Ministerios Gracia a Vosotros (Cesacionismo) & Sam Storms (Continuismo)
El cesacionismo y la historia de la iglesia (Postura cesacionista) Por Ministerios Gracia Vosotros de John MacArthur El cesacionismo viene de la palabra “cesar.” Es la posición que afirma que los dones milagrosos del Espíritu Santo (como lenguas, profecía y sanidades) dejaron de ser practicados en algún momento después del primer siglo. Los cesacionistas creen que el fin de la era apostólica y la terminación del Nuevo Testamento provocó el cese de los milagros asociados a esa edad. Es importante señalar que el cesacionismo no niega la posibilidad de que Dios pueda sanar a personas o hacer milagros hoy en día (en un sentido general) como un acto especial de Su providencia divina. Sino más bien enseña que el Espíritu Santo ya no utiliza a individuos para realizar señales milagrosas como lo hizo en los tiempos de Jesús y los Apóstoles. Aunque se puede probar bíblicamente la veracidad de esta posición, el propósito de este artículo es mostrar que el cesacionismo ha sido afirmado por muchos cristianos a través de toda la historia de la Iglesia. Si bien la Biblia debe ser siempre la única autoridad del cristiano en cuanto a la fe y la práctica es importante conocer como el Espíritu Santo iluminó el entendimiento de lo que la Biblia dice sobre este tema a aquellos que vivieron antes que nosotros. Apéndice – Voces de la iglesia histórica Juan Crisóstomo (C. 344–407) “Todo este lugar [hablando de 1 Corintios 12] es muy oscuro: pero la oscuridad es producida por nuestra ignorancia de los hechos mencionados y por su cesación, siendo tal como entonces solía ocurrir, pero que ahora ya no se llevan a cabo.” Agustín de Hipona (354–430) “En los tiempos más antiguos, el Espíritu Santo descendió sobre los que creyeron y hablaron en lenguas, que no habían aprendido, según el Espíritu les daba que hablasen. Estas fueron señales adaptadas para ese tiempo. Porque había esta proclamación del Espíritu Santo en todas las lenguas [idiomas] para mostrar que el evangelio de Dios iba a ser comunicado a través de todas las lenguas sobre toda la tierra. Esto se hizo por señal y terminó. ” "Porque, ¿quién espera en estos días que las personas sobre quienes se imponen las manos para que reciban el Espíritu Santo deben inmediatamente empezar a hablar en lenguas? Pero se entiende que invisiblemente e imperceptiblemente, a causa del vínculo de la paz, el amor divino es inspirado en sus corazones, para que puedan ser capaces de decir: ‘Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.’” Teodoreto de Ciro (C. 393– C. 466) “En otros tiempos los que aceptaron la predicación divina y que fueron bautizados por su salvación se les dio señales visibles de la gracia del Espíritu Santo que actuó en ellos. Algunos hablaron en lenguas que no conocían, y que nadie les había enseñado, mientras que otros realizaron milagros o profetizaron. Los corintios también hicieron estas cosas, pero no utilizaron los dones como debieron haber hecho. Estaban más interesados en presumir que en usarlos para la edificación de la iglesia. …Incluso en nuestro tiempo de gracia se otorga a los que son considerados dignos del santo bautismo, pero no podría tomar la misma forma que tomó en aquellos días.” Martín Lutero (1483–1546) “En la Iglesia primitiva, el Espíritu Santo fue enviado en forma visible. Él descendió sobre Cristo en la forma de una paloma (Mateo 3:16), y en semejanza de fuego sobre los apóstoles y otros creyentes. (Hechos 2:3). Este derramamiento visible del Espíritu Santo era necesario para el establecimiento de la iglesia primitiva, como lo fueron también los milagros que acompañaron el don del Espíritu Santo. Pablo explicó el propósito de estos dones milagrosos del Espíritu en 1 de Corintios 14:22, “Las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos.” Una vez que la iglesia se había establecido y anunciado debidamente por estos milagros, el aspecto visible del Espíritu Santo cesó.” “Cada vez que escuches a alguien presumir de que tiene algo por inspiración del Espíritu Santo, y que no tiene ningún fundamento en la Palabra de Dios, no importa lo que sea, dile que es obra del diablo.” "Lo que no tiene su