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Desperdiciado
Gioeni, Andrés
Tanto amor desperdiciado: de cómo ser cristiano y homosexual, sin morir en el intento
1. Religión 2. Sexualidad
CDD 261.834 3
A LUIS,
en quien a mi encuentro
salió el AMOR.
A FRANCISCO
en quien descansa
mi ESPERANZA
de una renovación de la FE.
«Al atardecer de la vida seremos
juzgados por el amor».
San Juan de la Cruz
Contenido
Introducción ............................................................................. 11
Capítulo Nº1: las cartas enviadas al Papa Francisco ............... 15
Primera Carta .......................................................................................... 15
Segunda carta........................................................................................... 18
Respuesta de la Iglesia ........................................................................... 21
Capítulo Nº2: profesión de fe .................................................. 23
¿En qué creo cuando digo que no creo? ............................................ 23
Capítulo N3: el aggiornamento, la renovación tan esperada .... 27
Pansexualismo o puritanismo............................................................. 29
Capítulo Nº4: la tarea de renovación dentro de la iglesia........ 33
Algunos errores del pasado.................................................................. 38
Geocentrismo vs. Heliocentrismo ............................................... 38
Los Indios, seres sin alma ................................................................ 40
Reflexión para sacerdotes y educadores de fe ................................. 41
Capítulo Nº5: La palabra de Dios ¿condena la
homosexualidad? ...................................................................... 43
A la Biblia hay que leerla en su contexto .......................................... 45
Importancia del espíritu de la letra .................................................... 46
El Mensaje de Jesús ................................................................................ 47
Sodoma y Gomorra ............................................................................... 48
Levítico: La abominación de la homosexualidad ........................... 52
Los textos de San Pablo ........................................................................ 54
Textos que parecen manifestarse a favor de la homosexualidad
...................................................................................................................... 58
Rut ......................................................................................................... 59
El Rey David y Jonatán.................................................................... 59
Textos del Evangelio de Jesús ........................................................ 61
El lugar de la tradición de la Iglesia .................................................... 64
Conclusión y crítica responsable ........................................................ 65
Capítulo Nº6: Lo que la Iglesia dice al respecto ...................... 67
La docrina de la Iglesia .......................................................................... 67
A lo largo de la Historia de la Iglesia ................................................. 74
El ejemplo de algunos Santos.............................................................. 76
La Adelphopoiesis.................................................................................. 78
Los homosexuales de la Iglesia ............................................................ 80
Capítulo Nº7: más allá de las fronteras .................................... 83
Algunos mitos sobre el homosexual ................................................. 83
Más allá de las fronteras........................................................................ 85
Biografía del autor............................................................. 89
Introducción
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Introducción
La primera dificultad que tuve que afrontar, fue qué camino podía
recorrer para explicar lo que pretendía sin hacer un embrollo que en-
torpezca la tarea. ¿Por dónde empiezo? ¿Qué metodología utilizo?
¿Qué digo primero? ¿Cómo lo encaro? ¿Qué lenguaje uso?
Intenté varios esquemas, pero finalmente decidí por este: busqué
aquellos puntos más emblemáticos de la carta para detenerme y ex-
playarme en ellos. Después de todo, son la causa y el objeto del pre-
sente libro.
De ese modo surgen los capítulos. Así, si a alguien le interesa leer
sólo ese punto puede ir a ese capítulo sin tener que leer cada uno.
Pero les aconsejo que si leen el libro de principio a fin, van a poder
comprender mejor este intento de «catequesis de la homosexuali-
dad».
En el libro, entonces, nos encontramos con los siguientes capítu-
los:
1. En un primer capítulo transcribo las dos cartas enviadas al
Papa Francisco.
2. En un segundo capítulo hago una especie de profesión de
fe, desde qué lugar o creencia pido lo que pido.
3. En un tercer capítulo explico muy brevemente qué es el «ag-
giornamento», esa larga y esperada renovación que preten-
demos muchos dentro y fuera de la Iglesia.
4. En un cuarto capítulo trato brevemente de describir la ta-
rea del teólogo y cómo ayuda a que la interpretación de la
Biblia se renueve permanentemente y se adapte al correr de
los tiempos.
5. En un quinto capítulo, me adentro en esos pasajes de la Bi-
blia que aparentan condenar la homosexualidad. Es el más
extenso, sin lugar a dudas, por eso lo divido en pequeños
apartados, para facilitar su lectura.
6. En un sexto capítulo presento lo que Iglesia Católica afirma
acerca de la condición homosexual y esbozo, a modo de res-
puesta, una crítica desde mi experiencia personal para am-
pliar la mirada.
7. En un séptimo y último capítulo, un poco más intimista,
propongo algunas claves para que entre todos podamos
ayudarnos a reconocernos humanos y hermanos, erradi-
cando la discriminación, el bullying y la violencia.
Vamos, acompáñame a entrar de lleno en el libro.
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Capítulo Nº1:
las cartas enviadas al Papa Francisco
Primera Carta
Buenos Aires, 29 de julio de 2013.
Admirado y estimado Francisco:
¡Paz y bien! Me tomo el atrevimiento de escribirle, con todo el
respeto y la admiración que se merece.
Como millones de personas, he estado observando, escuchando
y siguiendo de cerca su asunción, sus primeros gestos como Pontí-
fice, su viaje a Latinoamérica, sus hermosas palabras hacia los jóve-
nes. Y, aún en mi actual agnosticismo, se han renovado mis esperan-
zas de que en el interior de la Iglesia pueda hacerse realidad el larga-
mente esperado aggiornamento, tan declamado y reclamado por el
Concilio Vaticano II. Me alegro y celebro el hecho de que siga en-
trando aire fresco al interior del Vaticano, ya que queda mucho ca-
mino por recorrer.
Personalmente me hago eco de sus palabras: quiero «hacer lío»,
quiero «que no me excluyan», quiero pertenecer. Quiero hacer valer
mis derechos y el de muchos otros que se encuentran en similar si-
tuación, no quiero quedarme de brazos cruzados. Alguna vez fui sa-
cerdote católico, pastor, compartí ese ímpetu misionero y esa necesi-
dad de reclamo de apertura eclesial. Hasta que decidí abrirme a un
costado cuando descubrí mi propia tendencia homosexual y admití
mi imposibilidad de ejercer el ministerio pastoral en celibato. Hoy ya
mis caminos van por otros rumbos y mi vocación se tiñó de otros
matices.
Pero sus palabras y su ejemplo me hacen tomar fuerzas e impul-
sar esta iniciativa. Me atrevo a hacerme portavoz de una gran por-
ción de personas que pertenecemos a la comunidad homosexual. Y
Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
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Capítulo Nº1:
las cartas enviadas al Papa Francisco
y hay muchas cosas más urgentes que responder cartas. Entre ellas
el grito por la Paz que elevamos todos al unísono esperando sea es-
cuchado. Pero aquella carta que le envié se replicó por tantos lugares,
y en tantos corazones se abrió una esperanza, que no puedo dejar de
pedirle una devolución de su parte.
A partir de ella llovieron infinidad de hermosos mensajes, apoyo,
agradecimiento y pedidos, algunos desesperados. Y me percaté de
que hay un universo mucho mayor de fieles creyentes (incluso sacer-
dotes, seminaristas, religiosos, religiosas y laicos) que se encuentran
en la búsqueda de una respuesta que satisfaga sus inquietudes espiri-
tuales.
No le estoy pidiendo que cambie hoy las palabras del Catecismo,
no le estoy pidiendo que diluya el Evangelio, no le estoy pidiendo que
no ejerza su ministerio de ser Custodio de la Verdad.
Le pido simplemente, con humildad, que incentive, estimule,
promueva y acompañe a aquellos teólogos que se atreven a profun-
dizar en la Teología moral sexual acerca del lugar y la experiencia de
la persona homosexual. Los estudios, el diálogo, las discusiones, el
consenso, la Verdad misma, serán quienes decidan el tiempo y el
modo de dar a luz.
Muchas personas, no sin buena voluntad, queriendo adelantarse
a su respuesta han aventurado varias afirmaciones: que el Catecismo
de la Iglesia ya tiene la visión eclesial que estoy reclamando; que no
tenemos porqué pedirle cambios a la Iglesia; que la Biblia es muy
clara al respecto; que Dios se ha manifestado en la Naturaleza.
Permítame el disenso, pero es que desde allí siguen surgiendo
más y más preguntas:
¿No es verdad lo que enseñan en el Seminario que todo Cate-
cismo necesita renovarse y adaptarse al contexto cultural del aquí y
el ahora? ¿No son necesarios los cambios en la Iglesia, también en lo
doctrinal?
¿No es verdad que la Palabra es Viva y sigue creciendo para dar
respuesta a nuevas preguntas?
