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LOS ASENTAMIENTOS GERMÁNICOS Y LA CREACIÓN DEL

DERECHO

1. Los asentamientos germánicos

El siglo V fue un periodo de transición en la historia de la Península


Ibérica. El paso de la Hispania romana a la visigótica no se produjo
súbitamente, ni sería exacto considerar las invasiones germánicas del
otoño de 409, como el acontecimiento que marca una clara divisoria
entre dos etapas. La turbulenta historia de la Península Ibérica en ese
siglo, puede rehacerse en los 60 años que siguieron a esas
invasiones.

Las invasiones de ese año, pueden datarse con considerable


exactitud.

Entraron en la Península procedentes de las Galias: Alanos, Vándalos,


Suevos y finalmente Visigodos.

Pasados unos años de anarquía y saqueos, hacia el 413 comenzaron


a conocerse días de paz, asentándose en las Hispanias como fruto de
un tratado celebrado con los romanos, según Idacio y Orosio. Por ese
supuesto tratado, “foedus”:

Los Suevos y los Vándalos hasdingos, se establecieron en Galicia.

Los Alanos en Lusitania y parte de la provincia cartaginense.

Los Vándalos silingos en la Betica.

Quedó libre el litoral levantino, y la provincia Tarraconense que años


más tarde en 415 sería ocupada por los Visigodos. Este pueblo
capitaneado por Valia, proyectó bajar hasta la provincia Bética y
cruzar a África, debido a que en ese momento ese continente era
considerado el granero del Imperio romano. No encontraron los
visigodos resistencia ni por parte de los Vándalos silingos, ni de los
Alanos, pero malos navegantes fueron incapaces de cruzar el
estrecho de Gibraltar. Esta situación provocó que de nuevo
negociaran y ratificaran con los romanos en el año 418 (Valia y el
General Constancio en representación del emperador Honorio), un
tratado por medio del cual se llevó acabo el definitivo asentamiento
de los visigodos en las Galias.

Ambos tratados (416-418)o “foedera”, implicaron para los


romanos el compromiso de la entrega de víveres y un
territorio donde formalmente se asentaran los visigodos, y por
parte de estos, la ayuda militar a Roma para expulsar a
vándalos silingos y alanos.

Por la ratificación de 418, los visigodos se asentaron en las Galias,


Aquitania segunda, con capital en Burdeos que más tarde ellos
trasladarían a Toulouse creándose así el reino visigodo de Tolosa.
Desde allí intervinieron, en unas ocasiones para imponer a los suevos
en 456, el tratado (453) que les obligaba a respetar las fronteras,
otras para saquear, hasta que en 472 ocuparon la Tarraconense y en
494-497 se completo su entrada en las Hispanias.

No se sabe demasiado del “foedus”, de 418, pero fue


definitivo para el asentamiento de los visigodos, lo que ha
originado diversas conjeturas. Y aunque al parecer las tierras
entregadas, no se concedieron como patria, sino solo para
habitarlas en función de los tratados federales, al asignársele
al visigodo amplias atribuciones supuso en esencia la base
jurídica para el Estado Visigodo, pues a pesar de que esos
territorios políticamente fuesen romanos se les permitió
ubicarse en ellos con total autonomía interna, cumpliéndose el
viejo sueño de Alarico de establecer un “Regnum” propio en el
interior de las fronteras del Imperio, se constituía así un
Estado dentro de otro.

En este sentido, los visigodos no tendrían que pagar


impuestos, mantendrían su propio Derecho y sus propios jefes
militares, lo que originaría la configuración de este pueblo y el
antecedente de la futura monarquía militar visigoda
designándose a Valia como monarca.

Mientras todo eso ocurría, los vándalos hasdingos y los suevos


que compartían Galicia, y que hasta ese momento no habían
sido atacados por los visigodos, comenzaron a luchar entre sí,
haciéndose los vándalos con el poder, y siendo salvados los
suevos por los romanos, ya que a estos, en ese momento la
presencia sueva en Galicia no les molestaba. Los Vándalos
después abandonaron Galicia y pasaron a la Betica a través de
Lusitania, más tarde se asentarían en las islas Baleares.

Los suevos, pese a ser inferiores tanto demográficamente


como en poderío militar a los visigodos y a los vándalos,
fueron presa de una incontenible fiebre expansionista que les
impulsó a salir de Galicia, extenderse por Lusitania y Betica, y
por un momento pareció que el reino suevo iba a prevalecer
sobre los demás, pero su carrera ascendente quedó truncada
en 456 en la batalla del río Órbigo, replegándose de nuevo en
Galicia, hasta que Leovigildo (587) los arraso.

En los asentamientos de los pueblos germánicos en la


península se pueden distinguir varios tipos: populares,
aristocráticos y fronterizos.

POPULARES: Corresponde a las masas de campesinos


germánicos de las que se han excavado necrópolis principalmente
en Segovia, Soria, Burgos, Ávila, Guadalajara, Madrid, Valladolid...
etc. De otro lado, aunque han sido discutidos en puntos concretos,
estudios toponímicos, parecen haber confirmado, la mayor
concentración en el curso inicial y medio del Duero, en el amplio
espacio que limita al Norte el tramo inicial del Ebro y todo el recorrido
del Tajo hasta la frontera portuguesa. De ahí nombres como “Tierra
de Campos”

ARISTOCRATICOS: El asentamiento aristocrático cubrió las ciudades


y comarcas de toda la Península con una masa total máxima de unos
diez mil sujetos, como ocurrió con Toledo, Mérida, Barcelona, etc.

FRONTERIZOS: El asentamiento fronterizo correspondió a los límites


con lugares no controlados en diversos periodos por la monarquía
visigótica. Así aparecen fortificaciones con guarniciones permanentes
que cubrían el Pirineo oriental.

2. Bases jurídicas de los asentamientos germánicos

Los pueblos germánicos no se establecieron en la península como


conquistadores, sino por vía del derecho público. El instrumento
jurídico utilizado para su asentamiento fue el  Ius hospitalitatis, o
acantonamiento militar, practica nacida en el Bajo Imperio con objeto
de mantener guarnecidas las fronteras del Imperio y mediante la
cual, se daba alojamiento permanente a los guerreros en las granjas
de los romanos “posesores”, a cambio de prestar servicios militares a
Roma. Pero al tratarse de pueblos, no solamente de guerreros, en
estos tratados o “foedera” fue preciso también suministrar medios
para su subsistencia. De ahí que, existiese sin duda una previsión
teórica de reparto de tierras entre visigodos y romanos hecha por
tercios según los modelos romanos del ius hospitalitatis, que
según el Código de Eurico adjudicaba dos parcelas a los
visigodos “sortes gothicae” y una a los romanos “tertia
romanorum”.

A partir del asentamiento de los visigodos en las Galias y su


penetración en las Hispanias, en un mismo territorio se asentaron dos
pueblos diferentes con diferentes tipos de Derecho (romano-vulgar y
germánico).

