sean titulares de inmuebles rurales y explotaciones
agropecuarias deben tener la totalidad de se capital en partes sociales nominativas y sus
titulares personas fisicas. La especialidad de estas restricciones y el amplio espectro de
entidades a las que se aplica ke estudian más adelante.
LAS PARTES SOCIALES ESCRITURALES. LA POSIBILIDAD DE SU EXISTENCIA
Aunque la ley no las menciona, va de suyo que pueden existir partes sociales que se
denominan habitualmente como "escriturales". Ello porque como ya señalamos, la división
del capital en partes sociales es obligatoria, en tanto que su representación en títulos es
facultativa. Por lo que si no es voluntad de los asocia. dos, crear títulos, las partes sociales
deben documentarse mediante asientos registrados por la asociación, ya que aquí no hay
contrato, sino un acto colectivo La decisión obedece sin duda, a una estipulación de
naturaleza estatutaria, la que bien puede conferir a la voluntad de cada asociado la forma
documental de sus partes sociales. En caso que así suceda, podrá una asociación, mantener
dos modalidades a la vez, escriturales y representadas mediante título; pues no se
vislumbra.
La transmisión de partes escriturales, así como la constitución de derechos sobre ellas
opera en régimen de doble causa: una genérica (cesión de crédito) y otra especifica
(cualquiera fuere la misma -venta, donación, permuta, prenda, usufructo etc.-) y requiere
siempre notificación a la asociación, pues implica la cesión (o el gravamen) de un derecho
en concreto, contra una persona obligada al respecto (art. 1757 y sgts del C. Civil). Pero
además, requiere también, la anotación de la transmisión, en el registro de la asociación,
único medio de acreditar la propiedad y derechos sobre las mismas. Se debe a que las partes
sociales, son de naturaleza unilateral y la única manera de legitimarlas, es mediante su
reconocimiento por el emitente, en tanto el derecho no está incorporado al título.
Vale decir que la transmisión del derecho sobre el capital social, se acredita para la
asociación de tres maneras: a) o bien por simple exhibición del titulo en caso al portador;
b) por constancia en el título, más la notificación y registro, en el caso de ser nominativas o,
c) mediante su notificación y anotación en la asociación, si son escriturales.

116
Si bien la ley no impone un libro especial en este sentido, toda vez que el esta tuto permita
o prevea esta modalidad, va de suyo que se impone el deber de llevar un registro, sea o no,
documentado en un libro. Véase que ello, es propio de una diligencia media del buen padre
de familia impuesta por el art. 13 de la ley, a los administradores y representantes, bajo
responsabilidad de daños y perjuicios.
LAS PARTES SOCIALES COMO OBJETO DE DERECHO: Las partes sociales deben
considerarse también como objeto de derecho. En general, la doctrina mercantil las ha
considerado como un bien incorporal personal, de naturaleza mueble y de carácter
crediticio Pero si están representadas en títulos, como es posible en las asociaciones
agrarias, devienen corporales.

Como tal, pueden ingresar al tráfico jurídico, como objeto de diversos negocios, no sólo
como compraventa o permuta, sino prenda, usufructo, arrendamiento, etc. También
admiten embargo, particularmente en tanto conceden derecho individual sobre el
patrimonio social, en caso de egreso voluntario. Como ya señaláramos, el principio general
es el de libre circulación, sin perjuicio de las limitaciones o restricciones que puedan
estipularse en los estatutos.
EL CAPITAL EN LA SOCIEDAD AGRARIA: La única referencia de la ley respecto al capital
en las sociedades agrarias, la brinda el art 9, en oportunidad de enumerar los requisitos que
debe contener el documento (contrato) constitutivo, disponiendo además, que debe
expresarse en moneda nacional. Es muy escueta la norma en este punto, y no cabe esperar
ni atribuir demasiadas posibilidades operativas ni funcionales al capital social en esta
modalidad Asociativa. Téngase presente que la sociedad agraria, instrumenta una relación
esencialmente personal: del mismo alcance que en la sociedad civil, cuyo régimen
(subsidiario), nada dispone en particular a este elemento. Se debe a que carece de relevancia
respecto a la naturaleza del vínculo y en relación terceros. En general, el capital en este tipo
de sociedad tan personal, entre no comerciantes, no posee particularidades, pues no
representa otra cosa que el cúmulo de los aportes, pero no identifica la naturaleza del
vínculo.
No por ello, cabe concebir al capital, como un elemento intrascendente de sociedad
agraria, ni mucho menos. La porción más relevante de la disciplina socia en este tipo, se
apoya en los aportes y no en otra u otras consideraciones. Tampoco puede ignorarse, que el
propio C. Civil, impone circunstancias restrictivo o participación social por fuera del capital
de la sociedad, y que son realmente importantes a la hora de calificar el tipo asociativo.
Como el art. 1890, que no permite que la distribución de las ganancias y pérdidas puedan
hacerse en consideración gestión de cada socio, respecto de cada negocio en particular. Por
tanto, cuando el art. 9 de la norma, enumera el capital como uno de sus requisitos a
determinar constitutivamente, marca la identidad y relevancia -tal vez perdida en la
sociedad civil que posee este elemento en la calificación agraria del tipo, ante otras figuras
como las cooperativas o las sociedades de fomento rural.
¿EL CAPITAL DE LA SOCIEDAD AGRARIA, SE PUEDE DIVIDIR EN CUOTAS O PARTES
DE INTERÉS? La división del capital de una sociedad agraria, en cuotas o participaciones,
vale decir en fracciones (tal como está previsto en las sociedades mercantiles de
responsabilidad limitada), no es algo previsto en la ley. Se plantea entonces, la duda de si es
admisible que los socios voluntariamente, así lo pacten en el contrato social ya que si bien
no hay previsiones que lo autoricen, tampoco las hay que lo prohíban. Así por ejemplo, en
materia de sociedades de responsabilidad limitada, se ha observado que en la posición de
algunos autores, la posibilidad de fraccionar el capital en cuotas, implica cierto grado de

117
objetivación" o "materialidad" de la participación social; lo que sin embargo ha sido
rebatido, en el sentido que la cuota no es atributiva de la calidad de socio (como lo es la
acción en una sociedad anónima), sino un modo unitario de definir y principalmente medir
un conjunto de derechos y de obligaciones que corresponden a un sujeto, por el hecho de
ser parte de una relación jurídica-social
En buena medida, y más allá del grado de certeza y posible discusión de tales precisiones,
lo cierto es que la doctrina comercial, a través de la admisión de la cuota como elemento de
medir el grado de la participación social del socio, ha logra do un nivel de abstracción,
respecto a la naturaleza del vínculo asociativo, diversa a como se le puede considerar
conforme a una concepción civil. Lo que queda acre. ditado, desde el instante que la
caracterización de la cuota en una SRL, es pacifica mente aceptada como bien mueble Claro
está que para todas estas consideraciones, la cuota en una sociedad de responsabilidad
limitada forma parte de su caracterización legal (art. 223 de ley N" 16.060), vale decir, se
parte del texto legal que la impone al tipo social. Y precisamente ese texto positivo es lo que
falta en la especie estudiada.
El problema a nuestro juicio, radica en que la sociedad agraria, debe ser abordada desde
la materia civil y, conforme a sus preceptos. En materia de obligaciones, el criterio general
que emana del art. 1376 del C. Civil, establece que aunque por naturaleza, el objeto pueda
admitir división, impera la indivisión, si la relación bajo que los contrayentes han
considerado dicho objeto, impide que éste admita ni división ni ejecución parcial. Y la
participación social en una sociedad agraria, por naturaleza, obedece a una relación
subjetiva personalísima, la que portal, no pue. de ser objeto de una división. No se trata de
un simple fraccionamiento en unidades de cuenta que permite medir el grado de la
participación social individual, porque la situación social en las sociedades personalísimas,
es en sí mismo, un todo unitario que jurídicamente responde a la confianza recíproca de los
socios, antes que a una suma aritmética de aportes. Como dice Schwartz, a propósito de las
sociedades personales, la relación societaria se establece en función del interés que los
socios tienen en constituirla e integrar la sociedad entre ellos, por lo que la calidad de socio
se identifica en una relación subjetiva Debe considerarse pues, que como señala este autor,
admitir el fraccionamiento o división de la parte social en las sociedades de interés, altera
la estructura de éstas y la estructura legal.

En el N° B del artículo 9 del decreto 403/04, se dispone como acto inscribible de una
sociedad agraria, ".las transmisiones a cualquier título y modo de las participaciones
sociales". En realidad, la transmisión de las participaciones socia les, respecto de una
sociedad agraria, implica una modificación del contrato social, hipótesis prevista en el N" C)
del mismo artículo 9". Se inscribe, porque supone variar el contenido de un acto ya inscripto:
el contrato social (N° A del mismo artículo). Por lo tanto este Nº B se encuentra de más, pues
la transmisión de las participaciones sociales, no existe como acto autónomo a la
modificación del contrato social
ELEMENTOS PATRIMONIALES DE CARÁCTER OPCIONAL: Fondo de reserva, emisión de
obligaciones negociables, administración de fondos agrarios de inversión, etc.
Aunque la ley no lo imponga, nada impide que se estipule un Fondo de Reserva, pero
deberá en ese caso, disponerse la forma de su integración y su alcance operativo.

En el art. 23 de la ley, se prevé a texto expreso, que tanto las sociedades como las
asociaciones agrarias, quedan comprendidas en el art 27 y sigts. de la ley N 16.749 de
30.5.96. Esta norma regula la emisión de las obligaciones negociables. Según el art. 27

118
indicado, la emisión de estos documentos, estaba reservada exclusivamente a las sociedades
comerciales y las cooperativas". De esta manera, el art. 23 de la ley N" 17.777, permite que
estas modalidades agrarias, queden comprendidas en dicha posibilidad, resultando
equiparadas para procurarse fondos.
Asimismo el art. 24 de la ley, permite que estas figuras, constituyan y administren fondos
de inversión en activos agrarios de explotación directa, que se regularán por lo previsto en
la ley N" 16.774 de 27.09.96.

LA SITUACIÓN SOCIAL
Para que una asociación o sociedad agraria, pueda cumplir de manera útil, con su objeto
y sus fines, se requiere, no sólo de aportes y patrimonio, sino de una organización mínima;
y de decisiones o resoluciones, que hagan operativos esos intereses colectivos. Es decir, es
necesaria una disciplina funcional (y no meramente constitutiva); que incluso trascienda a
sus integrantes y a la persona jurídica que crean.
Bajo este aspecto, el fenómeno asociativo se compone de relaciones de los miembros
entre sí y con la entidad. Pero además, implica relaciones con terceros. En general, la
doctrina, en materia asociativa, distingue por ello, las relaciones jurídicas internas y
relaciones jurídicas externas.
Esto comprende diversos asuntos. Pero el punto de partida en el tema, lo constituye, sin
duda, el estudio relativo al concepto y naturaleza de las mismas.
La categoría de vinculación que provocan estas asociaciones y sociedades, se
corresponde con la de una situación jurídica. Es ésta, una de las modalidades que asumen
las relaciones jurídicas, que se caracterizan por su pluralidad y su carácter complejo y
heterogéneo, a pesar de lo cual, se encuentran unificadas en su disciplina por el hecho o acto
que la provoca.
Una comunidad de fin asociativa, de carácter continuado o de duración, y que crea un
patrimonio que debe administrarse conforme a un objeto y un fin, no se reduce a una
relación simple de crédito (ej. acreedor-deudor). Tampoco se identifica con una
copropiedad simple (los socios no son condóminos de los bienes sociales art. 1876del C.
Civil). Implica una pluralidad de derechos de contenido diverso (patrimoniales y políticos);
y además, impone obligaciones a cargo de los miembros y de la entidad, que tienen carácter
dinámico y perduran durante la vida social. Las relaciones jurídicas entre los socios y de
éstos respecto de la entidad, reflejan además, cuestiones colectivas de poder (por capital o
personas) y de deber social, e incluso de ambos a la vez poder deber, como es el caso de la
administración.
Los socios y asociados adquieren así, una posición social o condición de socio, que en el
mundo de los fenómenos asociativos, se traduce en lo que se denomina, una participación
social, Para precisar su naturaleza, muchos autores, han utilizado al concepto de "status".
Hay autores que lo definen como el conjunto de los derechos y deberes y de las funciones y
los poderes que el socio tiene en la sociedad. Se trata de una relación que se caracteriza por
su carácter complejo y por ser de naturaleza orgánica. Todo asociado o socio, tiene una
participación social, como efecto de su obligación de aportar, y que es una sola para cada
socio o asociado, sin importar el quantum de ella: vale decir, es única, por más que pueda
dividirse en partes sociales (como en la asociación) o admita la transferencia de porcentajes
(como en la sociedad).

119
LAS DIFERENCIAS DE LA SITUACIÓN SOCIAL EN LAS ASOCIACIONES Y EN LAS
SOCIEDADES AGRARIAS:

No obstante, esta situación social, no es igual en una asociación agraria, que en una
sociedad agraria. Se diferencia en varios aspectos, que básicamente derivan de la naturaleza
jurídica de los vínculos sociales, que como hemos señalado hasta ahora, no son los mismos
en uno y otro tipo. Véase, que la asociación es abierta e impersonal, por lo que difiere con la
sociedad, que es cerrada y personal.

Por ello, Ia ley agraria, prevé que en la asociación, la participación del asociado puede
representarse en títulos, tal como hemos estudiado en el capítulo anterior. Estas
posibilidades, no se prevén legalmente para la sociedad agraria, ya que no es propio de la
misma ni siquiera su fraccionamiento, en tanto en su naturaleza, el vínculo es fuertemente
personal. Esto pues, repercute en la caracterización de las participaciones sociales, en una
u otra figura agraria, ya que si se representa en títulos, adquiere carácter material o
corporal, diferente al caso de partes escriturales en una asociación, o la participación social
en la sociedad agraria, que son inmateriales.
Esta diferente naturaleza, fundamenta también, otros derechos particulares del
individuo, que derivan de cada tipo, Como es el caso del egreso voluntario, o el pacto de
permanencia mínima como derecho individual y diferente al plazo de la entidad, en las
asociaciones agrarias; o los derechos de administración en sentido estricto, y el deber de
colaboración, que son inherentes a la sociedad agraria, pero no necesariamente de la
asociación.
La disciplina jurídica de la situación social, en estas modalidades asociativas, está
consagran particularmente en la ley N° 17.777 y de modo subsidiario en el C. Civil. Lo que
es sin perjuicio, de las estipulaciones que pudieran las partes disponer. Habremos de
estudiar estos aspectos especiales, bajo la óptica de sus características generales en cada
tipo.

EL CONTENIDO DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL. CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS Y


OBLIGACIONES: Como venimos de señalar, las relaciones contenidas en una participación
social, implican derechos y obligaciones.
En el orden interno, los derechos de los asociados y socios, admiten múltiples
clasificaciones según los diferentes criterios que pueden emplearse. En nuestra opinión, el
más útil es el que distingue entre derechos patrimoniales y derechos políticos, según tengan
contenido económico o de administración social.
Otro criterio que puede armonizarse con éste, es el que tiene en cuenta el interés tutelado
jurídicamente. Así, existen derechos que tutelan el interés individual del socio o asociado
(que se tiene contra la entidad), y otros, que tutelan el interés colectivo o del grupo (que se
conocen como derechos sociales, que se tienen en la entidad). La ordenación de las
obligaciones es más compleja, pero en general también es posible referirlas a iguales
criterios, como el deber de aportar (de índole patrimonial e individual) o el deber de
colaboración (de índole social y de administración). A su vez en su aspecto externo, estas
relaciones son más específicas e incluyen la tutela del interés no sólo de la entidad, sino
también de terceros que se vinculan con ella
Aunque como habremos de ver, estos criterios no son absolutos. Así por ejem plo, el
derecho de egreso en las asociaciones agrarias, configura un instituto que presenta rasgos
comunes a todos estos aspectos a la vez (art. 7 de la ley N° 17.777). A continuación habremos

120
de estudiar la situación social, desde el aspecto inter- no, comenzando con los derechos más
importantes, que impone la ley y la naturaleza de estas relaciones.

• LAS RELACIONES INTERNAS


Los derechos de los socios y asociados:

→ El derecho a los beneficios. Amplitud y variedad del concepto. Beneficios patrimoniales


y sociales:

Este aspecto, lo hemos abordado de manera general, al estudiar los fines de la persona
jurídica. Corresponde ahora examinarlo de manera más precisa, como uno de os derechos
del asociado o socio. El contenido de este derecho es muy amplio y variado en este tipo de
asociaciones y sociedades, en un de la multiplicidad de fines que pueden perseguir. Aquí e
marca una importante diferencia con las sociedades mercantiles. Los beneficios pueden ser
tanto patrimoniales como puramente sociales, y se desprenden del régimen del C. Civil y de
la ley N" 17.777.
El primero a considerar, es el provisto por el art. 1875 del C. Civil, norma que posee más
complejidad de la que aparenta la sencillez de su redacción. De acuerdo al mismo, se estipula
poner algo en común con la mira de repartirse entre si los beneficios que de ello provengan.
Esto comprende dos aspectos: uno relativo al alcance de la voz y otro, el origen y destino del
mismo.
El art. 1878 del C. Civil, de manera expresa, dispone que por "beneficio", no se entiende
el puramente moral, no apreciable en dinero. Así por ejemplo, el beneficio, puede consistir
en una ganancia, habitualmente en dinero, proveniente de la actividad agraria (objeto social
previsto en el art. 1 de la ley N° 17.777) que desarrolla la entidad, y que se distribuye luego
entre los asociados o socios. La ganancia también puede ser en otros bienes que el dinero,
como porcentaje de cosechas o cantidad de animales, etc. En este sentido, el Código en el
art. 1878 prevé la nulidad de la convención, por la cual se conviniere que la totalidad de las
ganancias haya de pertenecer a uno sólo de los asociados, así como la que estableciere que
algunos de los socios no haya de tener parte en los beneficios.
La distribución de las ganancias opera según lo estipulado en los estatutos o en el
contrato social, según sea asociación o sociedad agraria. Pero en todo caso, en el art. 1890,
se excluye la posibilidad de que los beneficios se distribuyan en consideración a la gestión
de cada socio, ni respecto a cada negocio en particular. De manera que prácticamente, es el
aporte, y en particular el capital, el elemento que actúa de criterio para medir el beneficio.
Incluso, así se prevé en el art. 1888, pues falta de estipulación expresa, las ganancias y las
pérdidas se dividen a prorrata a de sus respectivos capitales". Pero la expresión beneficio,
puede comprender, asimismo, cualquier otra venta ja entre sus miembros de acuerdo al
aporte de cada uno (art. 1.2 C). Así una asociación o una sociedad agraria, puede construir
una obra hidráulica y obtener una concesión sobre el agua, que luego la distribuye entre sus
miembros. Esto no lo podría hacer una sociedad comercial, pues ellas se crean sólo para
repartir ganancias de una actividad organizada, art. 1 de la ley N° 16.060).
En segundo lugar, y de acuerdo a la norma civil, es necesario atender también el origen
y destino societario o asociativo de este beneficio. La ley no exige (como lo hace en materia
comercial) que provenga de una actividad (que para el caso solo pueden ser las previstas en
el art. I de la ley N° 17.777). Es suficiente que provenga de los aportes de los miembros. Asi,
queda abierto el paso a las sociedades llamadas de disfrute o goce, siempre que actúen en
el ámbito material del objeto. Puede una asociación o una sociedad, comprar un campo y

121
darlo en arriendo a un tercero con destino rural y luego repartir la renta entre los socios,
pues es un negocio que resulta comprendido en su fin social y también en la materia de su
objeto social o conforme al mismo, según dispone el art. 13 de la ley N° 17.777.

Pero lo que si es necesario de acuerdo a la ley, es que este beneficio, cualquiera fuere,
pueda repartirse entre los socios; vale decir entonces que debe generarse en cabeza de la
entidad, para luego dividirse La sociedad civil, no es de aquellas por las que los socios,
perciben directamente el beneficio, como es el caso de las cooperativas.

El beneficio a que tiene derecho un socio o un asociado en este tipo de entidades, resulta
también de la ley N° 17.777, que amplía el régimen del C. Civil. Se trata de asuntos que son
específicos de esta norma, donde la ley agraria añade otras posibilidades que la ley civil no
comprende.
Así, y de acuerdo al art. 12 de la misma, es posible que los socios o asociados reciban
como beneficio un servicio (en sentido amplio), sea por la industrialización o
comercialización de sus productos agropecuarios, sea por la prestación de un ser vicio
profesional requerido para su actividad particular, etc. Aquí, el beneficio se obtiene
directamente por el miembro y no provienen de un reparto, pues no se generaron en cabeza
de la entidad.
Otro caso de beneficio no admitido por la ley civil ni comercial, es cuando un socio
productor, emplea los bienes sociales para el beneficio de su explotación individual (ej. una
cosechadora). O cuando se contribuye para mejorar un camino que beneficia la zona de
varios establecimientos rurales, circunstancias bajo las cuales no existe un bien objeto de
reparto.
No cabe excluir la posibilidad de beneficios no patrimoniales, de interés individual o
colectivo, como es el caso de la promoción de mejoras sociales al medio rural, previstas en
el art. 1.2 (C) de la ley. Como vimos, esta posibilidad se encuentra excluida del C. Civil,
cuando en el art. 1878, prevé que no se entiende por beneficio, el que no es apreciable en
dinero.

→ El derecho a la cuota parte de capital en caso de disolución y liquidación

De conformidad con el art. 19 de la ley, en caso de disolución y liquidación, los socios y


asociados, tienen derecho a recibir una cuota parte del patrimonio social, una vez extinguido
el pasivo social o garantizado debidamente su pago. El importe que le corresponde a cada
uno, es conforme a la respectiva participación en el capi. tal social o las utilidades.
Un aspecto que no menciona la ley, es si este derecho opera también respecto del socio
o asociado que aportó únicamente trabajo. Sin duda, que la solución más equitativa, es
reconocer este derecho conforme los criterios generales. Si en el con trato o estatuto social,
no se estipula cual es la participación que a estos socios les corresponde en el capital, se
aplicar el art. 1888 del C. Civil, por el cual le corresponderá igual derecho que el socio que
menos capital aportó,

→ El derecho de renuncia en la sociedad agraria

La renuncia es un derecho conferido a los socios por los arts. 1933 a 1935 del C. Civil. En
sustancia, se trata del receso, vale decir, la posibilidad normativa de desistir
unilateralmente al vinculo social. Según las circunstancias, este instituto, puede provocar la
extinción total de la entidad (art. 1933), aspecto que habremos de estudiar más adelante, en

122
oportunidad de examinar la disolución de las mismas. Aquí veremos la naturaleza y la
procedencia del ejercicio de este derecho.

En su naturaleza, el receso o renuncia, no es otra cosa que un derecho potestativo, que


tiene carácter extintivo, ya que al menos, para el renunciante, provoca su desvinculación
jurídica de la sociedad. Sus efectos son al futuro, y procede por sim ple voluntad unilateral,
sin necesidad de aceptación. Esta es la consecuencia natural de que la ley, disponga sus
efectos a partir de la simple notificación, sin requerir el consentimiento de los restantes
socios, o los administradores, o a la propia entidad (art. 1934 del C. Civil). Se distingue pues,
de otros institutos, como la rescisión, el mutuo disenso, etc.

Pero el ejercicio del derecho de renuncia, no opera en cualquier caso, ya que se requieren
de ciertos extremos para que proceda.
El primer requisito, es que es que la sociedad no tenga fijado término, esto es, que no se
haya pactado un plazo, o bien que no fuera contraída para un negocio de duración limitada
(art. 1933). Debe recordarse que la ley N° 17.777, no impone la necesidad de estipular un
plazo a la sociedad agraria (art. 13). Este pues, se fijará, si es voluntad de los socios.
El derecho de receso en este caso, es razonable y se funda en la propia libertad de
contratar. Si la sociedad, que supone una relación personal, de carácter continuando, no
tiene previsto su duración, ni se contrajo para un negocio en particular o ciertos
determinados, es apropiada la solución por la que cualquiera de los socios pueda, en
principio, salirse de ella.

Pero para que proceda sin responsabilidad civil, es menester que el derecho de renuncia,
no se ejerza de mala fe o de manera intempestiva (art. 1935). El Código Civil, brinda a titulo
de ejemplo, ciertas causales que considera como hipótesis comprendidas en ellas. Así,
entiende que es mala fe, la renuncia que se ejerce "...para apropiarse de una ganancia que
debe pertenecer a la sociedad. (art. 1935 ine.2); y que es intempestiva, cuando no se hallen
las cosas integras y la sociedad está interesada en que la disolución se dilate" (art. 1935 inc.
3). Aunque obviamente. las hipótesis de mala fe o actuar intempestivo, comprenden muchos
otros casos que no menciona aquí la norma.
Es importante subrayar, que en la sociedad que no se estipula a término, el ejercicio
intempestivo o de mala fe de este derecho de renuncia, no impide ni limita sus efectos, sino
que ellos se producen igualmente, vale decir, que el socio queda desvinculado de la sociedad,
aunque actúe bajo los extremos reprobados por la norma. Sólo que en tal caso, deberá
responder por los daños y perjuicios que causare su separación en tales términos" (art.
1935).
En segundo lugar, la renuncia, puede proceder también, aunque la sociedad tenga plazo
o duración determinada. Esto ocurre en dos hipótesis, previstas en el art. 1933:
A. cuando en el contrato social, se estipuló la facultad de hacerlo;
B. cuando ocurriese algún motivo grave, dice In ley, como "la inejecución de las
obligaciones de otro socio, o la "pérdida de un administrador que no pueda
reemplazarse entre los socios: o la enfermedad habitual del renunciante, mal
estado de los negocios por circunstancias imprevistas u otros de igual
importancia" (art. 1933).
En general, estas causales habilitan el instituto de la renuncia, en razón de la naturaleza
esencialmente personal del vinculo en esta sociedad. Incluso oficia de alternativa ante la
rescisión por el incumplimiento, concordando asi, con el art. 1926 del C. Civil.

123
Fuera de estos dos casos (facultad contractual o motivo grave), la renuncia no surte
efectos (art. 1933). Véase entonces, que si se les invoca, y luego no resultan de recibo, el
socio renunciante, no se desvincula. La renuncia, provoca la disolución parcial (o total de la
sociedad, al menos respecto al socio renunciante, y por tal razón, implica la reforma del
contrato social. Supone además, que el renunciante puede requerir que se le reintegre lo
aportado, en razón de su participación en el patrimonio de la sociedad.
Finalmente corresponde señalar, que en nuestra opinión, esta renuncia opera
exclusivamente en las sociedades agrarias, y no en las asociaciones agrarias. Ello, no sólo
porque las causas que la habilitan obedecen (en general), a la naturaleza personal y cerrado
del vínculo; sino porque en el caso de las asociaciones, la ley N° 17.777, contiene
disposiciones especiales en la materia, precisamente atendiendo su naturaleza abierta

→ El derecho de egreso en la asociación agraria


El art. 7 de la ley N° 17.777, dispone el derecho de todo asociado de egresar de la
asociación, dando aviso dentro de los treinta días siguientes de aprobado el ejercicio
económico, Al igual que la renuncia, provoca la desvinculación social del miembro y opera
sin necesidad de aceptación o consentimiento de los restantes asociados, de los
administradores ni de la entidad misma.
Pero se trata de un instituto distinto al receso, pues opera aún cuando la asociación tenga
plazo o duración: y sin necesidad tampoco de que exista causal almena. Basta la voluntad
(expresa) del miembro. Por la naturaleza constitutiva de la asociación, el egreso no requiere
modificación alguna en los estatutos, a diferencia operativa con la renuncia en la sociedad,
que implica una reforma del contrato social. No obstante en aquellas asociaciones en que
las participaciones sociales no escriturales o que se representan en títulos nominativos, será
necesario que el expreso asiente en el libro respectivo. El egreso voluntario, es un instituto
que se explica por la estructura abierta de In asociación agraria, Por esta razón, se le
encuentra también en materia de cooperativas (infra Cap. VII, N 77).
Ahora bien, el ejercicio de este derecho no es irrestricto, pues la ley impone un requisito
temporal, en el sentido que el mismo no puede invocarse en cualquier momento, sino sólo
dentro de los treinta días siguientes de aprobado el ejercicio económico. Fuera de este
término, debe entenderse por precluido. Aparece nueva mente, en relación al periodo
próximo.
Es importante apreciar, que existen normas que pretenden garantizar la eficacia de este
derecho. Así y de acuerdo al art. 5 de la ley N° 17.777, el ejercicio económico, debe ser anual;
y debe también ser aprobado dentro de los tres meses de finalizado (que es la mitad del
otorgado a las sociedades mercantiles). Incluso en el art. 7 N° 9.5) del Decreto 403/04, se
dispone que los estatutos (y no los órganos de dirección), deben fijar la fecha del mismo;
rigidez normativa que no se exige en materia mercantil. Pero de esta manera, se procura
que no se frustre el interés individual, dentro de una estructura abierta y plural como lo es
esta asociación agraria; en especial para evitar que en la práctica, se le obstaculice
(indirectamente), a través de otros mecanismos.

Ahora bien; la ley, permite limitar este derecho, autorizando a que los estatutos estipulen
un plazo mínimo de permanencia (art. 7). Desde el punto de vista práctico, la previsión legal
parece adecuada, pues podría verse afectado el funciona miento de la entidad, ante
vicisitudes diversas que requieran un mínimo de certeza jurídica acerca de la prosecución
y conservación de la asociación. Tal el caso, por ejemplo, de poder cumplir un proyecto de
inversión, o la devolución de un préstamo, o de cualquier otra circunstancia similar, que

124
dependa tanto del número de asocia dos, como la repercusión patrimonial del aporte que
los representan socialmente. Se trata pues, de una estipulación que los asociados pueden
prever para tutelar el interés colectivo, ante el interés individual, en una estructura abierta.
Particular mente, cuando el fin y el objeto, se diseña para propósitos económicos o
empresaria les, de larga duración o al menos, de duración mínima.
Por otro lado, desde el punto de vista de la teoría jurídica, es interesante indicar, que la
distinción que se desprende de la norma, entre el plazo de la asociación y el plazo de
permanencia del asociado marca la indudable adherencia de esta ley, la teoría institucional
de la asociación agraria (que resulta de su naturaleza constitutiva.) y es la que explica
jurídicamente la pertinencia de esta solución. Legalmente, el plazo mínimo de permanencia,
puede ser renovable. En este caso, deberán los estatutos disponer la manera como habrá de
operar. Así, puede estipularse de modo positivo, esto que se requiere de la voluntad expresa
del asociado, para renovar el plazo mínimo de permanencia, de lo contrario queda liberado
al régimen normal; o puede estipularse en cambio, de modo negativo, vale decir, que si el
asociado no manifiesta en un tiempo útil (ej. 30 días antes de expirar el término) su voluntad
de egresar, o quedar liberado, se entenderá que continúa por otro periodo igual y así
sucesivamente

→ El derecho de receso en las asociaciones agrarias


El derecho de receso, se encuentra previsto en el art. 8 de la ley y al igual que los
institutos anteriores provoca la desvinculación del asociado. Pero procede sólo para el caso
que se disienta con la modificación de los estatutos o de los reglamentos internos. Por tanto
al igual que el receso de la sociedad agraria, opera ante causas expresas en las cuales el
asociado entienda que el cambio de las reglas internas afectan de algún modo el interés de
su permanencia en la entidad. Pero se distingue del egreso voluntario no sólo por eso, sino
por el momento en que puede ejercerse, ya que de acuerdo a dicho articulo, el receso
procede dentro de los treinta días corridos de producida la resolución social que lo provoca.
Además, el egreso admite pacto de permanencia, en cambio el receso puede ejercerse
cualquiera fuera la estipulación en contrario.

Una vez que se ejerce sus efectos se regulan por los del egreso voluntario (art. 7 de la ley
N° 17.777).

→ El derecho a participar en las resoluciones sociales y su alcance. Las mayorías


especiales y su naturaleza. Trascendencia de la autonomía de la voluntad como fuente
de la estructura interna.
Este derecho, tiene disciplina para el caso, en el régimen del C. Civil con alguna
especialidad que se introduce en final del art. 4 y del art. 9 de la ley N° 17.777. Se ejerce a
través del voto y se cuantifica en base al aporte realizado por cada uno (art. 1891). No
obstante, su alcance varía de acuerdo a la naturaleza de las resoluciones, el tipo asociativo
que se trate (sociedad o asociación) y la forma de organizarse la administración social El
punto de partida debemos buscarlo en el art. 1891 del C. Civil, que dispone como principio
general que "los votos se computan en proporción a los capitales, contándose el menor
capital por un voto y fijándose el número de votos de cada uno por la multiplicación del
capital menor", siendo que "el socio industrial tendrá un voto".
Este principio general, sufre no obstante, su primera restricción al inicio del propio
articulo 1891, cuando se estatuye que " la mayoría de los socios, si no hay estipulación en
contrario, no tienen facultad de variar ni modificar las convenciones sociales ... sin el
consentimiento unánime de todos los socios". La norma se aparta del principio de la

125
decisión por mayoría del capital, en razón de la naturaleza "intuito personae" del vínculo
asociativo, que impone que no se pueden modificar los términos esenciales en que se
estipuló la sociedad, a menos que todos los socios así lo consientan, o hayan admitido
previamente que así fuere, mediante estipulación expresa en el contrato (art, 1891 del C.
Civil).

A su vez esta regla del art. 1891, resulta desplazada por la ley agraria, en cuatro
ocasiones:
a) en materia de reforma de estatutos o de reglamentos internos de
las asociaciones agrarias. En efecto, el art. 4 de la ley N° 17.777, se
aparta tanto del principio de la unanimidad, como el de la mayoría
del capital, y dispone un régimen mixto, de mayoría de capital que
represente a su vez mayoría de personas. En este aspecto puntual,
se coloca en un plano intermedio entre las sociedades de personas
y las puramente de capital, que hacen de este tipo asociativo, una
estructura de índole tan democrática como capitalista Incluso este
aspecto, debe ligarse con el derecho de receso ya estudia.
b) en el caso de resolución de disolución social, previsto en el lit. C) del
art. 16 de la ley, donde se exige la misma mayoría que son.
c) en el caso de aprobación del proyecto de distribución de los bienes
sociales reforma de estatutos; disponen para el caso de disolución
y liquidación (art. 19); y
d) en el art. 9, para el caso de las sociedades agrarias, en cuanto si bien
se impone el principio general de votación a prorrata del capital.
previsto en el C. Civil, se admite no obstante que se convenga otra
cosa. Nada impide pues, que se prevea expresamente el voto por
persona.
Debe indicarse no obstante, que las mayorías calificadas de capital y personas que la ley
prevé en caso de reforma de estatutos, disolución y aprobación de la distribución de bienes
sociales en caso de disolución y liquidación, pueden ser modificadas por voluntad de los
interesados, previendo otras mayorías distintas. Esto es posible, dado que estas
disposiciones, no están sometidas al orden publico ni tampoco son prohibitivas. Y Aunque
son imperativas, no está previsto nulidad si sanción alguna en caso que se estipulen otras
mayorías distintas, como lo es la votación exclusiva por capital.
Esto es particularmente importante y de llevar en cuenta, para el caso que la asociación,
se estructure con partes sociales al portador. Pues sería impracticable conforme a la
permisividad de la ley-que los asociados estipulen que sus derechos se ejercen por títulos
al portador, para luego exigir un número de personas que son sus titulares (de manera más
detallada, retro N° 32.1).

La voluntad social que ignore o prescinda de esta estipulación, quedará sometida al


régimen de las mayorías especiales dispuestas por la ley, que en el caso, implicaría, o bien
la votación del cien por ciento del capital, o al menos de una mayoría tal, que se asegure el
requisito legal, teniendo en cuenta la indivisibilidad de cada parte social en su valor.
De modo contrario, debe admitirse también, que los asociados prevean en los estatutos,
la exigencia de las mayorías especiales que entiendan convenientes, a otros efectos
puntuales, que no sean los previstos en la ley (como reforma de estatutos, disolución, etc.).

126
Lo más común es que éstas, se dispongan para casos de importancia patrimonial, como
el de la enajenación o la constitución de hipotecas u otros gravámenes que afecten los
inmuebles con derechos reales (servidumbres voluntarias de aguas por ejemplo, que
pueden ser muy gravosas), o la posibilidad de solicitar préstamos por encima de ciertos
montos: o constituir prendas sobre ganado o maquinaria; o las que se requieran para
designar el o los administradores sociales, etc. En este sentido, opera la autonomía de la
voluntad. Pero a falta de estipulaciones expresas, rigen los incisos 2 y 3 del art. 1891 del C.
Civil, vale decir la mayoría del capital.
Pero fundamentalmente, el derecho a participar en las resoluciones sociales en estas
figuras, tiene un alcance diverso, no sólo por la naturaleza de las resoluciones y el tipo
asociativo, sino de acuerdo a la manera de organizar- se la estructura interna y la
administración social.
Así, en los casos en que todos los actos de gestión queden centralizados sólo en ciertos
socios o asociados (a mismo en terceros), las posibilidades de participar en las resoluciones
sociales, quedan restringidas al control (art. 1903). Incluso el régimen del art. 1891, habilita
la votación individual y separada lo que puede implicar la prescindencia de la voluntad de
algunos socios, toda vez que se alcancen las mayorías requeridas para el acto.
En cambio para aquellos casos que se disponga estatutariamente de asambleas u otros
órganos colectivos de decisión, puede admitirse la centralización del gobierno mismo de la
entidad en manos de todos los miembros (no sólo el control sino las directivas generales
dentro de las que se habrá de cumplir la gestión), con lo que la administración no adquiere
el mismo peso y jerarquía en la gestión social. Sobre estos aspectos, nos habremos de referir,
al estudiar el régimen de la estructura y de la administración social.

→ Los derechos de controlar el funcionamiento de la sociedad o asociación. El derecho de


información y el derecho a fiscalizar
La ley no dispone de órganos preceptivos de funcionamiento, por lo cual el tema queda
librado a los fundadores, de acuerdo a su voluntad e interés en el negocio. Sin perjuicio de
los aspectos resolutivos y estructurales que inciden en la administración, todo socio o
asociado, tiene -sin dudas- derecho de control en sentido amplio, respecto del
funcionamiento de la entidad, conforme al art, 1903 del C. Civil. Implica, -al menos, el
derecho de información y fiscalización de las operaciones y resoluciones adoptadas.
Particularmente importante es este derecho, para los miembros que no participan
directamente de la administración, como es el caso de los socios de capital en las sociedades
agrarias con responsabilidad mixta (unos colectivos y otros comanditarios), para los cuales
se dispone expresamente este derecho en el art. 15; o de los asociados en una asociación
agraria. Derecho que existe para las dos figuras (asociación y sociedad), aún cuando se haya
estipulado la prohibición de la injerencia de los socios en la administración (art. 1903).
En las asociaciones por ejemplo, que son estructuras abiertas y para un mayor número
de miembros, está previsto por ejemplo, la aprobación del ejercicio económico, que es
anual; oportunidad por tanto para evaluar la marcha de los negocios y el estado patrimonial.
Pero naturalmente que más allá de esta oportunidad genérica y ordinaria, debe entenderse,
que cualquier asociado tendrá derecho a requerir información o permitir que un número
mínimo de asociados convoque a los restantes o a sus administradores, conforme las reglas
estatutarias.

→ El derecho de preferencia de nuevas suscripciones en las asociaciones agrarias

127
El art. 5 de In ley N° 17.777, otorga a los miembros de una asociación agraria, derechos
de preferencia para nuevas suscripciones e integraciones de capital. La norma dispone de
manera expresa, que este derecho procede en todos los casos". De manera que el asociado
prefiere siempre al ingreso de nuevos miembros. Por el principio de igualdad, este derecho
entre asociados, es lógico que opere a prorrata de sus respectivas participaciones. Pero
puede inferirse que no opera del mismo modo, respecto de nuevos ingresos. Por ejemplo,
se plantea la conveniencia de nuevos aportes y sólo uno de los asociados ejerce su
preferencia. La omisión de los restantes, acrece el derecho del asociado que ejerció la
preferencia y no beneficia un nuevo ingreso, dado que la ley es clara, al no disponer límites
a un derecho que opera en todos los casos. Los nuevos ingresos, proceden recién en la
situación en que los asociados vieran satisfechos todos sus intereses en tal sentido. Es
importan te este aspecto, pues -como indicáramos la asociación agraria, requiere no sólo
mayoría de capital, sino de personas (art. 4), en casos importantes, como lo es, por ejemplo,
la reforma de estatutos.

→ Otros derechos estipulados voluntariamente

Es natural que los asociados y socios tengan oportunidad de estipular, otros derechos
que entiendan del caso.

Lo dispuesto en el reglamento, no es sino respecto a aquellos derechos que surgen de la


ley y son insitos a la situación social. Por tanto, sea a través del contrato social o en los
estatutos, o bien por resoluciones sociales posteriores que no afecten a aquellos, los
miembros podrán disponer respecto de la entidad, de otros derechos o restringir los que se
expresan en la ley, siempre que no los desnaturalicen.

Las obligaciones de los asociados y los socios:


La obligación de aportar: Dentro de las obligaciones sociales, la más importante y de
naturaleza esencial, es la obligación de aportar. Ya la hemos estudiado en oportunidad de
ver el régimen del patrimonio social, razón por la cual nos remitimos a ello.
La participación en las pérdidas: El art. 1879 del C. Civil, dispone que es "nula la
estipulación por la que quedan exonerados de toda contribución en las pérdidas las sumas o
efectos aportados al fondo social por uno o más socios".

Pero la obligación de los socios de participar en las pérdidas sociales, tiene alcance
diverso según el tipo social adoptado. Así en las asociaciones agrarias, los socios limitan su
participación en las pérdidas sociales al monto de su aporte (art. 15). Igual sucede en las
sociedades agrarias, aunque el art. 15, permite que en estas sociedades, la responsabilidad
se disponga bajo otras modalidades, como el caso de la responsabilidad mixta (en la cual
uno socios responden ilimitadamente y otros de manera limitada a su aporte) o el de la
responsabilidad ilimitada.
Se debe recordar que el art. 1892. del C. Civil y que ya hemos visto al estudiar la
constitución, dispone de ciertas prohibiciones destinadas a evitar que esta obligación se
soslaye para alguno o algunos de los socios, como la prevista en el N° 2, donde se prohíbe la
estipulación de que cualquiera de los socios pueda retirar lo que tuviere en la sociedad,
cuando quisiera; o la del N° 3 por la cual también se prohíbe pactar que al socio o socios
capitalistas, se les ha de restituir sus partes con un premio designado o con sus frutos o con
una cantidad adicional, haya o no ganancias, o la del N° 3. relativa a asegurar al socio
capitalista su capital o las ganancias eventuales, o al socio industrial una retribución fija por
su trabajo, haya o no ganancia.

128
Otras obligaciones. Alcance de la colaboración y el deber de no concurrencia en la
especialidad de las asociaciones y sociedades agrarias: Por su régimen subsidiario, es propio
a cualquiera de estas modalidades asociativas, la existencia de un deber colaboración de
parte de sus integrantes. Sin embargo, debe entenderse, que este deber de principio, tiene
alcances muy diversos en una y otra figura. Por ejemplo, no cabe duda de su trascendencia
en las sociedades agrarias, cualquiera sea el caso, pues siendo por sí una estructura basada
en la persona, la confianza deviene cuestión esencial", e impone deberes activos o positivos
de actuación a los socios. Sin embargo, dado su carácter impersonal, correspondería, salvo
disposición estatutaria específica, atenuar este deber en el caso de las asociaciones agrarias,
donde a nuestro juicio asumiría tan sólo un contenido genérico, que puede reducir se a un
deber de no concurrencia. Aunque la homogeneidad de la producción agra: rin, reduce las
ocasiones de su aplicación. Parece más indicado en la especialidad de estas asociaciones y
su armonía con el régimen de fondo, la exigencia de una abstención de realizar actos
susceptibles de provocar un perjuicio directo a la entidad.
La responsabilidad del socio por daños y perjuicios:
Esta responsabilidad, marca el alcance genérico de los deberes del socio y esta impuesta
por el art. 1912 del C. Civil. "Todo socio debe responder a la sociedad de los daños y perjuicios
que por su culpa le haya causado y no puede compensarlos con los beneficios que por su
industria le haya proporcionado en otros negocios".
Se trata de un principio general, pero que resulta de mención especial por dos razones
que pasan a explicarse:
A. Una para enfatizar las causales especiales de ilicitud y licitud de las conductas del
socio, conforme su situación social (ya que la culpa a que refiere la norma en este
caso, nada tiene de especial a nuestro juicio respecto al régimen general del Código
en el entendido que viene referida a su aspecto subjetivo). Así por ejemplo, el art.
1913 prevé que "el socio industrial debe a la sociedad las ganancias que durante ella
haya obtenido en el ramo de industria que sirva de objeto a la compañía" La
responsabilidad se debe a la ilicitud de esta conducta, que se comprende bajo un
deber especial de exclusividad, que le corresponde legalmente a este socio, de
acuerdo a la naturaleza de su aporte y el objeto social. El Código Civil, dispone igual
mente de otras conductas especiales que el socio debe observar, so pena de daños y
perjuicios, particularmente las que se vinculan a su calidad de administrador y que
derivan de concentrar ambas cualidades a la vez (socio y administrador, ej. arts.
1914, 1915, etc.).
B. otra particularidad de esta norma, proviene de la imposibilidad de compensar esta
responsabilidad, con su industria; que se explica en base a la principio normativo de
estas sociedades, de privilegiar al aporte de capital ante el trabajo (retro N° 39.3.3).
La estructura interna

Primacía de la autonomía de la voluntad en la estructura interna. Inexistencia de órganos


preceptivos en su funcionamiento:
Una de las características de esta ley, es su sencillez respecto a la organización interna
de estas dos figuras, lo que cabe entender como asunto librado a la voluntad de los
interesados, tal cual emana del art. 4 lit. E) de la ley. Naturalmente, el punto parece tener
más incidencia en las asociaciones que en las sociedades agrarias, ya que la naturaleza
personal del vínculo en estas últimas, hace por lo general, que el número de socios sea
reducido y basado en la confianza, y por ello, pueda prescindirse de los aspectos orgánicos,

129
tal como lo hace el C. Civil, que limita el asunto a la disciplina de la administración y los
deberes de los administradores socios (art. 1893 y sigts.).

Pero en verdad, y salvo la Asamblea especial que aprueba la partición lo que sucede sólo
en caso de liquidación, no se encuentra previsto que ninguna de estas figuras asociativas,
deban contar preceptivamente con una estructura orgánica, sino que este aspecto, tanto la
ley, en el art. 4 lit. E), como el reglamento (arts. 7 N° 9.2 y 10 N° 4), lo dejan librado a la
voluntad de los fundadores. Pueden por tanto los interesados, crearla o prescindir de ella
según lo entiendan del caso. No obstante la decisión del punto, es un elemento esencial (art.
4 lit. E) y art. 9), pues se debe determinar la modalidad de administración, aspecto bajo el
cual queda comprendida esta cuestión orgánica. En cierta medida, este requisito previsto
para la constitución, opera como un llamado de atención acerca de un pronunciamiento
expreso de los fundadores respecto de lo dispuesto en el art. 1904 del C. Civil y concordantes
(inc.1 del art. 1898), por el cual, si no se ha confiado la administración a ninguno de los
socios en particular, todos ellos se encuentran facultados, con las particularidades que
enumera el art. 1904.
Así, no parece necesario crear una Asamblea, si la figura social sólo está pre vista para
que opere con dos o tres asociados. En este caso, parecería suficiente la designación de
administradores o directores. Por el contrario, si el propósito es operar con un número
elevado de asociados, pues entonces, nada impide consagrar órganos colegiales internos
adecuados a ello.
Ahora bien, si se escoge una estructura orgánica (asamblea, directorio, etc.), se deben
prever también -al menos para la inscripción registral (N° 4 del art. 10°, del Decreto
reglamentario) las reglas bajo las cuales habrán de funcionar. Por ejemplo, en caso de
Asamblea, deberá disponerse la forma de su convocatoria y la citación a los miembros, cual
será el quórum de constitución y funcionamiento, etc. y los derechos de los asociados, como
por ejemplo, si las resoluciones de los órganos, obligan por igual a los presentes y los
ausentes, los medios de impugnación, etc. Si se prevé un órgano colegial como el Directorio,
por ejemplo, cual será su integra Para la formación interna de la voluntad social, la ley
emplea el término "resolución social".
LA ADMINISTRACIÓN SOCIAL
El Código Civil regula los asuntos relativos a la administración social (art 1893 y ss), baja
el aspecto subjetivo de los derechos deberes y poderes de los administradores, lo que se
explica en razón del carácter esencialmente personal de la sociedad civil, figura en In cual
se supone que los socios, participan de modo activo y directo de los asuntos societarios. En
la disciplina del C. Civil 1906, si no se ha confiado la administración a ninguno de los socios,
se entiende que cada uno de ellos, ha recibido de los otros, poder de administrar con las
facultades expresadas en los artículos precedentes y sin perjuicio de "ciertas reglas
específicas que se determinan en el propio art. 1904. Y cuando varios socios encargan a la
administración, sin que se determinen sus funciones y sin que se exprese que no podrá el uno
obrar sin el otro, puede cada uno ejercer todos los actores de la administración" (art. 1898).
Por lo tanto, de principio, todos los socios son administradores.

En la ley N 17.777, el art. 13, dispone acerca de la administración, a través de la situación


de los administradores (perfil subjetivo). Pero no cabe duda, que el Aspecto estructural que
venimos de señalar en el numeral anterior, y que como vimos la ley deja a la voluntad de los
asociados, ejerce una influencia destacada respecto del alcance de las modalidades de
administración social y las facultades de los administradores sobre las cuales puede

130
estipularse (art. 13). Por otro lado, la ley agraria, no ata necesariamente la calidad de
administrador a la calidad de socio (asociado) como lo hace el C. Civil: por lo que bien puede
recaer en la figura de un tercero, como se desprende, por ejemplo, del art. 12.2, en cuanto
distingue los socios fundadores de los administradores.
Lon administradores, pueden designarse en los estatutos o contrato social (art. 1894 del
C. Civil y arts 7 N° 9,2 y 10 N° 4 del Decreto 403/04), en cuyo caso se entiende que su
designación ha sido considerada como esencial, pues su renuncia o remoción, pone fin a la
sociedad" (art. 1894), salvo las circunstancias que menciona la propia norma citada ("causa
prevista en el acto constitutivo o unánimemente aceptada o causa grave que lo haga indigno
de confianza"). Si bien este artículo refiere esta situación para el caso que el administrador
sea a la vez un socio, corresponde también -a nuestro juicio para el caso que se designe a un
tercero, en la medida que como se impone en las disposiciones del reglamento N° 403/04-
su nombre queda incorporado en el documento constitutivo y cabe inferir pues, que es un
asunto de confianza, propio de la figura social.

Claro que nada impediría la previsión expresa, de que la renuncia o remoción no pone
fin a la sociedad, pero igualmente implicará necesariamente y al menos-una modificación
del contrato o, de los estatutos Dados los obstáculos operativos que implica la designación
de los administradores en el acto de constitución, lo más práctico y aconsejable, es su
designación por acto posterior, lo que permite su renuncia o remoción sin modificaciones
constitutivas ni registrales y opera por simple mayoría (art. 1896). De acuerdo al art. 13 de
la ley, los administradores "tienen a su cargo la gestión de los negocios y el cumplimiento
del objeto social. "En este sentido, hay que distinguir dos fases de la actuación, una interna y
otra externa. La primera se encuentra regulada básicamente por el art. 1900 del C. Civil, donde
se dispone que corresponde al socio administrador cuidar de la reparación y mejora de los
objetos que constituyen el capital fijo de la sociedad".
A nuestro juicio, sin embargo, cabe comprender esta disposición en un sentido más
amplio, ya que si el administrador tiene "a su cargo la gestión de los negocios y el
cumplimiento del objeto social" (art. 13), ello sin duda, habrá de comprender todos los
aspectos que refieren al manejo laboral y empresarial de la entidad, salvo que otra cosa se
estipule, conforme el principio del art. 1898 y lo previsto en el art. 13 de la ley.
Los aspectos más relevantes y complejos de la gestión de los administradores, se
encuentran sin embargo, en su fase externa, vale decir en cuanto efectúan negocios y actos
en nombre de la figura social. En todo caso, el administrador "es obligado a dar cuentas de
su gestión" (art. 1902), deber que se corresponde con el derecho ya referido, de cualquier
socio, "de examinar el estado de los negocios sociales" (art. 1903).
LOS LIBROS SOCIALES

En el art. 14, la ley ordena que tanto las asociaciones como las sociedades agrarias, deben
llevar por lo menos un libro, rubricado por el órgano inscriptor (retro N° 31).
En este libro, se debe dejar asiento de los actos de administración y disposición “que se
realicen, de acuerdo a los órganos existentes". Esto significa, que habrá que llevar tantos
libros, como órganos sociales se hayan previsto. En el libro a cargo de la administración
social, se deberá asentar las operaciones normales del giro, como compra y venta de los
ganados, ventas de las cosechas y cultivos, pastoreos, compra o venta de campos, etc.), y se
prevé una Asamblea, se debe llevar otro libro donde se asienten las actas de quórums,
funcionamiento y resoluciones de la misma En el caso de las asociaciones, la ley (art. 14)
impone además, otro libro, también rubricado por la autoridad registral, en el cual se deje

131
constancia de los nombres de los representantes y administradores, Para el caso de
asociaciones agrarias, con partes sociales nominativas (e incluso escriturales), debe
emplearse para registrar el nombre de los asociados y la identificación de las partes sociales
que poseen, anotándose las transferencias que se realicen de las mismas.
Las relaciones externas

La representación:
En el régimen del C. Civil, la representación de la sociedad recae en el administrador y se
regula por las reglas del mandato (art. 1899). Ello es comprensible, en cuanto este Código,
no otorga personería jurídica a la sociedad y por tanto carece de órganos. Si bien la ley
señala que el administrador en sus relaciones con terceros. obliga a la sociedad" (art. 1901),
en puridad, es en nombre de los diversos sujetos que la integran, que está actuando, ya los
cuales traslada los efectos de los negocios que se realizan (a nombre de la sociedad). Por
tanto, resultan individualmente obligados. Ni la existencia de un interés común, ni la
formación de un patrimonio de afectación (art. 1929) alteran la regla, ya que los socios, en
cuanto a sus obligaciones respecto de terceros, deberán considerarse como si entre ellos,
no existiese sociedad" (1918). Para el régimen del Código, la actuación del administrador
social se corresponde pues, con las reglas del mandato (art. 1899) y la representación
propiamente dicha, en cuanto los efectos de los negocios sociales que celebre, recaerán
sobre otra u otras personas, vale decir, la de los socios a cuyo nombre se actúa. Sin perjuicio
que asimismo le comprendan al propio administrador, para el caso que también sea socio.
Reconocida por la ley N 17.777 la personería jurídica de los tipos asociativos, la
declaración de voluntad del administrador o representante, tiene en cambio, otra
naturaleza bien distinta. No actúa ya, en interés y nombre de otra persona (que sería la
persona jurídica), sino que declara la voluntad e interés de dicha persona. Se convierte
entonces en el órgano, cuya voz jurídica expresa la voluntad e interés propia del tipo social,
lo que aleja el fenómeno de la sede del mandato y la represen tación. No hay pues dos sujetos
distintos, (la persona del representante por un lado y la persona de la sociedad o asociación
por otro), sino una sola persona jurídica, que como sujeto de derecho, declara su voluntad
a través del órgano.

Alcance de los poderes y facultades del administrador:


Salvo que otra cosa se estipulare, la calidad de representante, se confiere a los
administradores (art. 13). A diferencia de lo que sucede en las sociedades civiles, en la cual
se le impide enajenar e hipotecar bienes inmuebles, el representante (en puridad el órgano),
de las sociedades y asociaciones agrarias, tiene In facultad de realizar todos los negocios
obligacionales y dispositivos que resulten "conforme al objeto social". los que se entienden
comprendidos dentro de los actos de gestión social. de In sociedad.
Concuerda con el art. 1.4. que "a los efectos del cumplimiento de su objeto". confiere a las
figuras sociales. "...las más amplias facultades de derecho, pudiendo realizar toda clase de
operaciones, actos y negocios" Ahora bien, hemos visto que el objeto social de estos tipos
asociativos, es limitado y no pueden unirle otro u otros que no sean los previstos en la ley
(art. 1.3). Un punto que cabe plantear entonces, es el de precisar cuales, son las
consecuencias cuando se actúa por fuera del objeto social. En la doctrina mercantil, ha
tenido difusión la teoría llamada del ultra “uires" por la cual se entiende que la figura social
carece de capacidad para realizar actos fuera de su objeto. Sin embargo, el punto dista de

132
ser pacifico, ya que se discute si en verdad es un asunto de capacidad, de imputabilidad de
gestión sin poder, en definitiva, una cuestión que atañe a la falta de poder normativo
negocial. Las consecuencias de adoptar una u otra postura no son iguales En un caso, el acto
fuera del objeto podrá ser nulo, en otros válido pero ineficaz, en otro no oponible, etc.
En la ley de sociedades comerciales, la cuestión se centra especialmente en torno al art.
79, que dispone acerca del alcance de los actos de los representantes, consagrando la
solución de que sus actos obligan a la sociedad, salvo que sean "notoriamente extraños al
objeto social.". La ley agraria, en cambio, procede de otro modo, en cuanto no efectúa esta
salvedad y por tanto no restringe el alcance de sus actos. El art. 13, dispone expresamente
que "los representantes obligarán a la asociación y sociedad por todos los negocios que
intervengan", por lo que si efectúa un negocio fuera del objeto, el problema no repercute
sobre el acto o negocio celebra do. Cabe concluir pues, que se volvería un asunto interno y
de responsabilidad del representante. Las facultades de derecho, se otorgan -obviamente-
para actuar dentro del objeto. Si se excede en sus actos, la solución de la ley, no es atacar al
acto (lo que eventualmente afecta a terceros) sino la responsabilidad del que se excedió.
Esta parece ser la solución legal, en cuanto el propio articulo impone seguidamente, que "los
representantes y administradores deberán obrar siempre con lealtad y con la diligencia del
buen padre de familia, bajo responsabilidad solidaria de daños y perjuicios". De esta
manera, se salvaguarda la certeza en los negocios y la seguridad del tráfico jurídico.
La responsabilidad de los asociados y socios por las obligaciones sociales. La
responsabilidad en la asociación agraria. Las modalidades de responsabilidad de los
socios en la sociedad agraria
Una vez que se forma el tipo social (art. 10), la ley agraria dispone que en las asociaciones,
los socios sólo responden por el monto de su aporte suscripto, vale decir un régimen de
responsabilidad limitada. Incluso esta cualidad, si bien propia del tipo, debe incluirse
igualmente en la denominación social (que la ley refiere como "razón social", art. 4 B). Ello
tiene justificación, pues se trata de una figura cuya estructura, es susceptible de albergar un
gran número de miembros, y al tiempo evita confusiones con asociaciones civiles que
hubiesen podido denominar se agrarias, ya que no existe al respecto un registro público
relativo a tales denominaciones.
Las sociedades agrarias, en cambio, admiten la posibilidad legal de que los socios
convengan otras opciones respecto a su responsabilidad. Esto puede atribuir se a un
carácter personal del vínculo, que posibilita pues, diversas modalidades del pacto.
En este sentido, una sociedad agraria, puede constituirse en forma de responsabilidad
limitada, ilimitada o mixta de sus socios (art. 15). En este último caso, se asimila a la
comandita comercial, pues habrán de existir dos modalidades de socios: los que responden
por las obligaciones sociales ilimitadamente con su patrimonio, y aquellos otros que se
limitan a su aporte. Estos últimos no pueden administrar y si lo hacen pierden su régimen
de responsabilidad y pasan a ser socios que deben responder sin límites (art. 15).

En todo caso, la responsabilidad ilimitada de los socios, es subsidiaria de la sociedad y


solidaria entre los socios.
LA SOCIEDAD CIVIL CON OBJETO AGRARIO
Como hemos indicado, razones histórico-jurídicas hicieron de la sociedad civil, una
figura tradicional y divulgada en nuestro agro. Hasta que comenzó a ser desplazada más

133
modernamente por la sociedad anónima, la sociedad civil, en los hechos, vino a concentrar
buena parte del fenómeno asociativo a nivel de las explotaciones rurales.

Sin embargo, a medida que la actividad agraria comenzó a expandir sus intereses y el
tráfico jurídico en materia rural se hizo más dinámico y complejo, quedaron en evidencia
sus inconvenientes. Básicamente, pues no fue diseñada para albergar tanto al interno como
al externo-un fenómeno empresarial desarrollado (más allá de sus implicancias como
negocio de organización). Así por ejemplo, la disciplina del C. Civil (inspirada en la "societas"
romana), carece de personería jurídica, por lo que en su vinculación con terceros -cada día
más frecuente en la empresa rural moderna-deben tomarse precauciones que no son
necesarias en caso de las sociedades mercantiles.

En la práctica, sin embargo, no era habitual que así se hiciera. Es común, que, en un
contrato de arrendamiento rural, comparezca como arrendataria una sociedad civil sin que
se individualicen todos los socios: lo mismo entre otros casos- en el libramiento de un título
valor, o una prenda de ganado, etc. Bajo el régimen del C. Civil, una acción judicial tendría
luego, que enfrentar serios problemas para el emplazamiento. El asunto incluso se extendió
a la materia registral, donde como veremos-el Registro de la Propiedad no contemplaba el
caso, por lo que los bienes de la sociedad civil se registraban (y aún se sigue haciéndolo en
aquellas que no tienen objeto agrario) en régimen de copropiedad simple, ignorándose la
inmunidad que otorga el art. 1922 del C. Civil al fondo común de la misma (en rigor un
patrimonio de afectación claramente diferenciado en su régimen).
La ley N17.777, pretende colaborar-en alguna medida-a facilitar el funcionamiento
habitual de esta figura social, otorgándole el carácter de persona jurídica. Aspecto que en
los hechos venía asumido casi inconscientemente.
Concepto, constitución y personería jurídica:

El Código Civil dispone en su art. 1875, que "la compañía o sociedad sin contrato en que
dos o más personas estipulan poner algo en común, con la mirada repartirse entre si los
beneficios que de ello provengan. "En ocasión de estudiar régimen subsidiario de las
sociedades agrarias (art. 20 de In ley N 17.777), hemos indicado las principales
características de la sociedad civil, tanto en su naturaleza como negocio (contrato
plurilateral de organización), como en la del vínculo que crea entre los socios
(esencialmente personal), así como en el alcance de sus fines (reparto de beneficios que
provengan de los aportes).

Ahora bien, en el régimen del Código Civil, la sociedad es un negocio consensual ya que
no se requiere forma ni solemnidad alguna para su formación. Su existencia se puede
acreditar por cualquiera de los medios ordinarios y comunes de prueba (art. 1883, inc. de
art. 1923), por lo que su constitución documental y formal, cumple tan sólo una función de
naturaleza probatoria. Lo particular es que I propio Código, denomina "de hecho" (por
ej.1881) a la sociedad que no se constituye por escrito, como si no fuera también de
derecho", tal cual lo es verdaderamente; o de manera inversa, como si la (única) sociedad
civil que se reconoce legalmente, fuera la constituida por escrito.
Dicha terminología, puede provocar cierta confusión, en cuanto se crea cierta apariencia
respecto de dos sociedades civiles diferentes, una de hecho y otra de derecho, cuando en
realidad es una sola o misma figura. Lo que varía, es su medio de prueba. Esto además se
condice, con que no es persona jurídica en circunstancia alguna, según es ampliamente
conteste la doctrina y la jurisprudencia nacional, por lo que su existencia de hecho o por
escrito no tiene otra relevancia que la probatoria indicada.

134
Consecuencia de estas características, la sociedad civil clásica, no es objeto de una
tipología, como sucede en materia comercial o agraria. No da lugar a una forma externa,
consustanciada una estructura de responsabilidad y participación especialmente diseñada
por la ley Véase incluso, que si bien corresponde calificarla como un negocio de organización
(como toda sociedad), en sus aspectos patrimoniales, esta sociedad no necesariamente tiene
capital, pues la responsabilidad de los socios es personal e ilimitada; ni cuenta con
verdaderos órganos, sino con un administrador. Tan sólo da lugar a un vinculo interno (art.
1918), ya que externamente funciona a través de las reglas del mandato y mediante poder
suficiente (art. 1920).
No obstante, tanto en nuestro derecho, como a nivel comparado, la figura de la sociedad
civil, ha sido sometida en diversas ocasiones, a leyes especiales, a través de la cuales se le
introducen particularidades más o menos intensas, que la pueden alejar de su diseño
original. Tal el caso en nuestro país de las sociedades civiles de propiedad horizontal dey N"
14.804) o en España con las Sociedades de Transformación, etc. Y en esta línea, se introduce
también la ley N" 17.777 en materia agraria.
En efecto, el art. 21 de dicha norma, vino a modificar en buena medida el régimen del
Código Civil, toda vez que la sociedad civil:
a) se constituya por escrito y
b) tenga exclusivamente un objeto agrario.
Verificados estos extremos, la sociedad se configura automáticamente, como un sujeto
de derecho. Reza la ley, que "las sociedades civiles con contrato escrito que tengan objeto
exclusivamente agrario, tendrán personería jurídica desde el momento de su constitución”.
De esta manera, aparece en nuestro derecho, la sociedad civil con objeto agrario, como una
figura diferenciada de la sociedad civil común. La circunstancia que la ley le confiera
personería jurídica desde el momento de la constitución al igual que las sociedades
comerciales y las agrarias provoca dos efectos importantes:

→ En primer lugar, el régimen patrimonial social, se delimita y opera fuera y no dentro


del patrimonio particular de cada socio (más allá de la cuestión de la responsabilidad.
Por lo tanto, se produce un importante cambio en la vida jurídica de la figura social,
porque varía el centro de referencia respecto al cual verificar las relaciones jurídicas,
el que se modifica en su estructura y naturaleza. Por tanto, aparece otro fenómeno
distinto respecto al cual corresponde aplicar las reglas de existencia y
funcionamiento social. La capacidad, el poder normativo negocial y de la
denominación social como elemento de individualización jurídica de una persona y
no de una relación jurídica interna, se determinan a partir de la existencia de un
sujeto colectivo y no la individualidad de cada socio.
→ Y en segundo término, la sociedad adquiere una forma autónoma, totalmente visible
ante terceros, que no posee en el régimen del Código Civil. Se deja de actuar a nombre
de otro (bajo las reglas del mandato con poder) para pasar al plano de la voluntad
orgánica. De esta manera el negocio social, deja de ser un simple vínculo de carácter
interno, y trasciende de la esfera de los socios. En consecuencia, su responsabilidad
por las obligaciones sociales, pasa al plano de la garantía y no de la deuda propia

La inexistencia de inscripción registral y su fundamento: La ley no exige que la


sociedad se registre. En realidad, no tiene necesidad de hacerlo, pues en materia asociativa,
la doctrina ya es prácticamente conteste (más allá de algunos ejemplo legales aislados) que
la publicidad, nada tiene que ver con la constitución (tal como se demuestra en otras figuras

135
sociales), sino que es un requisito extrínseco, relativo a la formación de un tipo social (ej art.
10 de la ley N° 17.777); vale decir, vinculado a la necesidad de hacer oponible la limitación
de la responsabilidad, o en su caso, el grado de participación social de cada socio respecto a
las deudas (principio de tipicidad)"; nada de lo que importa en sede de sociedad civil, pues
los socios responden ilimitadamente y siempre en partes iguales, cual quiera fuere su cuota
social (art. 1921 del C. Civil). Estos son aspectos que no modifica la ley agraria (art. 21). En
todo caso, lo importante para ésta, es ubicar a esta sociedad, de manera más concreta o
precisa como centro de imputación jurídica, dado la vitalidad de su funcionamiento como
estructura jurídica de una empresa rural moderna. Y para nada de ello es necesaria la
publicidad en una sociedad civil.
La personería jurídica en las sociedades civiles ya constituidas. El reconocimiento
no implica enajenación.
La naturaleza del patrimonio social en las sociedades civiles
El inciso segundo del art. 21, prevé que "la personería tendrá vigencia también para las
sociedades referidas, constituidas antes de la vigencia de la presente ley. pero sin efecto
retroactivo y en ningún momento afectará los derechos de los terceros constituidos con
anterioridad a dicha vigencia".
Es importante señalar, que esta disposición que otorga personería de manera automática
a las sociedades civiles ya existentes no implica de manera alguna, una enajenación ope legis
de los socios a la sociedad, ni modifica el alcance de los derechos de lo socios. Incluso se
confirma de esta manera, en el art, 15 del Decreto 403/04, que declara que la personería
jurídica, implica la continuidad del patrimonio social. La cuestión reposa en el alcance y
naturaleza de este patrimonio, en una sociedad civil.
En efecto, la comprensión de este fenómeno dispuesto por la ley, exige efectuar ciertas
precisiones conceptuales respecto a la naturaleza de la sociedad civil, que por cierto es más
compleja en su esencia que en su apariencia. Para ello conviene distinguir dos aspectos
patrimoniales importantes de esta figura social: uno relativo a las obligaciones (pasivos) y
otro relativo a los bienes sociales (activos).
En el primer aspecto (las obligaciones sociales), la sociedad civil, es de naturaleza
individualista y se encuentra lejos de configurar, ante terceros, la idea de grupo o un
conjunto de personas como lo es en cambio la sociedad germánica llamada de "mano
común”. Ello se comprueba en textos como el del art. 1918 (los socios, en cuanto a sus
obligaciones respecto de terceros, deberán considerarse como si entre ellos no existiese
sociedad"), o del art. 1919 (que dispone la actuación por mandato y poder suficiente), o el
del art, 1921, que refiere a como procede la responsabilidad de los socios ante terceros). En
este aspecto, se sigue la misma estructura romana de la "societas".
Pero si bien desde el punto de vista de las obligaciones, la sociedad civil configura una
figura de estructura plural, desde el punto de vista de los derechos sobre los bienes en el
significado y alcance del art. 1922, configura en cambio, una estructura grupal de unidad.
En esto, tal vez sea importante destacar que nuestro C. Civil, a diferencia de otros, no sigue
fielmente a la "societas", que en el régimen romano, era un vínculo entre sujetos, que se
asentaba en la copropiedad por cuotas.
En nuestro derecho, la posibilidad que el régimen de los bienes en la sociedad civil, se
identifique con el llamado "simple condominio reglamentado" ha sido ya descartada" Si bien
nada impide que los copropietarios se sometan a un reglamento interno, sin afectar por ello

136
la esencia de la comunidad simple, este no es el caso de la sociedad civil, pues como señala
la doctrina, el condominio individualista romano, que inspira a nuestro Código Civil por las
influencias de la codificación napoleónica", no se verifica en la especie, en tanto no se
comprueba en ella, la existencia de un acuerdo que ponga simples límites internos de
eficacia personal a la copropiedad. Esto porque el art. 1922 le niega acción a los acreedores
del socio sobre los bienes sociales.
Para comprender este aspecto de la figura social en estudio, es de notar, ante todo, que-
como señala Ferrara-la comunidad, admite dos modalidades, la de tipo individualista,
derivada del sistema romano, y la de tipo colectivo, que tiene origen germánico de la cual,
como afirma este autor, "resultaría exagerado pensar que esta forma sea totalmente extraña
a nuestras instituciones".
La copropiedad romana, es por cuotas e implica una pluralidad de derechos individuales
sobre una misma cosa, de manera que, si bien el derecho se encuentra indiviso respecto de
la cosa, entre los sujetos, está dividido, en tanto cada uno puede disponer de lo que le toca,
como derecho propio y goza plenamente de todos los derechos del propietario individual
(puede enajenar, gravar su cuota parte, etc.) hasta por su cuota de participación en el
condominio.
El régimen de la copropiedad de la sociedad civil, en cambio, no es por cuotas, V se
asemeja a la copropiedad germánica, pues los socios, no tienen derechos indios duales sobre
los bienes sociales, sino derechos comunes, que como tales, no están en el ámbito de
disponibilidad de In voluntad individual de cada socio (como en la copropiedad simple) sino
de la voluntad común del grupo De acuerdo a la disciplina que el C. Civil dispone a la
sociedad, los bienes en sociedad civil pertenecen al grupo de socios, y no a los socios
individualmente consideraros a través de cuotas de dominio.
Así, un socio no puede individualmente, enajenar o prendar para su interés particular,
un bien concreto de la sociedad, en el porcentaje que le toca en los mismos de acuerdo al
pacto social, porque carece de facultades de disposición por si mismo, lo que se debe a que
desde el punto de vista jurídico, no tiene nada que le pertenezca individualmente (por
ejemplo sobre un determinado ganado o maquinaria de la sociedad).

Al igual que sucedía con las sociedades comerciales, particularmente expuesto antes que
recibieran reconocimiento como sujetos de derecho, la disponibilidad de los bienes sociales,
se encuentran de manera absoluta a cargo de la administración social (art. 1897). Por ello,
como señala Berdaguer, el administrador social designado en el acto constitutivo, puede
actuar a pesar de la opinión de sus socios (art. 1897), lo que no se logra en un régimen de
condominio por cuotas.

Tampoco el patrimonio social es resoluble (partición) en cualquier momento y por


simple voluntad del socio, como lo es en cambio en el condominio romano; pues el, el pacto
social no tiene alcance meramente obligacional.
En este sentido, uno de los aspectos más destacados de la copropiedad en régimen de la
sociedad civil, en nuestro derecho positivo, se encuentra en el art. 1922 del C. Civil. En
efecto, en el régimen de la copropiedad individualista común, cualquier acreedor puede
embargar y ejecutar al condómino hasta el valor de su copropiedad; lo que no sucede en la
sociedad civil (art. 1922), cuyos bienes le están vedados a las acciones de los acreedores
individuales de los socios.

137
Véase, que si fuere un asunto de mera tutela de los intereses sociales, hubiere alcanzado
con una simple preferencia a favor de los acreedores de la sociedad. Pero aquí la ley, va a un
grado mucho más avanzado, de verdadera inmunidad respecto de los acreedores
individuales de los socios. Esto se explica, en base a la naturaleza grupal y no individualista
de la propiedad social. Si el socio no puede disponer por sola voluntad y de manera
individual, de los bienes sociales, menos aún podrá hacerlo sus acreedores particulares.
De este modo, puede apreciarse que los fines generales de la organización social que
consisten en el reparto de los beneficios, no se asienta -como en la "societa” romana- en un
régimen simple, de cuotas partes de propiedad individual, afecta dos por derechos de
eficacia personal entre los socios; sino en un régimen de propiedad colectiva o grupal, que
sirve de sustento ante terceros, sen para permitir facultades dispositivas al administrador,
cualquiera fuere la voluntad individual del socio, sea para impedir que puedan atacarse los
bienes sociales, si no es por los propios acreedores de la sociedad art. 1897 y 1922).

Hace ya tiempo, que en nuestra doctrina, se acepta que el fondo común social de una
sociedad civil, configura un patrimonio separado y plenamente identificado, que se regula
por una disciplina originada en la organización que implica la sociedad".
No obstante, a nuestro juicio, no logra crearse en la especie, un auténtico patrimonio
pleno, pues el art. 1922, sólo crea la inmunidad respecto a los bienes de la sociedad civil,
permaneciendo las obligaciones en el plano individual de cada socio (art. 1918). Y si bien
los bienes de la sociedad y de los socios, quedan por igual a manos de los acreedores
sociales, esta indiferencia o promiscuidad, impide que los pasivos sociales asuman un
carácter jurídicamente separado, como seria propio de un auténtico patrimonio.
De todos modos, la naturaleza de los derechos del socio, se deben definir como derechos
de participación N° 65) en el grupo, a quien pertenecen los bienes como propiedad colectiva,
(aún cuando no exista persona jurídica-art. 1922)
Pues bien, la ley N° 17.777, al conceder personería jurídica a las sociedades civiles ya
existentes a la fecha de su vigencia, no modifica la naturaleza de este fondo, de objeto a
sujeto, sino que reconoce al grupo, la calidad de persona jurídica. No provoca enajenación
alguna, pues los bienes sociales ya pertenecen al grupo y no a la copropiedad simple o por
cuotas de los socios.
No varían tampoco la naturaleza de los derechos de los socios pues los derechos de
eficacia real pertenecen al grupo y no a de los socios individualmente. Además, como la ley
no modifica para nada el restimen de las obligaciones, el conocimiento de la personería
jurídica, tampoco altera ni implica una cesión o enajenación de las mismas, dado que lo que
eran deudas del grupo, siguen siendo tales, con la garantía de los socios, a quienes los
acreedores sociales les pueden dirigir acciones directa e indistintamente que a la sociedad.
En sustancia, este entendimiento de la ley N 17.777, confiriendo personería jurídica a esta
figura social, viene ante todo, n simplificar la compleja situación patrimonial de la sociedad
civil común.
EL PROBLEMA REGISTRAL
El reconocimiento como persona jurídica a las sociedades civiles con objeto agrario ya
existentes a la fecha de vigencia de la ley (art. 21), enfrentó problemas registrales, que
quedaron librados a la solución reglamentaria. La cuestión se origina, en que
históricamente, (al menos hasta que irrumpieran los fideicomisos) nuestro sistema
registral, tuvo por referencia a personas físicas y personas jurídicas. De este modo, un

138
negocio jurídico por el cual la sociedad civil compra un bien cuya transferencia debe
registrarse, se vino haciendo a nombre de la persona de cada uno de los socios, como si fuere
en régimen de copropiedad simple, con lo que se ha ignorado el art. 1922 del C. Civil. Un
acreedor particular de un socio, podrá entonces embargar un bien social, sin que le resulte
oponible la inmunidad prevista en la mencionada norma. Con ello se altera o desvanece, el
régimen patrimonial de la sociedad civil común.
Esta anomalía, se puso en evidencia, desde el momento que la ley confiere personería
automática a las sociedades ya existentes, pues lo que siempre ha sido imputable a ella (bajo
régimen de sociedad civil y patrimonio de afectación), se encontraba registrado a nombre
de la persona de los socios, como si fuera copropiedad simple.

Para solucionar este problema, el Decreto reglamentario (403/004), en primer lugar,


declaró a texto expreso (art. 15), "la continuidad de pleno derecho de su patrimonio social
(art. 1922 del Código Civil) a nombre del sujeto colectivo"
En segundo término, y para adecuar los datos registrales a la realidad (como siempre
debió serlo), el decreto prevé (art. 15) "...que si existiesen bienes sociales registrados a
nombre de los socios en el Registro de la Propiedad, ase podrá registrar la transformación
de la sociedad civil en persona jurídica". Esto es, a pesar que su configuración como sujeto
de derecho es automática y por imperio legal, en la medida que es imprescindible adecuar
los datos registrales, se hace necesario acreditar que aquello que fue inscripto como
copropiedad de los socios, era en realidad, un bien o bienes sociales en régimen de sociedad
civil. Al Registro de la Propiedad, la calidad de persona jurídica dispuesta genéricamente
por la ley, se le de acreditar en particular por los socios, pues de lo contrario, se entenderá
que no hay sociedad civil sino condominio simple.
A estos efectos se prevé la realización de una declaratoria, a otorgarse por todos socios,
y que debe efectuarse con todas las formalidades instrumentales que son propias del acto
de adquisición del bien. Así, si se trata de un inmueble será en escritura pública, y si se trata
de un vehículo en documento privado protocolizado. La misma disposición, prevé de
manera taxativa, el contenido de este particu.ar documento, a saber:

1) declaración expresa de todos los socios, de que dichos bienes forman parte del
patrimonio social;
2) título y modo de adquisición, de donde debe surgir que el bien fue adquirido en
régimen de sociedad civil, con los datos que individualicen el negocio:
3) información de la inscripción registral correspondiente:
4) individualización de los bienes y de los otorgantes de acuerdo a la ley Nº 16.871 y
Decreto 99/998 de 21 de abril de 1998.
5) información relativa a la sociedad, tal como fecha de constitución, designación social
si la tuviere, plazo de vigencia y objeto social, y escribano interviniente si lo hubiere.
Sin perjuicio, el problema también quedó plantado, pero en grado menor respecto al
Registro Nacional de Prenda Sin Desplazamiento (Sección Mobiliaria del Registro de la
Propiedad), en la medida que los negocios de garantía hubiesen sido registrados a nombre
de los socios. El acreedor que pretenda ejecutar una prenda sin desplazamiento inscripta
antes de la ley, debe dirigir la acción contra la sociedad como persona, en base de un
documento registrado a nombre de los socios. Para solucionar este inconveniente en caso
que se presente, el reglamento faculta al acreedor a inscribir el hecho del reconocimiento
(o transformación como lo de nómina el decreto), mediante una declaración otorgada por

139
el mismo acreedor prendario, con las formalidades instrumentales previstas en los arts. 87
y 88 de la ley N 16.871.

EL OBJETO EXCLUSIVAMENTE AGRARIO


El otro requisito que debe tener la sociedad civil para ser persona jurídica, es que su
objeto sea exclusivamente agrario. La exclusividad se entiende, pues en caso de objeto
mixto, se estaría disponiendo para un ámbito material de intereses, que se encuentra más
allá del propósito de la norma. Lo que además podría alterar el régimen de estas sociedades
según otras previsiones, como las mercantiles, por ejemplo, (si la sociedad civil tiene objeto
mercantil, se regula como sociedad comercial, art. 4 de ley N 16.060).
Ahora bien, bajo los términos objeto agrario queda comprendida la actividad agraria,
según se le define en el art. 3. Esto no ofrece dudas, en la medida que en la definición que
contiene dicha norma, se dispone "a los efectos de esta ley” y no definición que a los efectos
de la asociaciones y sociedades agrarias.
Pero en la medida que, a los efectos asociativos, los objetos previstos en los tres literales
del art. 1 de la ley, son considerados también como agrarios por esta norma (al menos no
mercantiles, según hemos tenido oportunidad de examinar antes retro N 12.3), debe
admitirse que los mismos quedan comprendidos en el objeto exclusivo, toda vez que así se
prevean expresamente en el contrato social. En otras palabras: una sociedad civil en la cual
se prevea expresamente como objeto social, cualquiera o todas las actividades dispuestas
en los literales A), B) y C) del art. 1. no se ubica fuera de la exclusividad del objeto agrario
que requiere la ley y por tanto, gozará de personería jurídica.
RELACIONES INTERNAS Y EXTERNAS. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
El régimen de las relaciones internas y externas que corresponde a esta figura social, lo
hemos ya examinado en oportunidad de referirnos a las asociaciones y sociedades agrarias,
en tanto la sociedad civil constituye su régimen subsidiario, de acuerdo a lo previsto en el
art. 20.
No obstante, existe una diferencia importante en materia de responsabilidad social. A
pesar que estas figuras adquieren personaría jurídica, la ley les mantiene intocado el
régimen previsto por el C. Civil (art. 1921). Los socios ante los acreedores sociales,
responden con excepción del socio industrial a menos que exista estipulación expresa (art.
1888)- de manera directa, en partes iguales cualquiera fuere las participaciones de cada uno
en la sociedad, y sin solidaridad entre ellos.
No obstante al ser persona jurídica, el acreedor social, podrá promover la acción contra
la sociedad y contra los socios simultáneamente o indistintamente, ya sea que se dirija sólo
contra los bienes sociales o sólo contra los socios, o contra ambos al mismo tiempo. En la
sociedad común ello no sucede, pues al no gozar de personería, la acción se dirige
únicamente contra la persona de los socios.
DISOLUCIÓN. INEXISTENCIA DE LIQUIDACIÓN
El C. Civil, sólo contiene reglas relativas a la disolución (art. 1923 y sigts), pero no a la
liquidación de las sociedades civiles, lo que es natural, pues ellas carecen de personería
jurídica, y por lo tanto, se pasa directamente a la división de los bienes, que entre otros,
implica su desafectación como propiedad colectiva y su adjudicación bajo el régimen de la
propiedad individual a cada uno de los socios. La división de los bienes se lleva a cabo

140
mediante las reglas de la partición de los bienes hereditarios (art. 1937) e implica un acto
de enajenación.

Las sociedades civiles con objeto agrario, no obstante, desde que son personas jurídicas,
presentan dos problemas: si corresponde una liquidación, y si durante la misma, se
mantiene o extingue la personería jurídica, dado que a diferencia de lo que sucede en el caso
de asociaciones y sociedades agrarias- la ley, no prevén texto expreso, la continuidad de la
misma durante la liquidación. En nuestra opinión, no procede la liquidación, toda vez que,
si bien la personería le otorgó autonomía al patrimonio social, los socios responden
directamente (ni siquiera de manera subsidiaria) con sus bienes particulares. Cuando las
obligaciones de la sociedad, no son más que obligaciones de los socios y se confunden con
unas con otras, por más que exista autonomía jurídico patrimonial, no es posible una
verdadera liquidación.
Alcanza pues con la partición, en la cual los socios dividen entre ellos los bienes y las
obligaciones, lo que, en todo caso, no afecta los derechos de los acreedores sociales. Y si
fuere necesario vender algún bien, para hacer efectiva la partición, se venderá como bien
del grupo. Por lo tanto, tampoco cabe plantear la continuidad de la personería.
Distinto sería la situación, si la responsabilidad de los socios, fuera necesario distinguirla
jurídicamente de la responsabilidad de la sociedad (aún en casos de responsabilidad
ilimitada), pues es imprescindible determinar el agotamiento de los bienes sociales, antes
de encarar la responsabilidad de los socios. En estos casos, la liquidación del patrimonio
social, se deduce por sí misma a partir del sistema legal de responsabilidad.
SOCIEDADES DE FOMENTO RURAL
Las Sociedades de Fomento Rural, constituyen en nuestro país, los primeros ejemplos
asociativos, basados en la solidaridad agraria. Se formaron a inicios del siglo pasado, como
agrupamientos de vecinos, preocupados por mejorar los diversos problemas de las
explotaciones agropecuarias de los pequeños y medianos producto- PARA crear
condiciones que permitieron el desarrollo de la vida en el medio rural.
La existencia de estas figuras, se encuentra ligada -no puede obviarse-alim te empuje que
la administración del ferrocarril, (para entonces, en manos portan inglesas) le propiciaron
a estos agrupamientos en los primeras pasos de su formación, promocionando la mejora de
los caminos y las vías de penetración, la construcción de escuelas rurales, la difusión de
procedimientos técnicos y abastecimiento de insumos, etc. Desde el inicio, actuaron como
grupos abiertos, de fomento Ayuda de las localidades donde operaban. Lo característico, es
que todas sus diversas tareas, las cumplían como entidades privadas, carentes de fines
lucrativos.
Para el 15 de agosto de 1915, se constituyó en Minas, la Comisión Nacional de Fomento
Rural, con el propósito de nuclear a todas estas sociedades, de modo de proporcionarles
más notoriedad y trascendencia a sus funciones. En sus investigaciones relativas al tema
institucional en la agricultura familiar. Astori señala, que la Administración General del
Ferrocarril Central, era a quien se le había encomendado la convocatoria y constitución de
esta Comisión, para la que se entendió conveniente la participación de un muy variado
elenco de instituciones, como la Cámara Mercantil de Productos del País, el Directorio del
BROU, la Cámara de Comercio y la Cámara de Industrias, la Asociación de Agricultores del
Uruguay las propias sociedades de fomento rural existentes en todo el país, etc.

141
Para 1918, a través de la ley N.6192. a las Sociedades de Fomento Rural, ya se les
reconocía como organizaciones, a las que se les permitía gozar de personería jurídica (a
pesar que no se regulaba cómo hacerlo), y se autorizó al Poder Ejecutivo, a otorgarles un
subsidio mensual a través de la Comisión Nacional de Fomento Rural, en mérito sin duda a
la índole social de sus tareas.
En general, es posible apreciar que estas entidades y especialmente la Comisión Nacional
de Fomento Rural, tendieron una línea de actuación, dirigida a “fomentar la acción solidaria
y la formación del espíritu de asociación en los pequeños y medianos productores rurales
del país", impulsando fenómenos como el cooperativismo agrario (del cual fue su promotor
y con el cual se ha mostrado particularmente vinculado), y tratando de incidir en los
aspectos más salientes de la infraestructura de abastecimiento, comercialización, crédito y
asistencia técnica en favor de las explotaciones agropecuarias de sus socios. En este sentido,
cable reconocer, que ha desempeñado un papel de reconocida trascendencia pesos social
en el medio rural. Un buen ejemplo del vívido accionar de esta entidad, lo configuró la
CALFORU (Cooperativa Agropecuaria de Fomento Rural),
Concepto. Comunidad de fin y objeto social
Pese a su gran difusión en el medio rural, la regulación jurídica de estas sociedades es
escueta e imprecisa. Carecen de estructura legal, y por sus fines y objeto, no es sencillo
caracterizarlas, pues hasta cumplen tareas que la ley considera de interés público (art. 1 de
D. Ley N° 14.330).
El marco jurídico lo configuran las leyes N° 6192 de 16-7-18; la ley N° 8317 de 18.10.28;
el D. Ley N° 14.330 de 16.12.74 y el D. Ley N° 14.603 de 23.11.76. De estas normas, se puede
concluir que estas sociedades, persiguen dos tipos de fines uno, relativo a sus socios, que
consistente en prestarles un servicio; otro, que es actuar en interés general de la zona en
que se emplazan. Ninguno de ellos responde a una índole lucrativa de la figura social (art. 2
de D. Ley N° 14.330).

En efecto, en primer lugar, las sociedades de fomento rural prestan un servicio a sus
socios, consistente en distribuir entre ellos, "..toda clase de insumos agropecuarios y recibir,
acopiar, clasificar, conservar, envasar y elaborar los pro ductos de las explotaciones de los
mismos" (art. 1 del D. Ley N° 14.330). La propia norma aclara (art. 2), que este servicio, no
puede tener carácter lucrativo, y se debe prestar a los socios como "...apoyo a la producción
agropecuaria".

Ahora bien, estas actividades dispuestas por ley en su art. 1, y que comprenden el
contenido del servicio, vienen a configurar -también- una parte de su objeto social. En este
sentido, es muy importante subrayar, que entre sus facultades y cometidos, no se prevé en
principio, que la entidad pueda ella, comercializar la producción agropecuaria de sus
asociados, sea en el estado en que las reciben, sea después de industrializarlas. Es esta, una
de las características salientes de esta figura social y un aspecto entre otros- que la distingue
de las cooperativas agrarias. La única posibilidad que la ley le confiere a las sociedades de
fomento rural de comercializar (al externo y en el mercado) la producción de sus asociados,
es en tanto se les permite ingresar como miembros de una cooperativa agraria (art. 3 del D.
Ley N° 14.330 y art. 110 de la Ley N° 18.407), pero no de otra manera.
Sin perjuicio de prestar un servicio a sus asociados, estas sociedades pueden asimismo,
prever en sus estatutos la realización de otras actividades que la ley califica de "interés
público" (art. 1 del D. Ley N° 14.330). Lo particular, es que este objeto social"-como la propia
ley lo denomina- no está previsto en la norma vale decir, la ley no dispone de su contenido.

142
De manera que no se describe ni se sabe, cuales este objeto, que se califica de interés
público"

El art. 5 de la ley N° 6192, insinúa como uno de ellos, la organización de Exposiciones


departamentales (sin duda que alude a exposiciones agropecuarias agroindustriales), pero
claro que no se limita a ello. Teniendo en cuenta sus antecedentes y las razones de su
creación, no cuesta demasiado esfuerzo concluir que se trata de un objeto social de claro
contenido social y no económico, relativo al fomento del medio rural, lo que puede incluir
la construcción de escuelas, caminería rural, apoyo a los demás órganos que cumplen fines
públicos en la zona, etc. Se trata más que un objeto, de un objetivo a cumplir.

Características de las sociedades de fomento rural


Las características más salientes de las Sociedades de Fomento Rural, se encuentran
dispuestas en el art. 4 del D. Ley N 14.330. De acuerdo a su literal A), estas sociedades, deben
ser de afiliación abierta para todo el vecindario de la zona y llevar al día el registro de los
socios" Ante todo, conviene relacionar esta imposición, con la prevista en el literal C), norma
por la cual no se les permite "efectuar ningún tipo de reparto o distribución de utilidades".
Se marcan así sus cualidades más importantes, ya que si las vinculamos con el fin social
de servir a sus socios (arts.1 v 2), es indicativo de que en sustancia se trata de canalizar un
vínculo de índole mutual, en el cual el ingreso es libre y sin condicionamientos (puertas
abiertas), de manera de servir al mayor número posible de personas. Por lo que tampoco es
difícil inferir de ello, que debe operar en principio- como una entidad de gestión
democrática e igualdad de sus miembros, es decir no cerrada al capital. Lo que por otra
parte, es una índole que se ve reafirma: da, desde que su funcionamiento, tiene naturaleza
territorial (la afiliación opera respecto al "...vecindario de la zona"), y no de cualquier
individuo. A estos sucesos, obedece buena parte de su esencia y no sólo histórica.

En el literal siguiente (B), se les impone el deber de registrar todas las operaciones, que
vendrían a resultar del cumplimiento de su objeto social. No se especifica, claramente, pero
sin duda de que deben llevar libros, respecto de los cuales no se encuentra dispuesto que
haya certificación alguna, no obstante que así lo aconseje una sana práctica.
Finalmente, se les obliga a cumplir con las previsiones estatutarias, especial mente la que
tienen relación con el funcionamiento de sus órganos; y a permanecer afiliadas a la
Comisión Nacional de Fomento Rural.
Problemas de estructura (externa e interna). Características del vínculo de los socios con la
sociedad. Los derechos y obligaciones de los socios. La falta de órganos:
No obstante estas características, uno de los problemas más complicados de estas
sociedades, es que la ley no les otorga una estructura específica, ni en lo interno ni en lo
externo, salvo en ciertos aspectos indiciarios muy limitados, que se acaban de señalar. Esto
provoca diversas dificultades en su disciplina.
Para comenzar que no se establecen las normas bajo las que se constituyen ni adquieren
su personería jurídica. Esta carencia, condujo a que muchas de ellas, tuvieran que actuar
con el formato de otras figuras asociativas, de manera de facilitar su funcionamiento,
llegándose a extremos claramente inadmisibles para las características que deben reunir
para ser Sociedades de Fomento Rural. Es así, que el D. Ley N° 14.603 ha reconocido incluso,
la existencia de Sociedades de Fomento Rural constituidas en forma de sociedades
anónimas in incompatible entre los fines de una y otra, al menos en nuestro derecho. Por tal
razón, esta ley, abrió la posibilidad que se transformaran en Asociaciones Civiles, formato

143
que podían adoptar válidamente para su funcionamiento y para lo cual esta ley brindó
diversas facilidades y hasta derecho de receso. Pero la circunstancia que dicha ley facultara
tal transformación e incluso su constitución como asociaciones civiles, no implica que en
nuestro derecho, las Sociedades de Fomento Rural, para ser tales, deban necesariamente
adoptar dicho formato, ni que en realidad sean tales asociaciones en su naturaleza jurídica.
De ben cumplir con las previsiones del art. 4 del D. Ley N° 14.603, pero ello no conduce
forzosamente a la Asociación Civil.
La falta de una estructura específica, provoca también otras dificultades a) una respecto
al alcance del vínculo entre cada socio y la sociedad (naturaleza del servicio); b) otra
respecto a los derechos y obligaciones de los socios; y la tercera e) relativa a la ausencia de
órganos por los que se gobierna y administra. Se trata de otros tres aspectos, también
básicos en el funcionamiento de cualquier tipo asociativo, sobre los cuales, la regulación de
estas sociedades, no contiene reglas claras.

Así por ejemplo, un primer aspecto donde se aprecia la importancia de estas carencias
legislativas, es que cualquiera fuere el formato que adopten, el vinculo (interno) entre los
socios y la sociedad, tiene una disciplina que si bien es primaria o indiciaria en la ley (art. ly
2 del D. Ley N° 14.330); es suficiente para calificarla como una relación típica de servicio no
lucrativo pero de contenido económico, que no se reproduce en otros formatos, salvo ciertas
analogias con el vínculo cooperativo. Y ello, en todo caso, hace más difícil su categorización,
si carentes de una estructura propia, se llevan a cabo a través de modalidades asociativas
que no tienen en cuenta para nada dicha tipicidad. Incluso las cualidades de esta relación,
tiene importantes repercusiones sobre los aspectos patrimoniales de la entidad, que hacen
en definitiva, que no cualquier forma social se preste adecuadamente para albergar a una
Sociedad de Fomento Rural. Por lo pronto, ello conduce a que la relación entre los socios y
la sociedad, se lleve a cabo a través de negocios sociales indirectos.
En efecto, a la Sociedad de Fomento Rural sólo se le permite cobrarle al socio, el mato de
tal servicio, más un porcentaje destinado a la capitalización de la Sociedad ya financiar las
actividades de la Comisión de Fomento Rural (art. 2 del D. Ley N° 14.330). Lo peculiar es
que el porcentaje que configura este plus (o razonable ganancia), no está previsto que
emane de la voluntad social, ni de la gestión de la sociedad, ni por la existencia de algún
mecanismo propio del sistema de fomento rural; sino que legalmente, corresponde que sea
fijado por el P. Ejecutivo art. 2 del D. Ley N° 14.330), cosa que no hizo, ni hace. Y esto no
sucede en otras figuras asociativas.
Por tanto, este servicio que se presta al socio, no es de la misma naturaleza jurídica que
el existente en ninguna otra relación social, pues salvo el acto cooperativo en las
cooperativas agrarias, no hay otro negocio que causalmente controle la falta de lucro en las
operaciones patrimoniales. Pero incluso, tampoco puede compararse con el acto
cooperativo, pues más allá de su especificidad, dicho acto, forma parte de un sistema
asociativo, que se complementa económicamente, aspecto que no está previsto en la
regulación de las Sociedades de Fomento Rural y para el cual nada tiene que hacer la
voluntad del P. Ejecutivo en su fijación.
Por lo tanto, la relación jurídica que vincula al socio con la entidad de Fomento, es muy
especial, y carece de una regulación que tenga en cuenta dichas especificidades, lo que hace
que deba recurrirse a negocios comunes, como la compraventa, consignación, etc. y estar a
lo que resuelva el Poder Ejecutivo en ese sentido. Se trata pues, de una vinculación mutual,
muy rudimentaria en su fase operativa y también muy dependiente y compleja de practicar.

