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“Las parábolas movilizan. Este libro también.

Con
la humildad teológica y el corazón pastoral que lo
caracterizan, César nos invita a adentrarnos en el bosque de las
preguntas, olvidar la comida enlatada y animarnos a cazar por
nuestros propios medios. Y lo mejor, no es necesario estar de
acuerdo con todo para disfrutar de la aventura.”

Roberto Sánchez Valín


Editor La Conversación en Curso

“La curiosidad infantil, propia de un verdadero teólo-


go, la sencillez del pastor que hace de la calle su templo; sin
sacrificar el rigor académico del educador que tiene como
prioridad aprender cuando quiere enseñar; hace de este texto
“levadura” dispuesta a fermentarnos la masa… (…encefálica
para senti-pensar la fe).”

Rev. Dan González Ortega


Rector Comunidad Teológica de México

“Metáforas es una puerta abierta a un hermoso mundo de sal-


vación y vida. César Soto ha encontrado, a través de su pluma,
la manera de husmear e invitarnos a seguir para que ese mundo
que propone Jesús, se instale en el nuestro.”

David Gaitán
Periodista, Pastor / Bogotá, Colombia
Siempre me ha preocupado la desconexión que pudiéramos
tener entre el mensaje transformador de la cruz y la gente a la
que se nos mandó a compartirlo. César Soto aborda uno de los
temas que quizás han marcado más mi deseo de comunicar las
buenas nuevas a través de las canciones: parábolas, historias y
anécdotas con principios y verdades universales que conecten
con las personas que las lleguen a escuchar, con Dios. ¿De qué
sirve escribir cientos de canciones, cientos de libros y predicar
miles de sermones si quienes nos están escuchando no nos en-
tienden, aun en Español? César ahonda en el tema no solamente
desde una perspectiva personal, sino de un estudio comparativo
de ideas con referencias a teólogos, pensadores e intelectuales
del tema. Sin lugar a dudas, un buen libro para aquellos que
quieran ser efectivos comunicando las verdades de Dios a un
mundo que tanto lo necesita.

Edgar Lira
Músico y pastor de Central-Link, Las Vegas, NV, USA
Metáforas
Publicado por Kate&Cumen 2017
Monterrey, NL. México

Primera Edición 2017


__________________________________________________________

© 2017 César Soto


__________________________________________________________

Edición por: Roberto Cabrera


Diseño de portada: Angel Escamilla
Fotografía: Olga Khoroshunova/AdobeStock®

Todos los derechos de edición mundiales en todas las lenguas


y cualquier tipo de soporte, Kate&Cumen

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cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación
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intelectual.

Todas las citas bíblicas, al menos que se indique lo contrario, fueron tomadas de
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional, NVI® ©1999 por Bíblica Inc.

ISBN-10: 1-947356-01-1
ISBN-13: 978-1-947356-01-6

Distribuido por: Kate&Cumen


www.kateandcumen.com
9602 Antoine Forest Dr. San Antonio Tx. 78254 USA

Impreso en: Estados Unidos de America


Por: VERSA PRESS, INC.
1465 Spring Bay Road East Peoria, IL 61611
Contenido
Prólogo .................................................................................................................7

Prefacio ...............................................................................................................9

Introducción ....................................................................................................13

Capítulo 1 Metáforas ..................................................................................27

Capítulo 2 Escándalo en la casa.............................................................43

Capítulo 3 Amar es un riesgo .................................................................54

Capítulo 4 No necesitan a un resucitado...........................................69

Capítulo 5 ¡Yo tengo la razón! ................................................................81

Capítulo 6 Una mesa abierta....................................................................95

Capítulo 7 Aislamiento...............................................................................107

Capítulo 8 Las raíces estorban demasiado.......................................117

Capítulo 9 Todos necesitan ser rescatados......................................129

Capítulo 10 Conocer es vivir....................................................................151

Capítulo 11 Apenas les alcanza para comer......................................163

Capítulo 12 Falta un invitado en la fiesta............................................179

Capítulo 13 Señor, debe de haber un error........................................192


Prólogo

Las palabras son bellas y a la vez poderosas. Al leerlas


o escucharlas, provocan sentimientos profundos y nos abren
un mundo de imágenes y recuerdos.

Bruma, montaña, cielo, roca, lluvia…Los comunicadores


que saben capturar la atención de las personas tienen un don
especial; saben agrupar palabras para comunicar conceptos
e historias que nos remueven el interior y nos impulsan a la
acción.

Así era Jesús. Él era un experto en hacerlo. Sus parábo-


las muestran la destreza que tenía para comunicar conceptos
complejos a través de historias. Aunque una parábola abarca
mucho más que ser una metáfora, cabe dentro del mismo tipo
de retóricas.

Estrictamente hablando, una metáfora es una figura retórica


del lenguaje hablado y escrito utilizada para comparar concep-
tos y facilitar su comprensión. En este libro César Soto nos
lleva a entender que los conceptos teológicos más profundos
se entienden con más facilidad a través de una metáfora. En
ese sentido, aunque Jesús tradicionalmente no es visto como un
teólogo, es uno por excelencia.

En Metáforas César Soto hace una excelente relectura de las


parábolas de Jesús, agregando los matices que tal vez eran ob-
vios para sus contemporáneos, pero pasan desapercibidos para
nosotros. Con un toque académico que se aleja de la com-
plejidad que hace que muchos desdeñen los libros académicos,
César, de una manera sencilla y magistral nos lleva a sumer-
girnos en las parábolas con un entusiasmo renovado.

7
metáforas | César Soto

Me fascina la forma en la que después de cada re-


flexión César propone una discusión que puede llevarse
a cabo entre amigos para contextualizar las parábolas.

Me queda claro al leer Metáforas que urge una relectura no


solo de las parábolas sino de nuestra forma de comunicar el
mensaje del evangelio.

Más y más nos hemos alejado del estilo sencillo y


profundo de Jesús para caer en apologías que han hecho de
Jesús un argumento, más que un mensaje de buenas nuevas.
Me parece que es necesario regresar a la cotidianidad de Jesús,
a una forma distinta de comunicar el evangelio, una forma
más poética y evocativa. Por otra parte, me alegra ver a una
generación de jóvenes “teólogos nerds” levantándose en
Latinoamérica. Jóvenes como César tienen el potencial de dar
una nueva dirección a la manera en la que interpretamos la fe.

Mi deseo es que este libro sea parte de la librería de todo


líder involucrado en esta conversación acerca de cómo hacer
iglesia en el siglo XXI.

¡Enhorabuena César!

Jesús Adrián Romero


Autor, Compositor y Músico, Pastor de VástagoEpicentro
en Monterrey, México

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Prefacio

Prefacio

Por razones que desconozco, mi inicio en el mundo de la


predicación pública fue a la edad de 12 años. Cada vez que
lo recuerdo, le doy gracias a Dios que en aquellos años no
existieran Youtube, Facebook y las demás redes sociales, pues
habría detestado que alguien, luego de hacer una investigación
sobre mi persona y las han hecho llegara a ese momento de
“descubrimiento” de alguno de mis sermones infantiles.
Y aunque no gritaba como aquel infante famoso predicador:
“¡Yo no vengo del mono!”, seguro que habrían encontrado
algo para mofarse de mí en el mejor de los casos, o como
muchos lo han popularizado ya con muchos otros personajes
tratarme de hereje.

Mi maestra de la escuela dominical me sugirió que us-


ara las parábolas como base para mis predicaciones. Me
dijo que predicar de las parábolas era algo sencillo, porque
una vez que Jesús las contaba luego las explicaba. Así fue
fácil entonces, ir al texto, leerlo, parafrasear la explicación de
Jesús y ¡voilà!, sermón terminado. Aun cuando este conse-
jo era impreciso, no voy a negar que lo seguí muchas veces.

Hoy, casi treinta años después, estoy aquí escribiendo un li-


bro sobre ¡parábolas!; pero convencido de que estas no son tan
fáciles como lo pensé de niño, pues su profundidad excede por
mucho lo que muchas lecturas superficiales nos han hecho creer.

Sé que eso puede malentenderse (aunque esto pareciera inevi-


table), una persona puede tomar el texto bíblico de una parábo-
la y sin mayores esfuerzos intelectuales ni vasto conocimiento
teológico entender y ser bendecida por lo que acaba de leer.

9
metáforas | César Soto

Tal experiencia es maravillosa, yo lo he vivido miles de


veces. Las Escrituras son para mí como un extenso océa-
no que se despliega frente a nuestros ojos; en este océa-
no hay playas en donde cualquier visitante puede mojar sus
pies, construir castillos de arena y maravillarse con el aspec-
to dorado de sus aguas al atardecer. Otros visitantes serán
movidos por su espíritu de aventura y zarparán de alguno de
sus puertos y se adentrarán en alta mar para explorar sus mis-
terios; sumergidos en las profundidades abismales quedarán
mudos frente a misterios que sus mentes serán incapaces de
explicar. Con esto quiero ilustrar, si es posible, dos formas en
que podemos acercarnos al texto bíblico: como en una playa
donde apenas mojamos los tobillos, como en alta mar y sus
profundidades, porque estoy convencido de que ambas ex–­­­­­­
periencias son igual de edificantes e importantes de experimentar.

El navegante experto cometería un grave error si despreciara


la simpleza del paseo por la ribera, ya que su camino en alta
mar comenzó en ese lugar, cuando el ir más allá era tan solo un
sueño. Un grave error también sería que el que moja sus pies en
la orilla pretendiera escribir las cartas de navegación marítima,
pues simplemente no cuenta con los elementos para hacerlo y
debe estar consciente de ello.

Que el navegante inspire al constructor de castillos de arena


a querer ir más allá, y que el constructor de castillos de arena
le recuerde al navegante que en la ingenuidad de la orilla es
donde comienza la travesía del asombro frente al misterio, sería
el meollo de mi parábola.

Visualiza esto: tú y yo con nuestros pies en la playa, el calor


intenso, pero no sofocante; la suave brisa de la mañana trae
consigo el aroma salino y nos refresca el rostro; el mar se divisa
tranquilo (mi abuela diría que luce como una taza de leche);

10
Prefacio

en la ribera hay un pequeño bote que parece invitarnos a subir


para alejarnos un poco de la orilla. Te miro a los ojos y te digo:
“¡Hey! Sí, tú, ¡vamos! Te prometo que será una experiencia de la que no
te arrepentirás. Si zarpamos ahora alcanzaremos a llegar para contar
nuestras historias a la hora de la cena. ¿Te animas?”.

César Soto V.
Oaxtepec, Morelos.
Marzo de 2017.

11
Introducción

Introducción
Organización del material

El texto que tienes en tus manos no es un texto técnico,


confieso que tuve la tentación de que así fuera, pero la verdad
es que ya existen maravillosas obras literarias que han hecho
un trabajo muy minucioso sobre el tema, mucho mejor del que
yo pudiera proponer. Lo que este pequeño libro pretende es
inspirarte y desafiarte a que veas las parábolas con otros ojos.
Que este libro no sea técnico no significa que carezca de pro-
fundidad, he querido balancear el rigor académico con la lectura
sencilla de fácil comprensión. Detrás de cada página existe una
cuidadosa investigación con relación a los diversos contextos
que rodean las parábolas de Jesús. He tomado estos elementos
para tejerlos de nuevo y volver a contar la parábola incluyendo
en esta narrativa toda la nueva información sin la necesidad de
apuntar directamente a ella.

Conforme vayas leyendo, encontrarás al pie bibliografía


concerniente por si deseas profundizar en el tema y obtener
mayor soporte académico.

Cada parábola es un mundo al que se nos invita a ser


espectadores de una historia; un teatro que trasciende al esce-
nario y se filtra en la realidad para afectarla. No pretendo ni por
casualidad agotar el tema, es más, creo que ni aun los textos más
profundos que se han escrito al respecto se atreven a afirmar tal
cosa. Solo te pido que tengas siempre en mente que en este via-
je apenas nos estaremos alejando de la orilla por algunas horas.

Los capítulos están organizados de tal modo que te per-


mitirán familiarizarte con una versión estándar de la parábola,
para luego bogar mar adentro. Cada capítulo, a excepción del
primero, está organizado de la siguiente manera:

13
metáforas | César Soto

Versión original. Donde podrás leer el nombre popular de


la parábola y la narración original tomada de la Nueva Versión
Internacional (NVI).

Relectura. En este ejercicio narrativo se incorporan los


elementos “invisibles” de la parábola. ¿Qué es un elemento
“invisible”? Aquel que resulta evidente para los primeros lec-
tores u oidores de la parábola, pero que no están presentes en
la redacción del texto bíblico (más adelante ahondaré sobre el
tema). Incluyo también otros elementos que proceden de la
libertad especulativa que provee la parábola original, por lo
que la relectura incluye: elementos que proceden de los con-
textos y del texto griego de la parábola (elementos invisibles) y
elementos especulativos que servirán para hacer la parábola aún
más accesible.

Para facilitar la identificación de los elementos añadidos


en la relectura y que proceden de la investigación histórico-
gramatical, los elementos invisibles, la alusión a estos, se escri-
ben en cursiva y cuentan con un número de referencia bibliográ-
fica a pie de página.

Reflexión y comentario. Esta sección cuenta con


reflexiones teológico-pastorales para extender la compren-
sión de la parábola en cuestión. Cuando es necesario, se
amplifican ciertos aspectos a los que la relectura de la parábola
hizo referencia y se añaden algunos elementos que acercan el
relato a las realidades que enfrentamos hoy como individuos y
como iglesia.

14
Introducción

Preguntas para animar la conversación.

Ningún texto, ni siquiera la Biblia, está cerrado a la conversación


y a la obediencia ciega, todo libro está sujeto a las preguntas
que buscan saber más. De modo que los textos de la Biblia
demandan ser aplicados adecuadamente a los contextos de los
lectores actuales, proceso que se ha llevado a cabo a través de
generaciones, a veces de forma inconsciente, en otras tantas
muy consciente, y en otras más ha sido un proceso provocado.

Las preguntas que se proponen están destinadas a provocar


la conversación en grupos de estudio, grupos juveniles, entre
amigos, o simplemente una introspección personal, pensar un
poco más en lo leído. Permíteme una sugerencia: añade al mar-
gen todas las preguntas que te vayan surgiendo en la lectura y
vía internet compártemelas por correo electrónico.

Tómate esta lectura con paciencia. La lectura no es un ejerci-


cio de velocidad, no es una carrera de cien metros planos, es un
paseo en el que a veces avanzas mucho sin detenerte y a veces
te detienes para recuperar el aliento o para contemplar la belleza
del paisaje. Lee este libro disponiendo de tiempo para pensar y
sumergirte en las metáforas de las que estos relatos bíblicos es-
tán llenos. Las instituciones de educación instruyen para que en
corto tiempo los estudiantes lean grandes cantidades de texto
en el corto plazo, información que no siempre termina siendo
asimilada, no al menos a largo plazo. No leas contra el tiempo;
tómate todo el que necesites. Lee, piensa, cuestiona; lee, piensa,
cuestiona... esa es la cadencia que te llevará a asimilar significa-
tivamente el aprendizaje, y si después de esta rutina (lee, pien-
sa, cuestiona) quieres enojarte con el texto y su autor, ¡hazlo!,
porque esto te llevará a profundizar aún más y ver el tema desde
ángulos que ni siquiera imaginaste.

15
metáforas | César Soto

¿Qué es una parábola?

Esta es una de las preguntas más pertinentes en este mo-


mento. Para responder esta pregunta vamos a revisar al-
gunas definiciones para luego dar un giro reflexivo que nos
sirva para enfrentar este paseo en bote que recién arranca.
Primeramente, algo de etimología. Dos palabras griegas con-
forman el término parábola, la primera de ellas es la preposición
“para”, que significa “al lado de”. Para recordar su significado
asociémoslo a algunas palabras en español que han heredado
ese significado: paradocente, paramédico, paraeclesiástico,
etcétera. Le sigue el verbo “balos”, que significa “arrojar”. La idea
general, entonces, es la de poner un elemento al lado de otro
para poder compararlo. Este análisis etimológico es muy simple,
superficial si se quiere, pero suficiente para los propósitos de
este capítulo inicial.

Joachim Jeremias, destacado teólogo alemán (1900-1979),


hablando del tema de las parábolas señala:

En el lenguaje del judaísmo posbíblico, este término designa retóricas


de toda clase, sin que se pueda establecer un esquema, símil, comparación,
alegoría, fábula, proverbio, revelación apocalíptica, enigma, seudónimo,
símbolo, ficción, ejemplo, motivo, argumentación, disculpa, chiste.1

Jeremías, en el mismo libro, analiza el sentido de la palabra


parábola desde la cultura que le da origen, es decir, no de la
cultura grecorromana sino de la cultura hebrea. En este senti-
do, tanto la palabra en hebreo mashal y en arameo matla, que se
traducen como “parábola”, son tremendamente más amplias en
significado y pertinencia gramatical que la “parábola” que hemos
heredado del griego y que parece limitar el sentido del estilo a
1 Jeremias, Joachim Jeremias. Las Parábolas de Jesús. Editorial Verbo Divino,
Estela (Navarra) España, 1974. Pág. 20.

16
Introducción

una mera comparación. Sin embargo, una parábola es mucho


más que eso, se trata de un verdadero desafío que busca que el
receptor del relato se pronuncie, que responda a la historia que
se le ha contado. A veces esa respuesta quedó registrada, otras
veces no. Si se fuerza a las parábolas de Jesús a entrar en las categorías
de la retórica griega, se las somete a una ley extraña.2

Lo anterior es importantísimo de considerar al leer las


parábolas, ya que recibimos en términos griegos cuestiones que
surgen de mentes hebreas y que, además, se expresan básica-
mente en arameo. Aunque algunas veces puede no ser trascen-
dente conocer el trasfondo hebreo o arameo de una palabra
en griego, en otras ocasiones es algo de suma importancia.
¿Cómo es posible obtener palabras arameas o hebreas a partir
de textos en griego? Es necesario estar muy compenetrado con
la lingüística y la cultura de la lengua en la que recibimos los
textos, así como de la lengua a la que se quiere acceder. Muchos
estudiosos prestan especial enfoque a la reconstrucción de las
enseñanzas de Jesús a partir de ese migrar del lenguaje que va
del griego al arameo.

Klyne R. Snodgrass, profesor de Nuevo Testamento en el


Seminario Teológico de North Park, dice:

Las parábolas son mucho más que ilustraciones, y pese a que algunas
tienen que ver con la escatología futura, no tienen que ver con el cielo. Están
dirigidas a la vida en esta tierra.3

He conocido a muchas personas que han usado la parábo-


la del rico y Lázaro para construir argumentaciones so-
bre el más allá, sobre el cielo y el infierno, etcétera. Por
esto, la afirmación de Snodgrass es muy pertinente, nos
2 Wellhausen, Julius. Das Evangelium Marci. Berlín, 1909. Pág. 29.
3 Snodgrass, Klyne. Stories with Intent. Wm. B. Eerdmans Co. Pág. 7.

17
metáforas | César Soto

hace recordar que el propósito de las parábolas es provo-


car una respuesta que se vea reflejada en el aquí y el ahora.
Las parábolas no son simplemente anécdotas que sirven para
ilustrar un punto, o un recurso fácil para encontrar sermones.

Un giro necesario

En la película Juana de Arco4 existe una escena que siempre ha


llamado mi atención. Casi al final de la película, Juana (Milla
Jovovich) se encuentra presa y desesperada. Un diálogo, al pare-
cer con su conciencia, le hace despertar toda clase de dudas. Ella
se ve a sí misma como una enviada de Dios para salvar a Francia
de los ingleses. Siendo pequeña había encontrado una espada
en el campo y había tenido la visión que marcaría toda su vida.
Su Conciencia, personificada por Dustin Hoffman, le muestra
que esa espada pudo haber llegado a ese campo por infinidad
de causas; pero que ella había interpretado lo que había elegi-
do interpretar: que esa espada le había sido dada directamente
por la divinidad para alzarse como caudillo. La celda se llena de
visiones e incertidumbres y su Conciencia le dice: “No viste lo que
fue Juana, viste lo que querías ver”.

Con más frecuencia de la que nos gustaría admitir, los cris-


tianos hemos mal entendido el proceso a través del cual nos
ha llegado la Biblia. Al igual que la espada en el campo de la
historia de Juana, muchos cristianos creen que la Biblia
prácticamente descendió desde el cielo hasta nuestras libre-
rías. Es más, si algunos se atrevieran a dibujar la escena, es-
toy seguro que muchos dibujarían esa Biblia con tapas negras
y cantos de color rojo o dorados bajando en un haz de luz. No
pretendo ser ofensivo con aquellos que puedan pensarlo así, pero
lamentablemente mucha de la ignorancia popular ha traído una
4 The Messenger: The Story of Joan of Arc (1999). La escena a la que se hace
referencia ocurre entre el minuto 1:30 y el 1:33, aproximadamente.

18
Introducción

sensación de idolatría por el texto bíblico, una “bibliolatría”.


Al respecto, el teólogo alemán Jürgen Moltmann señala:

Es una vergüenza que los protestantes estén leyendo la Biblia como si


fuese el Corán. Dios se encarnó en Cristo, no en un libro; más aún, en un
ser humano.5

¿A qué se refiere Moltmann con la comparación que hace


con el Corán? Él está haciendo referencia a la creencia tradi-
cional dentro del Islam que afirma que el contenido del Corán
le fue dictado íntegramente por Dios a su profeta Mahoma.
Evidentemente que cuando se hace tremenda afirmación,
que la ipsissima verba Dei6 es la que está registrada en un texto,
palabra por palabra, todo el elemento humano queda automáti-
camente anulado o diluido al punto de transformar al escritor
en una mera impresora humana. Cualquier aproximación al
texto tendrá el condicionamiento de la obediencia absoluta y,
es más, el mismo texto resulta divino o recibe un tratamiento
como si lo fuera. Pero este no es el caso de la Biblia, los cris-
tianos entienden o debieran de entender que el texto bíblico
está mediado por una comunidad de fe que preservó relatos,
dichos, canciones, etcétera, donde lo que llegó a escribirse y
hoy tenemos como texto bíblico se mantuviera y transmitiera
lo más posible libre de error. No estamos ante un libro “caído
del cielo”. Kenneth E. Bailey hace un excelente resumen de los
estadios que nos permitieron tener el texto de los evangelios
que tenemos:

1. La vida y la enseñanza de Jesús de Nazaret en arameo.

2. El testimonio ocular arameo de esa vida y enseñanza.


5 Frase extraída directamente por mi amigo y pastor Juan F. Muela de una revista
italiana que dedicaba su edición al tema del ecumenismo. Accedió a la revista en la
hemeroteca de la Facultad de Teología (jesuíta) de la Universidad de Deusto de Bilbao.
6 Del latín: las mismísimas palabras de Dios.

19
metáforas | César Soto

3. La traducción de ese testimonio al griego.

4. La selección, la disposición y la edición de estos textos griegos en


Evangelios.7

Pongamos atención en el punto número 2: El testimonio


ocular arameo de esa vida y enseñanza. Este testimonio es uno que
está directamente ligado a las comunidades de fe, es lo que
podríamos llamar “tradición oral”. Jesús camina por los pol-
vorosos senderos, realiza milagros, da pequeños discursos, se
sienta y enseña. Los discípulos y seguidores de Jesús saben que
algo grande está ocurriendo en su tiempo, pero pasará algún
tiempo antes de que se den cuenta de la dimensión real de lo que
está pasando. Nadie cargó una grabadora o una videocámara
para registrar los eventos. Tal vez el anacronismo esté de más,
pero ¿qué tal una libreta para tomar notas? Lo acepto, sigue
siendo anacrónico. Pensar en los discípulos de Cristo haciendo
cualquiera de estos intentos reflejaría nuestro desconocimiento
de las condiciones culturales de la época y lo condicionados que
estamos por esta era de infinidad de medios de documentación
de sucesos y de redes sociales. No obstante, he conversado con
muchos cristianos que sí creen que los discípulos cargaban con
algún tipo de cuaderno para tomar apuntes de las enseñanzas y
milagros de Jesús.

Registrar cualquier evento, poner por escrito un documen-


to, realizar una copia de algún libro importante, eran cuestio-
nes que demandaban una cantidad de recursos impresionantes
e increíblemente poco prácticos y transportables. Entonces,
¿cómo se preservaron narrativamente los acontecimientos de
Jesús? Algunas formas de transmisión eran: dichos, máximas,
canciones, rimas, historias, y muchas otras, todos elementos
7 Bailey, Kenneth E. Jesus through Middle Eastern eyes. Intervarsity Press 2008.

20
Introducción

nemotécnicos8 que facilitaban la memorización y transmisión


de la información. Por esta y otras razones, existe un amplio
consenso en el mundo académico respecto de que las parábo-
las son tal vez las piezas más confiables que la tradición nos
ha legado para transmitir las mismísimas palabras de Jesús.
Las parábolas son un fragmento de la roca primitiva de la tradición.9
Y es muy plausible que así sea, pues en el ejercicio de transmisión
de las enseñanzas de Jesús resultaba mucho más fácil recordar
una buena historia que una enseñanza abstracta. Esto sigue
siendo cierto hasta nuestros días. Cualquiera podrá recordar
el chisme que escuchó accidentalmente alguien en el Metro (el
transporte colectivo de pasajeros de la Ciudad de México), pero
le costará horrores acordarse de la lista del supermercado.

Es en las parábolas donde nos enfrentamos al Jesús históri-


co inmerso en una cultura real, concreta, oprimida y pobre.
Una cultura que no tiene tiempo para divagar en cuestiones aje-
nas al mundo real. En medio de esa cultura Jesús habla y llega
al corazón de miles, no porque les hable en un lenguaje elevado
y ajeno a su condición de oprimidos, sino porque es concreto
y llena la mente de sus oyentes de imágenes vívidas que usa
para transmitir sus enseñanzas. Las parábolas se escabullirán
por la ventana del patio trasero de la mente de los oyentes para
sembrar el mensaje subversivo del evangelio que luego tomará
forma y acción en la vida.

Tres pensamientos más nos permitirán ir cerrando la


respuesta a nuestra primera pregunta, ¿qué significa una parábo-
la? C.H. Dodd (1884-1973), teólogo galés experto en Nuevo
Testamento, se refiere a las parábolas de esta manera:
8 La nemotécnica es un proceso mental que consiste en asociar un contenido que
se quiere preservar en la mente con un vínculo más familiar para el sujeto. Acrósticos,
asociaciones numéricas, y otros recursos, son parte de esta técnica de memorización.
9 Jeremias, Joachim. Las Parábolas De Jesús. Editorial Verbo Divino, Estela (Na-
varra) España, 1974. Pág. 9.

21
metáforas | César Soto

En su forma más simple, la parábola es una metáfora o un símil ex-


traído de la naturaleza o de la vida común, cautiva al oyente por su vivaci-
dad o extrañeza, dejando a la mente en suficiente duda sobre su aplicación
precisa para incitarla al pensamiento activo.10

Por otro lado, Paul Ricoeur describe las parábolas como:

La conjunción de una forma narrativa y un proceso metafórico.11

Por último, Klyne Snodgrass, adaptando la definición de


poesía dada por Marianne Moore, dice:

Las parábolas son jardines imaginarios con sapos reales en ellos.12

Después de leer los magistrales aportes de esta selección


de teólogos, podemos decir finalmente que las parábolas de
Jesús no son estructuras literarias cerradas, sino que demandan
interacción del oyente; activan el pensamiento, nos invitan a
sumergirse en el relato y lidiar con sapos que ya no son
imaginarios. En algunas ocasiones el destinatario directo de la
parábola es impulsado a dar una respuesta (Lc 7:41-42; Lc 10:30-
37); pero en la mayoría de los casos las parábolas quedan irreso-
lutas en el sentido de que demandan a los cristianos de todos los
tiempos responder los temas pendientes que la parábola propone.
Esas respuestas estarán condicionadas al contexto de cada
lector, el cual contiene muchas variables. Pero se demanda
una respuesta debe ser provista para que la parábola cierre su
círculo reflexivo.

10 C.H. Dodd. The Parables of the Kingdom, pág. 16.


11 Ricoeur, Paul. Biblical Hermeneutics. Semeia 4, 1974.
12 Íbid, pág.8.

22
Introducción

En un sentido más extenso, las parábolas siempre


son un diálogo teológico, un diálogo reflexivo más que
impulsivo. Las parábolas están ahí para hacernos pensar y no
solo para comparar una realidad espiritual con una terrenal.
Hace algunos años, (¡prepárate que será larga la presentación!),
el profesor de Neurología Cognitiva y de Comportamiento
de la Universidad de Exeter, Inglaterra, Adam Zeman,
realizó una investigación en la que trece personas se sometieron
a mediciones de la actividad cerebral mientras leían cuatro tipos
diferentes de documentos: 1) manual de instalación; 2) pasajes
evocativos de novelas; 3) sonetos de fácil a difícil comprensión;
y 4) poesía. Como era de esperarse, todas las lecturas activaron
las áreas del cerebro relacionadas con el “sistema de lectura”.
Pero cuando leyeron la poesía o narrativa de alto contenido
emocional, ciertas áreas del cerebro relacionadas con la música
y la introspección se “iluminaban”. De todas, la poesía resultó
aún más estimulante que los otros tipos de texto.13

Los textos de las parábolas están construidos en versos


y estructuras poéticas que no nos son evidentes en las ac-
tuales traducciones. Tienen un ritmo compositivo que solo
algunos académicos se han tomado tiempo de comprender:
composiciones anulares, quiasmos, entre otros, son los recur-
sos gramaticales de los que echaron mano los redactores de
los evangelios para fijar el mensaje. Estas metáforas a las que
llamamos parábolas pretenden evocarnos un nivel de compren-
sión distinto al de la simple narrativa. Son una obra artística y
poética que quiere despertar en el oyente o lector un nivel de
introspección tal que haga surgir de lo profundo del corazón
una respuesta significativa al desafío recibido.

Metáfora, introspección, desafío… eso y mucho más es una


parábola.
13 http://www.exeter.ac.uk/news/featurednews/title_324631_en.html

23
metáforas | César Soto

Consideraciones para interpretar una parábola

Cuando observamos la historia de la teología cristiana po-


dremos percatarnos que prácticamente la única tendencia
dominante hasta el siglo XIX fue la de alegorizar cada una de
las parábolas de Jesús14. Por supuesto, existieron honorables
excepciones como Tertuliano, Juan Crisóstomo y Juan Calvino,
por mencionar algunos ejemplos. Pero el grueso de los teólogos
se inclinó a tomar las parábolas de Jesús y darles una lectura
alegórica a cada uno de los elementos incluidos en ellas. Cuando
Agustín interpretaba la parábola del Buen Samaritano decía que
el hombre era Adán, Jerusalén era la ciudad celestial, Jericó era
la luna, los ladrones eran el diablo y sus demonios, el sacerdote
y el levita eran el sacerdocio del Antiguo Testamento, el buen
samaritano era Cristo, el encargado de la posada era el apóstol
Pablo, y así los detalles continúan.15 Si esta era la tendencia, era
de esperar que las parábolas terminaran siendo una masilla en
las manos del intérprete. Una parábola podía significar virtual-
mente lo que la retórica del expositor quisiera. Esto llevó a que
las parábolas y su interpretación no fueran consideradas como
teología seria y como no adecuadas para sostener ninguna doc-
trina. El cambio definitivo y radical en contra de este método
lo produjo el teólogo alemán Adolf Jülicher, quien a finales del
siglo XIX produjo dos volúmenes dedicados al estudio de las
parábolas. Como en toda tensión dialéctica, se podía prever
que la contraparte a la interpretación alegórica no fuera otra
sino la negación absoluta del método alegórico. La máxima fue
ahora afirmar que cada parábola contenía una y solo una en-
señanza, nada más. De hecho, esta fue la forma en que tuve
mi primer acercamiento al mundo de las parábolas cuando
comencé con mis estudios formales de teología. Personalmente
14 “La interpretación alegórica es un modo de leer e interpretar textos que ve en
ellos, no su sentido literal obvio, sino un sentido simbólico...”. Justo González, Diccio-
nario Manual Teológico. Editorial Clie, 2010. Pág. 16.
15 Gregory the Great, Forty Gospel Homilies 31.

24
Introducción

creo que es correcto afirmar que hay un mensaje central en


cada parábola; pero que, sin perjuicio de ello, es posible extraer
de una parábola más de una enseñanza sin tener que abrazar el
método alegórico. Esto es posible sin necesidad de violentar
el sentido del texto, simplemente las otras enseñanzas en el
texto son evidentes y no requieren de trucos retóricos para ha-
cerlas aparecer. Ahora, si hemos de ver símbolos en la parábola,
será nuestro deber el encontrar aquellos que de la manera más
evidente hayan sido puestos como tales por el autor y no forzar
algún calce extraño.

Un primer paso es tomar la parábola y analizarla tenien-


do en cuenta el Contexto Literario cercano, no hacerlo sería un
grave error. El contexto de la parábola dentro del evangelio
nos proveerá del escenario y situación en el que la parábola
se desarrolla, también arrojará luz respecto de los destina–
tarios a la que va dirigida. Leer una parábola sin considerar estos
elementos es colgarla en el vacío espacio-situacional, sería como
escuchar una conversación telefónica en la que solo nos es
permitido escuchar a uno de los interlocutores. Podríamos
intentar descifrar el mensaje completo, pero no entenderemos
del todo de qué se trata.

La situación que rodea a la parábola es una voz que nos


proporciona información valiosa que hace resonar otra voz en
el extremo opuesto de la línea telefónica.

Una consideración más es importante, el Contexto Cultural.


Este brindará la voz de la sociedad que vibra con cada frase de
la parábola. Nos ayudará a identificar los elementos simbóli-
cos y significativos que son evidentes para el auditorio original.
De esta forma observaremos niveles de comunicación
invisibles a la simple vista de la cristiandad del siglo XXI.

25
metáforas | César Soto

Contexto Literario y Contexto Cultural, estos serán los remos


que usaremos en nuestro bote. Tómalos con fuerza que la
travesía ya comienza.