origen en las Escrituras es sin duda del mismo diablo." Juan Calvino (1509–1564) “Aunque Cristo no dice expresamente si tiene la intención de que este don [de los milagros] sea temporal, o que permanezca perpetuamente en la iglesia, sin embargo, es más probable que los milagros fueron prometidos sólo por un tiempo, a fin de dar realce al evangelio mientras que era nuevo o estaba en un estado de oscuridad…” “El don de sanidad, al igual que el resto de los milagros, que el Señor quiso producir por un tiempo, se ha desvanecido con el fin de hacer maravillosa la predicación del Evangelio para siempre.” John Owen (1616–1683) “Los dones que en su propia naturaleza exceden la plenitud del poder de todas nuestras facultades, esa dispensación del Espíritu hace ya mucho tiempo cesó y dondequiera que alguien hoy tenga pretensión a lo mismo, tal pretensión justamente puede ser sospechada como un engaño farsante.” Thomas Watson (1620–1686) “Claro, hay tanta necesidad de la ordenación hoy como en la época de Cristo y en el tiempo de los apóstoles, habiendo allí entonces dones extraordinarios en la iglesia que ahora cesaron.” Matthew Henry (1662–1714) “Lo que estos dones fueron en general es contado en el cuerpo del capítulo [1 Corintios 12], a saber, los oficios y los poderes extraordinarios, otorgados a los ministros y cristianos en las primeras épocas para la convicción de los incrédulos, y la propagación del evangelio.” “El don de lenguas fue un nuevo producto del espíritu de profecía y era otorgado por una razón particular, para que, la empalizada judía habiendo sido removida, todas las naciones pudieran ser incluidas en la iglesia. Estos y otros dones de profecía, siendo una señal, hace mucho cesaron y han sido puestos a un lado, y no tenemos motivo alguno para esperar que resurjan; sino al contrario se nos manda llamar a las Escrituras la palabra profética más segura, más segura que voces del cielo; y a ellas es que se nos exhorta a estar atentos, escudriñarlas y retenerlas, 2 Pedro 1:19.” John Gill (1697–1771) "En los primeros tiempos, cuando el don de hacer milagros fue otorgado, no fue dado a todos, sólo a algunos, y ahora no hay nadie que tenga posesión de él." Jonathan Edwards (1703–1758) “En el día de su [de Jesús] encarnación, sus discípulos tenían una medida de los dones milagrosos del Espíritu, y por lo tanto habilitados para enseñar y hacer milagros. Pero después de la resurrección y ascensión, fue el derramamiento más completo y extraordinario del Espíritu en sus dones milagrosos como nunca se llevó a cabo, a partir del día de Pentecostés, después de que Cristo había resucitado y ascendido al cielo. Y en consecuencia de esto, no sólo aquí y allá, una persona extraordinaria fue dotada con los dones extraordinarios, pero que eran comunes en la iglesia, y así continuaron durante toda la vida de los apóstoles, o hasta la muerte del último de ellos, aun el apóstol Juan, que tomó lugar unos cien años desde el nacimiento de Cristo, para que los primeros cien años de la era cristiana, o el primer siglo, fuese la época de los milagros. “Pero poco después de que el canon de las Escrituras se completó cuando el apóstol Juan escribió el libro del Apocalipsis, que él no escribió mucho antes de su muerte, estos dones milagrosos ya no continuaron en la iglesia. Porque ahora estaba completa una revelación establecida por escrito de la mente y la voluntad de Dios, donde Dios había grabado totalmente una norma permanente y suficiente para Su iglesia en todas las edades. Y la iglesia y la nación judía siendo derrocada, y la iglesia cristiana y la última dispensación de la iglesia de Dios siendo establecida, los dones milagrosos del Espíritu ya no eran necesarios, y por lo tanto cesaron, porque a pesar de que habían continuado en la iglesia durante tantos siglos, sin embargo terminaron y Dios hizo que terminaran, porque no había más motivo para ellos. Y así se cumplió lo que dice el texto, “pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Y ahora parece que hay un fin a tales frutos del Espíritu como estos, y no tenemos ninguna razón en esperarlos nunca más.” “Los dones extraordinarios del Espíritu, como el don de lenguas, de milagros, de profecía, etc., son