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El deporte, entre centralización gubernamental y la búsqueda


de preservación de su autonomía: el caso de la CADCOA

Rodrigo Daskal
Daniel Sazbón1

Los trabajos sobre las relaciones del primer peronismo con el mundo del deporte
han tendido a llamar la atención sobre dos grandes rasgos característicos: el avance del
aparato estatal sobre el terreno anteriormente ocupado por clubes e instituciones civiles, y
la frecuente utilización de los eventos deportivos como plataformas de propaganda de los
logros de la administración justicialista. Ambos aspectos encuentran en la CADCOA
(Confederación Argentina del Deporte – Comité Olímpico Argentino) un espacio
particularmente fértil para la indagación historiográfica. El primero, por el grado de
intimidad alcanzado entre sus autoridades y el Poder Ejecutivo; el segundo, por la labor de
la institución en eventos como los I Juegos Panamericanos (1951) o la participación
argentina en los Juegos Olímpicos de Londres (1948) y Helsinki (1952), ampliamente
publicitados como indicadores de la fortaleza de la “nueva Argentina” que se iniciaba con
el gobierno de Perón, el “primer deportista”.2

Así, la CADCOA ha sido mostrada como ejemplo de la absorción por parte del
Estado de una serie de iniciativas anteriormente en manos de la sociedad civil, cuya
autonomía quedaría, consecuentemente, debilitada. Como se verá, una aproximación más

1 Los autores quieren agradecer los aportes y sugerencias de César Torres y Mariano Gruschetsky.
2 Algunos trabajos que refieren a la CADCOA son: Ariel Scher y Héctor Palomino, Fútbol: pasión
de multitudes y de élites, Buenos Aires, Cisea, 1988; Ranaan Rein, “‘El primer deportista’: the
political use and abuse of sport in peronist Argentina”, International Journal of the History of Sport
vol. 15, n° 2, agosto 1998; Víctor Lupo, Historia política del deporte argentino (1610-2002),
Buenos Aires, Corregidor, 2002; más recientemente, César R. Torres, “Peronism, International
Sport and Diplomacy”, en Heather L. Dichter y Andrew L. Johns, Diplomatic Games: Sport,
Statecraft and International Relations since 1945, University Press of Kentucky, 2014.
2

Antecedentes: el Estado y la CADCOA, de Alvear a Justo

Si bien numerosos textos ubican erróneamente el origen de la CADCOA en el


primer gobierno de Juan Domingo Perón (en 1947),3 su historia se inicia exactamente 20
años antes. Como lo muestran los trabajos de César Torres sobre los inicios del olimpismo
argentino y las dificultades para establecer en el país una representación local del Comité
Olímpico Internacional,4 la fundación de la entidad se debe a un decreto de Marcelo T. de
Alvear de 1927, que determinaba que “la Confederación Argentina de Deportes queda
reconocida en el carácter de Comité Olímpico Argentino”.5

Dicha participación fundante del Estado en la conformación de la CADCOA es aún


más evidente al considerar que la entidad que precedentemente cumplía las funciones de
“organizar y dirigir la representación argentina en las Olimpíadas” también había resultado
de una decisión gubernamental. El COA fue creado por Alvear por un decreto de 1923 y
sus miembros (y presupuesto) eran designados por el Ejecutivo.6 La Confederación

3 Por ejemplo, en los ya citados trabajos de Scher y Palomino, Rein, y Marcilese. Esta equivocación
puede deberse a la creación, en 1947, del Comité Nacional de Educación Física, entidad que incluía
a la CADCOA, o simplemente a la evidente mayor relevancia pública adquirida por la entidad
durante los años peronistas. Sin embargo, Lupo (op. cit.) fecha correctamente el origen de la
CADCOA en 1927, lo mismo que Torres o Lucie Hémeury (“Le pouvoir hors-jeu? Football et
péronisme en Argentine (1946-1955)”, Cahiers des Amériques Latines n° 74, 2014).
4 Cesar R. Torres: “Tribulations and Achievements: The Early History of Olympism in Argentina”,

The International Journal of the History of Sport 18:3, 2001; “A Time of Conflict: Argentine Sports
and the 1924 Olympic Team”, en Wamsley, Barney y Martyn (comps.), The Global Nexus
Engaged: Past, Present, Future Interdisciplinary Olympic Studies, Ontario, The University of
Ontario Press, 2002; “‘If We Had Had Our Argentine Team Here!’: Football and the 1924
Argentine Olympic Team”, Journal of Sport History, vol. 30, n° 1, 2003.
5 Se trata del decreto 74/27, del 31/5/1927. Esta adición es explícita en el nombre que figura en las

publicaciones de la entidad: “Confederación Argentina de Deportes (Comité Olímpico Argentino)”.


6 Torres, op. cit. El decreto de Alvear fue promulgado el 31 de diciembre de 1923; en marzo del año

siguiente se aprobó su presupuesto para los Juegos de 1924, fijándolo en $10.000. La vinculación
del presidente Alvear con el olimpismo es anterior: ya en 1920, cuando era embajador en París del
gobierno de Yrigoyen, figuraba como Presidente Honorario del Comité Pro-Juegos Olímpicos. Este
apoyo estatal no fue una iniciativa aislada de Alvear: también existió en los intentos fallidos para
enviar delegaciones a los Juegos anteriores, así como la organización de los llamados “Juegos
Olímpicos del Centenario” de 1910; cf. Torres.
3

Argentina del Deporte, por su parte, había surgido en 1921 a partir de una iniciativa similar
de figuras nucleadas en la Federación Atlética Argentina. El decreto presidencial de 1927
(que anulaba el de 1923) vino así a terciar en la disputa por la dirección de la iniciativa
olímpica. De esta manera, y más allá de las disputas iniciales por la cuestión de la
representación internacional, mientras que la función del COA se vincula
fundamentalmente con la representación del deporte nacional en las distintas competencias
olímpicas, la CAD oficiaría como entidad organizadora de todos los deportes, es decir, de
las federaciones y asociaciones deportivas.

Una rápida lectura de las Memorias y Balances de la CADCOA permite apreciar


hasta qué punto el funcionamiento de la institución dependía de sus vínculos con las
máximas autoridades, así como ciertas tensiones con los estamentos asociativos del
deporte, visibles al menos en los últimos años del periodo. 7 Las lamentaciones por la escasa
atención que reciben los pedidos de asistencia son frecuentes en las publicaciones
institucionales de la CADCOA, alternadas con manifestaciones de agradecimiento a la
autoridad que hubiese tenido a bien atenderlos. Los párrafos de la Memoria… del ejercicio
1928-29 son característicos:

“Uno de los problemas más importantes a cuya solución ha debido abocarse el


Consejo de Administración ha sido el de tratar de obtener los fondos
indispensables… por no haber acordado el gobierno anterior la contribución
anterior la contribución que prometiera, y no alcanzar los fondos obtenidos por
la Colecta Popular … hubo de recurrirse nuevamente al H. Congreso Nacional
en procura de la contribución del Estado que nos permitiera solucionar nuestra
difícil situación.
Felizmente nuestro justo pedido fue escuchado… nuestras gestiones han
encontrado el más franco y decidido apoyo del Poder Legislativo de la
Nación… Cumplimos con un deber ineludible al dejar pública constancia del
más intenso reconocimiento de esta Confederación hacia el Congreso
Nacional”.
7 Debe aclararse que la base documental consultada es, lamentablemente, incompleta: sólo se pudo
acceder a un número limitado de las Memorias y Balances de la institución (de 1928 hasta 1930,
1943-44, de 1945-46 a 1949-50, y finalmente, 1956-57); del mismo modo, la colección de la revista
Olimpia analizada es también incompleta, faltando del n° 5 al 10. Tampoco hemos podido consultar
más que superficialmente la publicación Mundo Deportivo, para la época peronista. Se han
intentado suplir estas lagunas en la información con la lectura de los Boletines Oficiales del período,
así como con bibliografía secundaria. Agradecemos la colaboración de Florencia Dezzotti en la
obtención de parte de las fuentes.
4

Los presupuestos examinados son elocuentes: en cada uno de ellos el apartado


“Haber” muestra la importante presencia de los aportes públicos, a los que se suman las
cuotas de afiliación de las entidades miembros, donaciones de particulares, recursos
obtenidos por la venta de las publicaciones de la entidad (la Revista del Deporte), y
ocasionalmente rifas y colectas extraordinarias.8

La asistencia requerida al erario público no se reducía a los fondos líquidos,


imprescindibles para su subsistencia: la ausencia de una local propio para la institución
(que debía recurrir a la solidaridad de alguna de sus entidades afiliadas, como la Asociación
del Fútbol Argentino) constituía otro motivo para peticionar su ayuda: un proyecto de
“Creación de la Casa del Deporte” fue presentado ante el Congreso Nacional en 1929,9 es
decir menos de dos años luego de la creación de la CADCOA. En la década siguiente, en
1935, la entidad logrará provisionalmente la cesión de una casa fiscal “a título gratuito y
con carácter precario”.10 La satisfacción de este “largamente ansiado anhelo” durante el
peronismo motivará el agradecimiento hacia el presidente de la nación, tanto con relación a
la sede administrativa como a una futura Casa del Deporte en Palermo, proyecto finalmente
no concretado.

