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NOTA AL “ESQUEMA DE LA CIENCIA ECONÓMICA” DE PABLO LEVIN

Pilar Piqué (2017)

El “Esquema de la Ciencia Económica” bosqueja un proyecto de investigación que


persigue el objetivo de recrear retrospectivamente el legado de la teoría económica
recibida (resumida en las llamadas dos primeras teorías) y, principalmente, los conceptos
(nuevos o transformados) que no fueron desarrollados en aquella teoría y que son
necesarios para prefigurar un conocimiento coherente, inclusivo y programático sobre el
presente y el futuro próximos de la cultura histórica capitalista. La reconstrucción
retrospectiva de la teoría recibida encuentra su fundamento en la reorganización del
contenido teórico de las distintas doctrinas económicas existentes a lo largo del desarrollo
histórico del capitalismo en una estructura secuencial de tres teorías científicas generales
sobre este sistema en su conjunto. La distinción entre doctrinas y teorías surge en el
contexto de la Tercera Teoría que, como mostraremos, apuesta a concebir a las teorías
como productos de carácter social general y no como “propiedad” de un solo autor o par
de autores ni, tampoco, como paquetes dados; (re)crearlas requiere de un trabajo
conceptual retrospectivo y permanente1. Asimismo, el proyecto de Tercera Teoría aspira a
presentar a la historia de la ciencia económica como parte de la teoría económica y, de
suyo, como una actividad teórica2.

Levin (2012), en pos de reorganizar de manera coherente el desarrollo de la teoría


económica y sus perspectivas para el presente y futuro próximos, propone entonces un
esquema de la Ciencia Económica, concibiéndola como una secuencia de tres teorías
científicas generales sobre el sistema capitalista (cada una de las cuales tiene tres teorías
particulares, sobre la mercancía, el dinero y el capital, respectivamente). Las dos primeras
teorías desembocan, respectivamente, en la formulación de preguntas que no pueden
eludir ni responder y que comienzan a revelar las tareas teóricas de una nueva y tercera
teoría más comprehensiva3. El agotamiento de las dos primeras teorías, que constituyen lo
que llamaremos Economía Política Abstracta es, aunque suene paradójico, el triunfo de

1
En este sentido, no interpretamos a las tres teorías generales como “las teorías de Levin” pues hablar de “la teoría de un

autor” es un sinsentido valiéndonos del concepto de teoría en el que nos encontramos trabajando.

2
La noción de la conexión entre la teoría económica y su historia pretérita aparece también en Leijonhufvud, (2006, 1-2),

Samuels et al (2003, 497-499), Blaug (1997), Screpanti y Zamagni (2005), Roll (1969) y Myrdal (1955, x), Negishi (2014, xi),

entre otros: “In actual fact we cannot pretend to understand completely, or even to define logically, the economic-political

speculation of recent times except in the perspective of historical evolution” (Myrdal, 1955, x). Hegel (1977) dedicó

específicamente la primera parte de sus “Lecciones sobre la historia de la filosofía” a argumentar la relación inextricable

entre los conceptos de filosofía y de historia de la filosofía.


1
esas dos teorías, pues significa que han brindado todo el contenido teórico en ellas posible.
Las teorías, que como ya hemos mencionado son productos de carácter social general e
histórico que se descubren retrospectivamente, no nacen o solamente tienen como fuente
los tropiezos lógicos de teorías anteriores. Otra de sus fuentes ineludibles es el
pensamiento común, elaborado a partir de nociones de la vida práctica, que en general
anticipa, aunque inacabadamente, los problemas que la teoría luego propugnará resolver
mediante el desarrollo del concepto. Cada una de sus fuentes ocupa un papel y un
momento determinados en el desarrollo de aquel.