Durante algunos años, todos esos pueblos convivieron en la


Península, más tarde sólo quedarían, suevos y visigodos, que vivirían
separados hasta que Leovigildo (585) los unificó bajo el poder
visigodo. Poder que se extinguiría en el 711 ante el predominio
islámico.

3. Elementos de formación y fuentes de creación del Derecho


en la época visigótica

Se denomina Derecho visigótico, la legislación que comenzó a


surgir de los monarcas visigodos.

Cronologicamente abarca los siglos V- VIII, y con el se hace


referencia tanto al Derecho del reino de Tolosa, como al de Toledo.
Derecho que estuvo formado por: Derecho romano vulgar de
Occidente, Derecho canónico, y Derecho consuetudinario
germánico.

El Derecho romano-vulgar de Occidente fue el resultado de un


proceso de transformación sufrido en el periodo posclásico,
que fue muy lento y en el que hubo regulaciones casuísticas
cada vez más elementales que conllevó a una progresiva
pérdida de calidad en la cultura jurídica.

Por Derecho consuetudinario germánico, entendemos el


conjunto de normas y usos jurídicos propios de los pueblos de
tal estirpe, vigentes desde antes de su asentamiento definitivo
en la península Ibérica. Esta denominación no implica una
homogeneidad intrínseca en su propia naturaleza, absoluta en
la vida jurídica de todos los pueblos germánicos, sino la
existencia de un tronco común reforzado y enriquecido en
diferentes grados con fenómenos como las anexiones, en
parte voluntarias y en parte forzosas, de un pueblo a otro
dirigente .

Derecho canónico hispano, que nace, más que de la actuación


de los pontífices, de los cánones de los concilios peninsulares.
La intervención de los obispos, unida a la de otros asesores
del monarca en materia legislativa, contribuyó notablemente
al influjo del Derecho de la Iglesia en la época visigótica.

Este conglomerado de elementos ha sido estudiado desde diferentes


posiciones: la que ha defendido a ultranza la importancia del
Derecho romano, considerándolo como único a tener en
cuenta (teoría romanista, García Gallo, D´Ors); y la que
considera que el Derecho germánico se mantuvo en la práctica
jurídica, con su consiguiente introducción en la legislación
(teoría germanista, principalmente, Torres López, Pérez-
Prendes).

El Derecho visigótico, reconoció como fuentes de creación: la


legislación regia, la costumbre, la literatura jurídica y las
decisiones judiciales.

A.- La legislación regia, en su conjunto fue una legislación de


elaboración real en intima colaboración con los organismos
gubernamentales: Aula Regia y los concilios de Toledo. La primera,
como órgano consultivo y de asesoramiento, y los cánones y decretos
de los segundos, por medio de una “lex in confirmatione Concilii
editae”, adquirieron valor de verdaderas leyes civiles.

Los monarcas godos inicialmente legislaron mediante edictos,


paralelamente a como los gobernadores romanos en virtud del “ius
edicendi” promulgaban edictos en las provincias. Cuando la
separación de Roma se consumó, y los reyes godos dejaron de ser
meros agentes de Roma, dictaron cada vez con mayor intervención
popular verdaderas leyes, que recibieron las denominaciones
de: Leges, Constituciones, Auctoritas, Decretum, Sententiae, etc.

Respecto de su promulgación sabemos poco. Algunas se


entendían promulgadas una vez leídas públicamente en las
iglesias.

B.- La costumbre:La legislación del momento negó valor a la


costumbre, al no considerarla como fuente de creación, pero
la doctrina jurídica de San Isidoro entiende la costumbre como
norma jurídica no escrita y para admitir su vigencia exige que
cumpla los mismos requisitos que las leyes han de reunir para
considerarlas justas. Se dio una lucha continua entre el
Derecho promulgado por los monarcas, que se inspiró
predominantemente en el Derecho romano y la costumbre,
costumbre “extra legem”, o fuera de la ley, y costumbre
“contra legem” en la que se encontraban características más
germánicas. En este sentido, son frecuentes las prohibiciones que
aparecen en el Liber Iudiciorum, sobre la utilización de prácticas
germánicas, muestra de su permanencia y aplicación.

C.- Doctrina Jurídica: Con respecto a la doctrina jurídica por lo


general, se asumió por los oficiales reales y los monjes, aunque en
el siglo VI se les prohibió actuar en pleitos privados sin
autorización de sus superiores. Como fuente del Derecho debió
conservar valor, puesto que bajo Recesvinto se prohibió que los
juristas modificasen o glosasen textos legales. De otra parte, las
ideas jurídicas en el mundo visigótico han estado vinculadas a lo que
se ha llamado la “era isidoriana”. De San Isidoro interesa recordar
sobre todo sus Etimologías y sus Sentencias. En estas obras se
contiene el pensamiento jurídico-político del autor.

Son varios los testimonios conservados sobre literatura jurídica y


los juristas de la época visigótica. Muchas veces sin embargo,
no pueden puntualizarse los nombres de las personas que
realizaron importantes trabajos jurídicos, como en la redacción
de las leyes, así, con respecto alCódigo de Eurico, se ha indicado que
su redactor fue León de Narbona. La afirmación es una mera
conjetura. También no deja de ser conjetura, la intervención de
Braulio de Zaragoza en la redacción del Liber recesvindiano.

D.- Las sentencias judiciales: Las sentencias judiciales,


jugaron un papel muy importante en la elaboración del
Derecho visigótico. La vida del derecho consuetudinario
depende en parte de que sea tenido en cuenta por los jueces
para fundamentar sus sentencias. Pero esa posibilidad esta
subordinada a su vez, al nivel de libertad que la ley reconozca
a los jueces para colmar las lagunas que ella pueda encerrar.
La legislación visigótica prohibió a los jueces su iniciativa para
colmar lagunas en la ley. Esta prohibición reiterada en
términos diversos, constituyó una línea legislativa más que
una mera prohibición. Su objetivo era reservar al monarca la
función de colmar él, las lagunas jurídicas.
4. Nacionalidad y territorialidad del Derecho

La realidad jurídica-social de la época visigótica responde, a la


convivencia de varios pueblos o “naciones” dentro de una
misma forma política. Convivencia que implicaría que ese
Estado se plantease que legislación aplicar, ¿la romana, o el
Derecho germánico? o ¿idéntica para ambos pueblos?. De
darse el primer supuesto se daría el llamado principio de
nacionalidad del Derecho, cada grupo nacional se regiría por
su propio Derecho. En el segundo supuesto se aplicaría el
principio de la territorialidad, es decir, una misma ley para
todo un territorio, y todos sus habitantes, aunque fuesen de
distintas nacionalidades. Desde el aspecto formal, las
interrogantes planteadas quedaron resueltas al promulgar los
monarcas godos su propia legislación. Pero, desde el punto de vista
de la aplicación de esa legislación, surgen dudas que la historiografía
ha tratado de resolver en función de dos explicaciones generales
distintas:

A) La teoría del principio de la nacionalidad inicial, transitando


a una territorialidad paulatina de las leyes, es la más clásica y
defiende que los pueblos germánicos (suevos y visigodos) habrían
conservado consuetudinariamente su Derecho tradicional “Derecho
germánico”, separado y distinto de la amalgama jurídica practicada
en la época tardo-imperial romana.

