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DANDO COMO JESUS

Andrés Robert
Estudios Sobre La Gracia de Dar
PRESENTACION
"La gracia de dar" es una frase bíblica que ha causado comezón e interrogantes
a muchos. La peculiar presentación paulina de una verdad esencial del cristianismo
parece haberse escapado a muchos que no entienden qué significa "dar" y menos
aun como ese dar puede ser una "gracia". Como para todas las enseñanzas de las
Escrituras, hay una explicación viviente, ejemplificadora: la personalidad misma de
Jesucristo. Este libro nos presenta de manera tan clara que resulta abrumadora, la
forma en que debemos dar para que nuestra acción se transforme en une gracia:
dar como dio nuestro Señor.

La diversificación entre la doctrina teórica y los hábitos prácticos han hecho


difícil este tema. Presentado como Io presenta el autor de estas páginas, puede ser
aun más teórico a juicio de algunos. Pero digamos claramente que en tal caso
quienes así opinen solo probarán que para ellos Cristo es algo teórico y no viviente,
real, contemporáneo. Nos vemos enfrentados, pues, al análisis de nuestra propia y
personal relación con el Redentor, que salvo nuestras almas al precio de su sangre.

Como en una de las epístolas de San Pablo, encontramos, pues, aquí, la unión
de las grandes doctrinas místicas de la unión con Cristo y su exaltación como Rey y
Señor, junto con la práctica diaria de nuestras actividades más habituales, en
magnífica armonización de una vida coherente y profunda.

El pastor Andrés Robert, de la localidad de Pérez, en la provincia argentina de


Santa Fe, ha sabido dar elegante forma a estas ideas. Estas páginas le fueron
solicitadas por la juventud de su país, que le conoce a través de sus escritos y
mensajes. A fin de dar fundamento bíblico al lema "Abundantes en la gracia de dar".
Han sido escritas, pues, para que cada joven en particular sepa extraer de ellas las
lecciones que personalmente necesita y para que cada grupo juvenil, al reunirse a
planear su trabajo, o mejor dicho la manera en que este ayudará a concretar la
experiencia cristiana, tenga un nuevo y valioso auxiliar en este libro, llamado a
golpear conciencias, tocar corazones, transformar hábitos.

Que así sea para la gloria de Dios y la extensión de su Reino en nuestros


corazones y en nuestro mundo.

Los Editores

INTRODUCCÍON
La tesis de este libro es muy simple. Parte del hecho básico de que la vida divina,
tal como la vimos en Cristo, es una vida "dadora"; afirma luego que los hijos de Dios
han sido hechos "participantes de la naturaleza divina" y termina estableciendo que,
por consiguiente, los cristianos están capacitados para dar como dio Cristo, en un
sentido amplio, integral y total.
Ninguno de los cuatro evangelistas nos ha presentado un cuadro de Jesús
haciendo una ofrenda, ni siquiera dando una moneda. Y sin embargo, ¿quién jamás
ha dado con la plenitud con que Io hizo nuestro bendito Señor? Leemos de Pedro
que, dirigiéndose al cojo que esperaba recibir de él una limosna. Le dijo: "No tengo
plata ni oro, pero Io que tengo te doy". De estas observaciones, no hemos de
deducir que Jesús y sus discípulos nunca dieron ofrendas ni compartieron sus
bienes con otros, pero si nos ayudan a afirmar que "la gracia de dar" es un tema,
amplio y abarca mucho más que las ofrendas de dinero.
Ser "participante de Cristo" comprende todo el propósito divino de salvación. No
solo escapar milagrosamente del infierno y tener la seguridad de entrar al cielo.
Mucho más, incluye el deseo de Dios de formar una raza que exprese las virtudes de
su Hijo. Para esto la vida de Cristo nos ha sido impartida y constituye nuestra
herencia. Dios desea que la apropiemos para que Cristo sea formado en nosotros y
así manifestemos los rasgos peculiares de su vida. Dar abundantemente no es más
que una de esas sublimes características que el Padre anhela ver reflejada en sus
hijos.
Sobre esta base se apoyan los mandamientos y exhortaciones a dar que se
encuentran en la Escritura. Pero es evidente que aunque son necesarios y oportu-
nos, poca o ninguna fuerza tendrán sobre quienes ignoren la maravillosa gracia y
capacidad de dar a la cual han sido llamados en virtud de su unión con Cristo.
La vida del creyente es Cristo. Para la gracia de dar, El es también nuestro todo:
origen, motivo, ejemplo y poder. Por eso hemos querido titular estas páginas: "Dando
como Jesús".
Quiera el Gran Dador Celestial abrir nuestros ojos para comprender, que en virtud
del milagro de la redención, la misma vida de Aquel que "se dio a sí mismo" vive en
nosotros. Tal revelación nos hará ver infinitas posibilidades en la gracia de dar.
Posibilidades que solo el Espíritu Santo puede convertir en realidad y desea hacerlo
para que nuestras vidas sean fieles a su bendito origen y se derramen en mil
maneras para salvar a un mundo perdido.

EL AUTOR

I N D I C E

CAPITULO PRIMERO
El dador supremo.

CAPITULO SEGUNDO
La operación transformadora.

CAPITULO TERCERO
Podemos dar como dio Jesús.

CAPITULO CUARTO
Jesús dice: "Dad”.

CAPITULO QUINTO
Una ofrenda abundante.

CAPITULO SEXTO
¿Qué harás con tu vida?
CAPITULO PRIMERO
El Dador Supremo.

I. DIOS ES EL ORIGEN Y FUENTE DE TODA DADIVA.


1. Porque es eterno y existe antes que todo Io creado.
2. Porque es el Creador y Dueño de todo Io existente.
3. Porque a Dios nadie jamás le dio nada.

II. ¿CUANTAS COSAS NOS HA DADO DIOS?


1. Dios nos ha dado el mundo y "todas las cosas que en él hay".
2. Dios nos ha dado la vida "y todas las cosas".
3. Dios nos ha hado a su Hijo y "con El todas las cosas".
III. ¿QUE TIENES QUE NO HAYAS RECIBIDO?
1. La pregunta del apóstol Pablo
2. La respuesta del salmista David.

Hace algunos años un "canillita" llamado Juan hizo un regalo muy singular.
Respondiendo a un pedido formulado por radio, dio un trozo de hueso de veinte
centímetros de una de sus piernas. Así se consiguió que pudiera sanar de un tumor
una niña de once años que él apenas conocía. Juan dio una parte de su propio
cuerpo y la niña recupero la salud.

Como este se podrían citar innumerables ejemplos de hombres, mujeres y aún


niños que dando dinero, sangre, en algunos casos también la vida, lograron que seres
necesitados recibieran ayuda, alivio y a veces hasta se libraran de sufrir la muerte. La
vida es un continuo proceso de dar y recibir. Dar es para la humanidad Io que la
columna vertebral es para el cuerpo. Sin ella, no se podría mantener en pie. Tan
regular como el tictac del reloj, tan indispensable como la respiración; tan necesario
como comer y dormir, así se cumple inexorablemente la doble acción de dar y recibir.

Averiguar quién es el origen de este saludable ejercicio no es difícil. ¿De quién


proviene este bendito impulso, sinónimo de felicidad y vida?

I. DIOS ES EL ORIGEN Y ÚNICA FUENTE DE TODA DADIVA


1. Porque es eterno y existe antes que todo Io creado.

Dar tiene un principio. No podemos indagar más allá de la historia humana.


Miramos hacia la eternidad y solo la voz del Eterno nos responde: "En el principio...
Dios" (Génesis 1:1). Nos dice que "antes que naciesen los montes y formases la tierra y
el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tu eres Dios" (Salmo 90:12). "El es antes
de todas las cosas". Existe antes que nosotros y que todo Io creado. Antes que se
pudiera dar alguna cosa, Dios ya era.

2. Porque es el Creador y Dueño de todo Io existente.

Para poder dar, es menester poseer. "Todo Io que hay debajo del cielo es mío",
dice Dios. "Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y
las que hay en la tierra, visibles e invisibles... todo fue creado por El y para El"
(Colosenses 1:16). De Él es la tierra y Io que en ella hay. Todo está escriturado a su
nombre. No hay otro que pueda dar en un sentido absoluto. El es único Dueño por
derecho propio y sin discusión.

3. Porque a Dios nadie jamás le dio nada.

Dios preguntó a Job: "¿Quién me ha dado a mi primero para que yo le restituya?"


(Job 41:11). Lo que el hombre tiene, en su totalidad, directa o indirectamente Io ha
recibido de Dios. "Si yo tuviese hambre, no te diría a ti; porque mío es el mundo y su
plenitud". Nadie le podría dar algo porque todo es suyo. ¿Qué cosa podríamos
ofrecerle que no hayamos recibido primero de Él? Dios es el único dador de todo Io
que existe. Que deshaga esta verdad toda vanagloria y suficiencia propia y engendre
en nuestros corazones profunda gratitud y adoración. "Porque de. Él, y por El, y para
El son todas las cosas. A Él sea gloria por los siglos. Amén" (Romanos 11:36).