llamados extraordinarios, debido a que tales no se dan en el curso ordinario de la providencia de Dios. No se otorgan en las forma de la providencia ordinaria de Dios con sus hijos, pero sólo en ocasiones extraordinarias, ya que fueron otorgados a los profetas y apóstoles para capacitarlos para revelar la mente y la voluntad de Dios antes de que el canon de las Escrituras fuera completado, y así en la Iglesia primitiva, con el fin de la creación y el establecimiento de la misma en el mundo. Pero ya que el canon de la Escritura ha sido completado, y la Iglesia Cristiana plenamente fundada y establecida, estos dones extraordinarios cesaron.” James Buchanan (1804-1870) “Los dones milagrosos del Espíritu hace mucho que fueron retirados. Fueron usados para cumplir con un propósito temporal. Fueron usados como un andamiaje que Dios empleó para la construcción de un templo espiritual. Cuando el andamio no se necesitó más, fue removido pero el templo permanece en pie aún, y es habitado por el Espíritu; porque “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16).” Robert L. Dabney (1820-1898) “Luego de que la iglesia primitiva fue establecida, ya no existía la misma necesidad de “señales” sobrenaturales, y Dios, que no acostumbra derrochar sus expedientes, las descontinuó. Desde entonces, la Iglesia tendrá que conquistar la fe del mundo mediante su ejemplo y enseñanzas solamente, vigorizada por la iluminación del Espíritu Santo. Finalmente, los milagros, si se volvieran de común ocurrencia, dejarían de ser milagros, y serían considerados por los hombres como ley corriente.” Charles Spurgeon (1834-1892) “Querido hermano, honra al Espíritu de Dios como honrarías a Jesucristo si Él estuviera presente. Si Jesucristo morara en tu casa tú no le ignorarías, no seguirías con tus asuntos como si no estuviera allí. No ignores la presencia del Espíritu Santo en tu alma. Te ruego, no vivas como si no hubieras oído si hay un Espíritu Santo. A Él dale tus adoraciones constantes. Da reverencia al prestigioso Huésped que ha tenido a bien hacer de tu cuerpo su morada sagrada. Amalo, obedécele, adórale! “Ten cuidado de no imputar las vanas imaginaciones de tus fantasías a Él. He visto al Espíritu de Dios vergonzosamente deshonrado por personas – espero que estaban locos – que han dicho que han tenido esto y aquello revelado a ellos. No ha pasado sobre mi cabeza, desde hace algunos años, una sola semana en la que no me han molestado con las revelaciones de hipócritas o maniacos. Semi-lunáticos son muy aficionados a venir con los mensajes del Señor para mí y puede salvarles de algunos problemas si les digo de una vez por todas que no voy a poner atención a ninguno de sus mensajes estúpidos… Nunca sueñes que eventos se revelan a ti desde el Cielo, o puedes llegar a ser como esos idiotas que se atreven a imputar sus locuras flagrantes al Espíritu Santo. Si sientes que tu lengua te pica para decir tonterías, sígueles su rastro al diablo, no al Espíritu de Dios. Lo que ha de ser revelado por el Espíritu para que cualquiera de nosotros ya está en la Palabra de Dios – Él no añade nada a la Biblia, y nunca lo hará. Que las personas que tienen revelaciones de esto, aquello y lo otro, vayan a la cama y vuelvan en sí. Sólo me gustaría que sigan el consejo y ya no insulten al Espíritu Santo colocando sus tonterías ante Su puerta.” “Habían alcanzado la cumbre de la piedad. Habían recibido “los poderes del siglo venidero.” No dones milagrosos, que nos son negados en estos días, pero todos esos poderes con los que el Espíritu Santo dota a un cristiano.” “Aquellas obras del Espíritu Santo que son concedidas en nuestra época a la Iglesia de Dios, son en todo sentido tan valiosas como los dones milagrosos iniciales que ya no están con nosotros. La obra del Espíritu Santo, por medio de la cual los hombres son resucitados de su muerte en el pecado, no es inferior al poder que llevó a los hombres a hablar en lenguas.” “Como resultado de la ascensión de Cristo al cielo, la iglesia recibió apóstoles, los hombres que fueron seleccionados como testigos porque habían visto personalmente al Salvador, un oficio que necesariamente se extinguió, y con razón, porque el poder milagroso