26
capí
tulo 1 Metáforas

“Una buena historia es mejor


que un sermón de tres puntos…”

César Soto.
Metáforas

Hace unos meses escribí esta frase en las redes sociales e in-
comodó a muchos. Tal vez eran defensores de la forma de en-
señanza más común en nuestra iglesia occidental: el sermón.
Ignoro en realidad la razón de sus críticas; pero creo que en aras
de construir validaciones intelectuales para el cristianismo, nos
hemos cerrado a elementos que pueden competir potencial-
mente con la Escritura inspirada, un cuento, una canción que
no tenga un mensaje cristocéntrico, etcétera. Son elementos que
serían altamente cuestionados en nuestra liturgia. Sin embargo,
tenemos en el texto bíblico un libro que nunca habla de Dios
(Ester); a un Jesús que cuenta cuentos (parábolas); y la canción
más bella de todas (Cantar de los Cantares) que no habla de la
relación entre Dios e Israel ni de Cristo y la iglesia, esas fueron
explicaciones de la tradición judía en primera instancia y luego
de la iglesia cristiana para suavizar su alto contenido erótico.
¡Sí, Cantar de los Cantares es una hermosa canción de amor
entre un hombre y una mujer y no debiera darnos vergüenza
admitirlo! Sin duda, los sermones son buenos para ciertos con-
textos; pero no son la única herramienta comunicativa que la
cristiandad disponga. La forma en que Jesús enseñó dista mucho
de lo que en la actualidad esperaríamos en un sermón. Hoy,
nos sentamos para que el predicador dé el discurso de principio
a fin sin interrupciones; sin embargo, Jesús enseñó con una
constante interacción con la audiencia. Tal vez algún buen lector
de la Biblia podría estar pensando que sí tenemos registro de un
discurso dado por Jesús de gran longitud y sin interrupciones: el
Sermón del Monte. Pero expliquemos algo antes de continuar, y
sugiero prestes mucha atención, porque entender lo siguiente será
de mucha utilidad para entender los libros de la Biblia en general.

Cada escritor tiene un objetivo en mente al escribir, quiere


obtener respuestas a su intención comunicativa. Los libros
de la Biblia no se escribieron con la intención primigenia de
registrar eventos y que estos atestigüen la validez histórica a las

29
metáforas | César Soto

generaciones venideras. Se escribe lo que teológicamente resulta


relevante, detrás de cada relato, no importa si son rituales de
purificación levítica o las interminables genealogías, siempre hay
una intención teológica detrás, siempre. Esto es cierto en cada
libro de la Biblia, los evangelios incluidos, los cuales haríamos
mal en interpretar como simples registros biográficos de Jesús,
son en realidad interpretaciones teológicas sobre el Nazareno.
En el Sermón del Monte, Mateo arma un escenario similar al
de Moisés en el Sinaí con las tablas de la ley, pero esta vez es
Jesús el nuevo gran legislador y su sermón son las leyes del
Reino de los Cielos. El evangelista Mateo dispone en un arreglo
literario que lleva diez minutos leerlo (Mateo 5-7) lo que se cree
son varios días de enseñanzas de Jesús a sus discípulos en una
especie de retiro en el monte.16

Jesús no construía discursos como los nuestros; enseñaba


desde lo simple, desde lo concreto. Jesús era, entre otras cosas,
un extraordinario contador de historias, capaz de cautivar a su
audiencia de una forma que rara vez se ve en nuestros predica-
dores hoy día, me cuento entre ellos.

Me he reservado una definición de parábola para este


capítulo, la de John Dominic Crossan, teólogo y académico
irlandés-americano:

Parábola = metaforidad + narrativa.

Una parábola, de longitud corta, mediana o larga, es una metáfora de-


sarrollada en una narración o, más simplemente, una parábola es una
narración metafórica”.17

Crossan incluye de manera muy directa el término “metáfora”,


16 Stott, John. El Sermón del Monte. Ediciones Certeza, pág.21, 1998
17 Crossan, John Dominic Crossan. El Poder de la Parábola. Prólogo. Kindle

30
Metáforas

el cual defino ahora brevemente: una metáfora es un re-


curso de expresión oral y escrita en el cual se emplea el len-
guaje figurado. Usualmente son comparaciones que hacen
referencia a otras cuestiones sin mencionarlas de manera directa.
Dos palabras griegas componen la palabra “metáfora”: meta, que
quiere decir “sobre” o “a través de” y ferein, que puede traducirse
como “llevar” o “transportar”. Una metáfora “lleva algo” de una
cosa a otra cosa, usa el lenguaje para “transportar” un sentido
diferente del que se lee o escucha superficialmente.

Hay metáforas que resultan evidentes a nuestros


modernos oídos occidentales, por ejemplo: “Este proyecto
está en pañales”, ¿qué imagen viene a nuestra mente? ¿La de
un folder con un pañal de doble absorción abajo? La mayoría
entendemos que se trata de un proyecto que apenas inicia. Otra,
una de enamorados: “Ella me robó el corazón”, ¿alguien se
imagina a esa persona con un arma o un bisturí en la mano, lista
para perpetrar el “robo”?

Estas metáforas nos son familiares y por eso las entendem-


os. Cuando una metáfora no nos resulta familiar tendemos a in-
terpretarla como texto informativo y procedemos de inmediato
a su análisis desde lo que conocemos, a riesgo de no entender el
verdadero mensaje que busca comunicar.

¿Qué clase de teólogo sería Jesús?

De las imágenes que tenemos de Jesús, tal vez la de teólogo


sea la menos extendida.18 Es fácil imaginarse a Jesús como
carpintero, o predicador itinerante o sanador; pero es difícil
Edition.
18 Se debe dejar en claro que el término “teólogo” es anacrónico a la vida de Jesús,
aunque para efectos técnicos sí se podría ver en Jesús a un teólogo en tanto discursa
de Dios y él mismo constituye el Logos de Dios.

31
metáforas | César Soto

verlo como un teólogo. En la fuente canónica más tem-


prana que tenemos disponible de la vida de Jesús, el evangelio
de Marcos, se muestra que cuando Jesús predicó en la sina-
goga de Nazaret (Mr. 6:1-6) la reacción de las personas frente
a sus enseñanzas denota hostilidad más que simple sorpresa.
Jesús había realizado una interpretación y reflexión teológicas
osadas, y esto causó que incluso quisieran matarlo en esa misma
ocasión.19

Ellos tampoco querían verlo como teólogo, mucho menos de-


safiando la tradición. Personalmente creo que el no ver a Jesús
como teólogo tiene claros culpables, y somos todos aquellos
que, con buena intención, hemos rodeado a la teología de un
sustento académico que pretende darle validez frente a las
otras áreas del conocimiento. El problema no es la cuestión
académica, el problema es que al realizar tal ejercicio, las
palabras complejas y la poca voluntad para explicarlas en
términos más sencillos le han extraído con frecuencia la sim-
pleza y fuerza al mensaje original de Jesús, transformándolo en
algo complicado e inaccesible para una gran porción de la cris-
tiandad, lo que ha provocado que muchas personas tengan una
imagen fría, distante y casi sin fe respecto de los teólogos.

No obstante, en el concierto teológico Jesús emerge como


un teólogo metafórico.20 Al usar parábolas no busca ilustrar una
enseñanza, la parábola es la enseñanza.

La parábola constituye en sí misma una creación de signifi-


cado, un significado que nos resulta con frecuencia velado por
nuestro condicionamiento cultural.

19 Lucas 4:29.
20 Bailey, Kenneth E. Jesus Through Middle Eastern Eyes, Intervarsity Press, 2008.

32
Metáforas

Jesús era rubio y hablaba el español de Castilla

Tenemos un grave problema de condicionamiento cultural.


Un pequeño test puede poner en relevancia este problema que
enfrentamos.

¿Cómo era, físicamente, Jesús?

¿Cómo nos lo ha comunicado la tradición?

¿Qué tal si nos imaginamos un Jesús de raza negra?

Para muchos, Jesús es el que vieron en Jesús de Nazaret


interpretado dramáticamente por Robert Powell; para
otros, los retratos renacentistas proveen la imagen de Jesús.
No pretendo hablar de estereotipos raciales ni de cómo, antro-
pológicamente, estos modelos son, por decir lo menos, inexactos.
Una representación de un Jesús de raza negra sería rechazada
por gran parte del mundo evangélico, pero ese mismo grupo
no tendría mayores reparos si se les presenta a un Jesús ru-
bio de ojos azules. El genotipo semita no concuerda para nada
con las características físicas ni del modelo negro ni del modelo
anglosajón. Nuestro condicionamiento cultural es un asunto
serio, y una vez conscientes de ello, es necesario tratarlo con la
debida atención.

Por otra parte, aunque sabemos que sería absurdo pen-


sar que Jesús hablaba castellano, en nuestras cabezas suelen
resonar sus palabras registradas en los Evangelios en un español
cervantino. De ahí que mucha gente se resista a usar una versión
de la Biblia que no sea aquella con la que dio sus primeros pa-
sos en la fe, y es la misma razón por la cual aquellos que no se
expusieron tempranamente a esas versiones clásicas, las ter-
minen rechazando o prefiriendo versiones más modernas.

33
metáforas | César Soto

Si eres una de las personas que gustan de las versiones clási-


cas, es probable que tampoco te gusten demasiado las relecturas
propuestas en este libro, pero te animo a continuar.

Estamos hablando de parábolas, pero el problema de ignorar


la cultura en la cual se gesta la revelación de las Escrituras es
transversal, afecta la lectura de todo el texto bíblico. Cuando
hablo de ignorar no me refiero solamente a la falta de cono-
cimiento, también me refiero a la posibilidad de acceder a ese
conocimiento, pero de manera consciente o inconsciente, de-
cidir que no es tan importante y que el filtro que usaré para leer
el texto será mi cultura y no la de los eventos y personajes ahí
narrados. Ver que la ignorancia es una decisión es algo que me
ha tocado presenciar, parece absurdo, pero la realidad dice que
es posible.

Otro problema relacionado con “lo cultural” es cuan-


do consultamos fuentes dudosas para acceder a los contex-
tos bíblicos. Con el paso de los años he aprendido a dudar
razonablemente de casi todo, y esto me ha llevado a filtrar cada
dato “interesante” que se supone es un aporte a la compren-
sión de las Escrituras. Una explicación novedosa para un texto
bíblico no es necesariamente verídica por el simple hecho de ser
nueva y creativa, necesita ser sustentada en argumentos sólidos.
Un ejemplo bastará para ilustrar esto. Lucas 18:25 dice:

En realidad, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una


aguja que a un rico entrar en el reino de Dios (NVI).

Este es un dicho parabólico que hace uso de un recur-


so gramatical llamado hipérbole. Una hipérbole es un recurso
literario que exagera de manera intencional hechos, personas,
objetos, situaciones para, a través de la exageración, acentuar
con claridad una idea. Bueno, de manera muy creativa algunos

34
Metáforas

han sugerido dos cosas:

1. Que la palabra traducida “camello” (kamilos) es un error,


y que en realidad se trata de una cuerda muy gruesa (kamelos).

2. Que el “ojo de una aguja” era una puerta pequeña que


estaba en alguno de los muros de Jerusalén y que el camello
debía ser entrenado para, luego de ser liberado de sus cargas,
pasar de rodillas hacia el otro lado. También han dicho que esta
puerta es el equivalente a lo que para nosotros sería la puerta
trasera de una casa

Estas explicaciones son creativas. La imagen de un cordón


intentando atravesar el ojo de una aguja (la cual sería mucho
más grande y tosca que una aguja moderna) parece más cercana,
y la pequeña puerta por la que el “humilde” camello tiene que
pasar despierta una miríada de aplicaciones para el predicador.
¿Creativo?, sin duda. ¿Tiene sustento real?, ¡ni siquiera un poco!
No existen hallazgos arqueológicos que avalen esta hipótesis ni
variantes textuales confiables que apunten a una cuerda.

Tal vez esto suene decepcionante para algunos.


Personalmente he escuchado muchos sermones con estos ar-
gumentos “inventados” que no resuelven el condicionamiento
cultural que tenemos, solo crean asombro al tratar de hacer el
relato más novedoso, al mismo tiempo que hacen del condicio-
namiento cultural una limitante aún mayor, pues a la distancia
espacio-tiempo ahora se suma información distorsionada que
se da por válida.

Alguno pudiera llegar a pensar que, al igual que “el cordón”


y la “puerta pequeña”, los datos que serán entretejidos en
las relecturas propuestas en este libro son una ficción o son
innecesarios para entender la profundidad de las parábolas.

35
metáforas | César Soto

Frente a la primera objeción potencial, el lector, como ya


ha sido dicho,21 se encontrará con varias sugerencias de lectu-
ra de altísimo nivel académico en donde podrá corroborar los
datos compartidos. Ahora, respecto de lo “necesario” de estos
datos. No han sido pocos los que me han dicho: “César, si esa
información fuese necesaria para entender el mensaje de Jesús,
el Espíritu Santo habría inspirado a los escritores a incluirla en
los evangelios”. Pero meternos en el alcance de la inspiración
y lo que, desde nuestra cultura, consideremos necesario o no
dentro del texto bíblico, podría llevarnos a una conversación
que ameritaría un libro muy distinto de este. No obstante, un
esbozo de explicación es importante: ninguno de nosotros
incluye en un texto, de la naturaleza que sea, datos que se
consideran sabidos por todos porque simplemente estorban.
Por todos es sabido que si vamos manejando un automóvil y nos
topamos con una luz roja en el semáforo, debemos detener-
nos. Todo el mundo lo sabe. Nadie pensaría que la luz roja tiene
un poder inmovilizador sobre nuestra voluntad ni que somos
gobernados por máquinas que dictan cuándo debemos avanzar
o detenernos. Imagina el siguiente escenario: una persona del
siglo I aparece misteriosamente en nuestros días y se enfrenta
al desafío de cruzar las calles de una gran ciudad durante todo
un día. La posibilidad de que no sobreviva o que al menos sufra
un accidente es alta. Esa persona no sabría lo que es muy obvio
para nosotros: si las parábolas no incluyen datos adicionales
es simplemente porque para los oyentes más cercanos a esos
relatos, esos datos son sabidos, son parte de su cultura, no es
necesario incluirlos. Para esos primeros oyentes la información
que resulta un descubrimiento “avanzado” para nosotros,
simplemente es la “música de fondo”22 con la que escuchan
las enseñanzas del Nazareno. Es importante, entonc-
es, hacer todos los esfuerzos posibles por solventar la
21 Introducción, segundo párrafo.
22 Bailey, Kenneth E. Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, pág. 25.

36
Metáforas

distancia entre nosotros los lectores del siglo XXI y el texto


bíblico, miles de kilómetros, miles de años, barreras de idioma,
cosmovisión, entre otras no menores piedras en el camino.

Leer con ojos occidentales un


texto oriental no es el mejor punto de partida para
desenterrar los aspectos ocultos que encierran las parábolas.
La pregunta no es si al interpretar vamos a
hacer juicios culturales o no. Lo que tenemos que preguntarnos es:
¿qué cultura debemos tener en cuenta a la hora de interpretar? 23

Soy chileno y he tenido la experiencia de conocer de


primera mano la cultura de otros países de Latinoamérica.
Me he percatado que, pese a compartir un mismo idioma, vivir
en el mismo continente, vivir en la misma época globalizada,
tenemos tremendas diferencias culturales. Si yo como chileno
dijera que tomé una “guagua” en brazos y la consolé, eso no
tendría sentido para un dominicano o un cubano. Mientras que
para mí una guagua es un bebé, ¡para ellos es un autobús!

Viajando por distintos países me he dado cuenta que el que


tiene que hacer el esfuerzo por entender y darse a entender soy
yo, el extranjero. Ya si el resto quiere ayudar, ¡genial!, pero el
esfuerzo original debe ser mío.

Cuando nos sumergimos en el texto bíblico los peregrinos


foráneos somos nosotros, por lo tanto, es nuestro deber inten-
tar desentrañar, en la medida de lo posible, ese significado vela-
do por la distancia espacio-tiempo que se nos impone.

23 Bailey, Kenneth E. Poet & Peasant and Through Peasant Eyes: A Literaly-Cultural
Approach to the Parables in Luke. Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1983.

37
metáforas | César Soto

Reflexión y comentarios

“Somos como ciegos en una cueva buscando una vela que se encendió
hace dos mil años…”.

Película Estigma, 1999

Jesús camina por los senderos polvorientos de Galilea, le


sigue gente sencilla. Su lenguaje no es complicado, pero les
habla como nadie lo ha hecho antes. La Palestina del siglo I es
una que está oprimida, pobre y sin esperanza. ¿Cómo es que
la gente sigue a Jesús? ¿Qué hay en su mensaje? Su mensaje es
la buena noticia de que Dios quiere reconciliarse con los seres
humanos, que quiere que exista reconciliación entre ellos tam-
bién, que es posible construir un mundo mejor, que es posible
traer el cielo a la tierra (Mt. 6:10). Es un mensaje que se arraiga
en acciones concretas que impulsan a cambiar el orden de las
cosas a pesar de la condición paupérrima en la que vivían las
provincias romanas en Palestina. Crossan propone las siguien-
tes preguntas:

¿El mensaje de Jesús en torno al Reino de Dios era


pura palabrería, o implicaba también algún tipo de acción?
Por asombrosa y estupenda que resultara, si solo era palabrería,
¿cómo es que los campesinos la escuchaban?”.24

Intentemos responder estas preguntas:

“oísteis que fue dicho… más yo os digo...”. (Mt. 5:21 RVR60)

En el mundo judío del tiempo de Jesús, cada vez que un


maestro o un rabino daba una enseñanza respecto de la ley
24 Crossan, John Dominic. Jesús, Biografía Revolucionaria. Grijalbo Mondadori,
1996. Pág. 92,

38
Metáforas

utilizaba la contrastación de autoridad. Al decir “oísteis que fue


dicho” acto seguido citaba un pasaje de la ley o de la tradición de
los ancianos para, luego, proceder a citar pasajes de las Escrituras
y a varios rabinos que aportarían argumentos para una con-
clusión final. Cuando Jesús pasa de citar la ley a la conclusión,
“más yo os digo”, no está poniendo a ninguna autoridad que
respalde sus conclusiones sino a sí mismo. Los griegos definían
exusía, “autoridad”, como el poder para añadir o quitar a
voluntad.25 Jesús, en el marco comprendido de Mateo 5:21-
48 cita cinco veces la ley, y en cada ocasión la contradice, o al
menos parece contradecirla. Ciertamente tenía y comunicaba a
su audiencia una autoridad tal que le permitía redefinir las exi-
gencias de la ley de Dios.

“...porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mt. 11:30 RVR60)

Un yugo es un instrumento de trabajo que somete una yunta


de bueyes para que trabajen juntos arando la tierra o llevando
cierta carga. Por los paralelismos evidentes, la ley y sus deman-
das, además de las tradiciones de los ancianos y los rabinos,
recibían el nombre de yugo. Asumir la enseñanza de determina-
da escuela rabínica era un compromiso a seguir esa enseñanza
y someterse a ella. Jesús les dijo a los fariseos en Mateo 23:4:
“Atan cargas pesadas e insoportables, y se las ponen a los demás sobre los
hombros”.

William Barclay, en su comentario al Nuevo Testamento,


registra muchas anécdotas e historias populares de los judíos,
una de ellas es perfecta para ilustrar un poco este asunto.

Había una pobre mujer en la vecindad que tenía dos hijas y un campo.
Cuando empezaba a arar, Moisés (es decir, la Ley de Moisés) le decía:
25 Barclay, William. Comentario al Nuevo Testamento (17 tomos en 1). Editorial
Clie. Pág.45.

39
metáforas | César Soto

“No debes arar con un buey y un asno juntos”. Cuando empezaba a tril-
lar, él le decía: “Dame para la ofrenda elevada, y el primero y el segundo
diezmos”. Ella se sometía a la ordenanza, y se lo daba todo. ¿Qué hizo
entonces la pobre mujer? Vendió el campo, y se compró dos ovejas para
vestirse con su lana y sacar algún provecho de los corderos. Cuando tuvieron
los corderos, Aarón (es decir, el sacerdocio) vino y le dijo: “Dame los primo-
génitos”. Ella cumplió la decisión, y se los dio: Cuando llegó el tiempo de
esquilar, y se puso a esquilar sus ovejas, vino Aarón y le dijo: “Dame las
primicias de la lana de las ovejas” (Dt.18:4). Entonces ella pensó: “No
puedo resistir a este hombre. Mataré mis ovejas y me las comeré”. Cuando
hizo la matanza, llegó Aarón y le dijo: “Dame la pierna, las quijadas y el
cuajar”. (Dt.18:3). Entonces ella le dijo: “Ni siquiera matándolas estoy a
salvo de ti. Pues, venga: las consagro por voto”. Y entonces Aarón le dijo:
“En ese caso me pertenecen enteras” (Nm. 18:14). Y se marchó con ellas
y la dejó llorando con sus dos hijas.26

Esta es una historia macabra; pero deja muy claro el paralelo


ilustrativo: yugo-demandas de la ley. Al respecto de esos yugos,
Jesús se pronuncia diciendo que su yugo, es decir, sus deman-
das, sus enseñanzas, no son pesadas, que su yugo es fácil, que
su carga es ligera. Un pueblo agobiado por las demandas de la
ley habría encontrado en Jesús un amigo, un lugar de refugio,
de descanso.

“a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la


otra...”. (Lucas 6:29, RVR60)

Golpear en la mejilla derecha es tener que dar un golpe


de puño con la izquierda. Hasta el día de hoy la mano izqui-
erda en Medio Oriente es usada para tareas impuras, esto,
entonces, excluye la idea de recibir un golpe con aquella mano.
Lo que ocurre es que al estar de frente a una persona y querer
golpear su mejilla derecha con la mano derecha, la opción viable y
26 Íbid. Pág.108.

40
Metáforas

coherente con la cultura es hacerlo con el dorso de la mano.


Esto es un acto de superioridad e insulto. Quien golpea al
otro con el dorso le está humillando no solo por el golpe sino
porque le está considerando inferior. Un padre sobre su hijo,
un esposo sobre su esposa, un amo sobre su esclavo, aun-
que la imagen predominante en una tierra ocupada por Roma
sería la de un romano sobre un judío. En estas relaciones de
superioridad, quien recibe el golpe no tiene otra alternativa más
que aceptarlo en silencio. Jesús propone una resistencia pacífica
que le devuelva la dignidad al que es humillado. Al ofrecerle la
mejilla izquierda se está ofreciendo la mejilla que el agresor debe
golpear con un golpe de puño, es decir, en este acto de supuesta
humillación y vejación de la dignidad humana, que es como lo
hemos interpretado en el grueso de la tradición cristiana, en
realidad Jesús está diciéndole a los oprimidos que exijan ser
tratados como un igual, sencillamente porque en nuestra cali-
dad de seres humanos somos iguales.27 Esta acción, considerada
por muchos como una expresión ridícula de humildad, es en
realidad una acción liberadora que exige de manera no violenta
le sea devuelta la dignidad a un pueblo pisoteado.

Respondiendo a las preguntas formuladas por Crossan,


este es el tipo de mensaje que un pueblo oprimido por sus
líderes religiosos y aplastado por el imponente Imperio romano
estaría más que interesado en escuchar. Un mensaje que provi-
ene de alguien que habla con verdadera autoridad, un mensaje de
liberación de las cargas de la religión, un mensaje que le devuelve
la dignidad al ser humano, un mensaje que sería el germen de
una revolución que cambiaría la historia de la humanidad para
siempre.

Cuando Jesús habla en parábolas, los hombres de mar


27 Cetina, Edesio Sánchez. Descubre la Biblia Vol.II. Sociedades Bíblicas Unidas,
2006. Págs. 332-333.

41
metáforas | César Soto

entienden de una red echada al mar (Mt.13:47), y los agricul-


tores captan el mensaje de semillas y mala hierba (Mt.13:1ss).
Cuando habla de levadura mezclada con harina (Mt.13:33) las
mujeres saben que algo está cambiando, que ya no están sien-
do ignoradas, y cuando los de moral altamente cuestionada
son atacados por la religión, Jesús, al ponerse del lado de los
rechazados, asume con ellos ese rechazo y lo pone sobre sí
mismo (Lc.7:44; Lc.15:1) no sin antes contarles a todos una
parábola que siembra el escándalo. ¿Escándalo? ¡Por supuesto!
Jesús no llega a la cruz porque su discurso sea inocuo e inofen-
sivo. Encarnar la voluntad de Dios despierta el desprecio del
sistema religioso que pretende administrar a ese “dios”, y aun
del sistema político que aplasta a todos los que muestran un
atisbo de disidencia. Qué curioso, religión e imperio silencian a
todos de la misma manera…

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Has logrado identificar condicionamientos en tu cultura


que distorsionan tu lectura de la Biblia?

2. ¿Cómo imaginas que Jesús daría un sermón hoy, tal vez


en tu iglesia?

3. ¿Crees que los cristianos estamos hablando el lenguaje de


la cultura o queremos imponer la nuestra?

4. ¿Qué otros pasajes de los Evangelios vienen a tu mente al


hablar de la actividad liberadora de Jesús?

42
capí
2
Escándalo
en la Casa

tulo
La parábola
de los dos deudores
Versión original
Lucas 7:36-50 (NVI)
Escándalo en la casa

Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y
se sentó a la mesa. Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía
fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en
casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume.
Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en
lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los
ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, dijo para
sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y
qué clase de mujer es: una pecadora.» Entonces Jesús le dijo a manera de
respuesta:

—Simón, tengo algo que decirte.

—Dime, Maestro —respondió.

—Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía


quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué
pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo
amará más?

—Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.

—Has juzgado bien —le dijo Jesús.

Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:

—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para


los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con
sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de
besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió
los pies con perfume. Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus
muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona,
poco ama.

45
metáforas | César Soto

Entonces le dijo Jesús a ella:

—Tus pecados quedan perdonados.

Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que
hasta perdona pecados?»

—Tu fe te ha salvado —le dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.

Relectura

Era frecuente ver a Jesús comiendo con sus discípulos o con


personas de dudosa reputación, pero verlo comer con un fariseo
era de lo más extraño. Esto expresan algunos estudiosos:

Tal vez Simón el fariseo ha escuchado a Jesús predicando e


impresionado decide invitarlo. Conocer más a alguien que se admira es
siempre una excelente excusa para invitarle a comer.28 —Joachim
Jeremias.

La mesa provee el espacio ideal para comentar y reflexionar en torno a


la Ley de Dios.29 —Klyne Sdongrass.

El lugar está lleno, pero hay un diván individual aparta-


do junto a una mesa de patas muy cortas que apenas se desprende del
suelo, ese es el lugar de Jesús.30 La costumbre dicta que la bienvenida
sea con un beso en la cara si se considera al invitado de igual dignidad
que el anfitrión, o en la mano si se le ve como un superior.31 Ungir al
invitado con aceite es un acto de respeto, pero a final de cuentas
opcional.
28 Joachim Jeremias. Parábolas”. p.126 de la edición en inglés.
29 Klyne Sdongrass. Stories with Intent. p.83.
30 Shmuel Safrai. The Jewish People in the First Century, Vol. II. p.736.
31 Levison, L. The Parables: Their Background and Local Setting. Edinburght: T. and
T Clark, 1926. p.58ss

46
Escándalo en la casa

Es de esperar que al menos haya agua para lavarse los pies.

En la casa de un fariseo que observa tantos rituales de purifi-


cación antes de comer sería lo obvio y obligatorio de ofrecer.32

No hay beso de bienvenida, no hay ungimiento, ni siquiera


agua le ha sido ofrecida a Jesús.

¿Para qué ha sido invitado? ¿Para ser humillado?

Aunque no todo el pueblo ha sido invitado, una comi-


da como esta despierta el interés de los curiosos de la aldea
que se reúnen alrededor del banquete. Se ubican detrás de los
sirvientes y desde ahí observan y escuchan sin llamar demasiado la atención.33
Todos han visto el desaire que ha sufrido Jesús, la tensión en el
ambiente es palpable, solo es cuestión de tiempo para que algo
estalle. No pasa demasiado tiempo, cuando una de las mujeres
que están en el grupo de curiosos interviene. Ella no es una
de las curiosas, ella ha ido con un propósito. No es una mujer
cualquiera, es una que tiene “cierta” reputación, ¿se tratará de
una prostituta? Al parecer así es. En su mano tiene un frasco de
perfume que usará para cumplir el propósito de su presencia
en ese lugar, ungir a Jesús. ¿Lo hará en la cabeza? ¡Impensable!
Ella se sabe indigna de semejante acto, una mujer pecadora
no puede ungir la cabeza de un rabino.34 Elige el lugar más bajo y ac-
cesible: los pies. Mientras se aproxima, además del perfume, lle-
va dentro de sí un cúmulo de emociones: agradecimiento, amor,
dolor por ver al maestro ser tratado como si no le importara a
nadie en esa casa, impotencia de no poder alzar la voz y exigir
respeto… se acerca para derramar el perfume; pero las
emociones se derraman primero y estalla en
32 Klyne Snodgrass. Íbid. p. 82.
33 Tristam H.B. Eastern Customs in the Bible Lands. London, Hodder and Stough-
ton, 1894. p.36-38.
34 Kenneth Bailey. Las Parábolas de Lucas. p.48.

47
metáforas | César Soto

llanto. Los invitados están mudos, atónitos, y las lágrimas


caen sobre los pies del maestro. Esto se ha salido de con-
trol, ella no ha planeado mojar los pies de Jesús con
sus lágrimas, pero se da cuenta que debe secarlos y de
seguro Simón no está interesado en darle una toalla para hacerlo.
Decide entonces realizar un acto que parece mezclar audacia
e ingenuidad, suelta su cabello y seca los pies de Jesús. Una
mujer no podía soltar su pelo frente a un hombre a menos que fuese su
esposo. Ver el cabello suelto de una mujer era comparable a verla desnu-
da y era altamente condenable.35 Este acto, que en otro contexto
podría interpretarse como una provocación, se transforma en
una declaración de lealtad incondicional.

Todo sucede muy rápido, y los eventos se superponen, los


pies han sido lavados con lágrimas, secados por los largos
cabellos de esta mujer anónima y ahora, en un acto de tremenda
humildad y agradecimiento los besa.36 Al mismo tiempo, el perfume,
que en algún momento fue útil para refrescar su aliento y preparar su cuer-
po para el ejercicio de su oficio,37 ahora llena el lugar con una fragan-
cia que significa arrepentimiento, agradecimiento y santidad.

El escándalo ha dejado la habitación en un silencio ensorde-


cedor, un silencio que solo es interrumpido por los sollozos de
esta mujer.

Finalmente, las intenciones reales del porqué Jesús está en


ese lugar y ha sido tratado con un inusual descuido salen a la
luz. Simón dice para sí: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién
es la que lo está manoseando, y la clase de mujer que es: una prostituta”.

Las máscaras han caído y las intenciones han quedado al


35 Talmud Babilónico, Sanedrín 45a / Sonc., 294 / Sota., 34.
36 Joachim Jeremias. Parábolas, p.151.
37 Alfred Edersheim. The Life and Times of Jesus the Messiah (2 volúmenes). New
York: Longmans, Green and Co. 1896.

48
Escándalo en la casa

descubierto. La invitación nunca fue con el deseo de


aproximarse con admiración y educación a Jesús. La intención
es probar si Jesús es el profeta que todos creen que es y, a juzgar
por lo que acaba de acontecer, no lo es… al menos para Simón.

Jesús, Simón, la mujer, los protagonistas de la trama están en


el escenario, pero hasta ahora Jesús no ha pronunciado palabra
ni realizado acción alguna… hasta ahora:

—Simón, vas a tener que escuchar algo que tal vez no te


agrade demasiado.

—Dime, Maestro —respondió el fariseo.

Es curioso que Simón, al llamar a Jesús “maestro”, esté


reconociendo la dignidad que le ha negado durante toda la
comida. Entonces el Maestro cuenta una breve parábola:

—“Dos hombres debían dinero a un prestamista. Uno de


ellos debía el salario de unos dos meses de trabajo y el otro casi
diez veces más. Ninguno de los dos hombres estaba en capaci-
dad de pagar esa deuda, así que el prestamista, en un acto de
bondad, les mostró gracia,38 perdonando la deuda de ambos”.

Dos deudores diferentes, pero al mismo tiempo iguales: am-


bos incapaces de pagar, ambos necesitados de un acto de gracia,
ambos perdonados.

Jesús pregunta:

—Simón, ¿cuál de los dos deudores amará más?

38 gr. charizomai. Rara vez se usa para expresar que una deuda ha sido cancelada.
Su uso se extiende en los escritos paulinos al ser usada como “perdón de pecados”.

49
metáforas | César Soto

El fariseo sabe que no tiene escapatoria frente a esta incisiva


pregunta y contesta de manera certera, aunque algo ambigua,
diciendo:

—Supongo que aquel a quien más se le perdonó.

Jesús confirma la respuesta de Simón y se alista para dar


el golpe final. La expresión de Jesús cambia, ahora está
mirando a esta mujer que, al igual que todos en ese lugar, está algo
desconcertada. La mira; pero sus palabras irán dirigidas a Simón
y serán una espada que cortará su alma:

—¿Ves a esta mujer? Acepté tu invitación y vine, pero no


tuve siquiera agua para los pies; sin embargo, ella los ha bañado
con lágrimas y los ha secado con su cabello. No me besaste,
pero ella, desde que estábamos a la mesa, no ha dejado de be-
sarme los pies. No me ungiste la cabeza con aceite, pero ella
ungió mis pies con perfume. Ahora escucha: Conozco a esta
mujer mucho mejor que tú, ella ya ha sido perdonada39 y perdona-
da de mucho, por eso ella ama mucho. En cambio tú, Simón,
parece que no eres consciente de lo mucho que se te debe de
perdonar y por lo tanto tu amor es invisible, ha sido ahogado
por tu propia justicia.

Entonces Jesús, esta vez delante de todos, le dice a la mujer:

—Tus pecados son perdonados.

El resto de los invitados no da crédito a lo que acaba de


suceder y comienzan a decir dentro de sí:40“¿Y este quién se cree?
39 En la parábola, el perdón viene primero y luego el amor. De la misma forma, la
composición gramatical muestra que el acto de perdonar ya ha ocurrido, posible-
mente ese mismo día antes de la invitación a comer.
40 No se pusieron a hablar “entre sí”; junto con las versiones árabes y siríacas,
preferimos hacer una traducción más literal: “dentro de sí”. Bailey. Las Parábolas de

50
Escándalo en la casa

¿Perdona pecados?”. Jesús le dice a la mujer:

—Te has salvado porque creíste en mí, ve en paz, este es un


nuevo comienzo.

