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Teología: Cesacionismo y Continuismo

Parte 2

Ministerios Gracia a Vosotros (Cesacionismo) & Sam Storms (Continuismo)


El cesacionismo y la historia de la iglesia (Postura cesacionista)
Por Ministerios Gracia Vosotros de John MacArthur
El cesacionismo viene de la palabra “cesar.” Es la posición que afirma que los dones
milagrosos del Espíritu Santo (como lenguas, profecía y sanidades) dejaron de ser
practicados en algún momento después del primer siglo. Los cesacionistas creen que el fin
de la era apostólica y la terminación del Nuevo Testamento provocó el cese de los milagros
asociados a esa edad.
Es importante señalar que el cesacionismo no niega la posibilidad de que Dios pueda sanar
a personas o hacer milagros hoy en día (en un sentido general) como un acto especial de Su
providencia divina. Sino más bien enseña que el Espíritu Santo ya no utiliza a individuos
para realizar señales milagrosas como lo hizo en los tiempos de Jesús y los Apóstoles.
Aunque se puede probar bíblicamente la veracidad de esta posición, el propósito de este
artículo es mostrar que el cesacionismo ha sido afirmado por muchos cristianos a través de
toda la historia de la Iglesia.
Si bien la Biblia debe ser siempre la única autoridad del cristiano en cuanto a la fe y la
práctica es importante conocer como el Espíritu Santo iluminó el entendimiento de lo que la
Biblia dice sobre este tema a aquellos que vivieron antes que nosotros.
Apéndice – Voces de la iglesia histórica
Juan Crisóstomo (C. 344–407)
“Todo este lugar [hablando de 1 Corintios 12] es muy oscuro: pero la oscuridad es
producida por nuestra ignorancia de los hechos mencionados y por su cesación, siendo tal
como entonces solía ocurrir, pero que ahora ya no se llevan a cabo.”
Agustín de Hipona (354–430)
“En los tiempos más antiguos, el Espíritu Santo descendió sobre los que creyeron y
hablaron en lenguas, que no habían aprendido, según el Espíritu les daba que hablasen.
Estas fueron señales adaptadas para ese tiempo. Porque había esta proclamación del Espíritu
Santo en todas las lenguas [idiomas] para mostrar que el evangelio de Dios iba a ser
comunicado a través de todas las lenguas sobre toda la tierra. Esto se hizo por señal y
terminó. ”
"Porque, ¿quién espera en estos días que las personas sobre quienes se imponen las manos
para que reciban el Espíritu Santo deben inmediatamente empezar a hablar en lenguas? Pero
se entiende que invisiblemente e imperceptiblemente, a causa del vínculo de la paz, el amor
divino es inspirado en sus corazones, para que puedan ser capaces de decir: ‘Porque el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.’”
Teodoreto de Ciro (C. 393– C. 466)
“En otros tiempos los que aceptaron la predicación divina y que fueron bautizados por su
salvación se les dio señales visibles de la gracia del Espíritu Santo que actuó en ellos.
Algunos hablaron en lenguas que no conocían, y que nadie les había enseñado, mientras que
otros realizaron milagros o profetizaron. Los corintios también hicieron estas cosas, pero no
utilizaron los dones como debieron haber hecho. Estaban más interesados en presumir que
en usarlos para la edificación de la iglesia. …Incluso en nuestro tiempo de gracia se otorga
a los que son considerados dignos del santo bautismo, pero no podría tomar la misma forma
que tomó en aquellos días.”
Martín Lutero (1483–1546)
“En la Iglesia primitiva, el Espíritu Santo fue enviado en forma visible. Él descendió sobre
Cristo en la forma de una paloma (Mateo 3:16), y en semejanza de fuego sobre los apóstoles
y otros creyentes. (Hechos 2:3). Este derramamiento visible del Espíritu Santo era necesario
para el establecimiento de la iglesia primitiva, como lo fueron también los milagros que
acompañaron el don del Espíritu Santo. Pablo explicó el propósito de estos dones
milagrosos del Espíritu en 1 de Corintios 14:22, “Las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos.” Una vez que la iglesia se había establecido y anunciado
debidamente por estos milagros, el aspecto visible del Espíritu Santo cesó.”
“Cada vez que escuches a alguien presumir de que tiene algo por inspiración del Espíritu
Santo, y que no tiene ningún fundamento en la Palabra de Dios, no importa lo que sea, dile
que es obra del diablo.”