II. ¿CUANTAS COSAS NOS HA DADO DIOS?

Un niñito de cuatro años estaba dando gracias por los alimentos y decía: "Dios, te
doy gracias por todo, por todo, por todo". Su padre que deseaba que él aprendiera a
orar definidamente, le había ensenado a distinguir entre la comida, la ropa, la salud,
etc., y a dar gracias por cada cosa. Pero a pesar de haberlo corregido varias veces,
su hijo insistía y meramente daba gracias por todo, por todo, por todo.

Pero ¿qué dice la Biblia? "Él es quien da a todos... todas las cosas" (Hechos
17:25). "El Dios vivo, que nos da todas las cosas" (1 Timoteo 6:17). "¿cómo no nos
dará también con El todas las cosas?" (Romanos 8:32). Las expresiones del
pequeño, aunque espontáneas, revelaban buena teología. Al orar, es bueno ser tan
definido y específico como sea posible. Pero al considerar Io que Dios nos ha dado y
Io que continuamente nos da, debemos admitir, que la única palabra que podemos
emplear para describirlo es la palabrita "TODO".

Los innumerables dones de Dios resisten cualquier resumen o análisis. Digamos,


por Io menos, tres cosas.
1. Dios nos ha dado el mundo y "todas las cosas que en él hay".
A pesar de la obra destructiva del pecado nuestro mundo es maravilloso. En él
tenemos un muestrario excelente de la sabiduría, poder y amor del Creador. Fue
preparado como hermoso hogar para que el hombre y la mujer gozaran de felicidad.
Todo lo creado se puso a disposición de ellos. La tierra, el mar, valles, montanas, ríos,
bosques, frio, calor, prados, desiertos, las estaciones, los vientos, las lluvias, el sol, la
luna, las estrellas y mil cosas más son innumerables elementos que trabajan para
nuestro bien. Se asemejan a un ejército de agentes que nos prestan sus gratuitos
servicios ayudándonos a vivir. Bajo las órdenes del Altísimo nos bendicen
continuamente y hacen posible nuestra existencia. Dios continua "haciendo bien,
dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría
nuestros corazones" (Hechos 14:17).

2. Dios nos ha dado la vida “y todas las cosas”.


El hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza. El Hacedor le dio vida.
¡Qué profundo misterio es este! "En El vivimos, y nos movemos y somos". ¡Qué
atrevido el decreto divino cuando decidió "hagamos un ser como nosotros!
¡Otorguémosle nuestras facultados! ¡Démosle vida!" Dios se desafío a sí mismo. Quiso
correr el riesgo de esa aventura.
La vida es el don más precioso que poseemos. No se puede comparar con
ninguna otra cosa. "Todo Io que el hombre tiene dará por su vida" argumento
Satanás, y sabia bien Io que decía. Reconozcamos cuan preciosa es esta dádiva y
digamos con el patriarca:
"Tus manos me hicieron y me formaron...
Acuérdate que como a barro me diste forma. .
Me vestiste de piel y carne...y me tejiste con huesos y nervios.
Vida y misericordia me concediste,
y tu cuidado guardo mi espíritu" (Job 10:8-12).
Pero la vida sin "todas las cosas" (Hechos 17:25), ¿qué valor tendría para nosotros
y cuánto nos duraría? Un pequeño nace, y es el ser más delicado y necesitado del
universo. Pero Dios nos ha dado juntamente con la vida toda Io necesario para su
desarrollo, crecimiento y consumación.
¿Necesitamos alimentos? "Os he dado —dice Dios— toda planta... todo árbol en
que hay fruto... os serán para comer" (Génesis 1:29). "Todo animal... toda ave...
todo Io que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar... en vuestras
manos os son entregados... os serán para mantenimiento: así como las legumbres y
plantas verdes os Io he dado todo" (Génesis 9:2-3). Ya sea cocido o crudo, suelto o
envasado, todo alimento pro-viene de Dios.
¿Nos hace falta vestido y con qué cubrirnos? "Dios hizo al hombre y a su mujer
túnicas de pieles y los vistió" (Génesis 3:21). Igual cosa ha venido haciendo
indirectamente a través de los siglos. Jacob tenía razón: "Si me dieres pan para
comer y vestido para vestir", tales dones serían resultado de la misericordia de Dios.
Jesús se refirió al cuerpo y la vida, el alimento y el vestido. Sin duda son estos dones
esenciales. Pero la lista de muchas otras cosas que necesitamos de la más variada
índole sería interminable: desde la esposa hasta los hijos; el hogar y la familia; el
trabajo, las riquezas, talentos, etc., todos son atribuidos en la Escritura a la
misericordiosa mano de Dios. Ya se refiera a Io que atañe al cuerpo o a la mente,
tanto Io material como Io espiritual, todo llega a nuestras manos como una
ininterrumpida cadena de regalos del cielo. Muchas veces olvidamos su
procedencia. En otras no valoramos cuán excelentes son y pasamos por alto su
abundancia y continuidad.

3. Dios nos ha dado a su Hijo y "con El todas las cosas”.

Este es el pico más alto en la larga cadena. "De tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo” (Juan 3:16). Lo dio en la eternidad, Io dio sobre el pesebre, Io
dio sobre la cruz... No hay dádiva más grande. En ella el Gran Dador se dio a sí mismo.
El cielo se lleno de admiración y el infierno de consternación. Todos los términos de la
tierra verán así su gran salvación. “¡ Don inefable", indescriptible, imposible de
comprender!
También "todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad" están incluidas en El.
Cada riqueza espiritual que necesitamos, puede ser nuestra por medio de Él. Salvación,
perdón, vida eterna, libertad, el don del Espíritu Santo, sabiduría, amor, gracia,
santificación... todo está escondido en su persona. Sus tesoros son inescrutables y
están a nuestra disposición. Preciosa y abundante es la provisión que Dios ha hecho
para nuestra salvación.

III. “¿QUE TIENES QUE NO HAYAS RECIBIDO?”

Con estas palabras el apóstol Pablo llamó la atención de un grupo de


cristianos que ponderaban desmedidamente los dones que poseían y se olvidaban
que el dador de los dones, era más importante que los dones mismos. La pregunta
puede tener una aplicación a cada lector.” ¿Qué tienes que no hayas recibido?".
Solo hay una respuesta para esta pregunta; nada tenemos que no hayamos
recibido. Todo nos ha sido dado. Dios es el único origen e inagotable fuente de toda
bendición.
Que el resultado de este reconocimiento sea el sentir que hubo en David y que
de todo corazón podamos decir: "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder,
la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y
en la tierra son tuyas.”Las riquezas y el poder proceden de ti... en tu mano está
la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”. "Ahora
pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre" (l Crónicas
29:11-13).
CAPITULO SEGUNDO

La operación transformadora
I. EL HOMBRE SEPARADO DEL DADOR
1. "Dame”: una demanda fatal.
2. "Hazme": un regreso al propósito divino.

I I . "¿COMO PUEDE ESTO HACERSE?"

1. La fuente egoísta debe ser destruida.


2. La vida divina debe ser apropiada.
3. Dios hizo provisión por medio de la muerte y resurrección de Cristo.
4. La fe nos introduce a la bendición.

III. EL QUE ESTA EN CRISTO DEBE DAR COMO EL DIO

1. Se espera de los pámpanos el fruto de la vid.


2. Jesús es nuestro ejemplo porque es nuestro poder.
3. Jesús dio todo: sigamos sus pisadas.

El cuerpo de la raza humana muy pronto se enfermo. El hombre desobedeció a


Dios y una tendencia extraña comenzó a moverse en su interior. Deseos y
ambiciones que estropearían su alma comenzaron a manifestarse. Germino la
semilla del amor propio y la norma pronto llegó a ser "Exigir para uno mismo, sin
considerar a los demás; buscar solo “Io suyo propio” sin importarle el interés del
prójimo".
El drama se inició con una acción muy sencilla. Adán y Eva codiciaron "algo" que
Dios no les había "dado". El pecado y el egoísmo nacieron juntos. La sanguijuela
que dice "Dame, dame" comenzó a clamar desde el principio. ¿Sería el pecado algo
tan deseable y maravilloso como la astuta serpiente Io había pintado? ¿A qué ex-
tremos conducirían las fuerzas egoístas que se habían desatado? ¿Cuáles serían
las consecuencias?

I. EL HOMBRE SEPARADO DEL DADOR

La parábola del hijo prodigo podría servir para ilustrar este punto. ¿Qué ocurre
cuando entra el egoísmo? El hijo menor en su casa paterna ejemplifica bien al
hombre colmado de todo Io que Dios le ha dado. Desde su nacimiento hasta su
juventud, nada le había faltado. La norma del padre siempre había sido dar, y la
del hijo recibir. Pero sobrevino el gran cambio. "Padre... dame". "Dame la parte
que me corresponde". Así demando atrevidamente el hijo menor Y el padre
permitió que se hiciera Io que él pedía

Las palabras del pródigo equivalen a una solicitud de independencia.


Desborda en ellas la suficiencia propia. Son el anticipo de una separación. El
“dame” era gramáticamente correcto, pero su contenido engañoso.
Era esta una petición que nadie puede hacer sin empobrecerse. Una exigencia
egoísta que separa al hombre la fuente de la vida.