144
El otro plano donde se aprecia el problema de falta de estructura y de reglas de
funcionamiento, refiere a los derechos y obligaciones de los socios y la manera en que
corresponde entender su disciplina. Como vimos, se trata de figuras necesaria mente
abiertas para las que no se ha previsto la obligación de aportar, lo que en alguna medida, es
indicativo que operan a fondo perdido, y por lo tanto, más que portes (en el sentido de las
sociedades civiles, comerciales, agrarias o cooperativas) se abonan cuotas periódicas que
otorgan derechos a los servicios, de manera similar a las asociaciones civiles. Pero en todo
caso, ello no está previsto en las normas. Por tanto, nada impediría que los socios
estatutariamente, hayan dispuesto la necesidad de aportes, al igual que en una cooperativa,
con derechos de restitución al egreso o la disolución, fuera de las previsiones del art. 3 del
D. Ley N 14.603.
Debe inferirse, que en tanto el ingreso es voluntario y abierto, también puede serlo el
egreso. Aunque nada impedirá que los estatutos dispongan que una vez ingresados, deben
permanecer un tiempo mínimo, al igual que sucede en materia de cooperativas agrarias.

Vinculado a ello, no se determina tampoco cómo se adoptan las resoluciones, esto vas
agrarias. es, si es de naturaleza democrática, en la que a cada socio le corresponde sólo un
voto, serlo el o bien puede aceptar que los estatutos dispongan de votos calificados, sea en
razón de sus actividades con la sociedad o mismo en función del capital que se le aporte.
Tampoco, existe regla alguna, respecto a sus órganos, que si bien deben existir, de acuerdo
al lit. C) del art. 4, no se especifica cuales deben ser. Por lo que habrá que estar a la voluntad,
que en tal sentido, estipulen los socios en los estatutos. Todas estas carencias, provoca de
que en definitiva, y como señaláramos, estas sociedades actúen adoptando el formato de
otras figuras sociales, sin que por ello, se identifiquen en sustancia con ellas. Lo más común
es que empleen la de la Asociación Civil. Aunque ya vigente la actual N° 17.777, es más
adecuada –por sus características- la figura de la Asociación Agraria.
Naturaleza jurídica: la individualidad de las sociedades de fomento rural y diferencias con
las sociedades civiles, comerciales y agrarias. Diferencias con la asociación civil y con las
cooperativas agrarias
De lo expuesto en relación a sus fines, emana que el término sociedad con el que se las
denomina, no coincide con el que le otorga el Código Civil (art. 1875) ni la ley N° 16.060 (art.
1), en el sentido que en ningún caso, estas entidades generan beneficios a repartir. Pero
tampoco coinciden con el alcance que la ley N° 17.777, le presta al término sociedad agraria,
pues si bien éstas pueden tener iguales fines; las "sociedades de fomento rural, son
estructuras abiertas (art. 4 de D. Ley N° 14330) y no cerradas, similares a las asociaciones
agrarias y no a las sociedades de tal naturaleza.
Pero aunque no repartan beneficios ni persigan fines lucrativos, no por ello, son
llanamente Asociaciones Civiles. Un primer obstáculo sin duda, estriba que -como ya hemos
indicado no existe en nuestro derecho positivo una definición de Asociación Civil, la cual
opera en base conceptos doctrinales y ejemplos del derecho comparado (ej. ley francesa de
1901).
En este sentido, la figura de la asociación civil tradicional, no tiene por finalidad generar
un lucro a sus miembros, como lo otorga el servicio que estas sociedades de fomento
brindan a sus socios. Véase que una cosa es que la Sociedad de Fomento Rural no persiga
lucro ante sus socios ni reparta beneficios entre ellos, y otra muy distinta, que a través del
servicio, no se quiera que el socio mejore su posición económica en su explotación
individual y lucre con ellas. Precisamente ello es lo que se que no enmarca precisamente en

145
los fines de una Asociación Civil. Tampoco cabe excluir en las Sociedades de Fomento Rural,
la posibilidad ya procura, lo indicada, de efectuar aportes que mejoren la posición de cada
socio, si así fuere previsto en los estatutos. Ello se debe, a que pueden llevar adelante
importantes actividades económicas con las cooperativas agrarias, aspecto externo, en el
cual ésta le debe proporcionar las mejores ventajas económicas para sus asociados.
Las Sociedades de Fomento Rural, tienen también diferencias con las cooperativas
agrarias. Si bien ambas canalizan una relación de naturaleza similar, como es el vínculo
mutual, corresponde distinguir tres importantes aspectos. Uno respecto a los fines, otro al
alcance del objeto y un tercero relativo la manera de desenvolverse a operar la relación
mutual.

Las cooperativas agrarias-en principio- sólo prestan servicio a sus miembros y no tienen
fines de interés público respecto a un vecindario rural o de un centro poblado, como se les
reconoce legalmente a las Sociedades de Fomento Rural. Podrá una cooperativa agraria,
prestar cierta ayuda de beneficencia en la zona en que opera, pero como algo extraordinario,
que está en su esfera de voluntad y aún así dentro de límites que no afecten el fenómeno
cooperativo, En cambio, se encuentra en los fines mismos de estas sociedades, llevar
adelante acciones de fomento para el desarrollo y progreso de un vecindario, por lo que se
deben también a intereses no económicos.
En segundo lugar, y como habremos de indicar al estudiar el objeto, las cooperativas
pueden comercializar los productos que reciben de sus miembros, y en los hechos, es ésta,
una de sus más importantes funciones. Pero no está previsto legal mente, que las Sociedades
de Fomento Rural puedan operar comercializando los productos que vienen de sus socios y
es ésta precisamente una de sus características funcionales. La única excepción, lo
constituye el caso en que ingresa como miembro de una cooperativa agraria, relación que
le permite entonces, realizar solo actos cooperativos.
Y finalmente, mientras la relación mutual entre el miembro y la cooperativa, se lleva a
cabo a través del sistema cooperativo, consistente en actos cooperativos y retorno de
excedentes: la que se produce entre el socio y la Sociedad de Fomento Rural, en cambio, es
más elemental o primitiva, y tiene alcances más limitados. Carece de un sistema propio de
gestión y depende de elementos extraños a la relación puramente social, como es el
porcentaje que el P. Ejecutivo les fije como ganancia, lo que en la práctica no se produce.
PROBLEMAS RELATIVOS AL FUNCIONAMIENTO Y SOLUCIONES PRÁCTICAS: Tampoco
existen normas que regulan su funcionamiento. Pero en buena medida, y de acuerdo a todo
lo que viene de explicarse, ello determina que en los hechos, el funcionamiento de estas
sociedades, se haya distorsionado y operen de manera similar a una cooperativa agraria,
pero con el formato de una asociación civil. Por lo que se regularán -en caso que así suceda-
por el régimen orgánico interno y externo de éstas, y por el operativo de las cooperativas
agrarias.

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN: No están previstas tampoco, causales de disolución. En


buena medida, ello estará marcado por el formato que adopten para funcionar. Pero debe
tenerse presente, que para el caso que fuera una Asociación Civil, originada en la
transformación de una sociedad anónima (hipótesis del art. 1 del D. Ley N° 14.603), el art,
3 de dicha norma, impone que si hubiere remanente de bienes, ellos no se distribuyen entre
los socios, sino que pasan a propiedad del Estado, quien debe afectarlos a los servicios del
Ministerio de Salud Pública y Educación y Cultura. Obviamente que estos destinos, si bien
tienen un contenido de índole social, en sentido similar al perfil que tenia la sociedad

146
mientras vivía, no guardan relación alguna con el medio rural y la localidad donde operaba,
y por tanto resultan poco comprensibles. Dado lo especialísimo de su contenido, a nuestro
juicio corresponde que se interprete restrictivamente y por tanto de aplicación exclusiva y
limitada al caso previsto en ella (sociedad anónima transformada en asociación civil como
estructura de una Sociedad de Fomento Rural).
IMPORTANCIA DE PRECISAR UN RÉGIMEN SUBSIDIARIO. SU ROL (HISTÓRICO) COMO
ANTESALA A LAS FIGURAS DEL COOPERATIVISMO AGRARIO: Estas limitaciones y
carencias del régimen de las sociedades en estudio, requiere la precisión de su régimen
subsidiario. En buena medida, es cierto que ello habrá de venir del formato adoptado, pero
no necesariamente. El régimen de las asociaciones civiles, por ejemplo, puede resultar
insuficiente en este sentido, en tanto no puede negarse que las sociedades de fomento rural,
asumen de ordinario, un rol empresarial importante frente a terceros y a los propios socios.
Ante ello, debe te. nerse presente, que la legislación de cooperativas agrarias, a diferencia
de lo que sucede con otras figuras sociales, lejos de ignorarlas, les da cabida como miembros,
y en general el trato que otras disposiciones le reservan, se ha parangonado con el de las
cooperativas agrarias. Esto es elocuente, en la medida que el régimen de las cooperativas
agrarias, a falta de normas expresas, resulta sin duda el más afín y con el cual comparte la
misma ratio asociativa (la ayuda mutua). Por ende, parece lo más razonable recurrir al
mismo, como derecho aplicable. En definitiva, no debe dejarse de lado, ni es de ignorar
tampoco, que estas sociedades en los hechos, han sido la antesala del cooperativismo
agrario uruguayo.
OTRAS MODALIDADES ASOCIATIVAS TÍPICAMENTE AGRARIAS: LAS
COOPERATIVAS AGRARIAS.
Las otras modalidades asociativas típicamente agrarias son las COOPERATIVAS
AGRARIAS, estas siempre han tenido un estatuto propio, una ley propia, es decir, han sido
una de las primeras normas jurídicas en materia agraria, un vieja ley en la década del año
40, la ley 10.008, posteriormente un decreto ley del año 84, pero cuando se aprueba la ley
general de cooperativas las cooperativas agrarias pasaron a formar parte de ese cuerpo de
normas general, aplicándose todas las normas generales del fenómeno cooperativo, las
reglas generales, esto es, quienes pueden ser socios, cómo se constituyen, los requisitos
formales, las asambleas. Hay un capítulo específico de cooperativas agrarias con 6 o 7
artículos, lo que hace es marcar ciertas particularidades de las cooperativas agrarias, como
un fenómeno particular dentro de lo que es el régimen del cooperativismo, porque en
realidad esta ley lo que trató fue de concentrar en una sola norma legal lo que era una
dispersión de normas que regulaban en forma aislada las distintas modalidades de
cooperativas.
LO QUE VAMOS A DAR EL LUNES – LO SAQUE DE LOS RESUMENES:
COOPERATIVAS AGRARIAS:

Para comprender este tema debemos tener en cuenta que existe una ley integral que
regula todo el sistema de cooperativas, Ley 18.407 24 de octubre del 2000. Vamos a
encontrar en esta ley la regulación de todo el sistema cooperativa, es decir, cooperativa de
viviendas, de consumo, de trabajo y hay un capítulo específico que regula las cooperativas
agrarias que es lo que nos va a interesa, Y TAMBEIN LA PARTE GENERAL que aplica a las
cooperativas agrarias
Tenemos una Ley integral de cooperativas, esta ley recogió institutos nuevos, de alguna
manera para explicarlo, le dio un toque empresarial al régimen cooperativa; en el viejo

147
Decreto Ley sobre cooperativas agrarias el legislador se preocupó de diferenciarlas con las
sociedades comerciales.

Jorge Fernández Reyes, dice que provoco que se vieran como figuras que se dejan de
usar, pero esta Ley, empezó a modernizarlas, darles ese toque empresarial.
Haciendo un poco de historia, el cooperativismo surge en Inglaterra, en un pequeño
grupo que comenzaron con un capital de 28 libras, cada miembro aporto una libra, para
fundar de alguna manera una fábrica en la industria textil, rápidamente este sistema basado
en la ayuda mutua y el esfuerzo propio de cada uno de los miembros, tuvo una rápida
difusión en el mundo entero.
Principios: art 7 y 8 de la Ley.
El artículo séptimo y octavo, los enuncia expresamente (séptimo) y habla de los
caracteres (octavo) indirectamente establecen algunos principios.

Primer principio que establece el artículo séptimo de La Ley 18407, es el principio de


libre adhesión y retiro voluntario de los socios. Es decir hay un principio que se conoce
en el derecho como el derecho de puertas abiertas, que tiene dos premisas fundamentales,
la primera es la libre adhesión de los socios, nadie está obligado a ingresar a las cooperativas,
es por eso que no se puede limitar el número de miembros de la cooperativa ni su capital,
se pueden estipular requisitos mínimos para ingresar. Estos principios no son absolutos,
tienen sus limitaciones, por ejemplo, si yo dejo entrar a todo el mundo puedo entorpecer el
objeto de la cooperativa,
La segunda premisa que forma parte del principio denominado por la doctrina de
puertas abiertas, es el retiro voluntario, nadie está obligado a quedarse. Para que les quede
claro: el artículo 18 de la Ley dispone que pueden ser miembros siempre y cuando cumplan
con los requisitos establecidos en el estatuto. El problema es que se puede establecer que la
gente se vaya de la cooperativa, esto permite el buen funcionamiento de la cooperativa, por
ejemplo, el estatuto prevé requisitos de permanencia mínimo, etc. Por lo que no se estaría
violentando el principio de puertas abiertas.
El segundo principio: control y gestión democrática por los socios, segundo principio
del artículo séptimo, también en este principio podemos sacar dos premisas básicas.
Primera premisa, cooperativas agrarias, un miembro un voto, lo cual lo diferencia de las
sociedades comerciales (en donde el voto esta sujeto al aporte respecto a la sociedad
comercial), en las cooperativas agrarias no importa la participación que tenga o el aporte,
todo miembro va a tener un voto, cuando ingreso a una cooperativa como miembro no
importa el aporte, voy a tener un voto. La segunda premisa es cada miembro va a estar en
igualdad con los demás, puede ser llamado a cumplir funciones de la cooperativa, es elector
y es elegible, puede ser electo y también puede elegir.
El tercer principio es la participación económica de los socios, es decir, los socios van
a participar de la economía de una forma especial en las cooperativas, ¿Cómo participan los
miembros desde el punto de vista económico con respecto a la cooperativa? Primero, el
retorno de los excedentes a los miembros va a ser proporcional de acuerdo a las operaciones
que realiza el miembro con la cooperativa, otra diferencia con sociedades comerciales, esto
es una característica peculiar de las cooperativas, “excedentes” van a ser distribuidos en
proporción a las operaciones que realiza el miembro y no de acuerdo al capital.
El otro aspecto que vamos a encontrar en el artículo séptimo, en cuanto al principio de
participación económica de los socios, es la venta al contado y ventas al precio del mercado,

148
¿qué significa esto? Lo que se busca con la cooperativa es evitar los intermediarios,
claramente va a brindar un servicio lo más ajustado posible a los socios, se busca que los
miembros no sean perjudicados con el mercado.

Pero a su vez, la cooperativa cuando vende los productos al mercado, los vende al precio
del mercado y allí es cuando se provoca el excedente. Un ejemplo claro: cooperativa de
cerdo, que se destina a la faena de productos porcinos, estamos obligados de alguna manera
a llevar a nuestros cerdos a la cooperativa para que los faene, ese servicio va a ser lo más
ajustado al costo pero a la hora de venderlos, va a hacerlo como cualquier otra empresa, por
un lado hay una venta donde no se ven afectados los socios y por otro lado, la cooperativa
en el mercado actúa como una empresa más de la venta de productos porcinos, esto genera
un excedente, luego vamos a ver como se reparte (varias etapas).
Entonces podemos ver en este principio de participación económica, varias premisas
fundamentales: el retorno de los excedentes en proporción a la participación del socio, el
interés limitado de capital en cooperativa agraria y venta al contado y ventas al precio del
mercado. Cuando nos referimos a operaciones realizadas por el socio, por ejemplo, vos
llevaste más cerdos faenados que yo, vos realizaste más que otro, es decir, realizaste más
operaciones. Por ejemplo cooperativa de productores de vino, la cooperativa lo que hace es
industrializar la uva para envasar el vino y lo vende al mercado, claramente, dentro del
cumplimiento del objeto, todos tenemos que remitir uva a la cooperativa para que la
convierta en vino, la envase y la venda al mercado. Juan Martin va a tener más retorno de
excedente porque llevo más uva que los demás, realizo más operaciones con la cooperativa,
ese concepto de operaciones es general, se aplica a todas las cooperativas, a diferencia de la
sociedad comercial (que se regula el excedente según el aporte).
Luego La Ley habla de autonomía y dependencia de las cooperativas agrarias numeral
cuatro, este principio también lo van a encontrar plasmado en el artículo 80 de la Ley.
Luego el numeral sexto habla de cooperaciones entre cooperativas, lo que se conoce
como integración cooperativa, reflejado en el artículo 89 de La Ley (leerlo) es decir, las
cooperativas se integran entre si, no solo por su actividad si no por su interés gremial, esto
es un principio general que busca integración de cooperativas. Reitero, esto comienza desde
lo más mínimo. Y por último, el compromiso por la comunidad, es decir, las cooperativas
son figuras asociativas que encuentran un gran compromiso por la sociedad, es decir, con
las regiones donde se encuentran ubicadas, buscan el desarrollo de la comunidad,
establecido también como principio cooperativo.
NATURALEZA JURÍDICA
Artículo 4º. (Concepto). - Las cooperativas son asociaciones autónomas de personas que
se unen voluntariamente sobre la base del esfuerzo propio y la ayuda mutua, para satisfacer
sus necesidades económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de
propiedad conjunta y democráticamente gestionada.
Cualquier actividad económica lícita podrá ser organizada y desarrollada mediante una
entidad constituida al amparo de la presente ley.
Las cooperativas podrán revestir la forma de cooperativa de primer, segundo y ulteriores
grados, de acuerdo con las especificidades previstas en la presente ley.
Así que claramente podemos entender que la naturaleza jurídica es una asociación, pero
una asociación especial:

149
o primero que es autónoma, es decir, independiente, específica, que las caracteriza,
o que busca la ayuda mutua y el esfuerzo propio, y esto es una diferencia clara con las
sociedades comerciales
o y la ley empieza a acercar al sistema empresarial, porque habla de una empresa es
democráticamente gestionada por sus miembros.
Esto con respecto al concepto de naturaleza jurídica de estas figuras.

¿Cuál es el objeto de las cooperativas? objeto de las cooperativas agrarias que es lo


que nosotros nos interesa.
El artículo 108 de la Ley N° 18.407 dice: (Definición y objeto).- Son cooperativas
agrarias las que tienen por objeto efectuar o facilitar todas o algunas de las operaciones
concernientes a la producción, transformación, conservación, clasificación, elaboración,
comercialización, importación o exportación de productos provenientes de la actividad
agraria en sus diversas formas, realizada en común o individualmente por sus miembros.
Verbos “facilitar y efectuar” distintas actividades, como por ejemplo la elaboración,
clasificación conservación, que son todas enunciaciones no taxativas.
Luego el artículo 109 dice las actividades que pueden realizar de acuerdo a lo que
establece el artículo 108. Debemos tener en cuenta que, si el artículo 109 no existiera, sería
lo mismo, porque todas esas actividades que enuncia el artículo 109 claramente surgen de
lo que establece el artículo 108, es decir, se ve que el legislador quería escribir algo más y
puso a título de ejemplo lo que las cooperativas agrarias pueden hacer y el artículo 109 dice:
(Actividad).- A los efectos de lo establecido en el artículo anterior podrán:
a. Realizar la adquisición, importación y empleo de
máquinas, instrumentos y demás insumos
necesarios para la explotación agraria.
b. Realizar todos los actos de administración y
disposición necesarios para cumplir con sus fines
específicos así como las necesidades sociales y
económicas de sus integrantes. En la facultad
establecida en este literal queda comprendida de
modo expreso la adquisición y el arrendamiento de
tierras y edificios para aprovechamiento en común
y fraccionamiento de tierras para vender a sus
socios.
c. Gestionar y administrar, en favor de sus socios,
créditos de organismos nacionales, extranjeros e
internacionales.

Vamos a ver un problema práctico que tiene loco al profesor y es un problema práctico
del ejercicio profesional que lleva muchas consultas por parte de muchos colegas. Muchas
veces hay consultas que le llegan al profesor preguntando:

• si la cooperativa puede comprar un inmueble rural,


• o si una sociedad agraria puede comprar un inmueble rural,
• o si una asociación agraria puede comprar un inmueble rural
• o si una sociedad con objeto agrario puede comprar un inmueble rural

150
Todas estas figuras asociativas que nombró el profesor, son personas jurídicas, por lo
tanto, tienen capacidad de goce y de ejercicio como cualquier otra persona, y por más que
no esté específicamente puesto en el objeto que pueda comprar, es claro que puede
comprar, son personas, y perfectamente una cooperativa agraria puede comprar porque
quiere poner su sede en determinada zona, o comprar un inmueble rural para realizar
determinada actividad de acopio porque brinda un servicio a los socios, es una persona
como cualquier otra. Entonces no tiene por qué estar en el objeto de una figura asociativa el
tema de la capacidad, lo que si NO puede es dedicarse a la compra y venta de inmuebles
rurale eso es otra cosa, como actividad, son cosas distintas, puede comprar un auto, una
camioneta porque los administradores o los secretarios precisan trasladarse a distintos
establecimientos rurales de los miembros y eso claro que puede,
FORMACIÓN Y CONSTITUCIÓN
¿Cómo se forma una yo una cooperativa? se realiza una asamblea en donde en esa
asamblea (donde se labra un acta con los que están presentes) se van a aprobar los estatutos
de las cooperativas, esto va a estar formalizado tanto en un documento público como puede
ser un documento privado. Si es en documento privado tiene que tener certificación de
firmas y tiene que estar protocolizado ¿por qué? tiene que ver con el registro, porque esto
se va a inscribir en el Registro de Personas Jurídicas - Sección Cooperativas Agrarias,
entonces ese documento que puede ser público o privado y reiteramos que si es privado
tiene que ir protocolizado para ingresar al Registro, debe contener determinado contenido,
por ejemplo:
• identificación de los miembros fundadores,
• las partes sociales suscriptas,
• acta fundacional,
• proyecto Estatuto que contenido que debe tener a su vez
determinado contenido
• y los miembros de los órganos sociales

INSCRIPCIÓN Y PERSONERÍA JURÍDICA


Como ya dijo el profesor y como bien dice el artículo 13: (Formalidades y personería
jurídica).- La cooperativa será persona jurídica…
Lo primero que tenemos que contestar cuando los profesores nos preguntan ¿qué es una
cooperativa? lo primero que tenemos que decir es que es una persona jurídica, si cumplió
con todas las formalidades es una persona jurídica y que después es una asociación, lo que
acabamos de decir con respecto al artículo 4.
Por otro lado, el artículo 13 dice que: “las cooperativas serán persona jurídica del
momento de su inscripción”, claramente aquí estamos ante una publicidad constitutiva”. Est
quiere decir que si no la inscribimos en el Registro la cooperativa no va a tener personería
jurídica, ojo, no debemos confundir cooperativas con las sociedades, asociaciones y otra
figura asociativa, vayamos viendo las particularidades, generalmente las inscripciones son
de carácter declarativas, pero este es un caso específico de inscripción constitutiva,
entonces si no inscribimos la cooperativa no tiene personería jurídica y esto está establecido
en el artículo 13 y esta es una diferencia con las figuras asociativas.

151
A su vez, las cooperativas pueden estar inscriptas en otros organismos, generalmente las
cooperativas agrarias van a estar inscriptas por un tema de actividad y de control y
fiscalización en el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca.

A su vez también a su vez tienen un control las cooperativas y fiscalización estatal, esto
está en el artículo 211: (Autoridades de control).- La fiscalización sobre las cooperativas
estará a cargo de la Auditoría Interna de la Nación…

Excepto respecto de las cooperativas sociales que serán controladas por el Ministerio de
Desarrollo Social y de las cooperativas de vivienda que serán controladas por el Ministerio
de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.
Siguiendo con el tema de inscripción en el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca
veamos lo que dice el artículo 13 de la ley al final: Sin perjuicio de lo establecido
anteriormente, las cooperativas deberán cumplir también con las inscripciones y trámites
correspondientes a los efectos de obtener las autorizaciones necesarias para las actividades
que desarrollarán.
Es decir, no solamente se va a tener que inscribirse en el Ministerio de Ganadería
Agricultura y Pesca para poder obtener esos beneficios, sino también muchas veces para
obtener la autorización para realizar determinadas actividades, entonces esto es otro
argumento para sostener que probablemente estas cooperativas se encuentren inscriptas
en el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, porque lo dice la propia ley en lo que
refiere a la parte final del artículo 13.

RESPONSABILIDAD DE LOS SOCIOS


Y ahí tenemos que leer el artículo 20 de la ley y vamos a tener que leer también el artículo
115 de la Ley, primero en la parte general artículo 20 de la ley de Cooperativas Agrarias:
(Responsabilidad).- Las cooperativas deberán establecer en sus estatutos la
responsabilidad económica de los socios para con la cooperativa y con terceros, debiendo
optar por alguna de las siguientes:

A. Responsabilidad limitada: en este caso la responsabilidad de los socios


queda limitada a los aportes suscritos.
B. Responsabilidad suplementada: en este caso los socios serán responsables,
además y subsidiariamente, por un monto suplementario que deberá ser
siempre determinado en el estatuto y no superior a veinte veces el importe
del aporte, suscrito.
Responsabilidad limitada dice la ley y responsabilidad suplementada, esta es otra de las
características especiales que tiene esta figura que es diferente a las figuras asociativas que
veníamos viendo, que recordemos que la sociedad civil con objeto agrario tenía
responsabilidad ilimitada, las sociedades agrarias podrían ser de responsabilidad limitada,
ilimitado o mixta y las asociaciones agrarias eran siempre de responsabilidad limitada.
En el caso de las COOPERATIVAS pueden ser de responsabilidad limitada o
suplementada, los miembros de responsabilidad limitada funciona igual que las sociedades
o asociaciones agrarias, va a ser siempre limitado al aporte suscrito por los socios, es decir,
un tercero acreedor de la cooperativa va a ir siempre primero contra el patrimonio de la
cooperativa, si ese patrimonio no alcanza va a ir contra el patrimonio de los socios, o de los
miembros, pero si es limitada va ir siempre contra el aporte que realizaron esos socios a la
cooperativa. Es decir, funciona igual de lo que ya vimos en clase con respecto a la

152
responsabilidad limitada, pero, las cooperativas pueden ser de responsabilidad
suplementada, es decir, ¿cómo funciona esta responsabilidad suplementada? los socios para
responder no solamente por lo que aportaron, sino, también por un plus que va a estar
expresamente previsto en los estatutos, por eso se llama suplementada, es decir, “por un
suplemento que va a estar específicamente establecido en el Estatuto” dice la ley, por eso se
llama suplementada esta responsabilidad.
¿Cómo funciona esta responsabilidad suplementada? El art 20 dice que los miembros
serán subsidiariamente responsables a la cooperativa, es decir, primero hay que ir sobre la
cooperativa y luego sobre los miembros, pero esta responsabilidad va a ser solidaria entre
sus miembros, es decir, el acreedor puede pedir la totalidad de la deuda a un miembro hasta
el monto suplementado, siempre va a estar está limitado a ese plus que va a establecer el
Estatuto, por lo tanto, si es socio respondió por toda la deuda va a poder repetir luego contra
los demás socios.

Hay que aclarar algunos puntos:


Por modificación de los estatutos esa responsabilidad siempre se puede aumentar pero
nunca disminuir, es decir, se puede reformar el estatuto, pero, nunca se puede disminuir la
responsabilidad, sino que se la puedo aumentar. Cuando se aumente la responsabilidad por
modificación de los estatutos,
Esta responsabilidad suplementada tiene un límite por el artículo 20, ¿cuál es ese límite?
20 veces el aporte suscrito por el socio, es decir, se puede establecer un suplemento en el
Estatuto, pero, no puede superar 20 veces el aporte suscrito por el socio.
Ahora ¿qué pasa con las cooperativas agrarias específicamente (porque es el régimen
general)? en las cooperativas agrarias si leemos en el artículo 115 hay una particularidad
con respecto a la responsabilidad en las cooperativas agrarias, que dice:
“(Responsabilidad).- En las cooperativas agrarias la responsabilidad podrá ser
limitada o suplementada según lo dispuesto por el artículo 20 de la presente ley, pero no regirá
el límite previsto en el literal B) de dicho artículo, no obstante siempre deberá consignarse en
el estatuto el monto suplementario por el que responderán los socios.”
Vemos que claramente que el límite de 20 veces el capital suscrito, no corre para las
cooperativas agrarias, es decir, el suplemento puede ser 50 veces, 100 veces, 150, 200, 300
veces el capital suscrito, esto ha llevado a decir por alguna parte de la doctrina a que en
realidad lo que acá en el caso de las cooperativas agrarias puede ser una responsabilidad
ilimitada, porque basta con que se establezca el Estatuto, porque si se tiene que poner en el
Estatuto, porque claramente lo dice “siempre deberá consignarse en el Estatuto el monto
suplementario”, ahora si se puede poner el monto suplementario, se puede poner
cualquiera, porque no se tiene el límite de 20 veces, por tanto se podría poner un millón de
veces.
MIEMBROS DE LAS COOPERATIVAS

Art. 18 y 110 de la Ley 18.407.


Tienen que congeniar de alguna manera, con respecto a quienes pueden ser miembros
de una cooperativa agraria. El art. 18 de la ley dice que pueden ser miembros las personas
físicas y las personas jurídicas, y a esto tenemos que sumarle el art. 110 de la ley, que según
este articulo a su vez pueden ser miembros las sociedades civiles con contrato escrito, y las
sociedades de fomento rural, que están reguladas por el decreto-ley 14.330.

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Es decir, la ley permite que estas dos figuras también puedan ser miembros de una
cooperativa agraria, lo de las sociedades civiles ya lo vimos, que a su vez, la ley de
cooperativas les exige, que estas sociedades civiles tengan contrato escrito, y objeto
exclusivamente agrario, las mismas van a tener personería jurídica desde el momento de su
constitución por lo que dice el art. 21 de la ley 17.777. Aquí no les exige el objeto
exclusivamente agrario (para ser miembro), cualquier sociedad civil que tenga contrato
escrito, puede ser miembro de una cooperativa agraria.
Luego la ley también prevé que las sociedades de fomento puedan ser miembros de una
cooperativa, ¿por qué? dentro del objeto de una sociedad de fomento rural, no está la
posibilidad de que sus miembros puedan comercializar. Por lo tanto esta es una válvula de
escape porque si la sociedad de fomento rural integra una cooperativa, ahí indirectamente
los miembros de la sociedad de fomento rural, van a poder comercializar.
La ley exige en el art. 110 claramente, es que esos miembros realicen la actividad agraria
que requieran los estatutos, es decir, tanto sea una persona física, jurídica, una sociedad civil
con contrato escrito o una sociedad de fomento rural, el requisito indispensable es que
realicen la actividad agraria que requieran los estatutos de la cooperativa.
¿Cómo ingreso yo a una cooperativa? puedo ingresar por el acto constitutivo, lo que
se conoce como miembros o socios fundadores, o puedo ingresar por acto posterior, el
miembro puede ingresar posteriormente a la cooperativa. ¿Se puede prohibir el ingreso de
alguien?, si, recuerden que las cooperativas son de puertas abiertas, el ingreso es libre, pero
puede que no puedan ingresar, ¿cuáles tienen que ser los motivos?, tienen que ser fundados,
primero: por no reunir los requisitos exigidos por el estatuto para ser miembro, o sino
porque el ingreso de un nuevo socio o de mi ingreso dificulte el cumplimiento del objeto de
la cooperativa.

¿Puedo egresar de la cooperativa?, si, también puedo egresar, y aquí van a tener que
mirar los artículos 21, 22 y 23 de la ley de cooperativas. Pérdida de la calidad de socio dice
el art. 23: la calidad de socio de pierde por el fin de la existencia de la persona jurídica, -es
decir, el fin de la cooperativa-, por la renuncia, por la pérdida de las condiciones establecidas
por el estatuto, y por la exclusión del socio o del miembro.
La renuncia se puede ejercer, es una manifestación de voluntad unilateral, pero, voy a
tener que hacerla con un preaviso a la cooperativa, que debe ser con un plazo anterior no
mayor a 6 meses para las personas físicas y un año para las personas jurídicas.
Puede haber también lo que SON PLAZOS DE PERMANENCIA mínimos; puedo perder
también la calidad de socio si me excluyen de la cooperativa, acá la decisión no es del
miembro de renunciar sino de la cooperativa, de forma unilateral, de excluir al socio.
¿Cuáles pueden ser los motivos de la exclusión de un socio o un miembro de una
cooperativa? bueno, puede ser por lo que hablamos anteriormente, es decir, por la pérdida
de los requisitos y por lo tanto la cooperativa me excluye, o por el incumplimiento grave de
los estatutos, del reglamento, o de la ley.

¿Qué pasa cuando yo me voy de la cooperativa? Se me tiene que liquidar lo que me


corresponde, ¿y qué es lo que me corresponde que me devuelvan de alguna manera?, esto
está previsto en el art. 72 de la ley, es decir, a mi me van a reintegrar el capital integrado, es
decir, el capital que yo aporté, su valor nominal y su reajuste al momento de que yo soy
excluido o renuncio.

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RÉGIMEN ECONÓMICO DE LAS COOPERATIVAS:

¿Cuáles son los recursos patrimoniales que tiene la cooperativa? El primer recurso que
tiene la cooperativa es su capital, el capital se forma con los aportes de los miembros o de
los socios.
A su vez, dice que existen fondos patrimoniales especiales, que son aportes específicos
que realizan los socios que están dispuestos por la Asamblea General.
Luego en el art. 62 establece también como recurso patrimonial las reservas legales
estatutarias, las donaciones legados en el art. 63, los instrumentos de capitalización art. 64,
¿Cuáles son los instrumentos de capitalización subordinados? Van a ser subordinados de
acuerdo a la actividad de la cooperativa, es decir, que van a estar atados a si a la cooperativa
le va bien. Y los instrumentos de capitalización por interés, son los que tienen un interés fijo
que la cooperativa tiene que pagar si o si. Esto es algo parecido a lo que ustedes a veces ven
en las propagandas que CONAPROLE, a veces sacan intereses de participación que cualquier
persona puede adquirir, y que paga una determinada tasa, esto lo pueden haber visto en la
práctica, el CONAHORRO ahí está, ahí pusieron el nombre comercial, esto es similar, es decir,
la cooperativa para capitalizarse, para tener recursos, emite instrumentos de capitalización
que reitero pueden estar subordinados al funcionamiento de la cooperativa (si a la
cooperativa le va bien, yo voy a poder cobrar ese instrumento de capitalización, si no le va
bien, si no tiene excedentes, no lo voy a cobrar hasta que no los tenga), o pueden tener un
interés fijo, que yo adquiero y que la cooperativa en determinado plazo me los tiene que
pagar, sin importar si le va bien o mal a la cooperativa.
¿Como está conformado el capital social de una cooperativa agraria? El capital de
una cooperativa agraria, por las características que esta tiene, siempre va a ver variable e
ilimitado, porque si los miembros pueden entrar y salir, en principio es de puertas abiertas,
las características del capital de las cooperativas van a ser siempre variable e ilimitado.
Lo otro que es capital de una cooperativa va a tener si o si, es que no se puede limitar el
número de partes sociales, vean el art. 54,
¿Cómo se conforma el capital? Bueno por los aportes de los socios, dinero, especie o
trabajo. Esto ustedes ya lo saben, yo puedo aportar dinero, puedo aportar en especie o
puedo aportar trabajo.
¿Cómo se reparte el excedente de la cooperativa? Hay que atenerse a lo establecido en
el art. 70 de la ley:
Primero la cooperativa va a tener que pagar antes de repartir los excedentes los
instrumentos de capitalización que correspondan. Pudo haber ocurrido que en ejercicios
anteriores –esto se puede dar o no- haya perdido patrimonio la cooperativa, entonces, va a
recomponer estos rubros patrimoniales perdidos. Si hay remanente, o no tuvo que pagar
esto que acabamos de mencionar, 1) El 15% (quince por ciento) como mínimo, para la
constitución de un Fondo de Reserva Legal, hasta que éste iguale al capital reduciéndose al
10% (diez por ciento) a partir de ese momento y cesando al ser triplicado el capital.
Luego si sigue habiendo excedentes, se destinará el 5% como mínimo para el Fondo de
Educación y Capacitación Cooperativa. Y por último, el 10% para la constitución de una
Reserva por concepto de operaciones con no socios.
Una vez que hacemos esto respetando el orden que establece el art. 70, voy a poder
repartir los excedentes con los socios de la cooperativa, con todo lo que les dije ustedes me

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van a decir, ¿Qué es lo que me queda para repartir? Bueno, la ley dice que nunca va a ser
inferior al 50% del remanente, es decir nunca puede ser menos de la mitad de los
excedentes que se hayan producido.

¿Qué pasa si es inferior? En realidad la ley dice el saldo destinado a reparto entre los
socios por concepto a pagar los intereses sociales integrado hasta el máximo interés
corriente, el monto a ser (se cortó, pero está en la ley) en concepto de retorno no podrá ser
inferior al 50% del remanente, es decir, si ustedes sacan la cuenta tenemos un remanente
del 100%, si destinamos 15% a un fondo de reserva, 5% al fondo de educación y 10% al
fondo de constitución de reserva, ahí tenemos un 30%, nos quedaría un 20% para pagar los
instrumentos y recomponer los rubros patrimoniales y el otro 50% se reparte, es lo que
establece la ley. Si no llego a ese 50% voy a tener que dejar ese 50% para repartir el
remanente y después recomponer, por ejemplo, rubros patrimoniales en el ejercicio que
viene. Por eso la ley establece un orden, pero establece un mínimo para repartir entre los
asociados. Entonces siempre debe existir ese reparto, (sino no tiene sentido). Si hay
remanente por lo menos se tiene que repartir el 50%.
ORGANOS
Los órganos necesarios son: la Asamblea General art. 26, el Consejo Directivo art. 35 y
ss., la Comisión Fiscal art. 45 y ss., la Comisión Electoral art.50 y ss., y la Comisión de
Educación y Fomento de Integración.
¿A qué se refiere con cooperativas de 1° y 2° grado? Se explicará cuando se vea la
integración cooperativa. Una cooperativa de 2° grado es una cooperativa formada por
cooperativas, sus miembros son cooperativas. En esas cooperativas tienen otras
características, por ejemplo, el voto puede ser ponderado, es decir es una excepción a 1
miembro 1 voto, puede haber el voto calificado que se le llama.

Otra particularidad que tienen estas cooperativas es el reparto de los excedentes, art. 70
ese 50% que había que distribuir entre los socios, en el literal B dice que las cooperativas
de 2° grado se puede repartir ese excedente en proporción al capital social aportado o a los
servicios utilizados según establezcan los estatutos. Aquí cambia el régimen, puedo repartir
los excedentes de acuerdo al capital aportado y no de acuerdo a las operaciones que realizó
el miembro.
Para estas cooperativas hay excepciones a los principios generales, el primero, puede
que nos sea 1 miembro 1 voto, sino que el voto de las cooperativas de 2° grado es sujeto al
capital aportado por los miembros o a los servicios que presta el número de socios. Tiene
que estar previsto en los estatutos, y a su vez también para el reparto de los excedentes
puede que no sea de acuerdo a las operaciones realizadas, sino al capital aportado, solo para
las cooperativas de 2° o ulterior grado. Estas son las excepciones a los principios generales
que establece la ley.
DISOLUCION Y LUQUIDACION: Art. 93 y ss
Causales de disolución de las cooperativas:

Primero por decisión de la Asamblea General por mayoría de 2/3 de votos de los
presentes, es el principio de que si la podemos constituir la podemos extinguir. –Durante un
periodo superior a 1 año el mínimo legal está establecido en el art. 8 numeral 1, ilimitación
y variabilidad del número de socios que no podrá ser inferior a 5, por lo tanto el número
mínimo son 5, si es inferior a 5 durante más de 1 año es una causal de disolución.

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• Por la fusión o incorporación, hay un proceso de disolución pero no liquidación.
• Por reducción del capital debajo del mínimo establecido en el estatuto. Si se
reduce por debajo del mismo entonces es causal de disolución.
• Por declaración de liquidación en un proceso concursal.
Por sentencia judicial firme. Estas dos son causales de disolución aunque la ley
no lo diga.
• Por finalización e imposibilidad del cumplimiento del objeto y por otras causales
previstas y disposiciones legales aplicables en razón de la actividad que realice
la cooperativa, es una causal genérica referida a la actividad.

Acto cooperativo
Tiene que ver con la prestación de los servicios de la cooperativa, con la actividad de la
cooperativa y del socio miembro, regulado en el art. 9 de la ley.
Para entender mejor propone un ejemplo: tenemos una cooperativa de arroz en la cual
todos somos productores arroceros y nosotros por estatuto nos obligamos a entregar mil
toneladas de arroz por año para que la cooperativa de alguna manera se industrialice y
pueda comercializar arroz y exportarlo a China. Ahora, cuando yo le entrego a la cooperativa
el arroz ¿Qué negocio es? Se lo vendo, se lo alquilo le doy el usufructo, le doy una concesión;
o hicimos una cooperativa en la cual la cooperativa está obligada a entregar insumos
agropecuarios a los miembros, fertilizante para realizar la actividad arrocera, cuando la
cooperativa me entrega a mi esos fertilizantes ¿me los vende, es un aporte, concesión, cual
es el negocio que se da cuando realizamos la actividad? Es un acto cooperativo cuando le
entrego a la cooperativa el arroz, no una compraventa, ni una carta de crédito, ni un aporte,
ni una concesión, es un acto cooperativo. Si leen el art. 9 se darán cuenta.
SON ACTOS PARA PODER CUMPLIR CON EL OBJETO SOCIAL DE LA COPERATIVA.
Claramente no es un aporte.
La cooperativa tiene 2 tipos de actividad, interna y externa. La interna es la que realiza
con el socio o las cooperativas socias, pero a su vez la cooperativa realiza una actividad
externa, es decir, actúa la cooperativa en el mercado como cualquier otra figura cooperativa,
sale a vender el arroz.
Hay que distinguir estas distintas fases de la actividad interna y externa. Cuando actúa
de forma externa y sale al mercado a vender arroz eso no es acto cooperativo, si mando
vender el arroz en China ahí si es compraventa.
En la fase externa no va a haber acto cooperativo y en la fase interna siempre tiene que
ser en cumplimiento del objeto.

Estas son las características que tiene el acto cooperativo, es un negocio jurídico típico
de categoría autónoma, ya que tiene una función propia que es la ayuda mutua y asistencia
reciproca, de naturaleza corporativa propio de la cooperativa, cumple una función
económica, de naturaleza patrimonial y es un acto que no persigue un fin de lucro, puede
que sea oneroso pero en realidad no persigue un fin de lucro, la cooperativa no me quiere
sacar ventaja ni yo cuando le entrego el arroz.
¿Qué pasa en caso de incumplimiento? La parte que la incumplan podrá optar por la
ejecución forzada o resolución o recisión de ese negocio y pedir daños y perjuicios, deberá
solicitar judicialmente y el Juez podrá otorgar un plazo de gracia.
ENTONCES A MODO DE CONCLUSION:

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- Las cooperativas son personas jurídicas, hay una eterna discusión a nivel doctrina
de si son asociaciones o sociedades, la propia ley no lo define, en momento habla de
asociación y en otro de sociedad, habla de socios y de asociados.
- Partiendo del supuesto que es una persona jurídica, hay miembros que la integran
y esos participan de la cooperativa en función de los principios del cooperativismo,
pero en esencia ellos buscan en la cooperativa obtener la prestación de servicios que
necesitan basados en la ayuda mutua entre ellos, es decir, de los propios asociados
y con objetivos comunes.
- Entonces a diferencia de las otras modalidades asociativas en donde por ejemplo en
una SOCIEDAD ANÓNIMA la persona participa en la misma, en la búsqueda de una
rentabilidad determinada, es decir, las utilidades y ganancias al cierre del ejercicio
económico, y en las cooperativas no tiene esa finalidad, ya que la finalidad está
basada en la ayuda mutua y en el esfuerzo productivo, es la prestación de servicio
que me da esa cooperativa, por eso se participa en esas modalidades asociativas. Y
todo el régimen del cooperativismo está basado en esa realidad, en esas
características que las encontramos reflejados en los principios del cooperativismo
que están incluidos en los primeros artículos de la ley, que en definitiva son la base
del cooperativismo.
- Las cooperativas agrarias se encuentran dentro de ese régimen general, a cambiado
muchísimo en términos funcionales porque las cooperativas agrarias tuvieron
históricamente en la década del año 40 un estatuto propio una la ley propia que las
regulaba, en su momento la ley 10.008 , decreto ley 15.645, normas que atendían
específicamente al fenómeno de las cooperativas agrarias, esto es el cooperativismo
aplicado al sector agropecuario, esa realidad se desvirtúa de alguna forma en la
medida de que ahora hay una ley general del cooperativismo que tiene normas
generales para todas las cooperativas y específicamente en cada modalidad de
cooperativa establece algunas disposiciones puntuales.
- PENSANDO EN LAS COOPERATIVAS AGRARIAS, EL OBJETO DE ESTAS ES EL
ESTABLECIDO POR LA LEY Y ESTÁ DIRECTAMENTE VINCULADO CON EL
FENÓMENO AGROPECUARIO, PARA SER SOCIO O MIEMBRO DE UNA
COOPERATIVA HAY QUE DESARROLLAR LA ACTIVIDAD AGRARIA DE LA
COOPERATIVA. EJEMPLO: Si yo soy productor lechero no voy a poder ser socio de
una cooperativa agraria agrícola o ganadera, y a la inversa, es decir, uno de los
principios básicos para incorporarse a una cooperativa agraria es desarrollar la
actividad agraria propia del objeto de la cooperativa.
- La cooperativa tiene un objeto y una finalidad muy amplia, no solamente es el
desarrollo de la actividad agraria, es la transformación del producto, la elaboración
del mismo, la comercialización, la industrialización, la exportación del producto.
- El objeto de la cooperativa es sumamente amplio, ya que no solamente está
vinculado con una actividad agraria específica, sino a todo lo que hace el fenómeno
de las actividades agrarias vistas anteriormente
- La particularidad de este fenómeno asociativo se encuentra en EL REGIMEN DE
RESPONSABILIDAD de los miembros, que recordemos que puede ser
RESPONSABILIDAD LIMITADA AL APORTE SUSCRITO o RESPONSABILIDAD
SUPLEMENTADA.
Ejemplo: quiere decir que si el aporte social son $100, y yo soy miembro de una
cooperativa agraria o una cooperativa en general de responsabilidad suplementada el
estatuto puede decir que soy responsable en forma suplementada hasta 10 o 20 veces del
aporte suscripto. En el caso de las cooperativas agrarias ese límite de 20 veces no se aplica,

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o sea que los socios de las cooperativas agropecuarias podrían tener una responsabilidad
suplementada mucho mayor que 20 veces, es decir, que no tiene un límite establecido en la
ley, eso va a surgir del estatuto.

- OTRA PARTICULARIDAD ES LA POSIBILIDAD QUE EL ESTATUTO ESTABLEZCA


EL ENVÍO TOTAL O PARCIAL DE LA PRODUCCIÓN POR PARTE DE SUS
INTEGRANTES. Este es un tema muy importante porque aparte el objeto es amplio,
aparte de la posibilidad de la responsabilidad y esto se puede distinguir con la
sociedad civil, en donde en aquellas la responsabilidad era ilimitada y en este caso
son limitadas o suplementada, son dos modalidades distintas que podemos sugerir
a quien consulte cómo funciona la responsabilidad, lo único que para hacer una
cooperativa se necesita un número mínimo de socios para integrar el consejo de
administración, la autoridad fiscal y la autoridad electoral, son 8 socios. Si no
tenemos 8 socios no podemos constituir una cooperativa, en cambio la sociedad civil
se puede hacer con 2 personas. Esto es muy importante la obligatoriedad de enviar
de forma total o parcial la producción de un socio a una cooperativa prevista en los
estatutos posibilita que la cooperativa tenga una actividad económica y financiera
propia, derivada de que tiene la materia prima segura de parte de sus asociados.
EJEMPLO: Cooperativa vitivinícola que tiene 20 socios, una producción determinada con
una bodega que tiene capacidad para elaborar la cantidad equivalente al %75 de la uva que
tienen esos socios, y se decide entre los socios el precio de la uva, donde se sientan todos los
asociados hacen una asamblea y fijan el precio de la uva en tantos pesos, y después van a
hacer vino. y con lo que resulte de la venta de vino pagan el precio y si hay excedentes se
distribuye entre todos los que enviaron uvas, y si entienden que ese precio es muy poco
porque otra bodega paga más le vende la uva a la bodega y eso le quita materia prima a la
cooperativa y esta lo que hace es fundirse, liquidarse porque no tiene materias primas.
Entonces este artículo de que el estatuto establezca el envió total o parcial de la producción
de los asociados es esencial a la vida, a la subsistencia de la cooperativa, es por eso que el
legislador la estableció porque las experiencias en ese sentido demuestran las necesidades
de que exista esta facultad del estatuto de condicionar el destino de parte o totalidad de la
producción de sus integrantes. Esto se aplica a la ganadería, agricultura, en lo que sea objeto
de la cooperativa.

- OTRA CARACTERÍSTICA: POSIBILIDAD DE QUE LOS SALDOS DEUDORES DE LOS


INTEGRANTES DE LA COOPERATIVA, PUEDA SER TÍTULO EJECUTIVO
CONFORMADO POR EL ÓRGANO DE ADMINISTRACIÓN DE LA COOPERATIVA. Esto
también es muy importante porque los reclamos que pueda hacer la cooperativa con
sus miembros podrían llevar demasiado tiempo si vamos al juicio ordinario.
A TENER EN CUENTA: EXTRAÍDO DE RESUMEN. MODALIDADES ASOCIATIVAS
(es como un resumen y comparación)

Régimen legal: CC, LSC, Derecho Agrario.


SOCIEDAD CIVIL
- No tienen personalidad jurídica: El CC dice que no tiene personalidad jurídica, lo que si
tiene es un patrimonio de afectación, donde hay un administrador que obliga a los
integrantes de la sociedad.
- Los integrantes de la sociedad tienen responsabilidad ilimitada. No hay forma solidaria,
salvo que se pacte.

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La ley 17777 regula las sociedades civiles con personería jurídica siempre que cumplan
dos requisitos: objeto exclusivamente agrario y que el contrato este extendido por escrito.
Si se dan esos dos requisitos la sociedad civil adquiere de pleno derecho personería jurídica.
Aplica no solo a las sociedades civiles que se hayan constituido a partir de mayo de 2004
(que se aprueba la ley) sino que se aplica a las preexistentes, constituidas al amparo del CC.
No modifico la responsabilidad de los socios, tampoco afecto los derechos constituidos con
anterioridad, lo que hizo fue generarla personería jurídica con lo cual crea un sujeto de
derecho distinto a lo que son sus integrantes. Más que en el administrador a figura está en
quienes representan a la sociedad civil. Si me quiero evadir de la norma, tengo que cambiar
el objeto mediante la reforma del contrato social poniendo un objeto que no sea agrario.
SOCIEDADES COMERCIALES
Todas las sociedades comerciales pueden tener objeto agrario, porque son comerciales
por su forma y no por su objeto (art. 4). La valoración de utilizar uno y otro mecanismo se
encuentra en la responsabilidad de los socios, en el costo de constitución, en el costo de
funcionamiento. Antes en las SRL existía un mínimo y máximo de capital social. Actualmente
se utilizan indistintamente.
EN MATERIA AGRARIA
1. Sociedades de fomento rural: se regulan en el año 1918

2. Cooperativas agrarias: L 18407, es una ley moderna porque regula lo que se


denomina cooperativas de segunda generación. Las cooperativas tienen varios principios
cooperativos básicos que orientan y caracterizan: 1 socio = 1 voto; no se distribuyen
utilidades, sino que se distribuyen excedentes; el interés limitaba el capital; libre adhesión.
Esta nueva ley de cooperativas genera la posibilidad de que los socios puedan aportar
capitales mayores que el capital social inicial y tengan interés sobre esos aportes (quiebran
el principio cooperativo); pueden operar con terceros. Generan instrumentos jurídicos que
hace que la cooperativa sea más una empresa que a aquellas cooperativas que sean para
prestar un servicio a sus asociaciones.
La diferencia básica es que no tiene una finalidad de obtener ganancias, la cooperativa
en base a la ayuda mutua entre sus integrantes y el esfuerzo propio de cada uno de sus
integrantes cumplir con un servicio determinado que es prestar un servicio a los miembros.
Ejemplo. Una cooperativa vitivinícola: frente a terceros actúa como cualquier empresa
(cuando vende el vino trata de lograr una utilidad que no se considera como tal, porque la
cooperativa no busca obtener una ganancia por el vino, sino que busca que sus integrantes
lleven la uva para transformarla en vino). No todos los miembros de la cooperativa tienen
la misma cantidad de uva, consecuentemente la “utilidad” que tiene es que la cooperativa le
elabore su uva y le venda el vino. La particularidad es que, si yo tengo 3 hectáreas y otro
miembro 25, los dos tenemos un voto. Lógicamente el que tiene 3 hectáreas va a dar uvas
equivalentes a las 3 hectáreas, el que tiene 25 equivalente a eso y así sucesivamente. Quiere
decir que cuando se venda el vino el que tenía 25 hectáreas va a recibir más dinero que el
otro, pero va a recibirlo en función de un acuerdo que tienen los productores. Se decide
ponerle un $ a la uva que recibe el productor. Por ejemplo $5 el kilo de uva, y a eso la
cooperativa le va a agregar el costo de verificación, la botella, el corcho, la etiqueta y el costo
de distribución y venderá el equivalente a un kilo de uva a $10. ¿Qué pasa con la diferencia?
$3 son costos operativos, los $2 restantes van a relación con los kilos de uvas recibidos, se
considera un excedente.

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Hay dos particularidades:

- Estas cooperativas agrarias siempre tuvieron una dificultad que radicaba en que los
productores entregaban el producto siempre y cuando el precio les sirviera. Esto era una
problemática porque no estaban seguras del ingreso del producto que iban a tener y esto
generaba que la cooperativa que tenía gastos (fijos y variables) no podía recuperarlos.

Entonces la ley prevé que en los estatutos de la cooperativa se pudiera establecer el envío
obligatorio, total o parcialmente, de los productores.
- Libre ingreso se ve reflejado en el principio de puertas abiertas: La ley permite ahora
establecer limitaciones al ingreso siempre y cuando el ingreso afecte el cumplimiento del
objeto social. Debe estar establecido en el estatuto.
- Libre egreso: De cualquier asociación se puede ir por renuncia (acto voluntario que
debe ser aceptado), se contempla el egreso (previsto como una forma de desvinculación
unilateral cuando se den determinadas circunstancias, sin obtener consentimiento de la
asociación) o el receso (deben acontecer demasiados hechos, como por ejemplo aumento
de capital, decisión en asamblea que no se está de acuerdo; tengo 30 días).
3. Sociedades agrarias (L 17777)
Presupuestos:
1. Productor rural: al menos uno de los integrantes. Se acredita con la inscripción en el
MGAP, en DGI, en BPS y hasta con un certificado notarial. La discusión que se plantea en
doctrina es solo en ese acto de constitución o es necesario a lo largo de toda la vida de la
asociación (la ley no lo resuelve). La interpretación mayoritaria entiende que se debe ser
productor rural al momento de constituir la sociedad.

FACIL CONSTITUCIÓN Y FLEXIBILIDAD.


2. Objeto exclusivo: Establece que debe realizar actividad agraria, pero, además el
artículo 1° tiene tres incisos que contienen actividades que tienen relación con la actividad
agraria. “Además” que implica, ¿agraria y otra necesariamente? o podes, hacer cualquiera
de esas sin hacer actividad agraria, o no necesariamente tienes que realizar alguna de ellas
y basta con que realices actividad agraria. El Registro pide que realice actividad agraria.
Los tres literales tienen una amplitud muy grande, que si bien tienen vinculación con la
actividad agraria. No puede tener un objeto distinto (artículo 1.3)
CUADRO COMPARATIVO

ASOCIACIÓN SOCIEDADES
Carácter impersonal, esto es, al estilo de una Carácter personal, se constituye en función de
SA con respecto al ingreso y egreso de los sus integrantes.
asociados.
Se constituyen por acto fundacional y se Se constituyen por contrato (documento
aprueban los estatutos (regulan el público o privado). Para modificar requiero
funcionamiento). Para modificar mayorías unanimidad de socios.
establecidas en los estatutos, o en su defecto,
la ley.
Objeto depende en ambos

161
Razón social en ambos casos debe estar Por ejemplo: Hernandarias Sociedad Agraria
establecida en el nombre y además debe de responsabilidad ilimitada.
establecerse el tipo de responsabilidad
Responsabilidad limitada Responsabilidad depende del tipo: socios de
responsabilidad limitada, socios de
responsabilidad ilimitada y socios de
responsabilidad mixta (ambas características,
los socios de responsabilidad limitada no
pueden administrar la sociedad)

Capital social: debe estar expresado en Moneda nacional, en partes sociales. ¿La
moneda nacional (en ambos casos). Puede ser sociedad puede emitir un título? Capital
en bienes, dinero, trabajo. Se expresa en inicial no está previsto.
partes sociales con valor determinado,
pueden ser representadas en títulos
negociables.
En el acto fundacional esta lo que se llama el
capital inicial (art. 4): es representativo del
50% del capital social, obligación de integrar
ese capital. Además, este capital es variable
porque pueden entrar y salir asociados,
entonces el capital varía en función de los
asociados y además puede estar limitado y al
final termino limitando la cantidad de
asociados.
Administración y representación (art. 13)
Personería jurídica: se adquiere en el momento de la constitución (en ambos casos). Es
reconocible frente a terceros en el momento en que se inscribe (Sección Asociaciones y
Sociedades Agrarias)
SOCIEDADES Y ASOCIACIONES AGRARIAS DE RIEGO:
La asociación en torno el uso agrícola del agua, es un fenómeno antiquísimo y diverso
universalmente. A nivel comparado, por ejemplo, las organizaciones de antes son conocidas
desde tiempos inmemoriales, bajo formas de muy variada naturaleza y estructura, ya que
las hay desde modalidades formales, con sin personería jurídica, hasta meras agrupaciones
de hecho, en algunos casos de derecho privado, otras de derecho público y carácter
institucional, las hay simplemente voluntarias, pero también de imposición forzosa, o, etc..
En nuestro país, el C. Rural de 1875, siguiendo el modelo de la ley española de aguas de
1866 (que tiene raíces en la cultura árabe), consagró las Comunidades de Regantes y sus
Sindicatos en los arts.616 y siguientes: las que concibió como formas asociativas
obligatorias, en los aprovechamientos colectivos de aguas públicas para riego de superficies
de 200 has. o más. No obstante, dado el escaso empleo del riego en la agricultura nacional,
estas organizaciones, en los hechos nunca llegaron a desarrollarse.
EL Código Rural de 1942, no derogó el régimen de aguas del viejo Código, el que quedó
vigente hasta la sanción del Código de Aguas (1979), cuyo régimen derogó de manera
expresa, todas las disposiciones subsistentes del C. Rural de 1875. Si bien la nueva
codificación, dispuso un nuevo régimen relativo a la propiedad y aprovechamiento de las
aguas, no previó el fenómeno del riego, ni restauró la posibilidad asociativa

162
No obstante, casi seguidamente, el uso agrícola del agua, comenzó a experimentar un
rápido crecimiento en nuestro país, sobre todo por la proliferación de cultivos arroz, a lo
que se sumó una destacada promoción de su empleo por parte del MGAP, especialmente a
través de planes o programas de financiación multilateral (como el PRENADER). Ello puso
en primer plano, la necesidad de un marco legal para la administración del patrimonio
hídrico en matera de riego, asunto que venía siendo reclamado desde tiempo, por los
mismos cultivadores de arroz. Entre otros aspectos a introducir en dicha legislación, se
encontraba la conveniencia de consagrar modalidades asociativas que permitieran la
participación organizada de los usuarios, en torno a una misma fuente hídrica.
En el caso de pequeños productores particularmente, la asociación constituye un
fenómeno de mucha utilidad, porque tratándose de parcelas reducidas y en vecindad, es de
base ordenar los aprovechamientos, así como canalizar la inversión, que en las zonas
requeridas, asumía fuerte carácter comunitario. Los formatos comerciales no son
adecuados, pues el fenómeno no refiere a una actividad que genere ganancias a repartir,
reivindicándose entonces, las soluciones de las asociaciones de regantes, ampliamente
difundidas en el derecho comparado.

Por estas razones, la ley de riego -Nº 16.858 de 3.09.97- introdujo en sus arts. 12 y
siguientes, la figura de la Sociedad Agraria de Riego.
Concepto. Fin social y objeto exclusivo
La sociedad agraria de riego, es una figura, cuya tipicidad, la provee la ley de riego N°
16.858, con regulación subsidiaria en el régimen de las sociedades civiles, según lo dispone
su art. 19. Dicha norma, sin embargo, no contiene una definición concreta y específica de
esta figura, aunque su concepto puede inferirse fácilmente, de la combinación de los arts.
12 y 13 de la misma y del supletorio art. 1875 del C. Civil.

De ellos se desprende, que se trata de un contrato cuyo vinculo jurídico es de carácter


asociativo ("podrán asociarse" dice la ley), creado con la finalidad, de que los socios:
a) accedan a derechos sobre el agua;
b) que obtengan riego o agua para riego, y
c) que puedan repartir los beneficios, que eventualmente provengan de otorgar -
también- el servicio del agua o del riego a terceros.
EL VINCULO ES EL RIEGO, NACEN POR CONTRATO y SE BUSCA LA OBTENCION DE UN
BENEFICIO ECONOMICO, PORQUE SON SOCIEDADES DE CAPITAL.
En los dos primeros fines -indicados en a) y b)- se trata de un servicio que la sociedad
brinda a sus socios. Es natural a su finalidad, que estas sociedades sólo puedan constituirse
respecto a una misma fuente hídrica (o hidráulica), lo que implica que sea un vínculo
asociativo de índole necesariamente territorial (no pueden ser asociados o socios de
distintos departamentos, necesariamente deben compartir un espacio territorial cercano -
> ser vecinos, este vínculo territorial es necesario para la conformación). Se limita a
cuatro posibles objetos:

1. obtener permisos, concesiones u otros derechos que le otorguen a sus socios -


directa o indirectamente el uso derecho de aprovechamiento del agua para riego:
2. el uso y manejo de las aguas que permitan su suministro a los socios o terceros:
3. construir obras hidráulicas para el aprovechamiento individual o en común de
sus socios
4. la prestación de servicios de riego a terceros, a partir de dichas obras hidráulicas.

163
Estos objetos son acumulables entre ellos, pero son excluyentes de cualquier otro (art.
13). Así por ejemplo, no puede ella, dedicarse a la producción agrícola. La naturaleza de
estos objetos, es lo que permite que la ley califique de agrarias a estas sociedades. En
definitiva, en función de este artículo 13 se entiende que NO PUEDO REALIZAR
ACTIVIDAD AGRARIA, O SOLO PARCIALMENTE EN CUANTO ENTENDAMOS QUE
PRESTAR SERVICIOS DE AGUA (y demás objetos establecidos por la ley) ES
ACTIVIDAD AGRARIA CONEXA O ACCESORIA – pero no puedo realizar ningún tipo de
actividad agraria que no sea la establecida en el art. Pero lo fundamental, es que estas
figuras sociales, poseen un sentido y alcance institucional en materia de aguas, (otorgado
por la ley de riego), que no lo poseen otras formas asociativas.
ESPECIFICIDAD DEL OBJETO Y VARIEDAD DEL OBJETO
El primero de los objetos mencionados por la ley (art. 12) -obtener permisos,
concesiones u otros derechos- permite concentrar en un solo sujeto (colectivo) las
demandas y ofertas de agua en torno a determinada fuente hídrica, y a su vez facilitar a los
productores el acceso al agua, evitando que cada uno demande individualmente su titulo,
con toda la problemática que ello supone.
Debe subrayarse, que el art. 12 de la ley, refiere a la hipótesis de obtención de derechos
que le otorguen "directa o indirectamente" a los socios, el uso (vale decir el derecho de
aprovechamiento) del agua para riego: por lo que estas sociedades, no sólo pueden ser ellas
titulares de derechos hídricos (con lo que cada socio accede "indirectamente" a tales
derechos a través de sus derechos en la sociedad), sino también que se les permite que a
través de ellas, cada socio obtenga "directa- mente" su derecho de uso, vale decir un título
individual, sobre la fuente hídrica respecto a la que se constituye la sociedad. – todos pueden
acceder a ella.
Pero lo importante a consignar, es que, con este objeto, no se trata de facilitar un trámite
administrativo (que según las circunstancias también puede serlo), sino la posibilidad de
sustraer las divergencias los conflictos por los derechos de aprovechamiento, del ámbito de
la confrontación individual y de la decisión unilateral de la autoridad de agua, para pasarlos
a otro colectivo de índole privada, que tiene en cuenta el interés por el recurso, bajo reglas
societaria del capital. Ello varía sustantivamente, la modalidad en que se dirimen los
derechos y deberes jurídicos en materia de aguas y suelos, dentro de las sub cuencas o parte
de ellas. Incluso la Fay, les faculta a constituir hasta Jurados de Riego (art. 17), con la
finalidad de resolver auténticos conflictos de hecho.
En este sentido, las sociedades agrarias de riego, son un importante auxiliar institucional
de la Autoridad de Aguas, en materia de políticas de descentralización administrativa del
patrimonio hídrico. Véase por ejemplo, que su inscripción, se verifica bajo el control de la
Dirección de Hidrografía (art. 15) y no bajo la Dirección Gral. de Registros, con efectos muy
particulares, que no son comunes a otras modalidades sociales.

Por su lado, el uso y manejo de las aguas, que permiten su suministro a los socios o
terceros, configura otro objeto de suma relevancia, pues reporta no sólo un apoyo técnico a
los productores, sino que evita las divergencias y conflictos tan comunes en los usos
(materiales y cotidianos), al concentrarse el manejo y suministro de agua en un solo ámbito
de decisión y administración hídrica. Ello, sin perjuicio de la posible tarea de los Jurados de
Riegos ya indicados.
En este sentido, debe tenerse en cuenta, las dos grandes modalidades operativas que
puede asumir este servicio: una, que consiste en suministrar el agua hasta el

164
establecimiento rural, siendo de cargo del productor su manejo interno para el riego de sus
cultivos; la otra, por la que además, la sociedad suministra el servicio de riego, vale decir, se
encarga del manejo del agua, al interno del establecimiento.

Jurídicamente, ello es independiente de los derechos de cada usuario sobre el agua. Sin
embargo, el suministro del agua y no del riego es propio de las circunstancias en las que
cada socio es titular de un derecho sobre ella (ej. permisario, concesionario, etc.) y el
suministro del riego, cuando es la sociedad la titular de los derechos (circunstancias en la
que el socio obtiene indirectamente, el uso del agua para sus cultivos).

La tercera posibilidad del objeto social, consiste en la construcción de obras hidráulicas,


que permitan a los socios y terceros, el acceso al agua. Las obras hidráulicas, constituyen
estructuras indispensables del manejo de las aguas e instrumento central de la política y
programación general hidrológica. Poseen una fuerte incidencia sobre los restantes
derechos de aprovechamiento (tanto a nivel superficial como subterráneo) y los otros
derechos ajenos sobre la propiedad del suelo propio (ej. servidumbres). Por su impacto
económico, agronómico y ambiental, su construcción constituye un factor dinámico de los
derechos sobre las aguas y fuente de eventuales conflictos de naturaleza privada o pública.
Este objeto societario, tiene pues, no sólo el sentido de una economía de escala para los
socios, ya que permite acceder a un instrumento que difícilmente resulta alcanzable y
redituable a nivel individual (salvo establecimientos de grandes dimensiones), sino que
tiene repercusiones directos e indirectas, de muy diversa naturaleza, sobre los
establecimientos rurales que se encuentran en su zona de in fluencia y vecindad. Ello,
muchas veces incide en la determinación de formar parte e integrarse a la sociedad.
Por otro lado, la prestación de servicios de riego a terceros, es un objeto social, que por
lo general, resulta como acumulado o sumado a los restantes (hipo tesis más común en la
práctica, dado el alcance de la inversión).
Esto resulta a nuestro juicio, pues la ley impone un requisito de legitimación a los socios,
en cuanto sólo pueden serlo productores rurales o titulares de derechos sobre el agua con
fines de riego, o entre unos y otros (art. 12), lo que sólo tiene sentido, en la medida que son
los usuarios de los servicios que ella habrá de brin dar. No obstante, debe consignarse, que
nada impide que una sociedad agraria de riego, integrada por concesionarios no
productores rurales, pueda tener como objeto único, el suministro de riego a terceros; así
como la posibilidad de una participación de productores rurales, cuyo interés asociativo e
inversión, sea mayor en el riego a terceros que lo que resulta a los cultivos propios. Esta
posibilidad del objeto social, es más que comprensible, no sólo por cuanto muchas veces
existe una capacidad de riego ociosa, sino porque es un tipo societario que opera en base al
capital y no la ayuda mutua. De manera que no hay razón para excluir las ganancias que de
manera acumulada o no, puedan reportar la inversión en la actividad del riego. En definitiva,
esto último es lo que se procura.

Todas estas cuestiones las tenemos que tener en cuenta para poder decirle a nuestros
clientes bajo que tipo asociativo puede realizar si sociedad. También debemos tenerlo en
cuenta a la hora de saber si esa modalidad asociativa va a ser bajo la ley de sociedades
comerciales, las SAS, las sociedades y asociaciones agrarias, o las sociedades personales del
CC. debemos tener en cuenta también las diferencias que implican cada una, ya que las
sociedades comerciales al estar bajo el régimen de la ley 16.060 que es una ley de orden
público (o que incluye normas de orden público según dicen algunos autores) tengo mas
cuestiones que respetar, por ejemplo los órganos, los libros, la conformación de los

165
administradores, etc, pero en las sociedades agrarias rige el principio de autonomía de
la voluntad por ende la conformación de las mismas es mas laxa, puedo tener una sola
persona, un solo órgano, con miles de personas, el único límite es el criterio subjetivo de la
integración (productor rural), moneda nacional del patrimonio, y cómo funcionan las
participaciones sociales, después autonomía de la voluntad.
NATURALEZA DEL NEGOCIO Y DEL TIPO SOCIAL. SUS DIFERENCIAS CON LA
SOCIEDAD CIVIL

Estas figuras, se regulan por las mismas disposiciones de la sociedad en el Código Civil
(art. 19); por lo que tienen origen en un contrato (art. 14) asociativo (art. 12) de naturaleza
plurilateral y de organización. Por ello, el vínculo asociativo que crean, tiene fuerte carácter
personal, al igual que en la sociedad civil.
Sin embargo, y a pesar que la ley las denomina "sociedades" y las somete al mismo
régimen de las civiles, no cabe considerar que se trata de la misma figura.
La propia ley de riego, al igual que lo hizo más tarde la ley N 17.777, dispone de modo
expreso, que su contenido, es "... sin perjuicio de la legislación civil y comercial”. Este giro
del texto, no tiene pretensiones excluyentes, de otras sociedades y asociaciones en el tema
del riego, sino que se resalta la especialidad de estas figuras, originada en la lógica del
derecho y política de agua, y al mismo tiempo hace inaplicables para estas figuras, las
normas y criterios mercantiles en materia de sociedades.
En tal sentido, la sociedad agraria de riego, puede tener por finalidad primordial,
otorgarle un servicio al socio, para que éste pueda, según cada una de las circunstancias
individuales, lograr directamente un beneficio para su sistema productivo. Lo que no
significa que lo obtenga necesariamente, más allá de las ganancias y pérdidas de la propia
sociedad. La sociedad civil en cambio, se forma con el propósito exclusivo de generar un
beneficio en cabeza de la misma, para luego re partirlo entre los socios (art. 1875 del C.
Civil).
De modo que esta figura asociativa, en la mayoría de las ocasiones, no se explica por sí
misma, sino por las ventajas que le reporta a las economías individuales de los socios. No
responden a la finalidad de realizar una actividad que les otorgue ganancias o pérdidas a
dividir.
Este servicio, no es de ayuda mutua como en la cooperativa, sino que se basa en el capital;
de manera que quien más aporta, más derechos tiene.
DIFERENCIAS CON LAS SOCIEDADES AGRARIAS

Más complejo resulta explicar su diferencia con las sociedades agrarias, previstas en la
ley Nº 17.777, y que externamente, podrían tener el mismo objeto y fin (art. 1.1 y 1.3) que
las figuras que examinamos. Incluso debe apreciarse, que a la fecha que fueron tipificadas
por la ley de riego, no existía todavía una ley sobre asociaciones y sociedades agrarias, por
lo que la vigencia de esta última, vino-en cierta medida-a reducir la singularidad de fines de
estas sociedades. Sin embargo, existen importantes distancias, originadas desde el derecho
de aguas.
En primer lugar una sociedad agraria (simple) no tiene necesidad de construirse en
torno a una fuente hídrica determinada, lo que es propio de las de riego. No obstante, bien
puede crearse una sociedad agraria (simple) con expresa referencia a un recurso
determinado. Pero aún así, se trata de figuras distintas.

166
En efecto la sociedad agraria de riego, es un instituto dispuesto en la especificidad de la
ley de las aguas, como un instrumento del régimen jurídico del riego, y vinculado a él, con
un grado de interés general (art. 1). En este sentido no son figuras de exclusivo interés
privado, ya que por los roles que se reconocen a las organizaciones de regantes, la ley de
riego recurre a ellas, como una de las instituciones -una más- de las que se vale el derecho
y la política de agua en materia de riego. Así por ejemplo, se les concede la facultad legal
(art. 12), de que sea a través de ellas, que los socios reciban no solo agua, sino un título de
aprovechamiento sobre el agua (concesión).
De su texto (art. 12), se desprende que la ley les faculta, que los derechos que obtienen
sobre el agua, puedan adjudicarlos a sus socios individualmente, de manera que éstos
obtienen directamente (art. 12), el (derecho de uso (derecho de aprovechamiento), sobre el
agua. Tal facultad no se les reconoce a otras formas asociativas. Además, la ley les faculta
también, a crear Jurados de Riego para resolver los conflictos internos, y aplicar sanciones
a los infractores de las leyes y los estatutos, lo que es otra clara demostración de la función
que se espera que cumplan en colaboración con la Autoridad de Aguas. En definitiva, a
especialidad de estas figuras, proviene de la materia de agua y no de la materia asociativa.

Los elementos del contrato y la autonomía de la voluntad:


El primer paso para constituir una sociedad agraria de riego, consiste en otor gar el
contrato (art. 14) por escrito, que puede ser público o privado, ya que la ley no impone otra
forma. Como en todas las sociedades, no se trata de un requisito de solemnidad, sino que es
necesario para la formación del tipo social.
Más allá que, como todo negocio, este contrato debe contar con los requisitos esenciales
de validez, el art. 14 de la norma reguladora, dispone los elementos específicos que deben
estipularse en el mismo: “Se expresará el nombre de los socios, el monto del capital social y
aporte de capital que corresponde a cada socio, el plazo, el objeto social, la denominación, la
cual incluirá de manera expresa su naturaleza de la Sociedad Agraria de Riego y las
condiciones de ingreso y egreso de los miembros y de la disolución de la sociedad. Igualmente
harán indicación de los permisos o concesiones de cada socio cuando corresponda".
Como se aprecia, y de manera similar a la sociedad civil, muchos de estos aspectos
quedan librados a In autonomía de la voluntad, a la que la ley le otorga un amplio espacio.
Exigencias para la condición de socio:

No cualquier persona puede constituir una sociedad agraria de riego, ya que de


conformidad con el art. 12, sólo pueden integrarla los productores rurales entre si los que,
sin serlo, tienen derechos de aprovechamientos que otorguen directa o indirectamente el
uso del agua para riego, aunque se permite el negocio entre unos y otros (los
concesionarios). El incumplimiento de estas exigencias subjetivas de la ley, impiden - a
nuestro juicio-la inscripción registral de la sociedad. La norma no define para el caso, qué
se entiende por productor rural, aunque va de suyo que su interés por el riego agrario, lo
será respecto a un cultivo y a un inmueble, lo que despeja toda dificultad práctica para su
individualización como tal. En el contrato, se deberá indicar pues, no sólo el nombre de la
persona (física o jurídica) sino los elementos que le permiten acreditar su condición de
productor rural (ej. inscripción en SNIG, parcelas que explota, etc.). No dudamos ante

167
cualquier dificultad- que pueda recurrirse a las previsiones en la materia, dispuestas para
las asociaciones y sociedades agrarias (arts. 3º y 1° de la ley N° 17.777).

Por su parte, la calidad de permisario o concesionario o titular de derechos de


aprovechamientos sobre el agua (no productor rural), se deberá acreditar con la
individualización expresa de los mismos.

Estos requisitos subjetivos que impone la ley, limitan la posibilidad de inversión asociada
en riego, divorciada de las demandas concretas de la producción agropecuaria El punto se
encuentra directamente vinculado al hecho político de la ley (fuente material), y es que si
bien promociona el empleo del agua en los cultivos, trata de evitar la mera intermediación
lucrativa en el acceso y distribución del recurso, cuando no existen a derechos concretos de
producción agropecuaria. Incluso es este un aspecto que en materia de aguas, se controla
para las concesiones y permisos, por lo cual también se valora cualquiera fuere el tipo social
(ej. una sociedad anónima). Sólo que en el caso de la sociedad de riego, ello se convierte en
un requisito estructural del sujeto colectivo, dada su especialidad en materia de derechos
sobre el agua.
Eficacia contractual e inscripción registral. La formación de la persona jurídica: LA
INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO ES DE CARÁCTER CONSTITUTIVA.
A diferencia de lo que sucede en la generalidad de los casos, el perfeccionamiento del
contrato, en estas sociedades, no provoca por sí, el nacimiento de un sujeto de derecho. En
efecto, la ley hace depender la personería jurídica de la inscripción registral (art. 15).
"Obtenida la referida inscripción -reza la norma- tendrá personería juridica desde el momento
de su constitución", lo que a nuestro juicio equivale a decir, que no lo tiene desde la
inscripción, pero depende de ella.
Si bien esta inscripción registral tiene efectos de difusión y conocimiento del acto
(publicidad), permite el control de la Autoridad de Aguas respecto de la fuentes hídricas
sobre la cual se está constituyendo la sociedad; aspecto que en definitivn es lo que explica
que el registro de estas sociedades, se encuentre a cargo de la Dirección Nacional de Aguas
del MVOTMA y no de la Dirección General de Registros del Ministerio de Educación y
Cultura, Así, no es forzoso que Autoridad de Aguas deba aceptar la inscripción.
Puede considerar por ejemplo, que la concesión otorgada a uno de los socios, no le faculta
a asociarse, o que la cantidad de socios es excesiva respecto al caudal disponible en la fuente
de agua por la que se constituye, etc. De este modo, a nuestro juicio, la voluntad
administrativa, viene a formar parte de la voluntad constitutiva y es lo que explica en alguna
medida esa suerte de efecto retroactivo, que la ley le confiere al acto de inscripción.
De acuerdo al inc. 2 del art. 15, "antes de la inscripción, no podrán realizar acto alguno
imputable a la sociedad, salvo los de trámite relativos a su formación". La pregunta natural,
es respecto a las consecuencias en caso que los socios, en violación a la norma, realicen
igualmente un negocio jurídico a nombre de la sociedad, durante el período previo a la
inscripción.
Pues bien, no es difícil concluir, que siendo aquí la ley, claramente prohibitiva, el negocio
no es válido para la sociedad, de acuerdo al art. 8 del C. Civil. Se trata de un caso en que la
norma, no reconoce voluntad válida a la sociedad que no ha completado su constitución. La
duda en cambio, es respecto al alcance de la inscripción, dado que una vez que se verifica,
sus efectos se despliegan al pasado y por tanto la personería resulta operativa desde la
celebración del contrato. Y precisamente, esos efectos que la ley extiende para atrás, son los

168
que faltaban para la regularidad negocial del acto. A nuestro juicio, la posterior inscripción
registral de la sociedad, no tiene efecto alguno sobre ese negocio realizado en contra de la
ley, y, lo que era inexistente antes (art. 8 del C. Civil) sigue siéndolo ahora, por más que se
haya registrado la sociedad y obtenido su personería.
El negocio que se realiza por los socios a nombre de la sociedad, puede en si mismo ser
perfecto y tener causa y objeto lícito, como una compraventa o un arrendamiento, etc. Lo
que pasa es que la ley, le priva de todo poder normativo negocial, hasta que se obtenga la
inscripción, lo que repercute en la inexistencia de un con sentimiento válido, imputable a la
sociedad.

Aspectos internos. Los aportes. El ingreso y egreso. La administración. Aspectos


patrimoniales. Características del capital social
La disciplina de los aportes – obligación esencial que debe ser asumida por los socios en
el contrato – y de los restantes deberes del socio, así como sus derechos en la sociedad, se
regulan por el régimen supletorio previsto para la sociedad civil. Al igual que ésta, se trata
de una estructura que gira en torno al capital, lo que incide en la votación y en general la
posición del socio.
Sin embargo, el art. 14, dispone la necesidad de previsiones contractuales relativas a las
condiciones de ingreso y egreso de los socios. Esto es una peculiaridad, pues al igual que las
sociedades civiles, estas figuras, son de tipo cerrado y personales. Por lo tanto, las
estipulaciones que podrían preverse, pueden referirse a la posibilidad de que el egreso o
ingreso se autoricen por consentimiento unánime o bien por mayoría especial: o sólo por
modificación del capital (nuevos aportes), o que el receso voluntario sólo opere bajo ciertas
circunstancias especiales, y con detalles acerca de la devolución de los aportes y el alcance
de la disolución parcial, o prohibírsele durante un plazo mínimo, etc.

La ley de riego, no dispone normas especiales relativas a la administración, por lo que


rige el art 1893 del C. Civil, en cuanto prevé que la administración puede confiarse a uno o
más socios, o a un tercero, sea en el mismo contrato o por acto posterior, con las
consecuencias que se derivan en uno y otro caso (arts.1894 a 1897 del C. Civil). Nada impide
la constitución de órganos sociales como los ejecutivos y las asambleas.
No existen normas en relación al patrimonio, pero el punto no demanda demasiada
complejidad, pues al ser personas jurídicas, el mismo asume naturaleza autónoma.
A diferencia de las sociedades civiles, se advierte también, que deben tener capital, el que
no cuenta con regulación en la sociedad civil, pues en dicho régimen, carecen de personería
y los socios responden por las obligaciones sociales con su patrimonio personal.
Por lo tanto, no existen restricciones cuantitativas de carácter mínimo ni máximo, ni
exigencias de dicha índole, relativas a la suscripción o integración. En sustancia, como el
principio de aplicación es la autonomía de la voluntad, podrán efectuarse las estipulaciones
que se entiendan convenientes, siempre que acuerden el contrato o sus reformas y no
alteren la naturaleza personal que es propia del negocio a partir del cual se forman.

ASPECTO INTERNOS: LOS LIBROS DE LA SOCIEDAD: El art. 16 de Sin ley, obliga a que
estas sociedades lleven libros rubricados por Dirección Nacional de Aguas, de acuerdo a lo
que establezca el reglamento. La rúbrica obviamente, podrá requerirse al momento de la
inscripción de la sociedad. Pero debe indicarse que este aspecto reglamentario de la ley
todavía no ha sido dictado. Por lo tanto, permanece indefinido cuantos y cuales son estos
libros. Por lo que nada impide que la administración de aguas o los propios interesados,

169
decidan libremente cuales libros habrán de llevar como base y registro social de la
administración

LOS JURADOS DE RIEGO:


La ley de riego, permite crear un ámbito privado de justicia, de resorte exclusivo de las
sociedades agrarias de riego. El fundamento debe buscarse en razones de inmediatez, pues
los problemas por el manejo del agua, requiere de un sistema ágil y bien próximo a la
realidad de los hechos. Nada mejor, que los propios usuarios para conocer los variados
problemas de hecho que se presentan entre los productores que se abastecen de una misma
fuente hídrica.
La justicia especializada en materia de aguas, a cargo de los propios interesados, es
largamente conocida en la historia, a través de los famosos Jurados de Riego, alguno de los
cuales poseen una muy rica tradición. Se destaca por ejemplo, el Tribunal de Aguas de
Valencia que todavía opera, con antecedentes documentales que se remontan a comienzos
del siglo XV
En el sentido apuntado, el art. 17 de la ley de riego, permite que el contrato social, prevea
la constitución de un Jurado integrado por una o más personas (ES ARBITRAJE), cuyo
fundamento no difiere al del arbitraje. Las competencias de estos Jurados, son dos:
1. conocer en todas las cuestiones de hecho que sobre el riego se susciten entre los
socios.
2. imponer a los infractores del estatuto o contrato social, reglamentos y
ordenanzas dictadas por la entidad, los correctivos y sanciones a que haya lugar,
con arreglo a los mismos.
El procedimiento se asienta sobre las bases de ser público y verbal, bajo Ias reglas que
determine el propio contrato social. Los fallos, deben asentarse en un libro especial, con
expresión delos hechos y del derecho en que se funden.
La ley, no prevé la posibilidad de alzada a estos fallos. A nuestro juicio y por su naturaleza
arbitral, nada impediría la aplicación de las normas del Código Gral. del Proceso en materia
de arbitraje. En otras palabras, LOS FALLOS DE LOS TRIBUNALES DE RIEGO SON
INAPELABLES.
ASPECTOS EXTERNOS. ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD DE LOS SOCIOS: Desde el
momento que la sociedad agraria de riego queda constituida y adquiere su tipo social, juega
el inciso final del art. 15, en cuanto dispone que los socios. responden únicamente con su
aporte integrado o suscrito, según sea la naturaleza de la obligación contraída por los
socios). En este sentido pues, integra la nómina de sociedades comúnmente denominadas
de "responsabilidad limitada".

RÉGIMEN ASOCIATIVO EN LA TITULARIDAD DE INMUEBLES RURALES Y


EXPLOTACIONES AGROPECUARIAS:
Introducción: (solo apuntes)
Se trata de explicar la evolución. Si no entendemos las políticas agrarias no entendemos
nada, por eso vamos a ver las primeras leyes y después las actuales.

Las SRL y las SA y las por comanditas simples no podían bajo ninguna circunstancia tener
objeto agrario, solo podían ser sociedades personales.

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Antes, la política agraria en el 64 era que se limitada la modalidad asociativa para
conocer quién era la persona responsable del recurso, limitándolo solo a personas físicas y
sociedades personales. En el 67 se habilitaron sociedades anónimas por acciones
nominativas porque ahí también se puede saber quiénes son las personas detrás. Daba un
plazo de 6 meses para que cambien las acciones por acciones nominativas, después se
disuelven de pleno derecho. Se establecieron determinadas excepciones, por ejemplo, que
deben ser actividades diferentes a las agrarias.
Se aplica dos institutos: ACTIVIDAD AGRARIA Y CONCEPTO DE EXPLOTACIÓN
AGROPECUARIA. Debemos ir a la definición de la tributación para saber qué es. Es una
actividad agraria organizada a través de bienes y servicios. La explotación agropecuaria
implica actividad agraria.
En el 67 también se crea la ley 13.637 porque se esquivaron, de nuevo prohibieron las
SA y las comanditas simples si no reunían ciertos requisitos.
- 1969: 13737 régimen prohibitivo. Esta ley porque antes se podía realizar
explotaciones en zonas urbanas y suburbanas
- 1970: ley N°13.892. Los titulares de las acciones nominativas deben ser personas
físicas. Se iban a través de todas estas leyes subsanando los errores del legislador.
Ya que se crearon formas de eludir estas políticas partidarias que era conocer
quiénes estaban detrás de estas sociedades.
- 1974
- 1975: más excepciones a la ley 13.318
- 1999: la ley 17.124 modifica el art 9 de la ley 13.318, volviendo al régimen de la
permisión.
En este período siempre hubo restricciones respecto de las sociedades y el agro, esta
solución demuestra como el legislador fue subsanando errores para cumplir con la política
agraria
Del 1999 al 2007 era libre.
También actúan en el agro lo que se conoce como las sociedades comerciales o de
naturaleza comercial o sociedades que tienen un capital accionario que puede ser de
distinta naturaleza.
En materia de régimen de sociedades por acciones (en nuestro país) ha sido de alguna
manera restrictivo; se ha restringido el ámbito de operación de esta figura en el agro, esto
también se da en el derecho comparado.

Los motivos por los cuales tienen restricción, pueden ser de diferente índole, pero uno
de los principales motivos es que se quiere evitar el anonimato de los titulares de inmuebles
rurales y explotaciones agropecuarias.
Régimen jurídico aplicable:
El régimen jurídico aplicable son las Leyes 18.092 (7-ene-07), 18.132 (31-ago-07),
18.461 (22-feb-09) y 18.638 (28-dic-09). Se le suma a esto dos decretos el 1225/007
(25-jun-07) y el 201/008 (1-jul-08).
El tema de restricción no es nada nuevo ya existía desde los 60´, siendo los fundamentos:

171
1. La protección del modelo de agricultura familiar.

2. Evitar la acumulación de tierra en pocas manos (latifundios).


3. Evitar la especulación y la evasión.
Es decir, hay una ley inicial: ley 18.092 del 7 de enero del 2007 que luego fue modificada
por el art. 349 de la ley 18.172 del 31/08/07.
Esta ley es muy importante porque regula la titularidad de los bienes rurales y de las
explotaciones agropecuarias cuando son desarrolladas por MODALIDADES ASOCIATIVAS.

Esto no es nuevo, tiene una historia que viene de la década del 60 del siglo pasado, en la
cual por distintos motivos el legislador entendió conveniente regular la titularidad de los
bienes inmuebles y de esas explotaciones agropecuarias en función de que se estaba
actuando sobre recursos naturales renovables, que son propiedades de las sociedades en su
conjunto, en consecuencia, la idea era por parte del legislador conocer quiénes eran los
titulares de esas explotaciones agropecuarias y esos inmuebles rurales, en el entiendo de
que era necesario e imprescindible conocer personas físicas que eran titulares de esos
bienes inmuebles y esas explotaciones agropecuarias.
Relacionado al impacto tributario:
Antes se limitaba la titularidad de los bienes inmuebles y explotaciones rurales hasta el
año 1999, que por la ley 17.214- 25/6/99 se dispuso que ya no existía esa limitación y que
la titularidad de los bienes rurales y de las explotaciones agropecuarias no tenían ningún
tipo de restricción y, por lo tanto, no había más esa limitación procurando determinar
quiénes eran los titulares, personas físicas de los bienes rurales y explotaciones
agropecuarias.

En el año 1999, a través de la Ley 17.214 antes mencionada, se eliminan las restricciones
y prohibiciones del funcionamiento de estas leyes, es decir las sociedades con capital
accionario podrían actuar libremente cuando realizaban actividad agraria por ser titulares
de inmuebles rurales y explotaciones agropecuarias.
Los fundamentos para la derogación en el año 1999 son:
1. Igualar a los distintos sectores de la actividad económica (principio de igualdad).
2. Fortalecer las inversiones en el ámbito agropecuario.
Hasta llegar a la Ley 18.092 del año 2007, en donde se vuelve a restringir el
funcionamiento de estas sociedades con la finalidad de conocer a los titulares de los
derechos de propiedad de inmuebles rurales y explotaciones agropecuarias. Entonces, esta
ley funcionó desde el año 1999 hasta la modificación del año 2007 en la ley 18.092.
El fundamento de esta norma en el año 2007 tenía dentro de varios de ellos que se habían
dado históricamente conocer quién era el titular persona física de la utilización de esos
recursos naturales renovables propios de la sociedad, tenía problemas de evasión
tributaria, tenía problemas de lavado de activos o de ocultamiento de bienes. En la
exposición de motivos de esta ley, en los argumentos que utiliza el legislador, dice “en la
legislación moderna se avanza hacia la transparencia de estas actividades empresariales,
mayor información y control del cumplimiento de las normas”. Busca evitar los
inconvenientes para identificar bienes rurales dirigidos a realizar maniobras delictivas. En

172
este sentido, lo que se quería era cambiar diametralmente un giro 180 grados lo que era el
régimen anterior con la ley del año 1999 que no había ningún tipo de restricción.

EJEMPLO: Una sociedad anónima que tiene acciones al portador, ¿puede poner una
inmobiliaria en Punta del Este y realizar grandes inversiones en cuanto a cadenas hoteleras?
Esta no tiene restringida la operativa. Sin embargo, si va a comprar inmuebles rurales va a
ser titular de explotaciones agropecuarias, aquí si se le ira a exigir que tenga acciones
nominativas y los titulares sean personas físicas.

Veamos la norma:
ART. 1 de la ley 18.092- “Declarase de interés general”, esto es muy importante,
porque la declaración de interés general le permite al legislador limitar derechos
constitucionalmente establecidos, y esta ley 18.092 en su art. 1 está limitando derecho
constitucionalmente protegidos por la constitución, en base a las leyes declaradas de interés
general pueden hacerlo porque así lo establece la constitución. Entonces la declaración de
interés general en esta norma legal adquiere suma relevancia y por eso es destacada en
clase.

Este es el primer error que comete el legislador, empieza con una declaración de interés
general que está bien, pero vean lo que dice “sean determinadas figuras asociativas”, es
decir, enumera a estas, pero se olvidó de varias. A tal punto fue el error que el legislador no
tuvo mejor idea que arreglarlo con el decreto 1225/007 en su art. 1, agregando algunas
figuras que no están en la ley.
Primera situación: los titulares del derecho de propiedad sobre los bienes de inmuebles
rurales y 2) explotaciones agropecuarias, sean personas físicas titulares de derecho de
propiedad sobre los bienes inmuebles rurales, esto significa derecho de propiedad, no otros
tipos de derechos reales.
Segundo: bienes de inmuebles rurales, en este caso tenemos un problema cuáles son los
inmuebles rurales, cómo se compatibiliza esto con la noción de suelo rural, la categorización
del suelo que hace la LOT.

173
Esto fue un agregado posterior, esta excepción se llama UPM, cuáles son las sociedades
en donde el número de accionistas impide que el capital esté relacionado con los accionistas:
son los fondos internaciones de inversión.
Segunda situación: ¿qué son las explotaciones agropecuarias?, ¿cuál es el concepto de
explotaciones agropecuarias?
Nosotros vimos la noción de explotación agropecuaria en 3 situaciones: en materia de
seguridad social, en materia tributaria y en el decreto reglamentario de la ley de
suelos; no tenemos una norma general de que es una explotación agropecuaria. Y acá
empezamos con la noción de actividad agraria, con la noción de actividades conexas o
accesorias y como encajan dentro de la noción de actividad agropecuaria.
El punto en cuestión es el ámbito de aplicación de la ley, en este caso este ámbito se aplica
a aquellos titulares de derecho de propiedad de inmueble rural y titulares de explotaciones
agropecuarias, a esas situaciones se aplica esta norma legal y lo que pretende el legislador
que los titulares de ese derecho de propiedad y de esa explotación agropecuaria sean
personas físicas, como primer aspecto.
Siguiendo el análisis del artículo agrega: Luego, la Ley 18.092 dice “las sociedades
anónimas y en comandita por acciones comprendidas en la ley 16.060 del 4-set., podrán ser
titulares […] pertenecientes a personas físicas”. Aquí claramente le exige a las sociedades
anónimas y a las sociedades en comandita por acciones, que su capital accionario esté
representado por acciones nominativas cuyos titulares sean personas físicas.
Después dice que el Poder Ejecutivo a instancia de parte podrá disponer que tanto la
titularidad de inmuebles rurales como la de explotaciones agrarias sea ejercida por
sociedades anónimas o sociedades en comandita por acciones, en ambos casos con capital
accionario representado por acciones al portador, cuando el número de accionistas o la
índole de la empresa donde el capital accionario estuviere representado por las acciones
nominativas pertenecientes a personas físicas.

Claramente esto es una válvula de escape para que algunas sociedades anónimas puedan
actuar. Esto es una excepción a la prohibición donde, por ejemplo, UPM puede actuar en
nuestro país.
Ejemplo: ahora somos 98 (alumnos) y queremos constituir una sociedad con acciones al
portador por distintos motivos como el no querer figurar por ya tener grandes inversiones
en otros países. Vemos como esto NO SE PUEDE; se va solicitar autorización al Poder
Ejecutivo y no me la da por “x” motivos, como pude pasar que si me dé la autorización pero
esto porque él tiene la potestad de que pudo o no puedo hacer con determinada figura
asociativa, es un poco discrecional pero fue la válvula de escape que tuvieron que poner

174
porque muchas sociedades anónimas no iban a proceder a la transformación, al cambio de
estas figuras asociativas

Posible pregunta de parcial → ¿Una sociedad anónima con acciones al portador puede
ser titular de un inmueble rural? SI. Por excepción cuando tiene la autorización del Poder
Ejecutivo, y SIEMPRE Y CUANDO NO REALICE ACTIVIDAD AGRARIA.

Una sociedad anónima con acciones al portador, ¿podría comprar un inmueble rural?
Este tema es producto de una discusión doctrinaria; algunos dicen que no. Se trata de una
norma de carácter prohibitivo, el art. 2. Es inconstitucional para ellos, no se puede declarar
algo de carácter interpretativo si no se puede dar (porque está prohibido). Otros opinaban
(se adhiere el profesor) que sí, que se podrían realizar los actos que se quisieran y luego
adecuar el capital o disolver la sociedad.
Siguiendo, agrega posteriormente sociedades y asociaciones agrarias comprendidas en
la ley 17.777, cooperativas agrarias comprendidas en la ley 15.645, esto es antes de la
derogación que se hace de este decreto ley, ahora las cooperativas están comprendidas por
la ley 18.407, sociedades de fomento rural, personas públicas estatales y no estatales, hasta
llega el ámbito de aplicación de la ley.
Estas son las situaciones que contempló el legislador y el objetivo es que allí sean
titulares personas físicas.