B) La teoría territorialista acelerada, que sostiene que el Derecho


romano fue el único elemento jurídico que habitó en la Península, y
que todas las leyes promulgadas por la monarquía visigoda fueron de
carácter territorial, es decir, rigieron por igual para godos e
hispanorromanos.

En función de la primera tesis, las leyes de los monarcas


visigodos, desde el Código de Eurico hasta el Liber Iudiciorum, se
aplicarían sólo sobre la población goda, mientras que los
hispanorromanos se regirían por las leyes teodosianas y desde el 506
por la Lex Romana Visigothorum. Habría pues, una dualidad de
legislaciones, cada nacional (se usa el término nacional, como
sinónimo de pueblo) se regiría por su propio Derecho,
desarrollándose no obstante un proceso de territorialización inspirado
en la existencia de algunas leyes vigentes conjuntamente para godos
e hispanorromanos (leyes procesales de Teudis). En lo relativo a qué
derecho prevaleció en los asuntos mixtos (en los que intervinieron
godos e hispanorromanos), no hay un criterio unánime entre los
autores que la siguen, pero se suele considerar que prevaleció el
Derecho visigótico sobre el romano.

La segunda tesis, defiende que todas las leyes promulgadas por la


monarquía visigoda fueron de carácter territorial. Rigieron por igual
para godos e hispanorromanos. Los autores que la formulan lo hacen
de modo distinto, no encontrando una fórmula definitiva.

Así, García Gallo, que es su principal defensor, pero no su creador,


sostiene lo siguiente:

a. Año 476, promulgación del Código de Eurico, con carácter


territorial.

b. Año 506, promulgación del Breviario de Alarico o Lex Romana


Visigothorum, con carácter territorial que deroga al Código de Eurico.

c. Derogación de la Lex Romana Visigothorum por Leovigildo y nueva


puesta en vigor de Código de Eurico.

d. Año 580, promulgación de Codes Revisus de Leovigildo, con


carácter territorial que deroga los anteriores.

e. Año 654, promulgación del Liber Iudiciorum.

Más tarde Alvaro d`Ors, (apoyándose en Merêa) defendió:

a. Promulgación de Código de Eurico, con carácter territorial.

b. Promulgación de la Lex Romana Visigothorum, sin derogar


el Código de Eurico, con fines de formación de jueces. También
tendría carácter territorial.

c. Revisión del Código de Eurico por Leovigildo, pero sin derogar


el Breviario, dado su carácter docente.

d. Promulgación del Liber Iudiciorum, que deroga todo lo anterior.

Sin olvidar estas posturas, se ha de considerar que, la


personalidad del Derecho (cada nacional se regiría por su
propio derecho aunque saliese del territorio en el que
habitaba), consecuencia lógica del principio de nacionalidad
de las leyes.
Es evidente que en función de la intención del legislador y de la
terminología empleada, la legislación de los monarcas godos, tiene un
perfil, más romano que germánico. Pero precisamente esa
característica, quizá fuese la causa de la dicotomía existente en
muchos aspectos entre la vigencia de la legislación real y la práctica
“extra” o “contra legem” más usual del pueblo en sus relaciones
jurídico-privadas penales y procesales.

Tendría que resultar muy difícil cambiar hábitos y costumbres tan


dispares, como los que implican y fundamentan el Derecho romano,
que responde a una economía rápida y ágil con una circulación
generalizada y predominante de mercancías a distancias largas y el
Derecho germánico, mucho más adecuado a la realidad de un
progresivo avance de una economía ruralizada, autárquica y
autosuficiente en espacios no muy amplios, y con escasa evolución
cultural y demográfica que fue también la propia del Bajo Imperio.
Además las disparidades religiosas, la prohibición romana de
matrimonios mixtos (poco significan en su contra, los casos de
ruptura por personajes poderosos) y bolsas de asentamientos
germánicos en tierras determinadas, aunque se distribuyesen en
otras partes entre la población hispanorromana, fueron factores
iniciales de diferenciación que sólo se irían atenuando o
desapareciendo a largo plazo.

De ahí que, sea más defendible que se diese un periodo en el que


cada “pueblo” se rigiese por su propia norma de conducta (principio
de nacionalidad de las leyes) y paulatinamente se fuese tendiendo a
que todos los súbditos de ese Estado, sin tener en cuenta su estirpe o
“nacionalidad” se rigiesen por una sola legislación para todo el
territorio de ese Estado (principio de territorialidad del Derecho).

Cabe pensar por tanto, que el Derecho escrito visigótico no alcanzó


una autentica realidad social, y este pensamiento se afianza al
estudiar el contenido de documentos de aplicación del derecho, como
las Fórmulas visigóticas, donde se evidencia a veces la práctica “extra
legem”, y uso del Derecho germánico, como disyuntiva al Derecho
escrito (Derecho visigótico). Este enfrentamiento entre ley-costumbre
sería típico del Derecho de este momento, y la prohibición de aplicar
esta última, repetida en los textos legales (la legislación visigoda le
negó a la costumbre valor como fuente del Derecho), nos permite
suponer que no fue obedecida, y que, el Derecho consuetudinario
germánico, fue utilizado sobre todo por vía de las relaciones
cotidianas y de los usos judiciales.

5. Textos jurídico-visigóticos.
Código de Eurico: De acuerdo con San Isidoro, se sigue
considerando hoy a Eurico (¿420?-488), como el primer
monarca visigodo y de los pueblos germánicos que legisló
(el Código de Eurico fue la primera ley escrita de estos pueblos).
Recogió el Santo en su Historia de regibus gothorum(escrita a
principios del s VI), que este monarca fue el primero bajo cuyo
gobierno los godos “comenzaron a regirse por leyes y no por
costumbres”.

Eurico nació hacia el año 420 y tras conspirar contra su hermano


Teodorico II que resulto muerto, subió al trono en el año 466,
iniciando una política expansionista que lo convertiría en un
poderoso rey. Tolosa sería desde entonces la primera corte
real de Occidente. No se puede considerar el Código de Eurico, un
texto “real”, es decir, promulgado sólo por el rey, aunque tampoco se
puede afirmar que fuese establecido con la intervención de una
asamblea popular, al viejo estilo germánico.

De la legislación euriciana sólo se conservan una serie de 50


capítulos, descubiertos en el s XVIII, que regulan, el reparto de
tierras entre godos e hispanorromanos, algunos contratos y el
derecho de sucesiones.

En un principio su fecha de promulgación se situó alrededor del año


476; estudios posteriores en función de un análisis minucioso del
contenido de los preceptos dedicados al reparto de tierras, se inclinan
más a ubicar su promulgación hacia el año 480-1.