Reflexión y comentarios

“La mariposa recordará por siempre que fue gusano”.

Mario Benedetti, escritor, poeta y dramaturgo uruguayo.

En una ocasión, terminé privado de mi libertad en el aero-


puerto de Monterrey, México. Un mal entendido migratorio me
dejó varado por horas en una sala de detención del aeropuerto.
Conocí allí a un inmigrante nicaragüense con el que entablé
conversación. Todo estuvo bien, la conversación fluyó de mara-
villa hasta que surgió el tema religioso. Con alegría me di cuenta
de que ambos éramos cristianos. Yo estaba muy complacido;
pero mi compañero necesitaba pruebas de la legitimidad de mi
cristianismo. Cambió su tono de hablar y su frente se llenó de
esas arrugas que te dicen que algo pasó, agregó cierta dosis
de agresividad y comenzó a someterme a un riguroso examen
teológico. Al finalizar, a modo de broma le pregunté: “¿Pasé la
prueba?”.

Los evangelios dan cuenta de que, en varias ocasiones, Jesús


fue sometido a prueba por parte de los fariseos y en cada una de
las ocasiones Él terminaba desconcertándolos. Jesús no era de
aquellos que respondía con monosílabos para aprobar o conde-
nar algo. Los que buscaban respuestas al estilo de “sí o no” han
de haber tenido pesadillas al hablar con Él. Esta es una de las
Lucas. p.63.

51
metáforas | César Soto

ocasiones en que se advierte una clara emboscada a Jesús.

La emboscada no es la situación con la mujer, que final-


mente resultó en el escándalo de la noche; al parecer, la idea era
crear para Jesús una situación de incomodidad social extrema.
El maltrato busca que Jesús reaccione y que se origine un
conflicto que sirva para hacerle decir o hacer algo fuera de lu-
gar. Pero Jesús es capaz de lidiar con aquellos que desprecian
su dignidad. Sin embargo, cuando los oprimidos del sistema
religioso caen en la zona de peligro, no puede permanecer al
margen, sino que actúa y lo hace de manera drástica.

Cuando la mujer comienza a actuar, lo esperado, y


tratándose de una persona con el estatus de Jesús, un rabino,
es que se hubiese parado de la mesa, ofrecido excusas frente
a lo sucedido, y deslindado toda conexión con esta mujer.41
¡Es a esto a donde apunta la crítica de Simón! ¡Jesús está
permitiendo una situación que ningún hombre honorable
hubiese permitido! Estar dispuesto a tomar el rechazo que
otros sufren y ponerlo sobre los propios hombros, solidarizar
con las víctimas y transformarse a sí mismo en el nuevo sujeto a
rechazar, no es el tipo de actitud que uno ve a diario.
No obstante, Jesús al hacer esto está tratando de mostrar su
mismísima naturaleza, y así desafiar a sus discípulos, a aquellos
del pasado y a nosotros los del presente, a vivir de la misma
manera.

Jesús no solo no detiene a la mujer, sino que además cuen-


ta una historia en la que Simón es “obligado” a responder de
41 Es importante aclarar que esta mujer no es María Magdalena. No existe ninguna
afirmación en los evangelios que indiquen que así fuese o que afirme que la Magda-
lena se haya dedicado a la prostitución. Tal vez, parte de la confusión radique en otro
relato de un ungimiento, probablemente un registro paralelo de este evento, proba-
blemente no un registro paralelo, no existe forma de saberlo, en el cuál una mujer de
nombre María, que resulta ser la hermana de Lázaro, ejecuta acciones similares a las
del texto que estamos analizando. (Juan 12:3)

52
Escándalo en la casa

manera correcta, y con ello la mujer es elogiada frente a todos


los invitados. Es la heroína. Aunque seguramente nadie se atre-
va a admitirlo. En todo lo que Simón fue mezquino, esta mujer
fue generosa. Mientras Simón ha disfrazado sus pecados con la
vestimenta que le ha provisto la religión, esta mujer de la calle
simplemente admite los suyos y experimenta un perdón que
enciende en su interior una llama que no le permitirá estar qui-
eta. En tanto Simón ha sido un pésimo anfitrión; esta mujer no
ha escatimado en brindarse plenamente en muestra de gratitud.

Donde todos ven un pecado para condenar, Jesús ve una vida


que sanar. Donde todos se escandalizan por la muestra de amor
desplegada, Jesús se escandaliza de que no haya más personas
que se reconozcan necesitadas de un perdón que despierte ese
tipo de amor. Donde otros dudan de la calidad profética del
invitado a la cena, ese mismo invitado muestra la valentía de un
profeta al tomar el desprecio mostrado a esta mujer poniéndolo
sobre sí mismo.

En esta mujer se ha despertado un amor que no se compara


con ningún otro amor que haya experimentado en toda su vida.
Ha sido perdonada y su amor es como una barcaza que ahora
flota libremente en el mar del perdón. Tal cual la sociedad re-
ligiosa del tiempo de Jesús, nosotros ahora, con una frecuen-
cia atroz, emitimos juicios despiadados sobre otros, fundados
en nuestra ignorancia y nuestros temores. Preferimos un juicio
inmediato que muestre “santidad”, a la pausa misericordiosa
que nos permite ver más allá de la superficie.

Esta parábola, así como otras, queda abierta. ¿Qué habrá


hecho Simón después? ¿Habrá reconciliado su corazón con
Dios y su prójimo “menos” digno? Solo podemos imaginar
las respuestas; pero hoy, estas preguntas a nosotros nos acor-
ralan y demandan respuesta. Hoy los desafíos son como aquella

53
metáforas | César Soto

mujer pecadora en medio de nuestras ordenadas reuniones.


¿Los ignoraremos? ¿Nos alzaremos en condena? ¿Dispensaremos
amor y perdón de la forma en que nos fue dispensado a no-
sotros antes?

Una plaga se cierne entre los seguidores de Cristo, una


especie de amnesia espiritual: olvidamos con sorprendente
facilidad quiénes fuimos e incluso quiénes seguimos siendo. No
nos permitamos olvidar jamás que no somos seres inmacula-
dos, que aquello que criticamos en otros también existe tam-
bién en nosotros, y que la santidad jamás debe divorciarse de la
misericordia.

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Quién es para ti un Simón del siglo XXI?

2. ¿Quién crees que hoy representa a la mujer pecadora de


la parábola?

3. ¿Qué ejemplos prácticos sugieres para tomar el rechazo de


otros y ponerlo sobre tus hombros?

4. ¿Eres consciente del perdón que has recibido de parte de


Dios?

5. ¿Estás dispuesto/dispuesta a mostrar el perdón y el amor


que ya has recibido de parte de Dios?

54
capí
3
Amar
es un riesgo

tulo
Parábola del
buen samaritano
Versión original
Lucas 10:25-37 (NVI)
Amar es un riesgo

En esto se presentó un experto en la ley, para poner a prueba a Jesús, le


hizo esta pregunta:

—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Jesús replicó:

—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

Como respuesta el hombre citó:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con
todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo.”

—Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos


ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo me-
dio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien,
al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un
levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba
de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él.
Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo
montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.
Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del aloja-
miento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré
cuando yo vuelva.” ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo

57
metáforas | César Soto

del que cayó en manos de los ladrones?

—El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.

Relectura

Todo tipo de personas se acercaban a Jesús, algunos eran


sencillos campesinos, otros pertenecientes a las familias más
respetadas de Israel; algunos con necesidades simples, otros
con preguntas que despertaban polémica. Cierto día, un intér-
prete de las Escrituras se acercó a Jesús. ¿Su intención?, ponerlo
a prueba.

—Maestro, ¿qué mandamiento debo cumplir?, ¿qué debo


hacer para heredar la vida eterna?

Jesús quiso saber más sobre esta persona, pues no acostum-


braba entregar “recetas” mágicas, por eso le pregunta:

—¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Cómo la interpre-


tas tú?

Interpretar la ley era el oficio de este hombre, así que no


sería un problema contestar. Con diligencia lo hizo:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu


ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y “Ama a tu
prójimo como a ti mismo”.

—Excelente respuesta —le dijo Jesús.

Pero Jesús sabe que la efectividad de la respuesta no radica en su

58
Amar es un riesgo

precisión teológica sino en su praxis, por eso añade y expande el alcance


de la respuesta:

—Si pones en práctica eso ahora, vivirás en esta vida y en la venidera.42

Pero en la forma que este intérprete ve el mundo y la religión,


esta respuesta parece ser muy simple, aunque, en efecto, pone un
listón prácticamente imposible de alcanzar en plenitud. Él necesi-
ta normas, pasos, ejercitar su propio esfuerzo para mostrar-
le a Dios y otros lo justo que es. La misericordia no le es suficiente.43
Por eso pregunta de nuevo:

—¿Y quién es mi prójimo?

El problema no es identificar “quién es mi Dios”, porque un


judío monoteísta lo tiene muy claro, pero hablar del prójimo puede
ser un área gris.44 Lo más sencillo sería decir que el prójimo es
“otro judío”.

Jesús puede iniciar un debate sobre el tema y tal vez ese era el
deseo del intérprete de la ley. En cambio, Jesús decide contarle
una parábola:

Un hombre judío bajaba por el largo y solitario camino de


Jerusalén a Jericó,45 cuando cayó en manos de una banda de
ladrones. Le quitaron su ropa y le golpearon con tal dureza
42 Kenneth Bailey, Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, 2009. p.87.
43 Karl Barth. The Doctrine of the Word of God, Vol. I en Church Dogmatics. Edin-
burgh: T. and T. Clark, 1956. p. 417.
44 John Lightfoot menciona en Hebrew and Talmudical Exercitations upon the
Gospels and the Acts un midrash sobre el libro de Rut que dice así: Entre nosotros y
los gentiles no hay guerra, por lo que no hemos de procurar la muerte de aquellos
que guardan ovejas entre nosotros los israelitas; pero si los gentiles están en peligro
de muerte, no estamos obligados a ayudarles; por ejemplo, si alguno de ellos cae en el
mar no tienes por qué rescatarlo, porque se nos ha dicho: “No te levantarás en contra
de la descendencia de tu prójimo”; pero un gentil no es tu prójimo.
45 Unos 28 kilómetros.

59
metáforas | César Soto

que era difícil decir si estaba vivo o muerto.46 Por ese mismo camino
pasaba un sacerdote que oficiaba en el templo, pero simple-
mente se alejó. Luego, pasó un ayudante del templo, se acercó,
pero ¿cómo podría pensar en ayudarle si un sacerdote antes no
le ha prestado ayuda?47 Sería prácticamente una falta de respeto.
Así que siguió su camino. Pero también pasó un samaritano,
quien se acercó, lo vio y se estremeció en lo más profundo de su ser.48
El sacerdote pasó de largo, el ayudante del templo se acercó
al lugar, pero el samaritano… el samaritano se acercó al ser
humano. Aceite, vino y vendajes; el aceite suavizará las her-
idas, el vino las desinfectará y las vendas le darán firmeza.49 El
samaritano toma al herido y lo pone sobre su cabalgadu-
ra. Ahora debe tomar una decisión: si llega con el herido al
siguiente poblado (¿Jericó?) existe el riesgo de que piensen que
él mismo es el agresor; es samaritano y debido a la acérrima enemis-
tad entre judíos y samaritanos, sospechar de él sería lo más lógico.50

Pero ya ha asumido los riesgos y llegará hasta el final. Lo


lleva a un alojamiento y le cuida durante toda la noche
asumiendo un nuevo riesgo. Si el herido despierta y se
da cuenta que es un samaritano el que lo atiende, puede
insultarle, rechazar la ayuda y hasta acusarle de su desgracia.

46 Dos problemas surgen para este desdichado: 1. A simple vista no se sabe si


está vivo o muerto. Si alguien devoto y observante de la ley asume que está muerto,
jamás pensará en ayudarle, se expone a una semana de impureza (Números 19:11). 2.
Si para un judío del siglo I su prójimo es otro judío, ¿cómo saber si el desdichado es
judío? ¡Sencillo! En el mundo antiguo eso sería por su acento y forma de vestir. Ese
es el problema, está desnudo (no hay ropas para identificar su procedencia), y al estar
inconsciente no puede haber comunicación oral. Ver más en K. Bailey, Las parábolas
de Lucas, p.93.
47 R.C. Trench. Notes on the Parables of our Lord. New York, D. Appleton and
Company, 1881, p.314.
48 El vocablo griego usado para “compasión” es splanchnizomai, que bien podría
traducirse como “se le removieron las entrañas”, pues tiene su raíz en la palabra
splanchnon que significa “tripas”.
49 Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p. 215.
50 Kenneth Bailey. Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, 2009. p. 106.

60
Amar es un riesgo

Actuar así con un samaritano sería como una medalla de honor que lucir
frente a su comunidad.51

Pero nada de eso ocurre. Al día siguiente le da dinero al


encargado del alojamiento, suficiente para pagar dos días de
atenciones, y da su palabra de regresar y pagar lo que se haya
gastado de más. El samaritano ha “des-hecho” todo el daño
procurado por los ladrones y aun el provocado por la
indiferencia del sacerdote y el ayudante. Los ladrones le
robaron, lo dejaron al borde de la muerte y le abandonaron; el
samaritano ha pagado por él, le ha curado (y procurado que le
sigan cuidando) y promete regresar. Una vez que Jesús ha ter-
minado la desconcertante parábola le da un giro a la pregunta
del intérprete de la ley. La pregunta original era: ¿Quién es mi
prójimo?; en cambio, Jesús propone una nueva:

—Entre el sacerdote, el ayudante y el samaritano, ¿quién


crees que se comportó como el prójimo del hombre en des-
gracia?. El intérprete sabe a dónde apunta la pregunta e intenta
suavizar la respuesta:

—El que mostró misericordia. Entonces Jesús le dijo:

—Ve entonces e imita al samaritano. Sí… ¡tú!

Reflexión y comentarios

“La iglesia solo es iglesia cuando existe para los demás…


La iglesia ha de colaborar en las tareas profanas de la vida social humana,
no dominando, sino ayudando y sirviendo”.

Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán.


51 Derrett, J.D.M. Law in the New Testament. Darton, Longman and Todd, 1970. p.
213.

61
metáforas | César Soto

Dentro de los temas populares de discusión teológica en el


tiempo de Jesús, la cuestión de cómo alcanzar la vida eterna
era central. La religión se ha deshumanizado tanto que todo se
ha reducido a cumplir preceptos, requisitos, mandamientos y
tradiciones. No importa si en el proceso de cumplirlos se atenta
contra el sentido común. Jesús apunta a un caso que servirá de
ilustración.

“—¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los man-


damientos de Dios para mantener sus propias tradiciones! Por ejemplo,
Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “El que maldiga a su
padre o a su madre será condenado a muerte”. Ustedes, en cambio, enseñan
que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que
pudiera haberte dado es corbán” (es decir, ofrenda dedicada a Dios). En
ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por
su madre. Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la
palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas.” 52

Muchos fariseos consagraban todos sus bienes a Dios (cor-


bán), de esta manera, aunque podían seguir haciendo uso de
sus posesiones, técnicamente no tenían nada, por lo tanto esta-
ban inhabilitados para ayudar a sus padres. Un proverbio pop-
ular dice: “Hecha la ley, hecha la trampa”. Se puede guardar
una ley, una tradición, una norma y aun así ser completamente
inepto para realizar la voluntad de Dios. Se puede ser un
experto biblista, pero si la aproximación al texto bíblico ha sido
solo para ver las normas y regulaciones de la religión y no ha
despertado amor y misericordia, entonces hemos perdido el
deleite de dejarnos asombrar por el escándalo del amor de Dios.

En los tiempos de Jesús muchos temas que requerían acción


concreta eran evadidos en largos debates. Fricke señala:

52 Marcos 7:9-13 NVI.

62
Amar es un riesgo

Entre los judíos contemporáneos de Jesús la forma de hacerse


irresponsable era fomentar un debate.53

En este caso, la mejor forma de esquivar la exigencia de la


ley de amar al prójimo era debatir el significado de “prójimo”.
La pregunta del intérprete no es rebuscada, es muy obvia en el
contexto. Los maestros judíos habían llegado al consenso de
apuntar que prójimo era simplemente un compatriota israelita.
El mandamiento de Levítico 19:18 está dentro de un contexto
de normas nacionales, por lo que sería lógico así deducirlo. Sin
embargo, se omitía intencionalmente el contexto más amplio.
Veamos:

»Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo


traten mal. Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo
como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en
Egipto. Yo soy el Señor y Dios de Israel”. (Levítico 19:33-34 NVI)

¿Pueden existir cuestiones tan simples de entender, tan


obvias de observar, pero que se encuentren nubladas a nues-
tros ojos por la tradición de la que somos herederos? Valdría la
pena dejar a un lado nuestras simpatías “tribales” y comenzar
a pensar en esa pregunta. Lamentablemente, es difícil hacer el
ejercicio cuando la autoimagen que se tiene es de impecabilidad
y justicia.

Veamos algunos detalles de la parábola que cuenta Jesús:

“Tres hombres entran a un bar, un gringo, un francés y un mexicano...”


(este último la nacionalidad que tengas, “argentino, chileno”
o la nacionalidad que tú tengas).

53 Roberto Fricke S. Las Parábolas de Jesús. Una aplicación para hoy. Editorial
Mundo Hispano, 2005. p.164.

63
metáforas | César Soto

“Van caminando por la calle un judío, un musulmán y un cristiano…”.

Son comunes los chistes o las historias que ponen en la tra-


ma a tres personajes muy diferentes. La gracia de esto es que
el personaje que más nos identifica es el que termina como
héroe de la situación. Bueno, en el siglo primero se había
extendido un tipo similar de historias, las cuales criticaban el
actuar de los religiosos y que ponían como ejemplo el actuar de
los “laicos”.54 Es muy posible que la parábola hubiese puesto
incómodo al escriba o doctor o intérprete de la ley desde un
principio, pues sacerdotes y levitas solían ser escribas y él lo era;
no obstante, el desenlace de la historia era previsible, un judío
común y corriente arribaría como el ejemplo a seguir.55 Ahora,
que el personaje a imitar termine siendo un samaritano, es un
giro de eventos inesperado y perturbador.

¿Te atreverías a hacer un ejercicio conmigo? Es muy sencillo.


Haz de cuenta que la historia es sobre un pastor, un ministro
de alabanza y… bueno, siguiendo la tradición judía, el tercer
personaje sería un miembro común y corriente de la iglesia,
pero no. Imagina que el tercero que completa esta tríada es
un homosexual, un claro ejemplo de alguien que causaría un
especial recelo en muchas congregaciones. Sé muy honesto en
tu respuesta, a fin de cuentas, yo no te estoy viendo. ¿Cómo
te sientes en este momento? ¿Cómo te sentirías si una historia
así se contara desde el púlpito de tu iglesia? Algunos no hab-
rán sentido nada raro (aunque en mi experiencia puedo decir
que serán los menos); pero puedo estar casi seguro de que la
gran mayoría de los que leen este párrafo de seguro sintieron
algo de incomodidad, y aún más, es probable que alguno haya
pensado que es momento ya de cerrar este libro y lanzarlo
54 Aunque el término “laico” es anacrónico a la época que nos referimos, en este
libro nos es útil para identificar a aquellos que no son religiosos de profesión.
55 Joachim Jeremias. Parábolas. Editorial Verbo Divino, 1974. p. 242.

64
Amar es un riesgo

por los aires. Bien, todas las reacciones serán entendibles y vál-
idas hasta cierto punto. Este ejercicio lo que busca es simple-
mente que entiendas cómo debió sentirse el escriba y el resto de
la audiencia judía al escuchar que el héroe de la historia era un
samaritano despreciable. No se trata de hacer apología de nada,
sino de evocar un poco de la sensación de incomodidad que se
pudo haber vivido en ese momento.

Casi todos sabemos que los judíos no comen cerdo, es un


pecado para ellos. La ley oral de los judíos (Mishná) señala que:
“El que come el pan de los samaritanos es como aquel que
come carne de cerdo”.56 Así de grave era siquiera recibir ayuda
de un samaritano.

La parábola nos muestra a un extranjero que, por su sin-


cretismo religioso que distorsiona la interpretación de la Torá,
es odiado por los judíos. Pero este extranjero muestra amor y
misericordia.

En el contexto de la pregunta, y considerando que Jesús va


en su peregrinar a Jerusalén, el asiento nacional de la religión,
la historia es una crítica muy aguda al prejuicio de la sociedad y
la religión.57 Parte de la genialidad de Jesús como maestro con-
siste en que las respuestas correctas surjan de labios de quienes
propusieron las preguntas. El intérprete emite la respuesta
correcta a la pregunta de Jesús, pero evita decir “el samaritano”,
y prefiere apuntar a sus acciones, “el que mostró misericordia”.
Así Jesús ha dado un giro retórico extraordinario al mostrarle
que no se trata de definir quién es mi prójimo, sino para quién
yo he de ser prójimo.

56 Mishná Shebiith 8:10, Danby, 49.


57 En términos prácticos, la división entre lo social y lo religioso tiene unos límites
muy tenues o inexistentes dentro del judaísmo del siglo I. Hablar de religión es hablar
de sociedad y viceversa.

65
metáforas | César Soto

Esta parábola parece resonar con un timbre muy especial


en estos días. Es el año 2017 y la cuestión migratoria en los
Estados Unidos parece ser el tema del momento. ¿Está la iglesia
norteamericana siendo el prójimo de quienes sufren opresión
por ser extranjeros? ¿Lo está siendo la iglesia en América Latina?
¿Y qué hay de nosotros como individuos? ¿Estamos siendo el
prójimo que la sociedad necesita? Las Escrituras nos animan a
amar y procurar el bien aun de nuestros enemigos. ¿Cómo nos
ha ido con ese encargo?

Esta parábola nos muestra dos tipos de pecadores.


Están los ladrones que hacen algo, que roban y golpean; pero
también está el sacerdote y el levita que no hacen nada,
simplemente pasan de largo. Y es que a veces el exceso de religión
nos hace que seamos de todo, menos humanos. Los prejuicios
religiosos son capaces de volvernos unos idiotas58 en nuestro trato
comunitario. Ambos grupos contribuyen al destino casi fatal
que sufre el hombre que ha sido asaltado. Tan culpables de
las situaciones negativas que vemos hoy son los que las han
provocado, como aquellos que no hemos hecho nada para
solucionarlas.

La parábola termina abierta, nada se sabe de lo que pasó


después con el escriba. Sin embargo, sí podemos saber qué
pasará con nosotros. He ahí el desafío del amor: pasar del
discurso correcto a la praxis correcta, entonces la luz de
Cristo verdaderamente alumbrará un poco más en esta
sociedad que se hunde en las tinieblas, no porque falten lum-
breras, sino porque debajo de un balde la luz ciega a quién se
asoma a verla, una luz intensa, una luz inútil.

58 El término idiota es de origen griego, idiotes, y pese a que luego vino a describir
un tipo de retraso mental, etimológicamente describe a un individuo que solo se ocu-
pa de sí mismo y no de los asuntos públicos. Básicamente podría ser un ensimisma-
miento crónico.

66
Amar es un riesgo

Preguntas para animar la conversación

1. Los samaritanos eran rechazados como un todo colectivo.


Ser samaritano era suficiente requisito para ser rechazado por
un judío. ¿Subsisten en nosotros este tipo de prejuicios que nos
hacen rechazar a una persona por el simple hecho de pertenecer
a cierto grupo?

2. ¿Podemos detectar aspectos de nuestras prácticas


cristianas que responden más bien a nuestras tradiciones, pero
que no resuenan en el evangelio de Jesús?

3. ¿Estamos haciendo frente a los desafíos que tenemos


por delante en pleno siglo XXI, o todavía preferimos dilatar la
acción en debates interminables?

4. En pocas palabras, ¿cómo explicarías a otra persona lo


que significa ser prójimo?

67
4
No
capí necesitan
a un

tulo
resucitado
Parábola
del rico y Lázaro
Versión original
Lucas 16:19-31 (NVI)
No necesitan a un resucitado

»Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos


banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendi-
go llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido
llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se
acercaban y le lamían las llagas.

»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que


estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. En
el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre
Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del
dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este
fuego.” Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te
fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le
toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente. Además de eso, hay
un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar
de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”.

»Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a


la casa de mi padre, para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan
ellos también a este lugar de tormento.” Pero Abraham le contestó: “Ya
tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” “No les harán
caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si se les presentara
uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían.” Abraham le dijo:
“Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán
aunque alguien se levante de entre los muertos.”»

71
metáforas | César Soto

Relectura

Existe cierto tipo de gente rica que necesita mostrarle a


todos su riqueza. El rico de esta historia era de ese tipo de
personas. Todos los días vestía con elegancia, ¡hasta su ropa interior era
importada! Y se había encargado de que todos lo supieran.59 Ser así de
rico y con esa actitud es, con seguridad, una persona que no les
da a los demás un trato digno. Sus siervos no tenían ni un día libre,
ni siquiera el de reposo,60 pues todos los días realizaba banquetes con
más comida de la que se podía consumir.

Muy cerca de la mesa del banquete se ubicaban los curiosos y


necesitados que se detenían a mirar y admirar las grandiosas comidas a la
espera de recibir algo,61 entre ellos, un mendigo llamado Lázaro.
¡Qué ironía estar en esa condición para alguien cuyo nombre
significa “aquel al que Dios ayuda”!62

La comida es abundante, los comensales la manipulan con


sus dedos, sin ayuda de otros elementos. Al poco tiempo, manos,
bocas y mesa están llenas de restos de comida y grasa. El rico y
sus invitados toman unas hogazas de pan, las parten, les sacan
el relleno, y con esas suaves migas se limpian las manos y la
boca. Los sirvientes hacen lo mismo, pero para limpiar la mesa.
Luego, todos los restos de pan se dejan caer al suelo. Lázaro ve
esas migajas sucias y es tanta su hambre que quisiera llenar su estómago
con ellas.63 Pero no las tiene, en cambio, hasta los perros muestran
más afecto al lamerle las heridas.64
59 I. Howard Marshall. The Gospel of Luke. Exeter, Reino Unido: Paternoster, 1978.
p.635.
60 Kenneth Bailey. Jesús a través de los ojos del Medio Oriente. Grupo Nelson, 2012.
p.382.
61 Tristam H.B. Eastern Customs in the Bible Lands. London, Hodder and Stough-
ton, 1894. p.36-38.
62 Lázaro es el diminutivo de Eliezer o Eleazar.
63 C. G. Montefiore. The Synoptic Gospels Vol.2. London, Macmillan, 1927. p.538.
64 Acá he tomado una decisión exegética respecto del cómo interpretar el rol de
los “perros”. Existen otros intérpretes que verán en los perros una progresión del

72
No necesitan a un resucitado

Al paso de algún tiempo, Lázaro muere y su


alma es llevada junto a Abraham para ser conso-
lado, su cuerpo posiblemente ha quedado sin sepultura.65
También muere el rico; su cuerpo tiene un funeral muy
hermoso, y su alma, en cambio, está en un lugar de tormento.

En medio de su sufrimiento, el rico alza la vista y a lo le-


jos reconoce a dos personas: Abraham y Lázaro. Haciendo
uso de su antecedente nacional, el ser judío, clama a gran voz: “Padre
Abraham...”,66 y añade el grito de los mendigos y oprimidos: “... ten mi-
sericordia de mí...”.67 Luego hace una petición inesperada: “...envía
a Lázaro a que refresque mi lengua con al menos una gota de
agua”. Los papeles se han invertido, Lázaro mendigaba migajas
de pan; ahora el rico mendiga agua. A pesar de su condición
desventajosa, sigue tratando a Lázaro como el mendigo que fue en vida
al darle un mandamiento de forma indirecta.68Abraham le respon-
de: “Hijito, quiero refrescar tu memoria. Tú recibiste de Dios
muchos bienes y Lázaro males que pudiste haber mitigado con
esos bienes; ahora él es consolado y tú atormentado. Además,
tenemos un gran abismo que impide que alguien pueda pasar
de un lado al otro”.

Pobre rico, aún no cae a la cuenta de que su estatus ha cam-


biado, sigue intentando darle órdenes a Lázaro: “Entonces pa-
dre Abraham, envía a Lázaro a casa de mi padre a advertirles
sufrimiento para Lázaro, no obstante, los argumentos en torno a un contraste entre
la indiferencia del rico y la “amistad” ofrecida por los perros resulta plausible. Cual-
quiera que sea la decisión interpretativa, esta no afecta el núcleo de la parábola. Para
mayor información al respecto, véase: K. Bailey, Jesús a través de los ojos del Medio
Oriente. Grupo Nelson, 2012. p.385.
65 Roberto Fricke S. Las Parábolas de Jesús. Editorial Mundo Hispano, 2005. p.88.
66 En el siglo primero se había extendido la idea de una salvación y favor de Dios
que respondía a factores étnicos. Ser judío descendiente de Abraham. En el entendido
popular, era garantía de aceptación de parte de Dios. Un ejemplo claro de esto lo
podemos ver en el incidente de Jesús con los fariseos en Juan 8:39ss.
67 Mateo 15:22; Mateo 17:15; Marcos 10:47.
68 The Interpreter’s Bible Vol.8. p.289.

73
metáforas | César Soto

de esto a mis cinco hermanos. No quisiera que llegaran a sufrir


como yo”. Abraham le responde: “Ellos tienen las Escrituras,
el testimonio de Moisés y los profetas. Que pongan atención a
ellos”. Pero el hombre rico corrige a Abraham y le dice: “¡No
padre Abraham! No les harán caso; pero si alguien regresa de la
muerte entonces sí lo harán y se arrepentirán”. Abraham final-
mente le dijo: “Si no hacen caso a lo que está escrito y ha sido
anunciado, entonces un resucitado no hará diferencia alguna”.

Reflexión y comentarios

“El alimento de las minorías se convierte en el hambre de las mayorías”.

Eduardo Galeano, escritor y pensador uruguayo.

No se describe un escenario claro para la “ocasión” en la


cual Jesús emite esta parábola. Pese a ello, se puede apreciar
una cadencia que comienza en el capítulo 15 y que forma una
trilogía en torno al uso adecuado del dinero.

Lucas 15:11-32: un hijo gasta inapropiadamente los bienes


recibidos de su padre.

Lucas 16:1-8: un mayordomo gasta inapropiadamente los


bienes de su señor.

Lucas 16:19-31: un hombre rico gasta inapropiadamente sus


propios bienes.

Si consideramos este marco se puede apreciar la intención


del evangelista. Los versos que nos proveen el compás de
entrada a la parábola son los comprendidos en Lucas 16:9-15,
en particular el verso 13:

74
No necesitan a un resucitado

»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno


y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no
pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.» (NVI)

Dispuesto así el material, resulta sencillo ver que la intención


es decir: “Ok, ahora veamos el ejemplo de uno que sirve a las
riquezas”.69

La cosmovisión de cada cultura determina la forma en que


esa cultura responde a los desafíos que observa, de la misma
manera, esa cosmovisión condicionará el cómo ha de explicarse
el mundo que rodea al sujeto. Un aspecto importante de toda
cosmovisión es el teológico. El judaísmo70 del siglo primero
tiene ciertos temas teológicos que moldean la forma en que se
interpreta la realidad. La teología de la retribución era uno de
esos temas y era aceptada ampliamente. En términos sencillos,
esta teología decía que la enfermedad, la infertilidad, la pobreza
y la desgracia en general eran la respuesta divina a algún pecado
personal o de algún ancestro;71 por el contrario, una persona
que gozaba de salud, descendencia y riqueza, era una persona
bendecida por Dios.72

Así las cosas, en la parábola habría sido sencillo identificar a


quién goza del favor de Dios. Partiendo de esa base, es sencillo
69 El lector cuidadoso notará que tenemos tres versículos que parecen
romper la cadencia, Lucas 16:16-18. En la mayoría del material que he consultado,
este problema parece evadirse, y en otros simplemente se describe como un fragmen-
to desvinculado del contexto. Sin embargo, no se ofrecen explicaciones plausibles, ni
yo estoy en condición técnica de ofrecerlas.
70 Aunque sería más exacto hablar de “judaísmos”. Así como el cristianismo nunca
ha sido un bloque monolítico y unívoco de la fe, de la misma forma el judaísmo. Nada
más diferente un saduceo a un esenio, no obstante, ambos judíos.
71 Juan 9:2 y la actitud de los amigos de Job nos brindan un ejemplo de ese modo
de pensar.
72 En la parábola del camello y el ojo de aguja, Jesús expresa la virtual imposibili-
dad de que un rico se salve. La reacción de los discípulos fue: “¿Quién, pues, podrá ser
salvo?”. La reacción queda explicada en la teología de la retribución. Si la persona es
rica, la sociedad interpretará que goza de la amplia aprobación de Dios; luego, si para

75
metáforas | César Soto

asumir que esta parábola haya resultado en una conmoción


para la audiencia al escuchar que luego de que los protagonistas
mueren, el rico está en el tormento y el pobre en consuelo.

Una vez en el Hades, el rico reconoce al mendigo que


estaba a su puerta, es más, ¡sabe su nombre! Mientras
ambos vivían, Lázaro es ignorado y ahora el rico pretende
usarle, primero como siervo (los siervos son los que alcanzan
el agua a los señores), y luego ¡como mensajero de ultratumba!
No obstante, en este intento de usar a Lázaro, el rico nunca se
dirige a él directamente. Mientras vivía, el hombre rico consid-
eró a Lázaro inferior e irrelevante, era parte del paisaje, le veía
todos los días y por saturación se insensibilizó a su
presencia. Una vez muerto, no parece mostrar una actitud
diferente. Mucho me temo que este es un mal que suele ocurrir
en nuestra sociedad hoy.

