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EL GERMEN DE LO URBANO
El proceso de neolitización, los primeros asentamientos
aldeanos y el surgimiento de la arquitectura pública
monumental

DURANTE EL PERÍODO DENOMINADO Arcaico o toandinas. En las primeras, la temprana sedenta-


también Precerámico con agricultura (Lumbreras rización estaría asociada al desarrollo de asenta-
1981), que comprende los milenios que van del mientos aldeanos y luego al progresivo surgi-
5000 al 1800 a.C. se inicia en el área de los Andes miento en estos de una arquitectura pública, que
Centrales el proceso definido universalmente anticipará el sorprendente e inédito desarrollo de
como neolitización. Se trata del desarrollo de un complejos con edificaciones monumentales pre-
conjunto de transformaciones trascendentales vios al conocimiento de la cerámica. Mientras
que implicaron la creciente incorporación y do- tanto, para ciertas regiones altoandinas se nos
mesticación de plantas y animales por parte de las propone un proceso, en este caso asociado a la
sociedades de está época; el despliegue de nuevas presencia de poblaciones aún trashumantes o
formas de manejo del espacio territorial y de los semi-nómades, que vería el temprano desarrollo
recursos allí presentes; el desarrollo de nuevos co- de la arquitectura pública –en cuanto centro de
nocimientos e instrumentos de producción; y el identificación y articulación de las comunidades
surgimiento de nuevas formas de organización pastoriles– que antecedería a la paulatina sedenta-
social. Todo este conjunto de profundos cambios rización de estas, con el establecimiento de case-
económicos y sociales, que por su estrecha inter- ríos y luego de aldeas, muchas veces a partir de
dependencia no pueden ser asumidos como as- este núcleo original de índole aparentemente ce-
pectos aislados unos de otros, dieron paso a la remonial (Lanning 1964: 73, Bonnier y Rozem-
afirmación de nuevos modos de vida y a la gene- berg 1988).
ración de nuevas formas de asentamiento, espe-
cialmente en las regiones costeñas, donde un cre-
ciente proceso de sedentarización se expresa con Los tempranos asentamientos aldeanos
la proliferación de los primeros asentamientos de de la Costa
tipo aldeano.
Aparentemente, la naturaleza de estos cam- Las primeras fases de esta época, que datan del
bios fue distinta de región a región, e inclusive en 5000 al 2500 a.C. han sido escasamente docu-
el ámbito local de los distintos valles y cuencas, mentados por la investigación arqueológica. Sin
asumiendo el proceso un carácter desigual y dife- embargo, los datos disponibles permiten suponer
renciado, en función de los recursos manejados; que las comunidades de las regiones costeñas de
el nivel de desarrollo y participación de la produc- estos tiempos estaban ya orientadas a una econo-
ción agrícola o del pastoreo; las técnicas desple- mía que dependía fuertemente de la pesca y ex-
gadas en los diferentes procesos productivos; y las tracción de recursos marinos, combinada con la
formas de organización social del trabajo pre- recolección en las lomas y el desarrollo de una in-
sentes (Lanning 1964: 64, Fung 1988: 67). Una cipiente horticultura.1 En cuanto a la forma de
primera gran diferencia es observable en este pro- asentamiento, se estaría registrando en estas re-
ceso con relación a las regiones costeñas y las al- giones el tránsito gradual de campamentos cada
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vez más prolongados, hacia el establecimiento de Pero estos también se encontraban ubicados en
aldeas con una ocupación más estable y de mayor proximidad de zonas de lomas, que aseguraban la
permanencia. recolección de sus diversos recursos; así como de
Un caso clásico de este tipo de asentamientos quebradas aluviales y afloramientos de agua que
es el Chilca y el de La Paloma en la Costa Cen- permitían el cultivo de algunas plantas.
tral. Se trata de asentamientos localizados relati- En Chilca, las estructuras de vivienda se en-
vamente próximos al litoral, donde sus pobla- contraban agrupadas de una forma bastante com-
dores se abastecían de los abundantes y variados pacta y las que han sido documentadas arqueoló-
recursos marinos que han sido documentados en gicamente (Donnan 1964), corresponden a
los conchales y basurales asociados a estos sitios. chozas de planta circular de unos 2.5 a 3 m. de

Fig. 19. Mapa de ubicación


de los principales sitios del
período Precerámico.
1 Huaca Prieta
2 Alto Salaverry
3 Salinas de Chao
4 Las Aldas
5 Culebras
6 Los Gavilanes
7 Aspero
8 Caral
9 El Paraíso
10 Asia
11 Otuma
12 San Nicolás
13 La Esmeralda
14 Huacaloma
15 La Galgada
16 Piruru
17 Huaricoto
18 Kotosh.

1. Se conoce también a este período como Precerámico pre-algodón (Lumbreras 1981) ya que no solamente está ausente
este cultivo y es de algún modo aún limitado el rol de la horticultura en las subsistencias, sino que también no se perciben los
profundos cambios económicos, sociales y en la forma de asentamiento que se advierten en los sitios asociados a la presencia del
algodón. Por esta razón, la presencia - ausencia del algodón ha sido asumida por la arqueología andina como un indicador diag-
nóstico de esta época de grandes cambios correspondiente al Precerámico Tardío.
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Fig. 20. Plano de la excavación


de una vivienda de Chilca
(Engel 1980: 25).

diámetro, cuya armazón fue hecha de troncos y manos de moler asociados con las viviendas, lo
ramas de árboles propios de la costa, como el que estaría revelando que en el asentamiento se
sauce (Salix chilensis) y el huarango (Prosopis juli- desarrollaba el procesamiento de determinados
flora o Acacia macracantha?), además de cañas. En recursos agrícolas con fines alimenticios o pro-
algunos casos, en la construcción se incluyeron ductivos. Tanto en Chilca como en La Paloma se
costillares de ballena dispuestos horizontalmente registraron múltiples enterramientos, para lo cual
en el perímetro interior de la choza, a modo de se dispuso los cuerpos extendidos y envueltos en
durmientes que permitían para asegurar su base y petates de totora, sepultándolos con algunas
soportar la presión de la basura acumulada en su
exterior, y que quizás también servían de poyo de
asiento para sus habitantes (Engel 1988).
El único ingreso estaba conformado por haces
de totora entretejida en forma de herradura,
mientras que la cobertura se realizó mediante pe-
tates de totora tejida. Al parecer fueron estruc-
turas con los pisos ligeramente excavados por de-
bajo del nivel del terreno, lo que se incrementaba
con el constante arrojo al exterior de la vivienda
de las conchas y otros desperdicios. Aparente-
mente los fogones y las demás actividades relacio-
nadas con la preparación de los alimentos se ha-
brían desarrollado al exterior de estas viviendas. Fig. 21. Reconstrucción hipotética de vivienda de aldea de La Palo-
En este sentido, se han registrado batanes y ma (Engel 1980).
50 JOSÉ CANZIANI

ofrendas bajo el piso de las viviendas, como en to de las especies cultivadas y una creciente
áreas de las aldeas especialmente destinadas a esta importancia de estas en la alimentación y la pro-
función, dando lugar a los testimonios más tem- visión de importantes insumos para la elabora-
pranos de cementerios (ibid.). ción de instrumentos y el desarrollo de una serie
Este tipo de asentamientos, con aglomera- de procesos productivos. Estos nuevos niveles en
ciones compactas de chozas de vivienda de carac- el desarrollo económico estarán acompañados
terísticas similares y los contextos arqueológicos por la aparición de nuevas formas de organiza-
asociados, estarían expresando la presencia de so- ción social en el seno de las comunidades, los que
ciedades sustancialmente igualitarias, donde las conducirán a un incipiente proceso de diferencia-
divisiones sociales estarían determinadas exclusi- ción social. Todo este complejo proceso se mani-
vamente por cuestiones de sexo y edad, y su co- fiesta de manera patente en la creciente extensión
rrespondiente participación en los procesos pro- y densidad de los asentamientos aldeanos y, en es-
ductivos desplegados por el grueso de la pecial, con el surgimiento y creciente importan-
comunidad. De otra parte, la cantidad de uni- cia que asumirá en ellos la arquitectura pública.2
dades de vivienda, así como la densidad de los ce- Además de la notable presencia del maíz (Zea
menterios y enterramientos hallados, pueden mays) entre las nuevas plantas cultivadas y su as-
ilustrar el notable incremento poblacional que se cendente participación en el complemento de la
estaría verificando con relación a épocas ante- dieta alimenticia; la domesticación y cultivo del
riores. Este incremento poblacional -notable- algodón (Gossipyum barbadense) desempeñará un
mente favorecido por la sedentarización- sería el rol especialmente importante en el incremento de
resultado de la provechosa integración represen- la producción y en el desarrollo social y cultural
tada por la extracción intensiva de recursos ma- de las sociedades costeñas de esta época. La fibra
rinos; el desarrollo de una horticultura incipiente, del algodón no sólo sustituirá progresivamente a
y el mantenimiento de las viejas prácticas recolec- otras fibras vegetales en la producción de los tex-
toras, se vería confirmado también por la prolife- tiles, si no que tendrá repercusiones revoluciona-
ración de un gran número de sitios aldeanos que rias al incorporar su resistente fibra en la confec-
han sido documentados arqueológicamente a lo ción de redes y sedales para el desarrollo de la
largo de la Costa. pesca, en cuanto actividad principal en la eco-
nomía de las sociedades costeñas del período. Se
desarrollaron así redes cada vez más eficientes,
Los asentamientos aldeanos y el tanto por su tamaño, durabilidad y capacidad de
surgimiento de la arquitectura pública pesca, tejiéndose distintos tipos de mallas ade-
cuadas a los distintos tipos de especies presentes
En el desarrollo de las fases siguientes, durante el en los diversos ámbitos del litoral marítimo.3
período conocido como Precerámico con algo- Evidentemente este tipo de redes, que signifi-
dón o Precerámico Tardío (2500 - 1800 a.C.), no caron una crucial innovación respecto a un ins-
obstante tratarse de un período de una menor du- trumento de producción hasta ese entonces rudi-
ración, los cambios se aceleran drásticamente mentario, no solamente debieron de multiplicar
comprometiendo las distintas esferas de las for- la capacidad de pesca, sino también requerir
maciones sociales. En el caso de la costa, el énfasis formas especiales de trabajo mancomunado para
en la pesca y extracción de recursos marinos, se ve su operación. De otro lado, una mayor disponibi-
progresivamente acompañado por un incremen- lidad de excedentes de la pesca habría requerido a

2. Por arquitectura pública, consideramos todas aquellas edificaciones cuya función está referida a actividades de carácter
especializado. Esta función se expresa tanto en la forma arquitectónica como en la propia producción constructiva, y se define
científicamente mediante el análisis arqueológico de sus contextos y asociaciones. En este sentido, la arquitectura pública se di-
ferencia claramente de la arquitectura doméstica que resuelve las funciones habitacionales y las actividades propias de núcleos
familiares. Con el surgimiento de la arquitectura pública se constituye una nueva clase de arquitectura que abarca una amplia
gama de funciones, sean estas de tipo ceremonial, político, administrativo, productivo, militar, etc. Lejos del equívoco que con-
sidera la arquitectura pública con relación a su capacidad de albergar una determinada cantidad de personas (público), el ca-
rácter de esta está definido sustancialmente por la calidad de las funciones especializadas que contiene, independientemente de
las dimensiones físicas que estas requieran para su realización.
3. En Huaca Prieta, por ejemplo, se hallaron redes bastante bien conservadas que mostraban diferentes tipos de mallas, las
que tenían como flotadores mates especialmente seleccionados por su forma esférica, cuyo cuello estaba obturado con una co-
ronta de maíz, así como discos de piedra horadados al centro que servían de pesos (Bird et al. 1985).
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Fig. 22. Valle costeño hipotético, con ubicación de aldeas y Centros Ceremoniales, con énfasis en el manejo diversificado de recursos, marisqueo y
pesca, agricultura incipiente, y recolección, la articulación “horizontal” del espacio territorial entre sitios del litoral y del valle medio o alto (Can-
ziani).