Durante mucho tiempo se mantuvo su carácter de edicto, hoy es tesis


predominante, que este texto legislativo fue algo más que un edicto.
Fue el resultado de una mentalidad política plenamente desvinculada
de Roma, que originó la primera colección legal de amplitud y
generalidad suficientes para que pueda hablarse de un cambio en el
sistema de las normas legales. Sin embargo, obras contemporáneas a
él (Fragmenta gaudenziana), lo designan en unas ocasiones edicto y
en otras lex.

Respecto a su estructura, sólo sabemos que estaba dividido en títulos


y capítulos, de los que se conservan del 276 al 336 con numerosas
lagunas. Parte de estos preceptos fueron recogidos en una obra
posterior a la que identificamos con el título de Codex Revisus, y
varios centenares de las leyes de este último código, bajo el epígrafe
de antiqua, pasaron a una recopilación llamada Liber Iudiciorum.

En contradicción con los que defienden la teoría hoy denominada de


la “territorialización acelerada”, parece más bien que esta obra se
promulgó para los visigodos de acuerdo con el principio de
nacionalidad del Derecho. Es una obra de carácter amplio, que
cumplió una función vertebradora de un reino. Ese carácter, es el que
le da el calificativo de “excepcional” importancia.

No es el Código de Eurico, una obra concebida con unidad de criterio


y realizada “ex novo”, sino que actúa sobre una múltiple tradición
jurídica a la que se procura infundir coherencia; no es tampoco una
antología, como el Código Teodosiano, ni una selección puesta más o
menos al día de esa antología como ocurrirá con la Lex Romana
Visigothorum o Breviario de Alarico.

Con respecto a las influencias jurídicas encontradas en el texto, es de


recordar, que se ha exagerado su romanismo; ciertamente se deduce
que en su redacción tuvieron que intervenir consejeros romanos, pero
las normas contenidas en él, responden a la fusión de principios
romanos-vulgares de Occidente, con los canónicos y germánicos. Es
decir a una peculiar forma de articular elementos muy variados en
una ensambladura que ya no es romana, sino en la que cuentan
predominantemente piezas romano vulgares (lo que muchas veces
supone escribir en latín cosas bien discrepantes del Derecho romano).
Este texto contiene lo que se define como Derecho legal visigótico, un
ajuste de la “costumbre germánica, a la vestidura romana”.

Codex revisus, o Código de Leovigildo: Se da este nombre a la


revisión que Leovigildo (572-586) rey visigodo, ordenó hacer del
Código de Eurico, según nos informa San Isidoro de Sevilla. Este
monarca corrigió algunas leyes del Código de Eurico, eliminó varias y
añadió otras, promulgando hacia el año 580, una nueva “edición”
conocida como Codex revisus. Leovigildo pudo querer restaurar el
proyecto político euriciano, que habría comenzado a naufragar desde
los días de Alarico II. Centrado ya, en la nueva sede de Toledo,
manifestó su propósito de afirmación de la realeza, adoptando un
nuevo ceremonial externo (cetro, corona, trono... etc.).

Este Código no ha llegado hasta nosotros directamente ni entero ni


fragmentado, sino que, se nos han conservado un amplio número de
leyes del mismo procedentes del Código de Eurico, en otro posterior
el Liber Iudiciorum, donde se le designa con la expresión “antiqua” a
las que no fueron modificadas por Leovigildo y “antiqua enmendata”,
a las que fueron corregidas por Leovigildo.

Se aplicó sólo a los visigodos conforme al principio de nacionalidad


del Derecho (cada “nación” o pueblo se regiría por su Derecho de
origen), aunque se va haciendo patente un paso hacia la
territorialización (principio que impone a todos los súbditos el mismo
derecho sin tener en cuenta su comunidad de origen), que se haría
evidente al derogar la prohibición legal (contenida en una vieja
Constitución de Valentiniano Valente (380)) de matrimonios mixtos
entre romanos y godos. También es significativa la equiparación
jurídica en el orden procesal entre hispano-romanos y godos y la
unidad de jurisdicción. La territorialización del Derecho no se
culminaría hasta el Liber Iudiciorum.

Debió estar dividido en títulos y leyes, como  el Código de Eurico. Su


contenido regula materias de derecho privado, penal y procesal. Con
respecto a éste, en el proceso antepone la prueba testifical (depurada
por el previo juramento purgatorio), a la de tipo documental, de
donde se percibe la conservación de criterios germánicos, junto con
una reelaboración de normas romano-vulgares, evidentes en el
derecho de sucesiones. Tuvo que ser algo más amplio que la obra
euriciana, comprendería unas 375 a 400 leyes.

Breviario de Alarico: Este texto conocido también como Breviario


de Aniano, Lex Romana Visigothorum, Liber Legum, fue al parecer
redactado por una comisión de juristas y nobles, bajo la dirección de
Alarico II (484-507) en el año 506 en Adúris (actual Aire sur L`Adour,
en la región de Burdeos, Francia), y aprobado por una asamblea de
obispos y provinciales, presidida por el conde Goyarico. El original se
archivó en el Tesoro regio y se enviaron copias suscritas por Aniano
(canciller de cuyo nombre viene la designación de Breviario de
Aniano) a todos los condes para que los aplicasen en sus respectivas
jurisdicciones.

La conservación completa de su texto, con una introducción


“praescriptio”, el Commonitorium, una circular de remisión a las
autoridades y una suscripción “subscriptio”, permite conocer de modo
patente su carácter y las circunstancias de su formación.

Por el decreto de autoridad real de 2 de febrero del 506,


Commonitorium, que inicia el texto, se dispuso que no se pudiese
aplicar en los tribunales ningún otro precepto jurídico que no se
hubiese incluido en el Breviario y precisamente según la redacción
que allí se daba, enviándose a tal efecto una copia legitimada a cada
juez. Esa disposición se ha interpretado actualmente por diversos
investigadores, como una derogación de todos los textos legales
anteriores al Breviario, incluido el Código de Eurico, con lo cual sería
una supuesta prueba a favor de la territorialidad de las leyes
visigodas, que se habría implantado desde un principio (territorialidad
acelerada). Pero nada de eso se dice expresamente en el texto
promulgador del Breviario, por lo que es más lógico interpretar que
sólo intenta unificar las distintas copias existentes de cada uno de los
textos recopilados en él; problema típico de los periodos de fijación
manuscrita del Derecho que ya se había planteado en otras ocasiones
antes del Breviario y lo sería luego hasta la aparición de la imprenta.

El contenido del Breviario, es una pura y simple compilación del


Derecho romano-vulgar. Concretamente una selección de “leges” e
“iura”. Sus fuentes se estructuran en un doble ámbito:

1) Leges, (constituciones imperiales): Código de Teodosiano, más las


novelas, posteriores al 438 de Teodosio II, Valentiniano III, Marciano,
Mayoriano y Severo.

