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es de colores
Laura Caballero
Texto: Laura Caballero. Pediatra y escritora chilena.
Correo: doctoracaballero@gmail.com
Instagram: dra.craft
Chile Crece Contigo, forma parte del Sistema Intersectorial de Protección Social coordinado
por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, promueve el desarrollo integral y el bienestar
óptimo de todos los niños y niñas desde el comienzo de la vida.
Encuentra más información y materiales de apoyo a la crianza en www.crececontigo.cl y en
Facebook/chcrececontigo.
Mi abuela
es de colores
Laura Caballero
Cuando la abuela
quedó sin pelo, usó
boinas y gorros
tejidos mientras duró
el invierno.
Para el verano,
le había crecido
nuevamente, muy
corto y finito, pero ya
no volvió a crecerle
color zanahoria, sino
que mucho más clarito.
Apenas la mamá comenzó a hablar tan seguido del tata Pepe,
supe que las cosas estaban mal, porque él se fue al cielo hace un
par de años. La Abu se mudó entonces a nuestro condominio,
para tenernos más cerca, y fue lo máximo.
Cada vez que sentía olor a
galletas desde la casa del
lado, “recordaba” que
necesitaba lana, pegamento
o palitos de maqueta y
partía a su casa, a
buscarlos en su inagotable
baúl de materiales. Ella lo
llamaba “cajón desastre”,
pero comer sus galletas de
miel no era un desastre en
absoluto.
Desde que fui a
pre-kinder, yo ya había
entendido que las
personas ancianas se
iban al cielo, como la
abuelita de Matías; pero,
la Abu Gabriela no era
vieja. No había de qué
preocuparse. Además,
tenía aún demasiadas
lanas que no terminaba
de tejer... Seguramente
en el cielo no aceptan
señoras con canastos
de lanas, y una gata
siamesa, y más encima,
con los ojos turnios...
Este año se vino a vivir
con nosotros, a nuestra
misma casa, y Jacinta se
cambió a mi dormitorio,
aunque da lo mismo,
porque pasa en el colegio
casi todo el día. ¡La Abu
Gabriela está solo para
mí toooda la tarde! Es lo
mejor que me pudo
pasar; me cuenta
muchas historias de sus
viajes, y me muestra
fotos de señoras con
sombreros raros y autos
taaan divertidos.
Dice que ha sido tan feliz que no le
importa irse, y que, después de todo,
ya necesita ir a ver al Tata Pepe.
Me cuenta que cuando estaban de
novios, él le traía flores de aromo
para su cumpleaños, porque eran
las únicas que había en agosto,
y antes no había flores todo
el año. Lo único que le
preocupa, es que la Soya,
su gata, se pone triste y
no come cuando ella
está en la clínica.
Así que yo me hago
cargo, y soy la única
autorizada por la misma
Abu para llevarme el cojín, en
que duerme, a mi dormitorio. Me dan
mucha risa sus ojos azules, porque nunca sé
para dónde está mirando.
Como soy la nieta menor, me correspondió ser la regalona. Por eso,
le ayudé a poner etiquetas con los nombres de todos sus hijos,
sobrinos, nietos y amigos, que son muchísimos, a sus libros, sus
cajas con cuentas de cristal, los hilos de bordar y las revistas
antiguas, los canastos con telas, y los cuadros, que también son
muchísimos.