su vez de técnicas de almacenamiento y conserva-


ción (tales como el tradicional secado y salado
aún en vigencia en las caletas de nuestro litoral) y,
a su vez, de nuevas formas de administración co-
munal que regularan la distribución y el consumo
de estos alimentos. Como se puede apreciar, sólo
con relación a este proceso productivo entre
tantos otros, existe una concatenada y estrecha
interdependencia entre las innovaciones en el
ámbito de los recursos que se incorporan como
materias primas; el despliegue de nuevas técnicas
e instrumentos de producción; la ampliación en
la escala de apropiación de los recursos naturales y
la disponibilidad de excedentes; la mejora e incre-
mento en el aprovisionamiento de subsistencias;
sus repercusiones en el consecuente crecimiento
poblacional y, por último, en el surgimiento y
afirmación de nuevas formas de trabajo y de orga-
nización social.
No es pues casual que la arquitectura pública
surja en este período, ya que constituye una no-
table expresión de los profundos cambios que se
procesan en las esferas económica y social. Este
nuevo tipo de edificaciones que se desarrollarán Fig. 23. Mapa de ubicación de los principales sitios precerámicos de
en los asentamientos, encuentran su explicación la Costa Norte (Canziani 1989).
52 JOSÉ CANZIANI

en una creciente división del trabajo en el seno de


las comunidades, y especialmente en la aparición
de determinados niveles de especialización rela-
cionados con la existencia y desarrollo de nuevos
medios de producción, en el marco de la activa-
ción de un proceso de cambios revolucionarios de
las relaciones sociales de producción (Lumbreras
1987, Canziani 1989: 52-59).
Fig. 25. Corte de trinchera N – S excavada por Junius Bird en 1946
Las excavaciones desarrolladas a mediados de (Bird et al. 1985).
los años 40 por Junius Bird en el sitio de Huaca
Prieta, en el valle de Chicama, ilustraron por pri- estructuras semi-subterraneas, compuestas por
mera vez la sorprendente riqueza de los vestigios uno o dos pequeños recintos, que fueron identifi-
correspondientes al Precerámico Tardío, permi- cadas como viviendas y que posteriormente ha-
tiendo inferir la presencia de sociedades con un brían sido reutilizadas para una función funeraria
marcado sedentarismo y formas de organización (Bird et al. 1985). En un trabajo anterior (Canzia-
cada vez más complejas, que además del cultivo o ni 1989: 42-44), hacíamos una breve mención
recolección de nuevas plantas y frutales como el sosteniendo que los grandes muros registrados en
algodón, la achira (Canna edulis), lúcuma, gua- las excavaciones de Huaca Prieta posiblemente
yaba (Psidium guaba), y la ciruela del fraile (Bun- fueron construidos con la participación manco-
chosia armeniaca); muestran un intenso aprove- munada de sus pobladores y que se podría supo-
chamiento de los recursos marinos y el empleo de ner que estos ya correspondían a algún tipo de ar-
redes de pesca elaboradas con la resistente fibra quitectura pública, mas aun cuando se los ligaba a
del algodón. Con la misma fibra se desarrollaron los hallazgos que presentan una decoración y tra-
tejidos con complejos y sofisticados motivos de- tamiento extraordinarios.
corativos, que representan aves de presa, ser- En esta dirección, un reciente trabajo de Te-
pientes, cangrejos y otros seres marinos de elabo- llembach (1997: 167-170) propone la interesante
rado diseño; así como mates burilados con hipótesis, en el sentido de que el montículo y los
representaciones zoomorfas y antropomorfas,
que en conjunto parecen revelar tanto la pre- Fig. 26. Foto de la trinchera N – S excavada por Junius Bird en 1946
sencia de una extraordinaria y naciente mitología, (Bird et al. 1985)
como el florecimiento de una singular concep-
ción estética (Bird 1948, 1963; Bird et al. 1985).
Huaca Prieta constituye un montículo de
aproximadamente 125 m. de largo por 50 de an-
cho y unos 12 m. de alto, que sería producto de la
sucesiva y prolongada acumulación de desechos
por parte de sus ocupantes a lo largo de los siglos.
En el perímetro del montículo, las excavaciones
arqueológicas revelaron la existencia de grandes
muros de contención de cantos rodados construi-
dos en etapas sucesivas. Sobre la cima se hallaron

Fig. 24. Foto panorámica de Huaca Prieta.


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Fig. 29. Redes de Huaca Prieta con mates como flotadores y pesos
de piedra (Bird et al. 1985).

posible carácter público monumental debió estar


estrechamente ligada a la presencia de un asenta-
miento de tipo aldeano. En esta dirección, se
puede apuntar la consistente acumulación de de-
sechos del consumo de alimentos proveniente de
contextos aparentemente “domésticos” y, sobre
Fig. 27. Textiles de Huaca Prieta (Bird et al. 1985).
todo, la recurrente y estrecha asociación que re-
vela la arquitectura pública con los diferentes
asentamientos aldeanos del período estudiados en
grandes muros de contención de Huaca Prieta distintas regiones de la costa peruana.
constituían plataformas de alguna forma de arqui- Otro posible asentamiento de carácter al-
tectura monumental; donde los textiles decorados deano se registró en el sitio de Huaca Negra, o
y otras extraordinarias evidencias corresponderían Huaca Prieta de Guañape, ubicado en una zona
a ofrendas de carácter ritual. Para sustentar esta del litoral adecuada para la pesca y en un área de
propuesta, se basa tanto en la interpretación de las la desembocadura del valle de Virú, donde la hu-
asociaciones estratigráficas, como en establecer medad natural habría permitido desarrollar algún
una serie de analogías con otros hallazgos signifi- tipo de cultivo en hoyas sin necesidad de riego.
cativos en distintos conjuntos de arquitectura mo- En este caso, se registraron dentro de la misma
numental de los períodos tempranos. En este sen- zona tres montículos, bastante más bajos que
tido, se sostiene que las viviendas aparentemente Huaca Prieta pero igualmente amplios, con con-
no serían tales, si no mas bien “casas funerarias” chales y acumulación de desechos correspon-
algo más tardías y, por lo tanto, intrusivas a la ocu- dientes a una ocupación precerámica. En uno de
pación precerámica del montículo. los montículos excavado por Strong y Evans en
Evidentemente, mas allá de la discusión de si 1946 y luego por Bird, se hallaron restos de vi-
las estructuras semisubterráneas de Huaca Prieta viendas que habrían sido también de tipo semi-
constituyen o no viviendas, esta edificación de subterráneo. Los cuartos estaban en algunos casos
conectados entre sí, medían en promedio 3 x 4
Fig. 28. Mates labrados de Huaca Prieta (Bird et al. 1985). m. y fueron construidos con delgados muros de
contención hechos de barro y salitre. Esta dife-
rencia en la técnica constructiva con relación a
Huaca Prieta, se explicaría por la notable ausencia
de cantos rodados en los alrededores del sitio. No
se registraron aquí estructuras que pudieran in-
dicar la presencia de algún tipo de arquitectura
pública (Willey 1953: 38-42).
En el sitio de Alto Salaverry, localizado en el
extremo sur este del valle de Moche y a unos 3 km.
de Punta Salaverry y del mar, se registró un asen-
tamiento aldeano relativamente amplio, en el cual
54 JOSÉ CANZIANI

Fig. 30. Alto Salaverry. Plano


general del sitio (Pozorszki y
Pozorszki 1977).

se identificó claramente, además de las edificacio- que fue revestido con piedras y enlucido con mor-
nes de vivienda, a dos estructuras correspondien- tero fino al igual que los muros, muestra en el
tes a arquitectura pública (Pozorski y Pozorski centro una perforación revestida de piedras. En el
1977). Las unidades de vivienda se encuentran en lado sur de la estructura se desarrolló un segundo
suelos cubiertos por basurales, son de planta irre- muro de contención con trazo circular y concén-
gular y están compuestas por uno o más cuartos trico que exhibía también una pequeña escalinata.
semienterrados dentro de los cuales se dispusieron Este pozo circular sería el primer antecedente
algunos fogones. Existe una primera estructura de una forma arquitectónica que maduraría du-
(E) que se diferencia drásticamente de las anterio- rante este tiempo, para luego alcanzar una gran re-
res y que se caracteriza por presentar plataformas, levancia al ser incorporada al diseño espacial de
amplios recintos y cuartos, dispuestos en el marco importantes complejos ceremoniales del período
de un trazo rectilíneo con un ordenamiento cuasi
ortogonal. La forma de esta estructura y sus carac- Fig. 31. Alto Salaverry. Plano de la estructura “E” (Pozorszki y Po-
terísticas constructivas, sugieren alguna función zorszki 1977).
de carácter público -quizás relacionada con activi-
dades de tipo comunal- lo que no se contradice
con el hallazgo de desechos en algunos de los cuar-
4
tos y plataformas de dicha edificación.
Una segunda evidencia de arquitectura pú-
blica en Alto Salaverry, se encuentra relativa-
mente aislada con relación al grueso del asenta-
miento y corresponde a un pozo circular de 9 m.
de diámetro y 1.80 m. de profundidad. Esta es-
tructura está conformada por un muro de conten-
ción construido con piedras irregulares, dis-
puestas con la cara plana hacia el paramento, y
presenta dos escalinatas contrapuestas. El piso,

4. Algunos investigadores que limitan su comprensión de la arquitectura pública, definiéndola simplemente por negación
-es decir como toda aquella que no es doméstica- entran en serias dudas y cuestionamientos cuando en una estructura de apa-
rentemente carácter público, encuentran contextos de basura o asociación con la preparación de alimentos (mal entendidos
como atributo universal de lo “doméstico”). Esta visión esquemática y reduccionista no permite percibir que en una serie de es-
tructuras públicas es común y corriente la preparación, consumo u ofrenda de alimentos, sin responder por esto a función do-
méstica alguna.
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Formativo, tal como se puede apreciar en sitios de


primer nivel de esta época posterior como Las
Aldas, Chavín de Huantar, Kunturwasi, así tam-
bién su especial raigambre en muchos sitios del va-
lle del Santa, como veremos en el siguiente capítu-
lo. Lo interesante del caso es que para esta especial
forma arquitectónica se ha sugerido no solamente
una función ceremonial, sino un posible uso as-
tronómico de la misma, lo que haría que este tipo
de estructura asuma la condición de instrumento
de producción, ya que su propia forma estaría di-
señada para instrumentar como herramienta en el
5
desarrollo de esta función especializada.
Pozos ceremoniales también han sido docu-
mentados en Las Salinas de Chao, un sitio locali-
zado al sur oeste del valle bajo de Chao y al pie del
Fig. 32. Alto Salaverry. Plano del pozo circular hundido (Pozorszki flanco norte del cerro Coscomba. El asenta-
y Pozorszki 1977). miento se ubica en una zona desértica asociada a
una antigua playa fósil,6 cuya presencia durante la
ocupación del sitio explicaría su relación con la

Fig. 33. Foto aérea oblicua de las


Salinas de Chao con evidencias
de la playa Fósil (SAN en Kosok
1965: fig. 5).