Si la Biblia es tan clara al respecto y en ningún pasaje del Evange-
lio Jesús habla de la homosexualidad ¿por qué hay tantos teólogos,
incluso comunidades eclesiales, que se están animando a llegar a lec-
turas despojadas de preconceptos y apoyan y aprueban el amor entre
personas de un mismo sexo?
Si decimos que la Naturaleza es rica, insondable, inabarcable y
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Capítulo Nº2:
profesión de fe
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Capítulo Nº2:
profesión de fe
revelando progresivamente en la historia, en los claroscuros de la his-
toria.
Creo en la humanidad que va desenrollándose, desarrollándose
y evolucionando, y que aun cuando haya todavía violencia, pobreza,
incomunicación, arrogancia, falta de compromiso, la Humanidad
(con mayúscula) va a un encuentro más pleno con el Universo. Es
importante que cada humano ponga su granito de arena para que ese
encuentro siga adelante.
Creo en la Fe. La fe como encuentro. Encuentro que nos hace
conectar con lo que nos envuelve y rodea. Una fe que de ese modo se
transforma en un encuentro entre la persona humana y Dios (para
algunos su Dios interior), entre el ser humano consigo mismo, entre
la persona humana con los demás seres humanos y con el mundo,
privilegiando en ese mundo a los seres vivos.
Creo en la Esperanza, que renueva todas las cosas. Que nos hace
mirar al futuro, confiados de que lo mejor está llegando, y no deja de
llegar, aparecer y surgir día a día. Porque aún no lo hemos ni vivido
ni disfrutado.
Pero sobre todo Creo en el Amor. El Amor en todas sus formas,
porque el Amor, cuando es Amor, no es egoísta, ni hace el mal, ni
destruye. Y por eso, no dejaré de luchar por reivindicarlo, aun
cuando por ser incomprendido, es atacado. Porque el Amor es lo
más grande. Porque el Amor es Dios, que es tanto como decir que
Dios es amor.
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hom-
bres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como
una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera
todos los misterios y toda la ciencia, aunque tu-
viera toda la fe, una fe capaz de trasladar monta-
ñas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque re-
partiera todos mis bienes para alimentar a los po-
bres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no
tengo amor, no me sirve para nada.
» El amor es paciente, es servicial; el amor no es
envidioso, no hace alarde, no se envanece, no pro-
cede con bajeza, no busca su propio interés, no se
irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se ale-
gra de la injusticia, sino que se regocija con la ver-
dad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo
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Capítulo N3:
el aggiornamento, la renovación tan
esperada
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N ESTE CAPÍTULO me ocuparé de dos cosas: primero explicar
esta palabra difícil y rara (aggiornamento) que utilicé en la carta.
¿Qué alcance tiene ese término? Y segundo responder por qué
le pido a Francisco un cambio, una renovación. ¿Es realmente nece-
sario ese cambio?
Vayamos entonces a lo primero: ¿Qué significa aggiornamento?
Esta palabra, muy común para los estudiantes de Teología, es la que
utilizó el Papa Juan XXIII cuando convocó el Concilio Vaticano II.
Muy sabiamente, en el año 1959, el Papa Juan XXIII, más cono-
cido como «el Papa Bueno», apenas tres meses después de ser elegido
Papa, convocó a toda la Iglesia, con el objetivo de adaptar y presentar
de una nueva forma, los principios básicos del catolicismo a todo el
mundo. Un mundo que evolucionaba vertiginosamente a los ojos de
una Iglesia sin respuestas adecuadas. Esta convocatoria se trans-
formó años más tarde en el Concilio Vaticano II (1962-1965),
donde distintas comisiones formularon importantes avances, que
aún hoy cuesta ponerlos en práctica.
En esta gran reunión universal se buscaba dialogar de un nuevo
modo con un mundo moderno, buscar un lenguaje conciliatorio
ante los desafíos de problemas sin respuestas, transmitir el Evangelio
en los nuevos tiempos, revisando de fondo las distintas prácticas de
la Iglesia: sus ritos, su vida interna y externa, su formación, su trabajo
en la vida cotidiana de las personas, el diálogo con otras religiones,
entre otras muchas cosas que desde 1575, el Concilio de Trento, se-
guían inamovibles.
Con humildad fueron invitadas numerosas iglesias cristianas:
protestantes, metodistas, calvinistas, evangélicos; anglicanos, orto-
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Capítulo N3:
el aggiornamento, la renovación tan esperada
Siempre es necesario el cambio y la adaptación; en palabras más teo-
lógicas: la recreación, la inculturación, la encarnación. Que la Biblia
esté escrita hace siglos no quiere decir que su lectura tenga que ser
estática y cerrada.
De hecho la historia misma nos da la pauta que la Iglesia interna-
mente también así lo cree. Como ejemplo vale el ya citado Concilio
Vaticano II. No en vano se hicieron tantas reuniones. Todo Cate-
cismo necesita renovarse y adaptarse al contexto cultural del aquí y
ahora.
Porque si la Iglesia dice que la Biblia es Palabra de Dios, es Pala-
bra Viva, es Palabra que interpela y le habla a cada persona humana;
debe hablarle en su mismo lenguaje, en su mismo contexto, en su
misma cultura. Y debería seguir respondiendo a las grandes pregun-
tas que surgen día a día.
Ese mismo cambio es el que pido cuando digo necesaria la revi-
sión de la interpretación de los textos bíblicos y el Catecismo a la luz
de los conocimientos actuales. Se trata de releerlos desde los nuevos
contextos.
La humanidad ha dado pasos agigantados en materia de conoci-
mientos antropológicos, biológicos, sexuales. Se han llegado a con-
sensos positivos de diferentes países, organizaciones, y movimientos
filántropos. Pero la Iglesia sigue todavía encerrada en su doctrina.
Sólo planteo el siguiente ejemplo como muestreo, porque me pa-
rece sustancial que comprendamos la urgencia e importancia del
cambio.
Pansexualismo o puritanismo
Hoy entre los jóvenes, es muy común tener sus primeros encuentros
sexuales, pisando el umbral de la adolescencia. Difícilmente se cum-
pla el axioma con el que nuestras abuelas fueron criadas y que veían
el llegar vírgenes al matrimonio como un valor atesorable.
No es mi intención encarar un debate sobre los pros y los contras
de esta actitud de libertad sexual, explosión causada por años y años
de tratar al sexo como un tabú, no sólo en las familias, sino también
en el colegio, las universidades, el trabajo, y cualquier otro ámbito de
desenvolvimiento humano. Tampoco es mi intención ponerme a
juzgar cuál de las dos composturas es más aconsejable. Cada cual es
libre de hacer responsablemente lo que quiera y le satisfaga.
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Capítulo N3:
el aggiornamento, la renovación tan esperada
dos naturales tienen un bajísimo porcentaje de efi-
cacia y que es muy difícil su aplicación. Lo impor-
tante es que salimos de la clase convencidos de que
la única solución cristiana y moralmente permisi-
ble para una pareja era recurrir a esos métodos
naturales, descartando cualquier otro tipo de
prácticas. Llegada la hora del almuerzo la charla
se prolongó durante la comida, incluso cuando en
nuestra mesa se sentó Ramona, un bellísimo ser
humano con la simplicidad de los grandes. Ra-
mona ayudaba con la limpieza en el Seminario.
Ella escuchó en silencio nuestros comentarios,
hasta que acotó: «yo un día me fui hasta el hos-
pital y me hice colocar un DIU (dispositivo
intrauterino) porque cada vez son más las no-
ches que mi esposo llega borracho y abusa de
mí… Si cada vez que pasa esto voy a tener un
hijo, será medio difícil mantener una familia».
A veces la teoría de una doctrina se ve reformulada en la práctica
cotidiana, generalmente con tanta oposición y sinceridad como el
caso de Ramona. Pasa, entre tantas otras cosas, que la mayoría de los
teólogos son célibes (en teoría al menos), y reflexionan desde la idea-
lización de algo que no viven ni practican.
Cuenta una famosa leyenda acerca de Tales de Mileto (624 aC
– 546 aC.), un filósofo de la antigüedad:
«Tales iba caminando absorto observando las es-
trellas cuando de repente se cayó en un pozo. Una
anciana pasó y le dijo: “pretendes observar las
estrellas y ni siquiera ves lo que tienes a tus
pies”»
Podríamos hacer un compendio de puntos a renovar del mensaje
de la Iglesia cuando pretende mirar las estrellas sin fijarse lo que tiene
a sus pies. Lo dejo para reflexión y análisis de cada comunidad.
Para cerrar este capítulo, y cuidado que ahora me salen los resa-
bios de las homilías, quería dejar una breve reflexión.
El CAMBIO es una oportunidad que no se da de manera mágica.
