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PorAndrés Hax
22 Ene, 2023
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[”Un país bañado en sangre” se puede adquirir, en formato digital,
en Bajalibros, clickeando acá.]
“La verdad se reduce a lo siguiente: el 23 de enero de 1919 (...) mi
abuela mató de un tiro a mi abuelo”, cuenta Paul Auster casi al
comienzo de su último libro que se llama nada menos que Un país
bañado en sangre. Estaban separados, el abuelo vivía en otra ciudad y
había ido a su antigua casa a llevarles regalos a sus hijos.
Las fotos aparecen al final de cada de los cinco capítulos de Un país
bañado en sangre, no como ilustraciones específicas sobre los
eventos cubiertos sino como un corolario visual al tema en general.
Esta yuxtaposición las transforma. En una exclusiva galería de arte,
las fotografías podrían parecer frívolas o despectivas a las víctimas.
Adjuntas al libro de Auster pierden pretensión artística y se suman a
un reclamo existencial muy básico: “¡Por qué sigue sucediendo esto!”
[”Un país bañado en sangre” se puede adquirir, en formato digital,
en Bajalibros, clickeando acá.]
En el prólogo Auster dice sobre el trabajo de Ostrander: “Las
imágenes que acompañan el texto de este libro son fotografías del
silencio… Son retratos de edificios, construcciones sombrías a veces,
desagradables, emplazadas en paisajes norteamericanos anodinos,
neutrales…”