INTRODUCCION
Muchos ingresan con una idea equivocada de lo que es ser soldado. Y cuando ven todo lo
que conlleva: largas horas de trabajo arduo, una disciplina rígida, una separación de su
familia, convertirse prácticamente en propiedad del ejército, entonces comienzan la crisis
existencial.
Alguno de ellos están pensando en cómo salir del mismo. Incluso algunos han llamado a sus
padres llorando para ver cómo pueden lograr conseguir a alguien que logre sacarlos del ejército
luego de haber firmado. Estos se enlistaron en las filas sin haber considerado lo que
cuesta ser soldado.
Hoy en día hay gente que “sigue a Jesús” solo por ver que recibe de Él. Lo buscan para
pedirle milagros, salud, dinero, bienestar familiar etc; pero se olvidan de lo que Él busca y
pide de nosotros.
Lo que quiero resaltar en esta mañana es lo que Mateo INSERTA (en medio de un ambiente de
milagros) el relato de dos hombres que querían seguir a Jesús, cada uno con sus
implicancias personales, punto de vista personales; los cuales reflejan una percepción opuesta
de lo que es seguir a Jesús.
Veamos a continuación lo que Jesús mismo dijo que sería el costo por seguirle y ser así,
sus discípulos:
Lo primero que vemos fue un hombre que hace una seria promesa. El es un ESCRIBA. Y esto
significa que es una persona verdaderamente culta.
Los escribas pertenecían a una clase de profesores y educadores quienes eran expertos en la
Tora, es decir, en la ley de Moisés. Su vida estaba dedicada a los estudios y a la enseñanza.
Era una vida con un amplio bagaje intelectual. Pero este escribe judío y maestro de la ley
llama a Jesús: MAESTRO.
Este hombre reconoce la superioridad de Jesús como maestro. Y le hace una promesa.
Este hombre no le pregunta a Jesús si puede ser su discípulo, sino que inmediatamente le
promete: seguirle a dondequiera que Jesús fuera. Era una determinación de SEGUIR a Jesús
incondicionalmente: “Maestro te seguiré donde quiera que vayas…”.
Jesús le contesta diciéndole que lo que pide incluye un sacrificio. El escriba no entendía
que seguir a Jesús implica: abnegación, sacrificio, servicio y sufrimiento.
Es más, esa fue la realidad de toda su vida y ministerio. Judea lo rechaza (Juan 5:18),
Galilea lo expulsa (Juan 6:66), en Gadara le ruegan que se vaya de sus contornos (Mateo
8:34), en Samaria no quieren darle hospedaje (Lucas 9:53), y el mundo mismo no lo quiere
aunque sí quieren a Barrabas (Mateo 27:23), y los cielos mismos lo desamparan (Mateo 27:46).
Eso es lo que significa la frase “el Hijo del hombre”.
Todo esto: “Conlleva negarnos a nosotros mismo”. En otras palabras, seguir a Jesús implica
abnegación y sacrificio.
Sí hay bendiciones por seguir a Jesús. Hay riquezas espirituales. Pero siempre el camino es
tortuoso y difícil. Como lo mencionó un predicador: “El camino que lleva a los cielos lo es a
través del camino de la vía dolorosa.”
APLICACIÓN: Hermanos, ser cristiano no es nada fácil. No es seguir mi vida como siempre y
decir que ahora soy cristiano. No. Conlleva reconocer que nuestra vida sin Cristo no era vida
realmente, no vivir según vive el mundo ni seguir a la carne sino conlleva andar en el Espíritu,
no satisfaciendo los deseos de la carne.
Eso era LO QUE NO entendía el Escriba. El pensaba seguir a Jesús pero pensando que podía
seguir viviendo una vida tranquila, cómoda. Una vida respetable delante de la sociedad.
Continuar viviendo una vida meramente intelectual en su seguir a Jesús. Y Jesús le dice: la vida
cristiana no es así. La vida cristiana no es una vida cómoda.
Siempre, siempre habrá que negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz diariamente.
¿Te estás negando por seguir a Cristo? ¿Estás tomando tu cruz todos los días?
A simple vista la petición parece sensata. Es el deber de los hijos honrar a sus padres al
ocuparse de enterrarlos una vez fallezcan. Como los judíos no “embalsamaban” como los
egipcios era costumbre enterar a los muertos lo más rápido posible. Lo vemos claramente
en el caso de Lázaro. Cuando Jesús llega ya hacía cuatro días que había muerto. Y lo vemos
claramente en el caso de Ananías y Zafira (enterrarlos inmediatamente).
Pero, ¿que le responde Jesús? “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus Muertos”.