5. Los pozos circulares más elaborados presentan un sofisticado diseño en sus escalinatas contrapuestas, observándose que
el trazo de los escalones corresponden a segmentos de arco delineados desde el centro del círculo, mientras que las alfardas (?) que
limitan lateralmente las escalinatas lo son por radios que se proyectan desde este mismo centro. Las escalinatas contrapuestas
forman un eje, el que usualmente estará alineado con el del complejo ceremonial en el cual está inscrito. Se ha sugerido la hipó-
tesis de que esta forma habría servido para la observación y registro del movimiento de los astros celestes (Lumbreras com. pers.).
Colocando una estela u otro elemento vertical se podría haber registrado la cambiante orientación de la sombra proyectada por el
sol naciente a lo largo del año y la posición de sus correspondientes solsticios; o registrar desde el punto de observación central la
posición de salida u ocaso de ciertos astros con relación al muro circular. De esta forma, el pozo circular habría sido un instru-
mento fundamental para generar un calendario dirigido a la predicción de los cambios climáticos, aspecto este de primera im-
portancia para el desarrollo de las actividades productivas y, en primer lugar, de aquellas relacionadas con la agricultura.
6. La impronta de la playa fósil en lo que hoy es la Pampa de Las Salinas de Chao, constituye un espectacular testimonio de
los drásticos eventos de levantamiento tectónico acontecidos en el litoral. La prospección arqueológica de la zona ha permitido
establecer que el patrón de ocupación, con asentamientos alineados sobre el antiguo acantilado generado por la erosión del mar,
respondió a la extracción de recursos marinos en el paisaje de la antigua bahía, hasta que ésta se desecó provocando el abandono
de los sitios (Alva 1986:49-50).
56 JOSÉ CANZIANI

Fig. 34. Salinas de Chao. Plano general del sitio (Alva 1986).

explotación de los recursos marinos allí presentes. rales definiendo atrios u otros espacios arquitec-
Pero en el caso de Las Salinas de Chao, los pozos tónicos con planta en forma de “U”; así como el
circulares no aparecen aislados en el asentamiento desarrollo de escalinatas empotradas, organizadas
sino asociados a una serie de templetes y a una a lo largo de los ejes de simetría de estas edifica-
densa trama de estructuras de aparente carácter ciones; la incorporación de plazas rectangulares
habitacional (Alva 1986). enmarcadas por un poyo perimetral que propor-
En este sitio, que posiblemente corresponda a cionan la sensación de que estas sean hundidas,
las etapas finales del Precerámico, se presenta un como se aprecia en la unidad “B”, o de los propios
avance significativo en cuanto se refiere al planea- pozos circulares, tal como se observa en la unidad
miento de la arquitectura pública. Este es el caso “A”, donde el pozo se ubica frente al templete
de los templetes, construidos mediante terrazas pero ligeramente desalineado con el eje central de
ascendentes y adosadas a la ladera del cerro, que este. Este pozo adicionalmente presenta dos
presentan algunas plataformas con brazos late- muros de trazo circular, concéntricos a la estruc-

Fig. 35. Salinas de Chao. Re-


construcción isométrica de los
complejos B y C (Alva 1986).
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Fig. 36. Salinas de Chao. Re-


construcción isométrica del
complejo A (Alva 1986).

tura, que le confieren un aspecto sobreelevado la influencia y difusión de ciertos rasgos propios
(Alva 1986: 56-62). de la arquitectura pública alto andina, conocida
Más al sur en la región de Casma y Huarmey, como Tradición Mito (Lanning 1967, Fung
tendríamos algunos importantes sitios del pe- 1988).
ríodo Precerámico representados por Las Aldas Los Gavilanes, constituye un sitio excep-
(Casma), Culebras y Los Gavilanes (Huarmey). cional pues no corresponde a un asentamiento de
En el caso de Las Aldas, existen evidencias de una tipo aldeano, si no mas bien a un sistema aparen-
consistente ocupación precerámica del sitio, pero temente destinado al almacenamiento y conser-
no está del todo clara su correlación con la arqui- vación de las cosechas de maíz, por parte de los
tectura ceremonial, que correspondería mayor- pobladores del valle bajo de Huarmey durante el
mente al período Formativo (Fung 1988: 88-89). Precerámico Tardío. Según Bonavia (1982), en el
En todo caso, no es de descartar que en asociación sitio se registraron por lo menos 47 hoyos directa-
con la ocupación precerámica ya haya existido un mente cavados en la arena. Estos hoyos de forma
antecedente de la arquitectura pública desarro- irregular y de sección troncocónica, que pre-
llada posteriormente. sentan variaciones en sus dimensiones y alcanzan
En el sitio de Culebras, que está localizado al una profundidad de hasta 1.75 m. estaban reves-
sur y en la parte baja del valle del mismo nombre, tidos con piedras irregulares colocadas en seco.
sobre las laderas y cima de un cerro que domina el Los restos botánicos recuperados, permiten in-
litoral, se identificó un extenso asentamiento al- ferir que se transportó desde los campos las
deano que habría integrado una importante ex- plantas enteras, mientras que en el sitio probable-
presión de arquitectura monumental. En este caso mente las mazorcas fueron separadas de las
se registró el desarrollo de amplias plataformas plantas para su almacenamiento en los hoyos, uti-
con muros de contención de piedra decorados con lizándose las hojas del maíz para revestir las pa-
nichos rectangulares, a las cuales se accedía por redes de los depósitos y cubrir los granos almace-
medio de una escalinata de proporciones monu- nados antes de sellar el hoyo cubriéndolo con
mentales orientada hacia el norte. Las plataformas arena. Se supone que este sistema de depósito
mostraban esquinas redondeadas y sobre ellas permitió almacenar las cosechas de maíz conser-
existían cuartos o cámaras de planta cuadrangular vándolas protegidas de la acción de insectos, roe-
que presentaban ductos revestidos de piedra bajo dores y otras plagas.
sus pisos. Algunos de estos rasgos, tales como las El sitio está ubicado en una posición estraté-
plataformas escalonadas y la escalinata central son gica, en un lugar desértico a poco más de 2 km. al
de clara filiación costeña; mientras tanto otros norte del valle y relativamente protegido de la ac-
como los nichos y los ductos subterráneos e inclu- ción del viento. Es interesante notar que alre-
sive, las esquinas redondeadas, pueden remitirse a dedor de los hoyos se halló una cantidad conside-
58 JOSÉ CANZIANI

rable de estiércol de llama, lo que da cuenta del montículos, Huaca de Los Idolos y Huaca de Los
uso temprano de estos camélidos y el importante Sacrificios, fueron objeto de excavaciones reve-
rol que desempeño, ya desde estos tiempos, el lando su particular naturaleza constructiva
manejo de caravanas de llamas en el transporte de (Feldman 1980, 1985).
una serie de recursos, ampliando considerable-
mente el radio de acción de las comunidades con
relación a su espacio territorial.
Es importante destacar que en el sitio de Los
Gavilanes no está ausente la arquitectura pública.
En este caso, se trata de un pequeño edificio loca-
lizado en la parte alta de una de las colinas al su-
reste del sitio, donde se construyó una plataforma
sobre la roca madre con un recinto de unos 4.5 m.
de lado, en cuyo piso se dispuso de un fogón posi-
blemente asociado a alguna actividad ritual. La
presencia de huellas y restos de postes permite in-
ferir que pudo estar techada. Es de destacar por su
especial significación, que en la construcción de
la plataforma se empleara un particular sistema de
construcción mediante bolsas de relleno tejidas
con fibra de junco y cargadas de piedras cono-
cidas como shicras (ibid: 60-66).
En el valle de Supe existen dos importantes si-
tios precerámicos. Uno de ellos es el de Aspero,
que ha sido objeto de estudios a lo largo de varias
Fig. 38. Aspero. Plano general del sitio (Feldman 1980: fig. 9).
décadas, mientras que en Caral (conocido ante-
riormente como Chupacigarro), a los exámenes
de superficie desarrollados anteriormente le han En efecto, en estos montículos se registró una
seguido recientemente una serie de excavaciones secuencia de remodelaciones en las cuales los
arqueológicas que documentan a nivel preliminar cuartos y recintos construidos sobre las plata-
datos de gran trascendencia. formas de las fases más tempranas fueron sucesi-
El complejo de Aspero se ubica también en vamente rellenados, obteniéndose así plataformas
proximidad del océano en la margen norte del más elevadas donde se construyeron nuevas edifi-
valle bajo de Supe y en proximidad de la bahía de caciones. En el caso de Huaca de Los Idolos, un
Supe Puerto. Se trata de un sitio bastante extenso montículo con una base de 30 por 50 m, el
en el que destaca la presencia de por lo menos 7 examen de uno de estos niveles, permite apreciar
montículos monumentales, además de otros la organización arquitectónica de los recintos
montículos menores y evidencias de una densa construidos sobre una plataforma de volumen
ocupación habitacional. Dos de los principales troncopiramidal. En el frente principal del mon-

Fig. 37. Foto aérea oblicua del


litoral y valle bajo de Supe. Al
extremo derecho se aprecia la
ubicación del sitio precerámico
de Aspero (SAN en Burger
1995: fig. 5).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 59

Fig. 40. Aspero. Corte con evidencias de una secuencia de superpo-


siciones en la cámara central del Huaca de los Ídolos (Feldman
1980).
Fig. 39. Aspero. Reconstrucción hipotética de Huaca de los Ídolos
(redibujada de Feldman 1980 por Canziani). paramento del muro que daba hacia el acceso a la
cámara presentaba un friso obtenido mediante
tículo, orientado hacia el Este, posiblemente se bandas horizontales en relieve. Este recinto en su
desarrollaba una amplia escalinata que permitía momento también fue rellenado y sellado bajo 5
ascender al nivel superior de la plataforma, donde pisos, aparentemente para construir nuevamente
se encontraba un gran acceso que daba a un gran estructuras algo similares a la anterior (Feldman
recinto rectangular (16 x 11 m.), desde el cual se 1980: figs. 20 y 21). Es de notar que en la capa in-
accedía lateralmente y mediante una serie de pa- ferior de los rellenos se utilizó la modalidad de las
sajes a algunos recintos laterales y a lo que se su- bolsas de junco rellenas con piedras, observándose
pone constituía una cámara principal (5.1 x 4.4 la particularidad de que estas fueron dispuestas en
m.) dispuesta en una posición central. la capa inferior del relleno –lo que denotaría que
Es importante destacar que esta cámara central con este procedimiento se dio inició al relleno del
presentaba un único vano de acceso y que sus pa- recinto- cubriéndolas luego con una capa de ripio
ramentos interiores lucían nichos, lo que unido a y piedras pequeñas, para finalmente definir una
otros rasgos permite suponer ciertas vinculaciones capa de piso.
con la tradición Mito. Adicionalmente la cámara Remarcando la especial importancia ritual de
estaba dividida por un muro bajo y delgado con esta estructura central -que se manifiesta clara-
un angosto vano al centro que presentaba un esca- mente en su ubicación espacial y tratamiento ar-
lonamiento en su parte superior, mientras que el quitectónico- dentro del mismo recinto se ha-