"Lo que no tiene su origen en las Escrituras es sin duda del mismo diablo."
Juan Calvino (1509–1564)
“Aunque Cristo no dice expresamente si tiene la intención de que este don [de los milagros]
sea temporal, o que permanezca perpetuamente en la iglesia, sin embargo, es más probable
que los milagros fueron prometidos sólo por un tiempo, a fin de dar realce al evangelio
mientras que era nuevo o estaba en un estado de oscuridad…”
“El don de sanidad, al igual que el resto de los milagros, que el Señor quiso producir por un
tiempo, se ha desvanecido con el fin de hacer maravillosa la predicación del Evangelio para
siempre.”
John Owen (1616–1683)
“Los dones que en su propia naturaleza exceden la plenitud del poder de todas nuestras
facultades, esa dispensación del Espíritu hace ya mucho tiempo cesó y dondequiera que
alguien hoy tenga pretensión a lo mismo, tal pretensión justamente puede ser sospechada
como un engaño farsante.”
Thomas Watson (1620–1686)
“Claro, hay tanta necesidad de la ordenación hoy como en la época de Cristo y en el tiempo
de los apóstoles, habiendo allí entonces dones extraordinarios en la iglesia que ahora
cesaron.”
Matthew Henry (1662–1714)
“Lo que estos dones fueron en general es contado en el cuerpo del capítulo [1 Corintios 12],
a saber, los oficios y los poderes extraordinarios, otorgados a los ministros y cristianos en
las primeras épocas para la convicción de los incrédulos, y la propagación del evangelio.”
“El don de lenguas fue un nuevo producto del espíritu de profecía y era otorgado por una
razón particular, para que, la empalizada judía habiendo sido removida, todas las naciones
pudieran ser incluidas en la iglesia. Estos y otros dones de profecía, siendo una señal, hace
mucho cesaron y han sido puestos a un lado, y no tenemos motivo alguno para esperar que
resurjan; sino al contrario se nos manda llamar a las Escrituras la palabra profética más
segura, más segura que voces del cielo; y a ellas es que se nos exhorta a estar atentos,
escudriñarlas y retenerlas, 2 Pedro 1:19.”
John Gill (1697–1771)
"En los primeros tiempos, cuando el don de hacer milagros fue otorgado, no fue dado a
todos, sólo a algunos, y ahora no hay nadie que tenga posesión de él."
Jonathan Edwards (1703–1758)
“En el día de su [de Jesús] encarnación, sus discípulos tenían una medida de los dones
milagrosos del Espíritu, y por lo tanto habilitados para enseñar y hacer milagros. Pero
después de la resurrección y ascensión, fue el derramamiento más completo y extraordinario
del Espíritu en sus dones milagrosos como nunca se llevó a cabo, a partir del día de
Pentecostés, después de que Cristo había resucitado y ascendido al cielo. Y en consecuencia
de esto, no sólo aquí y allá, una persona extraordinaria fue dotada con los dones
extraordinarios, pero que eran comunes en la iglesia, y así continuaron durante toda la vida
de los apóstoles, o hasta la muerte del último de ellos, aun el apóstol Juan, que tomó lugar
unos cien años desde el nacimiento de Cristo, para que los primeros cien años de la era
cristiana, o el primer siglo, fuese la época de los milagros.
“Pero poco después de que el canon de las Escrituras se completó cuando el apóstol Juan
escribió el libro del Apocalipsis, que él no escribió mucho antes de su muerte, estos dones
milagrosos ya no continuaron en la iglesia. Porque ahora estaba completa una revelación
establecida por escrito de la mente y la voluntad de Dios, donde Dios había grabado
totalmente una norma permanente y suficiente para Su iglesia en todas las edades. Y la
iglesia y la nación judía siendo derrocada, y la iglesia cristiana y la última dispensación de
la iglesia de Dios siendo establecida, los dones milagrosos del Espíritu ya no eran
necesarios, y por lo tanto cesaron, porque a pesar de que habían continuado en la iglesia
durante tantos siglos, sin embargo terminaron y Dios hizo que terminaran, porque no había
más motivo para ellos. Y así se cumplió lo que dice el texto, “pero las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Y ahora parece que hay un fin a tales
frutos del Espíritu como estos, y no tenemos ninguna razón en esperarlos nunca más.”