Pero la vinculación entre la CADCOA y la administración nacional no se limitaba al


aspecto financiero; un rápido vistazo a sus cuadros directivos muestran que su cercanía al
gobierno peronista no es más que la acentuación de un rasgo repetido de su historia, ya
desde el radicalismo antipersonalista en épocas de Alvear. En 1923, los miembros del
primer Comité Olímpico Argentino incluían como su presidente al fundador e histórico
presidente de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, Ricardo Aldao (anteriormente
Vicepresidente de la Convención Constituyente y Ministro de Hacienda de Buenos Aires);

8 En 1929, por ejemplo, los fondos provenientes de las arcas públicas alcanzan los $180 mil
(sumando aportes del estado nacional y de la provincia de Buenos Aires), mientras que la
recaudación de la rifa más de $34 mil.
9 Su autor fue el senador Alejandro Ruzo, radical antipersonalista y directivo de AFA, de la que

llegaría a ser brevemente presidente en la década siguiente


10 Ubicada en Azcuénaga 981, se trataba de una de las viviendas destinadas a ser demolidas para la

construcción del futuro Hospital de Clínicas.


5

también formaban parte el radical antipersonalista Arturo Goyeneche (futuro


intendente de Buenos Aires), su correligionario Benito Nazar Anchorena (interventor de
Tucumán con Yrigoyen y de la Universidad de Buenos Aires con Uriburu, luego presidente
de la Corte Suprema de la Nación con Justo) y Francisco Beazley, Jefe de Policía provincial
en 1896.

Esta imbricación entre el Comité Olímpico Argentino y la élite gobernante era


consecuente con la sociabilidad “sportivista” de ese estrato,11 que privilegiaba espacios
como el Jockey Club, el Círculo de Armas o la Federación de Box, el Club Universitario de
Buenos Aires o, principalmente, Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, institución que le
aportó al COA a su pareja rectora: Aldao y Próspero Alemandri, simultáneamente
Presidente y Vicepresidente del Comité y de GEBA.

Los nombres que conformarían la CAD tenían una procedencia similar.12 En ella
eran importante los nombres vinculados a la difusión y temprana espectacularización de las
actividades deportivas, como el barón Antonio de Marchi, quien desde la Sociedad Sportiva
Argentina buscaba a que el deporte desbordara las estrechas barreras de la élite porteña en
las que había estado encerrado desde mediados del XIX.13

Una vez unificadas ambas instituciones, los vínculos de la CADCOA con las
autoridades estatales no dejarían de fortalecerse en la década siguiente, en particular en los
años de la hegemonía de la Concordancia justista. Estos nexos no se evidenciarán tanto en
los nombres de sus miembros, menos ligados directamente al funcionariado nacional o
provincial, sino principalmente en la capacidad de la entidad para formar parte de algunas

11 Cf,. Julio Frydenberg, Historia social del fútbol. Del amateurismo a la profesionalización,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2013.
12 Rafael Cullen, su primer presidente, dirigía la Federación Atlética Argentina, y estuvo

históricamente ligado al rugby a través del club CASI. Su mujer, Esther Paunero, era nieta del
general Wenceslao Paunero. Por su parte, el italiano Antonio De Marchi fue presidente de la Unión
Argentina de Box, la Sociedad Sportiva Argentina (anteriormente Sociedad Hípica), socio fundador
del Automóvil Club Argentino y presidente del Comité Olímpico Argentino en los Juegos de
Londres 1908. De Marchi se casó en 1900 con la hija del entonces presidente Julio Argentino Roca.
13 Un papel central en este proceso le correspondió al periodismo: no casualmente, la constitución

de la CAD tuvo lugar en el Círculo de Prensa; también tuvieron importante participación en la CAD
periodistas como Luis Carlini y Juan Bautista Peña.
6

Particularmente relevante es la creación, en 1937, de la Comisión Nacional


Honoraria de Fomento del Deporte, que administraba el fondo recaudado por el impuesto a
las entradas de los espectáculos deportivos profesionales, destinado a la construcción y
mejoramiento de estadios e instalaciones deportivas y la participación de deportistas
argentinos en eventos internacionales.14 La CADCOA ocupaba un papel de importancia en
la Comisión, junto con entidades similares como la AFA y organismos públicos como el
Instituto Nacional de Educación Física de la Capital, el Consejo Nacional de Educación o el
Director General de Tiro y Gimnasia.

Aunque la CADCOA buscó asociarse al mayor dinamismo estatal, también se


esforzó por mantener su autonomía. Esto se advierte frente a las iniciativas de fomento a la
educación física elaboradas en la segunda mitad de los ’30 (y con renovado impulso luego
del golpe de 1943), observadas con una mezcla de interés y preocupación por la institución.
Esta desconfianza es evidente en la Memoria y Balance 1943-44, frente al proyecto de
creación del Consejo de Educación Física:

“El referido proyecto, que contempla la centralización de todas las actividades


que tienen relación con la educación física y los deportes, fue considerado en
sesión especial… nuestra entidad hizo llegar a las respectivas autoridades las
modificaciones que considera necesario introducir en beneficio del deporte, y
en especial las que contemplan el mantenimiento de la autonomía actual que
gozan los deportes federados…” 16

Dos años después, ya durante el primer gobierno peronista, se mantendrá la misma


actitud, ante la creación de una Comisión para “considerar la creación de un organismo
destinado a orientar, coordinar y fiscalizar la Educación Física y los Deportes”:

14 Una medida de la importancia de los montos reunidos por el Fondo lo da el hecho que gracias a él
se construyeron los estadios de River Plate (1938), Boca Juniors (1940) o Huracán (1944).
16 CADCOA, Memoria y Balance 1943-44, pp. 14-15.
7

“El doctor Palacios… expuso ante las respectivas autoridades… sus puntos de
vista y observaciones, que consideran imprescindible la necesidad de respetar
los principios de autonomía de cada una de las Federaciones y Asociaciones en
la dirección de sus respectivos deportes conforme a sus reglamentaciones”.17

Esta iniciativa cristalizará en 1947 en la creación del Consejo Nacional de


Educación Física, que intentará subsumir las competencias de diversas entidades privadas y
públicas en materia deportiva. Los temores de la CADCOA se verán así justificados,
aunque el margen de autonomía que lograrán mantener seguirá siendo significativo.

