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el proceso de neolitización, los primeros asentamientos
aldeanos y el surgimiento de la arquitectura pública
monumental
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Durante el período denominado Arcaico o Pre- y las altoandinas. En las primeras, la temprana
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cerámico con agricultura (Lumbreras 1981), que sedentarización estaría asociada al desarrollo de
va del 5000 al 1800 a.C., se inicia en el área de asentamientos aldeanos y luego al progresivo
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los Andes centrales el proceso definido universal- surgimiento en estos de una arquitectura pública,
mente como neolitización. Se trata del desarrollo que anticiparía el sorprendente e inédito desarrollo
de un conjunto de transformaciones trascenden- de complejos con edificaciones monumentales
tales que implicaron la creciente incorporación y previos al conocimiento de la cerámica. Mientras
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domesticación de plantas y animales por parte de tanto, para ciertas regiones altoandinas se nos
las sociedades de esta época; el despliegue de nue- propone un proceso, en este caso asociado a la
vas formas de manejo del espacio territorial y de presencia de poblaciones aún trashumantes o
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los recursos allí presentes; el desarrollo de nuevos semi-nómades, que vería el temprano desarrollo
conocimientos e instrumentos de producción; y, de la arquitectura pública —en cuanto centro de
el surgimiento de nuevas formas de organización identificación y articulación de las comunidades
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social. Todo este conjunto de profundos cambios pastoriles— que antecedería a la paulatina
económicos y sociales, que por su estrecha interde- sedentarización de estas, con el establecimiento de
pendencia no pueden ser asumidos como aspectos caseríos y luego de aldeas, muchas veces a partir
aislados unos de otros, dieron paso a la afirmación de este núcleo original de índole aparentemente
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de nuevos modos de vida y a la generación de nue- ceremonial (Lanning 1964: 73; Bonnier y
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Se conoce también a este período como Precerámico pre-algodón (Lumbreras 1981), ya que no solamente está ausente este
cultivo y es de algún modo aún limitado el rol de la horticultura en las subsistencias, sino que tampoco se perciben los profundos
cambios económicos, sociales; y en la forma de asentamiento que se advierten en los sitios asociados a la presencia del algodón.
Por esta razón, la presencia-ausencia del algodón ha sido asumida por la arqueología andina como un indicador diagnóstico de
esta época de grandes cambios correspondiente al Precerámico Tardío.
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lomas, que aseguraban la recolección de sus di- de durmientes que permitían asegurar su base y
versos recursos, así como de quebradas aluviales soportar la presión de la basura acumulada en su
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exterior, y que quizá también servían de poyo de de las viviendas, como en áreas de las aldeas
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asiento para sus habitantes (Engel 1988). especialmente destinadas a esta función, dando
El único ingreso estaba conformado por ha- lugar a los testimonios más tempranos de ce-
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tructuras con los pisos ligeramente excavados terísticas similares y los contextos arqueológicos
por debajo del nivel del terreno, lo que se in- asociados, estarían expresando la presencia de
crementaba con el constante arrojo al exterior
de la vivienda de las conchas y otros desperdi-
Fig. 39 – Reconstrucción hipotética de una vivienda de la aldea de
cios. Aparentemente, los fogones y las demás La Paloma (redibujado de Engel).
actividades relacionadas con la preparación de
los alimentos se habrían desarrollado al exterior
de estas viviendas. En este sentido, se han regis-
trado batanes y manos de moler asociados con
las viviendas, lo que estaría revelando que en el
asentamiento se desarrollaba el procesamiento
de determinados recursos agrícolas con fines
alimenticios o productivos. Tanto en Chilca
como en La Paloma se registraron múltiples en-
terramientos, para lo cual se dispuso los cuerpos
extendidos y envueltos en petates de totora, se-
pultándolos con algunas ofrendas bajo el piso
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sociedades sustancialmente igualitarias, donde las ción de nuevas formas de organización social en
divisiones sociales estarían determinadas exclusiva- el seno de las comunidades, los que conducirán
mente por cuestiones de sexo y edad, y su correspon- a un incipiente proceso de diferenciación social.
diente participación en los procesos productivos Todo este complejo proceso se manifiesta de ma-
desplegados por el grueso de la comunidad. De nera patente en la creciente extensión y densidad
otra parte, la cantidad de unidades de vivienda, así de los asentamientos aldeanos y, en especial, con
como la densidad de los cementerios y enterramien- el surgimiento y creciente importancia que asu-
tos hallados, pueden ilustrar el notable incremento mirá en ellos la arquitectura pública.3
poblacional que se estaría verificando con relación Además de la notable presencia del maíz (Zea
a épocas anteriores. Este incremento poblacional mays) entre las nuevas plantas cultivadas y su as-
—notablemente favorecido por la sedentariza- cendente participación en el complemento de la
ción—, que sería el resultado de la provechosa dieta alimenticia; la domesticación y cultivo del
integración representada por la extracción intensi- algodón (Gossipyum barbadense) desempeñará un
va de recursos marinos, así como el desarrollo de rol especialmente importante en el incremento de
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una horticultura incipiente y el mantenimiento de la producción y en el desarrollo social y cultural
las viejas prácticas recolectoras, se vería confirmado de las sociedades costeñas de esta época. La fibra
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también por la proliferación de un gran número de del algodón no solo sustituirá progresivamente a
sitios aldeanos que han sido documentados arqueo- otras fibras vegetales en la producción de los texti-
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lógicamente a lo largo de la costa. les, si no que tendrá repercusiones revolucionarias
al incorporar su resistente fibra en la confección de
comprometiendo las distintas esferas de las for- to de producción hasta ese entonces rudimenta-
maciones sociales. En el caso de la costa, el énfasis rio. No solo se multiplicó la capacidad de pesca,
en la pesca y extracción de recursos marinos se ve sino también se requerieron formas especiales de
progresivamente acompañado por un incremento trabajo mancomunado para su operación. De otro
lado, una mayor disponibilidad de excedentes de
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importantes insumos para la elaboración de ins- miento y conservación —tales como el tradicional
trumentos y el desarrollo de una serie de procesos secado y salado aún en vigencia en las caletas de
productivos. Estos nuevos niveles en el desarrollo nuestro litoral— y también de nuevas formas
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Recientes investigaciones permiten suponer que estos fechados «históricos» también estarán sujetos a ajustes. Este es el caso
de la documentación de arquitectura monumental asociada a fechados que se remontan a unos 3500 a.C. profundizando
notablemente la antigüedad del Precerámico Tardío en cerca de un milenio. Mientras tanto, como hemos advertido en el primer
capítulo, hay creciente consenso entre los investigadores que la aparición de la cerámica sería un fenómeno aparentemente más
tardío y que tendría lugar alrededor del 1600 a.C.
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Por arquitectura pública, consideramos todas aquellas edificaciones cuya función está referida a actividades de carácter
especializado. Esta función se expresa tanto en la forma arquitectónica como en la propia producción constructiva, y se define
científicamente mediante el análisis arqueológico de sus contextos y asociaciones. En este sentido, la arquitectura pública se
diferencia claramente de la arquitectura doméstica, que resuelve las funciones habitacionales y las actividades propias de núcleos
familiares. Con el surgimiento de la arquitectura pública se constituye una nueva clase de arquitectura que abarca una amplia
gama de funciones, sean estas de tipo ceremonial, político, administrativo, productivo, militar, etcétera. Lejos del equívoco que
considera la arquitectura pública con relación a su capacidad de albergar una determinada cantidad de personas —público—, el
carácter de esta está definido sustancialmente por la calidad de las funciones especializadas que contiene, independientemente de
las dimensiones físicas que estas requieran para su realización.
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En Huaca Prieta, por ejemplo, se hallaron redes bastante bien conservadas que mostraban diferentes tipos de mallas, las que
tenían como flotadores mates especialmente seleccionados por su forma esférica, cuyo cuello estaba obturado con una coronta
de maíz, así como discos de piedra horadados al centro que servían de pesos (Bird et al. 1985).
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Fig. 40– Valle costeño hipotético, con ubicación de aldeas y centros ceremoniales, con énfasis en el manejo diversificado de recursos, marisqueo
y pesca, agricultura incipiente y recolección, la articulación «horizontal» del espacio territorial entre sitios del litoral y del valle medio o alto
(Canziani).
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intenso aprovechamiento de los recursos marinos un trabajo anterior (Canziani 1989: 42-44), se
y el empleo de redes de pesca elaboradas con la mencionó brevemente que los grandes muros
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resistente fibra del algodón. Con la misma fibra registrados en las excavaciones de Huaca Prieta
se desarrollaron tejidos con complejos y sofistica- posiblemente fueron construidos con la partici-
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dos motivos decorativos, que representan aves de pación mancomunada de sus pobladores y que se
presa, serpientes, cangrejos y otros seres marinos podría suponer que estos ya correspondían a al-
de elaborado diseño; así como mates burilados
con representaciones zoomorfas y antropomor-
fas, que en conjunto parecen revelar la presencia
lP gún tipo de arquitectura pública, más aún cuan-
do se los ligaba a los hallazgos que presentan una
decoración y tratamiento extraordinarios.