No se da automáticamente, es necesario que cada uno haga un aná-
lisis en su interior, se mire profundamente en el espejo, se detenga y
se esfuerce por sacarse la piedrita del zapato que lo hace caminar con
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Capítulo Nº4:
la tarea de renovación dentro de la
iglesia
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N ESTE CUARTO CAPÍTULO trataré brevemente de expresar
cuál es la tarea que la Iglesia le confía al teólogo y cómo su mi-
sión ayuda a que la interpretación de la Biblia se renueve per-
manentemente y se adapte según el correr de los tiempos. Además,
señalaré que, cuando el teólogo no cumple su función correcta-
mente, podemos caer en errores de interpretación que no contribu-
yen al conocimiento de la Verdad. Para ello repaso al final del capí-
tulo algunos errores que, en la historia de la humanidad, han dejado
huella y de los cuales corresponde aprender. Aunque solemos afir-
mar que la mejor escuela es la vida misma, a veces, lo único que apren-
demos es a no aprender de sus lecciones.
Empecemos diciendo que dentro de la Iglesia, hay distintas ta-
reas, vocaciones y ministerios. Cada miembro de la Iglesia debe dis-
cernir cuál es su aporte para el desarrollo de todo el organismo. Esas
diferencias son muy valiosas y son las que hacen posible el creci-
miento del Cuerpo entero. Este pasaje de la Carta a los romanos, del
Apóstol Pablo, lo explica muy bien:
«Porque así como en un solo cuerpo tenemos mu-
chos miembros con diversas funciones, también
todos nosotros formamos un solo Cuerpo en
Cristo, y en lo que respecta a cada uno, somos
miembros los unos de los otros.
» Conforme a la gracia que Dios nos ha dado, to-
dos tenemos aptitudes diferentes. El que tiene el
don de la profecía, que lo ejerza según la medida
de la fe. El que tiene el don del ministerio, que
sirva. El que tiene el don de enseñar, que enseñe.
El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El
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Capítulo Nº4:
la tarea de renovación dentro de la iglesia
esos datos. Para ello buscaremos nuestro dato de actualidad y exami-
naremos alguna teoría consistente que hable sobre la evolución del
mundo. Reuniendo ambos datos uno podrá decir con una fe ma-
dura: Dios creó al mundo a lo largo de un proceso que duró un
tiempo, y él supo guiar ese proceso con suma inteligencia. Hoy ya es
un dato pacífico que la Biblia es un libro religioso que no se debe leer
como libro científico.
Entonces, sin nuestra búsqueda de la verdad es sincera, llegamos
a la resolución que no es necesario que haya una competencia de ver-
dades. No deberemos inclinarnos en este tema concreto (la creación
del mundo) por una teoría creacionista o una teoría evolucionista
como si una y otra se excluyeran mutuamente. Sino que podremos
hacer una síntesis entre ambos datos y creer con madurez ya que hay
una concurrencia de verdades.
No será condicionante que el teólogo se incline por una única
teoría científica. En este caso concreto él podrá intentar acercar la
Verdad de la Fe con la proposición científica que él considere más
relevante: tendrá la libertad de inclinarse por dialogar con la teoría
darwinista, por seguir a Stephen Hawking, o por creer en los quarks,
siempre y cuando no haya algún dato científico que contradiga que
Dios fue el creador del Universo.
Dejando de lado el ejercicio y la creación del mundo, pensemos
cuántos debates o discusiones se resolverían más fácilmente si enten-
diéramos que la Verdad puede ser mirada con diferentes lentes, y
contada por diferentes relatores, pero no deja de ser una. Y se nos
revela y la descubrimos a lo largo del desarrollo de la historia.
Traigo a colación una parábola hindú, que puede iluminarnos al
respecto por su gran sabiduría:
«Un rey pidió a seis ciegos que determinaran
cómo era un elefante palpando diferentes partes
del cuerpo del animal. El ciego que tocó la pata
dijo que el elefante era como un pilar; el que tocó
su cola dijo que el elefante era una cuerda; el que
tocó su trompa dijo que era como la rama de un
árbol; el que tocó la oreja dijo que era como un
abanico; el que tocó su panza dijo que era como
una pared; y el que tocó el colmillo dijo que el ele-
fante era como un tubo sólido. Entonces el rey les
explicó: “Todos ustedes están en lo cierto. La
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Capítulo Nº4:
la tarea de renovación dentro de la iglesia
«Aquella vez, cuando el Señor puso a los amo-
rreos en manos de los israelitas, Josué se dirigió al
Señor y exclamó, en presencia de Israel: “De-
tente, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle
de Aialón”. Y el sol se detuvo, y la luna perma-
neció inmóvil, hasta que el pueblo se vengó de sus
enemigos.
» ¿No está eso escrito en el libro del Justo? El sol se
mantuvo inmóvil en medio del cielo y dejó de co-
rrer hacia el poniente casi un día entero. Jamás
hubo otro día, ni antes ni después, en que el Señor
obedeciera a la voz de un hombre. Realmente, el
Señor combatía en favor de Israel.»
(Jos 10, 11-14)
La Iglesia entonces interpretaba que ese texto escrito por Dios,
no podía equivocarse, y si en el libro de Josué decía que Dios le daba
la orden al sol de detenerse, para intervenir en favor del Pueblo, era
porque lo que se movía era el sol. Y esa verdad era irrefutable porque
lo decía la Biblia.
¿Cuál fue su error, que aún hoy se sigue cometiendo? Hacer una
lectura literal del texto bíblico. No entraré aquí en detalles minucio-
sos para explicar tantas páginas escritas sobre el modo o proceso de
Inspiración de Dios en el escritor de la Biblia. El que quiera profun-
dizar tiene mucho material al respecto.
Sólo resumiré que la verdad que hay que buscar en la Biblia no es
una verdad científica, ni siquiera histórica, sino una verdad para la
salvación de la persona humana. Como dice «Dei Verbum» que es
una de las constituciones dogmáticas emanadas del Concilio Vaticano
II, que habla sobre la Divina Revelación:
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La palabra de Dios ¿condena la
homosexualidad?
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
jetivo no es hacer teología y ahondar en el método teológico para se-
guir avanzando. Eso lo están haciendo quienes dedican de lleno su
vida y vocación a esta loable tarea. Sólo intentaré recopilar sus opi-
niones aspirando dar uniformidad y síntesis para la comprensión de
quienes no están familiarizados a ese lenguaje.
Por eso, simplemente pretendo transformar a un lenguaje com-
prensible lo que los teólogos hablan en forma tan selecta y que pocas
veces llega a la gente común. Por eso quiero contarles o decirles que
lo que muchos obispos, sacerdotes, pastores dicen que dice la Biblia,
no es tan así. Que lo que en el Catecismo le vienen metiendo en la
cabeza acerca de la homosexualidad, no es algo unánimemente con-
sensuado. Y todo ello para que un homosexual también pueda creer,
orar, celebrar, vivir y practicar su fe como creyente y cristiano, o
como discípulo misionero, como le gusta decir al Papa Francisco.
A la Biblia hay que leerla en su contexto
Cuando se lee la Biblia un principio fundamental a tener en
cuenta es leerla en la totalidad de su contexto. Si pretendemos leer
algún versículo sacándolo de la integridad del pasaje podemos correr
el riesgo de estar interpretando algo indebidamente.
Hay un sabio refrán que dice: un texto sin su contexto general-
mente sirve de pretexto.
Por eso es importante tener en cuenta los versículos anteriores y
siguientes al que voy a leer, y prestar atención al resto del capítulo, el
libro entero, y hasta la Biblia en su totalidad. Como dice el Concilio
«Prestar atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura».
Preguntarnos qué es lo que quiso decir el autor y a quiénes concreta-
mente, para luego poder extraer de allí la enseñanza. ¿Saben por qué?
Porque podemos encontrarnos con algún pasaje que aparenta decir
una cosa que atenta con la totalidad del espíritu de la Biblia. Enton-
ces inmediatamente hay que descartar esa interpretación, ya que la
Biblia no se contrariaría a sí misma. Hay una cohesión, una coheren-
cia entre las verdades de la fe y además, una jerarquía de verdades.
Parece algo simple, pero muchas veces lo pasamos por alto. Me
gusta poner como ejemplo un cuento que es conocido entre los mi-
sioneros:
«Un grupo de cristianos se reunían una vez por
semana para estudiar y prepararse en función de
salir a predicar el Evangelio. El último día, antes
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
El Mensaje de Jesús
Si revisamos los evangelios de punta a punta, no hay ni una sola re-
ferencia al tema de la homosexualidad. Eso ya nos da la pauta de que
en el mensaje de Jesús no ocupa un puesto de importancia, si es que
llegara a ocuparlo. No quiso y novio necesario dejar una doctrina
acabada al respecto. Y eso que Jesús habló de muchas cosas pero que,
al mismo tiempo, eran y son las esenciales.
