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Rodrigo Daskal
Daniel Sazbón1
Los trabajos sobre las relaciones del primer peronismo con el mundo del deporte
han tendido a llamar la atención sobre dos grandes rasgos característicos: el avance del
aparato estatal sobre el terreno anteriormente ocupado por clubes e instituciones civiles, y
la frecuente utilización de los eventos deportivos como plataformas de propaganda de los
logros de la administración justicialista. Ambos aspectos encuentran en la CADCOA
(Confederación Argentina del Deporte – Comité Olímpico Argentino) un espacio
particularmente fértil para la indagación historiográfica. El primero, por el grado de
intimidad alcanzado entre sus autoridades y el Poder Ejecutivo; el segundo, por la labor de
la institución en eventos como los I Juegos Panamericanos (1951) o la participación
argentina en los Juegos Olímpicos de Londres (1948) y Helsinki (1952), ampliamente
publicitados como indicadores de la fortaleza de la “nueva Argentina” que se iniciaba con
el gobierno de Perón, el “primer deportista”.2
Así, la CADCOA ha sido mostrada como ejemplo de la absorción por parte del
Estado de una serie de iniciativas anteriormente en manos de la sociedad civil, cuya
autonomía quedaría, consecuentemente, debilitada. Como se verá, una aproximación más
1 Los autores quieren agradecer los aportes y sugerencias de César Torres y Mariano Gruschetsky.
2 Algunos trabajos que refieren a la CADCOA son: Ariel Scher y Héctor Palomino, Fútbol: pasión
de multitudes y de élites, Buenos Aires, Cisea, 1988; Ranaan Rein, “‘El primer deportista’: the
political use and abuse of sport in peronist Argentina”, International Journal of the History of Sport
vol. 15, n° 2, agosto 1998; Víctor Lupo, Historia política del deporte argentino (1610-2002),
Buenos Aires, Corregidor, 2002; más recientemente, César R. Torres, “Peronism, International
Sport and Diplomacy”, en Heather L. Dichter y Andrew L. Johns, Diplomatic Games: Sport,
Statecraft and International Relations since 1945, University Press of Kentucky, 2014.
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3 Por ejemplo, en los ya citados trabajos de Scher y Palomino, Rein, y Marcilese. Esta equivocación
puede deberse a la creación, en 1947, del Comité Nacional de Educación Física, entidad que incluía
a la CADCOA, o simplemente a la evidente mayor relevancia pública adquirida por la entidad
durante los años peronistas. Sin embargo, Lupo (op. cit.) fecha correctamente el origen de la
CADCOA en 1927, lo mismo que Torres o Lucie Hémeury (“Le pouvoir hors-jeu? Football et
péronisme en Argentine (1946-1955)”, Cahiers des Amériques Latines n° 74, 2014).
4 Cesar R. Torres: “Tribulations and Achievements: The Early History of Olympism in Argentina”,
The International Journal of the History of Sport 18:3, 2001; “A Time of Conflict: Argentine Sports
and the 1924 Olympic Team”, en Wamsley, Barney y Martyn (comps.), The Global Nexus
Engaged: Past, Present, Future Interdisciplinary Olympic Studies, Ontario, The University of
Ontario Press, 2002; “‘If We Had Had Our Argentine Team Here!’: Football and the 1924
Argentine Olympic Team”, Journal of Sport History, vol. 30, n° 1, 2003.
5 Se trata del decreto 74/27, del 31/5/1927. Esta adición es explícita en el nombre que figura en las
siguiente se aprobó su presupuesto para los Juegos de 1924, fijándolo en $10.000. La vinculación
del presidente Alvear con el olimpismo es anterior: ya en 1920, cuando era embajador en París del
gobierno de Yrigoyen, figuraba como Presidente Honorario del Comité Pro-Juegos Olímpicos. Este
apoyo estatal no fue una iniciativa aislada de Alvear: también existió en los intentos fallidos para
enviar delegaciones a los Juegos anteriores, así como la organización de los llamados “Juegos
Olímpicos del Centenario” de 1910; cf. Torres.