también es retirado. Fueron necesarios de manera temporal, y fueron dados por el Señor ascendido como opción legada. Profetas, también, estaban en la iglesia primitiva.” “Debemos tener a los paganos convertidos, Dios tiene millares de Sus elegidos entre ellos, debemos ir y buscar por ellos de alguna manera u otra. Muchas dificultades están eliminadas ahora, todos los países están abiertos para nosotros, y la distancia es casi aniquilada. Es cierto que no tenemos las lenguas pentecostales, pero las lenguas son ahora fácilmente adquiridas, mientras que el arte de la imprenta es un equivalente completo por el don perdido.” George Smeaton (1814-1889) “Los dones sobrenaturales o extraordinarios fueron temporales, y destinados a desaparecer cuando la iglesia debió ser fundada y el canon inspirado de la Escritura cerrado, porque eran una prueba externa de una inspiración.” Abraham Kuyper (1837-1920) “Por tanto, los carismas deben ser considerados en un sentido económico. La Iglesia es una gran familia con muchas necesidades, una institución que se ha hecho eficiente por medio de muchas cosas. Ellos son a la Iglesia lo que la luz y el combustible son al hogar, no existen para sí mismos, sino para la familia, y para ser puestos a un lado cuando los días son largos y cálidos. Esto se aplica directamente a los carismas, muchos de los cuales, dados a la Iglesia apostólica, no están al servicio de la Iglesia de nuestros días.” William G. T. Shedd (1820-1894) “Los dones sobrenaturales de inspiración y milagros que poseyeron los apóstoles no fueron continuados para sus sucesores ministeriales, puesto que ya no eran más necesarios. Todas las doctrinas del Cristianismo habían sido reveladas a los apóstoles, y habían sido entregadas a la iglesia en forma escrita. No había más necesidad de una posterior inspiración infalible. Y las credenciales y autoridad dadas a los primeros predicadores del Cristianismo en actos milagrosos, no requerían repetición continua de una edad a otra. Una edad de milagros debidamente autenticados es suficiente para establecer el origen divino del evangelio. En un tribunal humano, no es necesaria una serie indefinida de testigos. “Por boca de dos o tres testigos,” los hechos se establecen. El caso que ha sido cerrado no volverá a abrirse.” Benjamin B. Warfield (1887- 1921) “Estos dones… eran parte de las credenciales de los Apóstoles como los agentes autorizados de Dios en la fundación de la iglesia. Su función por lo tanto se limita distintivamente a la iglesia apostólica y ellos necesariamente terminaron con ella.” Arthur W. Pink (1886-1952) “Así como hubo oficios extraordinarios (apóstoles y profetas) en el comienzo de nuestra dispensación, también hubo dones extraordinarios; y como no hubo sucesores designados para estos oficios extraordinarios, tampoco hubo intención de continuar esos dones extraordinarios. Los dones dependían de los oficios. No tenemos más a los apóstoles con nosotros, y por consiguiente los dones sobrenaturales, la comunicación de los cuales constituyó parte esencial de las señales de un apóstol (2 Cor. 12:12), están ausentes.” D. Martyn Lloyd- Jones (1899-1981) “Pero una vez que estos documentos del Nuevo Testamento fueron escritos el oficio de profeta ya no era necesario. De ahí que en las epístolas pastorales que se aplican a una etapa posterior en la historia de la Iglesia, cuando las cosas se habían vuelto más establecidas y fijas, no hay ninguna mención de profetas. Está claro que incluso para entonces el oficio de profeta ya no era necesario, y el llamado era para los maestros y pastores y otros, para exponer las Escrituras y transmitir el conocimiento de la verdad. “Una vez más, debemos señalar que a menudo en la historia de la Iglesia el problema había surgido porque la gente pensaba que eran profetas en el sentido del Nuevo Testamento, y que habían recibido revelaciones especiales de la verdad. La respuesta a eso es que en vista de las Escrituras del Nuevo Testamento no hay necesidad de verdad adicional. Esa es una proposición absoluta. Tenemos toda la verdad en el Nuevo Testamento, y no hay necesidad de revelaciones adicionales. Todo ha sido dado, todo lo que es necesario para nosotros está