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de una extraordinaria y naciente mitología y el
florecimiento de una singular concepción estéti-
ca (Bird 1948; 1963; Bird et al. 1985).5
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Las extraordinarias características estéticas de los textiles de Huaca Prieta sorprenden por su elaborada concepción, donde
el diseño de los motivos se concatena y ordena manejando ejes de simetría alternos y contrapuestos. En estos se puede advertir
el nacimiento de cánones artísticos y estéticos que mantendrán durante su largo desarrollo en el área central andina la vigencia
de sus patrones iniciales, marcando no solamente los cánones artísticos en el ámbito textil o en la decoración cerámica, si
no también su especial trascendencia en el campo de la arquitectura, donde sus patrones tendrán una vasta trayectoria en el
desarrollo de las tradiciones de decoración mural de la arquitectura monumental de barro de la costa norte.
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Evidentemente, más allá de la discusión de si
las estructuras semisubterráneas de Huaca Prie-
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ta constituyen o no viviendas, esta edificación
de posible carácter público monumental debió
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kilómetros de Punta Salaverry y del mar, se regis- que fue revestido con piedras y enlucido con
tró un asentamiento aldeano relativamente am-
plio, en el cual se identificó claramente, además
de las edificaciones de vivienda, a dos estructuras
lPmortero fino al igual que los muros, muestra en
el centro una perforación revestida de piedras.
En el lado sur de la estructura se desarrolló un
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correspondientes a arquitectura pública (Pozor- segundo muro de contención con trazo semi-
ski y Pozorski 1977). Las unidades de vivienda circular y concéntrico que exhibía también una
se encuentran en suelos cubiertos por basurales. pequeña escalinata.
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Son de planta irregular y están compuestas por Este pozo circular sería el primer antecedente
uno o más cuartos semienterrados dentro de los de una forma arquitectónica que maduraría du-
cuales se dispusieron algunos fogones. Existe una rante este tiempo, para luego alcanzar una gran
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primera estructura (E) que se diferencia drástica- relevancia al ser incorporada al diseño espacial de
mente de las anteriores y que se caracteriza por importantes complejos ceremoniales del período
presentar plataformas, amplios recintos y cuar- Formativo, tal como se puede apreciar en sitios
tos, dispuestos en el marco de un trazo rectilíneo de primer nivel de esta época posterior, como Las
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con un ordenamiento casi ortogonal. La forma Aldas y otros complejos monumentales de Cas-
de esta estructura y sus características construc-
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tivas sugieren alguna función de carácter público Fig. 49 – Alto Salaverry. Plano de la estructura «E» (Pozorszki y
Pozorszki 1977).
—quizá relacionada con actividades de tipo co-
munal—, lo que no se contradice con el hallazgo
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Algunos investigadores que limitan su comprensión de la arquitectura pública, definiéndola simplemente por negación —es decir,
como toda aquella que no es doméstica— entran en serias dudas y cuestionamientos cuando en una estructura de aparentemente
carácter público encuentran contextos de basura o asociación con la preparación de alimentos —mal entendidos como atributo
universal de lo «doméstico»—. Esta visión esquemática y reduccionista no permite percibir que en una serie de estructuras públicas es
común y corriente la preparación, consumo u ofrenda de alimentos, sin responder por esto a función doméstica alguna.
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norte del cerro Coscomba. El asentamiento se ubica
en una zona desértica asociada a una antigua pla-
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ya fósil,8 cuya presencia durante la ocupación del
Fig. 50 – Alto Salaverry. Plano del pozo circular hundido (Pozorszki
sitio explicaría su relación con la explotación de
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y Pozorszki 1977).
los recursos marinos allí presentes. Sin embargo,
en el caso de Las Salinas de Chao, los pozos cir-
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culares no aparecen aislados en el asentamiento
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Los pozos circulares más elaborados presentan un sofisticado diseño en sus escalinatas contrapuestas, observándose que el
trazo de los escalones corresponden a segmentos de arco delineados desde el centro del círculo, mientras que los muros que limitan
lateralmente las escalinatas lo son por radios que se proyectan desde este mismo centro. Las escalinatas contrapuestas forman un
eje, el que usualmente estará alineado con el del complejo ceremonial en el cual está inscrito. Se ha sugerido la hipótesis de que
esta forma habría servido para la observación y registro del movimiento de los astros celestes (Lumbreras, comunicación personal).
Colocando una estela u otro elemento vertical se podría haber registrado la cambiante orientación de la sombra proyectada
por el sol naciente a lo largo del año y la posición de sus correspondientes solsticios; o registrar desde el punto de observación
central la posición de salida u ocaso de ciertos astros con relación al muro circular. De esta forma, el pozo circular habría sido un
instrumento fundamental para generar un calendario dirigido a la predicción de los cambios climáticos, aspecto este de primera
importancia para el desarrollo de las actividades productivas y, en primer lugar, de aquellas relacionadas con la agricultura.
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La impronta de la playa fósil, en lo que hoy es la pampa de Las Salinas de Chao, constituye un espectacular testimonio de
los drásticos eventos de levantamiento tectónico acontecidos en el litoral. La prospección arqueológica de la zona ha permitido
establecer que el patrón de ocupación, con asentamientos alineados sobre el antiguo acantilado generado por la erosión del mar,
respondió a la extracción de recursos marinos en el paisaje de la antigua bahía, hasta que esta se desecó provocando el abandono
de los sitios (Alva 1986:49-50).
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Fig. 52 – Salinas de Chao. Plano general del sitio (Alva 1986: fig. 35).
sino asociados a una serie de templetes y a una incorporación de plazas rectangulares enmarca-
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densa trama de estructuras de aparente carácter das por un poyo perimetral que proporcionan la
habitacional (Alva 1986). sensación de que estas sean hundidas, como se
Este sitio, que posiblemente corresponda a las aprecia en la unidad «B», o de los propios pozos
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etapas finales del Precerámico, presenta un avan- circulares, tal como se observa en la unidad «A»,
ce significativo en lo que se refiere al planeamien- donde el pozo se ubica frente al templete lige-
to de la arquitectura pública. Este es el caso de los ramente desalineado con el eje central de este.
templetes, construidos mediante terrazas ascen- Este pozo adicionalmente presenta dos muros de
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dentes y adosadas a la ladera del cerro, que pre- trazo circular, concéntricos a la estructura, que
sentan algunas plataformas con brazos laterales le confieren un aspecto sobreelevado (Alva 1986:
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de los ejes de simetría de estas edificaciones y la período Precerámico representados por Las Aldas
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(Casma), Culebras y Los Gavilanes (Huarmey). destinado al almacenamiento y conservación de
En el caso de Las Aldas, existen evidencias de una las cosechas de maíz por parte de los pobladores
consistente ocupación precerámica del sitio, pero del valle bajo de Huarmey durante el Precerámico
no está del todo clara su correlación con la ar- Tardío. Según Bonavia (1982), en el sitio se regis-
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quitectura ceremonial, que correspondería prin- traron por lo menos 47 hoyos directamente cava-
cipalmente al período Formativo (Fung 1988: dos en la arena. Estos hoyos de forma irregular y
88-89). En todo caso, no es de descartar que en de sección troncocónica, que presentan variacio-
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asociación con la ocupación precerámica ya haya nes en sus dimensiones y alcanzan una profundi-
existido un antecedente de la arquitectura públi- dad de hasta 1,75 metros, estaban revestidos con
ca desarrollada posteriormente. piedras irregulares colocadas en seco. Los restos
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En el sitio de Culebras, que está localizado al botánicos recuperados permiten inferir que se
sur y en la parte baja del valle del mismo nombre, transportó desde los campos las plantas enteras
sobre las laderas y cima de un cerro que domina de maíz, mientras que en el sitio probablemente
el litoral, se identificó un extenso asentamien- las mazorcas fueron separadas de las plantas para
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to aldeano que habría integrado una impor- su almacenamiento en los hoyos, utilizándose las
tante expresión de arquitectura monumental. hojas del maíz para revestir las paredes de los de-
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En este caso se registró el desarrollo de am- pósitos y cubrir los granos almacenados antes de
plias plataformas con muros de contención sellar el hoyo cubriéndolo con arena. Se supone
de piedra decorados con nichos rectangulares, a que este sistema de depósito permitió almacenar
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las cuales se accedía por medio de una escalinata las cosechas de maíz conservándolas protegidas
de proporciones monumentales orientada hacia de la acción de insectos, roedores y otras plagas.
el norte. Las plataformas mostraban esquinas re- El sitio está ubicado en una posición estratégi-
dondeadas y sobre ellas existían cuartos o cámaras ca, en un lugar desértico a poco más de dos kiló-
de planta cuadrangular que presentaban ductos metros al norte del valle y relativamente protegido
revestidos de piedra bajo sus pisos. Algunos de de la acción del viento. Es interesante notar que
estos rasgos, tales como las plataformas escalona- alrededor de los hoyos se halló una cantidad consi-
das y la escalinata central, son de clara filiación derable de estiércol de llama, lo que da cuenta del
costeña. Mientras tanto, otros aspectos como los uso temprano de estos camélidos y el importante
nichos y los ductos subterráneos e inclusive las rol que desempeñó, ya desde estos tiempos, el ma-
esquinas redondeadas, pueden remitirse a la in- nejo de caravanas de llamas en el transporte de una
fluencia y difusión de ciertos rasgos propios de la serie de recursos, ampliando considerablemente el
arquitectura pública altoandina, conocida como radio de acción de las comunidades con relación a
tradición Mito (Lanning 1967; Fung 1988). su espacio territorial.