“Los dones extraordinarios del Espíritu, como el don de lenguas, de milagros, de profecía,
etc., son llamados extraordinarios, debido a que tales no se dan en el curso ordinario de la
providencia de Dios. No se otorgan en las forma de la providencia ordinaria de Dios con sus
hijos, pero sólo en ocasiones extraordinarias, ya que fueron otorgados a los profetas y
apóstoles para capacitarlos para revelar la mente y la voluntad de Dios antes de que el
canon de las Escrituras fuera completado, y así en la Iglesia primitiva, con el fin de la
creación y el establecimiento de la misma en el mundo. Pero ya que el canon de la Escritura
ha sido completado, y la Iglesia Cristiana plenamente fundada y establecida, estos dones
extraordinarios cesaron.”
James Buchanan (1804-1870)
“Los dones milagrosos del Espíritu hace mucho que fueron retirados. Fueron usados para
cumplir con un propósito temporal. Fueron usados como un andamiaje que Dios empleó
para la construcción de un templo espiritual. Cuando el andamio no se necesitó más, fue
removido pero el templo permanece en pie aún, y es habitado por el Espíritu; porque “¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1 Cor. 3:16).”
Robert L. Dabney (1820-1898)
“Luego de que la iglesia primitiva fue establecida, ya no existía la misma necesidad de
“señales” sobrenaturales, y Dios, que no acostumbra derrochar sus expedientes, las
descontinuó. Desde entonces, la Iglesia tendrá que conquistar la fe del mundo mediante su
ejemplo y enseñanzas solamente, vigorizada por la iluminación del Espíritu Santo.
Finalmente, los milagros, si se volvieran de común ocurrencia, dejarían de ser milagros, y
serían considerados por los hombres como ley corriente.”
Charles Spurgeon (1834-1892)
“Querido hermano, honra al Espíritu de Dios como honrarías a Jesucristo si Él estuviera
presente. Si Jesucristo morara en tu casa tú no le ignorarías, no seguirías con tus asuntos
como si no estuviera allí. No ignores la presencia del Espíritu Santo en tu alma. Te ruego,
no vivas como si no hubieras oído si hay un Espíritu Santo. A Él dale tus adoraciones
constantes. Da reverencia al prestigioso Huésped que ha tenido a bien hacer de tu cuerpo su
morada sagrada. Amalo, obedécele, adórale!
“Ten cuidado de no imputar las vanas imaginaciones de tus fantasías a Él. He visto al
Espíritu de Dios vergonzosamente deshonrado por personas – espero que estaban locos –
que han dicho que han tenido esto y aquello revelado a ellos. No ha pasado sobre mi cabeza,
desde hace algunos años, una sola semana en la que no me han molestado con las
revelaciones de hipócritas o maniacos. Semi-lunáticos son muy aficionados a venir con los
mensajes del Señor para mí y puede salvarles de algunos problemas si les digo de una vez
por todas que no voy a poner atención a ninguno de sus mensajes estúpidos… Nunca sueñes
que eventos se revelan a ti desde el Cielo, o puedes llegar a ser como esos idiotas que se
atreven a imputar sus locuras flagrantes al Espíritu Santo. Si sientes que tu lengua te pica
para decir tonterías, sígueles su rastro al diablo, no al Espíritu de Dios. Lo que ha de ser
revelado por el Espíritu para que cualquiera de nosotros ya está en la Palabra de Dios – Él
no añade nada a la Biblia, y nunca lo hará. Que las personas que tienen revelaciones de esto,
aquello y lo otro, vayan a la cama y vuelvan en sí. Sólo me gustaría que sigan el consejo y
ya no insulten al Espíritu Santo colocando sus tonterías ante Su puerta.”
“Habían alcanzado la cumbre de la piedad. Habían recibido “los poderes del siglo
venidero.” No dones milagrosos, que nos son negados en estos días, pero todos esos poderes
con los que el Espíritu Santo dota a un cristiano.”
“Aquellas obras del Espíritu Santo que son concedidas en nuestra época a la Iglesia de Dios,
son en todo sentido tan valiosas como los dones milagrosos iniciales que ya no están con
nosotros. La obra del Espíritu Santo, por medio de la cual los hombres son resucitados de su
muerte en el pecado, no es inferior al poder que llevó a los hombres a hablar en lenguas.”