disponible. Por lo tanto, si un hombre asegura haber recibido una revelación de una verdad nueva debemos sospechar de él de inmediato… “La respuesta a todo esto es que la necesidad de profetas termina una vez que tenemos el canon del Nuevo Testamento. Ya no necesitamos revelaciones directas de la verdad, la verdad está en la Biblia. Nunca debemos separar el Espíritu y la Palabra. El Espíritu nos habla a través de la Palabra, de modo que siempre hay que poner en dudar y cuestionar cualquier supuesta revelación que no es totalmente coherente con la Palabra de Dios. De hecho, la esencia de la sabiduría es rechazar por completo el término “revelación” en la medida que a nosotros respecta, y hablar sólo de “iluminación.” La revelación ha sido dada una vez por todas, y lo que necesitamos y lo que por la gracia de Dios podemos tener, y tenemos, es la iluminación por el Espíritu para entender la Palabra. Los Dones del Espíritu Santo en la Historia de la Iglesia (Postura Continuista) Por Sam Storms A menudo surge esta pregunta: “Si los supuestos milagros o dones de señal del Espíritu Santo son validos para los cristianos después de la muerte de los apóstoles, ¿Por qué estuvieron ausentes de la historia de la iglesia hasta su presunta aparición en el Siglo XX?” Mi respuesta es la siguiente: 1)No estuvieron ausentes. Posiblemente fueron menos frecuentes, pero el argumentar que tales dones fueron totalmente inexistentes es ignorar un cuerpo significativo de evidencia. Después de estudiar la documentación de las afirmaciones de la presencia de estos dones, la conclusión de D.A. Carson es que “hay suficiente evidencia de que alguna clase de estos dones ‘carismáticos’ continuaron esporádicamente a través de los siglos de la historia de la iglesia, que es inútil insistir en términos doctrinarios que cada relato es espurio o el fruto de la actividad demoniaca o de una aberración psicológica” (Mostrando el Espíritu, p.166). Aquí hay solo un poco de ejemplos (para mayor evidencia, leer el libro de Ronals Kydd, Los Dones Carismáticos en la Iglesia Temprana[Editoriales Hendriksen]). Justino Mártir (A.D. 100-165) presumió a Trifo el judío “que los dones proféticos permanecen con nosotros” (Dialogo con Trifo, 82). Ireneo (A.D. 120-200) también da testimonio de la presencia de los dones del Espíritu. Él escribe: • “Hemos oído de muchos de los hermanos que tienen presciencia del futuro, visiones y palabras proféticas; otros por la imposición de manos, sanan a los enfermos y recuperan la salud”(Contra las Herejías, 2:32,4). • “Oímos de muchos miembros de la iglesia que tienen dones proféticos, y, por el Espíritu hablan todo tipo de lenguas, y traen a luz los pensamientos secretos de los hombres por su propio bien, y exponen los misterios de Dios” (Contra las Herejías, 5:6,1). • “Es imposible enumerar las carismas que por todo el mundo la iglesia ha recibido de Dios” (Contra las Herejías, 2:32,4). Eusebio mismo concluye que la carismata estaba todavía en operación hasta el tiempo en que Ireneo vivió (Historia Eclesiástica, 5:7,6). Eusebio cita a Apolinario diciendo que “los dones proféticos deben continuar en la iglesia hasta la venida final, como el apóstol insiste” (EH, 5:16,7). Epifanio, quizás el oponente más vocal de los montanistas, no los atacó porque ellos practicaban los dones del Espíritu. Es más, él declaró que “la carisma [de la profecía] no está inoperativa en la iglesia. Todo lo contrario…La iglesia santa de Dios da la bienvenida a estas mismas [carismas] que los montanistas, pero los de nosotros son verdaderas carismas, autenticadas para la iglesia por el Espíritu Santo.” (Panarion, 48). Otro ejemplo digno de mención es de Agustín (354-430), que más temprano en su vida propugnaba el cesacionismo. Sin embargo, en sus escritos posteriores retractó su negación de la realidad perpetua de los dones milagrosos y cuidadosamente documentó no menos que 70 casos de la sanidad divina en su propia diócesis durante un período de dos años (ve su Ciudad de Dios, Libro XXII, cap. 8-10). Véase especialmente los artículos de Richard Riss, “Lenguas y Otros Dones Milagrosos en el Siglo Segundo hasta el Decimonoveno” enBasileia, 1985. 