El fin de la historia se sabía desde el principio. Siguieron unos pocos días de


aparente felicidad, y luego el rápido desperdicio de Io que había recibido. Y en se-
guida comenzó a faltarle. El egoísmo había cortado el conducto de recepción.
Lejos del hogar, aprendió que aparte de su padre, "nadie le daba". El "dame" que
tanto prometía resultó ser fatal. El pecado siempre .reclama y consume. Amargo
fue el sabor de la frustración, pero le trajo de vuelta al hogar. Arrepentido y
humillado, tomo el camino de regreso. Ahora una, petición distinta brota de su
corazón: "Hazme como uno de tus jornaleros". El exigente "dame" da lugar al
suplicante "hazme”. Desea estar otra vez unido con el padre, aunque sea como
jornalero. Ha perdido los derechos de hijo pero se da cuenta que necesita recibir,
y también aprender a dar…

El padre quiere tener hijos, no jornaleros Tal es el propósito redentor de Dios. El se


alegra cuando volvemos. Así le permitimos continuar su plan original. Anhela hacer
algo más importante que damos cosas. Sé ha propuesto convertirnos no solo en
receptores, sino también en dadores. A los que son llamados, los "predestino para que
fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo" (Romanos 8:29). Hijo amado de Dios,
el Padre se regocija en seguir derramando sobre ti toda buena dádiva que desciende
de Io alto. Pero el más caro deseo de su corazón es que heredes de El la disposición
de dar. "Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los ciclos es
perfecto". Ama como ama vuestro Padre. Da tal como El da. Que como es el Padre así
sean también los hijos.

II. “ ¿COMO PUEDE ESTO HACERSE? "

La fuerte tendencia del "dame" debe ser destruida "De dentro del corazón de los
hombres salen... las avaricias". Solo un remedio drástico podrá sanar esta fuente
amarga. Al mismo tiempo, el influjo divino de dar debe ser infundido. Para el hombre,
es tan difícil hacer una cosa como la otra. Pero Io que es imposible para el hombre, es
posible para Dios.

Si, Dios puede hacerlo y Io hizo. El envió a su Hijo a la cruz en semejanza de carne
de pecado, para que así muriera en nuestro lugar. Allí, representándonos, llevó a la
muerte todo Io que es adámico, carnal y diabólico. Así fue crucificada la carne con sus
afectos y concupiscencias. Allí estuvo también presente nuestra inclinación egoísta.
Aquello que en nosotros busca Io suyo propio, que se complace en agradarse a sí
mismo, que solo desea recibir, que insiste en reclamar para sí, aquello que no
consiente en dar, recibió en la cruz su golpe mortal. En Cristo morimos nosotros. La cruz
es la obra maestra de Dios. En ella Dios descargo muerte sobre todas las tendencias
pecaminosas del ser humano. No importa cuán fuertes sean esas fuerzas. Para
nosotros son imposibles de doblegar, pero en la cruz fueron vencidas una vez por
todas. Por la muerte de nuestro Señor están potencialmente desterradas de la vida
del creyente. Esta es la operación transformadora. Necesaria en la cruz y necesaria
también en nosotros.

"El glorioso «consumado es”, del Redentor que rompió las rocas y bamboleó a la
tierra, no solamente implicaba justificación del cristiano, sino también su
santificación. Todo fue forjado en el Calvario, en el propósito redentor de Dios. El
Salvador no solamente tomo, nuestros "pecados" sobre El mismo, ("El cual mismo
llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero", l* Pedro 2:24). El también
llevó nuestra naturaleza pecadora a la cruz. ("Nuestro viejo hombre fue crucificado
con Él “. Romanos 6: 6.

"El pasaje escritural básico es Romanos 6. Aquí la santidad en embrión llega al


nacimiento efectivo. Aquí la posición legal del cristiano se traduce en experiencia.
Aquí, el Cristo, en quien ha creído que le ha sido hecho santificación, se adueña
como tal. Aquí el hacha es puesta efectivamente a las raíces del árbol execrable del
orgullo humano. Se realiza Io que Juan el Bautista vio proféticamente. Aquí el
creyente, perdonado y recibido en el seno de la familia de Dios como un santo es
sumergido en el crisol para que la llama de Dios pueda traer a luz el oro de la
santidad incuestionable. Aquí cristiano es traído a la crucifixión para que mediante
participación en la cruz del Salvador, la “Nueva Vida” pueda manifestarse" (F. J.
Huegel).
¡El lado positivo de la operación es más glorioso! No solamente se amortigua
algo, también se nos comunica algo sublime. Por su resurrección nos ha hecho
participantes de su propia vida. “El os dio vida a vosotros… Nos dio vida juntamente
con Cristo… Juntamente con el (Cristo) nos resucito (a nosotros)” (Efesios 2:1-6.
“Hemos recibido vida de su vida. Cristo debe llegar a ser nuestra vida la misma alma
de nuestra alma, el Centro y Fuente de nuestro ser, el todo en todo de nuestras
aspiraciones, esperanzas y sueños. Debemos llegar a ser ramas de la Vid y rehusar
Io que no fluya de la Vid” (F. J. Huegel).

El mismo que murió, resucitó por nosotros para que recibamos la poderosa
infusión de la vida divina. Y esta es una vida que sé da. Para tal vida dar no es un
accidente ni una violencia. Es su expresión gozosa, normal y corriente. Ella; como
Jesús, siempre dice; "Más bienaventurada cosa es dar que recibir”.

Mediante la fe este misterio se hace realidad. El evangelio es poder de Dios a los


que creen. En Cristo hay poder. La fe es la actitud que abre las puertas para que
esta milagrosa operación se verifique en nosotros. Algunas veces ocurre en un
instante. En otras es necesario un lento proceso. El Espíritu Santo obra en la medida
que nosotros se Io permitimos. El Io hace y nosotros quedamos maravillados.

III. EL QUE ESTA EN CRISTO DEBE DAR COMO EL DIO

¿Hemos recibido esa bendita vida del Hijo de Dios? Entonces nada podrá ser
más natural que obrar como El obro y dar como El dio. Por gracia hemos sido
injertados en él buen tronco. ¿Debemos maravillarnos si, como pámpanos de la vid,
llevamos los frutos que a ella le son naturales? Si aquello que es carnal y egoísta
recibió en la cruz su veredicto de muerte, y hemos: consentido que la contraparte
experimental también se efectué en nosotros para que la vida divina fluya, ¿por qué
entonces no hemos de andar como Cristo anduvo, y dar como El dio?

“Cada uno que está en El, recibe de Él, esa misma eterna vida en su santo, celestial
poder. Luego nada puede ser más natural que la exigencia y reclamación que aquel que
permanece en El tiene también que andar así como él anduvo^.

"Esta potente vida de Dios en el alma, no obra, sin embargo, como una fuerza ciega,
obligándonos ignorantemente o involuntariamente a obrar como Cristo. Al contrario, al andar
como El tiene que venir como el resultado de una elección deliberada, buscada con fuerte
deseo, aceptada con una viva voluntad. Con ese propósito, el Padre en el cielo nos mostro
en la vida terrenal de Jesús, Io que sería la vida del cielo cuando, descendiendo, penetrara
las condiciones y circunstancias de nuestra vida humana. Y con el mismo objeto el Señor
Jesús, cuando recibimos de El la nueva vida, y cuando nos llama a permanecer en El, para
que la recibamos más abundantemente, siempre nos señala su propia vida sobre la tierra, y
nos dice, que la vida nueva nos ha sido concedida para andar como El anduvo" (A. Murray).

¿Cómo dio Jesús? EI dio todo, continuamente y sin reservas. "Derramo su vida —
diariamente— hasta la muerte". Enfermos, afligidos, endemoniados, leprosos, almas
perdidas, todos encontraron siempre en El algo que recibir. En Cristo la, pobreza del
hombre se encontró con la riqueza de Dios y Si vivió dando, y todo aquel que quiera seguir
su ejemplo, verá que el Espíritu Santo le impulsará en esa misma línea y que seguir sus
pasos, por la gracia de Dios, es gloriosamente posible.
CAPITULO TERCERO
Podemos dar como dio Jesús.

I. SU ACTITUD
1. Fue eterna
2. Fue su enseñanza

II. SU MOVIL
1. Su amor.
2. Nuestro amor.

III. SU PRÁCTICA
1. Anduvo haciendo bienes.
2. Hasta entregarse.

IV. SU CLÍMAX
1. El Calvario.
2. Morir por El.

Todas las virtudes de la vida cristiana estuvieron encarnadas en Cristo. Entre


ellas, se distinguió nítidamente la disposición de dar. En El, Dios nos ha dado un
modelo perfecto. Este no ha sido levantado delante de nuestros ojos para que su
contemplación nos desaliente. "Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,
vosotros también hagáis" (Juan 13:15). Estas palabras de Jesús se aplican a todo Io
que El demanda de nosotros como discípulos suyos. Refiriéndose al sufrimiento,
Pedro afirma: "Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas" (1° Pedro 2:21).
Pablo llama la atención de los corintios al ejemplo de Cristo que, siendo rico, se hizo
pobre. Sobre esa base, les exhorta a dar abundantemente. Es que la salvación que
nos hace participantes de la naturaleza divina, nos enfrenta con la seria exigencia de
reproducir las virtudes de la misma vida que hemos recibido.