Siguiendo con el artículo, INCISO 2: “Para que las sociedades mencionadas en el inciso
anterior puedan ser titulares de inmuebles rurales y explotaciones agropecuarias, esto es,
las dos situaciones que le legislador se refirió en el ámbito de aplicación, la totalidad de su
capital social (debería decir y accionario) deberá hacerse representado por cuotas sociales
o acciones nominativas cuya titularidad corresponda íntegramente a personas físicas”.
Acá el legislador además de lo que señaló anteriormente en el ámbito de aplicación fue
muy claro y contundente en decir que el capital social o el capital accionario de cualquier
sociedad de las que mencionaba anteriormente tienen que ser representada por personas
físicas.
La gran pregunta que se plantea en este caso los profesionales tanto abogados como
escribanos es ¿Si una SRL tiene como socio otra sociedad, por ejemplo una S.A con acciones
cuyos titulares sean personas físicas, pueden serlo? Ejemplo: tengo una SRL y tengo 3 socios,
dos son personas físicas y el otro es una S.A con acciones nominativas cuyo titular es otra
S.A con personas físicas, ¿puede ser serlo? Porque en realidad la finalidad se cumple, yo sé
quién es el propietario de esas acciones. El legislador fue muy claro, dijo personas físicas.
Luego en el INCISO 3 establece “Las sociedades anónimas y las sociedades en comanditas
por acciones comprendidas en la ley 16.060 podrán ser titulares de los bienes inmuebles y
explotaciones agropecuarias siempre que la totalidad del capital accionario estuviere
representado por acciones nominativas pertenecientes a esas personas físicas. Acá el
legislador abundó en lo que ya había dicho anteriormente porque se había referido a las
sociedades mencionadas en el inciso 1 cuando habló en el inciso 2 y ahí estaban incluidas
las S.A. Pero claro, como había muchas sociedades anónimas que se había creado con
posterioridad al año 99 quiso ser preciso.
¿Cuáles son las situaciones excluidas?
Estas son las del PÁRRAFO FINAL DEL INCISO 1:

175
“Se exceptúan de la presente ley los inmuebles rurales afectados a actividades ajenas
definidas en el art. 3 de la ley 17.777”. Esto significa que puede haber una S.A con acciones
al portador propietario de un bien inmueble rural siempre y cuando realice actividades
ajenas al art. 3, es decir, a la actividad agraria, eso es lo que está diciendo el legislador.
Con este tema se plantean discusiones a nivel doctrinario, por ejemplo: si no se hace nada
en el campo en el bien inmueble rural, tengo 500 hs y voy a visitarlo, ¿en ese caso esa
persona está excluida de la aplicación de la ley?

Este término “actividades ajenas”, ¿comprende el no hacer nada? ¿O en realidad cuando


el legislador dice actividades ajenas quiere decir que la persona tiene que tener una fábrica
de zapatos o una fábrica de autos, o cualquier otra cosa, algo distinto a la actividad agraria?
Ojo, actividad agraria principal y actividad agraria conexa o accesoria.
El legislador exceptúo también de la aplicación de esta norma en el inciso 4 del art. 1,
determinas situaciones que el legislador las identificó como las situaciones en las cuales el
número de accionistas o la índole de la empresa impidieran saber quiénes son los titulares
del capital social o del capital accionario.
Los dos decretos reglamentarios de esta ley del 2007 y 2008 dejaron muy claro cuáles
son las excepciones que el legislador estableció y lo que importa destacar en este caso es
que estas excepciones basadas en la índole de la empresa y el número de accionistas hay
que plantearlas ante el poder ejecutivo con el análisis que realiza una comisión integrada
por el ministerio de economía, MGP y la OPP autoriza o no el régimen excepcional.

El régimen excepcional es que el capital social o el capital accionario no sean titulares


personas físicas, pero esa excepción no se hace por la sociedad, se hace por los padrones
que están involucrados en el desarrollo de una explotación agropecuaria. Es decir, no es
que el P.E a instancia de parte exceptúa de la aplicación de la ley esto es, el titular de un bien
inmueble rural o de explotación agropecuaria tenga el capital social o el capital accionario
no representado por personas físicas, lo que hace es que esa sociedad pueda tener
determinados padrones afectados en explotación agropecuaria individualizando los
padrones, no es que la sociedad esté totalmente liberada de realizar actividad agraria donde
quiera cuando quiera y como quiera.
Es decir, la excepción es a la sociedad en relación a determinados padrones, si
involucra a otras tiene que pedir otra autorización, “autorización ficta en base a una
comunicación”. Si esos padrones los desafecta de una explotación agropecuaria tiene que
comunicarlo a la comisión mencionada anteriormente.
De acuerdo a esta ley 18.092 tenemos 3 regímenes:
- Ámbito de aplicación de la ley.

- Situaciones excluidas (párrafo final del inciso 1 del art. 1).


- Situaciones exceptuadas.
Este régimen establecía que si a los dos años de aprobación de la ley, las sociedades que
no cumplieran con el principio general del art. 1, no adecuaban su capital accionario, se
disolvían o pedían la excepción, quedaban disueltas de pleno derecho. Es decir, el legislador
estableció la disolución de pleno de pleno derecho.
Lo que podían hacer las sociedades que se encontraban en situación de incumplimiento
de la norma de interés general, podían:

176
- Se adecuaban o cambiaban su capital social accionario de anónimo o a titulares de
personas físicas,

- se disolvían,
- o pedía la excepción.
Estas eran las tres alternativas que tenían, sino utilizaban ninguna de ellas, en forma
inmediata a la finalización de los dos años quedaban disueltas de pleno derecho. Ese plazo
fue extendido en dos oportunidades y venció definitivamente el 30/06/2011. Quiere decir,
que aquellas sociedades que no hubieran cumplido con alguna de esas tres alternativas que
prevé la norma al 30/06/11, quedaron disueltas de pleno derecho, es decir, entraban en
estado de liquidación, lo que significa que tuvieron que vender el activo para pagar el pasivo.
En la práctica ha habido problemas de sociedades que no han cumplido con esta norma
y que se encuentran en estado de disolución, es decir, que no pueden realizar ningún
negocio jurídico que no sea aquel que el liquidador debe hacer para proceder a la
liquidación de la sociedad.

En este sentido, hay 2 normas que se dictaron en el tiempo que son la ley 18.930 y la ley
19228, y que tienen que ver con el contralor de lavado de activos, un contralor que hace el
BCU con características similares a estas.
Algunos autores han dicho que este régimen tácitamente desaparece por la aparición de
estas nuevas normas. Fernández Reyes entiende que la finalidad u objetivo de estas nuevas
normas es totalmente distinto al que tiene la ley 18.092.
Disoluciones:
El decreto del 2007 pretendió aclarar y oscureció. Luego se modificó este decreto,
también cometiendo los mismos errores y era la misma política agraria: conocer quién era
el responsable último del recurso.

177
Las SA que a esa fecha no estuvieran adecuadas quedaron disueltas.

Esta ley le tuvo que aclarar que al director del registro que podían operar libremente
hasta el vencimiento del plazo de la adecuación.

Conclusiones: desde la ley 18. 092 se establece una nueva regulación que fue igual a la
de la normativa anterior.
Ley N°18.930: plantea la obligación de comunicar al Banco Central.
La ley N°18.092 fue para el sector rural; cuando surgió la ley N°18.930 que establece la
obligación de comunicar la BCU, pero ya no había sociedades anónimas al portador de
objeto rural, porque se habían modificado por las nominativas.

178
Con la ley 19.484 aquellas empresas rurales que tenían acciones nominativas blablá
tenían que comunicar al banco central.

Ley N°19.288: busca que todas las sociedades anónimas tienen un nuevo plazo para
convertirse, y si no lo hacen en 90 días se disuelven y se aumenta la multa al 50 % del capital.
Si tenemos sociedades inactivas que no comunicamos al BCU, y que ya venció el plazo, pagan
el 50 % del valor del inmueble.

Tenemos que entender qué régimen tienen las sociedades anónimas y por
comanditas simples .
Pueden ser titulares si se realiza actividad agraria y el capital sea totalmente en acciones
nominativas en manos de personas físicas, y que hayan cumplido con la notificación de la
ley N°19.830.
Debemos adecuar el capital al patrimonio social, diferente a lo que pasaba con las
sociedades y asociaciones agrarias, en donde el capital y el patrimonio podían ser diferente
porque no es garantía de los acreedores. Acá tenemos capital integrado al patrimonio social.

ESTABLECIMIENTO RURAL:
El establecimiento rural constituye un instituto típico del derecho agrario uruguayo. Se
encuentra definido en el art. 283 del Código Rural con caracteres autóctonos, ya que no cabe
confundirlo con otras figuras próximas, como la de la “hacienda” del derecho italiano, o
mismo la “explotación rural” del derecho francés o incluso del derecho nuestro.
La definición contenida en el art. 283 es uno de los puntos de referencia de los 2 criterios
conceptuales que adopta nuestro Derecho positivo para calificar de agrarios a los
fenómenos: el criterio espacial o territorial, y el criterio técnico.

Hoy en día, es claro que sólo se trata de uno de los institutos típicos de la materia, que
concentra las particularidades tradicionales y modernas del fundo en el territorio rural.
Entonces, el art. 283 del Código Rural dispone: “A los efectos de este Código, se entiende
por establecimiento rural, toda propiedad inmueble que, situada fuera de los ejidos y, en su
falta, de los arrabales de las ciudades, pueblos o villas, se destine o pueda destinarse a la cría,
mejora o engorde de ganado o al cultivo de la tierra.”
De modo complementario, el art. 284 agrega que “Los establecimientos rurales cuyo
principal objeto es el cuidado del ganado, se denominan ganaderos; aquellos que tienen por
principal objeto el cultivo de la tierra, se denominan, agrícolas”.
El concepto ha sido importante no sólo para lo regulado dentro del Código, sino también
para lo que se encuentra afuera, tal como en materia de aguas, materia sanitaria, en materia
impositiva, etc. En otras palabras, a pesar de lo que dispone el artículo (“a los efectos de este
Código…”), el alcance de esta definición trasciende hoy día el ámbito del Código,
proyectándose a otras esferas de la materia, donde también presta utilidad.

Vemos que el artículo comienza estableciendo que el establecimiento rural es “…toda


propiedad inmueble…”. El código aquí no tuvo como finalidad consagrar una modalidad de
dominio distinta a la urbana, no pretendía que cumpliera una función social, sino que lo que
pretendió fue individualizar, evitar conflictos. El sentido y alcance por el cual el
establecimiento rural se le define e identifica como “propiedad inmueble” es para que
cumpla con la función de unidad física productiva, sirviendo así de instrumento eficaz para
organizar la estructura del Catastro Nacional. En este sentido, la forma que encontró el

179
legislador de organizar la campaña fue a través de unidades físicas productivas, y de allí
surge el concepto de establecimiento rural como propiedad inmueble; esta es la base
organizativa del catastro (inmuebles rurales que son delimitados en sus aspectos
geométrico (plano), económico (valor fiscal) y jurídico (derecho de propiedad)). El
establecimiento rural pretendía, de esta manera, ser la unidad de cuenta de los inmuebles
rurales a los efectos catastrales.
Es así, que el art. 1 del Código Rural comenzaba con una referencia expresa a este art.
283, disponiendo la obligatoriedad de la mensura, el deslinde y el amojonamiento para el
“propietario de inmueble considerado como establecimiento rural…”. Este art. nos estaba
diciendo que todo propietario está obligado a ello (es una obligación legal de naturaleza
administrativa impuesta a todo propietario); esto es diferente al sistema del Código Civil,
en donde la propiedad implica un derecho y no una obligación legal. Pero, ¿por qué al Estado
le interesaba tanto hacer un catastro, dividir el país de esta manera? Por fines económicos:
si yo tengo dividido el país, puedo fijar impuestos, puedo ver los aspectos fiscales, tengo
mayor control, etc.
Ahora bien, los arts. 1 y 2 del Código fueron derogados casi inmediatamente, debido
principalmente a las diferencias que ello tenía con el Código Civil. No obstante, hoy en día
tenemos el art. 7 el cual fue modificado cuando se derogaron los arts. 1 y 2. De esta manera,
derogados esos dos artículos y modificado el art. 7, no surge de la redacción actual del
Código Rural la obligación categórica e inmediata de realizar las tres operaciones de
mensura, deslinde y amojonamiento.
Si bien los arts. 1 y 2 fueron derogados, el art. 7 impuso a los escribanos la prohibición
de autorizar la traslación de dominio o división de inmuebles rurales sin tener presente el
plano inscripto en la Dirección de Catastro, por lo que indirectamente y en definitiva se sigue
llegando a lo que pretendía el art. 1 y 2. De todas maneras, con el tiempo una de las funciones
originalmente previstas para el establecimiento rural se perdió, ya que al final no se
terminó tomando como unidad catastral al establecimiento rural, sino que se tomó a la
parcela. Esto implica que ya no es necesariamente cada padrón un establecimiento rural, ni
este representa una unidad catastral.
El art. 3 del Decreto N°318/95 nos define lo que es una parcela: “A los efectos de este
Decreto se denomina parcela a toda unidad inmueble catastral de dominio privado de los
particulares fiscal o municipal deslindada, dimensionada o identificada bajo sus aspectos
geométrico, económico y jurídico.
Se considera como tal toda extensión superficial continua, situada en una misma sección o
localidad catastral, que pertenece a persona física o jurídica o a varias en condominio.”

En efecto, los conceptos de padrón y establecimiento rural quedaron totalmente


independizados a partir de la derogación de los arts. 1 y 2, y de la modificación del art. 7; y
apareció esta nueva figura que es la parcela, y aquella idea o intención de poner al
establecimiento rural como medida de unidad mínima catastral no funcionó. Actualmente,
lo que uno padrona y demás es la parcela, no el establecimiento rural. En este sentido, vemos
cómo el instituto de establecimiento rural perdió en parte ese significado que el Código
Rural pretendía darle (que era el de unidad mínima catastral); la parcela pasó a cumplir
dicha función, y no el establecimiento rural. Cuando se derogó el art. 1 y 2 del Código esa
finalidad de perdió, y pasó a cumplirla la parcela.
La parcela, según el art. 3 del decreto, es toda extensión superficial continua situada en
una misma sección y localidad catastral; tiene que ser continua, dicha unidad catastral va a

180
ser continua, por lo que si en el medio me pasa una ruta se me termina mi parcela, se divide,
y tendría 2 en ese caso.

Ahora bien, la sección catastral no es lo mismo que las localidades catastrales; estas
últimas se utilizan cuando el suelo es suburbano o urbano. En cambio, las secciones
catastrales son utilizadas en zonas rurales, suelos rurales; eran lo mismo que las conocidas
secciones judiciales hasta 1992, luego de ese año las secciones judiciales han tenido
cambios, pero las secciones catastrales no (no coinciden, pero antes del 92 sí).

Por este motivo, no debe entenderse que la referencia a la “propiedad inmueble” en


el art. 283 pueda significar en la actualidad que un establecimiento rural sólo existe
cuando las parcelas se integran bajo un mismo dominio. Luego de la reforma a la que
recién hicimos alusión, la expresión “propiedad” debe tomarse aquí en el sentido más
tradicional y típico de cosa o bien. En efecto, el establecimiento rural se identifica con el
inmueble rural -en particular la tierra- cualquiera sea el derecho sobre el mismo. En otras
palabras, es el fundo.
Por estas razones, no es lo mismo decir establecimiento rural que decir parcela. El
establecimiento rural puede estar compuesto actualmente por una parcela (padrón; en este
caso establecimiento rural coincidiría con la parcela), o por una fracción material de la
misma (un potrero, por ejemplo), o varios padrones (un mismo establecimiento rural es
muy grande entonces ocupa más de un padrón), etc. Además, nada impide que pueda
constituirse por una o varias parcelas en propiedad y otra u otras en arrendamiento o,
cualquier otro derecho legítimo de tenencia. Esto trae aparejado que, propio a su
conformación, los establecimientos rurales, si bien de límites precisos, resulten de
características mutables (a diferencia de los establecimientos mercantiles e industriales).
En conclusión: al establecimiento rural le sacaron la idea de unidad catastral y quedó
este nuevo instituto de la parcela.
Algo a destacar es que al momento de la trazabilidad, se exige que el establecimiento esté
dentro de la misma sección policial; es decir, me van a dar un número por ese
establecimiento rural que esté dentro de una misma sección policial. En el caso de que mi
establecimiento esté en más de una sección policial, me van a tener que dar 2 números; en
estos casos se divide por un tema de trazabilidad. PERO que se divida por un tema de
trazabilidad no significa nada con el hecho de que sean más de una parcela, no tiene nada
que ver.

Otra cuestión importante es que con respecto a la dimensión del establecimiento rural
no hay ningún concepto, no hay ni un mínimo ni un máximo. El art. 283 no dice nada con
respecto a esto, por lo que puede ser de cualquier tamaño.
Continuemos analizando el resto de los elementos de la definición del art. 283. Este
artículo, luego de decir que el establecimiento rural es “la propiedad inmueble que…”,
refiere a la ubicación o emplazamiento del inmueble. Tradicionalmente, este es el primer
elemento calificador: el establecimiento es rural por su ubicación en el territorio rural.
Después de la derogación de los arts. 1 y 2 y la modificación del art. 7, realizado por el
Decreto-Ley N°10.386 del 1943, el establecimiento no es rural por motivos catastrales, sino
sólo por sus cualidades naturales para la ganadería y agricultura. Por tal razón, procede la
distinción entre el alcance catastral y el alcance productivo de los inmuebles denominados
“rurales”.

181
En efecto, el art. dispone como primer requisito que el inmueble se encuentre ubicado
fuera de los ejidos de las ciudades, pueblos o villas; y sólo en cuanto estos ejidos no se
encuentren todavía fijados, se pasa al segundo criterio, o sea fuera del límite de los
arrabales.
¿Qué es un ejido? Es aquel límite que tiene la ciudad para saber dónde empieza la zona
rural, y dónde termina la ciudad (zona urbana). Como no todas las ciudades tienen los ejidos
ya fijados, existen casos en donde no podemos tener como punto de partida los mismos, y
debemos tener en cuenta los arrabales. El art. 596 del Código Civil dispone que se entiende
por arrabal “…la continuidad de casas fuera del radio de una ciudad”. Y agrega, “se acaban los
arrabales, cuando cesa la continuidad”. Entonces, lo que básicamente nos está diciendo el
art. 283 del Código Rural es que el establecimiento rural nunca va a estar ubicado en zona
urbana, siempre estará ubicado en la zona rural (de los ejidos para afuera, y si no hay ejidos
fijados, de los arrabales para afuera). Se encuentra fuera de la ciudad, y cuando no se
encuentran fijados los límites de la misma, hay que entender que se encuentra luego,
pasada, más allá de la continuidad de las casas (cuando esta finaliza allí empieza la zona
rural).

Podemos considerar que hubo 3 etapas respecto a la determinación de cuáles eran las
zonas rurales, urbanas o suburbanas:
1. La primera etapa está en el art. 286 del Código Rural. Este establece que las
autoridades departamentales o locales de centros de población que no tengan ejidos
aprobados oficialmente, determinarán de inmediato el límite de los arrabales, a los
efectos del artículo 283.
2. La segunda etapa: posteriormente, la legislación de Centros Poblados (art. 4 de la
Ley N°10.723 en la redacción dada por el art. 4 de la Ley N°10.866) encomendó a los
Gobiernos Departamentales la fijación de los límites precisos “de las zonas urbanas
y suburbanas amanzanadas”, que no es exactamente lo mismo que dispone el art.
286. Esto llevó a que muchos Gobiernos Departamentales fijen el límite de la zona
urbana más allá de los arrabales, de modo que se configuró una falta de
concordancia entre el criterio legal utilizado para la fijación de los centros poblados
y el que emplea el Código Rural para definir al establecimiento; esta discordancia
provocó en los hechos la existencia de establecimientos rurales en zonas
suburbanas, que no era la idea del legislador. En otras palabras: la zona urbana y
suburbana quedaron mucho más amplias de lo que el criterio del código rural
pretendía con su criterio. ¿Por qué hizo estoy la ley de centros poblados? Por un
tema impositivo, para recaudar más. Los Gobiernos Departamentales recaudan en
zonas urbanas y suburbanas, por eso fijaron dichas zonas más extensas que el
criterio establecido por el Código Rural.
3. Tercera etapa: la Ley de Ordenamiento Territorial N°18.308. Esta ley introdujo una
nueva categorización (diferente a la del Código Rural y a la de la ley de centros
poblados) de las zonas territoriales del país, las que quedaron sujetas a exigencias
de afectación o destino, conforme no sólo a lo previsto en la propia ley, sino a un
plan de ordenamiento territorial que lo dispone cada autoridad departamental.
Consagraron por un lado el suelo categoría rural productiva (aquella cuyo destino
principal es la actividad agraria, minera o extractiva y excluida por definición de
todo proceso de urbanización y de fraccionamiento con propósitos residenciales),
por otro lado la zona declarada como rural natural (que es el territorio protegido
con el fin de mantener el medio natural, la biodiversidad, etc. en el que se puede
incluso limitar la actividad rural productiva), y por último las zonas suburbanas (en

182
donde no se encuentra prevista la posibilidad de realizar actividades agrarias; el uso
de dichos suelos son para actividades e instalaciones de tipo urbana o zonas en que
estas predominen). Esto llevó a que los establecimientos rurales existentes en
muchas zonas suburbanas no puedan ya tener actividad rural, debían que
desaparecer para adecuarse a esta nueva ley de ordenamiento territorial. No
obstante, se previó la posibilidad de una cuarta zona denominada de “atributo de
potencialmente transformable”, en donde pueden existir establecimientos rurales
dedicados a la ganadería o agricultura (son zonas que supuestamente para ellos
tienen que ser urbanas o industriales, de construcción, pero que pueden ser
consideradas otra cosa). Arts. 30, 31, 32, 33, 34 de la ley mencionan todo esto.
Esta es la complicación a la hora de estudiar la ubicación a la que hace mención el art.
283 del Código Rural. Pero, en conclusión, lo que tenemos que entender es que el
establecimiento rural debe estar fuera de los ejidos y, en ausencia de su fijación, fuera
de los arrabales. En este sentido, un establecimiento dedicado a la ganadería o agricultura
ubicado dentro de los ejidos de una ciudad, pueblo o villa, nunca puede ser un
establecimiento rural según nuestro Derecho positivo (en todo caso estaríamos frente a una
explotación agropecuaria, pero no frente a un establecimiento rural; aunque la ley de
ordenamiento territorial no admite este tipo de actividades en zonas urbanas).
Sigamos leyendo la definición del art. 283: recién vimos el tema de la ubicación, ahora
veamos el criterio técnico o industrial (según Gelsi) al cual refiere: “…se destina o pueda
destinarse a la cría, mejora, engorde de ganado o al cultivo de la tierra…”. Esto es
fundamental. Es el criterio técnico debido a que refiere al contenido de la afectación
productiva del inmueble.
Observamos que no exige que efectivamente se destine el inmueble a la actividad que
menciona, sino que es suficiente con el hecho de que “pueda destinarse”. De modo que el
legislador no se refiere a cualquier inmueble que se encuentre ubicado fuera de los ejidos o
de los arrabales de una ciudad, pueblo o villa, sino a aquellos que tengan aptitud o idoneidad
intrínseca para el destino.
En este punto hay algo que considerar. Si yo tengo un local feria (que es en donde se
realizan remates rurales), el inmueble en donde estoy realizando dicho remate rural podría
haberse destinado a un establecimiento rural porque tiene terreno, tiene un inmueble rural,
tengo lugar para tener mis vacas y engordarlas, etc. pero como no fue destinado a esto,
entonces no va a ser un establecimiento rural (aunque tenga aptitudes para serlo), porque
un uso saca al otro uso, lo excluye. Ahora bien, si el día de mañana un tercero compra el local
feria y lo transforma, en dicho caso sí podrá ser establecimiento rural porque deja de tener
el uso de feria local y pasa a no tener un uso. Si no tiene uso pero tiene aptitud e idoneidad
para el destino que me está estableciendo el artículo, sí será establecimiento rural. Acá lo
esencial es el destino; y tengamos en cuenta que no requiere el ejercicio o aptitud para
realizar actividad agraria, sino únicamente requiere la cría, mejora, engorde de
ganado o al cultivo de la tierra (es más específico y deja de lado un montón de actividades
que son consideradas agrarias). Si yo tengo un predio que se encuentra en zona rural y hago
actividad agraria, pero no es específicamente a lo que refiere este art. 283, entonces estoy
realizando explotación agropecuaria, pero no es establecimiento rural.
Guerra entiende que el establecimiento rural en definitiva, y por encima de todo, no es
otra cosa que el suelo en su cualidad productiva; la ganadería y la agricultura en su noción
tradicional requieren naturalmente del fundo, del suelo. En efecto, la idea que rodea la
definición es la de que el establecimiento rural es el fundo, que no es un inmueble cualquiera

183
sino la tierra y sus demás elementos naturales que le circundan (como el agua, la flora, la
fauna, etc.), delimitada y cercada para la producción agrícola, aunque la misma no se realice
efectivamente.

Lo esencial es el destino. Si yo por ejemplo, tengo un inmueble pero lo destino a la cría


de ñandú, para pintarlas y vender sus plumas al carnaval, ¿es establecimiento rural? No,
porque no se encuentra en zona rural, sino en suburbana o urbana, y además el ñandú no es
ganado. Los criterios técnico y territorial son acumulativos; si yo crío ganado feedlot, tengo
inmueble rural pero en zona urbana o suburbana, no es establecimiento rural, sino
simplemente explotación agropecuaria. Lo mismo si tengo un inmueble rural sí ubicado en
zona rural pero lo destino a la cría de conejos o de cocodrilos, será actividad agrícola, será
explotación agropecuaria pero NO un establecimiento rural.
En definitiva, el art. 283 dispone que me tengo que dedicar al ganado o al cultivo: ¿qué
es ganado? Art. 181 del Código Rural nos dice: “Las disposiciones relativas a ganado mayor
comprenden los vacunos y yeguarizos; las relativas a ganado menor los ovinos, cabríos y
porcinos; salvo disposición en contrario”. Esto significa que es ganado la vaca, los caballos,
las ovejas, las cabras y los cerdos; el resto de los animales no serán considerados ganado.
Si no me dedico a la cría, mejora o engorde de ganado, entonces me tengo que dedicar al
cultivo de la tierra. Obviamente no es el cultivo de la tierra propiamente dicha, sino que lo
que se cultiva son las plantas y vegetales en la tierra (fue un error semántico del legislador);
esto excluye todo vegetal que no requiera de la tierra para ser cultivado, por ejemplo aquel
tipo de lechuga que se cultiva en agua y prescinde de la tierra (si me dedico a esto en un
inmueble rural, aún cuando es ubicado en zona rural, no será establecimiento rural).
Si planto tomates Cherry en el balcón de mi casa y vendo en la feria, sí es actividad
agraria, sí cumplo con el criterio técnico del art. 283, pero no es establecimiento rural
porque no puedo tener establecimiento rural en un balcón en el centro de Montevideo (no
es zona rural, no cumple con el criterio espacial de la definición).

Ahora bien, vamos a precisar algo: el art. dice en cuanto al ganado “cría, mejora o
engorde”, Guerra afirma que obviamente no tienen por qué practicarse todas. Por otro lado,
el error semántico que comete el legislador al poner “cultivo de la tierra”, es en parte a
propósito para dejar en claro que desde el punto de vista del destino agrícola, debe
necesariamente existir conexión del cultivo vegetal con la tierra como suelo. Por lo cual, un
vivero que no emplee el suelo por ejemplo, no quedaría comprendido en la noción de
establecimiento rural. Vemos entonces la importancia de la tierra en la definición de
establecimiento rural proporcionada por el art. 283.
Para delimitar correctamente la caracterización conceptual del establecimiento rural en
la actualidad, es conveniente efectuar algunas otras precisiones; especialmente acerca del
alcance que debe atribuirse al factor tierra como componente medular de este instituto:
debe considerarse que la existencia de instalaciones industriales (agro industriales) en el
establecimiento rural no lo desnaturaliza, en tanto las mismas se destinen a actividades
conexas o accesorias a las desarrolladas en él. Volvemos aquí entonces al concepto de
actividad accesoria o conexa.
Yo puedo tener un establecimiento rural donde hay actividad accesoria o conexa, por
ejemplo, tengo establecimiento rural donde tengo molinos de viento (los molinos de viento
no son actividad agraria, el viento no es un recurso renovable), es decir, me dedico a la
ganadería o agricultura pero tengo en el mismo terreno molinos de viento, en este caso no
deja de ser establecimiento rural porque es simplemente una actividad conexa o accesoria

184
(mientras no me cambie la actividad principal, no me desvirtúa el hecho de que sea un
establecimiento rural). Ahora bien, ¿cómo sé que no me afecta la actividad principal?
Aplicamos el criterio del volumen de inversión: mientras el mayor volumen de inversión
esté destinado a la ganadería o agricultura, esta será la actividad principal; pero, si hay más
inversión en los molinos de viento o en cualquier otra actividad que no sea ganadería o
agricultura, mi establecimiento rural se desvirtúa y deja de ser considerado como tal porque
esa actividad pasa a ser la principal y no la ganadería o agricultura.
Conforme a este criterio jurídico, se puede concluir que si el mayor volumen de
inversiones recae en el fundo y el capital propiamente agrario (ejemplo ganados, etc.) el
establecimiento rural no se transforma en un establecimiento industrial o de fábrica, por la
circunstancias de contar con dichas instalaciones afectadas a lo producido en él.
Hasta aquí dimos todo el análisis del art. 283 del Código Rural.
La habilitación de los establecimientos:
En principio, los establecimientos rurales pueden destinarse a su giro agrario específico
(ganadería o agricultura) sin necesidad de ninguna habilitación, ni autorización, sea
departamental o nacional. Pero debe tenerse cuidado de no confundir la habilitación o
autorización que se confiere respecto del establecimiento rural, de aquellas otras exigencias
que se imponen para el ejercicio de ciertas actividades agrarias específicas. Así por ejemplo,
los viticultores deben inscribirse en el INAVI y cumplir con determinados requisitos
formales, entre los cuales se deben declarar la cantidad de pie de viñas implantadas en el
establecimiento. En estos casos, se trata de requerimientos atinentes a las actividades
(explotaciones) y en especial con referencia a las personas, pero no de verdaderas
habilitaciones a los establecimientos.
En efecto: los establecimientos rurales no requieren de autorización ni habilitación
alguna para su funcionamiento. Esto es fundamental. Yo abro un establecimiento y no
requiero de nada. Entonces, de regla, no necesito autorización alguna para su
funcionamiento, salvo excepción. Las excepciones son:
- Los establecimientos lecheros o tambos. El ejemplo más tradicional e importante es
el del establecimiento lechero, referido en el art. 176 del Código Rural. Todo
establecimiento productor de leche para su comercialización necesita habilitación
higiénico-sanitaria a cargo de la Dirección de Sanidad Animal de la Dirección
General de los Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
- Los establecimientos ganaderos de engorde o corral (feedlot). Esta es una
modalidad de engorde que ha comenzado a desarrollarse en los últimos años por
razones relativas a los mercados cárnicos más exigentes; se mantienen los animales
confinados en espacios reducidos, sin acceso a pastoreo directo y voluntario, y se
utiliza una alimentación exclusivamente en base a productos formulados admitidos
(balanceados, granos, núcleos minerales o similares) para su terminación con
destino directo a faena (art. 2 del Decreto 178/2010). Es imprescindible contar con
una Autorización Ambiental Previa otorgada por el Ministerio de Vivienda,
Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y una habilitación sanitaria de los
Servicios Veterinarios Oficiales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca que
deben practicar una inspección previa. Esta habilitación debe ser renovada año a
año a partir de la fecha de inscripción en el registro respectivo.
- La forestación. Necesita autorización cuando es superior a 100 hectáreas.
Habilitación del INAMA

185
- Las explotaciones fructícolas, ictícolas, hortícolas superiores a 100 hectáreas.
También requieren de una habilitación del INAMA. Vemos que son casos en donde
hay en juego mucho terreno (es decir, de regla la forestación, las explotaciones
fructícolas, ictícolas, hortícolas no requieren de autorización, pero si esto se
desarrolla en más de 100 hectáreas sí requieren de una).
El nombre, el domicilio y la representación del establecimiento rural:

En tanto su sistema de producción es homogéneo, el establecimiento rural no requiere


de nombre, tal como lo hace habitualmente el establecimiento comercial. No obstante, en
los hechos es común que los establecimientos rurales tengan un nombre que los identifica.
En la legislación actual, el nombre de un establecimiento rural carece de tutela legal y no
cabe considerarlo como un elemento inmaterial del mismo. Esto porque la ley actual de
marcas N°17.011 a diferencia de su antecesora, sólo protege a los nombres comerciales (art.
67) y en general, salvo en lo que refiere a las denominaciones de origen, no es una norma
aplicable al giro rural y mucho menos al instituto del establecimiento rural. Al no existir
legislación especial aplicable al caso y por tanto, habrá que recurrir a las normas generales
de la responsabilidad civil, en caso de conflictos por el uso del nombre de un
establecimiento.
Muchas veces, el nombre del establecimiento tiene utilidad para ubicar su dirección o
localización. En la práctica funciona como un indicativo de su ubicación y por ende del
domicilio. Muchos establecimientos rurales son conocidos por sus nombres, venden por su
nombre y todo. El nombre entonces sí es importante, pero no compone la definición de
establecimiento rural del art. 283 que analizamos.
La particularidad se aprecia en el art. 285 del Código Rural en cuanto dispone que “el
propietario se entenderá representado por la persona que se encuentre al frente del
establecimiento”. Y agrega que, “ninguna disposición de este Código dejará de cumplirse por
no hallarse el propietario en su establecimiento rural”. Esta disposición es muy trascendente
en materia de notificaciones y diligencias judiciales, pues aunque el productor no se
domicilie en el establecimiento, se deberá tener por realizadas personalmente las
actuaciones practicadas con el individuo que se encuentra al frente del establecimiento (por
ejemplo, el capataz o el encargado del mismo al momento de practicarse la actuación),
siempre y cuando se trate de un asunto que se relacione con la actividad que se desarrolla
en el mismo, o se vincule de cualquier manera a su tenencia y explotación.

Este art. 285 crea una representación legal especial, que opera de facto, justificable
únicamente por el emplazamiento del establecimiento en el medio rural y, que a nuestro
juicio, por su excepcionalidad, debe interpretarse de manera restringida (limitada a los
asuntos directamente relacionados con el establecimiento y su explotación, pero no más allá
de eso).
Naturaleza jurídica del establecimiento rural:
El problema de la naturaleza jurídica del establecimiento rural plantea el asunto de su
calificación como objeto para el Derecho. ¿Por qué el tema genera tanta dificultad? Sobre
todo porque se suele otorgar a la naturaleza jurídica de un establecimiento rural una mayor
dimensión de la que resulta de su definición legal.
En nuestro país, encontramos dos posiciones grandes en cuanto a la naturaleza jurídica
del establecimiento rural.

186
En primer lugar, una posición hacendística llevada a cabo por Saavedra. Según el autor,
el establecimiento rural es el conjunto de bienes organizados, articulados o conjugados
entre sí, funcionalmente dirigidos al ejercicio de la actividad agraria, subrayándose que
además del inmueble, está compuesto por otros bienes muebles, bienes inmateriales,
relaciones jurídicas, etc. los que están dotados de una organización que constituye
precisamente la estructura misma del establecimiento. Entonces, para esta primera
posición, el establecimiento rural es el conjunto de bienes inmueble + cuestiones accesorias,
tales como los bienes muebles (corrales, etc.) y los bienes inmateriales (el nombre, la marca,
concesiones, permisos administrativos, etc.).
La segunda posición es la que sigue Guerra y la cátedra de Puppo. Esta postura sostiene
que la posición de Saavedra es inadmisible para nuestro Derecho positivo, el que contiene
una definición expresa que identifica al establecimiento rural como el inmueble rural en su
cualidad fundaría (art. 283 del Código Rural). Además, una visión hacendística de este
instituto está muy lejos de reconocerse en el resto de nuestras leyes agrarias, y es proclive
a provocar situaciones confusas. Se trata de una propuesta doctrinaria muy discutible, por
dejar afuera también a la actividad agraria, la cual es el centro de referencia de muchísimas
normas en nuestro país.
En otras palabras, Guerra afirma que la ley no da una noción ni proporciona una visión
hacendística del establecimiento rural, ya que no reclama la adición de bienes específicos,
ni tampoco la presencia de un conjunto de bienes determinados o indeterminados que se le
adicionan. En definitiva, el establecimiento rural lo puede constituir un simple predio rural
sin uso o destino alguno y, sin otro bien que el propio suelo eventualmente cercado por sus
límites externos (art. 8). No es otra cosa que una superficie física -n siquiera continua- de
aptitud productiva, reconocida como tal por el Derecho positivo. No es pues, otra cosa que
el fundo.
Guerra sostiene que a lo que refiere Saavedra cuando habla de “conjunto de bienes
organizados, articulados o conjugados entre sí…” está haciendo más bien referencia a la
explotación agropecuaria, y no en sí al establecimiento rural. Generalmente, si tenes un
establecimiento rural, vas a tener explotación rural (aunque también puede no ser así
porque el establecimiento rural no requiere que efectivamente haya una actividad ganadera
o agricultura en el predio, sino que simplemente tenga aptitud para ello); son conceptos
diferentes que a nivel teórico es necesario distinguir. No van de la mano estos dos conceptos,
como dijimos recién, puedo tener establecimiento rural sin que necesariamente haya una
efectiva actividad ganadera o agricultura, como también puede haber explotación
agropecuaria sin que exista establecimiento rural.
RELACIONES DE VECINDAD:
Como vimos, el establecimiento rural tiene carácter inmóvil. Ello, sumado a la
proximidad a otros establecimientos, ocasiona un estado o situación de convivencia que,
como tal, es susceptible de provocar conflictos vecinales de distinta índole, los que incluso
pueden tener como escenario más vasto, al espacio rural y no sólo a las propiedades
linderas. De allí que para evitarlos, se dispongan ciertos derechos y deberes de vecindad. El
Código Civil no destina normas expresas a este tema.
En cambio, el Código Rural destina varias normas específicas para regular estas
relaciones y a resolver de modo puntual algunos de estos conflictos propios del medio. Se
trata, sobre todo, de soluciones prácticas; son un conjunto de indicaciones que intentan
resolver problemas que en el agro se dan en el día a día, entonces brinda soluciones rápidas

187
y eficaces para terminar situaciones antes de que llegue a un conflicto mayor (y por ende,
pretenden evitar que se llegue a un proceso).

En la conjunción del articulado del Código Rural, puede advertirse que el mismo encara
dos tipos de situaciones vecinales:
1. Las que configuran hipótesis típicas de “relaciones de vecindad” y;
2. Aquellas otras en que la vecindad, no es más que simple ocasión de ciertas ilicitudes
que generan responsabilidad. En este último caso, se trata de simples conflictos
vecinales, debido a que configuran directamente hechos ilícitos no amparados en la
invocación de derecho alguno y que provocan un daño patrimonial. Por lo que en
ningún caso alcanzan el grado de auténticas relaciones de vecindad en las que se
impone la tolerancia. A estas se les llama inmisiones ilegítimas.
Ahora bien, cuando hablamos de relaciones de vecindad, estamos hablando ni más ni
menos que de tolerancia: refiere a hasta dónde yo tengo que tolerar las cosas que hace mi
vecino. Esas tolerancias que yo como vecino tengo que tener, se llaman inmisiones legítimas
porque la ley habilita a que haya ciertas cosas que se pueden hacer y yo tengo que tolerar;
estas son las relaciones de vecindad propiamente dichas (a las que hace referencia el
numeral 1).
Cabe destacar que no cualquier asunto vecinal queda comprendido en las denominadas
“relaciones de vecindad”; es una expresión que técnicamente queda reservada para aquellas
relaciones cuyo contenido y objeto consisten en regular la coexistencia de derechos que
pueden contactarse, por recaer sobre inmuebles que están próximos (esta es la definición
de Guerra). El tema se origina en el ámbito del derecho de propiedad inmobiliaria, cuyo
ejercicio puede rozar con otro u otros iguales, debido a las proximidades catastrales o
geográficas de los bienes sobre los que recaen (aún no siendo linderos, pueden ser predios
próximos simplemente).
En esta materia, la legislación rural cumple dos funciones:
A. Trata de evitar conflictos de derechos linderos, imponiendo ciertos deberes
fundiarios que no configuran restricciones administrativas, sino auténticos límites
al derecho de propiedad.
B. Precisa el grado con que puede y debe admitirse la inmisión de un derecho en la
esfera de poder de otro, es decir, la tolerancia por causas vecinales en casos
puntuales; del mismo modo que prevé circunstancias de interferencias ilegítimas,
que no tienen por qué soportarse. En otras palabras, nos dice hasta dónde un
propietario debe tolerar a otro; y cuando pasa una cierta barrera de tolerancia, se
convierte en algo ilegítimo (no es que el vecino puede hacer todo lo que quiera y yo
tengo que tolerar absolutamente todo).

En general, la doctrina es conteste que las relaciones de vecindad poseen determinadas


características que ofician como reglas generales de su disciplina. Así por ejemplo,
Trabucchi señala que no están sujetas a prescripción y son recíprocas pero sin correspectivo
(en el sentido que el incumplimiento de uno, no faculta el incumplimiento de otro).
Messineo, resalta que no son indemnizables y resultan independientes unos de otros. Si bien
no se pierden por su no uso (dado que son inherentes al dominio), se pueden no obstante,
renunciar.

188
Como dijimos, el Código Rural regula diversas modalidades de inmisiones que también
tienen sustento en una relación de vecindad, pero puestas en evidencia de modo más
enfático como asunto el medio rural. También dispone ciertas ilicitudes que luego veremos,
las cuales sin ser invasiones se fundan en la violación de ciertos deberes propios de estas
relaciones. Comencemos por las inmisiones legítimas:
a. Las hormigas: arts. 22 y 23 del Código Rural.

En estos dos arts. se dispone el derecho del lindero, invadido por hormigas, a penetrar
en fundo ajeno con autorización que debe darle el vecino para que extirpe el hormiguero. El
hecho de que me invadan las hormigas de mi vecino cobrará más o menos importancia
dependiendo de la actividad que yo ejerzo en mi predio, por ejemplo, no es lo mismo si
cultivo viñedos a que si tengo ganado; a los viñedos les puede causar un perjuicio enorme
(podría destruirme completamente los cultivos), pero al ganado le es intrascendente.
Entonces, estos arts. me dicen que en el caso de que mi vecino no quiera o no pueda extirpar
el hormiguero, yo mismo puedo cruzar a su predio y extirpar el hormiguero (y el vecino
tiene que tolerar que yo pase a su predio a extirparlo); ¿por qué sólo si el vecino no quiere
o no puede? Lo que el Código Rural pretende es que en un primer momento las cosas se
conversen entre vecinos de una manera pacífica, muchas veces los vecinos en zonas rurales
son unos pocos dentro de muchos kilómetros y por lo general hay una buena relación entre
ellos, por eso se busca que primero se llegue a un acuerdo entre los mismos, en caso de que
el propio vecino de donde vienen las hormigas no puede o no quiere extirpar el hormiguero,
entonces allí sí tiene que tolerar que venga el vecino al cual esas hormigas lo están
perjudicando para que él mismo las extirpe.
Vemos que son soluciones rápidas y eficaces: lo hablo con mi vecino, si no puede o no
quiere sacar las hormigas entonces voy yo mismo y lo hago, las destruyo. No me hace ir a la
policía a denunciar ni ningún tipo de trámite de por medio; esto se debe a que las situaciones
que contempla el Código, y que efectivamente se dan en el día a día en el agro, requieren de
respuestas rápidas y eficaces. No me sirve de nada ir hasta la comisaría y denunciar porque
entre que fui y vine a la sección, y hay algún tipo de respuesta, las hormigas ya comieron
todo mi cultivo y no hay nada para hacer.
b. Quemazones de campo: art. 90.
El art. 90 dispone: “Todo propietario puede, bajo su responsabilidad, hacer quemazones de
campo, ya para limpiarlos de yuyales, insectos o animales dañinos, ya con cualquier otro objeto
útil; pero si, por sobrevenir viento cuando no lo había o por cambiar el que hubiese, o por
cualquier otra causa inculpable o natural, el fuego excediese sus límites e invadiese otra
propiedad, está obligado a reparar de todos los daños y perjuicios que ocasionare”.

Las quemazones de campo son prácticamente habituales en los establecimientos rurales,


en ciertas épocas del año, especialmente en los ganaderos, con la finalidad de eliminar
pasturas secas y facilitar el brote de primavera. Es un derecho que el Código Rural le
concede a los dueños con una finalidad útil (y yo como vecino tengo que tolerar que el otro
haga quemazones; tendré que tolerar el humo, el olor a quemado, que salgan bichos y vayan
a mi predio a causa de la quemazón, etc.) Pero, ¿hasta dónde tengo que tolerar? Hasta que
el fuego pasa para mi predio; es decir, se deberá tolerar todo, menos la invasión del fuego
en mi predio.
Si el fuego se propaga a otro campo, quien hizo la quemazón es responsable civilmente y
debe reparar el daño ocasionado, por la sencilla razón e que no es lícito quemar campo

189
ajeno; es una responsabilidad objetiva en donde no importa el obrar inculpable. Tampoco
opera causa eximente.

Cabe destacar que aquí no estamos hablando de casos en donde pasan por la ruta y se
prende fuego el campo del vecino a propósito. Esto es otra hipótesis muy diferente que
tendrá otras consecuencias que no le hacen a las relaciones de vecindad.

c. Enjambre de abejas: arts. 128, 129 y 130.


A partir de estos artículos surge que se debe tolerar el ingreso del apicultor para que este
pueda tomar o reclamar su enjambre cuando este se traslada por campos vecinos. En caso
de que un vecino le niegue a otro el paso, puede dentro del plazo de 6 días reclamar el
enjambre ante el Juez de Paz. Esto no es algo que afecte o alcance sólo a los predios linderos,
sino a todos los establecimientos que puedan verse invadidos por el enjambre de abejas.
Ahora bien, si el dueño de las abejas no reclama el enjambre dentro de esos 6 días, el
mismo pasará a ser de propiedad del dueño del establecimiento en que se haya fijado (art.
130). La propia situación de vecindad requiere de la inmediatez del interesado, por lo que
el elemento temporal juega aquí como remedio al conflicto. Si el derecho no se hace valer
en el tiempo que las circunstancias imponen (6 días), se pierde, en provecho del vecino.
Entonces, si yo soy apicultor y tengo enjambres de abejas (un enjambre es cuando está
una reina y todas las abejitas que la siguen y lo tengo en una colmena, es decir, cada
enjambre vive en una colmena, una caja de madera), y un día se me escapa el enjambre (se
va la reina volando y sus abejas atrás) y salgo a correrlo, mientras yo lo tenga a la vista
puedo ir ingresando y atravesando por campos ajenos para agarrarlo. Parece algo que no es
muy viable de hacer pero en verdad, en la realidad, el enjambre se ve y se escucha fuerte, es
algo que sí se puede perseguir, y de hecho es más normal que salgas a perseguirlo a que no.
Ahora bien, si el vecino no me permite cruzar su campo para seguir persiguiendo el
enjambre, allí es cuando podré ir ante el juez de paz para reclamarlo (tengo 6); si no hago
nada en ese período de tiempo, el enjambre pasará a ser de propiedad de ese vecino que no
me dejó pasar, o de algún otro en el que se encuentre el enjambre.
d. Mezcla: art. 222.
Refiere al deber de apartar e incluso de dar rodeo al hacendado que lo solicite. Este deber
puede responder a dos situaciones distintas: en aquellos casos en que efectivamente se han
mezclado rebaños del vecino con el propio y, en aquellos casos que se pida para verificar si
hay animales propios en campo ajeno. La primera situación se regula en los arts. 222 y
siguientes bajo el nombre de “mezclas”, y la segunda situación se regula en los arts. 228 y
siguientes bajo el nombre de “apartes”.
El Código Rural aquí regula quién y cómo debe procederse para separar los ganados,
debiendo tolerarse el aparte y el rodeo en el establecimiento propio (arts. 222 y 228 y
siguientes) o bien en el linde del mismo (art. 223).
Una cosa es cuando se mezcla y otra cosa es cuando se da rodeo. Cuando se mezcla es lo
que dice el propio art. 222: hay dos rebaños y se mezclan, los animales cruzan el alambrado
y pasa a mezclarse con el ganado de mi vecino. Si hay mezcla, se ponen de común acuerdo
los vecinos y hacen un corral, empiezan a separar los animales; aunque no parezca, hay
varias formas de distinguir cuál es el ganado de quién. En cambio, el dar rodeo refiere a que
todo hacendado tiene derecho a dar rodeo, es decir: que mi vecino me diga que se le fue un
animal, y que me diga que va a venir un peón de su campo a recorrer el mío y ver si está en
mi predio o en otro (o puedo yo mandar un peón mío en cuyo caso le voy a cobrar el rodeo).

190
La cuestión es que hay determinados momentos en que esto no puede suceder, por ejemplo,
cuando es época de parición, cuando hay tormentas, etc. Entonces, este derecho a dar rodeo
no es siempre que se puede solicitar.

En todo caso se debe permitir el ingreso del hacendado con su personal, el que bajo
control procede a separar lo propio de lo ajeno. El requerido a dar rodeo, debe darlo dentro
de las 24 horas de solicitado, salvo ciertas circunstancias e impedimentos de fuerza mayor,
o bien que haya sido requerido por otros linderos en un período menor a los dos días, o
menos de un mes, si no lo fuere.

Debe destacarse la siguiente particularidad: si el rodeo fuere requerido por un vecino


que no es lindero, el ganado recibe el trato de animal invasor, debiendo abonarse la tarifa
por pastoreo (art. 233). La competencia es siempre del Juez de Paz quien requerido al efecto,
deberá presenciar el aparte, asistido de dos testigos y hasta recibirse del ganado, en caso de
resistencia al pago. Este procedimiento, además, es obligatorio para todos los hacendados,
en momentos previos a la esquila, marcación y señalada, debiéndose dar aviso a los linderos,
con seis días de anticipación para que examinen si en el rebaño hay animales de propiedad
de ellos, para que los retiren en el acto. En caso contrario, se autoriza su esquila perdiendo
los vellones el deño de los animales (art. 226).
e. Deslinde y amojonamiento y por el cerramiento medianero:
Cuando mi vecino decide deslindar y amojonar y además cercar su propiedad, al mismo
tiempo deslinda y cierra la mía, y se debe tolerar dicho derecho ajeno. El Código Rural
destina el Capítulo I (art. 3 y siguientes) al deslinde y amojonamiento, y el Capítulo II de la
Sección I (arts. 8 a 38) al cerramiento.
f. Servidumbre natural de agua:
Esta es una sexta situación de vecindad que encontramos regulada fuera del Código
Rural. Se crea en materia de aguas, con la mal llamada servidumbre de aguas, por la que el
dueño del predio inferior debe tolerar el paso de las aguas que naturalmente fluyen desde
el superior (art. 74 del Código de Aguas).
Hasta aquí las inmisiones legítimas, ahora estudiemos las inmisiones ilegítimas: estas
son inmisiones que no tienen sustento en el ejercicio de derecho alguno y por lo tanto, no
deben tolerarse. No hay aquí un deber de tolerancia ni por tanto, una posible situación de
fricción o inmisión de un derecho sobre otro, sino directamente su violación y por tanto un
hecho ilícito (Guerra). Son situaciones típicas reguladas expresamente, como el caso de los
animales invasores, y otras atípicas, como la situación provocada por la vecindad con las
labores mineras.
Una inmisión en establecimiento ajeno, sin que se atribuya un derecho de vecindad, es
de por sí un ilícito que siempre configura hipótesis de responsabilidad extra contractual sin
perjuicio que -en algún caso- pueda dar lugar además, a una multa (art. 46).
El caso más tratado en este sentido por el Código Rural es el caso de los animales
invasores, y el más trascendente dentro de ello es la invasión de ganado (regulado en los
arts. 39 y siguientes).
Ganados invasores:
En los arts. 39 a 48 el Código regula el conflicto que provocan los llamados “animales
invasores”. Aunque se trata sólo de ganado y no de otros animales.

191
Según lo que prevé el art. 181 del Código, el ganado tiene dos categorías: mayor o menor.
Salvo disposición expresa en contrario, para nuestro Derecho, el ganado mayor comprende
los vacunos y yeguarizos, y el menor los ovinos, cabrí0os y porcinos. No obstante, la invasión
de este último se rige por una norma especial (art. 46) que permite aplicar multa, además
del pago de los daños.
El ganado invasor es aquel que penetra en un fundo ajeno, sin consentimiento ni
conocimiento de quien explota el establecimiento invadido.

Según Guerra, puede fácilmente concluirse por lo dispuesto en el art. 39, que desde el
momento en que coloca como supuesto de hecho del animal invasor, la circunstancia de
“encontrar” animales de otro dueño dentro de los cercos del establecimiento. Además, se
requiere que la invasión y presencia de los animales se produzca sin consentimiento de
quien explota el establecimiento invadido.
Quien conozca la presencia del ganado tiene el deber de proceder de inmediato con lo
dispuesto en el art. 39 y siguientes. El art. 39 impone este deber de avisar de la invasión con
carácter imperativo y dentro de plazos explícitos (“…le avisará la invasión dentro de las
cuarenta y ocho horas…” u “…optará entre dar aviso…o dar conocimiento de la invasión a la
autoridad judicial…”; luego el art. 40 dispone “…lo entregará a la autoridad judicial más
próxima dentro de las 48 horas…”).
El otro requisito para que el animal se considere invasor es que el establecimiento se
encuentre cercado, tal cual lo señala el art. 39; este requisito se debe tomar al pie de la letra.
El hallazgo de animales ajenos en parcelas que carecen de cerramiento impide aplicar las
reglas de este capítulo, siempre y cuando el Gobierno Departamental donde se ubica el
establecimiento haya impuesto efectivamente la obligación de cerrar (art. 13).
El ganado invasor es una hipótesis de inmisión ilícita, de índole sorpresiva para el
invadido. No está basada ni tiene justificación atribuible a un derecho de vecindad.
En aquellas situaciones que configuren casos de invasión, debe admitirse cierta
tolerancia vecinal, de manera que si -por ejemplo- el dueño del establecimiento invadido no
cumple con el deber de dar aviso en los plazos que impone el Código, no debería
interpretarse como que se encuentra inhabilitado a sacar los animales invasores, sino más
bien como un obstáculo para pretender luego que se le indemnice conforme a su derecho
de invadido.
El ganado invasor genera dos tipos de derechos a favor del invadido: a sacar los animales
del establecimiento, y a cobrar el pastoreo y otros daños que pudieran haberse ocasionado.
Si el problema no se soluciona voluntariamente, se deben seguir sendos procesos para cada
pretensión, a los que el Código dedica varios artículos. Estas actuaciones dependerán de si
el ganado es lindero (art. 39; o en su defecto, de dueño conocido), o de dueño desconocido
(no es vecino ni conocido; art. 40). Las particularidades son las siguientes:

• Se otorga un derecho transitorio de retención sobre el ganado, para el caso que


no se abone el pastoreo y los daños (art. 41).
• Se debe entregar el ganado al tribunal más próximo (que es el Juez de Paz ya que
no hay Tenientes Alcaldes) el que debe recibirse del mismo (eventualmente, lo
coloca en un pastoreo oficial o, nombra depositario); arts. 39, 49 y 41.
• El ganado queda afectado al pago de los rubros que correspondan (arts. 39, 40
y 41).

192
• El reclamo del pastoreo y los daños y perjuicios debe transmitirse por la vía del
juicio ejecutivo verbal previsto en el antiguo Código de Procedimiento Civil (art.
951 y siguientes). Vale decir que la demanda por daños y perjuicios es título
ejecutivo (art. 41).
• El pastoreo es tarifado (art. 88), aunque tal tarifa no está vigente, por lo que en
los hechos procedería fijar su monto, de acuerdo al art. 47 (peritos
arbitradores).
• La competencia corresponde al Juez de Paz por la materia y no por la cuantía.

Asimismo, los animales invasores pueden provocar otro tipo de conflicto y


reclamaciones en el caso en que en el establecimiento invadido existiere ganado de pedrigrí
(art. 43) y eventualmente se diera un cruzamiento (art. 44). En estos casos, el Código
confiere una medida de auto tutela, en cuanto faculta al invadido a castrar los reproductores
que invadan por segunda vez, siempre que existiere constancia testimonial y aviso al dueño
y al juzgado de paz, de la primera invasión (art. 45). Esta medida puede aplicarse también
en caso de invasión de cerdos (art. 46).
ENTONCES: el caso de animales invasores, o de ganado invasor más precisamente sería
cuando yo estoy en mi campo y aparece un animal. Este animal está dentro de mi cerco, está
invadiendo mi establecimiento rural. Puede ser que haya tirado el cerco, saltado el mismo,
entró por la portera o lo que fuera, pero lo importante es que está dentro de mi cerco. Como
vimos, hay dos casos: que el animal sea del vecino lindero o de alguien conocido (no siendo
lindero), o que sea de alguien desconocido (no sabemos quién es el dueño del animal); ya
vimos que ambos casos tienen procedimientos diferentes a llevar adelante en la práctica.

Veamos el art. 41 que se repitió bastante en las particularidades de este tema, por ser
importante: “Si el dueño de los animales se resistiese a pagar los pastoreos y daños y costas
causados, el damnificado que tuviera en su poder los animales tendrá derecho a negarse a su
entrega, haciéndolo en cambio al Juez de Paz o Teniente Alcalde, según corresponda (arts. 79,
81, 83 y 86 del Código de Organización de los Tribunales Civiles y de Haciendo) ante quien en
el acto iniciará demanda por daños sufridos, y solicitando a la vez el embargo de los animales,
medida a que se hará lugar, adoptándose el procedimiento del juicio ejecutivo verbal.” Refiere
al derecho de retención que puede llegar a tener el invadido.

Art. 43 refiere al ganado de pedrigrí del cual hablamos anteriormente. Cuando es ganado
de este tipo, significa que está inscripto en algún sistema; es ganado que tiene un valor extra
por su raza, por su árbol genealógico. Puede ser caballo de carrera, por ejemplo por su
sangre, puede ser ganado que vemos en el prado, etc. Esos ganados que tienen un valor
extra, no solo por el quilaje del animal, sino por la raza, debido a de dónde viene, qué
premios tiene, etc. Generalmente, el animal se inscribe en la Asociación Rural Uruguaya;
menos los de caballo de carrera pedrigrí que se inscriben en otro lado. ¿Qué sucede si yo
tengo animales pedrigrí mi predio y me invadieron animales también pedrigrí del vecino?
Si por ejemplo yo tengo un toro pedrigrí, y me invaden hembras vacas pedrigrí del vecino y
mi toro las preña. En este caso me aseguro de quedarme con las crías (que me convienen
porque son pedrigrí 100%) porque esas vacas fueron preñadas en mi predio con mi toro (al
menos que el dueño de las hembras vacas ósea los animales invasores, quiera pagar por las
crías por el valor del mercado.
¿Qué pasa si sucede al revés? Yo tengo hembras vacas pedrigrí y me invade el toro del
vecino que no es pedrigrí, pero preña mis vacas. Acá salgo perjudicado porque tengo mis
vacas pedrirí preñadas con una cría que no va a salir de la misma raza, y me privo de tenerlas
preñadas con una cría que sea pedrigrí. Al no ser de esa raza, las crías no van a valer lo

193
mismo en el mercado. En este caso se hace una constatación de acta delante de un Juez de
Paz y cuando las hembras dieran cría, el dueño de ellas será el dueño del macho invasor,
pero pagando el importe como si hubiera sido monta fina (pedrigrí). Esto lo dice el art. 44.

Por su parte, el art. 45 es una norma de autotutela que se da en determinadas situaciones.


Ya hicimos referencia a ese derecho: derecho a castrar a aquel animal que invada mi predio
por segunda vez. Los requisitos para esto son: constatar la primera invasión (haberle dado
aviso al dueño, o en su defecto a la autoridad, o a ambos), comprobar que sea el mismo
animal el que invade otra vez.

Por último, el art. 131 del Código Rural que refiere a patos, gallinas, etc.: “Si las gallinas,
pavos, patos y otras aves domésticas pasasen a terreno ajeno y dañasen siembres o frutos, el
dueño de aquéllas abonará la indemnización que el damnificado exija, y no conformándose
con su monto, este será fijado por el Juez de Paz o Teniente Alcalde más inmediato o bien por
un tasador que aquellos nombrasen”. Vemos que siempre la idea del Código es que primero
haya una conversación, un acuerdo entre vecinos, y luego eventualmente se llegue a la
justicia (pero se pretende evitar esto).
Luego, el art. 132 me dice que repitiéndose el hecho, el damnificado además de dicha
indemnización puede matar o herir las aves, pero no apropiarlas, sino entregárselas
muertas o heridas a sus dueños: “Repitiéndose el hecho, el damnificado, además de la dicha
indemnización, puede matar o herir las aves, pero no apropiárselas, sino entregarlas muertas
o heridas a sus dueños”.
Este último caso ya obviamente excede lo que sería el “ganado invasor” puesto que este
tipo de animales no son considerados como ganado, pero sí forman parte del régimen de
“animales invasores” del Código Rural.
CERCOS: Otro tema importante a tener en cuenta es los cercos. Cerco es la división física,
lo que podemos ver, el alambrado. Luego la clase que viene daremos qué tiene que
tener ese alambrado. Pero para que tengamos una idea: cerco es lo que delimita el
establecimiento rural. NO QUIERE DECIR QUE DELIMITE LA PARCELA, son otras
operativas del derecho. Mensura es otra operación técnica. Amojonamiento también
es otra cosa pero tanto la mensura como el amojonamiento son elementos para
distinguir LA PARCELA. El establecimiento se delimita para saber hasta dónde
puede ir mi ganado etc. se delimita con un cerco. Luego veremos qué características
va a tener que tener ese cerco.

RECURSOS NATURALES
SUELO
El principal componente de la estructura natural de un establecimiento rural es el suelo,
entendido en su sentido agronómico, que es la tierra (que es el que le corresponde a la
índole del instituto). Carrozza, diferenciándolo del territorio, lo define como el “…estrato
fértil de la superficie terrestre (humus) que contiene las sustancias nutritivas de la vegetación,
es penetrado por las aguas, es irradiado de luz y de calor”. Germanó, por su parte, lo define
como “elemento constitutivo del fundo rústico”, caracterizado por ser “…el estrato más
superficial de la corteza terrestre que hace de soporte a la vegetación y que hace posible el
ejercicio de la agricultura”. Y ello debido a que contiene “…residuos orgánicos vegetales y
animales de productos metabólicos de los micro organismos que utilizan los componentes
orgánicos como fuente de energía y de productos de síntesis secundaria de origen
microbiológico, cuyo complejo constituye el humus”.

194
Cuando hablamos de suelo, lo primero que tenemos que pensar es que no es desde el
punto de vista que veníamos viendo hasta ahora, como espacio territorial o inmueble, sino
desde un punto de vista agronómico, tenemos varias definiciones en el libro de guerra, se
habla del suelo como la última capa de la corteza terrestre que hace posible el ejercicio de
la agricultura, es un recurso renovable de la naturaleza en donde se puede plantar,
desarrollar la agricultura. Según Carrosa es el soporte de la actividad agraria.
Se considera renovable, pero si bien lo pensamos por la erosión del suelo, parecería ser
no renovable ya que el desgaste del suelo hace que el mismo se vaya perdiendo, y es muy
difícil que vuelva. Es renovable, pero lleva muchos años volverse a renovar.

Debemos entender que el suelo, lo tenemos que ver desde el punto de vista agronómico,
es una capa de tierra que se va erosionando y que si se pierde mucho ya no se puede plantar,
por ejemplo, la soja es muy dañina, en China ya no se puede plantar porque se perdió el
suelo.
Se trata, por tanto, de un elemento de la naturaleza; que configura un recurso de uso
renovable.
La nota distintiva y característica de los suelos en la disciplina de los bienes, proviene de
la fuerza vegetativa de la tierra.
G. Bolla advertía que “la tierra genera pero no produce, produce el hombre”, porque en
definitiva la tierra es una cosa y no una actividad: la tipicidad de los medios de producción
de que se vale la agricultura de manera primordial.
Hoy se sabe, que el carácter perdurable de esta actividad depende casi enteramente de
la estructura, configuración y el modo de uso de los recursos ambientales. En otras palabras,
la actividad agrícola sigue manteniendo un nexo funcional indiscutible en términos de
importancia productiva, de cantidad y calidad, con el conjunto de los recursos naturales,
cuya fuerza generativa sigue aprovechando. Importa la actividad agraria porque
utilizándola pone en riesgo la preservación de los medios de subsistencia de las
generaciones futuras.
Normativa:

• Ley 13.695, art 65 a 67 disponen qué es el CONEAT.


• Decreto 88/74, distintos tipos de suelo.
• Decreto 218/74, notificación del CONEAT a los productores.
• Ley 15.239, declara de interés nacional del uso de aguas y suelos.
• Decretos reglamentarios 405/008 y 333/004.
• Decreto del 92 que hizo la creación de la comisión honoraria de conservación de
suelo y agua.
• Ley 19.355 art 303 y 304, implementa modificación de los planos de uso y
manejo de los suelos.
La tipología de los suelos. Criterios legales para evaluar su capacidad productiva.
Los índices CONEAT. El catastro agrario:

Estos aspectos conceptuales son sencillos de apreciar en nuestro Derecho positivo, el que
tiene un doble alcance: existen normas destinadas a precisar su tipología y otras destinadas
a regular su uso y manejo. De estas últimas nos ocuparemos de estudiar después; las que
importan en el estudio estructural del establecimiento rural son las primeras.

195
En efecto, en nuestro Derecho, los suelos (la tierra) tienen su propio régimen de
categorización que permite su distinción e individualización como cosa o bien (inmueble) y
en particular, como recursos naturales aptos para la producción agraria, más allá de la que
le corresponde por el catastro civil.
Cuando vimos establecimiento hablamos del catastro, que eran las parcelas y eso, dimos
un tipo de catastro relativo al derecho de propiedad, división del país en parcelas, además
tenemos otro tipo de catastro que es el catastro agrario. En Uruguay se dio que no era
importante solo la cantidad de hectáreas por parcela, sino la calidad de esas hectáreas, por
ende, el catastro agrario mide la capacidad productiva de los suelos en las parcelas, no
importa tanto la cantidad sino la calidad. La idea era cobrar impuestos mayores a quienes
tuvieran mejor calidad de tierra. El valor de parcelas no va a ser el mismo por más que haya
la misma cantidad de hectáreas, ya que el valor productivo es diferente.
Entonces, paralelamente a la estructura catastral (relativa al derecho de propiedad y
otros derechos reales), en nuestro ordenamiento se ha desarrollado otra que mide la
capacidad productiva de los suelos que componen cada parcela (catastro agrario). Aquí, no
importan sólo el área física (catastro civil), sino el área productiva: calidad y no sólo
cantidad. Hay suelos de mala calidad, de escasa fertilidad, y hay otros en cambio de muy alta
capacidad de producción. Interesa pues, individualizar las parcelas no sólo por su ubicación
y extensión superficial a los efectos del dominio, sino también por sus posibilidades
productivas a los efectos de su explotación.
El sistema establecido en nuestro país, dispuesto por el art. 65 y siguientes de la Ley
N°13.695 y sus modificativas y reglamentarias, consiste en determinar la capacidad
productiva de todas las parcelas (padrones) que existen en el país, una por una, en términos
de producción de lana y carne bovina y ovina en pie, para lo cual se deben tener en cuenta
las posibilidades de producción de cada tipo de suelo. Para ello, fue necesario efectuar en
primer lugar, un relevo topográfico y cartográfico de la calidad de todos los suelos existentes
en el país, estableciendo su tipología.
En este sentido, el art. 1 del Decreto N°88/74 dispuso que existen 185 grupos de
unidades de suelos; a cada grupo de dichos suelos le ha asignado un índice de productividad
(art. 1), que guarda relación con un valor (índice 100), que configura el equivalente a la
capacidad productiva promedio de los suelos del país.
De acuerdo al art. 2 del citado Decreto, la capacidad productiva de cada parcela debe
calcularse en forma ponderada a la superficie de cada grupo de unidades de suelos
existentes en la misma; por lo que fue necesario a su vez, efectuar un relevo de todas las
parcelas (o sea padrón por padrón), precisando la calidad de suelos que la integran
individualmente, conforme el Índice asignado a cada uno de los 185 grupos de suelos del
país. Es así que cada parcela (padrón) se le adjudica un Índice que es el resultante
ponderado de los grupos de suelos que lo forman.

Conforme el citado art. 65 de la Ley N°13.695, resulta que la capacidad productiva media
del país (Índice 100), es igual a la suma de capacidades productivas de cada padrón, dividida
por el total de hectáreas de dichos inmuebles.
Ahora bien, el índice de productividad que corresponde a cada parcela (denominado
Índice CONEAT) es fijado por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca a través de un
acto administrativo, notificado a “los titulares de explotaciones agropecuarias”. Este último,
a través del Índice CONEAT, debe fijar una capacidad productiva de cada inmueble, para
establecer la capacidad productiva el país en términos de lana y carne ovina y vacuna. Para

196
ello tomará en cuenta la capacidad productiva de cada inmueble teniendo en cuenta la
productividad de la tierra (del suelo) y la capacidad productiva del país será la suma de esas
capacidades productivas de cada inmueble dividido por el total de las hectáreas de dichos
inmuebles.
Si bien el art. 65 de la Ley N°13.695 concedió un plazo de 10 días para que los interesados
impugnaran la capacidad productiva fijada por el Estado, debe entenderse que nada impide
que estos índices puedan ser objeto de una revisión en cualquier momento, particularmente
si se produce un cambio en la conformación parcelaria.

De este modo, y siendo la capacidad productiva media del país igual al Índice 100, una
parcela que posea un Índice 120 significa que su valor productivo se encuentra por encima
de la media del país. Inversamente, una parcela con Índice 80 indica que su valor productivo
es menor a la media del país. En otras palabras: el MGAP, a través del Índice CONEAT, le da
valor a cada parcela y así podemos saber la media del país (Índice 100); si medimos el nivel
de productividad de una parcela y este es mayor a la media del país, esa parcela será muy
productiva, pero si es menor, no será tan productiva.
De esta manera, nuestro país cuenta con un Catastro Agrario a cargo de la Comisión
Nacional de Estudios Agroeconómicos de la Tierra (CONEAET) dependiente del MGAP, que
permite evaluar la estructura de las parcelas de los establecimientos rurales, no sólo por su
extensión o superficie física, sino también por su superficie productiva. De este modo, la
determinación de los Índices CONEAT de los establecimientos rurales es un elemento
imprescindible para conocer la calidad de su estructura de suelos y por ende, uno de los
indicativos de su valor en el mercado.
Recordemos que para este cálculo se toma en cuenta: lana y carne. No se toma en cuenta
la agricultura, porque en ese momento los frutos del país eran esos. Se tomaron esos dos
factores para establecer la productividad de las tierras. Una parcela que tiene buena
productividad en lana y carne, va a ser productiva para agricultura también. Se critica que
debería hacerse de nuevo y tener en cuenta a la agricultura. Esto tiene relación con el precio,
porque a mejores campos, mayores precios.

En otras palabras: el asunto es que la capacidad productiva de los suelos se determina


exclusivamente en términos de la lana y carne, sin ponderar otros rubros de la producción
agraria. Esto supone ignorar de modo fundamental a la agricultura propiamente dicha, la
granja y la forestación, alternativas de notable desarrollo en los últimos años.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que un establecimiento puede tener


incorporadas varias parcelas, y el índice se calcula por parcela. En este sentido, luego
estudiaremos y analizaremos como se calcula este índice.
CONEAT (IP) = total de hectáreas del inmueble X capacidad productiva del inmueble /
capacidad productiva media del país (que siempre es 100).
Por ejemplo: tengo 1.000 hectáreas dedicadas a la ganadería, con un Índice CONEAT 120,
equivalen entonces verdaderamente a 1.200 hectáreas productivas en términos medios del
país (1.000 x 120 /100).

Otro ejemplo: 1.000 hectáreas con un Índice CONEAT 80, equivaldrán a 800 hectáreas
productivas CONEAT, en términos medios del país (1.000 x 80 / 100).

197
No nos olvidemos que las parcelas cambian, se dividen, se unen, y cada vez que haya un
cambio debemos saber su Índice CONEAT. Se debe notificar esto al ministerio porque así se
realiza este nuevo índice.

LEY Nº 15.239
Uso y conservación de los suelos y de las aguas superficiales destinados a fines
agropecuarios
Esta ley es del año 1981 y declara de interés nacional del uso de aguas y suelos. Ya el art.
1 nos establece: “Declárese de Interés Nacional promover y regular el uso y la conservación
de los suelos y de las aguas superficiales destinadas a fines agropecuarios.
Es deber del Estado velar por prevenir y controlar la erosión y degradación de los suelos,
las inundaciones y la sedimentación en cursos de agua y en los lagos y lagunas naturales y
artificiales, así como detener y fijar las dunas”.

Vemos entonces que esta ley se va a dar tanto para la conservación de los suelos, como
la conservación de las aguas, y específicamente aquellas que estén destinadas a actividades
agropecuarias.
Esta ley menciona a tres personas: al Estado, a todas las personas (antes decía a “todos
los habitantes de la República” pero se modificó el art. 2), y los productores (los nombra
varias veces y se refiere a ellos como “titulares de explotaciones agropecuarias”). Cuando
nombra al Estado, es importante tener en cuenta que el rol que cumple este en el marco de
esta ley: prevenir y evitar la erosión de las tierras, la contaminación de las aguas, determinar
las normas técnicas básicas y fiscalizar su cumplimiento.
El objetivo de esta ley fue generar una estrategia para intentar conservar los suelos y las
aguas, y se dio a través de políticas de promoción, régimen de control y régimen de
sanciones. Esto no es algo nuevo, ya que a principios del siglo en todo el mundo se comenzó
a buscar soluciones para la erosión del suelo.
La erosión se da por muchas razones, algunas son razones naturales como la lluvia, calor,
por muchas situaciones, pero la que obviamente es la que ha tenido más impacto es la acción
del hombre, sobre todo en la agricultura. Todo el siglo pasado ya se empezó a ver esta
situación, no se podía plantar igual, las producciones no daban lo mismo, entonces se pasó
a ver esto y se empezaron a tomar medidas en distintos países. Si vamos a la legislación de
distintos países, todos han intentado hacer normativa, legislación para intentar que en esas
tierras se detuviera la erosión y a futuro no se siguiera erosionando, y las tierras que
estuvieran muy erosionadas, intentar recuperarlas. En Uruguay quienes trajeron estas ideas
fueron ingenieros agrónomos.

En los años 40 ya se empezó a buscar formas para evitar la erosión. Debemos tener en
cuenta algo que pasa siempre en la agricultura, y es que no todo sistema funciona en todos
los suelos, cada suelo va a tener su propio sistema y forma que va a funcionar, entonces
cuando traemos cosas de otros países que tienen distinta tipología al nuestro es normal que
no funcione, y esto pasó con las terrazas. Durante los siguientes años se siguieron
implementando métodos y creando normativa, hasta llegar a la que tenemos hoy en día en
el año 1981, que es la que vamos a analizar.
Artículo 1: Declárase de Interés Nacional promover y regular el uso y la conservación de
los suelos y de las aguas superficiales destinadas a fines agropecuarios. Es deber del Estado
velar por prevenir y controlar la erosión y degradación de los suelos, las inundaciones y la

198
sedimentación en cursos de agua y en los lagos y lagunas naturales y artificiales, así como
detener y fijar las dunas.

Artículo 2: Todas las personas tienen la obligación de colaborar con el Estado en la


conservación, el uso y el manejo adecuado de los suelos y de las aguas. Los titulares de
explotaciones agropecuarias, cualquiera sea su vinculación jurídica de los mismos con el
inmueble que les sirve de asiento, o tenedores de tierras a cualquier título, quedan obligados a
aplicar las técnicas que señale el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca para evitar la
erosión y la degradación del suelo o lograr su recuperación y asegurar la conservación de las
aguas pluviales. De constatarse el incumplimiento en la aplicación de las técnicas aludidas en
el inciso anterior, erosión o degradación del suelo, esa Secretaría de Estado, a través de la
División Servicios Jurídicos, aplicará las sanciones establecidas en la normativa vigente y en
todos los casos será solidariamente responsable el propietario del predio.
Este artículo fue modificado, antes estaba redactado “todos los habitantes de la república
deberán colaborar con el Estado” ¿Por qué cambió a “todas las personas”? Se empezó a dar
una situación que luego veremos, el pool de siembra, que es un contrato en la cual hay
inversores de distintos países, por ejemplo, por lo que al no ser habitantes de la república
no entraban en este artículo, no tenían obligación de conservar los suelos y el agua, y allí fue
que se cambió. Acá vemos la segunda persona que nombra la ley: todas las personas.
El mismo art. 2 dice en su inciso segundo refiere a “cualquiera sea su vinculación jurídica
de los mismos con el inmueble o tenedores de la tierra”; ¿quiénes entran en esto? ¿Qué
personas entran en esta obligación? No solo nombra que los titulares de explotaciones
agropecuarias, también quedan comprendidos aquellos sin importar el vínculo con esa
tierra donde trabajan, con ese inmueble, pueden ser tenedores de la tierra a cualquier título,
quedando obligados a aplicar las técnicas que va a señalar el Ministerio, y si hay
incumplimiento van a haber sanciones, y en todos los casos será solidariamente responsable
el propietario del predio. Debemos destacar la magnitud de esto.
Artículo 3: El Ministerio de Agricultura y Pesca coordinará y dirigirá todas las actividades
tendientes a lograr un uso y manejo adecuado del suelo y del agua con fines agropecuarios,
encomendándose a tales efectos:

1) Realizar un programa nacional de investigación y promoción en materia de uso,


manejo y conservación de suelos y aguas.
2) Realizar estudios e investigaciones conducentes a determinar las causas naturales,
sociales y económicas del proceso erosivo en las diferentes zonas del país.
3) Conducir investigaciones relacionadas con la clasificación de las tierras según su uso
y manejo adecuado, los métodos más eficientes para el manejo y conservación de
suelos y aguas, publicar los resultados de estos trabajos y difundir la información
relacionada con los métodos más apropiados para el uso de las tierras y la
conservación de suelos y aguas.
4) Promover, desarrollar y coordinar programas educacionales en relación con los
principios y prácticas de conservación de suelos y aguas, pudiendo, para esos efectos,
realizar acuerdos con otros Ministerios, Universidad de la República, Universidad del
Trabajo, Consejos de Enseñanza, Intendencia Municipales, Instituto Nacional de
Colonización y demás instituciones públicas y privadas.
5) Determinar las normas técnicas básicas que deberán aplicarse en el manejo y
conservación de suelos y aguas y recuperación de suelos.
6) Fiscalizar el cumplimiento de las normas técnicas básicas a que se refiere el numeral
anterior.

199
7) Programar y realizar proyectos demostrativos de manejo y conservación de suelos y
aguas.
8) Prohibir la realización de determinados cultivos o prácticas de manejo de suelos y
aguas en las zonas que corresponda.
9) Exigir la presentación de planes de uso y manejo de suelos, que determinen la
erosión tolerable, teniendo en cuenta los suelos del predio, la secuencia de cultivos y
prácticas de manejo, en la forma y oportunidad que determine la reglamentación.
Si vemos, hoy en día el ministerio tiene varios sectores que se dedican a estos. El rol del
estado acá no es solo prevenir y evitar la erosión de la tierra y demás, sino también conducir
investigaciones relativas a las tierras y luego toda la parte de ver qué necesita la tierra; sin
estas investigaciones no vamos a saber qué técnicas hay que aplicar para evitar la erosión,
es algo que el Estado se tiene que hacer cargo. Esta erosión no puede seguir porque si
seguimos así nos quedamos sin suelo para plantar y nosotros vivimos de eso, nuestra
economía depende de eso y por eso se pusieron firmes y salió esta ley.

¿Qué nos está diciendo en estos dos numerales? El estado no solo va a tener que ayudar
a investigar y comprobar, sino también va a tener que determinar normas técnicas básicas
que son normas mínimas que sí o sí se tienen que dar siempre. Son normas que se tienen
que cumplir siempre y el Estado va a fiscalizar que se cumpla.
El numeral 9 establece una limitación a los derechos del propietario, a los derechos del
tenedor; hasta esa ley todos venían plantando lo que querían como querían. Obviamente
que la gente se había empezado a dar cuenta que si plantaba siempre lo mismo no era bueno
para el suelo porque las plantas consumen distintas propiedades del suelo, si yo siempre
planto la misma planta ese suelo se va a agotar de lo que necesita esa planta, entonces el
primer año tengo super producción, segundo año tengo buena producción, pero luego
empieza a bajar y bajar la producción. La gente ya se había dado cuenta y hacía rotación de
cultivos, pero esta norma nos dice que el Estado tiene que controlar y establecer cómo
cultivar y decir qué se puede cultivar, y además va a prohibir el cultivo de ciertas cosas en
algunos suelos.
Artículo 5: Cualquier fraccionamiento de bienes inmuebles rurales deberá realizarse de
modo que los predios independientes que resultaren, permitan el uso del suelo y agua de
conformidad con las normas técnicas básicas a que alude el numeral 5) del artículo 3º de la
presente ley. Si como consecuencia del fraccionamiento resultaren uno o más predios menores
de 50 Hás., el ingeniero agrimensor encargado de levantar el plano deberá solicitar,
previamente, como requisito para la inscripción, una fundamentación técnico-agronómica a
la Oficina Agronómica Regional la que dispondrá de un plazo de treinta días hábiles para
expedirse. Transcurrido dicho plazo sin que la Oficina Agronómica Regional se expidiere, el
ingeniero agrimensor actuante podrá inscribir el plano de fraccionamiento en la Dirección
General del Catastro Nacional, sin otro trámite.
El art. 5 nombra otras situaciones, otra limitación. Nos está diciendo que no puedo
fraccionar como yo quiero, hay que fraccionar de cierta forma que se pueda cumplir con las
normas. Sobre esto ha habido varias discusiones en cuanto a cómo se debe fraccionar y
cómo no, etc. Lo que se tomó son 50 hectáreas; entonces me dice que hasta 50 hectáreas es
como que estaría bien, o sea que con esa cantidad de hectáreas podría cumplir con las
normas técnicas básicas, pero en un predio que sea menor a 50 hectáreas se tiene que pedir
una autorización por parte de la oficina agronómica (solicitándole a un ingeniero
agrimensor para que te haga el plano, etc. etc. y se manda a la oficina agronómica). La
solicitud del informe, esa autorización se pide a la oficina agronómica regional que estos me

200
van a decir si con 50 hectáreas está bien o si no me da para cumplir con las normas técnicas
básicas.

Artículo 11: Los titulares de explotaciones agropecuarias, cualquiera fuere la vinculación


jurídica de los mismos con el inmueble que les sirve de asiento, o tenedores de tierras, a
cualquier título, serán responsables del cumplimiento de las normas que dictará el Ministerio
de Agricultura y Pesca, a través de sus organismos especializados, según lo establecido en los
numerales 5º) y 8º) del artículo 3º de la presente ley.

Artículo 12: En caso de comprobarse incumplimiento en la aplicación de lo establecido en


los numerales 5º) y 8º) del artículo 3º de la presente ley, el Ministerio de Agricultura y Pesca
podrá aplicar, indistinta o conjuntamente y previa reglamentación, las siguientes sanciones:
1) No permitir la deducción impositiva por reinversiones ni el otorgamiento de otros
beneficios fiscales.
2) Multa de hasta el equivalente al doble del impuesto de Contribución Inmobiliaria del o
de los padrones afectados.
Estas sanciones se han modificado y las iremos viendo. Tiene una estrategia política de
promoción (vimos la parte de que obliga al Estado a estudiar, investigar, dar ejemplos de
cómo manejar un buen uso de los suelos, etc.), un régimen de control (porque van a
fiscalizar todo eso), y un régimen de sanciones; esto es lo que tiene esta ley que estamos
estudiando.
DECRETO 333/04: Fue el primer decreto reglamentario de esta ley que acabamos de
ver. Este decreto nos establece en primer lugar principios generales.
El decreto dispone en su art. 1: A los efectos de lograr el uso racional y sostenible de los
suelos y aguas y su recuperación, se establecen los siguientes Principios Generales y Normas
Técnicas Básicas:
I. Principios Generales
a) Toda práctica agrícola deberá mantener o aumentar la productividad de los suelos;
para lo cual los sistemas de producción agropecuaria o de uso de la tierra tenderán a
evitar la erosión y la degradación de las propiedades físicas, químicas o biológicas
del suelo, atendiendo a la preservación o mejora de su calidad y de su productividad.
b) Se emplearán las prácticas agronómicas más adecuadas en función de los tipos de
suelos a cultivar, tendiendo a la reducción o eliminación del laboreo.
II. Normas Técnicas Básicas:
a) El laboreo, la siembra, la cosecha y demás procedimientos agrícolas se efectuarán
procurando no generar alteraciones en la superficie del terreno, que determinen
concentraciones del escurrimiento o la conducción no controlada de aguas
superficiales que puedan producir erosión.
b) Se evitarán las direcciones coincidentes con las pendientes del terreno en todas las
operaciones incluidas las terminaciones las que no podrán dejar surcos generadores
de erosión.
c) Toda desviación, concentración o vía de conducción de aguas debe estar
dimensionada de acuerdo a los coeficientes técnicos de escurrimiento y deben
mantenerse adecuadamente protegidas en toda su longitud de caudales erosivos.
d) Los desagües naturales permanecerán con la superficie adecuadamente empastada
para que se realice un escurrimiento no erosivo del agua.

201
e) El sistema de caminería interno con sus respectivos desagües, no deberá generar
focos de erosión.
f) Se aplicarán métodos de control apropiados en caso de presencia de cárcavas total o
parcial o potencialmente activas.
Algo a tener en cuenta: cuando hablamos de tierra y plantaciones lo estamos hablando
desde un punto de vista ganadero, como sabemos mucha ganadería se realiza en campos
naturales, pero también hay personas que plantan praderas y demás para que la ganadería
coma. O sea, no es solamente el que plante soja o azúcar, sino todos los que planten; todo
plantador tiene que tener en cuenta estas normas. Entonces, el primer principio es que toda
práctica agrícola deberá mantener o aumentar la productividad de los suelos, nunca
degradar.
El segundo principio alude al “laboreo”, que es lo que vemos en el campo cuando va un
tractor con un arado atrás que lo que hace es remover la tierra, y ese movimiento de tierra
no son solo los últimos 5 cm, son muchos cm para abajo; el problema es que el laboreo con
estas máquinas es muy profundo y va afectando los suelos, no es lo mismo un suelo que no
pueda sacudirse esa tierra o que se mueva un poquito, a que esto que la dan vuelta. Esa
tierra queda floja y queda perjudicada. Todos los productores tenían su forma de plantar,
pero muchas veces lo único que pensaban era en ganar más, entonces se vio que a largo
plazo muchas cosas estaban perjudicando la tierra, cosas que para los productores era
normal. La erosión sobre todo es pérdida de tierra, pero se vio que tenemos en conjunto
pérdida de calidad de la tierra y pérdida de la tierra mismo. La pérdida de calidad sobre
todo se da con la falta de rotación de cultivos.
DECRETO 405/08:
En este decreto del 2008 se establece cuales son las prácticas inadecuadas en materia de
manejo de suelos y aguas. Dispone en su artículo 1:
A los efectos de lo establecido en la normativa vigente, se consideran prácticas inadecuadas
en materia de manejo de suelos y aguas, y consecuentemente con ello sujetas a la aplicación
de las correspondientes sanciones, las siguientes acciones u omisiones:
A) Para los casos específicos de utilización de siembra directa:
1. Aplicación de herbicidas en los desagües naturales del terreno;
2. Aplicación de herbicidas fuera del área del cultivo, como caminos y franjas contra
los alambrados;
3. Aplicación de herbicidas en predios linderos y caminos o rutas de jurisdicción
departamental o nacional, en concordancia con la normativa vigente.
B) Para los casos de laboreo de la tierra:

1. Laboreo a favor de la pendiente, en caso de que la misma sea mayor al 1% (uno por
ciento);
2. Laboreo en cabeceras y remates;
3. Laboreo de desagües, concavidades y cárcavas;
4. Laboreo de cárcavas o surcos que no tengan como finalidad su recuperación.
C) Para todas las circunstancias:
1. Pasaje de maquinaria a favor de la pendiente, provocando huellado y micro relieves;

202
2. Dejar el suelo desnudo luego de la cosecha del cultivo, considerándose a estos efectos
como desnudo aquel suelo que presenta más de un 20% de la superficie plantada,
sin cobertura vegetal viva o muerta;
3. La no protección de áreas críticas que favorezcan la erosión;
4. La inadecuada conducción del escurrimiento superficial, desagües en suelos
desprotegidos y mal dimensionamiento de los desagües naturales;
5. El diseño inadecuado del sistema, incluyendo las áreas de evacuación, que provoque
daños erosivos en el predio y predios vecinos o áreas públicas, cuando se realicen
construcciones de estructuras de contención y conducción del escurrimiento
superficial, principalmente terrazas;
6. El inadecuado diseño y construcción de caminería interna que favorezca la
generación de procesos erosivos.
Sin perjuicio de lo dispuesto precedentemente, el suelo no debe ser utilizado de forma que
exceda su capacidad de resistencia a la degradación. En función de ello, será motivo suficiente
para la aplicación de las sanciones establecidas en la normativa vigente, el hecho de
constatarse erosión o degradación en los suelos.

Recordemos que determinadas prácticas iban a prohibirse, entonces en este decreto se


establecen de forma expresa. Acá hay que tener mucho en cuenta lo de los cercos, la
distancia entre los cercos y terrenos, etc. En todas las circunstancias, hay determinadas
cosas que no se puede hacer, si la tierra queda vacía y llueve, arrastra la tierra. La soja, por
ejemplo, es un cultivo que es muy limpio, cortas y no queda nada, ese suelo queda sin nada
y se arrastra. No es como otros cultivos que quedan las hojas por ejemplo y se va haciendo
un compost.
Después dispone que “sin perjuicio de lo dispuesto precedentemente…”, esa agua que
estamos hablando que arrastra, ¿a dónde va eso que arrastra del suelo? Acá tenemos otro
problema: la contaminación del agua, porque ese sedimento que se arrastra de la tierra va
para el agua (y no solo corre tierra, corre también los insecticidas que se pusieron en la
tierra en su momento, etc.).
fundamental este decreto porque nos estableció que dentro de un plazo de 180 días se
iba a entrar a ser exigible la presentación del plan de uso y manejo responsable de suelos
en el cual deberá exponerse el sistema de producción proyectado, teniendo en cuenta
prácticas de manejo, etc. Esto es lo principal. Esto fue en 2008, dieron 180 días pero el
Ministerio primero arrancó con un plan piloto con algunos productores, y fue aumentando
hasta el 2013 en donde comenzó a ser obligatorio.
PLAN DE USO Y MANEJO DE SUELO

El plan de uso y manejo de suelos se va a presentar antes de desarrollar. Esto va a ser


realizado por un ingeniero agrónomo habilitado, hay una lista de habilitados en todo el país
que son 500 en total. Estos ingenieros van a hacer un plan de lo que se va hacer en x cantidad
de años en un inmueble. Entonces, ese plan se presentará y en dicho plan se va a decir qué
cultivos voy a hacer, qué rotación voy a hacer, y lo importante es que se tiene que cumplir
este plan y se tiene que poner en los contratos que se va a cumplir.
El plan se presentará cuando haya más de 50 hectáreas. Cuando se hace la presentación
del plan el ingeniero tiene que presentar una cantidad de cosas y todo tiene que coincidir;
el ingeniero es responsable de este plan.

203
La ley 18.564 en su art. 1 primero dice que cuando se trate de incumplimiento de las
normas que regulan el uso de suelo y agua, podrán aplicarse las siguientes sanciones:
apercibimiento, sin perjuicio de los decomisos que correspondan. Multas: 10 mil ur,
suspensión de hasta un año de habilitaciones, permisos, etc. Y a esto, hay que
complementarlo con los arts. 303 y 304 de la ley 19.355, que nos dice que los planes van a
ser elaborados por ingenieros agrónomos acreditados ante el ministerio, dichos ingenieros
serán responsables por los datos ingresados. Luego, el art. 304 nos dice que el plan
presentado deberá ser cumplido aun cuando cambie la titularidad del predio o de la
explotación, al menos de que presente un plan. Si yo tengo un plan de acá a 2 años y arriendo
1 año, esa persona que arrienda, aunque lo haga con otro destino tiene que cumplirlo, o
presentar un plan nuevo.
Art. 303: Los planes de uso y manejo de suelos serán elaborados por ingenieros
agrónomos acreditados ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, quienes
presentarán los mismos bajo su firma. Dichos profesionales serán responsables de los datos
ingresados así como del contenido de los mismos, siendo aplicables las disposiciones de los
incisos tercero y cuarto del artículo 139 de la Ley N° 18.996, de 7 de noviembre de 2012.

Art. 304: El plan de uso y manejo de suelos presentado ante el Inciso 07 "Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca", unidad ejecutora 003 "Dirección de Recursos Naturales",
deberá ser cumplido, aun cuando cambie la titularidad del predio o la explotación, salvo que
se presente un nuevo plan en las condiciones establecidas en el numeral 9) del artículo 3°
del Decreto-Ley N° 15.239, de 23 de diciembre de 1981. La División Suelos y Aguas de dicha
unidad ejecutora brindará a solicitud de quien acredite fehacientemente el nuevo vínculo
jurídico con el predio, la información existente respecto a los planes presentados.
La cuestión es la tecnología, esta avanza a grandes pasos. Hoy en día es tan así que se
controla con drones, lo cual conlleva a un mayor control.
Este plan de uso describe a futuro lo que va a suceder en ese inmueble. Otra cosa a tener
en cuenta es que el ingeniero agrónomo debe realizar la cartografía del suelo, luego pone
las distintas tipografías, luego agrupará esas unidades por capacidad de uso similar, luego
de que tiene elaborada esa parte de cómo son los suelos va a decir cómo son las rotaciones,
qué pérdidas pueden ocurrir, qué erosiones, etc. Esto implica una responsabilidad del
agrónomo, y el propietario será responsable solidariamente de que sea presentado el plan
y de que se cumpla.
¿CÓMO PRESENTO EL PLAN? Va a ser por unidad de producción. Por cada unidad de
producción que yo tenga voy a tener que presentar un plan.
RESPONSABILIDAD DE LOS PROPIETARIOS ARRENDADORES FRENTE A LA
ADMINISTRACIÓN POR LOS ACTOS DE LOS ARRENDADORES EN MATERIA DE
CONSERVACION DE SUELOS
Artículo de Saavedra.
La conservación de los suelos y los contratos agrarios: una antigua y renovada
preocupación:

La sanción de la Ley 18.564 del 11/09/2009 referente a los contratos agrarios con
relación al suelo ha generado inquietudes en los operadores del sector agropecuario
nacional, y se estima que en el futuro esta ley deberá tenerse muy presente.

204
Jurídicamente se trata de un tema conocido, de la preocupación por el debido cuidado
del suelo en las prácticas culturales seguidas por el arrendatario, quien solamente tiene un
derecho transitorio y temporal de uso y goce del inmueble, lo cual conlleva la legítima
sospecha de que por esta razón puede llegar a hacer un uso irresponsable del recurso
natural suelo que se ha puesto a su disposición.
El arrendamiento consiste en la presunción a cargo del arrendador, en otorgar el uso y
goce de un predio destinado a la explotación agropecuaria, estableciéndose a cargo del
arrendatario un sinnúmero de obligaciones, por lo que resulta lógico y hasta humano que
este haga uso y goce de ese predio en la mayor medida posible, buscando la obtención del
mayor provecho, aunque este se traduzca en una sensible disminución de la capacidad
productiva de los suelos, cuyo deterioro recaería sobre el propietario del predio una vez
finalizado el contrato.
En estas circunstancias, el Estado puede y debe establecer normas que conduzcan
efectivamente a la preservación del suelo, prohibiendo la explotación irracional que origine
su erosión, degradación o agotamiento quienquiera que sea el titular de la empresa
(propietario, arrendatario, aparcero) que la realice. Tales normas en consideración al bien
que se tutela deben necesariamente prevalecer sobre los intereses meramente privados,
muchas veces orientados a obtener la mayor renta posible del predio en el menor tiempo.
La legislación uruguaya en materia de arrendamientos y aparcerías rurales ha tomado
nota de estas circunstancias, haciendo relevante jurídicamente la conducta del arrendatario
o aparcero tomador en relación a la conservación del predio arrendado. Por ejemplo, ha
establecido como causal específica de rescisión del contrato el incumplimiento de las
normas de conservación de los suelos disponiendo que el “incumplimiento del
arrendatario, subarrendatario, aparcero o subaparcero a las referidas obligaciones, será
causal de rescisión del respectivo contrato” (art 6 de la Ley 16.223). Pero la preocupación por
la conservación de los suelos se proyecta desde otros ángulos en el régimen de los contratos
agrarios, en aspectos tales como la ilicitud del objeto, la imposibilidad superviniente de las
prestaciones, los vicios en el consentimiento, etc. En su momento, la conducta del
arrendatario en relación al cuidado de los suelos ha sido tomado por la jurisprudencia para
fijar la renta de los procesos de revisión.
Sin embargo, la Ley 18.564 refiere a un fenómeno diverso en relación a la conservación
de los suelos en situación de arrendamiento, ya que alude a la responsabilidad del
propietario del predio (arrendador) frente a la ADMINISTRACIÓN por las obligaciones
resultantes de las sanciones (multas) que se impongan por el incumplimiento de las normas
de conservación de suelos.
Responsabilidad solidaria del propietario por los hechos del arrendatario en materia de
conservación de suelos:

• La responsabilidad del arrendatario por la conservación de los suelos.

Primeramente, debemos tener en cuenta que en los contratos de arrendamiento rural y


aparcerías el arrendador cede el uso y goce del predio al arrendatario para que este realice
una explotación agropecuaria. En ese contexto, queda claro que se desprende del
arrendador la tenencia material del bien dado en arrendamiento o aparcería, pasando la
titularidad de dicha tenencia del predio y su gestión productiva exclusivamente al
arrendatario. Por ende, será el arrendatario el responsable a título personal del buen o mal
uso del suelo.