“Como resultado de la ascensión de Cristo al cielo, la iglesia recibió apóstoles, los hombres
que fueron seleccionados como testigos porque habían visto personalmente al Salvador, un
oficio que necesariamente se extinguió, y con razón, porque el poder milagroso también es
retirado. Fueron necesarios de manera temporal, y fueron dados por el Señor ascendido
como opción legada. Profetas, también, estaban en la iglesia primitiva.”
“Debemos tener a los paganos convertidos, Dios tiene millares de Sus elegidos entre ellos,
debemos ir y buscar por ellos de alguna manera u otra. Muchas dificultades están
eliminadas ahora, todos los países están abiertos para nosotros, y la distancia es casi
aniquilada. Es cierto que no tenemos las lenguas pentecostales, pero las lenguas son ahora
fácilmente adquiridas, mientras que el arte de la imprenta es un equivalente completo por el
don perdido.”
George Smeaton (1814-1889)
“Los dones sobrenaturales o extraordinarios fueron temporales, y destinados a desaparecer
cuando la iglesia debió ser fundada y el canon inspirado de la Escritura cerrado, porque eran
una prueba externa de una inspiración.”
Abraham Kuyper (1837-1920)
“Por tanto, los carismas deben ser considerados en un sentido económico. La Iglesia es una
gran familia con muchas necesidades, una institución que se ha hecho eficiente por medio
de muchas cosas. Ellos son a la Iglesia lo que la luz y el combustible son al hogar, no
existen para sí mismos, sino para la familia, y para ser puestos a un lado cuando los días son
largos y cálidos. Esto se aplica directamente a los carismas, muchos de los cuales, dados a
la Iglesia apostólica, no están al servicio de la Iglesia de nuestros días.”
William G. T. Shedd (1820-1894)
“Los dones sobrenaturales de inspiración y milagros que poseyeron los apóstoles no fueron
continuados para sus sucesores ministeriales, puesto que ya no eran más necesarios. Todas
las doctrinas del Cristianismo habían sido reveladas a los apóstoles, y habían sido
entregadas a la iglesia en forma escrita. No había más necesidad de una posterior
inspiración infalible. Y las credenciales y autoridad dadas a los primeros predicadores del
Cristianismo en actos milagrosos, no requerían repetición continua de una edad a otra. Una
edad de milagros debidamente autenticados es suficiente para establecer el origen divino del
evangelio. En un tribunal humano, no es necesaria una serie indefinida de testigos. “Por
boca de dos o tres testigos,” los hechos se establecen. El caso que ha sido cerrado no
volverá a abrirse.”
Benjamin B. Warfield (1887- 1921)
“Estos dones… eran parte de las credenciales de los Apóstoles como los agentes
autorizados de Dios en la fundación de la iglesia. Su función por lo tanto se limita
distintivamente a la iglesia apostólica y ellos necesariamente terminaron con ella.”
Arthur W. Pink (1886-1952)
“Así como hubo oficios extraordinarios (apóstoles y profetas) en el comienzo de nuestra
dispensación, también hubo dones extraordinarios; y como no hubo sucesores designados
para estos oficios extraordinarios, tampoco hubo intención de continuar esos dones
extraordinarios. Los dones dependían de los oficios. No tenemos más a los apóstoles con
nosotros, y por consiguiente los dones sobrenaturales, la comunicación de los cuales
constituyó parte esencial de las señales de un apóstol (2 Cor. 12:12), están ausentes.”
D. Martyn Lloyd- Jones (1899-1981)
“Pero una vez que estos documentos del Nuevo Testamento fueron escritos el oficio de
profeta ya no era necesario. De ahí que en las epístolas pastorales que se aplican a una etapa
posterior en la historia de la Iglesia, cuando las cosas se habían vuelto más establecidas y
fijas, no hay ninguna mención de profetas. Está claro que incluso para entonces el oficio de
profeta ya no era necesario, y el llamado era para los maestros y pastores y otros, para
exponer las Escrituras y transmitir el conocimiento de la verdad.