Cierto día, íbamos con un amigo a una ciudad cercana a


la que yo vivía en el estado de Morelos. Él me iba dando las
instrucciones de cómo movernos en el centro de la ciudad. A la
vuelta de una esquina había un hombre tirado en el piso, muy
sucio y con su pelo peinado en rastas (dreadlocks), pero no por
moda sino por la suciedad pegada a él; su ropa estaba hecha
jirones y calzaba unas sandalias muy toscas. Parecía que en él
confluían todos los estereotipos de un mendigo. Mi amigo me
dijo: “Ese hombre siempre está ahí”. Íbamos rápido, así que
su comentario pasó sin mayor repercusión. Otro día, nueva-
mente junto a mi amigo, hicimos el mismo recorrido, y en ese
mismo lugar estaba una vez más este mendigo. Esta ocasión mi
amigo dijo algo que no pasó desapercibido en mi mente:
“¿Viste?, siempre está ahí, si hasta podría tomarse como punto de
referencia vial”. Aquella expresión quebró mi corazón, y me
resultó inevitable sentirme culpable.
un rico es así de difícil ser salvo, ¡qué más será para los pobres!

76
No necesitan a un resucitado

Constantemente en nuestros contextos urbanos vemos


personas necesitadas ¡que nos resultan invisibles!, niños que
piden dinero para los que no tenemos ni un minuto de nuestro
tiempo, y cuando acaso llegamos a darles algún dinero, juzgamos
anticipadamente cómo ese dinero será usado. Es fácil no ver el
bosque porque los árboles estorban, es fácil querer ir a las naciones
cuando se es ciego de las necesidades que ocurren en nuestras
narices. Muchos cristianos son especialistas en buscar desafíos
misioneros transculturales, recorrer largas distancias para llevar
un poco de esperanza y evangelio. No les juzgo, me parece muy
bien por ellos y por la misión. Sin embargo, son un puñado de
gente. La mayoría de los cristianos no se embarcan en tamañas
travesías. Esta parábola nos muestra que la misión de Dios
para nosotros está por lo general a las puertas de nuestra casa.
Al alcance de nuestra mano hay un Lázaro que se ha vuelto
parte del paisaje, uno que ya nadie le nota en las calles, que a
nadie le importa su llanto y hasta, tal vez, quisiéramos callarle.

Bailey apunta:

No se dice que Lázaro ha sido sanado, en cuyo caso su problema


principal habrían sido las llagas. Tampoco se dice que está siendo alimen-
tado, lo que indicaría que el hambre era todo su sufrimiento. Abraham
afirma que Lázaro es consolado. Eso demuestra que a la puerta él estaba
atormentado… su dolor era psíquico.73

Los necesitados de nuestro tiempo han hipotecado su


dignidad a fin de mostrar una humildad servil que les permi-
ta sobrevivir en una sociedad que no actúa en ayuda de los
necesitados por misericordia, sino para calmar su conciencia.
Una sociedad que prefiere solidarizarse con las grandes causas
con un “like” en las redes sociales o un “amén” en una foto
73 Kenneth Bailey. Jesús a través de los ojos del Medio Oriente. Grupo Nelson, 2008.
p.391.

77
metáforas | César Soto

lastimera, pero que sigue indiferente a los necesitados que están


sentados “a la puerta” de nuestras casas esperando migajas de
dignidad.

Algunas anotaciones antes de continuar: si bien la parábo-


la rechaza la teología de la retribución, no argumenta que el
rico sufre tormento por ser rico ni que Lázaro es consolado
simplemente por ser pobre. Tampoco pretende describir en
forma alguna las condiciones de vida en el “más allá”. Su men-
saje es para el “más acá”. No pretende describir el cielo ni el
infierno, tampoco si existe un abismo literal que los separa o
afirmar que los de un lado y otro pueden hablar entre sí, ¡sim-
plemente no está hablando de eso! Es más, aunque el mensaje y
enfoque dado por Jesús resulte único, esta parábola puede estar
inspirada en uno o varios relatos preexistentes,74 por lo tanto,
hereda una serie de detalles que no tienen un significado espe-
cífico75 sino que son accesorios heredados que ayudan a co-
municar el mensaje central: ¿cómo responderemos a la gracia
recibida de parte de Dios y al sufrimiento que vemos en los
otros?

El hombre rico de esta historia tiene cinco hermanos más,


esta es la razón por la que algunos la han llamado “La parábola
de los seis hermanos”. Si el resto de sus hermanos son como
este rico, entonces tiene sobradas razones para pensar que sus
hermanos le acompañarán, tarde o temprano, en su destino final.
Es al menos curioso que se mencione el número de hermanos,
esto me hace pensar que hacer mención tan específica al total
74 En 1918, Hugo Gressmann, de la Universidad de Berlín, propuso que la
parábola estaba basada en una historia egipcia que los judíos de Alejandría llevaron
a Palestina. La historia tenía como protagonistas a un pobre escriba y a un publicano
rico llamado Bar Ma’jan. Existen otras tradiciones que se manejan en torno a la origi-
nalidad del relato, no obstante, esta ha sido la que más se popularizó, en parte gracias
a la difusión que le dio Joachim Jeremías en su libro de parábolas.
75 El método alegórico bien podría encontrar significados en cada pequeño
detalle, pero es precisamente lo que es necesario evitar.

78
No necesitan a un resucitado

de hermanos puede esconder un sentido velado para nosotros.


El número 6 tiene connotaciones negativas en la numerología
oriental, es un mal número; no así el 7 que se le considera el
número perfecto. Insisto, esto resulta válido en la numerología
de oriente. Algunos han pensado, entre los que me cuento, que
esto podría encerrar un detalle que sea coherente con el men-
saje central de la parábola: lo que estos hermanos necesitaban
era salir de su burbuja de egoísmo e incluir a un “séptimo” en la
familia para que así la perfección llegara al hogar. Este séptimo
era su prójimo, este séptimo era Lázaro.

El texto nos muestra nuevamente una parábola que no


tiene un final cerrado. ¿Se arrepienten los hermanos del hom-
bre rico? ¿Rechazan el mensaje que ya ha sido entregado en las
Escrituras?

Es interesante notar que Jesús cierra la parábola poniendo


en los labios de Abraham la sentencia: “Si no les hacen caso
a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque
alguien se levante de entre los muertos”. Una frase especial-
mente impactante considerando que en el texto Jesús está
ad portas de su muerte y posterior resurrección.

¿Es la resurrección una prueba para los no creyentes? Jesús


dice que no lo es. En efecto, en el evangelio de Juan otro Lázaro
sí resucita,76 y es precisamente esa resurrección la que, de
acuerdo a la tradición juanina, detona la decisión de matar a
Jesús.77 Esta resurrección desencadena resistencia y anhelos de
una justicia insana. Cuando Jesús resucita no se presenta delan-
te del sumo sacerdote ni frente a Pilato, se presenta a sus dis-
cípulos, se presenta delante de la comunidad de la fe.

76 Juan 11.
77 Juan 11:53: “Así que, desde aquel día acordaron matarle”.

79
metáforas | César Soto

El Cristo resucitado vive y se encarna en su


cuerpo que es la iglesia. Cada vez que la iglesia se centra en
satisfacer sus necesidades, en imponer su perspectiva
del mundo, en engordar de conocimiento sin disponer
de tiempo y recursos para ir en ayuda de aquellos que
están “a las puertas”, se comporta como el hombre
rico y hace una negación práctica de la resurrección del
Cristo. Cada vez que reacciona y abre sus puertas a los
enfermos de la sociedad, a los marginales, a los paria, lo hace
a su prójimo. Lo abraza, lo ama y lo consuela. Entonces el
milagro de la resurrección resulta visible y palpable, el llamado a la
misericordia hecho por Moisés y los profetas se vivifica: el
pobre es alimentado, el enfermo aliviado, y en el corazón del
incrédulo se enciende una luz de esperanza, una luz de fe.

¿Qué harás con lo que Dios te ha dado?

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Cuáles son los recursos materiales e inmateriales que


Dios te ha dado, y cómo piensas administrarlos para bendecir
a otros?

2. ¿Puedes identificar a los y las “Lázaros” invisibles de tu


comunidad?

3. ¿Crees que la “teología de la retribución” ha sobrevivido


hasta nuestros días? ¿En qué lo notas?

4. ¿Cuál es tu opinión respecto del sufrimiento de los


“justos” en el mundo?

80
capí
5
¡Yo tengo
la razón!

tulo
Parábola
del rico insensato
Versión original
Lucas 12:13-21 (NVI)
¡Yo tengo la razón!

Uno de entre la multitud le pidió:

—Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo.

—Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro


entre ustedes? »¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de
toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus
bienes.

Entonces les contó esta parábola:

—El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha.


Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer?, no tengo dónde almacenar
mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros
y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y
mis bienes. Y diré: “Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas
para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios
le dijo: “¡Necio!, esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién
se quedará con lo que has acumulado?”. Así le sucede al que acumula
riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.

83
metáforas | César Soto

Relectura

Esa mañana se respiraba un aire distinto. El hombre de entre


la multitud lo había pensado bastante y tenía la convicción de
tener la razón, solo necesitaba que alguien respetado de la comu-
nidad abogara por su causa.78 Un rabino revolucionario llamado
Jesús parece ser el candidato perfecto. Ha escuchado historias
de Él poniéndose del lado de los menos afortunados, de los
más débiles. Recurrirá a Él, pues su padre ha muerto sin dejar
testamento y su hermano mayor no ha hecho la partición de
la herencia. Él ha pensado que, siendo el menor de su familia79 y
creyendo tener la razón de su parte, Jesús se identificará con él
y fallará a su favor. Así que, encuentra a Jesús, le sigue un rato, y
apenas tiene la oportunidad, alza la voz diciendo:

—Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la


herencia que nos dejó nuestro padre.

—¡Hey, hey, hey! ¡Espera un momento! —respondió Jesús


sin esconder su molestia—, ¿quién se supone que me puso de
repartidor entre ustedes? ¡Tengan cuidado! —advirtió a la gen-
te—. Vivir deseando tener cada vez más y más es alimentar un
monstruo interior que es insaciable. Acumular muchas cosas no
es el sentido de la vida.

Entonces les contó esta parábola:

—Un hombre ya era rico cuando sus tierras produjeron, sin


esfuerzo adicional, una cosecha extraordinaria. Debía tomar una
78 Craig S. Keener. Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento.
Editorial Mundo Hispano, 2003. p.220.
79 Los problemas de partición de herencias eran comunes, y quienes eran mayor-
mente afectados eran los que, en la jerarquía familiar, estaban en un escalafón inferior
al del primogénito. Sin embargo, que la decisión fuera no partir la herencia era bien
visto e incluso deseable. Un ejemplo es el Salmo 133.

84
¡Yo tengo la razón!

decisión importante, pero no había nadie a su alrededor. Entonces habló


consigo mismo:80 “¿Qué haré?, mis graneros son insuficientes para
almacenar tanto. ¡Tengo un plan!, haré derribar mis actuales
graneros y haré que construyan otros mucho más grandes para
almacenar mis cosechas y las cosas que he adquirido, luego con-
templaré mi fortuna y diré: ‘¡Wow!, tengo tanto que tardaré años en
consumirlo todo. Ahora es tiempo de relajarse, comer, beber y disfrutar de
la vida a lo grande’”. Pero Dios le dijo: “¡Eres un tonto! La vida
es un préstamo y esta noche te será cobrada.81 Morirás. Y no tienes ni
la remota idea de quién disfrutará de todo esto”. Así sucede
con aquellos que viven egoístamente y solo quieren tener más
y más, sin entender el propósito de Dios para sus vidas, ni para
lo que han recibido.

Reflexión y comentarios

“Nada de lo que tengo en mis manos me pertenece. Ni siquiera mis


manos”.

Alejandro Lanús, escritor y poeta argentino.

Cada vez que vuelvo a leer las historias de Jesús me asombro


al ver la genialidad que tiene para conducir a sus interlocutores
a razonamientos que jamás hubieran imaginado. Quienes bus-
caban respuestas fáciles de parte del Maestro, se han de haber
devanado los sesos intentando sacarle las respuestas que ellos
esperaban. Jesús no se deja involucrar en situaciones ajenas a
su llamado, no necesita tomar partido en cada situación que
le presentan. Pareciera que cada vez que Jesús es interpelado a
pronunciarse sobre alguna situación en particular, este siempre
80 En una sociedad altamente gregaria como la judía del siglo I, este tipo de
decisiones son tomadas en familia o amigos. Las decisiones de alguien tan influyente
como un “hombre rico”, afectarán a toda la comunidad y requieren ser discutidas en
búsqueda de consejo. Sugiero leer K. Bailey, Through Peasant Eyes, p.65.
81 K. Bailey. Jesús a través de los ojos del Medio Oriente. Grupo Nelson, 2008. p.306.

85
metáforas | César Soto

voltea el escenario y obliga a quien pregunta a mirarse sí mismo.


Sucedió con “el buen samaritano”, frente a la pregunta de si era
justo o no tributar al César; sucedió en casa de Simón el fariseo;
y sucede en esta parábola.

El caso que vemos en esta parábola no era poco frecuente.


Una muerte que dejará propiedades intestadas provoca escenar-
ios entre hermanos unas veces positivos, pero otras no tanto.
Un caso positivo es el expresado en el Salmo 133.

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en


armonía! (RVR60)

La expresión “habitar juntos” era utilizada para describir


una realidad en la que los hermanos han decidido no dividir la
herencia y permanecer juntos.82

Un caso negativo podría ser el de Lucas 16:13:

»Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno


y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no
pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas». (NVI)

En el contexto, estos dos “patrones” o “señores” muestran


la situación que habría vivido un siervo que, habiendo muerto el
padre de familia, debe permanecer para servir a dos hermanos
(señores) que no se han puesto de acuerdo en la partición de la
herencia.

El hombre de la parábola que se acerca a Jesús está con-


vencido de tener la razón, y tal vez así sea, pero no desea un
arbitraje, simplemente quiere que una autoridad competente le
82 David Daube. Inheritance in Two Lukan Pericopes. Zeitschrift der Savigny-Sti-
fung für Rechtsgeschichte, Romanistische Abteilung, 72 (1955). p.327.

86
¡Yo tengo la razón!

brinde la razón. Pareciera que no está dispuesto a considerar la


posición de su hermano, solo le interesa terminar este asunto
pronto. Es cierto, el Derecho Romano, la tradición rabínica, y
aun el sentido común, dictaban que si una de las partes deseaba
la división de la herencia se le debía conceder tal requerimien-
to. Este hermano menor busca una satisfacción legal; pero es
evidente que en el fondo ahí subyace un problema aún más im-
portante: una relación familiar se encuentra al borde del quiebre
y quien demanda justicia parece que solamente quiere precipitar
el colapso.

Esta situación no parece tan ajena a nosotros si consider-


amos el escenario teológico que vivimos en la actualidad. Con
gran facilidad los defensores de la verdad y la razón buscan imponer
sus puntos de vista, y en el trámite buscan que sea Dios qui-
en apruebe sus procedimientos. Calvinistas contra arminianos,
conservadores contra progresistas, fundamentalistas contra…
¡el resto del mundo! Todo sucede en una escalada de hostilidad
que parece no tener límites y que ha decidido ignorar que, en el
proceso, nuestros hermanos del cuerpo de Cristo son dañados.
Este tipo de sed de justicia no puede contar con la venia de
Dios para ser satisfecha. Esta es la misma actitud a la cual Jesús
reacciona con disgusto en esta situación.

Si nos trasladamos a la arena sociopolítica, el caso se ampli-


fica. Como iglesia de Cristo no hemos sido los mejores agentes
de la reconciliación y la construcción de la paz. Hemos apunta-
do nuestros cañones de crítica con más frecuencia de lo que he-
mos tendido puentes con otros agentes de la comunidad. Y es
que, a fuerza de imponer la voluntad de nuestro Padre, nos hemos
olvidado que existe una vasta pluralidad de pensamientos que
no necesariamente se alinean con nuestra perspectiva religiosa.
Si el Estado ya no es uno con la iglesia, las reglas del juego no
pueden estar fundadas en la imposición de ideologías religiosas,

87
metáforas | César Soto

por lo tanto, tender puentes de comunicación en donde se


pueda transitar de ida y vuelta es vital si queremos realmente
evangelizar a la sociedad, y no simplemente extraer prosélitos
a partir de esta. Lamentablemente, son cada vez más los cris-
tianos que quisieran establecer verdaderas teocracias, anhelan
puestos de influencia social para usarlos de posición estratégica
para el proselitismo y no para servir al prójimo, que no nece-
sariamente comulga con sus creencias. Ese es el tipo de político
cristiano que no debe de llegar a los congresos, municipios y
presidencias.

Jesús no oculta su molestia con la petición recibida, no ha


venido a ser partidor de nadie, mucho menos si al hacerlo re-
fuerza una ruptura familiar. La parábola está enmarcada en dos
proverbios o máximas. El primero de ellos dice:

Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la


abundancia de sus bienes.

Dos palabras en griego se traducen por “vida”, una de ellas


es bia y hace referencia a la cualidad natural de un ser viviente,
latidos, respiración, estatura, etcétera, todo eso guarda relación
con bia. La otra palabra es zoe, y tiene que ver con la energía
vital, vigor y plenitud. Es a este último tipo de vida que Jesús se
refiere, no a la subsistencia material de la vida sino al sentido de
ella. Para que el proverbio tenga sentido debe estar ligado con la
situación de arbitraje que se le ha presentado. Todo lo que viene
después da a entender que Jesús ha discernido la verdadera mo-
tivación de la petición. Este es el escenario que se ha montado
y desde el cual debemos entender la parábola.

El hombre rico de esta parábola es un hombre soli-


tario, un hombre que ha puesto las riquezas por sobre las
relaciones interpersonales. Jesús usa esta historia como un

88
¡Yo tengo la razón!

telescopio que mira al futuro para decirle al joven demandante:


“Mira, si sigues como vas, este es el futuro que te espera”. Este
hombre no sabe de compartir, pues cuando sus graneros se ven
sobrepasados la idea de dar a los necesitados no parece ni
asomarse por su cabeza. El objetivo parece claro: acumular.
Ambrosio, destacado obispo del siglo IV, dijo:

… este hombre rico tiene tantos alimentos almacenados que ya no


le caben, por lo que debería empezar a almacenar en las bocas de los
necesitados.83

Y hablando de almacenar, ¡hoy tenemos un problema de


consumo gigante! Un par de ejemplos nos servirán para cap-
tar la gravedad de la situación: un estadounidense tiene en
promedio 300 mil diferentes artículos en su casa84, ¡300 mil!; y
no contentos con esto, 1 de cada 10 renta un espacio de alma-
cenaje externo.85 Los norteamericanos se están ahogando en
cosas, y el resto de Latinoamérica parece seguirles la huella en
esta vertiginosa carrera por acaparar.

¿Cuánta ropa tenemos guardada en nuestros clósets espe-


rando a que bajemos esos dos kilos que ganamos en la Navidad
de 2014?

¿Cuánta de la tecnología, teléfonos, tablets, computadoras,


electrodomésticos, que hemos reemplazado por otros más nue-
vos, sirve ahora solamente para acumular polvo?

¿Cuántos alimentos en nuestras despensas hemos tenido que


tirar a la basura porque expiraron?

83 Trench, R.C. Notes on the Parables of our Lord. New York: D. Appleton and Co.
1881. p.337.
84 http://articles.latimes.com/2014/mar/21/health/la-he-keeping-stuff-20140322
85 http://www.nytimes.com/2009/09/06/magazine/06self-storage-t.html?em&_r=0

89
metáforas | César Soto

¿Cuántos hemos convertido la habitación del fondo o el


garaje en un depósito de todo lo que vamos dejando de usar,
pero que nos negamos a dejar ir porque “algún día puede
servir”?

La comida que expira en tus despensas pertenece a los ham-


brientos; la ropa que guardas en tu clóset esperando que vuelva
a quedarte pertenece a los desnudos; los zapatos que guardas
esperando que esa moda regrese pertenecen a los descalzos.
¡Hasta cuándo nuestra avaricia seguirá siendo la causa de la po-
breza a nuestro alrededor! Tal vez tú y yo no seamos ricos, pero
el instinto de llenar los espacios de nuestra vida con cosas está
ahí, más cerca de lo que imaginamos, afectando y privando a
otros. Nuevamente nos vemos reflejados en el hermano menor.

Siempre que descuidamos nuestra relación con Dios y el


prójimo nos vamos aislando cada vez más del resto, y para com-
pensarlo nos construimos espacios que hagan de nuestro egoís-
mo un espacio más cómodo, confortable y seguro. ¿Cómo?,
acumulando bienes.

La pregunta: “¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”,


apunta al demandante y exige reflexión: “Ok, tal vez obtengas
todo lo que quieres; tal vez la herencia te sea entregada; tal vez
disfrutes de todo lo que consideras que mereces. ¿Y luego qué?
¿No te importa distanciarte de tu hermano con tal de ganar tu
caso? Y cuando exhales el último aliento, ¿quién se quedará con
lo que has acumulado?”. Obtener riquezas sacrificando las rela-
ciones personales que son importantes solo acarrea soledad, en
esta vida y en la hora de la muerte. Esto lo sabe perfectamente
el esposo, que en la búsqueda de un mejor nivel económico
descuida a su familia, para luego darse cuenta de que la ha per-
dido. Lo sabe el hijo, que en la búsqueda de superar los lo-
gros de su humilde padre que le avergüenza, lo abandona y una

90
¡Yo tengo la razón!

mañana recibe una llamada que le informa que su padre ya partió.


Lo sabe la mujer profesional, que se dedica por completo a su
carrera y a alcanzar el éxito, para luego darse cuenta que le resul-
ta imposible tener una relación significativa con alguien porque
no tiene tiempo “para esas cosas”. La pregunta sigue resonando
en cualquier circunstancia: “¿Y quién se quedará con lo que has
acumulado?”.

El marco de la parábola se cierra con otro proverbio:

»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser


rico delante de Dios.

Si no se han de acumular riquezas para uno mismo,


entonces, ¿para quién? ¿Qué significa ser rico delante de Dios?
El texto bíblico nunca condena la acumulación de las riquezas,
lo que hace una y otra vez es condenar el uso egoísta de ellas.
Pero cuando con un corazón verdaderamente generoso, estas
se usan para bendecir a otros, entonces la riqueza alcanza una
dimensión espiritual superior.

Una vez más, no debemos olvidar que las parábolas no cuel-


gan en el vacío, están insertas en un evangelio que responde a
un plan de escritura. Lo explico. Cada evangelista redacta sus
textos con una intención teológica en mente, esa intención
queda revelada en la forma en que el evangelista dispone del
material que ha recibido de la investigación personal, de la
tradición oral o de algún otro texto o fragmento del mismo.
En este sentido, así como tenemos que mirar el contexto
anterior de la parábola para ver la ocasión de esta, es importante
muchas veces ir más allá para ver qué otros elementos aporta
el contexto posterior.86 El segmento que comprende los versos
22 al 32 siguen tratando el tema de cómo manejamos nuestros
86 Cuando se hace un análisis temático podemos recurrir a cientos de referencias

91
metáforas | César Soto

bienes y cuánto afán ponemos en ello. Leamos lo que considero


es el corazón de ese fragmento, los versos del 29 al 31:

No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber.


No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los
incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades.
Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo
lo que necesiten. (NTV)

Durante algún tiempo estuve a cargo de un pequeño


departamento de marketing en una respetada empresa del ru-
bro automotriz. Trabajando en ese lugar implementé estrate-
gias que buscaban generar consumo en personas que realmente
no necesitaban eso que intentábamos venderles (y no estoy
orgulloso de eso). La gracia era que la insinuación fuera tan
sutil, que terminara “creando” una necesidad donde no estaba.
Hay empresas que han perfeccionado esta técnica y la han lleva-
do a dimensiones estratosféricas. La compañía de la “manzanita
mordida” no se dedica a vender teléfonos y computadoras —
otras empresas lo hacen y muy bien—, lo que vende es estatus,
el ser parte de una “comunidad” de gente creativa que “piensa
diferente”. Es de esta receta de consumo de donde proviene
el absurdo escenario de una persona con un teléfono de mil
dólares, el cual siendo una maravilla de la ingeniería que excede
por mucho la capacidad de procesamiento y almacenamiento
de datos de todo el proyecto Apollo (ese que llevó al hombre a
la luna), termina siendo usado para enviar emoticones y reenviar
memes.87

bíblicas que aclaren el tema que se está tratando. En este caso, de manera deliberada,
me mantendré dentro de los márgenes del capítulo 12 de Lucas para obtener el suste-
nto necesario para las conclusiones.
87 El sitio web www.elpais.com brinda información muy interesante al respecto y de
donde rescato la siguiente: “Las naves lunares llevaban a bordo un par de ordenadores
de navegación. Comparados con los actuales PC, resultan penosamente primitivos:
apenas 4 Kbytes de memoria RAM (no megas ni gigas) y 72 Kbytes de ROM.

92
¡Yo tengo la razón!

Todo lo que poseemos nos ha sido confiado por Dios.


Cuando entendemos esto y el propósito de Dios en el uso de
los bienes materiales, no podemos sino abrir nuestros graneros
y bendecir.

Una vez más, tenemos una parábola que no nos dice qué
ocurre con el joven demandante. No sabemos si siguió la
advertencia de Jesús o, por el contrario, siguió en su loca
carrera a la prosperidad económica, sin importar las relaciones
que tuviera que sacrificar. La pregunta más importante sigue
siendo: ¿Cómo responderemos a esta enseñanza?

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Alguna vez te has encontrado acercándote a Dios con la


actitud del hermano menor que solo quería el visto bueno del
maestro?

2. ¿Tienes cosas acumuladas que debieran estar en la casa de


los más necesitados?

3. ¿Cómo vivir la vida entendiendo que no se trata de


“mis” bienes o de “mi” vida? Evitemos el lenguaje abstracto y
procuremos respuestas aterrizadas.

4. Investiga sobre los temas “consumo responsable” y


“decrecimiento económico”.

93
capí
6
Una mesa
abierta

tulo
Parábola
del gran banquete
Versión original
Lucas 14:12-24
Una mesa abierta

También dijo Jesús al que lo había invitado:

—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus
hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su
vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete,
invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás
dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompen-
sado en la resurrección de los justos.

Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:

—¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!

Jesús le contestó:

—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas perso-


nas. A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados:
“Vengan, porque ya todo está listo.” Pero todos, sin excepción, comenzaron
a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo
que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.” Otro adujo: “Acabo de comprar
cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes.” Otro
alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir.” El siervo regresó y le
informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó
a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae
acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” “Señor —le dijo
luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar”.
Entonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblíga-
los a entrar para que se llene mi casa. Les digo que ninguno de aquellos
invitados disfrutará de mi banquete.”

97
metáforas | César Soto

Relectura

Jesús había sido invitado a un banquete que se realizaba en


la casa de un fariseo muy notable. Después de un rato de
conversación se dirigió a él y le dijo:

—Ofrecer un banquete e invitar a los que pueden devolverte


el favor no reviste mérito alguno, pero ¿qué tal si invitas a los
pobres, a los que nadie invitaría, a los que sueles complacer con
una moneda en la calle, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos?
Ellos nada tienen que ofrecerte; pero si les aceptas en comu-
nión y les haces parte de tu mesa, entonces Dios te hará parte
de su mesa en el día final.88

Uno de los invitados que oía atentamente, al escuchar


“banquete” y “día final”, le dijo a Jesús:

—¡Qué bendición será participar del banquete del Mesías en


el Reino de Dios!

Las declaraciones de este estilo demandaban una respuesta


adecuada y educada en el mismo tenor. Algo así como: “Y tú
y yo ahí estaremos”. Pero Jesús prefirió contarles una historia.

—En cierta ocasión, un hombre ofreció un gran banquete


en donde muchísima gente había sido invitada. Las invitaciones ya
habían sido cursadas con bastante anticipación, lo único que faltaba era el
llamado a “sentarse a la mesa”.89
88 Basándose en el banquete descrito en Isaías 25, los judíos habían desarrollado
la idea del banquete mesiánico. (Ver: J. Jeremías, Palabras. p.233ss.) Un banquete en
el participarían, de acuerdo al texto de Isaías, todos, judíos y no-judíos. Sin embargo,
el libro de Enoc, un libro parte del folclore judío, había influenciado notablemente en
cómo se interpretaba este banquete, rechazando directamente cualquier inclusión de
los gentiles (Enoc 62:1-16).
89 El Midrash Rabbah, comentando sobre Lamentaciones 4:2, afirma que las
personas de Jerusalén no asistían a un banquete si no se les invitaba dos veces. La

98
Una mesa abierta

Es el día de la cena y los invitados, sin excepción, rompiendo


toda norma de buena educación, dan las excusas más ridículas
para no asistir:

—“Tengo que ver un terreno que compré”.

¡Vamos!, ¿quién compra un terreno sin haberlo visto ya?

—“Tengo que probar cinco yuntas de bueyes”.

¡Hey!, nadie siquiera compra una sola yunta de bueyes sin


haberla probado. Dejar al azar la compatibilidad de los
animales no es una cuestión menor.

—“Tengo una mujer que ‘atender’, pues me acabo de casar”.90

Esta excusa no solamente es grosera al rechazar la invitación,


también deja implícita una grosería hacia su propia esposa.

El anfitrión del banquete ha sido ofendido profunda


e intencionalmente. ¡Es un boicot en contra de la
celebración! Todo se preparó atendiendo a los invitados
que asistirían, los adornos, los siervos, la comida, todo.
¿Acaso todo ha sido un desperdicio de recursos?
costumbre de la época dictaba que se invitara una primera vez, el invitado confirmaba
su participación. Con esta información se realizaba el cálculo del presupuesto del
banquete. Luego se le invitaba una segunda vez, la que en realidad era el llamado a
“sentarse a la mesa”, los invitados concurrían y el banquete se daba por inaugurado.
Esta información de la “doble invitación” la confirma también Marshall en The Gospel
of Luke. Exeter: Paternoster Press, 1978. p.587ss.
90 Los patrones y ritmos gramaticales se usan por varias razones, una de ellas es
que resulta evidente cuando se rompen, eso hace que se puedan leer “entre líneas”
elementos que se callan. En el siglo I era mal visto hablar de las mujeres, debía hacerse
con mucho decoro y aquí no se hace. El patrón viene diciendo “he comprado un cam-
po y debo ir a verlo...”, “he adquirido cinco yuntas de bueyes y debo ir a probarlas...”.
El patrón es: he hecho esto, por lo tanto debo hacer esto otro. Al romperse el patrón el
texto sugiere que el “novio” no se ha excusado adecuadamente ni para con el anfitrión
del banquete ni para con su esposa.

99
metáforas | César Soto

La decepción se hace presente y junto a ella la ira.


El anfitrión decide hacer algo al respecto y manda a llamar a su
siervo de confianza y le dice:

“¡Ve, busca a todos los que jamás podrán compensarme


por haberles invitado, trae a los pobres, a los enfermos,91 a los
rechazados del pueblo,92 tráelos y llena mi casa de invitados!”

“Mi señor —le dijo su siervo cuando regresó—, ya han


sido invitados todos los que usted ordenó, pero aún quedan
lugares. Cuando me acerco a invitarles muchos me miran ex-
trañados y no dan crédito a su invitación, creen que me es-
toy burlando de ellos”. “¡Pues regresa! —respondió el
señor de la casa—, es más, sal del pueblo a los otros cami-
nos y hazles entender a todos que no me estoy burlan-
do, convéncelos de que acepten la invitación, sé insistente.
¡Esta noche tendremos banquete,
esta noche habrá fiesta en mi casa!”.

Reflexión y comentarios

“Señalé el futuro y miraste mi dedo”.

Roberto Fontanarrosa, caricaturista argentino.

Hasta ahora hemos mencionado algunos temas teológicos de


moda en el tiempo de Jesús: la vida eterna (El buen samaritano)
y la doctrina de la retribución (El rico y Lázaro). La parábola
91 “… a los ciegos no se les invitaba a los banquetes, inválidos no se casaban, los
ciegos no iban a examinar terrenos y los cojos no iban a probar bueyes”. Kenneth Bailey.
Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, 2009. p.167.
92 La NVI habla de “plazas y callejones”. Intérpretes como Marshall y Bailey creen
que esta es una alusión clara a espacios urbanos dentro de la comunidad en la que se
celebra el banquete (Israel). Al contrario, cuando al final de la parábola se habla de
“caminos y veredas”, esto haría referencia a vías de conexión entre ciudades, es decir,
de fuera de la comunidad en donde el banquete se celebra (el mundo gentil).

100
Una mesa abierta

que leemos ahora propone otro tema muy importante para el


judaísmo del segundo templo y que está estrechamente ligado
al tema de la vida eterna: ¿quiénes serán parte del banquete
mesiánico?

Mi papá siempre me decía: “Los grandes acuerdos se cierran


tomando una taza de café”. Una mesa provee la oportunidad de
distender los ánimos para poder conversar cómodamente. Hoy
día comemos con personas por las más variadas razones, y en
el tiempo de Jesús también así era. No olvidemos que Jesús fue
invitado a comer a casa de Simón el fariseo con la intención de
examinar al Nazareno93. Pero en el ideal de la cultura oriental,
comer con alguien es mostrar un grado profundo de acepta-
ción.94 De ahí que en Lucas 15 Jesús sea criticado por comer
con pecadores, y de que el apóstol Pablo haya criticado dura-
mente al apóstol Pedro al negarse a comer con los gentiles lu-
ego de haberles aceptado.95

Uno de los eventos que tomó fuerza en el periodo inter-


testamentario fue el del “Banquete Mesiánico”, un banquete
escatológico al final de los tiempos. La idea se inspira en Isaías
25:6-8:

Sobre este monte, el Señor Todopoderoso


preparará para todos los pueblos
un banquete de manjares especiales,
un banquete de vinos añejos,
de manjares especiales y de selectos vinos añejos.
Sobre este monte rasgará
el velo que cubre a todos los pueblos,
el manto que envuelve a todas las naciones.
93 Lucas 7:39.
94 Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.228.
95 Gálatas 2:11-12.