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Argentina del Deporte, por su parte, había surgido en 1921 a partir de una iniciativa similar
de figuras nucleadas en la Federación Atlética Argentina. El decreto presidencial de 1927
(que anulaba el de 1923) vino así a terciar en la disputa por la dirección de la iniciativa
olímpica. De esta manera, y más allá de las disputas iniciales por la cuestión de la
representación internacional, mientras que la función del COA se vincula
fundamentalmente con la representación del deporte nacional en las distintas competencias
olímpicas, la CAD oficiaría como entidad organizadora de todos los deportes, es decir, de
las federaciones y asociaciones deportivas.
8 En 1929, por ejemplo, los fondos provenientes de las arcas públicas alcanzan los $180 mil
(sumando aportes del estado nacional y de la provincia de Buenos Aires), mientras que la
recaudación de la rifa más de $34 mil.
9 Su autor fue el senador Alejandro Ruzo, radical antipersonalista y directivo de AFA, de la que
Los nombres que conformarían la CAD tenían una procedencia similar.12 En ella
eran importante los nombres vinculados a la difusión y temprana espectacularización de las
actividades deportivas, como el barón Antonio de Marchi, quien desde la Sociedad Sportiva
Argentina buscaba a que el deporte desbordara las estrechas barreras de la élite porteña en
las que había estado encerrado desde mediados del XIX.13
Una vez unificadas ambas instituciones, los vínculos de la CADCOA con las
autoridades estatales no dejarían de fortalecerse en la década siguiente, en particular en los
años de la hegemonía de la Concordancia justista. Estos nexos no se evidenciarán tanto en
los nombres de sus miembros, menos ligados directamente al funcionariado nacional o
provincial, sino principalmente en la capacidad de la entidad para formar parte de algunas
11 Cf,. Julio Frydenberg, Historia social del fútbol. Del amateurismo a la profesionalización,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2013.
12 Rafael Cullen, su primer presidente, dirigía la Federación Atlética Argentina, y estuvo
históricamente ligado al rugby a través del club CASI. Su mujer, Esther Paunero, era nieta del
general Wenceslao Paunero. Por su parte, el italiano Antonio De Marchi fue presidente de la Unión
Argentina de Box, la Sociedad Sportiva Argentina (anteriormente Sociedad Hípica), socio fundador
del Automóvil Club Argentino y presidente del Comité Olímpico Argentino en los Juegos de
Londres 1908. De Marchi se casó en 1900 con la hija del entonces presidente Julio Argentino Roca.
13 Un papel central en este proceso le correspondió al periodismo: no casualmente, la constitución
de la CAD tuvo lugar en el Círculo de Prensa; también tuvieron importante participación en la CAD
periodistas como Luis Carlini y Juan Bautista Peña.
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14 Una medida de la importancia de los montos reunidos por el Fondo lo da el hecho que gracias a él
se construyeron los estadios de River Plate (1938), Boca Juniors (1940) o Huracán (1944).
16 CADCOA, Memoria y Balance 1943-44, pp. 14-15.
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“El doctor Palacios… expuso ante las respectivas autoridades… sus puntos de
vista y observaciones, que consideran imprescindible la necesidad de respetar
los principios de autonomía de cada una de las Federaciones y Asociaciones en
la dirección de sus respectivos deportes conforme a sus reglamentaciones”.17
Junto con notas sobre las apropiadas condiciones de la ciudad de Buenos Aires para
albergar un evento de esta naturaleza, el Boletín exponía gráficamente la densidad de la
trama de relaciones de la CADCOA en el escenario político local. Imágenes de las más
altas autoridades nacionales y provinciales desfilan en sus páginas, declarando su apoyo a
la realización de la competencia, y comprometiendo su auxilio simbólico (y material).