Los Gavilanes constituye un sitio excepcional, Es importante destacar que en Los Gavilanes
pues no corresponde a un asentamiento de tipo al- no está ausente la arquitectura pública. En este
deano, si no más bien a un sistema aparentemente caso, se trata de un pequeño edificio localizado en
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que ha sido objeto de estudios a lo largo de varias
décadas, mientras que en Caral —conocido ante-
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riormente como Chupacigarro—, a los exámenes
de superficie desarrollados anteriormente, le han
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seguido una serie de excavaciones arqueológicas
Fig. 55 - Aspero. Plano general del sitio (redibujado de Feldman
que documentan a nivel preliminar datos de gran 1985: fig. 1).
trascendencia.
El complejo de Aspero se ubica también
próximo al océano, en la margen norte del valle
lP En efecto, en estos montículos se registró
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bajo de Supe y cerca de la bahía de Supe puer- una secuencia de remodelaciones en las cuales los
to. Se trata de un sitio bastante extenso en el cuartos y recintos construidos sobre las platafor-
que destaca la presencia de por lo menos sie- mas de las fases más tempranas fueron sucesiva-
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montículos, la Huaca de Los Ídolos y la Huaca montículo con una base de 30 por 50 metros—,
de Los Sacrificios, fueron objeto de excavaciones el examen de uno de estos niveles permitió apre-
revelando su particular naturaleza constructiva ciar la organización arquitectónica de los recintos
(Feldman 1980; 1985). construidos sobre una plataforma de volumen
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En esta singular tradición constructiva se empleaban bolsas hechas con cuerdas de junco (Scirpus americanus) o totora que
se rellenaban con piedras o cantos rodados y se depositaban unas sobre otras para conformar los rellenos constructivos de las
plataformas de las edificaciones públicas. Al descartarse su reutilización como elemento de transporte, se ha sugerido la hipótesis
de que constituyeran elementos de medida de la tributación de trabajo por parte de las comunidades convocadas al levantamiento
de estos monumentos. Esta tradición constructiva, que se inicia en el Precerámico Tardío y que se proyecta al Formativo, tiene
una extraordinaria difusión, ya que puede rastrearse desde la región de Casma hasta por lo menos el valle de Lurín, es decir a lo
largo de cerca de 400 kilómetros de la costa peruana.
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Fig. 57 – Aspero. Reconstrucción hipotética de Huaca de los Ídolos
(redibujada de Feldman 1985: fig. 3).
Fig. 58 – Aspero. Corte con evidencias de una secuencia de super-
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posiciones en la cámara central del Huaca de los Ídolos (redibujado
de Feldman 1985: fig. 4).
troncopiramidal. En el frente principal del mon-
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tículo, orientado hacia el este, posiblemente se
desarrollaba una amplia escalinata que permitía que daba hacia el acceso a la cámara presentaba
ascender al nivel superior de la plataforma, donde un friso obtenido mediante bandas horizontales
se encontraba un gran acceso que daba a un gran en relieve. Este recinto en su momento también
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recinto rectangular (16 por 11 metros), desde el fue rellenado y sellado bajo cinco pisos, aparen-
cual se accedía lateralmente y mediante una serie temente para construir de forma sucesiva es-
de pasajes a algunos recintos laterales y a lo que se tructuras algo similares a la anterior (Feldman
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supone constituía una cámara principal (5,1 por 1980: fig. 20 y 21). Es de notar que en la capa
4,4 metros) dispuesta en una posición central. inferior de los rellenos se utilizó la modalidad
Es importante destacar que esta cámara cen- de las bolsas de junco rellenas con piedras, ob-
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tral presentaba un único vano de acceso y que servándose la particularidad de que estas fueron
sus paramentos interiores lucían nichos, lo que dispuestas en la capa inferior del relleno —lo
unido a otros rasgos permite suponer ciertas que denotaría que con este procedimiento se
vinculaciones con la tradición Mito. Adicional- dio inicio al relleno del recinto— cubriéndolas
o
mente, la cámara estaba dividida por un muro luego con una capa de ripio y piedras pequeñas,
para finalmente definir una capa de piso.
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claramente en su ubicación espacial y tratamiento la que se domina el valle medio. Las recien-
arquitectónico— se hallaron dentro del mismo tes investigaciones desarrolladas en el sitio dan
recinto más de una docena de figurinas rotas cuenta de la existencia de unos 32 conjuntos
hechas de barro blanco no cocido. De la misma arquitectónicos, identificándose seis edifica-
manera, asociados a rellenos y bajo los pisos se ciones piramidales de carácter monumental
hallaron, en aparente calidad de ofrendas, conchas (Shady 1997).
de abanico, textiles, ornamentos plumarios, una En el sitio sobresalen dos edificaciones mo-
fuente de madera tallada parcialmente quemada numentales con montículos piramidales que in-
y un gran número de palillos tallados, además de tegran grandes patios circulares hundidos; una al
semillas de algodón y hojas de achira. norte denominada Templo Mayor y otra al sur
Bajo uno de los pisos de la Huaca de Los denominada Templo del Anfiteatro. La destaca-
Sacrificios se hallaron dos enterramientos. El da presencia de estas dos edificaciones en ambos
primero correspondía a un adulto que no poseía extremos del sitio podría responder a una orga-
ofrenda alguna, más allá del envoltorio de tejido nización dual del asentamiento, si se considera
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de algodón y estera. El segundo correspondía a que comparten explícitamente algunos atributos
un neonato con la cabeza adornada con más de formales, como es el caso de los patios circulares
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quinientas cuentas de concha y envuelto en un que, coincidentemente, se presentan en posición
fardo con dos textiles que presentaban bandas contrapuesta, al igual que la dirección de sus ejes
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de color. Sobre el enterramiento fue depositado de orientación.
un mortero de piedra de cuatro patas colocado El Templo del Anfiteatro se ubica en el extre-
boca abajo (ibid: 81). Estos hallazgos estarían
revelando ciertas diferencias de estatus entre
los miembros de la comunidad. De otro lado,
lP mo sur del complejo y presenta un imponente
patio circular hundido de veintinueve metros de
diámetro interior, con escalinatas contrapues-
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la presencia de determinados bienes exóticos, tas alineadas con el eje de la edificación. El pa-
como el caso de las conchas de mullu (Spon- tio circular presenta plataformas escalonadas y
dylus), plumas de color y cuentas de piedra, banquetas concéntricas, cuyos muros de piedra
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estarían indicando no solo el intercambio a dis- muestran evidencias de enlucidos de barro pinta-
tancia, si no también la demanda de bienes de dos de blanco y amarillo. Esta estructura circular
carácter suntuario destinados a los rituales o que se conecta hacia el noreste con una plataforma
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también podrían haber simbolizado elementos alargada, que aparentemente servía de acceso al
de prestigio entre los personajes de estatus más templo, mientras que se integra hacia el suroeste
elevado. con un montículo piramidal enmarcado dentro
Otro importante sitio en el valle de Supe es de un gran recinto rectangular. La construcción
Caral (Kosok 1965; Williams 1981; 1985). Este piramidal presenta un espacio central, a modo de
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complejo se localiza en la margen izquierda del atrio flanqueado por dos recintos laterales, que
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valle, a unos veinticinco kilómetros del litoral, da acceso a otro recinto en cuyo centro se halló
emplazado sobre una terraza desértica desde un fogón ceremonial cerca del cual se encontraba
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Fig. 60 – Caral. Foto aérea del sitio (Servicio Aerofotográfico Nacional, en Kosok 1965: fig.13).
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una huanca.10 Siguiendo el eje del templo se en- lPconecta los distintos niveles de las plataformas
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cuentran dos escalinatas que conducen a las pla- del montículo. Aquí también se reportó la
taformas más elevadas del montículo, donde se presencia de una gran huanca de 1,7 metros de
aprecian restos de algunos recintos distribuidos alto en el atrio de la edificación, lo que permite
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simétricamente. En diferentes sectores de esta advertir el uso recurrente de estas como elemento
edificación se pudieron observar superposiciones central de los recintos más importantes de estas
arquitectónicas, que en algunos casos implicaron construcciones ceremoniales (ibid: 54-55).