“Una vez más, debemos señalar que a menudo en la historia de la Iglesia el problema había
surgido porque la gente pensaba que eran profetas en el sentido del Nuevo Testamento, y
que habían recibido revelaciones especiales de la verdad. La respuesta a eso es que en vista
de las Escrituras del Nuevo Testamento no hay necesidad de verdad adicional. Esa es una
proposición absoluta. Tenemos toda la verdad en el Nuevo Testamento, y no hay necesidad
de revelaciones adicionales. Todo ha sido dado, todo lo que es necesario para nosotros está
disponible. Por lo tanto, si un hombre asegura haber recibido una revelación de una verdad
nueva debemos sospechar de él de inmediato…
“La respuesta a todo esto es que la necesidad de profetas termina una vez que tenemos el
canon del Nuevo Testamento. Ya no necesitamos revelaciones directas de la verdad, la
verdad está en la Biblia. Nunca debemos separar el Espíritu y la Palabra. El Espíritu nos
habla a través de la Palabra, de modo que siempre hay que poner en dudar y cuestionar
cualquier supuesta revelación que no es totalmente coherente con la Palabra de Dios. De
hecho, la esencia de la sabiduría es rechazar por completo el término “revelación” en la
medida que a nosotros respecta, y hablar sólo de “iluminación.” La revelación ha sido dada
una vez por todas, y lo que necesitamos y lo que por la gracia de Dios podemos tener, y
tenemos, es la iluminación por el Espíritu para entender la Palabra.
Los Dones del Espíritu Santo en la Historia de la Iglesia (Postura Continuista)
Por Sam Storms
A menudo surge esta pregunta: “Si los supuestos milagros o dones de señal del Espíritu
Santo son validos para los cristianos después de la muerte de los apóstoles, ¿Por qué
estuvieron ausentes de la historia de la iglesia hasta su presunta aparición en el Siglo XX?”
Mi respuesta es la siguiente: 1)No estuvieron ausentes. Posiblemente fueron menos
frecuentes, pero el argumentar que tales dones fueron totalmente inexistentes es ignorar un
cuerpo significativo de evidencia. Después de estudiar la documentación de las
afirmaciones de la presencia de estos dones, la conclusión de D.A. Carson es que “hay
suficiente evidencia de que alguna clase de estos dones ‘carismáticos’ continuaron
esporádicamente a través de los siglos de la historia de la iglesia, que es inútil insistir en
términos doctrinarios que cada relato es espurio o el fruto de la actividad demoniaca o de
una aberración psicológica” (Mostrando el Espíritu, p.166). Aquí hay solo un poco de
ejemplos (para mayor evidencia, leer el libro de Ronals Kydd, Los Dones Carismáticos en
la Iglesia Temprana[Editoriales Hendriksen]).
Justino Mártir (A.D. 100-165) presumió a Trifo el judío “que los dones proféticos
permanecen con nosotros” (Dialogo con Trifo, 82).
Ireneo (A.D. 120-200) también da testimonio de la presencia de los dones del Espíritu. Él
escribe: • “Hemos oído de muchos de los hermanos que tienen presciencia del futuro,
visiones y palabras proféticas; otros por la imposición de manos, sanan a los enfermos y
recuperan la salud”(Contra las Herejías, 2:32,4). • “Oímos de muchos miembros de la
iglesia que tienen dones proféticos, y, por el Espíritu hablan todo tipo de lenguas, y traen a
luz los pensamientos secretos de los hombres por su propio bien, y exponen los misterios de
Dios” (Contra las Herejías, 5:6,1). • “Es imposible enumerar las carismas que por todo el
mundo la iglesia ha recibido de Dios” (Contra las Herejías, 2:32,4).
Eusebio mismo concluye que la carismata estaba todavía en operación hasta el tiempo en
que Ireneo vivió (Historia Eclesiástica, 5:7,6). Eusebio cita a Apolinario diciendo que “los
dones proféticos deben continuar en la iglesia hasta la venida final, como el apóstol insiste”
(EH, 5:16,7).
Epifanio, quizás el oponente más vocal de los montanistas, no los atacó porque ellos
practicaban los dones del Espíritu. Es más, él declaró que “la carisma [de la profecía] no
está inoperativa en la iglesia. Todo lo contrario…La iglesia santa de Dios da la bienvenida a
estas mismas [carismas] que los montanistas, pero los de nosotros son verdaderas carismas,
autenticadas para la iglesia por el Espíritu Santo.” (Panarion, 48).
Otro ejemplo digno de mención es de Agustín (354-430), que más temprano en su vida
propugnaba el cesacionismo. Sin embargo, en sus escritos posteriores retractó su negación
de la realidad perpetua de los dones milagrosos y cuidadosamente documentó no menos que
70 casos de la sanidad divina en su propia diócesis durante un período de dos años (ve su
Ciudad de Dios, Libro XXII, cap. 8-10). Véase especialmente los artículos de Richard Riss,
“Lenguas y Otros Dones Milagrosos en el Siglo Segundo hasta el Decimonoveno”
enBasileia, 1985. 2)Puede sorprender a algunos el darse cuenta que tenemos un vasto
conocimiento de solo una pequeña parte de lo que sucedió en la historia de la iglesia.