Importantes figuras aparecían en eventos como el almuerzo organizado por el Comité en el
Hotel Alvear en noviembre de ese año, al que concurrieron más de doscientos comensales,
encabezados por las autoridades nacionales y los representantes diplomáticos de los países
de la región. La presencia del presidente en ejercicio, Ramón Castillo, fue ampliamente
reseñada en el Boletín, al igual que la de otros nombres de relevancia.20 Varias portadas del
Boletín de los Deportes están dedicadas al presidente Roberto Ortiz y al propio Castillo;
como ocurrirá pocos años después con los rostros de Perón y de Evita, la multiplicación de
estas imágenes era una forma de exhibir la fortaleza de los contactos de la CADCOA con
los ámbitos más altos de decisión política.
A juzgar por sus Memorias y balances, la Revolución de Junio de 1943 parece haber
sido visto con cierta desconfianza por la CADCOA. Es posible que la tradición militarista
expresada por las nuevas autoridades en lo relativo a la Educación Física, y su ya referida
intención de creación de un Consejo Nacional en la materia, hayan contribuido a esta
suspicacia. Esto no significa que los vínculos con el Estado desapareciesen: los aportes y
subsidios se mantienen, así como la participación de la entidad deportiva en espacios
24 Como Domingo Peluffo, presidente de San Lorenzo en 1946 y futuro presidente de la AFA en
1953, quien acompañaría la gestión de Valenzuela como Vicepresidente 1° hasta 1952; lo mismo
ocurre con su Secretario, Daniel Piscicelli, dirigente de Racing y Vicepresidente de AFA.
25 En los registros de la institución los nombres de los anteriores dirigentes quedan relegados al
Alvear y a Castillo.
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27 El Consejo fue creado por el decreto 34.817/47, luego de que se dilatara el tratamiento del
proyecto de ley presentado por el gobierno al Congreso Nacional.
28 Aunque no puede descartarse que no haya contribuido al alejamiento definitivo de Juan Carlos
Palacios de la institución.
29 El presidente de la CADCOA era uno de los diez vocales del Consejo; el resto estaba formado
por los directores generales de Tiro y Gimnasia del Ejército, del Personal del Ministerio de Marina;
de la Secretaría de Aeronáutica, de Educación Física del Ministerio de Justicia e Instrucción Públi
ca, el Inspector General de Educación Física del Consejo Nacional de Educación, el Director de
Medicina del Deporte de la Secretaría, de Salud Pública, representantes de los ministerios de
Hacienda e Interior y de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
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El delicado equilibrio entre el bienvenido apoyo de parte del Estado para cumplir su
rol fiscalizador y organizador de las actividades deportivas y la constante reivindicación de
independencia frente a los organismos públicos tendrá un nuevo episodio a partir de
diciembre de 1948, cuando el Estado derogue el decreto de Alvear de 1923, que reconocía
al COA como representación del deporte nacional en las competencias organizadas por el
Comité Olímpico Internacional. Aduciendo que tal reconocimiento suponía una
“delegación de facultades en una sociedad privada”, sólo posible como “solución de
emergencia”, el decreto 36.247/48 sostenía la incompatibilidad de tal situación con la
existencia de un organismo como el Consejo Nacional de Educación Física, “organismo
administrativo facultado para dirigir, orientar, planificar, fomentar y fiscalizar todo lo
referente a la educación física, oficial y privada, dentro de la cual se comprende los juegos
y los deportes”. Este decreto fue continuado, en marzo siguiente, por el 5.603/49, que
dictaba las “Normas para la organización de competencias deportivas internacionales”,
cuya autoridad de referencia era el propio Consejo de Educación Física.
30Como se indicó, es posible que la creación del Consejo de Educación Física incidiera en el error
de fechar en 1947 el origen de la CADCOA.
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Quizás una de las claves para entender esto resida en la sintonía alcanzada entre sus
directivos y el gobierno, ejemplificada en la figura de Rodolfo Valenzuela. Lo cierto es que
la CADCOA logrará mantener bajo su esfera de competencia todas las actividades referidas
a las competencias internacionales que el decreto referido ubicaba en manos del Consejo de
Educación Física. Es probable que también haya incidido el hecho de que a partir de 1949
el Consejo pasó a funcionar bajo la órbita del Ministerio de Educación, hecho que quizás le
facilitó a la CADCOA preservar su accionar. En noviembre de 1954, el decreto 18.678, que
determinaba las “Normas para la Educación Física de Estudiantes dependientes del Minis
terio de Educación” y otorgaba a esta dependencia la “responsabilidad principal y función
ejecutiva en la dirección integral de la educación física”, le reconocía sin embargo a la
Confederación Argentina del Deporte la misión concurrente de la dirección de los deportes,
reconocimiento que muy probablemente se debiera a las exigencias del organismo rector de
los Juegos, el COI.