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hasta cinco eventos de enterramiento y construc- Se observa, tanto al este como al oeste del ex-
ción (ibid: 27-33). tenso espacio existente entre los dos montículos
En la esquina noreste del recinto que enmarca con patios circulares hundidos, la presencia de
el montículo se excavó una pequeña estructura por lo menos cuatro montículos de regular tama-
que presentaba un diseño arquitectónico singular ño. Estos se diferencian de los anteriores porque
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(ibid: 33). Se trataba de un recinto cuadrangular asumen una planta cuadrangular y un volumen
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que encierra un muro circular al centro del cual de forma marcadamente piramidal. Dado que
se registró un fogón ceremonial con dos ductos aún no se reportan excavaciones en estos mon-
subterráneos de ventilación, lo que evidencia re- tículos, no es posible conocer si estas diferencias
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laciones con la arquitectura de la tradición Mito, responden a aspectos de carácter funcional o más
que examinaremos más adelante. bien de índole temporal.
En el sector al norte del complejo se encuentra Si bien se reporta la presencia de diversos sec-
el denominado Templo Mayor. Se trata también tores residenciales (ibid: 41), la información pro-
de una estructura circular con un patio hundido porcionada por la propia investigadora permite
de menor tamaño —diecinueve metros de discutir la atribución de un carácter habitacional
diámetro interior— adosado en este caso al sur del sector A excavado. Este es el caso, cuando se
de un montículo alargado y de mayor tamaño, señala que los recintos de este sector no habrían
que presenta en la parte superior un atrio con sido ajenos a la tradición de «enterramiento ri-
planta en «U». Al igual que en el montículo tual», al apreciarse sucesivos rellenos y remodela-
anterior, el patio circular presenta un sistema ciones asociadas a la incineración o disposición de
de escalinatas contrapuestas y una escalinata ofrendas, lo cual incluye la presencia dentro de los
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Luego de que el sitio fuera identificado mediante el examen de las aerofotografías de la época, en la que llamaron la atención
las singulares estructuras con pozos circulares, Kosok realizó una breve visita al lugar a fines de los años cuarenta. Entre otros
detalles observó la existencia de un gran monolito o huanca, pero señala que este elemento estaba ubicado cerca del centro del
patio circular del montículo sur —Templo del Anfiteatro— del complejo (Kosok 1965: 221).
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rellenos de las fases tardías de bolsas de relleno o
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pequeñas plataformas de aparente carácter ritual
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shicras. Otros datos relevantes serían la presencia cuyos rellenos están constituidos por shicras. Evi-
en el centro de los recintos de fogones rituales, dentemente, muchas de las evidencias señaladas
además de otros rasgos, entre los cuales se mencio- estarían apuntando hacia una función distinta a la
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na la presencia de recintos con esquinas curvadas; residencial, lo que amerita una investigación más
la aplicación de decoración mural y de pintura en exhaustiva, ya que la sola dimensión reducida de
los paramentos y pisos; así como la presencia de los recintos no es elemento suficiente para calificar
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tra a unos 250 metros del montículo ceremonial
que se localiza en proximidad del litoral. Sobre el
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montículo se halló una huanca (Williams 1981:
383-384) y se halló una figurina antropomorfa de
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barro no cocido (Fung 1988: fig. 3.2).12 Al norte
del valle de Chancay se encuentra Río Seco, que
lP
presenta cinco o seis montículos piramidales, dos
de los cuales tienen de diez a quince mentros de
diámetro y unos tres metros de altura. Parece que
ria
Fig. 65 – Caral. Bolsas de relleno o Schicras utilizadas en la renova- aquí, al igual que en los sitios de Supe, se presen-
ción de la arquitectura (Shady y Leyva 2003). tan plataformas con recintos interconectados con
una cámara central, que también estarían sujetos
ito
y extraordinarias evidencias acerca de la temprana habitacional (Lanning 1967: 70-71; Fung 1988:
manifestación de un incipiente urbanismo en la 77-79).
costa de los Andes centrales, especialmente en la En Lima se encuentra un sitio que por su im-
región norte y nor central. Sin embargo, opinamos portancia y extensión es de obligada referencia
o
que es inapropiado utilizar el término «ciudad» para el período. Se trata de El Paraíso, un amplio
para denominar este tipo de sitios, ya que los asen- complejo que se encuentra en la margen izquier-
nd
tamientos urbanos que califican como tales reúnen da del valle bajo del Chillón, en proximidad de
otro tipo de características que aquí obviamente la desembocadura del mismo, a 4,5 kilómetros
aún no están presentes, o no alcanzan las dimensio- del mar. Es decir, en una posición estratégica que
Fo
11
Señalábamos en un trabajo anterior sobre Estado y ciudad en la sociedad moche que: «[…] la ciudad corresponde a un
nuevo tipo de asentamiento urbano cuyas características cualitativas y dimensiones trascienden a un nivel superior. Esta entidad
urbana se caracteriza por la concentración, diversidad y grado de desarrollo de la arquitectura pública; así como por el nivel de
planeamiento y zonificación de su organización urbana, que expresa un uso diferenciado y especializado en la conformación de
sus distintos sectores; por su extensión y los niveles —relativos— de concentración de población, manifiesto en la aglomeración
de estructuras residenciales; en el desarrollo de servicios urbanos, ligados al abastecimiento de agua, la provisión de alimentos
y otros bienes, materias primas e insumos para el desarrollo de los procesos productivos, la recolección y disposición de los
desechos y residuos, etcétera, lo que, a su vez, implica la presencia de especialistas dedicados a la provisión y administración de
estos servicios» (Canziani 2003a: 301).
12
Recientes investigaciones en el sitio reportan la presencia de plataformas asociadas a plazas circulares hundidas (Chu 2008).
78 CAPÍTULO 3
P
C
U
lP
ria
ito
disposición de planta en «U». Esta conformación En el interior del complejo en «U», es decir
Ed
en «U» —de la que El Paraíso sería el antecedente en el lado cerrado de la plaza, se encuentra un
más temprano en la costa central— es aún algo montículo cuadrangular de unos sesenta metros
irregular, en parte quizá por el amoldamiento del de lado, ligeramente desplazado hacia el este con
sitio al relieve de los cerros, a partir de cuyas es- relación al eje de la plaza. Si bien no ha sido ex-
o
tribaciones se proyectan hacia el noreste los dos cavada, esta edificación revela la presencia de re-
grandes brazos laterales. De esta manera, el lado cintos definidos por muros. Rasgos similares se
nd
norte del complejo queda abierto hacia el valle, apreciaban superficialmente en el montículo que
mientras que hacia el sur se encuentran al pie de se emplaza en el extremo suroeste del complejo y
los cerros las estructuras de los templos que de- al interior de una quebrada lateral al valle, antes de
Fo
que este fuera objeto de excavaciones y de una res- mos a las desembocaduras de los ríos Ica y Nazca,
tauración por parte de Engel (1967). Observan- respectivamente, se caracterizan por presentar pe-
do con detenimiento las antiguas aerofotografías queños montículos de conchales. Allí, además de
de 1944, se puede suponer que la ubicación de algunos fragmentos de textiles de algodón y redes,
este templo, algo desplazada con relación a la del así como del consumo de algunos frutos y plantas,
conjunto definido por los grandes brazos en «U», se encontró una notoria abundancia de puntas de
podría haber correspondido a la organización de proyectil hechas de obsidiana, que por lo que se
un conjunto menor conformado por una plaza, sabe, provienen de canteras ubicadas en la serra-
cuyos trazos todavía se perciben, y cuyo eje en este nía de Huancavelica y Ayacucho (Lanning 1967:
caso coincidiría con el del templo. Si la organiza- 72-73).