101
metáforas | César Soto

Devorará a la muerte para siempre;


el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro, y
quitará de toda la tierra
el oprobio de su pueblo.
El Señor mismo lo ha dicho. (Cursivas del autor)

El texto de Isaías señala que el banquete será para todos los


pueblos. Jesús ya ha hecho alusión a este banquete en Lucas
13:28-29:

Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a


Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis
excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y
se sentarán a la mesa en el reino de Dios. (RVR1960)

Jesús menciona esta sentencia en el contexto de otra parábo-


la, la de la puerta estrecha. En esa misma parábola se mues-
tra que a algunos que pensaban tener libre entrada al Reino
de Dios, se les impedirá entrar. Es importante notar que el
pensamiento judío de la época creía que la salvación era prác-
ticamente un hecho que dependía de la nacionalidad. Si se
era judío se era salvo. Jesús, de manera intencionada, invierte
y desafía ese concepto llegando incluso a decirles que aquel-
los que pensaban de sí mismos tener prioridad de entrada, en
realidad serían los últimos. El argumento que alegan los que
han quedado fuera es: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en
nuestras plazas”. Lo que de alguna manera confirma la costum-
bre social de profunda aceptación si se ha comido con otro.
Es como si hubiesen dicho: “¡Vamos!, nos conocemos, hemos esta-
do en otras comidas, hemos compartido la misma mesa ¡Somos amigos!”.
Pero no olvidemos, como ya he mencionado, que el mismo
Jesús participó de comidas en que los anfitriones no buscaban
amistad sino someterle con hostilidad a situaciones difíciles.
No es forzado ver en esa parábola, aunque pudiera parecer

102
Una mesa abierta

alegórico, una representación del mismo Jesús que ha ofrecido


salvación, que ha comido en cenas de dudosa intención, en las
que lejos de mostrarle aceptación se le ha mostrado rechazo
de parte de aquellos que creen no necesitan seguir su mensaje
para estar en la correcta relación con Dios, y que piensan que su
“pedigrí” les es suficiente.

El banquete en el contexto de la puerta estrecha tiene de in-


vitados a extranjeros. En el contexto de la parábola del gran ban-
quete los invitados que finalmente asisten son los rechazados de
la sociedad. Ambos contextos son coherentes con el mensaje
de Isaías 25. Entonces, ¿habrá producido algún escándalo esta
parábola en su audiencia original? Puedo asegurarte que sí lo
causó.

Los líderes religiosos, en más de una ocasión, habían sido


capaces de trastornar el sentido del texto bíblico y reempla-
zarlo por tradiciones.96 Escritos apócrifos como Enoc, un li-
bro que ya era parte del folclore judío pero no perteneciente al
canon hebreo, habían ayudado a deformar convenientemente
la perspectiva de Isaías para que calzara con la que un pueblo
oprimido se supone debe de tener, es decir, una perspectiva
nacionalista que aborrece a los otros pueblos, en especial a los
que les han causado dolor. En Enoc 62 se describe gráfica-
mente la destrucción de los pecadores, al punto de expresar:
“La espada (del Señor) se emborrachará de su sangre”.97 Luego, los
justos y elegidos entrarían al banquete, el cual disfrutarán por la
eternidad.98 Esta es la visión dominante del día de la salvación
para los judíos del tiempo de Jesús.
96 Mateo 15:9 “… enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”.
97 Enoc 62:12: “Serán un espectáculo para los justos y los elegidos, quienes se
alegrarán a costa de ellos, porque la ira del Señor de los espíritus cayó sobre ellos y su
espada se emborrachó con su sangre”.
98 Charles R.H. The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament, Vol.2.
Oxford: The Clarendon Press, 1963. p.227ss.

103
metáforas | César Soto

Alguien podría preguntarse: ¿cómo es posible que una


enseñanza que no tiene ningún apoyo en el canon hebreo haya
podido reemplazar al texto bíblico en esta doctrina? Cuando
vemos que nuestras convicciones, por equivocadas que sean,
reciben apoyo externo, generalmente terminamos validan-
do esas fuentes, pues sustentan nuestra opinión. Esto es lo
que ocurre con los fariseos (y esenios) con relación a los es-
critos de Enoc, ellos encontraron en sus páginas el sustento
para una ideología de odio y nacionalismo. Probablemente
esta actitud de confirmar nuestras ideas con fuentes inexactas
de validación nos resulte familiar, porque el fenómeno no es
exclusivamente propiedad de los judíos del siglo I, ocurre con
mucha frecuencia hoy y se llama sesgo de confirmación. Los aman-
tes de las teorías de conspiración son capaces de reinterpretar la
realidad en términos tales que, de las maneras más creativas, los
hechos observados provean de confirmación para lo que se ha
decidido creer, no importa si se trata de afirmar que el hom-
bre nunca llegó a la luna o si algún mandatario poderoso es en
realidad un reptiliano, de alguna manera la realidad confir-
mará la teoría. Por otra parte, hoy se ha popularizado mucho
entre ciertos cristianos el ver formas en las nubes, eso no tiene
nada de malo, lo malo es creer que esas formas tienen un
sentido espiritual o profético. A esas imágenes en el cielo se las
hace forzosamente calzar con alguna situación concreta de la
realidad personal o de algún evento global. Entonces se observan
“dragones”, “ángeles con espadas”, “el trono de Jehová”, y
cuanta imagen se piense. Pero, ¡hey!, esto no es “vista espiritual”,
solo pareidolia, un esfuerzo que realiza nuestro cerebro por darle
coherencia estética a cuestiones que no tienen una forma
definida y así conferirle sentido, en este caso, usando como
“ruido de fondo” ciertas ideas teológicas no muy saludables.
La pareidolia en sí no es un sesgo de confirmación, pero usarla
para reforzar una idea teológica es lo que hace de ella un sesgo
y un trastorno psicológico.

104
Una mesa abierta

Los invitados originales del banquete se supone que son


los que deben de estar. Alguien que ofrece un banquete no
invita sino a aquellos que considera dignos de tal consideración.
Lamentablemente, cada uno de ellos ha considerado que es más
importante realizar otra cosa que responder al llamado de sen-
tarse a la mesa. El anfitrión ha sido decepcionado y se ha llenado
de ira, una ira que se ha transformado en gracia —¡¿What?!—.
No recuerdo cuándo fue la última vez que mi ira se transformó
en gracia, usualmente evoluciona en algo más destructivo que
constructivo. La ira de Dios no se canaliza como lo hacemos
los seres humanos, es tan diferente a la nuestra que decepciona
a aquellos que gustan enarbolarla como medio de intimidación.
La ira de Dios se traduce en gracia, en generosidad, en una
mesa abierta llena de amor y aceptación por aquellos que saben
que jamás podrán merecerla. John Dominic Crossan se refiere
a esta mesa abierta de la siguiente forma:

Pero si uno mete realmente en su casa a cuantos encuentre por la


calle, acabaría produciéndose una mezcla indiscriminada de clases, sexos y
categorías distintas. El resultado sería que todo el mundo podría sentarse
a la mesa al lado de cualquiera, mujeres junto a hombres, libres junto a
esclavos, los que ocupan los puestos más altos de la sociedad junto a los que
ocupan los puestos más bajos, o los puros según ordena el rito con los que no
lo son. Un breve repaso de la antropología intercultural de la alimentación
y la comida nos permitirá comprender la pesadilla social que semejante
situación podía suponer.99

La mesa del final de los tiempos estará llena de sorpresas.


Algunos que creen tener derechos legítimos para ocupar un
lugar en ella se darán cuenta de la forma más asombrosa que
los supuestos derechos no significan nada cuando lo que cuenta
es dejarse encontrar por la gracia maravillosa de Cristo.

99 John Dominic Crossan. Jesús: Biografía Revolucionaria. Grijalbo Mondadori

105
metáforas | César Soto

La mesa se ha abierto a los marginados, muchos de ellos


han escuchado toda la vida de parte de algunos miembros
“honorables” de la sociedad que no tienen derecho a
participar de algo así, que no son bienvenidos a la fiesta, que
no son dignos; sin embargo, el anfitrión de la celebración no
está de acuerdo con esos interlocutores que apuntan con el
dedo señalando y discriminando. La invitación es generosa, y
ninguno de nosotros puede estorbarla. ¡La mesa se ha abierto a
los marginados!

Preguntas para animar la conversación

1. Cuando escuchas hablar de la “ira de Dios”, ¿qué


imágenes vienen a tu mente?

2. Hablando de la distorsión que la idea del banquete


mesiánico sufrió, ¿puedes detectar en tu cristianismo
alguna creencia que tenga sustento en la tradición, pero no en
las Escrituras?

3. Como cristianos, ¿crees que hemos creado criterios que


usamos para determinar quiénes son los que pueden acercarse
“a la mesa” y quienes no? ¿Cuáles?

4. ¿Qué cosas te llenan de ira? Piensa en formas de usar la


inmensa energía destructiva que genera la ira en algo creativo y
constructivo.

S.A. 1996. p.84

106
capí
tulo 7 Aislamiento
Parábola
del fariseo y el publicano
Versión original
Lucas 18:9-14
Aislamiento

A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despre-


ciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: «Dos hombres subieron
al templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos. El
fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no
soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho
menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y
doy la décima parte de todo lo que recibo.” En cambio, el recaudador de
impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a
alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten
compasión de mí, que soy pecador!”

Les digo que éste, y no aquel, volvió a su casa justificado ante Dios.
Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla
será enaltecido.»

109
metáforas | César Soto

Relectura

Llega un momento en que, si nadie te detiene, puedes llegar a


pensar que eres tan bueno que, no solo crees que no necesitas
de nadie, sino que además sientes desprecio por los demás.
Es fácil creer que tus logros y moralidad son todo lo necesario para
que el cielo te aplauda.100 No faltaban los de ese tipo cerca de
Jesús, a ellos les contó esta historia: “Dos hombres fueron a
la reunión comunitaria del sacrificio de propiciación, uno era
un respetable fariseo y el otro un despreciable recaudador
de impuestos. Cada uno en los extremos opuestos de la vara
que va desde la total admiración al total reproche. El fariseo,
cuidadoso de no contaminarse101 con los impuros, la gente de la tierra102,
se alejó de la congregación y, alzando la voz,103 aprovechó el
momento para, disfrazado de oración, darles un sermón in-
directo a todos, en especial al recaudador de impuestos. Sin
palabras de gratitud por lo recibido de parte de Dios, sin un
clamor de arrepentimiento, sin nada de eso, comienza a... ¿orar?:
“Oh Dios, gracias porque no soy como el resto de las personas
que hoy están aquí, no soy ladrón, estafador,104 ni adúltero, mucho
menos como este recaudador de impuestos que en realidad es
todo lo que dije y más. Ayuno más veces de las que Moisés ordenó,105
doy la décima parte de todo lo que tengo, aun de las cosas que nadie
más diezma”.106

El recaudador de impuestos, al igual que el fariseo,


100 Mason, T.W. The Sayings of Jesus”. London: SCM, 1937. p.309.
101 “Para los fariseos, el contacto con la vestimenta de un am-haaretz (gente de la
tierra) significa contraer impureza midras”. Mishna Hagiga 2:7, Danby, H. (editor y
traductor). The Mishnah. Oxford: The Clarendon Press, 1933. p.214.
102 Los que no podían cumplir estrictamente la Ley, eran llamados peyorati-
vamente “gente de la tierra”. En la práctica, estos eran la mayoría del pueblo. Más
detalles en Danby, p.793.
103 Marshall, I. Howard. The Gospel of Luke. Exeter: Paternoster Press, 1978. p.679.
104 Joachim Jeremias. Las Parábolas de Jesús. Verbo Divino, 1981. p.172.
105 Levítico 23:27, 29.
106 Shmuel Safrai. The Jewish People in the First Century, Vol. II. p.825.

110
Aislamiento

también se ha alejado de la congregación, pero por razones


diferentes, cree que no es digno de estar con el pueblo de Dios ante el altar.107
Él, en un gesto de dolor extremo, se golpea el pecho108 sin siquiera
atreverse a alzar la mirada y tremendamente consciente de su
propio pecado, dice: “Oh Dios, ten misericordia de mí, que el
sacrificio que se ofrece en el altar pueda traer tu perdón para mí
también”.

Les digo que el recaudador de impuestos fue perdonado,


pero no el fariseo. Porque el que pretende ponerse por sobre
los demás, en realidad desciende a lo más bajo de su condición
humana; en cambio, aquellos que son humildes serán acercados al cora-
zón de Dios.109

Reflexión y comentarios

“La inteligencia es un proceso cíclico, cuando te pasas de listo vuelves a


ser estúpido”.

Anónimo.110

Existen cierto tipo de conductas que en apariencia son


bondadosas, pero esconden una soberbia tal que hacen que
el mundo se divida entre “yo y el resto”. Una bondad que
solo concibe la razón como patrimonio privado; una bondad
solitaria que ha echado fuera de su casa a todos los que han
intentado proveer compañía porque es indigna. Una bondad
que es incapaz de reconocer necesidad alguna en el carácter.
Una bondad diabólica.
107 Kenneth Bailey. Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, 2009. p.237.
108 Midrash, Rabba, Ecl. VII, 2,3, Sonc., 177.
109 Bertram, G. Theological Dictionary of The New Testament. p.607.
110 Esta frase no pretende establecer un ciclo de inteligencia, de hecho, es falaz,
pues no se ha advertido un proceso en el cual te puedas pasar de tonto y volver a ser
inteligente. Es un juego de lenguaje que usa una frase que tiene sentido solo en el
doble sentido: “pasarse de listo”.

111
metáforas | César Soto

Esta parábola ha sido señalada con mucha frecuencia para


mostrar la correcta actitud al orar. Si bien el observar esto en
la parábola tiene sentido y aporta interesantes conclusiones, la
realidad es que responde a otro contexto. La introducción a la
parábola dice:

A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y despreciaban


a los demás, Jesús les contó esta parábola.

El tema central de la parábola es la justicia, y en especial una


distorsionada, aquella que emana del individuo mismo y no de
Dios.

El texto deja entrever que tanto el fariseo como el


publicano suben al mismo tiempo a la oración y descienden al
mismo tiempo. La Nueva Traducción Viviente traduce el verso
11a y 13a de la siguiente manera:

El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración...


(11a)… el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se
atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba... (13a)

(Cursivas del autor)

Al traducirse en el verso 11 “apartado de los demás”, se


refuerza la conclusión de que este tiempo era uno de oración
y adoración comunitaria. Dos veces al día se ofrecían los
sacrificios de propiciación, uno a las 6 de la mañana y otro a
las 3 de la tarde; durante estos servicios la gente acudía para
participar en la adoración y recibir la bendición sacerdotal.111
Es razonable, entonces, pensar que los eventos narrados en
la parábola tienen ocasión durante el tiempo comunitario del
culto.
111 Shmuel Safrai. The Jewish People in the First Century, Vol. II. pág.877.

112
Aislamiento

Dos hombres muy distintos: un fariseo extremadamente


confiado de su propia justicia y un publicano con una clari-
dad abrumadora de su propio pecado.112 Dos universos
coexistiendo en el patio del templo, uno cree que es
demasiado bueno como para compartir ese mismo
lugar con la comunidad; otro piensa que es demasiado malo
para pertenecer a ella. Ambos se distancian de la multi-
tud, uno para ufanarse de sí mismo y otro para mortificarse.
Dos hombres, solo uno regresará a su casa justificado.

He conocido mucha gente en mi vida y he notado algo: los


religiosos son los peores a la hora de confesar sus faltas. La
religión es capaz de crear un espacio tan santo, que cualquiera
que ose contaminarlo con sus pecados es reprimido, condena-
do, silenciado. A veces creamos espacios en donde ser hipócri-
ta es lo que todo el mundo espera. Nadie habla de sus fallas,
nadie admite errores, todos viven “¡en victoria!”, todos tienen
éxito en sus empresas y tienen familias felices. Espacios en
donde no se pueden traer elementos a la reunión pública que
arruinen el ritual.

Por otra parte, hay otros que, ya sin energías para


esconderse de los demás, se dejan ver tal cual son. Algunos
esconden esa transparencia con desfachatez, otros celebrando
la forma en que viven, y otros mostrando un arrepentimiento al
borde de la autoflagelación. Honestamente, prefiero conversar
con los que han probado el sabor del polvo, que con aquellos
que solo saben de alturas de águilas. La honestidad de los caídos
es mil veces mejor que la arrogancia de los “santos”.

112 Los publicanos eran particularmente despreciados por los judíos. Eran agentes
de Roma para la recolección de los tributos, por lo tanto, se les consideraba traidores
de la nación. Muchos de ellos se enriquecían de manera fraudulenta, y su círculo de
amistades estaba conformado por otros marginales de la sociedad, lo que hacía que la
animadversión se hiciera aún mayor.

113
metáforas | César Soto

La parábola nos muestra que un ritual carece totalmente


de sentido si el corazón no está en sintonía con Dios, consigo
mismo y con el prójimo. Con Dios porque, en el caso de la
parábola, se trata de un ritual de sacrificio que busca el
perdón de Dios; con uno mismo porque, si de perdón se trata,
debo ser consciente de mi pecado; y con el prójimo, porque
debo ver en el otro no un parámetro de comparación para mi
maldad o santidad, sino a uno que es igual a mí en su necesidad de
restauración, no importando si se es sacerdote, fariseo,
publicano o prostituta. Fariseo y publicano siguen el ritual, solo
uno es perdonado. Ningún ritual, por espectacular que sea,
es capaz de cubrir el pecado de aquel que confía en su propia
justicia.

El fariseo, alimentado por su propia justicia, ha distor-


sionado su percepción de sí mismo, es demasiado bueno
para estar con sus hermanos. El recaudador de impuestos
también se ha alejado de la comunión por considerarse inmundo.
Y la comunidad parece estar en el medio, rechazada por el
fariseo y rechazando al publicano.

Como comunidades, parece que siempre encontramos a


alguien más malo para condenar, perpetuando de esta manera la
cadencia de auto justificación.

En la casa de Simón el fariseo, él parece no darse cuenta del


perdón que necesita. Acá, otro fariseo, embriagado de sí mismo,
hace lo mismo.

¿Y nosotros, lo hacemos también?

114
Aislamiento

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Piensas que, al menos a nivel personal, hemos usado


demasiado la comparación con otros para elevar nuestra
imagen?

2. ¿Cómo recontarías esta parábola usando personajes con-


temporáneos de la cultura?

3. En sentido comunitario, ¿cómo debiéramos de lidiar con


los “publicanos” de hoy?

4. ¿Cómo podemos construir una iglesia más honesta, en la


que nadie sienta la necesidad de esconderse?

115
capí
8
Las raíces
estorban
demasiado
tulo Parábola
del camello y la aguja
Versión original
Lucas 18:18-30
Las raíces estorban demasiado

Cierto dirigente le preguntó:

—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

—¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno


sino solo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no
mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu
madre”.

—Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.

Al oír esto, Jesús añadió:

—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre
los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico.
Al verlo tan afligido, Jesús comentó:

—¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! En realidad,


le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico
entrar en el reino de Dios.

Los que lo oyeron preguntaron:

—Entonces, ¿quién podrá salvarse?

—Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios


aclaró Jesús.

—Mira —le dijo Pedro—, nosotros hemos dejado todo lo que tenía-
mos para seguirte.

—Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por causa del reino

119
metáforas | César Soto

de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, recibirá mucho
más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna.

Relectura

Las adulaciones son bienvenidas en aquellos que necesitan


ser validados por los demás. Jesús no era de esos que aceptara
ese tipo de zalamerías. Cierto día, un dirigente importante
necesitaba preguntarle algo a Jesús. En su costumbre de sembrar
elogios para cosechar otros113 fue y le dijo:

—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida


eterna?

Lamentablemente para este hombre, el elogio que esperaba


cosechar nunca llegó.

—¿Me llamas bueno? —respondió Jesús— ¿estás seguro de


lo que implica llamarme así cuando solo Dios lo es?

La respuesta crea una palpable tensión en el ambiente.

—Escucha —le dijo Jesús—, tú conoces la ley y sus man-


damientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no pre-
sentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”.

—Los he cumplido todos desde que era un jovencito —


respondió el dirigente.

Jesús lo miró con ojos llenos de amor,114 ese amor que no teme
herir con la verdad si es necesario y supo exactamente que
decirle:
113 Kenneth Bailey. Las Parábolas de Lucas. Editorial Vida, 2009. p.250.
114 Marcos 10:21.

120
Las raíces estorban demasiado

—Te falta algo: vende tus bienes y dale el dinero a los


pobres, tu tesoro estará en el cielo y tú podrás ser mi discípulo.

El dirigente se entristeció mucho. Si tan solo Jesús le hubi-


era pedido hacer algo distinto, algo que no fuera dejar ir sus
muchas riquezas. Su decepción era evidente, fue como recibir
un balde de agua fría. Jesús lo observa y comenta:

—Construir un camino a Dios pavimentado en lo que


alguien puede hacer con sus riquezas, es imposible.

Toma un camello e intenta pasarlo por el ojo de una aguja;


tardarás menos haciendo eso que lo que le llevaría a un rico
entrar en el reino de Dios.

Los que oyeron a Jesús pensaron y dijeron con algo de


desconcierto:

—Se es rico por tener el favor de Dios, esa riqueza es la que


permite hacer obras de misericordia e instruirse aún más en la Ley;115
entonces, si los ricos no entran al reino de Dios, ¿qué nos queda
a nosotros que somos pobres?

Jesús les dijo:

—Entrar al reino no es algo que dependa del esfuerzo


humano o de la cantidad de riquezas que alguien tenga, eso es
ridículo e imposible para cualquiera. La entrada es un regalo
que solo Dios hace posible.

El vocero de los discípulos,116 Pedro, le dijo a Jesús:


115 Craig C. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testa-
mento. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.236.
Ver también en este libro el comentario a la parábola del rico y Lázaro.
116 Durante años se ha ridiculizado a Pedro tratándole de avasallador e impulsivo,

121
metáforas | César Soto

—Nosotros, tus discípulos, hemos dejado todo para seguirte.

Jesús les animó diciendo:

—Todos ustedes que han dejado sus posesiones y a sus


familias recibirán recompensa en esta vida y aún más, vida
eterna.

Reflexión y comentarios

“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en


disminuir tu codicia”.

Epicuro de Samos, filósofo griego.

En el prefacio de la parábola del buen samaritano, un


experto en la ley es el que se muestra interesado en saber cómo
heredar la vida eterna. En esta parábola del camello y la aguja,
se trata de un líder, un dirigente, probablemente alguien que
también ostenta algún prestigio religioso en su sinagoga local.
Pero su pregunta es la misma: ¿qué tengo que hacer para heredar
la vida eterna?

Un religioso sin recursos para derrochar espera una se-


rie de instrucciones religiosas a seguir, mandamientos que
cumplir, un manual de procedimientos que le indique cómo es que
exactamente debe proceder. Un hombre que es conocido
no obstante, puede existir una explicación alternativa para esta actitud. Los rabinos
usualmente tomaban un discípulo que fuera mayor que el resto, este tenía el deber
de hacer las cosas primero, de preguntar primero, de equivocarse primero, etc., para
que los otros se animaran y siguieran su ejemplo. Al parecer, este discípulo mayor era
Pedro, lo cuál sería coherente a sus intervenciones en los evangelios y respondería
a la costumbre rabínica de la época. Es del único que se menciona que tenía suegra
(Mateo 8:14) y al único con el que Jesús coopera para el pago del impuesto del templo,
que gravaba a todos los varones judíos mayores de 20 años (Éxodo 30:13-14; Mateo
17:27), así que por lo menos sabemos que tenía 20 años o más.

122
Las raíces estorban demasiado

por sus riquezas espera que estas le permitan realizar actos


de caridad. Se espera que se instruya precisamente en cómo
proceder con esas riquezas al estilo de: alimenta a los pobres de
tu poblado, ofrece cinco cabezas de res en holocausto una vez
al mes, regala un proyector nuevo para la sala de multimedia
de tu sinagoga, y cosas así. El acuerdo social demanda que se
siga cierta cantidad de pasos, que se desembolse cierto dinero.
El énfasis es siempre en hacer algo.

Los libros que instruyen a la gente a seguir “5 pasos para


alcanzar el éxito financiero”, o “9 hábitos para desarrollar
tu potencial espiritual”, y otros semejantes, gozan de gran
popularidad porque el énfasis es pragmático: se trata de hac-
er algo y, al hacerlo, sentimos que nos acercamos a la meta.
Todos esos libros funcionan muy bien en términos de resulta-
dos visibles y pueden conducir a ciertos cambios concretos. He
visto personas que se han comprometido con un método sin
estar de acuerdo con varios de sus puntos, pero lo llevan a cabo
porque al final del día el meollo es tratar de hacer algo que los
lleve desde donde están hasta donde quieren llegar. Sin embar-
go, lamentablemente hay momentos de la vida que no pueden
resumirse en seguir cierta cantidad de pasos, son momentos
demasiado complejos como para reducirlos a un sistema. Y este
parece ser uno de esos momentos.

El decálogo (“Los diez mandamientos”) se puede divid-


ir en dos partes: una parte (los cuatro primeros mandamien-
tos) que describe las obligaciones para con Dios, y otra parte
(los siguientes seis mandamientos) que describe las obligaciones
para con el prójimo.117

117 Éxodo 20:2-17.

123
metáforas | César Soto

Mandamientos para con Dios

1. No tengas otros dioses además de mí.

2. No te hagas ningún ídolo… no te inclines delante de ellos


ni los adores.

3. No uses el nombre del Señor tu Dios en falso.

4. Acuérdate del sábado, para consagrarlo.

Mandamientos para con el prójimo

5. Honra a tu padre y a tu madre.

6. No mates.

7. No cometas adulterio.

8. No robes.

9. No des falso testimonio en contra de tu prójimo.

10. No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su


esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.
(Cursivas del autor)

Jesús responde a este dirigente citándole los mandamien-


tos que tienen que ver con el prójimo, mencionando cinco de
seis. Hay formas de hacer que algo resalte, la más obvia es la
repetición, pero la menos obvia y probablemente más inteligen-
te es la omisión. En Latinoamérica hay países que tienen un di-
cho que habla de ciertas acciones, por ejemplo, cuando a alguien
se le ha encomendado hacer algo y no lo ha hecho, el dicho es:

124
Las raíces estorban demasiado

“¡Brilla por su ausencia!”. Bueno, en la retórica de los judíos,


destacar algo por omisión era una de las formas más usadas
en las discusiones rabínicas. Jesús ha omitido un mandamiento,
no lo ha hecho para abreviar la respuesta, si ese hubiese sido
el caso le hubiese dicho algo como “cumple tus obligaciones
familiares y con tu prójimo”. Pero en esta sección del decálogo,
de seis mandamientos se han dicho solamente cinco. ¿Cuál es
el mandamiento que Jesús ha omitido? El que habla en contra
de la “codicia”. ¿Será que Jesús ha detectado el talón de Aquiles
en este hombre? Él ha afirmado haber cumplido todos esos
mandamientos, los que están en relación al prójimo desde que
era muy joven. Jesús, entonces, aplicará la prueba final para que
su corazón sea expuesto. Jesús le dice: “Libérate de todas tus
ataduras materiales para seguirme, vende todo y dáselo a los
pobres”.

La vida eterna no permite que nuestras lealtades estén


divididas, y este hombre confiesa con sus labios ser fiel cum-
plidor de la ley, pero en la práctica sigue atado a sus posesiones.
Ha confesado cumplir un mandamiento que le es imposible
todavía. Es culpable de codicia y no lo había notado hasta ahora.

Este hombre es un espejo de nuestra realidad, no somos


muy diferentes a él. Con frecuencia, nuestras posesiones nos
secuestran y nos amarran. La ancestral disputa entre pas-
tores y labradores,118 nómadas y sedentarios, tenía que ver
con cómo se usa la tierra sobre la cual Dios les había puesto.
Unos eran libres de ir y venir sin amarrarse a la tierra, otros se
quedaban arraigados a ella con las mismas raíces de sus cultivos
y debían permanecer ahí, cuidar sus labranzas, construir casas y
almacenes, contratar obreros y… prosperar. Estos últimos serían
finalmente respetados en las sociedades antiguas. En cambio,
118 El caso descrito en Génesis 4, “Caín y Abel”, representa claramente este tipo de
conflicto.

125
metáforas | César Soto

los pastores serían considerados inmundos ritualmente por


ejercer un oficio que implicaba contacto cercano con animales y
sus heces, sumado a la imposibilidad de realizar los lavamientos
de purificación con la frecuencia que la tradición dictaba.

El dirigente rico ha entendido que existe una era venidera


de la que quiere participar y está dispuesto a hacer lo que le
pidan. Sin embargo, su actitud demuestra que su interés más
profundo no está en la vida de Dios, sino en la que él
mismo desea proveerse con la comodidad que puede alcanzar
en este plano de existencia. No entiende que es un peregrino; ha
decidido echar raíces; se ha vuelto codicioso. Rob Bell define
codicia de una forma muy interesante:

La codicia es la enfermedad de alguien que siempre quiere más, y


está enraizado en una profunda insatisfacción con la vida que Dios le ha
dado”.119

Si preguntaras a tus cercanos, ¿qué necesitas para ser feliz?,


muchas de sus respuestas apuntarán a bienes materiales que
hagan más fácil la vida aquí en la tierra. Y esto es entendible,
pero, ¿hasta dónde poseemos las cosas y hasta dónde estas nos
poseen?

Conozco personas que después de ganar mucho dinero han


construido hermosas casas, las han equipado con lo mejor,
y luego de eso, han hecho de ellas una cárcel, un lugar del cual
no quieren salir por temor a que les roben. A veces las raíces
nos estorban demasiado.

Este hombre rico está desconcertado por la nueva exigencia


de Jesús, está triste. Tal vez, y al estilo del caso de Abraham e
Isaac, si el rico accede a la invitación de Jesús, sus bienes le sean
119 Rob Bell, Love Wins, capítulo 2: “Aquí es el nuevo Allá”.

126
Las raíces estorban demasiado

devueltos y resignificados.

Como muchos de su tiempo —y aun del nuestro— cree que


la vida eterna es una cuestión solo del futuro. No se ha dado
cuenta que Jesús le ha abierto la puerta para que, al liberarse de
sus riquezas, su alma sea liberada para servir, dar y amar con
total libertad hoy, no mañana, hoy. No se ha dado cuenta que
la vida eterna puede comenzar ahora, y que no debe hacer algo
para recibirla porque él mismo lo ha dicho, se trata de “here-
dar”, y una herencia simplemente se recibe, no se compra, no
se hacen méritos para lograr el pase de entrada, es un regalo. La
gracia de Dios es tan, pero tan cara, que solo puede ser gratis.

El relato se balancea gracias a la intervención de Pedro.


Él expresa un sentimiento que seguramente es el de todos los
discípulos. Ellos han hecho exactamente lo que a este dirigente
se le ha pedido, ellos, efectivamente, ¡han dejado todo!

Veamos la respuesta de Jesús, según la registra el más


antiguo de los evangelios canónicos, Marcos:

—Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la


del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos
o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad
venidera, la vida eterna. (10:29-30)

Estas recompensas no están registradas en los otros


evangelios y a simple vista, muestran una recompensa que tiene
algunos “absurdos”. ¿Cómo es que si dejo a mi madre voy a
tener “madres”?; si dejo hermanos sanguíneos, ¿tendré otros?
¿Cómo es eso posible?

El texto pasa de hablar de casa, hermanos y madres en

127
metáforas | César Soto

sentido literal, a hablar de casas y madres en un sentido aún más


profundo. No se trata de una fórmula para alcanzar el éxito en
la vida, no al menos en la forma que hoy se entiende. No es una
invitación a decir: “Bueno, dejaré todo ahora y esperaré con
paciencia a que todo regrese ¡multiplicado por cien! Ese no es el
sentido del texto. Los evangelios son compuestos luego de que
los dichos e historias de Jesús pasan por estadios de tradición
oral y mediados por la forma en que esos relatos, preservados
por las comunidades de fe, han impactado la vida práctica de
la iglesia. El texto nos muestra una descripción de la forma de
vida de la iglesia primitiva y lo que significó para sus miembros:
una familia real de hermanos, hermanas y madres; todas las co-
sas en común,120 incluyendo las “casas” que eran puestas a los
pies de los apóstoles para su administración; una verdadera co-
munidad que reflejaba fielmente esa recompensa de cien veces
más, con persecuciones incluidas.121

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Puedes identificar esas “raíces” que te atan a una


situación de la que debes salir?

2. ¿Crees que sea posible hablar de este tipo de raíces a nivel


de la institución cristiana? ¿Cuáles serían?

3. ¿Crees que nuestras fortalezas (en el caso de la reflexión:


religiosidad y riqueza) pueden transformarse en nuestros peo-
res enemigos para hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo?

120 Hechos 4:32.


121 Así descrito por Branscomb, Gospel of Mark. p.185. Citado en el comentario
exegético de The Interpreter’s Bible, Vol.7. p.808.

128
9
Todos
capí necesitan
ser

tulo
rescatados
Parábola
del hijo perdido
Versión original
Lucas 15:11-32
Todos necesitan ser rescatados

Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. El menor de ellos le


dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el
padre repartió sus bienes entre los dos. Poco después el hijo menor juntó
todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y
derrochó su herencia.

»Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la


región, y él comenzó a pasar necesidad. Así que fue y consiguió empleo
con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar
cerdos. Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago
con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada.
Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida
de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que volver a mi padre y decirle:
Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se
me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”.
Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.

»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él;


salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá,
he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu
hijo.” Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa
para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los
pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete.
Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había
perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta.

»Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se


acercó a la casa, oyó la música del baile. Entonces llamó a uno de los sier-
vos y le preguntó qué pasaba. “Ha llegado tu hermano —le respondió—,
y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su
hijo sano y salvo.” Indignado, el hermano mayor se negó a entrar.
Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. Pero él le contestó:
“¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes,
y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!

131
metáforas | César Soto

¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con
prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”

»“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo


lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque
este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había
perdido, pero ya lo hemos encontrado.”»

Relectura

Muchas familias tienen problemas de convivencia, en


especial entre los hijos. Las diferencias de edad, los
compromisos desiguales con el patrimonio familiar, mil cosas
que hacen que personas que son parte de la misma familia y
que comparten un mismo techo, se distancien a tal punto que
pueden, incluso, parecer enemigos.