La Tercera Teoría (que también llamaremos Economía Política Concreta o Teoría de la


Planificación Democrática Transicional) no es considerada como una teoría consumada,
sino principalmente como un proyecto que puede darle un nuevo impulso y una nueva
responsabilidad históricos a la Ciencia Económica. Bosquejaremos las dos primeras teorías
con la intención de poner de relieve con mayor nitidez los conceptos centrales de la
Tercera, en definitiva, sus desafíos y perspectivas teóricas. En definitiva, las resumiremos
con la intención de subrayar sus “servicios prestados”, y recrearemos un estadio de la
teoría económica teóricamente fértil pero histórica y teóricamente agotado 4.

1.1. Las dos primeras teorías de la Economía Política.

La primera teoría permite organizar conceptualmente el contenido teórico de doctrinas tan


diversas entre sí como las mercantilistas tempranas y tardías, las liberales dieciochescas y
la marginalista. Esta teoría tiene como escenario al mercado y por medio de ella se
persigue la misión de explicar la determinación autónoma de todos los precios del sistema
de intercambio mercantil haciendo abstracción de cualquier otro aspecto del proceso
económico que no sea el mercado mismo (es decir, sin contemplar, por ejemplo, el proceso
de transformación técnico material que le da forma a los productos, convencionalmente
llamado “producción”) (al respecto, ver Levin (2003)). Solo constituye entonces un objeto
en donde las condiciones iníciales, al momento de abrirse el mercado, están definidas por
un stock social total de bienes disponibles, una distribución de ese stock entre los distintos
homo mercators, y un conjunto definido de patrones de comportamiento, gustos y

3
Este concepto de agotamiento de una configuración teórica toma como fuente de inspiración la primera frase del primer

prólogo de La Crítica de la Razón Pura de Immanuel Kant (2007, 5): “La razón humana tiene, en un género de

conocimientos, el singular destino de verse agobiada por preguntas que no puede eludir, pues le son planteadas por la

naturaleza de la razón misma, y que empero tampoco puede responder, pues sobrepasan toda facultad de la razón

humana”.

4
No contraponemos aquí entonces la fertilidad de su agotamiento; de hecho, como mencionáramos, su agotamiento es la

instancia donde se realiza toda su fertilidad.


2
preferencias de estos5. La pregunta que, dadas esas condiciones iniciales, no se puede
eludir ni responder es precisamente el proceso autónomo de determinación de los precios,
pues este está definido de antemano por aquellas.

Si quería demostrarse que el equilibrio encontrado es estable, y está determinado por


los gustos y las dotaciones iniciales en el patrimonio de los individuos, ocurre que no
se demostró tal cosa. Ese equilibrio sólo puede presuponerse, y en lugar de explicar
el proceso de ajuste, debemos hacer abstracción de él. Esto es así porque si al abrirse
el mercado se realizaran transacciones de tanteo, a precios distintos de los de
equilibrio, cambiarían los datos iniciales y quedarían determinados otros precios de
equilibrio, y así sucesivamente. Como para explicar los tanteos del mercado hay que
suponer que el mercado no hace tanteos, es menester aún otro artificio analítico: el
árbitro "walrasiano", un agente extrasocial que propone distintas listas de precios
hasta que da con un conjunto que despeja los mercados, y recién entonces se cierran
las transacciones y termina la ronda de mercado” (Levin, 2002, 199-200).

En la Primera Teoría no se logra exponer una “ley general de la oferta y la demanda”, en


tanto la oferta ya está dada, por lo que solo hay “ley de la demanda”. Tampoco hay
mercado, entendido como la instancia de intercambio de mercancías entre hombres libres
e iguales, debido a que solo pueden participar del intercambio aquellos homo mercators que
intercambien a los precios de equilibrio. Tampoco se puede eludir ni responder cómo se
genera y expande el excedente social, dado que su noción de la ganancia surgida del
mercado (retomada por Levin (2012) sobre la base de aportes de Marx (2000) en el marco
de la “teoría de la rotación del capital”) se basa en la noción de profit upon alienation, en la
idea de que “unos ganan lo que otros pierden” 6. La exigencia de la igualación de las tasas
5
Una cita que, con una pedagógica y sintética analogía, inspira ese objeto que Levin (2012) reestructura como la primera

teoría es la expuesta por Patinkin (1965, 1): “The distinguishing mark of an Exchange economy is the absence of production.