CADCOA, no puede pasar desapercibido para ninguno de los actores que el Comité
Olímpico Internacional delegue reconocimiento y apoyo para ello en los comités olímpicos
de cada país. Subsumir en un ente estatal las atribuciones de la CADCOA probablemente
tenga como límite este condicionamiento, tanto en cuanto a su vínculo con el gobierno
como probablemente también al interior mismo de la entidad, algunos de cuyos
representantes no tenían coincidencias políticas con el peronismo. Todo parece confluir en
la búsqueda de una fórmula por parte del estado que le permita involucrarse en la educación
física y el deporte, en juego con los otros actores y que a la vez no afecte por ello los
necesarios vínculos con el deporte olímpico internacional.
ejemplo, en las previsiones del Segundo Plan Quinquenal (1953-57), que establecían que
“el Estado… auspiciará la realización de certámenes regionales, nacionales e
internacionales que promuevan la elevación del espíritu y el nivel deportivo del Pueblo”,
además de “prestar su apoyo técnico y económico a los deportistas que lo necesiten”.33
36 Por citar un ejemplo, cf. Emilio Gutiérrez, 1956. Donde habita el olvido: básquetbol argentino,
Buenos Aires, Aurelia Rivera, 2007.
37 2° Plan Quinquenal, op. cit., pp. 74-75.
38 CADCOA, Memoria y Balance 1949-50, pp. 33-34 (nuestro resaltado). En tono similar, en 1953
en el semanario Resumen deportivo se afirmaba: “La CADCOA es el más alto organismo dirigente
del deporte en el país, y su trascendental misión consiste… en propender a la difusión del deporte y
a garantizar la seriedad de las competencias que este organismo auspicia, fiscaliza u organiza”;
citado en Joaquín Lupiano, “Las políticas deportivas durante la primera presidencia de Juan
Domingo Perón (1946 - 1952)”, tesis de Licenciatura en Educación Física, Universidad Nacional de
Luján.
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A este cuadro se le debe sumar la multiplicidad de canales que servían para vehicu
lizar la asistencia estatal en materia deportiva, o bien para organizar eventos más o menos
masivos de esta naturaleza. Junto con la CADCOA existió el ya referido Consejo Nacional
de Educación Física, dependiente a partir de 1949 del Ministerio de Educación; del mismo
Ministerio formaba parte la Unión de Estudiantes Secundarios, creada en 1953, de fuerte
presencia en la juventud, y ampliamente conocido por la “leyenda negra” opositora;41 más
conocida aún fue la acción desarrollada en esa dirección por la Fundación Eva Perón, en
particular a través de los Campeonatos Infantiles Evita (a los que luego se les agregaron los
Juveniles Juan Perón).42 Agreguemos además todas aquellas formas de vinculación directa
del Estado con clubes, asociaciones o federaciones deportivas, manifiestas, por ejemplo, en
la adjudicación de fondos para la reforma y ampliación de sus instalaciones a través de la
ya referida Comisión Nacional Asesora, que continuó funcionando durante el período.43
41 En ella “se instauró una filosofía hedonista y sensual y se corrompió y se extravió a los jóvenes
con ingentes regalías", según” el Libro Negro de la Segunda Tiranía editado por la Comisión
Nacional de Investigaciones en 1958.
42 A modo de ejemplo de la concurrencia entre estos espacios, recordemos que luego de la ya
mencionada disolución del Jockey Club en 1953, sus bienes fueron repartidos entre la CADCOA, la
UES y la Fundación Eva Perón.