205
En este sentido, el Decreto – Ley 15.239 del 23/12/1981 en su artículo 2 inciso 3º (en su
redacción dada por la ley 18.564) dispone “los titulares de explotaciones agropecuarias,
cualquiera será su vinculación jurídica con el inmueble que les sirve de asiento, o tenedores de
tierras a cualquier título, quedan obligados a aplicar las técnicas que señale el MGAP para
evitar la erosión y la degradación del suelo o lograr su recuperación y asegurar la
conservación de las aguas pluviales”; por lo que no cabe duda de que el arrendatario como
gestor del predio que arrienda, es el primer responsable frente a la Administración por los
incumplimientos en que incurriera en el cumplimiento de las normas de conservación de
los suelos.

• La responsabilidad del propietario.


La ley 18.564 impone como novedad la responsabilidad SOLIDARIA del propietario del
predio frente a las sanciones que disponga la Administración por incumplimiento de las
normas técnicas básicas de conservación de suelos, aun cuando la explotación sea realizada
por un tercero. La norma se basa en la tendencia de extender la responsabilidad del
propietario respecto a las vicisitudes del inmueble del que es titular. En este sentido,
conviene recordar que la ley 18.308 de Ordenamiento Territorial dispone en su artículo 37
literal C, que constituye deber de los propietarios de inmuebles cumplir “las normas sobre
protección del ambiente, los recursos naturales y el patrimonio natural, absteniéndose de
cualquier actividad perjudicial para los mismos” y de “resguardar el inmueble frente al uso
productivo de riesgo o la ocupación del suelo con fines habitacionales en zonas de riesgo”.

• Ámbito de aplicación de la norma.


Dicho precepto legal debe aplicarse con independencia de la relación que tenga quien
realiza la explotación agropecuaria respecto al predio en cuestión: siempre y en todos los
casos resultará responsable por las sanciones que aplica la Administración por el
incumplimiento a las normas de conservación de los suelos. Quedan comprendidos en la
previsión los arrendamientos y aparcerías rurales incluidos en la legislación especial en la
materia, en que el arrendatario o aparcero tomador realiza explotación agropecuaria. La
norma también alcanza aquellas situaciones contractuales en que media la cesión del uso y
goce de un predio rural, pero se encuentran excluidas de la aplicación de la legislación
especial en materia de arrendamientos rurales, como los contratos accidentales por una
cosecha, los contratos de pastoreo impropio o atípico, etc. Alcanza también el carácter
general de la norma, al Instituto Nacional de Colonización, respecto de los predios dados en
colonización.

• Naturaleza y fundamento de la responsabilidad. La acción de regreso.


Corresponde preguntarse a que titulo responde el propietario frente a la Administración
por el incumplimiento de las normas de conservación de suelo en situaciones de
arrendamiento o aparcería rural. Se trata de una responsabilidad por hecho ajeno, mediante
la cual el propietario responde frente a la Administración por el pago de multas que se le
impongan por el incumplimiento en las obligaciones de conservación del suelo por parte del
arrendatario; de igual modo que se responde por el hecho del dependiente, o de la
responsabilidad que corresponde a los padres por los hechos de sus hijos que están bajo la
patria potestad.
Esta conclusión se desprende de lo dispuesto en el art. 3º de la Ley 18.564, ya que la
misma establece la posibilidad de prever una garantía a efectos de que puedan cubrir las
multas por el incumplimiento a las normas de conservación del suelo. ¿Qué sentido tiene la
constitución de una garantía en este caso si no es para garantizar el reembolso de lo que se

206
ha abonado por cuenta del arrendatario? Si concluimos que se trata de una responsabilidad
ajena, se admite que el arrendador tenga acción de regreso por las multas abonadas.

La conducta del propietario como elemento para graduar su responsabilidad.


Una segunda disposición en relación a la responsabilidad del propietario por multas, es
la que establece que se tomara en consideración la conducta del propietario a efectos de
graduar su responsabilidad (art 2 literal A de la ley 18.564). Este artículo plantea varias
cuestiones, en primer término se dispone que esta conducta debe ser apreciada en relación
al control que hubiera efectuado en cuanto al manejo de suelo y agua, por lo que no se
tendrán en cuenta las conductas respecto de otras cuestiones.
En segundo lugar, el mencionado art dispone también que la conducta seguida por el
propietario no constituye una facultad para la Administración a la hora de graduar la multa,
sino un imperativo, ya que la ley establece que “se tendrá en cuenta” y no que se podría
llegar a tener en cuenta.
En tercer lugar, establece que esta disposición solo es aplicable al propietario, no
beneficia al arrendatario ni puede ser invocado por este. En cuarto lugar, puede plantearse
que la conducta particular debe seguir el propietario a efectos de invocar a referida
exoneración de responsabilidad. Se trata en todo casi de comportamientos que supongan
una actitud vigilante y celosa del cuidado del suelo. Que se podrán manifestar en la inserción
de cláusulas contractuales tendientes a la conservación de los suelos que pongan de
manifiesto esa preocupación. Como por ejemplo, la que prevea la necesidad de cuidar el
suelo preservándolo de erosiones y degradaciones y el cumplimiento de las normas que fije
el MGAP.
Pero la precisa valoración de la responsabilidad del propietario debería apreciarse
particularmente de la conducta seguida durante la vigilancia y la ejecución del contrato, mas
que al momento de su celebración. Por ejemplo, mediante la realización de inspecciones
judiciales o denuncias ante el ministerio. Estas actuaciones permiten evaluar si la conducta
del propietario ha sido cuidadosa y diligente.
La garantía patrimonial por eventuales sanciones al propietario.
La ley prevé la posibilidad de que las partes en el contrato de arrendamiento convengan
una garantía a efectos de cubrir una eventual multa por el mal manejo del suelo y agua,
consistente en el deposito de una suma de dinero en el BROU (art 3 de la ley).
Sin embargo esta disposición no establece la obligación de constituir garantía alguna,
sino que simplemente dispone que las partes “podrán establecer”, por lo que estamos frente
a una facultad y no una norma imperativa. Tampoco parece prohibir la posibilidad de
establecer otro tipo de garantías que no sean la mencionada en el texto legal.

Algunas previsiones a ser adoptadas a la hora de redactar los contratos agrarios.


La ley exige que el propietario a efectos de exonerarlo de la responsabilidad solidaria,
que haga seguido una conducta de control, que no se agota con la inclusión de cláusulas
genéricas en el contrato (son las que mencionamos anteriormente, denuncias e
inspecciones). Reclama del arrendador conducta positiva, por lo que parece pertinente y
aconsejable la inclusión de clausulas que permitan la visita al inmueble del arrendador, por
ejemplo.
Consideraciones de clase:

207
Si la ley me establece una solidaridad del propietario, por decreto no se puede aumentar
la responsabilidad. Según el rango, jerarquía, las obligaciones deben ser impuestas por ley
(para la agricultura se requiere ley), por tanto, debemos destacar que esta responsabilidad
fue impuesta por decreto para hacerlo rápido. Entonces, lo que tenemos que aplicar cuando
se nos imponen nuevas obligaciones por decreto, es LA LEY. Si me dice que el propietario es
solidaridad, busco solidaridad en el código civil, aplico el concepto y ya hay algo que no me
funciona.
Primero dice que el tenedor es el obligado, y además impone la solidaridad al propietario.
Está extendiendo la obligación al propietario. En este caso, la Administración puede elegir
quién es responsable in totum de la multa (si aplicamos los criterios de la solidaridad).

¿Y qué dice dentro de la ley que choca con este concepto de solidaridad? Hubiera sido
perfecto que la ley prevea una obligación subsidiaria, pero no fue así, previó una solidaridad.
¿Qué es lo que no va con la solidaridad? En el CC. se establece que puedo reclamarle el total
de la deuda a cualquiera de los deudores, entonces ¿cómo voy a ir a uno pedirle el cincuenta
por ciento y después ir al otro y pedirle el resto? Esto último que prevé la ley choca con el
concepto general de solidaridad.
Cuando yo lea la ley me tiene que chocar el tema de que dice que es solidario y luego me
dice que gradúa su pena; entonces evidentemente el concepto de solidaridad en el legislador
se lo comió, se equivocó porque o soy solidario o soy subsidiario, o respondo por el todo no
importa lo que haga (responsabilidad objetiva y nadie me gradúa nada) o hago una
responsabilidad subsidiaria y allí sí puedo tomar en cuenta la actuación del ajeno a la
explotación. La ley me dice que igualmente voy a responder, pero que tengo que hacer
ciertas cosas para graduar la pena, porque de allí se podría responder que el primer
obligado es el tenedor del campo a cualquier título. En este sentido, lo que nos general
conflicto es que utilizaron el término solidario, cuando en realidad debería ser subsidiario.
¿Cuánto va a ser el monto de la multa? ¿Es un monto fijo para poder establecerlo en el
contrato? En realidad, es variable, no es fijo, por lo que no se puede establecer de antemano
en el contrato, todo dependerá de lo que se incumple. La multa puede ir de 10 a 10 mil UR,
lo máximo que puede pagar por multa son 300 mil dólares aprox.; por eso es inviable que
se le pida al tenedor o al propietario que deje esa cantidad de plata en el banco ya desde que
hace el contrato, además de que seguramente no tenga esa plata.
La Administración está interviniendo a través de normas técnicas, puestas por los del
Ministerio, para sancionar las conductas que contaminen o perjudiquen recursos como la
tierra. Acá se configuran 2 hechos: hecho técnico, y hecho político (el Estado controlando la
actividad porque le dice ojo propietario porque vos podés plantar y hacer lo que quieras,
pero yo vengo en nombre de la sociedad y no quiero que la contamines a la tierra, entonces
cuídala o te sanciono). Y no importa que hayas dado el uso y goce del recurso, tienen que
seguir siendo guardián de ello.

¿Cómo toma en cuenta la conducta la Administración? Esto es discrecional. Si algo es


discrecional es la valoración de la culpa, dependerá de la persona que esté en la
Administración.
En realidad, siempre el primer responsable debe ser el tenedor, y el subsidiario (si no le
puedo cobrar al tenedor, si se fundió, si se fue, etc.) es el propietario. Pero en realidad, esta
ley cortita tiene muchos problemas jurídicos: la aplicación del concepto de solidaridad que
no está resuelto, el tema de la variabilidad de la multa, y la dificultad en la imposición de
esta garantía (que hubiera sido bárbaro porque hacíamos como establece la Ley 14.219 para

208
los arrendamientos urbanos, pero no funciona así en el sector rural). Esta es una garantía
de origen agrario, pero ya vimos la dificultad en la aplicación.

Acá el hecho político es diferente porque acá en esto que estamos hablando, en realidad
cuando entra a jugar este derecho de tercera generación, soy el dueño y pongo cómo se
explota, pero después de que dispongo, me hago de la función económica de ese recurso, de
su funcionamiento, hay un límite y ese límite es el art. 5: la tierra es de todos y usted la debe
cuidar. Y en base a este hecho político es que se sancionó esta ley. Acá hay una razón de ser,
pero en ese afán de imponerle la obligación al propietario, se olvidaron de algún concepto
jurídico que si lo hubieran armonizado a la ley con el código civil, hubiera salido mejor; esto
sí es política partidaria según la profesora.

Cuando la Administración no les gradúe la pena si son propietarios, deberán ir al TCA


porque la ley impone el “tendrá” que releva Saavedra, y ese término tiene una fuerza;
entonces cuando la Administración no lo releve, argumentando podrán llegar a la anulación
del TCA (pasan años y años de esto pero se puede). La ley está mal hecha, mal redactada,
confunde conceptos. SOLIDARIDAD DEL PROPIETARIO ES LO QUE TENEMOS QUE
ENTENDER. Tengamos en cuenta que la ley esta primero, la doctrina es una fuente material,
pero es una fuente indirecta del derecho PARA LLENAR LOS VACIOS LEGALES.
FLORA: RECURSOS ARBÓLEOS
Un importante componente de la biodiversidad es la flora silvestre. Nuestro país cuenta
con una vegetación herbácea y una vegetación arbórea, autóctonas, de las cuales solo ciertas
especies arbóreas se encuentran tuteladas de forma directa y expresa por la ley nacional
(los palmares y el monte indígena referidos en la ley forestal N°15.939, especies sobre las
cuales se prohíbe su tala, salvo en circunstancias determinadas). Por su parte, los bañados
y pajonales, que forman parte de la vegetación herbácea, pueden encontrarse tutelados sólo
en ciertas zonas comprendidas por nuestro país, bajo el Tratado de Ramsar (Ley N°15.337),
o en el caso de que resulten integradas al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Uruguay siempre ha sido un país ganadero que ha ido cambiando de a poco las
actividades a las cuales se dedica, sobre todo actividades rurales, actividades agrarias.
Antes, los recursos arbóreos no se tenían en cuenta, no era una actividad principal (como sí
lo fue siempre la ganadería). Entonces, de a poco se empezó a realizar, además de los
bosques nativos, bosques artificiales; esto fue un proceso que fue dándose de manera
progresiva y lenta.

La primera ley que intentó incentivar a la gente a plantar árboles fue la Ley N°13.273 del
1968. Con dicha ley se pretendió incentivar la forestación, la silvicultura (se le llama así a
todo el proceso de plantación de árboles). Hasta aquí puede decirse que fue una primera
etapa, pero luego comenzó otra etapa, con la Ley N°15.393 (la ley forestal que actualmente
está vigente). Siempre pretendiendo incentivar la forestación.
¿Por qué en un principio se comenzó a incentivar la forestación? Como vimos, se creó el
Índice CONEAT que tiene en cuenta la lana y la carne; cuando se comenzó con este análisis
de los suelos uruguayos, se observó que había suelos que no se podían aprovechar para lana
y carne, ni para algunos tipos de cultivos, entonces se consideró que la mejor opción era
incentivar que en esos suelos (áreas forestales) en donde no es productivo para la ganadería
ni tampoco para determinados tipos de agricultura, se incentive la plantación de árboles. De
allí que comenzaron estas leyes, las cuales fueron de incentivo para llevar a cabo esa idea;
mediante dichas normas se exoneraba de ciertos tributos a los que llevaran a cabo la
plantación de cierto tipo de árboles, de manera de incentivar justamente su plantación;

209
también se incentivo mediante la autorización de préstamos para que se comenzaran a dar
las forestaciones de distintos tipos de árboles en dichos suelos.

¿Por qué el incentivo de plantar árboles en esos suelos y no hacer otra cosa? En verdad
es un tema de política legislativa; en su momento el Gobierno tomó dicha decisión, pero
podría haber tomado otra. Asimismo, la forestación brinda varios beneficios, tales como
ayudar a seguir con ganadería, ya que brinda sombra, protege del viento, etc.

Hoy en día, la regulación de estos recursos se encuentra dispersa en el Código Civil, el


Código Rural y la Ley Forestal recién mencionada, sin perjuicio de ciertas disposiciones
contenidas en la legislación ambiental. El alcance de dichas normas no es el mismo y para
delimitarlo conviene distinguir entre la disciplina general del “arbolado”, y la particular de
los “bosques” y la que corresponde a los terrenos forestales.
El recurso arbóreo es parte de la flora que podemos encontrar en un establecimiento
rural. Por recursos arbóreos han de entenderse no sólo los bosques, sino también los
productos de los mismos, sean leñosos o no (por ejemplo, resinas, cortezas, semillas y otros
frutos), los terrenos forestales y en general a todas las especies vegetales arbóreas de
cualquier índole, sean naturales, inducidas o cultivadas.
El primer aspecto a tener presente es que el centro de la disciplina de estos recursos lo
constituye, ante todo, el arbolado y no el bosque. Este último simplemente es la modalidad
más importante dentro del recurso arbóreo (pero no es el único, es decir, no sólo se
constituye por bosques, sino también por vegetales arbóreos de otra índole).

El segundo punto a delimitar es que el arbolado, cualquiera sea su modalidad, forma todo
un mismo bien o cosa con el suelo o fundo al que se encuentra adherido y con el que se
identifica plenamente (sin perjuicio de que la legislación forestal regula al boque como si
fuera objeto de interés independiente).
Lo que debe tenerse presente es que la ley forestal no modificó los postulados básicos de
nuestro Código Civil en materia de bienes y en materia de la propiedad de las cosas: los
árboles son inmuebles por adhesión y lo son también los frutos pendientes de las
mismas plantas o árboles, en cuanto siguen el fundo en todos los cambios de dominio
(art. 464 del CC). Por tanto, el arbolado de cualquier naturaleza enraizado en el suelo, es
parte del fundo; recién cuando se corta o cosecha (si corresponde a su naturaleza arbórea),
se incorpora un nuevo bien en el patrimonio de su propietario (que será quien tenga
legítimamente el derecho de goce sobre el inmueble al momento del corte, numeral 1 del
art. 486 del CC, y se encuentre además facultado para hacerlo), y que en todo caso no será
propietario del bosque sino de la madera del mismo. Esto último lo aclaramos porque no
debe confundirse la accesión como cualidad o atributo de la propiedad inmueble (art. 486
del CC; que permite la propiedad del bosque), de la accesión como un modo de adquirir el
dominio (art. 731 y siguientes del CC; que permite la propiedad de la madera).
Entonces, cuando hablamos de una compraventa de bosques, ¿de qué estamos hablando?
El bosque es parte del inmueble porque tiene raíces en él, pero entonces si enajeno sólo el
bosque, ¿cómo hago su entrega si tiene sus raíces en el inmueble y es parte de este?
Cortándolo. Y al momento en que lo corto deja de ser bosque y pasa a ser madera. Es bosque
siempre que esté adherido al suelo y en ese caso será parte del inmueble por accesión; por
lo que el término “compraventa de bosque” está mal dicho, en tanto bosque es sólo cuando
esté adherido al suelo y si yo vendo o compro solamente los árboles entonces no es un
bosque porque para ello lo tengo que cortar, pasa a ser madera.

210
Las diferentes modalidades del arbolado:

Desde el punto de vista legal, el arbolado admite diversas modalidades. En lo que refiere
específicamente al establecimiento rural, una de las más importantes es la que emana del
art. 39 de la Ley N°15.393, que distingue entre arbolado natural y arbolado artificial.
El arbolado natural es el que crece sin haber sido sembrado, cuyas principales
modalidades lo constituyen el monte indígena y los palmares naturales (arts. 24 y 25 de la
ley forestal recién mencionada). Por su parte, en lo que refiere al arbolado artificial o
arboricultura, cabe distinguir tres tipos: la forestal, la frutal y la ornamental. Esta
clasificación no es contemplada directamente en la ley, pero es de suma importancia para
comprender el régimen forestal.
Las diferentes funciones del arbolado y la distinción de su régimen jurídico:
Cuando tengo un establecimiento rural y decido plantar, ¿para qué lo hago? ¿cuál es la
función de esos árboles? Las funciones que pueden llegar a cumplir los árboles son
múltiples: pueden dar protección para varias situaciones, como por ejemplo protección
contra el viento (cuando veo una fila de árboles generalmente el dueño los hizo con la
intención de proteger del viento a sus otros cultivos), protección de animales (planto
árboles para que se pongan allí en la sombra, o se cubran del viento, de tormentas, etc.).
Protección desde un punto de vista ambiental es lo que otorgan muchas veces los árboles.
También pueden haber tipos de árboles que no cumplan estas funciones, sino que sean por
ejemplo, árboles frutales.

En otras palabras, el arbolado puede cumplir funciones diversas reconocidas por la


legislación. Las más importantes son las de:
a. Producción.
b. Protección.
c. Ornamento.
d. Frutal.
e. Ambiental.
En todo caso se trata de funciones primordiales o principales, pues en general un bosque
de protección genera materia leñosa y al final del tiempo útil se corta; o un bosque de
producción puede cumplir funciones protectoras y ambientales, etc.
En un primer plano, el arbolado admite por lo menos 2 ámbitos jurídicos de
consideración: como productos de un giro o actividad que se realiza en el mismo
(silvicultura) o, como simples componentes de la flora (natural o artificial) de su estructura.

En el primer caso (silvicultura), los árboles pueden someterse a un estatuto particular,


considerados como frutos del establecimiento (la producción forestal) y de ello se ocupa
preferentemente la ley forestal. En el segundo caso, constituyen mejoras (de las que se
ocupa preferentemente el Código Civil) o bien accesiones naturales (de las que además se
ocupa la ley forestal y la legislación que protege la biodiversidad y las áreas naturales), que
se integran estructuralmente al fundo.
Por más de que en todos los casos estén adheridos al suelo y formen parte del mismo, y
si bien bajo cualquiera de estos aspectos los árboles son partes no esenciales del
establecimiento, responde a las diferentes funciones que los árboles pueden cumplir en un
establecimiento rural, lo que es de suma trascendencia práctica.
a. Los árboles como fruto (maderero):

211
El cultivo de los árboles puede responder a razones productivas. En este sentido, deben
ser considerados como frutos en sí mismos, que entonces pueden ser objeto de interés como
bienes independientes y pueden conferirse derechos a terceros sobre ellos bajo el régimen
de los bienes muebles para cuando sean cosechados (art. 466 del CC).
El arbolado como fruto es aquel que tiene utilidad autónoma a la del fundo, respondiendo
a un propósito agro industrial y directamente económico. En este caso, el establecimiento
rural opera como un factor de producción o instrumento para obtener el producto
(madera), que es el verdadero objeto de interés.

Configura una modalidad de actividad agraria denominada “silvicultura”, caracterizada


por la producción de maderas y en principalmente de materia leñosa. Es el caso, por
ejemplo, de los bosques calificados como de “rendimiento” (literal B del art. 8 de la Ley
forestal N°15.393). Es una actividad agraria porque cumple con todos los requisitos: estoy
interviniendo en el ciclo biológico de los árboles, yo persona, yo productor, y lo hago con un
fin económico porque pienso vender la madera.
b. El arbolado como mejora:
El arbolado puede cumplir también otra función: como mejora del establecimiento rural.
En este caso, su cultivo tiene el propósito de contribuir a la utilidad de la estructura del
fundo y del ambiente, lo que significa que no es objeto de interés distinto al del
establecimiento rural. El propósito acá es contribuir a la estructura del ambiente, a la
estructura de mi establecimiento.

¿Cómo contribuyo con esto para la estructura del fundo o del ambiente de mi
establecimiento? Es ampliamente conocida la función protectora del arbolado sobre los
demás recursos naturales, como el suelo y las aguas, impidiendo los arrastres y mitigando
la acción de los torrentes de agua; sin perjuicio de servir también de reparo a los animales
y de los vientos, etc.
En este sentido, uno de los ejemplos más salientes del arbolado como mejora son los
denominados “bosques protectores” definidos en el art. 8 de la ley forestal. Los árboles
frutales son también un ejemplo de este tipo de arbolado, como las plantaciones citrícolas o
de viñas (tengo un limonero o un naranjero). Los bosques con fines ornamentales también
son un gran ejemplo: lo planto porque queda precioso en mi establecimiento, lo pongo ahí
porque queda lindo.
La mejora, al igual que el fruto (madera), es obra del cultivo; hay un obrar humano. Su
propósito es acrecer de manera más o menos estable y extraordinaria -dijera Carroza- el
valor del fundo, o al menos su utilidad. En estos casos, a diferencia del arbolado como fruto
(maderero), el establecimiento rural no opera como un factor de producción, sino como
destinatario y beneficiario del cultivo.
c. El arbolado como accesión natural:
El arbolado en un establecimiento rural también puede ser consecuencia de una accesión
natural.
A diferencia de los dos últimos casos, esto es obra de una accesión natural.
Desde el punto de vista estructural, señala Carrozza, tiene idéntica esencia que una
mejora y se une indisolublemente y forma todo una con el fundo. Se diferencia en que la
accesión es siempre obra de la naturaleza, y la mejora del obrar humano. Es el caso por
ejemplo del monte indígena, o los palmares (arts. 24 y 25 de la ley forestal). La ley no los

212
define pero cabe entender por tales, las asociaciones arbóreas constituidas por especie de
flora nativa o exótica, que permanecen sometidos a un régimen especial de protección y
sobre los que no se puede disponer, salvo autorización expresa de la ley o de la autoridad
de control.
Forman un todo con el inmueble, son parte del fundo, forman un todo.

Estos tres tipos de arbolados tienen diferentes regímenes jurídicos.


Los árboles, según sean frutos, mejores o accesiones naturales reciben disciplinas
jurídicas diferentes. Cabe destacar que esta distinción recién procedió a partir de la vigencia
de la ley forestal y de las normas de protección ambiental, pues no tenía mayor lugar en el
Código Civil, el que ignora a la silvicultura como una modalidad de actividad agraria y el
ambiente como objeto de tutela jurídica.
En este sentido, como ya hemos dicho, el Código Civil se afilia al principio de que los
árboles no son frutos, sino que integran el bien principal. Varias son las disposiciones del
CC que constituyen ejemplo de que este último considera a los árboles como parte de la
estructura del fundo y desde la óptica de la delimitación de su propiedad.
En cambio, la ley forestal introduce la regulación del bosque como efecto del cultivo,
clasificándolos según sus funciones y otorgando beneficios o derechos especiales,
imponiendo también deberes positivos a sus dueños, configuran así un verdadero régimen
estatutario. En este sentido, se da lugar también al establecimiento forestal, y en todo caso,
al régimen de la forestación (ignorado por el CC). También protege las especies nativas y
silvestres como un fenómeno de accesión natural.
El régimen particular de los bosques:
Los bosques constituyen la modalidad más trascendente de los recursos forestales y
cuenta con una legislación particular.

El concepto de bosque no es uniforme en la doctrina y legislación comparada. En la Ley


forestal N°15.939 del año 1987, en el art. 4 se define al bosque como “…las asociaciones
vegetales en las que predomina el arbolado de cualquier tamaño, explotado o no y que están
en condiciones de producir maderas u otros productos forestales o de ejercer alguna influencia
en la conservación del suelo, en el régimen hidrológico o en el clima, o que proporcionen
abrigos u otros beneficios de interés general”.
Esta definición es muy amplia, ya que admite como bosques a cualquier asociación
arbórea aunque no sea maderera, con tal que pueda tener influencia positiva respecto de
otros recursos naturales, el clima o cualquier otro beneficio de interés general. Sin embargo,
la reglamentación forestal se encargó luego de limitar el concepto de bosque, excluyendo de
su concepto:
a. A las asociaciones vegetales que ocupan una superficie menor a 2.500 metros
cuadrados (art. 1 del Decreto 452/88) y,
b. A los montes frutales (art. 1 del Decreto 247/89). A los citrícolas, se le extienden
ciertos beneficios de ellos (art. 2 B del Decreto recién mencionado), sin que por tal
razón sean considerados bosques. Esta exclusión limita entonces los bosques, a los
madereros que son los estrictamente forestales.
El hecho de que el bosque se defina legalmente como asociación -y no como formación-
de vegetales es correcta, pues indica que es una unidad de hecho integrada por individuos

213
de la misma especie vegetal, referida en el caso a una naturaleza arbórea. Un cultivo de maíz
también es una asociación vegetal de la misma especie, pero no es arbórea, y por tanto, a
nadie se le ocurre decir que es un bosque.

Ahora bien, cuando la ley define al bosque como asociación de vegetales, omite
mencionar un elemento esencial de su conformación: la tierra o suelo. Porque a pesar que
la ley no lo diga, no hay bosque sin tierra; por ejemplo, un vivero, el cual prescinde del suelo,
no puede concebirse como árbol o monte. Es en torno a la tierra y debido a ella que se
predispone y determina la existencia de una “asociación vegetal”. Por tanto, la tierra o suelo
es un elemento imprescindible de la existencia de un bosque. Sin embargo, la ley forestal
uruguaya (a diferencia de la primera ley forestal existente en nuestro país) prescinde de tan
importante componente.
Lo que sí establece la ley es una clasificación de los bosques. Esta clasificación es según
el propietario del bosque: pueden ser de propiedad de particulares, o de propiedad del
Estado (y en este último ámbito se consagra y tutela el Patrimonio Forestal del Estado, y se
reconoce la existencia de los Parques Nacionales). Cabe destacar que en Uruguay no
tenemos muchos Parques Nacionales, la mayoría de los bosques están en manos de
particulares.
Esta es una de las clasificaciones que proporciona la ley. Luego, desde el punto de vista
de la estructura del establecimiento rural y atendiendo a las funciones que vienen de
mencionarse, los bosques particulares se clasifican en protectores, de rendimiento, y
generales.
Son bosques protectores, dispone la ley “…cuando tengan fundamentalmente el fin de
conservar el suelo, el agua y otros recursos naturales renovables”. De acuerdo al Decreto
reglamentario N°452/88, sólo pueden ser declarados tales los existentes en ciertas zonas
del país. En este sentido, debe cumplir con la función de preservar los recursos naturales
renovables, y además que se encuentre ubicado en ciertos lugares forestales establecidos
por el decreto mencionado.
Son bosques de rendimiento “…cuando tengan por fin principal la producción de materias
leñosas, aleñosas y resulten de especial interés nacional por su ubicación o por la clase de
madera u otros productos forestales que de ellos puedan obtenerse”. De acuerdo al Decreto
reglamentario N°452/88 es necesaria además, que las especies forestales cultivadas
resulten de especial interés nacional por su ubicación, por la clase de madera u otros
productos forestales y ocupen una superficie no menor a 10 hectáreas. Vemos que al igual
que en los bosques protectores, aquí también es importante la ubicación; hay zonas que
están reservadas para estos tipos de bosques. Además, importa su extensión (no puede ser
menor a 10 hectáreas).

Por último, son bosques generales “…cuando no tenga las características de protectores
ni de rendimiento”. Aunque también cabe considerar que son Generales aquellos bosques
que teniendo dichas características, no han sido calificados como tales por la Dirección
Forestal (recordemos que cuando yo tengo un bosque tengo que pedir que me lo
determinen en alguna de estas clasificaciones, y de mientras que hacen la determinación mi
bosque se regirá por el régimen de los bosques generales).
Esta clasificación tiene trascendencia en materia crediticia y tributaria, pues conforme a
su condición resultan los distintos beneficios que legalmente pueden adjudicárseles (arts.
39 y siguientes, y art. 44 y siguientes). Pero para que ello suceda, es necesario que los
bosques sean clasificados en su calidad de “protector” o de “rendimiento” según

214
corresponda, por la Dirección Forestal de la Dirección de Recursos Naturales Renovables
del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.

Aquí entra en juego el art. 49 de la Ley forestal N°15.939: “Para gozar de los beneficios
tributarios y de financiamiento establecidos en este título, los interesados deberán presentar
un plan de manejo y ordenación para las labores de explotación y regeneración de bosques.
Dicho plan deberá ser aprobado por la Dirección Forestal, la que deberá requerir que sea
acompañado por la firma de ingeniero agrónomo, técnico o experto forestal de la Escuela de
Silvicultura del Consejo de Educación Técnico-Profesional”.

¿Por qué “gozar de beneficios tributarios y de financiamiento? Recordemos que cuando


yo tengo un bosque tengo derecho a financiamientos especiales; pero para ello debo pedir
que me clasifiquen el bosque, y esa solicitud de clasificación debe ir acompañada de un
Proyecto Forestal que contenga un plan de manejo y ordenación de las labores de
explotación y regeneración del bosque, que incluye el de los suelos y aguas (pluviales),
avalado por un profesional en la materia (ingeniero agrónomo forestal, técnico o experto
forestal) y que debe ser aprobado por la Oficina forestal.
Si la superficie forestal a cultivar fuere superior a 100 hectáreas -con excepción de la
destinada a los bosques de rendimiento- se requiere además una Autorización Ambiental
Previa, de la Dirección de Medio Ambiente del Ministerio de Vivienda y de Ordenamiento
Territorial, que implica un estudio de evaluación ambiental que acredite que el cultivo
carece de impacto negativo. En caso de que se cumplan con los requisitos, se procede a la
calificación y son entonces inscriptos como tales en el Registro Forestal a cargo de la
referida de la Dirección Forestal.
Cuando estudiamos el tema de establecimiento rural vimos que estos no requieren de
autorización alguna para su funcionamiento, pero acá encontramos una excepción: si es una
superficie forestal a cultivar superior a 100 hectáreas. En este caso, requiero una
autorización del DMA, presentar el plan de uso y manejo y además una autorización de la
Intendencia.
Ahora bien, calificado el bosque según su categoría, queda sometido a un régimen de
fomento y tutela especial que tiene en cuenta el plan de manejo aprobado.
Los bosques de “protección” no pueden ser destruidos, ni expropiados por el Instituto de
N. de Colonización. Se considera destrucción -art. 22 de la ley forestal- cualquier operación
que no se ajuste al Plan mencionado y que atente contra el desarrollo o permanencia del
bosque, sea o no intencional. El corte de estos árboles sólo puede efectuarse previa
autorización y con las cautelas que indique la Dirección Forestal en cada caso. La violación
de este precepto no sólo provoca el cese inmediato de los beneficios otorgados, sino que se
obliga a la reforestación. Este especial régimen de protección de estos bosques indica que
para la ley ellos tienen interés general, el que se impone a sus propietarios.
Existe también otro ámbito de protección que refiere al monte indígena, los palmares
y otras especies arbóreas sobre las cuales puede existir interés general o científico (arts.
24 y 25 de la ley forestal). Estos bosques naturales tienen grandes restricciones
administrativas. La principal es que se encuentra prohibido el corte o cualquier operación
que atente contra su supervivencia, salvo que medie autorización expresa de la Dirección
Forestal de la Dirección de Recursos Naturales Renovables, basada en razones técnicas que
justifiquen el corte; se exceptúa de esto al monte indígena el que admite corte y extracciones
pero sólo para el caso que “se destine al uso doméstico y alambrado del establecimiento
rural al que pertenece”; por ejemplo, quiero cortar leña para prender la estufa de mi casa,

215
puedo cortar pero poquito, teniendo cuidado, etc. El Decreto 330/93 hace referencia a esto
último.

Además, en el caso de que se haya tenido que hacer una poda muy grande (obviamente
con previa autorización del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca a través de la
Dirección de Recursos Naturales Renovables), si voy a tener un tránsito de más de 1.500
kilos de monte nativo necesito que vaya con ese tránsito un guía de tránsito. Este guía
funcionará exactamente igual que un guía de ganadería.

Cabe destacar que puede llegar a existir la expropiación de bosques, está permitido.

SISTEMA NACIONAL DE ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS, LEY N°17234:


Otro aspecto que modernamente ha venido adquiriendo destacada importancia en la
disciplina territorial del establecimiento rural, es el relativo a la protección de la
biodiversidad. La atención sobre este tema responde a que uno de los aspectos claves para
el desarrollo sostenible -asunto de interés general- consiste precisamente en la protección
de los ecosistemas y en general de todos los elementos naturales que lo integran y, que en
definitiva, forman parte (total o parcial) de los establecimientos rurales.
El régimen de la tutela de la biodiversidad comprende una multiplicidad de aspectos,
insertos en una variedad de textos normativos, tanto de carácter internacional como
nacional. Comenzando por aquellos que tienen a su cargo la regulación puntual de la fauna
y flora silvestre, siguiente con el régimen del sistema nacional de áreas protegidas,
culminando con la variedad de temas ambientales contenidos en las leyes de impacto
ambiental (Ley N°16.466) y de protección del medio ambiente (Ley N°17.283). Ahora
veremos el régimen del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP):

Uno de los más importantes instrumentos para la protección de la biodiversidad lo


configura el régimen de las áreas naturales protegidas.
Hay mucha normativa internacional con respecto a este tema, Uruguay se ha ido
adhiriendo y ha hecho su propia normativa. A través de los tratados que se firmaban,
ingresó a nuestro ordenamiento jurídico el siguiente concepto de sistemas de áreas
protegidas: zonas declaradas de interés general.
La ley que analizaremos es la Ley N°17.234; esta es la ley por la cual se crea el Sistema
Nacional de Áreas Naturales Protegidas, y define a las áreas naturales que serán
consideradas como tales del Uruguay, representativas de los ecosistemas del país, que por
sus valores ambientales, históricos, culturales o paisajísticos merezcan ser conservados
como patrimonios de la nación, aun cuando las mismas han sido transformadas
parcialmente por el ser humano.
En Uruguay, actualmente tenemos 17 áreas que han sido declaradas como áreas
naturales. Ejemplos de ellas son: el Cabo Polonio, el Valle en el Lunarejo, la Quebrada de los
Cuervos, la Laguna de Rocha, etc.
El art. 1 de la ley mencionada establece: “Declárese de interés general la creación y gestión
de un Sistema Nacional de Áreas Nacionales Protegidas, como instrumento de aplicación de
las políticas y planes nacionales de protección ambiental.

216
A efectos de la presente ley, se entiende por Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas
el conjunto de áreas naturales del territorio nacional, continentales, insulares o marinas,
representativas de los ecosistemas del país, que por sus valores ambientales, históricos,
culturales o paisajísticos singulares, merezcan ser preservados como patrimonio de la nación,
aun cuando las mismas hubieran sido transformadas parcialmente por el hombre.
La creación del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas tiene por objeto armonizar
los criterios de planificación y manejo de las áreas a proteger, bajo categorías determinadas,
con una regulación única que fije las pautas de ordenamiento.

Declárense de orden público las disposiciones legales relativas a la preservación,


conservación, manejo y administración de las áreas naturales protegidas”.
Observamos que ya en el primero artículo nos define por qué un área natural ha de
protegerse o no.
Luego, el art. 3 nos clasifica a las áreas naturales en 4 categorías:

a. Parque nacional: “…aquellas áreas donde existas uno o varios ecosistemas que no se
encuentren significativamente alterados por la explotación y ocupación humana,
especies vegetales y animales, sitios geomorfológicos y hábitats que presenten un
especial interés científico, educacional y recreativo, o comprendan paisajes naturales
de una belleza excepcional”. NO es lo mismo al Parque Nacional al cual hacíamos
referencia en el tema anterior, son cosas diferentes (pueden coincidir pero no
necesariamente).
b. Monumento natural: “…aquella área que contiene normalmente uno o varios
elementos naturales específicos de notable importancia nacional, tales como una
formación geológica, un sitio natural único, especies o hábitats o vegetales que
podrían estar amenazados, donde la intervención humana, de realizarse, será de
escasa magnitud y estará bajo estricto control”.
c. Paisaje protegido: “…superficie territorial continental o marina, en la cual las
interacciones del ser humano y la naturaleza, a lo largo de los años, han producido
una zona de carácter definido, de singular belleza escénica o con valor de testimonio
natural, y que podrá contener valores ecológicos o culturales”.
d. Sitios de protección: “…aquellas áreas relativamente pequeñas que poseen valor
crítico, dado que:

• Contienen especies o núcleos poblacionales relevantes de flora o fauna.


• En ellas se cumplen etapas claves del ciclo biológico de las especies.
• Tienen importancia significativa para el ecosistema que integran.
• Contienen manifestaciones geológicas, geomorfológicas o arqueológicas
relevantes”.
Una vez que se declara un área natural como protegida, se debe llevar un cuidado
necesario, etc. Esto se hace muy difícil y complicado cuando el dueño de dicha área es un
particular.

El propio art. 3 en uno de sus incisos establece que será el Poder Ejecutivo, a propuesta
del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, quien podrá
ampliar las categorías que se encuentren en este artículo.

217
Ahora bien, cuando hablamos de áreas protegidas volvemos a la Ley de Ordenamiento
Territorial, la cual vimos cuando estudiamos al suelo como recurso. Cuando declaramos un
área protegida, pasa a ser suelo rural natural. En el suelo rural natural hay una limitación al
ejercicio de la actividad agraria. Son limitaciones que se le imponen al propietario por parte
de la Administración para preservar lo que es la biodiversidad, o el área protegida suelo por
distintas especies o por la razón que sea. El problema es que en ese suelo rural natural, el
propietario puede ejercer actividad agraria pero no cualquiera y no de cualquier forma; se
encuentra limitado.
Lo importante de este tema es saber determinar cuándo estamos frente a un área
protegida y cuándo no, cuando nos encontramos frente a un suelo rural.

Sigamos viendo los arts. de la ley.


El art. 6 dispone: “Declárese de utilidad pública la expropiación de aquellas áreas que
reúnan las condiciones establecidas en el presente título, en las que el cambio de dominio sea
necesario para su integración o mantenimiento dentro del Sistema Nacional de Áreas
Naturales Protegidas.
Sin perjuicio de ello, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente
podrá declarar tales áreas sujetas a las condiciones de uso y manejo que determine, de
conformidad con las disposiciones de la presente ley.

El procedimiento expropiatorio se regirá por las disposiciones de la Ley N°3.958, de 28 de


marzo de 1912, sus concordantes y modificativas.
Si a los noventa días de la conclusión del proceso expropiatorio el expropiante no hubiere
procedido a tomar posesión del inmueble correspondiente, caducará de pleno derecho la
expropiación del mismo.
En caso de que el Poder Ejecutivo proceda a realizar la ampliación prevista en el último
inciso del artículo 3, y no existiere el consentimiento aludido en el inciso anterior, la
declaración de utilidad pública de la expropiación de áreas incluidas en dicha ampliación
deberá ser establecida por vía legal”.
El art. 7: refiere a toda la aplicación de cómo se seleccionan y limitan las áreas. Es
importante. Dispone: (Aplicación).-“El Poder Ejecutivo, a propuesta del Ministerio de
Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, deberá:
A. Seleccionar y delimitar las áreas naturales que incorporará al Sistema Nacional de
Áreas Naturales Protegidas. En todos los casos el Ministerio de Vivienda,
Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, con carácter previo a la elevación de
propuestas al Poder Ejecutivo, pondrá de manifiesto en sus oficinas el proyecto de
selección y delimitación y dispondrá la realización de una audiencia pública. A tales
fines, efectuará una comunicación mediante publicación en el Diario Oficial y en otro
diario de circulación nacional, a partir de la cual correrá un plazo que determinará la
reglamentación, para que cualquier interesado pueda acceder a la vista del proyecto
y formular las apreciaciones que considere convenientes. La reglamentación
determinará también la forma de convocatoria y los demás aspectos inherentes a la
realización de la audiencia pública, en la que podrá intervenir cualquier interesado.
B. Volver a delimitar y a clasificar las áreas ya existentes al momento de la promulgación
de la presente ley, cualquiera sea la jerarquía de la norma de creación, para lo cual la

218
Dirección Nacional de Medio Ambiente deberá realizar un inventario completo de
tales áreas.

C. Efectuar las designaciones dominantes, transfiriendo al Ministerio de Vivienda,


Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente los bienes inmuebles que
correspondieren, según lo dispuesto en el artículo 8° de la Ley N°16.112, de 30 de mayo
de 1990, sin que sea necesario el consentimiento del organismo titular, cuando se trate
de Incisos de la Administración Central.

D. Establecer los plazos y formas para deslindar los padrones comprendidos en las
situaciones a que refiere este Capítulo, a partir de lo cual no se podrá intervenir o
modificar las condiciones naturales, los valores ambientales, paisajísticos, culturales o
históricos existentes en ellos.
E. Identificar los programas de funcionamiento y proyectos de inversión, con sus créditos
y unidades ejecutoras correspondientes, incluidos locales y funcionarios, que deberán
ser transferidos al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente
ante la creación del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, según lo
dispuesto por el artículo 13 de la Ley N°16.112, de 30 de mayo de 1990.
El Poder Ejecutivo tomará las medidas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto
por este artículo dentro de un período de un año a partir de la promulgación de la presente
ley. Dicho Plazo podrá ser prorrogado a solicitud expresa del Poder Ejecutivo”.
Ahora nos vamos al art. 8 que refiere a las medidas de protección. Es fundamental.
Establece: “El Poder Ejecutivo, a propuesta del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento
Territorial y Medio Ambiente, podrá establecer las siguientes limitaciones o prohibiciones
respecto a las actividades que se realicen en las áreas comprendidas en el Sistema Nacional de
Áreas Naturales Protegidas y zonas adyacentes:
A. La edificación o urbanización, salvo aquellas contenidas expresamente en los planes
de manejo del área respectiva.
B. La ejecución de obras de infraestructura o la instalación de monumentos que alteren
el paisaje o las características ambientales del área.
C. La introducción de especies alóctonas de flora y fauna silvestre.
D. Los vertidos de residuos, así como el desagüe de efluentes o la liberación de emisiones
contaminantes, sin el tratamiento que se disponga.
E. La recolección, la muerte, el daño o la provocación de molestias a animales silvestres,
incluyendo la captura en vivo y la recolección de sus huevos o crías, así como la
alteración o destrucción de la vegetación.
F. La emisión o producción de niveles de ruido perturbadores para el entorno.
G. La actividad de caza y de pesca, salvo que estas se encuentren específicamente
contempladas en los planos de manejo de cada área.
H. El desarrollo de aprovechamientos productivos tradicionales o no, que por su
naturaleza, intensidad o modalidad, conlleven la alteración de las características
ambientales del área.
I. Los aprovechamientos y el uso del agua, que puedan resultar en una alteración del
régimen hídrico natural, que tenga incidencia dentro de un área natural protegida.
J. Otras medidas de análogas características, necesarias para la adecuada protección de
los valores ambientales, históricos, culturales o paisajísticos de cada área”.
Un ejemplo de la práctica: una zona de las sierras de las ánimas en donde se pretendía
poner molinos, y los vecinos se movieron para evitar esa situación; aquí vemos cómo una

219
vez que una zona se declare como área natural protegida luego es mucho más fácil de limitar
las actividades que se quieran desarrollar dentro de ella.

El art. 9 es importante para cuando en la práctica como abogados nos llegue una
compraventa de un inmueble rural; siempre en estos casos debo comprobar que dicho
inmueble no forme parte del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, porque si lo
es, hay que ofrecer dicho inmueble primero antes de venderlo o comprarlo (no quiere decir
que no se pueda comprar y vender entre particulares). El ofrecimiento es cuando yo ya
tengo el negocio pactado, tengo las condiciones ya escritas y todo ya negociado (el precio y
todo), únicamente me faltan las firmas; ofrezco el inmueble bajo esas circunstancias
pactadas y si en 60 días nadie acepta la oferta, entonces sí se procede a firmar el negocio
con esas mismas partes. En caso de que alguien acepte la oferta, el negocio permanece
inmaculado, únicamente cambia el comprador (lo que sí caduca es la promesa de
enajenación, etc.).

Luego, el art. 12 dispone: (Planes de manejo).- “El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento


Territorial y Medio Ambiente, a propuesta de la Dirección Nacional de Medio Ambiente,
establecerá las directrices y planes generales para las áreas naturales protegidas y sus zonas
adyacentes.
Los administradores de áreas naturales protegidas, contarán con el plazo de dos años desde
el inicio de su gestión, para presentar al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y
Medio Ambiente, para su aprobación, los planes de manejo que se propongan ejecutar en el
área y su zona adyacente, de conformidad con las directrices y planes generales. El plazo antes
referido podrá ser prorrogado por dicha Secretaría de Estado, a solicitud expresa del
administrador del área natural protegida correspondiente.
Los planes de manejo una vez aprobados, constituyen normas de observación obligatoria
para cualquier actividad, construcción u obra que se desarrolle dentro de las respectivas áreas
naturales protegidas y sus zonas adyacentes.

Sin perjuicio de ello, cuando así estuviera dispuesto serán de aplicación las disposiciones de
la Ley N°16.466, de 19 de enero de 1994 y normas reglamentarias”.
Esto debe cumplirse, es obligatorio. Aquí vemos otro ejemplo en donde se tienen que
presentar planes de uso y manejo.
Y por último, el art. 21. El guardaparques va a ser una persona que estará en estas zonas
protegidas y va a estar cuidando, protegiendo, ayudando. Es muy interesante la función de
esta persona, cómo vive allí y dedica su vida a esta actividad. Este art. establece: (Cuerpo
Nacional de Guardaparques).- “Créase el ‘Cuerpo Nacional de Guardaparques’ para el
cumplimiento de los fines previstos en esta ley.
Los Guardaparques deberán ser personas habilitadas expresamente por el Ministerio de
Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, conformando el Cuerpo Nacional de
Guardaparques cuando se encuentren al servicio de entidades administradoras de las áreas
naturales protegidas reguladas en la presente ley y cumplan las condiciones que establezca la
reglamentación.

Encomiéndase a los Guardaparques, el control del cumplimiento de la presente ley y de


todas las normas sobre la caza, pesca, tala y destrucción del monte indígena, los palmares y la
protección de la faja de defensa de costas, en las áreas naturales protegidas y sus zonas
adyacentes en las cuales desempeñan sus funciones.

220
Cométese al Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial
y Medio Ambiente la reglamentación de los cometidos y atribuciones del Cuerpo Nacional de
Guardaparques, así como los derechos y obligaciones de sus integrantes”.

EL AGUA

→ El agua en la estructura del establecimiento rural consideraciones generales

El agua es un elemento esencial en la producción agropecuaria, por la sen cilla razón de


que sin ella, no es posible ninguna forma de vida. Todo establecimiento rural la requiere,
pues de lo contrario, no tendría posibilidades de destinarse al fin previsto en la ley (art. 283
del C. Rural).
El agua pluvial, que cae en el establecimiento o se recoge en él (art. 19 del C. de Aguas),
y da mérito por ello a las superficiales (lits. A) y B) de art. 4 de ley N° 18.610), es la
primigenia, y por tanto, la primera y natural fuente de aprovechamiento. Es por ejemplo, la
normal fuente de abastecimiento para un establecimiento ganadero. Asimismo, el
establecimiento rural, puede contar con manantiales, aguas subterráneas y hasta con
lagunas naturales.
Pero no todas las aguas de un establecimiento rural forman parte de su estructura
natural. Las hay que no se encuentran integradas a los fundos (como la de los ríos y arroyos
navegables o flotables), y se le conduce mediante obras hidráulicas para su
aprovechamiento. De modo contrario, puede existir la necesidad de extraer y conducir fuera
del establecimiento, las aguas que sobran y deben desecharse.
En este sentido, existen pues, dos aspectos del régimen de las aguas que conciernen a la
estructura de un establecimiento rural: el de su tipologia, vale decir el relativo a las diversas
modalidades de aguas que el derecho reconoce y el relativo a las servidumbres (Infra Cap.
IV. Sec. III). El régimen de su gestión (uso y manejo, incluyendo las obras hidráulicas) en
cambio, corresponde a la disciplina de las explotaciones agrarias y no al de la estructura
establecimiento, por lo que no es esta la oportunidad de su estudio.
Por tanto, lo que se habrá de examinar, no agota ni mucho menos, la disciplina del agua
en materia agraria.

• El hecho técnico como punto de partida los principios de territorialidad y de la


unidad del ciclo hidrológico
Para comprender adecuadamente el régimen de las aguas, es conveniente subrayar la
existencia de dos hechos que explican el comportamiento del agua y que el derecho tiene en
cuenta en toda su disciplina.
El primero, es su vinculación a la tierra. En efecto, es en relación a ella que el agua
protagoniza la mayoría de sus fenómenos. Así por ejemplo, los diferentes cursos de agua,
como los ríos y arroyos: las aguas subterráneas y todas las categorías dispuestas y reguladas
jurídicamente, se crean y varían según la unión del agua con la tierra. Es la tierra que hace
el derecho del agua, dicen algunos autores, tratando de resaltar el suceso a través del cual
se explica jurídicamente su regulación, y es la tierra que por principio otorga derecho sobre
el agua, o al menos, lo hace posible.
Este fenómeno da lugar al llamado principio de la territorialidad que jurídicamente es
imprescindible para comprender la clasificación de las aguas y en general para atribuir los
derechos sobre ella. El segundo fenómeno, es el de su unidad. En verdad y a pesar de sus

221
diferentes manifestaciones, el agua en definitiva- es una sola, que se comporta conforme el
ciclo hidrológico; fenómeno universal que provoca el principio de la unidad del ciclo
hidrológico determinante que todas las aguas deban considerarse como un recurso
unitario6. El inciso tercero del art. 20 de la ley N 18.610, se encarga de definir el ciclo
hidrológico, como "el proceso continuo de circulación del agua en un espacio que se
extiende hacia la atmósfera y por debajo de la corteza terrestre. Se pueden distinguir tres
fases: el agua oceánica de mares y océanos; el agua atmosférica en forma de humedad del
aire y nubes y el agua continental en su forma superficial, subterránea y como humedad del
suelo.
Numerosos autores se encargan de precisar que el mar, como dice Marien hoff, es al
mismo tiempo, el principio y el fin de todo lo que compone el sistema general de las aguas.
Del conjunto de precipitaciones atmosféricas-señala este autor una parte corre por la
superficie terrestre, alimentando los cursos de agua: otra parte vuelve a la atmósfera
mediante la evaporación y, otra parte se absorbe en el suelo, infiltrándose en éste.

Por gravitación, todas las aguas caídas en la tierra, vuelven al mar, desembocando en él,
donde nuevamente se evaporan por la acción solar, formando nubes, que ocasionan las
lluvias, y así repite una y otra vez. Esto constituye el ciclo de evolución natural de las aguas
en el globo terráqueos. Determina que en verdad, salvo las alteraciones ecológicas de los
últimos tiempos que afectan considerablemente al planeta -provocadas básicamente por la
acción del hombre-la cantidad de agua en el mundo, no varía sustancialmente, varia si su
calidad9 y aumenta la población mundial que necesita de ella. El problema, es que se trata
de un elemento de la naturaleza y por tanto finito.
Esta es una de las características de su disciplina recogida por la ley Nº 18.610, que en el
lit. a) del art. 20, dispone como uno de los principios de la Política Nacional de Aguas, la
"preservación del ciclo hidrológico como un asunto de interés general. Y se comprende
entre otras cuestiones, la importancia del derecho de aprovechamiento ante la propiedad y
la unificación de los criterios de cas hidrográficas como referencias de administración y
regulación del patrimonio hídrico nacional (art. 47 de la Constitución y art. 20 de la ley N
18.61010), ya que ésta configura el primer ámbito de manifestación territorial del ciclo del
agua. Y por ello, también constituye un principio de la Política Nacional de Aguas,
consagrado en unidad de actuación para la planificación, control y gestión de los recursos
hídricos, etc.
Algunos autores concluyen incluso, que la unidad del ciclo hidrológico de termina que
todas las aguas deban estar sometidas al mismo régimen jurídico y consecuentemente que
todas tengan carácter público. Esto es lo que en buena parte explica en nuestro país- el texto
constitucional N° 47, que es una copia nea) de la ley española. Sin embargo, esto no es
compartido por todos los autores, ni mucho menos, ya que, llevado a su extremo, esta lógica
conduce -como indica Martin Retortillo- a integrar aguas marítimas, de nieve, etc.11. Por lo
que tendría que ser objeto de una regulación universal que escapa a la disposición de los
derechos nacionales. En definitiva, el agua, desde tal punto de vista, es un bien de carácter
universal, que se explica porque el ciclo hidrológico, es de tal naturaleza. Lo fundamental
para el derecho, es pues, que se le considere como un recurso unitario en sus usos.
El entendimiento de la regulación jurídica de las aguas pasa pues-más allá de las
categorías que crea el derecho positivo por la apreciación de que el agua es una sustancia
que tiene su propia lógica de comportamiento natural, en función de la cual se suceden los
hechos. La ley del agua es más la ley de la Naturaleza, que la ley del hombre.

222
→ El régimen normativo de las aguas. El complejo panorama creado en la materia
por la reforma al art. 47 de la constitución y su ley reglamentaria n° 18.610:
El Código de Agua dispone de manera expresa en su art. 1. que el régimen
complementado por lo prescripto en el C. Civil y disposiciones modificativas y concordantes
en cuanto no resulte expresa o tácitamente derogado y, e) por las disposiciones contenidas
en las leyes especiales, en los Tratados en que fuere parte la República y en otras normas de
derecho internacional. Este precepto, obedece a un muy sano propósito de hacer de la
disciplina de las aguas, un régimen estatutario. Tiene apoyo racional en las especialidades
que presenta el derecho de aguas, que hacen del mismo, uno de los más complejos del
derecho de cosas.
Por esta razón, su sanción, este Código contenía prácticamente el régimen (nacional) en
la materia. Pero a medida que el uso agrícola del agua se intensificó, se hizo necesaria la
sanción de leyes especiales (lit. c) del art. 1") que fueron complementando y ajustando el
régimen, como el caso de la ley N° 16.858 en materia de riego y la ley N 17.142 en materia
de tipología y aprovechamiento de aguas pluviales.

Sin perjuicio de esta normativa específica, la circunstancia de que el agua sea un


elemento integrado al resto de los recursos naturales, provocó la convergencia de otras
normas que no son exclusivas de aguas, pero cuyas disposiciones refieren a ella, como es el
caso del D. Ley N° 15.239 en materia de conservación, uso y manejo de los suelos y las aguas,
o las específicas de la regulación ambiental (N° 16.466 de Impacto Ambiental, N° 17.283 de
Protección del Medio Ambiente, etc.). Pero todas las modificaciones y en general, todas las
incorporaciones hechas a este Código, lo fueron para complementarlo y auxiliarlo en su
aplicación práctica.
En definitiva, nuestro ordenamiento positivo logró consagrar así un verdadero sistema
jurídico en la disciplina de las aguas, suficientemente armónico y racional en sus postulados
y su eficacia.
Ahora bien; el plebiscito realizado en el año 2004, modificó el art. 47 de la Carta,
introduciendo disposiciones expresas en la materia. Posteriormente, la ley N 18.610 de 2 de
octubre de 2009, reglamentó el precepto constitucional y dispuso la Política Nacional de
Aguas. Estas modificaciones de orden constitucional y legal, se apartaron
considerablemente del sistema existente hasta dicho momento, implantando un régimen
que no es sencillo de entender y de aplicar, especialmente en su tipología. Se crearon
inseguridades y problemas donde no los existía. Aunque uno de los principales problemas
radica en que se introdujeron modificaciones y derogaciones que no resultan expresas y
para nada precisas. Determinar, por ejemplo, los aspectos vigentes o derogados del C. de
Aguas, exige una tarea de integración normativa ardua.
Trataremos de ir despejando las dudas y dificultades introducidas por estos textos
normativos, comenzando por la Constitución.

El inciso 2 del art. 47 de la constitución y sus problemas interpretativos. Algunas


precisiones en cuanto a su alcance.
En una redacción muy oscura e imperfecta se dispuso en el numeral 2 del artículo 47 de
la Carta, que "las aguas superficiales, así como las subterráneas, con excepción de las
pluviales, integradas en el ciclo hidrológico, constituyen un recurso unitario, subordinado
al interés general, que forma parte del dominio público estatal como dominio público
hidráulico." Se trata de una mala copia de la ley española.

223
En base a este texto, la ley reglamentaria Nº 18.610, dispuso en su art. 4. que integran el
dominio público estatal las aguas superficiales y subterráneas. Se trata, por cierto, de un
cambio radical al régimen existente, que -salvo excepciones, como el caso de los ríos y
arroyos navegables o flotables (Art. 30)-se encontraba basado -como principio general- en
el reconocimiento de la propiedad del agua por accesión.
Pero el intérprete debe realizar un importante esfuerzo para admitir que el texto
constitucional consagra los extremos que la ley dispone, dado que no dice llanamente que
las aguas existentes en el territorio de la República son todas del dominio público. Si la Carta
dijera eso, sería todo más sencillo; por más que pudiera discutirse las consecuencias
patrimoniales de su alcance.

El texto constitucional en realidad, dice otra cosa mucho más compleja. Según la Carta,
lo que integra el dominio público, no son las aguas, sino el recurso unitario formado por
ellas; vale decir el agua, lo que no es lo mismo. La redacción da a entender que las aguas
territoriales no son bienes distintos, sino un único elemento natural que como objeto de
derecho, lo atribuye directamente al dominio público.
El problema es que esta definición, proviene de un concepto hidrológico del fenómeno, y
no tiene en cuenta su aspecto jurídico -que por cierto es bien distinto. Se advierte aquí una
gran confusión, entre la unidad del ciclo hidrológico y el principio de territorialidad. Para
adjudicar el dominio, debe tenerse presente este último y no el primero.
En efecto, el agua como recurso -tal como lo refiere la Carta- no se forma ni existe por
obra exclusiva de las aguas territoriales del país. Como se ha explicado (retro N 14) sería
imprescindible integrar, además, las de los restantes países y como bien señala Martin
Retortillo", las oceánicas y marítimas propias y ajenas y las de los glaciares, etc., y en general,
todas las que existen en el universo y que integran y forman el ciclo hidrológico aludido por
el texto. Por tanto, de la manera que nuestra Constitución concibe al agua, constituye un
elemento imposible de ubicar en el patrimonio de ningún Estado.

El sentido de su unidad desde el punto de vista jurídico, alude a la manera que


corresponde que el Derecho le considere y discipline en su uso, como componente de la
naturaleza, pero no como un elemento único que alguien se pueda apropiar. Tampoco el
ciclo hidrológico es una cosa o un bien para el Derecho (art. 160 del C. Civil), sino el proceso
natural de comportamiento del agua que, como viéramos (retro N" 13), así se le define
incluso en la propia ley 18.610 (inc. 3 de Art. 20).

Para atribuir el derecho de propiedad sobre el agua, se debe recurrir en cambio, al


principio de la territorialidad, en base al cual se estructura su tipología. A pesar que el agua
desde el punto de vista hidrológico es una sola en el universo y por ello ningún Estado puede
pretender apropiarse de ella como tal), el Derecho no puede hacer caudal de ello para
regular su propiedad. Carece de sentido y posibilidad fáctica, que prescindiendo de su
territorialidad, pueda nuestra Constitución disponer que el agua, en razón de la unidad del
ciclo hidrológico (un fenómeno universal), forma parte del patrimonio del Estado uruguayo.
Pero esto no es todo, pues el texto constitucional comete otro equivoco más: excluye las
aguas pluviales. A la hora de considerar las aguas integradas en el ciclo hidrológico como
recurso unitario, la norma jurídica no puede excepcionar a ninguna de sus fases. Hay aquí
un error en la descripción del fenómeno hidráulico.
Vale decir, si el agua se comporta según un ciclo universal y, si a dicho ciclo se le priva de
una de sus fases (nada menos que la del agua pluvial), el mismo no tiene oportunidad de

224
formarse. De manera que la supuesta cosa (el recurso unitario) que la Constitución adscribe
al dominio público, tal cual resulta del texto, tampoco puede existir en los hechos, ni a nivel
universal ni a nivel nacional. Debería haberse tenido en cuenta algo elemental: las normas
jurídicas, no des criben ni definen hechos naturales. No es esa su función. Las normas de
derecho, regulan conductas humanas. El agua no es, ni deja de ser, un recurso unitario
porque nuestra Constitución así lo consagre; ni existe como tal, según el concepto que al
constituyente se le ocurra. Tampoco es la propiedad lo que interesa, sino la conducta del
hombre que debe manejar el agua, teniendo en cuenta su carácter unitario, que no es lo
mismo.
De modo que ni la cosa que se imputa al dominio público constituye un elemento
apropiable, ni tampoco tiene posibilidad de existir tal como se le concibe. Con estas
cualidades (negativas), mucho menos puede integrarse como propiedad en patrimonio
alguno. Es más, tal como se le vincula al ciclo hidrológico, es un texto más cercano al derecho
de aprovechamiento que al de propiedad.

Como si fuera poco, la redacción es tan defectuosa, que conduce al extremo (inadmisible),
de exceptuar a las aguas pluviales del "interés general y del "dominio público hidráulico"
(sólo podrían ser privadas, fiscales o res nullius).
Como puede apreciarse, se trata de una improvisación que tiene explicación en otros
ámbitos que los estrictamente técnicos y jurídicos

→ Algunos fundamentos y criterios de interpretación

Lo expuesto hasta el momento, no debe entenderse que es producto de una exégesis, o


de un extremo positivismo, ni tampoco fruto de una especulación racional. Es simplemente
el esfuerzo que en todo caso debe realizar el intérprete, para comprender la norma a partir
de su texto y aplicarla en la realidad social del modo más adecuado posible: teniendo en
cuenta que el derecho cumple una función propia que no es impuesta por otras ciencias. Y
en este sentido, vale subrayar que la norma de derecho necesita del conocimiento jurídico
para poder aplicarse. Mucho más, cuando ella evade su función propia y pasa a describir
fenómenos de la naturaleza que no le competen.
Por lo que más allá de las dudas, si no se quiere dejar este texto constitucional en saco
roto, el intérprete deberá pasar por alto y sortear los errores técnicos y conceptuales que
encierra esta norma positiva, hasta donde sea científicamente posible. En definitiva, las
reglas constitucionales son también normas jurídicas a las que puede imputárseles un
"error material" (lo que no es común en dichas normas y grave, si se tiene en cuenta su
jerarquía en el orden normativo). Conforme los fundamentos que vienen de exponerse, es
este pues, el único camino que se nos ocurre, para consentir que, conforme a nuestra Carta,
todas las aguas que existen en el territorio -con excepción de las pluviales- son del dominio
público. De otro modo, hay que concluir que se enfrenta una norma que carece de eficacia
por imposibilidad de verificar su contenido. Lo que, sin duda, es también una posibilidad
que se abre al intérprete.
De todos modos, hay aspectos que no pueden obviarse por más equívocos que se
invoquen, y es que para la Carta, el agua pluvial es superficial y en tal carácter le
corresponde una identidad en materia de su propiedad que emana del propio texto del Art.
47. La cuestión en este sentido es que la Constitución respeta el dominio privado de estas
aguas. Algo que como veremos- no hace la ley N 18.610.

225
→ El asunto de la apropiación de las aguas por el estado ante la especialidad de su
dominio
Pero si se admitiese el carácter dominial de las aguas en nuestra Constitución (con el
alcance y las reservas interpretativas que vienen de exponerse), se presenta
inmediatamente otra duda. Refiere a si el texto tiene alcance declarativo o dispositivo, lo
que tiene importancia en sede constitucional y administrativa, especialmente por las
consecuencias indemnizatorias.
Pero este problema no tiene siempre la misma dimensión. Su trascendencia puede ser
mucho mayor por ejemplo para las compañías privadas que prestaban servicios de
saneamiento y suministro de agua potable, que para un estable cimiento rural. Es cierto que
la Carta tutela la propiedad privada sin distingo alguno. Pero lo que debe tenerse presente
es que el agua, constituye un elemento utilitario y que, sin dicha cualidad, carece de su
principal atributo.

La propiedad privada del agua corriente es (o era) especial en nuestro derecho. Entre
otras cosas, no es plena ni excluyente y no encuentra prácticamente vaciada de goce, pues
no contiene la facultad de su disponibilidad y uso, como lo tiene cualquier otro bien u objeto
del patrimonio privado. La facultad de su aprovechamiento, se encuentra restringida por
ley y sometida a autorización administrativa, la que está fuertemente condicionada por el
régimen de los aprovechamientos preexistentes en la cuenca. Incluso los usos menores,
domésticos y de abrevadero, no se afectan, por ser usos comunes del agua pública (art. 163
del C. de Aguas). Como principio, no es necesario pues, un verdadero acto de
desapoderamiento del agua a favor del Estado en materia agraria. De lo que habitualmente
dispone la autoridad de aguas para usos agrícolas, no es del derecho de "propiedad del
agua", sino de los derechos de aprovechamiento, para lo que no necesita recurrir a
desapoderar la propiedad privada.

En síntesis, el problema jurídico de este texto, en cuanto a su alcance declarativo o


dispositivo en el ámbito de la disciplina de los establecimientos rurales, puede tener
trascendencia sólo respecto a ciertas aguas en las que el propietario de uso privado del
derecho de y goce que es consecuencia del dominio propia ente dicho. Es el caso de las aguas
manantiales, tampoco el dueño sufre privación del agua; o el caso de las aguas de los lagos
y lagunas, para las que a nuestro juicio y conforme su disciplina, no resultan alcanzadas por
la reforma si el álveo es privado. En general, y salvo que el Estado pretenda el pago un canon,
el tema en materia agraria, se presenta como un asunto de mero título.
Otros aspectos contenidos en la disciplina de las aguas
El régimen que regula el sistema hídrico nacional, no comprende sólo a las aguas, sino
también a los álveos (llamados también, cauces o lechos), las riberas, las márgenes y en
general a otros objetos que forma, como los ríos y arroyos o los lagos, lagunas y embalses,
etc.; es decir, bienes que no son exclusivamente agua.

La regulación jurídica del agua comprende incluso límites y limitaciones a la propiedad


del suelo (art. 22 y 74 del C, de Aguas; art. 83 lit. g) de la ley N° 18.308). La disciplina de
todos estos aspectos, depende en buena medida de la tipología de las aguas, por lo que
habrán de estudiarse con las diferentes categorías. Pero se adelanta que estas cuestiones,
resultan determinantes a la hora de comprender el alcance de las derogaciones y
modificaciones introducidas por la ley N 18.610.

226
• Tipología de las aguas
La tipología de las aguas. La doble nómina y el confuso panorama introducido por la ley n
18.610. Su armonización con el código de aguas

El principio de territorialidad conduce a la tipología de las aguas. En este sentido, nuestro


régimen actual se compone de una doble nómina de aguas. La del Código de Aguas y la de la
ley N 18.610. La vigencia simultánea de ambas tipologías no es expresa. Se infiere por varias
razones. La primera, porque la ley N 18.610 no contiene una derogación explícita. El inciso
final del art. 4, sólo prevé que su contenido será de aplicación en el C. de Aguas, en la ley de
riego y en la ley de aguas pluviales.
Pero esto no significa la derogación expresa de las categorías previstas en dichas normas,
sino que coloca al intérprete en la necesidad de armonizarlas. En segundo lugar, la
caracterización de las aguas en la ley N" 18.610, es a efectos de su dominio y, no resulta de
su articulado que tenga otra finalidad ni alcance. Dispone que todas las aguas superficiales
y subterráneas, son del dominio público, modificando así el sistema de propiedad del Código
de Aguas que fundaba en la accesión como principio general. Naturalmente que ello también
repercute en la manera de acceder a los aprovechamientos del recurso.
En tercer lugar, porque esta ley refiere exclusivamente a las aguas y no refiere a otros
aspectos que no sean esta misma y, que están comprendidos en su disciplina (supra N 19).
La aplicación de la nueva tipología sobre los restantes asuntos que no refieren directamente
al agua ni a su propiedad, no se encuentra armonizada y, de entenderse derogado el Código
en estos aspectos, se puede caer en extremos inaceptables.
Veamos un ejemplo en materia de álveos. El art. 21 del C. de Aguas, dispone que "el álveo
de las corrientes de aguas pluviales es el terreno que éstas cubren durante sus avenidas
ordinarias, en barrancas, ramblas u otras vías naturales." En el régimen codificado, la
propiedad del agua pluvial se determinaba por accesión, de modo que, si el suelo donde
llueve es privado, también lo era el agua mientras escurría por el mismo (art. 19),

Por su parte el art. 16 del Código, prevé que son del dominio público, los álveos de las
aguas que son del dominio público. Si bien es cierto que este artículo debe entenderse
aplicable sólo respecto de las aguas que el propio Código reconoce expresamente como
dominiales, no es menos cierto que el art. 4 de la ley N 18.610, prevé también de manera
expresa que sus disposiciones son aplicables al Código Y, si ahora resulta que las aguas
pluviales del Código no existen más porque son todas superficiales y éstas son todas del
dominio público, ¿de quién es la propiedad de los suelos ocupados por las aguas
superficiales que en el sistema codificado eran pluviales?
Si se aplica directamente el régimen de la ley N 18.610 sobre las disposiciones del Código,
como indica el art. 4, habría que admitir que conforme el art. 16, extensiones incalculables
de tierra privada que conforman los establecimientos rurales y que contienen las ramblas
por donde escurren las corrientes pluviales, habrían pasado ahora, al dominio público. Y
esto implicaría una estatización de tierras privadas no sólo inadmisible, sino que no
corresponde atribuir al espíritu de esta norma. Desaparecerían, por ejemplo, las diferencias
entre flotables y flotables, categorización que es de principio para determinar la propiedad
priva o pública de los cauces, La verdad es que los lechos de los ríos y arroyos o de las
lagunas y el de las aguas pluviales, no son iguales ni tienen el mismo régimen y, sería
verdaderamente caótico prescindir de ellos.

227
Pero el asunto no es sólo el de la propiedad de los lechos de las aguas pluviales. Si se
admitiera, por ejemplo, que las aguas superficiales como nueva categoría, hacen
desaparecer los restantes tipos de aguas que tienen dicha característica en la calificación
del Código, se pueden alterar las reglas de los aprovechamientos, como sucede en el caso de
las manantiales que no forman rio o arroyo, cuyo uso no requiere concesión ni permiso o,
en el caso de los no flotables, que están reservados al uso de los ribereños, etc. Incluso se
perdería hasta la identidad de los cursos de aguas, pues sería lo mismo el Río Negro que el
Olimar o una simple cañada que atraviesa algunas parcelas de un establecimiento rural.
Lo expuesto es suficiente para comprender que la referida ley, ha provocado una
superposición normativa, que requiere de una integración jurídica para poder desentrañar
lo vigente y lo derogado y, especialmente, dar mayor precisión y seguridad al alcance del
ordenamiento positivo.
Nómina de las aguas en el código de aguas y en la ley nº 18.610:
El Código de Aguas, dispuso de manera sumamente racional la tipología de las mismas.
Adecua el régimen conforme los diversos sucesos que el agua protagoniza cuando toca el
suelo. En este sentido, las aguas consagradas por el C. de Aguas, son a) pluviales, b)
subterráneas, c) manantiales y medicinales, d) ríos y arroyos (flotables y no flotables) e)
lagos, lagunas, charcas y embalses. Dependiente de esta caracterización, se dispuso el
régimen de su propiedad y aprovechamiento y, el de sus álveos Por su parte, la ley N° 18.610
introdujo otra tipología que es mucho más compleja y difícil de comprender desde el punto
de vista jurídico. En el art. 10, consagra las aguas que denomina continentales y las de
transición, calificación esta última de literatura hidrológica, pues carece de efectos jurídicos.
Por otro lado, en el art. 4, se dispone que las aguas continentales son cinco:
1. Aguas pluviales o de precipitación, definidas como "el flujo de agua producido desde
la atmósfera hacia los continentes y océanos, cuando éstas acceden al continente se
manifiestan como superficiales, subterráneas o humedad del suelo

2. Aguas superficiales, que son las que escurren o se almacenan sobre la superficie del
suelo.
3. Aguas subterráneas, que son todas aquellas que se encuentran bajo la superficie del
suelo en la zona de saturación y en contacto directo con el suelo o subsuelo.
4. Humedad del suelo, que es el agua retenida por éste en sus poros más pequeños, sin
saturarlo
5. Se agregan las aguas manantiales, que es el agua subterránea que aflora
naturalmente a la superficie terrestre y quedan incorporadas a las aguas
superficiales.

→ Las aguas pluviales

Uno de los cambios más trascendentes en el régimen de caracterización de las aguas, se


produjo respecto de las pluviales. La ley N° 18.610 da un nuevo concepto que difiere
sensiblemente del previsto en la ley N 17.142, que era concordante con el régimen del
Código. En efecto, para la nueva ley, las aguas pluviales son las atmosféricas (lit. A del art.
4), y pierden su identidad como tales cuando tocan el suelo, circunstancias en que cambian
de categoría y se transforman en "superficiales", "subterráneas" o "humedad".

228
Esto es claramente inconstitucional. Al menos si hay algo claro en lo dispuesto en el N° 2
del art. 47 de la Carta, es que las aguas pluviales son una modalidad de las superficiales y
que están fuera del régimen dominial impuesto por este texto. Además, las aguas
atmosféricas no tienen utilidad alguna para el hombre. Por algo la ley N" 18.610 no se
preocupó por precisar su propiedad. Por tanto, una concepción como la que dispone esta
ley, carece de trascendencia jurídica
Pero sin dudas que este nuevo concepto de las aguas pluviales, obedece al propósito de
pasar al dominio público, las aguas pluviales del Código, a las que expresamente la Carta no
incluyó en su reforma. Se cambió la definición de agua pluvial, para que esta también pasara
al dominio público; con lo que la inconstitucionalidad es a propósito y por ello doblemente
grave.
En este sentido, el contraste con lo previsto en el art. 1° de la ley N° 17.142 y el régimen
del Código de Aguas es evidente. Estas normas consideran que "son aguas pluviales las que
acceder a la superficie de la tierra, o a objetos apoyados en ella, provenientes directamente de
la lluvia, granizo, aguanieve o nieve y los productos de la condensación atmosférica". Esta
definición proviene del principio de territorialidad, o sea las aguas pluviales para el Código,
no son jurídicamente tales hasta tanto no toquen el suelo, sea la tierra misma o, a obras u
objetos que se sostienen en él. Y esto debe ser entendido en sentido estricto, pues de lo
contrario, se corre el riesgo que se tergiverse toda la tipología de las aguas, en la medida
que las pluviales se presentan como las primigenias de las aguas continentales y
territorialmente todas dependen de ellas.
Se advierten entonces las distancias entre uno y otro régimen, pues tanto para la
Constitución como para el Código, 2no son jurídicamente pluviales mientras caen", o sea
mientras son atmosféricas o caen sobre otras aguas que tienen su propia individualización,
pues en este caso se confunden con ellas y pierden su identidad, aspecto que la ley N 17.142
se encargó de subrayar al afirmar que "no merecen esta denominación, las que perdiendo
su individualidad, se confunden con otras de distinto origen." Las aguas de lluvia caídas
sobre ríos o arroyos o lagos, por ejemplo, nunca alcanzan la categoría de pluviales". El
concepto introducido por esta ley, se completa cuando el texto señala que son "...las
provenientes directamente de la lluvia”.
Para completar el cuadro de la tipología de esta agua en el régimen codifica do, debe
tenerse presente, no obstante, dos fenómenos hidrológicos previstos en la ley N 17.142:
a. si las aguas pluviales confluyen en más de un escurrimiento (aún pluvial) y forman
un curso común que corren por cauces naturales en forma continua. o casi continua,
pierden su categoría y de acuerdo a lo previsto por el art. 2 de la ley N° 17.142, pasan
a configurar una "cañada", que constituye otra categoría hídrica: la de río o arroyos
no navegable o flotable;
b. si las aguas pluviales se embalsan, también pierden su individualidad, ya que pasan
a constituir otra categoría jurídica distinta regulada por el art. 39 y sigts. del Código
de Aguas, relativa a los lagos y lagunas. Esto se explica porque el embalse, modifica
el fenómeno hidrológico del agua pluvial, transformándolas en quietas o dormidas,
que a su vez reciben la contribución de otras aguas Las nuevas lluvias caídas en un
embalse, al igual que en una laguna, pierden su individualidad según las categorías
de aguas previstas en el Código y, por otro lado, no acceden a la superficie de la tierra,
como es requisito del art. 1º de la ley N 17.142.
El problema de la identidad y propiedad de las aguas pluviales.

229
LA INCONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY Nº 18.610: La ley N° 18.610, no se pronuncia
sobre la propiedad de las aguas pluviales a las que califica de atmosféricas. No tiene
necesidad de hacerlo debido a que como ya señaláramos carecen de todo sentido útil.
Especialmente desde la óptica de la agricultura.
Las aguas en fase atmosférica, han sido consideradas en general como "res nullius por la
doctrina". Adquieren importancia, recién cuando tocan suelo. Pero aquí, esta ley ya las
considera "superficiales", "subterráneas" o "humedad del suelo" (lit. A) de art. 4"), y por
tanto, integrando el dominio público (inc. 3° de art. 4). salvo las "recogidas por techos y
tanques apoyados sobre la superficie" (¿?)

Como hemos visto, esta definición de agua pluvial es claramente inconstitucional


desde el momento que el numeral 2 del art. 47 de la Carta, considera a las mismas,
como una modalidad de las superficiales. Para la Constitución, las aguas pluviales no
sólo no son atmosféricas, sino que tienen un régimen propio dentro de las
superficiales, que esta ley no respeta. Es decir, que la ley hace de las aguas superficiales
una categoría por sí misma, que engloba y priva de identidad a las pluviales, apartándose de
lo previsto expresamente en la Constitución. Y precisamente, ese régimen propio referido
en la Carta, es relativo a su propiedad, dado que estas aguas no pasaron al dominio público
según la redacción del N° 2 del art. 47.
Por tanto, cuando la ley N° 18.610 declara del dominio público las aguas pluviales del
régimen codificado, bajo el pretexto que ahora son superficiales, se está llevando al dominio
público, aguas que son privadas, sin sustento constitucional y con el alcance ya visto (supra
N° 18).
El problema de la propiedad de las aguas pluviales en el régimen constitucional y
codificado. Las aguas pluviales privadas y públicas:

El problema, es que si-por estas razones tan claras-se declara la inconstitucionalidad de


esta ley N° 18.610, no opera la derogación tácita de los arts. 19 y siguientes del Código de
Aguas que, por tanto, mantienen su vigencia.
Esto obedece a que se trata de una derogación no expresa, que funciona por simple
incompatibilidad entre una norma y la otra (entre el régimen nuevo y el anterior art. 10 del
C. Civil). Cuando la razón de la inconstitucionalidad, radica precisamente en el contenido del
nuevo régimen sustitutivo que provoca la derogación, la declaración de la Corte le hace
perder toda eficacia y sigue intacto el régimen que se pretendió suplantar.
Por tanto, es imprescindible aclarar el régimen codificado existente anterior la reforma
constitucional y a la ley Nº 18.610, pues no hay duda que se encuentra latente.
La propiedad privada de las aguas pluviales en el régimen codificado.

En materia de aguas pluviales, el régimen codificado sigue el principio de la accesión.


Pertenecen al dueño del predio, las aguas pluviales que caen o se recogen en el mismo,
mientras escurren por él (art. 19). Se trata pues, de dos supuestos diferentes. La propiedad
(privada) de las aguas que "caen" en el suelo, se adquiere por accesión y forma parte del
derecho de goce del establecimiento.
Las aguas que se "recogen", no son obviamente las caídas, pues éstas ya son propiedad
del dueño del suelo por el mero hecho de caer en él y, su propiedad se adquiere por
autorización y no por accesión.

230
Se trata sin dudas, de las aguas pluviales caídas en otro lugar y que escurren e ingresan
al pre al predio. El Código podría haber concedido aquí un derecho de aprovechamiento; sin
embargo, concedió la propiedad por recolección, dado que esta era la solución que disponía
el art. 343 del C. Rural de 1875, que de haberla cambiado, hubiere dado lugar a conflictos de
naturaleza expropiatoria o confiscatoria. Precisamente algo que esta nueva ley no tutela.
La propiedad que concede el Código es "mientras escurren" por el establecimiento, por
lo que se pierde una vez que salen del mismo; no sólo porque desaparece la causa jurídica
de su dominio, o sea la accesión, sino porque reconocimiento de tal derecho privado como
prolongación de la accesión, proyectada sobre otros inmuebles, provocaría un régimen de
promiscuidad en el dominio, que podría alterar todo el régimen de la propiedad del suelo.
Se trata pues, de un caso de propiedad ocasional y casi efímera, pero muy importante para
el uso agrícola.
La propiedad por "recolección que refiere a las aguas pluviales que vienen de otros
campos-implica en verdad, un derecho de aprovechamiento y por tanto, sujeto a la decisión
de la Autoridad de Aguas. En general, el propietario del agua pluvial privada, no tiene
facultades de usarla sin intervención de dicha Oficina, salvo los usos menores y los llamados
domésticos y de abrevadero de ganado, pero de las aguas "caídas en el propio
establecimiento rural. Para todos los usos de las aguas que vienen de los otros fundos, salvo
abrevadero, se requiere siempre de autorización administrativa (art. 3° de ley N° 17.142)
Por otro lado, el Código guarda silencio respecto de las aguas que vienen de atas parcelas
y no se recogen, sino que se dejan escurrir. Solo confiere la propiedad privada sobre las
aguas caídas y las recogidas, pero no las que se reciben de padrones ajenos. Conforme al art.
74, ingresan a título de servidumbre natural (véase Infra Cap. IV N 66) y por tanto no son
del dueño de la parcela que debe tolerar el ingreso Cabe concluir pues, que conforme el art.
15 del Código son de dominio público, sin perjuicio del alcance que puede dársele al texto
del art. 47 de la Carta, como veremos seguidamente.
El problema de determinar el alcance del dominio público de las aguas pluviales.
El régimen codificado y el alcance del art. 47 de la Constitución:

En lo que respecta al dominio público de las aguas pluviales, el Código también consagra
la accesión. En el art. 20, dispone que son dominiales, las pluviales que escurren por
torrentes y ramblas cuyos cauces son del mismo dominio. Ya vimos que el texto del artículo
47 de la Carta es confuso, en cuanto parece ahora, todas las aguas pluviales quedarían
excluidas del dominio público hidráulico, lo que carece de toda lógica y colocaría el régimen
de estas aguas en un verdadero caos jurídico.
Navarro Gianola contribuye a desentrañar este confuso texto, al interpretar que el ánimo
del constituyente era excluir estas aguas de la Enmienda constitucional". Lo que es
plenamente cierto pues ese era el propósito: y constituye un criterio respaldado en el art.
16 del C. Civil, como asunto atribuible al "espíritu de la ley". A nuestro juicio, este camino
permite interpretar, que no es que todas las aguas pluviales estén excluidas del dominio
público (que sería caótico), sino de su transferencia forzosa al dominio público, que es algo
muy distinto. Por lo que aquellas aguas que eran públicas conforme al Código, seguirían
siéndolo.
En definitiva, el intérprete debe estar preparado para admitir que para la Carta, las aguas
pluviales son una categoría de aguas superficiales, que no obstante, no le comprende el
alcance del cambio de régimen que impone el texto. De modo que están excluidas de la

231
reforma, pero incluidas en el texto de dicha reforma como categoría de agua superficial. Una
ardua tarea para cualquier intérprete.

Los álveos de las aguas pluviales en el régimen codificado y su alcance ante la ley n° 18.610
El régimen de los álveos, varía según la tipología de las aguas y no sólo respecto a la
propiedad. Así el art. 21 del C. de Aguas, dispone que "el álveo de las corrientes de aguas
pluviales es el terreno que estas cubren durante sus avenidas ordinarias, en barrancas,
ramblas u otras vías naturales." En el régimen codificado, su propiedad no se ve alterada
por el agua pluvial, pues rige la accesión del agua al suelo (art. 19 y 20).
El álveo no cambia de dominio por el agua pluvial, sino que es ésta que resulta privada o
pública, según caigan en suelos de una u otra naturaleza. Sobre este supuesto, es que el art.
16 del Código prevé con carácter general, que los álveos de las aguas del dominio público
tipificados por el Código expresamente, pertenecen al Estado. Porque incluso en el caso que
el Código prescinde de la accesión, calificando directamente al agua como del dominio
público (ej, de los ríos y arroyos navegables o flotables), califica también como dominiales
a sus cauces.
Pero como ya señaláramos y es del caso insistir, si sobre éste. régimen de los lechos,
aplicamos la ley N° 18.610, considerando que ya no existen aguas pluviales pues son todas
superficiales y, que éstas son del dominio público, habrá de resultar que por obra del art.
16, todos los álveos de las aguas pluviales referidas por el Código, deberían considerarse
también al dominio público (art. 16), lo que comprendería superficies inimaginables del
territorio nacional que son suelos privados. Y ello es a todas luces inadmisible y no es-sin
dudas-lo que pretende esta norma de aguas.
El agua será pública conforme esta ley, pero es necesario admitir que los suelos
comprendidos en los álveos de las aguas de lluvia, siguen siendo de pro piedad privada, si
caen sobre ellos, conforme el art. 19 del Código de Aguas, y para ello es imprescindible
reconocer la vigencia de estas aguas y su identidad ante las superficiales, como también lo
hace la Constitución. Así por ejemplo, los cauces de los ríos y arroyos flotables, son del
dominio público (art. 30), por lo que como agua superficial, es imprescindible
individualizarla y diferenciarla de las aguas de lluvia, cuyos lechos pueden ser privados,
Pero, además, también debe considerarse vigente el régimen codificado, pues se
encuentra dispuesto en él, la prohibición a sus propietarios de construir en los cauces de
estas aguas, obras que puedan hacer variar su curso natural en per juicio de terceros o cuya
destrucción por la fuerza de las avenidas pueda causar grave daño (art. 22). Esto impide al
dueño de la parcela, invocar su derecho de propiedad sobre el suelo y la accesión, para
hacerlo prevalecer sobre el derecho de aprovechamiento otorgado a un tercero. Y esto no
puede considerarse deroga do bajo la consideración que no existen aguas pluviales
conforme el nuevo régimen; pues no hay ninguna norma similar prevista para los álveos de
las aguas superficiales; etc.

• Las aguas manantiales

El art. 4 de la ley N 18.610 consagra esta categoría de aguas, de manera residual, ya que
no la incluye en su abecedario (letras de la A) a la D). No obstante, en inciso separado las
conceptúa como el agua subterránea que aflora natural mente a la superficie terrestre,
incorporándose a las aguas superficiales. Aunque cabe concluir que no son estas mismas,
pues de otro modo, no habría necesidad alguna que la ley les califique de manera
independiente. Ello requiere las explicaciones del caso, que provienen del C. de Aguas.

232
Para el Código de Aguas (art. 24), las aguas manantiales son aquellas que surgen
naturalmente a la superficie y corren sin llegar a constituir río o arroyo, aún cuando
finalmente se incorporen a ellos. Cuando estas aguas llegan a constituir río o arroyo, le son
aplicables a todo el curso de agua, las disposiciones relativas a dichos cursos (art. 24 del C.
de Aguas) Las aguas manantiales provienen pues, de las aguas subterráneas. Pero para el
Derecho, no son éstas mismas, sino una categoría jurídica diferente, dado que salen a la
superficie de modo natural y corren por ella sin intervención del hombre.
Jurídicamente se justifica su distinción, pues en definitiva son aguas que la Naturaleza
las otorga y expone como externas y superficiales y por tanto su régimen no puede ser
idéntico al de aquellas otras aguas en las que el hombre interviene para lograr de manera
artificial su aprovechamiento (subterráneas). Vale decir que la ley distingue entre hechos
naturales y artificiales y, los respeta. Los requisitos que el Código dispuso para categorizar
las aguas manantiales, son dos, que entendemos que siguen vigentes a pesar de la ley N°
18.610. En primer lugar, que afloren naturalmente. Esto significa que antes de salir, son
subterráneas.
El punto por donde emerge el agua, es propiamente el manantial y forma parte
integrante del fenómeno. Pero lo más importante es que nuestra ley (tanto el Código como
la N° 18.610) ordena que se trate de un surgimiento natural31, por lo que como
adelantáramos aquellos surgimientos artificiales y provocados por la mano del hombre
cambian la categoría del agua a subterránea.
Claro está, que el requisito de la emergencia natural del agua, no quita que el hombre no
pueda realizar obras que faciliten su salida natural. Pero si la salida obedece a un hecho del
hombre, porque, por ejemplo, trae el agua subterránea a la superficie y requiere de su
intervención tecnológica para alumbrarla, no hay manantial, sino agua subterránea. La
vertiente, nace en el lugar mismo donde aflora el agua, o sen en el manantial.
En segundo lugar, el régimen codificado exige que el agua corra sin llegar a formar río o
arroyo de debe tener cierta relevancia como para formar un hilo o corriente de agua que le
permita escurrir, pero no tanta que su intensidad de lugar a un caudal de importancia, pues
en dicho caso, pierde su categorización de manantial y pasa a ser rio o arroyo (aún no
navegable o flotable). Y este es un aspecto que, a nuestro juicio, no debe considerarse
modificado, a pesar que la ley N° 18.610 no confiera tipología propia a los ríos y arroyos.
Es cierto que ya no es necesario que formen un rio o arroyo para perder su categoría,
pues ahora, basta con que el agua aflore para ingresar como "superficiales". Sin embargo,
las reglas del aprovechamiento de las aguas manantiales del dominio público en el Código,
no son iguales a las restantes, pues requieren permiso ni concesión. Y nada hay en la nueva
ley, que indique que esto haya cambiado.

Por tanto, saber si el agua manantial es naciente total o parcial de un río o arroyo, sigue
siendo relevante, porque en caso que no lo sea, los ribereños que se encuentren aguas abajo,
pueden aprovecharse de ella de pleno derecho, en orden sucesivo y preferente de ubicación
(art. 25). Y no sólo para los usos comunes, sino también productivos". De otro modo, vale
decir si esas aguas son nacientes de un río o arroyo, requieren permiso o concesión de parte
de la Autoridad de Aguas para su aprovechamiento.
Pero existe otra razón que justifica la vigencia de las normas codificadas de esta agua. Y
la razón es el manantial, que es su origen. El manantial, es un fenómeno del suelo y como tal
pertenece a su dueño. Si el suelo es privado, el manantial es privado, por más que el agua
sea pública conforme la nueva ley.

233
Aspectos del manantial vinculados al dominio y al aprovechamiento

El Código siguió también para estas aguas, el principio de accesión. Las aguas que nacían
continua o discontinuamente en terrenos del dominio público, pertenecían a dicho dominio;
las que lo hacían en terrenos privados, era también privadas y pertenecían al dueño de la
parcela (arts. 25 y 26).

De este modo, las aguas que nacían y morían o, se agotaban dentro del establecimiento,
no provocaban mayores inconvenientes. El problema se creaba en cambio, cuando las aguas
manantiales, corrían más allá y salían del establecimiento rural, o de la parcela del dominio
público. Las cosas aquí no eran exactamente iguales a la situación de las aguas pluviales,
pues el propietario del suelo no sólo era dueño del agua, sino también de la fuente de donde
emana, o sea del manantial, lo que sin duda le permitía su control. Así por ejemplo, puede
interrumpir su salida (art. 27).
Precisamente, es este un aspecto que a nuestro juicio no ha cambiado, a pesar que ahora
el agua manantial, sea del dominio público. Porque el manantial sigue siendo privado si está
en una parcela privada y, por más que el agua sen ahora pública, la propiedad sobre el
manantial le permite su control.
Y en este sentido, un aspecto que pone en duda ahora la ley N° 18.610, refiere a las reglas
del uso de las aguas del manantial por el dueño del fundo en que nacen. Como en el régimen
del Código se reconocía la propiedad privada del agua y se trata de aguas naturales que
comienzan su curso en la parcela de quien la usaba, no se requiere derecho de
aprovechamiento, ni pronunciamiento de autoridad de aguas (como no lo requieren
tampoco los terceros ubicados a aguas abajo). Se trataba de una hipótesis de uso y goce del
derecho de propiedad. Pero como ahora la ley las declara del dominio público, se provocan
a dos inquietudes.

La primera es si el dueño de la parcela donde nace el agua, necesita requerir derecho de


aprovechamiento a la Autoridad de Aguas para usarla. Entendemos que no, pues si los
terceros ribereños ubicados aguas abajo, pueden aprovecharse de pleno derecho de estas
aguas aun cuando fueren del dominio público (art. 25). no hay razón para imponer un
régimen diferente al dueño del manantial. No es necesario pues, permiso ni concesión.
La segunda, tiene que ver con el alcance de esta dominialidad que dispuso la ley, respecto
de aguas que su dueño tenía el uso y goce sin necesidad de requerir su aprovechamiento a
la Autoridad de Aguas. Y si se observa que ahora sigue sin I de requerirlo, debido a que opera
de pleno derecho (art. 25), el cambio no es de trascendencia pues la utilidad del agua, sigue
estando disponible al dueño con el mismo alcance que antes tenía. La diferencia se
encuentra en que ahora, siendo del dominio público, las aguas están sujetas a un canon, que
antes no podía cobrarse y ahora sí (N° 5 de art. 3 del C. de Aguas). De ahí la importancia de
su inconstitucionalidad.
Pero es evidente que más allá de este último aspecto, es imprescindible armonizar el
régimen de la nueva ley con el del Código de Aguas, en aquellos pun tos que
obviamente dicha norma no modificó y continúan vigentes.

• Las aguas subterráneas

El estudio de las aguas subterráneas, comprende al mismo tiempo el de otra categoría


distinta, que casi no se nombra: el de las aguas alumbradas. Es habitual confundir unas con
otras o, hablar de ellas de manera indistinta, lo que no es correcto.

234
La diferencia conceptual entre estas aguas, es importante retenerla, pues para el régimen
codificado, no es el mismo. El problema es que la ley N° 18.610 se olvidó de ellas y no las
menciona. Las alumbradas son aguas traídas a la superficie por el obrar humano, que en
principio se les aplica el régimen de las manantiales (que mantienen su vigencia), imposible
de hacerlo a las subterráneas.
Por otra parte, las aguas subterráneas no tienen una disciplina propia, otra que las de las
alumbradas y, son aguas que por su propia índole, no pueden ser objeto de
aprovechamiento, a menos que se les alumbre, etc. En el régimen del Código su distinción
era sumamente importante debido a que reconocía la propiedad privada de las aguas
alumbradas y no así de las subterráneas, que se entendían doctrinariamente como del
dominio público. Estas diferencias entre unas y otras, son ya suficientes para advertir
respecto a la trascendencia de su distinción.
El C. de Aguas no definió a las aguas subterráneas; lo que si hace la ley N° 18.610. Aguas
subterráneas -dispone su art. 4°- "son todas aquellas que se encuentran bajo la superficie
del suelo en la zona de saturación y en contacto directo con el suelo o subsuelo". En los
hechos, pueden presentarse en dos formas: "quietas", o sea formando verdaderos lagos o
lagunas subterráneas; o "corrientes", formando cursos de aguas y verdaderos ríos
subterráneos.
Sólo que la legislación no distingue entre ellas, por lo que quedan por igual bajo el mismo
régimen y categoría. El régimen de las aguas subterráneas y alumbradas fue previsto
originalmente en el C. Rural de 1875 (arts 362 a 379) y completado con el régimen de la ley
N° 8.158, y su reglamento, el D. 1902/35 de 3.4.35, que impusieron que en caso de
alumbramientos de aguas por medio de pozos o perforaciones, los perforadores deben
remitir al Ministerio de Industria, Energía y Minería, una muestra del agua y los datos
relativos a la perforación, con obligación incluso de declarar la posesión de restos fósiles.
Esto permitió que esta Secretaría de Estado, pudiera contar con un verdadero inventario
de muchas aguas subterráneas. Sin embargo, no se cuenta con un conocimiento integro y
completo de la riqueza hídrica subterránea del país, ni con un mapa de las corrientes que lo
forman, por lo que el mayor problema de estas aguas sigue radicando en su descubrimiento
y los alcances de su alumbra miento.
Ello hace que las tareas de alumbramiento, se realicen todavía como actos de resultados
inciertos y siempre revisables en cuanto a los volúmenes de extracción. Incluso, pueden
provocarse situaciones de lesión de derechos ajenos, noticia del perjudicado, ya que, al ser
aguas ocultas, de las cuales es difícil conocer el caudal y el origen, una tecnología de
aspersión sofisticada, puede sustraer bajo suelos, las aguas que corren en establecimientos
vecinos, e incluso traer a suelo propio y por debajo, aguas que no corresponde. En definitiva,
se trata de aguas que en las cuales la tecnología y la inversión a nivel individual, resultan de
fundamental importancia.

