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Hoy día las palenqueras se han convertido en un atractivo turístico para los visitantes de
Cartagena, este artículo muestra la historia de Alexandra Torres, una de ellas.
Alexandra asegura haber tenido sólo dos inconformidades con su trabajo en todo el
tiempo que lleva laborando como vendedora de frutas, la primera, son las fotos, dice
sentirse acosada cuando los turistas le sacan fotos sin su permiso; se las ingenió
para hacer de la las fotos un plus a sus ventas, pero aún le agobia tener que estar
atenta a que no le saquen fotos al estar distraída. Y el segundo inconveniente son
las mujeres de su pueblo que sólo trabajan en temporadas de fiesta, quitándole así
la oportunidad de ganar más dinero a ella y sus compañeras que se la pasan todo el
año “quemándose las pestañas”.
Pero saber vender y sacar sus hijos adelante no es lo único que ha logrado, gracias
a su trabajo y en pro de este, ha aprendido “a defenderse con el inglés” sumado a
esto domina a la perfección el español y el palenquero, algo de lo cual también se
siente orgullosa pues asegura que, a pesar de lo que la gente puede pensar, en
palenque la lengua palenquera no la dominan todas las personas, refiriéndose, sin
mucha reserva, a los jóvenes, quienes están olvidando la importancia de mantener
la lengua nativa.
Al preguntarle por sus inicios en Cartagena, recuerda con nostalgia y a la vez con
alegría los años en los cuales se abalanzó a la ciudad en compañía de su marido,
Fernando, y de Camilo, su primer hijo; sin tener muchos conocimientos de cómo era
la ciudad, por supuesto, conocía Cartagena, pero no sabía lo que era residir en ella.
Sus hijos Camilo y Óscar, contrarios entre sí, el primero callado y retraído, el
segundo, parlanchín y extrovertido; a pesar de su corta edad, son conscientes de lo
que su mamá ha hecho por ellos, dicen quererla mucho porque “se portan bien cada
vez que ella dice”.
Por su parte, la huésped de Alexandra, Milena, dice estar muy agradecida con ella,
pues la acogió cuando más lo necesitaba. Milena llegó hace menos de dos meses a
Cartagena, es familiar de Alexandra, sin embargo, sabe que ella no tenía la
obligación de ayudarle. Debido a que son primas, se conocen desde hace mucho,
pero al Alexandra mudarse a Cartagena ya no se veían tan seguido, por lo cual, no
era seguro que quisiera tenderle la mano, pero lo hizo, “eso habla muy bien de la
personalidad de ella y lo buena gente que es, es un fosforito y para coger rabia eso
es ya. O si no, pregúntale a su marido [risas] pero no se puede decir que no es
buena gente” según palabras de Milena.