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Según la Bibliografía consultada nos dice que en 1613 a la edad de 13 años es separada del
Monasterio por sus padres. Una vez reintegrada al seno familiar se le da a conocer su futuro
matrimonio con un joven de buena familia. Pero en su corazón anidaba el ardiente deseo de
dedicar su vida a la Oración y Contemplación en el Monasterio Santa Catalina.
Es así que un día, tiene un sueño en que se le aparece Santa Catalina de Siena, mostrándole
el Hábito Dominico diciéndole "Amada hija, éste es el hábito que estás llamada a vestir. El
cielo te tiene destinada para la vida religiosa".
Luego de éste sueño, aprovechando un día que no se encontraban sus padres en casa sale
hacia la calle con la firme resolución de dirigirse hacia el Monasterio, pero no conocía el
camino, por lo que acude a un niño que transitaba de nombre "Domingo" a que la lleve al
Monasterio, una vez llegan le pide que acuda con sus padres a informarles de su paradero.
Así inicio la etapa del Postulantado en que la Madre Priora le sometió a duras pruebas que ella
soportó con humildad y entereza, hasta que finalmente, la Madre Priora vió en Ana el
auténtico deseo de servicio a la Comunidad de Madres y filiación a Jesucristo, por lo que
ingresa al Noviciado.
A su ingreso al Noviciado toma el sobrenombre "de los Ángeles" con 14 años de edad, y a los
16 años es citada por el Vicario para explorar su voluntad de profesar los votos de pobreza,
castidad y obediencia.
Es así que hace profesión de sus votos religiosos dedicando su vida al servicio de Dios y de
las cosas de Dios un 11 de Enero de 1620, siendo Priora del Monasterio Sor María Zegarra.
Sacristana
Ejerce el cargo de Sacristana del Templo del Monasterio Santa Catalina, preparaba todos los
días los ornamentos y utensilios necesarios para celebrar la Santa Misa, como hacer la
limpieza del Templo y de su Sacristía.
Es por éstas fechas que toma conocimiento de su parentesco con Santo Tomas de
Villanueva, a quien tuvo una especial devoción. Su parentesco era por parte de su padre que
se llamaba don Sebastián Monteagudo de Villanueva.
En 1645 desempeña dicho cargo, las Novicias se ubicaban en el Claustro del Noviciado y
tenían una Maestra que les orientaba y preparaba en ésta etapa del camino de Vida
contemplativa. Sor Ana lo desempeñó con mucho celo.
Por ésas fechas el Monasterio daba cobijo a huérfanas, adultas solteras y viudas, pese a la
Clausura no dejaban de vestir y exhibir prendas que estaban de moda en el exterior del
Monasterio, y empezaron a corromper a las demás monjas que se preocupaban más por
adornar sus hábitos con hilos de oro y plata y cosas por el estilo.
Sor Ana es elegida Priora en 1648, pero su elección no fue del agrado de algunas monjas por
su completa sencillez y humildad.
Sor Ana como Priora se propuso reformar el Monasterio de acuerdo a las Normas de la Regla
y Constitución de las Monjas Dominicas de Vida Contemplativa, para lo que tomo en cuenta:
El Concilio de Trento
Las ordenanzas de las Visitas "Canónicas" dadas por el Obispo diocesano o el
Visitador de la Orden.
Las intervenciones del "Cabildo Civil" como Patrón del Monasterio
Culto a Nuestra Señora de los Remedios
Otros hechos dignos de mencionar era la constante visita que recibía de arrieros, que veían
en ella un Ángel tutelar en sus largos y difíciles viajes, gozaba del don de bilocación, llegando
a lugares distantes para socorrer a los más necesitados.
Se le atribuyen diversos anuncios proféticos tanto sobre su persona como sobre personas de
ésa época, como el ocurrido el año 1658 en que venía en barco al Perú Fray Juan de
Almoguera y Ramírez, promovido al Obispado de Arequipa por el Papa Alejandro VII. Su
barco naufragó y en Arequipa se pensaba que había muerto, por lo que el Deán de la
Catedral acudió a Sor Ana a consultarle si debía tañer las campanas y declarar día de duelo
ante las noticias del Naufragio. Sor Ana le apaciguó diciéndole que el Prelado no había
muerto y que junto con algunos compañeros nadaron a otra barca y volvieron al puerto, de
donde habían vuelto a salir con destino a la ciudad. Efectivamente 3 meses después llega el
nuevo Obispo, quien enterado del hecho acude al Monasterio a entrevistarse con Sor Ana y
convirtiéndose en padre espiritual y benefactor del Monasterio Santa Catalina.