Sería terriblemente presuntuoso concluir que los dones del Espíritu estuvieron ausentes de
las vidas de personas de las cuales no sabemos casi nada. Simplemente no sabemos qué
estaba pasando en las miles de miles de iglesias y reuniones de casa de cristianos en los
siglos pasados. No puedo decir con confianza que los creyentes regularmente oraban por los
enfermos y los veían sanados más que tú podrás decir que no lo hacían. No puedes decir
que nunca profetizaban para la edificación, exhortación y consolación (1 Cor.14:3) de la
iglesia más que yo podría decir que si lo hacían.
Ninguno de nosotros podrá decir con confianza alguna si innumerables cristianos por toda
la tierra inhabitada oraban en lenguas en sus devociones privadas. Esas apenas son las cosas
por la cuales esperaríamos documentación extensa. Debemos recordar que esto fue mucho
antes que la imprenta o las ventajas de los medios de comunicación. La ausencia de
evidencia documentada para los dones espirituales en un tiempo cuando la evidencia
documentada por la mayor parte de la vida de la iglesia era, en el mejor de los casos, escasa,
no es un bueno motivo para concluir que tales dones no existían. 3)Si los dones eran
esporádicos, puede haber una explicación aparte de la teoría de que fueron limitados al
primer siglo.
Debemos recordar que antes de la Reforma Protestante en el Siglo XVI el cristiano medio
no tenía acceso a una Biblia en su propio idioma. La ignorancia bíblica imperaba. Ese no es
el tipo de ambiente en que las personas estarían conscientes de los dones espirituales (sus
nombres, naturaleza y función) y por ende no sería el tipo de ambiente en que esperaríamos
que ellos buscaran y oraran por tales fenómenos o los reconocieran si se manifestarían. Si
los dones fueron escasos, y otra vez, esto no lo podemos saber, puede ser un resultado tanto
de la mucha ignorancia y el aletargamiento que eso engendra como de cualquier principio
teológico que limita los dones a la vida de los apóstoles. 4)Relacionado con este punto
previo es el hecho de que Dios misericordiosamente nos bendice con lo que no merecemos
y con lo que rehusamos, o somos incapaces de, reconocer.
Estoy persuadido de que numerosas iglesias hoy en día que propugnan el cesacionismo
experimentan estos dones pero los descartan como algo menos que una milagrosa
manifestación del Espíritu Santo. Por ejemplo, a una persona con el don de discernimiento
de espíritus se le podría describir como “poseyendo una sensibilidad y perspicacia
extraordinaria”. De una persona con el don de palabra de ciencia pueden decir que tiene “un
profundo entendimiento de verdades espirituales”. De alguien que profetiza se le dice que
“habló dando un aliento oportuno a las necesidades de la congregación”. De alguien que
impone manos sobre los enfermos y con éxito ora por sanidad se le dice que Dios todavía
contesta la oración pero los “dones de sanidad” ya no están en operación. A estas iglesias no
los pillarían muertos clasificando tales fenómenos por los nombres dados a ellos en 1
Cor.12:7-10 porque ellos están comprometidos a la teoría de que tales fenómenos no
existen. Si esto sucede hoy en día (y sí lo sucede, así como en una iglesia donde yo
ministraba por muchos años), hay toda razón para pensar que esto ha ocurrido
repetidamente a lo largo del curso de la historia subsiguiente al primer siglo. Consideremos
un ejemplo hipotético. Supongamos que un hombre haya sido asignado a escribir la historia
descriptiva de la vida de la iglesia en lo que ahora es el sur de Francia en, digamos, el año
845 A.D. ¿Cómo catalogaría lo que vería y oiría? Si fuera ignorante en cuanto a los dones
espirituales, no siendo educado, o quizás un cesacionista muy educado, su relato no daría
ninguna referencia a la profecía, sanidad, milagros, palabra de ciencia, etc. Tales fenómenos
muy bien podrían existir, y aun florecer, pero serían identificados y explicados con otros
términos por nuestro historiador hipotético. Siglos después descubrimos su manuscrito.