El mensaje de Jesús, con grandes novedades y avances, se centra
en el modo de vivir y de experimentar la Ley, o sea, la Palabra viva de
Dios. Y es lo más alejado a poner algo de energía en criticar la sexua-
lidad de la gente. Él estaba mucho más interesado en temas como la
injusticia, la falsedad, la hipocresía, creerse mejores que los demás, ser
estrictos con la ley, honrar con los labios y no con el corazón. Su prin-
cipal mensaje fue amar a Dios por sobre todo y al prójimo como uno
mismo. Muy pocas veces hace referencia al tema sexual, y nunca
¡nunca! a la homosexualidad.
Eso solamente (el silencio de Jesús al respecto) debería llamarnos
la atención, cuando aún en pleno siglo XXI hay pastores, sacerdotes
y otra gente de Iglesia que dedican su vida y su energía focalizándose
en una cruzada a favor del puritanismo.
Consciente de esto, el Papa Francisco en una entrevista reciente
a una revista jesuita, arremete contra la obsesión sexual de algunos
creyentes:
«Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio,
porque de otra manera el edificio moral de la Igle-
sia corre peligro de caer como un castillo de nai-
pes, de perder la frescura y el perfume del Evange-
lio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla,
más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta
surgen luego las consecuencias morales […]No
podemos seguir insistiendo solo en cuestiones refe-
rentes al aborto, al matrimonio homosexual o al
uso de anticonceptivos […] No es necesario estar
hablando de estas cosas sin cesar».
Es tan sencillo y simple el mensaje de Jesús, que él mismo es capaz
de resumirlo en pocas líneas, cuando uno de los doctores de la Ley le
pregunta:
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
«Estaban pasando un momento agradable,
cuando los hombres de la ciudad, gente perver-
tida, rodearon la casa y comenzaron a golpear la
puerta, diciendo al anciano dueño de casa: “Trae
afuera el hombre que entró en tu casa para
que tengamos relaciones con él”. Pero el dueño
de casa se presentó ante ellos y les dijo: “No, her-
manos míos, no obren tan perversamente,
porque ese hombre es mi huésped. ¡No co-
metan esa infamia! Yo tengo a mi hija que es
virgen: se la traeré afuera, para que ustedes
abusen de ella y la traten como mejor les pa-
rezca. Pero no cometan semejante infamia
con ese hombre.”
» Sin embargo, ellos no quisieron escucharlo. En-
tonces el levita tomó a su concubina y la llevó
afuera. Los hombres se aprovecharon de ella y la
maltrataron toda la noche hasta la madrugada, y
al amanecer, la abandonaron.»
(Jue 19, 22-25)
Otro dato relevante es que la misma Biblia más adelante, cuando
el profeta Ezequiel hace referencia a Sodoma, no habla de que So-
doma haya sido aniquilada por sus relaciones homosexuales, sino
que detalla expresamente cuál fue el pecado: su soberbia y su falta de
socorro al pobre e indigente, esas abominaciones son más graves a
los ojos de Dios:
«Esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma:
soberbia, buena mesa y total despreocupación.
Además de esto, ella y sus hijas no socorrieron al
pobre y al indigente; se enorgullecieron y cometie-
ron abominaciones en mi presencia. Por eso las
rechacé, como tú lo has visto.»
(Ez 16, 49-50)
Para dejar de lado este texto, vemos cómo el pecado que llevó a la
destrucción de esa ciudad fue el cerrar sus puertas y no ser hospitala-
rios. Casi irónicamente lo que hoy en día hacen miles de comunida-
des cristianas alrededor del mundo con las personas homosexuales.
Como decía al comienzo de esta sección, difícilmente hoy un teó-
logo o un exégeta que esté al tanto de los avances, siga usando este
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
• ni ponernos vestidos con mezcla de hilos (19, 19);
• ni entrar a lugares sagrados habiendo bebido vino u otra be-
bida alcohólica (10, 9);
• ni comer grasa de buey, cordero o cabra (7, 23),
• ni comer liebre o cerdo (11, 2-7),
• ni comer algún tipo de reptil (11, 42);
• ni sembrar con mezcla de semillas (19, 19);
• ni cortarse el pelo en forma de círculo o afeitarse (19, 27);
• ninguna persona con algún defecto físico podría ser sacerdote
(21, 17-20);
• ni deberíamos trabajar los sábados (23, 1-3);
• pero sí podríamos tener esclavos, siempre que sean extranje-
ros (25, 44).
Tengamos en cuenta que muchas de esas prácticas servían tam-
bién de referencia para cuidar la integridad de la tribu. Por ejemplo:
con respecto a la higiene y cuidado de la salubridad, se consideraba
impuro tener relaciones sexuales durante la menstruación (15, 20),
o impuro a un hombre después de haber eyaculado (15, 16). Hoy
cualquier médico o ginecólogo pensaría dos veces antes de afirmar
esas cosas.
Difícilmente también hoy afirmaríamos que alguna mujer que
acaba de dar a luz es impura y será impura durante treinta y tres días
en el caso de tener un varón o durante sesenta y seis si es madre de
una mujer (12, 2-5).
Con respecto al tema de la prohibición de acostarse con personas
del mismo sexo, agreguemos el peso de la importancia de la promesa
hecha por Dios a Abraham (promesa de tierra y descendencia) que
era relevante cuidar en aquel momento en un pueblo que debía pro-
pagarse y multiplicarse.
Hoy el crecimiento demográfico hace que en algunos países in-
cluso se restrinjan las posibilidades del incremento de su población
con impuestos, como en el caso de China, por ejemplo.
Es ilógico e irrisorio seguir catalogando las cosas que no podría-
mos hacer si seguimos al pie de la letra este libro. Pareciera ser que
uno quiere desautorizarlo dejándolo en ridículo. Si esas prácticas
constituyen parte de la Biblia y están allí querrán dar la pauta dela
pureza ritual a la que estaban dispuestas algunas tribus. Pero para
leerlas hoy buscando una enseñanza, una instrucción o un mensaje
espiritual, habrá que ponerlas en su justa concepción atendiendo,
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Capítulo Nº5:
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pasaje a la prostitución que se realizaba en los templos paganos, e in-
cluso en algunos recintos judíos. Esta clase de prostitución religiosa
pagana era bien conocida por el Apóstol Pablo a quien no le pasó
inadvertida en sus viajes misioneros sino que por el contrario le era
causa de gran preocupación. En esta comunidad particularmente
por estar influenciada por cristianos conversos provenientes de dife-
rentes religiones, y que por lo tanto corrían el riesgo de asumir ritos
idólatras.
Pablo muestra una serie de actos en los que incurre la humanidad
cuando deja de lado a Dios cayendo en la idolatría. Resultado de la
idolatría es sufrir el abandono de Dios, que dejándolos de lado, los
entrega a cometer diversas formas de impureza y actos de injusticia.
Habla entonces de diversas clases de injusticias y de actos sexuales
entre los que figura el sexo anal entre varones.
Pero Pablo no hace alusión alguna a la orientación sexual de las
personas, y no podemos saber si estos actos a los que él se refiere son
de personas heterosexuales, homosexuales, bisexuales, etc. Es más,
cuando señala que «abandonaron el uso de la mujer» parecería indicar
que no se trata entonces de homosexuales, ya que si lo hubiesen sido,
difícilmente hubieran reemplazado el sexo con mujeres por sexo con
varones.
Algunas personas piensan que en este texto hay incluso una clara
alusión de San Pablo a una condena de la homosexualidad femenina.
En ese caso sería el único texto en toda la Biblia que condena el les-
bianismo. Pero este versículo habla de mujeres que realizan actos se-
xuales contra naturaleza pero no se indica que esos actos fueran entre
mujeres. Parecería indicar más una práctica que se aleja de la concep-
ción, pero no necesariamente habla del sexo entre mujeres, sino más
bien de sexo anal, que no engendra hijos ni descendencia. Una prác-
tica común realizada en la prostitución femenina en los templos.
No se habla explícitamente tampoco del género del compañero
sexual ni tampoco se hace referencia a lo que hoy podríamos indicar
como un amor libre homosexual, sino de una codicia, lujuria y exce-
sos.
Entonces volvemos a decir que no es la combinación sexual la
preocupación de Pablo, sino los efectos de la idolatría en la comuni-
dad que los hace realizar actos impuros. Y cuando hace referencia a
los pecados sexuales en concreto no discrimina entre quienes se rea-
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
lakoi) es muy ambiguo. Por eso dependerá de la interpretación y afi-
nidad ideológica de quienes estén traduciendo y adaptando la Biblia
a su propio idioma. Deberá buscar con sumo cuidado aquella pala-
bra que se corresponda en su idioma sin faltar el respeto al término,
tratando de acercarse a su significado correlativo en su propio len-
guaje.