Cristo Jesús será siempre el patrón original de la vida que "se da a sí misma".
Esta expresión se usa por Io menos ocho veces en el Nuevo Testamento para
referirse a Cristo. Así funciono sin interrupción la única vida que mereció el nombre
de Vida, la única que llenó de contentamiento el corazón del Padre.
En consecuencia, ¿espera Dios que nosotros nos demos a nosotros mismos como Io
hizo su Hijo? ¿Podemos ser ahora sobre la tierra una prolongación de esa vida su-
blime? ¿Debe un alma regenerada por el Espíritu Santo mirar a Cristo como único
ejemplo para desarrollar la gracia de dar? Seguramente que sí. "El que dice que está
en El, debe andar como El anduvo". El que tiene la vida de Cristo puede y debe
manifestarla en un paulatino y poderoso crecimiento. Dios espera ver en los
pámpanos la misma vida que ve en la vid. Hemos sido llamados a reproducir la
semejanza del Hijo de Dios.
Notemos algunos elementos de la vida de Cristo que pueden ayudarnos a
comparamos con él, y lograr el ajuste necesario para que demos como El dio.

I. SU ACTITUD

El espíritu de continua entrega de sí mismo, qué siempre animo a Jesús, no fue


fruto de la casualidad. Toda Io contrario. Fue el resultado de una actitud consciente y
voluntaria. El quiso ser Io que fue. Eligió vivir como vivió.

Antes que el mundo se creara, El ya se había ofrecido para hacer la voluntad de


su Padre. El centro de esa bendita voluntad era un plan que implicaba que él Hijo
se entregara a si mismo completa y totalmente.
Por eso, enseñando a sus discípulos, y contrastando sus ambiciones egoístas y los
sueños que tenían de ser superiores unos a otros les declaro su definida actitud.
"El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate
por todos" (Mateo 20:28). El propósito predeterminado de su venida y encarnación fue:
dar su vida. Confesando tal consigna se bautizó, y día tras día vivió sin apartarse de
la misma.
Si Cristo vive en nosotros, su actitud también debe ser la nuestra. Solo así nuestra
conducta se irá amoldando a la suya, y seremos fieles a la vida que nos dio. Esta
actitud de servir y de darnos a los demás no tiene afinidad con la naturaleza que
hemos heredado de nuestros padres, pero si se ajusta perfectamente a la naturaleza:
del Hijo en nosotros. Es posible tomar esta actitud y en unión con Cristo andar y
crecer en ella. Pero una persona no puede hacerlo por otra. Cada una debe hacerlo
por sí misma.

II. SU MOVIL
¿Por qué se dio a sí mismo? ¿Por qué se entrego por nosotros? "El Hijo de Dios,
el cual me amo, y se entrego a sí mismo por mi" (Gálatas 2:20). Tal vez está en este
versículo la mejor definición de vida cristiana de toda el Nuevo Testamento.
Encontramos aquí la entrega y el móvil íntimamente unidos Pablo nunca olvido el
encuentro que tuvo con la Vida. Y la razón que movió a Cristo a darse a sí mismo por
Pablo quedo indeleblemente grabada en su corazón.

"Se dio, porque me amo". El motivo de Cristo debe también ser el nuestro. "El
amor de Dios, derramado en el corazón por el Espíritu Santo" obra en cada creyente
como una fuerza poderosa que dirige sus acciones. No es el amor humano, que se
mueve por preferencias o sentimientos, sino el amor divino, que nunca deja de ser.

Todo creyente que tiene el Espíritu Santo tiene tan bien este amor, pero el mismo
debe ser cultivado y desarrollado, como cualquier otra manifestación de la vida
espiritual.

III. SU PRÁCTICA
Una de las frases que más bellamente describe su conducta es la del profeta,
quien habla de Cristo como uno que "derramo su vida hasta la muerte". Desde el
pesebre hasta la cruz vivió derramando su vida. No importa en cuál aspecto le
observemos, siempre le veremos ofreciéndose por los demás.
“Le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas
enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sano"
(Mateo 4: 24). ¡Derramando su vida! Vista a los ciegos, vida a los muertos, salud a
los enfermos, limpieza a los leprosos, pan a los hambrientos, ayuda a los
necesitados, aliento a los afligidos, liberación a los esclavos, sincero interés en los
que le buscaban; así el caudal de su vida tomo distintas ramificaciones y llenó con su
gracia una multitud de corazones vacíos y necesitados. Semejante a la fuente de
aguas, cuyas aguas nunca faltan, siempre estuvo fluyendo y nunca se hallo
exhausto. "Anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos del diablo". Y
todo esto le costó un solo precio: su vida. No Io hizo con mágico poder. Lo hizo
"dándose" y "derramándose". Negándose a sí mismo y ofreciéndose sin reservas.
Sentía profundamente la extracción que las necesidades humanas producían en su
corazón, "Alguien me ha tocado, porque yo sé que ha salido virtud de mi". Pero
nunca se negó. Nunca dijo "no puedo". A los que fueron a Él, nunca los echo fuera.
Siempre los recibió y atendió. ¿Qué haremos nosotros frente a tal desafío? ¿Se
moverán los miembros del cuerpo en armonía con la Cabeza? "Andad en amor", es
la dulce amonestación del apóstol, "como también Cristo nos amo y se entrego a sí
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave" (Efesios 5:1-2).

IV. SU CLÍMAX

La cruz del Calvario marca en la vida de Cristo el clímax de la voluntad de su


Padre. No podemos pasarla por, alto. Allí en un solo acto eterno sello la actividad de
toda su vida. "Derramo su vida hasta la muerte". Se dio enteramente. No reservo
nada para sí mismo. ¡El diablo se ríe de tal determinación! Él no puede concebir
semejante insensatez. No le queda más remedio que ridiculizar este acto. Con esa
arma azoto el Calvario intentando que Cristo descendiera de la cruz. ¡Oh si él
hubiera conseguido que dejara de darse, aunque solo fuera por un segundo! i
Gloria a Dios que no Io consiguió! ¡Cristo se entregó a si mismo!

Porque Cristo se dio, nosotros también tenemos vida. A través de nuestra


entrega total, otros también podrán obtenerla igualmente. Nadie puede retener esta
vida para sí mismo sin perderla, "El que ama su vida, la perderá, pero el que pierde
su vida por causa de mi este la salvara”. La dinámica de dar tiene un proceso evolutivo
como todo crecimiento. Dios puede permitir un clímax. Como ocurrió con Jesús,
puede ocurrir también con nosotros. Al comentar las persecuciones de cierto país,
un venerado siervo de Dios expreso: "Yo creo que si tuviéramos que morir por
Cristo, Dios nos daría fuerzas para hacerlo". Esto es una gran verdad, pero,
¿estarían dispuestos a dar la vida por Cristo aquellos creyentes que actualmente se
la están negando en los pequeños incidentes de la vida diaria? La respuesta es
fácil, pero tal posibilidad no parece estar sustentada por las Escrituras, pues ella
dice que "el que es infiel en Io poco, también en Io mucho es infiel". Es decir, el que
no está listo a sufrir burla y desprecio por Cristo ahora, ¿cómo podrá estar
dispuesto a dar su vida por él? Pedro dijo: "Mi vida daré por ti", pero ya sabemos el
camino que tomo cuando se presentó la prueba. La sensata conclusión es esta: el que
no da la vida diariamente en breves y pequeñas experiencias, difícilmente se encontrara
en condiciones de darla en el sentido absoluto en el caso que el Señor Io
permitiera.

Cuando el 8 de enero de 1956, cinco jóvenes misioneros dieron sus vidas para
alcanzar a los aucas con el evangelio de Cristo, algunas voces se levantaron para
criticar sus procedimientos y tildar de locura su plan de acción. Pero nadie puede
leer las biografías de esos hombres sin llegar a la conclusión de que, como en el
caso de Cristo, la muerte que ellos sufrieron no fue otra cosa que la coronación de
cinco vidas que desde hacia tiempo se estaban dando a sí mismas continuamente.
CAPITULO CUARTO
Jesús dice: "Dad”

I. DAR LA VIDA POR AMOR A JESUS


1. Nuestro "mayor amor".
2. Orientación de toda la vida.

IV. II. DARNOS A TRAVES DE LA ORACION


1. Aun antes de "hacer".
2. Como negación de nosotros mismos.

III. DAR LA VIDA ANUNCIANDO A CRISTO


1. En el campo enemigo.
2. Amar, secreto de la evangelización

Dios el Padre amo al mundo y dio a su Hijo. El Hijo de Dios nos amo y se dio a sí
mismo- Los hijos de Dios y seguidores de Cristo oímos su mandato, "Dad de gracia",
y sabemos que nos habla a nosotros. Dios jamás nos ha pedido hacer Io imposible.
Nos manda que amemos porque El nos amo primero y ha derramado su amor en
nuestros corazones. Nos dice que seamos misericordiosos y perdonemos, porque El
primero tuvo misericordia de nosotros y nos perdonó "toda la deuda". Nos manda
que demos, no solo porque nos ha dado todo Io que poseemos, sino también porque
ha puesto el Espíritu de su Hijo dentro de nosotros.

"Dar" —para quien ha recibido la vida de Dios— debe llegar a ser tan natural,
como Io es que camine un hombre que tiene piernas o que vuele un pájaro que tiene
alas. Por supuesto, el hábito de dar debe ser formado, tanto como el de caminar o
volar. Una cosa es tener vida y muy otra es desarrollarla hasta su madurez. Dios con
su vida y su Espíritu nos da el poder. Nosotros, mediante la obediencia a sus
mandamientos, formamos el hábito.