Los frustrados Juegos Panamericanos de 1942

Un episodio significativo de la vinculación de la CADCOA con la órbita estatal fue


la frustrada organización de los Primeros Juegos Panamericanos en Buenos Aires, previstos
para 1942, que terminarían teniendo lugar casi diez años después, en 1951, y que
constituiría uno de los hitos más renombrados del deporte “peronista”. Como se desprende
de los trabajos de Torres,18 la creación de una competencia deportiva a escala continental,
suerte de equivalente americano de los Juegos Olímpicos, estuvo ligada en gran medida a la
iniciativa del gobierno de EE.UU., deseoso de promover los lazos regionales bajo su tutela.
Luego de ciertas contramarchas, en 1940 se fijó como fecha noviembre de 1942, y su sede
en la ciudad de Buenos Aires.19

Como entidad representativa del Comité Olímpico Internacional en nuestro país, la


CADCOA tuvo a su cargo la promoción de los Juegos, para lo cual llevó adelante una
fuerte campaña destinada a obtener los fondos necesarios para la organización de un evento
de una escala sin precedentes en el país o en Sudamérica. Reeditando una práctica que ya
contaba con numerosos antecedentes en otras instituciones —y luego magnificada durante
el peronismo—, el gabinete nacional en pleno fue nombrado “miembro honorario” del

17 CADCOA, Memoria y Balance 1945-46, p. 19.


18 César R. Torres, “The limits of Pan-Americanism: the case of the failed 1942 Pan-American
Games”, The International Journal of the History of Sport, vo. 28, n°17, 2011.
19 La defección de EE.UU. luego de su entrada en la guerra mundial (tras el ataque japonés a fines

de 1941) resultó decisiva para su posterior cancelación y postergación.


8

Comité Organizador. Además de instituir un Comité Organizador de los Juegos


(bajo el mando de Juan Carlos Palacios, su presidente) y una red de 20.000 “Comités
Auxiliares de Cooperación y Propaganda”, la CADCOA comenzó a editar desde enero de
1941 un Boletín de los Deportes, una lujosa publicación bimestral destinada a promover la
realización de los Juegos.

Junto con notas sobre las apropiadas condiciones de la ciudad de Buenos Aires para
albergar un evento de esta naturaleza, el Boletín exponía gráficamente la densidad de la
trama de relaciones de la CADCOA en el escenario político local. Imágenes de las más
altas autoridades nacionales y provinciales desfilan en sus páginas, declarando su apoyo a
la realización de la competencia, y comprometiendo su auxilio simbólico (y material).
Importantes figuras aparecían en eventos como el almuerzo organizado por el Comité en el
Hotel Alvear en noviembre de ese año, al que concurrieron más de doscientos comensales,
encabezados por las autoridades nacionales y los representantes diplomáticos de los países
de la región. La presencia del presidente en ejercicio, Ramón Castillo, fue ampliamente
reseñada en el Boletín, al igual que la de otros nombres de relevancia.20 Varias portadas del
Boletín de los Deportes están dedicadas al presidente Roberto Ortiz y al propio Castillo;
como ocurrirá pocos años después con los rostros de Perón y de Evita, la multiplicación de
estas imágenes era una forma de exhibir la fortaleza de los contactos de la CADCOA con
los ámbitos más altos de decisión política.

La experiencia peronista: cambios y continuidades

A juzgar por sus Memorias y balances, la Revolución de Junio de 1943 parece haber
sido visto con cierta desconfianza por la CADCOA. Es posible que la tradición militarista
expresada por las nuevas autoridades en lo relativo a la Educación Física, y su ya referida
intención de creación de un Consejo Nacional en la materia, hayan contribuido a esta
suspicacia. Esto no significa que los vínculos con el Estado desapareciesen: los aportes y
subsidios se mantienen, así como la participación de la entidad deportiva en espacios

20 Como el intendente de Buenos Aires, el embajador de EE.UU., diputados, senadores,


funcionarios, etc.
9

impulsados por el gobierno.21 Sin embargo, las menciones a la dirigencia política,


conspicuas en la campaña por los frustrados Juegos de 1942, son de un tono mucho menor.

Muy significativa en este sentido es la ausencia de toda figura perteneciente al


elenco gobernante en la conmemoración del XXV aniversario de la creación de la entidad,
ocasión en la que la institución organizó una serie de actos celebratorios que incluyeron
una gran Cena del Deporte, con amplia repercusión en los medios de prensa. La Memoria
de ese año muestra un festejo restringido al universo exclusivamente deportivo, en abierto
contraste con lo ocurrido 5 años antes, cuando los rostros de Ortiz, Castillo o Robustiano
Patrón Costas (candidato proclamado para las frustradas elecciones presidenciales de
1944), llenaban las páginas del Boletín de los Deportes.

Ya con la presidencia de Perón se aprecian los primeros cambios en la dirigencia de


la CADCOA. Juan Carlos Palacios, al mando desde 1938, y fuerza principal de la
organización de los Juegos de 1942, resignará su puesto en octubre de 1947;23 pocos meses
después hará otro tanto su Vicepresidente 2°, Oscar Camilión. El nuevo presidente será, por
un año, Ricardo Sánchez de Bustamante (hasta entonces Vicepresidente 1°). En 1948 se
hará cargo de la institución el Dr. Rodolfo Guillermo Valenzuela, quien será la cabeza y
figura más prominente de la CADCOA hasta el golpe de 1955.

Valenzuela, abogado laboralista, era una figura de relevancia del elenco


gubernamental peronista: Convencional Constituyente en 1949, había sido nombrado
Ministro de la Corte Suprema de Justicia (en 1946, tras el juicio político que removió a
cuatro de sus cinco miembros anteriores), de la que en 1951 se convertiría en Presidente,
cargo que ocuparía hasta la caída de Perón en 1955. Brevemente detenido con la
Revolución Libertadora, en los años ’60 se convertiría en secretario privado del líder
depuesto, al que acompañaría en el exilio hasta su muerte, en 1967, en un accidente de
aviación.

21Como, precisamente, el I Congreso Argentino de Educación Física (diciembre de 1943).


23Palacios venía presentando sin éxito su renuncia desde 1943. Palacios había sido anteriormente
presidente del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), una entidad deportiva tradicionalista
cuyos enfrentamientos con el gobierno peronista terminarán en su intervención en 1953.
10

El ascenso y consolidación de Valenzuela al frente de la CADCOA es llamativo,


considerando que hasta el momento no había ocupado ningún cargo significativo en la
institución, más allá de haber sido en el pasado esgrimista olímpico en representación de
Argentina (en los Juegos de 1932 y 1936). Toda la plana mayor de la CADCOA parece
haberse renovado en 1948, con el ascenso de nombres más vinculados con el fútbol
profesional,24 y el desplazamiento relativo de directivos provenientes de los clubes
tradicionales.25

La ya estrecha vinculación de la CADCOA con el gobierno irá consolidándose aún


más con el transcurso del tiempo. En 1951, Valenzuela será nombrado al frente de la
Comisión Nacional Honoraria de Fomento del Deporte, como representante del Poder
Ejecutivo; por la misma época se nombrarán a Perón y Evita presidentes honorarios de la
CADCOA.26 Pocos meses después, su relación con el Estado pasa a ser directa: en enero de
1952 el decreto 370 determinó que el presidente de la CADCOA pasaba a ser nombrado
por el Poder Ejecutivo; la designación, como se señaló, cayó sobre el mismo Valenzuela.
Como veremos, los últimos años del gobierno peronista serán también los de mayor
“politización” del deporte, ya sea en los hechos y obras concretas de gobierno como en la
simbología y difusión formal de los mismos.

El Consejo Nacional de Educación Física de 1947

24 Como Domingo Peluffo, presidente de San Lorenzo en 1946 y futuro presidente de la AFA en
1953, quien acompañaría la gestión de Valenzuela como Vicepresidente 1° hasta 1952; lo mismo
ocurre con su Secretario, Daniel Piscicelli, dirigente de Racing y Vicepresidente de AFA.
25 En los registros de la institución los nombres de los anteriores dirigentes quedan relegados al

espacio de “Consejeros” (como ocurre con Sánchez de Bustamante) o directamente desaparecen.


26 Torres, “Peronism…”, op. cit., p. 155; el mismo honor se le había concedido en el pasado a

Alvear y a Castillo.
11

Si la evolución de la dirigencia de la institución evidencia el progresivo peso que


adquieren los lazos con el gobierno peronista, la ya mencionada creación del Consejo
Nacional de Educación Física en noviembre 194727 evidencia los intentos por parte del
Estado de establecer parámetros técnicos, administrativos y políticos para la organización
de la educación física y por ende, del deporte. Esta organismo estatal, situado bajo la
dependencia del Ministerio de Guerra (continuando la tradición militarista en educación
física ya presente desde la década anterior, y reforzada luego de junio de 1943), tenía entre
sus atribuciones “dirigir, orientar, fomentar y fiscalizar todo lo referente a la educación
física oficial y privada”, área que comprendía entre otras actividades “la gimnasia, los
juegos y deportes”.