ción espacial de este sector fue más temprana o Un nuevo sitio que corresponde a estos mis-
en todo caso contemporánea con la del resto del mos rasgos, denominado La Esmeralda, ha sido
conjunto, es una cuestión que el desarrollo de recientemente identificado en los niveles inferio-
excavaciones en los distintos componentes del res y por debajo de la ocupación Nasca del sitio
P
sitio debería de responder. de Cahuachi, en el valle de Nazca. En este caso,
En cuanto al templo excavado por Engel el área excavada expuso estructuras de viviendas
C
(1967), este presenta plataformas escalonadas hechas con postes y una suerte de quincha, aso-
con muros construidos con bloques de piedras ciadas con restos de calabaza, pallares, cuy (Ca-
U
asentadas con barro, disponiendo las caras pla- via porcellus) y conchas de abanico (Argopecten
nas hacia el paramento, con rastros de haber sido purpuratus), así como una notable colección de
lP
enlucidos. Aquí también se hallaron evidencias cuchillos y puntas de obsidiana. Estos hallazgos
de recintos rellenados con bolsas de piedra y que parecen sugerir un modo de vida en el que se
sirvieron como plataformas de base para erigir los combinaba la pesca y recolección en el litoral,
ria
recintos de las fases sucesivas, en una secuencia de con una horticultura en las zonas inundables de
cinco o seis superposiciones arquitectónicas que los valles y con la persistencia de la caza, sugerido
no han sido bien definidas, ya que la excavación por la consistente presencia de las puntas de pro-
ito
suerte de atrio en forma de «U», y en el centro la costa central y norte, planteó la sugerente hi-
una escalinata que permite ascender a un gran pótesis de que en la costa sur habría persistido
vano, el cual da acceso a una cámara central de por mucho mayor tiempo un modo de vida pro-
forma cuadrangular de unos doce metros de lado. pio de cazadores recolectores, lo que no excluiría
o
Este recinto presenta ciertos rasgos relacionados el limitado cultivo de algunas plantas. En esta
con la tradición Mito, ya que al centro se halla óptica, muchos de los sitios más que asentamien-
nd
una depresión cuadrangular, pero en este caso tos permanentes serían campamentos estaciona-
con la particularidad de que sobre cada una de les, de gente que se estaría movilizando desde los
sus cuatros esquinas presenta lo que parecen ser pisos altoandinos asociados con la caza y la pro-
Fo
fogones de sección cónica. Esta cámara central visión de la obsidiana, hasta el litoral y los valles
se encontraba interconectada por medio de de la costa sur, donde las lomas también podrían
corredores a una serie de recintos, a los cuales haber sido frecuentadas y alojado campamentos
también se accedía desde distintos frentes de invernales. En todo caso, resulta sintomático que
la edificación por medio de algunas escalinatas en ninguno de los casos documentados en esta
auxiliares, que también evidencian remodelacio- región tengamos noticia de la existencia de arqui-
nes aparentemente asociadas con las distintas fa- tectura pública, por lo menos en cuanto se refiere
ses del edificio. a aquella de carácter monumental
P
características que presenta esta arquitectura
C
pública de aparente carácter ceremonial, que se
definió lo que se conoce como tradición Mito.
U
Posteriormente, otras investigaciones desarro-
lladas en sitios como La Galgada, Huaricoto y
lP
Piruru, han extendido el ámbito regional donde
pudo desarrollarse y madurar este particular tipo
de arquitectura. De otro lado, las investigaciones
ria
Fig. 68 – Principales sitios Precerámicos de la sierra afiliados a la en la costa nor central y norte permiten, como
tradición Mito (redibujado de Bonnier 1988). hemos ya visto, examinar la difusión de esta tra-
dición en estas regiones y la incorporación de
ito
parte estos de una compleja secuencia de su- un conjunto de recintos cuadrangulares edifi-
perposiciones. Es sobre la base de las peculiares cados sobre plataformas. Las cámaras ceremonia-
les, de seis a siete metros de lado, se caracterizan tos y el Templo de las Manos Cruzadas. La más
por presentar los siguientes rasgos principales: un tardía de estas edificaciones es el Templo de Los
único acceso; un piso a dos niveles conformado Nichitos (ER-11), que mide interiormente unos
por una banqueta perimetral que se interrumpe 7,5 metros de lado, y presentaba en la grada del
frente al acceso y enmarca el espacio cuadrangu- desnivel entre los dos pisos una serie de pequeños
lar con el piso más bajo; al centro de este espacio nichos, que debieron sumar veintitrés en total. En
de menor nivel se presenta un fogón ventilado el paramento interior del muro parcialmente con-
por uno o más ductos subterráneos conectados servado se pudo reconstruir la presencia de gran-
con el exterior; los paramentos interiores e inclu- des nichos que se desarrollaban desde la base del
sive el frente de las banquetas presentan nichos muro, mientras que otros nichos más pequeños se
de diferente forma y tamaño; los paramentos ubicaban sobre una cenefa horizontal a un metro
pueden ser decorados con cenefas horizontales e de altura del piso. El fogón central tenía un diá-
inclusive elementos escultóricos de barro, como metro de 40 centímetros y una profundidad de 60
las célebres «manos cruzadas»; y, finalmente, un centímetros con la particularidad, en este caso, de
P
rebajo del lado interior de la cabecera de los mu- contar con dos ductos de ventilación subterráneos,
ros revela que estos recintos estuvieron techados uno en el eje de la puerta —como es más frecuen-
C
con una cobertura soportada por vigas. te— y el otro en diagonal, pasando por debajo de
Otro de los aspectos relevantes de esta tra- la esquina noreste del recinto.
U
dición arquitectónica es que luego de un de- El Templo de Los Nichitos fue construido
terminado período de funcionamiento, estas luego de ser rellenada y sellada la estructura de un
lP
edificaciones fueron rellenadas y selladas, ge- recinto más temprano, denominado Templo de
nerando así plataformas más elevadas, sobre las Las Manos Cruzadas (UR-22). Este recinto cua-
que se levantaron nuevas edificaciones, muchas drangular, de unos 6,5 metros de lado en el inte-
ria
veces directamente sobre el emplazamiento de las rior, presenta también un único acceso orientado
anteriores. De esta manera, se produjo una se- hacia el sur y los rasgos típicos de la arquitectura
cuencia de superposiciones arquitectónicas en la del período Mito. En este caso, el enterramiento
ito
que los edificios más antiguos, que se encuentran total de la estructura permitió su mejor conserva-
en los niveles inferiores, fueron en su momento ción, encontrándose los muros completos hasta
enterrados por las edificaciones que se construían su cabecera a más de dos metros de altura sobre
Ed
posteriormente sobre estas. Este proceso de ente- el piso, lo que permitió reconstruir el sistema de
rramiento, que fue denominado «enterramiento cobertura y conocer la extraordinaria decoración
del templo», se realizó cubriendo con arena los que presentaban sus paramentos. En el interior
paramentos de los recintos y sus elementos deco- del recinto se presentan grandes nichos que lle-
o
rativos, para luego rellenarlos con piedras y sellar gan hasta el nivel del piso, mientras que otros
finalmente este relleno con un piso de nivelación más pequeños se dispusieron sobre una cenefa
nd
de arcilla roja, sobre el que se edificaba el nuevo horizontal que sobresalía unos quince a veinte
recinto a partir de la construcción inicial del fo- centímetros. Por debajo de dos de estos nichos
gón y de sus ductos de ventilación (Matsuzawa pequeños, dispuestos simétricamente en el muro
Fo
1972: 176; Izumi y Terada 1972: 5). opuesto a la portada de acceso, se realizó el ex-
Este es precisamente el caso de dos de las prin- traordinario hallazgo de dos pares de brazos en-
cipales edificaciones expuestas por las excavaciones trecruzados en alto relieve que fueron modelados
en Kotosh, denominadas el Templo de Los Nichi-
P
C
U
en barro. Los muros del recinto, hechos de piedra
asentada con barro, tenían entre ochenta y cien
lPcontención y de remodelaciones en los pasajes y
escalinatas, por lo que las superposiciones arqui-
ria
centímetros de espesor, con la particularidad de tectónicas no se reducían a los recintos si no que
engrosarse hacia la cabecera de los muros, don- comprometieron también a estos componentes.
de se generaba la grada interior para apoyo de Cuando el Templo de Los Nichitos estuvo en
la estructura de la cobertura. Los muros, tanto actividad, se encontraba asociado a un recinto
ito
Cabe destacar que tanto el Templo de Las nes del recinto anterior. Mientras tanto, durante
Manos Cruzadas como el de Los Nichitos, em- la época de actividad del Templo de Las Manos
plazados sobre una plataforma de nivel medio13, Cruzadas, este estuvo asociado con dos recintos
estuvieron asociados durante sus respectivas fa- (ER-27 o Templo Blanco y ER-28), siempre lo-
o
ses de actividad con otros recintos similares, que calizados al norte y con los accesos orientados en
nd
fueron construidos sobre una plataforma de nivel la misma dirección, los cuales también fueron
inferior con relación a aquella donde se erigie- objeto de remodelaciones con la superposición
ron los recintos principales. Estos recintos, que de nuevos recintos (ER-20 y 26 / 24). A este pro-
Fo
podría suponerse que desempeñaron un papel pósito, se ha observado que las remodelaciones y
complementario, tuvieron la orientación de sus superposiciones, que afectaron a los recintos prin-
portadas hacia el norte, es decir, contrapuesta a cipales ubicados en la plataforma de nivel medio,
las de los templos de mayor importancia, como no fueron necesariamente simultáneas a las inter-
fueron en su momento Los Nichitos y Las Manos venciones que tenían lugar en los recintos de la
Cruzadas. En las distintas fases, la conexión en- plataforma inferior, por lo que pudo darse el caso
tre estos recintos y sus respectivas plataformas en de que algunos de estos pudieron estar asociados
los niveles medio e inferior se realizaba median- durante un cierto período de tiempo, primero al
te una serie de corredores y escalinatas. Cuando Templo de Las Manos Cruzadas y luego al de Los
se procedía a la remodelación de los recintos se Nichitos (Bonnier 1997; 2007).
generaba un nuevo nivel en la correspondien- Es importante señalar que bajo el Templo de
te plataforma, lo que estaba acompañado de la Las Manos Cruzadas se identificó también un
construcción o adosamiento de nuevos muros de recinto enterrado aun más antiguo que no fue
13
Según reportan Izumi y Terada (1972), en el montículo KT del sitio de Kotosh existía una plataforma ubicada en un nivel
superior, la cual fue destruida por una excavación de época colonial, lo que lamentablemente impidió conocer que tipo de
estructuras contenía y su posible relación con las excavadas arqueológicamente en las plataformas de nivel medio e inferior.