Hay un refrán italiano que habla de las limitaciones de las traduc-
ciones, que pierden la riqueza del lenguaje original. Ellos dicen con
mucha sabiduría: «traduttore, tradittore», o sea, el traductor es un
traidor. Porque en verdad una traducción puede ser traicionera,
consciente o inconscientemente, y eso dependerá dela pureza e in-
tención de quien traduce un texto. No sólo por su ideología o pre-
concepto, sino además porque puede no haber un vocablo que refleje
correctamente esa traducción.
Acá se ganan un punto a su favor los traductores de «El libro del
Pueblo de Dios» (traducción del texto bíblico para Argentina). Que
con buen criterio decidieron traducir el primer vocablo arsenokoitai
como pervertidos. Es la palabra que figura en ambos textos. Este tér-
mino, muy difícil de traducir, es una palabra compuesta por «arseno»
(varón) y «koitai» (cama, lecho). Algunos estudiosos afirman, que,
contiene una referencia sexual negativa y de explotación, ya que en la
cita de Timoteo figura entre medio de los términos que denotan a
prostitutos masculinos y traficantes de personas, generalmente para
explotarlos sexualmente.
Entonces traducido así, el texto de Timoteo queda afuera de
cualquier sospecha. No así en otras traducciones, que insisten en
equiparar ese término con la homosexualidad.
Vayamos entonces a la carta a los Corintios:
«¿Ignoran que los injustos no heredarán el Reino
de Dios? No se hagan ilusiones: ni los inmorales,
ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados,
ni los pervertidos, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpado-
res heredarán el Reino de Dios. Algunos de uste-
des fueron así, pero ahora han sido purificados,
santificados y justiciados en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.»
(1 Co 6, 9-11)
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Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
Será esta misma dificultad para traducir la que nos lleve a com-
prender que el alcance delos términos es muy limitado y depende de
la traducción que recibimos. Pero a medida que se acumulan eviden-
cias, es claro que los textos son malinterpretados si se quiere ver en
ellos alguna condena moral a los actos homogenitales.
En este texto de Corintios aparece, además de arsenokoitai, el tér-
mino malakoi, que nuestra Biblia traduce como afeminados. Pero
esta palabra era bastante común y parece al menos tener tres signifi-
cados probables. El primer significado es suave, fino, refinado (así es
usado en el evangelio en Lc 7, 25 y Mt 11, 8 cuando hablan de las
vestiduras del hombre rico). La segunda acepción es afeminado,
como mujer, pero con la idea de ser fácilmente influenciable, sin coraje,
inestable, decadente (recordemos la cultura machista de la época). El
tercer sentido era para referirse a los prostitutos jóvenes que adopta-
ban un papel pasivo durante el acto a cambio de dinero. Éste último
es el término más aceptado por estar asociado en el texto al anterior
arsenokoitai del que ya hicimos referencia y que se encuentra en el
listado de pecados.
Un estudio sensato, profundo y equilibrado de estos vocablos
griegos empleados por el apóstol Pablo revelan que los mismos ha-
cen referencia a actividades sexuales abusivas y explotativas, de liber-
tinaje o coacción, pero no tienen nada que ver con las relaciones con-
sensuadas entre personas adultas del mismo sexo basadas en el amor
y el mutuo compromiso.
Textos que parecen manifestarse a favor de la
homosexualidad
No puedo dejar de presentar estos textos en honor a la verdad,
por eso los expongo a continuación. Nunca han sido usados como
material de condena de la homosexualidad, sino al contrario, como
materia a favor de textos que aprueban o miran con buenos ojos las
relaciones entre personas de ambos sexos, siempre que se den en un
ambiente de respeto y decisión mutua. Sería bueno entonces anali-
zarlos y profundizar en ellos.
Particularmente no creo que el objetivo de los autores de estos
libros sea darle relevancia al tema. Pero es claro que están allí y ha-
blan del tema con total naturalidad. Si estos textos llegaron a nues-
tras manos, pasaron a la historia, y no fueron retocados, pueden estar
queriendo aportar algo de luz. No seré yo quien los excluya y saque
del panorama. Será un nuevo desafío para los biblistas y teólogos,
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
para seguirá hondando en la riqueza que estos pasajes puedan apor-
tar.
Rut
En el libro de Rut, leemos una hermosa manifestación de amor. Al-
gunos lo toman como una posible señal de lesbianismo. Aunque la
mayoría se inclina a afirmar que es un texto de fidelidad filial, y que
las intenciones de Rut son de admiración y respeto hacia su suegra,
la madre de su esposo fallecido. Bien podrían utilizarse como lectura
en una ceremonia de casamiento entre dos mujeres:
«“No insistas en que te abandone y me vuelva,
porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú
vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi
Dios. Moriré donde tú mueras y allí seré ente-
rrada. Que el Señor me castigue más de lo debido,
si logra separarme de ti algo que no sea la
muerte”.»
(Rut 1, 16-17)
El Rey David y Jonatán
Interpretaciones de textos que generalmente resultan ofensivas para
algunos ortodoxos son los que hablan del rey más importante de Is-
rael: el rey David. Pero tampoco por eso podemos dejar de mencio-
narlos.
Hay muchos libros escritos al respecto, y no tocan el tema con
liviandad. Sólo pondré algunos párrafos del prolongado libro de Sa-
muel. Están extraídos de su contexto, porque el libro es demasiado
extenso, pero los invito a leer todo el libro (sobre todo desde el Primer
Libro de Samuel capítulo 18 hasta el final del Primer capítulo del Segundo
Libro de Samuel).
Hagan el ejercicio de leerlos sin pensar que están leyendo la Bi-
blia. Verán que no pueden ser interpretados de otra manera, y que
no hay algún versículo que avale una interpretación en contra. Verán
con cuánta insistencia en esos pasajes hay una frase que se repite
hasta el hartazgo: «…porque lo amaba como a sí mismo».
Aun cuando David tuvo diferentes mujeres, el amor de Jonatán
era su delicia. Ya al momento de la presentación quedaron «encari-
ñados»:
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
Y el texto más hermoso, es este bello poema donde David llora la
muerte de Jonatán:
«¡Cómo han caído los héroes en medio del com-
bate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus
montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán,
hermano mío muy querido! Tu amor era para
mí más maravilloso que el amor de las mujeres».
(2 Sam 1, 25-26)
La traducción argentina, por prurito, cobardía, o vaya a saber por
qué razón, eligió dar dos traducciones diferentes a un mismo vocablo
(amor). Traduciéndolo por amistad cuando se refiere a Jonatán y
por amor cuando se refiere a las mujeres. Por suerte, la mayoría de las
traducciones directamente dicen: «Tu amor era para mí más mara-
villoso que el amor de las mujeres». Ya en el texto de la Vulgata (en
latín) se usa la misma palabra para ambos casos: «mirabilis amor tuus
mihi super amorem mulierum».
Mucho más no hay que decir. Los invito a leer los pasajes de sus
propias Biblias y que lleguen ustedes a sus propias conclusiones.
Textos del Evangelio de Jesús
Hay dos pasajes en el Evangelio que merecen consideración para que
se puedan seguir revisando y estudiando.
El primero es el cariño con el que Jesús recibe al Centurión Ro-
mano, cuando se acerca a pedirle que cure a su siervo:
«Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centu-
rión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en
casa enfermo de parálisis y sufre terrible-
mente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”.
Pero el centurión respondió: “Señor, no soy
digno de que entres en mi casa; basta que di-
gas una palabra y mi sirviente se sanará. Por-
que cuando yo, que no soy más que un oficial
subalterno, digo a uno de los soldados que es-
tán a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él
viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes
que hacer esto’, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó
admirado y dijo a los que lo seguían: “Les ase-
guro que no he encontrado a nadie en Israel
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Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
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Capítulo Nº5:
La palabra de Dios ¿condena la homosexualidad?
simplemente le dice: «vete y que suceda como has creído». ¿Será por-
que en esta relación Jesús no ve nada que deban cambiar?
Otro pasaje interesante es la actitud asumida por Jesús en rela-
ción a los llamados eunucos. Jesús les contestó:
«En efecto, algunos no se casan, porque nacieron
impotentes del seno de su madre; otros, porque
fueron castrados por los hombres; y hay otros que
decidieron no casarse a causa del Reino de los
Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»
(Mt 19, 12)
De este texto llama la atención que Jesús hable de tres categorías
de eunucos: los que fueron castrados por los hombres, los que deci-
dieron hacerse y los que nacieron así.
Era usual que en aquella época los reyes y familias más ricas tu-
vieran esclavos castrados para trabajar y cuidar a las concubinas.
Esos serían los que «fueron castrados por los hombres». Están quienes
deciden no casarse por el Reino de los cielos, como era el caso de al-
gunas sectas de la época que buscaban el acercamiento a Dios me-
diante la abstinencia sexual. Pero es difícil de comprender por qué
Jesús habla de «los que nacieron así del seno de su madre».