En indirecta alusión a las actividades nucleadas en la CADCOA, el decreto advertía


que “las entidades deportivas de aficionados y profesionales continuarán desarrollando su
acción conforme a sus estatutos y a los reglamentos de sus respectivas federaciones o aso
ciaciones, prestando su colaboración y observando las directivas del Consejo Nacional de
Educación Física en la forma establecida por el presente decreto y las reglamentaciones que
se dicten al efecto”. A la vez, el Consejo absorbía explícitamente “las facultades y
atribuciones… respecto al funcionamiento del Comité Olímpico Argentino”. La iniciativa,
sin embargo, estuvo lejos de suscitar el rechazo cerrado de la CADCOA;28 un factor de
peso, seguramente, lo debe hacer constituido la inclusión formal de la entidad en el
Consejo, distinción aún más notable cuando se tiene en cuenta que se trataba de la única
entidad por fuera de los organismos públicos.29

27 El Consejo fue creado por el decreto 34.817/47, luego de que se dilatara el tratamiento del
proyecto de ley presentado por el gobierno al Congreso Nacional.
28 Aunque no puede descartarse que no haya contribuido al alejamiento definitivo de Juan Carlos

Palacios de la institución.
29 El presidente de la CADCOA era uno de los diez vocales del Consejo; el resto estaba formado

por los directores generales de Tiro y Gimnasia del Ejército, del Personal del Ministerio de Marina;
de la Secretaría de Aeronáutica, de Educación Física del Ministerio de Justicia e Instrucción Públi
ca, el Inspector General de Educación Física del Consejo Nacional de Educación, el Director de
Medicina del Deporte de la Secretaría, de Salud Pública, representantes de los ministerios de
Hacienda e Interior y de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
12

Tal reconocimiento estatal de la centralidad de la CADCOA en el deporte argentino


puede quizás explicar la relativa benevolencia con la que es tratado el tema en la Memoria
del ejercicio 1946-47. Luego de reproducir en su integridad el extenso proyecto de ley, el
Boletín destaca haber prestado “desde un principio su más decidido apoyo a la iniciativa,
por entender que ella concuerda con la opinión tanta veces expuesta sobre la necesidad de
encarar la centralización de las actividades físicas, estableciendo normas y procedimientos
para la acción de fomento y ayuda que debe prestar el Estado… a las distintas asociaciones
y federaciones que lo dirigen”, ayuda, que salvo en el caso de “las actuales autoridades
nacionales, no fue lo suficiente y oportuna como debió ser”. Luego de nuevas muestras de
agradecimiento al “Superior Gobierno de la Nación” por haber ubicado a la CADCOA en el
lugar de “entidad rectora del deporte amateur”, el texto finalizaba en una nueva exhibición
del motivo constante de las preocupaciones de la institución, al señalar la importancia de
que “se respetara la autonomía de las asociaciones y federaciones, base del sistema que rige
desde hace más de 25 años, celosamente defendido por las autoridades”.30

El delicado equilibrio entre el bienvenido apoyo de parte del Estado para cumplir su
rol fiscalizador y organizador de las actividades deportivas y la constante reivindicación de
independencia frente a los organismos públicos tendrá un nuevo episodio a partir de
diciembre de 1948, cuando el Estado derogue el decreto de Alvear de 1923, que reconocía
al COA como representación del deporte nacional en las competencias organizadas por el
Comité Olímpico Internacional. Aduciendo que tal reconocimiento suponía una
“delegación de facultades en una sociedad privada”, sólo posible como “solución de
emergencia”, el decreto 36.247/48 sostenía la incompatibilidad de tal situación con la
existencia de un organismo como el Consejo Nacional de Educación Física, “organismo
administrativo facultado para dirigir, orientar, planificar, fomentar y fiscalizar todo lo
referente a la educación física, oficial y privada, dentro de la cual se comprende los juegos
y los deportes”. Este decreto fue continuado, en marzo siguiente, por el 5.603/49, que
dictaba las “Normas para la organización de competencias deportivas internacionales”,
cuya autoridad de referencia era el propio Consejo de Educación Física.

30Como se indicó, es posible que la creación del Consejo de Educación Física incidiera en el error
de fechar en 1947 el origen de la CADCOA.
13

La medida oficial fue tomada muy probablemente en función de la próxima


celebración en nuestro país de los postergados Primeros Juegos Deportivos Panamericanos
(finalmente realizados en 1951), certamen internacional que estaba bajo la competencia del
Comité Olímpico Internacional. Es de suponer que el gobierno nacional prefería concentrar
en una entidad oficial como el Consejo Nacional de Educación Física todo lo relativo a un
certamen en el que habría de volcar una inmensa cantidad de recursos. Sin embargo, si por
un lado esta decisión es consistente con la imagen tradicional de las actitudes absorbentes e
invasivas del Estado durante la experiencia justicialista, por el otro resulta significativo
notar que, en la práctica, la organización del evento —así como la preparación y envío de la
delegación argentina a los Juegos Olímpicos de 1952, en Helsinki— parece haber seguido
estando a cargo de la CADCOA, a juzgar por la información oficial brindada por las
Memorias y Balances de la institución.

Quizás una de las claves para entender esto resida en la sintonía alcanzada entre sus
directivos y el gobierno, ejemplificada en la figura de Rodolfo Valenzuela. Lo cierto es que
la CADCOA logrará mantener bajo su esfera de competencia todas las actividades referidas
a las competencias internacionales que el decreto referido ubicaba en manos del Consejo de
Educación Física. Es probable que también haya incidido el hecho de que a partir de 1949
el Consejo pasó a funcionar bajo la órbita del Ministerio de Educación, hecho que quizás le
facilitó a la CADCOA preservar su accionar. En noviembre de 1954, el decreto 18.678, que
determinaba las “Normas para la Educación Física de Estudiantes dependientes del Minis
terio de Educación” y otorgaba a esta dependencia la “responsabilidad principal y función
ejecutiva en la dirección integral de la educación física”, le reconocía sin embargo a la
Confederación Argentina del Deporte la misión concurrente de la dirección de los deportes,
reconocimiento que muy probablemente se debiera a las exigencias del organismo rector de
los Juegos, el COI.

Este tercer y último punto no parece ser en absoluto menor: si la organización de


eventos olímpicos en el país, así como el desempeño de los atletas en las del exterior,
representan algo vital tanto para las autoridades gubernamentales como para las de la
14

CADCOA, no puede pasar desapercibido para ninguno de los actores que el Comité
Olímpico Internacional delegue reconocimiento y apoyo para ello en los comités olímpicos
de cada país. Subsumir en un ente estatal las atribuciones de la CADCOA probablemente
tenga como límite este condicionamiento, tanto en cuanto a su vínculo con el gobierno
como probablemente también al interior mismo de la entidad, algunos de cuyos
representantes no tenían coincidencias políticas con el peronismo. Todo parece confluir en
la búsqueda de una fórmula por parte del estado que le permita involucrarse en la educación
física y el deporte, en juego con los otros actores y que a la vez no afecte por ello los
necesarios vínculos con el deporte olímpico internacional.

En cuanto al presupuesto de la institución, el incremento en los aportes del Estado


nacional fue formidable, tanto en concepto de subsidios directos como los fondos
destinados al funcionamiento regular de la entidad. Los presupuestos revisados son
elocuentes: si en el ejercicio 1943-44 el balance mostró un movimiento de caja de menos de
$50.000, seis años después, la Memoria del período 1949-5031 muestra un incremento de
casi 7 veces en esos valores: más de $340.000. Más allá de la incidencia de la inflación
acumulada en el período (que se calcula en algo más del 300%), el número resulta
significativo.

