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FACULTAD DE MEDICINA

ESCUELA DE ENFERMERÍA

“SANTA CATALINA DE SIENA”

AUTORA:
Sánchez Ortega Alexia Adamari.

PROFESOR:
Cajusol Villegas, José Javier

CICLO:
VII
.
BIOGRAFÍA

Nacida Siena (Italia) en 1347, Catalina (nombre que significa "Pura") era la
menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. Allí crecía la niña en
entendimiento, virtud y santidad.

Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla con un hombre rico. La joven


manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su
propósito, se le sometió a los servicios más humildes de la casa. Pero ella caía
frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.

Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en


la tercera orden de Santo Domingo y siguió, por tanto, siendo laica. Tenía
dieciséis años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos,
a los menesterosos y a los enfermos a quienes cuidó en las epidemias de la
peste. En la terrible peste negra, conocida en la historia con el nombre de "la
gran mortandad", pereció más de la tercera parte de la población de Siena.

A su alrededor muchas personas se agrupaban para escucharla. Ya a los


veinticinco años de edad comienza su vida pública, como conciliadora de la paz
entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el papa
Gregorio XI dejó la sede de Aviñón para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano
VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo
hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.

Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres de su


tiempo, dictó un maravilloso libro titulado Diálogo de la divina providencia, donde
recoge las experiencias místicas por ella vividas y donde se enseñan los caminos
para hallar la salvación. Es considerada una obra clásica, de gran profundidad
teológica. Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes. Se la
considera una de las mujeres más ilustres de la edad media, maestra también
en el uso de la lengua Italiana.

Santa Catalina de Siena, quien murió a consecuencia de un ataque de apoplejía,


a la temprana edad de treinta y tres años, el 29 de abril de 1380, fue la gran
mística del siglo XIV. El papa Pío II la canonizó en 1461. Sus restos reposan en
la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma, donde se la venera como
patrona de la ciudad; es además, patrona de Italia y protectora del pontificado.

El papa Pablo VI, en 1970, la proclamó doctora de la Iglesia.


Llamamiento por Dios.

Catalina fue tan inmensamente devota a su Salvador que Él fue el centro de


todas sus muchas experiencias místicas. Pero veremos como la santa tenía una
muy tierna, amorosa y confiada relación con la Virgen Santísima, y en un número
significativo de eventos en su vida, fue en la Madre de Dios en quien ella buscó
su refugio, o fue la Virgen la que vino en su ayuda.

Desde niña, empezó a orar a la Reina de Siena, y a menudo se le oía rezar el


Ave María bajando las escaleras de su casa. Un día cuando tenía 6 años de
edad y mientras caminaba por las calles de Siena con su hermano, elevó su
mirada y de repente vio sobre el techo de la Iglesia de Santo Domingo al Rey de
Reyes, sobre un espléndido trono, vestido como el Papa con su corona Papal; y
con el estaban San Pedro, San Pablo y San Juan. Jesús, mirando con ternura a
Catalina, despacio y solemnemente la bendijo, haciendo tres veces la señal de
la Cruz sobre ella.

Desde ese momento, Catalina dejó de ser una niña y se enamoró profundamente
de su amado Salvador. Esa visión y esa bendición fueron tan poderosas que
después ella no pudo pensar en nada más que en los ermitaños, y en como
imitarlos.

Al año siguiente, ante un cuadro de Nuestra Señora, se ofreció al Señor que la


había bendecido. En este momento tan crucial, oró a la Virgen: "¡Santísima
Virgen, no mires mi debilidad, sino dame la gracia de tener como esposo a aquel
a quién yo amo con toda mi alma, tu Santísimo Hijo, Nuestro Único Señor,
Jesucristo! Le prometo a Él y a ti, que nunca tendré otro esposo".

Desde los 6 años quiso consagrarse totalmente al Señor. Tras la muerte de su


hermana en 1362, decidió no contraer matrimonio y ser laica dominica, que en
la época eran conocidas como «Hermanas de la Penitencia de santo Domingo».
En 1370 vivió la «muerte mística»: pidió a Cristo que le cambiara el corazón.
Desde entonces, su intensa vida de oración se juntó con la atención a los pobres
y enfermos.