Acá algunos teólogos dicen ver referencias a que Jesús hable de
una tendencia homosexual. Si bien lo veo difícil, no soy nadie para
contradecir y permitir que se sigan haciendo estudios al respecto. De
todas maneras hay que rescatar en este texto la diferencia entre la ex-
clusión que hacían los fariseos, al apartar a los eunucos del servicio
de adoración y de poder participar en la comunidad de la fe, con la
actitud de Jesús, que los incluye en el Reino de Dios.
Buscando en la Biblia textos que pudieran iluminar este tema de
los eunucos, me encontré con este pasaje del profeta Isaías:
«A los eunucos que observen mis sábados, que eli-
jan lo que a mí me agrada y se mantengan firmes
en mi alianza, yo les daré en mi Casa y dentro de
mis muros un monumento y un nombre más va-
lioso que los hijos y las hijas: les daré un nombre
perpetuo, que no se borrará.»
(Is 56, 4-5)
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conocer sin miedo y sin culpas su identidad, y para que muchas fa-
milias puedan acoger a sus miembros cuando les revelen esa verdad.
Yo seguiré gritando para que la Verdad nos haga libres.
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
E
N ESTE SEXTO CAPÍTULO expondré lo que la Iglesia Católica
dice en el campo de la homosexualidad. Me permitiré hacer
unas críticas desde mi experiencia personal y la de muchos
otros que me han compartido sus vidas y caminos.
También presentaré como pinceladas algunos testigos de fe, que
han podido vivir su relación con personas del mismo sexo, en la his-
toria de la vida de la Iglesia.
La docrina de la Iglesia
La Iglesia tiene varios documentos recientes donde se explaya con-
cretamente sobre la homosexualidad:
1975: Declaración «Persona humana» sobre algunas cuestiones de
ética sexual. Congregación para la Doctrina de la Fe.
1986: Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pas-
toral a las personas homosexuales. Congregación para la Doctrina
de la Fe.
1992: Consideraciones para la respuesta católica a propuestas legis-
lativas de no discriminación a homosexuales. Congregación para la
Doctrina de la Fe.
2003: Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento
legal de las uniones entre personas homosexuales. Congregación
para la Doctrina de la Fe.
Pero para sintetizar su pensamiento y posición recurramos al
Catecismo de la Iglesia, que es donde se condensa y resume su visión.
«La homosexualidad designa las relaciones entre
hombres o mujeres que experimentan una atrac-
ción sexual, exclusiva o predominante, hacia per-
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
ya que en el orden del ser no hay pecados, sino en el orden del obrar.
Por lo tanto podés ser homosexual, confeso o a escondidas, que
mientras no lo lleves a la práctica estará todo bien con la Iglesia y sus
interpretaciones hasta el presente. Pero… ¡cuidado que si llevás a la
práctica tu homosexualidad, podés llegar a quemarte en el quinto in-
fierno, ya que estás cometiendo un pecado contra la naturaleza! Así
que, si no podés convertirte, deberás vivir en continencia (que no es
lo mismo que celibato), si querés cumplir el Plan de Dios. Es como
si Dios te condenara a ser soltero e infeliz… ¡nada más lejano, preci-
samente, de ese proyecto divino!
Leído desde la perspectiva de cualquier humano que se encuen-
tra con este mensaje puede llegar a sonar algo así como: «Dios me
hizo homosexual, me dejó una tendencia marcada en la esencia de mi
persona, pero me pide que no vaya a dejarme llevar por mis sentimien-
tos ya que me condenaría, solamente por el hecho de que me quiere
cagar la vida. En conclusión: Dios no es Dios, es una especie de mons-
truo resentido».
Como es bastante extenso el comentario a la opinión oficial de la
Iglesia, me valdré del resumen del Catecismo, para ir desgranando
punto por punto. En ese orden voy a permitirme algunas afirmacio-
nes o aportaciones, desde mi experiencia particular. Primero pondré
en cursiva lo que dice el Catecismo y luego mi respuesta.
«La homosexualidad designa las relaciones entre
hombres o mujeres que experimentan una atrac-
ción sexual, exclusiva o predominante, hacia per-
sonas del mismo sexo».
(Nº 2357, a)
En este primer número el Catecismo ya empieza presentando a
la homosexualidad sólo desde la dimensión relacional. Y no sólo se
detiene allí, sino que afirma que esa relación se da en el campo de la
atracción sexual, que puede ser exclusiva o predominante.
En mi experiencia personal me considero íntegramente homose-
xual, no sólo en mi dimensión relacional. No soy solamente un ente
relacional. Mi contextura psíquica, física, emotiva y espiritual es ho-
mosexual. Porque primeramente soy persona. Y por ser persona la
sexualidad me define íntegramente de pies a cabeza. Ya que, como
personas, somos seres sexuados. Es más, en todo caso, si mis relacio-
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
«Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto
sexual al don de la vida. No proceden de una ver-
dadera complementariedad afectiva y sexual. No
pueden recibir aprobación en ningún caso.»
(Nº 2357, d)
Alega que las relaciones homosexuales son contrarias a la ley na-
tural. Pocas afirmaciones existen en la historia de la humanidad más
soberbias y atrevidas que esa. Como si las leyes de la naturaleza fue-
ran cuestión de matemáticas, y la ciencia haya agotado todos sus re-
cursos investigativos. La Iglesia se presenta una vez más en la historia
(como si no hubiera aprendido de sus propios errores) como quien
tiene una visión acabada y cerrada del universo y del cosmos.
Aun cuando hay investigadores que descubren nuevas especies
de vida, aun cuando son revisados comportamientos y leyes que
creíamos comprender, aun cuando en párrafos anteriores dijo que el
origen psíquico es inexplicado; sin embargo tiene el atrevimiento de
afirmar semejante sentencia.
Invitaría a indagar y asomarse un poco al campo de la zoología,
para dar cuenta de la cantidad de observaciones sobre diferentes es-
pecies en el reino animal que tienen conductas homosexuales y que
todavía no se obtiene una respuesta cierta sobre la causa de este com-
portamiento. Como ejemplo señalo: cebras, gorilas, mandriles, alces,
gatos, leones, cisnes, conejos, caballos, elefantes, zorros, ratones, cer-
dos, delfines, bisontes, ovejas, patos.
Luego afirma, en su concepción biologicista de la comprensión
del mundo, que el acto sexual está cerrado a la vida. Pero la misma
Iglesia afirma que la procreación no es la única finalidad del acto se-
xual. Por otro lado, que el acto sexual esté cerrado a la vida, no signi-
fica que lo esté la decisión y el plan de vida de una pareja homosexual.
Conozco infinidad de parejas que están abiertas a recibir vida en el
ámbito de sus familias, ya sea adoptando, ya sea recurriendo a algún
método que les posibilite traer vida al mundo. Parejas responsables,
maduras y comprometidas, que quieren albergar y cuidar la vida, dar
amor y una educación responsable.
Certifica después sin vacilación que «no proceden de una verda-
dera complementariedad afectiva y sexual». Debo suponer que deja-
ron de lado la opinión de muchas ciencias humanas que tienen una
visión contraria al respecto. ¿Sabe el Catecismo de la Iglesia Católica
en cuantas cosas día a día seguimos encontrando con Luis que nos
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
chas veces esas formas de violencia son fomentadas, desde las alocu-
ciones, comentarios y homilías de los mismos pastores de la Iglesia.
«Estas personas están llamadas a realizar la vo-
luntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a
unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificulta-
des que pueden encontrar a causa de su condi-
ción».
(Nº 2358, d)
Pensé que todas las personas estábamos llamadas a eso, según la
doctrina católica, pero por el sólo hecho de ser personas creyentes,
ciudadanos del Reino de Dios, que es nuestra primordial y funda-
mental identidad, ya que todas las demás son relativas a ésta, que es
absoluta. Y, como personas, luego lo vivenciaremos y experimenta-
remos de acuerdo a nuestra religión, también como cualquier otra
persona. Si somos cristianos, como cristianos; si somos de otra reli-
gión siguiendo sus preceptos y costumbres; y si somos ateos, según
la propia y recta conciencia. No entiendo cuál es la necesidad de ex-
plicitar aquí este párrafo, a no ser que sientan que hay algún tipo de
diferencia de persona.
Por último, las dificultades que pueda encontrar a causa de mi
condición no deberían ser muy diferentes a las de las demás perso-
nas. Soy una persona que, como todas, siento, vivo, sufro, me alegro,
festejo, río, amo, trabajo, etc. Por ahora las únicas dificultades que
encuentro que podrían venir a causa de mi condición, serían las que
hacen a la falta de comprensión de otros humanos, que no entienden
la esencia de mi vida.