A esto se le debe agregar las erogaciones extraordinarias en concepto de ayuda del


fisco para la realización de certámenes organizados por la entidad. Entre fines de 1950 y
mediados del año siguiente, por ejemplo, la CADCOA recibió 10 millones de pesos de la
Tesorería General de la Nación, con motivo de la celebración de los Juegos Panamericanos
de 1951. Al año siguiente, en junio de 1952, la entidad recibiría una nueva contribución
extraordinaria, esta vez de 5 millones de pesos, cifras que continuarán incrementándose a
un ritmo irregular en los años siguientes.32

Este notable incremento en la asistencia material brindada a la CADCOA (y a las


actividades deportivas en general) encontraba su correlato político-institucional, por

31 Lamentablemente, se trata de la última Memoria en poder ser consultada.


32 De acuerdo a la información suministrada por los Boletines oficiales del período.
15

ejemplo, en las previsiones del Segundo Plan Quinquenal (1953-57), que establecían que
“el Estado… auspiciará la realización de certámenes regionales, nacionales e
internacionales que promuevan la elevación del espíritu y el nivel deportivo del Pueblo”,
además de “prestar su apoyo técnico y económico a los deportistas que lo necesiten”.33

El incremento en la ayuda estatal no se reduce únicamente a los aportes financieros


directos, por más notable que sea su volumen. El 17 de junio de 1950, en solemne
ceremonia, la CADCOA tomó posesión del señorial edificio de la calle Carlos Pellegrini
1362, donde se establecería la Casa del Deporte. El sueño de la sede propia finalmente se
concretaba, dando lugar a los acostumbrados y efusivos discursos de agradecimientos a las
autoridades nacionales, que se habían hecho presentes en la ocasión, encabezados por el
propio Perón y por el entonces Secretario Administrativo de la Presidencia y futuro
gobernador de Buenos Aires, Carlos Aloé.

¿Un deporte centralizado?

Como se ha indicado, se ha señalado como rasgo distintivo de las políticas deporti


vas del peronismo el avance del Estado nacional sobre un espacio anteriormente ocupado
por las organizaciones de la sociedad civil; la mayor asistencia y atención prestada por las
políticas públicas en la materia tendrían como contracara la subordinación de esas entidades
a las decisiones tomadas en la cúspide de la “comunidad organizada”. Desde este punto de
vista, la CADCOA habría funcionado como un organismo semi-público coordinador y cen
tralizador de la actividad deportiva, suerte de antecedente de la futura Secretaría de
Deportes de la Nación,34 un instituto para la acción promotora, fiscalizadora y coordinadora
del Estado en un área donde hasta entonces su acción habría sido más bien indirecta. 35

33 2° Plan Quinquenal, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, s.d., p. 74.


34 La Secretaría de Deportes y Turismo, dependiente del Ministerio de Bienestar Social, fue creada
por Perón a fines de 1973; poco después se promulgaría la primera Ley Nacional del Deporte.
35 Cf. Víctor Lupo, Historia política del deporte argentino…, op. cit.; Ariel Scher y Héctor

Palomino, op. cit.


16

Las anécdotas acerca de la omnipresencia de Valenzuela en todo lo relativo al


deporte durante la etapa peronista abundan en los relatos orales sobre el período.36 Por otra
parte, existen diversos elementos que pueden alimentar esta imagen del papel de
centralizador de la CADCOA en materia deportiva. El ya referido 2° Plan Quinquenal, por
ejemplo, en el apartado “Cultura”, especificaba explícitamente que el Estado “auspiciará el
afianzamiento de la organización nacional de los deportistas y de todas las entidades que
los agrupan”. Aunque no menciona específicamente a la CADCOA, la referencia
inmediatamente posterior a una “Organización Nacional de Deportistas” permite asumir
que ese era el papel que se pretendía para la entidad.37 Del mismo modo, en el discurso
brindado en ocasión de la entrega de la “Casa del Deporte” en 1950, el propio Perón
afirmaría:

“…quiero comprometer a todos los deportistas argentinos… para que pensando


en esa comunidad organizadas de que tanto hablo duramente formen también la
falange de esa organización para el deporte de nuestro país, porque pienso que
a los deportistas argentinos estarán confiados en el futuro los destinos del
deporte argentino. En esa comunidad organizada, los hombres que entienden de
deporte habrán de tomar la dirección y el manejo de toda la actividad
deportiva… En la República Argentina, se hará en deporte lo que diga la
Confederación Argentina de Deportes, y nada más. Por eso quiero
comprometer a los amigos deportistas a que me acompañen a organizar esa
actividad y en manos de ellos el Estado ha de poner todo lo necesario para que
realicen ese esfuerzo… Ese compromiso… debe ser el pacto inicial de una
nueva época en que no queremos forzar a nadie a hacer lo que no quiere, pero
en la que queremos que los demás nos dejen hacer lo que nosotros queremos
hacer”.38

Estas citas son elocuentes acerca de la intención centralizadora que animaba al


gobierno en relación con la CADCOA (intención, por otro lado, convergente con la

36 Por citar un ejemplo, cf. Emilio Gutiérrez, 1956. Donde habita el olvido: básquetbol argentino,
Buenos Aires, Aurelia Rivera, 2007.
37 2° Plan Quinquenal, op. cit., pp. 74-75.
38 CADCOA, Memoria y Balance 1949-50, pp. 33-34 (nuestro resaltado). En tono similar, en 1953

en el semanario Resumen deportivo se afirmaba: “La CADCOA es el más alto organismo dirigente
del deporte en el país, y su trascendental misión consiste… en propender a la difusión del deporte y
a garantizar la seriedad de las competencias que este organismo auspicia, fiscaliza u organiza”;
citado en Joaquín Lupiano, “Las políticas deportivas durante la primera presidencia de Juan
Domingo Perón (1946 - 1952)”, tesis de Licenciatura en Educación Física, Universidad Nacional de
Luján.
17

voluntad manifiesta de la propia institución desde su fundación). Sin embargo, resulta


interesante contrastar esta intención con los resultados logrados en la materia en el período,
para corroborar hasta qué punto logró plasmarse en medidas concretas en las que se pueda
advertir tal voluntad reguladora. Conviene recordar en este sentido que la pretensión rectora
de la CADCOA en materia de deportes es anterior, siendo prácticamente constitutiva de la
historia de la entidad; los resultados alcanzados en tal dirección parecen haber dependido
de la fortaleza o debilidad de cada institución o federación para manejarse de modo más o
menos autónomo, más allá de las buenas relaciones que en todo momento se buscaban
mantener con la entidad.

Por citar un ejemplo en esta dirección, en la Memoria y Balance 1939 de la


Asociación de Fútbol Argentino se puede leer la referencia a las relaciones de la institución
con la CAD, entendida como “superior organismo deportivo del país”.39 Sin embargo, más
allá de este reconocimiento retórico, las decisiones adoptadas por la entidad de la calle
Viamonte no parecen haber tenido demasiado en cuenta ninguna directiva emanada de la
CADCOA. Tampoco es apreciable intervención alguna de esta entidad en una de las
situaciones más conflictivas que tuvo que enfrentar la AFA durante el período, como fue la
huelga de jugadores de 1948.40

En un sentido convergente, en los casos donde efectivamente se puede apreciar la


injerencia estatal, como ocurre con las intervenciones que experimentaron diversos clubes
sociales y deportivos durante el decenio peronista (como el Yacht Club Argentino en 1950,
el Club Universitario de Buenos Aires o el Jockey Club en 1953, o diversas instituciones
futbolísticas como Atlanta, Huracán, Lanús o Estudiantes de La Plata), la acción del Estado
no se realizó a través de la CADCOA, ni los interventores provinieron de esta entidad, sino
que se trató siempre de funcionarios de otras dependencias estatales, cuando no de
miembros de la propia institución intervenida.