Fig. 41. Aspero. Ofrendas de


figurinas de barro no cocido y
plato tallado de madera (Feld-
man 1980).
60 JOSÉ CANZIANI

llaron más de una docena de figurinas rotas lle medio. Las recientes investigaciones desarrolla-
hechas de barro blanco no cocido. De la misma das en el sitio dan cuenta de la existencia de unos
manera, asociados a rellenos y bajo los pisos se ha- 32 conjuntos arquitectónicos, identificándose 6
llaron, en aparente calidad de ofrendas, conchas edificaciones piramidales de carácter monumen-
de abanico, textiles, ornamentos plumarios, una tal (Shady 1997).
fuente de madera tallada parcialmente quemada y En el sitio sobresalen dos edificaciones monu-
un gran número de palillos tallados, además de mentales con montículos piramidales que inte-
semillas de algodón y hojas de achira. gran grandes patios circulares hundidos; una al
Bajo uno de los pisos de Huaca de Los Sacrifi- norte denominada “Templo Mayor” y otra al sur
cios se hallaron dos enterramientos, el primero co- denominada “Templo del Anfiteatro”. La desta-
rrespondía al de un adulto que no poseía ofrenda cada presencia de estas dos edificaciones en
alguna, mas allá del envoltorio de tejido de algo- ambos extremos del sitio podría responder a una
dón y estera. Mientras que el segundo correspon- organización dual del asentamiento, mas si se
día a un neonato con la cabeza adornada con más considera que comparten explícitamente algunos
de 500 cuentas de concha y envuelto en un fardo atributos formales, cual es el caso de los patios cir-
con dos textiles que presentaban bandas de color, culares que, coincidentemente, se presentan en
finalmente sobre el enterramiento fue depositado posición contrapuesta al igual que la dirección de
un mortero de piedra de cuatro patas colocado sus ejes de orientación.
boca abajo (ibid: 81). Estos hallazgos estarían re- El “Templo del Anfiteatro”, se ubica en el ex-
velando ciertas diferencias de status entre los tremo sur del complejo y presenta un imponente
miembros de la comunidad. De otro lado, la pre- patio circular hundido de 29 m. de diámetro in-
sencia de determinados bienes exóticos, cual es el terior, con escalinatas contrapuestas alineadas
caso de conchas de mullu (Spondylus), plumas de con el eje de la edificación. El patio circular pre-
color y cuentas de piedra, estarían indicando no senta plataformas escalonadas y banquetas con-
solamente el intercambio a distancia, si no tam- céntricas, cuyos muros de piedra muestran evi-
bién la demanda de bienes de carácter suntuario dencias de enlucidos de barro pintados de blanco
destinados a los rituales o que también podrían y amarillo. Esta estructura circular se conecta
haber simbolizado elementos de prestigio entre hacia el noreste con una plataforma alargada, que
los personajes de status más elevado. aparentemente servía de acceso al templo, mien-
Otro importante sitio en el valle de Supe es tras que se integra hacia el suroeste con un mon-
Caral, anteriormente conocido como Chupaciga- tículo piramidal enmarcado dentro de un gran re-
rro (Kosok 1965, Williams 1981, 1985). Este cinto rectangular. La construcción piramidal
complejo se localiza en la margen izquierda del va- presenta un espacio central, a modo de atrio flan-
lle a unos 25 km. del litoral y está emplazado sobre queado por dos recintos laterales, que da acceso a
una terraza desértica desde la que se domina el va- otro recinto en cuyo centro se halló un fogón ce-

Fig. 42. Caral. Foto aérea del sitio (SAN).


3. EL GERMEN DE LO URBANO 61

Fig. 43. Caral. Plano general


del sitio (Shady).

remonial cerca del cual se encontraba una ta y una escalinata conecta los distintos niveles de
huanca.7 Siguiendo el eje del templo se encuen- las plataformas del montículo. Aquí también se
tran dos escalinatas que conducen a las plata- reportó la presencia de una gran huanca de 1.7 m.
formas más elevadas del montículo donde se de alto en el atrio de la edificación, lo que permite
aprecian restos de algunos recintos distribuidos advertir el uso recurrente de estas en cuanto ele-
simétricamente. En diferentes sectores de esta mento central de los recintos más importantes de
edificación se pudieron observar superposiciones estas construcciones ceremoniales (ibid: 54-55).
arquitectónicas, que en algunos casos implicaron Tanto al este como al oeste de extenso espacio
hasta cinco eventos de enterramiento y construc- existente entre los dos montículos con patios cir-
ción (ibid: 27-33). culares hundidos, se observa la presencia de por lo
En la esquina noreste del recinto que enmarca menos 4 montículos de regular tamaño. Estos se
el montículo, se excavó una pequeña estructura diferencian de los anteriores porque asumen una
que presentaba un diseño arquitectónico singular planta cuadrangular y un volumen de forma mar-
(ibid: 33). Se trata de un recinto cuadrangular cadamente piramidal. Dado que no se reportan
que encierra un muro circular al centro del cual se aun excavaciones en estos montículos, no es po-
registró un fogón ceremonial con dos ductos sub- sible conocer si estas diferencias responden a as-
terráneos de ventilación, lo que evidencia rela- pectos de carácter funcional o mas bien de índole
ciones con la arquitectura de la tradición Mito temporal.
que examinaremos más adelante. Si bien se reporta la presencia de diversos sec-
En el sector al norte del complejo se encuentra tores residenciales (ibid: 41) la información pro-
el denominado “Templo Mayor”. Se trata tam- porcionada por la propia investigadora permite
bién aquí de una estructura circular con un patio discutir la atribución de un carácter habitacional
hundido de menor tamaño (19 m. de diámetro del sector “A” excavado. Este es el caso, cuando se
interior) adosado en este caso al sur de un mon- señala que los recintos de este sector no habrían
tículo alargado y de mayor tamaño, que presenta sido ajenos a la tradición de “enterramiento ri-
en la parte superior un atrio con planta en “U”. Al tual”, al apreciarse sucesivos rellenos y remodela-
igual que en el montículo anterior, el patio circu- ciones asociadas a la icineración o disposición de
lar presenta un sistema de escalinatas contrapues- ofrendas, lo cual incluye la presencia dentro de

7. Luego de que el sitio fuera identificado mediante el examen de las aerofotografías de la época, en la que llamaron la
atención las singulares estructuras con pozos circulares, Kosok realizó una breve visita al lugar a fines de los años ’40. Entre
otros detalles observó la existencia de un gran monolito o huanca, pero señala que este elemento estaba ubicado cerca del centro
del patio circular del montículo sur (Templo del Anfiteatro) del complejo (Kosok 1965: 221).
62 JOSÉ CANZIANI

Fig. 44. Caral. Reconstrucción


del “Templo del Anfiteatro” en
base a una foto aérea oblicua
(El Comercio).

los rellenos de las fases tardías de bolsas de relleno curvadas; la aplicación de decoración mural y de
o shicras. Otros datos relevantes serían la pre- pintura en los paramentos y pisos; así como la
sencia en el centro de los recintos de fogones ri- presencia de pequeñas plataformas de aparente
tuales, además de otros rasgos, entre los cuales se carácter ritual cuyos rellenos están constituidos
menciona la presencia de recintos con esquinas por shicras. Evidentemente muchas de las eviden-
cias señaladas estarían apuntando hacia una fun-
ción distinta a la residencial, lo que amerita una
Fig. 45. Caral. Plano del “Templo del Anfiteatro” (Shady). investigación más exhaustiva, ya que la sola di-
mensión reducida de los recintos no es elemento
suficiente para calificar a estas estructuras como

Fig. 46. Caral. Conjunto de flautas hechas con huesos de pelícano


con decoraciones incisas (Shady).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 63

mismo señala, no está basada en excavaciones es-


tratigráficas si no en apreciaciones formales. En
cuanto a la forma de construcción, aquí también
se reporta el empleo de las bolsas de relleno o shi-
cras (Feldman 1980: 98-107, fig. 28; 1985: 84).
Mas al sur, ingresando ya a la Costa Central,
existen también aldeas asociadas con arquitectura
pública. Este es el caso de Bandurria en el valle de
Huaura, donde el área habitacional se encuentra a
unos 250 m. del montículo ceremonial que se lo-
caliza en proximidad del litoral. Sobre el mon-
tículo se halló una huanca (Williams 1981:
383-384), así mismo se halló en el sitio una figu-
rina antropomorfa de barro no cocido (Fung
1988: fig. 3.2). Al norte del valle de Chancay se
encuentra el sitio de Río Seco, que presenta cinco
o seis montículos piramidales, dos de los cuales
tienen unos 10 a 15 m. de diámetro y unos 3 m.
de altura. Parece que aquí, al igual que en los si-
tios de Supe, se presentan plataformas con re-
cintos interconectados con una cámara central,
que también estarían sujetos a una secuencia de
Fig. 47. Caral. Bolsas de relleno o Schicras utilizadas en la renova-
ción de la arquitectura (Shady).
eventos de relleno y superposición arquitectó-
nica. En este caso, los montículos estarían inte-
grados a las zonas de ocupación habitacional
“habitaciones”, mas aun cuando se advierte que (Lanning 1967: 70-71, Fung 1988: 77-79).
los eventos de relleno están asociados a la disposi- En la comarca de Lima se encuentra un sitio
ción de alimentos en calidad de ofrendas, por lo que por su importancia y extensión es de obligada
que tampoco se podría interpretar estas eviden- referencia para el período. Se trata de El Paraíso,
cias como “domésticas”. un amplio complejo que se encuentra en la
Las investigaciones preliminares desarrolladas margen izquierda del valle bajo del Chillón, y en
en Caral, al igual que en otros sitios correspon- proximidad de la desembocadura del mismo a 4.5
dientes al Arcaico o Precerámico Tardío, plan- km. del mar, es decir, en una posición estratégica
tean nuevas y extraordinarias evidencias acerca de que habría permitido a su población tanto el de-
la temprana manifestación de un incipiente urba- sarrollo de actividades agrícolas en una amplia
nismo en la Costa de los Andes Centrales, espe- zona humedecida por las crecientes del río, como
cialmente en la región Norte y Nor Central. Sin también la explotación de los recursos asociados
embargo, opinamos que es inapropiado utilizar el con el vecino litoral marítimo.
término “ciudad” para denominar este tipo de si- El complejo presenta una serie de montículos,
tios, ya que los asentamientos urbanos que cali- los mayores de los cuales configuran una disposi-
fican como tales reúnen otro tipo de caracterís- ción de planta en “U”: Esta conformación en “U”
ticas que aquí obviamente aun no están presentes. –de la que El Paraíso sería el antecedente más
Pero sobre esta problemática discutiremos mas temprano en la Costa Central– es aún algo irre-
adelante, al finalizar este capítulo. gular, en parte quizás por el amoldamiento del
Otro importante sitio en el valle de Supe es sitio al relieve de los cerros, a partir de cuyas estri-
Piedra Parada. Williams (1981: 406-407), des- baciones se proyectan hacia el noreste los dos
cribe su arquitectura pública como un complejo grandes brazos laterales. De esta manera, el lado
con recintos rectangulares con subdivisiones, al norte del complejo queda abierto hacia el valle,
cual se adosa la estructura de un pozo circular sin mientras que hacia el sur se encuentran al pie de
mayor integración con la edificación principal. Es los cerros los montículos de los templos que de-
sobre la base de estas características estilísticas, bieron desempeñar un rol central dentro de esta
que el mismo autor propone a Piedra Parada forma de planeamiento.
como uno de los sitios tempranos dentro de una Los dos grandes brazos encierran una enorme
secuencia de evolución hipotética que, como él plaza rectangular que habría alcanzado una ex-
64 JOSÉ CANZIANI

Fig. 48. Paraíso. Foto aérea del


complejo en “U” de El Paraíso
(SAN). El volumen del templo
se aprecia en el borde inferior
de la foto. Se ha destacado el
contorno de los edificios prin-
cipales y las plazas.

tensión de más de 500 m. en su eje noreste – su- puede suponer que la ubicación de este templo,
roeste y unos 170 m. de ancho. Estos montículos algo desplazada con relación a la del conjunto de-
podrían estar entre las edificaciones más extensas finido por los grandes brazos en “U”, podría
del período, en especial el brazo el derecho que haber correspondido a la organización de un con-
mide más de 500 m. de largo por unos 150 m. en junto menor conformado por una plaza, cuyos
su parte más ancha, aunque la altura sea tan sólo trazos todavía se perciben, y cuyo eje en este caso
de unos 3 m. Sobre la superficie de estos se en- si coincidiría con el del templo. Si la organización
cuentran evidencias de una densa trama de es- espacial de este sector fue más temprana o en todo
tructuras que pudieron corresponder a habita- caso contemporánea con la del resto del con-
ciones, pero dado que no han sido excavadas no
sería de descartar que pudieran cubrir otras fun- Fig. 49. Paraíso. Plano del edificio excavado y restaurado por Engel
ciones asociadas con las actividades desarrolladas (Engel)

en los templos (Lanning 1967: 70-71).