¿Qué quiere decir: deja que los muertos entierren a sus muertos? La idea es: “deja que
los que están espiritualmente muertos sean los que se encarguen de enterrar a los que
están físicamente muertos”.
¿Fue Jesús insensible? ¿Está Jesús pidiendo algo irrazonable? NO. La palabra clave para
entender este versículo es el adverbio: “PRIMERO” [en el griego es proton]. Significa primero, en
primer lugar. Y Jesús le dice: No. Nadie puede tener el primer lugar sobre tu vida y sobre tu
corazón.
El Señor Jesús demanda una lealtad por encima de las conexiones familiares, y aun por
encima de nuestra propia comodidad.
Jesús es el número uno en la vida de cada genuino creyente. Mi amor supremo lo es Jesús.
Nuestro amor por Jesús debe siempre ser lo primero por encima de nuestro amor por nuestros
esposas(os), hijos(as), hermanos(as) y aun también por encima de nuestra propia vida. Es
decir, serle fiel a Jesús es más importante que mi propia vida.
¿QUÉ ES SER UN CREYENTE VERDADERO? Un creyente verdadero nos dice Jesús es:
Uno que reconoce que Jesús es lo más maravilloso en su vida. Que El es su misma
vida.
Uno que reconoce que tenerlo todo y no tenerle a El es realmente no tener nada.
Uno que reconoce que su gozo esta en temer a Dios y agradarle en todo.
Uno que reconoce que la vida Cristiana conlleva a una vida de servicio, de
sufrimiento, de negaciones y de prioridad a Cristo sobre todo lo demás.
APLICACIÓN: El creyente verdadero es uno que reconoce que Jesús es lo primero en su vida.
Para él o para ella Jesús es lo primero. Aún, por encima de su propia familia, sus bienes e
incluso sobre su propia vida
Lucas 14:25-27 “25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y
aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene
en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”
No significa que no amemos a nuestros padres, ni que no amemos a nuestros cónyuges e hijos,
ni que no cuidemos de nuestra vida. Si no que nada debe competir con el Señor Jesucristo.
Para entender lo que significa “llevar la cruz”, debemos de mirar hacia el pasado, en la cultura
judía de ese tiempo.
*** Cuando un judío veía a un hombre condenado a muerte llevar su cruz, (porque los
condenados eran obligados a cargarla) entonces sabía que ese hombre ya no tenía voluntad,
ni derechos, y que su vida estaba a expensas del gobierno y las autoridades, y el nada
podía hacer al respecto.
Cuando Jesús nos pide que llevemos su cruz, nos está diciendo que renunciemos a nuestros
propios sueños y anhelos, y que los llevemos a Él. Que nuestra vida sea conducida y dirigida
por él.
Podemos decir que ¿Es esa nuestra fe? ¿Es eso lo que caracteriza nuestra vida?
¿Examinémonos y veamos si estamos en la fe?
Tenemos un reto difícil para entender y comunicar el evangelio aquí. Cuesta ser un discípulo de
Jesús; pero cuesta aún más rechazarlo.
Jesús menciona: “Renunciar a todo lo que se posee…”: La palabra clave en este verso es
“Renuncia”, en el original griego, era una vieja frase, y quiere decir: “poner aparte” “quitarse
a alguien de encima” “decir adiós a”. El despedirnos de todo lo que tenemos,
encomendándolo a Jesús.
En otras palabras, todos y todo tienen que ocupar el segundo lugar en nuestra vida, porque
Cristo es primero.
Mateo 6:33 – “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas”.
Jesús nos pide entonces que “soltemos, pongamos aparte, quitar de encima” nuestro apego
a las cosas materiales, al pecado y a los placeres de esta vida. Que no pongamos nuestro
corazón en ellas.
“Lo que Jesús pide es una devoción de todo corazón, una lealtad a toda prueba, una
negación completa de uno mismo, de modo que uno se ponga a sí mismo, su tiempo, su
dinero, sus posesiones terrenales, sus talentos, etc., a disposición de Cristo”
CONCLUSIÓN:
No es suficiente que conozcamos de Jesús, que estemos deslumbrados por sus palabras y
milagros; el asunto vital es el SEGUIRLE A ÉL con todo lo que implica seguirle.
El costo de dejar todo esto, no se compara, a las bendiciones que tendremos aquí y
ahora, y por la eternidad.
Por eso, este es un buen momento para preguntarte si en verdad eres un DISCIPULO DE
CRISTO.
Si te has abrazado a Él por la Fe como tu único salvador y te has sometido a Él como tu único
Señor, entonces eres un Discípulo. No existe salvación en Cristo sin su señorío en nuestras
vidas. El debe ser nuestro Señor a quien debemos servir con gozo y alegría.