EL GERMEN DE LO URBANO 83
excavado (Izumi y Terada 1972: 304). Por otra La secuencia de remodelaciones, con sus co-
parte, en algunos niveles inferiores se identifica- rrespondientes superposiciones arquitectónicas,
ron estructuras más pequeñas, consistentes en condujeron así a la conformación de dos montí-
pisos que presentaban el típico desnivel cuadran- culos prominentes con plataformas escalonadas,
gular con fogón central, pero en este caso no esta- de modo que sus volúmenes debieron de consti-
ban presentes muros que definieran el recinto. Se tuirse en importantes hitos visuales en el paisaje
supone que estas estructuras, por su elaboración circundante y, en cuanto tales, en referentes de
más rudimentaria y ciertas analogías con las evi- identificación y veneración para las comunidades
dencias tempranas de otros sitios que comparten que participaban del culto.
la tradición Mito, pudieron representar eviden- La evidente complejidad de la organización
cias de las fases iniciales del período Mito en el social y los niveles de inversión destinados a estas
sitio de Kotosh (Fung 1988: 74; Bonnier 1997: construcciones —que presuponen la necesaria
140-143; 2007). disponibilidad de excedentes— sugerirían una
Las periódicas remodelaciones y el con- base económica con cierto nivel de desarrollo de
P
secuente enterramiento de las estructuras de las actividades agrícolas y ganaderas (Izumi y Te-
carácter público, así como las propias caracte- rada 1972: 306). Sin embargo, no se han hallado
C
rísticas arquitectónicas de las edificaciones Mito vestigios de plantas, lo que puede ser explicado
de Kotosh, y la reiteración y persistencia a lo por la antigüedad del sitio y la relativa humedad
U
largo del tiempo de los cánones arquitectóni- que caracteriza a la zona. De otro lado, el análisis
cos establecidos, sugerirían la presencia de una de los restos faunísticos señalaría que además del
lP
sociedad con un nivel de organización relativa- cuy (Cavia porcellus), posiblemente doméstico, el
mente complejo, donde debieron definirse de- mayor porcentaje de estos corresponde a cérvi-
terminados niveles de especialización. En este dos y, en menor grado, a camélidos no necesa-
ria
sentido, la configuración espacial de los recin- riamente domésticos —posiblemente guanacos y
tos, la presencia central de los fogones con sus vicuñas—, lo que en conjunto permite suponer
elaborados sistemas de ventilación, así como el que la caza aún desempeñaba un rol importante
ito
camélidos quemados, que fueron depositados plataformas y recintos asociados con funciones
en los nichos y pisos de los recintos, al igual que de aparente carácter ceremonial, por lo que la
nd
figurinas de barro representando seres humanos, evidencia podría estar fuertemente condiciona-
frutos o tubérculos y pequeñas vasijas, asociados da por el tipo de ofrendas y actividades rituales
a los mismos contextos arquitectónicos. desarrolladas y no necesariamente corresponder
Fo
con el consumo alimenticio habitual de estos re- huesos calcinados que pudieron ser de venado o
cursos. De otro lado, no se puede dejar de con- camélido, lascas de cuarzo y conchas de moluscos
siderar la localización geográfica del sitio y el rol de la costa, los que aparentemente fueron parte
especial que pudo tener en cuanto punto inter- de ofrendas rituales «sacrificadas» al fuego de los
medio de un corredor natural que conecta los fogones. Existen también aquí evidencias de su-
territorios de las punas altoandinas con aquellos perposiciones, generadas por el sello de los fogo-
de los bosques húmedos propios de la vertiente nes con capas de arcilla, para luego proceder a la
oriental de los Andes o ceja de selva. construcción de una nueva estructura con fogón
Piruru, ubicado en el Alto Marañon y en (Burger y Salazar 1980).
la margen derecha del río Tantamayo (3.800 Si bien en Huaricoto se encontraron eviden-
m.s.n.m), representa en sus niveles precerámi- cias de una plataforma asociada a la ocupación
cos un importante sitio para la comprensión de precerámica del sitio, es claro que en este caso,
la posible evolución y surgimiento de la tradi- y aparentemente también en Piruru, no se en-
ción arquitectónica Mito. En las excavaciones, cuentran los rasgos complejos y las caracterís-
P
desarrolladas en la década de los ochenta, se de- ticas monumentales que presentan sitios como
finieron cinco fases de ocupación precerámica, Kotosh y La Galgada, que habrían requerido
C
donde en la última se identificó una estructura, del manejo de especialistas y formas de trabajo
asimilable a la tradición Mito, de unos nueve corporativo para la organización de los eventos
U
metros de lado con fogón central y con los ca- constructivos. En ese sentido, las característi-
racterísticos pisos a desnivel presentes en Ko- cas bastante más modestas y algo rústicas de las
tosh. Lo interesante del caso es que las cuatro
primeras fases corresponderían a estructuras de
un período anterior, Pre-Mito, donde la mayo-
lP
estructuras halladas en Huaricoto, así como en
Piruru, sugerirían la presencia de pequeñas co-
munidades rurales, e inclusive grupos familiares,
ria
ría presenta un piso a un solo nivel y el fogón realizando estas estructuras para llevar a cabo los
central, en algunos casos, bien construido y con rituales afiliados a la tradición Mito (Burger y
ductos de ventilación, y en otros apenas deli- Salazar 1985; 1986).
ito
neado y sin ductos. Además en estas estructuras El complejo de La Galgada se localiza a unos
se observa una notable variedad de formas y ras- 1.100 m.s.n.m., en la margen izquierda de un es-
gos, con recintos tanto circulares como rectan- trecho valle formado por el río Tablachaca, un
Ed
gulares, limitados por muros de piedra; mientras afluente del río Santa, a unos ochenta kilóme-
que en otros casos estos están ausentes y los es- tros de su desembocadura en el mar. Dado que
pacios alrededor de los fogones parecen haber el río Tablachaca forma un corredor natural en
sido a cielo abierto (Bonnier 1997; 2007). La dirección noreste, esta ubicación es ciertamen-
estructura de época Mito tiene la particularidad te especial, tanto por su equidistancia y relativa
o
no solo de introducir en el sitio los rasgos carac- accesibilidad hacia el litoral del Pacífico, como
nd
terísticos de esta tradición, si no también nuevas hacia las serranías de la provincia de Pallasca y la
técnicas constructivas. Tal parece ser el caso de propia cuenca del Alto Marañón. La posición del
la construcción del recinto, que presentaba un sitio es en este sentido central con relación a una
Fo
grueso muro de piedra de unos cincuenta centí- posible red de conexiones que debió de articular
metros de altura, el cual sirvió de sobrecimiento tempranamente estas regiones. El sitio presenta
a una estructura de quincha realizada con un ar- un configuración claramente monumental y, al
mazón de postes de aliso, reforzada con barro y igual que en Kotosh, con un ordenamiento dual
enlucida (Bonnier 1988: 44-46). con dos montículos de gran tamaño, el mayor al
Otro sitio relacionado con la tradición Mito norte de unos 40 a 45 metros de lado, mientras
es Huaricoto, ubicado en la parte central del que el menor, de unos 20 a 25 metros de lado,
Callejón de Huaylas y en la margen derecha del se encuentra unos 10 metros al sur del primero.
río Santa, a unos 2.750 m.s.n.m. En los niveles Esta disposición de los montículos genera un eje
precerámicos del sitio se hallaron evidencias de ordenamiento norte-sur, si bien ambos montí-
de fogones enmarcados por pisos a desnivel culos están organizados en un eje este-oeste, con
de forma rectangular. Los pisos fueron hechos sus respectivas escalinatas y frentes principales
con arcilla roja y posteriormente enlucidos con orientados hacia el oeste.
una de color amarillento. Fragmentos de arcilla En ambos montículos las excavaciones re-
con improntas de cañas hallados sobre el piso gistraron una compleja secuencia de superposi-
sugieren que algunos fogones pudieron haber ciones arquitectónicas (Grieder et al. 1988). De
estado enmarcados por un cerco hecho de quin- manera similar a lo expuesto para Kotosh, en
cha. Asociados a los pisos y fogones se hallaron este caso los recintos con los rasgos típicos de la
EL GERMEN DE LO URBANO 85
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
tradición Mito también fueron construidos sobre El montículo norte habría estado asociado en
plataformas, y después de un cierto período de su frente oeste con una plaza circular de unos 18
funcionamiento, fueron sometidos al desmontaje metros de diámetro, encerrada por un muro circu-
o
de sus techos y rellenados para volver a construir lar de unos 2,5 metros de ancho. Este muro esta-
nd
nuevas cámaras sobre las anteriores, elevando así ba hecho con cantos rodados y mortero de barro,
sucesivamente el nivel de las plataformas. Sin em- por lo que se presume que corresponde a las fases
bargo, en el caso de La Galgada se da la particu- tempranas del sitio, al igual que restos de peque-
Fo
laridad de que algunos de los recintos enterrados ñas cámaras construidas con este mismo material.