2)Puede sorprender a algunos el darse cuenta que tenemos un vasto conocimiento de solo una pequeña parte de lo que sucedió en la historia de la iglesia. Sería terriblemente presuntuoso concluir que los dones del Espíritu estuvieron ausentes de las vidas de personas de las cuales no sabemos casi nada. Simplemente no sabemos qué estaba pasando en las miles de miles de iglesias y reuniones de casa de cristianos en los siglos pasados. No puedo decir con confianza que los creyentes regularmente oraban por los enfermos y los veían sanados más que tú podrás decir que no lo hacían. No puedes decir que nunca profetizaban para la edificación, exhortación y consolación (1 Cor.14:3) de la iglesia más que yo podría decir que si lo hacían. Ninguno de nosotros podrá decir con confianza alguna si innumerables cristianos por toda la tierra inhabitada oraban en lenguas en sus devociones privadas. Esas apenas son las cosas por la cuales esperaríamos documentación extensa. Debemos recordar que esto fue mucho antes que la imprenta o las ventajas de los medios de comunicación. La ausencia de evidencia documentada para los dones espirituales en un tiempo cuando la evidencia documentada por la mayor parte de la vida de la iglesia era, en el mejor de los casos, escasa, no es un bueno motivo para concluir que tales dones no existían. 3)Si los dones eran esporádicos, puede haber una explicación aparte de la teoría de que fueron limitados al primer siglo. Debemos recordar que antes de la Reforma Protestante en el Siglo XVI el cristiano medio no tenía acceso a una Biblia en su propio idioma. La ignorancia bíblica imperaba. Ese no es el tipo de ambiente en que las personas estarían conscientes de los dones espirituales (sus nombres, naturaleza y función) y por ende no sería el tipo de ambiente en que esperaríamos que ellos buscaran y oraran por tales fenómenos o los reconocieran si se manifestarían. Si los dones fueron escasos, y otra vez, esto no lo podemos saber, puede ser un resultado tanto de la mucha ignorancia y el aletargamiento que eso engendra como de cualquier principio teológico que limita los dones a la vida de los apóstoles. 4)Relacionado con este punto previo es el hecho de que Dios misericordiosamente nos bendice con lo que no merecemos y con lo que rehusamos, o somos incapaces de, reconocer. Estoy persuadido de que numerosas iglesias hoy en día que propugnan el cesacionismo experimentan estos dones pero los descartan como algo menos que una milagrosa manifestación del Espíritu Santo. Por ejemplo, a una persona con el don de discernimiento de espíritus se le podría describir como “poseyendo una sensibilidad y perspicacia extraordinaria”. De una persona con el don de palabra de ciencia pueden decir que tiene “un profundo entendimiento de verdades espirituales”. De alguien que profetiza se le dice que “habló dando un aliento oportuno a las necesidades de la congregación”. De alguien que impone manos sobre los enfermos y con éxito ora por sanidad se le dice que Dios todavía contesta la oración pero los “dones de sanidad” ya no están en operación. A estas iglesias no los pillarían muertos clasificando tales fenómenos por los nombres dados a ellos en 1 Cor.12:7-10 porque ellos están comprometidos a la teoría de que tales fenómenos no existen. Si esto sucede hoy en día (y sí lo sucede, así como en una iglesia donde yo ministraba por muchos años), hay toda razón para pensar que esto ha ocurrido repetidamente a lo largo del curso de la historia subsiguiente al primer siglo. Consideremos un ejemplo hipotético. Supongamos que un hombre haya sido asignado a escribir la historia descriptiva de la vida de la iglesia en lo que ahora es el sur de Francia en, digamos, el año 845 A.D. ¿Cómo catalogaría lo que vería y oiría? Si fuera ignorante en cuanto a los dones espirituales, no siendo educado, o quizás un cesacionista muy educado, su relato no daría ninguna referencia a la profecía, sanidad, milagros, palabra de ciencia, etc. Tales fenómenos muy bien podrían existir, y aun florecer, pero serían identificados y explicados con otros términos por nuestro historiador hipotético. Siglos después descubrimos su manuscrito. ¿Sería justo concluir por sus observaciones que ciertos dones espirituales cesaron