That is, the goods available in this economy are produced in fixed quantities by extraneous forces which then arbitrarily and

gratuitously distribute them among the individuals of the economy. Correspondingly, the sole economic problem of an

exchange economy is the optimal redistribution of these goods among the various individuals. This is not quite as restrictive

as it first sounds; for included among these goods are the personal services of the individuals themselves, and -in view of the

possibility of leisure- the amount of these services can vary…For simplicity, it is assumed that time in this economy is

divided onto discrete, uniform intervals called the «week». Each individual begins Monday morning of any given week with

an initial collection of goods which, like the manna of the Children of Israel, has descended upon him «from the heavens»

during the preceeding night”. 

6
Dicha noción fue bautizada por Steuart (1767, 140) como ganancia relativa en contraposición a la ganancia positiva

“Relative profit, is what implies a loss to somebody, it marks a vibration of the balance of wealth between parties, but
3
de ganancia se logra solamente a costa de la muerte de las empresas de capital, debido a
que sus respectivas tasas de ganancia individuales sólo pueden igualarse en cero.

Las preguntas que no se pueden eludir ni responder en la Primera Teoría no son tomadas
como defectos sino como virtudes, pues preparan el terreno para una teoría más
comprehensiva. La Segunda Teoría (que permite organizar retrospectivamente el
contenido teórico de las obras de autores tan similares como diversos como Smith, Ricardo
y Marx7) constituye el esfuerzo teórico por explicar el proceso de reproducción capitalista,
que comprende al proceso de transformación técnico-material y al mercado, ya con los dos
conceptos legados de esa primera teoría: la noción de equilibrio de mercado y la noción de
rotación de capital. La misión será entonces explicar el comportamiento de los productores
de mercancías una vez que se determinó el equilibrio general mercantil, cuando deben
decidir, sobre la base de los precios resultantes y de la magnitud relativa de esfuerzos
individuales expresados en dinero para producir cada una de esas mercancías, qué
mercancía producirán y llevarán a la próxima ronda de mercado. En esta teoría, al igual
que la primera, se reduce el mundo económico a la Sociedad Civil, es decir, se concibe a la
relación mercantil como una relación voluntaria, entre hombres libres e iguales, donde no
puede imponerse una voluntad individual sobre otra. La contraparte de la Sociedad Civil
(reino del egoísmo universal) es el Estado Moderno, entendido como la encarnación
suprema del interés común y la voluntad general 8.La premisa de la Sociedad Civil es una
condición sine qua non dado que se persigue la exposición de leyes autónomas generales
que gobiernan el equilibrio del sistema económico, en tanto no podrían existir si las
condiciones de intercambio estuvieran determinadas única y aisladamente por voluntades
singulares9. El derrumbe teórico e histórico de estas nociones será determinante a la hora
de comprender la estructura de la Tercera Teoría.

implies no addition to the general stock”.

7
Nos referimos especialmente a los pasajes de sus respectivas obras en donde abordan la noción de valor.

8
Tomamos las nociones de Sociedad Civil y Estado Moderno de La Filosofía del Derecho de Hegel (1955).

9
“The 'natural laws' of this self-regulating economic order was the dominating concern of classical political economy to

enunciate … it was viewed in terms of market forces establishing certain 'natural values' by dint of the operation of

competition upon supplies and upon demand. Such 'natural values' then became a term of comparison, or norm, with which

all' artificial prices', established by interferences and obstacles in the shape of legal regulations, "exclusive privileges of

corporations, statutes of apprenticeship" and monopolies, could be contrasted and exposed. 'Market price', on the other

hand, dependent on particular and ad hoc configuration of supply and demand at any given time and place ("regulated by