43 Los cálculos de Lupiano (op. cit.) son elocuentes en cuanto a la desproporción entre la asistencia
estatal directa orientada hacia los clubes y federaciones, y la recibida por la CADCOA; por otro
lado, señala con justeza que el decreto 21.315/50 otorgaba al Ministerio de Hacienda (y no a la
CADCOA) la “administración y control… de los campos de deportes” propiedad del gobierno
nacional.
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Si, como hemos visto, las menciones a las figuras políticas de primer orden
aparecían asiduamente en las publicaciones de la CADCOA, a partir del 1946 los nombres
de Perón y de Evita serán moneda corriente en las Memorias y Balances,44 acompañados, a
partir de 1950, por gran cantidad de imágenes de actos compartidos con las autoridades de
la institución. Estas presencias serán aún más prominentes en una publicación que
aparecerá pocos años después: en abril de 1954 se publica el primer número de la revista
Olimpia –Revista de capacitación deportiva, que cuenta con treinta y ocho páginas y
abundantes fotografías y color; es la publicación que ocupará en los últimos meses del
gobierno peronista el espacio de difusión del deporte como vocera principal –y oficial— de
CADCOA. En su nombre y en la misma portada confluyen la simbología olímpica y la
representación nacional a través de la escultura Victoria ubicada en la Plaza Congreso
frente al Congreso de la Nación, y una carta de puño y letra de Juan Perón en la que expresa
sobre Olimpia que
En este punto, Olimpia hará visible una concepción peronista del deporte en la que
confluyen dos dimensiones: por un lado, la reivindicación del espíritu olímpico tal como se
observa en el espacio otorgado a la escenografía de los monumentos y a los laureles como
íconos, en la reivindicación discursiva misma de Perón o la del propio Valenzuela quién
rescata a “la Grecia eterna”, en la mitología griega como antecesora del ideal de volar de
Jorge Newbery y su globo “Pampero”, o en las nadadoras vistas como Nereidas, Náyades o
Sirenas. Esta rememoración permanente lo es también de la historia del olimpismo y la
figura del Barón de Coubertin.48
Unidos de América años después, y que es lo que permite medir la “vara” del
crecimiento del deporte nacional.50
Si bien el deporte argentino es destacado en y desde sus orígenes, los logros previos
al advenimiento peronista son adjudicados al esfuerzo individual y solitario de los
deportistas, mientras que en esta nueva etapa el Estado se hace presente mediante su obra
de apoyo y capacitación.51 La propia figura de Perón expuesta en su rol de múltiple
practicante de deportes diversos – once disciplinas según la revista, que ilustra con
fotografías de Perón en plena actividad deportiva- es descripta como caso único de primer
mandatario en el mundo, y como ícono moral que incluso como conductor
“EL APOYO ESTATAL. Dejamos a criterio del lector, sin comentario alguno,
el análisis de la cantidad de títulos mundiales y olímpicos logrados por nuestro
país desde 1903 y 1924, respectivamente, hasta el advenimiento de la era
peronista, y los conquistados en ambos casos desde 1947 hasta el presente”.54
La segunda cuestión, respecto de la acción del gobierno a favor del acceso popular
al deporte, se hace visible cuantitativamente en la exposición de las inversiones públicas en
préstamos, donaciones, subsidios, premios y contribuciones diversas; se exponen para el
periodo 1947 a 1954 $112.823.00 para préstamos y $41.000.000 en subsidios a
instituciones deportivas.57 En 1954 es el propio Perón quién anuncia ante los dirigentes del
básquet que la ayuda para la entidad rectora tendrá también carácter más específico, al ser
incorporada en el propio Presupuesto nacional como partida fija.58 Olimpia aclarará tiempo
después que se trata de una colaboración a los clubes “aficionados” producto de una
recaudación del Presupuesto nacional, a su vez resultado del pago de impuestos a las
actividades de clubes que tienen incorporada la práctica profesional, lo que es vista como
una transferencia económica a los sectores populares y como promoción de la cultura física
en los clubes más humildes.59 La revista dedica amplia difusión a la política deportiva de
gobierno con relación a la infraestructura deportiva, haciendo visible las nuevas obras pero
también operando para visibilizar las existentes, mostradas como parte de un plan
coordinado de desarrollo deportivo. En ese sentido la creación del Parque Deportivo
“Presidente Perón” como corredor deportivo, que unifica distintas instalaciones públicas y
privadas de práctica deportiva en la zona norte de la ciudad como el club River Plate y el
Velódromo municipal, dos nuevas escuelas especiales deportivas, o la Villa Olímpica “Juan
Deportivo, lo encontramos en el análisis sobre la política pública peronista, el deporte y los medios
de comunicación de María Graciela Rodríguez, “Pueblo y público en el deporte. La interpelación
estatal durante el peronismo (1946-1955)”, Tesis de Maestría en Sociología de la Cultura, IDAES,
2002.