«Las personas homosexuales están llamadas a la
castidad. Mediante virtudes de dominio de sí
mismo que eduquen la libertad interior, y a veces
mediante el apoyo de una amistad desinteresada,
de la oración y la gracia sacramental, pueden y
deben acercarse gradual y resueltamente a la per-
fección cristiana.»
(Nº 2359)
En la doctrina de la Iglesia, hay infinidad de escritos y documen-
tos donde se afirma que cada ser humano en conciencia tiene que
buscar y realizar en su propia vida aquello que Dios quiere para cada
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
En la «Suma Teológica», Santo Tomás, lo considera un pecado con-
tra la naturaleza. Y de allí en adelante se desprenden una serie de con-
sideraciones que van de un extremo a otro. Pero cualquiera de estas
posturas a las que recurramos va a estar hablando de un tema dife-
rente al nuestro. Por aquellos elementos que afirmábamos en el capí-
tulo cuarto cuando hablábamos de la función del teólogo: que debía
valerse de los conocimientos de su época para dar respuestas. Si se-
guimos hoy ese modo de razonar de Santo Tomás ¡no deberíamos
ni tomar una aspirina o paracetamol porque no es natural, va contra
la naturaleza!
En la época de Santo Tomás, la homosexualidad todavía era un
tema pendiente en el campo de la antropología, la biología, la medi-
cina, etc. Si aún hoy hay infinidad de teorías y opiniones al respecto,
imaginémonos en aquella época. Él y los que a lo largo de la historia
opinaron de esa forma, quedan entonces relativamente exonerados
de gran parte de responsabilidad que hoy todavía en pleno siglo XXI
algunos sigan pensando de esa manera. Diferente es el teólogo actual,
que ya cuenta con datos consensuados y aceptados por los grandes
organismos científicos, tanto de medicina como de psicología.
Luego de años y años de discusiones y de revisiones científicas, en
1973 la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó la homose-
xualidad del Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales.
Hay que considerar que era una lucha que venía dándose desde mu-
chos años antes, pero recién en 1973 las demás corrientes, desprovis-
tas de argumentaciones en su contra, aceptaron esta verdad como
válida.
Luego hubo que esperar unos años más, porque todavía seguía
habiendo algunos levantamientos científicos que no querían aceptar
lo que sus líderes espirituales afirmaban. Hasta que en 1990, abru-
mada por la cantidad de estudios, investigaciones, resultados, esta-
dísticas, encuestas, etc. la Organización Mundial de la Salud, reco-
noció que no había ningún grado de insalubridad y retiró a la homo-
sexualidad de su lista de enfermedades mentales.
O sea, a ver si queda claro. Para que entendamos la magnitud de
ese acto. No hay aval científico alguno que afirme que la homosexua-
lidad es una enfermedad. O, en su visión positiva: la ciencia avala que
la persona homosexual es totalmente sana.
Este dato, no es menor, para entender por qué recién ahora pue-
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
Vayamos a los santos.
Sergio y Baco: Soldados del tiempo del emperador Maximiano, di-
rigían la escuela del palacio imperial. Como no participaban de los
sacrificios fueron acusados de cristianos. Por ello fueron relevados de
su cargo. Baco murió tras ser severamente golpeado. Sergio fue obli-
gado a correr dieciocho millas con calzados que tenían clavos hacia
adentro. Murió decapitado. En las representaciones aparecen siem-
pre juntos, cabalgando como soldados, en pinturas típicamente ma-
trimoniales o en pinturas con su uniforme militar y Jesús tras ellos.
San Elredo de Rieval: Monje de la primera edad media. Es conside-
rado generalmente como el santo patrono de la amistad. Su tratado
«Sobre la amistad espiritual» habla de la relación del amor humano y
el amor espiritual. Varias comunidades cristianas gay lo tienen como
referente.
Santas Perpetua y Felicidad: mueren ejecutadas en el siglo III afe-
rrándose mutuamente. Muchos ven en ellas patronas de las parejas
del mismo sexo.
Santa Juana de Arco: considerada por muchos un icono para les-
bianas e incluso travestis. Es referente porque se cortó su cabellera,
se vistió de hombre y fue a la guerra para defender a su país. Que-
mada por la misma Iglesia Católica, y siglos después canonizada.
San Sebastián: fue soldado romano en la época del emperador Dio-
cleciano. Llegó a ser jefe de la guardia pretoriana. Al no participar de
los sacrificios fue denunciado y terminó encarcelado. Tras ser obli-
gado a elegir entre ser soldado o seguir a Jesucristo, fue condenado a
morir con arco y flechas. Lo pusieron en una columna, lo flecharon
y lo dieron erradamente por muerto. Luego de recuperado volvió a
presentarse en el palacio para reclamarle al emperador que deje de
perseguir cristianos. Maximiano lo mandó a azotar hasta morir. Su
iconografía ha sido tomada por la comunidad homosexual como re-
ferente por aparecer el cuerpo desnudo del santo agraviado con fle-
chas.
San Polieucto y San Nearco: También soldados romanos en la Ar-
menia del siglo III. Ejemplo perfecto de amantes, ellos mismos se de-
finían como hermanos de afecto. Se decía de ellos que disfrutaban de
la relación más cercana posible, siendo ambos camaradas y compañe-
ros.
Simeón de Emesa y Juan: Afirman que se comprometieron en un
rito de hermanamiento y vivieron juntos como ermitaños cerca de
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
había signos como colocar juntos las manos sobre el evangelio, se en-
tregaba una vela ardiendo a cada uno y se ataban mutuamente con
un cinturón. Había intercambio de besos y recitación de salmos.
Prácticamente una ceremonia religiosa íntegra, con una liturgia bien
cuidada.
Hay centenares de tumbas que dan prueba de esto. Una prác-
tica común en los cementerios de Irlanda e Inglaterra, donde se los
enterraba juntos.
Al respecto vale la pena dedicar un párrafo a la memoria del Car-
denal Henry Newman. Un cardenal famoso que escribió muchos
libros, se pasó a la Iglesia Católica tras abandonar laIglesia Angli-
cana. Y después de haber vivido más de tres décadas junto al Padre
Ambrose St.John (15 años más joven que él) pidió que los enterra-
ran juntos y afirmó en el entierro de su amado: «Siempre he pensado
que no hay pérdida comparable a la de un esposo o de una esposa, pero
me es difícil creer que el dolor de alguien pueda ser tan grande como el
mío». Así se hizo, respetando su voluntad, fueron enterrados juntos.
Pero años más tarde, la Iglesia propuso separarlos, bajo el pretexto
del proceso de beatificación y de que pudiera ser venerado.
Dejando de lado este lastimoso ejemplo de falta de respeto al
amor y la última voluntad de las personas, sigamos con los ritos de
hermanamiento y, para terminar, veamos uno de los hermosos reci-
tados de la liturgia:
«Dios todopoderoso, que fuiste antes que el tiempo
y serás por todos los tiempos, que se rebajó a visi-
tar a los hombres a través del seno de la Madre
de Dios y Virgen María, envía a tu santo ángel a
estos tus servidores [nombre] y [nombre], que
se amen el uno al otro, así como tus santos apósto-
les Pedro y Pablo se amaban y Andrés y Jacobo,
Juan y Tomás, Jacobo, Felipe, Mateo, Simón,
Tadeo, Matías y los santos mártires Sergio y
Baco, así como Cosme y Damián, no por amor
carnal, sino por la fe y el amor del Espíritu Santo,
que todos los días de su vida permanezcan en el
amor. Por Jesucristo, nuestro señor. Amén.»
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Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
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Capítulo Nº6:
Lo que la Iglesia dice al respecto
A pesar de que, en su toma de posición del 16 de
mayo de 2002, el Vaticano optó por desaconsejar
que se ordenase a seminaristas homosexuales, no
hay ninguna razón para excluir a los homose-
xuales de la vida monástica, consagrada o del sa-
cerdocio… Son dones con los cuales se puede ser-
vir a la Iglesia y a los demás. La toma de posición
del Vaticano parte de una premisa falsa, mezcla
y confunde el tema de la homosexualidad con el
de la pederastia. Pero esto es absolutamente falso
y, para muchos sacerdotes homosexuales, tam-
bién extremadamente ofensivo. Lamentable-
mente, tanto las personas homosexuales como las
heterosexuales pueden abusar de los niños. Los
homosexuales no constituyen de ningún modo un
peligro mayor.
»Es fundamental que todos seamos conscientes de
nuestra orientación sexual y la aceptemos e inte-
gremos. Y si somos creyentes, y más concreta-
mente cristianos, integremos nuestra sexualidad
en nuestra espiritualidad. La persona homose-
xual, como la heterosexual, le corresponde canali-
zar la sexualidad también en la cordialidad y
afecto en el trato con las personas y el anhelo de
Dios.