En el evangelio según San Mateo, capítulo 9:35 al 10:8, se presenta un incidente


de gran significación para los discípulos de Jesús: recibieron su mandato a predicar
Fue en esa ocasión que Jesús les ordeno que debían "dar de gracia" Io que "de
gracia" habían recibido. Notamos que Jesús está frente a una multitud necesitada. El
se está dando a las almas en un espíritu abnegado y victorioso. Al mismo tiempo,
está animando a sus discípulos a identificarse con Él en su misión salvadora. Les
exhorta a cultivar esa dinámica acción de darse a sí mismos para suplir las
necesidades de otros. La primera comisión que Jesús dio, la resumió con la palabra
"Dad". Anunciar la venida del reino, sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar
muertos, echar fuera demonios, seria según el concepto del Maestro, dar
gratuitamente Io que de igual manera habían recibido.
¿Cómo podían dar aquellos primeros discípulos que habían dejado todo para
seguir a Jesús? ¿De qué manera cumplirían ese mandamiento de Cristo? ¿Cómo
podemos obedecerlo nosotros en la época actual?

l. DAR LA VIDA POR AMOR A JESUS

La primera cosa que hemos recibido, es la primera que debemos dar. Dios nos ha
dado vida eterna, y solo podemos dar Io que tenemos Hay un sentido en que podemos
perder nuestra vida. No en términos de ser condenados e ir al infierno. Pero si
haciendo de ella una mala inversión, así descalificándola para alcanzar su más alto
objetivo. Tal perdida seguramente ocurrirá si en vez de darla o rendirla, la retenemos
para nosotros mismos.

Los discípulos fueron escogidos, llamados y enviados. Obedecieron yendo en el


nombre de Jesús, y Io primero y tal vez Io único que tenían para dar, era el capital
de sus vidas. Jesús no les pidió que murieran por El, pero más adelante estableció
que "nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan
15:13). Una cosa es morir por Jesús, y otra muy distinta es poner o dar diariamente la
vida por El durante cincuenta o más años. Inevitablemente estamos dando la vida a
cada instante, puesto que la estamos invirtiendo en la familia, el trabajo, estudio,
deporte, o en pasatiempos. La cuestión es si la estamos dando o poniendo donde Jesús
la necesita y por amor a Él.

Jesús necesitaba aquellos primeros discípulos en las ciudades de Israel. Ellos


dejaron sus trabajos, sus familias, sus pueblos, y fueron donde Jesús les envió a dar
sus vidas en actividades que les fueron específicamente ordenadas. Ellos fueron y
dieron sus vidas, en lugar y por amor a Jesús, en los sitios que El les señaló.
Obedecieron. Ninguno de ellos murió en esta misión. Pero todos pusieron y dieron Io
mejor que poseían: la vida.

Este tesoro, todos los tenemos y todos podemos darlo. No es necesario haber sido
llamado al ministerio, ni ser pastor, o haber dedicado todo el tiempo a la obra del
Señor. La verdad es que uno puede estar encuadrado en las definiciones anteriores
y no estar dando su vida. Este privilegio no es para unos pocos elegidos, sino para
todos los discípulos. La madre en el hogar, el padre en su trabajo, la señorita en el
colegio, el joven en la universidad, todos puedan dar vida en pequeñas cuotas de un
día siguiendo en las pisadas del Maestro.

La palabra "dar" define la orientación de esta vida.' En un extremo está conectada


con Jesús, la fuente. En el otro, se encuentra con alguna circunstancia, lugar o
persona, en la calle, en el trabajo, en el hogar o en la iglesia. Invariablemente da.
Una ayuda material, una sonrisa, una palabra alentadora, el mensaje de salvación, un
sufrimiento injusto, etc. Si es vida Io que se está dando, poco importa la acción. La
vida tiene poder en cualquiera de sus manifestaciones. El que pierde su vida, la hallará.
Cada mañana al levantamos nos enfrentamos inconscientemente con estas dos
maneras de vivir: vivir dándose a los demás o vivir reteniéndose. Amando a otros o
amándose a sí mismo.

Cuando el filo de una nueva oportunidad se presenta, y Jesús dice "Dad" ¿qué
hacemos nosotros?

II - DARNOS A TRAVES DE LA ORACION

Mirando multitudes desamparadas como ovejas sin pastor, y contemplando la


inmensa mies y la gran necesidad de obreros, la primera cosa que Jesús mando
hacer a sus discípulos fue ORAR.
Instintivamente reaccionamos. Frente a una multitud necesitada orar nos parece
cosa absurda. Décimos: que corresponde es "hacer algo". Cualquier cosa menos
orar. Debemos proceder inmediatamente. Organizamos planear, etc. Jesús dice:
"Rogad"...
A menudo consejos de Jesús nos hieren en lo más íntimo. Porque El procede
en forma inversa a la nuestra. Pone en primer lugar Io que nosotros pondríamos en
el último. Nuestros pensamientos no son los suyos. ¡Jesús nos da el orden
correcto! El abecedario de dar, comienza con orar. Orar, generalmente hablando, no
es nada atractivo, espectacular ni popular. Cantar un himno, predicar un sermón,
dirigir una reunión, nos resulta mucho más interesante que orar. Para la valoración
humana, orar viene después de obrar. Jesús la ubica antes. ¿Por qué generalmente
esquivamos este valioso ministerio? No es difícil la respuesta. La verdadera oración
para ser vital demanda Io mejor de nosotros. Orar no es meramente pronunciar
palabras ni pedir por una cantidad de cosas. Orar es tal vez la forma más eficaz de
darse uno mismo a Dios. Exige que nos identifiquemos con su carácter, planes y
métodos. Y este es el misterioso poder que hace adelantar los propósitos divinos
sobre la tierra. Exige de nosotros Io mejor. No se puede cumplir sin una entrega
total. Orar es literalmente —especialmente en Io que se refiere a la intercesión—
"poner la vida por otros" en un campo secreto desconocido, misterioso, pero real y
efectivo.
La verdadera oración tiene tanto que ver con la entrega de nosotros mismos que
puede constituirse en termómetro seguro de nuestra vida espiritual.
Implica primeramente dar nuestro tiempo. Es verdad que podemos orar en cualquier
lugar. Incluso cuando caminamos por la calle. Pero también es verdad que la
oración que mueve las ruedas en el reino espiritual requiere una concentración
mental y espiritual que solo se logra en la cámara secreta. El tiempo es la entrega
mínima, pero a veces la más difícil. Todos recibimos una cuota de veinticuatro horas
justas de tiempo cada día. Pero, ¿qué proporción de ese tiempo dedicamos los
cristianos a la oración?
Orar envuelve también la negación de nosotros mismos. Esta se pondrá en evidencia
en nuestra vida de oración. "La oración es obra espiritual y la naturaleza humana no
admite tan ardua obra espiritual" (E. M. Bounds). Siempre habrá algún rival que
procure absorber el tiempo y las energías que debiéramos dedicar a esta santa
actividad. Amigos, compromisos, recreaciones, trabajos urgentes, etc., aparecerán con
frecuencia para bloquear.
Orar también significa dar fuerzas físicas, mentales y espirituales. La verdadera
oración es un trabajo y una lucha, y si en el mundo trabajar y luchar consumen
energías, ¡cuánto más en el escenario espiritual!
El autor nunca olvidará la ocasión cuando se dirigió a un siervo de Dios
solicitándole consejo y ayuda. Le explico sus dificultades y aquél prometió orar
específicamente por ellas. Al día siguiente después de una reunión, converso
nuevamente con él y recibió sus consejos y sugestiones. Esto Io hubiera olvidado
como un simple incidente, si poco después, un creyente —en cuya casa se
hospedaba el predicador— no le hubiera dicho Io siguiente (aparte y en voz baja):
"Usted no Io va a creer, pero este hombre ayer pasó la noche orando por usted".
"Samuel clamo a Jehová toda aquella noche" (l Samuel 15:11). Darse por otro a
través de la oración es una tarea que reclama Io mejor de nosotros.
Una señorita que murió a la temprana edad de veintidós años, dejó tras ella una
fragancia no común. Su. Vida de oración pareció ser su actividad característica. Ella
guardaba un diario de las peticiones que hacía a Dios. Allí figuraban maravillosas
respuestas, tanto a favor de individuos a quienes conocía en su ciudad, como también
respuestas a favor de misioneros en distintos lugares de la tierra que le hacían
conocer sus necesidades para que intercediera en oración.
Cuando falleció, muchos misioneros en solitarios lugares de la tierra lloraron su
partida. Algunos nunca la conocieron personalmente, pero recibieron el impacto podero-
so de su intercesión. Dios necesita un ejército de hombres y mujeres jóvenes que
estén dispuestos â dar sus vidas en oración intercesora.