39Asociación del Fútbol Argentino, Memoria y balance 1939, p. 55


40Al respecto, cf. Julio Frydenberg y Daniel Sazbón, “La huelga de jugadores de 1948”, en Ranaan
Rein (comp.), La cancha peronista. Fútbol y política (1946-1955), Buenos Aires, UNSAM Edita,
2015.
18

A este cuadro se le debe sumar la multiplicidad de canales que servían para vehicu
lizar la asistencia estatal en materia deportiva, o bien para organizar eventos más o menos
masivos de esta naturaleza. Junto con la CADCOA existió el ya referido Consejo Nacional
de Educación Física, dependiente a partir de 1949 del Ministerio de Educación; del mismo
Ministerio formaba parte la Unión de Estudiantes Secundarios, creada en 1953, de fuerte
presencia en la juventud, y ampliamente conocido por la “leyenda negra” opositora;41 más
conocida aún fue la acción desarrollada en esa dirección por la Fundación Eva Perón, en
particular a través de los Campeonatos Infantiles Evita (a los que luego se les agregaron los
Juveniles Juan Perón).42 Agreguemos además todas aquellas formas de vinculación directa
del Estado con clubes, asociaciones o federaciones deportivas, manifiestas, por ejemplo, en
la adjudicación de fondos para la reforma y ampliación de sus instalaciones a través de la
ya referida Comisión Nacional Asesora, que continuó funcionando durante el período.43

De este modo, la CADCOA no parece haber sido la instancia última de decisión en


materia deportiva durante el decenio, más allá de las manifestaciones públicas en este sen
tido por parte de sus dirigentes y de las autoridades nacionales. Por el contrario, sin negar
su evidente centralidad en el complejo juego de relaciones entre el Estado y el universo de
entidades deportivas (sobre todo, como se verá, en términos discursivos y simbólicos), su
autoridad fue en muchos casos más nominal que real, y en última instancia estuvo sujeta a
las tensiones de un campo que siempre evidenció una fuerte capacidad de autonomía. Como

41 En ella “se instauró una filosofía hedonista y sensual y se corrompió y se extravió a los jóvenes
con ingentes regalías", según” el Libro Negro de la Segunda Tiranía editado por la Comisión
Nacional de Investigaciones en 1958.
42 A modo de ejemplo de la concurrencia entre estos espacios, recordemos que luego de la ya

mencionada disolución del Jockey Club en 1953, sus bienes fueron repartidos entre la CADCOA, la
UES y la Fundación Eva Perón.
43 Los cálculos de Lupiano (op. cit.) son elocuentes en cuanto a la desproporción entre la asistencia

estatal directa orientada hacia los clubes y federaciones, y la recibida por la CADCOA; por otro
lado, señala con justeza que el decreto 21.315/50 otorgaba al Ministerio de Hacienda (y no a la
CADCOA) la “administración y control… de los campos de deportes” propiedad del gobierno
nacional.
19

veremos, el análisis de la revista Olimpia abonará la tensión en este nivel.

La revista Olimpia y la peronización deportiva

Si, como hemos visto, las menciones a las figuras políticas de primer orden
aparecían asiduamente en las publicaciones de la CADCOA, a partir del 1946 los nombres
de Perón y de Evita serán moneda corriente en las Memorias y Balances,44 acompañados, a
partir de 1950, por gran cantidad de imágenes de actos compartidos con las autoridades de
la institución. Estas presencias serán aún más prominentes en una publicación que
aparecerá pocos años después: en abril de 1954 se publica el primer número de la revista
Olimpia –Revista de capacitación deportiva, que cuenta con treinta y ocho páginas y
abundantes fotografías y color; es la publicación que ocupará en los últimos meses del
gobierno peronista el espacio de difusión del deporte como vocera principal –y oficial— de
CADCOA. En su nombre y en la misma portada confluyen la simbología olímpica y la
representación nacional a través de la escultura Victoria ubicada en la Plaza Congreso
frente al Congreso de la Nación, y una carta de puño y letra de Juan Perón en la que expresa
sobre Olimpia que

“Una revista para deportistas escrita por deportistas, será un testimonio de


nuestro estado deportivo y una fuente de perfeccionamiento permanente”.45

Perón impulsa la revista, la que difunde ampliamente un masivo acto-homenaje que


la CADCOA organiza el 21 de abril de 1954 reivindicando al presidente de la Nación como
el primer deportista argentino. Se trata de un gran desfile sobre la Avenida Corrientes en
tanto retribución simbólica por parte de los deportistas argentinos a Perón, a la cual expresa
Olimpia se han sumado masivamente y como “es habitual”, otros sectores del pueblo. La
fotografía que ilustra la nota permite observar el palco con el rostro de Juan Perón rodeado
de los nombres de confederaciones y sectores del deporte frente al cual desfilan las

44 La primera referencia aparece en la Memoria de 1946-46: “Oportuna y valiosa palaba oficial:


Mensaje del Excmo. Señor Presidente de la Nación” (pp. 8-9).
45 Olimpia, Nº 1, abril de 1954, p.3.
20

diferentes delegaciones, el nombre de la CADCOA y la frase “Homenaje del deporte


nacional”;46 desde Juan Manuel Fangio conduciendo un automóvil hasta una delegación de
la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), entidad que en términos de difusión publicitaria
apoya a Perón en la revista. Sobre la avenida, la escenografía resulta atractiva a los
asistentes, con vitrinas que exhiben trofeos, copas, medallas, plaquetas, prendas personales
de deportistas, elementos deportivos, todo correspondiente a los distintos deportes. Miles de
deportistas saludan a Perón, quién brinda un discurso acompañado del gobernador de la
provincia de Buenos Aires Carlos Aloé, del candidato a la vicepresidencia de la Nación
contralmirante Alberto Teisaire, del subsecretario de informaciones Carlos Apold y de
Rodolfo Valenzuela. La alocución de Perón abreva en la antigua Grecia para comparar a los
deportistas con los héroes, tal cual representaban las estatuas, pero presentes ahora “en
nuestros propios corazones”.47

En este punto, Olimpia hará visible una concepción peronista del deporte en la que
confluyen dos dimensiones: por un lado, la reivindicación del espíritu olímpico tal como se
observa en el espacio otorgado a la escenografía de los monumentos y a los laureles como
íconos, en la reivindicación discursiva misma de Perón o la del propio Valenzuela quién
rescata a “la Grecia eterna”, en la mitología griega como antecesora del ideal de volar de
Jorge Newbery y su globo “Pampero”, o en las nadadoras vistas como Nereidas, Náyades o
Sirenas. Esta rememoración permanente lo es también de la historia del olimpismo y la
figura del Barón de Coubertin.48

En segundo lugar, el rol de las políticas estatales —y de la figura de Perón como


“primer deportista argentino”— de apoyo al deporte argentino, como una manera de verse y
ser vistos en el mundo.49 Como veremos, los logros deportivos son núcleo central de esta
imagen, y particularmente la comparación con el deporte extranjero lo es también, en una
línea que une la gira deportiva de Boca Juniors en 1925 y el automovilismo de Fangio y
Froilán González con nadadores, tenistas, corredores y boxeadores que se miden en Estados

46 Ídem, pp. 5-6.


47 Ídem, p. 7.
48 Olimpia, Nº 2, junio de 1954, pp. 4-6.
49 Concepción previa, como ha analizado para las décadas anteriores Eduardo Archetti.
21

Unidos de América años después, y que es lo que permite medir la “vara” del
crecimiento del deporte nacional.50

Si bien el deporte argentino es destacado en y desde sus orígenes, los logros previos
al advenimiento peronista son adjudicados al esfuerzo individual y solitario de los
deportistas, mientras que en esta nueva etapa el Estado se hace presente mediante su obra
de apoyo y capacitación.51 La propia figura de Perón expuesta en su rol de múltiple
practicante de deportes diversos – once disciplinas según la revista, que ilustra con
fotografías de Perón en plena actividad deportiva- es descripta como caso único de primer
mandatario en el mundo, y como ícono moral que incluso como conductor

“es un conductor respetuoso de las disposiciones que reglan el tránsito y que


hasta la fecha no le han hecho una sola boleta por infracción alguna…¡Oh,
manes de los zorros grises!52

A su vez, en esta segunda dimensión observamos dos niveles paralelos y en


apariencia no contradictorias: como hemos dicho, la de los logros propiamente deportivos
desde el punto de vista de los resultados, pero también la de posibilitar a las mayorías
populares -especialmente a niños y adolescentes- el acceso a la práctica deportiva mediante
la acción del Estado; los campeonatos infantiles “Evita” y los juveniles “Juan Perón” son
muestra cabal de esa política, torneos presentados también como la posibilidad de sacar a
los niños y jóvenes de la calle y los potreros. 53 La cuantificación de los logros es
irónicamente visible en el primer número de la revista cuando son enumerados uno a uno
todos los títulos olímpicos y mundiales del deporte argentino desde 1903, acompañados del
epígrafe siguiente:

“EL APOYO ESTATAL. Dejamos a criterio del lector, sin comentario alguno,
el análisis de la cantidad de títulos mundiales y olímpicos logrados por nuestro
país desde 1903 y 1924, respectivamente, hasta el advenimiento de la era
peronista, y los conquistados en ambos casos desde 1947 hasta el presente”.54

50 Olimpia, Nº 12, junio de 1955, p. 6.


51 Olimpia, Nº 3, agosto-septiembre de 1954, p. 12.
52 Olimpia, Nº 1, abril de 1954, p. 20.
53 Olimpia, Nº 4, octubre de 1954, p. 9.
54 Ídem, p. 37.
22

También en la amplia cobertura, deporte por deporte y resultado a resultado, de los


segundos Juegos Panamericanos de México en los que la delegación argentina obtiene el
segundo lugar tanto en la suma general del medallero como en las preseas doradas, detrás
de la delegación norteamericana.55 Olimpia informa también sobre los movimientos del
olimpismo internacional y defiende la postulación de Buenos Aires para los Juegos
Olímpicos de 1960, cuando la reunión del Comité Olímpico Internacional en París en 1955
deba designar sede.56

La segunda cuestión, respecto de la acción del gobierno a favor del acceso popular
al deporte, se hace visible cuantitativamente en la exposición de las inversiones públicas en
préstamos, donaciones, subsidios, premios y contribuciones diversas; se exponen para el
periodo 1947 a 1954 $112.823.00 para préstamos y $41.000.000 en subsidios a
instituciones deportivas.57 En 1954 es el propio Perón quién anuncia ante los dirigentes del
básquet que la ayuda para la entidad rectora tendrá también carácter más específico, al ser
incorporada en el propio Presupuesto nacional como partida fija.58 Olimpia aclarará tiempo
después que se trata de una colaboración a los clubes “aficionados” producto de una
recaudación del Presupuesto nacional, a su vez resultado del pago de impuestos a las
actividades de clubes que tienen incorporada la práctica profesional, lo que es vista como
una transferencia económica a los sectores populares y como promoción de la cultura física
en los clubes más humildes.59 La revista dedica amplia difusión a la política deportiva de
gobierno con relación a la infraestructura deportiva, haciendo visible las nuevas obras pero
también operando para visibilizar las existentes, mostradas como parte de un plan
coordinado de desarrollo deportivo. En ese sentido la creación del Parque Deportivo
“Presidente Perón” como corredor deportivo, que unifica distintas instalaciones públicas y
privadas de práctica deportiva en la zona norte de la ciudad como el club River Plate y el
Velódromo municipal, dos nuevas escuelas especiales deportivas, o la Villa Olímpica “Juan

55 Olimpia, Nº 11, mayo de 1955, p. 9.


56 Olimpia, Nº 12, junio de 1955, p. 3.
57 Olimpia, Nº 2, junio de 1954, p. 27.
58 Olimpia, Nº 4, octubre de 1954, p. 31.
59 Olimpia, Nº 11, mayo de 1955, p. 18.
23

Al interior de estos amplios lineamientos, Olimpia otorga mucho espacio a


cuestiones del deporte como su desarrollo “científico” en la pluma de deportistas y
especialistas deportivos como Delfo Cabrera y Vito Dumas o el profesor José Uslenghi, el
rol de la medicina deportiva y la creación de la Federación Argentina de Medicina del
Deporte y la Dirección de Medicina del Deporte en el Ministerio de Salud Pública60, y en
ocasiones mediante entrevistas a deportistas destacados, muchos de ellos claramente
identificados con el gobierno en sus declaraciones y/o funciones en CADCOA. Dice el
piloto Raúl Riganti:

“Antes la tramitación era enojosa. Nadie se preocupaba por el deporte. ¡Cómo


contrastan aquellos tiempos con esta nueva época en que el gobierno no sólo
presta apoyo técnico sino también pecuniario para que el automovilismo
prosiga su marcha ascendente! Recuerdo que poco antes de salir para Estados
Unidos, a fin de participar en la carrera de Indianápolis, me ofrecieron 10.000
litros de nafta. Pero tenía que ir a buscarla al Dock Sud y transportarla yo
mismo”.61

También, las reglas y especificidades técnicas de los deportes son explicadas y


desarrolladas ampliamente, así como la historia de cada disciplina, sin discriminar entre
aquellas que podríamos considerar de práctica masiva y/o de elite y las que no; desde el
fútbol hasta la esgrima, pasando por la natación, el billar, el jiu-jitsu o el ajedrez.62 En ese
sentido, debemos resaltar la escasa difusión que otorga al deporte más popular, e incluso
que lo hace con notas de color de un periodista, Gómez Aznar, quién explica su decisión de
no escribir más sobre fútbol luego de haber sufrido agresiones varias él, y también el diario,
por haber opinado respecto de un partido de fútbol y desatado la ira de los hinchas.63 Las
propias tapas de la revista con deportistas de las más diversas disciplinas, además de la
amplia cobertura en su interior a cada deporte, dan cuenta de esta “amplitud” deportiva.

60 Olimpia, Nº 3, agosto-septiembre de 1954, p. 36.


61 Olimpia, Nº 4, octubre de 1954, p. 3.
62 Un detalle pormenorizado de las características de Olimpia comparándola con la revista Mundo

Deportivo, lo encontramos en el análisis sobre la política pública peronista, el deporte y los medios
de comunicación de María Graciela Rodríguez, “Pueblo y público en el deporte. La interpelación
estatal durante el peronismo (1946-1955)”, Tesis de Maestría en Sociología de la Cultura, IDAES,
2002.
63 Olimpia, Nº 12, junio de 1955, p. 10.
24

Conflictos a la vista.

El número 3 de Olimpia se explaya en la editorial, por primera vez y en forma clara,


respecto de la existencia de disputas y grietas entre la CADCOA y determinados
estamentos del deporte, difíciles de discriminar en forma precisa aunque podamos inferir
que en obvia relación a ciertos clubes, asociaciones y federaciones (participantes también,
por lógica, de la CADCOA). La acusación a determinados estatutos y reglamentaciones de
no permitir el libre acceso a la práctica deportiva, ya sea por tradición u “involuntario
olvido”, es vista como contraria a una política en la que

“…nadie viera coartada su ambición de sumarse fructíferamente a cualquier


actividad del espíritu y del músculo, pues todas ellas deben tener libre acceso
para los que quieran incorporarse, llevados por un pensamiento noble de
cooperación nacional, a las justas de pensamiento o del músculo”.64

Se trata de una revisión reglamentaria propuesta por la entidad, de una nueva etapa
del deporte argentino, que logre dejar de lado estas barreras “aduaneras” de acceso a la
práctica deportiva —deberíamos inferir, a las propias instituciones— en que se han
convertido ciertos estatutos y reglamentos. El conflicto se observa también al poco tiempo
y faltando meses para los juegos Olímpicos de Melbourne en Australia, cuando en otra
editorial titulada “Se pasa la hora de trabajar”, Olimpia arremete críticamente con las
representaciones deportivas, a las que acusa de poner en peligro todos los logros deportivos
obtenidos por no cumplir con los obligatorios tiempos requeridos para la competencia

“…por desidia, despreocupación o simplemente por el bien pasar de dirigentes


y deportistas”.65

Si bien no tenemos muchos datos sobre la disputa, la acusación apunta a ciertos


manejos de las representaciones a la hora de elegir sus representantes y a los vínculos entre
“las divisiones locales y el team nacional”, además de la seriedad y la disciplina con que

64 Olimpia, Nº 3, agosto-septiembre de 1954, p. 1.


65 Olimpia, Nº 14, agosto de 1955, p. 3.
25

cada federación ha encarado la preparación para viajar, visto que luego deben pedir apoyo
económico a la CADCOA.