La propiedad pública de las aguas subterráneas y de las alumbradas:


Como ya indicáramos, la ley N° 18.610, declaró del dominio público a estas aguas. Con
ello vino a consolidar en texto legal expreso, la situación jurídica que a nuestro juicio-ya se
encontraba consagrada por vía indirecta a través de otras disposiciones.
En efecto, la propiedad de esta agua no fue definida en el régimen codificado, salvo que
se encontraren debajo de parcelas del dominio público, en cuyo caso las aguas también lo
eran (art. 42). Si bien las razones de este vacío normativo fueron explicadas en la Exposición

235
de Motivos, lo cierto es que se obligó al intérprete examinar otras normas para resolver el
punto. Entre ellas, las del C. Civil (lit. B) del art. 1 del C. de Aguas), cuyas disposiciones se
consideraron por el propio codificador de aguas". En su art. 748 este Código, reconoce que
la propiedad inmueble se extiende también a lo que está debajo del suelo35.
Pero la vigencia de esta norma en materia de aguas, resultaba igualmente discutible, en
razón de lo previsto en los artículos 43 y 15 del C. de Aguas,36 cuyo contenido -a nuestro
juicio-permitían concluir la dominialidad de estas aguas, aun antes de la reforma
constitucional y de su ley N° 18.610.

Por su parte, si bien la ley N° 18.610 se olvidó de las aguas alumbradas, en la medida que
según el Código de Aguas, su régimen es el de las manantiales, cabe considerar-integrando
ambas normas que son también "superficiales" y por tanto las aguas alumbradas, que antes
eran del dominio privado por el hecho de su extracción debidamente autorizada, ahora son
del dominio público por obra de la ley N° 18.610. Este pasaje de la propiedad privada a la
pública, sin indemnización alguna, puede ocasionar un grave perjuicio en caso que el Estado
pretenda cobrar un canon por su uso, especialmente a los tamberos, que son quienes más
requieren de estas aguas.
La perforación:
Las aguas subterráneas tienen utilidad para el establecimiento rural, en tanto se extraen
a la superficie, vale decir se alumbran y ello requiere un procedimiento técnico de
perforación, regulado en el art. 45 y sigts, del Código de Aguas y su reglamento. En el
régimen codificado, salvo que se tratar de usos menores o domésticos, la perforación en
parcelas privadas requería de Autorización (arts 43 y 46), la que se explicaba pues las aguas
alumbradas en ellos (no las subterráneas), eran del dominio particular Hoy en cambio, como
las alumbradas son también del dominio público, se requiere permiso o concesión (art. 42)
para su extracción y aprovechamiento.
El perforador, puede ser el propietario de la parcela, o un tercero, autoriza do
expresamente por éste. El Código de Aguas, respeta siempre la voluntad de quien goza del
predio para autorizar la perforación y le confiere a él o a quien él permita, el derecho a la
extracción y aprovechamiento del agua. Mantiene así un debido equilibrio entre el régimen
de la propiedad inmueble y el de las aguas, evitando conflictos con terceros, como los que
se suceden en materia minera.

• Los ríos y arroyos


Los ríos y arroyos constituyen la categoría hidrológica más importante del patrimonio
hídrico nacional y de su régimen jurídico. Junto con las aguas pluvia. les, es la principal
fuente de abastecimiento de agua, no sólo para los establecimientos rurales, sino para sus
diversos usos.
Sin embargo, la ley Nº 18.610 los ignora. Es tarea del intérprete considerar que sus aguas,
entran ahora junto con otras, en la categoría de superficiales. Pero naturalmente, que esto
no implica una derogación de su existencia jurídica. pues un río o arroyo no es solo agua,
sino mucho más que eso y como objeto de derecho es cosa distinta al agua No existe en
nuestro derecho una definición de lo que se entiende por ríos o arroyos y la distinción entre
ellos es intrascendente en nuestro derecho, pues su disciplina es la misma.
Para una correcta individualización conceptual, es importante señalar como primer
paso, que a diferencia de las otras categorías de aguas que vinimos estudiando, enfrentamos
un fenómeno de naturaleza compleja. Un rio o arroyo es un curso de agua, lo que significa

236
que además del álveo, también denominado lecho o cauce, posee un caudal, ya que es propio
de su estructura que el agua transite y forme una corriente.

Estos componentes son tan importantes como el agua misma, al punto que hay autores
que consideran que la esencia estructural de un río o arroyo no es verdaderamente el agua
sino la presencia del lecho". Un arroyo de poco caudal puede quedar seco transitoriamente
en un momento de escasez de lluvias, y es la existencia del álveo que permite afirmar que el
mismo está seco, pero no que no existe. Pero a su vez, el caudal no es sólo una porción de
fluido líquido, sino la masa de agua que se forma de modo natural y permanente, por el
devenir o transitar constante del agua y que contiene un volumen de agua desplazado. Una
concesión para riego y otra para aprovechamiento energético, no sólo se diferencian por sus
fines, sino primordialmente porque recaen en cosas consideradas como objetos de intereses
distintos (una aprovecha el agua como tal, la otra, la energía del caudal que forma).
El hecho que el agua de un río o arroyo forme un curso y transite, es precisamente una
de sus características salientes y la que provoca la tipicidad de su disciplina y la mayor
formación de conflictos. La doctrina reclama la intermitencia", lo que lo o bien el carácter
perenne del caudal diferencia del simple "torrente", aunque se ha señalado que esta
cualidad no debe verse referida a la cantidad del agua. Dada esta conformación, el Código se
refiere en algunas ocasiones sólo al agua de los ríos y arroyos (ej. art. 30), en otras sólo a los
álveos (art. 30, 32, 35, 36,etc), en otras a la disciplina del curso de agua (art. 34, 33 lits. 1 y
2) y en otras a los ríos y arroyos como tales (arts. 31, 32 inc. 3, etc.).
Clasificación de los ríos y arroyos
En el Código, los ríos y arroyos se clasifican en navegables o flotables y en no navegables
ni flotables (art.30 y 32). A nuestro juicio, sería suficiente que la ley dijera flotable, pues no
es posible la navegación sin flotabilidad.

Se entienden por ríos y arroyos navegables o flotables, aquellos cuya navegación o


flotación sea posible en todo o en parte, sea natural o artificialmente (art. 30). La
determinación de navegable o flotable la efectúa el Poder Ejecutivo por declaración, aunque
nada impide que se efectúe también legalmente (art. 31). Para el Código, tal declaración se
entiende siempre hecha bajo salvaguarda de que es meramente confirmatoria de su
cualidad de navegable flotable y por ende de naturaleza no constitutiva sino declarativa de
su pertenencia al dominio público (art.31). De este modo, se trataba de evitar los problemas
expropiatorios o confiscatorios que pudiera implicar tal declaración.

Pero en sustancia esta solución, viene a admitir que son sus condiciones físicas o
naturales que hacen navegable o flotable un río o arroyo y no las decisiones administrativas,
por lo que aun la omisión de la autoridad pública en declarar un rio navegable o flotable, no
lo priva de ese carácter". Así como no estaría vedada la impugnación administrativa de la
declaración. La distinción entre flotables y no flotables de los ríos y arroyos, mantiene su
importancia en el régimen actual, por dos razones: primero, porque los álveos de los
flotables son del dominio público y los de los no flotables son privados o fiscales si cursan
por suelos privados o fiscales; b. segundo, porque el aprovechamiento de los ríos y arroyos
no flotables, se encuentra reservado en exclusividad a sus ribereños (precisamente porque
son dueños de los álveos).
Propiedad de los rios y arroyos navegables y flotables
Dada la conformación geográfica de nuestro país, es ésta una de las más importantes
categorías de aguas para uso de la actividad agropecuaria y la que demanda mayores

237
aprovechamientos. Antes de la ley N° 18.610, ya la propiedad de las aguas y de los álveos de
los ríos y arroyos navegables y flotables, en todo o en parte de su curso -y por ende de los
cursos mismos- pertenece al dominio público (art. 30 del Código).

Este es una dominialidad antigua, recogida como tal en toda la codificación napoleónica.
Así lo dispuso entonces el C. Civil en su art. 478, N° 3 y del mismo modo lo afirma el art. 30
del C. de Aguas.

La propiedad en los ríos y arroyos no navegables ni flotables


La propiedad de los ríos y arroyos no flotables, es algo confuso en el régimen codificado,
ya que el legislador no se pronunció de modo expreso. Se dispone que los álveos de estos
ríos y arroyos son del dominio privado o fiscal, si los suelos donde corren estas aguas, son
privados o fiscales (art. 32). Pero lo c o cierto es que el Código, guarda absoluto silencio en
cuanto al derecho de propiedad de las aguas que componen dicho curso. Esto provocó
opiniones encontradas en la doctrina, unas de las cuales se pronunciaron por la naturaleza
privada (Sayagués Laso y Prat) y otros por su carácter público, postura esta última que
compartimos". Hoy en día, lo dispuesto por el art. 4º de la ley Nº 18.610, al declarar que son
públicas las aguas superficiales, vino a poner fin a tal debate.

• Lagos, Lagunas, Charcas y Aguas Embalsadas

El régimen codificado en materia de lagos, lagunas, charcas y aguas embalsadas. Concepto.


La aguas quietas o dormidas
En los arts. 39 y sigts, el Código de Aguas refiere a esta tipología, pero no la define. Al
igual que en la categoría precedente, enfrentamos aquí un tipo jurídico que no está referido
de modo aislado al agua, sino que se conceptúa por la complejidad de elementos que
concurren a formarlo.

La ley N° 18.610 tampoco contiene mención expresa a los lagos, lagunas y embalses,
aunque puede encontrarse una escueta referencia en el lit. B de art. 4 a las aguas que se
"almacenan sobre la superficie del suelo".
Las aguas que integran esta categoría, se les conoce también como aguas quietas so
dormidas; no porque en realidad lo sean de modo absoluto, sino porque se encuentran
circundadas p por suelo y no forman un curso o caudal natural y por tanto no escurren ni
son corrientes. Aunque integren la misma categoría y queden sometidas al mismo régimen
jurídico, conviene tener presente las diferencias que existen entre unas y otras. Esto permite
también comprender el alcance del lit. B del art. 4 de la norma mencionada, cuando refiere
a aguas "almacenadas".
Lagos y lagunas
Marienhoff dice que un "lago es una vasta y perenne acumulación de agua formada por
la naturaleza". Este último elemento le permite diferenciarlos de las represas y estanques,
que son obra del hombre. En general es ésta una distinción habitual y generalizada entre los
autores". Tiene sentido su distinción, pues el agua de la represa (ej. de un tajamar) a
diferencia de las aguas de los lagos, puede tener diferentes orígenes hidrológicos
provocados por el hombre, con alteraciones en la cuenca, lo que no sucede cuando las aguas
son quietas por efecto de la naturaleza.
Sin embargo, no puede ocultarse que para otras opiniones doctrinarias la distinción
desde el punto de vista jurídico es innecesaria, por lo que consideran que el "lago o tanque

238
está constituido por las aguas acumuladas en una depresión del terreno donde son
retenidas sea por la disposición natural de las aguas, sea por una barricada o calzada"

El régimen codificado asumió esta última postura, pues no dispuso diferencias de


régimen entre unos y otros. Las llamadas "aguas embalsadas" (ej. ta jamares) -que
responden a un fenómeno artificial- quedaban comprendidas en la misma disciplina que los
lagos y lagunas.

Pero el lit. B del art. 4° de la ley Nº 18.610 cambió esta solución rompiendo la unificación
del régimen jurídico contenida en el Código, desde que considera como aguas superficiales,
sólo a las "almacenadas". El almacenamiento es resultado del obrar o accionar humano. No
hay almacenamiento natural". De modo que ahora en nuestro derecho, adquiere relevancia
la distinción que buena parte de la doctrina efectúa entre las aguas que son quietas por
hecho natural (lagos y lagunas) y dormidas por hecho del hombre (aguas embalsadas o
almacenadas), lo que parece razonable en cuanto son fenómenos hidrológicos diferentes.
La construcción de un embalse y el represar de las aguas, puede afectar otros
aprovechamientos de la cuenca.
De esta manera, cabe entender que las aguas de los lagos y lagunas no que dan
comprendidas en la tipificación de la ley N 18.610 y por tanto, siguen en el régimen
codificado sin modificación, lo que podría explicarse por su carácter no corriente. Las aguas
de los embalses y de los tajamares en cambio, son origina rías del dominio público. Lo que
no significa que lo sea el embalse o el tajamar.

• El régimen de los cauces o álveos en el código de aguas.

En la disciplina codificada de las aguas, queda comprendida la relativa a los álveos o


cauces; también la de las riberas y el de las márgenes de los cursos de agua (ríos y arroyos)
y de las aguas quietas o dormidas (lagos, lagunas y embalses). No obstante, se trata de
conceptos que es importante distinguirlos.
De lo dispuesto en el art. 21 del Código antes señalado, surge que, "álveo de las corrientes
pluviales es el terreno que éstas cubren durante sus avenidas ordinarias, en barrancas,
ramblas u otras vías naturales" y: por el art. 35, que es "álveo de un río o arroyo es el terreno
que cubren sus aguas en las crecidas que no causan inundación". Por lo que se infiere que
en el criterio legal, el álveo, cauce o lecho, es la superficie o suelo cubierto habitualmente
por las aguas.

Su consideración es gravitante, particularmente en las corrientes y cursos de agua, ya


que incide sobre los derechos sobre el suelo (art. 22). El álveo se compone de dos partes: el
fondo o piso y, la ribera, cuya noción es accesoria.
En efecto, el Código no define la ribera. Sin embargo puede fácilmente concluirse su
concepto del art. 36, como la parte externa del álveo, o sea aquella que no es cubierta
normalmente por las aguas, salvo en momentos de crecidas, noción aceptada
doctrinariamente. El suelo cubierto por inundación en cambio, no es parte del lecho.
El Código establece un procedimiento conforme al cual pueden ser fijadas; todo lo cual
es aplicable por igual a los ríos y arroyos y los lagos, lagunas, etc. (arts. 35, 36, 38 y 40 del C.
de Aguas). Se exceptúa el Río de la Plata y Océano Atlántico (art. 37) que siguen otro sistema.

• Las aguas superficiales y la humedad del suelo


Su alcance en el texto constitucional y en la ley n° 18.610

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La ley N° 18.610, asume que la Carta introdujo una nueva tipología, al referirse a las
aguas superficiales. En verdad, la expresión del texto constitucional, no necesariamente
implica incorporar un nuevo tipo al orden jurídico, sino que es tan sólo una modalidad
genérica de referirse a todos los tipos de aguas que están en la superficie, lo que no tiene
por qué alterar la clasificación del Código. De esta manera, vistas las necesidades de integrar
y armonizar la doble nómina de las aguas en nuestro derecho (C. de Aguas y ley N° 18.610)
debería considerarse a estas aguas superficiales como un tipo genérico, que engloba a las
restantes aguas de la superficie como subcategorías o subtipos.
Sin embargo, ello no es posible, sino de manera limitada. El concepto de estas aguas, no
comprende a todas las demás aguas de la superficie pues la propia ley, se encarga de conferir
tipología propia a determinadas aguas de la superficie, lo que impide considerarlas como
una subcategoría. Es el caso, por ejemplo, de las aguas de los lagos y lagunas y la humedad
del suelo.

Vayamos en primer lugar a su concepto. La ley define esta nueva categoría como las que
escurren o se almacenan sobre la superficie del suelo... Se refiere a dos situaciones distintas.
Las aguas que escurren, son todas aquellas que se deslizan sobre el suelo. Quedan por tanto
comprendidas, las pluviales del régimen codificado y de la ley N 17.142 y las de los ríos y
arroyos. Quedan naturalmente excluidas las aguas llamadas quietas o dormidas (lagos,
lagunas, embalses, etc.).
Por su parte si bien las manantiales tienen una calificación propia, el propio texto se
encarga de aclarar que se integran como superficiales. Las alumbradas no se mencionan,
pero como ya hemos indicado, integrando el régimen del Código de Aguas (que en esto no
fue derogado) su régimen es el de las manantiales y, por ende, también superficiales.
Del mismo modo, son superficiales las que se almacenan sobre la superficie del suelo: de
manera que no escurren. Como ya dijéramos, el almacenamiento supone siempre un obrar
humano, por lo que no es un fenómeno natural. Es el caso por ejemplo de los embalses. No
quedan entonces incluidas en esta categoría, los lagos y las lagunas naturales, que en
consecuencia siguen regulándose por el régimen del C. de Aguas (retro N 43). Tal vez ello
obedezca a la naturaleza del fenómeno hidrológico, en cuanto no son aguas corrientes y su
empleo no se produce a través del derecho de aprovechamiento sino por el simple uso y
goce de la propiedad privada. Es razonable pues, su exclusión desde el punto de vista
jurídico.
En cuanto a los embalses (supra N 42), corresponde anotar que aun en cuanto pueda
interpretarse de la ley N° 18.610 que sus aguas son del dominio público, ello no es suficiente
como señaláramos para considerar lo que es el embalse. En este sentido, el efecto de la ley
Nº 18.610 es neutro. Aun en el régimen codificado, el carácter público del agua embalsada,
no alcanzaba para considerar que el embalse fuera dominial; pues basta que el suelo fuera
privado, para que el embalse en su conjunto lo fuera. Pero pasar al dominio público todos
los embalses privados, es algo que esta ley no parece haber asumido, pues implica también
apropiarse de la tierra ocupada por éste. Para ello se requiere expropiación.
La humedad del suelo: La ley N° 18.610 considera que es el agua retenida por el suelo
en sus poros más pequeños, sin saturarlo; vale decir, en cuanto no provoca inundación ni
con figura un humedal (retro N° 40). De esta manera, la humedad no es otra cosa que una
cualidad del suelo, que se integra como cosa inseparable del mismo. Por esta razón no es
tampoco agua superficial. En realidad, es esta una tipología que podrá tener trascendencia
hidrológica y agronómica, pero no jurídica y, no es fácil encontrarle un sentido útil desde el

240
punto de vista del Derecho. La humedad del suelo no e un buen apropiable, nadie puede
tener en su patrimonio la humedad del suelo.

APUNTES
Cuando pensemos en el agua, lo que tenemos que tener en cuenta es que estamos viendo
el agua dentro del establecimiento rural, y no solo el agua, sino también el suelo, la flora y
la fauna que son recursos que va a tener mi establecimiento.
Obviamente que, dependiendo del tipo de recurso, voy a tener determinada normativa
para cumplir en mi establecimiento; lo mismo con la fauna, si mi establecimiento es parte
del SNAP o tiene suelos protegidos, tenemos más normativa aún para cumplir.
El agua es un recurso fundamental, nosotros en Uruguay nos basamos en el agua.
Tenemos la suerte de ser un país que tiene muy buena agua, tanto bajo del suelo como de
lluvia, y tenemos mucha agua dulce lo cual nos viene muy bien. Cuando hablamos de
actividad agraria lo que sirve es el agua dulce, al menos alguna actividad agraria que
específicamente requiere agua salada como cría de peces (piscicultura).

Lo que hay que tener en cuenta es el agua con respecto a 2 principios: uno es su
vinculación con la tierra (principio de territorialidad) porque según dónde esté de la tierra,
será su clasificación, o sea si está por arriba o por debajo de la tierra, depende cómo sea el
suelo es cómo esa agua va a correr; el recurso agua y el recurso suelo son complementarios,
van siempre de la mano; el principio de territorialidad implica esa vinculación con el suelo.
Otro principio a tener en cuenta es el principio de la unidad del ciclo hidrológico: el agua
es una sola, es única, es la misma que va en distintos ciclos, pero siempre es la misma agua
(esa agua puede ir perdiendo calidad, se puede perder determinada cantidad de agua pero
siempre es la misma).
En este sentido tenemos que tener en cuenta el art. 20 de la ley 18.610: “El diseño,
desarrollo y actualización tecnológica del sistema de información integrada de los recursos
hídricos, de las cuencas hidrográficas y del ciclo hidrológico a un sistema nacional de
información hídrica, estarán orientados a facilitar la toma de decisiones de los sectores público
y privado en cuanto a la gestión y su control. Se entiende por cuenca hidrográfica la
delimitación del terreno que recoge todas las aguas que confluyen hacia una desembocadura
común.
Se entiende por ciclo hidrológico el proceso continuo de circulación del agua en un espacio
que se extiende hacia la atmósfera y por debajo de la corteza terrestre. Se pueden distinguir
tres fases: el agua oceánica de mares y océano, el agua atmosférica en forma de humedad del
aire y nubes y el agua continental en su forma superficial, subterránea y como humedad del
suelo”.

A su vez, lo que debemos analizar es el Código de Aguas, el cual establece en su artículo


1 lo siguiente: El régimen jurídico de las aguas en la República Oriental del Uruguay se
determina:
1. Por lo dispuesto en este Código;
2. Por lo prescripto en el Código Civil y disposiciones modificativas y concordantes, en
cuanto no resulte expresa o tácitamente derogado por el presente cuerpo de
normas;
3. Por las disposiciones contenidas en leyes especiales, en los Tratados en que fuere
parte la República y en otras normas de Derecho Internacional.

241
Este código lo que nos va a explicar cómo es el régimen jurídico del agua estableciendo
que, en materia de aguas, siempre deberemos recurrir a él, y de forma subsidiaria al CC. (en
lo que no haya sido derogado por el CA). Y luego tenemos que ir a las leyes especiales, a los
tratados y a otras normas de derecho internacional.
Otra disposición pertinente en este tema es el artículo 47 de la Constitución:

La protección del medio ambiente es de interés general. Las personas deberán abstenerse
de cualquier acto que cause depredación, destrucción o contaminación graves al medio
ambiente. La ley reglamentará esta disposición y podrá prever sanciones para los
transgresores.
El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al
saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales.
1) La política nacional de Aguas y Saneamiento estará basada en:

a) el ordenamiento del territorio, conservación y protección del Medio Ambiente


y la restauración de la naturaleza.
b) la gestión sustentable, solidaria con las generaciones futuras, de los recursos
hídricos y la preservación del ciclo hidrológico que constituyen asuntos de
interés general. Los usuarios y la sociedad civil, participarán en todas las
instancias de planificación, gestión y control de recursos hídricos;
estableciéndose las cuencas hidrográficas como unidades básicas.
c) el establecimiento de prioridades para el uso del agua por regiones, cuencas o
partes de ellas, siendo la primera prioridad el abastecimiento de agua potable
a poblaciones.
d) el principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y
saneamiento, deberá hacerse anteponiendo las razones de orden social a las
de orden económico. Toda autorización, concesión o permiso que de cualquier
manera vulnere las disposiciones anteriores deberán ser dejada sin efecto.
2) Las aguas superficiales, así como las subterráneas, con excepción de las pluviales,
integradas en el ciclo hidrológico, constituyen un recurso unitario, subordinado al interés
general, que forma parte del dominio público estatal, como dominio público hidráulico.
3) El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para
el consumo humano serán prestados exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales.
4) La ley, por tres quintos de votos del total de componentes de cada Cámara, podrá
autorizar el suministro de agua, a otro país, cuanto éste se encuentre desabastecido y por
motivos de solidaridad.

¿Qué nos llama la atención de lo que dice el numeral 2? Dice que el agua es un recurso
unitario, pero elimina las aguas pluviales. Hablamos que el código y las leyes establecen que
es un ciclo hidrológico y que es un recurso unitario, y la Constitución me dice que es unitario
con excepción a las pluviales. Y me dice que todas las otras aguas con excepción a las
pluviales forman parte del dominio estatal.
¿No nos suena extraño esto de que me divide el ciclo hidrológico? ¿Por qué hace esto la
Constitución? Se dividió el ciclo hidrológico teniendo en cuenta otros intereses, entonces lo
que hicieron fue ese ciclo hidrológico se dividió. Hubo una reforma constitucional: Uruguay
históricamente en materia de aguas ha copiado la legislación española, el código de aguas
de 1972 regula el derecho de propiedad sobre las aguas, clasifica las aguas según las

242
diferentes categorías y después regula sobre los modos de utilización de las aguas públicas
y privadas (concesiones, permisos, autorizaciones), y trata también el tema de las
servidumbres.

Esta legislación copiada de la española de 1986 (la primera vez que copiamos a España
en este ámbito) no fue aplicable en el Uruguay porque el agua se maneja distinto en España
que en Uruguay, entonces planteaba una determinada forma de uso de agua que nunca fue
aplicada acá.

En el art. 19 del CA se define cuál es el agua pluvial:


“Pertenecen al dueño del predio las aguas pluviales que caen o se recogen en el mismo,
mientras escurren por él. Podrá, en consecuencia, construir dentro de su propiedad las obras
necesarias para su captación, conservación y aprovechamiento, conforme a los reglamentos
que dicte el Poder Ejecutivo, y sin perjudicar a terceros”. La Constitución nos dice que si cae
en tierra pública esa agua pluvial será pública, y si cae en tierra privada será privada;
dependiendo el dominio de la parcela.
Luego, como el derecho de propiedad de las aguas el código lo regula como una
propiedad especial, el propietario para utilizar esa agua que es de él debe solicitar
autorización al ¿ministerio de transporte? de lo contrario no podría aprovecharse del agua
que es de él por la entidad e importancia que tiene el recurso.

Así se fueron clasificando los dominios de las aguas de tal forma que en el código de aguas
veremos: los lagos, manantiales que son propiedad del lugar en donde emanan, entre otros,
pero hay silencio con respecto a las aguas subterráneas, por lo que se aplica el art. 15 del
código que nos dice: “Integran el dominio público o el fiscal, en su caso, todas las aguas y
álveos que no estuvieren incorporados al patrimonio de los particulares a la fecha de vigencia
de este Código”.
En este sentido, se entiende que, si el código de aguas no determina una propiedad sobre
determinada agua, es del Estado. El Código de aguas siguió hasta el 2004, en este año
teníamos un Uruguay en donde se habían dado dos o tres concesiones para el uso de agua
pública para la distribución o el servicio a la población; en el 2004, los funcionarios de OSE,
enojados con esta situación de la privatización en la distribución del agua en determinados
departamentos, armaron un proyecto de ley y lo promulgaron para que el agua sea pública,
para que no nos robaran el agua los del norte. Consecuencia de ese proyecto de ley: se
aprobó el art. 47 de la Constitución que recoge el plebiscito de la reforma del agua.
VOLVIERON A COPIAR LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA. Lo que nos interesa el art. 47 a los
efectos agropecuarios es el inciso 2, porque el inciso 1 es más para el derecho ambiental.
Esto es un ciclo de la naturaleza (el agua), al legislar el agua estamos tomando ciclos de la
naturaleza; yo no puedo regular el comportamiento del recurso, pero sí puedo acompañarlo,
asignarle un derecho de propiedad, puedo regular el aprovechamiento, pero cómo se
comporta el recurso en la naturaleza no lo puedo cambiar; hay un ciclo de la naturaleza que
depende del universo. La norma jurídica no puede romper el ciclo biológico.
REPASOS DE NORMATIVA SOBRE AGUAS: cuando veamos la normativa tenemos que
tener presente Código Rural de 1878, el Código De Aguas de 1979, art. 47 de la constitución,
y la ley 18.610. Esto es lo que vamos a tener para estudiar en este recurso. Del código de
aguas tenemos que estudiar todo el tema de la servidumbre, además toda la legislación en
cuanto a concesiones y permisos. Y respecto del derecho de propiedad, tenemos que ir al
art. 47 de la constitución.

243
El agua es un recurso natural. Nos afiliamos a la doctrina más moderna: no importa la
calificación de renovable o no, es renovable en cuanto al uso que le demos al recurso. Es
único e ilimitado, no vamos a tener más agua y tierra en el mundo, es la que hay desde que
el mundo se configuró; podemos tener cambios en el comportamiento porque, por ejemplo,
tenemos glaciares que se derriten, estos son cambios en el comportamiento del recurso,
pero no implica que haya menos o más agua, siempre sigue siendo el mismo recurso.
Cuando estudiamos esto tenemos que pensar en dos comportamientos del recurso: la
vinculación del agua en la tierra; el agua en la atmósfera es una de las críticas que se le hace
a la ley 18610 porque ya vamos a ver que habla de aguas atmosféricas, pero estas, las que
están en las nubes no le interesan al derecho agrario, tampoco las aguas que caen en otras
aguas porque se transforman en aquella agua sobre la que caen y seguirá la legislación de
dicha agua, si cae sobre río seguirá el régimen jurídico que regule los ríos, y así
sucesivamente; el derecho agrario estudia el agua que cae o se recoge en el suelo; acá es
donde nace el principio de territorialidad de las aguas.

Este principio se rompió con la ley 18.610; esta ley rompió muchos principios en el
esfuerzo interpretativo del art. 47, tuvo que hacer un esfuerzo extraordinario para poder
interpretar el mismo. Este último art. exceptúa a las aguas pluviales y allí rompe con el
principio de territorialidad y el principio de unidad del agua. Estos dos principios, si los
tenemos presentes ya después podemos entender el resto, porque estos dos principios
hacen nacer 2 derechos: el derecho de propiedad y el derecho de aprovechamiento. Este
último (el de aprovechamiento), el aprovecharse del agua, no es ni más ni menos que el
derecho de uso y goce al cual hace referencia el código civil, pero el código de aguas habla
de aprovecharse del agua.
¿Por qué tenemos que distinguir, a diferencia del código civil, estos dos derechos? Porque
yo puedo, bajo el régimen del código de aguas hoy derogado, podía ser propietario del agua
y no poder disponer de la misma; la propiedad de las aguas es tan atípica que el legislador
de 1979 le adjudicó características especiales.
Este recurso agua, ¿es mueble o inmueble? Porque de allí, jurídicamente hablando,
podemos ver cómo se regula y qué diferencias tiene con el código civil. El art. 461 del Código
Civil y siguientes nos sirven para responder esta pregunta: “los bienes corporales se dividen
en bienes muebles e inmuebles… los muebles son los que pueden transportarse de un lugar
a otro…”, los inmuebles no.
En el art 464 se establece que los árboles y plantas son inmuebles por accesión mientras
estén adheridos al bien inmueble. En realidad, nuestro código civil no trata el agua, y el
código de aguas cuando regula el fenómeno tampoco lo define como inmueble. Si nosotros
pensamos en la concepción romana, en esta el agua era inmueble por accesión. Si pensamos
en la concepción española a la cual copiamos, los españoles resolvieron el tema y dijeron
que el agua era un bien inmueble.

Nosotros no resolvimos el tema, entonces los problemas de saber si es un bien mueble,


inmueble, inmueble por accesión; no lo dijo el código rural, ni el código de aguas, ni el código
civil, ni la reforma constitucional del art. 47. Entonces, tenemos que pensar el agua de esta
manera: hay diferentes modalidades del agua, si yo el agua la recojo en la botella, la cierro
en un tanque, es un bien mueble, la transporto de un lado al otro (461 y 462 del cc); si en
cambio pienso esa agua como unida a una cuenca, adherida a una cuenca, ya es más difícil
de pensar el agua como bien mueble porque no puedo recoger un río, un océano entonces
deberíamos empezar a diferenciar el agua de la corriente del agua, o el agua y ese correr

244
que tiene por los ríos, lagos, etc. una es mueble y otra es inmueble porque no puedo
transportar un río entero, una laguna, un océano.

Queremos saber estas definiciones para saber los derechos que tengo sobre el agua. El
principio de la accesión que regía en el código de aguas que hoy con la reforma no rige más,
ese código de aguas dio lugar, esa agua que toca el suelo o que dice el art. 19 que es
propiedad por principio de accesión del dueño de la parcela mientras toca el suelo y se
escurre por él, esa agua hace que se den diferentes aguas en el suelo, y ahí es cuando clasifica
entre pluviales, ríos, arroyos, aguas embalsamadas, aguas medicinales, etc.

Esta es la clasificación que da el código de aguas respecto a las aguas. Si nosotros, luego
de la reforma constitucional vamos a la ley 18.610, si voy al art. 4 de esa ley veo que a los
efectos de poder interpretar este numeral 2 del art. 47, me clasifica las aguas en otras
categorías. Con esto ¿qué estamos diciendo?
Vimos que dice que rige el principio de territorialidad de las aguas: las aguas pluviales
no son las que están arriba de las nubes, no le importan al derecho agrario esas, son las que
caen sobre un suelo o a objetos apoyados en ella; bajo este concepto fue se sancionó el art.
47 de la reforma constitucional. Votaron esa reforma en el entendido de que las aguas
pluviales son las que tocan el suelo o caen en tanques son propiedad privada. Si no salía la
18610, esto iba a ser propiedad privada, pero gracias a la ley no.
La ley 18.610 me cambia la definición de agua pluvial porque alude a la atmósfera. Y
cuando define las siguientes aguas define las mismas aguas pluviales que define la ley
17.142 a la que hace referencia la ley 18.610. Hubo un cambio de conceptos. Esta es la
clasificación que hizo la 18.610 en un esfuerzo por interpretar el art. 47 de la constitución,
de que quede armónico. Redefinió ese concepto de agua pluvial; básicamente partió el
concepto en dos, mandó la mitad a aguas superficiales y la otra mitad a agua pluvial; tomó
el mismo concepto de agua pluvial que da la ley 17.142, y la dividió en dos.
Bajo el régimen de la sanción del art. 47 de la Constitución, cuando plebiscitamos ese art.
regía la definición legal de la ley 17,142. Bajo el régimen de la ley 18.610, las aguas pluviales
son o las que están arriba en las nubes, o las que caen en el suelo o en el tanque; la que cae
en suelos o tanques las redefino como aguas superficiales, y las que están en las nubes las
redefinió como aguas pluviales. Estas últimas pasan a ser de dominio estatal (porque es def
de agua pluvial y el 47 exceptúa a las aguas pluviales), las superficiales no.
El art 19 del código de aguas me dice que son propiedad del dueño de la parcela las aguas
que caen y tocan el suelo mientras se escurran por él. Para esto, la ley 18.610 tuvo que
redefinir el concepto de agua pluvial. Pero no vale definir con posterioridad a la sanción; no
puede el legislador redefinirme las aguas pluviales posteriormente a la excepción y cuando
ya plebiscitó porque yo puedo solamente pensar las aguas pluviales definidas en la Ley
17.142.
Si nos pregunta cómo se clasifican las aguas tenemos que decir depende: el código de
aguas las clasifica de una manera, y la ley 18.610 a efectos de la interpretación del numeral
2 del art. 47 de la Constitución la reclasifica de otra.
Después de eso, la ley sigue con la política nacional de agua, la gestión sustentable, la
gestión integrada, la falta de certeza sobre lo de que el desconocimiento de la ley no sirve
como excusa, etc. cuáles son los principios que rigen el recurso agua.
No toma al agua como un inmueble por accesión, es porque esa definición de agua pluvial
(de la ley 17.142) la tenemos que armonizar con el art. 19 del código de aguas. El art. 1 de

245
la ley 17.142 define las aguas pluviales, me dice cuáles son, nada más: “se consideran aguas
pluviales las que acceden a la superficie de la tierra o a objetos apoyados en ella, provenientes
directamente de la lluvia, granizo, aguanieve o nieve y los productos de la condensación de la
humedad atmosférica. No merecen esta denominación las que, perdiendo su individualidad, se
confunden con otras de distinto origen”.
El art. 19 del código de aguas me dice, esas aguas que dice la 17.142 son propiedad del
dueño del predio en donde se caen. Entonces, si el dueño de la parcela es el Estado, son
aguas públicas; si el dueño de la parcela es un particular, será dueño de las aguas pluviales
un particular y no serán aguas públicas, sino privadas.

¿Cuál es la ley vigente? art. 47 de la Constitución sancionado en 2004 que fue


cuando se reformó. La ley 18.610 modifica el código de aguas, y la ley 17142; los
deroga por ser la última las leyes anteriores, y lo dice a texto expreso el inciso final
de su art. 4. SE APLICA LA 18.610.
Uno de los principios rectores art. 8 inciso c: que tu desconozcas la ley no sirve de excusa
para que no la cumplas.
Luego de sancionada la ley 18.610 en 2009: la redefinición del concepto pluvial recién
llego al 2009; o sea del 2004 al 2009 el concepto de agua pluvial seguía siendo el de la ley
17142.

Este es el derecho de propiedad, luego tenemos el DERECHO DE ARPOVECHAMIENTO:


aquel uso y goce de agua. Bajo el régimen del código de aguas yo podía ser propietario y no
poder usar el agua, disponer de ella, para ello requería una autorización de la autoridad del
momento que era el ministerio del transporte; la autoridad corría el velo y me autorizaba a
usar el agua que era mía. Tenía que pedir autorización porque si recojo el agua esa agua deja
de fluir y puede perjudicar al vecino lindero, y por eso tenía que interferir la autoridad.
Hoy en día esto cambió con el régimen vigente del art. 47 de la constitución, donde todas
las aguas son públicas con excepción del agua que cae en techo y tanque (según el concepto
vigente de aguas pluviales de la ley 18.610).
El art. 163 del CA me regula los usos comunes que tenemos todos los habitantes de la
república, el mismo dispone: “Todos los habitantes podrán usar las aguas del dominio público
y transitar por sus álveos conforme a los reglamentos, para estos fines: 1º Bebida e higiene
humana. 2º Bebida del ganado. 3º Navegación y flotación, salvo las limitaciones establecidas
por leyes especiales. 4º Transporte gratuito de personas o bienes. 5º Pesca deportiva y
esparcimiento. Para ello, sin embargo, no podrán derivar aguas, ni usar medios mecánicos
para su extracción, ni contaminar el medio ambiente”.
Por otro lado, el artículo 165 del CA nos regula los usos privativos, disponiendo: “Los usos
privativos de aguas del dominio público, así como la ocupación de sus álveos, podrán ser
otorgados mediante permisos o concesiones de uso, de acuerdo con lo dispuesto en este Título.
El Poder Ejecutivo reglamentará en qué casos será procedente la concesión de uso, para lo cual
tendrá en cuenta las características de las posibles utilizaciones y ocupaciones, atendiendo
especialmente a las siguientes:

1. Magnitud y duración de los usos u ocupaciones.


2. Finalidad a que se destinan.
3. Conveniencia del régimen de concesión de uso para determinadas utilizaciones, desde
el punto de vista de los intereses generales.

246
Fuera de los casos previstos en dicha reglamentación, corresponderá el
otorgamiento de un permiso.”

El uso privativo es aquel uso exclusivo y con un fin productivo; para estos usos privativos,
cada productor para su uso, va a tener que pedir un permiso o concesión. ¿Por qué permiso
o concesión? Porque como son todas aguas públicas, ya aquella autorización que yo pedía
cuando era mía cayó, ya no es más mía el agua, pido títulos administrativos que me habilitan
el uso de aguas públicas. Y acá hay que leer el código de aguas para saber qué se necesita
para pedir un permiso, qué se necesita para pedir una concesión, etc.

Me van a volver a pedir un plan de uso y manejo. Cuando yo pido permiso o concesión
necesariamente debo llevar un plan de uso y manejo de esa agua que pretendo me habiliten
usar. El permiso es unilateral, revocable, personal, intransferible; la concesión es bilateral,
es un contrato, se revoca sólo por razones de interés general que genera obviamente
indemnización, es transferible (por lo tanto le sube el valor al establecimiento porque si yo
vendo el inmueble, el inmueble es un suelo con determinada calidad y un agua que si a esa
agua le agrego una concesión o le adhiero un permiso otorgado bajo el ámbito de la ley de
riego, no la del código de aguas, VALE MÁS porque como los permisos y concesiones se
otorgan por orden de llegada).
La única pequeña e inigualable diferencia es que una se transfiere y la otra no. Si yo vendo
un campo en donde tenía un permiso y ese permiso fue otorgado bajo la órbita del código
de aguas, ese permiso se pierde con la enajenación, no es transferible, el comprador pierde
el uso y goce de la cuenca y tiene que ir a la cola, es por orden de llegada.
Debemos recalcar la importancia del agua en nuestro establecimiento. En Uruguay
necesitamos el agua en cualquier actividad agraria, desde cultivar hasta darle de tomar a los
animales. Lo que tenemos que tener en cuenta es que los cultivos se pueden hacer de dos
formas: con riego o a través de secano. Secano quiere decir que se espera a la lluvia, no tengo
sistema de riego, no hay regadía, son determinados cultivos que simplemente se espera a
que llueva para que se rieguen. Importancia del agua. Vamos a ver que hay varias leyes de
riego. Hay un tipo de sociedad que es para cuando se quieren asociar varios productores
por ejemplo para hacer determinadas obras porque obviamente hablamos de obras
millonarias muchas veces para que llegue el agua para un cierto campo.
SERVIDUMBRES DE AGUAS
Ahora vamos a pasar a hablar de LAS SERVIDUMBRES DE AGUAS: cuando hablamos de
servidumbres en el Derecho Rural es un tema tan extenso que podemos tener solo un curso
de todos los tipos de servidumbres. Es algo que se da mucho en las zonas rurales y además
hay un montón de tipos de servidumbres.
¿Cuándo hay servidumbre? Art. 550 del código civil dispone: “Servidumbre predial, o
simplemente servidumbre, es un gravamen impuesto sobre un predio en utilidad de otro
predio de distinto dueño. Se llama predio sirviente el que sufre el gravamen y predio
dominante el que reporta la utilidad. Con respecto al predio dominante la servidumbre se
llama activa y con respecto al predio sirviente, pasiva”.
Cuando hay un previo enclavado ósea no tiene salida a ninguna calle, y ese propietario
tiene que pasar por el predio de su vecino para llegar a la calle. Este es un tipo de
servidumbre. PERO ACÁ ES DIFERENTE: ES SERVIDUMBRE DE AGUA: ¿qué pasa cuando no
tengo agua en mi predio? O ¿qué pasa cuando tengo mucha agua en mi predio? En el código

247
de aguas están establecidos 3 variedades de servidumbres: las naturales, forzosas civiles, y
administrativas. Estos 3 tipos son los que nos muestran el código de aguas.

Tipos de servidumbre:

• NATURALES: art. 74 del código.

“Los terrenos inferiores están sujetos a recibir las aguas que, naturalmente y sin obra del
hombre, fluyen de los superiores, así como la piedra, tierra o arena que arrastren en su curso.
En el predio inferior no se puede hacer cosa alguna que estorbe esta servidumbre, ni en el
superior cosa que la agrave.
Cumpliendo estos requisitos, tanto el propietario del predio superior como el del inferior
podrán construir en su respectivo terreno obras de regulación que faciliten el
aprovechamiento de las aguas o suavicen sus corrientes, impidiendo que arrastren consigo la
tierra vegetal o causen otros perjuicios. Para dirigir aguas sobre predios ajenos deberá
previamente constituirse servidumbre”.
¿Nos suena esto como una servidumbre? ¿o nos suena a otra cosa que vimos? Lo que nos
está diciendo, es que hay un predio superior y otro inferior, cuando llueve el agua corre y
yo tengo que soportar que esa agua corra, el de arriba no puede hacer nada que estorbe al
agua correr. ¿esto nos suena a una servidumbre o nos suena más a que yo tengo que tolerar?
Para muchos autores, esto no es una servidumbre, sino que es una relación de vecindad
porque en verdad no hay un gravamen, son gratuitas, etc.
A partir del art 74 el CA empieza a definir las servidumbres naturales y vamos a ver que
suena más a relaciones de vecindad, y no tanto a servidumbre; para muchos autores estos
son relaciones de vecindad, se da entre dos particulares, son gratuitas, son ipso iure, o sea
que no necesitan ser impuestas por un acto o declaración de voluntad sino que derivan
directamente de la ley, no es que confiere derechos sobre un predio ajeno sino lo que tengo
que hacer es simplemente tolerar, etc.

Esto con respecto a la naturaleza jurídica de las servidumbres naturales: muchos autores
opinan que es más bien una relación de vecindad. Acá lo que no está diciendo es que los
establecimientos inferiores están obligados a recibir todas las aguas provenientes de los
superiores (siempre que no haya intervención del hombre); yo tengo que tolerar esto a
menos que se haga más grave la situación, sea en cantidad o calidad, supongamos que el
superior está fumigando y el agua que me corre está contaminada, o puede ser cantidad por
ejemplo el superior está haciendo una obra y me viene demasiada agua.
También hay que tener en cuenta si son aguas alumbradas sobrantes, estas a diferencia
de las manantiales son aguas que yo hago el pozo para sacar el agua subterránea entonces
puede ser que soy superior, estoy haciendo un pozo y me sobra agua, y esa agua sobrante
va para el inferior y eso puede perjudicarlo mucho; en estos casos el código dice que
dejamos de tener una servidumbre natural y yo inferior le solicito al de arriba al superior
que haga un acueducto, esto es otro servidumbre (haga una obra y saque su agua sobrante
por otro lado, reconducirlas). En este caso cambiamos, pasamos de una gratuita a una
onerosa y eso hay que tenerlo en cuenta, porque pasa a ser oneroso esa reconducción.

• ADMINISTRATIVAS: ART. 115.

“Para el ejercicio de los cometidos que la Constitución y las leyes confieren a las personas
públicas estatales en relación con las materias y objetos de que trata este Código, quedan
sujetos los inmuebles de la República a las siguientes servidumbres administrativas que

248
serán impuestas por el Poder Ejecutivo, sin perjuicio del derecho de los particulares en
materia de servidumbres de estudio reconocido por el artículo 79, inciso tercero, del
presente Código.

1. De saca de agua y de abrevadero.


2. De acueducto.
3. De apoyo de presa y de parada o partidor.
4. De obras de captación y regulación de aguas.
5. De colectores de saneamiento.
6. De Camino de sirga.
7. De amarradura.
8. De señalamiento.
9. De salvamento.
10. De estudio.
11. De ocupación temporaria.
12. De depósito de materiales.
13. De paso”.

• SERVIDUMBRES CIVILES, COACTIVAS:


Acá podemos ver lo establecido en el art. 550 del código civil, que nos dice que las
servidumbres son un gravamen impuesto sobre un predio en utilidad de otro predio de
distinto dueño, obviamente que si son dos parcelas del mismo dueño no estamos hablando
de un gravamen, tiene que ser de diferente dueño.
Son 8 los tipos de servidumbres coactivas o civiles: acueducto, apoyo de prensa,
abrevadero y parado partidor son las que vamos a estudiar.

1. SERVIDUMBRE DE ABREVADERO:

Concepto:
Al tratarse de una servidumbre, podríamos comenzar por entender el concepto de
servidumbre establecido en el art. 550 del C.C. Dicho concepto establece: “es un gravamen
impuesto sobre un predio en utilidad de otro predio de distinto dueño.”. Al remitirnos al
concepto que establece el Código de Aguas en su art. 113, la servidumbre de abrevadero
constituye un gravamen que se impone a un determinado predio, en beneficio del titular de
otro predio, consistente en la posibilidad de que el ganado de propiedad del titular del
predio dominante abreve sus ganados en las aguas del predio sirviente.
Esta servidumbre, en caso de que existan, se extiende a los predios intermedios, los
cuales deben tolerar el paso del ganado.

Dicho esto, podría discutirse si es una verdadera servidumbre, por lo que establece el
art.550 del C.C en cuanto al beneficio del predio ganadero, debido a que no se beneficia un
sólo predio sino que está impuesta para el beneficio general de la sociedad, que sufre de
cierta sequía. Saavedra, al realizar una notoria diferencia entre servidumbre civil de
abrevadero y servidumbre administrativa de abrevadero, teniendo en cuenta el Art 115 del
Código de Aguas, menciona que lo principal es tener en cuenta el beneficiario de la misma.
Las administrativas se relacionan con las personas públicas estatales en el cometido de sus

249
funciones. De dicha lectura, se podría interpretar que hay que estar al caso concreto, para
poder darle una determinada solución a la discusión.

Naturaleza jurídica:
Respecto a la naturaleza jurídica de este tipo de servidumbre, ha de decirse que si bien
se encuentra en el Código de Aguas, Art.115. Inc 1, ubicada dentro de las forzosas - civiles,
la misma es calificada como una servidumbre forzosa - administrativa, ya que el gravamen
impuesto por el artículo 113 del código de aguas, es dispuesto por el Poder Ejecutivo. La
misma resulta contener un carácter temporal, ya que tendrá vigencia durante épocas de
sequía e imposibilidad de los productores de terrenos cercanos o linderos de proporcionar
agua a sus ganados.
Sin embargo, la naturaleza jurídica de este tipo de servidumbre no es tan sencilla de
determinar, si nos basamos en lo que establece el Dr Guerra, como estamos frente a una
servidumbre que se impone “por interés de la ganadería en general y no de la propiedad
territorial”, no estamos frente a una servidumbre de tipo civil, pero como tampoco se
dispone en beneficio de una persona pública estatal, no constituye en sí misma una
servidumbre administrativa. Este autor la define como una servidumbre “sui géneris”,
establecida en función del interés general.
Requisitos para imponer la servidumbre:

Los requisitos para imponer este tipo de servidumbre son:


1.- En primer lugar, un presupuesto objetivo para que se desarrolle, es que debe existir
una persistente sequía que afecte al país, zona o la región donde se encuentre el ganado,
dándose de esa manera una situación de emergencia nacional.
2.- En segundo lugar, debe darse la existencia de establecimientos con ganado que no
puedan surtir a sus animales con agua dado el desabastecimiento provocado por las fuertes
sequías. En dicho caso, este establecimiento será el beneficiado por la servidumbre. Otro
aspecto a destacar es que no se requiere que los establecimientos sean linderos, basta con
una cercanía geográfica que permita el traslado de los animales (“predios linderos o
cercanos”).

3. - El ganado del predio que reclama la servidumbre debe estar libre de enfermedades.
El Código de Aguas establece que no podrá ejercerse esta servidumbre “de modo que haga
peligrar el mantenimiento de los ganados del propietario del predio sirviente, ni cuando
el estado sanitario del ganado del predio que la reclama apareje peligro de trasmisión de
enfermedades”.
4.- Finalmente y en relación al predio sirviente, el mismo debe contar con las suficientes
aguadas que permitan cumplir con la finalidad de abrevar al ganado.
Características:

1. Se trata de una servidumbre excepcional, ya que únicamente puede ser dispuesta en


casos de persistente sequía.
2. Tiene un doble contenido, porque se debe tolerar que el ganado ajeno abreve en
aguas del sirviente, pero además, implica una servidumbre de paso para llegar a
dichas aguas (ya sea por predios intermedios o por el predio en el que están las

250
aguas). El paso debe hacerse por los lugares por donde cause menor perjuicio al
predio gravado.

3. Es una servidumbre temporal, debido a que su duración está sujeta a la sequía. Una
vez finalice la misma, cesa la servidumbre.
4. Se consagra la responsabilidad de los beneficiarios por los perjuicios causados
respecto los predios sirvientes y la consecuente indemnización.
5. Se trata de una servidumbre de carácter oneroso, dicho precio es pago por los
beneficiarios. Por principio, la servidumbre normalmente se paga de forma previa o
durante la utilización de la misma.
6. Dentro de las caracterizaciones podemos encontrar que la servidumbre no existe
“ipso-jure”, sino que es el Poder Ejecutivo quien la impone. Es decir, el Poder
Ejecutivo podrá imponer temporalmente en caso de que haya una persistente
sequía, que afecte a todo el territorio nacional o a determinadas regiones o zonas
del país, para que aquellos que exploten predios carentes de aguas suficientes,
abreven sus ganados en las aguas de los predios linderos o cercanos. Lo mencionado
anteriormente se dará frente a un gravamen excepcional, el cual procede ante
emergencias.
7. No es continua, por lo que no puede constituirse a través de la prescripción.
8. Las dispuestas por el Poder Ejecutivo establecen plazos, que pueden ser ciertos o
inciertos.
2. SERVIDUMBRE DE ACUEDUCTO:
Concepto de servidumbre de acueducto:
Se regula a partir del artículo 80 de Código de Aguas:
“Servidumbre de acueducto es el derecho de conducir a través de predios ajenos las
aguas de que se puede disponer.
En la servidumbre de acueducto es predio dominante aquél al cual las aguas se destinan
o del cual se desaguan, drenan o escurren; predio sirviente es el que debe tolerar que las
aguas pasen por él en beneficio de otro predio”.
Por predio debe entenderse la parcela.
Esta definición difiere del artículo 550 del Código Civil. Aquí se pone énfasis en el lado
activo, se resalta el “derecho”. Se gesta la noción en torno a una persona y no al fundo. A
pesar que se impone en utilidad de un predio, no se dispone teniendo en cuenta solo las
vicisitudes de un fundo en propiedad, sino adicionalmente, los derechos personales sobre
el agua.
La definición del artículo 80 es insuficiente y se deben recurrir a otros medios para
complementarla de acorde al artículo 550 del Código Civil, porque de lo contrario no sería
una verdadera servidumbre.

Las servidumbres personales no son admitidas como coercitivas, solo pueden serlo las
servidumbres privadas forzosas sobre predios.
La conjunción de tres artículos del Código de Aguas permite completar la definición.

251
1. El artículo 81, con respecto al uso productivo del “predio” o “en su beneficio”.

2. El artículo 95, que permite al dueño de la parcela sirviente oponerse a ella.


3. El inciso 2 del artículo 80 que da por sentado la existencia de un “predio dominante”
y “un predio sirviente”.
De este modo se completa la presencia de una verdadera servidumbre, como derecho
real inseparable activa o pasivamente de un inmueble (artículo 553 del Código Civil) con un
predio sirviente y otro dominante (artículo 80 inciso 2 Código de Aguas).
Contenido e individualización del gravamen:

La servidumbre la configura no el acueducto sino el transporte de agua (Art. 80). El


acueducto es una cosa y la servidumbre otra. El primero es simplemente la obra (Art. 93) a
través del cual se transporta el agua; el segundo el gravamen o carga propiamente dicho,
que es inmaterial: tolerar que se transporte agua por una propiedad inmueble en beneficio
de otra de distinto dueño (Art. 80 C. Aguas y 550 CC).
Naturaleza jurídica:
Se trata de un gravamen que se impone a un predio, por el cual debe soportar que se
conduzca el agua por parte de terceras personas.

La servidumbre se materializa en la construcción del acueducto, que es el canal o acequia,


tubería o cañería por el cual se conduce el agua.
El gravamen o carga propiamente dicho, es inmaterial e consiste en tolerar que se
transporte agua por una propiedad inmueble, en beneficio de otra de distinto dueño (art.
80 C. Aguas y 550 del C. Civil)
Al indicar cuál es el predio sirviente y cual el dominante en esta servidumbre, el inc. 2
del art. 80 expresa las dos modalidades que abarca:
a. Ya sea que se use el acueducto para traer aguas al fundo para usos productivos (art.
81) o,
b. Que se utilice para sacar del predio las aguas que deban drenarse, por alumbradas,
sobrantes o desecadas.
En atención a estas circunstancias, la ley califica como dominantes a las parcelas que se
hallan en uno u otro caso (sea que se destinen o se desagüen), y como sirvientes a aquellos
que deben tolerar el paso del agua.
La calidad de dominante o sirviente no es autónoma, sino siempre referida a otros
predios (a su vez dominantes o sirvientes); y la calidad de uno u otro dependerá siempre
respecto al predio al que se refiere la situación. Así el fundo que desagua es dominante
respecto al que las aguas transitan, pero es sirviente respecto a aquél que las aprovecha.
• La servidumbre puede ser demandada por el predio inferior, que en tal caso revierte
la situación de sirviente natural, que viene impuesta por el art. 74 y sgtes. La
posibilidad que el que recibía la carga lo solicite, se encuentra prevista en el art. 82,
y se funda en la necesidad de hacer menos gravosa la situación de las servidumbres
naturales. En este caso el predio inferior se convierte en dominante, con una
impronta especial: es gratuita.

252
• Acueducto privado en predios del dominio público: los predios del dominio público
quedan a juicio de Guerra, fuera de su calidad de sirviente o dominante bajo esta
regulación. En efecto, el art. 94 del Código dice que “para que un acueducto pueda
atravesar un bien del dominio público, se deberá contar con la conformidad del
titular del dominio en cuestión, quien fijará las condiciones en que ella se otorgará”,
previendo la posibilidad de “negarla si se derivaran perjuicios para el
aprovechamiento del bien”. Se requiere así, el consentimiento del Estado para que
un acueducto pueda atravesar un bien de su propiedad.
Características de la servidumbre de acueducto:

Su constitución es impuesta por acuerdo de voluntades de los interesados.


Por imposición judicial: es competencia del Juzgado Letrado de Primera Instancia de
ubicación del inmueble sirviente.
Por división del inmueble por herencia, venta u otro título (art. 92 Código de Aguas).

Es onerosa: El dueño del predio sirviente tiene el derecho a que se le abone de forma
previa a la construcción del acueducto.
La indemnización variará de acuerdo a si se trata de una servidumbre perpetua o
temporal.
Es aparente: se exterioriza su existencia a través del propio acueducto.
¿Es continua? Guerra entiende que para este carácter basta que el ejercicio de la
servidumbre sea incesante sin un hecho actual del hombre.
SUPUESTO DONDE NO SE VERIFICA ESTE CARÁCTER:
Acueducto de riego. – EL HOMBRE NECESARIAMENTE DEBE INTERVENIR PARA
CONTROLAR EL TRANSPORTE DEL AGUA.
Es exclusiva: Es exclusiva en favor del dueño del acueducto, impidiendo obras de sujetos
ajenos, sin el consentimiento del dueño del predio dominante.
Requisitos para imponer la servidumbre de acueducto:
Para imponer esta servidumbre, es necesario acreditar dos requisitos (Art. 81 C. Aguas):

1. Que se tenga derecho a disponer de las aguas mediante un permiso o una concesión:
El artículo mencionado no indica que se necesite de un derecho determinado, por lo
que, cualquiera fuere el derecho que permita disponer, es jurídicamente válido de
invocarse para reclamar una servidumbre de acueducto. Así por ejemplo el titular
de un permiso, una concesión, una autorización administrativa, etc., puede solicitar
esta servidumbre.

La concesión se solicita al Ministerio de Medio Ambiente, teniendo derecho de goce sobre


la tierra (sin la necesidad de ser propietario), presentando un plan de uso y manejo de
suelos
2. Que dichas aguas se dispongan en utilidad de un predio del cual se tiene al menos el
goce.
Conforme a las exigencias del Art. 95 C. Aguas, parece requisito indispensable la
coincidencia de ambos derechos (sobre el agua y sobre el predio) en la misma persona.

253
El destino de las aguas del acueducto y la utilidad del fundo dominante:

La servidumbre forzosa de acueducto, sólo se otorga en utilidad de los predios, sea para
los usos productivos del mismo o para su desagüe o escurrimiento (Art. 81 C. Aguas). No
comprende por lo tanto, los usos puramente domésticos o recreativos (no obstante, nada
impediría dicho uso como accesorio una vez que esté en funcionamiento el acueducto con
fines de producción).

Legitimación activa y pasiva:


Bajo el régimen del C. Rural (Art. 445), la demanda para la imposición de una
servidumbre forzosa de acueducto, se encontraba reservada exclusivamente al “dueño de
una heredad o el de un establecimiento industrial”.
Sin embargo, bajo el C. de Aguas, cambió esta concepción ya que se amplió la
legitimación. Se amplió de tal forma, a los titulares de derechos de goce (Art. 95), como es
el caso de los arrendatarios, aparceros y titulares similares (cambia únicamente la
legitimación para demandar, pero no la estructura de esta servidumbre).

Causales de oposición por parte del predio sirviente ante la solicitud de servidumbre del
predio dominante (Art. 95 C. Aguas)
Art. 95 Inc. 1º: Refiere a la oposición cuando no se cumple con la legitimación para
solicitar la servidumbre –referido supra-
Art. 95 Inc. 2º: Refiere a cuestiones de emplazamiento.
Las reglas para determinar el emplazamiento del acueducto las determina el Art. 84.
Ellas son:
a) Llevarlo por un rumbo que permita el libre descenso de las aguas, y que por la
naturaleza o los accidentes del suelo, no haga excesivamente dispendiosa la obra.
b) Debe llevarse por el rumbo menos perjudicial al predio sirviente.

c) El rumbo más corto se presume el menos perjudicial para el sirviente y menos


costoso para el dominante, salvo prueba en contrario
En caso dudoso, el Tribunal debe decidir en favor del predio sirviente, lo que es lógico ya
que estamos ante un gravamen a la propiedad.
Estas reglas se aplican tanto para emplazar el acueducto dentro del predio sirviente,
como para decidir entre carios, o sea, cuál o cuáles serán los predios sirvientes.
Delimitación Catastral:
Las servidumbres de acueducto, deben inscribirse en la Dirección Gral. De Catastro y
luego en el Registro de la Propiedad Inmueble.
La Construcción de la Servidumbre:
El C. Aguas (Art. 93) dispone que los acueductos pueden construirse como acequia o
canal abierto, o por cañería o tubería a elección del dueño del acueducto.

Sin embargo, puede devenir obligatorio la realización mediante esta última modalidad
(cañería o tubería) si las aguas pueden llegar a contaminar otras aguas, o absorber
sustancias nocivas o causar daños a edificios y en general, siempre que ello resulte necesario
según las circunstancias (Art. 93 inc. 2º).
254
Por su parte, si el canal abierto ofreciere peligro a personas o animales por su
profundidad u otra circunstancia, deberá cercarse o construirse de modo de evitar tales
inconvenientes (Art. 93 inc. 2º).

Se prevé la obligatoriedad de construir y conservar puentes a cargo del dueño del


acueducto, para el tránsito seguro y cómodo de las personas, vehículos y ganados en cuanto
fuere necesario (Art. 97); y puede el dueño impedir que se hagan plantaciones u obras
nuevas en el espacio lateral a que refiere el Art. 85, y aún por fuera del mismo si las raíces
pueden dañar la obra.

Por último, se faculta a que se puede fortalecer los laterales del acueducto con césped,
estacados o muros de contención, siempre y cuando sean justificados e indemnizados al
predio sirviente.
Emplazamiento. Criterios legales y cuestiones a dirimir.
Las reglas para determinar el emplazamiento del acueducto las dispone el art 84 estas
son:

• Llevarlo por un rumbo que permita el libre descenso de las aguas, y que por la
naturaleza o los accidentes del suelo, no haga excesivamente dispendiosa la obra.
• Debe llevarse por el rumbo menos perjudicial al predio sirviente
• El rumbo más corto se presume al menos perjudicial para el sirviente y menos
costoso para el dominante, salvo prueba en contrario.
3. SERVIDUMBRE DE APOYO DE PRESA Y EMBALSE
(Arts. 103 a 106 Código de Aguas).
Concepto:
Consiste en el gravamen que soporta un predio de permitir el apoyo de una represa o la
inundación de los terrenos, del que no se es propietario como consecuencia de la
construcción de la presa.
Una represa se forma con dos elementos: el dique o presa y el embalse.
Servidumbre de presa: Consiste en apoyar los extremos de la presa en terrenos o riberas
ajenas y privadas.
Servidumbre de embalse: Consiste en inundar las parcelas privadas al curso del agua,
por lo que si también son ajenas y privadas, debe requerirse además, una servidumbre
forzosa de embalse.
Nuestro derecho positivo actual las considera como dos servidumbres distintas y así
también lo ha aceptado nuestra jurisprudencia. Por tanto, si afecta parcelas de diferentes
dueños, la acción deberá dirigirse contra ambos (modificación introducida al art 103 del
Código de Agua por el DL 15.576).
Naturaleza Jurídica:
¿Qué aguas pueden verse afectadas por una servidumbre de presa y embalse?

• En primer lugar, las de cursos no navegables ni flotables


• La ley 15576, modificativa del C.A, extendió su alcance a las aguas pluviales.

255
Requisitos de las servidumbres…

1) Que el reclamante tenga derecho a disponer las aguas que pretende captar o derivar,
que es propiamente un requisito estructural.
2) Que el agua se destine a fines productivos del predio dominante
3) El proyecto debe ser aprobado por los ministerios competentes, MTOP y Ministerio
de vivienda.

Características:

• Los gravámenes de estas servidumbres consisten en tolerar en terreno propio, el


apoyo de las obras ajenas y la ocupación del fundo por inundación. Al igual que en
el acueducto, las superficies afectadas por dichos gravámenes deben
individualizarse con precisión en relación a la o las parcelas que afecten,
practicándose el deslinde y la mensura respectiva, y confeccionarse el plano de
mensura correspondiente, el cual luego de acotejado, debe registrarse en la
dirección general de catastro.
• Siendo la servidumbre de aplicación restrictiva, no corresponde extender las
servidumbres de represa y embalse a parcelas de dominio público
• Al igual que la de acueducto puede ser voluntaria, legal o administrativa, la
imposición provisoria, etc.

• La indemnización se abonará a los predios sirvientes, por el precio del terreno


ocupado, de conformidad con los daños y perjuicios que provoque la concreción de
las obras.
• Las servidumbres de apoyo de presa y embalse, así como las de acueducto pueden
ser impuestas tanto en forma permanente o temporalmente, debiendo establecerse
su carácter en el instrumento que las dispone. Si nada se estableciera deben tenerse
como perpetuas.
4. SERVIDUMBRE DE PARADA O PARTIDOR:
TÍTULO IV:
“De las servidumbres en materia de aguas”
SECCIÓN II “De las servidumbres forzosas”
Subsección 2 “De la servidumbre de apoyo de presa y de la de parada o partidor” - del
Código de Aguas

Concepto:
El Código de Aguas regula la servidumbre de parada o partidor en el art. 107, el cual
establece:
“El que para dar riego a su heredad, o mejorarla, necesite construir la parada o partidor en
la acequia o reguera limítrofe por donde reciba el agua, podrá exigir que el dueño de la otra
margen permita su construcción, previo abono de los daños y perjuicios, y con tal que no se

256
ocasionen mermas al del lindero o de los demás que tuvieren derecho a aprovechar las aguas
de la acequia”

Para comenzar consideramos necesario definir qué se entiende por parada, y por otro
lado que comprendería un partidor.
La parada es una pequeña presa; entendiendo por presa, un muro grueso construido a
través de un río, arroyo o canal para embalsar agua o reconducirla fuera de su cauce.
Por su parte, al hablar de partidor nos referimos a una obra, la cual se destina para
repartir mediante compuertas en distintos conductos las aguas que corren por un cauce.
¿Qué se considera una servidumbre de parada o partidor?

En términos generales, cuando nos referimos a servidumbre, estamos hablando de un


derecho real que tiene el propietario o poseedor de un predio, soportado por otro predio
vecino.
Tenemos el predio dominante, que es el que tiene el derecho real, y tenemos el predio
sirviente, que es el que soporta el derecho real, es decir, la servidumbre.
La servidumbre de parada o partidor, consiste en una pequeña presa que se realiza con
el fin de levantar el nivel de las aguas, para que de esa manera se logre distribuirlas o
repartirlas a su paso (azud).

En definitiva, la servidumbre consiste en apoyar en suelo vecino, la obra que permite


introducir el agua del canal ubicado en el límite de los predios.
El agua no proviene de un modo natural, sino artificial y solo se le puede solicitar al
lindero, descartando así la posibilidad de solicitarla a un vecino intermedio. El suceso no da
a lugar a embalse o inundación de vecindad.
Características:
Del art. 107 del Código de Aguas se pueden extraer las características que conciernen a
esta servidumbre.
Entre ellas:
1) El origen conductor del agua es un fenómeno artificial, es decir, que no proviene de
modo natural de un curso sea o no navegable, ni de un canal.
2) La segunda característica es que no puede demandarse entre parcelas intermedias
que no son linderas, para servir por ejemplo, a un acueducto. Es una
servidumbre onerosa porque implica la construcción de una parada o partidor.
3) Para dar riego o mejorar el riego ya existente.
4) Es un gravamen que se verifica respecto de predios limítrofes, entonces necesitamos
al menos dos (2) predios que posean esta característica.
5) No se requiere un permiso, se dice expresamente que se le puede exigir al dueño de
la otra margen que permita la construcción, pero se requiere el abono de daños y
perjuicios previamente, con tal de no ocasionar mermas al lindero u otros.
6) La servidumbre proviene de apoyar en predio vecino la obra que permita introducir
el agua del canal ubicado en el límite de las parcelas.
Naturaleza jurídica:
Guerra explotación agraria y establecimiento rural

257
El Código de Aguas clasifica las servidumbres en naturales y en civiles, que a su vez
pueden dividirse en voluntarias o forzosas, en función de su fuente. Es decir producto de un
acuerdo de voluntades, o de una disposición judicial en el segundo caso.

La servidumbre de partidor o parada está clasificada legalmente como una servidumbre


forzosa, ya que el codificador la ubica en la Sección II “de las servidumbres forzosas”.

Es forzosa porque otorga al titular del predio dominante una facultad: exigir al titular del
predio sirviente que permita la realización de la obra hidráulica.
A su vez, si analizamos el concepto de servidumbre dado por el Código Civil, podemos
afirmar que se trata de una servidumbre en sentido estricto, ya que esta servidumbre
forzosa no presenta los caracteres de las servidumbres naturales que pueden confundirse
con la mera tolerancia derivada de las relaciones de vecindad.
Por ejemplo, la hipótesis prevista en el art. 75 del Código de Aguas implica, a nuestro
juicio, una disposición que regula la admisibilidad de la inmersión de derechos, propia de
las relaciones de vecindad. Sin embargo, no hay gravamen de un predio a otro (art. 550 del
Código Civil) ni mayor utilidad que evitar el daño de una inundación.
Dicho esto, al analizar la servidumbre de partidor, es posible afirmar que estamos ante
una auténtica servidumbre, conforme al concepto del Código Civil: encontramos a un predio
sirviente que tiene el gravamen de soportar la construcción del partidor, y a un predio
dominante que reporta la utilidad de riego, producto de la obra.
COLONIZACIÓN:
Marco normativo:

→ Ley 11.029 12/01/1948


→ Ley 18.187 02/11/2007
→ Ley 18.756 26/05/2011
→ Ley 19.557 22/12/2017
→ Ley No. 19.781 23/08/2019
→ LUC Ley No. 19.889 09/07/2020

¿Cómo se estudia el tema colonización? Con todas las leyes impresas arriba de la mesa.
Tenemos la ley madre que es la N°11.029, es la que hoy en día está vigente; sobre ella se han
realizado varias modificaciones, por lo que tenemos que ver la ley y también sus
modificaciones a través de las otras distintas leyes.
Comencemos con el art. 1 de la ley, el cual nos brinda una definición de ‘colonización’: “A
los efectos de esta ley, por colonización se entiende el conjunto de medidas a adoptarse de
acuerdo con ella para promover una racional subdivisión de la tierra y su adecuada
explotación, procurando el aumento y mejora de la producción agropecuaria y la radicación y
bienestar del trabajador rural”.
La definición que nos está disponiendo la ley de colonización, es a través de las funciones
que cumplen o tienen las medidas que se tomarán de acuerdo con la propia ley. Entonces, la
ley nos dice que la colonización es básicamente un conjunto de medidas (las cuales la propia
ley dispone), y dichas medidas van a tener determinadas funciones. En este sentido, la
colonización es un conjunto de medidas con determinadas funciones.
Estas funciones de la acción colonizadora pueden dividirse en dos:

258
1. Facilitar el acceso a la tierra. Dentro de esta función, se fomentará a la población
de la campaña, se intentará una integración social de dichas personas a través de la
formación de colonias (no es la idea que la persona quede sola en el campo, sino que
se integre, gorme colonias, vaya a la escuela, forme plazas, etc.), se facilitará la
mejora de la producción agrícola (la colonia brindará cursos, préstamos,
informando para que la producción agraria funcione y mejore). En este sentido, esta
función de las medidas colonizadora crea las bases para una vida rural digna y auto
sustentable (es decir, a través de todas esas implementaciones dicha gente no
necesitará ir a la ciudad para ir a la escuela, para socializar, porque tendrá todo en
la colonia).
2. Evitar la excesiva concentración parcelaria o su excesivo fraccionamiento. Esta
función refiere a evitar los latifundios y los minifundios; que se fraccione la tierra de
tal forma que pueda haber una exitosa producción (ya que si lo divido mucho no
puedo producir, y si es muy grande siempre hay partes de la tierra que no se
utilizan).
Cabe realizar un pequeño paréntesis para aclarar que el término “trabajador rural” que
utiliza este primer artículo de la ley no refiere al concepto de trabajador subordinado, sino
al concepto que ya conocemos de “productor rural”; es decir, en dicho momento el concepto
de trabajador rural aludía al concepto de productor rural que tenemos hoy en día, y no al
concepto de trabajador subordinado.
Ahora bien, es pertinente preguntarnos: ¿de dónde surgen estas medidas? Analicemos la
historia que hay detrás de las mismas.
Desde tiempos
inmemoriales Uruguay ha
tenido problema con
poblar la campaña, debido
a que siempre ha habido
más gente en las ciudades
que en la campaña. Como
Uruguay vive de la
producción agraria, es
sumamente trascendente
que haya gente en los
campos y que dicha gente
produzca; por ello
constantemente a lo largo
de los años se ha luchado por poblar la campaña. Esto último, se ha intentado solucionar
dándole tierra a quien la necesitara, brindándole oportunidades a todos en atención a la
creencia de que lo importante es el trabajo y no la propiedad. ¿De dónde vienen estas
creencias y conceptos? Proviene de lo establecido por el Reglamento Provisorio de Tierras
de Artigas del año 1815, el cual nunca se llevó a cabo pero sirve para visualizar que desde
entonces ya existía el problema con el que en la actualidad nos encontramos, se observa esta
necesidad de repartir las tierras, y que lo importante en dichas tierras es la producción, el
trabajo, y no la propiedad.
El Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y
Seguridad de sus Hacendados, decía:

259
Es evidente entonces que esta problemática no era nueva, sino que siempre ha estado en
nuestro país.
Hasta 1880, Uruguay estuvo en muchos problemas: la Guerra Grande se dio del 1839 al
1851, lo cual traía muchos problemas respecto a todo lo que era el gobierno. Era una época
donde había grandes latifundios, no había cercos, se criaba el ganado criollo completamente
en campo, habían saladeros, muchos perros cimarrones, y esto era Uruguay, esto era la
campaña: una casita cada tanto y nada más. Además de esta problemática le sumamos la
guerra, en donde los militares se recorrían el campo, arrasaban con todo, mataban ganado,
lo consumían, había matanzas, se quemaban las casas que había cada tanto, se quemaban y
mataban los perros cimarrones. En este contexto la campaña fue cada vez quedándose con
menos gente, las personas se escapaban de sus casas y se iban desesperadas a las ciudades.
Entonces, tras que ya de por sí había poca gente en la campaña, terminó por despoblarse
casi en su totalidad debido a la guerra.
En 1851, termina la guerra y nos encontramos con una campaña totalmente destrozada.
Esto generó obviamente mucha problemática, ya que como dijimos, Uruguay vive de la
explotación y producción agraria. Seguían habiendo saladeros, eso se exportaba, pero casi
no era ganancia para Uruguay.
En 1853, se hizo una matanza masiva de perros cimarrones, debido a la jauría de perros
incontrolables que se había ocasionado por la despoblación de la campaña (no había nadie
y los perros quedaron allí, se reprodujeron y se criaron salvajes). A esto, le agregamos que
se decidió enviar y vender el ganado suelto a Brasil.
En 1855, se comenzaron a dar cuenta que en verdad no había tanto ganado como para
estar vendiéndoselo a Brasil, entonces se decidió que el poco ganado que quedaba había que
cuidarlo y producirlo. Aquí es donde comienza a darse contrabando con Brasil, arreaban
vivo el ganado y se lo llevaban.
Luego, de a poco comenzó a darse una estabilidad política. Si bien fueron épocas de
mucha dictadura, igualmente de a poco todo empieza a cambiar y se empieza a observar que
lo que le faltaba a Uruguay era desarrollarse. Es así que en el 1875 surge el Código Rural, en
donde se establecen determinadas cuestiones: se empieza a organizar la campaña, como el
alumbramiento del campo, los cercos, se crea la asociación rural, cambia la forma de crianza
del ganado, se importan las ovejas a Uruguay, etc. Todo ello hizo que en el año 1900 ya
tengamos una campaña mucho más organizada, totalmente diferente a la de unos años
atrás.
Otra cuestión importante de dicha época fue la inmigración europea, cuya gente trajo
consigo una nueva forma de producir: la agricultura. Antes de esto la gente de Uruguay
comía muy mal, tenía una dieta basada en carne básicamente. Se comienza a dar
importancia a los inmigrantes y se establece el derecho de expropiación del Estado, “a causa
de utilidad pública”.
Por esta época comenzamos a ver las primeras leyes de incentivo de colonización
privada. En efecto, observamos que el Gobierno ayudaba a determinadas personas,
brindándoles tierra para que estas revendan y armen colonias (ganando obviamente esas
personas una diferencia). Estas primeras colonias, como vemos, eran privadas, el Estado
tenía nada que ver (únicamente las incentivaba).

260
Surgen de a poco la Comisión Honoraria de Colonización, la Comisión Asesora de
Colonización, etc. Y de a poco comienzan a sancionarse más leyes al respecto.

Luego, en 1905 se promulga una ley que faculta al Poder Ejecutivo a proporcionar
recursos para seguir haciendo colonias; es decir, para continuar fomentando la creación de
colonias. En 1913 se le dio al Poder Ejecutivo un empréstito para colonización, y allí
comenzó a desarrollarse de a poco la colonización realizada por parte del Estado (o sea, no
solo las privadas, sino que a partir de ahora el Estado intervenía, dividía la tierra, daba
acceso a la misma, etc.).

En 1915, se funda la Comisión Nacional de Fomento Rural, algo super importante. Y en


1921, con la Ley N°7.377 se autoriza al Banco Hipotecario del Uruguay a dar préstamos para
fomentar la agricultura. En 1923, con la sanción de otra ley, se crea la Sección de Fomento
Rural y Colonización del BHU. Vemos como de a poco cada vez se le daba más capital al
sector agrario, se empezaron a formar cada vez más colonias en donde se intentaba trabajar
más la agricultura, se brindaban préstamos a las personas para que pudieran comprar
tierra, para que pudieran mejorarla, etc. Son leyes que en el correr de la historia del país
fueron sancionándose, hasta llegar al régimen de colonización que tenemos hoy en día. Nada
fue de un día para el otro, se trata de tomar medidas frente a una problemática que viene
dándose hace mucho tiempo.
En 1945 se da una situación muy importante: en Paysandú se realiza el Congreso
Nacional de Colonización, organizada por la Comisión de Fomento Rural. Se considera que
este congreso fue uno de los principales antecedentes del instituto de colonización porque
muchas de las propuestas que se realizaron en dicho congreso llegaron a formar parte de la
ley madre de colonización (N°110.29), sancionada en 1948. En dicha ley, en 1948, se crea
otro ente que es el Instituto Nacional de Colonización, que fue la mejor forma de promover
las medidas dispuestas por la ley (además de que en dicho año con dicha ley se crearon las
medidas).
Vemos entonces que la ley no sólo establece las medidas para llevar a cabo la
colonización, sino que también establece las funciones de dichas medidas, y crea el Instituto
como forma de promoverlas.

Esta ley crea un ente autónomo con personería jurídica, con un directorio compuesto por
5 miembros 🡪 Instituto Nacional De Colonización. Está regulado del art. 2 al 6 de la Ley
N°11.029. Hoy ocupa muchas 615.534 hectáreas, es el que tiene más hectáreas en el
Uruguay, es como un gran latifundio.

La siguiente ley es del 2007, estuvo muchos años sin prácticamente adquirir tierras,
hasta pensaron en cerrar este instituto; pero se comenzó a intentar dar ayuda al instituto a
través de varias leyes (del 2007, 2011, 2017) y funciono mucho. A partir de esas leyes, el
instituto comienza a obtener tierras y luego a adjudicarlas, se hace una planificación, se
definen líneas generales para los predios, que se mejoran, no se da automáticamente ya que
se intenta llevar a cabo muchas cosas sustentables.
Esas tierras que hoy en día tiene el instituto, las tiene bajo diferentes formas de tenencia.
Actualmente el 88% de las tierras se encuentra en arrendamiento a trabajadores y
productores con familias rurales. El 4% esta en planificación, ellos arreglan las erosiones,
ver a quien llaman, hay otro 4% que esta en llamado de colonos. Otro porcentaje esta en
comodato, con la finalidad de hacer escuelas y cosas que la colonia necesita. Se disponen

261
parcelas de uso común, para riego, por ejemplo, esta es la infraestructura productiva
(galpones, sala de ordeñe, etc.).

¿Cuál es el proceso de esa tierra para llegar en manos del Instituto? El proceso de la tierra
desde que es incorporada el INC hasta su adjudicación final en arrendamiento se inicia con
una etapa de planificación donde se definen líneas generales de destino de los predios y se
realizan las inversiones necesarias para ello. La otra etapa relevante en este proceso es la
de selección de los aspirantes a través de llamados públicos y abiertos.

Entonces, primero el Instituto adquiere tierras, luego las adjudica (puede ser en
diferentes regímenes, propiedad, arrendamiento, etc.); pero en ese entremedio, es decir,
entre que las adquiere y las adjudica se dan determinadas situaciones, ya que el Instituto
realiza una planificación, define las líneas generales para el destino de los predios, se
realizan inversiones en los mismos para que estén en condiciones, se mejoran esos predios,
etc. Vemos entonces que no es que el Instituto de encarga de adquirir y revender las tierras
así como así, sino que cumple otras funciones en el medio. En este sentido, la colonización,
según el art 7 de la ley, puede tener fines y destinos diferentes:
El art. 7 de la Ley N°11.029 es bastante extenso, muestra las distintas modalidades de la
colonización. Directa o estatal: cuando las tierras son transferidas al colono directo por el
INC. Privada: en tierras privadas y por iniciativa de particulares. Mediación o
administración: en tierras privadas, pero aplica el estatuto colonizador. Indirecta: INC
colabora con otros entes para la formación de colonias.
ARTÍCULO 7: “La colonización será:
1. Según sus fines:
A. De explotación económica, cuando ella constituya el medio de vida del colono.
B. De complemento o subsidiaria, cuando se trate de una actividad agraria adicional de
otra profesional o industrial.
C. De subsistencia mínima, cuando la producción provea solamente al consumo de la
familia.
2. Según su destino:
A. Agrícola intensiva, cuando se trate de cultivos hortícolas, frutales, etc., o de terrenos
ejidales o de regadío.
B. Agrícola extensiva, cuando se trate de la siembra de cereales oleaginosos, plantas
forrajeras o industriales, etc.

C. Agropecuaria, cuando se trate de explotaciones mixtas agrícola – ganaderas.


D. Ganadera, cuando se trate de establecimientos dedicados a la producción pecuaria o
de explotaciones preliminales en campos adquiridos para colonias, o que hubieran sido
objeto de obras públicas de desecación y saneamiento; o de terrenos de antiguas
colonias que haya conveniencia agrológica en retrovertir a la ganadería; o de
pastoreos anexos a las colonias; o de centros de habilitación o capacitación de la
población rural.
E. Agro-industrial, cuando la producción esté principalmente destinada a proveer de
primeras materias a una industria establecida en la colonia o sus adyacencias.

262
F. Forestal, cuando se trate de terrenos erosionados o muy propensos a este fenómeno, o
en los cuales se señale la necesidad de la defensa hidrográfica, o que no consientan
otra forma de explotación redituable.

3. Según su régimen:
A. Individual, cuando la explotación del predio se realice por el colono y su familia,
utilizando o no personal permanente o adventicio.
B. Cooperativa, cuando la explotación se realice con aplicación total o parcial de los
principios de este sistema.
C. Colectiva, cuando los colonos realicen los trabajos y se distribuyan los beneficios en
común, sea en conducción unida o separada.

D. Titularidad conjunta, cuando los integrantes de la pareja constituida en uniones de


hecho, civiles o matrimoniales tengan perfil colono, ambos dediquen la mayor parte
de su tiempo de trabajo al hogar, a la explotación productiva directa y la principal
fuente de ingresos de la pareja provenga de la explotación productiva directa. En este
caso, se deberá adjudicar el predio en régimen de titularidad conjunta.
4. Según la forma de tenencia de la tierra:
A. En propiedad, con las limitaciones que esta ley establece.

B. En arrendamiento, con precio fijo, movible o progresivo, con opción de compra o


promesa de compraventa, o sin ellas.
C. En aparcería, con cuota fija, variable o proporcional al producto de la explotación, con
opción de compra o con promesa de compraventa, o sin ellas.
D. En enfiteusis, cuando la tierra se conceda por un plazo que exceda al del
arrendamiento, o en forma vitalicia, con cargo para el enfiteuta de cultivarla y
mejorarla y de pagar un canon anual fijo o variable, en metálico o en especie.

E. En disfrute precario, cuando la explotación se realice por un período de prueba.


5. Según su extensión:
A. Mínima, hasta veinticinco hectáreas (colonización agrícola intensiva, de subsistencia
mínima, de regadío o ejidal).
B. Pequeña, hasta ciento veinte hectáreas de superficie apta para la labranza
(colonización agrícola extensiva).
C. Mediana, hasta quinientas hectáreas (colonización agropecuaria).
D. Máxima, hasta mil hectáreas (colonización ganadera o forestal).
(Las superficies son las que pueden corresponder a cada adjudicatario. Tratándose de
explotaciones cooperativas o colectivas los límites serán los que resulten referidos a cada uno
de los colonos participantes. Estos límites no rigen para las explotaciones realizadas
directamente por el Instituto y deben entenderse sin perjuicio del derecho de los colonos a los
pastoreos comunes).

6. Según su densidad:
A. Aislada, cuando se realice en un solo o en un escaso número de predios.

263
B. Nuclearea, cuando se realice en una agrupación de cierto número de predios que por
sus características generales, tipos de explotación y régimen de tenencia, sean
susceptibles de formar un todo orgánico.

7. Según su duración:
A. Permanente, cuando las condiciones ecológicas, económicas y de población justifiquen
su estabilidad.
B. Temporaria, en los casos en que haya conveniencia en su alternancia o reversión al
pastoreo, o cuando la explotación por su género de producción o por razones de
organización tenga un carácter transitorio o cuando se realicen contratos con los
propietarios de campos para su explotación por un período determinado con la
obligación de dejar al final de éste, una pradera artificial o natural mejorada.
8. Según la nacionalidad de los colonos:

A. Autóctona, cuando se haga con elementos nativos o extranjeros con más de tres años
de residencia en el país.
B. Alóctona, cuando se realice con núcleos de colonos procedentes del exterior y
especializados en alguna actividad agrícola o agroindustrial.
C. Mixta, cuando el número de inmigrantes no sobrepase al de los nativos o residentes
que integren las colonias.
9. Según la forma de actuar el Instituto:
A. Directa, cuando se realice en tierras de propiedad del Instituto, o arrendadas o
transferidas a éste por cualquier concepto.
B. Por mediación, cuando se trate de inmuebles no comprendidos en el apartado anterior
y el Instituto actúe como intermediario o concediendo créditos u otra clase de
beneficios, para la compra de chacras aisladas o para la formación de colonias.

C. Por administración, cuando el Instituto la realice por cuenta de otras personas


públicas o privadas.
D. Indirecta, cuando el Instituto colabore, sea con los Municipios en la formación o
reconstitución de los ejidos o su mejor utilización, sea con otras reparticiones públicas
en el establecimiento de colonias militares, educativas, profesionales, correccionales,
etc.; sea con entidades privadas de carácter cooperativo o gremial, o sea con
productores que integren núcleos agrícolas preexistentes y a los cuales el Instituto
preste su asistencia en forma de orientación técnica, servicios mecánicos o de otra
naturaleza.
10. Según el grado de injerencia del Instituto en la dirección de las colonias:
A. Libre, cuando el colono la realice en las condiciones inherentes a la propiedad privada,
entendida ésta de conformidad con la presente ley.

B. Orientada, cuando se haga atendiendo indicaciones técnicas de orden general sobre la


forma de explotación y naturaleza de los cultivos.
C. Condicionada, cuando se supedite la concesión de los créditos o el otorgamiento de
otras facilidades al cumplimiento de estipulaciones respecto del destino de la tierra o
una parte de ella, a su trabajo o sus frutos.

264
D. Dirigida, cuando esté sujeta a normas generales y particulares de orden
administrativo y técnico sobre la clase de explotación y cultivo y los procesos
productivos y de comercialización.

E. Contratada, cuando la explotación se realice bajo convenio de compra de la


producción, o de garantía de precios, o tomando el Instituto a su cargo ciertos riesgos
o eventualidades.

F. Remunerada, cuando por motivos relacionados con el carácter eventual, aleatorio o


de rendimiento diferido de la explotación, o con la falta de capacitación del colono, el
trabajo se realice bajo el régimen de pago de estipendios individuales o colectivos, con
participación en los beneficios o sin ella.
(Por regla general la injerencia del Instituto será proporcional a su aportación económica
y a la aptitud demostrada por el colono o aspirante a tal).”
Pasemos ahora al art. 59, el cual nos dice cómo logramos ser colono:

“Los aspirantes a colonos deben reunir las siguientes condiciones:


A. Tener 18 años cumplidos (en esa época yo era mayor con 21 años, es interesante ver
esto), para lo cual y a los efectos de esta ley se les declara en mayoría de edad.
B. Poseer conocimientos y aptitudes suficientes para el género de explotación a que
vayan a dedicarse.
C. Poseer condiciones personales y hábitos de vida que el Instituto considere
satisfactorios.”
La exigencia de los 18 años de edad es algo interesante teniendo en cuenta que en su
momento la mayoría de edad era recién a los 21 años de edad (por lo que siendo menor, en
ese entonces, ya podías ser colono).
Entonces: debe ser persona física, debe tener una situación social que justifique el acceso
a la tierra y que sepa trabajarla (tiene que ser una persona que necesite y sepa trabajar la
tierra), y debe inscribirse en el registro que lleva el Instituto Nacional de Colonización. Cabe
hacer una precisión aquí: el hecho de inscribirme como colono no me hace nacer ningún
derecho (no es que paso a ser colono porque estoy inscripto), sino que solamente genera
una mera expectativa.
Por su parte, el art. 60 de la ley hace alusión a la preferencia para ser colono: “Se dará
preferencia, dentro de las condiciones señaladas en el artículo anterior, a los aspirantes a
colonos:

A. Que posean mejores aptitudes y condiciones personales.


B. Que se organicen en Cooperativas o Sindicatos.
C. Que hayan acreditado mejores aptitudes en los núcleos de capacitación.
D. Que sean agricultores desalojados o estén pendientes de desalojo, o que se encuentren
en las condiciones previstas en el art. 20.
E. Que posean familia, de preferencia si ella es apta para colaborar en el trabajo del
predio.
F. Que sean hijos de colonos.
G. Que sean uruguayos, o extranjeros con residencia mayor de tres años o menor de ese
tiempo en el caso de que posean condiciones especiales a juicio del Instituto.

265
H. Que sean inmigrantes que hubieran cumplido las condiciones establecidas en el
Capítulo VI.

Si un lote fuera solicitado por varios aspirantes que reúnan idénticas condiciones, se
adjudicará al que lo hubiera solicitado con mayor anterioridad, o en igualdad de condiciones
por sorteo, aplicándose tal procedimiento siempre que haya dudas.

Con el fin de aplicar las normas de los artículos anteriores, y sin perjuicio de lo dispuesto en
el 142, el Instituto deberá elevar un registro público de los aspirantes a colonos con la
información y antecedentes que acrediten los extremos exigidos. Ninguna otra preferencia
acordarse fuera de las establecidas.”
Vemos entonces que hay gente que va a tener preferencia sobre otra, por lo que no es
únicamente fijándose en quién está inscripto y quién se inscribió primero. Estas
preferencias se basan en aptitudes personales que tenga el colono, entre otras cosas. Cabe
destacar que la colonización siempre brinda capacitación a los colonos, ya que esta es la
forma que tiene de mejorar las tierras: si yo capacito la persona empieza a plantar, sabe
cómo mejorar la tierra, etc.
También se le dará preferencia cuando el colono tiene familia, y sobre todo si esa familia
va a ayudar a trabajar la tierra y a producir.
Por otro lado, en materia de preferencia es pertinente destacar el art. 13 de la Ley
N°18.187: “…se deberá dar especial prioridad a las familias integradas por personas jóvenes
y con niños de edad escolar así como a los pequeños productores organizados, trabajando en
grupo, que ya estén realizando explotaciones asociativas de la tierra, que exploten áreas
insuficientes y/o con tenencias precarias.”
Ahora bien, es importante entender que se adjudicará una parcela por colono. Sin
perjuicio de que el art. 67 de la Ley N°11.029 dispone que si bien no puede adjudicarse en
propiedad más que una parcela a cada colono, “…este podrá adquirir una más por cada dos
hijos que vivan y trabajen con él. Los ingenieros agrónomos, veterinarios, capataces rurales y
los alumnos de las escuelas agrarias que hubieran terminado los cursos con buena calificación,
podrán adquirir hasta dos lotes para su explotación directa”.
Dentro de este aspecto objetivo, también cabe destacar el art. 7 literal 5, el cual nos
establece la superficie máxima que puede adjudicársele a un colono: 1.000 hectáreas. Esta
es la extensión máxima, pero obviamente en la práctica no se llega a adjudicar tal cantidad.
Por último, en cuanto a esto es importante resaltar la titularidad conjunta. El art. 7
numeral 3 literal D hace alusión a esto: “Titularidad conjunta, cuando los integrantes de la
pareja constituida en uniones de hecho, civiles o matrimoniales tengan perfil colono, ambos
dediquen la mayor parte de su tiempo de trabajo al hogar, a la explotación productiva directa
y la principal fuente de ingresos de la pareja provenga de la explotación productiva directa.
En este caso, se deberá adjudicar el predio en régimen de titularidad conjunta.”
ARTÍCULO 35
El artículo 35 de la Ley 11.029 dispone: “Todo propietario antes de enajenar un campo
de una extensión igual o superior al equivalente a 500 (quinientas) hectáreas de índice de
productividad CONEAT 100, está obligado a ofrecerlo, en primer término, al Instituto
Nacional de Colonización (INC), el que tendrá preferencia para la compra por igual valor y
plazo de pago.

266
Sin perjuicio de lo expresado, en los casos de campos ubicados en los departamentos de
Colonia, Florida, Maldonado y San José, el ofrecimiento referido será obligatorio cuando la
extensión sea igual o superior al equivalente a 200 (doscientas) hectáreas de índice de
productividad CONEAT 100. Para los campos ubicados en el departamento de Canelones,
dicho ofrecimiento será obligatorio cuando la extensión sea igual o superior al equivalente a
100 (cien) hectáreas de índice de productividad CONEAT 100. Para estos predios el Instituto
Nacional de Colonización promoverá en lo posible, actividades agropecuarias con explotación
intensiva.
Igual obligación de ofrecimiento al Instituto Nacional de Colonización regirá, en todo el
territorio nacional, para las enajenaciones que se realicen de campos de superficie igual o
superior al equivalente a 200 (doscientas) hectáreas CONEAT 100, cuando estos sean linderos
a padrones afectados por la presente ley.
La obligación preceptuada en los incisos primero a tercero regirá también en el caso de
enajenaciones forzosas y en aquellas en las cuales la contraprestación del adquirente consista
total o parcialmente en la entrega de acciones, valores u otros bienes, muebles o inmuebles.
El ofrecimiento no podrá condicionarse o ligarse a otras operaciones tales como la compra
de semovientes, útiles, herramientas u otros bienes; y, en todos los casos, deberá consignarse
el precio que se hubiere pactado o, en su caso, estimar en moneda nacional el valor que la parte
vendedora asigna a la contraprestación del adquirente, estimación que no podrá superar el
valor real fijado al inmueble por la Dirección Nacional de Catastro, y que representará la suma
mediante la cual el INC podrá adquirirlo.
No regirá con respecto al Ente, la necesidad de seña de especie alguna como garantía de
ejecución del contrato que se hubiere podido pactar.
Los ofrecimientos a que se refiere este artículo deberán presentarse en la Sede Central del
Instituto Nacional de Colonización o en cualquiera de sus oficinas regionales y se ajustarán a
los requisitos formales que establezca la reglamentación que se dicte en la materia.
El Instituto Nacional de Colonización dispondrá de un plazo máximo de 20 días hábiles para
expedirse acerca de si acepta o no la oferta, transcurrido el cual sin que se expidiere, se
entenderá que no hay aceptación.
Aceptada la oferta, caducarán automáticamente las promesas de compraventa
preexistentes respecto al o a los padrones objeto de la operación, procediendo los Registros
Públicos a cancelar las inscripciones que de aquéllas existieren, a simple solicitud del
Instituto Nacional de Colonización.
La falta de cumplimiento de la parte enajenante de las obligaciones impuestas por este
artículo, determinará la nulidad absoluta del negocio jurídico, la que operará de pleno
derecho.

Sin perjuicio de ello, el enajenante será responsable del pago de una multa equivalente al
25% (veinticinco por ciento) del valor real íntegro fijado por la Dirección General de
Catastro, para el o cada uno de los predios comprendidos en la operación.
Serán subsidiariamente responsables las partes del negocio jurídico, así como el escribano
que otorgare la documentación que se va a inscribir en el respectivo registro.
Dicha multa será exigible por el Instituto Nacional de Colonización y el importe de la misma
ingresará al capital de éste”.