Un hombre tenía dos hijos, cierto día el menor de ellos,


rompiendo toda costumbre cultural, decide hacerle a su pa-
dre una petición desconcertante: “Papá, si estuvieras muer-
to, al menos sacaría algo provechoso de ser tu hijo”. Bueno,
no le dice eso exactamente, en realidad le dice: “Quiero mi parte de la
herencia”, pero las herencias se dan cuando el testador ha muerto, así que la
primera declaración está implícita en la segunda.122 Su padre reacciona
de forma singular. Pudiendo mandarle a azotar por su insolencia123,
aun pudiendo repudiarle, no lo hace y decide darle la opor-
tunidad de disponer de la herencia.124 Así que la reparte entre él
122 Edesio Sánchez Cetina. Descubre la Biblia II. Sociedades Bíblicas Unidas, 2006.
p.328.
Kenneth Bailey. El Hijo Pródigo. Editorial Vida, 2009. p.51.
123 Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.229.
124 Al repartir una herencia en vida, se podía regular el uso de la posesión
mediante la “posesión, pero no disposición”, es decir, la herencia se entregaba, pero el
padre conservaba hasta el momento de su muerte el derecho de disponer los bienes.
El hijo menor ha presionado para tener derechos de disposición, a diferencia del
mayor, el cual sigue el conducto más tradicional de poseer sin disponer. Ver: Joachim

132
Todos necesitan ser rescatados

y su hermano mayor. El hijo menor liquida todo lo recibido,125


vendiéndolo a un precio risiblemente bajo, malbarata el
patrimonio que le llevó generaciones construir a su familia.
Es preciso salir pronto de ahí y no puede hacerlo llevando
consigo animales, tierra, y otros bienes, todo debe caber en su
bolsa. Todo el pueblo se entera de la nueva situación reinante
en casa de su padre, pues entre ellos están los compradores.
Ya con dinero suficiente, se va a un país lejano y derrocha todo
cuanto tiene.

El dinero puede tener un efecto narcótico, embota la mente,


nubla los pensamientos y crea la ilusión de abundancia eterna.
Se tiende a olvidar que no procede de una fuente inagotable.
Eventualmente, el dinero se le ha terminado a este joven derro-
chador y lo hace en el peor momento. La sequía, cruel verdugo
de la productividad de una nación, se ha instalado con toda su
fuerza en aquel país, los alimentos escasean y se ve forzado a
tomar medidas extremas. Los inmigrantes no siempre son la
primera opción a la hora de ofrecer un empleo, su acento le
delata y resulta fácil deducir que es judío. ¿Cómo hacer desistir a
un judío de insistir para conseguir trabajo? Simple, dale uno que
le resulte repugnante. Y es exactamente el tipo de trabajo que
consigue: cuidar inmundos cerdos.126 Sin embargo, era tanta su ham-
bre, que hasta la comida de los cerdos le resultaba apetitosa, se
habría abalanzado sobre ella si hubiese tenido la oportunidad.

Estar en el fondo del pozo suele hacernos ver las cosas des-
de una perspectiva diferente. Este joven sabe que no puede
Jeremias. Las Parábolas de Jesús. Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1974. p.
158.
125 Es plausible asumir que para poder tomar todo y llevárselo, ese todo debe de
ser reducido en una expresión más portátil: dinero. Ver también The Interpreter’s Bible
Vol.8. Abingdon Press, 1980. p.272.
126 Un proverbio del Talmud dice: “Maldito el hombre que apaciente cerdos, y el
hombre que enseñe a su hijo sabiduría de los griegos”. Citado así en The Interpreter’s
Bible Vol. 8. Abington Press, Nashville, 1980. p.272.

133
metáforas | César Soto

regresar a su casa así como así. Las costumbres de su comu-


nidad establecen que, si un miembro de la comunidad pierde
su heredad entre los gentiles, será cortado de en medio de ella,
posiblemente apedreado hasta la muerte.127 Pero, ¿qué tal si su regre-
so no fuese como el hijo insolente que salió del hogar? ¿Qué
tal si regresa como una persona común y corriente?, ¿qué tal
si busca su reintegración a la comunidad volviendo a comprar
todos los bienes que vendió? De seguro sus vecinos tendrían
misericordia de él y le darían la opción de recuperar todo si paga
el precio justo, pero ¿de dónde saca dinero? Entonces, entre
el nauseabundo olor de la porqueriza que mezcla excremen-
to, sudor, y las apetecidas algarrobas de los cerdos, recapacita:
“¡Mi padre me dará trabajo y así obtendré el dinero! Me levan-
taré e iré donde mi padre, reconoceré que me extralimité en mi
proceder, le diré: Padre, he pecado contra Dios y en contra tuya,
no merezco ser llamado hijo tuyo, permíteme que al menos tra-
baje como uno de tus trabajadores asalariados”.

Ya con un plan en mente, emprende el largo viaje de regreso


a casa, dejando atrás un capítulo amargo, amigos ocasionales,
desenfreno… también las algarrobas y los cerdos. Mientras
avanza, repasa su plan magistral: “Tres cosas, recuérdalas bien,
tres cosas: reconocer la falta, renunciar a mi condición de hijo y
conseguir un trabajo… reconocer la falta, renunciar a mi condi-
ción de hijo y conseguir un trabajo...”. El plan es simple, ¡tres
pasos y ya está!

Son extenuantes días y días de caminar y caminar, solo se


detiene a descansar y comer lo que puede conseguir. Cuando
falta menos de un kilómetro para llegar a la aldea, exhausto, casi
sin fuerzas, recibe un segundo aire, sabe a lo que se enfrentará
y debe sacar fuerzas de la flaqueza. Estando aún lejos, su padre
lo divisa y alcanza a reconocerlo, sus entrañas se remesen como nunca
127 Deuteronomio 21:18-21.

134
Todos necesitan ser rescatados

antes.128 Está a punto de llegar. Si entra a la aldea y la comuni-


dad se percata de que el andrajoso forastero no es un forastero
sino su hijo, demandarán justicia. Sin pensarlo mucho, hace lo
que el amor solo puede explicar: abandona su casa y se humilla
delante de todos los habitantes de la aldea, debe llegar pronto a
las puertas del pueblo. Un hombre de su condición, ya de algunos años
y que goza del respeto en la comunidad, jamás acelera el paso, eso es para
los jóvenes que aún no se han forjado un nombre, además, su ropaje de
múltiples capas le impiden dar zancadas amplias y avanzar rápido, así que
lo que debe hacer es recoger su ropa desde abajo dejando al descubierto sus
pálidas piernas que prácticamente nadie ha visto en público desde que era
un niño. La vergüenza de dejar ver mucho más que sus tobillos, que ya
sería mucho, no se compara con la ardiente necesidad de rescatar a su
hijo.129

El joven le ve venir y queda mudo de la impresión, jamás


ha visto a su padre hacer algo igual. Su padre le alcanza, se cuel-
ga de su cuello y le besa el rostro desesperadamente una y otra vez.130
Ahora las emociones comienzan a fluir de una manera
diferente en el corazón del desnutrido muchacho. Antes, su
prioridad era recuperar el estatus perdido; ahora se da cuenta que
había perdido algo mucho más importante, la comunión con su
padre. Se había ido de casa sabiendo que, pese a su insolencia,
no quebrantaba ley alguna,131 ahora se da cuenta que lo
128 “se compadeció”. Se traduce de la palabra griega splanchizomai, que a su vez
procede de la raíz “entrañas” (splanchnon). Aun en español guardamos expresiones
que dan cuenta de ese pasado remoto en el que se creía que el centro de la emociones
estaba en el vientre: “amor entrañable”, “nudo en el estómago”, etcétera.
129 Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.230.
130 “le abrazó y le besó”. La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy traduce muy
bien la parte que acá leemos como “abrazó”, dice: “se echó sobre su cuello y lo besó”. La
palabra griega para “besó” es kataphileó, que significa literalmente “le besó ferviente-
mente”.
131 Pedir la herencia en vida de su padre podría resultar en una falta grave de
respeto, no obstante, no existían leyes que establecieran penas por realizar una acción
así. Legalmente, este joven no ha quebrantado la letra de ninguno de los mandamien-
tos.

135
metáforas | César Soto

quebrantado era el corazón de su padre. Mientras pien-


sa, su padre sigue colgado de él, no parece importarle que
esté sucio y maloliente, él sigue besándolo, y con cada beso
que le da, trozos de hielo caen del corazón del muchacho.

“Recuerda, son tres pasos, tres pasos, tres...”, se repite así mis-
mo mientras prepara el aliento para hablar. Entre sollozos le
dice: “Padre, le he fallado a Dios y te he fallado a ti, no merezco
ser llamado tu hijo...”, y el aliento se le escapa sin poder llegar a
decir la tercera cosa: ha decidido dejar su suerte en manos de su
padre. Lo que él quiera hacer será lo justo. Ha decidido dejarse
encontrar y con ello, el verdadero arrepentimiento ha tomado el
lugar que ocupaba el esfuerzo por construir su propio camino
de regreso a casa.

Su padre les habla a sus siervos y les dice: “Vayan a mis


habitaciones y traigan mi mejor traje, y pónganle el anillo de la
familia132 y traigan unas sandalias que cubran esos pies, ¡mi hijo no
es un esclavo!;133 busquen el ternero engordado y hagamos
fiesta, mi hijo estaba muerto, pero ha vuelto a la vida, se había
perdido, pero ya lo encontré”. Y no solamente le ha encontrado,
sino que le ha rescatado también. Ha asumido toda la pérdida
patrimonial, ha inaugurado un nuevo capítulo, uno que ya no
es amargo.

Mientras todo esto ocurre, el hijo mayor está aún traba-


jando en el campo. Cuando viene de regreso escucha todo
el alboroto de la fiesta y le pregunta a uno de los muchachos
que estaba afuera si sabe lo que ocurre. El joven le dice: “Tu
hermano menor ha regresado con bien y tu padre ha hecho
la paz con él”. “¡¿Mi hermano menor?!”, se pregunta con
132 El mejor traje en la casa es uno del mismo padre; el anillo es símbolo de la pert-
enencia familiar. Ver más en: Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la
Biblia, Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.230.
133 Klyne Snodgrass. Stories with Intent. Wm. B. Eerdmans Publishing Co. p.126.

136
Todos necesitan ser rescatados

sorpresa, al tiempo que los colores de la ira inundan su


rostro. “Yo no voy a entrar a esa fiesta a servir a mi hermano, ¡de ninguna
manera!”.134 Frente a la negativa de entrar, su padre sale a conven-
cerlo, pero le responde: “Toda la vida he trabajado para ti y nunca,
escúchame bien, nunca he desobedecido una de tus órdenes,
¿qué he ganado con todo esto? ¡Nada! Ni un cabrito me has
dado para comer con mis amigos. Pero ahora llega este hijo
tuyo, que seguramente se gastó todo en prostitutas, y ¿qué hac-
es?, ¡mandas matar el ternero más gordo!”.

¿Qué tipo de padre es uno que no manda a azotar a su hijo


menor que desea su muerte y que no toma acciones de disci-
plina sobre su hijo mayor, que se niega a cumplir con su obli-
gación de ser el mayordomo del banquete, aquel que dirige a
los otros siervos? Su padre lo mira y se dirige a él con ternura:
“Hijito mío, siempre estás conmigo y de una forma muy,
pero muy concreta, ¡todo lo que tengo es en realidad tuyo!,135
pero hacer una fiesta era necesario porque recuperamos de la
perdición y de la muerte a mi hijo, aquel a quien muestras tanto
desprecio, no lo olvides, ese… ese es tu hermano”.

Reflexión y comentarios

“El rencor es como tomar veneno y esperar que mate a tus enemigos”.

Nelson Mandela, activista en contra del apartheid y expresidente de


Sudáfrica.

Ya no recuerdo la cantidad de veces que he predicado so-


bre esta parábola, es una de mis favoritas. Los temas que in-
cluye y su estructura me resultan fabulosos. La primera vez
134 Kenneth Bailey. El Hijo Pródigo. Editorial Vida, 2009. p.96.
135 Cuando se divide la herencia al inicio de la parábola, se divide entre ambos hi-
jos, es decir, aunque el hijo mayor no tiene derechos de disposición sobre la herencia,
sí los tiene de posesión: “¡Todo lo que tengo es en realidad tuyo!”.

137
metáforas | César Soto

que la escuché fue cuando era niño, en una clase de escuela


dominical. Se nos hablaba de la licenciosa vida que llevó el
hijo menor, de sus malos amigos y de su regreso a casa. Por
años, creí que pródigo era alguien que se iba y luego regresaba,
esa era la forma en que la había aprendido y, seamos hones-
tos, no son muchos los contextos en donde alguien en la vida
cotidiana usa la palabra pródigo para referirse a alguien. Ya
estaba en mis veintes cuando entendí que pródigo significaba, en
realidad, generoso. ¿Un hijo generoso? Luego entendí que en este
contexto pródigo significaba derrochador. ¡Y vaya que
derrochó! En un tiempo aparentemente corto, desperdició los
recursos que costaron sudor y sangre a sus ancestros.

Algo muy interesante de esta parábola es que pertenece a


una composición mucho más amplia que se recoge desde el
inicio del capítulo 15. Los versículos de 1 al 3 dicen así:

Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se


acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los
maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre
recibe a los pecadores y come con ellos.» Él entonces les contó
esta parábola…

Aquí encontramos de manera muy clara el escenario y


ocasión sobre los cuales la parábola va a responder. ¿Tan
lejos del relato en cuestión se encuentra el motivo del discurso?
Es una excelente pregunta, pero de eso hablaremos un poco
más adelante.

¿Cómo es que debemos entender esta crítica que los


fariseos y escribas le hacen a Jesús? ¿Es algo tan simple de la
convivencia motivo suficiente para criticar a alguien?
Evidentemente hay cuestiones en las que es necesario bogar mar
adentro para poder extraer mayores antecedentes y, con ello,

138
Todos necesitan ser rescatados

lograr mayor y mejor profundidad en nuestro entendimiento.

La crítica se puede dividir en dos partes:

1. Jesús recibe a los pecadores.

2. Jesús come con los pecadores.

¿Quiénes son los pecadores? El mismo texto nos da señal de


al menos un tipo de pecador: los recaudadores de impuestos.
El odio hacia ellos es explicado fácilmente por considerarlos
traidores de la patria.136 Luego, el texto simplemente desliza
un genérico, “y pecadores”. En boca de un fariseo, pecador significaba
“impuro”, “transgresor de la ley”, en general, una persona de baja
catadura moral.137 Es decir, el término pecador era la designación
para hablar de adúlteros, prostitutas, y básicamente cualquier
persona que fuera cuestionada por su calidad moral o de segui-
miento de la Torá.

Jesús recibe a los pecadores

La palabra griega para recibir es dechomai, pero cuando se


le agrega el prefijo “pros”, adquiere una fuerza inusitada,
prosdechomai, que es la palabra que se usa en el pasaje que
analizamos y significa recibir, pero aún más, significa admitir,
acoger, recibir ofreciendo compañerismo.

Imagina que vas a un evento social y en la puerta está


uno de los anfitriones de la fiesta. Ha invitado a muchas
personas que considera importantes para su trabajo. A muchos
les conoce solo de nombre, a otros los ubica de las relaciones
laborales que ha ido desarrollando durante los años. Él está ahí
136 Ver más detalles en el capítulo dedicado a la parábola del fariseo y el publicano.
137 K. Bailey. El Hijo Pródigo. Editorial Vida, 2009. p.36.

139
metáforas | César Soto

para recibir a los invitados y a cada uno de ellos les extiende la


mano, les regala una sonrisa y les dice que está muy agradecido
de que hayan aceptado su invitación, todos son recibidos, todos
reciben el mismo trato hasta que algo ocurre, algo que quie-
bra el patrón de apretar una mano, sonreír y dar la bienvenida
protocolar. Cuando llegas a la puerta te das cuenta que el
anfitrión del evento no es otro sino tu mejor amigo de la
infancia; se miran y se reconocen el uno al otro de manera
casi inmediata, entonces, el protocolo se rompe y ambos se
estrechan en un abrazo que parece eterno. Le felicitas por el
evento y él te dice que no te alejes demasiado, que tienen que
sentarse a conversar un rato para ponerse al día y planear algo
juntos. Te han recibido en la fiesta, te han dado la bienvenida,
pero ni por cerca se parece a la bienvenida que el resto recibió.

Bien, ¿ya tienes esa imagen en tu mente? Las primeras


bienvenidas serían dechomai; la segunda, la que tú has recibido,
prosdechomai. Esta es entonces la primera de las críticas que le ha-
cen a Jesús, recibe a los pecadores ofreciéndoles amistad. ¿Vas
entendiendo la causa del escándalo?

Jesús come con los pecadores

Comer con una persona es una declaración pública de que se


acepta profundamente a esa persona, es la excusa para poder
conocerse, es la oportunidad para poder profundizar en la amis-
tad.138 En la antigüedad, compartir la mesa no era una cuestión
de meras formalidades. El apóstol Pablo, llamado a compartir
el evangelio entre los no judíos (gentiles), sabía lo importante
que era esto. El libro de Gálatas registra un incidente que ocurre
entre Pablo, la comunidad no judía, y Pedro, con relación a
compartir la mesa:

138 Ver más detalles en el capítulo dedicado a la parábola del gran banquete.

140
Todos necesitan ser rescatados

Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que enfrentarlo


cara a cara, porque él estaba muy equivocado en lo que hacía.
Cuando llegó por primera vez, Pedro comía con los creyentes
gentiles, quienes no estaban circuncidados; pero después, cuan-
do llegaron algunos amigos de Santiago, Pedro no quiso com-
er más con esos gentiles. Tenía miedo a la crítica de los que
insistían en la necesidad de la circuncisión. Como resultado,
otros creyentes judíos imitaron la hipocresía de Pedro, e incluso
Bernabé se dejó llevar por esa hipocresía.

Cuando vi que ellos no seguían la verdad del mensaje del evangelio, le dije
a Pedro delante de todos los demás: «Si tú, que eres judío de nacimiento,
dejaste a un lado las leyes judías y vives como un gentil, ¿por qué ahora
tratas de obligar a estos gentiles a seguir las tradiciones judías?” (2:11-14,
NTV)

Pedro ha accedido a comer con los gentiles, lo que significa


que les ha aceptado y ahora los ve como amigos, posiblemente
ha comido cerdo (“vives como un gentil”), pero cuando llegan al-
gunos de parte de Santiago (Jacobo), ya no quiere que lo vean
asociado a esa mesa que ya tiene un lugar con su nombre, ha
traicionado la confianza de los no judíos y se ha comportado de
manera contraria al ejemplo de su Maestro. ¡Muy merecida ha
sido la reprensión de Pablo!

Las lealtades han de expresarse en público, donde todos ven,


donde te haces parte con el que puede ser rechazado y tú junta-
mente con él. Las palmadas en la espalda que se dan en privado
y luego el silencio y distancia que se ofrecen en público no son
mucho mejores que la traición abierta y directa.

Si Pedro y otros judíos con él han tenido problemas en com-


partir la mesa, entonces es muy entendible lo difícil que sería

141
metáforas | César Soto

siquiera imaginar un escenario así con fariseos. Estos eran muy


escrupulosos respecto de quién era digno de compartir la mesa,
evidentemente nunca la compartirían con los pecadores.

Esta es la crítica a Jesús, básicamente se puede resumir


así: Jesús abraza a los pecadores y los trata como sus amigos,
además, al compartir la mesa con ellos, los acepta tal y como
son. La murmuración se ha instalado, esa forma solapada de
crítica que no admite respuesta directa pues, dice un dicho
popular, es como “tirar la piedra y esconder la mano”. La mur-
muración es un ataque cobarde frente a la dignidad de alguien.
Nadie se responsabiliza; mientras tanto todos los “murmu-
radores” pueden seguir poniendo cara de inocentes frente a
su víctima. Pero Jesús no se victimiza: “él entonces les contó esta
parábola”. La parábola que Jesús contó es una respuesta a la
murmuración de los fariseos y escribas. Se trata de una macro
parábola o, mejor dicho, una trilogía de parábolas que, al leerlas
en su conjunto, muestran una progresión dramática intencio-
nal que concluye con un clímax en la parábola del hijo pródi-
go. Estas parábolas están dispuestas en el texto para leerse y
entenderse juntas.

Lo que proponemos en este capítulo es que la parábola de la


oveja perdida, la de la moneda perdida y la de los hijos perdidos
(el hijo pródigo) son parte de una misma idea temática, que va
creando un escenario en el que aparecen representados una vez,
otra vez, y otra vez los personajes enunciados en el inicio del
capítulo: Jesús, los fariseos (y escribas) y los pecadores.

Es una obra de teatro de tres actos, cada uno más dramático


e intenso que el anterior.

142
Todos necesitan ser rescatados

La oveja perdida

En esta historia los personajes son fácilmente identificables:

Jesús: el pastor.

Pecadores: la oveja perdida.

Fariseos, llamados “justos”: las 99 ovejas.

La historia comienza con una relación numérica que muestra


que la oveja perdida es, estadísticamente, un dato marginal, una
oveja entre cien, es decir, el 1 por ciento. La parábola también
registra parte del sentido del humor de Jesús, cuando dice: “hab-
rá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y
nueve justos que no necesitan arrepentirse”. Una pregunta puede hac-
er más evidente el sentido del humor de Jesús: ¿existen acaso
“justos” que no necesiten arrepentirse? Los fariseos y escribas,
grandes conocedores del texto bíblico, saben que no existen
justos que no necesitan arrepentirse.139 Nunca olvidemos que
Jesús está respondiendo a la murmuración de ellos, por lo tan-
to, la sutileza de esta ironía es como una cachetada con guante
blanco.

En el tiempo actual de redes sociales, si algo así ocurriera,


¡harían un meme con esto! El texto habla de alegría en el cie-
lo por el arrepentimiento; pero la oveja simplemente ha sido
encontrada. Al parecer, Jesús está definiendo, para efecto de
esta(s) parábola(s) un ritmo de composición en donde
arrepentimiento significa “dejarse encontrar”.

Una oveja que se pierde en el campo, afuera, una entre cien.

139 Eclesiastés 7:20; Isaías 53:6; Isaías 64:6.

143
metáforas | César Soto

La moneda perdida

Una vez más los personajes protagonistas que han sido


introducidos en los primeros versículos del capítulo 15
encuentran su correspondencia en la parábola:

Jesús: la mujer.

Pecadores: la moneda que se pierde.

Fariseos (justos): las nueve monedas restantes.

En este punto, la progresión dramática ha avanzado, ahora


es una moneda entre diez, es decir, un 10 por ciento. Este ya
es un dato más importante a considerar de acuerdo a nuestra
fijación occidental con los resultados estadísticos. Una vez más,
la moneda se pierde y el arrepentimiento es identificado con la
acción de esta mujer que la encuentra.

Una moneda que se pierde en la casa, adentro, una entre diez.

Los hijos perdidos (¿?)

La parábola ha ido creciendo en su dramatismo y ahora ya


estamos en su punto más alto. Veamos primero la correspon-
dencia de los personajes:

Jesús: el padre.

Pecadores: el hijo menor.

Fariseos (justos): el hijo mayor.

144
Todos necesitan ser rescatados

Ya hemos visto que no existen justos que no necesiten


arrepentirse, y en esta parábola queda en evidencia, pues no se
trata de una proporción de 1 de 2 para que nos dé un 50 por
ciento de perdidos, pues aquí son dos de dos, ambos, hermano
menor y hermano menor están perdidos.

El hijo menor puede resultar laxo, díscolo, desordenado e


irreverente. El mayor puede verse respetuoso, paciente, traba-
jador y moral. Pero ambos están profundamente perdidos y
solo uno de ellos se ha dado cuenta.

La oveja se pierde afuera, en el campo; la moneda se pierde


adentro, en la propia casa. De esa misma manera uno de los
hijos se nos muestra perdido fuera de la casa del padre y el
otro dentro de la misma. El hijo mayor no considera a su
hermano lo suficientemente santo, ni siquiera lo considera su
hermano, pues al hablar con su padre insiste en llamarlo “tu hijo”,
no obstante, su padre se encarga de recordarle que no están
hablando de un extraño, ¡son hermanos!

El hijo mayor ha reemplazado el amor por la condena.


Ha considerado su propio comportamiento y lo ha usado
como medida para juzgar qué tan digno es el pródigo y lo ha
encontrado en deuda. Tal vez tenga razón, pero no le
corresponde a él emitir juicios excluyentes, esa atribución le
correspondería al padre. En ese momento, hay una fiesta en
progreso y su hermano menor entra al banquete; él, por otra
parte, decide quedarse fuera. El hijo mayor debía coordinar a
los siervos en el servicio de las comidas, tal cual lo haría un
mayordomo, pero no entrará al banquete porque no quiere
servir al menor y al negarse, ha puesto en tela de juicio la
decisión de su padre al ofrecer reconciliación a su hermano.

145
metáforas | César Soto

Con tristeza observo que, con más frecuencia de la deseada,


los cristianos, la iglesia, nos hemos identificado con el hermano
mayor, tal vez no de manera absolutamente consciente, pero
hemos trazado un patrón de conducta y nos hemos encargado
de comunicarle al mundo que todo aquel que no se ajuste a
él, no es digno de la celebración del Padre. Hemos contem-
plado las muestras de amor de Dios sobre los rechazados y
hemos preferido escandalizarnos en vez de maravillarnos; hemos
reemplazado la alegría de la fiesta por la amargura de una auto
justificación que demanda a gritos el reconocimiento.

El padre sale de la fiesta a convencer con palabras de amor


a su hijo mayor, pero recibe de regreso palabras que parecier-
an reflejar una relación laboral y no filial. No le dice que le ha
amado todo este tiempo, le dice que le ha servido todo este
tiempo; ha definido su aceptación en términos de una
obediencia casi esclavista: “Nunca he desobedecido una de tus órdenes”;
aunque en ese preciso momento está desobedeciendo la única
orden que vale la pena obedecer: reconciliarse con su hermano.

El hermano mayor tiene tal sentido de superioridad que casi


se le puede escuchar gritar: “¡Esto no es justo!”, y ¿sabes qué?
¡Tiene razón! ¡No tiene que ser justo necesariamente! La gracia,
la misericordia, el amor, no son justos si pensamos en términos
de retribución. No es justo que alguien que ha desperdiciado
toda su vida tenga una segunda oportunidad; no es justo que
una madre siga recibiendo a su hijo drogadicto en casa luego
que él le ha robado todo para obtener dinero para comprar
más droga; no es justo que alguien, luego de tener una vida de
alcoholismo, ahora sea cristiano e intente cristianizar a otros;
¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no es justo!

La justicia puede ser un concepto difícil de entender si tan


solo atendemos a las definiciones del Derecho Romano que ha

146
Todos necesitan ser rescatados

inspirado nuestras legislaciones. ¿Es justo desobedecer una ley


de Dios? El evangelio de Mateo nos muestra un caso difícil de
entender de manera absoluta:

Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a


vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. (Mateo 1:19,
NVI)

La palabra traducida por justo es la voz griega dikaios, esta


palabra, en este contexto, significa “justo, bueno… con énfasis en lo
legal”,140 es decir, alguien que cumple la ley de Dios. Hasta aquí
todo bien, excepto que la misma ley de Dios no ordenaba un
divorcio secreto frente a un acto de adulterio. ¿Adulterio? ¡Claro!
Esa es la sospecha sobre María, pues ha quedo embarazada de
un hombre que no es su esposo. Dice en Deuteronomio:

»Si en una ciudad se encuentra casualmente un hombre con una joven


virgen, ya comprometida para casarse, y se acuesta con ella, llevarán a
ambos a la puerta de la ciudad y los apedrearán hasta matarlos... (22:23-
24, NVI)

José es llamado “justo” con énfasis legal, sin embargo, no


cumple la letra de la ley, sino que parece responder a una ley
superior, una de misericordia, de gracia y amor. Tal vez lo que
consideramos justo no siempre sea lo que Dios considera justo.

Me permito imaginarme al hermano mayor furioso y


vociferando: “Todo estaba bien hasta que regresó, no es
justo que ahora tenga que servirle”. El hermano mayor tiene un
grave problema: se cree demasiado bueno, no está dispuesto a
dejar sus méritos a un lado y dejarse amar y encontrar por su
padre. El hermano menor tuvo un gran problema: creyó ser tan
140 Alfred E. Tuggy. Léxico Griego Español del Nuevo Testamento. Editorial Mundo
Hispano, 1996. p.244.

147
metáforas | César Soto

malo, al punto de no considerarse digno de ser llamado hijo.


El padre tiene historias diferentes que contar, tiene brazos
abiertos para recibir y labios que no dejarán de besar a su hijo
hasta que este se convenza de que no queda otra alternativa
que bajar la guardia y rendirse a ese amor que excede todo lo
conocido. El padre saldrá de la fiesta no para exigirle a su hijo
que entre y cumpla con su deber —y puede hacerlo—, sino que
saldrá para hablarle con ternura y convencerle de entrar.

Imagina esto: un banquete, dispuesto con abundancia de


comida, toda la aldea está ahí, música y vino para alegrar el
corazón, y uno sentado ahí al que no le cabe en la cabeza el
perdón que ha recibido. Todo esto de un lado de la puerta. Y
del otro lado amargura, odio, resentimiento, y uno al que no le
cabe en la cabeza cómo es que su padre puede ser tan blando.
Un mismo evento interpretado de manera totalmente opues-
ta, dos mundos diametralmente polarizados, separados por una
puerta. Y lo peor de todo es que el que está del lado de esa
amargura infernal está ahí porque quiere. Podremos huir de mil
tentaciones, pero jamás de nuestro infierno personal... la mente.

Seguir a Jesús es redefinir todo lo que consideramos


conocido, seguir a Jesús es seguir al “menos santo de los san-
tos”, esto desde la perspectiva que nos dan nuestros ojos llenos
de vigas.

Come con los que nadie comería, comparte con ellos el cáliz
que irritaría los labios de los “justos”. Toca a los que nadie qui-
ere tocar, y al hacerlo les cambia la vida, les sana el alma aun
antes de sanarles el cuerpo. Ver la santidad con los ojos del
Nazareno es ver que la nuestra parece de papel. No huye de las
“malas influencias” ni de los lugares pecaminosos, se queda e
ilumina; se queda y sala la tierra; se queda y toca, libera; se queda
y destila amor por los que nadie quiere amar; se acuerda de los

148
Todos necesitan ser rescatados

olvidados y defiende a los vulnerables; se queda porque ama y


en ese amor recibirá y comerá con cuantos quieran aceptar su
amistad.

Nunca sabremos si el hermano mayor decidió entrar a la


fiesta para servir a su hermano, pero esto ya no es nuestro
problema. El nuestro es diferente. ¿De qué lado de la puerta me
quedaré yo? ¿De qué lado de la puerta te quedarás tú?

Preguntas para animar la conversación

1. En tu experiencia, ¿es posible ver hoy día el tipo de


polarización entre fariseos y pecadores? Piensa y comenta al
respecto.

2. Si pudieras construir al hermano mayor ideal, ¿qué


características tendría?

3. Con la creciente tendencia de la denuncia del “pecado”


y la “herejía” en redes sociales, ¿cuál crees que es el punto de
equilibrio entre el recibir con aceptación y la corrección?

4. ¿Cambia tu perspectiva el reflexionar que, delante del


Padre celestial, ni tú ni nadie está en una posición de mayor o
menor ventaja?

149
10
capí Conocer
es Vivir

tulo
Parábola
de los dos cimientos
Versión original
Mateo 7:24-27
Conocer es Vivir

»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es
como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las
lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa;
con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.
Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un
hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias,
crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se
derrumbó, y grande fue su ruina.»

153
metáforas | César Soto

Relectura

¿De qué sirve escuchar la más sublime enseñanza, las leyes


del Reino de los Cielos, solamente comparables a las recibidas
por Moisés en el Sinaí, para luego no hacer caso de ellas? Jesús
decide hacer una breve, pero contundente advertencia: “Las
enseñanzas que les he dado no son para hacer de ellas un
objeto de especulación, son para vivirlas, para que ellas se hagan
visibles a todos. Quienes las ponen por obra son semejantes a
un hombre previsor que cavó en la tierra todo lo necesario hasta en-
contrarse con una capa de rocas sólidas141 y sobre ellas fundó su casa.
Al cabo de un tiempo, fuertes tempestades se desataron en la
región, las lluvias cayeron con tal fuerza que el río se desbordó
y dio contra la casa; el viento era tan fuerte que desarraigaba
los árboles, pero esa casa se mantuvo firme y sus moradores
estuvieron a salvo, pues el fundamento era pura roca sólida.
Pero si alguno toma mis enseñanzas y hace cualquier cosa con
ellas, menos el ponerlas en práctica, entonces no es diferente
a un hombre que cuando quiso construir una casa, consideró
el terreno, y al verlo duro como el bronce142 y los cielos tan despe-
jados, nunca pensó que la lluvia llegaría en el futuro. Entonces
comenzó a construir en la superficie. Sin usar el tiempo nece-
sario para excavar, la casa se terminó en pocas semanas. El
verano143 pasó con rapidez y la temporada de lluvias llegó con in-
usual intensidad. El río creció y azotó esa casa con igual fuerza
que los destructivos vendavales que se desataron. El terreno
absorbió tanta agua que parecía una gelatina sobre la cual la casa
no pudo mantenerse en pie y cayó. La ruina de esa casa fue tal,
que no quedaron siquiera vestigios de ella”.
141 Lucas 6:48.
142 El suelo arcilloso de Israel era particularmente duro, esto era aún más evidente
en los veranos muy caluroso y aún más en tiempos de sequía, la que era interpretada
usualmente como un castigo divino. Ver Levítico 26:19, “cielo como hierro” y “tierra
como bronce” provee la simbiótica relación entre la falta de lluvias y un suelo árido
endurecido al extremo.
143 Verano era la época del año elegida por los lugareños para construir sus casas.

154
Conocer es Vivir

Reflexión y comentarios

“Ser un cristiano es menos acerca de evitar el pecado cautelosamente


y más acerca de hacer la voluntad de Dios valientemente y activamente”.

Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán.