the quantity which is actually brought to market and the demand of those . . . who may be called the effectual demanders")

tended, when conditions of freedom allowed, towards the 'natural' level in the course of time” (Dobb, 1975, 43).
4
Para presidir la comprensión del proceso de reproducción capitalista se recupera una
noción heredada del pensamiento antiguo clásico y de la Teología Medioeval, que es la
noción de valor, a la que se la intenta desarrollar desprendida de las reglas morales
nacidas de los intermitentes pero crecientes intercambios mercantiles durante la Edad
Antigua y especialmente Media (resumidas en la noción de precio justo). Esa empresa,
inconclusa, desembocará en una de las preguntas que no se puede eludir ni responder en
el contexto de la Segunda Teoría. Es decir, ¿puede presuntamente esa renovada noción de
valor presidir la comprensión del proceso de reproducción capitalista sin apelar a
explicaciones trascendentes, que, aun cuando no invoquen la figura de dios, redundan en
la misma estructura de razonamiento de la Teología medioeval?10 Y, más aún, ¿puede el
sistema capitalista concebirse únicamente como un proceso de reproducción
unilateralmente económico en el sentido convencional que se le ha impreso en estas dos
primeras teorías a la noción de economía? En algún sentido, en la Segunda Teoría no sólo
no es posible responder a estas preguntas sino que tampoco es factible formularlas
conceptualmente de manera acabada. Esto es así debido a que en la Segunda Teoría (junto
a la Primera) se ilustra teórica y pedagógicamente a una instancia en la que la Economía
Política es concebida como una disciplina autónoma, que no guarda relación directa con
otros campos de la ciencia. La pregunta acerca de la naturaleza científica y filosófica de la
noción de valor o de la noción misma de economía (o de lo “económico”) no es algo que
quepa dentro de sus límites teóricos pues no caben dentro de su ámbito de incumbencia
los conceptos de Ciencia y de Filosofía. Sí cabrán, por su parte y en sus propios términos,
contradicciones lógicas internas. Posiblemente la más famosa surge en el afán por conciliar
la ley del valor mercantil con la ley de igualación de las tasas de ganancia en términos de
valor11. Esto último deja entrever el propósito (siempre tenaz por ser teórico) de sostener

10
“Normal value can be defined either as some kind of average of exchange values at different times and places, or as that

exchange value which would prevail in the absence of certain specified disturbances. These two definitions can be combined

into one by the theory that, in the long run, normal value in the first sense is independent of random disturbances. These are

still perfectly unobjectionable definitions of normal value. As long as we do not read something metaphysical into them, we

are just dealing with averages of actual exchange values or with exchange values which would, hypothetically, prevail in

certain specified conditions. But his is not the way people looked at the matter. There has always been a tendency to endow

the real world with animistic properties and even today we are tempted to give quite a different meaning to the

"normal"”…“In earlier times, value was occasionally conceived as some intrinsic quality of commodities, a kind of force or

even an immaterial substance. But when the writers attempted to explain the connection between this inherent quality and

exchange value, they paid little attention to the naive theory of force or substance. Nevertheless, this theory has remained

latent and continues to influence arguments as a tacit assumption” (Myrdal, 1955, 59).

11
“…excepto si son o bien C=0, o bien G=0, es imposible lógicamente que se igualen las tasas de ganancia en todas las

ramas y a la vez las mercancías se intercambien en sus valores. C=0 no carece de sentido lógico, pero sí de interés para el
5
consecuentemente las leyes de equilibrio y la prevalencia de la homogeneidad de las
empresas de capital. Esas contradicciones lógicas internas serán tarea teórica para la
Tercera Teoría, que legará de la segunda los conceptos de valor y plusvalor y los
reelaborará en el marco de la constitución de leyes de transformación histórica.