267
El artículo 35 es un artículo muy importante, ya que dispone las tres formas en que el
INC accede a las tierras, a través de tres derechos preferentes:

1. Derecho de preferencia.
2. Derecho de tanteo.
3. Derecho de prioridad (art 1 ley 18.187).

El Instituto Nacional de Colonización lo que va a hacer es adquirir tierras, las va a


condicionar (arreglar, mejorar) y las va a adjudicar a los colonos para que estos trabajen la
tierra. Entonces, la adquisición se puede dar de 3 formas: por compra directa como
cualquiera (colonización ve un campo o parcela que le interesa, va y la compra
directamente), se puede dar expropiación, o se pueden dar los derechos preferentes que es
lo que vamos a ver hoy.
El acondicionamiento de tierra lo podemos ver en los siguientes artículos de la 11.029:
Artículo 20: “Aunque se trate de situaciones producidas fuera de sus colonias, el Instituto
procurará, mediante permutas u otra clase de convenios, ubicar en nuevas tierras a los
agricultores que no posean otros medios de vida que el trabajo de sus predios, cuando éstos
sean inaptos o cuando, por una desmembración excesiva, carezcan de área suficiente para una
explotación económica. A los mismos fines podrá concederles, para la adquisición de parcelas
contiguas a las que actualmente cultivan, las facilidades máximas que acuerde a las otras
formas de colonización.
Si la inaptitud de la parcela recibida en cambio fuese debida a la naturaleza del suelo o
a su destrucción por los agentes erosivos, el Instituto, antes de adjudicarla de nuevo, procederá
a su rehabilitación o se asegurará de que el adjudicatario la realice. Si la degradación de los
terrenos fuese tal que no hiciese económica su recuperación para la labranza o el pastoreo,
aquéllos se aplicarán a arborización u otros destinos.
El Instituto tomará igualmente a su cargo la ejecución de estas labores en los terrenos que
con tal fin, el Estado o los Municipios pongan a su disposición, o en los que el Ente adquiera
con los recursos que al efecto le atribuyan las leyes.
Y después, esas tierras luego de condicionadas, se van a adjudicar. Recordemos que el
acondicionamiento de tierras había un 4% en la actualidad que están siendo acondicionadas
en este momento en Uruguay; una vez que se condicionen, porque está erosionada, le falta
cerco, etc”.
Artículo 39: “Al efecto de la expropiación de tierras, luego de considerar en primer término
su aptitud para los fines y formas particulares de colonización a que sean destinadas, se
tendrán en cuenta preferentemente:

A) Las tierras sin cultivo o deficientemente explotadas próximas a los centros poblados,
vías de comunicación, estaciones, lugares de embarque o establecimientos
industrializadores de la producción.
B) Las propiedades de mayor extensión, apreciada ésta en relación a su emplazamiento,
productividad del suelo y modo de explotación en la fecha en que la expropiación sea
decretada.
C) Las tierras, cualquiera sea su ubicación, que fueran económicamente susceptibles, de
importantes transformaciones culturales.
D) Las zonas que cuenten con obras de riego o puedan ser dotadas de ellas, o en las cuales
se vayan a realizar importantes mejoras hidráulicas.

268
E) Los terrenos excesivamente fraccionados, de área insuficiente para el sustento de una
familia, siempre que exista posibilidad de obtener una reconstitución parcelaria que
haga de cada predio una unidad económicamente eficaz.

La expropiación de las tierras a que se refiere el inciso D) deberá realizarse -de ser ello
posible- antes de que se produzca la valorización como consecuencia de la construcción de la
obra pública”.

Artículo 62: “El Instituto realizará la subdivisión de los predios a colonizar, teniendo en
cuenta la unidad económica y social del núcleo de producción a formarse y sus necesidades. A
tal efecto, reservará o cederá las áreas adecuadas para la construcción de caminos y demás
obras de interés general”.
Artículo 63: “El Instituto acondicionará las fracciones para su explotación conveniente.
Con el fin de proceder al saneamiento y mejora de los terrenos y preparar condiciones más
favorables para el desenvolvimiento normal de las colonias, el Instituto podrá explotar
directamente las propiedades que adquiera antes de proceder a su parcelación. La
adjudicación de las tierras a los colonos podrá hacerse en cualquiera de las formas de
colonización previstas en el Capítulo III, teniéndose en cuenta -de conformidad con el apartado
1° del artículo 8°- el progresivo pasaje de los regímenes de tutela a los de libre administración”.
Se puede hacer una adjudicación directa (art. 7) o se puede hacer un traspaso de
derechos de un colono (por ejemplo, un colono puede pasarle un derecho a otro colono); en
estos dos casos al colono no sólo le va a tocar ese inmueble para trabajar, sino que se le va
a hacer una asignación patrimonial y además va a ganar el status de colono, y esto lleva a
determinadas situaciones que el estatuto dispone. El INC puede entregar las tierras por
distintos títulos: puede ser en propiedad, en arrendamiento, según dispone lo analizado por
el art. 7.

Pero lo que debemos mencionar es que muchas veces, en la generalidad cuando se ve en


la televisión el instituto de colonización se cree que se entiende que se entregan de forma
gratuita las tierras, pero no es así, es en forma onerosa, el colono va a tener que pagarle al
instituto ya sea un arrendamiento, en propiedad, etc. Hay tierras que son en comodato pero
son en determinadas situaciones para situaciones de la colonia como, por ejemplo, para una
escuela, pero nunca se entrega la tierra al colono en forma gratuita, el colono siempre tiene
que pagar.

→ Los derechos preferentes del INC en los modos de adquisición de la tierra:


Como mencionamos anteriormente, el instituto puede adquirir las tierras mediante 3
formas, una de ellas es mediante derechos preferentes, estos derechos constituyen una
forma de acceder a la tierra. Estos derechos preferentes son los que mencionamos
anteriormente: derecho de preferencia; el derecho de tanteo; y el derecho de prioridad;
siempre hablando desde el punto de vista de adquisición de la tierra.

• Derecho De Preferencia: incisos 1 a 3 art. 35.

Como otros derechos preferentes, el derecho de preferencia otorga al beneficiario la


facultad de adquirir el dominio de un bien, antes que cualquier otro individuo, generalmente
"en igualdad de condiciones". Pero como dice Larenz, ello es sólo para el caso que el
propietario decida enajenarlo, negocio que todavía se encuentra a su arbitrio. Señala este
autor, que en la preferencia, el enajenante no ha de ofrecer el bien cuando haya concertado
ya su venta con un tercero, "sino antes de ofrecerla a un tercero”. En el mismo sentido,
apunta Cafaro que "el derecho de preferencia supone que un sujeto -para el caso que decida

269
vender se obliga a realizar una primera propuesta al titular del derecho de
preferencia (en este caso el INC). O sea que a diferencia del llamado derecho de tanteo,
no ha de realizar la primera propuesta luego de haber contratado con el tercero, sino antes.
Esta es su característica saliente que lo distingue de otros del mismo género, precisión
conceptual que parece imprescindible ante el texto de la ley que se examina.
En efecto, el art. 35 consagra el derecho de preferencia desde el momento que exige que
el enajenante se dirija "en primer término" al beneficiario, señalando las pretensiones de su
enajenación. Por tanto, para nuestra ley, el propietario no puede comprometer su
responsabilidad de enajenar con un tercero (ej. una promesa simple), antes de ofrecerlo al
Instituto. Si lo hace el negocio carece de validez (inc. 10 del art. 35).

El derecho de preferencia tiene origen en el derecho privado. Pero el que esta ley le
confiere al Instituto, es decir desde el punto de vista de una dogmática positivista, es de
naturaleza pública (como es la misma ley) y una herramienta para facilitar el cumplimiento
de sus cometidos. De esta manera, se justifica que su ejercicio por el Ente, se consagre como
un derecho anterior a cualquier enajenación y por ello la nulidad absoluta de los negocios
que violen las normas que lo tutelan. De hecho y de derecho, significa que, si se vende,
permuta, se da en pago, se efectúan aportes societarios, etc. de aquellos campos que se
encuentren en la situación prevista en esta ley, sin ofrecer primero al Instituto la posibilidad
de comprarlos, los negocios son absolutamente nulos.
Cafaro señala además, que el derecho de preferencia es un derecho de naturaleza
personal, pues no está previsto un efecto real ni su ejecución forzada (lo que se comprueba
en la ley N" 11.029). Y es sin duda- de naturaleza pre - negocial, en cuanto no integra el
elenco de requisitos de validez de la enajenación al Instituto y, su violación, corresponde
dirimirla en la zona de la responsabilidad atinente a dicha índole

• Derecho De Tanteo: inc. 4º art. 35.


Para precisar mejor la noción del derecho de preferencia, conviene diferenciarlo del
denominado derechos de tanteo. En no pocas ocasiones, se ha confundido el derecho de
preferencia con el tanteo. Dice Larenz que el llamado derecho de tanteo, opera por
subrogación o sustitución de la parte adquirente, en un negocio previo ya concertado, pero
aún no perfeccionado como enajenación.
Por su estructura, señala este autor, se trata de un derecho de configuración o de
modificación, pues habilita al beneficiario a desplazar del negocio al tercero que habrá de
adquirir, al cual subroga en condiciones similares a las estipuladas con él. Supone-como dice
Cafaro- una relación "preconstituida".

Requiere pues, de un "itinere", que se desarrolla en dos etapas sucesivas: una primera,
en la cual el enajenante y un tercero, conciertan de modo conclusivo los términos y
condiciones de la enajenación, mediante un vínculo de responsabilidad, pero que no es la
enajenación en sí misma (por ejemplo, una promesa simple) y, una segunda fase en la que
el enajenante explora la voluntad del beneficiario, vale decir "tantea" su voluntad, para lo
cual le presenta los elementos del negocio que otorga o habrá de otorgar con el tercero,
ofreciéndole no obstante, la facultad de realizarlo con él, por ser el titular del tanteo.
El punto de partida de este derecho, es pues, totalmente distinto al de preferencia, pues
mientras éste opera sólo como primer ofrecimiento y crea por tanto una situación de
indisponibilidad transitoria, el tanteo supone un ofrecimiento anterior ya acordado por un
tercero, que empero todavía no prospera como enajenación, pues se encuentra sometida a

270
una posible modificación subjetiva, en caso que el beneficiario del tanteo, resuelva aceptar
el ofrecimiento. Por otro lado, si bien el beneficiario del tanteo adquiere el derecho a
celebrar el negocio con el enajenante, su contenido será el que estrictamente surja de aquél
previamente acordado entre el enajenante y el tercero, al que termina por suplantar y no
otro distinto.
A pesar que algunos derechos positivos lo consagran, el tanteo como tal, no obliga a
concluir que la simple aceptación por el beneficiario perfecciona necesariamente la
enajenación, sino que obliga al propietario a enajenar al titular del tanteo, en el mismo plazo
y precio que el pactado con el tercero en caso que aquél ejerza su derecho. Obviamente que
un instituto como éste, requiere necesariamente de un texto legal que lo consagre de
manera expresa, pues es excepcional y altera arbitrariamente las reglas patrimoniales que
presiden la propiedad y la autonomía de la voluntad; los dos pilares del negocio jurídico.
Lo propio del tanteo pues, radica en que el enajenante puede convenir, pero por ello,
tampoco puede retirar su compromiso e incumplir con la enajenación, al menos, sin incurrir
en responsabilidad. Pues ya se obligó y emitió un ofrecimiento vinculante previo,
encontrándose entonces en una situación cercada de responsabilidad. O enajena al
beneficiario o en su defecto, con quien se comprometió antes (esto se explica luego, pero
asumo consiste en el establecimiento de las condiciones resolutorias).

• Derecho De Propiedad: art 1 de la Ley Nº 18.187.

“Las tierras de propiedad del Estado, entes autónomos, servicios descentralizados y


organismos públicos en general, que por su ubicación, superficie y características agrológicas
resulten económicamente apropiadas para la formación de colonias, de acuerdo con lo
establecido por la Ley Nº 11.029, de 12 de enero de 1948, y que no estén afectadas a destinos
específicos conforme con el principio de especialidad del organismo respectivo, tendrán
prioridad para ser colonizadas. A tal fin, las precitadas personas públicas, en un plazo de
noventa días contados desde la promulgación de la presente ley, deberán ceder la
administración o transferir la propiedad de dichas tierras al Instituto Nacional de
Colonización, cualquiera sea su estado de ocupación, uso de la tierra o situación contractual”.
CONDICIONES PARA EL OFRECIMIENTO:
El ofrecimiento puede definirse como la comunicación preceptiva dirigida al Instituto,
que la ley le impone al enajenante antes de comprometer la enajenación a un tercero y por
la cual le informa de la enajenación de su campo y las características del negocio proyectado
con un tercero, con la finalidad de que el Ente en esas mismas condiciones, pueda ejercer su
derecho de preferencia de compra. El contenido meramente comunicativo de este
ofrecimiento, se confirma, por ejemplo, en las enajenaciones forzadas, previstas en el inc.4
del art. 35 (derecho de tanteo).

→ Objeto del ofrecimiento. Noción exclusivamente inmobiliaria del término


"campo" en nuestro derecho positivo:
Es oportuno abordar en este punto, la expresión campo, que emplea este articulo (desde
su redacción original) como objeto del ofrecimiento. En verdad, que es un término que no
se identifica inmediatamente con el concepto jurídico de parcela, debido a que puede
implicar tanto una pluralidad de ellas, una fracción indivisa de la misma. No obstante, a los
efectos del ofrecimiento debe entenderse como unidad de cosa inmueble, en el sentido que
no podrá el Instituto ejercer su derecho sobre una o unas parcelas, rechazando otras; ni podrá
-de manera contraria- considerarse que cada parcela es un campo distinto, cuando existe

271
una única enajenación que los comprende a todas ellas. De lo contrario, se desnaturaliza la
unidad el objeto del ofrecimiento, que la ley refiere como "campo".

Por supuesto que la noción de este objeto, es enteramente inmobiliaria, en el sentido que
se encuentra desvinculada y ajena a la de unidad económica o empresarial, aspecto que no
resulta involucrado por la ley de modo alguno.

De esta manera, la noción de campo aparece identificada con la de "establecimiento


rural", que define el art. 283 del C. Rural. Como hemos señalado, nuestro derecho positivo
no recibe ni consagra una concepción hacendística ni empresarial del establecimiento rural.
El "campo" resulta así, una noción que, conforme a nuestro ordenamiento jurídico, debe
dirimirse de modo necesario y exclusivo, en el ámbito del derecho de cosas y no de actividad,
por más que ésta juegue su rol en la concepción actual. Y de cosa inmueble (compleja) y no
de universalidad.
No obstante, los problemas que pueden presentarse en la práctica, son múltiples y
complejos de detectar, pues no hay registro inmobiliario de establecimientos rurales ni
tampoco elementos formales que lo caractericen. Así por ejemplo, parece no dudarse, que
la enajenación de un establecimiento rural ("campo") compuesto por dos parcelas, cada una
de las cuales es inferior a 500 ha, pero que juntas lo superan, debe ser ofrecido si la
operación se concreta en un negocio.
Pero cabe la interrogante, para el caso que se proyecten las enajenaciones de cada
parcela por separado y a personas distintas. Obsérvese que la ley ubica la situación, desde
la óptica del propietario que enajena su campo (que en definitiva resulta enajenado en su
totalidad) y no de quienes lo adquieren.
Sin embargo, parecería más acorde al propósito de la norma y a la naturaleza del
fenómeno regulado, vincular el ofrecimiento, no a la cantidad de padrones que integran el
campo, sino a la cantidad de enajenaciones de que es objeto dicho campo. Desde este punto
de vista, a nuestro criterio, el ofrecimiento procede por cada enajenación y no por cada
parcela, conforme se desprende de la letra de los primeros incisos del artículo 35. De modo
que-si por ejemplo- se venden dos parcelas pero a través de dos negocios diferentes y
separados (ejemplo a dos personas distintas), no corresponde el ofrecimiento si cada una
de ellas es menor a 500 hás (aun cuando juntas las superen). ESTO ES LO QUE PIENSA
GUERRA, PERO ME CONFUNDIO PROFUNDAMENTE.
Entonces, analizando el artículo 35: “todo propietario, antes de enajenar un campo…”
¿qué es un campo? No hemos visto la expresión jurídica de campo hasta ahora, hemos visto
establecimiento rural, parcela, etc. pero resulta que acá colonización en el año 48 agrega la
palabra campo y la palabra “todo propietario” que es otro tema también. Esto no se ha
modificado. Entonces, esto ha llevado a múltiples interpretaciones de qué puede ser campo.
Si yo les digo “campo” así como lo dice el art., ¿qué nos parece a que se está refiriendo?
Esto trae un problema: si el día de mañana somos escribanos viene un cliente y me dice
“quiero vender mi campo, le voy a vender a mi primo una parcela”, la cuestión es que acá, lo
que dice este art. es que en determinados “campos” que tienen determinada calidad y
cantidad (porque me dice una “cantidad” de hectáreas que tengan una cierta “calidad” eso
me dice el art) cuando lo vayamos a ENAJENAR, primero Tenes que ofrecerlo al instituto,
entonces el instituto ve si quiere o no quedárselo. ¿En qué otro caso hay ofrecimiento?
En el caso de las áreas protegidas; recordemos: si yo tengo un campo lindero a áreas
protegidas, tengo que ofrecerlo.

272
El régimen anterior, quedaba acotado a los negocios de venta; ahora se amplía a toda
enajenación. Como señala Gamarra", el concepto de enajenación "...viene a coincidir en
última instancia, con la categoría de contratos que son títulos hábiles para producir un efecto
real." Añadiendo que, por ello, son enajenaciones, la donación. la compraventa, la permuta,
la renta vitalicia, la promesa de enajenación de inmuebles a plazos, la transacción
(negocios de enajenación traslativos)." "El elemento definidor de la categoría, sostiene
Gamarra, se encuentra en la aptitud (idoneidad) para producir el efecto real". De modo que
aunque se difiera la tradición, si se otorga la escritura de compraventa, habrá enajenación
Obviamente que al no asignarle al término enajenación, un alcance amplio, quedan
directamente excluidos aquellos negocios de carácter sólo constitutivo (como la
prenda, la hipoteca, el usufructo, etc.). Ello por la sencilla razón que estos últimos, son
negocios que no le reportan al ente la disponibilidad de tierras, que es la finalidad de la
norma. Es importante subrayar que la ley no distingue entre modalidades sub tipos de
enajenaciones. Sólo dispone en los incisos siguientes, reglas de estimación para ciertas
enajenaciones. Precisamente ello es lo que obliga a realizar un esfuerzo por distinguirlas.
Pero en realidad, el texto de la ley se aplica a todas las enajenaciones sin importar si es
onerosa o gratuita, con o sin contraprestación, etc.
Si me llega una sucesión como abogados, en la cual hay un testamento que dice “le lego a
mi sobrino favorito un campo”; esta es la implicancia de la palabra campo. ¿Si nos dicen un
campo, es un establecimiento? ¿es una parcela? ¿son dos parcelas? ¿cuánto va a ser? ¿va a
incluir la maquinaria y el ganado que tenga adentro? El instituto nos brinda otra definición:
es una unidad productiva, una unidad de producción, una unidad económica de
producción; esto nos agrega el instituto. Esto lo hemos visto en resoluciones que ha
sacado el instituto. Entonces, nos pone este concepto digamos “nuevo” de campo. Es un
concepto que podríamos decir que no es jurídico, es un concepto económico de campo más
bien. Y nos dice que puede estar compuesto por uno o más de una parcela, y va a ser cómo
trabaje esa parcela en conjunto y eso va a ser una unidad de producción. Y acá vienen todos
los problemas que conlleva el término campo.
Lo que nos dice colonización es que es una unidad productiva que puede estar compuesta
por una o más parcelas, esas parcelas pueden ser linderas o no, pueden estar en distintos
departamentos.
Entonces: la ley introdujo el concepto de campo, pero no nos dio una definición del
mismo. Esto nos trajo muchos problemas. Cuando los doctrinos empezaron a definir lo que
era campo, por ejemplo Guerra y Fernández Reyes decían que el concepto de campo se
asimilaba al concepto de establecimiento rural. Beatriz Puppo si le preguntas qué es campo,
te respondería “toda fracción de terreno que se destine a una actividad”, ni siquiera tiene
que destinarse, puede estar ubicado en suelo urbano, que sea una extensión que permita
determinado cultivo, puede ser en suelo suburbano como chacras o lecherías o granjas; y
por supuesto que campo en suelo rural eso sin dudas; este es el concepto de Puppo.
Pero la realidad es que el término campo nos deja muchas zonas grises, entonces el
instituto de colonización intentó definir al campo y creó lo que mencionamos como la
unidad económica de producción. Es un término económico y no jurídico, entonces allí
tenemos que pararnos desde el punto de vista de la producción misma para definir lo que
es una unidad económica de producción, porque puedo producir en unidad en distintos
departamentos, puedo producir en unidad en ciudad y también en zona rural, unidad de
producción es todo lo que se produce en su conjunto, es algo que se maneja como una unidad
y produce, entonces acá nos abre muchísimo el concepto de campo.

273
Sin embargo, definir la unidad económica de producción nos trajo más problemas
porque ahora además de pensar en qué es un campo, tenemos que pensar cómo maneja esos
campos el productor. El campo es la unidad productiva en su conjunto para el productor,
sea parte en salto otra en Paysandú o lo que sea, pero tiene que ser una unidad, una
organización que produzca. Puedo criar el ganado en salto y engordarlos en Paysandú, e
igual sigue siendo una unidad de producción. Es cómo maneja el productor su campo, su
campo entendido como el todo, incluyendo el establecimiento e incluyendo lo que se
encuentra dentro de él.
¿Cómo reconocemos una unidad productiva? por la titularidad única de varios campos,
por la proximidad entre los campos, etc. Hay distintas situaciones que el instituto amplió
mucho la situación de campo para abarcar y determinar quiénes tienen que ofrecer.
La cuestión acá es que ahora dice “enajenación”, antes decía que cuando se “venda”; ya
no es solo la venta, ahora es la enajenación, como ya mencionamos antes. Entonces, lo que
se va a hacer es que si yo tengo una parcela de 1000 hectáreas, y quiero venderla porque no
me quiero dedicar más al campo y se la voy a vender a Bruna, ¿qué va a hacer mi escribano?
Va a revisar, va a analizar si la tiene que ofrecer o no, y va a ir a la norma y va a mirar si entra
o no entra dentro de lo que dice la norma, ¿entra dentro de la definición de campo? Sí, va a
entrar porque es un inmueble ubicado en zona rural con mil hectáreas productivas.
Entonces ahora tiene que analizar qué características tiene que tener ese campo para yo
tener que ofrecerlo, porque no es cualquier campo el que tiene que ofrecerse al instituto. Va
a tener que cumplir ciertas características.
Es sencillo advertir que se modificaron las superficies a partir del cual se hace exigible el
ofrecimiento y la modalidad de su medición. El texto original refería a ventas de campos de
más de 1000 hás físicas. Ahora se introduce una variedad más amplia para este ofrecimiento
(500, 200 y 100 hás) en la que importa incluso la ubicación geográfica (departamental) y
que se relacionaron precedentemente. Pero que en todo caso, se emplea otro sistema de
medición basado en los índices de productividad de los suelos determinados por el
catastro agrario (Coneat). "Cambia no sólo cantidad, sino también calidad".
La nueva redacción dada al art. 35 de la ley N° 11.029 por obra de la ley N 19.577,
introdujo, además, otra novedad en relación al objeto del ofrecimiento que es el de campos
linderos a padrones afectados por la ley de colonización. Naturalmente que las parcelas
linderas a la que se enajena, surge del deslinde contenido en el respectivo Titulo y que
responde a la operación técnica practicada conforme a las reglas ya examinadas. En este
sentido debe tenerse presente que si el linde es con un río o arroyo no navegable ni flotable
o con un lago, laguna o embalse privados, el álveo forma parte de la parcela vecina y si ésta
se encuentra afectada, corresponde el ofrecimiento. No así si el linde es con río o arroyo
navegable o flotable, pues el álveo en este caso es del dominio público, por lo que la parcela
afectada a la colonización resultará tras lindera. Es el mismo caso que el linde sea con un
camino público (ej. camino vecinal).
Lo primero que yo voy a tener que hacer
mirar dónde está ubicado. Tenemos que ver
si está ubicado en Colonia, Florida
Maldonado o San José; en este caso tenemos
que ver si tiene 200 hectáreas o más Índice
Coneat 100 que ahora calcularemos. Luego
tenemos que ver si está en canelones, en
este caso serán 100 hcs más el IC 100. Y luego tenemos que ver si es lindero de padrones de

274
colonización. Así que lo primero a ver es la ubicación. Luego veremos la cantidad y calidad
de hectáreas: acá en calidad vamos a un concepto que ya vimos: ÍNDICE DE CONEAT.

Puede ser que yo tenga la cantidad de hectáreas pero que no sean de la calidad que me
pida. Supongamos que yo estoy en Salto, vemos que Salto entonces tengo que tener al menos
500 hcs índice coneat 100, supongamos que tengo 600 hectáreas pero tengo un índice
coneat de 60 que es muy bajo; en este caso tenemos que hacer unas determinadas cuentas
para saber si entra o no en la norma. Porque obviamente no es que yo voy a ofrecer
solamente aquellos campos que son 500 hectáreas con índice coneat 100, yo voy a ofrecer
otro tipo de campo que puede ser con más o menos hectáreas dependiendo de cuánto es el
índice coneat. Entonces tenemos que hacer una cuenta para saber si entra o no en la norma
y por ende si tengo o no que ofrecerlo.

Puede estar compuesta por más de una parcela, cada parcela o padrón tiene un índice de
coneat. La superficie total de una parcela surge de calcular la superficie real del mismo por
su índice de productividad coneat, divido 100.
Entonces en el ejemplo tenemos un padrón que tiene una superficie real de 522
hectáreas con 6.500 metros cuadrados, con índice coneat 89; si miramos esto ya sabemos
que tiene más de 500 hectáreas pero no por eso ya hay que ofrecerlo, tengo que ver la cuenta
para saber eso. En este caso, tengo que hacer 522,6500 x 89 / 100, y el número que nos da
465,1585 ha IC100.
Entonces, puede ser un campo por arriba de la media o por debajo de la media (la media
es 100); en este caso el campo estaba por debajo de la media pero tenía muchas hectáreas
entonces podía suceder que a través de esta cuenta debiéramos ofrecerlo (si el resultado
hubiera sido igual o mayor a 500 ha IC100).
Recordamos que este índice se calcula en función de la ubicación del campo, y para el
ejemplo que manejamos del campo de Salto rige la regla general de las 500 hcs. Si este
mismo campo está ubicado en florida, ¿lo tengo que ofrecer o no? Primero lo que tenemos
que ver es la ubicación porque dependiendo de la ubicación es la cantidad de hectáreas que
voy a tener que ver si es o no es.

Si yo por ejemplo, tengo campo en salto 600 hts índice coneat 80, ¿tengo que ofrecer o
no? No se ofrece porque la cuenta nos da 480 hts. Pero si ese mismo campo está en canelones
sí tengo que ofrecerlo porque allí sí supera las hts requeridas, que son más de 200. Por eso
la importancia de la ubicación del campo.

275
Si en el parcial nos ponen: Juancito va a vender un campo y nos da tales características y
nos pregunta si hay o no que ofrecerlo. ¿qué hacemos? Primero vamos a la ubicación y luego
dependiendo de la ubicación iré a la norma, veré cuántas hectáreas tenemos que tener como
mínimo, hacemos las cuentas y vemos si entra en la norma y si tengo que ofrecerlo o no.
Si viene una persona con un campo y me dice que lo quiere vender ¿cómo puedo saber el
índice coneat? Porque mi cliente no me va a decir que tiene 300 hts índice coneat 150, no
siempre lo saben, lo tenemos que calcular nosotros, y vamos a sacar eso de la cédula
catastral. Luego de tener las hts y el índice coneat del campo podemos hacer la cuenta para
saber si hay que ofrecerlo o no.

¿Qué pasa si está


compuesto por más de un
padrón, por más de una
parcela? Se repite esta
operación para cada una y se
suma el resultado de cada
padrón. O sea, hago esa cuenta
por cada parcela y cuando tengo
el resultado, sumo todos los
resultados. Hay 3 ejemplos en el
ppt: 3 padrones son parte de esa
unidad productiva, de ese campo que yo voy a vender, voy a vender los 3 padrones:
1. Padrón con 457.2500 ha IC 122 / 100 = 557.845
2. Padrón con 17.5921 ha IC 105 / 100 = 18.4717
3. Padrón con 23.089 ha IC 90 / 100 = 20.7170
Ha IC 100 total del campo: 597.0037 (se suman todos los resultados).
Esto se debe a que por más de que sean linderos, ya que esto no quiere decir que vayan
a tener el mismo índice de coneat. Acá vamos a calcular la superficie equivalente de cada
uno. Porque si yo calculo la superficie total real, sumo las hectáreas que tienen actualmente,
no llego a 500 hts. PERO, si yo hago la cuenta, si hago cada padrón por el número coneat,
vemos que el resultado tiene como consecuencia que tengo que ofrecerlo, y por la cantidad
de hectáreas me va a salir que tengo que ofrecerlo no importa la ubicación (porque son
bastantes las hectáreas que da y supera el mínimo en todos los departamentos).

En conclusión: SI TENGO UNA PARCELA HAGO LA CUENTA POR ESA PARCELA Y ME DA


SI TENGO QUE OFRECERLA O NO. SI TENGO MÁS DE UNA PARCELA, HAGO LA CUENTA POR
CADA UNA DE ELLAS Y DEPENDIENDO DE LA SUMA DE TODAS ESAS CUENTAS ME DARÁ
SI TENGO QUE OFRECERLO O NO.
¿Qué pasa si yo tengo una unidad productiva? Esa que vimos que tiene 3 padrones, pero
quiero vender sólo una. Me está yendo muy mal económicamente, me dedico a lechería, no
está dando, siempre es un problema, todo es horrible entonces estoy con mucha deuda y
quiero vender solo una de mis parcelas, no la totalidad de mi unidad productiva. Yo soy una
unidad productiva compuesta por 3 parcelas, pero voy a vender solo 1, ya vimos que si
vendo las 3 sí tengo que ofrecer por el cálculo que me da, pero si vendo solo una ¿también
tengo que ofrecer? Lo primero que nos fijaremos es dónde está ubicada esa parcela, luego
hago la cuenta y la voy a ofrecer a esa sola parcela, por más de que sea parte de una unidad
productiva económica mayor.

276
El instituto cuando yo le ofrezco, tiene 20 días para decir si lo quiere o no lo quiere. Si lo
quiere el instituto va a ser la otra parte de esta enajenación, el art 35 dispone que lo va a
comprar con igual precio igual valor e igual plazo. Desde el año 1948 al 2007 se ofrecían de
1000 hcs IC 100, y ahora bajo a 500 ha. Esta es importante porque si estudiamos los títulos
debemos ver si se ofreció bien o no, dependiendo el año en que se haya realizado el negocio.
En la redacción anterior decía que se igualaban las condiciones del acto de enajenación
establecido, además del precio y el plazo, pero actualmente no dice iguales condiciones, solo
igual precio e igual plazo. Si yo se lo quiero vender a mi primo este campo, pero por las
características lo tengo que ofrecer a colonización. Si no lo ofrezco, ese contrato va a ser
nulo y va a tener MULTAS arriba de la nulidad, que corresponde al 25% del valor del
inmueble, y el escribano es solidariamente responsable.
Antes se podía no ofrecerlo y pagar la multa, ya que la misma no era de tal alto valor,
pero el problema es que ahora el contrato es NULO, entonces no se puede solo negar el
ofrecimiento y pagar la multa.
Duda sobre la fijación del precio: lo que tenemos que hacer es poner el precio al que lo
vas a vender, no es que vale un millón y antes de ofrecerlo lo aumento a 5 millones, lo
tenemos que tener ya concertado al negocio con el tercero. Concertamos precio, plazo,
entrega, que incluye la renta (solo el campo, campo y maquinarias, vacas, “venta a puerta
cerrada” cuando vendo todo).
Antes de vender el campo se firma una reserva de contrato, o podemos firmar la promesa
de venta, porque no implica enajenación, simplemente que no se firma. Es una promesa de
contratar, boleto de reserva, es un lugar donde se dejan consignadas las condiciones del
negocio, pero esto queda condicionado al ofrecimiento de colonización. Es una
condición resolutoria del contrato de promesa o de compraventa. Si no lo someto a
condición me pueden demandar por el incumplimiento de la promesa de enajenación. El
problema es que, si colonización acepta el ofrecimiento, se deben restituir lo que haya sido
dado y abonado.
Sucede un concierto de propuesta y aceptación, es la forma de concertar un negocio. Lo
redactamos por escrito o no, siempre es mejor redactarlo para dejar en claras las
condiciones: precio, plazo, condiciones resolutorias, gravámenes, etc. Se hace la cuenta, se
sabe que la tiene que ofrecer al momento de la concertación del negocio. Debemos tener
presente el concepto amplio de enajenación, el cual alude no solo a la compraventa, sino a
NEGOCIOS EN DONDE HAYA TRASLACIÓN DEL DOMINIO.

Y tenemos que tener en cuenta que no se respetan las condiciones del negocio, sino que
solo respeta precio y plazo, si vendía a puerta cerrada, colonización solo compra el campo,
no compra todo. YA NO RESPETA LAS CONDICIONES, ANTES SI.
En la donación, que es una enajenación, hay un acto de liberalidad, pero, sin embargo,
hay obligación de estimar el monto de los bienes donados por dos razones: acciones de
reducción de las donaciones (porque esos bienes se sacan del comercio de las personas),
para que las donaciones queden firmes, deben haber pasado 4 años. Para donar, se debe
estimar este monto de las donaciones, de esta forma mediante el valor catastral, tenemos
que ver que entre dentro de las pautas de ofrecimiento.
Si yo quiero donar un bien, y evalúo ese bien en un valor muy bajo, colonización lo que
hace es aceptar ese precio, y ahí se genera perjuicio para el vendedor, porque nos da el

277
precio pacado y no el monto por el que lo podría haber vendido. Yo ya tengo que tener un
negocio concertado, lo que sucede es que se cambia el sujeto del negocio.

Pregunta: Si voy vendiendo de a 100 hcs, no tengo que ofrecerlo, es claro que no lo tengo
que ofrecer. Al mes vendo otra, al mes vendo otra, y así voy. Cuando venda la hcs 500 llegue
a los requisitos, y esta eludiendo la ley de colonización, ahí lo tengo que ofrecer. Si
colonización se entera, va los 5 meses para atrás y anula las 5 escrituras, porque estoy
haciendo un acto repetitivo eludiendo una norma legal. Pero, si vendo 400 hcs hoy, porque
me esta yendo mal, no tengo que ofrecerlo. Pero si pasa el tiempo, ¿Cuánto tiempo? No
sabemos, pero al menos un ejercicio económico, pero si vende 400 hcs más, porque también
tengo un problema que tengo que solucionar, ahí tampoco lo ofrezco. DEBO
FUNDAMENTAR ESTAS VENTAS para no recaer en evasión de la ley.
ARTÍCULO 70
“La propiedad, uso o goce de las parcelas que formen las colonias estarán afectados
a los fines de interés colectivo que por esta ley se promueven.
Toda enajenación, gravamen o subdivisión, o la cesión en cualquier forma de disfrute,
debe hacerse con la autorización previa del Instituto Nacional de Colonización (INC) aún
en el caso en que el colono haya satisfecho íntegramente sus obligaciones. (*)
El INC se opondrá a cualesquiera de estas operaciones cuando entienda que contrarían el
principio establecido en el inciso primero de este artículo, siendo nulos de pleno derecho toda
enajenación, gravamen o subdivisión, o la cesión en cualquier forma de disfrute relativa al
predio, voluntaria o forzosa, que se realice sin el consentimiento de aquél.
Los Registros respectivos no inscribirán negocio alguno que no cuente con la constancia
de haberse otorgado por parte del INC, la autorización respectiva.
El Directorio del INC podrá acceder a estas operaciones, aunque ellas no se ajusten al
principio enunciado, en casos excepcionales y por resolución fundada, adoptada por un
mínimo de cuatro votos conformes. Asimismo, podrá exigir al colono la realización de un
llamado público a interesados, previo a la enajenación o a la cesión en cualquier forma de
disfrute del predio afectado a los fines de interés colectivo promovidos por esta ley”.

¿Cuál es el alcance de ese interés colectivo?

→ Afectación de las parcelas a los fines de la ley y los deberes que impone.
→ Imposibilidad de disponer de la tierra colonizada. Autorización del inc previa -
Convalidación del art. 6 de la ley 18.756: declárase válidos los contratos realizados
relativos a parcelas adquiridas a la Sección de Fomento Rural y Colonización del BHU,
así como al INC, inscriptos en los Registros Públicos hasta la entrada en vigencia de la
presente ley. Facultase al INC a exigir a los propietarios de las tierras afectadas el
registro de sus títulos en la institución, en la forma y condiciones que establecerá la
reglamentación que a tales efectos dicte el Poder Ejecutivo. El incumplimiento de lo
establecido en el párrafo anterior habilitará al Instituto Nacional de Colonización a
aplicar una multa a los titulares del predio por el equivalente de hasta el 25%
(veinticinco por ciento) del valor del inmueble fijado por la Dirección Nacional de
Catastro.
→ Art. 5 ley 18.756. Declárase que no están afectadas ni comprendidas por la
Administración y el régimen instituido por la Ley N° 11.029, de 12 de enero de 1948, y
modificativas, las parcelas que integran las colonias que hayan sido enajenadas por la
Comisión Asesora de Colonización o la Sección Fomento Rural y Colonización del Banco

278
Hipotecario del Uruguay, cuyos propietarios cumplieron con todas sus obligaciones
antes del 12 de enero de 1948. Los propietarios de predios comprendidos en la
disposición que antecede estarán obligados a ofrecerlos en primer término al Instituto
Nacional de Colonización en los términos establecidos por el artículo 35 de la Ley N°
11.029, de 12 de enero de 1948 (sin importar las hectáreas).
→ LA PROPIEDAD Y TENENCIA DE LA TIERRA SE ENCUENTRA RESERVADA A LOS
COLONOS. – A quién no se le ha conferido derecho a colonizar, no puede en principio
recibir derecho alguno sobre una parcela colonizada. – La sucesión del colono fallecido:
art. 103, 104 y 105 Colono propietario: “podrán sus sucesores continuar con la
explotación del predio, siempre que estuvieran de acuerdo y cumplieran con las
obligaciones que preceptúa la presente ley. Si no hubiera acuerdo, el lote deberá ser
subastado con admisión de postores extraños que reúnan los requisitos que la ley exige
para ser colonos, teniendo preferencia en la adjudicación en igualdad de condiciones, el
cónyuge supérstite, los hijos, padres o hermanos del colono fallecido. A falta de
interesados, el Instituto podrá adquirir la parcela por el precio pagado por ella por el
comprador, más el importe actualizado de las mejoras.”
→ Colono arrendatario, aparcero o promitente comprador: “el Instituto podrá transferir,
por simple vía administrativa, los compromisos que hubieren quedado pendientes, a la
viuda o a uno de sus hijos -si fuera solicitada y no hubiera oposición de los demás
herederos- siempre que se comprobara la idoneidad y capacidad de trabajo de alguno
de los nombrados”
¿Qué es el Certificado de afectación de padrones?

El Certificado de afectación de padrones acredita si un inmueble se encuentra o no


afectado a los fines de interés colectivo, promovidos por la ley n °. 11 029. "Toda
enajenación, gravamen o subdivisión, o la cesión en cualquier forma de disfrute, debe
hacerse con la autorización previa del Instituto Nacional de Colonización aún en el caso de
que el colono haya satisfecho íntegramente sus obligaciones". (Art.70 ley n°. 11 029) Los
Registros respectivos no inscribirán negocio alguno que no cuente con este certificado.
¿Por qué es necesario saber si un inmuebles está afectado a Colonización?
Porque de acuerdo al artículo 70 de la ley n.° 11 029, si un inmueble está afectado, el INC
se opondrá a cualquier operación sobre el mismo, si entiende que contraría el interés
colectivo promovido por la ley, y serán nulos de pleno derecho toda enajenación, gravamen
o subdivisión, o la cesión en cualquier forma de disfrute relativa al predio, voluntaria o
forzosa, que se realice sin el consentimiento de Colonización. En los casos que establece la
ley n.° 19 577 la falta de cumplimiento de la parte enajenante de las obligaciones impuestas
-en la nueva redacción del Art.35-, determinará la nulidad absoluta del negocio jurídico, la
que operará en pleno derecho. Sin perjuicio de ello, el enajenante será responsable del pago
de una multa equivalente al 25% del valor real íntegro fijado por la Dirección General de
Catastro, para él o cada predio comprendidos en la operación. Serán subsidiariamente
responsables las partes del negocio jurídico, así como el escribano que otorgare la
documentación que se va a inscribir en el respectivo registro.
¿Quiénes deben realizar el trámite?

Todo interesado, tanto particulares como organismos públicos, en obtener una


constancia que acredite si un inmueble se encuentra afectado o no a los fines de interés
colectivo, promovidos por la ley 11 029, deberá solicitar el certificado. En los casos que
establece la ley n.° 19 577, que rige en todo el territorio nacional, para las enajenaciones que

279
se realicen de campos de superficie igual o superior al equivalente a 200 ha Coneat 100,
cuando sean linderos a padrones afectados por dicha ley deben expedirse ambos
certificados.

Si bien parecería que una vez que soy colono y termine de pagar el inmueble, por fin soy
propietario de mi mismo, este derecho de propiedad tiene ciertas limitaciones, que son las
establecida en el artículo 70. Una vez colono, siempre colono, siempre van a estar bajo la
órbita del INC.

Si bien el instituto se crea en el 48, el BHU entregaba tierras desde antes. Esas personas
que fueron propietarios d las tierras antes del 48 que es cuando se creo el instituto de
colonización ¿quedan comprendidas dentro del art 70? El instituto entiende que sí, pero
hubo muchas declaraciones de inconstitucionalidad al respecto, por la retroactividad de la
ley y de los derechos ya adquiridos.
Este art limita la propiedad. Debemos pedir autorizaciones para todo, si lo voy a vender,
si lo quiero arreglar, etc. Esto se debe a que estas tierras se brindan en función del interés
general, esta es la justificación.
Nuevamente se disponen MULTAS DEL 25% en caso de que se hagan cosas sin
autorización. EL COLONO ADQUIERE UNA CALIDAD Y ASUME UN ESTATUTO, es la
posibilidad de acceder a esa tierra en propiedad o en arrendamiento. Hoy en día no se
otorgan en propiedad porque a en contra de la idiosincrasia del instituto.
Luego que soy colono asumo ese estatuto, es una limitación por la forma de adquirir,
nunca hubiera comprado esa tierra si no fuera por el instituto. Solo puedo salir de eso si me
liberan la parcela y me dicen que no soy mas colono. Hasta entonces debo someterme a eso.
ESTATUTO DEL COLONO
Se ha señalado que la adjudicación o concesión de tierras es un instituto de derecho
público que provoca una atribución patrimonial al colono y su ingreso al régimen
estatutario de la ley.

Este estatuto posee doble alcance, uno de carácter personal y otro de carácter
patrimonial. Aunque indudablemente ambos alcances se encuentran vinculados.
En el alcance personal, el estatuto impone una serie de obligaciones que si bien son
taxativas, su contenido en ciertos casos resulta vago y permiten una ponderación amplia
respecto a su cumplimiento o incumplimiento.
En el alcance patrimonial, se destaca el especial régimen de tenencia de la tierra
colonizada, que se presenta en notables diferencias y particularidades respecto al régimen
común.
EL ALCANCE PERSONAL DEL ESTATUTO DE COLONO: (art. 61 y 101).

Respecto a su naturaleza, comprende de manera primordial la relación del colono con el


Instituto y no necesariamente la actividad productiva agraria que aquel realiza. La primera
situación se rige por el derecho público, la otra atañe a la esfera privada del colono.
Sin perjuicio de que la ley contiene múltiples disposiciones imperativas que varían según
las distintas situaciones y modalidades de colonización, existen determinadas obligaciones
personales concretas impuestas a los colonos, que emanan básicamente de los arts. 61 y 101
(este último en la redacción dada por el art. 15 de la Ley N°18.187).

280
Cabe destacar que el art. 18 de la ley confiere al INC la facultad de imponer otras
obligaciones además de las que la norma describe, pero debe tenerse cierto cuidado con
esto.

En el art. 61 se enumeran las “obligaciones principales” de los colonos, y en el art. 101


las causales de exclusión del régimen. Muchas de ellas no tienen contenido patrimonial e
incluso algunas serían absolutamente inadmisibles en el régimen civil, al encontrarse
prohibidas en este.

En su contenido, estas obligaciones no son las mismas para todos los colonos, debido a
que pueden variar según la modalidad de colonización (condicionada, dirigida, etc.). y la
calidad de tenencia de la tierra (propiedad, arrendamiento, etc.).
El problema radica en que los arts. 61 y 101 de la ley no concuerdan exactamente ni en
su contenido ni en las consecuencias. En efecto, existen obligaciones (literales B, F y G del
art. 61) que a pesar de calificarse de principales, su incumplimiento solo puede sancionarse
con multa (art. 16 de la Ley N°18.187) y no con la exclusión. Por otro lado, existen otras
obligaciones que si bien no se califican de principales (no están incluidas en este artículo
61), es como si lo fueran, pues su incumplimiento es causal de exclusión en el art. 101; es el
caso de que por ejemplo, el colono fuere causa de perturbaciones o desórdenes en la colonia
(literal C del art. 101), o “se dedicare a explotar otro u otros predios no adjudicados por el
Instituto o cualquier otra actividad, en menoscabo de la colonizada”.
Veamos lo que dicen ambos artículos:

El art. 61 dispone: “Serán obligaciones principales de los colonos:


A. Hacer efectivos los pagos dentro de los plazos fijados, en dinero o en especie según se
hubiera convenido.
B. Trabajar en el predio, supervisar el trabajo y habitarlo, salvo, en este último caso, que la
colonia esté organizada o se organice bajo el sistema de viviendas agrupadas en poblados.
El Directorio del Instituto podrá autorizar la excepción a la obligación establecida en el
inciso anterior, cuando se trate de colonos que cumplan los siguientes requisitos:
1. Hayan tenido una radicación por un plazo mínimo de diez años.
2. Hayan cumplido con el plan de inversiones comprometido si lo hubiere.
3. Invoquen razones fundadas de salud, educación o trabajo del colono o los integrantes
del núcleo familiar.
En caso de que se invocaren razones de salud debidamente fundadas de los diez años de
radicación se podrá excepcionar de tal obligación con el voto conforme de cuatro miembros
del Directorio.
C. Ajustar la explotación del predio a las normas generales que establezca el Instituto cuando
se trate de colonización orientada (apartado B) del inciso 10) del artículo 7°).
D. Cumplir los destinos para los cuales se le acuerden los créditos, cuando se trate de
colonización condicionada (apartado C) del inciso 10) del artículo 7°).
E. Cumplir las indicaciones de orden general y particular que se le formulen sobre la
conducción de la explotación y destino de sus frutos, cuando se trate de colonización dirigida
(apartado D) del inciso 10) del artículo 7°).

281
F. Asegurar sus cultivos e instalaciones, para lo cual el Instituto convendrá con el Banco
de Seguros del Estado, una póliza en condiciones especiales.

G. Aceptar y cumplir, aun cuando se trate de colonización libre, las normas generales que
establezca el Instituto sobre conservación del suelo, erradicación de malezas y destrucción de
todo agente nocivo para la producción”.

El art. 101 establece: “El Instituto Nacional de Colonización (INC) podrá rescindir
unilateralmente los compromisos contraídos cuando el colono arrendatario, aparcero o
promitente comprador incurriere en una de las siguientes situaciones:
A. Dejare de pagar dos anualidades vencidas.
B. No se ajustare a las normas de la explotación dispuesta, según se trate de colonización
orientada, condicionada, dirigida o similares.
C. Fuere causa de perturbaciones o desórdenes en la colonia.
D. Se dedicare a explotar otro u otros predios no adjudicados por el INC o se dedicare a
cualquier actividad en menoscabo de la explotación del que le haya sido adjudicado.
E. No cumpliere con cualquiera de las condiciones que estipulan la presente ley y sus
respectivas reglamentaciones.

Declarada la rescisión por el INC y notificada administrativa o judicialmente, previa


inspección y evaluación de las mejoras autorizadas incorporadas, el colono deberá efectuar la
entrega inmediata del predio, sin perjuicio de la deducción de los recursos administrativos
previstos en el artículo 317 de la Constitución de la República y la ulterior acción de nulidad
ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
En caso de no desocupar voluntariamente el inmueble, el INC podrá demandar
judicialmente su libre disponibilidad deduciendo la acción de entrega de la cosa prevista en el
artículo 364 del Código General del Proceso, según el procedimiento monitorio previsto por los
artículos 354 a 360 del mismo; debiendo el magistrado actuante rechazar ‘in límine’ toda
excepción que no sea la excepción de pago. El proceso de entrega de la cosa se aplicará
igualmente para desocupar los inmuebles en los casos de rescisiones dispuestas por el INC
respecto de los contratos de disfrute precario celebrados de conformidad con el artículo 136
de la presente ley. Serán competentes para entender en los respectivos juicios, según la cuantía
del asunto, los Jueces de Paz o los Jueces Letrados de Primera Instancia del lugar en que esté
ubicado el inmueble, a que se hace referencia en la Ley N°15.750, de 24 de junio de 1985.
Siempre que el colono entregue voluntariamente la fracción de ocupa -se haya declarado o
no la rescisión del contrato de arrendamiento- el INC procederá por medio de sus servicios a
la tasación de las mejoras incorporadas notificando al colono del monto establecido como
valor de aquéllas. Este monto será reliquidado al momento en que el INC esté en posesión del
predio.”
Una diferencia entre ambos artículos, es que las obligaciones del art. 61 son
independientes de las modalidades de tenencia de la tierra, ya que se imponen a todos los
colonos cualquiera fuere el título de tenencia. En cambio, en el art. 101 se disponen las
causales que pueden provocar la exclusión del régimen por rescisión, PERO opera solo en
caso de colonos arrendatarios, aparceros o promitentes compradores, y sólo en algunos
casos procede además la multa. Entonces, por ejemplo, los colonos propietarios con precio
totalmente integrado no pueden ser excluidos del régimen, salvo que se los expropie

282
(solución prevista en el art. 71); y si en cambio, tuvieren precio pendiente de pago, se les
puede reducir el plazo de pago y ejecutar la hipoteca (art. 102).

Esto nos lleva a afirmar que es conveniente examinar las obligaciones estatutarias del
colono en razón a las consecuencias de su incumplimiento y no por el orden y calificación
que dispone la ley en su articulado.

Entonces, para resumir hagamos un esquema:


1. Obligaciones cuyo incumplimiento apareja multa:

• El incumplimiento de la obligación dispuesta en el literal B del art. 61: “Trabajar


en el predio, supervisar el trabajo y habitarlo, salvo, en este último caso, que la
colonia esté organizada o se organice bajo el sistema de viviendas agrupadas en
poblados…”
• El incumplimiento de la obligación del literal F: “Asegurar sus cultivos e
instalaciones…”
• El incumplimiento de la obligación del literal G: “Aceptar y cumplir (…) con las
normas generales de conservación del suelo, erradicación de malezas y destrucción
de todo agente nocivo para la producción…”.
2. Obligaciones cuyo cumplimiento puede aparejar exclusión.

• Exclusión forzada (1 de las 4 causales de extinción del régimen).


• Incumplimiento de pago de dos anualidades vencidas.
• Incumplimiento de las normas impuestas por la modalidad de explotación
(colonización orientada, condicionada, dirigida, etc.).
• Provocación de perturbaciones o desórdenes en la colonia.
• La explotación de otros campos no colonizados o la dedicación a cualquier otra
actividad en menoscabo de las parcelas adjudicadas.
ALCANCE PATRIMONIAL DEL ESTATUTO DEL COLONO: (art 7 núm. 4).
Las modalidades de tenencia de la tierra colonizada. Los derechos sobre la tierra
colonizada están previstos expresamente en el Nº 4 del art. 7 de la ley y son los únicos
referidos por la norma. Todos implican necesariamente, modalidades de tenencia de la
tierra, vale decir, que no se admite el derecho desprovisto de tal atributo, lo que es lógico
dado los propósitos de la norma. Sin embargo, se adelanta que ante situaciones imprevistas
por razones de equidad que lo justifiquen, el Instituto puede ad mitir que el colono se
desprenda de la tenencia de su campo de modo transitorio y circunstancial (inc. 4 del art.
70-ej, cuando se autoriza un arrendamiento con destino pastoreo-).
En efecto, el articulo citado dispone expresamente que: "la colonización será.. según la
forma de tenencia de la tierra.
a. En propiedad, con las limitaciones que esta ley establece, B. En
arrendamiento, con precio fijo movible o progresivo, con opción de compra
o promesa de compraventa, o sin ellas.
b. En aparcería, con cuota fija, variable o proporcional al producto de la
explotación, con opción de compra o con promesa de compraventa, o sin
ellas.
c. En enfiteusis, cuando la tierra se conceda por un plazo que exceda del
arrendamiento, o en forma vitalicia, con cargo del enfiteuta de cultivarla y
mejorarla y pagar un canon anual fijo o variable, en metálico o en especie.

283
d. En disfrute precario, cuando la explotación se realice por un período de
prueba."

Se aclara que la promesa de compraventa a que refiere la ley, es de aquellas que la


doctrina califica como simple, debido a que la ley excluye expresamente (art. 136 "in fine)
la promesa de enajenación de inmuebles a plazos de la ley Nº 8.733 de 1931. Como puede
apreciarse, no se encuentra prevista la posibilidad de otros derechos ni otras modalidades
de tenencia, como puede ser a título de usufructo, por ejemplo, o en comodato, o en derecho
(real) de uso, etc., las que en consecuencia ý dada su naturaleza estatutaria- cabe
considerarlas excluidas o no admisibles en el régimen de la colonización. De ello, que a
nuestro juicio- las modalidades de tenencia de la tierra son taxativas (inc. 3° del art. 63).

De todas las expuestas, la propiedad es la principal, no sólo porque es el más importante


de los derechos patrimoniales, sino porque su régimen jurídico es la impronta de todos los
demás.

ARTÍCULO 103: ¿Qué pasa cuando muere el colono?


“Cuando falleciere el colono arrendatario o aparcero promitente comprador, el Instituto
podrá transferir, por simple vía administrativa, los compromisos que hubieren quedado
pendientes, a la viuda o a uno de sus hijos -si fuera solicitada y no hubiera oposición de los
demás herederos- siempre que se comprobara la idoneidad y capacidad de trabajo de alguno
de los nombrados.
Cuando no se hiciere la transferencia, el Instituto recuperará la disponibilidad de la tierra
-por igual procedimiento- pudiendo hacerse cargo de ella sin más trámite. En tal caso,
devolverá a la sucesión del colono, el correspondiente fondo de previsión, abonando -además-
las indemnizaciones correspondientes a las poblaciones y otras mejoras útiles que aquél
hubiere introducido en el predio con consentimiento del Instituto. Previamente a la liquidación
de la suma respectiva, se descontará el importe de otras deudas que el colono hubiere dejado
pendientes con el Instituto de Colonización”.
Art. 104: Si se produjese el fallecimiento del colono propietario, podrán sus sucesores
continuar con la explotación del predio, siempre que estuvieran de acuerdo y cumplieran
con las obligaciones que preceptúa la presente ley. Si no hubiera acuerdo, el lote deberá ser
subastado con admisión de postores extraños que reúnan los requisitos que la ley exige para
ser colonos, teniendo preferencia en la adjudicación en igualdad de condiciones, el cónyuge
supérstite, los hijos, padres o hermanos del colono fallecido.

284
A falta de interesados, el Instituto podrá adquirir la parcela por el precio pagado por
ella por el comprador, más el importe actualizado de las mejoras. Igual procedimiento se
seguirá en lo que sea aplicable, en caso de fallecimiento de la mujer del colono.

Causales de extinción del estatuto


1. Habilitación o salida: se produce el cese total del régimen de la colonización, se
necesita voto conforme de los cinco directores del INC. Es onerosa. Art. 73
2. Exclusión forzada: rescisión administrativa para colonos arrendatarios, aparceros o
promitentes compradores; ejecución hipotecaria o expropiación para colonos
propietarios. Art. 101
3. Cese voluntario: vencimiento del plazo o mutuo acuerdo.
4. Desafectación definitiva: facultades del INC de desafectar. Art 70 inc 5
CONTRATOS AGRARIOS (PARTE GENERAL E INTRODUCTORIA):
Importancia del tema:

Esta tabla nos dice cuáles son las hectáreas que se utilizan, explotan, o se acceden aquí
en nuestro país. Como podemos ver, el Uruguay tiene un 95% del territorio apto para la
explotación agrícola, si ese porcentaje lo tomamos como el 100%, el 26% se explota en
arrendamiento, se accede a la tierra por medio del arrendamiento; el pastoreo 3,2%, y otras
formas (como por ejemplo, el usufructo) con el 3,1%.
La contratación agraria tiene intereses propios. Todo ese conjunto de personas, que no
tienen por qué vivir en zona rural porque pueden vivir en el centro de Montevideo y tener
su explotación agraria de todas formas. Nosotros debemos estudiar esto para poder
asesorar a todas esas personas.

El Uruguay es un país que exporta e importa una cantidad enorme de bienes, esto es
importante porque el 78% de lo exportado son materias primas provenientes del sector
agropecuario y productos industrializados de dichas materias primas. Para que entendamos
la magnitud de ese 78% de exportaciones, debemos saber que permite alimentar a 28
millones de personas; esto quiere decir que el Uruguay produce para 10 veces más que su
población. Es más, cuidando la tierra, implementando el desarrollo sostenible o sustentable
podríamos producir hasta para 40 millones de personas con la utilización de la tecnología
de hoy.

285
Uruguay hoy por hoy exporta a 144 países diferentes, con lo cual lo que se produce en
nuestro territorio es exportado básicamente.

Yendo al ámbito jurídico: podemos decir que la contratación agraria está en proceso de
formación (especialmente en formación legislativa). Hay una evolución de la misma, las
políticas agrarias han ido evolucionando y es así que arribamos a una legislación actual
vigente pero que por la misma dinámica del sector se ha ido modificando.

La contratación agraria es una categoría contractual vital para la economía nacional, que
se desgaja de la materia civil. Esto último, quiere decir que el sector tiene intereses propios
de la actividad agraria (hay intereses que no son civiles y por ello se desgaja de la normativa
civil). Antiguamente, cuando regulábamos los contratos agrarios en el concepto de fundo,
se regulaba todo desde el Derecho Civil. Pero, actualmente, el centro de nuestra política dejó
de ser el fundo y comenzó a ser la actividad. Como sabemos, el concepto de actividad agraria
se encuentra regulado en el art. 3 de la Ley N°17.777 (si bien dicho concepto es de aplicación
para esa ley, ya estudiamos que se puede aplicar en las demás legislaciones).
Estos intereses propios de la materia agraria se proyectan en elementos tanto
estructurales (propios de cada contrato), como accidentales (como vamos a ver, por
ejemplo, en el pastoreo, en lo relativo al plazo).
¿Dónde identifico en una evolución histórica jurídica nacional la diferencia entre lo civil
y agrario? Es muy fácil identificarla, por ejemplo, en la prenda rural del año 1918, en donde
a diferencia de la civil, los objetos quedaban en manos del deudor y no del acreedor. Todos
tenemos en claro el concepto de prenda: es un contrato de garantía en donde se ponen en
garantía objetos muebles, como por ejemplo un tractor, una cosechadora, etc. La
particularidad es que este productor rural los va a tener en su tenencia para trabajar y allí
producir dinero para pagar su deuda; como vemos, esta diferencia es clara entre la prenda
en materia agraria y la prenda en materia civil.
Ya viniendo al tiempo de hoy, año 2021, podríamos decir que hay 3 cambios que se
produjeron y marcan la actualidad:
1. Se pasó de un arrendatario trabajador a un arrendatario empresario. Esto significa
que se deja de ver al arrendatario como la parte débil, como la parte más vulnerable,
por la evolución de la agricultura, y se lo empieza a ver como un hombre de negocios,
como un empresario; que incluso puede tener más dinero, más influencia o más
preparación que el propio propietario que le arrienda la parcela.
2. Nos encontramos en la etapa sostenible. Hay una importancia del cuidado y de la
conservación de los recursos naturales. Los recursos naturales son el suelo, la flora,
la fauna y el agua. Obviamente que esos recursos se deben cuidar para que las
próximas generaciones puedan hacer uso de los mismos.
3. La jerarquización del contrato agrario. Cuando hablamos de jerarquización es la
importancia que le dan, no sólo los operadores jurídicos, sino también las propias
partes en relación a la seguridad y certeza jurídica que brinda a los mismos contar
con un contrato agrario. Como ya hemos dicho, el medio agrario ya de por sí es un
medio particular que se basa en la confianza, pero la verdad es que los contratos
agrarios le dan certeza a las partes.
¿Qué queremos decir con todo esto? Queremos reafirmar esa conciencia agraria que es
vital para el desarrollo nacional y para la economía nacional.

286
Lo próximo a analizar es el origen de nuestros contratos agrarios: el latinazgo que da
comienzo a la misma es la locatio conductio rei. Es decir, que el origen de nuestros contratos
agrarios se encuentra inmerso en el Derecho Romano, así como gran parte de nuestro
ordenamiento. En el Derecho Romano, el contrato agrario era considerado un contrato
consensual, sinalagmático que consistía en usar y gozar de bestias de carga y tiro para
realizar las tareas rurales a cambio de un precio; es un contrato bilateral, por ende, hay
obligaciones recíprocas (uno se obliga a dar una cosa, y el otro se obliga a dar un precio por
el uso).
Entonces, cuando hablamos de locatio conductio, podemos hablar de 3 tipos: la rei (que
es poner a disposición de un sujeto una cosa inconsumible para que este lo use o disfrute),
la operis (el arrendamiento de obra basado no en la cosa, sino en el resultado), la operarum
(que era la referente a servicios). Pero nosotros nos quedamos con la locatio conducto rei,
que ya definimos más arriba.

A medida que las necesidades del pueblo romano fueron cambiando, a medida que la
conquista de dicho pueblo se fue hondando en todo lo que refiere al mediterráneo,
accedemos al concepto de “location de tierras”; este es específicamente el arrendamiento
de tierras (uso y goce de un predio rural) a cambio de un precio. Vemos que ya a esa altura
se regula específicamente el uso y goce de un inmueble rural. A medida que la tierra se iba
conquistando, iban quedando grandes extensiones de tierra, siendo muy difícil controlarlas
a todas, entonces los contratos que se celebraban era ceder el uso y goce de esas tierras a
colonos, y estos últimos la trabajaban, dándole un precio al locator o también se le podía dar
un porcentaje de por ejemplo la cosecha (esto es un antecedente de la aparcería, que luego
estudiaremos).
Es aquí donde está el origen de nuestros contratos agrarios. Como podemos ver, no solo
es el origen del arrendamiento (que si bien es el contrato más importante de cuando se cede
el uso y goce de un predio, no es el único), sino también el origen de la aparcería legal.
Etimología del contrato agrario:
Etimológicamente, son dos palabras: ‘contrato’ y ‘agrario’. ‘Agrario’ deriva del latín ‘ager’
y se utiliza para designar los aspectos que guardan relación con el medio rural. De esta
manera, la noción de contrato agrario supone: encontrar una relación lógica entre 2
conceptos: el concepto de contrato (teoría general del contrato del Derecho Civil), y el
concepto de agrariedad (teoría de Carroza).

Cuando referimos al concepto de contrato, ¿qué artículo del Código Civil se nos tiene que
venir a la cabeza inmediatamente? El Art. 1247 del CC. ¿Podemos aplicar ese mismo
concepto a nuestro contrato agrario? Sí, en el sentido de que es un acuerdo de voluntades,
y eso no se ve modificado por el tinte agrarista ya que siempre vamos a tener a dos o más
sujetos que acuerdan algo. En definitiva, el contrato agrario es un acuerdo de voluntades, lo
sigue siendo aunque tenga un tinte especial agrario.
Vemos entonces que si sólo definimos al contrato, no salimos del ámbito del Derecho
Civil, sino que para ello debemos sumarle la palabra ‘agrario’. El concepto de agrariedad.
Este concepto viene del latín, como ya dijimos, por lo que también tenemos acá al Derecho
Romano presente. Agrario se vincula con el medio rural. Es aquí cuando arribamos a la
teoría de Carroza, quien nos decía que la actividad agraria es una actividad productiva, pero
que consiste en que el hombre interviene en el desarrollo de un ciclo biológico que implica
criar animales o vegetales utilizando los recursos de la naturaleza para obtener frutos

287
vegetales o animales, y que pueden destinarse para el consumo humano directo o bien
mediante transformaciones industrializarlo y comercializarlo.

En definitiva, para Carroza la actividad agraria consiste en el desarrollo o intervención


en un ciclo biológico, vegetal o animal ligado directa o indirectamente al disfrute de las
fuerzas y de los recursos naturales que se resuelve económicamente en la obtención de
frutos (animales o vegetales) destinados al consumo directo. La nota distintiva fundamental
de lo agrario consiste en el desarrollo de un ciclo biológico que termina en la obtención de
frutos animales o vegetales.

¿Para qué nos sirve tener una definición? Para delimitar el alcance de a qué nos referimos
cuando hablamos de contratos agrarios. Acá tenemos un contrato clásico (teoría general del
contrato del Derecho Civil) + la nota específica de lo agrario. Entonces, tenemos un acuerdo
de voluntades que guarda relación con el medio rural.
Al tener un concepto de contrato de Derecho Civil del art. 1247, y al ya saber la nota
característica, cada uno de nosotros puede arribar a su propio concepto de contrato agrario.
Debemos tener un concepto para delimitar el alcance. Si tenemos una definición luego
podemos determinar si un contrato X es o no parte de nuestro concepto.
De esta manera, existen múltiples definiciones de contratación agraria.
Definición del profesor: acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos, ya sea verbal o
escrito, que tiene como finalidad regir la actividad agraria.
Por su parte, Jiménez Vargas nos dice que es una categoría jurídica convencional,
destinada a seguir los derechos y obligaciones de los sujetos en la actividad agraria, con
relación a cosas y servicios agrarios. Esta definición refiere a cosas y a servicios. Nos habla
de, por ejemplo, la relación que hay en una compraventa de ganado o de semilla o un
arrendamiento que siempre tiene una cosa mueble o inmueble, pero también nos habla de
servicio (como por ejemplo, el acopio de semillas).
Guerra sostiene que son aquellos contratos que se componen (sea legal o
voluntariamente) distintos intereses propios de la actividad agropecuaria, conforme al
criterio que los delimita en nuestro Derecho Positivo el art. 3 de la Ley N°17.777.

Conceptualmente hablando, el contrato agrario es aquel que sirve para dar vida a la
empresa agraria. Regulan las relaciones jurídicas nacidas de las necesidades reales de los
productores agropecuarios.
Características de nuestros contratos agrarios:
Cuando hablamos de características nos referimos a aquellas particularidades de la
categoría contractual, es decir, aquellas notas características, típicas de esta categoría
contractual que hacemos llamar ‘contratos agrarios’. Dependiendo de la bibliografía que
usemos, podemos visualizar diferentes características. Nosotros estudiaremos solamente 4:
1. Los contratos agrarios guardan una finalidad productiva, de trascendencia no
puramente económica, sino también social y hasta cultural que va más allá de las
partes. Esto significa que es un instrumento óptimo y necesario para ejercer una
empresa o actividad agraria; es un instrumento necesario para la creación y
ejercicio de la empresa o explotación agraria. Nosotros llevamos a cabo un contrato
para dar comienzo a una empresa agraria. La trascendencia no es puramente
económica, y esto ya lo veníamos hablando cuando hablábamos de la conciencia

288
agraria; alcanza mucho más que lo económico, ya es más referido a una forma de
vida (en lo que refiere a lo social, lo cultural, etc.).
2. Predomina el formalismo o neo-formalismo. Existe en los contratos agrarios una
limitación al principio de autonomía de la voluntad de las partes. Con esto nos
referimos a que los intereses de las partes se proyectan en elementos accidentales
o estructurales.
3. Su ejercicio es continuo o habitual, en razón de estar asociados a la producción de
frutos biológicos, que no admiten la interrupción de su proceso. Si pretendo, por
ejemplo, engordar de ganado, no puedo hacerlo de un día para el otro, sino que va a
llevar un proceso continuo y habitual; si quiero cultivar lechuga, no me va a crecer
en un día, sino que esa intervención en el ciclo biológico me va a llevar un proceso
inevitable que es continuo y habitual.
4. Dependencia de factores naturales: su temporalidad no depende de la voluntad de
las partes, sino que está ligada a un ciclo natural de producción biológica (vegetal o
animal), y a las particularidades de la explotación que se efectúa. Va de suyo que
dependemos del clima, dependemos de cuánto me llevará producir tal o cual vegetal,
etc.

o Clasificación de los contratos agrarios:


Clasificar sirve para ordenar los diferentes contratos y permite fundar soluciones
genéricas en caso de que haya un vacío normativo, porque si yo sé que tal o cual contrato es
parte de una clasificación, al momento de tener un vacío puedo ir a la normativa general de
esa categoría de contratos, o a la normativa de alguno de los otros contratos que pertenece
a esa misma categoría; las llamadas “soluciones análogas”. En otras palabras, clasificamos
porque permite ordenar y aplicar soluciones análogas en caso de vacíos legales.

Cuando hablamos de clasificación o de ordenación de los diferentes contratos agrarios,


podemos partir de diferentes criterios. Guerra, de acuerdo a los intereses protegidos, hace
una clasificación:
1. Contratos de la explotación agraria. A su vez, esta clasificación se subdivide en
aquellos de acceso al agua, y aquellos de acceso a la tierra. Los contratos de la
explotación agraria son aquellos que constituyen la organización y fundamento de
cada una de las explotaciones; y son aquellos contratos por los cuales los sujetos
acceden al agua o a la tierra, por ejemplo, contrato de arrendamiento, contrato de
pastoreo, contrato de riego (de suministro de agua), etc. Por eso se hace la salvedad
de contratos de acceso al agua y contratos de acceso a la tierra por otro lado.
2. Contratos de comercialización de la producción. Aquí ya se produjo, ya se llevó a
cabo la actividad agraria y se está dando fin a la misma con la comercialización. Con
la puesta en el mercado de esos productos primarios. Obviamente que estamos
dentro del primer eslabón de la cadena. Dentro de esta categoría de contratos
encontramos por ejemplo, los contratos de compraventa de leche, de uva, de lana,
etc.
3. Contratos de inversión, financiamiento y garantía. Para producir, para llevar a cabo
esta actividad agraria, para poder hacer andar estas empresas necesitamos capital,
capital para producir. Tradicionalmente se han resistido, gente fuera del sector, a
invertir, por la productividad; esto condujo al crédito agrario. No obstante,
actualmente el sector agrario está trayendo muchísima gente ajena al sector para
que inviertan. En definitiva, hay un conjunto de contratos que de acuerdo a los

289
intereses se encuentran en esta clasificación referida a la inversión, financiamiento
y garantía.

Esta es la primera clasificación.


Por otro lado, tenemos una segunda clasificación que nos brinda el Dr. Fernández Reyes.
El autor diferencia entre contratos típicos o nominados con regulación legal (i. contratos
agrarios de naturaleza conmutativa, ii. contratos agrarios de naturaleza asociativa),
contratos atípicos sin regulación legal – con denominación legal, contratos atípicos sin
regulación legal – innominados; y por último, el Dr. señala que hay otras modalidades
contractuales relacionadas con la actividad agraria que no ingresan en ninguna de las
categorías anteriores, sino que están por fuera pero igual guardan relación con la actividad
agraria.
a. Contratos típicos o nominados con regulación legal:
Como dice el nombre, son contratos típicos, conocidos, nominados. Esto significa que
tienen un nombre. Por su parte, cuando hablamos de regulación legal quiere decir que son
contratos que se encuentran comprendidos y desarrollados por la legislación. Cuando
hablamos de que se encuentran desarrollados, significa que se estipula legalmente cuál es
su estructura y cuáles son sus elementos. Son aquellos que tienen un nombre y que se
encuentran regulados.

Dentro de estos contratos, el Dr. Fernández Reyes hace una diferencia entre los de
naturaleza conmutativa y los de naturaleza asociativa.
Los contratos típicos con regulación legal de naturaleza conmutativa son aquellos de
cambio, en donde el titular de un bien cede a otro algo por una contraprestación; y hablando
de las obligaciones, estas son contrapuestas: yo le cedo algo y él me da por ejemplo, un
precio a cambio. Dentro de esta sub categoría tenemos el arrendamiento rural (que ya
sabemos es la entrega del uso y goce de un precio a cambio de un precio), también tenemos
el contrato de prenda agraria, y de prenda de bosque, también tenemos contratos de
compraventa de semovientes (son aquellos bienes muebles que se mueven por sí mismos,
como por ejemplo el ganado), compraventa de frutos del país (por ejemplo, compraventa
de uva, compraventa de bienes agrarios de primera mano).
Por otro lado, los contratos típicos con regulación legal de naturaleza asociativa implican
obligaciones convergentes, no chocan ni son contrapuestas como en los de naturaleza
conmutativa, sino que convergen. Es de interés para ambas partes. Ambas partes cooperan
en la producción. Aquí encontramos contratos como la aparecería (regulada en el Código
Rural, es un contrato muy antiguo), también tenemos a las sociedades y asociaciones
agrarias (una nace con un contrato y la otra con un acto colectivo), también tenemos a las
sociedades civiles, a las cooperativas, a las sociedades agrarias de riego, a las sociedades de
fomento rural, y también todas las modalidades asociativas de la Ley N°16.060 que nacen a
la vida jurídica con ese contrato plurilateral.
Lo que nos debe tener inquietos es esa diferencia entre las obligaciones de estas dos sub
categorías.

b. Contratos atípicos con denominación legal, pero sin regulación legal:


En este caso tenemos un nombre iuris, tenemos un llamado contrato de pastoreo, por
ejemplo, pero no tenemos una legislación que lo desarrolle ni que lo comprenda o regula, o
sólo de forma muy somera se refiere a él. En otras palabras, la normativa los reconoce o

290
menciona, pero no los regula. Estos contratos se regulan socialmente por las partes; como
escribano hay que saber que se va a tener que regular según las necesidades de los clientes.

El contrato de pastoreo es un ejemplo claro de esta categoría de contratos. También


tenemos a los contratos de colonización, a los contratos de forestación en terrenos
forestales, al contrato de crédito agrario, al contrato de suministro de agua, a los contratos
de integración productiva, a los contratos colectivos, etc.

c. Contratos atípicos que no sin denominación legal y sin regulación legal:


Estos son contratos que no tienen ni denominación legal ni regulación legal, son propios
de la actividad agraria pero no tienen ni nombre ni regulación. Son contratos que se dan en
la forestación, en la explotación lechera, etc. También encontramos el contrato agrario
zootécnico, los contratos de utilización de campos de recrías, contratos de engorde a corral
(Feed Lot), contratos de sembradíos, contratos de pool de siembras, etc.
¿Por qué hay contratos que no tienen denominación ni regulación? Vienen a cubrir un
vacío que existe normativamente y que los productores tienen necesidades prácticas que
cubrir.
d. Otras modalidades contractuales relacionadas con la actividad agraria:
Son contratos que se relacionan con la actividad propia agraria, pero están fuera de la
clasificación de contratos agrarios. Son los contratos, por ejemplo, de seguro agrario, de
arrendamientos de servicios, contrato de fideicomiso, etc.

Ahora pasaremos a estudiar la legislación especial y analizar cada uno de los tipos
contractuales que vimos en esa clasificación.
CONTRATOS DE CESIÓN DE USO Y GOCE DE UN PREDIO RURAL:
Para analizar estos contratos, analizaremos en primer lugar la legislación vigente:
Decreto-Ley N°14.384. Como lo dice el nombre, fue una ley creada durante el período
dictatorial y luego una vez finalizado el mismo, fue convalidada. Cabe destacar que tuvo una
modificación, que es la Ley N°16.223 que también estudiaremos, y que también está vigente
al día de hoy.
Lo primero que siempre se debe analizar cuando tenemos en frente una norma, es su
evolución histórica; y luego sí se pasa al estudio lógico-sistemático. Por ende, lo primero que
analizaremos son los antecedentes de la ley.

Evolución legislativa:

• Código Rural de 1875, no presentaba diferencias con el CC.


• Ley N°8.153 del 16/12/1927 “Ley madre”, no exclusivamente agraria.
• Ley N°12.100 del 27/04/1954 “Ley de arrendamientos rurales”, art. 1.
• Decreto-Ley N°14.384 del 16/06/1975, derogó al anterior.
• Ley N°16.223 del 27/10/1991, cambio de rumbo.
Básicamente esta es la evolución o el camino legislativo de la materia arrendaticia en el
campo.

291
El primer Código Rural, es el de 1875. Este último, no presentaba referencias o
modificaciones en cuanto al arrendamiento rural, por eso no da lugar a mayores
comentarios.

Luego, en el 1917 surgió la Ley N°8.153, la cual es considerada por la doctrina como la
ley madre en esta materia. No obstante, no tiene un objeto pura y específicamente agrario,
sino que en verdad es una ley de desalojo, y en su art. 1 nos dice que su intención es
intervenir en las relaciones contractuales arrendaticias. ¿Cómo interviene el Estado en esa
ley? Estableciendo plazos mínimos, amparando a los ocupantes. Esta ley hoy día tiene
prácticamente 100 años, como es de esperarse a lo largo de la historia se han ido derogando
la mayoría de sus artículos, quedando solamente algunos; solamente quedó el art. 16
vigente. Entonces, si bien en su mayoría se ha ido derogando de forma expresa y también
tácita, hay algunos artículos que se encuentran vigentes. Este comentario no es inocuo, sino
que es importante para el momento de analizar qué normas le aplicamos a ciertos contratos.

Posteriormente, en el año 1954 surgió la Ley N°12.100. Es aquí donde verdaderamente


se produce la primera ley de arrendamientos rurales, el primer régimen estatutario en dicha
materia. Es un conjunto de normas que crea una categoría, y que la regula. Esta ley de
arrendamiento rural dio soluciones apuntando a la estabilidad de quien arrendaba a dichos
campos, y da soluciones integrales, ya no sólo habla de plazos y procesos de desalojo, sino
que también se encargó de regular todas las demás cuestiones referidas al arrendamiento.
La política agraria detrás de esta ley es proteger al trabajador rural, pretende radicar a ese
hombre de campo en su medio.
¿Qué concepción de Derecho Agrario teníamos en esa época del 1954? ¿por qué se
protege al trabajador rural? Claramente existía una concepción laboral del Derecho Agrario,
viendo al trabajador rural como la parte débil de la relación y por ende, a quien la norma
debe pretender proteger. Si el dueño no puede o no quiere explotar su campo, entonces se
protege a quien lo hace; esta es la filosofía íntegra de la Ley N°12.100. De esta manera, se
establecen plazos mínimos de contrato que a su vez pueden ser prorrogados (por ejemplo,
el plazo mínimo en ese momento era de 5 años, y se podía estipular una prórroga de 3 años;
eran plazos amplios, según los cuales si yo hago un contrato y arriendo mi campo, esa
persona puede llegar a quedarse en mi campo por 8 años en total).
En el año 1975 ya surgió el Decreto-Ley N°14.384. Este último, filosóficamente hablando
y en cuanto a la política que hay detrás del mismo, es la misma que la que venimos
comentando: proteger a quien está materialmente en el campo. Esto lleva a que profundice
aún más la política de estabilidad, y eso lo vemos en la regulación del plazo, porque este
decreto sube el plazo mínimo a 6 años (en lugar de 5, como era con la Ley N°12.100), y la
prórroga de 4 (en lugar de 3). Por lo que en un arrendamiento, el arrendatario podía llegar
a quedarse en ese campo por 10 años en total, amparado por este decreto.
Estas modificaciones llevaron a que en la práctica la oferta de tierra sea cada vez menor,
por el miedo que tenía el propietario de que ingresara alguien a su campo a trabajarlo y que
legalmente, por estar amparado y protegido por la norma, se pudiera quedar hasta 10 años
allí. Asimismo, esto llevó a que existieran innumerables contratos que simulaban, por
ejemplo los contratos de pastoreo o de comodatos, que en el fondo encubrían una relación
arrendaticia, pero no querían las consecuencias legales que tenía el arrendamiento.

En atención a estas ocurrencias, se arribó en 1991 a la última modificación que es la Ley


N°16.223. Esta última, hace un cambio de rumbo porque ya no estamos más en la etapa
laboral que predominaba hasta ahora, sino que pasamos a la concepción productiva. Esta

292
ley provoca una suerte de ‘cirugía legal’, debido a que deroga todos aquellos artículos que
eran el espíritu de la política agraria de las leyes antecesoras, perdieron el espíritu de esa
amplia protección de plazos mínimos. De esta manera, derogó el art. 1 que establecía que
era de protección al trabajador rural, y se derogan los artículos referidos a plazos; es así que
el plazo queda liberado a las partes con excepción de la ganadería.
Entonces, vemos que la política de tierras cambió con la Ley N°16.223, esa estabilidad
que antes existía ya no es fomentada por la ley.

Como dijimos, la evolución legislativa es importante de estudiar para saber luego qué
norma utilizar hoy en día cuando nos encontramos frente a un contrato. Ahora pasaremos
a realizar un análisis lógico-sistemático de la normativa.
Decreto-Ley N°14.384:
Comencemos estudiando este decreto.

El art. 1 fue derogado por la Ley N°16.223, como recién dijimos, por lo que
comenzaremos con el art. 2: “Todo contrato por el que una de las partes se obliga a conceder
a otra el uso y goce de un predio rural con destino a cualquier explotación agrícola, pecuaria
o agropecuaria, y la otra, a pagar por ese uso o goce un precio en dinero o en frutos naturales
o productos de la cosa, queda sujeto a las disposiciones de la presente ley.
Los derechos y obligaciones conferidos por esta ley al arrendatario, se extienden al
aparcero, al subarrendatario y al subaparcero.”
Este artículo 2 refiere al ámbito de aplicación material del decreto, es decir, refiere a qué
contratos aplica esta ley, a qué relaciones contractuales aplica esta norma. Es fundamental
saber qué contratos van a quedar inmersos en esta regulación, y esto es establecido por el
art. 2 del decreto.
Se afirma que este artículo tiene un carácter absorbente. Esto quiere decir que deja las
puertas abiertas, y es territorio fértil, a que ingresen todos aquellos contratos que cumplan
o tengan los 5 elementos impuestos por la disposición. ¿Por qué el legislador decidió
atribuirle un carácter absorbente a este artículo? Porque pretendió evitar que se eluda con
diferentes nombres a la aplicación de esta ley; por ejemplo, si yo le pongo a un contrato el
nombre ‘pastoreo atípico’ y regulo materialmente lo que es un arrendamiento, será
arrendamiento igual y se le aplicará esta legislación igual, aunque le haya puesto el nombre
‘pastoreo atípico’. En otras palabras, el artículo no se cierra en un nombre iuris, no importa
si se llama o no ‘arrendamiento’ el contrato, lo importante es lo regulado materialmente por
esa relación contractual, por ese contrato (debe cumplir con los 5 elementos que establece
el art. 2).

Lo mismo sucede al revés: si el día de mañana llega a mi estudio un contrato que tiene
como nombre iuris ‘contrato de arrendamiento rural’, no por ello se regirá por este decreto,
sino que necesariamente deberé analizar los 5 elementos del art. 2. Con que uno no se
cumpla ya basta para descartarlo como contrato inmerso en esta legislación.
Siempre que nos preguntes, ¿a qué contratos se le aplica el Decreto-Ley N°14.384?
Debemos responder inmediatamente que para ello hay que dirigirse al art. 2, del cual se
extraen los 5 elementos necesarios. Vamos a estudiar cada uno de estos 5 puntos.
Requisitos exigidos para la aplicación de la legislación especial (análisis del art. 2 del
Decreto-Ley N°14.384):

293
1. Relación jurídica contractual.
2. El objeto debe ser siempre un predio rural.
3. Debe concederse el uso y goce del mismo.
4. El precio debe ser en dinero o en frutos naturales o productos de la cosa.
5. Destino contractual: cualquier explotación agrícola, pecuaria o agropecuaria.

a. RELACIÓN JURÍDICA CONTRACTUAL:


El art. dice “todo contrato por el que una…”. Entonces, la fuente de nuestras obligaciones
es un contrato, aquel contrato definido por el art. 1247 del Código Civil como acuerdo de
voluntades.
El art. 1 de la última ley, la Ley N°16.223 también dice: ‘en todo contrato que se otorgue
a partir de la vigencia de la presente ley…”.

Ya al decir contratos como primer elemento, quedan por fuera del ámbito de aplicación
aquellas relaciones por ejemplo, de cuasicontratos. Asimismo, al decir “todo contrato” está
prescindiendo de un nombre iuris, no dice ‘el contrato de arrendamiento es…’, sino que
incluye a cualquier relación contractual, a cualquier acuerdo de voluntades. Nosotros ya
sabemos que refiere al arrendamiento de cosas del Código Civil, pero nunca nos dice
arrendamiento el art. 2, se cuida de eso con la intención de no enmarcarlo en un contrato de
arrendamiento, sino en todas aquellas relaciones contractuales por el carácter absorbente
que ya estuvimos hablando.
Lo que es importante es el origen, cómo yo ingresé a ese predio: si yo ingreso por un
contrato, por más que el plazo haya caducado, el origen siempre será contractual.
Cabe realizar algunos comentarios. Este primer elemento deja por fuera a los precarios
de hecho, a los poseedores, porque justamente lo que quiere tomar como fuente son los
contratos en general. A su vez, vemos situaciones que tienen origen por ejemplo, en
diferentes leyes, como son el pastoreo cuando se está construyendo un camino (regulado
en el Código Rural), allí la fuente no es un contrato, sino una ley, y es importante tenerlo
presente porque ya en esos casos no se cumple con este primer elemento, y por lo tanto, no
cumple con el ámbito de aplicación (porque la fuente no es contractual). La situación más
paradigmática y la que más nos llama la atención es la de usufructo legal de los bienes de
los hijos menores, esta tiene origen legal y no contractual, y por ende no queda inmerso en
la legislación de este decreto.
b. EL OBJETO DEBE SER SIEMPRE UN ‘PREDIO RURAL’:

El art. 2 que estamos viendo habla de ‘predio rural’, el art. 69 del mismo decreto habla de
‘zona rural’, y por último, el art. 1 inciso 2 de la Ley N°16.223 habla también de ‘predio rural’.
Cuando hablamos de predio rural, ya sabemos los inconvenientes o las dificultades para
su definición, debido a que ya estuvimos estudiando ello específicamente. Lo que podemos
decir, a priori, es que es un bien raíz, un inmueble, por lo que sí o sí dejamos de lado o
excluimos a los bienes muebles o semovientes.
En este sentido, cuando hablamos de cesión de uso y goce no estarán incluidos nunca los
bienes muebles ni los semovientes. Por ejemplo, la cesión de uso y goce de un tractor nunca
estará regulada por esta normativa, por ser un bien mueble; la cesión de uso y goce de una
bestia tampoco porque es un semoviente. Necesariamente debe tratarse de un bien
inmueble, de un bien raíz.

294
Cuando hablamos de predio rural, estamos refiriendo a predios que se encuentran en
zonas rurales, dejando afuera los predios urbanos y suburbanos.

Así es como arribamos a la normativa que actualmente tenemos y vemos que el Código
Rural en su art. 286 encomienda la calificación de la zona rural a los Gobiernos
Departamentales, y luego, la Ley N°10.723 de Centros Poblados también encomienda la
definición de zona urbana y suburbana, siendo el concepto de rural residual. Lo que en la
práctica sucedió, fue que los Gobiernos Departamentales por cuestiones tributarias siempre
expandía las zonas urbanas y suburbanas para recaudar más. La LOT, Ley de Ordenamiento
Territorial, le da la potestad a cada uno de los gobiernos de estipular su clasificación de
suelos, así como para establecer y aplicar regulaciones territoriales sobre usos,
fraccionamientos, urbanización, edificación, demolición, conservación, protección del suelo
y policía territorial, en todo el territorio departamental mediante la elaboración, aprobación
e implementación de los instrumentos establecidos por dicha ley, en el marco de la
legislación aplicable. No todos los departamentos lo han hecho, en verdad solamente la
minoría, pero perfectamente lo pueden hacer si quieren.
Cuando hablamos de la noción de predio rural, a qué se refiere la norma cuando dice
‘predio rural’, podemos tomar dos vías: o tomamos lo que nos dicen los Gobiernos
Departamentales de cada uno de los departamentos (que mediante Decreto de la Junta
Departamental se establece cuál es la zona urbana o suburbana en dicho departamento, y
de manera residual la zona rural), o tomamos la noción socio económica en donde
predomina lo natural (no es lo que establecen los Gobiernos Departamentales, sino que es
considerado zona rural todo lo que a la vista sea campo y no ciudad; porque obviamente,
como dijimos, los gobiernos departamentales tienden a extender las zonas urbanas y
suburbanas más de lo que deberían por cuestiones tributarias).
La doctrina es unánime en cuanto a esto: se debe seguir lo entendido y regulado por los
Gobiernos Departamentales, basado en que reiteradas oportunidades la legislación patria
le ha dado el cometido de estipular cuáles son las diferentes zonas. Entonces, serán predios
rurales bienes raíces aquellos que estén en la zona rural de cada uno de los Gobiernos
Departamentales. Si yo, por ejemplo, quiero saber cuál es la zona rural de Tacuarembó,
debo ir al Decreto de la Junta Departamental del Gobierno Departamental de Tacuarembó y
fijarme específicamente cuál es la zona rural determinada allí.
Noción y amplitud. Esto implica que puede ser una parcela, dos parcelas, parte de una
parcela. Cuando el art. 2 habla de bien raíz, perfectamente permite que se ceda el uso y goce
del padrón 1000 de Durazno, el 1000 y el 1001 de Durazno, o puedo ceder sólo 50 hectáreas
del padrón 1000 que en total tiene mil hectáreas. En definitiva, un predio rural puede ser
una parcela, dos o menos de una. Por este motivo, la amplitud dependerá de cada uno de
los casos que analicemos.
ENTONCES: hasta el momento, tiene que ser un contrato (relación contractual) que tenga
por objeto un predio rural (y en esto tomamos la categorización de cada uno de los
gobiernos departamentales).
Aquí hay algo que destacar, y es que muchas veces la realidad supera a lo jurídico,
entonces como ya vimos cuando estudiamos a la actividad agraria, hay cuestiones o
actividades que se desarrollan en zona urbana o suburbana, y como están por fuera de la
zona rural no se les podría aplicar el Decreto-Ley N°14.384. Si el día de mañana nos llega a
nuestro estudio un contrato que dice ‘contrato agrario’ y cuando vamos al objeto nos dice
padrón 1000 de Montevideo, buscamos en catastro dicho padrón y al ver la cédula catastral

295
nos dice que es suburbano, nos preguntamos ¿qué legislación le aplicamos a dicho contrato?
Porque el Decreto-Ley N°14.384 es claro al decirnos predio rural, entonces si ese inmueble
o parte del inmueble está ubicado en zona urbana aun siendo una pequeña chacra, ¿Qué
legislación le aplicamos? Vamos a analizar las diferentes posiciones doctrinarias en relación
a este punto.
Es de vital importancia porque cada vez los Gobiernos Departamentales agrandan aún
más las zonas urbanas y suburbanas por temas tributarios.

La primera opción que tenemos ante un caso así es la aplicación del Decreto-Ley
N°14.219, el art. 102: “se aplicará a fincas, cualquiera sea el lugar de ubicación (…) y
cualquiera sea su destino excepto los rurales comprendidos en la Ley N°12.100 (Ley
N°14.384)”. La doctrina (entre ellos Terra) que sostiene esta postura nos dice que es
aplicable la ley de arrendamiento urbano, ya que dicha ley nos dice que su ámbito de
aplicación en referencia a lo locativo es cualquiera sea su lugar de ubicación, y excluye a
aquellos contratos que regulaba la antigua Ley N°12.100 (hoy por hoy, la 14.384). La crítica
que le podemos hacer a esta primera posición es que la propia ley excluye a los destinos
rurales, y no sólo a aquellos de la Ley N°12.100, habla en sentido genérico, la mención a la
ley 12.100 es solamente a modo de ejemplo; pero es claro que el destino que deja por fuera
es el rural en sentido amplio.
En otras palabras, Terra afirma que perfectamente se puede aplicar el Decreto-Ley
N°14.219 porque el mismo dice ‘cualquiera sea la ubicación’; sostiene que dicho decreto no
excluye a todos los destinos agrarios en sentido genérico, sino solamente a en su momento
los incluidos en la Ley N°12.100, y ahora la ley vigente que es la Ley N°14.384, pero al resto
del destino agrario no. La crítica, como ya dijimos, es que muchos autores dicen que la
referencia del art. 102 de la 14.219 a la ley 12.100 (hoy en día la 14.384) es a modo de
ejemplo, y que en realidad excluye a todo el destino rural.
La segunda postura nos dice que en dicho caso se debe aplicar el Decreto-Ley N°14.384,
con sus modificaciones (Ley N°16.233 y art. 3 de la Ley N°17.777). Aquí hay un punto de
quiebra porque esta postura, estos autores, toman la definición socio económica de zona
rural, se olvidan de la regulación realizada por los Gobiernos Departamentales a tales
efectos. Esta es la posición seguida en Brasil, no es uruguaya (acá los 19 Gobiernos
Departamentales sí estipulan cuál es la zona urbana y suburbana y de forma residual, la
rural). La crítica que se le hace a esta postura socio económica es que confunde la calidad
con el destino; una cosa es la calidad del predio, y otra cosa es para qué se usa.
Dentro de esta segunda postura encontramos a Vescovi, quien afirma que en esta
situación de hecho no tenemos qué norma aplicar, es decir, no hay una norma específica que
regule esta situación de hecho (recordemos que la situación de hecho a la que estamos
haciendo referencia es a cuando se presenta un contrato de arrendamiento rural en zona
urbana o suburbana). Por ende, Vescovi sostiene que aplicando el Código Civil, tenemos que
por analogía aplicar el Decreto-Ley N°14.384. La crítica que podemos realizarle a Vescovi
es que para poder recurrir a la analogía tiene que existir alguna laguna (así que si existe
alguna norma, por más antigua que sea no podemos dejarla de lado, y no existe allí una
laguna para poder recurrir a la analogía).
La tercera posición, y la más recibida en jurisprudencia y a nivel doctrinario, sostiene
que esta situación de hecho sí se encuentra regulada en el Código Civil, en sede de
arrendamiento de cosas (art. 1776 y siguientes), y a su vez, por aquella vieja ley de desalojo
del 1927.

296
Entonces, pasando en limpio, cuando el día de mañana alguien nos pregunte cuál es el
régimen aplicable a los contratos de arrendamiento en zona urbana o suburbana podemos
darle estas 3 opciones y optar por una. Ya sabemos que la que tiene mayor recibo es la
tercera.
Por ejemplo: hay una cesión de uso y goce de un terreno ubicado en Melilla, que se
destina a la plantación de lechugas. Si yo me voy al Decreto-Ley N°14.384, ya vimos que el
predio rural debe encontrarse en zona rural, pero en este caso se encuentra en zona
suburbana del Departamento de Montevideo, según la normativa del Gobierno
Departamental de Montevideo. Entonces, si no es aplicable el Decreto-Ley N°14.384, debo
preguntarme cuál es la normativa aplicable. Si sigo la tercera posición, me dirijo al Código
Civil, a aquel conjunto de normas que me regula de forma genérica los arrendamientos de
cosas. Entonces, no es que no tenga una norma que me regule la situación, sino que el propio
Código Civil en el art. 1776 y siguiente me regula cuáles son las obligaciones de las partes y
cuál es el concepto. Y a su vez, tengo la vieja Ley N°8.153, que no por ser antigua está
completamente derogada. Por ello es que la mayoría de la doctrina y la mayor parte de la
jurisprudencia afirman que en esta situación no se puede recurrir a la analogía planteada
por Vescovi.
c. DEBE CONCEDERSE EL USO Y GOCE DEL MISMO:
El art. 2 del Decreto dice: ‘Todo contrato por el que una de las partes se obliga a conceder
el uso y goce…y la otra, a pagar por ese uso o goce un precio”.
La prestación principal de una de las partes es conceder el uso y goce de ese predio rural
mediante un contrato; vemos que ya vamos concatenando cada uno de los elementos. En
este sentido, estamos frente a la concesión de uso y goce de un predio rural por medio de
un contrato.

Dice ‘uso y goce’, siempre juntos, aunque después dice ‘uso o goce’; esto quiere decir que
el uso y goce son dos derechos diferentes, pero indisolublemente vinculados, siempre los
hablamos como una misma cosa pero es importante tener claro que son dos derechos
diferentes.
Cuando hablamos de uso, nos referimos a servirse de una cosa en los términos que el
contrato estipule, es el interés inmediato; si tengo una casa es para vivir, eso sería servirse
de la cosa. En cambio, el goce es el derecho a percibir sus frutos. Por tanto, la expresión ‘uso
y goce’ alude al uso y disfrute económico del predio; refiere al derecho a percibir los frutos,
a ese rendimiento económico, y por supuesto el derecho a la gestión productiva del predio
(el arrendatario es el que va a decidir cómo se planta, qué se planta, dónde se planta, etc.).
En efecto, son dos derechos distintos. Hay veces que uno u otro puede ser más relevante
o primordial según la actividad, pero como decimos, son mayormente indisolubles. Por
ejemplo, en el caso de la agricultura predomina el goce, predominan los frutos naturales que
me dé el cultivo de esa tierra; por supuesto que para cultivar preciso el asiento, por lo que
también necesito el uso, pero lo que más me va a importar es el goce. Un ejemplo en donde
haya prevalencia del uso sería en la cunicultura, ya que utiliza el predio como mero asiento.
Hasta ahora, juntando los elementos que venimos viendo: para que sea de aplicación este
decreto, debe tratarse de una relación obligacional donde se conceda el uso y goce de un
predio rural. Acá volvemos al Derecho Civil y dejamos por fuera al derecho de usufruto,
porque este último es un derecho real, no surge de un vínculo personal, no surge de una
relación obligacional (y el decreto que estamos viendo exige una relación obligacional con

297
vinculación personal para que quede inmerso en el mismo). Cuando hay desmembramiento
del dominio no estamos en una relación obligacional, y por ende nunca le aplicaremos el
Decreto-Ley N°14.384.

En cuanto a la enajenación de frutos, teóricamente son inconfundibles porque una cosa


es hacer un contrato de arrendamiento para cosechar limones y allí tengo que plantar el
árbol, esperar a que salga, etc., y otra cosa es cuando yo soy propietario de mi campo, tengo
árboles de limones, de naranja, etc. y lo que vendo son los frutos como frutos pendientes o
futuros, acá no hay cómo confundir porque simplemente estoy vendiendo mis frutos. La
zona gris se da cuando en ese contrato de compraventa de frutos le doy uno o dos meses al
cesionario para que coseche y para que levante la cosecha, y él con sus trabajadores lo hace;
acá sí estoy entregando el uso y goce de mi predio para que prepare la cosecha y luego la
levante. Con esto queremos decir que podría haber casos, situaciones de hecho que sean
arrendamiento y que el productor ni lo sepa, o que sea compraventa de bienes primarios.