III. DAR LA VIDA ANUNCIANDO A CRISTO

“Si alguno me sirve, sígame" dijo el Maestro. El que quiera, "niéguese a sí mismo
y tome su cruz". Los que sirven a Cristo no serán los que se aman a sí mismos. El
amor a Cristo y el amor propio están en pugna. Los doce fueron a servir a Cristo
proclamando su reino y esto despertó hostilidades. Servir a Cristo en campo enemigo,
como es este mundo, nunca será fácil. Para Juan el Bautista significo que le
cortaran la cabeza. Para Jacobo y Pablo también. Para otros será sinónimo de burla,
desprecio y tal vez pérdida de empleos, dinero o amistades. Lo que den sus vidas
por amor a Jesús no se detendrán a considerar el costo. Dirán como Pablo, "el amor
de Cristo me constriñe".
¿Cómo podemos anunciar a Cristo dando nuestra vida por El?
"Id y predicad" es la orden que todavía sigue en pie. Para muchos esto significará
testificar del Salvador a pequeños y a grandes en los caminos ordinarios de la vida:
en el barrio, el empleo, la fábrica, la universidad. Hacer esto, siempre implicará un
probable conflicto. Siempre será más fácil y cómodo permanecer neutral. Pero
Jesús dijo que "el que no es conmigo, contra mí es". No hay neutralidad en esta
lucha. Es falsa. Habrá siempre oposición pero a pesar de ella "el pueblo que
conoce a su Dios se esforzará y actuará"
A otros, servir los llevará a "dejar todo' y "seguir al Cordero" llevando el mensaje a
las regiones donde Cristo aún no ha sido predicado. Forzar la batalla y tomar las
fortalezas en manos del enemigo siempre costará un alto precio. El diablo nunca
soltará sus cautivos sin entablar dura lucha. Así fue desde el comienzo de esta
guerra santa y así será hasta el fin.
Para darnos la salvación, nuestro Señor estuvo dispuesto a sufrir y morir. Para
anunciar y extender hasta los fines de la tierra, esos serán los medios que
tendremos que usar. Esa es el arma por excelencia.
Cuando a la Sra. Booth Clibborn, mejor conocida por el sobrenombre de "la
Mariscala de Francia" se le preguntó cuál era el secreto de su exitoso evangelismo
en esa nación plagada de incredulidad ella contesto:
"El secreto de nuestro poder en Francia fue: Primero: amar; segundo: amar; y
tercero: amar. Y si quieren saber cómo se puede desarrollar esta fórmula, creo que
también puedo decirles sin equivocarme: primero: sacrificándose; segundo:
sacrificándose; y tercero: sacrificándose. Cristo nos amo apasionadamente, y El
debe ser amado también apasionadamente".
CAPITULO QUINTO
Una ofrenda abundante

I. LASFUERZAS DINÂMICAS QUE LA IMPULSARON


1. La gracia de Dios que nos ha sido dada.
2. El ejemplo de Cristo.
3. Una entrega total.

II. LOS OBSTÁCULOS QUE PUEDE VENCER


1. Grande prueba de tribulación.
2. Profunda pobreza.

I II. ALGUNOS DE SUS RASGOS PECULIARES


1. Es ofrecida con gozo.
2. Es abundante.

Dar es un principio de la vida espiritual. Una ley que debe estar en el medio del
corazón del creyente. Ofrendar dinero u otros valores que forman parte del conjunto
de la vida, poniéndolos a la disposición del Señor para la extensión de su reino, es
una manera efectiva de darse uno mismo, probar la sinceridad de nuestro amor y
seguir en las pisadas de nuestro bendito Señor Jesucristo.
Al examinar nuestra práctica de dar, no hacemos otra cosa que tomar el pulso de
la vida espiritual. Por este síntoma se puede determinar el estado del corazón.
Ofrendar abundantemente, es además, indicio de un crecimiento bien proporcionado
en todas las gracias cristianas."Como en todo abundáis, en fe, en palabra, en
ciencia, en toda solicitud, y en vuestra amor para con nosotros, abundad también en
esta gracia" (2da Corintios 8:7). ¿Cómo anda entonces nuestro corazón, y cuál es el
grado de nuestro crecimiento?
El apóstol Pablo desafío a los corintios a realizar esta investigación. Lo hizo
ponderando el buen ejemplo de las iglesias de Macedonia y comentando varios
rasgos típicos de una ofrenda que agrada a Dios. ¿Por qué la ofrenda a la cual Pablo
hace mención, (véase 2da Corintios 8 y 9) llegó a ser una ofrenda abundante y redundo
para la gloria de Dios?
Haremos n o t a r algunas de sus principales características:

1. LAS FUERZAS DINÂMICAS QUE LA IMPULSARON


Varios son los motivos que promueven las ofrendas en el pueblo de Dios. Algunos
dan porque no pueden evitarlo. Otros, porque si no Io hacen, serán mal mirados., Hay
quienes dan para sobresalir. Puede haber también un porcentaje que ofrenda para
apaciguar la voz de la conciencia. Pero gracias a Dios que hay muchos que conocen el
gozo de ofrendar. Han descubierto fuerzas dinámicas que los constriñen a hacerlo. Esas
fuerzas son:
1. La gracia de Dios que nos ha sido dada.
Lo primero que se menciona de esta ofrenda, no es Io que dieron los macedonios,
sino Io que Dios les dio a ellos. Dentro del amplio perímetro de la "gracia que nos es
dada en Cristo Jesús" ellos sobresalieron por "la gracia de dar". Este don es un
privilegio, un favor no merecido y una disposición producida en el corazón por el
Espíritu Santo .Es un poder dinámico que vivifica al creyente y le mueve, a dar, por fe
y por amor.
2. El ejemplo de Cristo.
Aquel que era rico, voluntariamente se hizo pobre a fin de enriquecemos con su
pobreza. Siendo rico en poder, en gloria, en honor, en sabiduría, puso a un lado
todas estas cosas y se hizo obedeciendo a la voluntad de su Padre hasta el punto de
obedecer a su deseo de que muriera por los pecadores.
El valor de su ejemplo consiste en el hecho de que estamos capacitados para
imitarlo, Si así no fuera, solo serviría para desalentamos. "Todo Io puedo en Cristo".
Por nuestra unión con El, nos es posible imitarle. Aquél que es el ejemplo, también es
el poder. "Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo". Sabemos por
experiencia Io que ha hecho en nuestra vida. Dejemos entonces que corra a través de
nosotros
3. Una entrega total.
Los macedonios interpretaron bien la redención Habían tenido la visión del crucifica-
do. Le habían contemplado dándose a sí mismo. La entrega total cie Cristo los había
desafiado y ellos habían respondido. (El razonamiento de sus corazones bien pudo
haber sido: "Si Jesucristo, siendo Dios se hizo hombre, si siendo rico se hizo pobre, y
dio su vida de valor infinito por nosotros pecadores dignos de muerte, ¿qué
respuesta podemos dar a tan grande amor? ¿Cómo podemos corresponderlo?".
Descubrieron que había una sola manera: dándose ellos mismos al Señor. Eso fue Io
que hicieron. Rindieron Io que más cuesta. El amor no puede proceder de otra
manera.
Eso mismo sintió un joven negro en el África, cuando se estaba recibiendo una
ofrenda de acción de gracias. Los creyentes iban pasando al frente uno por uno. Al-
gunos llevaban frutas; otros legumbres, gallinas, huevos y otros productos. Cada uno
depositaba su ofrenda en la parte delantera del salón. El joven permanecía atrás con
su corazón quebrantado, porque no tenía nada que ofrecer. Sin embargo, él amaba
al Señor y deseaba ex-presarlo en alguna forma. Enseguida supo Io que podía hacer.
Tomo una canasta vacía y pasó al frente. Puso la canasta en medio de las otras
ofrendas y entonces él mismo se metió dentro de ella. Allí permaneció por unos
momentos con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Luego se levanto y volvió a su
lugar.

El misionero Io había observado y poco después Io encontró y le dijo: "Lo que


usted hizo hace un rato fue magnífico. Pero, ¿qué quiso dar a entender con ese
acto?". El joven contestó: "Cuando los otros hermanos llevaban sus ofrendas
adelante, me sentía muy triste porque no tenía nada que dar. Entonces me acorde
que podría darme a mí mismo. Cuando estaba dentro de la canasta le dije a Dios
que me entregaba totalmente a Él para predicar el evangelio o para hacer cualquier
cosa que El quiera que haga
¿Ha respondido el lector de esta misma manera al sacrificio del Calvario? ¿Ha
oído la voz que le ruega por las misericordias de Dios que presente su cuerpo en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios? Si ha hecho esta entrega total, definitiva y
para siempre conocerá también la fuerza dinámica que engendra y podrá decir de
corazón:
Yo no soy dueño de mí
pertenezco solo a ti.
Lo que tengo y Io que espero
Tuyo, mi Jesús, será".

II. LOS OBSTÁCULOS QUE PUEDE VENCER

Toda expresión de la vida divina encontrará oposición en este mundo.