1.2. El proyecto de Tercera Teoría: Teoría de la Planificación democrática transicional.

Comentábamos en el apartado precedente que el impulso por perfilar un cuadro de las dos
primeras teorías de la Economía Política se inscribía en la misión de delinear cuáles son los
nuevos desafíos teóricos de ella misma (resumidos por nosotros en la propuesta de la
Tercera Teoría) y en qué sentido estos desbordan aquellos autoasignados por la Ciencia
Económica oficial para sí.

El proyecto de Tercera Teoría, que retrospectivamente reexpone y reformula las preguntas


inconclusas de las dos primeras teorías y se propone responderlas no ya ceñida a la idea
de una disciplina aislada que no establece campos conceptuales comunes con otras
ciencias, nace de una pista que retrospectivamente se extrae de la obra de Marx,
específicamente del primer capítulo del primer tomo de El Capital (1995). Considera a la
obra de Marx, al igual que a todas las obras de la historia del pensamiento económico,
como una obra con avances y retrocesos que son redesarrollados retrospectivamente
conforme progresa la teoría.

El gran descubrimiento y aporte de Marx para el proyecto de Tercera Teoría es la forma


del valor (o génesis del dinero) 12. La mercancía, en las dos primeras teorías de la Economía
Política, es concebida como una relación voluntaria entre hombres libres e iguales que
intercambian sus respectivos productos y que, para tal fin, necesitan de un “instrumento
facilitador del intercambio”. Dicho instrumento es una mercancía que, resultado del
consenso social, pueda oficiar de medio de cambio de modo de facilitar el trueque de todas
las mercancías necesarias para satisfacer las necesidades de cada homo mercator. Tal era, en
definitiva, la noción científica convencional acerca del (origen del) dinero reconstruida en
este contexto teórico13. Pero es posible redescubrir que Marx, mediante un pasaje de una
estudio del proceso de valorización del capital: implicaría empresas verticalmente integradas o trabajadores que aplican

sus manos desnudas sobre la naturaleza virgen. En cuanto a G=0, recuérdese cómo implosionó K1” (Levin, 2012, 285).

12
Nos referimos a los pasajes bosquejados al respecto en el primer capítulo del primer tomo de su obra cumb re, El

Capital. Crítica de la Economía Política (Marx, 1995).

13
La distinción entre dinero y moneda no cabe en los contornos conceptuales de las dos primeras teorías, en tanto se

circunscriben a la sociedad civil y no contemplan la figura del Estado nacional (necesaria para la existencia de las

monedas de curso legal). Algunos aspectos de la noción de moneda y de la jerarquía de monedas nacionales concebidos

como parte de la Tercera Teoría puede encontrarse en Piqué (2016a).


6
sencillez asombrosa (la forma simple del valor), revierte esa noción común de mercancía y
dinero hasta convertirla en su contrario. En una relación simple entre mercancías, en el
acto en el que una mercancía decide ofrecerse, es decir, indicarle al mundo de las
mercancías cuánto vale, está anticipando una relación que ya no es ni voluntaria, ni entre
libres ni iguales. Pues, por ejemplo, si un celular se ofrece y le comunica al mundo de las
mercancías que vale una computadora, la relación que ocuparán el celular y la
computadora serán diferentes. El celular será potencialmente cambiable (es decir, se
cambiará por la computadora solo si la computadora acepta ser intercambiada por él) y la
computadora será directamente intercambiable (podrá cambiarse inmediatamente por el
celular con solo ofrecerse). Esta relación polar anticipa la génesis del dinero, pues la
computadora, producto de su intercambiabilidad directa es, en germen, dinero. Es, a su
vez, una antimercancía, es decir una mercancía que rompe con las premisas de ser una
relación voluntaria, libre y entre iguales resumida en la figura de la Sociedad Civil.