»Con frecuencia los homosexuales transmiten
mucha más calidez y acogida. Y cuando consi-
guen integrar su sexualidad, su relación con Dios
y con los demás se vuelve más vital y cordial. De
todos modos es importante que todos los homose-
xuales puedan aceptar su identidad sexual y bus-
car caminos para vivir su sexualidad como fuente
de espiritualidad.»
(Solteros y felices. Anselm Grün, Ciudad Nueva,
Madrid, 2013, pp. 53-54).
Algunos fieles creyentes también me consultan si es posible que
siendo homosexuales se acerquen a recibir la comunión, ya que en
muchas ocasiones, sus respectivos sacerdotes no les dan permiso.
En primera instancia creo que una fe madura no debe pedir per-
miso. Una fe madura y responsable sabe en conciencia cuándo puede
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Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
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Capítulo Nº7:
más allá de las fronteras
E
N ESTE SÉPTIMO y último capítulo quiero aportar, desde una
visión un poco más personalista, algunas claves para que entre
todos podamos ayudarnos a reconocernos humanos y herma-
nos, erradicando la discriminación, el bullying, la violencia.
Algunos mitos sobre el homosexual
Todavía en el común de la gente, como si fuese un inconsciente co-
lectivo, hay infinidad de mitos y tabúes que surgen de la ingenuidad,
la ignorancia o las suposiciones sin asidero en la realidad.
Muchos prefieren quedarse con esa información en lugar de es-
forzarse por comprender al otro tal como es, con sus diferencias. Así
terminan esbozando una caricatura de la realidad.
Esta serie de afirmaciones y consideraciones son muy comunes
en gran cantidad de la población, incluso en ámbitos académicos; mi-
tos que se han ido alimentando del «boca en boca».
Veamos algunos de ellos:
• La homosexualidad se da por falta de madurez. Es un pe-
riodo de transición en la vida evolutiva de la persona, que
en muchos casos no se supera.
• La tipología del homosexual es fácilmente detectable por su
ansiedad, compulsividad, depresión y problemas relaciona-
les.
• El homosexual es corruptor de menores.
• El homosexual es incapaz de establecer relaciones estables
y maduras.
• Los varones homosexuales son afeminados y las lesbianas
son masculinas.
• Se es homosexual porque de chico faltó mano dura.
• El homosexual vive encerrado en una cultura del cuerpo y
Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
la estética.
• En las parejas homosexuales y de lesbianas uno hace de va-
rón y otro hace de mujer.
• La homosexualidad puede revertirse mediante tratamien-
tos reparativos.
• A los homosexuales es fácil identificarlos porque se visten
con ropas de cuero ajustadas, musculosas y cadenas colga-
das.
Mitos y aseveraciones que terminan generalizando en la totali-
dad de los homosexuales, conductas que pueden ser de un bajo por-
centaje de personas. Inventos que maquina el entendimiento hu-
mano para poder llenar los huecos que no logra terminar de concebir
o comprender.
Ni todo homosexual vive encerrado en una cultura del cuerpo,
ni tampoco todo heterosexual reniega de su estética. Algunos homo-
sexuales gustan de vestir con ropa ajustada de cuero y otros no se vis-
ten así. Los hay extremadamente minuciosos a la hora de elegir la
combinación de colores y otros exageradamente desaliñados.
Existen homosexuales ansiosos y heterosexuales ansiosos, como
también homosexuales y heterosexuales que no son así.
La corrupción de menores es una perversión que se da en una
porción de la humanidad. Hay heterosexuales que perviertan meno-
res y homosexuales que también lo hacen.
Las terapias reparativas terminan defraudando a quienes inten-
tan curar algo que no es necesario curar, porque no existe enferme-
dad alguna. Lo único que logran son personas reprimidas e infelices
que no saben aceptarse y asumirse. Y aquellos que se obligan a ca-
sarse por presión social, con la esperanza de cambiar sus tendencias,
terminan siendo infelices no solamente ellos, sino también haciendo
infelices a sus parejas y a los posibles hijos.
Gente educada con mano dura salió igualmente homosexual,
gente educada con mano blanda salió heterosexual. Y viceversa tam-
bién.
Tantas afirmaciones y generalidades no contribuyen a fomentar
una humanidad más tolerante, abierta, comprensiva e inclusiva. Hay
ejemplos de infinidad de denuncias a lo largo de la historia, que la so-
ciedad terminó atribuyendo injustamente a la homosexualidad.
Recuerdo todavía que cuando era chico, tenía una visión demo-
níaca de los homosexuales. Y les voy a decir la razón: en esa época se
recriminaba a los homosexuales de ser quienes introdujeron el
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Capítulo Nº7:
más allá de las fronteras
SIDA en el mundo. Por ignorancia y falta de conocimientos se llamó
a esa enfermedad la peste rosa y creó miles de discusiones, enfrenta-
mientos y discriminaciones en todas las longitudes y latitudes del
mapa. Las noticias iban y venían con estruendo, repartiendo culpas
y responsabilidades. Entre ellas una foto de las estrellas Rock Hud-
son y Linda Evans después de haberse besado en «Dinastía». Él tenía
SIDA y no le había dicho nada… ¡qué escándalo! Ahora ella podía
morir también. Con todas estas reseñas yo pensaba cómo podía ser
tan cruel y tan mala esa clase de gente (los homosexuales) de querer
y desear el mal de toda la humanidad.
Mitos…
Construcciones…
Fantasmas…
Más allá de las fronteras
No quiero terminar el libro con una reflexión pseudo-cursi que hable
de la importancia de la aceptación y el reconocimiento del otro.
Pero veo cada vez más y más necesario que, como personas,
como instituciones, como organismos, como sociedad, como comu-
nidades; ya seamos creyentes, confesos, ateos o agnósticos; demos un
paso significativo y valiente. Te invito y los invito a que alcemos
nuestra voz con mayor potencia, alta y firme, que no permitamos
que nos lleven por delante y que ninguneen o subestimen la esencia
de una persona por el sólo hecho de descubrirla diferente.
Todavía hay organizaciones que, a nivel mundial, se arrogan la
defensa de la vida humana y del ser humano, y siguen profesando el
odio y la incomprensión. Lo más grave es que ellos están convenci-
dos y creen en conciencia que están luchando por una causa noble.
Leamos, sólo como ejemplo, lo que en el año 2012 escribía la or-
ganización Human Life International, por citar alguno delos exten-
sos y aberrantes comentarios que pueden todavía leerse en su página
web:
«El problema del homosexualismo debe enfocarse
de la misma manera que la sociedad ha enfocado
el beber y el fumar durante los últimos años. Na-
die es capaz de acusar a la organización Madres
Contra la Conducción de Vehículos en Estado de
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Tanto Amor Desperdiciado · Andrés Goeni
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Biografía del autor
A NDRÉS GIOENI
nació en Men-
doza, en el seno de
una familia común: mamá,
papá y tres varones, siendo
él el del medio.
Cursó su educación
primaria en un colegio reli-
gioso (San José de los Hermanos Maristas), pero al entrar a la secunda-
ria fue a un colegio laico (Martín Zapata de la Universidad Nacional
de Cuyo), por lo que sintió la necesidad de seguir teniendo cercanía
con la Iglesia. De ese modo, en su adolescencia empezó a trabajar en
la parroquia de su barrio (Corazón de María), visitando asilos de an-
cianos, organizando competencias deportivas de todo tipo, ofre-
ciendo reuniones deformación, gestionando salidas culturales.
Con respecto a tareas pastorales, misionó en el Barrio La Favorita
de la Ciudad de Mendoza, un barrio mucho más marginal en aquella
época. Visitaba casa por casa conociendo los hogares delos niños que
asistían a la catequesis de los sábados. Allí, en esos encuentros, la
gente pedía confesarse, bautizar a sus hijos, casarse, tener misas, etc.
Tareas que sólo podía realizar un sacerdote. Pero el sacerdote de la
parroquia iba muy poco para allá y no se hacía eco de esos reclamos.
Fueron esas demandas dela gente, y esos pedidos, los que lo im-
pulsaron más adelante a preguntarse: ¿por qué no sacerdote? En ese
momento estaba estudiando para hacer el ingreso a la carrera de me-
dicina y estaba de novio con una chica mayor con la que estuvo dos
años en pareja. Soñaban con ir a misionar al África, ella como do-
cente, él como médico.
Pero después de darse cuenta de la magnitud de la pregunta, co-
menzó todo un proceso y un tiempo de discernimiento y acompaña-
miento vocacional para ver si esa era su verdadera vocación. Entró al
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Con Luis decidimos que este libro salga gratuitamente. Es
nuestro aporte y nuestro regalo.
Para que muchos puedan leerlo, sin restricciones de tipo
económico. Y puedan compartirlo, prestarlo, divulgarlo, de-
batirlo.
Para mensajes, comentarios, ya saben dónde contactarnos,
las redes sociales nos reúnen como una gran aldea global.