Una segunda cuestión que podemos ver como conflictiva surge alrededor de la
infraestructura deportiva, a la que como se ha dicho, el gobierno peronista otorgó gran
importancia mediante la concreción de distintas obras y proyectos, mostradas como una
unidad articulada de espacios públicos y privados para el uso de deporte, aunque en algunos
casos como ciertos clubes se encontraban ya constituidos previamente al periodo peronista.
En julio de 1955 la revista expone, comparando con el estadio de la ciudad universitaria de
México en los Juegos Panamericanos, que Buenos Aires cuenta con magníficos estadios
pero sin las características necesarias para desarrollar un gran evento multideportivo; la
CADCOA propone para ellos la construcción de una Casa del Deporte (nuevamente) como
gran centro deportivo total, para cuya planificación técnicos especializados viajan a Estados
Unidos de América. Se trata de un estadio con capacidad para cien mil espectadores —
mayor que el de Moscú, se alega— de usos múltiples y al costo de $100.000.000, a cons
truirse por el Instituto de Inversiones Industriales presidido por el Dr. Reinaldo Rico-
Contreras y, en lo que podemos aventurar como conflictivo, situado en el barrio de Palermo
y en los terrenos ocupados anteriormente por el Club Hípico Argentino.66 Olimpia parece
responder cuestionamientos al proyecto, tema de vieja data en la historia de la ciudad,
alegando que la sede de la calle Carlos Pellegrini de la CADCOA es sólo administrativa y
que los estadios existentes en la ciudad sólo tienen como fin el fútbol, no encontrándose en
condiciones estructurales de ser utilizados para otros deportes, y que el proyecto presentado
incluye los mayores adelantos tecnológicos, un espacio socio-cultural, la construcción de
un hotel para deportistas y hasta una propia estación de radiodifusión y televisión, todo
dependiente de la CADCOA.67 Esta segunda dimensión que observamos conflictiva en las
páginas de Olimpia, cuando destaca las obras de infraestructura deportiva del gobierno pero
también la existencia de algunas grietas en ese camino, se lee también en un artículo sin

66 Olimpia, Nº 13, julio de 1955, p. 3. Cf. Torres, “Stymied Expectations Buenos Aires' Persistent
Efforts to Host Olympic Games”, Olympika 16, 2007.
67 Olimpia, Nº 14, agosto de 1955, p. 13. Se incluye aquí una fotografía del Club Hípico, espacio sin

uso —aunque en la misma observamos hasta un caballo- y dónde se proyecta el estadio y otras
instalaciones deportivas.
26

firma sobre atletismo titulado “Mientras carezcamos de pistas proliferarán los


trotacalles”, y que a manera de “protesta” afirma que el deporte no podrá crecer mientras no
se construyan las pistas de atletismo faltantes, pues hay sólo una disponible en el Club
Gimnasia y Esgrima.68 La nota reivindica, nuevamente, el pasado de los atletas nacionales,
afirmando que será difícil para el atletismo retomar esa senda triunfal de antaño sin la
construcción de nuevas pistas exclusivas para atletismo.

Conclusión: la CADCOA y la síntesis deportiva peronista

De manera orgánica y en la visión del peronismo, el deporte de la mano de la


CADCOA vendría a complementar en una línea de tiempo los movimientos previos de la
Fundación Eva Perón para la niñez y de la educación formal y las Ligas Juveniles para los
años siguientes de la formación de la población: de una política deportiva que excede a la
entidad. El deporte nacional, jerarquizado en sus políticas y efectivizado en sus logros
deportivos, es visto como una afirmación del esfuerzo colectivo y de la patria misma;69 la
promoción del deporte y el rol del Estado bajo el gobierno peronista son descriptos como
un beneficio para el pueblo y la salud física de los argentinos, tanto en la preparación
técnica de los especialistas deportivos como en la práctica de la “cultura física” en forma
masiva y popular.70 Pero, como hemos visto, no se trataría de un fenómeno meramente
argentino, sino de una tendencia mundial por la cual no sería posible pensar la vida
moderna de los pueblos sin el deporte y la actividad física, y en la que el peronismo por
decisión política en el uso del Estado, se enrola. Desde la creación de la Dirección de
Medicina del Deporte a las escuelas y líderes deportivos, pasando por los recursos
monetarios asignados en el Segundo Plan Quinquenal y provenientes del erario del
Ministerio de Hacienda, la política de asignación de recursos es entendida como la
comprensión de un momento mundial: “el siglo del deporte”.71

68 Olimpia, Nº 14, agosto de 1955, p. 35.


69 Olimpia, Nº 11, mayo de 1955, p. 3.
70 Olimpia, Nº 13, julio de 1955, p. 28.
71 Olimpia, Nº 14, agosto de 1955, p. 22.
27

La lectura de los documentos trabajados, aún con las limitaciones inicialmente


descritas en las propias fuentes conseguidas, permite afirmar el rol predominante de la
CADCOA en la política deportiva del gobierno, pasando de una primera etapa más
“deportivista” a un segundo momento, más claramente politizado y así expuesto en las
páginas de Olimpia, lo que observamos también en las fotografías de Perón y Eva Perón
publicadas con habitualidad en la misma. A lo largo de este proceso, la afirmación de los
logros deportivos del periodo despliega entrelíneas la concepción del peronismo como
síntesis histórica, también desde una concepción deportiva. Juan Perón como el primer
deportista argentino, el espíritu cosmopolita del olimpismo, el nacionalismo deportivo, la
figura del Barón de Coubertin, son todas dimensiones expuestas en una misma dirección al
interior del deporte, principalmente en los últimos tiempos del gobierno. Así, es posible
reivindicar y aprender de la escuela de gimnasia sueca, destacar el espíritu nacional de
nuestros deportistas, contratar especialistas técnicos deportivos —por parte de la CADCOA
— muchos de ellos extranjeros, como Ulrich Jonath, Toni Spieler y Ursula Spieler72 o
Heinz-Gunther Sohlmann —en natación y water-polo— y Julius Bischoff —para gimnasia
—,73 construyendo de alguna manera esta síntesis, no exenta como hemos visto, de algunas
divergencias y disputas.

Como se ha visto, la imbricación de la CADCOA con el Estado justicialista se


inscribe en el marco de una larga historia de cercanía con las autoridades políticas de turno,
si bien la institución había intentado siempre mantener una autonomía que no logró
preservar del todo durante el peronismo. Su participación en desfiles y actos masivos en
honor a Perón pueden verse como puntos extremos que no dejan de estar en línea con una
historia marcada por homenajes a presidentes como Alvear o Castillo. La mayor atención
prestada por el Estado peronista al campo deportivo, y sobre todo la profusa publicidad que
tendió a darle a los logros alcanzados en este terreno, en los que se tendió a consolidar la
imagen de un vigoroso y triunfante deporte “peronista”, contribuyeron a cristalizar la idea
de una ruptura absoluta con el pasado de la institución. En ese marco, y más allá de la
posibilidad de relativizar históricamente los grados de autonomía del deporte visto a través

72 Olimpia, Nº 12, junio de 1955, p. 22.


73 Olimpia, Nº 13, julio de 1955, p. 28.
28

de su organización madre, lo que vemos son momentos de coincidencia pero


también de divergencias entre los actores, más que una planificación directriz en manos del
Estado que a todos lados llega y todo lo abarca en materia de deporte.

No es de extrañar que la oposición antiperonista acusara al gobierno de desvirtuar la


función deportiva primigenia de la CADCOA, convirtiéndola en una mera pieza del aparato
propagandista de la aborrecida “tiranía”. Consecuentemente, en 1955, a días de la caída de
Perón, la entidad fue intervenida.74 Cuando se conformó la “Comisión Nacional de
Investigaciones” que evaluaba las “irregularidades” cometidas por el gobierno depuesto, la
CADCOA albergaría a la temida “Comisión 49”, de desdichada fama en la historia
deportiva argentina.75 En 1956, cuando se levanta la intervención, el COA se escindió de la
CAD y pasó a representar, finalmente de modo autónomo, al olimpismo argentino; la
CADCOA había desaparecido.76

74 El 28 de septiembre de 1955: el interventor fue el Gral. Fernando Huergo, antiguo representante


olímpico en esgrima; cf. CADCOA, Memoria y Balance 1956-57.
75 La Comisión 49 debía investigar las “irregularidades deportivas” cometidas durante el gobierno

justicialista; en la práctica, su función fue “desperonizar” al deporte, proscribiendo a todo aquel


deportista que hubiera hecho pública adhesión a la causa peronista; cf. Lupo, op. cit.
76 Esta disolución, desde luego, contribuyó aún más a consolidar la imagen de la CADCOA como

singularidad de la etapa peronista.

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