2) Iura, es decir, escritos de jurisconsultos: Liber Gaii, Sentencias de


Paulo, un texto de Respuestas de Papiniano, 22 constituciones
tomadas de losCódigos de Gregoriano, dos del Código de
Hermogeniano. Vienen incluidas en los “iura” y no en las “leges”, por
proceder de los citados códigos que eran obras privadas.

La reducción cuantitativa de los textos del repertorio romano, indica


sin duda, el criterio de utilidad práctica con que se llevó a cabo la
obra, suprimiendo aquellas disposiciones especialmente de derecho
público, que no tenían ya vigencia positiva (por la desaparición del
estado y administración romanos). Si bien se supone que el motivo
de esta obra pudo ser el intento de Alarico II de atraerse a la
población de estirpe romana ante la presión de los francos, nada
sabemos acerca de cuál fue, el criterio de la selección hecha por los
juristas que integraron la comisión redactora. Se ha indicado que
pudiese responder a la idea de reunir las más accesibles y útiles en la
práctica, pero sus abundantes imperfecciones más reflejan una teoría
degradada y errónea que una práctica legal. Los textos seleccionados
no se refundieron sistemáticamente, sino que, se ordenaron en
grupos según la fuente de donde procedían.

Es muy frecuente que los textos citados, lleven una “interpretatio”,


resumen o explicación de aquél, pero el Liber Gaii, es por sí mismo,
una interpretación sustitutoria de las Instituciones de ese autor. Las
“interpretationes”, reflejaban en la mayoría de los casos no sólo la
evolución de la norma, sino, las circunstancias de hecho de lenguaje
de la técnica legal y el pensamiento jurídico, es decir, hacia asequible
en su caso, el derecho romano al nivel económico-cultural del
momento; pero al mismo tiempo, permitían acortar, el divorcio
existente entre el derecho oficial y el derecho en la práctica.

Es opinión común que estas “Interpretationes”, no son originales de


los jurisconsultos alaricianos, muchas se habrían formado con
anterioridad en las escuelas del sur de las Galias, y ellos las
reprodujeron (no siempre sin modificaciones) en el Breviario cuando
lo estimaron oportuno.

Fue distribuido en 16 libros, especialmente aplicado en Francia y en el


norte de Italia, y ejerció influjo en varias naciones de Europa, por lo
que se le ha llamado “ley romana de Occidente”, al igual que la obra
de Justiniano lo fue de Oriente. Al parecer su aplicación fue muy
escasa en España; dejándose notar su influencia sólo en algunos
documentos catalanes. Es posible que se aplicase por influencia
franca en ambientes eclesiásticos, por ejemplo, algunos decretos de
concilios hasta el VI de Toledo, hacen posible el pensar que la Iglesia
en algunas partes de las Hispanias hizo uso del Breviario. Donde
existen menos dudas sobre su aplicación, es en el “uso forense”, pues
las Fórmulas visigóticas, adoptaron varios pasajes del texto en
cuestión y la ley de Teudis sobre costas procesales se incluyó en
algunos de sus manuscritos, como el conservado en la catedral de
León.

Ley de Teudis: Se da este nombre a una ley promulgada por el rey


visigodo Teudis (531-548) el 21 de noviembre del 546, dada para
regular los abusos que se cometían en las costas procesales
exorbitantes que debían pagar las partes litigantes a los jueces. Se
conserva fragmentariamente en un palimpsesto de la catedral de
León que contiene fragmentos del Breviario de Alarico. Promulgada
en Toledo, tiene de interés que se aplicó a todos los “provinciales” y a
“todos nuestros pueblos”, como el mismo texto indica. Se ha
considerado por eso una muestra de la iniciación a la unificación
jurídica entre godos e hispano-romanos, pero también pueden
extenderse esas frases como alusivas a los procesos entre
hispanorromanos y mixtos de estos con los visigodos.

Esta ley aparece ubicada en el palimpsesto ya citado, que contiene


fragmentos del Breviario de Alarico, conservado en la Catedral de
León.

Liber Iudiciorum: Se da éste nombre y también los de Lex


Visigothorum y Forum Iudicum a la última recopilación de leyes
visigodas. Desde Leovigildo (572-586), y su hijo y sucesor Recaredo
(516-601), la actividad legislativa de los monarcas, se había
caracterizado por su vigencia territorial. El Liber Iudiciorum, se
destinó a la administración de justicia como indican sus nombres más
usuales. Se pensó en un principio, que la primera redacción de este
texto se debió a Recesvinto (643-672, hijo de Chindasvinto)
aproximadamente hacia el año 654 (Zeumer).

Tesis posteriores (King, 1981) con gran verosimilitud han defendido


que el mismo se promulgaría bajo Chindasvinto (642-652)
aproximadamente hacia el año 643-644, incluyendo en él, la
derogación formal del Codex revisus de Leovigildo (581) y el
Breviario de Alarico (506). A su vez Recesvinto revisaría el texto
preparado por su padre (Chindasvinto), junto con su Aula regia, el
pueblo “todo”, y el VIII Concilio de Toledo (al parecer intervino en la
elaboración San Braulio), a esta redacción, se le conoce con la
denominación de, Lex Visigothorum Recesvindiana, o forma
recesvindiana del Liber.En ella se eliminó la fórmula derogatoria de la
legislación anterior hecha por su padre, sustituyéndola por un párrafo
más general que alude a la vigencia del Liber para todas las personas
y pueblos del reino de los godos. El resto del decreto de promulgación
del Liber Iudiciorum por Chindasvinto formaría la base de la
promulgación de la redacción de Recesvinto (“Lex Quoniam”).

En el Liber se recogieron:

1.º Las Leges Antiquae, que son las promulgadas desde Eurico


hasta Leovigildo, “Leges antiquae emendatae”, son las de la misma
época pero modificadas por Leovigildo, “Leges antiquae noviter
emendatae” que son las anteriores al Liber, corregidas ahora por
Chindasvinto o por Recesvinto. Algún autor (Garcia Gallo), basándose
en la diferencia existente en las leyes “antiquae”, niega que todas
procedan de Leovigildo, sino más bien serían fruto de un largo
proceso de revisión de la legislación visigótica, no centrada en un
reinado determinado.

2.º La legislación de los monarcas visigodos desde Recaredo a


Recesvinto, indicando en cada ley el nombre de su autor y si ha sido
o no corregida al incluirla en el Liber.

Esta dividido en 12 libros (como el Código de Justiniano), y éstos en


títulos y leyes que pasan de 500, de las cuales, algo más de 300
proceden de la revisión de Leovigildo, más 3 de Recaredo, 2 de
Sisebuto, 98 de Chindasvinto, 89 de Recesvinto, 15 capítulos de
filosofía política, tomadas de las Etimologías de San Isidoro, en total
526 leyes, la mayoría de ellas esta rubricada con el nombre del
monarca promulgador.

Su contenido lo forman materias relacionadas en algún modo con lo


judicial:

Libro I, trata sobre la ley y el legislador.