En el interior del complejo en “U”, es decir en
el lado cerrado de la plaza, se encuentra un mon-
tículo cuadrangular de unos 60 m. de lado, ligera-
mente desplazado hacia el este con relación al eje
de la plaza. Si bien no ha sido excavada, esta edifi-
cación revela la presencia de recintos definidos
por muros. Rasgos similares se apreciaban super-
ficialmente en el montículo que se emplaza en el
extremo suroeste del complejo y al interior de una
quebrada lateral al valle, antes de que este fuera
objeto de excavaciones y de una restauración por
parte de Engel (1967). Observando con deteni-
miento las antiguas aerofotografías de 1944, se
3. EL GERMEN DE LO URBANO 65

junto, es una cuestión que el desarrollo de excava- Un nuevo sitio que corresponde a estos
ciones en los distintos componentes del sitio de- mismo rasgos, denominado La Esmeralda, ha
bería de responder. sido recientemente identificado en los niveles in-
En cuanto al templo excavado por Engel feriores y por debajo de la ocupación Nasca del
(op.cit.), este presenta plataformas escalonadas sitio de Cahuachi, en el valle de Nazca. En este
con muros construidos con bloques de piedras caso, el área excavada expuso estructuras de vi-
asentadas con barro, disponiendo las caras planas viendas hechas con postes y una suerte de
hacia el paramento, con rastros de haber sido en- quincha, asociadas con restos de calabaza, pa-
lucidos. Aquí también se hallaron evidencias de llares, cuy (Cavia porcellus) y conchas de abanico
recintos rellenados con bolsas de piedra y que sir- (Argopecten purpuratus), así como una notable co-
vieron como plataformas de base para erigir los lección de cuchillos y puntas de obsidiana. Estos
recintos de las fases sucesivas, en una secuencia de hallazgos parecen sugerir un modo de vida en el
5 o 6 superposiciones arquitectónicas que no han que se combinaba la pesca y recolección en el li-
sido bien definidas, ya que la excavación se con- toral, con una horticultura en las zonas inunda-
centró en la última fase. El cuerpo central de la bles de los valles, y con la persistencia de la caza,
edificación, presenta dos gruesos muros que se sugerido por la consistente presencia de las
proyectan hacia el noroeste, encerrando una puntas de proyectil (Isla 1990).
suerte de atrio en forma de “U”, con al centro una Lannig (op.cit.), al observar las claras diferen-
escalinata que permite ascender a un gran vano cias existentes entre estos sitios y los ubicados en
que da acceso a una cámara central de forma cua- la costa Central y Norte, planteó la sugerente hi-
drangular de unos 12 m. de lado. Este recinto pótesis de que en la Costa Sur habría persistido
presenta ciertos rasgos relacionados con la tradi- por mucho mayor tiempo un modo de vida
ción Mito, ya que al centro se halla una depresión propio de cazadores recolectores, lo que no ex-
cuadrangular, pero en este caso con la particula- cluiría el limitado cultivo de algunas plantas. En
ridad de que sobre cada una de sus cuatros es- esta óptica, muchos de los sitios mas que asenta-
quinas presenta lo que parecen ser fogones de sec- mientos permanentes serían campamentos esta-
ción cónica. Esta cámara central se encontraba cionales, de gentes que se estarían movilizando
interconectada por medio de corredores a una desde los pisos altoandinos asociados con la caza y
serie de recintos, a los cuales también se accedía la provisión de la obsidiana, hasta el litoral y los
desde distintos frentes de la edificación por valles de la Costa Sur, donde las lomas también
medio de algunas escalinatas auxiliares, que tam- podrían haber sido frecuentadas y alojado campa-
bién evidencian remodelaciones aparentemente mentos invernales. En todo caso, resulta sintomá-
asociadas con las distintas fases del edificio. tico que en ninguno de los casos documentados
en esta región tengamos noticia de la existencia de
arquitectura pública, por lo menos en cuanto se
Otros sitios de la Costa Sur refiere a aquella de carácter monumental

En la Costa Sur Central, se han reportado algu-


nos sitios correspondientes mayormente a asenta- La Tradición Mito
mientos con estructuras habitacionales y cemen-
terios. Este es el caso del sitio de Asia, una aldea Al igual que los hallazgos de Junius Bird en el sitio
ubicada en el valle bajo de Asia. Mientras que en de Huaca Prieta abrieron un panorama inédito
la Costa Sur, sitios como Otuma, al sur de la pe- acerca de la complejidad que encerraba el período
nínsula de Paracas, Casavilca y San Nicolás pró- Precerámico, a mediados de los años 40, el descu-
ximos a las desembocaduras de los ríos Ica y Naz- brimiento de sitios precerámicos en la vertiente
ca, respectivamente, se caracterizan por presentar oriental de los Andes por parte de la Misión de la
pequeños montículos de conchales, donde ade- Universidad de Tokio, a inicios de los 60, abrió
más de algunos fragmentos de textiles de algodón un nuevo e importante capitulo en el conoci-
y redes, así como del consumo de algunos frutos y miento del período y el temprano surgimiento de
plantas, se encuentra una notoria abundancia de la arquitectura pública en esta región.
puntas de proyectil hechas de obsidiana, que por En efecto, en las excavaciones desarrolladas en
lo que se sabe provienen de canteras ubicadas en los sitios de Kotosh, Wayrajirca y Shillacoto, lo-
la serranía de Huancavelica y Ayacucho (Lanning calizados en el Alto Huallaga, se documentó por
1967: 72-73). primera vez la presencia de edificaciones que pre-
66 JOSÉ CANZIANI

Fig. 51 – Kotosh. Plano general del sitio (Izumi y Terada?).

tios como La Galgada, Huaricoto y Piruru, han


extendido el ámbito regional donde pudo desa-
rrollarse y madurar este particular tipo de arqui-
tectura. De otro lado, las investigaciones desarro-
llados en la Costa Nor Central y Norte permiten,
como hemos ya visto, examinar la difusión de esta
tradición en estas regiones y la incorporación de
algunos de sus rasgos en la arquitectura monu-
mental costeña.
De los sitios excavados en el Alto Huallaga, a
Fig. 50. Principales sitios Precerámicos de la Sierra afiliados a la tra-
dición Mito (Reelaborado de Bonnier por Canziani). unos 2,000 m.s.n.m., destaca la ocupación prece-
rámica de Kotosh y, en particular, las edifica-
ciones correspondientes a las fases tempranas del
sentaban un elaborado diseño arquitectónico y período denominado “Mito”. En el sitio destacan
una serie de rasgos relevantes que se replicaban en dos grandes montículos, localizados uno al norte
los edificios de las distintas fases, formando parte y el otro al sur, planteando una versión temprana
estos de una compleja secuencia de superposi- de la organización del espacio ritual en los com-
ciones. Es sobre la base de las peculiares caracte- plejos ceremoniales. Los montículos están con-
rísticas que presenta esta arquitectura pública de formados por un conjunto de recintos cuadran-
aparente carácter ceremonial, que se definió lo gulares edificados sobre plataformas Las cámaras
que se conoce como “Tradición Mito”. Posterior- ceremoniales de 6 a 7 m. de lado se caracterizan
mente, otras investigaciones desarrolladas en si- por presentar los siguientes rasgos principales: un

Fig. 52 – Kotosh. Reconstruc-


ción hipotética de la superposi-
ción de estructuras: el “Templo
de los Nichitos” y el “Templo
de la Manos Cruzadas” (Onu-
ki?).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 67

único acceso; un piso a dos niveles conformado Este es precisamente el caso de dos de las prin-
por una banqueta perimetral que se interrumpe cipales edificaciones expuestas por las excava-
frente al acceso y enmarca el espacio cuadrangular ciones en Kotosh, denominadas el “Templo de
con el piso más bajo; al centro de este espacio de Los Nichitos” y el “Templo de las Manos Cru-
menor nivel, se presenta un fogón ventilado por zadas”. La más tardía de estas edificaciones es el
uno o más ductos subterráneos conectados con el “Templo de Los Nichitos” (ER-11), que mide in-
exterior; los paramentos interiores e inclusive el teriormente unos 7.5 m. de lado, y presentaba en
frente de las banquetas presentan nichos de dife- la grada del desnivel entre los dos pisos una serie
rente forma y tamaño; los paramentos pueden ser de pequeños nichos, que debieron sumar 23 en
decorados con cenefas horizontales e inclusive total. En el paramento interior del muro parcial-
elementos escultóricos de barro, como las céle- mente conservado, se pudo reconstruir la pre-
bres “manos cruzadas”; finalmente, un rebajo del sencia de grandes nichos que se desarrollaban
lado interior de la cabecera de los muros, revela desde la base del muro, mientras que otros nichos
que estos recintos estuvieron techados con una más pequeños se ubicaban sobre una cenefa hori-
cobertura soportada por vigas. zontal a 1 m. de altura del piso. El fogón central
Otro de los aspectos relevantes de esta tradi- tenía un diámetro de 40 cm. y una profundidad
ción arquitectónica, es que luego de un determi- de 60 cm. con la particularidad, en este caso, de
nado período de funcionamiento, estas edifica- contar con dos ductos de ventilación subterrá-
ciones fueron rellenadas y selladas, generando así neos, uno en el eje de la puerta –como es más fre-
nuevas y más elevadas plataformas, sobre las que cuente- y el otro en diagonal, pasando por debajo
se levantaron nuevas edificaciones, muchas veces de la esquina noreste del recinto.
directamente sobre el emplazamiento de las ante- El “Templo de Los Nichitos” fue construido
riores. De esta manera, se generó una secuencia luego de ser rellenada y sellada la estructura de un
de superposiciones arquitectónicas en la que los recinto más temprano denominado “Templo de
edificios más antiguos, que se encuentran en los Las Manos Cruzadas” (UR-22). Este recinto cua-
niveles inferiores, fueron en su momento ente- drangular de unos 6.5 m. de lado en el interior,
rrados por las edificaciones que se construían pos- presenta también un único acceso orientado
teriormente sobre estas. Este proceso de enterra- hacia el sur y los rasgos típicos de la arquitectura
miento, que fue denominado “enterramiento del del período Mito. En este caso, el enterramiento
templo”, se realizó cubriendo con arena los para- total de la estructura permitió su mejor conserva-
mentos de los recintos y sus elementos decora- ción, encontrándose los muros completos hasta
tivos, para luego rellenarlos con piedras y sellar fi- su cabecera a más de 2 m. de altura sobre el piso,
nalmente este relleno con un piso de nivelación lo que permitió reconstruir el sistema de cober-
de arcilla roja, sobre el que se edificaba el nuevo tura y conocer la extraordinaria decoración que
recinto, a partir de la construcción inicial del presentaban sus paramentos. En el interior del re-
fogón y de sus ductos de ventilación. (Matsuzawa cinto se presentan grandes nichos que llegan
1972: 176, Izumi y Terada 1972: 5). hasta el nivel del piso, mientras que otros más pe-

Fig. 53 – Kotosh. Reconstruc-


ción isométrica del templo de
las Manos Cruzadas, al que se
le superpone el de Los Nichitos
(derecha) (¿?).
68 JOSÉ CANZIANI

Fig. 54 – Kotosh. Foto de la cá-


mara con las manos cruzadas,
cenefas y nichos (¿?).