La génesis del dinero marxiana es reinterpretada por Levin (1997) como la diferenciación
de la mercancía y la pista conceptual para desarrollar un proyecto de teoría que trascienda
el horizonte teórico de las dos primeras (luego de haber desarrollado todo el contenido
teórico de estas). Pues este descubrimiento revierte las premisas de esas dos teorías
generales de la Economía Política (la Economía Política Abstracta): ya no es posible
concebir a la mercancía tal como era concebida por aquellas, sino como una relación de
poder autotransformativa que disuelve las premisas de la Sociedad Civil (reino del
egoísmo universal donde no está presente el poder político) y del Estado Moderno (reino
del interés general y la voluntad común que no está regido por intereses particulares). La
diferenciación de la mercancía es el germen de la diferenciación del capital, un proceso
que rompe con la noción de homogeneidad de las empresas de capital y que concibe una
jerarquía de empresas de capital donde unas, valiéndose de su sistemática capacidad de
innovar, planifican a otras. La pregunta relevante de este proyecto de Tercera Teoría no es
ya cuáles son las leyes autónomas (no planificadas) que gobiernan los procesos
“económicos” (la sociedad civil) sino “quién planifica a quién” (Levin, 2004, 4), cuál es la
estructura dinámica de planificación (dominación) del sistema capitalista y cuáles son las
condiciones teóricas e históricas para prefigurar una estrategia de transformación histórica
que posibilite la realización de los ideales modernos (resumidos en el concepto de
civilización), anunciados en el escenario de las revoluciones burguesas pero no
concretados a lo largo del desarrollo del sistema capitalista.

Las consecuencias del concepto de diferenciación del capital suponen una reorganización
de los hasta entonces conceptos básicos (o fundamentales) de la Economía Política,
incluido el propio concepto de Economía Política, o, en otras palabras, el concepto que la

7
Economía Política tiene de sí. Dicha reorganización significa y exige el desarrollo de
nuevas distinciones terminológicas, que delineen el novedoso terreno teórico a ser
explorado. En lo que atañe al concepto de Economía Política, se torna necesario distinguir,
valiéndose primeramente de adjetivos calificativos, la Economía Política Abstracta de la
Economía Política Concreta.

La Economía Política Abstracta (o Economía Política autónoma, Economía Política de la


sociedad civil o Economía Política del capital indiferenciado) es aquella resumida en las
dos primeras teorías. La Economía Política Concreta (o Economía Política del capital
diferenciado o Teoría de la Planificación) incluye a la Economía Política Abstracta como un
momento analítico que tiene límites históricos y teóricos, y se centra en forjar una nueva
articulación conceptual sobre la base del desarrollo del concepto económico-político de
planificación, que exige trazar una distinción entre la planificación capitalista (hoy
vigente) y la planificación democrática transicional (que los integrantes del proyecto
investigamos como una realidad no existente, como posibilidad)14.

La Economía Política Abstracta, como mencionáramos anteriormente, describe una


sociedad civil libre de relaciones de poder y una sociedad política libre de intereses
particulares. La Economía Política Concreta, por su parte, concibe a la planificación
capitalista como una relación de poder entre las empresas de capital (que no se relacionan
ya jurídicamente vía contratos perfectos sino por medio de contratos de adhesión) y una
sociedad política (resumida en el conjunto de las instituciones “públicas” existentes)
permeadas por intereses particulares de empresas de capital, que no logran por eso
satisfacer las misiones originales que les dieron nacimiento15. El caso más retumbante es el
de la figura del Estado capitalista existente, que no se corresponde con la ficción analítica
de Estado Moderno: no es el ámbito de la realización plena del interés común y la
voluntad general libre de intereses particulares, no es universal (sino circunscripto a las

14
Un ejemplo de una realidad no existente lo constituyó el “Tercer Estado” en la víspera de la Revolución Francesa. “Le plan

de cet écrit est assez simple. Nous avons trois questions à nous faire.

1° Qu’est-ceque le Tiers état? — TOUT.

2° Qu’a-t-il été jusqu’à présent dans l’ordre politique? — RIEN.

