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EMILIO ABELLO VERANO 11 de mayo de 2017

Preguntas:

1. Enumera 4 fundamentos filosóficos acerca de las nociones


estudiadas en el seminario “cultura” “antropología” “etología” “humano”
“animal” “razón” implícitos en la Declaración de Derechos de los animales (1º
Texto).

Los fundamentos filosóficos que hemos analizado y tratado de forma sistemática


en el presente seminario se encuentran, en su mayoría, de forma explícita, en la
Declaración de Derechos de los animales.

En primer término, cabe destacar que, de la propia pretensión del texto, ya


subyace una base o caracterización antropológica. El ser humano, en tanto que
especie animal, ha de fomentar el respeto por los animales en conjunto, en tanto que
seres que coexisten en un mismo plano. Se está reconociendo, aunque no tanto como
en el segundo texto, la existencia de una verdadera “cultura animal”, que radica en
los comportamientos y usos sociales empíricamente observables en los mismos. El
ser humano, siempre desde la óptica del animal simbólico, es en este punto
absolutamente igual a los animales, rasgo del que se deduce la entera justificación a
la amalgama de derechos que éstos poseen de facto. Pero la diferenciación de la
especie humana respecto de la animal, como se ha dicho en anteriores sesiones,
radica en la posesión del lenguaje, que no remite sino a la capacidad racional del
hombre.

Es precisamente esta razón humana la que ha de velar por la protección de los


derechos animales, en la medida en que, en el plano teórico, se aleja de prácticas
asociadas a la barbarie y a comportamientos totalmente injustificados. La ruptura de
la cosmovisión antropológica enraizada con el darwinismo ha derivado, además, en
la toma de conciencia de que, si bien somos la especie más desarrollada en la
jerarquía evolutiva (de nuevo, lenguaje y comportamiento simbólico; aumento
craneal y comunicación), esta primacía es pura contingencia. En efecto, la especie
humana convive con las numerosas especies animales, y si se parte del
reconocimiento de una cierta igualdad entre ambos grupos, ha de reconocerse
irremediablemente el carácter dogmático y fundamentalista que los hombres han
ejercido y ejercen contra los animales.

Finalmente, no podríamos dejar de mencionar que el desarrollo de la etología y la


extrapolación a una suerte de etología humana” no es en absoluto ajeno a la presente
Declaración, pues quizá haya llegado el momento en que etología y antropología
vayan de la mano y se complementen.

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2. ¿Crees que ambos textos sostienen una misma comprensión de la relación entre
hombres y animales? En caso contrario, justifica tu respuesta (p.ej. señala los
aspectos en que se diferencian a este respecto).

Como se explica en la pregunta 3, las consecuencias de los planteamientos de los


dos textos parecen ser las mismas en términos generales. Pero no así la forma de
entender la relación entre hombres y animales. Mientras que en la Declaración de los
Derechos de los Animales se defiende la igualdad en base a la analogía de la especie,
el comportamiento y la existencia compartida en un mismo plano vital, en el Proyecto
Gran Simio, se aboga por empezar a reconocer un esquema neurológico-afectivo
común entre el hombre y las especies de primates más desarrolladas (grandes simios).
Se plantea la asunción de punto de partida, es decir, que esta igualdad puede ser
extrapolada a otros géneros de animales “no-humanos”, como mamíferos o aves, pues
también comparten, aunque no en tanta medida, este tipo de praxis que se asocian a
una intencionalidad y a una conciencia interna.

Por ello, el primer texto quizá se centre más en la base biológico-genética, al


tiempo que el segundo incide en el bosquejo neurológico y cerebral de las especies
más avanzadas de primates Homo-sapiens.

3. ¿Crees que la Declaración del Proyecto Gran Simio cumple los preceptos de la
Declaración de los Derechos de los Animales? Justifica tu respuesta.

Aunque limitando solo a chimpancés, gorilas, bonodos y orangutane en la segunda,


parece que los preceptos generales de una y otra declaración son coincidentes, o al
menos, lo son las consecuencias de éstos. Cuando el ser humano deja de verse como
dueño total de la naturaleza cuya actividad es precisamente el dominio de la misma
(Véase Bacon o Descartes), el criterio de legitimidad para atentar, utilizar y maltratar
otras formas de vida no humana desaparece. De ello se deduce claramente que, al igual
que el ser humano ha de desarrollarse en un ámbito de libertad para alcanzar su
autonomía, ha de ser respetado en su ámbito de convivencia (respeto a la vida, respeto
a la opinión, respeto al perfeccionamiento educativo, moral o crítico) y han de
sustituirse las prácticas retrógradas y anticuadas por otras acordes a los deseos
sociales, así debe ocurrir con la especie animal.

Las consecuencias de una y otra son las mismas, aunque parece claro que la
primera parte de la hipótesis de igualdad en tanto que misma especie (fundamento con
base antropológica homóloga), mientras que la segunda comienza reconociendo la
equivalencia, no tanto como comportamiento o como especie en general, sino en
términos de igualdad de sustratos neurológicos y de estados de conciencia afectiva.
Hay, de este modo, una evidencia físico-empírica de que los grandes simios realizan,
al igual que los humanos, acciones de tipo intencional, al tiempo que se afirma que sus

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respectivas praxis cognoscitivas conducen a estados de conciencia primarios, rasgo


que acerca de forma definitiva a estos grupos a la especie humana.

4. ¿Es posible rechazar la Declaración del Proyecto Gran Simio total o parcialmente
sin contravenir la Declaración de los Derechos de los Animales? En caso
afirmativo ¿de qué modo?

Tras la lectura del segundo texto, se ve claramente la forma de anticipación a una


posible crítica. Así, si se quiere argumentar diciendo que la mayoría de la población
actual ve el reconocimiento de derechos fundamentales en el plano político-jurídico
como una completa utopía y ficción, y que este problema debiera ser atenuado o
solucionado antes de entrar en el debate animal, los redactores del Proyecto ponen el
precedente de la compatibilidad de ambas tareas. Si se quiere rechazar, aún así, la
propuesta del Proyecto Gran Simio, ya sea de forma total o parcial, la consecuencia
primera sería que los pilares de la Declaración de los Derechos de los animales,
también se desmoronarían.

En cambio, si se reconoce la igualdad de los dos grupos en tanto que especies co-
existentes, no se sigue necesariamente la necesidad de protección de los humanos
hacia los animales, desde el punto de vista de seres racionales. Donde desaparece la
justificación, comienza el dogmatismo. Donde la argumentación está ausente, los
prejuicios y la barbarie entra en juego.

Finalmente, me gustaría cerrar esta sesión haciendo hincapié en la ironía de la


aceptación de estas declaraciones por parte de organizaciones internacionales como la
UNESCO o la ONU, ya que, al finalizar la discusión sobre la cultura animal, la
etología, y una suerte de política y organización social en los animales, nos
enfrentamos a una realidad que oscila al borde del absurdo más absoluto. En efecto,
tomando una perspectiva crítica, tras la lectura de ambas declaraciones y la
reproducción del vídeo de la Declaración de la conciencia en Cambridge, no podemos
seguir mirando impertérritos el símbolo que representa nuestro país, a saber, un toro y
un “ser humano” con un estoque atravesándole la espalda. ¿Acaso el criterio de
legitimidad en esta práctica compartida por un grupo importante de españoles? ¿Acaso
estas declaraciones son puramente abstractas y el plano práctico queda totalmente al
margen? Parece que la incongruencia es bastante plausible.

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