queños se disponen sobre una cenefa horizontal una serie de corredores y escalinatas. Cuando se
que sobresalía de 15 a 20 cm. Por debajo de dos procedía a la remodelación de los recintos, se ge-
de estos nichos pequeños, dispuestos simétrica- neraba un nuevo nivel en la correspondiente pla-
mente en el muro opuesto a la portada de acceso, taforma, lo que estaba acompañado de la cons-
se realizó el extraordinario hallazgo de dos pares trucción o adosamiento de nuevos muros de
de brazos entrecruzados en alto relieve que fueron contención y de remodelaciones en los pasajes y
modelados en barro. Los muros del recinto, he- escalinatas, por lo que las superposiciones arqui-
chos de piedra asentada con barro, tenían de 80 a tectónicas no se reducían a los recintos si no que
100 cm. de espesor, con la particularidad de en- comprometieron también a estos componentes.
grosarse hacia la cabecera de los muros, donde se Cuando el templo de “Los Nichitos” estuvo
generaba la grada interior para apoyo de la estruc- en actividad, se encontraba asociado a un recinto
tura de la cobertura. Los muros, tanto al interior complementario localizado al norte (ER-23), al
como al exterior, presentaban vestigios de haber cual se le superpuso en la misma ubicación una
sido enlucidos finamente con arcilla de color ma- remodelación (ER-19), que amplió las dimen-
rrón amarillento. siones del recinto anterior. Mientras tanto, du-
Es de destacar que tanto el Templo de Las rante la época de actividad del templo de “Las
Manos Cruzadas como el de Los Nichitos, em- Manos Cruzadas”, este estuvo asociado con dos
plazados sobre una plataforma de nivel medio, es- recintos (ER-27 o “Templo Blanco” y 28),
tuvieron asociados durante sus respectivas fases siempre localizados al norte y con los accesos
de actividad con otros recintos similares, que orientados en la misma dirección, y los que tam-
fueron construidos sobre una plataforma de nivel bién fueron objeto de remodelaciones con la su-
inferior con relación a aquella donde se erigieron perposición de nuevos recintos (ER-20 y 26 /
los recintos principales. Estos recintos, que po- 24). A este propósito, se ha observado que las re-
dría suponerse desempeñaron un papel comple- modelaciones y superposiciones que afectaron a
mentario, tuvieron la orientación de sus portadas los recintos principales ubicados en la plataforma
hacia el norte, es decir contrapuesta a las de los de nivel medio, no fueron necesariamente simul-
templos de mayor importancia, como fueron en táneas a las intervenciones que tenían lugar en los
su momento “Los Nichitos” y “Las Manos Cru- recintos de la plataforma inferior, por lo que
zadas”. En las distintas fases, la conexión entre pudo darse el caso de que algunos de estos pu-
estos recintos y sus respectivas plataformas en los dieron estar asociados durante un cierto período
niveles medio e inferior, se realizaba mediante de tiempo, primero al templo de “Las Manos
3. EL GERMEN DE LO URBANO 69

Cruzadas” y luego al de “Los Nichitos” (Bonnier de huesos de cuy y camélidos quemados, que
1997). fueron depositados en los nichos y pisos de los re-
Es importante señalar que bajo el templo de cintos, al igual que figurinas de barro represen-
“Las Manos Cruzadas” se identificó también la tando seres humanos, frutos o tubérculos y pe-
existencia de un recinto enterrado aun más an- queñas vasijas, asociados a los mismos contextos
tiguo que no fue excavado (Izumi y Terada 1972: arquitectónicos.
304). Por otra parte, en algunos niveles inferiores, La secuencia de remodelaciones, con sus co-
se identificaron estructuras más pequeñas, consis- rrespondientes superposiciones arquitectónicas,
tentes en pisos que presentaban el típico desnivel condujeron así a la conformación de dos mon-
cuadrangular con fogón central, pero en este caso tículos prominentes con plataformas escalonadas,
no estaban presentes muros que definieran el re- de modo que sus volúmenes debieron de consti-
cinto. Se supone que estas estructuras, por su ela- tuirse en importantes hitos visuales en el paisaje
boración más rudimentaria y ciertas analogías circundante y, en cuanto tales, en referentes de
con las evidencias tempranas de otros sitios que identificación y veneración para las comunidades
comparten la tradición Mito, pudieran repre- que participaban del culto.
sentar evidencias de las fases iniciales del período La evidente complejidad de la organización
Mito en el sitio de Kotosh (Fung 1988: 74, Bon- social y los niveles de inversión destinados a estas
nier 1997: 140-3). construcciones -que presuponen la necesaria dis-
Las periódicas remodelaciones y el conse- ponibilidad de excedentes- sugerirían una base
cuente enterramiento de las estructuras de ca- económica con cierto nivel de desarrollo de las ac-
rácter público, así como las propias características tividades agrícolas y ganaderas (Izumi y Terada
arquitectónicas de las edificaciones Mito de Ko- 1972: 306). Sin embargo, no se han hallado vesti-
tosh, la reiteración y persistencia a lo largo del gios de plantas, lo que puede ser explicado por la
tiempo de los cánones arquitectónicos estable- antigüedad del sitio y la relativa humedad que ca-
cidos; sugerirían la presencia de una sociedad con racteriza a la zona. De otro lado, el análisis de los
un nivel de organización relativamente complejo, restos faunísticos señalaría que además de cuy
donde debieron definirse determinados niveles (Cavia porcellus) posiblemente doméstico, el
de especialización. En este sentido, la configura- mayor porcentaje de estos corresponde a cérvidos
ción espacial de los recintos, la presencia central y, en menor grado, a camélidos no necesaria-
de los fogones con sus elaborados sistemas de ven- mente domésticos (posiblemente guanaco y vi-
tilación, así como el despliegue de nichos y de cuña), lo que en conjunto permite suponer que la
otros elementos decorativos al interior de estos, caza aun desempeñaba un rol importante (Wing
estarían expresando una función ceremonial res- 1972).
tringida a un reducido número de miembros de la La aparente ausencia de estructuras habitacio-
comunidad, para el aparente desarrollo de nales asociadas al período Mito en el sitio de Ko-
ofrendas y actividades rituales relacionadas con el tosh, no permite plantear claras inferencias en
fuego. Refuerzan esta interpretación los hallazgos cuanto al régimen de subsistencias de la pobla-

Fig. 55 – Kotosh. Corte estra-


tigráfico, en el que se aprecia
la superposición de estructu-
ras de las distintas fases (¿?).
70 JOSÉ CANZIANI

ción. En todo caso, debe de advertirse que los gones enmarcados por pisos a desnivel de forma
contextos de los hallazgos corresponden a plata- rectangular. Los pisos fueron hechos con arcilla
formas y recintos asociados con funciones de apa- roja y posteriormente enlucidos con una de color
rente carácter ceremonial, por lo que la evidencia amarillento. Fragmentos de arcilla con improntas
podría estar fuertemente condicionada por el tipo de cañas hallados sobre el piso sugieren que al-
de ofrendas y actividades rituales desarrolladas y gunos fogones pudieron haber estado enmar-
no necesariamente corresponder con el consumo cados por un cerco hecho de quincha. Asociados a
alimenticio habitual de estos recursos. De otro los pisos y fogones se hallaron huesos calcinados
lado, no se puede dejar de considerar la localiza- que pudieron ser de venado o camélido, lascas de
ción geográfica del sitio y el rol especial que pudo cuarzo y conchas de moluscos de la costa, los que
tener en cuanto punto intermedio de un corredor aparentemente fueron parte de ofrendas rituales
natural que conecta los territorios de las punas “sacrificadas” al fuego de los fogones. Existen
alto andinas con aquellos de los bosques húmedos también aquí evidencias de superposiciones, ge-
propios de la vertiente oriental de los Andes o neradas por el sello de los fogones con capas de ar-
“ceja de selva”. cilla, para luego proceder a la construcción de una
Piruru, ubicado en el Alto Marañon y en la nueva estructura con fogón (Burger y Salazar
margen derecha del río Tantamayo (3,800 1980).
m.s.n.m), representa en sus niveles precerámicos Si bien en Huaricoto se encontraron eviden-
un importante sitio para la comprensión de la po- cias de una plataforma asociada a la ocupación
sible evolución y surgimiento de la tradición ar- precerámica del sitio, es claro que en este caso, y
quitectónica Mito. En las excavaciones desarro- aparentemente también en Piruru, no se encuen-
lladas en la década de los ’80, se definieron cinco tran los rasgos complejos y las características mo-
fases de ocupación precerámica, donde en la úl- numentales que presentan sitios como Kotosh y
tima se identificó una estructura asimilable a la La Galgada, que habrían requerido del manejo de
tradición Mito de unos 9 m. de lado con fogón especialistas y formas de trabajo corporativo para
central y con los característicos pisos a desnivel la organización de los eventos constructivos. Mas
presentes en Kotosh. Lo interesante del caso es bien, las características bastante más modestas y
que las cuatro primeras fases corresponderían a algo rústicas de las estructuras halladas en Huari-
estructuras de un período anterior, Pre-Mito, coto, así como en Piruru, sugerirían la presencia
donde la mayoría presenta un piso a un solo nivel de pequeñas comunidades rurales, e inclusive
y el fogón central, en algunos casos bien cons- grupos familiares, realizando estas estructuras
truido y con ductos de ventilación, en otros para llevar a cabo los rituales afiliados a la tradi-
apenas delineado y sin ductos. Además en estas ción Mito (Burger y Salazar 1985, 1986).
estructuras se observa una notable variedad de El complejo de La Galgada se localiza a unos
formas y rasgos, con recintos tanto circulares 1,100 m.s.n.m. en la margen izquierda de un es-
como rectangulares, limitados por muros de trecho valle formado por el río Tablachaca, un
piedra; mientras que en otros casos estos están au- afluente del rió Santa a unos 80 km. de su desem-
sentes y los espacios alrededor de los fogones pa- bocadura en el mar. Dado que el río Tablachaca
recen haber sido a cielo abierto (Bonnier 1997). forma un corredor natural en dirección noreste,
La estructura de época Mito tiene la particula- esta ubicación es ciertamente especial, tanto por
ridad no solamente de introducir en el sitio los su equidistancia y relativa accesibilidad hacia el li-
rasgos característicos de esta tradición, si no tam- toral del Pacífico, como hacia las serranías de la
bién nuevas técnicas constructivas. Tal parece ser provincia de Pallasca y la propia cuenca del Alto
el caso de la construcción del recinto, que presen- Marañón. La posición del sitio es en este sentido
taba un grueso muro de piedra de unos 50 cm. de central con relación a una posible red de cone-
altura, que sirvió de sobrecimiento a una estruc- xiones que debió de articular tempranamente
tura de quincha realizada con un armazón de estas regiones. El sitio presenta un configuración
postes de aliso, reforzada con barro y enlucida claramente monumental y, al igual que en Ko-
(Bonnier 1988: 44-46). tosh, con un ordenamiento dual con dos mon-
Otro sitio relacionado con la tradición Mito tículos de gran tamaño, el mayor al Norte de unos
es Huaricoto, ubicado en la parte central del Ca- 40 a 45 m. de lado, mientras que el menor de
llejón de Huaylas y en la margen derecha del río unos 20 a 25 m. de lado se encuentra unos 10 m.
Santa, a unos 2,750 m.s.n.m. En los niveles pre- al Sur del primero. Esta disposición de los mon-
cerámicos del sitio se hallaron evidencias de fo- tículos genera un eje de ordenamiento Norte -
3. EL GERMEN DE LO URBANO 71

Fig. 56 – Plano general de


La Galgada (Grieder et al.).