II, Organización judicial y procedimiento.

III- V, Derecho civil.

VI- XI, Derecho penal.

X- XII, Materias más heterogéneas.

Los aspectos políticos del Derecho público están excluidos de las


materias que regula el Liber, pero a veces se recogen algunas leyes
promulgadas por los Concilios sobre organización política. El texto
del Liber Iudiciorum, se conoce gracias a una cantidad de
manuscritos que corresponden a sus tres formas.

Con esta obra se unifica definitivamente el Derecho para godos e


hispanorromanos, siendo el primer texto legal visigótico amplio de
carácter territorial (no se tiene en cuenta la comunidad de origen o
“nación” de los súbditos).

P UEBLOS Y CLASES SOCIALES EN EL REINO VISIGÓTICO

1. La diversidad de pueblos

A. Judíos

La situación social y jurídica de los judíos en el estado visigótico fue


de manifiesta inferioridad, las leyes judaicas fueron muy abundantes,
debiendo tenerse en cuenta las que se encuentran en el Breviario de
origen romano, las propiamente visigóticas recogidas en el Liber, y
las disposiciones canónicas que con frecuencia aparecen en los
Concilios de Toledo, y que, aun sin pasar siempre al Liber, tuvieron
carácter legal, por haber sido confirmadas por los reyes. Vivieron en
asentamientos identificables y tuvieron el uso de su derecho con la
estricta amplitud necesaria para conservar su religión.

Al examinar la política general de los visigodos con relación a los


judíos hay que distinguir épocas. Un periodo arriano, en el cual no
hay otras leyes que las romanas recogidas en el Breviario, y el
periodo católico desde Recaredo, en el que la política judía aparece
firme en los Concilios (cfr. supra, lección 02.14). Las limitaciones de
libertad de los judíos en los más diversos órdenes, desde el
puramente religioso al mercantil, prueban la situación de este pueblo
dentro del estado visigótico.

El proselitismo se castigó duramente, tanto en el periodo arriano que


quitó el derecho de testar al converso y castiga a muerte y
confiscación al que hizo la conversión, como en el católico, en el que
Chindasvinto, castiga al converso con muerte y confiscación, si no
existen herederos inocentes. La circuncisión estuvo permitida a los
judíos en el periodo arriano y católico tolerante, hasta que
Recesvinto, la castigó con la pena de muerte por lapidación o fuego.
En cuanto a la apostasía de los conversos ya el Breviario contra
el Codes Theodosianus, la condenó con la pena capital que continuó
en el periodo católico.

Los matrimonios mixtos entre judíos y cristianos, fueron equiparados


en el Breviario, con el adulterio. El Concilio III de Toledo extendió la
sanción al concubinato, obligando al bautizo a los hijos. También en
el orden contractual las limitaciones impuestas a los judíos fueron
múltiples.

No sólo, por estas limitaciones de la libertad, sino también, por


algunas normas especiales de su organización judicial y
administrativa y aun de su derecho privado, los judíos tuvieron esa
situación peculiar.
El Estado visigótico contó entre sus súbditos con individuos de
diversas razas y confesiones. Esta diversidad unida al principio de
nacionalidad del Derecho (cfr. supra, tema “Los asentamientos
germánicos y la creación del derecho”), dio lugar a que cada uno de
esos pueblos tuviesen un trato distinto no solo desde el punto de
vista jurídico, sino también religioso, aunque no existiese separación
en la vida diaria. Tras la derrota de los suevos por Leovigildo en 586,
el único pueblo de los germanos que quedó en la península fue el
visigodo que se asentó en la zona central de la península y de modo
más intenso en la Tierra de Campos “Campi Gothorum”, iniciándose
el proceso de fusión étnica con los hispano-romanos. Chindasvinto
por la fuerza y Recesvinto por la ley, trataron de solucionar no sólo la
cuestión política, sino también la social, a través de la fusión de
razas. Con independencia de estos dos pueblos, mucho más
numeroso el último que el primero, hay que considerar también a los
judíos, que se instalaron mayoritariamente en la zona de la Bética y
parte de la Tarraconense desde el 554 (Atanagildo) al 629 (Suintila)
que fueron expulsados. Aproximadamente a finales del s. VII, godos
e hispano-romanos comienzan a ser designados en las fuentes con el
termino “hispani” o españoles.

 B.- Extranjeros

Mediante los principios de hospitalidad, los pueblos germánicos


concedían protección jurídica a los extranjeros; pues como ya se
indicó, los principios germánicos negaban todo derecho al no
nacional. Sin embargo, este principio se fue mitigando y en lo que
corresponde a los visigodos, al establecerse en nuestra península ya
no se practicaba. Recuérdese, en este sentido, como los comerciantes
extranjeros “transmarini” quedaban protegidos en sus derechos por
jueces especiales o “telonarii”.

Clases sociales

Tanto hispano-romanos, como godos, estuvieron divididos en clases


sociales, en las que encontramos elementos germánicos y romanos.
La idea de que entre los godos de la época anterior a su
asentamiento en la península reinó el principio de igualdad
democrática, es difícil de sostener después de su convivencia con los
romanos. Las divisiones sociales que entre ellos había se reforzaron
al entrar en contacto directo con una sociedad dominada por las
clases, en las que las desigualdades sociales se estaban haciendo
cada vez más objeto de distinción legal de “iure”, como lo habían sido
ya durante mucho tiempo antes de “ facto”.

Un esquema simplificado de la sociedad hispano-goda presenta a


aquella integrada por dos elementos fundamentales: uno, minoría
visigótica, oligarquía nobiliario-militar de raza germánica y religión
arriana, y otro, constituido por la población hispano-romana, católica
y ampliamente mayoritaria. Estos dos elementos originaron diversos
grupos o clases sociales: libres privilegiados, simplemente libres, y no
libres o esclavos. El estado de libertad es atributo del nacimiento de
padres libres, y se adquiere también por manumisión total, por
prescripción de 20, 30 o 50 años, y por disposición de la ley.

Dentro de los libres privilegiados o clase alta, en la que obviamente


incluimos a la nobleza, se pueden distinguir subgrupos que por
motivos varios tuvieron una situación privilegiada, así, los altos
funcionarios, los grandes señores territoriales que constituyeron el
gran espacio de absorción común para la confluencia de los cabecillas
acaudalados de estirpe gótica y romana. El “dominus villae” romano y
el “Hausherr” germano se confundieron en él; también hay que
recordar a la antigua nobleza goda de sangre; igualmente se incluye
dentro de este grupo desde la conversión de Recaredo al catolicismo,
al clero en general.

La importancia social de los cargos episcopales en el reino de Toledo


fue razón principal de la intensa germanización que se produjo en el
episcopado, mediante el acceso a sus filas de individuos procedentes
de la aristocracia visigoda. En el último tercio del s. VII, los prelados
de estirpe germánica representaron el 40 ó 45/% del total de
miembros del cuerpo episcopal (J. Orlandis). El clero tuvo como en la
época del Bajo Imperio, un estatuto jurídico propio. No hay que
pensar como se ha indicado, en una separación por razas (Mayer)
para la formación de clases sociales. De tal forma que en cualquier
grupo, podemos encontrar tanto a hispano-romanos, como godos.