fueron reutilizados como cámaras sepulcrales, para Las cámaras rituales de este período no tendrían
lo cual se construyeron pilares y muros rústicos de desniveles en el piso y si lo presentaban, enmar-
piedra que soportaron techos con vigas de piedra, cando con una grada el fogón, esta era de escasa
disponiéndose estrechas galerías de acceso desde altura, como se observa en el caso de la cámara F-
el nivel de las plataformas y recintos que estaban 12:B-2, que medía 2,30 por 2,85 metros y estaba
en ese momento en actividad. Esto revelaría una provista de un ducto de ventilación subterráneo
compleja concepción simbólica del espacio sacra- que pasaba bajo la puerta, así como de nichos sobre
lizado, donde no solo la vigencia de los edificios paramentos llanos sobre los que se aplicó enlucido
estaba sometida a un aparente ciclo calendario y pintura blanca. Otra cámara de esta misma épo-
—cuya finalización implicaba el enterramien- ca (I-11:B-8) medía unos 3,80 metros de lado y
to, y el inicio de uno nuevo, la regeneración de presentaba nichos ligeramente trapezoidales. To-
la arquitectura— si no que también el espacio dos estos recintos, al igual que la mayoría de los
ritual de los seres vivos, asociado a las recintos que se les superpondrán posteriormente presentan
en funcionamiento, estaba conectado con el de la una planta subrectangular, con muros ligeramen-
muerte y el culto a los ancestros, alojados dentro te curvados hacia el exterior y esquinas redon-
de las cámaras ahora sepultas (Grieder 1997). deadas, mientras que las puertas y los ductos de
86 CAPÍTULO 3
P
ventilación que pasan bajo ellas se orientan tanto época se aprecia una organización espacial de los
al oeste como al norte (Grieder et al. 1988: 24-32). recintos, a partir de la disposición de una gran
C
Las fases posteriores al 2200 a.C. en el mon- cámara central (9 x 12 metros) orientada al oeste
tículo norte están representadas por la presencia y con el piso ligeramente más bajo que un atrio a
U
de cámaras construidas con piedras canteadas. cielo abierto que se ubica frente a esta. Las cáma-
Estas, además del clásico fogón central, presen- ras laterales, de menor tamaño, se disponen sobre
tan una banqueta perimetral que se interrumpe
frente al umbral de la puerta, que también pre-
senta una grada para descender al nivel del piso
lP
plataformas más elevadas en la parte posterior de
la cámara central y en los lados al norte y sur
de esta, perfilándose así una configuración que se
ria
donde se ubica el fogón. Los nichos se disponen aproxima a la forma en «U». Finalmente, durante
con sus bases alineadas sobre una suerte de zó- los inicios del período Formativo, esta conforma-
calo, generado por el adelgazamiento de la parte ción con planta en «U» será cada vez más eviden-
ito
superior del paramento interior de las cámaras, te, cuando en la parte superior del montículo la
o enmarcadas en una franja horizontal recesada cámara central será sustituida por un atrio a cielo
que da forma a una cenefa horizontal. Para esta abierto, rodeado por una banqueta y plataformas
Ed
P
C
U
Fig. 78 – La Galgada. Reconstrucción isométrica de las estructuras
sobre el Montículo Norte, correspondientes a una fase fechada en Fig. 79 – La Galgada. Detalle de frontis con esquina redondeada y
lP
unos 2200 a.C. (Grieder y Bueno 1985: fig. 10). cenefa con nichos al sureste del montículo norte (redibujado sobre
fotografía de Grieder et al. 1988: 45).
que, al igual que las cámaras, tuvieron la parti-
cularidad de presentar las esquinas redondeadas.
ria
amplio y variado manejo de recursos vegetales
Estos muros de contención de las plataformas y y de plantas cultivadas. Entre estos, el de fibras
las grandes escalinatas de acceso muestran tam- de especies silvestres, algunas posiblemente
bién una secuencia de remodelaciones y super- recolectadas en la misma zona, como la puya,
ito
posiciones que se correlacionan con los eventos tillandsia o el carrizo, empleados para elaborar
constructivos que tienen lugar sobre la platafor- cuerdas, hilos o cintas y utilizarlas en el tejido de
ma superior (ibid: 44-50). El volumen monu- bolsas, cestos y canastos que revelan una excelente
Ed
mental de estas edificaciones con sus plataformas manufactura; otras como la totora (Typha sp.), que
escalonadas, posiblemente pintadas y decoradas fueron ampliamente empleadas para tejer petates,
con cornisas y frisos, al igual que el despliegue de podrían haber sido traídas desde pisos ecológicos
las grandes escalinatas en el eje de los montículos, más bajos o desde la propia costa. En cuanto a las
o
debieron de proyectar una impresionante visión especies cultivadas, existe un amplio registro de
del conjunto.
nd
P
irrigación para su cultivo. Si bien se puede pre- montículo norte a inicios del Formativo (redibujado de Grieder et
sumir que algunos de estos recursos fueron trans- al. 1988: fig. 38).
C
portados al sitio desde otros lugares, tampoco
se puede descartar la factibilidad del desarrollo Sin embargo, existen reveladoras evidencias de
U
de tempranos sistemas de irrigación artificial en algunos elementos exóticos como conchas de
una zona que presenta condiciones relativamente moluscos provenientes del litoral del Pacífico,
favorables, más aún si se considera el bagaje tec-
nológico del que dan prueba los experimentados
constructores que realizaron la notable arquitec-
lPincluyendo algunos fragmentos de los ecua-
toriales Strombus y Spondylus,14 así como de
plumas de color que presumiblemente proven-
ria
tura monumental de La Galgada. drían de la vertiente oriental de los Andes. De
Llama la atención el escaso reporte de restos otro lado, como parte del ajuar funerario de los
de fauna en el sitio. Aparentemente, la mayo- entierros hallados en las cámaras, se registraron
ito
ría de estas evidencias se vincula con las acti- objetos de piedra trabajados como adornos o
vidades ceremoniales que tenían lugar en los cuentas de collares y pendientes, algunos de
montículos y con las ofrendas funerarias de las los cuales incorporaban piedras semipreciosas
Ed
tumbas. En este sentido, solo se registraron al- como la turquesa (ibid: 200).
gunos cuernos de venado, mientras que es no- Finalmente, las características de los entierros
toria la total ausencia de restos de camélidos. precerámicos de La Galgada, su especial disposi-
o
nd
Fo
14
Llama la atención la temprana presencia en sitios precerámicos como La Galgada —y tan alejados de sus fuentes originales de
proveniencia— de estas dos especies ecuatoriales. Y esta presencia es aún más trascendente si consideramos que, como ha destacado
Jorge Marcos (2002), con el devenir del tiempo la díada mullo y pututo se constituirá en uno de los componentes esenciales del
mundo ceremonial andino, cuya creciente demanda llevará al desarrollo de extensas y complejas redes de intercambio.
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Fig. 83 – La Galgada. Diseño proveniente de un textil correspon- a partir del proceso de sedentarización y especial-
diente a una bolsa, con representación de serpientes y aves entrela-
mente en lo que se refiere al surgimiento de la
C
zadas (redibujado de Grieder et al. 1988: fig. 130).
arquitectura pública y sus implicancias. Estable-
ciendo, paralelamente, las interrelaciones existen-
U
ción dentro de las cámaras funerarias de la arqui- tes entre los cambios en la forma de asentamiento
y las transformaciones que se verifican en el seno
lP
tectura monumental y la profusión y elaborada
calidad de las ofrendas —algunas de las cuales de las formaciones sociales durante este período.
manifiestan claramente su condición de bienes de El sedentarismo, asumido muchas veces como
prestigio, al emplearse en ellas recursos exóticos indicador clave de la neolitización, ha demostra-
ria
provenientes de tierras lejanas—, nos permiten do ser un fenómeno no necesariamente exclusivo
inferir la presencia de determinados personajes o de poblaciones agrícolas. Existe una gran canti-
linajes familiares que gozaban de cierto estatus, dad de casos que muestran de qué manera las
ito
de estos personajes dentro de las edificaciones los recursos naturales, desarrollan asentamientos
más representativas debió tener una profunda sedentarios de tipo aldeano, con una notable in-
connotación social y simbólica, ya que los an- versión en sus instalaciones y donde, inclusive,
cestros de quienes tenían en la comunidad estas no es ajena la presencia de arquitectura pública
o
especiales condiciones de privilegio se verían de (Childe 1982: 92; Forde 1966; Redman 1990).
cierta forma sacralizados al ser incorporados al Por lo tanto, podemos establecer que no es el
nd
aura de sus monumentos más emblemáticos. mero sedentarismo, por sí solo, el indicador que
nos señala la existencia de un proceso de neoliti-
zación; de la misma manera que la arquitectura
Fo
asume un esencial rol complementario, tanto en el hundidas (Lumbreras 1987), nos proporcionan
abastecimiento de insumos necesarios para el de- no solo algunos elementos importantes para in-
sarrollo de los procesos productivos relacionados ferir el desarrollo de estos instrumentos, si no
con la pesca, como en la composición de la dieta también evidencias de que, en algunos casos, la
alimenticia de la población, para posteriormente propia arquitectura pública asume la condición
asumir el rol principal en el desarrollo económico de instrumento de producción.