¿Sería justo concluir por sus observaciones que ciertos dones espirituales cesaron después
de la edad apostólica? ¡Por supuesto que no! Mi punto con esto es simplemente que en el
pasado y en el presente el Espíritu Santo puede fortalecer el pueblo de Dios con dones para
el ministerio que no reconozcan ni, por cualquier otra razón, los expliquen con otros
términos que los de 1 Corintios 12:7-10. La ausencia de una referencia explícita a cierta
carismata es, por lo tanto, una base débil para argumentar a favor de la retirada de ellas de
la vida de la iglesia.
El ministerio de Carlos Spurgeon es un buen ejemplo. Lea cuidadosamente el siguiente
relato tomado de su autobiografía: “Mientras que predicaba en el salón, en una ocasión, yo
señalé a un hombre en medio de la muchedumbre a propósito, y dije: ‘Hay un varón sentado
ahí que es un zapatero; él deja su tienda abierta los domingos, y estuvo abierta la mañana
del último día de reposo, tomó nueve peniques, y su ganancia fue cuatro peniques; ¡vendió
su alma a Satanás por cuatro peniques!’ Un misionero de la ciudad, mientras que iba por sus
rondas, se encontró con este hombre, y viendo que estaba leyendo uno de mis sermones, le
preguntó: ‘¿Conoce usted al Sr. Spurgeon?’ ‘Si’, respondió el hombre. ‘Tengo cada razón
para conocerlo, he ido a escucharlo; y, bajo su predicación, por la gracia de Dios soy una
nueva criatura en Cristo Jesús. ¿Le contaré como sucedió? Fui al salón de música, y tomé
mi asiento en el centro del lugar; el Sr. Spurgeon me miró como si me conociera, y en su
sermón me señaló y contó a congregación que yo era un zapatero, y tenía mi tienda abierta
los domingos; y sí lo hice, señor. No me hubiera preocupado eso; pero también dijo que
tomé nueve peniques el domingo anterior, y hubo una ganancia de cuatro peniques; pero
cómo él supo eso, no podía decir. Luego me di cuenta de que fue Dios quien había hablado
a mi alma a través de él, entonces cerré mi tienda el siguiente domingo. Al principio tenía
miedo de ir a oírlo de nuevo, no sea que le cuente a las personas más acerca de mí; pero
después yo fui, y el Señor me encontró, y salvo a mi alma.’” Spurgeon luego agrega este
comentario: “Recuerdo de hasta una docena de casos parecidos en que señalaba a una
persona en el salón sin tener ni el menor conocimiento de esa persona, ni idea alguna de que
lo que yo estaba diciendo era lo correcto, salvo que creía que estaba siendo movido por el
Espíritu al decirlo; y tan sorprendente ha sido mi descripción, que las personas se han ido, y
han dicho a sus amigos: ‘Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho;
sin duda, él tiene que haber sido enviado por Dios a mi alma, sino no pudiera haberme
descrito con tan precisión.’ Y no solo eso, pero he conocido muchos casos en que los
pensamientos de los hombres han sido revelados desde el púlpito. A veces he visto a
personas golpear con el codo a sus vecinos, porque recibieron un golpe preciso, y se les ha
oído decir, cuando ya se estaban yendo, ‘El predicador nos dijo lo que habíamos dicho el
uno al otro cuando entrabamos en la puerta’” (La Autobiografía de Carlos Spurgeon, [Curt
& Jennings, 1899], Vol. II, pp.226-227). ¿Qué debemos hacer con todo esto? Mi opinión es
que este es un ejemplo perfecto y no poco común de lo que el apóstol Pablo describió en 1
Corintios 14:24-25. Spurgeon ejercitó el don de profecía. No lo llamó como tal, pero eso no
cambia la realidad de lo que el Espíritu Santo cumplió a través de él. Si alguien fuera a
examinar la teología y ministerio de Spurgeon, y los relatos documentados de ello por sus
contemporáneos y por biógrafos subsecuentes, la mayoría de las personas concluirían, por
la ausencia de una referencia explícita a la carismata milagrosa como la profecía y la
palabra de ciencia, que tales dones han sido retirados de la vida de la iglesia. ¡Pero el
testimonio de Spurgeon nos dice lo contrario! 5)Si admitimos que ciertos dones espirituales
eran menos frecuentes que otros en la historia de la iglesia, su ausencia muy bien puede
deberse a la incredulidad, apostasía, y otros pecados que sirven solo para apagar y contristar
al Espíritu Santo. Si Israel experimentó falta de poder por su rebeldía repetida, si Jesús
mismo “no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos poniendo
sobre ellos las manos” (Maros 6:5), todo por la “incredulidad de ellos” (Marcos 6:6),
entonces no debemos sorprendernos con la infrecuencia de lo milagroso en períodos de la
historia de la iglesia marcados por ignorancia e inmoralidad personal. ¡No es por ninguna
razón que los historiadores se refieren a los aproximadamente 500 años de la vida de la
iglesia, durante que los dones estuvieron supuestamente ausentes, como la “Edad de las
Tinieblas”! 6)El argumento que estamos considerando es este: si el Espíritu Santo quería
que la iglesia experimentara los dones milagrosos, no estarían tan notablemente ausentes de
la historia de la iglesia. Tomemos el argumento subyacente principal y apliquémoslo a
algunos otros temas. Todos creemos que el Espíritu Santo es el maestro de la iglesia. Todos
creemos que el Nuevo Testamento describe Su ministerio de alumbrar nuestros corazones e
iluminar nuestras mentes a comprender las verdades de la Escritura (véase 1 Juan 2:20, 27).