El grupo inferior al de las clases elevadas o libres privilegiados,


lo formaban los simples libres. Fue el grupo más numeroso el
“pueblo” propiamente dicho. En la realidad social este sector se
distribuyó entre libres de la ciudad y del campo. Los libres que vivían
en la ciudad procedían tanto de los antiguos curiales, como de la
población artesanal y comerciante integrada en corporaciones. Los
artesanos y gentes dedicadas al comercio se agrupaban por oficios.
Los antiguos propietarios rurales o “posesores”, son los labradores
godos que accedieron a las tierras en virtud de los repartos (sortes
gothicorum).

Dentro de este grupo de libres, ya en la época romana se había


comenzado a anudar estrechas relaciones de dependencia con la
clase social de los libres privilegiados, es decir, comenzaron a
establecerse relaciones de encomendación, y si a ésta unimos los
bucelarios y los colonos, se formará un conjunto que dará origen a un
grupo social nuevo: los semilibres.

Se ha de tener en cuenta también el grupo de los no libres o


esclavos, integrado como todos los demás por hispano-romanos y
godos.

En función de las premisas esbozadas, con respecto al primer grupo


(libres privilegiados), hay que recordar que los godos en el momento
de establecerse en las Galias y en la Península, tenían una nobleza de
sangre, que aún conservaba buena parte de su poder. Baste recordar
a la familia de los Baltos, dentro de la que se elegía monarca, aunque
con el tiempo desapareció esta costumbre. De otra parte, los
visigodos encontraron entre los hispano-romanos, una nobleza
burocrática y otra que tenía como base la riqueza. La aristocracia de
tipo burocrático y territorial, muy dependiente del rey, tomó un perfil
palatino que tuvo una gran importancia en la vida político-
administrativa; siendo juzgados en casos de delitos de alta traición
por un procedimiento especial establecido por Ervigio en el XIII
Concilio de Toledo que constituyó un verdadero “habeas corpus”.

Los términos más usuales que aparecen en las fuentes haciendo


referencia a esta clase social son: “primates, palatii, proceres,
honestiores, mayores, magnates, viri ilustres”...etc. Todas estas
denominaciones se hallan en textos legales, en Concilios, o en
fuentes narrativas. Esta clase social tuvo privilegios reconocidos tanto
en el ámbito del derecho penal como procesal. Así, en el campo
penal, a un libre privilegiado se le castigaría con una multa, y a un
simplemente libre que hubiese cometido igual delito se le aplicaría
una pena corporal. Esta diferencia de penalidad se encuentra también
entre los simples libres y los siervos. En cuanto al tormento, aun
cuando los nobles no estuvieron absolutamente excluidos de él,
existieron también diferencias, ya que, hay casos en los que quedan
los nobles excluidos, mientras que los simples libres lo pueden sufrir.

El poder de este estamento no radicó, sin embargo, sólo en estos


privilegios legales. Las bases del mismo hay que buscarlas más bien
en el hecho de que en concreto los nobles, por una parte, rodeaban al
rey, le aconsejaban, y llegado el momento elegían sucesor, y de otra,
tuviesen en su mano tanto los cargos públicos cuanto la riqueza, y
sobre todo la propiedad que era entonces la fuente principal. El
desempeño de cargos públicos dio lugar a que estas clases elevadas
adquiriesen al margen de la ley una mayor influencia sobre colonos,
libertos y encomendados.

Los simples libres aparecen en las fuentes aludidos con términos


como: “mediocres, posesores, privati, ingenui, plebs”... etc.
constituían el mayor número de la población, existiendo dentro de la
misma individuos de una situación social muy diversa, aunque
siempre dentro del grupo caracterizado por la condición general de
libertad jurídica. En este grupo, hay que incluir tanto a los libres de la
ciudad, como del campo, y dentro de ellos, a los que conservaron no
sólo su libertad jurídica, sino también, la económica, de los que de
una forma u otra llegaron a perderla.

Todos ellos tuvieron unas características jurídicas comunes. Así, en


derecho procesal, penal y matrimonial, los simples libres en su
totalidad estuvieron claramente diferenciados de los libertos y de los
siervos. Tuvieron los libres, una situación manifiestamente superior a
los siervos en cuanto a los castigos corporales. En derecho
matrimonial les estaba prohibido el matrimonio con siervos y aun con
libertos, al menos en algunas condiciones.

Con relación a la intervención de los simples libres en la vida política,


sólo hay vestigios de la persistencia en los primeros tiempos de la
Asamblea General germánica, y de su participación en el “conventus
publicus vecinorum” de significación principalmente económica.

Muchos de estos libres buscaron una encomendación, pasando a ser


económicamente dependientes de un señor, sin perder su estatus de
libertad. El motivo del desarrollo de este tipo de relaciones, se debió
a una doble necesidad (Dahn), un movimiento de arriba hacia abajo y
otro de abajo hacia arriba. Los señores con el aumento de sus
clientes afianzaron su poder y la posibilidad de defenderlo con armas,
si llegaba a ser necesario; y los simples libres a través de esta
relación, una protección y una mejor existencia, que ni el poder
público ni su riqueza podían suministrarles.

Las relaciones de patrocinio fueron muy diversas. Los godos


encontraron en los hispano-romanos los sistemas de encomendación
propios de la legislación romana: la territorial, personal y colectiva. El
tipo de encomendación que más hubo de extenderse fue sin duda, la
territorial. Aquella en la que un simple libre pobre, entra en el
patrocinio de otro, obligándose a determinados servicios, a cambio de
tierra y protección. Dentro de este grupo hay que distinguir a los
“bucelarii”.

Los bucelarios que surgieron en el Bajo Imperio, en el estado


visigótico tuvieron una gran importancia. Tanto el Código de Eurico,
como el Liber, nos dan noticias de su aspecto militar. Su importancia
en la interpretación de la historia de las relaciones feudales
territoriales es muy grande.

Estos sujetos, al igual que los otros encomendados, vivían “en


obsequio” de un patrono, y toda infidelidad se castigaba con la
pérdida de todo lo recibido del señor y la mitad de lo adquirido,
mientras que la obediencia, aun en caso de delito, les eximía de toda
pena. La situación con respecto al señor era intermedia entre la
libertad de romper la relación de patrocinio de la época romana y la
renuncia a la misma de la época franca (Torres López). Los
encomendados hispano-godos, podían romper la relación de
patrocinio devolviendo todo lo recibido y la mitad de lo adquirido. Sin
embargo, puede asegurarse que las fuentes nos dan noticia de una
constante prolongación del patrocinio en varias generaciones.

