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SANTA INÉS DE MONTEPULCIANO

Inés de Montepulciano nace en Gracciano Vecchio cerca de Montepulciano el año 1268, de la


rica familia Segni.
Había nacido para ser esposa de Cristo. Ya en su misma cuna manifestó el cielo la elección
divina con que había sido señalada: en el aposento donde nació aparecieron luminarias
milagrosamente encendidas. A los nueve años se retiró al monasterio de Montepulciano para
servir con mayor libertad a Dios. Y fue tanto su progreso en el cumplimiento de la santa Regla,
en las observancias monásticas y en el ejercicio de todas las virtudes, de tal manera brilló su
prudencia sobrenatural, que a la edad de quince años fue elegida Priora de un monasterio en
Procena (Viterbo) que ella misma había promovido. Su humildad, que le hacía considerarse
incapaz para desempeñar tal oficio, le hizo renunciar al cargo. Pero intervino el Sumo Pontífice
y tuvo que aceptarlo.
Pasados veintidós años regresa a Montepulciano, llamada por sus ciudadanos para presidir un
nuevo monasterio fundado por ella en 1306 y que puso bajo la Regla de San Agustín, y después
de algunos años, "plena y totalmente" bajo la dirección de los dominicos, deseosa de caminar en
la perfección bajo la regla de Santo Domingo.
Inés permanece en el monasterio el resto de sus días, donde muere a los 49 años, el 20 de abril
de 1317.
Santa Catalina de Siena era muy devota de ella y promovía su devoción.

Generalmente se representa con un hábito a la usanza dominica, pero con el manto negro lleno
de cruces, suele sostener un crucifijo en la mano, y la acompañan un cordero y una azucena en
señal de pureza.
La leyenda sobre sus milagros fue escrita por el Beato Raimundo de Capua, confesor y biógrafo
de santa Catalina de Siena, por lo que relata de forma prolija sus éxtasis, milagros y visiones.
Entre ellos sobresale aquél que narra que cuando “Santa Inés oraba, la cubría una lluvia de maná
celestial, como una capa de nieve, cuyos copos tenían forma de cruz” lo que la alimentaba en
sus momentos de extremo ayuno. Durante uno de sus éxtasis tuvo el privilegio de que la Virgen
le permitiera tomar en sus brazos al Niño Jesús, y como recuerdo se quedó con el crucifijo que
traía el Niño en el cuello, reliquia que conservaría hasta su muerte.
Imagen:
Existen intervenciones de restauración en la imagen que responden a reparaciones locales de la
tela, principalmente en el fondo y en el manto blanco; se colocaron pequeñas pinceladas de un
color parecido al original para cubrir los faltantes de pintura y se enfatizaron los rasgos del Niño
y de la santa por medio de pinceladas gruesas de tonos oscuros para perfilar el ángulo de la
nariz, así como marcar los rubores con un tono rosáceo que provoca un gran contraste en los
rostros y hacen que pierdan su dulzura. Además, se remarcaron los pliegues de la cofia de santa
Inés, haciendo que la caída de la tela no sea natural.
El cordero:
- Inés tenía un corderito como mascota (es verdad, esto estaba en cierto libro infantil que no
citaré).
- Ella era tan pura, inocente y casta que el animal con que se identifica es el cordero.
- Inés murió degollada, por lo que su atributo debe ser un animal que ritualmente muere
degollado, es decir, el cordero.
- Inés, como virgen cristiana, era esposa de Cristo, Cordero de Dios, con lo cual ella es la
“Cordera de Dios”, y por eso lleva un cordero, que representa a Cristo.
- Cuando Inés fue arrojada a la hoguera, tiraron a un cordero con ella.
- Cuando Inés subió al cielo glorificada, Cristo le regaló un cordero.

A toda la promoción 2023 nos identificamos mucho con esta santa puesto que en Inés fueron
palpables los signos de la sencillez e inocencia evangélica.

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