Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Desde hace unos años a esta parte, un nuevo sistema de aplicación de inoculante en
soja se viene utilizando con gran éxito en muchos establecimientos agropecuarios de nuestro
país. El mismo consiste en aplicar el inoculante líquido, el cual contiene a la bacteria
Bradyrhizobium japonicum, diluido en agua de pozo y ubicada en el fondo del surco previo a
la llegada de la semilla. Esta metodología de trabajo ha facilitado enormemente la operación
de inocular, principalmente en aquellas empresas que deben sembrar muchas hectáreas de
soja por año. Es una técnica muy amigable con el usuario, simple, de rápida resolución y de
alta eficiencia. Una sola persona puede llevar adelante toda la operación, siembra e
inoculación, sin pérdida de tiempo y brindándole a las bacterias específicas condiciones ideales
para su supervivencia. Esta condición sumada a la selectividad posicional del producto aplicado
(fondo del surco, donde se ubicaron las raíces), permiten lograr infecciones radiculares, más
rápidas, en mayor cantidad y ubicadas en una buena proporción de la raíz principal de la
planta de soja. Esto se traduce, en la mayoría de los casos, en la obtención de mayores
rendimientos, al poder capturar la bacteria y cederle a la planta una mayor cantidad de
nitrógeno.
Como comentamos, esta es una tecnología nueva, y como toda tecnología novel
requiere ajustes periódicos a fin de poder sacar el mejor provecho de la misma.
Una de las inquietudes que hemos planteado en la última campaña fue el de
determinar la dosis de inoculante adecuada para el espaciamiento entre hileras que el
productor utiliza. Cuando trabajan con el método clásico, el inoculante es aplicado a la semilla
de soja, por lo tanto aquí no va a tener mayor importancia, en este aspecto, la separación
entre hileras, como así tampoco la densidad de siembra utilizada. En otras palabras, puede
sembrar 60 kg/ha de semilla o 100 kg/ha de semilla, que, si la semilla fue correctamente
inoculada, todas tendrán una carga bacteriana homogénea independientemente de la
separación entre hileras que tengamos.
Esto que acabamos de exponer no ocurre cuando aplicamos el inoculante chorreado en
el fondo del surco, dado que si trabajamos con una misma dosis por hectárea, la cantidad
aplicada de activo por metro lineal de surco será diferente por ejemplo en una siembra a 0,52
m entre hileras, que en una siembra a 0,35 m entre líneas. Podríamos decir que al sembrar en
surcos más estrechos, estaríamos colocando, a igualdad de dosis aplicada, una menor cantidad
de activo por metro lineal de surco.
Cuadro 1: Espaciamientos empleados, surcos por hectárea, diferencias porcentuales entre ellos
y dosis de inoculantes experimentadas
Espaciamiento (m) Surcos/ha % sobre 0,52 m Dosis a aplicar/ha
0,52 190 ----- 1 – 1,5 – 2,25
0,35 286 + 50 1 – 1,5 – 2,25
0,23 429 + 125 1 – 1,5 – 2,25
La hipótesis de trabajo plantea el hecho que las dosis deberían ser diferentes de
acuerdo a la separación entre hileras empleadas y que los equilibrios se encontrarían cuando
se aplicara lo expuesto en el cuadro 2.
Cuadro 2: Posibles dosis de equilibrio de inoculante para diferentes espaciamientos entre hileras
Espaciamiento (m) Dosis/ha Espaciamiento (m) Dosis/ha
0,35 1,50 0,52 1
0,52 1,50 0,35 1
0,23 2,25 0,52 1
El ensayo se sembró sobre un lote de buena aptitud agrícola, el cual presentó los
siguientes parámetros químicos de suelo antes de la implantación de la soja, cuadro 3.
Resultados obtenidos
Para el nivel de significancia empleado, 10 %, sólo resultó significativo uno de los
efectos principales, la dosis de producto, esta variable fue altamente significativa (< 0,01),
cuadro 4; el otro efecto principal, el espaciamiento entre hileras, como así también la
interacción espaciamiento por dosis no fueron significativas.
Como se puede apreciar, por los rendimientos obtenidos, tanto el suelo como el
ambiente climático, fueron excelentes para la soja. El lote donde se efectuó la siembra poseía
una carga bacteriana naturalizada de Bradyrhizobium japonicum de 10.000 bacterias/gramo
de suelo. Si bien el testigo tuvo una buena nodulación, la efectividad de estas bacterias fueron
inferiores a las adicionadas con el inoculante, dado que todos los tratamientos se
diferenciaron del testigo y lo aventajaron por aproximadamente 1.000 kg/ha.
Como ya se comentó, la separación entre hileras no fue significativa, cuadro 5, de todos
modos, se estableció una tendencia a incrementar el rendimiento a medida que el
espaciamiento fue menor.
Del cuadro 6 se aprecia que 1,5 dosis en siembras a 0,35 m equilibra a 1 dosis a 0,52 m,
las otras comparaciones 0,23 a 1,5 dosis versus 0,35 m con 1 dosis también ajusta bastante
bien, dado que si descontamos el plus de rendimiento que obtiene 0,23 m atribuido al efecto
espaciamiento, la diferencia por la inoculación se hace menor.
La dosis de inoculante para alcanzar el equilibrio que quizás esté excedido es la de 2,25
dosis a 0,23 m cuando se la compara con 1 dosis a 0,52 m, aquí, aún descontando el efecto
espaciamiento (204 kg/ha/) queda un plus de 402 kg/ha de soja atribuido a la inoculación.
Lógicamente que sobre este tema se deberá seguir investigando, pero provisoriamente
y a la luz de los resultados aquí obtenidos, se podría pensar en tratar con 1 dosis de inoculante
a los espaciamientos de 0,70 m y 0,52 m; 1,5 dosis para espaciamientos de 0,40 m y 0,35 m y
de 2 dosis para surcos muy estrechos, 0,23 y 0,17 m entre hileras.
Comentarios Finales
Agradecimiento: Los autores agradecen al Ing. Agr. Alejandro Perticari del Dpto de Microbiología
del INTA Castelar, por la provisión del inoculante y por el análisis bacteriológico del suelo; al Consejo
Asesor de la Unidad INTA 9 de Julio por el apoyo recibido para la realización de esta experiencia; al Sr.
Waco Obligado propietario del establecimiento donde se desarrolló la experiencia y al Ing. Agr.
Gustavo Bracco por el apoyo brindado.