Recuerdo una Navidad en la que organizábamos una


celebración para todo el vecindario en una iglesia que
pastoreaba. No eran muchas las manos dispuestas a cooperar en los
preparativos, algunos problemas de compromiso estaban
arraigados en la congregación desde hacía mucho, por eso
me sorprendió gratamente que al momento de pedirle a los
colaboradores estar el día de la celebración a las 5 de la tarde,
me dijeran que sería mejor a las 4. La velada era a las 6, así que
tendríamos bastante tiempo para organizar todo y esperar a los
vecinos que habían sido invitados. Ese día llegué un poco antes
y me dispuse a esperar al equipo de trabajo. Algunos tenían
a cargo la iluminación exterior, pues la celebración sería en el
patio de la iglesia; otros, el ayudar con las sillas; otros, ciertos
alimentos; y otros, algunas participaciones durante la liturgia.
A las 5 de la tarde yo ya me sentía un poco intranquilo, solo
mi esposa y mis hijos estaban ayudando. A las 5:45 quedaba
muy poca luz solar y no teníamos forma de iluminar el patio.
Una de las vecinas nos prestó la lámpara que usaba en su dormi-
torio y la instalamos. A las 6 de la tarde no habían llegado ni los
colaboradores ni los invitados, yo estaba francamente decep-
cionado. Todo había sido planeado con cuidado, no era algo
complejo, pero ese sencillo plan parecía desmoronarse frente a
mis ojos. Eran las 6:30 de la tarde cuando decidí, con un nudo
en la garganta, que no era buena idea realizar el evento. Apenas
comencé a recoger las cosas, pude ver a lo lejos a algunas
Ver: Kenneth Bailey. Jesús a través de los ojos del Medio Oriente. Grupo Nelson, 2012.
p.323.

155
metáforas | César Soto

familias que se asomaban, ¡venían a la celebración y solo


estaba mi familia para recibirlos! Solté lo que tenía en las manos
y me dispuse a darles la bienvenida. La gente comenzó a lle-
gar, pero nadie de los que había comprometido su colaboración
llegó a tiempo. Todas las sillas se llenaron; cantamos villancicos,
tuvimos varias lecturas bíblicas y reflexionamos en la
importancia del nacimiento de Jesús. Recuerdo que hablamos de
Jesús como refugiado político en su viaje a Egipto. Oramos para
finalizar, todo a la luz de una tenue lámpara de dormitorio… y
terminamos. Minutos después, llegó apenas un par de aquellos
“colaboradores”, del resto no tuve noticias.

¿Qué puede hacer a una persona comprometerse a hacer


algo que afectará a terceros, asegurar que estará en un lugar a
cierta hora, y luego no hacerlo? ¿Qué pasa cuando ni siquiera se
expresan las excusas del caso?

Ciertamente, existe una gran diferencia entre decir que se


hará algo y hacerlo. Nuestra boca suele emitir voluntades que
no siempre están enraizadas en el compromiso. Esta parábola
se encuentra al final de la composición mateana del “Sermón
de la montaña”, un pasaje paralelo de la parábola se encuentra
en Lucas al final del “Sermón de la llanura”. ¿Montaña o llanu-
ra?, es imposible no notar el contraste entre estos dos “arreglos
compositivos”, pero quiero enfocarme en la parábola. Esta es
dicha al final de un sermón que establece pilares importantes
del cómo son las cosas en el reino que se ha acercado. Es un
recordatorio que exhorta a los lectores y oidores de la parábola
a poner por obra aquello que les ha enseñado Jesús. Saber qué
hacer y no hacerlo es peor incluso que la ignorancia.

El célebre pastor y activista estadounidense, Martin Luther


King, dijo en cierta ocasión:

156
Conocer es Vivir

Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los


perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.

En la parábola del buen samaritano ya pudimos ver qué


tanto daño hace el que perpetra un acto de maldad, como
aquellos que, pudiendo reparar ese daño, prefieren quedarse
al margen. Da la impresión que preferimos saber lo correc-
to, lo sano, lo doctrinalmente saludable, pero no parece que
conectemos todo eso con la praxis correcta. No al menos con
la frecuencia esperada.

“...y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.

En medio de la posmodernidad que vivimos o de esta


extensión de la modernidad (proyecto inacabado),144 como algunos
prefieren llamarla, el tema de la verdad es una cuestión que ha sido
altamente cuestionado. De la modernidad heredamos el querer
darle a todo un valor absoluto que permita elaborar una verdad
y que esta sea válida en cualquier contexto. Un ejercicio ingenuo
tal vez, pero usado con mucha frecuencia en la iglesia moderna.145

Pero en la teología de Jesús, ¿Qué es la verdad?

Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo:
—Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. (Juan 8: 31-32, NVI)

He querido incluir este pasaje del evangelio de Juan porque veo


en él una profunda conexión con la parábola que estamos viendo.

144 Jürgen Habermas. El discurso filosófico de la modernidad. Introducción. Taurus


Ediciones, 1989.
145 El uso de la palabra “moderna” hace referencia al tipo de iglesia construida con
base en los paradigmas de la modernidad. Sugiero la lectura Retos y Oportunidades
para la Iglesia de Hoy de Justo L. González, Editorial Mundo Hispano.

157
metáforas | César Soto

Estos versos nos hablan de algunas cosas que quiero dejar or-
denadas como una lista:

1. Jesús les habla a aquellos que han creído en él.

2. Les dice que mantenerse fiel a sus enseñanzas les hará


verdaderamente sus discípulos.

3. Que conocerán la verdad y ésta les hará libres.

Dejando a un lado el hecho base de que se trata de una


palabra dada a los que han creído en Jesús, podemos ver una
fuerte conexión entre el mantenerse fiel a las enseñanzas de
Jesús y este conocer la verdad que les hará libres. La Traducción
en Lenguaje Actual (TLA) traduce el verso 31 de la siguiente
forma:

“Si ustedes obedecen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis


discípulos”.

El acento en esta traducción deja aún más claro que se


trata de obedecer, es decir, poner por obra las enseñanzas.
Luego, el verso 32 incorpora una palabra que es muy ilumina-
dora de todo el mensaje, la palabra “conocer” o “conocerán”.
Esta palabra ha sido traducida de la voz griega ginosko, que sig-
nifica “llegar a conocer a través de la experiencia personal, tener
un conocimiento de primera mano”. Debido a este sentido de
conocimiento íntimo y personal, esta es la palabra usada como
eufemismo en el texto bíblico para hablar de una relación sexual:

“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco


varón”. (Lucas 1:34 RV60)

El obedecer es una cuestión práctica que el evangelista vincula

158
Conocer es Vivir

innegablemente con el conocer la verdad. Este conocimiento


nada tiene que ver con una cuestión estrictamente cognitiva,
no se trata de memorizar versículos bíblicos, tampoco tiene que
ver con aprender ciertos catecismos ni con recitar de memoria
los puntos doctrinales claves de la fe cristiana. Todo lo mencio-
nado se puede hacer y puede ser correcto, pero el mensaje del
texto no tiene que ver con eso. La verdad no es para ser enten-
dida racionalmente, la verdad es para ser vivida.

Simon Sinek, un orador motivacional muy reconocido, autor


y consultor de mercadotecnia, explica en una de sus charlas la
forma en que intentamos inspirar a la gente a hacer las cosas,
versus el cómo lo hacen los grandes líderes. Lo explica dibujan-
do círculos concéntricos en donde señala que, usualmente, les
decimos lo que deben hacer (círculo más grande), de la forma
cómo deben hacerlo (círculo mediano) y finalmente el por qué
deben hacerlo (círculo central). De esta forma lo hacen miles
de empresas que intentan vender sus productos: hablan de lo
que quieren venderte, por ejemplo, autos (el qué), de la mara-
villosa forma que están construidos (el cómo), para luego lograr
conectar al consumidor con el propósito que tienen, aparte del
económico (el por qué). Sinek señala que las grandes empresas
y los grandes líderes invierten el orden y recorren los círculos
de dentro hacia afuera. Primero conectan con el propósito, dan
a conocer el por qué hacen lo que hacen; luego con la forma
en que lo hacen; y finalmente con el llamado a la acción. Sinek
también señala que esto tiene una correspondencia con la
biología. Al hacer un corte horizontal del cerebro y mirarlo des-
de arriba, se puede observar que el neocortex, la capa externa
del cerebro, está conectada con el “qué”, lo racional y analítico
en nuestro pensamiento y también controla la comunicación
verbal. Pero al ir más al interior, se observa el sistema límbico
del cerebro, este está relacionado con los sentimientos y los
instintos, también es responsable por el comportamiento

159
metáforas | César Soto

humano y las decisiones que tomamos; esta parte del cerebro no


controla el lenguaje. Finalmente, Sinek explica que es fácil co-
municarnos con alguien apelando al neocórtex, llenando al cere-
bro con información, análisis de datos y palabras que pueden
impresionar, no obstante, esto no condiciona el comportamien-
to,146 es decir, se puede saber exactamente lo que tenemos que
hacer, podemos verbalizarlo, es más, podemos enseñarlo ¡y no
hacerlo! Por el contrario, cuando la comunicación apela a la
parte más interna, al “por qué”, entonces puede avanzar ha-
cia afuera colectando más información que le brinde sustento,
pero, finalmente, produciendo cambios en el comportamiento.
Las decisiones instintivas, esas que vienen “de adentro”, son
tomadas por el sistema límbico, y debido a su “incapacidad”
verbal, es que a veces “no tenemos palabras” para explicarlas.
No bastan todos los datos correctos para tomar una decisión,
muchas veces se necesita “sentirla”. ¿No es eso curioso?, es el
tipo de “sentimiento” que hace que queramos seguir a alguien
o sumarnos a un movimiento.147

Volvamos al pasaje de Juan. La gente ha creído en Jesús, Él


les ha hablado directo a su ser interior, quieren seguirle, quieren
ser sus discípulos, Jesús les ha inspirado a vivir un nuevo tipo de
vida, ahí está el “por qué”. Jesús les dice “sigan mis enseñanzas
y entonces ustedes sabrán desde la médula de sus huesos, desde
el fondo de su corazón, que esto es verdad”. Dicho de otra for-
ma, les está diciendo: “¡Hey!, no necesitan todos los datos que
la religión establecida les está dando, todos los mandamientos y
prohibiciones que son más largas que la Torá; síganme y vivan
mi evangelio, comprueben que este mensaje es verdadero, vivan
la experiencia de primera mano”.
146 Respecto de mi experiencia de “Navidad”. Tal vez ese haya sido mi error, no
llegar a inspirar para producir un comportamiento.
147 Puedes ver la conferencia de Simon Sinek en Youtube, búscala como “How great
leaders inspire action”.

160
Conocer es Vivir

Déjame darte un ejemplo más. Hablemos del perdón.


Qué tal si nos disponemos a aprender todo respecto del per-
dón. Aprendemos las palabras en griego, en hebreo, analiza-
mos las distintas implicaciones, la frecuencia con la que se debe
perdonar y cómo debemos pedir perdón; vamos a con-
gresos sobre el perdón, aprendemos tanto que ahora somos
capaces de dar conferencias sobre el perdón. Cierto día, nos
enfrentamos a una situación en la que debemos perdonar…
pero nos resistimos y no perdonamos. La pregunta es, ¿qué
sabemos del perdón? La triste respuesta es que no sabemos
nada, no lo conocemos, somos como sordos letrados tratando
de describir la Sinfonía Nº9 de Beethoven.

Conocer es Vivir.

Preguntas para animar la conversación

1. Esta no es una pregunta, es un consejo: Cuando escuch-


es un sermón, una enseñanza, piensa en lo siguiente: ¿Qué es
lo que más impactó mi corazón de esta charla? ¿Cómo tradu-
cir esto que me impactó a acciones concretas? Enumera esas
acciones. Si haces este ejercicio con frecuencia, pronto será
mucho más sencillo ponerle acciones a las palabras que nos
inspiran.

2. ¿Qué pensamientos vienen a tu mente cuando


consideras que “conocer la verdad” no se trata de la acumulación
de conocimiento y “sana doctrina”, sino de poner en práctica
las enseñanzas de Jesús?

3. Considerando las observaciones de Sinek, ¿cómo


podríamos cambiar nuestra forma de exponer el texto bíblico,
a fin de poder inspirar cambios reales que se traduzcan en un
comportamiento genuino?

161
11
Apenas
capí les alcanza
para
comer
tulo Parábola
de los obreros
en la viña
Versión original
Mateo 19:30-20:1-16
Apenas les alcanza para comer

Pero muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos


serán primeros.

»Así mismo el reino de los cielos se parece a un propietario que salió


de madrugada a contratar obreros para su viñedo. Acordó darles la paga
de un día de trabajo y los envió a su viñedo. Cerca de las nueve de la
mañana, salió y vio a otros que estaban desocupados en la plaza. Les
dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo, y les pagaré lo
que sea justo.” Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía y a la
media tarde, e hizo lo mismo. Alrededor de las cinco de la tarde, salió y
encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué han
estado aquí desocupados todo el día?” “Porque nadie nos ha contratado”,
contestaron. Él les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo.”

»Al atardecer, el dueño del viñedo le ordenó a su capataz: “Llama a


los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados
hasta llegar a los primeros.” Se presentaron los obreros que habían sido
contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un
día. Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban
que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un
día. Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario. “Estos
que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dije-
ron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso
del trabajo y el calor del día.” Pero él le contestó a uno de ellos: “Amigo, no
estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar
por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo
mismo que te di a ti. ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con
mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?”

»Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.

165
metáforas | César Soto

Relectura

Pero muchos de los que hoy son importantes, en el día final


serán los menos importantes. Por el contrario, aquellos que hoy
parecen los más insignificantes, en el día final serán los más
importantes.

El reino de Dios se parece al dueño de un viñedo que, a


pesar de tener a su capataz para realizar las contrataciones de
trabajadores, decide ir personalmente, muy de madrugada, a la
plaza del pueblo a contratar obreros para su viña. En ese lugar,
desde que sale el sol, los hombres desesperados por trabajar
se reúnen a la espera de que algún rico les emplee. A las 6 de
la mañana encontró a algunos y acordó con ellos pagarles el
salario de un día de trabajo, es decir, una moneda de plata, lo
suficiente para el sustento diario de una familia. A las 9 de la
mañana regresó a la plaza, y al ver que aún habían hombres
desocupados, les dijo: “Vayan a trabajar a mi viña y recibirán
lo que sea justo”. ¿Trabajar sin establecer la tarifa? Cuando un
hombre de la comunidad se ha ganado el respeto, entonces
sabes que cumplirá su palabra con justicia.148 Este hombre
regresó a las 12 del día y a las 3 de la tarde en búsqueda de
trabajadores, y a todos ellos les ofreció el pago justo por su
trabajo. Finalmente, a las 5 de la tarde, cuando ya solo queda-
ba una hora productiva, regresó una vez más a la plaza ¡y en-
contró hombres aún a esa hora! ¿Qué tan necesitado debe de
estar una persona, que ve que el día de trabajo ya se ha ido sin
que nadie le contrate, y aún decide quedarse hasta el último
minuto para ver si al menos logra comprar algo de pan para
los suyos? Nadie les había contratado, estaban dispuestos a trabajar
y estuvieron esperando todo el día, pero nadie llegó a requerir de ellos.149
148 Estos trabajadores habrían esperado recibir menos que el salario de un día com-
pleto. Craig S. Keener. Comentario al Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.93.
149 Acá se ha tomado una decisión exegética frente a la situación de los traba-

166
Apenas les alcanza para comer

A estos, el dueño de la viña simplemente les dijo: “Vayan a


trabajar a mi viña”. No les dijo “les pagaré lo que sea justo”
ni nada, a estos simplemente les dijo “vayan...”. Tal vez con la
esperanza de recibir muy poco dinero por una hora de trabajo,
estos hombres fueron y se dispusieron a trabajar.

Ya a las 6 de la tarde, el dueño del viñedo llamó a su


capataz y le dio instrucciones de hacer los pagos diarios
correspondientes,150 pero hubo una indicación importante: “Págales
primero a los que llegaron último y así hasta llegar a los primeros”.
Vinieron los obreros de la última hora, y para sorpresa de todos
recibieron el pago completo de un día de trabajo, una moneda
de plata. Con una alegría que les desbordaba el pecho regre-
saron a sus casas. De la misma manera ocurrió con los traba-
jadores de las 3 de la tarde, con los del mediodía y con los de las
9 de mañana, todos ellos recibieron el pago de un día completo
de trabajo. Los que fueron contratados primero, cada vez que
observaban que a los trabajadores de las otras horas no se les
aumentaba el dinero de manera proporcional, comenzaron a
inquietarse. Ellos habían asumido que su pago sería mayor, a
pesar de que fue a estos y a nadie más con quienes se pactó
específicamente el monto del pago. Cuando les llegó el turno
y recibieron una moneda de plata cada uno, se enfurecieron y
comenzaron a murmurar entre ellos, hasta que uno se atrevió
a reclamar en nombre de todos: “¡Se ha producido una injusti-
cia! No es posible que a los que llegaron al final de la jornada
se les pague lo mismo que se nos ha pagado a nosotros que
estuvimos todo el día trabajando bajo el sol abrasador”. Pero el
dueño de la viña le contestó: “¿Injusticia?, ¿has dicho injusticia?
¿cuál es la injusticia acá? Te aseguro que ninguna injusticia se ha
cometido contigo y tus compañeros. ¿Te traje engañado?
jadores que permanecen sin contratar a las 5 de la tarde. Algunos eruditos, entre ellos
J. Jeremías, piensan que estos están sin trabajar porque son holgazanes. Otros como
Bailey y Fricke, ven la situación que se ha descrito en esta relectura.
150 Deuteronomio 24:14-15.

167
metáforas | César Soto

¿Te mentí acaso respecto de lo que ibas a ganar?”. Y mirando


al resto dijo: “Ustedes fueron los únicos que sabían cuánto iban
a recibir al final de este día, todos los demás vinieron porque
confiaron en que yo actuaría conforme a mi justicia al momen-
to de pagarles. ¿Saben qué?, ¡tomen su dinero y váyanse de mi
viña! Tengo el derecho absoluto de darle mi dinero a quien yo
quiera y en la cantidad que yo quiera… ¡Oh! Esperen, una pre-
gunta para ustedes: ¿Están ustedes envidiosos de mí porque he
decidido actuar con generosidad o envidiosos de los otros
trabajadores que se llevaron a casa lo mismo que ustedes?
¿No será que sus ojos están llenos de avaricia?151¿Acaso no
saben que ellos tienen familias que necesitan alimentarse y a las
que apenas les alcanza esa moneda de plata para hacerlo?”.

Los que hoy son tratados como los más insignificantes, en


el día final serán los más importantes, por el contrario, los que
hoy se creen que son los más importantes, en el día final serán
los menos importantes.

Reflexión y comentarios

“La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política”.

Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos.

Los días en la casa de los Soto Alvear, mi familia, nunca son


iguales. Es imposible que así sea porque entre mi esposa y yo,
nuestros tres hijos, y las mascotas de la casa, siempre surgen
anécdotas. Tengo tres hijos de personalidades muy fuertes y
de edades muy diferentes, siempre ponen a prueba la paciencia
151 “Tienes envidia”, literalmente, “¿es malo tu ojo?”. Esta expresión significaba un
“ojo avaro”. Prov. 28:22: “Apresúrase á ser rico el hombre de mal ojo; Y no conoce que le
ha de venir pobreza”. (Reina Valera Antigua)

168
Apenas les alcanza para comer

y creatividad de mi esposa y la mía. Los reclamos más


frecuentes, sobre todo de parte del menor, tienen que ver con
lo que es justo y lo que no es justo. Él, desde sus cinco años de
edad, tiene análisis de la realidad que son mucho más simples
que el resto de sus hermanos. Ellos, a pesar de tener pensamien-
tos similares al de su hermano menor sobre lo que es justo e
injusto, han aprendido a esperar un poco y ver qué terminan
haciendo papá y mamá.

Hace tiempo decidimos mi esposa y yo que no nos con-


centraríamos en intentar ser justos en la forma más común
que hemos visto en las familias, sino que intentaríamos ser
equitativos. Me explico, si mi hijo mayor necesita un par de
zapatos, se los compro, pero no tengo absolutamente ningu-
na presión de tener que compensar esa compra de zapatos
adquiriendo alguna otra cosa para el resto de mis hijos.
Se compra porque hay una necesidad, no porque hay
favoritismo. De igual forma en los cumpleaños,
los regalos, muchos o pocos, son para el festeja-
do y no hay “regalos de consuelo” para el resto,
ellos deben de aprender a experimentar gozo en la alegría de
los demás sin recibir una compensación material. Incluso hay
regalos frente a los cuales son animados a que los compartan
con el resto de sus hermanos, no solo en beneficios, también en
responsabilidades. Un ejemplo es “Pancho”, nuestro
perro salchicha, que fue un regalo de cumpleaños para Matías
hace tres años; sin embargo, todos mis hijos cuidan a Pancho,
léase “cuidan” en el sentido de sacarlo a pasear, limpiar sus
desechos orgánicos del balcón, darle de comer, y demás. Todos
participan, todos deben hacerlo. Hemos tenido buenos
resultados, pero nos ha costado años de evitar el camino fácil
de darles todo lo que quieren y de la forma en que lo quieren,
porque como seres humanos todos tenemos la tendencia a de-
mandar lo que consideramos justo, que traducido en idioma

169
metáforas | César Soto

honesto es: todo lo que egoístamente creo que me correspon-


de tener. Viene al caso aclarar que nuestro sistema no es per-
fecto, muchas veces nosotros, papá y mamá, hemos cometido
flagrantes injusticias que han sido imposibles de maquillar y que
nuestros hijos han sido prestos en señalar. Somos humanos.

¿Qué es lo justo? En las reflexiones del capítulo Todos


necesitan ser rescatados, hago un análisis medianamente detallado
e intento responder la misma pregunta. Te animo a consultarlo.
No quisiera redundar en el tema; no obstante, cuando los tra-
bajadores de la primera hora comienzan a reclamar por lo que
consideran es un trato injusto, sus palabras parecieran que son
parte del mismo coro del cual procede el hermano mayor en la
parábola del hijo pródigo. Este reclama por lo que considera
es un derroche sobre alguien que no lo merece, en tanto estos
trabajadores reclaman porque el derroche se ha realizado sobre
trabajadores que trabajaron mucho menos que ellos. El argu-
mento de fondo parece ser el mismo: “Yo merezco un trato
mejor porque me he esforzado más, porque me quedé en casa
mientras el otro se fue, porque estuve todo el día trabajando
mientras los otros estaban parados en la plaza”.

En la gramática hebrea existe una figura literaria llamada


inclusio, este es un recurso que busca, de manera sutil, y en
otras de manera más evidente, darle un marco referencial a una
enseñanza. Un inclusio no muy evidente está en el mismo libro
de Mateo y encierra en un marco todo el libro. Al inicio del
libro en el verso 23 del capítulo 1 dice:

«La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán


Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»). (NVI)

Luego, al final del libro, en el capítulo 28, el verso 20 dice:

170
Apenas les alcanza para comer

enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les


aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

El libro comienza afirmando la presencia de Dios entre la


humanidad; el libro cierra confirmando que esa promesa se
extiende hasta el fin del mundo. Este tipo de detalles literarios
no son cuestiones del azar, hay una clara intención de parte del
evangelista que compone y da estructura a estos textos.

El inclusio que tenemos en esta parábola es más eviden-


te, aunque contiene una inversión. Vale la pena aclarar, para
aquellos que lo desconocen, que los manuscritos de los
cuáles se realizan las traducciones a las lenguas vernáculas no
contienen perícopas152 (los títulos que vemos en negrita en la
Biblia) ni tampoco una división por versículos. Cada libro se des-
pliega como una gran sábana que deja fluir el texto sin estorbos.
Hago la advertencia para que no se asusten porque tomamos
un versículo del capítulo anterior. El capítulo 19 termina con la
siguiente frase:

Pero muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos


serán primeros.

Mientras que la parábola cierra en el verso 16 del capítulo


20 con:

»Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.

No son pocos los eruditos que afirman que estos refranes


fueron añadidos con posterioridad por el evangelista y que no
pertenecen a la parábola tal y como salió de la boca de Jesús,153
152 En retórica, “perícopa” es un concepto que designa a un grupo de versos con un
sentido unitario coherente. Meinolf Schumacher. Perikope” Vol.3. pp. 43-45.
153 J.D. Crossan. En Parábolas. pp.112-114. Hans Weder. Die Gleichnisse Jesu als
Metaphern. p.219. Crisóstomo. Homilías sobre Mateo 64.3, 4.

171
metáforas | César Soto

tal afirmación cuenta con excelentes argumentos y no debi-


era significar un problema, siempre y cuando tengamos pre-
sente que esos refranes están ahí por alguna razón, como ya he
dicho, una motivación teológica que debemos intentar observar.
El refrán tiene un antecedente en una creencia que la mayoría
de los judíos tenía sobre el juicio final, que en aquel día Dios
pondría las cosas en orden, los gentiles serían humillados e
Israel sería exaltado.154 Israel había pasado por siglos de
dominación imperial en dominación imperial, babilónicos,
medo-persas, griegos y ahora romanos. Los judíos sienten
con justificada razón que ellos han estado en los lugares del
final, ellos son los postreros que un día llegarán a ser primeros.
Desafortunadamente, el pertenecer a los que son oprimidos no
hace que estos se ubiquen inmediatamente dentro de los que
poseen la razón en todo.

Es triste decirlo, pero quienes históricamente han


sido oprimidos y han reclamado por la reivindicación
de sus derechos, con frecuencia han cometido similares
atrocidades con otros. Pero, ¿a quiénes podría oprimir un pueblo
ya oprimido? Política y religión son dos buenos candidatos para
ejercer opresión. Ya que el espacio para la política está
ocupado, entonces nos queda el religioso. Cualquiera que
no cumpliera con las interpretaciones de la ley que dictaran
fariseos y expertos en la ley, sería blanco de las críticas y
condenas. Desde simples personas que se esforzaban en
cumplir la ley, pero tenían dificultades para hacerlo (pastores,
curtidores y otros oficios que se consideraban inmundos),155 hasta
publicanos, adúlteros, prostitutas, enfermos y otros pecadores,
todos ellos serían señalados por los paladines de la religiosidad
correcta como indignos de la salvación y, además, se
154 Craig S. Keener. Comentario al Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.93.
155 Roberto Fricke. Las Parábolas de Jesús. Editorial Mundo Hispano, 2005. p.151.

172
Apenas les alcanza para comer

les culparía, por extensión, de la actual situación socioeco-


nómica que vivía la nación. Brian Mclaren, interpretando a los
fariseos, lo expone de la siguiente manera:

Si hubiera más gente justa como nosotros y menos pecadores en


la población, es decir, menos prostitutas, borrachos y cómplices de los
romanos, entonces Dios pondría fin al dominio romano. ¡Es por culpa de
esos pecadores pertinaces que seguimos bajo el talón de la bota romana!
Pureza y rigor religioso, ¡esa es la solución! 156

Jesús usa estas frases de los primeros y los últimos, que


harían mucho eco en la gente que le seguía y que le perseguía,
pero hackea su sentido cambiando a los protagonistas. Mateo
21:31 dice:

…—Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas


van delante de ustedes hacia el reino de Dios. (NVI)

¿Cómo? ¿Que van delante al reino de Dios? Es una forma


de decirles: “¿Creen que en el día final ustedes serán primeros?
Malas noticias, ¡las prostitutas se les adelantaron!”.

Otro pasaje que tiene relación con esto es el que nos habla
de la puerta estrecha. El relato está en Mateo 7:13-14:

»Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso


el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero
estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos
los que la encuentran. (NVI)

Lo disruptivo de este mensaje es que es dado a una nación


que ha desarrollado la idea de una salvación colectiva basada

156 Brian Mclaren. El Mensaje Secreto de Jesús. Grupo Nelson, 2006. p.18.

173
metáforas | César Soto

en su antecedente étnico-religioso.157 Básicamente el tema se


reduce a que Israel sería salvo en bloque, es decir, el camino que
conduciría a la salvación para ellos sería un camino densamente
transitado, ¡la nación entera lo transita! Por el contrario, Jesús
les dice a aquellos que creen que por tener la raza y la religión
correcta de seguro han de estar adentro, que al parecer están
afuera. Es más, les invita a “entrar”, al igual que Juan el Bautista
que les invita a bautizarse tratándoles, por implicación, como
paganos, pues el bautismo estaba prescrito para los prosélitos,
es decir, paganos conversos al judaísmo. Las sutilezas de los
discursos de Jesús han de haber hecho que la bilis de sus detrac-
tores hirviera.

La parábola, entonces, está dentro de este paréntesis que


ha creado el inclusio con el 19:30 y el 20:16, por lo tanto, la
intención teológica del evangelista es que veamos la parábola a
la luz de estos límites que se han trazado.158

La parábola representa un rechazo vigoroso del punto de vista que


Jesús encontraba prevaleciente entre los pietistas de su tiempo. La creencia
de que Dios galardonaba a los hombres por la observancia de la Ley había
evolucionado en la doctrina de que, por medio del cumplimiento escrupuloso
de los mandamientos de la Ley… los hombres podían acumular un tesoro
de mérito para que pudieran reclamar para sí una recompensa rica en la
vida futura.159

Una advertencia es necesaria, cada vez que usemos palabras


para definir atributos de Dios, es importante entender que estas
son solo palabras humanas que tienen un sentido limitado, esas
palabras no limitan a Dios a menos que nosotros lo hagamos
157 Juan 8:33.
158 Además de considerar el inclusio, es posible considerar la parábola como un
complemento de la respuesta a la pregunta de Pedro registrada en Mateo 19:27.
159 B.T.D. Smith. The Parables of the Synoptic Gospels. Cambridge: The University
Press, 1937. p.186.

174
Apenas les alcanza para comer

en nuestra mente. De tal manera que, si lo hacemos a nivel


imaginativo, el Dios que terminemos creando será un ídolo que
admite ser condicionado por la amplitud o estrechez de nues-
tro léxico. ¿Qué quiero decir con esto?, que pese a que hable-
mos de que Dios es justo o que usemos un antropopatismo160,
como cuando decimos que Dios siente ira, esa justicia o esa ira
de Dios es apenas descriptiva de algo que nosotros como hu-
manos no estamos en condiciones de aprehender.

Esta parábola muestra la igualdad que tenemos todos para


con Dios, sin importar nuestros méritos, sin importar si el
trabajo fue desde las 6 de la mañana o desde las 5 de la tarde.

Veo una razón por la cual en la parábola el pago comienza


por los de la última hora. Tal vez el dueño de la viña quiere
que los de la primera hora observen lo que ocurre. ¿Quiere
despertar en ellos asombro? ¿Un asombro tal que les haga querer
imitarlo? Es posible, pero ¿qué obtiene?: ojos de avaricia,
envidia, y un reclamo solapado de un trato que les ha parecido
injusto. ¡Ay!, la gracia puede ser algo verdaderamente irritante
para tantas personas. Bailey hace una relectura de las palabras del
dueño de la viña hablándole a los trabajadores de la primera hora:

Ustedes quieren más para sí mismos. Yo he elegido dar más de mí


mismo. Ustedes quieren ser más ricos al final del día. Yo he elegido ser más
pobre.161
160 Un antropopatismo es una variación sicológica de un antropomorfismo. Un
antropomorfismo es una figura gramatical que le asigna cualidades humanas a algo,
a Dios en este caso: “Dios se levanta… la mano del Señor… el ojo de Dios”, etcétera.
Antropopatismo es, entonces, cuando se le asignan emociones humanas como ira,
rabia, arrepentimiento, amor, etcétera. Todas ellas, aunque sublimadas por el uso
descriptivo de Dios, son solo aproximaciones desde el lenguaje y permiten que
nosotros podamos entender el mensaje cuando hablamos de Dios. Dicho esto, es
bueno aclarar que para los escritores del texto bíblico lo más probable es que estos
antropomorfismos y antropopatismos sean más reales y menos metafóricos de lo que
son para nosotros.
161 Kenneth Bailey. Jesús a través de los ojos de Medio Oriente. Grupo Nelson, 2012.

175
metáforas | César Soto

Un empleador compasivo, uno que ha ido cinco veces a


la plaza a buscar trabajadores, uno muy similar al que abre la
mesa de su banquete para llenarla con todos los rechazados.
¿Existe un relato cristológico en esta parábola? Ciertamente
así, no creo. El dueño del viñedo va personalmente, pudiendo
haber enviado a su capataz, va y muestra gracia, misericordia,
compasión… y nos ofrece una demostración de justicia que
sigue siendo perturbadora.

Una advertencia parece flotar en el aire, aterricémosla.


En ocasiones, los seguidores de Cristo no distamos mucho
de los trabajadores de la primera hora, o del hijo mayor, o
del fariseo frente al publicano. Pensamos que tenemos todo
lo necesario para agradar a Dios: tenemos el libro correcto,
las doctrinas correctas, las prácticas correctas, los esfuerzos
correctos… y tal vez sea cierto, o tal vez tengamos de nosotros
una percepción un poco alta; pero nunca jamás ninguna de
estas cosas podrán convertirse en argumentos delante de Dios
para obtener su favor. No fueron argumentos válidos para
ninguno de los trabajadores, hijos o fariseos, tampoco lo serán
para nosotros.

Ese es el escándalo del amor de Dios, se abre para un


piadoso Simeón162 en el templo cuando apenas comienza la vida
de Jesús; se abre para un ladrón163 ad portas del último aliento del
Nazareno; se abre para nosotros y se abrirá para otros, aun para
aquellos que consideramos indignos.

En el día final todo tendrá el orden que debió tener siempre,


un orden que no está basado en las obras que pudimos haber
hecho, sino el orden que dicta la gracia y el amor de Dios.
p.361.
162 Lucas 2:25-30.
163 Lucas 23:42.

176
Apenas les alcanza para comer

Preguntas para animar la conversación

1. Si la recompensa no es la motivación para servir a Dios,


¿cuál crees que sea?

2. ¿Cómo podemos cambiar la tendencia de crítica sobre


otros, y de superioridad sobre nosotros, que tanto daño le ha
hecho a la predicación del evangelio? (Acciones concretas).

3. ¿De qué manera concreta hacemos sentir como


marginales a otros?

4. ¿De qué manera hacía sentir Jesús a los marginales?