Sin embargo, dentro de la primera generación después de la muerte de los apóstoles la
doctrina de la justificación por fe estaba siendo atacada. La salvación por fe más obras
pronto se convirtió en la doctrina estándar y no fue desafiada con existo hasta la firme
postura de Martin Lutero en el siglo XVI.
Mi pregunta, entonces, es la siguiente: Si Dios quiso que el Espíritu Santo siguiera
enseñando e iluminando a los cristianos con respecto a verdades bíblicas vitales después de
la muerte de los apóstoles, ¿por qué languideció la iglesia en ignorancia de esta verdad
fundamental por casi 1.000 años? Si Dios quiso que el Espíritu Santo ilumine las mentes de
Su pueblo tocante a verdades bíblicas después de la muerte de los apóstoles, ¿Por qué
languideció la iglesia en ignorancia de la doctrina del sacerdocio de los creyentes por casi
1.000 años? ¿Por qué los cristianos sufrieron de la ausencia de las bendiciones
experienciales que esta verdad vital pudiera haber traído a la vida de la iglesia? ¡Ustedes
que creen en rapto pretribulacional de la iglesia también deben explicar la ausencia de esta
verdad del conocimiento colectivo de la iglesia por casi 1.900 años! Sin duda tu respuesta
será que nada de esto comprueba que el Espíritu Santo cesó Su ministerio de enseñanza e
iluminación. Nada de esto comprueba que Dios dejo de querer que Su pueblo entendieran
tales principios doctrinales vitales. ¡Precisamente! Y la infrecuencia relativa o ausencia de
ciertos dones espirituales durante el mismo período de la historia de la iglesia no prueba que
Dios se opuso a su uso o que negó su validez para el resto del siglo presente. Tanto la
ignorancia teológica de ciertas verdades bíblicas como una pérdida de las bendiciones
experienciales que los dones espirituales traen pueden, y deben, atribuirse a otros factores
aparte de la sugerencia de que Dios previó a tal conocimiento y poder sólo para los
creyentes de la iglesia temprana. 7)Por último, y más importante de todo, es el hecho de que
lo que sí o no ha ocurrido en la historia de la iglesia es al final irrelevante a lo que nosotros
debemos seguir, orar por, y esperar en la vida de nuestras iglesias hoy en día. El criterio
final para decidir si Dios quiere dar ciertos dones espirituales a su pueblo hoy en día es la
Palabra de Dios. Me horroriza y entristece continuamente el escuchar a las personas citar la
supuesta ausencia de una experiencia particular de la vida de un santo admirado del pasado
de la iglesia como una razón para dudar la validez actual de ella. Tanto como admiro a los
gigantes de la Reforma y otros períodos en la historia de la iglesia, yo pretendo emular a los
gigantes del Nuevo Testamento que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Admiro a Juan Calvino, pero obedezco al apóstol Pablo.
En resumen, ni el fracaso ni el éxito de los cristianos en días pasados es el estándar final por
el cual determinamos lo que Dios quiere para nosotros hoy. Podemos aprender de tanto los
errores como los logros de ellos. Pero la única pregunta de relevancia final para nosotros en
cuanto a este tema es: “¿Qué dice la Escritura?
Si has legado hasta aquí, que posición te pareció mas convincente? deja tu comentario.
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#SolaScriptura

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