Los colonos, de situación similar a los que recibían tierras para


explotar tuvieron más libertad, siendo la relación que unía a estos
con su señor más puramente económica. El colonato visigótico es
fundamentalmente romano. En el Breviario, se contienen las
disposiciones romanas referentes a este tipo de relación jurídica. Los
colonos debieron progresivamente confundirse con todos los
individuos que recibían tierras de un propietario para el cultivo de
aquellas aunque no fuese en forma vitalicia ni perpetua. En orden al
colonato hispano-godo, la ley más importante es la 5,4,19 del Liber,
que con el término “plebeis” designa, según interpretación
tradicional, a los colonos, estableciendo la imposibilidad de su
separación de la tierra (Torres López). En los Fragmentos
gaudenzi, sin embargo, se designa al colono con el término
“tributarium”.

La encomendación personal, se dio más en las ciudades, y la tierra no


fue la base de la misma. En este tipo de patrocinio, los
encomendados no buscaban un latifundista que le pudiese
suministrar tierras, sino un funcionario que judicial y fiscalmente
pudiesen ampararlos. En esta relación, se entregaría al patrono una
“capitatio” o canon personal contrayéndose obligaciones análogas a
las de los encomendados que recibían tierras. De la encomendación
personal nos da alguna noticia el Liber, ya hablando de la
encomendación de judíos en general, ya en concreto de
encomendación con fines judiciales.

Las relaciones de dependencia, no absorbían en modo alguno la vida


jurídica del patrocinado, pero tuvieron sus características especiales y
aunque no siempre, ni mucho menos, fuese preciso pensar en la
pérdida de libertad de los que lo integran, tuvieron éstos, en
determinadas circunstancias, limitaciones que autorizan a formar un
grupo nuevo, aunque no siempre se les pueda aplicar el calificativo
de semilibres, en el sentido germánico; siendo más exacto
considerarlos libres, aunque algunos perdiesen la libertar de
movimiento y acabasen siendo “semilibres”.

Situación jurídica intermedia entre el grupo de los libres y los


esclavos, tuvieron los libertos. Estos no podían testimoniar contra los
ingenuos, ni unirse en matrimonio con su patrona. Estuvieron más
fácilmente sometidos a tormento y en situación procesal inferior al
ingenuo. La forma más usual de llegar al estatus de semilibertad fue
la manumisión. En las manumisiones, o después de ellas, se regalaba
al liberto un patrimonio. El liberto podía someterse a la dependencia
de otro señor, seguramente encomendándose a él, y la ley no
establece para este caso, sino que los bienes que recibió de su
patrono reviertan nuevamente al donante.

Los libertos se distinguieron de los esclavos en que eran considerados


como personas y no cosas. Penal y procesalmente estaban en una
situación más elevada. En el orden puramente económico, la
situación del liberto podía llegar a ser incluso considerable, siendo al
menos paralela a la de los hombres libres dependientes.

Los esclavos también aparecen en las fuentes visigóticas designados


con diversos nombres: “servus, mancipium, servilis persona”, etc. Los
motivos del origen de la servidumbre fueron: el nacer de padres
siervos o de uniones mixtas, la prisión por guerra, la imposición de
servidumbre como pena, entrega voluntaria o venta en servidumbre,
servidumbre en pago de deudas “obnoxatio”, etc. La manumisión fue
una forma de salir de este estatus jurídico.

La importancia de los siervos durante la época visigótica fue muy


grande. Su valor económico, se pone de manifiesto en múltiples
textos que tratan de las maneras de asegurar al dueño la propiedad
de los mismos, su integridad personal y capacidad de trabajo. Así, se
encuentran disposiciones para impedir la fuga de siervos; para
compensar los daños físicos que puedan sufrir...etc. Como ya se ha
indicado, aunque los esclavos jurídicamente desde un punto de vista
teórico eran considerados cosas, en la práctica, en algunos casos esa
concepción no se mantuvo, pues en derecho procesal se caminó
desde la absoluta carencia de toda capacidad, a la posible
representación del señor, concedida por Chindasvinto más la
posibilidad de testimoniar, que este monarca concedió a algunos
siervos en determinadas circunstancias.

También, durante los reinados de Chindasvinto, Recesvinto y Egica,


se prohibió a los dueños matar o lesionar a los esclavos, sin previo
delito e intervención judicial. La responsabilidad penal del esclavo
desaparecía en caso de comisión del delito por mandato del señor.
Pero si éste no tenía noticia del delito, la pena solía ser de azotes,
quedando el dueño libre de toda responsabilidad.

Los ingresos que el siervo pudiese obtener por su trabajo, aun en el


caso de haber huido del dueño, pertenecen siempre al señor y
siempre revertirán a él. De todos los esclavos, los fiscales, los
servidores del rey, y los de la iglesia, tuvieron una situación especial
a veces superior a la de los simples libres.

Según la cualificación laboral, los esclavos estaban considerados


como, “idóneos” o criados personales y “rústicos” o campesinos, cuyo
conjunto parece haber sustituido en la península al colonato romano
del Bajo Imperio.

La administración de la Monarquia Visigoda:

OFICIO PALATINO Y AULA REGIA.


EL OFICIO PALATINO; Está compuesto por el personal que dirige
los distintos servicios de la corte y por los oficiales subalternos que
les ayudan en el desempeño de sus funciones. Los jefes de la
administración de palacio, ostentan el título de condes:

*.- Condes de los tesoros: Jefes de quienes custodian el tesoro


regio.

*.- Conde del Patrimonio: Está al frente de la administración fiscal


del Estado y de los dominios de la corona.

*.- Conde de los notarios: Rector de la cancillería real y ejerce el


control de los documentos redactados bajo sus órdenes por notarios
y escribas.

*.- Conde de la Guardia Real. Dirige la guardia personal del


monarca.

*.- Conde de los servicios de la mesa del Rey: Dirige las


cuestiones domésticas (cocineros, escanciadores etc…).

*.- Conde de las Caballerizas.

EL AULA REGIA:

Es una asamblea de la que forman parte las más poderosas familias


visigodas y que como supremo cuerpo político, auxilia al monarca
hispano-godo en el gobierno del reino en el último siglo. Sustituye al
Senado.

El Aula Regia está integrado por los miembros del oficio palatino y
además, por nobles y señores:

*.- Condes que no ejercen función en el oficio palatino.

*.- Comites que gozan de título palatino honorífico.

*.- Magnates delegados por el monarca para el gobierno de las


provincias.

*.- Jueces de las ciudades.

*.- Gardingos: Personas que sin desempeñar ningún cargo palatino,


gozan de la confianza del monarca.
Funciones del Aula Regia:

*.- Se trata de un órgano consultivo del monarca que colabora en las


tareas legislativas y al que el monarca acudía para asesoramiento de
asuntos de importancia en la vida del reino.

*.- Actua también como tribunal supremo tanto para decidir sobre
qué casos habrían de someterse a audiencia del rey, como para
decidir y juzgar en única instancia a los altos magnates eclesiásticos
y seculares y también a los gardingos.-

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