177
12
capí
Falta un
invitado
en la fiesta

tulo Parábola
de las
monedas de oro
Versión original
Mateo 25:14-30
Falta un invitado en la fiesta

»El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender
un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco
mil monedas de oro, a otro dos mil y a otro sólo mil, a cada uno según su
capacidad. Luego se fue de viaje. El que había recibido las cinco mil fue en
seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil. Así mismo, el que recibió
dos mil ganó otras dos mil. Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo
en la tierra y escondió el dinero de su señor.

»Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló


cuentas con ellos. El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las
otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas.
Mire, he ganado otras cinco mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien,
siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más.
¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Llegó también el que recibió dos
mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas.
Mire, he ganado otras dos mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien,
siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más.
¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”

»Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. “Señor —


explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no
ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. Así que tuve miedo, y fui y
escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.” Pero su
señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho
donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? Pues debías haber
depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido
con intereses.

»”Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. Porque
a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene
se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la
oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.”

181
metáforas | César Soto

Relectura

El tiempo es un recurso volátil, cuando se escapa de las manos


ya no regresa. Los plazos se cumplen y hasta la más larga espera
llega a su fin eventualmente.

“El reino de Dios se parece a esta situación: Un hombre


muy rico debía realizar un largo viaje y no podía dejar sus bienes
sin atender, por esa razón llamó a tres de sus más confiables
siervos. Este hombre conocía muy bien las capacidades de cada
uno de ellos y de acuerdo a esas capacidades les encomendó
ciertas cantidades de dinero. A uno de ellos le entregó el
equivalente a cincuenta mil salarios diarios; al segundo otros
veinte mil; y a último 10 mil salarios diarios.164 Una vez que
este hombre le expresó a sus siervos la responsabilidad que
significaba esta encomienda, emprendió el viaje.

Los tres han recibido cantidades que pueden considerarse


pequeñas fortunas, pero uno de ellos no lo ha visto así.
Los primeros dos fueron rápidamente y negociaron con
el dinero y lograron duplicar las cantidades que les fueron
asignadas; el tercero de ellos… bueno, el tercero simplemente
fue y enterró todo el dinero.

Todo tiempo de espera llega a su fin, y a pesar de que el


viaje del señor de estos siervos fue muy largo, un buen día
regresó a casa. La casa se vistió de fiesta y los preparativos
de un gran banquete de bienvenida comenzaron a tomar
forma. Pero había asuntos importantes que resolver primero.
164 Craig S. Keener. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia, Nuevo Testamen-
to. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.112.
Personalmente creo que expresar los encargos en términos de “salario diario” nos
puede dar una idea más exacta de la responsabilidad delegada. Los valores financieros
son dinámicos, dependen de la cultura, la época, las condiciones macro-financieras
del país, etcétera. Un elemento más aterrizado como el ingreso diario resulta mucho
más ilustrativo.

182
Falta un invitado en la fiesta

Antes de entrar a la celebración, era necesario arreglar


cuentas con los siervos a los que les había encargado su dinero.
Los dos primeros dieron excelentes reportes y su señor les dijo:
“Han sido fieles y diligentes con lo que les encargué, esto me
confirma que pueden administrar mucho más de lo que ya les
había confiado, ya hablaremos de eso, ahora pasen a la fiesta
y alegrémonos juntos”. Lamentablemente la satisfacción dura
poco, pues al último de sus siervos, al que le confió los diez
mil salarios diarios, resultó ser una gran sorpresa: “Señor —
le dijo—, yo sabía que usted es extremadamente exigente al
punto de demandar resultados casi imposibles sin haber hecho
demasiado. Así que entré en pánico, tuve temor de hacer algo
con el dinero y al final perderlo y causar un mal mayor, así que
por precaución preferí esconderlo en la tierra, pero no se preocupe,
he sido muy cuidadoso y acá está lo que es suyo, no falta ni un centavo”.165
Su señor no esperaba esos resultados, mucho menos
esperaba tan ofensiva respuesta, así que le respondió:
“Haz sido un siervo infiel, tu temor no fue la causa de seme-
jante improductividad, fuiste perezoso y preferiste lo seguro a
tener que enfrentar riesgos y decisiones. Te di la oportunidad de
demostrar tu valía como mayordomo y has menospreciado mi
confianza.166 Si soy como me has descrito: extremadamente exi-
gente, que demando resultados casi imposibles, que hago poco para
demandar tanto, si ese es tu real pensamiento, ¿por qué
entonces no pusiste mi dinero en el banco para que otros lo
trabajaran? No te habría demandado ningún esfuerzo y al menos
a mi llegada, habría recibido mi dinero íntegro más intereses”.
Luego envió llamar a otros de sus servidores y les dijo:
“Tomen este dinero y dénselo al siervo que supo administrar
la mayor cantidad, porque al que sabe administrar mucho se le
puede confiar aún más, pero a aquellos que con poco no han
sabido hacer nada, entonces hasta lo poco se les debe de
165 C.H. Dodd. Las Parábolas del Reino. Ediciones Cristiandad, 1974. p.144.
166 Roberto Fricke S. Las Parábolas de Jesús. Editorial Mundo Hispano, 2005. p.78.

183
metáforas | César Soto

quitar. Y a este siervo… aún no hemos terminado, échenlo


afuera, allí en la oscuridad llorará y rechinará los dientes de rabia.167

Reflexión y comentarios

“En la mayoría de los hombres, las dificultades son hijas de la pereza”.

Samuel Johnson, poeta y lexicógrafo inglés.

En la cultura latinoamericana, que es con la que más


familiarizado estoy, tenemos un grave problema de
procrastinación. El conocido refrán “no dejes para maña-
na lo que puedes hacer hoy” adquiere una versión muy
particular al transformarse en “no dejes para hoy lo que puedes
hacer mañana”. Somos propensos a estirar los plazos de pago
hasta el mismo día de vencimiento e, incluso, si la flexibilidad
aguanta, nos estiramos algunos días más de las fechas límite.
Brindarle atención forzada de último minuto a asuntos con los
que contábamos con inmensa cantidad de tiempo no es raro de
observar y, de esta manera, acumulamos grandes cantidades de
estrés en momentos focalizados de la vida, en tanto que en el
resto de ella se nos ve casi despilfarrando el tiempo. Conozco
muy bien el tema porque he luchado con esta tendencia toda mi
vida y, en muchas ocasiones, he sucumbido de manera grotesca
al abuso de los tiempos límite. Tenemos frases dedicadas a jus-
tificar esta actitud de postergación constante:

167 En las parábolas de “el hijo pródigo” y la de “los trabajadores en el viñedo”, por
poner un par de ejemplos, el hijo y los trabajadores expresan resentimientos para con
el padre y el empleador, según corresponda. En esta parábola propongo que el siervo
infiel, que no ha sido despedido como se explica en la reflexión, queda afuera y “cruje
los dientes”, y este crujir de dientes es por rabia, por considerar que su trato es injusto
y que su excusa ha sido desechada. En varios versos del Nuevo Testamento se puede
apreciar que este crujir de dientes es una señal, no de arrepentimiento, no de miedo,
no de frío, sino de rabia: Lucas 13:28; Hechos 7:54. También hay referencias veterotes-
tamentarias que muestran el origen de la expresión: Salmos 112:10; Job 16:9; Salmos
37:12; Lamentaciones 2:16.

184
Falta un invitado en la fiesta

“Luego lo hago, es que trabajo mejor bajo presión”.

“En vez de estar planificando todo seré espontáneo”.

“Sí claro, mañana estará listo todo...” —y ese mañana nunca


llega.

“Lo haré, claro que sí, pero primero me ocuparé de...”.

“Yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde


no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido”.

¿Es este uno de los puntos importantes de esta parábola?


¿La negligencia de asumir a tiempo el deber encomendado?
Veamos.

La postura tradicional propone que esta parábola está dirigi-


da a los fariseos y escribas que habían tomado la Ley, habían
construido un cerco a su alrededor y, de la misma manera que
el siervo perezoso había enterrado el talento para preservarlo,
estos religiosos habrían hecho lo mismo con la Ley, guardán-
dola de tal manera que la habían tornado en algo estático y
carente de vida.168 No obstante, es cierto que los fariseos habían
anquilosado la Ley con sus normas, lejos estaban estos de ser
calificados de perezosos.

El mismo Jesús apunta en Mateo 23:15:

»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra


y mar para ganar un solo adepto, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces
más merecedor del infierno que ustedes. (NVI)

168 William Barclay. Comentario al Nuevo Testamento, Mateo (17 tomos en 1).
Editorial Clie. p.178.

185
metáforas | César Soto

Si bien no es un elogio, el texto deja claro que los esfuerzos


por extender la observancia de la ley están dentro del estilo de
vida de los fariseos y escribas. Si aceptáramos tal propuesta y
asignamos identidad definida a uno de los siervos, surgiría la
evidente pregunta: ¿Quiénes son los otros siervos que sí produ-
jeron el doble? Las respuestas podrían ser poco satisfactorias y
altamente especulativas.

Algunos han llegado a afirmar que toda interpretación


tradicional ha sido incorrecta y que el siervo perezoso es en
realidad el héroe de la historia, por no permitirse a sí mismo
participar de un sistema corrupto que él mismo denuncia en su
exposición frente a su señor.169 Personalmente me resulta muy
atractiva la idea; sin embargo, creo que el ejercicio exegético y
hermenéutico tendría que ser muy gimnástico como para que
la idea cuadrara con el contexto, además, esta sería entonces la
parábola más críptica jamás contada.

Otros dicen, con acertada observación, que la parábola


se encuentra en un contexto escatológico, y que este “largo
viaje” del señor se refiere a la partida de Jesús y su próxima
parousia,170 en tal caso, el énfasis estaría en “la segunda venida”
y los juicios. No se puede desconocer que la parábola tiene ri-
betes escatológicos y que desde el capítulo 24 viene siendo así,
pero creo que sería un error pensar que esta parábola discurse
sobre el tema escatológico como eje central.

He querido mostrar algunas de las opciones interpretati-


vas, porque estas forman parte del concierto académico de la
interpretación del texto bíblico. La teología no es una disciplina
169 Richard L. Rohrbaugh. A Peasant Reading the Parable of the Talents; Robert T.
Fortna. Reading Jesus’ Parable of the Talents through Underclass Eyes.
170 La palabra “parousia” es una palabra griega que significa “venida, llegada”. En
teología se usa para indicar el retorno de Cristo. Cada escuela escatológica le dará una
interpretación ajustada a su propuesta para el fin de los tiempos.

186
Falta un invitado en la fiesta

unívoca, es diversa, y pese a que muchas veces no estemos


de acuerdo con una u otra postura, cada vez que se realiza el
ejercicio serio de exégesis y hermenéutica171 de un texto, surgen
elementos de valor que valen la pena ser considerados.
El estar en desacuerdo no abre las puertas a la descalificación,
las abre al diálogo, a la reflexión, a la humildad de entender
que nuestros argumentos no son los únicos y que es necesario,
entonces, saber entender lo que se nos quiere comunicar antes
de decidir si estamos de acuerdo o no.

Creo que esta parábola tiene un mensaje muy concreto para


nosotros ahora. Estoy convencido de que esta parábola no trata
tanto del juicio al final de los tiempos sino de las responsabi-
lidades que nos es necesario asumir a los discípulos de Cristo
hoy, en nuestro tiempo. Las parábolas son un llamado a un tipo
de acción que está enraizada en el presente y no son, por seduc-
tora que parezca la idea, una descripción de lo que ocurrirá en
el futuro.

Otro elemento que alcanzo a observar en esta parábola


es deslizado en la primera parte cuando dice que el señor les
dio a sus siervos “según su capacidad”. Una pregunta surge
inmediatamente en mi cabeza: la diferencia de capacidades
que notó su señor y que se tradujo en encargos de diferente
monto, ¿habrá determinado que entre ellos mismos se hayan
comparado? Y si lo hicieron, ¿habrá esto determinado parte
de la actitud negligente del siervo que recibió menos? Existen
muchas maneras de deformar el propósito de la creación, una
de ellas es cuando intentamos compararnos con otros. Tal vez
el ejercicio no sea del todo negativo cuando lo que andamos
buscando es inspiración que nos impulse al cambio, pero es
muy frecuente que busquemos compararnos con otros para
171 Básicamente, la “exégesis” apunta a la pregunta: ¿Qué significa esto en el
contexto de los protagonistas?; en tanto que la “hermenéutica” intenta responder la
pregunta: ¿Entonces qué significa este texto para nosotros hoy?

187
metáforas | César Soto

aumentar una autoestima que está por sobre la línea de lo sa-


ludable o, por el contrario, para asumir una posición lastim-
era que empuje nuestra autoestima a un nivel por debajo de
la línea de lo saludable. Pero, ¿cómo saber cuál es la línea de
lo saludable? El apóstol Pablo anima a los romanos a que no
tengan un concepto más alto de sí mismos que el que deben de
tener, que deben de pensar de sí con cordura (Romanos 12:3).
La palabra griega sóphroneó, traducida como cordura, contiene la
idea de ejercitar el autocontrol, de mantener el balance. Procede
de dos palabras: sōos, que significa “a salvo”, y phrēn, que significa
“lo que regula la vida”. Tiene que ver con la manera saludable
de vivir, pero no a nivel de hábitos alimenticios sino mentales.

Cada vez que nos comparamos, tanto para subir nuestra au-
toestima buscando no sentirnos los peores, como cuando bus-
camos sentirnos miserables, en cada una de esas ocasiones no
estaremos pensando de nosotros ni de los demás con cordura y,
por tanto, desde nuestra perspectiva, tendremos una visión dis-
torsionada del mundo y de cómo este interactúa con nosotros.

Las capacidades de los siervos eran diferentes, no


obstante, los tres montos de dinero eran inmensos. El texto
no nos permite llegar a una conclusión que no sea especulati-
va; sin embargo, sí nos permite desde ese punto realizar ciertas
reflexiones. He visto en muchísimas ocasiones a personas
limitarse, e incluso deprimirse, por no contar con ciertos
recursos, ya sea en capacidades propias o materiales.

Personas tristes que no conciben recibir nada extraordinario


porque en realidad sienten que no lo merecen. Personas que
miran sus recursos y lo que más sale de sus bocas son planes
que vienen frustrados desde su génesis, derrotas en batallas que
nunca se pelearon:

188
Falta un invitado en la fiesta

Si fuera más alto…

Si fuera más inteligente…

Si tuviera más educación…

Si tuviera lo que tiene aquel…

Si hubiese nacido en otro lugar…

Si me hubiesen dado cinco mil monedas de oro y no estas


mil…

Si esto, o lo otro, o lo aquello… casi siempre las frases de


ese tipo terminan siendo puras torturas mentales que proyectan
una realidad que se considera ideal, pero que si lo anhelado se
llegara a materializar se buscarían otros puntos de comparación
para justificar la inmovilidad, porque el problema no son los
recursos, el problema está en la forma de pensar. Si el siervo
perezoso de la parábola hubiese recibido cinco mil monedas y
no las mil monedas que recibió, ¡hubiese sido una masacre para
él! ¡No tenía la capacidad de administrar cinco mil! La parábola
nos dice que tenía la capacidad para administrar mil, pero su
problema era otro: ¿No considera valioso lo que ha recibido?
¿Ignora que lo recibido tiene un valor financiero, pero además
una plusvalía por tratarse de algo recibido de su señor?

Un último punto sobre el que quisiera reflexionar en esta


parábola con respecto al castigo del siervo perezoso. Cuando
se lee esta parábola con los tintes escatológicos que ya sabe-
mos que tiene, la conclusión es que el castigo de este siervo
es simbólicamente el infierno. ¿Serán esas las imágenes que
una parábola así despertó en los primeros oyentes/lectores?
Kenneth Bailey hace una observación muy aguda al respecto:

189
metáforas | César Soto

En occidente, si un jefe despide a un empleado y le dice que quiere que


deje su mesa y se vaya antes de las 5 de la tarde, este entenderá que está
despedido y empezará a recoger sus cosas para estar fuera antes de esa hora.
En Oriente Medio, un trabajador al que le dicen lo mismo, escuchará y
llegará a la conclusión de que su jefe está alterado y que tendrá una larga
negociación por delante. Buscará la ayuda de sus amigos más influyentes e
intentará por todos los medios revertir la situación.172

¿Qué ocurre entonces con este siervo? Si es un siervo, ¿por


qué directamente no lo envía a su casa? Pero, ¿y si es un escla-
vo?, ¿por qué no lo castiga de una manera más severa?

Uno de mis hijos, el del medio, es poseedor de una dulzu-


ra muy especial, pero esa dulzura tiene también su contraca-
ra. Cuando es castigado por alguna razón, una más o menos
grave, se obnubila tanto que entra en una fase en la que entra
en su cuarto y llora, al mismo tiempo que con gruñidos y ex-
halaciones manifiesta su profundo enojo por lo ocurrido. Unas
veces es enojo hacia mí, otras veces es enojo hacia sí mismo.
De cinco a diez minutos bastan para que recapacite. Cuando lo
hace se tranquiliza y viene a mí, me abraza, y dice que lo siente y
que no volverá a suceder. Mi experiencia me dice que volverá a
suceder; pero su arrepentimiento es genuino y no podría jamás
rechazarle. La disciplina busca precisamente eso, que pueda re-
capacitar e internalizar lo ocurrido, que pueda ser restaurado.

El siervo ha sido echado a las tinieblas de fuera, que es un


simbolismo que habría resultado muy evidente para hablar de
la condenación o infierno. Está afuera crujiendo los dientes de
rabia, al parecer aún no ha entendido que su castigo es jus-
to, que sus excusas han sido insuficientes, tal vez necesite ese
tiempo fuera. El lenguaje es fuerte, pero tiene una razón de ser,
172 Kenneth Bailey. Jesús a través de los ojos del Medio Oriente. Grupo Nelson, 2012.
p.406.

190
Falta un invitado en la fiesta

sacudir a la audiencia es también uno de los propósitos de las


parábolas.

¡Este capítulo está tapizado de demasiadas preguntas! Y acá


van más:

¿Será posible que el siervo perezoso sea restaurado en su


servicio?

¿No sería esta una buena lección de lo que se esperaría de él


en una futura ocasión?

¿No es acaso perdonar aun a los enemigos un aspecto clave


del evangelio?

Falta un invitado en la fiesta, ¿podrá entrar algún día?

La parábola, al igual que la mayoría, queda abierta y espera


nuestras respuestas.

No tengo respuestas que ofrecer a las preguntas sugeridas,


pero siento que no es necesario siempre proveerlas, dejarlas
en el aire para la reflexión colectiva de los lectores es también
un excelente ejercicio. Ni siquiera estoy proponiendo en este
momento visiones divergentes del castigo eterno, solo tengo
preguntas. ¿No las debiéramos de tener todos los que queremos
entender mejor el evangelio del Cristo?

Sabemos cómo respondieron los siervos fieles y el siervo


infiel, pero no son ellos los que nos preocupan hoy. Lejos de
las especulaciones y de las preguntas retóricas, esta parábola
tiene un mensaje fuerte y claro: seamos fieles a Dios hasta que
llegue nuestro tiempo de rendir cuentas delante de Él… cuándo
y cómo fuere.

191
metáforas | César Soto

Preguntas para animar la conversación

1. Talentos en nuestra cultura tienden a apuntar a


habilidades especiales en la gente, pero no es ese el sentido en
esta parábola ¿Qué talentos tiene la iglesia que deban de ser
bien administrados?

2. ¿En qué sentido crees que hemos sido perezosos en la


administración de lo que Dios nos ha dado?

3. ¿En qué sentido crees que al compararnos con otros, he-


mos menospreciado lo que hemos recibido de Dios?

192
13
Señor,

capí debe de
haber
un error
tulo Parábola
de las ovejas
y las cabras
Versión original
Mateo 25:31-46
Señor, debe de haber un error

»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles,
se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él,
y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras.
Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.

»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes,


a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado
para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ust-
edes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y
me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me
atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.” Y le contestarán los justos:
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te
dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o
necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel
y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hi-
cieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por
mí.”

»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos,


al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre,
y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de
beber; fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me
vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron.” Ellos también
le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como
forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayuda-
mos?” Él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el
más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí.”

195
metáforas | César Soto

Relectura

Cada vez que un rey entra a una de sus ciudades lo hace con tal
esplendor y despliegue de poderío, que todos sus habitantes se
llenan de entusiasmo y expectación por su llegada. Cuando el
Rey del universo entre con sus ángeles y en toda su majestad al
mundo terrenal, las naciones se reunirán delante de su trono,
y así como el pastor separa las ovejas de los cabritos, los ha-
bitantes de la tierra serán separados, unos serán puestos a la
derecha y otros a la izquierda.

Entonces el Rey les dirá a los de su derecha: “Ustedes son


bendecidos por mi Padre, vengan, él les ha legado una herencia,
un reino que ha sido preparado para ustedes desde antes que el
mundo llegase a existir. Porque pasé por momentos en que creí
desfallecer del hambre, pero ustedes abrieron sus mesas para al-
imentarme; el rayo del sol me consumió a tal punto que mi len-
gua se hubiese secado, sino me hubiesen dado el agua que salvó
mi vida; fui vulnerable en tierra extraña, sin saber dónde refu-
giarme, pero ustedes me recibieron en sus casas como si fuese
parte de sus familias; llegué a tal grado de pobreza que ni siqui-
era tuve para cubrir mi cuerpo, pero ustedes no permitieron mi
vergüenza y me cubrieron con ropas de amor; perdí la salud y
quedé postrado, pero ustedes me atendieron y estuvieron a mi
lado; circunstancias adversas me privaron de la libertad, pero
ustedes me visitaron sin temor de que les asociaran conmigo”.
Entonces aquellos a los que les hablaba, sin poder ocultar su
asombro, le responderán: “Señor, no quisiéramos contrade-
cirte pero debe de haber un error, nunca te vimos hambriento
o sediento, ¡eres el Rey! Nunca te vimos como un extranjero
vulnerable en nuestras tierras y tampoco te vimos pobre al
extremo de no tener para cubrirte. Nunca te vimos enfermo
ni mucho menos en la cárcel. Señor, debe de haber un error”.
Entonces el Rey les dirá: “Yo estoy con los quebrantados, yo estoy

196
Señor, debe de haber un error

con los humildes173, yo estoy con la viuda, el extranjero y con los huér-
fanos174, yo soy el jardinero fuera del sepulcro175 y soy aquel que caminó
con ustedes rumbo a Emaús,176 mi rostro es el rostro de los que han
perdido todo, incluso la esperanza. Si algo hicieron a alguno de estos
más pequeños,177 a mí lo hicieron”.

Luego el Rey les hablará a los de su izquierda y les dirá:


“Ustedes apártense de mí, no merecen sino el castigo de mi
Padre. Ahora vayan al fuego eterno, que ni siquiera fue pensado para
ustedes sino para el acusador y sus demonios;178 pues casi muero de ham-
bre y ustedes me ignoraron;179 la falta de agua me secaba por dentro,
pero ustedes no me ofrecieron ni siquiera una gota de agua; es-
tuve lejos de mi patria, sin un techo sobre mi cabeza, pero solo
les interesaba que sobre ustedes había techo; cuando me vieron
desnudo no les importó que todos se burlaran de mí y pasaron de largo;180
enfermé gravemente, pero ninguno de ustedes me extendió una
mano; terminé solo y abandonado en la cárcel, y ustedes tu-
vieron mejores cosas que hacer que ir a verme”.

Entonces aquellos que estaban siendo condenados


responderán con extrañeza: “Señor, debe de haber un error,
¡nosotros nunca te vimos hambriento, sediento, errante, desnu-
do, enfermo o en la cárcel! Si te hubiésemos visto te habríamos
reconocido y te hubiéramos ayudado, ¡eso tenlo por seguro!”.
El Rey les responderá: “Ustedes jamás me habrían visto, esta-
ban demasiado ocupados en sus asuntos como para buscar mi
rostro entre los más desvalidos”.
173 Isaías 57:15.
174 Salmos 146:9; Salmos 68:5.
175 Juan 20:15-16.
176 Lucas 24:15-16.
177 Santiago 1:127.
178 Ez. 33:11; 1 Tim. 2:4; 2 P. 3:9. Comentario Bíblico Mundo Hispano, Nuevo Testamento,
p.222.
179 Santiago 2:16.
180 Lucas 10:31.

197
metáforas | César Soto

Reflexión y comentarios

“Dar es algo que no tiene nada que ver con el sacrificio, con el sentido
del deber o con cualquier idea de espiritualidad, sino con el puro placer de
dar, porque es un acto alegre que solo puede proceder de un lugar pleno de
amor”.

Sakti Gawain, autora estadounidense de desarrollo personal.

El programa de televisión “Undercover Boss”, presenta


una idea innovadora para un show basado en la realidad. Un
empresario, un CEO, alto ejecutivo de una multinacional,
etcétera, asume por un par de semanas el rol de un trabajador
común y corriente, incluso de uno en entrenamiento. Se dis-
fraza y asume una posición muy básica en la empresa que di-
rige. Desde esa posición experimenta lo que sus trabajadores
hacen, conoce sus historias de vida, escucha la crítica que viene
desde abajo y siente directamente el buen o mal trato de parte
de sus subalternos que ahora son sus pares temporalmente. Un
shock de realidad de esta magnitud dice más que cien reportes
estadísticos de desempeño laboral. Al final del programa ocurre la
revelación frente a aquellos con los que trabajó, las reacciones
de sus empleados son de absoluto asombro. Ellos saben que lo
que hayan hecho durante esas semanas de trabajo determinará
las acciones que el “jefe encubierto” tomará.

Esta parábola se nos presenta en el contexto de un discur-


so escatológico y, por lo tanto, puede rápidamente atraer nues-
tros esfuerzos interpretativos y reflexivos a la descripción de
los sucesos finales. Es cierto, esos elementos están ahí no para
ser ignorados, sino para ser considerados. Pero vale la pena
recordar que la parábola debe guiarnos a la acción presente y
no simplemente a la especulación sobre el final de los tiempos.
Es por eso que, atendiendo a la consideración que se merece

198
Señor, debe de haber un error

el elemento escatológico, quisiera apuntar brevemente a tres


elementos relacionados con el final de los tiempos.

El primer elemento es: ¿A quiénes se refiere la parábola


cuando menciona a “todas las naciones”? El segundo elemen-
to está estrechamente ligado al primero y es pertinente tratarlo
como un todo: ¿Quiénes son los “más pequeños?

Pese a que el texto puede resultar bastante claro, existen al


menos tres alternativas de interpretación que han surgido en
la iglesia: 1) que todas las naciones son literalmente todos los
seres humanos, cristianos y no cristianos. Los más pequeños son
todos los necesitados; 2) todas las naciones representan a los
cristianizados. Los más pequeños son los cristianos en necesidad;
3) finalmente está la alternativa que ve en todas las naciones a
todos los seres humanos no cristianos, y en los más pequeños
a los cristianos que hicieron misiones en sus tierras. El juicio
sería, por tanto, en respuesta al trato que le dieron a la comuni-
dad cristiana.

Personalmente, creo que cualquier interpretación que con-


sidere ver en los más pequeños si son o no cristianos para ser
dignos de ayuda, es una desviación del mensaje del evangelio
y una contradicción con la enseñanza expresada en la parábola
del buen samaritano, que nos muestra que la pregunta no es
quién es mi prójimo, sino para quiénes he de mostrarme como
prójimo. Ya vimos que la respuesta a la segunda pregunta es:
para todos los seres humanos.

El tercer elemento escatológico el que tiene que ver con el fuego


eterno o el infierno. El debate en torno a la “eternidad” del infierno y
por extensión a la salvación universal no es nuevo en lo absoluto.

199
metáforas | César Soto

Desde Orígenes de Alejandría en el siglo III,181 pasando por


Jürgen Moltmann en el XX182, y el popular Rob Bell en el XXI,183
el tema de la duración y existencia del infierno ha sido una
fuente de debate que se ha contrapuesto a la corriente
ortodoxa reinante en el cristianismo. En este libro no pretendo
abordar tal tema; no obstante, el rigor académico me obliga al
menos a entregar un dato que considero importante. El vocablo
griego aionion, traducido en el texto como eterno, puede significar
“que dura para siempre”, pero más generalmente significa “de la era
venidera”, por lo tanto, el énfasis que tiene la palabra es más bien
cualitativo antes que de duración.184 Si las luces de alerta se en-
cendieron en tu mente ¡no hay problema!, eso significa que te
tomas los asuntos doctrinales con seriedad. Te animo a asumir
que esta será una discusión que difícilmente zanjaremos en
nuestro tiempo. Es mejor hacernos a la idea de cambiar nuestra
actitud proteccionista y agresiva a la hora de discutir temas
delicados en la doctrina, y pensar que es posible hacerlo desde
el respeto y una comunicación cordial.

Una cuestión que encuentro tremendamente importante en


esta parábola es la relacionada con la sorpresa de los herederos
del reino al ser elogiados por sus buenas obras. ¿Es posible estar
sirviendo a Cristo sin siquiera darnos cuenta? Personalmente
tengo serios problemas en mi interior cuando escucho a las per-
sonas decir cosas como: “Los niños que fuimos a ver estaban sucios
y malolientes, pero lo hicimos con gusto porque es para el Señor...”. “No
vendría jamás a un vecindario como este a trabajar con la gente, pero
lo hago porque es para Dios...”. Sé que mis hermanos dicen estas
palabras con real devoción y deseo de servir, pero cuando lo
hacen instrumentalizan, cosifican, pragmatizan a las personas
181 Orígenes. De Principiis.
182 J. Moltmann. La Venida de Dios, Escatología Cristiana. 1996
183 R. Bell. Love Wins, 2011.
184 G.J. Wenham; J.A. Motyer; D.A. Carson; R.T. France. Comentario Bíblico Siglo
XXI, Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, 2003. p.98.

200
Señor, debe de haber un error

y las transforman en un objeto mediador para conseguir pun-


tos extras con Dios. Otros organizan eventos de caridad en los
que darán alguna despensa de comida a familias necesitadas del
lugar, pero lo hacen en el contexto de una reunión cristiana y
entregan los alimentos al final de esa reunión, luego del sermón
evangelístico y después de la oración para aceptar a Cristo en
el corazón, oración que las personas invitadas se ven prácti-
camente obligadas a repetir y que luego servirá para engrosar
un reporte sobre el éxito de la actividad. ¡Conozco de lo que
hablo porque he estado ahí! Haciendo proselitismo disfrazado
de misericordia. Cuando actuamos así, no nos está importan-
do realmente el hambre, la sed, la desnudez, la enfermedad o
la cautividad del ser humano, solo buscamos la mejor forma
de aprovechar la situación para, con la mejor intención (jamás
cuestionaría eso), “extender el reino”. Pero, ¿qué hay de invitar
al banquete a aquellos que no podrán jamás devolver el favor?
¿Qué hay de hacer misericordia a aquellos que tal vez nunca
acepten una invitación a una de nuestras reuniones? Este es un
desafío a vivir el evangelio no como un ritual que busca resul-
tados, sino como una forma de ver la vida, una que no concibe
ver a otros sufrir; un estilo de vida que busca, impulsado por
el Espíritu Santo, construir un mundo mejor en el que reine la
justicia; uno en el que no nos preocupe si los sujetos receptores
de esa misericordia son o no cristianos.

Una reflexión final. Observa con atención:

Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me


dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me
vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.

¿Notaron la sutileza de las dos últimas afirmaciones?

201
metáforas | César Soto

Todas las anteriores muestran que se suple una necesidad:


hambre-comida, sed-bebida, extranjero-hospitalidad, desnu-
dez-vestido. Pero las siguientes dos dicen:

enfermo-atención, cárcel-visita.

Hay cuestiones que son aún más importantes que la salud


y la falta de libertad. No siempre tenemos cómo asegurar una
sanidad y tampoco los medios para liberar a alguien que está en
la cárcel, en especial cuando la condena es justa, pero siempre
podemos estar junto al otro en medio del dolor, de la tristeza, la
enfermedad, la privación de libertad.

Cuando obramos así, también servimos a Cristo.

Preguntas para animar la conversación

1. ¿Cuánto de nuestro servicio a los demás es verdadera-


mente desinteresado y cuánto es mero proselitismo?

2. ¿Somos capaces de servir a los demás que están en necesi-


dad, aunque ellos sean incluso hostiles al evangelio?

3. ¿Cómo diseñarías un plan de servicio comunitario no


proselitista? Haz lo posible por implementarlo.

De regreso a casa

El sol ya ha comenzado a esconderse y va siendo hora de


comenzar a remar de regreso a casa. Recuerda, prometimos lle-
gar para la cena.

Aunque no nos alejamos demasiado de la costa, fueron


varias horas de navegación:

202
Señor, debe de haber un error

Fuimos unos de los curiosos en casa de Simón el fariseo y


nos asombramos con el desenlace de la parábola del samaritano.

Consideramos la importancia de nuestras posesiones


materiales y estuvimos en la primera fila de un banquete
escandaloso.

Estuvimos en el templo de Jerusalén y vimos cómo la arro-


gancia y la culpa pueden separarnos de la comunidad de fe.

Quedamos con la boca abierta cuando escuchamos a Jesús


hablar de camellos y agujas. Y el corazón se llenó de emoción
con un padre que fue capaz de hacer un tremendo sacrificio por
rescatar a su hijo.

Reflexionamos sobre lo que sabemos, versus cuánto


hacemos de todo eso que decimos saber. Y nuestros conceptos
de justicia quedaron temblando frente al dueño de una viña que
manifestó una generosidad sin comparación.

Consideramos lo que hemos recibido de parte de Dios y


qué tan fieles hemos sido manejándolo. Y apenas, hace unos
minutos, nos asomamos al futuro solo para darnos cuenta que
el desafío está en el presente.

¿Disfrutaste este corto viaje? Para mí fue maravilloso com-


partirlo contigo. ¿Sabes qué?, creo que puedo dejar el bote en tu
casa, me parece que podrías llegar a necesitarlo; tal vez quieras
invitar a dar una vuelta a alguno de tus amigos o amigas, a fin
de cuentas, ya sabes el recorrido. Solo tengo una sugerencia
que hacerte: cada vez que te subas al bote, hazlo con la misma
ingenuidad que lo hiciste la primera vez, con un corazón de
niño, solo así te permitirás asombrarte una y otra vez, aunque el
recorrido lo tengas de memoria.

203

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