Con su ejemplo de humildad, obediencia y caridad ante su familia, los conquistó


y entonces le permitieron ser miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo y
tener un cuarto privado. Allí comenzó a hacer actos de mortificación heroicos. Se
alimentaba principalmente de hierbas y vestía con telas muy ásperas. Asistía con
gran generosidad a los pobres, a los enfermos, consolaba a los presos.

Su sometimiento de la propia voluntad al Señor, aun en sus penitencias, daba


verdadero valor a lo que hacía.
Pero sus experiencias místicas no le quitaban las pruebas. Sufría por su
temperamento al que dominaba con gran paciencia. En medio de sus dolencias
oraba sin cesar para expiar sus ofensas y purificar su corazón.

En la noche anterior a su profesión en la orden, después de pasar por una severa


prueba en la cual el demonio se le apareció como un caballero muy guapo y
elegante y le ofreció un traje de seda con joyas brillantes, Catalina se tiró sobre
el crucifijo y gritó: "¡Mi único, mi amado esposo, Tu sabes que jamás he deseado
a nadie más que a ti. Ven en mi ayuda, mi amado Salvador!".

De pronto, frente a Catalina estaba la Madre de Dios, teniendo en sus manos un


traje de oro, y con su voz suave y tierna, la Virgen le dijo: "Este vestido, hija mía,
lo he traído del corazón de mi Hijo. Entonces con ferviente amor y humildad,
Catalina inclinó su cabeza, mientras la Virgen le imponía este vestido celestial".

Por fin, en 1365, a los 18 años, recibió el hábito de la tercera orden dominica
Milagros / Obras

Fueron muchas las conversiones impresionantes que se lograron por su


mediación. Entre ellas, durante la peste de 1374, en la que sirvió a los enfermos,
las de dos santos dominicos, Raimundo de Capua y Bartolomé de Siena. Los
pecadores más empecinados se ablandaban ante el poder de sus exhortaciones.

Catalina tenía gran compasión por los enfermos y los atendía con esmero. En
una visita a Pisa, enviada por sus superiores, sanó a muchos enfermos y aún
más almas.

Como Catalina dedicaba toda su vida enteramente al servicio del Crucificado y


de su dulce Madre, ésta a menudo venía en su auxilio. En ocasiones en que
Catalina tenía entre manos la conversión de un endurecido pecador, se dirigía
con confianza a la Madre de Misericordia.

A través de la Virgen Santísima logró la gracia de la resignación y de la paz para


un joven condenado a la decapitación y pudo estar con él hasta el final.

En al menos dos ocasiones, Catalina recibió ayuda sobrenatural de parte de la


Virgen cuando preparaba comida para los demás. Una vez, cuando estaba
horneando pan para su familia; la siguiente vez fue durante una epidemia, donde
con la misma cantidad de harina que tenían todos los demás, logró sacar cinco
veces más de pan.

El mayor de los milagros posiblemente fue su paciencia ante los severos ataques
y reproches aun de personas desagradecidas que ella había beneficiado con sus
servicios. Así fue el caso de una mujer leprosa a quién todos habían abandonado
y que Catalina cuidó con esmero. Su cuidado continuó igual a pesar de los
insultos de la mujer. Atendió a otra mujer llagada y cancerosa. Durante mucho
tiempo, Catalina vencía su natural desagrado y chupaba, lavaba y vendaba sus
llagas. Esta mujer, sin embargo, publicó contra Catalina las calumnias más
infames, que fueron secundadas por una hermana del convento. Catalina sufrió
en silencio la persecución violenta y continuó con afecto sus servicios hasta que
con su paciencia y oración obtuvo de Dios la conversión de ambas.

Santa Catalina dejó el Diálogo de la Divina Providencia, llamado


simplemente Diálogo, escrito durante cinco días de éxtasis religioso, del nueve
al catorce de octubre de 1378. Se trata de 26 oraciones y 381 cartas.
BIBLIOGRAFÍA

Ángel A. Santa Catalina de Siena. [Internet]. [Citado 12 de octubre del 2019].


Disponible en https://www.es.catholic.net/op/articulos/32153/catalina-de-siena-
santa.html#modal

José S. Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia. [Internet]. [Citado 12 de octubre


del 2019]. Disponible en http://www.santacatalina.org.ar/quienes-somos/biografia/

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