(Canziani 1989). Del examen de los procesos productivos de-
Este proceso, en términos generales, presenta sarrollados para la explotación de los recursos
diferencias con el que se da en las regiones al- marinos y la agricultura incipiente, así como de
toandinas, donde la base productiva de la neoliti- la generación de la base técnica que las haga via-
zación está asociada al desarrollo de la ganadería bles, se infiere un proceso de creciente especia-
y el pastoreo, a los que se integra una incipiente lización en el ámbito de la organización social.
agricultura, que no excluye por esto la caza ni la Esta especialización es evidente también en el
recolección. Proceso que en este caso aparente- desarrollo de las manufacturas y en especial en el
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mente no habría implicado en un primer mo- destacado arte textil que exhiben vestigios como
mento el sedentarismo, sino la continuidad del los recuperados en Huaca Prieta y La Galgada. A
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régimen de trashumancia. Sobre la base de este su vez, el propio arte textil nos revela complejos
modo de vida se han presentado sugerentes hi- cánones estéticos en los que se plasma el desa-
U
pótesis acerca del surgimiento previo de la arqui- rrollo de iconos correspondientes a seres míticos
tectura pública, que habría operado luego como supranaturales con atributos de aves, serpientes y
catalizador de un paulatino proceso de sedenta-
rización, dando paso a la aparición de las forma-
ciones aldeanas (Bonnier y Rozemberg 1988).
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seres marinos. Por lo tanto, también en este as-
pecto podemos suponer que el manejo técnico
y la elaborada concepción artística debieron es-
ria
En el caso costeño, en el manejo de los recur- tar limitados a un número reducido de personas,
sos marinos, como en el de las plantas cultivadas, más aún si pensamos que estas manifestaciones
se constata la creciente incorporación y desarrollo artísticas tempranas constituyen la expresión de
ito
no tanto qué se hace, sino cómo se hace. En este La propia arquitectura pública no fue ajena
sentido, no basta argumentar sobre la innegable al creciente proceso de especialización. Esto se
importancia de los recursos marinos (Moseley infiere tanto de su especial concepción arquitec-
1975), cuando existe por ejemplo una radical tónica y de su complejo planeamiento, así como
diferencia entre arponear peces o pescarlos con de las particulares características técnicas de su
o
rudimentarios anzuelos, y capturarlos con redes producción, las cuales la diferencian claramente
nd
como las halladas en Huaca Prieta, ya que del ma- de la arquitectura doméstica, además de requerir
nejo de estos nuevos instrumentos se desprenden de la organización de formas especiales de trabajo
inferencias acerca de las formas de trabajo com- para su construcción. De otro lado, si la arquitec-
Fo
prometidas en estos procesos productivos, la cre- tura pública se caracteriza por servir de soporte
ciente disponibilidad de excedentes, el desarrollo al desarrollo de diversas actividades de carácter
de técnicas de conservación y almacenamiento, especializado y entre estas las de carácter cere-
al igual que la solución de los requerimientos so- monial, la notable importancia que esta adquiere
ciales para la organización de la producción y la durante el Precerámico Tardío nos proporciona
administración de los bienes generados. uno de los mejores indicadores para leer el emer-
La domesticación y la creciente incorporación gente proceso de especialización social.
de plantas cultivadas al desarrollo de una inci- Es más, si consideramos que las tradiciones
piente agricultura, la necesaria experimentación religiosas se manifiestan por medio de los rasgos
referida al manejo de estos recursos y su cultivo, y estilos de las tradiciones arquitectónicas que se
así como el desarrollo inicial de técnicas de riego perfilan en esta época (Fung 1988; 1999; Williams
y manejo de los suelos, debieron también estar 1981; 1985), y que estas tradiciones arquitectó-
asociados al desarrollo de nuevos conocimientos nicas no se limitan al ámbito local, sino que in-
e instrumentos de producción. A este propósito, teresan amplias regiones, también esta esfera de
los tempranos sistemas de depósito de productos la actividad social apunta hacia la presencia de
agrícolas, como los documentados en Los Gavi- gente con ciertos niveles de especialización. La
lanes (Bonavia 1982), o las aparentes funciones notoria relación de las comunidades con un «es-
de registro astronómico de las plazas circulares pacio exterior» se ve corroborada también por las
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terminadas diferencias de estatus y de acceso o las comunidades agrícolas establecen con el te-
posesión de ciertos bienes de prestigio, tal como rritorio una relación definida y excluyente sobre
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lo sugieren ciertos enterramientos complejos en los medios e instrumentos de producción (Stai-
La Galgada y Aspero, y la relativa suntuosidad no y Canziani 1984). Estos aspectos incidirán
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de sus ofrendas. Este proceso de diferenciación en la forma de organización de las comunidades,
social —visto además en la perspectiva del surgi- como en el incipiente proceso de diferenciación
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miento de las sociedades complejas que dan paso social que se procesa en su interior (Lumbreras
a la civilización andina— sería sustancialmente 1987; 1994).
distinto a la «estratificación» propuesta para las Finalmente, queremos señalar un aspecto re-
ria
llamadas jefaturas o cacicazgos, donde las diferen- levante que puede tener algunas connotaciones
cias de estatus tienen origen en otros aspectos cir- con relación a la actual problemática del desarro-
cunstanciales, como en la simple disponibilidad llo y a la imposición de determinados modelos
ito
complejidad que no puede ser abordado unila- las sociedades precerámicas no solo generaron
teralmente, a partir del privilegio de uno u otro formas complejas de organización social, si no
nd
aspecto. Hemos introducido la problemática del que además desarrollaron tempranas formas de
surgimiento de la arquitectura pública, soste- urbanismo con una extraordinaria arquitectura
niendo que durante este proceso se verifica una monumental.
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concatenada y estrecha interdependencia entre De otro lado, las notables desigualdades que
las innovaciones en las técnicas e instrumentos se aprecian en el proceso de neolitización, especial-
de producción. Además, de la ampliación en la mente con la aparente perpetuación de los viejos
escala de apropiación de los recursos naturales modos de vida en muchas regiones de la costa sur
y la creciente disponibilidad de excedentes; la y sierra sur de los Andes centrales, permiten con-
mejora e incremento en el aprovisionamiento trastar —por negación— las hipótesis planteadas
de subsistencias; sus repercusiones en el conse- y sus implicancias. En el caso de la costa sur, por
cuente crecimiento poblacional; y, por último, ejemplo, no obstante la extraordinaria abundancia
en el surgimiento y afirmación de nuevas for- de los recursos marítimos, esta región presenta
mas de trabajo y de organización social. A este un proceso de neolitización algo marginal, que
propósito, se le plantea a las comunidades resol- se explicaría a partir de una aparente ausencia de
ver la administración de los excedentes, cuando agricultura, o por el desarrollo de una limitada
se requiere establecer el diferir y regular su con- horticultura, mientras se mantendría el énfasis en
sumo. Esto está referido tanto a las comunida- una economía mayormente recolectora.
des que combinan una economía de extracción La escasa relevancia de la arquitectura pública,
de recursos marítimos con una incipiente agri- y en especial la inexistencia de aquella de carácter
cultura, como también a las comunidades en las monumental en estas regiones, es a nuestro crite-
rio muy significativa, ya que permite correlacionar
92 CAPÍTULO 3
su surgimiento —como expresión embrionaria del desarrollo sostenido en esta dirección y las que
devenir del fenómeno urbano— con la intensidad durante el posterior período Formativo serán el
y el nivel de desarrollo alcanzado históricamente escenario privilegiado de un proceso civilizatorio,
en el proceso de neolitización. donde el urbanismo tendrá desarrollos emblemá-
Allí, donde se afirmó la neolitización con la ticos con los extraordinarios centros ceremonia-
aparición de sociedades complejas, se dio inicio a les que caracterizarán a esta época.
las transformaciones agrícolas que condujeron a
modificar sustancialmente el paisaje territorial, y
a desarrollar patrones de asentamiento donde el
rol del fenómeno urbano será cada vez más sig-
nificativo. Por esta razón, seran las regiones nor
central y norte de los Andes centrales —donde el
proceso de neolitización fue más intenso y ace-
lerado— las que históricamente expresarán un
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