63 Olimpia, Nº 12, junio de 1955, p. 10.
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Conflictos a la vista.
Se trata de una revisión reglamentaria propuesta por la entidad, de una nueva etapa
del deporte argentino, que logre dejar de lado estas barreras “aduaneras” de acceso a la
práctica deportiva —deberíamos inferir, a las propias instituciones— en que se han
convertido ciertos estatutos y reglamentos. El conflicto se observa también al poco tiempo
y faltando meses para los juegos Olímpicos de Melbourne en Australia, cuando en otra
editorial titulada “Se pasa la hora de trabajar”, Olimpia arremete críticamente con las
representaciones deportivas, a las que acusa de poner en peligro todos los logros deportivos
obtenidos por no cumplir con los obligatorios tiempos requeridos para la competencia
cada federación ha encarado la preparación para viajar, visto que luego deben pedir apoyo
económico a la CADCOA.
Una segunda cuestión que podemos ver como conflictiva surge alrededor de la
infraestructura deportiva, a la que como se ha dicho, el gobierno peronista otorgó gran
importancia mediante la concreción de distintas obras y proyectos, mostradas como una
unidad articulada de espacios públicos y privados para el uso de deporte, aunque en algunos
casos como ciertos clubes se encontraban ya constituidos previamente al periodo peronista.
En julio de 1955 la revista expone, comparando con el estadio de la ciudad universitaria de
México en los Juegos Panamericanos, que Buenos Aires cuenta con magníficos estadios
pero sin las características necesarias para desarrollar un gran evento multideportivo; la
CADCOA propone para ellos la construcción de una Casa del Deporte (nuevamente) como
gran centro deportivo total, para cuya planificación técnicos especializados viajan a Estados
Unidos de América. Se trata de un estadio con capacidad para cien mil espectadores —
mayor que el de Moscú, se alega— de usos múltiples y al costo de $100.000.000, a cons
truirse por el Instituto de Inversiones Industriales presidido por el Dr. Reinaldo Rico-
Contreras y, en lo que podemos aventurar como conflictivo, situado en el barrio de Palermo
y en los terrenos ocupados anteriormente por el Club Hípico Argentino.66 Olimpia parece
responder cuestionamientos al proyecto, tema de vieja data en la historia de la ciudad,
alegando que la sede de la calle Carlos Pellegrini de la CADCOA es sólo administrativa y
que los estadios existentes en la ciudad sólo tienen como fin el fútbol, no encontrándose en
condiciones estructurales de ser utilizados para otros deportes, y que el proyecto presentado
incluye los mayores adelantos tecnológicos, un espacio socio-cultural, la construcción de
un hotel para deportistas y hasta una propia estación de radiodifusión y televisión, todo
dependiente de la CADCOA.67 Esta segunda dimensión que observamos conflictiva en las
páginas de Olimpia, cuando destaca las obras de infraestructura deportiva del gobierno pero
también la existencia de algunas grietas en ese camino, se lee también en un artículo sin
66 Olimpia, Nº 13, julio de 1955, p. 3. Cf. Torres, “Stymied Expectations Buenos Aires' Persistent
Efforts to Host Olympic Games”, Olympika 16, 2007.
67 Olimpia, Nº 14, agosto de 1955, p. 13. Se incluye aquí una fotografía del Club Hípico, espacio sin
uso —aunque en la misma observamos hasta un caballo- y dónde se proyecta el estadio y otras
instalaciones deportivas.
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