¿Obstáculos, problemas, circunstancias, se cruzarán al paso Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? En todas estas cosas
somos más que vencedores" (Romanos 8: 35-37). Así concibieron las cosas los
macedonios. Dos situaciones que podrían haber ahogado la ofrenda, ellos las
vencieron y como los antiguos que ataban a su carro triunfal las cabezas de los
enemigos derrotados, figuran en el relato para darle más realce.
1. Grande prueba de tribulación
Estaban sufriendo persecución. Algunos tal vez habían perdido sus empleos
Habían sido sometidos a mal trato, y probablemente otros habían perdido sus
bienes. A pesar de eso, "en medio" de la prueba se esforzaban en ofrendar, y su
ejemplo mereció un lugar en las páginas del Nuevo Testamento.
Dios también permitirá pruebas a nuestro alrededor. Pero no para reducir nuestra
capacidad de servir o dar, sino para fortalecerla y aumentarla. La tribulación arriba
mencionada queda como símbolo de muchas contrariedades que los cristianos
tienen que enfrentar: falta de trabajo, deudas, carestía de la vida, enfermedad,
etc., las cuales Dios permitirá y combinará para que comprobemos que su gracia
basta en todo momento, y es suficiente en medio de las condiciones más adversas.
2. Profunda pobreza.
El privilegio de dar ha sido concedido tanto a los ricos como a los pobres. Los
creyentes del ejemplo que nos ocupa, no eran millonarios ni tenían dinero
acumulado en los bancos. Realmente eran pobres. Pablo afirma que pasaban por
"profunda pobreza". Pero se enriquecieron porque la gracia de Dios les mostró la
manera de ser ricos en generosidad. Venciendo su pobreza material se hicieron
ricos en Io espiritual.
Como la viuda que dio las dos blancas, no esperaron a ser ricos para ofrendar.
Así ella dio, según la opinión del Señor, más que los ricos. Dio todo Io que tenía,
mientras los ricos dieron Io que les sobraba. El que espera tener mucho para
ofrendar, no crecerá en la gracia de dar.
El pastor R. L. Laurin cuenta de un negociante y un abogado cristianos viajando
por Corea. Un día vieron en un campo a un hombre joven tirando un arado, mientras
otro ya anciano manejaba las riendas. El abogado, asombrado, inmediatamente
tomo una fotografía de la escena. “¡Este es un cuadro muy curioso! Me supongo que
esos hombres deben ser muy pobres" le dijo al misionero que les hacía de guía e
intérprete. El misionero contesto: “Si, esta es la familia de Chi Boui. Cuando se
estaba haciendo el edificio para la iglesia, ellos estaban ansiosos de contribuir con
algo, pero no tenían dinero, de modo que vendieron su único buey y dieron el dinero
a la: iglesia. Este verano ellos mismos están tirando del arado". Los visitantes
guardaron silencio por algunos momentos. Entonces el negociante dijo: "Esto debe
haber significado un gran sacrificio para ellos"."Ellos no Io consideran así", contesto
el misionero; "más bien se sentían dichosos de que tenían un buey que podían
vender". El negociante y el abogado no tenían mucho que decir después de oír
estas palabras.
Los que dan siendo pobres también darán siendo ricos. Los que no dan en
tiempos de adversidad, tampoco darán en tiempos de prosperidad.

III. ALGUNOS DE SUS RASGOS PECULIARES

La ofrenda que la iglesia de Filipos envió a Pablo fue descripta como "olor
fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios". Hay pues ofrendas que son fragantes
y otras que no Io son; algunas son aceptas y otras son rechazadas; unas son
agradables y otras desagradables. ¿Cuáles son algunos rasgos característicos de la
ofrenda que agrada a Dios?
1. Es ofrecida con gozo. (v. 2) "Abundancia de gozo". Este es un gozo muchas
veces ausente. “Gozaos en el Señor siempre" también cuando ofrendáis El gozo
abundante debe ser como la libación sobre el sacrificio. No debe faltar nunca "No
tengo dinero, pero estoy tan gozoso que no puedo dejar de ofrendar"; tal debe ser
el sentir de nuestro corazón.
2. Es abundante. "De todo Io que pueda", era el tercer punto del famoso sermón de
Wesley sobre las ofrendas. Dar en abundancia es una característica de Dios, y El
anhela verla reflejada en sus hijos El Señor pidió de los israelitas un diezmo de sus
entradas. Aparte de eso, dieron una buena cantidad en sacrificios y primeros frutos.
Probablemente todo esto alcanzaba a una tercera parte de sus salarios o ingresos.
Es una buena práctica comenzar por dar el diezmo, siempre que sea un diezmo
abundante y que tenga el poder de crecer.
Un buen misionero que está sirviendo a Dios en la Argentina dio en un
campamento de jóvenes el siguiente testimonio:
"Recién me había casado, estaba cursando estudios en la universidad, vivía en un
garaje convertido en casa y trabajaba por mi cuenta vendiendo camisas de puerta
en puerta. La vida era un tanto precaria, aunque me sentía muy feliz.
"Un buen día tuve la dicha de escuchar la predicación de un siervo de Dios
quien, entre otras cosas, menciono que daba a Dios dos diezmos de sus entradas.
No nos exhortó a seguir su ejemplo, pero, sus palabras se clavaron en mi corazón.
Volví a mi casa y le presente a mi esposa la idea de dar a Dios dos diezmos de
nuestras entradas. No era cuestión de sacar la cuenta para ver si teníamos dinero,
pues generalmente no nos alcanzaba para dar el primer diezmo que ya
dedicábamos al Señor. Si Io hacíamos sería un paso de fe y amor.
"Mi buena esposa me acompañó en esta decisión. Desde aquel día, las únicas
ocasiones en que nos hemos encontrado en apuros financieros han sido aquellas en
que por falta de fe no hemos apartado el 20% para Dios. ¡Es maravilloso probar a
Dios!".
Permitamos que la planta de la ofrenda crezca. El diezmo, es bueno para
comenzar, pero puede ser malo para estacionarse. También puede llegar a ser un
motivo de hipocresía. Muchos que deberían dar la tercera parte o la mitad de sus
entradas están refugiados detrás de esta norma legal. La letra mata las ofrendas; el
Espíritu las vivifica. Dejemos que nuestros corazones se midan por la norma del
Calvario. Pidamos al Espíritu Santo que administre todos nuestros bienes, y no nos
asustemos Cuando nos parece que El claramente nos indica que podríamos dar el
doble de Io que dimos anteriormente. Sugiriéndonos esto, no procura otra cosa que
empujaros a volar en las alturas de Dios. Si nos invita a dar más es un indicio de
que desea probar nuestra fe. Tal vez nos quiere confiar mayores riquezas. No
defraudemos su confianza. Recordemos que "con la medida que midiereis, os será
vuelto a medir".
CAPITULO SEXTO
¿Qué harás con tu vida?

I. LA VIDA SEMEJANTE A UN GRANO DE TRIGO


1. Creada por Dios.
2. Con un propósito.

II. INSIGNIFICANTE, PERO CON PODER ILIMITADO

III. DOS POSIBLES ALTERNATIVAS


1. Puede quedar solo.
2. Mucho fruto.

IV. LO QUE HACE LA DIFERENCIA


1. Darse a sí mismo.
2. Rendición completa.

V. ¿CUAL ES TU RESPUESTA?

Esta es una pregunta seria, y de suprema importancia para cada hijo de Dios.
Cuando la fe se ha apropiado del perdón divino, y por la obra del Espíritu Santo se
ha recibido la vida nueva y abundante, entonces con la conciencia de esa
maravillosa realidad surge la pregunta "De ahora en adelante ¿cuál será el propósito
de mi existencia? ¿Qué haré con esta vida nueva que me ha sido dada?"
Ninguno querrá equivocarse al responder a esta pregunta. Tal error traería
aparejadas serias consecuencias que en gran parte serían irreparables. No
viviremos la vida dos veces. Los años que han pasado no se pueden repetir. El
camino que sigamos, o Io que hagamos con nuestra vida determinará nuestro
destino. Lo que cada uno elija decidirá si será feliz o desdichado. Si le corresponderá
el éxito o el fracaso. Si su vida será útil o de ningún valor para Dios. Todos
quisiéramos, al llegar al fin de nuestros días, poder mirar atrás y sonreír con
satisfacción, diciendo como Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la f e . . . Me espera la corona". Pero estas son palabras que
solo puede pronunciar quien ha dado en el blanco con el propósito de la vida.
El mismo Autor y Señor de la vida, nos dice, respecto a esta posesión tan preciosa:
"Yo vine del cielo para poder traértela. Nací en este mundo para poder compartirla
contigo. Viví en la tierra para que pudieras conocerla. Padecí, sufrí y morí en la cruz del
Calvario para poder otorgártela. Pague el precio de mi propia sangre para que pudiera
ser tuya. Ahora que eres salvo, que gozas de la vida, vida eterna, ¿qué harás con tu
vida?" No es posible desoír este directo interrogante. Demanda de toda una
consideración honesta y sincera. ¿Cuál será la respuesta que dejará contento el
corazón de Dios?

I. LA VIDA SEMEJANTE A UN GRANO DE TRIGO

Jesús mismo dijo (Juan 12:24-26) que la vida era semejante a un grano de trigo.
¡Difícil seria encontrar mejor comparación! ¿Qué enseñanzas podemos sacar de ella?
En primer lugar, el grano de trigo no se hizo solo. Por consiguiente, como todo Io que
Dios ha creado, existe con un propósito. Puede ser útil para varios usos. Molido,
convertido en harina y pan, sirve como alimento; por otro lado, si se siembra en la tierra
puede reproducirse y ser el medio para dar vida a otros miles de granos como él.
Tal proceso tiene una perfecta semejanza con los creyentes. Los tales también han
sido creados por Dios. Son una nueva creación en Cristo Jesús. La vida que poseen es
un don divino, y Io han recibido con un propósito. "Somos creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparo para que anduviéramos en ellas". Igual que el
grano de trigo podemos ser un medio para que otros lleguen a tener vida y también ser
usados para alimentar almas hambrientas.