Sur, sin bien ambos montículos están organi- lizado, donde no solamente la vigencia de los
zados en un eje Este–Oeste, con sus respectivas edificios estaba sometida a un aparente ciclo ca-
escalinatas y frentes principales orientados hacia lendárico –cuya finalización implicaba el enterra-
el Oeste. miento, y el inicio de uno nuevo la regeneración
En ambos montículos las excavaciones regis- de la arquitectura- si no que también el espacio ri-
traron una compleja secuencia de superposi- tual de los seres vivos, asociado a las recintos en
ciones arquitectónicas (Grieder et al. 1988). De funcionamiento, estaba conectado con el de la
manera similar a lo expuesto para Kotosh, en este muerte y el culto a los ancestros, alojados dentro
caso los recintos con los rasgos típicos de la tradi- de las cámaras ahora sepultas (Grieder 1997).
ción Mito, también fueron construidos sobre pla- El montículo Norte, habría estado asociado
taformas y después de un cierto período de fun- en su frente Oeste con una plaza circular de unos
cionamiento, sometidos al desmontaje de sus 18 m. de diámetro, encerrada por un muro cir-
techos y rellenados, para volver a construir nuevas cular de unos 2.5 m. de ancho. Este muro estaba
cámaras sobre las anteriores, elevando así sucesi- hecho con cantos rodados y mortero de barro,
vamente el nivel de las plataformas. Sin embargo, por lo que se presume que corresponde a las fases
en el caso de La Galgada, se da la particularidad tempranas del sitio, al igual que restos de pe-
de que muchos de los recintos enterrados fueron queñas cámaras construidas con este mismo ma-
reutilizados como cámaras sepulcrales, para lo terial. Las cámaras rituales de este período no ten-
cual se construyeron pilares y rústicos muros de drían desniveles en el piso y si lo presentaban,
piedra que soportaron techos con vigas de piedra, enmarcando con una grada el fogón, esta era de
disponiéndose estrechas galerías de acceso desde escasa altura, como se observa en el caso de la cá-
el nivel de las plataformas y recintos que estaban mara F-12:B-2, que medía 2.30 por 2.85 m. y es-
en ese momento en actividad. Esto revelaría una taba provista de un ducto de ventilación subte-
compleja concepción simbólica del espacio sacra- rráneo que pasaba bajo la puerta, así como de
72 JOSÉ CANZIANI

Fig. 57 – La Galgada: Corte es-


tratigráfico del Montículo
Norte (Grieder et al.).

nichos sobre paramentos llanos sobre los que se de cámaras construidas con piedras canteadas.
aplicó enlucido y pintura blanca. Otra cámara de Estas, además del clásico fogón central, presentan
esta misma época (I-11:B-8), medía unos 3.80 m. una banqueta perimetral que se interrumpe
de lado y presentaba nichos ligeramente trapezoi- frente al umbral de la puerta, que también pre-
dales. Todos estos recintos, al igual que la ma- senta una grada para descender al nivel del piso
yoría de los que se les superpondrán posterior- donde se ubica el fogón. Los nichos se disponen
mente, presentan una planta subrectangular, con con sus bases alineadas sobre una suerte de zó-
los muros ligeramente curvados hacia el exterior y calo, generado por el adelgazamiento de la parte
las esquinas redondeadas, mientras que las superior del paramento interior de las cámaras, o
puertas y los ductos de ventilación que pasan bajo enmarcadas en una franja horizontal recesada que
ellas se orientan tanto al Oeste como al Norte da forma a una cenefa horizontal. Para esta época
(Grieder et al. 1988: 24-32). se aprecia una organización espacial de los re-
Las fases posteriores al 2200 a.C. en el mon- cintos, a partir de la disposición de una gran cá-
tículo Norte, están representadas por la presencia mara central (9 x 12 m.) orientada al Oeste y con
el piso ligeramente más bajo que un atrio a cielo
Fig. 58 – La Galgada: Reconstrucción del desmontaje de una cáma-
abierto que se ubica frente a esta. Las cámaras la-
ra para su enterramiento y conversión en una cripta funeraria (Grie- terales, de menor tamaño, se disponen sobre pla-
der et al.). taformas más elevadas en la parte posterior de la
cámara central y en los lados al Norte y Sur de
esta, perfilándose así una configuración que se
aproxima a la forma en “U”. Finalmente, durante
los inicios del Período Formativo, está conforma-
ción con planta en “U” será cada vez más evi-
dente, cuando en la parte superior del montículo

Fig. 59 – La Galgada: Superposición de arquitectura de distintas fa-


ses en el plano del Montículo Norte (Grieder et al.).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 73

Fig. 60 – La Galgada: Reconstrucción isométrica de las estructuras Fig. 61 – La Galgada. Detalle de Frontis con esquina redondeada y
sobre el Montículo Norte (Grieder et al.). cenefa nichada (Grieder et al.).

la cámara central será sustituida por un atrio a doméstico en la proximidad de los montículos.
cielo abierto, rodeado por una banqueta y plata- Estas estructuras tienen planta oval y muros bajos
formas más elevadas en tres de sus lados. En el de piedra, con pisos que presentan acumula-
centro de este atrio se ubicará un gran fogón ven- ciones de basura y algunos posibles fogones, tanto
tilado siempre por ductos subterráneos, como úl- al interior como al exterior de las viviendas. Apa-
timo vestigio de la vigencia de una larga tradición rentemente no se detectó evidencias de alguna
frente a las innovaciones formales que se afirman otra actividad que no fuera la estrictamente do-
con fuerza, quizás por el creciente prestigio de las méstica y no se dispone de información acerca del
emergentes tradiciones arquitectónicas costeñas. tipo de consumo de subsistencias que se asociaba
Las plataformas de los montículos fueron a estas (ibid: 19-22).
construidas con gruesos muros de contención Sin embargo, de la excavación desarrollada en
que, al igual que las cámaras, tuvieron la particu- las estructuras de los montículos y de los hallazgos
laridad de presentar las esquinas redondeadas. asociados con las tumbas, se reunió una conside-
Estos muros de contención de las plataformas y rable información que da cuenta de un amplio y
las grandes escalinatas de acceso, muestran tam- variado manejo de recursos vegetales y de plantas
bién una secuencia de remodelaciones y superpo- cultivadas. Entre estos, el de fibras de especies sil-
siciones que se correlacionan con los eventos
constructivos que tienen lugar sobre la plata- Fig. 62 – La Galgada. Detalle de Frontis con cornisa con ménsulas
forma superior (op.cit. 44-50). El volumen mo- (Grieder et al.).
numental de estas edificaciones con sus plata-
formas escalonadas, posiblemente pintadas y
decoradas con cornisas y frisos, al igual que el des-
pliegue de las grandes escalinatas en el eje de los
montículos, debieron de proyectar una impresio-
nante visión del conjunto.
Dado que las excavaciones arqueológicas se
centraron en las estructuras monumentales, no se
tiene una idea general sobre que otro tipo de es-
tructuras se encontraban en sus alrededores. Sin
embargo, algunas excavaciones puntuales expu-
sieron la presencia de algunos recintos de carácter
74 JOSÉ CANZIANI

vestres, algunas posiblemente recolectadas en la


misma zona como Puya, Tillandsia o el carrizo?
(Typha sp.), empleados para elaborar cuerdas,
hilos o cintas y utilizarlas en el tejido de bolsas,
cestos y canastos que revelan una excelente ma-
nufactura; otras como la totora (¿?), que fueron
ampliamente empleadas para tejer petates, po-
drían haber sido traídas desde pisos ecológicos
más bajos o desde la propia costa. En cuanto a las
especies cultivadas, existe un amplio registro de la
presencia de algodón, tanto de semillas como de
fibras en crudo, al igual que cuerdas, hilos y ela-
borados textiles confeccionados con su fibra, lo
que hace presumir su cultivo y procesamiento en
la zona. De otro lado, además de los mates am-
pliamente empleados en múltiples formas de
contenedores, la abundante presencia de pallar,
Fig. 63 – La Galgada. Isometría reconstructiva de la fase final del
canavalia, frijol, ají, zapallo, y frutos como la ci- montículo norte a inicios del Formativo (Grieder et al.).
ruela del fraile, lúcuma, guayaba y palta, entre
otros, nos proporcionan una idea general de la
composición de la dieta alimentaria de la pobla- Llama la atención el escaso reporte de restos
ción (ibid: 125-151). de fauna en el sitio. Aparentemente la mayoría de
En un medio ecológico árido, como es el que estas evidencias se vincula con las actividades ce-
caracteriza a la zona, se ha señalado que todas remoniales que tenían lugar en los montículos y
estas plantas requieren necesariamente de irriga- con las ofrendas funerarias de las tumbas. En este
ción para su cultivo. Si bien se puede presumir sentido, sólo se registraron algunos cuernos de ve-
que algunos de estos recursos hallan sido trans- nado, mientras que es notoria la total ausencia de
portados al sitio desde otros lugares, tampoco se restos de camélidos. Sin embargo, existen revela-
puede descartar la factibilidad del desarrollo de doras evidencias de algunos elementos exóticos
tempranos sistemas de irrigación artificial en una como conchas de moluscos provenientes del li-
zona que presenta condiciones relativamente fa- toral del Pacífico, incluyendo algunos fragmentos
vorables, mas aún si se considera el bagaje tecno- de los ecuatoriales Strombus y Spondylus, así como
lógico del que dan prueba los experimentados de plumas de color que presumiblemente proven-
constructores que realizaron la notable arquitec- drían de la vertiente oriental de los Andes. De
tura monumental de La Galgada. otro lado, como parte del ajuar funerario de los

Fig. 64 – La Galgada: Tumba


de personajes de alto status
(Grieder et al.).
3. EL GERMEN DE LO URBANO 75

esta importante problemática, se han planteado


una serie de hipótesis interpretativas y se mantie-
ne abierto un amplio debate sobre las mismas,
dado que el tema es relevante para la compren-
sión del inicio del fenómeno urbano y del proceso
civilizatorio en los Andes Centrales. Sería difícil
aquí entrar en mérito a todas estas propuestas y
discutirlas, sin embargo, en la medida que expon-
gamos nuestra propia interpretación, haremos
obligada referencia a algunas de las más impor-
tantes de estas.
Lo que nos interesa, en primer lugar, es abor-
dar desde sus fases iniciales lo que Lumbreras
(1981: 173) define como “sintomatología del fe-
Fig. 65 – La Galgada. Diseño proveniente de un textil correspon-
diente a una bolsa (Grieder et al.). nómeno urbano” y su estrecha relación con el pro-
ceso de intensos y profundos cambios sociales aso-
entierros hallados en las cámaras, se registraron ciados a lo que se conoce como revolución neolíti-
objetos de piedra trabajados como adornos o ca (Childe 1982, Choy 1979). En este sentido, es
cuentas de collares y pendientes, algunos de los preciso examinar los acelerados cambios que se
cuales incorporaban piedras semipreciosas como manifiestan en la forma de asentamiento, a partir
la turquesa (ibid: 200). del proceso de sedentarización y especialmente en
Finalmente, las características de los entierros lo que se refiere al surgimiento de la arquitectura
precerámicos de La Galgada y su especial disposi- pública y sus implicancias. Estableciendo, parale-
ción dentro de las cámaras funerarias de la arqui- lamente, las interrelaciones existentes entre los
tectura monumental; la profusión y elaborada ca- cambios en la forma de asentamiento y las trans-
lidad de las ofrendas –algunas de las cuales formaciones que se verifican en el seno de las for-
manifiestan claramente su condición de bienes de maciones sociales durante este período.
prestigio, al emplearse en ellas recursos exóticos El sedentarismo, asumido muchas veces como
provenientes de tierras lejanas– nos permiten in- indicador clave de la neolitización, ha demostrado
ferir la presencia de determinados personajes o li- ser un fenómeno no necesariamente exclusivo de
najes familiares que gozaban de cierto status, en el poblaciones agrícolas. Existe una gran cantidad de
marco de un proceso de diferenciación social que casos que muestran como comunidades de caza-
ya prelude el surgimiento de las sociedades com- dores recolectores –bajo determinadas condicio-
plejas. Por otra parte, el enterramiento de estos nes favorables o por la aplicación de exitosas estra-
personajes dentro de las edificaciones más repre- tegias de explotación de los recursos naturales–
sentativas, debió tener una profunda connota- desarrollan asentamientos sedentarios de tipo al-
ción social y simbólica, ya que los ancestros de deano, con una notable inversión en sus instala-
quienes tenían en la comunidad estas especiales ciones y donde, inclusive, no es ajena la presencia
condiciones de privilegio, se verían de cierta de arquitectura pública (Childe 1982: 92, Forde
forma sacralizados al ser incorporados al aura de 1966, Redman 1990). Por lo tanto, podemos es-
sus monumentos más emblemáticos. tablecer que no es el mero sedentarismo, por sí
sólo, el indicador que nos señale la existencia de
un proceso de neolitización; de la misma manera
El proceso de neolitización y las que la arquitectura pública no es por sí sola expre-
transformaciones en la forma de sión de la presencia de especialistas, o exclusiva del
asentamiento fenómeno urbano (Lumbreras 1981: 169-173).
En el caso de los sitios de la Costa Central y Nor
Los casos más representativos de los asentamien- Central, es evidente que el fenómeno de sedenta-
tos precerámicos que hemos examinado, en los rización se procesa con un fuerte componente ba-
que destaca el surgimiento de una extraordinaria sado en la explotación de los variados y abundan-
arquitectura pública, ofrecen un abundante ma- tes recursos marinos. Sin embargo, este no es un
terial documental para discutir la problemática componente exclusivo y menos aún constituiría
del proceso de neolitización en los Andes y sus re- por sí solo la base económica principal sobre la
percusiones en la forma de asentamiento. Sobre cual se desarrollaría el proceso civilizatorio, tal
76 JOSÉ CANZIANI