En el caso del contrato de arrendamiento del ejemplo recién puesto, el propietario cede
únicamente una parte de su predio. Esto es así porque se entiende que quien puede lo más
puede lo menos, y si la ley permite ceder el uso y goce de un predio rural por completo,
también permite ceder parte de dicho predio. Es el típico ejemplo de goce concurrente del
agricultor con el apicultor, y es más, en dicho caso al agricultor le sirve que esté el apicultor
cerca de su plantación por la polinización y el desarrollo productivo de su explotación. Este
es un caso típico en donde se conceden usos y goces concurrentes en un mismo predio; no
confundamos esto con limitar el uso y goce, una cosa es que existan dos usos y goces
concurrentes en el mismo lugar, y otra cosa es que se limite un uso y goce.
¿Qué sucede cuando existe un uso y goce de aprovechamientos parciales o concurrentes
de la cosa? Aquí vamos de vuelta al Código Civil, en lo que refiere a la misma solución que
se dio en España y la misma solución que dio el Tribunal de Apelaciones en ciertas
sentencias: se excluyen los aprovechamientos secundarios, y por ende, sólo se le aplicará el
Decreto-Ley N°14.384 a quien se le haya cedido la mayor parte del disfrute del predio. Esto
es una cuestión de hecho porque nunca se va a poder repartir en igual medida un predio así
exactamente. De esta manera, si en los hechos el agricultor tiene un sector más grande del
predio, a él se le aplicará el Decreto, y no al apicultor que tiene un sector más pequeño.
Otra cuestión que se discute en doctrina es, ¿qué pasa cuando existe una cesión parcial
del uso y goce por un condómino? Es decir, cuando la propiedad de un bien, en este caso
inmueble, es compartida por dos o más personas y puede ser de cualquier naturaleza (la
fuente de este condómino puede ser de naturaleza diversa, puede ser contractual,
poscomunitaria, heredera, etc.). La pregunta que se hace la doctrina es ¿qué ocurre en ese
caso? Qué ocurre cuando, por ejemplo, dos dueños de un mismo predio, cada uno es dueño
del 50% del predio, pero si uno de ellos le cede al otro el uso y goce (ese otro 50%). Como
ya dijimos, no importa la naturaleza del condómino, puede ser cualquiera. Surgen dos
posiciones sobre qué debemos aplicar o qué no:
En primer lugar, se afirma que la cesión de uso y goce repele la relación arrendaticia.
Entonces, podemos zanjar que es incompatible ser condómino y arrendatario a la vez, o sos
arrendatario o sos condómino (y esta primera posición sostiene que la cesión de uso y goce
de ese 50% del cual es propietario condómino desplaza la relación arrendaticia). Esto lleva
a afirmar, según esta postura, que la legislación especial no se le va a poder aplicar (el
decreto no es aplicable a este caso).

298
En segundo lugar, nos encontramos con Vaz Ferreira, quien sostiene que si bien en ese
caso se extingue parcialmente la relación contractual por confusión en la cuota parte, se
mantiene la relación arrendaticia en el resto del predio (en ese otro 50%) y se aplica la
legislación especial. Terminado el contrato de arrendamiento, se mantiene la calidad de
condómino y no puede ser desalojado. En definitiva, este autor nos dice que sí se aplica este
decreto, sí se aplica la legislación especial en ese 50% que se le cedió uso y goce (y en esa
parte sí se le aplicará la legislación especial), pero en cuanto al otro 50% va a seguir siendo
propietario condómino.
El problema que podemos encontrarle a esta segunda posición es que en los hechos es
difícil dividir cuál es el 50% que corresponde a la propiedad condómina, y cuál es el 50%
que corresponde a la cesión de uso y goce; la indivisión no termina, por lo que no sé en los
hechos a qué parte del predio aplicarle efectivamente la ley especial, y a qué parte no. Sin
perjuicio de este problema, la posición más recibida en doctrina y jurisprudencia es esta
última, la de Vaz Ferreira.

d. EL PRECIO DEBE SER EN DINERO O EN FRUTOS NATURALES O PRODUCTOS DE LA


COSA:
La característica principal para que las relaciones contractuales que se basen en la cesión
de uso y goce de un predio rural sean subsumidas dentro del ámbito de aplicación de este
decreto es que el precio sea en dinero, frutos naturales, o productos del propio predio. Esto
es lo que se conoce como la contraprestación de la concesión del uso y goce.
Por lo tanto, para que un contrato ingrese en el ámbito de aplicación debe ser un contrato
oneroso, debe haber una contraprestación. Se excluyen entonces todos los contratos
gratuitos, como el comodato del art. 2226 del Código Civil (donde no hay contraprestación),
etc.

Aquí vamos a comentar dos figuras de vital importancia y discusión doctrinaria:


contratos ad milliorandum y contratos de trabajo.
¿Por qué debemos analizar en este punto a los contratos ad milliorandum? milliorandum
se encuentran en el art. 3 literal C del Decreto-Ley N°14.384: son aquellos contratos por los
que se concedan tierras al productor para trabajos de mejoramiento de pasturas, siembras
de leguminosas y otros cultivos similares mejoradores del suelo, así como para la
realización de semilleros. El típico ejemplo de este tipo de contrato es cuando se le cede el
uso y goce del predio a alguien para que plante X vegetal, y a su retiro me deje implantada
una pradera, esa persona no le va a pagar un precio al propietario del predio rural, sino que
la contraprestación va a ser ese mejoramiento o acondicionamiento del predio, va a ser la
pradera la contraprestación. El contrato sigue siendo bilateral y oneroso, pero la
contraprestación no es un precio, sino que será el mejoramiento o acondicionamiento; lo
accesorio se vuelve principal.
Los contratos ad milliorandum no se ven inmersos en el ámbito de aplicación del decreto
porque son contratos en donde la contraprestación no es un precio o fruto o producto, sino
que son el mejoramiento, el acondicionamiento del propio predio. Entonces, la finalidad del
contrato va a ser en ese mejoramiento, sin una indemnización por el dueño.
Cuando vimos la clasificación de los distintos tipos contractuales, vimos que existen
contratos que tienen nombre pero no regulación, y este es uno de los casos: el caso de
mejoramiento de pasturas. No es el único ejemplo. Son contratos en donde la
contraprestación no es un precio, sino el mejoramiento o el acondicionamiento de ese

299
predio, y por lo tanto, me va a faltar este cuarto elemento y no ingresa en el ámbito de
aplicación del decreto. Tengo una relación jurídica contractual, tengo como objeto un predio
rural, se concede el uso y goce del mismo, pero no hay precio; y esto ya basta para que no se
aplique la legislación especial.
Por otro lado, los contratos de trabajo se encuentran en el art. 3 del Decreto-Ley
N°14.785 (estatuto del trabajador rural): los salarios mínimos se pagarán en dinero, no
admitiéndose deducción alguna por suministro de alimentación o vivienda, ni por la
utilización de tierras en beneficio del propio trabajador (accesorio-remuneratorio).

Posiblemente a un capataz como parte de una relación laboral se le conceda la cesión de


determinados predios, por ejemplo para que él lleve a cabo su explotación, para que tenga
sus lecheras, sus caballos, etc. por ende podríamos decir que también queda incluido en esta
legislación especial. PERO, el estatuto del trabajador rural lo quita de nuestro ámbito de
aplicación, ya que nos dice que esa cesión de uso y goce accede a la relación laboral y por
tanto queda sometida a las reglas del Derecho Laboral en lo referido a salarios
principalmente. Entonces, excluimos a aquella cesión de uso y goce cuando la misma es
parte de un contrato de trabajo.
Por eso, el dinero debe ser en dinero, frutos o productos del propio predio.
e. DESTINO CONTRACTUAL: CUALQUIER EXPLOTACIÓN AGRÍCOLA, PECUARIA O
AGROPECUARIA.
El destino contractual debe ser la actividad agraria. El predio rural del cual se cede su
uso y goce, se debe destinar a la agricultura, lo pecuario o lo agropecuario.
Agricultura refiere a los cultivos de la tierra, eso ya los abemos. Obviamente está la crítica
de que no es el cultivo de la tierra, sino que lo que se cultiva so los vegetales.
Lo pecuario es lo relativo a ganado, ya dimos el concepto de ganado.

Y cuando habla de agropecuario, podríamos caer en lo simple agrícola + pecuario, y no


es así, sino que cuando habla de agropecuario lo debemos entender en un sentido amplio,
no sólo por los antecedentes parlamentarios, sino también por la definición de actividad
agraria de la Ley N°17.777. Son todas aquellas actividades del medio rural, típicas del medio
rural. Entonces, por ejemplo, si tengo un contrato donde me ceden el uso y goce de un predio
rural y pago un precio, para criar conejos, allí estoy en una actividad agropecuaria en un
sentido amplio porque estoy en una actividad agraria.
Hay destinos excluidos que no son actividad agraria como las casa habitación, las chacras
marítimas, los remates de feria, la instalación de antenas de telecomunicación, o de molinos
de generación de energía eléctrica, etc…
¿Qué ocurre si hay un destino mixto? Porque pensemos en una chacra, en un caso de que
es muy cerquita de la ciudad, está a 10 kilómetros de la ciudad, entonces la persona no solo
produce sino que también lo tiene como casa habitación, o sea lo tiene con doble destino:
produce y a su vez tiene su casa habitación. Allí debemos ir al 104 del Decreto-Ley N°14.219
que nos habla de cuál es la actividad principal. O sea que también es otra situación de hecho,
si lo principal es la casa habitación nos quedaremos con eso, si lo principal es la producción
agraria, nos quedaremos con la producción agraria.
Entonces, en ese concepto de agropecuaria en sentido amplio nos incluye toda la
actividad. No será sólo la agricultura y la ganadería, sino también ese concepto amplio de

300
actividad agraria que incluye más actividades (lo que estudiamos en su momento del art. 3
de la Ley N°17.777).

¿CÓMO SE CELEBRA EL CONTRATO DE CESIÓN DE USO Y GOCE DE UN PREDIO


RURAL?
Continuamos realizando un estudio lógico sistemático del Decreto-Ley N°14.384.
Anteriormente vimos el art. 2 y los cinco elementos necesarios para que un contrato quede
inmerso en el ámbito de aplicación del decreto. El art. 3 nos lo salteamos, simplemente son
situaciones que si bien pueden o no cumplir con los cinco elementos del art. 2, la ley los
excluye (luego estudiaremos bien este artículo 3, pero en otro momento). Ahora vamos
directamente al art. 4, el cual refiere a la fase formativa del contrato.
Cuando hablamos del arrendamiento, no sólo desde una interpretación histórica, sino
también desde la interpretación del Código Civil, la regla es que se perfecciona con el
acuerdo de voluntades. No obstante, en esa evolución legislativa veíamos a la Ley N°12.100,
quien incorpora el siguiente requisito de solemnidad: debe estipularse por escrito.
El art. 4 del Decreto-Ley N°14.384 establece: “Todo contrato de arrendamiento, aparcería,
subarrendamiento y subaparcería, debe ser extendido por escrito, so pena de nulidad.”
En efecto, es solemne porque queda sujeto a ciertos formalismos. No se puedo expresar
la voluntad de cualquier forma, sino que la ley exige que sea por escrito para que el contrato
efectivamente produzca los efectos esperados por las partes.
La función de la solemnidad tiene tres patas:

• Llamar la atención de los contratantes acerca del acto que se disponen a realizar. La
solemnidad hace que las partes reflexionen y tengan una decisión más madura; no
basta con tener un acuerdo verbal que simplemente puede realizarse charlando,
sino que implica una escritura, y siempre algo por escrito requiere una mayor
reflexión y ponderación.
• Satisfacer un importante requerimiento probatorio permitiendo conocer con
precisión, certeza y en forma unívoca el alcance del contrato. Ese escrito será la
prueba documental de la relación obligacional de las partes, de allí surgen sus
obligaciones; e incluso ese escrito me preverá futuros litigios.
• Facilitar la inscripción en el Registro. Debemos saber que se estipula el registro de
estos contratos, pero cabe señalar que históricamente no siempre se requería que
sea por escrito, lo cual hacía que sea más problemático el hecho de inscribir un
‘acuerdo verbal’; ahora, como todos tienen que ser por escrito se facilita la
inscripción.
Ahora bien, el art. 4 nos exige que sea por escrito, pero no nos establece si debe ser
documento privado o escritura pública. Por consiguiente, al momento de llevar a cabo el
contrato las partes pueden optar por hacerlo mediante escritura pública o mediante un
instrumento privado.
En este punto la doctrina se pregunta si tiene que ser un acto único de manifestación de
voluntad, o si por el contrario pueden ser dos actos separados. Desde el punto de vista
doctrinario, se sostiene que como la ley no exige la unicidad de actos, perfectamente se
podrían hacer dos cartas, una que invite a contratar y otra que acepte, siempre que sea
inequívoco el objeto, el precio, etc.

301
Esta en definitiva es la función de solemnidad que tiene el contrato; la cual aparece en el
art. 4 que acabamos de ver. Tal como dice dicha norma, si yo hago un contrato de los
mencionados allí y no lo realizo de forma escrita, la consecuencia será la nulidad
absoluta. Como sabemos, en esa categoría de diferentes nulidades, la relativa se diferencia
de la absoluta; acá estamos frente a una nulidad absoluta, por lo que no va a poder ser
subsanada a posteriori.
¿Esta nulidad absoluta es sui generis? ‘Sui generis’ es un término que se utiliza para hacer
referencia a un concepto no conocido y nuevo. Aquí nos preguntamos si esta nulidad es sui
generis, es decir, si es una nulidad no conocida y nueva. Parte de la doctrina entiende que sí,
que es una nulidad absoluta sui generis, ya que sería una nulidad absoluta atenuada porque
por más que el contrato sea nulo absoluto tiene ciertos efectos (no llega a existir
jurídicamente pero igualmente tiene efectos); estos autores incluso van más allá y nos dicen
que es un contrato en donde perfectamente puede entregarse el predio rural, aun siendo
nulo absolutamente, aunque esto tendría una multa. Otro sector de la doctrina afirma que
esto es completamente erróneo, ya que al ser una nulidad es completamente inexistente, no
hay tal nulidad absoluta sui generis, las consecuencias que tiene el contrato de
arrendamiento que es nulo absolutamente son las que tiene cualquier nulidad absoluta, lo
único que se agrega es que se lleva a cabo la entrega efectiva del predio rural. Esta última
posición habla del art. 10 del Decreto-Ley N°14.384, y afirman que los preceptos contenidos
en dicho art. no se vinculan al incumplimiento de la forma, sino a otra circunstancia
posterior al momento genético de la formación del pseudo-contrato, o sea al hecho de
entregar el predio rural sin contrato escrito; hay una entrega efectiva del predio rural, pero
ello no es una cuestión que se vincule con la etapa contractual inicial, sino cuando ya
estamos en la etapa de entrega del predio (es una instancia posterior). En otras palabras,
este art. 10 no se vincula a la parte genética del contrato, sino a la parte posterior, y por
ende, es un contrato nulo absolutamente como cualquier otro, lo que significa que es
inexistente y nunca nació a la vida jurídica.
¿Cuál es la justificación de que la ley establezca como requisito la escritura del
contrato? La ley pretende abolir, sacar de por medio aquellos contratos verbales porque la
tierra requiere de inversiones, de cuidados, estamos hablando de mucho dinero, además de
tratarse de recursos naturales renovables, por lo que todo ello hace que este tipo de
contratos merezca esa importancia, ese cuidado, exigir que las partes pongan atención al
negocio.

A su vez, con el requisito de solemnidad se pretende evitar las patologías sociales graves,
como es la posesión ilegítima o la ocupación precaria. El legislador no quiere un ocupante
precario, no quiere una patología en el medio rural que tan delicado se torna, como podemos
verlo en otros países.
Cabe destacar que el proyecto de la Cámara de Representantes no incluía este requisito
que hoy tenemos en el art. 4, sino que se introdujo en la legislación actual en las discusiones
de cámara. En otras palabras, no estaba en el proyecto, sino que se estipuló en la discusión,
y el fundamento con el cual se estipuló fue el siguiente: para dar certeza y seguridad a las
partes, además de las cuestiones que recién comentamos.
ENTONCES: cuando voy a celebrar un contrato que cumple con los cinco elementos
establecidos por el art. 2 del Decreto, necesariamente voy a tener que realizarlo por escrito.
En el caso de que no lo haga por escrito, será nulo absolutamente sin generar efecto alguno
en la vida jurídica, directamente no nace a la vida jurídica, no produce ningún efecto.

302
El primer requisito que establece el art. 4 es el que se haga por escrito, pero luego,
establece un segundo requisito: el registro. “…Además deberá ser inscripto en el Registro de
Arrendamientos y Anticresis de acuerdo con el régimen y con los efectos establecidos por la ley
10.793 de 25 de setiembre de 1946”.
¿Dónde se registra este tipo contractual? Actualmente ya no existe el Registro de
Arrendamiento y Anticresis, por lo que se lleva a cabo por el Registro de Propiedad Sección
Inmobiliaria. Por ejemplo, cuando saquemos la información del padrón 1000 de Rivera, allí
nos va a surgir, un contrato de arrendamiento.

El registro en esta materia es una cuestión importantísima, que se encuentra regulado


no solo en el art. 4 del decreto, sino también en los arts. 5, 6, 7, 8 y 9.
La función del acto de registrar sirve por dos motivos:
1. Dar publicidad a la celebración del negocio jurídico concertado por las partes. El
registro permite poner en conocimiento a terceros de que se ha producido una
mutación jurídica. Esto quiere decir que cuando un tercero busque un padrón X en
el Registro de Propiedad Sección Inmobiliaria, ya no le va a aparecer esa propiedad
así nomás, sino que sobre ella figurará que existe un tipo contractual, y eso tiene
efectos.
2. Permite, además, ejercer el contralor sobre el cumplimiento de normas imperativas
de información estadística, de fiscalización tributaria.
Cabe preguntarnos cuál es la naturaleza de la inscripción en este caso: ¿estamos frente a
una de naturaleza constitutiva o declarativa? En este caso, es una inscripción declarativa,
así como la gran mayoría de los actos registrales de la Dirección General de Registros. El
hecho de que sea declarativa significa que los derechos nacen con el contrato, es decir, si yo
el día de hoy realizo un contrato de arrendamiento con Facundo en donde este me cede el
uso y goce de su estancia y lo inscribimos la semana que viene, los derechos del contrato
van a nacer hoy, no el día que lo inscriba.
En cuanto a los efectos de la inscripción, estos se encuentran en el art. 52 de la Ley
N°10.793. ¿Para qué me sirve y para qué se estipula la obligatoriedad de la inscripción?
Cuando hablamos de los efectos, estos son tres:
1. “En caso de enajenación, la inscripción del contrato de arrendamiento obligará al
que sucede en el derecho al propietario a cumplirlo en el plazo convenido, salvo que
el arrendador se reserve expresamente en el contrato de arriendo, la facultad de
enajenar. Si el contrato no estuviera inscripto, el adquirente no estará obligado a
respetar el plazo y podrá dar al inquilino el desalojo como en los casos de
arrendamientos sin plazo. Los sucesores del arrendador a título de herederos o
legatarios tendrán los mismos derechos y obligaciones que aquel. El plazo no obliga
a los herederos del arrendatario”. Actual art. 1792 del Código Civil.
¿Qué interpretamos de esto?
La situación que primero debemos plantearnos es que estamos frente a una
enajenación; ya trabajamos antes este concepto. Ejemplos de enajenación son por
ejemplo la compraventa de un predio, o la donación de un predio (cabe destacar que
el arrendamiento no es una enajenación). Si yo no lo tengo inscripto, no voy a poder
oponer el plazo de ese contrato, y esto no es un detalle menor: “en caso de
enajenación (compraventa, donación, etc.) la inscripción del contrato de
arrendamiento obligará al que sucede en el derecho de propiedad a cumplirlo en el
plazo convenido…”; esto quiere decir que si yo tengo un contrato de 5 años inscripto

303
y a los 2 años enajeno la propiedad, quien me compra mi predio rural va a tener que
cumplir con ese plazo durante 3 años más, salvo que al momento de nosotros
redactar el contrato se hubiera puesto la reserva de poder enajenar.
Si el contrato no estuviera inscripto, el adquirente no estará obligado a respetar
el plazo, y podrá dar al inquilino el desalojo como en los casos de desalojo sin plazo.
Quien sale más perjudicado es quien tenía el uso y goce, porque esa persona que
adquiera a cualquier título (siempre que estemos frente a una enajenación) no tiene
por qué respetar el plazo. Entonces, vemos que los efectos de la inscripción son
importantísimos, porque si está inscripto el nuevo propietario no sólo será
propietario, sino también arrendador (porque va a suceder al viejo propietario en
esa relación ya establecida); por el contrario, si el contrato no está inscripto el nuevo
propietario no lo va a suceder, o sí lo va a suceder pero tiene derecho de no respetar
el plazo, perfectamente puede iniciar el desalojo.
2. La registración es requisito indispensable en toda gestión ante órganos públicos
relacionada en su condición de tales.
Este es el segundo efecto: para yo poder presentarme ante cualquier organismo
(entiéndase BPS, DGI, Poder Judicial, etc.), para poder realizar gestiones o trámites
ante cualquiera de estos organismos debo tener inscripto el contrato; se me limita
el hecho de realizar gestiones o trámites por no tenerlo inscripto. Aquí tenemos una
consecuencia importantísima, porque es un requisito de admisibilidad: si yo no
tengo inscripto el contrato, no puedo estipular mi condición de tal (esto va tanto
para el arrendador como para el arrendatario).
3. Otorga si fue redactado por documento privado fecha cierta frente a terceros según
lo dispuesto por el art. 1587 del Código Civil.
Tercer efecto: aquí vamos en esa dicotomía que como dijimos puede ser escrito
pero puede ser por documento público o privado. En el caso que sea por documento
privado, y no requiere certificación de firma ni tampoco al momento de inscribir va
a requerir la presentación de otros certificados (como puede ser el caso de otras
inscripciones, ni certificados de BPS, ni de DGI). Cuando tenemos documentos
privados estos no tienen fecha cierta, sólo la tienen cuando son presentados en
organismos públicos, y es este el caso principal de aquellos contratos que son
redactados cumpliendo con el requisito de la escritura en documentos privados: al
momento en que los presentamos en la DGR para inscribirlo, va a adquirir fecha
cierta frente a terceros (esto está dispuesto en el 1587 del Código Civil).
Vieron que hablamos de ‘carga’. ¿Quién tiene la carga de inscribir? Art. 7: “la inscripción
estará a cargo del tomador del predio”. Por ende, la carga es de quien recibe el uso y goce
del predio. PERO, el mismo artículo finaliza diciendo: “…sin perjuicio de que pueda realizarla
el arrendador si aquel no lo hiciera”; aquí verdaderamente estamos frente a una encrucijada
jurídica ya que no nos dice cuál es el plazo que tiene quien recibe el uso y goce para realizar
esa inscripción. Teóricamente, el obligado, el que tiene la carga y mayores beneficios, es el
que recibe el uso y goce, pero, también tiene la carga aquel que da, que cede el uso y goce.
No tenemos un tiempo o plazo estipulado para decir en cuánto tiene que hacer el tomador
esa inscripción.
Cuestión importante: como es de orden público, yo no puedo cambiar esta regla. No
puedo estipular cuestión diferente. No obstante, en la realidad de los hechos surge
simultáneamente para ambas partes esta carga, porque no me dice en cuál es el plazo que
tiene que hacerlo. Es una inconsistencia jurídica, y por ello la doctrina nos dice que surge en
los hechos simultáneamente la carga de inscribir para quien arrienda y para quien da en
arrendamiento.

304
Cualquiera de las dos partes puede llevar a cabo la inscripción y no sólo quien recibe el
uso y goce. En un primer momento, es lógico que quien lo recibe tenga la carga de inscribirlo,
pero en los hechos, al no haber un plazo estipulado para realizar la inscripción, cualquiera
puede realizar la inscripción.
¿Cuál es la sanción en caso de que no se inscriba? La sanción la establece el art. 6 del
decreto, y es la imposibilidad de realizar gestiones ante órganos públicos (es un requisito
de admisibilidad que esté inscripto el contrato).

¿Cómo se lleva a cabo la inscripción? Aquí guarda vital importancia la Resolución


N°119 del año 2003, y es el punto de inflexión en el sentido de que si tenemos una escritura
pública vamos a llevar materialmente al registro la primera copia de esa escritura más una
minuta, en esta última se describe cuál es el acto. PERO, si el mismo se desarrolla en un
documento privado no vamos a llevar la minuta y vamos a llevar dos ejemplares, uno de
ellos cumplirá la función de la minuta.
Cabe destacar que al momento de inscribir, la regla es que aquellos contratos que se
presentan deben estar protocolizados; y aquí el Decreto-Ley N°14.384 rompe esta regla ya
que perfectamente puedo llevar un documento privado con su copia.
Teniendo estos dos requisitos/elementos claros (que el contrato sea realizado por
escrito y que se debe inscribir), arribamos al análisis o estudio del art. 10 del decreto. Este
último, estipula diferentes situaciones que operan como consecuencias de tres situaciones
de hecho. En este sentido, el art. 10 refiere al régimen de los contratos prohibidos,
simulados y nulos por ausencia de forma cuando ha mediado entrega del predio.
Cuando anteriormente hablamos de la forma del contrato y del concepto de nulidad
absoluta ius generis, dijimos que primero estaba la parte genética del contrato y luego en
un segundo momento la parte material de entrega de ese predio. Yo perfectamente puedo
suscribir un contrato aquí en este escritorio y no llevar a cabo la entrega material de ese
predio; pero, si llevo a cabo la entrega de ese predio voy a su vez a quedar inmerso en esta
consecuencia. Por ejemplo, llamo por teléfono y hago un contrato verbal de arrendamiento
con Juan, si es verbal es nulo, y si todavía le entrego el campo se me despliega todo el art.
10. Este último, no solo refiere a situaciones de que entrego ese campo sin el requisito de la
escritura, sino también a dos situaciones más. Este art. tiene una serie de consecuencias
muy gravosas, que generan una ocupación distinta al precario, se genera una ocupación
legal fundada en aquella política agraria que pretendía tratar esas patologías del medio
rural.

Ahora sí, vamos al análisis de estas tres situaciones.


El ejemplo típico: tengo una chacra y le doy a mi vecino pegado para que ponga las
lecheras, acá sin querer le estoy haciendo entrega del uso y goce de mi predio y luego
veremos lo complicado que es. Porque le entrego mi chacrita, que me dé mil pesos por mes
para que ponga sus dos lecheras, contrato verbal, y luego veremos las consecuencias
gravísimas que hay en este caso.
Primera situación: contratos comprendidos en el ámbito de aplicación de la ley, sin
requisito de la escritura (cuando hago uso y goce de ese predio sin escribir el acuerdo, sin
cumplir con esa formalidad de escritura). Es el ejemplo que pusimos con Juan.
Segunda situación que también queda inmersa en las consecuencias del art. 10: otras
situaciones convencionales no autorizadas por el Decreto-Ley N°14.384. Es aquí que
arribamos a situaciones convencionales en donde también se lleva a cabo la entrega del uso

305
y goce, y también se genera nulidad absoluta. Aquí la doctrina, especialmente Saavedra, nos
trabaja tres situaciones jurídicas o tres ejemplos:

a. Cuando el precio del sub contrato (por ejemplo, el sub arriendo o sub aparcero),
prevé un precio superior al que debe pagar el arrendatario o aparcero. El primer
caso refiere a que la tierra no es un instrumento de intermediación, la tierra es un
instrumento productivo según la política agraria; por ello, esos sub contratos nunca
van a poder tener un precio mayor al arriendo original.
Por ejemplo, tengo un contrato con Nuri, Nuri es la propietaria, yo le arriendo el
predio de 10 hectáreas a Nuri por mil dólares, ¿qué pasa? Si yo le quiero ceder mi
contrato a Mariana no le voy a poder poner 1100 dólares, le voy a tener que poner
900; si yo le pongo 1100 va a ser nulo y a su vez voy a tener la multa.
b. Segundo ejemplo: cesión verbal del contrato. En el mismo ejemplo que yo le arrendé
a Nuri, y yo le cedí a Mariana, si yo esa cesión la hago por teléfono, también va a
quedar inmerso en las consecuencias del art. 10. En ese caso de cesión, si estuviera
en una cesión legítima también voy a necesitar el consentimiento de Nuri.
c. Y el tercer caso que nos habla Saavedra que también queda alcanzado por este art.
10 es en el caso de pastoreo atípico verbal renovado o prorrogado por más de 12
meses. De forma muy somera, un contrato de pastoreo atípico es aquel contrato que
firmo o suscribo en el que el destino es el pastaje de mi ganado, y es atípico porque
se me concede el uso y goce del predio; pero como vamos a ver, también hay
pastoreo típicos. Como nos dice el art. 3 del decreto, cuando yo tengo ese contrato
de pastoreo atípico por menos de 12 meses no queda inmerso en la legislación, pero
si es mayor a 12 meses sí le voy a aplicar el decreto (la escritura, el registro, los
plazos, el precio, mejora, etc.). Entonces, si yo tengo un contrato de pastoreo atípico
que es mayor a 12 meses y no lo hago por escrito, allí también voy a quedar inmerso
en esta situación.

Así que, los primeros son aquellos que no respeto la escritura. Los segundos son
situaciones no autorizadas por la propia legislación (y son los 3 ejemplos que nos analiza
Saavedra). Pero también en este conjunto de situaciones contractuales, como tercera
situación comprendida en estas consecuencias del art. 10, quedan inmersos los contratos
simulados bajo la apariencia de situaciones no comprendidas en las disposiciones de este
decreto, que haya encubierto contratos que por su naturaleza debieron ser regidos por el
decreto. Esto quiere decir que son situaciones que fácticamente quedarían inmersas en
nuestro régimen estatutario, pero las partes lo simulan y por ejemplo, suscribe un usufruto,
pero lo que está disimulado es verdaderamente un contrato de arrendamiento. En este caso
igualmente se aplicará las consecuencias del art. 10.

El art. 10 es importantísimo. Refiere a tres situaciones diferentes a las que les aplicamos
las mismas consecuencias (la que establece el propio art. 10).
¿Cuáles son las consecuencias? Si nos enfrentamos a alguna de estas tres situaciones
recién mencionadas, las consecuencias son muchas: vamos a tener un desalojo especial, una
multa y a su vez continuará la obligación de pagar el precio.
El art. 10 requiere para su aplicación, que se haya dado la entrega del predio, y por
supuesto yo como arrendatario voy a estipular la importancia de este art. 10 el día que me
llegue una intimación de desalojo, voy a alegar que hasta que no se me pague la multa voy a
retener el campo y no me voy a ir de aquí. Por eso, ya va a estar entablado en los estrados
una pretensión judicial de desalojo, y quien esté haciendo uso y goce de ese predio me va a

306
decir pare porque usted no cumplió con el art. 10, usted como propietario tendría que haber
cumplido con el art. 10.

Entonces: el art. 10 requiere para su aplicación que haya existido entrega del precio,
además es menester la existencia de una pretensión judicial de desalojo. En consecuencia,
el ocupante del predio carece de legitimación para solicitar la aplicación de la multa si no ha
mediado la pretensión formalizada judicialmente de desocupación del predio.

Una de las consecuencias es la multa. Multa por concepto de resarcimiento que será
fijada entre un mínimo de 1 año y un máximo de 2 años del precio del arrendamiento que
deberá abonar quien ha concedido el uso y goce del predio rural al ocupante del mismo. Esta
multa en el art. se dice primero que es resarcitoria y luego indemnizatoria, pero obviamente
su carácter es punitivo, y pertenece a quien tiene el uso y goce (no expide de oficio, sino que
quien tiene el uso y goce la debe solicitar).
Esta multa en cuanto a su monto puede ser de mínimo 1 año del precio, y de máximo 2;
vemos lo gravoso que resulta. Es de carácter punitivo. ¿Por qué se da esta sanción? Porque
se supone que la responsabilidad en la celebración del contrato compete a quien entrega el
predio; esa persona que debía su predio debía estar bien asesorada, y no sólo en cuanto a
los requisitos, sino también en el resto de las cuestiones.
Acá también se regula el derecho a retención: yo puedo retener ese predio si no me pagan
la multa. Y es más, esto está reforzado no sólo con la retención, sino con la compensación en
ese pago. Está la obligación del arrendatario de seguir pagando la renta, es decir, el
arrendatario puede retener el predio si no le pagan la multa, pero no se va a quedar allí
gratuitamente, sino que va a tener que seguir pagando la renta, aunque va a tener derecho
a compensar. El concepto de compensar ya lo conocemos: si A me debe 100 y yo le debo a A
50, compensamos y sólo le pago 50.

En lo relativo a plazos procesales también hay una consecuencia importantísima y muy


gravosa para el propietario. Si yo cometo ese error de entregar el uso y goce de mi campo
sin un contrato escrito puedo llegar a tener hasta 2 años a la persona adentro de mi campo,
porque los plazos de desalojo son de 1 año a partir del 30 de abril siguiente. Si yo por
ejemplo, realizo la intimación de desalojo hoy 3 de mayo, voy a tener que esperar hasta el
30 de abril del año siguiente 1 año más, eso lleva a que quien está ocupando mi predio se
quede al menos 2 años porque el plazo de 1 año lo empiezo a contar desde el 30 de abril
siguiente a la intimación.

En otras palabras: la regla en materia procesal es que si es buen pagador de sus


obligaciones se le da un plazo de desalojo de 1 año, si es un mal pagador se le da un plazo
de 60 días. Pero, si yo tengo una de las tres situaciones que acabamos de ver del art. 10, el
plazo de desalojo será de 1 año, y ese año no lo puedo comenzar a contar desde el día en que
hago la intimación de desalojo, sino que lo voy a contar desde el 30 de abril siguiente a la
fecha en que intimé el desalojo. La ley me dice cuándo empieza a contarse ese plazo de 1
año, y es por ello que quiera o no prácticamente se me van 2 años teniendo al mismo sujeto
en mi predio allí instalado.
Régimen de plazos:
Vimos la forma, vimos el registro, vimos aquellas situaciones particulares del art. 10 y
sus consecuencias, y ahora arribamos a un nuevo elemento que es el régimen de los plazos.
Como ya dijimos cuando vimos la evolución legislativa, la Ley N°16.223 del 1991 realizó
una cirugía legal y es aquí donde se ve más claramente, en el sentido de que los plazos

307
quedaron librados a las partes. Esta ley en su art. 1 establece: “…se estará a los plazos que
fijen las partes, con la limitación que establece el artículo 1782 del Código Civil y sin perjuicio
de la excepción prevista en el art. 2.”

Luego, el art. 2 dispone: “Cuando los referidos contratos tengan como destino principal la
producción lechera y no se haya estipulado plazo de vigencia o se haya estipulado uno menor
a 4 años, el arrendatario buen cumplidor de sus obligaciones como tal, tendrá derecho a que
el arrendamiento se considere realizado por el término de 4 años a contar de la fecha de la
celebración.”

Vemos entonces que el régimen general en cuanto a los plazos es la autonomía de la


voluntad: “se estará al plazo que fijen las partes…”. Antes de esta Ley N°16.223 había plazos
mínimos, pero dicha ley los derogó, y ahora los plazos son los fijados por las partes. Hay una
única excepción y es para el caso de la lechería: hay un plazo mínimo de 4 años.
Toda regla tiene su excepción, y en este caso la excepción es la lechería. El fundamento
jurídico en ese análisis de política agraria que hay detrás es compensar años malos y años
buenos, inversión que genera la lechería, todo el movimiento de maquinaria para generar
la producción, por lo que se le garantiza un mínimo de 4 años. Pero, para poder ejercer ese
derecho de plazo mínimo, debo ser un buen cumplidor de mis obligaciones, y por supuesto
tener un contrato por al menos 4 años.
¿Cuáles son los plazos mínimos y máximos? Esta es típica pregunta de parcial. Aquí es
donde debemos analizar el caso de la lechería. En cuanto a los máximos, ya lo analizaremos
a continuación.
La normativa que leímos decía que para poder ampararme en este ejercicio de los 4 años
debo ser buen cumplidor de sus obligaciones; esta definición de buen cumplidor de sus
obligaciones no es un concepto abstracto, sino que se encuentra regulada y definida en la
propia legislación. En un primer momento, es aquel sujeto que cumple satisfactoriamente
las principales estipulaciones del contrato, esto quiere decir que cumple con su as
obligacional. En segundo lugar, por supuesto es que es un buen pagador, si se pactó como
precio X renta, el cumple con el pago de esa renta. En tercer y último lugar, es que ha cuidado
como buen padre de familia las mejoras del predio, preservándolo de los daños que está a
su alcance evitar (esto quiere decir que cuida el predio, etc.).
Por su parte, para los plazos máximos tenemos que ir al régimen general: nadie puede
obligarse de por vida. No tenemos tener contratos de por vida. Entonces, allí tenemos la
máxima de 15 años; si se hiciera por más años, los mismos caducarán.
Por supuesto hay excepciones a esta regla. Hay 3 excepciones en referencia a las
diferentes actividades agrarias, actividades típicas que precisan para su desarrollo (en el
sentido que estamos en ciclos biológicos). Si yo, por ejemplo, me dedico a la forestación el
máximo será de 30 años; art. 63 de la Ley N°19.438. No solo el caso de la forestación, sino
también la generación de energía eléctrica, y también la cuestión de presa, y embalse y
canales de distribución de agua. En todos estos casos el máximo será de 30 años.
Esto antes no era así, antes de la Ley N°16.223 se centraba en la estabilidad del productor
rural. A partir de esa ley ya no se lo ve como alguien débil, sino que se lo ve como un
empresario, por eso cambia la política agraria. Con esa cirugía legal se pretendió que cada
vez hubiera más tierras para ser explotadas. Por ello, la regla general es la libertad. La
libertad para estipular los precios.

308
ENTONCES: el régimen general es la autonomía de la voluntad. Si quiero pactar un
contrato por una semana, 6 meses, 1 año, 10 años, puedo. El límite máximo siempre será 15
años, con excepción de las 3 situaciones que recién dijimos que tienen 30 años como
máximo. En cuanto al plazo mínimo no lo hay, salvo para la lechería que en realidad no hay
mínimo pero que puede acogerse al ejercicio de 4 años (si es buen cumplidor de sus
obligaciones).
Cuando hablamos de plazos nos referimos a la extinción del contrato. Tenemos que ver
cómo se extinguen. La forma más natural, y en un 90% de los casos, se extingue porque
vence del plazo; como ya comentamos, si es buen pagador el plazo de pagador será de 1 año,
y mal pagador 60 días (art. 41).

El vencimiento del plazo lo encontramos en el art. 1790 del Código Civil.


Cabe destacar que si vencido el término del arrendamiento, el arrendatario permanece
en el uso y goce del predio, se entenderá que existe continuación del arrendamiento
concluido y bajo las mismas condiciones.
Sin embargo, el vencimiento del plazo no es la única manera de extinguir el contrato.
Existen recesos extraordinarios, recesos que están por fuera del vencimiento del plazo, en
aquellos casos en que puedo rescindir unilateralmente del contrato. Para que haya esta
diferencia en poder hacerlo de forma unilateral, van a tener que haber acaecido diferentes
hechos que influyan de sobremanera en la relación contractual (yo no puedo ir y sin que
ocurra un hecho específicamente dar por finalizado de forma unilateral el contrato, sino que
deben darse el acaecimiento de determinados hechos que influyen de sobremanera). Acá
tenemos dos hechos que pueden influir de sobremanera:
1. La sentencia que revisa el precio a más de un 30% de la renta. Si el juez me reajusta
a más del 30% de la renta, yo de forma unilateral lo puedo rescindir al contrato.
2. Haber devenido arrendatario por sucesión mortis causa, es decir, por haber
fallecido el arrendatario original. Cuando leímos lo referido a plazos, nos dimos
cuenta que si el arrendatario fallece, sus herederos pueden dar de forma unilateral
finalización al contrato.
Entonces, hablamos de receso extraordinario cuando una sola de las partes o las dos pero
sin requerir el consentimiento de la otra, rescinde el contrato.
Pero a su vez, otra forma de extinción es el ejercicio del derecho de receso como
consecuencia de la imposibilidad para una de las partes de cumplir ya sea con el contrato,
sea del plazo contractual originariamente convenido o legalmente establecido:
- Uno es el caso del adquirente del predio con contrato no registrado (el plazo no le
resulta oponible). El derecho de receso surge como consecuencia de que no se me
puede oponer como tercero adquirente un contrato que no está inscripto, ya que yo
al momento de adquirir la parcela no tenía conocimiento del mismo, entonces no se
me puede oponer.
- Inmuebles hipotecados (art. 52 incisos 2 y 3 de la Ley N°10.793). “El dueño de un
bien hipotecado podrá arrendarlo o darlo en anticresis sin consentimiento del
respectivo acreedor hipotecario cuando el plazo no exceda de 4 años”. Yo puedo
oponer siempre y cuando se excedan a los 4 años.
Son diferentes formas que es importante que sepamos de cómo se extingue ese contrato,
no sólo por vencimiento, sino también por las demás situaciones que vimos.

309
Régimen de precios:

El precio es un elemento esencial, y si este no está estipulado en el contrato, este último


no se perfecciona, porque es un elemento esencial. Puede ser estipulado en pesos, dólares,
en lo que prefiramos. Es un régimen de autonomía de la voluntad.
El art. 3 de la Ley N°16.223 establece: “…las partes fijarán de común acuerdo el precio y el
régimen de reajuste”. Así como en los plazos, la regla es la autonomía de la voluntad. Por lo
tanto, hablamos de una renta inicial que hay libertad, y esa libertad se ve no sólo en su
configuración sino también en su monto, en su momento, en su composición, y es más, por
ejemplo, puedo estipular tantos kilos de carne por hectárea (que esto en Argentina y Brasil
no se puede). A su vez, por ejemplo, en lo referido a índices por ajustes podría tomar
Unidades Indexadas o Unidades Reajustables, pero no es lo habitual.
Lo que sí se toma en relación a reajuste es si es moneda extranjera, esta última
simplemente se reajusta sola; pero a su vez, puedo estipular un sistema de reajuste que va
a ir conjuntamente con el precio. Y los índices de productos sectoriales son por ejemplo el
precio del grano en Nueva Palmira, el precio de la soja en Chicago, etc.
En caso de ser pactado el precio en uno o varios índices de productos sectoriales o en
moneda extranjera, el régimen de reajuste se entiende expresamente previsto.
¿Hay algún límite con respecto al precio? Sí, el límite se encuentra en los sub contratos,
en donde el precio no puede ser mayor a la renta base.
El tema de mayor trascendencia es el mantenimiento del valor de ese precio, como
sabemos el Uruguay sufre lamentablemente de muchísima inflación, y por la característica
del sector es un sector que depende mucho de factores exógenos al mismo (el clima, el
transporte, etc.). Por ello, el mantenimiento del valor de esa contraprestación es
importantísimo, y para ello existen mecanismos contractuales y legales de reajustes. Esos
reajustes, como vimos, pueden ser sectoriales o no sectoriales. La mayoría son en dólares (y
este no requiere reajuste porque se reajusta sola), pero podría ocurrir que alguno se
estipulará en pesos (aquí sí se requiere la estipulación de un sistema de reajuste), y para
ello la Ley N°16.233 nos dice que a falta de previsión expresa respecto al régimen de
reajuste, será aplicable en forma supletoria el mecanismo previsto por los arts. 19 a 23 del
Decreto-Ley N°14.384 (revisión judicial):
- El precio no debe tener un sistema de reajuste.
- Debe por lo menos, tener una antigüedad de dos años de vigencia.
Reajuste es pérdida de valor; revisión es mucho más, es ver si la ecuación económica da.
Son conceptos distintos. Si bien son conceptos distintos, actualmente con la Ley N°16.223,
la única forma que yo tengo de acceder a esa revisión es si no tengo un régimen de reajuste
establecido. Para yo acceder a esa revisión de los arts. 19 a 23, no debo de haber estipulado
un régimen de reajuste. Por eso pusimos más arriba que es requisito que el precio no debe
tener un sistema de reajuste, y en cuanto a los plazos debe por lo menos tener una
antigüedad de 2 años de vigencia.

Si el precio está en dólares no podría acceder a la revisión judicial porque el precio en


dólares se reajusta solo, y como requisito para acceder a la revisión debo tener un precio
que no tenga régimen de reajuste. Lo mismo si está el precio en pesos pero las partes
pactaron régimen de reajuste.

310
El tribunal, el juez en la revisión va a tomar en cuenta las circunstancias de cada contrato,
de cada caso, y va a analizar las circunstancias que llevaron a esa revisión. Naturalmente
que el arrendador si se presenta va a querer la suba del precio, y el arrendatario la baja; esto
es natural y obvio. El tribunal va a tener que ver las siguientes cosas (art. 19 del decreto):
1. El tipo de explotación que se realiza.
2. Las mejoras que tenga el campo, y que no hayan sido introducidas por el
arrendatario.
3. Los precios del arriendo en la zona.

Vemos que el juez hace un análisis fáctico de la realidad que rodea a ese contrato.
La ley en su art. 19 enuncia diferentes cuestiones que deben tener en cuenta el tribunal,
pero las mismas no son taxativas. Por ejemplo, Saavedra nos dice que se debe también tener
en cuenta la extensión del predio, la ubicación, la proximidad al mercado, la luz, el teléfono,
etc. y siempre estas circunstancias van a tener que ser posteriores a contrato o posteriores
a la revisión anterior.
Un detalle que no es menor es que ese precio tiene efecto retroactivo a la fecha de la
demanda.
Ahora lo que habría que preguntarse es que con la modificación de la Ley N°16.233:
¿corresponde aplicar el régimen de revisión de precio (arts. 19 a 23 del Decreto-Ley
N°14.384) cuando en el contrato se previó un mecanismo de reajuste? Si yo preví un
mecanismo de reajuste en el régimen de precio no puedo acceder a una revisión. Los
presupuestos son que no se haya estipulado el mecanismo de reajuste y que tenga como
antigüedad más de 2 años (ya sea del contrato o de la última revisión).
¿Qué es un precio mixto? ¿Puede pactarse un precio mixto? Se puede pactar una parte en
dinero y se puede pactar en frutos otra parte. Esto es un precio mixto: parte en dinero y
parte en frutos. Ese arrendador si se estipula parte del en frutos, es titular de un crédito. En
el contrato de aparcería son frutos naturales, y en el de arrendamiento son civiles.
Si no me paga ese porcentaje de frutos, ¿qué tengo contra el arrendatario? Tengo un
derecho al crédito. Si hay créditos anteriores, van a estar antes que el mío. En la aparcería
se reciben esos frutos naturales en propiedad entonces no me pueden embargar toda la
cosecha, aquel porcentaje que sea mío no me va a afectar el embargo; es distinto al
arrendamiento en donde tengo un derecho de crédito.
Gestión del predio:
La gestión del predio del contrato de uso y goce de un predio rural, debe ser enfocada en
conservar las mejoras y el predio como un buen padre de familia. Este estándar de buen
padre de familia o buen cumplidor de sus obligaciones ya lo habíamos visto, es aquel que
cumple con sus obligaciones, es una diligencia media con independencia del destino. Por
supuesto que el concepto de buen padre de familia, como tantos otros conceptos jurídicos,
deriva o tiene su origen también en el Derecho Romano, e incluso, en el Derecho Romano
era un buen padre de familia agrario, y luego el concepto fue tomado por el Derecho Civil.
Lo que busca esta legislación estatutaria hoy por hoy es volver a ese viejo concepto de buen
padre de familia agrario. En definitiva, el ‘buen padre de familia’ es un modelo del típico
ciudadano, del ciudadano romano de aquella época.
Esto del buen padre de familia se encuentra en el inciso 2 del art. 2 de la Ley N°19.223;
como vemos, está regulado dentro de la lechería, pero es extensivo a todas las otras formas

311
de actividad agraria. Esto implica que no sólo vamos a utilizar este concepto cuando la
actividad agraria destino del predio del cual se cede el uso y goce sea la lechería, sino
también en todos los otros casos en donde se genera una actividad agraria dentro de un
contrato de cesión de uso y goce.
El art. 71 del Decreto-Ley N°14.384 también hace referencia al concepto de buen padre
de familia, es importantísimo en lo que refiere a requisitos de admisibilidad. El art. dispone:
“Para que el arrendador pueda ejercer acción contra el arrendatario en base a que este no
cumple sus obligaciones como ‘buen padre de familia’, será condición necesaria que las
circunstancias relativas al estado del inmueble en la fecha de iniciación del contrato consten
en el instrumento que lo pruebe”.

¿Qué podemos interpretar de la lectura de este artículo? No solamente es importante que


se comporte como un buen padre de familia, sino que también se le exige la conservación
del inmueble a como se encontraba dicho inmueble rural al momento de dar comienzo a la
relación contractual. El mismo artículo habla de un instrumento que prueba la situación del
predio en cuanto a sus mejoras y a cómo se encontraba el inmueble. Ese instrumento, por
ejemplo, se lleva a cabo y cumplo con el art. 71 realizando conjuntamente al contrato un
inventario, como un anexo; entonces, si tengo ese inventario voy a tener pruebas, es el
instrumento que prueba el estado del inmueble rural.
Esto es un requisito de admisibilidad. Voy a los estrados, al tribunal y le tengo que decir,
en aplicación del art. 71 del decreto, cómo se encontraba mi predio al momento de comenzar
esa relación contractual, y el propietario del predio puede demandarme porque no he
conservado tal mejora que se encuentra en el inventario.
En este concepto de ‘buen padre de familia’ hay una creciente trascendencia a la
conservación de los recursos naturales renovables, particularmente a la conservación del
suelo, aunque no solamente de este último, sino también del agua, de los recursos arbóreos,
etc. Si no son cumplidas estas normas, se puede llevar a la rescisión por el art. 6 de la Ley
N°16.223; por ejemplo, si el arrendatario incumple todo lo referido a la conservación del
suelo, incluso puede haber una multa, y el propietario va a ser responsable.

Estamos hablando de un agrónomo que debe relevar la existencia o no de erosiones en


el predio y dejarlas asentadas en un documento gráfico, por ejemplo, o sacar fotos, o en el
plano marcar las erosiones que existían previamente o si no existían, pero es necesario que
releve cartográficamente todo el predio. No son cuestiones fáciles de hacer, cuestan dinero
al productor obviamente. Son cuestiones, problemas con los que nosotros, operadores
jurídicos, vamos a tener que enfrentarnos al momento de la celebración del contrato.
Debido a que parte de la gestión del predio cedido debe estar dirigida a conservar las
mejoras, cabe preguntarnos, ¿qué son las mejoras? Hay una evolución: del Código Civil al
Derecho Agrario. En el Código Civil de corte napoleónico, de inspiración liberal, no se daba
mayor trascendencia a las mejoras, y regulaba sólo aquellos casos en que las mejoras eran
realizadas por terceros, no las que eran realizadas por el propio propietario. Esto último,
llevaba a que inquilinos no hicieran mejoras.
El art. 487 del Código Civil en sus numerales 3 y 4 decía que el propietario puede ‘cambiar
la forma de la cosa, mejorándola o empeorándola’ y aun destruirla ‘si le conviene o le
parece’; esto era en sede de arrendamientos… Por su parte, el art. 1808 del Código Civil
establecía que el arrendador (propietario del predio) no es obligado a reembolsar el costo
de las mejoras útiles en que no ha consentido con la expresa condición de abonarlas; pero
el arrendatario podrá separar y llevarse los materiales, sin detrimento de la cosa arrendada

312
(ius tollendi), a menos que el arrendador esté dispuesto a abonarle lo que valdrían los
materiales considerándolos separados.

Todo esto último recién afirmado, era en el Código Civil. Pero, como vamos a ver, fruto
de una evolución legal se ha ido cambiando el régimen de mejoras. En el Código Rural del
1875 era igual al Código Civil que acabamos de ver, pero ya en la Ley Madre N°8.153 se
estipula la libertad en cuanto al régimen de mejoras. Luego, llegamos al Código Rural del
1942, en donde no se abandona la autonomía pero ya se establecen las mejoras para el caso
de no ser regulada por las partes.

Lo que configura un verdadero hito en el régimen de las mejoras es la Ley N°12.100, ya


que esta estipula la obligación de quién cede el uso y goce de un predio, a realizar ciertas
mejoras; y dispone que si estas mejoras no son realizadas por el propietario, entra en juego
el derecho a indemnización. De todas maneras, como ya sabemos, la Ley N°12.100 no es la
que está vigente hoy, sino que está vigente el Decreto-Ley N°14.384 junto a la Ley N°16.223;
estas leyes vigentes se basan y retoman lo que establecía la Ley N°12.100, y por ello la
importancia de este hito.
En efecto, hoy en día las mejoras se encuentran reguladas del art. 26 al 34 del Decreto-
Ley N°14.384. Es un régimen aplicable no sólo a los contratos de arrendamientos rurales y
aparcerías rurales, sino que también regula a todos aquellos casos que quedan dentro del
ámbito de aplicación del decreto (todas aquellas relaciones contractuales que cumplan con
los 5 elementos que establece el art. 2).
Como vemos, el Código Civil se basa en un derecho de propiedad napoleónico, mientras
que el Derecho Agrario se basa más bien en la importancia de lo que se produce. Y con ello,
arribamos a qué son las mejoras: la acción de mejorar. Es un acto material: trabajo +
materiales. Al ser un acto material, debe ser algo tangible. Además, debe ser atribuido a un
sujeto, de lo contrario estamos dentro del campo, por ejemplo, de la accesión. En definitiva,
debemos tener el trabajo de un sujeto + los materiales que utiliza.

Asimismo, debe tener un resultado útil en forma de incremento de la eficiencia agraria


de la finca. La mejora produce una figura nueva, una modificación económica en ese predio.
No aumenta el valor de la cosa en sí, sino que aumenta su productividad, y en ese sentido es
que estamos en el ámbito de contratos productivos. Es más, Sánchez Hernández las
denomina como ‘mejoras agrarias’ y establece que para que una mejora sea estipulada como
mejora agraria debe contar con 3 elementos:

a. Ser estable en el tiempo (es decir, debe perdurar en el tiempo)


b. Tener relevancia patrimonial suficiente (esto refiere a lo que recién hacíamos
alusión: debe aumentar la productividad del precio).
c. Que determine un aumento del valor agrario del predio (puede o no aumentar el
valor de la cosa en sí, pero lo que nos importa es que aumente el valor en cuanto a
productividad).
Entonces, este concepto de mejora incluye: la acción de mejorar con hecho material, y
ese resultado útil (ese incremento). Estos son los dos requisitos o elementos de la mejora.
Ahora bien, a la mejora hay que diferenciarla con algunos otros conceptos como el de
obra corriente, o el de reparaciones. Lo cierto es que yendo a los casos concretos, no es tan
fácil diferenciar estos conceptos (en la práctica).
Una obra corriente supone la normal explotación del predio de acuerdo a pautas de
diligencia y técnica preponderantes (ejemplo, remoción de tierras para el cultivo de

313
vegetales). Son corrientes porque al momento de realizar el contrato tengo conocimiento
de que por ejemplo, voy a tener que remover la tierra, es parte integral del contrato que
estoy suscribiendo.

En cambio, las reparaciones (arts. 1812 y 1813 del Código Civil) suponen el
cumplimiento de la obligación de cuidar la cosa, es decir, refieren al mantenimiento de la
cosa (arts. 1807, 1819, 1820 del Código Civil, nada dice la legislación especial). Un ejemplo
de reparación es cuando se sustituye una espaldera de vid porque un animal la pechó; sería
una mejora si se sustituyen todas las espalderas de vid (porque en ese caso mejora la
productividad).

Vemos que una cosa es reparar, y otra cosa diferente es mejorar. Si lo vemos
teóricamente parece muy fácil de distinguir, pero en la práctica, en el hecho concreto se hace
muy difícil en muchos casos.
Nuestro régimen de mejora del decreto no coincide con el del Código Civil, este último
tutela el derecho de propiedad y diferencia entre mejoras necesarias (art. 698), útiles (art.
699) y voluptuosas (art. 701). Su base de corte liberal se basa en el derecho de propiedad, y
si el propietario debe pagarlas o no al momento de que se reivindique la cosa. En cambio, el
Decreto-Ley N°14.384 se basa en la producción, y nos clasifica las mejoras de otra manera:
mejoras comunes a toda la explotación (art. 26), mejoras requeridas para la normal
explotación del predio (art. 27), y por último, las mejoras de cultivo (art. 33). Vemos que la
clasificación de mejoras es totalmente diferente en uno y otro régimen. Recordemos que el
antecedente de este decreto es la Ley N°12.100.
La diferencia entre los regímenes y el verdadero punto de inflexión refiere a que en el
Código Civil el propietario no queda obligado a dotar al bien que arrienda de determinadas
mejoras, mientras que en el Decreto-Ley N°14.384 se obliga al arrendador a ello (salvo pacto
en contrario). En el régimen del decreto el arrendador (propietario del predio) está
obligado a realizar ciertas mejoras; los arts. 26 y 27 estipulan que hay un conjunto de
mejoras que el arrendador está obligado a realizar. Es parte de la relación obligacional, es
parte del sinalagma. Por supuesto que, como ya dijimos, las partes pueden pactar en
contrario a estos dos artículos recién mencionados, PERO, si no se hubiera pactado en el
contrato la exoneración de realizar las mejoras por parte del arrendador/propietario, el
arrendatario las puede realizar a su costo, bajo determinadas reglas y pedir luego su
reembolso al arrendador.
Ahora pasemos a estudiar los 3 tipos de mejoras existentes en materia agraria:

1. Art. 26: mejoras comunes a toda explotación:


Estas mejoras son independientes a la actividad agraria que se realiza. Es para todos
aquellos casos en que se ceda el uso y goce de un predio, con independencia de la actividad
que se desarrolle.
El art. 26 dispone como mejoras comunes a toda explotación a los alambrados
perimetrales, a la existencia de una casa habitación, que la misma tenga cocina, agua
potable, dependencia para peones. Haciendo un análisis lógico de la normativa, podemos
afirmar que esta es una lista taxativa.
Las mejoras comunes a toda explotación son estándares mínimos de toda actividad.
Las características de este primer tipo de mejoras es que son obras o mejoras comunes
a toda explotación, y que admiten pacto en contrario (es decir que al momento de realizar

314
el contrato puedo estipular que no me obligo a realizarlas). Por último, con respecto a la
entidad o monto de las mismas, si bien el art. 26 no estipula un parámetro en específico,
podemos dirigirnos al art. 29 donde nos establece un 25% del valor CONEAT. En
consecuencia, la entidad e importancia de las mejoras deben guardar razonable relación con
el valor real del inmueble determinado por CONEAT y con las circunstancias de cada
explotación (pauta legal del art. 29 del decreto).
2. Art. 27: mejoras requeridas para la mejor explotación del predio según su
destino.

Acá ya vamos específicamente al caso a caso. Estas mejoras ya no refieren a un margen


mínimo para todas las actividades, sino que aquí debemos ver funcionalmente a qué
actividad se destinará el predio que fue cedido su uso y goce. Dependiendo de la actividad
que se desarrolle será diferente la mejora que necesite.
El art. 27 establece como mejoras requeridas para la mejor explotación del predio según
su destino: alambrados interiores, bretes, galpones de ordeñe, bañaderos, montes de abrigo,
aguadas artificiales, la instalación de red de energía eléctrica. En este caso, ¿esta lista es
taxativa o declarativa? En este caso es declarativa, como no puede ponernos todos los casos
de actividades que pueden desarrollarse, nos pone unos pocos a modo de ejemplo.
Las características de este segundo tipo de mejoras es que admite pacto en contrario,
además constituyen la adaptación del precio a los fines del contrato. Tanto el art. 26 como
el 27 deben ser obligatoriamente llevadas a cabo por quien cede, quien da en
arrendamiento; pero, los arts. 29 y 30 estipulan casos particulares en que esas mejoras
deben llevarse cabo por el arrendatario.
Entonces, el obligado principal de realizar estas mejoras es quien cede el uso y goce
(siempre hablamos del propietario), pero de forma subsidiaria las puede realizar quien se
le cede el uso y goce (arrendatario); cabe destacar que para que esto último sucede vamos
a tener que analizar los diferentes elementos o procedimientos a seguir, para que finalizado
el contrato puedan ser indemnizados. Si el propietario no realizare las mejoras, el
arrendatario cuyo contrato tenga aún 4 años podrá presentar un plan a la Oficina de
Agronomía Regional; el monto no podrá exceder el 25% del valor real del precio avaluado
por CONEAT; la Oficina notificará al arrendador/propietario del plan de mejoras, quien
tiene 30 días para oponerse.
Los arts. 29 y 30 se aplican tanto a las mejoras del art. 26 como a las del 27.
Oportunidad para presentar ese plan que comentábamos: el contrato debe tener un
plazo a cumplir todavía de 4 años. Si yo realizo un contrato hoy 2021 con Victoria, y el plazo
del contrato es hasta 2028, me quedan todavía 4 años entonces voy a poder presentar este
plano.
La forma: un plan de mejoras. En ese plan estipularé cuáles van a ser las mejoras, las del
primer tipo y las del segundo tipo también, a su vez, allí estipularé cuál es el monto estimado.
Ese monto que establezco en el plan de mejoras no puede exceder del 25% del valor real del
predio avaluado por CONEAT, y en ese 25% además de las mejoras proyectadas o planeadas
voy a tener que tener en cuenta las ya realizadas en el predio.
Veámoslo en el ejemplo que pusimos con Victoria: en ese caso nos quedaban todavía 4
años a cumplir (plazo de contrato), entonces como puedo, voy a presentar un plan y cuando
lo presente la legislación no estipula por ejemplo cuáles deben ser los puntos a tratar en el
mismo, pero va de suyo que voy a tener que justificar mi calidad de arrendataria (probar

315
que se me cedió el uso y goce de ese predio), y voy a tener que disponer cuáles son las
mejoras que a futuro yo voy a hacer y cuál es el monto estimado de dichas mejoras.

Recordemos que las partes pueden pactar en contrario de estos dos tipos de mejoras,
pero si no pacté en contra y quien realiza la mejora es el arrendatario, este va a tener que
tener en cuenta este precepto jurídico en cuanto a la oportunidad, la forma y el monto (no
puede realizar las mejoras así nomás):

1. Oportunidad: el contrato debe tener un plazo a cumplir todavía de 4 años de


duración. El plazo se fijó en base a mejoras pensadas para durar en el tiempo.
2. Forma: plan de mejoras, que se notifica al arrendador/propietario.
3. Monto: no podrá exceder del 25% del valor real del precio avaluado por CONEAT:
en este porcentaje se consideran incluidas las mejoras ya existentes (sea del tipo del
art. 26, o de las mejoras reguladas en el art. 27).
Ahora bien, si el arrendatario quiere realizar mejoras, sea las del art. 26 o las del 27, va a
tener que seguir un procedimiento (además de tener en cuenta la oportunidad, forma y
monto que acabamos de ver). El procedimiento a seguir es el siguiente:

• Si no hay acuerdo, el arrendatario podrá dirigirse a la Oficina de Agronomía Regional


presentando un plan de mejoras.
• La Oficina notificará al arrendador el plan de mejoras, y si no media oposición
dentro de los 30 días queda aprobado.
• En caso de oposición del arrendador: (i) respecto a la utilidad de las mejoras o (ii)
respecto al monto de las mismas, la ley recurre al arbitraje (art. 32 fija la forma).
Vemos que la Oficina va a llevar a cabo una notificación administrativa, notifica al
arrendador/propietario. Este último tiene la carga de oponerse en un plazo de 30 días, si no
estuviera de acuerdo con las mejoras estipuladas o con el monto estimado para las mismas.
En caso de oponerse a la utilidad o al monto en ese período, se recurre al arbitraje; este
último se encuentra estipulado en el art. 32 de nuestro Decreto-Ley N°14.219. En caso de
que se oponga en el período de 30 días pero no en cuanto a la utilidad o monto, sino por
ejemplo se opone al plazo (alega que no era hasta el 2028, sino hasta ele 2022 y por ende,
no hay 4 años) allí no se recurre al arbitraje. Al arbitraje sólo se recurre cuando el
arrendador/propietario se opone a la utilidad o al monto.
Cuestión importante: ¿cómo se pagan? La ley establece en forma expresa que puede
compensarse el mal pagador lo debido en concepto de precio del arrendamiento, con el
importe que se le deba abonar por concepto de mejoras.

Las mejoras que efectúe el arrendatario buen pagador (art. 29) le confieren el derecho
de retención sobre el inmueble mientras no le sean satisfechas. En el ejemplo que pusimos
con Victoria, si ella arrendataria realiza las mejoras cumpliendo con todo el procedimiento
de los arts. 29 y 30, y además es buena pagadora, cumple con sus obligaciones, va a tener el
derecho de retención sobre el inmueble. Esta consecuencia es sumamente gravosa para el
arrendador, ya que si este no le paga las mejoras al arrendatario buen pagador y que realizó
el procedimiento de los arts. 29 y 30, el arrendatario podrá ejercer el derecho de retención.
En cambio, si el arrendatario es mal pagador no tiene el derecho de retención, sino
solamente la compensación (podrá compensar el monto de las mejoras con lo que le debe
por el uso y goce).

316
El arrendador deberá pagar en dinero, por su valor actual, importe de las mejoras en el
momento de entrega del inmueble. Por ende, las mejoras deben pagarse en su valor actual,
el valor del momento en el que se entrega el predio.

Si no están de acuerdo con el monto: arbitraje, art. 32. La justificación de por qué se
recurre al arbitraje es la misma de por qué se recurre al arbitraje en caso de que no haya
acuerdo en cuanto a las mejoras: por la inmediatez y rapidez que requieren y exigen estos
tipos de contratos.

En el ejemplo de Victoria: ella es arrendadora/propietaria, yo arrendataria. Veo que el


predio requiere ciertas mejoras, las hago, voy al procedimiento, se notifica a Victoria y esta
se olvida de oponerse, la notificación era válida entonces si yo cumplí con todos esos
procedimientos que me dice la ley, al momento de finalizar el contrato voy a pedirle a
Victoria que me pague esas mejoras. Todo esto ocurre porque al momento de realizar el
contrato Victoria no estipuló en el contrato lo contrario, porque si hubiera pactado lo
contrario no hubiéramos aplicado todo este procedimiento.
¿Qué pasa si nunca se notifica a Victoria? Si hago la mejora y nunca se lo notifican, es
considerada una mejora irregular. Puedo presentar el plan y que nunca se haya notificado,
o directamente nunca haber presentado el plan, o en el contrato se pudo haber pactado que
no se permitían mejoras e igual las hago; en todos estos casos se trata de mejoras
irregulares. ¿Qué ocurre en estos casos?
Existen varias posiciones frente a esta pregunta, pero la mayoritaria es la de Saavedra.
El autor afirma que aquí es de aplicación el art. 1808 del Código Civil, el cual establece que
el arrendador/propietario no es obligado a reembolsar el costo de las mejoras útiles, pero
el arrendatario podrá separar y llevarse los materiales siempre que ello no conlleve un
detrimento de la cosa arrendada (ius tollendi), a menos que el arrendador esté dispuesto a
abonarle lo que valdrían los materiales considerándolos separados.
c. Art. 33: mejoras de cultivo.
Las mejoras de cultivo se encuentran en el art. 33 y tienen una regulación específica.
Según el artículo, son por ejemplo, la instalación de praderas artificiales permanentes, o el
mejoramiento de campos naturales; pero esto no quita que no existan otros tipos de mejoras
de cultivo que incrementen la capacidad de forraje.
Para estas mejoras no existe la obligación del arrendador de realizarlas, y tampoco queda
librado a la voluntad. Además, cabe destacar que no se puede pactar en contrario, no se
puede pactar en contra de la mejora de cultivo (esto significa que no puedo prohibirle al
arrendatario que las haga). Para estas mejoras no rige el procedimiento de los arts. 29 y 30
que recién vimos, sino que es otro el procedimiento que debe seguir el arrendatario para
realizar las mejoras de cultivo.
En este caso, la oportunidad que va a tener el arrendador/propietario para pagar esas
mejoras es al momento de la entrega del predio, incluso el arrendatario puede solicitarlas
antes. En este punto la doctrina discute si por ejemplo, hay derecho de retención; la norma
no nos dice específicamente que el arrendatario tiene dicho derecho, pero si realizamos un
análisis lógico sistemático, según parte de la doctrina puede caber.
En cuanto al monto de la indemnización, este debe ser un valor adicional de la
producción de forraje, y va a estar referido a la producción básica promedio del predio
establecido por CONEAT, al día de su entrega. Esta producción adicional será acumulada en
los 5 años siguientes al de la entrega; se toman estos años porque se entiende que los

317
forrajes tienen una vida útil de 5 años, y se toma en cuenta cuál es aquella mayor
productividad en cuanto a forraje que tiene el predio en el que yo implanté una pradera
artificial o el mejoramiento del campo lateral.

En el caso de que no exista acuerdo entre arrendador y arrendatario en cuanto al monto,


será fijado por la Comisión Honoraria del Plan Agropecuario (arbitraje forzoso).

Supongamos que somos todos amigos en el ejemplo de Victoria, entonces yo arrendataria


voy y le digo a Victoria te implanté lotus y eso va a hacer que tengas una mejor producción,
más o menos esa mejor producción será de 5 mil dólares, y Victoria me va a decir bárbaro
tenes razón te pago ese dinero cuando termine el contrato. PERO ESTO NO FUNCIONA ASÍ
EN LA PRÁCTICA, es raro que no haya desacuerdo en cuanto al monto.
Acá tengo que hacer un cambio de chip, porque con este tipo de mejoras no entra en
juego el art. 29 ni el 30, no tengo que presentar un plan, no tengo que notificar, tampoco
puedo pactar en contrario.
Cabe destacar que el forraje es un tipo o género de pastaje con el cual se alimenta al
ganado (por lo que la mejora de cultivo va a darse mayoritariamente en los contratos de
ganadería).
EJEMPLIFIQUEMOS: supongamos que voy a arrendar un campo natural, sin ninguna
intervención del hombre. Como se me cedió el uso y goce de ese campo, voy a hacer un
mejoramiento, quiero que ese predio me dé más pasto así puedo alimentar a mi ganado y
poder utilizar el campo para la razón por la cual lo arrendé, quiero que me dé más pasto y
yo sé que ese predio puede darme más. Entones, voy sin avisar a la propietaria y realizo la
mejora, por ejemplo, un día de lluvia voy y tiro semillas. Si ese mejoramiento trasciende a
mi contrato (porque el paso puede vivir 1 año, 2 años, o hasta 5), el propietario se va a
terminar beneficiando por esa mejora que realicé, es decir, ese pasto puede ser que tenga
más vida que el contrato y por ende el propietario salga beneficiado, se beneficie con ese
pasto que planté. Entonces, qué nos dice la ley: el propietario/arrendador va a tener que
pagar por ese beneficio. Allí se toma como promedio el de 5 años (aunque por supuesto que
el pasto puede durar más, o menos de 5 años, pero es un promedio que establece la ley). Si
yo le digo al propietario que debido a su mejora su productividad se va a ver beneficiada
por tanta plata, y el propietario está en desacuerdo con el monto por el cual yo le digo que
se va a ver beneficiado, acá estamos en conflicto y vamos a tener que ir a arbitraje forzoso,
será en ese caso la Comisión Honoraria del Plan Agropecuario que fijará el monto.
Obviamente lo ideal sería que estuviéramos de acuerdo arrendador y arrendatario, pero en
la práctica nunca sucede.
CLASE DEL 07/05.
CONTRATO DE PASTOREO:
Es un contrato que no se encuentra regulado expresamente. Muchas veces se ha utilizado
este tipo contractual para simular arrendamientos.

El problema que nos enfrentamos con este contrato es que en doctrina y jurisprudencia
se utiliza el vocablo ‘pastoreo’ para referirse a dos tipos de contratos diferentes.
Etimológicamente, ‘pastoreo’ significa pasto. El paso es una yerba que sirve para
alimentar a los animales. Cuando hablamos de pastaje hablamos de la acción: del consumo.
Cuando hablamos de pastoreo hablamos del lugar en donde se lleva a cabo el pastaje.

318
Gadea dice que para que exista pastoreo debe existir un inmueble que tenga pasto (ya
sea por razones naturales o artificiales). En segundo lugar, sobre ese inmueble debe haber
ganado que realice el pastaje (se alimente del pasto). En un tercer lugar, deberá haber un
precio, ya que el pastoreo es un contrato bilateral oneroso.
Hay diferentes formas de pastoreo: servidumbre de pastoreo (art. 55 y 77 del Código
Rural). También hay pastoreos accesorios a la relación laboral (como parte de la relación
laboral entre los mismos, generalmente como parte integrante del sueldo). Nuestro análisis
dentro de este capítulo es el contrato de pastoreo: contrato bilateral, oneroso y
conmutativo.

Hay un contrato de pastoreo típico y otro atípico, cuyas obligaciones entre uno y otro son
diferentes. El primero de ellos, es aquel en el que hago entrega del ganado, por un precio,
para que quien lo recibe en su predio lo cuide y alimente; en este tipo de contrato de
pastoreo no hay cesión de uso y goce de ningún predio. En cambio, en el contrato de
pastoreo atípico sí hay cesión de derechos de uso y goce del predio, pero con el exclusivo
destino de pastoreo de sus animales. Vemos que son dos figuras completamente diferentes
porque sus ases obligacionales son distintos.
Criterios prácticos de distinción. Para distinguir si estamos ante un contrato típico o
atípico hay determinados indicios o criterios:
➢ Si se cede el uso y goce de un predio, se trata de contrato atípico.
➢ Cuando lo central es el alimento y cuidado del animal, y esto lo lleva adelante el
propietario del predio, de regla estaremos ante un contrato típico.
➢ Cuando el precio se pacta por hectáreas, significa que es atípico ya que se están
cediendo hectáreas de campo para uso y goce. Si en cambio, el precio se pacta por
cabezas de ganado, es un indicio de que sea contrato típico (aunque decimos que es
un indicio porque puede suceder que se haya pactado el precio de esa forma e
igualmente se trate de un contrato de pastoreo atípico).
Este es un contrato que se encuentra exceptuado de la legislación dispuesta por el
Decreto-Ley N°14.384, según el análisis realizado por el literal A art. 3. Este último,
establece: “No se considerarán comprendidos en esta ley:
A) Los convenios sobre pastoreo de hasta un año de plazo, pero sí aquellos que se renueven
o se prorroguen por plazos que en total exceden aquel límite o cuando, previa
notificación al propietario por intermedio del Juzgado de Paz de su domicilio y sin que
se formalice oposición documentada de su parte, el tenedor del predio lo retenga por
un plazo mayor de un año (…)”.

¿Este precepto se refiere sólo a los contratos de pastoreo típico? ¿o también a los
contratos de pastoreo atípico? Cuando habla de tenedor del predio, refiere al contrato
atípico. En este sentido, este precepto refiere exclusivamente a los contratos de pastoreo
atípico, cuando hay concesión de uso y goce.
¿Qué ocurre? Si yo firmo, suscribo un contrato de pastoreo con Nuri, por ejemplo, pero
en donde nunca hay cesión de uso y goce de un predio, nunca voy a cumplir con esos 5
elementos del ámbito de aplicación de la ley (art. 2 del decreto), uno ya sabemos que nunca
vamos a cumplir porque no hay la cesión de uso y goce de un predio, por ello este contrato
suscripto con Nuri puede ser por 1 año, 2, 3, 4 años y nunca voy a quedar entendido en la
legislación especial porque nunca voy a ser yo la tenedora de ese predio de Nuri, sino que

319
quien va a tener la tenencia va a ser ella misma, ella se va dedicar al cuidado y alimentación
de mi ganado, yo lo único que voy a hacer es entregar ese ganado para que ella lo cuide y
alimente. Entonces, como acabamos de afirmar, el literal A del art. 3 es para aquellos casos
en donde tengamos un contrato de pastoreo atípico, en donde cumplo con los 5 elementos
del art. 2. Si cumplo con los 5 elementos y es menos de 1 año, queda por fuera del decreto;
si cumplo con los 5 elementos y estamos ante un contrato de pastoreo atípico, y es mayor a
1 año (puede ser que desde un comienzo sea mayor de un año o que por diferentes
circunstancias cambie), ahí sí voy a quedar inmerso en lo regulado por el Decreto-Ley
N°14.384.
El atípico es en el cual se entrega el uso y goce del predio; si es mayor de un año voy a
aplicar el decreto, por lo que tengo que cumplir con los requisitos y solemnidades que
establece el mismo.
Son conceptos pilares, fundamentales para luego entender todo lo que viene a
continuación.
Importancia de tener en claro estos conceptos y estos contratos. En el 2011, 519.270
hectáreas se explotaban por medio de pastoreo, tanto típicos como atípicos; esta
información del Ministerio de Ganadería es del 2011, es un poco antigua, y se comenta que
actualmente incluso son muchas más hectáreas.
Ya yendo directamente al contrato de pastoreo, vamos a ver cómo lo podemos definir. Lo
estipulamos como aquel contrato por el cual un sujeto recibe en el predio que ocupa ganado
ajeno para su pastoreo, a cambio de un predio. Esta definición incluye tanto al atípico como
al típico. Es una definición que incluye a los dos, porque pone como centro al predio y al
ganado que se recibe en el mismo con el objetivo de su crianza. Por supuesto, es un contrato
oneroso (es a cambio de un precio). A su vez, es un contrato bilateral, lo cual significa que
hay una parte al cual llamamos dador (que es el que entrega los animales, y este en su
vínculo con esos animales puede ser dueño, comodatario o simple tenedor del ganado
mayor o menor), por otra parte tenemos al tomador del pastoreo (es el que recibe los
animales).

Entonces, tenemos:
a. Dador en pastoreo: el que entrega los animales (dueño, comodatario, simple tenedor
del ganado mayor o menor).
b. Tomador en pastoreo: el que recibe los animales (dueño, arrendatario, poseedor,
usufructuario del predio).
A fin de clarificar las dos partes, a efectos de no confundirnos el dador con el tomador,
vamos a hablar de dueño de los animales o dueño del predio, pero sabemos que no tiene por
qué ser dueño de los animales o dueño del predio (puede tener otra calidad).

Ahora pasaremos a analizar los diferentes puntos de cada uno de estos tipos
contractuales. Primero analizaremos el pastoreo típico (naturaleza, definición, forma, etc.),
y seguidamente el pastoreo atípico.
1. CONTRATO DE PASTOREO TÍPICO:
El pastoreo típico, propio es el contrato por el cual se entrega ganado para que paste a
cambio de un precio. Ejemplo práctico y muy sencillo: llamo por teléfono a Martín y le digo,
compré en la feria 50 novillos, no tengo pasto en mi campo y veo que el tuyo tiene mucho
forraje, Martín me dice perfecto te cobro X dinero por cabeza por mes y allí ya se perfecciona

320
nuestro contrato de pastoreo; Martín en ningún momento me cede el uso y goce de su
campo, y yo cumplo entregando mi ganado, y por supuesto que cuando lo retiro debo
entregarle a Martín un precio por ese cuidado y alimentación de mi ganado. En ningún
momento se cede el uso y goce del predio.
El contrato de pastoreo típico o contrato de pastaje carece de regulación. No hay ninguna
ley específica que me defina y me regule este tipo de pastoreo. Por lo tanto, es de vital
importancia analizar su naturaleza jurídica; es importante saber si podemos subsumir
nuestro contrato en otro tipo que ya se encuentre regulado. Para ello es que analizamos la
naturaleza jurídica: para ver si ese contrato que celebramos con Martín le podemos aplicar
las consecuencias jurídicas de otro tipo contractual conocido. Las posibilidades son varias a
nivel doctrinario y jurisprudencial. Analicemos cada uno de estos postulados.
En primer lugar, se ha dicho que este contrato de pastoreo típico es una compraventa de
pasto. Es un contrato en el cual Martín, en el ejemplo, me vende pasto. Es una teoría admitida
por ejemplo, en la península itálica. Podemos criticarle a esta postura que es mucho más
que la venta de pasto porque Martín no solo cumple con el contrato con dar pasto, sino que
a su vez debe dar alimento, y a su vez debe cuidarlo a ese ganado. El contrato que tiene por
naturaleza de compraventa de pasto implica que yo le pagaría sólo a Martín por el pasto que
consuman mis 50 novillos; le podemos criticar, como veníamos diciendo, que Martín va a
estar obligado no sólo a dar pasto, sino también a dar refugio, sombra, etc. al ganado.
En segundo lugar, se ha dicho que este contrato es un arrendamiento. Aquí lo central
sería un predio, y a mí ¿me cambia que Martín utilice el padrón 1000 de Lavalleja o el padrón
1001? No, no me interesa, sólo me interesa que cuide y alimente a mis 50 novillos. Además,
nunca podríamos estar frente a un arrendamiento porque Martín no me cede el uso y goce
de su predio.
En tercer lugar, se ha dicho que este contrato es un derecho a pastar. En este caso, quien
ha creado esta postura nos dice que el derecho a pastar es la cesión de uno de los diferentes
usos que tiene mi predio. Recordamos que cuando dimos entrega de uso y goce, veíamos
que se podían ceder uno de los usos o todos los usos; en este caso la doctrina entiende que
se cede sólo uno de los usos para el pastoreo de animales. ¿Qué le podemos criticar? Que si
bien está bien que se cede sólo uno de los usos, hace hincapié/referencia sólo al contenido
negativo de la prestación en el sentido de que refiere a que es sólo tolerar ese uso, y como
veníamos hablando el contrato de pastoreo típico no implica sólo tolerar ese uso, sino que
además es asistir, vigilar, cuidar, etc. al ganado. Es mucho más que tolerar el uso.
En cuarto lugar, se ha dicho que este contrato es un arrendamiento de servicios. Otra
parte de la doctrina nos dice que podemos subsumir al contrato de pastoreo típico en un
arrendamiento de servicios. Como sabemos, el arrendamiento de servicios se basa en
prestaciones de hacer; incluso la doctrina pone un ejemplo muy simbólico que dice tal como
uno paga un arrendamiento de servicio a un hotel, este sería el caso, pero en vez de ir una
persona, irían los animales. ¿Qué le podemos criticar a este postulado? Que no son solo
obligaciones de hacer, sino que también son obligaciones de dar (dar agua, alimentos).
En quinto lugar, se ha dicho que este contrato es un contrato mixto, mixto en el sentido
de que se suma un mutuo + un comodato. Este es uno de los postulados más eclécticos. ¿Qué
ocurre? Quienes han realizado este postulado han forzado diferentes formas jurídicas que
ya conocemos de nuestro Código Civil (o sea que es una visión civilista de nuestro pastoreo
típico) a fin de encontrar una regulación más conocida. Este postulado nos dice que el
pastoreo típico es un mutuo, es decir, un préstamo de consumo porque el bien mueble

321
consumible es el pasto, pero que se materializa por un comodato (o sea, el ganado en el
ejemplo que hacíamos con Martín, ingresa al predio de Martín a título de comodato). Como
vemos, es forzar mucho el concepto de comodato y mutuo. Son moldes del Derecho Civil
prestablecidos que lo que nos brinda es una seguridad en el sentido de que ya están
regulados y son figuras conocidas, pero es forzar demasiado los conceptos; esta es la crítica.
En sexto y último lugar, encontramos una postura que nos dice que analizando las
diferentes naturalezas, las diferentes posibilidades, no es posible subsumir nuestro
contrato de pastoreo típico en ningún otro tipo contractual ya conocido. Entonces, arriba a
la conclusión de que es un contrato autónomo. Por supuesto que no es innominado porque
tiene un nombre: ‘contrato de pastoreo’. ¿Qué quiere decir que es autónomo? Que es un
contrato diferente, distinto a todos los otros contratos que conocemos. Tiene un poquito de
contrato pastal, arrendamiento, compraventa de pasto; pero es diferente a todo lo que
conocemos. Esta es la postura a la que mayoritariamente ha llegado la doctrina. Por tanto,
según entiende esta postura, es un contrato autónomo nominado. Por tanto, al momento
de que nosotros estipulemos cuáles son las obligaciones de las partes vamos a dejar muy en
claro ese as obligacional porque en principio no será posible recurrir a otro tipo contractual
ya regulado. La autonomía de la voluntad es vital aquí al momento de suscribir el contrato.
Es un contrato autónomo, lo que quiere decir que no está regulado por ninguno, o mejor
dicho, tiene un poquito de cada uno. Entonces, yo podré ir al postulado de arrendamiento
de servicios, de compraventa de pasto, etc. esto va a ocurrir si yo al momento de realizar el
contrato con Martín no fui claro en las consecuencias y en las obligaciones; pero por
supuesto que no voy a ir sólo a la regulación del arrendamiento de cosas, sino que tomaré
un poco de todos en dicho caso.
Analizado si podemos o no subsumir nuestro contrato de pastoreo típico donde no hay
entrega de uso y goce, seguimos con el análisis de este contrato
Con respecto al plazo, en esa llamada que yo hice con Martín, ¿me interesa si es por un
año, dos años, tres años, cuatro años, un mes, una semana? No interesa. Cuando hablamos
de contrato de pastoreo típico, nunca hay entrega de uso y goce, por lo cual nunca va a
quedar inmerso en la legislación del Decreto-Ley N°14.384, siempre vamos a ir al
arrendamiento de cosas del Código Civil (arts. 1776 y siguientes), por ejemplo, pero nunca
al decreto porque nos falta un elemento de los 5 establecidos por el art. 2 (no hay cesión de
uso y goce del predio rural).
Lo mismo con respecto a la forma. La forma no está regulada. Por lo general es un
contrato que no se hace por escrito, pero por seguridad nosotros como profesionales del
Derecho debemos recomendarle al cliente que lo haga por escrito. Aunque al ser consensual,
se perfecciona por el acuerdo de voluntades, no es un requisito el hecho de que sea por
escrito.
De esta forma, y habiendo hablado de as obligacional, vamos a ver cuáles son las
principales obligaciones de las partes.
El dueño del predio, en este caso Martín (en el ejemplo), tiene como principal obligación
a cuidar y a alimentar el ganado, además de la obligación de restituirlo a ese ganado cuando
finalice el contrato. El Dr. Guerra nos habla de que es el obligado a la crianza y a la
producción; es el que se encarga de la producción.
Cuando hablamos de ‘alimentar’, esto no sólo incluye dar el alimento, dar el pasto, sino
que también se encuentra incluido en ese precepto dar por ejemplo sombra, abrigo, agua en

322
cantidad y calidad suficiente, etc. Es mucho más que sólo dar pasto. A su vez, ‘cuidar’, no es
solo vigilar al ganado, sino que por ejemplo, estar alerta de las cuestiones sanitarias, tener
cuidado con el tema de las garrapatas u otros animales que pudieran afectar al ganado, voy
a tener que tener una diligencia media de buen padre de familia en lo que refiere a las pestes,
también voy a tener que tener cuidado con los robos, etc. Y esto dependerá del ganado que
sea, por ejemplo no requiere el mismo alimento y cuidado un ovino que un vacuno, los
cuidados varían según el tipo de ganado.
Es una obligación de medios la que tiene el dueño del predio, no se obliga al resultado,
pero sí al medio. Y en ese as obligacional, encontramos obligaciones tanto de dar como de
hacer.

Por supuesto que tendrá la custodia material y técnica, será él el que desarrollará la
producción de ese ganado.
Si el robo del ganado se da por su responsabilidad, yo podré reclamarle a Martín ese
ganado, pero si hay un robo del ganado y Martín actuó como buen padre de familia no puedo
reclamarle nada.
El contrato es bilateral y conmutativo, por lo que tenemos obligaciones de las dos partes.
En el caso del dueño de los animales, este está obligado a pagar el precio que se haya
estipulado entre las partes (esta es la principal obligación), y entregar el ganado que me
obligué en la fecha y lugar convenido. Si yo me obligué a entregar 50 novillos de raza Jerefor,
no pueden ir 50 terneros Avernigarnus, yo debo cumplir con el ganado que me obligué; si
me obligué a llevar 50 hembras, no pueden ir 50 machos; si me obligué a llevar 50 vacas, no
pueden ir 50 ovejas.
Con el análisis tanto de las obligaciones del dueño del predio, como las obligaciones del
dueño de los animales, vemos cómo se forma ese as obligacional del contrato de pastoreo
típico.
Con esto llegamos a la responsabilidad por los daños causados de ese ganado en
pastoreo (arts. 1324 y 1328 del Código Civil). Podría ocurrir que yo le lleve los 50 novillos
a Martín, este les da comida, los cuida, pero un día por ejemplo se escapa uno de esos
animales produce un siniestro de tránsito, ¿y en este caso quién va a ser el responsable por
esos daños causados por los animales? Aquí tenemos que ir al análisis del Código Civil, a lo
referido a la guarda material, ¿quién tenía la guarda material en este caso, yo o Martín?
Martín, por tener la obligación de cuidar y alimentar a los animales. Es responsable Martín,
por tener la guarda material en ese momento.
Vamos al último punto de este contrato típico que refiere a la forma de desocupación
del predio. El art. 546 del CGP también hace referencia a estos diferentes tipos
contractuales que se llaman de igual forma, y nos dice en sede de desalojo: (…) “Cuando se
trate de pastoreo sin entrega de la tenencia de un predio (típico) se aplicarán las normas del
Código Rural relativas a animales invasores…”. Esto quiere decir que al momento de culminar
ese contrato por una u otra cuestión, yo voy a aplicar todo lo que analizamos y estudiamos
relativo a animales invasores. ¿Cómo martín se va a librar de tener que soportar mis 50
novillos? Aplicando todo lo que ya estudiamos referido a animales invasores.
Lo importante que tenemos que tener en claro es que cuando estamos en un contrato de
pastoreo típico (cuando no hay cesión del uso y goce del predio) vamos a utilizar todo lo
referido a animales invasores.

2. CONTRATO DE PASTOREO ATÍPICO:

323
También llamado impropio o convenio de pastoreo.

En este caso, es un negocio por el cual se entrega a otro el uso y goce de un predio rural
para destinarlo a pastoreo a cambio de un precio. A diferencia del típico, sí hay entrega del
uso y goce de un predio. A cambio de ello se estipula un precio.
Otro ejemplo pondremos: yo compro 100 ovejas, no tengo pasto suficiente en mi campo
y Victoria sí tiene pasto suficiente, lo veo porque es lindera, y le solicito si me entrega el uso
y goce de su predio a cambio de un precio. Acá lo que estoy pactando con Victoria es un
pastoreo atípico, Victoria me va a ceder el uso y goce de su predio rural en Canelones, y yo
voy a ingresar allí mis 100 ovejas, mis 100 lanares. Ahora bien, el uso, el destino de ese
campo de Victoria va a ser pura y exclusivamente para que mis 100 ovejas pasten.
Podríamos estipular si hay o no límites de ovejas, si pueden ser sólo ovejas u otros animales,
pero lo central es que Victoria me cede, me entrega el uso y goce de su predio en Canelones.
En este ejemplo es totalmente diferente al de Martín, porque en ese caso Martín no me cede
el uso y goce de su predio, pero en este caso Victoria sí me cede el uso y goce de su predio.
Por eso, la naturaleza jurídica es arrendaticia, sólo que el destino en ese concepto de
actividad agraria va a ser pastoreo de animales. Victoria cuando me cede el uso y goce de su
predio no es para que yo haga una cosa distinta al pastoreo.
En cuanto a las principales obligaciones de las partes, van a ser totalmente diferentes
a las del ejemplo de Martín.
La principal obligación del dueño del predio, en este caso Victoria, será entregar el uso y
goce del predio. En este caso, Victoria no va a estar obligada a cuidar y alimentar el ganado,
como sí lo estaba Martín en el contrato de pastoreo típico. Si por ejemplo, hice el contrato
con Victoria de 1 año de pastoreo, y ya a los 2 meses no quedaba más pasto en ese predio,
¿Victoria es responsable de que ya no quede alimento? No, porque no es ella la obligada ni
a cuidar, ni alimentar, ni dar agua en cantidad y calidad suficiente.
Por su parte, el dueño de los animales, el que tiene el uso y goce del predio (en este
ejemplo yo) tiene como principal obligación pagar el precio convenido (abonar la renta, por
ejemplo si pactaron X dinero por mes, o por año), y a su vez, cumplir con el destino (esto
quiere decir que yo no puedo por ejemplo, hacer una pradera, no puedo cultivar porque veo
que me falta forraje, no puedo llevar mis colmenas, etc. lo único que voy a poder hacer es
pastorear a mis animales).
Acá lo central es que Victoria me ceda el uso y goce de su predio. Nosotros podemos
estipular que es para el pastoreo máximo de 100 ovejas, de 100 vacas, de 50 caballos. El as
obligacional va a ser particular en cuanto a lo que las partes hayan pactado.
El elemento plazo es vital analizarlo, sigue siendo un elemento accidental pero es
importantísimo analizarlo porque si ese contrato que suscribimos con Victoria en donde
hay cesión de uso y goce, es por más de 1 año, voy a quedar inmerso en el Decreto-Ley
N°14.384 (voy a tener que estipularlo por escrito, voy a tener que inscribirlo en el Registro,
voy a tener que seguir lo referente al régimen de mejoras, etc. cumplir con todo lo
establecido por el decreto que ya estudiamos). Entonces, si ese contrato con Victoria ya
desde un principio es mayor a un año, directamente queda inmerso en el Decreto-Ley
N°14.384, y eso me da pie a analizar el plazo. Ahora bien, si el plazo es menor a un año, allí
sí voy a quedar regulada pura y exclusivamente por el Código Civil en arrendamiento de
cosas. El régimen de mejoras y el régimen en general es totalmente diferente en una y otra
legislación.

324
¿Por qué el legislador estipuló 1 año como plazo determinante para saber si el contrato
está inmerso en el régimen del Decreto-Ley o en el régimen del Código Civil? Porque el
legislador entendió que por política agraria si es menor a un año es por circunstancias
accidentales, pero si es mayor a un año ya no son circunstancias accidentales sino que es
porque Victoria por ejemplo se dedica a eso, a tener campo pronto para tenerlo en
arrendamiento. Así que es simplemente una política agraria y no merece mayores
comentarios.
Lo que sí es importante tener en claro es que si en un principio esa entrega de uso y goce
del predio es menor a un año, vamos a estar regulados por el arrendamiento de cosas del
Código Civil. En cambio, si desde el principio el plazo ya es mayor a un año, voy a aplicar el
Decreto-Ley N°14.384 in totum.
Ahora bien, por diferentes circunstancias, yo puedo transitar de un régimen a otro. Si yo
contraté con Victoria por 10 meses, llevo mis 100 lanares perfectamente, ella me entrega el
uso y goce del predio, yo cumplo el destino, todo fantástico, pero a los 10 meses me doy
cuenta que voy a precisar otros 10 meses más, entonces por circunstancias de hecho ese
contrato no va a regir sólo mis 10 primeros meses, sino que va a regir otros 10 meses más.
Entonces, si yo sumo 10 y 10, voy a tener 20 meses, y esto es más de un año. ¿Qué ocurre?
Vamos a estar en un ejemplo de transición e un régimen a oro, lo que empezó rigiéndose
por el Código Civil en arrendamiento de cosas, va a terminar rigiéndose por cesión de uso y
goce del Decreto-Ley N°14.384.
Cuando hablamos de circunstancias posteriores pueden ser casos de renovación,
prórroga, retención (que específicamente lo habla el art. 3 literal A del decreto).
Cuando hablamos de renovación va a ser un nuevo convenio que sustituye al anterior.
En cambio, cuando hablamos de prórroga no es un nuevo convenio, sino una ampliación del
contrato anterior en lo referido al plazo. Son cuestiones diferentes. Una cosa es renovación
y otra cosa es prórroga, cualquiera de los dos casos, si originariamente era menos y con la
renovación o prórroga se transforma en un plazo mayor a un año, se va a dar esa transición
del régimen de arrendamientos de cosas del Código Civil, al régimen del decreto.

Lo que nos regula específicamente el literal A del art. 3 del decreto es la retención, pero
ojo, no es una retención pura y simple, sino que es una omisión de oposición a la notificación
de que yo voy a retener el campo. Entonces, si yo por ejemplo veo que se va a culminar el
plazo del contrato con Victoria y me doy cuenta que necesito más tiempo el campo, nunca
hablamos de una prórroga o una renovación, entonces lo que hago es notificar a Victoria de
que voy a retener ese campo; como nos dice la legislación, “…previa notificación al
propietario por intermedio del Juzgado de Paz de su domicilio y sin que se formalice oposición
documentada de su parte, el tenedor del predio lo retenga por un plazo mayor a un año”. Esa
retención debe ser notificada, no puede ser solo de hecho; si yo me quedo así sin notificar,
Victoria me puede desalojar; para poder quedarme tengo que notificarla. Si bien el art. dice
‘propietario’, la doctrina entiende que refiere a aquella persona que te cedió el uso y goce,
sea propietaria, poseedora, usufructuaria o la calidad que tuviera la persona.
Tampoco regula la forma ni el tiempo, sólo nos dice a quién notificar y cuál es el Juzgado
competente (Juzgado de Paz, o sea que quedan por fuera las notificaciones por escribano).
¿A quién? Ya lo dijimos, no es sólo al propietario.
El tiempo no lo regula, pero por supuesto que va a tener que ser antes de que termine el
contrato. Si el contrato era a 10 meses originariamente, yo por el mes 8 o 9 voy a tener que
ir al juzgado a decir mi intención de retener y que se le notifique a Victoria. Por supuesto

325
que si Victoria no quiere, va a tener que oponerse, ‘podrá presentar un escrito. Entonces, si
esa retención me lleva a que de hecho me lleva a que pase el plazo de 1 año, el régimen que
aplicaré es el del decreto; es decir, si con esa retención pasa el año, le voy a aplicar el
Decreto-Ley N°14.384. Si por la renovación o la prórroga pasa el año, también aplicaré el
Decreto-Ley N°14.384.
En cuanto a la forma, el decreto estipula como formalidad la escritura de lo contrario la
consecuencia sería la nulidad absoluta de ese contrato, entonces la doctrina se pregunta,
¿esta renovación o esta prórroga debe ser por escrito? Porque si hago una renovación o una
prórroga ya voy a quedar inmerso si es más de un año en el decreto; hay diferentes
posiciones. Parte de la doctrina nos dice que no, porque si originariamente no lo exigía
entonces no lo tiene por qué exigir. Otra parte de la doctrina nos dice que no sólo la
renovación o la prórroga debe ser por escrito, sino también el contrato original. Por
supuesto ambas posiciones pueden recibir críticas. La que tiene más recibo es la que nos
dice que como el contrato originariamente no estaba inmerso en el decreto, no tiene por
qué estipularse por escrito, pero la renovación o la prórroga como ya sabemos que va a
quedar inmerso en el decreto, sí va a tener que ser por escrito.