Otro hecho fue el acontecido al Obispo Fray Juan de Almoguera, quien escribió un libro
titulado "Instrucción a los Curas y Religiosos de las Indias" viajando a España para
presentarlo, pero que fue reprobado por los Tribunales de la Santa Inquisición de Perú y
España, un clérigo sabedor de dichas noticias acudió al Monasterio a contarle dichas cosas a
Sor Ana, recibiendo como respuesta que Fray Juan de Almoguera era ya Arzobispo de Lima y
dichas Instituciones hacían mal en hablar así de dicho Arzobispo, es así que el año 1673
muere el Arzobispo de Lima y el Rey, con la facultad que tenía de proponer al Papa el Obispo
que debía ser promovido a Arzobispo nombra a Fray Juan de Almoguera.
Las personas que la conocieron personalmente llegaron a señalar un total de sesenta y ocho
predicciones todas cumplidas, realizadas por la venerable monja".
Últimos años
Ya mayor padeció de reumatismo y ceguera, aunque como se narra "veía tanto como cuando
podía ver".
Es así que el Obispo de la Diocesis en ése entonces Don Antonio de León, autoriza a los
sacerdotes Marcos de Molina, capellán del Templo del Monasterio y Rodrigo de Villegas,
Deán del Coro de la Catedral y Diego de Vargas, chantré de la Catedral a que pudieran
ingresar hasta su celda para administrarle los Sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía y a
celebrar la Misa dentro de la celda.
A pesar de su ceguera se cuenta que el canónigo Díaz de Vargas, uno de los sacerdotes
autorizados para entrar en el Monasterio, deseaba tener un retrato de ella y uno de tantos
días llevó consigo un pintor para que la retratara, discretamente y en silencio mientras él
celebraba la Misa.
Más Sor Ana, advirtiendo la presencia del pintor le dijo: Apreciado Padre Diego, lo que Dios
me está permitiendo ver en estos momentos, está bien . . . y no está bien. Está bien que entre
usted a mi celda a celebrar la Santa Misa. En medio de mis padecimientos me trae consuelo y
alegría recibir la Comunión, pero no está bien que haya usted hecho quebrantar la Clausura
del Monasterio introduciendo un seglar sin licencia alguna para sacar copia de éste cadáver
que no es de una persona viviente".
"Los últimos años de la venerable monja catalina transcurrieron en la oscuridad de la
ceguera. Tenía mucha dificultad para caminar, sin embargo jamás se quejó o se sintió
desdichada por correr esa suerte.
"Sor Ana de los Ángeles falleció un 10 de Enero de 1686 y no fue necesario embalsamar su
cuerpo, por el buen olor que despedía. Fue enterrada en el piso de tierra del Coro del templo
del Monasterio.
Diez meses después, el cadáver de Sor Ana fue exhumado y encontraron el cuerpo fresco, sin
mal olor y con flexibilidad comprobada de los músculos y articulaciones. Luego de su muerte
los milagros continuaron; numerosos casos de personas que padecían alguna enfermedad y al
encomendarse a Sor Ana o tocar alguna prenda que le perteneció, desaparecían los males que
les aquejaban. Todos estos hechos motivaron a las monjas catalinas a unir testimonios y
presentar una petición el 19 de julio de 1686, es decir a seis meses de su muerte, para que la
venerable monja pase a ser la primera Santa de Arequipa, proceso que todavía no ha llegado a
su fin".
Transcurrieron varios años hasta que se pudo reconstruir el proceso, que fue remitido en 1889.
En 1898 el Episcopado Americano reunido en Roma pidió a S.S. León XIII la canonización
de Fray Martín de Porres, incluyendo la Beatificación de Sor Ana de los Ángeles.
Más tarde se inicio el "Proceso Apostólico" que fue enviado a Roma por Monseñor Mariano
Holguín el 25 de Julio de 1923.
En 1975 S.S. Pablo VI determina que se expida el decreto por el cual se reconoce
oficialmente las virtudes heroicas practicadas por la Sierva de Dios.
Finalmente el 5 de Febrero de 1981 S.S. Juan Pablo II da por válido el milagro atribuido a Sor
Ana, obrado en favor de la Sra. María Vera de Jarrín, de un gravísimo e incurable tumor
canceroso en el útero de III Grado. De ésta manera culmina el largo proceso de las virtudes y
milagros, quedando limpio el camino para la Beatificación.