3° Que demande-t-il? — À ÊTRE QUELQUE CHOSE” (Sieyès, 1888, 1)

15
Escribimos en este contexto “públicas” porque consideramos que el panorama que deja a su paso la diferenciación del

capital exige reelaborar la distinción otrora tajante entre lo “público” o “privado”, pariente directa de la distinción entre

Sociedad Civil y Estado Moderno. La alusión a lo “público” supone (y, cada vez más, significa una petición por) la

ausencia de los irreversiblemente crecientes intereses particulares en aquellas instituciones administradas por los Estados

existentes (por ende, “pertenecientes” a todos los ciudadanos de aquel).


8
fronteras políticas convencionales) y no es plenamente democrático. No es plenamente
democrático no solo porque está dirigido por intereses de empresas de capital sino
asimismo porque, en ese marco, en la mayor parte de los casos está gobernado por una
estructura política de democracia indirecta en la que el representado solo decide en el
momento del voto y el representante, una vez asignado, no está obligado a responder ante
ningún compromiso. De hecho, no asume verdaderamente ningún compromiso concreto,
plasmado en un programa, sino simplemente enumera meras promesas de campaña
aisladas y abstractas. En este marco, la planificación democrática transicional nace en la
teoría económica como un concepto (entendido en su acepción de acción y efecto) que
apunta a realizarse como una institución a la vez económica, histórica y política, viable y a
la vez democrática estructurada sobre la base de un mandato revocable, vinculante y
concreto. Lo que lo hace concreto es el plan; de allí la centralidad de crear un nuevo
concepto de planificación.

La Economía Política Abstracta se organiza en torno a leyes de equilibrio que gobiernan el


proceso de reproducción (la ley de equilibrio general del mercado en articulación con la
ley del valor mercantil). Como señaláramos anteriormente, en el contexto de las dos
primeras teorías este tipo de leyes se saben naturalmente científicas. Pues así como
dijéramos que la Economía Política Abstracta ilustra retrospectivamente una fase en la que
la Economía Política se quiere como disciplina independiente que rinde cuentas solo con
ella misma, también permite estampar una época en la historia de la cultura capitalista en
la que la ciencia se centra en sus distintos campos conceptuales en la búsqueda de leyes
generales autónomas de equilibrio, a la usanza de las leyes newtonianas.

La Economía Política Concreta no desecha la formulación de dichas leyes de equilibrio,


pero tampoco se reduce a ellas. Ya en este caso dispuesta a dejar de ser una disciplina
encerrada en sí misma para apostar a generar conceptos que colaboren en una síntesis
científica y filosófica, entiende que las leyes de equilibrio son un momento necesario pero a
la vez insuficiente en el desarrollo del concepto, por eso persigue desarrollarlas hasta que
rindan todos sus frutos teóricos como se propuso con las dos primeras teorías. Su misión
prosigue con la elaboración de leyes de transformación histórica que ya no son
unilateralmente reproductivas sino dinámicas, irreversibles y autotransformativas 16.
Tampoco son leyes de la sociedad civil, pues esa ficción (junto a la de Estado Moderno) se
vio desmoronada con el desarrollo de la teoría, lo que supuso también una dilución de las
barreras conceptuales entre las comúnmente llamadas “economía” y “política”. El carácter
autotransformativo que toman los conceptos económicos con la génesis del dinero

16
Châtelet (1999, 1), define a la historia como una “totalidad dinámica irreversible y significativa”.
9
inquiere entonces sobre el devenir de las instituciones históricas de la cultura capitalista,
comprendiendo sus dimensiones genéricas y específicas.