después de la edad apostólica? ¡Por supuesto que no! Mi punto con esto es simplemente que en el pasado y en el presente el Espíritu Santo puede fortalecer el pueblo de Dios con dones para el ministerio que no reconozcan ni, por cualquier otra razón, los expliquen con otros términos que los de 1 Corintios 12:7-10. La ausencia de una referencia explícita a cierta carismata es, por lo tanto, una base débil para argumentar a favor de la retirada de ellas de la vida de la iglesia. El ministerio de Carlos Spurgeon es un buen ejemplo. Lea cuidadosamente el siguiente relato tomado de su autobiografía: “Mientras que predicaba en el salón, en una ocasión, yo señalé a un hombre en medio de la muchedumbre a propósito, y dije: ‘Hay un varón sentado ahí que es un zapatero; él deja su tienda abierta los domingos, y estuvo abierta la mañana del último día de reposo, tomó nueve peniques, y su ganancia fue cuatro peniques; ¡vendió su alma a Satanás por cuatro peniques!’ Un misionero de la ciudad, mientras que iba por sus rondas, se encontró con este hombre, y viendo que estaba leyendo uno de mis sermones, le preguntó: ‘¿Conoce usted al Sr. Spurgeon?’ ‘Si’, respondió el hombre. ‘Tengo cada razón para conocerlo, he ido a escucharlo; y, bajo su predicación, por la gracia de Dios soy una nueva criatura en Cristo Jesús. ¿Le contaré como sucedió? Fui al salón de música, y tomé mi asiento en el centro del lugar; el Sr. Spurgeon me miró como si me conociera, y en su sermón me señaló y contó a congregación que yo era un zapatero, y tenía mi tienda abierta los domingos; y sí lo hice, señor. No me hubiera preocupado eso; pero también dijo que tomé nueve peniques el domingo anterior, y hubo una ganancia de cuatro peniques; pero cómo él supo eso, no podía decir. Luego me di cuenta de que fue Dios quien había hablado a mi alma a través de él, entonces cerré mi tienda el siguiente domingo. Al principio tenía miedo de ir a oírlo de nuevo, no sea que le cuente a las personas más acerca de mí; pero después yo fui, y el Señor me encontró, y salvo a mi alma.’” Spurgeon luego agrega este comentario: “Recuerdo de hasta una docena de casos parecidos en que señalaba a una persona en el salón sin tener ni el menor conocimiento de esa persona, ni idea alguna de que lo que yo estaba diciendo era lo correcto, salvo que creía que estaba siendo movido por el Espíritu al decirlo; y tan sorprendente ha sido mi descripción, que las personas se han ido, y han dicho a sus amigos: ‘Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho; sin duda, él tiene que haber sido enviado por Dios a mi alma, sino no pudiera haberme descrito con tan precisión.’ Y no solo eso, pero he conocido muchos casos en que los pensamientos de los hombres han sido revelados desde el púlpito. A veces he visto a personas golpear con el codo a sus vecinos, porque recibieron un golpe preciso, y se les ha oído decir, cuando ya se estaban yendo, ‘El predicador nos dijo lo que habíamos dicho el uno al otro cuando entrabamos en la puerta’” (La Autobiografía de Carlos Spurgeon, [Curt & Jennings, 1899], Vol. II, pp.226-227). ¿Qué debemos hacer con todo esto? Mi opinión es que este es un ejemplo perfecto y no poco común de lo que el apóstol Pablo describió en 1 Corintios 14:24-25. Spurgeon ejercitó el don de profecía. No lo llamó como tal, pero eso no cambia la realidad de lo que el Espíritu Santo cumplió a través de él. Si alguien fuera a examinar la teología y ministerio de Spurgeon, y los relatos documentados de ello por sus contemporáneos y por biógrafos subsecuentes, la mayoría de las personas concluirían, por la ausencia de una referencia explícita a la carismata milagrosa como la profecía y la palabra de ciencia, que tales dones han sido retirados de la vida de la iglesia. ¡Pero el testimonio de Spurgeon nos dice lo contrario! 