En cuanto a la forma de desocupación (art. 546 del Código Civil): este artículo nos dice
que cuando hay entrega de uso y goce, el plazo de desalojo será de 30 días. Acá no vamos a
animales invasores como se hacía en el contrato de pastoreo típico, sino que vamos a un
proceso de desalojo, y el plazo será de 30 días.
En el primer ejemplo, Martín hará uso del régimen de animales invasores. En este
ejemplo, Victoria hará uso del art. 546 con el plazo de 30 días.
10/05/2021
Análisis lógico sistemático del art. 3: anteriormente veníamos analizando el literal A del
artículo 3 del DL 14.384, que refiere al pastoreo atípico. Estas circunstancias no tienen un
común denominador.
Ahora analizaremos el Literal B del art. 3: el legislador nos dice que por más que se den
los 5 elementos del ámbito de aplicación del art. 2, si estamos frente a esta circunstancia del
literal B que son los contratos accidentales por un año, igualmente no vamos a quedar
inmersos en nuestra legislación. El literal B dispone:
“Los contratos accidentales por una sola cosecha, entendiéndose como tales los que tienen
por objeto la realización de hasta dos cultivos estacionales en un mismo año agrícola y por los
que el trabajador paga el goce del bien con un porcentaje de la cosecha obtenida”.
Los 3 requisitos que estipula este mismo art. son:

1. El destino: cultivo de vegetales, y no cualquier tipo, sino aquellos que tienen un ciclo
anual, no por ejemplo el cultivo de árboles frutales.
2. Breve el tiempo, no es rígido en cuanto que debemos diferenciar en que es el año civil
y el año agrícola. Pueden ser hasta dos cultivos, uno de invierno y otro de verano. este
año puede ser 8 meses en lugar de 12, o hasta puede ser más de 12 meses, por eso el
concepto de año agrícola es distinto al civil.
3. Porcentaje de la cosecha como contraprestación. Esto es una verdadera exclusión
porque si no estuviéramos frente a esto deberíamos aplicarle toda la normativa.
“Empresario ambulante”.

326
Literal C del art. 3: “Los contratos por los que se concedan tierras al productor para
trabajos de mejoramiento de pasturas, siembras de leguminosas y otros cultivos similares
mejoradores del suelo, así como para la realización de semillero”.

Estamos en situaciones en las cuales no le vamos a aplicar el régimen estatutario. En el


literal C cuando hablamos de precio hablamos de los contratos ad meliorandium, referimos
a esto; ¿entonces es una verdadera exclusión o no? Sí, porque no cumple con uno de los 5
requisitos del art. 2 de la ley, entonces directamente no hay precio, así que no es relevante
este literal C, hay contraprestación, pero no es precio, entonces me falta.

Los contratos ad meliorandium se dan cuando no hay precio, pero hay una
contraprestación como el mejoramiento, el acondicionamiento, etc., la finalidad es que ese
mejoramiento, por ejemplo, quede para el propietario del predio; es oneroso el contrato,
pero no es un precio, es una contraprestación. No es una verdadera exclusión del
ámbito de aplicación porque si no tuviéramos este literal C igualmente quedaría excluido
porque no cumple por lo menos con un requisito del ámbito de aplicación del art. 2 (el
precio), por ejemplo, los semilleros, las praderas.
Literal D: “Los contratos de capitalización de ganado, por los que el propietario del
inmueble lo recibe de terceros, para repartir entre sí las utilidades emergentes”. Habíamos
dicho que la capitalización vamos a analizar a ver si su naturaleza jurídica y por ende su
régimen jurídico es una aparcería, y luego estaremos en condiciones de determinar si es una
verdadera exclusión o no. Así que luego vamos a terminar de zanjar si es una verdadera
exclusión o no.
Literal E: “Los contratos de explotación rural celebrados en forma de sociedad civil en la
que el propietario aporta el uso y goce de su tierra”. Cuando yo aporto no hay una
contraprestación por ese uso y goce. Este literal E también va a ser comentado en lo que
refiere a la naturaleza jurídica de la aparcería. Debemos saber que cuando se aporta a una
sociedad civil el uso y goce de un predio nunca quedará inmerso a nuestra regulación, y a
ello apunta este literal E.
Literal F: “Los contratos de forestación en terrenos forestales (artículo 5º de la Ley Nº
15.939, de 28 de diciembre de 1987), en que el propietario concede el uso y goce de la tierra.”
Habla de contratos forestales que tienen por objeto la forestación. Por supuesto que la
circunstancia es de política legislativa de que decidió excluir a estos tipos contractuales. Los
elementos es que el objeto obviamente debe ser la forestación y se debe ceder el uso y goce.

Apuntes de sol del literal F: la circunstancia es de política legislativa, sobre los tipos
contractuales. El objeto debe ser la forestación y se debe ceder el uso y goce. Se relaciona
con el art 68 creo, hablo del instituto de colonización, acá no nos regimos por la 14.384 sino
la 11.029 es exclusión institucional.
Son situaciones que por más que se den o no los elementos del art. 2 como existe el art.
3 van a estar excluidos o exceptuados de la legislación especial.
La última exclusión que refiere a institucional es el del art. 68: “No se consideran
comprendidos en las disposiciones de la presente ley los contratos otorgados por el Instituto
Nacional de Colonización como arrendador o subarrendador”. Ya no estamos más en el art. 3.
En el caso del art. 68, no se aplicará la ley que estamos viendo, sino que va a regir por la
11.029. Es una exclusión institucional.

327
El art. 3 son situaciones que por más que se den en algunos casos y en algunos no, los 5
elementos de aplicación material del art. 2, como existe este art. 3 van a estar exceptuados
de la legislación especial.

Nos queda el literal D que es capitalización. Si hay simulación vamos por el viejo art. 10.
Las acciones judiciales van por el 556 que ya lo hemos desarrollado oportunamente.

CONTRATOS ASOCIATIVOS AGRARIOS:


¿Qué son estos contratos? El fenómeno asociativo en la agricultura incluye entre sus
negocios, los denominados contratos asociativos agrarios. Se trata de un grupo de figuras,
(el grado más primario) tanto típicas como atípicas del elenco de negocios con comunidad
de fin.
Los ases obligacionales son convergentes. Aquellos de naturaleza conmutativa son
diferentes a las de asociativa, este último tiene obligaciones convergentes ósea que no
chocan, sino que van a la misma finalidad (por ejemplo, el reparto de frutos o su
equivalente).

La más representativa y típica (que tiene una regulación legal) es la aparcería. Este
concepto ya nos debe sonar porque dijimos que el DL 14.384, por ejemplo, regulaba
contratos de arrendamiento y de aparcería predial o mixta, por eso el concepto nos suena.
¿Cuál es la diferencia entre arrendamiento y aparcería? El concepto de arrendamiento ya
lo hemos trabajado a lo largo de las clases, y el concepto de aparcería lo zanjamos en el día
de hoy. Para esto regresamos al código rural. Debemos ir al art. 143 y siguientes, que son
los artículos que nos regula la aparcería.
Es más, el art. 143 hace una definición de la misma y se basa en las prestaciones de las
partes, prescindiendo de su naturaleza jurídica. Lo que hace el legislador es definir
específicamente en qué refiere la misma sin importar su naturaleza, que ya la discutiremos
más adelante.
Artículo 143 CR: “la aparcería es un contrato en el que una de las partes se obliga a
entregar uno o más animales, un predio rural o ambas cosas, y la otra parte a cuidar de esos
animales, cultivar o cuidar ese predio, con el objeto de repartirse los frutos o el importe
correspondiente”.
Hay una comunidad de fin, en las cuales las obligaciones son convergentes en el sentido
de que las dos partes se benefician de esos frutos, o de su importe. O sea que podemos llegar
a que el objeto sea repartirse maíz, o el importe de ese porcentaje que le corresponda a una
u otra parte. El art. diferencia 3 tipos de aparecería:
1. La ganadera o pecuaria: En la ganadera el objeto que se entrega es animales, y aquí
ya no solo tenemos la definición de estricta de ganado mayor o menor, sino que
vamos a tener una definición de animales de forma amplia.
2. La predial o agrícola: La segunda modalidad la de predial o agrícola, el objeto de
entrega es un predio, ósea que una parte va a entregar un predio para que la otra
parte lo trabaje y lo cultive
3. La mixta: Y, por último, la mixta tiene por objeto de entrega es el predio + animales
para que otro sujeto lo trabaje.

328
Tenemos una definición muy importante de Messineo en cuanto a qué entendemos por
aparcería, la cual vamos a no solo leer sino a interpretar: el contrato de aparcería “es un
contrato de colaboración y de tipo asociativo en el cual “las dos partes, aparcero dador y
aparcero colaboran en la empresa agraria, aportando, respectivamente, el capital y el
trabajo”. “el carácter asociativo se concreta especialmente en la participación de los
productos, y en los riesgos, además de la aportación de bienes o de actividades, y en el ejercicio
de la actividad económica necesaria para conseguir la finalidad común, o sea una relación de
colaboración o de co – interés en el resultado de la colaboración”.
¿Qué podemos interpretar de esta definición doctrinaria? Deja de manifiesto cómo son
estas obligaciones convergentes, y a su vez cómo las dos partes (tomador y dador) se
benefician. Habla del interés de las dos partes.
Lo que sí no nos dice el art. 143 ni tampoco Messineo es la naturaleza jurídica, el artículo
143 no estipula cuáles son las principales prestaciones de las partes, ni cuál es la naturaleza
jurídica. A nivel doctrinario han surgido varias opiniones en cuanto a cuál es la naturaleza
jurídica. Una postura sostiene que es una sociedad civil, afirmado que “viene a darse una
especie de compañía o sociedad, pues el uno pone la cosa y el otro la industria con objeto de
tener una ganancia común”. Pero también hay postulados que entienden que es un
arrendamiento, de cosa (se otorga uso y goce de cosas) o de obra (cultivar y/o cuidar). E
incluso hay algunos que dicen que es un contrato de trabajo, el soporte de una relación
laboral. Pero hay algunos que dicen que es autónomo (el grado más primario).
El art. 156 Código Rural es el fundamento jurídico de este postulado que dice que es una
sociedad, en el sentido de que nos remite de forma supletoria a lo regulado en sociedad civil
del código civil. El mismo dispone: “A falta de estipulaciones especiales y no habiendo
disposiciones expresas en este capítulo, se aplicarán a la aparcería las reglas establecidas por
el Código Civil para el contrato de sociedad”.
Este primer postulado nos dice que la naturaleza jurídica de la aparcería es una sociedad
entre el propietario del ganado o del predio, y de quien va a trabajar ese cultivo o a cuidar
ese ganado. ¿Cuál es la crítica o comentario que podemos hacer? Que el propio art. 3 literal
E deja por fuera los aportes en las sociedades. A su vez, cuando hablamos de sociedades ya
sabemos (y también lo hemos analizado antes), que el contrato es plurilateral y aquí no
estamos frente a un contrato plurilateral, sino que estamos en un contrato bilateral. Otro
comentario que debemos hacer es que, si bien hay un beneficio de ambos, no hay un fondo
común. Así que, si bien el 156 del Código Rural fundamenta este postulado, lo podemos
criticar y cuestionar por el art. 3 literal E.
El segundo postulado nos dice que la aparcería es un arrendamiento porque según se
entienda una u otra prestación, si nos paramos del lado del propietario o de quien va a
trabajar, puede ser arrendamiento de cosas o de obra. Se dice que es un arrendamiento de
cosas porque se entrega el uso y goce de determinados bienes, puede ser de predios o de
ganado. Y aquellos que ponen su óptica en el sujeto de quien trabaja nos va a decir que es
un arrendamiento de obra porque está obligado a un hacer, no a un dar. Entonces es una
actividad humana que es cultivar o cuidar los animales. La crítica que le podemos hacer es
que no son conocimientos estancos o parciarios, sino que las ópticas se conforman con las
dos partes, no es que estemos o frente a un arrendamiento de cosas o de obra, sino que se
dan de forma conjunta.
El tercer postulado nos dice que sería un contrato de trabajo. En este caso se toma en
cuenta la actividad humana de una de las partes. Este sí es muy sencillo de criticar porque

329
podemos decirle que no hay una relación de dependencia o subordinación, tanto
dependencia jurídica, económica o técnica no existe, y tampoco es que se le asegure a este
tomador un sueldo, un salario vacacional, un aguinaldo, etc. Demás está decir que se puede
simular, y acá la jurisprudencia es firme en decir que podría haber una simulación de
aparcería y que debajo de ello esté en verdad una relación de dependencia, pero esto no es
lo que estamos estudiando.
Los 3 tienen críticas, pero tiene postulados importantes.

El cuarto postulado nos dice que es un contrato autónomo. Esto quiere decir que a veces
se acerca al arrendamiento, a veces se acerca más a la sociedad. Pero como nos dice siempre
Puppo, y en esto debemos basar nuestros esfuerzos, es que no es tan brusco el cambio de
un contrato de cambio a un contrato de sociedad. No es tan brusco el cambio entre uno u
otro tipo contractual, y por eso la naturaleza es autónoma. La doctrina mayoritaria nos
enseña que el contrato es autónomo. Pero no podemos olvidarnos del art. 156 que la propia
norma en caso de recurrir, va a ir al código civil, pero siempre y cuando no esté en contra
del espíritu o la forma que lo regula la aparcería.
¿Cuáles son las características de este contrato que se encuentra en los artículos 143 y
siguientes? Es un contrato bilateral porque hay obligaciones para las dos partes. Es
oneroso porque hay utilidad de ambos. En principio, es consensual; OJO, en principio. Y es
un contrato de colaboración en ese género intermedio.
Respecto del régimen jurídico, existen tres tipos de aparcerías:

• Aparcerías Pecuarias- Código Rural Art. 143 y sigs.


• Aparcerías Prediales y Mixtas- Además D. Ley 14.384 y Ley No. 16.223. En
subsidio Régimen Sociedad Civil (art. 156 C.C. pero respetando siempre el
sentido y alcance de las diferencias de los contratos asociativos agrarios con la
sociedad)
 Aparcerías hechas al amparo de la ley de Colonización (inc.2 art. 136 Ley No.
11029) de naturaleza estatutaria se rige por dicho estatuto especial.
Cuando nosotros analizamos el régimen jurídico vamos a tener que diferenciar, y por ello
el art. 143 es claro en estipular cuáles son los tipos de aparcería, debemos diferenciar si
estamos frente a una aparcería pecuaria, predial o mixta. ¿Por qué?

Porque la pecuaria, en donde entregaba animales, en ese caso voy a estar regulado por
el 143 y siguientes. Pero cuando entrego un predio o un predio + animales, además de
basarme en el 143 y siguientes, debo ir a la ley 14.284, porque estoy cediendo el uso y goce
de un predio rural, y por ende se dan los 5 elementos del art. 2. Son los casos paradigmáticos,
pero no los únicos porque siempre que se den los 5 elementos del art. 2 va a quedar inmerso
en esa ley.
En subsidio, el régimen es del Código civil pero siempre respetando el alcance y las
diferencias del contrato agrario con la sociedad civil.
Si yo hago una aparcería pecuaria con Romina, ella me va a hacer entrega del uso y goce
de su ganado para que yo lo engorde, ¿en este caso el contrato debe ser escrito? ¿es un
requisito de nuestro art. 143 y siguientes? Como no vamos a aplicar nunca el art. 2 de la
14.834, no rige, porque no es predial o mixto, sino pecuario. No es un requisito legal tener
que hacerlo por escrito, pero sí lo podré hacer como una manera de brindar seguridad
jurídica a las partes.

330
En función de la definición de Messineo y de lo que venimos hablando, podemos afirmar
que en ese contrato que se característica por ser bilateral, y que las partes de ese contrato
son el “dador o capitalista”, que es aquel que entrega los bienes que pueden recaer en
animales, o en un predio rural o ambas cosas, y está el “tomador o aparcero” que es quien
los recibe y el que lleva a cabo la explotación.
Este contrato es intuito personae. En ese contrato, siguiendo el ejemplo mencionado de
crianza de ganado que hacía con Romina, a Romina le importan las características, los
conocimientos de mí en cuanto al ganado, y si yo muero a ella no le importa que sigan mis
hijos con el engorde del ganado porque soy yo quien tenía conocimiento al respecto.
Entonces, si fallezco yo, tomador, el contrato se extingue. Pero esto no sucede si muere
romina, el dador porque este solo pone el capital, no es el que lleva a cabo la explotación.
Principales obligaciones: importantísimo acá cómo se despliega ese as obligacional.
Obligaciones del dador o capitalista:
La principal obligación de este es la entrega de los bienes, podrá ser ganado, predio o
ambos. En esta obligación se concede el uso y goce de los bienes con el objetivo de que el
tomador desarrolle la actividad productiva. ¿Quién va a desarrollar la actividad productiva?
EL TOMADOR O APARCERO. Acá vemos una diferencia importantísima que en una sociedad
se supone una gestión colectiva, y acá no hay una gestión colectiva, acá quien va a llevar a
cabo la actividad agraria va a ser el tomador.
Conjuntamente con esta obligación de entregar los bienes, tiene la obligación de
garantizar el uso y goce de los bienes. Se debe abstener de perturbar ese uso y goce por
parte del tomador. Por ejemplo, si se muere un animal y no es culpa de nadie, va a tener que
sustituirlo. No se puede entrometer en cómo el tomador lleva a cabo la gestión productiva.
Va de la mano con que cada uno soporta sus pérdidas; según dispone el art. 148 del
Código Rural: “El aparcero propietario sufrirá los perjuicios provenientes de la pérdida o
muerte de los animales que formen el capital, cuando el hecho se produzca sin culpa del
aparcero cuidador. Si las pérdidas llegaren al treinta y tres por ciento del capital, cualquiera
de las partes podrá pedir la rescisión del contrato dentro de los sesenta días después de
comprobada por ambas partes la existencia del hecho”.
Según este artículo, si fallece más del 33% de ganado, en ese caso cualquiera de las dos
partes va a tener derecho de receso del contrato. No sólo el capitalista que va a perder más
del 33% de su capital, de su ganado, sino también para el tomador que por ahí en ese caso
ya no le sirve el negocio. Tengamos en cuenta que cuando hablamos del 33% no tiene por
qué haber culpa de nadie, pudo haber venido granizo y matar todos los lanares y ya no
funciona el contrato como querían las partes entonces se da el derecho de receso. Si no es
por culpa, quien soportará las perdidas es el propietario, el dador o capitalista.
Obligaciones del tomador o aparcero:
La primera de las obligaciones es la gestión de los bienes, ya sea de un predio o de los
animales. Aquí ya tenemos un viejo concepto que refiere al diligenciamiento como buen
padre de familia. Quien debe llevar a cabo esta gestión es el aparcero, y no otro, si el contrato
es entre Romina y yo, y ella me cede el uso y goce de sus animales, soy yo la que tengo que
realizar o llevar a cabo la gestión de los bienes, la decisión técnica la voy a tener que tomar
yo.

331
Cuando hablamos de gestión de los bienes, debemos hacer alusión al art. 153, que
dispone: “Los gastos para el cuidado y la cría de los animales o explotación de los mismos o
del predio, serán por cuenta del aparcero cuidador o encargado del cultivo”.

En función de este artículo vemos que los gastos son del tomador, pero esto no quiere
decir que yo no puedo contratar a alguien para que fumigue, por ejemplo, sino que
solamente yo me tengo que encargar de las decisiones técnicas de la gestión de los bienes;
no tengo yo que esquilar a 3 mil ovejas, con tener la decisión técnica de cuándo esquilarla,
etc. ya basta para cumplir con la obligación, o sea que en ese caso podré contratar a gente
para que las esquile. Es decir que en el caso entre Romina y yo, como yo soy la tomadora, yo
voy a tener que llevar a cabo los gastos de cultivo, de fumigación, etc. y también la dirección
técnica (pero puedo contratar gente para que lo haga por mí).
Esta es la principal obligación, pero a raíz de ello surgen otras como la obligación de
informar y rendir cuentas. Voy a tener que comentarle mediante medios fehacientes cuáles
son las principales vicisitudes. Este no está en el art. 143, como sí está en Argentina, pero
deriva de la buena fe.
Finalizado el contrato se debe materializar ese fin común que es entregar el fruto que se
pactó. Puede ser fruto o su equivalencia en dinero.
Recordemos 2 comentarios en referencia a que, cuando existía aparcería, había una
copropiedad simple de esos bienes que nacían a la vida jurídica, en ese análisis del precio
mixto que veíamos, que nos daba a entender que estos frutos eran en copropiedad simple.

¿Qué otra obligación tiene el tomador? Tiene la obligación de restituir los bienes que le
cedieron el uso y goce. Siempre vamos a respetar los ciclos productivos. Algo que debemos
tener presente es que carecen de patrimonio de afectación. Esto quiere decir que, tanto en
la fase externa como interna, son dos personas distintas; siempre se actúa a nombre propio
y las deudas son de cada una de las partes, no hay un patrimonio de afectación. No hay un
patrimonio común, no hay personalidad jurídica, etc.
Objeto del reparto:

→ Reparte de los frutos o su importe (art. 143 C.R).


→ El objeto del reparte recae sobre la renta bruta y no sobre las utilidades que puedan
repartirse.
→ Hay en esta modalidad una falta de igualdad de situación y de poder entre los socios
(inaceptable en la figura de la sociedad).
→ Las partes son libres de fijar la manera y el quantum del reparto.

No es un detalle menor que el objeto de reparto es la renta bruta; no se reparten los


gastos, ya que cada una de las partes tiene sus propios gastos. El tomador, por ejemplo, va a
tener que llevar a cabo los gastos de la crianza o cultivo, y eso no se deduce del fruto total,
si fuera así sí tendríamos utilidades y en ese caso nos acercaríamos al concepto de sociedad,
pero no es así.
Este objeto del reparto ya se encuentra comprendido en la definición que nos brinda el
artículo 143 del Código Rural, pero debemos ahondar en cuáles son, y se encuentran
estipulados concretamente en el artículo 146 del Código Rural: “Constituyen objeto de
reparto las crías de los animales y los productos de éstos, como huevos, leche, miel, lana, crines,
pieles, carnes y toda clase de frutos que se obtengan del cultivo de la tierra, de la explotación
de los bosques frutales o maderables o el importe correspondiente”.

332
Este último ahonda mucho más al objeto de reparto de este contrato. Este artículo 146,
¿es taxativo o descriptivo? Es descriptivo. Pueden ser las crías, miel, etc. Como ya lo
habíamos comentado, recae sobre renta bruta y no sobre utilidad, o sea que no puedo
deducir gastos.
Además, las partes son libres de fijar la manera y el quantum de reparto. Esto quiere
decir que por lo general hablamos de porcentaje, 30 – 70, 60 – 40, 20 – 80, etc. Y cuando
hablamos de precio como elemento necesario, dijimos que si no había precio entonces el
contrato era nulo y por tanto inexistente, sin embargo, la excepción era la aparcería, porque
si no se pacta precio se va tomar un 50 – 50 entre las partes.

En otras palabras, si las partes se olvidaron de regular el precio, se entiende que luego
cundo se generen las ganancias estas se dividirán 50 y 50 en cuanto a los frutos de esa
aparcería. Por lo general se pacta en porcentajes, pero podría ocurrir, por ejemplo, en una
producción de ovino que para el aparcero tomador sean las crías su ganancia, y para el
dador la lana. Las partes tienen libertad y autonomía para pactar esto.
¿Cómo culmina el contrato de aparcería? Formas de extinción:
1. Fallecimiento del tomador, por ese carácter intuito personae del art. 152 del Código
Rural, que dispone: “La aparcería no pasa a los herederos del aparcero cuidador de
los animales o cultivador del predio, excepto cuando éste dejare adelantados los
trabajos de cultivo, caso en el que durará el tiempo necesario para cosechar lo que
hubiere sembrado”. Si fallece el tomador se extingue el contrato.

2. Por ejercicio del derecho de receso por pérdida de más de un 33 % de los bienes que
integran el capital. Esta forma de extinción es la que mencionamos cuando dimos
lectura al art. 148: si se produce la pérdida de más de un 33% de los bienes que
integran el capital (por ejemplo, doy 100 ovejas y viene una jauría de perros salvajes
y mata a 40 de mis 100 lanares). En este caso cualquiera de las dos partes va a poder
hacer uso del derecho de recisión.
3. La otra forma y es la más normal es por el vencimiento del plazo pactado. Por
supuesto que rige la autonomía de la voluntad en cuanto a plazo. La excepción sería
la aparcería predial con destino explotación lechera o de tambo, esta última tiene
como mínimo 4 años de plazo.
Sin embargo, debemos tener en cuenta el art. 155, el cual dispone: “Toda acción
proveniente de un contrato de aparcería se prescribe al año de producido el hecho que le dió
origen”. En los casos de discusiones no solo a daño, mejora, cuando se reparten los frutos
etc. la prescripción es especial porque se basa en una relación de confianza, y en este caso
va a ser un año. El art. 155 dispone un régimen particular en cuanto a la prescripción.
Siempre desde que ocurrió el hecho es ese plazo de un año.
¿Por qué analizamos en un primer momento aparcería? Porque estábamos viendo
contratos asociativos típicos, esto quiere decir aquellos que tienen nombre y regulación, y
el ejemplo más claro es la aparcería.

Pero como es muy rica la propia práctica también vamos a tener casos de contratos
asociativos ATÍPICOS. Y acá nuestra catedra ha pensado dos ejemplos en los cuales hay un
negocio asociativo que no encuadra en los 3 tipos de aparcería. Los 3 tipos de aparcería eran
la predial, la pecuaria, y la mixta.

333
Ejemplo 1: Productor conviene que se cultive parte de su establecimiento, pero no
entrega el predio, sino otros bienes distintos como insumos agropecuarios (semillas,
fertilizantes, herbicidas, pesticidas), y el agricultor cultiva el predio, cosecha, reparte la
cosecha en la cuota convenida, con gastos a cargo de cada parte.
Vemos que acá vamos a tener que ver el as obligacional que se desprende, y se podrá
aplicar lo referido a sociedad civil o lo referido a aparcería, pero no encuadra en una
aparcería predial ya que no se hace entrega del uso y goce de un predio sino de otros bienes
de insumo agropecuario, que son obviamente de mucha importancia y de mucho costo.

Ejemplo 2: Caso del apicultor que conviene con el productor colocar los paneles en las
praderas del productor y se reparten el fruto obtenido (miel) que puedo o no se convenido,
la base asociativa no consiste en un reparto, sino que se concreta a partir del beneficio solo
para el productor como es la polinización del campo y la producción de miel para el otro.
Vemos que si entendemos el concepto de ganado muy amplio, ganado como animales,
podemos entender que estas abejas son ganado; pero si lo entendemos de forma estricta no
son ganado. Lo mismo es que si no se reparte el fruto, la miel, sino que me sirve que me
polinicen la pradera. Hay un as obligacional, hay un mismo interés: él va a tener el interés
de producir la miel y yo el interés de que me polinicen mi campo o pradera (es una cuestión
recíproca).
Los ejemplos son miles, acá solo pusimos 2 y con esto queremos dar a la vista de que los
ejemplos de contratos asociativos pueden ser típicos o atípicos.

 Capitalización de ganado:
Anteriormente dijimos que íbamos a analizar la capitalización de ganado, para entender
si se encuentra dentro de las excepciones o no al artículo 2 de la ley 14.384. Para entender
y tener un concepto cabal de qué es la capitalización, primero debíamos saber qué eran los
contratos de aparcería, y ya nos quedaba visto los contratos de asociativo.
El contrato de capitalización es un contrato asociativo con denominación legal, le
llamamos “capitalización” como dice el literal D del art. 3, pero no tiene regulación, sino que
es una figura que ha surgido a la intemperie de la legislación y es parte de la práctica.
Recordemos que el mencionado artículo dispone: “No se considerarán comprendidos en esta
ley: (…) Los contratos de capitalización de ganado, por los que el propietario del inmueble
lo recibe de terceros, para repartir entre sí las utilidades emergentes”.
Pérez Llana lo define como “contrato por el cuál una de las partes propietaria o
arrendataria de un predio, recibe de la otra parte una determinada cantidad de ganado con
el objeto de engordarlo y repartir luego el mayor valor que la hacienda adquiera”.
Guerra lo define como “es un negocio que tiene por finalidad repartirse el mayor valor de
un ganado entre su dueño y el que se encarga de su crianza”.

¿Por qué dimos aparcería antes? ¿y qué nos tiene que ya sonar? Podríamos subsumirlo
en un tipo de contrato de aparcería, y más concretamente dentro de la aparcería ganadera
o pecuaria. Queda bien vislumbrado que tenemos dos sujetos, dador y tomador, y uno tiene
como principal obligación hacer entrega del ganado, y el tomador llevar a cabo esa gestión
productiva que veíamos antes.
Cuando hablamos de capitalización surgen 3 modalidades:

334
1. De crías (frutos, art 143).
2. De kilos (importe de los frutos, art 143).
3. De mayor valor (¿aparcería a sociedad civil?).

¿En qué me voy a fijar? En cuál es el objeto de reparto. Si reparto crías va a ser la primera
modalidad, si reparto kilos será de kilos, si reparto mayor valor será capitalización de mayor
valor.

¿Cómo se lleva a cabo materialmente el reparto de crías? Una parte va a estar obligada
a entregar animales que pueden o no estar servidos, y luego vamos a repartirnos la cría.
Comienza haciéndose la entrega del ganado para luego repartirnos las crías, pueden ser los
machos para uno, las hembras para otro o 50 y 50, esto se pacta por las partes. Se
fundamenta en el artículo 143 del Código Rural.
¿Cómo se lleva a cabo materialmente el reparto de kilos? Materialmente nos ponemos
de acuerdo en una balanza, y nos repartimos el aumento de kilos. Por ejemplo, entra un
lanar pongámosle de 30 kilos, y sale uno de 50, esos 20 kilos nos vamos a repartir. No es
posible la división material, no puedo quitarle 20 kilos de carne por lo que generalmente se
venderá y repartiremos lo equivalente a 20 kilos, es decir, se reparte el importe de los frutos,
la ganancia.
¿Y el reparto de mayor valor? Ya no nos repartimos las crías, ni los kilos, sino el mayor
valor. Refiere a que cuando ingresan esos animales se van a tasar y luego se tasarán cuando
finalicen el contrato. Ingresan por ejemplo valiendo 300 dólares, y al transcurso de 2 años,
pueden valer 500. Pero también puede pasar que cuando termine le contrato valga 250 en
lugar de 300, entonces por más de que hayan engordado, esa diferencia de mayor valor
puede ser mayor o menor.
¿Estamos frente a una aparcería?
Cuando hablamos si estamos frente a una aparcería o no, lo que nos preguntamos es qué
reparten. Porque le concepto de aparcería del 143 era la entrega de un bien, predio o ganado
(o los dos en el caso de aparcería mixta), para luego repartirse sus frutos.
En lo que refiere a cría no hay dudas de que refiere a una aparcería pecuaria. En lo que
refiere a kilos podría discutirse si es o no fruto, pero se entiende mayoritariamente que
podría subsumirse dentro de una aparcería precaria.
Se nos presenta la duda en cuanto a la de mayor valor, ya que podríamos estar o en una
aparcería o en una sociedad civil, y aquí es donde guarda vital importancia esos indicios o
referencias que ya lo hemos analizado en diferentes oportunidades; si nosotros vemos como
aportes el trabajo y otro aporte los bienes, por supuesto que todo nos va a ir llevando a esa
ganancia común, y eso nos va a ir haciendo pensar en una sociedad civil.

A su vez si en esa capitalización del mayor valor, lo que se reparte no es renta bruta sino
que descontamos los gastos, allí ya no estamos repartiendo renta bruta que es lo que nos
solicita la aparcería, sino que estamos repartiendo utilidades, lo que también nos lleva a
decir que es una sociedad civil (si se pacta que las muertes se soportan en partes iguales
también nos alejamos de aparcería y nos acercamos a sociedad civil).
O sea que esta discusión va a quedar planteada, en cada caso concreto deberemos ver
si se trata de aparcería o sociedad civil, va a depender de lo que se pacte por las partes.
TALLER:

335
Analizamos un contrato (que está en Eva) y analizamos el régimen jurídico por el cual se
regula. Diremos cuáles son las partes, luego que tipo de contrato es y cómo debemos
ejecutarlo en caso de incumplimiento. Es decir: ver cuáles son las partes, cuáles son sus
obligaciones y cuál es el régimen jurídico aplicable al mismo.
Se trata de un contrato cuyas partes son

A) una empresa extranjera radicada en Uruguay (que solicita contrato de


pastoreo) y
B) una empresa que realiza frio Free on Board (FOB).
El contrato que analizamos tiene por nomen iuris “pastoreo”, pero esto no condiciona a
que el contrato sea efectivamente de pastoreo. Para determinar esto debemos analizar las
obligaciones de las partes.
Comentarios de las cláusulas del contrato:

Primera: De los elementos contractuales del ámbito civil, esta cláusula refiera al objeto
del contrato. Nos dice que el objeto son 5000 toros de determinado peso y razas. Concluimos
que el objeto está claramente determinado.
Segunda: Esta cláusula refiere al precio. ¿Los contratos pueden pactarse en dólares
americanos o deben ser en pesos uruguayos? Pueden pactarse en dólares, pero en este caso
si aplica el D.L 14.384 no habrá reajustes ni interés legal
Tercera: Solo fue leída.
Cuarta: ¿Quién tiene la obligación de pagar el precio? El comprador (parte A).
Quina: En un primer momento nos habla del comprador, de cómo tiene que hacer el
pago. Después nos habla del vendedor (parte B), de las exigencias sanitarias que debe
cumplir. Esta cláusula habla de recopilar, que hace referencia al alojamiento del ganado
previo a su cuarentena en otro predio. En este caso será una granja en Flores. El concepto
de granja no está siendo utilizado jurídicamente: por granja se hace referencia a predio.
Sexta: Sólo fue leída.

Séptima: Destacamos que en esta cláusula se estipula la aceptación de la comunicación


por correo electrónico.
Octava: Destacamos que en esta clausula se estipula una garantía.
Régimen jurídico aplicable a este contrato:
¿El contrato es subsumible al ámbito del D.L 14.384? Para esto deben cumplirse con 5
elementos:

1-Relación jurídica contractual: Se cumple. Según la definición del 1247 del C.C, acá hay
un contrato. Una parte se obliga a recopilar ganado y la otra a pagarle un precio.
2- Precio: Se cumple. El precio debe ser en dinero o en frutos naturales, el precio es la
contraprestación en un contrato oneroso. Si no hay precio en un contrato oneroso la
patología del mismo es la nulidad, la única excepción se da en los contratos de aparecería.
3- Ubicación: Este contrato se desarrolla (ejecuta) en una granja en el departamento de
Flores y se suscribe (celebra) en Montevideo. ¿Cuál es el juzgado competente para entender
en asuntos vinculados a este contrato?

336
Vale aclarar que cuando se habla del puerto de Montevideo en la cláusula dos, no tiene
nada que ver con la ubicación, sino que se hace referencia a un tipo de precio: se habla de la
medida de valor de una balanza determinada.

Se debate si es un contrato de ejecución continuada o no. Para algunos compañeros sí, y


para otros no porque el objeto es la entrega de los animales: que es un acto solo.

4- Destino: En la primera clausula se habla de 5000 toros para engorde. Para una
compañera el vendedor tiene la obligación de engorde. Para otros no el vendedor no tiene
la obligación de engorde, pues podría comprar al ganado ya en el peso determinado en el
contrato, o comprarlo más flaco, porque el engorde es el destino, es una actividad futura que
compete al comprador. Esta segunda posición fue la ampliamente mayoritaria y la
compartida por los profesores.
Si el contrato no dijera “para engorde”, no cambiarían ni las obligaciones ni el objeto del
contrato. Por eso es que el engorde del ganado lo entendemos como el destino del contrato.
El contrato dice que los novillos deben pesar entre 250-270 kg y que si no pesan eso
serán rechazados. Alguien hace un adelanto de dinero, que luego compensa de acuerdo al
peso efectivo de los novillos. Hace un cálculo promedio.
Segunda parte:
Paula: un animal que pesa 270 kg, vos tenes 5000 toros que tenes pensado transportarlo
vas a la última balanza y te pesan 5 kilos de diferencia. Si todos pesan 275 kg son rechazados,
vuelven para atrás. Si pesan 270 kilos y yo hice un delante de 250 -260, pago más, si adelanté
270 y pesaron 260 al promedio, devuelvo. Se hace un promedio de 250-260, pero el cálculo
final puede ser más dinero o menos si es lo que se va a devolver o va a faltar.
Profesora: ¿hay que engordar este ganado o no?
Acá surge una discusión si se tiene que engordar o no (como hay error de conceptos no
pongo tal cual para no entreverar).
En este caso, ¿hay actividad agraria?
Aporte de compañera dice que no, porque se habla de “para engorde” como una actividad
extra, pero no como la finalidad del contrato, es una compraventa de ganado. No hay
actividad agraria, no hay intervención en el ciclo biológico.
Puppo: se trae un nuevo elemento, no hay nada de agrario, solo hay una compraventa de
ganado con determinadas características. Hay una postura que lo de la cuarentena es una
obligación que tiene el vendedor de preparar el animal.

Luis: Hay dos cuestiones importantes en cuanto a destino y si hay concesión de uso y
goce. ¿Cuál es el vínculo si lo hubiera de la parte A con ese predio de Flores donde se hará la
cuarentena del ganado? Es parte o no es parte. Es entre B y otro sujeto, pero no entre A
(comprador). Si el pastoreo es parte integral del contrato hay actividad agraria, pero
si no lo es, es un contrato civil.
Puppo: Recordemos que en los contratos no puede haber dos opciones, a no ser que las
opciones se establezcan en forma expresa, no podemos suponer.
Gabriela dice que en este caso puede hablar de un contrato de pastoreo previo, pero eso
no se sabe, se está suponiendo, no está expreso en el contrato.

337
Nuestra función es leer la letra del contrato, no podemos hacer una conversación que no
sabemos si existió o no.

Paula: lo que no está no importa, no es relevante.


Luis: el precepto que estamos analizando es el siguiente: la empresa vendedora
comenzará a recopilar los animales en otra granja y después cuando el del departamento de
Flores esté vacía, los toros serán trasladados allí para empezar la cuarentena.
Facundo: la granja de flores podría ser perfectamente propiedad de la empresa
compradora, no lo especifica tampoco, el segundo contrato que se realiza podría ser un
pastoreo típico, donde solo se ocupa el predio para hacer la actividad ahí con el ganado,
como no se especifica podría ser interpretación nuestra.
Luis: Si bien no dice que es de propiedad específicamente, no podemos suponer. Podría
ser otra granja, pero le convenía la de flores.

Santiago: La clave es saber quién es el propietario, arrendatario, usufructuario, poseedor


de esa granja, parece indicar que es un tercero y en caso de serlo, en su opinión ese contrato
de pastoreo sería ajeno a la compraventa de ganado.
Puppo: ¿En el contrato interesa la granja de flores? No, no es importante, ¿para qué
hablamos de la granja entonces en el haz obligacional?
Es un contrato complicado, hay mucho ruido, el profesional tiró cosas relevantes y otras
para llenar espacios, pero tengo que entender, poniendo a) que obligaciones tiene.
Y luego en mi análisis poner, estos sujetos resolvimos que era un contrato eso está claro
y en este contrato había contraprestaciones reciprocas. Estamos desplazando figuras
contractuales, en este caso hasta ahí desplazamos la aparcería, todas las asociativas y ahí
aún no entendemos el contrato.
Hay partes y me dicen a y b, ponemos a y b.
Luego ponemos que tiene que ser uno, obligación principal de A: pagar el precio del
ganado, después veo como es ese precio, 270 x tanto… Hay uno que debe pagar un precio
obligación principal, ¿cómo lo paga? describimos la forma de pago que fue establecida por
las partes.
En este caso, el precio es lo que está mejor reglamentado porque lo estableció el
productor rural, transcribió el abogado lo dicho por el productor.
Parte B obligación principal: entregar el ganado de acuerdo a las condiciones
establecidas en el contrato.
No existe concesión de uso y goce, más allá de que las condiciones se den en un predio
rural, no existe ninguna obligación en el haz obligacional que estipule nada acerca de un
predio y menos una concesión de uso y goce, por lo que me permite descartar la aplicación
del régimen estatutario.
Dónde está centrado el objeto del contrato: en los toros y el precio de los toros, el toro es
semoviente, si vamos al código civil es un bien mueble. Esto es una inversión de parte de la
empresa que quiere comprar toros de tal tamaño de tal precio y los quiero comprar para
engordar e invertir.

338
Dijo para engordar porque el comprador los quiere engordar, pero podría haber dicho
para verlos, porque los quiero, o para experimento, el destino de los toros en este caso no
nos interesa, es solo para confundir.

Estamos de acuerdo en que es una compraventa y la cosa tiene que tener determinadas
características. A esto llegamos razonando, viendo que hay palabras que no integran el haz
obligacional. Lo que dice es que hay alguien que va a vender, el vendedor no sabemos si es
productor rural, no nos interesa.

Es una compraventa en que el objeto específico es semoviente.


Luis: ¿el contrato tiene que ser consensual o tiene que cumplir alguna solemnidad?
Por el régimen del 14.384 no tendría por qué haber solemnidad, tampoco tendría que
ser escrito porque no está dentro del régimen estatutario, no tenemos por qué cumplir con
eso.

Si bien como abogados debemos asesorar de que sea escrito y por el monto, pero podría
ser consensual. Este contrato por la parte no está inscripto, pero igual es válido, se requiere
inscripción o no, la oponibilidad a terceros no da la inscripción.
Se entendió cómo entrar a un análisis contractual, no tenemos por qué saber nada de
ganado. Tengo que saber de análisis contractual, sería mucho mejor dar una clase más de
contenido, de conocimiento, pero es importante.
NO era un contrato agrario, era un contrato civil, compraventa de semovientes, bien
mueble.

Hacer el ejercicio:
Parte A) ¿cuál es la obligación principal?
Parte B) ¿cuál es la obligación principal?
Y despejar todo aquello que nos hace ruido, porque no hablamos, nadie dijo que había
un contrato de garantía también, esto lo vemos cuando dice en la cláusula 8.
Además, hay un contrato de garantía que lo dejó pasar, quien redactó el contrato no
detalló la garantía, no la relacionó, nada. Hubo un profesional que tiró cosas en un contrato
que le dijeron las partes. Además de las obligaciones principales, hay una obligación de
garantía y no dice cómo la puedo ejecutar si se incumple.
Acá hay un contrato de transporte, que la profe supone que es el contrato lo asume quien
vende los novillos, pero esos novillos que van a balanza también tienen que transportarse.
No hay plazo, esto es importante, el código civil en arrendamientos determina, que
cuando en un contrato de arrendamientos no hay plazo, art. 1789, el arrendatario puede a
su voluntad hacer cesar el arrendamiento. El plazo es un elemento accesorio, va a ser un
problema nuestro el día que se quiera cesar el contrato. Esto lo debemos armonizar con la
ley 14.384, que me dice que si soy buen cumplidor en mis obligaciones tengo un año.

RÉGIMEN DE GANADERÍA
Comenzamos con el ultimo modulo que es como se ejerce la actividad, ¿cómo la
ejercemos? Ya vimos los instrumentos que utilizamos que son los contratos. Ahora, ¿qué
modalidades de actividad agraria tenemos, y que regulación especial tiene cada una de estas
actividades?

339
¿Como se comercializan los productos, los frutos del país? Este es el último tema del
programa. Contratos es un tema importante, y que seguro ira en el parcial y posiblemente
se pregunte mucho.

MODALIDADES DE ACTIVIDAD AGRARIA:


1. GANADERIA
Debemos buscar lo jurídico dentro de la actividad, en realidad contamos una historia
como una película para aquellos que no tienen cercanía sobre el campo, pero no es lo
relevante a saber, ya sea como se cría la vaca etc., esta parte es anecdótica. Lo importante es
saber dónde entramos nosotros como operadores del derecho dentro de esta actividad,
¿qué es lo jurídico dentro de cada una de estas actividades?
Ejemplo: las características de los charrúas era ser nómades, la caza y la pesca por lo
tanto la agricultura se realizó mucho después y como una actividad económica, la primera
actividad que vimos fue la ganadería con la población.

Cuando hablamos del régimen de ganadería, estamos hablando siempre de actividad


económica, ya que siempre tendré el ganado con una función económica, es decir, sacar el
provecho de los productos derivados como la carne, cuero, leche etc. dependiendo de las
diferentes actividades ganaderas que se desarrolle
Esta ganadería esta además relacionada con la actividad agrícola, se ha dado un mix en
Uruguay como fruto de la última colonización con los argentinos, en la cual se dio una gran
producción a través de miles de argentinos que vinieron a plantar y enseñaron al uruguayo
a plantar en la última gran crisis que fue en el 2002, ya que los campos uruguayos se habían
devaluado y se vendían a muy bajo precio.
Si pensamos en temas que ya hemos visto, si pensamos en el índice del coneat, cuando
nace este instituto que regulo todas las tierras del Uruguay; en esa regulación de todos los
suelos del Uruguay lo que se tomó en cuenta fue la carne y la lana y no la soja, el trigo y maíz,
porque en ese momento no existían y por lo tanto no era una medida de valor, ya que el
Uruguay producía carne y lana, carne ovina y bovina.
Ahora bien, recordemos que a mayor índice de coneat mayor producción agrícola en el
país, si yo tengo 100 hectáreas ¿cuánto me rinden? Esto dependerá de cuanto me dé el índice
de coneat, en base al estudio de suelos que hizo la asociación agronómica.
La ganadería sigue siendo la principal actividad que realiza el Uruguay hoy, continúa
siendo la mayor parte de PBI que entra por la carne Ovina, tiene alrededor de 40 mil predios
(solo 6 mil de esos predios tienen más de 500 hectáreas) y más de 100 mil trabajadores
permanentes en el agro, para tener una dimensión del agro hoy día.
Esto no tiene relevancia jurídica, pero es importante saber que la actividad ganadera
sigue siendo familiar, ya que la mayor cantidad de predios es de producción familiar: la
mayor cantidad de predios sigue estando en manos de familias que las trabajan, 4 millones
de vacunos, 3 millones de ovinos (esto estaba suelto, supongo que es lo que hay en el
Uruguay).
Concepto que tiene la noción del campo, en este concepto hay que entender lo agrario:
una nieta le pregunto a su abuelo que es capataz: ¿Abuelo cuáles son las necesidades de los
trabajadores rurales? Como si fuera un deber del colegio, entonces el abuelo le contesto:
Ninguna, ya que somos trabajadores como todos y tenemos los mismos derechos que todos
los trabajadores por lo tanto no hay necesidades especiales para el trabajador rural, sino

340
será una necesidad social en base a todos los trabajadores del Uruguay y no solamente del
trabajador rural; socialmente parecen ver a esta rama de trabajadores, pero en esencia debe
haber igualdad de derechos.

Órganos que conforman la Dirección Nacional de Servicios Ganaderos, dentro del


MGAP:

Como la actividad agrícola la regula


la Dirección Nacional De Recursos
Renovables (DNRR), la actividad
ganadera dentro del ministerio es la
Dirección General De Servicios
Ganaderos (DGSSGG), que esta ultimo
a su vez tiene otras direcciones como
la Dirección de Sanidad Animal (que se
ocupa de todo el tema de la sanidad
delos animales) el Sistema Nacional De
Información Ganadería (sustituye al
DICOSE, que era la División de Contralor de Semovientes, cuando digamos DICOSE
estaremos hablando de SNI); Dirección De Los Laboratorios Y La Industria Animal. Todas
estas direcciones conforman lo que es la dirección nacional de servicios ganaderos.
Esta dirección implica un contralor al productor rural que se destina a la ganadería.
¿Como controla? Cuando dimos sujetos vimos sujetos públicos y privados, y dentro de
los públicos vimos al estado mediante sus distintos ministerios y realizaban el contralor de
la actividad hace mucho tiempo si bien realizo actividad agraria hoy en día lo que hace es
controlarla.

La controla a través de la Dirección General De


Servicios Ganaderos, y a través del Ministerio Del
Interior (será muy importante dentro de ese régimen de
ganadería) policía (contacto primero que tendrá el
productor, como por ejemplo en el abigeato), las
intendencias (realizan diferentes controles a este
producto).
En esta clase veremos cómo es el régimen y cuáles son los controles, y veremos que los
controles se realizan a través de documentos, y aquí es donde discrepamos cuando Saavedra
nos dice que no tienen forma, pero PUPPO entiende que son las actividades más formales
del Uruguay, donde más se requiere forma. Es ver las modalidades asociativas, si hablamos
en tierra ya se requiere forma debemos presentar planes de uso y manejo de suelos como
ejemplo.
DICOSE fue creado por un decreto 700/73, esto se sigue practicando solo cambio el
organismo de control. Se transformo en el SNI por decreto ley 14.165 del 7 de marzo del 74.
¿Cómo se controla al productor?

1- Trazabilidad grupal: es la forma que tengo de individualizar el ganado que es mío.


Acá debemos mencionar el artículo 181 del Código Rural, el cual dispone: “Las
disposiciones relativas a ganado mayor comprenden los vacunos y yeguarizos; las
relativas a ganado menor los ovinos, cabríos y porcinos, salvo disposición en contrario”.

341
Nos dice como individualizo a ese semoviente que camina y se desplaza, como lo
identifico como propiedad de determinada persona.

A todo mi ganado lo identifico de determinada manera para decir que este ganado es mío
(derecho de propiedad) MARCAS Y SEÑALES: primero se controla la existencia y
movimientos de ganados de cueros y lanas, luego se implementa el sistema de marcas y
señales que tiene el país.

En esta trazabilidad grupal, que queremos identificar el ganado con un productor, el


Uruguay ha transitado los diferentes sistemas que ha llevado estas marcas en la historia,
primero no era muy regulada ya que cada productor hacia su marca.
¿Pero qué es una marca? Debe ser un signo
o dibujo que se pone, y hay varios sistemas ya
se ha puesto producto químico en el cuero del
animal, y este signo se obtiene en el registro
de marcas.
Hoy en día los dibujos los hace un
dibujante en el registro de marcas, utilizando
diferentes sistemas. Lo interesante es que
cada marca tiene dos números, un registro
departamental y uno nacional (ya que las
marcas tienen competencia nacional).

Los cueros del ganado mayor tienen un cuero duro, por lo tanto, la marca puede ser
mediante el hierro caliente, pero no puede ser en este caso si es con las ovejas o las cabras;
es solo tener criterio.
Señales en el ganado menor: son cortes en la oreja, y se determinó un radio de 25
kilómetros a la redonda. Lo obligatorio es el corte, es decir la señal.
Está prohibido contra señalar, ya que no podría identificar el ovino con el productor. Sin
embargo, en las marcas hay un deber de contramarcar y esta marca será más chica que la
marca del primer propietario.

A este sistema de trazabilidad grupal le sumamos otro sistema:


2- Trazabilidad individual: ya no pretende (aunque lo haga) individualizar el ganado
como mío, sino que su cometido lo que busca es conocer cómo nació, se crio, murió y
a donde fue ese ganado que yo tenía. Es así que ya habremos oídos la existencia del
chico que se quiere poner a los perros y no se puede, el ganado lo tiene desde el año
2006. Lo que pretende esta trazabilidad es aquello que decimos “del capo al plato” es
que el consumidor de la carne sepa cómo se crio ese ganado (Posición de la Unión
Europea, que está más avanzado en cuanto demanda de los consumidores).
Diferencia entre ambos sistemas.
Tenemos que ser capaces de diferenciar estos dos sistemas, ya que surgen de forma
distinta, por cuestiones distintas, tienen preceptos distintos y regulan cuestiones distintas,
esto es importante para los exámenes y parciales.

La idea de Uruguay natural (idea que planteo Mujica) es una gran idea, porque el Uruguay
natural lo que habla es que produzco carne de forma natural. Hay predios que se pueden

342
certificar así y esa carne se paga más ya que lo que busca el consumidor europeo es la carne
natural.

Si en el Uruguay nos compramos ese concepto, una de las ventajas es que todo el Uruguay
vendería carbono, ya que Uruguay es un carbono salvo que no está explotado. Nosotros
tenemos una producción pastoril que es la producción de ganado.

La ganadería extensiva no es un mal concepto, sino que es cada vez mejor ya que le
produce carbono a país. Siempre fue visto como el productor que no se ocupa de su ganado,
pero no es eso el concepto del Uruguay pastoril.
CASO: el productor ya te dijo que el vecino le puso la marca arriba de la otra, que
le intento robar el novillo. ¿Qué hago en este ejemplo?
Puppo sostiene que hay que ir al Código Rural ya que aquí se habla de las marcas y
señales, pero lo que tenemos que saber nosotros es como pruebo que ese ganado no es del
que contramarco arriba sino del productor que me consulta. Para esto vamos a ir al artículo
157 que dispone “Las marcas en el ganado mayor y menor, y las señales en el ganado menor,
establecen una presunción de dominio y justifican la propiedad del animal marcado o
señalado, salvo prueba en contrario; la transferencia de dicha propiedad se comprueba por
medio de certificado – guía.”
La marca es una presunción simple, por lo tanto, admite cualquier prueba en contrario,
toda la prueba que podemos pensar en comprobar.

Esto determina que yo con la marca y la contramarca no hago nada, yo puedo probar que
alguien contramarco mi ganado, pero con eso no pruebo que es mío.

Primero tengo que intimar al que contramarco como compro ese novillo. Aquí podemos
ir al artículo 223 y siguientes, pedir separar nuestro ganado porque se confundieron,
separar las vacas y ver a dónde van los terneros. Podemos utilizar la normativa respecto de
los animales invasores. Tengo la posibilidad de tener todos los medios de prueba.
¿Cómo se cede? Bueno también si siguen leyendo el artículo ahí van a ver cómo cedemos
las marcas y las señales.
Para obtener una señal es diferente la forma, yo no voy al registro de marcas a elegir el
signo como lo hago con la marca, sino que tengo que elegir un signo, un símbolo, y después
voy a la comisaría regional en dónde tengo el establecimiento a ver si algún productor en
25 km de radio tiene algo parecido. Si no hay algo parecido a lo que estoy proponiendo me
dan una autorización para venir al registro de Montevideo y registrar esa señal como de ese
establecimiento.
Presunciones relativas de dominio:

Repasemos el artículo 157 del Código Rural, que dispone que las marcas en el ganado
mayor y menor, y las señales en el ganado menor, establecen una presunción de dominio y
justifican la propiedad del animal marcado o señalado, salvo prueba en contrario; la
transferencia de dicha propiedad se comprueba por medio de certificado-guía. Entonces,
¿Cómo se transfieren? Con una cesión de marcas con firmas certificadas ante escribano.
Esto en cuanto a la trazabilidad grupal, la identificación, la rastreabilidad del animal. Yo
lo que pretendo es identificar a ese ganado como de un productor.

343
La rastreabilidad individual es otra cosa. Acá, registro de marcas a cargo de SNIG (ex
DICOSE) Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca. Ahí entramos a lo que me preguntaba
el compañero hoy;

¿Qué documentos
controlan este
régimen de la
ganadería? Bueno
vamos a tener varios
documentos que
controlan. Al
inscribirnos a este
ministerio nos van a
adjudicar un
número, esto como
abogados lo tenemos
que retener, el
número de DICOSE.
¿Por qué lo
tenemos que
retener? Porque
nosotros leyendo el número de DICOSE podemos obtener mucha información en cuanto
queramos cobrar una deuda, por ejemplo, porque el número de DICOSE tiene 9 dígitos, se
componen de información. Los dos primeros dígitos nos dicen en qué departamento está el
productor. Los segundos dos dígitos me dicen la sección judicial. Después tengo el número
del productor y después el verificador.
Luego que uno está inscripto entra dentro del contralor del organismo. ¿Cómo se
controla al productor?
El productor tiene la obligación de llevar 3 documentos: declaración jurada anual, guías
de propiedad y tránsito y planilla de contralor interno. Son 3 documentos que debe llevar el
productor y que a la administración le sirve para controlar la actividad. No sólo controla al
productor, controla las existencias, como el contralor lleva la explotación. Estos son
documentos como forma de control, otra forma de control es la fiscalización en campo:
inspectores que controlan que lo que el productor declaró coincida con lo que tiene.
La declaración jurada anual es una planilla que se
llena en la cual todos los productores rurales del país a

344
partir del 1 de julio (y durante todo el mes) tienen la obligación de presentar está
declaración jurada anual. Lo que tiene es un resumen de lo que es el establecimiento;
primero identifican el lugar, sección judicial, superficie, después vamos dando información
al organismo de las existencias de ganados que tenemos (mayor y menor) y además le voy
a dar información sobre suelo y agua: identificación de mis parcelas, superficie, catastro,
aguas, inventario de recursos hídricos (a partir de la reforma constitucional 2004).
Piden también un inventario de como maneja el suelo, con pradera, sin pradera, con
mejoramiento de campo, campo natural. Ahora vemos que la formalidad cumple dos
funciones, una es el control y otra es dar información al Estado. A través de estas
declaraciones juradas anuales el estado toma conciencia de cómo fue la producción agrícola
y ganadera del país porque todos estos controles que decimos para la ganadería también
aplican para el sector agrícola.
Aporte: también de usa para fines estadísticos, para saber cómo fue la situación
agropecuaria del país, con fin económico y también por información sanitaria, ayuda a
implementar medidas para mejorar.
Aporte: también para saber que recaudar y cuánto.
Profesora: si, primero que nada, la información es importante para implementar políticas
agrarias, para saber a qué sector hay que ayudar más.

Entonces, la declaración jurada es el primer documento de contralor, ¿con esto que hace
el estado? Los predios que tienen más de 500 hectáreas tienen la obligación de presentar la
declaración jurada del 1 al 15 de julio, todos los años, después hace un sorteo en el resto de
los establecimientos. Hace esto para tener una primera información de cómo viene la
información. El resto de los productores tienen todo el mes de julio.
Si no cumplo en plazo con esta declaración jurada habrá sanción, multas, apercibimiento,
sanciones administrativas, etc. Debemos tener en cuenta que si mi predio abarca más de
una sección judicial tengo que obtener más de un número de DICOSE.
El segundo documento que nos controla es
la guía de propiedad y tránsito. A esa
declaración jurada anual que estoy obligado del
1 al 30 de julio todos los años y si no lo hago
tengo sanción, le sumo otro control; guía de
propiedad y tránsito.
Esta guía tiene 2 finalidades: controlar al
productor en el cambio de propiedad o traslado
de semovientes. Esto hace que yo cada vez que
traslade un ganado de un establecimiento a
otro o en mi propio establecimiento que se
ubique en distintas secciones, voy a tener que emitir la correspondiente guía de propiedad
y tránsito. La guía va a decir que Beatriz Puppo traslada 30 novillos a Beatriz Puppo (2
números de DICOSE diferentes porque estaban en diferente sección), el traslado puede ser
con cambio de propiedad o sin cambio de propiedad (en este ejemplo sin cambio de
propiedad).
Debe contener:

→ Tipo de operación

345
→ Tenedor que emite y recibe el ganado
→ Lugares físicos de origen y destino
→ Cantidad y tipo de ganado
→ Marcas y señales de los mismos
→ Sanidad
→ Fechas de emisión, sellados y recepción
→ Transporte y responsable
→ Itinerario
→ Sellados policiales

Cada guía de propiedad y tránsito tiene un número de DICOSE (lugar de ubicación del
ganado), abajo un número del propietario del ganado y en la otra tiene un número de llegada
de ese ganado al predio y un número de propiedad. Con estos 4 números yo identifico toda
la operación que hago.
Ejemplo: si lo ganado sale de mi campo y es mío, repito el número de DICOSE. En la parte
A voy a poner el mismo número de DICOSE.

Ahora, si sale de mi establecimiento, pero hice un contrato de pastoreo con Emilia y yo


recibí ganado de ella en mi predio para que coma y ella me paga un precio, ¿cuándo se vende
ese ganado? ¿quién lo vende? Lo vende Emilia, ella traslada el ganado. En esa guía que va a
hacer ella tiene que poner el número de DICOSE de ella porque es su ganado y abajo mi
número de DICOSE porque el número de dónde sale el ganado es de mi predio. Previamente
tenemos un contrato de pastoreo que acredita todo esto.
Hablamos de una misma guía que se emite en 4 vías. Una se la queda el dueño del predio,
la otra va a la comisaría, se sella ahí eso es lo que le da valor a la fui, la intervención pública
¿cuál es el valor de la guía? ¿Hace plena prueba o admite prueba en contrario? Lo mismo
que la marca, es un medio más de probar la propiedad o el traslado, es un documento que
lo emite el gobierno departamental.
¿El productor dónde compra la guía? En la intendencia, previo la intendencia a acreditar
que está al día con la venta de semovientes, primer control del productor. Si el productor
debe no le emiten la guía. Compra la guía (formularios emitidos por la administración,
llenados por el productor Rural). Luego que el productor dueño del ganado emita la guía
con todas las identificaciones va a la comisaría de la sección de su establecimiento y la sella,
cuando la sella interviene la autoridad pública: policía. Esto le da un valor a esa guía.
Después que lo sella la policía le saca una vía y lo manda a DICOSE.

El dueño del ganado se queda con una vía y manda 2 guías para el transporte porque el
transportista tiene que sellar la guía cuando llega a destino. La policía de destino vuelve a
quitar una guía y el productor de destino se queda con la otra. ¿Por qué pasa esto? Porque
la policía envía sus copias al SNIG. El productor que envía se queda con una, y el que recibe
se queda con otra vía para acreditar el movimiento.
Aporte: en el caso de los lecheros son 5 las guías.
¿Con esto que demuestro? Control, como controla la administración al productor.

346
Tercer documento: planillas de contralor
interno. Libro diario del productor Rural, donde el
productor Rural establece lo que le pasa en su
establecimiento rural. Mismo valor que el libro
diario de sociedades comerciales. Tiene todos los
sucesos del establecimiento. Me sirve para explicar
las inconsistencias de la declaración jurada.
Debe contener:

• Mortandad
• Perdidos con cuero
• Consumo, robos
• Cambios de categoría
• Nacimientos
• Salidas (ventas o a pastoreo)
• Entradas (retornos o compras)
• Movimientos especiales
• Ajuste por recuento
Esto lo que nos tiene que quedar es control. ¿Dónde intervenimos los abogados? En
las omisiones que cometa el productor o en el delito de abigeato que sufra el
productor. ¿Dónde voy a entrar yo? A recurrir la sanción que se le haga al productor.
A este sistema de trazabilidad grupal le agregamos otro que es de trazabilidad individual.
¿Qué es esto? La rastreabilidad del animal desde su nacimiento a su muerte en dónde
estudiemos todo lo del animal: raza, sexo, categorías, años, formas de alimentación,
enfermedades.
Ante esto debemos tener en cuenta los siguientes recursos institucionales:

→ Resolución Ministerial 10.569 - 21/4/06. Se crea un grupo de trabajo


interinstitucional para elaborar el Proyecto de Ley
→ Ley 17.997 del 8/8/06. Crea el SISTEMA DE IDENTIFICACIÓN Y REGISTRO
ANIMAL en la órbita de la DGSG.
Está trazabilidad individual lo que intenta es identificar como se produce ese animal,
como se faeno, si la venta es a los judíos debe tener determinados ritos, a los turcos, otros
ritos, o simplemente que la forma de matanza sea de acuerdo a lo que establece bienestar
animal para que lo compre la unión europea sin ningún tipo de rito de religión, eso es lo que
llamamos del campo al plato. El consumidor quiere saber lo que está consumiendo.
Imposición de la unión europea.
Es obligatorio a partir del 01/09/2006 decir:

- Momento de la identificación: hasta seis meses desde el nacimiento o previo al


primer movimiento o cambio de propiedad en caso que ocurra antes de los seis
meses
- Lugar de la identificación: en el sitio de nacimiento del animal
- Eventos de notificación obligatoria: Identificación, re identificación, baja,
movimientos, cambios de propiedad
31/05

347
La clase pasada empezamos a habla de los distinto regímenes. Cuando hablamos de
“regímenes”, hablamos de explotación rural, que tiene sus matices con los conceptos de
establecimiento rural y actividad agraria.

Teníamos la actividad agraria como centro y después íbamos sacando distintos ejes,
como los sujetos, los contratos, el establecimiento rural partiendo del art. 283, y cuando
empezamos a hablar de los regímenes ganaderos entramos de lleno al tema y no nos
introdujo que estamos estudiando, es decir, no se relacionó con la actividad agraria, todo
tiene relación con la actividad.

Los regímenes hacen referencia al instituto de la explotación rural, y es importante


entender los diferentes conceptos de estos institutos, es decir, de actividad agraria, de
establecimiento rural y de la explotación rural. Este instituto nuevo para nosotros, es en el
cual a través de ese concepto se desarrolla toda una normativa atrás que hace que debamos
estudiarlo en forma diferenciada.
Antes se estudiaban mucho los principios. El claro ejemplo es que el año agrícola no
coincide con el año civil, es el tempo agrícola, es el ciclo biológico natural. Por otro lado,
otros autores como guerra estudian no en base a los principios, sino a través de los
diferentes institutos que engloban toda una normativa detrás.
Ahora entramos en el instituto de la explotación rural. ¿Qué es y cómo la diferenciamos
de los otros institutos?
Cuando producimos bienes y servicios agrarios, requerimos del empleo de ciertos
recursos naturales, tierra, agua, los elementos de la naturaleza en los cuales utilizamos para
producir, y de esto trata la explotación rural, que es un concepto más difícil que el del
establecimiento.
Ese conjunto de elementos que usamos para llegar a la producción agraria, sea bienes
frutos y servicios agrarios que comprenden nuestra actividad (concepto legal).
Jurídicamente tenemos la definición de establecimiento y activad agraria, pero en cuanto a
la explotación rural no tenemos una definición en una ley, sino a nivel reglamentario una
definición doctrinaria, menor jerarquía.
Si pensamos en el derecho español, luego del 95 cuando definieron sus explotaciones,
habla de la explotación como conjunto de bienes y derecho organizados, a través de una
empresa y con un fin de mercado y constituyen por si solas una unidad técnico económica,
esto tiene que llevarnos a un lugar, es decir, nos tiene que hacer pensar en otro de los
institutos; cuando hablo de explotación rural, explotar algo es obtener los frutos, y acá
pienso en obtención de frutos primarios de origen animal o vegetal, intervención del
hombre en el ciclo biológico, esto es actividad agraria, es el concepto de actividad agraria.
Explotar algo es sacar provecho de algo, después veremos cuál es el fin, pero la idea es
aprovecharme de algo. Por otro lado, podemos ver la explotación como el ejercicio de una
actividad y acá tenemos que diferenciar dos formas del concepto de explotación. Es un
concepto que parece fácil, pero a medida que nos vamos metiendo en él es cada día más
complicado.

Los franceses fueron los más atinados, hablan de un concepto amplio y uno restringido.
El conceto restringido es la explotación objeto, que es el contenido de la explotación, es
decir, el conjunto de bienes que se utilizan para la explotación, después vamos a ver su
naturaleza jurídica y a donde nos llega. El conceto amplio implica ese conjunto de bienes en
funcionamiento. Y ahí tenemos la actividad. Es explotación objeto y explotación actividad.

348
¿Qué es el establecimiento? ¿Es común y tratado civilmente? No, no esta tratado como el
bien inmueble del CC. porque si le pido al inmueble un destino específico es capaz de dar
frutos. Es el criterio técnico, destino del artículo 283, que es arbitrario, ya que habla de eso
porque se le ocurrió al legislador, pero lo importante es la potencialidad, es decir, el
inmueble rural es aquel que se encuentra en determinado lugar y es capaz de dar frutos, si
tiene una destinación diferente no va a ser establecimiento rural, por ejemplo si es un local
feria y no cría ganado entonces no es establecimiento rural, por más que se encuentre en
zona rural.
En el decreto ley 14.384 se utiliza la idea de la explotación agraria como actividad
agraria, es decir, toma el sentido amplio del concepto. Cuando vimos establecimiento rural,
comentamos que la naturaleza jurídica del mismo era de fundo, que es un bien inmueble
capaz de producir frutos, por lo que vemos que es un concepto emparentado.
Vamos a ver que en nuestra legislación cuando esta explotación fue tomada como bien y
cuando como actividad. Cuando vimos el art 2 de la 14384, y hablamos de los 5 elementos
de los contratos, vimos que si se cumplían había una aplicación de la legislación especial,
para buscar el ámbito de aplicación tenemos que ir al art 2, la ley nombra al destino y alude
a que está obligada una parte a conceder el uso y goce de un predio con cualquier
explotación agraria o agropecuaria, acá estamos utilizando el termino explotación como
actividad agraria. El legador en la 14.384 toma el concepto de explotación como actividad.
Este es un ejemplo en que el legislador tomo el concepto de explotación como actividad,
hemos visto varias veces el concepto de explotación, nunca la definición, pero si el concepto,
por ejemplo, cuando estudiamos la tierra y la Ley de Conservación De Suelos Y Aguas, y el
titular de las explotaciones agropecuarias. Recordemos aquella cuestión d la extensión de
la responsabilidad den este caso, donde el legislador está pensando en la explotación como
conjunto de bienes en la tierra, y el agua y quien los use es responsable frente a la
administración.
Otro ejemplo son las modalidades asociativas, ya que para constituir una sociedad o
asociación, el elemento subjetivo necesario es el productor rural definido por la misma ley
17.777, que es quien realiza la actividad agraria o aquel a cuyo nombre se realiza. Acá otra
vez el concepto de explotación como actividad. Parece ser que siempre alude a la actividad.
En financiero cuando habla del IPAT habla de los titulares de explotaciones agropecuarias.
Este concepto de explotación agraria ha ido cambiando a lo largo del tiempo. En la
primera etapa del derecho agrario, cuando la agricultura estaba subsumida, pienso en los
inmuebles por destinación, era todo tratado desde el derecho de propiedad, pienso en la
explotación agraria desde el punto de vista del derecho de propiedad, por lo tanto, no tengo
en realidad el concepto de explotación, sino que estoy hablando de la accesión: se habla de
los frutos de la cosa, los frutos acceden a quien tenga el derecho de propiedad o de uso y
goce del predio. La agricultura era del dueño de la propiedad.

Si pensamos en el Código Rural de 1875 vemos que tuvo una gran evolución, copia del
código argentino de Ansina, hablaba de la propiedad rural como conjunto de bienes, la
propiedad rural consistía en una universalidad de bienes, acá parecería ser que esa
industria rural estaba vista como universalidad de bienes que juntos se diferencian de los
bienes en si por ese manejo de los mismos. En definitiva, en el Código Rural de 1875 (art. 3)
ya tenemos el concepto de explotación, y nos dice que habla de una universalidad de bienes
(me parece que en el sentido de la definición de establecimiento rural de Saavedra).

349
Algunos piensan que el Código Rural fue un gran retroceso, Acevedo desplazo el concepto
de explotación y hablo de establecimiento con la finalidad de establecer el catastro civil, no
un catastro agrario, lo que quería era realizar una mensura de lindo y que cada
establecimiento fuera una unidad de producción, alejándose del concepto de explotación.
Por ende, podemos decir que el Código Rural, a ese inmueble especial, fundo, en donde
realizo la explotación agraria, se lo denominó establecimiento rural. El codificador de ese
tiempo quiso que el establecimiento fuera una unidad productiva, en base a la cual se
organizara el catastro rural.

Volviendo al concepto de explotación rural, es necesario destacar que un elemento


esencial es la organización. Sin organización no hay explotación, esta es la primera
diferencia con la actividad agraria, porque el tomate cherry en el balcón que es actividad
agraria, no es explotación, parcería que la explotación es un grado mayor de actividad,
siempre tengo actividad, en principio son sinónimos pero esta un paso más adelante, porque
implica llevar adelante la actividad agraria en un suelo rural productivo, empleando el
recurso suelo.
García Acevedo, en el código de 42, retrocedió en el sentido de que habla lisa y
llanamente de inmueble rural, pero sabemos que es más que un inmueble rural, es un fundo,
como en buena medida se entendía en el código de 1875 al establecimiento rural: como un
conjunto organizado de distintos tipos de bienes.
Leyes posteriores vieron la necesidad de ir incorporando el concepto de actividad, ahora
hay doctrinas que solo toman la actividad agraria como eje del derecho agrario. De la
actividad agraria es que sale el plan agropecuario, que es el instituto que tiene a su cargo el
mejoramiento técnico de la explotación agropecuaria, basada en el conjunto de bienes
tomados y desarrollados pata un determinado resultado económico.

Acá también se diferencia la explotación de la empresa, porque tengo un conjunto


organizado de bienes y servicios con la finalidad de obtener un fruto, pero ¿es lo mismo?
tengo al empresario que es el productor rural, organiza tierra aguas flora y fauna para
obtener frutos. Empresa es concepto económico, pero de explotación no hay concepto,
entones ¿es igual? Yo tengo un empresario agrario, el mismo tiene una empresa, esa
empresa ¿coincide con la explotación?
Un empresario que tiene campos en Salto, Rivera, que tiene distintos establecimientos
rurales, este empresario realiza explotaciones agrarias, tiene empresa, pero tiene más de
una explotación, el concepto de empresa es más amplio, yo puedo tener dentro de una
empresa rural varias explotaciones, o varias modalidades diferentes de explotación en una
misma empresa y hasta en un mismo establecimiento rural. Yo en Salto tengo ganado y en
Rivera tengo una explotación forestal y granja, tengo tres explotaciones diferentes
combinando recursos diferentes con una persona realizando tres modalidades de
explotación.
Por ende, podemos afirmar que el concepto de empresa es un concepto más amplio que
el de explotación agraria, porque en una misma empresa se pueden realizar varias
explotaciones agrarias. Un establecimiento rural puede ser una empresa agraria, y en este
establecimiento agrario, que es una empresa, pueden desarrollarse varias explotaciones
rurales. Recordemos que para que haya un establecimiento rural debe cumplirse con el art.
283 del Código Rural: criterio técnico y especial.

350
El establecimiento rural es un concepto definido en el art. 283 del Código Rural, y me
habla de un bien inmueble estático (compuesto por tierra, agua, flora y fauna) que cumple
con el criterio espacial y técnico, pero bien inmueble al fin, destinado para determinada
actividad y situado en determinado lugar.
Cuando hablamos de explotación, hablamos de esos mismos elementos, de los mismos
bienes (tierra, suelo, flora y fauna), porque estamos hablando de los mismos elementos de
la naturaleza, pero los estamos viendo de otro lugar, no hablamos de ellos desde un punto
de vista estático, sino que hablamos de ellos desde un punto de vista dinámico: nos
referimos a ellos a partir de la intervención del hombre, que interviene en el ciclo biológico
natural para obtener un producto primario de origen animal o vegetal (actividad agraria).

Acá definimos la actividad agraria, establecida en el artículo 3 de la Ley 17.777, pero


cuando organizo esos bienes y le trata de sacar el mayor jugo posible deja de ser actividad
agraria y pasa a ser explotación rural. Es decir, cuando esa actividad agraria se realiza de
forma organizada, estamos hablamos de una explotación rural: que supone el ejercicio de
actividad agraria de forma organizada y funcional.
Los elementos fundamentales de la explotación agraria son ORGANIZACIÓN, y
FUNCIONAMIENTO, porque el hombre que interviene en ese ciclo biológico para desarrollar
la actividad en realidad interviene en el ciclo de la naturaleza. Siempre implica una empresa
atrás, porque hay organización de bienes que funcional de una determinada manera, el
hombre interviene de manera organizacional, es decir, para que el ciclo funcione mejor,
pero el ciclo funciona igual. El hombre interviene en el ciclo biológico para desarrollar la
actividad, organiza los bienes productivos, no los produce, interviene, los organiza, y
obtiene los frutos con un fin productivo. A través de la intervención el hombre procura
producir de la mejor manera posible, esto es, desde un punto de vista cualitativo que no
necesariamente es cuantitativo, recordemos que el límite es la conservación de los recursos
naturales renovables.
La explotación agraria siempre supone una empresa agraria, porque supone la
organización de bienes, el hombre no produce el ciclo de la naturaleza, simplemente
interviene en el organizando su puesta en funcionamiento. Esto no implica que la empresa
sea lo mismo, porque el objetivo de la explotación es la producción, por eso hablamos de
frutos primarios, es lo que se produce, cuando este fruto primario que implica siempre
organización lo único que quiere es producir, la empresa quiere un plus más, quiere tener
beneficio económico, la explotación agraria es la producción de un fruto primario de origen
animal o vegetal, la producción de “comodities, de frutos del país”.
✓ Explotación = producción.
✓ Empresa = beneficio eco.

Dentro de una empresa puedo tener modalidades diferentes de explotación rural. Esta
empresa puede o no tener establecimientos rurales, por ejemplo, si cría conejos o
apicultura no es establecimiento rural, pero si es explotación rural. Entonces, el
objetivo de la explotación es la producción de bienes primarios de origen animal o vegetal,
mientras que el objetivo de la empresa agraria es la obtención de un beneficio económico,
de una ganancia. Nótese entonces, que, la explotación agraria, tiene esencialmente un fin
productivo y que la empresa agraria tiene un fin, además, lucrativo. Reitero esto, porque la
actividad agraria siempre necesariamente procura un beneficio económico, es un medio de
vida, eventualmente se podrá obtener la ganancia o no, pero la finalidad lucrativa siempre
está, entonces, si yo tengo una explotación agraria donde solo persigo un fin productivo,

351
lógicamente, no tendré actividad agraria, al menos no tendré actividad agraria según la ley
17.777.

En cuanto al establecimiento rural, lo importante es señalar que para que esa empresa o
explotación rural también sea un establecimiento rural, debe cumplirse el criterio espacial
y técnico del art. 283 del C.R.

Duda que me surge: la profesora dice que siempre que tengo explotación rural tengo
actividad agraria, entonces no me cierra la posibilidad de tener explotación agraria sin
procurar un beneficio económico.
Definición (reglamentaria) de explotación agraria:
Art 2 del decreto 333/004, reglamentario de ley de conservación de suelos y aguas: “Son
titulares de explotaciones agropecuarias aquellos a cuyo nombre se efectúa el manejo de la
universalidad de bienes afectados a la producción animal o vegetal; y tenedores de tierra a
cualquier título, aquellos que directamente usan suelos y aguas para fines propios o
compartidos”.

Es el decreto reglamentario de una ley, por lo tanto lo primero que debe quedar claro
que al ser una definición reglamentaria no corresponde hacerla extensible a todos los casos,
porque no es una definición legal con alcance general (ni siquiera es de jerarquía legal). Por
ende, no podemos generalizar este concepto porque es solo a los efectos de la ley 15.239.
Habla y lo que llama la atención es la explotación como UNIVERSALIDAD DE BIENES,
conjunto de bienes que el productor utiliza para obtener frutos (esta definición es muy
similar a la de establecimiento rural de Saavedra). Lo diferencia del tenedor de tierra, titular
de explotación no implica la utilización de la tierra, los tenedores de tierra tienen tierra y
las usan directamente con fines propios o compartidas. Si el legislador se molestó en
distinguir es porque el titular de explotación NO IMPLICA RECURSO TIERRA, NO ES EL
ELEMENTO ESENCIAL PARA DEFINIR LA EXPLOTACIÓN.
Si se usa la tierra, es un mero asiento físico en donde realizar la actividad, pero no es
esencial. No se define por la tierra. Podemos usarlo, pero si no lo usamos no deja de ser
explotación. Cambio las de cosas, explotación objeto y actividad que implica.

Duda que me surge: si es para uso propio ¿es actividad, pero no explotación?
Cuando la norma habla de titular de una explotación agropecuaria hace referencia a un
productor rural (art. 3 de la ley 17.777). Cuando hablo de explotación rural, hay leyes que
hablan de universalidad de bienes, y hay otros que la usan como actividad, capaz son las dos
cosas, conjunto de bienes con destinación especifica. Esta conjunción puede, cuando hablo
de estos elementos tienen una particularidad, no están inertes los organizo y los pongo en
funcionamiento, sino no hay explotación, al organizar estos bienes y ponerlos en
funcionamiento, estoy realizando la actividad, siempre implica actividad, no puede haber
explotación sin actividad.
Puppo dice que legislador uruguayo ha tomado el concepto de explotación agraria como
bien o actividad dependiendo de la norma, en este caso lo toma como una universidad de
bienes; en cambio, por ejemplo, en el art. 2 del D.L 14.384 se la toma como actividad.
Vamos a ver si le damos el plus de derecho comercial: si pienso en el derecho comercial
pienso en una universalidad de bienes, el simple hecho de tratarlo de conjunto le da mayor
valor, el llamado “valor llave” o clientela que es un plus. ¿esto pasa en la explotación rural?
En realidad si yo pienso en explotación agrícola o ganadera, esa organización de bienes no

352
le da mayor valor, sin embargo no siempre es así, por ejemplo, si pienso en cabaña, en el
prado, que es el conjunto de productores, la asociación rural del Uruguay se aglutinan para
el mejoramiento de las razas y la implantación de las razas en el Uruguay, pensamos en eso
porque la institución nos da el mejoramiento de las razas, y la cabaña es productores que
han desarrollado genética y el manejo organizado de esos animales tienen un plus, porque
además tienen nombre.
Las cabañas son empresas agrarias (creo) que trabajan en aras del perfeccionamiento de
la genética de las razas. Las cabañas logran determinada genética a lo largo de los años, y ha
sido inscrita en los registros de la ARU; y eso, el manejo organizado de esos animales, tiene
un plus, un valor llave o clientela. La idea es: los animales de por el hecho de ser de ciertas
cabañas, valen más. Ej: en ganado bovino hereford: cabañas de Servino, los toros de
Bordaberry, esto es un plus, porque esa gente tiene una determinada clientela, y esos toros
valen más. Esto se asemeja a ese valor llave. Esa combinación de la universalidad de bienes,
de organización y funcionamiento. Acá los bienes son generalmente homogéneos, ese plus
solo se da en estos casos de genética especial.
IMPORNATE:
Si digo: vendo un establecimiento rural, estoy solamente vendiendo el inmueble rural. Si
en cambio quiero vender el establecimiento rural y todos los bienes muebles que utilizo
para la explotación agraria, debo venderlo “a puertas cerradas”, y debo anunciarlo así.
Ejemplo: si se hace un testamento, no es lo mismo legar un establecimiento rural que
legar una explotación rural. En el establecimiento rural hablamos solo de un inmueble, en
cambio, la explotación también comprende bienes muebles, todos aquellos a través de los
cuales se lleva adelante la explotación.
¿Y si lego una estancia? La estancia no es un concepto jurídico, cuando lo utilizamos en
realidad hacemos referencia a parcelas rurales de gran dimensión, coloquialmente
hablando se asimila a un campo grande.
Entonces, en principio, si me legan una esencia me están legando el inmueble rural, pero
no todos los bienes que además se ven implicados en la explotación agraria.
SI VIENE MI CLIENTE Y USA TÉRMINOS INCORRECTOS, VA A DECIR TODO COMO
SINOIMOS, ESTANCIA, ESTABLECIMIENTO, CAMPO, ¿Qué ES LO QUE LE QUIERE DEJAR?
SOLO EL CAMPO, LA TIERRA, LAS COSAS DE ADENTRO, no son sinónimos. Si pienso en
estancia, no es un termino jurídico, es un término sacado de la obviedad, es el
establecimiento rural.
Recordar conceptos de campo, establecimiento rural, etc. Caemos en errores jurídico por
usar palabras que no son. Capo tenemos dos: puede ser para el instituto de colonización que
alude a la producción (unidad productiva) y por ende, explotación agropecuaria, y para
guerra es establecimiento rural. EVITAR USAR LA PALABRA CAMPO. Una unidad productiva
puede ser varias explotaciones, varios establecimientos. SIEMPRE PREVALECEN LOS
CONCEPTOS LEGALES. Al preguntarle vas a prevenirte de futuros juicios por cuál es el
objeto del legado.

2. EXPLOTACIÓN GRANJERA:
Ya estudiamos ganadería y agricultura. Ahora vamos a ver otra modalidad, la granjera.
Esta explotación implica muchos rubros agrarios, generalmente con carácter intensivos,
que es difícil agruparlos.

353
El art 86 de la Ley 13.737 alude a la producción de granja y dispone: “Declárese de interés
nacional la ejecución de un Plan de Promoción Granjera, con el fin de propender al desarrollo
de la producción y exportación de los distintos rubros de explotación de la Granja, mediante la
prestación de asistencia técnica y financiera de los productores rurales individualmente
considerados o agrupados en cooperativas o sociedades comerciales. Se entiende como
producciones de granja a los efectos de esta ley rubros de lechería industrial, fruticultura,
viticultura, horticultura, avicultura, cunicultura, suinicultura, apicultura y aquellos otros
rubros menores que la Comisión Honoraria considere de interés incluirlos dentro de este Plan.
Los métodos y lineamientos generales del Plan previsto por el presente artículo, serán
reglamentados por el Poder Ejecutivo, a propuesta de la Comisión Honoraria que se crea por
el artículo siguiente”.
Plan granjero. Estamos hablando de una cantidad de rubros de diferentes entidades,
chanchos, conejos, vinos, pollos, leche, todas estas agrupaciones que están detrás del
concepto de granja. Lo otro entra dentro del régimen general de la agricultura. No tienen
una regulación diferenciada de la agrícola, siempre la base es la agrícola, hay determinadas
actividades de la granja que además tienen regulación diferente. Las regulaciones macro
tienen dos ejes, el fomento y el control, que son características del derecho agrario.
En el fomento tenemos el plan de promoción granjero, que son del MGAP para el fomento
de la actividad. Hay otras leyes o planes que controlan la producción, es la obligatoriedad
de realizar declaraciones juradas, registrarse y eso.
EXPLOTACIÓN VITICOLA
La finalidad es la uva de mesa, o la elaboración del vino y sus derivados a través de la
transformación del producto. La primera regulación fue en el año 1903 que es la ley madre
aún vigente Nº 2856, creada para imponer un impuesto. Se creo para poner un impuesto a
los vinos importados y artificiales, y fomentar la elaboración de vinos naturales exonerados
del pago de impuestos.

¿Qué es vino natural? Es le producto exclusivo de la fermentación proveniente del sumo


de la uva fresca. Es importante porque si no se cumple con esto, estamos frente a lo que
llamamos vino artificial, que no se exoneraba de impuestos.
Art 3 de la ley también denomina y explica a los tres empresarios involucrados, el vitícola
(plana la uva y la vende), el bodeguero (compra la uva y hace el vino), y al vitivinicultor (que
es el que planta la uva y la procesa). Puedo ser cualquiera de ellos, y dependiendo eso voy a
tener regulación diferente. Tiene que haber relación entre uva cosechada y vino producido.
El PE puede estimar el valor de la cosecha de uva, es decir, con cuantos kilos de uva rinde
la elaboración de vino. Esto pretende que si soy bodeguero debo justificar cuanta uva fresca
compre, porque hay una relación entre las uvas y el vino que se hace. Esto es control, a través
de inspecciones y de documentos. Inscripciones en el registro, quienes plantan la uva con
un nombre de su producción rural, el único que no es productor rural es el bodeguero,
que solo compra la uva, si la planta también, por el concepto de actividad conexa y accesoria
es actividad agraria, y en este caso explotación rural (siempre teniendo en cuenta el
volumen de inversión de la bodega y de la cosecha).
El registro individualiza a los titulares de explotaciones, a los bodegueros y a los que
hacen las dos cosas, y además lleva otro registro de las operaciones. ¿Para que registran las
operaciones? Para control de la producción, de los productores, de la producción general,

354
con el fin de resguardar el vino natural, porque tengo que mantener la equivalencia entre el
vino y la cantidad de uva que use y ahí surgen las distintas variedades de uva y de vinos.

INAVI, creada por ley 15903, es el instituto que controla y regula esto, y lleva el registro
de las operaciones, y existe el certificado guía para el traslado de la uva, tiene los dos
alcances y aprueba la venta. La razón de este control es el ciclo de la naturaleza de la vid, el
tiempo de producción de la uva es muy poco, por ende, tiene que haber una legislación que
proteja al productor de vid, porque el si el producto esta pronto para cosechar y no se
cosecha se pudre. Se trata de proteger al productor de uva frente al bodeguero.

La ley dice que en ese certificado guía que emite el productor que a distinto organismos
estatales, cuando le llega la uva al bodeguero el mismo debe emitir un certificado de adeudo,
que dice que le llego tanta uva de tal calidad, ese certificado es un título ejecutivo (sin
necesidad de intimación) que protege al que planta la vid, que está obligado a vender en 4
días toda su producción anual, porque si no se le pudre. ¿Qué pasa si el bodeguero no emite
el certificado? Se elabora lo que se llama el proceso de audiencia de la uva o lo emite el
instituto si el productor no va para el proceso.
Todo esto es por el ciclo natural de la uva, por esos días en que la producción esta lista y
entre que se pudre. Ahí viene la especialidad de la comercialización, no se comercializa
como cualquier otro producto de este país.
CLASE QUE VIENE: HACIENDAS Y LANAS.
02/06/2021
Actividad agraria: es la intervención del hombre en el ciclo biológico para obtener un
fruto primario de origen animal o vegetal. Si tengo algo que en la naturaleza nace, cría, el
hombre le da su expertís técnico, ayudar en ese ciclo para que, por ejemplo, la acá entre en
celo, se reproduzca más de lo que haría sin la intervención. El hombre interviene para
obtener un fruto, el fruto es primario, y acá hablamos de los commoditis, es decir, de los
frutos del país. Adquieren medida de valor en los mercados internacionales, son materias
primas lo que se venden, no se vende el aceite de maíz, sino que se vende el maíz, lo mismo
la lana, se vende sucia, ni siquiera se lava. Son frutos sin industrializar.
Desde el productor que hace el ternero hasta el europeo que se lo come hay una cadena
de producción, ¿Quién interviene? El productor, el frigorífico, el transportador, el que hizo
el contrato, todo esto son relaciones jurídicas que se dan en la cadena productiva carne, son
cientos de relaciones contractuales, muchos agentes intervinientes.
Tener en cuenta: art. 3 ley 17.777, actividad conexa y accesoria, recursos naturales.

Dato: si no existiera eso de conexo o accesorio, se superpondrían los impuestos que el


productor debe tributar. Por eso es importante.
Establecimiento rural: Código Rural 283.
Explotación agraria:

Diferencia entre establecimiento y explotación:


Aporte: establecimiento es tener el inmueble con todas sus características y la
explotación agraria puede ser en varios establecimientos rurales y no por tener explotación
agraria vas a tener establecimiento rural, en función del destino.

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Aporte: entendí lo contrario, que en un establecimiento podemos tener varias
explotaciones.

Profe: pueden ser ambas. Ejemplo, en un mismo establecimiento rural, tengo lechería y
planto frutos, acá tengo dos explotaciones, puedo además tener unos cajones de abejas, que
es otra explotación.

Aporte: hay que tener en cuenta el volumen de la inversión.


Profe: ¿EL VOLUMEN DE LA INVERSION IMPORTA EN EL ESTABLECIMIENTO RURAL?
NO, ESO ES SOLO PARA ACTIVIDAD AGRARIA EL VOLUMEN DE LA INVERSIÓN. Para definir
si una actividad comercial o industrian en el establecimiento, para ver si es agraria voy al
volumen de la inversión, inciso 2º del art 3 de la 17.777. Se le da la posibilidad al productor
rural (sujeto) incluir determinadas actividades comerciales dentro de la actividad agraria,
siempre que el volumen de la inversión sea mayor.
Concepción de campo del instituto de colonización: unidad productiva, similar a
Saavedra. Lo lógico es asimilar este concepto con el de establecimiento rural. Guerra lo
asocia al establecimiento rural. Pero en el instituto pego mas lo de unidad productiva por
razones economías, ya que puedo, baso esta definición, tener varios establecimientos
(entonces siempre llego a las 500 hás y siempre lo tengo que ofrecer).
Aporte: el concepto que usaba para diferenciar la aa y la EA era la organización y
funcionamiento de los bienes, que a su vez lo distingue del establecimiento porque el mismo
esta atravesado por el concepto de inmueble y vinculado al aspecto espacial, hay
explotaciones que son aa pero no son establecimientos, ya que no usan la tierra mas que
como mero asiento.
Profe: perfecto, la explotación rural siempre implica aa, solo que en forma mucho mas
organizada, la aa no implica organización, solo implica la intervención en el ciclo, pero no
requiere organización, si voy un paso mas de esta aa, si no tengo aa no tengo explotación.
Implica siempre el desarrollo de la aa. Pero distinto es el concepto de establecimiento,
porque este no implica obligatoriamente el desarrollo de la actividad, sino que alude a la
potencialidad, la posibilidad de realizar ese destino de aa, pero no se desarrolla en el
momento.
Aporte: quiero decir el ejemplo de explotación con dos establecimientos rurales: la
explotación es a la organización de explotación forestal, pero tiene un establecimiento en
zona rural de canelones y otro en salto, pero los dos destinados a la misma explotación.
Aporte: también se puede asociar a la empresa agraria, porque incluye la noción de
capital y trabajo, la empresa puede abarcar varias explotaciones, puede ser un plus más,
puedo tener varias explotaciones dentro de una misma empresa, siempre que haya
explotación rural voy a tener empresa agraria. Incluso en una misma empresa puede
haber arias explotaciones y varios establecimientos.
En el contrato de pastoreo típico ¿Quién es titular de la explotación? ¿Qué pasa si
entiendo que es un arrendamiento de servicios? El duelo del ganado es propietario, pero se
desplaza la guaria material, entonces el pastor es el que realza efectivamente la actividad,
PERO yo como dueño del ganado pago por este servicio ¿dejo de ser productor rural? No,
los dos son titulares de explotaciones, hay dos explotaciones, si yo voy al BPS, el mismo me
requiere un asiento físico para entender que soy productor rural, diferente a lo que me dice
el art 3 que no me pide la tierra, el BPS si me pide la tierra. Entonces, el titular dueño del
ganado tributa por industria y comercio y el dueño del predio tributa como agrario.

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Ahora se acepta la definición de explotación de los tenedores de ganado sin campo, el
BPS los considera como excepción de su concepto de actividad agraria.

GRANJA
En la granja se abarcan muchas modalidades, algunas con legislación especial y otras
bajo el régimen normal de la agricultura. Si el tema es de vid, vamos al régimen que vimos,
en protección de los productores de vid y la justificación que vimos antes.
Si pensamos en la ABICULTURA, que es otra modalidad, tenemos que pensar en pollos,
hay otro sistema de integración vertical, tenemos a las granjas que tienen huevos para
incubar, las que producen huevos para comer, las que engordan los pollos, son todas
modalidades distintas para la misma explotación. Luego de esto tenemos que etapa de faena
del pollo y después la comercialización.
Acá hay normas que protegen la salud y la calidad del producto, ahí tenemos leyes que
entran dentro de la orbita de la sanidad animal del MGAP, para que ese pollo cumpla
determinados estándares para que sea apto para el consumo humano.

¿Cómo controla o fomenta esto el Estado? Con el registro de los productores, los obliga
aun registro, después los productores presentan declaraciones juradas, y pensamos en la
actividad ganadera, se asemeja mucho. Solo que el proceso del pollo es mas corto que el de
la ganadería. El ciclo del pollo es mas corto que cualquier otro ciclo de régimen de ganadería
que vimos. Por ende, las declaraciones juradas vas a ser mas cortas porque el ciclo es mas
corto.
La forma que tiene el estado es la misma solo que hay una especialidad que es como se
forma esta producción, que es lo que se llama el trabajo crianza ¿fasón? Cuando compramos
un pollo dice el nombre de la granja, en realidad ese es el nombre de la industria, no del
productor, porque el industrializador de pollo le provee al productor de todos los elementos
necesarios para la producción, es decir, los pollos, la comida, las incubadoras, es decir, todos
lo elementos los da la industria, y el productor lo que hace es criar el pollo. La tierra no
funciona como elemento productivo, el galpón de nylon en donde se produce es el lugar en
donde se lleva a cabo esto, la tierra es mero asiento, el productor solo los cría, a los 60 días
viene la industria y se lleva los pollos, y le da pollos nuevos para engordar.
La crianza es del productor, pero la gestión es de la industria, los fasoneros son los
criadores de pollo, pero todo lo lleva a cabo la industria, la industria maneja la producción.
¿Quién es el responsable de la parte sanitaria? Es la industria. El productor es quien cría
el pollo, pro la asistencia técnica tiene de un veterinario que lo provee la industria. ¿Quién
es el titular de la explotación? Los pollos no son del productor, son de la industria, se paga
un servicio como en el ejemplo del pastoreo, así funciona la industria pollera.

Cuando Moro cayó (industria pollera), al caer no le mandaba la comida a los pollos, los
mismos se volvían carnívoros, el problema surge en toda la cadena de producción, no le
pagaban al productor, todo este problema fue de cadena productiva.
Es lo mismo que el caso de ganadería. La misma forma de control. Todas las modalidades
de explotación tienen un régimen administrativo, y no legal, la ley interviene en el fomento
de la actividad, pero no en la regulación y control de la actividad, es todo a través de
resoluciones administrativas del MGAP, de la UMA, etc.
APICULTURA:

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Siempre tratando las explotaciones desde la ganadería, se va a la trazabilidad del animal
que implica la explotación. La idea es que el consumidor conozca lo que esta comiendo.

La miel lo que pretende es buscar la trazabilidad de la miel, el estado busca el control y


el fomento. Para eso hubo una ley que primero obligo a inscribir a los productores y después
las salas de extracción de miel, exigiendo determinada sanidad.

Lo mismo, declaraciones juradas, guías, etc. por los ciclos de la explotación las
declaraciones se presentarán más veces o menos, pero es lo mismo. lo que no hizo la
legislación es cuidar a sanidad de la miel, ya que los apicultores ponen los cajones al lado de
los cultivos por la polinización, el que tienen los cajones pide al dueño del terreno poner sus
cajones allí, a veces le pide un porcentaje de explotación de miel, no hay contraprestación
simplemente ayuda mutua.
No se cuida que en el avance de la agricultura y la utilización del glifosato (agrotóxico)
sufren las abejas, se mueren, se contamina el cajón. No hay leyes que protejan la apicultura,
simplemente tratan de trazar la calidad de la miel.

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