como ha sido sostenido por Moseley y otros inves- mentación referida al manejo de estos recursos y
tigadores (Moseley 1975, Feldman 1980, 1985), su cultivo; el desarrollo inicial de técnicas de riego
a partir de la más equilibrada tesis de Lanning y manejo de los suelos, debieron también estar
(1967: 78-79, 94-95). A este propósito, hemos asociados al desarrollo de nuevos conocimientos e
constatado como en estos asentamientos iniciales instrumentos de producción. A este propósito,
se establece una integración entre la explotación los tempranos sistemas de depósito de productos
de los recursos marítimos y una agricultura inci- agrícolas, como los documentados en Los Gavi-
piente, la que asume un esencial rol complemen- lanes (Bonavia 1982), o las aparentes funciones
tario, tanto en el abastecimiento de insumos nece- de registro astronómico de las plazas circulares
sarios para el desarrollo de los procesos hundidas (Lumbreras 1987), nos proporcionan
productivos relacionados con la pesca, como en la no solamente algunos importantes elementos
composición de la dieta alimentaria de la pobla- para inferir el desarrollo de estos instrumentos, si
ción, para posteriormente asumir el rol principal no también evidencias de que, en algunos casos,
en el desarrollo económico (Canziani 1989). la propia arquitectura pública asume la condición
Este proceso, en términos generales, presenta de instrumento de producción.
diferencias con el que se da en las regiones altoan- Del examen de los procesos productivos desa-
dinas, donde la base productiva de la neolitización rrollados para la explotación de los recursos ma-
está asociada al desarrollo de la ganadería y el pas- rinos y la agricultura incipiente, así como de la ge-
toreo, a los que se integra una incipiente agricul- neración de la base técnica que las haga viables, se
tura, que no excluye por esto la caza ni la recolec- infiere un proceso de creciente especialización en
ción. Proceso que en este caso aparentemente no el ámbito de la organización social. Esta especiali-
habría implicado en un primer momento el se- zación es evidente también en el desarrollo de las
dentarismo, sino mas bien la continuidad del régi- manufacturas y en especial en el destacado arte
men de trashumancia. Sobre la base de este modo textil que exhiben vestigios como los recuperados
de vida, se han presentado sugerentes hipótesis en Huaca Prieta y La Galgada. A su vez, el propio
acerca del surgimiento previo de la arquitectura arte textil nos revela complejos cánones estéticos,
pública, que habría operado luego como cataliza- en los que se plasma el desarrollo de iconos co-
dor de un paulatino proceso de sedentarización, rrespondientes a seres míticos supranaturales con
dando paso a la aparición de las formaciones al- atributos de aves, serpientes y seres marinos. Por
deanas (Bonnier y Rozemberg 1988). lo tanto, también en este aspecto, podemos su-
En el caso costeño, en el manejo de los recursos poner que el manejo técnico y la elaborada con-
marinos como en el de las plantas cultivadas, se cepción artística debieron estar limitados a un
constata la creciente incorporación y desarrollo de número reducido de personas, y mas aún si pen-
nuevos conocimientos e instrumentos de produc- samos que estas manifestaciones artísticas tem-
ción. Por lo tanto, en este aspecto debe aplicarse la pranas constituyen la expresión de la construc-
vieja proposición que sugiere examinar no tanto ción de complejas tradiciones religiosas, a cuya
que se hace, si no mas bien el cómo se hace. En conducción y oficio debieron acceder solamente
este sentido, no basta argumentar sobre la innega- los iniciados en el culto.
ble importancia de los recursos marinos (Moseley A este creciente proceso de especialización no
1975), cuando existe por ejemplo una radical di- fue ajena la propia arquitectura pública. Esto se
ferencia entre arponear peces o pescarlos con rudi- infiere tanto de su especial concepción arquitec-
mentarios anzuelos, y capturarlos con redes como tónica y de su complejo planeamiento, así como
las halladas en Huaca Prieta, ya que del manejo de de las particulares características técnicas de su
estos nuevos instrumentos se desprenden inferen- producción, que la diferencian claramente de la
cias acerca de las formas de trabajo comprometi- arquitectura doméstica, además de requerir de la
das en estos procesos productivos, la creciente dis- organización de formas especiales de trabajo para
ponibilidad de excedentes, el desarrollo de su construcción. De otro lado, si la arquitectura
técnicas de conservación y almacenamiento, al pública se caracteriza por servir de soporte al de-
igual que la solución de los requerimientos socia- sarrollo de diversas actividades de carácter espe-
les para la organización de la producción y la ad- cializado y entre estas las de carácter ceremonial,
ministración de los bienes generados. la notable importancia que esta adquiere durante
La domesticación y la creciente incorporación el Precerámico Tardío, nos proporciona uno de
de plantas cultivadas al desarrollo de una inci- los mejores indicadores para leer el emergente
piente agricultura, así como la necesaria experi- proceso de especialización social.
3. EL GERMEN DE LO URBANO 77

Es mas, si consideramos que las tradiciones re- en el aprovisionamiento de subsistencias; sus re-
ligiosas se manifiestan a traves de los rasgos y es- percusiones en el consecuente crecimiento
tilos de las tradiciones arquitectónicas que se per- poblacional y, por último, en el surgimiento y
filan en esta época (Fung 1988, 1999; Williams afirmación de nuevas formas de trabajo y de orga-
1981, 1985), y que estas tradiciones arquitectó- nización social. A este propósito, se le plantea a las
nicas no se limitan al ámbito local, sino que inte- comunidades resolver la administración de los ex-
resan amplias regiones, también esta esfera de la cedentes, cuando se requiere establecer el diferir y
actividad social apunta hacia la presencia de regular su consumo. Esto está referido tanto a las
gentes con ciertos niveles de especialización. La comunidades que combinan una economía de ex-
notoria relación de las comunidades con un “es- tracción de recursos marítimos con una incipiente
pacio exterior” se ve corroborada también por las agricultura, como también especialmente a las co-
evidencias de un creciente nivel de intercambios y munidades en las que la producción agrícola co-
de interrelaciones, manifiesto tanto en el flujo de mienza a adquirir un peso creciente.
ciertos recursos, como de otros aspectos cultu- Es conocido que el manejo de los recursos agrí-
rales, no necesariamente tangibles, que se movi- colas por parte de una comunidad, requiere de
lizan con ellos. medidas que permitan regular el consumo de los
La creciente especialización, derivada del ma- excedentes entre una cosecha y otra, además de re-
nejo de los nuevos instrumentos de producción y servar una parte de estos para asegurar la simiente
las exigencias de los procesos productivos, habría para un nuevo ciclo de cultivo. Esto implica esta-
significado un acelerado proceso de división so- blecer normas socialmente aceptadas y sanciona-
cial del trabajo en el seno de estas comunidades. das, mediante la generación de mecanismos ideo-
La participación diferenciada de determinados lógicos e institucionales que remueven los viejos
miembros de esta en la producción, habría gene- cimientos en los cuales se fundaban las relaciones
rado una incipiente diferenciación social dentro sociales preexistentes. Este es el caso de las formas
de las comunidades, y que pudo expresarse en de- de propiedad, especialmente cuando las comuni-
terminadas diferencias de status y de acceso o po- dades agrícolas establecen con el territorio una re-
sesión de ciertos bienes de prestigio, tal como lo lación definida y excluyente sobre los medios e
sugieren ciertos enterramientos complejos en La instrumentos de producción (Staino y Canziani
Galgada y Aspero, y la relativa suntuosidad de sus 1984). Estos aspectos incidirán en la forma de or-
ofrendas. Este proceso de diferenciación social ganización de las comunidades, como en el inci-
–visto además en la perspectiva del surgimiento piente proceso de diferenciación social que se pro-
de las sociedades complejas que dan paso a la civi- cesa en su interior (Lumbreras 1987, 1994).
lización andina– sería sustancialmente distinto a Finalmente, queremos señalar un aspecto re-
la “estratificación” propuesta para las llamadas je- levante que puede tener algunas connotaciones
faturas o cacicazgos, donde las diferencias de con relación a la actual problemática del desa-
status tienen origen en otros aspectos circunstan- rrollo y a la imposición de determinados modelos
ciales, como en la simple disponibilidad de exce- globales. En la prehistoria europea o del viejo
dentes. La abundancia de excedentes, en este mundo en general, se planteó como uno de los
caso, no representa el elemento causal de esta di- paradigmas de la neolitización el desarrollo de la
ferenciación, como tampoco explica la supuesta manufactura de cerámica, mas aun tratándose del
emergencia de una “autoridad corporativa” y el surgimiento de sociedades complejas. La expe-
surgimiento de una arquitectura pública que riencia de los Andes Centrales constituye un caso
tempranamente revela rasgos monumentales. inédito a nivel universal, donde se demuestra que
Evidentemente, este es un tema de gran com- sociedades precerámicas no sólo generaron
plejidad que no puede ser abordado unilateral- formas complejas de organización social, si no
mente, a partir del privilegio de uno u otro aspec- que además desarrollaron una extraordinaria ar-
to. Hemos introducido la problemática del quitectura monumental.
surgimiento de la arquitectura pública, sostenien- De otro lado, las notables desigualdades que
do que durante este proceso se verifica una conca- se aprecian en el proceso de neolitización, espe-
tenada y estrecha interdependencia entre las inno- cialmente con la aparente perpetuación de los
vaciones en las técnicas e instrumentos de viejos modos de vida en muchas regiones de la
producción; la ampliación en la escala de apropia- costa sur y sierra sur de los Andes Centrales, per-
ción de los recursos naturales y la creciente dispo- miten contrastar (por negación) las hipótesis
nibilidad de excedentes; la mejora e incremento planteadas y sus implicancias. En el caso de la
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costa sur, por ejemplo, no obstante la extraordi- ción. Allí donde se afirmó la neolitización, con la
naria abundancia de los recursos marítimos, esta aparición de sociedades complejas y se dio inicio a
región presenta un proceso de neolitización algo las transformaciones agrícolas que condujeron a
marginal, que se explicaría a partir de una apa- modificar sustancialmente el paisaje territorial, se
rente ausencia de agricultura, o por el desarrollo desarrollarán patrones de asentamiento donde el
de una limitada horticultura, mientras se man- rol del fenómeno urbano será cada vez más signi-
tendría el énfasis en una economía mayormente ficativo. Por esta razón serán las regiones nor cen-
recolectora. tral y norte de los Andes Centrales, donde el pro-
La escasa relevancia de la arquitectura pública ceso de neolitización fue más intenso y acelerado,
y especialmente la inexistencia de aquella de las que históricamente expresarán un desarrollo
carácter monumental en estas regiones, es a sostenido en esta dirección, y las que durante el
nuestro criterio muy significativa, ya que permite posterior período Formativo serán el escenario
correlacionar su surgimiento –como expresión privilegiado de un proceso civilizatorio, donde el
embrionaria del devenir del fenómeno urbano urbanismo tendrá desarrollos emblemáticos con
con la intensidad y el nivel de desarrollo alcan- los extraordinarios centros ceremoniales que ca-
zado históricamente en el proceso de neolitiza- racterizarán a esta época.

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