5)Si admitimos que ciertos dones espirituales eran menos frecuentes que otros en la historia de la iglesia, su ausencia muy bien puede deberse a la incredulidad, apostasía, y otros pecados que sirven solo para apagar y contristar al Espíritu Santo. Si Israel experimentó falta de poder por su rebeldía repetida, si Jesús mismo “no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos poniendo sobre ellos las manos” (Maros 6:5), todo por la “incredulidad de ellos” (Marcos 6:6), entonces no debemos sorprendernos con la infrecuencia de lo milagroso en períodos de la historia de la iglesia marcados por ignorancia e inmoralidad personal. ¡No es por ninguna razón que los historiadores se refieren a los aproximadamente 500 años de la vida de la iglesia, durante que los dones estuvieron supuestamente ausentes, como la “Edad de las Tinieblas”! 6)El argumento que estamos considerando es este: si el Espíritu Santo quería que la iglesia experimentara los dones milagrosos, no estarían tan notablemente ausentes de la historia de la iglesia. Tomemos el argumento subyacente principal y apliquémoslo a algunos otros temas. Todos creemos que el Espíritu Santo es el maestro de la iglesia. Todos creemos que el Nuevo Testamento describe Su ministerio de alumbrar nuestros corazones e iluminar nuestras mentes a comprender las verdades de la Escritura (véase 1 Juan 2:20, 27). Sin embargo, dentro de la primera generación después de la muerte de los apóstoles la doctrina de la justificación por fe estaba siendo atacada. La salvación por fe más obras pronto se convirtió en la doctrina estándar y no fue desafiada con existo hasta la firme postura de Martin Lutero en el siglo XVI. Mi pregunta, entonces, es la siguiente: Si Dios quiso que el Espíritu Santo siguiera enseñando e iluminando a los cristianos con respecto a verdades bíblicas vitales después de la muerte de los apóstoles, ¿por qué languideció la iglesia en ignorancia de esta verdad fundamental por casi 1.000 años? Si Dios quiso que el Espíritu Santo ilumine las mentes de Su pueblo tocante a verdades bíblicas después de la muerte de los apóstoles, ¿Por qué languideció la iglesia en ignorancia de la doctrina del sacerdocio de los creyentes por casi 1.000 años? ¿Por qué los cristianos sufrieron de la ausencia de las bendiciones experienciales que esta verdad vital pudiera haber traído a la vida de la iglesia? ¡Ustedes que creen en rapto pretribulacional de la iglesia también deben explicar la ausencia de esta verdad del conocimiento colectivo de la iglesia por casi 1.900 años! Sin duda tu respuesta será que nada de esto comprueba que el Espíritu Santo cesó Su ministerio de enseñanza e iluminación. Nada de esto comprueba que Dios dejo de querer que Su pueblo entendieran tales principios doctrinales vitales. ¡Precisamente! Y la infrecuencia relativa o ausencia de ciertos dones espirituales durante el mismo período de la historia de la iglesia no prueba que Dios se opuso a su uso o que negó su validez para el resto del siglo presente. Tanto la ignorancia teológica de ciertas verdades bíblicas como una pérdida de las bendiciones experienciales que los dones espirituales traen pueden, y deben, atribuirse a otros factores aparte de la sugerencia de que Dios previó a tal conocimiento y poder sólo para los creyentes de la iglesia temprana. 7)Por último, y más importante de todo, es el hecho de que lo que sí o no ha ocurrido en la historia de la iglesia es al final irrelevante a lo que nosotros debemos seguir, orar por, y esperar en la vida de nuestras iglesias hoy en día. El criterio final para decidir si Dios quiere dar ciertos dones espirituales a su pueblo hoy en día es la Palabra de Dios. Me horroriza y entristece continuamente el escuchar a las personas citar la supuesta ausencia de una experiencia particular de la vida de un santo admirado del pasado de la iglesia como una razón para dudar la validez actual de ella. Tanto como admiro a los gigantes de la Reforma y otros períodos en la historia de la iglesia, yo pretendo emular a los gigantes del Nuevo Testamento que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo. Admiro a Juan Calvino, pero obedezco al apóstol Pablo. En resumen, ni el fracaso ni el éxito de los cristianos en días pasados es el estándar final por el cual determinamos lo que Dios quiere para nosotros hoy. Podemos aprender de tanto los errores como los logros de ellos. Pero la única pregunta de relevancia final para nosotros en cuanto a este tema es: “¿Qué dice la Escritura? Si has legado hasta aquí, que posición te pareció mas convincente? deja tu comentario. . . #SolaScriptura