II. INSIGNIFICANTE, PERO CON PODER ILIMITADO


El grano de trigo es pequeño. Se necesitan muchos para llenar una mano. A
primera vista con uno solo no se puede hacer nada. Sin embargo, sería interesante
llevar uno de estos granos a una isla solitaria donde este cereal fuera desconocido y
plantarlo. Luego cosechar Io que resulte de esa planta y sembrarlo otra vez y así
sucesivamente. La multiplicación seria asombrosa. Un solo grano tiene poder
irresistible. ¿Por qué? Porque tiene vida. Esta no se ve, pero está en él. Con solo
sembrarlo y permitir que el proceso normal se lleve a cabo, se comprueba su
potencialidad.
Así también es con la vida que hemos recibido. Es imposible medir Io que Dios
puede hacer con ella si se la coloca enteramente en sus manos. Solo la eternidad
revelará de qué maravillosa forma Dios ha usado los granos de trigo que, sin tener
mayor apariencia, se multiplicaron hasta el infinito.
Somos granos de trigo. Muchas veces hemos pensado, "no soy nada", "no puedo
hacer nada", "nadie me conoce". Somos uno entre muchos. Pero, por la gracia de
Dios, reside en nosotros un misterioso poder para amar, bendecir, llevar fruto y
reproducirnos. Si hacemos con nuestra vida Io que Dios quiere que hagamos nadie
podrá frenar la multiplicación y la bendición.
III. DOS POSIBLES ALTERNATIVAS
La vida del creyente tiene tremendas posibilidades de ser una bendición. Pero
posibilidades no son realidades. No se pasa de la una a la otra por suerte o azar.
Hay un proceso, y si ese proceso no se cumple todo puede quedar en la nada.
¿Qué puede ocurrir?
1. La vida puede quedar sola.
“Si no cae en la tierra y muere queda solo”. El propósito del Creador para el
grano de trigo puede ser frustrado. El grano de trigo fracasara si no cumple con su
propósito. Si es arrojado al rio, se pierde. A veces lamentablemente grandes
cantidades de trigo han sido quemadas, En otras ocasiones se han echado a
perder. En estos y en otros posibles casos “queda solo”. No ha sido sembrado en la
tierra: por lo tanto, no se ha reproducido. No ha sido triturado y molido para
alimentar a otros y sus principales finalidades han dejado de cumplirse .Es triste
decir que la vida puede seguir ese mismo curso. ¡Misteriosa realidad! Tener poder
para dar vida a otros, poder para salvar de la muerte a los hambrientos y, sin
embargo, “quedar solo”. ¡Vivir para sí mismo! ¡No cumplir su vocación!

2 – La vida puede llevar mucho fruto.


Este es otro camino posible. Está al alcance de todos. Para este fin ha sido
creado. Se podría decir que llegar a esta meta no es una hazaña, sino permitir el
curso que Dios ha determinado como normal, el grano de trigo que cayó en la tierra
llevo fruto abundante. Fue sembrado y se convirtió en vida para otros centenares,
los cuales, a su vez llegaron a ser vida para millares.
Un hombre llamado Tucker era un artista famoso y vivía en Londres. Dios lo
llamo y él se dio a sí mismo para el ministerio del evangelio en los más oscuros
barrios. Entonces llegaron las noticias que el obispo Hannigton había sido
asesinado por los africanos, se necesitaba quien ocupara su lugar. Tucker dijo: “Si
ese lugar es más oscuro que el más oscuro de Londres, yo iré”. Y puso su rostro
como un pedernal para ir a África.
“Tucker fue al mismo territorio donde Mwanga, un jefe salvaje, quemaba a los
muchachos atados a un poste si no se rendían a sus abominables concupiscencias.
Pero llego el día cuando en aquel mismo lugar, una de las más grandes iglesias
estaba repleta con más de quinientos convertidos. También cientos de capitales por
todo alrededor estaban llenas de cristianos>Hannington dio su vida muriendo,
Tucker la dio viviendo? el resultado? Miles de almas arrebatadas para Dios de las
más densas tinieblas, “Si muriese…mucho fruto lleva”.

IV – LO QUE HACE LA DIFERENCIA

Uno quedó solo. El otro lleva mucho fruto. ¿Qué es lo que hace la gran
diferencia? “Si muere “dice Jesús. Hay una muerte aquí que determina la bendición.
¿Qué significa esta muerte?
No significan necesariamente la muerte física. Está en la mayoría de los casos
es involuntaria. Jesús esta refiriéndose a algo que debe ser hecho voluntariamente.
Es una actitud de la vida y de la voluntad que la rija. Tal vez la mejor manera de
definirlo es ilustrarlo. Y el ejemplo por excelencia es Jesús .Porque Él es el grano de
trigo original. Trajo la vida a este mundo de muerte. Es a través de El que nosotros
llegamos a ser granos de trigo. Por medio de El tenemos vida en nosotros. ¿Qué
significo para Jesús “caer en la tierra y morir”?
En primer lugar significo “dar” la vida que tenia para la bendición de los que no
tenían vida eterna.” El buen pastor da su vida por sus ovejas”. “He venido para dar
mi vida” Dar la vida es lo único que hace la diferencia. “Cristo murió por todos, para
los que viven ya no vivan por sí mismos” – es decir que no hagan de sus vidas un
fin – “sino sirvan para aquel que murió y resucito por ellos” .Tal era la interpretación
de Pablo de la vida de Cristo y de la continuidad que la misma debía tener en cada
creyente.
Ese es el precio que pagó D.L.Moody. Una vez un miembro del auditorio que
había escuchado al famoso predicador, se adelanto y le dijo: “Daria mi vida para
poder influir a la gente como lo hace usted”, “Ese es precisamente el precio que yo
he pagado” fue la rápida contestación.
Además esta muerte equivale a rendir nuestra voluntad en todo, para que Dios
haga de nosotros lo que le plazca. “He descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, mas la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). “No mi voluntad sino la
suya” (Lucas 22:42). Cuando estamos dispuestos a renunciar a nuestros planes
para que los de Dios se realicen, estamos dando nuestra vida.
El padre de Eduardo McCully, uno de los cinco misioneros asesinados por los
aucas en enero de 1.956, ha contado la conversación que tuvo con su hijo en
setiembre de 1.951:
“Un día Eduardo llamo a la puerta de mi estudio y dijo: << Papá, ¿podría
conversar un momento contigo? >>. << Seguramente>>, le dije. Entró y esto es lo
que le oí decir: << He estado luchando con el Señor durante las últimas tres
semanas, pero anoche le entregue mi vida y no volveré a estudiar en la Escuela de
Derecho. Estoy cambiando totalmente los planes para el futuro a fin de seguir al
Señor Jesús, para que el me use donde vea que puedo serle útil>>. Le dije: <<
Eduardo, Dios puede usar un abogado cristiano, pero estoy contento de que hayas
tomado esta decisión, y no pondré obstáculos en tu camino. Orare para que el
Señor te guie en todo lo que harás en adelante>>”
Ahora sabemos lo que Dios permitió que ocurriera con este grano de trigo, pero
todo comenzó con la rendición que su padre nos ha relatado anteriormente.

5 – ¿CUAL ES TU RESPUESTA?
No importa cual personaje bíblico observemos. Si ha dado fruto, si ha sido una
bendición para el mundo, es porque el sublime propósito divino se canalizo a través
de la entrega que hemos tratado de describir.
Abraham entrega lo mejor, su amado hijo único, y a través de la simiente de ese
hijo rendido y ofrecido, Dios lo hace padre de multitudes como las estrellas del cielo
y como la arena de la mar. A veces, esta entrega implica rendir un ser querido muy
amado.
José se somete a los designios de la providencia, y se convierte en grano de
trigo que después de haber muerto, llega a ser el medio escogido para salvar a
millones de los estragos del hambre. A veces se cumple cuando aceptamos el
sufrimiento injusto.
Ester, como grano de trigo que muere, entra en la cámara del rey no siendo
llamada, aceptando la muerte que correspondía a la violación de esa norma, y como
resultado salva a una nación y también su propia vida. En otras ocasiones, la
rendición significa entrar en situaciones que equivalen a la muerte.
Igual cosa se podría decir de Pedro, Juan, Pablo y de cada creyente que ha
marcado una huella en el avance del reino de Dios. De cada uno se podría decir:
pagaron el precio de dar sus vidas enteramente para que el propósito divino – sea
cual fuere- pudiera ser cumplido.
James Calvert fue como misionero a los caníbales de las islas Fiji. Mientras
viajaba hacia aquel solitario destino el capitán del barco trato de hacerle cambiar de
propósito. “Si usted va a vivir entre aquellos salvajes corre peligro de perder su vida
y la de todos los que lo acompañan “– le dijo. La simple respuesta de Calvert fue:
“Capitán, nosotros ya hemos muerto antes de venir aquí”.” El que ama su vida la
perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para la vida eterna la guardará”.
Amado lector. ¿Que harás con tu vida?

Da lo mejor al Salvador
Quien dio lo mejor por ti.
Muerte de cruz sufrió allí
Y sangre carmesí.

Da lo mejor a tu Señor:
Tu corazón, tu vida.
Oye esa voz y síguele en pos:
Con tierno amor te convida.

Andrés Robert

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