La Economía Política Concreta descubre e incluye dentro de su objeto de estudio, además


del proceso de reproducción, al proceso de producción de los productos no reproducibles
(bautizado por Levin (2012) con el nombre de poiesis), de la creación humana, en
definitiva, de la transformación histórica. Los productos no reproducibles, entre los que,
en el caso específicamente capitalista, desempeñan un papel destacado la Ciencia y la
Filosofía, son concebidos en este contexto teórico como actividades humanas que
contribuyen a transformar la estructura cultural histórica existente. La apuesta por la
inclusión del concepto de poiesis (y del de cultura) dentro del objeto de la Economía
Política Concreta teje lazos conceptuales entre esta y otros campos conceptuales más
generales, como la Ciencia Económica, que es aquella encargada de dar cuenta de las
distintas formas de vida económica desarrolladas a lo largo de la historia humana,
incluido el desarrollo de las instituciones históricas; la Praxiología, centrada en el estudio
genérico de la sociedad humana y sus culturas técnicas; la Etología (como interfase entre
las llamadas “Ciencias Sociales” y “Ciencias Naturales”), que es una rama de la Biología
que se ocupa de las culturas, especímenes y poblaciones animales; y la Ecología Evolutiva,
que ubica a la historia humana en el marco del desarrollo de la historia natural.

La producción social, entonces, deja de comprenderse en este contexto teórico como la sola
reproducción “económica” del sistema capitalista en su conjunto (asimilada a la
reproducción técnica y mercantil) sino de la totalidad de la cultura 17. La cultura es aquí
concebida en su dimensión genérica (en sus rasgos comunes a todas las sociedades
humanas), como la elaboración de una sociedad histórica del conjunto de instituciones,
técnicas, lenguajes, patrones interpretativos, creencias, sentimientos que conforman su
experiencia social. Dicha experiencia social requiere de instituciones específicas que se
encarguen de tornarla económica en el sentido de organizarla, administrarla
(compaginarla y de brindarle coherencia), reproducirla, transmitirla y modificarla frente a
nuevas experiencias. Esa exigencia de tornar económica a la experiencia social es
permanente, pero se presenta de manera más vívida e incluso dramática ante penurias y
grandes tensiones y trastornos en el proceso de reproducción social que suponen
transformaciones radicales consiguientes en el orden social.

Comprenderemos exploratoriamente entonces a la ciencia en conjugación con la filosofía


como instituciones que se ocupan de transformar las estructuras conceptuales, es decir, la
17
Tomamos de Ernst Cassirer la intuición, vista en retrospectiva como no acabadamente desarrollada por el autor (ver

Skidelsky (2011) para una aproximación a las razones de su carácter inconcluso), de que el objeto de la Filosofía es la

cultura (humana) (Cassirer, 1971).


10
trama de conceptos existentes de la sociedad y, con ello, a permitir una mayor capacidad
de organización de la experiencia y, por lo tanto, a estructurar esquemas de acción más
coherentes. Ambas se conjugan en tanto la ciencia trabaja sobre campos delimitados de la
experiencia en conjunto con la filosofía que tiene por misión la de ofrecer un concepto
sintético y práctico de la totalidad de la experiencia significativa de la sociedad que
permita a la cultura organizar, prolongar y desarrollar su vida social. Este conjunto de
instituciones interrelacionadas, si bien tienen anticipos en sociedades históricas pretéritas,
ganan fisonomía en la sociedad capitalista, ante los vertiginosos y complejos desafíos de
organización que ese modo de vida engendra y que tornan progresivamente estériles otros
sistemas de organización de la experiencia como la metafísica, la teología, las religiones
monoteístas, o el variadísimo espectro de religiones arcaicas.

Estos conceptos de cultura, de ciencia y de filosofía que aquí delimitamos no son


“inventados desde cero” sino que, como expresaremos en el próximo capítulo, encuentran
un comienzo en un proyecto inconcluso de una determinada etapa de la historia del
capitalismo que es la filosofía de la ilustración del siglo XVIII, en el que el pensamiento
llamado a sí mismo filosófico intentó no solo reunir los grandes avances de la llamada
“revolución científica” de los siglos precedentes y de otras instituciones que la cultura
burguesa fue creando a lo largo de largos siglos, sino al mismo tiempo prefigurar las
condiciones necesarias para asegurar su viabilidad histórica.

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